La Capilla Sixtina es considerada una maravilla del Renacimiento debido a los frescos monumentales pintados por Miguel Ángel entre 1508 y 1512. Miguel Ángel rompió moldes del arte renacentista al pintar gigantescas figuras en los techos curvos de la capilla a pesar de las dificultades técnicas y el dolor que le causaba trabajar desde los andamios. La restauración en los 1990s reveló el increíble dominio técnico de Miguel Ángel, quien completó esta obra maestra sin ayuda.
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La Capilla Sixtina es considerada una maravilla del Renacimiento debido a los frescos monumentales pintados por Miguel Ángel entre 1508 y 1512. Miguel Ángel rompió moldes del arte renacentista al pintar gigantescas figuras en los techos curvos de la capilla a pesar de las dificultades técnicas y el dolor que le causaba trabajar desde los andamios. La restauración en los 1990s reveló el increíble dominio técnico de Miguel Ángel, quien completó esta obra maestra sin ayuda.
La Capilla Sixtina es considerada una maravilla del Renacimiento debido a los frescos monumentales pintados por Miguel Ángel entre 1508 y 1512. Miguel Ángel rompió moldes del arte renacentista al pintar gigantescas figuras en los techos curvos de la capilla a pesar de las dificultades técnicas y el dolor que le causaba trabajar desde los andamios. La restauración en los 1990s reveló el increíble dominio técnico de Miguel Ángel, quien completó esta obra maestra sin ayuda.
La Capilla Sixtina es considerada una maravilla del Renacimiento debido a los frescos monumentales pintados por Miguel Ángel entre 1508 y 1512. Miguel Ángel rompió moldes del arte renacentista al pintar gigantescas figuras en los techos curvos de la capilla a pesar de las dificultades técnicas y el dolor que le causaba trabajar desde los andamios. La restauración en los 1990s reveló el increíble dominio técnico de Miguel Ángel, quien completó esta obra maestra sin ayuda.
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a capilla sixtina, la
maravilla del renacimiento
a capilla sixtina, la maravilla del renacimiento a capilla sixtina, la maravilla del renacimiento En 1508, el papa Julio II encargó a Miguel Ángel la decoración de la Capilla Sixtina. El resultado fue una creación monumental que rompió los moldes del arte renacentista Miguel Ángel realizó los frescos de la Capilla Sixtina entre 1508 y 1512. La restauración que se realizó en la década de 1990 mostró el increíble dominio técnico del pintor, que además no contó con ayudantes para la realización de las pinturas, tan solo unos obreros que prepararon la techumbre. El tamaño gigantesco de las figuras y la dificultad de aplicar la pintura en los techos curvos convierten este fresco en una creación excepcional. El propio artista comentó en sus escritos el dolor que le provocaba trabajar desde los andamios.
En 1508, la Roma de Julio II era un taller extraordinario. Bramante estaba
ocupado en la reconstrucción de la basílica de San Pedro y en las obras del palacio Vaticano. Rafael comenzaba los frescos de las habitaciones del papa. Y para la Sixtina, el papa Della Rovere quería a Miguel Ángel a cualquier precio, a pesar de sus protestas y también a pesar de su inexperiencia en la pintura, como Bramante señalaba con razón. En efecto, de joven Miguel Ángel había conocido la técnica de la pintura mural en el taller de Ghirlandaio, pero nunca la había puesto en práctica. Por lo que respecta a los frescos florentinos de la Batalla de Cascina, no había pasado de los cartones. En los muros de la capilla Sixtina se sucedían los frescos de Botticelli, Ghirlandaio, Cosimo Rossi, Perugino y Signorelli. La bóveda había sufrido dos restauraciones, la última completada con vistas a la intervención de Miguel Ángel. El 8 de mayo de 1508 se acordó un primer plan, pero al artista le pareció «cosa pobre». Por ello el contrato se revisó en junio: se doblaron los emolumentos y el artista obtuvo pintar lo que quisiera, no sólo en el techo, sino también en las pechinas y en las lunetas. En un soneto célebre el artista nos habla de los prolongados esfuerzos a los que se sometió trabajando sin descanso durante años en una postura muy incómoda: «Los lomos se me han metido en la tripa y con las posaderas hago de contrapeso y me muevo en vano sin poder ver». Mientras, el papa estaba impaciente, hasta el punto de que, según el biógrafo Condivi, amenazó con tirar al artista de los andamios y en una ocasión«le dio con un palo».