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Programa Hispano de Consejería On line

WORLD MISSION UNIVERSITY

Por
Dr. Enrique Guang Tapia, Ph. D.

2020
2

 Todos los derechos son del autor y queda prohibida la


reproducción parcial o total de este texto, sin la debida auto-
rización.

Dr. Enrique Guang Tapia, Ph. D.


unelaegt@gmail.com

Teléfono: (506) 2285-0527


Celular: 8706-5731
Oficina: 2283-7278
3

TABLA DE CONTENIDO

CAPÍTULO I:
OBJETO Y OBJETIVOS DE LA TERAPIA FAMILIAR 5

1.1. Introducción 5
1.2. El objeto de la terapia sistémica 5
1.3. Los objetivos de la terapia sistémica 5
1.4. Evolución de la psicoterapia de familia 7
1.5. Una definición de psicoterapia familiar 9

CAPÍTULO II:
HIPÓTESIS, CONTENIDO Y PROCESO 10

2.1. Una definición 10


2.2. Información e hipótesis 10
2.3. Los primeros desafíos a la hipótesis 10
2.4. La historia del terapeuta Vs. la historia del paciente 11

CAPÍTULO III:
IDENTIFICACIÓN DE ALAGUNOS ELEMENTOS BÁSICOS DE LA
ESTRUCTURA FAMILIAR 14

3.1. Familias distanciadas, normales y aglutinadas 14


3.2. Los espacios de las familias 15
3.3. Intervención en jerarquías y estructuras disfuncionales 19
3.4. Ejercicios reestructurantes de la familia 24
3.5. Los linderos de la familia 26

CAPÍTULO IV: 28
LA ENTREVISTA Y SUS ESTADIOS DE INTERENCIÓN
4.1. Introducción 28
4.2. La información previa 29
4.3. La primera entrevista orientada al consultorio privado 30

CAPÍTULO V:
METODOLOGÍAS PARA LA INTERVENCIÓN TERAPÉUTICA DE FAMILIA

5.1. La función del terapeuta 36


4
5.2. Metodología del encuadre y reencuadre 36
5.3. El uso de la pregunta en la intervención 37
5.4. La metáfora 49
5.5. El objeto metafórico 59
5.6. Los análogos 64
6.7. La paradoja 65
6.8. La connotación positiva 74
6.9. Las tareas o prescripciones 79
6.10. La prescripción invariable 86
6.11. El mantenedor homeostático
6.12. La confección de las reglas familiares 93

CAPITULO VII 99
BIBLIOGRAFÍA
5

CAPÍTULO I
OBJETO Y OBJETIVOS DE LA TERAPIA
SISTEMICA

1.1. INTRODUCCIÓN
Para esta sección del objeto y los objetivos de la terapia sistémica nos ha parecido lo
más adecuado utilizar como base un excelente material producido por la M.Sc. L. Arce
Morales (1996) con algunas anotaciones y énfasis incorporados de nuestra parte. Ella, en
su esfuerzo por describir las diferencias y similitudes de dos enfoques, objetivos y técnicas
de las modalidades sistémicas estructural y estratégica, hace un análisis comparativo de los
criterios de los dos representantes más connotados, como son: Jay Haley, el mejor
exponente de la modalidad estratégica; y S. Minuchin, el máximo creador del modelo es-
tructural.

1.2. EL OBJETO DE LA TERAPIA SISTEMICA:


En la terapia sistémica, en tanto se guía por un paradigma de interacción, el objeto
de la terapia es el grupo familiar u otro grupo. Esta es una de las diferencias fundamentales
con las posturas teóricas individuales, cuyos paradigmas conciben al individuo como el ob-
jeto del proceso del cambio. Por consiguiente, se asume que a la entrevista sistémica de la
familia, asistirá el grupo familiar, de la naturaleza y tamaño que ésta fuese.

Entonces, surge una pregunta válida: ¿Cómo se define un grupo familiar? Esta es
una pregunta importante, y los teóricos sistémicos no tienen un modelo de respuesta único.
M. Bowen concibe que a una sesión de terapia familiar deben asistir tres generaciones:
abuelos, padres e hijos, para lograr realmente la información adecuada y los cambios
necesarios. A. Ackermans y M. Andolfi, por su parte, sugieren que, al menos, a la primera
sesión de terapia familiar sistémica, deben asistir todos los miembros familiares
convivientes, más los miembros familiares directos no convivientes; y que a las sesiones
siguientes han de asistir sólo los convivientes. Por su parte, J. S. Bergman, al hacer
referencia a las familias incompletas o con miembros resistentes a la terapia, indica que se
puede hacer terapia de familia sólo con una parte de la misma, en el tanto se provoca a los
resistentes para que asistan a la terapia.
6

1.3. LOS OBJETIVOS DE LA TERAPIA SISTÉMICA


Los dos representantes de las tendencias estructural y estratégica piensan de la
familia en términos de estructura y de jerarquía. Sin embargo, para S. Minuchin, desde su
referente teórico estructural, el objetivo de la terapia es modificar la estructura del sistema
familiar, que se considera disfuncional, puesto que está dando problemas. Estudia el mapa
de la familia, la estructura existente y la compara con la estructura que debería tener ese
sistema para ser funcional. Su objetivo primordial es reestablecer la jerarquía, lo que impli-
ca fortalecer el subsistema parental. Considera que la estructura jerárquica está confundida
cuando se dan coaliciones entre miembros de los subsistemas diferentes, de generaciones
distintas, lo que causa problemas al funcionamiento del sistema familiar de una relación”.
Por lo tanto, en una familia, existe una lucha de poder entre los subsistemas y entre los
subsistemas y el sistema familiar, donde cada uno intenta controlar o definir las relaciones.
Lo fuerte de J. Haley no es analizar a la familia en su contexto, sino el análisis de su
dinámica propia.

1.3.1. El énfasis:
Para S. Minuchin, toda conducta humana es un intento de mantener distancia o cer-
canía en las relaciones. Así pone el énfasis de la terapia en el proceso; pone especial aten-
ción a los linderos de los subsistemas y a las alianzas y coaliciones. Utiliza las metáforas y
un claro manejo del espacio. Enfatiza en la cultura de la familia como sistema y como parte
de un sistema más amplio: grupo étnico, país, religión, etc.

Para J. Haley, toda relación es una lucha de poder entre las personas en un intento
de definir o redefinir la relación. Este autor amplía el axioma: “Es imposible no comuni-
carse”, agregando que “es imposible no intentar ejercer influencia sobre la definición o la
naturaleza de una relación”.

Por lo tanto, en una familia, existe una lucha de poder entre los subsistemas y entre
los subsistemas y el sistema familiar, donde cada uno intenta controlar o definir las relacio-
nes. Lo fuerte de J. Haley no es analizar a la familia en su contexto, sino el análisis de su
dinámica propia.

En J. Haley, desde su referente teórico estratégico, el objetivo de la terapia es la so-


lución del problema. El estudia la función del síntoma y diseña la estrategia pertinente para
resolverlo. Esto no significa que a J. Haley sólo le interese desaparecer el síntoma, sino que
éste es la señal de la existencia de un problema. Así que el objetivo no es sólo la desa-
parición del síntoma, sino la resolución del problema y, sólo entonces, remite el síntoma.

1.3.2. Definición del síntoma:


S. Minuchin define el síntoma como la respuesta de un sistema familiar bajo ten-
sión. Este autor, aparentemente, estaría de acuerdo que las disfunciones del sistema han
afectado al subsistema y, en tanto es un “termostato” que mide la presión del grupo, es el
Paciente Identificado (PI). El considera que un solo miembro no puede controlar a todo el
7
sistema, por lo que considera que el síntoma no tiene una función “salvadora”. Una vez que
el síntoma se ha manifestado, es un mensaje que indica que hay disfunciones en la estructu-
ra. En cambio para J. Haley, el síntoma es un vehículo mediante el cual el Paciente
Identificado, Designado o Señalado(PI, PD o PS)” adquiere poder cuando la organización
del sistema no provee a esa persona de un poder legítimo. El considera que los síntomas
son un poderoso medio para ejercer control.

En otras partes de sus escritos, S. Minuchin, en tanto el PI mantiene al estabilizado


(homeostasis), aunque sea disfuncional, si ejecuta una función “salvadora”. En el momento
de intervenir en la familia, S. Minuchin utiliza el síntoma como un instructivo para la
transformación de la estructura familiar.

Para S. Minuchin, ese “mensaje” habla de una estructura disfuncional; para J.


Haley, ese “mensaje” habla de una disfunción relacional donde, por alguna razón, un indi-
viduo o un subsistema ha sido marginado, silenciado, invisibilizado, amenazado, entre
otros, y éste tiene que recurrir a una especie de “prótesis”, para “salvarse” o “salvar” al sis-
tema. De esta manera, el portador del síntoma controla la relación. El síntoma tiene el
efecto de generar poder y, al mismo tiempo, negarlo. Al mismo tiempo, los síntomas
mantienen la estabilidad (homeostasis) del sistema familiar. Por otra parte, J. Haley consi-
dera que el síntoma, a más de ejercer poder y control, tiene una función protectora del mis-
mo sistema.

En las dos modalidades vistas, el síntoma es un lenguaje o mensaje; y el paciente es


un “mensajero”. Una dinámica oculta e inconsciente de la familia “construye” al PI y éste
es indispensable en las familias que sufren de disfunciones importantes.

1.4. EVOLUCIÓN DE LA PSICOTERAPIA DE LA FAMILIA:


En la medida que evolucionó el conocimiento de la familia y el nuevo paradigma,
evolucionó también el estudio de la salud y la enfermedad de la misma. Los padres de la
psicología fueron congruentes con el siglo XIX, en el cual predominó el concepto de energía.
Era comprensivo entonces, deducir lógicamente, que si se "pateaba una piedra, ésta rodaba,
porque se le había transferido energía", pero no generaba energía propia. La linealidad entre
causa y efecto estaba muy definida: Si A entonces B, ordenados lineal y causalmente. La
investigación, por lo tanto, buscó la relación del fenómeno presente con las "causas primeras".
Por su parte, al llegar las medianías del siglo XX, el nuevo paradigma, permitía ver diferente a
los seres vivos y sus acciones, lo cual se puede resumir así: Si A estimula a B, éste, a su vez,
responde o reacciona y envía su respuesta a A, haciéndole saber qué le significó. Su respuesta
se convierte en estímulo que, en última instancia es otro mensaje.

En resumen, éstos son los conceptos fundamentales de la psicoterapia de familia:

1.4.1. Los seres vivos tienen energía propia.


1.4.2. Los seres vivos están interrelacionados.
1.4.3. La relación de los seres vivos no están mediatizados por energía, sino por men-
sajes.
1.4.4. El ordenamiento de causalidad no es lineal sino circular.
8
1.4.5. Independiente de las proyecciones de los problemas a las raíces del pasado, el
nuevo paradigma apunta hacia el problema existente en el presente.

Por consiguiente, el análogo más adecuado es la "patada a un perro", y éste muerde


como reacción, porque tiene energía propia y porque se le ha "transmitido un mensaje", como
suele ocurrir también con los seres humanos. Si se "patea una piedra", esta acción es un
mensaje, pero la piedra rueda hasta que se agota, no como respuesta a un mensaje, sino por la
energía transferida. La piedra no reacciona porque no tiene energía propia. Es así como la
Teoría Generales de los Sistemas, junto con la Teoría de la Comunicación Humana, pusieron
la base para la comprensión de las relaciones interpersonales.

Sobre la base de lo anterior, la evolución de la psicoterapia de la familia siguió el


proceso siguiente:

 Modelo individual:

Se veía y se ve al paciente como el único portador de la enfermedad, de origen genéti-


co o histórico. Este modelo, por la similitud con la medicina, suele llamarse también modelo
médico. El esfuerzo, en este modelo, está dirigido a hallar las causas orientadas linealmente a
los efectos (fenómenos observados): Esto es: Sucede B (efecto, síntoma) porque sucedió A
(causa). El enfoque individual más representativo es el que sigue el paradigma intrapsíquico.
Las causas, que son hechos generalmente ocurridos en la infancia, estarían guardados en el in-
consciente y, desde allí, producen efectos conductuales observables, orientados lineal y cau-
salmente. El acercamiento de investigación es de naturaleza intrapsíquica; está montado sobre
el concepto de energía, la cual se desplaza desde el inconsciente al consciente, etc. En esta
misma línea, hay varias modalidades.

 Modelo diádico:

Los primeros trabajos con el modelo diádico se observan en El pequeño Hans de S.


Freud y en el Estudio psicoanalítico de la familia de Frugel. S. Freud inició los tratamientos
diádicos, esto es del hijo enfermo junto con la madre, pero sin alejarse del paradigma intrapsí-
quico, sino para reforzarlo. Los psicoterapeutas sistémicos de transición acuñaron el término
"madre esquizofrenogenizante", porque las observaciones demostraron una íntima relación de
la patología de la madre con la del hijo; las diadas de estudio se extendieron al hijo con el
padre. Aquí se dio el paso del paradigma intrapsíquico al paradigma interpsíquico. La
presencia de otros miembros familiares en las sesiones psicoterapéuticas tenía como finalidad
la información; pero el tratamiento y sus técnicas seguían siendo individuales.

 Modelo interaccionista:

Como paso final hacia la psicoterapia familiar, este modelo considera que el carácter,
la personalidad sana o disfuncionada, las defensas y los síntomas del individuo, son confor-
mados por las relaciones que éste mantiene con sus parientes. El énfasis está en que la pato-
logía fluye linealmente de los padres hacia los hijos, de suerte que es lógico decir: "pobrecitos
los hijos". La investigación se centró en el flujo de la patología del progenitor hacia el hijo/a.
9
Para neutralizar dicho fluyo, se recurrió al aislamiento del "enfermo", por lo que las terapias
no habían variado de los modelos clásicos; la psicoterapias y sus técnicas seguían operando
sobre el individuo, objeto de la terapia.

 Modelo familiar:

Así se llega, por la década de los 60, a la psicoterapia de la familia, con un nuevo para-
digma que desafía a los hábitos de pensamiento lineal. La familia evidencia ser el sistema
central del hombre: Sus identificaciones, valores, objetivos, adaptación social, entre otros,
remiten a lo que sucedió o sucede en familia. De la misma forma, las patologías no son el
patrimonio de un individuo sino del grupo familiar; es el resultado de una interacción de per-
sonas y no una disfunción individual como lo es una bronquitis, úlcera, etc. El objeto de la
terapia es un grupo familiar y la terapia de familia y sus técnicas operan sobre los procesos
transaccionales del grupo, tales como: la comunicación, las estructuras y jerarquías familiares,
roles, sistema y sub-sistemas, linderos, alianzas, entre muchos otros elementos.

1.5. UNA DEFINICIÓN DE PSICOTERAPIA FAMILIAR:


Este modelo tiene un paradigma circular, puesto que si A (suceso, causa) influye a B
(efecto); B influye recíprocamente a A, dándose la circularidad. La terapia familiar no es sim-
plemente un nuevo método de tratamiento, sino una nueva visión del ser humano, de la salud y
la enfermedad; nos muestra la causa y el tratamiento de los problemas psiquiátricos con una
nueva visión. La psicoterapia familiar parte de premisas diferentes:

1.5.1. "Si ha de cambiar el individuo, deberá modificarse el medio en que éste se


mueve.

1.5.2. La unidad de tratamiento ya no es la persona aislada, sino la red de relaciones


en la que está envuelto" el individuo (Stierlin, 1979).

1.5.3. La patología no está ubicada en el individuo, sino en el grupo familiar, de cuya


disfunción el individuo es el portavoz y asume el nombre de Paciente Identi-
ficado (PI) o Paciente Designado (PD), quien delata, comunica y pide ayuda
para que se cure la disfunción del sistema.

1.5.4. Los síntomas del PI no son señales de significados individuales, sino del grupo,
y son instrumentos de comunicación. El PI no es el paciente clásico, como se
conceptualiza en el modelo médico. Tampoco el PI es el paciente, cuya patolo-
gía propia resulta estimulada por el grupo familiar (modelo lineal). Aquellos
síntomas del PI son el producto de una relación (Haley, 1982).

1.5.5. En última instancia, la psicoterapia familiar, según el modelo sistémico, es una


terapia de procesos, transacciones, vínculos y otros elementos de esta
trascendencia, que están ocultos tras las sintomatologías visibles.
10

CAPÍTULO II

HIPÓTESIS, CONTENIDO Y PROCESO

Antes de la primera entrevista siempre existe un contacto telefónico, con un breve


coloquio con alguno de los familiares o con un intermediario (trabajador social, orientador
educativo, entre otros). En estas circunstancias, el terapeuta tiene un modo de recoger infor-
maciones utilísimas, que luego analiza en términos relacionales para tener las primeras
impresiones hipotéticas sobre la naturaleza de la familia y su problema. La información que
recoge proviene por la vía del lenguaje verbal, así como por la vía analógica.

2.1. UNA DEFINICIÓN:


Una hipótesis es el supuesto necesario, con el cual se inicia el acercamiento tera-
péutico. Este supuesto requiere verificación y, si no se prueba la hipótesis, se la abandona.
Es el supuesto acerca de lo que está realmente sucediendo en la vida del paciente o la fami-
lia. Este supuesto es una especie de brújula que guía al terapeuta en sus preguntas, búsque-
da, como en toda investigación.

2.2. INFORMACIÓN E HIPÓTESIS:


Las hipótesis surgen de los primeros contactos entre el paciente y el terapeuta:
¿Quién pidió la cita? ¿Su estado emocional? ¿Cómo es tono de la voz? ¿Su aspecto físico?
¿Cómo y dónde se ubican en el consultorio? Cuando estaban esperando en la antesala,
¿hablaban entre los esposos? El que llama por teléfono, por ejemplo ¿podría ser el más
motivado para una intervención terapéutica, por lo que “arrastra” a la familia a la terapia?
En algunos casos, el que llama ¿será que quiere establecer con el terapeuta una coalición
que lo coloque en una situación privilegiada?. O la persona que llama ¿podría ser competi-
tiva, con clara intención de controlar los procesos como, por ejemplo, querrá determinar
quién deba o no deba ir a terapia?.

A medida que avanza la sesión el terapeuta va construyendo el supuesto hipotético,


algo así como ir tejiendo un tapete hasta que llegue a tomar forma cabal. Las hipótesis son
instrumentos de acercamiento y, si no prosperan, se las abandonan.

2.3. LOS PRIMEROS DESAFÍOS A LA HIPÓTESIS:


Es posible que la familia intente saber algo de lo que el terapeuta está registrando
(con toda razón ya que han vivido un drama de muchas acusaciones, ausencia del metamen-
saje, el terror de estar locos, la incertidumbre de tener o no solución, entre otros), pero éste
11
todavía no ha descubierto el problema y sólo tiene unas intuiciones válidas al final de la pri-
mera sesión. Entonces podrá responder provisionalmente así:

2.3.1. Una impresión inicial - sin que sea definitiva - es la siguiente: “Ya verifica-
remos más a profundidad los detalles...” “Por un momento creí que sería
‘X’, pero las últimas reflexiones me indican que es ‘Y’, y creo que por allí
habrá porvenir...”

2.3.2. Si ya está claro cuál es el problema, procederá a esclarecerlo por medio de la


técnica que haya elegido para este fin: Contar la “otra historia” (del terapeu-
ta) directamente verbalizada o por medio de una metáfora o un objeto meta-
fórico, entre otras técnicas. Cuando se ha verificado la hipótesis, dice . S.
Minuchin, que se debe darles a conocer, insistentemente, la verdad descu-
bierta: “Repítela mil veces y de mil maneras...”

2.3.3. Si no prospera una hipótesis, abandónala y no discutas con el paciente. A


veces sí es la hipótesis correcta, pero el sistema familiar no aporta los ele-
mentos necesarios para verificarla; o hay una resistencia hacia determinada
línea de averiguación. Entonces Ud. no caiga en el juego de “convencerle”.

2.3.4. No intente trabajar sin hipótesis, porque perderá mucho tiempo y confundirá
a la familia con un “interrogatorio" que, en última instancia, no hará una lec-
tura del problema, sino una construcción del mismo. Los problemas se des-
cubren, mas no se inventan.

2.4. LA HISTORIA DEL TERAPEUTA VS. LA HISTORIA DEL PACIENTE

Para analizar el tema “la historia del terapeuta versus la historia del paciente” es
muy necesario conocer, previamente, los conceptos de contenido y proceso:

2.4.1. El contenido del discurso:


Este es un elemento irrelevante comparado con el proceso. Es el qué de lo que está
ocurriendo. Los contenidos cambian de acuerdo al lugar, momento, circunstancia, p.e.:
Una esposa percibe a su cónyuge amenazante (la amenaza es el proceso) y es posible que
él manifieste la agresión con palabras, actitudes, y/o físicamente, inhibiciones, entre otros.
Estas formas de la manifestación de la amenaza son los contenidos visibles. Otro día su es-
tilo puede ser diferente: Silencios, chantajes, entre otros. Estos elementos cambiantes,
sujetos a las circunstancias, constituyen el contenido o el qué.

2.4.2. El proceso:
Por el contrario, cuando en la terapia sistémica se refiere al proceso, se está
refiriendo a las pautas de interrelación, a las transacciones, a los patrones, a las definiciones
o puntuaciones existentes entre los convivientes, entre otros que, en conjunto, definen la
manera o el cómo funciona el sistema en la perspectiva del paradigma circular. Entonces,
12
cuando se afirma que la terapia sistémica es terapia de procesos familiares, se refiere al ob-
jetivo de cambiar dichas pautas.

La amenaza de un cónyuge a otro y la percepción de dicha amenaza por el otro, es


un proceso o transacción; es el fenómeno subyacente más o menos estable, el cual impulsa
al organismo a la homeostasis o búsqueda de una “solución”. Si la persona amenazada ma-
nifiesta miedo rehuyendo, éste es el contenido o el qué. Otro día podría manifestar una
actitud defensiva, entre otras conductas. Si se intenta cambiar los contenidos (síntomas
externos), se tendrá que dar terapia toda la vida; pero si se cambian los procesos (la
amenaza), éstos transforman a los contenidos, los cuales son síntomas o mensajes.

Otros nombres para el proceso son: el paradigma, punto de vista, manera de pensar,
puntuación, calificación, definición, codificación, entre otros, suficientemente definidos
como para guiar una acción. El paradigma de una persona le guía hacia un determinado
fin, de una manera característica, y adquiere el rango de mapa, modelo o esquema. Este es
el caso cuando se dice: “según tu paradigma mental”, “según tu mapa interno”.

Por otra parte, en el terreno del contenido o qué, el paciente es experto, y no hay
manera de ganarle. Además, en esa área, está muy sensible, defensivo, y una “pelea” en di-
cho campo haría peligrar la relación con el terapeuta.

El profesional de la salud, por el contrario, es experto en el por qué o causa, según


el paradigma circular, por lo que identificará bien su terreno dónde va a trabajar. El qué
encubre al por qué, lo esconde de la percepción del mismo grupo o persona. La forma de
ilustrar la naturaleza y relación de estos dos factores, es mediante el siguiente gráfico:

Contenido = Síntoma
________________________

Proceso = Causa subyacente

Desde esta figura, el contenido es el síntoma visible, percibido, tanto por el sujeto,
como por otros desde afuera. En un cuadro infeccioso equivale a la fiebre, que inclusive se
la puede medir. En cambio un proceso, que no es visible, equivaldría a la bacteria infec-
ciosa que produce la fiebre. En la medida que el terapeuta logra identificar y transformar
un proceso, realiza la terapia y el síntoma remite. El terapeuta lee los síntomas visibles,
como mensajes que son, y desciende hasta los procesos y transacciones profundos; hasta
los mismos mapas y paradigmas; y los encuadra contando la “nueva historia”. Luego,
desde allí construye para la familia un reencuadre o proceso de cambio, que redefine los
mapas y paradigmas internos.

Es irónico, por lo tanto, que el paciente sea un experto en aquello que no es el


problema (el contenido o el qué), y desconoce el proceso o por qué disfuncional, por lo que
no logra hallar solución por sí mismo. El terapeuta es experto en los procesos.
13

2.4.3. La otra historia:


Una vez que una hipótesis ha sido verificada suficientemente, el terapeuta la devuel-
ve al paciente que, en este caso es una familia, como una historia diferente, reveladora,
esclarecedora, novedosa, generalmente desconocida hasta entonces por la familia. Insiste S.
S. Minuchin: “Se debe darles a conocer insistente, reiterativa y convincentemente la
verdad descubierta, hasta que le encuentren el sentido” Un ejemplo magistral lo hallamos
en el caso de una pareja que ha vivido constantes pleitos, desacuerdos en lo cotidiano de la
administración del hogar. Tienen una hija que ha hecho un cuadro asmático por muchos
años. La hija es llevada a tratamiento psicológico porque su médico ha indicado que a él le
parece que tiene componentes psicológicos. Los padres me piden que “trate a la hija as-
mática”. Su “historia” es que ella es “enferma asmática”. Después de dos sesiones yo les
cuento la otra historia, totalmente diferente a la de ellos, en los términos siguientes:

“Vuestra hija no es una ‘enferma’ sino una ‘mensajera’; su ‘asma’ es un


‘mensaje’ que necesita ser descifrado para ver qué dice y a quiénes dice algo.
A mi modo de ver, el mensaje está dirigido a Uds. y les pide que resuelvan su
conflicto; y está dirigido a mí y me pide que les ayude a resolver el problema.
Así que vos, Ruth (‘paciente’) no tienes que venir para las próximas sesiones,
sino sólo tus padres. ¿Quieres darme a mí este caso? Ya tú has trabajado
mucho; has sufrido; ya es tiempo de descansar. Además, has hecho muy bien
tu trabajo: ¡Mira donde los tienes sentados! Con Uds. padres, que están
interesados en que Ruth se cure, tengo que reunirme las veces que sean
necesarias para trabajar su problema. ¿Están de acuerdo? ¿Está claro?
¿Realmente tienen interés que ella se cure?”

Esta otra historia, muy diferente a la “historia de ellos”, les sorprendió fuertemente
y, por un momento, intentaron evadir la responsabilidad. Pero yo había acumulado infor-
mación contundente, tal como la correlación de los accesos de “asma” con los momentos
más críticos de su relación conyugal; los intentos fallidos de la hija de acceder al padre,
entre otros. Dijeron que había una tía asmática y creían que sería hereditaria. Preguntaron
porqué mejoraba cuando tomaba teofilina y recibía salbutanol. Yo les respondí todo el
tiempo: “Uds. Tienen interés que ella se cure, entonces vamos a hacer lo que les estoy pro-
poniendo.
14

CAPÍTULO III

IDENTIFICACIÓN DE ALGUNOS ELEMENTOS


BÁSICOS DE LA ESTRUCTURA FAMILIAR

3.1. FAMILIAS DISTANCIADAS, NORMALES Y AGLUTINADAS

La claridad de los límites en el interior de una familia constituye un parámetro útil


para la evaluación de su funcionamiento. Algunas familias se vuelven hacia sí mismas para
desarrollar su propio microcosmos, con el incremento consecuente de comunicación y de
preocupación entre los miembros de la familia. Las distancias entre subsistemas disminu-
yen y los linderos se esfuman. Los subsistemas de una familia de este tipo se pueden sobre-
cargarse y carecer de la capacidad y recursos para adaptarse a las condiciones de stress (S.
Minuchin, 1983).

Por otra parte, algunas familias se desarrollan con límites muy rígidos, de suerte
que la comunicación entre los subsistemas es difícil y las funciones protectoras de la
familia se ven bloqueadas. Estos dos extremos del funcionamiento de los límites son
designados como aglutinamiento y desligamiento. El resto de las familias se ubican dentro
del amplio espectro y en algún punto situado entre un continuum, cuyos polos son los dos
extremos de límites difusos, por un lado; y de límites sumamente rígidos, por el otro.

Los términos aglutinamiento y desligamiento se refieren a un estilo transaccional de


preferencia, mas no a una diferencia cualitativa entre lo funcional y lo disfuncional. La
mayor parte de familias poseen subsistemas aglutinados y desligados, por ejemplo: Es
posible que el subsistema madre-niño más pequeño tienda al aglutinamiento, por la edad
del hijo; entre tanto, el subsistema madre-hijos más grande se ubique en algún punto de
“normalidad” en el continuum:

TIPOS DE FAMILIAS SEGÚN LOS LINDEROS


( S. S. Minuchin, 1983)

▌ ▌ •••••••••••
DESLIGADA LIMITES CLAROS AGLUTINADA
(Límites (Espectro “normal”, (Límites difusos)
inadecuadamente funcional)
rígidos)
15
Las ubicaciones en los extremos señalan áreas de posible patología o disfuncio-
nalidad como, por ejemplo: La presencia de un subsistema madre-hijo aglutinado, con
exclusión del padre, el cual se convierte en excesivamente desligado, ya identifica a la
familia como disfuncional.

Los miembros de una familia aglutinada pueden verse perjudicados por el exaltado
sentido de pertenencia que requiere un importante abandono de la autonomía. Por su parte,
los miembros de familias desligadas pueden funcionar en forma autónoma, pero poseen un
desproporcionado sentido de independencia y carecen de lealtad, pertenencia, sentido de
interdependencia y de la capacidad de requerir ayuda cuando lo necesiten. Sólo un alto
índice de stress individual puede repercutir con la suficiente intensidad como para activar
los sistemas de apoyo de la familia (la muerte de un familiar). En el extremo aglutinado
del continuum se observa lo contrario. La conducta de un miembro afecta de inmediato a
los otros miembros; de la misma forma que el stress de un miembro afecta o repercute
intensamente a través de los frágiles límites y produce un eco en los otros subsistemas, con
la consiguiente perturbación del sistema.

Lo anterior lleva a una conclusión: Ambos tipos de relación extrema provocan


problemas familiares. La familia aglutinada responde a todo tipo de variación cotidiana
con una excesiva rapidez e intensidad; en tanto que la familia desligada tiende a no
responder cuando es necesario hacerlo. Ejemplo: En una familia aglutinada, los padres se
ven seriamente afectados porque un hijo no come el postre; en tanto que, una familia
desligada, puede permanecer inmutable ante los problemas escolares de un hijo (S.
Minuchin, 1983).

3.2. LOS ESPACIOS DE LA FAMILIA


Aquí se trata de la existencia o ausencia del espacio físico y psicológico de cada
miembro de la pareja o familia, en particular; así como del grupo, en su totalidad. El espa-
cio resulta de una demarcación adecuada o inadecuada de límites y del tipo de familia. El
estudio de los espacios en la familia y la pareja representa un elemento importante de
valoración diagnóstica, para tener en cuenta en la intervención familiar y en la promoción
de una familia funcional o sana. En otros términos, la existencia de los espacios en el inte-
rior de una familia, constituye un parámetro útil para la evaluación de su funcionamiento.
Al menos se reconocen cuatro tipos de espacios en la dinámica de una familia y, depen-
diendo de la naturaleza, tamaño, respecto e los mismos, tal familia se tipificará como fun-
cional o disfuncional:

3.2.1. Espacio de la pareja para con las familias de origen:

Aquí se refiere al derecho de disponer de un espacio adecuado para que se rela-


cionen los cónyuges e hijos con sus familiares de origen. Se produce un alto grado de
conflicto cuando este espacio está negado o se manifiesta en extremo desequilibrado. Visto
desde otro ángulo, el valor de la investigación de este espacio ha de ser considerado rele-
vante por la misma naturaleza del sistema familiar extendido y por los efectos reales que
16
producen las calidades de dicha relación en la familia nuclear. Un cónyuge, con un espacio
extremadamente grande y, en consecuencia, muy perteneciente a su familia de origen,
difícilmente podrá integrase a su familia nuclear. Y, al contrario, un cónyuge sin espacio
para disfrutar a su familia de origen, es indicador de algún conflicto relacional entre la
pareja o entre él o la cónyuge y su familia e origen, con todos los efectos lógicos que esto
produce.

3.2.2. Espacio individual: x z

X Z

Sea “X” el espacio del esposo; y sea “Z” el espacio de la esposa. El equilibrio de
estos dos espacios es un punto crítico. Por una parte, está el problema de la igualdad de
derechos para que los dos miembros de la pareja disfruten por igual. En una cultura
machista, se prohibe o limita a la mujer el uso de espacio personal. Por otra parte, está la
negación auto impuesta, con lo cual la pareja se niega a usarlo. El espacio “Y” es común a
los dos conjuntos (intersección), como se verá más adelante, y representa la vida de la
pareja.

El matrimonio no debe eliminar jamás el espacio individual de los miembros de la


pareja; así como la familia no debe eliminar ni restringir o invadir el espacio de los sistemas
filiales. Al respecto, M. Bowen (1991) considera que la ausencia o presencia de estos
espacios es indicador que la pareja ha cumplido o no su función de facilitadora, por una
parte, del paso de los hijos “de la familia al individuo”; por otra parte, provee a cada
miembro del espacio individual para crecer.

3.2.3. Espacio de la pareja:

En la pareja aglutinada la expectativa es “vivir respirando por la misma nariz y


dormir con la boca pegada” para sentir que son felices. Generalmente, para poder “aguan-
17
tarse”, uno debe estar “cadáver” y el otro “vivo”, entonces viven una “paz de cementerio”.
Para todo se piden permiso, se piden perdón y la autonomía está prohibida y, en conse-
cuencia, no hay individuación.

En la pareja normal la expectativa es tener sus espacios personales y, a la vez, tener


el espacio común o área de intersección bien definidos. En este modelo hay autonomía y
hay pertenencia; se negocian las relaciones y las diferencias. El área de intersección es la
vida de la pareja, en tanto sus espacios personales son reales.

En cambio, en la pareja desligada, lo predominante es la autonomía; hay mucha


individuación; para todo, suficiente con avisar; se llama, también, “pareja abierta”.

Por otra parte, ya que los sistemas biológicos y sociales, a los cuales pertenece la
familia, son mucho más complejos que los sistemas mecánicos, Kleene (1956) introdujo la
teoría matemática de los conjuntos en la Teoría General de los Sistemas para explicar los
espacios de la pareja, básicamente. Desde esta perspectiva se explica este tipo de espacio
así: Un conjunto es un espacio, y estos espacios tienen las siguientes características:

 Hay conjuntos llenos y vacíos:

Según esta teoría, hay “conjuntos llenos o normales”, esto significa que contienen
elementos materiales e inmateriales, como en el caso de conjunto “A” que tiene los elemen-
tos X y Y. En efecto estos son relaciones, valores, elementos que lo distinguen idiosincrá-
ticamente, modos de ser del sí mismo. Pero hay, también, conjuntos “vacíos”, “de la nada”,
“neutros”, como en el caso del conjunto B.

 La unión de dos conjuntos:

Los conjuntos son relacionales, ya sea en una unión de inclusión o en una unión de
igualdad, así:

UNION DE UNION VIRTUAL


INCLUSION DE IGUALDAD
18
Así como el conjunto A se relaciona con el conjunto B, los miembros de la pareja
se relacionan en una interacción constante. En la unión de inclusión el conjunto B no tiene
elementos propios, es neutro, o sea que B está en A o que A contiene a B. El conjunto A se
lo “copió” al conjunto B. La existencia del conjunto “vacío” es posible sólo en la teoría
matemática de los conjuntos, mas no es posible en la realidad humana, ya que cada persona,
a su manera, tiene sus elementos propios, sanos o disfuncionales. El problema del conjunto
B es un “vacío aparente” de elementos, pero que, en realidad, posiblemente se trate de la
invisibilización o negación de sus elementos, como una forma de ser reducido a la
complementariedad por el conjunto A.

En cambio en la unión de igualdad, nadie contiene a nadie; los dos se contienen


mutuamente; se reconoce que los dos conjuntos poseen elementos propios. Si dos conjuntos
de igualdad deciden formar una área denominado de intersección, con los elementos “X”,
que pertenecen tanto al conjunto A como a B, resulta en la siguiente configuración, como
se verá en el siguiente gráfico:

 Los conjuntos relacionales con elementos comunes:

Los conjuntos relacionales son aquellos que poseen elementos comunes, y constru-
yen un área denominada de intersección. Sean X los elementos comunes, éstos están
ubicados en el área de intersección. En la vida de una pareja, el área de intersección es to-
do aquello que representa la vida propia de ella; lo que comparten y gustan juntos; aquello
que suele llamarse “vida propia” de la pareja. Y mientras más grande sea dicha área, signi-
fica que la pareja posee los elementos necesarios para construir un espacio igualmente
grande para disfrutar juntos.

 Elementos particulares:

Sean Z los elementos particulares del conjunto A; y sean Y los elementos


particulares del conjunto B. Los dueños de estos elementos los mantienen en su lugar y
quisieran que sea incontaminables. Estos caracterizan, por su naturaleza, al conjunto que
pertenecen (son del espacio individual). En la vida de la pareja, estos elementos constituyen
la mismidad de cada miembro. El conflicto comienza cuando se intenta contaminarlos,
invadirlos, negarlos; si se hace esto, se considera que se estará traspasando el lindero que
19
garantiza su autonomía y estabilidad propia (homeostasis). En cambio, según la teoría
general de los sistemas, nada es estático. Significa que los elementos particulares, en un
momento dado entran en negociación; se cambian porque son sistemas abiertos;
evolucionan con el tiempo.

 El crecimiento de la pareja:

¿Puede crecer el área de intersección? La respuesta es sí, tan cierto como pregun-
tarse si puede crecer la pareja. Pero también es cierto que el área de intersección puede
vaciarse. Al respecto hay dos hipótesis, las mismas que se presentan a continuación:

La primera hipótesis se fundamenta sobre el concepto de inversión (input), lo cual


supone que los miembros de la pareja deciden invertir sus valores en la relación, por ejem-
plo: su habilidad, capacidad de servicio, entre otros. El resultado o producto (output) será
algo que pasa a formar parte de la vida de la pareja, ubicado en el área de Intersección. La
segunda hipótesis, igualmente válida, es aquella que concibe el crecimiento de la pareja
como una coevolución (F.B. Simón, 1984). Juntos van descubriendo, aprendiendo y crean
nuevos espacios, los cuales se suman a los elementos comunes previos. Las dos hipótesis
no son antagónicas sino, por el contrario, se complementan y coadyuban.

3.2.4. Espacio de la familia nuclear:

Este espacio está bajo la responsabilidad y posibilidad de los padres y consiste en el


tiempo y espacio compartido con los hijos. En este espacio se hacen las reglas familiares,
se verifica su cumplimiento, se resuelven los problemas del sistema o, simplemente, se hace
recreación. Se supone que los padres, para que exista el espacio de la familia nuclear,
asumen su paternidad con los hijos.

3.3. INTERVENCIÓN EN JERARQUÍAS Y ESTRUCTURAS


DISFUNCIONALES:

3.3.1. Jerarquías:
Los sistemas familiares patológicos se describen en términos de funcionar con jerar-
quías confusas e inadecuadas (S. Minuchin, 1983). La realidad es que las jerarquías hacen
funcionar los sistemas, por ejemplo: Los padres se hacen cargo de los hijos; los gerentes
presiden a los grupos; los capitanes conducen las naves, etc. La jerarquización de la autoridad
es un principio universal y una necesidad real, y quien quiera cambiar esta realidad o
desconocerla, está atentando contra algo muy trascendental. La familia es un organismo que
necesita disponer y funcionar con una jerarquización muy bien definida y organizada. Los
procesos terapéuticos de las jerarquías inadecuadas es uno de los objetivos imperativos de la
terapia.

A nivel de las corrientes terapéuticas sistémicas hay variantes importantes en la inter-


vención. Para la orientación estructural, las operaciones son, hasta cierto punto, más directas,
20
objetivas, prescriptivas. El terapeuta moviliza personas para modificar las ubicaciones; pres-
cribe tareas para operar las jerarquías de manera diferente.

Para la orientación sistémica estratégica, la reorganización de las jerarquías sigue una


tendencia estratégica diferente, congruente con el soporte teórico. A continuación se presentan
algunas técnicas de reestructuración jerárquica desde la posición de los modelos de la psicote-
rapia familiar estratégica:

3.3.2. Símbolos de disfunciones:

El concepto de mapas estructurales se refiere a la forma como una familia, según su


estructura, está organizada y distribuida, independiente si esa organización es funcional o
disfuncional. Desde esta perspectiva estructural, “un terapeuta opera como un delineador
de límites, que clarifica los límites difusos y abre los límites excesivamente rígidos”. La
importancia del conocimiento de los mapas estructurales de la familia, que incluye la
ubicación de los subsistema familiares y el funcionamiento de los límites, es que propor-
ciona un rápido cuadro diagnóstico de la familia, en función del cual orienta sus interven-
ciones terapéuticas” (S. Minuchin, 1983). Al igual que los mapas geográficos no represen-
tan toda la riqueza del lugar, tampoco estos mapas representan toda la riqueza transaccional
de una familia. Pero el mapa familiar constituye un elemento de referencia, es un disposi-
tivo simplificador muy útil que le permite al terapeuta formular las hipótesis y los objetivos
terapéuticos.

Otra forma de ilustrar lo que significa un mapa estructural familiar, es con el


concepto del paradigma de la familia (modo de proceder); o con el concepto de epistemo-
logía de la familia (modo de ver).

Para la comprensión de los mapas estructurales se requiere el manejo de ciertos


símbolos, propios de la psicoterapia sistémica estructural, los mismos que se incluyen en
este capítulo:

 Asociaciones y alianzas:


Las alianzas son formas fuertes de identificación entre dos subsistemas, con clara
manifestación de preferencias, disfrutes mutuos y lealtades. Las coaliciones, por su parte,
son mucho más intensas que las alianzas y se cataloga como una relación patológica, con
sus inconvenientes de exclusión de los otros subsistemas.

 Signo de conflicto:
21
Corresponde a los conflictos entre dos personas o subsistemas, que generalmente se
observa en los miembros de la pareja, y es percibido por los otros subsistemas familiares.

 Signo de ruptura:

───┤├───
Este símbolo se usa para describir una relación rota, generalmente aplicable a la
ruptura que suele ocurrir a la pareja, por separación o divorcio.

 Signo de coalición: }
Los subsistemas en condiciones de coalición tienen relaciones de naturaleza más
intensa y comprometida que aquellas observadas en la condición de alianzas. Las coalicio-
nes son excluyentes de los otros miembros de la familia e impiden que formen parte de la
coalición.
3.3.3. Mapas de estructuras funcionales y disfuncionales
de la familia:

 El hijo parentalizado (HP): PM + HP


--------
Otros hijos

Hijo parentalizado significa que éste ha subido a la categoría de padre. No


representaría un problema relacional si la regla que rige tal parentalización dijera así:
“Mientras nosotros vamos a la tienda, vuestro hermano Luis se ocupará de todo”. La
estructura familiar se vuelve patológica si Luis no se retira de tal posición cuando regresan
sus padres y se queda ejerciendo autoridad. Los problemas inmediatos que surgen, son:
Desautorización del subsistema parental y el disgusto de los otros hijos.

 Coalición contra uno de los padres: M+H } P

Es cuando aparece una coalición transgeneracional, formada por la madre y un hijo,


organizada con excesivo rigor contra el padre y excluyéndolo. Esta es una pauta transac-
cional transgeneracional disfuncional. El resultado inmediato es la descalificación del
padre y su ubicación en la periferia de la familia. Las coaliciones pueden ser estables o
transitorias; generacionales o transgeneracionales; diádicas, triádicas o múltiples.

 Cambio en el subsistema ejecutivo:

En una familia tradicional, con roles asignados por género, si el padre pierde su
trabajo y la madre toma la responsabilidad laboral para buscar el sustento para el hogar,
ella adquiere un nivel de poder más alto en la pareja. Por su parte el padre, si se hace cargo
22
de los quehaceres domésticos, se da un cambio no patológico en el subsistema ejecutivo,
así:

P M
M P
------- Este se cambió a --------
Hijos Hijos

Si, por el contrario, recurren a la abuela para que se haga cargo de los hijos, a fin de
liberar a la madre para que labore fuera del hogar, la estructura familiar se complica. Más
aun, si la abuela toma la responsabilidad y la autoridad. Un proceso reestructurante cam-
biará el sistema para que quede así:
A P-M
------- -------
P-M Debe ser así A
------- -------
Hijos Hijos

 Desorganización en familias incompletas:

Si después de un divorcio, la madre y los hijos regresan a la casa de la abuela materna,


se produce una desorganización jerárquica y estructural, así:

A A + M
----------- Debe ser así ----------
M - HHhh HIJOS

3.3.4. Intervención estructural en jerarquías disfuncionales:

Ejemplo primero: Jerarquía desplazada

 Primera fase: Identificar el problema: El dominante tiene roles que no


le corresponden; el subsistema parental es inadecuado, débil o inenxis-
tente; hay lucha de poder en la pareja, lo cual facilita que la jerarquía se
desorganice y un hijo tome el poder.

 Segunda fase: Implantar un sistema más anormal que el ya anormal


existente: P.e.: En un hogar donde el hijo/hija dominan al sistema
familiar y la función del subsistema parental está derrotado, reforzar a
los padres y prescribir, paradojalmente, que ellos pongan las escrituras
de la casa a nombre del hijo/a “montado”; que éste salga a trabajar y el
23
papá y mamá pasen a ser dependientes. Todo esto con el hijo presente
y aseverando que se está “contribuyendo para el mayor disfrute del hijo
“montado”.

 Tercera fase: El dominante abandona su papel dominante al hacer con-


ciencia que no es su derecho controlar al sistema familiar de esa forma.

 Cuarta fase: Construir una forma de funcionamiento más eficaz para


el subsistema parental; hallar un rol adecuado y útil para el dominante,
puesto que el problema está en la intención del hijo por ayudar o salvar
la situación de desgobierno (estilo caduco, débil o exclusivo).

Ejemplo segundo: Alianza jerárquica

 Primera fase: Se identifica el problema: Hay una alianza parental pa-


dre-hijo muy rígida y excluyente de la madre.

 Segunda fase: Montar otra estructura más anormal: Pasar al hijo a una
alianza cerrada con la madre, excluyente del padre.

 Tercera fase: Negociar un punto medio: Una relación sin alianza exclu-
yente.

 Cuarta fase: Neutralizar los elementos relacionales que producían la


formación de las alianzas, p.e.: Ausencias, amenazas, mala distribu-
ción del tiempo con los hijo o esposa, etc.

Ejemplo tercero: Alianza excluyente

 Primera fase: Se identifica el problema: Hay una alianza parento-filial


excluyente padre-hija, muy rígida y excluyente de los otros hijos. Casi
como fijación, el padre pasa tiempo con su hijita de tres meses de
nacida; regaña a los otros dos hijos varones si hacen bulla y los saca del
cuarto; sólo juega y “contempla” a la hijita.

 Segunda fase: Montar otra estructura más anormal: Prescribir que el


padre lave los pañales, prepare los biberones de leche, se levante en la
noche y alimente a la niña, que la bañe antes de salir al trabajo, etc. La
prescripción debe indicar que es para contribuir con un completo
disfrute de su hija.

 Tercera fase: El padre no puede sostener este ritmo y nivel de exigen-


cia, y está en condiciones de negociar un punto medio, sin alianzas
excluyente de los otros hijos.
24

 Cuarta fase: Neutralizar los elementos relacionales que producían la


formación de la alianza excluyente, por ejemplo: Es posible que hay
una precaria relación de la pareja y el exceso de tiempo invertido en la
hija sea una compensación.

3.3.5. Representación activa para reestructurar las jerarquías:


Desde la perspectiva de la psicología sistémica estructural, la reestructuración de las
jerarquías es la prioridad número uno porque, como afirma S. Minuchin (1983), el sistema
funciona mal cuando las jerarquías son inadecuadas.

La representación activa, que antecede a otras técnicas, da un mensaje a la familia:


“Bailen para mi su baile”, que es igual a decir que se ha provocado una representación
activa. Gracias a esta técnica, el terapeuta puede diagnosticar adecuadamente, diseñar la
terapia y hacer las prescripciones que crea necesarias.

Las técnicas que se emplean para la reestructuración, según la modalidad estructural,


son más directas, inmediatas, tal como movilizar a los miembros de la familia de un lugar a
otro, reagrupar los subsistemas según le indique la “ingeniería” del terapeuta para darle la
organización que sea adecuada. Con esto se intenta contestar a la pregunta hecha por el
paciente: “¿Cómo cambiaré si no veo cómo?” La representación activa muestra la magnitud y
naturaleza del problema; en tanto la acción directa del terapeuta le dice cómo cambiar. La
familia experimenta los primeros momentos del proceso terapéutico en la misma sesión
terapéutica.

S. Minuchin trabaja con los espacios, las reubicaciones geográficas, como las
metáforas más objetivas de un proceso más profundo de los mapas y paradigmas de la familia.
También prescribe cambios de roles, tanto para actuarlos en las sesiones de terapia, como para
desempeñarlos en la vida cotidiana.

V. Satir, por su parte, para cambiar las jerarquías, entre otras cosas, usa el cuerpo como
la metáfora de más alto impacto y como la mejor representación activa que se pueda realizar,
tanto para conocer la realidad estructural de la familia (diagnóstico), así como para las
intervenciones terapéuticas para el cambio.

En resumen, la representación activa es la técnica por medio de la cual el terapeuta


construye una escena viviente en la sesión terapéutica, interactuando tal como lo hacen en la
vida real. Y, a partir de esta representación en vivo, se comienza la labor reestructurante de los
procesos, tales como:

 Transformar linderos.
 Modificar alianzas.
 Establecer o cambiar reglas familiares.
 Modificar patrones comunicacionales.
 Restablecer el vértice de autoridad.
25

3.4. EJERCICIOS REESTRUCTURANTES DE LA FAMILIA

3.4.1. “Pelea bajo control: "Lo que NO me gusta de vos / Lo que SI me


gusta de vos":

 Objetivos y teoría del ejercicio:

El ejercicio busca crear una actitud de igualdad de los interlocutores al exigirles


escuchar al otro sin replicar y respetar la alternabilidad. Los hábitos de no escuchar pueden
tener un origen defensivo y, al tener la experiencia de “pelear” bajo protección, la fantasía del
ataque se disminuye. El ejercicio también promueve la importancia de escuchar, con lo cual
un cónyuge valora al otro cónyuge y se crea una atmósfera de mayor confianza y apertura.

En la parte positiva del ejercicio ocurre el proceso de la restitución. En mucho tiempo


los miembros de la pareja no han reconocido ni expresado verbalmente, el uno al otro, cuánto
valoran, aprecian y les gusta los atributos del otro. Al hacerlo en el ejercicio, ellos hacen con-
tacto con áreas de sentimientos olvidados o negados por las disfunciones conyugales. La
experiencia de volver a expresarlos moviliza el acercamiento de los dos y facilita y profundiza
el perdón.

 Reglas del juego:

 El terapeuta es el "separador".
 Tienen que llamarse por el nombre.
 Es alternativo.
 La cosa observada debe ser muy operativa (concreta, definida).
 No se permite responder como ping pong, sino que cada observación
tiene su independencia.
 Cuando se agotan las observaciones negativas se pasa a la segunda
parte que es positiva.

 Práctica:

Jorge le dice a Sonia: “Lo que me gusta de vos, Sonia, es que no me juzgás primero,
sino que me escuchas primero”

Jorge le dice a Sonia: “Lo que me gusta de vos, es tu cuerpo...”

3.4.2. “Préstamo del yo”: "Si yo fuera vos, no sería/haría x cosa" / Si yo


fuera vos, haría/sería de X forma"

 Base teórica y objetivo:


26
El ejercicio parte de la premisa de que el yo necesita, antes de hacer una decisión,
verificar con otros parámetros si su decisión es correcta, sin que esto signifique dependencia.
“¿Qué harías tú en mi lugar?” es la pregunta o, lo que es igual a decir: “préstame tu yo para
decidir”. Otra premisa implícita es que el otro cónyuge, al “prestarle el yo” está buscando
resolver una diferencia, hacer una reconstrucción o un reencuadre, por lo que la sugerencia del
otro miembro conyugal es la más oportuna y válida.

 Reglas del juego:

 El terapeuta es el facilitador.
 Tienen que llamarse por el nombre.
 Es alternativo.
 La cosa observada debe ser muy operativa (concreta, definida).
 No se permite responder como ping pong, sino que cada observación
tiene su independencia.
 Cuando se agotan las observaciones negativas se pasa a la segunda
parte que es positiva.

 Práctica:

Jorge le dice a Sonia: “Si yo fuera vos, no juzgaría antes de recibir la información”

Jorge le dice a Sonia: “Si yo fuera vos, valoraría y construiría el presente”

3.4.3. "El espejo hablador": "Yo soy X, y tengo la virtud Z"

 Objetivo y teoría:

Si un miembro de la familia está percibiéndose inadecuadamente, tanto en sus valores


como en sus roles y, como consecuencia, ha bajado su auto estima y/o se ha desubicado de su
lugar, la familia tiene el recurso de reflejarle cuánto vale, cuáles son sus capacidades y
virtudes, su lugar en la familia y/o en la jerarquía y quién es. Las impresiones negativas y
positivas para determinar la estima del yo, lo recibimos de la familia; de la misma manera, la
familia puede y debe hacer el trabajo reconstructivo.

 Instrucciones:

 Para personas depresivas y desubicadas.


 El sujeto Arturo se ubica de observador del “espejo hablador”
 Los miembros del grupo, uno por uno, toman la identidad del
sujeto Arturo y dicen: "Yo soy Arturo y tengo la virtud X".
 Se hacen tantas veces como sea necesario, para modificar los
mapas y paradigmas inadecuados del sí mismo y,
consecuentemente, reducir su depresión y movilizarle a retomar
su lugar y sus proyectos.
27
 Los participantes deben conocer las virtudes del sujeto.
 Deben hacer en la más estricta transparencia.

 Práctica:

Un miembro de la familia dice: “Yo soy Arturo y tengo la capacidad de amar”


Otro miembro dice: “Yo soy Arturo y he tenido éxito en lo que he emprendido”

3.5. LINDEROS DE LA FAMILIA


El concepto de estructura familiar ha de entenderse como algo dinámico que, en
condiciones sanas, cambia, evoluciona, está abierta al cambio, y su fórmula es: H/T. La ca-
pacidad de transformación (T) es más grande que la estabilidad homeostática ( H).
Mientras que en condiciones patológicas, la familia está en un congelamiento homeostático;
tienden a rigidizarse; se detienen en el tiempo; nadie sale y nadie entra; y se practica la
retroalimentación negativa. Su fórmula es: H/T, que quiere decir que la capacidad de
transformación está disminuida; mientras la capacidad de estabilidad homeostática de
congelamiento es dominante.

Es algo así como la “piel psicológica” que pone límite entre una persona y otra. Los
linderos están constituidos por las reglas que definen quiénes participan, de qué manera, su
función, cercanía y distancia entre cada uno. En esta sección veremos los linderos básicos.

3.5.1. Lindero claro:


Para que el sistema funcione de manera óptima, se requieren linderos claros, a los
que se denominan linderos normales. Estos permiten que los individuos desempeñen sus
roles de manera adecuada, que desarrollen sus funciones sin interferencias indebidas; pero
también los linderos claros permiten el contacto entre los miembros del subsistema y de
éstos con los miembros de otros subsistemas. La claridad de los límites es tanto más
importante que la composición de los subsistemas.

Por su parte, el tipo de familia con linderos claros, se llama familia “sana” o funcio-
nal. En ella los roles están bien definidos y sus procesos de desarrollo personal son muy
significativos. Las personas pueden vivir su individualidad en familia, sin temor a ser
invadidos o coercionados.

3.5.2. Lindero difuso: ••••••••••••


Cuando hay una sobreposición de subsistemas, se dice que el lindero es difuso. La
“piel psicológica” que pone límites con otros subsistemas es muy débil, casi invisible. Las
familias con linderos difusos se conocen como familias aglutinadas. Son familias cuyas
característica son: Demasiado acomodadas, autonomía individual pobre, poca indepen-
28
dencia individual, dificultad para distinguir los sentimientos propios de los de otros, dificul-
tad para desarrollar relaciones sociales maduras o estables.

3.5.3. Lindero rígido:


Por otra parte, cuando hay una distancia defensiva, la cual establece unas limita-
ciones comunicacionales y relacionales, se dice que la familia tiene linderos rígidos. Las
familias con linderos rígidos se conocen como desligadas o divididas. Los miembros de
estas familias están aislados, segregados, viven a la defensiva, no tienen el proceso de
negociación ni de acomodamiento y, generalmente, los miembros buscan apoyo y
contención en sistemas fuera del sistema familiar.
29

CAPÍTULO IV

LA ENTREVISTA Y SUS ESTADIOS DE


INTERVENCION

4.1. INTRODUCCIÓN:
Hemos sido selectivos respecto a la elección del modelo de entrevista terapéutica.
En este caso, se trata del modelo estratégico y, particularmente, dedicándonos a la entre-
vista inicial. Fueron Jay Haley (1980 y 1985) y Cloé Madanes (1984), bajo la influencia de
Milton Erickson, quienes crearon la terapia estratégica y, consecuentemente, el modelo de
entrevista estratégica. Sobre este fundamento, M. Andolfi (1985) desarrolla ampliamente
un modelo de entrevista inicial; igual lo expone con claridad I. Ochoa de Alda (1995).
También, por nuestra parte, hemos optado por la aplicación de la entrevista inicial al con-
texto de la práctica privada de la terapia.1 Esta, a diferencia de la práctica en equipo tera-
péutico, existente en instituciones terapéuticas públicas o en instituciones académicas,2
donde disponen de equipos de profesionales, espejos unidireccionales (Cámara Gesell),
recursos de audio y video, entre otros,3 se realiza en condiciones apropiadas al objetivo de
producir los cambios en las parejas y familias, generalmente con un solo terapeuta trabajan-
do en solitario.

Se da por entendido que este esquema no pretende ser más que una guía, válida para
facilitar al pasante la comprensión del desarrollo de la primera entrevista, según el modelo
estratégico, con aplicación a la práctica privada. No obstante, se hace referencias y com-
paraciones con otros modelos de entrevista. Además, por nuestra parte, puesto que se trata
de un curso teórico-práctico, hemos implementado: 1) Los trabajos demostrativos con el
role playing, fuera y dentro de la Cámara, previo a la experiencia del pasante con terapias
reales. 2) Otro nuevo elemento que introducimos es la integración del pasante como co-
terapeuta, para familiarizarlo con la práctica, siendo la responsabilidad del profesor condu-
cir la sesión de orientación de una familia real y en vivo. 3) Llegado el momento de la
Práctica Profesional Supervisada, cada pasante desarrolla la práctica, mientras el profesor

1
La “práctica privada” es lo que hace el psicólogo de pareja y familia en su consultorio, sin mediación institu-
cional ni relaciones con otros terapeutas.
2
Nos referimos a los programas de capacitación y supervisión de terapia familiar, existentes en universidades,
hospitales y programas, por ejemplo: Instituto de Palo Alto, California; Instituto de New York; Centro de
Investigación de Milán o Roma, entre otros.
3
La práctica de la terapia de pareja y familia en “contextos institucionales”, con contadas excepciones, no
existe en Costa Rica; y existe muy poco en América Latina. En nuestra Universidad hemos construido un
modesto setting, a los fines pedagógicos y la supervisión en vivo de la práctica de la terapia sistémica. Si
bien no se pretende formar equipos terapéuticos sistémicos, especialistas en los “contextos institucionales”
éstos surgirán con el desarrollo de la terapia sistémica en el país.
30
y el resto de pasantes forman el equipo terapéutico y supervisor. Para entonces los pasantes
han observado sesiones de terapia y han tenido alguna experiencia previa.

4.2. LA INFORMACION PREVIA:

Este concepto difiere, según se trate de la práctica en equipo o la práctica en con-


sultorio privado. En el primer caso, J. Navarro (1996) define la información previa como
una pre-sesión. Es el momento cuando, previo análisis de la información disponible, se
toman decisiones, se hacen encuadres, se planifican las estrategias, se plantea una hipótesis
preliminar, se decide qué preguntar, entre otros. Esta acción la realiza el terapeuta con el
equipo terapéutico. La información disponible hasta ese momento proviene de la Ficha, de
los datos conseguidos vía telefónica, de cómo y quién solicitó la entrevista, de las
conductas observadas mientras la familia está en la sala de espera y cuando entra al consul-
torio, entre otros (J. Navarro, 1996: 22-24).

En el segundo caso, se refiriere, la información previa o pre-sesión se realiza en el


consultorio privado, con un terapeuta que trabaja en solitario. M. Andolfi (1985) lo define
como el tiempo previo a la primera sesión, cuando el terapeuta recoge información
mediante las llamadas telefónicas de quienes solicitan la entrevista, tiene coloquios
individuales con ellos y recibe información de quienes refieren el caso. Quien pide la cita,
en suma, puede llevar la intención de un “contacto primero” para hacer una alianza con el
terapeuta; o llama por el profundo interés de que se resuelva el problema de la familia; o
porque quiere “arrastrar” a los otros a la terapia para constituirse en el interlocutor más
importante, demostrando que es el más capaz de leer y conocer a la familia (M. Andolfi,
1985: 41, 42). En este caso, como el terapeuta trabaja sólo, la información previa la analiza
igualmente solo. En todo caso, M. Andolfi (1985) está describiendo una práctica del
consultorio privado (Ibid, 41-73); en tanto J. Navarro (1996) nos está hablando desde el
contexto de un equipo de terapia.

Por nuestra parte, puesto que casi todos los pasantes se desenvolverán en el contexto
de la terapia en consultorios privados, usamos como referencia el modelo de M. Andolfi
(1985) et aI. Ochoa de Alda (1995), más los elementos adquiridos de nuestra experiencia
personal.4

Por otra parte, cabe destacar que, tanto en los modelos de entrevista terapéutica
realizada en equipos terapéuticos, como en la práctica en consultorios privados, se obser-
va, al menos, dos grandes tendencias en la forma de realizar la entrevista inicial, propias de
las herencias teóricas de donde derivan. La primera tendencia se refiere, básicamente, a
aquel modelo de entrevista de acción calmada, que no conlleva la premura de hacer inter-
venciones, y cuyo objetivo principal es recoger información para formase las hipótesis para
descubrir el o los problemas. El ritmo de esta dinámica puede cubrir la primera, segunda y
hasta la tercera sesión, si es que no se logra descubrir el problema tempranamente. Posible-
mente esta modalidad tiene la influencia de la terapéutica dinámica clásica. La segunda
tendencia corresponde al estilo de la entrevista diseñada desde la psicología sistémica, con

4
El lector puede ampliar su lectura, sobre la Entrevista Inicial en: M. Andolfi e I. Zwerling, 1985: 89-100;
S. Minuchin, 1985: 288-298, entre otros.
31
objetivos concretos y operacionales, posiblemente por la influencia de los postulados de la
psicoterapia breve;5 o simplemente por el objetivo de hallar soluciones al problema y la
intervención ocurre cuando se presenta la oportunidad. En la práctica significa que los
objetivos de la entrevista inicial no excluyen la posibilidad de intervenir desde bien tem-
prano.

4.3. LA PRIMERA ENTREVISTA ORIENTADA AL


CONSULTORIO PRIVADO:
Esta modalidad de entrevista busca objetivos concretos y cortos; se caracteriza en
que el terapeuta trabaja en solitario; y opera en consultorios privados. El terapeuta no
discute ni analiza con nadie los casos; así, como tampoco, hace interrupciones para consul-
tar a un equipo.

La importancia de la entrevista inicial radica en dos elementos: es el primer contac-


to entre la familia y el terapeuta y, de la relación que se logre construir dependerá el éxito
de las otras sesiones. Por otra parte, la familia vive la desesperanza, el dolor y el miedo de
la desintegración, por lo que la sesión inicial debe ser paradigmática, por cuanto mostrará
los perfiles de un enfoque relacional; y la actitud del terapeuta será la metáfora de la salud.
Esta modalidad de entrevista, aplicada a la entrevista inicial, se organiza en una pre-sesión
y cuatro estadios o fases bien marcadas, los cuales se exponen a continuación:6

4.3.1. La información previa:


La información previa de la entrevista inicial, en la modalidad del consultorio
privado, no difiere en esencia de la pre-sesión que se realiza en la terapia en equipo. Se
cuenta con la misma información y busca los mismos objetivos. La diferencia mayor es
que el terapeuta no analiza con nadie la información previa, por cuanto trabaja en solitario.

4.3.2. El estadio social

Una vez que la familia se ha ubicado como ella quiere; y se ha distribuido el espacio
físico, que será de acuerdo a los mapas estructurales que ella tenga, esta fase incluye salu-
dos, bienvenida, la manifestación de interés de que se hallen cómodos. También el terapeu-
ta facilita la ambientación al lugar y al evento; les comunica su deseo de establecer una
atmósfera confidencial, eliminando las formalidades y distancias. Los miembros de la
familia se ubicarán según sus propias dinámicas internas y la atmósfera existente en la
familia, por lo que el terapeuta no debe designar los espacios, sino esperar que ellos se
hayan acomodado. La ubicación de cada miembro de la familia tiene valor diagnóstico.

5
Quienes se denominarían exponentes de la terapia familiar sistémica, bajo los postulados de la terapia breve,
son Steve de Shazer (1987, 1991, 1992) y Joel S. Bergman (1988).
6
M. Andolfi, 1985: 41-73. Como afirma M. Andolfi, 1985: 42, este esquema se remonta hasta 1972, cuando
J. Haley realizaba sus seminarios de capacitación para el equipo clínico de la Philadelphia Child Guidance.
32

ESCENARIO DE LA TERAPIA

El terapeuta se propone, a más de facilitar que se sientan cómodos, establecer su


primer contacto con cada uno de ellos. Dentro de la modalidad estratégica, por definición,
el terapeuta (T) necesita accesar al sistema familiar (SF) y formar el sistema terapéutico
(ST) que se forma así: (SF + T = ST). La actitud del terapeuta (positiva, cortés, contro-
lada, esperanzadora) se convierte en la metáfora de lo que la familia puede alcanzar. Des-
pués pedirá que cada uno diga su nombre y podría formular una serie de preguntas que
activarían respuestas de los participantes, sin relación al problema, tales como: Me parece
que Ud. es el hijo mayor ¿estoy en lo cierto? ¿Antes han tenido alguna terapia individual o
juntos? ¿Cuántos de Uds. ya “volaron” y cuántos todavía están en el nido?

Es obvio que será distinto el modo de accesar a una familia donde hay niños o sólo
adultos; variarán los contenidos de las preguntas y la actitud del terapeuta si se trata de una
familia del campo o de la ciudad; si hay adolescentes en la familia en fase oposicional o un
niño asustado; con una madre orgullosa de su función u familia otra con una madre
cansada de hacer las tareas domésticas. En todo caso, se trata de que el terapeuta familiar
accese al mundo de la familia, adopte su propio lenguaje y estilo personal.

En este primer estadio el terapeuta se propone, también, comunicar a los componen-


tes de la familia que cada uno de ellos es importante para él y para el proceso terapéutico;
mostrará que se interesa en todos ellos. Este es el modo eficaz de presentar la primera regla
de la terapia: “Cada uno es igualmente importante y digno de atención” (M. Andolfi,
1985:44), por cuanto son miembros de un sistema orgánico. Les hará saber que se cuidará
el cumplimiento de esta regla durante todo el curso de la terapia, previniendo y bloqueando
todo intento de infracción. Entonces, si por una parte, el terapeuta entra en el universo de la
familia y se adapta a él; por otra, la familia entra en las reglas de la terapia. Este concepto
de mutua adaptación es fundamental y representa un tipo de encuentro concreto, que hace
que todos se sientan responsables y comprometidos.

Yo acostumbro a decir lo siguiente, como a modo de encuadrar la terapia según el


marco teórico sistémico:

“Yo no trabajo con locos ni con malos; yo trabajo con gente sana y buena,
pero sufriendo. Uds. son gente sana y buena y ya veremos cuál es el
sufrimiento de Uds. Comprenderán ¿qué podría ocurrir si hallamos a los
enfermos y malos de esta familia?. ¿Qué haríamos con ellos?”
33

El terapeuta, en esta primera fase, recoge una serie de informaciones útiles para
enfrentar las fases sucesivas, tales como: El tono e información general de la familia; las
relaciones entre los padres y los hijos; si hay indicios de la elección del chivo emisario,
entre otros.

4.3.3. El estadio del problema

En este punto el terapeuta pasa a una exploración más directa del problema que
llevó a la familia a la consulta” (M. Andolfi, 1985: 49). Los tipos de preguntas para entrar a
conocer el problema, son: ¿Cuál es el problema?, ¿Qué les ha motivado a venir aquí?
Estas son las preguntas más comunes y contestarán primero los dominadores; o aquel que
quiera formar una alianza con el terapeuta; o el que quisiera justificar algo. Todos deben
estar invitados a expresar cuál es el problema. ¿Cuál es el problema en tu opinión? es una
pregunta a una persona específica, si se quiere tener un cuadro más completo. Dirigiéndose
a un miembro en particular se puede preguntar así: ¿Qué esperas que ocurra al haber venido
aquí?. Esta pregunta tiende a medir expectativas, la capacidad y autonomía de cada uno, a
descubrir quién tiene interés y quién no lo tiene en la terapia.

M. Andolfi (1985) sugiere que no se deben hacer tres cosas en este estadio (Ibid,
50, 51):

 Hacer interpretaciones y comentarios del discurso de los pacientes.


 Dar consejos pedagógicos.
 Implicarse en las emociones de alguno de los miembros de la familia,
como, por ejemplo, mover la cabeza, aprobando o desaprobando;
llorar, tener furia, entre otros.

En este estadio el problema comienza a aparecer. M. Andolfi relata sus experien-


cias con la aparición del problema, p.e.: Si ante los ojos aterrados del padre, el hijo mayor,
no más de 13 años de edad, actuó en forma agresiva, irrespetuosa contra la madre; y acto
seguido el padre mira al terapeuta como solicitando auxilio, queda claro su incapacidad de
establecer autoridad y, en consecuencia, el problema de esta familia es una jerarquía
inadecuada por debilidad de quienes deberían ejercer poder. Pero no hay que extrañarse que
la familia insista que el problema es un asunto que pertenece a la categoría de contenido o
síntoma o que está centrado en un solo individuo. El terapeuta es el experto en procesos, y
leerá para la familia lo que es el problema en el nivel de proceso o transacción. A propó-
sito de esclarecer cuál es el problema, hay cosas que el terapeuta no debe hacer:

 Formular las preguntas en un nivel individual y no sistémico.


 Dar interpretaciones o formular comentarios para “ayudar”, prematu-
ramente, a una persona a ver el problema de una manera distinta de
cómo lo está interpretando.
 Dar consejos pedagógicos y desviar la terapia hacia soluciones
mágicas o de receta, básicamente ubicándose en los contenidos
sintomáticos.
34

 Permanecer implicado en las emociones de alguno de los familiares,


respecto.
 del problema (lloriqueando con ellos), y perder el control de la
sesión.

Por otra parte, lo que sí debe hacer el terapeuta para facilitar el


esclarecimiento del problema, es:
 Probar el nivel de autonomía y de respeto de los miembros de la
familia, pidiendo e incentivando que cada uno exprese lo que siente y
neutralizando todo intento o acción de anulación o desvalorización.
 Anotar si alguno o alguien interrumpe e impedir que eso ocurra.
 Solicitar a los miembros de la familia que se refieran al problema en
forma concreta; no aceptar definiciones abstractas o generales, p.e.:
“Uno se encierra en sí mismo, y ya no se comunica con nadie”;
“Cuando todo camina mal, no sirve...”. Debería decir: “Estoy, pero
es como si no estuviera”. “Mi problema es que mis padres ya no me
entienden”. “Nuestro matrimonio es un total fracaso”.
 Observar con atención las reacciones de otros miembros mientras
alguien está hablando.

4.3.4. El estadio interactivo o de intervención

La diferencia con el estadio anterior es que en aquél el problema va apareciendo por


la expresión casi natural de los miembros de la familia, con poca participación del tera-
peuta. En cambio en este estadio, el terapeuta es el interlocutor privilegiado; es cuando asu-
me un papel directivo para: esclarecer más el problema; para producir intercambios comu-
nicativos directos; preparar el camino para la definición de un objetivo terapéutico. Se trata
de una fase donde se comienza a incentivar la capacidad de transformación de la familia.
Aquí el terapeuta les “cuenta la otra historia” o sea les dice cuál es el problema en términos
de relación, procesos y transacciones. Se cumple aquí la frase “historia del terapeuta versus
la historia del paciente”. Ahora verán diferente, verán alternativas y se movilizarán hacia la
resolución. Es aquí cuando el terapeuta necesita recursos adecuados para producir la infor-
mación en la familia para que se movilicen de la homeostasis congelada (H) hacia el
cambio (T).

Como a modo de ilustración, de las tantas posibilidades que existen, una técnica
adecuada para este estadio es el uso de la metáfora como instrumento del terapeuta para
intervenir en la familia. Veamos un ejemplo:

 Problema: Padres muy ocupados en sus profesiones y desligados de


los hijos. Estos crecieron sin reglas, sin límites adecuados y con
profundas distorsiones de jerarquías.

 Análogo: Un jardín sin jardineros, donde las plantas están vivas pero
selváticas e incultivadas.
35

 Presentación de la metáfora:

“Yo veo un maravilloso jardín, con buena tierra y buenas plantas. Estas
siguieron creciendo, pero sin la mano oportuna, ordenadora y nutricia de los jardine-
ros. Están vivas y grandes las plantas, pero crecieron silvestres. Ahora los jardine-
ros se preguntan si pueden arreglar este jardín; si las plantas podrán cambiar su
forma y dirección del desarrollo; si querrán ser plantas domésticas o preferirán ser
silvestres. Yo les consulto a Uds. ¿qué vamos a hacer con este jardín?”

Como sugiere M. Andolfi, se ha producido un intercambio activo sobre el problema


(M. Andolfi, 1985: 58). Absolutamente todos los miembros de la familia entrarán en la
metáfora y sugerirán todo lo que se puede y debe hacerse en y por el jardín; se esclarecerá
quién/quiénes es/son el/los jardinero/s. La sesión agotará todas las ideas de gestiones,
actitudes y compromisos para arreglar el jardín.

Ocasionalmente, si las condiciones son propicias, la metáfora anterior, cuyo fin pri-
mero era intercambiar reflexiones sobre el problema, también puede ya constituirse en una
intervención terapéutica, en el tanto deduzcan las acciones que se requiere realizar para
arreglar el jardín. Más aun, se convierte en una intervención terapéutica, cuando adquiere
el carácter de tarea implícita: “Yo les pregunto a Uds. ¿qué vamos a hacer con este jardín”.
Ellos entenderán: “Uds. padres, esta semana necesitan ocuparse del jardín, probablemente
lo más urgente sea la liberación de las plantas respecto a la maleza...”

Como se trata de dejar encuadrado el proceso y naturaleza de la terapia, no hay que


pretender que en la primera sesión ya queden resueltos los problemas, pero es necesario que
desde la primera sesión vivan una nueva experiencia terapéutica; que sientan desde el inicio
cómo opera un sistema terapéutico (ST).

4.3.5. El estadio del contrato:

Aún siendo imposible intervenir desde la misma primera sesión lo que es indispen-
sable es dejar establecido el contrato. Por contrato se comprende los acuerdos expresos y
tácitos que se establecen entre el orientador y la familia. El concepto es amplio y abarca
desde los asuntos financieros, fechas de sesiones, ejes de trabajo que la familia ha
propuesto, así como aquellos ejes que se desprenden de la entrevista.
36

CAPÍTULO V

METODOLOGÍAS DE INTERVENCIÓN
EN FAMILIA

5.1. LA FUNCIÓN DEL TERAPEUTA


Para S. Minuchin, el terapeuta es el experto. Debe mantener distancia con el siste-
ma familiar (SF) y actuar como actor y director escénico, al mismo tiempo.

En cambio para J. Haley, el terapeuta debe formar parte del SF. Esto lo convierte en
partícipe de la lucha de poder, de las contradicciones, desvalorizaciones, entre otros. Por lo
tanto, es importante que el terapeuta mantenga el poder y control del sistema y,
primeramente, sea la metáfora de la tranquilidad y reconciliación; debe ser directivo y utili-
zar estrategias para efectuar el cambio.

5.2. METODOLOGÍA DEL ENCUADRE Y RE-ENCUADRE:

Esta, a su vez, es una metodología y es una estrategia terapéutica que produce una
alteración en el modelo interno del mundo (paradigma) que tiene la persona o familia. Esta
metodología llamada “encuadre” dirige la conducta, los sentimientos y pensamientos. En
este sentido es comparable a las reglas de un juego o un código que permite reunir
información y crear configuraciones de un significado a partir de los sucesos que ocurren.
Cuando un reencuadre es eficaz, es previsible un cambio en la conducta.

5.2.1. El desencradre:

F. B. Simon (1988) considera que a un sistema familiar, que funcionaba relati-


vamente bien, al llegar a otra fase del Ciclo vital de la familia, le ocurre un desencuadre,
un caos o una desorganización importante.

5.2.2. El encuadre:
Se refiere a la lectura, más o menos exacta, de lo que en realidad está ocurriendo a
una persona o familia. La información que ésta aporta sirve para que el terapeuta construya
un conocimiento adecuado de los procesos internos del paciente. La lectura propia de los
pacientes no se acerca mucho a la realidad, ya que ellos se entrampan y se atienen a su
manera de ver el mundo que, de seguro, no es el problema. Encuadrar es diagnosticar,
37
comunicar a la familia lo que en realidad le está ocurriendo. Por ejemplo compartir con el
paciente que, estadísticamente, quien se inicia en el uso de fármacos prohibidos,
generalmente termina con la muerte. Descubrirle que quien inicia su participación en los
carteles de droga, no puede salirse. Mostrarle que un descenso en la afectividad de la
pareja mata el amor y, generalmente, termina en divorcio. Cuando la persona o familia
tiene un encuadre real de lo que está pasando, comienza a considerar la necesidad del
cambio.

5.2.3. El reencuadre:
Por reencuadre, por su parte, entendemos que es toda acción desplegada y aplicada
al paciente con la finalidad de cambiar sus conductas. Reencuadrar en efecto es hacer la
terapia a un paciente o familia. Con la finalidad de que rectifique, y vuelva a un punto
funcional, hay que mostrarle dónde estaba antes, a dónde se ha movido y a dónde tiene que
emigrar.

5.3. EL USO DE LA PREGUNTA EN LA INTERVENCIÓN

5.3.1. ¿Qué función desempeña la pregunta


en los procesos de intervención?

En las sesiones de terapia se da un intercambio verbal y no-verbal entre el terapeuta y


los pacientes, de cuya dinámica surge la información que se está buscando para formular y
legitimar la hipótesis y diseñar las estrategias terapéuticas para el cambio de la familia. Al
mismo tiempo, el terapeuta, por medio de las preguntas, particularmente con las preguntas
circulares, transmite información dentro del sistema familiar. Es así como la familia logra
descubrir sus dinámicas, entrampamientos, potenciales, recursos, confianza, explicación, lógi-
ca, etc., que la habilita para el cambio. Con sólo que cada miembro familiar exprese su punto
de vista respecto a una dificultad, se puede modificar la epistemología que cada uno tiene de sí
mismo. Cada miembro contribuye en un metanivel,7 a reeditar los significados existentes. La
importancia de la pregunta en general es que se trata de uno de los medios de intervención
más universales que, sin éste, no se puede concebir la idea de la intervención.

El objetivo del estudio de la pregunta es encontrar la forma verbal más eficaz de


comunicarse para conseguir la información. La forma como los interlocutores se comuniquen
en la sesión, es la forma que lo harán en la cotidianidad. De modo que si en la sesión terapéu-
tica se producen cambios en los estilos comunicativos, éstos acompañarán a la familia en la
vida diaria del hogar.

7
El metanivel es otro nivel o posición a la par del nivel, algo así como un punto de vista a la parte de otro
punto de vista, haciendo su aporte para elucidar el problema. En esencia, se trata del fenómeno de la meta-
comunicación, donde un mensaje (p.e.: una actitud), a la par del mensaje, explica cómo se debe entender
el mensaje. La actitud del comunicante, en la vida cotidiana, es el metamensaje del mensaje, y dice cómo
se debe entender el mensaje verbalizado “te quiero”.
38
Para construir esta sección de la pregunta en general, nos hemos basado, originalmen-
te, en los trabajos de G. Bateson (1982),8 cuyo interés está en la información que produce. En
cambio para el estudio de la pregunta que contiene la naturaleza circular, que se explica en su
respectivo lugar, por su función estratégica, nos hemos fundamentado en los autores de la
Escuela de Milán.9 Para analizar la operatividad de las preguntas, en sus distintos tipos, nos
hemos fundamentado en J. Navarro (1996: 79-83 y en I. Ochoa de Alda, 1995: 95-103).

5.3.2. Tipos de preguntas

 La pregunta directa:
La construcción de la pregunta directa está diseñada para conseguir del interlocutor
algunas respuestas concretas, definidas y de forma casi mecánica. Tal es el resultado que
suele afirmarse que sólo produce datos, monosílabos, no generadores de mayor información.
Ejemplos de preguntas directas son las siguientes: ¿Estás triste? ¿Tienes el presentimiento
que no te quieren? ¿Cuántas veces en tu vida te has sentido realmente acompañado? Estas
preguntas consiguen respuestas monosilábicas, tales como: “Si”, “No”, “4 veces”, etc. Con es-
tos datos es muy poco lo que se puede construir.

Por otra parte, se afirma que la familia interlocutora no dispone de un modelo eficaz
de comunicación, por lo cual no ha podido producir la información suficiente para lograr
cambios significativos en sus interacciones. Por su naturaleza, la pregunta directa no busca
respuestas desde el interlocutor, inquiriendo sus sentimientos y pensamientos, sino simples
reacciones directas a preguntas directas.

 La pregunta circular:

Esta, contraria a la directa, debido a la estructura de su diseño, produce otro tipo de


respuestas, por lo que se afirma que produce información. El interlocutor será capaz de
resolver sus conflictos si puede juntar y relacionar la información. El problema de las
personas y familias, al no lograr integrar la información adecuada, no tienen los elementos
de juicio necesarios para la toma de decisiones.

La pregunta circular está diseñada para contestar desde los otros; inquiriere entrar en
sus sentimientos y pensamientos para responder desde allí; pide respuestas desde la
epistemología del otro; es la estrategia para ponerle al interlocutor en el lugar del otro y leer la
realidad desde allí. En última instancia es aprender a vivir en un sistema relacional. Al insta-
lar en la sesión terapéutica la pregunta circular, se reeduca la forma de pensar para la
producción de información y lograr las opciones de solución. Cuando se construye la pregunta
circular se parte de la premisa que la vida total de la familia es interacción, interrelación,
circularidad, por lo que las preguntas que se hagan tienen que estar referidas a esta naturaleza
8
G. Bateson, 1982: 38-42; 103-112. La importancia de la pregunta para este autor está en la información
que produce, porque sólo ésta es capaz de producir modificaciones.
9
Esta Escuela ha sido privilegiada con el aporte de connotados maestros de la circularidad, tales como Mara
Selvini Palazzoli, Mateo Selvivi, Stéfano Cirilo, Ana María Sorrentino, G. Prata. Tengo especial grati-
tud para L. Cecchin, el maestro de quien aprendí el uso y valor de la pregunta circular.
39
circular; de la misma forma, la información que se produce está referida al sistema familiar
circular (M. Selvini et al., 19 Family Process Nº , 1980: 3-12).

 Ejemplos de preguntas circulares:

Las preguntas circulares se relacionan con sentimientos y pensamientos, tanto del


sujeto, como de la/s tercera/s persona/s involucrada/s, con todas la combinaciones posibles:

¿Qué piensas Luis que Juana, tu esposa, está sintiendo acerca de tus
desapariciones del hogar?”
“¿Qué piensas que sentirá tu familia cuando desapareces del hogar?”
“¿Qué crees que siente/piensa “X” cuando tardas en retornar al hogar?”
“¿Qué piensas que siente Mario, tu esposo, al ver que vos comienzas a actuar en serio
frente al problema de las ausencias de él?”
“¿Cuándo tu esposo dice que eres ‘extremista’ con el horario de regreso de él (3:00
a.m.): qué piensas que él está pensando?”

 Ejercicios de pregunta circular:

El siguiente caso servirá de base para la práctica de la pregunta circular:

UN CASO

Rodrigo es un joven pescador, aferrado a la vida del mar y su único esfuerzo


intelectual - dice él - “es mantenerme informado, por lo que leo los diarios”. Por
su parte, Loreta, su esposa, una mujer joven y quien ha seguido cultivándose, al
punto de haber alcanzado un Bachillerato en Educación, con miras a una Licen-
ciatura. Para esto, viaja a la Universidad que está en una ciudad cercana. Ella se
desenvuelve bien en su trabajo como profesora de su pueblo. En el último año el
esposo han peleado mucho “por nada”, pero en el discurso de él se denotan celos,
inseguridades, ira, deseo de controlar la vida de Loreta, limitándola a una vida
casera, con claros indicadores que prefiere que ella renuncie al trabajo y a los
estudios y se dedique a la casa. Dice que ella se ha vuelto muy independiente des-
de que está trabajando.

Para que X construya sus respuestas tiene que, necesariamente, leer el problema desde
el otro (Z), “ponerse en sus zapatos” y contestar desde el otro. Este estilo de interacción comu-
nicacional produce realmente la información suficiente para negociar, tomar decisiones, hacer
los arreglos que fueran del caso. Cuando la familia aprende a producir información, resuelve
sus conflictos.

El auditorio se organizará en parejas para la práctica de la pregunta circular en todas


las modalidades del uso del creer y pensar, refiriéndose al tercero involucrado Z (Rodrigo,
quien está ausente), porque sólo Loreta (X) asiste a terapia. Un miembro de la pareja actuará
40
como el terapeuta y el otro como Loreta (X). Practiquen siguiendo el itinerario de este
esquema:

Terapeuta: Paciente X

Paciente Z

¿Qué piensas/crees X que Z estará sintiendo/pensando acerca de tu lealtad/libertad?


¿Cuál crees/piensas X que será el miedo que está experimentando Z debido a tus
estudios y el ejercicio de tu profesión?

 Preguntas estratégicas:

Su objetivo es eminentemente correctivo y se elige este recurso cuando el sistema


está atascado, p.e.:10

“¿Por qué no habla Ud. con él acerca de sus preocupaciones en vez


de con los niños?”
“¿Se da cuenta de que su retraimiento desilusiona y frustra a su
mujer?” (Tomm, 1988).

 Preguntas reflexivas orientadas al futuro:

Este tipo de preguntas está diseñado para capacitar a la familia para que genere por
sí misma nuevas percepciones y conductas que faciliten la solución de sus problemas. El
procedimiento consiste en activar intencionalmente las reflexiones para alterar las estructu-
ras de los significados del sistema familiar.

Preguntas que desarrollan metas: Se puede preguntar a una adolescente que está
teniendo dificultades de rendimiento en la escuela; y a sus padres:

“¿Qué planes tienes respecto a estudiar una carrera en la univer-


sidad?”
“¿Qué otras cosas te has planteado como meta?”
“¿Qué tipo de experiencia sería útil para conseguir este trabajo?”
“¿Cómo harás para conseguirlo?”
“Uds. padres ¿qué logros tienen en mente para su hija?”
“¿Qué sería realizable para el próximo año?”

10
I. Ochoa de Alda, 1995: 95-103. Toda esta sección está fundamentada, básicamente, en los criterios de esta
autora; mientras que la primera parte proviene de la tendencia italiana sobre Psicoterapia de Familia.
41
“¿Hay alguna meta en la que todos estén de acuerdo y en la que se
imaginen trabajando juntos?”

 Preguntas que exploran el resultado esperado:

“¿Cómo crees que progresarás realmente el próximo mes? ¿y en seis


meses?”
“¿Quién sería el más sorprendido si sobrepasaras ese objetivo?”
“¿Quién se sentiría más decepcionado si no lo alcanzaras?”
“¿Cómo se manifestaría esa decepción?”

 Preguntas que resaltan consecuencias posibles si los


patrones conductuales persisten:

“Si su marido continúa mostrando su decepción de la forma en que lo


hacen ahora, ¿qué cree que ocurrirá con la relación entre él y su hija
dentro de cinco años?”

 Preguntas que exploran expectativas catastróficas para


exponer temas ocultos:

Se podría preguntar a unos padres sobreprotectores y a la hija sobreprotegida:

“¿Qué temen que podría pasar cuando su hija sale hasta tan tarde?”
“¿Qué es lo peor que se les ocurre?”
“¿De qué te imaginas que tus padres tienen más miedo?”
“¿Qué cosas terribles creen que podrían pasar y les mantiene despiertos
toda la noche?”

 Preguntas que exploran posibilidades hipotéticas:

El terapeuta continúa preguntando a la hija; luego pregunta a los padres:

“¿Te imaginas que a tus padres les preocupa que caigas en las drogas o
el alcohol?”
“¿Temen que podrías quedar embarazada?”
“¿O están demasiado asustados como para mencionar este tema, porque
piensan que podrías ofenderte?”
“Si comentasen estas preocupaciones con ella ¿piensan que se tomaría
como una falta de confianza, como una intromisión en su intimidad, o
como una indicación de su preocupación como padres?”

 Preguntas que suscitan esperanza y optimismo:


42
Se pregunta a los padres: Cuando ella encuentre una forma de cuidarse
adecuadamente:

“¿Quién será el primero en darse cuenta?”


“¿De qué manera se manifestará en Uds. el alivio?”
“¿Cómo mejorará la relación entre Uds.?”
“¿Quién será el primero en sugerir que se celebre el cambio de vuestra
hija?”

 Preguntas que convierten al interrogado en observador:

Se parte del supuesto de que cuando se observa un fenómeno, se comienza a actuar


sobre él. La finalidad de estas preguntas es que los miembros de la familia distingan patrones
de conducta, percepciones y eventos que no habían percibido antes y vean su importancia con
respecto al mantenimiento del problema:

 Preguntas dirigidas a un individuo sobre su relación con


otra persona de la familia:

“¿Cómo interpretaste la situación que desencadenó esos sentimientos


(del otro)?”
“¿Qué otras cosas podrías haber hecho?”
“¿Qué imaginas que piensa él en esa situación?”
“Cuando él/ella piensa así ¿cómo se siente?”
“¿Qué piensa él que piensas tú que está pasando cuando amenaza con
suicidarse?”

 Preguntas tríplicas: Exploran patrones de conducta


interpersonal entre dos personas distintas del
observador:

“Cuando tu padre empieza a discutir con tu hermana, ¿qué es lo que


hace tu madre habitualmente, se implica o se queda al margen?”
“Cuando se implica, ¿se suele poner de parte de él o de parte de ella?”
“Cuando se pone de parte de tu hermana, ¿qué hace tu padre?”
“¿Se siente traicionado por ella o aprecia su implicación para ayudarle a
darse cuenta de que ha ido demasiado lejos?”

 Preguntas de cambio inesperado de contexto:


Los integrantes de una familia ven siempre los eventos desde una única perspectiva y
sus opiniones quedan consiguientemente limitadas. Al hacerles preguntas de este tipo, el tera-
peuta les libera de una única y restringida disposición cognitiva, permitiendo que consideren
otras perspectivas. Por ejemplo, en un contexto de discusiones y peleas incesantes, se podría
43
explorar un contexto opuesto, un significado opuesto o una necesidad de mantener el statu
quo:

 Preguntas desde un contexto opuesto:


El terapeuta centra la atención en un contexto hipotético de malestar por la ausencia
del problema preguntado:

“¿Quién manifestaría mayor vacío si los problemas desaparecieran de


repente?”

Preguntas desde un significado opuesto: La pregunta introduce una redefinición del


problema cambiando las atribuciones con respecto al síntoma, de manera que las intenciones
negativas se conviertan en positivas, p.e.:

“¿Quién sería el primero en reconocer que papá se enfada porque se


preocupa en exceso y no muy poco?”

 Preguntas por una necesidad de mantener el statu quo:

El terapeuta intenta que la familia genere su propia connotación positiva de los


patrones de conducta problemáticos, p.e.:

“Asumamos que hubiera una razón importante para que continuaran


con ese patrón incómodo ¿cuál podría ser esa razón?”
“¿Qué está pasando en esta familia para que necesiten este tipo de con-
ducta?”
“¿Qué otros problemas más serios pudieran estar resolviendo o
evitando con esta conducta?”

 Preguntas con una sugerencia implícita:

En cada pregunta el terapeuta incluye deliberadamente un contenido concreto que indi-


ca una dirección que él considera útil o beneficiosa para resolver el problema, p.e.:

Dejar implícita una redefinición:

“Si en vez de pensar que él se muestra intencionadamente obstinado,


tú/vos pensaras que simplemente está confuso, tan confuso que no
entiende lo que quieres de él ¿cómo lo tratarías?”
“Si en vez de tratarle como malo, le tratarías como enfermo, ¿cómo
sería tu nueva actitud hacia él/ella?”
“Si en vez de considerar a tú/su hijo(a) como rebelde, le consideraras
como quien está creciendo ¿mejorarías el trato hacia él/ella?”
44

Dejar implícita una acción alternativa:

“Si en lugar de marcharte cuando tu mujer se siente mal, te sentaras a


su lado y le rodearas con tu brazo ¿qué haría ella?”
“Si persistieras unos pocos minutos de manera tranquila y amable, pese
a su rechazo inicial ¿sería más probable que aceptase como auténtica
tu iniciativa de preocuparte por ella?”

Dejar implícita la voluntad:

Se puede preguntar a la familia de una anoréxica “¿en qué momento


decidió perder su apetito?”
“Cuando decidió dejar de comer, ¿por qué estaba en huelga de
hambre?”

Dejar implícita una disculpa:

“Si, en vez de no decir nada y evitar a tu mujer, admitieras que


cometiste un error y te disculpas ¿qué crees que pasaría?”

Dejar implícito el perdón:

“Cuando llegue el momento en que esté dispuesta a perdonarte, ¿lo hará


de forma silenciosa, o será explícita al respecto?”
“¿Hasta qué punto serías capaz de perdonarte a ti mismo?”

 Preguntas de comparación normativa:

Los pacientes y familias con problemas tienden a catalogarse como personas “desvia-
das”, anhelando acercarse a la normalidad. El terapeuta puede aprovechar ese deseo y orien-
tarles hacia patrones más normales y “sanos” pidiéndoles que hagan determinadas compa-
raciones con otras personas o situaciones:

Preguntas que hagan contraste con una norma social: En una familia donde el proble-
ma consiste en que siempre evitan el conflicto, se puede preguntar:

“¿Creen Uds. que son más o menos abiertos en lo que refiere a sus
desacuerdos que la mayoría de las familias?”

Preguntas que hagan un contraste con normas evolutivas:

“En la mayoría de las familias que atraviesan esta etapa de la vida, los
chicos están más unidos a sus padres, ¿qué es lo que mantiene a su hijo
tan unido a la madre?”
45
Preguntas basadas en una normalización: Se recomienda usarlas cuando las creencias
de los miembros de la familia son muy distintas de las familias “normales” y esto puede ge-
nerar un aislamiento social progresivo. Se les puede redefinir como normales sugiriendo p.e.:

“Todas las familias tienen problemas para enfrentarse a la ira, ¿cuándo


se dieron cuenta por primera vez de que tenían la misma dificultad?”
“Si tu madre averiguase que la mayor parte de las madres lo pasan muy
mal cuando el último hijo se va de la casa, ¿se sorprendería?”

 Preguntas que clarifican falsas atribuciones causales:


Este tipo de preguntas clarifica determinadas atribuciones causales que mantienen las
personas y que son inconscientes o poco claras. Funcionan eliminando los componentes de
confusión y la vaguedad. Se puede preguntar a unos padres confusos y paralizados ante las
reacciones de una de sus hijas:

“Cuando la niña llora, ¿lo hace para salirse con la suya o porque se
siente dolida por algo?”
“¿Crees que tu madre, tu padre, tu hermano, etc. ve el hecho de robar
como algo socialmente malo, como algo psicológicamente enfermo o
como algo pecaminoso?”

 Preguntas que interrumpen la secuencia sintomática en


sesión:
Si una pareja conflictiva comienza a discutir en la sesión y ésta se hace improductiva y
destructiva, el terapeuta se dirige a los hijos para interrumpir el enfrentamiento, preguntando:

“Cuando tus padres están en casa, ¿discuten tanto como aquí?”


“¿O es incluso más intenso?”
“¿Quién de vosotros es más probable que intente intervenir?
“¿Quién de vosotros intentaría aclarar la situación?”

 Pregunta específica:
En ocasiones es necesario hacer una pregunta específica, si con ella se revela un secre-
to que esté frenando el cambio, p.e.:

“¿Por qué cree Ud. que se deprime su esposa?”

 Pregunta sobre conceptos míticos:


Por conceptos míticos queremos categorizar aquellos convencimientos de muchos res-
pecto a lo que saben, dominan, manejan todo, pero realmente son falsos supuestos, cuyo de-
senmascaramiento ayuda al proceso de cambio, p.e.:
46

“¿Quién se siente más afectado cuando mamá se siente culpable?”


“¿Quién es el que menos se comunica en esta familia?”
“¿Quién es el más preocupado por la falta de sexo?”

 Preguntas para identificar el problema:

Estas preguntas son indispensables en el inicio de la primera sesión, en las sesiones


posteriores a una interrupción prolongada, para apresurar la clarificación del objetivo de la
asistencia a terapia, etc., p.e.:

“¿Cuál es el problema?”
“¿Cuál es el problema ahora?”
“¿Qué es lo que quieren de mí?”
“¿Qué cambio desean Uds.?”
“¿Por qué están aquí?”

 Preguntas para descubrir coaliciones:

Generalmente la familia no revela abiertamente las alianzas y coaliciones, entonces el


terapeuta, quien sospecha, hace las siguientes preguntas para revelar el secreto:

“¿Quién es el primero en notar la depresión de mamá?”


“¿Quién se siente más impotente por el problema de la droga de Luis?"
“¿Quién es el que más se reciente si papá agrede a mamá?”
“Si papá y mamá formaran dos equipos de fútbol, ¿con quién te
gustaría alinear vos, vos y vos...

 Preguntas para revelar las secuencias de los hechos:


Las secuencias de los hechos revelan si una persona está manipulando a otra/s; si una
persona es el PD del grupo, entre otros, p.e.:

“¿Qué es lo que hace papá después que haces un berrinche?”:


“Trata de tranquilizarme hablando conmigo”
“Cuando papá te tranquiliza ¿cómo respondes?”
“Grito más”
“Cuando gritas más ¿qué hace papá?
“Se rinde”, “Se va”, “Se calla”
“Entonces ¿tienes la sensación de haber triunfado?”
“No lo sé”

 Preguntas para tener un referente y comparar:


47
Una manera eficaz para hacer un buen diagnóstico es ubicar el evento en el tiempo;
es hallar la causa e identificar el contexto del síntoma, p.e.:

“¿Discuten papá y mamá más o menos desde que nació tu herma-


nito?”
“¿Es la relación de tus padres mejor o peor desde que murió tu abue-
lito?” “¿Desde que la abuelita vino a vivir en tu casa?” “¿Desde que
tu mamá comenzó a trabajar fuera?
“¿Quién de su familia fue el que más se alegró de que se casara con
su marido? ¿Quién se opuso a su matrimonio?”

 Preguntas para medir acuerdos y afinidades:


“¿Quién está de acuerdo con lo que ha dicho papá?”
“Vos, Luis, ¿con quién te pones de acuerdo rápidamente?”
“¿Quiénes agotan más rápido a mamá, los mayores o los menores?”

 Preguntas potenciales para descubrir el problema


encubierto por el “chivo expiatorio”:
Donde se sospeche de la posibilidad de la existencia de un “chivo expiatorio”, há-
bilmente negado y creado para tapar el o los verdaderos problemas, estas preguntas pueden
ayudar a desenmascarar el juego psicológico y liberar al “chivo”, p.e.:

“Como que todos están de acuerdo que los problemas se deben a que
mamá trabaja fuera de casa, entonces ¿todo se arreglaría si ella
dejara de trabajar?”
“La presencia de la intrigante y comatosa abuela de 83 años de edad,
viviendo con Uds., pareciera que echa a unos contra otros, entonces
¿todo se arreglaría si se la envía a un asilo?”
“El pelo largo y los aretes de Luis han provocado un gran conflicto
entre Uds. padres, entonces, ¿se resolvería fácilmente si Luis se corta
el pelo y se quita los aretes?”

 Preguntas inductivas con variada aplicación:


Preguntas que inducen la afirmación de un hecho:

“¿Ud. dice que cuando está delante de su mamá, con quien no le


gusta hablar, siente rebeldía?”

Preguntas que inducen la negación de un hecho:

“¿Ud. no quisiera tener ese sentimiento de cólera contra su madre?”

Preguntas que inducen una solución a un problema:


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“¿Ud. está diciendo con eso que si se diera X podría hacer Y?”
“¿Ud. nos está dando a entender que si estudiara, trabajara y se rela-
cionarasocialmente se sentiría mejor?”

Preguntas que inducen despenalización de otros o del sí mismo:

“¿UD. me está comunicando que si su mamá le hubiese insistido, no


se habría casado con Juan?”
“¿Ud. me está dando a entender que si le hubiese hablado al abuelo,
antes que se muriera, se sentiría bien?”
“¿Ud. me da a entender que si no hubiese pasado X entonces sería Y?

Preguntas que inducen la anticipación de un éxito o un fracaso:

“¿Ud. me está diciendo que, cuando estudia, siempre le ha ido bien?”


“¿Ud. me está dando a entender que ‘quien con lobos se junta a
aullar aprende’?”

 Preguntas que revelan sus propios recursos de éxito:


“¿Quisiera describirme cómo son los momentos sin angustia?”
“Respecto al problema que tiene, ¿qué fue lo que hizo en otros mo-
mentos para sentirse bien?”

 Preguntas para descubrir el origen y función del


síntoma:
“¿Qué hay de diferencia ahora con respecto a otras circunstancias
cuando aparecía este síntoma?”
“¿Cómo conseguía no tener el síntoma?”
“¿Qué fue lo que hizo diferente el día que consiguió que las cosas
cambiaran?”
“¿Quién más notó el cambio?”
“¿En qué sentido piensa Ud. que X persona lo notó?”
“¿Cómo consiguió que la jaqueca desapareciera?”
“¿Qué tendría que suceder para reproducir aquellas soluciones de an-
tes?”
“¿Cómo consiguió que la pelea finalizara?”
“¿Qué cosas son diferentes ahora que hace un mes, un año, etc.
cuando tenía jaquecas?”.
49

5.4. LA METÁFORA

5.4.1. Introducción:

El propósito del autor es ofrecer una teoría psicológica diferente, denominada psico-
logía sistémica, cuya característica fundamental, como se explica en su lugar, es el acerca-
miento al problema desde la perspectiva relacional, sistémica y ecosistémica.

El valor del estudio de los instrumentos de intervención sistémica, tomó relevancia


por la década de los 60 debido al fracaso de las terapias existentes en ese entonces. Por los
efectos dramáticos y rápidos, como fue el caso del uso de la metáfora y la paradoja en la
terapia, se llegó a tipificarla, entre otras cosas, como “la terapia de las terapias”, por
cuanto activaba los procesos terapéuticos que se habían estancado. Se constató que se hacía
un uso indiscriminado y tradicional de las estrategias y metodologías, que aumentaron las
recaídas de los pacientes y, en general, la psicoterapia se desacreditó.

En la gráfica de la terapia de primer orden, observamos la línea continua y


ascendente por 50 años. Corresponde a aquellas conductas aprendidas, que van remitiendo
y recayendo, que eran epidérmicas y sin mayor trascendencia, y se vinculaban,
mayormente, a la maduración con la edad. La realidad del cambio se medía por la
intensidad de los síntomas. Por esta razón se dice que dichos cambios eran cuantitativos,
que tenían continuidad y proporcionalidad en la reducción de la manifestación del síntoma.

Por su parte se constató que los procesos terapéuticos, que si eran muy largos e
indefinidos, se les podía acelerar mediante el uso de técnicas modernas; se podía acortar el
timing del paciente. Un ejemplo magistral fue el descubrimiento de la terapia de segundo
orden, cuyos cambios eran discontinuos, desproporcionales y cualitativos; tenían el
carácter de cambios permanentes.
50

Otra característica observable fue que el continuo se rompía por la irrupción de una
crisis, fenómeno que daba lugar a la aparición de un nuevo paradigma. La instrumentación
de todos estos fenómenos dio lugar a las nuevas formas de hacer terapia más eficaz, tal
como la terapia sistémica.

5.4.2. Definición de metáfora:

¿Cómo se define la metáfora? El término metáfora (del latín metaphôra; y del grie-
go ά) significa “trasladar o transferir el sentido lógico de una cosa a otra figurada-
”. Por su parte, la forma clásica de definir la metáfora es afirmando que se trata de un:
“Tropo que consiste en trasladar el sentido recto de las voces a otro figurado, en virtud de
una comparación tácita”( Real Academia Española, 1970: 872). La preposición ά, que
integra la palabra metáfora, significa que algo, por la acción del verbo έ (“trasladar”,
“transferir”, "llevar", “tirar), ha sido llevado, trasladado y puesto “más allá”, “sobre” algo
o alguien (F. B. Simon et al., 1984: 227, 228). Aquí la cosa trasladada es el significado real
o sentido lógico de la verdad o tema que se quiere comunicar. Una vez que se ha operado el
traslado a otro elemento, el significado real o sentido lógico, se torna figurado, supuesto,
imaginario, retórico (metafórico), lo cual tiene como objetivo facilitar la comprensión de
dicha verdad (Ibid). Toda esta acción es posible en virtud de la existencia de la analogía,
tema que se expone ampliamente más adelante en este texto. El significado real o sentido
lógico trasladado se “fusiona” con el elemento analógico. El mismo sentido lógico y
trasladado es el “huésped”; y el elemento analógico es el “anfitrión”. Para ilustrar este
proceso, veamos un ejemplo de metáfora usada por Cervantes: Hubo en la vieja España un
sentir hidalgo de defensa de los necesitados, algo así como jueces ambulantes, personajes
paramilitares, ajusticiadores, cuyo espíritu noble, para conocerlo, era necesario encarnarlo
en un personaje, de cuya acción nació la más hermosa metáfora de Don Quijote de la
Mancha. Ahora es un hombre, tiene identidad y se le puede atribuir las más nobles
acciones. Igual que Jesús, para que comprendiera su misión, se trasladó a sí mismo (una
51
compleja y divina verdad) al análogo puerta cuando dijo “Yo soy la puerta”. El sentido
lógico, ahora era figurado; ahora era comprensible para la gente. Si bien los elementos
“sentido lógico” y el “figurado” aparecen fusionados, a la vez son inconfundiblemente au-
tónomos.

En este punto es donde la ciencia psicológica ha instrumentalizado la metáfora para


facilitar la comunicación y comprensión, tanto en el ámbito de la psicopedagogía, como en
la comprensión de la dinámica de la familia, campo que corresponde a la psicología de la
salud y, por ende, al terapeuta. Además, en este capítulo favorecemos amplia e intencional-
mente el uso de la metáfora por las justificaciones ya anotadas. Es nuestra intención poner
al alcance de los lectores un instrumento capaz de cambiar los procesos, mapas, sistemas de
valores, juegos sin fin, entre otros, de las personas y del grupo familiar (terapia de segundo
orden).

5.4.3. Ejemplos de metáforas:


A continuación se ofrece varios tipos de metáforas, construidas gracias a la existen-
cia de los factores analógicos:

METÁFORAS DE LAS RELACIONES PERSONALES

ELEMENTOS REALES METAFORAS


1. Espíritu hidalgo, defensores 1. “Don Quijote de la Mancha”
2. Emociones alteradas, stress 2. Somatizaciones
3. Estados psicológicos 3. “Posturas del cuerpo”
4. Auto estima (alta o baja) 4. “Postura doblada o erecta del cuerpo”
5. Disfunción sexual 5. “Figuración de una cena, detalles...”
6. Tiene deseo de comer un helado 6. “Hace calor”
7. Tiene deseos que la abrace 7. “Hace frío”
8. Necesita amor, cariño 8. “Me voy de la casa”
9. Una señora necesita asiento en el bus 9. “Como aquí no hay caballeros”
10. Una puerta no ha sido arreglada 10. “Como aquí no hay hombres”
11. Jesús, Camino a la salvación 11. “Yo soy la puerta”

METÁFORAS DE OBJETOS PERSONALES

ELEMENTOS REALES METAFORAS


1. Sudor 1. “Como grandes gotas de sangre”
2. Gotas de agua 2. “Perlas de rocío”
3. Persona sorprendida, asustada 3. “Tienes los ojos cuadrados”
4. Cabello rubio, ensortijado 4. “Rizos de oro”
52

Si una metáfora es un traslado, se metaforiza al transferirle conductas y acciones de


una persona a un títere; igual se hace metáfora cuando alguien actúa una conducta de otro
mediante el psicodrama, drama o comedia. El sentido hidalgo de la época, Cervantes lo
trasladó al Quijote, quien defendía a los débiles y así construyó la metáfora más bella de la
literatura clásica.

5.4.4. El poder transformador de la metáfora:


Una de las preguntas que se impone al terapeuta, independientemente de su moda-
lidad teórica y técnica, es el asunto de la naturaleza y significado del proceso terapéutico:
¿Qué significa terapia? ¿Cuál es el papel del terapeuta? Y en el proceso terapéutico, nos
preguntamos ¿cuál es la función transformadora de la metáfora?.

Antes de considerar el poder transformador de la metáfora, veamos algunas defini-


ciones de terapia y el papel del terapeuta. Primeramente, la terapia ha de concebirse como
“... una recodificación efectuada por el terapeuta en el interior del sistema familiar”.
Aquí el terapeuta es un recodificador o un reeditor del drama familiar. Una segunda forma
de concebir la terapia, pertenece a S. Minuchin, quien ve este proceso como una
reestructuración del sistema familiar. Su premisa fundamental es que una familia se siente
mal porque tiene una estructura inadecuada. El terapeuta, en este caso, es la persona que
guía el proceso terapéutico como un reconstructor o director escénico. Una tercera perspec-
tiva de la terapia, es aquella que le asigna el significado de crecimiento individual y
familiar. Según el análisis, que al respecto ofrece C. Madanes, hay terapeutas a quienes les
complace la resolución del problema presentado, pero insiste en que esto no es el objetivo
básico, sino “...el crecimiento y desarrollo de la persona”. En consecuencia, el terapeuta
es un ente facilitador del crecimiento de las familias. Una cuarta postura, que pertenece a la
escuela sistémica de orientación estratégica, cuyos exponentes principales son J. Haley y
C. Madanes, es aquella que concibe a la terapia como una “acción estratégica tendiente a
resolver los problemas”. En este caso, la función del terapeuta es planear la estrategia a fin
de resolver los problemas del cliente. Más específicamente, el terapeuta es un estratega; es
quien se integra a la familia y, junto a ella, forma el sistema terapéutico (ST).

Tanto los maestros de la comunicación, como los terapeutas modernos de las distin-
tas modalidades a las que hemos hecho referencia, han identificado en la metáfora algunos
elementos de alta capacidad transformadora de las dinámicas individuales y familiares. Por
esta razón, en el campo de la terapia, el uso de la metáfora como técnica, ha llegado a ser
de obligada elección, particularmente entre los terapeutas familiares de la corriente sistémi-
ca estratégica. Es más, la instrumentación de la metáfora como técnica transformadora,
permite trabajar aun en las condiciones más difíciles y particulares, donde el uso de otras
técnicas ha encontrado dificultades. A continuación presentamos las características y fun-
ciones más sobresalientes de esta técnica privilegiada, que servirá como recurso importante
en el ámbito de la terapia.
53

5.4.5. La metáfora como lenguaje del paciente:


Cuando a un miembro de la familia le es difícil verbalizar un sentimiento; o si no
logra hacerse entender; o si tiene miedo al otro; o, a lo mejor, no tiene espacio para hacerlo;
o no se siente digno para pedir atención y cree que no merece; o tiene mucho interés en los
otros, pero no tiene influencia sobre ellos, entonces recurre a la metaforización o traslado.
Su problema, necesidad o vacío psicológico lo traslada al área de su cuerpo, desde donde
envía sus mensajes en forma de síntomas y expresiones corporales (lenguaje del cuerpo) .
El ejemplo más categórico de este proceso es el caso del paciente designado (PD) o pacien-
te identificado (PI), como se expone en el capítulo del referente teórico. Significa, por
ejemplo, que un hijo no puede no preocuparse por una crisis relacional de sus padres y
asume una función “salvadora”, con intensa preocupación por preservar la integridad del
matrimonio de ellos. Entonces “decide” trasladar el problema psicológico hacia su cuerpo,
a su vida social o al área académica. Mediante conductas inesperadas e ilógicas, envía se-
ñales “pidiendo auxilio” o creando una situación que distraiga el proceso de ruptura. Si se
trata de pedir algo para llenar una necesidad emocional, tal como afecto, tiempo, participa-
ción, estimación, un miembro de la familia inicia una dinámica de somatizaciones, con la
esperanza de que este lenguaje produzca “buenos resultados”. No es extraño encontrar
familias enteras que no puedan prescindir de los síntomas como su manera habitual y única
de comunicarse. Dentro del referente teórico sistémico, la concepción de la salud y la en-
fermedad desafía al psicólogo a: 1) Dar al síntoma el carácter de mensaje, desde la pers-
pectiva de la naturaleza de la metáfora. 2) Renunciar a la idea de que aquel que tiene un
síntoma sea el “enfermo”. 3) Asignar al paciente la función de P.D. y tratarlo como a “men-
sajero”, congruente con el marco teórico que ubica la patología en los procesos y no en las
personas. 4) Traducir ese mensaje enviado en lenguaje analógico (no verbal, aproximado)
e interpretar adecuadamente lo que está diciendo y a quién está diciendo, lo cual equivale a
decir que se hace una metacomunicación. 5) Responder con las estrategias adecuadas para
que se produzca el cambio y remita el síntoma.

5.4.6. La metáfora como instrumento del terapeuta:

Desde tiempos inmemoriales, la metáfora ha sido utilizada, aun sin explicarse, como
un instrumento en las manos del terapeuta. El ejemplo de la metaforización y las prácticas
de los chamanes (médicos brujos), es muy categórico. Primero, la “enfermedad ha
arrebatado el alma del paciente”; segundo, el chamán ahuyenta la enfermedad con
palabras como “sale”, “aléjate”, “abandona”; tercero, mientras ahuyenta la enfermedad (cu-
ración), el chamán intenta recuperar el alma, para lo cual clama a los espíritus ancestrales
por ayuda; cuarto, las lesiones, infecciones, dolores, pestes, parásitos, entre otros, se han
movido en varias dimensiones y direcciones y son impelidas hacia una condición de
posibilidad movible para que respondan a las órdenes e intervenciones físicas del cha-
mán.11 Por su parte, el uso sistematizado y científico de la metáfora en las diversas tenden-
cias terapéuticas, particularmente en las de tipo relacional, hablan de la eficacia de este ins-
trumento, lo cual es la razón fundamental de este capítulo.
11
R. Beals y H. Hoijer, 1969: 579-582. El chamán todo el tiempo dice: “sale”, “aléjate”, “abandona”; or-
dena o suplica a un espíritu ancestro y, prácticamente, “hace volar” a las enfermedades con un ritual. Hay
chamanes que pueden “curar” de lejos.
54

5.4.7. La metáfora evita el desarrollo de defensas:


Mediante el uso de la metáfora se puede explorar el mundo fantástico del paciente
sin que éste se sienta amenazado. Mientras se desarrolla un intercambio comunicacional o
una vivencia familiar, se producen acusaciones, reproches, esfuerzos por identificar a los
“culpables”, justificaciones, búsqueda infructuosa del problema, entre otros. La unión entre
el sujeto y el problema hace que éste sea una amenaza a aquél. Como respuesta a dicha
amenaza, el sujeto desarrolla defensas, esgrime argumentos, niega, culpabiliza a la heren-
cia, a sus padres o al cónyuge y, en última instancia, abandona el ámbito de la terapia. Co-
nocedores de esta dinámica, particularmente los terapeutas relacionales, instrumentan la
metáfora para establecer una distancia entre el sujeto y el problema. Es aquí donde funcio-
na la metaforización, que no es otra cosa que trasladar el problema desde el sujeto hasta
una historia, película, evento, compuestos por objetos, personas o animales, quienes poseen
unos elementos analógicos. Ahora, desde afuera del sujeto, el problema no amenaza como
lo hacía desde adentro. El paciente ve su problema ubicado fuera de sí y, como ver una pe-
lícula; lo puede conocer, analizar y resolver sin que le sea una amenaza violenta.

El uso de la metáfora como instrumento para evitar el desarrollo de defensas no sólo


ocurre en la misma sesión de terapia, sino también como un elemento que se prescribe para
el uso en la práctica de determinadas dinámicas o acciones cotidianas. Como afirma C. Ma-
danes: “La gente se muestra a menudo más dispuesta a acatar una directiva si no siente
que se le ha impartido”, lo cual es posible encubrirlo en la metáfora. En este punto, la pres-
cripción de una metáfora, en tanto se traslada el sentido real a un sentido figurado sobre el
“huésped”, esconde lo real amenazante. Se afirma, entonces, que la metáfora trabaja en lo
racional, pero tanto o más en la dimensión biológica y emocional. Un buen ejemplo de la
prescripción metafórica es aquella que presenta M. Andolfi. Se trata de una familia con
hijos destructivos y resistentes a obedecer órdenes; y unos padre jóvenes que se sienten
impotentes para aplicar disciplina eficazmente a los hijos y, a la vez, recurren a la culpabili-
zación mutua. El terapeuta, habiendo valorado las resistencias de los niños y la incapacidad
de los padres para dar órdenes, decide que el tratamiento, con el problema de frente, sólo
lograría producir más resistencia y división en el sistema familiar. Entonces el terapeuta les
prescribe la compra de una casa de juguete, con todos los artefactos propios de una vivien-
da, más dos “niñitos muñecos”, que “habiten” la casa de juguete y representen a la familia
real. Con la dirección de los padres reales los hijos destructores debían jugar “enseñando” a
los “niñitos” a ordenar y cuidar la casa a razón de una sesión diaria por 15 días. Todo esta-
ba trasladado: 1). Los niños tomaron el lugar de los padres. 2) Los “niñitos” toman el lugar
de los niños. 3). La casa de juguete tomó el lugar de la casa real y sus cosas. El resultado
fue tan evidente, según relata M. Andolfi, que: 1) Los padres reales aprendieron a poner
disciplina a los hijos. 2) Los niños aprendieron a obedecer, ordenar y cuidar la casa. 3) Los
padres, en la sesión siguiente, manifestaron estar sorprendidos por el cambio visto. El des-
montaje de la metáfora y el retorno a la realidad se hizo muy natural, con la diferencia que
ahora eran niños ordenados y obedientes; los padres eran ahora capaces de administrar la
familia.

Probablemente el ejemplo magistral del uso de la metáfora en la Biblia, particular-


55
mente para evitar el desarrollo de defensas, es el que utilizó el profeta Natán con el Rey
David. Veamos la estructuración de esta metáfora: Hubo una situación emergente en la
administración real, que incluía adulterio, engaño, mentira, mal uso del poder, asesinato
con premeditación, que urgía la intervención de la justicia para castigar al culpable o, al
menos, exigirle arrepentimiento y reparación, lo cual conduciría al perdón de parte de
Dios. En definitiva, se necesitaba un cambio en la manera de ver y valorar la vida, las
relaciones y las funciones como Rey, que hacía que ésta fuera una situación de difícil pro-
nóstico, tratándose de un monarca déspota con una teocracia centralista. Las acciones del
“terapeuta" Natán ponían en peligro su propia vida debido al contexto monárquico. Por lo
tanto, la elección de la estrategia era sumamente importante y Natán eligió la metáfora. La
identificación de los elementos “huéspedes” y “anfitriones”, para hacer el traslado, fue muy
cuidadosa, a juzgar por los resultados. Veamos en forma gráfica:

LA METÁFORA QUE CAMBIÓ AL REY DAVID

ELEMENTOS ELEMENTOS “ANFITRIONES”


“HUÉSPEDES”
1. David, Rey 1. Hombre rico y malo
2. Urías, soldado 2. Esclavo pobre
3. Betsabé, esposa de Urías 3. Oveja, única, mucho vínculo con Urías
4 Contexto: David se enamoró de 4. Contexto: Necesitó alimentar al visitante
Betzabé

Natán contó la historia al Rey David; éste se indignó contra el “hombre malo” de la
metáfora y le sentenció a muerte. Entonces Natán le reveló el elemento sorpresa, dicién-
dole: “Ese hombre malo, eres tú”. Por su parte David, en lugar de defenderse, negar, agre-
dir, usando el poder de un monarca despótico, se arrepintió y Dios le perdonó.

El autor de este texto ha utilizado la metáfora por muchos años, particularmente en


los casos cuando ha sido difícil manejar abiertamente los problemas, tales como la sexuali-
dad, homosexualidad, SIDA, entre otros. El lector de seguro se encontrará, en su trabajo de
educador o terapeuta, ante problemas difíciles y temas “prohibidos”, propicios para que los
pacientes desarrollen defensas y, posiblemente, se corra el riesgo de que ellos abandonen la
terapia. Es allí donde el uso de la metáfora es la estrategia indicada para evitar el desarrollo
de defensas.

5.4.8. La metáfora asigna significados a los elementos, conductas


acciones de los pacientes:
Según el contexto cultural, los individuos o familias están conscientes de la existen-
cia de una variedad de elementos simbólicos, de fenómenos y conductas variados, acerca de
los cuales se desconoce sus significados. Dicho de otra manera, es un gran problema co-
municacional cuando hay un divorcio entre el símbolo y el significado. Un ejemplo de esto
es el aprendizaje de los niños, quienes pueden cantar las canciones patrióticas, llenas de
símbolos, tales como “sangre de héroes”, representada por el color rojo; “la riqueza
56
representada por el color amarillo”, “los mares representados por el color azul”, donde se
debía unir el símbolo y el significado. Pero no es, sino hasta adultos, que descubrimos
realmente dicha relación. A este fenómeno D. Ausubel denomina aprendizaje sin sentido
lógico ni psicológico. Desde el punto de vista de los lingüistas, a este fenómeno se lo deno-
mina: “El conocimiento de los símbolos, pero sin conocer los significados”, que es, en
efecto, lo que nos ocupa en esta sección. La mayoría de las personas tienen el conoci-
miento de la existencia de los símbolos; y pueden estar conscientes que son significantes
(que tienen importancia); y conocen los significados. Se dice, entonces, que entre los sím-
bolos y los significados hay una conciliación. En cambio, hay muchas personas que, por
diversas causas, tienen un divorcio entre los dos elementos. Otra afirmación, mucho más
inclinada al lado clínico, dice que “...el pensamiento patológico dispone de una plétora de
significantes...” (símbolos importantes), pero el sujeto, por una disfunción en los tipos
lógicos, no logra enlazar con los significados. El paciente, individuo o familia, está en una
situación de lo que podría llegar a ser, pero todavía no es. El objeto de esta sección es ver
cómo el uso de la metáfora contribuye a asignar los significados a aquellos símbolos, por lo
que nos dedicaremos a analizar algunas situaciones:

En realidad, se puede afirmar que quien sabe construir metáforas conscientemente,


sabe llegar al significado y ésta es la misión del maestro y del terapeuta.

C. Madanes considera que, cuando la gente se comunica mediante el lenguaje no


verbal (analógico), “sólo puede atribuirse significado a sus mensajes dentro del contexto
de otros mensajes y experiencias”. O sea, que hay unos estados particulares en las perso-
nas, donde sólo mediante la escucha de las narraciones u observaciones de las experiencias
de otros (metáfora y comparación), logran establecer la relación entre sus símbolos y sus
significados. Los intentos de intervenir mediante el lenguaje verbal directo estarían conde-
nados al fracaso. Al respecto, P. Freire registró la siguiente declaración que hizo una mujer
acerca de la adquisición del significado de su diario vivir, por haberse juntado con otras
mujeres para comentar cómo vivían:

“Me gusta discutir sobre esto”, - dijo ella -


“...porque vivo así.
“Mientras vivo, no veo.
Ahora, sí puedo observar cómo vivo”.

Esta mujer, como muchas otras, había vivido el rigor con que la sociedad la trataba,
con tantos símbolos culturales, políticos y económicos; vivía en su barrio y las funciones de
ella encajaban en su contexto, pero sin hallar los significados para muchas cosas de su vida
y. Por el contrario, asignaba significados equivocados, tales como “ese es mi destino”, “mi
mala suerte”, “es la voluntad de Dios”, entre otros. Lo más dramático de esta declaración
es que había vivido sin ver cómo vivía. El aspecto más importante en el crecimiento de
una persona es cuando encuentra qué significa su vida y los significados de lo que está bus-
cando. ¿No es, acaso, éste el fenómeno que ocurre a las señoras “sumisas”, “sometidas”,
entre otros, del paradigma complementario que, cuando “abren los ojos” (encuentran los
significados) se revelan contra el marido y, si no hay apertura a su nueva forma de ver la
vida, inclusive llegan a romper la relación?.
57

5.4.9. La metáfora facilita la comprensión de un problema:

La familia, con el aporte de los “libretos” que cada miembro de la pareja trae desde
su familia de origen, ha desarrollado un estilo de vivir. Los miembros han asumido sus fun-
ciones, según la designación propia del grupo. La familia ha desarrollado un cuerpo de “re-
glas familiares”, mitos, ritos y símbolos. Sin embargo, uno o varios de estos elementos
pueden haber sido adecuados en un momento de la vida familiar, pero han dejado de ser
adecuados y, por el contrario, en lugar de cumplir con la función del desarrollo de la familia
están operando negativamente, condición que la denominamos una disfunción del grupo
familiar o de alguno de sus miembros. A diferencia del punto anterior, donde el problema
radica en que no se encuentran los significados de los símbolos, en este punto el problema
es que no se comprende el problema; se niega o se desconoce que unas determinadas con-
ductas, llamadas “reglas familiares”, entre otros, sean el problema.

Otra forma de plantear la falta de comprensión del problema, es con el concepto de


alienación respecto a lo que sucede en la realidad. Las personas y familias están “como en
otro mundo” y se necesita el nacimiento o implantación de un nuevo código para leer cómo
y qué pasa en ese mundo extraño.

Una de las formas como la metáfora contribuye a la comprensión del problema, es


mediante la representación de algo que la familia ha perdido o que nunca percibe por sí
misma, pero siempre tiene la esperanza de descubrir lo que le hace falta. El ejemplo más
adecuado para ilustrar este tema, es el denominado “doble mensaje”, producto de la exis-
tencia oculta de una lucha de poder de la pareja. Aquello que parece que no era un proble-
ma, en realidad era un gran problema y, tarde o temprano, había comenzado a cobrar su
factura a la familia. Elegimos un caso donde se aplicó una metáfora, muy fuera de lo con-
vencional y cuyo resultado me animó a incluirla en mi repertorio docente:

UN CASO
Se trata de una pareja con características personales muy parecidas: Los dos se
aproximan a los 40 años de edad y son profesionales; los dos tienen empleos y contribuyen
a la economía de la familia. Han estado casados por 15 años y tienen un hijo único de 11
años. En los últimos tres años -dicen- “todo se nos está yendo de la mano”, “no lo pode-
mos controlar”, “no sabemos qué nos pasa...”. Han desarrollado un sistema de mutuas
acusaciones, endosan el problema a diversas causas y, una de ellas, es al hecho de que la
madre trabaja fuera de casa. El motivo de consulta es que su hijo David ha “decidido” no
estudiar. Además, en ocasiones se sentía inadecuado, confuso e inseguro; en otros momen-
tos, saca ventaja para sí, imponiendo sus propias decisiones ante el gobierno
contradictorio e incierto de sus padres. Era muy evidente que la pareja tenía una lucha de
poder y de territorio, cosa que ellos se esforzaban por negar, aduciendo que eran muy
cultos. También era evidente que, en su esfuerzo por mantener cada uno el poder, emitían
dobles mensajes al hijo. En la medida que éste iba creciendo y buscaba cada vez una
cuota mayor de autonomía, la circunstancia parental conflictiva, por la naturaleza de su
proceso, en nada contribuía con al proceso normal de crecimiento del hijo.
58

Diagnóstico: Los dos eran igualmente inteligentes, capaces, educados, productivos,


a lo cual la psicología sistémica los denomina pareja simétrica, racionalmente asimilada,
pero biológicamente no, condición que ellos no aceptaban. Esto provocaba la mutua y pro-
funda sensación de vivir bajo constante amenaza del otro, pero ninguno admitía que esto
fuese posible en gente tan culta. Como es de esperarse en estos casos, la sensación de ame-
naza les arrastraba, sin darse cuenta, a implementar defensas que, en este caso, se mani-
festaban en una sistemática descalificación del uno para con el otro para “reducir” la
amenaza. En el esfuerzo constante por descalificar, habían incurrido en la contradicción de
órdenes y contraórdenes al hijo, fenómeno conocido como el doble mensaje, asunto que se
estudia detalladamente en el capítulo correspondiente de este texto.

El hijo, por una parte, perdió el respeto por la autoridad dividida y contradictoria de
sus padres; tomó su vida por su cuenta, buscando algo estable, lo cual le llevó a desobede-
cer órdenes, saltarse límites y espacios. Al fin, toda la familia estaba en condiciones desco-
locadas, esto es, fuera de sus roles normales, como corresponde a una familia saludable.

La estrategia y técnica elegidas: Algunos señalamientos verbales sobre el problema,


fueron sistemáticamente rechazados, por lo que se decidió cambiar a una estrategia menos
amenazante, tal como la metaforización. Recordé una escena de la película clásica del
Oeste, titulada “Por unos dólares más”. Se trata de la confrontación de dos “gigantes” pis-
toleros, cada cual convencido de su propia capacidad, quienes iban tras la misma “presa”,
sin estar dispuestos a compartir la recompensa. La escena la desarrollan los artistas C.
Eastwood, L. Van Cleef y un camarero de hotel de raza china. El primero ordena al chino
que recoja las pertenencias del segundo y las lleve a la Estación del tren, con el mensaje
siguiente: “Porque el señor se va”. El segundo ordena al chino que regrese las cosas al
cuarto del hotel, con el mensaje: “Yo no me voy”. Este bombardeo contradictorio de
dobles mensajes se repite varias veces, lo cual pone al chino en una situación de respuestas
ambivalentes, confusas y temerosas, hasta que decide escapar del campo. La escena
continúa con demostraciones de poder y culmina con la decisión de formar una sociedad,
cosa que el chino habrá recibido con agrado.

En la sesión siguiente proyecté el video con esa escena. La pareja observó la escena
y, por la claridad de la metáfora, ninguno de los dos hizo comentario alguno para defender-
se, como era usual en ellos. Luego manifestaron mucho dolor por haber causado un terrible
conflicto a su hijo. Lo que parecía una trivial riña de pareja, que no representaría ningún
problema, ahora estaban convencidos y aterrados porque éste era su gran problema. Llegó
el momento que comprendieron la necesidad del cambio, pero también preguntaban insis-
tentemente si se podía corregir el daño en el hijo. Respondí con otra metáfora, pues recordé
las palabras del Dr. Robert S. Eliot, cardiólogo de fama mundial quien, obsesionado por
difundir sus técnicas de cirugía cardiovascular, se estresó e se infartó. Fue cuando se dio
cuenta de la fragilidad de su cuerpo, que enseñar cardiología por todo el mundo no era la
única ni la mejor tarea como esposo. Entonces organizó su vida y se reconcilió con sus
hijos y esposa. Fue por esta situación que él dice en el prólogo de su libro: “A menudo
digo que Phyllis (su esposa) y yo nos hemos casado varias veces... Hemos aprendido a
negociar nuestras diferencias y a efectuar cambios cuando nos era necesario hacerlos...”.
59
“Ahora comprendo la importancia del amor, del matrimonio y la familia, y todo esto vino a
raíz de mi infarto...”(Eliot, s.f.: 290-291).

Mi respuesta es que sí se puede cambiar el esquema familiar, pero hay que tomar
conciencia del “estilo” de vivir confrontados y del daño que las luchas de poder o las lu-
chas territoriales hacen a la relación y a los hijos. Estas luchas se manifiestan en mutuos
esfuerzos por desvalorizarse entre cónyuges que, en última instancia, se manifiesta en
dobles mensajes para con los hijos, con los resultados vistos en el caso anterior.

5.4.10. La metáfora es un instrumento eficaz


en situaciones especiales:
Para la comunicación con niños, ancianos o discapacitados mentales, la metáfora es
uno de los instrumentos más eficaces. Aquí se parte de la premisa de que la transacción
disfuncional no ocurre en el ámbito racional, a donde sería fácil accesar con palabras.
Dicho proceso está ocurriendo en esas dimensiones irracionales, emocionales, sensoriales, a
donde sólo es posible accesar por la vía del mensaje analógico. Un ejemplo clásico es con
los niños recién nacidos y su llanto de miedo de “desintegración” en una cuna plana. Al
tomarlos en los brazos se callan porque perciben “una reestructuración del nido uterino".
El regazo es un lenguaje analógico, no racional, dirigido a producir cambios en esa dimen-
sión biológica.

En el trabajo con ancianos y discapacitados mentales, sólo la metáfora funciona co-


mo instrumento capaz de llegar hasta su nivel de comprensión y área de conflicto.

Para el uso del lenguaje analógico en la dimensión biológica, conviene al terapeuta


revisar los conceptos de las necesidades básicas: seguridad y amor. De la misma forma, si
dichas necesidades no son satisfechas, se debe conocer cómo se disparan los miedos bioló-
gicos: temor de pérdida y ataque; temor de “no valer nada”, respectivamente. Si se pre-
tende reducir o eliminar los miedos básicos o biológicos, el terapeuta instrumentará el len-
guaje analógico, como instrumento selectivo.

5.5. EL OBJETO METAFÓRICO


El análogo o “anfitrión”, que recibe al elemento metaforizado (trasladado), desem-
peña una función vital en todo este proceso. De esto dicen A. Ackermans y Andolfi (1990)
lo siguiente:

“Una manera especial de emplear la metáfora consiste en recurrir a un


objeto metafórico. A los valores de la metáfora, el objeto metafórico les
agrega un aspecto que lo torna particularmente original: Su presencia
material durante la sesión”( A. Ackermans y M. Andolfi, 1990: 117).

5.5.1. Definiciones del objeto metafórico:


No hay que confundir la metáfora con el objeto metafórico. El traslado (metáfora)
60
puede ser a una historia, película, entre otros, contada y no materializada. En cambio el
objeto metafórico es la materialización de la metáfora. Un ejemplo de la diferencia es el
siguiente: El esposo se queja sobre las exigencias rígidas de su esposa, entonces el terapeu-
ta dice: “Ha de ser muy difícil vivir en una prisión”. Esta es la metáfora o traslado de una
conducta opresiva de su cónyuge, parecida a las condiciones de una prisión. Pero si, acto
seguido, el terapeuta elige un objeto metafórico, tal como un mecate, y con éste amarra las
manos del paciente; o le amarra su cuerpo contra la silla; o usa unas “esposas” para sujetar
las manos, ha construido un objeto metafórico. No sólo metaforizó, sino que materializó la
metáfora mediante el objeto metafórico mecate o “esposas”.12 De esta forma al objeto
metafórico se lo considera así:

“El objeto metafórico es un medio que vehiculiza, en cuanto tal, innu-


merables mensajes ligados a las características de su estructura y, lo que es
más importante, a los significados que la familia y el terapeuta le van atribu-
yendo progresivamente”( A. Ackermans y M. Andolfi, 1990: 117).

Las más de las veces, el objeto metafórico es la explicación material, dada por el
terapeuta en la sesión, de una metáfora verbal. Consiste en un objeto concreto que el tera-
peuta elige durante la sesión o tiene programado de antemano. Este objeto representará, de
manera visible y concreta, las relaciones, reglas familiares, conductas, alianzas, entre otros,
de la familia.

5.5.2. Ejemplos de objetos metafóricos:

De un amigo psiquiatra, Dr. C. Raymundo, aprendí a usar los títeres como objetos
metafóricos, para ayudar a la gente a comprender su problema. El psicólogo sí sabe cuál es
el problema, pero el paciente, individuo o familia, no logra identificar, ver ni aceptar que
cierto asunto sea el problema. Para explicar esta dinámica voy a valerme de mi primer caso
con títeres, cuando la técnica tenía otro nombre y la literatura italiana todavía no circulaba
por estas tierras:
EL CASO

Se trata de una pareja, cuya esposa indicó que había perdido toda la
dimensión afectiva para con su esposo, incluyendo el área sexual. Le
preocupaba porque ella jugaba con la fantasía de una potencial
desaparición o muerte del esposo. Pero dice que lo último que podría hacer
es divorciarse. Su sistema de quejas se circunscribe a la ausencia de valora-
ción, consideraciones y detalles de parte del esposo y, en su lugar, ella
afirmaba que recibía de él un trato rudo, descalificador y exigente que,
generalmente, le producían llanto. Por su parte, el esposo insiste que es un
buen hombre, trabajador, fiel, casero, proveedor, buen padre, entre otros
atributos, de lo cual, ella también está de acuerdo.

12
Entiéndase “mecate” correspondiente a piola, soga, cuerda; y “esposas” como el instrumento policiaco
para apresar a los ladrones.
61

Las dos primeras sesiones confirmaron la hipótesis: Ella no recibía de parte de él un


trato adecuado que la hiciera sentirse valorada, estimada, tomada en cuenta, amada, entre
otras cosas. En un momento dado ella comenzó a comunicarse con él mediante una metá-
fora: Trasladó su respuesta desde lo verbal al área corporal, desde donde mostraba claros
indicadores de inhibición sexual, más un cuadro “florido” de somatizaciones. A la vez, este
problema tenía su raíz en otro problema anterior y más profundo: El esposo obedecía a una
especie de “libreto” heredado de sus padres, en el cual no constaban imágenes ni modelos
de afecto; ni valorización por el género femenino.

La estrategia elegida fue intervenir en la sesión con el uso de la metáfora, más el


uso del objeto metafórico (A. Ackermans y M. Aldolfi, 1990: 134, 135). Yo tenía por
objetivo que el esposo lograra hacer conciencia de sus conductas inadecuadas y, por esta
vía, llegara a revisar su mapa interior donde había registrado solamente un modelo de trato
brusco y un código de desvalorización hacia la esposa, tal como vio hacer a su padre,
respecto a su madre. Dos títeres, uno “hombre” y el otro “mujer”, entraron en acción.
Manejé los títeres, uno en cada mano; apliqué un poco de “capacidad” de ventriloquía; el
guión para la escena fue muy libre, pero siempre haciendo la representación de la pareja y
de su problema de maltratos y agresividad del esposo a la esposa. A mis amigos, los títeres,
los presenté como “Celedonio” y “Claraluz”. En la escena, básicamente, “Celedonio”
“arrastró” de los pelos a “Claraluz”. Cada vez que ella intentaba dar una opinión, era
cruelmente silenciada y ridiculizada. También yo sostenía la hipótesis que determinadas
conductas de ella contribuían a la relación disfuncional de los cónyuges. Por lo tanto, en
escena no omití conductas confusas, contradictorias, inadecuadas, caprichosas de parte de
“Claraluz”, tales como subir y bajar los hombros cuando el esposo le hablaba; aparecía
como “sumisa” pero le desafiaba con los puños; hacía lo contrario de lo que se ameritaba
hacer, todo esto por su impotencia y la necesidad de sobrevivir.

El esposo, después de observar la escena, guardó silencio, pero molesto, hasta el


final de la sesión y se fue sin decir nada. Por mi parte, tuve temor a una agresión de él hacia
mi persona, porque no estaba contento. También temía un resultado adverso, porque,
aunque conocía la teoría del uso del objeto metafórico y había visto usarlo, yo estaba
apenas “debutando”. La esposa se mantuvo durante la escena en un estado casi paralizado.
Ocho días después, en la siguiente sesión, él se atrevió a manifestar que, durante la sesión
con los títeres, había sentido ira contra el terapeuta, vergüenza, dolor, pero que poco a poco
había comprendido todo. Su esposa, sin comentar nada con él, indicó que comenzó a
observar algunos cambios muy básicos desde el mismo día de la escena con los títeres
“Celedonio” y “Claraluz”.

Fue muy importante respetar el principio que dice que una metáfora no se analiza,
razona o discute, aunque sí se la puede comentar a’posteriore. La razón teórica es que la
metaforización explora las imágenes subyacentes, a niveles emocionales y biológicos, sin
que intervengan las interpretaciones racionales que pudieran resultar amenazantes.
62

5.5.3. Algunas aplicaciones de la metáfora y


los objetos metafóricos:

 En una disfunción sexual de una pareja

El problema sexual se traslada a la experiencia y hábitos de una cena de la pareja:


“Vamos a hablar de la vida sexual de Uds., pero como si fuera una cena”, les dice el tera-
peuta. En un evento como éste, está el factor tiempo, los elementos, el ambiente, la actitud,
entre otros. “Veamos cómo les gusta la cena”. Se comienza preguntando:

“Generalmente, ¿quién prepara la cena” “A más de hacer buena comida ¿a su cón-


yuge le gusta las entradas o aperitivos antes del plato fuerte?”. “¿A quién de Uds. le gusta
más los aperitivos y a quién no le gusta?” “¿Les gusta las cenas completas y formales o del
tipo de comida rápida, snack, de pie o tipo Auto Mc?” “¿Son cenas sofisticadas o simples?”
“¿Qué tipo de ambiente se percibe: mucha/poca/mediana luz; puertas y ventanas abier-
tas/cerradas; con o sin música?” “¿Siempre se sientan en la misma ubicación y lugar o va-
rían?” “¿Se ha dado la circunstancia que se preparan para la cena y no hay cena?” “Cuándo
Uds. se preparan para cenar ¿tienen la sensación de que alguno de los dos ya han cenado
fuera?“ ¿Participan los dos de la cena o alguien está como ausente?” “¿Hay postre o no?”
“¿Dicen gracias, sintiendo gratitud por haberse dado una gran cena?”

Se continúa preguntando sobre todas las posibles escenas y elementos de una “cena”
normal. Cada pregunta está diseñada para descubrir alguna disfunción sexual o verificar
que tienen una relación sana.

Mediante esta técnica la pareja se siente más libre para hablar de su problema;
profundiza en aspectos que, de otra manera, no lo harían o les resultaría difícil tratarlo. El
terapeuta guía las preguntas, pero la pareja cuenta, reflexiona, discute, aclara la situación de
la “cena”, busca soluciones concretas pero siempre dentro de la metáfora.

 Con una madre retenedora:

Mientras discuten el problema planteado por los hijos, referente al papel controlador
de la madre, el terapeuta referirá la metáfora: “Entonces ¿Ud. es la mamá de ‘Juan sin
huesos’?” Acto seguido, se le presenta al muñeco llamado “Juan sin huesos”,13 y se le
pedirá a ella que estruje o apriete al muñeco de trapo entre sus manos. Se le preguntará
sobre su necesidad de hacerlo, sobre sus sensaciones con el muñeco o se le preguntará ¿qué
cree Ud. que sentirá el muñeco cuando lo estruja?.

Una colega, después de verme trabajar la metáfora con objeto metafórico, tras del
vidrio unidireccional, decidió aplicar la técnica a una paciente suya, implementando una
modificación, que me pareció muy creativa: Mientras transcurría la sesión - dice ella -
hice la referencia metafórica y la materialicé así: “La personalidad de su hijo se parece a
‘Juan sin huesos’, como el que yo tengo aquí”. Acto seguido, le mostró el muñeco, y pidió

13
Es la silueta de un muñeco, confeccionada de tela, sin textura corporal, imposible de pararse solo.
63
a la madre que intentara ponerlo de pie. La madre, viendo que era imposible, en su desespe-
ración, colgó al muñeco por el cuello con los cordones de la cortina, lo miró de lejos y
lloró. En su mundo interno sabía ahora que había creado un hijo inútil, sin huesos, ni
músculos, ni columna vertebral. En el desarrollo del hijo se le había privado de la oportuni-
dad de experimentar, decidir, jugar, adquirir esas destrezas que se logra con el espacio y la
libertad, tan vitales para ser capaz de ponerse de pie y caminar. Paciente y terapeuta
estuvieron conscientes de lo que se estaban tratando.

 La conducta depositaria de una familia:

Se le pide al PD que abrace un tarro de basura, con la consigna que se imagine que
él es ese tarro. Se pide al resto de la familia que cada uno deposite papeles, cualquier cosa
desechable en el tarro. A su vez, el terapeuta hablará de las extremas preocupaciones del
PD por “la estabilidad de la pareja de sus padres”. El terapeuta enfatizará que de “esa ma-
nera es como le construyeron o designaron; y cómo se presta el paciente para ser depo-
sitario del problema. Sin mayor esfuerzo, el PD siente el efecto de la metáfora sobre su
conducta; percibe como algo desagradable, inconveniente y patético ser el “tarro de basura
de la familia”. Por su parte, sus padres caen en cuenta de su conducta de depositantes de
“basura” sobre el PD y no quieren seguir haciéndolo. Entonces se negocia quién se hace
cargo de qué, repartiendo las funciones más equitativamente y así el PD quedaría liberado y
sus síntomas remitirían.

 En una conducta depositaria severa:

Es un ejercicio más fuerte que el “tarro de basura” para el uso en situaciones muy
particulares de congelamiento homeostático. Se pide al PD, solo o en presencia de su fami-
lia, que se acueste en el piso, boca arriba, cerrado los ojos. Se coloca una silla parada por
sobre su cabeza y se le pide al PD que se imagine que esa silla es una taza de un “servicio
higiénico” y que él forma parte de esa taza; que el sifón entra en su boca. El terapeuta le
dice: “Veo que hay cosas que a ti te gustan mucho, y ser un “servicio higiénico” de la
familia es una de ellas. Voy a contribuir con tu alegría. Me sentaré en esta taza, ya sabes
para qué. Si al final decides que no quieres ser más un ‘servicio higiénico’ de ellos, te
sales, pero para siempre”. 14 La experiencia es muy aversiva e impacta, tanto a la familia
presente, como al PD. No hace falta explicar los significados de la metáfora, de hecho las
metáforas no se explican ni racionalizan. Ella trabaja sola en esas áreas profundas de la
estructura biológica. Los presentes comprenden el significado de esa conducta y aparece
una decisión de no contribuir con ella.

 La metáfora del “espejo hablador”:

Lo representan “personas - espejos”, que son los miembros de la familia. El PD,


quien se llama Jorge, se halla menospreciado, insignificante, poca cosas, “mueble de la
casa”, invisibilizado, deprimido y con baja auto estima. La familia tiene la medicina. Se le
pide que se siente en una silla. Delante de él habrá otra silla vacía, en la cual se sentarán,

14
En mi experiencia, y no he tenido que usar mucho este ejercicio, nadie se ha quedado debajo hasta que yo
me siente; han salido rapidísimo.
64
uno a uno, turnándose todos los miembros de la familia y le revelan sus atributos,
diciéndole: “Yo soy Jorge, y soy... y tengo... X virtud”. Un ejemplo: “Yo soy Jorge, y soy
una persona transparente con todos”. “Yo soy Jorge, y tengo una capacidad particular
para los estudios, que pronto terminaré mi carrera”. Mientras le reflejan sus atributos, el
PD asimila esas otras imágenes del sí mismo que no las había percibido como suyas o que
el mismo grupo las habían arrancado. Se trabaja sobre la premisa de que una persona se
deprime, desmotiva y pierde el propósito de su vida por considerar que su persona está
vacía de virtudes y méritos. Una vez que vea el reflejo de sus atributos en el “espejo
hablador”, hallará otro significado para su vida. Los “espejos”, quienes conocen al PD,
serán honestos al momento de reflejar los atributos de él. Esta es una metáfora que tiene
muchas aplicaciones.

5.6. LOS ANÁLOGOS

5.6.1. Definición de analogía:

Introducimos un nuevo concepto, el de la analogía, por cuanto es un instrumento


auxiliar e indispensable para la construcción de las metáforas.

Para hacer el traslado (metaforizar), dinámica de la metáfora, se necesita un elemen-


to “anfitrión”, conocido como el análogo, que recibe al “huésped”. Este “anfitrión” no
necesita ser exacto como el “huésped”, pero sí debe tener algunos elementos que lo carac-
tericen como análogo. Si esto ocurre, se dice que entre los dos elementos “...hay una ana-
logía”. En el ejemplo que adelantamos, Jesucristo como “la puerta” a la salvación, en lo
único que hay una analogía o parecido con una puerta material, es en la función de permi-
tir la entrada a otra condición o lugar. Por lo demás, Jesús y la puerta guardan sus identida-
des propias; aunque, en sentido figurado, se da una “fusión”.

Entonces ¿qué significa analogía? El término analogía (del griego άί)


significa “semejanza”, “parecido”, “conforme a...”. Si se enfoca el análisis desde las
raíces de la palabra analogía, encontramos que se desagrega en: άάque significa “con-
forme a” y “parecido a”y όque significa “razón”, “estudio”, “ciencias de las
cosas parecidas”(Real Academia Española, 1970: 83). Entonces analogía se define como
“el estudio de los elementos que guardan un parecido o semejanza entre sí, pese a ser dis-
tintos”. Igual ocurre con el concepto de parangón, que por haber alguna semejanza entre
dos elementos, se puede hacer una comparación, pero tales elementos no necesitan ser
iguales, por ejemplo: “Tienes los pelos erizados”, se puede decir a una persona en razón
del parecido de los pelos, sin que por esto ella pertenezca a los mamíferos erizos o “puercos
espines”. Entonces, el significado de analogía es un parecido parcial entre el tema o
verdad trasladada y el objeto (persona, animal o cosa) seleccionados. Veamos unos
ejemplos:
65

5.6.2. Ejemplos de analogía en la construcción


de la metáfora:
A continuación se presenta un cuadro donde se observa la relación entre metáfora y
analogía, como dos elementos inseparables. Como en efecto lo que se hace es una compa-
ración y las personas aprenden por hacer comparaciones; las personas y familias cambian
sus paradigmas al hacer las comparaciones de su condición con las condiciones de los
“anfitriones”.

ANÁLOGOS PARA LA CONSTRUCCIÓN


DE LAS METÁFORAS

ELEMENTOS ELEMENTOS METÁFORAS


REALES ANÁLOGOS
1. La niñez 1. La primavera 1. “Estás en la primavera de tu vida”
2. La vejez 2. El otoño 2. “Estás en el otoño de tu vida”
3. Descansado, joven 3. Lechuga fresca 3. “Estás fresco como una lechuga”
4. La tía camina a 6. Autos, velocidad, 4. “La tía pasó a 120 k/h”
Prisa Velocímetro

La vida de una persona y las estaciones del tiempo en que se divide el año, 15 son
objetos distintos en naturaleza, pero tienen un factor analógico: La juventud, es la fase más
vigorosa, desarrollada, cerca de la niñez, y lejos de la vejez, comparable con la primavera,
la segunda estación del año, con lo cual se construye la metáfora: “Estás en la primavera
de tu vida”. El otoño, como la última estación del año, sirve muy bien para recibir al
“huésped” vejez de una persona, y se tiene la siguiente metáfora: “Estás en el otoño de tu
vida”. Pero la referencia a las estaciones del año tiene otros elementos, tales como las llu-
vias, flores, el color de los árboles, la caída de las hojas y el viento otoñal, que no aportan
comparación alguna a los fines de la metáfora. Entonces, gracias a los elementos análogos
parciales, tales como la “primavera” y el “otoño”, comparables con la juventud y la vejez,
respectivamente, se puede hacer el traslado denominado metaforización. Se concluye,
entonces, que la construcción de la metáfora supone la existencia de esos elementos
análogos.

5.7. LA PARADOJA:

5.7.1. Definición genérica:

Una definición de paradoja, desde el punto de vista semántico general, es: “Una
aserción inverosímil o absurda, que se presenta con apariencia de verdadera”. También se

15
Real Academia Española, 1970: 578. Las cuatro estaciones del año, en el orden correcto, son: Invierno,
Primavera, Verano y Otoño.
66
define como: “Figura de pensamiento que consiste en emplear expresiones o frases que en-
vuelven contradicción”( Real Academia Española, 1970: 975).

5.7.2. Definición clínica de paradoja:

En las aplicaciones particulares, tales como en la clínica, la paradoja adquiere di-


versas definiciones. En la terapia sistémica se define a la paradoja como: “Técnica del
absurdo”( M. Selvini Palazzoli et al., 1990: 22-28), porque se prescribe lo que el paciente
no pide, p.e.: Este dice: “Me voy a matar”, pero realmente está pidiendo amor, atención.
No se le da lo que pide (amor), porque está haciéndolo mediante un chantaje, usando una
“técnica” paradojal. Al contrario, se le da lo que no pide: “¡Tienes permiso y/o
colaboración para matarte!"; “¡Mátate, yo te ayudo!”. La respuesta es otro absurdo: “No me
mato”. Así se logra el objetivo del terapeuta: ¡Que no se mate!. La ayuda terapéutica, a
más de eliminar el síntoma suicida, consiste en cambiarle el proceso de manipulación o
chantaje a su familia, por otra forma o estilo maduro de pedir amor. El grupo también
adquiere la capacidad de responder sin que el sujeto tenga que usar un lenguaje de chantaje.
En general, todos adquieren una nueva forma de relación humana.

Más concretamente, en la terapia sistémica estratégica, la paradoja se define como:


“Tácticas y maniobras que aparentemente se oponen a los objetivos de la terapia, pero que
en realidad se adoptan para alcanzarlos” (Rohrbaugh, et al., 1977: 454-467).

5.7.3. Tipos de paradojas:

 Paradojas antinomias:

Este tipo de paradoja corresponde a la lógica matemática: Se trata de una contra-


dicción entre dos leyes racionales: Por ejemplo: nadie aceptaría que a = b, ya que son dos
signos diferentes. Pero, si matemáticamente se demuestra que “a” es igual a 4; y también
que “b” es igual a 4, y sólo entonces: a = b.

Nadie aceptaría que un animal pueda ser un gato y no serlo al mismo tiempo; o un
humano pueda ser una y otra cosa, a la vez, excepto en la paradoja antinomia, donde puede
presentar esta posibilidad, como por ejemplo: "Ser abuela y madre" al mismo tiempo": Un
óvulo fecundado de su hija, implantado en el útero de la madre hace posible esta paradoja.

 Paradojas semánticas (lingüísticas):

Cuando alguien dice: “Cúreme”, pero su conducta dice “no me cure”; o una expre-
sión como: “Mira al avaro en sus riquezas pobre”, estamos ante una paradoja semántica, del
ámbito de la lingüística (Real Academia Española, 1970: 975). Este tipo de paradoja
contiene frases que envuelven contradicción.
67

 Paradojas pragmáticas:

Se agrupan bajo la categoría de paradojas pragmáticas a todas aquellas que se


ocupan de la dimensión existencial; que no envuelven elementos matemáticos ni lingüísti-
cos, sino las contradicciones generales en la comunicación, relación, entre otros, de los
seres humanos. Este tipo de paradoja es el más usado por lo terapeutas de la modalidad sis-
témica estratégica, por cuanto busca encontrar el problema real de la familia, y resolverlo.
Cuando se usa como prescripción paradojal claramente denota una fuerte valencia de
maniobra como, por ejemplo: “Prescribir explícitamente el síntoma o al menos recurrir a
elogiarlo, a connotarlo positivamente...”( P. Watzlawick et al., 1983: 213-220). Conlleva la
estrategia de manifestar preocupación por hacer que desaparezca el síntoma demasiado
rápido, precisamente para ganar la confianza de la familia, para alentar su esperanza muerta
y acelerar y profundizar el proceso de cambio.

5.7.4. Paradoja, instrumento estratégico:

En la modalidad de la terapia sistémica estratégica, como ya se afirmó, se privilegia


a la paradoja como instrumento de intervención con fuerte valencia de maniobrabilidad,
capaz de romper aquellos estados rígidos de la homeostasis familiar, donde otras técnicas
quizás no han podido tener mayores posibilidades. El uso indiscriminado de la paradoja, y
su consecuente disconformidad de su eficacia, a finales de la década de 70, llevó a los psi-
cólogos sistémicos estratégicos a revisar la función de la paradoja en la clínica y se acuñó el
nuevo término “paradoja estratégica” ( M. Selvini Palazzoli et al., 1990: 19-30). Esta
sección se dedica para exponer las distintas modalidades y usos de este nuevo enfoque de la
paradoja.

5.7.5. Objetivos terapéuticos de la paradoja:


H. Rohrbaugh et al. (1981), presenta tres tipos de intervenciones paradojales, con
clara maniobrabilidad estratégica, con lo cual afirma el uso de esta "táctica de maniobra”,
que se adopta para alcanzar el objetivo (Citado por F. B. Simon,1988: 202, 203).

 Por prescripción:

Aquí el terapeuta aconseja a los miembros de la familia que adopten la conducta


específica que se quiere eliminar, p.e.: “Si se come las uñas de las manos, no veo el pro-
blema, ya que vuelven a crecer”.

 Por restricción:

Aquí el terapeuta desalienta el cambio, incluso les indica que: “existe la posibilidad
de que no puedan cambiar”; “es posible que no tengan la capacidad de vivir juntos”. La
familia, en este caso, se siente desafiada a demostrar al terapeuta que éste está equivocado y
que sí es capaz de cambiar.
68

 Por posición paradógica:

Aquí el terapeuta les dice, a una pareja peleona, que “han elegido algo divertido
para vivir”. A un insomne, le diría: “Como Ud. realmente disfruta pasar la noche en
vela, yo quiero ayudarle para que sean más placenteras las velas. Pido que lea
matemática, filosofía y estudios sociales toda la noche”. Al “comedor de uñas” le diría:
“Veo que te comes las uñas de las manos y te gustan, quiero que en esta semana comiences
a comerte las uñas de los pies”.

 La paradoja para la interpretación del síntoma:

Se conciben como interpretaciones (explicaciones) paradojales del por qué el pa-


ciente ha desarrollado tales síntomas y se propone redefinir la relación del síntoma con la
función del PD, quien quiere proteger y sacrificarse a favor de los demás miembros de la
familia. Ejemplo del uso de la paradoja como interpretación, es cuando el terapeuta dice:
“¿Cuándo fue que te diste cuenta que el asma no era suficiente como para reconciliar a tus
padres, que decidiste hacerte ecoprético?”. Frente a esta aseveración: 1). Los progenito-
res indican no haber pedido al PD que haga tal sacrificio. 2). El PD se sorprende que él esté
haciendo tal cosa. Las estrategias terapéuticas se dirigen a liberar al PD de la tarea de unir a
los padres y hacer que ellos se responsabilicen de tal tarea.

 La paradoja para provocar el cambio:

Metodológicamente hablando, dada la fuerza con que la paradoja moviliza y estimu-


la las reacciones de cambio, se ha considerado como un instrumento de provocación. Es
probablemente que éste sea el uso más común. Un ejemplo de esto es: El terapeuta, una
vez que ha verificado el uso del síntoma como lenguaje, prescribe otro síntoma adicional,
simultáneo al anterior, con la indicación de que los resultados serán mejores. La señora X
decía tener jaquecas todas las mañanas, cuando su esposo se disponía a irse al trabajo. El
terapeuta le prescribió “quejarse de jaquecas y, al tiempo, del nervio siático”. También le
pidió “quejarse de alergia de picazón en el cuerpo", en la noche. La señorita X, después
de reflexionar, tomó control de esa área congelada de su ser (homeostasis) y experimentó
que el síntoma primero, perdió fuerza; segundo, que la prescripción absurda ahora se hacía
lógica, y comenzó a comunicarse diferente con el esposo; fue orientada a expresar
verbalmente sus sentimientos y necesidades; a la vez que se le pidió al esposo desarrollar su
capacidad de escuchar, comprender y responder a las necesidades femeninas de su esposa.

 La paradoja para enmarcar y reenmarcar


("Reframing paradojal"):

Enmarcar significa encontrar una explicación adecuada de lo que en realidad está


ocurriendo; y reenmarcar es toda propuesta y acciones dirigidas a guiar el proceso recons-
tructivo o reparador. Desde esta definición de los términos, enmarcar es una lectura de las
políticas internas y externas de la familia para identificar y revelar los denominados “juegos
familiares”. La paradoja, aplicada mediante el reframing paradojal alcanzó el carácter de
69
técnica reveladora de esos juegos familiares. Estos juegos son: Las alianzas y coaliciones,
con sus luchas de poder; juegos del doble vínculo; juegos familiares cuando hay jerarquías
inadecuadas, entre otros.

Otro ejemplo del uso del reframing paradojal (reenmarque paradojal), se ve en el


caso siguiente: Una larga historia de separaciones cortas y amenazas de divorcio de los
padres de Rodolfo, llevaron a éste a “aceptar” la función de PD. Era evidente que la fami-
lia tenía múltiples “juegos familiares" y que Rodolfo había desarrollado una “intencionali-
dad encubierta de lograr la reunión de sus padres a toda costa", cosa que los padres no le
habían pedido. El terapeuta recurre al reframing paradojal siguiente:

"¿Y tú, Rodolfo, cómo hiciste para comprender/cuándo fue que compren-
diste que debías inventar tu asma para dar a tu padre la oportunidad de se-
guirse viendo, encontrarse, hablarse, después de divorciado con tu madre?"
"Con tus vómitos los tenías cerca el uno del otro, pero te resultaban incómo-
dos, poco elegantes y salías perdiendo..."( M. Selvini P. et al., 1990: 28, 29).

El reframing paradojal funciona en el PD como una provocación capaz de impul-


sarlo al cambio, por el ímpetu de la cólera. En la misma forma, los padres hacen conciencia
de que han evadido la responsabilidad de resolver su conflicto de tensión y odios entre sí.
Descubrieron que podían decidir ser amigos para el beneficio de Rodolfo.

Es ilustrativo este otro ejemplo: En la emergencia de la desintegración de la familia


Pérez, por su inminente divorcio, Laura, la hija, “decide” ser la PD, recurriendo a una ano-
rexia aguda. Como terapeuta yo había interpretado que el proceso del divorcio era irrever-
sible e inevitable, a todas luces. También valoré que los señores Pérez habían manejado
adecuadamente el asunto, haciéndose cargo aún de las implicaciones de su inminente divor-
cio. Entonces intervino con el reframing paradojal, en su aspecto de enmarque, usando la
metáfora del hundimiento de un barco, recomendada por M. Selvini P. et al. (1990: 32-76):

"Tú (dirigiéndose a Laura) nadaste hasta la orilla, buscaste ayuda y


regresaste al barco. De regreso hallaste que algunos pasajeros comenzaban a
escapar en salvavidas; otros, sabían nadar como vos, y salieron solos; otros
achicaban el agua y mantenían el barco a flote. Tu esfuerzo por rescatarlos
resultó innecesario, no fue bien aprovechado ni agradecido..., qué furia...".

Por supuesto Laura, por el ímpetu de su cólera, no pudo hacer otra cosa que no sea
la revisión de su participación activa en el conflicto de sus padres y “decidió” retirarse del
escenario, respetar la decisión de ellos y sus síntomas remitieron. Por su parte, los padres,
hicieron conciencia de algunos mensajes dobles: “De vez en cuando mi papá duerme con
mi mamá...”, denuncia la hija; ellos continuaban con las mismas conductas de casados,
tales como comer, salir juntos, lo cual fue leído por la PD como algo “rescatable”. Esto
había producido en Laura las respuestas ambivalentes de realidad-ilusión, alegría-tristeza,
miedo-esperanza, entre otros. También se puso en acción su rol de PD, y procedió a buscar
ayuda para “reconciliar a ellos”. Un ejemplo de sus respuestas ambivalentes se desprendía
de sus palabras cuando dijo: “Ellos se aman mucho, se necesitan mutuamente...” por lo que
no veía sentido en el proceso del divorcio de ellos y quería interrumpirlo.
70

 La paradoja para accesar a una persona


con estructura paranoica:

El terapeuta toma al pie de la letra el relato del paciente paranoico y, junto con él,
buscan los “micrófonos” por toda la casa del paciente, quien sospecha que su esposa los ha
instalado para vigilarlo. Mientras el paciente intenta abandonar la búsqueda, el terapeuta
insiste en seguir buscando (como que “tomaba en serio la acusación de él). Al no hallarlos,
el paciente termina permitiendo al terapeuta que accese a su persona; permite hablar del
problema que tiene con su esposa; acepta su parte en la disfunción conyugal (no era
“perfecto”) y se produce la movilización para el cambio.

 La paradoja para replantear la “solución” intentada por el


paciente, mediante el reductio ad absurdum:

Al paciente que ha recurrido a la obsesión para resolver su problema, el terapeuta le


prescribe aumentar los pensamientos obsesivos en algunos momentos del día; al insomne se
le prohíbe dormir; a los peleadores se les prescribe pelear más, bajo el argumento de que:
“mucho más se pelean, más se aman”. La “solución” propuesta por la familia es un sínto-
ma (obsesión, insomnio, pelea), y se busca que dichos síntomas pierdan poder y esto es
posible mediante la prescripción absurda de aumentar la intensidad de esos síntomas. Tal
aumento quita poder al síntoma cuando el PD se percata que es un asunto instrumental y no
una enfermedad como él creía.

 La paradoja para plantear la hipótesis de trabajo referente al


problema de la familia:

Esto, no sólo llegó a ser una técnica relevante en la terapia familiar, sino también ha
contribuido con la construcción de una hipótesis que explica la presencia de un síntoma en
la familia y su conexión con el todo. La hipótesis sobre un problema, en este caso, es una
forma de sospecha de un problema paradojal. Ejemplo: “Yo creo que tú creías que cuanto
más lo retenías para darle tu amor, más lo ahogabas y se fue...” Como se ve, es una
hipótesis a esta altura de la primera sesión. Pero, a su vez, encierra una paradoja: El inten-
to de retenerlo, habría producido la fuga.

 La paradoja para hacer “terapia a la terapia”:

Cuando el uso de otras técnicas había fallado, y la terapia se estancó, la paradoja se


convirtió, no primariamente en la terapia del problema, sino en la “terapia de la terapia”,
fenómeno visto en la década de los 60. El deseo de cambio se despertaba sólo con la para-
doja, al punto que M. Selvini P. et al., (1982), llegaron a decir, a partir de su libro
Paradoja y contraparadoja, que se podía reactivar la terapia con la introducción de la
paradoja en el proceso terapéutico. Es por esta vía que la paradoja llegó a ser un
instrumento de "terapia de la terapia".
71

 Paradoja para el cambio de segundo orden:

La familia que se resiste al cambio, presenta al terapeuta una mensaje paradójico


que dice simultáneamente: “Cámbienos con la terapia” (mágicamente), pero advierte: “¡No
se atreva a cambiarnos!” Temen que se les obligue a abandonar sus “mapas”, “tarjetas
madres”, paradigmas, epistemologías, entre otros, que forman el proceso profundo de sus
disfunciones, verdadero objetivo del cambio de segundo orden. El terapeuta, por su parte,
en sus adentros, dice: “Muy bien, no les curo”, “pero, sí les curo”. En el caso de la familia,
en la cual el esposo amenaza con suicidarse para conseguir beneficios; o insisten en divor-
ciarse, el terapeuta recurre a la paradoja y construye la estrategia paradojal. En sus adentros
se dice: “Esta familia no quiere abandonar la relación de chantaje”. Entonces dice a la fami-
lia: “Uds. pueden divorciarse”; “Ud. puede matarse”. Desde lo lógico les está diciendo “no
les curo, como Uds. me piden”; desde lo absurdo les está curando, porque la familia respon-
de paradojalmente: “entonces no nos divorciamos”; “entonces no me mato”. Para lograr
este resultado, se da a la familia o al paciente una receta de conducta que, aparentemente,
refuerza la conducta de no querer cambiar (P. Watzlawick et al., 1983: 219-223). Pero, lo
que se ha hecho es ponerle en una situación insostenible, respecto a su síntoma; además se
ha delegado la actividad y la responsabilidad del cambio en el tribunal de la familia, quien
puede hacer un cambio de segundo orden (Ibid, 75-78). Este se da en un nivel más
profundo de significados, donde se modifica el paradigma interno del mundo de la familia;
cambios en el conjunto de reglas que rigen su estructura u orden interno; son cambios no-
lineares sino circulares; son cambios con creatividad y discontinuación del proceso anterior,
lo que realmente es “el cambio del cambio”. Por su parte, el cambio de primer orden se
refiere al cambio de los parámetros individuales; es linear; es una modificación de las
conductas, pero sin alterar las estructuras del sistema familiar.

Cuando el terapeuta prescribe al paciente o familia que mantenga e incremente el


síntoma, ha tomado el control del sistema terapéutico (ST). Si el síntoma no remite, es debi-
do a que la familia no está cumpliendo las órdenes del terapeuta. Si el síntoma remite, la te-
rapia se ha dado.

Las instrucciones paradógicas (se refiere al uso de la paradoja por parte del terapeu-
ta), tienen la finalidad de invalidar las paradojas enfermas que los pacientes han construido
a partir de sus propias epistemologías. Por otra parte, el rompimiento de dichas paradojas
enfermas, no es posible hacer con y en una sola persona, sino sólo en el contexto del grupo
familiar, porque es éste quien refuerza y mantiene rígidamente el esquema. En el peor de
los casos, la negativa al cambio se convierte en el enganche maligno,16 cuyo equivalente
relacional es: Hacer que el otro “se vuelva impotente”, que “sienta culpa”, “que recurra al
síntoma”, “que mistifique”, “que evite la definición de la relación” y “evada el rol de
responsabilidad” (F. B. Simón, 1988: 132,133). Al igual que en el box, donde el árbitro
deshace el enganche maligno, el terapeuta es un “destructor del enganche maligno” y un
facilitador del diálogo, para lo cual debe actuar con energía y autoridad.

16
El “abrazo” de dos boxeadores, que no es por amor, precisamente, busca la cercanía para hacer daño, por
ejemplo, el boxeador Tyson, mordió la oreja al contrincante.
72

5.7.6. Usos específicos de la paradoja:

Cada familia es un mundo particular, único, de suerte que no se puede generalizar


las prescripciones paradojales como recetas, sino que cada terapeuta construirá su estrate-
gia. Lo que se ofrece a continuación representa un resumen de diversas experiencias en las
cuales se usó la prescripción paradojal:

 En la manipulación suicida (chantajismo):

Terapeutas connotados indican haber usado la prescripción de la paradoja en casos


de juegos psicológicos, que incluyen la amenaza del suicidio. Aquí se ofrece un resumen
de la experiencia o la prescripción: Una esposa fue instruida para decirle a su esposo, frente
a las reiteradas amenazas de lanzarse al río: “Lánzate al río, sólo dinos dónde lo harás para
recoger tu cadáver”. A otra paciente, que se lastimaba levemente sus brazos y piernas, con
clara evidencia de impresionar a sus allegados, se le dijo: “La próxima vez, hazlo, pero
bien...”.

 Para un caso particular de impotencia por ansiedad:

Una vez que el terapeuta verificó el diagnóstico y se descartaron otras causas de im-
potencia, procedió a construir una técnica paradojal, la cual se resume a continuación: “En
los próximos días, y por un período indefinido, te está prohibido excitarte. Sólo se te per-
mite en casos extremos. La dinámica oculta era que el esposo había entendido que estabas
obligado a excitarte y la estrategia paradojal debe darle el mensaje: Te libero de la
obligación de hacerlo, porque te genera ansiedad. Por aparte, sin que sepa el esposo, se
instruye a la esposa que se comporte los más provocativa posible, con conductas y vestidos
para producir excitación en él. El síntoma remite cuando se le libera de la obligatoriedad
de excitarse. Entonces el esposo volvió a ereccionar y tener sexo.

 En un caso de insomnio por ansiedad:

La conciliación del sueño requiere de un estado no ansioso, por lo que la estrategia


es liberarlo de la “obligación de dormir”. La prescripción fue la siguiente: Quiero hacerte
más placenteras tus desveladas, por lo que te libero de la obligación de dormir. Y para que
sea placentera la noche, favor de elegir tres libros de diferente naturaleza, tal como: Filoso-
fía, estudios sociales y matemática. Debes leer toda la noche, y “¡cuidado con dormirte!”,
“está prohibido dormirte”. Leerás 50 páginas de un libro; descansarás 10 minutos; luego co-
menzarás el segundo libro, y así con el tercero. Cuando hayas completado la primera ronda,
comenzarás con el primero, otra ronda, para que no sea una noche aburrida. Se le asegura
que “disfrutará la lectura” por cuanto “le gusta trasnochar”.

 En un caso de enuresis:

El examen médico no halló causa orgánica que justificara la enuresis de una pareja.
El psicólogo descubrió que los dos provenían de familias muy conflictivas y que la enuresis
73
era su lenguaje de relación humana. El terapeuta llegó a la conclusión de que debía pres-
cribirles una paradoja para desactivar la trampa paradojal en la que estaban atrapados. Las
instrucciones fueron las siguientes: La hora adecuada para acostarse a dormir será las 10:00
p.m. La última orinada sería a las 5:00 p.m., y deben “aguantar hasta el momento de acos-
tarse a dormir”. “Deben tomar un vaso de líquido cada hora”. Al llegar la hora de acostarse,
fijada para las 10:00 p.m., “deben estar puestos sus pijamas y arrodillados cada uno frente a
su almohada”; “tienen que mojarla totalmente la almohada, vaciando sus vejigas”. Acto
seguido, “deben acostarse, con la seguridad que disfrutarán como nunca”. Se les asegurará
que “disfrutarán mucho”, puesto que por años ha sido su “práctica favorita”. Antes de llegar
la hora de acostarse, comenta el terapeuta, que los pacientes llamaron para manifestarle que
habían entendido el mensaje; que estaban listos para romper el juego.

 Para romper alianzas sin romper relaciones:

Un padre formó una alianza excluyente con su hija de 3 meses de edad y debilitó su
relación con la esposa y sus otros dos hijos. El terapeuta usó la estrategia paradojal siguien-
te: "Si tanto amas a tu hija, vos, desde mañana vas a lavar sus pañales; antes de ir a tu
trabajo, la bañarás. En las noches vos eres el responsable de alimentar y cambiar los paña-
les de tu hijita. De esta forma vas a hacer más real tu amor por ella".

El resultado esperado es que el padre se movilice y esté dispuesto a establecer la


distancia apropiada de la hija en relación congruente con la esposa y los otros hijos.

5.7.7. Cautela en el uso de la paradoja:

El terapeuta ha de estar seguro de que se trata de un juego psicológico (“juego psi-


cótico” “doble vínculo”, “esquizofrenia”), tal como advierte M. Selvini P. et al., (1990).
La conducta paradojal es evidente, y sólo una contraparadoja es capaz de producir el cam-
bio (M. Selvini P. et al. 1978). “Las instrucciones paradojales tienen la finalidad de
invalidar las paradojas patológicas que los pacientes han construido a partir de sus pro-
pias epistemologías” (Fritz, 1984). Al decir de este autor, las prescripciones paradojales
son especialmente necesarias cuando las partes interactuantes refuerzan mutuamente los
esquemas de argumentos lineales; cuando han caído o corren el riesgo de caer en el engan-
che maligno. Este fenómeno de enganche es cuando dos oponentes se hallan en el punto
máximo de una escalada simétrica. Cuando se hallan en ese punto, se desollan salvajemen-
te, para lo cual desvalorizan al otro, lo hacen impotente y buscan que se sienta culpable. El
análogo viene de dos boxeadores atenazados, que saben que de esa manera y en ese mo-
mento no están ganando, pero el objetivo es ahogar al contrincante. En ese momento son
dos masas de músculos indiferenciadas, golpeándose entre sí. Paradojalmente, aunque sa-
ben que no pueden ganar, pero se golpean; y sólo otra paradoja los puede soltar.

La explicación clásica para el uso de la paradoja viene de P. Watzlawick (1983),


quien considera que se debe usar la paradoja cuando el paciente tiene dificultad en el mane-
jo de los tipos lógicos. Esto significa que no discriminan significantes y significados, el fac-
tor tiempo y espacio, entre otros, que hace imposible lograr el cambio mediante la aplica-
ción de la lógica. Es una situación cuando el paciente sólo puede resistir a la terapia aban-
74
donando el síntoma; o sólo puede mantener el síntoma dejando de manifestar resistencia a
la terapia que, en definitiva, es optar por curarse.

Otros autores, cuando recomiendan el uso de la intervención paradojal, se funda-


mentan en la creencia de que la familia usa el síntoma, por lo que éste es funcional en la
adaptabilidad del individuo o la familia. Esta perspectiva es más permisiva y amplia respec-
to al uso de la paradoja (Erickson y Rossi, 1975).

Por su parte, los estratégicos hacen un uso amplio de la paradoja, pero con el carác-
ter de paradoja estratégica. J. Haley (1967 y 1976) recomienda observar los siguientes re-
quisitos:

 Se debe definir el problema con toda claridad.


 Se debe estipular que el cambio es la meta de la relación terapéutica.
 Se requiere elaborar un plan que cuestione la perspectiva desde
donde se haya considerado el síntoma (Es posible que se haya
visto el síntoma como señal de enfermedad individual).

Entonces, sobre dicho plan, el terapeuta da una instrucción paradojal, por ejemplo:
Prescribe el síntoma, dando a entender a la familia que sólo pueden cambiar manteniendo
su manera de ser (manteniendo el síntoma); o que sólo pueden mantener su manera de ser si
cambian.

Como recomendación práctica, no se debe usar indiscriminadamente en los casos


depresivos, por el peligro sobre la vida del paciente; ni en forma genérica bajo la hipótesis
de que siempre el PD intenta reconciliar a sus padres o tenga una meta similar.

5.8. LA CONNOTACIÓN POSITIVA

5.8.1. Una definición:

Connotar significa dar una evaluación o significado a algo o a alguien. En este caso es
valorar las conductas y personas y dar una connotación positiva (CP). Connotar positi-
vamente lo que todos ven negativo, incluyendo el mismo sujeto, era el gran reto, particular-
mente la CP del síntoma al paciente designado (PD). La construcción y uso de este principio
terapéutico cardinal, como dice M. Selvini P. (1982), venía impuesto debido a la necesidad de
hacer las intervenciones paradojales. Pues no se podía prescribir el síntoma, (paradoja) como
algo positivo, útil y necesario, si antes se había criticado (M. Selvini P. et al., 1982: 63).
Cuando se connota positivamente se modifica el sistema de valores, modelo, paradigma o
mapa interior que las personas tienen del mundo y de sí mismas. Cuando el significado de una
conducta cambia, los miembros de la familia reaccionan diferente. La CP también se llama
“interpretación positiva” (Soper, 1977) por la misma naturaleza de asignar una connotación.
En otras palabras, debido a la necesidad de ser congruentes con el marco teórico sistémicos,
en el cual se interviene paradojalmente; donde existe la necesidad de atribuir motivaciones
positivas al hecho de haber actuado esto o aquello, siempre que esté enmarcado en la
75
perspectiva sistémica y paradojal, se impone la necesidad de la CP. En el ejemplo “Don
Juan”: A él le asignaron los nombres peyotativos más fuertes, tales como: “monstruo”, “bes-
tia”, “desnaturalizado”, “enfermo” entre otros, por haber castigado físicamente a sus hijos, en
un grado inadecuado que rayaba en agresión. Un Tribunal le condicionó a recibir terapia
obligada por cuatro meses, so pena de perder su hogar si no lo cumplía. Su esposa y suegra
eran sus acusadoras y se esforzaban por “convencer” al terapeuta acerca de la maldad de Don
Juan. La suegra mostraba una marcas en la espalda de su nieto. Entonces el terapeuta, en
forma paradojal (absurda), hizo una CP (Stanton). Un silencio sepulcral dominó la sesión por
unos instantes. Esto es posible aplicar a las más destructivas de las conductas, siguiendo la
naturaleza de la paradoja, por lo que suele llamarse también "atribuciones nobles". Siguiendo
este principio, el terapeuta le dice al paciente agresor:

“Mi más profunda admiración por algo que Ud. tiene, Don Juan, que
quiero pedirle que no lo pierda nunca, esto es su deseo de perfeccionar a su
familia. Claro, no me estoy refiriendo a las técnicas empleadas, sino a su
deseo de que su familia sea la mejor del mundo”.

El referente teórico de fondo, como ya se ha afirmado, es el principio sistémico y


paradojal, conlleva a la afirmación de que el síntoma cumple una función estabilizadora; es un
lenguaje y un instrumento de relación. Por lo cual, si los terapeutas tenemos esta epistemolo-
gía, podremos connotar positivamente las conductas patológicas, sabiendo que son mensajes
pidiendo ayuda. Este reconocimiento mediante la CP en la mayoría de las terapias, es el pri-
mer paso que permite acceder al sistema familiar y a los procesos más complejos. Don Juan
respondió: “Ud. me va a poder ayudar”. A partir del uso de la CP todo el sistema familiar se
movilizó, porque Don Juan se dijo para sí: “No estoy tan loco como yo creía”. La familia se
dijo: “Papá, pensándolo bien, no es el monstruo que creíamos”. La esposa llegó a reconocer
así: “Frente a mi inoperancia, él está activo en la crianza de los niños”. Gracias al uso de la
CP se rescató a Don Juan y a su familia; se instaló el sistema terapéutico (ST) y ahora Don
Juan disfruta su paternidad; el Tribunal retiró la sentencia.

Por otra parte, cuando valoramos positivamente unos resultados del proceso terapéu-
tico, el esfuerzo de cada uno, pero no conlleva los elementos paradojales, suele llamarse, más
exactamente, un reconocimiento positivo; si incluye el elemento paradojal, tal connotación se
llama CP.

Las escuelas terapéuticas conocidos como de Roma y Milán recomiendan que no sólo
se debe connotar positivamente al PD, sino a los demás miembros de la familia, por cuanto
están innegablemente entrelazados. Por otra parte, si sólo se connota positivamente a una par-
te del sistema y no al todo, se perdería la neutralidad y se caería en la linealidad del paradigma
clásico; se afirmaría la idea de la existencia de “buenos” y “malos” en una familia. Ejemplo:
Si connotamos positivamente al PD por su vocación hacia el mantenimiento de la unidad del
matrimonio de sus padres, sacrificando su salud por haber hecho un cuadro asmático, hemos
de connotar positivamente a los padres por ser sensibles y leer el mensaje del hijo asmático y
responder efectivamente buscando ayuda profesional.
76

5.8.2. Diversos usos de la connotación positiva:

 Concomitante con la intervención paradojal:

Como afirma M. Selvini P. et al., (1990:240), “...lo que no ha variado nunca en estos
últimos 20 años, ... es la hipótesis-guía fundamental: La conexión entre la disfunción de las
relaciones familiares y el síntoma del PD”. Hay circunstancias en las que se "prescribe el sín-
toma" (intervención paradojal), esto es: "La ventaja de una jaqueca, es que te puedes quedar
en casa". El mensaje es: "Siga con sus jaquecas, parecen buenas para algo". Se ha prescrito
el síntoma, dándole una CP al mismo (paradoja), en tanto la cultura connota negativamente a
la jaqueca. Entonces es contradictorio "prescribir el síntoma" que previamente tiene una
connotación negativo. Sólo el conocimiento teórico sistémico del síntoma hace posible seguir
con la estrategia de "prescribir el síntoma"; y sólo el uso de la CP facilita la prescripción de
algo tan absurdo.

Otra forma de hacer la CP, es así:

“Tu organismo está dotado de unos mecanismos defensivos maravillosos


cuando eres presionado/a haces cosas más allá de tus fuerzas. Primero te
presionan; luego aparece la jaqueca como señal de que estás vivo/a, que das
guerra, que te defiendes, que eres fuerte”.

Nótese que todo esto está en paradoja, donde lo malo se presenta como bueno para
quitarle poder al síntoma.

 Paciente designado (PD) y el nexo causal lineal:

Si el paciente y la cultura connotan negativamente el síntoma del PD (según el


paradigma lineal), resultaba inevitable connotar negativamente la conducta “inadecuada” de
los padres por el nexo causal lineal que se atribuía. Surge indignación contra ellos debido a la
culpabilidad causal que dicha postura epistemológica los inculpa. Otra vez, sólo CP es la
única que puede cambiar esta apreciación y relación con los padres. Un ejemplo del uso de la
CP para la “conducta destructiva” de los padres (actuaciones violentas) hacia los hijos:

"Hacer pareja es algo titánico; unos lo logran más fácilmente que otros;
tus padres de seguro lucharon, sufrieron, se sacrificaron e hicieron lo que
pudieron. Es más, a saber qué patrones heredaron de sus antepasados".

Esta CP del sacrificio de sus padres les libra de culpa y el PD mitiga su odio hacia ellos
por haberle hecho desgraciado.

 Ni buenos ni malos:

No se puede connotar positivamente el síntoma del PD y negativamente los compor-


tamientos de los padres (en causalidad lineal), porque se dividiría el sistema entre "hijos
77
buenos" y "padres malos" y se negaría la unidad sistémica de la familia. Mediante la CP se
nivela a todos, indicándoles que han sido "esforzados", "sufridos" y "luchadores"; que to-
dos lucharon por lo mejor.

 Se hace alianza con el sistema familiar (SF) y se accesa al mismo:

Connotar positivamente es hacer una alianza sincera con la persona o grupo. El acce-
so al sistema familiar ocurrirá sólo si se connota positivamente al mismo y sus conductas, o al
menos se valoran sus "esfuerzos".

 La connotación positiva como elemento contenedor:

El individuo o grupo llega al no-sentido de la vida; a la desmotivación y, sólo la CP le


devuelve el sentido y la razón para buscar soluciones. Ejemplo, Don Juan, considerado como
“desnaturalizado”, “animal”, “monstruo”, entre otros, por usar castigos desmedidos para con
los hijos, cuando el terapeuta le connotó positivamente, así: “Mi admiración por su vocación
por querer tener una familia perfecta, aunque los métodos fueron inadecuados”, él respon-
dió: “Ud. me va a poder ayudar”. La CP le devolvió el sentido de la vida, la esperanza y por
qué curarse.

 La connotación positiva cambia los significados:

Es cuando el paciente se asigna valoraciones inadecuadas y necesita que el terapeuta


cambie el significado negativo y se le atribuya valores positivos. Nos ayudará el ejemplo de la
CP hecha a María, a quién la llamaban "María la seca" (mujer delgada); y, además, ella se
atribuía un defecto como su “lado débil" (área erótica del cuello). Cuando el terapeuta atribuyó
el carácter positivo a las condiciones anotadas de su cuerpo, cambió el significado negativo del
mismo y su autoestima subió. Ya no era ni “enferma” ni “menos” que otras mujeres, sino un
ser privilegiado.

 La connotación positiva rompe la homeostasis:

La CP es una técnica privilegiada, capaz de romper el congelamiento homeostático de


una pareja o familia y liberar las fuerzas del cambio del sistema. Esto ocurre por cuanto la CP
rescata los valores positivos escondidos o no vistos por el sujeto; da esperanza, confianza en
sí y en los sistemas. Una organismo vivo, en este caso una persona o familia, sólo acepta
movilizarse cuando hay garantías de algo mejor o, al menos, garantía de supervivencia.
Ackermans y Andolfi (1990), conciben que una persona o grupo rompe el congelamiento ho-
meostático cuando son provocados (M. Andolfi y A. Ackermans, 1990: 65, 66). Y no hay
instrumento más atractivo que la CP para provocar el movimiento desde una perspectiva de
gratificación, reconocimiento y valorización.

Por otra parte, cuando el terapeuta da a entender a la familia, que tanto la homeostasis
como la transformación son elementos de la dinámica familiar, ni peores ni mejores, resulta
más fácil movilizar a la familia de la homeostasis al cambio (M. Selvini P., et al., 1982: 63-
65).
78

5.8.3. El acto de connotar es una decisión con implicaciones:

 Connotar negativamente a un subsistema y positivamente a otro, es dividir


el sistema entre "buenos" y "malos".

 No connotar positivamente, es no instalar el contexto terapéutico.

 Connotar positivamente lo positivo y negativamente lo negativo, divide


al sistema, por cuanto se da una alianza con los "buenos" y se excluye a
los "malos".

5.8.4. Ejercicios de connotación positiva:

EL CASO LUIS:

 Instrucciones: Los asistentes se organizarán en grupos pequeños para con-


feccionar CP para el caso.

 Descripción del caso:

. Luis, soltero de 31 años de edad, hijo de padres campesinos, salió de la finca anal-
fabeto a los 15 años. Muy depresivo, intentos de suicidio, no ve sentido a la vida, bebedor
fuerte (alcohólico), lamenta no tener en qué gastar el dinero. Luis terminó la primaria a los 17
años y duró estudiando un año; hizo Bachillerato por Madurez, lo cual lo hizo en dos años y
terminó a los 22 años. Trabaja con plaza fija para el gobierno desde los 16 años. Ha sido
becado para estudiar telegrafía en México y Venezuela. Construyó su casa propia y está
ayudando con la educación de un hermano. Está estudiando el tercer año de carrera en la
UNA

CASO DON JUAN

 Instrucciones: Los asistentes se organizarán en grupos pequeños


para confeccionar CP para el caso.

 Descripción.
79

Casado, tres hijos (11, 9 y 6), bajo observación del Patronato Nacional de la Infancia
por 90 días, por maltratar a los niños. La esposa le ha planteado separación para divorcio. El
Patronato, los familiares y vecinos le consideraban un monstruo... Depresivo, solitario, indica
que tiene que disciplinar a los hijos porque la madre no lo hace, sino que les consciente,
abandona y él quiere que sean buenos. Asume la función de padre y madre frente a la
inoperancia de la madre.

5.9. LAS TAREAS O PRESCRIPCIONES:

5.9.1. ¿Qué es una prescripción o tarea?:


Se trata de guiar al paciente para que vean distinto y actúen distinto. Las tareas son
la parte medible del contrato terapéutico: P.e.: “Hablar sin gritar”, “salir a pasear”, “llegar
puntual a...", "ser asertivos...", entre otras. La tarea, por lo tanto, es la acción que prescribe el
terapeuta para que se cumpla en la sesión o fuera de ella.

5.9.2. La directividad del terapeuta y las prescripciones:


Ha de quedar claro que las prescripciones de una tarea son actos directivos por parte
del terapeuta, lo cual es oficialmente aceptado por el paciente. Es probablemente en este pun-
to donde el terapeuta mantendrá su cuota de poder, por cuanto está enfrentándose a las fuerzas
más rígidas del sistema, lo cual le lleva, muchas veces, a una lucha de poder (Whitaker, 1973).
En esta lucha de poder el sistema evaluará al terapeuta, juzgándole si es sólido para sostenerla
en un proceso de cambio; si tiene continuidad en dictar las reglas de la relación, entre otros.
La directividad del terapeuta queda evidenciada desde el inicio: Reúne a toda la familia, im-
plicándola en una operación que requiere enfrentamiento; pide a los miembros del grupo un
empeño activo en resolver un problema interno, a lo que se denomina tarea prescrita.

5.9.3. Objetivos de las tareas prescritas:

 Producir un cambio.
 Activar o crear nuevos modelos relacionales.
 Establecer un contexto terapéutico.
 Establecer reglas familiares.
 Distribuir los roles de la familia, liberándola de estereotipos.
 Producir información sobre la estructura y reacciones de los miembros
de la familia frente a requerimientos.

5.9.4. Tareas para la sesión:

 Actuar con naturalidad: "Bailen su baile aquí para mí".


 Reubicarse espacialmente.
80

 Acercarse/distanciarse respecto a alguien.


 Tocar/no tocar a alguien.
 Hablar/no hablar de X manera respecto a alguien o algo.
 Mirar/no mirar a X cosa o persona.
 No interrumpir a X.
 No hablar por X.
 Otros...

5.9.5. Tareas para la vida cotidiana:

Para que las tareas se cumplan, deben tener un conjunto mínimo de características que
permitan que ellas sean realizables. Muchas tareas pueden fracasar por no cuidar los detalles
siguientes:

5.9.6. Circunstancias por qué no son realizables:

 Por problemas económicos no solubles.


 Muy temprano en el proceso.
 Por no contar con la anuencia del sujeto/grupo.

5.9.7. Requerimientos para ser realizables y útiles:

Deben ser aceptadas por el grupo familiar: En algunos casos son parcialmente
aceptables; en otros, son unilateralmente aceptables.
 Hay que verificar que sean operativas y claras para todos.
 Deben ser reestructurantes: En otros términos, deben contribuir con el
objetivo de reestructurar el sistema (no contrasistémicas):

 Distribución y realización de tareas domésticas y otros roles.

 Modificaciones respecto a la recreación.


 Modificaciones de la afectividad, romanticismo y sexualidad.
 Modificaciones respecto a otros hábitos.
 Modificaciones respecto a valoraciones o calificaciones.
 Modificaciones respecto a la toma de decisiones.
 Modificaciones respecto a la disciplina de los hijos: quién, có-
mo, cuándo, por qué, dónde, entre otros.
 Restauradoras de las jerarquías familiares.
81

5.9.8. Lo contraindicado en la prescripción:


Es cuando el terapeuta, ya sea por inexperiencia o por su costumbre de valorar los con-
tenidos y no los procesos, tiende a preservar el statu quo. Significa que lo prescrito deja con-
gelado al sistema en la homeostasis. Ejemplos:

 Dar prescripciones contrasistémicas (Individualizadas)


 Dar consejos para sugerir cambios al PD, en lugar de leer su mensaje
como necesidad del grupo por el cambio.
 Dirigir las prescripciones para cambiar el contenido.
 Decirle al PD: “Debes tratar de dormir”, si lo que tiene es insomnio.
 “Deberías distraerte un poco más”, si lo que tiene es depresión.
 “Toma los medicamentos y te mejorarás", si es que está medicado por
un síntoma (Si hay prescripción médica, hay que respetarla).

5.9.9. Prescripciones de contexto:

Aquí se agrupan todas las modalidades actuadas en la sesión terapéutica, cuyo objetivo
es promover la formación y el mantenimiento de un contexto o atmósfera terapéutica; para
modificar una situación; o para estabilizar el cambio logrado. Ejemplos:

 No interrumpir mientras otro está hablando.


 No hablar por otros.
 Pedir silencio a quien irrespete.
 Comprometer en la acción al que intente ser periférico.

5.9.10. Prescripciones de desplazamiento:

Cuando se ha identificado un “chivo expiatorio”, el desplazar el problema a los otros


miembros de la familia se constituye en el inicio del proceso de cambio. Esta es una estrategia
que requiere de una cuidadosa elaboración, que puede confundir al sistema creyendo que se ha
cambiado un “chivo” por otro “chivo” y nada más. Se trata de una estrategia de tránsito de la
anormalidad a la normalidad, pasando momentáneamente por un suplente, bien seguro que és-
te tiene la capacidad de no quedar atrapado como el nuevo “chivo expiatorio”. El terapeuta
puede utilizar una perturbación del sistema o bien puede crear un problema (ex novo). Al ha-
berlo despojado y desplazado de su rol, el PD:

 Queda libre de la responsabilidad de ser el salvador de la familia.


 El “salvador temporal” se hace cargo y, junto con él, la familia
comprende que cualquiera es capaz de hacerse cargo.
 El mismo PD se da cuenta que “ha sido utilizado".
 Se desencadena el proceso de cambio sin que sean necesarios ni el PI
ni el sustituto. Ejemplos:
82

M. Andolfi y el caso Luciano:

Muchacho depresivo de 23 años; inactivo, fóbico, fracasado en los estudios, sin motiva-
ción para trabajar o estudiar; vive a expensas de su padre. Ha sido el PD de la familia toda la
vida, al punto que dicho rol le ha inutilizado porque siempre estuvo “embargado” por el siste-
ma. Los padres acusan evidentes problemas relacionales crónicos, sin haber sido abordados
con seriedad. Por una parte, el rol de PD, no le dejó libre para crecer; por otra parte, Luciano
sacó ganancia secundaria del rol de PD; no estudió ni trabaja; está mal acostumbrado.

La estrategia elegida para liberara al PD y curar el sistema fue: Desplazar el rol de PD


y la atrofia desde Luciano hacia su padre. Se pidió al padre, en secreto, que tome 15 días de
“vacaciones”; que se quede en casa haciendo el papel de depresivo, sin que lo sepa Luciano.
Este, al ver a su padre depresivo e inactivo, se desesperó, acusó al terapeuta de haber enferma-
do a su padre; se ofreció como sustituto de él con las siguientes palabras: “Si él está reducido
a este estado, me corresponde a mí tomar las riendas de la casa”. Así Luciano pasó a la vida
productiva, se emancipó; por otra parte, la pareja sin Luciano, enfrentó sus problemas con-
yugales adormecidos.

M. Andolfi y el muchacho asmático

Un hijo asmático, PD de la familia, con el “intento de unir a papá y mamá”. Nació un


hermano con anormalidad de cadera y necesitaba atenciones especiales.

Desapareció el cuadro asmático cuando el papel de PD fue desplazado a su hermano


por la circunstancia de la anormalidad de cadera. Este nuevo hijo podía tener juntos al padre y
la madre, permanentemente. Este es capaz, y por mucho tiempo, de “unir a papá y mamá”. La
“estrategia”, en este caso, surgió en forma natural.

S. Minuchin y el caso ex novo: “La reina por 15 días”

La madre es el PD de la familia; esclava, maltratada por los hijos varones; exigida al ser-
vicio esmerado; ellos son inútiles, “castrados”. La gran desarmonía de los padres refuerza la
conducta de los hijos, porque el padre nunca defiende a la madre. Ella teme perder a la familia
y se esmera por hacerles la vida agradable, y su función es “mantener a la familia unida”,
“salvarla”, a toda costa.

La estrategia terapéutica elegida fue desplazar el problema a los hijos y esposo. Le


pide a la señora declararse enferma en cama por 15 días. El padre debe distribuir las tareas a
los hijos (cocinar, lavar y planchar la ropa, limpiar la casa, llevar al hermano pequeño a la es-
cuela, sacar la basura, hacer compras, entre otros). Este desplazamiento logró: 1) Restauró el
vértice de autoridad del padre. 2) Distribuyó roles a los “estériles”. 3) Estableció reglas fami-
liares. 4) Alió al padre con la madre. 5) El reto siguiente, en manos del terapeuta local, era
buscar el paso del nuevo estilo productivo de los hijos hacia los estudios y el trabajo fuera de
83
casa; asegurarse que la madre no retome el papel de PD; profundizar la terapia de los padres,
consolidando la pareja, problema original que arruinó a la familia.

E. Guang y el niño asmático

Apareció el PD en la persona del hijo segundo, con un cuadro asmático, a quien la madre
atiende a cualquier hora. El padre es frío, indiferente con todos. Hay claros indicadores de la
necesidad del hijo asmático de relacionarse con el padre.

El terapeuta desplazó los roles de atención al hijo de la madre hacia el padre, con la
consigna que cada vez que el hijo tuviese crisis, sería el padre quien le atendería a cualquier
hora. El asma desapareció; se cambió la relación del padre con los hijos y la esposa, hacién-
dose él afectivo y cercano.

5.9.11. Prescripciones de reelaboración sistémica:

Se denomina así a toda prescripción que desafíe al sistema o subsistemas a encargarse


de la reelaboración sistémica. Por ejemplo, dos miembros de la familia se comprometen a
negociar algo que va a modificar al sistema:

 Padre y madre deben, a lo largo de la semana, negociar los detalles de


emancipación de un hijo.
 Padre y madre deben comprometerse a elaborar el presupuesto, asig-
nación de roles, reglas familiares.
 Los hijos se comprometen a diseñar un plan cómo ser más útiles en la
familia.
 Cuando se ha identificado y liberado al “chivo expiatorio”, todos deben
comprometerse a impedir que éste recaiga, diciéndole, cada vez que
intente él, o el grupo hacerse o hacerle depositario: “Deja, ese no es tu
negocio”; “te recordamos que ese no es tu problema”; “no pongas tu
carga sobre él”, entre otros.

5.9.12. Prescripciones de refuerzo:


Se trata de alentar lo que el sistema ya está realizando, como un refuerzo. Ejemplos:
“Si fueron capaces de jugar entre familia, mientras estuvieron en la playa, favor de continuar
haciéndolo en casa”; “qué bien que lo hiciste al esforzarte por llegar temprano a casa, hazlo
con más regularidad”.

5.9.13. Grupo de prescripciones paradojales:

La paradoja en la terapia se realiza, también, mediante la prescripción paradojal. Si


se define una situación como paradojal, es porque una situación, en que una afirmación, es
verdadera si es falsa, y sólo si lo es. Esto es posible porque se emiten simultáneamente dos
mensajes que son, prácticamente, incompatibles entre sí (Para más ampliación, véase la
84
sección de paradojas). Aquí presentamos las aplicaciones a las prescripciones paradojales,
solamente:

 Ataque al síntoma:
El terapeuta pide que algún miembro de la familia dramatice un síntoma de otro miem-
bro familiar. Con ese “ridículo”, el síntoma es percibido por el PD de manera diferente; es
desvalorizado por el grupo y remite. El ataque al síntoma se hace “utilizando al síntoma”. En
otras oportunidades se pide al paciente que demuestre cómo es que hace cuando se siente
“mal”; y se pide a la familia que actúe como lo hace cuando el PD está mal.

 De alianza por sobre el síntoma:


Es cuando el terapeuta hace alianza con el PD mediando el síntoma, pero su aceptación
de la persona, su valoración, está por encima del síntoma. No juzga ni prescribe relacionado
con el síntoma. Cuando la alianza está formada, el paciente descubre que el síntoma no es ne-
cesario, porque ha formado un pacto, no con el síntoma, sino por arriba del síntoma. Ejemplo:
Un joven se corta con navajilla en el área debajo del reloj; muslos, cintura; generalmente lo
hace cuando está solo, triste. El terapeuta percibe que son cortes recientes, que se los hizo
instantes antes de venir a consulta. Sí habla de la sangre que sale, es como de algo secundario;
y le pone atención a él por sobre el síntoma; si pone atención a la persona y su función en la
familia, “torpedeó” al síntoma; hizo una alianza por sobre el síntoma y éste remitió al poco
tiempo. Un ejemplo algo inusual: A un paciente depresivo le invité a almorzar en lugar de
tener la sesión de terapia. Me costó que caminara a la par; le costó elegir el plato. Parecía que
no hubo ocurrido nada ese día. Su mejoría fue meteórica y, al cabo de unas pocas semanas, él
me dijo: “¿Sabe cuando ocurrió mi curación?, cuando Ud. me invitó a almorzar. Descubrí
que yo valía”. Otra persona dijo: “El reconocimiento que yo andaba fabricando, descubrí que
allí había estado siempre”, porque se le dio atención por encima del síntoma. Es el elemento
que la familia debe utilizar con toda amplitud.

 Prescripción del síntoma:


Aquí el pedido del paciente es: “Ayúdame a cambiar sin cambiar nada”. Por lo tanto,
la prescripción del síntoma es la respuesta absurda para lograr lo contrario. Ejemplo: Un
paciente compra lociones, jabones, más de lo que necesita; dedica mucho tiempo para sus
compras, al punto que descuida sus responsabilidades; otro patea los postes de luz cuando va
por la calle. La prescripción para el primero es: “Te doy permiso para duplicar el número de
lociones y jabones que debes comprar, aunque tengas problemas de almacenamiento”. Para el
segundo: “Te doy permiso para patear todos los postes de la calle por donde esté caminando,
sin perdonar ninguno, no importa quien te mire, ni la calle por donde camines”. En los dos
casos se espera que cambie la naturaleza del síntoma al perder la carga ansiógena. Otro ejem-
plo es cuando el terapeuta prescribe al paciente que reviva todos los síntomas que tenía antes
del tratamiento, para lograr que los síntomas no vuelvan. En todos los casos, cuando el tera-
peuta le está diciendo, con una prescripción del síntoma: “Te receto tu propio dolor porque no
puedes hacer otra cosa”. El paciente se esforzará por demostrar al terapeuta lo equivocado que
estaba al prescribirle más enfermedad.
85

5.9.14. Grupo de prescripciones metafóricas:

En la sección de metáforas se halla una amplia explicación de la naturaleza y uso de la


metáfora en la terapia. Aquí se anotarán unos ejemplos de prescripciones metafóricas:

 Para el miedo infundado:

La Sra. X tiene miedo descubrir que sea lesbiana, porque una lesbiana le “propuso”. El
terapeuta no halla indicios de lesbianismo en la paciente; diagnostica que un temor básico o
biológico se había desencadenado.

El terapeuta le prescribe: “La Metro Golden usa como logo un león rugiente, al
inicio de sus películas; en cambio Wald Disney, haciendo broma, usa un gatito maullando.
Se le dice que cada vez que venga a su mente la idea de ser lesbiana, en lugar de pensar en
el león de la Metro, piense en el gatito de Disney. Después de un promedio de cuatro
semanas remitió el miedo.

 Con modalidad comunicacional:

En el caso de los niños destructivos de muebles y juguetes que se presentó en la


sección de metáfora, el terapeuta observa que los padres son incapaces de dar instrucciones.
Les pide comprar una casa de juego con muebles y muñequitos; deben enseñar a los niños
cómo arreglar dicha casa, enseñar reglas, entre otros, por dos semanas y luego hará una
prueba. En el consultorio los padres demuestran lo que han hecho; los niños están satisfechos;
siguen reglas, arreglan la casa.

 Como modalidad reestructurante del juego


del “siempre pierde”:

Una vida sexual fallida, que tiene de fondo a un hombre que siempre quiere ganar. Se
introduce laa metáfora: el juego de cartas. La instrucción en secreto para ella, en el juego de
cartas, es que “debe dejarle ganar”. El terapeuta les prescribe para la casa, jugar a las cartas,
con la orden rigurosa de que él debe ganar todas las partidas. El “juego del siempre pierde”.
Esta rigidez de la regla irrita a ella; pero la única forma de infringir la regla es aleándose con el
marido y revelándose contra el terapeuta, lo cual ocurre a los 4 días. Ella gana la partida y no
con ayuda; él se alegra que lo hiciera. Sintieron deseos sexuales, pero no competitivos y fue
exitoso; ya eran aliados.

 Como modalidad reestructurante de la relación:

Usar el juego de "quién gana al pulso", entre padre e hijo, como análogo de la compe-
tencia oculta y dañina, no sólo exteriorizó tal lucha sino, por vía analógico-física se tocaron, se
acariciaron, hicieron contacto y se produjo una nueva relación de amigos.
86

5.10. LA PRESCRIPCIÓN INVARIABLE

5.10.1. ¿Qué es la prescripción invariable?:

 Antecedentes:

El hallazgo de errores en el uso indiscriminado de las prescripciones paradojales y sus


consecuentes revisiones del uso y eficacia de las mismas, no proveyeron evidencias de ele-
mentos invariables en la relación síntoma-familia. En este punto los investigadores
comenzaron a buscar otras avenidas de invariabilidad que permitieran inventar prescripciones
invariables. No creemos que fue la búsqueda de recetas, sino la necesidad de disponer de
elementos reales que permitieran elaborar una teoría. Un hallazgo afortunado permitió
identificar unos elementos invariables en la relación síntoma-familia, lo cual permitió la
construcción de un acercamiento confiable, denominado Prescripción Invariable, para
responder a un problema familiar, así como responde regularmente un analgésico al dolor (M.
Selvini P. et al., 1990: 32).

 La hipótesis central:

La existencia de diferencias en las generaciones hace que surjan los intentos univer-
sales por anular las características de cada generación. En efecto los padres quisieran
que los hijos sean y se comporten como ellos; a su vez, los hijos quisieran que los
padres sean y actúen como ellos. Hay un claro intento por anular las características
generacionales y, por esta vía, se inmiscuye una generación en la otra; se consideran
"obligados" a hacerse cargo de los asuntos de los otros.

5.10.2. Elementos invariables:


Según la hipótesis, se identifican elementos invariables en esta relación padres-hijos:

 Mutuo intento de anular las características generacionales:

Tal como indica la hipótesis, este es un intento mutuo. Los padres buscan asegurar la
continuidad homeostática; los hijos quieren acomodar a la generación parental a su modelo
para asegurarse la estabilidad.

 La intromisión de los hijos:

La intromisión de los hijos en la generación y vida de los padres, se manifiesta en el


hecho de que se sienten “obligados” a hacerse cargo de los problemas de los padres. El
intento está en mantener la estructura conyugal, a toda costa, aunque ésta sea disfuncional. El
intento es mayor en la vida infantil y adolescente; disminuye en la juventud, ya que llegan a
aceptar que sus padres pueden divorciarse.
87

 El paciente designado (P.D.) como elemento invariable:

La intromisión es para resolver el conflicto distancia, ruptura, incompatibilidad de los


padres y esto es posible con la construcción del PD y así se constituye en un elemento cons-
tante. En las familias con estructuras y procesos funcionales está ausente el PD. Se concluye
que es necesaria la presencia de este elemento en las parejas con dificultades transaccionales.

5.10.3. Hay correlación del síntoma del PD y las


dificultades de pareja de los padres:
Para la construcción del concepto Prescripción Invariable se buscó la correlación real
entre la sintomatología del hijo, en su función de PD y las dificultades de pareja de los padres,
manifiestas visiblemente ante los hijos y en un grado de severidad que escapara al control de
ellos. Generalmente las dificultades de la pareja tienen mucho tiempo y están calsificadas.
Efectivamente se verificó que la sintomatología del PD remitía parcial o totalmente cuando
había una mejoría en la relación de los padres; y se enervaba el síntoma del PD cuando la
dificultad conyugal aumentaba.

5.10.4. Ocurre el sacrificio del hijo por los padres sin que estos se lo
pidan:
El sacrificio del hijo, en la función de PD, no es un acto de decisión consciente, pero
tiene el carácter de salvarlos “a toda costa”. Este sacrificio puede incluir hasta la muerte del
PD; el mínimo, es una salud quebrantada, una reputación dañada, un record académico
afectado, entre otros. Cuando el terapeuta revela la función del PD, éste es el primero en
asombrarse; luego los padres están igualmente asombrados e insisten en que no se lo habían
solicitado tal función a un hijo/a.

5.10.5. La función de la prescripción invariable:

 La Prescripción Invariable, como técnica de resolución del conflicto,


busca dar vida propia a las parejas; que vivan, hablen y actúen dentro de
un "nosotros".

 La Prescripción Invariable libera al PD de la “obligación” de hacerse


cargo de los problemas de los padres.

 Es una Prescripción que, aplicada a múltiples familias, ha demostrado


su eficacia terapéutica con resultados permanentes.

 Cuando la pareja se hace cargo de su problema, trata entre ella como un


“nosotros”, vive sus secretos y fugas, exterioriza que tiene vida propia,
los síntomas del PD remiten, indiscutiblemente.
88

5.10.6. Itinerario y estructura de una prescripción invariable:

 Primera sesión:

Se cita a terapia a los familiares convivientes (familia nuclear) y a los familiares rela-
cionados no-convivientes (abuelos, tíos). Esta primera sesión se centrará en conseguir toda la
información posible de los familiares no convivientes (abuelos, tíos). Al cierre de esta primera
sesión, el terapeuta, muy cordialmente “despedirá para siempre” a éstos, agradeciendo su
ayuda. Indicará que “de hoy adelante se trabajará sólo con la familia nuclear”, lo cual ocurre
una o dos sesiones más antes de despedir al PD.

 Segunda y tercera sesiones:

En estas sesiones se concentrará la atención en la relación de PD–síntoma-padres.


Generalmente no hace falta más sesiones que una o dos para una adecuada identificación del
PD, diferenciándolo de los otros hijos. Cuando ha llegado el momento que se tiene la informa-
ción completa, que sugiere disponer de un diagnóstico inequívoco. Delante de todos los hijos
se dirá lo siguiente: “A partir de hoy, excepto que fuere necesario, a las citas siguientes
vendrán sólo papá y mamá”. Al PD se le hará comprender lo siguiente:

 “Tu función de PD, con X síntoma, fue la de un mensajero”. “Tanto


éxito has tenido, que has logrado sentar a tus padres en este
consultorio”.
 “A partir de este momento, yo como terapeuta, me hago cargo de
tus padres”. Se pregunta a los padres: “¿Están Uds. dos dispuestos a
trabajar sus conflictos?” “¿Están conscientes que tienen conflic-
tos?”, entre otros.
 Se pregunta al PD: “¿Realmente estás dispuesto a poner a tus
padres a mi cargo como terapeuta?”
 Generalmente conviene decir al PD que “regresa a casa”; “intégrate
a tu vida de niño, adolescente o joven”; “descansa de tu angustia
sabiendo que el cuidado de tus padres está en ‘buenas manos’”;
“ellos se han comprometido a trabajar su conflicto”
 El momento crucial ha llegado, cuando alguien se hace cargo del
problema de los padres, por cuya causa el PD casi ha dado la vida;
es crucial, además, porque ha llegado el momento que remitan sus
síntomas.

5.10.7. Prescripción del secreto:


Simultáneamente al “despido” del PD se da la prescripción del “secreto”, críptica, sos-
pechosa y delante de los hijos, particularmente delante del PD.: “Lo que hablemos y ocurra en
y con papá y mamá, será un asunto de nosotros”; “lo que papá y mamá hagan, es asunto de
ellos”; “a donde vayan, es su privilegio...”
89
A los padres, por separado, se les instruye que: “Cuando hayan vuelto a casa, anoten
toda reacción o preguntas de los hijos acerca de este cambio, particularmente las reacciones y
actuaciones del PD. Si preguntan sobre el contenido, qué hicieron, que dijo el terapeuta,
respecto a las sesiones siguientes, Uds. contestarán: "El Dr. X ha prescrito que se debe man-
tener en secreto el contenido de la sesión entre él y nosotros”. De la misma forma, el PD
querrá saber a dónde fueron, cuándo regresan, qué hicieron, entre otros, a lo cual los padres
guardarán en secreto y dirán: “eso es asunto de nosotros”. Esta estrategia, por una parte,
produce curiosidad; por otra parte, produce asombro, satisfacción y tranquilidad,
especialmente sabiendo que están juntos.

En cada sesión siguiente se dedicará un rato para analizar lo que dijeron, hicieron,
entre otros, los hijos, particularmente el PD. Para esto, cada padre tomará nota de estos deta-
lles por separado. Se pedirá que cada uno relate lo que observó.

5.10.8. Prescripción de la fuga:


En las sesiones siguientes, siguiendo la propia dinámica del proceso, se les instruye a
los padres que incluyan en el contrato el compromiso de hacer citas entre ellos, para cenar so-
los, con anticipación y planeación, las X veces que el terapeuta lo indique. Luego, progresiva-
mente, se quedarán fuera de casa una noche. Posteriormente podrá ser una semana; se podría
considerar una vacación. Esto es de significado máximo, el hecho de que los dos padres
tengan vida propia, lo cual es altamente sugerente que los indicios de separación han remitido.

Bajo la prescripción de la fuga, los padres dejarán una nota que diga: “Esta noche no
estaremos”; “regresaremos mañana”; “estaremos una semana fuera”, “los arreglos de cuidado
de Uds. son éstos...”, entre otros. La nota dirá en plural “nosotros” o “su papá y yo”, “su ma-
má y yo”, escribirán la nota alternando entre los padres para el PD vea la conciliación.

5.11. EL MANTENEDOR HOMEOSTÁTICO


5.11.1. Significado del término homeostasis:

Este concepto fue acuñado por primera vez por Walter Cannon (1932, (Citado por
Simon et al:1984: 188), aplicado a los relativos controles de la fisiología. Luego Don D.
Jackson (1957:15), usó el término con aplicación a las relaciones sociales. Es por eso que
homeostasis se ha entendido como “el conjunto de regulaciones orgánicas que actúan para
mantener una condición relativa de estabilidad del organismo por medio de mecanismos de
control”. Por su parte Simon et al. (1988: 188-189) aclara semánticamente que
homeóstasis viene del griego, donde homois, significa similar; y stasis, significa
permanecer quieto, estable, relativamente constante mediante autorregulaciones.

Jackson, a diferencia de Cannon, enfatiza la diferencia que hay en los “mecanismo


de control”. Están los mecanismos físicos que controlan el organismos; y están los
mecanismos sociales que controlan en el ámbito psicológico y relacional. A su vez, Jackson
hace la diferencia entre mecanismos saludables y mecanismos patológicos, tanto en el
90
campo físico como social. Los mecanismos patológicos se caracterizan por una excesiva
rigidez, la falta de flexibilidad y permiten un potencial limitado de desarrollo.
(Simón et. al. 1988: 188-189). Esta característica negativa de la homeóstasis es la que la
convierte en un concepto importante para la terapia familiar. Al igual que en el cuerpo,
cuando los mecanismos estabilizadores no pueden regular los grados de temperatura, o no
puede retornar a los estados regulares, se dice que se halla en un estado irregular y
destructivo. De la misma manera ocurre en las relaciones sociales, cuando existen
mecanismos que no son eficaces en la autorregulación o alteran al sistema familiar, y más
bien producen una condición nociva, impiden que la familia puede adaptarse a los cambios
propios del desarrollo.

5.11.2. Mantenedor homeostático


El terapeuta familiar Fishman, (1989:36), introduce el concepto de mantenedor
homeostático para identificar aquellos elementos que mantienen la estabilidad del
organismo, ya sea en una condición saludable o en una condición irregular y destructiva.
Cuando los mecanismos son adecuados pueden hacer que el organismo desacomodado
recobre su condición normal de acuerdo a las nuevas condiciones de crecimiento. Por su
parte, cuando los mecanismos son eminentemente patológicos, atrapan al organismo en
estereotipos no saludables, que hacen que el organismo no pueda responder adecuadamente
cuando ha sido bloqueado por el stress. Por lo tanto, cuando interviene el terapeuta su
primer paso es descubrir cuál es el mecanismo mantenedor de la salud de la familia, de la
misma forma que tendrá que descubrir el o los mecanismos nocivos que atrapan a la familia
en una homeostasis congelada.

De esta teoría sacamos las siguientes conclusiones: Hay mecanismos que se ajustan
bien al ambiente y al crecimiento del organismos, los cuales serían calificados como
mecanismos saludables, que permiten que el organismo se ajuste a dicho crecimiento. Pero
también, hay mecanismos, evidentemente patológicos, que atrapan al organismo en un
estado de homeostasis congelada. Por la misma vía, llegamos a la conclusión que hay
homeostasis sana, necesaria, como hay homeostasis congelada, de rango patológica. Los
mecanismos llamados mantenedores pueden ser personas, cosas, reglas, hábitos culturales,
entre otros. Es función del terapeuta identificar los mantenedores, para trabajar en ellos, si
se intenta cambiar la condición del organismo. Para lo cual, se debe marcar el campo de las
fuerzas con las que se tendrá que trabajar, tales como relaciones familiares, laborales,
educativas, sociales, entre otros. Como señala Varela (Citado por Fishman, 1989; 36), los
sistemas familiares pueden ser como cajas chinas: los individuos son parte de una familia,
ésta, a su vez, es parte de una familia extensa, que es parte de una comunidad y
así sucesivamente. El cambio en el organismo solo ocurrirá si se cambia la relación con los
mantenedores homeostáticos. El segundo paso, en el proceso de tratamiento, una vez que
se ha roto esta relación, es observar quien procura volverlo al status quo. Añade Kellner
(citado por Simon et. al. 1984:47, 48), que las familias desarrollan patrones de
comportamientos previsibles; que éstos cambian de un lugar a otro, de una generación a
otra. Si un miembro familiar abandonaba una conducta, ésta se manifestaba en otro
miembro familiar. Si se rompe un patrón familiar, como la presencia de los padres para
acostar a los niños para que duerman, lo primero que aparece es un síntoma; luego la
91
familia maneja los mecanismos homeostáticos o patrones predecibles. Cuando este
proceso de acomodar el sistema ha fallado, es cuando se requiere del terapeuta para
colaborar con la búsqueda del equilibrio.

5.11.3. Instrucciones para una práctica:

1. Favor de organizarse en grupos de 5 a 6 personas para trabajar en equipos.

2. Cada grupo buscará e identificará la o las conductas que operan como mantenedores
homeostáticos en los casos que se entregarán en papel.

3. Cada grupo construirá, hasta donde le sea posible, algunas hipótesis acerca del por
qué se han estructurado los mantenedores homeostáticos.

4. Ofrecer algunos acercamientos de intervención para transformar los mantenedores


homeostáticos.

Nota: Cada grupo expondrá en el plenario lo que ha descubierto, sus


hipótesis y los posibles acercamientos de intervención.

CASO I:
Un adolescente sale todas las noches y siempre regresa tarde y no a la hora convenida.
Sus padres y él han renegociado muchas veces las reglas, pero el adolescente nunca cumple lo
que promete. Le regañan y amenazan con dejarle fuera. En algunas ocasiones, el papá pasa el
picaporte, pero la mamá lo quita cuando éste se duerme. Una sola vez ha dormido en un carro
en la cochera. Le han insinuado que le convendría vivir a parte, pero la madre abunda en
buenos consejos todo el tiempo, para convencerle por bien.

¿Cuál es el mantenedor homeostático?

CASO II
Durante el noviazgo de 6 años, el novio embarazó a otra señorita, que no era su novia.
Salió perdonado del delito y se casaron. En los 17 años de matrimonio él ha embarazado a
otras 5 muchachas más. Total: tiene 6 hijos por fuera y 3 con su esposa. Esta conducta de infi-
delidad ha llegado a ser un patrón. El esposo dice que todo eso ocurre, Ud. sabe, “en una
noche de tragos”. Por su parte, la esposa sostiene lo siguiente: “Yo sé que mi esposo necesita
distraerse, salir con sus amigos, y una no es tonta, porque yo sé que tienen sus aventurillas
pero, lo que yo no toleraría, es que él se involucre”. Dicen estar ahora al borde del divorcio.

¿Cuál es el mantenedor homeostático?


92

CASO III
Una anciana madre viuda de 75 años y tres hijas solteras de 56, 53 y 50 años de
edad forman una familia. Cuando la más joven tenía 30 años se embarazó de un visitante a
un congreso. Las cuatro mujeres enviaron con mucha frecuencia los siguientes mensajes al
hijo varón:

“Qué dicha que hay varón en casa”


“Cuando seas grande cuidarás de nosotras”
“Apúrate creciendo porque tú eres el hombre de la casa”

El joven descubrió que sus “servicios” eran importantes y decidió venderlos caro.
Exige un carro, dinero, libertad total. No estudia, sale todas las noches, duerme en el día,
ha agredido físicamente a la madre y ha amenazado con un puñal a las tías y yabuela. Tiene
conflictos con el licor y con “faldas”.

¿Cuál es el mantenedor homeostático?

CASO IV
Adolescente de 14 años, estudiante brillante (cuando estudia), vive con su madre
biológica y padrastro, quienes desean profundamente tenerlo y cuidarlo. Su padre biológico
vive en otra provincia, y también lo desea, busca, aconseja y esto ha producido “lucha de
territorio” (propiedad) entre los padres. El adolescente, cuando quiere conseguir algo
importante pide a su madre y padrastro y, si no le dan, hace un berrinche y se va donde su
padre biológico, creando un conflicto por el cambio de colegio y para determinar quien
paga el colegio. Igual le hace a su padre biológico. Se ha metido en conflictos legales y
huye a la “otra casa”; cuando regresa, deja otro problema en la otra casa. Esta conducta lo
ha manifestado desde la edad de los 8 años, sin variar y, por el contrario, tiende a agravar
porque los delitos y exigencias son mayores.

¿Cuál es el mantenedor homeostático?

CASO V:
Extranjeros, en un país sin amigos, recién casados, estudiantes, poco dinero y poca
vida social. El dice que está muy ocupado en sus estudios; tiene vida social; se caracteriza
por ser desapegado de ella y no la da espacio para escuchar ni hace vida de pareja. El dice
quererla a su manera. El estilo comunicacional de ella es la metáfora, somatizando su
problema psicológico, conducta utilizada desde novios. Ella está muy enamorada de él y
no quiere ofenderle ni incomodarle con reclamos. La somatización más impresionante es un
93
chorro de sudor por los dedos de las manos, al punto que siempre lleva a la mano una
toalla grande de baño para secarse el sudor.

¿Cuál es el mantenedor homeostático?

CASO VI:
“Diego” ha cambiado de colegio 5 veces en 3 años de secundaria y casi siempre por
problemas de conducta. De los 3 años, sólo ha aprobado uno. Sus amigos son, por lo gene-
ral, estudiantes repitentes y con problemas de conducta. Ellos forman un grupo desva-
lorizador de los que son estudiosos. Su padre tiene dificultad hallar un colegio que quiera
recibir como alumno a “Diego”. Para el padre no es difícil aceptar que su hijo “necesite”
otro colegio. En cambio la madre protesta contra “Diego” y su esposo; contra los mu-
chachos que forman el grupo de relacionados; y contra los colegios acusándoles que “no
hacen nada” por “Diego”.

¿Cuál es el mantenedor homeostático?

5.12. LA ELABORACION DE LAS REGLAS FAMILIARES

5.12.1 Introducción y justificación:


El asunto de las reglas es uno de los temas más importantes, tanto en la familia como
en otras agrupaciones humanas. La importancia radica en el hecho de que las reglas regulan
sus funciones y denotan el orden y organización grupal. En esta sección nos proponemos
introducir y justificar este tema tan trascendental.

5.12.2. La responsabilidad parental:


Los padres saludables sienten la necesidad de conducir su hogar bajo un cuerpo de
acuerdos, denominadas reglas familiares, las cuales permiten el desarrollo adecuado de los
integrantes del grupo familiar. Y la misma razón del ser padres pone sobre ellos la
responsabilidad ineludible de gobernar, conducir y administrar la familia. Esta tarea, como
pocas en la existencia humana, evoluciona con una rapidez asombrosa que, generalmente,
pone a los padres en una situación de conflicto: O asumen su función, y con ello no resultan
muy gratificantes para los hijos; o desatienden su función y, aunque momentáneamente eviten
conflictos, tarde o temprano se observará el daño que produce tal actitud. Por otra parte, la
administración de la familia no puede ser delegada a otros.

Según S. S. Minuchin (1977), cuando los hijos crecen se da una distorsión de los
límites. Esto consiste en que el subsistema parental que, hasta este momento había tenido la
mayor cantidad de poder en la familia, ahora ha perdido fuerza, y los hijos quieren tomar el
control en su intento de buscar mayor espacio y oportunidad de autocontrolarse. Esto hace
94
que las reglas familiares existentes se manifiesten obsoletas y surja el imperativo de construir
las nuevas reglas.

5.12.3. La ley del más fuerte:


Un hijo, con mucha facilidad, puede tomar el poder en una familia, causando un
verdadero desorden en el sistema. El instinto por adueñarse del poder es algo que no se puede
evitar. No obstante, es necesario esclarecer las razones y circunstancias que favorecen este
fenómeno perturbador.

Cuando un niño es más fuerte y le puede a un adulto, miembro de la pareja, lo más


probable es que esté “subido en los hombros del otro miembro de la pareja”. En otras
palabras, se trata de un “hijo montado”. Y pareciera que hay dos maneras como un hijo llega a
“montarse” en los progenitores: Una forma es al estilo “caballo”, esto es que un hijo se
“monta” en un progenitor con la ayuda del otro progenitor, quien le ayuda haciendo de
“estribo”. Esta ayuda de un progenitor al hijo consiste en el acto de desacreditar al otro
progenitor, rebajando su autoridad. La otra forma es al estilo “camello”, o sea que éste se
arrodilla, pone la cabeza en el suelo, proveyendo una “rampa” fácil para el montaje y sin
necesidad de “estribo”. La metáfora, en este caso, nos dice que se trata de unos progenitores
de condición débil.

En el primer caso, son cuadros de doble mensaje, cuando por un lado uno de los padres
dice “no puedes salir”. En cambio, el otro progenitor, descalificando al primero, le dice “sí
puedes salir”. A partir de dicha contradicción, el hijo encuentra el portillo por donde escapar,
en el tanto el progenitor permisivo se hace cargo de defenderlo. En este caso, se hace
necesario conciliar a los progenitores para que haya un solo mensaje proveniente de una
autoridad unificada.

En el segundo caso, se trata de personas efectivamente débiles o irresponsables en


cuanto a asumir y desempeñar su función de autoridad. En estas circunstancias, las reglas
familiares son las “no reglas”; cada uno hace lo que quiera, instalándose la “ley del más
fuerte”.

Adol (1972) sugiere que la urgencia, en estos casos, radica en negociar los límites y
comprometerse con el límite que se negocia. También hay que negociar las consecuencias del
no cumplimiento de las reglas.

5.12.4. Los valores y las reglas:


Los valores son prácticas y convicciones referentes a algo que creemos, tales como
honradez, franqueza, prioridades, paz, religión, fe, etc. Estos elementos proporcionan guías de
conducta; son los elementos de partida para las reglas y son relativos a la cultura. No es
posible hablar de reglas sin primero considerar cuáles son los valores de una familia y su
cultura.
95

5.12.5. Definiciones de reglas familiares:

 Son elementos dinámicos que regulan cada relación.

 Las reglas familiares son los componentes dinámicos de dicha


organización y regulan su acción.

 Según Jackson (1965), dice: “Son acuerdos de relación que prescriben y


limitan las conductas de los miembros familiares, las cuales se formaron
por acciones y conductas vividas en forma reiterada y organizada".

5.12.6. Dos conceptos de reglas familiares:


En la evolución del conocimiento de las reglas familiares, se identifican dos concep-
tualizaciones principales:

 Reglas como inferencias de un observador:

Un observador mira los comportamientos y deduce que en determinado grupo, con el


correr del tiempo, se ha estructurado un estilo de vivir y, la fuerza de la costumbre, ha
establecido un principio regidor, el cual puede ser muy ventajoso para la familia, así como
puede ser dañino para algún subsistema de la misma. Por ejemplo, la práctica de la
amputación del clítoris de la mujer para que no tenga sensaciones eróticas, común todavía en
algunos países del continente africano.

 A este tipo de concepto se refiere Jackson (1966), cuando dice : "Las


reglas son inferencias de un observador o miembro familiar, quien
puntúa las secuencias y formula, según su epistemología, un corpus de
leyes implícitas, no escritas, inconscientes y que rigen la vida familiar".
En este sentido se describen las conductas como regidas por unas re-
glas que fuerzan a los individuos a "comportarse como fuertes y
serviciales" o "enfermos y dependientes", pero no ambas cosas. Por su
parte, Ford y Herrick (1974), a este tipo de reglas, categorizaron entre
reglas "menores" (cotidianidad) y "mayores"(trascendentes, regidas por
valores), las que, a su vez, sirven para hacer tipologías de las familias
que practican ciertas conductas controladas por tales reglas, tales como
se presentan a continuación:

 Familias donde algunos subsistemas tienen prioridad: "La leche para


los niños”, un horario y comidas especiales para los ancianos,
guerreros y los cazadores, etc.

 Familias con conductas competitivas: "Dos contra el mundo", o “todos


contra todos”, o los subsistemas en rebelión: “aquí nadie se deja”, etc.
96

 Familias mutualistas: “Hay que compartir todo”, "compartir y participar


por igual", “donde yo como, comen todos”, etc.

 Familias desligadas: "Cada uno ve por sí mismo", “sálvese quien


pueda”, etc.

 Familias de “eterna unión”: "Hasta que la muerte nos separe", “ni la


muerte nos podrá separarnos”, “...Juan murió. y entre nubes blancas,
muy cerquita de Dios, a Juanita encontró.” (canción latinoamericana).

 Las reglas como "antirreglas":

Este segundo significado de las reglas familiares es el que estamos usando en este
manual. Esto significa que, cuando una conducta grupal o individual es percibida como
perjudicial o anticuada, el grupo se reúne para acordar una antirregla que desvanezca a la
regla. Los procesos de maduración o de terapia construyen antirreglas, construidas conscien-
temente con objetivos bien definidos.

5.12.7. Balance de las reglas:


Las reglas permiten saber cuánto y cuándo contar con otros y saber qué esperar de
ellos o qué deben esperar de uno. Su propósito no es hacer a los hijos dependientes y servilis-
tas, sino enseñarles a cooperar, marcarles áreas de independencia y responsabilidad para con el
grupo. Cuando un niño sabe claramente lo que se espera de él, se siente más en control.
Efectivamente, hay hogares con muchas reglas; así como hay familias con pocas reglas. Los
extremos en asuntos de reglas serán perjudiciales para la familia.

5.12.8. Objetivos y procedimientos para hacer reglas:


A continuación se ofrece un resumen de los objetivos de las reglas familiares:

 Desarrollo saludable de la familia.


 Mantener la estabilidad de la familia (homeostasis, preservación de
mitos, secretos familiares, etc.).
 Definir la relación como simétrica o complementaria.
 Indicar si coevoluciona y si la individuación puede llevarse a cabo.
 Mostrar el tipo y grado de mutualidad (armonización).

Doub y Morgan (1990) sugieren el siguiente procedimiento para construir las reglas
familiares:

 Identificar la SITUACION ACTUAL: Las llegadas tardías de David


(adolescente de 14 años) preocupan a los padres.
97

 Identificar LO QUE QUIEREN/DESEAN LOS PADRES QUE


SUCEDA (OBJETIVO): Que David llegue más temprano; que haya
comunicación cuando él tenga algún retraso.

 Construir LA REGLA QUE SE NECESITA: Que David llegue a las


10:00 p.m., cuando salga en días ordinarios; cuando salga los fines de
semana, que llegue a las 11:00 p.m.; si por un imprevisto tiene que
retrasarse, que avise por teléfono.

En todo este proceso de la construcción de la regla, David ha de estar presente,


aportando información, enterándose de primera mano los contenidos y alcances de la regla. Si
bien hay discrepancias entre autores sobre la participación de los hijos en la construcción de
las reglas, creemos y recomendamos que los hijos estén presentes en la “asamblea familiar”.
Los hijos menores de edad no aportarán mayor información; no así los hijos de más edad,
quienes han de aportar información para la construcción de las reglas que van a regir sus vidas.

5.12.9. La ejecución de las reglas:


Como ya se afirmó, casi todo se puede delegar, excepto la conducción de la familia.
Hay delegaciones momentáneas, tales como: “Mientras vuestra mamá y yo estemos fuera,
Luis (el hijo mayor) cuidará de Uds.” - dice el papá antes de salir de la casa. El problema
surge cuando el “encargado” no se desparentaliza y devuelve las funciones a sus padres, y se
inicia una confusión de autoridad.

Otros experimentos de encargos temporales, tales como las “comunidades familiares


rusas", "los kibuts hebreos", etc. han fracasado, porque los “padres temporales” no están
revestidos de la identidad, autoridad y vínculos suficientes, como para ejercer dicho rol en
forma adecuada.

Por otra parte, la delegación permanente, del tipo adopción, parentaliza (hace padres) a
quienes se hacen cargo, con responsabilidades y privilegios, y se forma el nuevo sistema
familiar. En este caso, se trata de un proceso regular, con resultados muy parecidos a la
situación natural. Esto significa que no siempre el subsistema parental es el mismo subsistema
conyugal. Por razones de ruptura conyugal, incapacidad o disfunción, la pareja deja de tener el
control de la familia, en cuyo caso surgen los subsistemas parentalizados responsables de la
conducción de la familia, los cuales pueden estar integrados por abuelos, tíos, padres
adoptivos, un solo progenitor, etc

En cualquiera de los casos, el control de la ejecución de las reglas corresponde al


subsistema parental. Se trata del subsistema que tiene más poder que todos en la familia y
cuya responsabilidad es la buena administración de la misma..
98

CAPÍTULO VI

BIBLIOGRAFÍA

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