El Significado Del Tribunal de Cristo
El Significado Del Tribunal de Cristo
El Significado Del Tribunal de Cristo
Hemos escuchado muchas veces que todos compareceremos ante el tribunal de Cristo. Este
acontecimiento tal vez traiga algunas preguntas que muchos cristianos se hacen, y se hicieron en el
correr de los siglos.
En los evangelios es utilizada para nombrar el tribunal de Pilato (Mateo 27:19; Juan 19:13).
En Hechos es por ejemplo:
En tercer lugar, el término “béma· se relacionaba con una tarima elevada del cuartel militar, donde
un soldado recibía sus medallas y condecoraciones por su heroísmo y valentía en el combate.
Inspirado por el Espíritu Santo, Pablo utilizaba ilustraciones que por su cercanía ayudaban a su
público a comprender el significado del “béma celestial o el juicio de Dios” en los últimos tiempos.
Romanos 14: 10 y 12 dicen “Pero tú, ¿por qué juzgas a tu hermano? O tú también, ¿por qué
menosprecias a tu hermano? Porque todos compareceremos ante el tribunal de Cristo […]. De
manera que cada uno de nosotros dará a Dios cuenta de sí”.
2 Corintios 5:10 dice “Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de
Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea
bueno o sea malo” Con esto ya hemos puesto en contexto cuando en la Biblia habla de “Tribunal”.
Ahora vamos a la segunda pregunta:
Solo los creyentes en Jesucristo irán ante su tribunal. Segunda Corintios 5:10 dice: “Porque es
necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno
reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo”. Una mirada
al contexto de este pasaje nos deja ver que Pablo hablaba de sí mismo y de otros creyentes. La
palabra “nosotros” hace referencia a los creyentes en Cristo. En conclusión, no habrá ningún
incrédulo presente en este juicio.
En 2 Corintios 5:10 las palabras “es necesario que todos nosotros” revelan que este juicio alcanzará
a todos y será de naturaleza obligatoria ya que dice “es necesario”. El tribunal no es opcional, sino
imperativo, lo que hace que la asistencia a este evento resulte inevitable. En la palabra “nosotros”,
Pablo se incluye también a sí mismo. Ningún creyente está excluido. Si usted reconoce a Cristo
como su Salvador, sin ninguna duda estará presente.
«Este evento está conectado aparentemente con el arrebatamiento, aunque es anterior a la segunda
venida de Cristo, ya que los cristianos que regresarán con él, ya habrán recibido su galardón. La
Iglesia fue recompensada según Apocalipsis 19:8, cuando Juan dice “a ella [la Iglesia] se le ha
concedido que se vista de lino fino, limpio y resplandeciente, porque el lino fino es las acciones
justas de los santos”. La propia vestimenta representa el galardón. El hecho de que la novia lleve
vestidos hermosos, señala que ya recibió el premio por sus justas acciones. Este suceso se ubica
justo antes del retorno del Señor Jesús del cielo, para gobernar el mundo como Rey de reyes y
Señor de señores. El tribunal de Cristo, por lo tanto, tendrá lugar justo antes de la segunda venida,
pero después de que el Señor Jesús haya llevado a la Iglesia al cielo. El galardón de los creyentes
presupone un período prolongado de tiempo, y un arrebatamiento que ocurre antes de los últimos
siete años nos daría el tiempo suficiente.»
Como la novia galardonada acompaña a Jesús en su regreso a la tierra – según vemos en
Apocalipsis 19:14 – necesariamente tuvo que haber sido recibida antes en el cielo. Esto se
corresponde con la idea pretribulacionista, la cual enseña que la novia de Cristo será arrebatada por
lo menos siete años antes de la segunda venida. El período de siete años que transcurre entre el
arrebatamiento y el retorno de Jesús es denominado a menudo como “tribulación o gran
tribulación”. Según esta postura, mientras ruge la tribulación en la tierra, los creyentes estarán en el
cielo, presentándose ante el tribunal de Cristo.
Otra pregunta relacionada a la duración del tribunal es:
¿Cuánto tiempo necesita el Señor para examinar la vida de cada uno de los creyentes?
Si este tribunal celestial tiene lugar después del arrebatamiento, ¿tendrá el Señor el tiempo
suficiente como para evaluar a cada creyente antes de su regreso a la tierra, al final de la tribulación
de siete años? El profesor George Eldon Ladd dijo en 1956: “Hay aproximadamente 200 millones
de cristianos viviendo en la tierra. Siete años corresponde a más de 200 millones de segundos.
¿Cuánto de una fracción de segundo es necesaria para evaluar a cada creyente? Si es necesario un
período de tiempo, este deberá abarcar mucho más de siete años”.
Por supuesto que no podemos saber cómo el Señor pretende evaluar a cada creyente en solo siete
años, pero podemos estar seguros que esto no constituye un problema real para un Dios
todopoderoso y omnisciente. Como comentó Dr. en teología John Walvoord: “De juicios como el
de las ovejas y los cabritos (Mt. 25:31-46) podemos deducir que Dios sin esfuerzo puede evaluar o
juzgar a millones de personas de una vez. Sin lugar a dudas, será necesario para los juicios tan solo
una fracción de los siete años que hay entre el arrebatamiento y el retorno del Señor a la tierra”. Si
bien no podemos imaginarnos cómo Dios realizará los juicios, sabemos con toda seguridad que el
juicio a los creyentes tendrá lugar en este período.
En Mateo 5:19 Jesús enseñó : “De manera que cualquiera que quebrante uno de estos
mandamientos muy pequeños, y así enseñe a los hombres, muy pequeño será llamado en el reino
de los cielos; mas cualquiera que los haga y los enseñe, éste será llamado grande en el reino de
los cielos”.
Note que Jesús dijo, quien “haga y enseñe” la Palabra de Dios será llamado grande en su reino. Ese
es un gran desafío para todos aquellos que enseñan – o enseñamos – la Palabra de Dios a otros.
Todo maestro de Biblia y todo pastor debería tomar en serio estas palabras aleccionadoras. Según
Mateo 20:1 al -16, la imparcialidad del Señor tomará en cuenta también cuánto tiempo hacía que
éramos salvos y cuáles eran las posibilidades, medios y capacidades que teníamos a disposición.
Estimados amigos y hermanos, que no te quepa ninguna duda que un día estarás delante del Señor
rindiendo cuentas. Estamos viviendo en tiempos que pareciera que la venida de nuestro Salvador es
inminente.
Nuestra evaluación ante el tribunal incluirá todo. El examinador divino no pasará nada por alto. Su
sentencia será minuciosa e incluirá todas nuestras acciones y por qué las hicimos. En relación a la
recompensa, la Biblia dice claramente que a Dios le importa de igual manera tanto el porqué, el qué,
como el cómo de nuestro servicio. Nada se le escapará al ojo examinador del Salvador. Dice
Hebreos 4:13: “Y no hay cosa creada que no sea manifiesta en su presencia; antes bien todas las
cosas están desnudas y abiertas a los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta”.
Es claro que las motivaciones son importantes ante el tribunal, dice 1 Corintios 4:5: “Así que, no
juzguéis nada antes de tiempo, hasta que venga el Señor, el cual aclarará también lo oculto de
las tinieblas, y manifestará las intenciones de los corazones; y entonces cada uno recibirá su
alabanza de Dios”. Existen muchas malas motivaciones que ensucian nuestras acciones. Podemos
servir a Dios y a otros humanos guiados por la ganancia personal, o desde una postura interesada y
orgullosa. Jesús conoce cada uno de nuestros motivos. Él sabe por qué hacemos lo que hacemos.
Dios no evalúa el libro de nuestra vida por la portada, sino que lee página por página, además de las
notas al pie. Cada motivo escondido, cada pensamiento y cada acción en el servicio para Cristo
serán descubiertos. El Señor conoce los motivos de nuestro corazón. Primera Corintios 4:5 es muy
claro en este sentido: “[…] hasta que venga el Señor, el cual aclarará también lo oculto de las
tinieblas, y manifestará las intenciones de los corazones; y entonces cada uno recibirá su
alabanza de Dios”. Jesús enfatizó la importancia de nuestras motivaciones en la adjudicación de
nuestra recompensa.
Leamos Mateo 6:1-2, 5, 16: “Guardaos de hacer vuestra justicia delante de los hombres, para ser
vistos de ellos; de otra manera no tendréis recompensa de vuestro Padre que está en los cielos.
Cuando, pues, des limosna, no hagas tocar trompeta delante de ti, como hacen los hipócritas en
las sinagogas y en las calles, para ser alabados por los hombres; de cierto os digo que ya tienen
su recompensa […]. Y cuando ores, no seas como los hipócritas; porque ellos aman el orar en
pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos de los hombres; de cierto os
digo que ya tienen su recompensa […]. Cuando ayunéis, no seáis austeros, como los hipócritas;
porque ellos demudan sus rostros para mostrar a los hombres que ayunan; de cierto os digo que
ya tienen su recompensa”.
Las palabras “ya tienen”, repetidas tres veces por Jesús, son la traducción de un término griego,
cuyo significado es “completamente pago”, es decir, haber recibido el importe completo del pago.
Lo que quiere decir el Señor es que, si servimos a Dios para recibir elogios y honores de parte de
otros, mejor que disfrutemos ese reconocimiento, porque no habrá más paga que esa para nosotros.
Jesús evaluará nuestras motivaciones. Él ve todo con total claridad. Tal vez logremos engañar a
otras personas con respecto a las motivaciones por las cuales servimos, haciéndoles creer que
hacemos grandes cosas para Dios, sin embargo, Dios no puede ser burlado. Él sabe qué y por qué
hacemos algo. Su recompensa está basada en una evaluación íntegra de nuestros hechos y actitudes.
Muchos de los que pensamos que recibirán gran recompensa en el cielo, tendrán que conformarse
con poco, y viceversa. Hacemos bien en recordar las palabras de Jesús en Mateo 20:16: “Así, los
primeros serán postreros, y los postreros, primeros; porque muchos son llamados, mas pocos
escogidos”.
Dios nos mira desde arriba y a través de nosotros. Nadie podrá decir que ha recibido menos de lo
que le corresponde o que Dios ha pasado algo por alto. El veredicto será minucioso y lo abarcará
todo.
Probablemente amigo, usted se esté preguntando ¿Para qué todo esto?
El propósito del tribunal de Cristo no es determinar si las personas irán al cielo o al infierno, o si
serán castigados por su pecado. El destino eterno de una persona es determinado por la creencia o
descreencia en Jesucristo como el que le salva de sus pecados. La pregunta acerca del lugar en que
pasaremos la eternidad ni siquiera es presentada. La Palabra de Dios es clara en que sus hijos nunca
serán juzgados por sus pecados.
Jesús dijo en Juan 5:24: “De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me
envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida”. Pablo
escribe en Romanos 8:1: “Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo
Jesús”. La Escritura dice además que nuestros pecados fueron perdonados, borrados y echados en
lo más profundo del mar. En lo personal, no creo que volvamos a ver nuestros pecados ante el
tribunal de Cristo, ni siquiera como pecados perdonados. Sea como fuere, la Biblia dice de forma
inequívoca que no seremos castigados por nuestros pecados.
Toda nuestra salvación descansa en la persona y obra de Cristo en nuestro lugar. El tribunal no
refiere a la salvación, sino a la recompensa: la primera es por la obra de Cristo en nosotros, mientras
que la segunda se basa en nuestras obras para Cristo. El propósito principal del tribunal es exponer
la vida y el servicio del cristiano, examinándolo y recompensándolo por aquello que Dios considera
digno de ser galardonado.
El Señor omnisciente, que todo lo ve, nos examinará y nos recompensará con justicia dice 1
Corintios 3:13: “Su obra se mostrará tal cual es, pues el día del juicio la dejará al descubierto. El
fuego la dará a conocer, y pondrá a prueba la calidad del trabajo de cada uno”. Jesús examinará
y evaluará nuestra fidelidad según las capacidades y posibilidades que Dios nos ha dado.
<<Hablando de las obras, la palabra griega traducida como malas es phaulos, lo que en realidad
significa “malo” en el sentido de “sin valor” y no de maldad. No son dignas de recibir recompensa,
porque fueron hechas por el motivo equivocado. Estas son “la madera, el heno y la paja” de 1
Corintios 3:12. Las obras malas, examinadas ante el tribunal, son acciones correctas realizadas de
manera incorrecta. Nuestras manos y nuestro corazón deben trabajar juntos.
Puede que otros no vean el trabajo arduo y los detalles detrás de cada esfuerzo, pero Dios los
conoce, y un día nuestro esmero saldrá a luz. Él nos recompensará por cada obra fiel que hayamos
hecho para su gloria, no importando lo pequeña que pueda ser, como dice Marcos 9:41: “Y
cualquiera que os diere un vaso de agua en mi nombre, porque sois de Cristo, de cierto os digo
que no perderá su recompensa”.