Ignorancia Deliberada
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Ignorancia Deliberada
Las tesinas
de
Belgrano
Departamento de Investigaciones
2012
Universidad de Belgrano
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Tesinas La ignorancia deliberada del derecho penal: ¿dolo o culpa? ...
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Tesinas La ignorancia deliberada del derecho penal: ¿dolo o culpa? ...
Indice:
1- Introducción.............................................................................................................................pág. 5
2- Antecedentes ..........................................................................................................................pág. 5
Distintas doctrinas ....................................................................................................................pág. 8
. Teoría de Jakobs ...................................................................................................................pág. 8
. Teoría de Luban ....................................................................................................................pág. 9
. Teoría de Sancinetti ............................................................................................................pág. 10
. Teoría de Sandro ................................................................................................................. pág. 11
3- Elementos conceptuales de la Ignorancia Deliberada ...........................................................pág. 12
4- Comparaciones con otras figuras: Actio Libera in Causa y Error de tipo ...............................pág. 13
. Comparación con la Alic ......................................................................................................pág. 13
. Relación con el error de tipo ...............................................................................................pág. 14
5- Estructura del dolo y de la culpa: relación entre dolo e imprudencia .....................................pág. 14
. Estructura del dolo ..............................................................................................................pág. 14
. ¿Puede existir el dolo sin conocimiento ..............................................................................pág. 14
. Estructura de la culpa .........................................................................................................pág. 15
. Relación entre dolo e imprudencia ......................................................................................pág. 15
6- Distintos casos de ignorancia deliberada y sus soluciones ...................................................pág. 17
. Introducción .........................................................................................................................pág. 17
. Aplicación del dolo o imprudencia a los distintos casos de Ignorancia Deliberada.........pág. 18
. Distintos casos según Ramón Ragués ............................................................................pág. 19
7- Conclusión .............................................................................................................................pág. 21
8- Anexo .....................................................................................................................................pág. 22
9- Bibliografía .............................................................................................................................pág. 28
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Introducción:
La doctrina de la “Ignorancia Deliberada” o “Willful Ignorance” del derecho angloamericano, alude a
aquellos supuestos en los que un sujeto se coloca intencionalmente en una situación de “ceguera” ante
las circunstancias de hecho penalmente relevantes.
Este problema no ha sido discutido en forma trascendental por nuestro derecho, porque en el sistema
jurídico español y otros similares, a diferencia de lo que sucede en los países del common law, la figura
del dolo eventual resuelve, en la práctica, la gran mayoría de los casos en los que un sujeto activo de un
delito renuncia voluntariamente a adquirir los conocimientos que pueden comprometerlo en un caso penal.
La jurisprudencia española sentó como definición de esta figura, “la situación en la que un sujeto no
quiere saber aquello que puede y debe conocer”, o sea, “la ausencia de representación de elementos
típicos, en el que concurren la capacidad del sujeto de abandonar esta situación pudiendo hacerlo y el
deber de procurarse dichos conocimientos. A esto se le adiciona la obtención de un beneficio que recibe
el sujeto por la situación de ignorancia creada por él mismo”.1
De esta forma se están aceptando las consecuencias del ilícito en el que voluntariamente se participa.
El eje de este trabajo es tratar de dilucidar si una persona que actúa con ignorancia deliberada merece
la misma pena que quien obra con pleno conocimiento, y por tanto preguntarnos: quien se pone en una
situación provocada de ceguera ante los hechos ¿es responsable por dolo o culpa?
Antecedentes:
El primer precedente surge en el siglo XIX en Inglaterra, en una sentencia del año 1861, en el caso
llamado “Regina v. Sleep”2.
En dicho fallo, se le atribuyó al Sr. Sleep una malversación de bienes de dominio público. Esta infrac-
ción requería del conocimiento del mismo de que los bienes eran del Estado. Su condena fue revocada
precisamente porque no se comprobó que conociera que los bienes estaban marcados como de propiedad
del Estado, ni que se abstuvo intencionadamente de obtener dichos conocimientos.
Esta primera sentencia fue seguida por otras similares, asentando en la doctrina inglesa la equiparación
entre ignorancia deliberada y conocimiento.
La doctrina del willful blindness aparece en la jurisprudencia estadounidense, en una resolución del
Tribunal Supremo de los Estados Unidos, en el caso “Spurr v. United States”3
Allí, se le acusaba al Sr. Spurr (que era presidente del Banco Nacional de Nashville), de haber cer-
tificado cheques emitidos por un cliente cuya cuenta carecía de fondos. El Tribunal Supremo consideró
que la intención del autor “puede presumirse” si hay ignorancia deliberada “acerca de si el librador tiene
o no dinero en el banco” o bien “indiferencia crasa” sobre ese dato.
Según Ramón Ragues, desde la década de 1960, la doctrina del willful blindness se vio supeditada a
las previsiones del Model Penal Code propuesto en el año 1962 por el American Law Institute, considerado
como estándar para la legislación penal.
Este Código estableció que para que una persona sea declarada culpable debe actuar adrede, a
sabiendas, con imprudencia o negligentemente respecto de los elementos que comprenden el ílicito
penal; sin embargo en la sección 2.02.7, el Model Code establece que “cuando el conocimiento de la
existencia de un hecho particular sea elemento de una infracción, concurre tal conocimiento si el sujeto
es consciente de la alta probabilidad de la existencia del hecho, a menos que realmente crea que dicho
elemento no concurre”.4
En el Tribunal Supremo Español, a partir del año 2000 en adelante, han aplicado en sus resoluciones
el concepto de dolo a las situaciones de ignorancia deliberada. Es decir, el desconocimiento provocado
es un elemento autónomo de imputación subjetiva vinculado con el dolo sólo a efectos punitivos.
En la Argentina, el precedente más significativo es una resolución de la Sala I de la Cámara Nacional
de Apelaciones en lo Criminal y Correccional del 28/08/09. 5
En dicho fallo, se confirma el procesamiento del Director General de la Dirección General de Verifi-
caciones y Habilitaciones de la Secretaria de Gobierno, del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires por
el delito de abuso de autoridad, por haber otorgado una habilitación comunal para el uso de un natatorio
1. Sentencia de la Sala Segunda Española, 10/01/00. Citado por Ramón Ragués IVallés “La Ignorancia deliberada en Derecho
Penal”, Editorial Atelier, 2007; pág.24/25.
2. Robbins, JCLC,81(1990), citado por Ramón Ragués IVallés “La Ignorancia deliberada en Derecho Penal”, Editorial Atelier, 2007;
pág.65.
3. 174 U.S 728 (1899), citado por Ramón Ragués IVallés, Ob cit; pág.67.
4. Citado por Ramón Ragués IVallés; Ob cit pág.72.
5. Sala I, causa 36.414 S., H.D (Ver anexo I)
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“El funcionario obró en forma absolutamente contraria a las obligaciones que tenía a su cargo para
que se pudieran llevar adelante la habilitación como le proponían fraudulentamente sus inferiores…
un obrar de estas características, sumado a la nota presentada por la institución que requería la
ampliación de un plazo para completar los trabajos que le permitirían la habilitación, representa
un supuesto que la doctrina denomina de ceguera ante los hechos; donde lo evidente es di-
rectamente desconocido o descartado para obrar como lo hizo. Efectivamente el funcionario
que tiene a su cargo la importante tarea de permitir la habilitación y funcionamiento de lugares y
actividades que representan, o pueden representar aumentos de riesgo para los que asisten a las
actividades que allí se desarrollen, reconoce un nivel de exigencia que, sin entorpecer o poner
obstáculos a las actividades que los particulares quieran realizar requiere de un mínimo de con-
trol que el funcionario, en este caso concreto, no realizó. De esta forma, y no encontrándose en
discusión la acreditación objetiva de la conducta reprochada, el tipo subjetivo, a esta altura del
proceso, se encuentra acreditado en la ceguera con la que se obró frente a la evidencia de los
hechos que en forma palmaria surgían del expediente, por lo que el obrar debe ser considerado a
título de dolo”7
En relación a este caso hubo, con anterioridad, dos pronunciamientos judiciales referidos a la extensión
de la responsabilidad por la muerte de una niña en la pileta de natación del club. Tales pronunciamientos
fueron dictados por el Tribunal Oral Criminal nº 18 del 2/5/2007 y por la Cámara Nacional de Casación
Penal, Sala II9 del 15/7/2010.
La temática allí tratada tiene relación con la imputación objetiva del resultado y la teoría de la defrau-
dación de roles en el ámbito de los delitos culposos.
El TOC nº 1 condenó a un miembro del órgano societario del Club Atlético All Boys (presidente de la
S.A), ya que “tenía dentro de su competencia evitar cualquier peligro que pudiera acrecentar el riesgo que
constituía la pileta… y por el incumplimiento del art. 31 de la Ordenanza 41.718 del 21 de enero de 1987
en la que se disponía que la piscina debe ser controlada por dos bañeros y contar con una plataforma
sobreelevada que asegure la clara visualización de los bañistas”10. Asimismo también fue condenado el
profesor de educación física y coordinador de actividades deportivas, ya que “bajo su supervisión, custo-
dia y dominio estaban la pileta y los niños en el momento del hecho… y por permitir que las actividades
natatorias se llevaran a cabo en una pileta que no contaba con las medidas de seguridad exigidas en la
reglamentación…incrementó el peligro y finalmente se concretó en la muerte de aquella…”11
La profesora de natación fue condenada por “incumplir su deber de vigilarlos durante toda la actividad…
hasta que salieran del espacio de peligro...y violó el deber de cuidado objetivo al obrar con descuido…
dado el carácter de las actividades que estaban a su cargo…”12
Las razones para condenar a la guardavidas surge de su calidad de tal, ya que “tenía el deber de
garantizar la seguridad de todas las personas que se encontraban en el espejo de agua; especialmente a
los niños de corta edad…debía adoptar todas las medidas de cuidado que pudieran impedir un resultado
disvalioso…de haber obrado diligentemente hubiera podido evitar la muerte de F…”13
El Dr. Ávila realiza algunas reflexiones sobre el fallo afirmando que “se exige demostrar que en los
casos de concurrencia de riesgos, el aumento de riesgo derivado del incumplimiento del imputado se rea-
lizó efectivamente en el resultado acaecido, no bastando para cumplir esa exigencia solo con mencionar,
como en este caso, la muerte de la menor”14.
Señala asimismo una incongruencia en el fallo advirtiendo que “se razona como si se tratara de in-
fracciones de deber separadas, independientes entre sí, no vinculadas por la misma desgracia pero que
6. Sala I, ob cit.
7. Sala I, ob cit
8. Ver La Ley T 2007 E, pág 491 y ss. con comentarios del Dr. Juan Ávila y del Dr. Miguel Ángel Arce Aggeo.(Anexo II).
9. Storchi Fernando M y otros (Ver anexo III).
10. Juan Ávila, “La realización del resultado en la imputación objetiva”, La Ley 2007 E, pág. 492.
11. Juan Ávila, ob. cit pág 493.
12. Juan Ávila, ob. cit pág 494.
13. Juan Ávila, ob. cit pág 494.
14. Juan Ávila, ob. cit pág 497.
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Tesinas La ignorancia deliberada del derecho penal: ¿dolo o culpa? ...
no obstante, todas ellas se realizaron, sin merecer mayor discriminación, en el resultado”15. Hay varios
casos en los que se violan los deberes de cuidado que involucran a varios participantes abriendo el
interrogante sobre si les imputable a todos los actores, o alguno en particular. La doctrina no es pacífica
en este aspecto surgiendo varias discrepancias.
Afirma que “todo garante que no realiza “algo” de lo mandado para disminuir el riesgo que conlleva una
fuente de peligro al nivel tolerado, es penalmente responsable si se concreta algún resultado prohibido,
aun cuando la producción concreta de éste se impute a las infracciones de deberes de otros garantes
que de modo directo e inmediato debían conjurar – no ya disminuir- esas fuentes de riesgo”16
Concluye sosteniendo que, a su entender, los incumplimiento de los directivos (ausencia de bañero
y plataforma elevada) “…explican y fundamentan solo el incremento del riesgo, no su no producción del
resultado. La falta de cuidado de la bañera y la profesora, en cambio, tal como resultan expuestos en el
fallo explican por sí la producción del resultado17.
El Dr. Arce Aggeo afirma que en el fallo comentado “ se encuentra constituido la viabilidad de concu-
rrencia de imputación por defraudaciones de roles cuyas consecuencias son pluralmente concurrentes
con relación al resultado, es decir, el comportamiento de varios portadores de rol puede confluir de ma-
nera diferencial en la materialización del resultado…la verificación de las faltas funcionales en diferentes
estamentos jerárquicos, no implica la exclusión de éstos entre sí, en tanto los comportamientos por sus
características, coadyuven a la materialización del resultado lesivo.”18
Asimismo señala que “ lo que se exige para la obtención de la imputación objetiva del resultado al
autor es la determinación de la causalidad, la creación de un peligro jurídicamente reprobable y que ese
peligro se haya concretado en el resultado...la construcción de los denominados riesgos tolerados por el
sistema social, pueden determinarse en virtud del criterio brindado por el rol, pero ello debe indefectible-
mente llevarnos a profundizar los conceptos constitutivos de estas unidades de acción…los conceptos de
“confianza”, “expectativa” y “rol”, resultan inherentes a toda organización de tipo social, desde el propio
sistema social hasta cualquier tipo de organización”.19
Indica que “el rol constituye una unidad elemental o constructo mínimo en la obra que constituye un
sistema social, y es por lo tanto la unidad mínima de acción o comportamiento que podemos esperar
de un individuo en su interacción comunicativo social a través del lenguaje…el rol permite operar como
referente de coordinación de comportamientos y por lo tanto como referente de construcción de la im-
putación jurídico penal…”20
Concluye que “en el caso analizado puede observarse claramente que la valoración de la defraudación
de un deber de cuidado debe construirse no sólo con elementos normativos sino que además al no ser
éstos suficientes para describir claramente una función compleja, en el caso la de los responsables de la
organización deportiva y comercial del natatorio, se debe recurrir a las modalidades conductuales de la
función en sí, la que no son fáciles de precisar desde la valoración del riesgo”.21
Finalmente, el pronunciamiento de la Cámara Nacional de Casación Penal, Sala II, casó parcialmente
la sentencia recurrida, manteniendo únicamente la condena impuesta a la profesora de natación y al
guardavida. En su fallo afirman que debe casarse la sentencia tanto del presidente del directorio de la
sociedad como del coordinador de deportes de la institución, por la muerte de una menor en el natatorio
ya que “la imputación que se formula en su contra se funda en un criterio de responsabilidad objetiva que
no se compadece con el principio de culpabilidad.”22
El Dr. Arce Aggeo hace una observación crítica a dicho fallo, afirmando que “…la visión de imputación
basada en la división de roles sólo parece ser efectiva y justa en el ámbito empresarial en tanto no pueda
constatarse una desorganización evidente en la distribución de funciones en un área determinada de la
empresa, sobre todo si la misma atiende a la seguridad en virtud de la reducción de riesgos propios de la
actividad con la cual se pretende lucrar. Este es entonces el punto donde se nota con mayor claridad la
línea divisoria entre la sentencia del TOC y la de la CNCP, y ello se traduce de manera muy convincente
al dejar impunes a los estamentos superiores condenando a los inferiores…”23
15. Juan Ávila, “La realización del resultado en la imputación objetiva”, La Ley 2007 E, pág. 498.
16. Juan Ávila, ob cit, pág 500.
17. Juan Ávila, ob cit, pág 503.
18. Miguel Ángel Arce Aggeo, “La construcción de la imputación en base a la defraudación de roles en el ámbito de la organización
de delitos culposos”, La Ley 2007 E, pág. 505.
19. Miguel Ángel Arce Aggeo, ob. cit. pág. 507.
20. Ángel Arce Aggeo, “La construcción de la imputación en base a la defraudación de roles en el ámbito de la organización de
delitos culposos”, La Ley 2007 E, pág. 511.
21. Miguel Ángel Arce Aggeo, ob. cit. pág. 512.
22. CNCP, Sala II, “Storchi, Fernando M y otros”, 15/7/2010.
23. Miguel Ángel Arce Aggeo, “ La imputación del resultado en base a roles en ámbitos empresariales desvirtuados”, Fallo comentado:
CNCP, Sala II, 15/7/2010.
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Tesinas La ignorancia deliberada del derecho penal: ¿dolo o culpa? ...
Afirma que “ciertos ámbitos funcionales o roles coinciden en un mismo ámbito de control o prevención del
riesgo y, por lo tanto, la exclusión de uno de los controles no implicaría la exclusión del otro. Sin embargo,
si bien el camino elegido es el correcto, se nota en el fallo que se efectúa una aplicación de este principio
en desmedro de los estamentos inferiores funcionales, cuando claramente del relato de la totalidad de los
hechos, por lo menos, de aquellos observados en la sentencia del TOC y el presente, no parece advertirse
con claridad dicha situación, más bien sucede que de hecho la responsabilidad de los roles superiores no
parece excluirse…la desorganización estructural empresarial en el ámbito de nuestro país con relación
a los roles de control y prevención de riesgos parece ser una constante con trágicas consecuencias…”24
Asimismo manifiesta que “sin dudas el tribunal de casación a diferencia del TOC ha decidido construir
la base de la imputación direccionada sobre los estamentos inferiores, haciendo de esta manera lugar a
las construcciones de imputación más tradicionales, sólo que argumentada sobre la base de estructuras
funcionales de la teoría del delito, pero aplicadas, como lo especificare, a un sistema empresarial des-
organizado…es claro que el tribunal no hace mención a la forma de distribución de la prevención sino
que la analiza legitimándola aun en su desorganización y éste parece ser el dato clave que termina por
liberar de responsabilidad criminal a los estamentos superiores, pues de esta desorganización propia
de la irresponsabilidad de la empresa, emerge la desestructuración de los roles de control, en el caso
concreto, el correspondiente a la vigilancia en la competencia de natación de menores y de la completa
previsión de materiales para dicha actividad. En el caso, el tribunal asigna responsabilidad directa a las
guardavidas, pues el suceso causal desencadenante de la muerte se individualiza a partir de la práctica
en el natatorio y la función de control omitida por las imputadas.”25
Sostiene que “la empresa debe autoorganizar las funciones de control y suministro de elementos que
hacen a la seguridad. En el caso se hace referencia a que el control de la presencia de estos elementos
debe quedar a cargo de los profesores, pues ellos deben suspender la práctica frente a condiciones
inseguras... parece más que evidente que los hechos que desencadenan el resultado comenzaron a
gestarse, como suele ocurrir en la mayoría de estos casos, en la deficitaria organización de la empresa.”26
Alega finalmente que “la organización funcional en el área de prevención del riesgo ha quedado
desvirtuada por la propia omisión de los imputados, pues, se ha incumplido con la acreditación del ex-
tremo referido por parte de los mencionados directivos con las normas de seguridad contempladas en
la ordenanza municipal nº 41.718 CABA…”27 donde se exigía la presencia de dos guardavidas y una
plataforma sobreelevada, infringiendo así, las exigencias inherentes a su rol. “ La aplicación del principio
de culpabilidad, a efectos de reducir claros ámbitos de responsabilidad del conjunto de los roles de mayor
jerarquía en un sistema empresarial desvirtuado, conlleva a una injusta aplicación del sistema penal, ca-
racterizada por la individualización punitiva de los portadores de roles de menor jerarquía y la impunidad
de los titulares de las funciones de organizaciones desvirtuadas.”28
El caso de ignorancia deliberada es posterior (28/8/2009) y plantea un problema ulterior, cual es la
estructura del lado subjetivo del hecho sobre la base de un rol (funcionario público) previamente esta-
blecido e indiscutible.
La doctrina de la “ignorancia deliberada” es una teoría que no está completamente determinada, in-
cluso en los países en los que se aplica hace más de cien años y que puede llevar a confusiones en la
interpretación de la imputación subjetiva, propiciando algunos autores el abandono de la misma.
Distintas doctrinas:
Teoría de Günther Jakobs:
Jakobs fue el precursor de la teoría de la ignorancia deliberada, haciendo alusión a ella en su Tratado
de Derecho Penal.
Lo que plantea este autor es el contrasentido existente en la legislación alemana donde se le da un
tratamiento dispar al dolo y al conocimiento de la antijuridicidad. Así en el Código Alemán (art. 16.1, inciso
1)29 el dolo es excluido cuando hay desconocimiento en la realización del tipo, sin importar la evitabilidad
del desconocimiento. El art. 17, que trata el error de prohibición, solamente disculpa, en cambio, el error
inevitable fijando una diferencia que a juicio de Jakobs es incorrecta.
24. Miguel Ángel Arce Aggeo, “La imputación del resultado en base a roles en ámbitos empresariales desvirtuados”, Fallo comentado:
CNCP, Sala II, 15/7/2010.
25. Miguel Ángel Arce Aggeo, ob. cit.
26. Miguel Ángel Arce Aggeo, ob. cit
27. Miguel Ángel Arce Aggeo, ob. cit
28. Miguel Ángel Arce Aggeo, ob. cit
29. Emilio Eiranova Encinas, “Código Penal Alemán”, Madrid 2000: art 16.1, I “quien durante la comisión de un hecho no conozca
una circunstancia que pertenezca al tipo, no actuará de forma dolosa. La pena por comportamiento negligente permanecerá.”
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Tesinas La ignorancia deliberada del derecho penal: ¿dolo o culpa? ...
O sea, cuando hay desconocimiento evitable de los elementos del tipo, se resuelve atenuando la pena
a la del tipo culposo o incluso, llegando a la impunidad para aquellos casos donde no esté previsto; pero
cuando hay desconocimiento evitable de la antijuridicidad, la culpabilidad subsiste y puede haber casos
en los que se les imponga la misma pena que los supuestos de pleno conocimiento.
Para Jakobs-como dije- esto resulta contradictorio, ya que se estaría tratando en forma demasiado
benigna ciertos casos de desconocimiento provocado, llamándolos casos de “ceguera ante los hechos”.
La falta de conocimiento del tipo importa imprudencia, (acorde al art 16.1, inciso 1 del Código Alemán)
sin tener en cuenta el motivo del déficit, consagrando un marco penal atenuado. “La ceguera ante los he-
chos puede concurrir ya antes del último comportamiento del autor y determinar que éste, en el momento
de su último comportamiento no pueda darse cuenta de la realización del tipo, porque, p.ej, debido a la
ceguera antecedente enjuicia ahora los hechos sobre una base errónea. En este caso, no cabe definir
como comportamiento del hecho a éste último, sino a lo sumo el comportamiento descuidado previo.”30
Jakobs dedica su atención a los estados de desconocimiento provocados por desinterés, indiferencia
o falta de escrúpulos; para él “resulta inaceptable que estos desconocimientos obtengan un tratamiento
tan benigno, ya que ello constituye un beneficio que no se puede justificar axiológicamente , sino a par-
tir del interés del legislador en establecer una frontera clara y no complicada entre dolo e imprudencia;
resulta un contrasentido que el desconocimiento atribuible a la indiferencia exonere y, en cambio, los
conocimientos debidos a un exceso de escrúpulos por parte del sujeto permitan fundamentar una con-
dena por delito doloso”.31
Lo que propone este autor es sustituir la regulación vigente del error de tipo por un modelo similar al
del error de prohibición, es decir, que ciertos desconocimientos sean tratados, a los efectos punitivos,
como los casos de pleno conocimiento.
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Tesinas La ignorancia deliberada del derecho penal: ¿dolo o culpa? ...
deliberada tenemos entonces tres distintas intuiciones morales, dependiendo de qué actuar, sea del zorro
o el avestruz, nos venga a la memoria.
Hay dos momentos distintos en la estructura de la ignorancia deliberada:
1. El primer momento se denomina acción de ocultación y son todas aquellas acciones u omisiones
a través de las cuales el autor se protege frente a conocimientos indeseados.
2. El segundo momento se denomina conducta involuntaria y es una conducta ilícita en la cual el
sujeto podría haber sido declarado inocente si hubiera actuado en una situación de verdadera
ignorancia.
Asi puede presentarse una ignorancia provocada intencionalmente, u otra que sea conscientemente
y también una provocada por negligencia, “siendo entonces la ignorancia deliberada un género y cada
uno de los estados mentales mencionados, distintas especies”.34
Pero lo que ley castiga es la segunda conducta, y no la acción de colocarse en un estado de desco-
nocimiento. Luban considera que hay que tratar los dos momentos que integran la ignorancia deliberada
como un “complejo singular que empieza con la acción de ocultación en la cual se debe analizar la situación
psíquica del sujeto en el momento que decide inclinarse por la ignorancia” 35; de ahí que la culpabilidad
de los “zorros” es intencional, y en cambio la del “avestruz” es la de la negligencia.
Teoría de Sancinetti:
Afirma que la “ceguera de hecho” implica un comportamiento imprudente, “en tanto no exista un delito
doloso de peligro bajo el cual se subsuma el síndrome de riesgo representado por el autor. Por cierto,
esto tiene la consecuencia de que, como regla, disminuya o decaiga la punibilidad, por faltarle al autor la
representación de algún elemento del tipo (del delito doloso de lesión).”36
Sancinetti juzga la tesis de Jakobs en cuanto a que “si bien critica la vinculación rígida del art. 16,
párr.1, StGB, entre conocimiento e imputación por dolo, de todos modos reconoce que esa vinculación
establece una solución más favorable a la seguridad jurídica”.37
“Jakobs prácticamente anula de un trazo su posición crítica en torno al art 16 párr.1, StGB. Por un
lado, se reconoce con ello la indeterminación del concepto de “ceguera de hecho”; una indetermi-
nación que sería más tolerable en el ámbito de la culpabilidad - al evaluar los efectos del error de
prohibición en casos de “ceguera de derecho”-. Por otro, se argumenta elípticamente a favor del
art. 16, párr.1, StGB, dado que la solución más justa para un caso particular podría atentar contra
un principio, el principio de determinación, que constituye una garantía de primer orden en pro de
la objetividad (general).”38
“La interpretación de Jakobs del art. 17, StGB, es problemática…cuando él sostiene que el error
de prohibición evitable no impone necesariamente la atenuación del marco – porque ha-bría que
valorar las razones que motivan la falta de comprensión del ilícito-, hace valer ese principio para
todo error de prohibición evitable, incluso para el simple error que no se funda en absoluta “indife-
rencia”, en “ceguera de derecho”; a ésta, más bien le niega in limine todo efecto. Dado el “simple”
error, habría que evaluar aún las razones que lo motivan, para determinar –supuesto que el error
no sea inevitable- si debe ser atenuada sólo la pena dentro del marco, o incluso el marco mismo.
Dejando de lado cual sea la interpretación “correcta” del art. 17, StGB, en cualquier caso aquella
gradación no se corresponde con la solución que Jakobs aspira. Porque la “ ceguera de hecho”…
es la única que él presenta como merecedora del mismo tratamiento que el dolo, a fin de que la
total indiferencia no beneficie al autor con un cambio de marco penal, o con la completa impunidad.
Pero a todo (otro) error de tipo evitable…Jakobs le atribuye lisa y llanamente el efecto de excluir
el dolo, y el hacer aplicable las reglas de imputación por imprudencia, es decir, una vinculación,
en esta medida, “rígida”. En síntesis, del paralelo con el art 17, StGB, no puede surgir nada a
favor de la idea de que el autor ciego a los hechos por “indiferencia” o “egoísmo” deba ser
tratado del mismo modo que el autor doloso”.39
Sancinetti afirma que “si uno entiende las prohibiciones o mandatos como órdenes comunicadas al
destinatario, cuantas más condiciones consideradas disvaliosas por la norma sean reconocidas por el
autor, y a pesar de ello el actúe, más grave será su acción, su posición ante la norma. Esto puede no ser
34. David Luban, “Legal Ethics and Human Dignity”, Cambridge Studies in Philosophy and Law, 1999, pág. 223
35. Ramón Ragués IVallés “La Ignorancia deliberada en Derecho Penal”, Editorial Atelier, 2007; pág.149.
36. Marcelo Sancinetti, “Fundamentación subjetiva del ilícito y desistimiento de la tentativa”, Editorial Temis, 1995, pág.243/244.
37. Marcelo Sancinetti, ob cit., pág.246.
38. Marcelo Sancinetti, ob cit., pág.246.
39. Marcelo Sancinetti, “Fundamentación subjetiva del ilícito y desistimiento de la tentativa”, Editorial Temis, 1995, pág.235/236.
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Tesinas La ignorancia deliberada del derecho penal: ¿dolo o culpa? ...
así, solo en el caso de que el conjunto de condiciones restantes, que al autor si conoce, dé sustento a un
juicio de (dis)valor (de una nueva norma flanqueante) de la misma gravedad que el del correspondiente
a la norma principal, que no llega a estar infringida por falta de dolo. Para los demás casos, regirá un
orden de gravedad prevaleciente del dolo de lesión (norma principal), respecto del dolo de peligro y de
la imprudencia (normas flanqueantes). Ciertamente, cuanto más grave sea el síndrome de riesgo selec-
cionado en el tipo objetivo del delito doloso de peligro (descripto típicamente), o en el hecho base de la
imprudencia, más cercana deberá ser la reacción penal. Dado, sin embargo, que el dolo y la imprudencia
están en una determinada relación de gravedad solo ceteris paribus, no existe ninguna razón para que
algunos casos de imprudencia no puedan fundamentar un reproche de culpabilidad más grave
que el de un hecho doloso determinado.”40
Teoría de Sandro:
Por su parte, Jorge Sandro,41 parte de la idea de que el principio de “imputación personal” condiciona
la presencia de culpabilidad a la existencia de un hecho completamente evitable para el autor, e indica
que las condiciones de la evitabilidad están vinculadas al aspecto interno (subjetivo) de la infracción y
operan funcionalmente para excluir la pura responsabilidad por el resultado.
En primer término, el hecho es evitable cuando el individuo “sabe lo que hace” (dolo) o bien es res-
ponsable por un déficit (error evitable) de conocimiento o instrumental (culpa), nivel al que corresponde la
regla que impone: no hay pena sin dolo o imprudencia. En un segundo nivel ubica la permisión legal del
hecho típico, indicando que ésta está habilitada, pues, cuando se verifica una relación entre el contexto
fáctico y la recepción cognitiva que opera aceptablemente como “input” del juicio positivo de valor. El
tercer nivel irrumpe cuando frente a un hecho típico y antijurídico hay que determinar el acceso del autor
a la antijuridicidad penal para completar los términos de la imputación, de manera tal que sólo la suma
de estos tres niveles satisface plenamente la garantía constitucional de culpabilidad consagrada en el
art. 18 de la Constitución Nacional.42
En cada uno de estos niveles se incrimina sólo el hecho evitable, mientras que lo inevitable es infortunio
y no se imputa, ya que no existe en nuestro sistema la responsabilidad penal objetiva. El Código Penal
decide sobre la evitabilidad del hecho en forma negativa mediante dos reglas atinentes al error. Primero, el
art. 34,inc 1, estatuye la impunidad del error o ignorancia de hecho no imputable, que impide comprender
la criminalidad del acto, y segundo, el art 35 del mismo reglamenta el error sobre circunstancias de la
justificación imputable al autor, aplicándole la pena del delito por culpa o imprudencia. 43
Para este autor, la expresión error o ignorancia de hecho alude, ante todo, al primer nivel desarrollado
del principio de dolo o imprudencia, y este error se refiere tanto a los elementos normativos como a los
descriptivos que configuran el hecho penal, siendo su efecto para los casos en que sea no imputable
(inevitable), la impunidad según el art. 34, inc 1, CP. Sin embargo, dicha regla no resuelve el caso del
hecho cometido con error de hecho imputable o evitable, ni establece, al menos explícitamente, si la
imputación subsistente debe realizarse a título de dolo o imprudencia.44
Siguiendo la posición de la doctrina dominante que delimita el dolo y la culpa cognitivamente, el autor afir-
ma que en tal sistema el dolo se construye a partir del conocimiento real (efectivo) de las circunstancias per-
tenecientes al tipo, y la falta de ese conocimiento-incluso por grosero error evitable- lo excluye fatalmente.45
Advierte asimismo que nuestro Código Penal no contiene regla alguna que identifique ineludiblemen-
te el dolo al conocimiento real y aplica el mismo estándar epistémico para el conocimiento del tipo que
para el conocimiento de la antijuridicidad, es decir, la simple posibilidad de conocer. En consecuencia,
esta nivelación referida al conocimiento posible (potencial) introduce una regulación elástica que permite
evaluar adecuadamente los motivos del déficit, asi que el intérprete no está obligado a admitir que todo
error de tipo evitable deba eliminar el dolo y conduzca, subsidiariamente, a la imprudencia. Así, concluye
que la inexistencia de una regla, como la imperante en Alemania, permite sostener que la ley argentina
tolera un caso particular de error de tipo evitable calificado con la misma penalidad del hecho doloso. 46
De esta manera, invocando las precisiones que hiciera Jakobs sobre los supuestos de ceguera ante
los hechos, asevera que, en este aspecto rige un concepto estrictamente normativo del dolo. Sin em-
bargo, no admite la extensión de esta significación normativa a todos los casos comunes de descuido,
es decir, de desconocimiento por error, ya que aquí el contenido del injusto es sensiblemente menor y desvir-
tuaría el principio de dolo o imprudencia. En este sentido, el sujeto que por negligencia no sabe lo que hace,
40. Marcelo Sancinetti, ob cit,pág.244.
41. Jorge Sandro, “Error de tipo y Error de justificación”, Suplemento de Jurisprudencia Penal y Procesal Penal,La Ley 2004, pág 1 y ss.
42. Jorge Sandro, ob cit, pág 1 y ss.
43. Jorge Sandro, “Error de tipo y Error de justificación”, Suplemento de Jurisprudencia Penal y Procesal Penal,La Ley 2004, pág 2 y ss
44. Jorge Sandro, ob cit, pág 2 y ss
45. Jorge Sandro, “Error de tipo y Error de justificación”, Suplemento de Jurisprudencia Penal y Procesal Penal,La Ley 2004, pág 2 y ss
46. Jorge Sandro, ob cit, pág 2 y ss
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Tesinas La ignorancia deliberada del derecho penal: ¿dolo o culpa? ...
tiene reducida la evitabilidad del hecho en proporción a la magnitud del fallo, y la menor requeribilidad jurídi-
ca debe influir, correspondientemente, en la medida de la pena; de otro modo se estaría oscureciendo la dis-
tinción conceptual entre el dolo y la imprudencia, provocándose así una ambigüedad sistemática insoluble.47
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Tesinas La ignorancia deliberada del derecho penal: ¿dolo o culpa? ...
D. Decisión de no conocer:
El estado de falta de representación debe haber sido ocasionado por una decisión del sujeto.
Parece correcto afirmar que ignorancia deliberada es la situación en la que se encuentra todo
aquel que pudiendo y debiendo conocer determinadas circunstancias penalmente relevantes de
su conducta, toma deliberada o conscientemente la decisión de mantenerse en la ignorancia con
respecto a ellas.53
“El ámbito de aplicación de la alic (en sentido amplio), no cabe reducirlo a la provocación de la
inimputabilidad, sino que puede estar presente en toda la teoría del delito”. 55
Ujala Joshi nos ilustra con un ejemplo en el cual un encargado de seguridad de la maquinaria de una
industria omite reparar un defecto técnico de una máquina, a pesar de tener la posibilidad de hacerlo; así
un trabajador muere al utilizar la máquina defectuosa. Podemos decir que el encargado omitió reparar
los daños porque desconocía que el defecto que sufría la máquina no era insignificante o que provocó
su desconocimiento al advertir que algo no funcionaba y a pesar de ello prefirió olvidarlo y dedicarse
a otros trabajos.
“En el momento de la lesión del bien jurídico el autor está en un error de tipo invencible; pero sucede
que él mismo ha provocado dolosamente esa situación de desconocimiento. Es pues una actio
libera in causa – error de tipo invencible dolosa.”56
Según el doctrinario antes citado, si se aplican las reglas del error de tipo, el autor quedaría impune
acorde a nuestro Código Penal (art. 34, inc. 1), y el mismo tratamiento le daría en Alemania (art. 16.1
del Código Alemán).
Asimismo nos muestra las distintas posturas con respecto a la solución de este caso. La primera, sos-
tiene que en la teoría del error deberían aplicarse las reglas de la alic ya que en los casos de provocación
del error “el sujeto se hace responsable por la acción de provocación”.
Una segunda teoría considera que si hay una provocación anterior del mismo sujeto no hay error
invencible, y la respuesta estaría en castigar como delito doloso esta provocación dolosa, y si ésta fuere
imprudente, con la pena del delito imprudente.
Una tercera teoría postula que estos casos dan lugar a un error vencible y que lo acertado sería cas-
tigar por imprudencia, pero lo ideal sería que el Código Penal dispusiere una atenuación potestativa. “De
este modo, podría distinguirse, a efectos de pena, entre provocación dolosa e imprudente, y entre error
invencible y vencible”.57
A pesar de las semejanzas entre ambas figuras, en la Alic lo que se provoca es la propia inimputabi-
lidad para luego cometer en ese estado un delito, sin comprensión de la antijuridicidad; en cambio en
la ignorancia deliberada lo que se produce intencionalmente es el desconocimiento de los hechos, o sea,
el error sobre la base fáctica de la imputación.
53. Ramón Ragués IVallés , “La Ignorancia deliberada en Derecho Penal”, 2007,; pág.158.
54. Ujala Joshi Jubert “La Doctrina de la Actio Libera in Causa en Derecho Penal” J.M Bosch Editor S.A,1992, pág 28.
55. Ujala Joshi Jubert , Ob cit,, pág 92.
56. Ujala Joshi Jubert, “ La Doctrina de la Actio Libera in Causa en Derecho Penal” J.M Bosch Editor S.A,1992,, pág 84.
57. Ujala Joshi Jubert, ob cit, pág 84.
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Tesinas La ignorancia deliberada del derecho penal: ¿dolo o culpa? ...
Parecería correcto recurrir a la estructura de la alic, solamente para llenar los vacíos legales que pro-
ducen los casos de ignorancia deliberada cuando los mismos no pueden enmarcarse dentro del concepto
de dolo, más allá de corresponderle el tratamiento punitivo de dicha figura.
“La tesitura dominante delimita el dolo de la culpa básicamente por referencias cognitivas. En tal
sistema el dolo se construye a partir del conocimiento real (efectivo) de las circunstancias perteneci-
entes al tipo y la falta de ese conocimiento – incluso por grosero error evitable- lo excluye fatalmente.
Nuestro Código no tiene, empero, una cláusula que anude inexorablemente el dolo al conocimiento
real y aplica el mismo estándar epistémico para el conocimiento del tipo que para el conocimiento
de la antijuridicidad: la simple posibilidad de conocer.”61
“La consecuencia jurídica del error de tipo es eliminar siempre al dolo, y ello se debe a que el autor
no quiso la realización del tipo objetivo…si el error es evitable, entonces el sujeto activo responderá
por el tipo culposo, si es que está previsto; si no lo está - v.g el hurto culposo-, irremediablemente
la acción quedará impune”.62
Sin embargo, “la inexistencia de una regla que –como la imperante en Alemania – suprime siempre
el dolo por error evitable permite concluir que la ley argentina acepta, al menos, un caso particular de
error de tipo evitable-calificado con la misma penalidad del hecho doloso. Como dice Jakobs, no se debe
aprobar la determinación del límite dolo –culpa según meros datos psíquicos cuando se trata de “ceguera
ante los hechos” (desconocimiento del tipo por indiferencia u hostilidad), fenómeno que merece la directa
imputación por dolo. En este aspecto rige, pues, un concepto estrictamente normativo del dolo”. 63
Podemos concluir entonces que la ceguera ante los hechos podría subsumirse como un caso particular
de error de tipo evitable agravado que no merece la pena de la imprudencia sino la del dolo (al menos,
en el límite con el dolo eventual), criterio que es compatible con el texto del Código Penal Argentino en la
medida que el art 34, inc. 1º, no fija las consecuencias del error evitable y simplemente le atribuye – en
forma genérica- una punibilidad abierta.
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Tesinas La ignorancia deliberada del derecho penal: ¿dolo o culpa? ...
“Dolo es la voluntad realizadora del tipo, guiada por el conocimiento de los elementos del tipo ob-
jetivo necesarios para su configuración. En el dolo, este conocimiento es siempre efectivo (no una
posibilidad de conocimiento sino un conocimiento real)…”64
La doctrina dominante lo caracteriza como “saber y querer”, es decir que el dolo comprende un aspecto
de conocimiento y otro de voluntad.
“Los actos de conocimiento y de resolución son anteriores a los actos de la acción, pues éstos
presuponen un conocimiento que permita tomar una resolución determinada. Dado que el dolo es
la finalidad tipificada, ésta es la que da sentido a la unidad del conocimiento. Sin conocimiento no
hay finalidad, aunque puede haber conocimiento sin finalidad.”65
Según hace referencia Zaffaroni, el dolo exige el conocimiento de todas las circunstancias que cons-
tituyen el ilícito y debe existir al momento de realización del hecho, ni un saber anterior ni uno posterior.
El conocimiento debe referirse a contenidos reales, no admitiéndose el conocimiento potencial, ya que
es un no conocimiento.
“La intensidad del conocimiento depende de la relevancia del objeto del conocimiento para la moti-
vación del autor a la decisión de actuar, así como su significación para la conducción de la acción.”66
Según el aspecto volitivo, se puede distinguir al dolo en tres categorías: dolo directo de primer grado,
dolo de segundo grado y dolo eventual.
“En el dolo de primer grado la voluntad abarca la producción del resultado en sí…; en el dolo directo
de segundo grado o mediato, el resultado típico es una consecuencia necesaria de los medios
elegidos, que deben ser abarcados por la voluntad tanto como el fin mismo..distinto es el caso en
que, pese a querer los medios, el resultado sólo sea tomado en cuenta como posible: esta hipótesis
es la que da lugar al dolo indirecto, eventual o condicionado”.67
“El querer tiene importancia sólo para que el autor actúe- de manera penalmente relevante- y que
su cuerpo no reaccione únicamente por acto reflejo-de manera penalmente irrelevante.”68
El tipo doloso tiene entonces, un reproche de culpabilidad más grave que en los casos de culpa.
64. Eugenio Raúl Zaffaroni “Manual de Derecho Penal, Parte general”,Ediar, 2005, pág.399.
65. Eugenio Raúl Zaffaroni , ob cit, pág.400.
66. Diethart Zielinski “Dolo e Imprudencia”, Hammurabi,1990, pág 38.
67. Eugenio Raúl Zaffaroni , ob cit, pág.401/402.
68. Diethart Zielinski “Dolo e Imprudencia”, Hammurabi,1990, pág 42.
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Más allá de esto, las teorías del dolo sostienen que a falta de conocimiento, el sujeto activo de un delito
no merece la pena establecida para los delitos dolosos, sino que en principio, sería sancionado con la
pena de los delitos imprudentes o la impunidad en aquellos casos en que no esté prevista la modalidad
culposa de un determinado delito.
Según mi entender y acorde lo afirmado por Ramón Ragués, esto parece ser lo justo, es decir, aquella
persona que no sabe lo que hace cuando lesiona un bien jurídico merece una punibilidad menor que
quien de forma consciente lesiona dicho bien. Sin embargo, en la diversidad de casos que llegan a los
tribunales pueden plantearse casos de ignorancia en los cuales, aunque el sujeto desconoce algunos
aspectos de su conducta típica, pareciera merecer un castigo más severo que la pena prevista para la
imprudencia. Estos son los casos en los cuales una persona provoca intencionalmente su situación de
desconocimiento, aún sospechando sobre las veteriosidades del episodio y elige continuar en ese estado.
Parecería que estamos en la presencia de una laguna punitiva si afirmamos que estos casos deberían
ser castigados con la pena prevista para el dolo, (o un castigo más grave que para los casos de impruden-
cia) ya que el Código Penal aún no lo ha establecido, pero por esta misma razón es que podemos afirmar
que en el texto legal citado no existe impedimento alguno para castigar como dolosas las realizaciones
típicas cometidas por un sujeto en una situación de ignorancia deliberada.
Estructura de la culpa:
El tipo culposo se configura como una violación al deber de cuidado, produciéndose así el resultado
típico. Esto no significa que esta acción no tenga finalidad, sino que se individualiza la conducta prohibida
en razón de la falta de cuidado con que se la realiza.
Se la puede definir como el actuar de forma imprudente, negligente o la impericia del sujeto activo.
“Actúa imprudentemente quien, conforme a sus capacidades individuales, estaba en situación de evitar
el resultado típico”.69
Al no haber un cuidado único para todas las acciones, la finalidad es fundamental para saber cuál era
el deber de cuidado que le incumbía al sujeto.
Al ser los tipos culposos tipo abiertos, necesitan de normas de cuidado que los completen. “Los tipos
penales de imprudencia no describen acciones prohibidas. Es tarea de la dogmática de la imprudencia y
de la jurisprudencia el definir, con ayuda de la fórmula heurística de la llamada “lesión al deber objetivo
de cuidado”, las normas de conducta concretas.”70
Se la clasifica en culpa consciente o con representación y culpa inconsciente o sin representación. “En
la primera el agente se representa la posibilidad de producción del resultado…; en la segunda, pese a
tener los conocimientos que le permitirían representarse esa posibilidad de producción del resultado, no
los actualiza y, por ende, no se la representa o, lo que es lo mismo, no tiene consciencia de la creación
del peligro.”71
Los delitos imprudentes, así como los delitos dolosos, se orientan según las reglas de la imputación
objetiva. Los elementos que configuran el ilícito imprudente son: el disvalor de la acción (contrariedad del
deber de cuidado) y el disvalor del resultado.
“No hay una culpabilidad específica para la imprudencia. Dado que los delitos imprudentes con-
sisten, estructuralmente, al igual que los dolosos, en la ejecución de acciones finales prohibidas, el
autor de imprudencia es culpable cuando puede serle reprochada la decisión de ejecutar la acción
contraria a la norma. Esta reprochabilidad está dada cuando el autor pudo reconocer la contrariedad
a la norma de su proyecto de acción y estuvo, psicológicamente; en situación de actuar según esta
comprensión.”72
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Tesinas La ignorancia deliberada del derecho penal: ¿dolo o culpa? ...
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Tesinas La ignorancia deliberada del derecho penal: ¿dolo o culpa? ...
y elementos objetivos del ilícito –especialmente el elemento resultado- que sea más débil que la impru-
dencia ni tampoco una forma general de imputación que se halle entre el dolo y la imprudencia. En otros
países europeos se hace otra distinción. Así, el Derecho Inglés conoce, entre dolo e imprudencia simple,
el grado intermedio de “reklessness” (= desconsideración o temeridad)”.80
Tanto dolo como imprudencia “se construyen en torno a un elemento común, básico para la imputa-
ción subjetiva: el conocimiento de la peligrosidad de la propia acción para el resultado típico, y que este
elemento es perfectamente gradual y por ello una categorización mediante escalones discretos provoca
necesariamente problemas de vaguedad”81
La existencia de una polémica en doctrina sobre los límites da cuenta de la gradualidad en este ám-
bito. El dolo, en varios delitos de peligro, coincide con la imprudencia consciente del correlativo delito
imprudente de resultado, o con los casos situados en una zona intermedia entre dolo eventual y culpa
con representación.82
“En la doctrina penal se pone en duda la gradualidad de estos términos, al presuponer que dolo e
imprudencia son categorías cualitativamente distintas y nítidamente separables, en la concepción
clásica de la categorización”83; pero pareciera imposible distinguir exactamente entre dolo y dolo
eventual así como imprudencia grave o imprudencia leve. Estos términos denotan categorías en
continuo84.
“Quien entiende que hay dolo eventual cuando en el momento de realizar la acción el autor juzga
que no es improbable la realización del tipo, está simplemente incorporando al dolo todos los actos
de consciencia del peligro y con ello toda la imprudencia consciente”85
La distinción entre dolo e imprudencia es un ejemplo de categorización en una situación gradual que
está definida por la gradualidad del conocimiento de la peligrosidad de la acción.
Así, explica Molina Fernández que la respuesta a este problema no consiste en realizar una distinción
entre dolo e imprudencia sino en introducir un sistema de categorías más rico, que dé cuenta de la pro-
gresividad. Una solución podría ser la de ajustar las consecuencias a la gravedad del hecho delictivo. Si
los hechos son graduales, también los deberían ser sus consecuencias.
“La contigüidad en los marcos (incluyendo zonas de solapamiento que permitan atender a otras
consecuencias) permite ofrecer una solución justa, adecuada al disvalor de la acción, a cualquier
conducta que se lleve a cabo.”87
“El hecho de que el ilícito doloso, en comparación con el ilícito imprudente con relación al mismo
objeto de acción, indique en general un reproche de culpabilidad más grave, se puede poner en
duda con toda razón, en vista del fenómeno de la ceguera ante los hechos”.88
80. Ingeborg Puppe “La distinción ente dolo e imprudencia”, Hammurabi, 2009, pág 36.
81. Fernando Molina Fernández “La cuadratura del dolo:problemas irresolubles, sorites y Derecho Penal”, Universidad Externado
de Colombia, Centro de Investigación en Filosofía y Derecho,2007, pág 77.
82. Fernando Molina Fernández, ob. cit., pág. 77.
83. Fernando Molina Fernández, “La cuadratura del dolo: problemas irresolubles, sorites y Derecho Penal”, Universidad Externado
de Colombia, Centro de Investigación en Filosofía y Derecho, 2007, pág. 77.
84. Fernando Molina Fernández, ob cit, pág 81.
85. Fernando Molina Fernández, ob cit, pág 83.
86. Fernando Molina Fernández ob cit, pág 85.
87. Fernando Molina Fernández, ob cit, pág 87.
88. Diethart Zielinski “Dolo e Imprudencia”, Hammurabi,1990, pág 26/27.
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Tesinas La ignorancia deliberada del derecho penal: ¿dolo o culpa? ...
Habría que determinar entonces, en qué casos los actos de indiferencia que no posean el conocimiento
requerido por el dolo, hacen necesaria la aplicación de la misma pena que para los casos de dolo eventual.
Dentro de los elementos necesarios para que se configure un caso de ignorancia deliberada estaba la
“ausencia de representación suficiente”. Dentro de esto hay que diferenciar distintos estados, que pueden
ser desde ausencia absoluta de representación, hasta una sospecha previa que debería haber conducido
al autor a intentar conocer los riesgos que aparejan su conducta.94
“En muchas ocasiones, esta sospecha inicial consistirá en la conciencia de que se va a realizar o
a intervenir en un acto ilícito o, cuando menos, potencialmente lesivo para intereses de terceros,
aunque sin un conocimiento preciso de las características de tal hecho. Si bien semejante sospe-
cha no basta para afirmar que se ha actuado dolosamente- no existe un conocimiento preciso y
suficiente de la concurrencia (o posible concurrencia) de los elementos típicos- la circunstancia de
89. Ramón Ragués IVallés “La Ignorancia deliberada en Derecho Penal”, Editorial Atelier, 2007; pág.163/164
90. Ramón Ragués IVallés, ob cit; pág.176.
91. Ramón Ragués IVallés, IVallés, ob cit,; pág.176.
92. Ramón Ragués IVallés, “La Ignorancia deliberada en Derecho Penal”, Editorial Atelier, 2007; pág.180/181
93. Ramón Ragués IVallés, ob cit; pág.183.
94. Ramón Ragués IVallés, ob cit; pág.184.
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Tesinas La ignorancia deliberada del derecho penal: ¿dolo o culpa? ...
Otro de los elementos de la ignorancia deliberada que nos brinda Ragués, es “la disponibilidad de
la información ignorada”. Dentro de esta podemos distinguir entre el caso de quien puede conseguir la
información con facilidad y aún así prefiere ignorarla y el supuesto de la “ignorancia como consecuencia
necesaria” en la que el sujeto es consciente que nunca podría obtener aquella información necesaria
sobre su conducta.
Tanto en el primero como en el segundo supuesto, existe un mismo grado de indiferencia, ya que si
bien en el primer caso se busca la situación de desconocimiento, en el segundo se asume la ignorancia
como un obstáculo inevitable, que no es razón suficiente para desistir de la conducta que se sospecha
ilícita. “Del mismo modo que de forma unánime el dolo de consecuencias necesarias se equipara valora-
tivamente al dolo, la ignorancia como consecuencia necesaria merece ser tratada igual que la deliberada,
por no ser inferior el grado de desinterés mostrado por el sujeto.”96
El tercer elemento de la ignorancia deliberada que es el “deber de conocimiento”, no nos otorga un
criterio para evaluar la mayor o menor indiferencia del sujeto en la realización del tipo. Todos los casos
de ignorancia deliberada suponen la infracción consciente del sujeto del deber de examinar su conducta,
potencialmente lesiva.97
El cuarto elemento es “la decisión de permanecer en la ignorancia con respecto a una determinada
información”. Aquí el factor determinante para poder determinar el grado de indiferencia es “la perma-
nencia en el tiempo de semejante decisión de desconocer”.98 Así quien permanece más tiempo en una
situación de desconocimiento denota una mayor indiferencia que aquella persona que toma dicha decisión
en forma momentánea.
Finalmente, el último elemento a tener en cuenta es la “motivación que ha llevado al sujeto a mante-
nerse en su estado de ignorancia”.
En aquellos casos de indiferencia en que el sujeto quiere beneficiarse de su estado de desconocimien-
to para no asumir riesgos propios y eludir responsabilidades, se observa una “necesidad cualificada de
pena” ya que alguien que eludió la norma se vería beneficiado por ello y porque si estos casos quedaran
en la impunidad , la pena no estaría cumpliendo su función.99
La concurrencia de la sospecha previa, la persistencia de la decisión de desconocer y la persecución
de beneficios sin asunción de riesgos propios y evitación de responsabilidades “permite describir si-
tuaciones en las que concurre un grado de indiferencia del sujeto ante el interés lesionado que
merece ser calificado como grave y que suscita una necesidad de pena desde luego no inferior a
la propia de los casos de dolo eventual”.100
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Tesinas La ignorancia deliberada del derecho penal: ¿dolo o culpa? ...
“El sujeto que realiza una conducta objetivamente típica sin representarse que concurren en
ella los concretos elementos de un tipo legal, pero sospechando que está actuando de manera
potencialmente lesiva para algún interés ajeno y que, pudiendo desistir de tal conducta, prefiere
realizarla manteniéndose deliberada o conscientemente en una ignorancia prolongada en el tiempo
como medio para obtener algún beneficio, sin asumir riesgos propios ni responsabilidades, muestra
un grado de indiferencia hacia el interés lesionado no inferior al del delincuente doloso-eventual
y, en términos preventivos, merece la misma pena que éste.”105
Conclusión:
Al concluir el presente trabajo parece relevante poner de manifiesto las siguientes conclusiones:
1. La ignorancia deliberada es un estructura de imputación intermedia, es decir, si bien estructural-
mente se asemejaría a la culpa, valorativamente se debería equiparar al dolo, al menos, en la
modalidad de dolo eventual.
2. La regla del error establecida en el art. 34, inc. 1, del Código Penal es flexible y, al no determinar
los efectos del error “imputable”, permite para este déficit no inocente aplicar la pena del dolo
(atenuado) o bien la de la culpa.
3. Si aplicamos la pena del dolo a los casos de desconocimiento provocado, no se está violando,
pues, el principio de legalidad, ya que no hay en el Código Penal ninguna disposición en contrario.
4. Podríamos afirmar que esta teoría nos permite redefinir al dolo, dándonos la posibilidad de
entenderlo como “la expresión de hostilidad o indiferencia grave hacia un determinado interés
manifestado en la realización de una conducta objetivamente típica.”106
5. La ignorancia deliberada ingresa, sin dificultad, en esa categoría.
101. Ramón Ragués IVallés “La Ignorancia deliberada en Derecho Penal”, Editorial Atelier, 2007; pág.190.
102. Ramón Ragués IVallés, ob cit, pág.191.
103. Ramón Ragués IVallés, ob cit; pág.191.
104. Ramón Ragués IVallés, ob cit; pág.191.
105. Ramón Ragués IVallés, ob cit, pág.192/193.
106. Ramón Ragués IVallés “La Ignorancia deliberada en Derecho Penal”, Editorial Atelier, 2007; pág.207.
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Tesinas La ignorancia deliberada del derecho penal: ¿dolo o culpa? ...
Anexo
Anexo 1
Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional, sala I
S., H. D.
28/08/2009
Voces
Tribunal: Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional, sala I
Fecha: 28/08/2009
Partes: S., H. D.
Publicado en: La Ley Online;
Cita Online: AR/JUR/31666/2009
Hechos
El funcionario a cargo de la Dirección General de Verificaciones del Gobierno de la Ciudad de Buenos
Aires habilitó un natatorio a pesar de que sabía que presentaba anomalías y que se había dispuesto
una clausura judicial por el fallecimiento de un menor en el mismo. El juez de instrucción sobreseyó al
imputado. La Cámara lo procesó como autor del delito de abuso de autoridad.
Sumarios
1 - Corresponde procesar como autor del delito de abuso de autoridad, al funcionario a cargo de la Di-
rección General de Verificaciones del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, que habría habilitado
un natatorio a sabiendas de que el mismo presentaba anomalías que impedían su habilitación en los
términos de la ordenanza municipal n° 41.718 pues, el imputado dictó una resolución contraria a lo
dispuesto en la citada ordenanza, la que atento al status jurídico que actualmente ostenta la Ciudad
de Buenos Aires, debe ser equiparada a una ley provincial. (Del voto del Dr. Barbarosch)
2 - Si bien a efectos de la configuración del delito de abuso de autoridad, consignado en el art. 248 del
Código Penal, es admisible la equiparación a una ley provincial de una ordenanza municipal de la
Ciudad de Buenos Aires, de no compartirse ese criterio, el dictado de un acto contrario a aquélla,
tendría adecuación típica en la figura del art. 249 del Código Penal, toda vez que se trata de un tipo
penal que se extiende al no cumplimiento de normas de menor jerarquía. (Del voto del Dr. Bruzzone)
TEXTO COMPLETO:
2ª Instancia. — Buenos Aires, agosto 28 de 2009
Y Vistos:
I. La intervención del Tribunal se limita a conocer en el recurso de apelación deducido por la querella
–representada por J. O. M. con el patrocinio letrado del Dr. R. J. K.-, contra la resolución obrante a fs.[…]
en cuanto dispuso sobreseer a H. D. S. en aplicación del inc. 3° del art. 336, C.P.P.N.
II. Habiéndose celebrado la audiencia prevista en el art. 454, C.P.P.N., informando la parte recurrente y
la defensa de S. y tras haberse dispuesto un intervalo de acuerdo a las disposiciones del art. 455, segundo
párrafo del C.P.P.N., el Tribunal se encuentra en condiciones de resolver.-
El Juez Alfredo Barbarosch dijo:
Esta es la primera oportunidad que me toca intervenir en estos actuados.
Ahora bien, tras haberse practicado las medidas de prueba dispuestas por esa Sala y luego de un
análisis de la cuestión objeto de tratamiento, he de adelantar que considero que la decisión recurrida debe
ser revocada, a los efectos de disponerse el procesamiento de H. D. S. en las presentes actuaciones, de
conformidad con lo establecido en el art. 306, C.P.P.N.
a) Hechos:
Conforme se desprende de las constancias del sumario, el objeto procesal de las presentes actuaciones
está delimitado por la habilitación que le fue concedida al natatorio del “Club Social y Deportivo All Boys”,
concretado mediante el acto administrativo dictado el 28/2/01 (con posterioridad al fallecimiento de la
menor F. A. M. R. ocurrido el 12/2/01); y por haberse omitido la clausura del lugar ante la inobservancia
de la ordenanza municipal n° 41.718.-
22
Tesinas La ignorancia deliberada del derecho penal: ¿dolo o culpa? ...
Concreta y específicamente, surge que en las declaraciones indagatorias se le hizo conocer a S. que
en estos autos se investiga la conducta desplegada por aquel en su calidad de funcionario público del
Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, consistente en el otorgamiento de la habilitación del natatorio
que funciona en el “Club Social y Deportivo All Boys”, concretado mediante acto administrativo de fecha
28/2/01.
Asimismo, se le hizo saber que se ventila en las actuaciones el posible incumplimiento en el control de
las autoridades correspondientes del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, al no haberse clausurado
dicho natatorio ante el incumplimiento de la normativa dispuesta en la Ordenanza Municipal n° 41.718, ya
que de acuerdo a las constancias obrantes en el expediente del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires,
el 7/7/00 se produjo una inspección en el predio citado en la que se detectaron varias irregularidades que
fueron detalladas en el acta de fs. 66/67, siendo que el 14/11/00, L. M. –apoderada de la firma “All Boys
2000”-solicitó la habilitación del natatorio.
Tal circunstancia, sumada a las irregularidades detectadas, provocaron que el Gobierno de la Ciudad
de Buenos Aires envíe al club “All Boys” la intimación que surge de la pieza de fs. 68 del expediente
municipal, en la que se enuncia que “…para que el local citado funcione en forma reglamentaria, deberá
efectuar las mejoras que se enuncian a continuación; para lo que se acuerda un plazo de 30 (treinta) días
bajo apercibimiento de aplicar las penalidades establecidas en las normas vigentes, si así no lo hiciere…”
y, a continuación se detallan las mejoras en cuestión.
A fs. 116 del citado expediente, obra la constancia mediante la cual la licenciada M del V. T. da cuenta
de haber concurrido el 23/2/01 al lugar a fin de verificar la intimación de mejoras diligenciada oportunamen-
te. De dicha pieza surge que “…de la inspección realizada se pudo observar que el local se encontraba
clausurado por orden judicial y con custodia policial, siendo el Agente B. el encargado de la custodia en
el momento de la inspección. La actuante fue atendida por quien dijo ser A. G., quien exhibe copia de
presentación efectuada n° 133.071, en la cual se solicita una prórroga para las mejoras solicitadas…”.
A fs. 117 obra la nota de fecha 20/2/01 que fuera recibida por el G.C.B.A. el 21 del mismo mes y año,
mediante la cual la firma “All Boys 2000 S.A.” solicitó una prórroga de 15 días para el cumplimiento de las
mejoras por las cuales se produjera la intimación mencionada. A fs. 124 del expediente obra un acta sin
fecha, en la que la inspectora N. N. dio cuenta de la inspección efectuada en el predio en el que funcio-
naba el natatorio. De dichas actuaciones, se desprende la verificación del cumplimiento de la intimación
cursada, concluyendo la inspectora interviniente que “…es criterio del suscripto acceder a lo solicitado
otorgando la autorización de funcionamiento para el natatorio sito en la Avda. […] planta baja y planta
alta a nombre de Club Atlético All Boys”, resultando que por medio de los funcionarios intervinientes en
el acto administrativo de fecha 28/2/01 se autorizó el funcionamiento en carácter precario del natatorio
en cuestión.
Posteriormente, a fs. 133 se agregó al expediente una constancia en la que se da cuenta que el 26/2/01
N. N. efectuó una inspección de rutina en el lugar, no obstante surgir de las fotocopias de la causa n°
[…]/01 que el predio en el que funcionaba el natatorio estuvo clausurado desde el fallecimiento de la
menor hasta el 5/3/01.
Tal como se dijo, lo expuesto precedentemente refleja el modo en que se le formuló la atribución a S.
en estas actuaciones, delimitándose así el objeto procesal, por lo que en suma, se le imputó haber tomado
parte en el trámite de habilitación del natatorio a sabiendas de que presentaba anomalías que impedían
su concreción por la falta de cumplimiento de la intimación oportunamente cursada.
b) Valoración:
Ahora bien, no obstante las consideraciones finales formuladas por el Sr. Juez de grado y por las partes
del proceso en cuanto al resultado de las diferentes medidas de prueba que se fueron practicando a lo
largo de la instrucción, he de retomar la cuestión de que el eje central del asunto está representado por
lo actuado en el expediente administrativo (fs. […]).Esto es, por la suscripción de la habilitación precaria
otorgada al natatorio el 28/2/01, cuando de la lectura del expediente bien se desprendía que el lugar se
hallaba clausurado, siendo de conocimiento público y así reconocido por el imputado en su declaración
indagatoria que ello obedecía al fallecimiento de la menor en el lugar.
Con esto pretendo reflejar que S. no podía desconocer –cuestión que, además, no está en discusión
dado que no lo negó-el fatal episodio en el que perdió la vida la niña A. M. R.; de lo que se desprende
que mal pudo tener en cuenta para otorgar la habilitación precaria el informe favorable producido por la
inspectora N. N., ya que el lugar se encontraba clausurado por orden judicial. Y, esta circunstancia, no
sólo era de conocimiento público, sino que surgía claramente de la lectura del expediente ya que fue la
inspectora T. quien informó dicha situación en las actuaciones.
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No puede olvidarse que S. cumplía al momento del hecho la función de Director General de la Dirección
General de Verificaciones y Habilitaciones de la Secretaría de Gobierno del Gobierno de la Ciudad de
Buenos Aires, por lo que le era exigible estar al tanto de la situación que plenamente surgía, como dije,
de las constancias administrativas labradas.
Es palmario el informe confeccionado el 23/2/01 por la inspectora T (cfr. fs. […]) y sumamente llamativo
que la habilitación concedida por S. el 28/2/01 (aunque según aquél basada en el informe presentado por
N. el que se destaca carente de fecha, aunque de la constancia posteriormente glosada a fs. […] pueda
inferirse que aquella se habría practicado el 26/2/01) es decir a escasos tres días de la clausura infor-
mada por T., es ilustrativo de que S., a sabiendas de las anomalías que presentaba el natatorio, que se
encontraba clausurado por orden judicial, lo que demuestra que de ningún modo podría haberse llevado
a cabo la inspección informada por N. y teniéndose aún más en consideración el pedido de prórroga
de 15 días canalizado por G. M. en su calidad de apoderado de “All Boys 2000 S.A.”, de todos modos
autorizó la habilitación del lugar.
Esta situación es concluyente del abuso de autoridad en el que incurrió el imputado S., al conceder la
habilitación precaria del natatorio cuando, reitero, tres días antes obra una constancia en el expediente
que informa que aquél se encontraba clausurado, por lo que no puede deslindar toda su responsabilidad
en el informe favorable presentado por N., más aún si se tiene en consideración que la nota de Torres fue
presentada el viernes 23 de febrero de 2001, mientras que el dictamen favorable suscripto por N. lo fue
el lunes 26 y la autorización el miércoles 28 del mismo mes y año, es decir, con una celeridad al menos
llamativa si tenemos en cuenta el fin de semana de por medio que separa ambas fechas.
Tal circunstancia debió ser advertida por S. en cumplimiento de función, por lo que no puede des-
cartarse de plano su intervención en el hecho ha que, al menos, en su condición de superior jerárquico
de N, debió convocarla para requerirle las explicaciones del caso atinentes a despejar tales cuestiones.
En ese punto es, precisamente, donde encuentra el límite el principio de confianza alegado por la de-
fensa respecto de lo actuado por quienes se encontraban debajo de S. en la estructura jerárquica, debido
a que en razón de las consideraciones efectuadas aquél cede ante las irregularidades deliberadamente
manifiestas que se le presentaron con lo actuado en el citado expediente, que tuvo a su vista previo a
suscribir la habilitación.
A esta altura del análisis, ya me encuentro en condiciones de sostener que la imputación paralela
relativa a la omisión de clausurar el lugar ante la inobservancia de la ordenanza municipal n° 41.718 se
complementa en la imputación que se efectuó por la habilitación precaria concedida, ya que lo central del
hecho atribuido consiste en haber autorizado la habilitación frente al informe citado.
En consecuencia, la conducta atribuida al imputado S. y por la que corresponde dictarse su proce-
samiento en calidad de autor, halla encuadre típico en el delito de abuso de autoridad previsto en el art.
248, C.P., por haber dictado una resolución contraria a lo dispuesto en la ordenanza municipal n° 41.718
la que atento al status jurídico que actualmente ostenta la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, debe ser
equiparada a una ley provincial.
c) De la prisión preventiva:
Por no darse en autos los presupuestos del art. 312, C.P.P.N., es que considero que debe mantenerse
la libertad de H. D. S. por lo que su procesamiento habrá de ser dictado sin prisión preventiva.
d) Embargo:
Asimismo, se debe evaluar el monto del embargo que corresponde imponer en base a las pautas
previstas en el art. 518 del CPPN. Ante la posible indemnización civil que pueda reclamarse, se evalúa el
perjuicio en la suma de treinta mil pesos ($ 30.000); en cuanto a las costas del proceso (art. 533, CPPN),
habrá de fijarse la suma de pesos sesenta y nueve con sesenta y siete ($ 69,67), de tasa de justicia, (art.
6 de la ley 23.898 y Resolución n° 498/91 de la Corte Suprema de Justicia de la Nación). Finalmente,
corresponde estimar la suma de cinco mil pesos ($ 5000), a efectos de cubrir éstas y los posibles honora-
rios de letrados y/o peritos que se puedan presentar en los presentes actuados (art. 533, inc. 2°, CPPN)
por lo que habrá de fijarse la suma total de treinta y cinco mil pesos con sesenta y nueve con sesenta y
siete centavos ($ 35.069,67) atento los demás gastos previstos en el inciso 3°, del citado art. 533, CPPN.
Así voto.
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de lo sostenido en la oportunidad mencionada resulta en principio claro que lo que debe ser evaluado,
como reproche a S., quien se encontraba a cargo de la Dirección Gral. de Verificaciones del G.C.B.A.
es, puntualmente, el incumplimiento de lo que establece la ordenanza municipal por la que se propone
su procesamiento por el tipo penal del art. 248, por haber adoptado una decisión contraria a lo que allí
se dispone, porque los controles respectivos no se habían llevado a cabo en la forma prescripta por la
normativa de aplicación al caso.
La intervención del colega Barbarosch en la audiencia, puntualmente en las preguntas que le dirigiera
a la defensa de S., pusieron en evidencia un dato fáctico del que no había, hasta el momento, tomado
debida nota, como para establecer la forma en que el nombrado se conducía en general y se condujo en
este caso en particular, lo que reveló, a mi criterio, la demostración de un altísimo grado de dependencia
en lo que funcionarios de rango inferior pudieran informarle.
Partiendo del principio de confianza, la defensa nos propone que es prácticamente imposible frente al
enorme caudal de trabajo que tiene el encargado de la oficina mencionada, el poder efectuar un control
exhaustivo de la totalidad de los expedientes que llegan a su conocimiento, donde pareciera que su tarea
se limitaría exclusivamente a suscribir o a refrendar lo que otros llevan a cabo pero, aparentemente, sin
poder efectuar control alguno de la veracidad de lo que le manifiestan.
Entre las críticas que expusiera el abogado patrocinante de la querella, Dr. K, hizo hincapié en forma
vehemente que la sola lectura de las constancias administrativas, detalladas en el voto que antecede,
producidas entre el informe realizado por T. y lo informado escasos días después, con un fin de semana
de por medio, por N. y M., acreditaba en forma contundente que el obrar de S. no puede encontrarse
exento de responsabilidad en la forma en que le es reprochada.
De esta manera, y valorando lo que se dice en el voto que antecede y lo que pude apreciar en el
curso de la audiencia donde se mejoraron argumentos de presentaciones anteriores, habré de concluir
coincidiendo con la propuesta de revocación que antecede.
En efecto, la circunstancia de que S. se encontrara al tanto de lo que había ocurrido en el natatorio y
los informes contradictorios con escasos días de diferencia, donde se informaba en el primero de ellos que
existía una clausura dispuesta por orden judicial, mientras que en el segundo ninguna referencia se hacía
a esta circunstancia, evidencia, a ésta altura del asunto, que se soslayó deliberadamente lo que hubiera
sido, a mi criterio, indispensable; ello era haberle requerido a la funcionara N. y a M., como mínimo, una
explicación o información de si efectivamente la clausura judicial había sido dejada sin efecto, lo que no
hizo, dando crédito a un informe contradictorio, que en este sentido no rebatía la información anterior.
Deseo mencionar que la circunstancia de que se pueda haber dispuesto una clausura judicial, en
principio, no sería óbice para que se habilitara el natatorio si los requisitos de inspección se hubieran
cumplido, siempre y cuando se hubiera podido acceder al lugar para efectuar el control que municipal-
mente debía llevarse a cabo.
Pero queda claro por lo informado por T. que la clausura judicial dispuesta directamente impedía el
acceso al lugar para efectuar cualquier tipo de control; entonces, al no haber requerido esa información
autorizando la habilitación en la forma en que lo hizo, independientemente del conocimiento que pudie-
ra tener de lo que le informaron con posterioridad, permite sostener que el funcionario obró en forma
absolutamente contraria a las obligaciones que tenía a su cargo para que se pudiera llevar adelante la
habilitación como le proponían fraudulentamente sus inferiores.
Un obrar de estas características, frente a lo que surgía ante los informes contradictorios, la claridad
de lo dicho por T., a lo que debe sumarse la nota presentada por la institución que requería la ampliación
de un plazo para completar los trabajos que permitirían la habilitación, representa un supuesto que la
doctrina denomina de ceguera ante los hechos; donde lo evidente es directamente desconocido o des-
cartado para obrar como lo hizo. Efectivamente el funcionario que tiene a su cargo la importante tarea de
permitir la habilitación y funcionamiento de lugares y actividades que representan, o pueden representar
aumentos de riesgo para los que asisten a las actividades que allí se desarrollen, reconoce un nivel de
exigencia que, sin entorpecer o poner obstáculos a las actividades que los particulares quieran realizar,
requiere de un mínimo de control que el funcionario S., en este caso concreto, no realizó.
De esta forma, y no encontrándose en discusión la acreditación objetiva de la conducta reprochada, el
tipo subjetivo, a esta altura del proceso, se encuentra acreditado en la ceguera con la que se obró frente
a la evidencia de los hechos que en forma palmaria surgían del expediente, por lo que el obrar debe ser
considerado a título de dolo.
Ahora bien, en cuanto a la subsunción jurídica propuesta por el colega preopinante, quiero señalar
que si bien es plausible la equiparación efectuada porque la norma violada habría adquirido un status
diferente por las características que hoy tiene la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, de no compartirse
ese criterio tendría adecuación típica en la previsión del art. 249, C.P., toda vez que se trata de un tipo
penal que se extiende al no cumplimiento de normas de menor jerarquía normativa.
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Por estos argumentos y efectuada la salvedad mencionada, adhiero al voto precedente -sin perjui-
cio, insisto, de la calificación que en definitiva pudiere corresponder a efectos de permitir el avance del
asunto, porque deberá ser en la eventualidad de un juicio oral y público donde se establezca, el grado
de responsabilidad que le cupo al funcionario S.
Así voto.
Anexo II
Hechos:
Una niña, que no sabía nadar muy bien, falleció al ahogarse en una pileta durante una práctica de
natación que se estaba llevando a cabo en la parte profunda. El Tribunal Oral condenó en orden al delito
de homicidio culposo al presidente de la sociedad concesionaria de la pileta, al coordinador de deportes
de la colonia de vacaciones, a la profesora de natación y a la guardavidas.
Sumarios:
1. Corresponde condenar en orden al delito de homicidio culposo al presidente de la sociedad comercial
concesionaria de la pileta donde una menor falleció al ahogarse durante una práctica de natación, toda
vez que el imputado, que tenía la custodia de una fuente de peligro y competencia para tomar medidas
sobre ella, incumplió las normas de seguridad vigentes consagradas en el art. 31 de la ordenanza 41.718
de la Municipalidad de Buenos Aires, en cuanto exige la presencia de dos guardavidas y una plataforma
sobreelevada, incrementando de ese modo el natural riesgo inherente al natatorio a un nivel superior del
permitido, el cual se concretó con la muerte de la niña.
2. El presidente del directorio de la sociedad comercial concesionaria de la pileta donde una menor
falleció al ahogarse durante una práctica de natación estaba obligado como garante a cumplir las normas
de seguridad previstas en el art. 31 de la ordenanza 41.718 de la Municipalidad de Buenos Aires, en
cuanto exige la presencia de dos guardavidas y una plataforma sobreelevada, en tanto dicha norma se
encontraba vigente, sin que obste a ello su falta de reglamentación, pues, su texto no subordinaba su
entrada en vigencia a que fuera reglamentada por el Poder Ejecutivo, con lo cual ella debía cumplirse a
partir de su promulgación y publicación.
3. El coordinador de deportes de la sociedad comercial concesionaria de la pileta donde falleció una
menor al ahogarse durante una práctica de natación resulta autor penalmente responsable del delito de
homicidio culposo, en la medida que podía prever, dada su experiencia, no solamente que el natatorio
es un espacio peligroso, sino que el no cumplir con la Ordenanza el art. 31 de la ordenanza 41.718 de la
Municipalidad de Buenos Aires, en cuanto exige la presencia de dos guardavidas y una plataforma sobre-
elevada, que también le era exigible conocer dada su condición, incrementaba el riesgo y la posibilidad
del resultado disvalioso que finalmente aconteció.
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Anexo III
Hechos
En una causa penal iniciada en virtud de la muerte de una menor que se ahogó en la pileta de natación
de un club, el Tribunal Oral condenó como coautores del delito de homicidio culposo al presidente del
directorio de la sociedad explotadora de la pileta, al coordinador de deportes de la institución, a la pro-
fesora de natación y al guardavida, que se encontraban a cargo de la víctima al momento del accidente.
La Cámara de casación casó parcialmente la sentencia recurrida, manteniendo la condena impuesta a
la profesora de natación y al guardavida.
Sumarios
1 - Debe casarse la sentencia que condenó como coautores del delito de homicidio culposo al pre-
sidente del directorio de la sociedad que explota una pileta de natación y al coordinador de deportes de
dicha institución, en virtud de la muerte de un menor que se ahogó en esa pileta, desde que la imputación
que se formula en su contra se funda en un criterio de responsabilidad objetiva que no se compadece
con el principio de culpabilidad.
2 - Aun cuando el fiscal entendiese que no existe mérito para llevar el caso a juicio, el querellante
se encuentra legitimado para realizar en forma autónoma los actos necesarios tendientes a lograr su
elevación a juicio.
3 - Visto que se responsabiliza al querellante que no instó la elevación de la causa a juicio en la etapa
intermedia, impidiéndole que a posteriori formule una acusación durante el debate, ello implica el previo
reconocimiento del derecho que le asiste de llevar adelante el requerimiento de elevación a juicio y, como
lógica consecuencia, la omisión en la que incurra respecto de su ejercicio conllevará como sanción la
pérdida del derecho de acusar.
4 - Si a partir del precedente “Santillán” de la Corte Suprema de Justicia de la Nación resulta posible
la actuación en solitario del querellante con miras a impulsar el proceso hasta el dictado de una sentencia
condenatoria, con mayor razón puede llevar adelante, en solitario, otros actos procesales de menor entidad.
5 - Es nula la sentencia condenatoria dictada si, al momento de contestar la vista del art. 346 C.P.P.N,
el fiscal solicitó el sobreseimiento del imputado, siendo requerida la elevación a juicio exclusivamente
por el querellante, ya que, sin la existencia de un requerimiento fiscal de enjuiciamiento, las pretensiones
del acusador particular carecen del sustento legal para habilitar la realización del debate. (Del voto en
disidencia parcial del Dr. Yacobucci)
Bibliografía:
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