RI 2895-2002 Interpretacion de La Constitución Por CN.

Descargar como docx, pdf o txt
Descargar como docx, pdf o txt
Está en la página 1de 17

CORTE SUPREMA DE JUSTICIA. SALA DE LO CONSTITUCIONAL.

Tegucigalpa, M.D.C., siete de mayo de dos mil tres.


VISTO: para dictar sentencia el Recurso de
Inconstitucionalidad interpuesto ante este Tribunal de Justicia
el trece de noviembre del dos mil dos, por el Doctor RAMON ABAD
CUSTODIO LOPEZ, mayor de edad, hondureño y de este domicilio,
actuando en su condición de Comisionado Nacional de los Derechos
Humanos, por vía de acción, para que se declare la
inconstitucionalidad de la reforma al artículo 218
Constitucional contenido en el decreto legislativo No. 161-99,
del veinte de octubre de mil novecientos noventa y nueve,
publicado en El Diario Oficial la Gaceta No.29,034 el treinta de
noviembre de mil novecientos noventa y nueve, mediante la cual
se le adiciona el numeral nueve (9), al artículo 218
constitucional para incluir interpretaciones de la Constitución
al Congreso Nacional de la República. Estima el recurrente que
se han violado los derechos contenidos en el preámbulo y los
artículos 1, 2, 4, 59, 61, 63, 184, 205 numerales 1 y 45, 218,
303, 313 numeral 5, 316, 321, 323 y 375 de la Constitución de la
República.
RESULTA (1): Que en providencia de fecha dieciocho de
noviembre del dos mil dos, este Tribunal de Justicia admitió el
Recurso de Inconstitucionalidad interpuesto por vía de acción
por el Doctor RAMON ABAD CUSTODIO LOPEZ, en su condición
indicada, en consecuencia se libraron comunicaciones al Congreso
Nacional de la República, asimismo se tuvo como apoderado legal
del recurrente al Abogado HECTOR ROBERTO HERRERA CACERES; en
fecha veinticinco de noviembre del dos mil dos, en virtud de
haberse omitido en el auto del admisión del presente recurso, se
libraron comunicaciones al señor secretario del Congreso
Nacional de la República a fin de que dentro del término de
veinticuatro horas procediera a remitir los antecedentes del
caso, asimismo en vista de no haberse decretado formalmente la
vista por este Tribunal se declaró no ha lugar a la admisión del
escrito de formalización presentado por el Abogado HECTOR
ROBERTO HERRERA CACERES, a quien se dará vista de los
antecedentes para que proceda a formalizar su recurso una vez
cumplimentada la comunicación de que se ha hecho mérito.
RESULTA (2): Que en auto de fecha tres de diciembre del dos
mil dos, este Tribunal de Justicia ordenó dar vista de los
antecedentes al recurrente por el término de cuarenta y ocho
horas para que formalizara por escrito su petición; haciéndolo
el Abogado HECTOR ROBERTO HERRERA CACERES, en fecha cinco de
diciembre del dos mil dos, de la siguiente manera:
“RATIFICACIÓN: Mi representado ratifica, en todas y cada una de
sus partes, el cuerpo del escrito de la acción de
inconstitucionalidad presentado el 13 de noviembre del 2002 y
que hoy se formaliza. Dentro del contexto de ese escrito, mi
representado deja clara constancia que la presente acción por al
que se solicita la inconstitucionalidad, por razón de forma, de
la reforma a la Constitución, contenida en los decretos citados,
que adiciona el numeral 9) al artículo 218 de la Constitución,
se fundamenta en que si bien el congreso Nacional de la
República tiene la potestad de reformar la Constitución en las
materias que el poder constituyente le ha conferido
expresamente: esa potestad debe ejercerse respetando los límites
constitucionales establecidos y la esencia de la de la
Constitución. Esos límites no fueron respetados por el Congreso
al introducir irregularmente, por medio de esa adición, una
nueva excepción consistente en una norma accesoria adjetiva sin
relación con alguna norma constitucional principal sustantiva
por la que el Poder constituyente haya conferido al Congreso
Nacional la atribución de interpretar la Constitución. El
Congreso Nacional, como procede constituido, desconocido así el
principio de legalidad y constitucionalidad en que se funda, al
reformar lo que no esta en la Constitución y que del Congreso
como poder reformador dentro del Estado de Derecho. Al
desconocer ese límite, el acto de reforma vulneró la soberanía
del pueblo, la esencia de la Constitución y su supremacía, la
forma de gobierno y su ejercicio, en particular la atribución de
la Corte Suprema de Justicia, la forma de gobierno y su
ejercicio en particular la atribución de la Corte Suprema de
Justicia- Sala de lo Constitucional de actuar como interprete
supremo de la constitución. Ante esa situación, se recurre a la
justicia constitucional prevista en la Constitución de la
República de Honduras e institucionalizada en la Corte Suprema
de Justicia, por medio de la Sala de lo Constitucional, que es
guardiana de la supremacía e integridad de la Constitución, y,
por tanto, su intérprete supremo; y como función esencial
asegurar la operatividad normativa de la Constitución de la
República como norma jurídica a la cual deben someterse
incondicionalmente y adecuar sus actuaciones los tres poderes
del Estado.
RAZONES QUE SE PRECISAN EN LA EVACUACIÓN DE LA VISTA. El
Decreto No. 161-99, que ratifica el decreto No. 307-98,
contenido de la reforma de la constitución que adiciona el
numeral 9) al artículo 218, establece lo siguiente: “No será
necesaria la sanción, ni el Poder Ejecutivo podrá poner el veto
en los casos y resoluciones siguientes: 1)... 2)... 3)... 4)...
5)... 6)... 7)... 8)... y 9) en las interpretaciones que se
decreten a la Constitución de la República por el Congreso
Nacional. En estos casos el Poder Ejecutivo promulgará la Ley
con esta fórmula”: POR TANTO PUBLIQUESE”. 1.- El fundamento para
esta reforma se basó en el lapsus de la Comisión de asuntos
constitucionales del Congreso Nacional que se pronunció por lo
que estimó ser una reforma constitucional imperativa aduciendo
que: “Estima la Comisión que en verdad fue una omisión del
legislador constituyente no haber incluido el artículo 218 la
situación de la interpretación de la Constitución, cuya
naturaleza jurídica responde a las mismas razones de los ocho
numerales contenidos en dicho precepto en lo atinente a su forma
de aprobación por los órganos Legislativo y Ejecutivo”. (V.
Dictamen de la Comisión de Asuntos Constitucionales del Congreso
Nacional, de 25 de noviembre de 1998, en expediente enviado por
dicho Congreso en atención al auto y comunicación librada por la
honorable Corte Suprema de Justicia). Esa estimación de la
Comisión de dictamen es contraria a la Constitución y a la
historia Constitucionalidad de Honduras. En efecto, la adición
efectuada mediante el numeral 9) no responde a la fuente de
legitimidad del artículo 218 que , en sus numerales 1 al 8, solo
contiene excepciones adjetivas o de procedimientos en casos de
resoluciones del Congreso Nacional sobre materias en la cuales
el Poder constituyente le ha conferido expresamente atribuciones
principales sustantivas que ya constan en el texto
constitucional. Por lo que, con adición, se introdujo
irregularmente una nueva excepción consistente en una norma
accesoria adjetiva sin relación con alguna norma constitucional
principal sustantiva por la que el Poder Constituyente haya
conferido al Congreso Nacional la atribución de interpretar la
Constitución. Como se demostró en el antes citado escrito de 13
de noviembre de 2002 (ver. pp 7-9: considerandos que contradicen
notoriamente el Decreto Constitucional hondureño): nunca en toda
la historia constitucional de Honduras, el poder constituyente
ha conferido esa atribución principal sustantiva al Congreso
Nacional. El error jurídico notorio de la comisión de Dictamen
antes citada, indujo a una acción anticonstitucional evidente
pues, esa adición aislada o suelta del numeral 9, contenida en
la reforma al artículo 218 que se recurre, al carecer de una
atribución principal sustantiva expresamente señalada en la
Constitución, no podía ni puede tener las mismas razones de los
ocho numerales ya contenidos en dicho artículo constitucional
según lo previsto por el poder constituyente en 1982, Al
contrario, lo afirmado como fundamento de la reforma por la
comisión de Asuntos Constitucionales del Congreso Nacional, es
un quebrantamiento de la vinculación debida entre normas
constitucionales sustantivas y normas adjetivas accesorias,
reflejada históricamente en nuestras constituciones, y recogida
expresamente en la Constitución de 1839, que, en su artículo 34
(que tiene valor de precedente del art. 218 de la Constitución
vigente), señala que todas las resoluciones legislativas que
están exceptuadas del control citado del Poder Ejecutivo, son
“dictadas en uso de las atribuciones que les da esta
Constitución”. La comisión de Asuntos Constitucionales del
Congreso Nacional, como Comisión de Dictamen, actuó
desorientadamente y sin fundamento constitucional, en este como
en otros aspectos, inclusive llegó a invocar el artículo 18
constitucional que tiene que ver con conflictos entre tratados o
convenciones y las leyes ordinarias, lo que, desde todo punto de
vista, es inaplicable a la materia objeto de la reforma. Ello
puede verificarse por los honorables Magistrados y Magistradas,
en la parte donde esa comisión concluye aseverando lo siguiente:
“De lo anterior se colige que es imperativa la reforma
constitucional propuesta por el ponente ya que de esta manera se
uniformiza el procedimiento en los términos del artículo 18 de
la Constitución que a comisión llama “proyecto de Ley”. En
expediente enviado por el honorable Congreso Nacional en
atención al auto y comunicación librada por la Honorable Corte
Suprema de Justicia). Todo esa confusión fue debida también a la
ambigüedad de la exposición de motivos del proyecto de decreto
de reforma que invocando el “razonamiento analógico” presentó a
la interpretación de la Constitución, como íntimamente
vinculada a la reforma constitucional para inducir en el error
de que por tener el Congreso Nacional la atribución de
reformar la Constitución podía también interpretarla; ya, “que
donde hay igual razón debe prevalecer la misma disposición”.
(V. Pronunciamiento de los miembros de la Comisión de dictamen
de 25 de noviembre de 1998, y páginas 5, 7 y 8 de la
Exposición de Motivos, de 21 de junio de 1998, del proyecto de
reforma para adicionar el numeral 9 al artículo 218 de la
Constitución de la República, en expediente enviado por el
Honorable Congreso Nacional en atención al auto y comunicación
librada por la Honorable Corte Suprema de Justicia). Es del
conocimiento de los honorables Magistrados que el
“Razonamiento Analógico” no es tampoco aplicable en Derecho
Constitucional en materia de atribuciones de los Poderes del
Estado a cuyo respecto la Constitución es suficiente clara y
explícita al prescribir que el Congreso Nacional no tiene más
atribuciones o facultades que la que expresamente le confieren
la Constitución y las Leyes (Art. 205 numeral 45 y 321 de la
Constitución). Ese principio de legalidad constitucional exige
que cuando el Congreso Nacional pretenda actuar legítimamente
en lo atinente a la interpretación de la Constitución, debe
fundar su proceder en la Constitución en donde todas las
atribuciones del Congreso Nacional son enumeradas y
circunscritas sólo a lo expresamente previsto o conferido.
Empero la Carta Magna no da al Poder Constituido (Congreso
Nacional) ningún fundamento para ello, ya que el poder
constituyente no ha conferido jamás esta atribución al
Congreso Nacional. Por lo que un “razonamiento analógico”, en
esta materia, es también una trasgresión a aquel principio de
legalidad constitucional. Como lo expusiéramos es nuestro
escrito de 13 de noviembre del dos mil dos, a la sabiduría de
los honorables Magistrados y Magistradas no escapará, que la
atribución sustantiva de reforma constitucional expresamente
conferida, por el constituyente al congreso Nacional es
totalmente diferente a la atribución sustantiva de
interpretación de la Constitución que el Congreso Nacional
pretende auto-atribuirse sin que haya texto constitucional que
lo legitime para ello. Empero, se trata de desviar la atención
sobre esas diferencias, por una parte, argumentando que es una
simple omisión de esa atribución al Congreso Nacional,
soslayando el principio del “silencio de la Constitución”
según el que “Tratándose de poderes y autoridades, cuando la
Constitución guarda silencio es que niega. El silencio debe
interpretarse como prohibición”. Por otra parte, tanto la
exposición de motivos como el dictamen referidos (que llevaron
al Congreso Nacional a aprobar la reforma de la Constitución
cuya inconstitucionalidad se impetra), plantearon la
interpretación de la Constitución como una cuestión adjetiva o
de procedimiento, para evitar el examen de la legitimidad de
la reforma y del origen de esa atribución sustantiva que no
habiendo sido conferida expresamente por el Poder
Constituyente, es un limite al poder reformador del Congreso,
cuya trasgresión llevaría a mayorías dentro del congreso
nacional a asumir con las consecuencias correspondientes el
poder constituyente creador o fundador de la República, y a
suplantar la soberanía popular. La Comisión de dictamen del
Congreso Nacional, siguiendo a la exposición motivos del
ponente en 1998, consideró erróneamente que el Congreso
Nacional tenía la atribución de interpretar la constitución en
virtud de una práctica de ese Congreso constitutiva de una
costumbre. A lo indicado, en párrafos anteriores sobre el
principio de legalidad constitucional que demuestra la
inconsistencia jurídica de ese argumento de la exposición de
motivos y del dictamen citado. Es de recordar también lo
expuesto en nuestro escrito de 13 de noviembre del dos mil
dos, en cuanto a la falta de valor jurídico de la invocación
de una fuente consuetudinaria que busca fundamentar la
pretendida atribución del Congreso Nacional de interpretar la
Constitución, en una “practica constitucional” constitutiva de
una supuesta costumbre constitucional que, según los
interesados, fundamentaría dichas reformas de la Constitución.
La realidad evidencia que, con ejemplos también en el pasado,
en los últimos veinte años la Constitución vigente ha sido
objeto de una práctica viciada que ha llevado a nueve
interpretaciones (V. Diario Oficial La Gaceta, números 24,035
de 14 de junio de 1983; 25,097 de 10 de diciembre de 1986;
26,115 de 21 de abril de 1990; 27,059 de 2 de junio de 1993;
27,633 de 21 de abril de 1995; 28,765 de 27 de enero de 1999;
29,373 de 9 de enero de 2001; 29,423 de 8 de marzo de 2001; y
29,861, 16 de agosto de 2002), que inclusive, en estricto
derecho, más fueron en su mayoría, reformas constitucionales
irregulares que eludieron el procedimiento más complejo y
solemne que la constitución exige para su legitima reforma. Es
de resaltar que el mismo ponente de 1998 que introdujo el
proyecto de reforma que nos ocupa, confirmó también lo
anterior en palabras que destacan la inconstitucionalidad que
hemos vivido a causa de la practica viciada del Congreso
Nacional de interpretar la constitución. En efecto, el 21 de
julio de 1998, en la Exposición de motivos de proyecto de
reforma para adicionar el numeral 9 al artículo 218 de la
Constitución de la República, se reconoció expresamente lo
siguiente: “... en la praxis hay reiterados ejemplos en
nuestro país en los últimos años de interpretaciones formales
con simple mayoría de votos, que son desde el punto de vista
material verdaderas reformas, inclusive imposibles
constitucionalmente, como el caso del Decreto 169-86 que
enmendó el artículo 373 y 374, siendo estas cláusulas pétreas,
lo que constituye una barbaridad jurídica de técnica
legislativa, una flagrante violación a nuestra Ley
Fundamental”. (V. Página Nacional en atención al auto y
comunicación librada por la Honorable Corte Suprema de
Justicia). Empero, más que los excesos abusos que ha traído
esa práctica viciada de interpretar la Constitución, lo que mi
representado se permite subrayar es que la atribución de
interpretar la Carta Fundamental de la República no puede ser
ejercida por el Congreso Nacional porque el texto
constitucional no se la ha conferido expresamente, En esa
virtud, los honorables Magistrados y Magistradas pueden
constatar que aquella invocada práctica, en todo caso, carece
de validez y que ese fundamento que se pretende justificar en
la costumbre es deleznable a la Luz del ordenamiento jurídico
hondureño porque: “la costumbre no constituye derecho si no en
los casos en que la Ley se remite a ella” (artículo 2 del
título preliminar del Código Civil). Eso a sido siempre así
entendido en relación con las Leyes ordinarias: en virtud del
principio de legalidad constitucional, es aplicable, con mayor
razón, en lo atinente a la competencia y atribuciones de los
órganos del Estado que son enumeradas expresamente por la
Constitución. Por ello, es pertinente traer a colocación lo
que la Corte Suprema de Justicia expresó en 1895, al afirmar
que: “... según el código Civil... no puede prevalecer contra
las leyes costumbre o práctica en contrario por antiguas y
universales que sean por las anteriores apreciaciones no puede
aceptarse la opinión que da el valor de doctrina legal a la
referida práctica ya por que las reformas tienen el vicio de
nulidad desde su origen, por incompetencia manifiesta del
poder que las emitió como porque no puede jamás la misma
práctica subsanar esa nulidad”. (V. Gaceta judicial No. 15 de
21 de diciembre de 1895, Corte Suprema de Justicia, Honduras;
V. También: INCONSTITUCIONALIDAD DE UNA LEY, sentencia de 14
de octubre de 1895, jurisprudencia citada en PRESENTACIÓN
QUESADA, REPERTORIO ALFABETICO DE LA JURISPRUDENCIA DE LA
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA, DESDE 1881 HASTA 1912, pp 238, 239,
Tipografía Nacional, Tegucigalpa, 1918). 2.- Ante la ausencia
de esa atribución principal sustantiva del honorable Congreso
Nacional de interpretar la Constitución y de la ambigüedad de
la exposición de motivos y del dictamen que pretenden
fundamentar la reforma que se recurre, sustentándola en la
atribución del Congreso Nacional de interpretar las Leyes
(Art. 205 numeral 1 Constitucional) y por esa vía se afirmo
equivocadamente que “la constitución de la República es la Ley
Suprema del Estado” y “que las interpretaciones de los
artículos de la Constitución de la República que decrete el
congreso Nacional, por no ser disposiciones de una Ley
ordinaria, sino de la Ley fundamental aprobada por una
asamblea Nacional Constituyente, que es un poder
extraordinario, no deben ser sancionados por el Poder
Ejecutivo, ni tampoco deben ser vetadas...”, (primer, segundo
y sexto considerando del Decreto de reforma No. 307-98
ratificadas por el decreto No. 161-99, del 20 de octubre de
1999). Lo aseverado en esos considerandos del decreto en
referencia, pone adicionalmente en evidencia, ante los
honorables Magistrados y Magistradas, el vano intento de
encubrir la falta de atribución y falta de atribución y
competencia del congreso Nacional, en esta materia, con el
argumento inaceptable jurídicamente que lleva a igualar la
Carta Fundamental con las leyes ordinarias, lo que infringe
ostensiblemente el principio de la supremacía de la
Constitución dentro de nuestro poder del Estado de Derecho.
Ergo, ese igualamiento es odioso, porque es manifiestantemente
contrario al ordenamiento contrario al ordenamiento jurídico
hondureño, tal como se ha comprobado en el examen realizado en
el escrito de mi representado de 13 de diciembre del 2002
antes citado (pp. 6 y 7) donde se analizan los considerandos
del decreto de reforma que se recurre. 3.- En adición esa
reforma, cuya inconstitucionalidad por este medio se
interpreta, busca también dar validez a la práctica irregular
del Congreso Nacional de interpretar auténticamente la
Constitución de la República, lo que privaría a la honorable
Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia de
su atribución natural de ser interprete supremo de la
Constitución, y tendría como consecuencia, la eliminación del
control judicial y la alteración de la forma de gobierno en
cuanto a la división de poderes y el sistema constitucional de
pesos y contrapesos, pues afectaría negativamente las
atribuciones propias del Poder Judicial en cuanto a Justicia
Constitucional. Ello sería contrario a la evolución
constitucional en Honduras. La particularidad de la
interpretación institucional de la Constitución viene
aparejada con la organización y funcionamiento de la justicia
constitucional que, en su función de aplicar la constitución
tiene que interpretar para garantizar eficazmente lo previsto
en esa carta fundamental en cuanto a la vigencia, garantía y
efectiva aplicación de las normas relativas a los derechos y
libertades fundamentales de los habitantes y a preservación
del orden constitucional frente a posibles vulneraciones de
actos derivados de los poderes constituidos. Como es del
superior conocimiento de los honorables Magistrados y
Magistradas, la Constitución de la República ha establecido
expresamente la especial responsabilidad de los Juzgados y
Tribunales de la Justicia de aplicarla siempre mantener su
supremacía. (Artículo 320 Constitucional). La Justicia
Constitucional hondureña se expresa, en su mayor dimensión en
la jurisdicción y competencia que es atribución del Poder
Judicial, en materia de garantías y tutela judicial de los
derechos humanos y libertades fundamentales de las personas
mediante la acción de amparo, la exhibición personal y la
inconstitucionalidad (Artículos 184, 185, 313 numeral 5, y 316
de la Constitución Vigente). La verdadera interpretación
constitucional en Honduras, es la interpretación judicial
porque es propio de la justicia constitucional y de la
naturaleza de la función de juzgar, señalar cuales son los
límites del Poder del Estado de acuerdo con la Constitución
actuando como una garantía de Derecho objetivo y de los
derechos y libertades fundamentales. La Justicia
constitucional así prevista en Honduras hace patente que, en
materia de interpretación, la Corte Suprema de Justicia por
medio de la Sala de lo Constitucional es el intérprete supremo
de la constitución de la República. La constitución prescribe
también que “ las sentencia en que se declare la
inconstitucionalidad de una forma serán de ejecución inmediata
y tendrán efectos generales y, por tanto, derogarán la norma
inconstitucional, debiendo comunicarse al Congreso Nacional,
quien lo hará publicar en el Diario Oficial La Gaceta...
“(artículo 316 constitucional). 4.- De todo lo que antecede,
se desprende que esa reforma de la Constitución esta en
oposición con el sistema constitucional y que su proceso
legislativo, y que su proceso legislativo de formación esta
viciado por la inobservancia del requisito constitucional
mínimo e indispensable que en estos casos, exige previamente
del Congreso Nacional contar con la atribución sustantiva
principal, como condición sine qua non, para tener la
competencia legítima que le permitiese poner en acción el
procedimiento de la reforma constitucional, tendiente a
incluir el numeral 9 como otra excepción al artículo 218.
numeral que es norma adjetiva accesoria en el sentido
anteriormente apuntado y que pretende cambiar las reglas de
funcionamiento del Estado, lo que es un exceso de poder que,
como vicio sustancial, ha de ser sancionado. Así se hace
patente, a la sabiduría de los honorables Magistrados y
Magistradas, que la reforma que se recurre está viciada de
nulidad por ser inconstitucional, ya que contradice la
voluntad del poder constituyente expresada en la Carta
fundamental violando los límites a la atribución del Congreso
Nacional de reformar la Constitución y vulnerando también los
principios de la soberanía popular, de legalidad y
constitucionalidad de la forma de gobierno y de su ejercicio.
En efecto, esa es una reforma aparente pues no tiene
fundamento real en la Constitución y frente a actos
inconstitucionales como el que se recurre, la misma
Constitución y frente a actos inconstitucionales como el que
se recurre, la misma constitución de la República tiene
también una cláusula directa de salvaguardia y auto-defensa la
que, en lo pertinente, expresa lo siguiente: “Esta
Constitución no pierde su vigencia ni deja de cumplirse...
cuando fuera supuestamente... modificada por cualquier otro
medio y procedimientos distintos del que ella misma dispone...
“Art. 375 de la Constitución). En fin la legitimación de mi
representado, las referencias históricas, jurisprudenciales,
doctrinarias y otros aspectos jurídico-institucionales sobre
esta cuestión fueron ampliamente desarrollados en el escrito
de interposición del recurso que, por este acto, hoy
ratificamos, hoy ratificamos en todas y cada una de sus
partes, y formalizamos”.
RESULTA (3): Que en providencia de fecha nueve de diciembre
del dos mil dos, este Tribunal de Justicia tuvo por
formalizado en tiempo el Recurso de Inconstitucionalidad por
parte del Abogado HECTOR ROBERTO HERRERA CACERES, y ordenó dar
vista de los antecedentes al Fiscal del Despacho por el
termino de cuarenta y ocho horas para que emitiera su
dictamen, haciéndolo el Abogado OSCAR CRUZ, en su condición de
Fiscal Especial del Ministerio Público, en fecha catorce de
enero del dos mil tres, emitiendo dictamen de la siguiente
manera: “DICTAMEN... CONCLUSIÓN. EL MINISTERIO PUBLICO se
pronuncia en el sentido de que la reforma al artículo 218
ratificada mediante Decreto Legislativo número 161-99 no es
INCONSTITUCIONAL”.
CONSIDERANDO (1): Que la norma cuya inconstitucionalidad e
inaplicabilidad se solicita se declare, lo constituye, la
reforma por adición de la Constitución de la República en su
artículo 218 numeral 9, efectuada mediante Decreto Legislativo
No. 161-99 de veinte de octubre de mil novecientos noventa y
nueve, publicado en el Diario Oficial “La Gaceta” No. 29,034
en fecha treinta de noviembre de mil novecientos noventa y
nueve que, ratificó el Decreto No. 307-98 de fecha 4 de
diciembre del 1998, publicado en el diario oficial La Gaceta
bajo el número 28782, de fecha tres de febrero de mil
novecientos noventa y nueve.
CONSIDERANDO (2): Que la declaración de
inconstitucionalidad de una norma y su inaplicabilidad, podrá
solicitarse, por quien se considere lesionado en su interés
directo, personal y legítimo.
CONSIDERANDO (3): Que el impetrante alega que el Decreto
Número 161-99, por medio del cual se ratifica el Decreto 307-
98, contentivo de la reforma de la Constitución que adicionó
el numeral 9) al artículo 218, agregó la interpretación
constitucional, como una nueva excepción, sin tener ningún
fundamento para interpretar la Constitución, en virtud de que
el Poder Constituyente no le confirió esa facultad; agregando
que de ello se desprende que esa reforma está en oposición con
el Sistema Constitucional y que su proceso Legislativo de
formación está viciado por inobservancia del requisito
constitucional mínimo e indispensable que, en estos casos,
exige, previamente el Congreso Nacional, tenerla como una
atribución principal, como condición sine qua non, para
ejercer la competencia legítima que le permitiese poner en
acción el procedimiento de la reforma constitucional,
tendiente a incluir el numeral 9) como otra excepción al
artículo 218, que es norma accesoria en el sentido
anteriormente apuntado. Por otra parte, el impugnante sostiene
que la reforma expresada en esa norma adjetiva accesoria,
busca cambiar las reglas del funcionamiento del Estado;
asimismo, arguye que, como consecuencia, esa reforma está
viciada de nulidad por ser inconstitucional, ya que contradice
la voluntad del Poder Constituyente expresada en la Carta
Fundamental, y vulnera también los principios de la Soberanía
Popular, de legalidad, de la forma de Gobierno y el de los
límites a la Reforma Constitucional.
CONSIDERANDO (4): Que el solicitante de la declaratoria de
Inconstitucionalidad, relaciona que lo expuesto en su
solicitud, se confirma al analizar tanto los fundamentos del
Decreto No. 307-98, ratificado por el Decreto No. 161-99, como
los de la reforma constitucional aprobada en el año dos mil
dos, en primera legislatura, que pretende adicionar al
artículo 205 número 1, la atribución pretendida del congreso
Nacional de interpretar la Constitución.
CONSIDERANDO (5): Que el Congreso Nacional como poder
derivado del Poder Constituyente, tiene la atribución de
reformar la constitución, al tenor de lo dispuesto en el
artículo 373 constitucional, sin embargo esta atribución tiene
la limitante consignada en el 374 de la misma, al prescribir
que, no podrán reformarse, en ningún caso, entre otros, los
artículos constitucionales que se refieren a la forma de
Gobierno, entre los cuales está el número cuatro, en cuyo
contenido encontramos, lo siguiente: “La forma de gobierno es
republicana, democrática y representativa. Se ejerce por tres
poderes: Legislativo, Ejecutivo y Judicial, complementarios e
independientes y sin relaciones de subordinación.
CONSIDERANDO (6): Que la reforma cuestionada de
inconstitucionalidad, confiere al Congreso Nacional una
atribución que el Poder Constituyente no le confirió, pues no
encontramos en el artículo 205 ni en ningún otro articulado
constitucional, la competencia del Congreso para interpretar,
en general y abstracto, cualquier norma constitucional; por
otra parte, le quita al Poder Ejecutivo la posibilidad de
vetar esa disposición; y al Judicial la de emitir dictamen
ante el veto presidencial o la de pronunciarse
independientemente sobre la interpretación de la Constitución.
CONSIDERANDO (7): Que este Tribunal Supremo no desconoce
que el Poder Legislativo puede y debe ser intérprete de la
Constitución, dado que es uno de los operadores
constitucionales por excelencia, pues si le corresponde crear
leyes, debe hacerlo conforme a las directrices de forma y de
contenido que dispone la Constitución, así como cuando
interpreta las normas secundarias, debe hacerlo dentro del
contexto normativo constitucional; y para eso, obviamente,
tiene que interpretarla; por otra parte, también el Ejecutivo
es intérprete de la Constitución cuando sanciona, veta y
promulga las leyes, y sobre todo cuando ejerce el derecho al
veto fundándolo en que el Proyecto de Ley es inconstitucional;
y, desde luego, al Poder Judicial, mediante los sistemas
difuso y concentrado, este último a través de la Sala
Constitucional creada mediante la Reforma Constitucional en
materia de Justicia (2000-2001) que tiene preeminencia sobre
otras normas dentro del contexto constitucional por la novedad
y especialidad, y no solo por eso, sino que por la naturaleza
de la función jurisdiccional, pues al corresponder al Poder
Judicial la aplicación de todo tipo de normas en los asuntos
sometidos a su conocimiento, las interpreta; de tal manera que
desde los albores del constitucionalismo se ha establecido que
corresponde a los juzgados y Tribunales decir lo que la
Constitución significa, tal como lo sentenció el Juez Marshall
en el famoso caso “Marbury vrs Madison” (1803) y así se ha
comprendido el control de constitucionalidad desde entonces en
los Estados Unidos de Norte América y en la mayoría de los
países latinoamericanos; en conclusión, una genuina Sala
Constitucional es por su naturaleza el intérprete final de la
Constitución y de las interpretaciones que los otros Poderes
realicen, sobre todo cuando dichas exégesis sean contra
constitutionem.
CONSIDERANDO (8): Que no se desconoce que el Congreso
Nacional ha realizado interpretaciones a la Constitución; sin
embargo, en consonancia con los artículos 373 y 374, de la
misma no puede atribuirse al Congreso Nacional esa facultad en
detrimento de las atribuciones de los otros Poderes del
Estado; pues ello afectaría la forma de gobierno, al vulnerar
la independencia que debe existir entre ellos y por ende
estableciendo relaciones de subordinación con relación al
Legislativo, pues ello daría origen por parte del Congreso a
leyes- sentencias, disfrazadas de normas interpretativas de la
Constitución.
CONSIDERANDO (9): Que el legislador de la reforma
constitucional del año 2000 concibió aquella con el propósito
de hacer realidad y consolidar el principio constitucional de
independencia de los Poderes del Estado y el equilibrio que
debe prevalecer entre ellos a fin de darle plena vigencia al
Estado de derecho como una de las formas de fortalecimiento de
la democracia plena y eficaz, aspiración del pueblo hondureño
para asegurarse el goce de la justicia, la libertad, la
cultura y el bienestar económico y social, principios y
propósitos contenidos en la Constitución de la República al
proclamar la organización del Estado de derecho, soberano,
constituido como República libre, democrática e independiente
tal como lo invoca el texto constitucional en la organización
del Estado de Honduras, lo que hace impostergable el
pronunciamiento del Tribunal Supremo en relación al recurso
venido a este alto estrado.
CONSIDERANDO (10): Que dentro de las declaraciones
contenidas en la Constitución de la República, está la de que
la persona humana es el fin supremo de la sociedad y del
Estado. Todos tienen la obligación de respetarla y protegerla.
La dignidad del ser humano es inviolable. Para garantizar los
derechos y libertades reconocidos en esta Constitución, crease
la institución del Comisionado Nacional de los Derechos
Humanos. La Organización, Prerrogativas y Atribuciones del
Comisionado Nacional de los Derechos Humanos será objeto de
una Ley Especial.
CONSIDERANDO (11): Que al ser creado con rango
constitucional la Institución del Comisionado Nacional de los
Derechos Humanos para garantizar los derechos y libertades
reconocidas en la Constitución, no cabe ni la mas mínima duda
de su legitimación, al alegar el Comisionado que la
disposición cuestionada de Inconstitucionalidad vulnera las
libertades de la persona humana, que la reforma atenta contra
esas libertades al afectarse severamente la división de los
poderes y la independencia del Poder Judicial, dado que su
petición responde y se enmarca dentro del objeto de su
creación; por otra parte, no considerarlo legitimado en un
caso como éste, constituiría un obstáculo para ejercer sus
atribuciones constitucionales y legales.
CONSIDERANDO (12): Que la Corte Suprema de Justicia a
través de la Sala de lo Constitucional pronuncia ésta
sentencia también para hacer prevalecer el derecho, la
juridicidad, la legalidad y la constitucionalidad como uno de
los objetivos primordiales de la sociedad hondureña y para que
sea la historia la que juzgue los principios y fundamentos en
que descansa la misma, haciendo abstracción de factores
totalmente ajenos a los que deben imperar en la función de
impartir justicia.
CONSIDERANDO (13): Que esta Corte Suprema plasmando el
pensamiento de la Sala Constitucional, hace imperativa la
necesidad de magnificar el contenido y alcances del artículo
184 de la Constitución de la República cuando le confiere a la
Corte Suprema de Justicia la competencia para el conocimiento
y la resolución originaria y exclusiva en materia de
inconstitucionalidad, lo que reafirma la potestad de impartir
justicia sin limitaciones ni condiciones que no sean otras que
las que la propia Constitución preceptúa.
CONSIDERANDO (14): Que con lo anteriormente expuesto queda
demostrado que la disposición cuestionada, no observó en su
formación los procedimientos constitucionales, pues se realizó
en abierta violación al artículo 374 de la Constitución de la
República, que prohíbe expresamente la reforma de los
artículos constitucionales que se refieren a la forma de
gobierno; en consecuencia, es de apreciar que el recurso debe
otorgarse, declarando inconstitucional e inaplicable la norma
impugnada.
POR TANTO: La Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema
de Justicia, en nombre del Estado de Honduras, oído el parecer
del Señor Fiscal, por UNANIMIDAD DE VOTOS, y en aplicación de
los Artículos: 1, 4, 184, 185, 303, 313 No. 5 y 316 de la
Constitución de la República; 1, 8 y 25 de la Convención
Americana de Derechos Humanos; 1, 11 y 74 de la Ley de
Organización y Atribuciones de los Tribunales; 1 numeral 2, 25,
28, 32 y 38 de la Ley de Amparo; 6 Atribución 5ta. del
Reglamento Interno de la Corte Suprema de Justicia; profiere y
FALLA: OTORGANDO EL RECURSO DE INCONSTITUCIONALIDAD de que se ha
hecho merito, en consecuencia DECLARA LA INCONSTITUCIONALIDAD E
INAPLICABILIDAD DEL DECRETO LEGISLATIVO NÚMERO 161-99 de fecha
veinte octubre de mil novecientos noventa y nueve publicado en
el Diario Oficial La Gaceta con el número 29,034 del treinta de
noviembre de mil novecientos noventa y nueve, que ratificó el
Decreto número 307-98 de fecha 4 de diciembre de 1998, publicado
en el diario oficial La Gaceta bajo el número 28782, de fecha
tres de febrero de mil novecientos noventa y nueve. Y MANDA: 1.-
Que se ponga en conocimiento de las partes el presente fallo;
2.- Que se proceda a comunicar la presente sentencia al Congreso
Nacional para su publicación en el Diario Oficial La Gaceta. 3.-
Que en su oportunidad se archiven estas diligencias en la
Secretaría del Tribunal.- NOTIFIQUESE. FIRMAS Y SELLO. CARLOS
ALBERTO GOMEZ MORENO. Coordinador. RAMON OVIDIO NAVARRO DUARTE.
CARLOS ARMANDO FLORES CARIAS. SONIA MARLINA DUBON VILLEDA. JOSE
ROLANDO ARRIAGA MANCIA. FIRMA Y SELLO. LUCILA CRIZ MENÉNDEZ.
SECRETARIA GENERAL”.

También podría gustarte