Directorio para Ministros Extraordinarios y Acólitos
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Directorio para Ministros Extraordinarios y Acólitos
MINISTROS EXTRAORDINARIOS
DE LA COMUNIÓN Y ACÓLITOS
Edita: Diócesis de Albacete
Delegación de Litúrgica y Música Sacra
C/. Salamanca, nº 10. Telf. 967 214 478. 02001 ALBACETE
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DIRECTORIO DIOCESANO PARA
MINISTROS EXTRAORDINARIOS
DE LA COMUNIÓN Y ACÓLITOS
DIÓCESIS DE ALBACETE
Índice
0. Decreto..................................................................................................................9
1. ¿Por qué un directorio?.............................................................................. 11
2. Eucaristía: don y misterio. Breve acercamiento
al sacramento de la Eucaristía................................................................ 12
3. Ministros de la comunión.......................................................................... 17
a. Ministro ordinario................................................................................... 17
b. Ministro extraordinario......................................................................... 17
c. ¿Qué es un acólito instituido?............................................................. 18
d. Diferenciar ministro extraordinario de la comunión y
visitador de enfermos................................................................................. 22
e. Modo de realizar el ministerio............................................................ 23
4. Anexos................................................................................................................ 25
a. Solicitud ministros.................................................................................. 25
b. Rito de presentación a la comunidad del ministro
extraordinario................................................................................................ 27
c. Rito para bendecir un ministro extraordinario ad actum........... 30
d. Celebraciones........................................................................................... 30
i. Rito de la comunión de enfermos por un ministro
extraordinario.................................................................................... 30
ii. Rito para la exposición del Santísimo Sacramento
por un ministro extraordinario..................................................... 37
iii. Celebraciones de la palabra en espera de presbítero..... 39
5. Bibliografía....................................................................................................... 47
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Sagrada Congregación para la disciplina de los sacramentos, Instrucción Inmensae carita-
tis, de 29 de enero de 1973,1,1.
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Este tesoro nos ha sido dado, es un don que Dios nos ha regalado
en la persona de Jesucristo para quedarse con nosotros, de un modo
cercano, como lo hizo en el pueblo de Israel con la tienda del encuen-
tro. Jesucristo nos comunica la misma vida divina en el don eucarísti-
co, que la Iglesia, con obediencia fiel, acoge, celebra y adora3.
Pero también es misterio, algo que nuestra mente limitada no pue-
de llegar a alcanzar por la sola razón, sino que necesita de la fe. Por
ello, la Eucaristía, tiene que ser adorada, porque es la misma perso-
na de Jesucristo, que real y sacramentalmente está presente en medio
de su pueblo esperando para ser adorado y para escuchar a sus hijos
amados. Mediante la comunión del cuerpo de Cristo, nosotros que so-
mos su Iglesia, alcanzamos cada vez más profundamente ser en Cristo
como sacramento o signo e instrumento de la unión íntima con Dios y
de la unidad de todo el género humano4.
La Eucaristía, según el Concilio tridentino fue dejada por Jesucris-
to a la Iglesia como “símbolo de su unidad y caridad, con la que qui-
so que todos los cristianos estuvieran entre sí unidos y estrechados”5.
“Nuestro Salvador, cuando estaba para salir de este mundo al Padre,
instituyó este sacramento en el que vino como a derramar las riquezas
de su divino amor hacia los hombres, componiendo un memorial de
sus maravillas, y mandó que, al recibirlo, hiciéramos memoria de Él
y anunciáramos su muerte hasta que Él mismo venga a juzgar al mun-
do”6.
Hasta aquí hemos visto tres cosas que nos han explicado de una
forma muy resumida y rápida qué es la Eucaristía: ese regalo de la
Trinidad al hombre, dejado por Jesús, para alimento del alma y como
unión de la Iglesia, cuerpo de Cristo. La Eucaristía como cualquier
otro sacramento nos muestra una realidad invisible en unos signos
3
Cf. Sacramentum Caritatis n. 8 (en adelante SaCa)
4
EE. n. 24
5
Denzinger H. y Hünermann P. El magisterio de la Iglesia, n. 1635 (en adelante DH.)
6
Ibid. n. 1638
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7
Cf. EE. n.8
8
Cf. DH nn. 1639 - 1642
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9
Sacrosantum Concilum n. 48 (en adelante SC)
10
EE. n. 10
11
Ibid. n. 19
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12
Cf. CIC. 911
13
Cf. Ritual de la Sagrada Comunión y del culto a la Eucaristía fuera de la Misa, n.17
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EG 169 – 173: el proceso formativo, es decir, el acompañamiento personal de los procesos
de
crecimiento, facilita la maduración del acto de fe y la interiorización de las virtudes cris-
tianas.
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Cf. GS 1
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SC 29
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Para poder ser instituido como acólito, debe de ser un fiel laico
bautizado y confirmado, ha de haber cumplido, al menos, los 25 años
de edad. Ha de ser una persona ejemplar en su vida cristiana, que se
distinga por su piedad eucarística, su amor a la Palabra de Dios, y ló-
gicamente, por su participación en la eucaristía.
Su designación no ha de causar de ninguna manera sorpresa o es-
cándalo a los fieles.
Ha de ser elegido de entre los fieles que tengan ya una trayectoria
sólida en la vida pastoral de la parroquia o comunidad cristiana, en
especial en el ámbito del ministerio extraordinario de la Sagrada Co-
munión ejercido ad tempus.
Ha de aceptar formarse adecuadamente, según las orientaciones de
la Conferencia Episcopal Española y las normas diocesanas.
En cuanto a la designación, hay que distinguir entre “propuesta”,
“aceptación” e “institución”. La propuesta debe corresponder al párro-
co -o, en su caso, al sacerdote responsable de una comunidad no pa-
rroquial -. Éste ha de tener en cuenta las necesidades de la parroquia y
ha de hacer un discernimiento serio sobre los candidatos que considere
adecuados. Será particularmente importante que la persona propuesta
tenga claro que lo que se le llama a ejercer es un ministerio, nunca un
privilegio, menos aún una reivindicación que clericalice el ministerio,
como podría ser relacionarlo con el sacerdocio femenino. El candidato
deberá tener claro que la institución se le confiará de forma permanen-
te, y que eso requiere una disponibilidad.
El Sacerdote deberá presentar una petición y un informe, ambos
por escrito, al Ordinario o a la persona que él designe para este tema,
y habrá de hacerlo antes de que se proceda a la formación que ha de
recibir el candidato, con tiempo suficiente para que las peticiones pue-
dan ser examinadas detenidamente.
Al Ordinario corresponde, por tanto, aceptar la propuesta del sa-
cerdote. Se procederá entonces al necesario periodo de formación, su-
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pervisado por la autoridad designada para tal fin. Acabado este periodo
de forma satisfactoria, el candidato hará por escrito de su puño y letra,
una petición al Obispo para demostrar que es libre de realizar dicho
ministerio. Se tendrá una celebración diocesana de institución de los
nuevos ministros, presidida por el Ordinario.
El ministro instituido, en principio, lo es para su propia parroquia
o comunidad cristiana. Esto no obsta a que en algunos casos pueda
ejercer su ministerio en otras parroquias o comunidades. Para eso se le
proporcionará una acreditación.
El hecho de ser instituido como acólito no da derecho a la susten-
tación económica por parte de la Iglesia.
Por lo tanto, no quiere decir que ahora todos los ministros extraor-
dinarios que puedan necesitarse en nuestras parroquias tengan que ser
instituidos acólitos. Esto por dos razones: la primera, porque no pode-
mos reducir el ministerio de acólito instituido al mero hecho de ayudar
a repartir la comunión; y dos, el ministro extraordinario es propuesto
por el párroco al obispo, mientras que el acólito pide personalmente
ser instituido como tal.
d. Diferenciar ministro extraordinario de la Comunión y
visitador de enfermos
En muchas ocasiones se confunden estos dos ministerios, y son
llevados a cabo por la misma persona. Por eso creemos que es necesa-
rio diferenciar ambos ministerios, además de especificar que es bueno
que no sean realizados por las mismas personas.
El visitador de enfermos, en la parroquia, tiene como función lo
que su propio nombre indica: visitar a aquellas personas enfermas o
impedidas (puedan o no salir de casa) y estar un tiempo con ellos,
hablar, rezar, etc. Pero, el ministro extraordinario, debe solamente ir a
llevar a los enfermos la Sagrada Comunión. Puede ir acompañado con
el visitador, pero no sería lo idóneo que ambos ministerios recayesen
en la misma persona. De todas formas, recordar que es obligación del
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Ejemplo de solicitud:
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Presente
Queridos hermanos:
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R/. Amén.
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Apología 1, 65
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ACTO PENITENCIAL
El Ministro deja el sacramento sobre la mesa y todos lo adoran
unos instantes: Después dice:
Hermanos: Preparémonos para esta celebración reconociendo
nuestros pecados.
Después de unos momentos de silencio, se hace el acto penitencial
con una de las siguientes fórmulas:
I
Yo confieso ante Dios todopoderoso y ante vosotros, hermanos,
que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión: por mi
culpa, por mi culpa, por mi gran culpa. Por eso ruego a Santa María,
siempre Virgen, a los ángeles, a los santos y a vosotros hermanos, que
intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor.
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II
V/. Señor, ten misericordia de nosotros.
R/. Porque hemos pecado contra ti.
V/. Muéstranos, Señor, tu misericordia.
R/. Y danos tu salvación.
III
V/. Tú que por el Misterio Pascual nos has obtenido la salvación:
Señor, ten piedad.
R/. Señor, ten piedad.
V/. Tú que renuevas continuamente por medio de los sacramentos
las maravillas de tu Pasión: Cristo, ten piedad.
R/. Cristo, ten piedad.
V/. Tú que por la comunión de tu cuerpo nos haces participar del
sacrificio pascual: Señor, ten piedad.
R/. Señor, ten piedad.
Después de haber dicho una de las fórmulas precedentes, el Minis-
tro concluye:
V/. Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone
nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
R/. Amén.
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VI
1Co 11, 26
Cada vez que coméis de este pan y bebéis del cáliz proclamáis la
muerte del Señor hasta que vuelva.
VII
1Jn 4, 16
Nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos
creído en él. Dios es amor y quien permanece en el amor permanece
en Dios y Dios en él.
LITURGIA DE LA COMUNIÓN
Después de la lectura, el Ministro invita al enfermo y a las demás
personas que desean comulgar, a decir la oración dominical, con las
siguientes palabra u otras semejantes:
Antes de recibir el Cuerpo santísimo de Jesucristo, pide, hermano
(hermana), junto con nosotros, el pan del cielo, diciendo como Cristo
nos enseñó: Padrenuestro…
O bien:
Ahora dirijamos todos juntos nuestra oración a Dios con las mis-
mas palabras que Cristo nos enseñó: Padrenuestro…
Terminada la oración dominical, el Ministro muestra a todos los
presentes el sacramento, diciendo como de costumbre:
Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Dicho-
sos los invitados a la Cena del Señor.
El enfermo y los demás que desean comulgar añaden:
Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra
tuya bastará para sanarme.
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RITO DE DESPEDIDA
Terminada la oración precedente, el Ministro añade santiguándose:
V/. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la
vida eterna
R/. Amén
O bien:
V/. Que nos bendiga y nos guarde el Señor omnipotente y miseri-
cordioso Padre, Hijo y Espíritu Santo.
R/. Amén.
ii. Rito para la exposición del Santísimo
Sacramento por un ministro extraordinario
SENTIDO Y OPORTUNIDAD
El fin primero y primordial de la reserva de las Sagradas especies
fuera de la Misa es la administración del Viático.
Los fines secundarios son la distribución de la Comunión y la
adoración de nuestro Señor Jesucristo presente en el Sacramento.
La reserva de las Sagradas especies para los enfermos ha introdu-
cido la laudable costumbre de adorar este manjar del cielo conservado
en las Iglesias.
Este culto de adoración se basa en una razón muy sólida y firme:
sobre todo porque a la fe en la presencia real de Señor le es connatural
su manifestación externa y pública.
Conviene invitar a los fieles y estimular en ellos el ánimo de ado-
ración con verdadero aprecio a la Eucaristía.
RITO
Debidamente preparado el altar con mantel, corporal, 6 ó 4 velas
y suficientemente iluminado el presbiterio como signo de cuidada y
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ACLAMACIÓN INICIAL
Reunidos los fieles, el Ministro comienza la celebración diciendo
las siguientes palabra u otras semejantes:
V/. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
R/. Amén.
V/. Bendigamos, hermanos, al Señor y démosle gracias porque nos
invita a participar en la mesa de su Palabra y de su Eucaristía.
R/. Bendito seas por siempre, Señor.
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LITURGIA DE LA COMUNIÓN
Después de la Oración de los fieles, el Ministro trae la Eucaristía al
altar; si el sagrario está en el altar de la celebración, lo abre y coloca la
Eucaristía sobre el altar. E, inmediatamente, invita a los fieles a decir
la oración dominical, con las siguientes palabras u otras semejantes:
Fieles a la recomendación del Salvador y siguiendo su divina en-
señanza nos atrevemos a decir: Padre nuestro…
A continuación, el Ministro, si lo juzga oportuno, invita a los fieles
a darse la paz, diciendo:
Daos fraternalmente la paz.
Y todos se dan la paz, manifestando la caridad común.
Después, el Ministro muestra a todos los presentes el pan consa-
grado, diciendo como de costumbre:
Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Dicho-
sos los invitados a la Cena del Señor.
Los que desean comulgar añaden:
Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra
tuya bastará para sanarme.
Dichas estas palabras, si el Ministro ha de comulgar, lo hace mien-
tras dice en voz baja:
El Cuerpo de Cristo me guarde para la vida eterna
Después toma el copón, se acerca a los comulgantes y elevando un
poco la hostia la muestra a cada uno y dice:
El Cuerpo de Cristo.
Y el que comulga responde:
Amén
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R/. Amén.
II
R/. Amén
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III
V/. Tú, Señor, que nos has alimentado con la Eucaristía, concéde-
nos que, por la comunión en tu sacramento, aprendamos a sopesar con
sabiduría los bienes de la tierra y a amar intensamente los del cielo.
Por Cristo, nuestro Señor.
R/. Amén
IV
R/. Amén
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RITO DE DESPEDIDA
Terminada la oración precedente, el Ministro añade santiguándose:
El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna.
R/. Amén.
O bien:
V/. Nos bendiga y nos guarde el Señor omnipotente y misericor-
dioso, Padre, Hijo y Espíritu Santo.
R/. Amén.
Finalmente, el Ministro dice:
Podéis ir en paz.
El resto del pueblo responde:
Demos gracias a Dios.
Entonces, hecha la debida reverencia al altar, y la genuflexión si
hay sagrario, el Ministro se retira.
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