La Memoria de La Infancia
La Memoria de La Infancia
La Memoria de La Infancia
ProfesoraGuía:
Olga Grau Duhart
Introducción
Como lo enuncia el título del presente escrito, los ejes centrales que han sido
ampliamente abordados son la memoria y la infancia, contextualizados dentro de
diversas temáticas tratadas en el seminario de “Filosofía y Educación”. La radicalidad de
la infancia en nuestras vidas y el hecho de que a través de la Educación nos encontremos
constantemente relacionados con ella, nos hace difícil no tratarla en una tesina como la
que tenemos al frente.
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Lo adultos, casi en ningún momento salen de la órbita de este mundo, ni siquiera al
momento de relacionarse con los niños y niñas. De modo, que la relación adulto –
infante, es una relación que se da arbitrariamente en y desde el mundo adulto, dirigida
por éste y sólo aceptada y acatada por los infantes. Por lo pronto, se presiona a niñas y
niños a entrar rápidamente al mundo de la adultez, abandonando prematuramente la
infancia y a la vez arrinconándola en los viejos baúles del olvido. Es así, que podemos
afirmar que esta visión de la infancia es una visión profundamente sesgada.
Más que re pensar radicalmente la infancia, lo que intento hacer es develarla por
medio de la comprensión, para esto es necesario analizar el distanciamiento que existe
entre adultez e infancia y la incomprensión de la adultez frente a ésta.
Por consiguiente, la tesis central de la presente tesina intenta dar a conocer una
posibilidad de comprensión de la infancia. Ésta, estaría dada por el papel de la memoria,
eso sí, es imprescindible destacar que me refiero a la memoria presente en la concepción
benjaminiana, es decir, a la memoria como herramienta de recuperación del pasado
olvidado, una recuperación política que no hace distinciones.
Finalmente, dimos a conocer algunos extractos del libro Infancia en Berlín hacia
1900, texto autobiográfico de Walter Benjamin, donde se narran diversos imaginarios de
infancia, como las relaciones con los otros, la relación con la naturaleza y la cultura, la
memoria y reelaboración de recuerdos.
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I La memoria como recuperación del pasado olvidado
El cronista que narra los acontecimientos sin hacer distingos entre los grandes y los
pequeños, da cuenta de una verdad, a saber, que para la historia nada de lo que una vez
aconteció ha darse por perdidoNote1. .
Hay una concepción de la historia que, confiando en la infinitud del tiempo, sólo distingue el tempo de
los hombres y las épocas, que avanzan rápida o lentamente por las vías del progreso. Tal posición
coincide con la incoherencia, la falta de precisión y rigor de la exigencia que esa concepción impone al
presenteNote2. .
La filosofía de la historia benjaminiana si es que podamos afirmar que existe una, se
establece en oposición al modelo de historia occidental imperante tanto en su época
como en la nuestra. Éste último es fundado por el historicismo y fundamentado en la
ideas de continuidad, causalidad y progreso, las cuales definen a lo que comúnmente
llamamos Historia Universal. Esta historia ha sido escrita, dominada y heredada por los
vencedores, su universalidad es más bien una particularidad del triunfo. Así, anulando
todo suceso, lugar y personaje que haya sido derrotado. Para nuestro pensador, este
seudo modelo universal “no tiene ningún armazón teórico. Su método es aditivo: utiliza
la masa de datos para llenar el tiempo vacío y homogéneo”Note3. . De modo que, el pasado,
presente y futuro son establecidos como momentos estáticos e inamovibles dentro de una
continuidad sin grandes variaciones, en la cual el pasado en tanto ya dejó de ser, se
encuentra clausurado. Ante esta panorámica solamente nos restaría avanzar, propiciando
así el surgimiento de la idea de progreso, idea que el historiador benjaminiano está
llamado a combatir. Este llamado a combate no es por la idea misma de progreso, es
esencialmente por todas las implicancias que ésta arrastra. Es fundamental, enfrentarse
a esta idea, debido a que excluye de la memoria colectiva los sucesos de los vencidos,
sepulta los fracasos y exclusivamente se centra en los triunfos. “La hermenéutica del
pasado, sobre todo del pasado dado por muerto, es un componente fundamental de la
política de los vivos y, por tanto, un instrumento de poder”Note4. . El hecho de que un
suceso posea la cualidad de derrotado o vencido denota muchas aristas: desde que haya
perdido importancia y haya sido relegado por acontecimientos que parecen ser más
notables en ese momento, debido a un cambio físico o intelectual tanto de un individuo
como de una comunidad, a causa de revoluciones políticas o sociales, etc.
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bien, en este capítulo, no nos inmiscuiremos aún con el problema que representa la
infancia, sólo basta con destacar la posibilidad de tender un puente dentro del
pensamiento de Benjamin entre infancia y su concepción del concepto de historia,
progreso y memoria.
El objetivo que Benjamin intenta alcanzar con estas tesis, es la universalidad que la
historia misma envuelve, la cual es restada a causa de la ausencia del pasado olvidado,
correspondiente a un pasado truncado y vencido. Aspirará a una idea de historia como
cita de todo el pasado, una idea de historia que no discrimine hechos acontecidos, para
ella todo lo que acontece debería poseer valor histórico, es decir, para esta historia todo
acontecimiento realizado es relevante. El pasado posible nos asalta violentamente y sólo
cuando éste es considerado, integrado y reivindicado es admisible hablar de una real
universalidad. Por lo pronto, el filósofo para que avance en la dirección del conocimiento
verdadero “…tiene que enfrentarse al pasado, es decir, tiene que elaborar una teoría de
la memoria capaz de mantener vivo todo lo que hay de reivindicación en las generaciones
pasadas”Note8. .
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sería la negación de la injusticia. Así la pregunta por la verdad, sería una pregunta por la
justiciaNote10. .
Es sabido que a los judíos les estaba prohibido indagar sobre el futuro. La Torá y la
plegaria enseñan, contrariamente, a recordar. Eso les desencantaba el futuro del que se
hacían esclavos al buscar información en los profetas. No obstante, gracias a ello el
futuro no se convirtió para los judíos en un tiempo homogéneo y vacío. Pues en él cada
segundo era la pequeña puerta por la cual podía entrar el MesíasNote13. .
Al darle tanta relevancia a estas categorías judías, Benjamin, percibe en los seres
humanos una generalizada falta de envidia del presente con respecto al futuro. Así,
aparece la categoría judía del recordar que es el hilo que nos mueve y que nos hace
envidiar un pasado que ya ocurrió y un pasado que podría haber ocurrido de otra forma.
Esta característica que se distinguiría como habitual en la humanidad es propia de la
redención, es ésta la que nos incita a mantenernos atentos al pasado, en tanto
necesitamos hacernos cargo de éste. Propiamente tal, el acto de redención es librarse
del peso del pasado, a través, de la comprensión de ese pasado olvidado. “La redención
no es nunca un hecho, es más bien una experiencia”Note14. .
“El pasado no es eso que algún día fue plenamente presente; no puede predicarse
del pasado un así fue exactamente, puesto que lo que lo caracteriza es ser siempre un ya
no, no un presente perdido, sino la pérdida misma, pérdida que sólo se reconoce como
tal, que sólo puede tener lugar, como pérdida en el presente”Note15. . Conocer el pasado no
es reconstruir los hechos como efectivamente han sucedido, en este contexto ese pasado
que ha quedado atrás se nos presenta por primera vez, debido a que no es el mismo
pasado que ocurrió tiempo atrás, es una construcción nueva. En absoluto, se trata de
vivir nuevamente el pasado, sino que aprovechar los escombros de ese pasado en vista
del presente que vivimos.
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mentado en ella”Note17. .El historiador o el mismo sujeto participante de la historia, que
postula Benjamin debe ser capaz de captar y retener esa fugaz y destellante imagen del
pasado, lo cual únicamente puede ser logrado mediante el papel de la memoria. Al hacer
andar nuestra memoria, nos encontraríamos aptos para dar vida al pasado inerte y
clausurado.
En esta oscura y frondosa atmósfera aflora la memoria que “es salvación del pasado
y del presente. Salvación del pasado porque gracias a la nueva luz podemos traer al
presente aspectos desconocidos del pasado; y del presente, porque gracias a esa
presencia el presente puede saltar sobre su propia sombra, es decir, puede liberarse de
la cadena causal que lo trajo al mundo”Note18. .
Por medio de ésta, además de sacar de los baúles del olvido al pasado ausente lo
mantenemos en constante presente. La recordación que realizamos a través de la
memoria, puede abrir expedientes que la historia da por archivados y concluidos. Vamos
percatándonos que la memoria en Benjamin, puede ser entendida como recordación y
remembranza, es decir, una mirada específica sobre el pasado o una construcción del
presente desde el pasado. Sin la presencia de aquélla y del reconocimiento del pasado,
nunca entenderemos lo que actualmente disfrutamos y lo que actualmente somos.
Al fin y al cabo, la idea de historia que nos propone el autor es una historia que se
basa en actualizar el pasado fracasado, el pasado de los vencidos. Este actualizar no
debe entenderse en el sentido de reedificar el pasado y colocarlo en el presente, es
necesario entenderlo como una construcción de algo nuevo a partir de lo que se desechó
en el pasado. “La historia es objeto de una construcción cuyo lugar no está constituido
por el tiempo homogéneo y vacío, sino por un tiempo repleto de ahora”Note22. .Esta nueva
historia que se construye no lo hace a partir de la temporalidad continua, lo hace por
el ahora, un ahora que nos viene de un pasado desconocido y olvidado, el cual se
transforma en algo nuevo y desconocido que va a pertenecer a nuestro presente. En
consecuencia, la historia se mantiene en permanente construcción y asiduamente nos
proporciona elementos nuevos, actualizando el presente desde el mismo pasado. “La
diferencia del presente del cual puede brotar el futuro es la fisura que el pasado
pendiente inscribe en el presente. Que el pasado permanece pendiente, esto es lo
decisivo en la concepción benjaminiana”Note23. .
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Por lo pronto, nuestra propia historia se va delineando sin vacíos en tanto
comprendemos y hacemos parte de nosotros ese pasado frustrado. Si somos capaces de
conciliar a este pasado posible desde nuestro presente y lo aceptamos como una parte de
nuestro presente, es porque lo hemos redimido de su fracaso y lo entendemos como una
posibilidad que pudo haber modificado nuestro presente. Sólo podemos sentir que
pertenecemos y que en cierta forma somos parte de ese pasado que nos pertenece, en la
medida que lo redimimos, que nos hacemos responsables de él, que lo comprendemos y
que reconocemos como parte de él a todo lo que en un momento dejó de ser, a todo lo
que fue derrotado, a todo lo que se olvidó y que pasó a ser mera posibilidad. En nuestro
presente siempre queda algo de ausente.
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y salva el presente”Note26. .Esta tarea que Benjamin se la adjudica al historiador es una
tarea que es exigencia para todos nosotros en tanto sujetos históricos.
La construcción del pasado que realiza la memoria nos interesa en cuanto incide y
nos es relevante en el presente. El pasado ausente haya o no alcanzado presencia,
merece reconocimiento y éste es realizado por la memoria a través de la cita.
La cita es la herramienta para redimir el pasado. Citar es sacar del escondite a ese
pasado que se da por perdido y volver a darle vida. Es un reconocimiento, un adquirir
responsabilidad respecto de él, es comprenderlo y hacer justicia. La acción de citar nos
hace justos al considerar lo ausente como parte del presente. “Esta forma de
reconocimiento no es sólo cognitiva, sino fundamentalmente política, ya que involucra el
otorgamiento a esos otros de la categoría de semejantes”Note27. . Al reconocerlos, los
volvemos semejantes de nuestra propia historia, los alzamos como un igual. Dejamos de
tener sólo a la mano a esa historia vencedora que en tanto victoriosa se establece como
parte constante del presente, sino que también tenemos a esa historia oculta, a saber,
con este reconocimiento obtenemos la otra cara de la misma moneda.
Del mismo modo, que con la memoria realizamos una construcción completamente
nueva en el presente aprovechando los restos de ese pasado sepultado, con la cita
traemos el pasado al presente de una forma fragmentaria. “No es el presente lo que en
la cita se manifiesta, sino un pasado el que se recupera”Note28. . El carácter de la cita, se
funda en el reconocimiento de cada acontecer como un acontecer que es parte del
pasado, sin importar si fue realizado o pudo ser realizado en su totalidad, es decir, que
se constituye en cuanto considera a todo acontecimiento como parte del presente que
vivimos y de la historia que se relata.
Para rescatar el pasado no podemos retroceder hasta él, debido a que el progreso
nos presiona incansablemente hacia el futuro, por tanto lo único que nos resta es citarlo
desde el presente. Así, se hace imprescindible recurrir a esta herramienta de
reconocimiento para elevar al pasado hasta la presencia y volver a darle vida.“¿Qué tiene
la cita para ser tan poderosa? Sacar al pasado, a ese pasado de los vencidos, fuera del
nicho en el que lo han colocado los que escriben la historia para darle vida y voz
propia”Note29. .
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Con nuestra propia historia llegamos a ser injustos, porque faltamos a la
universalidad al no saber integrar nuestros sucesos vividos. A medida que vamos
consumando etapas tanto etáreas como intelectuales vamos dejando afuera a las menos
avanzadas. No obstante, nos olvidamos de que todo, hasta lo más intrascendente, es
parte de nosotros mismos y nos funda como tales. Tenemos que ser capaces de leer
nuestro pasado como si fuera un texto nunca escrito, alejando la premisa que establece a
todo lo acontecido como dotado de una opacidad incognoscible en la medida en que se
encuentra temporalmente lejos de nosotros. Para ser capaces de realizar lo anterior,
será necesario introducirnos en la Filosofía de Paul Ricoeur, especialmente en sus ideas
plasmadas en Tiempo y Narración.
Para San Agustín, en el alma humana se medirían los tiempos, la impresión que
dejan las cosas en ella al pasar. Lo que se mediría, no sería las cosas futuras o pasadas,
sino su expectación y su recuerdo, “cuando se narra de memoria, los recuerdos van
apareciendo fácilmente por su orden”Note33. . En otras palabras, en este contexto cuando
nos referimos a temporalidad la estamos entendiendo desde un punto de vista
heideggeriano, esto quiere decir, que se considera al tiempo como horizonte de la
comprensión del ser de los individuos.
Por lo tanto, una forma de citar y de redimir ese pasado vencido u olvidado, es
narrando. Mediante la narración podemos volver a arraigar ese pasado oculto a nuestra
existencia, entregándole un registro concreto. Ésta sería una forma adecuada de sentir
que, no porque las etapas hayan sido resueltas en el tiempo no tienen derecho de seguir
incidiendo en nuestro presente, aunque sea de una forma narrativa. Por consiguiente, el
papel que juega la memoria no es del todo aislado e independiente, a mi parecer la
acción de narrar es inseparable a ésta. A saber, no basta con hacer trabajar nuestra
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memoria centrándonos en sucesos olvidados y truncados, si no somos capaces de en
cierta forma ponerlos en práctica, narrándolos.
II Memoria de la infancia
a) Entorno a la infancia
…las distintas figuras de la infancia o, más precisamente, las distintas imágenes que
hemos construido de ese enigma que llamamos “infancia”, son un espejo de nosotros
mismos: un producto de nuestros miedos y nuestras esperanzas, de nuestro coraje y de
nuestra cobardía, de lo que creemos que somos y de lo que sentimos que nos falta, de lo
que nos gustaría ser y de lo que sabemos que nunca seremos, de nuestras utopías y de
nuestras decepciones, de nuestros sueños y de nuestras pesadillas, de nuestros logros y
de nuestros fracasos, de nuestra manera de habitar el tiempo, la memoria y el olvido, la
repetición y la diferencia, la continuidad y la discontinuidad, el nacimiento y la
muerte.Note36.
Con relación a la infancia hay mucho que decir, como también es mucho lo que se
dice. A lo largo de la tradición, se ha instituido casi por completo una concepción de
infancia descrita como exclusivamente la primera edad del ser humano. Esta
determinada percepción ha sido originada gracias a la influencia del historicismo
anteriormente enunciado. Es éste el que ha determinado una continuidad lineal en la
Historia Universal, como también en nuestra propia historia personal. Nuestra vida es
comprendida como una secuencia constante, lineal y sin grandes variaciones; nuestro
pasado, presente y futuro son puntos estáticos dentro de este continuo. “Pensamos la
vida humana atravesando estadios, etapas, fases de desarrollo. Aparecemos ante
nosotros mismos como seres en ascensión, “la infancia sería el primer peldaño”Note37. .
Asimismo, el progreso es en nuestra vida un imperativo irrevocable. La infancia como
primera etapa, habitualmente es vista como la más singular, la más básica, la más fácil y
la menos importante. En la medida en que estamos llamados a avanzar, la olvidamos
rápidamente y nos enfocamos meramente en la etapa presente.
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Ahora bien, haciendo alusión al pensamiento benjaminiano descrito en la primera
parte de esta tesis, la infancia revela la misma esencia del pasado, de ese pasado
vencido y olvidado. Del mismo modo, la adultez representa el presente heredero del
pasado vencedor y de la lógica dominante. Es así, como lo que tradicionalmente se
denomina primera etapa, ha sido permanentemente asociado a la debilidad y a la
inferioridad. “En tanto primer peldaño de la vida humana, la infancia representa también
su forma incompleta, su falta de acabamiento”Note38. .
Estas nociones que suelen relacionarse con la infancia, nos han sido heredadas de la
modernidad y por sobre todo de la Ilustración, en este período estaba en boga un intenso
y urgente llamado a la emancipación y a la autonomía. Entorno a estas mismas ideas
Walter Kohan en Infancia entre Educación y Filosofía, nos plantea lo siguiente: “La
infancia es una metáfora para una vida sin razón, oscura, sin conocimiento. La
emancipación sería un abandono de la infancia, su superación”Note39. . La
emancipación manci patio ya en su raíz latina apuntaba a un emerger del estatus de
esclavo, a un estatus de hombre libre. En relación a esta idea el filósofo Immanuel Kant
es bastante sugerente en el ensayo “¿Qué es la Ilustración?” En este pequeño texto
realiza un llamado a salir del estado de minoría de edad, en efecto, con aquello se
refiere al estado del ser humano en que no es capaz de utilizar su entendimiento con
independencia de un tutor. Por tanto, el reiterado llamado que se efectuaba en la
Ilustración era un llamado a emanciparse de lo que algunos actualmente denominan
infancia. Desde esta lógica, aquélla es utilizada como figura metafórica de una vida
desprovista de razón. Kant expresa la idea de mayoría de edad como la edad de la razón,
por consiguiente, la razón se consideraba como único medio para conocer y comprender
la realidad sensible e inteligible, única manera de abandonar el estado de inacabamiento
que supone la infancia o minoría de edad.
Si observamos de una manera extensa las prácticas educativas, familiares y escolares, de nuestra
sociedad, podemos apreciar que en el imaginario social aún subsiste una concepción de infancia que
tiene efectos limitantes en varios aspectos de nuestra cultura. Uno de esos efectos es el hecho de que
niñas y niños no son validados y legitimados suficientemente como sujetos con grados de autonomía,
como sujetos productores de cultura y como protagonistas de sus propios procesos de aprendizaje
múltipleNote41. .
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que transmita ningún saber. Dicho de otra manera, el acto del maestro que obliga a otra
inteligencia a funcionar es independiente de la posesión del saber. El maestro ignorante,
es sólo una voluntad que ordena a su otro poner en ejecución una capacidad que ya
posee, la capacidad que todo hombre ha demostrado al adquirir sin ningún maestro, el
más difícil de los aprendizajes, el de esa lengua extranjera que es para cualquier niño o
niña que viene al mundo la lengua que llamamos materna. El obstáculo para el ejercicio
de las capacidades del ignorante no es su ignorancia, sino su aceptación de la
desigualdad. Aquel que no quiere ir más lejos en el desarrollo de su poder intelectual se
satisface de no poder, en la seguridad de que otros tampoco pueden. El principio
desigualitario es un principio de compensación de las desigualdades que funciona a escala
de la sociedad en su conjunto. No es el saber del maestro lo que puede suspender ese
funcionamiento de la máquina desigualitaria, sino la propia voluntad del ignorante.
La máscara del adulto se llama “experiencia”. Es inexpresiva, impenetrable, siempre igual; ese adulto
ya lo ha experimentado todo: la juventud, los ideales, las esperanzas, la mujer. Todo era ilusión. A
menudo nos sentimos intimidados o amargados. Quizás ese adulto tenga razón. ¿Qué podemos
contestarle? Nosotros aún no hemos experimentado nadaNote43. .
Desde este enfoque, se cometen graves errores, en cuanto que las ideas que
poseemos con respecto a las niñas y niños, no se deben a ellos mismos, sino que somos
los mismos adultos que a lo largo de la historia hemos establecidos imágenes que los
definirían a nuestra semejanza.
A nuestro juicio, las concepciones de la infancia –conformadas por sistemas de representaciones sociales
respecto de las identidades de niñas y niños y que configuran un sistema de dispositivos que estructuran
las relaciones con el mundo adulto- han estado, fundamentalmente, influidas por un concepto reductivo
de la infancia en varios sentidosNote45. .
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adulta de la imitación. Los infantes no buscan imitarnos, somos nosotros mismo que
buscamos que nos imiten. Es el mundo de la adultez que incita a niñas y niños a jugar
a ser grandes. No obstante, la auténtica “esencia del jugar no es un hacer de cuenta que,
sino un hacer una y otra vez, la transformación de la vivencia más emocionante en un
hábito”Note47. . La gran ley que rige sobre el mundo de los juegos, es la ley de la
repetición. Sabemos que para niñas y niños esto es el alma del juego, que nada lo hace
más feliz que el otra vez.
Los niños y niñas, “no se subordinan jamás a realidades exteriores, como los libros
de imágenes o de cuentos, o incluso los juguetes, sino que viven con ellos una situación
dialéctica: sufren, sí, la fascinación, pero saben mantener distancia con ellos, saben
jugar con ellos. Quedan, por lo tanto, envueltos en la dialéctica del aceptar y el
transformar: aceptar las leyes de lo diverso, lo gratuito, lo entretenido, que se traslucen
en la literatura infantil; transformar y dar vuelta instintivamente los materiales con los
que la primera experiencia histórica lo confronta: colores, letras, figuras, a los que su
fantasía incansable parece reservar siempre nuevas combinaciones”Note50. .
Gracias a las ideas con las cuales hemos ido delineando nociones acerca de la
infancia, percibimos que ésta es mucho más que la primera etapa de la vida y asimismo
no es posible desligarnos de ella tan fácilmente. Para Walter Kohan, la infancia debe ser
pensada como condición, sentido y territorio de la existencia humana.
Ser niños y niñas es un contante comenzar. Comenzamos a comunicarnos, luego comenzamos a hablar,
comenzamos a manipular, comenzamos a ganar, luego comenzamos a perder, a transar, a imaginar, a
esperar, a crear, a buscar, a caminar, a pelear. Los códigos se van asociando y vamos incorporando
tantas cosas, vamos siendo y haciendoNote51. .
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imposibilitaría que nuestra historia personal sea pensada conforme a una continuidad
lineal y progresista, con ésta en cualquier instante podemos retroceder, un retroceder
negativo para la tradición, pero un retroceder que nos inunda de diversidad y de
novedad. Con la infancia volvemos a probar, no nos estancamos en lo ya vivido, volvemos
y experimentamos lo desconocido. “No hay progreso en la historia humana. Porque hay
infancia (experiencia), la historia humana no puede ser continua, lineal, natural. Que la
historia humana tiene a la infancia por patria significa que de ella se deriva, que de ella
se origina y que sin ella nada esNote53. ”. Nuestra capacidad de sorprendernos es infinita en
tanto la infancia nos abre a toda posibilidad desconocida e inesperada.
La infancia es la condición de ser afectado que nos acompaña toda la vida. Lo dicho y lo no dicho, la
falta de palabra, la ausencia de voz (in-fans), en los afectos. Es aquella singularidad silenciada que no
puede ser asimilada por el sistema. Una condición de estar afectado que no puede nombrar o reconocer
esa afección, esto es la infanciaNote54.
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excluido. Para sus comentaristas estas serían las razones de su interés frente a la infancia
y sus ejes temáticos.
El pretérito se nos manifiesta con cada movimiento, con cada respiro, con cada
pensamiento que realizamos inmersos en este presente. Pero, a la vez, éste se nos
esconde diluyéndose avivadamente a través de los vientos del olvido. Toda manifestación
nos convoca ininterrumpidamente al pasado y de sobremanera al pasado frustrado que
clama un desenlace en la historia.
Todas estas razones señaladas nos remiten a la infancia, ya que, como hemos
enunciado, ésta es mucho más que la primera etapa de nuestra vida y aunque se la
considere meramente desde esta perspectiva siempre volvemos a ella. Con relación a
esto, el problema no radica exclusivamente en que se la considera sólo como una fase
etárea, sino que subsumidos en un constante progresar se nos obligue a abandonarla
prematuramente y así también despreciarla y olvidarla.
Para alcanzar un modo comprensor de relacionarnos con niñas y niños, tenemos que
ser capaces de redimir a nuestra propia infancia, en consecuencia, es necesario que la
reconozcamos en cada presente como parte primordial de nuestra constitución como
individuos. En otras palabras, el reconocimiento y la aprehensión de nuestra propia
infancia es una de las posibles alternativas de aproximarse al problema que representa la
infancia en general.
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Este modo de aproximación también tiene algunos riesgos: nos relacionamos con las imágenes que nos
llegan de nuestra propia infancia y construimos a partir de ellas lo que son ellos, interpretamos.
Entramos con esta observación a un terreno complejo, el especular, el proyectar y reflejar en el otro u
otra lo que nos ha acontecido y vernos en el otro a partir de nuestra memoria. Frente a ello, sería
necesario reconocer siempre esa distancia de la que hablábamos: hay algo que no puedo saber, y ante lo
cual más bien debemos sorprendernos: la dimensión de inaprehensibilidad del otro o la otraNote57. .
El riesgo que describe la cita anterior posee relación con lo que anteriormente hemos
expuesto. La redención de la propia infancia rompe con el paradigma establecido en la
relación entre la adultez y la niñez, generando una experiencia en el individuo que
realiza tal apropiación. No obstante, tal experiencia se refiere a la infancia propia y sería
un error extrapolar tal experiencia a la concepción general de infancia. La redención es
una manera de “hacer saltar el continuum de la historia”Note58. , es decir, de escapar a la
aproximación de nuestro pasado que lo muestra como ajeno, y es en este sentido que
podemos referir tal trato con la historia a nuestra concepción de infancia. Por
consiguiente, en la relación con los otros y otras, donde la infancia y la experiencia de la
redención se podrían mostrar como un espejo de nuestra propia infancia, es necesario
mantener distancia, detener toda proyección y reflexión que violente aquellas otras
experiencias. El propósito de todo esto es permitir que, tanto el otro como la otra y su
experiencia, se muestren de la manera más “objetiva” posible, lo cual sólo se consigue
cuando logramos establecer una relación con los demás de pura contigüidad, es decir,
permitir que el otro o la otra se muestren como tal sin violentar tal aparición con mi
propia experiencia. Este es el riesgo potencial que guarda un viaje tan íntimo y propio.
En un flujo de argumentos totalmente inagotable, como los que presentaban los sofistas a los
atenienses, el ciudadano griego aprendió a intercambiar sus propios puntos de vista, su propia «opinión»
-la forma en que el mundo se le aparecía y mostraba… con la de sus conciudadanos. Los griegos
aprendieron a comprender, no a comprenderse como individuos sino a mirar al mismo mundo de la
posición del otro, a ver lo mismo bajo aspectos muy distintos y, a menudo, opuestos.Note59.
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donde puede darse la imparcialidad. La otra opinión muestra un mundo nuevo que escapa
a los dominios del sujeto, ofreciendo la posibilidad de apreciar lo mismo desde otro
universo. La objetividad radica, por tanto, en la posibilidad de soslayar ese abismo que
existe entre el yo y el tú, y realizar la traslación de la percepción a los demás. Esto se
consigue exclusivamente cuando permitimos que los demás se muestren bajo sus propios
términos, sin proyecciones ni reflexiones de mi propia intencionalidad en su propia
visión. Es por esta razón que, es fundamental, mantener la distancia, permitir la pura
contigüidad, para no violentar la increíble oportunidad que ofrecen los demás: la
posibilidad de la objetividad.
De la misma forma, cuando se hace una advertencia a los riesgos que suponen el
viaje benjaminiano hacia la infancia, se pretende advertir que es preciso no extrapolar la
propia experiencia de la redención de la infancia, hacia la infancia en general. El viaje
hermenéutico posee un matiz personal, pero no por ello privado. Es posible aproximarse
a diferentes posturas y visiones de la infancia, pero siempre manteniendo ese espacio
necesario para que la imparcialidad surja. De este modo, el otro o la otra, pueden
mostrar su novedad y su sorpresa, presentado la posibilidad de configurar un concepto de
infancia general con el carácter de “objetivo”, como poseedor de una plenitud plural.
Asimismo, la propia redención de la infancia ofrece una postura o una ventana al
concepto de infancia general desde un singular punto de vista, el cual puede
complementarse al existir la posibilidad de mostrar tal concepto a los demás, ofreciendo
la oportunidad que se produzca aquello que Arendt denomina el pensar sin
barandillasNote60. .
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En consecuencia, todo el presente posible y todo el pasado frustrado, se
corresponderían con la definición de historia no narrada, en tanto, no son parte de la
historia convencional y determinada por la tradición. El hacernos cargo de este presente
posible y de este pasado truncado, es de cierta forma, narrarlo, en el sentido que lo
hacemos parte de la Historia Universal, entendiéndolo como la otra mirada que se
excluyó, pero que sigue incidiendo a medida que corre el tiempo.
Contamos historias porque, al fin y al cabo, las vidas humanas necesitan y merecen contarse. Esta
observación adquiere toda su fuerza cuando evocamos la necesidad de salvar la historia de los vencidos
y perdedores. Toda la historia del sufrimiento clama venganza y pide narración Note64. .
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apertura de esa experiencia a lo imprevisto, a lo que puede ser de otra forma, a lo que
todavía no sabemos ni podemosNote68. .
Indudablemente, es un acercamiento mediado a través de la remembranza que se hace desde otra etapa
de la vida, del relato que comporta una reelaboración de la experiencia, de poner en el lenguaje
sensaciones, sentimientos, percepciones, relaciones diversas con acontecimientos, con las cosas, las
personas y el propio cuerpoNote69. .
“Puede que sea por culpa de la construcción de los aparatos o de la memoria, lo cierto es que, en el
recuerdo, los sonidos de las primeras conversaciones por teléfono me suenan muy distintos de los
actuales. Eran sonidos nocturnosNote71. ”.
“Cada cual posee un hada que le tiene reservado un deseo por cumplir. Sin embargo, son pocos los que
recuerdan el deseo que expresarán algún día, y sólo pocos reconocen más tarde en la vida el
cumplimiento del mismoNote72. ”.
“Después de cada fiesta de navidad y de cumpleaños había que decidir cuál de los regalos había que
ofrendar al <<nuevo armario>> del que mi madre me guardaba las llaves. Todo lo que se encerraba
permanecía nuevo por más tiempo. Yo, en cambio, no pensaba conservar lo nuevo, sino renovar lo
antiguo. Renovar lo antiguo mediante su posesión era el objeto de la colección que se me amontonaba
en los cajones. Cada piedra que encontraba, cada flor que cogía y cada mariposa capturada, todo lo que
poseía era para mí una colección únicaNote73. ”.
“Al igual que la madre coloca a su pecho al recién nacido sin despertarlo, así trata la vida por algún
tiempo los tiernos recuerdos de la infancia. Nada fortalecía más los míos que la vista de los patios, una
de cuyas logias, sombreada en verano por las marquesinas, fue mi cuna, donde la ciudad puso al nuevo
ciudadanoNote74. ”.
“Importa poco no saber orientarse en una ciudad. Perderse, en cambio, en una ciudad como quien se
pierde en el bosque, requiere aprendizaje. Los rótulos de las calles deben entonces hablar al que va
errando como el crujir de las ramas secas, y las callejuelas de los barrios céntricos reflejarle las horas
del día tan claramente como las hondonadas del monte. Este arte lo aprendí tarde cumpliéndose así el
sueño del que los laberintos sobre el papel secante de mis cuadernos fueron los primeros rastros Note75. ”
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Con estos extractos, podemos vislumbrar el incipiente amor por las antigüedades y por la
recolección. Asimismo, se manifiesta una gran importancia al recuerdo, a los detalles, a
los sentimientos, a los olores, etc.
De esta manera, la cita permite referirnos a nuestro pasado sin violentarlo, así como
también presenta un camino alternativo al impuesto por la tradición al momento de
tratar con nuestra historia. La fragmentación que produce la cita posibilita apreciar a los
acontecimientos como particulares, escindidos de la continuidad vencedora de la historia
oficial, permitiendo que éstos se muestren bajo su propia luz. En consecuencia, la
autobiografía, al constituirse precisamente de manera fragmentaria, posibilita el
reencuentro con aquellos acontecimientos que claman redención, a nuestro pasado
truncado y, finalmente, a nuestra infancia.
Conclusión
Es evidente, que bajo una primera mirada pareciera que no hubiese relación entre la
memoria benjaminiana y la infancia. Sin embargo, el empoderamiento que nos otorga la
memoria de los vencidos es correspondiente con una nueva visión que pretendíamos
entregar en relación a la infancia. Como lo hemos señalado a lo largo de este escrito, es
propio de nuestra época la descategorización de acontecimientos, de individuos y hasta
de etapas de nuestra vida. Esta situación, no posee más responsables que el historicismo
y el continuum que éste establece en la historia, por tanto, pareciera que la esencia
misma de nuestra época fuera el progreso.
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