Gestion Del Riesgo Iso 31000
Gestion Del Riesgo Iso 31000
Gestion Del Riesgo Iso 31000
GESTION DE RIESGOS I
SECCIÓN: E
SEPTIEMBRE DE 2022.
ISO 31000 GESTION DEL RIESGO-DIRECTRICES
HISTORIA
La Gestión de Riesgos en las empresas nace en la década de los 60. Ante la tecnificación y
modernización de ciertos procesos que hasta ese momento se habían desarrollado de forma
manual, en muchos sectores se puso de manifiesto la necesidad de realizar un mejor control
de las actividades. La tecnología supuso mayor agilidad y calidad, pero a la vez nuevos retos
de control y seguimiento.
Los sectores que más contribuyeron a la consolidación del concepto fueron el asegurador, el
tecnológico, el militar y el de la ingeniería náutica y nuclear.
Sin embargo, sólo en la segunda mitad de los años 70 la Gestión de Riesgos entró de lleno a
las empresas. Esto se debió a la aparición de las primeras normas y estándares
internacionales. Quizá el más significativo fue el código de seguridad nuclear que hizo público
la US Nuclear Regulatory Comission, el cual intentaba minimizar los riesgos a los que estaba
expuesto el sector nuclear estadounidense.
Sin embargo, estos estándares y normas internacionales tenían dos problemas en el terreno
práctico: el primero, que casi todos estaban dirigidos a empresas de sectores específicos, lo
cual reducía su impacto y extensión; y el segundo, que había una notoria disparidad de
criterios a la hora de desarrollarlos.
Se trata de un estándar que puede aplicarse a cualquier tipo de organización, más allá de su
naturaleza, actividad, escenario comercial o tipo de producto, entre otros factores. A través
de una serie de directrices y principios, la norma busca que cada empresa implemente un
Sistema de Gestión del Riesgo para reducir los obstáculos que impiden la consecución de sus
objetivos, siendo compatible con cada sector.
DEFINICIÓN DEL RIESGO EMPRESARIAL Y PRINCIPALES TIPOS
Toda actividad empresarial lleva implícito un riesgo. Algunas en mayor medida que otras, pero
ninguna se encuentra exenta. El riesgo es parte de cualquier área de negocio, pues en cierta
forma lo define y ayuda a ponerle límites.
Según el tipo de actividad; Los riesgos están presentes en cualquier actividad. Sin embargo,
algunos implican un mayor o menor nivel de incidencia sobre las actividades de las empresas.
Una primera clasificación de los mismos puede hacerse en los siguientes términos:
Riesgo no sistemático: Son los riesgos que se derivan de la gestión financiera y administrativa
de cada empresa. Varían en función de cada tipo de actividad y cada caso, al igual que la
manera en que son gestionados. Las situaciones de crisis internas o un plan de crecimiento
mal implementado son algunos ejemplos.
SEGÚN SU NATURALEZA;
Riesgos financieros: Son todos aquellos relacionados con la gestión financiera de las
empresas. Es decir, aquellos movimientos, transacciones y demás elementos que tienen
influencia en las finanzas empresariales: inversión, diversificación, expansión, financiación,
entre otros. En esta categoría es posible distinguir algunos tipos:
Riesgos económicos: En este caso, se refiere a los riesgos asociados a la actividad económica,
ya sean de tipo interno o externo.
Riesgos ambientales: Son aquellos a los que están expuestas las empresas cuando el entorno
en el que operan es especialmente hostil o puede llegar a serlo. Tienen dos causas básicas:
naturales o sociales.
Riesgos políticos: Este riesgo puede derivarse de cualquier circunstancia política del entorno
en el que operen las empresas. Los hay de dos tipos: gubernamentales, legales y extralegales.
Riesgos legales: Se refiere a los obstáculos legales o normativos que pueden obstaculizar el
rol de una empresa en un sitio determinado. Por ejemplo, en algunos países operan leyes
restrictivas en el mercado que limitan la acción de ciertas compañías. Estos riesgos van
generalmente ligados a los de carácter político.
Riesgos personales.
La norma ISO 31000 es una herramienta que establece una serie de principios para la
implementación de un Sistema de Gestión de Riesgos en las empresas. Como se dijo antes,
puede aplicarse a cualquier tipo de organización independiente de su tamaño, razón social,
mercado, fuente de capital, espectro comercial o forma de financiación. No especifica ningún
área o sector en concreto.
La norma parte del hecho de que todas las empresas, en mayor o menor medida, llevan a cabo
prácticas para la gestión de los riesgos. La diferencia radica en la coordinación y alineamiento
de dichas prácticas.
De hecho, no es una norma pensada para circunstancias concretas, sino que busca una
aplicación continua y permanente en el tiempo. De esta manera, beneficia el grueso de las
acciones, decisiones, operaciones, procesos, funciones, proyectos, servicios y activos que
tengan lugar en las empresas.
PARTES DE LA NORMA ISO 31000
Para una mejor comprensión de sus principios y directrices, la norma ISO 31000:
Principios y directrices:
La norma ISO 31000 sirve de referencia para otros estándares sobre Gestión de Riesgos.
Además, complementa la información de diversas normativas en el plano local, regional,
nacional o incluso continental. En este primer apartado, se explica no sólo el alcance de la
misma, sino que se detallan las prácticas básicas que debe tener en cuenta cualquier
organización dispuesta a implementar un Sistema de Gestión de Riesgos. Los 11 principios
expuestos son:
Gestión de riesgos :
La norma ISO 31000 define la Gestión de Riesgos como todas aquellas acciones coordinadas
para dirigir y controlar los riesgos a los que puedan estar abocadas las organizaciones. En este
segundo apartado, el objetivo es trazar un marco de acción para saber qué aspectos gestionar
y cómo hacerlo. La gestión tiene que ver, sobre todo, con la cuantificación de los riesgos, para
lo cual es fundamental definir dos elementos dentro de este proceso:
Consecuencia: La norma define la consecuencia como los efectos o aquellos elementos que
se derivan directa o indirectamente de otros. En este caso, se trata de evaluar los riesgos que
cumplen con la premisa de causa-efecto. Es cierto que no siempre se pueden prever las
consecuencias de una acción o decisión, pero este solo acto es el origen de cualquier Sistema
de Gestión de Riesgos. Sin un mínimo grado de consecuencia, cualquier acción en la materia
resultará insuficiente.
Probabilidad: Este segundo término habla de la posibilidad de que un hecho se produzca. Para
la Gestión de Riesgos, es fundamental que las empresas contemplen la irrupción de hechos
que puedan derivarse o no de las decisiones de la empresa. Nunca se está del todo preparado
para los acontecimientos, sobre todo si éstos provienen de factores externos, pero el sólo
hecho de pensar en su materialización ya es un buen indicador de la Gestión de Riesgos.
Vocabulario de gestión : Finalmente, en esta última parte la norma ISO 31000 plantea un
conjunto de conclusiones sobre la implementación de un Sistema de Gestión de Riesgos. En
este sentido, complementa la información de los dos apartados anteriores con un glosario
especializado en esta materia. Si el proceso se lleva a cabo siguiendo los principios básicos,
los resultados a obtener serán los siguientes:
Metodologías de análisis de riesgos; Dado que los riesgos no tienen el mismo origen ni la
misma naturaleza, existen varias estrategias para su gestión. Sin embargo, otros factores que
inciden significativamente son el tamaño de las empresas, su número de integrantes, su
estructura, la actividad de producción y el sector en el que opera
Sin embargo, es importante dejar claro que las metodologías de análisis de riesgos se dividen
en dos grupos principales:
Metodologías de gestión del riesgo: Son aquellas que están orientadas a la identificación,
evaluación y el posterior tratamiento de los riesgos derivados de una actividad. Entre ellas
está, como es obvio, la norma ISO 31000. También se encuentran otros estándares, como por
ejemplo la norma AS/NZS 4360, que plantea un modelo de análisis centrado en los principios
de la familia normativa ISO 9000.
Otras de las metodologías más reconocidas son el sistema APPCC (Análisis de Peligros y Puntos
Críticos de Control) y el método del ARO (Administración del Riesgo Operacional), los cuales
operan en el mismo sentido.
Magerit: se trata de una metodología de análisis y gestión de riesgos que ha sido elaborada
por el Consejo Superior de Administración. Está específicamente diseñada para las compañías
que trabajen con información digital y servicios de tipo informático. Su función principal es
evaluar cuánto valor pone en juego una compañía en un proceso y cómo protegerlo. También
ayuda a la planificación de tratamientos oportunos y a preparar a las organizaciones de cara
a procesos de auditoría, certificación o acreditación.
Métodos Cualitativos
Se pueden utilizar cuando el nivel de riesgo sea bajo y no justifica el tiempo y los recursos
necesarios para hacer un análisis completo.
O bien porque los datos numéricos son inadecuados para un análisis mas cuantitativo que
sirva de base para un análisis posterior y más detallado del riesgo global del emprendedor.
Los métodos cualitativos incluyen:
Brainstorming
Métodos Semi-cuantitativos
Se utilizan clasificaciones de palabra como alto, medio o bajo, o descripciones más detalladas
de la probabilidad y la consecuencia. Estas clasificaciones se demuestran en relación con una
escala apropiada para calcular el nivel de riesgo. Se debe poner atención en la escala utilizada
a fin de evitar malos entendidos o malas interpretaciones de los resultados del cálculo.
Métodos Cuantitativos
Análisis de probabilidad
Análisis de consecuencias
Simulación computacional
El desarrollo de dichas medidas puede ser realizado mediante diferentes mecanismos, entre
los cuales destacamos el Método Montecarlo, el cual se caracteriza por:
Definición de objetivos:
En esta primera etapa se definen los objetivos del proceso. Es decir, se deja claro qué es lo
que se busca con la implementación del Sistema de Gestión de Riesgos y cuál debe ser el
alcance del mismo. La dirección de la empresa debe ser la instancia con más alto grado de
implicación en la difusión de estos objetivos, pues de lo contrario no logrará que el resto de
niveles se comprometan del modo deseado. Pero no sólo se apoya en una buena difusión.
También es preciso definir un presupuesto y destinar los recursos necesarios para la
materialización del plan de riesgos
Nombramiento de responsables :
Personal interno: Lo más usual en estos casos es que el personal delegado para tales tareas
sea de la propia organización. Si es así, la dirección tiene la garantía de que conocen el área
sobre el que se realiza la evaluación. De hecho, puede recurrir a aquellos cargos que tengan
una visión más o menos global de los procesos.
A través de reuniones entre los diversos responsables, la empresa debe definir cuáles son los
factores que influyen en los procesos. Y de todos esos, es preciso priorizarlos en función del
impacto que tengan. Recordemos que en un proceso no todas las acciones tienen el mismo
grado de importancia. Una buena manera de medir el impacto de un riesgo es a través de la
siguiente tabla de valores:
¿Cómo la afecta?
4 . Análisis de Riesgos
El objetivo es establecer una valoración y priorización de los riesgos con el fin de clasificarlos.
Para adelantarlo es necesario diseñar escalas que pueden ser cualitativas o cuantitativas.
PROBABILIDAD IMPACTO
Definición de las respuestas a los riesgos : La definición obedecerá a los tres pasos anteriores,
sobre todo a la identificación de los riesgos y sus efectos en los procesos. La idea es plantear
las soluciones más adecuadas para poner cara a aquellos elementos que obstaculizan la
consecución de los objetivos estratégicos de las empresas.
Pero así como cada organización tiene sus propios retos en esta materia, de la misma manera
debe reaccionar a los riesgos que eventualmente pueden perjudicarle. Existen cinco
estrategias principales a la hora de gestionar un riesgo:
Supresión del riesgo: No es lo más habitual, pero a veces las organizaciones logran que
desaparezcan los riesgos asociados a sus procesos. Esto se consigue cuando la labor de
previsión se ha implementado de forma exitosa: obteniendo información adicional,
adquiriendo apoyo de expertos, añadiendo recursos adicionales o modificando los elementos
de la planificación, entre otros elementos.
Transferencia del riesgo: Bajo esta figura, el riesgo es transferido a otra dependencia de la
organización o, incluso, a una segunda empresa asociada. Se trata de un recurso muy común
entre los grupos de compañías filiales o que comparten algún tipo de vínculo que permite esta
transferencia. Por ejemplo, cuando hablamos de responsabilidad solidaria, una empresa
puede asumir las deudas de otra que haga parte del conglomerado que las integra a las dos.
El riesgo no se anula; sólo se redirecciona.
Mitigación del riesgo: Es una estrategia de gestión de riesgos que consiste en reducir la
probabilidad o el impacto de un riesgo sobre la organización. Es decir, que si llega a producirse,
sus efectos serán mucho menores que si no se hubiesen adoptado medidas al respecto. Esta
opción se usa sobre todo en aquellos casos en que los riesgos son inevitables o no dependen
de la empresa en sí misma. La clave para una acertada mitigación del riesgo está en las
acciones. Algunos ejemplos son:
Explotación del riesgo: Recordemos que no todos los riesgos son negativos. Algunas veces, su
irrupción es una oportunidad para las organizaciones. Cuando eso ocurre, en vez de mitigarla
o eliminarla, la estrategia de la empresa debe centrarse en sacar el máximo provecho de la
circunstancia. Un riesgo con efectos positivos se puede potenciar gracias a la designación de
más personal cualificado, mayor apoyo económico o una adaptación a la planificación
realizada al inicio.
Aceptación del riesgo: En estos casos, se trata de riesgos que no suponen mayores
impedimentos para la consecución de los objetivos y que, por tanto, pueden convivir con la
empresa. Pero no se trata de una actitud resignada. Por el contrario, implica la elaboración
de un plan de contingencia para, de este modo, adaptar el riesgo a las actividades de las
empresas. Por ejemplo, las compañías que operan en zonas montañosas y con una alta
probabilidad de sismos, desarrollan toda una política de emergencia en torno a la evacuación
y la asistencia en casos de emergencia.
Plan de tratamiento; El plan de tratamiento, último paso del proceso de Gestión de Riesgos,
tiene como fin la mejora de los controles para el tratamiento del riesgo. Esta etapa debe ser
dinámica y flexible ante los cambios que puedan presentarse. El tratamiento de los riesgos
necesita labores adicionales de registro, monitorización, actualización e intervención.
Los planes de tratamiento suelen proyectarse a corto plazo, pues con esto se evita que las
condiciones iniciales se modifiquen cuando llegue el momento de la intervención. La manera
más habitual de realizar el monitoreo es través de evaluaciones periódicas o auditorías, las
cuales son efectuadas por el equipo delegado.
Pero aunque todo esté previsto y las acciones se proyecten en el corto plazo, conviene
contemplar alguno de los siguientes escenarios:
Es evidente que los procesos de Gestión de Riesgos no están exentos de problemas. Tal como
hemos visto en los apartados anteriores, están compuestos por pasos complejos y que
requieren de coordinación y seguimiento permanentes. En este sentido, la norma ISO 31000
ayuda a disminuir los obstáculos en dos sentidos:
Inmediatez: Un buen número de organizaciones no están dispuestas a esperar los plazos que
se han convenido para la implementación del sistema. Quisieran que todo fuese de una sola
vez y sin que tuviesen que invertir tiempo en ello.
Criterios distintos: Sucede sobre todo en las grandes empresas. Cuando los grupos de
responsables tienen demasiados miembros o su elección no ha seguido parámetros de cierta
unidad, lo más común es que entre estas personas se presenten diferencias de criterio a la
hora de implementar el plan. Esto se traduce en retrasos, reuniones excesivas y,
posiblemente, nombramiento de nuevos integrantes.
Falta de una figura coordinadora: Del mismo modo, algunos grupos suelen notar la ausencia
de una persona líder que direccione los procesos. De ahí la importancia de la elección de esa
persona en los primeros pasos de la implementación.
Incumplimiento de plazos: Por causa de una mala planificación, recursos insuficientes o una
comunicación deficiente entre los responsables, algunas veces los procesos de
implementación de Gestión de Riesgos incurren en incumplimiento de los plazos previstos.
En estos casos, el perjuicio es doble: primero, porque obstaculiza la realización del proyecto
en sí mismo; y segundo, porque se pierde tiempo valioso para mitigar o gestionar riesgos que,
en muchos casos, tienen carácter urgente.
Aplazamiento: Esto sucede cuando el plan ni siquiera llega a implementarse. Se han definido
las directrices, las estrategias, los responsables y los recursos, pero por la razón que sea el
plan acaba guardado en un archivo de la dirección.
Omisión de recursos: Llegados a esta etapa, las empresas descubren que los recursos
destinados para el mantenimiento y la supervisión del plan de Gestión de Riesgos no alcanzan;
son insuficientes, con lo cual se compromete la continuidad del mismo y se deja en el aire el
conjunto de avances realizados hasta la fecha.
Ausencia de diagnóstico previo: Si se han hecho cálculos errados en las primeras etapas, lo
más probable es que las proyecciones también lo sean. En estos casos, los procesos requieren
de un replanteamiento general.
Cuando una empresa aplica este tipo de herramientas, los resultados no sólo son más precisos
sino que, además, arrojan información de utilidad en el momento de aplicar las soluciones o
los correctivos pertinentes.
Ni qué decir, claro, de aquellas organizaciones que trabajan con información digital y servicios
informáticos. Aparte de ser una necesidad, supone también una ventaja que las diferencia de
sus competidores y les sitúa un escalón por encima a la hora de iniciar la monitorización y el
seguimiento de las acciones.