Manifiesto Virtualista (MV)

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MANIFIESTO VIRTUALISTA RADICAL

Chino Segundo Zepeda

El Movimiento Virtualista nació como una reacción del


estudiantado de la Facultad de Filosofía y Letras de la
Universidad de Buenos Aires ante la amenaza de que la
presencialidad obligatoria vuelva de la noche a la
mañana, desconociendo el potencial inclusivo de la
educación pública, gratuita, laica, de calidad y a
distancia. Queremos convertir las horas de viaje en
horas de estudio; queremos que los y las que viven
lejos no se autoexcluyan por no poder viajar;
queremos que los y las que abandonaron la carrera y
ahora con la virtualidad volvieron, se queden y no se
vayan nunca más; queremos que los y las que tienen
hijos e hijas no tengan que sentir que es imposible
aprender; queremos que la lucha se centre en más
conectividad, más tecnología y más opciones de
cursada para los y las estudiantes que quieren la
opción virtual y también para los que quieren la opción
presencial; por lo tanto, queremos que el
financiamiento sea para incrementar el plantel docente,
con mejores salarios, y con más y mejores dispositivos
a disposición de toda la comunidad educativa;
queremos que trabajar no nos impida estudiar, y esta
es una oportunidad que no debemos desaprovechar.
Haciendo lo mismo no vamos a conseguir resultados
diferentes: los problemas son los de siempre, pero la
pandemia abrió una ventana. Depende de nosotros
dejar atrás lo negativo y quedarnos con lo positivo.

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Los virtualistas incluímos la presencialidad, los
presencialistas excluyen la virtualidad. El virtualismo
incluye y el presencialismo excluye, porque el virtualismo
pretende una educación híbrida y de modalidad optativa en
la que la presencialidad está considerada, mientras que el
presencialismo, tal cual la discusión está presentada en la
actualidad, busca obligatoriedad y por lo tanto anula la
opción virtual. Sin embargo, el movimiento se llama
“virtualista” y pone el foco en esta palabra por el mismo
motivo que el movimiento por la igualdad de género se
llama “feminista”. El status quo al que se pretende volver
de la noche a la mañana es el status quo de la
presencialidad obligatoria. El sistema educativo nunca se
volvió más inclusivo solo, y no lo va a hacer si no se
consolida un movimiento virtualista que lo lleve por el
camino de la educación a distancia como opción para
aquellos que sin ella tendrían como único camino la
deserción.

El virtualismo virtuoso contra el virtualismo vicioso.


Seamos claros: la mala implementación de la virtualidad ha
llevado a que muchos ataquen a la virtualidad cuando el
problema es justamente su mala implementación. No
confundamos la causa con la consecuencia. Por tal motivo,
proponemos una virtualidad eficaz, sólida, horizontal:
virtuosa. No queremos una traspolación absoluta y
automática de los métodos y prácticas de la presencialidad
a la virtualidad, porque tal imitación ha demostrado ser
desgastante, corrosiva, arbitraria: viciosa. Aprovechar el
potencial, no ignorarlo.

Los virtualistas queremos proponer. Los estudiantes


queremos opciones, horarios flexibles, clases grabadas, no
sentirnos esclavos de las fotocopias. Proponemos
alternativas: que existan cátedras virtuales y cátedras

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presenciales para poder elegir; o proponemos que todas
las cátedras sean presenciales y virtuales, para que el o la
estudiante pueda optar si cursar desde un dispositivo
tecnológico o con su dispositivo biológico, el cuerpo. Pero
por sobre todo, queremos ser parte de la discusión que se
viene; que se escuchen nuestras necesidades, nuestras
propuestas, nuestras ideas. No queremos ser
subestimados, que nos expliquen qué nos conviene y qué
no nos conviene. Muchos encontraron en la virtualidad una
forma de no desanimarse y seguir estudiando. La pregunta
es si aferrarse a la tiza vale la pena cuando significa
también esconder el pizarrón. Difundamos el mensaje a
todas las carreras, a todas las facultades, a todas las
universidades. A todo el mundo.

Los amantes del ladrillo

Los amantes del ladrillo que nos quieren obligar a perder


tiempo en viajes eternos para calentar sillas no entienden
ni quieren entender que a muchos estudiantes no nos
interesa inspeccionar de cerca las arrugas de los
profesores ni esperar sentados en los pasillos a que el
grupo que se retrasó desocupe el pequeño habitáculo que
hace de aula para que podamos entrar. ¿Acaso no es
válido querer utilizar ese tiempo zombie para estudiar?
¿Acaso no es válido preferir entrar con un click que con el
cuerpo? Que los que quieran y puedan transportar su físico
para interactuar de una manera que consideran más
enriquecedora con los docentes, lo hagan. ¡Cuando
quieran! ¡Siempre, o simplemente cuando gusten! ¡Y los
que no quieren o no pueden, que no lo hagan! Los
presencialistas puros son retrógrados, oscurantistas y
anacrónicos, porque buscan obligar. ¡Y que se entienda
bien sin ambigüedades! Los amantes del ladrillo son los
que quieren obligar a los virtualistas a presenciar. Los

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virtualistas, por el contrario, no quieren obligar nada a
nadie. Solo queremos integrar, expandir, incluir,
democratizar.

¡Levanten la mano los y las que se quieren recibir!

El virtualismo busca destruir la falsa meritocracia. El


sistema está hecho para filtrar personas con impedimentos
que van por fuera de lo académico: desde el CBC, que
reduce la cantidad de ingresantes a las carreras, pasando
por los primeros años con cursadas y horarios imposibles,
para luego llegar a los años finales (en los que claramente
la virtualidad se vuelve una opción más atractiva)
desgastados y finalmente concluir en que los recibidos son
un puñado, y luego otro puñado menor los que pueden dar
clases en la universidad. ¿Estamos completamente
seguros que los que son favorecidos por este sistema son
“los mejores”, y por lo tanto es “justo” que así sea? ¿Esto
es la universidad pública que queremos y necesitamos o es
un sistema aristocrático pensado para que los recursos
escasos se repartan a pocos? De esta manera, al tratarse
de una elite desfinanciada, de su lógica es imposible que
surja el interés por un cambio de verdad. El virtualismo, al
expandir las posibilidades de estudiar a la mayor cantidad
de estudiantes posibles, prepara el terreno para una
generación de estudiantes, los profesores del mañana, que
lejos de aspirar a entrar en un circuito chico y cuidar su
kiosco, pensarán en la forma para que, virtualidad
mediante, no haya rincón del país en el que quien quiera
estudiar en la universidad pública deba sentir que no puede
hacerlo por el solo hecho de existir una presencialidad
obligatoria retrógrada.

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¿Por qué Movimiento Virtualista y no Movimiento
Mixto?

Ponemos el foco en la virtualidad porque está siendo


amenazada. Así nace este movimiento, en medio de una
pandemia que nos quitó mucho pero aceleró un proceso
inclusivo que si hubiese dependido de los tiempos
burocráticos, las voluntades políticas y los intereses de
unos pocos, seguiríamos esperando sentados junto al pino
como esperamos años y años reformas edilicias, boleto
estudiantil y una mejor oferta horaria para poder cursar.
¡Todos son problemas de la presencialidad! Espacios
físicos deteriorados y limitados, transportes costosos y
succionadores de nuestro tiempo vital en este mundo.
Tememos que la virtualidad que supimos conseguir sea
descartada. ¿Estos años de cursada virtual han sido el
Paraíso? ¡PARA NADA! Por eso mismo la energía debe
estar puesta en mejorar lo que aprendimos a los golpes, y
no en volver atrás a falta de ideas, inteligencia, creatividad
y ganas. Más arriba se ha hablado del virtualismo virtuoso.
Las posibilidades de brindar calidad se multiplican en
comparación a las que ofrece la presencialidad.

Virtualismo quiere decir que si se garantiza la virtualidad en


la universidad pública, se garantiza una presencialidad
digna para los que opten por ella (que serán menos en
proporción) y un sistema mixto para los que quieran
cursadas fluidas. El “mixto” es uno de los tres sistemas
posibles. El virtual y el presencial son los otros dos. El
virtualismo quiere conquistar los tres poniendo el foco en el
potencial democratizador de la virtualidad. En otras
palabras, lo que explica la razón de ser el Movimiento
Virtualista es la Tridimensión.

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La Tridimensión

La tridimensión educativa del Movimiento Virtualista


propone 3 propuestas educativas para 3 tipos de
estudiantes diferentes, de acuerdo a sus necesidades,
posibilidades, realidades y preferencias:

1. Virtualismo total para virtualistas plenos;


2. Presencialismo total para presencialistas plenos;
3. Sistema mixto/híbrido/bimodal/anfibio/fluído para lo
que quieran y puedan alternar entre la opción de la
virtualidad y la de la presencialidad.

¿Queda claro que el virtualismo es inclusivo? Sí, entonces


gritémoslo más fuerte. ¡Dale, que se escuche! ¡Virtualismo
o barbarie presencialista!

Que quede bien claro que los que proponen SOLAMENTE


un sistema mixto están proponiendo un sistema único.
Utilizan la palabra “mixto”, que parece inclusiva, para
proponer ausencia de opciones: por ejemplo, un sistema en
el que una semana sea OBLIGATORIAMENTE presencial y
otra semana que sea OBLIGATORIAMENTE virtual. ¿Y los
virtualistas y presencialistas puros? Con la palabra “virtual”
sucede totalmente lo contrario: parece excluyente y que
propone virtualidad como único sistema, pero al contrario,
propone la tridimensión. Hace el foco en lo virtual porque la
lectura política que hace el Movimiento es que la conquista
de la virtualidad traerá la conquista de la Tridimensión. No
se puede ceder en el uso de las palabras. Notamos una
avanzada que pretende instalar el adjetivo “presencial”
para anular la discusión y establecer un sistema único.
Notamos también una confusión en quienes fogonean la
utilización del adjetivo “mixto” sin advertir que ese camino
también nos lleva a conformarnos con poco y anclarnos en

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el pasado. La Tridimensión educativa es la solución triple a
nuestro problema múltiple.

Un Movimiento sin movimiento

El aula no es un cubo. El aula es el espacio de encuentro


entre estudiantes y docentes, un espacio que puede ser
virtual o presencial. Y más aún. Si es presencial, puede
romper con la lógica del cubo. La presencialidad obligatoria
y retrógrada en lugar de fomentar el punto de encuentro
único, debe seducir al estudiantado azucarando mejor sus
mieles: la calle, la plaza, el café, una terraza, una
biblioteca, un camping, el bosque, y si todavía quedan
algunos que anhelen las cuatro paredes, ¡el cubo! Vayan
disfrútenlo, aprópienselo, conviértanlo en una opción de
calidad para los que prefieren la virtualidad así como los
que necesitan de la virtualidad plena harán lo mismo para
que los que circunstancialmente se acomodan bien a la
presencialidad, pueda el día de mañana migrar sin perder
el derecho a estudiar.

El derecho a la inmovilidad. ¿Cuál es la razón para que


el derecho a la educación esté limitado por la obligación al
movimiento? ¿Cuál es la razón para justificar que para
acceder a un derecho que ya demostró no depender de la
presencialidad obligatoria retrógrada el o la estudiante
deben someterse a los costos que podría implicar la
movilización del cuerpo? ¿Cuánto tiempo de movilidad
obligatoria podríamos invertir en movilidad voluntaria? El
derecho a la inmovilidad es el derecho del futuro, y debe
empezar a ser reclamado desde el movimiento estudiantil,
para que el día de mañana sea una lucha de la clase
trabajadora por la emancipación y contra la explotación
cuando las condiciones para reclamarlo estén dadas. En la
educación ya están dadas, ¿qué esperamos?

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¿Asistencia? ¿Dónde?

La asistencia es un concepto ligado al presencialismo


retrógrado que debemos desnaturalizar. Aunque los que
arrancaron a cursar en pandemia no lo crean, cuando la
presencialidad hegemónica no estaba en discusión,
muchos y muchas estudiantes debían “asistir” a un espacio
físico para “firmar” una “hoja impresa” y mediante ese acto
violento no perder la cursada de la materia. Porque perder
la cursada significaba: tiempo perdido, dinero perdido,
frustración y el fantasma de no recibirse nunca. ¿Los que
utilizan el argumento de la vigilancia en contra de la
virtualidad no se acuerdan de esta lógica perversa de ver y
ser vistos? Con la presencialidad obligatoria no está la
opción de apagar la cámara. Apagar la cámara es faltar.
Por tal motivo, muchos y muchas estudiantes se veían
obligados y obligadas a invertir el tiempo que podrían
utilizar para estudiar en viajar distancias innecesarias, salir
antes para no perderse el último tren, pero no pudiendo
evitar someterse a volver al hogar en horarios poco
convenientes, y con esa poca energía que queda al final de
una doble jornada laboral y de estudio. Se llegó a
naturalizar “no tener vida social” por no tener tiempo, por
no tener dinero para comprar tiempo (alquilar cerca), por
tener hijos, hijas, responsabilidades múltiples. ¿Y los que
quieren la presencialidad obligatoria utilizan el falso
argumento de que con ella se recupera la “vida social” tan
sana para la facultad? Nada más falso y malicioso que
sugerir que los virtualistas estamos en contra de que los y
las estudiantes se pongan en contacto, construyan sus
propios espacios virtuales y presenciales de estudio,
organicen sus propios eventos. La ecuación es: menos
tiempo muerto, más tiempo para estudiar y tener vida
social, o, como suele suceder en la universidad, combinar

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ambos aspectos. ¡Y los que quieran seguir yendo al edificio
que lo hagan! ¡Háganlo suyo! ¡Esperen con los brazos
abiertos a los fluidos que necesitan de la virtualidad la
mayor parte del tiempo y cada tanto puedan acercarse. Lo
que fomenta el virtualismo es romper con la lógica de
“acercarse a” y “alejarse de” un único lugar arbitrario o
azaroso. El punto de encuentro único implosiona y nace la
multipolaridad estudiantil, la vida social ampliada: lo que
para algunos será acercarse, para otros será alejarse. El
caballitocentrismo de Filosofía y Letras, como ejemplo de
otras facultades, deja de ser necesario para acceder a la
filosofía y las letras.

200 años de la UBA, 2000 para la UVA

La Universidad de Buenos Aires tiene la posibilidad


histórica de convertirse en la Universidad Virtual Argentina.
Es el objetivo de máxima del Movimiento virtualista. Una
universidad para todos los argentinos y los extranjeros que
la elijan, de calidad, que siga siendo ejemplo en el mundo,
pero no solo ya por la calidad de sus académicos, sino por
la calidad de su inclusión.

¿La UBA es nacional? Podría serlo más. Nacional no


significa lo mismo que cuando la UBA se fundó. Hoy
“nacional” debe ser sinónimo “federal” . ¡Que se pueda
acceder a un práctico o a un teórico desde cualquier rincón
del planeta! ¿O hay algún motivo para que los que viven
más cerca de cierto edificio tengan más facilidades de
acceder al conocimiento que se imparte en la universidad
pública que aquellos que viven lejos?

¿La UBA es pública? Podría serlo más. ¿En las


aulas-cubo entra la humanidad? Bajemos las pretensiones.
¿Entran todos los argentinos que quieran acceder a ese

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bien público que es el conocimiento que ofrecen nuestras
cátedras? Tampoco. La virtualidad ha demostrado que
puede hacer llegar ese secreto que guardábamos en un
edificio a muchas más personas.

¿La UBA es gratuita? Podría serlo más. Ir a cursar es


gastar dinero. Ya sea en viaje, alimentos o apuntes. Poder
optar por no viajar, por comer en casa y por no comprar
apuntes es papel reduce los costos de quienes no pueden
darse el lujo de incurrir en gastos equivalentes a los de una
cuota en una universidad privada.

¿La UBA tiene libertad de cátedra? Podría tener más.


Cuántos ingresantes del CBC se volvieron ingresantes de
la carrera, cuántos de ellos pudieron terminarla y cuántos
de ellos pudieron enseñar en la universidad pública, es lo
que deberíamos preguntarnos. Sería interesante convocar
a todos y todas las docentes que crean que la posibilidad
de multiplicar las cátedras (al necesitar que hayan opciones
virtuales y presenciales) haría menos elitista a esta
universidad. Convocar a todos aquellos que antaño
lucharon por la existencia de cátedras paralelas para
ampliar los puntos de vista a que luchen por la virtualidad,
verdadero dinamizador de reivindicaciones históricas.
Convocamos a todos los profesores que crean que las
cátedras no son kioscos en los que se puede renegar de la
opción virtualidad y por no querer buscar soluciones
nuevas a los problemas del presente se termine cayendo
en una virtualidad viciosa.

Son solo algunos disparadores para tantear el potencial


que se abre con el Movimiento Virtualista y con la
Tridimensión. Están todos invitados a pensar y debatir los
modos, las etapas y las próximas medidas.

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¡DIFUNDIR, DIFUNDIR, DIFUNDIR!

El Movimiento Virtualista propone una universidad pública


más federal, más pública, más gratuita, con más libertad
real, y que mediante la Tridimensión multiplique su
potencial, para combatir el elitismo disimulado, la falsa
meritocracia y el virtualismo mal implementado. Mientras
más podamos terminar las carreras que empezamos, más
de todo lo anterior habrá, y será mejor para la sociedad. ¿O
ES QUE HAY ALGUNOS QUE QUIEREN QUE LOS
GRADUADOS SEAN UNOS POCOS AFORTUNADOS?

Estamos cansados de estudiar en una universidad del siglo


XII, y queremos estudiar con las herramientas del siglo XXI.
Para lograrlo, debemos acompañar esas nuevas
herramientas con nuevas ideas, nuevos reclamos y nuevos
ejes para la lucha.

Si no difundimos, nos fundimos. Si difundimos, fundamos.

SUMATE YA:

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Soy el Chino, estoy y no estoy, me ves y no me ves,


soy y no soy: como la virtualidad.

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