Cap 3 Entiende Las Trampas Vitales
Cap 3 Entiende Las Trampas Vitales
Cap 3 Entiende Las Trampas Vitales
Las trampas vitales tienen 3 características centrales que nos permiten reconocerlas.
Como dijimos en la primera lectura, una trampa vital es un patrón o un tema que
aparece en la infancia y se repite a lo largo de la vida. Este tema podría ser el abandono
o la privación emocional o cualquiera de los que describimos. El resultado final es que,
cuando somos adultos, “recreamos las condiciones más dolorosas de nuestra infancia”.
Una trampa vital es autodestructiva. Esta característica adversa y negativa hace que las
trampas vitales sean muy conmovedoras para los terapeutas que las observan. Un
ejemplo sería el caso de Pedro, que era abandonado una y otra vez, o el de Madeline,
de la que abusaban reiteradamente. Los pacientes se sienten atraídos por aquellas
situaciones que ponen en funcionamiento las trampas vitales. Un símil que podemos
encontrar en la naturaleza es el de las mariposas nocturnas que se sientes atraídas por
los destellos de luz. Una trampa vital daña el concepto que tenemos de nosotros
mismos, la salud, las relaciones con los demás, el trabajo, la felicidad, los estados de
ánimo, es decir, que se manifiesta en todos los aspectos de nuestra vida.
Al igual que otros rasgos innatos, el temperamento cambia y presenta una gran variedad
de emociones. A continuación, detallamos algunos ejemplos de rasgos que creemos que
son heredados.
Introvertido Extrovertido
Pasivo Agresivo
Emocionalmente monótono Emocionalmente intenso
Ansioso Tranquilo
Sensible Invulnerable
La influencia más importante es la familia, ya que sus dinámicas fueron las mismas de
nuestro mundo más precoz. Cuando en la vida adulta reproducimos la trampa vital, lo
que casi siempre repetimos es el drama de nuestra infancia familiar. Por ejemplo, Pedro
reproducía lo que vivió, el abandono de su madre y Madeline reproducía el abuso del
que fue objeto.
Nuestra infancia no tiene que ser perfecta para que seamos unos adultos razonables bien
adaptados. Tal como el Doctor W. Winnicott afirmaba, sólo tiene que ser
“suficientemente buena”. Un niño tiene ciertas necesidades primordiales como
seguridad básica, relación con los demás, autonomía, autoestima, autoexpresión y
límites realistas. Si estas necesidades
QUÉ se satisfacen,
NECESITAMOS PARA el CRECER
niño crece psicológicamente, pero
si hay un déficit grave, aparecen los problemas. Nosotros denominamos a estos déficits
con el nombre de trampas vitales.
1. Seguridad básica.
2. Relación con los demás.
3. Autonomía.
4. Autoestima.
Dr. Edgar Rodríguez V. e-mail: erodriguez_vilchez@hotmail.com 4
5. Autoexpresión.
6. Límites realistas.
La seguridad básica (trampas vitales: abandono y desconfianza, y abuso)
Algunas trampas vitales son más importantes que otras, como por ejemplo las que
afectan a la seguridad básica. Ésta puede aparecer a una edad tan temprana que incluso
un recién nacido puede tenerla. Un aspecto absolutamente primordial para un bebé es
sentirse seguro, ya que se trata de una cuestión de vida o muerte.
El trato que la propia familia da al niño puede provocar la trampa vital que afecta a la
seguridad básica. La amenaza del abandono o del abuso proviene de las personas que
son más íntimas, de aquellas que se supone que nos quieren, cuidan y protegen.
Las personas que han sido objeto de abusos o abandonadas de niños son las más
dañadas. Creen que en cualquier momento una desgracia puede ocurrir, como por
ejemplo, que la persona que quieren les haga daño o les abandone. Se sienten
vulnerables y frágiles. Es fácil romper su equilibrio. Su estado de ánimo se caracteriza
por la intensidad y por cambiar con facilidad, además son impulsivos y
autodestructivos.
Pedro, el hombre que describíamos en el primer escrito y que nos explicaba que su
mujer tenía aventuras con otros hombres, no tuvo un hogar estable en su infancia. Su
madre era alcohólica.
Las situaciones de inseguridad infantiles son las más peligrosas para reproducir porque
conducen de una relación autodestructiva a otra o se evitan del todo, tal como Madeline
hizo después del instituto.
Las relaciones con los demás (trampas vitales: privación emocional y exclusión
social)
Hay 2 maneras de relacionarse con los demás. La primera implica intimidad y se suele
establecer con la familia, con la pareja y los buenos amigos, que son nuestros vínculos
emocionales más cercanos. En las relaciones más íntimas, sentimos este tipo de unión
que ya establecimos con nuestra madre o padre. La segunda manera incluye nuestras
relaciones sociales. Se trata de un sentimiento de pertenencia, de encajar en la sociedad.
Este tipo de relaciones se establece en círculos de amigos o en la comunidad.
Los problemas de relación pueden ser sutiles. A pesar de que aparezca que te adaptas
bien, que tengas una familia, un único amor o formes parte de la comunidad, es posible
que en el fondo de tu corazón, en tu interior, te sientas distanciado de los demás. Quizá
te encuentres muy solo y anheles un tipo de relación que no tienes. Sólo alguien astuto
se percataría de que no te relacionas con las personas que están a tu alrededor.
David, el hombre que describíamos en el primer capítulo y que estaba descontento con
todas las mujeres, tenía serios problemas de intimidad: la esquivaba y sólo se
relacionaba superficialmente con las personas próximas a él. En los momentos iniciales
de la terapia, no pudo nombrar a ninguna persona cercana.
David creció con un vacío emocional. Apenas conoció a su padre y su madre era fría y
distante, lo que provocó que tuviera carencias tanto en la comunicación de sentimientos
como el afecto físico. Sabemos que hay 3 tipos de privación en la infancia: cuidado
emocional, empatía y guía. David tuvo carencias en los 3 ámbitos.
Si tienes problemas en las relaciones con los demás, la soledad es un problema para ti.
Quizá crees que nadie te conoce en profundidad ni te quiere o que estás aislado del
mundo y que no encajas en ningún sitio. Sientes un gran vacío en tu vida, a pesar de la
necesidad que tienes de relacionarte con los demás.
Si creciste en una familia que fomentaba la autonomía, tus padres te mostraron las
habilidades para ser autosuficiente, te estimularon a aceptar las responsabilidades y te
enseñaron a realizar juicios correctos.
La autoestima procede del sentimiento interno de que somos dignos en nuestras vidas
personales, sociales y laborales. Surge de sentirnos queridos y respetados en la infancia
por nuestra familia, amigos y en la escuela.
Idealmente, todos tendríamos que haber tenido infancias que apoyaran nuestra
autoestima, haber recibido amor y aprecio de nuestra familia, aceptación de los
compañeros y apoyo en la escuela. Deberíamos haber recibido alabanzas y nos tendrían
que haber animado sin una excesiva crítica o rechazo.
Sin embargo, puede que éste no sea tu caso. Quizás tenías un padre o un hermano que
constantemente te criticaba o creías que nada de lo que hacías era aceptable y que no te
querían. Puede que tus compañeros te rechazaran y te hicieran sentir que eras poco
aceptado. O tal vez, te sentiste como un fracasado en la escuela o en los deportes.
Hay dos trampas vitales que afectan a la autoestima: la imperfección y el fracaso. Éstas
se manifiestan con sentimientos de infravaloración en el plano personal y laboral. El
fracaso como trampa vital implica sentirse insatisfecho en el rendimiento y en el trabajo,
ya que existe la creencia de que se tiene menos éxito, aptitudes o inteligencia que sus
compañeros. La imperfección como trampa vital comporta un sentimiento de que eres
inherente imperfecto, es decir, cuanto más te conozcan, menos te van a querer. La
imperfección muchas veces acompaña a otras trampas vitales. De los 5 pacientes que
mencionamos en el primer capítulo, 3 –Madeline y David - tenían este sentimiento,
además de sus trampas vitales principales.
Madeline es la paciente cuyo padrastro abusó sexualmente de ella. Es muy común que
la desconfianza, el abuso y la imperfección vayan unidos. Los niños casi siempre se
culpan a sí mismos del abuso, sienten que fueron muy malos, que lo merecían o que
eran indignos de amor.
Salia, que salía con una mujer distinta cada vez, tenía profundos sentimientos de
imperfección. Encubría estos sentimientos adoptando una actitud reservada y de
superioridad.
Es posible que lleves una vida emocionalmente monótona y que suprimas las reacciones
naturales a los acontecimientos, ya sea por que sientes que tienes que hacer lo otros
desean o porque tienes que cumplir con tus elevadas expectativas. Tienes la sensación
de que no te diviertes en la vida y que ésta es sombría y triste. Por alguna razón, no
puedes divertirte, relajarte o sentir placer.
Tener límites realistas significa “poner límites realistas a tu propia conducta, tanto
internos como externos”. Esto incluye la capacidad de entender y de tener en cuenta las
Pero quizás no te fomentaron unos límites realistas. Tus padres pudieron ser
excesivamente indulgentes y permisivos y te dieron todo lo que querías. Premiaban tu
conducta manipuladora siempre que tenías una rabieta para conseguir algo. No te
controlaron adecuadamente y permitieron que expresaras tu ira sin ninguna restricción.
Nunca aprendiste la noción de reciprocidad ni te estimularon a tener en cuenta los
sentimientos de los demás. No te enseñaron autodisciplina ni autocontrol. Todos estos
errores pueden ser el origen de la trampa vital de la grandiosidad.
La grandiosidad puede estar dañando tu vida, ya que tu pareja, tus amigos o tu jefe
pueden terminar hartos de tu conducta y dejarte. Si tus problemas de límites incluyen
dificultades de autodisciplina y control, incluso tu salud puede estar afectada: podrías
fumar demasiado, volverte adicto a las drogas, hacer muy poco ejercicio o comer
compulsivamente. Incluso podrías ser arrestado por cometer actos delictivos, tales como
asaltar a alguien o conducir bebido. Las faltas de autodisciplina pueden impedir que no
logres tus objetivos porque no eres capaz de hacer el trabajo necesario.
III. autonomía
5. Dependencia.
6. Vulnerabilidad.
IV. Autoestima
7. Imperfección.
8. Fracaso.
V. autoexpresión
9. Subyugación.
10. Normas inalcanzables.