Los 5 Obstaculos AAVV

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Los cinco impedimentos (nivarana)

El venerable Ajahn Brahm explica en este artículo cómo lidiar con los cinco principales
impedimentos que dificultan la práctica de la meditación y que son los siguientes: 1)
kamacchanda: deseo sensorial; 2) vyapada: malevolencia; 3) thina-middha: pereza y apatía;
4) uddacca-kukkucca: desasosiego y ansiedad; 5) vicikiccha: duda.

Por Ajahn Brahm

Los mayores obstáculos para el éxito en la meditación y la perspicacia [1] liberadora


asumen la forma de uno o más de los Cinco Impedimentos. Toda la práctica que conduce a
la Iluminación puede bien ser expresada como el esfuerzo para superar los Cinco
Impedimentos, al principio, suprimiéndolos temporalmente para experimentar el jhāna y la
perspicacia y, después, superándolos permanentemente a través del completo desarrollo del
Noble Óctuple Sendero.

Y ¿cuáles son estos Cinco Impedimentos? Ellos son: 1) kāmacchanda: deseo sensorial; 2)
vyāpāda: malevolencia; 3) thīna-middha: pereza y apatía; 4) uddacca-kukkucca:
desasosiego y ansiedad; 5) vicikicchā: duda.

1. Kāmacchanda: deseo sensorial

El deseo sensorial o sensual se refiere a esa clase particular de querencia que busca la
felicidad a través de los cinco sentidos de la visión, la audición, el olfato, el gusto y el tacto.
Específicamente, excluye cualquier aspiración a la felicidad a través de sólo el sexto
sentido de la mente.

En su forma extrema, el deseo sensorial es una obsesión por encontrar placer en cosas tales
como la intimidad sexual, la buena comida o la música refinada. Pero también incluye el
deseo de reemplazar las experiencias irritantes –o incluso dolorosas– de los cinco sentidos
por experiencias agradables, es decir, el deseo de confort sensorial.

El Buddha comparó el deseo sensorial con obtener un préstamo. Todo placer que uno
experimenta a través de estos cinco sentidos debe ser reintegrado a través del desagrado de
la separación, de la pérdida o del vacío hambriento que aparece implacablemente cuando el
placer se agota. Como con todo préstamo, está también el asunto del interés y, así, como
dijo el Buddha, el placer es pequeño comparado con el sufrimiento que se paga.

En la meditación, uno transciende el deseo sensorial por ese período al soltar la


preocupación por el cuerpo y sus cinco actividades sensoriales. Algunos imaginan que los
cinco sentidos están allí para servir y proteger al cuerpo, pero la verdad es que el cuerpo
está allí para servir a los cinco sentidos mientras juegan en el mundo siempre en busca del
placer. De hecho, el Buddha dijo una vez: «Los cinco sentidos son el mundo», y para dejar
el mundo, para disfrutar de la dicha de otro mundo que es el jhāna, uno debe abandonar por
un tiempo toda preocupación por el cuerpo y sus cinco sentidos.
Cuando el deseo sensorial es trascendido, la mente del meditador no tiene interés en la
posibilidad de hallar placer o, incluso, confort en este cuerpo. El cuerpo desaparece y los
cinco sentidos son desconectados. La mente se vuelve calma y libre para mirar hacia el
interior. La diferencia entre la actividad de los cinco sentidos y su trascendencia es como la
diferencia entre mirar por una ventana y mirar en un espejo. La mente que está liberada de
la actividad de los cinco sentidos puede realmente mirar hacia su interior y ver su verdadera
naturaleza. ¡Sólo de ahí puede surgir la sabiduría acerca de lo que somos, de dónde
venimos y por qué!

2. Vyāpāda: malevolencia

La malevolencia se refiere al deseo de castigar, dañar o destruir. Incluye el puro odio de


una persona o, incluso, de una situación, y puede generar mucha energía que es tanto
seductora como adictiva. A la vez, siempre aparece justificada, porque tal es su poder que
corrompe fácilmente nuestra capacidad de juzgar de forma razonable. Además incluye la
malevolencia hacia uno mismo, también conocida como culpa, que niega a uno mismo
cualquier posibilidad de felicidad. En la meditación, la malevolencia puede aparecer como
aversión hacia el propio objeto de meditación, rechazándolo, de modo que nuestra atención
es forzada a vagar por otras partes.

El Buddha comparó la malevolencia con estar enfermo. Así como la enfermedad nos niega
la libertad y la felicidad de la salud, la malevolencia nos niega la libertad y la felicidad de la
paz.

La malevolencia se supera con la aplicación de mettā, amor-bondad. Cuando hay


malevolencia hacia una persona, mettā nos enseña a ver más en esa persona que todo eso
que nos daña, entender por qué esa persona nos daña (a menudo porque ella misma había
sido intensamente herida), y nos anima a poner a un lado nuestro propio dolor y mirar con
compasión a los otros. Pero si eso es más de lo que podemos hacer, mettā hacia uno mismo
nos lleva a dejar de vivir en la mala voluntad hacia esa persona, para evitar que nos siga
dañando a través del recuerdo de aquellos actos. De igual manera, si hay malevolencia
hacia uno mismo, mettā ve más que nuestras propias faltas, puede entenderlas y hallar el
coraje para perdonarlas, aprender de su lección y dejarlas ir. Si hay malevolencia hacia el
objeto de meditación (a menudo, la razón por la que el meditador no puede hallar paz),
mettā abraza el objeto de meditación con cuidado y deleite. Por ejemplo, así como una
madre tiene un mettā natural por su hijo, del mismo modo un meditador puede observar su
respiración, digamos, con la misma calidad de atención cuidadosa. Entonces, ¡será tan
improbable que pierda la respiración a causa del olvido como que una madre olvide a su
bebé en el centro comercial, y será tan improbable que suelte la respiración a causa de
algún pensamiento distractivo como que una madre distraída suelte a su bebé! La
superación de la malevolencia permite relaciones duraderas con otras personas, con uno
mismo y, en la meditación, una relación duradera y agradable con el objeto de meditación,
que puede madurar en la plena experiencia de la absorción.

3. Thīna-middha: pereza y apatía


Pereza y apatía se refiere a esa pesadez corporal y tedio mental que nos hunde en la inercia
invalidante y la depresión profunda. El Buddha lo comparó con estar encarcelado en una
celda apretujada y oscura, sin la posibilidad de moverse libremente bajo el sol brillante del
exterior. En la meditación, genera una atención débil e intermitente que, incluso, nos puede
llevar a quedarnos dormidos ¡sin siquiera darnos cuenta!

La pereza y la apatía son superadas a través del despertar de la energía. La energía siempre
está disponible, pero pocos saben cómo encender el interruptor, por decirlo de alguna
manera. Fijar una meta, una meta razonable, es una manera sabia y efectiva de generar
energía, ya que es una forma deliberada de desarrollar interés por la tarea a realizar. Un
niño pequeño tiene un interés natural, y la consecuente energía, porque en su mundo es
todo nuevo. Por eso, si uno puede aprender a mirar su vida, o su meditación, con una
«mente de principiante», siempre podrá encontrar nuevos ángulos y posibilidades que lo
mantendrán activo y enérgico, distante de la pereza y la apatía. De igual manera, uno puede
desarrollar el deleite por cualquier cosa que haga, entrenando la percepción para ver lo
bello en lo ordinario y, de este modo, generar el interés que evita la media muerte que es la
pereza y la apatía.

La mente posee dos funciones principales: «hacer» y «conocer». El camino de la


meditación es calmar el «hacer» hasta la completa tranquilidad mientras se mantiene el
«conocer». La pereza y la apatía ocurren cuando uno, por descuido, calma tanto el «hacer»
como el «conocer», siendo incapaz de distinguirlos.

La pereza y la apatía son un problema común que puede acercarse sigilosamente y


sofocarnos lentamente. Un meditador hábil mantiene una afilada vigilancia ante las
primeras señales de pereza y apatía y, así, es capaz de divisar su proximidad y tomar una
acción evasiva antes de que sea demasiado tarde. Como al llegar a una bifurcación en la
ruta, uno puede tomar ese camino mental que lo alejará de la pereza y la apatía. La pereza y
la apatía son un estado físico y mental desagradable, demasiado rígido para saltar a la dicha
del jhāna y demasiado ciego para divisar cualquier insight. En resumen, es una competa
pérdida de un tiempo precioso.

4. Uddacca-kukkucca: desasosiego y ansiedad

Desasosiego, o inquietud, se refiere a la mente que es como un mono, siempre saltando de


rama en rama, incapaz de permanecer mucho tiempo con alguna cosa. Es causado por el
estado mental excesivamente crítico que no logra satisfacerse con las cosas tal como son y
que, por eso, tiene que seguir su búsqueda en la esperanza de algo mejor, siempre un poco
más allá.

El Buddha comparó la inquietud con ser un esclavo, continuamente saltando tras las
órdenes de un amo tiránico que siempre exige la perfección y nunca permite un descanso.

La inquietud es superada con el desarrollo del contentamiento, que es el opuesto de la


crítica excesiva. Uno aprende la simple alegría de satisfacerse con poco, en lugar de
siempre estar queriendo más. Uno se siente agradecido por este momento, en lugar de
contrastar sus deficiencias. Por ejemplo, en la meditación la inquietud es, a menudo, la
impaciencia de pasar rápidamente al próximo estadio. Sin embargo, el progreso más rápido
es alcanzado por aquellos que están satisfechos con el estadio en el que se encuentran
ahora. Es la intensificación de ese contentamiento lo que madura el estadio siguiente. Por lo
tanto, uno debe tener cuidado con el «deseo de progresar» y, en cambio, aprender cómo
descansar en el contentamiento apreciativo. De esa manera, el «hacer» desaparece y florece
la meditación.

La ansiedad, o remordimiento, se refiere a una clase específica de inquietud que es el efecto


kámmico de nuestras malas acciones. La única manera de superar el remordimiento, la
inquietud de una mala consciencia, es purificar la propia virtud y volverse bondadoso, sabio
y moderado. Es prácticamente imposible que alguien inmoral o autoindulgente haga un
gran progreso en la meditación.

5. Vicikicchā: duda

Duda se refiere a las cuestiones internas perturbadoras en el momento en que uno debe
estar yendo silenciosamente más profundo. La duda puede cuestionar nuestra propia
habilidad («¿puedo hacer esto?»), o el método («¿es esta la manera correcta?»), o, incluso,
el significado («¿qué es esto?»). Debe recordarse que tales cuestiones son obstáculos para
la meditación porque son preguntas en el momento equivocado y, por consiguiente, se
vuelven una intrusión, oscureciendo nuestra claridad.

El Buddha comparó la duda con estar perdido en un desierto sin ningún mojón para
orientarse.

Tal duda es superada reuniendo instrucciones claras, teniendo un buen mapa, de modo que
uno pueda reconocer los mojones sutiles en el territorio desconocido de la meditación
profunda y, así, saber qué camino tomar. La duda de la habilidad propia es superada
nutriendo la autoconfianza con un buen maestro. Un maestro de meditación es como un
entrenador que convence a su equipo de que puede lograr el éxito. El Buddha declaró que
uno puede alcanzar el jhāna y la Iluminación si cuidadosa y pacientemente sigue las
instrucciones. ¡Lo único incierto es «cuándo»! La experiencia también supera la duda
acerca de la propia habilidad y la de si este es el camino correcto. Cuando uno realiza por sí
mismo los bellos estadios del camino, descubre que, de hecho, es capaz de lograr lo más
elevado y que este es el camino que lo conducirá allí.

La duda que toma la forma de la evaluación constante «¿esto es jhāna?, ¿cómo voy?», es
superada al darnos cuenta de que es mejor dejar tales cuestiones para el final, para los
últimos minutos de la meditación. Un jurado sólo llega a su veredicto al final del juicio,
cuando toda la evidencia ha sido presentada. De igual manera, un meditador hábil se dedica
silenciosamente a reunir evidencia, analizándola sólo al terminar para descubrir su
significado.
El fin de la duda, en la meditación, es descrito como una mente que posee completa
confianza en el silencio y, por eso, no interfiere con ningún discurso interno. Es como tener
un buen chófer: uno se sienta todo el viaje en silencio por la confianza en el conductor.

Cualquier problema que surja en la meditación será uno de estos Cinco Impedimentos, o
una combinación de ellos. De modo que, si uno experimenta alguna dificultad, debe utilizar
el esquema de los Cinco Impedimentos como una «lista de control» para identificar el
problema principal. Entonces, sabiendo cuál es el remedio apropiado, debe aplicarlo
cuidadosamente para superar el obstáculo y lograr una meditación más profunda.

Cuando los Cinco Impedimentos son totalmente superados, desaparecen las barreras entre
el meditador y la dicha del jhāna. Por lo tanto, la prueba segura para saber si estos Cinco
Impedimentos han sido realmente superados es la habilidad para acceder al jhāna.

[1] “Insight” en inglés. El traductor deja esta palabra en inglés a lo largo del artículo (Nota
del B.T.)

FUENTE:

Ajahn Brahmavamso (1999) “The Five Hindrances (Nīvarana)” en Boletín Informativo de


la Buddhist Society of Western Australia. Abril de 1999.

Traducción: Alejandro P. de León, Buenos Aires, 2005.

Corrección: María Isabel Zapico. Revisión: 05-Abr-2006.

(Este texto es una traducción de la pláticas del Dhamma de Yuttadhammo Bhikkhu. Se han
hecho leves modificaciones para mejorar la legibilidad.)

Hay cinco obstáculos que evitan el éxito o el progreso en la meditación, en la toma de


decisiones benéficas y en la vida espiritual. Son obstáculos porque nos impiden tener una
atención plena del momento presente. Esto se ve más claramente en la meditación, dado
que está nos habilita a observarlos y superarlos.
1. Kamacchanda: El deseo sensual, que en budismo se refiere al deseo que se origina por
buscar la felicidad a través de los sentidos (ver, escuchar, sentir, probar, oler, pensar -en
budismo la mente es considerado como otro sentido-). Al percibir las cosas como bonitas y
desearlas se genera sufrimiento: al tratar de obtenerlas, al momento de perderlas y al
momento de pensar en perderlas. Si se obtienen el deseo por obtenerlas una y otra vez
incrementa, cada vez que este deseo aumenta es acompañado el estrés y la ansiedad para
obtenerlas nuevamente. Para combatir esto el deseo debe observarse cuando aparezca,
reconocerlo y entrenar la mente para que esta deje de reaccionar a él.

El problema no surge por tener cosas sino por desearlas y apegarse a ellas. El desear
comida que consideramos deliciosa o saludable, el desear vestidos y ropas costosos, el
desear deleitarse con la música, etc. traen consigo estrés y sufrimiento. El cumplir estos
deseos brinda placeres momentáneos, gratificantes por un instante, pero dejan un vacío
cuando ese instante pasa. A largo plazo el satisfacer el deseo de obtener el objeto de nuestro
deseo una y otra vez conduce a la adicción, en lugar de a la verdadera felicidad. Cuando
uno se acerca a la comida debe ser como un medio para mantener, alimentar y sostener el
cuerpo, no para generar un placer corto, momentáneo. Cuando uno se acerca a la ropa  debe
ser como un medio para cubrir al cuerpo del frío, del sol y los insectos, no para obtener
respeto o diferenciarse de los otros. Todas estas suposiciones son resultado de la perversión
de la realidad y no de la realidad misma. El deseo es abandonado por la mente cuando se
empieza a reconocer la verdadera naturaleza de las cosas a través de la meditación
Satipatthana.

2. Vyapada: traducida como mala voluntad y enojo, se refiere a todos los deseos de
rechazo, hostilidad, resentimiento, odio, desprecio y desagrado. Este obstáculo surge
cuando entramos en contacto con algo que nos desagrada y damos origen al deseo de
destruirlo o de alejarlo de nuestra realidad. Durante la meditación puede surgir desagrado
por un pensamiento relacionado al pasado o futuro o incluso puede surgir desagrado por la
meditación misma. El hecho de estar sentados con nosotros mismos lidiando con nuestros
pensamientos en lugar de disfrutar de las distracciones que ofrece el mundo puede dar lugar
a la aversión por la meditación. Este obstáculo al igual que el deseo sensual disminuye la
concentración y la energía.

Al meditar vamos a observar como se comporta nuestra mente, el surgimiento de defectos


como el enojo, la envidia, el resentimiento, así como la falta de control sobre estas
experiencias puede generar desagrado y frustración. El deseo de controlar cosas, en
particular a la mente es un obstáculo para tener una atención plena en el momento presente.
Durante la meditación también se puede llegar a sentir dolor, pero el dolor no es
particularmente malo para la práctica. La aversión y el desagrado por el dolor son los
verdaderos obstáculos.

Tenemos que entender el enojo está basado en la aversión hacia un objeto que nosotros
percibimos como desagradable. ¿Por qué nos enojamos?, buscamos respuestas complicadas
en la genética, en eventos concretos de nuestro pasado, pero la realidad es simple, nos
enojamos porque creamos un habito de aversión, así que la solución es reentrenar a la
mente en su forma de como percibir la realidad, enseñarle a que observe con objetividad y
claridad.
¿Cuál es la técnica que ayuda a superar el enojo? Metta (amigabilidad) conocida como
loving-kindness en Inglés. El cultivo de la amabilidad o amigabilidad es una buena
protección cuando se experimenta un fuerte enojo en contra de una persona o grupo de
personas. A un nivel más profundo es el cultivo de la objetividad la que nos ayuda a superar
el enojo, esto último se consigue practicando Satipatthana. Para desmoronar el enojo desde
su raíz se debe renunciar al juicio que hacemos sobre lo que nos causa enojo, cuando se
deja de juzgar la experiencia como placentera o desagradable, entonces nos dejamos de
sentir atracción o rechazo por ella.

3. Thina-middha: La pereza o el adormecimiento. Este estado mental ocurre cuando la


mente se estanca, pierde la voluntad y la flexibilidad, se mueve lentamente, torpemente y se
adormece. Al estar la mente adormecida se tiene dificultad para notar el movimiento del
estómago al expandirse y contraerse, en otras palabras hay dificultad para volver al
momento presente. Puede ocurrir que durante el estado de adormecimiento los meditadores
novatos se desconecten repentinamente.

¿Cuál es la cura para este estado mental? Tener iniciativa y aplicar un esfuerzo para
continuar e intentar nuevamente para dirigir la atención hacia el objeto de meditación.
Algunas veces la gente mal entiende el esfuerzo (en la meditación) como forzar algún
estado mental  en particular. En realidad, cuando hablamos de esfuerzo nos referimos a
intentar una y otra vez enfocar la atención, sin empujar empecinadamente. Se trata de
intentar amablemente dirigir la mente hacia la observación objetiva y no parar, ni dormir o
dejar que la mente se adormezca. Al principio será retador y cansado aplicar el esfuerzo,
pero la repetición creará un hábito y hará al meditador más hábil.

4. Uddhacca-kukkucca: Intranquilidad y preocupación. Por lo general, la mente no está


tranquila y se agita fácilmente, pierde el enfoque y la calma. En algunas ocasiones la
intranquilidad es tan fuerte que el meditador encuentra dificultad para mantenerse sentado
durante el tiempo programado. Este obstáculo es particularmente acentuado en personas
hiperactivas, deportistas de alto rendimiento y adictos al trabajo. Este obstáculo también
puede ser debido al deseo de evitar que la mente divague o el deseo de controlar lo que
hace la mente.

Para superar la intranquilidad o preocupación se deja que la mente divague, se le observa


mientras esta divagando, se recuerda a uno mismo lo que está pasando (pensando,
desesperación, desesperación, ansiedad, etc). La mente regularmente se detiene cuando se
notan claramente estos estados y esto sucede sin forzarla a que deje de hacer lo que esta
haciendo, simplemente nos mantenemos conscientes de que está divagando. Eventualmente
la mente se cansa de divagar y se calma.

Hay otras formas de conseguir calma artificial como es la práctica de Samatha, sin embargo
la verdadera calma se consigue a través de permitir que la mente experimente con enfoque
aquellas cosas que le generan distracción, es necesario subrayar que la mente debe notar las
experiencias de la distracción sin reaccionar.

Las distracciones surgen por generar un pensamiento acerca del objeto que se nota. por
ejemplo, cuando escuchamos algo, en lugar de juzgar el sonido como desagradable o
agradable y generar actividad mental acerca de él – como preguntarnos ¿qué lo generó?
¿qué está pasando?¿quién está ahí? -, recordamos que simplemente estamos escuchando y
dejamos de suponer cosas acerca del sonido. Esto nos ayuda a dejar los hábitos estimulan la
distracción.

5) Vicikiccha: Duda. ¿Qué es lo que causa la duda? La duda es generada por no mantener la
esencia de algo en la mente. Al no ver las cosas como realmente son, dudamos. La duda en
este sentido no se refiere a que no creemos algo, la duda en este sentido se genera cuando
no vemos claramente las cosas, y se produce incertidumbre. Cuando hay incertidumbre los
meditadores se preguntan: ¿estoy meditando correctamente?, ¿estoy progresando?, ¿es este
camino útil?, ¿es este el camino correcto?, ¿lo puedo hacer?, ¿soy lo suficientemente
bueno?, etc. Todas estas preguntas provienen de la inseguridad.

Las preguntas en este punto son una indicación de no estar viendo las cosas claramente, si
se estuvieran viendo las cosas claramente ni siquiera surgiría la pregunta dado que tendría
la certeza de lo que está haciendo y cómo funciona. Esta inseguridad surge debido a que se
está viendo la experiencia en términos de “Yo, Mío, etc.”, en términos del pasado y del
futuro, en términos de la idea de la habilidad que se tiene en la técnica de meditación.
Cuando vemos claramente las cosas, entendemos el proceso de las cosas y dejamos de
hacer este tipo de preguntas, cuando estamos ocupados haciendo preguntas, estamos
ocupados siendo lo que somos. Conforme practiquemos Satipatthana obtendremos claridad,
observaremos el proceso y dejaremos de hacernos estas preguntas.

Cuando los meditadores se sienten estancados en la práctica, su estancamiento tiene que ver
con algunos de estos cinco obstáculos que se han discutido. Uno puede analizar su práctica
de meditación en base a estos obstáculos cada cierto tiempo, pero no durante la sesión de
meditación ya que desviarían su atención de la meditación. Si surgen dudas durante la
meditación hay que notar “dudando, dudando”.

El análisis de la técnica debe hacerse después de un tiempo de haber empezado a meditar,


por ejemplo a los 7 días de empezar a meditar, al mes o tres meses comparando nuestra
reactividad ante los estímulos que anteriormente nos molestaban. Una manera de evaluar
nuestro avance es comparar la forma e intensidad de las reacciones hacia las experiencias
conforme pasa el tiempo y por la cantidad de momentos genuinos de claridad o atención
plena durante las sesiones de meditación. Este es un proceso de aprendizaje y no se debe
calificar únicamente por un momento específico, si no por la mejora en las habilidades que
se están aprendiendo, que en este caso son paciencia, tranquilidad, amabilidad, calma,
objetividad, entre otras.

Referencias:

1. Sources of Hindrances, Yutthadamo Bhikkhu. https://www.youtube.com/watch?


v=K_2fwy3f8RE (16/09/16)
Los Cinco Obstáculos: Los Ladrones de Tu
Crecimiento Espiritual
Charles A. Francis

Veamos algunos de los obstáculos para nuestro crecimiento espiritual. Déjame preguntarte
esto: ¿alguna vez te has quedado atrapado en el tráfico y pensaste a ti mismo, "si no fuera
por todos estos otros autos en el camino, me gustaría llegar a trabajar (o a casa) mucho más
rápido"?

Bueno, el desarrollo espiritual es similar a eso. Si no fuera por los obstáculos mentales y
emocionales, podríamos desarrollar la atención plena mucho ms rápido.

Existen varios obstáculos comunes, y al tomar conciencia de ellos, podemos minimizar su


efecto sobre nosotros. En el budismo, estos se llaman los Cinco Obstáculos:

 Deseo sensual Este es nuestro deseo de complacer a nuestros cinco sentidos y las
emociones.
 Aversión. Esto es una antipatía por alguien o algo. Es lo opuesto al deseo.
Naturalmente tratamos de evitar cosas que son desagradables.
 Letargo. Este es un embotamiento mental que surge del aburrimiento o la falta de
estimulación mental. Es el resultado de no poder disfrutar el momento presente.
 Agitación. Esto es esencialmente lo opuesto a la letargia. Es la sobreestimulación
de nuestra mente.

 Duda. Esto es una falta de convicción o confianza en nuestra práctica de


meditación.

Para comprender mejor los Cinco Obstáculos, podría ser útil comprender algunos de
nuestros instintos humanos básicos. Al crecer, la mayoría de nosotros desarrollamos algún
concepto de lo que es la felicidad y cómo lograrla.

Deseo sensual

En nuestra sociedad, nos alientan a perseguir nuestros sueños, porque nos dicen que nos
traerán felicidad. Estos sueños generalmente consisten en una carrera exitosa, ser
propietario de una casa, buscar pareja y establecerse. Para algunas personas, sus sueños
pueden consistir en algo completamente diferente. En cualquier caso, estos logros nos
brindan alguna forma de gratificación emocional, o un placer de nuestros sentidos, es decir,
cumplen nuestros deseos.

El deseo sensual se convierte en un obstáculo porque ocupa una gran cantidad de nuestra
atención. Gastamos una gran cantidad de tiempo, dinero y esfuerzo persiguiendo nuestros
deseos. La forma en que el deseo sensual se manifiesta durante nuestra meditación es
mediante la fantasía. Pensamos en alimentos, sexo, dinero o cualquier otra cosa que nos
llene de satisfacción.

Además, comenzamos a desarrollar una tolerancia a los objetos de nuestros deseos.


Entonces, cuando los sentimientos agradables desaparecen, necesitamos aún más de estos
objetos para brindarnos el mismo nivel de satisfacción. Esto es especialmente cierto en las
relaciones íntimas. El ciclo nunca termina porque nuestros deseos y deseos no tienen fin.
Algunas personas pasan toda su vida persiguiendo posesiones materiales, solo para
descubrir que no les traen felicidad duradera.

Este enfoque para lograr la felicidad puede habernos sido útil en el pasado. Pero ahora que
estamos en un camino espiritual, queremos crecer más allá de este nivel. A través de la
práctica de la atención plena, podemos lograr una paz interior que sea más estable. Nuestra
felicidad ya no dependerá de las condiciones externas, sobre las que no tenemos control,
sino de nuestra condición espiritual, sobre la cual sí tenemos control.

Aversión

La aversión funciona casi de la misma manera que el deseo, solo en la dirección opuesta.
Tratamos de evitar cualquier cosa que desencadene emociones desagradables, por lo que
pasamos gran parte de nuestro tiempo buscando placer y evitando el dolor.

La aversión también puede manifestarse en ira o mala voluntad. Por lo general, nos
enojamos cuando alguien hiere nuestros sentimientos o hace algo que no nos gusta. La ira
puede ser bastante seductora y adictiva porque a veces nos da prisa. Es fácil justificar
nuestra ira por la injusticia de otra persona. También podemos usarlo para manipular a
otros y hacer lo que queremos.

Si nunca perdonamos a las personas por dañarnos, continuaremos cargando con nuestra ira
en forma de resentimiento. En casos extremos, esa ira puede convertirse en un odio
profundo. Aferrarse a la ira y el resentimiento nos impedirá crecer. Como alguien dijo una
vez, "aferrarse a la ira es como agarrar un carbón caliente con la intención de tirarlo a otra
persona; tú eres el que se quema ".

Letargo

El letargo es un estado de embotamiento mental que surge del aburrimiento. Sé por


experiencia personal que la somnolencia puede ser un problema al meditar. El grado de
letargo puede variar desde una simple somnolencia hasta un completo letargo. Por lo
general, es el resultado de estar o estar expuesto a algo que no estimula ninguno de nuestros
sentidos o emociones. Ahora, hay una diferencia entre letargo y fatiga física. El letargo
proviene del aburrimiento y la fatiga proviene de la falta de sueño.

Algunos de nosotros somos adictos a la emoción. Necesitamos tener algo emocionante


pasando todo el tiempo. Si no hay, entonces nos inquietamos o aburrimos. Así que tratamos
de crear algo de emoción, y esa emoción no necesariamente tiene que ser positiva. A veces
incluso creamos caos en nuestras vidas para mantener la adrenalina en marcha. Así es como
nos volvemos adictos al drama.

Agitación

La agitación es esencialmente lo opuesto a la letargia. Es la sobreestimulación de nuestra


mente. Para evitar aburrirnos, hacemos cosas para ocupar nuestra mente, como mirar
televisión, escuchar la radio o involucrarse en muchas actividades. Ahora bien, estas
actividades no son necesariamente malas, pero a menudo las usamos inconscientemente
para crear ruido en nuestra mente, de modo que evitamos que surjan pensamientos
incómodos. A veces escuchamos la radio o la televisión de fondo para hacernos compañía.
Esto estimula nuestra mente tanto que no podemos sentarnos quietos. Entonces necesitamos
más ruido para ahogar el ruido que ya está allí. Es un ciclo vicioso.

La agitación también se manifiesta en forma de preocupación. Nos preocupa perder las


cosas que creemos que nos traerán felicidad, como las relaciones, el dinero y las cosas
materiales. También nos preocupamos por nuestra salud y nuestra mortalidad. Nunca hay
escasez de cosas de qué preocuparse. La forma de dejar de preocuparse es cambiar nuestra
comprensión de lo que crea la felicidad.

Duda

El quinto obstáculo, la duda, es la falta de convicción y confianza. Es la incapacidad de


decidir qué curso de acción seguir porque no sabemos cuál es el mejor. En meditación,
toma la forma de cuestionar nuestra práctica. Comenzamos a preguntarnos si esto de
meditación realmente funciona, o si es una gran pérdida de tiempo.

La duda tiene sus raíces en el miedo y la ignorancia. Si no entendemos muy bien una
situación, tenemos miedo de tomar una decisión equivocada. Entonces comenzamos a
pensar demasiado y nos volvemos incapaces de tomar una decisión. Esto puede ser más
común al comienzo de su práctica, pero disminuirá una vez que tenga alguna experiencia.

Cómo superar los cinco obstáculos

Entonces, ¿cómo superamos los Cinco obstáculos en nuestra práctica de meditación? En


realidad es bastante simple. Lo que esencialmente vamos a hacer es verlos morir. Por
supuesto, es más fácil decirlo que hacerlo, pero no tan difícil como podría pensar. Así es
como funciona: piense en un momento en el que estaba haciendo algo mal, por ejemplo,
conducir demasiado rápido.
Ahora suponga que pasó junto a un oficial de policía estacionado al costado de la carretera,
y que lo miró mientras pasaba. ¿Cuál fue tu primera reacción? Dejó de acelerar, por
supuesto. Esa es una reacción natural.

Cuando sabemos que alguien nos está viendo hacer algo mal, nos detenemos de inmediato.
Trataremos con los Cinco Obstáculos de la misma manera. Vamos a hacer guardia como el
oficial de policía al costado de la carretera, y vigilar a ese automovilista que pasa a toda
velocidad cuando pasa. Es decir, vamos a ser conscientes de los obstáculos cuando surgen y
cuando se disipan.

Tenemos que ser especialmente conscientes del letargo, porque puede ganar impulso
rápidamente y, antes de que nos demos cuenta, nos estamos quedando dormidos. Al
comienzo de nuestra práctica, debemos aprender cómo identificar los obstáculos cuando
surgen al nombrarlos conscientemente. Después de un poco de práctica, podremos
reconocerlos más fácilmente y solo ser conscientes de su presencia.

Al practicar de esta manera, eliminaremos estos obstáculos de nuestra meditación y


comenzaremos a desarrollar la atención plena mucho más rápido. Recuerde, la meditación
es como cualquier otra habilidad: cuanto más practique, mejor lo conseguirá.

Lo último que quisiera decir acerca de los obstáculos es que podemos enojarnos con
nosotros mismos cuando perdemos nuestra concentración o atención plena durante la
meditación. No esperes la perfección Mantener nuestra concentración y atención plena
puede ser un desafío. La buena noticia es que con la práctica, los obstáculos se volverán
menos problemáticos. Además, cuando observamos los obstáculos a medida que surgen, en
realidad estamos practicando la atención plena. Al ser conscientes de ellos, estamos siendo
conscientes. Así que déjalos venir. Eventualmente, disminuirán.

Adaptado con permiso del libro


"Meditación con atención plena hecha simple"

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