El Significado Del Tribunal de Cristo

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EL SIGNIFICADO DEL TRIBUNAL DE CRISTO

Por: Mark Hitchcock

Hemos escuchado muchas veces que todos compareceremos ante el tribunal de Cristo. Este
acontecimiento tal vez traiga algunas preguntas que muchos cristianos se hacen, y se hicieron en el
correr de los siglos.

Algunas de ellas son:

 ¿Pero qué significa «comparecer ante el tribunal de Cristo» ?


 ¿Veremos nuestros pecados?
 ¿Qué juzgará Cristo?
Primeramente queremos preguntarnos

¿Qué es el tribunal de Cristo?


Para contestar esta pregunta, primero debemos plantearnos ¿qué es un tribunal? en las Escritura. En
la Biblia la palabra béma, traducida como ‘tribunal’, significa “un paso” o “un pie”. En la antigua
cultura grecorromana, “béma” hacía referencia – en la mayoría de los casos – a una plataforma o
escenario elevado, donde se tenía que subir por medio de escalones y desde allí se anunciaban las
sentencias.
Al encontrarse a una altura del suelo, la gente reunida a su alrededor podía presenciar y escuchar las
decisiones y dictámenes. Esto es similar a lo que conocemos en la actualidad como «tribunal» , hoy
en día sería donde el juez se sienta para dictar sentencia, en algunos países ese lugar está en una
plataforma elevada y en otro no.

En el Nuevo Testamento, la palabra “béma” aparece en diversos contextos:

 En los evangelios es utilizada para nombrar el tribunal de Pilato (Mateo 27:19; Juan 19:13).
En Hechos es por ejemplo:

 Es utilizada para el tribunal de Herodes (Hechos 12:21).


 También el apóstol Pablo, estando en la ciudad de Corinto, compareció ante el béma de
Galión, el procónsul de Acaya (Hechos 18:12, 16-17
 Y el béma de Porcio Festo, en el que alegó Pablo (Hechos 25:6, 10 y 17).
En la antigua cultura griega, el término “béma” era utilizado, en esencia, de tres maneras diferentes.

En primer lugar, hacía referencia a un procedimiento judicial, en el que los jueces impartían


justicia. Como hemos visto, esta era la manera más usada en el Nuevo Testamento.
En segundo lugar, era la forma de mencionar la plataforma elevada donde los atletas recibían sus
condecoraciones en las competiciones olímpicas de aquel tiempo.
En cuanto a esto, Pablo, en su segundo viaje misionero, hizo de la ciudad de Corinto su cuartel
general durante dieciocho meses, en ese tiempo enseñó a los corintios la Palabra de Dios. A unos
pocos kilómetros, en Istmia, se realizaba cada segunda primavera los Juegos Ístmicos. Es casi
seguro que Pablo visitó estas competiciones mientras trabajaba en Corinto fabricando carpas y
predicando el evangelio. A menudo, el apóstol utilizó para sus mensajes la imagen de los atletas y
sus condecoraciones, por eso muy probable que haya presenciado estos juegos.

En tercer lugar, el término “béma· se relacionaba con una tarima elevada del cuartel militar, donde
un soldado recibía sus medallas y condecoraciones por su heroísmo y valentía en el combate.
Inspirado por el Espíritu Santo, Pablo utilizaba ilustraciones que por su cercanía ayudaban a su
público a comprender el significado del “béma celestial o el juicio de Dios” en los últimos tiempos.
Romanos 14: 10 y 12 dicen “Pero tú, ¿por qué juzgas a tu hermano? O tú también, ¿por qué
menosprecias a tu hermano? Porque todos compareceremos ante el tribunal de Cristo […]. De
manera que cada uno de nosotros dará a Dios cuenta de sí”.
2 Corintios 5:10 dice “Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de
Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea
bueno o sea malo” Con esto ya hemos puesto en contexto cuando en la Biblia habla de “Tribunal”.
Ahora vamos a la segunda pregunta:

¿Quiénes comparecerán en el Tribunal de Cristo?


Todas las personas, sin excepción, que están oyendo este programa participarán de uno de los dos
tribunales futuros. Tanto los creyentes como los incrédulos un día deberán rendir cuentas. La Biblia
dice en Hebreos 9:27 “Y de la manera que está establecido para los hombres que mueran una
sola vez, y después de esto el juicio”. Cada ser humano tiene una fecha de audiencia, por ende, la
pregunta no es si compareceremos ante el tribunal, sino cuándo y dónde: el juicio es ineludible.
Según Romanos 14;10 y 2 Corintios 5:10, quien haya creído en esta vida en Cristo como su
Salvador, comparecerá ante el tribunal de Cristo. Podemos llamar a este suceso, el primer juicio.
Por el contrario, según Apocalipsis 20:11 al 15, aquel que haya rechazado a Cristo comparecerá
ante el juicio del gran trono blanco, al final de los últimos tiempos, más precisamente antes de la
creación de un cielo nuevo y una tierra nueva. A este segundo acontecimiento lo llamaremos “el
último juicio”.

Solo los creyentes en Jesucristo irán ante su tribunal. Segunda Corintios 5:10 dice: “Porque es
necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno
reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo”. Una mirada
al contexto de este pasaje nos deja ver que Pablo hablaba de sí mismo y de otros creyentes. La
palabra “nosotros” hace referencia a los creyentes en Cristo. En conclusión, no habrá ningún
incrédulo presente en este juicio.
En 2 Corintios 5:10 las palabras “es necesario que todos nosotros” revelan que este juicio alcanzará
a todos y será de naturaleza obligatoria ya que dice “es necesario”. El tribunal no es opcional, sino
imperativo, lo que hace que la asistencia a este evento resulte inevitable. En la palabra “nosotros”,
Pablo se incluye también a sí mismo. Ningún creyente está excluido. Si usted reconoce a Cristo
como su Salvador, sin ninguna duda estará presente.

La pregunta que quiero hacerte antes de terminar:

 ¿Conoces a Cristo como Salvador personal?


 ¿Has creído en su sacrificio en la cruz?
 ¿Te has arrepentido de tus pecados y de haberle rechazado?
Si no es así, hoy tienes la oportunidad de hacerlo, entrega tu vida a Cristo, porque las consecuencias
de no hacerlo, son consecuencias eternas. Estarás eternamente separado de Dios y eso significa una
eternidad de sufrimiento.

Por otro lado, ¿conoces a Cristo como Salvador personal?


 ¿Cómo está tu vida ahora?
 ¿Le honras con tu vida diaria?
 ¿Le obedeces?
 ¿Le sirves a él?
 ¿Estás utilizando los dones que te dio para edificar a Su Iglesia?
 ¿Estás esperando la venida de tu Salvador?
Si eres un hijo de Dios te exhorto a que analices tu vida y te preguntes:

 ¿Cómo me encontrará el Señor si viniera hoy?


Estimados hermanos y amigos, les espero en el próximo programa para seguir desarrollando este
tema ¡Dios les bendiga!

¿Cuándo será la fecha del tribunal de Cristo?


Esta pregunta me la han hecha infinidades de veces. Y en muchas de esas ocasiones las personas
quieren saber una fecha exacta o aproximada, pero vamos a ver qué dicen las Escrituras al respecto.
La Palabra de Dios permite ver que el tribunal tendrá lugar después del arrebatamiento de los
creyentes al cielo, antes de la segunda venida de Jesús a la tierra para establecer su reino. 1ª
Corintios 4:5 dice: “Así que, no juzguéis nada antes de tiempo, hasta que venga el Señor, el cual
aclarará también lo oculto de las tinieblas, y manifestará las intenciones de los corazones; y
entonces cada uno recibirá su alabanza de Dios”.
Los creyentes serán juzgados una vez que el Señor regrese.
En Apocalipsis 19:7 al 10 es presentada en el cielo la “novia galardonada de Cristo”, enfatizando
que el tribunal de Cristo sucederá entre el arrebatamiento de los creyentes al cielo y el retorno
terrenal de Jesús. El teólogo Paul Benware lo resume muy bien, dice así:

«Este evento está conectado aparentemente con el arrebatamiento, aunque es anterior a la segunda
venida de Cristo, ya que los cristianos que regresarán con él, ya habrán recibido su galardón. La
Iglesia fue recompensada según Apocalipsis 19:8, cuando Juan dice “a ella [la Iglesia] se le ha
concedido que se vista de lino fino, limpio y resplandeciente, porque el lino fino es las acciones
justas de los santos”. La propia vestimenta representa el galardón. El hecho de que la novia lleve
vestidos hermosos, señala que ya recibió el premio por sus justas acciones. Este suceso se ubica
justo antes del retorno del Señor Jesús del cielo, para gobernar el mundo como Rey de reyes y
Señor de señores. El tribunal de Cristo, por lo tanto, tendrá lugar justo antes de la segunda venida,
pero después de que el Señor Jesús haya llevado a la Iglesia al cielo. El galardón de los creyentes
presupone un período prolongado de tiempo, y un arrebatamiento que ocurre antes de los últimos
siete años nos daría el tiempo suficiente.»  
Como la novia galardonada acompaña a Jesús en su regreso a la tierra  – según vemos en
Apocalipsis 19:14 – necesariamente tuvo que haber sido recibida antes en el cielo. Esto se
corresponde con la idea pretribulacionista, la cual enseña que la novia de Cristo será arrebatada por
lo menos siete años antes de la segunda venida. El período de siete años que transcurre entre el
arrebatamiento y el retorno de Jesús es denominado a menudo como “tribulación o gran
tribulación”. Según esta postura, mientras ruge la tribulación en la tierra, los creyentes estarán en el
cielo, presentándose ante el tribunal de Cristo.
Otra pregunta relacionada a la duración del tribunal es:
¿Cuánto tiempo necesita el Señor para examinar la vida de cada uno de los creyentes?
Si este tribunal celestial tiene lugar después del arrebatamiento, ¿tendrá el Señor el tiempo
suficiente como para evaluar a cada creyente antes de su regreso a la tierra, al final de la tribulación
de siete años? El profesor George Eldon Ladd dijo en 1956:  “Hay aproximadamente 200 millones
de cristianos viviendo en la tierra. Siete años corresponde a más de 200 millones de segundos.
¿Cuánto de una fracción de segundo es necesaria para evaluar a cada creyente? Si es necesario un
período de tiempo, este deberá abarcar mucho más de siete años”.

Por supuesto que no podemos saber cómo el Señor pretende evaluar a cada creyente en solo siete
años, pero podemos estar seguros que esto no constituye un problema real para un Dios
todopoderoso y omnisciente. Como comentó Dr. en teología John Walvoord: “De juicios como el
de las ovejas y los cabritos (Mt. 25:31-46) podemos deducir que Dios sin esfuerzo puede evaluar o
juzgar a millones de personas de una vez. Sin lugar a dudas, será necesario para los juicios tan solo
una fracción de los siete años que hay entre el arrebatamiento y el retorno del Señor a la tierra”. Si
bien no podemos imaginarnos cómo Dios realizará los juicios, sabemos con toda seguridad que el
juicio a los creyentes tendrá lugar en este período.

Otra pregunta que podemos hacernos es

¿Dónde se dará a cabo el juicio?


El tribunal tendrá lugar luego de que el Señor nos haya llevado al cielo según vemos en 1 Corintios
4:5. Entonces él nos guiará a la casa del Padre (Juan 14:1-3; 1 Tesalonicenses 4:17). Como este
tribunal se llevará a cabo antes de nuestro regreso con Jesús en su segunda venida, sucederá
necesariamente en el cielo. Un día –quizás hoy– Jesús vendrá para llevar a su novia al paraíso
celestial. Cuando lleguemos allí, será primeramente evaluada y juzgada nuestra vida. Tenemos
certeza, según Apocalipsis 19:7 al 10, de que esto ocurrirá en el cielo, pues la novia galardonada es
mostrada allí antes de su regreso con Jesús a la tierra.

Lo siguiente que nos preguntaremos es:

Los principios del tribunal. ¿Cómo se evaluará?


Otro tema importante es cómo serán evaluados los cristianos cuando estén delante del Señor. La
Biblia describe tres hechos de cómo Cristo juzgará nuestra vida.

Podemos decir con certeza que será de manera individual.


Cada creyente estará solo delante del Señor, Romanos 14:10 y 12 dicen “Porque todos
compareceremos ante el tribunal de Cristo […]. De manera que cada uno de nosotros dará a
Dios cuenta de sí”. En 2 Corintios 5:10 leemos: “Porque es necesario que todos nosotros
comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho
mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo”.
Prestemos atención a cómo Pablo cambia, en este versículo, del plural “nosotros” al singular “cada
uno”. Cada uno de nosotros deberá comparecer de manera individual ante del Señor. El pastor
Erwin Lutzer dramatiza esta escena, diciendo: Imagínese que mira a Cristo a la cara. ¡Solo están
ustedes dos, frente a frente! Toda su vida está delante de usted. En un instante ve lo mismo que él
ve. No hay secretos. Ninguna posibilidad de presentar algo mejor de lo que ya hizo. Ningún
abogado que lo represente. La mirada de sus ojos lo dice todo. Le guste o no, eso es justamente lo
que usted y yo experimentaremos un día.

Podemos decir también que el juicio ser Imparcial


El Señor no mira la persona, colosenses 3:25 dice “[…] porque no hay acepción de personas para
con Dios” (Ro. 2:11), “Mas el que hace injusticia, recibirá la injusticia que hiciere, porque no
hay acepción de personas”. Dios es un juez justo. Delante del tribunal de Cristo, los ricos y los
famosos no estarán en condición de renegociar o pagar su fianza. Dios es imparcial. Cada persona
será tratada de manera justa. Todos serán evaluados con la misma medida. No obstante, hay un
grupo que recibirá una medida más estricta y son aquellos que enseñan la Palabra de Dios y que
guían a su pueblo.
Santiago 3:1 dice: “Hermanos míos, no os hagáis maestros muchos de vosotros, sabiendo que
recibiremos mayor condenación”. En algún momento escuché a alguien decir: “Cuando usted haga
fila delante del tribunal, mire bien, porque si en ella son todos predicadores, es mejor que se busque
una fila diferente: será más rápido”.
Aquellos que enseñan la Palabra de Dios son medidos según un estándar más alto, basado sobre
todo en dos preguntas:

1) ¿Han enseñado lo correcto?

2) ¿Lo han practicado en su vida?

En Mateo 5:19 Jesús enseñó : “De manera que cualquiera que quebrante uno de estos
mandamientos muy pequeños, y así enseñe a los hombres, muy pequeño será llamado en el reino
de los cielos; mas cualquiera que los haga y los enseñe, éste será llamado grande en el reino de
los cielos”.
Note que Jesús dijo, quien “haga y enseñe” la Palabra de Dios será llamado grande en su reino. Ese
es un gran desafío para todos aquellos que enseñan – o enseñamos – la Palabra de Dios a otros.
Todo maestro de Biblia y todo pastor debería tomar en serio estas palabras aleccionadoras. Según
Mateo 20:1 al -16, la imparcialidad del Señor tomará en cuenta también cuánto tiempo hacía que
éramos salvos y cuáles eran las posibilidades, medios y capacidades que teníamos a disposición.
Estimados amigos y hermanos, que no te quepa ninguna duda que un día estarás delante del Señor
rindiendo cuentas. Estamos viviendo en tiempos que pareciera que la venida de nuestro Salvador es
inminente.

 ¿Qué estás haciendo con el tiempo que te toca vivir?


 ¿Cómo están tus cuentas delante del Señor?
 ¿Estás aprovechado el tiempo que él te está dando?
 ¿Estás utilizado bien los dones que él te dio?
Son muchas preguntas las cuales tenemos que hacernos, te animo a que reflexiones y si hay algo
que corregir y arrepentirte, todavía estás a tiempo.

Nuestra evaluación ante el tribunal incluirá todo. El examinador divino no pasará nada por alto. Su
sentencia será minuciosa e incluirá todas nuestras acciones y por qué las hicimos. En relación a la
recompensa, la Biblia dice claramente que a Dios le importa de igual manera tanto el porqué, el qué,
como el cómo de nuestro servicio. Nada se le escapará al ojo examinador del Salvador. Dice
Hebreos 4:13: “Y no hay cosa creada que no sea manifiesta en su presencia; antes bien todas las
cosas están desnudas y abiertas a los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta”.
Es claro que las motivaciones son importantes ante el tribunal, dice 1 Corintios 4:5: “Así que, no
juzguéis nada antes de tiempo, hasta que venga el Señor, el cual aclarará también lo oculto de
las tinieblas, y manifestará las intenciones de los corazones; y entonces cada uno recibirá su
alabanza de Dios”. Existen muchas malas motivaciones que ensucian nuestras acciones. Podemos
servir a Dios y a otros humanos guiados por la ganancia personal, o desde una postura interesada y
orgullosa. Jesús conoce cada uno de nuestros motivos. Él sabe por qué hacemos lo que hacemos.
Dios no evalúa el libro de nuestra vida por la portada, sino que lee página por página, además de las
notas al pie. Cada motivo escondido, cada pensamiento y cada acción en el servicio para Cristo
serán descubiertos. El Señor conoce los motivos de nuestro corazón. Primera Corintios 4:5 es muy
claro en este sentido: “[…] hasta que venga el Señor, el cual aclarará también lo oculto de las
tinieblas, y manifestará las intenciones de los corazones; y entonces cada uno recibirá su
alabanza de Dios”. Jesús enfatizó la importancia de nuestras motivaciones en la adjudicación de
nuestra recompensa.
Leamos Mateo 6:1-2, 5, 16: “Guardaos de hacer vuestra justicia delante de los hombres, para ser
vistos de ellos; de otra manera no tendréis recompensa de vuestro Padre que está en los cielos.
Cuando, pues, des limosna, no hagas tocar trompeta delante de ti, como hacen los hipócritas en
las sinagogas y en las calles, para ser alabados por los hombres; de cierto os digo que ya tienen
su recompensa […]. Y cuando ores, no seas como los hipócritas; porque ellos aman el orar en
pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos de los hombres; de cierto os
digo que ya tienen su recompensa […]. Cuando ayunéis, no seáis austeros, como los hipócritas;
porque ellos demudan sus rostros para mostrar a los hombres que ayunan; de cierto os digo que
ya tienen su recompensa”.
Las palabras “ya tienen”, repetidas tres veces por Jesús, son la traducción de un término griego,
cuyo significado es “completamente pago”, es decir, haber recibido el importe completo del pago.
Lo que quiere decir el Señor es que, si servimos a Dios para recibir elogios y honores de parte de
otros, mejor que disfrutemos ese reconocimiento, porque no habrá más paga que esa para nosotros.
Jesús evaluará nuestras motivaciones. Él ve todo con total claridad. Tal vez logremos engañar a
otras personas con respecto a las motivaciones por las cuales servimos, haciéndoles creer que
hacemos grandes cosas para Dios, sin embargo, Dios no puede ser burlado. Él sabe qué y por qué
hacemos algo. Su recompensa está basada en una evaluación íntegra de nuestros hechos y actitudes.

Muchos de los que pensamos que recibirán gran recompensa en el cielo, tendrán que conformarse
con poco, y viceversa. Hacemos bien en recordar las palabras de Jesús en Mateo 20:16: “Así, los
primeros serán postreros, y los postreros, primeros; porque muchos son llamados, mas pocos
escogidos”.
Dios nos mira desde arriba y a través de nosotros. Nadie podrá decir que ha recibido menos de lo
que le corresponde o que Dios ha pasado algo por alto. El veredicto será minucioso y lo abarcará
todo.
Probablemente amigo, usted se esté preguntando ¿Para qué todo esto?
El propósito del tribunal de Cristo no es determinar si las personas irán al cielo o al infierno, o si
serán castigados por su pecado. El destino eterno de una persona es determinado por la creencia o
descreencia en Jesucristo como el que le salva de sus pecados. La pregunta acerca del lugar en que
pasaremos la eternidad ni siquiera es presentada. La Palabra de Dios es clara en que sus hijos nunca
serán juzgados por sus pecados.

Jesús dijo en Juan 5:24: “De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me
envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida”. Pablo
escribe en Romanos 8:1: “Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo
Jesús”. La Escritura dice además que nuestros pecados fueron perdonados, borrados y echados en
lo más profundo del mar. En lo personal, no creo que volvamos a ver nuestros pecados ante el
tribunal de Cristo, ni siquiera como pecados perdonados. Sea como fuere, la Biblia dice de forma
inequívoca que no seremos castigados por nuestros pecados.
Toda nuestra salvación descansa en la persona y obra de Cristo en nuestro lugar. El tribunal no
refiere a la salvación, sino a la recompensa: la primera es por la obra de Cristo en nosotros, mientras
que la segunda se basa en nuestras obras para Cristo. El propósito principal del tribunal es exponer
la vida y el servicio del cristiano, examinándolo y recompensándolo por aquello que Dios considera
digno de ser galardonado.
El Señor omnisciente, que todo lo ve, nos examinará y nos recompensará con justicia dice 1
Corintios 3:13: “Su obra se mostrará tal cual es, pues el día del juicio la dejará al descubierto. El
fuego la dará a conocer, y pondrá a prueba la calidad del trabajo de cada uno”. Jesús examinará
y evaluará nuestra fidelidad según las capacidades y posibilidades que Dios nos ha dado.
<<Hablando de las obras, la palabra griega traducida como malas es phaulos, lo que en realidad
significa “malo” en el sentido de “sin valor” y no de maldad. No son dignas de recibir recompensa,
porque fueron hechas por el motivo equivocado. Estas son “la madera, el heno y la paja” de 1
Corintios 3:12. Las obras malas, examinadas ante el tribunal, son acciones correctas realizadas de
manera incorrecta. Nuestras manos y nuestro corazón deben trabajar juntos.

En el tribunal habrá fidelidad en cada detalle.


El famoso compositor Oscar Hammerstein contó la historia de cuando “vio una imagen que
mostraba la cabeza de la estatua de la Libertad desde arriba, tomada desde un helicóptero”.
Hammerstein quedó atónito por todo el esfuerzo que se había puesto en los detalles del peinado de
la dama. Se le ocurrió que el escultor nunca podría haberse imaginado, ni en sueños, que un día
sobrevolarían la estatua para ver la parte mejor escondida de su obra. Sin embargo, dedicó la misma
atención a los detalles en su cabeza que la destinada para los brazos y piernas. En su libro Lyrics,
Hammerstein escribió: “Cuando uno crea una obra de arte o hace cualquier otro tipo de trabajo,
debe terminar la tarea de manera decente. Nunca se sabe cuándo un helicóptero, u otro instrumento
todavía no inventado, llegue y te descubra.”

El Señor no necesita un helicóptero. Él lo ve todo –lo grande y lo pequeño–, lo secreto, lo invisible,


lo que escondemos a otras personas. Dios lo ve y lo recuerda. Nada queda fuera de su mirada.
Todos los días mira hacia abajo y ve lo que hacemos, pensamos y decimos. Por esta razón debemos
dar lo mejor para él, sabiendo que en todo tiempo el Espíritu Santo nos capacita para esto.

Puede que otros no vean el trabajo arduo y los detalles detrás de cada esfuerzo, pero Dios los
conoce, y un día nuestro esmero saldrá a luz. Él nos recompensará por cada obra fiel que hayamos
hecho para su gloria, no importando lo pequeña que pueda ser, como dice Marcos 9:41: “Y
cualquiera que os diere un vaso de agua en mi nombre, porque sois de Cristo, de cierto os digo
que no perderá su recompensa”.

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