En Una Tarde de Verano

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En una tarde de verano, Mamá Patita se encontraba echada en su

nido sobre cinco hermosos huevos, Transmitía su calor a los


huevos y con gran paciencia esperaba que nacieran sus polluelos.
Papá Pato también esperaba y desesperado caminaba alrededor
del nido preguntándose “por qué tardaban tanto los huevos en
empollar”. De pronto mamá dio un grito de alegría al sentir que lo
huevos se agitaban y saltaban, y rápidamente salió del nido para
ver nacer a sus patitos.
Felices, ella y papá vieron como uno tras otro de los huevos se
rompían y de ellos salían sus hijitos. Cuatro lindos patitos
amarillos con ojitos muy redonditos.
Mamá y Papá siguieron vigilando el nido, pues el quinto huevo
que era el más grande, no empollaba. De pronto, dos patitas
rompieron un lado del cascarón y después una cabeza asomó
por el otro lado.
Pero era una cabezota blanca y fea en vez de la cabecita
amarilla de los patitos. El polluelo sacudió el cascarón y gritó,
“jonk, jonk, jonk”.
“¡Que raro está ese patito!”, dijo enojado papá. “Y, ¿Por qué dice
jonk, jonk, jonk y no cuac, cuac, cuac, como los otros?”.
Los cuatro hermanitos amarillos, curiosos, rodearon al patito blanco
y le dijeron, “tú no eres como nosotros, eres feo”. Después,
siguiendo a sus padres se fueron al estanque y lo dejaron solo.
El pobre patito feo no comprendía porque nadie le quería. Fue y se
sentó solito a la orilla del estanque a llorar. Grandes lágrimas le
rodeaban por el pico y caían en el agua del estanque.
Al asomarse al estanque vió en la superficie, una cara muy fea; no
comprendía que sus lágrimas al caer habían agitado el agua y su cara
se veía distorsionada. “Con razón nadie me quiere”, pensó
tristemente, “y es que en verdad soy muy feo”.
“ Soy tan feo que debo esconderme en el bosque”, pensó. En eso
escuchó unos chillidos. Pronto descubrió que los que piaban eran tres
polluelos hijitos de una garza.
Rápidamente el patito se metió al nido a cantar con los pajaritos. “Jonk,
jonk, jonk”, “Oye, eres muy desentonado”, le dijeron los niños garza,
“dile a su mami que te de clases de canto”. “Mi mami no me quiere”,
contestó el patito feo.
En esto estaban, cuando llegó Mamá Garza con un sabroso gusanito
para sus bebés. El patito creyó que el gusanito era para él y
rápidamente, se lo quito a Mamá Garza y se lo comió. “Sal de mi nido”,
grito furiosa Doña Garza, “Lárgate de aquí y no vuelvas, pato feo”.
El patito salió corriendo, se echó al estanque y se alejó nadando tan
rápidamente como puedo. De pronto se encontró frente a un hermoso
pato de lindos colores. Como este pato no le regañó y parecía
sonreírle, se detuvo a verlo.
“¡Que amable!”, pensó el patito. Montó sobre el gran pato y desde
arriba, varias veces, saltó alegremente al agua como quien salta desde
un trampolín. ¡Pobre patito! no sabía que su amigo era un pato de
madera, usado por los cazadores para atraer a los patos de verdad.
Por fin había encontrado con quien jugar. Montó ahora hasta la cabeza
de su amigo y se lanzó en un clavado que le llevó hasta el fondo del
estanque. Al tratar de salir a la superficie se golpeó la cabeza
fuertemente contra el pato de madera.
El patito creyó que su amigo, enojado, le había golpeado y aún
aturdido se refugió en la orilla. “Nadie me quiere en este mundo”, dijo el
patito, “tan solo porque soy feo”.
Después se montó en un tronco y se fue flotando por el estanque. Se
sentía tan solo y triste que comenzó a llorar. “jonk, jonk, jonk, le
contestaron. Empujo las lágrimas de sus ojos y vío, ahí junto a él, a
cuatro polluelos blancos que eran idénticos a él.
“ Ven a jugar con nosotros”, le dijeron, “es mejor que jugar que llorar en
este día tan lindo”, El patito feo dejó de llorar y saltó al agua con los
otros. Todos empezaron a divertirse jugando toda clase de juegos
acuáticos.
De pronto vió junto a él a una hermosa ave blanca. Era un cisne y era
el ave más hermosa que había visto en su vida. “Mami, mami”, gritaron
sus nuevos amiguitos. “Encontramos un hermanito, ¿puede quedarse a
vivir con nosotros”.
“Si hijitos”, contestó la hermosa Mamá Cisne. Después, abrazó con sus
alas al patito feo y le dijo. “Ven hijito, tú no eres un pato”.
“Eres un pequeño cisne, y algún día vas a ser el rey del estanque”.
Damián Esthefano
Guevara Pfuyo

SOLIDARIDAD
FIN

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