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India se trabajaba la lana y el algodón para vestidos y tapices, mientras que la seda
se importaba de China. También se hacían bordados, en ocasiones con incrustaciones de
hilos de seda, plata y oro. Los tejidos se solían teñir, con batik o con algodón grabado por
impresión con planchas de madera. En el arte textil se denota la influencia irania,
especialmente saris y chales de Cachemira con adornos florales.70
Al ser un país de clima cálido, la vestimenta cumple más una función de ostentación social
que de protección frente al clima. En tiempos antiguos, los hombres se tapaban con un
faldellín o calzón corto, circunstancia que compensaban con una gran multiplicidad de
adornos corporales. La profesión fue en ocasiones un medio de distinción en la
indumentaria, con prendas adaptadas a cada uso. Igual ocurría con la religión: los ascetas
y brahmanes se cubrían con pieles y hojas; los jainistas se dividían entre «vestidos de
aire» (digambara), es decir, desnudos, y «vestidos de blanco» (svetambara);
los budistas vestían al principio con harapos, aunque luego adoptaron un hábito de color
pardo-amarillento, compuesto de tres piezas: una falda, un chal y una capa. Tanto
hombres como mujeres llevaban falda como única prenda en la mayoría de las ocasiones,
sujetada con un cinturón o una faja; generalmente era blanca, a veces con listas
longitudinales o dibujos de adorno. En ocasiones, las mujeres llevaban una pañoleta sobre
el pecho o una sobretúnica. También podían cubrirse la cabeza con un velo o pañuelo y
los hombres con un turbante, o bien llevaban distintos tipos de tocados y adornos para el
pelo. Lo austero del vestido se suplía con múltiples adornos, tanto en hombres como
mujeres, como collares, aretes, diademas, charreteras de oro y perlas, ceñidores de
muslo, aros de oro para antebrazos y pantorrillas, etc.71
Durante el período mogol convivieron la cultura tradicional hindú y la musulmana, a la que
pertenecían los nuevos gobernantes. En general, los hindúes preferían las prendas
envueltas o drapeadas, como el sari y el dhoti, mientras que los musulmanes solían llevar
prendas cosidas o entalladas, como abrigos, chaquetas, camisas (kurta, kamiz) y
pantalones (paijama, shalwar). El primer emperador mogol, Babur, descendiente del
conquistador mongol Tamerlán, aún vestía al estilo de Asia central, con túnica, abrigo y
turbante. Su hijo, Humayun, inventó el turbante de plumas taj-i'Izzat («corona de gloria»).
Con el hijo de este, Akbar, se inició la indumentaria más típicamente mogola: el paijama,
un tipo de pantalón ceñido, y la jama, una túnica entallada abrochada en un costado del
cuerpo, así como el turbante tipo rajput. Preocupado por la vestimenta, inventó diversas
prendas, como el chakdar jama, una túnica abierta por el lado, o la costumbre de llevar dos
chales de cachemir juntos, de varios colores. Estableció la norma por la que los
musulmanes debían abrocharse la jama a la derecha y los hindúes a la izquierda. Las
mujeres musulmanas llevaban una vestimenta similar a la masculina, incluso en el uso de
pantalones, aunque con un velo en la cabeza. En cambio, las mujeres rajput llevaban
faldas fruncidas (ghaghra), corpiños (choli) y un velo grande de forma rectangular (odhni).72
hombro por fíbulas. Encima podían llevar un manto llamado pallium que, colocado sobre la
cabeza, significaba viudez.32 Los colores preferidos eran rojo, amarillo y azul.33 En época
imperial se llevó también una túnica larga hasta los tobillos llamada caracalla. También,
tras el contacto con tribus germánicas, empezaron a llevar pantalones (braccae), sobre
todo en el ejército.34
En China surgió una de las civilizaciones más antiguas del mundo. En el arte textil destaca
la seda, descubierta allá en el milenio III a. C., cuya invención se atribuye a Lei-Tsu,
concubina del emperador Huang-Ti. La sedería floreció especialmente desde la dinastía
Han, período en el que comenzó a exportarse a través de la ruta de la seda. Ya en aquel
entonces había diversas técnicas, como el damasco, el muaré, el piqué, la gasa, el tapiz y
el bordado. La decoración solía ser de losanges, celosías, motivos animales y
vegetales, dragones y otros animales míticos, con policromía de ricos colores.73
La indumentaria más antigua consistía en una camisa larga, una falda larga y ancha y una
chaqueta de mangas largas. Hacia finales de la dinastía Zhou se adoptaron los
pantalones, por influencia de las tribus de las estepas de Asia Central. Durante la dinastía
Han los vestidos tenían la misma tipología, aunque eran más suntuosos, adornados con
oro, plata y jade. Las mujeres se cubrían con estolas y se maquillaban profusamente: se
empolvaban de blanco cara, cuello y hombros, se afeitaban las cejas para dibujarlas
artificialmente y se aplicaban lunares y coloretes en las mejillas. 74
Cortesanas paseando bajo los cerezos delante de la casa de té Daikokuya (c. 1789), de Kitagawa
Utamaro, Museo Brooklyn, Nueva York
Durante la Edad Media, en la que ganó preeminencia la clase guerrera, se impuso una
moda más sencilla: los hombres llevaban un traje (hitatare) de chaqueta corta y pantalón
largo. Los samuráis usaban en actos oficiales un traje de dos piezas (suo) elaborado
de batista, inspirado en las armaduras de guerrero. Surgió también el sobretodo
ceremonial (kamishimo), de dos piezas, con hombros volantes y sin mangas. Como
calzado se usaban sandalias de esparto (zōri) y calcetines (tabi), o bien unos zuecos altos
llamados geta. Los vestidos femeninos eran más sencillos, de seda o batista (kosode), con
una casaca (aigi) y un sobretodo (uchikake). Las clases bajas y la incipiente burguesía
llevaban un taparrabo, una camisa, pantalones hasta la rodilla y una casaca. En esta
época se afianzó un vestido-casaca largo, de amplias mangas, cruzado a la derecha y
atado con un cinturón o faja (obi), usado tanto por el hombre como por la mujer: el kimono,
elaborado generalmente en seda, de intenso colorido y decorado con dibujos o cenefas,
cuyo diseño y color denotaban la edad y clase social del portador. 87 Para trabajos físicos
usaban unos leotardos llamados kyahan. También usaban unos sombreros
de bambú llamados ajirogasa. 88
En el período Edo, la prosperidad económica propició el auge de la industria textil y la
introducción de modas cada vez más fugaces. La irrupción de una nueva clase burguesa
de artesanos y comerciantes, que querían mostrar su prosperidad en una lujosa
indumentaria, conllevó la promulgación de leyes suntuarias que restringían el uso de telas
lujosas, colores vistosos y ciertas técnicas de confección a las clases nobles. Sin embargo,
estas leyes fueron soslayadas empleando telas y colores restringidos en la ropa interior y
en los forros de la ropa, lo que propició una particular estética de la indumentaria japonesa.
En esta época surgió la técnica de teñido yūzen, que permitía teñir telas de múltiples
colores mediante plantillas y pasta de arroz, lo que originó una nueva serie de kimonos de
gran colorido y vistosidad.89
Durante la era Meiji, Japón se abrió a Occidente tras varios siglos de aislamiento, lo que
inició una etapa de modernización de la sociedad japonesa que incluía la vestimenta.
Muchos japoneses adoptaron las formas de vestir europeas, si bien la indumentaria
tradicional continuó vigente, especialmente en el ámbito doméstico. En 1872, el gobierno
estableció la obligación de usar traje europeo para los funcionarios; de la administración
pasó al mundo de los negocios y a otros ámbitos de la sociedad. Sin embargo, para las
mujeres fue más difícil adaptarse a la indumentaria europea, en un momento donde
predominaba el polisón, una prenda poco práctica. Por otro lado, el naciente nacionalismo
derivado de las guerras con China (1894) y Rusia (1904) influyó en un cierto retorno a la
tradición, con lo que las mujeres siguieron usando predominantemente el kimono. 90
Hay que citar también en Japón el abanico, donde ya en el siglo XII se decoraban con
pinturas o poemas. Durante el período Heian se decoraban con textos de
los sūtras budistas y con escenas de género.91 Posteriormente, el abanico pasó a China y,
en el siglo XVI, a España y Portugal, desde donde pasó a toda Europa. 9