Caso Modulo 3 Unidad 1
Caso Modulo 3 Unidad 1
Caso Modulo 3 Unidad 1
Resolución judicial
DELITOS CONTRA LOS DERECHOS DE LOS TRABAJADORES: No facilitar los medios necesarios para que los
trabajadores desempeñen su actividad con las medidas de seguridad e higiene adecuadas: inexistencia:
accidente laboral: caída del trabajador al suelo desde un tejado sin que en el momento del accidente
existiesen en la obra medidas de protección colectiva y sin que el trabajador hiciese uso de casco o
cinturón de seguridad ni conste que tuviera a su disposición tales elementos o existiera anclaje para su
aseguramiento: ausencia de una situación de desentendimiento del técnico de sus deberes de control
respecto de la obra.
Jurisdicción: Penal
ANTECEDENTES DE HECHO
PRIMERO
El Juzgado de lo Penal núm. 1 de Santiago en el procedimiento y fecha referidos dictó sentencia cuyo
Fallo, era del tenor literal siguiente: "Que debo condenar y condeno al acusado Lucas y a Luis Enrique,
como responsables en concepto de autores de un delito de imprudencia grave y un delito contra los
derechos de los trabajadores, de los arts. 316 y 152-1° del Código Penal , concurre la circunstancia
atenuante de dilaciones indebidas del art. 26-1° del Código Penal, procede imponer a cada uno de los
acusados la pena de prisión de 6 meses con inhabilitación especial para el ejercicio del derecho de
sufragio pasivo durante el tiempo que dure la condena, y 6 meses de multa con una cuota diaria de 3
€/día, con una responsabilidad personal subsidiaria de un día de privación de libertad por cada dos
cuotas diarias no satisfechas, que podrá cumplirse en régimen de trabajos en beneficio de la comunidad,
por el delito contra los trabajadores, y la pena de 3 meses de multa con una cuota diaria de 3 euros /día,
con una responsabilidad personal subsidiaria de un día de privación de libertad por cada dos cuotas
diarias no satisfechas, que podrá cumplirse en régimen de trabajos en beneficio de la comunidad, por el
delito de lesiones, igualmente con la responsabilidad civil directa de la entidad aseguradora "SEGUROS
MUSSAT", y subsidiaria de "CONSTRUCCIONES TRASANCOS SL", deberán indemnizar a Darío en la
cantidad de 34.305.75 €, cantidad que devengará el interés del art. 20 de la Ley de Contrato de Seguro a
cargo de la aseguradora condenada, asimismo, cada uno de ellos deberá abonar el pago de 1/4 de las
costas procesales. Que debo absolver y absuelvo a Marco Antonio, Jorge y a la entidad aseguradora
"ASEMAS MUTUA DE SEGUROS" de la acusación inicialmente formulada declarando 2/4 de las costas de
oficio".
SEGUNDO
Notificada dicha sentencia a las partes, por las representaciones de los referidos DON Darío, DON Lucas
y DON Luis Enrique se interpusieron sendos recursos de apelación, que se formalizaron en legal forma,
con fundamento en las consideraciones legales que dejaron consignadas, interesando la revocación de
HECHOS PROBADOS
Se modifican los Hechos Probados de la sentencia apelada y se declara expresamente como probado
que la empresa constructora Trasancos SL realizaba una obra en Pejariños (Bertamiráns). El gerente de
la empresa y encargado de dirigirla era el acusado Lucas, mayor edad y sin antecedentes penales. La
dirección de la ejecución de la obra correspondía al acusado Luis Enrique, arquitecto técnico, mayor
edad y sin antecedentes penales. El día 10-10-2001, cuando Darío, trabajador de la empresa, se
encontraba encima del tejado realizando tareas en la cubierta, sufre una caída al suelo sin que en dicho
momento existiesen en la obra medidas de protección colectivas, tales como vallas o redes, para
prevenir una caída desde el tejado, sin que el trabajador hiciera uso de casco o cinturón de seguridad ni
conste que tuviera a su disposición tales elementos o existiera anclaje para su aseguramiento. Como
consecuencia de la caída a Darío se le causa fractura de la meseta tibial de la rodilla derecha, fractura de
la décima y undécima vértebras dorsales, fractura del 4° arco costal, neumotórax derecho y
neumomediastino y hematoma intranural aórtico y paraaórtico, lesiones de las que tarda 264 días en
obtener la sanidad, de los cuales 73 fueron de hospitalización, 60 impeditivos y 131 no impeditivos
quedándole como secuelas: rigidez dorso-lumbar leve secundaria a fracturas vertebrales, fractura
acuñamiento del 25% de la tercera vértebra dorsal, fractura acuñamiento del 50% décima vértebra
dorsal y fractura acuñamiento del 25% de la undécima vértebra dorsal todo lo cual produce una
incapacidad genérica permanente. En el momento del accidente se encontraba trabajando en la obra,
además de Darío, Sergio, que se encontraba en la misma situación de riesgo que el trabajador
accidentado. La obra estuvo paralizada durante varias semanas desde la conclusión de la estructura en
el mes de agosto durante varias semanas sin que el constructor comunicase al arquitecto técnico que se
había reanudado o iba a reanudar hasta varios días después de acaecido el accidente.
FUNDAMENTOS DE DERECHO
Se aceptan los de la sentencia apelada salvo en lo que difieran de lo que se expresará.
PRIMERO
A- El recurso del arquitecto técnico condenado tiene como sustento fáctico esencial que la obra no se
llevaba a cabo de manera continuada, sino que al tratarse de una obra de menor entidad -una casa
unifamiliar- y ejecutarse por la empresa empleadora del lesionado sólo la estructura y el tejado, se
producían paralizaciones y que él no supo que el empresario había reanudado en octubre la
construcción, tras estar paralizada desde el mes de agosto, hasta que ya días después del accidente fue
avisado por él. La sentencia no examina el argumento pese a haberse insistido sobre él por la defensa y
al efecto ha de apreciarse, en primer término, que el libro de visitas aportado refleja que la obra estaba
paralizada desde el hormigonado de la placa de forjado de cubierta o techo de la planta alta realizado en
agosto, como se comprobó en las visitas de 12 y 27 de septiembre de 2001. En la siguiente acta de 16 de
octubre se hace constar que la obra se halla con el cerramiento exterior de la planta alta, se ordena la
colocación de barandillas en las ventanas balconeras de dicha planta y se hace constar que "el gerente o
constructor me avisa por telf. el día anterior (día 15/10/2001) de que comenzaron las obras", constando
este acta firmada por el gerente, mientras que las dos anteriores relativas a las visitas del mes de agosto
constan firmadas ese mismo día 16/10 por el promotor. Debe valorarse la fiabilidad de tales
documentos, pues pudiéramos estar ante un documento prefabricado o realizado con fines
autoexculpatorios para reflejar la paralización que el acusado invoca como argumento de defensa, pero
no hay motivos consistentes para estimarlo así cuando en el libro obran otras firmas, en particular del
constructor, que no se advierte qué interés podría tener en exculpar o diluir responsabilidades del
aparejador -contratado por el dueño de la obra y no por él-, siendo por ello particularmente ilustrativa
la admisión por el empresario, a través de la suscripción del acta, de que el aviso realizado al aparejador
del "comienzo" -en realidad, reanudación- se produjo días después de producido el accidente, mientras
que la suscripción tiempo después por el dueño de la obra de las actas relativas al período de
paralización ciertamente no permite constatar la fecha de las visitas, pero no es irrazonable que si no
estaba en las fechas de las visitas el constructor en la obra, que se diera cuenta de estas vicisitudes al
promotor de la misma y se hiciera constar la fecha real en que ello se hacía, por lo que no se constata
propósito tergiversador en el documento aportado.
Por otra parte, dado que la realización de la estructura databa del mes de agosto, parece verosímil que
se hubiera producido una interrupción de cierta entidad si a mediados de octubre -cuando se produce la
siguiente anotación- se constata que se estaba haciendo el cerramiento de la planta alta, que cabe
colegir de la declaración en juicio de la Inspectora de Trabajo que no estaba aún concluido cuando en el
mes de noviembre acudió a la obra, y cuando las labores que el perjudicado describió relativas a la
cubierta (colocación de los rastreles para lo cual estaba fijándolos con mortero) parecen indicar que no
había progresado sustancialmente la obra desde que dos meses antes estaba hecha tal estructura, lo
que no es incoherente con que sea a fines de octubre cuando se date la colocación de planchas de
fibrocemento en cubierta. La tesis que sostiene el propio constructor es aún más compatible con esta
interrupción, pues el día del accidente se estaba llevando a cabo el inicio del cerramiento de la planta
alta, pese a datar la conclusión de la estructura de dos meses antes.
ni supo decir si cuando ocurrió el accidente estaba hecho o iniciado el cerramiento de la planta alta. La
incoherencia de los testimonios de su hijo sobre su conocimiento de la marcha de la obra fue clamorosa,
oscilando con desatino entre el sostenimiento de que el día del accidente era el primero en que él
acudía a esa obra (de cuyo curso nada podía saber, por tanto) y la afirmación de que llevaba dos meses
trabajando en ella, por lo que nada cabe extraer como resultado de su declaración sobre este extremo,
como tampoco nada cabe derivar de las manifestaciones del testigo Sr. Ramón, cuyo nítido propósito -
como cabe percibir por la grabación del acto- fue el de pasar por el juicio sin decir nada que pudiera
comprometer a nadie, con un acabado repertorio de ignorancias, olvidos y respuestas conjeturales o
dubitativas, impresión ésta de falta completa de fiabilidad que fue capaz de extender al contenido de
sus declaraciones en fase de instrucción, no ratificadas sino más bien desacreditadas por el testigo en el
mismo tono ambiguo y elusivo, y ciertamente dado el talante mostrado por el testigo no se aprecia por
qué han de entenderse estas primeras declaraciones prestadas sin contradicción como creíbles y ciertas.
B- El recurso del arquitecto técnico (último párrafo del folio 433) no cuestiona la fundamentación
teórica que da la sentencia de sus deberes sobre la seguridad de la obra, que en todo caso el acusado
nunca cuestionó al haber señalado (declaración en fase de instrucción, no desvirtuada en juicio) que
asumió, de hecho y al ser el director de la ejecución de la obra, estas funciones. Partiendo en
consecuencia de sus deberes de control -no negados- sobre la observancia de las medidas de seguridad
normativamente exigibles en la ejecución de la obra, y sin perjuicio de que fuera al empresario a quien
competiera la provisión de los medios y ejecución de las tareas necesarias para el cumplimiento de
aquéllas, el argumento expuesto en el recurso cuya base fáctica se ha examinado incide de forma
relevante en elementos constitutivos de las infracciones que se le imputan e impiden la sanción penal
de su comportamiento.
Como ya se señaló en el fundamento anterior, la caída se produce al estar la víctima trabajando sobre la
cubierta que, a su vez, constituía el forjado superior de la planta alta o bajo cubierta de la edificación,
debiendo reputarse probado que en ese momento no existían barandillas o medidas colectivas de
protección relativas al riesgo de caída desde la cubierta y que no consta probado que existiera el
dispositivo (gancho, argolla o anclaje) que permitiera sujetar cinturones para evitar el riesgo de caída, ni
que el lesionado contase con ellos.
Este deber de prevención y evitación del riesgo de caída es elemento nuclear y esencial tanto en la
infracción imprudente de resultado como en la infracción del art. 316 CP por las que se condenó al
acusado y en ambos casos la material puesta en peligro del bien jurídico protegido ha de venir
acompañada del conocimiento o previsibilidad de que con la propia falta de cumplimiento de los
deberes de control sobre la seguridad de la obra se generaba tal peligro respecto de la integridad física
de quienes en ella trabajaban, siendo preciso ponderar si esta situación de riesgo era previsible o por el
contrario se escapaba a sus posibilidades de evitar la situación de peligrosidad generada.
Para poder apreciar este elemento subjetivo es imprescindible atender a las concretas circunstancias de
la construcción de que se trataba. La misma se había limitado a la estructura, concluida en el mes de
agosto, no se había trabajado en el mes de septiembre y no cabe reputar probado que hasta días
después del acaecimiento del accidente se hubiera puesto en conocimiento del director de la ejecución
de la obra que se iba a proceder a su reanudación y que se iban a llevar a cabo las tareas de cierre o
tabicado exterior de la planta alta y, sobre todo, a realizar trabajos sobre la cubierta.
El control sobre la ejecución de la obra y, en el caso, sobre la observancia de las necesarias medidas de
seguridad implica de forma necesaria la adopción por parte del obligado de las cautelas precisas para
tener conocimiento sobre el estado y evolución de las obras, pero sin que por otra parte pueda exigirse
al director de la ejecución ni una presencia física personal permanente o siquiera diaria en la obra que
ninguna norma impone, aunque ello tampoco permite auspiciar actitudes de consciente
desentendimiento sobre la marcha de la obra, pues esta ignorancia deliberada necesariamente implica
la asunción de que esta falta de control se pueda traducir en la situación de riego o lesión de la
integridad física de los trabajadores que el desenvolvimiento de la diligencia exigible hubiera podido
impedir. No estamos ante una obra cuyas dimensiones o características implicasen, formalmente o con
arreglo a criterios de razonabilidad, un planeamiento o previsión de que fuera a llevarse a cabo de
forma ininterrumpida o dotada de continuidad en sus diversas fases, y que, por ello, una vez iniciada la
ejecución haría exigible a su director un contacto con la misma a través de las visitas precisas para ello
que le permitieran detectar los incumplimientos de las medidas de seguridad que se pudieran producir e
igualmente mantener cierta capacidad de previsión sobre el curso de la obra de modo que ante su
lógico avance se incidiera en la prevención de riesgos que esta progresividad de la obra hiciera aparecer
como inminentes o al menos como próximos, aun cuando no fuera exactamente en ese punto o sector
de la obra donde se estuviera trabajando.
Cabría asumir que el deber de cuidado exigible comportase -en la línea apuntada en la oposición al
recurso y sin perjuicio de las consecuencias que pudieran extraerse en tal caso sobre el tipo aplicable a
las eventuales infracciones- que de saberse que la obra se reanudaba o se iba a reanudar en fechas
próximas, o de no haberse producido la interrupción tras la estructura y se tratase de una obra dotada
de continuidad, se adoptasen medidas relativas a la seguridad del trabajo sobre la cubierta aun cuando
la previsión de la obra pudiera ser que se llevasen a cabo previamente las tareas de cerramiento
(tabiquería exterior) de la planta superior, pues la presencia de trabajadores en la obra, la inmediatez
física entre una zona u otra o la eventual simultaneidad de ambas clases de trabajos hacían no
imprevisible la presencia sobre la cubierta de trabajadores, siendo necesaria la evitación del riesgo de
caída que en tal caso se generaría. Sin embargo, no cabe establecer a tenor de los datos obrantes en
autos una conclusión sobre la previsibilidad o conocimiento de la reanudación de la obra o de la
proximidad de tal momento, por lo que no cabe derivar responsabilidades penales para el director de la
ejecución de una obra que, en lo que al técnico competía, se hallaba paralizada y en la que por ello no
era concretamente previsible que se pudieran generar las situaciones de riesgo o lesión de las que
surgen las responsabilidades penales exigidas.
Cabe añadir que no consta que estemos ante una situación de desentendimiento del técnico de sus
deberes de control respecto de la obra. Constan documentadas visitas periódicas a la misma e
indicaciones realizadas en aspectos relativos a su seguridad de la obra, tanto anteriores como
posteriores al suceso lesivo, por lo que no cabe estimar que estemos ante una situación de ignorancia
deliberada o consciente desconocimiento del curso de la obra del que cupiera colegir que se asumía que
se desarrollase sin el control sobre tales aspectos que el técnico reconoció haber tomado a su cargo.
SEGUNDO
El argumento no puede aceptarse pues el lesionado siempre ha sostenido, con persistencia suficiente,
que subió a la cubierta siguiendo las instrucciones de su jefe para que se iniciaran allí los trabajos; las
manifestaciones del testigo Ramón, por su contradicción evidente, nada pueden auxiliar al efecto; las
declaraciones del hijo del lesionado no desmienten lo sostenido por el perjudicado, pues indicó que ese
día se trabajó en el tejado y que era el jefe quien daba las instrucciones, sin que exista contradicción
derivada de que en el momento de la caída él no estuviera sobre la cubierta, pues es verosímil que se
hallara realizando trabajos complementarios en la planta alta.
En este sentido debe destacarse que las conclusiones que se plasman en el acta de infracción derivado
de la visita de la Inspectora de Trabajo ratificadas en el plenario han de ser objeto, como cualquier
medio de prueba y sin que rijan presunciones de veracidad propias de otros ámbitos, de valoración
crítica y racional y al efecto debe destacarse que su conclusión fáctica sobre que la caída se produjo
desde esta planta alta y no desde el tejado no es lo que la prueba practicada en este proceso -no
discutida por nadie en ese concreto aspecto- ha demostrado, lo cual lastra en importante medida la
relevancia del informe pues las conclusiones del mismo derivan precisamente de la ausencia de medidas
de seguridad que impidieran la caída desde esa planta alta, cuando lo imputado es la ausencia de
medidas de seguridad para el trabajo sobre el tejado. Además, la propia inspectora reconoció en su
informe que por el tiempo transcurrido entre el accidente y la visita no cabría extraer conclusiones
sobre que lo visto en ese momento fuera la situación de la obra cuando el accidente acaeció,
deduciéndose de sus manifestaciones que había barandillas en esa planta alta cuando se produjo la
inspección, aclarando que su planteamiento fue claramente empírico al derivar del hecho objetivo de la
caída que no existían las medidas colectivas de protección o el uso de medidas individuales que lo
hubieran evitado, lo cual es de relativo interés a efectos del presente proceso pues la caída se produjo
en otro lugar de la obra y por ello no cabe, en tal lógica, deducir que no existían las medidas de
protección colectivas -ordenadas por el director de la ejecución de la obra en la visita de 27/7/2001-
relativas a ese nivel de forjado-techo de la planta baja. Por último, la perito no pudo ser precisa -lo que
no es extraño, dado el tiempo transcurrido- sobre cuál era el grado de desarrollo de la obra de
cerramiento de la planta alta que permitiera deducir o saber que efectivamente se estaba procediendo
a su inicio (primera hilera de ladrillos, como señala el acta) cuando se produjo el accidente.
Por todo ello, no hay motivo para deducir una falta de credibilidad de la persistente imputación al
acusado por parte del perjudicado de la instrucción de inicio de las obras en el tejado, pues no se ve
desvirtuada por prueba directa fiable ni cabe reputarla, a tenor del resto de datos objetivos aportado,
como inverosímil o dudosa, pues en primer término criterios de normalidad de los comportamientos y
de máximas de experiencia llevan a estimar que había de ser del jefe y dueño de la empresa que
diariamente llevaba a los trabajadores a la obra y les encomendaba las tareas a realizar de quien
procediera la decisión de trabajar en una determinada zona de la obra, y en segundo lugar, la
presumible realización ese día o en esas fechas de trabajos de cerramiento de la planta alta (se alude a
ellos en el parte del día 16/10/2001 ya aludido), en el grado de evolución que pudieran tener el día
10/10, no consta que sea incompatible con que a la vez alguno o algunos de los trabajadores llevaran a
cabo trabajos sobre la cubierta, por lo que debe confirmarse el criterio de la sentencia en este
particular.
En todo caso, lo que es nítido es que el perjudicado y su hijo, que se reputa probado que estuvieron en
el tejado, no hacían uso de estos elementos, en la hipótesis de que existieran, y que es al efecto
reveladora la declaración de la perito que recogió el reconocimiento del acusado sobre la falta de uso en
la obra de los equipos de protección individual. Por ello, siendo el empresario el responsable directo del
cumplimiento en la obra de las medidas de seguridad y del uso de los equipos de protección individual
conforme a lo normativamente previsto y a las especificaciones del plan de seguridad -que aquí no pasó
del estudio básico, como cabe deducir de las manifestaciones de la perito y del aparejador, pese a la
contradicción aparente de ello con el tenor del acta de inspección- como se deriva de los arts. 11 RD
1627/1997 de 24 de octubre , 3 del RD 773/97 de 30 de mayo y 14 y 17 Ley 31/95 , es nítido que no veló
en absoluto por el uso de los equipos de protección que pudieran existir cuando eran imprescindibles
para evitar el concreto peligro que del trabajo en el tejado derivaba, asumiendo con toda nitidez tal
peligro serio y real al ser consciente de que se trabajaba sin hacer uso de los mismos.
10
En consecuencia, no cabe estimar -se reitera- que su presencia y la de su hijo en el tejado obedeciera a
propias decisiones ajenas al empresario -y menos aún imprevisibles para él, a diferencia de lo expresado
anteriormente para el aparejador- y tampoco cabe apreciar concurrente en el curso causal un factor de
autopuesta en peligro del trabajador, que ni consta que contase con equipos individuales de protección
dotados de las sujeciones precisas que pudieran conjurar el riesgo concreto de caída, ni puede ser
derivada del simple hecho de que siguiese las órdenes del empresario, pues la percepción por el
trabajador de la peligrosidad que comportaba la ejecución de la tarea y sus correlativas facultades
legales de no llevarla a cabo (art. 21 LPRL) no equivale a la introducción de una conducta autónoma en
el curso causal que pueda invocar quien decidía sobre el curso de la obra y las medidas de seguridad que
tenía el deber de proporcionar y sobre cuyo efectivo uso y cumplimiento debía velar.
Excluida pues esta conducta del perjudicado como relevante, la omisión por el empresario de su deber
de cuidado sobre la integridad física de los trabajadores y de sus deberes de prevención de los riegos
derivados de la actividad constructiva aparece como grave y no hay por ello motivos para reducir la
sanción penal que la sentencia impone.
TERCERO
El recurso del lesionado pretende la elevación de las indemnizaciones que fueron establecidas en la
resolución recurrida...
FALLO
Por todo lo expuesto, vistos los preceptos legales citados, sus concordantes y demás de general y
pertinente aplicación, de conformidad con el artículo 117 de la Constitución, en nombre de SM el Rey,
por la autoridad conferida por el Pueblo español,
Que estimando el recurso de apelación interpuesto por la representación de DON Luis Enrique y
desestimando el interpuesto por DON Lucas frente a la sentencia de 26/10/2007 dictada por el Juzgado
de lo Penal núm. 1 de Santiago en los autos de juicio oral de ese Juzgado número 193/2005, se revoca
parcialmente la misma, de forma que definitivamente:
1. Se absuelve a DON Luis Enrique por los hechos enjuiciados y a la aseguradora MUSAAT de las
responsabilidades civiles impuestas...
2. Se mantienen el resto de pronunciamientos de la resolución recurrida.
11
La utilización no autorizada de esta obra, así como los perjuicios ocasionados en los
derechos de propiedad intelectual e industrial de la Universidad Europea de Madrid,
S.L.U., darán lugar al ejercicio de las acciones que legalmente le correspondan y, en su
caso, a las responsabilidades que de dicho ejercicio se deriven.