Folleto-Derecho Civil° Semestre

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CURSO DE DERECHO CIVIL

PRIMER AÑO

INTRODUCCIÓN
I. NOCIONES GENERALES

1. NORMAS QUE REGULAN LA CONDUCTA HUMANA.


El hombre es un ser eminentemente social. Nace en el seno de un grupo
humano y no puede vivir aislado durante la primera parte de su vida. Después,
en el curso de ésta, se ve gobernado por normas de diversa índole: religiosas,
morales, estéticas, de uso social, jurídicas, etc.
Esas normas, por ser tales, presentan todas las características comunes
de regir la vida del ser humano, pero se diferencian unas de otras, entre otras
cosas, por la finalidad que persiguen. Y el Derecho – formados por las normas
que rigen la vida del hombre y cuya existencia obedece a la necesidad de
imponer a cada cual – los hombres y sus agrupaciones – restricciones a su
libertad para garantizar la paz, la seguridad y el desarrollo de todos.

2. ORIGEN DEL DERECHO


Cómo se originó el derecho. ?
Esta es una pregunta sumamente interesante, cuya respuesta es
materia de estudio en la cátedra de filosofía del derecho o de introducción al
Estudio del Derecho. Aquí, sin embargo, con propósitos didácticos,
reseñaremos las principales teorías que se han formulado al respecto.

1. Teoría del Origen Divino.


Primero se atribuyó al Derecho un origen divino: se afirmó que era parte de
una revelación que la divinidad le hacia al hombre. De esta manera, religión y
derecho se fusionaban y comprendían.
Sobre esta teoría se ha dicho que se ser exacta el Derecho sería perfecto e
inmutable, cuando la realidad nos demuestra que es cambiante y evolutivo.
2. Teoría de la Escuela del Derecho Natural.
A las escuelas del Derecho Divino siguieron las del Derecho Natural, que
sostuvieron la existencia de un Derecho ideal, perfecto e inmutable, formados
por leyes naturales similares a las leyes de la física, que llaman Derecho
Natural y que el hombre pretende descubrir con la ayuda de la razón.
El resultado de los esfuerzos muchas veces infructuosos, por descubrir el
Derecho Natural es El Derecho Positivo (leyes, decretos, etc.), que por no
coincidir con aquél tiene que ser constantemente enmendado y resulta
cambiante y evolutivo.
3. Teoría de la Escuela Histórica.
A las Escuelas del Derecho Natural sucedió la Escuela Histórica, que
manifestó un profundo desdén por el Derecho reflexivo, esto es, por el que es
producto de la labor de la razón. Savigny (“El Sistema de Derecho Actual”, “La
Vocación de Nuestros Tiempos por la Legislación y la Jurisprudencia”), Hugo y
Puchta (“La costumbre”), paladines principales de esta Escuela, consideran al
Derecho como un producto del medio en que surge.

3. EL DERECHO Y LA MORAL.
Para percibir con precisión a las Normas Jurídicas dentro de las normas de
índice diversa que rigen la conducta del ser humano, convienen diferenciarlas
de las normas de otra clase, y comenzaremos, por ello, por distinguir la Moral
del Derecho.
Las normas de una y otro fijan pautas de conducta pero se observan entre
ellas las siguientes diferencias:
a) La Moral: Tiene por propósito alcanzar la perfección espiritual del ser
humano, mientras el Derecho tiene por finalidad garantizar la libertad de
cada cual y hacer posible la vida social. Por razón de su diverso objetivo,
la Moral considera los actos de cada cual subjetivamente, esto es,
situándose dentro del ser que actúa; el Derecho, en cambio, considera
los actos humanos objetivamente, esto es, en relación con los demás.
b) El ámbito de la Moral es más amplio que el del Derecho, pues a
diferencia de éste no sólo le señala al individuo deberes para con sus
semejantes, sino que también para consigo mismo.
Para destacarlo, Bentham ha dicho, muy gráficamente, que el Derecho y
la Moral pueden ser representados por dos esferas que tienen el mismo
centro pero no la misma circunferencia.
c) La infracción de una norma moral tiene como castigo el
remordimiento de la conciencia del infractor o un sentimiento adverso de
la opinión pública; la de una norma jurídica, en cambio, da lugar a una
sanción que impone la autoridad y consiste en restablecer, con el apoyo
de la fuerza física si es necesario, el orden jurídico perturbado con la
infracción. Es precisamente la ley coercibilidad de Derecho, su
característica esencial.

4. EL DERECHO Y LOS USOS SOCIALES


Se denominan usos sociales, las normas convencionales de cortesía,
modas, etiqueta, que imperan en la comunidad.
Entre los usos sociales y el Derecho se destacan las siguientes diferencias:
a) El acatamiento de los usos sociales es fruto de la libre aceptación en
cada caso, de quienes los practican; las normas jurídicas, en cambio,
después de establecidas no dependen para su vigencia de la aceptación
de aquellos a quienes se han de aplicar sino que se impone a todos los
componentes del grupo.
b) La infracción de un uso social tiene como consecuencia una reacción
reprobatoria o excluyente contra el infractor, por parte de las personas
entre quienes se dan vigencia al uso social infringida y de la reparación
de las consecuencias de la infracción.

5. DEFINICION DEL DERECHO


Se ha discutido mucho la posibilidad de dar una definición del Derecho que
comprenda todos los aspectos en que el Derecho se presenta, pero se trata, al
parecer, de un problema insoluble.
No debemos por ello, ignorar ese problema. Por el interés didáctico que
tienen y para que el alumno vaya dilatando sus horizontes en cuanto al
concepto del Derecho, expondremos algunas de las tentativas hechas:
a) Celso, el famoso jurisconsulto romano, expresó: “Just est ars boni et
aequi” (el Derecho es el arte de lo bueno y de lo justo).
Pero no se debe tomar el enunciado de Celso en su significado
literal, porque la expresión “bonum et aequum” tuvo una significación
especial en el Derecho Procesal Romano. Henri Levy Uilman en su obra
“La Definition du Droit” expresa: “estamos tentados de creer que bajo
esa expresión enigmática de Celso se enfocan las operaciones del
espíritu que encarnan la labor del jurista: la noción de lo justo y lo injusto
que agregada a los mandatos positivos que se desprenden de los textos
escritos forman la base de lo que hoy llamamos método de
interpretación”.
b) Baudry – Lacantinerie, por su parte, expone que “el Derecho es el
conjunto de preceptos que rigen la conducta del hombre para con sus
semejantes y respecto de los cuales es posible, al mismo tiempo que
justo y útil, asegurar su observancia por medio de la compulsión
externa”.
c) Marcel Planiol, célebre civilista francés, decía sin definir que “los
empleos muy variados que ha recibido el vocablo derecho se refieren a
dos aspectos principales: en su sentido fundamental la palabra derecho
designa la facultad reconocida a una persona por la ley y que le permite
ejecutar determinados actos. En otro sentido, se designa por derecho al
conjunto de leyes, es decir, las reglas jurídicas aplicables a los actos de
los hombres. La ciencia del Derecho tiene por objeto el derecho tomado
en su doble acepción.
El Decano de la Facultad de Derecho de Poitiere, surville, inspirándose
en Bufnoir, dice que “el Derecho es el conjunto de reglas a las que
queda sometido, bajo la sanción del poder social, el uso que el hombre
hace de su libertad en sus relaciones con sus semejantes”.
d) Aubry y Rau, tratadistas de Derecho Civil, definen el Derecho como
“el conjunto de preceptos o reglas de conducta a cuya observancia es
permitido compeler al hombre por la fuerza exterior o física”.
Esta definición es un prototipo de definición, merece comentario
especial.
Por una parte, se advierten en ella los méritos siguientes:
(i) Abarca tanto el Derecho Natural como el Derecho Positivo, por cuanto
dice que el Derecho es el conjunto de reglas de conducta cuya
observancia “es permitido compeler al hombre…” puesto que el Derecho
Natural sería el conjunto de reglas de conducta susceptibles de llegar a
ser objeto de coerción exterior, y el Derecho Positivo el conjunto de
preceptos que de hecho han sido ya reconocidos o declarados
susceptibles de semejante coerción.
(ii) Ha comprendido que una definición del Derecho debe poderse aplicar
en las relaciones internacionales. Esto resalta al no hablar la definición
de las relaciones de los hombres “Entre Si”, y al no incluir referencias al
Estado o al poder social, pues los autores mantienen en pie de absoluta
igualdad el Derecho teórico con el Derecho práctico.
Por otra parte, la definición también merece críticas, principalmente en
cuanto a su forma, como pasamos a explicar:
Toda definición tiene por objeto hacer resaltar la substancia particular, lo
definido, designándolo por su género próximo e individualizándolo por su
diferencia específica. Siendo ello así, el enunciado debería contener un
sustantivo que le sirva de base fundamental que indique al género
próximo al cual pertenece el Derecho, de modo que después de decir “el
Derecho es…”, debería seguir un sustantivo.
En la definición que comentamos, en lugar de n sustantivo encontramos
la expresión “el conjunto de preceptos o reglas de conducta”, oración
sustantivada que deja mucho que desear, porque identificar el Derecho
con los preceptos que lo contienen o con su conjunto, es confundir el
continente con el contenido, la botella con el vino, el vestido con la
persona y el diccionario con el lenguaje. El Derecho no es el conjunto de
preceptos, sino es el contenido de ese conjunto.
Cuál es el sustantivo que expresará el género próximo del derecho?
Como producto de la inteligencia humana, el Derecho no existiría sin el
cerebro del hombre, dice Levy- Ullmann, quien lo presenta entonces
como una de esas especies que los filósofos llaman, en lógica,
nociones.
Pues bien –dice- si no se desea o no hay tiempo para examinar esta
noción a fondo, con objeto de desprender el sustantivo y dotar a la
definición de su elemento básico, entonces la definición ha debido, por lo
menos, referirse a la noción y no a las palabras que sirven de medio
para expresarla. No digamos: “derecho es el conjunto de reglas…”,
digamos más bien que es la noción que se expresa por medio de
reglas…”, tal como lo aconsejaba Zachariae.
Pero el Derecho no es la única noción que se expresa por medio de
reglas de conducta. Son también nociones de esta clase: la Moral, la
Religión, los usos sociales, etc., y se hace necesario establecer la
diferencia específica que permita distinguir una noción de otra. Ahora
bien, de todas esas nociones la única que posee como sanción la
fuerza, es el Derecho; de allí la parte final de la definición de los
maestros franceses mencionados (“… a cuya observancia es permitido
compeler al hombre por medio de la fuerza exterior o física”).
e) Otro grupo de definiciones del Derecho pretenden incluir en el
enunciado una referencia a la finalidad que con el Derecho se persigue,
es decir, que la definición contempla los que algunos llaman el problema
del Derecho.
(i) “El Derecho es el conjunto de reglas a las cuales está sujeta, bajo la
sanción del poder social, la libertad del hombre en conflicto con la
libertad de los demás” (Bufnoir).
(ii) Francois Gény, unos de los autores modernos más notables, dice: “El
Derecho se nos presenta como el conjunto de reglas a que queda
subordinada la conducta exterior del hombre en sus relaciones con los
demás, y que, bajo inspiración de la idea natural de justicia en una
situación dada de la conciencia colectiva de la humanidad, aparecen
como susceptibles de sanción social, coercitiva en caso necesario, o que
son o tienden hacer provistas de semejante sanción, y que desde ahora
se plantean bajo la forma de imperativos categóricos que dominan las
voluntades particulares para asegurar el orden dentro de la sociedad”.
(iii) También los filósofos se han ocupado del problema.
Kant se plantea la cuestión: qué es el Derecho? E indica que el jurista
que nos quiere incurrir en una tautológica, ni remitirse a las leyes
positivas de un determinado país en un momento dado, se encontrará
ante esta pregunta en posición tan difícil como el que pertenece al
Derecho; pero en cuanto a lo que es el Derecho, sin desprenderse de
sus conocimientos de ciencia legislativa, dará tan solo una noción
empírica.
Entonces, según Kant, lo que procede es recurrir a la razón pura; y
planteada así la cuestión, qué método determinará la respuesta? El
método general aplicado por Kant a las nociones que derivan de la
metafísica, que él entendía como un sistema de conocimientos a priori
fundados sobre simples conceptos.
Como resultado, el filósofo llega a la conclusión siguiente:
“El Derecho es la noción que se desprende de las condiciones bajo las
cuales la facultad de actuar de cada cual puede armonizarse con la
facultad de actuar de los demás, de acuerdo con una ley universal de la
libertad”.
Esta definición se ha convertido en el centro de una escuela filosófica
referente al fin del Derecho; y la razón de ello está en que contiene ese
elemento evocador que ya encontramos en las definiciones de Bufnoir y
Surville: La Libertad.
(iv) Ihering, por su parte, indica que los dos elementos del Derecho
tomado en sentido objetivo son la regla y la sanción, que nada revelan
del contenido del Derecho. Por ellos se sabe solamente que la sociedad
exige de sus miembros ciertas cosas, pero no qué cosas y para qué fin,
y llega a la conclusión de que “el Derecho es la forma que reviste la
garantía de las condiciones vitales de la sociedad, fundadas sobre el
poder de coerción del Estado”.
Para terminar, les recomiendo la lectura del libro de Henry Levy-Ullman
“La Definición del Derecho”, y reproducimos una traducción de la
definición que propone este autor tras haber pasado en revista los
esfuerzos hechos para llegar a un enunciado único de lo que es el
Derecho:
“El Derecho es la delimitación de lo que los hombres y sus grupos están
en libertad de hacer y de no hacer, sin incurrir en una condena, un
embargo o en una forma particular de coerción”.

6. ACEPCIONES DE LA PALABRA “DERECHO”.


El vocablo derecho se utiliza con diversas acepciones:
a) Como conjunto de normas: cuando expresamos que el Derecho
evoluciona bajo el influjo de las necesidades de la época;
b) Como facultad reconocida a una persona: se habla del derecho a
cobrarle a mi deudor, de mi derecho de propiedad, etc.;
c) Como sinónimo de ley: lo cual ocurre cuando decimos, por ejemplo, que
el fallo del juez se ajusta a derecho; y
d) Como colección de normas jurídicas que rigen una materia o relaciones
de la misma especie: cuando hablamos de “Derecho Civil”, “Derecho
comercial”, “Derecho Constitucional”, etc.

DIVISIONES DEL DERECHO


Muchas y variadas son las divisiones o clasificaciones que se hacen del
Derecho; y a veces, en el examen de una, se hace difícil percibir con nitidez, la
línea divisoria trazada. Sin embargo es indudable que el Derecho, como árbol
frondoso, se divide en muchas ramas.

7. DERECHO PÚBLICO Y DERECHO PRIVADO


Notabilidades de la Ciencia Jurídica han tratado siempre de trazar una
distinción precisa y categórica entre el Derecho público y el Derecho privado:
se ha dicho que en el primero el legislador toma en cuenta el interés general
(“quod in statum rei romanae spectat… “Ulpiano L.I. # 2 “De justitia et jure”),
que crea nexos jurídicos tendientes a “unir los hombres bajo una mis
Philosophie des Rechts”, II, S. 200), que normifica teniendo por fin u objeto el
estado (Savigny, “Sistema de Derecho Romano”, I, S,23), mientras que en el
segundo tiene en consideración el interés particular, encauza las relaciones
humanas y otorga protección jurídica en función de facilitar la satisfacción de
necesidades individuales, y que su fin u objeto es el particular y la dirimencia
de los conflictos puramente privados que éste suscrita.
Todos estos conceptos diferenciadores han sido diversamente analizados por
los autores modernos. “En resumen, dice León Duguit (“Manual de Derecho
Constitucional”, pág. 50), hay razón en distinguir el Derecho Público del
Derecho Privado, pero conviene no dar a esa distinción un alcance de que
carece. El Derecho Público o el Derecho Privado deben ser estudiados con el
mismo espíritu y el mismo método. Las Leyes de Derecho Público y las leyes
de Derecho privado reposan sobre los mismos fundamentos.
Los actos jurídicos del Derecho Público y los de Derecho Privado están
formados de los mismos elementos, y tienen en el fondo, el mismo carácter.
Pero la sanción del Derecho Público y la sanción del Derecho Privado, no
pueden existir ni realizarse en las mismas condiciones; la realización de una
situación de Derecho Público no puede obtenerse de la misma manera que la
de una situación jurídica de Derecho Privado”.
“En esto tan solo consiste la diferencia (que, por lo demás, es primordial e
importantísima) entre el Derecho Público y el Derecho Privado”.
Desde el punto de vista práctico, la importancia de la distinción se refleja en
que mientras en Derecho Privado, es posible hacer, por regla general, todo lo
que la ley no prohíbe, en Derecho Público, cambio sólo puede hacerse lo que
la ley expresamente autoriza.
Esta consecuencia práctica resulta de la distancia posición jurídica en que se
encuentra el hombre y el gobernante frente a la ley, porque mientras el primero
obra para y por si mismo, el segundo actúa por otro (La Nación, el Soberano);
mientras el particular no hace sino poner en ejercicio su libertad y gozar de
facultades que puede o no ejercer puesto que son en cierta forma absolutas, el
segundo no hace sino ejercer funciones que les han sido delegadas en forma
directa o mediata por el Soberano dentro de límites prefijados.
No ensayaremos nosotros lo que ha sido ya tratado de hacer, con escaso éxito,
por autores más autorizados, esto es, no indicaremos un elemento de distinción
aplicable en todo caso, porque todos los indicados tienen su importancia en
casos diversos y no puede decirse que hay un factor único de diferenciación.
Contentémonos con dar un enunciado de lo que constituye el Derecho Público
y lo que constituye el Derecho Privado, a fin de aclarar conceptos.
“Derecho Público es aquel que rige la organización y actividad del Estado y
demás intimidades políticas y los actos que se ejecutan en virtud de una
delegación directa o mediante de los poderes del soberano.”
Derecho Privado es aquel que rige las relaciones de los particulares entre si, o
de los particulares con el Estado o entidades políticas cuando éste o éstas
actúan como simples sujetos de derecho y no como autoridad.

8. RAMAS DEL DERECHO PÚBLICO.


El Derecho Público se subdivide en ramas, de las cuales las principales
son:
1. El Derecho Constitucional, que fija la forma del Estado, las funciones
que deben cumplir sus órganos y determina las garantías individuales y
los derechos sociales.
2. El Derecho Administrativo, que reglamenta la actividad del Estado y de
las entidades que contribuyen, bajo la tutela de la autoridad pública, a la
realización de los fines de interés colectivo.
3. El Derecho Penal, que, como dice Raimundo del Río, es la rama del
Derecho que se ocupa del delito, del delincuente y de la medida que
son aplicables en defensa social.
4. El Derecho Procesal, pero sólo en cuanto organiza y señala las
atribuciones de los Tribunales y en cuanto fija pautas de procedimiento
penal.
5. Derecho Internacional Público, que es la rama del Derecho por la cuál
se rigen la relaciones de los Estados entre sí.
9. RAMAS DEL DERECHO PRIVADO.
El Derecho Privado se subdivide en ramas, entre ellas las siguientes:
1. El Derecho Civil, que según De Buen, regula los requisitos generales
de los actos jurídicos privados, la organización de la familia y la
propiedad privada. Del ámbito del Derecho Civil trataremos en especial
más adelante.
2. El Derecho Comercial, que se ocupa de los actos de comercio y de la
capacidad, derechos y deberes de las personas que hacen de esos
actos su profesión habitual.
3. El Derecho de Minas, que se ocupa de la constitución de la propiedad
minera y de los actos propios de ese dominio.
4. El Derecho de Trabajo , que tiene por objeto las relaciones entre
empleados y patronos, por una parte, y empleados y trabajadores por
otra, y las medidas de protección necesarias para los trabajadores.
5. El Derecho Procesal Civil, que establece las reglas generales
aplicables a todo asunto judicial, las que rigen las controversias entre
los particulares y los actos jurisdicción voluntaria.
6. El Derecho Económico, que tiene por objeto regular las actividades
emanadas de la industria y de la agricultura, que no están
contempladas en otras ramas del Derecho.
7. El Derecho Internacional Privado, que tiene por objeto determinar qué
legislación se aplica, cuando en un caso particular parecen aplicables
legislaciones de varios países.

10. DERECHO NACIONAL Y DERECHO EXTRANJERO.


También pueden dividirse el Derecho, desde el punto de vista del país para
que rige en Derecho Nacional y Derecho Extranjero.
Esta división es de importancia, por cuanto dentro de cada país la ley nacional
se presume conocida de todos y no así el Derecho Extranjero; y además,
fundamentalmente, porque el Derecho Extranjero, salvo en excepciones, no se
aplica en territorio nacional y cuando se aplica, hay que probarlo.

3. DERECHO CIVIL
11. CONCEPTO DEL DERECHO CIVIL
El significado de la expresión “Derecho Civil” ha variado a lo largo del
tiempo en términos que es necesario conocer, para captar bien lo que
comprende actualmente.
En el Derecho Romano la expresión ius civile se usó con significados
diferentes:
1. Para indicar el Derecho nacional, o sea el Derecho de cada pueblo o de
cada ciudad o de cada ciudad, por contraste con el Derecho extranjero;
2. Para referirse al Derecho privado reservado al Ciudadano romano, por
oposición al ius Pentium, que era el Derecho aplicable en Roma a los
extranjeros; y
3. Para designar el conjunto de normas formados por leyes, plebiscitos,
senado-consultos, decretos de los príncipes y autoridad de los
jurisconsultos, por oposición al formado por los edictos del pretor o sea
el Derecho pretorio.
Durante la edad media, “Derecho Civil” pasó a ser sinónimo del Derecho
Romano, y éste comprendía tanto el Derecho Público como el Derecho
Privado.
Después, tras el comienzo de la edad moderna –dice Puig Peña- “merced a un
proceso de costumbres ya apuntado en la Escuela de Bolonia, continuando por
los Glosadores y definitivamente confirmado después de la recepción del
Derecho Romano, el término ius civile quedó circunscrito al campo del Derecho
privado”.
Con la Revolución Francesa y el movimiento científico que siguió, “Derecho
Civil” vino a significar el Derecho privado de cada pueblo.
En realidad, el Derecho Civil no es sino una rama del Derecho privado. Pero sin
duda la más importante, porque contiene las reglas comunes o generales de
Derecho privado y, según expresa de Castro, “continúa siendo la sede de los
principios generales informadores respecto de todos los Derechos particulares,
especiales y excepcionales”. De allí que para algunos el Derecho civil sea,
sencillamente, el Derecho privado general. No ha de confundírsele, sin
embargo, con el Derecho privado, que es un todo del cual el civil es sólo una
parte.
Así, Sánchez Román ha definido el Derecho civil como “El conjunto de
preceptos que determinan y regulan las relaciones de asistencia, autoridad y
obediencia entre los miembros de una familia, y las que existen entre los
individuos de una sociedad para la protección de sus intereses particulares”,
mientras Piola dice que es “el conjunto de complejos de normas jurídicas
relativas en las leyes y a los derechos subjetivos en general, a las relaciones
patrimoniales y a las relaciones de familia” y de buen lo describe como el que
“regula los requisitos generales de los actos jurídicos privados, la organización
de la familia y la propiedad privada”.
Por su parte, Hernández Gil dice que el Derecho Civil es “el Derecho privado
general que tiene por objeto la regulación de la persona en su estructura
orgánica, en los derechos que les corresponden como tal y en las relaciones
derivadas de su integración en la familia y de ser sujeto de un patrimonio
dentro de la comunidad”, en tanto que Federico De Castro y Bravo expresa que
es jurídico de la persona y de la familia en la ordenación de la comunidad”, y
Enneccerus lo define como el que “regula las relaciones jurídicas de los
particulares en cuanto teles, a base de la coordinación”.
Lino Rodríguez Arias, profesor de nuestra Facultad, en su obra “Conceptos y
Fuentes del Derecho Civil Español”, define el Derecho Civil como “el conjunto
de normas jurídicas que tienen por objeto la regulación de la persona
(individual e institucional), las facultades y constricciones que le corresponden
como tal, a el ámbito de sus relaciones personales, familiares y patrimoniales
dentro de la comunidad.

12. CONTENIDO DEL DERECHO CIVIL


Según Federico Puig Peña (comprendiendo de Derecho Civil, Tomo, Pag.
7) se puede hablar de un contenido amplio y de un contenido estricto del
Derecho Civil.
El contenido amplio comprende los siguientes grupos de reacciones jurídicas:
a) Los derechos de la personalidad (yo diría más bien el Derecho de las
personas, que abarca la personalidad misma y que comprende los
derechos a la integridad corporal y moral de la persona, a l libertad,
al honor, etc., o sea los derechos de la personalidad);
b) El Derecho de Familia;
c) El Derecho Corporativo o Social (es decir, las relaciones entre las
asociaciones y sus miembros o entre ellas y los terceros);
d) Los derechos sobre bienes inmateriales (Derechos de autor, de
inventor, etc.);
e) Los derechos reales (más bien el Derechos de Bienes);
f) El Derecho de Obligaciones; y
g) El Derecho de Sucesiones.
Opina Puig Peña que el contenido estricto del Derecho Civil no abarca todas
las materias enunciadas. “Los Derechos de la personalidad, los derechos
corporativo, no tienen gran recuperación en legislaciones civiles y se admiten
por un número limitado de expositores. En Rigor, las instituciones que
desenvuelve de una manera orgánica y eficaz el Derecho civil, en su actual
momento histórico, se pueden reducir a las cuatro clásicas de familia,
propiedad, contratación y sucesión “mortis causa”.
Debo anotar que si bien lo dicho encuentra confirmación en algunos Códigos
Civiles, donde resulta exacta la observación, en otros, más modernos, ya van
encontrando cabidas todas las materias que se enumeran como contenido
amplio del Derecho Civil.

13. EL DERECHO CIVIL Y LOS SISTEMAS JURIDICOS


Actualmente encontramos al Derecho Civil de los diversos Estados en que
se divide el mundo, codificado o no codificado, según el sistema jurídico
nacional al cual pertenezca.
Al respecto, cabe destacar que existen dos grandes sistemas: el anglosajón y
el latino, que conviene distinguir:
(1) El sistema anglosajón, a diferencia del latino, es de derecho no codificado;
es decir, que carece de leyes o códigos que den una enumeración oficial
abstracta de las normas que lo integran.
La falta de texto legal que sintetice sus normas, crea graves dificultades para
quienes, ajenos a la técnica particular de ese sistema, quieren compenetrarse
de él y adquirir un conocimiento cabal de sus instituciones, pero es peculiaridad
que lo ha hecho flexible y fácilmente adaptable a los cambios que impone el
constante devenir;
(2) Por otra parte, la historia del mundo latido, desde la fundación del imperio
romano hasta hoy, lo muestra fecundo en ansias de renovación, propicio de
granes movimientos ideológicos y, en consecuencia, a cambio de grave
percusión en la estructura jurídica de cada una de las naciones que lo
componen.
De allí que generalmente, al hablar de la historia del Derecho en los países
latinos se la suela dividir en tres etapas: Derecho Antiguo, Derecho Intermedio
y Derecho Actual, tomando base en algún acontecimiento político –revolución,
independencia- o en la codificación para hacer la división. A este carácter
fraccionado en el tiempo del Derecho del sistema latino, se opone el carácter
esencialmente histórico del Derecho del Sistema anglosajón.
En Inglaterra –dice Levy Ullmann- todo el Derecho es actual, cualquiera que
sea su edad, a menos que uno aporte la prueba de una disposición escrita o
consuetudinaria que lo haya derogado Elements d´Introduction a l ´etude des
sciences juridiques. Le systeme juridique de l ´Anglaterre, Paris, 1928, págs. 37
y 38).
Ese carácter esencialmente histórico del derecho ingles que lo ha dotado de
gran estabilidad y lo muestra renuente a las grandes transformaciones,
encuentra sus raíces en la idiosincrasia del pueblo inglés que frente a nuevas
tendencias y concepciones del ser humano ha sabio concordar la asimilación
de lo nuevo con el respeto a lo tradicional.
(3) Finalmente, el Derecho propio del sistema anglosajón es eminentemente
judicial, es decir, que es principalmente fruto de la labor de los jueces (judge-
made law), mientras que el Derecho propio del sistema latino es producto del
proceso legislativo, o sea, es eminentemente legal.
En efecto, en el sistema anglosajón encontramos que el Derecho surge de tres
fuentes: Conmon Law, Equito y Statute Law. Y auque el Statute Law está
constituido por leyes escritas expedidas por el proceso legislativo, el Common
Law y la Equito son conjuntos de principios o reglas jurídicas fijados y
desarrollados por la jurisprudencia, que prosperan a base de la teoría de la
fuerza obligatoria del procedente judicial (stare decisis) que Edward Jenks
resume así: “Si por un Tribunal de igual o superior jerarquía se ha establecido
anteriormente al resolver un caso, como un eslabón necesario en la cadena del
razonamiento, una opinión sobre un punto de Derecho, sobre el cuál se apoyan
sus pronunciamientos, el Tribunal que ha de resolver un caso nuevo tiene que
dictar su decisión de acuerdo con la opinión anteriormente expuesta, salvo que,
con posterioridad a su publicación, haya sido derogada por un Tribunal superior
o por una Ley del Parlamento” (“El Derecho Inglés”, traducción de Paniagua,
Editorial Reus, Madrid, 1930, pág. 51),
La naturaleza eminentemente judicial del Derecho anglosajón asegura la
unidad de su desarrollo, pero es, al mismo tiempo, un obstáculo para su
síntesis. Como consecuencias, hecho y derecho llegan a confundirse, y
derecho y procedimiento ofrecen una amalgama en la cual resulta a veces
difícil distinguir lo sustantivo de lo adjetivo. El Derecho es el sistema latino, en
cambio, al ser establecido por el proceso legislativo, esta formado,
generalmente, por enunciados que sintetizan las reglas o normas, sin confusión
entre hecho y derecho y con formal separación entre derecho y procedimiento.
Nuestro Derecho Civil, que se encuentra dentro de un sistema de raigambre
latina indiscutible, es, a diferencia del Derecho civil anglosajón, un Derecho
Codificado, ha atravesado las tradiciones etapas que nos llevan a hablar de
Derecho Antiguo, Intermedio y Actual o Nuevo, y se forma, esencialmente, por
el proceso legislativo.
Antes de entrar a su estudio, sin embargo, hemos de referirnos a la codificación
civil.
4. LA CODIFICACION CIVIL
14. CODIGO Y RECOPILACION
Codificar es la acción y efecto de reducir a un todo orgánico y sistemático
las normas jurídicas que versan sobre una misma materia o sobre una misma
institución.
No se deben confundir los conceptos “Código” y “Recopilación”. Mientras ésta
es una colección de normas hechas por orden cronológico, aquél supone un
ordenamiento sistemático de normas jurídicas que convierte a éstos en un todo
orgánico, en el que cada una tiene su lugar propio y armoniza con los demás.

15. LA CODIFICACION MODERNA


La piedra miliar en la historia de la codificación moderna la constituye el
Código Civil francés de 1804, conocido popularmente con el nombre de Código
Napoleónico.
A principios del siglo pasado tuvo lugar en Alemania una célebre polémica
sobre las ventajas e inconvenientes de la codificación: Thibaut, impresionado
por las virtudes del Código Napoleónico y convencido de que la codificación
provocaría la unificación de los pueblos alemanes, publicó en 1814 un escrito
intitulado “De la Necesidad de un Derecho Civil para toda Alemania”, que dio
origen al famoso libro de Savigny sobre “La Vocación de nuestro siglo por la
Legislación y la jurisprudencia”, donde afirma que el Derecho es un producto de
la historia y de la vida social que no puede reducirse al articulado abstracto de
un código, y que la codificación detiene la evolución continúa.
La obra de Savigny marcó un desideratum en la historia del Derecho alemán, y
retrasó sensiblemente la codificación en Alemania, en donde no fue sino en
1874 cuando se designó la primera Comisión encargada de redactar el Código
Civil que, promulgado en 1896, entró a regir el 1° de enero de 1900; y puede
decirse que pese a Thibaut y demás defensores de la codificación, la oposición
de Savigny habría sido decisiva en el desarrollo del Derecho Civil europeo, de
no ser por el Código Civil francés.
El éxito del Código Napoleónico de debió principalmente al talento de los cuatro
miembros de la comisión encargada de redactarlo: Portalis, Tronchet, Bigot de
Preameneau y Malleville.
Quienes supieron imprimirle, con un lenguaje conciso y claro, con tono popular
y una flexibilidad aún insuperadas, que “convirtieron a Europa continental y
América Latina al régimen de la modificación, que sin duda se conforma más
con su sentir jurídico y su actitud mental.
No se crea, sin embargo, que los regimenes de Derecho no codificados son
desdeñables: Inglaterra y Estados Unidos de América han alcanzado un
desarrollo industrial formidable, una paz interna muy deseable y tienen un
sistema de Derecho no codificado.
Sobre este tema recomiendo la lectura de de la interesante conferencia del Dr.
Ricardo J. Alfaro, publicada con el titulo de Fuentes y Estructuras del Derecho
Civil “en el N° 21 de la Revista de la Universidad de Panamá.

16. MATERIAS PROPIAS DE LOS CODIGOS


Hasta la fecha en la mayoría de los países de Derecho Codificado
prevalece la idea de que cada Código debe abarcar la totalidad de una rama
del Derecho.
Se percibe, sin embargo, como tendencia moderna, la idea de modificar a base
de instituciones. Ejemplos prácticos de esa orientación, lo son el Código
Soviético de la Familia y el Código Federal suizo de las Obligaciones. Estos,
sin embargo, no han encontrado el eco esperado; y la orientan que ellos
representan ofrece destinada a triunfar tan solo en aquellas instituciones
respectos de las cuales hay verdadero interés internacional por uniformar
legislaciones.

17. PLAN DE LOS CODIGOS CIVILES


Unos de los problemas más discutidos en los tiempos modernos dentro de
la técnica de la codificación civil es el del PLAN, es decir, del orden o sistema a
seguir en la distribución de las materias a tratar en el Código.
Conviene, al efecto, destacar diversos planes que se han identificado:
a) PLAN DE GAYO: “La sistematización romana seguida por las
instituciones de Justiniano ha gozado durante muchas centurias de
adhesión de los jurisconsultos… El plan de Gayo, llamado Gran
Romano, se expresa en aquel conocido texto donde se dice que
dado el Derecho que aplicamos se refiere a las personas, a las
cosas y a las acciones (omne autem jus quo utimur, vel ad persons
pertinet, vel ad res, vel ad actiones…). Siguiendo este gran, los
tratadistas del Derecho Civil han venido ocupándose: primero, de las
personas; después, de las cosas; por último; de las acciones
(Demófilo De Buen, Introducción al Estudio del Derecho Civil, pág.
46).
b) PLAN DEL CÓDIGO CIVIL FRANCÉS (de1804). Distribuye las
materias así:
Titulo Preliminar: de la publicación, efectos y aplicación de las leyes
en general.
Libro I – De las personas
Libro II – De los bienes y las diferentes modificaciones de la
propiedad.
Libro III – De los distintos modos de adquirir la propiedad.
c) PLAN DEL CÓDIGO CIVIL DE CHILE (de 1857). Don Andrés Bello
se ciño al siguiente plan:
Titulo preliminar: sobre la Ley.
Libro I – De las personas.
Libro II – De los bienes y de su domino, posesión, uso y goce.
Libro III – De la sucesión por causa de muerte y de las donaciones
entre
Vivos;
Libro IV – De las obligaciones en general y de los contratos.
d) PLAN DEL CÓDIGO CIVIL ARGENTINO (de 1871). Consta de dos
títulos preliminares y cuatro libros, así:
Títulos Preliminares
 De las Le es
 Del modo de contar los intervalos del derecho
Libro I – De las personas.
Libro II – De los derechos personales en las relaciones civiles.
Libro III – De los derechos reales.
Libro IV – De los derechos reales y personales. Disposiciones
comunes
e) PLAN DEL CÓDIGO CIVIL DE COLOMBIA (de 1887). El Código
colombiano sigue el mismo plan del Código Civil Chileno de 1857.
pero agregándole un libro más que versa sobre Notariado y registro
de Instrumentos Públicos.
f) PLAN DEL CÓDIGO CIVIL ESPAÑOL (de 1889). Este Código. De
grandísima Importancia para Panamá, sigue el siguiente Plan-.
Titulo Preliminar – De las leyes, de sus efectos y de las reglas
generales
Para su aplicación.
Libro I – De las personas.
Libro II – De los Bienes, de la propiedad y de sus modificaciones.
Libro III – De los diferentes modos de adquirir la propiedad.
Libro IV – De las obligaciones y contratos.
g) PLAN DEL CÓDIGO CIVIL ALEMÁN (de 1900).
Parte general.
Derechos de las cosas.
Derechos de las obligaciones.
Derecho de familia.
Derecho de sucesiones.
h) PLAN DEL CÓDIGO CIVIL BRASILEÑO (de 1916). Este Código
sigue un plan Novedoso, que consta de dos partes:
La parte General, que se divide en:
Libro I – De las personas.
Libro II – De los bienes.
Libro III – De los actos jurídicos; y
La parte Especial, que se divide en:
Libro I – Derecho de familia
Libro II – Derecho de las cosas
Libro III – Derecho de las obligaciones.
Libro IV – Derecho de las Sucesiones.
i) PLAN DEL CÓDIGO CIVIL PARA EL DISTRITO Y TERRITORIOS
FEDERALES DE MÉXICO (de 1932). Consta de:
Disposiciones Preliminares
Libro I – De las Personas.
Libro II – De los Bienes.
Libro III – De las Sucesiones.
Libro IV – De las obligaciones.
j) PLAN DEL CÓDIGO CIVIL ITALIANO (de 1942).
Libro I – De las Personas y de las Familia.
Libro II – De las Sucesiones.
Libro III – De la Propiedad.
Libro IV – De las Obligaciones.
Libro V – Del Trabajo
Libro VI – De la Tutela de los Derechos.

18- LENGUAJE DE LOS CODIGOS


En materia de lenguaje de los códigos, es pertinente distinguir tres estilos:
1. El de CONVICCION, utilizando antiguamente y del cual es ejemplo “Las
Siete Partidas”, mediante el cual el legislador explica la razón de la ley, expone
las bondades de la misma, procura “Convencer” a quien la lee de lo bueno e
importante de ella. Este estilo ha sido abandonado, auque nuestro siglo
advertimos vestigios del mismo en algunos Códigos modernos, como el Civil
soviético, en el cual encontramos giros de lenguaje como el siguiente:
“para desarrollar las fuerzas productivas del país, la República Socialista
Federal de los Soviets de Rusia reconoce la capacidad civil a todos los
ciudadanos no limitados en sus derechos por la justicia.”
2. El de CONSICION, utilizado por el Código Napoleónico, que consiste en
enunciar las normas en abstracto, escuetamente y en un lenguaje de uso
corriente o sencillo, sin adornos y con la mayor brevedad posible.
Este es el estilo que más éxito ha tenido, y que han preferido la mayoría de los
Códigos.
3. El estilo TECNICO seguido por el Código Civil alemán (BGB), que atiende
principalmente al uso del vocablos de sentido jurídico, prescindiendo del tono
popular o llano que hizo famoso al Código Civil francés.

19- REFERENCIA A ALGUNOS CODIGOS EXTRANJEROS


Por la importancia que tienen para el estudio del Derecho Civil, es
pertinente referirse, siquiera brevemente, a ciertos Códigos extranjeros.
CODIGO CIVIL FRANCES
a) Antecedentes: Antes del siglo XIX Francia se regía por sus
costumbres y por el Derecho Romano. No existía unidad jurídica
francesa. Pero al proclamar la Revolución de 1789 la igualdad de todos
ante la ley, se hizo imperativo dotar al país de normas jurídicas iguales
para todos y se abrió camino para la codificación.
La Asamblea constituyente ordenó en 1791 la confección de un Código
Civil. Este, sin embargo, tardó en materializar a pesar de tres proyectos
presentados al efecto, dos por cambaceres y otro por Jacqueminot.
El 13 de agosto de 1800, Napoleón, que era entonces primer Cónsul,
nombró la comisión – ya antes mencionada – que preparó el proyecto
que se convirtió en el CIVIL DES FRANCAIS el 21 de marzo de 1804.
b) Fuentes: Las fuentes de este Código, que iluminó todo el movimiento
codificador durante el siglo XIX, fueron el Derecho Romano, las
Ordenanzas Reales, Las Leyes de la Revolución y, esencialmente las
costumbres, sobre todo las costumbre de París.
POTHIER (Robert), el más grande civilista francés de todos los tiempos,
comentador de las costumbres fue seguido por los autores del Código
muchas veces, y en numerosas oportunidades aparece su pensamiento
transcrito literalmente en los artículos del Código.
Napoleón intervino personalmente en las tareas de elaboración del
Código, del cual se sintió en extremo orgulloso al punto de que en Santa
Elena escribió: “MI VERDADERA GLORIA NO ES HABER GANADO
CUARENTA BATALLAS; WATERLOO BORRARA EL RECUERDO DE
TANTAS VICTORIAS. LO QUE NADA NI NADIE BORRARA, LO QUE
ETERNAMENTE VIVIRA, ES MI CODIGO CIVIL”.
c) Elogio y Critica. Planiol destaca como característica dominante del
Código Napoleón su espíritu de moderación y sabiduría. “Surgió de la
Revolución, conservo su espíritu igualitario, no trato de restaurar las
instituciones del antiguo régimen, siendo por esto muy valioso para la
mayoría de los franceses. Al mismo tiempo, abandonó todas las ideas
quiméricas y todas las medidas violentas de las asambleas
Revolucionarias. No es ni reaccionario ni revolucionario”.
a. Josserand destaca su críticas principales al Code: a) que ha tenido
excesivo miramiento con las clases poseedoras, ocupándose “del
propietario más que del obrero, del capitalista más que del trabajador,
del amo mas que del criado; del ser, en una palabra, un Código burgués;
y b). que está imbuido de un espíritu demasiado individualista y refleja
una franca hostilidad para con las agrupaciones, asociaciones y el
derecho corporativo en general. No obstante estas criticas, es de anotar
que el Code Civil subsiste y que los regimenes políticos más diversos,
así como los numerosos cambios sociales que se han producido en
Francia de 1804 a esta parte han podido acondicionarse al mismo.
d) Reforma del Código Napoleónico. Mediante Decreto de 1945 el
Gobierno Francés creó una Comisión encargada de redactar un nuevo
Code Civil, integrada por Juliot de la Marandiere, Niboyet, Mazeaud,
Rouast, y otros muy notables juristas, que ya han completado el
proyecto, que recoge las más modernas corrientes del pensamiento
jurídico contemporáneo y persigue, entre otras cosas, unificar el
Derecho Civil con el mercantil.

EL CODIGO CIVIL ESPAÑOL


a) Antecedentes. El ideal codificador se dejó sentir especialmente en
España durante el siglo XVIII, cuando la multiplicidad de leyes hizo que
el clamor de reformas se uniera la conveniencia de la unificación legal;
pero no es sino en la Constitución Civil sobre la base de la unidad
jurídicas.
En 1821 se publicó un Proyecto de Código Civil incompleto, (sólo
comprende un título preliminar y parte del Libro I) fruto de una Comisión
Codificadora que cesó en sus trabajos al recuperar el poder absoluto
Fernando VII en 1823.
Veinte años más tarde, en 1843, se creó una Comisión General de
Códigos que fue disuelta y sustituida por otra en 1846, que presentó al
Gobierno el Proyecto de Código Civil de 8 de marzo de 1851, que es el
antecedentes inmediato (reconocido en la Ley de Bases) del Código
Civil Español.
Son características de este proyecto: a). su tendencia unificadora
(derogaba todos los fueron, leyes, usos y costumbres); b). Sus ideas
sobre el matrimonio (Solo admite el canónico pero somete sus efectos
civiles y el divorcio a la jurisdicción civil; c). Su orientación liberal, en
materia de propiedad; d). El afrancesamiento de la doctrina; que De
Castro destaca así: “… el proyecto… sigue, en sus líneas
fundamentales, al Código napoleónico. Su orientación general la da
García Goyena, alma de la Comisión, y en las “Concordancias”; defensa
de su obra, aparece claro el espíritu que impuso. Cada articulo está
justificado con una especie de plebiscito legislativo en el que decide el
voto del Código francés en compañía de sus hijos y sus nietos; las leyes
españolas asisten un tanto como comparsa aquiescente, y a ellas se
alude cuando hay que regular alguna peculiaridad española. Los autores
mas seguidos serán portatiles, Bigot de Preameneau o Vinnio, Voet y
Cujacio; los españoles se citan sólo al tratar nuestras particulares
instituciones. El plan del proyecto, el orden de las materias, la redacción
del articulado recuerdan al modelo francés”. (Op. Cit., Tomo I, Pág. 191);
e). La adopción del sistema prusiano alemán sobre trasmisión y
gravamen de inmuebles.
El proyecto encontró resistencia en el Gobierno, que no se atrevió a
aceptarlo y aplazó su aprobación, según De Castro, por la oposición de los
foralistas y el temor a ocasionar un recrudecimiento de la agitación política. Lo
cierto es que la acción codificadora se estancó por 30 años, hasta que en 1880
se dio intervención oficial en la comisión de Códigos a los representantes de
los territorios forales y después de aprobarse la Ley de Bases de 1888, terminó
el Código Civil y entró a regir el 1° de mayo de 1889.
b). Fuentes y Contenido. Dice F. Puig Peña (“Compendio de Derecho Civil,
Tomo I, Pág. 21) que según la Ley de Bases, “El Código Civil debía tener como
fuentes: 1°. El Proyecto de 1851; 2°. En lo referente a la solución de dudas
suscitadas por la práctica, la enseñanza de la doctrina; y 3°. En lo que se
refiere a necesidades nuevas, aquellas soluciones que tengan un fundamento
científico o un precedente autorizado en las legislaciones propias o extrañas y
que gocen del común asentamiento de la doctrina. Pero el legislador nunca
tubo gran respeto a la Ley de Bases y los elementos que en realidad
informaron el espíritu y contenido del Código fueron según DE DIEGO: el
proyecto de 1851, las Leyes generales posteriores; Las legislaciones forales en
algunos puntos; los Códigos francés italiano y portugués; y algunas
disposiciones tomadas de las costumbres, de la doctrina y de la jurisprudencia”.
DE CASTRO comenta que las materias que forman el contenido básico del
Código Civil español son las que constituyen el fundamento del Derecho
Privado: la persona individual, en condición y estado; la persona jurídica, la
familia, en su aspecto personal y patrimonial y la atribución y el tráfico de
bienes.
c). Critica. Se ha dicho (1) que el Código Civil ha dificultado la unificación del
Derecho, quedando los Derechos forales más robustos y vigorosos; (2) que su
plan es anticientífico; (3) que su redacción carece de precisión técnica y utiliza
distintas palabras para un mismo concepto y una misma palabra para
conceptos distintos; (4) que se ha ceñido al modelo francés; y (5) que carece
de la inspiración política adecuada. A lo cual se ha replicado: (1) que auque no
haya conseguido imprimir la diversidad jurídica ha dado existencia a un
Derecho común codificado claro, lógico y actual que servirá de fuerza
centrípeta para atraer a su órbita los territorios forales, (2) que es imposible
clasificar y dividir con tal rigor lógico todas las disposiciones de un código que
ocupe cada una el lugar que le corresponde sin que pueda hallarse en ningún
otro; (3) que la falta de lenguaje técnico lo ha hecho accesible al pueblo cuya
vida ha de regir y imprecisión le da una flexibilidad que permite su adecuación
a las circunstancias y su información por los principios generales; (4) que el
haber seguido un modelo extranjero es crítica admisible cunado no se le trata
de sustituir por otro modelo igualmente extranjero; y (5) que el Código no fue
obra de un partido sino obra nacional.
EL CODIGO CIVIL CHILENO
a) Antecedentes. Al independizarse el 18 de septiembre de 1810, Chile
continuó regido por las normas Jurídicas que hasta entonces habían
imperado en su territorio, salvo las contrarias a su nuevo sistema de
gobierno.
b) En 1831 el presidente Fernando Errázuriz propuso encargar a una
persona de sabiduría y expedición convenientes la preparación y
presentación a las sucesivas legislaturas de los proyectos de Códigos
nacionales chilenos y auque el Senado autorizó el efecto, el proyecto
fracasó por discrepancias, en la Cámara de Diputados.
c) En 1840 se creó una Comisión de dos senadores y tres disputados
para la codificación de las leyes civiles – de la cual formó parte Andrés
Bello – que en 1841 informó que ya el proyecto comprendía el Titulo
Preliminar y la Sucesión por causa de Muerte. Entonces se constituyó en
una Junta Revisora del Código Civil que resultó prematura y que en
1845 se refundió en la Comisión Redactora, cuyos trabajos fueron
escaseando hasta quedar interrumpidos en 1846, continuando solo el
trabajo del Código don Andrés Bello, quien lo concluyó en 1852.
d) Se nombro entonces una Comisión Revisora que celebró más de 300
sesiones en tres años, presidida por el Presidente de Chile don Manuel
Mont, siendo el Proyecto definitivo remitido al congreso donde fue
aprobado y entró a regir el 1° de enero de 1857.
e) Fuentes. El Código Civil chileno tuvo por fuentes el Derecho Romano,
las leyes españolas (en particular Las Siete Partidas y las glosas de
Gregorio López, la Novísima Recopilación y el Fuero Real), el Código
Civil francés y el tratado de las obligaciones de Pothier, el Código Civil
Luisiana, y las de Cerdeña, Austria, Prusia y las dos Sicilias. Entre los
jurisconsultos a los cuales se recurrió con más frecuencia figuran
Delvincourt, Pothier, Savigny, Merlin, Eschiche, Tapia, Matienzo, y
Florencio García Goyena, así como su Concordancias, Motivos y
Comentarios al Proyecto de Código Civil Español de 1851.
f) Meritos y Críticas. Se ha dicho el Código Civil chileno que “su nota
característica es la unión del claro genio latino que preside su redacción
y del espíritu profundo, investigador y completo de las legislaciones
romanas y germánicas, que concibe, analiza, depura y sentí tiza
poderosamente”. Con relación al Titulo Preliminar, que se refiere a la
Ley, se destaca que incluyó un conjunto de principios de derecho
internacional privado que sustrae a la discusión arbitraria de los
jurisconsultos la solución de los conflictos de leyes en el espacio. Con
respecto al libro I, De las Personas, el titulo especial sobre personas
jurídicas representó un adelanto notable a la ciencia jurídica, confirmado
en el Código Civil alemán de 1900. el libro II, de los Bienes y de su
Dominio, Posesión, Uso y Goce, impuso el predominio de la libertad y
terminó con el sistema de trabas y vinculaciones del pasado. El Libro III
estableció en materias de sucesiones un sistema transaccional entre la
libertad absoluta de testar y el régimen de herederos forzosos, dejándole
al testador la facultad de disponer libremente sólo de una parte de su
patrimonio (1/2 o ¼), teniendo que dejarle el resto a ciertos y
determinados familiares suyos. Con respecto al libro IV, sobre
obligaciones y contratos, se nota que el derecho contractual mismo
quedó perfeccionado y simplificado en el Código, lo mismo que la
prelación de créditos, el concurso de acreedores y el pago por cesión de
bienes.
Se anota, sin embargo, que el Código Civil chileno adolece de los
siguientes defectos: (1). No trata de la propiedad literaria, ni del contrato de
edición y se refiere muy rudimentariamente al arrendamiento de servicios; (2).
Que el régimen familiar a base de la potestad marital, la incapacidad de la
mujer casada, y la clasificación de los hijos en legítimos, naturales, e ilegítimos,
éstos últimos subdivididos en simplemente ilegítimos y de dañado
ayuntamiento (incestuosos, sacrílegos y adulterinos) es un sistema arcaico y
contrario a los postulados de igualdad y del Derecho moderno; (3). Se ha
criticado que el Código Civil chileno no se refiera a los derechos de la
personalidad.
a) Reformas. El Código Civil chileno ha regido ya por más de cien años, y
ha experimentado reformas que lo han transformado sustancialmente,
particularmente en relación con el orden de la familia (habiéndose
suprimido la filiación de dañado ayuntamiento) y mejorado
considerablemente la situación jurídica de la mujer casada, que
originalmente estaba sometida a la potestad marital y era incapaz,
auque estuviera divorciada o separada de bienes; se bajo la mayoría
de edad de 25 a 21 años; los menores de esa edad pudieron obtener
consentimiento para casarse por un procedimiento simplificado; se
suprimió la muerte civil, en virtud de la cual se consideraba muerto
para todos los efectos legales al que profesaba solemnemente en un
instituto monásquico reconocido por la Iglesia Católica; se hizo
concurrir a los hijos naturales con los hijos legítimos en las sucesiones
de sus padres, etc.
A pesar de que algunos consideran que las reformas introducidas al Código
Civil chileno representan “innovaciones trascendentales”, y que ellas “hacen
suponer que el Código Civil, rejuvenecido y humanizado, presidiría
soberbiamente todas las relaciones de Derecho privado” (“Manual de Derecho
Civil”, Victorio Pescio V., Volumen I, Pág. 96 y s.s.), aún queda mucho por
hacer. Ni siquiera se ha aceptado en chile el divorcio con disolución del Vínculo
matrimonial. Aún se distingue entre hijos naturales e hijos legítimos. Estoy
seguro de que la estructura del Código Civil chileno puede resistir los cambios
que los tiempos y las maneras de pensar del hombre moderno imponen como
una consecuencia necesaria de la existencia civilizada, conservando, en lo
esencial, la magistral estructura obra de don Andrés Bello.
EL CODIGO CIVIL ALEMAN (BGB)
a) Antecedente. El 28 de febrero de 1874 se encargó una comisión de
elaborar el PLAN y un METODO de formación de un proyecto del
Código Civil, a base de los cuales el 22 de junio de 1874 se nombró una
Comisión para redactar el proyecto que, trece años después, a fines de
1887, quedó listo y fue sometido a la critica pública, que se manifestó en
más de 600 escritos que lo echaron de excesivamente romanista, falto
de germanismo, doctrinario, poco atento a las exigencias sociales de la
época, etc.
En 1890 el Consejo Federal confió la revisión del Proyecto otra
Comisión cuyo trabajo fue presentado al BUNDESRAT en 1895 luego,
con modificaciones, al REICHSTAG, donde también se le introdujeron
cambios, entrando a regir, finalmente, el 1° de enero de 1900.
b) ELOGIO Y CRITICA. El Código Civil alemán, llamado el BGB, se
caracteriza por la construcción lógica y clara y la aguda formación de
conceptos. Su lenguaje es rigurosamente científico y no accesible a los
que son profanos en Derecho. Armoniza los intereses individuales con
los de la Colectividad y sienta principios fundamentales en la regulación
jurídica. La crítica fundamental que se le ha formulado es el uso de su
lenguaje técnico y el carácter sistemático y muy abstracto de sus
normas. Este Código ha desplazado al Código Francés, como fuentes
de inspiración de los Códigos modernos.
CODIGO CIVIL SUIZO Y CODIGO FEDERAL SUIZO DE LAS
OBLIGACIONES
El Código Civil Suizo de 1912 fue redactado por el jurista EUGENE
HUBER; consta de cuatro libros que tratan respectivamente de las personas, la
familia, las cosas y las sucesiones, el Código Federal Suizo de las
Obligaciones, que debía constituir el libro quinto, es autónomo e independiente
del Código Civil, unifica las normas sobre obligaciones para lo civil y lo
mercantil.
El Código Civil Suizo se inspira en el BGB pero no tiene la PARTE
GENERAL que aparece en éste y tiene un lenguaje sencillo accesible a todos.
Es interesante destacar que en su artículo establece el principio según el cual,
a falta de ley o de costumbre sobre un punto controvertido, el juez debe fallar el
caso conforme a la regla que él mismo establecería si fuera legislador.

LA LEGISLACION CIVIL SOVIETICA


El Derecho Civil ruso anterior a la revolución de 1971 respondía a los
principios romanistas, pero el ordenamiento jurídico de la Unión de Repúblicas
Socialistas Soviéticas es, en muchos aspectos, original.
Según RENE DAVID (Tratado de derecho civil comparado, Ed. De la
revista de Derecho Privado, Madrid, 1953) “La originalidad de el Derecho
soviético se debe esencialmente a dos casos: a que está ligado a una filosofía
distinta de aquella sobre la que reposan del Derecho Francés y el Common
Law, y, por otra parte, a que es el producto de una nueva organización de la
producción y está en estrecha relación con la estructura socialista de la
económica soviética”.
En la Unión Soviética cada República federada tiene propio Código Civil. El
más conocido – y confundido como Código de la U.R.R.S. es el Código Civil de
la República Socialista Federativa Soviética de Rusia. También tiene cada
República un Código del Matrimonio, La Familia y La Tutela.
Las instituciones civiles soviéticas han venido transformándose. Triunfante
la revolución rusa, se abolió toda forma de propiedad capitalista, que paso a
ser del Estado, dejándose sólo a los particulares la propiedad de los artículos
de consumo y utensilios, con el propósito de suprimir la explotación del hombre
por el hombre. En lo concerniente a la familia, las uniones libres y la facilidad
de los divorcios pusieron en peligro la solidez del grupo familiar, dando lugar a
graves problemas, que dieron origen a reajustes legislativos tendientes a
proteger la familia mediante normas garantizadoras del matrimonio, de la
responsabilidad paterna filial y restrictiva del divorcio.
Dentro del proceso de trasformaciones a que aludimos, es pertinente
destacar que por Ley de 8 de diciembre de 1961, el Presidium del Soviet
Supremo de la Unión Soviética aprobó las BASES DE LA LEGISLACION
CIVIL DE LA U.R.S.S. y DE LAS REPUBLICAS FEDERADAS, que entró en
vigencia el 1° de mayo de 1962. A esas BASES deben ajustar sus respectivas
legislaciones las republicas federales.
El Articulo 1 de las Bases en referencias dice:
“La legislación civil soviética regula las relaciones patrimoniales y las
relaciones personales no materiales vehiculadas a ellas, a fin de
crear la base material y técnica del comunismo y satisfacer con
plenitud cada vez mayor las necesidades materiales y espirituales de
los ciudadanos. En los casos previstos por la ley, la legislación civil
regula asimismo otras relaciones personales no materiales. El
fundamento de las relaciones patrimoniales en la sociedad soviética
es el sistema socialista de economía y la propiedad socialista sobre
los medios e instrumentos de producción. La vida económica de la
URSS la determina y orienta el plan estatal de la economía nacional”.
Las BASES están divididas en Títulos, así: I. Preceptos Generales; II.
Derecho de propiedad; III. Derecho de Obligaciones; IV. Derechos de autor; V.
Derechos de Descubrimientos; VI. Derechos de invención; VII. Derechos de
sucesión; VIII. Capacidad legal de los extranjeros y de las personas sin
ciudadanía; aplicación de las leyes civiles de los Estados extranjeros, de los
tratados y acuerdos internacionales.
Para dar una breve idea de la evaluación del derecho soviético, destacaremos
lo siguiente:
(I) las Bases reconocen dos clases de propiedad: la socialista (que comprende
la propiedad estatal, la de los Kol Joses y otras organizaciones cooperativas y
de sus asociaciones, y la de las entidades sociales) y la propiedad personal.
Respecto de ésta, el art. 25 dice en su primer párrafo:

“Pueden hallarse en propiedad personal de los ciudadanos los bienes


destinados a satisfacer sus necesidades materiales y culturales.
Cada ciudadano puede tener en propiedad personal los ingresos y
ahorros provenientes del trabajo, una casa- vivienda (o parte de ella)
y sus dependencias auxiliares, utensilios domésticos, y objetos de
uso, consumo y comodidad personal. Los bienes de propiedad
personal no pueden ser utilizados para obtener ingresos no
provenientes del trabajo”.

(2) El Derecho soviético comenzó negado, en 1918, toda posibilidad de


herencia, pero ya en 1922 le abrió camino tanto en la sucesión legítima como a
la sucesión testamentaria, auque con muchas restricciones. Las Bases admiten
las dos clases de sucesión y señalan como herederos en premier lugar y por
partes iguales a los hijos (incluyendo los adoptivos), el cónyuge, los padres
(incluyendo los adoptivos), el hijo póstumo, los nietos y bisnietos del causante y
las personas incapacitadas para el trabajo que vivían a expensas del finado no
menos de un año antes que su muerte.
(3) Las Bases regulan los contratos de compraventa, suministro, la compra por
el Estado de productos agropecuarios de los Kol Joses y Sovjoses, el
arrendamiento de bienes, de viviendas, al contrato de trabajo, el de
construcción, de trasporte y de seguros por el Estado, pero pueden celebrarse
ahora (no era así antes) contratos no regulados por la ley, siempre que no
vayan contra el espíritu de ésta.
(4) Se protegen ampliamente los derechos de autor, descubridor e inventor y se
les dá derecho a explotar su obra, descubrimiento e invención.
(5) El régimen matrimonial y familiar se regula por los Derechos del Presidium
del Soviet Supremo de la U.R.S.S. de 8 de julio de 1944 y 15 de mayo de 1945,
así como por los códigos sobre matrimonio, familia y tutela de las Republicas
Federadas. Se advierte que inicialmente existió una clara tendencia a asimilar
al matrimonio el concubinato, dando lugar, cuando era más o menos estable, al
matrimonio de hecho. A esto se le puso fin en 1945 cuando de dispuso que
sólo el matrimonio inscrito es matrimonio jurídico.
DERECHO CIVIL PANAMEÑO
20- HISTORIA DEL DERECHO CIVIL PANAMEÑO. DIVISION.
No existe, en sentido estricto, un Derecho Civil panameño. Al que hemos
tenido desde la colonia es, en verdad, “recibido” el Derecho autóctono,
indígena, en lo civil, nada queda en nuestra ley. Así, pues, hablamos de la
historia de “Nuestro Derecho Civil” desde que los españoles pusieron su pié en
nuestro suelo, sobre ese punto inicial, llegando hasta el presente, lo dividimos
en tres periodos:
a) Derecho Antiguo;
b) Derecho Intermedio; y
c) Derecho Nuevo.
El trabajo más completo e interesante que se ha escrito sobre el particular
es obra del Dr. Jorge E. Iljueca; se encuentra en el número primero del Boletín
del Instituto de Legislación comparada y Derecho Internacional, y se intitula
“Síntesis Histórica de la Codificación Civil panameña”. Lo recomiendo de
manera muy particular.
21- DERECHO ANTIGUO
Denominamos período del Derecho Antiguo al que comprende el Derecho
que rigió en Panamá desde la Colonia hasta nuestra emancipación de España
en 1821.
Durante este período existieron dos grandes fuentes de Derecho:
1) El Derecho Indiano o Legislación de Indias, que se inició con las
Capitulaciones de Santa Fe y estaba constituido por las normas jurídicas
dictadas para regir en América contenidas en las reales cedulas,
provisiones, cartas reales, instrucciones, ordenanzas, etc., expedidas
por el Rey de España, el Consejo Supremo de las Indias, la Casa de la
Contratación de Sevilla y las demás autoridades y organismos del
gobierno español que tenían sede ya en España, ya en América.
Se trataba de normas especiales dictadas para regir en las Indias
Occidentales – de donde el nombre de Derecho Indiano - y sólo a falta de
normas de Derecho Indiano entraba a regir el Derecho Castellano, que era la
otra fuente de Derecho en esa época, y tenia el carácter de Derecho supletorio.
Pero a consecuencia del casuismo del Derecho Indiano hubo muchas materias
de Derecho Civil no completadas en él, y por ello el Derecho castellano recibió
gran aplicación.
El Derecho Indiano llegó a ser profuso y variado y habiendo comenzado a
formarse en 1503, hubo que recopilarlo, lo cual sólo tuvo lugar en 1689 con la
llamada “Recopilación de las leyes de los Reinos de las Indias”, que se divide
en nueve Libros que tratan respectivamente de: Derecho Canónico, Instrucción
Pública, Beneficencia, Organización Judicial, Organización del Ejército,
Administración y Servicios Públicos, Relaciones entre Españoles e Indios,
Derecho Penal y Derecho Civil.
(2) El Derecho Castellano era la otra fuente de Derecho en la época Colonial, y
estaba constituido por los diversos cuerpos jurídicos españoles que imperaban
en el Reino de Castilla. Cabe destacar que en la época del Descubrimiento
regía en Castilla el Ordenamiento de Alcalá de Henares, promulgado por
Alfonso IX en 1348 y que obedeció al deseo de unificar la legislación española.
Ese ordenamiento que consta de 129 leyes agrupadas en 32 Títulos, establecía
en la. Ley primera del Titulo 28 el orden de prelación de las leyes, así:
1. Se aplicaban en primer lugar a las disposiciones contenidas en el
propio Ordenamiento de Alcalá de Henares.
2. A falta de disposiciones en el ordenamiento, se aplicaba el Fuero Real,
con tal que se probara su uso en casos similares anteriores, y
3. Se aplicaban por último las Siete Partidas.
Para dar una idea de los cuerpos legales españoles de los tiempos
coloniales, diremos dos palabras sobre los más importantes:
(a) El Fuero Juzgo. Remota su origen al Rey Godo Recesvinto, de quien se
cree que en el año 644 promulgó un cuerpo legal llamado Liber Iuditiorum o
libro de los Jueces. Escrito Originalmente en latín, fue traducido a romance por
orden de Fernando III el santo y se llamó Fuero Juzgo. Rigió en España por
doce siglos y no fue derogado totalmente sino en 1889, con la vigencia del
Código Civil Español.
Expresa De Castro que el Fuero Juzgo contiene “en germen los principios
señeros que han de caracterizar a toda nuestra legislación (léase la legislación
española): subordinación del Derecho humano a la justicia divina; unidad
orgánica de todo el Derecho bajo los principios de comunidad y personalidad;
respeto a la personalidad humana concediéndose valor primario a la honra y
dignidad; organización de la familia en estricta unidad jerárquica, pero sin que
desaparezca la personalidad de la mujer y de los hijos; subordinación de las
conveniencias del tráfico a los dictados de la moral”.
(b) El fuero Real (1252-1255). Fue dictado por Alfonso X, el sabio y recoge la
tradición jurídica española. Tiene el carácter de un Código General.
Probablemente no termino de redactarse sino en el año de 1255, pero no cobró
vigencia definitiva sino con el Ordenamiento de Alcalá de Henares.
(c) Las Leyes de Estilo. Consisten en una colección de sentencias que
formaron jurisprudencia sobre el Fuero Real. Se comprende bien la importancia
de las leyes de Estilo para los efectos de la prueba de uso del Fuero Real,
decisiva para su vigencia según el ordenamiento de Alcalá de Henares.
(d) Las Siete Partidas, que son una monumental obra jurídica y filológica que
se comenzó a redactar en 1256 y se concluyó en 1263. Su nombre original fue
“Libro de las Leyes” o “Fuero de las Leyes”; más tarde se le llamó las Partidas y
por ultimo las Siete Partidas, que, en su orden, tratan de lo siguiente:
1ª. De la Ley, la costumbre, el uso y el derecho eclesiástico.
2ª. De la constitución política y militar del Reino, las universidades y los
colegios.
3ª. De los procedimientos judiciales, la organización de tribunales y los
modos de adquirir, conservar y perder la propiedad.
4ª. De los desposorios y casamientos.
5ª. De las obligaciones y contratos, y del Derecho Comercial Marítimo.
6ª. De la sucesión por causa de muerte.
7ª. Del Derecho Penal.
Las siete partidas tuvieron gran autoridad doctrinal. Ya vimos el lugar que
el Ordenamiento de Alcalá le atribuyó en el orden de prelación de las leyes
castellanas.
(e) Las Leyes de Toro. Fueron promulgadas en 1505 por Fernando El Católico,
y deben su nombre a que fueron expedidas por las Cortes de Toro reunidas a
la muerte de Isabel para proclamar reina a Doña Juana, La Loca.
Las Leyes de Toro son 83 y se ocupan principalmente del matrimonio,
herencias, bienes dótales, mayorazgos y vinculaciones.
(f) La Nueva Recopilación de Castilla, preparada para llenar los vacíos de
compilaciones anteriores y tratar de borrar la confusión reinante. Esta
Recopilación, promulgada por Felipe II, repite el orden de prelación indicado
por el ordenamiento de Alcalá, que había sido repetido en las Leyes de Toro.
(g) La Novísima Recopilación de las Leyes de España, obra de Juan de la
Reguera Valdelomar relator de la Cancillería de Granada. Fue promulgada en
1805. Está inspirada en la Nueva Recopilación auque sigue un método distinto
y “con la censurable particularidad, dice DE BUEN, de que la leyes que la
Nueva Recopilación NO incluía, se declaran subsistentes”.
De la Novísima Recopilación se ha afirmado que no rigió en América por no
haberse dictado, por causa de las luchas emancipadoras; la cédula que
autorizaba su aplicación. Jorge Illueca dice sobre el particular: “Esta opinión ha
sido combatida con enumeración de hechos y argumentos poderosos. En el
caso del territorio panameño, bástenos decir que de acuerdo con lo dispuesto
en la Ley de 13 de mayo de 1825 decretada por la República de Colombia
(Codificación Nacional de todas las Leyes de Colombia, Tomo V, Pág. 151) y
que rigió en Panamá, La Novísima Recopilación de Las Leyes de España se
aplicó en esos otros territorios, pues la ley mencionada se refería en su art. 2° a
la prohibición de la aplicación de las leyes pragmáticas, cédulas, órdenes y
decretos del Gobierno Español. Posteriores al “18 de marzo de 1808”. La
Novísima Recopilación es del año 1805, y por ser anterior a la fecha indicada
en esta disposición fue factible su aplicación, aún después de la independencia
de España.

22- DERECHO INTERMEDIO


Llamamos Derecho Intermedio al que rigió dentro del lapso que va desde la
emancipación de España hasta que entró en vigencia el Código Civil de la
República de Panamá el 1° de octubre de 1917.
Subdividimos el Derecho Intermedio en cuatro periodos:
1. Periodo de la Unidad Legislativa.
Este periodo se extiende hasta 1853.
Tras independizarse de España, Panamá se unió a Colombia y quedó sometida
a las leyes Colombianas.
Al respecto el Artículo 188 de la Constitución de 1821 estableció:
“Se declaran en toda su fuerza y vigor las leyes que hasta
aquí han regido en todas las materias y puntos que directa o
indirectamente no se oponga a esta constitución ni a los
decretos leyes que expidiere el Congreso.”
También es de suma importancia la Ley Colombiana de 12 de
mayo de 1825 que dice:
“Articulo 1°. El orden con que deben observarse las leyes en
todos los tribunales y juzgados de la República civiles,
eclesiástico o militares, así en materias civiles como
criminales, es el siguiente:
“1. Las decretadas o que en lo sucesivo decretare el poder
legislativo;
“2. Las pragmáticas, cedulas, órdenes, decretos y ordenanzas
del gobierno español, sancionados hasta el “18 de marzo de
1808”, que estaban en observancia bajo el mismo gobierno
español en el territorio que forma la República;
“3. Las Leyes de recopilación de Indias;
“4. Las de la Nueva Recopilación de Castilla; y
“5. Las de las Siete Partidas.
“Articulo 2°. En consecuencia, no tendrán vigor ni fuerza
alguna en la República las leyes, pragmáticas, cédulas,
órdenes y decretos del Gobierno español posteriores al “18”
de marzo de 1808 ni los expresados en el artículo anterior en
todo lo que directa o indirectamente se opongan a la
constitución o a las leyes y decretos que haya dado o diere el
Poder Ejecutivo.”
Durante este periodo se dictaron leyes importantes enumeradas en
el trabajo del doctor Illueca, páginas 99 y 100 del Boletín ya
mencionado.
1. Periodo del Código Civil del Estado Soberano de Panamá.
En 1853 el Ejecutivo colombiano fue autorizado para contratar la
preparación de proyectos de Códigos. En 1862 entró a regir el Código Civil del
Estado Soberano de Panamá, cuyo principal autor fue Gil Colunje. Dicho
Código fue directamente inspirado por el Código Civil Chileno de 1857, con la
diferencia de que tiene un Libro Quinto sobre Notariado y Registro de
Instrumentos Públicos, de que carece éste. El Códigos Civil del Estado
Soberano sufrió modificaciones y complemento por vía de varias leyes
pormenorizadas en el trabajo del Dr. Illueca, pág. 107. Regio hasta 1887, en
que entró a regir el Código Civil de la República de Colombia, consecuencia de
la restauración de la unidad legislativa proclamada en la constitución de 1886.
2. Periodo del Código Civil Colombiano.
El Código Civil colombiano marcó un nuevo periodo en nuestro régimen
jurídico civil. Sigue casi a la letra el Código de Bello, que también ha servido de
modelo a otros países de América. También el Código Civil colombiano es
objeto de modificaciones por medio de leyes posteriores (véase Illueca, obra
citada págs. 188 y ss.).
2. Periodo de la Republica anterior al Código Civil panameño .
La legislación colombiana continuó rigiendo en Panamá, pues se dispuso
en el artículo 147 de la Constitución de 1904 que “Todas las leyes, decretos,
reglamentos, órdenes y demás disposiciones que estuvieron en vigor al
promulgarse esta Constitución, continuarán observándose, en cuanto no se
opongan a ella ni a las Leyes de la Republica de Panamá”.
La Ley 37 de 1904 dispuso específicamente que, con las reformas y
alteraciones que exigiera su adaptación a la nomenclatura nacional y en cuanto
no se opusieran a los decretos legislativos expedidos por la Junta de Gobierno
provincial, a la Constitución y a las Leyes de la República de Panamá,
continuarían en vigor, en la República, los Códigos y las leyes colombianas que
regían en el antiguo Departamento de Panamá el 2 de noviembre de 1903.
A raíz de nuestra independencia de Colombia, se inició un movimiento para la
elaboración de una codificación en armonía con las necesidades de nuestro
nuevo status. La Ley 37 de 1904
Contempló la creación de una Comisión Codificadora y autorizó al Ejecutivo
para hacer los nombramientos del caso.
Pero la tarea de darnos un Código Civil propio no fue fácil.
En honor a la justicia debe hacerse presente que en 1904 el Dr. Facundo Mutis
Durán preparó y completó un proyecto de Código Civil que fue presentado a la
Asamblea Nacional en 1906, sin que ésta le diese consideración.
Se allí en adelante, declinaron los esfuerzos en pro de una codificación
nacional. Y si en Francia fue necesario un Napoleón Bonaparte para hacer
surgir el Código Civil francés, en Panamá ello sólo fue posible por la voluntad
sostenida de ese insigne estadista y gobernante que fue el Dr. Belisario Porras.
Por Decreto 127, de 26 de septiembre de 1913, creó el Dr. Porras una nueva
Comisión Codificadora compuesta por los doctores Carlos A. Mendoza,
Santiago de la Guardia, Harmonio Arias, Julio J. Fábrega, Ricardo J. Alfaro,
Luis Anderson y Ángel Ugarte, y en el mismo texto disponía que para la
confección del Código Civil se tomaría como base el proyecto del Dr. Facundo
Mutis Durán.
Después, por Decreto 141, del 6 de noviembre de 1913, se encargó de la
redacción del Proyecto de Código Civil al Dr. Carlos A. Mendoza.
Por la Ley 49, de 29 de diciembre de 1914, se fijaron las bases que la Comisión
Codificadora debía utilizar para la redacción de los Códigos, entre ellas las del
Código Civil.
El Dr. Mendoza, distinguido jurista y hombre público, falleció poco antes de la
fecha en que los Códigos debían quedar terminados.
No obstante todos estos inconvenientes, los Códigos fueron presentados a la
Asamblea Nacional el 10 de agosto de 1916, habiendo concurrido a la tarea de
elaborarlos no sólo los miembros de la Comisión Codificadora, sino que
también la Corte Suprema de Justicia, los Secretarios de Estado y el propio
Presidente de la República, Dr. Belisario Porras; y mediante Ley 2ª. De 22 de
agosto de 1916, quedaron aprobados los Códigos presentados, disponiéndose
ulteriormente que el Código Civil entrara a regir, como lo hizo, el 1° de octubre
de 1917. El periodo que nos ocupa llega, pues, hasta el 1° de octubre de 1917
en que entró en vigencia el Código Civil panameño.
Durante él se expidieron leyes sobre materias de Derecho Civil enumerados
por el Dr. Illueca en su trabajo tantas veces mencionado.

23. DERECHO NUEVO.


Se llama etapa del Derecho Nuevo en la historia de nuestro Derecho Civil,
la que se inicia con la vigencia del Código Civil de la República de Panamá, el
1° de octubre de 1917, y que se extiende hasta el presente.
Al respecto cabe preguntarse: cuál fue el significado del Código Civil en el
momento histórico de su aprobación?
No formulo, con esto, una interrogante de orden técnico. A nadie escapa
que el Código civil que se ponía en vigencia era –y sigue siendo- obra de
transplante jurídico; y que no se ha de buscar en él la creación de fórmulas
cinceladas por una tradición jurídica panameña milenaria o siquiera secular,
aún inexistente. Pero sí hay en él adaptación inteligente de normas que, auque
tomadas de otras legislaciones, daban respuesta a urgencias y convicciones
arraigadas en lo profundo de la nueva nación.
No me refiero, tampoco, a detalles o pormenores de la nueva legislación
civil. Aludo al contraste, en lo vital, entre ella y la legislación colombiana que
nos había regido, a diferencias en grandes cuestiones de principio, reclamadas
por los panameños y que en el Código Civil colombiano resultaban negadas; y
que concreto así:
(1) se implantó – gracias al articulo 12 del Código Civil – el primer sistema
de control de la constitucionalidad que existió entre nosotros: “Cuando haya
incompatibilidad entre una disposición constitucional y una legal, se preferirá
aquella”, dijo el texto legal, y los jueces quedaron investidos, así, de la
potestad necesaria para mantener la integridad de la Constitución Nacional.
(2) se secularizó el matrimonio y se abolió la incapacidad a la mujer
casada. A lo largo de un proceso que se cumplió mediante la expedición de
leyes diversas en los primeros años de vida independiente, entre ella la Ley 17
de 1911 y la Ley 44 de 1912 sobre Divorcio y Registro Civil, respectivamente,
culminó en el Código Civil la tarea de dar, en materia de Derecho de Familia, al
César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios.
Se despojo al matrimonio, en lo jurídico, de su carácter sacramental propio de
la religión y, como tal, perteneciente al fuero interno de cada cual; y surgió
como contrato de carácter social, eminentemente civil y disoluble.
“Encargo el Estado de velar por los intereses de las familias, intervenir
directamente en la constitución de ellas por medio del matrimonio civil, lo
mismo que al tratarse de la disolución del vinculo; actos jurídicos que son de su
exclusiva competencia…” expreso el codificador panameño, y agregó:
“El concepto natural y social de la mujer se ha equiparado ya al del hombre en
fuerza de la justicia…”.
El efecto, desapareció la incapacidad de la mujer casada, que bajo la
legislación colombiana vivió el régimen de sociedad conyugal con sus bienes
administrados por el marido y sometida a una potestad marital, que le vedaba
actuar por si sola en el mundo jurídico; y resultaron igualados en capacidad,
derechos y obligaciones, los cónyuges, implantándose el régimen de
separación de bienes, en virtud del cual cada cónyuge queda dueño y dispone
libremente de los bienes que tenia al contraer matrimonio, de los que adquiera
durante él por cualquier titulo, y de los frutos de unos y otros.
(3) Se estableció un nuevo sistema de registro de la propiedad que innovó
profundamente en el sistema colombiano, donde la inscripción de bienes
inmuebles era sólo requisito, prueba y garantía de la posesión pero no título de
dominio, lo cual logró el nuevo Código Civil, eliminando y reduciendo a un
mínimum los anteriormente numerosos conflictos sobre propiedad de
inmuebles, para estímulos del crédito territorial y beneficio del desarrollo
económico nacional; y
(4) Se impuso la libertad de testar.
Puso fin el Código Civil al régimen de las asignaciones forzosas heredado de
Colombia, sobre el cual ninguna persona podía disponer libremente de sus
bienes por testamento, sino que sólo de una cuarta parte, pues el resto estaba
destinado a legítimas y mejoras.
Desaparecieron así, la legítima, en virtud de la cual el testador debía
obligadamente dejar la mitad de su herencia a ciertos herederos llamados
legitimarios, y la cuarta de mejoras, que era una cuarta parte de la cual el
testador sólo podía disponer para favorecer a sus descendientes legítimos y
dejaba el ámbito de libertad de testar reducido a la cuarta parte restante de su
patrimonio, llamada cuarta de libre disposición.
Bajo el Código, el testador pudo, por fin, dejar libremente sus bienes a
quienquiera escogiese, con la sola limitación de dejar asegurados los alimentos
de sus hijos, hasta su mayoría si son menores, y por toda la vida si son
inválidos; y a sus padres y a su cónyuge que carezcan de bienes, mientras los
necesiten.
“Reforma tan sabia y liberal como esta – expresa la Exposición de Motivos
sobre el Código Civil – clamaba por su establecimiento en nuestra Republica,
que mediante ella se coloca al nivel de las naciones más adelantadas,
poniendo fin a la tutela legal que hasta aquí se ha venido ejerciendo sobre los
padres de familia en materia de disposición de bienes para después de su
muerte. Nadie mejor que el padre puede arreglar la división de sus bienes entre
sus hijos”.
Control de la constitucionalidad, secularización del matrimonio y la familia,
nuevo régimen de la propiedad inmueble, supresión de las asignaciones
forzosas e implantación de la libertad de testar, son tan solo algunos de los
rasgos salientes del entonces nuevo Código Civil, que respondió en verdad a
un férvido anhelo por forjar, sobre bases de libertad civil e igualdad, un molde
de paz, de concordia y de progreso para la vida de la gran familia panameña.
Desde entonces ha regido ese Código, sin perjuicio de sufrir, como ha sufrido,
sensibles reformas y transformaciones.
No podía ser de otra manera. Técnicamente, el Código representó un esfuerzo
precipitado de hombres de buena voluntad, gran inteligencia y hondo
patriotismo, que tenían que proveer a la satisfacción, de uno u otro modo, de
una sentida necesidad jurídica nacional; y lo hicieron por la vía de la adaptación
y el transplantes de normas que buscaron en el Código de Colombia, iluminado
por el genio de Andrés Bello, en el Código Civil de España, inspirado por
García Goyena, y en el de Costa Rica de 1888, para sólo mencionar los
principales.
“A pesar de no estar desprovisto de preceptos de cuño propio – como bien lo
dijo el ilustre Demófilo De Buen – el Código Civil de Panamá es una
ensambladura de normas, en su parte mas importante de triple origen, que al
imperfecto ajuste de sus materiales diversos y al descuido de ciertos retoques
que exigía el acoplamiento, debe su defecto más acusado…”.
A nadie extraño, por lo tanto, que desde los primeros momentos de su
vigencia, surgiesen dudas sobre el alcance y sentidos de sus disposiciones que
hicieron necesario expedir leyes reformatorias y complementarias del Código,
entre ellas la muy extensa Ley 43 de 1995, pero con estas enmiendas moldeó
la vida del hombre panameño; y en la perspectiva que nos permite el tiempo
transcurrido, nos atrevemos a afirmar que más que índice de imperfección o
inutilidad del Código, los cambios y las innovaciones en él introducidos y la paz
y estabilidad reinante en el ámbito propiamente regido por el Código Civil,
prueba son de su bondad y de su actualidad normativa dinámicas.
Ninguna legislación es estática. “Las transformaciones del orden político y el
sucesivo incremento del poder y de la riqueza –dijo don Andrés Bello – influyen
sobre las costumbres, como las costumbres sobre el derecho civil, que es en
todas partes su imagen. El derecho de una nación, semejante a su lengua, no
está nunca fijo y su existencia es una serie continua de alteraciones y
mudanzas. De aquí la necesidad de refundir de tiempo en tiempo la legislación
escrita”.
Y el Código Civil de Panamá, con sus ripios y sus deficiencias, con esa
composición heterogénea que un día nos movió a llamarlos “colcha de
retazos” no por irrespetuoso desprecio sino por usar una frase descriptiva de
valor didáctico, ha acompañado a la nación en la ruta ascendente de ésta y las
transformaciones de todo orden impuestas por el inevitable devenir, no ha
encontrado en él al obstáculo inconmovible que logra cerrar el paso a la
corriente del progreso en lo social, en lo económico y en lo político; por el
contrario, lo magistral de sus fórmulas ha contribuido a la tarea de superar las
fallas y debilidades del pasado y le ha permitido también, al costo de
enmiendas menores, mantenerse en armonía con las nuevas.
Allí está, por ejemplo, la transformación experimentada en el régimen de la
filiación. Cayeron por tierra las artificiosas categorías de hijos, para igualarlos;
desaparecieron las calificaciones infamantes que venia recogiendo el Registro
Civil, y bastaron varios pronunciamientos de inconstitucionalidad por parte de la
Corte Suprema de Justicia y la expedición de la Ley 60 de 1946, para
conformar al Código Civil con el cambio profundo que en la materia impuso la
Constitución Nacional.
Por ello, a cinco décadas y media de vigencia de nuestro Código Civil,
llegamos a conclusiones positivas definitivamente favorables a él y a su
reconocimiento como obra jurídica de inestimable valor.

24- PLAN DE NUESTRO CODIGO CIVIL.


El plan del actual Código es el siguiente:
Titulo Preliminar: De la Ley, sus efectos, interpretación y aplicación,
definición de
Varias palabras de uso frecuente y de las derogaciones de las Leyes.
Libro I – De las personas
Libro II – De los Bienes y de su dominio; posesión, uso y goce
Libro III – De la Sucesión por causa de muerte y de las donaciones entre
vivos
Libro IV – De las obligaciones en general y de los contratos
Libro V – Del Notario y Registro Público
El plan transcrito fue objeto de estudio por parte de Demófilio De Buen,
quien le formuló, en resumen, las siguientes críticas:
(1) Carece de una Parte General;
(2) Enlaza el Derecho de las Personas y el Derecho de Familia, cuando son
dos materias que tienen cada una sustantividad propia, y deberían formar libros
separados;
(3) Une la Donación entre vivos y las Sucesiones, en el Libro III, cuando la
donación, como contrato, debería estar en el Libro IV;
(4) Coloca en el Libro IV las obligaciones del contrato de bienes con ocasión
del matrimonio, cuando éste debería tratarse en el Libro que se ocupa del
Derecho de Familia; y
(5) Se ocupa de la usucapión en el Libro IV, no obstante referirse aquél a los
derechos reales; y, conjuntamente, de la prescripción de las acciones,
institución distinta de la anterior y que debería tratarse en la Parte General por
preferirse a derechos de otra especie y no sólo a las obligaciones.

25- REFORMA AL CODIGO CIVIL Con respecto al Código Civil actual


cabe preguntarse si ha de seguirnos rigiendo, si debe ser sustituido o si
procede reformarlo.
“Una cultura jurídica – ha dicho certeramente en relación con ese tema el
jurista argentino Alfredo Orgaz – no se improvisa, ni en virtud que acompaña a
los pueblos jóvenes. Van a presunción sería, al contrario, querer obrar como
los pueblos maduros. Y aún estos suelen enseñan prudencia…”.
Es que el tema de la reforma del Código Civil rebasa los límites de lo nacional.
Lo confirman casi todos los países del mundo, que viven ese problema. Y si
algunos, como Italia desde 1942, han dado ya un paso hacia delante
superando su legislación anterior, otros, como Francia y muchas de las
naciones de nuestra América se encuentran en franco periodo de estudio ante
lo que llaman “la revolución de los hechos contra el Código”.
Se reconoce por todos la necesidad de una transformación; pero admitida esa
verdad, el problema fundamental se centra en cómo llevar a cabo la Reforma.
Las opiniones varían de país a país, para los juristas chilenos y los franceses
es preferible la reforma parcial, es decir, la que se cumple enmendado el
Código ya existente. “Es exacto que un Código no es un simple conglomerado
de preceptos, pero tampoco es, ciertamente, un bloque de una sola pieza que
impongan el dilema inexorable: se deroga o se mantiene, pero no se le puede
tocar. Los Códigos, al contrario, en razón de su permanencia, nacen con el
natural destino de ser reformados parcialmente a medida que las nuevas
necesidades lo requieren: no hay ninguno, aún entre los modernos, que haya
escapado a esta suerte”.
Para otros, es preferible la reforma integral, el cambio de un Código por otro,
ente los peligros de las reformas parciales, pues los Códigos, se afirma, no
deben ser objeto de enmiendas, de parches que en una pluralidad de
ocasiones engendran contradicciones.
Personalmente considero que el problema de la reforma del Código Civil debe
ser resuelto por cada país a la luz de su propia realidad.
Por cuanto a Panamá concierne, cincuenta años de existencia demuestra la
bondad del Código Civil. Y si este no fue producto auténtico de una cultura
jurídica panameña, no es menos cierto que a lo largo de nuestra vida
republicana ha penetrado en lo hondo del alma nacional y echado raíces en
ella.
Por ello, en la tarea de reformar el Código Civil ha de recordarse que sólo un
Derecho con raíces históricas, responderá a las necesidades del pueblo
panameño, y me parece oportuno dedicar las palabras de José Trureta
Goyena:
“Un país que corta sus amarras con el pasado en un país que muere una vez
en cada generación; que empieza y continua; que se olvida de lo que iba
diciendo; que vive sólo en el presente, que es la manera de no haber vivido
nunca y de no llegar a vivir jamás”.

26- PROYECTO DE CODIGO CIVIL DE 1970


Mediante Decreto de Gabinete N° 121, de 8 de mayo de 1969, el Gobierno
Nacional, en virtud de iniciativa del Presidente de la Corte Suprema de Justicia,
Lcdo. Ramón Palacios P., creó una comisión codificadora, encargada de
elaborar los proyectos de Códigos: Administrativos, Civil, Penal y Judicial.
“El propósito – dice Jorge Fábrega P. era el de dotar al país de nuevos
instrumentos jurídicos acorde con las profundas transformaciones que había
sufrido la sociedad, y las concepciones políticas que habían superado el
liberalismo individualista que animan los Códigos nacionales vigentes”.
La Comisión Codificadora que se designó quedó presidida por el presidente
de la Corte Suprema y por los comisionados siguientes: Galileo Solís,
encargado del Código Administrativo; Narciso E. Garay, para el Código Civil;
Arístides Royo, para el Código penal; Marcelino Jaén y Jorge Fábrega P.,
conjuntamente, para preparar el Código Judicial. Se nombro como secretario
de la Comisión a Juan Aparicio.
En cumplimiento del honroso encarado que se me confirió, preparé y entregué
un Proyecto de Código Civil y uno de Ley de Introducción.
El plan que se ha seguido responde a las observaciones críticas de
Demófilo De Buen, excepto que el Libro V, sobre Notariado y Registro Publico,
que él recomendó segregarlo del Código Civil, se mantiene en el proyecto
como Libro VI por razones de tradiciones históricas.
El Titulo Preliminar Sobre la Ley, que figura en el Código vigente,
desaparece en el Proyecto, y la materia respectiva es objeto de la Ley de
Introducción, complementaria del Proyecto.
Las materias están distribuidas en el Proyecto de Códigos Civil así:
Libro I - PARTE GENERAL
Libro II - DERECHO DE LAS OBLIGACIONES
Libro III - DERECHO DE LAS COSAS
Libro IV - DERECHO DE FAMILIA
Libro V - DERECHO SUCESORIO
Libro VI - DEL NOTARIADO Y REGISTRO PÚBLICO.
Es oportuno, con relación a cada unas de las partes en que se divide el
proyecto de Código, hacer un breve comentario.
El Libro I, que versa sobre la PARTE GENERAL:
a) Trata de las personas como supuesto de todas las relaciones jurídicas,
regulándose los derechos de la personalidad, que pasan prácticamente
desapercibidos en el actual, el fenómeno de las asociaciones y fundaciones no
reconocidas y el de los comités;
b) Trata también de los actos o negocios jurídicos, diferenciándolos del
concepto de contrato, que es sólo una especie importante de aquellos;
c) Regula el ejercicio de los derechos; y
d) Ubica debidamente los preceptos sobre la influencia del tiempo en las
relaciones jurídicas, tratando de la prescripción (separadamente de la
usucapión) y de la caducidad, que es concepto que se ignora en el Código
Civil.
El Libro II, sobre DERECHOS DE LAS OBLIGACIONES:
a) Reubica y redenomina la materia que el Código actual trata en el libro IV
como “De las obligaciones en General y de los Contratos”, cuando de hecho se
ocupa no sólo de los contratos sino que de los demás fuentes de las
obligaciones;
b) Trata de estas relaciones jurídicas con mira a hacer innecesaria la existencia
de dos legislaciones sobre la metería, pues hoy tratan de las obligaciones tanto
el Código Civil como el Código de Comercio;
c) Elimina confusiones y llana vacíos del actual Código; regula el pago con
subrogación de modo que no se confunda con la novación por cambio de
acreedor; trata específicamente de la mora del acreedor; de los derechos
auxiliares de éste, de la dación en pago y del mutuo disenso; desarrolla de
manera completa la teoría general del contrato, incluyendo la formación del
consentimiento, la responsabilidad precontractual, la cesión de contrato y la
terminación del contrato por excesiva onerosidad, que son temas esenciales
del Derecho Civil moderno sobre los cuales el Código vigente guarda silencio;
d) Contempla todos los contratos conocidos, entre ellos el estimatorio, el de
suministro, de empresa, de servicios profesionales, los contratos bancarios, el
mandato de crédito y diversas clases de sociedades, el contrato de edición, de
difusión por radio, televisión y cinematografía, y de grabación y representación
teatral o escénica, ignorados en el Código presente;
e) Establece normas generales sobre las promesas unilaterales y los títulos de
crédito, y sobre el enriquecimiento sin causa, fuente de obligaciones que
reclama desde hace mucho tiempo la atención expresa de nuestro legislador.
El Libro III, sobre DERECHO DE LAS COSAS, mantiene en sus grandes
lineamientos las disposiciones con el nuevo enfoque de la propiedad privada,
que reconoce que ésta tiene una función social e impone deberes al
propietario; además, se desarrollan en él, sistemáticamente, los modos de
adquirir, dándole su lugar propio a la tradición – antes incluidas en las
disposiciones sobre compraventa- y a la usucapión, que antes figuraban como
prescripción adquisitiva. También se incluyen disposiciones sobre el moderno
fideicomiso y sobre la propiedad horizontal, instituciones de gran actualidad.
El Libro IV, sobre DERECHO DE FAMILIA, desarrolla las nuevas ideas, ya
proclamadas desde la Constitución de 1946 en materias de relaciones
familiares, contempla el matrimonio en sus formas civil y religiosa, así como la
unión de hecho, que es un matrimonio por equiparación; aclara el valor jurídico
de los matrimonios consulares; establece responsabilidades para el caso de
incumplimiento de la promesa de contraer matrimonio, sin causa grave; trata
del régimen de bienes entre cónyuges, que regula el Código entre los
contratos; regula la filiación en el plan humano y no discriminatorio, como lo
exige un sentido universal de justicia, la patria potestad conjunta y el patrimonio
familiar.
El Libro V, sobre DERECHO SUCESORIO, pone en armonía con las nuevas
concepciones en materia de familia lo dispuesto en materia de sucesiones
intestadas, donde los hijos heredan por igual sin distingos entre ellos; se da
mayor entidad a los derechos del cónyuge sobreviviente en la herencia del
difunto y se mantiene el principio de la libertad de testar en contra de las
arcaicas asignaciones forzosas del régimen anterior a nuestra independencia.
El Libro VI, sobre NOTARIADO Y REGISTRO PUBLICO, mantiene lo
dispuesto en el Libro V del actual Código. Este Libro sigue una tradición jurídica
que nos viene desde el Código Civil del Estado Soberano de Panamá donde un
Libro sobre esta materia apareció por primera vez en el Código. Posiblemente
este Libro desaparezca, cuando puedan expedirse dos grandes leyes, una
sobre Notariado y otra sobre Registro Públicos, que propiciaba Demófilo De
Buen y que podrían existir independientemente del Código.
Sobre el movimiento de reformas de los Códigos Administrativo, Civil, Penal y
Judicial pueden ustedes leer “La Nueva Codificación”, articulo de Jorge
Fábrega Ponce, notable jurista panameño, miembro de la Comisión
Codificadora, que aparece publicado en la Revista “LOTERIA” N° 178-179, de
septiembre – octubre de 1970.

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