Jugando A Ser Cristiano 3
Jugando A Ser Cristiano 3
Jugando A Ser Cristiano 3
Introducción:
Cada uno de nosotros llega a Cristo con motivos o necesidades diferentes. Pero una vez que hemos
tenido la experiencia de la conversión, es tiempo de entender que no sólo se trata de buscar respuestas
a nuestros problemas.
Con el PROPÓSITO de comprender nuestra nueva naturaleza en Cristo, iniciamos hoy un TEMA titulado
“ser cristiano es asunto serio”. Leamos el TEXTO en Mateo 7:13-14.
“Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la
perdición, y muchos son los que entran por ella; porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que
lleva a la vida, y pocos son los que la hallan”.
Buscamos entender lo que el Señor Jesús nos quiere decir, para hacer de ello la realidad que nos rige en
todo momento e instante de nuestras vidas.
Porque ser cristiano y crecer como tal, implica tener una clara visión de lo que ello equivale. A través del
aceptar a Cristo como Salvador, se nos otorga el don o el regalo de la salvación de nuestra alma; se nos
da la oportunidad de llegar a ser parte de la familia de Dios. Sin embargo, es necesario que vivamos “de
cerca la Palabra de Dios” para llegar a conocer la verdadera condición de nuestra naturaleza humana, y la
cual aún está contaminada por los efectos e influencia del pecado.
1. EL REINO DE DIOS
El tema principal de la enseñanza del Señor Jesús es el reino de los cielos, cómo entrar y cómo
permanecer en él. Pero, ¿dónde está este reino?
A diferencia de los reinos de la tierra, el reino de los cielos no se halla fijada sobre kilómetros
cuadrados del suelo, sino se encuentra en todo lugar donde Dios gobierna y sus deseos son
atendidos.
Nuestra naturaleza pecaminosa se manifiesta cada día, y ello es por medio de los detalles cotidianos de
nuestra vida. A través de las circunstancias de adversidad, dolor, y maltrato, fácilmente se pueden
observar esas tendencias e inclinaciones pecaminosas que brotan del ser interno, esto puede ser en un
grado menor o mayor; la molestia, enojo, disgusto, depresión, tristeza, resentimiento, ansiedad, pleitos y
orgullo… son algunas de las evidencias de ello. Así que si tu deseas que el reino de los cielos este en tu
corazón, entonces deja que Dios gobierne en tu vida y atiende sus deseos, has su voluntad y
permanecerás en el reino.
Este reino está pues presente en el cielo, pero también en la tierra donde vivan personas que
voluntariamente actúan conforme a la voluntad del Señor y se gozan en adorarlo y servirle. Ellos son
el pueblo de Dios y viven con el propósito de restaurar el gobierno de Dios en medio de la sociedad, y
en cada rincón del planeta. (Mateo 6:9-10)
“Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga
tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra”.
Llegar a ser un cristiano ejemplar y tener un influyente testimonio de ello ante los demás, implica un
arduo trabajo diario a través de un proceso de Oración que lleve a la transformación, solo de esta
manera podremos obtener “cambios radicales, de raíz o definitivos” en relación a nuestra conducta,
hábitos, actitudes y reacciones inadecuadas.
2. LA CONSTITUCIÓN DEL REINO
Ahora que conocemos un poco más sobre el reino de Dios, ¿Por qué dice Jesús que es tan difícil entrar en
él, que muchos no podrán hacerlo?
Fíjense que Jesús había hablado de algo aparentemente diferente: la forma de cómo tratar a los demás.
Por nuestro asombro, él insiste en lo siguiente; en la conducta que adoptamos para con otros, está la
esencia de lo que Dios espera de nosotros según la legislación del reino (Mateo 7-12)
“Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros
con ellos; porque esto es la ley y los profetas”.
Tristemente esta manera de pensar es muy frecuente; es cómoda, no nos exige cambios que
puedan doler; es un camino bien ancho. Pues bien lo dice la palabra: “Engañoso es el corazón
mas que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?” Jeremías 17:9
“Porque de dentro del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, los adulterios, las
fornicaciones, los homicidios, los HURTOS.... etc.” Marcos 7:21-23
B. En el camino angosto hay que vigilar cada paso para ver si nos encontramos en el camino recto. Hay
que tomar nota atenta de los obstáculos y aprender a esquivarlos. Las piedras son muchas y luego de
una caída es necesario avanzar de rodillas. Este camino es el que conduce al reino.
Dios desea que obtengamos una transformación diaria. Esa transformación se logra por medio de
llevar todo tipo de falta y pecado delante de Dios, confesarlos, arrepentirse de ellos, y además,
implica la crucifixión y muerte de cada pecado de nuestra vida diaria. En parte, a esto se refirió el
Apóstol Pablo cuando dijo: “Yo cada día muero” 1 Corintios 15:31. El camino angosto implica pues
una constante comunión con Dios, una relación personal con Él.
Conclusión: El reino de los cielos es la patria y el lugar de residencia de los que toman en serio el ser
cristianos. Si usted hasta hoy, acaso ha transitado sobre caminos anchos, juzgando por sí mismo y siendo
recto en su propia opinión, Dios le invita a venir delante de su trono de gracia, confesar su pecado, pedirle
perdón y espera que usted se deje guiar para volver a transitar por el camino angosto.
Debemos entender y obedecer la Soberanía de Dios”; cuando tratamos de imponer nuestros propios
criterios, o nos movemos y actuamos de acuerdo a nuestro criterio e intereses sin consultar a Dios en
nuestras decisiones en la vida diaria. El debe ser siempre la Cabeza, la Causa, Origen y Dueño de nuestra
vida y de nuestros asuntos diarios; en toda ocasión debiéramos pedir la dirección del Señor.
En nuestra enfermiza naturaleza, buscamos mantener el dominio, el gobernar, controlar y ser el jefe en las
circunstancias familiares, laborales, y en otros ámbitos. ¡¡Robamos de esta manera el gobierno de Dios, Su
Control, y decisiones sobre nuestra vida y sobre la vida de aquellos que nos rodean!!
¿JUGANDO A SER CRISTIANO? PARTE 2 25 DE MAYO DE 2013
Introducción:
Hace una semana comenzamos a hablar sobre las exigencias que están relacionadas con nuestra
existencia como seguidores de Cristo y los requisitos de ser ciudadanos del Reino de Dios.
Con el PROPÓSITO de comprender mejor la naturaleza nueva en Cristo, continuamos hoy con el tema
“Ser cristiano es asunto serio”. Leamos entonces el Texto en Mateo 7: 16-20
“Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de los abrojos? Así, todo
buen árbol da buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos. No puede el buen árbol dar malos
frutos, ni el árbol malo dar frutos buenos. Todo árbol que no da buen fruto, es cortado y echado en el
fuego. Así que, por sus frutos los conoceréis”.
Con esta comparación de los creyentes con un árbol, el Señor Jesús enfatiza la necesidad de dejarnos
transformar y dar evidencia de la transformación para ser calificados en el Reino.
¿Por qué Nuestro Señor Jesús elije la metáfora de los árboles? Para ilustrarnos la relación que existe entre la
semilla del árbol y del fruto final. Sería verdaderamente necio esperar un producto dulce y jugoso (como son
los higos) habiendo sembrado cardos; pero sería mucho más frustrante recibir cardos de un árbol que fue
plantado por una semilla de higos.
A. Mientras estamos en el mundo, la naturaleza del pecado es la semilla que define nuestro fruto. No
hay sorpresa cuando personas que no pertenecen a la familia de la fe, actúan como esclavos del
pecado o viven conforme a las reglas de una sociedad de Dios. En el pasado también nos
encontrábamos entre ellos.
B. Pero habiendo nacido como hombres nuevos, habiendo recibido la semilla de un nuevo espíritu que
refleja la imagen de Dios, todo nuestro ser (en cuerpo, alma y espíritu) debería dar evidencia de la
clase de semilla que tenemos (Juan 3: 9-10)
“Respondió Nicodemo y le dijo: ¿Cómo puede hacerse esto? Respondió Jesús y le dijo: ¿Eres tú maestro
de Israel, y no sabes esto?”.
Usando una comparación diferente, los hijos de una familia muestran las características de ella, en
semblante, en modales, en la forma de hablar y de ser. (Efesios 3:14-15)
“Por esta causa doblo mis rodillas ante el Padre de nuestro Señor Jesucristo, de quien toma nombre toda
familia en los cielos y en la tierra”.
Independientemente del tiempo que haya pasado desde que te convertiste en hijo de Dios por medio de
la fe en Cristo, necesitas proteger tu relación con Él. No se trata sólo de ir a la iglesia o de cumplir con los
devocionales diarios, sino que es una relación constante.
“Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y
maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de
Cristo, hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón
perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo; para que ya no seamos niños fluctuantes,
llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar
emplean con astucia las artimañas del error, sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en
aquel que es la cabeza, esto es, Cristo”.
Nuestro árbol o nuestra familia se distingue por haber dado fruto prefecto: Jesucristo. Pero su
perfección no vino de su divinidad- ¡Jesús es perfecto como ser humano y primero de muchos hermanos!
Por ende los creyentes debemos exigirnos el dar fruto como él, un fruto perfecto.
A. El fruto del carácter. Más allá de la santidad, el hombre en Cristo debe desarrollar las virtudes
espirituales que distinguieron a Jesús el hombre. Humildad, Obediencia y el negarse a si mismo.
Negarse es despojarse de todo Jesús se despojó a si mismo siendo rey. “La idea central de la palabra
"despojo" es: vacío, o la nada. La palabra se usaba para describir a una persona que dejaba al lado el
rango, el prestigio y la dignidad. También se usaba para una persona que asumía una posición y una
condición social más humilde de la que merecía. Estas también deben de ser nuestras características
como cristianos. La unidad cristiana y la armonía entre los creyentes son imprescindibles para el
adelanto de la obra de Cristo.
B. El fruto del testimonio. Es tomar la misión de Cristo y extenderla por medio del testimonio del
carácter, la predicación y las buenas obras. Muchas veces nuestro corazón esta lleno de envidias,
celos, rencor, de murmuración y provoca que el mismo se ensucie con el pecado y un corazón con
pecado no puede servir a Dios como es debido, por el contrario debemos ser luz entre esta
oscuridad no significa que nos debemos aislar de las personas debemos testificar lo que Dios ha
hecho con nosotros.
C. El fruto del servicio. Es la manifestación del amor y victoria sobre el egoísmo. No busca ningún
beneficio para sí sino para los demás. Por amor a la gente, estuvo dispuesto a renunciar a las
prerrogativas y poderes que justamente le pertenecían. Quizás esa sea una buena razón para
nosotros como cristianos, por la cual gozamos de todos los privilegios de ser hijos de Dios, por la
sangre preciosa de nuestro Señor Jesucristo, y así compartir con aquellos que por disposición de Dios,
esperan el oír las buenas nuevas de salvación por parte de nosotros. somos siervos de Dios ¿que
significa esto? que estamos llamados para servir. Jesús resume este fruto en decir que consiste en
“hacer la voluntad del Padre en el cielo”, que es lo que últimamente define al creyente, sólo los que
buscan hacer la voluntad de Dios entrarán en el Reino. (Mateo 7: 21-23).
“No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi
Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu
nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?
Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad”.
Conclusión:
El reino de los cielos es la patria y el lugar de residencia de los que toman en serio ser cristianos. Ser
cristiano no son los que a sí mismo se llamen así, sino los que tienen plantado en sí al hombre nuevo. Su
fruto es la transformación de su ser, el testimonio que demos al mundo de ser imitadores de Cristo y el
servicio abnegado. Sólo quienes producen esta clase de fruto pueden reclamar estar haciendo la voluntad de
Dios y entrar al Reino.
Reflexión: Si quieres mantenerte espiritualmente en forma, camina con Cristo todos los días
¿JUGANDO A SER CRISTIANO? PARTE FINAL 01 DE JUNIO DE 2013
Introducción:
Las semanas pasadas meditamos sobre el significado y las exigencias que están implícitas para los que
anhelamos ser seguidores de Cristo y ciudadanos del Reino de Dios.
Con el PROPÓSITO de comprender mejor la naturaleza nueva en Cristo, concluimos hoy el TEMA de ser
cristiano es asunto serio.
El año de 1998 fue por mucho un año de desastres naturales Florida (Estados Unidos)... Hubo tornados
asesinos, fuegos devastadores, huracanes destructivos. Afectando la vida de muchas personas. Tales
desastres sirvieron para revelar mucho acerca de los contratistas... Los norteamericanos aprendieron
que algunos edificios no estaban bien hechos. Al construir sin cumplir con el código, muchas casas y
edificios fueron destruidas. Jesús hizo un paralelo entre las tormentas y las construcciones al final del
sermón, Leamos el TEXTO en Mateo 7: 24-27
“Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó
su casa sobre la roca. Descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y golpearon contra aquella
casa; y no cayó, porque estaba fundada sobre la roca. Pero cualquiera que me oye estas palabras y no las
hace, le compararé a un hombre insensato, que edificó su casa sobre la arena; y descendió lluvia, y
vinieron ríos, y soplaron vientos, y dieron con ímpetu contra aquella casa; y cayó, y fue grande su ruina”.
Cada uno tenemos que construir nuestra vida, pero no todos lo hacemos de la misma manera. ¿Cuál es pues
la diferencia entre el hombre prudente y el que es insensato?
“Conforme a la gracia de Dios que me ha sido dada, yo como perito arquitecto puse el fundamento, y
otro edifica encima; pero cada uno mire cómo sobreedifica”.
Imaginémonos la situación: necesitamos construir una casa y tenemos que elegir entre dos clases de
terreno. El terreno representa la forma como aplicamos la fe en las actitudes y acciones de la vida diaria.
A. La arena. Costará mucho menos trabajo y será mucho más rápido si edificamos sobre esta clase de
terreno. Podemos trabajar con materiales ligeros, que nos cuestan poco, no hay necesidad de
excavar mucho, es fácil y pronto podemos estar cómodos en esta clase de casa. Saben construir
sobre la arena lo puede hacer hasta un niño de cinco, seis años, los que conocen la playa y han
construido castillos de arena lo saben, pero también saben que cuando llegan las olas estos castillos
se desintegran, desvanecen, se desaparecen. Es cuando oímos la palabra, somos conocedores y
nos parece suficiente.
B. La roca. Es preciso un gran esfuerzo cuando se trata de edificar sobre un terreno sólido. Hay que
usar materiales resistentes que se pueden cimentar sobre la roca porque son igualmente fuertes. El
cuerpo saldrá dolido, el ánimo flaqueará, pero la roca nos inspira la confianza que una morada
construida sobre ella vale todas las penas y no caerá jamás. Asimismo cuando las cosas nos cuestan,
la satisfacción posterior es mucho mayor, cuidamos más y salimos fortalecidos.
“Y si sobre este fundamento alguno edificare oro, plata, piedras preciosas, madera, heno, hojarasca,
la obra de cada uno se hará manifiesta; porque el día la declarará, pues por el fuego será revelada; y
la obra de cada uno cuál sea, el fuego la probará”.
Por mucho tiempo puede parecer que no hay diferencia entre las dos edificaciones, pero en el día de la
tormenta, la verdad sale a la luz.
A. Tormentas que inundan nuestra existencia y se llevan lo que tenemos. ¿Cómo reaccionará si se
enferma, pierde sus bienes o su ingreso?
B. Tormentas que son pérdidas sentimentales. ¿Cómo saldrá su fe si su pareja o sus hijos le
abandonan? ¿Cómo superar la muerte de un ser querido?
C. La gran tormenta final, la muerte. ¿Cómo se siente si piensa en el día cuando tendrá que dejar este
mundo y verse frente al juicio del Señor?
Es en el momento de la tormenta cuando se evidencia la clase de terreno que hemos elegido. ¿Hemos
sido fieles aún en medio de los problemas?
Uno pensara que nadie sería tan insensato asumir que no habrá tormentas para él; por lo menos de la
muerte, ninguno escapa. Piense ahora: ¿Es oidor o hacedor de la Palabra? ¿Qué esfuerzo está invirtiendo en
vivir de acuerdo al modelo de Jesús? (Marcos 8:34-35)
“Y llamando a la gente y a sus discípulos, les dijo: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí
mismo, y tome su cruz, y sígame. Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que
pierda su vida por causa de mí y del evangelio, la salvará”.
Su posición no fue de honor, autoridad y preeminencia entre la gente. Desde el pesebre hasta la cruz,
anduvo en la senda de la humillación. Debemos tener un corazón humilde y sincero ante la presencia del
Señor debemos purificar nuestro corazón y para llegar a esto debemos aceptar a Jesucristo como nuestro
salvador y pedir perdón por nuestros pecados.
Tomar la cruz significa la consciente aceptación del estilo de vida que impera en el Reino de Dios, a pesar de
todas las tentaciones y desafíos del mundo terrenal.
Conclusión: Vivir en el reino de los cielos es el privilegio de los que tomen en serio ser cristianos. No
juguemos más según los propios deseos, sino vayamos por el camino angosto, demos fruto celestial y
construyamos sobre la roca. Debemos ser cristianos hacedores de la palabra y no tan sólo oidores. Con la
ayuda del Espíritu Santo edificaremos una vida espiritual plena, que resiste no sólo a las tormentas de este
mundo, sino que vencerá incluso sobre la muerte, pues somos más que vencedores en la fe en Cristo Señor
Nuestro.
I. LAS CASAS REPRESENTAN NUESTRAS VIDAS
2. Una vida que responderá a los muchos altibajos que vendrán a nuestra vida
2. Podría ser una filosofía o doctrina adoptada de otros, o desarrollada por nosotros mismos
[No podemos escapar al hecho que somos “edificadores.” La pregunta es ya sea que edificadores prudentes
o seamos insensatos. Las pruebas que lo determinarán son llamadas “tormentas”...]
II. LAS TORMENTAS SON LAS COSAS QUE AMENAZAN NUESTRO BIENESTAR
2. Lo cual nos llevaría a perdidas, tal vez aun de los que amamos
b. ¿Será capaz de permanecer firme, con la voluntad de continuar sin desesperarse?
b. ¿Será capaz de permanecer fuerte, con la voluntad de continuar sin desesperarse?
1.La muerte y el día del juicio final – ver Apoc 9:27; Rom 2:4-6
2.La cual será la verdadera prueba para nuestra “construcción” (por ejemplo, el carácter) ver
2 Cor 5:10-11
[Entre más larga sea nuestra vida, más “tormentas” deberemos enfrentar; ¡y existe la “tormenta” final de la
que nadie puede escapar! ¿Cómo podemos estar seguros de construir nuestras vidas de tal forma que
podamos enfrentar las tormentas?]
1. Tal cosa es una locura, construir sobre un cimiento vacilante que no soportará las pruebas
de las tormentas – Mt 7:26-27
2. Como escribió Santiago, uno solo se está engañando a sí mismo – Stg 1:22-24
3. Como al contratista sin escrúpulos, la tormenta revelará la verdadera calidad del carácter de
uno
4. Como dijo Moisés, “he aquí habréis pecado ante Jehová.” Núm 32:23
1. Aquellos que “hacen” lo que dice Jesús serán aquellos que soportarán las tormentas – Mt
7:24-25
2. Porque sus vidas (casas) están construidas sobre la “roca” (un cimiento sólido)
3. Como Santiago dijo en la Escritura, es el hacedor el que es bendecido en lo que hace – Stg
1:25
b. Si nosotros atendemos Sus palabras, nuestros corazones no serán perturbados si los
tesoros terrenales son robados o perdidos
2. En Su enseñanza con respecto a que es lo primero que debemos buscar – Mt 6:33
3. Por cierto, Sus enseñanzas proveen las bases para el cimiento sólido en el cual construir una
vida...
d. Que recibirá aquellos buenos regalos que Dios desea dar a Sus hijos
i. Con actos de justicia que son bendecidos por Dios – Mt 6:1-18
j. Con una justicia que sobrepase a la de los escribas y a la de los fariseos – Mt 5:20-48
CONCLUSIÓN
1. Sí, ¡esta es una vida que puede verdaderamente soportar las tormentas!
2. ¿Sobre qué tipo de cimiento está Usted construyendo su casa (vida)?
Así como Jesús es el fundamento de roca sólida de la iglesia (1 Cor 3:11; Ef 2:20; 1 Ped 2:4-6), ¡así permita
que Él sea el fundamento de roca sólida de su vida!
Cuando reconocemos nuestra condición de quien somos; es entonces que buscamos otras alternativas…
pero la mejor de ellas es la oración y búsqueda de Dios.
CONCLUSIÓN:
Si hacemos lo que Dios nos manda como resultado tenemos: II Cr. 7:14d
“entonces yo oiré desde los cielos, y perdonare sus pecados, y sanare Su tierra”
2ª. Timoteo 2:1 - Tú, pues, hijo mío, esfuérzate en la gracia que es en Cristo Jesús.
La vida cristiana se define en un constante crecimiento, somos parte de organismo vivo del cual la cabeza es
Jesucristo y nosotros su cuerpo.
2ª. Timoteo 2:15 - Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué
avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad.
a. Desarrollarnos en una sana, correcta y continua relación con nuestro Dios. Mantenernos en constante
comunión con nuestro Dios, nos dará profundas experiencias espirituales y crecimiento espiritual.
b. Fijar nuestros ojos siempre en Dios es creer a su palabra y mantenernos siempre confiados e que Dios nos
ayudara en los momentos más difíciles.
A.- Jesús dijo Mateo 5:39 Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida
eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí.
b. Vivir alejados de la palabra de Dios trae como consecuencia errar el camino de la vida cristiana.
2 Timoteo 5:16 Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne
Deseamos como hombres y mujeres cambios para bien en lo personal y en lo espiritual. Este deseo es
impulsado por Dios, porque él desea que alcancemos el potencial que El nos dio. Dos grandes impedimentos
para lograrlo han sido: primero, desconocer el principio de la autoridad superior—tanto divina como
humana—y la importancia de sujetarnos, y segundo, la responsabilidad que tenemos con la salvación.
La transformación personal y espiritual es posible porque, de un lado, Dios quiere que demos pasos firmes
en esa dirección, y de otro, porque es Él quien nos ayuda a lograrlo.
Base Bíblica: Filipenses 2:12-18
La sujeción a la autoridad significa conocer, asumir y cumplir pautas y principios (v. 12 a).
Dios perdonó nuestros pecados por la obra del Señor Jesús en la cruz; nos corresponde caminar con Él.
La salvación no es un asunto trivial. Debemos conservarnos en ella porque define nuestro futuro.
Dios nos ayuda a avanzar exitosamente en el proceso de cambio crecimiento personal y espiritual (v. 13).
No debemos dar cabida a la murmuración (quejas) y las disensiones porque entorpecen el proceso de
cambio personal y espiritual (vv.14, 15 a.)
Como cristianos estamos llamados a ser luz del mundo (v. 15).
Conclusión
Disponernos al cambio es el primer y más importante paso en el proceso hacia el crecimiento personal y
espiritual. Lograrlo es posible si nos sujetamos a la autoridad superior, y cuando nos afirmamos en la fuerza
que proviene de Dios y no en la nuestra, para avanzar en el proceso de cambio y crecimiento tanto espiritual
como personal, podemos lograrlo.
Hay un aspecto de singular significación con nuestra salvación, y es la necesidad de permanecer firmes. No
podemos pretender que tras haber sido perdonados nuestros pecados por la obra redentora del Señor Jesús
en la cruz, podemos seguir viviendo a nuestra manera y aún así creer que tenemos el favor de Dios.