Beltran 2
Beltran 2
Beltran 2
Por
Dr. Enrique Guang Tapia, Ph. D.
2020
2
TABLA DE CONTENIDO
CAPÍTULO I:
OBJETO Y OBJETIVOS DE LA TERAPIA FAMILIAR 5
1.1. Introducción 5
1.2. El objeto de la terapia sistémica 5
1.3. Los objetivos de la terapia sistémica 5
1.4. Evolución de la psicoterapia de familia 7
1.5. Una definición de psicoterapia familiar 9
CAPÍTULO II:
HIPÓTESIS, CONTENIDO Y PROCESO 10
CAPÍTULO III:
IDENTIFICACIÓN DE ALAGUNOS ELEMENTOS BÁSICOS DE LA
ESTRUCTURA FAMILIAR 14
CAPÍTULO IV: 28
LA ENTREVISTA Y SUS ESTADIOS DE INTERENCIÓN
4.1. Introducción 28
4.2. La información previa 29
4.3. La primera entrevista orientada al consultorio privado 30
CAPÍTULO V:
METODOLOGÍAS PARA LA INTERVENCIÓN TERAPÉUTICA DE FAMILIA
CAPITULO VII 99
BIBLIOGRAFÍA
5
CAPÍTULO I
OBJETO Y OBJETIVOS DE LA TERAPIA
SISTEMICA
1.1. INTRODUCCIÓN
Para esta sección del objeto y los objetivos de la terapia sistémica nos ha parecido lo
más adecuado utilizar como base un excelente material producido por la M.Sc. L. Arce
Morales (1996) con algunas anotaciones y énfasis incorporados de nuestra parte. Ella, en
su esfuerzo por describir las diferencias y similitudes de dos enfoques, objetivos y técnicas
de las modalidades sistémicas estructural y estratégica, hace un análisis comparativo de los
criterios de los dos representantes más connotados, como son: Jay Haley, el mejor
exponente de la modalidad estratégica; y S. Minuchin, el máximo creador del modelo es-
tructural.
Entonces, surge una pregunta válida: ¿Cómo se define un grupo familiar? Esta es
una pregunta importante, y los teóricos sistémicos no tienen un modelo de respuesta único.
M. Bowen concibe que a una sesión de terapia familiar deben asistir tres generaciones:
abuelos, padres e hijos, para lograr realmente la información adecuada y los cambios
necesarios. A. Ackermans y M. Andolfi, por su parte, sugieren que, al menos, a la primera
sesión de terapia familiar sistémica, deben asistir todos los miembros familiares
convivientes, más los miembros familiares directos no convivientes; y que a las sesiones
siguientes han de asistir sólo los convivientes. Por su parte, J. S. Bergman, al hacer
referencia a las familias incompletas o con miembros resistentes a la terapia, indica que se
puede hacer terapia de familia sólo con una parte de la misma, en el tanto se provoca a los
resistentes para que asistan a la terapia.
6
1.3.1. El énfasis:
Para S. Minuchin, toda conducta humana es un intento de mantener distancia o cer-
canía en las relaciones. Así pone el énfasis de la terapia en el proceso; pone especial aten-
ción a los linderos de los subsistemas y a las alianzas y coaliciones. Utiliza las metáforas y
un claro manejo del espacio. Enfatiza en la cultura de la familia como sistema y como parte
de un sistema más amplio: grupo étnico, país, religión, etc.
Para J. Haley, toda relación es una lucha de poder entre las personas en un intento
de definir o redefinir la relación. Este autor amplía el axioma: “Es imposible no comuni-
carse”, agregando que “es imposible no intentar ejercer influencia sobre la definición o la
naturaleza de una relación”.
Por lo tanto, en una familia, existe una lucha de poder entre los subsistemas y entre
los subsistemas y el sistema familiar, donde cada uno intenta controlar o definir las relacio-
nes. Lo fuerte de J. Haley no es analizar a la familia en su contexto, sino el análisis de su
dinámica propia.
Modelo individual:
Modelo diádico:
Modelo interaccionista:
Como paso final hacia la psicoterapia familiar, este modelo considera que el carácter,
la personalidad sana o disfuncionada, las defensas y los síntomas del individuo, son confor-
mados por las relaciones que éste mantiene con sus parientes. El énfasis está en que la pato-
logía fluye linealmente de los padres hacia los hijos, de suerte que es lógico decir: "pobrecitos
los hijos". La investigación se centró en el flujo de la patología del progenitor hacia el hijo/a.
9
Para neutralizar dicho fluyo, se recurrió al aislamiento del "enfermo", por lo que las terapias
no habían variado de los modelos clásicos; la psicoterapias y sus técnicas seguían operando
sobre el individuo, objeto de la terapia.
Modelo familiar:
Así se llega, por la década de los 60, a la psicoterapia de la familia, con un nuevo para-
digma que desafía a los hábitos de pensamiento lineal. La familia evidencia ser el sistema
central del hombre: Sus identificaciones, valores, objetivos, adaptación social, entre otros,
remiten a lo que sucedió o sucede en familia. De la misma forma, las patologías no son el
patrimonio de un individuo sino del grupo familiar; es el resultado de una interacción de per-
sonas y no una disfunción individual como lo es una bronquitis, úlcera, etc. El objeto de la
terapia es un grupo familiar y la terapia de familia y sus técnicas operan sobre los procesos
transaccionales del grupo, tales como: la comunicación, las estructuras y jerarquías familiares,
roles, sistema y sub-sistemas, linderos, alianzas, entre muchos otros elementos.
1.5.4. Los síntomas del PI no son señales de significados individuales, sino del grupo,
y son instrumentos de comunicación. El PI no es el paciente clásico, como se
conceptualiza en el modelo médico. Tampoco el PI es el paciente, cuya patolo-
gía propia resulta estimulada por el grupo familiar (modelo lineal). Aquellos
síntomas del PI son el producto de una relación (Haley, 1982).
CAPÍTULO II
2.3.1. Una impresión inicial - sin que sea definitiva - es la siguiente: “Ya verifica-
remos más a profundidad los detalles...” “Por un momento creí que sería
‘X’, pero las últimas reflexiones me indican que es ‘Y’, y creo que por allí
habrá porvenir...”
2.3.4. No intente trabajar sin hipótesis, porque perderá mucho tiempo y confundirá
a la familia con un “interrogatorio" que, en última instancia, no hará una lec-
tura del problema, sino una construcción del mismo. Los problemas se des-
cubren, mas no se inventan.
Para analizar el tema “la historia del terapeuta versus la historia del paciente” es
muy necesario conocer, previamente, los conceptos de contenido y proceso:
2.4.2. El proceso:
Por el contrario, cuando en la terapia sistémica se refiere al proceso, se está
refiriendo a las pautas de interrelación, a las transacciones, a los patrones, a las definiciones
o puntuaciones existentes entre los convivientes, entre otros que, en conjunto, definen la
manera o el cómo funciona el sistema en la perspectiva del paradigma circular. Entonces,
12
cuando se afirma que la terapia sistémica es terapia de procesos familiares, se refiere al ob-
jetivo de cambiar dichas pautas.
Otros nombres para el proceso son: el paradigma, punto de vista, manera de pensar,
puntuación, calificación, definición, codificación, entre otros, suficientemente definidos
como para guiar una acción. El paradigma de una persona le guía hacia un determinado
fin, de una manera característica, y adquiere el rango de mapa, modelo o esquema. Este es
el caso cuando se dice: “según tu paradigma mental”, “según tu mapa interno”.
Por otra parte, en el terreno del contenido o qué, el paciente es experto, y no hay
manera de ganarle. Además, en esa área, está muy sensible, defensivo, y una “pelea” en di-
cho campo haría peligrar la relación con el terapeuta.
Contenido = Síntoma
________________________
Desde esta figura, el contenido es el síntoma visible, percibido, tanto por el sujeto,
como por otros desde afuera. En un cuadro infeccioso equivale a la fiebre, que inclusive se
la puede medir. En cambio un proceso, que no es visible, equivaldría a la bacteria infec-
ciosa que produce la fiebre. En la medida que el terapeuta logra identificar y transformar
un proceso, realiza la terapia y el síntoma remite. El terapeuta lee los síntomas visibles,
como mensajes que son, y desciende hasta los procesos y transacciones profundos; hasta
los mismos mapas y paradigmas; y los encuadra contando la “nueva historia”. Luego,
desde allí construye para la familia un reencuadre o proceso de cambio, que redefine los
mapas y paradigmas internos.
Esta otra historia, muy diferente a la “historia de ellos”, les sorprendió fuertemente
y, por un momento, intentaron evadir la responsabilidad. Pero yo había acumulado infor-
mación contundente, tal como la correlación de los accesos de “asma” con los momentos
más críticos de su relación conyugal; los intentos fallidos de la hija de acceder al padre,
entre otros. Dijeron que había una tía asmática y creían que sería hereditaria. Preguntaron
porqué mejoraba cuando tomaba teofilina y recibía salbutanol. Yo les respondí todo el
tiempo: “Uds. Tienen interés que ella se cure, entonces vamos a hacer lo que les estoy pro-
poniendo.
14
CAPÍTULO III
Por otra parte, algunas familias se desarrollan con límites muy rígidos, de suerte
que la comunicación entre los subsistemas es difícil y las funciones protectoras de la
familia se ven bloqueadas. Estos dos extremos del funcionamiento de los límites son
designados como aglutinamiento y desligamiento. El resto de las familias se ubican dentro
del amplio espectro y en algún punto situado entre un continuum, cuyos polos son los dos
extremos de límites difusos, por un lado; y de límites sumamente rígidos, por el otro.
▌ ▌ •••••••••••
DESLIGADA LIMITES CLAROS AGLUTINADA
(Límites (Espectro “normal”, (Límites difusos)
inadecuadamente funcional)
rígidos)
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Las ubicaciones en los extremos señalan áreas de posible patología o disfuncio-
nalidad como, por ejemplo: La presencia de un subsistema madre-hijo aglutinado, con
exclusión del padre, el cual se convierte en excesivamente desligado, ya identifica a la
familia como disfuncional.
Los miembros de una familia aglutinada pueden verse perjudicados por el exaltado
sentido de pertenencia que requiere un importante abandono de la autonomía. Por su parte,
los miembros de familias desligadas pueden funcionar en forma autónoma, pero poseen un
desproporcionado sentido de independencia y carecen de lealtad, pertenencia, sentido de
interdependencia y de la capacidad de requerir ayuda cuando lo necesiten. Sólo un alto
índice de stress individual puede repercutir con la suficiente intensidad como para activar
los sistemas de apoyo de la familia (la muerte de un familiar). En el extremo aglutinado
del continuum se observa lo contrario. La conducta de un miembro afecta de inmediato a
los otros miembros; de la misma forma que el stress de un miembro afecta o repercute
intensamente a través de los frágiles límites y produce un eco en los otros subsistemas, con
la consiguiente perturbación del sistema.
X Z
Sea “X” el espacio del esposo; y sea “Z” el espacio de la esposa. El equilibrio de
estos dos espacios es un punto crítico. Por una parte, está el problema de la igualdad de
derechos para que los dos miembros de la pareja disfruten por igual. En una cultura
machista, se prohibe o limita a la mujer el uso de espacio personal. Por otra parte, está la
negación auto impuesta, con lo cual la pareja se niega a usarlo. El espacio “Y” es común a
los dos conjuntos (intersección), como se verá más adelante, y representa la vida de la
pareja.
Por otra parte, ya que los sistemas biológicos y sociales, a los cuales pertenece la
familia, son mucho más complejos que los sistemas mecánicos, Kleene (1956) introdujo la
teoría matemática de los conjuntos en la Teoría General de los Sistemas para explicar los
espacios de la pareja, básicamente. Desde esta perspectiva se explica este tipo de espacio
así: Un conjunto es un espacio, y estos espacios tienen las siguientes características:
Según esta teoría, hay “conjuntos llenos o normales”, esto significa que contienen
elementos materiales e inmateriales, como en el caso de conjunto “A” que tiene los elemen-
tos X y Y. En efecto estos son relaciones, valores, elementos que lo distinguen idiosincrá-
ticamente, modos de ser del sí mismo. Pero hay, también, conjuntos “vacíos”, “de la nada”,
“neutros”, como en el caso del conjunto B.
Los conjuntos son relacionales, ya sea en una unión de inclusión o en una unión de
igualdad, así:
Los conjuntos relacionales son aquellos que poseen elementos comunes, y constru-
yen un área denominada de intersección. Sean X los elementos comunes, éstos están
ubicados en el área de intersección. En la vida de una pareja, el área de intersección es to-
do aquello que representa la vida propia de ella; lo que comparten y gustan juntos; aquello
que suele llamarse “vida propia” de la pareja. Y mientras más grande sea dicha área, signi-
fica que la pareja posee los elementos necesarios para construir un espacio igualmente
grande para disfrutar juntos.
Elementos particulares:
El crecimiento de la pareja:
¿Puede crecer el área de intersección? La respuesta es sí, tan cierto como pregun-
tarse si puede crecer la pareja. Pero también es cierto que el área de intersección puede
vaciarse. Al respecto hay dos hipótesis, las mismas que se presentan a continuación:
3.3.1. Jerarquías:
Los sistemas familiares patológicos se describen en términos de funcionar con jerar-
quías confusas e inadecuadas (S. Minuchin, 1983). La realidad es que las jerarquías hacen
funcionar los sistemas, por ejemplo: Los padres se hacen cargo de los hijos; los gerentes
presiden a los grupos; los capitanes conducen las naves, etc. La jerarquización de la autoridad
es un principio universal y una necesidad real, y quien quiera cambiar esta realidad o
desconocerla, está atentando contra algo muy trascendental. La familia es un organismo que
necesita disponer y funcionar con una jerarquización muy bien definida y organizada. Los
procesos terapéuticos de las jerarquías inadecuadas es uno de los objetivos imperativos de la
terapia.
Asociaciones y alianzas:
Las alianzas son formas fuertes de identificación entre dos subsistemas, con clara
manifestación de preferencias, disfrutes mutuos y lealtades. Las coaliciones, por su parte,
son mucho más intensas que las alianzas y se cataloga como una relación patológica, con
sus inconvenientes de exclusión de los otros subsistemas.
Signo de conflicto:
21
Corresponde a los conflictos entre dos personas o subsistemas, que generalmente se
observa en los miembros de la pareja, y es percibido por los otros subsistemas familiares.
Signo de ruptura:
───┤├───
Este símbolo se usa para describir una relación rota, generalmente aplicable a la
ruptura que suele ocurrir a la pareja, por separación o divorcio.
Signo de coalición: }
Los subsistemas en condiciones de coalición tienen relaciones de naturaleza más
intensa y comprometida que aquellas observadas en la condición de alianzas. Las coalicio-
nes son excluyentes de los otros miembros de la familia e impiden que formen parte de la
coalición.
3.3.3. Mapas de estructuras funcionales y disfuncionales
de la familia:
En una familia tradicional, con roles asignados por género, si el padre pierde su
trabajo y la madre toma la responsabilidad laboral para buscar el sustento para el hogar,
ella adquiere un nivel de poder más alto en la pareja. Por su parte el padre, si se hace cargo
22
de los quehaceres domésticos, se da un cambio no patológico en el subsistema ejecutivo,
así:
P M
M P
------- Este se cambió a --------
Hijos Hijos
Si, por el contrario, recurren a la abuela para que se haga cargo de los hijos, a fin de
liberar a la madre para que labore fuera del hogar, la estructura familiar se complica. Más
aun, si la abuela toma la responsabilidad y la autoridad. Un proceso reestructurante cam-
biará el sistema para que quede así:
A P-M
------- -------
P-M Debe ser así A
------- -------
Hijos Hijos
A A + M
----------- Debe ser así ----------
M - HHhh HIJOS
Segunda fase: Montar otra estructura más anormal: Pasar al hijo a una
alianza cerrada con la madre, excluyente del padre.
Tercera fase: Negociar un punto medio: Una relación sin alianza exclu-
yente.
S. Minuchin trabaja con los espacios, las reubicaciones geográficas, como las
metáforas más objetivas de un proceso más profundo de los mapas y paradigmas de la familia.
También prescribe cambios de roles, tanto para actuarlos en las sesiones de terapia, como para
desempeñarlos en la vida cotidiana.
V. Satir, por su parte, para cambiar las jerarquías, entre otras cosas, usa el cuerpo como
la metáfora de más alto impacto y como la mejor representación activa que se pueda realizar,
tanto para conocer la realidad estructural de la familia (diagnóstico), así como para las
intervenciones terapéuticas para el cambio.
Transformar linderos.
Modificar alianzas.
Establecer o cambiar reglas familiares.
Modificar patrones comunicacionales.
Restablecer el vértice de autoridad.
25
El terapeuta es el "separador".
Tienen que llamarse por el nombre.
Es alternativo.
La cosa observada debe ser muy operativa (concreta, definida).
No se permite responder como ping pong, sino que cada observación
tiene su independencia.
Cuando se agotan las observaciones negativas se pasa a la segunda
parte que es positiva.
Práctica:
Jorge le dice a Sonia: “Lo que me gusta de vos, Sonia, es que no me juzgás primero,
sino que me escuchas primero”
El terapeuta es el facilitador.
Tienen que llamarse por el nombre.
Es alternativo.
La cosa observada debe ser muy operativa (concreta, definida).
No se permite responder como ping pong, sino que cada observación
tiene su independencia.
Cuando se agotan las observaciones negativas se pasa a la segunda
parte que es positiva.
Práctica:
Jorge le dice a Sonia: “Si yo fuera vos, no juzgaría antes de recibir la información”
Objetivo y teoría:
Instrucciones:
Práctica:
Es algo así como la “piel psicológica” que pone límite entre una persona y otra. Los
linderos están constituidos por las reglas que definen quiénes participan, de qué manera, su
función, cercanía y distancia entre cada uno. En esta sección veremos los linderos básicos.
Por su parte, el tipo de familia con linderos claros, se llama familia “sana” o funcio-
nal. En ella los roles están bien definidos y sus procesos de desarrollo personal son muy
significativos. Las personas pueden vivir su individualidad en familia, sin temor a ser
invadidos o coercionados.
CAPÍTULO IV
4.1. INTRODUCCIÓN:
Hemos sido selectivos respecto a la elección del modelo de entrevista terapéutica.
En este caso, se trata del modelo estratégico y, particularmente, dedicándonos a la entre-
vista inicial. Fueron Jay Haley (1980 y 1985) y Cloé Madanes (1984), bajo la influencia de
Milton Erickson, quienes crearon la terapia estratégica y, consecuentemente, el modelo de
entrevista estratégica. Sobre este fundamento, M. Andolfi (1985) desarrolla ampliamente
un modelo de entrevista inicial; igual lo expone con claridad I. Ochoa de Alda (1995).
También, por nuestra parte, hemos optado por la aplicación de la entrevista inicial al con-
texto de la práctica privada de la terapia.1 Esta, a diferencia de la práctica en equipo tera-
péutico, existente en instituciones terapéuticas públicas o en instituciones académicas,2
donde disponen de equipos de profesionales, espejos unidireccionales (Cámara Gesell),
recursos de audio y video, entre otros,3 se realiza en condiciones apropiadas al objetivo de
producir los cambios en las parejas y familias, generalmente con un solo terapeuta trabajan-
do en solitario.
Se da por entendido que este esquema no pretende ser más que una guía, válida para
facilitar al pasante la comprensión del desarrollo de la primera entrevista, según el modelo
estratégico, con aplicación a la práctica privada. No obstante, se hace referencias y com-
paraciones con otros modelos de entrevista. Además, por nuestra parte, puesto que se trata
de un curso teórico-práctico, hemos implementado: 1) Los trabajos demostrativos con el
role playing, fuera y dentro de la Cámara, previo a la experiencia del pasante con terapias
reales. 2) Otro nuevo elemento que introducimos es la integración del pasante como co-
terapeuta, para familiarizarlo con la práctica, siendo la responsabilidad del profesor condu-
cir la sesión de orientación de una familia real y en vivo. 3) Llegado el momento de la
Práctica Profesional Supervisada, cada pasante desarrolla la práctica, mientras el profesor
1
La “práctica privada” es lo que hace el psicólogo de pareja y familia en su consultorio, sin mediación institu-
cional ni relaciones con otros terapeutas.
2
Nos referimos a los programas de capacitación y supervisión de terapia familiar, existentes en universidades,
hospitales y programas, por ejemplo: Instituto de Palo Alto, California; Instituto de New York; Centro de
Investigación de Milán o Roma, entre otros.
3
La práctica de la terapia de pareja y familia en “contextos institucionales”, con contadas excepciones, no
existe en Costa Rica; y existe muy poco en América Latina. En nuestra Universidad hemos construido un
modesto setting, a los fines pedagógicos y la supervisión en vivo de la práctica de la terapia sistémica. Si
bien no se pretende formar equipos terapéuticos sistémicos, especialistas en los “contextos institucionales”
éstos surgirán con el desarrollo de la terapia sistémica en el país.
30
y el resto de pasantes forman el equipo terapéutico y supervisor. Para entonces los pasantes
han observado sesiones de terapia y han tenido alguna experiencia previa.
Por nuestra parte, puesto que casi todos los pasantes se desenvolverán en el contexto
de la terapia en consultorios privados, usamos como referencia el modelo de M. Andolfi
(1985) et aI. Ochoa de Alda (1995), más los elementos adquiridos de nuestra experiencia
personal.4
Por otra parte, cabe destacar que, tanto en los modelos de entrevista terapéutica
realizada en equipos terapéuticos, como en la práctica en consultorios privados, se obser-
va, al menos, dos grandes tendencias en la forma de realizar la entrevista inicial, propias de
las herencias teóricas de donde derivan. La primera tendencia se refiere, básicamente, a
aquel modelo de entrevista de acción calmada, que no conlleva la premura de hacer inter-
venciones, y cuyo objetivo principal es recoger información para formase las hipótesis para
descubrir el o los problemas. El ritmo de esta dinámica puede cubrir la primera, segunda y
hasta la tercera sesión, si es que no se logra descubrir el problema tempranamente. Posible-
mente esta modalidad tiene la influencia de la terapéutica dinámica clásica. La segunda
tendencia corresponde al estilo de la entrevista diseñada desde la psicología sistémica, con
4
El lector puede ampliar su lectura, sobre la Entrevista Inicial en: M. Andolfi e I. Zwerling, 1985: 89-100;
S. Minuchin, 1985: 288-298, entre otros.
31
objetivos concretos y operacionales, posiblemente por la influencia de los postulados de la
psicoterapia breve;5 o simplemente por el objetivo de hallar soluciones al problema y la
intervención ocurre cuando se presenta la oportunidad. En la práctica significa que los
objetivos de la entrevista inicial no excluyen la posibilidad de intervenir desde bien tem-
prano.
Una vez que la familia se ha ubicado como ella quiere; y se ha distribuido el espacio
físico, que será de acuerdo a los mapas estructurales que ella tenga, esta fase incluye salu-
dos, bienvenida, la manifestación de interés de que se hallen cómodos. También el terapeu-
ta facilita la ambientación al lugar y al evento; les comunica su deseo de establecer una
atmósfera confidencial, eliminando las formalidades y distancias. Los miembros de la
familia se ubicarán según sus propias dinámicas internas y la atmósfera existente en la
familia, por lo que el terapeuta no debe designar los espacios, sino esperar que ellos se
hayan acomodado. La ubicación de cada miembro de la familia tiene valor diagnóstico.
5
Quienes se denominarían exponentes de la terapia familiar sistémica, bajo los postulados de la terapia breve,
son Steve de Shazer (1987, 1991, 1992) y Joel S. Bergman (1988).
6
M. Andolfi, 1985: 41-73. Como afirma M. Andolfi, 1985: 42, este esquema se remonta hasta 1972, cuando
J. Haley realizaba sus seminarios de capacitación para el equipo clínico de la Philadelphia Child Guidance.
32
ESCENARIO DE LA TERAPIA
Es obvio que será distinto el modo de accesar a una familia donde hay niños o sólo
adultos; variarán los contenidos de las preguntas y la actitud del terapeuta si se trata de una
familia del campo o de la ciudad; si hay adolescentes en la familia en fase oposicional o un
niño asustado; con una madre orgullosa de su función u familia otra con una madre
cansada de hacer las tareas domésticas. En todo caso, se trata de que el terapeuta familiar
accese al mundo de la familia, adopte su propio lenguaje y estilo personal.
“Yo no trabajo con locos ni con malos; yo trabajo con gente sana y buena,
pero sufriendo. Uds. son gente sana y buena y ya veremos cuál es el
sufrimiento de Uds. Comprenderán ¿qué podría ocurrir si hallamos a los
enfermos y malos de esta familia?. ¿Qué haríamos con ellos?”
33
El terapeuta, en esta primera fase, recoge una serie de informaciones útiles para
enfrentar las fases sucesivas, tales como: El tono e información general de la familia; las
relaciones entre los padres y los hijos; si hay indicios de la elección del chivo emisario,
entre otros.
En este punto el terapeuta pasa a una exploración más directa del problema que
llevó a la familia a la consulta” (M. Andolfi, 1985: 49). Los tipos de preguntas para entrar a
conocer el problema, son: ¿Cuál es el problema?, ¿Qué les ha motivado a venir aquí?
Estas son las preguntas más comunes y contestarán primero los dominadores; o aquel que
quiera formar una alianza con el terapeuta; o el que quisiera justificar algo. Todos deben
estar invitados a expresar cuál es el problema. ¿Cuál es el problema en tu opinión? es una
pregunta a una persona específica, si se quiere tener un cuadro más completo. Dirigiéndose
a un miembro en particular se puede preguntar así: ¿Qué esperas que ocurra al haber venido
aquí?. Esta pregunta tiende a medir expectativas, la capacidad y autonomía de cada uno, a
descubrir quién tiene interés y quién no lo tiene en la terapia.
M. Andolfi (1985) sugiere que no se deben hacer tres cosas en este estadio (Ibid,
50, 51):
Como a modo de ilustración, de las tantas posibilidades que existen, una técnica
adecuada para este estadio es el uso de la metáfora como instrumento del terapeuta para
intervenir en la familia. Veamos un ejemplo:
Análogo: Un jardín sin jardineros, donde las plantas están vivas pero
selváticas e incultivadas.
35
Presentación de la metáfora:
“Yo veo un maravilloso jardín, con buena tierra y buenas plantas. Estas
siguieron creciendo, pero sin la mano oportuna, ordenadora y nutricia de los jardine-
ros. Están vivas y grandes las plantas, pero crecieron silvestres. Ahora los jardine-
ros se preguntan si pueden arreglar este jardín; si las plantas podrán cambiar su
forma y dirección del desarrollo; si querrán ser plantas domésticas o preferirán ser
silvestres. Yo les consulto a Uds. ¿qué vamos a hacer con este jardín?”
Ocasionalmente, si las condiciones son propicias, la metáfora anterior, cuyo fin pri-
mero era intercambiar reflexiones sobre el problema, también puede ya constituirse en una
intervención terapéutica, en el tanto deduzcan las acciones que se requiere realizar para
arreglar el jardín. Más aun, se convierte en una intervención terapéutica, cuando adquiere
el carácter de tarea implícita: “Yo les pregunto a Uds. ¿qué vamos a hacer con este jardín”.
Ellos entenderán: “Uds. padres, esta semana necesitan ocuparse del jardín, probablemente
lo más urgente sea la liberación de las plantas respecto a la maleza...”
Aún siendo imposible intervenir desde la misma primera sesión lo que es indispen-
sable es dejar establecido el contrato. Por contrato se comprende los acuerdos expresos y
tácitos que se establecen entre el orientador y la familia. El concepto es amplio y abarca
desde los asuntos financieros, fechas de sesiones, ejes de trabajo que la familia ha
propuesto, así como aquellos ejes que se desprenden de la entrevista.
36
CAPÍTULO V
METODOLOGÍAS DE INTERVENCIÓN
EN FAMILIA
En cambio para J. Haley, el terapeuta debe formar parte del SF. Esto lo convierte en
partícipe de la lucha de poder, de las contradicciones, desvalorizaciones, entre otros. Por lo
tanto, es importante que el terapeuta mantenga el poder y control del sistema y,
primeramente, sea la metáfora de la tranquilidad y reconciliación; debe ser directivo y utili-
zar estrategias para efectuar el cambio.
Esta, a su vez, es una metodología y es una estrategia terapéutica que produce una
alteración en el modelo interno del mundo (paradigma) que tiene la persona o familia. Esta
metodología llamada “encuadre” dirige la conducta, los sentimientos y pensamientos. En
este sentido es comparable a las reglas de un juego o un código que permite reunir
información y crear configuraciones de un significado a partir de los sucesos que ocurren.
Cuando un reencuadre es eficaz, es previsible un cambio en la conducta.
5.2.1. El desencradre:
5.2.2. El encuadre:
Se refiere a la lectura, más o menos exacta, de lo que en realidad está ocurriendo a
una persona o familia. La información que ésta aporta sirve para que el terapeuta construya
un conocimiento adecuado de los procesos internos del paciente. La lectura propia de los
pacientes no se acerca mucho a la realidad, ya que ellos se entrampan y se atienen a su
manera de ver el mundo que, de seguro, no es el problema. Encuadrar es diagnosticar,
37
comunicar a la familia lo que en realidad le está ocurriendo. Por ejemplo compartir con el
paciente que, estadísticamente, quien se inicia en el uso de fármacos prohibidos,
generalmente termina con la muerte. Descubrirle que quien inicia su participación en los
carteles de droga, no puede salirse. Mostrarle que un descenso en la afectividad de la
pareja mata el amor y, generalmente, termina en divorcio. Cuando la persona o familia
tiene un encuadre real de lo que está pasando, comienza a considerar la necesidad del
cambio.
5.2.3. El reencuadre:
Por reencuadre, por su parte, entendemos que es toda acción desplegada y aplicada
al paciente con la finalidad de cambiar sus conductas. Reencuadrar en efecto es hacer la
terapia a un paciente o familia. Con la finalidad de que rectifique, y vuelva a un punto
funcional, hay que mostrarle dónde estaba antes, a dónde se ha movido y a dónde tiene que
emigrar.
7
El metanivel es otro nivel o posición a la par del nivel, algo así como un punto de vista a la parte de otro
punto de vista, haciendo su aporte para elucidar el problema. En esencia, se trata del fenómeno de la meta-
comunicación, donde un mensaje (p.e.: una actitud), a la par del mensaje, explica cómo se debe entender
el mensaje. La actitud del comunicante, en la vida cotidiana, es el metamensaje del mensaje, y dice cómo
se debe entender el mensaje verbalizado “te quiero”.
38
Para construir esta sección de la pregunta en general, nos hemos basado, originalmen-
te, en los trabajos de G. Bateson (1982),8 cuyo interés está en la información que produce. En
cambio para el estudio de la pregunta que contiene la naturaleza circular, que se explica en su
respectivo lugar, por su función estratégica, nos hemos fundamentado en los autores de la
Escuela de Milán.9 Para analizar la operatividad de las preguntas, en sus distintos tipos, nos
hemos fundamentado en J. Navarro (1996: 79-83 y en I. Ochoa de Alda, 1995: 95-103).
La pregunta directa:
La construcción de la pregunta directa está diseñada para conseguir del interlocutor
algunas respuestas concretas, definidas y de forma casi mecánica. Tal es el resultado que
suele afirmarse que sólo produce datos, monosílabos, no generadores de mayor información.
Ejemplos de preguntas directas son las siguientes: ¿Estás triste? ¿Tienes el presentimiento
que no te quieren? ¿Cuántas veces en tu vida te has sentido realmente acompañado? Estas
preguntas consiguen respuestas monosilábicas, tales como: “Si”, “No”, “4 veces”, etc. Con es-
tos datos es muy poco lo que se puede construir.
Por otra parte, se afirma que la familia interlocutora no dispone de un modelo eficaz
de comunicación, por lo cual no ha podido producir la información suficiente para lograr
cambios significativos en sus interacciones. Por su naturaleza, la pregunta directa no busca
respuestas desde el interlocutor, inquiriendo sus sentimientos y pensamientos, sino simples
reacciones directas a preguntas directas.
La pregunta circular:
La pregunta circular está diseñada para contestar desde los otros; inquiriere entrar en
sus sentimientos y pensamientos para responder desde allí; pide respuestas desde la
epistemología del otro; es la estrategia para ponerle al interlocutor en el lugar del otro y leer la
realidad desde allí. En última instancia es aprender a vivir en un sistema relacional. Al insta-
lar en la sesión terapéutica la pregunta circular, se reeduca la forma de pensar para la
producción de información y lograr las opciones de solución. Cuando se construye la pregunta
circular se parte de la premisa que la vida total de la familia es interacción, interrelación,
circularidad, por lo que las preguntas que se hagan tienen que estar referidas a esta naturaleza
8
G. Bateson, 1982: 38-42; 103-112. La importancia de la pregunta para este autor está en la información
que produce, porque sólo ésta es capaz de producir modificaciones.
9
Esta Escuela ha sido privilegiada con el aporte de connotados maestros de la circularidad, tales como Mara
Selvini Palazzoli, Mateo Selvivi, Stéfano Cirilo, Ana María Sorrentino, G. Prata. Tengo especial grati-
tud para L. Cecchin, el maestro de quien aprendí el uso y valor de la pregunta circular.
39
circular; de la misma forma, la información que se produce está referida al sistema familiar
circular (M. Selvini et al., 19 Family Process Nº , 1980: 3-12).
¿Qué piensas Luis que Juana, tu esposa, está sintiendo acerca de tus
desapariciones del hogar?”
“¿Qué piensas que sentirá tu familia cuando desapareces del hogar?”
“¿Qué crees que siente/piensa “X” cuando tardas en retornar al hogar?”
“¿Qué piensas que siente Mario, tu esposo, al ver que vos comienzas a actuar en serio
frente al problema de las ausencias de él?”
“¿Cuándo tu esposo dice que eres ‘extremista’ con el horario de regreso de él (3:00
a.m.): qué piensas que él está pensando?”
UN CASO
Para que X construya sus respuestas tiene que, necesariamente, leer el problema desde
el otro (Z), “ponerse en sus zapatos” y contestar desde el otro. Este estilo de interacción comu-
nicacional produce realmente la información suficiente para negociar, tomar decisiones, hacer
los arreglos que fueran del caso. Cuando la familia aprende a producir información, resuelve
sus conflictos.
Terapeuta: Paciente X
Paciente Z
Preguntas estratégicas:
Este tipo de preguntas está diseñado para capacitar a la familia para que genere por
sí misma nuevas percepciones y conductas que faciliten la solución de sus problemas. El
procedimiento consiste en activar intencionalmente las reflexiones para alterar las estructu-
ras de los significados del sistema familiar.
Preguntas que desarrollan metas: Se puede preguntar a una adolescente que está
teniendo dificultades de rendimiento en la escuela; y a sus padres:
10
I. Ochoa de Alda, 1995: 95-103. Toda esta sección está fundamentada, básicamente, en los criterios de esta
autora; mientras que la primera parte proviene de la tendencia italiana sobre Psicoterapia de Familia.
41
“¿Hay alguna meta en la que todos estén de acuerdo y en la que se
imaginen trabajando juntos?”
“¿Qué temen que podría pasar cuando su hija sale hasta tan tarde?”
“¿Qué es lo peor que se les ocurre?”
“¿De qué te imaginas que tus padres tienen más miedo?”
“¿Qué cosas terribles creen que podrían pasar y les mantiene despiertos
toda la noche?”
“¿Te imaginas que a tus padres les preocupa que caigas en las drogas o
el alcohol?”
“¿Temen que podrías quedar embarazada?”
“¿O están demasiado asustados como para mencionar este tema, porque
piensan que podrías ofenderte?”
“Si comentasen estas preocupaciones con ella ¿piensan que se tomaría
como una falta de confianza, como una intromisión en su intimidad, o
como una indicación de su preocupación como padres?”
Los pacientes y familias con problemas tienden a catalogarse como personas “desvia-
das”, anhelando acercarse a la normalidad. El terapeuta puede aprovechar ese deseo y orien-
tarles hacia patrones más normales y “sanos” pidiéndoles que hagan determinadas compa-
raciones con otras personas o situaciones:
Preguntas que hagan contraste con una norma social: En una familia donde el proble-
ma consiste en que siempre evitan el conflicto, se puede preguntar:
“¿Creen Uds. que son más o menos abiertos en lo que refiere a sus
desacuerdos que la mayoría de las familias?”
“En la mayoría de las familias que atraviesan esta etapa de la vida, los
chicos están más unidos a sus padres, ¿qué es lo que mantiene a su hijo
tan unido a la madre?”
45
Preguntas basadas en una normalización: Se recomienda usarlas cuando las creencias
de los miembros de la familia son muy distintas de las familias “normales” y esto puede ge-
nerar un aislamiento social progresivo. Se les puede redefinir como normales sugiriendo p.e.:
“Cuando la niña llora, ¿lo hace para salirse con la suya o porque se
siente dolida por algo?”
“¿Crees que tu madre, tu padre, tu hermano, etc. ve el hecho de robar
como algo socialmente malo, como algo psicológicamente enfermo o
como algo pecaminoso?”
Pregunta específica:
En ocasiones es necesario hacer una pregunta específica, si con ella se revela un secre-
to que esté frenando el cambio, p.e.:
“¿Cuál es el problema?”
“¿Cuál es el problema ahora?”
“¿Qué es lo que quieren de mí?”
“¿Qué cambio desean Uds.?”
“¿Por qué están aquí?”
“Como que todos están de acuerdo que los problemas se deben a que
mamá trabaja fuera de casa, entonces ¿todo se arreglaría si ella
dejara de trabajar?”
“La presencia de la intrigante y comatosa abuela de 83 años de edad,
viviendo con Uds., pareciera que echa a unos contra otros, entonces
¿todo se arreglaría si se la envía a un asilo?”
“El pelo largo y los aretes de Luis han provocado un gran conflicto
entre Uds. padres, entonces, ¿se resolvería fácilmente si Luis se corta
el pelo y se quita los aretes?”
“¿Ud. está diciendo con eso que si se diera X podría hacer Y?”
“¿Ud. nos está dando a entender que si estudiara, trabajara y se rela-
cionarasocialmente se sentiría mejor?”
5.4. LA METÁFORA
5.4.1. Introducción:
El propósito del autor es ofrecer una teoría psicológica diferente, denominada psico-
logía sistémica, cuya característica fundamental, como se explica en su lugar, es el acerca-
miento al problema desde la perspectiva relacional, sistémica y ecosistémica.
Por su parte se constató que los procesos terapéuticos, que si eran muy largos e
indefinidos, se les podía acelerar mediante el uso de técnicas modernas; se podía acortar el
timing del paciente. Un ejemplo magistral fue el descubrimiento de la terapia de segundo
orden, cuyos cambios eran discontinuos, desproporcionales y cualitativos; tenían el
carácter de cambios permanentes.
50
Otra característica observable fue que el continuo se rompía por la irrupción de una
crisis, fenómeno que daba lugar a la aparición de un nuevo paradigma. La instrumentación
de todos estos fenómenos dio lugar a las nuevas formas de hacer terapia más eficaz, tal
como la terapia sistémica.
¿Cómo se define la metáfora? El término metáfora (del latín metaphôra; y del grie-
go ά) significa “trasladar o transferir el sentido lógico de una cosa a otra figurada-
”. Por su parte, la forma clásica de definir la metáfora es afirmando que se trata de un:
“Tropo que consiste en trasladar el sentido recto de las voces a otro figurado, en virtud de
una comparación tácita”( Real Academia Española, 1970: 872). La preposición ά, que
integra la palabra metáfora, significa que algo, por la acción del verbo έ (“trasladar”,
“transferir”, "llevar", “tirar), ha sido llevado, trasladado y puesto “más allá”, “sobre” algo
o alguien (F. B. Simon et al., 1984: 227, 228). Aquí la cosa trasladada es el significado real
o sentido lógico de la verdad o tema que se quiere comunicar. Una vez que se ha operado el
traslado a otro elemento, el significado real o sentido lógico, se torna figurado, supuesto,
imaginario, retórico (metafórico), lo cual tiene como objetivo facilitar la comprensión de
dicha verdad (Ibid). Toda esta acción es posible en virtud de la existencia de la analogía,
tema que se expone ampliamente más adelante en este texto. El significado real o sentido
lógico trasladado se “fusiona” con el elemento analógico. El mismo sentido lógico y
trasladado es el “huésped”; y el elemento analógico es el “anfitrión”. Para ilustrar este
proceso, veamos un ejemplo de metáfora usada por Cervantes: Hubo en la vieja España un
sentir hidalgo de defensa de los necesitados, algo así como jueces ambulantes, personajes
paramilitares, ajusticiadores, cuyo espíritu noble, para conocerlo, era necesario encarnarlo
en un personaje, de cuya acción nació la más hermosa metáfora de Don Quijote de la
Mancha. Ahora es un hombre, tiene identidad y se le puede atribuir las más nobles
acciones. Igual que Jesús, para que comprendiera su misión, se trasladó a sí mismo (una
51
compleja y divina verdad) al análogo puerta cuando dijo “Yo soy la puerta”. El sentido
lógico, ahora era figurado; ahora era comprensible para la gente. Si bien los elementos
“sentido lógico” y el “figurado” aparecen fusionados, a la vez son inconfundiblemente au-
tónomos.
Tanto los maestros de la comunicación, como los terapeutas modernos de las distin-
tas modalidades a las que hemos hecho referencia, han identificado en la metáfora algunos
elementos de alta capacidad transformadora de las dinámicas individuales y familiares. Por
esta razón, en el campo de la terapia, el uso de la metáfora como técnica, ha llegado a ser
de obligada elección, particularmente entre los terapeutas familiares de la corriente sistémi-
ca estratégica. Es más, la instrumentación de la metáfora como técnica transformadora,
permite trabajar aun en las condiciones más difíciles y particulares, donde el uso de otras
técnicas ha encontrado dificultades. A continuación presentamos las características y fun-
ciones más sobresalientes de esta técnica privilegiada, que servirá como recurso importante
en el ámbito de la terapia.
53
Desde tiempos inmemoriales, la metáfora ha sido utilizada, aun sin explicarse, como
un instrumento en las manos del terapeuta. El ejemplo de la metaforización y las prácticas
de los chamanes (médicos brujos), es muy categórico. Primero, la “enfermedad ha
arrebatado el alma del paciente”; segundo, el chamán ahuyenta la enfermedad con
palabras como “sale”, “aléjate”, “abandona”; tercero, mientras ahuyenta la enfermedad (cu-
ración), el chamán intenta recuperar el alma, para lo cual clama a los espíritus ancestrales
por ayuda; cuarto, las lesiones, infecciones, dolores, pestes, parásitos, entre otros, se han
movido en varias dimensiones y direcciones y son impelidas hacia una condición de
posibilidad movible para que respondan a las órdenes e intervenciones físicas del cha-
mán.11 Por su parte, el uso sistematizado y científico de la metáfora en las diversas tenden-
cias terapéuticas, particularmente en las de tipo relacional, hablan de la eficacia de este ins-
trumento, lo cual es la razón fundamental de este capítulo.
11
R. Beals y H. Hoijer, 1969: 579-582. El chamán todo el tiempo dice: “sale”, “aléjate”, “abandona”; or-
dena o suplica a un espíritu ancestro y, prácticamente, “hace volar” a las enfermedades con un ritual. Hay
chamanes que pueden “curar” de lejos.
54
Natán contó la historia al Rey David; éste se indignó contra el “hombre malo” de la
metáfora y le sentenció a muerte. Entonces Natán le reveló el elemento sorpresa, dicién-
dole: “Ese hombre malo, eres tú”. Por su parte David, en lugar de defenderse, negar, agre-
dir, usando el poder de un monarca despótico, se arrepintió y Dios le perdonó.
Esta mujer, como muchas otras, había vivido el rigor con que la sociedad la trataba,
con tantos símbolos culturales, políticos y económicos; vivía en su barrio y las funciones de
ella encajaban en su contexto, pero sin hallar los significados para muchas cosas de su vida
y. Por el contrario, asignaba significados equivocados, tales como “ese es mi destino”, “mi
mala suerte”, “es la voluntad de Dios”, entre otros. Lo más dramático de esta declaración
es que había vivido sin ver cómo vivía. El aspecto más importante en el crecimiento de
una persona es cuando encuentra qué significa su vida y los significados de lo que está bus-
cando. ¿No es, acaso, éste el fenómeno que ocurre a las señoras “sumisas”, “sometidas”,
entre otros, del paradigma complementario que, cuando “abren los ojos” (encuentran los
significados) se revelan contra el marido y, si no hay apertura a su nueva forma de ver la
vida, inclusive llegan a romper la relación?.
57
La familia, con el aporte de los “libretos” que cada miembro de la pareja trae desde
su familia de origen, ha desarrollado un estilo de vivir. Los miembros han asumido sus fun-
ciones, según la designación propia del grupo. La familia ha desarrollado un cuerpo de “re-
glas familiares”, mitos, ritos y símbolos. Sin embargo, uno o varios de estos elementos
pueden haber sido adecuados en un momento de la vida familiar, pero han dejado de ser
adecuados y, por el contrario, en lugar de cumplir con la función del desarrollo de la familia
están operando negativamente, condición que la denominamos una disfunción del grupo
familiar o de alguno de sus miembros. A diferencia del punto anterior, donde el problema
radica en que no se encuentran los significados de los símbolos, en este punto el problema
es que no se comprende el problema; se niega o se desconoce que unas determinadas con-
ductas, llamadas “reglas familiares”, entre otros, sean el problema.
UN CASO
Se trata de una pareja con características personales muy parecidas: Los dos se
aproximan a los 40 años de edad y son profesionales; los dos tienen empleos y contribuyen
a la economía de la familia. Han estado casados por 15 años y tienen un hijo único de 11
años. En los últimos tres años -dicen- “todo se nos está yendo de la mano”, “no lo pode-
mos controlar”, “no sabemos qué nos pasa...”. Han desarrollado un sistema de mutuas
acusaciones, endosan el problema a diversas causas y, una de ellas, es al hecho de que la
madre trabaja fuera de casa. El motivo de consulta es que su hijo David ha “decidido” no
estudiar. Además, en ocasiones se sentía inadecuado, confuso e inseguro; en otros momen-
tos, saca ventaja para sí, imponiendo sus propias decisiones ante el gobierno
contradictorio e incierto de sus padres. Era muy evidente que la pareja tenía una lucha de
poder y de territorio, cosa que ellos se esforzaban por negar, aduciendo que eran muy
cultos. También era evidente que, en su esfuerzo por mantener cada uno el poder, emitían
dobles mensajes al hijo. En la medida que éste iba creciendo y buscaba cada vez una
cuota mayor de autonomía, la circunstancia parental conflictiva, por la naturaleza de su
proceso, en nada contribuía con al proceso normal de crecimiento del hijo.
58
El hijo, por una parte, perdió el respeto por la autoridad dividida y contradictoria de
sus padres; tomó su vida por su cuenta, buscando algo estable, lo cual le llevó a desobede-
cer órdenes, saltarse límites y espacios. Al fin, toda la familia estaba en condiciones desco-
locadas, esto es, fuera de sus roles normales, como corresponde a una familia saludable.
En la sesión siguiente proyecté el video con esa escena. La pareja observó la escena
y, por la claridad de la metáfora, ninguno de los dos hizo comentario alguno para defender-
se, como era usual en ellos. Luego manifestaron mucho dolor por haber causado un terrible
conflicto a su hijo. Lo que parecía una trivial riña de pareja, que no representaría ningún
problema, ahora estaban convencidos y aterrados porque éste era su gran problema. Llegó
el momento que comprendieron la necesidad del cambio, pero también preguntaban insis-
tentemente si se podía corregir el daño en el hijo. Respondí con otra metáfora, pues recordé
las palabras del Dr. Robert S. Eliot, cardiólogo de fama mundial quien, obsesionado por
difundir sus técnicas de cirugía cardiovascular, se estresó e se infartó. Fue cuando se dio
cuenta de la fragilidad de su cuerpo, que enseñar cardiología por todo el mundo no era la
única ni la mejor tarea como esposo. Entonces organizó su vida y se reconcilió con sus
hijos y esposa. Fue por esta situación que él dice en el prólogo de su libro: “A menudo
digo que Phyllis (su esposa) y yo nos hemos casado varias veces... Hemos aprendido a
negociar nuestras diferencias y a efectuar cambios cuando nos era necesario hacerlos...”.
59
“Ahora comprendo la importancia del amor, del matrimonio y la familia, y todo esto vino a
raíz de mi infarto...”(Eliot, s.f.: 290-291).
Mi respuesta es que sí se puede cambiar el esquema familiar, pero hay que tomar
conciencia del “estilo” de vivir confrontados y del daño que las luchas de poder o las lu-
chas territoriales hacen a la relación y a los hijos. Estas luchas se manifiestan en mutuos
esfuerzos por desvalorizarse entre cónyuges que, en última instancia, se manifiesta en
dobles mensajes para con los hijos, con los resultados vistos en el caso anterior.
Las más de las veces, el objeto metafórico es la explicación material, dada por el
terapeuta en la sesión, de una metáfora verbal. Consiste en un objeto concreto que el tera-
peuta elige durante la sesión o tiene programado de antemano. Este objeto representará, de
manera visible y concreta, las relaciones, reglas familiares, conductas, alianzas, entre otros,
de la familia.
De un amigo psiquiatra, Dr. C. Raymundo, aprendí a usar los títeres como objetos
metafóricos, para ayudar a la gente a comprender su problema. El psicólogo sí sabe cuál es
el problema, pero el paciente, individuo o familia, no logra identificar, ver ni aceptar que
cierto asunto sea el problema. Para explicar esta dinámica voy a valerme de mi primer caso
con títeres, cuando la técnica tenía otro nombre y la literatura italiana todavía no circulaba
por estas tierras:
EL CASO
Se trata de una pareja, cuya esposa indicó que había perdido toda la
dimensión afectiva para con su esposo, incluyendo el área sexual. Le
preocupaba porque ella jugaba con la fantasía de una potencial
desaparición o muerte del esposo. Pero dice que lo último que podría hacer
es divorciarse. Su sistema de quejas se circunscribe a la ausencia de valora-
ción, consideraciones y detalles de parte del esposo y, en su lugar, ella
afirmaba que recibía de él un trato rudo, descalificador y exigente que,
generalmente, le producían llanto. Por su parte, el esposo insiste que es un
buen hombre, trabajador, fiel, casero, proveedor, buen padre, entre otros
atributos, de lo cual, ella también está de acuerdo.
12
Entiéndase “mecate” correspondiente a piola, soga, cuerda; y “esposas” como el instrumento policiaco
para apresar a los ladrones.
61
Fue muy importante respetar el principio que dice que una metáfora no se analiza,
razona o discute, aunque sí se la puede comentar a’posteriore. La razón teórica es que la
metaforización explora las imágenes subyacentes, a niveles emocionales y biológicos, sin
que intervengan las interpretaciones racionales que pudieran resultar amenazantes.
62
Se continúa preguntando sobre todas las posibles escenas y elementos de una “cena”
normal. Cada pregunta está diseñada para descubrir alguna disfunción sexual o verificar
que tienen una relación sana.
Mediante esta técnica la pareja se siente más libre para hablar de su problema;
profundiza en aspectos que, de otra manera, no lo harían o les resultaría difícil tratarlo. El
terapeuta guía las preguntas, pero la pareja cuenta, reflexiona, discute, aclara la situación de
la “cena”, busca soluciones concretas pero siempre dentro de la metáfora.
Mientras discuten el problema planteado por los hijos, referente al papel controlador
de la madre, el terapeuta referirá la metáfora: “Entonces ¿Ud. es la mamá de ‘Juan sin
huesos’?” Acto seguido, se le presenta al muñeco llamado “Juan sin huesos”,13 y se le
pedirá a ella que estruje o apriete al muñeco de trapo entre sus manos. Se le preguntará
sobre su necesidad de hacerlo, sobre sus sensaciones con el muñeco o se le preguntará ¿qué
cree Ud. que sentirá el muñeco cuando lo estruja?.
Una colega, después de verme trabajar la metáfora con objeto metafórico, tras del
vidrio unidireccional, decidió aplicar la técnica a una paciente suya, implementando una
modificación, que me pareció muy creativa: Mientras transcurría la sesión - dice ella -
hice la referencia metafórica y la materialicé así: “La personalidad de su hijo se parece a
‘Juan sin huesos’, como el que yo tengo aquí”. Acto seguido, le mostró el muñeco, y pidió
13
Es la silueta de un muñeco, confeccionada de tela, sin textura corporal, imposible de pararse solo.
63
a la madre que intentara ponerlo de pie. La madre, viendo que era imposible, en su desespe-
ración, colgó al muñeco por el cuello con los cordones de la cortina, lo miró de lejos y
lloró. En su mundo interno sabía ahora que había creado un hijo inútil, sin huesos, ni
músculos, ni columna vertebral. En el desarrollo del hijo se le había privado de la oportuni-
dad de experimentar, decidir, jugar, adquirir esas destrezas que se logra con el espacio y la
libertad, tan vitales para ser capaz de ponerse de pie y caminar. Paciente y terapeuta
estuvieron conscientes de lo que se estaban tratando.
Se le pide al PD que abrace un tarro de basura, con la consigna que se imagine que
él es ese tarro. Se pide al resto de la familia que cada uno deposite papeles, cualquier cosa
desechable en el tarro. A su vez, el terapeuta hablará de las extremas preocupaciones del
PD por “la estabilidad de la pareja de sus padres”. El terapeuta enfatizará que de “esa ma-
nera es como le construyeron o designaron; y cómo se presta el paciente para ser depo-
sitario del problema. Sin mayor esfuerzo, el PD siente el efecto de la metáfora sobre su
conducta; percibe como algo desagradable, inconveniente y patético ser el “tarro de basura
de la familia”. Por su parte, sus padres caen en cuenta de su conducta de depositantes de
“basura” sobre el PD y no quieren seguir haciéndolo. Entonces se negocia quién se hace
cargo de qué, repartiendo las funciones más equitativamente y así el PD quedaría liberado y
sus síntomas remitirían.
Es un ejercicio más fuerte que el “tarro de basura” para el uso en situaciones muy
particulares de congelamiento homeostático. Se pide al PD, solo o en presencia de su fami-
lia, que se acueste en el piso, boca arriba, cerrado los ojos. Se coloca una silla parada por
sobre su cabeza y se le pide al PD que se imagine que esa silla es una taza de un “servicio
higiénico” y que él forma parte de esa taza; que el sifón entra en su boca. El terapeuta le
dice: “Veo que hay cosas que a ti te gustan mucho, y ser un “servicio higiénico” de la
familia es una de ellas. Voy a contribuir con tu alegría. Me sentaré en esta taza, ya sabes
para qué. Si al final decides que no quieres ser más un ‘servicio higiénico’ de ellos, te
sales, pero para siempre”. 14 La experiencia es muy aversiva e impacta, tanto a la familia
presente, como al PD. No hace falta explicar los significados de la metáfora, de hecho las
metáforas no se explican ni racionalizan. Ella trabaja sola en esas áreas profundas de la
estructura biológica. Los presentes comprenden el significado de esa conducta y aparece
una decisión de no contribuir con ella.
14
En mi experiencia, y no he tenido que usar mucho este ejercicio, nadie se ha quedado debajo hasta que yo
me siente; han salido rapidísimo.
64
uno a uno, turnándose todos los miembros de la familia y le revelan sus atributos,
diciéndole: “Yo soy Jorge, y soy... y tengo... X virtud”. Un ejemplo: “Yo soy Jorge, y soy
una persona transparente con todos”. “Yo soy Jorge, y tengo una capacidad particular
para los estudios, que pronto terminaré mi carrera”. Mientras le reflejan sus atributos, el
PD asimila esas otras imágenes del sí mismo que no las había percibido como suyas o que
el mismo grupo las habían arrancado. Se trabaja sobre la premisa de que una persona se
deprime, desmotiva y pierde el propósito de su vida por considerar que su persona está
vacía de virtudes y méritos. Una vez que vea el reflejo de sus atributos en el “espejo
hablador”, hallará otro significado para su vida. Los “espejos”, quienes conocen al PD,
serán honestos al momento de reflejar los atributos de él. Esta es una metáfora que tiene
muchas aplicaciones.
La vida de una persona y las estaciones del tiempo en que se divide el año, 15 son
objetos distintos en naturaleza, pero tienen un factor analógico: La juventud, es la fase más
vigorosa, desarrollada, cerca de la niñez, y lejos de la vejez, comparable con la primavera,
la segunda estación del año, con lo cual se construye la metáfora: “Estás en la primavera
de tu vida”. El otoño, como la última estación del año, sirve muy bien para recibir al
“huésped” vejez de una persona, y se tiene la siguiente metáfora: “Estás en el otoño de tu
vida”. Pero la referencia a las estaciones del año tiene otros elementos, tales como las llu-
vias, flores, el color de los árboles, la caída de las hojas y el viento otoñal, que no aportan
comparación alguna a los fines de la metáfora. Entonces, gracias a los elementos análogos
parciales, tales como la “primavera” y el “otoño”, comparables con la juventud y la vejez,
respectivamente, se puede hacer el traslado denominado metaforización. Se concluye,
entonces, que la construcción de la metáfora supone la existencia de esos elementos
análogos.
5.7. LA PARADOJA:
Una definición de paradoja, desde el punto de vista semántico general, es: “Una
aserción inverosímil o absurda, que se presenta con apariencia de verdadera”. También se
15
Real Academia Española, 1970: 578. Las cuatro estaciones del año, en el orden correcto, son: Invierno,
Primavera, Verano y Otoño.
66
define como: “Figura de pensamiento que consiste en emplear expresiones o frases que en-
vuelven contradicción”( Real Academia Española, 1970: 975).
Paradojas antinomias:
Nadie aceptaría que un animal pueda ser un gato y no serlo al mismo tiempo; o un
humano pueda ser una y otra cosa, a la vez, excepto en la paradoja antinomia, donde puede
presentar esta posibilidad, como por ejemplo: "Ser abuela y madre" al mismo tiempo": Un
óvulo fecundado de su hija, implantado en el útero de la madre hace posible esta paradoja.
Cuando alguien dice: “Cúreme”, pero su conducta dice “no me cure”; o una expre-
sión como: “Mira al avaro en sus riquezas pobre”, estamos ante una paradoja semántica, del
ámbito de la lingüística (Real Academia Española, 1970: 975). Este tipo de paradoja
contiene frases que envuelven contradicción.
67
Paradojas pragmáticas:
Por prescripción:
Por restricción:
Aquí el terapeuta desalienta el cambio, incluso les indica que: “existe la posibilidad
de que no puedan cambiar”; “es posible que no tengan la capacidad de vivir juntos”. La
familia, en este caso, se siente desafiada a demostrar al terapeuta que éste está equivocado y
que sí es capaz de cambiar.
68
Aquí el terapeuta les dice, a una pareja peleona, que “han elegido algo divertido
para vivir”. A un insomne, le diría: “Como Ud. realmente disfruta pasar la noche en
vela, yo quiero ayudarle para que sean más placenteras las velas. Pido que lea
matemática, filosofía y estudios sociales toda la noche”. Al “comedor de uñas” le diría:
“Veo que te comes las uñas de las manos y te gustan, quiero que en esta semana comiences
a comerte las uñas de los pies”.
"¿Y tú, Rodolfo, cómo hiciste para comprender/cuándo fue que compren-
diste que debías inventar tu asma para dar a tu padre la oportunidad de se-
guirse viendo, encontrarse, hablarse, después de divorciado con tu madre?"
"Con tus vómitos los tenías cerca el uno del otro, pero te resultaban incómo-
dos, poco elegantes y salías perdiendo..."( M. Selvini P. et al., 1990: 28, 29).
Por supuesto Laura, por el ímpetu de su cólera, no pudo hacer otra cosa que no sea
la revisión de su participación activa en el conflicto de sus padres y “decidió” retirarse del
escenario, respetar la decisión de ellos y sus síntomas remitieron. Por su parte, los padres,
hicieron conciencia de algunos mensajes dobles: “De vez en cuando mi papá duerme con
mi mamá...”, denuncia la hija; ellos continuaban con las mismas conductas de casados,
tales como comer, salir juntos, lo cual fue leído por la PD como algo “rescatable”. Esto
había producido en Laura las respuestas ambivalentes de realidad-ilusión, alegría-tristeza,
miedo-esperanza, entre otros. También se puso en acción su rol de PD, y procedió a buscar
ayuda para “reconciliar a ellos”. Un ejemplo de sus respuestas ambivalentes se desprendía
de sus palabras cuando dijo: “Ellos se aman mucho, se necesitan mutuamente...” por lo que
no veía sentido en el proceso del divorcio de ellos y quería interrumpirlo.
70
El terapeuta toma al pie de la letra el relato del paciente paranoico y, junto con él,
buscan los “micrófonos” por toda la casa del paciente, quien sospecha que su esposa los ha
instalado para vigilarlo. Mientras el paciente intenta abandonar la búsqueda, el terapeuta
insiste en seguir buscando (como que “tomaba en serio la acusación de él). Al no hallarlos,
el paciente termina permitiendo al terapeuta que accese a su persona; permite hablar del
problema que tiene con su esposa; acepta su parte en la disfunción conyugal (no era
“perfecto”) y se produce la movilización para el cambio.
Esto, no sólo llegó a ser una técnica relevante en la terapia familiar, sino también ha
contribuido con la construcción de una hipótesis que explica la presencia de un síntoma en
la familia y su conexión con el todo. La hipótesis sobre un problema, en este caso, es una
forma de sospecha de un problema paradojal. Ejemplo: “Yo creo que tú creías que cuanto
más lo retenías para darle tu amor, más lo ahogabas y se fue...” Como se ve, es una
hipótesis a esta altura de la primera sesión. Pero, a su vez, encierra una paradoja: El inten-
to de retenerlo, habría producido la fuga.
Las instrucciones paradógicas (se refiere al uso de la paradoja por parte del terapeu-
ta), tienen la finalidad de invalidar las paradojas enfermas que los pacientes han construido
a partir de sus propias epistemologías. Por otra parte, el rompimiento de dichas paradojas
enfermas, no es posible hacer con y en una sola persona, sino sólo en el contexto del grupo
familiar, porque es éste quien refuerza y mantiene rígidamente el esquema. En el peor de
los casos, la negativa al cambio se convierte en el enganche maligno,16 cuyo equivalente
relacional es: Hacer que el otro “se vuelva impotente”, que “sienta culpa”, “que recurra al
síntoma”, “que mistifique”, “que evite la definición de la relación” y “evada el rol de
responsabilidad” (F. B. Simón, 1988: 132,133). Al igual que en el box, donde el árbitro
deshace el enganche maligno, el terapeuta es un “destructor del enganche maligno” y un
facilitador del diálogo, para lo cual debe actuar con energía y autoridad.
16
El “abrazo” de dos boxeadores, que no es por amor, precisamente, busca la cercanía para hacer daño, por
ejemplo, el boxeador Tyson, mordió la oreja al contrincante.
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Una vez que el terapeuta verificó el diagnóstico y se descartaron otras causas de im-
potencia, procedió a construir una técnica paradojal, la cual se resume a continuación: “En
los próximos días, y por un período indefinido, te está prohibido excitarte. Sólo se te per-
mite en casos extremos. La dinámica oculta era que el esposo había entendido que estabas
obligado a excitarte y la estrategia paradojal debe darle el mensaje: Te libero de la
obligación de hacerlo, porque te genera ansiedad. Por aparte, sin que sepa el esposo, se
instruye a la esposa que se comporte los más provocativa posible, con conductas y vestidos
para producir excitación en él. El síntoma remite cuando se le libera de la obligatoriedad
de excitarse. Entonces el esposo volvió a ereccionar y tener sexo.
En un caso de enuresis:
El examen médico no halló causa orgánica que justificara la enuresis de una pareja.
El psicólogo descubrió que los dos provenían de familias muy conflictivas y que la enuresis
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era su lenguaje de relación humana. El terapeuta llegó a la conclusión de que debía pres-
cribirles una paradoja para desactivar la trampa paradojal en la que estaban atrapados. Las
instrucciones fueron las siguientes: La hora adecuada para acostarse a dormir será las 10:00
p.m. La última orinada sería a las 5:00 p.m., y deben “aguantar hasta el momento de acos-
tarse a dormir”. “Deben tomar un vaso de líquido cada hora”. Al llegar la hora de acostarse,
fijada para las 10:00 p.m., “deben estar puestos sus pijamas y arrodillados cada uno frente a
su almohada”; “tienen que mojarla totalmente la almohada, vaciando sus vejigas”. Acto
seguido, “deben acostarse, con la seguridad que disfrutarán como nunca”. Se les asegurará
que “disfrutarán mucho”, puesto que por años ha sido su “práctica favorita”. Antes de llegar
la hora de acostarse, comenta el terapeuta, que los pacientes llamaron para manifestarle que
habían entendido el mensaje; que estaban listos para romper el juego.
Un padre formó una alianza excluyente con su hija de 3 meses de edad y debilitó su
relación con la esposa y sus otros dos hijos. El terapeuta usó la estrategia paradojal siguien-
te: "Si tanto amas a tu hija, vos, desde mañana vas a lavar sus pañales; antes de ir a tu
trabajo, la bañarás. En las noches vos eres el responsable de alimentar y cambiar los paña-
les de tu hijita. De esta forma vas a hacer más real tu amor por ella".
Por su parte, los estratégicos hacen un uso amplio de la paradoja, pero con el carác-
ter de paradoja estratégica. J. Haley (1967 y 1976) recomienda observar los siguientes re-
quisitos:
Entonces, sobre dicho plan, el terapeuta da una instrucción paradojal, por ejemplo:
Prescribe el síntoma, dando a entender a la familia que sólo pueden cambiar manteniendo
su manera de ser (manteniendo el síntoma); o que sólo pueden mantener su manera de ser si
cambian.
Connotar significa dar una evaluación o significado a algo o a alguien. En este caso es
valorar las conductas y personas y dar una connotación positiva (CP). Connotar positi-
vamente lo que todos ven negativo, incluyendo el mismo sujeto, era el gran reto, particular-
mente la CP del síntoma al paciente designado (PD). La construcción y uso de este principio
terapéutico cardinal, como dice M. Selvini P. (1982), venía impuesto debido a la necesidad de
hacer las intervenciones paradojales. Pues no se podía prescribir el síntoma, (paradoja) como
algo positivo, útil y necesario, si antes se había criticado (M. Selvini P. et al., 1982: 63).
Cuando se connota positivamente se modifica el sistema de valores, modelo, paradigma o
mapa interior que las personas tienen del mundo y de sí mismas. Cuando el significado de una
conducta cambia, los miembros de la familia reaccionan diferente. La CP también se llama
“interpretación positiva” (Soper, 1977) por la misma naturaleza de asignar una connotación.
En otras palabras, debido a la necesidad de ser congruentes con el marco teórico sistémicos,
en el cual se interviene paradojalmente; donde existe la necesidad de atribuir motivaciones
positivas al hecho de haber actuado esto o aquello, siempre que esté enmarcado en la
75
perspectiva sistémica y paradojal, se impone la necesidad de la CP. En el ejemplo “Don
Juan”: A él le asignaron los nombres peyotativos más fuertes, tales como: “monstruo”, “bes-
tia”, “desnaturalizado”, “enfermo” entre otros, por haber castigado físicamente a sus hijos, en
un grado inadecuado que rayaba en agresión. Un Tribunal le condicionó a recibir terapia
obligada por cuatro meses, so pena de perder su hogar si no lo cumplía. Su esposa y suegra
eran sus acusadoras y se esforzaban por “convencer” al terapeuta acerca de la maldad de Don
Juan. La suegra mostraba una marcas en la espalda de su nieto. Entonces el terapeuta, en
forma paradojal (absurda), hizo una CP (Stanton). Un silencio sepulcral dominó la sesión por
unos instantes. Esto es posible aplicar a las más destructivas de las conductas, siguiendo la
naturaleza de la paradoja, por lo que suele llamarse también "atribuciones nobles". Siguiendo
este principio, el terapeuta le dice al paciente agresor:
“Mi más profunda admiración por algo que Ud. tiene, Don Juan, que
quiero pedirle que no lo pierda nunca, esto es su deseo de perfeccionar a su
familia. Claro, no me estoy refiriendo a las técnicas empleadas, sino a su
deseo de que su familia sea la mejor del mundo”.
Por otra parte, cuando valoramos positivamente unos resultados del proceso terapéu-
tico, el esfuerzo de cada uno, pero no conlleva los elementos paradojales, suele llamarse, más
exactamente, un reconocimiento positivo; si incluye el elemento paradojal, tal connotación se
llama CP.
Las escuelas terapéuticas conocidos como de Roma y Milán recomiendan que no sólo
se debe connotar positivamente al PD, sino a los demás miembros de la familia, por cuanto
están innegablemente entrelazados. Por otra parte, si sólo se connota positivamente a una par-
te del sistema y no al todo, se perdería la neutralidad y se caería en la linealidad del paradigma
clásico; se afirmaría la idea de la existencia de “buenos” y “malos” en una familia. Ejemplo:
Si connotamos positivamente al PD por su vocación hacia el mantenimiento de la unidad del
matrimonio de sus padres, sacrificando su salud por haber hecho un cuadro asmático, hemos
de connotar positivamente a los padres por ser sensibles y leer el mensaje del hijo asmático y
responder efectivamente buscando ayuda profesional.
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Como afirma M. Selvini P. et al., (1990:240), “...lo que no ha variado nunca en estos
últimos 20 años, ... es la hipótesis-guía fundamental: La conexión entre la disfunción de las
relaciones familiares y el síntoma del PD”. Hay circunstancias en las que se "prescribe el sín-
toma" (intervención paradojal), esto es: "La ventaja de una jaqueca, es que te puedes quedar
en casa". El mensaje es: "Siga con sus jaquecas, parecen buenas para algo". Se ha prescrito
el síntoma, dándole una CP al mismo (paradoja), en tanto la cultura connota negativamente a
la jaqueca. Entonces es contradictorio "prescribir el síntoma" que previamente tiene una
connotación negativo. Sólo el conocimiento teórico sistémico del síntoma hace posible seguir
con la estrategia de "prescribir el síntoma"; y sólo el uso de la CP facilita la prescripción de
algo tan absurdo.
Nótese que todo esto está en paradoja, donde lo malo se presenta como bueno para
quitarle poder al síntoma.
"Hacer pareja es algo titánico; unos lo logran más fácilmente que otros;
tus padres de seguro lucharon, sufrieron, se sacrificaron e hicieron lo que
pudieron. Es más, a saber qué patrones heredaron de sus antepasados".
Esta CP del sacrificio de sus padres les libra de culpa y el PD mitiga su odio hacia ellos
por haberle hecho desgraciado.
Ni buenos ni malos:
Connotar positivamente es hacer una alianza sincera con la persona o grupo. El acce-
so al sistema familiar ocurrirá sólo si se connota positivamente al mismo y sus conductas, o al
menos se valoran sus "esfuerzos".
Por otra parte, cuando el terapeuta da a entender a la familia, que tanto la homeostasis
como la transformación son elementos de la dinámica familiar, ni peores ni mejores, resulta
más fácil movilizar a la familia de la homeostasis al cambio (M. Selvini P., et al., 1982: 63-
65).
78
EL CASO LUIS:
. Luis, soltero de 31 años de edad, hijo de padres campesinos, salió de la finca anal-
fabeto a los 15 años. Muy depresivo, intentos de suicidio, no ve sentido a la vida, bebedor
fuerte (alcohólico), lamenta no tener en qué gastar el dinero. Luis terminó la primaria a los 17
años y duró estudiando un año; hizo Bachillerato por Madurez, lo cual lo hizo en dos años y
terminó a los 22 años. Trabaja con plaza fija para el gobierno desde los 16 años. Ha sido
becado para estudiar telegrafía en México y Venezuela. Construyó su casa propia y está
ayudando con la educación de un hermano. Está estudiando el tercer año de carrera en la
UNA
Descripción.
79
Casado, tres hijos (11, 9 y 6), bajo observación del Patronato Nacional de la Infancia
por 90 días, por maltratar a los niños. La esposa le ha planteado separación para divorcio. El
Patronato, los familiares y vecinos le consideraban un monstruo... Depresivo, solitario, indica
que tiene que disciplinar a los hijos porque la madre no lo hace, sino que les consciente,
abandona y él quiere que sean buenos. Asume la función de padre y madre frente a la
inoperancia de la madre.
Producir un cambio.
Activar o crear nuevos modelos relacionales.
Establecer un contexto terapéutico.
Establecer reglas familiares.
Distribuir los roles de la familia, liberándola de estereotipos.
Producir información sobre la estructura y reacciones de los miembros
de la familia frente a requerimientos.
Para que las tareas se cumplan, deben tener un conjunto mínimo de características que
permitan que ellas sean realizables. Muchas tareas pueden fracasar por no cuidar los detalles
siguientes:
Deben ser aceptadas por el grupo familiar: En algunos casos son parcialmente
aceptables; en otros, son unilateralmente aceptables.
Hay que verificar que sean operativas y claras para todos.
Deben ser reestructurantes: En otros términos, deben contribuir con el
objetivo de reestructurar el sistema (no contrasistémicas):
Aquí se agrupan todas las modalidades actuadas en la sesión terapéutica, cuyo objetivo
es promover la formación y el mantenimiento de un contexto o atmósfera terapéutica; para
modificar una situación; o para estabilizar el cambio logrado. Ejemplos:
Muchacho depresivo de 23 años; inactivo, fóbico, fracasado en los estudios, sin motiva-
ción para trabajar o estudiar; vive a expensas de su padre. Ha sido el PD de la familia toda la
vida, al punto que dicho rol le ha inutilizado porque siempre estuvo “embargado” por el siste-
ma. Los padres acusan evidentes problemas relacionales crónicos, sin haber sido abordados
con seriedad. Por una parte, el rol de PD, no le dejó libre para crecer; por otra parte, Luciano
sacó ganancia secundaria del rol de PD; no estudió ni trabaja; está mal acostumbrado.
La madre es el PD de la familia; esclava, maltratada por los hijos varones; exigida al ser-
vicio esmerado; ellos son inútiles, “castrados”. La gran desarmonía de los padres refuerza la
conducta de los hijos, porque el padre nunca defiende a la madre. Ella teme perder a la familia
y se esmera por hacerles la vida agradable, y su función es “mantener a la familia unida”,
“salvarla”, a toda costa.
Apareció el PD en la persona del hijo segundo, con un cuadro asmático, a quien la madre
atiende a cualquier hora. El padre es frío, indiferente con todos. Hay claros indicadores de la
necesidad del hijo asmático de relacionarse con el padre.
El terapeuta desplazó los roles de atención al hijo de la madre hacia el padre, con la
consigna que cada vez que el hijo tuviese crisis, sería el padre quien le atendería a cualquier
hora. El asma desapareció; se cambió la relación del padre con los hijos y la esposa, hacién-
dose él afectivo y cercano.
Ataque al síntoma:
El terapeuta pide que algún miembro de la familia dramatice un síntoma de otro miem-
bro familiar. Con ese “ridículo”, el síntoma es percibido por el PD de manera diferente; es
desvalorizado por el grupo y remite. El ataque al síntoma se hace “utilizando al síntoma”. En
otras oportunidades se pide al paciente que demuestre cómo es que hace cuando se siente
“mal”; y se pide a la familia que actúe como lo hace cuando el PD está mal.
La Sra. X tiene miedo descubrir que sea lesbiana, porque una lesbiana le “propuso”. El
terapeuta no halla indicios de lesbianismo en la paciente; diagnostica que un temor básico o
biológico se había desencadenado.
El terapeuta le prescribe: “La Metro Golden usa como logo un león rugiente, al
inicio de sus películas; en cambio Wald Disney, haciendo broma, usa un gatito maullando.
Se le dice que cada vez que venga a su mente la idea de ser lesbiana, en lugar de pensar en
el león de la Metro, piense en el gatito de Disney. Después de un promedio de cuatro
semanas remitió el miedo.
Una vida sexual fallida, que tiene de fondo a un hombre que siempre quiere ganar. Se
introduce laa metáfora: el juego de cartas. La instrucción en secreto para ella, en el juego de
cartas, es que “debe dejarle ganar”. El terapeuta les prescribe para la casa, jugar a las cartas,
con la orden rigurosa de que él debe ganar todas las partidas. El “juego del siempre pierde”.
Esta rigidez de la regla irrita a ella; pero la única forma de infringir la regla es aleándose con el
marido y revelándose contra el terapeuta, lo cual ocurre a los 4 días. Ella gana la partida y no
con ayuda; él se alegra que lo hiciera. Sintieron deseos sexuales, pero no competitivos y fue
exitoso; ya eran aliados.
Usar el juego de "quién gana al pulso", entre padre e hijo, como análogo de la compe-
tencia oculta y dañina, no sólo exteriorizó tal lucha sino, por vía analógico-física se tocaron, se
acariciaron, hicieron contacto y se produjo una nueva relación de amigos.
86
Antecedentes:
La hipótesis central:
La existencia de diferencias en las generaciones hace que surjan los intentos univer-
sales por anular las características de cada generación. En efecto los padres quisieran
que los hijos sean y se comporten como ellos; a su vez, los hijos quisieran que los
padres sean y actúen como ellos. Hay un claro intento por anular las características
generacionales y, por esta vía, se inmiscuye una generación en la otra; se consideran
"obligados" a hacerse cargo de los asuntos de los otros.
Tal como indica la hipótesis, este es un intento mutuo. Los padres buscan asegurar la
continuidad homeostática; los hijos quieren acomodar a la generación parental a su modelo
para asegurarse la estabilidad.
5.10.4. Ocurre el sacrificio del hijo por los padres sin que estos se lo
pidan:
El sacrificio del hijo, en la función de PD, no es un acto de decisión consciente, pero
tiene el carácter de salvarlos “a toda costa”. Este sacrificio puede incluir hasta la muerte del
PD; el mínimo, es una salud quebrantada, una reputación dañada, un record académico
afectado, entre otros. Cuando el terapeuta revela la función del PD, éste es el primero en
asombrarse; luego los padres están igualmente asombrados e insisten en que no se lo habían
solicitado tal función a un hijo/a.
Primera sesión:
Se cita a terapia a los familiares convivientes (familia nuclear) y a los familiares rela-
cionados no-convivientes (abuelos, tíos). Esta primera sesión se centrará en conseguir toda la
información posible de los familiares no convivientes (abuelos, tíos). Al cierre de esta primera
sesión, el terapeuta, muy cordialmente “despedirá para siempre” a éstos, agradeciendo su
ayuda. Indicará que “de hoy adelante se trabajará sólo con la familia nuclear”, lo cual ocurre
una o dos sesiones más antes de despedir al PD.
En cada sesión siguiente se dedicará un rato para analizar lo que dijeron, hicieron,
entre otros, los hijos, particularmente el PD. Para esto, cada padre tomará nota de estos deta-
lles por separado. Se pedirá que cada uno relate lo que observó.
Bajo la prescripción de la fuga, los padres dejarán una nota que diga: “Esta noche no
estaremos”; “regresaremos mañana”; “estaremos una semana fuera”, “los arreglos de cuidado
de Uds. son éstos...”, entre otros. La nota dirá en plural “nosotros” o “su papá y yo”, “su ma-
má y yo”, escribirán la nota alternando entre los padres para el PD vea la conciliación.
Este concepto fue acuñado por primera vez por Walter Cannon (1932, (Citado por
Simon et al:1984: 188), aplicado a los relativos controles de la fisiología. Luego Don D.
Jackson (1957:15), usó el término con aplicación a las relaciones sociales. Es por eso que
homeostasis se ha entendido como “el conjunto de regulaciones orgánicas que actúan para
mantener una condición relativa de estabilidad del organismo por medio de mecanismos de
control”. Por su parte Simon et al. (1988: 188-189) aclara semánticamente que
homeóstasis viene del griego, donde homois, significa similar; y stasis, significa
permanecer quieto, estable, relativamente constante mediante autorregulaciones.
De esta teoría sacamos las siguientes conclusiones: Hay mecanismos que se ajustan
bien al ambiente y al crecimiento del organismos, los cuales serían calificados como
mecanismos saludables, que permiten que el organismo se ajuste a dicho crecimiento. Pero
también, hay mecanismos, evidentemente patológicos, que atrapan al organismo en un
estado de homeostasis congelada. Por la misma vía, llegamos a la conclusión que hay
homeostasis sana, necesaria, como hay homeostasis congelada, de rango patológica. Los
mecanismos llamados mantenedores pueden ser personas, cosas, reglas, hábitos culturales,
entre otros. Es función del terapeuta identificar los mantenedores, para trabajar en ellos, si
se intenta cambiar la condición del organismo. Para lo cual, se debe marcar el campo de las
fuerzas con las que se tendrá que trabajar, tales como relaciones familiares, laborales,
educativas, sociales, entre otros. Como señala Varela (Citado por Fishman, 1989; 36), los
sistemas familiares pueden ser como cajas chinas: los individuos son parte de una familia,
ésta, a su vez, es parte de una familia extensa, que es parte de una comunidad y
así sucesivamente. El cambio en el organismo solo ocurrirá si se cambia la relación con los
mantenedores homeostáticos. El segundo paso, en el proceso de tratamiento, una vez que
se ha roto esta relación, es observar quien procura volverlo al status quo. Añade Kellner
(citado por Simon et. al. 1984:47, 48), que las familias desarrollan patrones de
comportamientos previsibles; que éstos cambian de un lugar a otro, de una generación a
otra. Si un miembro familiar abandonaba una conducta, ésta se manifestaba en otro
miembro familiar. Si se rompe un patrón familiar, como la presencia de los padres para
acostar a los niños para que duerman, lo primero que aparece es un síntoma; luego la
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familia maneja los mecanismos homeostáticos o patrones predecibles. Cuando este
proceso de acomodar el sistema ha fallado, es cuando se requiere del terapeuta para
colaborar con la búsqueda del equilibrio.
2. Cada grupo buscará e identificará la o las conductas que operan como mantenedores
homeostáticos en los casos que se entregarán en papel.
3. Cada grupo construirá, hasta donde le sea posible, algunas hipótesis acerca del por
qué se han estructurado los mantenedores homeostáticos.
CASO I:
Un adolescente sale todas las noches y siempre regresa tarde y no a la hora convenida.
Sus padres y él han renegociado muchas veces las reglas, pero el adolescente nunca cumple lo
que promete. Le regañan y amenazan con dejarle fuera. En algunas ocasiones, el papá pasa el
picaporte, pero la mamá lo quita cuando éste se duerme. Una sola vez ha dormido en un carro
en la cochera. Le han insinuado que le convendría vivir a parte, pero la madre abunda en
buenos consejos todo el tiempo, para convencerle por bien.
CASO II
Durante el noviazgo de 6 años, el novio embarazó a otra señorita, que no era su novia.
Salió perdonado del delito y se casaron. En los 17 años de matrimonio él ha embarazado a
otras 5 muchachas más. Total: tiene 6 hijos por fuera y 3 con su esposa. Esta conducta de infi-
delidad ha llegado a ser un patrón. El esposo dice que todo eso ocurre, Ud. sabe, “en una
noche de tragos”. Por su parte, la esposa sostiene lo siguiente: “Yo sé que mi esposo necesita
distraerse, salir con sus amigos, y una no es tonta, porque yo sé que tienen sus aventurillas
pero, lo que yo no toleraría, es que él se involucre”. Dicen estar ahora al borde del divorcio.
CASO III
Una anciana madre viuda de 75 años y tres hijas solteras de 56, 53 y 50 años de
edad forman una familia. Cuando la más joven tenía 30 años se embarazó de un visitante a
un congreso. Las cuatro mujeres enviaron con mucha frecuencia los siguientes mensajes al
hijo varón:
El joven descubrió que sus “servicios” eran importantes y decidió venderlos caro.
Exige un carro, dinero, libertad total. No estudia, sale todas las noches, duerme en el día,
ha agredido físicamente a la madre y ha amenazado con un puñal a las tías y yabuela. Tiene
conflictos con el licor y con “faldas”.
CASO IV
Adolescente de 14 años, estudiante brillante (cuando estudia), vive con su madre
biológica y padrastro, quienes desean profundamente tenerlo y cuidarlo. Su padre biológico
vive en otra provincia, y también lo desea, busca, aconseja y esto ha producido “lucha de
territorio” (propiedad) entre los padres. El adolescente, cuando quiere conseguir algo
importante pide a su madre y padrastro y, si no le dan, hace un berrinche y se va donde su
padre biológico, creando un conflicto por el cambio de colegio y para determinar quien
paga el colegio. Igual le hace a su padre biológico. Se ha metido en conflictos legales y
huye a la “otra casa”; cuando regresa, deja otro problema en la otra casa. Esta conducta lo
ha manifestado desde la edad de los 8 años, sin variar y, por el contrario, tiende a agravar
porque los delitos y exigencias son mayores.
CASO V:
Extranjeros, en un país sin amigos, recién casados, estudiantes, poco dinero y poca
vida social. El dice que está muy ocupado en sus estudios; tiene vida social; se caracteriza
por ser desapegado de ella y no la da espacio para escuchar ni hace vida de pareja. El dice
quererla a su manera. El estilo comunicacional de ella es la metáfora, somatizando su
problema psicológico, conducta utilizada desde novios. Ella está muy enamorada de él y
no quiere ofenderle ni incomodarle con reclamos. La somatización más impresionante es un
93
chorro de sudor por los dedos de las manos, al punto que siempre lleva a la mano una
toalla grande de baño para secarse el sudor.
CASO VI:
“Diego” ha cambiado de colegio 5 veces en 3 años de secundaria y casi siempre por
problemas de conducta. De los 3 años, sólo ha aprobado uno. Sus amigos son, por lo gene-
ral, estudiantes repitentes y con problemas de conducta. Ellos forman un grupo desva-
lorizador de los que son estudiosos. Su padre tiene dificultad hallar un colegio que quiera
recibir como alumno a “Diego”. Para el padre no es difícil aceptar que su hijo “necesite”
otro colegio. En cambio la madre protesta contra “Diego” y su esposo; contra los mu-
chachos que forman el grupo de relacionados; y contra los colegios acusándoles que “no
hacen nada” por “Diego”.
Según S. S. Minuchin (1977), cuando los hijos crecen se da una distorsión de los
límites. Esto consiste en que el subsistema parental que, hasta este momento había tenido la
mayor cantidad de poder en la familia, ahora ha perdido fuerza, y los hijos quieren tomar el
control en su intento de buscar mayor espacio y oportunidad de autocontrolarse. Esto hace
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que las reglas familiares existentes se manifiesten obsoletas y surja el imperativo de construir
las nuevas reglas.
En el primer caso, son cuadros de doble mensaje, cuando por un lado uno de los padres
dice “no puedes salir”. En cambio, el otro progenitor, descalificando al primero, le dice “sí
puedes salir”. A partir de dicha contradicción, el hijo encuentra el portillo por donde escapar,
en el tanto el progenitor permisivo se hace cargo de defenderlo. En este caso, se hace
necesario conciliar a los progenitores para que haya un solo mensaje proveniente de una
autoridad unificada.
Adol (1972) sugiere que la urgencia, en estos casos, radica en negociar los límites y
comprometerse con el límite que se negocia. También hay que negociar las consecuencias del
no cumplimiento de las reglas.
Este segundo significado de las reglas familiares es el que estamos usando en este
manual. Esto significa que, cuando una conducta grupal o individual es percibida como
perjudicial o anticuada, el grupo se reúne para acordar una antirregla que desvanezca a la
regla. Los procesos de maduración o de terapia construyen antirreglas, construidas conscien-
temente con objetivos bien definidos.
Doub y Morgan (1990) sugieren el siguiente procedimiento para construir las reglas
familiares:
Por otra parte, la delegación permanente, del tipo adopción, parentaliza (hace padres) a
quienes se hacen cargo, con responsabilidades y privilegios, y se forma el nuevo sistema
familiar. En este caso, se trata de un proceso regular, con resultados muy parecidos a la
situación natural. Esto significa que no siempre el subsistema parental es el mismo subsistema
conyugal. Por razones de ruptura conyugal, incapacidad o disfunción, la pareja deja de tener el
control de la familia, en cuyo caso surgen los subsistemas parentalizados responsables de la
conducción de la familia, los cuales pueden estar integrados por abuelos, tíos, padres
adoptivos, un solo progenitor, etc
CAPÍTULO VI
BIBLIOGRAFÍA
Ausubel, D. (1968). Educational psychology: A cognitive view. New York, Holt: Rinehart
and Winston, Inc.
Eliot, R. y Breo, D. (s.f.). ¿Vale la pena morir de stress?. Buenos Airs: Editorial Atlántida.
Guang, E. et al. (1997). La salud mental desde la matriz familiar: Teoría y metodología de
intervención. Capacitación a los equipos de atención secundaria. Costa Rica:
Comisión de Intervención y Comisión Interinstitucional para la Capacitación en
99
Intervención en Familia, CCSS.
Navarro G., J. (1996). Técnicas y programas en terapia familiar. Buenos Aires: Editorial
Paidós.
Selvini, M. et al. (1982). Los juegos psicóticos en la familia. Buenos Aires: Amorrortu
Editores.