BREXIT. Integración Económica.

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Antecedentes de la incorporación del Reino Unido en la -hoy- Unión Europea

La historia de la integración europea se ha caracterizado por tener varios puntos de


inflexión, con un apoyo considerable entre los miembros parte, especialmente por
motivos políticos, siendo el fruto del esfuerzo de líderes visionarios que inspiraron la
creación de un bloque capaz de garantizar la paz y estabilidad regional en Europa; sin
embargo, las relaciones entre el Reino Unido y la Unión Europea se han tornado
turbulentas desde su inicio, las cuales residen esencialmente en cuestiones
relacionadas con la soberanía, la economía y la situación política en Europa, pero
también en las actitudes de otros países hacia la Unión Europea.

Inicialmente, los problemas de soberanía estaban estrechamente relacionados con la


percepción que tenía el Reino Unido de sí mismo como vencedor de la Segunda
Guerra Mundial, en contraste con la mayoría de los demás países europeos, que
habían estado ocupados, sintiendo que tenía un papel como actor global. Esta
narrativa política se vincula con la renuencia del país a "unirse a Europa" en sus
ambiciones económicas, debido al hecho de que el Reino Unido había nacionalizado
su producción de carbón y acero y, por lo tanto, vio pocos incentivos para unirse a la
Comunidad Europea del Carbón y del Acero.

Las actitudes de otros países europeos también influyeron en las relaciones iniciales
entre el Reino Unido y la UE. El primer y segundo intento del Reino Unido de unirse
a las Comunidades Europeas, en 1963 y 1967, fueron vetados por el presidente
francés, Charles de Gaulle. El sucesor de De Gaulle, el presidente Pompidou, se
opuso con menos vehemencia a la entrada británica, adoptando una actitud cautelosa.
Antes de la entrada del Reino Unido, se aseguró de que se implementaran una serie
de políticas que el país podría haber tenido dificultades para aceptar (como la Política
Agrícola Común, la Política Pesquera Común y el Presupuesto Común).

Otro hilo conductor de la entrada del país insular de Europa al bloque fueron las
divisiones internas de los partidos políticos dentro del país y cómo se vieron
afectados los referéndums. El Reino Unido ingresó a la Comunidad Europea bajo el
mandato del primer ministro Edward Heath, cuyo partido estaba dividido sobre el
tema de la integración europea, aunque él mismo era considerado pro-UE. El Partido
Laborista tenía divisiones similares y esto resultó en un referéndum en junio de 1975
sobre la membresía británica, apenas dos años y medio después de la entrada. A pesar
de una clara victoria por permanecer en la Comunidad, los bandos pro salida en los
dos partidos principales se mantuvieron y esperarían su momento.

Finalmente, El Reino Unido podría unirse a la Comunidad Económica Europea en


1973 con el cambio de la presidencia francesa, 16 años después de que fuera creada
con la firma del Tratado de Roma en 1957. La demanda política del Reino Unido de
unirse fue impulsada en sí misma por dos razones internas principales. En primer
lugar, existía la necesidad de autolegitimar la rendición de la centralidad económica
del Reino Unido en Europa y, en segundo lugar, el gobierno del Reino Unido vio la
continuación del camino de la integración como una vía para su propio desarrollo
económico futuro y seguridad política, pese a integrarse como un miembro incómodo,
demostrado en declaraciones del Primer Ministro Winston Churchill y la dama de
Hierro, Margaret Thatcher, quienes denotaban su renuncia respecto a la integración
europea.

Comentar el desarrollo de las relaciones entre el Reino Unido y el bloque

La historia del Reino Unido dentro de la Unión Europea (1973-2020) es una historia
compleja repleta de temas permanentes y contrapuntos irónicos. Si bien nada menos
que el propio Churchill había elogiado enérgicamente a los "Estados Unidos de
Europa" en 1946, cuando llegó el momento de unirse a la Comunidad Europea del
Carbón y del Acero de 1951, la opinión del (entonces) gobierno británico era que “los
mineros de Durham simplemente no lo usarán”.

Después de unirse al mercado común en 1973, pronto surgieron "cambios de opinión"


sobre la membresía de Gran Bretaña en la UE. Una vez que un nuevo gobierno
laborista ingresó a la calle oficial del Primer Ministro en 1974, instantáneamente trató
de renegociar los "Términos conservadores" de la membresía en la UE. Bajo la
presión de su ala izquierda, Harold Wilson –entonces Primer Ministro y líder del
Partido Laborista– se vio obligado a prometer una “renegociación fundamental” de la
membresía británica en la Unión, basándose en cuatro puntos: Cambios importantes
en la Política Agrícola Común, métodos justos de financiación del Presupuesto
Comunitario, rechazar cualquier acuerdo de desempleo a fin de mantener una paridad
fija y, finalmente, la retención al Parlamento de los poderes sobre la economía
británica. Estos cuatro puntos expresaban cuatro divisiones políticas que se
convertirían en fallas fundamentales en las futuras relaciones entre el Reino Unido y
la UE, siendo la cuestión del presupuesto en particular el punto de inflexión en las
mismas.

Pese a la aceptación del bloque, el gobierno laborista también había prometido un


referéndum sobre la afiliación a la Unión y, por lo tanto, la Ley de referéndum de
1975 determinó que el pueblo mismo podría, decidir si el Reino Unido debe
permanecer o abandonar la Comunidad Económica Europea. Dos tercios de los votos
emitidos favorecieron la afiliación a la Unión, y este apoyo, casi entusiasta,
proporcionó una fuerte legitimidad democrática a la decisión de ingresar (y
permanecer) en la Unión.

Durante la década de 1980 fue evidente una creciente división entre Gran Bretaña y
Bruselas, donde el socialista Jacques Delors había tomado el timón de la Comisión
Europea y se dirigía hacia una Europa más federal y una moneda única.

Posteriormente, en 1984, la Primer Ministra Margaret Thatcher fue intransigente


corrigiendo lo que consideraba una injusticia, negociando un descuento permanente
para Gran Bretaña sobre sus contribuciones a la Comunidad Europea, debido a que
recibió mucho menos en subsidios agrícolas que algunos otros países, especialmente
Francia. Análogamente, su discurso de 1988 en Brujas, rechazó "un superestado
europeo que ejerza un nuevo dominio desde Bruselas", convirtiéndose en un texto
seminal para los euroescépticos y considerándose para algunos estudiosos precursora
del brexit.
No obstante, la dama de hierro no pudo detener la marcha de Europa hacia la unión
política y ya no estaba cuando su sucesor, John Major, firmó el Tratado de Maastricht
en 1992. Esto implicó enormes transferencias de poder a la nueva Unión Europea.
Gran Bretaña aseguró la exclusión voluntaria de la moneda única y el capítulo social.
Pero para los críticos del tratado, incluidos muchos rebeldes conservadores, socavó la
tradición británica de la soberanía inviolable del parlamento.

Tras una aplastante victoria electoral en 1997, Tony Blair arregló rápidamente las
cosas con Europa. Inscribió a Gran Bretaña en el capítulo social, brindando algunas
de las protecciones sociales y poniendo su mirada en el euro. Pero a la economía
británica le estaba yendo bien, el apoyo a la entrada del euro no estaba generalizado y
el canciller Gordon Brown suspendió los planes.

La crisis del euro acabó con cualquier posibilidad de que Gran Bretaña adoptase la
moneda única, y tal vez haya alimentado el euroescepticismo que permeó al Partido
Conservador y el público en general. En diciembre de 2011, mientras los líderes de la
UE intentaban abordar sus problemas a través de un tratado que establecía nuevas
reglas presupuestarias, David Cameron exigió exenciones y luego vetó el pacto. Para
los críticos, esto dejó a Gran Bretaña a la deriva. Pero deleitó a los euroescépticos y
los animó a exigir más. Muy pronto, el primer ministro prometió un referéndum sobre
la membresía británica, siendo el 23 de junio bajo el nombre de “Referéndum sobre la
permanencia del Reino Unido en la Unión Europea”, también conocido como brexit,
lo cual produjo su salida del bloque en el 2020.

Comentar las causas que provocaron la salida del Reino Unido del Bloque

Las personas terminan una relación por una amplia variedad de razones: falta de
confianza, diferentes intereses, falta de comunicación o miedo al compromiso. Todas
estas razones son evidentes en la ruptura más devastadora y de alto perfil de 2016:
Brexit. El 23 de junio de 2016, los ciudadanos del Reino Unido votaron a favor de
romper con la Unión Europea. En un referéndum en el que participó el 72,2 % de la
población, el 51,9 % de las personas votaron a favor de abandonar la UE. Decir que el
mundo estaba conmocionado sería quedarse corto. Si bien el Reino Unido nunca
había sido históricamente el mayor partidario de la integración europea, muchos
pensaron que la pesadilla logística de irse y los costos posteriores serían lo
suficientemente fuertes como para disuadir a los votantes de votar fuera. Sin
embargo, en los seis meses posteriores a la promesa de Cameron de celebrar un
referéndum, la campaña Leave, abanderada por el exalcalde de Londres y posterior
Primer Ministro Boris Johnson, encabezó una fuerte ofensiva contra los efectos
económicos y políticos de la pertenencia a la UE. Finalmente, en julio de 2016, el
argumento de la salida ganó los votos de la mayoría de los participantes del
referéndum, conduciendo a su salida el 31 de enero del 2020 después de arduas
negociaciones entre el bloque y el Reino Unido.

En virtud a la disconformidad de la población británica, aunado a la incomodidad


histórica de pertenecer a la Unión Europea y la dificultad de liderar el continente
europeo y fungir como el hegemón regional, las principales causas de la salida del
Reino Unido del bloque son políticas, pese a ser maquilladas por razones económicas.
En primera instancia, el euroescepticismo, prevaleciente en la organización estatal y
diversos partidos políticos del país, denotó el rechazo hacia el pionero en integración
del mundo. En segundo punto, la disconformidad de adoptar medidas comunes
instauradas por los mayores contribuyentes del bloque acometía contra el sentido de
pertenencia británico, incentivando a recuperar el control nacional, disminuir la
dependencia y cortar la burocracia de la Unión Europea, prevaleciendo un discurso de
exaltación del Reino Unido que recorre tanto el sector político como la misma
sociedad civil, mientras que los ciudadanos de otros países dan a entender la
necesidad de una Europa unida y fuerte, en Gran Bretaña el discurso cambia y se
inclina hacia la defensa de lo interno y el rechazo de los otros actores, de este modo,
se entiende que hay una cierta postura nacionalista al querer controlar y decidir sobre
variados temas y asuntos que han sido limitados por un tratado como el que cobija a
los Estados que integran la Unión Europea.
El Brexit, sin duda, es el comienzo de un proceso de reconfiguración de la Unión
Europea, que deberá modificarse de manera flexible para adaptarse a las necesidades
y expectativas de los países miembros, so pena de generar más retiros en el futuro. El
caso analizado pone de manifiesto la necesidad de revisar el fenómeno de la
integración en pleno siglo XXI y la urgencia de verificar los resultados positivos de la
integración entre los Estados y las sociedades. Además, corresponde a un hecho en el
que es fundamental considerar las tendencias ultranacionalistas y xenofóbicas, las
cuales son cada vez más marcadas y extendidas.

Siguiendo con el tema de recuperar el control, la otra razón más pronunciada por la
que la campaña Brexit tuvo gran impacto fue la narrativa de restablecer el control
económico británico. Si bien hay beneficios económicos obvios de la UE del Reino
Unido, como impulsar el comercio mediante la eliminación de barreras, la campaña
para salir enmarcó la pertenencia a la UE como un obstáculo directo para el
crecimiento de la economía nacional. Afirmaron que "Gran Bretaña estaba siendo
retenida por la UE, que, según dijeron, impuso demasiadas reglas sobre los negocios
y cobró miles de millones de libras al año en cuotas de membresía por poco a
cambio". Asimismo, la campaña aprovechó los temores británicos de que cada vez
más inmigrantes vinieran al Reino Unido, ya sea como ciudadanos de la UE de
Europa Central y Oriental o como refugiados de Oriente Medio y el Norte de África.

Contexto económico del Reino Unido tras el Brexit

Hoy, el Reino Unido está fuera de la UE y en su mayoría ya no está sujeto a sus


reglas, pero solo después de una lucha política titánica tanto en casa como con el
propio bloque. Para bien o para mal, algunos de los cambios esperados y temidos
están comenzando a tomar forma.

Pero la historia está lejos de terminar. La relación entre el Reino Unido y la UE


posterior al Brexit, irritable por decir lo menos en el año desde que los nuevos
acuerdos entraron en vigor de verdad, está bajo una gran tensión. Las diferencias aún
persisten sobre los términos que cubren a Irlanda del Norte, al igual que plagaron el
tortuoso proceso de divorcio. Los nuevos arreglos fronterizos y de inmigración entre
Gran Bretaña y el continente, resultado de las elecciones del Reino Unido, han
interrumpido el comercio y la oferta de mano de obra.

La salida del Reino Unido del Mercado Único y la Unión Aduanera de la UE ha


reducido la apertura comercial del Reino Unido, las entradas de inversión extranjera
directa (IED) y el crecimiento de la inmigración. Las nuevas fricciones fronterizas y
los costos de transporte más altos plantean nuevas barreras al comercio, y es poco
probable que las entradas de IED regresen a los niveles alcanzados en las décadas de
1990 y 2000.

Sin embargo, el impacto del Brexit en la escasez ha sido a veces difícil de distinguir
del de la pandemia de coronavirus. A partir de enero de 2022, el Reino Unido
comenzó a introducir algunos controles de importación de productos de la UE, y
retrasó repetidamente la imposición de controles fronterizos, citando problemas en la
cadena de suministro.

En varios sectores, en particular la industria del transporte por carretera, ha habido


una grave escasez de mano de obra debido a varios factores, incluidos el Brexit y la
pandemia de coronavirus. Otros países también han experimentado tensiones en la
cadena de suministro y una escasez de camioneros, pero los problemas han sido
particularmente agudos en Gran Bretaña.

El acuerdo comercial trajo consigo un período de transición de cinco años y medio en


materia de pesca, uno de los principales obstáculos en las negociaciones. Durante ese
tiempo, el acceso de la UE a las aguas del Reino Unido se reducirá en una cuarta
parte y se incrementarán las cuotas británicas. Luego se llevarán a cabo negociaciones
anuales, pero la UE puede tomar medidas de represalia si el acceso se reduce aún
más. Y es probable que el Reino Unido, que vende la mayor parte de su pescado a la
UE, siga necesitando el mercado europeo.
En paralelo a la saga del Brexit ha estado la evolución de la relación del Reino Unido
con los Estados Unidos, el más importante de los socios fuera de la UE de Gran
Bretaña con el que espera lograr un futuro acuerdo comercial. El presidente electo Joe
Biden advirtió que esto será imposible si se socava el acuerdo de paz irlandés.

Análogamente, La City londinense ostentaba el título de corazón financiero de


Europa. Cuando se hizo efectiva la salida, al no haber un acuerdo específico sobre
ello, las firmas del sector que operaban en el país perdieron la capacidad de operar en
el bloque comunitario tan libremente como lo hacían con anterioridad. Como
consecuencia de esto, algunas entidades dejaron la ciudad trasladando sus sedes y los
empleos que generaban hacia otros Estados; otras siguieron establecidas allí,
operando también en el mercado comunitario a través de filiales en terceros países
como Irlanda o Luxemburgo.

Aunque actualmente Reino Unido tiene voz propia y mucha más libertad a la hora de
negociar acuerdos comerciales internacionales, los efectos de esta contracción en el
comercio, la Inversión extranjera y la inmigración aún están por verse y dependerán
de la respuesta del gobierno del Reino Unido. Pero podría causar un daño duradero a
la economía del Reino Unido. La reducción de la apertura comercial puede limitar la
competencia de las empresas nacionales, lo que dificulta la innovación. Una fuerza
laboral menos diversa y niveles más bajos de IED también pueden obstaculizar el
crecimiento de la productividad. Ahora, el Reino Unido es un jugador más pequeño
en la economía global de lo que era antes del Brexit y debe adaptarse para evitar las
peores consecuencias económicas.
REFERENCIAS

Butorina, V. (2021). The Shrinking of the European Union and Its Integration Potential.
Recuperado de: https://link.springer.com/article/10.1134/S1019331620060040

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https://www.expansion.com/economia/2020/01/28/5e2f6c1f468aeb47668b45d
b.html

Lindarte, E. (2016). Brexit: causas, consecuencias y reflexiones. Recuperado de:


https://razonpublica.com/brexit-causas-consecuencias-y-reflexiones/

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https://www.piie.com/research/piie-charts/uk-and-global-economy-after-brexit

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https://onlinelibrary.wiley.com/doi/full/10.1111/1758-5899.13063

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Recuperado de: https://www.bbc.com/news/uk-politics-26515129

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