La Vida en Movimiento (Analisis Javiera Liberona)

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La vida en movimiento

El sistema de Río Abierto


Sanar los bloqueos emocionales
(Vincenzo Rossi)

Javiera Liberona
24 abril 2017
Profesor Camilo García
Introducción

En el presente ensayo analizaremos tres capítulos pertenecientes al libro “La vida


en movimiento. El sistema de Río Abierto. Sanar bloqueos emocionales” de
Vincenzo Rossi.
Vincenzo nos presenta en esta lectura su postura y filosofía del movimiento en la
vida humana y fundamentación de su sistema denominado como Río Abierto.
Como se mencionó anteriormente la lectura estuvo enfocada en tres capítulos,
pertenecientes al Capítulo 1: “¿Por qué el cuerpo?”, Capítulo 3: “Los centros de
energía y los cuerpos sutiles” y el Capítulo 4: “Movimiento y expresividad”, los
cuales serán analizados en profundidad en el desarrollo posterior de este ensayo,
pero considero importante dejar en claro la conexión principal entre los temas
tratados en dichos capítulos a modo general.
En la lectura se postula que tenemos diferentes tipos de cuerpo, en los cuales
convergen distintos tipos de energías, físicas y emocionales, que en nuestro
consiente colectivo tendemos a considerar distintas pero que en realidad están
conectadas y que estas no funcionan de manera independiente, sino que la
existencia de una se sustenta en la existencia de la otra. También propone como
el movimiento corporal nos ayuda a entender y ejercitar dichos cuerpos para lograr
desbloquearlos y, por ende, la armonía y posterior realización, plenitud y felicidad
en nuestras vidas.
Fundamentación
Al comenzar la lectura el autor nos hace cuestionarnos ¿por qué el cuerpo? Y se
refiere a este como una puerta de ingreso al ser. En este cuerpo, explica, se
genera un laboratorio donde nace la mezcla de un dios y un animal, donde la tarea
del animal es enseñarle al Dios la condición terrenal y la tarea del Dios enseñarle
a él la materia espiritual. Por eso es importante buscar una integración cuerpo-
psique-espíritu. Se distingue entonces que el ser humano posee dos partes; una
potencial que aún no descubrimos y constituye a nuestra naturaleza más profunda
(esencia) y otra de potenciales ya descubiertas y que se manifiestan de forma
habitual (personalidad), un vestido o máscara contenedores de la esencia. De allí
surge un sentimiento de insatisfacción, debido a la frustración de no poder vivir
plenamente, ser nosotros mismos, y esto nos afecta a nivel biológico y energético.
La mente tiene sus limitaciones de visión y estos límites no corresponden a los de
la realidad. Esto ocurre a medida que crecemos, generamos un yo-idea limitado:
no soy capaz, soy estúpido, etc. Y este, a modo de compensación genera un yo-
ideal, a modo de proyección irreal e infantil: cuando crezca seré admirado, salvaré
a la humanidad, etc. Por eso mismo un paso fundamental es dejar esa concepción
de que somos limitados, abandonar a este personaje creado y aceptar nuestra
esencia única. Una personalidad rígida se manifestará en un cuerpo rígido. Mi
identidad es una materia prima que puede tomar mil formas.
Para abandonar esta rigidez se debe entender la naturaleza de la vida misma, la
cual fluye, cambia y está en constante movimiento. Todo se mueve en un juego de
opuestos, de un extremo a otro, de una cualidad a otra, una eterna metamorfosis y
aceptar dicha fluidez es aceptar la vida. “Donde hay vida hay movimiento.”
Movimiento es mutación, el acto de cambiar. En cambio, la inercia, quietud o
repetición de un movimiento mecánico es una rutina inútil y se traduce en
negligencia y lentitud espiritual. La repetición, la comodidad de la rutina puede
llevar a un aburrimiento existencial.
Ahora, la inmovilidad y el dinamismo esconden una armonía, aun siendo opuestos
en apariencia forman una unidad en movimiento (así como sístole y diástole,
inspiración y exhalación, etc.). De manera errónea creemos que hay que tener una
manera de ser coherente y eso nos limita a ser de una manera particular y nos
rigidiza. Se nos invita a movernos en todos los extremos para liberarnos.
Rossi nos habla del cuerpo no solo como un laboratorio donde convergen
importantes y grandes mutaciones y transformaciones, sino que nos habla de un
instrumento donde se concreta el desarrollo humano, un instrumento de siete
cuerdas, haciendo referencia a los chakras o centros de energía, los cuales se
ubican verticalmente a lo largo del cuerpo humano.
El primer chakra se ubica en la base de la columna, ofreciéndonos una imagen
similar a las raíces de un árbol. Es una energía de supervivencia, relacionada a las
exigencias de la vida material. El segundo, ubicado en la articulación lumbosacra
tiene una función centrifuga que transforma la energía estática por una vital; al
estar ubicado en los genitales nos habla de la expansión de la vida, supervivencia
física y conquista sexual, confrontarse con otros o conquistarlos, todo a favor del
propio espacio vital. El tercero ubicado en la región abdominal la función
vegetativa se funde con la emotiva; afectiva e intuitiva que nos alerta de los
peligros. El cuarto se encuentra en el plexo, y nos encontramos con un nivel de
afectividad mayor que en el chakra anterior, aquí hablamos netamente del amor.
Quinto chakra, tiene una función expresiva y comunicadora de emociones,
pensamientos e ideas, ubicado en la laringe. El sexto, también denominado “tercer
ojo” se encuentra en la frente, dirige y coordina todas las otras energías y
funciones del organismo, pues tiene que ver con la intuición del pensamiento,
observar y ver con imparcialidad; conocer nuestra verdad. Finalmente, el séptimo
y último chakra, ubicada en la corona de la cabeza simboliza nuestro aspecto
divino en su máxima expresión; el Ser, lo desconocido que nos conecta con el
universo. Todos estos centros de energía funcionan conectados, son un sistema
donde todos deben funcionar en armonía para que la energía fluya, de lo cual
derivará, dependiendo del orden energético peculiar de cada uno, y que se
reflejarán indudablemente en su personalidad.
Ahora que se nos han presentado los distintos aspectos y energías que componen
nuestro ser se nos llama a realizar un trabajo psicocorporal en un intento de
orientar, armonizar y mejorar el funcionamiento de la energía del ser humano. El
primer paso es mover el cuerpo físico, en un camino de integración psicocorporal,
una vez que movemos el cuerpo físico activamos la energía vital que alimenta el
movimiento, pero pronto este movimiento energético se expandirá también al
cuerpo emotivo. Si movemos con determinación y por un tiempo determinado
nuestro cuerpo físico, muy pronto seremos consientes del cuerpo energético. De
igual forma cuando el cuerpo emotivo entra en acción se comienzan a sentir las
emociones y, al sentirlas se produce el impulso de manifestarlas. Es de suma
importancia ejercitar todos los músculos de todos los cuerpos puesto que el
desarrollo desproporcionado generará un desequilibrio perjudicial.
El movimiento expresivo se funda en el mundo exterior a mí me da una impresión
y en consecuencia yo reacciono y me expreso. Por lo que si yo logro expresarme
con claridad y sinceridad generaré que otros se sientan involucrados y reaccionen
adecuadamente. El movimiento expresivo es un juego donde nos dejamos
expresarnos más, es un ejercicio activo, ejercitarse en vivir.
Debemos aceptar nuestras emociones y dejarlas fluir cual agua como energía en
nuestro cuerpo, estas se manifestarán de distintas formas, a veces más caóticas
que otras. Finalmente, las emociones están en el cuerpo. El cuerpo emotivo está
en el cuerpo físico y se mueve con él. El cuerpo no miente y de forma terapéutica
aprendemos a dejar de mentirnos y de traicionarnos a nosotros mismos.
Desarrollo
En el método postulado por Rossi nos habla constantemente de energías, de
cómo estas nos componen, viven e interactúan con nosotros. Desde este
postulado y análisis logra una conexión de conceptos asociando el fluyo
energético con el fluyo de las aguas, denominando su método como Río Abierto.
Todo es energía. Dentro del conocimiento colectivo tendemos a separar lo tangible
de lo intangible; lo que se toca, lo que se ve y lo que no puedo tocar y solo percibir
pasan a ser conceptos casi antagónicos cuando en realidad están compuestos de
lo mismo: energía. Siendo un poco más científicos toda la materia se compone por
átomos que, en los vastos años de investigación, son hasta ahora la unidad de
medida más pequeña del cual hay conocimiento. Sin intención de hacer un cambio
brusco de tópicos ni llenar este ensayo de información que no nos compete en los
temas abordados me limitaré a decir que estas estructuras: los átomos, se
encuentran en los ya conocidos estados de la materia: sólido, líquido, gaseoso y
plasma. Lo que diferencian dichos estados es la fuerza de atracción que une a los
átomos, en el estado sólido tienen una gran fuerza de atracción, mientras que en
el líquido y gaseoso tiene menos fuerza, mas estas siempre se encuentran
vibrando. A lo que quiero llegar con esto es que tenemos que comenzar a tener
una mayor conciencia que, científicamente todo está conectado, todo es energía y
lo único que diferencia a un riñón, de una mesa de madera y una brisa de aire es
el comportamiento y cualidades de los átomos.
Bajo esa premisa de que todo es energía es prudente señalar que la cualidad
principal de la energía es que esta nunca se crea ni se destruye, solo se
transforma. La energía está en constante transformación puesto que esta
interactúa con otras energías y estas tienen la capacidad de modificarse entre
ellas.
Un claro ejemplo, y personalmente uno de mis favoritos, de cómo conceptos
tangibles e intangibles tienen una relación directa en sus comportamientos es el
experimento de Masaru Emoto, conocido por sus controvertidas afirmaciones de
que las palabras, oraciones, sonidos y pensamientos dirigidos hacia un volumen
de agua influirían sobre la forma de los cristales de hielo obtenidos del mismo.
Según Emoto, la apariencia estética de los cristales dependería de si las palabras
o pensamientos sean positivos o negativos.
Esto, considerando que nuestro cuerpo es aproximadamente 70% agua habla
mucho de como las palabras que, no solo le comunicamos a los demás, si no que
nuestros mismos pensamientos autodestructivos pueden generar en nosotros.
Es por eso que el método de Río abierto, no solo me parece sumamente acertado,
sino que además me parece sumamente sabio. El entender que nuestro cuerpo
físico está relacionado directamente con nuestro pensar y sentir y, valido decir
también, como el entorno o llámese lo externo influye de igual manera.
Abandonar y superar nuestros bloqueos mentales son claves para la liberación
energética y por ende la liberación del cuerpo físico. Palabras como “incapaz”
“inepto” “tonto” “insuficiente”, no solo generarán un daño físico en nuestras
estructuras microscópicas, sino que también generarán un dialogo con nuestro
cuerpo el cual se convencerá de que no puede y al no poder, dichos pensamientos
negativos se verán reafirmados, generando así un círculo vicioso y
autodestructivo. Es verdad que las palabras no hacen magia tampoco, no porque
yo diga “soy capaz de correr una maratón de 30 km” significa que de un instante a
otro lo logre, pero sí significa que soy capaz de prepárame, de entrenar, de ser
disciplinada, de cuidarme, de quererme, de lograr ese objetivo puntual para en un
tiempo determinado lograr correr esos 30 km. Dicho proceso tiende a mancharse
de inseguridades, ligadas quizás a recuerdos de haber fracasado o de sentirnos
disminuidos, mas no olvidar que el pasado no es una cárcel, sino que son
aprendizajes.
Por ende, nuestras palabras y pensamientos son de suma importancia para huir
de este círculo vicioso y negativo por uno que nos enriquezca y nos ayude a
crecer. Empezar a decir “yo puedo” “soy capaz” “va a costar, pero puedo”.
Para ello el trabajo paralelo de cuerpo, mente y alma es fundamental, energías
que, quizás por definición aparenten ser independientes pero que terminan
conjugando nuestra existencia la cual se demuestra en lo que hacemos y también
lo que no hacemos.
Dejar fluir la energía es no solo una necesidad para nuestro ser en totalidad, sino
que también es un deber y tarea que debemos poner en práctica todos los días,
no caer en la rutina, no estancarnos. Lo que se queda quieto está condenado a
morir.
En definitiva, lograr un conocimiento sensible y sincero conmigo mismo me
ayudará a detectar mis falencias y debilidades, no para usarlas en mi desventaja,
sino que más bien a mi favor. Trabajarme, cultivarme y amarme. Siendo sincera
conmigo lograré desbloquear mi mente y alma para crecer como persona. Vivir de
forma equilibrada con nuestros deseos, necesidades y deberes humanos nos
ayudan a mantener el flujo de energía vivo.
Conclusión
Tras leer un fragmento de “La vida en Movimiento” me he dado cuenta de que es
increíblemente terapéutico y me ha ayudado no solo a reafirmar filosofías propias
de mi vida, sino que además me ha ayudado a darme cuenta que la mente y las
apreciaciones personales juegan un rol fundamental en como mi cuerpo se
comporta. Un bloqueo mental y/o emocional da como respuesta un bloqueo físico,
de igual manera un bloqueo físico nos da un bloqueo emocional y mental debido a
esta conexión energética que habita todo lo conocido. El sistema de Río Abierto
nos ayuda a comprender el comportamiento de la energía y como esta debe fluir,
ya sea lento y calmo o rápido y catastrófico, aceptar lo que la vida me da, lo que la
vida tiene preparado para mí, para aprender, para crecer. No negar ni bloquear,
porque me generará un daño. Lo inerte está condenado a morir y el movimiento es
sinónimo de vida. Nos ha dejado invitados a dejar de tener miedo, a dejar de
mentirnos, a amarnos y a amar la vida misma, porque al final del día la energía del
universo entero se comunica con todas mis energías y yo me comunico con las del
universo.

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