#1 Beatriz Ballestero - Encadenada A Ti
#1 Beatriz Ballestero - Encadenada A Ti
#1 Beatriz Ballestero - Encadenada A Ti
ISBN-13: 978-84-18213-30-4
Deposito legal: M-8691-2020
ELSA
Es tan difícil creer que una chica de treinta años pueda ser policía…
pues lamento comunicaros que lo soy. Me llamo Elsa Ruiz mi trabajo me
ha costado llegar a ser policía. Estamos en pleno siglo XXI y aún quedan
muchos cavernícolas que piensan que una mujer no puede ser policía. Solo
espero no cruzarme con ninguno de ellos.
Aún no puedo entender cómo pueden mirarte por encima del hombro
solo por ser mujer. Que yo sepa, las mujeres podemos hacer perfectamente
el trabajo de los hombres, tenéis un ejemplo muy claro.
Yo.
Os aseguro que intentaron que renunciara, pero no lo consiguieron ni lo
conseguirán.
En mi promoción fuimos solo cinco chicas de quince cadetes, por
narices tuvimos que ser las mejores. O eso es lo que yo pretendí. Fue duro,
la verdad, eran burlas constantes para las cinco, no había excepción. Pero
¿sabéis? Os voy a contar un secreto. Reté al mejor de los chicos a una
prueba, ya harta de tantas vejaciones y averiguad quién ganó.
El muy idiota pensaba que me iba a achantar
Esperad ¿cómo me llamaba?
¡Ah, sí! ¡Bombón!
Me sacaba de mis casillas porque se burlaba de nosotras y luego
pretendía que me metiera a la cama con él a espaldas de los compañeros.
Puto colgado, ni en sus sueños. Era guapo, pero tenía el cerebro de un
mosquito.
Me esforcé mucho para ser una de las mejores. Se lo debo a mi
padrastro, por él soy quien soy. A él le debo mi vida.
Gracias papá de todo corazón.
Joder como le echo de menos.
Si, habéis leído bien, padrastro. Soy adoptada porque me abandonaron
cuando era un bebé. Nunca me entrará en la cabeza que alguien puede
hacer eso, solo espero que algún día me encuentre a mis padres biológicos
y me digan porque me abandonaron. Aunque no sé cómo reaccionaría, la
verdad me gustaría averiguarlo, pero, oye, gracias a eso tuve los mejores
padres que nadie puede tener.
Mi infancia la recuerdo feliz, éramos una familia humilde y nunca
faltaba un plato en la mesa para comer. Mi padre era un buen trabajador,
decía que a sus mujeres no les iba a faltar de comer y lo cumplió.
Trabajaba de sol a sol, hoy por hoy no sería quien soy si no fuera por él,
por ver la buena persona que era y por enseñarme sus valores.
No fue fácil tomar la decisión de ser policía, os la cuento por encima
cuando tenga fuerzas, prometo que lo sabréis, pero aún no puedo. Es una
herida que aún me duele.
A mi padre y a mí nos atracaron y, bueno, imaginaros el final. Mi padre
ya no está. ¡Joder, duele! Algún día os lo contaré, de momento solo puedo
decir esto. Por ello decidí hacerme policía. Debía evitar que volviera a
pasar lo que nos pasó ese terrible día.
Mi adolescencia, supongo que, como todas... amores, desamores, de
todo. Para ser sinceros creo que nunca me he enamorado. Si me han
gustado y he estado con chicos, pero llenarme lo que es decir las típicas
mariposas en el estómago, ¡qué va! Será que no he encontrado a la persona
que me llene en todos los sentidos.
En la comisaría hay chicos guapos, como no, pero en realidad ninguno
me llama la atención. Me he cansado de aguantar a tíos que van a lo que
van. Es cierto que a veces apetece algo de cariño, pero dejémonos de
tristezas, estoy en una comisaría que me encanta con unos compis geniales
y, bueno, he luchado por llegar a donde estoy. Como dice mi comisario,
soy unas de las mejores que tiene en ese momento, así que con eso me
quedo.
Tengo muy buenos compañeros, estamos muchas horas de patrulla
juntos, así que no hay más remedio que ser una piña entre todos. Pero
como en todos lados hay gente y “gente”.
No puedo quejarme de la comisaría, ahora mismo soy oficial. No
quiero quedarme ahí, quiero llegar a inspectora como mínimo. Es decir, no
quedarme estancada sino superarme a mí misma.
No creáis que todo lo que soy es ser policía, soy una chica normal que
le gusta salir de vez en cuando con sus amigos y pasarlo bien. La música
me encanta, cuando estoy alegre canto y bailo, no puedo evitarlo.
Por cierto, ¿habéis visto la película de Frozen? Y no, no soy como ella,
a veces puede parecer que soy una mujer de hielo, pero nada a la realidad.
Me gustaría encontrar al hombre que haga derretir mi corazón. Sé que
anda por algún lado.
¿Lo encontraré?
1. Incriminar
NEAL
Es una tarde tranquila, de las pocas que he podido tener desde que salí
de la cárcel. Estoy pintando cuando llaman a la puerta. En realidad, aún no
me acostumbro a estar fuera y cualquier mínimo ruido me sobresalta. Sigo
sin entender cómo pudieron pillarme. Hice todo del mismo modo que lo
hacía siempre. Nada estaba fuera de lugar. Todo estaba bajo control, pero,
de repente, esa sirena cambió mi vida. En un segundo, me habían pillado.
Unos nuevos golpes en la puerta me devuelven a la realidad y dejo a un
lado mis pensamientos. Miro por la mirilla y veo que es el comisario que
me metió en la cárcel. ¿En serio? ¿Qué hace este tío aquí?, pienso para
mis adentros.
—Hola, Aitor —digo, abriendo la puerta y recargándome en el marco
de la puerta.
—Hola, Neal. —¿Hola, Neal? ¿De verdad?, pienso para mí mismo.
—Pasa, pasa. ¿Qué tal?
—Gracias, pero no tengo buenas noticias. —La cara de Aitor me lo
dice todo, algo no andaba bien—. Neal, tengo que llevarte a comisaría —
dice tratando de disimular que está inspeccionando cada rincón de mi piso
mientras entra en el piso.
—¿Por qué? Ahora estoy limpio, llevo dos años sin meterme en líos.
Soy consciente de que mis explicaciones sobran. Aitor me ha estado
vigilando día tras día durante estos dos últimos años. Sabe perfectamente
cuáles han sido todos mis movimientos. Se sienta en mi sofá. Ese aire de
suficiencia que se trae me está exasperando. Supongo que pillarme fue uno
de los mayores logros en su carrera profesional porque haberse tirado a su
superiora cuando apenas era un novato no cuenta, ¿no? Reprimo la sonrisa
que, tímida, asoma por mis labios al recordar el día en el que un
compañero de la cárcel me contó todos sus trapos sucios.
—Han robado unos cuadros en el museo y es el mismo modus operandi
que tenías tú. Yo lo sé, son las órdenes de arriba. Lo siento, eres uno de los
sospechosos. —En el fondo lo está disfrutando, lo sé. Sabe que no he
podido ser yo, apenas tengo ya relación con mis antiguos contactos.
—¿Y si no quiero? Sabes perfectamente que no he podido ser yo. ¿No
tenéis a otra persona a la que echarle el muerto?
—Es el procedimiento, Neal. Tus antecedentes te preceden. No lo
pongas más difícil.
—Pues vamos, cuanto antes vayamos mejor, ¿no crees? —le digo
cogiendo las llaves de casa. Quizá está esperando que me ponga nervioso y
darle así motivos para encerrarme de nuevo. ¿Quiere jugar? Juguemos.
Bajamos y nos dirigimos al coche que está aparcado justo en la puerta
del portal. Mientras nos dirigimos a comisaría intento ir lo más tranquilo
posible para que Aitor no vea que estoy muy nervioso.
Neal no tienes motivos de estar nervioso, relájate, pienso.
Después de un viaje de veinte minutos, llegamos a comisaría. Entramos
y vamos por un pasillo con varios despachos. Cuando pasamos por delante
de un despacho con la puerta abierta, me fijo interesado en las personas
que hay dentro. Me ha llamado la atención una agente de policía morena
que está sentada viendo unos papeles. Nos encaminamos hacia la sala de
interrogatorios. Allí dentro, Aitor me explica el robo de tal forma que me
doy cuenta que es una réplica de los robos que yo mismo había cometido.
ELSA
NEAL
ELSA
NEAL
ELSA
Llego a la comisaría como todas las mañanas, aunque hoy estoy más
contenta de lo normal. He dormido con un hombre increíble, abrazada toda
la noche. Intento disimular, saludando a mis compañeros como todas las
mañanas, y me meto al vestuario. De repente, llaman a la puerta. Es Aitor.
Me dice que quiere hablar conmigo en su despacho, que cuando me
cambie vaya. Me cambio rápido, voy al despacho quedándome fuera y
llamo a la puerta. Abro la puerta y me encuentro a Aitor sentado en su silla
tomándose un café, me sonríe. ¡Uy esa cara la conozco! Algo me va a
pedir.
—Pasa, Elsa. —Paso nerviosa porque no sé qué me va a decir y me
siento en la silla—. Elsa quiero que estés en la misión con Neal Cafreey.
‹‹Ahí está lo que me quería decir››, pienso.
—¿Qué? ¿Seguro, Señor? —pregunto nerviosa, es raro que quiera que
esté ahí.
Intento estar lo más tranquila posible, no quiero que intuya que he
estado con Neal en su casa, más bien porque creo que no lo entendería, le
tiene cariño, pero no deja de ser un delincuente para él. Yo ahora veo a
Neal con otros ojos, espero que no me esté engañando.
—Sí, quiero que estés por dos razones: La más importante es que ha
llegado a mis oídos que te estás preparando para ser inspectora y creo que
esta es una gran oportunidad para ti.
—Sí, es verdad —respondo seria—. Sr, me encantaría ser inspectora.
—No quiero quedarme atascada, quiero avanzar, ayudar a la gente.
—Y la otra porque creo que Neal estando tú no va hacer ninguna
tontería, creo que le gustas.
¡Vaya! A Aitor no se le escapa ni una, lo que no sé cómo me puede
decir eso, porque ni yo lo tengo claro, es cierto que he dormido con él.
Pero gustarle, ¿en serio? Bueno por lo menos, se ha portado muy bien
conmigo, un auténtico caballero.
—¿Qué le gusto? ¡¿Qué dice Sr?! Eso son bobadas… —me hago la
loca, bastaría que me lo notara.
—Creo que sí, he visto cómo te miraba en la sala de interrogatorios —
me pongo roja—. Quizá no sea gustar del todo, pero le interesas.
—¡Señor! —intento cambiar de tema, hablar de esto con mi superior no
creo que sea buena idea por mucho que sea mi amigo.
—Tranquila, yo también he sido joven. —Aitor sonríe y rezo
internamente por cambiar de tema.
—Vamos, venga a la reunión —me dice Aitor poniéndose de pie.
—Acepto el caso, venga, vamos. —Algo me dice que el caso no es tan
sencillo, así que quiero estar al lado de Neal, no quiero que le pase nada.
Recuerda el ascenso, Elsa, me digo a mí misma.
Ya en la sala de reuniones Aitor se empieza a poner muy nervioso. No
hace más que mirar el reloj, dando vueltas por la sala sin parar. ¿Neal,
donde te abras metido?
—Joder, a ver si viene Neal. ¿Dónde se habrá metido? —Otra vez
mirando el reloj, me va a marear.
—No lo sé señor, llámele al teléfono.
—¿Llamar a quién por teléfono? Disculpad el retraso —nos giramos
para mirar quien hablaba, aunque a mí no me hace falta, sé perfectamente
que es él, reconocería su voz siempre. Vemos a Neal apoyado en la puerta,
con unos vaqueros ajustados y una camisa. Que, por cierto, no le pueden
quedar mejor esos vaqueros. ¡Madre mía!
—Ya era hora, Neal —dice Aitor.
—Lo sé, disculpadme.
—Vamos, Neal, que os tengo que informar del caso —nos sentamos los
tres en la mesa, por lo que veo en la cara de Neal aún no entiende, qué
hago aquí en la reunión, pronto lo sabrá—. Bueno, ayer encontramos una
huella en el museo, pero no sabemos de quién es y había pensado en
infiltrar a Neal en sus viejos hábitos para que averigüe quién es —miro a
Neal a los ojos noto que no le hace mucha gracia lo que acaba de escuchar
—. ¿Alguna pregunta?
—Sí, yo tengo una pregunta —intervengo.
—Dime, Elsa —me contesta Aitor.
—Aitor, antes me has dicho que fuera la persona que le acompañase a
Neal de infiltrado, ¿cómo lo haríamos? —noto como la cara de Neal
cambia, solo espero que no se tome a mal eso de que seamos compañeros.
Se remueve en el asiento, parece ser que mucha gracia no le hace.
—No, Aitor, no quiero que venga ella —dice con voz muy seria, noto
como le cambia el gesto. Yo me quedo sorprendida, ¿por qué no querrá que
vaya con él?
Oh, oh, aquí me huele a chamusquina…
—¿Por qué no? —pregunta Aitor mirándolo con el ceño fruncido, por
unos segundos sus miradas se cruzan como si estuvieran luchando entre
ellas.
—No sé si está preparada para entrar en ese mundo —dice Neal sin
apartar la mirada de Aitor.
Cuando oigo eso le miro con cara de pocos amigos. Acaba de decir que
no sabe si estoy preparada, chaval, no me conoces en absoluto. ¿Cómo se
ha atrevido a decir eso? ¿En qué piensa? Estamos sentados uno al lado del
otro y él me pasa una nota que pone: «No te enfades, solo quiero que no te
pase nada».
Le miro con cara cabreo.
—¿Ella o micro? ¡Elige! —exige rotundo Aitor.
Aitor se ha vuelto loco.
—¿Qué? ¡Micro es sinónimo de suicidio! —grito totalmente fuera de
mis cabales.
—¿Micro? ¿Quieres que me maten nada más entrar? —pregunta Neal
enfadado, hace un intento de levantarse para irse, pero nuestras miradas se
conectan por un momento. Mi mirada le pide que se calme, que se quede.
—¡Pues quédate con ella! —Pero que está pensando, Aitor, donde
quiere llegar, al final tendremos un disgusto.
—Si no hay más remedio pues deja que hable con ella a solas para que
me invente un alias. —Neal habla de forma segura, muy serio. Algo en mi
interior dice que tiene pensado algo.
—Está bien, os dejo a solas cinco minutos y vuelvo, ¿vale? —dice
Aitor, saliendo y cerrando la puerta. Nada más salir Aitor por la puerta,
Neal me mira con cara de pocos amigos.
—¿Estás loca? —le miro fulminantemente.
—¿Qué? —Loca, sí, claro… yo no tengo nada que ver con esto y
encima me como el marrón.
—¿Cómo aceptas meterte ahí?
—Por ti. —‹‹Si estoy cerca, podre ayudarte si pasa algo››, pienso.
—Por mí —me mira sorprendido, sé que es difícil de creer, pero,
aunque nos hayamos conocido ayer, siento en mi interior que algo está
despertando. ¡Ojalá que a él le pase lo mismo!
—No quiero que te pase nada. —¡Ala, ya está confesado! Le miro para
ver su reacción.
—Si a mí no me va a pasar nada, es mi gente.
Ya, claro, y eso tiene que tranquilizarme.
—Si no voy te pondrán micro. Esa gente es peligrosa y lo sabes.
Cariño, ahí no me puedes decir que no tengo razón.
—Claro que lo sé, pero no quiero que vayas —me coge de las manos
mirándome—. No quiero que te pase nada...
—No me va a pasar nada. —Veo en su cara preocupación. ¡A ver si
tiene razón Aitor! ¿Le gustaré de verdad?
—Siempre que hagas lo que yo te diga. —¿Cómo no? Eso lo oigo
muchas veces.
—¡¿Cómo?! ¡No soy una niña! ¿Sabes? Sé cuidarme.
—Sabrás cuidarte aquí, pero no con ellos —me lo dice todo sincero,
mirándome. Será posible…
—Vale. —Puede que tenga razón, haré lo que me diga, él los conoce
mucho mejor que yo.
—Si quieres que salga bien, tendrás que hacerme caso por mucho que
te joda —asiento con la cabeza un tanto resignada.
—Vale, pero no hace falta que me hables así, ¿no? —aparto la mirada
de él.
—Lo sé. Lo siento, pero estoy muy nervioso —me coge de la mano, le
miro.
—¿Tan peligrosos son? —pregunto con curiosidad.
—Algunos sí lo son —contesta.
—Vale, haré lo que me digas siempre y cuando no me toques los
ovarios. —Si no lo hago no querrá que vaya con él.
—Vale, vas a ser Katherine mi... —se relame los labios—, bueno,
novia. Nos conocimos en un museo. —¿Por qué le ha costado tanto decir
novia? ¿Acaso se arrepiente de haber dormido conmigo o algo por el
estilo?
—Katherine, ok, hecho —digo sin saber que piensa.
—Tú sabes mi pasado y no te importa. —Es lo que me pasa ahora
mismo, no me importa tu pasado, ojalá pueda ver que es así.
—Perfecto.
—Deberás sorprenderte cuando diga que nos conocimos en un museo,
¿vale? Recuerda que no puedo entrar… —murmura cruzándose de brazos.
—Vale —memorizo todo lo que me dice.
—Actúa algo nerviosa, pero estate tranquila. Vas estar con
delincuentes, ten en cuenta que no eres policía. Allí solo eres Katherine,
mi… —suspira— mi novia.
—Eso lo estaré, tenlo por seguro. —Cómo para no estar nerviosa, me
voy a meter en la boca del lobo…
—No pueden saber que eres policía, ¿vale? —Muy listo, querido.
—Claro, entendido. Entonces, si me preguntan, ¿cómo me llamo y a
qué me dedico…?
—Eres Katherine y eres profesora.
—Vale. —No hay problema, todo entendido.
—Alguno te hará muchas preguntas por ser una desconocía, son muy
desconfiados.
—No te preocupes, me las arreglaré. —No es la primera vez, sé hacer
mi trabajo.
—Vale, de todas formas, yo lo cortaré para que no te hagan muchas
preguntas, ¿vale? —me mira—. ¿Cómo te llamas? —me está poniendo a
prueba, muy bien, te voy a sorprender.
—Katherine —sentencio sin dudar.
—¿Cómo conociste a Neal? —pregunta.
—En el museo.
—Muy bien —me guiña el ojo. ‹‹¿Ves? Puedes confiar en mí un poco››,
pienso.
Entra Aitor en el despacho pillándonos desapercibidos, nos mira y nos
pregunta cuál curioso.
—¿Todo aclarado ya?
—Sí. Oye, una cosa clara, si viene ella para que yo no lleve micro, ella
tampoco lo lleva. —Vaya, eso no lo había pensado yo.
—No, nada de micros —contesta Aitor sincero.
—Y no os pongáis en la acera de enfrente con la furgoneta de
la floristería ni de fontanería, que las conocemos de sobra, como todos los
trucos que tenéis. —Sí que nos conoce, …
—Vale, pero Elsa tendrá que llevar un pinganillo en la oreja, para que
la oigamos y, si sale la cosa mal, intervenir. —Eso sí que puedo llevarlo,
son prácticamente invisibles.
—Vale, pero que lo tape con el pelo. —Elemental querido Neal.
—Vale.
—Y, Elsa, no te toques el pelo, ni el oído ¿vale? —me informa Aitor
mientras mira de nuevo el informe. ¡Vaya dos!
—Vale, hecho. —La verdad que ese comentario de Aitor no me ha
sentado nada bien. ¿Acaso se cree que soy una novata? ¿Qué no sé hacer
mi trabajo?
‹‹Elsa pon buena cara que si no…››, me dice la vocecita dentro de mi
cabeza.
Me da la impresión que ninguno de los dos quiere que vaya, entonces,
¿qué hago aquí? No lo entiendo.
Los miro cruzándome de brazos.
—Pues creo que ya está todo aclarado —dice Aitor.
—¿Cuándo empezamos a infiltrarnos? —pregunto para saber a qué
atenernos, pero lo que sí es cierto es que cuanto antes mejor porque a Neal,
por lo que he notado, no le hace ni pizca de gracia.
—Pues lo antes posible tenéis que meteros.
—Vale, cuando quieras, Neal. —digo mirándole de soslayo.
—Por mí ya, cuanto antes vayamos antes salimos. Elsa, vete a
cambiarte, acuérdate que eres profesora de primaria.
—Sí, sí, voy a cambiarme —dejo a Neal con Aitor, voy al vestuario
pensando en el lio en el que me he metido sin quererlo ni beberlo.
Llego al vestuario, no me puedo creer que nos vayamos a infiltrar.
¡Dios mío! Estoy muy loca, demasiado diría yo. Pero todo sea por
ascender… y por Neal.
Abro la taquilla, pienso a ver si con lo que tengo aquí me vale para que
crean que soy profesora. Saco mis vaqueros y una camiseta, que gracias a
dios no tiene mucho escote. Me lo pongo junto a unos tacones y me miro
al espejo.
‹‹Elsa tranquila todo saldrá bien, no tienes que preocuparte››, me tomo
unos minutos en el vestuario para intentar relajarme. Cuando noto que lo
he conseguido salgo.
‹‹Venga, tú estás preparada para esto››.
O no.
NEAL
ELSA
NEAL
—Neal, una cosa, sé que no te gustan las armas, pero tienes que
aprender a usarlas —me quedo mirando a Elsa con el ceño fruncido.
—No, Aitor, me niego. Yo no uso armas—exclamó.
—Tienes que aprender, alguien tiene que ayudar a Elsa si la cosa se
pone fea, no querrás que le pase algo… —Ahí le doy la razón, la miro y
suspiro. No puedo permitir que le pase nada y, sin más, afirmo con la
cabeza.
—Aitor, no te preocupes, me las sé arreglar yo sola, no hace falta —le
mira a los ojos y le sonríe amablemente.
—¿Es necesario? —preguntó con cierto pesar—. ¿Me prometéis que es
algo necesario? —pregunto mirándola porque solo pensar que le puede
pasar algo me muero. ¡Joder! ¿Quién iba a decir que Elsa llegaría a
gustarme tanto?
—No pasa nada Neal, me las sé arreglar sola.
—Pero… —me quedo callado mirando al vacío, algo tengo que hacer.
—¿Pero...? —me mira frunciendo levemente su ceño.
—No quiero que te pase nada. —Mi voz sale sincera, me mira callada y
con los labios fruncidos unos segundos—. Yo me las sé arreglar muy bien
sin armas, ¿cómo creéis que dure tanto en mi mundillo? Pero no puedo
permitir que te pase algo —la miro de nuevo—. Aceptaré aprender a
disparar, pero solo para protegerte, Elsa. Solo si la cosa se pone fea.
—Aitor —lo llama Elsa—, solo una cosa más.
—Dime —se queda parada frente a Aitor con los brazos cruzados sobre
su pecho.
—Yo seré quien proteja a Neal —determina segura de sí misma.
—Tendrás que ser la que proteja a Neal —repite Aitor mirando a un
punto fijo—. Tendrás que estar con él las veinticuatro horas del día,
recuerda que a ti ya te conocen como su novia.
—Pero yo tengo que venir a trabajar… —Aitor le chista para que se
calle.
—¿Qué tienes que hacer aquí? ¿Papeleo?
—Sí —asiente.
—Se lo pasas a Ryan —dice— así no tendrías ni que venir.
—Gracias, Aitor.
—Además, piensa que, si solucionas el caso, el empujón que darías a tu
carrera… podrías sustituirme a mí.
—Sí, lo sé, pero yo no lo hago por ascender. Bueno, sí, pero…
—No creo que quieras ser toda la vida agente, además, te metí en esto
porque sé que quieres ascender. Ahora ya puedes marcharte y por favor
tener muchísimo cuidado.
—Vale, muchas gracias por todo. —Elsa se levanta para irse, la sigo
sabiendo que tengo que arreglar la situación.
—Neal, tú ven conmigo, te voy a enseñar a disparar por si acaso.
—He dicho que no hace falta —se para en seco y gira sobre sus talones
para mirarnos a ambos.
—Elsa, sé que eres perfectamente capaz de protegeros a los dos, pero
así me quedo un poco más tranquilo —dice Aitor en un tono más bien de
súplica.
—Vale, como queráis —rueda los ojos—, estaré en mi despacho.
—Vale, cuando termine con Neal te va a buscar y os marcháis.
—Vale —dice Elsa volviendo comenzar a andar.
—Tú de mientras pásale los papeles a Ryan y dile lo que tiene que
hacer, ¿de acuerdo?
—Vale. —Veo cómo se va a buscar a Ryan, ¿son celos lo que siento?
Creo que sí.
—Ven, Neal, vamos a la sala de tiro —me levanto nervioso, nunca
pienso que cogería un arma.
—Neal, ¿pasa algo? Tienes cara de preocupado —me pregunta Aitor
mientras se levanta y va para la puerta.
—No me pasa nada, solo son los nervios de aprender a disparar —le
digo a modo de confesión.
—Ah, ok.
Vamos a la sala de tiro, Aitor me da un arma. No me gustan, pero hago
tripas corazón por Elsa. Debo protegerla de lo que sea.
Me coloco los cascos y me pongo a disparar al papel que tengo delante,
tengo que reconocer que las armas no me gustan nada, pero ¡joder! Como
se quita tensión en la sala de tiro. Estamos como hora y media, Aitor me
enseña todo. Yo aprendo rápido así que no tardó en cogerle el tranquillo.
Cuando Aitor ve que lo controlo, decidimos salir y voy a buscar a Elsa a su
despacho.
Llamo a la puerta con los nudillos.
—¿Sí? —preguntan desde dentro.
—Soy Neal, ¿puedo pasar? —digo, abriendo levemente la puerta.
—Claro, pasa.
Entro en el despacho.
—Ya he aprendido a disparar, espero no tener que hacerlo nunca.
—Espero que no —me mira sonriente—. ¿Dónde vamos a vivir
mientras que esté en el caso?
—¿Qué está pensando esa cabecita tuya? —pregunta dulce y amable
—Si te parece bien en mi ático—le contesto con una sonrisa cerrada.
—Vale —la veo dudar—, tengo que coger algunas cosas.
—¿Estás bien? ¿Te pasa algo? —pregunto con preocupación.
—No me pasa nada, estoy bien. —No, no lo está. Desde hace un rato no
se comparta como yo la conozco. Vamos, cuéntamelo, quiero saberlo.
—Vale —digo paseando mi mirada por su despacho para evitar sus ojos
—, pues vamos a coger tus cosas. Por cierto, coge todo lo que tenéis sobre
mí para veas que desde que te conozco no te he mentido.
—Ya lo he leído, no hace falta. ¿Nos vamos, Neal? —me pregunta.
—Ya lo sabes todo de mí —sonrío—, siempre te he respondido con
sinceridad. Y lo seguiré haciendo.
—Eso espero.
4. Confidencias
NEAL
C
ogemos un taxi para ir al piso de Elsa, que está en el centro de la
ciudad.
El lugar a estas horas es animado, hay un montón de gente en las calles
haciendo sus cosas. Miro por la ventana, parecen robots programados para
hacer una sola tarea.
Llegamos al piso, es pequeño, pero bastante acogedor. La ayudo a
recoger sus cosas y, una vez que tiene todo guardado, salimos y vamos a
mi ático cruzando toda la ciudad apenas sin hablarnos.
Llegamos a mi casa y noto a Elsa pensativa, ausente. Espero que no se
arrepienta de nada lo que ha pasado porque yo no me arrepiento de nada.
Aún sigo pensando que quiero conocerla mucho mejor.
—¿Dónde puedo dejar mis cosas, Neal? —me lo dice con una voz algo
tímida, como si no supiera cómo actuar.
—Dónde quieras.
Mientras deja las cosas, abro una botella de vino, me echo una copa y
me siento en la mesa de la cocina. Tengo que hablar con ella, no puedo
perderla. Si queremos que esto funcione tenemos que ser sinceros en uno
con el otro. No quiero que desconfíe de mí, me abriré a ella.
—¡Ven, siéntate, tienes preguntas que hacerme! —exclamo para que
me oiga porque no sé en qué parte de la casa se encuentra.
—Pero tengo que colocar esto, ¿no? Que está de por medio —oigo que
dice desde el salón. Se escucha como saca cosas.
—Déjalo, ahora no es importante. —La verdad es que antes que nada
quiero hablar con ella.
A los pocos minutos, veo que entra en la cocina. Estoy sentado en la
isla de la cocina, allí dispongo de algunos taburetes. Yo estoy sentado en
uno de ellos, le señalo uno que está al lado mío Y ella se sienta mientras
me mira de soslayo.
—Dime, Neal —me dice, apenas sin mirarme a los ojos, y la cojo de la
mano.
—Me preocupas, te demostraré que yo no te he mentido ni te he
ocultado nada desde que te conocí ayer. Si no te fías de mí esta relación no
podría funcionar —mi voz es calmada, pero sincera.
—¿Relación? —se remueve en el asiento, ¿acaso es tan malo tener una
relación conmigo? Joder, esta chica me confunde. ¿Quiere o no quiere
estar conmigo?
—Laboral —digo seco, no entiendo qué quiere de mí, pero tengo que
averiguarlo y de esta noche no pasa.
—Ah, perdona...Yo pensé… Bueno, ¿qué quieres decirme? —Las
palabras le salen a trompicones, no quiero que esté nerviosa. Con ella soy
muy feliz, aunque cueste creer que quiero estar con una policía. Quién iba
a decir que a Neal Cafreey le interesa una policía.
—Además, ayer… —vamos díselo, sin miedo, Neal—. Lo que pasó
aquí, después de cenar, yo no me arrepiento.
—Pues parece que sí, da la sensación que te importo una mierda. —¿En
serio, nena? Que equivocadas estás.
—¿Por qué dices eso? —intento estar lo más relajado posible y que al
notarme así ella se relaje también.
—Porque me acabadas de decir que nuestra relación es laboral. No
entiendo nada, de verdad. —Joder, bombón, tu cara me ha dicho lo
contrario, me muero por tener algo contigo y mira que puedo tener a la
quiera, pero casualmente a la que quiero la tengo al lado mío.
—Porque no estaba seguro de que quisieras otra relación. Yo no solo
quiero que tengamos una relación laboral —digo mirándola a los ojos.
Quiero estar a tu lado, pienso.
—No pasa nada, yo solo estaré a lo que me digáis porque me ocultas
información del tío ese.
—¡¿Cómo?! —me sorprendo al oírla decir eso, venga voy a contarte lo
que quieras.
—¿El Escorpión? ¿Qué quieres saber? —Seré lo más sincero que
pueda, aunque me joda a mí mismo, pero no quiero que se vaya de aquí.
—Ah, no sé, ¿por qué va a por ti? Deberías haberme dicho que es
peligroso. —Ahí tiene razón, tenía que habérselo dicho, pero tenía miedo
de que huyera de mí y no volverla a ver.
—Al principio no sabía que era él y, si, tienes razón, al salir del bar te
lo tenía que haber dicho —sus ojos no dejan de mirarme.
—Y, ¿qué hablaste con Mozzy? —me pregunta seria.
¡Ahí está el problema! A ver cómo se lo digo…
—Que buscara al Escorpión, pero que tenga cuidado ya que puede ir a
por él también. —En cierto modo eso le dije, no le estoy mintiendo del
todo. Le sonrió y me mira de una forma un tanto rara, desconfiada.
—No —dice segura de sí misma—, le has dicho que si al trabajo que te
ofreció. ¿Verdad? —Elsa me mira con los ojos achinados. ¡Mierda! Me
habrá espiado.
—Al trabajo le dije que no, se lo dije delante tuya, cuando nos fuimos
del bar —la miro a los ojos—. Porque si quiero tener una relación seria
contigo, no creo que salga bien si me metes en la cárcel —digo sin dudar,
ni muerto entro de nuevo en una cárcel, ya bastante tuve con los cinco
años que estuve.
—¿Tú crees que te metería en la cárcel? ¡Qué fuerte! —Eso me deja
descolocado, es policía, ¿cómo no va a querer encerrar a uno de los
mejores? Vamos pienso yo. Aunque con la cara que me está poniendo no
sé la verdad.
—Es tu trabajo, ¿no? Además, nunca llegará la situación en la que me
tengas que meter en la cárcel.
—Qué poco me conoces y como me mientes. —Su voz es dolida, debo
creer más en ella, confiar. ¡Espera un momento! Si ya lo hago… Entonces
¿qué estás diciendo, Neal? Eres bobo, la quieres, joder.
—¿En qué te estoy mintiendo? —pregunto con la frustración tiñendo
mi voz—. Joder, nena, créeme. Tú dices que yo te conozco poco, pero,
joder, tú no confías en mí.
—Te oí decir que te llamara por el trabajo, que estabas interesado —
chasquea la lengua un tanto cabreada.
—Me estabas espiando —murmuro sorprendido.
—No te espié, en el Bar con Mozzy te oí, no estaba lo bastante lejos.
¿Ves? Y no he dicho nada. Él que no confías eres tú de mí. —Tiene razón,
podría haber hablado del bar donde está Mozzy porque lo quieren
encerrado. Ese cabrón ha dado mucho dolor de cabeza a la policía, bueno,
seamos sinceros… los dos.
—Pero después de camino a la comisaría, lo pensé y le dije que no
porque no quiero hacer nada que pueda joder esto. No te voy a mentir al
principio dije que si al trabajito.
—Lo sé —me dice sin dudarlo.
—Pero después me arrepentí de haber dicho que sí. De la que íbamos a
la comisaría pensé en ti y en mí, no podía cagarla haciéndolo. ¿Qué más
quieres saber? —Esa es la verdad, toda la verdad.
—¿En qué sentido pensaste en los dos? ¿Qué quieres de mí? —me dice
curiosa con esos ojazos marrones. Son mi perdición.
—Pues pensé en los momentos que pasamos ayer. Estar aquí los dos,
bebiendo un buen vino y hablando, de cómo nos había ido el día. No
quiero nada de ti, simplemente te quiero a ti.
—Suena bien, la verdad. Yo también te quiero Neal —pongo los ojos
como platos, me acaba de decir que me quiere, joder, nena siento lo mismo
por ti.
—Y quiero que te fíes de mí, que no me tengas que espiar para saber lo
que digo o hago —digo mirándola.
—No te espié —me dice sincera, mirándome a los ojos—lo escuché
por casualidad. Lo mismo digo, Neal, confía en mí.
—No quiero que vayas a trabajar pensando en si ese día entraré
esposado por comisaría, ya te dije que hoy puedes hacerme todas las
preguntas que quieras. —Venga bombón, no te cortes.
—Sé que has cambiado, ¿te importa que sea policía?
Me quedo atónito con su pregunta. ¡Mierda! ¡Piensa!
—Ahora no, antes si me hubiera importado, sobre todo, por si hubieras
intentado sacarme información.
—¿Ahora no? —me pregunta sorprendida y la agarro de la mano.
Son tan suaves… ¡Madre mía!
—Ahora como si eres policía o profesora. Ni yo te quiero sacar
información, ni tú me la vas a sacar a mí. Confío en ti —me mira.
Si, nena, me da lo mismo lo que seas.
—Eso mismo pienso yo, me da igual que seas un ladrón o que hayas
estado en la cárcel. Pero yo no lo he tenido que pensar tanto—me mira con
recelo.
—Lo sé, lo sé, tú no te lo pensaste tanto, cielo. Pero lo importante es
que ahora pensamos igual, ¿no? —pregunto con una sonrisa de medio
lado.
—Sí, lo pensamos, pero ¿y si cambias de parecer? —De eso nada,
cuando quiero a alguien no me importa más que esa persona.
—¿En qué voy a cambiar de parecer? —pregunto con incredulidad.
—En que te canses de mí —responde como si nada, encogiéndose de
hombros.
—¿Pero en qué tema voy a cambiar de parecer? —mira a suelo, no se
atreve a decírmelo. Venga, sea lo que sea no me voy a enfadar.
—He leído que eres muy popular entre las tías, ¿y si se cruza una que te
guste más que yo?
—Pues igual que a ti si se te cruza uno que te guste más que yo. —Ya te
aseguro que eso no va a pasar, eres lo que quiero.
—Yo no soy tan popular, te lo aseguro —se ríe—. Si no mírame, no soy
para tanto.
Lo hago, vaya si lo hago, te lo aseguro. No sabes lo mucho que te
quiero. ¡Boba!
—Sí, es cierto, he estado con muchas mujeres. Es sabido por todos y no
eres la primera a la he traigo aquí.
—¡Vaya! —exclama entre dolida, se lo noto en los ojos.
—Pero también es sabido por todos, que, si estoy en una relación seria
con alguna solo tengo ojos para ella.
—Vaya —me sonríe subiendo un poco las comisuras de sus labios. Por
fin, ya era hora—. Eso está bien.
—No me gusta que pienses que no eres para tanto, eres la única mujer a
la que le queda bien el uniforme de poli. —Mi voz se vuelve dulce,
cariñosa y veo que ella le gusta.
—Gracias —se ríe de mi comentario.
Como me gusta oírla reír, es música para mis oídos.
—Pregunta lo que quieras, estás viendo que estoy siendo totalmente
sincero —asiente con la cabeza.
—Sí, lo estoy viendo, solo quiero que entiendas que soy tuya en todos
los sentidos, nada más.
¡Dios, nena! Oírte decir que eres mía, me vuelvo loco.
Se me oscurecen los ojos y ella me lo nota.
—Y yo tuyo, quiero que te fíes de mí —digo acercándome a ella.
¡Qué bien huele!
Su perfume de Hugo Boss…
—Me fio de ti y no quiero que te pase nada, cuéntame todo por tu
seguridad —se acerca a mí de forma provocativa.
¡Mmm! Me encanta.
—¿Sobre qué? ¿Del Escorpión? —respiro hondo, allá voy—. En el
pasado hice algún trabajo con él, pero en el último, en Escocia, robando en
un castillo nos pillaron, yo pude escapar y él no. Piensa que le deje tirado.
—¡Buff! Eso es complicado, te odiara y también a los que te rodean. —
Lo sé, por eso temo que sea él.
—Se comió cuatro años hasta que se escapó de una cárcel de máxima
seguridad, pero no sabía nada de él desde entonces. ¿A qué te refieres con
los que me rodean? —Eso no lo había pensado.
—Claro —dice ella —puede atacar a tu familia, sabe que por ahí puede
hacerte daño.
—No tengo familia —digo mirándola para ver su reacción.
—¿No tienes familia? Lo siento. —Tranquila hace ya muchísimo.
—A mi padre lo mataron y mi madre desapareció. Me críe con mi
abuela. —El recuerdo de mi abuela hace que me remueva en mi asiento, la
verdad es que esa mujer me trató muy bien, era un hijo para ella y para mí
la madre que nunca he tenido.
—¿Qué? No lo sabía, lo siento. ¿No sabes nada de tu madre? —
pregunta con curiosidad.
—No pasa nada, tranquila.
—Entonces, no tendrás problemas. Si no quieres a nadie, no podrá ir a
por ellos —aclara.
—Eso es, como no tengo a nadie estoy tranquilo y tú te sabes cuidar —
le confieso.
—Vaya —chasquea la lengua—, da pena que no quieras a nadie.
—Ahora sí, quiero a una persona —la miro, le beso en la mejilla. —A ti
boba, te quiero a ti.
—Bueno, dejemos de tristezas no, ¿¡ah sí!? —Veo que se levanta, se
acerca a mí y me da un beso—. Yo también te quiero bobo.
—Podría ir a por Mozzy, pero Heiden no tiene medios ni se atreve a
meterse con él. —En el fondo es un cagado con Mozzy, sé que no duraría
ni un segundo en matar a ese capullo del Escorpión.
—Pues deberíamos tenerlo vigilado, por si las moscas. —No puedo
evitar reírme.
—Que tengas suerte —le digo sin dejar de reír como un loco, es que
nena menudo chiste me has contado.
—¡¿Que tenga suerte?! —exclama
—En poner vigilancia a Mozzy. —Ahí, bombón, que inocente eres, ese
se sabe todas.
—Seamos nosotros —dice, sorprendiéndome.
—Nos descubriría a los dos 3 minutos y desaparecería. Heiden tiene
miedo a Mozzy. No se atreverá a hacerle nada —la miro—. Te voy a contar
un secreto y no se lo digas a nadie.
—Claro —me dice mirándome curiosa.
—¿Sabes por qué el Escorpión no se atreve con Mozzy? Porque ofreció
cinco millones de euros a todos los asesinos a sueldo para que le
encontraran y el primero que mate Al Escorpión se los lleva, por eso no se
atreve con Mozzy. Por eso pensamos que había desaparecido.
—Normal, pero, aun así, debemos tener cuidado. —Sí, la verdad es que
tenemos que estar alerta, se cómo actúa este cabrón y sé que lo hará
cuando menos lo esperes.
—Mejor si no va a por Mozzy, menos de lo que tenemos que
preocuparnos y a por Rukus es evidente porque no va a ir —le digo
dándole un beso para tranquilizarla.
—Bueno, pues me da miedo lo que pueda hacerte —me dice realmente
asustada y preocupada, lo sé, porque se lo noto en la mirada.
—Me da sino sabe ni que estoy fuera.
—Espero que sea así. —Y yo, no quiero enfrentarme a él.
—Creo que sí, pero, aun así, hay que cogerle y que no se entere que yo
estoy ayudando.
—No soportaría que te hicieran daño —me dice dándome un abrazo.
—No me va a pasar nada, tranquila —la abrazo—. Pero lo que si te
digo es que yo no puedo estar presente en la detención, ni testificar en el
juicio.
—Lo sé, no lo estarás, estaría yo. Tranquilo.
—Porque, entonces él me mata, aunque Mozzy haya puesto precio a su
cabeza, ya me quiere matar, porque piensa que fue culpa mía, que fuera a
la cárcel, como para meterle de verdad,
—Me da miedo por ti, en serio deberías dejar esto, no soportaría que te
pasara algo.
—¿Dejar el que cielo?
—El caso.
—Aunque lo deje, si quiere venir a por mí, va a venir igual. —Ese no
para si quiere hacerlo, te aseguro que lo intentara como mínimo.
—Tienes razón.
—Solo le pillaremos si yo os ayudo, no ves que casi era como él.
—Solo, prométeme que no te arriesgaras por nadie —me mira muy
asustada
—Solo me arriesgaré si tú estás en peligro. —Eso es lo que siento y así
será, nadie te hará daño, pienso para mis adentros.
Me da un beso, se lo devuelvo mientras la rodeo con mis brazos, nunca
dejará que te pase nada, te lo prometo.
—Te quiero —murmura mirándome a los ojos.
—Y yo a ti, por ahora creo que será mejor no decírselo a Aitor, aunque
creo que se huele algo.
Es muy observador, pero en el fondo sé que le tiene mucho cariño a
Elsa.
—Será lo mejor, pero la verdad me da igual que la gente sepa que te
quiero. —En eso pienso como tú, me digo.
—A mí también. Ni tengo, ni quiero, esconder que estamos juntos.
—Tienes razón, ¿tú quieres saber algo de mí? Pregúntame lo que
quieras —me dice ella.
—Lo que me interesa saber de ti, ya lo sé.
—¿Ah sí? —me mira con picardía—. ¿No quieres saber nada más? —
Elsa se me acerca insinuándose.
—No, sé que estás conmigo y que quieres estar conmigo. Con eso me
basta —la beso con amor—. Cuando pase todo este lío, quedamos con
Aitor y la mujer a cenar, para decírselo.
—Me parece perfecto.
—No hablemos más de mí pasado, ¿vale? Ahora estamos tu y yo que es
lo que importa.
ELSA
♪Antes de ti, no
Yo no creía en Romeos, Julietas, muriendo de amor
Esos dramas no me robaban la calma, pero la historia cambió
Pero esta historia me cambió♪
Dicen que se sabe si un amor es verdadero
Cuando duele tanto como dientes en el alma
Dicen que lo nuestro es tan sólo pasajero
Pero que sabe la gente lo que siento cuando callan♪
♪Y ahora tú
Llegaste a mí, amor
Y sin más cuentos apuntas directo en medio del alma
Ahora tú♪
Llegaste a mí, oh no
Sin previo aviso, sin un permiso, como si nada
Ahora tú♪
NEAL
ELSA
NEAL
ELSA
NEAL
NEAL
—Ya ves, tío —respondo a Rukus, luego miro a Mozzy—. Mozzy, creo
que tenemos que hablar.
—Si —me mira serio, sale para afuera de la habitación, apenas sin
mirarme.
¡Joder sí que está enfado!
Tenemos que hablar tranquilamente, sé por qué está así, solo espero que
lo entienda y no me la lie mucho. Nos alejamos de Rukus, para que no
escuche la conversación. Una vez alejados, me pongo enfrente de él,
respiro hondo.
—Gracias, tío en serio —Hablo a Mozzy, lo noto seco, pero a él le debo
mucho, organizó todo lo del almacén por mí, aunque el puto Escorpión nos
la jugó con una buena trampa.
—¿A mí? ¿Por qué? —habla de lo más seco, tengo que aclarárselo.
—Por ayudarme —Respondo muy sincero.
—No te preocupes, lo he hecho con mucho gusto. —Ahí habla con
sinceridad.
—Y respecto a lo de antes... —titubeo mirándolo, ¡venga, allá voy! Que
sea lo que tenga que pasar.
—¿Por qué la llamaste Elsa? —me pregunta rotundo Mozzy.
—Ahí quería llegar, es que.... —suspiro, mirándolo.
—Sí, dímelo —le veo impaciente.
—Lo siento, no es profesora —confieso sin poder mirarlo a los ojos.
—¡¿Qué?! ¿Entonces qué es? —Mozzy aprieta la mandíbula
fuertemente.
—Es… policía. Una poli muy legal. Pero policía, al fin y al cabo. —Ya
está, por fin se lo he confesado.
—¿Qué? ¡¿Trajiste una poli?! —Veo como coge el arma, tengo que
impedir que le haga daño, antes tiene que pasar por encima de mi cadáver.
—¿Qué haces, tío? —me asusto, pero intento tranquilizarlo.
—Hay que matarla, lo sabes. Es poli y ha visto mucho.
Ni de coña le vas hacer algo, eres como mi hermano, pero te lo
impediré.
—Antes me tienes que matar a mí —Me pongo en medio de su camino,
muy serio.
—Apártate, Neal —Está serio y enfadado.
—No, ella no va a decir nada, me quiere. Vas a tener que dispararme a
mí.
—Es poli, se lo dirá a sus superiores, nos encerraran a todos —le
entiendo, pero ella no es así. ¡Me quiere!
—¿No viste lo que hizo por mí? Se arriesgó por mí. ¿Eso no significa
nada? No va a decir nada, te lo prometo. Si dice algo yo soy el peor parado
—se queda pensando unos segundos.
—¡No! Hay que matarla. Lo siento y lo sabes —Habla rotundo,
intentando ir a su habitación.
—Pues mátame a mí antes, te lo digo muy en serio —le miro
desafiante, él me mira.
—Neal, aparta —agarro la pistola que sostiene Mozzy, me la pongo en
el pecho.
—Aprieta el gatillo. ¡Vamos!
—Cuando sepan que es madera, la mataran lo sabes, ¿no? —responde
furioso, pero sin gritarme, para que no nos oigan mucho, solo nosotros.
—No lo tienen porque saber, será nuestro secreto. —Mi voz es
desesperada.
De repente, giro la cabeza y me encuentro a Elsa mirándonos con los
ojos como platos y temblando. La miro, veo que el vendaje está empapado
de sangre, apuesto que se le han abierto los puntos.
—¿Qué hacéis? —Viene corriendo hacia nosotros— ¡Parar de una vez!
—Amor, ¿qué haces? —le pregunto desencajado, mirando el vendaje.
—¡Ya basta! —nos grita a los dos mirándonos.
—Acuéstate, no pasa nada, ¿verdad Mozzy? —le miro, como diciendo
sígueme el rollo, por favor.
—¿Qué pasa? ¿Por qué le apuntabas con la pistola? —vuelvo a mirar su
brazo, que cada vez está sangrando más.
—Que vuelvas a la cama, no pasa nada, ¿verdad Mozzy? —Vuelvo a
mirar a Mozzy como suplicando, un no pasa nada.
Ella nos mira y por nuestros ojos, intuye que Mozzy ya sabe que es
poli.
—¡No! Ya lo sabe —dice temblando muy asustada.
La agarro sin hacerle daño y la llevo a la cama porque su brazo
empieza a sangrar mucho. Llamo al médico de inmediato.
—¿Qué pasa, Neal? —me pregunta asustada.
—Cuando estabas herida te llamé Elsa y le he dicho que eres policía.
—Tiene que saberlo, no gano nada con mentirle.
—¿Qué? ¡No! —se tapa la boca, muy asustada, me imagino que piensa
que le va hacer algo, pero yo lo impediré. Nadie le va hacer daño estando
yo.
—Y quiere matarte por todo lo que viste, pero no sé lo permito porque
sé que no vas a decir nada. —Ahí noto su cara de terror y como se
incorpora, supongo que para irse de aquí. —Ahora quédate aquí, voy a
hablar con él.
—Vale. —Espero que me haga caso, necesita descansar después de toda
la sangre que ha perdido.
En ese momento entra el médico, decido quedarme a ver que dice. La
cose y dice que está infectado.
Salgo en busca de Mozzy, lo veo y lo llamo con la mano.
—Ven, Mozzy —me mira y se acerca a mí.
—¿Qué quieres? —Aún está con la pistola en la mano.
—¿Me vas a disparar? Confía en mí, nunca te he fallado, Mozzy, y lo
sabes. —Guarda el arma y me mira.
—A ti nunca te dispararía, a ella ya sabes que es lo que debemos hacer,
no podemos permitir que diga nada. Si no lo haces tú lo haré yo. Neal, lo
siento —me dice serio, pero sé que, en el fondo, lo hará por mí.
—No hagas nada, hazlo por mí. Ella no va a decir nada, te lo prometo
—asiente con la cabeza.
—Neal, ¿cómo puedes asegurar que no va a decir nada? —me pregunta
cruzándose de brazos.
—Sí, y los motivos son dos: Por qué me quiere y, ¿quién le metió tres
tiros en la cabeza al Escorpión? ¿Tú o yo?
—Tú, pero, ¿qué tiene que ver eso? —Contesta.
—Que, si dice algo, dirá que yo maté al Escorpión. El arma tiene mis
huellas, yo tengo los residuos de pólvora. —Yo salgo, perdiendo joder.
—Pero, Neal, no pongas la mano por ella. Es madera.
Lo haría sin dudarlo.
—¿Por qué, Mozzy? Ella dio su vida por salvarme —se toca la barbilla.
—Lo vi, pero no sé… —se queda pensando, creo que está entrando un
poco en razón.
—Habla con ella conócela, olvida por media hora que es madera.
—¿Tú confías en ella?
—Sí, ¿y tú en mí?
—Yo en ti si, ¿quieres que hable con ella? —Por fin entra en razón.
—Sí, pero sin armas. Me apuesto la mano, que, si la conoces, te caerá
bien.
—Pero... Bueno, vale iré a hablar con ella —me alegra oírlo mucho
eso.
—Dame el arma. —Levanto la mano para que me la de.
—Toma —me da el arma a regañadientes.
—Gracias, vamos a ver si nos deja el médico hablar con ella.
—Tú no entras Neal, a solas ella y yo es lo justo, ¿no? —Me mira,
parándose.
—Si, pero… —balbuceo dudoso.
—¿Pero...?
—Hazme un favor, olvida que es poli. —Le digo como súplica.
—Lo haré, tranquilo.
El doctor nos dice qué si podemos entrar, pero que tiene que descansar
solo unos minutos.
ELSA
NEAL
Regreso a la media hora o así con todas las bolsas de la compra, las
llevo a la cocina.
—Elsa, ¡ya estoy en casa! —exclamo mientras saco las cosas.
—¿Te ayudo a guardar las cosas? —escucho que me pregunta.
Al oírla, me giro, la veo con una de mis camisetas y con una coleta.
Sonrío sin enseñar los dientes, se ponga lo que se ponga está preciosa.
—Tranquila, yo las coloco que no quiero que se te salten los puntos —
le sonrió feliz de tenerla en casa.
—No pasa nada.
De repente, llaman a la puerta. Nos quedamos sorprendidos al escuchar
el timbre, no esperábamos a nadie. Miro el reloj, son las cinco de la tarde.
¿Quién será?
—¿Quieres que abra? —me dice ella.
—No, vete a la cama. —Cojo la pistola de Elsa y voy a mirar. Ella se va
sin rechistar y la veo sentada en el sofá, no es la cama, pero me ha hecho
caso.
—¿Quién es? —pregunto enfadado mientras miro las balas del
cargador.
—Soy Aitor —se oye detrás de la puerta, me sorprendo.
¡¿Qué coño hace aquí?!
—Voy ahora Aitor, un segundo —escondo el arma y abro.
—Hola, Aitor, ¿qué tal? —le doy la mano, él, como no, mira para todos
lados.
—Hola, no sé nada de vosotros. ¿Todo bien? —Noto preocupación en
su voz.
—Si, si, pasa —me hago a un lado para que pase.
—¿Ves? Elsa, está bien —la señalo.
—Hola, Aitor —le sonríe.
—Hola, Elsa —dice él más calmado.
—Aitor creo que te debo una explicación de esto —murmuro mirando a
Aitor.
—Creo que sí —me mira cruzándose de brazos.
—Elsa y yo bueno… pues… estamos juntos —le confieso, me da igual
la gente, he estado a punto de perderla.
—Eso ya lo sabía, se os veía a distancia.
—Por algo eres el jefe, ¿no? Y respecto al caso, el Escorpión no está en
la ciudad. No fue él quien cometió el robo, en el mundillo se cree que fue
un mal imitador mío —le miento para que el caso se cierra, miro a Elsa
para que me siga la corriente.
—¿Y dónde está ahora? —me pregunta curioso.
—Lo último que sabían de él es que estaba por Europa, no sé si en
Francia o Italia. —Por la cara que pone Aitor, se lo está creyendo.
—Vale, miraré a ver si encuentro algo.
—Vale, ¿quieres que te ayude en algo otro caso o algo? —pregunto con
sinceridad.
—Pues nos vendría bien tu ayuda —me dice feliz por lo que acabo de
decirle.
—¿En qué puedo ayudarte? —le miro, pero sin dejar de estar atento a
los movimientos el Elsa.
—Hay casos en los que podrías ser útil.
—Vale, ¿puedo pensármelo unos días? —le pregunto.
—Claro, Elsa mañana te quiero en comisaría.
—Claro, allí estaré —responde ella intentando calmarse y disimular.
—Vale, hasta mañana, chicos —se despide Aitor yendo a la puerta.
—Vale, mañana te vemos cuídate. —Elsa lo despide con la mano.
—Adiós, Aitor. —Cierro la puerta.
Cuando se va Aitor, voy al salón, que es dónde está Elsa, me tiro al sofá
y la miro preocupado.
—Buffff —suspiro—. ¿Crees que se lo ha creído?
—No lo sé, espero que sí. —Veo una pequeña mueca de preocupación,
en la cara de Elsa.
—Y por nuestro bien, yo también —la miro—. ¿Qué te apetece hacer?
—Pasar el día abrazada a ti —me contesta.
Nena, es un estupendo plan.
—Si. —Y la abrazo, de repente, la miro y la sonrió—. Oye, ahora que
me acuerdo, yo tenía una sorpresa para ti.
—¡¿Qué?! No me acordaba —exclama emocionada por la sorpresa.
—Yo tampoco, Cierra los ojos amor —los cierra y al rato le digo—:
Ábrelos.
¡Que nervios! Espero que le guste. La verdad es que tardé poco en
hacer el cuadro en el que salimos los dos.
—¿Te gusta? Somos tú y yo. ¿Qué te parece? —pregunto nervioso ante
su reacción.
—¡Oh! Es precioso —me besa.
—¿De verdad? Es lo primero que pinto que no es una falsificación o
para un golpe. —Al oír eso me pongo muy feliz.
—Me encanta, ¿que lo has hecho de memoria? —me pregunta
asombrada sin dejar de mirar el cuadro.
—Si. —Yo la miro, no dejo de ver su reacción. Es tan mona...
—¡Guau! —exclama asombrada.
—Pero no hace justicia a toda tu belleza. —Vaya cursilada Neal, pero
sé que a ella le ha gustado porque pone una sonrisa de oreja a oreja.
—Que memoria tienes, ¡madre mía! —me besa con ternura.
—Si, bastante buena la verdad.
—Si me has puesto hasta lunares.
—¿Cómo no iba a ponerlos si son adorables? Con que te guste me vale
—murmuro mordiéndome el labio inferior.
—Gustarme no, ¡me encanta!
—¿Dónde lo colgamos?
—¿Dónde tú quieras? A ver… —mira—. En el salón quedaría muy
bien.
—Te gusta ahí, entre el Miró y el Goya. ¿O quitamos uno de los dos?
—Si. El Miró podríamos quitarlo. —Si, ahí puede quedar muy bien. Me
levanto para quitarlo.
—Vale. —Quito el Miro y cuelgo el nuevo—. ¿Así? —La pregunto con
mi brazo pasando por encima de sus hombros y mirando al cuadro recién
colgado.
—Perfecto —me besa.
—Además, es la primera decisión, que tomamos los dos sobre la casa,
nuestra casa.
La miro y veo que tiene un brillo especial en los ojos, ella al notarlo me
mira y me besa.
—Sí.
Nos besamos mientras miramos el cuadro que he pintado.
Al rato, decidimos, entre los dos, que pinte un cuadro de una playa con
sus rompeolas y un barco pesquero. Cuando pinto se me van las horas
volando, ni me entero, yo creo que podría estar un día entero sin dejar de
pintar.
—¿Te sigue doliendo el disparo amor? —pregunto preocupado.
—Un poco, pero no pasa nada —se toca un poco el brazo y pone cara
de dolor.
—¿Quieres cenar? Porque yo ya tengo un hambre… —Ya no me
acuerdo cuando comimos, vale lo reconozco me encanta comer, qué le
vamos a hacer.
—No tengo hambre, pero te hago algo de comer. —Eso no me ha
gustado nada, pero bueno la voy a dejar su espacio.
—Vale, gracias, así me pego una ducha para quitarme el olor a la
pintura y al disolvente.
—Claro amor.
Nos besamos dulcemente antes de irme a la ducha. A los diez minutos
salgo con un pantalón y sin camiseta.
—¿Qué es eso que huele tan bien?
—Ya tienes algo de comer: Paninis. ¿Te gustan?
—¿Paninis? —pregunto sin saber qué es lo que es.
—Si, es como una pizza.
—En un trozo de pan, ¿no?
—Si.
—Claro que me gusta —me siento y me pongo a comer—. ¿Seguro que
no quieres amor?
—No, tranquilo.
—Llevas mucho, sin probar bocado. Me tienes preocupado —le
confieso.
—¿Por qué, amor? No pasa nada, no tengo hambre.
—Lo último que comiste fue el desayuno de ayer.
—Ya comeré algo por ahí, tranquilo.
Aunque me besa, yo no me quedo tranquilo porque como siga así caerá
enferma.
—¿Seguro? —insisto.
—Come, anda, que te se enfría —me dice cariñosa.
—¡Que rico esta! ¿Quién te enseñó a cocinar así? —Al preguntarla le
cambia la cara, espero no haberla cagado.
—Mi madre —dice con los ojos acuosos, al verla así me arrepiento de
haber abierto la boca.
—Pues ya sé cómo conquistó tu madre a tu padre. ¡Qué bueno estaba
amor!
—Gracias —recojo el plato y el vaso.
—De nada.
—¿Qué quieres hacer ahora? ¿Vemos una peli? —la miro.
—Si, vamos a ver una.
—Vale. ¿La vemos en la tele de la habitación, echados en la cama y
abrazaditos? Elige la que quieras.
La digo abriendo un armario lleno de películas de todas las categorías
por haber.
—En la cama, así estaremos más cómodos.
Cuando Elsa elige la que quiere ver, por su puesto la he dejado elegir
soy un caballero. Pongo la peli, cojo el mando y me tumbo en la cama al
lado de ella pasando mi brazo, por debajo de su cabeza, hago que se arrime
más a mí y la beso la frente.
No puedo evitar, empezar a dar muchos besos por toda la cara y el
cuello. Ella me sigue cuando noto que me los devuelve, una de mis manos
acaricia su cuerpo.
Al notar mi mano, Elsa me muerde el cuello.
Esta es la señal de que no pare, así que nos dejamos llevar por el amor,
por la pasión que nos tenemos.
Nuestros cuerpos son uno solo y llegamos al clímax. De repente, veo su
brazo morado, que sangra.
—Amor para, para, tu brazo —me levanto corriendo y voy con ella al
baño.
Entramos al baño, nos duchamos y le quito la venda del brazo. Veo que
está muy fea.
—Déjame que te cure amor, por favor. —Cojo las gasas y la empiezo a
curar la herida y lo tapo.
—Gracias amor —me besa.
—Te quiero. Vamos a la cama a descansar —digo abrazándola.
—Yo también te quiero amor, sí, vamos.
Nos tumbamos en la cama y nos quedamos dormidos enseguida. Sobre
las tres de la madrugada empiezo a moverme demasiado en la cama y a
gritar.
—¡No! Hijo de puta.
—Amor, despierta. —Noto como me abraza.
Me despierto sudando, súper nervioso y gritando su nombre.
—¡Elsa!
—Tranquilo, aquí estoy —me dice mirándome para tranquilizarme.
—Elsa, Elsa —veo su mano apretando mi brazo—. ¿Estás bien?
—Ya pasó amor, si estoy bien.
Jadeo mirando para todos lados.
—Tranquilo —me abraza—. Estamos solos.
Me voy tranquilizando poco a poco. Mi corazón va a mil por hora.
—Ha sido una pesadilla. —Oigo que me dice para tranquilizarme.
—¿Estás bien Elsa? —pregunto muy preocupado mirándola de arriba
abajo.
—Sí —me sonríe.
—Joder. —La beso y me acerco más. La abrazo fuerte.
—Tranquilo —me abraza también fuerte y me voy tranquilizando
porque ahora sé dónde está.
—¡Dios! Creo que fue una pesadilla.
—¿Estás más tranquilo, amor?
—Si, ya estoy más tranquilo. ¡Joder!, que mal lo he pasado —suspiro
tocándome el pelo, aunque asustado por la pesadilla.
—¿Seguro que estás bien? —me mira como asustada—. ¿Quieres una
tila?
—Soñé que el Escorpión seguía vivo y que te hacia algo. ¡Dios, te
perdía! Gracias, me vendría bien una —digo llorando.
—Pero eso es imposible, ¿no? —Veo en sus ojos que está asustada—.
Tranquilo, aquí estoy. Ahora vuelvo, no te muevas de aquí.
Veo cómo se va a la cocina, en diez minutos regresa, a donde estoy. Al
darme la tila, la veo que pone cara de dolor.
—Tómatela amor, te vendrá bien.
—Gracias —me tomo la tila sin poder dejar de llorar.
—No, llores más amor, por favor —me abraza.
—No sabes lo mal que lo he pasado —me limpio las lágrimas.
—Ya pasó —nos besamos.
—Lo sé, lo sé —la abrazo fuerte contra mí y me empiezo a reír.
—¿Qué pasa? —me mira asombrada.
—Perdona por asustarte amor.
—No te preocupes.
—Es la primera vez que tengo una puta pesadilla —me rio mientras
dejo la taza de la tila en la mesita y me tumbo, aunque sigo intranquilo
mirando a todos lados, sobre todo la ventana y a la puerta.
—¿Qué pasa amor? Me asustas —mira ella también y se abraza a mí.
—Nada, nada, de verdad. Vamos a ver si dormimos, pero sigue
abrazándome por favor.
—Claro que si —me abraza más fuerte.
Me quedo enseguida dormido, tenerla en mis brazos me calma. ¡Es mi
refugio!
Amanece y me despierto, la miro sin moverme, sin hacer ningún tipo
de ruido, veo como duerme, ella en sueños dice mi nombre y que me
quiere.
Al rato ella abre los ojos y me ve.
—Hola —me sonríe.
—¿Te asusté mucho anoche? —le sonrío.
—Un poco, pero tranquilo. ¿Qué hora es? —me pregunta con una
sonrisa.
—No lo sé, las siete o las ocho de la mañana. Desayunamos y vamos a
comisaría a ver a Aitor.
—Si, vamos.
Mientras desayunamos, recordamos lo que tenemos que decir a Aitor.
Cuando me doy cuenta, Elsa no ha comido, solo se ha tomado un café.
—Estás comiendo muy poco amor. ¿Estás bien? —Esto ya no es
normal, algo le pasa.
—No tengo hambre.
—Pero comes muy poco, en serio, me tienes preocupado. Desde lo del
almacén casi no comes.
—¿Qué quieres que haga? No me entra nada, tú come tranquilo.
—Solo me preocupo por ti. Vamos a ver a Aitor, que no quiero discutir
contigo —le digo dándole la mano.
—Lo sé, tranquilo.
Vamos caminando de la mano y al llegar a la comisaría, la suelto y se
mete las manos en el bolsillo y me alejo un poco de ella.
—¿Por qué haces eso? Si Aitor lo sabe... —titubea sorprendida.
—Pero el resto de la comisaría no lo sabe. ¿O no te importa? —No sé si
se avergüenza, de que sea ladrón, me ha
demostrado que no, pero no sé.
—¿Qué? Vaya, aún no me conoces, me da igual lo que diga la gente.
—Vale —me vuelvo a acercar a ella, le doy la mano y entramos. Todos
nos miran y le doy un beso. Para mi sorpresa, me lo devuelve.
Nos dirigimos al despacho de Aitor, algunos compañeros nos paran y
preguntan si estamos juntos, otros murmullan y algunos pasan.
De repente ella, los mira y les salta con una de las suyas.
—Si, estoy con él. ¿Algún problema?
—Pasa, ¿no ves que ellas me quieren a mí y ellos a ti? Solo es envidia,
¿vale? —le digo sonriendo. Me saca la lengua y le guiño el ojo, entramos
en el despacho de Aitor.
Cuando entramos nos informa que no hay noticias del Escorpión, que
parece que se la tragado la tierra. Y que no lo hizo solo que tuvo alguien,
que le ayudaron. Me pregunta si me he pensado lo que me propuso… La
verdad es que no porque es un cambio muy importante para mí. Así que le
digo que me deje más días para pensarlo.
Salimos del despacho y, de repente, hay como un sonido fuerte y sordo,
como de un disparo. Instintivamente, se pone delante de mí muy nerviosa.
Y vemos como un compañero jugando con una pistola y empieza a
temblar. Para que nadie sospeche nada, la abrazo y digo en alto.
—¡Ay! Elsa, no me abraces así en público que no respondo. —Ella
sigue temblando y le digo al oído—. Tranquila.
—No sé qué me pasa… lo siento, vámonos de aquí.
—Vale, vamos.
Salimos de la comisaría, vamos caminando. Ella no ha dicho nada
desde que salimos.
—¿Qué pasa amor? Estas muy callada —la miro asustado.
—Nada, nada, no sé, qué pasó ahí dentro me paralice. ¿qué me ocurre?
—Pues lo mismo que a mí con la pesadilla. —No estamos bien ninguno
de los dos, tengo que pensar algo rápido.
—No, entiendo nada, nunca me había ocurrido, ya se me pasará —me
saca la lengua.
—¿Sabes lo que estoy pensando? —pregunto.
—¿Qué?
—Pide las vacaciones —se le ilumina la cara.
—¿Vacaciones?
—Si y nos vamos los dos a Bora Bora.
—Vale, las cogeré.
—Y olvidarnos de esto.
—Bora Bora, vaya, si, ¡por favor! —lo dice absolutamente feliz, yo me
alegro por ello
—Vamos y se lo decimos a Aitor ahora mismo. Si quieres, claro.
—Sí, tuve yo la idea. ¿Piensas que te voy a meter en el avión y yo
quedarme aquí?
—No, porque menudo plan, yo sola con tanto tío en cueros.
—Entonces te dejo a ti aquí, y voy yo solo con todos esos pibones en
cueros.
—Que me dejas, pues me voy, por ahí yo sola.
—Es broma, tonta, vamos así en caliente para Bora Bora. Sin maletas
ni nada, total no vamos a salir de la habitación del hotel, y en ella vamos a
ir desnudos.
—Así sin nada más, yo te sigo.
—¿Vamos a ver a Aitor o marchamos directamente?
—Vamos a decírselo a Aitor, y nos vamos —dice ella feliz.
—Vamos —la agarro de la mano.
Vamos directos al despacho de Aitor y entramos.
—¿Qué pasa chicos? ¿Qué ocurre? —se sorprende al vernos de nuevo,
no hace ni diez minutos que hemos estado con él.
—Elsa tiene algo que decirte.
—Dime Elsa, ¿qué pasa? ¿De qué se trata?
—Aitor, quiero cogerme las vacaciones que me quedan. Como sabes,
no cogí casi nada.
—Pero estamos en mitad del caso. Sí, sé que tienes un mes, pero.... —
se calla unos segundos.
—Aitor, tenemos que desconectar. El caso estará cuando vuelva,
además el Escorpión no... —dice ella, callándose.
—No. ¿Qué? ¿Sabéis algo que yo no? —pregunta, dudoso.
—No, dará problemas —la aprieto la mano, como diciendo aquí estoy
mi amor.
—¿Me ocultáis algo?
—Nada de verdad que no ocultamos nada.
—¿Seguro?
—Si.
—Vale, anda, cógete las vacaciones que andáis algo raro los dos.
—¡Bien! Gracias.
—Venga, largaos, antes de que me arrepienta.
Salimos de la comisaría, corriendo y riendo como dos adolescentes. La
cojo en brazos.
—Bien, vamos, amor.
—Sí, vamos.
—Taxi —exclamo, levantando la mano.
Subimos al taxi, nos besamos con pasión y, felices, nos abrazamos. El
taxista espera indicaciones.
—Al aeropuerto por favor —digo mirando al taxista.
—¿Qué? ¿Y los billetes amor? —me dice nerviosa de la emoción.
—Lo pillamos allí.
—Vale.
—O alquilo un Jet. ¿Qué más da? Lo importante es que vayamos
juntos.
—Que no malgastes, bobo.
Sí, juntos.
8. Bora Bora
NEAL
ELSA
A
la mañana siguiente, me levanto con solo una idea pasando por mi
cabeza. Me levanto a toda prisa y comienzo a rebuscar en uno de los
cajones.
—¿Qué buscas, cariño?
—La píldora, voy a por agua —le respondo.
—No, quédate aquí, voy yo.
Neal se levanta, baja a por el vaso de agua y, al poco tiempo, llega a la
habitación.
—Toma, cariño.
—Gracias —desvío la mirada al suelo.
Los recuerdos de lo que hablamos en Bora Bora me abordan.
—¿Qué te pasa? ¿Y esa cara?
—Nada, nada, tranquilo, sé lo que piensas perdona.
Me tomo la píldora. Se acerca a mí y me besa.
—Amor, ¿puedo hacerte una pregunta?
—Dime —le miro a los ojos, aunque intento no observarlo mucho. No
quiero que note que estoy triste.
—¿Quieres tener un hijo? —Mis ojos se abren como platos.
—Tuyo, claro, ¿lo dudas? —respondo medio dolida, sinceramente la
confusión me puede en este instante. No entiendo a qué viene ahora esto.
—No, no lo dudo, y tú sabes que yo también lo quiero. ¿Verdad? Quiero
un hijo tuyo. —Eso me pilla de imprevisto.
—No lo sabía. —Los ojos se me llenan de lágrimas.
—¿Tú que creías que yo pensaba? —pregunta, sorprendido.
—Pues que no querías, como me dijiste eso en Bora Bora... —comento,
desviando de nuevo la mirada al suelo.
—No, perdona cielo, te dije que aún no quería tener un hijo porque
llevábamos tres días y quería disfrutar más de ti —me aclara.
—No te preocupes, amor, lo entiendo. —Sé que llevamos poco, lo sé.
—No llores —se acerca a mí y me agarra la cara con sus manos para
que lo mire directamente a los ojos—. Ahora que ya llevamos casi un mes,
tenemos un trabajo estable y sabemos que yo no voy a ir a la cárcel. Si
quieres...
—Tranquilo.
Veo como se levanta de la cama, abre el cajón, coge las píldoras y me
las enseña.
—¿Amor, ves esto? —asiento con la cabeza mientras que frunzo el
ceño.
—Sí. ¿Qué pasa? —le pregunto consternada.
—Que no las necesitamos más.
Neal se dirige a la ventana y tira la cajita a saber dónde.
—¡¿Qué!?
Voy corriendo a la ventana, Neal me coge y me da la vuelta. Nos
miramos a la cara.
—¡Estás loco! —exclamo.
—¿Por qué? —Me mira a los ojos muy tranquilo y sonriéndome.
—Por tirar mis pastillas, aún puedo ir a por ellas… —comento ida,
alejándome de él.
—Pero, ¿no querías ser madre? Amor, ¿tú me escuchas cuando hablo?
—dice en medio de una risa baja y ronca.
—Si, pero no quiero obligarte. Y sí, te escucho.
—¿En serio? ¿Qué te he dicho? —me pregunta serio.
—Qué quieres ser padre —le respondo.
—No, te dije que ahora que los dos tenemos un buen trabajo y ya
sabemos que no voy a ir a la cárcel podríamos buscarlo.
—Te quiero —lo abrazo.
—Pero si las quieres bajo a por ellas… —me contesta al abrazo.
—No amor, no bajes.
De repente, Neal me levanta.
—Pensé que no podía ser más feliz, pero lo has conseguido. Soy mucho
más feliz.
—Yo también soy muy feliz amor —respondo en sus brazos.
—Amor, eres mi novia y me vas a hacer padre, ¿qué más puedo pedir?
—cuestiona muy contento.
Nos besamos con pasión.
—Vamos a tomar algo para celebrar que vas a ser la madre más guapa
de San Francisco.
—Como quieras. ¿Dónde quieres ir? —inquiero felizmente.
—A un sitio donde haya mucha gente para decir que seremos padres.
—¿Pero eso no será mejor cuando esté embarazada?
—Cuando lo estés también lo haremos —se encoge de hombros.
—Vale, entonces me visto —le saco la lengua.
—Si amor, yo también me voy a vestir.
Nos vestimos, pero noto a Neal muy serio.
—Amor, no quiero romper este instante tan bonito, pero quería decirte
una cosa. —Noto en su voz seriedad.
—¿Qué ocurre, amor? —pregunto preocupada y algo asustada.
—No, no te asustes, quiero ser padre, pero hoy mientras lo hacíamos
me apeteció hacerte una cosa que no me atreví ni a preguntarte.
—¿El que amor? —pregunto curiosa.
—Estabas cocinando, moviendo el culito, después hicimos el amor y
me dieron tentaciones de… —Se calla.
—¡¿Qué?! Dímelo, amor.
—Nada, olvídalo, amor, era una tontería. Ya que estamos vestidos,
vamos a tomar algo.
—Si, pero antes dime qué tentaciones te dio. —La curiosidad puede
conmigo.
—Nada, algo que solo se me pasó por la cabeza. —
¿Qué habrá pensado?
—Bueno, como quieras, vamos.
Salimos de la casa y nos cogemos de la mano.
—¿A dónde quieres ir? —pregunto.
—Pues como hace buen día podemos ir a dar una vuelta y tomamos
algo en una terraza que nos guste. ¿Qué te parece?
—Buena idea —contesto, contenta.
Empezamos a caminar de la mano, admirando de lejos la casa hasta que
llegamos a un bar no muy grande, pero que para tomarse algo es perfecto.
Veo gente tranquila sentada en la terraza y, la verdad, es que es preciosa.
Está preparada también para el invierno con sus estufas de pie y cubierta.
Me imagino que la cubrirán en época de frío. Nos ponemos a tomar algo,
felices de estar en esta preciosa ciudad. Tales son las vistas que a los lejos
vislumbro la isla de Alcatraz. No puedo remedir los recuerdos de lo que
era mi antigua vida como policía. Pero parpadeo y me centro en Neal, en
mi nueva vida junto a él.
Hablamos un poco del futuro que queremos tener juntos, Neal pide
champán.
—Por nuestro futuro hijo y por la futura madre más guapa de todas —
me pongo roja al escucharlo, varias personas nos están mirando.
—Gracias amor —me levanto sobre la mesa y le beso—, te quiero.
—Yo también te quiero Elsa, más que a nada.
—Eres el mejor, amor —le confieso.
—¿Por qué? —me pregunta curioso.
—Porque me cuidas mucho —le digo.
—Te cuido lo normal sin hacer nada especial.
—Pues será que nadie me ha querido así —me encojo de hombros.
—Pero es que tú me cuidas igual, ¿no?
—Claro que sí —respondo.
—Y claro que nadie te ha querido como yo. Te quiero y hazte a la idea
de que nadie te querrá tanto como yo —me dice, me quedo con la boca
abierta.
—No sé cómo lo has hecho amor, pero en este mes que llevamos ya
eres mi universo. Ya no sabría vivir sin ti. Has cambiado mi manera de
pensar y he hecho cosas contigo que jamás pensé que haría —hablo
sincera.
—Lo mismo pienso yo, amor, ya no me imagino la vida sin ti.
Neal agarra la silla y se posiciona a mi lado, nos besamos como si no
hubiera un mañana.
—Ni lo tendrás que hacer, vas a tener que aguantarme hasta que me
muera. Allá dentro de muchísimos siglos. —Sus brazos me envuelven en
un cálido abrazo.
—Eso suena muy bien y tú también me tendrás que aguantar
muchísimos años —le respondo.
—Encantado, ojalá eso sea lo peor que me pase. Además, eres un
escándalo en la cama.
—Calla, que te van a oír —rio por lo bajo, mirando a todos lados.
Se acerca a mí y me susurra al oído.
—¿Y tus mamadas? Un putísimo escándalo.
Me besa el cuello y no puedo evitar ponerme roja. Neal vuelve a servir
dos copas y me sonríe pícaro.
—¡Salud, cielo! —Levanta la copa.
—¡Salud, amor!
—¿Ahora qué quieres hacer? Y no me digas que lo que quiera —
inquiere.
—Me apetece dar una vuelta agarrada a ti. —admito sin rodeos.
—Sus deseos son órdenes.
Me dice levantándose y alargando su mano. Le sonrío y cojo su mano,
él me agarra de la cadera metiendo su mano en el bolsillo de mi pantalón.
De repente, nos damos cuenta de que nos hemos puesto a andar y no
sabemos cómo llegar a casa. Eso nos hace partirnos de risa.
Decidimos pillar un taxi, ya que es la una de madrugada y llegamos a
casa.
A Neal le entra hambre, le hago una hamburguesa con patatas, yo no
tengo hambre como hemos picado en el bar con los aperitivos.
Cuando termina me dice que me siente a su lado. Lo hago y me abrazo
a su cuerpo.
—Amor en dos días, empezamos a currar. ¿Tienes ganas? —me dice.
—Si la verdad. ¿Y tú?
—Cada vez más nervioso, no me termino de hacer a la idea que vaya a
un trabajo legal.
—Tranquilo, amor.
—Es que nunca tuve sueldo fijo, ni pagué impuestos. ¿Eso cómo va?
—No te preocupes, eso se encargan los que nos han contratado.
—¡Ah! ¿Y el sueldo que me lo dan como siempre en un maletín o
transferencia bancaria?
—Transferencia bancaria amor.
—Pues...tenemos un problema amor. —Veo que se ríe, yo le observo
sin saber por qué está así.
—¿Cuál amor? —le pregunto.
—Tengo diecinueve cuentas bancarias, con diecinueve alias diferentes
en doce países diferentes.
—¿¡Qué!? —exclamo con la boca abierta
—¿Y esa cara?
—Nada, nada, pues que hay que juntar todo. Cerrarlas y hacerte uno
nuevo.
—Prefiero dejarlas abiertas, hay muchas que nadie sabe que existen.
Creo que hacienda me mandaría a la cárcel por evasión de impuestos —se
ríe.
—Vale.
—Vamos mañana a un pequeño banco, me abro una cuenta con mi
verdadero nombre, ¿vale?
—Vale amor, me parece bien.
—Gracias.
—Amor, ¿te puedo hacer una pregunta? Y no la interpretes como que
no quiero tener un hijo contigo, ¿vale?
—A ver, ¿qué pasa? —pregunto preocupada de lo que me vaya a decir.
—No, no es nada malo —me levanto asustada—. Solo que me vino a la
cabeza, lo que te dijo John por la mañana.
—¿Qué pasa?
—Ven, tonta, siéntate.
Me siento a su lado.
—Que me vino a la cabeza lo de llevarte al altar.
—¿Qué? —cuestiono sorprendida.
—Si nos casáramos y mi pregunta es: ¿Tendremos un hijo sin estar
casados? —me dice mirándome.
—Amor, ¿lo dices en serio?
—¿El que, lo de casarnos?
—Sí —respondo sin creer lo que acabo de oír.
—No te preocupes, no te lo estoy pidiendo. Así no te lo pediría, solo
que creo que primero sería casarse y después el hijo. No digo que no lo
quiera tener, que si quiero. Joder, que lio me estoy montando yo solo.
—Lo entiendo, amor, tranquilo —intento tranquilizarlo.
—Pues explícamelo porque me he liado. Menos mal que sé hacerte de
cenar y no sé me da nada mal el sexo.
—¿Tú quieres casarte antes que tener un hijo? Tranquilo, no pasa nada.
—Si, pero por supuesto que quiero ese hijo —me dice lo más sincero
posible.
—Lo sé, lo sé, tranquilo —me besa.
—Si hoy o mañana te quedas embarazada, no pasa nada porque tendría
nueve meses para hacer la mejor habitación para el bebé.
—Qué bueno eres, pero tranquilo, anda.
—No sé cuándo, pero te prometo que tendrás el pack completo de
marido, hijo, perro y casa con valla blanca —me abraza con ternura.
—Me lo prometes —digo abrazándolo fuerte contra mí.
—Claro que sí, no me importa lo que venga primero si el matrimonio o
el hijo porque la casa ya la tienes.
—Si.
—Amor, ¿vamos para la cama que ya casi va a amanecer?
—Sí, vamos.
Subimos a la habitación, nos metemos en la cama y nos damos otro
beso deseándonos las buenas noches.
NEAL
NEAL
NEAL
—¿Damos un paseo, amor? —pregunta Elsa felizmente—. Hace muy
bien día.
Me saca la lengua como una niña pequeña. Con picardía, y no puedo
evitar reírme.
—Vale —respondo.
—¿Que? ¿Por qué esa cara? —cuestiona ella, frunciendo el ceño.
—Nada, que me ha hecho gracia que me sacaras la lengua.
—¿Ah, sí? ¡Pues toma! —me la vuelve a sacar.
—Que bobona eres. —Río por lo bajo.
—¿Por qué me llamas boba? —replica—. Si yo soy una boba, tú eres
feo de cojones.
—Sabes que no —suelto una carcajada.
—¿Qué? Pero, bueno… ¡qué creído eres! —se ríe a carcajadas.
Nos besamos y seguimos dando un paseo agarrados de la mano.
—¡Qué bonita es esta ciudad! —exclama Elsa visualizando a todos
lados.
—Sí, la verdad es que me gusta vivir aquí.
—Una cosa amor —se frota las manos nerviosa—. Sinceramente,
¿cómo me has visto en la sala de disparos?
—¿Disparando tu o yo?
—Los dos. —Tengo, y debo, que ser sincero con ella.
—Lo poco que te he visto a ti, bien. Pero ya fue al final. Al principio no
sé cómo estarías. Y cuando disparaba yo, muy nerviosa. Temblabas y
tenías sudores.
—Espero que algún día deje de hacer eso. —Su tono es sumamente
triste.
Ponemos rumbo a casa, disfrutando del buen día que hace. Vamos
hablando y pasamos por un cruce. Uno se salta un stop, Elsa lo ve.
—Cuidado, amor.
Me aparta para que no le atropelle.
—Será gilipollas el tío… —farfulla furiosa.
—Gracias amor
—Se va a cagar —dicta yendo hacia el coche.
El vehículo se para en un semáforo y veo como sale corriendo a por él.
Le da en la ventanilla con los nudillos.
—¿Eres imbécil o qué?
Salgo detrás de ella corriendo, se va aliar y no pequeña.
—El carnet de conducir, ya —habla con seriedad—. ¿No ha visto que
se ha saltado el stop? —le enseña la placa—. ¿No me oye o qué?
—Amor, no ha pasado nada. Déjalo, ya no eres policía. Vámonos —
intento agarrar su mano, pero Elsa se suelta.
El conductor se ríe y baja la ventanilla.
—Anda, vete, guapa. Cállate y haz caso a ese marica que tienes al lado.
—¿Perdón? —pregunta Elsa con la vena del cuello palpitante, está
enfadada.
Ella se acerca para darle un puñetazo, pero me adelanto y le saco medio
cuerpo por la ventanilla. Le atino un par de puñetazos que lo dejan KO.
—Amor, tranquilo —me dice Elsa al ver el estado en el que he dejado
al imbécil.
—Si, hazle caso. Será lo mejor —dice el tío aturdido.
—¿Yo tranquilo? Joder, amor, la que salió corriendo detrás de él fuiste
tú. —Elsa frunce los labios—. Tú calla la boca que todavía te tragas el
coche, payaso.
—¿Tú y cuántos? —me reta.
—Anda, tira, que me das pena —le digo, sin mirarlo.
—Guapa, deja a ese payaso que no te da lo que tengo yo —dice
mientras hace el movimiento de follársela.
Elsa me mira de soslayo. Estoy que quiero matar al subnormal. ¿Cómo
se atreve a decir eso y menos a mi Elsa? Se va a enterar, se le van a quitar
las ganas de hacer el gilipollas.
—Ahora sí que sí.
Elsa sale corriendo, pero la cojo.
—Déjame a mí —murmuro serio.
—No, no, déjame a mí que te puedes buscarte un lío.
Voy al conductor, le abro la puerta del coche y le meto dos puñetazos.
Le doy tres ostias contra el coche.
—Amor, quieto —exclama Elsa.
Lo dejo tirado en el suelo, sangrando.
—Amor, vamos que esto ya está.
La gente de nuestro alrededor está alucinando por el espectáculo que
acabamos de montar. Le agarro la mano a Elsa y miro al suelo.
—Sí, vámonos a casa
La abrazo a mí y beso su coronilla. Comenzamos a andar de nuevo
—¿Qué pasa amor? —me besa la mejilla.
—Nada, no puedo besar y abrazar a mi chica.
—Sí, claro que sí.
Llegamos a casa después de un largo paseo.
—Vete a ponerte cómodo que yo voy a hacer la cena, ¿vale?
Bajo después de cinco minutos.
—¿Te ayudo en algo, amor? —le pregunto.
—No, no, tranquilo. Tómate algo si quieres.
Me cojo una cerveza del frigo y me apoyo en una pared, viendo como
Elsa hace la cena. Mientras cocina, canturrea y mueve el culo de una
forma provocativa. Cuando termina, friega las cosas y agarra otra cerveza.
Se da la vuelta, sorprendida al ver que todo ese tiempo la he estado
mirando. Acabo cogiéndole la mano y llevándola al sofá. Me siento y
palmeo mis piernas.
—Ven, ponte aquí conmigo.
—¿Qué pasa, amor? —murmura sentándose.
—Nada. —Apoyo mi cabeza en su hombro—. Te quiero.
—Yo también te quiero.
Nos besamos por un largo tiempo.
—¿Por qué no me dejaste pegarle? —pregunta.
—Porque sabía que yo le haría más daño.
—¿Qué pasa? ¡Mira que brazo tengo! ¿Qué te crees?
—Lo sé, amor, lo sé. Mira cómo me dejaste el ojo —se lo señalo.
—¿Ves? Lo hubiera tumbado.
Le pegamos un buen sorbo a la cerveza. Luego, nos ponemos a cenar.
Sinceramente, Elsa tienes unas manos muy buenas para la cocina. Cada día
me impresiona más en ese sentido. Terminamos de cenar y recojo los
cacharros, esta vez me toca a mí. Dejo que Elsa vaya al sofá para relajarse
y escucho como enchufa la televisión. Cuando acabo, me seco las manos
con un paño y voy hacia ella. Me lanzo a su lado y la abrazo
—Una cosa, vida —murmuro, mirándola.
—Dime.
—¿Crees que a John le hará ilusión cuando le digamos que queremos
ser padres? —pregunto por curiosidad.
—Sí, la verdad —afirma—. Se emocionará seguro, pero antes de
decidir quedarnos, tengo que ir al ginecólogo.
—¿Por qué? ¿Te pasa algo? —cuestiono nervioso.
—No, no, sólo ir a una revisión y ver que vaya todo bien. No te
preocupes.
—¡Ah, bueno! Si es una revisión no me preocupo. Un día que podamos
vamos a un ginecólogo.
—Gracias, cielo. La verdad es que no quiero ser como mi padre, creo
que él no hizo nada por mi madre.
—¿No? —pregunta Elsa interrogante—. ¿Qué pasó?
—Mi abuela me contó que mi padre nunca se preocupó de mi madre.
No la acompañó a ninguna revisión y no estuvo en mi nacimiento…
—Eso es horrible —la mirada de Elsa cambia radicalmente a una de
pura tristeza—. Tu por lo menos sabes quién es tu padre, yo no.
—¿Te gustaría saber quién es tu padre biológico?
—La verdad es que sí.
—¿Quieres que ponga a alguien a buscarlo? A Mozzy se le da muy bien
encontrar a gente —le digo.
—¿De verdad lo harías por mí? —me besa.
—Claro, ya sabes que por ti lo haría todo.
—Te quiero, Neal.
—Y yo a ti, cielo —dejo un sonoro beso en la mejilla de Elsa—. Amor,
acércame el móvil por favor.
—Claro.
Me lo da y lo cojo.
—Gracias, amor, voy a llamar a Mozzy para que se ponga en ello.
Marco su número y al primer pitido me contesta.
—“¿Sí?”
—“Mozzy, soy Neal”.
—“Hola, tío, ¿qué pasa?”
—¿Oye, ¿puedes hacerme un grandísimo favor?”
—“Claro que sí, ¿de qué se trata?”
—“Quiero que busques a unas personas”.
—“Claro, ¿quiénes?”
—“Los padres biológicos de Elsa”.
—¡De Elsa! Pero, tío, de la madera…”
—“Ya no es madera, dejó la policía”.
—“Vale tío, los buscaré os y digo cuando sepa algo”.
—“Sé que no te cae demasiado bien”.
—“Ya sabes que lo de poli me echa para atrás, pero lo haré tranquilo”.
—“Pero ya no es policía, búscalos y avísame. Es muy importante para
mí, pon a quien haga falta, yo corro con todos los gastos”.
—“Vale, entendido tío”.
—“Gracias, hermano. Cuídate, ya hablamos”.
—“Cuidaros, tío”.
—Ya está, solucionado.
—Gracias amor. ¿Qué haría sin ti? —me abraza.
—Pues vivir más tranquila y sin tantos sobresaltos.
—¡Qué! ¿Por qué dices eso? —pregunta.
—Por nada amor, era solo una broma. Te quiero y deseo que seas feliz.
—Y yo a ti mi amor —me dice.
—Si Mozzy encuentra a tus padres, ¿qué les dirías?
—Pues no sé qué les diría —frunce el ceño—. Amor, ¿te puedo decir
algo?
—Claro.
—No puedo quererte más —me besa—. ¿Vendrás conmigo si los
encuentra? No me dejes sola.
—Sabes que nunca te dejaré sola. Además, yo también quiero conocer a
ese desgraciado.
—¡Oye!
—¿Que? Te prometo que intentaré no pegarle, solo iré para apoyarte a
ti, ¿vale?
—Prométemelo.
—¿Lo de apoyarte o lo de no pegarle?
—Pegarle.
—Vale, si no quieres que lo haga no lo haré. Lo prometo por lo que más
quiero que eres tú.
Subimos a la habitación, nos acostamos abrazados y nos dormidos.
A las 9:00 de la mañana suena mi móvil, me despierto. Aun dormido
miro la pantalla y veo que es Mozzy. Me despierto de sopetón, salgo para
hablar con él, sin hacer mucho ruido para no despertarla.
A los quince minutos entró de nuevo a la habitación.
¡Dios como se lo digo! espero que se lo tome a bien.
18. Buscando a mis padres
NEAL
—¿Damos un paseo, amor? —pregunta Elsa felizmente—. Hace muy
bien día.
Me saca la lengua como una niña pequeña. Con picardía, y no puedo
evitar reírme.
—Vale —respondo.
—¿Que? ¿Por qué esa cara? —cuestiona ella, frunciendo el ceño.
—Nada, que me ha hecho gracia que me sacaras la lengua.
—¿Ah, sí? ¡Pues toma! —me la vuelve a sacar.
—Que bobona eres. —Río por lo bajo.
—¿Por qué me llamas boba? —replica—. Si yo soy una boba, tú eres
feo de cojones.
—Sabes que no —suelto una carcajada.
—¿Qué? Pero, bueno… ¡qué creído eres! —se ríe a carcajadas.
Nos besamos y seguimos dando un paseo agarrados de la mano.
—¡Qué bonita es esta ciudad! —exclama Elsa visualizando a todos
lados.
—Sí, la verdad es que me gusta vivir aquí.
—Una cosa amor —se frota las manos nerviosa—. Sinceramente,
¿cómo me has visto en la sala de disparos?
—¿Disparando tu o yo?
—Los dos. —Tengo, y debo, que ser sincero con ella.
—Lo poco que te he visto a ti, bien. Pero ya fue al final. Al principio no
sé cómo estarías. Y cuando disparaba yo, muy nerviosa. Temblabas y
tenías sudores.
—Espero que algún día deje de hacer eso. —Su tono es sumamente
triste.
Ponemos rumbo a casa, disfrutando del buen día que hace. Vamos
hablando y pasamos por un cruce. Uno se salta un stop, Elsa lo ve.
—Cuidado, amor.
Me aparta para que no le atropelle.
—Será gilipollas el tío… —farfulla furiosa.
—Gracias amor
—Se va a cagar —dicta yendo hacia el coche.
El vehículo se para en un semáforo y veo como sale corriendo a por él.
Le da en la ventanilla con los nudillos.
—¿Eres imbécil o qué?
Salgo detrás de ella corriendo, se va aliar y no pequeña.
—El carnet de conducir, ya —habla con seriedad—. ¿No ha visto que
se ha saltado el stop? —le enseña la placa—. ¿No me oye o qué?
—Amor, no ha pasado nada. Déjalo, ya no eres policía. Vámonos —
intento agarrar su mano, pero Elsa se suelta.
El conductor se ríe y baja la ventanilla.
—Anda, vete, guapa. Cállate y haz caso a ese marica que tienes al lado.
—¿Perdón? —pregunta Elsa con la vena del cuello palpitante, está
enfadada.
Ella se acerca para darle un puñetazo, pero me adelanto y le saco medio
cuerpo por la ventanilla. Le atino un par de puñetazos que lo dejan KO.
—Amor, tranquilo —me dice Elsa al ver el estado en el que he dejado
al imbécil.
—Si, hazle caso. Será lo mejor —dice el tío aturdido.
—¿Yo tranquilo? Joder, amor, la que salió corriendo detrás de él fuiste
tú. —Elsa frunce los labios—. Tú calla la boca que todavía te tragas el
coche, payaso.
—¿Tú y cuántos? —me reta.
—Anda, tira, que me das pena —le digo, sin mirarlo.
—Guapa, deja a ese payaso que no te da lo que tengo yo —dice
mientras hace el movimiento de follársela.
Elsa me mira de soslayo. Estoy que quiero matar al subnormal. ¿Cómo
se atreve a decir eso y menos a mi Elsa? Se va a enterar, se le van a quitar
las ganas de hacer el gilipollas.
—Ahora sí que sí.
Elsa sale corriendo, pero la cojo.
—Déjame a mí —murmuro serio.
—No, no, déjame a mí que te puedes buscarte un lío.
Voy al conductor, le abro la puerta del coche y le meto dos puñetazos.
Le doy tres ostias contra el coche.
—Amor, quieto —exclama Elsa.
Lo dejo tirado en el suelo, sangrando.
—Amor, vamos que esto ya está.
La gente de nuestro alrededor está alucinando por el espectáculo que
acabamos de montar. Le agarro la mano a Elsa y miro al suelo.
—Sí, vámonos a casa
La abrazo a mí y beso su coronilla. Comenzamos a andar de nuevo
—¿Qué pasa amor? —me besa la mejilla.
—Nada, no puedo besar y abrazar a mi chica.
—Sí, claro que sí.
Llegamos a casa después de un largo paseo.
—Vete a ponerte cómodo que yo voy a hacer la cena, ¿vale?
Bajo después de cinco minutos.
—¿Te ayudo en algo, amor? —le pregunto.
—No, no, tranquilo. Tómate algo si quieres.
Me cojo una cerveza del frigo y me apoyo en una pared, viendo como
Elsa hace la cena. Mientras cocina, canturrea y mueve el culo de una
forma provocativa. Cuando termina, friega las cosas y agarra otra cerveza.
Se da la vuelta, sorprendida al ver que todo ese tiempo la he estado
mirando. Acabo cogiéndole la mano y llevándola al sofá. Me siento y
palmeo mis piernas.
—Ven, ponte aquí conmigo.
—¿Qué pasa, amor? —murmura sentándose.
—Nada. —Apoyo mi cabeza en su hombro—. Te quiero.
—Yo también te quiero.
Nos besamos por un largo tiempo.
—¿Por qué no me dejaste pegarle? —pregunta.
—Porque sabía que yo le haría más daño.
—¿Qué pasa? ¡Mira que brazo tengo! ¿Qué te crees?
—Lo sé, amor, lo sé. Mira cómo me dejaste el ojo —se lo señalo.
—¿Ves? Lo hubiera tumbado.
Le pegamos un buen sorbo a la cerveza. Luego, nos ponemos a cenar.
Sinceramente, Elsa tienes unas manos muy buenas para la cocina. Cada día
me impresiona más en ese sentido. Terminamos de cenar y recojo los
cacharros, esta vez me toca a mí. Dejo que Elsa vaya al sofá para relajarse
y escucho como enchufa la televisión. Cuando acabo, me seco las manos
con un paño y voy hacia ella. Me lanzo a su lado y la abrazo
—Una cosa, vida —murmuro, mirándola.
—Dime.
—¿Crees que a John le hará ilusión cuando le digamos que queremos
ser padres? —pregunto por curiosidad.
—Sí, la verdad —afirma—. Se emocionará seguro, pero antes de
decidir quedarnos, tengo que ir al ginecólogo.
—¿Por qué? ¿Te pasa algo? —cuestiono nervioso.
—No, no, sólo ir a una revisión y ver que vaya todo bien. No te
preocupes.
—¡Ah, bueno! Si es una revisión no me preocupo. Un día que podamos
vamos a un ginecólogo.
—Gracias, cielo. La verdad es que no quiero ser como mi padre, creo
que él no hizo nada por mi madre.
—¿No? —pregunta Elsa interrogante—. ¿Qué pasó?
—Mi abuela me contó que mi padre nunca se preocupó de mi madre.
No la acompañó a ninguna revisión y no estuvo en mi nacimiento…
—Eso es horrible —la mirada de Elsa cambia radicalmente a una de
pura tristeza—. Tu por lo menos sabes quién es tu padre, yo no.
—¿Te gustaría saber quién es tu padre biológico?
—La verdad es que sí.
—¿Quieres que ponga a alguien a buscarlo? A Mozzy se le da muy bien
encontrar a gente —le digo.
—¿De verdad lo harías por mí? —me besa.
—Claro, ya sabes que por ti lo haría todo.
—Te quiero, Neal.
—Y yo a ti, cielo —dejo un sonoro beso en la mejilla de Elsa—. Amor,
acércame el móvil por favor.
—Claro.
Me lo da y lo cojo.
—Gracias, amor, voy a llamar a Mozzy para que se ponga en ello.
Marco su número y al primer pitido me contesta.
—“¿Sí?”
—“Mozzy, soy Neal”.
—“Hola, tío, ¿qué pasa?”
—¿Oye, ¿puedes hacerme un grandísimo favor?”
—“Claro que sí, ¿de qué se trata?”
—“Quiero que busques a unas personas”.
—“Claro, ¿quiénes?”
—“Los padres biológicos de Elsa”.
—¡De Elsa! Pero, tío, de la madera…”
—“Ya no es madera, dejó la policía”.
—“Vale tío, los buscaré os y digo cuando sepa algo”.
—“Sé que no te cae demasiado bien”.
—“Ya sabes que lo de poli me echa para atrás, pero lo haré tranquilo”.
—“Pero ya no es policía, búscalos y avísame. Es muy importante para
mí, pon a quien haga falta, yo corro con todos los gastos”.
—“Vale, entendido tío”.
—“Gracias, hermano. Cuídate, ya hablamos”.
—“Cuidaros, tío”.
—Ya está, solucionado.
—Gracias amor. ¿Qué haría sin ti? —me abraza.
—Pues vivir más tranquila y sin tantos sobresaltos.
—¡Qué! ¿Por qué dices eso? —pregunta.
—Por nada amor, era solo una broma. Te quiero y deseo que seas feliz.
—Y yo a ti mi amor —me dice.
—Si Mozzy encuentra a tus padres, ¿qué les dirías?
—Pues no sé qué les diría —frunce el ceño—. Amor, ¿te puedo decir
algo?
—Claro.
—No puedo quererte más —me besa—. ¿Vendrás conmigo si los
encuentra? No me dejes sola.
—Sabes que nunca te dejaré sola. Además, yo también quiero conocer a
ese desgraciado.
—¡Oye!
—¿Que? Te prometo que intentaré no pegarle, solo iré para apoyarte a
ti, ¿vale?
—Prométemelo.
—¿Lo de apoyarte o lo de no pegarle?
—Pegarle.
—Vale, si no quieres que lo haga no lo haré. Lo prometo por lo que más
quiero que eres tú.
Subimos a la habitación, nos acostamos abrazados y nos dormidos.
A las 9:00 de la mañana suena mi móvil, me despierto. Aun dormido
miro la pantalla y veo que es Mozzy. Me despierto de sopetón, salgo para
hablar con él, sin hacer mucho ruido para no despertarla.
A los quince minutos entró de nuevo a la habitación.
¡Dios como se lo digo! espero que se lo tome a bien.
19. Noticia importante
NEAL
—A
mor, amor, despierta. —La digo dándola un beso.
—Mm… ¿qué pasa? —pregunta Elsa adormilada.
—Tengo que decirte algo muy importante —digo poniéndome serio.
—¿Qué pasa? No me asustes… —murmura despertándose de sopetón.
—Me ha llamado Mozzy, ya sabe quién son tus padres.
—¡¿Qué?! ¿Tan pronto? Madre mía, ¿dónde están?
—Tu madre —me relamo los labios, nervioso—…murió en el parto, lo
siento.
—¿Qué? —se la caen las lágrimas y no dudo en abrazarla para
consolarla—. ¿Y mi padre?
—Él aún está vivo, pero no sé si querrás oírlo... —No dejo de abrazarla.
—¿Dónde está, lo sabes? —pregunta nerviosa e inquieta. Se limpia las
lágrimas con el dorso de su mano y me mira desde abajo.
—Hay alguna sospecha de dónde está. —La miro.
—Dímelo que me estoy poniendo nerviosa.
—¿Alguna vez escuchaste hablar del Zorro Nocturno? —Veo que se
queda pensativa.
—Me suena, pero acláramelo tú. Es uno de los más buscados, ¿no?
—Él fue el mejor ladrón de guante blanco del siglo XX. Mejor de lo
que yo era, si hubiera una lista él sería el numero uno y yo el dos.
—No me digas que ese es mi padre… —murmura tapándose la boca.
—Sí. ¿Quieres que te cuente la historia? —pregunto abrazándola.
—Sí, por favor.
—Tú madre trabajaba para la policía nacional de Ámsterdam.
—Era policía igual que yo....
—La mejor de la policía Nacional de Ámsterdam, era comisaria —digo
mirándola.
—Me hubiera gustado conocerla —me dice triste.
—Se dice que iba a llegar a dirigir la Policía, la pusieron a investigar
un robo y el sospechoso era el Zorro Nocturno. En plena investigación
conoció a tu padre, sin saber quién era.
—Más o menos como nuestra historia, ¡madre mía! —exclama
sorprendida.
—La única diferencia es que tú siempre lo supiste. Se conocieron y se
enamoraron locamente y a los seis u ocho meses. Se casaron en solitario y
poco después ella se quedó embarazada, pero tu madre estaba muy cerca
de pillar a tu padre. Cuando naciste murió, ese día la Interpol estaba
entrando en las dos casas francas que tenía tu padre. Al morir tu madre tu
padre se hizo cargo de ti, pero la presión sobre él cada vez era mayor,
estaban muy cerca de que le cogieran. Así que huyó a España.
—Me abandonó. —Elsa respira profundamente, aguantando las
lágrimas—. ¿Y que es de él? Poco me querría entonces —dice con la voz
teñida de furia.
—Espera. Tu padre, paseando un día contigo, escuchó a una pareja que
no podía tener hijos. Esa pareja se convertirá en tus padres. Un día
llegando a casa tu padre vio que estaba entrando la policía y huyó contigo.
A Elsa se le caen las lágrimas y la abrazo.
—La policía le perseguía. Casualmente encontró a la pareja que volvía
a casa. Tú padre te dejó en el contenedor, sabiendo que ellos te
encontrarían. Antes de nada, investigó a la pareja para saber que eran
buenas personas y que te cuidarán bien.
—No es excusa, es un mal nacido —exclama rotunda.
—Lo sé amor, eso tendrías que hablarlo con él. Ahora unos creen que
vive en Francia, otros que murió el día que te abandonó. Otros que sigue
vivo y robando. Hay demasiados rumores, pero Mozzy seguirá buscando.
—¿No sabe nada de él? ¡Vaya! Me gustaría partirle la cara al muy
cabrón.
—Lo siento, me hubiera gustado darte mejores noticias —murmuro
triste mirando al suelo.
—No te preocupes amor, tú no tienes la culpa, pero a ese cabrón me
encargaré de encerrarlo yo misma. Te lo juro, ahora sí que aceptaré lo de
Rossy.
—Amor, no lo hagas en caliente. Tranquila y vete hacer la maleta.
—¿La maleta? —dice sorprendida—. Encerraré Zorro Nocturno, es lo
único que haré. Te lo juro.
—Vamos a Ámsterdam a ver la tumba de tu madre.
—¿Qué y el curro?
—¿El de la aseguradora?
—Sí.
—Si vas a aceptar lo de Rossy, tendrás que dejarlo, ¿no?
—Sí, voy a llamar ahora mismo a Rossy —me dice.
—Ahora no pienses ni en Rossy ni en la aseguradora. Haz la maleta que
perdemos el avión.
—Me da igual que me paralice o me disparen, pero voy a cazarlo.
ELSA
NEAL
ELSA
***Toc Toc***
—Pase —dicen detrás de la puerta.
—Hola, ¡Buenas tardes! —Tiemblo de los nervios y de rabia.
—Hola, ¡Buenas tardes! Son ustedes lo que preguntan por Rachel
Smith. Soy el inspector jefe Jack.
En la mesa está sentado, un hombre de unos cuarenta ocho años, de
complexión normal, y la verdad atractivo para su edad, no tanto como
Neal que eso es imposible, pero para su edad no está nada mal.
—¿Así se llamaba? —Miro al suelo—. Sí, somos nosotros.
—¿Qué quieren saber? —pregunta un poco seco.
Al oír lo seco que ha sido, me pongo tensa. Respiro hondo.
—Pues a ver, como empiezo la conocía bien, ¿verdad? —Le miro.
—Ella fue quien me enseñó todo lo que sé, y fuimos compañeros
muchos años.
—Sabe por qué murió, ¿verdad?
—Al dar a luz a su bebé.
—Creo, que soy ese bebé —contesto mirándolo.
—Tienes cierto parecido, la verdad.
—Me llamo Elsa Ruiz, y él es mi novio Neal.
—Encantado —Nos mira a los dos.
—Encantado —responde Neal.
—Quería saber cosas de ella, ¿cree que me parezco?
—Físicamente si, Rachel era muy buena persona y mejor profesional.
—¿Cómo puedo comprobar que era mi madre? —Miro al suelo.
—Por el ADN —me responde.
—Pero si está muerta, muchos años, ¿no?
—Sí, pero en la policía se guarda el ADN y las huellas de todos los
agentes.
—Es verdad, perdone.
Estoy de los nervios, ni me acordaba de eso. Relájate vamos.
—Se podría comprobar su ADN, con el de ella —habla el inspector
jefe.
—Por favor, puede hacerlo ahora.
—Sí, permítame que haga una llamada —me responde.
—Gracias. —Tiemblo mucho.
Mientras llama, Neal me dice al oído.
—Amor perdona lo de antes, no sé qué me paso —me abraza.
—El dinero me importa una mierda, parece mentira.
No sabes el daño que me estás haciendo, de pensar que solo me importa
el dinero. Idiota te quiero a ti.
—Lo sé, lo siento, en serio perdóname.
—Ahora no es el momento —Se me caen las lágrimas.
—Tranquila, estoy aquí, ¿vale? —Me abraza.
Respiro hondo— Esto es demasiado para mí.
Tengo la cabeza hecha un lío, ¡Dios mío! no hace nada pensaba, que
estaba sola. Ahora tengo un padre que ha pasado de mí y me abandono.
Jack cuelga el teléfono.
—Ahora vienen del laboratorio, mientras vienen, ¿le cuento como era?
—Gracias, en cuanto tiempo se sabrá los resultados, ¿tiene alguna foto
de ella?
—Pues un día. —Jack se aparta y deja ver la mesa que tiene detrás, se
ve muchas fotos.
—Cuantas fotos ¡madre mía! —digo mirando las fotos.
—Miré, esta es del día que entré a trabajar aquí.
Sale Jack muy joven y chica muy guapa. ¿Será ella? ¡Dios mío!
—¿Es ella?, pero que guapa, que era. —contesto apenas en un susurro.
—Como tú —afirma Jack.
—Gracias.
—Disculpe Neal —dice mirándole.
—No se preocupe, es cierto es muy guapa —responde Neal sonriendo.
—Como me hubiera gustado conocerla —hablo triste.
—Esta es del día que me salvó la vida.
—¡Qué! ¿Le salvó?
En la foto se ve a Jack en el hospital y a mí madre con un cabestrillo.
—¿Qué ocurrió? —pregunto.
—Fue una trampa, me dispararon me hirieron y ella me salvo. Lleva el
cabestrillo porque al salvarme se dislocó el hombro.
—Le dispararon sargento —Inconscientemente me toco la cicatriz del
brazo.
—Sí, 3 tiros.
Tiemblo y me toco, sin parar la cicatriz.
—Vaya.
—¿Qué le pasa Elsa? —Me mira el sargento preocupado.
—Por lo que veo mi madre era muy valiente, ¡Eh! nada, nada.
—Tú también eres muy valiente, Elsa. —responde Neal mirándome.
—Gracias Neal —digo apenas mirándole.
—Sí, Rachel era muy valiente —afirma el sargento orgulloso de
Rachel.
—¿Qué manías tenía? cuénteme me gustaría saber de ella por usted.
—Cuando deteníamos a alguien, siempre me decía empapélalo Jack y
cuando se dormía en el despacho, movía la nariz.
—¡Qué! —Miro a Neal.
No puede ser me parezco más a ella de lo que pensaba, como me
hubiera gustado tenerla a mi lado.
—¿Qué pasa amor?
—Según tú, eso lo hago yo.
—Sí, tú también lo haces —responde Neal.
—¿Cómo era de genio? —le pregunto a Jack.
—Era muy buena, amable y tranquila, pero si hacías algo que no le
gustaba, te lo decía sin rodeos.
De repente llaman a la puerta, abre la puerta un chico con una bata
blanca.
—Sargento, venimos a por la muestra.
—Sí, es esta señorita —dice señalándome.
El chico del laboratorio, saca un bastoncillo. —Abra la boca por favor.
Abro la boca y me coge saliva.
—Ya está Sr, ¿con quién se ha de comparar? —le habla mirando a
Jack.
—Con la Comisario Smith —responde Jack.
—Muy bien Sr —Y se va.
—Cuando me dijo que estaba embarazada, nos invitó a cenar a mi
mujer y a mí.
—Ah, sí
—Y también conocimos a su pareja.
—Ah, mi padre supongo —digo poniendo mucho interés—. ¿Y qué es
de él?
Sí, háblame de él, que ese cabrón me las va a pagar.
—Sí, a otra manía, cocinando baila y canta.
—No. —Me pongo a llorar Neal me abraza.
—¿Por qué llora Elsa?
—Yo hago lo mismo.
—Respecto si era el padre, sí lo era —me responde Jack.
—¿Qué se sabe de él Sr? —Me pongo muy seria.
—Que, al morir Rachel, el hombre le puso una tumba estupenda.
—Vaya que generoso —digo irónicamente.
—Al morir su mujer, estuvo llorando tres semanas, solo dejaba de
llorar para cuidar de la niña.
Al inspector jefe se le llena los ojos de lágrimas.
—¿Entonces fue una niña? —respondo costándome decir palabras.
—Sí, una niña preciosa.
—Y que paso con ese hombre, ¿se sabe algo de él?
—No —responde rotundo.
—¿Sabes cómo llamo a la niña? —pregunto curiosa.
—Por supuesto, el padre le puso el nombre que deseaba Rachel.
Heleen.
—¿Heleen? Gracias por todo inspector, mañana temprano vendré a ver
los resultados. Ya no molestamos más.
—Cómo creo que es usted la hija.
Se levanta abre el armario y saca una foto del día de la boda de Rachel.
—Tenga.
—¡Quééé! —La mira—. Gracias Inspector.
Te tengo cabrón.
—Esta guapísima, muchas gracias —Le abrazo.
—De nada, si necesitan algo, saben dónde estoy.
—Mañana nos vemos Jack.
Neal Estira la mano
—Gracias, muy amable —responde Neal amable.
—Hasta mañana.
Salimos del despacho aún estoy muy nerviosa.
—Amor, me dejas ver la foto por favor.
—Sí, toma —digo sería.
Neal coge la foto y se para.
—¿Pasa algo? —pregunto también parándome.
—Amor no hay duda, es tu madre y él es tu padre.
—¿Por qué lo sabes?
Me saca una foto con el móvil. —Mira tu nariz, ¿y la de ella? Mira tus
ojos, ¿y los de él?
—Es igual mi nariz, pero los ojos de él ni hablar.
—Mira los labios de él y los tuyos.
—Que no quiero verle, por favor.
—Me apuesto todo mi dinero, a que es tu madre y él tu padre.
—Ese no es mi padre. Mi padre se llamaba Roberto no ese señor —
respondo rotunda.
—No soy científico, pero se dé arte y de pintar, ella es muy parecida a
ti sé analizar esas cosas. —Me abraza.
—Por favor, vámonos de aquí, estoy cansada.
—Vale, vamos a buscar un hotel.
Mientras que vamos en busca de un hotel, Neal va abrazada a mí, pero
noto que no deja de mirar la foto.
Que está mirando, algo raro le pasa y no sé el qué.
—¿Por qué no haces una foto para Mozzy? puede que le sirva —digo
mirándolo.
—No creo, que haga falta.
—¡Por! —me sorprendo.
—Puede que me equivoque, pero creo que él me contrató, para robar el
David de Miguel Ángel.
Me quedo blanca y tardo unos segundos en reaccionar.
—¡Quééé! no puede ser trabajaste con él.
—Cuando le conocí, era más viejo que en la foto, pero creo que es él.
—¿Cómo puedo localizarlo?
—Tú no puedes —dice rotundo y serio.
—¡Qué! ¿Por qué?
—Pero si me dejas, creo que puedo hacerlo yo. ¿Quieres que lo haga?
—Sí.
—Pero tendré que volver durante un tiempo a mi vieja vida.
—Me da igual.
—¿Segura?
—Sí.
—Vale.
—Méteme a mí también.
—No —Me mira enfadado y rotundo.
—Quiero encontrarlo.
Será lo único que haga hasta que no le tenga delante.
—Yo lo haré por ti. ¿Confías en mí?
—Quiero meterme en ese mundo, si no lo haré yo sola.
—Repito, ¿confías en mí?
—Tú me has escuchado a mí.
—Puedes buscarlo, no lo vas a encontrar y no te voy a meter en ese
mundo —Se pone delante de mí—. Elsa por favor, déjame a mí. Deja que
lo haga por ti.
—¿Por qué no quieres? Es cosa mía Neal.
—¿Y mía no? Creo que soy tu novio y que gracias a mí estamos aquí.
—Muchas gracias, Neal —digo ofendida.
—Deja que lo encuentre, que lo haga por ti.
—Haz lo que quieras.
—Elsa, no te enfades.
—No me enfado, haz lo que quieras.
—Me moveré por el mundo, lo encontraré te lo prometo.
Salgo andando muy deprisa, llego al hotel y subo a la habitación al
segundo sube Neal. Se pone un traje y un gorro.
—¿Dónde vas?
—A localizarlo, espérame aquí —me dice yendo a la puerta.
—Y piensas dejarme aquí.
—Lo siento, pero sí.
—Muy bien.
Salgo de la habitación.
—¿A dónde vas?
—A buscar a mí... padre.
—Quédate aquí Elsa, que lo encuentro yo.
—Voy a hacer que salga. —hablo rabiosa.
—Déjame a mi joder, deja que lo haga yo. Elsa vamos a hacer una cosa.
—Dime.
—Dame dos días, solo dos días, si no lo encuentro a mi manera, lo
hacemos a la tuya. Y no te digo que no.
—Como quieras.
—¿Te vas a quedar en la habitación?
—Que pretendes, que me quede aquí mientras tú te vas, no es justo no
soy una niña.
—Amor, solo son dos días deja que yo le busqué, tú no le busques
durante ese tiempo, tampoco digo que estés encerrada dos días en la
habitación.
—Como quieras. —Me voy corriendo a la habitación llorando.
—Lo hago por tu bien —responde para que lo escuche.
NEAL
ELSA
ELSA
NEAL.
NEAL
Miro a Elsa, desde que ha venido la noto nerviosa, pero poco a poco la
veo que se calma. Está mujer me descuadra, porque nunca he sentido esto
por nadie ni por... ¡Dios! no puedo ni nombrarla. Solo espero que si se
entera me perdone.
La veo pensativa, daría todo mi dinero por saberlo. Me sonríe.
—Llámale por si acaso o le llamo yo.
—Tranquila, le llamo yo.
Cojo el móvil y marco el teléfono de John.
—“¿Sí?”
—“Hola, John, soy Neal.”
—“Hola, Neal ¿Cómo estáis? Me teníais preocupado, no sabía nada de
vosotros.”
—“Perdónanos John, es que, por motivos personales de Elsa, tuvimos
que irnos,
rápidamente, pero en unos días volvemos.”
—“Pero, ¿está bien? No me asustes.”
—“Sí, sí, está bien no te preocupes. ¿Cuándo volvamos vienes a comer
a casa y te lo explicamos con calma?”
—“Vale, espero vuestra llamada. ¡Uf! vale cuídamela.”
—“Ya sabes que siempre la cuido. ¿Y tú qué tal?”
—“Bien, aquí tranquilo en casa.”
—“Me alegro, bueno John tengo que dejarte, me dice Elsa que te diga
que te manda un beso.”
—“Dale otro por favor. Cuidaros.”
—“Si descuida, te llamamos cuando volvamos, adiós, John cuídate.”
—“Adiós.”
Cuando cuelgo, noto como me mira Elsa está tensa.
—¿Qué pasa amor?
—Nada, nada, estoy impaciente para ir a donde está el tío, y estoy un
poco nerviosa.
—Vale amor, aún tenemos tres horas.
¡Buff!
Veo como se tira a la cama, yo hago lo mismo.
—Qué mañana más rara.
La verdad que no sé cómo se debe sentir, son muchas noticias en muy
poco espacio, pero es fuerte me lo está demostrando, la verdad yo no sé
cómo reaccionaría en esta situación.
—Sí, y aun lo que nos queda.
—Pues sí la verdad. ¿Me das un Beso? —me dice ella mirándome.
Te los daría eternamente, mi amor
—Y dos, tres...
—Amor, estaría así toda la vida besándote —la beso con todo el amor y
ella me lo corresponde.
—¡Mmm! lo echaba de menos.
¡Ufff! y yo, no sabes cuánto.
—Y yo. Ayer y hoy por la mañana, estábamos un poco tensos.
—Perdona.
La veo como se pone cara triste, no, no amor no te pongas así.
—No, fue culpa mía, llegué a pensar que me ibas a dejar.
—¿Por qué? ¡No! Siempre piensas eso de mí.
La veo decepcionada. Joder no, no.
—Porque sigo pensando que eres demasiado buena para mí, y que te
darías cuenta y me dejaras.
—Que no digas bobadas.
—Miedos míos amor.
—Eres perfecto para mí.
—Gracias.
—Es la verdad. —Me besa.
—¿No te da mal rollo que nuestra historia sea parecida a la de tus
padres?
Pensándolo bien, algo de mal rollo si da, joder es muy parecida.
—Pero tienes que dejar de tratarme, como si me rompiera. Un poco la
verdad.
—Pero yo te prometo una cosa.
Me pongo muy serio. Nena te voy a abrir mi corazón, escúchame, pero
antes que hable se me adelanta.
—Una cosa te digo, va en serio si tenemos un hijo, prométeme que si
muero no le abandonaras. —Me habla de repente.
—Me lo has quitado de la boca, te prometo que no lo abandonaré.
—Por qué puedo morir como mi madre. Gracias me quitas un peso de
encima.
Al oír esas palabras, me da un vuelco el corazón.
—No digas eso amor, le contaría lo buena que eres y lo que hiciste por
mí.
Me acerco a ella la abrazo y la beso, ella se acomoda entre mis brazos.
—Te quiero, eres muy bueno conmigo.
—Yo también te quiero, tú lo eres más conmigo —digo abrazándola.
De repente, veo que se aparta de mi lado, va a la caja que hay en la
mesa.
—Mira lo que me he dado Jack.
Saca la pistola, tiembla un poco y me la enseña.
—¿Y esa pistola?
—De mi madre, Jack la guardo.
—¿De tu madre? ¡Joder! Qué amable, ¿no?
—Si quería que la tuviera.
—¿Al final que vas a hacer con tu padre si resulta que es él?
—Le mataré, es lo que siento ahora mismo, lo siento.
Ains qué cabeza más dura que tienes mi amor, pero te quiero igual.
—Pero antes que te explique, por qué lo hizo.
—Luego le mataré.
—Pues tendré que llamar a Mozzy, para que se deshaga del cadáver —
Me río para amortiguar la tensión.
—Pero bueno. —Veo como sonríe—. Soy policía me invento algo,
además es el Zorro Nocturno, no habrá problemas.
—Pues a inventarnos una historia, para decir como no lo encontremos.
Pase, lo que pase, siempre estaré a tu lado, nunca lo dudes mi amor.
—¿Qué hora es?
Es verdad, se nos ha pasado todo este tiempo. Miro el reloj.
—Las 17:30, yo me voy a ir preparando, ¿vale?
Noto que me abraza y me encanta estar entre sus brazos, es mi refugio.
Entro en la ducha, salgo perfectamente afeitado, peinado, con traje y un
sombrero de ala estrecha.
—¡Madre mía! —me dice con la boca abierta
—¿Qué pasa?
—Estás tremendo.
Veo como se muerde el labio, nena no hagas eso que me pones malo y
no tengo tiempo de hacerte las cosas que tengo en esta cabecita perversa.
—Gracias así me reconocerán, tú no te arregles demasiado amor, que
es un antro, ¿vale?
—Vale, entendido me pondré un vestido normalito.
—Amor yo me marcho, acuérdate de llegar más tarde que yo, y sentarte
en la barra, ¿vale? Cuando termine la reunión me pongo a tu lado.
—Vale, no te preocupes. Ten cuidado.
—Siempre.
La digo atrayéndola a mí y besándola. Y me marcho a la cita dejándola
en la habitación, para que se arregle.
22. El Encuentro
NEAL
Salgo del hotel, paró un taxi, me dirijo al bar tranquilo, espero que Elsa
también lo esté.
Llego al bar, es un sitio de lo más normalito, me sorprende que me
hayan citado aquí.
Entro, busco al ruso, que es con él que me iba a reunir. Le veo, pero no
está solo con él, ahí dos tíos enormes flanqueando, me intento sentar y los
tíos me detienen.
—¿Dónde vas tío? Lárgate de aquí —me dice uno de los matones
tapándome el paso.
—Ruso, dile a este tío que se quite, que me arruga mi traje nuevo —
hablo serio, imponiéndome.
—Dejarlo muchachos —Me dejan pasar—. Siéntate, Neal.
—Veo que te acuerdas de mí.
Al cuarto de hora veo que entra Elsa, con un vestido negro ajustado,
con tacones y el pelo recogido, sin mirar para donde estoy, tal como la dije
se va directamente a la barra, veo que se pide un puerto de indias.
Yo estoy en la mesa con el ruso, pero de reojo no dejo de estar atento a
Elsa.
—Claro que me acuerdo —responde riéndose.
—Tengo que hablar con él, lo que tengo es muy importante.
—Él ahora mismo no quiere verte, ya se pondrá en contacto contigo.
Me responde serio, tomándose una copa mientras se enciende un
cigarro.
—Me extraña que no quiera verme, tú dile que es muy importante, que
me llame lo antes posible —hablo aún más serio.
—Se lo diré tranquilo —me contesta muy seco.
ELSA
NEAL
ELSA
Noto como se sienta Neal a mi lado, y dice al camarero.
—Dos de lo que está tomando esta chica.
Desde que he recibido la nota no puedo parar de estar nerviosa y mirar
a todos lados.
—Hola, me llamo Neal —Me mira y me sonríe.
—Hola, me llamo Elsa, gracias por la copa.
Intento estar lo más calmada posible, pero es imposible.
—Encantado.
—Igualmente —Me mira como diciendo, ¿qué pasa?—. ¿Qué hace una
chica tan guapa como tú en un antro como esté?
—Nada tomándome algo, que me entro sed.
Con disimulo, le paso la nota, veo que la lee y le cambia la cara.
—Pues a esta invito yo cielo —Me sonríe muy calmado.
—Gracias guapo.
—Perdona que sea tan atrevido, ¿pero vamos a un lugar más tranquilo a
conocernos mejor?
—Si claro, que sí, vamos guapo.
Al levantarme me tiemblan las piernas, pero me agarro a la silla, le
sonrió. Él lo nota e intenta ayudarme, pero se lo impido, porque me
recupero rápido.
—Vamos guapo.
—Claro, tu primero, preciosa.
—Gracias.
Salimos de aquel bar, empezamos a callejear y nos metemos en otro
bar más normal.
NEAL
ELSA
NEAL
—Prefecto.
Vamos caminando y de repente noto como hay alguien nos sigue, me
giro y digo a un tío.
—¿Por qué nos sigues?
Digo encarándome a él, Elsa me mira.
—¿Le conoces amor?
—Si este estaba con el ruso.
—¿Es peligroso?
Me pregunta poniéndose en guardia, ¡oh! que sexy está así. ¡Joder
Neal, céntrate!
—Responde. ¿Por qué nos sigues?
—Vengo a por ella son órdenes —responde el tío.
Unos cojones, no se va a mover de mi lado. La cojo de la mano.
—¿De quién? —respondo muy serio y rudo.
—Del ruso. Me dijo que viniera a por ella, más no sé.
Se va adelantando poco a poco hacia nosotros, yo con la mano que
tengo suelta la aprieto, despuesto a darle una buena ostia.
—¿Del ruso? Llámalo y que me lo diga a mí.
De repente, se para un coche detrás de nosotros y oigo a Elsa.
—Neal cuidado un coche.
La pongo detrás de mí, de aquí no la lleváis, ni de coña.
—¡Buf! Ruso la que has liado. Hijo de puta da la cara.
—Solo la queremos a ella, tranquilo, no te pasará nada si la sueltas y
me la das.
Contesta el tío acercándose aún más a nosotros.
—Ya te dije que llamaras al ruso, espera le llamo yo.
Saco el móvil, marco al ruso mientras llamo al ruso, veo como Elsa se
quita los zapatos de tacón y me dice.
—Neal lo siento, voy a distraerlos para que te puedas ir, solo me
quieren a mí no puedo permitir que te hagan daño.
Eso me enfurece, que coño está diciendo. ¡Qué no te vas coño!
—Tú te callas la boca —la digo furioso fuera de mí—. Si te vas, voy yo
contigo.
—¡Quééé!
Al oírme hablar así, se queda paralizada, justo en ese momento me
coge el teléfono el ruso.
Elsa se separa de mí la he asustado, veo como tira los zapatos y dice.
—Quieres cogerme hijos de puta, venir a por mí —se pone en guardia.
—Tranquila, hable con el ruso ahora me va a llamar tu padre en cinco
minutos.
—¡QUÉÉ! —se pone blanca.
Miro el reloj, algo nervioso.
—Quedan tres minutos, si no me lama, llamo yo a una persona.
—Amor te veo en el hotel.
Se separa de mí, de un momento a otro saldrá corriendo y no puedo
permitirlo.
—Quieta aquí.
A falta de un minuto, me suena el móvil, no dejo de mirarla mientras
hablo, se ha quedado como parada no reacciona.
—Amor todo aclarado.
Ella sigue quieta temblando mientras la abrazo y la digo cariñoso.
—Vamos a ver a tu padre, ¿vale?
ELSA
—No.
Me pongo los zapatos, ni hablar no quiero verlo.
—¿No quieres verlo? Amor, ven que quiero hablar contigo.
Me coge de la mano, me aleja un poco del coche, le miro.
—Hable con tu padre, me dijo que, si le queremos ver que subamos al
coche, me juro que vamos a estar bien.
—¡Quééé! —exclamo sin poder creérmelo.
—Pero si no quieres, nos volvemos a casa. Es tu decisión.
—¿Para qué quiere vernos? No lo entiendo.
—Sabe que le quieres ver y no quiere que hagamos más ruido.
—Qué fuerte vámonos a la habitación, quiero irme. Ves es un cabrón,
solo le importa que no hagamos ruido.
—También quiere hablar contigo y darte explicaciones. Repito tú
decides amor.
—Esto me supera ¡madre mía!
Me toco la cabeza, me está empezando a doler muchísimo, me va a
explotar y encima estos nervios.
—Te prometo que solo me dijo eso, que quiere hablar contigo, darte
explicaciones y no quiere que hagamos ruido.
—Vamos, así le podré matar.
Me dirijo al coche, furiosa.
—Ssshhh, no lo digas muy alto.
—Me da igual, no le tengo nada de miedo a eso cabrón.
Nos subimos al coche y nos llevan a las afueras de la ciudad, casi a las
montañas. Miro para todos lados, de repente, va apareciendo una enorme
casa.
Llegamos a una valla metálica, atravesamos la valla y el coche para
delante de la puerta, nos abren la puerta del coche.
Salgo del coche, furiosa dirigiéndome a la casa, noto como Neal me
agarra de la mano y me abraza. Me dice cosas para tranquilizarme y
respiro hondo.
—Voy a acabar con esto ahora mismo —voy para la puerta—. ¿Dónde
estás da la cara?
—Tranquila, amor.
Entramos a la casa. Un tío nos lleva a la piscina, donde hay una persona
sentado de espalda a la puerta y nos sentamos delante de él.
—Da la cara —hablo furiosa.
—Aquí estoy, Heleen.
Le miro y le intento dar una ostia, pero él me para.
—No soy Heleen, soy Elsa cabrón. No te atrevas a llamarme así no
tienes ningún derecho —respondo fuera de mí.
—Amor tranquila —me contesta Neal.
—Lo sé. —Arjen me suelta la mano—. Lo siento deja que te enseñe
una cosa por favor.
Veo que hace una señal con la mano y aparece una chica con una caja.
Miro para todos lados.
—Tiene que estar con tus gorilas tanto miedo te doy, no quiero ver
nada.
Arjen se gira.
—Fuera. —Salen los gorilas.
—Ya estamos los tres Heleen.
Abre una la caja y empieza a sacar fotos.
—En esta foto está tu madre y yo el día que supimos que íbamos a ser
padres.
—Que no quiero ver nada —contesto levantándome.
—Deja que me explique, por favor, después puedes hacer lo que
quieras.
—Lo único que sé es que me dejaste en la puta calle, lo demás no me
importa.
Los ojos se me llenan de lágrimas.
—Hay una razón para eso, sabía que ellos te iban a encontrar, aunque
no lo creas siempre cuide de ti en las sombras.
¡Cómo! cuidar de mí no me hagas reír.
—Déjame cállate —me pongo histérica.
—Tranquilízate amor, deja que se explique —habla Neal.
—Está mintiendo él muy cabrón.
—En que miento. ¿En que no cuide de ti? Mira —saca una foto mía en
la primera comunión—. Era el vestido que tú querías, y Roberto te dijo
que no que era muy caro.
—Mientes en todo, tardaste en dejarme tirada, engañada toda mi vida.
No sabía nada de mi madre y tú mientras robando.
—Si robe, pero tu novio, también el cambio por ti y yo por tu madre.
—No hables de mi madre —lloro—. No te permito que te compares
con Neal, ha estado conmigo apoyándome. ¿Dónde cojones estabas tú?
Cuando tenía pesadillas, cuando me dejo mi primer novio y en todo lo que
me ha pasado.
Digo alterada, me gustaría partirle la cara a este cabrón. miro Neal es el
único que me tranquiliza.
—Sé que tenía que haber estado ahí, pero era más seguro para ti. —
Arjen mira al suelo—. ¿Tu primer novio el del instituto? ¿Qué en el baile
se lio con tu mejor amiga?
—¡Quééé! —me quedo blanca.
¡Cómo coño sabe eso!
—Le dije que te dejara, porque te iba a hacer mucho más daño del que
te hizo.
—¡Quééé! ya lo que me faltaba, le obligaste dejarme Cabrón.
Cojo como un palo, que tenía al lado.
—Amor, para tranquila. —Neal se levanta y se gira hacia Arjen—. Tú
eres un poco hijo de puta.
—Neal, calma me lo prometiste —le miro.
No quiero que se busque más problemas.
—Joder y tú a mí también, tienes un palo en la mano amor —me abraza
y me dice—. Déjale hablar.
Miro a Neal, respiro hondo y le doy el palo, me siento.
Veo como Neal tira el palo.
—Continua —le digo a Arjen.
—Pregúntame lo que quieras Heleen —contesta Arjen.
—No tengo nada que preguntar. Di lo que quieras.
—Mi verdadero nombre es Arjen Vandermer
—¿¡Arjen!? por lo menos le dijiste algo de verdad a Rachel, mi madre.
—A tu madre solo le oculte que era ladrón, todo lo demás y lo que
siento por ella es verdad. Tu madre y yo fuimos muy felices.
Claro, y yo me lo creo, buen chiste.
—Lo más importante te callaste, Neal no me oculta nada. bien que
tiraste a tu hija.
—Neal te oculta muchas cosas seguro.
Eso no me lo esperaba y me quedo blanca. Miro a Neal.
NEAL
ELSA
NEAL
ELSA
NEAL
ELSA
NEAL
ELSA
Pican a la puerta.
—¿Sí? —respondo.
—Soy Arjen, ¿puedo pasar?
Se oye detrás de la puerta. Neal me mira.
—¿Amor que hacemos? —pregunto.
Aunque la verdad no quiero verlo, pero si me ha dicho que ha llorado,
no me cuesta nada escucharlo.
—Antes o después tendría que verlo es su casa.
—Pasa —contesto.
Me acurruco contra Neal, se abre la puerta y vemos a Arjen con cara de
no haber dormido, de haber estado llorando. Mira al suelo.
—Hija, ¿qué tal estás?
—Bien gracias. ¿Qué quieres?
Mi voz es seca, pero intento controlarme no tiene buena cara y no me
gusta ver sufrir a nadie.
—Saber cómo estas y si necesitáis algo. ¿Queréis desayunar?
—¿Quieres desayunar o nos vamos amor?
Miro a Neal, no tengo hambre, pero él debería desayunar algo.
—Tú deberías desayunar.
Me dice protector, adoro que me cuide así es tan mono.
—¡Yo! si no tengo hambre.
—Pero te vendría bien tomar algo amor, aunque sea un zumo y un café
con media galleta.
—Bueno un zumo, porque me lo pides tú.
Veo como se le ilumina la cara, solo ver que me cuido, se le pone una
sonrisa de oreja a oreja.
—Gracias amor —me besa.
—¿De qué quieres el zumo? —me pregunta Arjen.
—De lo que tengas estará bien, vamos a desayunar que quiero irme a
casa.
Me levanto y voy al baño para poder asearme. Cierro la puerta.
NEAL
Miro como Elsa entra, me giro a Arjen ahora vamos a dejar las cosas
claras.
—Ahora que no está Elsa, ven que te quiero decir una cosa.
—¿Qué quieres Neal? —se sienta enfrente de mí.
—No me gustó nada que dijeras lo de Alex, mucho menos que quieras
poner a tu hija en mi contra.
Le digo serio y muy cabreado con ese asunto.
Eso se lo debía haber contado yo, cabrón.
—¿Qué problema hay no era tu prometida? Soy su padre debo
protegerla, no quiero ponerla en tu contra.
—Tú lo has dicho mi prometida, si alguien se lo tenía que decir era yo,
no tienes ni idea como le pudo afectar la noticia.
—Ya será para menos, pero si es así, perdona. ¿Algo más Neal?
—Vale, si la quieres recuperar vas por muy mal camino, diciendo que
yo la oculto cosas.
Vamos ni lo intentes, como intentes separarme de ella, me encontrarás.
—Es la verdad, no las contado muchas cosas.
Pero qué dice este viejo.
—¿Qué no la he contado según tú?
Venga, habla, tengo ganas de oír lo que tienes que decirme.
—Y claro que quiero recuperarla, pero me odia no quiere saber nada de
mí. Y del tema que no la cuentas mejor me callo, que no sé qué la dices,
pero no es verdad. Y lo sabes.
—Es normal que te odie para ella la dejaste tirada, pero ese no es mi
tema, no eres mi padre.
—Lo sé, lo sé, tranquilo.
—Lo que sí es mi tema, es saber, eso que según tú la oculto.
—Me han llegado a mis oídos, que no sé si es verdad, que tienes un
hijo.
—¡Yo no! De tener un hijo, seria con Elsa.
De donde habrá sacado esa barbaridad, yo un hijo, si la única que puede
ser la madre de mis hijos, es Elsa.
—Vale, si tú lo dices será verdad.
—Claro que es verdad o, sino dime con quien lo tuve.
—Solo lo he oído, no digo que sea verdad, la única verdad es que como
sepan que es mi hija corre peligro, no os podéis ir muy lejos de mí o no
podré protegeros.
Pues macho suerte, no creo que quiera quedarse aquí.
—Pues es mentira, y deja de decir algo de mí que ni siquiera has
contrastado. Tranquilo, nadie sabe dónde estamos, mucho menos saben
que yo la protejo. Tú sabes quién me cubre las espaldas
—Pero me quedo más tranquilo si os quedáis cerca.
Me está dando de qué pensar, de verdad pueden ser tan peligrosos.
—No creo que ella quiera quedarse cerca de ti.
—Tenéis que hacerlo, oblígala tú a ti te hará caso. En serio es muy
peligroso.
Me río a carcajadas
—¿De qué te ríes? —me mira Arjen sorprendido de mi reacción,
—Si la intento obligar a algo, él que necesita protección soy yo.
—Tu solo inténtalo, sabes que es lo mejor para que ella esté segura.
—A ver ahora vivimos en EEUU, no nos podemos trasladar a Europa
sin razón.
—Neal en serio pueden matar a Heleen y a ti también.
La verdad que le noto angustiado con ese tema, voy a darle un voto de
confianza, voy a dejar que me explique.
—Pero, ¿quién? —le pregunto.
—La mafia que os conté, ya sabes quién son.
—Pues habla tú con ella, yo no sé cómo hacer para venir a Europa.
—A mí no me hará ni caso, eso eres tú —dice Arjen.
—Pero ella no se quiere trasladar, si la quieres proteger tendrás que ir
tú.
—Pues iré donde haga falta.
—Pues vete haciendo las maletas.
—¿Cuándo vamos a iros? —la oigo desde el baño.
—En cuanto desayunamos nos iremos —la respondo mientras viene
donde estoy.
—¿Qué es eso de haz las maletas? Nos vamos ya a casa —habla Elsa.
Dios como me duele mentirte, pero es por tu bien.
—Si amor, cogemos las cosas y nos vamos. ¿Por?
—No, no, por saberlo, pero nos vamos San Francisco, ¿no?
—¡Jo amor!, que yo sepa tenemos la casa allí, ¿no?
Digo en tono de broma, para calmarla.
—Sí —se ríe.
—Ay, ay, que cabezona loca, menos mal que me tienes a mí, que sino a
saber qué harías —la sonrió.
—¡Boo! Pues a saber. ¿Vamos a desayunar o no?
Nos dice a Arjen y a mí mientras sale de la habitación.
Le Toco el hombro a Arjen, le digo en bajito. —Ya sabes dónde
vivimos.
—Sí, iré allí lo antes posible, tienes que darme la dirección. Tú y yo
estaremos en contacto, ¿vale?
—Vale, pero si aprecias tu vida no asomes la cabeza por casa, como
ella se entere nos mata a los dos, nos sabes cómo me duele ocultarle algo a
Elsa.
Espero que este haciendo lo correcto, pero por ella haría lo que fuera.
—Es por su bien créeme —contesta Arjen.
Bajamos a la cocina los tres, es una cocina moderna bastante grande.
Miro a Elsa y la veo con la boca abierta, de repente me mira.
—Te veo serio amor ¿todo bien?
Neal cambia la cara que te va a descubrir.
—Si, todo bien.
—Vale.
—¿Ya desayunaste amor? —la pregunto.
—Si, ¿y tú?
—No me apetece, comeré algo en el avión.
—Amor me dices que desayune yo, y tu no comes nada. ¿Por qué?
—Vale, tomaré algo.
Me tomo un zumo y un café, aunque no paro de darle vueltas que estoy
mintiendo a Elsa, y eso me mata.
—Así mejor.
Me besa con todo su cariño y eso me derrite.
ELSA
Después de pasar un largo viaje dentro de un avión, que por cierto cada
vez me gusta menos volar, sé que soy una pesada, pero tengo pánico a
volar, pero gracias a Neal, que hace que me calme y me olvide de todo.
Llegamos al aeropuerto internacional de San Francisco, bajamos del
avión y paramos un taxi y nos vamos para casa. son las 23:00 de la noche,
entramos, dejamos las maletas.
—¡Buf! Que viaje más largo por dios.
Estoy reventada del viaje, no puedo ni con mi alma.
—Si por fin en casa, ¿llamamos y que nos traigan algo para cenar?
—Amor no tengo hambre lo siento, pero pide para ti —digo a Neal.
—Lo decía por ti.
Me abraza y me dice al oído seductor.
—Yo solo tengo hambre de ti.
—¡Oh! —Le beso y la abrazo.
—Pedimos algo tú y yo... y si sobra lo comemos mañana, ¿vale?
—Mmm genial.
—¿Llamamos para pedir la cena?
Pero nos sentamos en el sofá y nos empezamos a calentar dándonos
besos, abrazos.
—¡Mm amor!
Me dice con una voz ronca, muy sensual.
—¿Qué?
—Hacía mucho que no te tenía así.
—Pues sí la verdad, mucho tiempo.
De repente, me coge y me pone encima de él, me abraza.
—¡Mmm!
Me arrimo más a él y me hundo en su pecho, Neal me acaricia todo el
cuerpo con sus manos ¡Dios adoró esas manos!
—Como lo echaba de menos —digo besándolo.
—Yo también amor.
Pican a la puerta, entre beso y abrazos llamamos, para pedir la cena. Sé
lo que pensáis, pero no puedo resistirme a este cuerpazo.
—Será la comida.
Neal se levanta, coge la cena, paga y vuelve al sofá. Cuando se sienta le
beso.
—Ale a cenar amor.
—¿Qué quieres cenar? —me habla con voz picarona.
—Te prefiero a ti amor, pero tú tienes que comer, vamos —le beso.
—Y algo voy a comer.
Me lo dice tan sensual, picarona y con esa voz rota, que me da un
escalofrío todo el cuerpo.
—¡Mmm! pillín.
—Lo sé —nos besamos.
Me arrima aún más a él.
— Amor que ganas tenía de esto.
—Yo también.
De repente, me mira, se pone serio.
—¿Amor te puedo pedir un favor?
—Dime, lo que quieras —le miro.
—Si alguna vez tenemos un hijo, no me dejes ser mal padre.
Que dices tu mal padre, imposible.
—No lo serás amor, tranquilo.
—Que bastante mal lo pasamos nosotros, para que lo pase él.
—Hay tienes razón, pero sé que serás el mejor padre del mundo.
Le abrazo fuerte.
—Con tu ayuda puedo llegar a ser normalin.
—De normalin nada, no necesitas mi ayuda amor. Eres perfecto.
NEAL
La abrazo más fuerte, para tenerla más cerca de mí, la digo al oído que
la quiero, pero de repente, empiezo a llorar.
—yo también te quiero. ¿Que te pasa amor porque lloras? —dice
mirándome—. ¿Qué te ocurre?
—Que me estoy acordando d… por culpa de tu padre.
—De tu prometida, ¿verdad?
Su voz es triste y noto como se separa de mí. Nena no te alejes de mí
¡uf!
—Si, lo siento de verdad.
Duele, joder, duele mucho, no puedo evitarlo, pero la amo ¡dios!
Elsa te amo.
—Tranquilo, lo entiendo.
La miro y respiro hondo.
—Siéntate, que te lo voy a contar todo, igual así me siento mejor.
Nos sentamos los dos bien el sofá, a ella la noto nerviosa, pero yo no
puedo dejar de mirar al suelo mientras lloro.
—De verdad no hace falta.
—Si amor hace falta, quiero poder dejar atrás todo esto de una vez.
Lo necesito.
—Vale —me agarra la mano.
—La conocí con dieciocho años, se llamaba Alexandra, la primera vez
que la vi estaba sentada con Mozzy.
—Bonito nombre —responde mientras me escucha.
—En ese momento sentí lo mismo que cuándo te vi a ti, sentí que tenía
que ser mía en aquellos años.
Noto como le cambia la cara. ¡Dios no! no pongas esa cara, que me
matas.
—Comprendo.
—Era un ladrón muy prometedor, empezaba a tener éxito con alguna
mujer.
—Si no me extraña, eres guapísimo.
La sonrió. Eres lo mejor que me puede pasar.
—Poco a poco empezamos a vernos, empezamos a salir a dar algún
golpe juntos.
Noto como mira al suelo a oír eso.
—¿Qué te pasa amor? —digo mientras lloro.
—Nada solo te escucho.
—Llevábamos dos años saliendo, robe un anillo de oro precioso que
perteneció a un zar ruso. Ella siempre había querido ese anillo, pero nunca
lo pudo robar siempre le pasaba algo y con ese anillo le pedí matrimonio
—lloro una más.
Elsa mira al suelo y llora, la miro desencajado no puedo creer, que le
esté haciendo este daño.
—Es muy bonito, lo que hiciste por ella —contesta en un susurro.
—Fueron pasando los años y por unas cosas y otras no nos pudimos
casar. En ese tiempo trabajé con tu padre.
—¿Por eso lo sabía él?
—Si, ya cuando nos íbamos a casar la ayude a dar un golpe en Las
Vegas, todo salió mal.
Aprieto los puños, solo de recordarlo. Tenía que haber sido más listo.
—¿Teníais pensado casaros en Las Vegas?
—No, en París en una villa que tenía tu padre era más lujosa que la que
viste en Ámsterdam, La de Ámsterdam no es nada con la de París.
—¡A donde Arjen vaya! —responde ella triste y dolida.
—Lo que te contaba en Las Vegas, todo nos salió mal.
—Perdona, te interrumpido sigue.
—No te preocupes amor, era otro sistema de seguridad, otra caja fuerte,
otros planos. Todo al revés, salto toda la seguridad nos íbamos a quedar
encerrados, logré que ella saliera, pero yo no pude y dentro no tenía el
equipo para salir.
Aún recuerdo como Alex gritaba mi nombre, pero gracias a Dios ella
consiguió salir.
—¿Qué sucedió amor?
—No lo sé, nuestro contacto no lo dio todo mal —respondo
recordando.
—¿Pero entonces qué te pasó a ti y a Alexandra?
La veo preocupada, es un sol.
—Alex se quedó lo que pudo para intentar sacarme, al final se
desactivó el sistema de seguridad, se abren las compuertas y a quien veo.
—¿A quién?
—A Aitor, a Rossy y a treinta o cuarenta policías más, incluso puede
que estuviera Jack.
—¿Así te detuvieron? ¡Madre mía!
Cierro los ojos al recordarlo, respiro hondo.
—Sí y como sabían que me deshago de las esposas con cierta facilidad,
pues me esposaron manos y pies, con una cadena no podía dar paso de más
de veinte centímetros.
—¿Y Alexandra que paso con ella?
—Pues escapó o eso creía.
—¡Quééé! —Veo que se le caen lágrimas.
—Llegue a la cárcel, con un móvil de contrabando hable con ella, me
dijo que me iba a ayudar a escapar y que nos íbamos a ir a cabo verde.
—¿¡Ahí es donde…!?
—Sí, que conste no te quiero llevar allí, porque fuera a ir con ella. Si
no porque no tiene tratado de extradición.
—Vale, tranquilo.
—Al día siguiente o los dos días me entero que Alex había muerto, así
que me escape de la cárcel a ver si era verdad, por desgracia sí lo era.
Lloró desconsolado, tiemblo y noto como Elsa me abraza.
—¿Sí que la querías mucho? —Me habla mirando al suelo, después de
soltarme.
—Sí, Estuve quince días fugado bebiendo muchísimo y con mujeres de
una noche hasta que Aitor y Rossy me vuelven a capturar borracho en un
bar. El resto pues lo sabes.
—¿Te puedo hacer dos preguntas?
—Si, dime.
—¿De qué murió Alexandra?
—La asesinaron.
Me cambia la cara de rabia, aprieto los puños.
—¿Aún la sigues amando verdad?
—Sí —contesto avergonzado y apartando la mirada de Elsa.
Veo cómo llora desconsolada y sale corriendo a la habitación, voy
detrás suya, entro en la habitación.
—¿Amor que pasa? —respondo llorando.
—Es demasiado para mí, muchas cosas en tan poco tiempo —llora
tapándose la cara con la almohada.
—Lo siento amor —me acerco a ella.
—No, no te acerques, gracias por decirme la verdad.
Veo que se vuelve a tapar con la almohada.
Joder Neal eres una mierda.
—La sigo queriendo, pero de forma diferente a ti. Ahora eres tú con la
que estoy y a la única a la que quiero.
—Me has dicho que la sigues amando, no entiendo nada.
—Sí, pero es mi pasado tú eres mi presente y espero que mi futuro.
Créeme eres mi todo ahora mismo.
—Yo también quiero eso, pero duele y mucho —se vuelve a derrumbar
en la cama y no para de llorar.
—Lo entiendo amor, lo siento, lo siento —digo llorando mientras la
abrazo, ella me devuelve el abrazo.
—Lo entiendo.
—Gracias amor, eres la mejor.
—De nada —contesta sin dejar de llorar.
—No llores, por favor.
Me mata verla así. Todo por mí culpa.
—No puedo evitarlo, lo siento.
—Pero sabes que te quiero, ¿verdad?
—Pues... sí, no te preocupes.
—Ese pues…
Me asusto al oírla decir eso, Si me dejas no sé qué haría.
¡Joder Elsa! Te amo a ti.
—Nada, nada, tranquilo.
—¿Ahora tienes dudas?
Después de unos interminables segundos me responde.
—¡No!
—Me quitas un gran peso de encima amor. ¿Quieres que te deje sola o
me puedo tumbar a tu lado?
—Quédate si quieres —habla aún con lágrimas en los ojos.
Me tumbo mirándola a los ojos mientras la acaricio la espalda.
—Eres muy buena conmigo y muchas veces no me lo merezco.
—Vaya gracias, y tu conmigo.
—Te juro que no hay nada más en mi pasado, que te pueda sorprender.
—¿Seguro?
Me mira dudosa.
—Tu padre me conoce bien, pregúntale además siempre te lo cuento
todo.
—¡No! si dices que está todo, está todo.
—Te juro, que está todo si te enteras de algo que no te haya contado,
puedes dejarme.
—Otra vez con el asunto de dejarte.
—No lo diré más, solos tú y yo para siempre.
—Para siempre —me abraza y la pego contra mí.
—Si para siempre, tú y yo solos, bueno no.
—¡Quééé! —dice mirándome.
—Tú, yo y nuestro hijo o hijos.
—¡Ah, que susto!
—Claro amor. ¿Qué pensabas?
—Nada, nada, tranquilo —nos besamos—. Te adoro lo sabes, ¿no?
—Si, y tú sabes que eres lo mejor que me ha pasado, ¿verdad?
—Lo sé —la abrazo—. Ya estás mejor amor, necesitabas esto, ¿verdad?
¿Dónde está enterrada Alexandra?
—En su lugar natal la lleve a Edimburgo Escocia.
ELSA
ELSA
Llego con los cafés al salón, los dejo en la mesa y empiezo a servirlos.
—¿Amor te quedas aquí con John mientras voy la compra y que se
quede a comer?
—Vale, me parece buena idea —respondo sonriendo.
La verdad me encanta que John se quede a comer, cada vez le tengo
más cariño, no como… ¡uf! no puedo ni nombrarlo.
—¿Qué os apetece comer? —pregunta Neal mirándonos.
—A mí me da igual, lo que queráis —respondo sirviendo los cafés.
—Si no es mucha molestia, podría ser algún guiso de carne, me los
preparaba muy buenos mi mujer.
—Por mí, vale, ¿a ti amor? —me pregunta Neal.
—Claro, se uno muy bueno que os va a encantar.
Os chuparéis los dedos, ya veréis.
—Voy a por lo necesario, ¿vale? Vengo enseguida.
Me da un beso, se despide de John y sale por la puerta.
—Gracias por el café Elsa, está muy bueno —habla dándole un sorbo.
—De nada John. ¿Y cómo estás?
—Bien acostumbrándome a vivir en otra casa.
—Vaya, ¿y qué tal?
En el fondo aún me da pena de que se haya ido de esta casa, tendrá
tantos recuerdos aquí, pero cuando le dijimos que ahora somos su familia
iba en serio.
—Bien, bien, muy contento. Una pregunta ahora que estamos solos y
tenemos tiempo, me cuentas esa historia, noto que te pasa algo.
—Me alegro por ti, es que John —miro al suelo—. Encontré a mis
padres.
—Los biológicos. ¿Qué bien no?
—Mi madre murió cuando nací y mi padre bueno un caso aparte.
—Empecemos por el principio. ¿Quieres? —contesta mientras
seguimos tomándonos el café.
—Fuimos a Ámsterdam que allí está mi madre y mi padre resulta que
vive allí. Pregunta lo que quieras John.
—Tu madre por desgracia murió —dice mirándome.
—Sí —respondo triste.
—Lo siento, mucho hija. —Se acerca a mí y me abraza—. ¿Qué sabes
de ella?
—Gracias, que era la mejor en la policía nacional de allí, que me
parezco mucho a ella, que era valiente, que me quiso mucho, bueno y que
murió.
—Me alegro. ¿Entonces el problema es tu padre?
—Si, me alegro de que sea como ella, por desgracia él es el problema.
Nunca podré perdonarlo.
—¿Con él qué pasa?
—Es un desgraciado, me dijo que me abandonó por mi bien —se me
llenan los ojos de lágrimas.
—Pero que un padre abandone a su hija, no puedo entender que sea por
su bien ¿Hay algo que me estás ocultando?
Vaya tanto se me nota.
—No de verdad John, es que ni lo entiendo ni yo, tengo la cabeza que
no sé qué me pasa, no soy yo.
—¿Algo hay y no me lo quieres contar? —pregunta mirándome.
Miro al suelo.
—De verdad John créeme.
No puedo decirle que es un ladrón, el más famoso y buscado.
—No me asustes hija. ¿Qué pasa?
—Nada, nada, solo puedo decirte que le persiguen unas personas
peligrosas, me tuvo que abandonar, es lo único que me dijo.
—Entonces, si lo hizo por tu seguridad, eso es que no quería que te
pasara nada.
—Yo sinceramente, no me creo nada de lo que me dijo —contesto
dolida.
—¿Por qué?
—Por qué, aunque sea así, un padre no deja a su hija en un portal,
tendría que haber estado conmigo, pero bueno.
Relájate no te alteres, John es un buen hombre.
—Entiendo que te dejara por tu seguridad, pero eso no lo entiendo ¿Por
qué en un portal?
—Pues no lo sé, según él sabía que me iban a coger.
—Pero los que te cogieron, podían haber sido cualquiera —responde
dejando la taza en la mesa—. Acaso conocía a esa familia.
—No, no la conocía de nada —contesto casi temblando acordándome
de mis padres adoptivos.
—Imposible, yo fui padre si tuviera que dejar a mi hija, no sería con
desconocidos.
—John es cierto, eso me dijo más no sé. —Miro al suelo.
—Te lo ocultaría, pero yo fui padre y puedo entender que te dejará
porque sería lo mejor para ti, pero te puedo asegurar, que él conocía a la
familia a cualquier padre que le preguntes te dirá lo mismo, que yo, te lo
juro por mi mujer y mi hija que es lo que más quise.
¿En serio? A lo mejor puede que esté equivocada.
—Pues no lo sé John. ¿Tú hubieras abandonado a Nataly? —le
pregunto mirándole a los ojos.
—Por cómo fue mi vida no, pero si alguien quisiera matarme o
hacerme daño, seguramente que irían a por ella, con lo cual la dejaría con
algún conocido que la protegiera.
—¡Quéeee! vaya —digo sorprendida por lo que le acaba de decirme
John.
—Tú tienes una segunda oportunidad para estar con él, yo daría
cualquier cosa por pasar cinco minutos con mi mujer y mi hija —contesta
empezando a llorar—. Solo pido cinco minutos y por esos cinco minutos
mataría a cualquiera.
Le miro y veo que se pone súper triste, me mira y me dice.
—Hija, nunca os he dicho de que murió mi hija, sufrió un accidente de
coche, un borracho se saltó un Stop y se la llevó por delante, los bomberos
tardaron en sacarla media hora de su coche. Mi mujer la pobre sufrió una
larga enfermedad que pudo con ella.
Le abrazo y lloro, ¡Dios mío! cuánto ha sufrido este pobre hombre.
—Por eso hijita, te digo que tienes una segunda oportunidad con él, no
la desperdicies, es tu padre.
—John —le abrazo—. Es que no considero a ese Sr mi padre, mi padre
murió en un atraco, fue quien me crio, quien estuvo cuando estaba mala,
me entiendes, ese señor es un desconocido.
—Pero tienes que conocerle, y si tu madre le eligió sería por algo.
—¿Me estás diciendo que le dé una oportunidad?
—Si, habla con él, estás enfadada, pero poco a poco, no te digo que
mañana le llames y le digas papá, pero deja que él se acerque a ti poco a
poco que conozca a Neal —me dice lo más sincero que puede.
—Eso puede que nunca suceda, esa palabra papá ¡uf! conoce a Neal
estuvo conmigo.
—Sé que no soy nada tuyo ni de Neal, solo soy el tipo que os vendió la
casa, pero la edad y mi experiencia me han dado algo de sabiduría.
—No digas eso, te dijimos que ahora somos tu familia, lo olvidaste.
—Pues más a mi favor, quieres hacerme caso, sé lo que me digo, no te
voy a asegurar que todo salga bien, no puedo, pero tienes que poner de tu
parte, aunque te duela, que sé que te duele.
—Duele mucho —contesto abrazándole—. Es como si traicionara a
Roberto, mi padre.
—Lo sé, pequeña —me acaricia la cabeza—. ¿Roberto te quería no?
—Sí.
—¿Fue él quien te dijo que eras adoptada no? Seguro que no sé va a
sentir traicionado, te diría lo que te estoy diciendo yo ahora.
—Si fue él, el que me lo dijo ¿Seguro que me diría eso?
—¿Entonces? ¿Qué excusa me vas a poner ahora?
—Es lo que siento ahora mismo, mi corazón siente eso.
Nadie puede entenderme, aunque puede que tenga razón.
—Elsa te prometo, que no le traicionas, pero la decisión es tuya, mi
consejo es que hables con él.
—Gracias John.
—Tranquila, yo te apoyo y seguro que Neal también.
—Neal piensa como tú.
—Pues ya somos dos personas que te quieren, que te dicen lo mismo.
¿No te da que pensar? Elsa habla con tu padre o ese señor como lo quieras
llamar, pero hazle preguntas sobre tu madre.
—Si me da de qué pensar, te haré caso y me dio fotos.
—Si, ¿las puedo ver?
—Si espera.
Me levanto subo a la habitación, cojo la caja que me dio Arjen y bajo a
dónde está John.
—Toma, aquí las tienes.
—Explícame. ¿Quiénes son?
—Mi madre y mi padre, esté el compañero de mi madre.
Veo cómo observa las fotos, en que está pensando porque se le nota que
algo le ronda por la cabeza.
—¿Ese no será Jack? Vamos si se llama Jack.
—Sí, ¿por?
—Su abuelo me entreno en el ejército, después siendo yo sargento su
padre luchó a mi lado, en la guerra.
—Vaya es increíble.
Este hombre es una caja de sorpresas.
Coge la foto que tengo en la mano es la foto mía con Ajen.
—¿Este es tu padre y esta eres tú?
—Si, antes de abandonarme.
—¿Qué ves en la cara de tu padre? —me pregunta John señando la foto.
—Nada, no veo nada —respondo triste.
—¿Cómo que nada? No ves lo mismo que en esta —saca una foto suya
con su hija siendo un bebé.
—Si, ahora sí.
—No pienses que es tu padre. ¿Qué ves?
Miro la foto, me olvido de quien está en esa foto.
—Cariño, amor —digo sincera.
—Ves el brillo de sus ojos y ahora mira los míos. ¿Tienen el mismo
brillo?
—Si tienen el mismo brillo —respondo sorprendida al verlo.
—Es el brillo que tienen todos los padres que quieren a sus hijos,
acuérdate de lo que te digo y si tienes un hijo con Neal, fíjate en sus ojos
cuando lo coja en brazos, ese brillo te asegurará que Neal hará lo
imposible por vuestro hijo.
—John me has dejado bloqueada, no sé ni que pensar de verdad.
—¿Crees ahora que tu padre te quiere? Has visto el mismo brillo de los
ojos en las fotos de dos padres diferentes y desconocidos.
—Sí —nos abrazamos.
—Te quiero como a una hija, nunca te daría un mal consejo, así que si
puedes hablar con él hazlo, pero empieza solo haciéndole preguntas sobre
tu madre, ¿vale? Nada de porque te dejo, ni porque no te busco ni nada,
¿vale?
—Gracias John, que pena que tú no seas mi padre y te haré caso —le
abrazo fuerte como si de verdad fuera mi padre.
—Yo te apoyo en todo, ¿vale? —me besa en la frente.
—Eres muy bueno conmigo.
—Y vosotros conmigo, eres tan parecida a mi hija, que a veces creo
que eres ella y me veo en la obligación de cuidarte, espero que no te
moleste.
—¡Oh! claro que no, es un honor John.
—Gracias hija de verdad.
Ojalá fueras mi padre, lo digo en serio.
NEAL
ELSA
ELSA
NEAL
ELSA
NEAL
Llamo sin pensarlo, está con un ataque de nervios, no quiero que se
desmaye.
—“¿Sí?”
—“Arjen ven a casa ya.”
Elsa dice gritando mientras se aparta de Neal.
—Ven aquí ya.
—“Ven Arjen ven rápido.” —dice Neal como súplica de cómo la ve
—“Si tranquilo, voy que no haga ninguna tontería, por favor.”
—Amor ya viene, pero tu tranquila, ¿vale?
Elsa va a la cocina y coge una botella de vino y se pone a beber, Yo voy
a la cocina con ella.
—Tranquila, como voy a estarlo, cuándo quieres volver a robar y Arjen
me ha jodido la vida.
—Y qué hago, joder amor, lo hago por ti, para que no te pase nada,
¿vale? —Veo como le da un buen trago a la copa—. Dime, ¿qué cojones
quieres que haga?
—Y si te encierran, te separan de mi o peor aún mueres —responde con
tristeza.
—Amor si me encierran, ¿sabes lo que tienes que hacer no?
—Oh, voy contigo u olvídalo —habla rotunda.
—¿Qué vas a dónde?
—A robar —contesta mirándome.
¡QUÉÉÉ! está se ha dado un golpe o algo.
—No es seguro que lo tenga que hacer, ¿vale? Partamos de esa base. Tú
sabes que, si vienes conmigo, tendrás que hacerme caso en todo y sin
rechistar, ¿vale?
—Tú júramelo, o voy contigo o hago que la mafia me coja, en tus
manos está.
—Vale, pero harás lo que te diga, cuando te diga, pero igual no tengo
que robar, ¿vale? No pienses en eso.
Ella Bebe otro vaso.
—Vale.
—Amor no bebas tan rápido.
La entiendo, pero no me gusta que beba y menos que esté mal.
—No te preocupes, no pasa nada, tranquilo.
—No me gusta que bebas tanto.
De repente, me suena el móvil, veo que es Rukus.
—“Sí, dime tío.”
—“Tío esto es importante.”
—“¿El qué? ¿Solo le quieren ver muerto?”
—“La mafia sabe de Elsa y muy bien, quieren la corona de Inglaterra,
para dejarla en paz o la cabeza del zorro, Dicen que el zorro tiene que
sufrir.”
—“¿Qué quieren que?” —digo medio gritando mientras abrazo a Elsa.
—“La corona de Inglaterra.”
—“¡Tú sabes lo que significa eso!”
—“Sí, que es imposible.”
—“Claro que es imposible joder, ¿Para qué quiere la mafia la puta
corona de Inglaterra?”
—“Pues no lo sé, pero seguiré investigando, lo averiguaré, pero estate
tranquilo.”
—“Como pretendes que lo esté, para ese golpe necesito, meses de
planificación o puede que años.”
—“Lo sé, pero ponerse nervioso no sirve de nada.”
—“Vale, anda sigue investigando, a ver como planteó esto.”
—“Tío tranquilo, yo estoy, para lo que necesites.”
—“Si, tengo que dar el golpe os voy a necesitar a ti y a Mozzy.”
—“Claro tío, eso está hecho, si nos necesitas estaremos contigo, saluda
a Elsa de mi parte.”
—“De tu parte tío, adiós y cuídate.”
—No lo vas a hacer me oyes —responde mientras me mira.
—Dame la botella de vino —digo serio.
—No, es mía —Veo como se bebe la copa—. Ves no hay, y no lo vas a
hacer me has entendido.
—No lo sé, ahora necesito alcohol y pensar —contesto muy serio.
De repente, llaman a la puerta.
—Abre tú, yo voy a por algo para beber.
Digo dirigiéndome a la cocina, Necesito algo fuerte.
Estamos jodidos.
27. Quieren la corona de inglaterra
ELSA
Me dirijo a la puerta, miro por la mirilla, es
Arjen, abro con desgana.
—Pasa.
Me voy al salón, me siento en el sofá y me termino lo que queda de
botella.
—Heleen. ¿Estás...?
—¡Quééé! —le digo—. Siéntate, Neal viene ahora
—Heleen, ¿estáis bien?
Cojonudamente.
—Muy bien, no me ves perfecta.
Arjen cierra la puerta, va al sofá. se sienta a mi lado, esperando que
vengan mientras Neal, que por lo que se oye, está en la cocina echándose
una copa de whisky.
Me levanto y voy a la cocina, le veo tomando un buen trago.
—¿Quién es Elsa? —pregunta seco.
—Arjen está en el salón —le quito el vaso y le doy un trago.
—Porque me quitas el vaso, no eres la única que necesita beber ¡vale!
Sin decirle nada me voy al salón con su vaso, el me sigue y por su
cara sé que está bastante enfadado.
—Ya puedes hacer lo que sea, para quitarnos esté lío, todo esto es
culpa tuya, ¿se puede saber que les quitaste? —me encaro a Arjen.
Le miro furiosa, el alcohol ya me está subiendo, pero en menudo lío
estamos por su culpa, ¡Joder!
La corona de Inglaterra ¡en serio!
—Arjen, qué cojones has armado cabrón —le dice Neal cabreado.
Le miramos las dos, habla no te calles ¡uf!, al cabo de unos segundos
nos habla.
—Pues al cabecilla le gusta el arte y las cosas raras, le robe algo muy
valioso de su colección. —Nos confiesa Arjen.
—Mira no me importa, ya puedes solucionarlo —miro mi copa vacía
—. Voy a por una copa, que me estoy poniendo muy nerviosa.
Sin decir nada más los dejo a los dos en el salón, esto me supera no
tengo ni idea qué hacer en este momento.
—Lo intente Heleen de verdad —dice Arjen triste mientras mira
cómo me voy.
NEAL
ELSA
NEAL
ELSA
Veo que Neal va al armario, lo abre y aparta unas cosas y del fondo
saca un maletín.
—Amor siéntate en la cama, por favor —me mira.
Me siento.
—¿Qué pasa?
—Toma —responde dándome el maletín.
—¿¡Qué es esto!? —contesto sorprendida.
—Es por si algo sale mal, son identidades no rastreables, para que
podamos empezar una vida nueva en Cabo Verde.
—¿¡Qué!? ¡vaya!
—Te explico seriamos el Sr y Sra. Morgan, casado hace cinco años.
Tú eres Elizabet Morgan y yo Derek Morgan, nos casamos por lo civil en
una íntima ceremonia.
—Sí, que lo tenías planeado todo, Elizabet Morgan. ¿Vale?
—No te creas —responde—. Cuando me enteré quien era tu padre, lo
empecé hacer.
—¿Por qué no me dijiste nada? —Miro las identidades.
—Por qué no sabía que no lo fuéramos a necesitar, Ves aquí tienes el
carné de identidad, el pasaporte, carné de conducir, papeles de nacimiento,
Los papeles de nuestra boda firmados por testigos y el libro de familia.
—¡Madre mía!
—Solo tenemos que poner las fotos con otro aspecto, el que nos guste
y quedarnos así, por ejemplo. Yo me dejaría barba o perilla, cambiaría el
corte de pelo y tú te podrías teñir, cortarte un poco el pelo —habla
mientras me mira y me abraza.
—¿Vale? eso lo haré me pondré pelirroja, me dejaré media melena y
me alisaré el pelo.
—Perfecto. ¿Y cómo te gustaría yo?
—Me iré a hacerlo lo antes posible mañana mismo —digo sin entender
muy bien del todo esto.
—¡No! amor aún no —responde Neal sonriéndome.
—¿Entonces cuando?
—Lo has de hacer en el último momento, para que nadie nos vea con
el nuevo aspecto.
—¡Vale hecho!
—¿Yo cómo te gustaría calvo a los Bruce Willis? ¿Con barba o perilla?
¿De castaño con otro peinado? —me pregunta mirándome con ternura.
—Castaño claro con perilla.
—¿Te gustaría así?
Me gustas de todas las formas.
—Si. ¿Por qué?
—Por saberlo
—Aunque sigo pensando que no me gusta lo que se va a hacer y menos
que me dejéis apartada de todo —nos abrazamos y nos besamos.
—Aún no hay un plan, ¿vale? no sé si lo haré yo solo o juntaré un
equipo.
Del cansancio y el alcohol, me quedo dormida en los brazos de Neal.
28. Buscando equipo
NEAL
ELSA
Me abraza aún más fuerte, tengo tanto miedo, la verdad no sé ni que
hacer, ni qué pensar. Me digo una otra vez es la corona de Inglaterra y voy
a ayudar a robarla. ¡Dios mío! ¿En serio? soy policía, que lío tengo en la
cabeza, qué pensaría mi padre de todo esto, le voy a decepcionar seguro,
porque por él me hice policía y mírame ahora. Como me ha podido
cambiar la vida tanto, pero estar aquí en brazos de Neal me calma, lo
único que quiero que este hombre esté a salvo.
También sé que como nos pillen, nos meteremos en serios problemas,
no será tan fácil huir como dice Neal, pero no pienso decírselo, ahora tiene
que estar 100 % concentrada, para robar la dichosa corona.
Pero estar mano a mano con mí… Arjen, debo tener paciencia no
quiero perjudicar a Neal, es cierto que me gustaría ahora mismo ver
encerrado al Zorro Nocturno, no sé si algún día podré perdonarlo. Neal me
habla y vuelvo a la realidad, le miro y le sonrió.
—Si, hoy solo nosotros y nuestro amor —me abraza fuerte—. Te quiero
amor, me gustas muchísimo y me encanta estar así contigo.
—Y yo te quiero a ti mi amor, me encanta que me abraces —Al decir
eso me arrima más a él, como si pensara que me voy a escapar.
—Te abrazaré siempre que quieras y cuando no también.
—Si, por favor —digo con voz preocupada, se ha convertido en mi
mundo, no podría estar sin él.
—No te preocupes, nada me separara de ti —nos besamos sellando esta
promesa, la que siempre estaremos juntos.
—Eso espero, es el temor que tengo que no estés conmigo.
—¿Cuándo te falle y no cumplí una promesa contigo amor? —me
pregunta para tranquilizarme, pero le noto algo de preocupación, porque
siento lo mismo que él, en el fondo sabemos que es muy difícil, robar la
corona.
—Nunca amor.
—Por eso no te preocupes, tú solo piensa una cosa.
—¿El que amor? —me dice con esa mirada picarona, esos hoyuelos
que se le hace cuando sonríe y mirándome de arriba abajo.
—Que cuando esto acabe todo esto, voy a cumplí todas tus fantasías
sexuales, sean las que sean —contesta mientras me acaricia la espalda, sin
dejar de mirarme y noto como sus ojos se oscurecen de pasión.
—¡Madre mía! —Le beso con ternura.
—¡Qué leches! Dime ahora una fantasía y la hacemos —me muerde el
cuello, sabe perfectamente que es uno de mis puntos débiles y que no me
podre resistir a él.
—Ahora quiero ser tuya en todos los sentidos —respondo
mordiéndome el labio, noto como me mira el labio y se le oscurecen más
los ojos de deseo.
—Explícate amor. —Me besa.
—Pues que hagas conmigo, lo que quieras soy tuya.
—¡Mmm! ¿Te puedo pedir lo que quiera? —asiento con la cabeza sin
decir nada y le beso.
—¿Pero eso sería más fantasía mía que tuya?
—A mí me vale amor, si tú disfrutas, yo disfruto. —Con él muy difícil
el no disfrutar, me conoce muy bien y me vuelve loca, no controlo.
—Tú tienes que pedirme a mí, lo que quieras —se acerca a mi oído y
me susurra.
—Quiero que me ates, que me hagas lo que quieras, ser tuya —le hablo
al oído, de repente, le muerdo la oreja, noto como se retuerce y emite
como un pequeño gemido. ¡Uf, música para mis oídos!
—Qué picarona eres ¡eh! —me besa.
—No has dicho que diga —le saco la lengua.
—Sí, sí —Neal se levanta de la cama, coge dos camisetas, me las
enseña sonriente y juguetón.
—¿Entonces? —le miro con placer. ¡Ufff! si amor sí.
—¿Tu qué crees? —dice enseñándome las camisetas y acercándose a
mí.
—No lo sé, dímelo tú. —Sigo su juego, mordiéndome el labio.
—Dame una mano amor —me pide mirándome, le doy la mano y me
ata con la camiseta la mano al cabecero de la cama, le miró y le sonrío—.
Lo vas imaginando.
—Si la verdad que sí y me gusta ¿y a ti? —que calor me está dando,
solo de pensar en estar así con él.
—Claro —responde mientras me ata la otra mano, me besa y se levanta
—. ¡Mmm! ¿Ahora puedo hacer lo que quiera no y tú no podrás hacer
nada?
—Lo que quieras, estoy en tus manos y no, no podré hacer nada. —
Hago el amago como desatarme, le miro con mucho deseo, quiero sentir su
cuerpo.
—Pues me voy a buscar a la camarera de ayer —contesta apartándose
de mí.
¿en serio? Muy bien, yo también sé jugar.
—Pásalo bien, adiós —responde con voz juguetona, él me mira levanto
una ceja.
—¿No me crees capaz? —pregunta mirándome, lo hace de arriba abajo,
se para en mis manos se fija como estoy atada y poco a poco su deseo
crece.
—La Verdad sí, me creo que te vayas con ella,
—No voy a ser malo y me quedo contigo —se acerca a mí, le miro.
—No, no, vete anda corre —le pico, por lo que veo le cambia la cara,
no sé por qué me da que he ganado la batalla por ahora.
—Deja ya la broma amor, sabes que te prefiero a ti —responde
pegándose a mí y empieza comerme la boca.
—Lo sé bobo —le sonrió, de repente Neal se pone a bailar—. ¡Mmm!
que bien lo haces.
Neal se quita poco a poco la camiseta, la lanza a mi lado, se gira
dándome la espalda y se empieza a bajar los pantalones. ¡Qué culo uf!,
tiene un cuerpo perfecto y es solo mío.
—¿Te gusta? —Neal se quita los pantalones, hace el amago de
enseñarme el culo.
—Mucho me encanta, que malo eres —le miro de arriba abajo, nunca
me cansaré de verlo.
Él mueve el culo y muy lentamente se baja el calzoncillo, se tapa el
culo con una mano mientras con la otra se baja el calzoncillo. Me remuevo
en la cama esa escena me está levanto un calor ¡uf!
—Eh, déjame verlo malo —protesto.
—No, no —le da una patada al calzoncillo, con la otra mano se tapa el
miembro y se da la vuelta.
—¡Mmm! Vaya sí que eres malo —le miro mordiéndome el labio.
Él Mirándome se tapa el miembro con las dos manos, se acerca a mí se
pone de pie en la cama, le miro, le sonrío, entonces él se agacha
acercándomela a mi boca, la tengo a pocos centímetros, la miro embobada
y se separa.
NEAL
¡Dios! En serio, verla así atada en la cama, dispuesta para mí. Es un
sueño tener a esta diosa para mí solo, es verla y no controlo, la haría de
todo, hasta que olvidara hasta su apellido.
—Que rica me das —me habla mirándome y mordiéndose el labio.
Nena para sabes que eso me descontrola, se pone tan sexy cuando se
muerde el labio que ¡uf!
—¿Qué quieres hacer con ella? —pregunto quitándome las manos de
mi miembro, ella le da un lametón—. ¿Solo vas a darme un lametón?,
pues me voy ¡eh!
Ella para y me mira a los ojos. Sigo de rodillas y acerco mi miembro
aun un poco más a su boca, noto como su boca encaja perfectamente, dejo
de controlar por la visión que tengo. Desnudos y bueno dejándonos llevar
por nuestra imaginación. Lo único que sé es que Elsa acaba gritando mi
nombre y yo la de ella. Nunca me había descontrolado tanto, he dejado
llevar mi imaginación, tener tanto poder en ella, es algo increíble.
Definitivamente es la mujer de mis sueños
Nos ha sentado de maravilla el relajarnos, ahora veremos las cosas de
otra forma, la tengo en mis brazos y lo adoro.
—Me voy a la ducha, ¿te vienes? —me pregunta mirándome.
—Claro, ¿lo dudas?
—Claro que no, ven —dice mientras ella se dirige a cuarto de baño.
Entramos en la ducha, cojo la alcachofa la mojo, la enjabono todo el
cuerpo, lo hago despacio recreándome en su cuerpo, Ella hace lo mismo
conmigo. Cuando están los dos aclarados, nos besamos y salimos de la
ducha, nos secamos el cuerpo mutuamente.
Ella se pone una camiseta de mía con un tanga, yo me pongo un
pantalón corto con el bóxer, salimos y vamos al salón.
—Tengo hambre. ¿Y tú amor? —me dice peinándose el pelo, ese pelo
largo y sedoso. Me encanta.
—También —la respondo pasándose yo también las manos por el pelo,
el estómago me ruge ¡Qué hambre joder!
—¿Quieres que haga una tortilla de patata? Se me ha antojado.
¡Dios sí! me relamo los labios, ahora que lo dice quiero hinchar ese
diente a esa tortilla.
—¡Sí! —responde feliz.
Ella se va a la cocina, la sigo, veo cómo empieza a pelar patatas,
mientras canta y baila. No puedo dejar de mirarla, se la ve ahora mismo
tan feliz, eso me hace el hombre más afortunado, porque un poquito es por
mi culpa y eso me encanta. Tengo que preparar alguna sorpresa, llevarla
algún lugar, para. ¡Joder poder estar tranquilos de una puta vez!
—¿Te ayudo? —le digo mientras miro, cómo mueve ese cuerpo de
escándalo.
—No, tranquilo.
No deja de bailar mientras pone las patatas a freír, bate los huevos y
por alguna razón que no entiendo, se pone a cantar <<Recuérdame de
Pablo Alborán>> y baila como nunca la había visto. Joder y todo esto
porque la hago feliz, no me lo merezco para nada, es lo mejor que me ha
pasado. La adoro, pero precisamente esa canción. ¿Acaso sigue pensando
en Alex?
♪Recuérdame
Ahora que ya decidiste ir con él
Que sea lo que deba ser
Aunque a mí me toque perder
Recuérdame
Ahora que tu piel ya se fundió con su piel
Su mundo gira en torno a ti
Y tú no piensas volver♪
ELSA
NEAL
NEAL
Termino de hablar con Mozzy, pero al ver que están hablando los dos
calmadamente, decido esperar un poco fuera, me alegro verlos así, les dejo
su tiempo, pero al rato entro en la sala.
—Perdonar que os interrumpa Arjen, ¿una cosa?
—Dime, Neal —me contesta girándose a mí para mirarme.
—¿Tienes lienzos y pinturas y esas cosas aún de cuando hacías
falsificaciones? —le miro.
—Sí, ¿por qué? —me contesta feliz, le veo cerca de Elsa y a ella
relajada, me gusta verlos así.
—Por qué pintar me ayuda a desestresarme y con todo esto del golpe.
—La Verdad hay soy todo sincero, me relaja y me hace despejar la mente.
Creo que me vendría muy bien ahora mismo, porque estoy muy tenso por
todo esto.
—Si claro, la habitación de enfrente de la vuestra, tienes todo —me
responde tranquilo—. Puedes utilizar lo que quieras de allí.
—Vale gracias, vosotros seguir hablando, poneros al día y perdonar la
interrupción —me acerco a Elsa la beso y me voy para la habitación,
dejándolos solos. Lo necesitan.
ELSA
—¿Heleen te puedo hacer una pregunta? —Al mirarlo, veo que mide
las palabras, ¿qué tendrá en la mente?
—Si, claro, dime —digo curiosa.
—El otro día hablando con Neal, te escuche cantar, ¿lo haces al
cocinar? —Me mira con un brillo especial en los ojos, me quedo
sorprendida, no sé por qué me ha hecho esa pregunta, vamos a averiguarlo.
—Si. ¿Por qué? —mi voz suena curiosa.
—Tu madre cuando estaba feliz y cocinaba lo hacía, si yo la ayudaba a
cocinar me ponía bailar y cantar. —Esto me pillado de sopetón, no me lo
esperaba, sí que me parezco a ella ¡Dios mío! cada vez la hecho más en
falta.
—¡Vaya! Sí que me parezco a ella —me muerdo el labio, para no llorar.
—Más de lo que te crees, por suerte sacaste todo lo bueno de ella, su
belleza y su inteligencia. De mí solo tienes los ojos y por lo que vi mi
carácter. —¿En serio?
—Gracias la verdad. ¿Carácter? —contestó sorprendida.
—Si, el que tuviste antes de mandar a Neal a la mierda, es muy mío —
dice Arjen riéndose—. ¿Tienes alguna pregunta qué hacerme?
—Sí, ¿por qué nunca intentaste darme alguna señal tuya?
—Porque no sabía cómo hacerlo, intente acercarme varias veces, pero
nunca sabía qué decir —responde con cara de dolor. Parece sincero, en
esto no tiene por qué mentirme.
—¿Y porque no? —le miro y baja la cabeza y con cara de arrepentido.
—No soy muy bueno pidiendo disculpas, aparte de que no sabía cómo
podrías reaccionar —habla arrepentido.
—Me dejaste creer que no me querías, sabes cómo me sentía que mi
propio padre pasara de mí. —Cierro los ojos, ese sentimiento aún no ha
desaparecido, aunque haya pasado muchos años.
—No me lo puedo ni imaginar, pero claro que te quería y te quiero —
contesta Arjen acercándose a mí, por una extraña razón, su olor me calma,
me trae paz. ¿Qué me está pasando?
—Eso aún no lo tengo muy claro, pero gracias —le hablo sincera.
—Lo entiendo, pero te demostraré que es así, pregunta lo que quieras
sin miedo Heleen, seré totalmente sincero —le miro, pero la verdad que
mi cabeza no está para pensar.
—Ahora mismo estoy en blanco Arjen, comprende que, en dos meses,
la vida me ha cambiado por completo, de ser policía a estar planeando un
golpe, mi padre y mi novio los mejores ladrones, mi madre muerta, tengo
la cabeza hecha un lio —Esto es para volverse loca la verdad, pero bueno
ahora debo tener la cabeza fría y lo mejor es no pensar mucho en ello.
—Si es un gran cambio, tu madre también era policía la mejor. —La
cara de Arjen cambia me imagino que aún le duele, lo de mi madre.
—Yo he tenido que dejar la policía ¡uf! Si son muchas cosas que
asimilar —me toco la cabeza, porque la verdad me está doliendo un poco.
—Pero llego a mis oídos, que te ofrecieron dirigir un equipo para
capturar ladrones de guante blanco —dice con voz de orgullo, le miro
confundida, como es posible que esté orgulloso de mí, si no me conoce y
además soy policía.
—Sí, pero... —me callo, pensando en todo lo que me pasa—. No lo
acepte.
—¿Por qué si era una gran oportunidad para ti? —su voz es de
asombro, respiro hondo para contárselo.
—Porque tengo un problema, desde que me dispararon me bloqueo
cuando veo una pistola u oigo un disparo, casi lo tengo superado apenas
tiemblo pregúntaselo a Neal. —Bueno eso de apenas, no puedo decirle que
aún me quedo totalmente bloqueada, porque si no Neal no me dejara
ayudarlos.
—¡Aaaaahhhh! Pues de eso no sabía nada, lo siento, cambiando de
tema hija. ¿Tú y Neal como os conocisteis? —dice interesado Arjen.
—En la comisaría —contesto.
—¿Qué hace Neal en una comisaría? —Veo que levanta una ceja
curioso, está impaciente que le diga que hacia allí Neal.
—Le acusaron del robo que hizo el Escorpión, pero yo le puse una
multa ese mismo día del robo, así que Aitor decidió que nos ayudará con
el caso —le cambia la cara y se remueve.
—¿¡Neal un chivato!? ¡Qué sé vaya de mi casa! —contesta cabreado
casi gritando.
—Si no le metían en la cárcel —me sorprendo por la reacción de Arjen
—. Como se vaya él, me voy yo.
Me dirijo a la puerta muy enfadada, sabía que no podía relajarme con
él, Joder quería llevarme bien, pero no hay manera. Noto como se pone
tenso y se queda pensando unos segundos. Cuando abro la puerta para irme
me dice.
—¿Me aseguras que Neal no es un chivato? —me paro y me giro para
mirarlo.
—Déjame en paz quieres, preocúpate que la chivata no sea yo. Veo que
no hay manera contigo, mira que lo he intentado, pero paso —¿Por qué es
todo tan complicado? En serio no nos podemos llevar bien todos, por lo
menos hasta que esto acabe.
—Vale, vale. Perdona. —Arjen se remueve preocupado, será por la
conversación conmigo—. Heleen perdona.
—Preocúpate de que no me chive yo y os encierre a todos, pensaba que
habías cambiado, que tenías corazón, pero veo que no. Así que déjame en
paz. —Salgo del salón chillando y yendo rápido a buscar a Neal—. ¡Neal,
Neal!
NEAL
Al oír los gritos de Elsa, me preocupo y salgo corriendo de la
habitación, manchado de pintura, mirando a todos lados, por si pasaba
algo.
—¿Qué pasa? ¿Qué pasa? Amor, ¿qué ocurre? —digo asustado,
mirándola a los ojos.
—Me voy de esta casa, si quieres te quedas —habla tajante, la veo muy
enfadada.
¿Qué habrá ocurrido? Cuando les deje estaban muy bien.
—Para, para. —Cierro la puerta de la habitación, me acerco a ella y la
abrazo—. Tranquila, ¿qué pasa?
—Arjen es idiota, me pregunta cómo nos conocimos, le digo la verdad
y me dice que eres un chivato. Que te largues de esta casa —la noto muy
nerviosa e intento calmarla.
—¿Por eso? Amor es normal —respondo tranquilo.
—¡Pero en serio, estamos loco o que! —respondo casi gritando.
—No y no grites. A ver a amor, por favor, piensa, toda mi vida hui de
la policía, que de repente, les ayude en un caso, pues cualquiera que
conozca mi pasado, puede pensarlo, es más, para que veas Mozzy no lo
piensa, porque no lo sabe —la abrazo para tranquilizarla, al notarme noto
como se relaja entre mis brazos y eso me encanta.
—Vale, pero con la rabia que lo dijo explote, no sé qué me pasa creo
que me voy a la habitación, te dejo pintar amor —me da un beso con
ternura y yo se lo devuelvo, si creo que lo mejor es que descanse.
—Vale, pero eso olvídalo amor, ahora hablo yo con él y como si no
hubiera pasado nada.
Dejo que Elsa entre en la habitación, me dirijo al salón donde está
Arjen, le veo sentado en un sillón, fumando un puro y leyendo el
periódico.
—Arjen, ¿puedo hablar contigo? —le pregunto tranquilo porque sé que,
en fondo, yo también hubiera pensado lo mismo.
—Si, claro, pasa —me dice apenas sin mirarme.
—¿Oye en serio le dijiste a tu hija eso? —me mira y le veo los ojos
tristes.
—Sí y menudo genio tiene la niña. —La verdad, es que solo la he visto
sacar el genio, cuando se refiere a mí.
—¿Por qué no la quieres recuperar? ¿Eso también es de su madre? —le
miro y sé que en fondo es lo que más desea, recuperar a su hija.
—Claro que quiero, es lo que más deseo. Por desgracia el genio lo ha
sacado a mí. ¡Joder mierda! Estaba acercándome a ella y todo se fue a la
mierda, hasta pude abrazarla —me dice él recordando el abrazo con su hija
cerrando los ojos.
—Joder normal, solo a ti se te ocurre llamarme chivato delante de ella
—respondo viendo como le duele esa situación con Elsa.
—No veas como saco las uñas para defenderte Neal —me confiesa.
—Y te extraña, entre qué dijiste eso y que no te tiene demasiado
aprecio. Así no vas a lograr que ella esté a tu lado —le soy sincero, porque
lo que va a conseguir es que nos larguemos y no volvamos a verlo.
—Sé que no me tiene nada de cariño. Joder Neal —contesta frustrado
dándole una buena calada a su puro—. Ya no sé qué hacer para recuperarla.
—Hable yo con ella para que lo intente olvidar, pero hoy será mejor
que no te vea demasiado. —Por lo menos hasta que se calme, será lo
mejor.
—Vale, espero que se le pase, intentaré no agobiarla, pero cuando la
abrace dios fue maravilloso. —Veo sus ojos llorosos.
—Te entiendo Arjen, si me disculpas voy a terminar lo que estoy
pintando. —Espero que cuando esté terminado, les guste es un regalo que
quiero hacerles.
—Vale Neal tranquilo, estaré aquí viendo los planos. —Veo que los
mira.
—Dejamos para mañana que llegue Mozzy, no te rayes más —le hablo
mirándolo, necesitamos no estar las 24 horas pendientes del robo, porque
nos volveremos locos.
—Vale, intentaré distraerme anda ve a pintar. —Arjen mira por la
ventana, me imagino que estará pensando en cómo arreglar las cosas con
Elsa, lo que no le entra en la cabeza a este viejo zorro, es que ella solo
necesita cariño, que sea su padre.
—Si, es lo mejor bueno voy a seguir pintando.
Me giro, para salir de salón, subo a la habitación a pintar, como es
habitual en mí, desconecto tanto que ni me doy cuenta de que ha pasado
una hora y media, decido que ya es suficiente, que necesito una buena
ducha, salgo y me encuentro a Elsa.
ELSA
Estoy en la habitación al cabo de casi una hora y media, decido salir a
dar un paseo por el jardín, para que me el aire, de la que paso por la puerta
de la habitación donde esta Neal, nos cruzamos. Le sonrío más relajada, la
verdad, es que me vino bien desconectar y descansar.
—Amor, ¿dónde vas? —pregunta sonriéndome.
—A dar un paseo por el jardín.
—Vale yo voy a ducharme para quitarme la pintura —nos damos un
beso, pero él no se acerca mucho, para no mancharme de pintura.
Bajo para salir al jardín, me cruzo con Arjen. Le noto afectado, dolido.
Elsa habla con él, Neal te lo explico.
—Hola, Heleen —me habla tímidamente mirando al suelo.
—Hola, Arjen —le miro.
—Lo siento, no era mi intención decir eso de Neal, no sé qué me paso
de verdad.
—No pasa nada, ya me contó Neal —digo dirigiéndome a la puerta de
la calle.
—¿A dónde vas? —Arjen me pregunta preocupado.
—A dar una vuelta por el jardín, necesito hacer algo de deporte,
despejar la cabeza, que la tengo hecha un lio. —El deporte me despeja la
mente y ahora es lo que necesito.
—Vale, vale, disfruta del paseo hija, yo estaré por aquí —me contesta
más relajado, Le sonrió.
Salgo al jardín de la casa, que tiene mucho terreno, así que puedo dar
una buena vuelta tranquilamente, está lleno de rosas, flores de todo tipo, el
ambiente es perfecto. Mientras camino no puedo evitar en pensar en todo
lo que está pasando, en los cambios tan drásticos de los últimos meses.
Ante todo, no puedo dejar de pensar en Neal, cada vez lo tengo más
claro es el hombre de mi vida.
Después del paseo, entro decida al salón, me ha venido estupendamente
para mi cabeza, por un rato he podido deja de pensar en el robo, que cada
vez lo veo más chungo.
—Hola, ¿hay alguien aquí? —digo fuerte mientras entro.
—Sí, hija aquí estoy. —Cuando entre le veo sentado en el sofá fumando
un puro.
—Hola, ¿Y Neal donde esta? —me siento en el sofá y le sonrió. En ese
preciso momento entra Neal al salón, con unos vaqueros y una camiseta—.
Aquí amor.
—Hola, amor.
Me lo quedo mirando, esta increíble con sus vaqueros rotos y esa
camiseta, ponga lo que se ponga, a mí vuelve loca, me levanto y me acerco
a él, le doy un beso.
—Yo me voy a duchar no tardo ¿vale? os dejo a los dos —Me despido
de los dos.
NEAL
Los dos nos quedamos mirando como Elsa sale del salón, para irse a
duchar. Entonces me giro a Arjen.
—Veo, que aun sigues entero —me río—. Ya se le paso el enfado a
Elsa.
—No sé, qué le dijiste, pero por lo menos me habla —me dice en forma
de agradecimiento.
—Vete poco a poco, mide muy bien lo que dices —le aconsejo.
—Eso tendré que hacer, porque es decir algo de ti. ¡Boo! como se pone
te tiene que vamos —veo cómo se ríe.
—Como yo a ella, es el amor de mi vida —le respondo lo más sincero
que nunca a Arjen.
—Lo sé, lo sé, se os nota. Así estábamos Rachel y yo. —Noto que pone
cara de dolor al recordarla.
—Por las fotos que os vi, sí —le miro—. Cuando salga Elsa de la
ducha, quiero enseñaros lo que pinte.
—Como la echo de menos y el brazo de Heleen fue como sentirla, si
claro cuando salga lo vemos. —Disimula que tiene los ojos llorosos, yo
hago como si no me doy cuenta, porque conociéndole le dará vergüenza.
—Físicamente son muy parecidas, tiene que ser duro verla, por todos
lados —le digo, pero enseguida me arrepiento, no debí decir eso.
—Sí, pero no es por eso, es parte de Rachel lleva su sangre y también la
mía, es lo único bueno de mi vida —se gira para mirar la ventana.
—Normal sois sus padres —le miro—. Intenta que tu hija, no sé vaya
de tu vida.
—Sí, es lo único que quiero. —Nunca le vi tan sincero, espero que se
lleven bien.
De repente, entra Elsa, me quedo embobado cuando la veo, lleva unos
shorts que le quedan, como un guante y una camiseta que le marcha todas
las curvas, no puedo dejar de mirarla y sonreír.
—Ya estoy aquí —se pone al lado mío—. Ya me estabais poniendo
verde, ¿no?
—Venir que os quiero enseñar lo que pinte. —Cojo su mano—. No, me
decía, que tú y yo estamos tan enamorados, como él y tu madre.
—Claro amor, vamos —me mira—. ¡Ah, sí! Me alegro.
Vamos los tres para la habitación, pero de repente, antes de abrir, los
miro a los dos y les digo.
—Espero que os guste.
—Seguro, que sí.
Estoy de los nervios, entramos miro a Elsa y con cuidado quito la
sábana, que cubría el cuadro. Al quitarla se ve un cuadro, en la que salen
los tres, Arjen, Rachel y Elsa con su edad actual sentados en el sofá.
—¡Qué! —Elsa lo mira con la boca abierta—. Es....... Increíble.
—¿Te gusta amor? —Miro la reacción de ella, se me llena el corazón
de alegría.
—Mucho, es muy bonito —responde sin dejar de mirar el cuadro.
—¿Y a ti Arjen? —pregunto mirándolo.
—No puedo ni hablar Neal, es precioso —responde Arjen emocionado.
—Espero que os guste —me encanta, cómo han reaccionado los dos
ante mi cuadro—. Me dio la idea, la foto que vi en la tumba de tu madre
amor.
—Gracias, es un bonito detalle amor, es precioso el cuadro —se acerca
a mí me besa y me abraza.
—Me hace muy feliz que os guste —digo feliz sonriendo.
—¿Neal me lo puedo quedar por favor? —pregunta Arjen sin dejar de
mirar el cuadro.
—Si claro, otro día pinto otro igual para Elsa y para mí. ¿Te parece
bien amor?
—Si claro, me parece bien —responde feliz.
—Pues este para ti Arjen, pero hay que esperar que se seque, que aún
está húmedo —le informo a Arjen, que le veo acercarse a él.
—Gracias. Vale, vale, ni lo tocamos —responde sonriendo—. Que bien
quedará en el salón. ¿No creéis?
—Si yo estaría encantado de colgarlo donde quieras. ¿Tu qué opinas
amor?
—Que lo ponga donde quiera, en el salón estaría bien —contesta
mirándonos a los dos y me abraza y yo le abrazo a ella.
—No sé vosotros, pero yo tengo hambre —digo mientras me rugen las
tripas.
—Yo no mucho, pero vamos a cenar —habla mirándome.
—Vida ya sabes que pintar me abre el apetito —la sonrió—. ¿Tu Arjen
tienes hambre?
—Si, la verdad —nos mira a los dos, pero me fijo que no deja de mirar
a Elsa, estará pensando que no puede creer que esté aquí a su lado.
—Pues vamos a picar algo —respondo tirando de Elsa, para ir a la
cocina.
Entramos los tres en la cocina, Elsa se pone a mirar que hay para cenar
y encuentra para hacer ensalada y unos filetes. Se pone a cocinar mientras
Arjen y yo la vemos como cocina, cantando, bailando. Arjen sonríe
emocionado recordando cuando lo hacía Rachel, yo no puedo dejar de
contemplar su cuerpo.
Elsa termina de cocinar, nos ponemos los tres a cenar, mientras
hablamos, reímos felices y sin preocuparnos de nada.
Nunca hemos estado los tres tan bien, sin peleas. Después de cenar,
Arjen dice que se va a su habitación a descansar.
Mientras en la cocina Elsa se pone a recoger la mesa, la paro.
—Amor recojo, friego y nos vamos a la habitación —me pongo a
fregar—. Amor veo que poco a poco te llevas mejor con Arjen, me alegro
mucho de verdad.
—La verdad sigo pensando lo mismo, pero estoy cansada de discutir.
—Nadie dijo que fuera fácil el acercamiento, pero esto es un primer
paso —me alegro un montón de que se hable con su padre.
—Ya veremos —dice mientras friego, de repente me acero ella por la
espalda y la cojo de la cintura, ella me mira.
—¿Qué pasa amor? —me pregunta.
—Pase lo que pase en ese tema, yo siempre estaré a tu lado,
apoyándote, ¿vale? —la digo en su oído y besándola en cuello.
—Lo sé amor, tranquilo. —Ella se gira y me besa.
Termino de recoger con la ayuda de Elsa, nos vamos a la habitación
para dormir, nos esperan unos días, muy duros y debemos estar despejados
y descansados.
Nada puede salir mal y de eso me encargaré yo mismo.
32. Llegada del equipo
NEAL
M e despierto, no veo a Elsa a mí lado, me preocupo, miro a todos lados
de la habitación. Me visto corriendo y salgo rápido a buscarla, pero cuando
estoy bajando las escaleras, la oigo cantar, me tranquilizo, huele a café
recién hecho, Arjen está en la puerta, me ve y me hace una señal de que
me acerque donde está él.
—¡Sssshhhh! Mira como canta —me dice Arjen con los ojos brillantes.
—Si me encanta verla cantar y bailar —le digo en bajito—. ¿Te puedo
hacer una pregunta?
—Sí claro, dime —contesta Arjen sin dejar de observar a su hija, le
brillan los ojos de felicidad.
—Ayer dijiste, que Rachel también lo hacía y era como sabias que era
feliz, ¿no? —le miro.
—Si lo hacía siempre, ¿por qué? —responde sorprendido por la
pregunta que le acabo de hacer.
—Si tanto se parecen, será mi manera de saber que es feliz —la miro
con amor.
—Si está muy feliz, mírala la cara está radiante —contesta su padre
mirándola.
—Entendido, cuando ni cante ni baile preocuparme y comprarla algo
que le guste —digo riéndome en bajito, para que no me oiga.
—Más o menos, venga, Neal tenemos que entrar, ¿no? —se ríe
también, pero no puede dejar de mirar a su hija, noto el amor que la tiene y
eso hace que tenga envidia, mi padre nunca me quiso.
—Sí habría que entrar —respondo feliz.
Entramos los dos saludando a Elsa sonrientes, la cocina huele que no
veas y veo que Arjen piensa lo mismo que yo.
—Hola, amor —la beso.
—Hola, hija —la mira sonriendo.
—Buenos días. ¿Tenéis hambre? —pregunto con una voz dulce y
alegre.
—Si amor, tengo hambre y huele de maravilla —contesto cayéndome
la baba mirando las tortitas.
—Yo no hija, nunca desayuno.
—Toma amor, café con tortitas —me las pone delante de mí.
—Arjen no desayunas nada ni un café —dice Elsa preocupada.
—No, por las mañanas nunca me entra nada, es más sí como algo
vómito —La mira para tranquilizarla.
—Gracias vida —me siento a desayunar, le doy el primer bocado y no
puedo evitar gruñir de lo bueno que está.
—Vale Arjen. —Ella se pone a desayunar.
De repente, viene una seguridad a hablar con Arjen, lo miramos los tres
como entra en la cocina. La cara de Arjen se ha puesto seria por
momentos, siempre me ha impresionado este hombre, solo con un gesto
puede achantar a cualquiera, pocos muy pocos se han atrevido a meterse
con él y uno de ellos. Es el motivo por el que estamos aquí.
—Zorro viene un coche a la finca, ¿qué hacemos? —le informa a
Arjen.
—¿Le conocéis? —pregunta Arjen muy serio.
—Será Mozzy —dice Elsa—. ¿No venía hoy?
—Si venia hoy, déjame ver las cámaras a ver si es él, por favor —digo
mirando a Arjen.
—Si claro, ve a mirar, pero voy contigo —responde Arjen levantándose
de la silla.
Llegamos al cuarto de seguridad y miramos la cámara. Suspiro aliviado
al ver el coche.
—¡Ostia! Si son Rukus y Mozzy —digo contento de verlos.
—¡Qué susto! —salta Arjen suspirando, su voz es de alivio.
—Déjales entrar Arjen.
Salgo a la puerta a recibirles, llega el coche y aparca delante de mí, no
puedo evitar sentirme aliviado de tener aquí a mis amigos, son los mejores
en lo suyo, con ellos sé que nada podría salir mal, no como con el puto
Escorpión aún me hierve la sangre de pensar en él.
— Hombre Rukus, ¿qué haces aquí?
—Hola, hermano, no podía faltar —me abraza.
—Rukus, ¿qué pasa? la última vez que me abrazaste fue en el funeral
de Alex.
—Nada tenía ganas de verte —responde sonriéndome, qué raro que este
me hable así, seguro que pasa algo no es normal.
—De verdad, ¿solo es eso? —pregunto extrañado.
—Sí. —Rukus se ríe entre dientes.
—Joder que susto y tu Mozzy, ¿también vas a abrazarme? —le miro
levantando una ceja.
—No tío, hola —dice sonriéndome.
—Hola, tío. Pasar Elsa y el Zorro están dentro —les digo para que los
saluden.
—Que nervios tío, el Zorro —habla Rukus, sé que siempre le ha tenido
mucha admiración, bueno hay que reconocerlo que yo también es una puta
leyenda, estamos hablando del Zorro Nocturno.
—Tranquilo Rukus es un tío normal —respondo para tranquilizarlo,
aunque lo entiendo perfectamente.
Entramos los tres a la casa mientras los gorilas de Arjen, entran sus
cosas, vamos a la cocina, están Elsa y Arjen tranquilamente hablando,
cuando veo que Elsa levanta la vista y nos sonríe.
—Hola, madera. —Saluda Mozzy a Elsa cuando la ve, pero está vez le
noto un cambio de tono.
¿Puede que le esté cogiendo cariño a Elsa?
—Hola, Mozzy —contesta ella.
—¡Eh Mozzy! No llames así a Heleen delante de mí te enteras —salta
Arjen con mala cara, me sorprendo de la forma como la defiende y por lo
que veo a ella también.
—Perdón zorro es la costumbre —contesta nervioso Mozzy.
—No pasa nada, Arjen tranquilo. —Elsa intenta tranquilizar a su padre.
—Pero a ella no y menos en mi presencia —salta Arjen serio.
De repente, veo que se pone la cosa fea, Arjen está muy enfadado,
entonces presentó a Rukus a Arjen para desviar la conversación, he
intentar tranquilizar el ambiente.
—Encantado Rukus —le estrecha la mano, pero sin dejar de mirar a
Mozzy.
—Encantado Zorro —acepta la mano de Arjen y se la aprieta.
—He oído hablar de ti y muy bien —se acerca Arjen a Rukus y le dice
en bajito—. Ven quiero hablar contigo.
—Gracias Zorro, si claro vamos —responde sin dudarlo.
ARJEN
NEAL
—Por cierto. ¿Me podéis explicar el plan? —Oigo como Mozzy dice
eso cuando entra El Zorro y Rukus.
—Si claro, te lo explica Neal —responde Arjen mirándolo.
—Elsa distrae a los de seguridad, cuando estén distraídos te hace Elsa
una señal Mozzy, para que pinches las cámaras. Después le das una señal
al Zorro, para que corte los láseres de la corona, para que yo abra la caja y
salga con ella ¿Qué opinas?
—Es perfecto, cuanto menos esté la madera por ahí mejor —contesta
sin pensar en que está Arjen al lado.
Veo como Arjen se acerca a Mozzy cogiéndole por el pescuezo. Todos
nos quedamos como locos por su reacción.
—Que cojones te he dicho Mozzy, que la respetes porque haya sido
policía, ¿vale? La respetas porque es mi hija y punto —habla muy serio y
rotundo.
—¡Eh! Tranquilo Zorro —le dice Mozzy.
—Arjen, suéltalo por favor —habla Elsa de repente y la miro.
—No voy a tolerar que venga a mi casa a faltarle a mi hija —veo que,
sin estar de acuerdo, le suelta.
—No te enfades, tu padre te está defendiendo —la abrazo y se lo digo
al oído.
—Arjen, para por favor —contesta Elsa suplicando a su padre.
—Vale, porque me lo dices tu hija —responde mirándola y la sonríe.
—Gracias Arjen, está bien no te preocupes —dice mientras me abraza
y sonríe a su padre—. Os dejo voy a recoger la cocina, ahora os veo.
Elsa entra en la cocina, voy detrás de ella y la beso. Sé que está de los
nervios y puedo comprenderla, porque no hemos metido en un buen lio, lo
único que quiero es que se relaje.
—Voy contigo amor, ¿te ayudo a recoger mi vida?
—Tranquilo, si queréis hablar entre ellos —me sonríe.
—Paso, que entre tu padre y Mozzy hay mucha tensión.
—Como quieras —me da un beso y se pone a fregar y a limpiar la
cocina, me pego a su lado a secar, lo que friega.
—Sí que se ha puesto furioso Arjen. ¡Madre mía! espero que no haya
más problemas —habla preocupada.
—No, no creo, que los haya. Solo lo hizo para demostrarte que ahora si
está a tu lado, para hacer una labor de padre, ahora le veo muy preocupado
por eso —respondo sincero.
—¿Preocupado? Pues no tiene que demostrarme nada, vamos, digo yo
—responde seria mirándome.
—Vale, pero no te pongas así conmigo —hablo intentando calmarla.
—Claro que no amor, si no me pongo de ninguna manera bobo —Me
besa y yo la correspondo.
—Y a tu padre deja que te defienda, un tiempo que le hace ilusión, es
más creo que si te haces una herida de nada, te hace el —me pongo a
cantarla.
♪sana, sana
culito de rana
si no sana hoy
sanará mañana♪
ELSA
Veo como Neal va al armario, coge una chaqueta que suena, porque está
llena de campanillas. Nos despedimos de los demás, entramos en la
habitación.
Neal coloca le chaqueta en un maniquí y mete la tarjeta en una de los
bolsillos. Se gira y me mira sonriendo y feliz.
—Amor practica hasta que no suenen las campañillas, esto es
importante igual lo vas a tener que hacer con algún guardia, para quitarle
una tarjeta para poder pasar —al oírle decir eso, me pongo nerviosa y si se
dan cuenta.
—Vale, lo intento —me suena algunas campanillas.
Mierda.
—Paciencia amor, es normal nunca lo has hecho —sé que me lo dice
para animarme y se lo agradezco.
Pasa un par de horas, no dejo de intentarlo, estoy tan concentrada que
ni me doy cuenta de que Neal se fue, hasta que no entra de nuevo en la
habitación.
—Vida te he traído comida, ¿te apetece? —le miro con un plato, para
mi sorpresa me ha hecho tortilla.
—¡Ah! Hola —le sonrió—. Si, gracias.
—Toma espero que te guste mi tortilla de patata, pero te aviso no es
esta tan buena como la tuya. ¡Eh!
—Seguro que esta buena. —Cojo un trozo—. ¡Mmm! está muy buena
amor.
—¿Te gusta? —pregunta contento—. Me alegro amor que te aproveche.
—Gracias guapo.
Me pongo a comer, Neal se va a recoger. Cuando termino sigo
haciéndolo una y otra vez, no puedo cagarla, porque les traería problemas
a todos. Pasa un rato no se calcular cuánto, Neal entra de nuevo.
—Amor déjalo ya, vamos a dar un paseo para que te despejes, ¿vale?
Muy buena idea, necesitamos despejarnos.
—Vale Amor —le respondo sonriendo—. ¿A dónde quieres ir amor? —
le digo abrazándole.
—Vamos a ver el lago «Gaasperplas Park» —me responde
abrazándome—. Y montamos en la barca.
—Perfecto —le respondo, la verdad que sería muy bonito, pasear por
ese parque con él.
Salimos de la casa de mi padre, nos despedimos de todos. Cogemos el
coche que nos ha dejado Arjen, la verdad no puso impedimento cuando
dijimos que queríamos ir a dar una vuelta, para despejarnos.
Después de conducir unos treinta minutos más o menos, Llegamos
«Gaasperplas Park», hace muy buena tarde, el tiempo acompaña para dar
un paseo. Vamos los dos agarrados de la mano, hablando relajados sin
importarnos nada.
El parque es increíble, lleno de verde, unas flores preciosas y en medio
un lago precioso que se puedo montar en barca.
Vemos un puesto para alquilar barcas, Neal agarrado a mi mano me
dirige allí, le veo contento, alegre de estar en este sitio, tengo que confesar
que yo también después de todas estas semanas de locos, estar en el parque
con él es un sueño.
Hablamos con la persona que alquila las barcas, nos da una, montamos
Neal no me deja remar así que me relajo, miro el paisaje, pero lo mejor de
todos es que estamos solos en esta barca. También le noto que está a gusto
aquí, hablamos, reímos y lo mejor de todo dejamos de pensar en ese
maldito robo, que nos va a volver locos a todos.
Al cabo de una hora que se me ha pasado volando, Neal regresa al
muelle a dejar la barca, me ayuda a bajar y nos besamos con mucha
pasión.
Vamos caminando un rato por el parque, es un lugar superromántico y
si puedes estar en él con la persona a la que amas, no se puede pedir más,
le veo relajado, calmado. Yo me alegro porque es lo que necesita, no hace
más que su cabeza dar vueltas y eso no es nada bueno.
Después de recorrernos el parque, nos sentamos en un banco los dos
abrazados, Neal se queda pensativo unos segundos.
—Que romántico es esto, ¿verdad? —me dice dándome un beso en la
cabeza.
—Mucho la verdad. ¿Qué quieres hacer luego amor vamos a tomar
algo? —Estoy tan a gusto con él, que no quiero volver aún a la casa de mi
padre.
—Claro. ¿A dónde vamos cielo? —me mira con esos ojos azules que
me vuelven loca y esa sonrisa perfecta.
—Vamos a ese pub que vimos el otro día. ¿Quieres?
—Vale, porque no —responde mientras nos levantamos.
Vamos al pub, no es muy lujoso, pero para tomar algo no está nada mal,
es grande hay varias personas: unas jugando al billar, otras tomando algo.
Entramos Neal se va a pedir las copas, pero no antes preguntar qué es lo
que me apetece.
—Elsa, ¿qué quieres tomar?
—Un puerto de Indias.
—Vale, espera aquí.
Neal se dirige a la barra y está la típica camarera rubia guapísima, ya
estamos, como no, se le come con los ojos. ¡Uff! Pero me tranquilizo
cuando veo que coge las dos copas y viene a donde estoy.
—Toma amor, tu copa —me dice dándome un beso.
—Gracias. —Lo cojo y le doy un sorbo.
—De nada preciosa. —Veo como él también da un trago y me abraza
—. Amor, ¿te apetece bailar conmigo?
—Claro que si vamos.
Me coge de la mano, vamos a la pista donde se puede bailar tranquilos,
nos ponemos a bailar pegados mirándonos a los ojos.
—Que bien bailas —le digo arrimándome más a él.
—Ya te dije memoria fotográfica —nos reímos los dos—. Te he visto
tanto bailar, que ya casi sé.
—¡Ah, sí! —me rio sin poder evitarlo.
—Si, sabes hacía mucho que no venía a un sitio de estos —le miro y no
puedo evitar preguntarle.
—¿Y eso por qué? —le miro con el ceño fruncido.
—Estaba en... —me responde en bajito y se calla.
—¿Dónde amor?
Se acerca a mi oído y me dice. —En la cárcel amor, en la cárcel.
—Ah, es verdad lo siento. Pues ale a bailar. —Empiezo a moverme
para que él me siga y bailemos.
—¿Qué tal lo hago? —pregunta riéndose, moviéndose conmigo.
—Muy bien amor —responde dándole un beso.
—Tuve una gran maestra —me devuelve el beso.
—Gracias.
—¿Qué te apetece hacer aparte de bailar? —me pregunta mirándome a
los ojos.
—Ser tuya —le digo oído y noto como algo por dentro se remueve en
Neal.
—Cuando lleguemos a casa serás mía —me dice con una voz ronca
sexy—. ¿Sabes lo que podemos hacer ahora?
—¿Qué? —pregunto curiosa.
—¿Te apetece entrar en acción de lo practicado hoy? Mira a ese pijo —
me dice mientras señala a un tío que se le ve muy pijo—. ¿Quieres hacerle
una birlada?
—¿Quieres que le robe? —pregunto mirándole—. ¿Y qué le quito la
cartera?
—Se le ve que le sobra el dinero —contesta mirándome sorprendido—.
Pero si no quieres, ¿no?
—¿Crees que podré? ¿Qué estoy lista? —pregunto insegura.
—Si amor lo estás, vete a por su cartera, pero antes mírame no te
pongas nerviosa, solo piensa que estás en casa practicando, ¿vale? —le
miro, respiro hondo durante unos segundos.
—Lo intentaré amor —le sonrió.
—Sorpréndeme —dice dándome un beso.
Me encamino al pijo decidida, intento controlar mis nervios, cada vez
estoy más cerca de él, respiro hondo cuando llego a su lado, paso de largo
y le quito la cartera con disimulo. vuelvo donde esta Neal.
—Toma amor. —Se la doy con disimulo.
—Lo has hecho muy bien, ya eres una delincuente —me besa con
pasión y se lo devuelvo.
—Es verdad —miro al suelo—. Voy al baño amor, ahora vuelvo.
—Vale amor. —Al decirle eso, le noto que se queda preocupado, pero
se queda allí.
Me dirijo al baño casi corriendo, no quiero derrumbarme delante de
Neal, así que entro me mojo la cara para tranquilizarme. Tras unos
minutos me relajo, salgo y voy donde esta Neal.
—Ya estoy amor —digo dándole un beso.
—¿Estás bien? No tienes buena cara —me habla preocupado
—Si, tranquilo —le sonrió, aunque no con muchas ganas—. Es que me
he sentido como mi padre, soy una expolicía delincuente.
—Lo siento amor, pero tenía que pasar aquí y no en Londres. Espero
que me perdones.
—Tranquilo —le abrazo.
—Una cosa a que te refieres de sentirte como tu padre —habla con una
voz diferente, como de cabreo.
—De que soy como él, a eso me refería.
—¿Y es malo? —me pregunta conteniendo el enfado.
—Son sentimientos raros. entiéndeme amor.
—También te sentiste como yo. Amor yo también soy un ladrón y lo
sabes si te sientes como tu padre, te sientes como yo —contesta dolido.
—Pero que dices, porque te pones así conmigo —digo sorprendida.
—No me pongo de ninguna manera, pero entiende que, si está mal que
tu padre sea un ladrón, también está mal que lo sea yo, ¿no? —me aparto
de Neal—. Ven amor, no me estoy enfadando.
—No entiendo nada —digo alejándome más de él.
—¿Que no entiendes vida? —Él se acerca a mí.
—Nadie puede entender lo que estoy pasando —respondo dolida,
cabreada.
—Lo sé amor, pasas de policía a ladrón —me mira.
—Es duro, nadie puede entenderme por qué sois todos... —me callo.
—¿Qué somos qué? —pregunta alejándose de mí—. Dilo.
—Delincuentes —contesto casi en un susurro.
—¿Y? Te arrepientes —me dice serio.
—Claro, que no —respondo sincera.
Nunca podría arrepentirme de estar contigo.
—Es que parece que mides con doble sentido, si lo es tu padre malo, si
lo soy yo no pasa nada, no sé si es así, pero tengo esa sensación lo siento.
—Amor entiende, que no sé qué me pasa —responde con los ojos
tristes—. Estoy confundida, lo siento.
—Vale, tranquila. ¿Te puedo abrazar?
—Claro, que sí —contesto apenas en un susurro, porque nadie puede
entenderme.
—Lo siento amor, todo es culpa mía —dice abrazándome.
—Tuya, porque no digas tonterías.
—Por dejar que participes en el golpe, esto era lo que quería evitar —
nos abrazamos los dos fuerte—. No quería que te sintieras así.
—Se me pasará tranquilo —respondo para tranquilizarlo.
—Pero no me gusta que estés con este sentimiento —nos besamos con
amor.
—Bailamos —digo sonriéndole, que no se estropee esto por lo que
acaba de pasar.
—Si amor bailemos, pero antes quiero otra copa
—Vale, vamos a pedir
Vamos a la barra y está la misma rubia de la primera vez atiendo a
Neal, nos acercamos y pedimos las copas, mientras no lo pone me doy
cuenta como mira a Neal, así que me acerco a él, le beso con pasión con
cariño al instante él me corresponde.
Cuando nos terminamos de besar, tenemos a la rubia delante nuestra
nos da las dos copas, me mira con mala cara y se va. Yo no puedo evitar
reírme y Neal se queda sorprendido, pero se ríe también.
—¿Bailamos amor? —me pregunta con dulzura.
—Si vamos —le agarro de la mano y nos vamos a bailar.
—Me encanta bailar contigo —me abraza mientras bailamos.
—Y yo contigo, te quiero amor. —Bailamos—. Eres el mejor.
—Eso dicen, ¿no? —se ríe—. Ahora en serio, eres tú que me hace ser
mejor persona, solo quiero intentar ser lo bueno que te mereces, porque tú
solo te mereces lo mejor, de lo mejor.
—Gracias amor —le beso.
—La que tú tienes vida. —Neal deja un momento de bailar para beber y
baja media copa—. ¡Dios! Que sed tenía.
Yo le miro y le imito la verdad, que hace calor y te entra sed.
—¿Nos sentamos un poco? —me pregunta medio cansado.
—Si vamos descansemos —le digo.
Nos sentamos en los taburetes que hay en la barra y pedimos dos copas
a la camarera rubia, que apenas me mira. Las copas no tardan en ponerlas.
Cojo y le da un trago, Neal hace lo mismo le da un trago sin dejar de
mirarla me guiña un ojo, pero la camarera piensa que es para ella y se lo
guiña también y le lanza un beso
—¿Amor terminamos esto y nos vamos a otro lado? —me pregunta.
—Si vamos. —Beben los dos—. Nos vamos amor, pero, ¿dónde quieres
ir ahora?
—Claro vamos, a ver si sigue abierto un pub que conozco. ¿Te apetece
amor?
—Claro vamos. —Al oír eso Neal se levanta, me coge de la mano y
salimos del pub.
—Por cierto, en caso de que este abierto me conocen por uno de mis
viejos alias, ¿vale? No te preocupes —me dice con voz de preocupado.
—Vale, no te preocupes —respondo mirándolo a los ojos.
NEAL
NEAL
Oigo el portazo desde el salón, me extraño así que salgo a ver qué ha
pasado. No veo a Elsa y me dirijo a la habitación. Llamo a la puerta.
—Elsa, soy Neal. ¿Qué pasa? —hablo detrás de la puerta, primero
quiero saber qué ha pasado.
—Habla con tu amigo —me dice con voz temblorosa y llorando.
Al escucharla hablar así me asusta y entro sin importarme nada, sé que
le está dando uno de sus ataques y no sé por qué. Al entrar la veo
temblando tumbada en la cama sin poder dejar de llorar, me acerco a ella y
la abrazo contra mí.
—¿Qué pasa? Dímelo —digo asustado de cómo la veo.
—No quiero saber nada de Rukus, me amenazó y saco una pistola para
que le matará —sé que tiembla por la pistola.
—Pero explícame que paso. ¿Qué te dijo?
—Que no debería ir al golpe —me responde rotunda.
—Eso lo pienso yo también —digo sincero, no porque lo vaya a hacer
mal si no, porque no quiero hacerla pasar por eso, he visto cómo se puso
cuando robó la cartera a eso pijo en el Pub.
—Entonces lo entendí y quise marcharme a... Bueno a que no os pasará
nada. Entonces qué cojones hago aquí si todos pensáis lo mismo.
—Lo hacemos por tu bien —la miro a los ojos.
—Te están esperando todos, ¿qué haces? Ve tienes un robo —me dice
alejándose de mí.
—Pues no sé, intentar hablar con mi novia. ¿O es malo?, porque si lo es
me lo dices —respondo casi perdiendo los papeles.
—Pues eso que me dejo, que no debería ir.
—Repito que lo pensamos todos y te lo dije, ¿no? —la miro.
—Entonces lo entendí iba... Hacer que no os pasará nada, que no
hicierais el golpe y Rukus me amenazo y saco una pistola, para que no me
fuera —me quedo sorprendido.
—¿Tú sabes que lo hago por ti verdad? —digo muy serio—.
Respóndeme tú sabes que lo hago por ti, ¿verdad?
—Sí.
—Entonces porque te parece mal que te diga, que no quiero que estés,
si lo único que quiero es que estés bien, porque oye si no te importa lo que
hago lo dejo.
—Sigo diciendo que la única solución es entregarme, que me maten es
lo que quieren por culpa de Arjen y estaréis a salvo. Es lo mejor antes que
hacer el golpe.
—Pues no lo hacemos y morimos —respondo seco y muy serio.
—La única sería yo, los demás estaréis todos a salvo —responde
bajando la cabeza.
—Que te coja los Yakuza. ¡Eres tonta!, como pretendes que lo permita.
—Eso me hace encenderme de furia.
—Se acabarían los problemas.
—Y yo que hago sin ti —digo con un nudo en la garganta—. Con
Rukus ya hablaré, ahora me importas tú. ¿Dime que hago sin ti?
—No lo sé, mínimo vivir, pero no haré nada tranquilo. —La miro con
decepción.
—No me mires así, por favor.
—¿Cómo quieres que te mire?
—Así no, nunca me has mirado así —responde apartando la vista.
—Nunca me… bueno no lo digo, porque te quiero.
—Que vamos dilo —me reta.
—Que nunca me tocaste tanto los cojones sin temer yo la culpa, joder
que parezco encima el malo de la peli.
—Si a ti no te digo nada, solo te he dicho lo que ha pasado. —Su voz es
triste.
—¿Y qué también estaría mejor sin ti o no? Y sabes lo que me duele
que me digas eso.
—No veo otra solución, es muy precipitado el robo.
Tiene razón esto hace que cambiemos el plan y hacerlo más rápido
todo, pero no voy a permitir que se entregue, aunque sea la ato a la cama
para que no se mueva.
—Prefiero eso que estar sin ti —me abalanzo sobre ella y la abrazo—.
No quiero perderte.
—Tranquilo no haré nada.
—Tú solo hazme caso a mí, ¿vale? —la aprieto contra mí más fuerte.
—Lo haré —nos besamos.
—Nunca me dejes por favor —la digo desencajado mirándola.
—Claro que no amor —esa respuesta me tranquiliza, respiro hondo.
—Voy a hablar con Rukus, ¿vale amor? —hablo con cariño.
—Tranquilo está todo bien, la que tiene que hablar soy yo amor —me
contesta segura y sincera.
—Antes voy yo —la beso—. Tú espera aquí amor.
Salgo de la habitación en busca de Rukus, pero no tengo que irme muy
lejos porque le veo en el pasillo.
ELSA
Cuando los rayos del sol traspasan por la persiana, tomo me despiertan
con un beso, me abrazo a él y le sigo el beso. Abro los ojos aun
adormilada.
—¡Mmm! Hola —digo aún con voz de dormida.
—Buenos días, vida —me besa.
—Buenos días, amor —le devuelvo el beso.
—¿Qué tal dormiste? —Me abraza.
—Bien, ¿y tú?
—Ya sabes que a tu lado siempre duermo bien.
—Me alegra oír eso. ¿Llevas mucho despierto?
—Un rato y me quedé mirándote porque estabas preciosa —me pongo
roja.
—¡Qué vaya por dios! —me tapo avergonzada con las sábanas.
—¿Qué pasa? —pregunta haciéndome cosquillas.
—Que me da vergüenza, que me vean dormir —rio por las cosquillas
—. Para, para.
—No seas bobona, estás preciosa —ríe—. Vale pararé —saco la
cabeza.
—Bobona en serio y tu feo —le saco la lengua.
—Sabes que no —se ríe.
—¿Se abran despertado los demás? —pregunto mientras veo como se
acerca a mí y nos abrazamos.
—No lo sé, puede tienen trabajo que hacer, amor estoy pensando vamos
a desayunar fuera así pasamos el día a nuestra bola.
—Sí buena idea.
—Total como hoy, solo hemos de esperar la llamada diciéndonos a qué
hora debemos ir mañana como los joyeros.
—Vale. ¿No quieres saber cómo van los otros? —digo sorprendida.
—No me preocupan, sé que lo van a hacer bien de todas formas,
llegaremos pronto a casa. Por la noche ya hablamos con ellos. Si necesitan
algo me llamarían —me dice sonriéndome para que me tranquilice.
—Vale, pues vámonos.
Nos levantamos de la cama, nos aseamos y nos vestimos. Neal con
unos vaqueros y una camisa que le hace estar superguapo, esos vaqueros le
quedan como anillo al dedo, yo me pongo también unos vaqueros
ajustados una camiseta con escote, cuando Neal me mira se muerde el
labio.
—¡Mmm! Que guapa mi amor —se acerca a mí y me besa.
—Gracias no más que tú —digo besándolo también.
—Pero por poco.
Salimos de la casa, dando un paseo agarrados de las manos. Es un día
perfecto ni frío ni calor para ir mirando la ciudad cuando de repente Neal
ve una confitería. Entramos a desayunar tranquilos sin que nadie les
moleste, un desayuno que se me ha antojado, que a Neal le ha parecido una
buena idea un buen café y un croissant.
—¿Qué quieres hacer hoy amor? —me pregunta una vez que hemos
terminado.
—Vamos a ver el palacio real y su guardia siempre quise ver el cambio
de guardia. ¿Qué dices? —digo emocionada.
—Lo dices en serio amor —se ríe sin poder parar.
—¿Por qué no? —pregunto alucinando por su reacción.
—Que no te sienta mal, pero me parece irónico ir hoy a eso y mañana
hacer lo que vamos a hacer.
—Pues no vamos, no pasa nada. ¿Dónde quieres ir tú? —le pregunto
mirándolo.
—Si quiero ir, pero simplemente me parece irónico —responde
mirándome y me nota seria—. ¿Amor te pareció mal que lo dijera?
—No claro que no, Si tienes razón hacemos lo que quieras —le sonrió.
—No, no, vamos, así tenemos coartada. —Se ríe—. En el caso muy
hipotético de necesitarla. Me dijiste que querías ir, pues vamos además yo
también quiero ir a verlo, echamos la mañana y comemos en algún sitio de
por allí, ¿qué te parece?
—Una buena idea venga vamos.
—Pues decidido y por la tarde un paseín romántico —me besa.
—¡Oh! Sí. —y le beso—. Venga vamos.
—Como me gusta hacer planes que te hagan tan feliz —confiesa él—.
Vamos amor, ¿qué prefieres ir caminando o en taxi?
—Caminando así vemos la ciudad, que hace un precioso día.
—Perfecto.
Neal llama al camarero para pagar, después salimos dándonos la mano
y paseamos. Llegamos al palacio nos quedamos los dos alucinando.
—Mira hemos llegado. ¡Dios es precioso! —dice Neal alucinado
mirando para todas partes.
—Si lo es madre mía —digo con la boca abierta.
Nos hacemos fotos delante del palacio de Buckingham, cuando de
repente, son 10:30 y empieza el relevo de guardias la ceremonia tiene una
duración de unos treinta o cuarenta y cinco minutos. Se trata de un desfile
espectacular que tiene lugar por las mañanas, es una de las atracciones
turistas más famosas de Londres.
Los guardias van tanto en pie como a caballo con las tradicionales
túnicas rojas y sus gorros de piel de oso. Los dos alucinamos con el
protocolo, la música y la sincronización de todos los guardias.
Cuando terminan los guardias dos de ellos se quedan quietos delante de
dos casetas estilo torres, miro, mira y sonríe.
—Se supone que no se pueden mover, no amor —respondo a Neal
mientras que hago una mueca, Neal se ríe al verme hacer el tonto—. No se
mueve —Y de repente, me guiña el ojo y me rio como loca—. Se movió lo
has visto amor.
—Mira si has ligado —contesta divertido—. ¿Quieres que te deje a
solas con él?
—¡Qué no! —y le abrazo.
—Era broma amor, sé que no me vas a dejar nunca —me besa y abraza.
—Vale, vale —digo sonriéndole.
Él se ríe me abraza y le dice al guardia.
—Es mía tío —los dos se ríen y el guarda se queda con los ojos como
platos.
—Ves, amor, ya te dije que levantas pasiones.
—¿Ahora qué te apetece hacer? —le dice abrazándome.
—Pues vamos a ver el mercado tan famoso, que ahí que no me acuerdo
como se llama —digo.
—No sé qué mercado es, pero vamos —responde agarrándome de la
cintura.
—Lo vi desde la noria está cerca —le sonrió.
Nos dirigimos al mercado y vemos que es uno de los más antiguos de
Londres, que data del siglo XIV situado en el centro histórico de Londres.
—Es este amor —me dice mirándome.
—Sí, mira cuantas cosas para comprar —responde feliz me encantan
las compras.
—Si hay muchas. —Vamos dando una vuelta dados de la mano.
Damos una vuelta, compramos varias cosas para la casa alguna,
americana para Neal, algún vestido para mí y miramos la hora los 20:00,
decidimos ir a la casa de Mozzy en cuanto entramos vemos a Arjen en el
salón.
Arjen nos dice que mañana a las 10:00, debemos de estar en la
dirección donde está la corona, para dar el golpe al oír eso, me pongo
nerviosa y miro a Neal.
Neal va a la habitación a dejar unas cuantas cosas, en ese momento sale
Mozzy de una de las habitaciones con la falsificación de la corona y no
hay señales de Rukus nos mira tanto a mí como Arjen.
—Es perfecta no se nota nada —digo mirándola al detalle.
—Gracias, nuestro trabajo nos ha costado —responde Mozzy con cara
de cansancio.
—Ya veo sí —decimos los dos mirándole.
—Si nos os importa, me voy a la cama que estoy agotado por tanto
trabajo. —Mozzy se dirige a su habitación con cara de cansancio.
—Claro, descansa, buenas noches —le digo.
—Yo también me voy a acostar, que ya no tengo edad para tanto tute.
—Arjen se toca los ojos a causa del cansancio.
—Buenas noches a todos. —Elsa nota que el tono de voz de Mozzy es
más suave con ella.
Justo cuando los dos entran en sus habitaciones sale Neal y mira
extrañado de donde están los demás me sonríe.
—¿Pasa algo Neal?
—¿No por qué? —me pregunta.
—Parecía que tienes cara seria.
—Solo guardé la chaqueta y al salir no vi ni a tu padre ni a Mozzy.
¿Dónde están?
—Se han ido a dormir, estaban cansados a las diez tenemos que estar
de camino para el golpe me ha dicho Arjen —le comunico a Neal.
—Vale, prefiero estar allí a las diez para quitarlo cuanto antes del
medio. —dice pensativo tocándose la barbilla.
—Si, yo también la verdad solo una cosa pase lo que pase no te
arriesgues prométemelo —digo mirándole a los ojos.
—¿Cómo que no me arriesgue? —pregunto sorprendido mirándome.
—Si, que si sale algo mal corre huye nos veríamos en la isla.
—Tú también nos mires atrás y vete, ¿vale? —me abraza.
—Solo si lo haces tú prométemelo —le miro a los ojos.
—Claro que sí —nos dirigimos dentro de la habitación, él se separa de
mí y va al armario, saca una bolsa—. Por si acaso toma.
—¿Qué es esto? —hablo sorprendida.
—Es tu bolsa de emergencia, lleva tu nueva identidad, con Carné de
identidad y de conducir, dinero suficiente para irte en caso de que
congelen tus cuentas —me da la bolsa.
—Tú tienes una, ¿no? —respondo cogiendo la bolsa nerviosa.
—Claro mira. —Saca otra bolsa del mismo tamaño esta es negra no
azul como la de mía aun así no puedo evitar de mirarlo muy preocupada
—. ¿Por qué me miras así?
—¡Uf! La voy a cagar y temo en poneros en problemas a todos —
confieso muy angustiada.
—No las vas a cagar, yo voy a estar a tu lado, no te preocupes, ¿vale?
Todo saldrá bien —me besa con cariño
Nos cambiamos para ponernos cómodos, nos tumbamos en la cama nos
abrazamos y enseguida nos quedamos dormidos estamos agotados.
NEAL
Cuando se hace de día y entra unos rayos de sol por las persianas, me
despierto abrazado a Elsa. La miro embobado como duerme y a mi pesar
miro el reloj son las 8:30, suspiro porque me tengo que apartar de ella, así
que la doy un beso en la frente y me levanto, voy al baño a ducharme a la
media hora salgo y voy a la cama, donde ella aún duerme y le doy un beso
para despertarla.
36. El robo
ELSA
N
oto como alguien me despierta despacio, con un beso en los labios. No
puedo evitar abrazarlo contra mí porque sé que es él, sus labios son
inconfundibles para mí.
Me hago la remolona, estoy muy a gusto en la cama y más abrazada a
él. Me insiste en que abra los ojos.
—Amor despierta, dormilona despierta —me dice mientras me da
besos para endulzar el despertar.
—¡Mmm! —Abro los ojos—. Hola, guapo. ¿Qué hora es?
—Las 9:00 amor, vete preparándote para el golpe —Al oírle decir eso,
abro los ojos de sopetón.
—¡Boo! Sí —me levanto de un salto, entro al baño corriendo y en diez
minutos salgo, me peino y me pongo el vestido que compramos.
—Tranquila amor —me contesta mirándome—. Voy a hablar con el
resto a ver si esta todo apunto —me hablo dirigiéndose para salir de la
habitación.
—Vale amor —le respondo mientras me estoy pintando.
Al rato Neal entra en la habitación, me mira boquiabierto y se muerde
el labio. Yo también le miro, está guapísimo con ese traje.
—¿Amor estás lista? —pregunta sin poder dejar de mirarme.
—Si vamos, aunque estoy un poco nerviosa. —Él se acerca
y me besa.
—Tranquila no pasa nada todo saldrá bien, tu padre y Mozzy están
jaqueando el sistema de seguridad por si acaso, para que no salte y Rukus
nos espera abajo en el coche, ¿vale? —me agarra de la mano.
—Lo sé, no va a pasar nada, venga vamos abajo. —Agarrando su mano.
—¿Llevas las herramientas y la corona? —me pregunta mirándome.
—Sí —le afirmo y nos dirigimos a la puerta para salir.
—Perfecto. —Me sonríe.
Salimos de la casa, nos encontramos con Rukus esperándonos con un
BMW de alta gama Full equipo, yo me quedo con la boca abierta y Neal
sonríe. Nos montamos en la parte de atrás del coche, al sentarme no puedo
evitar ponerme nerviosa, porque sé que ya no hay marcha atrás, solo
espero que todo salga bien, si no haré lo posible para salvar al hombre de
mi vida. Recorremos el trayecto casi en silencio, Miro de vez en cuando a
Neal, le veo muy concentrado, tranquilo. ¡Dios! debería tranquilizarme yo
también, pero imposible voy a robar la corona de Inglaterra.
Llegamos a donde tienen la corona para limpiarla, antes de salir del
coche respiró hondo e intento calmarme lo mejor que puedo. Está en un
edificio oficial, es el único momento que la mueven de su sitio a ese
edificio, si no normalmente está en palacio más custodiada, pero como
deben limpiarla, para exhibirla por el aniversario de la reina. Vamos a la
entrada, nos hacen pasar por un detector de metales y las bolsas por los
rayos X.
Confirman nuestras identidades, nos llevan a una sala, a los dos
minutos aparecen dos guardias fuertemente armados, al ver sus armas me
pongo tensa intento respirar hondo. Llegamos donde está la verdadera
corona, Neal coge la corona y la pone en un soporte.
Yo no pierdo detalle de nada de lo que está pasando, Neal está de lo
más tranquilo, es como si fuera el joyero de la corona toda la vida.
Sí que es bueno la verdad.
Ahora puedo entender cuando tanto como Aitor, Rossy y Jack decían
que es un hueso duro de roer, que les costaron un montón de años pillarlo.
Aprieto los puños si no hubiera sido por ese desgraciado del Escorpión, sé
que nunca hubiera estado en la cárcel.
De repente, veo como la mira despacio sin prisa. los guardias nos miran
como empezamos nuestro trabajo de joyeros, aunque lo que noto es que
uno me mira más de la cuenta.
No sé si eso es bueno o malo, pero lo que hago es concentrarme en Neal
debo ayudarlo, nada puede salir mal.
—Páseme la lija de medio gramo y el líquido pulidor —me habla Neal,
yo lo cojo y sé lo paso.
Veo como en la lija Neal echa unas gotas del líquido, empieza a limpiar
la corona muy suavemente, cuando termina de limpiarla les dice a los de
seguridad que han de salir, porque el producto abrillantador es sumamente
cancerígeno.
Le echo un cable para que se ha más creíble, espero que sea de ayuda.
Respiro hondo, tengo que ser totalmente creíble.
—Si nos pueden traer un poco de agua, es que estoy embarazada, el
olor del líquido no es bueno para el bebé y tengo que beber.
Neal me mira alucinado, espero que no la haya cagado no sé cómo
interpretar esa mirada, pero lo que sí es cierto que los guardias se van a
por el agua. Gracias a Dios, se fueron los dos, no las tenía conmigo que se
fueran juntos.
—Pon ahí la corona falsa —me habla mientras él coge la verdadera y la
guarda.
Coloco la corona falsa en donde antes estaba la verdadera, sigue
limpiando la falsa como si nada y justo a los dos minutos entran los
guardias a la sala, yo hago como si le estuviera ayudando.
—Tome su vaso de agua señorita —Me da el vaso.
—Muchas gracias, señor. —Y bebo agua y le sonrío—. Con estos
calores no veas que mal se pasa.
Entretengo a los guardias mientras Neal hace que limpia la corona,
intento ser amable preguntar cosas, pero que no se queden mucho con mi
cara mientras que estén conmigo distraídos dejarán a Neal tranquilo,
también de vez en cuando hago como si ayudara con la corona. Cuando
pasa como una media hora de que entrasen los guardias con el agua. Neal
mira a los guardias.
—Ya está. —Neal coge la corona con cuidado y se la da a los guardias.
Ellos la miran por todos lados la corona, cuando veo que la miran
fijamente la respiración se me corta por un momento, porque si notan algo
estamos perdidos, pero enseguida se quedan conformes y respiro aliviada.
Salimos de la sala con los guardias, cierran detrás de nosotros. Se
despiden de nosotros, van a guardar la corona a la caja fuerte, nosotros
salimos por la puerta sin ningún problema. Rukus nos está esperando
fuera, pero de repente, sale uno de los guardias, Rukus se pone nervioso y
echa mano a su arma. Me pongo nerviosa y miro a Neal.
—Corre —le digo bajito para que solo me oiga Neal.
Veo como viene el guardia a nosotros, pero que hace Neal que no se
mueve. Le miro de nuevo, aunque no puedo dejar tampoco de mirar
también a Rukus, sé que tiene el arma cogida, listo para usarla, si hace
falta.
Dios nos han pillado que hacen que no huyen.
—Disculpe se le olvido la chaqueta, señorita. —Me da la chaqueta y
una tarjeta con su número de teléfono. Miro la tarjeta.
Me llamo Kevin,
llámame cuando quieras,
un beso.
NEAL
No voy a negar que me pongo tenso cuando veo que viene el guardia
hacia nosotros, porque seamos sinceros el golpe ha salido a las mil
maravillas, tanto que no ha hecho falta ni a Arjen ni a Mozzy. Pero me doy
cuenta de que lleva la chaqueta que se puso Elsa, miro a Rukus le niego
con la cabeza levemente como diciendo tranquilo no pasa nada.
—Gracias guapo, lo haré. —Le guiña un ojo—. Me llamo Elena nos
vemos guapo, que tenemos más trabajo.
¡Guau! Cómo improvisa lo lleva en las venas.
Intento calmarme porque no sé qué coño se cree ese tío, es mi chica
capullo. Veo como el guardia la sonríe embobado, nos subimos al coche.
Rukus arranca y nos vamos sin mirar atrás.
—Elsa, por qué me dices que corra si se veía que llevaba tu chaqueta,
sería sospechoso —la miro calmado y orgulloso de cómo ha actuado.
—Vi el arma de Rukus, me puse nerviosa perdona —me contesta aún
un poco nerviosa por todo.
—No pasa nada. —Le doy un beso—. Y tú Rukus que cojones ibas a
hacer puto animal, pegarle dos tiros en plena calle.
—Pensaba que se habían dado cuenta, no había visto la chaqueta —
responde mientras conduce.
—Joder Rukus pareces nuevo macho, menos mal que la vi. —Suspiro
echándome para atrás en el asiento del coche—. Rukus llévanos a un lugar
seguro.
Llegamos a un piso franco de Mozzy, Rukus se lleva el coche y entra en
la casa. Guardo la corona y me siento en el sofá a ver la tele como si nada,
mientras Elsa se va a la habitación y al ver que tarda un rato voy a la
habitación y pico.
—Sí —responde detrás de la puerta.
—¿Soy Neal?
—Pasa, pasa —me dice.
—¿Amor te pasa algo? —pregunto preocupado.
—No, ¿por qué? —me contesta mirándome.
—Porque te metiste aquí directa, pensé que te pasaba algo —le hablo
confuso
—No, perdona solo estoy nerviosa nada más
—¿Por qué amor?
—Porque joder soy policía, perdona lo era y acabo de robar. No creo
que sea raro que esté nerviosa o me encuentre mal por lo que acabamos de
hacer —me responde sincera y triste.
—Perdona tienes razón, soy un capullo. —La abrazo—. Va tranquila,
ya pasó lo peor. —La beso y ella me sigue el beso—. Mañana nos iremos
del país y todo acabara.
Nos ponemos cómodos para estar tranquilos y descansar. Los demás
aún no han regresado así que podemos estar a gusto sin que nadie nos
moleste.
—Amor sabes que tienes al de seguridad en el bote. —Me río, pero no
me gusta ni un pelo que ese tío la haya mirado así.
—Qué dices anda. —Me hace en gesto con la mano como estás loco.
—¿Que te crees que no vi la tarjeta que te dio? —Me río.
—No me seas bobo —me contesta mirándome.
—¿Por qué me dices eso? —Pongo cara tristón, pero bromeando.
—Porque sabes que no me importa, solo lo estaba entreteniendo. —
Intento no reírme sé que perfectamente no le estaba haciéndole caso.
Confió en ti pequeña.
— Estaba clarísimo que estaba ligando contigo —me rio—. Lo sé amor
solo te estoy picando un poco, por cierto, estabas guapísima con ese
vestido ¡madre mía!
—Tú también amor —me dice mirándome.
—Espero que sea con el traje, porque ese vestido no creo que a mí me
quede bien. —Me rio a carcajadas.
—Hombre claro. —Nos reímos los dos—. Estarías raro con mi vestido,
aunque se me ocurre una apuesta.
Con esa mira y esa cara de pillina me temo lo peor. Así que me
adelanto a sus pensamientos por si las moscas.
—No me voy a poner tu vestido —respondo riéndome, pero totalmente
sincero no pienso ponérmelo.
—Me has leído la mente. —Ella se ríe—. Anda será gracioso, eres un
soso yo me pondría tu ropa sin pensarlo.
—Pero si ya lo haces. —Me rio a carcajadas.
—Pues por eso. —Me saca la lengua—. ¿Sabes que te quiero verdad?
—Claro que sí. —Le guiño el ojo y la abrazo fuerte—. Ya está todo
solucionado amor, ahora estás a salvo.
No puedo evitar sentirme aliviado, ahora que está a salvo puedo volver
a respirar porque esa angustia de que podían hacerla algo, me mataba solo
la idea de perderla. Pero Gracias a que tenemos la corona podemos volver
a nuestra vida en San Francisco. A partir de ahora solo me va a importar
hacerla feliz y que nunca pierda esa sonrisa y ese brillo en sus preciosos
ojos oscuros.
—Estamos a salvo amor, aún no me lo creo. —Se arrima más a mí
buscando mis brazos, aunque no lo diga sé que está lo está pasando mal no
es fácil lo que acaba de hacer.
—Pues créelo, ahora solo preocúpate de una cosa —digo con cara de
pillín—. De mis cosquillas.
Me abalanzo sobre ella poniéndola debajo de mí y empiezo hacerla
cosquillas sé que no se puede resistir a ellas. La forma que tiene de reírse
me encanta y que decir que se remueva en mis brazos sintiendo todo su
cuerpo.
Se ríe como loca.
—Pero aún no estamos a salvo hasta que no nos vayamos, no crees —
dice con voz de preocupada.
—Si, ahora tenemos que separarnos de los demás un tiempo —la
confieso, es lo más lógico no nos pueden ver a todos juntos, debemos
dividirnos como diría el refrán «Divide y vencerás.»
—Espero que no se den cuenta del cambio —me habla mirándome
preocupada, tengo que decírselo para que esté preparada.
—Se darán cuenta de que es falsa en la próxima limpieza. —Ella se
asusta—. Pero para cuando pase eso estaremos muy lejos.
—¿Y cuándo es la siguiente? —me pregunta angustiada.
—Un año o así, la limpian una vez al año para que la reina la luzca en
el aniversario de la coronación.
—Entonces se la pondrá pronto, ¿no?
—Si eso creo —la contesto.
—¡Quééé! Lo notaran ¡Dios mío! —Ahora sí que veo miedo en sus
ojos, la abrazo para tranquilizarla.
—Confía en mí, estaremos muy lejos cuando eso pase. —Noto como el
abrazo la tranquilizado, la miro a los ojos—. ¿Mañana a donde quieres que
nos vayamos?
—Pues no lo sé, ¿y tú? —me responde encogiéndose de hombros.
—¿Hacemos eso en Edimburgo? —Bajo la cabeza triste.
—Irnos mañana. ¿Vale? —me confirma abrazándome me conoce muy
bien sabe que ese tema es duro para mí, me quedo unos segundos pegada a
ella oliendo su pelo ella es la paz que necesito.
—¿Quieres? —pregunto tímido porque para ella tampoco será fácil.
—Claro, acaso no te compre el billete —me contesta mirándome
sorprendida.
—Que buena eres conmigo amor —la digo totalmente en serio, que
vayamos a ver a Alex para mí me demuestra mucho.
—No tanto como tú conmigo. —Me mira a los ojos con amor.
—Pero... lo que vas a hacer, acompañarme a ver la tumba de... siendo
mi pareja. —La miro a los ojos sabiendo que a ella eso le mata.
—Eso lo he pensado mucho y deberías ir tú solo, ¿no crees? —dice casi
sin poder hablar.
Me quedo sorprendido por lo que me acaba de decir no me lo puedo
creer, piensa dejarme solo en serio, yo solo sé que no iría.
—Pero al menos ven conmigo a Edimburgo amor, aunque eso lo haga
solo sé que te gustaría ir a Escocia. —Mi voz es como de súplica no puedo
ir solo, simplemente no puedo y ella tiene que entenderlo.
—Si me gustaría, pero no creo que deba. Prefiero que vayas tú solo y
que yo me quede con Arjen en Ámsterdam por si no quieres que esté sola.
—Mi cara es de sorpresa, de dolor, por qué ella no esté a mi lado.
—¿Por qué? Si me dijiste que me acompañarías, que yo fuera solo
hacer eso, pero que después los dos disfrutaríamos de Edimburgo.
—Es que creo que no debería ir, vas a algo importante para ti y no para
que yo esté viendo el país, pero si están importante para ti, voy contigo,
pero no te pongas así por favor —me responde viendo cómo me pongo
cada vez más triste.
—Es que me dijiste que me ibas a apoyar en esto y me dejas solo. —Mi
voz se resquebraja por momentos, la miro a los ojos.
—No, no te voy a dejar solo, por supuesto que te apoyo.
—Tienes razón mañana nos vamos. —Me da un abrazo fuerte.
—Entiendo que no me acompañes a la tumba, ¿vale? Pero te necesito
allí para que me apoyes. —La abrazo contra mí—. No me dejes solo por
favor.
—Claro que no te dejaré solo, iré contigo tranquilo mi amor —la
abrazo más fuerte contra mí, pero al oírla decir eso me tranquilo y la miro.
—¿De verdad? —La miro triste.
—Sí —afirma sincera.
—Gracias amor. —Se me caen las lágrimas sin poder evitarlo.
—¿Por qué lloras? —me abraza.
—Porque no te merezco —La abrazó aún más fuerte contra mí—.
Gracias cariño eres la mejor, ahora más que nunca necesito todo tu apoyo
como yo te apoye con lo de tu pasado.
—Claro que sí, eso ni lo dudes, por eso iré contigo a la tumba para
darte la mano y mi apoyo.
Dios definitivamente esta es la persona que andaba buscando.
—Eso no hace falta sería muy duro para ti, bastante ya haces por mí —
le doy un beso dulce con amor.
—Si quiero hacerlo, quiero estar a tu lado, pero bueno me quedaré en el
hotel —dice mirándome.
—Vale amor estate a mi lado, te quiero con locura. —La beso con todo
el amor que tengo dentro.
—Y yo a ti. —Me acaricia el pelo, me besa—. Tendremos que
despedirnos de los demás antes, ¿no?
—Claro que si amor, no te preocupes por eso ahora durmamos lo
necesitamos.
Los dos nos relajamos, después de todo lo que ha pasado en el día. No
puedo evitar abrazar a Elsa no quiero que se vaya nunca de mi lado y
pasamos así todo lo que queda de noche dormidos abrazados en uno con el
otro.
37. Viendo a Alexandra
NEAL
C
uando entra los rayos del sol por la persiana, me despierto y me quedo
mirando a la mujer que quiero con toda mi alma. La miro dormir me
encanta cuando de repente, ella dice en sueños algo alterada.
—Te quiero Neal, no me dejes nunca —habla moviéndose mucho,
alterada y nerviosa.
—Amor, claro que no te voy a dejar bobona. —Le doy un beso tierno.
—¡Mm, eh! ¿Qué pasa? —Abre los ojos asustada.
—Nada, nada, solo que hablas en sueños amor —respondo para
tranquilizarla porque la veo asustada.
—¿Qué decía amor? —me pregunta mientras se despereza y se
despierta un poco más.
—Me decías que no te dejará nunca a saber que estarías soñando —la
acaricio la cara.
—Decía eso ahora me acuerdo. ¡Boo! —Veo que mira al suelo, algo se
me pasa no sé qué está pasando.
—¿Qué pasa amor? ¿Qué soñaste cuéntame? —pregunto totalmente
curioso.
—Que me dejabas en Edimburgo. —Se le cae unas lágrimas.
—¿Cómo que te dejaba? Explícate. —La miro algo preocupado de
verla como se le caen las lágrimas.
—Sí. —Cierra los ojos unos segundos recordando—. Que llegamos a
Edimburgo y Alexandra estaba viva, te fuiste con ella. No sé por qué soñé
eso. —Llora.
—No llores, tranquila amor. —La abrazo con cariño y la beso la cabeza
para tranquilizarla.
—Qué sueño más malo —contesta alterada, pero poco a poco en mis
brazos se empieza a tranquilizar poco a poco.
—No te preocupes, ¿vale? —Intento tranquilizarla y le doy un beso—.
Y no llores más amor. —Ella se seca las lágrimas—. Ves así mejor y más
guapa.
Ella se empieza a calmar en mis brazos.
—¡Uff! De verdad que mal lo he pasado. —Le besa.
—Espera un momento, no te muevas.
Me levanto de la cama voy al armario deprisa, lo abro busco algo en el
traje que llevaba puesto y saco del bolsillo un precioso anillo. Lo escondo
en mi mano.
—Toma, amor. —Abro la mano y ella ve el anillo.
—¿Qué es esto amor? —pregunta sorprendida mirándome con lo boca
abierta.
—Lo vi dando el cambiazo y me gusto para ti, así que lo cogí. —Temo
su reacción sé que le dije que nunca más volvería a robar.
—Lo robaste para mí. —Me mira a los ojos muy sorprendida asiento
con la cabeza—. Lo malo que no puedo ponérmelo, Gracias.
—Lo siento amor preferiría haberlo comprado, pero... no podía decir
nada en el momento. Ahora no podrás ponértelo, pero más adelante sí. —
Esta mujer cada vez me sorprende más, no se ha puesto hecha una furia
por robarlo, cada vez estoy más enamorado de ella—. ¿Te gusta amor?
—Me encanta, gracias. —Me besa con cariño.
—Me alegro que te guste. Vamos a desayunar, ¿vale?
—Si vamos. —Nos levantamos de la cama.
—¡Uff! Estás guapísima recién levantada. ¡Madre mía! eres... preciosa.
—Nunca podré dejar de mirarla, me encanta.
—Tú que me ves con buenos ojos —me responde.
La cojo de la mano, tiro para tumbarla debajo de mí, la beso la acaricio,
ella reacciona a mis caricias poniéndose la piel de gallina.
¡Uff! Dios cómo puedo amarla tanto.
—Sabes ahora mismo solo tengo hambre de ti. —Me besa con pasión.
—¡Mmm! Y yo de ti mi vida —le devuelvo el beso.
Nos empezamos a acariciar, besar sin poder evitarlo, cuando nos
queremos dar cuenta nos hemos dejado llevar por la pasión y el amor que
nos tenemos. Llegamos los dos juntos al clímax, juntos, sin darnos cuenta
ninguno de los dos, que no hemos usado protección, nos dejamos caer en
la cama jadeando sudando. Cuando pasa un tiempo y nos recuperamos nos
levantamos, nos duchamos y preparamos las cosas para irnos, cómo la he
comentado antes debemos separarnos todos por nuestro bien.
Bajamos a la cocina a desayunar o por lo menos tomar un café, justo
cuando están desayunando aparece Arjen aún adormilado.
—Buenos días, chicos —dice mirándonos, pero sobre todo a Heleen.
—Buenos días, Arjen —respondo dando un sorbo al café.
—Buenos días, Arjen. —Veo como Elsa le sonríe y me alegro por ello.
—Chicos venía a despedirme —nos responde Arjen.
—¿Te vas Arjen? Nosotros también en cuanto desayunamos —habla
Elsa mientras que se toma el desayuno.
—Si me voy, regreso a Ámsterdam con el cuadro que ha hecho Neal,
voy a hacerle una foto y cambiar la de la tumba de tu madre —la mira con
ojos de amor de padre, yo no puedo evitar ponerme triste por no haber
conocido a mi padre—. Heleen me gustaría volver a verte y de vez en
cuando hablar por teléfono.
—Claro que sí Arjen, también iremos a Ámsterdam a verte. —Él le
sonríe y ella le abraza—. Tienes mi móvil para lo que quieras.
—Y tú el mío, si necesitáis algo me avisas, ¿vale? —La abraza con
cariño y la besa en la mejilla—. Te quiero Heleen.
—Sí, tranquilo. —Le sonríe y le devuelve el beso en la mejilla—.
Gracias Arjen cuídate mucho.
Veo que le cambia la cara a Arjen, se le nota lo feliz que es en este
instante, pone una sonrisa de oreja a oreja. No es para menos es el primer
beso que le da su hija.
Se acerca a mí, me da la mano totalmente feliz.
—Y vosotros, Neal cuídamela por favor —me contesta preocupado por
ella.
—Si Arjen, yo la cuido —digo totalmente sincero
Arjen sale de la cocina después de despedirse, Elsa se queda callada la
conozco y sé que en el fondo le da pena que esté solo. Intenta disimularlo,
pero no puede me doy cuenta de ello y la miro sorprendido.
—Elsa estás empezando a cogerle cariño a Arjen —digo contento, me
gusta que se lleve bien con su padre, yo no tuve esa oportunidad.
—¿Qué tú crees? —Su cara es de sorpresa.
—Si, te levantaste, le abrazaste y le besaste —respondo mirándola—.
Si eso no es que le empiezas a querer un poco, no sé qué significa.
—Vaya no me había dado cuenta, solo quería ser amable, aunque en el
fondo me da pena que esté solo —afirma con una voz algo triste.
—Y ahora me dices que te da pena que este solo, Amor que eso es
bueno me alegro quede que empieces a quererle y preocuparte por él.
—No sé la verdad, ahora me siento mal es como se traicionará a
Roberto, pero en el fondo es mi... Padre, ¿no?
—Otra vez con eso que no le estás traicionando, seguro que él estaría
muy contento de esto y estaría mucho más contento sabiendo que tú eres
feliz. Yo daría todo por poder hablar con mi padre y mi madre —hablo
triste de pensar en no tenerlos al lado, hubiera sido todo muy diferente en
eso estoy seguro. Aunque pensándolo bien no sería quien soy, vale a veces
se echa de menos lo reconozco.
—Lo sé amor, sé que querrías estar con ellos. —Me abraza.
—Amor nos tenemos que ir ya, venga, termina —salta contento.
—Si vamos. ¿No nos despedimos de Mozzy ni de Rukus?
—Si ahora. —La beso.
Terminamos de desayunar y recogemos. Bajamos las maletas a la
puerta, vamos a la habitación de Mozzy y ya no está. Rukus pasa con una
bolsa de deporte.
—Bueno pareja, me voy —habla Rukus sonriendo—. Y ya sabéis para
lo que necesites nos llamáis y cuidaros, ¿vale?
—Hola, Rukus, cuídate. —Elsa se acerca a él y le abraza.
—Elsa córtate un poco no, que Neal se puede poner celoso. —Se ríe
dándola un abrazo—. Por cierto, hable con los Yakuza todo está bien nadie
irá a por vosotros.
Los miro y me rio.
—Anda Rukus que dices y gracias por los Yakuza te debo una grande
—contesto mientras Elsa se acerca a mí.
—No pasa nada, No me debéis nada me voy que tengo cosas que hacer.
Rukus sale por la puerta y se monta en un todoterreno negro, lo miro
como se aleja, noto como ella se queda pensando, daría lo que fuera por
saberlo en este mismo momento.
Nos quedamos solos en la casa, llamamos a un taxi para que nos lleve
al aeropuerto. Estoy muy nervioso y preocupado por él viaje, va a ser muy
duro y lo sé. Nunca más he vuelto desde que enterré a Alex. Elsa me
abraza supongo que habrá notado mis nervios, se queda a mi lado dándome
su apoyo y se lo agradezco en el alma, porque la necesito.
Llega el taxi, nos lleva al aeropuerto de Londres-Heathrow que está
situado al oeste de Londres. Entramos en el aeropuerto y nos dirigimos a
sacar los billetes para Edimburgo, Vamos a la ventanilla donde se saca los
billetes porque los que me regalo Elsa se quedaron en San Francisco,
vamos a ver si podemos hacer algo.
Llegamos a la ventanilla sé que siempre hay cancelaciones de última
hora, así que esperamos por si tenemos suerte y podamos coger dos
billetes. En la ventanilla se encuentra una chica joven, guapísima y
pelirroja. Me fijo como la mira Elsa, pero aun así me dirijo hablar con
ella.
—Hola, buenos días. ¿Tiene dos billetes para Edimburgo?
—Buenos días Sr, si tenemos una cancelación —dice mirándome
embobada—. Me ha dicho dos, verdad.
—Sí, dos por favor —afirmo amable.
—Han tenido suerte hay dos billetes disponibles. —Me mira
sonriéndome—. Tome Sr son 1.555,21 Libras. —Mentalmente cálculo en
euros y son 1.800 euros.
—Aquí tiene, muchas gracias, Jessica —hablo leyéndola la placa de
identificación.
—De nada guapo. —Me pone una de sus mejores sonrisas.
—¿Cuándo sale el vuelo? —le pregunto.
—Dentro de dos horas Sr.
—Muy amable guapa. —Le sonrió y se dirijo a Elsa que me está
esperando con las maletas sentada en unos asientos—. Amor tiene los
billetes en dos horas sale el vuelo.
—Qué bien amor. ¿Y ahora qué hacemos?
—Esperar. —me rio—. Demos una vuelta que no quiero que mates a la
azafata por cómo me mira.
—Si será mejor, además pelirroja ¡ufff! Si la pillo.
—Para amor sabes que solo pienso en ti. —La beso con amor y ternura.
—Lo sé, pero eso de ver que es pelirroja mala me ha puesto —responde
mirándome y devolviéndome el beso.
—¿Pero por qué? —pregunto confuso.
—Porque te comía con la mirada y me confesaste que te vuelven loco
las pelirrojas —me contesta mirando a la azafata.
—No te preocupes por eso, ahora solo me gusta y me pone una morena,
expolicía y un poco delincuente. —Me rio dándola un beso.
Pasan las dos horas, anuncian que el vuelo a Edimburgo saldrá en unos
minutos, así que se nos dirigimos al avión. Subimos Noto como Elsa se
pone nerviosa sé que no le gusta nada volar, la abrazo para tranquilizarla.
Nos sentamos los nervios de ella están peor no para de mirar por la
ventanilla.
—Que poco me gusta volar, ¡ufff! —me confiesa y la beso.
—Tranquila solo será hoy y de vuelta a San Francisco, a nuestra casa.
—La cojo de la mano.
—Que ganas tengo de estar en casa y hacer nuestra vida. —Me abraza
fuerte.
—Sí —confieso y nos besamos.
El vuelo es tranquilo, aunque Elsa disimule, sé que lo está pasando mal
así que la entretengo como puedo, cuando está más tranquila la acurrucó
contra mí, se queda dormida y la dejo dormir. Al cabo de una hora y media
llegamos a Edimburgo y una vez que hemos aterrizado la despierto con
mucha suavidad.
—Amor, despierta. —La beso suave.
—¡Mmm! —Me mira—. Hola, ¿qué pasa? —me responde adormilada
un poco.
—Ya hemos llegamos amor, acabamos de aterrizar. —La acaricio la
cara con cariño.
Salimos del aeropuerto, la llevo agarrada de la mano, necesito notar
que está a mi lado. Alquilamos un coche, después de un par de horas
conduciendo, llegamos a un pueblo precioso con un gran castillo.
—Que paisaje más bonito. —Ella mira por todos lados impresionada
por el paisaje.
—Sí —afirmo con un gesto triste recordando cosas.
—¿Estás bien? —me dice preocupada de cómo me ve.
—Estoy bien de verdad, solo que me vienen muchas cosas a la cabeza.
Pisar este sitio me trae tantos recuerdos, era uno de los lugares
favoritos de Alex y el mío también. Aquí mismo la iba a pedir que se
casara conmigo. ¡Joder! Porque me duele tanto después de tantos años
ahora estoy con Elsa la mujer más maravillosa del mundo.
Sin embargo, estoy aquí temblando por los putos recuerdos que tengo
con Alex, es que siempre que podíamos nos escapábamos aquí, si Elsa se
entera que la llevó al mismo hotel no sé cómo se lo tomaría.
¡Dios! Si pierdo a esta mujer no sé lo que haría.
No puedo evitar mirar a los lados y es ver a Alex como si estuviera
viva, tenía toda la vida por delante y se la quitaron.
—Tranquilo amor, ¿vale?
—¿Qué te parece este hotel? —preguntando señalando el hotel que es
en plan casa rural.
Perdóname, pero es el único que hay por aquí.
—Perfecto amor —me responde mirando el hotel.
El hotel es de varias plantas, se puede ver dos chimeneas, en el tejado
es negro, la fachada es blanca con un porche en la entrada con bancos para
poder sentarse, la verdad es que el edificio es precioso y acogedor rodeado
de hierba y árboles.
Aparcamos el coche, nos dirigimos a dentro en busca de una
habitación, enseguida nos la dan y subimos a la segunda planta para dejar
nuestras cosas.
—¿Dónde quieres ir amor directamente al cementerio o nos quedamos
aquí un rato? —me pregunta mirándome a los ojos.
—Vamos, al cementerio así lo hago contra antes —hablo apenas sin
poder hablar.
—Pues vámonos amor. —Me abraza.
—Toma conduce tú, por favor —la hablo entre lágrimas sin poder
evitarlo.
—Tranquilo amor. —Y coge las llaves—. Guíame.
Salimos del hotel y montamos al coche. Elsa arranca, la guio solo
hablo para indicarla, apenas puedo pensar estoy en shock no he regresado
aquí desde que la enterré y aún no sé qué cojones pasó. Al cabo de unos
veinte minutos llegamos a un cementerio pequeño e íntimo.
Aparcamos al lado de la puerta del cementerio, salimos del coche Elsa
me da su mano y entramos en el cementerio, voy mecánicamente hacia la
tumba de Alexandra, solo he venido una vez es como si mi mente y mi
cuerpo lo recordarán, porque sinceramente voy por inercia.
Cuando estoy a unos metros veo el mausoleo de Alex, me paro en seco
no puedo dar un paso hacia delante, noto como Elsa tira de mí para que me
acerque.
Cuando llego me derrumbo, me pongo de rodillas, toco la foto que puse
de Alexandra y rompo a llorar. Dios cómo puede doler tanto, era una
persona tan importante y no sé cómo ha llegado acabar así.
La juró una y otra vez en silencio, pienso averiguar qué cojones pasó.
Miro a Elsa que tiene cara de preocupación y la entiendo quería evitar a
toda costa que me viera derrumbado por Alex.
—Tranquilo amor, estoy aquí contigo. —Me mira triste, me intento
levantar, pero me tiene que ayudar según me levanto me abrazo a ella
fuerte—. Tranquilo amor.
—Gracias Elsa, gracias, no sé cómo agradecerte esto —digo llorando
derrotado.
—Mira la he comprado rosas, pónselas y no tienes que agradecerme
nada —me responde Elsa.
—Gracias amor. —Cojo las rosas, me agacho y se las pongo.
—Aquí no me llames así, es una falta de respeto, por favor, ¿quieres
estar un rato solo? —me pregunta afectada de verme así.
—Si, déjame cinco minutos por favor, Elsa. —lloro desconsolado.
—Tranquilo tómate el tiempo que quieras, te veo fuera. —Veo como
mira al suelo y sale del cementerio para el coche.
A los casi diez minutos, salgo limpiándome las lágrimas, pero es inútil
entro en el coche donde ella me espera.
—¿Estás bien? —habla preocupada.
—No, gracias —digo limpiándome las lagrimas
—¿Nos vamos o quieres volver a entrar? —me pregunta.
—Vámonos por favor, no aguanto más —digo sincero.
Elsa arranca, nos alejamos del cementerio en todo el camino no digo
nada, solo mirando por la ventanilla, con la mirada perdida. De vez en
cuando noto como me mira y pone de cara como si el corazón se le
estuviera rompiendo en mil pedazos.
Llegamos al hotel, me quedo en el coche sin reaccionar, sentado,
pensativo entonces Elsa me saca del coche.
—Amor ve a la habitación y échate un rato. ¿Vale? —me habla
dándome un abrazo y me lleva a la habitación.
—Vale. —Me dejo guiar por ella, entramos a la habitación.
—Dime algo me estás asustando. —Nos sentamos los dos en la cama.
—Lo siento, de verdad. —Es lo único que logro decir.
—Creo que deberías dormir, yo me iré a dar Una vuelta y te dejo
tranquilo. —Me doy cuenta como se la cae lágrimas, pero se aparta para
que no las vea.
—Elsa, espera.
—¿Qué Neal?
—No quería que me vieras así, perdona —hablo destrozado.
—Tranquilo.
—¿Te pasa algo? —Veo sus ojos rojos.
—No, nada. —Aparta la mirada.
—¿De verdad? porque tus ojos dicen otra cosa —digo triste.
—Si estoy bien, duerme te vendrá bien. —Se dirige a la Puerta casi
corriendo—. En un rato vengo.
—Vale —digo tumbándome en la cama y quedándome dormido
enseguida estoy hundido.
38. Visita inesperada
ELSA
Dejo a Neal en la habitación tengo el corazón roto, verle así por ella no
me ha servido de mucha tranquilidad, la verdad de lo único es para
comprobar lo mucho que la quería, bueno quiere aún a esa mujer y no
puedo evitar pensar que no sé qué hace conmigo, lo importante ahora es
que descanse y se relaje le vendrá muy bien.
Porque lo que es para mí no creo que pueda tranquilizarme, la imagen
de Neal llorando arrodillado en la tumba de Alexandra, no puedo
quitármela de la cabeza, nunca le había visto así, es cierto que no estamos
juntos desde hace mucho, pero pensaba que le conocía un poco, estaba
equivocada.
Aún la ama y eso me destroza por dentro.
Elsa querida tú quisiste que lo hiciera ahora no te hagas la mártir, me
digo a mí misma ya sabías que la ama él mismo ya te lo dijo. Aunque es
verdad lo que me dice mi conciencia duele y mucho
Llego al bar del hotel, me siento en la barra no hay mucha gente
hospedado en el así que puedo estar tranquila tomando una copa mientras
Neal descansa en la habitación. No me había detenido a mirar al camarero
que está detrás de la barra y se acerca a mí.
—¿Qué quieres tomar preciosa? —Levanto la vista y veo un chico
bastante guapo, rubio y con unos ojos verdes esmeralda
impresionantes.
—Un Puerto de indias, por favor —le digo mientras no dejo de llorar.
Mientras me prepara la copa, me doy cuenta de que no deja de
mirarme, pero ahora mismo no estoy para tonterías no es uno de mis
mejores días, así que no le hago nada de caso y me pongo a pensar en mis
cosas.
—Aquí tiene. —Me da el gin-tonic el camarero—. ¿Qué le pasa si se
puede saber?
—Gracias. Nada, nada. —Le doy un trago grande.
—No se preocupe todo tiene arreglo —me responde el camarero
mientras friega los vasos.
—Gracias. —Le doy otro trago a la copa.
—De nada guapa —me guiña el ojo.
De repente, aparece en el restaurante un hombre de unos 50 años, pelo
canoso y muy bien vestido. Se pone al lado mío, pero yo no me doy cuenta
estoy tan metida en mis pensamientos que no sé lo que pasa a mi
alrededor.
—Disculpe, que la moleste —me habla el Hombre.
—¡Eh!, sí. —Me saca de mis pensamientos y le miro.
—¿Conoce usted al Sr Cafreey?
—¡Qué! ¿Por qué? —Me asusto y me pongo alerta.
—Soy el Sr Gerard.
—¿Y qué quiere? —respondo seria, no me da buena espina este tío.
—Soy abogado y tengo una cosa para el Sr Cafreey —me contesta
mirándome.
—¿Qué es? —pregunto preocupada.
—Es un video, que una cliente me dio orden de que le entregase al Sr
Cafreey. —Me mira, qué mal suena.
—¿Qué y por qué tengo que conocerlo? ¿Quién es el cliente? —
pregunto con la mosca detrás de la oreja, cada vez me fío menos de este
tío.
—Porque la vi bajar de un coche con él y me imaginé que lo conoce.
—Si, le conozco sí, pero tiene que decirme quien es la cliente.
—Soy el abogado de la señoría Alexandra McQueen, era el abogado,
mejor dicho. —Tardo unos segundos.
—Deme el video yo se lo daré —respondo seria.
—Lo siento, se lo tengo que entregar yo —me dice tajante el abogado.
—Ahora está durmiendo espere un rato, ya que no se fía de mí —me
bebo la copa.
—No es eso, tengo ordenes específicas de entregar este video al Sr
Cafreey en mano, llevo buscándole desde que mi clienta falleció.
—Lo entiendo, pues espere que descanse.
Me termino la copa y pido otra copa al camarero me la pone.
—Gracias. —Le sonrío al camarero.
—Gracias señorita, disculpe las molestias, por supuesto está invitada a
las dos copas. Aquí le dejo mi tarjeta, cuando despierte que me llame por
favor.
—Tranquilo le llamará. —Bebo un buen trago.
—Muchas gracias y disculpa las molestias —dice el abogado
marchándose.
—Un video de ella ¡Diossss!, lo que faltaba.
Mientras me guardo la tarjeta, pienso que debería decírselo ya. Aunque
algo feo me huelo de ese tipo, nunca mi instinto me ha fallado, tendremos
que estar alerta por si acaso. Voy a decírselo ya, porque si es de Alexandra
es importante para él. Así que termino la copa y me subo a la habitación a
despertar a Neal.
Abro la puerta y le veo aun dormido, pero se mueve mucho seguro que
ha dormido muy mal. Cuando le oigo hablar en sueños, está diciendo Elsa
te quiero y nunca te dejaré mi amor, me sorprendo, voy rápido a donde
está y le abrazo.
—Amor, aquí estoy —le digo tranquila abrazándole contra mí.
—¡Mmmm! Elsa —responde abriendo los ojos aún dormido.
—Si, si, aquí estoy —afirmo cariñosa.
—Amor mío. —Me abraza fuerte contra él—. ¿Qué te paso antes
amor? porque lloraste y no me mientas que te vi —me dice arrimándome
más a él.
—Amor eso no importa, tengo algo importante que decirte —hablo sin
rodeos, respiro hondo porque sé que va a alucinar y ese tío no me da buena
espina.
—Claro que importa. ¿Qué te pasó? —responde sin dejar de abrazarme
—. Saber lo que te pasa es lo más importante para mí.
—En el bar un hombre me dio esto. —Le enseño la tarjeta—. Es el
abogado de Alexandra, dice que tiene un vídeo. Llámalo me vio contigo
antes saliendo del coche.
—¿¡El abogado de Alex!? —pregunta mirándome sorprendido, sin
entender nada, la verdad es que ni yo sé lo que está pasando.
—Si de Alexandra. Dice que lleva buscándote todos estos años,
llámalo. —Estoy nerviosa porque no sé qué pensar.
—Pero... ¿Un video sobre qué? —habla extrañado.
—Eso no lo sé.
—Dame el número que le llamaré. —Le doy la tarjeta—. Pero antes
explícame, ¿qué te pasa? Desde que salimos del cementerio estás muy
rara. —Veo que me mira triste sin entender nada.
—Entiéndeme es duro para mí verte así por ella, pero lo entiendo por
eso no quería decirte nada, ni que me vieras —confieso con un dolor en el
pecho, de ver cómo quiere a esa mujer.
—Lo siento, amor —habla dolido.
—Es alguien importante de tu vida y es normal —digo sin poder
mirarlo.
—Era importante como ahora lo eres tú, quiero que sepas que te quiero
y que siempre estaré contigo, porque no quiero estar con ninguna otra
persona que no seas tú —me contesta con lágrimas en los ojos.
—Yo nunca he sentido eso por nadie salvo contigo, pero quiero que
sepas que Alexandra es parte de tu vida y me alegro. —Le abrazo—. Lo sé
amor tranquilo.
—Vale. —Me abraza fuerte contra él como si quisiera jamás soltarme.
—Entramos las dos en tu corazón así que llama al abogado.
NEAL
Veo como Elsa sale de la habitación, no puedo evitar dar vueltas nervioso
como un león enjaulado, no hago más que dar vueltas si hago bien o mal
en esperar a ese abogado de tres al cuarto, mi sexto sentido me dice
PROBLEMAS.
Pero lo que verdaderamente me duele y me parte el alma es el dolor
que estoy causando a Elsa, sé que todo esto la está destrozando, si yo
estuviera en su lugar estaría ¡uf!, no quiero ni pensarlo.
A los diez minutos de salir Elsa, llaman a la puerta y me paro en seco.
Respiro hondo al oír la puerta, me miro al espejo tengo un aspecto de
cansado, aunque he dormido antes, pero aun así estoy agotado
anímicamente todo esto no tiene sentido. Me acerco a la puerta.
—¿Quién es? —pregunto serio, por la verdad sé quién cojones es,
pero me hago el interesante.
—Soy el abogado de Alexandra —responden detrás de la puerta.
Abro la puerta y con cara serio le digo.
—Pase, pase.
—Gracias Sr —contesta el abogado entrando a la habitación.
—¿Qué es lo que quiere? —pregunto serio mirándolo.
—Llevo buscándolo mucho tiempo —me responde mirándome, le
noto algo nervioso que tramara.
—Pues aquí me tiene —contesto con voz de cabreo porque no entiendo
nada.
—Alexandra me dijo que, si le pasaba algo, que le diera este vídeo en
la mano. — Veo como saca el video de una maleta y me lo muestra—.
Tome.
—Pero yo no sabía que ella tenía un abogado —digo cogiendo el
video desconfiado.
—Pues me contrató unas semanas antes de fallecer, le dejo que vea el
video en privado —habla mientras se va a la puerta.
Me quedo mirando como se gira para irse, no puedo dejar que se vaya
así que pienso rápido, tengo que saber la verdad son muchos años pasando
un infierno, el remordimiento de no saber que paso me está volviendo loco
sé que la pobre Elsa no tiene la culpa que debería hacerlo por ella, pero
para pasar página antes tengo que saberlo.
—Esto es muy raro. ¿Ella le contrata para que me entregue el video si
le pasa algo y poco después muere? —pregunto más serio de lo normal no
entiendo nada de nada.
—Si, es lo que pasó de verdad —responde algo nervioso evita
mirarme a los ojos.
Chaval me estás tocando los huevos algo me ocultas.
—Me está ocultando algo —digo en tono serio.
—¡Nooooo!, de verdad. —Pongo el video, mientras a este abogado le
cuesta mantener el tipo habla muy nervioso—. No sé qué es ese video, se
lo prometo.
En el video sale Alexandra en un almacén abandonado, sentada y
atada en una silla dice que, si estoy viendo el video, es que ella está
muerta que el golpe de las Vegas se puso muy feo, que no entiende que
salió mal, tiene miedo que la pase algo no me dice nada porque me conoce
y no quiere que la lie, me da la libertad y su aprobación para conocer a una
buena mujer, que desea que sea feliz.
Termina el video. No he podido dejar de llorar en todo el video, me
limpio las lágrimas, le indico al abogado que se vaya no de muy buenas
maneras.
Ver a Alex en el video me ha roto en dos, mi respiración es acelerada
y mi corazón se me sale del pecho, tengo que respirar profundo para que
mis pulmones se llenen de aire. No entiendo nada de porque me dice esas
cosas en el video, pero está claro que ese abogado, no dice la verdad, él
sabe más de lo que cuenta así que tengo que llegar al fondo del asunto.
Pero lo primero de todo debo relajarme estoy en un ataque de nervios,
Elsa no me puede ver así bastante está pasando la pobre. Me tomo unos
minutos respirando hondo relajándome poco a poco, voy al baño y me
mojo la cara para bajar a buscar a Elsa.
Ella ya bastante está pasando, viéndome destrozado por mi prometida
fallecida, me regaló el venir aquí a verla lo que menos que debo hacer es
estar entero y hacer que ella sea feliz. Todo el camino al restaurante donde
seguro se encuentra ella no dejo de darle vueltas al video y a ese tipo, al
entrar veo a Elsa sentada en una mesa bebiendo un puerto de indias.
Al no verme decido ir a la barra como un loco necesito un buen trago,
para aclararme las ideas y poder pensar, aunque suene irónico dar un buen
trago me ayuda a pensar.
—Hola, que puedo servirte —me dice el camarero.
—Bourbon doble sin hielo —respondo más serio de lo que se merece,
pero ahora mismo ese es el menor de mis problemas.
—Enseguida —contesta amable me prepara la copa y le doy un buen
trago.
Veo por el rabillo del ojo como Elsa se termina la copa, se levanta y
viene a la barra. Ni se da ni cuenta que estoy al lado de ella por lo que veo
a bebido más de la cuenta y la está pasando factura.
Y todo esto es culpa mía.
—Un puerto de indias por favor.
—¿¡Elsa!? —digo suspirando porque me duele verla así de mal y más
porque es culpa mía.
—¿¡Neal!? —Se acerca a mí y me abraza con cariño—. ¿Estás bien?
—Mejor que tú. —La agarro por qué se tambalea—. ¿No te dije que
no bebieras más?
La miro verdaderamente preocupado no quiero imaginarme que está
pasando por su cabeza, por suerte no es como yo si no ya hubiera hecho
alguna estupidez y lo estaría lamentando.
—Perdona. —Me suelta y la miro veo que el brillo de sus ojos se ha
apagado y me odio por ello.
—Vamos, a la habitación anda —hablo calmado sonriéndola.
—Sí, pero tu copa y mi puerto de indias —me dice dándole un trago.
La quito la copa con delicadeza mientras la miro a los ojos, la levantó
y la arrimo a mí no puedo dejar de mirarla cada vez la amo más.
—Tú no estás para beber más cariño —le digo con cariño abrazándola.
—Vale, pero no te enfades conmigo. —Me mira con lágrimas en los
ojos.
—No amor, sabes que nunca lo haría.
—Quédate si quieres, tomándote la copa y yo me voy a la habitación.
¿Vale? —Se levanta e intenta ser fuerte.
—No, no quiero estar más tiempo solo. —Me levanto y me pongo a su
lado.
—¿Has visto el video? —Se nota que le ha costado preguntármelo, la
abrazo necesito que sepa que la amo más que nada en este mundo, más que
a mi propia vida.
—Si, pero vamos a la habitación y te lo cuento allí. ¿Vale? —La cojo
de la cintura.
Llegamos a la habitación apenas hemos hablado en todo el camino,
pero no la he soltado en ningún momento de la cintura, me moriría sin esa
mujer a mi lado.
Nada más entrar nos ponemos cómodos para estar en la habitación,
veo como ella se quita la ropa con dificultad y se pone una camiseta mía.
Adoro que haga eso así que la miro con ternura.
Me pongo unos pantalones del chándal, una camiseta de tirantes y me
siento en la cama.
—¿Qué era el video amor? —Se sienta a mi lado y me mira para que
la conteste.
—Alex me decía que el golpe en el que me pillaron, que se puso muy
feo, tenía miedo quede que la pasara algo, pero no me lo quería decir
porque sabía que haría alguna locura —respondo apenas sin poder mirarla
a la cara.
—¡Quééé! ¿¡Espera sabía que la vigilaban!? —dice sorprendida.
—Por lo visto sí, no sé esto es muy raro cada vez sé menos sobre lo
que pasó —respondo mientras me tapo la cara con frustración y tristeza.
—Puedo ayudarte. —Veo que me lo dice sincera, que estará pensando.
—¿¡Como... que me puedes ayudar!? —La miro sorprendido.
ELSA
—Si veo el video puede que nos pueda servir para encontrar algo,
vamos si quieres.
Se levanta, va a donde tiene el video y me lo pone. Veo que dice
exactamente lo que me ha contado Neal, por supuesto veo el final lo que
quiere que sea feliz con otra mujer, le miro asustada ¡Dios mío!
—¿Qué pasa amor? —Me mira sin entender nada.
—Espera, rebobina —digo mirándole con los ojos abiertos—. Creo que
he visto algo, no estoy muy segura.
—¿Qué has visto? —pregunta asustado poniéndose blanco.
—He visto algo.
Me acerco a ver el video mejor, en una imagen puedo ver que los ojos
de Alexandra miran al lado y en sus ojos se puede ver a alguien.
—¿Qué pasa? —me pregunta desesperando y supernervioso.
Lo reconozco.
—Amor Alexandra no estaba sola y sé quién está con ella. —Tiemblo
sin poder evitarlo.
—¿Quién es? —pregunta serio apretando los puños.
—El... Es...corpión fue quien la mató —respondo temblando muy
asustada.
—Yo no veo nada —me dice acercándose y mirando.
—Fíjate bien no tengo duda —me callo—. Pero todo es muy raro.
—¡JODERRRR! —pega un grito dándole un puñetazo a la televisión,
se pone a llorar su mano le sangra por el golpe, me asusto y me aparto de
él—. Primero la mato a ella y después quiso acabar contigo.
—Neal me asustas, nunca te he visto así de furioso, tranquilízate. —-
Le miro muy asustada, no sé cómo calmarlo.
—No entiendo nada. ¿Por qué? —dice aturdido, furioso.
—Si lo se me callo, es que he visto muchos videos en comisaría y sé
ver cosas que nadie ve, pero lo siento —me pongo a llorar.
¡Dios, duele! Ni cuando me dispararon se puso así, sí que la ama con
locura nunca ese amor podrá ser el nuestro. Me quedo callada sin saber
qué hacer ni cómo actuar.
—Primero ella y después tú, porque a las dos mujeres de mi vida la
quieren matar con Alex lo lograron y contigo casi. Todo es culpa mía —
responde tapándose la cara llorando desconsolado, lo único que puedo
hacer es abrazarlo.
—Ya no puedes hacer nada, está muerto y no digas eso amor no es
verdad no es culpa tuya —digo abrazándolo para que sepa que estoy a su
lado.
—Porque hasta después de muerto, sigue dando por el culo —
responde muy frustrado.
—Eso es lo que me extraña. ¿El abogado no te suena de nada? —le
miro pensando.
—No. ¿A ti sí? — me dice curioso.
—A lo mejor he visto mal, lo siento —digo casi cayéndome al
sentarme a la cama, no voy nada bien—. No digo que sea él, pero un
hermano o algo, no sé amor voy muy mal no sé lo que digo.
—Durmamos, ¿vale? Mañana analizas el video y me dices mejor. —
Me abraza.
—A lo mejor he visto mal, perdona —contesto abrazándome fuerte a
él.
—No tranquila, por eso quiero que lo hagamos mañana, que
estaremos descansados y no estaremos bebidos. —Me aprieta con él
demostrándome que me ama más que nada.
—Lo siento, lo siento, no era mi intención ponerte así.
Me separo de él, sin poder mirarlo a la cara me duele tanto verlo mal,
ya no puedo soportar más que este así, debí quedarme quieta con el asunto
de Alex, pero sé que le vino bien ir a verla lo malo es este abogado que
algo está tramando porque este video no es normal, tengo que verlo mejor
cuando esté más despejada. Me tumbo en la cama noto como me mira.
—No es culpa tuya. —Se tumba a mi lado—. No quiero que pienses
que es culpa tuya. ¿Vale? Porque no lo es.
—Espero que este equivocada. No quiero verte así —respondo sincera
abrazándolo.
—Ahora durmamos, no le demos más vueltas. ¿Vale? Mañana lo
solucionaremos —me dice dándome un abrazo con cariño.
—Abrázame y no me sueltes por favor. —Mi voz es de súplica, no
quiero separarme de este hombre.
Neal me abraza y medio llorando se queda dormido en mis brazos,
pero me quedo despierta. Cuando veo que está profundamente dormido,
con cuidado me separo de sus brazos para no despertarlo.
Me levanto voy a la tele, quito el sonido y veo el video examinándolo
una y otra vez todo lo que queda de noche. Cada vez estoy más convencida
de lo que le dije a Neal el Escorpión tiene que ver con su muerte.
Noto como se despierta, me imagino que es por el brillo de la tele, se
levanta y viene a donde estoy. Me abraza por detrás. Me dejo abrazar estar
en sus brazos es como mi hogar, mi refugio.
—¿Amor que haces? —habla con voz de dormido.
—No he podido dormir en toda la noche —le confieso mirándolo a
los ojos.
—¿Has estado toda la noche viendo el video? —pregunta preocupado
por mí.
Miro al suelo y suspiro.
—Fue el Escorpión quien mató a Alexandra, pero tenía un cómplice y
no sé quién es, lo siento.
Noto como se pone tenso, me mira suspira hondo y aprieta los puños.
Pero aún no sabe lo peor, se lo tengo que decir cuanto antes debe saberlo,
aunque le duela como mil cuchillos clavándose en el cuerpo. La verdad yo
estoy así para qué negarlo, tengo el corazón roto en mil pedazos, pero
tengo que ser fuerte por él, no puede verme derrumbada.
—¿Cómo que tiene un cómplice? —Me mira confundido, sin
entender nada.
—Te puedo asegurar que el abogado miente, porque según término el
video la... lo siento —digo sin poder terminar la frase, se me caen unas
lágrimas.
—¿Qué pasa amor dilo? —pregunta nervioso.
—La mataron. —Me tapo la boca y empiezo a llorar.
—¿¡QUEE!? —grita separándose de mi muy alterado y furioso.
—Ella sabía que iba a morir, lo sé por lo último que dijo se despedía
de ti. —Veo como se pone una chaqueta—. ¿Dónde vas?
—A por el abogado.
Voy rápido hacia la puerta, me pongo en medio, para que no salga así
de nervioso puede hacer una locura y es lo que menos quiero que haga, así
que intentó tranquilizarlo antes.
—Voy a sacarle las cosas a ostias si hace falta y después iré a por el
cómplice.
Nunca le he visto así de furioso, tiembla y aprieta los puños fuertes.
Si no le conociera hasta me daría miedo estar enfrente de él.
—Tranquilo, déjame que hable yo con él por favor. —Intento que entre
en razón.
—Voy a matar a todo que tenga algo que ver con lo que le pasó a
Alex.
Me da un empujón apartándome bruscamente de la puerta, me quedo
llorando sentada en la cama y abre la puerta, pero antes de salir me dice
sin mirarme.
—También a toda persona que sepa lo que pasó en las Vegas va a
morir.
Sale de la habitación dando un portazo, me quedo paralizada unos
segundos, pero enseguida reaccionó, me visto y salgo corriendo en busca
de Neal.
Tengo que evitar que haga una locura ¡Dios mío!
40. Tortura
NEAL
B
ajo lo más rápido que puedo, supongo que ese abogado del tres al
cuarto se abra quedado a dormir en este hotel, no puedo permitir que se
largue sin saber lo que pasó de verdad y aún más porque sé que me está
mintiendo.
Justo cuando llego al vestíbulo, veo al abogado saliendo por la puerta
del hotel, sin dudarlo corro aún más deprisa y le paro.
—¿Se acuerda de mí? —pregunto serio y cortante.
—Hola, Sr claro que sí —me contesta sorprendió.
—Tengo que hablar con usted, venga conmigo.
—Claro dígame.
Nos vamos con paso rápido, para la habitación. Entramos en ella, cierro
la puerta y le miro furioso.
—¿Qué quiere? —habla el abogado asustado.
—Que hables, no me creo que Alex contratara un abogado, porque ya
conocía a uno de su confianza que es amigo mío y no eres tú —digo
furioso casi estoy fuera de mis casillas.
—Que dice, no diga bobadas —responde nervioso y asustado de cómo
me ve.
—¡BOBADAS! —grito.
—Le juro que recibí una carta de ella, diciendo lo que le dije. —Noto
como me miente este cabrón y eso me enfurece aún
más.
—Encima me mientes, habla y dime la verdad esto es muy raro. Tú
sabes algo. —La paciencia se me está acabando.
—No sé nada de verdad. —Está muy nervioso el abogado y eso me
encanta.
Habla o te las veras conmigo.
—Como que no, explícame como un abogado pudo dar conmigo.
—Fue por casualidad, le vi bajando del coche.
—Tú crees, que soy tonto verdad, en este pueblo no hay abogado, así
que empieza hablar. —Este tío ha llegado a mi límite y voy a hacer que
hable si es necesario con ostias.
ELSA
NEAL
ELSA
NEAL
—“Hola, Neal.”
—“Oye una cosa. ¿Conoces a un tal Robert?”
—“¡Mmm! Espera, sí. ¿Por qué? ¿Qué ocurre Neal estáis bien?”
—“No.”
—“¿Qué ha pasado y Heleen?”
—“A Robert, lo contrató el Escorpión.”
—“¡Qué! No tenía ni idea, no le abra echo nada a Heleen que lo mato.”
—“No, no le hizo nada, pero el hermanastro del Escorpión, puede que
sí y seguramente tengas noticias de Robert por lo que le hice.”
—“¿Qué le hiciste?”
—“Nada bueno nos amenazó con que nos ibas a matar por hacerle eso,
nosotros también nos reímos.”
—“¿Heleen está bien? La tocado o algo, porque tardo en matarlo.
Tengo que averiguar lo del hermanastro, te llamaré cuando sepa algo, pero
antes cuéntame a ver que paso.”
—“Elsa está bien y yo también, pero no le mates porque ira a decirte lo
que le hicimos, habla con él sobre lo del hermanastro del Escorpión, creo
que quiere matar a Elsa por estar conmigo y a mí por matar a su
hermanastro. Se hizo pasar por el abogado de Alex, la que era mi
prometida me entregó una cinta de video y Elsa descubrió al Escorpión y a
un cómplice y al final del video matan a Alex.”
—“¿Cómo sabía Heleen eso? ¡Madre mía! No para de sorprenderme
esta chica.”
—“Así que cogimos a Robert y le obligamos hablar. No sé cómo lo
averiguo, pero me dijo que en la poli vio muchos videos así.”
—“Eso es verdad, su madre hacía igual en los videos se resuelven
muchas cosas.”
—“Oye respecto a Robert déjalo vivo por ahora, seguro que sabrá
muchas más cosas de lo que nos dijo y a ti te lo contara seguro.”
—“Si, sí, que me llamé le sacaré lo que pueda y cuidaros mucho, por
favor, Heleen es lo único que tengo.”
—“Tranquilo te prometo que yo la cuido, también es lo único que
tengo.”
—“Dala un beso y voy a ver si averiguo algo.”
Colgamos los dos el teléfono, pero no puedo dejar de pensar en todo lo
que ha pasado con Robert, porque si esta por medio el Escorpión, bueno en
este caso su hermanastro nada bueno puede suceder, Miro a Elsa la noto
nerviosa sin poder estarse quieta en la habitación.
—¿Ahora qué hacemos? —pregunta nerviosa.
—Esperar a que me llame tu padre —le respondo creo que eso es lo
mejor.
—Todo el mundo nos quiere hacer daño ¡madre mía! Y me estoy
cansando —me confiesa.
—Arjen conoce a Robert y va a sacarle más cosas sobre el Sawyer. Se
puso hecho una fiera tu padre, Robert va a desear que le vuelva a
electrocutar. —Me rio.
—No te olvides de mí disparó, fue el primero que dio a alguien —me
dice un poco temblando, pero me acerco a ella y la abrazo.
—Tu padre me asusto, tuve que convencerle para que no lo matara nada
más verlo. —La miro la noto rara como si no estuviera bien.
—Amor me duele mucho la cabeza, voy a tomarme algo. ¿Dónde
tenemos las pastillas? —dice tocándose la cabeza.
—En el baño. —Voy a por ellas—. Toma amor una pastilla para tu
cabecita linda y un vaso de agua.
—Gracias guapo. —Veo como se la toma—. ¿Qué hora es?
—Las 15:00.
—¿Por qué no comes algo? —me dice.
—Si voy ahora a comer, tú acuéstate, ¿vale?
—Vale amor, estoy cansada que estoy sin dormir. —Se tumba en la
cama.
—Si acuéstate. —La tapo y le doy un beso—. Voy a comer algo y
vuelvo, ¿vale? Te quiero amor.
—Vale, yo también te quiero.
Bajo al bar para ver si puedo comer algo, aunque tengo el estómago
cerrado. Cuando como algo y estoy un rato en el bar para dejar descansar a
Elsa, decido subir a la habitación. Entro con cuidado y la veo dormida así
que procuro no hacer ruido.
—¡Mmm! ¿Amor eres tú? —pregunta aun dormida.
—Si, nena soy yo. ¿Cómo estás?
—Bien. —Me sonríe.
—Me alegro mi amor. —Me tumbo a su lado y la beso la frente.
—¿Cuánto tiempo nos vamos a quedar aquí? —pregunta ella curiosa.
—Lo estuve pensando y creo que será mejor ir a Ámsterdam con tu
padre. Si quieres claro.
—Otra vez y para qué queremos nuestra casa, pero si crees que es lo
mejor vamos. —No me lo puedo creer ha dicho que si muy pronto.
—Es por seguridad amor, además no quiero que nadie descubra que
vivimos en San Francisco —confieso sincero cuanto menos sepan la gente
donde vivimos mejor.
—Tienes razón deberíamos irnos ya, porque como suelten a Robert que
hacemos —me dice Nerviosa.
—Él seguro irá a ver a Arjen para que nos maten. —Río sin poder
evitarlo.
—Entonces dime tú, pero aun, así como corra la voz de que estamos
aquí será peor. —Pensándolo bien, ella tiene razón no pueden saber que
estamos aquí.
—Por eso si estamos con tu padre, no nos pasara nada —murmuro
mirándola a los ojos.
—Pues vámonos mañana, ¿si quieres?
—Vale, No salimos de una para meternos en otra amor. ¿Seremos
gafes? —hablo en alto y Elsa me mira, pero esa mirada sé que lo que me
va a decir no me va a gustar nada.
—No entiendo nada la verdad y si estamos un tiempo separados. Tú te
vas a casa de Arjen y yo me voy a España con una amiga. —Elsa mira al
suelo—. Hasta que nos dejen de buscar o nos dejen en paz.
—Puede ser —respondo pensando, la idea de separarnos no me hace
mucha gracia, pero pensándolo bien así podría estar ella a salvo, yo podría
distraerlos.
¿Te parece buena idea?
—Si, pero lo mejor sería que tú te fueras con tu padre y yo
desapareciera. Vamos, yo creo que será lo mejor. ¿Qué opinas?
—No me dices ni dónde vas a ir, pues nada me iré con Arjen. —Veo
como se levanta de la cama y sé pone a hacer la maleta—. Mañana mismo
me voy no te preocupes, voy a llamar a Arjen.
Veo cómo va a coger el móvil, sin mirarme le llama.
ELSA
—“¿Sí?”
—“Hola, Arjen.”
—“Hola, Heleen ¿Qué tal hija como estas?”
—“Bueno no muy bien, por eso te quería decir una cosa, ¿te importa
que vaya a tu casa y este contigo una larga temporada?”
—“Dios no, porque me iba a importar, os recibiré encantado a los dos.”
—“Iría yo sola.”
—“¿Lo dejaste con Neal?”
—“Casi porque va a desaparecer, para que estemos a salvo así que
mañana que alguien vaya a buscarme al aeropuerto, ¿vale?”
—“Vale hija no te preocupes, yo me encargo de todo.”
—“Saldré de aquí a primera hora y porque no puedo ir antes. Gracias,
nos vemos mañana besos.”
—“Hasta mañana, cariño.”
Colgamos los dos, sigo recogiendo mis cosas mientras, noto como Neal
no puede dejar de mirarme.
—Amor, no te enfades, lo hago porque estés a salvo —hablo
preocupado.
—Vale —contesto seca.
—Y aunque no sepas dónde este, te llamaré todos los días.
Pongo cara de dolor no soportaría oírlo todos los días me mataría,
porque lo único que quiero es estar a su lado y si no lo estoy será mejor
que no me dé señales, lo pasaría mucho peor.
—No, gracias será mejor que no piense en ti, ni que te oiga ni nada —
respondo sincera.
—¿Me estás dejando? —me pregunta mirando al suelo.
—No soportaría que me llamarás todos los días —confieso.
—Pero me estás dejando, no me digas eso por favor. —Se le rompe la
voz y mi corazón en mil pedazos por separarme de él.
—Creo iré al aeropuerto, por si hay vuelos ya. Cuídate mucho Neal.
—Espera, Elsa —dice desesperado—. Dime si me estás dejando, no
soporto no saberlo.
—Te dije que nunca te dejaré, pero no quiero que me llames. Ya nos
veremos algún día. Adiós, Neal.
Duele, duele, sé que no podré soportarlo estar lejos de él. No sé cómo
hemos llegado a esto tengo que irme de aquí cuanto antes.
—Espérame, por favor —responde apenas si poder hablar—.
Prométeme que me esperaras, cuando se solucione esto te buscaré te lo
prometo.
—Adiós, Neal. —No puedo decir nada más, estoy rota por dentro y no
quiero que me vea así, cojo mismo cosas y salgo de la habitación.
—Adiós, Elsa. —Oigo que dice mientras me voy con una voz rota de
dolor.
Salgo del hotel, pido un taxi en la recepción esperó a que venga, llega y
monto.
NEAL
ELSA
—Al aeropuerto, por favor —digo sin poder contener las lágrimas
mirando por la ventanilla totalmente destrozada.
—Enseguida señorita.
Llego al aeropuerto, pago al taxi y me meto a ver si encuentro un vuelo
para Ámsterdam. Miro el móvil nada ninguna llamada y lo guardo.
Encuentro billete lo pago y espero para poder entrar en el avión, dirección
a casa de mi padre. En ningún momento puedo dejar de llorar, estoy
destrozada.
Continuará…
Agradecimientos
Si has llegado hasta aquí, no tengo palabras para agradecer tu apoyo. El
camino no ha sido fácil. Sacar este libro significa mucho para mí, una
montaña rusa de emociones.
No puedo olvidarme de estas personas que han estado día a día
aguantándome en todo este camino.
Os quiero
MIL GRACIAS