Gomez Villalba Maria Luisa TFM
Gomez Villalba Maria Luisa TFM
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LA CARICATURA Y PICASSO
EL ARTE DEL DIBUJO COMO PROCESO CREADOR
Trabajo fin de Máster en Métodos y Técnicas avanzadas de
Investigación Histórica, Artística y Geográfica.
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UNED. Facultad de Historia. Departamento de Historia del Arte.
DEDICACIONES Y AGRADECIMIENTOS
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INDICE
1. INTRODUCCIÓN………………………………………………………….….4-6
1.1. Justificación…………………………………………………………..6 y 7
1.2. Ámbito geográfico y cronológico 7
1.3. Hipótesis 7
1.4. Objetivos 7
2. ESTADO DE LA CUESTIÓN. APUNTES SOBRE LA CARICATURA 8–24
3. METODOLOGÍA FORMALISTA Y DE LOS ESTILOS 25–28
4. LA CARICATURA Y PICASSO 29–31
4.1. El dibujo como proceso creador 31–38
4.2. La caricatura y las vanguardias 38–45
4.3. De la Estética y lo Grotesco 45–48
4.4. De la metamorfosis de estilo al arte de la caricatura 48–55
5. CONCLUSIONES 56–62
6. BIBLIOGRAFÍA 63–71
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1. INTRODUCCIÓN
Afortunadamente hay poca gente que desconoce lo que es una caricatura; unos dirán
que vale y el resto responderá que no o, posiblemente, añadan que es una tontería.
La caricatura dentro de las clasificaciones artísticas, hondea el dibujo de humor como lo
es el comic o el chiste, y a lo largo de su historia ha sobrevivido asociada a la ironía, al
descaro y al atrevimiento describiendo a la sociedad con las típicas exageraciones gestuales de
narices grandes o descomunales orejas… luego podemos decir que se la tiene miedo, porque
vemos en ella un reflejo de lo que hay de feo en nosotros.
¿Es la caricatura un arma de doble filo? No es fácil para mucha gente sentarse y esperar
en silencio como el dibujante le interroga con la mirada. Existe una inconsciente intención de
desnudar su interior mirándole a los ojos pero, no somos feos, solo se heredan expresiones a
veces impuestas como en el caso de alguien que, por no marcar arrugas, nunca ríe y con los
años le queda una cara tanto extraña. Ahora bien, no se debe hacer una caricatura a quien no
la desea; es necesaria la empatía y, para ponerse en el lugar del otro, hace falta tener sentido
del humor. Sin él, la caricatura no tendría fundamento.
Freud ya defendió el humor como herramienta para resolver problemas emocionales. Lo
cierto es que la caricatura libera muchos instintos y termina siendo como una terapia, tanto
para el que dibuja, como para el dibujado. A diferencia del retrato que asiste a la mímesis del
personaje, una caricatura ofrece precisamente lo que no se ve. No es la exageración ni la
distorsión; es la acentuación de uno o más detalles allá donde se define la personalidad del
modelo como si fuera una ecuación de matemáticas: más es igual a menos, es decir, que una
caricatura diga del personaje lo máximo con lo menos posible: observación, percepción,
picardía y capacidad de síntesis. Por eso, su principal objetivo es descubrir a la persona sin
salirse de la ecuación y, al hacerlo, trasmitir y compartir una sonrisa recordando que la
caricatura no muerde ni hace feos; solo enseña a reírnos de nosotros mismos y eso nos hace
inteligentes.
Desde estos puntos de vista, la caricatura se convierte en un verdadero campo de batalla.
Habrá quienes la defiendan, quienes la critiquen y quienes la practiquen conscientes o no de
¿un merecido estatus? ¿Entonces por qué ha llegado hasta nosotros vista como un simple
género de entretenimiento que la historia ha dejado a un lado por su ganada fama de
frivolidad o intranscendencia? Es posible que sea difícil de encasillar un arma de tal filo
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cuando solo parece verse la parte negativa. Del mismo modo asoma la punta de un iceberg,
sabemos que debajo hay más hielo, si cabe, más grande y titánico; la caricatura esconde una
gran historia, su propia historia vestida de sátira, cargada de humor, de metáforas, de signos y
de anécdotas. Sin embargo, la caricatura tiene como interrogante su propia definición: género,
disciplina, expresión plástica, herramienta de dibujo… ¿y arte?
Hablar de caricatura como género, lo primero que viene a la cabeza son las palabras
humor gráfico, risa, grotesco… Como expresión plástica, se puede deducir el estilo, la técnica
y el lenguaje hecho imagen, pero si se habla de disciplina o herramienta de dibujo, alude
inconscientemente a la formación, a las habilidades plásticas del alumno, del artista, del
genio. A favor de considerarla arte como fuente de creatividad y generar experiencias, su
riqueza está más allá de su complejidad. No se puede comprender sin la percepción
psicológica del propio caricaturista, porque para el historiador, es un documento gráfico de la
sociedad que vive; para el artista que ve en ella un elemento inapresable de lo bello aunque
dibuje al hombre su propia fealdad física y moral o; para el filósofo que argumenta sus
orígenes y defiende que nada que proceda del hombre es frívolo ante sus ojos.
Sin duda son muchos los comentarios y críticas hacia la caricatura cuyo único fin ha
sido, desde el principio, provocar la risa con sus propios recursos y argucias, o ser causa
justificada de grandes virtudes: tener la capacidad para la invención de nuevas formas, de
nuevos estilos y ser del todo original. Por tal razón y en torno a sus propios valores, siempre
está presente el dibujo y luego la pintura para descubrirla y manifestar en su evolución,
medios propios de expresión. Esa libertad creadora - como una travesura plástica - se
encuentra en la obra de Picasso.
Como genio de la pintura del siglo XX, no existe museo que no albergue obra suya o
cite su nombre en libros de arte, revistas académicas, conferencias, documentales, temas de
estudio o catálogos y exposiciones. Y lo cierto es que, a la altura de los grandes teóricos del
arte, historiadores y monografías acerca de su extensa obra, han sido pocos los que se han
atrevido a decir que fue un excelso caricaturista o que la historia del arte lo mencione como
tal. ¿La caricatura no estuvo al mismo nivel que su genialidad cómo pintor?
Una pregunta interesante si pensamos que la pintura - llamada el Gran Arte - fiel
académica de perfectos e ideales acabados, no se da cuenta de que existe una diferencia con la
caricatura; la del pintor serio que cumple académicamente, y la del pintor irónico que
trasciende con libertad creadora, alegres y revolucionarias formas.
Cabe distinguir entre tantos caricaturistas que fueron pintores y, al revés, aquellos que la
historia clasificó en sus caprichosos estantes del arte. Desde Daumier, pintor conocido como
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1.1 Justificación
1. TOM HARRIS, es uno de los grandes expertos en los grabados de Goya. Además ha firmado junto a Pierre Gassier la que se
conoce como – la biblia de Goya-, el libro Goya, vida y obra, o el conocido investigador VALERIANO BOZAL y JOSÉ MARÍA COSSÍO
que hace referencia a las litografías deformadoras y sarcásticas de su Tauromaquia en “Los toros, tratado técnico e histórico” y también
WILSON-BAREAU JULIET, comisaria de varias exposiciones en el museo del prado y Londres: “Goya, el álbum de las brujas y las viejas”,
Courtauld Gallery. (Del 26 de febrero al 25 de mayo de 2015)…”sus imágenes son grotescas, siniestras, satíricas y en ellas Goya trabaja la
caricatura. Critica a la sociedad y a la parte vulnerable del ser humano, con nuestros temores y la muerte”.
2. CHARLES BAUDELAIRE. : Lo cómico y la caricatura. (Colección dirigida por Valeriano Bozal, La Balsa de la Medusa. Madrid
1988) y la edición traducida por Carmen Santos. D.L. Madrid 1989
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1.3. Hipótesis
Dada la documentación relacionada con la caricatura, sea a través de quienes han escrito
sobre sus orígenes o se citen artistas en el ámbito del diseño gráfico, no es solo una técnica de
dibujo al uso de la ironía, de la sátira o de la deformación gestual; sino que es un arte vivo en
constante movimiento que apela en el artista, las emociones, el humor y ser creador de un
nuevo -Gran Arte- para el estudio en la Historia del Arte contemporáneo.
1.1. OBJETIVOS
Asociar el humor con el dibujo como elemento primordial en el artista más allá de su
proceso creativo.
Reconocer de la caricatura su capacidad de ruptura y transformación a nuevos estilos
artísticos.
Demostrar con Picasso que la caricatura tiene la categoría de Arte Mayor.
3. PABLO PICASSO (1881-1973) Picasso: de la caricatura a las metamorfosis de estilo: (exposición del 18 de febrero al 18 de
mayo de 2003) textos, Valeriano Bozal, Werner Hofmann, Brigitte Leal, María Teresa Ocaña, Laurent Gervereau, Michel Melot, Dominique
Dupuis-Labbe y Marie-Noélle Delorme. (Barcelona, Museo Picasso. D.L. 2003)
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Para empezar, todos los autores que han tratado el tema de la caricatura desde una
historia general, hasta los que la han estudiado en profundidad mediante monografías;
señalamos, entre los más importantes, al anticuario y escritor inglés Thomas Wright4 (1810-
1877), y a los franceses Charles Baudelaire5 (1821-1867), poeta y ensayista, y al crítico de
arte Jules Chamfleury6 (1821-1889). Estos escritores no solo crearon las bases de la caricatura
moderna como instrumento de crítica política y social, sino que iniciaron su estudio como
género a partir de unas ideologías muy diferentes. Wright procedente de la tradición
anticuaria, pensaba que la caricatura era una rama del Arte popular, entendida como fuente de
conocimiento del pasado histórico. Sin duda tomó como referente la imaginería popular y el
interés por las célebres cabezas grotescas7 de Leonardo Da Vinci (fig.1). Posiblemente de ahí
su creencia de que las artes populares eran fuentes históricas, fuera cual fuera el aspecto
representado8.
Figura 1. Cabezas grotescas. Leonardo Da Vinci. 1490. Royal Library, Windsor Castle
4. THOMAS WRIGHT. : Historia de la caricature grotesca en la literatura y en el arte. Frederick Ungar Publishing, New York.
1968. Véase también, History of the caricature (London, Virtre brother and Company, 1875)
https://archive.org/details/historyofcaricat00wrig/page/n8. (Visto el 3/01/2019)
5. CHARLES BAUDELAIRE., op.cit., 1989
6. JULES CHAMPFLEURY.: Histoire de la caricature antique. (2e éd. très augm. Ed. Dentu Paris 1867)
Biblioteca Nacional de Francia http://gallica.bnf.fr/ark:/12148/bpt6k205570q.r=Champfleury.langES.swf. (Visto el 5/01/2019)
7. ERNST H. GOMBRICH.: El método de análisis y permutación de Leonardo Da Vinci. Las cabezas grotescas, en: El legado d
Apeles. (Madrid, Alianza, 1982),115-153.
8. M ÁNGEL GAMONAL TORRES.: “Los inicios de la historia de la caricatura en España”. Cuadernos de arte de la Universidad
de Granada, Nº40, (2009): 382. El manifiesto interés de que la caricatura, como fuente histórica, estaba al mismo nivel que las tradiciones
populares; no dejaba de presentar una contrapartida vulgar y grotesca -de representaciones pornográficas y de muy diversa índole.- con la
clásica imagen Winckelmaniana del arte griego.
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Figuras. 2. Graffiti de
un político en Pompeya
Figura. 3. Asno
crucificado S. III d C
(Domus Gelotiana.
Pompeya)
9. FRANCIS HASKELL.: La historia y sus imágenes. El arte y la interpretación del pasado. (Madrid: Alianza, capítulo 13 -La
engañosa prueba del arte- 1994), 342-365. Para Champfleury, la importancia de la caricatura para el arte contemporáneo no se centraba como
sátira contra la iglesia ni como portadora de valores simbólicos sino, como dice Haskel: por el interés de sus representaciones, muy distintas
al arte refinado de su época y del siglo anterior. Quizá por esta razón se hicieron pocas distinciones entre “popular”, “primitivo” y
“caricatura”.
10. CHAMPFLEURY.: op .cit., pág. 321.
11. TERTULIANO, I ad Nat. Lib. XIV. (Diccionario enciclopédico de teología, Volumen 7 Escrito por Bergier (Nicolas Sylvestre
Historia de la Academia de las inscripciones, tomo I, en 12, pág. 181: Men, tomo 2, pág. 489. Ésta imagen anónima representa un asno
en la cruz, con la inscripción en griego "Alexamenos adora a Dios". Debió ser una imagen frecuente dado los ejemplos encontrados,
hasta tal punto que Tertuliano se hace eco de esta calumnia para criticarla
12. https://en.wikipedia.org/wiki/Caricature#/media/File:Graffiti_politique_de_Pompei.jpg (visto el 05/01/2019)
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17. JOSÉ GUADALUPE ZUNO.: Introducción a la historia general de la caricatura. (Guadalajara, México.1959)
18. JOSÉ ENRIQUE PELÁEZ MALAGÓN.: “Historia de la Caricatura” Revista Clío: History and History Teaching., Nº. 27, (2002).
Según el autor, en época antigua, la caricatura iba respondiendo a los diversos conceptos que sobre lo "cómico" que aparecía en la filosofía
desde un punto de vista teórico se preocupaban por indagar la esencia y el valor moral de lo cómico analizando su aspecto estético.
19. JOSÉ GUADALUPE ZUNO.: Op.cit. pág. 6.
20. EDUARDO SANTIAGO RUIZ.: “Retórica de la Risa en la antigüedad: De Gorgias a Quintiliano”. Universidad Autónoma
Metropolitana Iztapalapa. Revista Destiempos, Nº 44. (2015): 19. A partir de la Poética de Aristóteles fueron muchos los que trabajaron la
retórica de la risa y el humor para dejar escritos su pensamientos sobre la moralidad del hombre; desde el tratado de la risa de Demócrito a
las fuentes griegas que cita Cicerón en De oratore (217) (muchos lamentablemente perdidos), dejan paso a los textos de Platón o a los no tan
conocidos de Giorgias, Demetrio, Hermógenes o al anónimo Tractatus Coislinianus publicado en 1839. Véase “Emociones cómicas: el
Tractatus Coislinianus a la luz de la poética aristofánica” de CLAUDIA N.FERNÁNDEZ. Universidad Nacional de la Plata. Argentina.
Circe de clásicos y modernos, Nº 10. (2006): 137-156. “¿La teoría perdida de Aristóteles? La risa como señal de una falta estética” de
SALVADOR JÁUREGUI. Diálogo filosófico, Nº82. (2012): 35-54.
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despedaza y acosa sarcásticamente los vicios del hombre, con una risa que muerde y con más
razón que sentimentalismos o, el personaje de la obra Cervantina, Don Quijote, cumbre de
gracia del humorismo español.
Fuera a aparte de la doctrina moral de quienes “escribieron” caricaturas, bien desde la
antigüedad hasta nuestros días; otros autores como el periodista Luis Conde22 analiza el
humor desde la prensa, como el vehículo más importante en la difusión del humor gráfico
especialmente en España. Conde hace un balance de cuantos profesionales han trabajado en
ello, así como de los periódicos y revistas, dando un especial énfasis al dibujo de humor como
un arte expresivo y comunicador de primer orden; aunque también dé cuenta de la poca
dedicación al teatro de humor.23
Lo importante es que el humorismo fue una manifestación literaria y a ella se incorporó
la caricatura como expresión gráfica. En este sentido, el trabajo dedicado de Eduardo David24
a su hermano Juan David -caricaturista cubano- da muestras de una cautivadora reflexión
sobre la caricatura desde sus inicios y sobre sus valores expresivos y estéticos, aportando a su
trabajo, un nuevo ingrediente humorístico a la comicidad y a la sátira que la acompañaban
antes.
21. WENCESLAO FERNÁNDEZ FLOREZ.: “El humor en la literatura española” (Discurso leído ante la Real Academia Española
en mayo de 1945). FRANCISCO DE QUEVEDO, Doctrina moral del conocimiento y desengaño de las cosas ajenas, Ed. M. J. Alonso
Veloso, en Obras completas en prosa “Tratados morales”, Vol IV, tomo I, Madrid: Castalia, (2010): 3-179. Para el capítulo IV, véanse las
págs 138-161, en especial la cita de Persio que caricaturiza a los falsos sabios, págs 140-141. Véase el Soneto a la nariz de Luis de Góngora.
“A un hombre de gran nariz” http://www.poemas-del-alma.com/a-un-hombre-de-gran-nariz.htm#ixzz3RWPjkkqZ (Visto el 10/01/2019)
22. LUIS CONDE MARÍN.: “El humor gráfico en la prensa española” Cuadernos de periodistas. Nº 3. Abril de (2005)
23. JUAN ANTONIO RÍOS CARRATALÁ.: “La recepción del teatro humorístico en la prensa contemporánea”. Cuadernos de
filosofía. Estudios literarios, Nº 15, (2010): 29-39. En el afán de recabar información para dar clases dedicadas al humor termina redactando,
en este artículo, una monografía a un grupo de actores humorísticos dándose cuenta de la poca dedicación que la prensa contemporánea da al
teatro de humor. Véase también Retratos en blanco y negro: la caricatura de teatro en la prensa (1939-1965) de Jesús Rubio Jiménez y Lola
Puebla (documentalista), Madrid: Instituto Nacional de las artes escénicas y de la Música, (Centro de Documentación Teatral INAEM 2008).
El autor brinda un homenaje a cuantos dibujantes caricaturizaron el teatro de Madrid y Barcelona entre los años 1939 y 1965.
24. JUAN DAVID.: La caricatura: tiempos y hombres. (Colección Majadahonda, Ediciones La Memoria. Centro Cultural Pablo de la
Torriente Brau, La Habana 2002). El caricaturista cubano Juan David falleció en 1981 dejando atrás un extenso estudio sobre la caricatura.
En 2011, su hermano Eduardo editó su obra.
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Ahora se dejan atrás las resabiadas deformaciones para dar a la caricatura forma y
contenido, en una síntesis lineal y contrastes psicológicos que permiten interpretar al
individuo y a la sociedad, desde lo más profundo; se asiste a la caricatura psicológica pero
también a su clasificación. Para entender esas clasificaciones, Guadalupe Zuno25 recrea las
diferentes direcciones que toma la caricatura desde tiempos antiguos, razonando de nuevo, el
estilo de sátira griega o el sentido religioso cuyo fin, era obtener del creyente determinados
efectos, si no totémicos, si rituales; como el ejemplo de las representaciones en papiros
egipcios26 o, como señala el historiador y crítico de arte Gaña Nuño: Isis con cabeza de felino,
Horus con cabeza de ave o el asno Set entre otros (fig.3). Y es curioso cómo esta imagen de
cuerpo humano con cabeza de animal, se ha visto caricaturizada en tiempos modernos27
porque se entiende como arte gráfico, a pesar de su primitiva intención. En la Edad Media
también había que tocar, con un fino espíritu de ironía y crítica, poder burlarse del mito
religioso y destruir prejuicios con dibujos grotescos, en códices miniados, bestiarios y
fisiólogos, o caricaturas esculpidas de monjes y frailes, demonios o escenas eróticas, tanto en
capiteles como en canecillos de ermitas, iglesias o catedrales (fig.4). Pero muchos tipos de
caricatura no son como podría suponerse, creados con fines burlescos, sino el de crear
símbolos populares al alcance de las masas.
De estas primeras “caricaturas gráficas” a las “caricaturas simbólicas” o de ámbito
religioso, hay que añadir la “caricatura artística” que, a partir del siglo XV, recrean, entre
otros, Leonardo Da Vinci, Durero, El Bosco y Brueghel El viejo. Sean alegorías grotescas o
un intento de representar lo feo, la dimensión que adquiere en ese momento, apunta hacia una
habilidad técnica sin precedentes; un dibujo libre y expresivo fuera de las exigencias de la
pintura seria; una caricatura personal reflejo de la que anuncia Juan David28: deformaciones o
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29. SIGMUND FREUD.: El chiste y su relación con lo inconsciente (Madrid: Alianza Editorial, 2000)
30. ERNST KRIS.: Psychoanalytic Explorations in Art. (New York, International Universities Press, 1952). Este libro ha sido
traducido al español y publicado en dos volúmenes por separado: Psicoanálisis del arte y del artista - Psicología de lo cómico y psicología
de los procesos creadores. (Buenos Aires, Paidós, 1955; 2ª ed. 1964)
31. ERNST H. GOMBRICH y ERNST KRIS.: Los Principios de la caricatura, Diario inglés de Psicología Médica, Vol. 17, 1938.
Véase también, Caricature, Penguin, Harmondsworth, 1940.
32. ALBERTO SÁNCHEZ ALVAREZ-INSÚA.: “Freud y Bergson.: El chiste y la risa y su relación con lo social”. Arbor: Ciencia,
pensamiento y cultura, Nº 723, (2007):103-121.
33. SAMUEL WEBER.: “Riendo entre tanto” .Acta Poética, Vol. 31, Nº. 1, (2010):165-189. Véase también Henri Bergson.: Le Rire,
(París, Presses Universitaires de Fance, 1950).
34. A. GÁMEZ PADRÓN: “Psicología de la caricatura personal”. Revista Atticus Nº. 25,(2014):91–96.
35. ISABEL PARAISO.: “Teoría psicoanalítica de la Caricatura” Universidad de Valladolid, Monteagudo 3ª Época, Nº. 3, (1997):
95-104.
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examina las categorías de humor, comicidad, ironía y sátira en La novela corta murciana36,
como una caricatura social que rememora de nuevo el lenguaje humorístico; mientras que el
profesor de arte Horst Woldemar Janson37 (1913-1982) vincula precisamente la caricatura con
la imagen del artista poniendo especial interés en el humor, para entender su creatividad y su
imaginación; luego se recuerda la necesaria empatía del artista para comprender el nexo
cualitativo entre actitud y aptitud como persona y como genio. No importa la categoría ni
siquiera el nivel al que se encuentre; parece ser que artista más humor es igual a caricatura.
Otra categoría añadida a la caricatura es “la caricatura periodística” o “caricatura de
prensa”. Desde el periodismo iconográfico, Carlos Abreu38 la clasifica explicando la
diferencia entre la caricatura editorial y la caricatura personal. Sin embargo, a la hora de
plantearse hablar de caricatura en prensa, primero habría que diferenciarla del “comic” o “tira
cómica” tan popular en los medios de hoy. Solo tiene en común con la caricatura sus
personajes caricaturizados; pero la diferencia está en que el comic ofrece un desarrollo o
historia basada en viñetas con imagen y texto. Un estilo humorístico que pertenece al chiste
gráfico y también a otra metodología. Otra cosa es hablar del humor gráfico que Luis Conde39
rinde con su particular homenaje en El humor gráfico en la prensa española, el cual se apoya
en la caricatura igual que los humoristas literarios.
Hay que reconocer que, desde la aparición del grabado y la imprenta, se marcaron los
diferentes caminos para los artistas que reprodujeron sus propias litografías, xilografías,
aguafuertes o aguatintas como Durero (fig.5), Hogarht (fig.6) y Goya (fig.7). Lo que viene a
confirmar que, desde lo cómico primitivo, lo risible o lo divertido que podía venir desde las
comedias grecolatinas, el paso por las bufonadas medievales y renacentistas de Gavarni
(fig.8), Daumier (fig.9), Leonardo de Alenza, Francisco Ortego (fig.10), o Apeles, por citar
algunos; superan con dureza la crítica social en la prensa sátirica en búsqueda de la ansiada
libertad de expresión contra el sistema en el que vivieron.
36. M. MARTÍNEZ ARNALDOS.: La novela corta murciana. Crítica y sociología (Murcia, Real Academia Alfonso X el Sabio
1993), 142-143.
37. H.W. JANSON.: Historia general del Arte. El Arte antes de la Historia. (Alianza forma, vol. I. Madrid 1990)CARLOS, ABREU
SOJO.: “Clasificaciones sobre la caricatura”, Revista latina de comunicación social. Nº 42. Periodismo iconográfico (IX): Universidad de la
Laguna. (2001).
38. CARLOS ABREU SOJO.: “Clasificaciones sobre la caricatura”, Revista latina de comunicación social. Nº 42. Periodismo
iconográfico (IX): Universidad de la Laguna. (2001).
39. LUIS CONDE.: Idem, pp.118-119
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Figura 5. Cuatro perfiles. Alberto Durero 1513. Figura 6. .Personajes y caricaturas. William Hogarth 1743.
Colección Particular Fundación Achenbach para las artes gráficas. Inglaterra
Figura 7. Capricho 80. Ya es hora. Francisco de Goya. 1799 Figura 8. Los partícipes. Paul Gavarni. 1860
Calcografía Nacional. Colección Pedro Casado Cimiano.
Real Academia de San Fernando. Madrid. Biblioteca de la Universidad de Cantabria.
Figura 9. Honoré Daumier. 1852. Francia Figura 10. Francisco Ortego. Dibujo publicado en El
https://art.famsf.org/search?search_api_views_fulltext=daumier Cascabel, (15 de julio de 1866)
(Visto el 10/02/2019)
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Atrás se quedaba el socarrón y gracioso que hacía reír para que la caricatura
contribuyera a la formación del humorísmo gráfico, casi tanto como las técnicas de las artes
de imprenta. Ahora bien, la metodología que clasifica la caricatura abarca nuevos campos de
estudio como el de la crítica y comentario político en la obra de Cristina González40 y de
María Dolores Bastida, o la simple idea de ver la caricatura convertida en herramienta para la
educación41. En este sentido hay que aplaudir los esfuerzos de investigación de autores
latinoamericanos -Venezuela, México, Cuba, Argentina, Uruguay…- más que de españoles.
¿Por qué? No parece haber una explicación que lo justifique; quizá porque han visto la
caricatura con otra perspectiva más ilustrativa y, con ella, interpretar sus historias, sus luchas
por la independencia42 o a sus muchos enfrentamientos civiles ante gobiernos represivos y
regímenes autoritarios.
Desde Venezuela, Carlos Alberto Briceño43 defiende la prensa como recurso
pedagógico porque ve la caricatura como fuente de información educativa, o Mª Elena del
Valle44 que refuerza el estudio de la Primera Guerra Mundial basándose en la caricatura.
Desde México, para Orlando Albornoz y Elsi Jimenez, la caricatura es una fuente para la
enseñanza universitaria45. Esta nueva categoría de “caricatura educativa” parece tener un
alcance más terapéutico en el recién incorporado estudio en “Arteterapia” como medio para
mejorar la salud mental y el bienestar emocional del individuo; luego la caricatura se presta,
en determinadas ocasiones, como un lenguaje expontáneo y original que saca hacia afuera lo
mejor que llevamos dentro: el humor y una sonrisa.
40. C. GONZÁLEZ LOZANO.: “De la caricatura para la divulgación constitucional a su utilización para la crítica política”. Gedeón
1898.Revista Atticus Nº. 19, (Octubre 2012)
41. MARÍA DOLORES BASTIDA DE LA CALLE.: “La caricatura como forma viva de comentario político”. Imagen de la última
guerra carlista en las revistas norteamericanas de la época. Revista de Arte “Goya”; Fundación Lázaro Galdiano. Nº 215, (1998): 264-268.
42. BEATRIZ GONZÁLEZ.: La caricatura en Colombia a partir de la Independencia. Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la
República. Exposición colombiana Gráfica Historia.
http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/especiales/la-caricatura-en-colombia. (Visto el 15/02/2019)
43. C A. BRICEÑO MONZÓN.: “La prensa y la caricatura como fuente de información en el proceso educativo”. Revista de Teoría y
Didáctica de las Ciencias Sociales. Mérida Venezuela. Nº 10. (2005): 175-183.
44. MARÍA ELENA DEL VALLE DE VILLALBA.: “La caricatura y su uso didáctico en el estudio de la primera guerra mundial”.
Universidad Metropolitana de Caracas. Historia y comunicación social. (2013).
http://dx.doi.org/10.5209/rev_HICS.2013.v18.43415 (Visto el 18/02//2019)
45. O. ALBORNOZ Y E. JIMENEZ.: “La universidad como caricatura”. Revista de educación superior. Asociación Nacional de
Universidades e Instituciones de Educación Superior. México Vol. 37, nº 147 (2008).
http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0185-27602008000300005 (Visto el 20/02/2019)
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Este acercamiento a las diferentes categorías de la caricatura, bien podría resumirse con
el teórico que más escribió sobre sus características y tipos: el español José Francés (1883-
1964), quien en 1930, parece que publicó todo un tratado sobre la caricatura46. Cierto o no, a
José Francés se le considera el padre español de la caricatura por su innegable pasión por su
defensa artística y mediática. Su labor de difusión y exaltación le llevó a organizar
anualmente numerosas exposiciones nacionales “Los salones de Humoristas” a partir de 1913
y a publicar sus correspondientes catálogos hasta 1924.
El libro de Guijarro Alonso47 analiza detenidamente el trabajo dedicado a la caricatura
de José Francés. Su interés por difundirla a través de numerosas exposiciones nos lleva a
considerar la importancia que supone el arte de la caricatura y la caricatura como Arte.
Aunque la connotación parezca algo confusa, una cosa es hacer una caricatura con arte, y otra
es que la propia caricatura sea, en sí misma, Arte. De ahí que José Francés diera el gran paso
para elevarla a esta nueva categoría a través de sus muchas publicaciones en revistas -ya
dedicadas al humor gráfico- con títulos como “Los pintores futuristas”, “La caricatura
española” (Mundo Gráfico. 1912), “Los humoristas españoles” (Mundo Gráfico. 1913), “La
guerra y el humorismo, “Lucha de caricaturas” (La Esfera, 1914), “Homenaje a un artista.
Carteles. Caricaturas” (Mundo Gráfico. 1916)… Toda una dedicación que otorga a este
escritor y crítico de arte, el papel de protector e impulsor de la práctica de la caricatura.
Quizás porque él mismo, como dibujante, se vio limitado y sin éxito, y comenzó su particular
campaña con una serie de reflexiones y propuestas, a la renovación del humor gráfico a nivel
nacional, ya que, por entonces, la crítica y el público la había reducido a una simple
consecución de dibujos para hacer reír.
No cabe duda que la crítica jugó, por entonces, un papel fundamental a la hora de
otorgar un juicio sano a “tales exposiciones” y a “tales artistas”. Sin embargo, hay que
retroceder al siglo XVIII en los Salones de Francia, para comprender la relevancia de una
opinión del espectador cuando las puertas de los museos se abrían democráticamente a la
contemplación popular, y hacer posible la crítica de arte, gracias al primer depositario de su
48
confianza, Denis Diderot para quien el arte, era la perfecta imitación de la naturaleza que
buscaba un fin moral a través de la belleza; una belleza clásica que impedía el paso a nuevos
estilos poniendo en juego la diversidad del gusto, lo que identificaba, de cierta manera, la
ética con la estética. Pero la caricatura parecía reírse de la supuesta intelectualidad de un
46. LUIS CONDE.: Ibídem.
47. J L. GUIJARRO ALONSO.: Cuidado con la pintura. Caricaturas del arte en tiempos de vanguardia: (Madrid, 1909–1925.
Editorial Eutelquia, S.L.U. 2012)
48. J L. GUIJARRO ALONSO.: op. cit.,2012, pág. 68.
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público antes reservado a museos de arte. Sin duda, la caricatura dedicada al panorama
artístico, nace a finales del siglo XVIII, momento en el cual, se realizan las primeras parodias
gráficas como intersección de la crítica del arte y el humor gráfico, tratándose de una más de
las manifestaciones vinculadas a la sátira social.
No parecía importar la categoría: “la caricatura costumbrista”, por ejemplo, estaba
ganando terreno por su doble contenido. La cuestión era que se hacía imprescindible un
espacio alternativo a la prensa y revistas de humor, para que todos la conocieran. La suerte
estaba echada y los críticos esperando como animales de presa. Había que favorecer ese gusto
oficial que, por defecto o necesaria existencia de un paralelo, diera con un gusto no oficial del
que los críticos hacían su negocio.
La imagen de estos intermediadores entre el arte y el espectador les otorgaba la calidad
de educador, incluso orientador; y su poder y autoridad dejó a los caricaturistas en manos de
tomar nuevas decisiones ante el miedo al rechazo o la humillación en prensa. Esta
circunstancia hizo replantear su temperamento hacia la perpetuación de las reglas del arte.
Aun así, siendo José Francés también crítico de arte, quiso conferir a la caricatura no solo un
lugar entre las artes sino, además, un prestigio público al nivel del ostentado por la pintura y
la escultura, sin contar las necesidades de expresión que han diferenciado al pintor del
caricaturista. No se sabe contestar a la cuestión: si un pintor sabrá hacer caricaturas o si un
caricaturista podría pintar un cuadro con los mismos ímpetus. A esta pregunta, aparentemente
sencilla, se la ha vinculado directamente a las condiciones del propio artista, pero también a
las exigencias del medio en el que vive y se mueve el arte. Lo cierto es que no puede existir
sin el vínculo con la realidad49.
Desde el siglo XIX, el gusto oficial era lo tradicional y tanto escultores como pintores
siguieron vistiendo las paredes de los museos con la seguridad de un público sin mayores
pretensiones. El gusto no oficial representaba, en cambio, la modernidad. La controversia
estaba servida y el gusto comenzó a jugar con la obra y un espectador poco acostumbrado a
los nuevos lenguajes. Pero no se trataba, e imaginamos que ahora tampoco, baremar el nivel
de conocimientos artísticos del público. Sería más acertado ampliar la mente de su
encorsetado conocimiento porque, a través de la estética y las características de la propia
caricatura, fueran o no de qué tipo, lo grotesco y lo feo salió a la luz como dos armas para el
combate, haciéndose visible el “malestar” de quien se veía caricaturizado o para quienes les
era molesto a simple vista.
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50. HUMBERTO ECO.: Historia de la fealdad. , traducción de María Pons Irazazábal, (Lumen, Barcelona 2007),152
51. CHARLES BAUDELAIRE.: Ibídem. Concibió una estética de lo cómico en 1852, pero su único trabajo fueron los tres célebres
artículos: “De la esencia de la risa y generalmente de lo cómico dentro de las artes plásticas”1855, “Caricaturistas franceses” y
“Caricaturistas extranjeros” 1857.
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52. J. OCTAVIO PICÓN.: Apuntes para la historia de la caricatura en España. (Librerías París–Valencia. Valencia, 2002), 135
53. VALERIANO BOZAL.: El grabado popular en el siglo XIX, (Summa Artis; historia general del arte, Vol, 32. Espasa Calpe,
Madrid, 2000), 320
54. M. ÁNGEL GAMONAL TORRES.: op cit., pág. 383
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rompía y ponía límites55 a lo que ya sabemos. Sin embargo, no parece reconocerse como un
estilo aunque, a finales del siglo XV, las ruinas de la Domus Aurea en Roma revelaran
multitud de decoraciones murales de caprichosas figuras para que, el impacto de estos
grotescos fueran elevados estéticamente por ser considerados de una increíble audacia y
libertad artística y creativa. A partir de ahí, reiteramos sus profundas raíces culturales aunque
no parezca implicarse en el arte moderno. ¿Y en el arte contemporáneo?
Cabe decir que desde entonces, lo grotesco ha sido la palabra más generalizada para
definir la obra de cuantos han hecho caricatura sin ser mencionada por ello. Quizás por
haberse arraigado, como bien se ha dicho, a la cultura popular, comenzó a ser asimilada a las
tradiciones emergentes de las bellas artes. Artistas como El Bosco o Pieter Bruegel el Viejo,
destacaron con una compleja obra vista con deliberación expresiva e individual. Nunca se
había imaginado que hicieran caricaturas como tampoco definir, como tales, los grabados de
Goya. Aunque en el siglo XVII lo grotesco cambió de significado para referirse a la
caricatura, no es hasta el siglo XIX cuando lo grotesco comenzó a asociarse con el horror y la
repulsión. Y es que lo grotesco ha funcionado como límite director del cambio cultural en
cualquier época y es la razón por lo que la caricatura ha encarnado un peligro para el arte: la
amenaza de unas imágenes que matan todo lo conocido, lo establecido y aceptado.
La sorpresa es que ni la historia del arte ni cualquier otro estudio académico, ha
prestado interés por las imágenes grotescas en la caricatura. Existe una discontinuidad de
autores56 como Wolfgang Kayser (1957), Frances Barasch (1971) o Geoffrey Harpham
(1982), entre otros, que han publicado existentes relaciones entre lo grotesco con la literatura;
y otro considerable grupo con las ciencias sociales a partir de 1900. Pero nada define
conclusiones aparentes para garantizar un estudio académico necesario con relación a la
caricatura misma.
Partiendo de la convicción de que la caricatura es un elemento capaz por sí misma de
proporcionar cualquier tipo de información, lo es para la labor del historiador como
documento gráfico y como disciplina artística; tendría que tener su valor en arte y suficiente
empuje como ámbito de estudio independiente.
55. FRANCES S. CONNELLY.: Lo grotesco en el arte y la Cultura occidentales. La imagen en juego. (Traducción de Amaya
Bozal. Ed, Machado S.L. Madrid 2015). El autor cuestiona tres tipos de límites: Lo grotesco ingenioso o improvisado, que cuestiona las
formas y las representaciones visuales (límites del arte). Lo grotesco subversivo juega con las convecciones sociales (límites de la
propiedad). Lo grotesco traumático rompe los límites entre el propio individuo con sus miedos a través de lo monstruoso y lo estraño.(límites
de nuestra identidad)
56. FRANCES S. CONNELLY.: op.cit. ,pág .60
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57. ERNST H. GOMBRICH.: “El arsenal del caricaturista” en Meditaciones sobre un caballo de juguete y otros ensayos sobre la
teoría del arte, (trad. de José María Valverde. Debate, Madrid, 2002), 127. (Véase también Edición Seis Barral. Barcelona 1968)
58. ERNST. H. GOMBRICH, Y ERNST. KRIS.: Caricature, (Pinguin, Harmondsworth, 1940), 40
59. A. CARPENTER.: “De la Caricatura considerada como una de las bellas artes” Revista Arte y Solfa. (Noviembre de 1956)
http://www.revistalapupila.com/lapupila.html (Visto el 31 de marzo de 2019)
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Una dirección metodológica clara sobre la caricatura parece complicada cuando, como
se ha venido observando, existen cuestiones muy rebatidas.
Partimos de la teoría del medio que Jacinto Octavio Picón60 propone en su libro
“Historia de la Caricatura”; una teoría que, según él, hace de la caricatura depender
fundamentalmente de las condiciones ambientales: “… La sátira se produce en las sociedades
decadentes cuando la vida pública y la vida privada presente blanco a los ataques de la
ironía y del sarcasmo, no cuando, como al fundirse en una las coronas de los antiguos reinos
españoles, dan los pueblos muestras inequívocas de su cultura y su progreso”.
En base a los fundamentos de Champfleury y Wright, los apuntes de Octavio Picón
constituyen la primera aportación española a la historia del género de caricatura en la prensa
ilustrada. La influencia de esta teoría lleva a unas literarias descripciones sobre la política y
las costumbres de la época que se analizan, como pensar en las guerras o catástrofes humanas
que han marcado la obra de tantos artistas a lo largo de la historia. Pero la caricatura, como se
ha dicho, es hija de su tiempo y se entiende que ha sido el recurso mediático más voraz para
criticar cualquier acontecimiento.
Hipólito Taine61 desarrolló “la teoría del medio” estableciendo que, para comprender
una obra de arte, un artista o grupo de artistas, era preciso conocer con la mayor exactitud el
estado de las costumbres y el estado del espíritu del país así como el momento en que el
artista produce sus obras pero, sobre todo, que la obra de arte debe estudiarse en un contexto y
no aisladamente. Ésta teoría de método sociológico busca con rigor los hechos, no las causas
del contexto social. Su interés es el entorno que lleva al artista a su creación y el arte ayudado
por esos hechos, luego el arte está dentro de ellos. Curiosamente, esta teoría parece romperse
con el caso de Goya cuando parece haberse malinterpretado el juicio sobre la intención
satírica de su obra y su alcance. Para Picón, fue el primer caricaturista moderno gracias a sus
grabados. Pero la admiración romántica de su pintura tronca con lo inverosímil y monstruoso
y no porque estuviese interesado en reformar las costumbres, sino porque quiso plasmar la
decadencia de una sociedad condenada a morir.
La caricatura solo puede defenderse ante esta metodología si la entendemos como un
lenguaje visual, pero no porque se conozcan las características de una época; mejor sería decir
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que la caricatura es la que da a conocer esas características, y sí, el arte es un lenguaje social
como argumenta Francastel62. Sin embargo, ¿esto nos llevaría a creer que la caricatura forma
parte del método lingüístico en el que opera la semiótica? Pero la caricatura no es un signo ni
tampoco entraría en el concepto de forma total que defiende la teoría de la Gestald63.
Francastel hace una defensa del estructuralismo desde el punto de vista sociológico aludiendo
la importancia que tiene el impacto visual de una obra en el espectador; pero también en el
aspecto psicológico y formal como base fundamental de esta metodología.
Este método podría estar más cerca del impacto visual que produce un grabado de Goya
como una caricatura de Picasso, es decir, una caricatura de contrastes y una caricatura de
estilo pictórico. Lo cierto es que Francastel defiende todas las metodologías porque, de todas
ellas, parte la figura del artista creador -el artista que revela hacia el exterior, todo su interior-.
Esto enlaza con la psicología que analiza su personalidad, pero también la historia de la
estética. Para el caricaturista, el método psicológico tiene su importancia cuando, a través de
su percepción en el mismo proceso creativo, la caricatura también mueve al sentimiento, pero
no encuentra sitio definido porque su concepción de arte parece relegada al dibujo cómico
como género humorístico gracias, y por qué no decirlo, a la crítica. No es de extrañar que
beba un poco de aquí y un poco de allá abriéndose paso en este entramado metodológico de la
historia del arte.
Para Gombrich y Ernst Kris64, la caricatura no tiene la apreciación de arte, porque el
poder de la “imagen-magia” vinculada a lo primitivo de la mente humana desde tiempos
indefinidos, ha acarreado la creencia de un daño personal cuando su imagen es distorsionada
como un hechizo que amenaza el ego personal. Para ellos, la caricatura no podrá considerarse
arte, mientras se mantenga como una broma esa creencia de imagen-magia aunque luego haya
sido motivo de procesos transformadores y cambios en los estilos. A partir de aquí, la
caricatura no se resiste y busca nuevos enfoques metodológicos.
Con el pensamiento de Gombrich hacia la percepción y la psicología de la forma, nos
encontramos con la necesidad de una relación entre cultura e imagen y con la defensa de que
cada obra es distinta. Si a este punto entendemos que la caricatura como imagen, es un
proceso creativo de tradición cultural que mueve estilos, podríamos clasificarla en el método
62. P. FRANCASTEL.: Arte, forma y estructura, en estructuralismo y estética. (Buenos Aires, 1969).
63. E. SATUÉ.: El diseño gráfico en España: historia de una forma comunicativa nueva. (Alianza. Madrid, 1998). La teoría socio-
psicológica de la Gestald analiza la percepción del espectador cuando ve el conjunto global de la obra y no aisladamente. Existe por tanto,
una implicación del espectador en la relación “percepción-empatía”
64. ERNST H. GOMBRICH, y ERNST KRIS.: op.cit., 1938. pág. 369
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65. ERNST H. GOMBRICH.: Arte e ilusión. Estudio sobre la psicología de la representación pictórica. (Barcelona, 1979)
pág. 27
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4. LA CARICATURA Y PICASSO
66. ROLAND PENROSE.: Pablo Ruiz Picasso. (París, Flammarion, 1982), 160. Este episodio fue narrado por Roland Penrose, que se lo oyó al
propio Picasso, cuando Apollinaire fue a ver el cuadro junto de Félix Fénéon.
67. PICASSO: de caricatura la a la metamorfosis de estilo. (D.L. Barcelona: Museo Picasso. Instituto de Cultura de Barcelona:
Lunwerg 2003). El catálogo contiene nueve estudios sobre la obra de Picasso y su relación con la caricatura: De la caricatura a las
metamorfosis de estilo / Brigitte Léal, María Teresa Ocaña y Laurent Gervereau. Picasso y la tradición de lo grotesco en el arte español /
Valeriano Bozal. De la ironía de azul y blanco al sarcasmo de arte joven / María Teresa Ocaña. La Mano libre de Picasso y la caricatura, /
Werner Hofmann. La Desfiguración, / Michel Melot. El Dibujo como escritura automática, / Laurent Gervereau. Explorar los límites de la
legibilidad / Laurent Gervereau. El Artista, payaso y demiurgo, / Brigitte Léal. Parodiar el arte / Dominique Dupuis-Labbé.
68. PICASSO: de caricatura la a la metamorfosis de estilo.: op. cit., pág. 16
pág. 29
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69. W. HOFMAN.: La caricatura de Vinci a Picasso. (Edición Aimery Somogy. Grund Paris 1958)
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de París, mostraba por primera vez “Picasso, la pasión por el dibujo”, una recopilación de más
de 200 obras entre dibujos, pinturas y esculturas que abordaban todo tipo de temas -el
desnudo, el retrato, los bodegones, las figuras de animales o los decorados teatrales. La
muestra solo dejó patente la pasión que Picasso manifestó toda su vida por el dibujo. Sin
embargo, “Picasso. Retratos”, exposición de 2017 también en el Museo Picasso de Barcelona,
menciona la caricatura como una de sus actividades preferidas aplicando sus distorsiones
propias del género a los muchos retratos de madurez. Esta exposición, junto con la citada de
2003, forma parte evidente del nuevo discurso artístico en la obra de Picasso; un discurso
donde la caricatura se enfrenta a la desfiguración en un intento de alcanzar su gloria.
Antes de Las Señoritas de Aviñón, que algunos creyeron poder tomar como una excelsa
caricatura, podían plantearse muchas preguntas como hace Michel Melot70 en “La
desfiguración” sobre la caricatura y Picasso. ¿Qué lugar ocupa la caricatura en su obra? y
¿Picasso en la caricatura? ¿Cuál es el desempeño de sus caricaturas con respecto a otros
artistas? ¿Es necesaria la caricatura para entender el arte de Picasso?
Para responder a tales preguntas, hay que constatar que el dibujo atrevido y
caricaturesco estuvo presente en Picasso desde muy joven. En sus primeros cuadernos, el
ejercicio de la caricatura parece participar en la búsqueda de un estilo de ruptura; una ruptura
con el academicismo que tiene por un lado, el descubrimiento de Goya y el Greco, y por otro
lado, un rechazo a la incomprensión de aquellos profesores que no gustaban de su peculiar
estilo71.
Parece evidente que la caricatura se prestaba a esa ruptura cuando, como alumno, ya era
consciente de su valor artístico; pero también es evidente, que las influencias en su formación
marcaron un vasto camino hacia la experimentación. Sus primeras caricaturas datan
precisamente de sus años de aprendizaje (fig. 11 y 12): dibujos de trazos rápidos se pierden y
70. MICHAEL MELOT.: “La desfiguración”. Picasso: de caricatura la a la metamorfosis de estilo (D.L. Barcelona: Museo Picasso.
Instituto de Cultura de Barcelona: Lunwerg 2003),47
71. PICASSO 1881-1914.: (Coord) Paloma Esteban, Los grandes genios del Arte Contemporáneo- El siglo XX. (Colección,
Biblioteca El Mundo. Unidad Editorial, 2005), 15. La autora narra la anécdota que protagonizó Picasso cuando, a la vuelta de Toledo tras un
viaje de estudios con los compañeros de la Academia de Bellas Artes de San Fernando, realizó una copia del original “El entierro del Señor
de Orgaz” de El Greco donde Picasso sustituyó las caras de sus personajes con las de los profesores. La broma no gustó a los maestros y,
como consecuencia, se produjo el distanciamiento definitivo con todo lo relacionado con el mundo académico.
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abigarran en el papel como dibujos infantiles porque es, en ese momento, cuando surge la
fantasía del artista: construir una realidad propia. Picasso se divierte con la caricatura como lo
hacían en el Renacimiento y se convierte en un lenguaje de aprendizaje, en un bosquejo y en
un capricho como formas pictóricas llenas de subjetividad que reproducen el proceso de la
inspiración más fielmente que la pintura acabada72. Solo el retrato de su padre (fig.11) respeta
su formación académica y dibuja la realidad; los demás son caricaturizados desde la
complicidad que le une a ellos. Páginas y páginas de ejercicios frívolos o distracción anodina,
muy lejos de los rostros torturados de los personajes de Goya; lejos de la línea metódica de
Durero o de la línea obsesiva de Leonardo Da Vinci, que buscaba intencionadamente la
deformidad. Los primeros bocetos de Picasso, se acercan más a los de otros pintores para los
que la caricatura formaba parte de su bagaje, como Degás, Toulouse Lautrec, Puvis de
Chavannes o sus amigos Santiago Rusiñol, Ramón Pichot o Isidre Nonell, entre otros; por lo
que parece necesario destacar una clave diferencia en la intención en cada uno de ellos.
Figura 11. El padre del artista, Joaquim Mir, Figura 12.Santiago Rusiñol caracterizado como El Caballero de la mano en el
Carles Casagemas y varias caricaturas pecho de El Greco, Josep Rocarol, Faura y otros croquis.
1899-1900 Museo Picasso Barcelona. 1899-1900. Museo Picasso Barcelona.
72. A. HAUSER.: Historia social de la literatura y del arte, vol. I, cap. 3. (Guadarrama, Madrid, 1979). Hauser coincide en este
punto con Gombrich y Kris (op. cit., I, 422-423): El interés en el Renacimiento por el dibujo, el Proyecto, el bosquejo, el boceto, y lo
inacabado o fragmentado, radican en la concepción subjetiva del arte, orientada al genio. Des esta manera, el dibujo abocetado, se convierte,
no solo en una forma artística, sino también como documento del proceso de creación artística
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Por un lado, hacer caricaturas para el aprendizaje en dibujo, donde “la libertad de la
mano” es la fórmula con la que Winckelmann73 describió los logros de los caricaturistas.
Elevar su condición de polo opuesto de la belleza ideal, pero dotándola de su misma dignidad,
y también la libertad del ojo -la percepción- para captar las formas, y lo más importante: la
personalidad del modelo.
Bernardo G. Barrós escribía: “…La caricatura es un término restrictivo que abarca
solamente una clase de humorismo: el personal.”74 Desde este punto de vista, la caricatura de
Picasso ha sido personal desde los primeros momentos. Retratos75 hechos caricatura de sus
amigos, colegas, familiares; otros inspirados en artistas que admiró como Velázquez y
Rembrandt, y una serie de autorretratos donde experimenta un evolutivo proceso creativo
representándose, incluso, con una inquietante cabeza de calavera. Picasso deja muy claro su
sentido del humor cuando parece reírse de sí mismo deleitándose garabateando las figuras y
acumulando trazos para hacer que emerja el personaje. Ésta es la diferencia entre Picasso y
los demás pintores que hicieron caricatura. Para Picasso es algo más: es el dibujo convertido
en la herramienta más eficaz en su proceso creativo. La utiliza para dialogar con el dibujo en
una búsqueda experimental, más allá de la propia apariencia. "Yo hago lo imposible porque lo
posible lo hace cualquiera."76 Picasso hace caricatura y la caricatura le inspira.
La evolución de la caricatura, y por tanto, lo que representa la evolución del dibujo de
humor, están presentes en Picasso con el retrato psicológico o caricatura personal.
Recordamos que el humorismo fue una manifestación literaria y a ella se sumó la caricatura
como expresión gráfica, lo que propició un juego expresivo de gran calidad artística.
Esas tres condiciones se vivían en la prensa satírica gracias a la libertad de expresión
que facilitó la Tercera República y estuvo siempre al alcance de su mano, como los periódicos
Gil Blás, o Cut Cut; (aunque en 1895 ya había hecho caricaturas para los diarios La Coruña,
Blanco y Azul). En esta época imita la caricatura de líneas arabescas de los humoristas Bac y
Guillaume, a los trazos más elaborados y precisos de Sem, Jossot y Steinlen. Aunque esa
libertad, creativa e irónica, supone un juego que echa por tierra los convencionalismos que la
73. WERNER HOFMANN.: “La mano libre de Picasso y la Caricatura”. Picasso: de caricatura la a la metamorfosis de estilo (D.L.
Barcelona: Museo Picasso. Instituto de Cultura de Barcelona: Lunwerg 2003),40. La belleza ideal de Winckelmann, quien se pronunció a
favor de la mano disciplinada, se contradice cuando atribuye al caricaturista el mérito de haber dado un gran paso en el arte, y después tacha
de corruptor del arte, a Bernini porqueutilizaba la caricatura con maliciosa ironía.
74. BERNARDO G. BARROS.: La caricatura contemporánea, Editorial América, Madrid, 1916.
75. http://www.bcn.cat/museupicasso/es/exposiciones/picasso-retratos/personatge/ (Visto el 14/04/2019)
76. https://pensamientoscelebres.com/frase/yohagoloimposibleporqueloposiblelohacecualquiera/1 (Visto el 15/04/ 2019)
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pintura tenía que asumir. Goya y Daumier descubrieron este camino para Picasso, pero
también para Nonell, Juan Gris, Ramón Casas, Joan Miró, Paul Klee, Marc Shagall, George
Rouault, Buffet y otros; que les llevó a establecer una nueva escala de valores en el arte. Otros
pintores, comprometidos con el mensaje social, o los expresionistas alemanes, hacían
caricaturas repitiendo el tremendismo simbolista y deformativo de la pintura nórdica de los
siglos XIV y XV.
Es evidente que la mayoría de los dibujantes de prensa son pintores que hacen caricatura
comprometiendo uno y otro género hasta el punto de preguntarse: ¿dónde se separa la
evolución del arte moderno, de la caricatura? Termina el siglo XIX arrastrando los últimos
coletazos del academicismo, y los primeros gérmenes del expresionismo se viven entre
Barcelona y el influjo de París. En el café Els Quatre Gats de Barcelona (fig. 14.), eje de la
vida artística catalana77, Picasso se relaciona con poetas, artistas y escritores como Ramón
Casas, Santiago Rusiñol, Miguel Utrillo, Jaume Sabartés, Carles Casagemas o los hermanos
Reventós; los posmodernistas Isidre Nonell, Joaquim Mir y Ricardo Canals. En este ambiente
vanguardista, Picasso puede expresarse con total libertad; hace caricaturas y carteles (figs.13-
15) y experimenta con nuevas técnicas de dibujo, acuarela, pluma, aguadas y con otros estilos
como el de Santiago Rusiñol, muy presente en su primera exposición de retratos (figs. 16-18).
Figura 13.Santiago Rusiñol. Figura 14. Els Quatre Gats. de Ricard Opisso. (1900). Figura 15. Miquel Utrillo.
Barcelona, 1899-1900. Barcelona, 1899-1900.
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Figura.16. Joan Vidal Ventosa. 1900 Figura 17. Jaume Sabartés. 1900. Figura 18. Eveli Torent Marsans. 1900
78. “La Vanguardia” 3 de febrero de1900 “- “Un joven, casi un niño, Ruiz Picasso, ha organizado una exposición de dibujos y notas
de color en “Els Quatre Gats”. En todas las obras expuestas hace alarde de una facilidad extraordinaria en el manejo del lápiz y del pincel,
dominando, por ende, en aquellas, como principal condición, la garbosidad en el trazo, conveniente siempre, pero perjudicial cuando se
sobrepone a toda otra cualidad y no es resultado de una larga y concienzuda práctica.” - “Diario de Barcelona” 7 de febrero de1900.- “En
el salón de “Els Quatre Gats” están expuestos algunos dibujos y notas de color de D. R. Picasso, joven que entra en el arte con la obsesión
del modernismo más extremado. No puede dudarse que el señor Picasso tiene talento y siente el arte; [...] pero la exposición acusa en el
pintor, como en muchos otros que le han precedido, enamorados hasta la locura de esta escuela, una lamentable perturbación del sentido
artístico y una equivocación del concepto del arte. En la colección de retratos al lápiz sobresalen algunos por la seguridad del apunte, pero
basta echar una ojeada al conjunto para notar que aquello es una galería de personajes melancólicos, taciturnos, aburridos, que producen
en el espectador una impresión de tristeza y de compasión por los retratados, poco favorable.”
79. Museo Picasso de Barcelona http://www.bcn.cat/museupicasso/es/coleccion/mpb110-872.html (Visto el 18/04/2019)
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Las palabras de Sabartés ofrecen una exquisita idea del dibujo de Picasso; un dibujo que
ya se veía en los diarios anteriormente citados y que siguió proyectando en la revista “Arte
Joven80” abogando por la transformación de los convencionalismos del arte.
A través de esta revista (fig. 19), Picasso colabora como director artístico, lo que le da la
posibilidad de conectar con jóvenes escritores y artistas libres de prejuicios militantes en un
intento de regenerar el provincianismo social y cultural. Y lo hace con sus caricaturas,
diseñando carteles y con un dibujo de factura grotesca, muy cercanos a los esperpentos de
Goya.
La crudeza de la vida aldeana enraizada en la esencia castellana, queda de manifiesto
con unos trazos rápidos, gruesos y finos, que siguen la línea de Caran d`Ache (figs. 20 - 21) o
la línea de los grabados de Darío de Regoyos (fig. 22). La realidad del momento era plasmar
la bohemia de Madrid en un relato satírico en el que, el sarcasmo mordaz, recurre a la
distorsión y a la caricatura de hechos y personajes, como poetas venidos a menos, luchando
por ser escuchados, o pintores que no vendían.
Figura. 20. Arte Joven, Nº 1 Figura. 21. Arte Joven, Nº 4 Figura. 22. Arte Joven, Nº 2.
Camilo Barguiela Grupo de bohemios
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Figura 23. Autoretrato 1906 Figura 24. Caricatura de Guillaume Apollinaire Figura 25. La espera (Margot) 1901
Museo Picasso, París 1905 Museo Picasso, Barcelona
En este ambiente social, casi marginado culturalmente, no solo alzaban la voz los que
podían; gritaba Picasso con sus dibujos claramente servidos en sencillos elementos
estructurales. Para Hofmann81, de esos elementos surgirán más tarde, sus inagotables cambios
de formas; formas alternativas de un Picasso pre-cubista que lucha entre la línea curva y la
línea recta (fig. 23 y 24).
Entonces, las orientaciones didácticas sobre las maneras de dibujar, estaban presentes en
el método oval y el método rectangular que, Walter Crane enseñaba en su libro Line and
Form (1900). Algo tan sencillo como pensar que, efectivamente, hay personas que son como
círculos y otras como cuadrados. Pero Picasso, aunque siempre va a permanecer dentro de la
estructura tradicional, accedió a la oposición “línea recta - línea curva” siguiendo sus propios
instintos creativos a través de una caricatura que agrupa y acumula imágenes, como si
estuviera construyendo un mosaico. Los diferentes planos y las muchas perspectivas van a
jugar un papel esencial que, fuera de cualquier dimensión formal, agrega la línea geométrica
de Cezánne con trazos circulares o simples líneas rectas, con el inequívoco discurso visual de
un mundo en pedacitos.
Cuando en 1904 Picasso entra en París para quedarse definitivamente, su dibujo ya no
es un pretesto de esbozo, es ya una referencia a la hoja satírica. Hojas con formas geométricas
que, sin ser motivo o preparación para pintura alguna, bailan descompasadas y demuestran,
una y otra vez, su sentido del humor.
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82. IVE-ALAIN BOIS.: Matisse et Picasso. (París, Flammarion, 1999), y Matisse-Picasso. (París, RMN, 2002)
83. F. DVORAK.: Henri Matisse, Dibujos. Ediciones Poligrafa. S.A. Barcelona 1980
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palabras fueron tan claras. Picasso no iba a “impresionar” más de lo que hicieron los grandes
precursores como Renoir, Monet, Signac o Degás. Pero tenía que ser único y, “expresar” su
talento, era más complejo porque partía de la angustia existencial de una época. Ciertamente,
las fuentes culturales y científicas del teatro de Strindberg, Ibsen, Brecht, de la novela de
Kafka, el psicoanálisis de Freud o la filosofía existencial de Nietzsche o Heidegger; no podían
quedarse a un lado. La interpretación artística daba la mano al compromiso social, político y
religioso como si en ello les fuera la vida.
La nueva estética del expresionismo estaba al alcance de la sátira, la crítica, la ansiedad,
la tragedia humana y de la caricatura; era la oposición del “arte por el arte” en pro de la
expresión. Para Picasso, la caricatura pasará entonces a la nueva dimensión de pintura y se
convierte en el motor generador de su creación; pero también hay que subrayar la tendencia
hacia la caricatura de muchos artistas durante los periodos de desarrollo expresionista. Entre
los años de 1885 a 1930 tenemos la influencia simbolista - modernista con Ensor y sus
grotescas máscaras; Munch y su crítica feroz a la burguesía, de la creación “El puente”; la
figura de Rottluff y los blancos de sus perfiles, al Verísmo de George Grosz, Otto Dix y Max
Beckman con su crítica social y compromiso político. Todo su arte es mordaz y a la vez
empático entre artista y obra. Los rostros deformados, a veces buscan lo demoniaco o lo
grotesco más tremendo como las pinturas de Emil Nolde; pero también la desfiguración más
completa que Picasso encuentra como vía de sus nuevas investigaciones. Los precedentes
artísticos echan una mirada hacia el pasado y ponen sus ojos a la escultura y pintura egipcia, a
las máscaras griegas, al dibujo pompeyano, a la escultura medieval, al dibujo de Durero, El
Bosco, Grünewald, El Greco, Goya y Daumier… pero, ¿qué lugar ocupa Picasso en la
caricatura?
Con las nuevas tendencias se elaboraron las bases estéticas y morales para el arte
contemporáneo y, a diferencia de los demás artistas de su época, Picasso nunca se registró en
movimiento alguno como tampoco firmó manifiestos porque, en esa búsqueda hacia el
primitivismo, será él el que encuentre el camino hacia la investigación y descubrimientos
cubistas, para representarlo como “Picasso el pintor - Picasso el dibujante”. La caricatura
como ente vivo en el proceso creador de arte, nadie mejor que él supo dominarla; dicho de
otra manera: Picasso es su propia obra. Picasso es su propia caricatura.
La esencia de la caricatura se convierte en una máscara, y con Picasso, su mayor mérito
es la fuerza poderosa de la caricatura misma cuando el resultado ya no lo parece.
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84. LAURENT GERVEREAU.: “Explorar los límites de la legibilidad”, en Picasso, de la caricatura a las metamorfosis de estilo.
(D.L. Barcelona: Museo Picasso. Instituto de Cultura de Barcelona: Lunwerg 2003), 67
85. LAURENT GERVEREAU.: op. cit., 2003, pág. 65
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Figura 26. Gertrude Stein. 1906 Figura 27. Auto-retrato de Pìcasso. 1906
86. (Anatole Jakovski, «Midis avec Picasso», Arts de France 6. París, 1946)
http://www.bcn.cat/museupicasso/es/picasso/conversacion.html (Vista 30 de abril de 2019)
87. ERNST H. GOMBRICH.: La máscara y la cara: La percepción del parecido fisionómico en la vida y en el arte. Arte, percepción
y realidad. Conferencias en memoria de Alvin y Fanny Blaustein Thalheimer, Ediciones Paidós, Barcelona, 1970.
88. D. DUPUIS-LABBÉ.: Les Demoiselles d'Avignon: La révolution Picasso. París, Bartillat, 2007
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89. (De la entrevista de Marius de Zayas «Picasso speaks», The Arts. Nueva York, 1923)
http://www.bcn.cat/museupicasso/es/picasso/conversacion.html (Vista 30/04/2019)
90. PALOMA ESTEBAN.: Picasso 1881-1914. Los grandes genios del arte contemporáneo-El siglo XX. (Colección: Biblioteca El
Mundo. Edición Rizzoli, Milán 2003), 17
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Para los coleccionistas y marchantes más audaces, la pintura afrontó un largo periodo de
duras críticas; desde pensar que se había vuelto loco, de lo dañina e inútil, hasta reírse en la
propia cara. Ninguno de los amigos o admiradores expresaron un juicio favorable. Matisse la
definió como un ultraje al movimiento moderno. Aunque no se entendía el nuevo camino
trazado por Picasso, el análisis imparcial muestra que la pintura, junto con sus estudios
preliminares, re-concibieron toda la tradición artística europea desde sus raíces, para crear un
nuevo lenguaje visual. No era su intención romper con la tradición, más bien estaba dispuesto
a destruir la convicción. Esta pintura, más que cualquier otra obra del modernismo europeo, es
un análisis totalmente realizado del arte de la pintura y de la naturaleza de la belleza en el arte.
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Solo meses después de crear nuevas obras, pudieron comprender el alcance de la revolución
cubista, apreciada en un principio por Daniel–Henry Kahnweiler91 (futuro historiador del
cubismo) que se hizo con la compra de todos los estudios preliminares, junto con Wilhelm,
crítico y coleccionista alemán.
Las nuevas obras de Picasso después de Las señoritas de Aviñón, se clasificaron bajo el
epígrafe de Época Negra, cuya característica, era la búsqueda de una nueva estructura para la
figura humana. La influencias de Cézanne, Gauguin o Matisse, pasaron a controlar otras
derivaciones de línea, dibujo y contorno, en sentido colorista y expresionista; ya descriptivos,
ya autónomos. Sin embargo, la deformación del cuerpo y la estilización del cuerpo nos
recuerdan su pasión por El Greco y se convierte en un programa. Se reafirma también frente a
Goya, fascinado-atraído-horrorizado, para terminar inventando algo tan singular como la
etnología en la pintura. No cabe duda que la caricatura es el motor de ese programa. La
caricatura ha triunfado derivando hacia un más allá de lo grotesco.
El escritor alemán Christoph Martin Wieland (1733-1813)92 abordó el tema de la
caricatura y señaló su irritante relación con lo grotesco. Desde su punto de vista, la caricatura
se dividía en tres categorías: “caricatura verdadera” la representación es realista; “caricatura
exagerada” pasa del realismo a la sátira y “caricatura fantástica” donde la representación no
tiene límites. Esta última caricatura fantástica, también llamada grotesca, depende de los
límites de la imitación. Picasso se sirvió de las tres. El ejemplo de Goya, de la caricatura a la
fantasía de la pesadilla o la horrible realidad de la primera Guerra Mundial, a través de la
caricatura de Otto Dix. La caricatura normal cae en lo grotesco cuando sus distorsiones
estrangulan la risa.
Las Señoritas de Aviñón hicieron reír a más de uno. ¿Dónde estaba entonces lo
grotesco? Quizá cuando se traspasan los límites de la realidad. Pero lo grotesco en las
vanguardias puede observarse en la respuesta europea a la escultura africana.
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Cuando estas figuras y máscaras fueron ampliamente difundidas a finales del siglo XIX,
los espectadores las consideraron grotescas y monstruosas. Solo cuando ya estuvieron bajo el
influjo de la estética moderna, se consideraron bellas, incluso clásicas.
Para Baudelaire no existe la belleza eterna y absoluta: la belleza viene de la pasión. La
belleza en la obra de Picasso parece manifestarse con las palabras de este gran defensor de la
caricatura. El artista es el héroe de la modernidad; no busca la forma perfecta sino la
deformidad perfecta. Pero una cosa parece cierta: sin la introducción de la caricatura que ha
descompuesto la tradición europea, Picasso no habría podido acercarse al arte negro.
Las Señoritas de Aviñón bien pueden ser rescatadas bajo lo grotesco carnavalesco
subido de tono; una de las categorías de las que también se precia este medio estético, que
elide la diferencia entre lo conocido y la risa, que se mofa de la debilidad y la estupidez
humana. Son muy cuestionables las razones por las que Picasso trabajó esta obra: si era para
reírse del arte moderno, para demostrar a Matisse que podía hacer algo diferente, que podía
estar a la altura de su arte, o quizás más. Pero la estructura más profunda de lo grotesco es la
del juego, porque juega con las realidades establecidas.
Si nos centramos en lo grotesco en el modernismo, se ve infiltrar y deshacer, no solo
las convecciones de representación establecidas, sino también nuestras propias convicciones
mentales sobre el modernismo; cómo pensar que Picasso podía haber sido manierista por
influencia de El Greco, cuando la realidad de ambos era “sorprender y asombrar”.
En 1908, Alos Riegel93 afirmaba que lo moderno comenzó con el manierismo y que
cada estilo era extremadamente individualista y subjetivo. En cambio, Julius Meyer-Graefe94
elogia a El Greco como el primer artista expresionista para definir el manierismo y las
vanguardias, como formas espirituales de expresión. Connelly95 también afirma que la
influencia de El Greco en Picasso determinó el cubismo. No es tan conocido que algunos de
sus contemporáneos, críticos y mecenas, equipararan su obra y la de otros artistas de
vanguardia con el manierismo, cuando es sabido, que fueron ellos -Charles Baudelaire,
Eugene Delacroix y Edgar Degas entre otros- los que le redescubrieron y recopilaron sus
trabajos. La caricatura de Picasso vive entonces su “maniera” y su estilo particular
reformulando el lenguaje formal. Porque Picasso, en ese momento, no se limitaba al
repertorio del nuevo arte; ambicionaba todas las tendencias estéticas, aunque los críticos del
93. ALOIS RIEGEL.: Problemas de estilo. traducción Federico Miguel Saller (Gustavo Gili, Barcelona, 1980)
94. FRANCES. S. CONNELLY.: Idem pág. 158. Meier- Graefe escribió sobre El Greco en su Spanische Reise, 1910.
95. FRANCES. S. CONNELLY.: Ibedim. Pág. 160
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arte moderno y el manierismo acusaran, cada vez más, de degenerativos aquellos artistas que
parecían hacer lo que les daba la gana.
El vínculo entre primitivismo y caricatura, aparece en el centro de todas las respuestas
europeas al arte africano caracterizadas como grotescas por quienes estaban acostumbrados al
arte académico. Los artistas de vanguardia no sabían mucho más de las intenciones de este
tipo de imágenes, pero sí adoptaron sus distorsiones como medio para destituir el ideal clásico
a pesar de que, la introspección del cubismo y su relación con la tradición clásica, le elevaron
a los altares de la historia del arte, como lo más sublime del arte intelectual y formalista96.
Visto desde la perspectiva de lo grotesco, es igualmente cierto que el cubismo debería ser
entendido como lo último en ingenio y virtuosismo, en la mejor tradición del grotesco
improvisado97.
En un ensayo satírico publicado en Architeectural Record, 1910, Gelett Burges
reconocía el aspecto cómico del cubismo, partiendo del proceso creativo de artistas que
parecían inventar nuevas formas de humor. Sus comparaciones con las gárgolas de Notre
Dame, el arte de Nigeria o las imágenes primitivas aztecas y precolombinas; daban como
resultado, la existencia de una línea de fealdad del mismo modo que existía una línea de
belleza. ¿Pero la fealdad sólo puede percibirse como la encarnación del mal, como una
caricatura o una vulgar escena de género? Nos servimos con el ejemplo de El Grito de
Munch. ¿Puede considerarse una caricatura? Según Michel Melot98, “…el arte puede tratar la
fealdad sin mantener, por ello, relación con la caricatura”. La nueva estética se libera del
dogmatismo que sostuvieron las doctrinas oficiales de la iglesia, la monarquía y la academia,
para demostrar que la caricatura es la perversión de esas doctrinas. El artista ya no respeta el
espacio que le impone el motivo; el motivo es el que es sometido al espacio del artista. Ahí se
puede ver una trayectoria similar del cubismo y de la caricatura cuando se observa el giro de
Picasso hacia el primitivismo, con una obra que buscaba la caricatura o la vertiente
caricaturesca de Tolouse Lautrec, hasta las distorsiones manieristas. En Las señoritas de
Aviñón todo se mezcla, como ha demostrado Patricia Leighten99: “…las travesuras
96. EDWARD FRY.: Picasso, Cubism, and Reflexivity, Art Journal 47, 1988. (De Roger Fry en castellano: Visión y diseño, editorial
Paidós, Barcelona, 1988, y Cézanne, Un estudio de su evolución, Eunusa, Pamplona, 2008). El autor afirmaba que el cubismo tomó la
tradición clásica como uno de sus primeros rasgos. Pero Fry trató el tema en el lenguaje altamente filosófico tan familiar para los académicos
del cubismo. Aquí, consideramos a Picasso más como académico, comprometido con el clasicismo.
97. DAVID SUMMERS.: “Cubism as a Comic Style”. Massachusetts Review 22, Nº 4 (1981): 641-59
98. MICHAEL MELOT.: op.cit., 2003, pág.51
99. FRANCES. S. CONNELLY.: Ibedim. Pág. 224. El estudio de PATRICIA LEIGHTEN Re-ordering the Universe: Picasso and
Anarchism, 1897-1914 establece las credenciales de Picasso como un artista con proyecto de revolución social y artística.
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subversivas de Picasso van más allá de cuestiones estéticas” y Las señoritas de Aviñon es
una obra tremendamente divertida fuera de toda presunción o cuestiones. La caricatura, el
arabesco y el capricho revivieron con el cubismo de Picasso.
Hasta la ruptura vanguardista, el artista era fiel reflejo de las imposiciones estéticas.
No importaba si la belleza estaba en la naturaleza y si de ella sublimara lo universal, o
que estuviera en la divinidad de un ser creador de ese universo o que fuera el hombre el
centro del mismo; el arte ha sido una filosofía, un pensamiento y una lucha constante en la
defensa de la creación. Con el arte nuevo, la libertad creadora determinaba nuevos
100. J. ORTEGA Y GASSET.: La deshumanización en el Arte y otros ensayos estéticos. (Revista de Occidente en Alianza Editorial
2009)
101. ERNST H. GOMBRCH.: –Historia del Arte. El arte y sus artistas. Alianza editorial. Madrid 1990
102. La comparación del artista actual con el hombre del pasado, en ese afán de recuperar o de imitar lo que hacía; se ve como un
ciclo rotativ que no dejará nunca de moverse.
103. JOSÉ GUADALUPE ZUNO.: Ibidem.
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en cuanto se presenta el genio, se esfuman los sabios. En realidad, somos nosotros mismos
quienes damos valor y significación al arte.
Dada la cantidad de factores que intervienen en el arte, el más importante es el que
le vincula con el artista. Freud concebía básicamente el arte en términos de sublimación
inconsciente donde se integra diversos aspectos de la personalidad: la imaginación, la
creatividad y la originalidad104. Sin duda, estos tres aspectos han sido la fuente de la
personalidad de Picasso y factores inagotables de su proceso creador. Transformar el arte
era la única solución para combatir la fatiga que producían las formas repetitivas, e
interpretarlo como una conexión entre el consciente y el inconsciente.
105
Fueran los pensamientos afines de Wölfflin y Hauser106 de impulsar el arte con
nuevas formas, o de creer que, sin la espontaneidad y capacidad creadora, no habría obras de
arte; llegaríamos a pensar que cualquiera podría ser artista. Aquí no tiene cabida que el interés
subjetivo de la creación artística, la voluntad y la capacidad de expresión no se puedan separar
de las condiciones sociales: lo que importa es la capacidad de percepción para que ese cambio
en el arte se produzca. Desde la propia pregunta de lo que es arte como objeto estético y ser
admirado por su valor intrínseco, a pensar que el propio artista debe ser conocedor de esas
leyes de percepción visual, hay que reconocer, que las cualidades absolutas del arte no se
hallan a nuestro alcance y que siempre nos veremos obligados a contemplar las obras de arte
dentro del contexto de su propia época y circunstancias, sean pasadas o presentes. Pero el arte
también tiene sus propias leyes psicológicas que rigen su construcción; leyes que marcan un
punto de inflexión en la historia de la estética y en el carácter del artista. Entonces ¿es
necesaria la caricatura para entender el arte de Picasso? Primero deberíamos reconocer el
carácter humorístico que degeneró en toda su obra. Porque ya sabemos que la caricatura le
ayudó a dar sus primeros pasos en el dibujo: dibujo y caricatura que le divertían.
104. H.W. J.: Historia general del Arte. El Arte antes de la Historia. (Alianza forma, vol. I. Madrid 1990)
La imaginación, puede interpretarse como la conexión entre el consciente y el inconsciente, lugar en el que se desarrolla la mayor parte
de nuestra actividad mental. Lugar donde van unidos la personalidad, el intelecto y la espiritualidad del hombre; y aunque son lícitos,
pueden actuar de forma imprevisible. La capacidad de crear, parece ser algo relativamente reciente dentro del curso de la evolución,
mientras que la originalidad, es la que distingue el arte de la artesanía y por la que medimos la grandiosidad o importancia de una obra
artística.
105. R. WÖLFFLIN.:Renacimiento y Barroco, (Madrid, 1986 [1888]).
Aunque reconoció genios del arte, su interés por las formas en sí mismas, se quedaban anticuadas y se agotaban por razones culturales y
espirituales del momento. Había que cuestionar cambios en el proceso artístico, y Picasso lo hizo.
106. A. HAUSER.: Fundamentos de la sociología del Arte. (Madrid, 1975)
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La pregunta es: ¿dónde queda el arte en el garabato? Solo aparece como un documento de una
civilización y no como un ejemplo de arte pictórico111. Picasso hace garabatos (fig.28 y 29) y
aboceta constantemente como documentos directos de inspiración y, por otro lado, el
garabato, como el arabesco, del mismo modo que algunos románticos lo definían como un
lenguaje pictórico primitivo, la caricatura comenzó a ser considerada como un medio para
quitar las telarañas de la tradición académica, cada vez más moribunda. Pero hay que
distinguir entre caricaturas intencionadas de verdaderos caricaturistas y las distorsiones
involuntarias de aficionados, que nada tiene que ver con un buen dibujante. Porque el
garabato que hace al dibujante y le lleva a la caricatura, en contraste con la copia académica,
sus rudos trazos despliegan un signo de intención, de capricho o, dicho de otro modo, un
signo de belleza elemental, sin educar, en bruto, pero que nace exclusivamente del
pensamiento.
Podemos decir que la tendencia hacia lo burlesco y la caricatura, parece ser un
sentimiento profundamente implantado en la naturaleza humana y uno de los primeros
talentos que mostramos antes de aprender a escribir. Como recordar de nuevo las palabras de
Wriht112, “El propio arte, en sus primeras formas, fue caricatura”, y a Picasso le llevará a
sublimarla en sus cuadros a partir de Las señoritas de Aviñón. Entonces estamos hablando de
la caricatura como Arte y ya no hay comparación: solo es el principio de su metamorfosis de
estilo.
Figura 28. Apuntes de obras de Velázquez. Madrid 1897-1898 Figura 29. Autorretrato y bocetos Barcelona, 1899-1900
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Podemos creer entonces que la caricatura es esencial para entender el arte de Picasso
cuando la mayoría de los defensores de la caricatura, deciden que la totalidad de su creación
procedía de la metamorfosis. Una evolución que nace de su innata habilidad con el dibujo y
culmina con Las señoritas de Aviñón. Es en ese momento cuando la caricatura revierte en su
obra pictórica y el cubismo le abre las puertas a la metamorfosis de estilo mezclando
primitivismo y caricatura (fig. 30 y 31).
En sus etapas posteriores desarrolló sus propios métodos de trabajo tridimensional y se
ramificó en nuevas áreas, como la cerámica y la escultura (fig. 30-32) a las que dio su toque
caricaturesco siempre presente, incluso, en su último auto-retrato (fig.33), donde se muestra
como una máscara grotesca, fiel a su principio de metamorfosis, y fiel a su sentido del humor.
Su pintura y escultura juega siempre con el paso de una interpretación a otra como el
manillar de bicicleta simulan los cuernos de un toro (fig. 34). Con esta obra, Picasso da fe de
su imaginación, creatividad y personalidad que tanto apremia Freud en el artista. Porque lo
Figuras 30 y 31.Caricaturas de André Salmón. 1907 Figura 32. Cabeza de mujer (Fernande) 1909
Museo Picasso, París Museo de arte contemporáneo Reina Sofía. Madrid
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113. CARMEN LOZA ARDILA.: “Psicoanálisis, arte e interpretación”. Anuario de psicología clínica y de la salud. Vol. 2,
(2006). La visión del artista del siglo XX, es su obra y va triunfar desde la subjetividad. Visto el pensamiento psicológico y
sociológico como una necesidad para entender al artista, su contexto y a su obra; queda ésta a las puertas de la interpretación;
por tanto, no puede ser más emotiva que cualquier otra actividad humana; sin embargo, ningún artista es independiente de
predecesores y modelos; porque las emociones internas y externas, fomentan la conducta del artista y que la metodología
psicoanalista, descansa en la interpretación. Véase también, ARNHEIM, RUDOLF.: Hacía una nueva psicología del Arte. Madrid,
1980
114. VALERIANO BOZAL.: “Picasso y la tradición de lo grotesco en el arte español”, en Picasso de la caricatura a la
metamorfosis de estilo, (D.L. Barcelona: Museo Picasso. Instituto de Cultura de Barcelona: Lunwerg 2003), pág. 19
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vuelve a la caricatura. Son los ejemplos de una caricatura de vanguardia que traspasan los
convencionalismos pictóricos de cualquier artista, con los que Picasso formula con la
caricatura en su proceso de metamorfosis perfectamente visibles; en Abu (1905) de Alfred
Jarry, Suite Vollard (1933), Sueño y mentira de Franco (1937), Tauromaquia (1954), Las
Meninas (1957), El rapto de las Sabinas (1962) y los 347 grabados (1968); componen los
cuatro grupos temáticos de su última serie: La Celestina, Mitologías y circos, Rafael y la
Formarina, y el pintor y su modelo. Son metamorfosis en estado puro bajo el dominio del
dibujo y también para el Arte de la caricatura, y para una caricatura de Arte, cuando
analizamos el retrato de su fiel amigo Jaume Sabartés (fig.40-45). Un retrato es una caricatura
y una pintura es una obra de arte.
La paradoja toca a su fin si aceptamos una realidad tan evidente: la caricatura es el
enigma eterno de toda la obra de Picasso con un antes y un después de Las señoritas de
Aviñon.
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Figura 37. Cuaderno de estudio. Figuras 38 y 39. Dibujos sobre catálogos de exposiciones, dedicados a su barbero, Eugenio Arias.
1893-1894. Museo Picasso. Barcelona 1960. Fundación Eugenio Arias, museo Picasso de Buitrago, Madrid
Figuras 40-45. Representan a Jaume Sabartés en diferentes composiciones humorísticas: como un fauno tocando 1946, el
aulos - Antibes, con gorguera y sombrero 1939 y con las pin.-up Girls Esther Williams y Dani Crayne 1957. Museo Picasso
de Barcelona. Exposición Sabartés Picasso Sabartés. Diciembre 2018.
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5. CONCLUSIONES
La Real Academia española que define la caricatura dice lo siguiente: “Dibujo satírico
en que se deforman las facciones y el aspecto de alguien”, o bien; “Obra de arte que
ridiculiza o toma en broma el modelo que tiene por objeto”. Según estas definiciones, nos
encontramos con dibujo satírico y obra de arte que ridiculiza con un mismo fin: deformar y
tomar a broma.
No es difícil entender que la caricatura tiene un evidente mensaje de sátira, sea cual sea
la técnica utilizada o modelo y, no por necesidad dirigida a una persona, sino también a una
situación o momento, animal o cosa que, con caracteres humanos, se tome a broma o risa.
Esto reduce la ecuación a la palabra deformación: ¿deformar algo se considera arte? No
necesariamente cuando ya sabemos que la deformación es consecuencia de lo grotesco, y lo
grotesco no siempre está unido a la sátira y la comicidad, pero sí asociado a la caricatura y,
como ella, dividido en diferentes categorías. Resumimos lo grotesco como la argucia hábil y
técnica que no despierta risa aunque sea cómica y que derivó a la caricatura desde que Jaques
Callot empezó a dibujar a los marginados de la sociedad. Cierto que las imágenes cómicas
producen risa, pero la sátira critica lo bueno y lo malo a excepción de la posibilidad de que
todos los componentes de la acción se atengan a la norma; ya no serán objeto de la sátira y,
por tanto, de la crítica. Pero nos queda el componente de obra de arte, y ahí queda.
pequeña locura que le hacer ser excepcional, o asociarle a la imagen de bohemio. Pero no por
eso todos los artistas han de estar medidos por un mismo patrón o de ser psicoanalizados
como Leonardo Da Vinci. Se trata de ser conscientes de una verdad y, es que el humor va
asociado a la caricatura por lo mismo que un dibujo y una pintura son caricatura cuando se
hace con ese fin.
Para Chamfleury, que aporta las primeras caricaturas de la historia, sostenía que, ya
desde tiempos remotos, las culturas han sabido reírse de sí mismas retratándose y
representando a la naturaleza y a las adversidades, construyendo su mundo gracias a las
fuerzas espirituales y a sus creencias. Cada cultura ha moldeado formas para manifestarse a
través de su capacidad de observación: líneas que se alargan a ritmos inusitados, curvas
ágiles, síntesis pletóricas de vitalidad nos acercan a la expresión caricaturesca dadas sus
apariencias grotescas. Pero su finalidad no buscaba el humor ni la risa, sino la representación
de una conciencia espiritual cargada de símbolos. Quizás su mayor logro ha sido descubrirnos
el poder expresivo de esas líneas porque la sutileza del sentido del humor les quedaba muy
lejos para iniciarse aún. Precisamente, de lo altamente primitivo de culturas anteriores, se
evoca el vanguardismo de Picasso a partir de 1907 con su metamorfosis de estilo o, lo que
llamamos, evolución en las formas caricaturescas para pasar del formato pequeño a la gran
pintura. Esa metamorfosis es el último estado acelerado de una caricatura que estaba inclinada
hacia la broma en el siglo XVI y hacia la agresión a partir del siglo XVIII.
Con Picasso descubrimos al genio, al loco, al payaso y demiurgo, que disfruta en su
proceso creativo desde la infancia porque la caricatura renueva el placer infantil, también
característico de la risa; mostrándose tanto en la voluntaria simplificación de rasgos como en
la apariencia del garabato de inhabilidad ingenua. Con ello, la caricatura se sale del registro de
realidad y seriedad, cosa que Picasso permitió en pocas ocasiones como en su obra
“Guernica”. Lo que tenemos que reconocer es la agudeza de su ingenio y la imagen de un
hombre que se regocija creando porque hay sentido optimista y sentido del humor. Todo eso,
y más, está a disposición del hombre para librarse de angustias o burlarse de sí mismo. Pinta
su propia visión porque todo está en su interior; la misma visión de Vasari en “Las vidas”,
según las cuales todo está en la cabeza del divino artista.
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Las razones de esta afirmación están en las obras vanguardistas donde la caricatura ha
traspasado los límites de la técnica, pero también lo está en la propia evolución de la
caricatura vista desde el humor, la risa, la estética y la psicología del artista.
La caricatura abre su abanico de categorías para entender que su cualidad más
asombrosa es su carácter transformador. Desde la impronta original y diestra del garabato, del
dibujo rápido y de la intención de hacer reír. Desde su vínculo con la literatura satírica donde
lo gráfico y textual se integran en un juego humorístico, vivaz, inteligente y artístico. Desde la
prensa como noticia directa y mordaz para asociarla al humor absurdo y a lo grotesco como
algo ridículo y extravagante; hasta rescatarla de los folletines y revistas para llevarla a los
lienzos de la vanguardia.
Picasso es, fuera de toda duda, el artista que ha dialogado con la caricatura durante todo
su proceso creador; un proceso creativo que no es sino una secuencia de impulsos
imaginativos y sus intentos por proporcionarles múltiples formas. De hecho, la imagen mental
solo comienza a definirse a medida que el artista dibuja un trazo, y la caricatura es una de
esas formas que sintetizan el cambio que va a depender de sus diferentes tipos de caricatura
y su estética.
Dada la relación asociativa de las formas de Picasso con el contenido emocional, logra
presentar cosas que están fundamentalmente abiertas a la analogía: el objetivo de la pintura
figurativa. Pero el estilo de Picasso es, en realidad, mucho más rico en el ámbito técnico, y en
una posición para reformular los objetivos tradicionales de la presentación visual, sin dejar de
lado el trabajo histórico, las escenas de género u otros tipos convencionales de pintura.
La más importante es que, dentro de esas tipologías, todos los autores coinciden en
que abarca solamente una clase de humorismo: el personal. Y la caricatura personal es un
retrato psicológico donde tiene cabida la deformación y los acentuados rostros que todos
conocemos y vemos en muchos caricaturistas actuales. Esta nueva concepción plástica de
interpretar la psicología humana deja entrar los sentimientos que están dentro del artista
para poner al descubierto el alma del modelo, como en el artista la necesidad de
descubrirla. Sin embargo, el elemento estético es la gran lucha que los historiadores no
terminan de definir ni de defender. Y es la presencia de una estética de la caricatura que
cambia con las necesidades culturales y se impone a su hermana la pintura po rque es un
arte popular que llega a todos.
Para unos, un dibujo y una pintura es caricatura solo cuando se hace con ese fin. Con
Picasso se ha demostrado que una caricatura personal puede estar representada en una pintura
fuera del alcance tradicional de la caricatura típica: es la transformación de un nuevo estilo de
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caricatura que traspasa sus propios convencionalismos y revela que la experiencia estética,
adoptada por filósofos y teóricos, será lo sublime y no lo grotesco; una nueva forma de belleza
moderna, porque el placer en lo sublime, como entendía Kant, reside en nuestro dominio de él.
Podríamos concluir con la afirmación de que lo sublime es el elemento expresivo central
de la vanguardia y, con el ejemplo de Picasso, la caricatura contribuye a la transformación de su
único y original estilo artístico.
Para el tercer y último objetivo, demostrar con Picasso que la caricatura tiene la
categoría de Arte Mayor dependerá de que el historiador se formule la misma pregunta y, en
caso afirmativo, pueda llegar al alcance de todas las investigaciones y estudios en historia del
arte.
Las conclusiones, en este punto, tienen que ver con lo grotesco en la caricatura y con la
estética. Cierto que la caricatura y lo grotesco están asociados como el dibujo a la pintura y
ésta con la caricatura, por mucho que parezca lo contrario. La palabra “grotesco” se definió
primero a invenciones ornamentales para que en el siglo XVII, se identificara con la
caricatura y los caprichos, y asociarla después con el horror y repulsión. Solo a finales del
siglo XVIII y principios del XIX, el discurso artístico de la caricatura se ciñó al interés
filosófico porque se reconoció como una expresión humana que está intrínseca en su hacer
creativo.
En cuanto a la estética, la articulación de horror y belleza, la presencia de la belleza en
la fealdad y la temporalidad de lo transitorio, son rasgos tan adecuados para un pintor de
"croquis de costumbres" como de los caricaturistas, que hacen uso de estos motivos de forma,
muchas veces más radical que los pintores de género, y Picasso está inmerso en ese proceso
creativo. Por esa razón, algunos piensan que la caricatura es un mecanismo psicológico más
que una forma de arte aunque, precisamente, se haya escrito que la psicología del artista -su
personalidad- es determinante para demostrar su grado de humor y subjetividad a la hora de
crear una obra de arte. Luego para entender la estética de Picasso, hay que conocer la estética
moderna de Kant y Hegel cuando abrieron el camino al “juicio del gusto” de las obras de arte
visual no mimético sin importar la belleza ni los contenidos, expresión o significado histórico.
Los pocos estudios que se han realizado con respecto a lo grotesco con los ejemplos de
Frances S. Connelly “Lo grotesco en el arte y la cultura occidentales” o sobre “La historia de
la fealdad” de Valeriano Bozal, donde describen categorías para lo grotesco como categorías
tiene la caricatura: refuerzan y dan valor significativo al proceso creativo y definición al arte
de grandes artistas que han rozado la caricatura con absoluta intención.
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Si para Durero la caricatura era un ejercicio que venía a perturbar la belleza concebida
como norma; para Da Vinci era una extrapolación del realismo hasta su lógica más radical;
para Baudelaire era el descubridor del misterio de la caricatura; para Goya representa la
caricatura moderna en un momento de integración de las formas caricaturales; para Daumier
dar a la caricatura su flamante contenido; Picasso representa la suma de la caricatura
contemporánea de alarde pictórico.
Picasso, como Leonardo y Durero, también sabía del contraposto bello–feo o
“ bello-bueno, feo-malo” pero sin entrar en la moralidad que ello supone; luego se da la razón
al Renacimiento, no solo por redescubrir la antigüedad, la instauración de reglas de la
perspectiva o de la proporción, y tampoco la proclamación de las normas de la belleza, sino
a la libertad de elegir entre diferentes maneras: la libertad de la mano.
Esta conclusión confirma que la historia general de la caricatura y de la ironía
plástica, debería estudiarse desde cuantas formas de manifestaciones tengan las Artes
Plásticas; y se estudiaba en Ilustración. Solo se presta a la enseñanza histórica en países de
latino América, pero no en España. ¿Qué conclusiones sacamos en este punto? Si Picasso y los
grandes artistas son los que realmente han creado la historia del arte, la caricatura tendría que
estar al mismo nivel de autoridad educativa para la historia del arte contemporáneo. Los
ejemplos del retrato cubista de Jaume Sabartés como Las señoritas de Aviñón son la
predisposición del cubismo y la simbiosis entre primitivismo y caricatura, reconociéndose el
arte tribal, como germen modélico para los artistas.
Si el arte de Picasso se debe a la caricatura, deberíamos tener en cuenta lo que Picasso debe
a la caricatura, y si la historia del arte se ve como una historia de los estilos descubriendo
fórmulas para la creación artística, ahí es donde Picasso aparece como el gran maestro y la
caricatura como la fórmula más creativa para su proceso creador. ¿Quién no hubiera pensado en
un Picasso como futuro periodista, ilustrador y caricaturista? Pero los mitos culturales y la
tradición de caricaturistas encasillados en el mundo publicitario no serán más fuertes que su
ambición artística para llevar sus dibujos a la pintura. Nadie dirá que Picasso ha sido siempre
un caricaturista porque la confusión de verlo encasillado en el género, que muchos
consideraron menor, indeterminado y desconcertante; convenía maquillarlo bajo los términos
más nobles como: metamorfosis y humor burlesco, pero no caricatura. Una prueba la tenemos
en los títulos que vemos en los museos que llevan su nombre; en el Museo Picasso de
Barcelona aparecen como “caricaturas”, pero en el Museo Picasso de París vemos “retrato
cargado”, y es que los museos poseen muy contadas caricaturas que, además, lo pongan por
escrito tomando en cuenta la enorme cantidad que de ellas ha producido la humanidad.
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Las numerosísimas Historias del Arte, las Filosofías del Arte, pasan sobre ascuas con
miedo a dar explicaciones coherentes sobre fenómenos artísticos, como es el caso de la
caricatura. Y con ella se encuentran en un callejón sin salida: ¿dónde se estudia la caricatura
de Goya, de Daumier, de Gavarni, de Toulousse-Lautrec, de Picasso? En ninguna parte. Se
puede pensar que la pintura absorbió la caricatura hasta hacerla perder vigencia, pero nada
más lejos: son suposiciones ya que ambos géneros se mantienen independientes pero se
influyen mutuamente.
Si como decíamos al principio de este trabajo, el único fin de la caricatura era provocar
la risa, sin más recursos que sus argucias deformativas, grotescas, monstruosas, carentes de
una elevaba espiritualidad y del sentido crítico; ahora queda claro que sus habilidades no
solo dictan nuevos estilos, sino la de abrir lo que ya es conocido a nuevas posibilidades.
Pero la caricatura se ríe del arte y, al hacerlo, lo hace también de quien ha de ocultar o
limitar sus diferentes reacciones. Por eso la caricatura es deformación sin olvidar que, por su
capacidad de comunicación con determinados sentimientos humanos, nació para ser popular.
Por ello es revolucionaria, mortificante y sentimental, y también por esto se la ha recluido al
ámbito periodístico para llegar a todas partes, y está bien, pero Picasso y las vanguardias la
llevaron a la pintura. ¿No es algo que debería ser reconocido?
Para concluir con nuestra hipótesis, no importa cuántos hayan hablado o estudiado la
caricatura investigando sus orígenes, analizándola y diseccionándola como un cuerpo sin
vida; o citar los pocos caricaturistas que ha dado cada país- notables todos ellos en narrar
gráficamente la historia-; o el caricaturista que se convierte en periodista y despliega sus
dibujos convertidos en viñetas. La caricatura es un arte vivo en constante movimiento que
llama a las emociones, al humor y ser creadora de nuevos estilos, lo que la convierte en obra
de arte para satisfacción del espíritu. Aunque su -Gran Arte- quede a la espera de ser
reconocido, a pesar del menosprecio que sufre cuando se convierte en mercado barato, porque
los críticos han intentado ponerla en tela de juicio al afirmar que la caricatura es un género sin
definición precisa. ¿Quién tiene la culpa? ¿Aquellos que no la valoran y se hacen llamar
caricaturistas? Y si es así, ¿qué va a pensar el resto de la gente? Para profundizarlo será
indispensable acudir en solicitud de auxilio a otros medios del arte y de la ciencia para sacar
fuerzas que permita dar cima a esta obra, cuando menos en condiciones de ofrecer modestas
conclusiones.
Si la Historia del Arte y la Filosofía tienen como objetivo valorar cualquier
acontecimiento artístico realizado por la mano del hombre, la caricatura no debería quedar a
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un lado y encerrada en normas porque, partiendo de la convicción del valor del arte de la
caricatura como documento histórico, lo es como disciplina artística. Y la caricatura habrá de
emerger como ámbito de estudio independiente y como elemento configurador, entre otros, de
la cultura visual y fuente de investigación propios de la historia, así como de la historia del
arte. Y hay que dar la razón a una cosa muy cierta: el pintor es un artista y crea arte y calidad.
El caricaturista es un artista porque crea arte desde la creatividad. ¿Qué diferencia hay?
Ninguna.
Existe una extensa historiografía de estudio sobre la caricatura, siempre obra de
curiosos investigadores; ellos saben que la caricatura está frente a una incógnita donde solo el
genio puede dar alguna orientación, y quién mejor que el genio de Picasso para orientarnos.
Con Picasso, la caricatura existe también en la pintura.
El Picasso-dibujante y el Picasso-pintor pronuncia la primera y última palabra en sus
caricaturas porque, detrás de la máscara, se oculta todo el drama de su arte y el arte de la
caricatura.
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6. BIBLIOGRAFÍA
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UNIVERSIDAD AUTONOMA DE BARCELONA
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