Carme Jiménez Huertas - No Venimos Del Latín
Carme Jiménez Huertas - No Venimos Del Latín
Carme Jiménez Huertas - No Venimos Del Latín
del latín
Carme Jiménez Huertas
No venimos
del latín
ISBN: 978-84-9050-302-7
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es eso lo que encontramos. De hecho, sucede justamente lo
contrario: las lenguas romances se parecen mucho entre sí.
Incluso las que se hallan aparentemente alejadas como el
gallego y el rumano, han llegado, a partir de esta supuesta
degeneración, a idénticas soluciones. Es entonces cuando
empezamos a preguntarnos en qué grado se produce este
parentesco entre las lenguas romances y si la relación que se
establece es, o no, de filiación con el latín.
Y formulada la primera pregunta, surgen inevitablemente
muchas otras.
Porque aunque es cierto que muchas palabras de las
lenguas romances existen en latín, a menudo estas palabras
las encontramos también, y con pocas diferencias, en inglés
y en alemán. Incluso sucede que encontremos la misma
palabra en todas las lenguas romances excepto en el latín, del
que se supone que deriva. Y si, después de un análisis un poco
más a fondo, nos fijamos en la morfología y la sintaxis, las
diferencias con la supuesta lengua madre se acentúan todavía
más, con la paradoja añadida de que las diferentes lenguas
romances coinciden de nuevo en las soluciones adoptadas.
Divergen con el latín y convergen entre ellas, es decir, se
alejan de la supuesta lengua madre y se hermanan entre sí
defendiendo una nueva hipótesis de un origen común que no
pasa, necesariamente, a través del latín.
Es inevitable preguntarse cómo es posible que hasta ahora
no se haya cuestionado que el latín era la madre de las lenguas
romances.
Intentaremos en este breve trabajo hacer algunas
reflexiones aportando para ello argumentos lingüísticos a fin
de abrir un debate en torno al origen, evolución y grado de
parentesco de las lenguas romances y el latín.
14
La influencia del latín
15
escrita. Su estudio cobró nueva fuerza en el Renacimiento e
incluso en la Edad Moderna fue utilizada por científicos como
Nicolás Copérnico y Isaac Newton.
La misma definición de lengua de la cultura utilizada para
el latín clásico implica que se contrapone al latín vulgar;
mientras que la primera es una lengua de erudición, a la que
el pueblo no tiene acceso, la segunda es la lengua del vulgo,
es decir, de los no instruidos. La plebe ―el pueblo o tercer
estado, es decir, los que no formaban parte de la «gente» o
estamentos de la nobleza y el clero― no tenían acceso a la
cultura y no entendían el latín.
¿Y por qué se estableció como lengua de cultura una lengua
muerta? Esta es una buena pregunta porque, al formularla,
surge casi sola la respuesta. Hubo una intención en la
adopción del latín como lengua escrita cuando ya no había
hablantes nativos. El latín ni se hablaba ni se comprendía, a
menos que se estudiase. La respuesta es que el latín era la
lengua del poder. Era la lengua utilizada en la litúrgica de la
Iglesia católica y en las cancillerías reales. El latín fue elegido
para aplicar una estructura triestamentalista que dividió la
sociedad en clases definidas por criterios económicos:
• sacerdotes y nobleza
• guerreros
• agricultores y comerciantes
En base a la ideología religiosa de la Iglesia católica, se
aplicó la estratificación social propia de los criterios del
feudalismo y sus estamentos de poder. Esta elección no fue
casual y su éxito se ha mantenido hasta nuestros días.
Por eso se hace necesario explicar que esta situación no
fue fruto de una degeneración de la lengua latina en lengua
16
vulgar, término claramente despectivo. Hay demasiadas
evidencias que demuestran que el latín vulgar no existió.
De haber existido, deberíamos encontrar muchos más
«eslabones intermedios» escritos en este latín «degenerado»
que en lenguas romances, y sin embargo esto no es así. El
latín escrito siempre es latín clásico; no evoluciona más allá
de la pericia personal de quien utiliza una lengua muerta. A
su vez, las lenguas romances aparecen, desde los primeros
textos, bastante bien definidas.
Esto debería hacernos reflexionar.
Quizás ya va siendo hora de deshacernos de unos patrones
impuestos que nos están perjudicando y que no pueden
explicarse a partir de argumentos puramente lingüísticos.
17
El latín , lengua escrita , no hablada
18
Hablar una lengua y escribir otra es algo muy frecuente. Esta
situación es mucho más corriente de lo que pudiera parecer.
Sucedió por ejemplo entre el egipcio hierático, el demótico y
el copto. En Egipto se desarrollaron tres tipos de escritura, la
más antigua fue la escritura jeroglífica, desarrollada desde el
3200 a. C., con un carácter sagrado por lo que su utilización y
comprensión estuvo reservada a las castas superiores, siendo
utilizada en rituales con finalidades religiosas. Se escribía en
tablillas, en las paredes de los templos, sobre papiro u ostraca.
Con el tiempo, surgió la escritura hierática como estilización
de la escritura jeroglífica. A su vez, la escritura demótica
surgió como estilización de la escritura hierática y se utilizó
sobre piedra o madera para contratos comerciales y escritos
literarios. Entre el 650 y el 400 a. C. fue utilizada en los textos
administrativos, legales y comerciales, mientras que el jeroglífico
y el hierático continuaron utilizándose en el exclusivo ámbito
de los textos ceremoniales. Más adelante, en época ptolemaica,
el uso del demótico aumentó hasta convertirse en la escritura
oficial, produciéndose la paradoja de que en la escritura se
representaba la lengua demótica, una variedad de la lengua
egipcia, variedad que ya no se hablaba porque la lengua había
ido divergiendo, viéndose progresivamente reemplazada por el
idioma griego y la escritura copta. Y sin embargo el demótico
continuó utilizándose hasta el año 450 de nuestra era (templo
de Isis en File). La utilización simultánea de las tres escrituras
(jeroglífico, demótico y griego antiguo) en el texto trilingüe
de la Piedra de Rosetta fue, precisamente, lo que permitió
descifrar la hasta entonces ininteligible escritura jeroglífica
egipcia. Los textos escritos en demótico tardío presentan un
carácter artificial e incluso artificioso, lo que tiene un claro
paralelismo con el caso que nos ocupa: el latín clásico escrito
cuando la lengua latina era ya una lengua muerta.
El ejemplo egipcio no es el único. Un caso análogo se
produjo entre el hebreo y el arameo. Y anteriormente entre
19
el acadio y la escritura cuneiforme derivada del sumerio,
siendo la primera una lengua semítica hablada por asirios y
babilonios y utilizada en la escritura incluso en las relaciones
entre los faraones egipcios y los reyes hititas.
La división entre lengua hablada y lengua escrita no es algo
que sucediera únicamente en tiempos remotos. Podemos
afirmar que es una situación que continúa produciéndose
actualmente en medio mundo. Sucede por ejemplo con el
árabe y el chino mandarín.
¿Se han fijado que los chinos, en los mercados, utilizan a
menudo una pizarrita mientras negocian antes de cerrar un
trato? Están escribiendo los caracteres en chino mandarín.
Comparten la escritura. Hablando no se entienden, porque
¡hay más de cien lenguas distintas en China!
Muchas de las lenguas indígenas de África y América
carecen de escritura. Su cultura ha sido de transmisión oral
y no ha dejado registros escritos. El colonialismo facilitó
que las escuelas, creadas por los colonizadores, enseñaran a
escribir en español, en inglés y en francés, dejando de lado las
lenguas propias de los habitantes del lugar.
Con la independencia de las colonias, se han recuperado
las lenguas vernáculas que, en la mayoría de los casos, no han
desarrollado una escritura propia y han empezado a escribirse
utilizando los alfabetos de los colonizadores, especialmente el
alfabeto latino. En países islámicos la opción se ha decantado
por el uso de la escritura árabe o su adaptación urdú, y en países
hinduistas se optó por el alfabeto devanagari. Sin embargo, la
influencia de las lenguas imperialistas ha sido tan grande que
no sólo se mantienen como primera o segunda lengua, sino que
en muchas ocasiones continua siendo la única lengua escrita.
Todo lo expuesto nos ayuda a comprender que la situación
de hablar en una lengua y escribir en otra ha sido, y todavía
es, algo habitual.
20
¿A qué escritura desplazó el latín ?
21
sistema tan complejo no puede surgir de la nada. Sin embargo,
si se utilizaban para la escritura soportes de naturaleza lábil
(cuero o pergamino) no se han conservado, sobreviviendo
sólo los soportes de carácter no perecedero (piedra,
cerámica, plomo). Partimos por lo tanto de la cronología
facilitada y determinada por el contexto arqueológico en que
han aparecido los textos, figurando entre los más antiguos los
plomos de Ullastret.
La escritura ibérica es de carácter semisilábico, es decir,
combina caracteres que tienen valor alfabético (vocales y
consonantes sonantes) y caracteres silábicos (consonantes
oclusivas). De acuerdo con lo que apuntó Gómez Moreno,
la escritura ibérica tiene un marcado carácter arcaico. Por
su estructura y por el inventario total de caracteres que
oscila alrededor de los 30 caracteres (15 alfabéticos y 15
silabogramas), aparece a medio camino entre los silabarios y
los alfabetos, ya que las escrituras, a medida que evolucionan
técnicamente, tienden a reducir el número total de caracteres
necesarios para representar por escrito una lengua.
Esta escritura precede en más de trescientos años a la
llegada de los romanos. Antes de los romanos, también los
griegos y los fenicios utilizaban sus propias escrituras. Así
tenemos que fenicios, griegos y romanos utilizaron escrituras
alfabéticas y, sin embargo, en ningún caso lograron desplazar
el uso de la escritura ibérica silábica, que se expandió
geográficamente a otras áreas y que a pesar de todo, se
mantuvo viva hasta el siglo I o II d. C.
La escritura ibérica fue adoptada por pueblos celtas
y celtíberos en plena ocupación romana. ¿Por qué? Ésta
es una buena pregunta. Si hay un sistema simplificado,
alfabético, ¿por qué utilizar un sistema silábico que es más
complejo y que presenta dificultades para transcribir grupos
22
consonánticos? ¡Está claro que los cambios lingüísticos y los
cambios de escritura no siguen nuestra lógica!
Si, entre otros, los bronces de Botorrita del siglo I a. C.
(hallados en el yacimiento de Contrebia Belaisca, Botorrita,
Zaragoza) y el bronce de Luzaga (Guadalajara) están escritos
en escritura ibérica, eso significa que:
• Era una escritura que los celtiberos entendían y por lo
tanto podían y sabían leerla. Les era conocida, porque
era la establecida y la utilizada por sus vecinos iberos.
• Alguien hablaba esta lengua «todavía», porque no iban a
utilizar el signario de una lengua muerta ni desconocida,
ni tampoco la de los romanos, que eran los invasores.
• Ante la disyuntiva de escribir en latín o en ibérico, si se
dio el caso de producirse tal elección, se decidió por la
segunda y, lo más importante, los romanos aceptaron
este hecho como natural, del mismo modo que habían
aceptado que griegos y fenicios utilizaran sus propias
escrituras.
La escritura ibérica se utilizó hasta la época de Augusto,
en el primer siglo de nuestra era y, a partir de entonces, la
lengua ibérica dejó de escribirse, no de hablarse.
A veces no tenemos en cuenta que los romanos fueron
conquistadores que aplicaron políticas imperialistas y que,
habiéndose impuesto en la península, fueron ellos los que
escribieron la historia. Deseamos citar unas palabras del
historiador griego Polibio (200–120 a. C.), especialista en
estrategia y técnica militar que acompañó a Escipión en
alguna de las expediciones a Hispania: «Esta es la política de
Roma: actúa con tal agilidad que parece que sea la benefactora
de los pueblos que somete. »1
1
Cita extraída de Martí i casteLL, Joan, Gramàtica històrica catalana I. Els orígens
de la llengua. UOC (1999) p. 13
23
¿Q ué lengua hablaban los romanos ?
24
Una variante llamada piceno septentrional no parece
ser lengua indoeuropea y se la vincula con el etrusco.
• Lengua tirrena: el etrusco, hablado en la Toscana.
Se dice que desapareció a causa del declive de su
civilización (200 a. C.) y fue absorbido por el latín, que
mantuvo sólo una docena de palabras. Son de la misma
familia tirrena el rético y el lemnio.
Fuente: http://www.unizar.es/hant/Roma/italialenguas.html
25
Muchos autores cuestionan la existencia de un itálico
común. Aunque las distintas lenguas comparten similitudes
gramaticales o fonéticas, éstas podrían estar causadas por
su proximidad geográfica o por un desarrollo convergente
de lenguas pertenecientes a distintas familias. Observando
el mapa puede apreciarse la insignificante extensión de
las lenguas latino-faliscas en comparación con las lenguas
no indoeuropeas: etrusco por un lado y sabélicas por otro.
Incluso el griego parece tener mayor presencia en la península
itálica que el latín.
Roma había sometido a todas las poblaciones y en sus
campañas de conquista, empleó tropas auxiliares itálicas
compuestas por soldados procedentes de todas las regiones
del imperio, por lo que las lenguas de sus legionarios eran
múltiples. Por todo ello, la imagen de un ejército instruido
hablando únicamente latín no se ajusta a la realidad.
Otro tema a considerar es que algunas fuentes indican
que el latín era una lengua muerta en el siglo III a. C. En la
tumba del poeta Gneo Nevio, muerto el año 201 a.C., consta
el siguiente epitafio:
Immortales mortales si foret fas flere,
flerent diuae Camenae Naeuium poetam,
itaque, postquam est Orchi traditus thesauro,
obliti sunt Romani loquier lingua Latina.2
Su epopeya Bellum poenicum (La guerra púnica), escrita en
metro saturnio, en la que se evocan por vez primera las leyendas
de la fundación de Roma, fue la primera manifestación de la
poesía épica latina. Su estilo fue considerado arcaico, vulgar
2
Si se permitiera a los inmortales llorar por los mortales, / las musas divinas llorarían
por el poeta Nevio / porque desde que éste ha sido entregado al tesoro de Orcus / los
Romanos han olvidado cómo hablar la lengua latina.
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y poco elegante, detalle que resulta curioso porque aunque
los autores de las siguientes generaciones lo mencionaron y
elogiaron, no fue por su valor poético, sino porque celebraba
las glorias nacionales.
Tanto Virgilio, como Ovidio, Cicerón e incluso Horacio,
que fue hijo de un esclavo liberto, gozaron de una esmerada
educación. Se ha discutido mucho sobre si las obras de
Cicerón, escritas en un depurado estilo, estaban escritas
en la misma lengua que hablaban los romanos. Se dice de
él que, como escritor, aportó al latín un léxico abstracto del
que carecía, transvasó y tradujo numerosos términos del
griego y transformó el idioma en una lengua culta, apta para
la expresión del pensamiento más profundo. Lo cierto es
que la prosa de Cicerón fue el modelo que se instauró como
latín clásico. ¿Era este latín culto la misma lengua en la que
escribió Nevio, a quien se describe como arcaico y vulgar?
Surge finalmente otra cuestión. ¿Cómo es posible que
durante el periodo clásico fuera necesario estudiar gramática
y retórica latina del mismo modo que se estudiaba la griega?
¿Por qué esta obsesión por copiar la lírica, los temas y la
métrica griega? ¿Por qué esta constante oposición entre el
prestigio de la palabra escrita y el discurso oral, considerado
elocuencia prosaica, como si fuera menos versátil y siempre
requiriera tomar lecciones para dominarla?
Una y otra vez, se constata que, salvo los patricios, los
romanos tenían que estudiar para hablar correctamente el
latín. La causa podemos hallarla en el hecho de que se hablara
una mezcla de lenguas itálicas tan grande que fuera necesario
unificarla o estandarizarla, como ocurre con las variables
dialectales de algunas lenguas modernas. El latín clásico
sería la lengua escrita, resultado de esta homogenización.
Pero al hablar, cada uno utilizaría su propia lengua materna,
27
una lengua llamada por ellos mismos con el término romana
lingua.
Volviendo a nuestra península, los contingentes de
colonizadores procedían de la zona centro y sur de la
península itálica y hablaban lenguas sabélicas, del tronco
osco-umbras. Además, hay que tener en cuenta que, a partir
de las Guerras Púnicas, los ejércitos romanos situados en
Hispania emplearon a ciudadanos de los pueblos del interior
peninsular como auxiliares de las legiones romanas, tanto
contra los cartagineses como contra otras poblaciones
peninsulares. Sólo los jefes aprendían latín, griego o fenicio,
por lo que no pueden considerarse agentes activos de la
romanización.
Entonces, si los soldados de los ejércitos romanos de
Hispania formados por itálicos mezclados con hispanos, no
pueden considerarse agentes activos de la romanización,
¿dónde están los miles de hablantes que transmitieron su
lengua arrasando todas las hablas desde las grandes urbes
hasta los más recónditos valles montañosos? En aquellos
años no había educación pública y obligatoria; desde luego no
existía la televisión ni las políticas de inmersión lingüística.
¿Cómo lograron que campesinos analfabetos, pescadores,
mineros, artesanos, pastores, dejaran de hablar la lengua de
sus madres para hablar en el latín de Cicerón que los propios
romanos necesitaban estudiar durante años para dominarlo?
¡Las cosas no debieron suceder como nos lo han contado!
28
La lentitud del cambio lingüístico
29
Si entre las lenguas actuales y las clásicas hay tan poca
distancia, ello significa que los procesos de cambio lingüístico
internos de una lengua no se producen de una generación
a la siguiente por «mutación espontánea». Nos referimos
específicamente a los cambios internos en contraposición
a los cambios externos, y este matiz es esencial. Las lenguas
evolucionan internamente a un ritmo lento o muy lento,
como veremos enseguida. Sólo los cambios externos bruscos
justifican un cambio rápido, por ejemplo en el caso de un
contacto que obligue a dos culturas distintas a comunicarse,
por conquista o por comercio. Como resultado de la suma de
dos lenguas muy alejadas, puede surgir una nueva lengua que
aglutine elementos de ambas, como sucedió con el criollo.
Pero incluso en estas situaciones excepcionales deberíamos
especificar qué parte de cada lengua hay en la nueva y cómo
se produce la transmisión entre generaciones. Los lingüistas
no se ponen de acuerdo en este punto, porque aunque en la
lengua criolla pueda haber un trasvase importante de léxico,
la sintaxis debe ser claramente la de una de las dos lenguas.
Un pidgin, como suelen denominarse estos códigos en
lengua franca, surge de la necesidad de comunicación entre
hablantes de dos lenguas que, por su distancia gramatical, no
encuentran una interlengua generalizada y accesible; permite
una comunicación elemental y escueta pero en ningún caso se
convierte en la lengua materna de una comunidad. Lo normal
es que una lengua se transmita de madre a hijos estando
plenamente desarrollada. Lo comprobamos en el caso de
familias bilingües: se incorporan ambas lenguas de modo
natural sin tender a la creación de híbridos. Las lenguas no se
deforman ni se desestructuran sintácticamente, mantienen sus
reglas y nadie deja de conjugar los verbos. En situaciones de
fuerte diglosia, y en edad adulta, un hablante puede traspasar
elementos de la lengua dominante e incluso cambiar la lengua
materna por otra ante la necesidad de comunicarse con
30
hablantes de otras lenguas. Estos cambios suelen producirse
externamente y por imposición de una lengua dominante.
Y además requieren que el proceso sea rápido, porque las
madres van a transmitir a sus hijos una lengua materna, sea
la que sea, de modo estructurado y perfecto. Todo ello da la
razón a Jesús Tusón, al afirmar que una lengua desaparece
sólo y únicamente cuando sus hablantes dejan de utilizarla y la
reemplazan por la de la clase dominante. No hay aquí motivos
lingüísticos, sino políticos, sociales y culturales.
Contrariamente al cambio externo, el cambio interno es lento
o muy lento. El profesor de Biología Evolutiva Mark Pagel3 y
sus colegas de la Universidad de Reading, en Gran Bretaña, han
construido un modelo estadístico que demuestra que algunas
palabras de las lenguas europeas se han mantenido en uso a lo
largo de más de 15000 años. Las han llamado «protopalabras»
y suelen ser, precisamente, las más habituales y se transmiten
con tal fidelidad que podemos reconocerlas. Ello permite a
los investigadores trabajar en la hipotética reconstrucción de
esta supuesta «súper familia lingüística» que sería el ancestro
común de siete familias lingüísticas y de unas 700 lenguas
modernas, lo que equivale al 10% de las lenguas habladas
en el mundo. Este nuevo modelo estadístico es realmente
fascinante, porque a pesar de que seamos conscientes de que
no es suficiente basarse en cifras para la investigación del
cambio lingüístico, sí define el mapa de lo que puede haber
sucedido. Por ejemplo permite determinar que sólo un 50% de
las palabras cambian o son sustituidas en un período que oscila
entre 2000 y 4000 años, mientras que otras se han resistido al
cambio por 15000 años o más. ¿Cuáles son las palabras que
más se mantienen? Las que se utilizan en el habla cotidiana
con una frecuencia mayor de una vez por mil. ¿Y cuáles son?
Los números, los pronombres y los adverbios, pero también
palabras de uso muy común como hombre, fuego y madre. Los
3
Enlace a la publicación: http://www.pnas.org/content/early/2013/05/01/1218726110
31
investigadores incluso muestran frases completas que todavía
se pueden entender en la actualidad.
La siguiente tabla muestra 23 palabras que tienen un
ancestro común en siete familias euroasiáticas:
Fuente: http://terraeantiqvae.com/profiles/blogs/las-lenguas-europeas-y-
asiaticas-se-remontan-a-una-gran-super-fam#.UYq7K7UqyIJ
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En la tabla anterior, podemos apreciar que la palabra
utilizada con mayor frecuencia es this (11,185), seguida
por not (7,602) y that (5,846). Ellos incluyen en la
categoría gramatical «adjetivo» a los determinantes, que
en español agrupamos en una categoría independiente
por su característica de poder hacer una función adjetiva o
pronominal. Lo importante es comprobar que las palabras
más resistentes al cambio son precisamente dos categorías
cerradas: los pronombres y los adverbios. Recordemos este
dato porque lo recuperaremos más adelante.
Aunque parezca que nos hemos alejado del tema, no es
así. Lo que pretendíamos era demostrar que los cambios
lingüísticos internos no se producen en siglos, sino en
milenios. Es evidente que las palabras evolucionan como nos
muestra el cambio entre el latín «pater» y el inglés «father»,
estableciendo, entre estas dos lenguas, una evolución regular
de /P/ a /F/.
Un ejemplo interesante de la lentitud del cambio lingüístico
es la constatación de que el inglés, el portugués y el español
de los europeos que en el siglo XV viajaron a América, no
se han alejado tanto de las lenguas del viejo continente. De
hecho, los norteamericanos hablan inglés, los brasileños
portugués y los hispanoamericanos español: en quinientos
años la lengua ha evolucionado muy poco y los hablantes de
uno y otro lado del Atlántico se entienden perfectamente.
Todas las formas actuales del español derivan del español
medio o áurico. Los cambios del español moderno respecto al
español medio se han producido en la prosodia (el acento, la
entonación y la pérdida de sibilantes sonoras), en la fijación
de los pronombres clíticos y en la equiparación de las formas
compuestas de los verbos inergativos e inacusativos. También
se ha producido la incorporación de préstamos léxicos y, en
33
menor medida, de préstamos gramaticales. Otros fenómenos
son el voseo, los usos del gerundio, la pérdida funcional del
subjuntivo, alteraciones de los pronombres átonos, los usos
anómalos del verbo ser y haber, así como peculiaridades
locales en el sistema verbal. Todo esto demuestra que las
lenguas evolucionan con la suficiente lentitud como para
que, en quinientos años, las divergencias entre las variedades
sean constatables en la fonética y en el léxico, pero en
grado insuficiente en la sintaxis, de modo que no podemos
ni siquiera denominarlos dialectos. Todas ellas son hablas
distintas de la lengua española.4
Vamos a poner otro ejemplo que demuestre la lentitud del
cambio lingüístico pero esta vez nos quedaremos en casa.
El texto del Cantar de mío Cid, del siglo XIII, que relata las
hazañas heroicas de los últimos años de vida del caballero
Rodrigo Díaz el Campeador, está escrito en lengua romance,
y ésta no es otra que el castellano. Se caracteriza por el uso
consciente de una lengua arcaizante llena de neologismos,
cultismos latinos y arabismos5. Lo mismo sucede en catalán.
La lengua utilizada en el siglo XIII por Ramon Llull, creador
del catalán literario y anterior a Dante Alighieri en el uso de
una lengua romance, es, sin ninguna duda, catalán. Tampoco
hay duda sobre qué lengua utilizan las Quatre grans Cròniques
de los reyes catalanes, el mejor conjunto historiográfico de la
Europa medieval. La crónica Llibre dels feits del rei en Jaume I
y la crónica de Bernat Desclot fueron escritas en el siglo XIII;
4
Aleza Izquierdo, Milagros. Algunos aspectos gramaticales en las modalidades
americanas de la lengua española. AFA-LIX-LX tomo II (2004) pp. 1003-1030
5
El texto original se sitúa en la segunda mitad del siglo XII, aunque el manuscrito
más antiguo, que se conserva en la Biblioteca Nacional de España, es del 1200. La
lengua utilizada es la de un autor culto, un letrado que debió trabajar para alguna
cancillería o al menos como notario de algún noble o monasterio, puesto que conoce
el lenguaje jurídico y administrativo con precisión técnica, y que domina varios
registros, entre ellos, claro está, el estilo propio de los cantares de gesta medievales.
Fuente principal: Montaner Frutos, Alberto (ed. lit.), Cantar de mío Cid, Barcelona,
Crítica, 2000. Otras fuentes en: http://es.wikipedia.org/wiki/Cantar_de_mio_Cid
34
la crónica de Ramon Muntaner y la de Pere III el Cerimoniós,
en el siglo XIV.
Sorprende que el catalán medieval sea tan unitario. Desde
el Pirineo hasta Mallorca y el País Valencià, no hay indicios
de variación dialectal. Los dialectos del catalán no ofrecen
variedades lingüísticas alejadas, son sólo de pronunciación
y aparecen en el siglo XVI o XVII. La regularidad de la lengua
se impone en la literatura hasta asumir una uniformidad casi
absoluta que cuesta justificar por imposición de la lengua
cortesana porque, de ser así, siempre se escaparían en el
texto testimonios de las hablas coetáneas. De acuerdo con
Antoni M. Badia i Margarit6 los dialectos del catalán no han
tenido carácter constitutivo sino consecutivo.
Por todo ello podemos constatar que los cambios internos
experimentados por lenguas como el catalán y el castellano
son lentos. Tan lentos que han transcurrido más de setecientos
años y podemos comprender perfectamente la lengua escrita. Y
por cierto, ambas lenguas están perfectamente desarrolladas;
no son un dialecto una de la otra, sino que desde los primeros
textos, muestran ya un carácter independiente. Desde hace
siete siglos, son lenguas en contacto, no sólo de vecindad,
también se han mezclado con desplazamientos de población,
habiendo en todo el Estado multitud de familias bilingües. Y
a pesar de algún trasvase léxico e incluso sintáctico, siguen
manteniendo su propia coherencia y cohesión interna, no se
han producido fusiones ni se ha creado un híbrido lingüístico
o interlengua. De nuevo constatamos que los cambios se
producen sincrónicamente, es decir, hay una continuidad
territorial que tiene zonas de tránsito e isoglosas que actúan
como fronteras lingüísticas7.
6
Badia i Margarit, Antoni. Gramàtica històrica catalana. Editorial Teide 1951 (1994) p. 49
7
Gargallo, J.E. Les llengües romàniques. Tot un món lingüístic fet de romanços.
Barcelona: editorial Empúries S.A. (1994) Capítulo De fronteres lingüístiques (i
administratives; i naturals) pp. 175-195
35
Entonces, si en el siglo XII y XIII, los romances catalán
y castellano ya son reconocibles y están desarrollados,
¿cuándo surgieron? Y, ¿qué se hablaba antes? Se nos dice que
el mozárabe. ¿Y qué es el mozárabe? Son hablas romances
escritas en aljamía, es decir, con grafías del alifato arábigo,
o en ladino, si están escritas con grafías del alefato hebreo.
Los judíos o sefardíes se referían a su lengua como espanyol.
Por lo que respecta a la escritura con caracteres árabes que
se encuentra mayoritariamente en territorios andalusíes, se
justifica diciendo que el latín, que nunca dejó de hablarse,
se mezcló con el árabe. La realidad parece bastante distinta.
Veamos un ejemplo de texto aljamiado:
36
cautoriçada [=castigo] si dexamos el pro’o [=el pro, la ventaja] de
nuestro poderío en lo que toca al preçeptado mandamiento. Y a
quanto l’amonestança [=el disimulo, la taqiyya], todos la podemos
usar por la bía prebilejiada y con los cantares ajenos por donde
los christianos hacen salva, pues todo cabe debaxo de buena
disimulança, porque la buena doctrina no la puede bedar ninguna
ley por inumana que sea».8
Los moriscos escribían en su lengua materna utilizando la
escritura que consideraban «culta», que era el árabe, lengua
de su religión, del mismo modo que lo era el latín para los
cristianos. Y sin embargo, la transcripción de este texto
muestra que se trata claramente de una lengua romance. No
hay mezcla de árabe y latín; hay un romance con incorporación
de términos árabes. Y parece lógico si, como hemos visto, el
latín era únicamente una lengua escrita, no hablada.
¿Y qué pasa con el árabe? ¡Era una lengua viva! En Al-
Andalus y durante ochocientos años (de 711 hasta 1492)
hubo una convivencia que favoreció el intercambio de
ideas, leyendas, hábitos, costumbres, culturas y religiones:
cristiana, musulmana y judía. Durante ochocientos años
se produjeron grandes movimientos migratorios, hubo
convivencia y enfrentamientos, peregrinaciones, viajes
culturales y comerciales. Los árabes estuvieron en la
península mucho más tiempo que los romanos. ¡Deberíamos
estar hablando árabe!
8
Ejemplo de texto aljamiado del Mancebo de Arévalo. El pasaje es una invitación
dirigida a los moriscos o criptomusulmanes españoles para que sigan cumpliendo
con las prescripciones islámicas a pesar de las prohibiciones legales y para que
disimulen y se protejan mostrando adhesión pública a la fe cristiana. Transcripción
con la ortografía aproximada del castellano de la época. Fuente: http://es.wikipedia.
org/wiki/Aljam%C3%ADa
Para un mejor conocimiento del legado documental aljamiado-morisco puede
consultarse el inventario realizado por Juan Carlos Villaverde Amieva en la
Biblioteca Nacional:
http://www.bne.es/es/Micrositios/Exposiciones/MemoriaMoriscos/documentos/
estudios_6.pdf
37
En el año 711, se produjo la primera invasión. Tariq Ibn
Ziad era de etnia beréber. Aunque utilizó el árabe como
lengua de la cancillería, los árabes de su ejército eran menos
de 300. Posteriormente se estableció el califato, al que
siguió la conquista almorávide y los reinos de Taifas. Árabes,
bereberes, muladíes, mozárabes, almohades, nazaríes, godos
y visigodos, todos se fusionaron y conformaron la población
andalusí. Entonces, ¿por qué no hablamos árabe? Quizás
porque la presencia de una lengua no basta para garantizar
su penetración en las hablas. Aunque se presuponga, no se
produce una alteración gramatical funcional profunda; los
cambios se circunscriben al traspase del léxico.
¿Por qué? ¿Qué hay que mantiene la cohesión interna de
las estructuras gramaticales a lo largo de siglos e incluso
milenios? Es evidente que ¡estamos obviando un aspecto
importante!
38
C ómo pensamos , cómo hablamos
39
El lenguaje es mucho más que un sistema para comunicarnos. Este
es un aspecto que, al estudiar gramática comparada, a veces no se
tiene en cuenta. Una lengua no sólo sirve para hablar y comunicarse.
También la usamos para pensar, para organizar nuestro propio
pensamiento, nuestro discurso interior.
40
(caso del catalán y el castellano) que una lengua de núcleo
por satélite (caso del inglés). No es lo mismo una lengua
que sitúa el verbo en posición central (S-V-O) que otra que
lo sitúa al final de la oración (caso del latín). Un cambio de
orden sintáctico no es baladí, es mucho más profundo de lo
que pudiera parecer, porque desmonta el puzle completo de
este mecanismo autoorganizativo, modifica la hiperincursión
a nivel epigenético. Por este motivo, las personas bilingües
aumentan la plasticidad cerebral y mejoran su capacidad
de comprensión, de interrelación y de respuesta a todos los
niveles. Hablar distintos lenguajes es una excelente gimnasia
para mantener nuestra mente ágil y abierta a nuevas
concepciones. El lenguaje es la característica que nos hace
genuinamente humanos. Como demostró Noam Chomsky en
su gramática generativa, ¡nacemos genéticamente preparados
para hablar!9
Una y otra vez constatamos que determinados
cambios en el habla se producen con mayor rapidez si
hay un distanciamiento de los grupos de hablantes. Por el
contrario, en grupos establecidos en un mismo lugar, hay
una continuidad, las lenguas se muestran conservadoras
y tienden a mantenerse inalteradas e inalterables con el
transcurso del tiempo, a pesar de que se establezca contacto
lingüístico con las comunidades de hablantes vecinas, con las
que se establecen isoglosas lingüísticas. Es como si hubiera
una ley que fuera más allá del parecido fonético, semántico
y estructural; más allá de la evolución de /P/ a /F/; una ley
de codificación de secuencias y concepciones heredables que
causa que, determinadas palabras, retengan durante milenios
y en un mismo territorio, los rasgos de su origen ancestral.
¿Y qué produce la divergencia? ¡De nuevo una pregunta
muy interesante! Porque parece que no es el azar.
9
Para una explicación en profundidad, véase Jiménez Huertas, Carme, Los orígenes
del lenguaje (2013 en prensa).
41
El inexistente proceso de vulgarización del latín
42
latín clásico, pero que tampoco era la lengua hablada. Por
lo tanto, para describirlo se recurre a fuentes indirectas y al
método comparativo entre las distintas lenguas romances
para identificar aquello que difiere del latín clásico. No
pueden ayudarnos demasiado los autores latinos porque no
hay continuidad; el modelo son siempre los clásicos. Debemos
acudir a las gramáticas prescriptivas del latín tardío, porque
condenan los errores más frecuentes en los usos del habla. Y
finalmente, ayudan a identificar la lengua hablada aquellos
textos que muestran un escaso dominio de la lengua latina
y utilizan formas y estructuras gramaticales incorrectas, que
presentan solecismos, con sus irregularidades sintácticas,
y anacolutos, es decir, construcciones y expresiones
inconsistentes que se apartan del latín clásico.
Existe por lo tanto un lapsus de tiempo importante entre
las últimas escrituras ibéricas y las primeras escrituras
en romance, lo que nos impide identificar con claridad
la evolución de la lengua hablada. Un término, quizá más
preciso, para denominar estas hablas vernáculas sería proto-
romance y, en la península ibérica, protoiberorromance.
Hasta ahora, este período, que se inicia entorno el siglo
III y se prolonga hasta el siglo VII-VIII, se ha rellenado con
una serie de procesos teóricos que justificarían la formación
de las lenguas proto-romances a través del latín, sin tener
en cuenta los elementos que podrían hallarse en el sustrato
anterior a esta supuesta romanización. La causa es simple: no
se conocía casi nada del ibérico. Por eso, en vez de realizar la
operación algebraica:
sustrato ibérico (I) + latín y otras lenguas itálicas (L) =
proto-romance (P)
e invertir los sumandos para lograr una fórmula del tipo:
P–L=I
se omitió, sin más, uno de los elementos de la suma.
43
Si, como hemos visto, la mezcla debe hacerse en base a
la sintaxis de una de las dos lenguas, dándose el caso que
el resultado no se parece al latín, hemos de suponer que
se parecería al otro elemento de la adición. Sin embargo
los estudios de gramática histórica intentaron explicar el
resultado de la operación como una evolución o cambio
lingüístico «por vulgarización» del latín.
Retomando el hilo de todo lo expuesto, no hay evidencias
empíricas que demuestren la existencia del latín vulgar.
Lo que muestran las evidencias es que se escribía en latín
clásico y se hablaba en otras lenguas. Fuera la que fuera
la lengua protoibericorromance que supuestamente dio
lugar al mozárabe, hubo de conformarse después del
desmembramiento del imperio romano, entre los siglos III
y VII, sobre lo que se conoce como latín tardío y que era la
representación escrita del latín clásico más la influencia de
las hablas coetáneas.
Pero no nos precipitemos. Vamos a ver qué sucedió a
lo largo de estos cuatrocientos años que supuestamente
convirtieron el latín en latín vulgar.
44
L os textos más antiguos en lenguas romances
45
mil doscientos años más tarde. Si fuera cierto que la lengua
que se hablaba derivara del latín, significaría que era una
lengua separada de la madre sólo trescientos años antes, por
lo tanto debería parecerse más al latín que a nuestras lenguas
actuales. Entonces, ¿cómo se explica que no la entendieran?,
el tiempo transcurrido era un cuarto del que nos separa a
nosotros de ellos.
En el año 842, menos de treinta años después del Concilio
de Tours, los Juramentos de Estrasburgo, que reproducen un
acuerdo entre dos de los herederos de Carlomagno, fueron
redactados en dos lenguas: en teudisca lingua, y en romana
lingua. Es el documento más antiguo que se conserva escrito
en lenguas proto-romances. Vamos a leerlo porque vale la
pena:
teudisca lingua:
In Godes minna ind in thes christianes folches ind unser bedhero
gealtnissi, fon thesemo dage frammordes, so fram so mir Got geuuizci
indi mahd furgibit, so haldih tesan minan bruodher, soso man mit
rehtu sinan bruodher scal, in thiu, thaz er mig sosoma duo ; indi mit
Ludheren in nohheiniu thing ne gegango, zhe minan uuillon imo ce
scadhen uuerhen…
romana lingua:
Pro deo amur et pro christian poblo et nostro commun salvament,
d’ist di in avant, in quant deus savir et podir me dunat, si salvarai eo
cist meon fradre Karlo et in aiudha et in cadhuna cosa, si cum om per
dreit son fradra salvar dist, in o quid il mi altresi fazet, et ab Ludher
nul plaid nunquam prindrai, qui meon vol cist meon fradre Karle in
damno sit.
Traducción al castellano:
46
socorreré a este mi hermano Carlos con mi ayuda y cualquier otra
cosa, como se debe socorrer a un hermano, según es justo, a condición
de que él haga lo mismo por mí, y no tendré nunca acuerdo alguno
con Lothario que, por mi voluntad, pueda ser perjudicial para mi
hermano Carlos.
47
escritos en latín. En cronología muy temprana, encontramos
indicios de estas características que nos permiten afirmar,
por ejemplo, que el catalán no es fruto de la reconquista
carolingia10, como se ha dicho en más de una ocasión, sino
que nuestra lengua se formó precisamente en su misma área
actual. El parecido con el occitano se debe a que comparten
un sustrato común, es decir, derivan de una misma lengua
madre que se hablaba a ambos lados de los Pirineos, aunque
ésta no fuera el latín vulgar, que nunca existió, como nos lo
demuestra la distancia que los primeros proto-romances
mantienen respecto al latín y las enormes afinidades que
comparten lenguas como el occitano y el catalán, lo que
constata una antigua relación entre ambas culturas anterior
a la romanización y que se mantuvo en época visigótica y
posteriores.
En castellano, los testimonios más antiguos de las lenguas
vernáculas se hallan en las Glosas Emilianenses, compuestas
en el Monasterio de San Millán de la Cogolla. Son anotaciones
manuscritas, realizadas entre líneas o en los márgenes de
algunos pasajes del códice latino Aemilianensis 60 datadas a
finales del siglo X o, con más probabilidad y de acuerdo con
estudios recientes, a principios del siglo XI. La intención del
monje copista era probablemente la de aclarar el significado
de algunos pasajes del texto latino. Las más de mil notas
existentes, a veces están escritas en latín, pero otras en
un romance hispánico (según los filólogos actuales sería
navarro-aragonés en su variedad riojana, aunque otros
prefieren denominarlo castellano con elementos riojanos), e
incluso hay dos notas escritas en vascuence medieval.
10
A fin de no extendernos en este estudio meramente introductorio, aconsejamos la
lectura del libro escrito por Moran, Josep y R abella, Joan Anton, Primers textos de
la llengua catalana, editado por Proa (2001).
48
navarro-aragonés castellano
49
3. Sonorización de las consonantes sordas intervocálicas
latinas: Cabezas (CAPITIA), montadgo (MONTATICUM)
4. Desarrollo de consonantes palatales y silbantes a partir
de grupos consonánticos latinos con yod: poço (PUTEO),
Spelio/Spegio (SPECULUM), vinga/vineis (VINEA)
5. Desaparición del sistema latino de declinación, en favor
del uso del acusativo para cualquier función sintáctica y
desarrollo de las preposiciones para marcarla.
6. Formación del plural romance en <-s>: sos, sobrinos.
7. Evolución del artículo a partir del demostrativo latino
ILLE: Illa Torka.
8. Formas verbales fiço, dono (donó), es, pertenez, ba, son.
9. Ordenación de las estructuras oracionales: sujeto +
verbo + complementos del verbo, en detrimento de la
posición normal final del verbo en latín.
Los mismos textos latinos que se han utilizado para
argumentar la existencia de un latín vulgar son los que
demuestran que los proto-romances se hablaban mucho antes
de que apareciera la escritura en lenguas vernáculas. Porque
lo que demuestran estos textos no es un traspase puntual
de léxico sino una marcada divergencia en características
fonéticas y estructuras gramaticales básicas de la lengua oral.
En base a esta hipótesis, podemos interpretar que:
1. Las vocales mediales <e> y <o> en las lenguas proto-
romances tenían un comportamiento distinto que en
latín. El inventario vocálico era distinto.
2. Alteración, por síncope, de la estructura silábica que no
presenta coda abierta sino implosiva.
3. Proceso generalizado de sonorización de las oclusivas
sordas en todos los proto-romances occidentales.
50
4. Proceso generalizado de palatalización en contacto con
yod. Esta es una de las características más importantes
porque nos remite directamente al sustrato ibérico.
5. La presencia de preposiciones, inexistentes en latín, nos
muestra una lengua con elementos composicionales
muy alejada del sistema causal del latín.
6. Adición de <s> como marca de plural, proceso
generalizado en todos los proto-romances occidentales,
se desmarca de las cinco declinaciones latinas que
presentan distintas desinencias causales.
7. El artículo, que no existía en latín, se encuentra en todas
las lenguas romances. También en griego. Y en árabe.
8. Los verbos están alejadísimos de la supuesta madre
latina y sin embargo de nuevo coinciden en las distintas
lenguas romances.
9. La estructura gramatical, intrínsecamente relacionada
con el mecanismo autoorganizativo que regula los
procesos cognitivos abstractos, aleja definitivamente el
latín de las lenguas coetáneas.
Deseamos hacer mención de un nuevo trabajo, El català
naixent. Estudi filològic d’un text del segle XI: Jurament de
compareixença, realizado por Rosa Bataller Mascarell12 en
el que se analiza un texto jurídico del primer tercio del siglo
XI. Se trata de un texto de carácter institucional y, por lo
tanto, escrito en un registro culto, en el cual las innovaciones
románicas son considerables a todos los niveles: fonético,
morfológico, sintáctico y léxico. Fonéticamente se constata la
pérdida de la <e> átona y la sonorización de oclusivas finales.
12
Estudio filológico de uno de los textos escritos más arcaicos de la lengua catalana,
el ‘Jurament de compareixença’. Se analizan los rasgos lingüísticos, latinos y
románicos, que presenta el texto y se concluye que la romanización de la lengua de
este texto puede ser ya suficiente como para considerarlo uno de los primeros textos
escritos en lengua catalana. Memoria del Trabajo Final de Carrera, en línea: http://
openaccess.uoc.edu/webapps/o2/handle/10609/15381
51
Morfológicamente, la desaparición del género neutro y la
formación innovadora del futuro y del presente de subjuntivo.
También el léxico recoge palabras no latinas que pueden
considerarse genuinamente catalanas. Pero es sobre todo en
la sintaxis donde resulta más evidente la distancia entre la
lengua hablada y la escrita, porque el texto ha abandonado
la sintaxis latina para situar el verbo en primera o segunda
posición dentro de la frase. También se constata la tendencia
en la formación paratáctica de las oraciones subordinadas
(pérdida de las conjunciones o nexos latinos).
Las características lingüísticas del Jurament de compareixença
que está supuestamente escrito en latín denotan que la lengua
escrita y la lengua oral son dos realidades distintas. Dada su
naturaleza jurídica, se utiliza el latín en el encabezamiento
y formulismo protocolario preestablecido, mientras que el
romance (en este caso el catalán), da forma al resto del texto.
Esto se produce, en parte, porque había conceptos que no
tenían traducción al latín pero también, por la necesidad de
que los distintos implicados comprendieran los términos
del documento que firmaban. Todo ello permite afirmar que
la lengua latina del escriba trasluce la realidad de la lengua
romance hablada.
Analizaremos cada una de estas cuestiones más adelante.
Los romanistas sitúan el surgimiento de los proto-
romances alrededor del siglo V, después de la desintegración
del imperio romano de occidente. La formación de los
romances en los mismos territorios que los romances
actuales se intensificaría en los siglos VII y VIII.
Así pues, que los distintos proto-romances diverjan del
latín es relativamente fácil de entender. Lo que no resulta tan
claro es por qué el parentesco es mucho más estrecho entre
los romances que supuestamente se estaban alejando entre
sí que entre estos y la lengua latina de la cual supuestamente
derivaban…
52
S imilitudes entre las lenguas romances
53
Por ejemplo, todas las lenguas romances han perdido
los casos gramaticales. Todas. Y sin embargo ni el alemán
ni el griego los han perdido. Así vemos que el sistema de
declinaciones con desinencias casuales del latín se parece
más al alemán que a las lenguas romances. Si fuera cierto
que la simplificación de las declinaciones responde a una
«evolución natural» de las lenguas, eso debería aplicarse sin
excepción. Y sin embargo no es así.
Como veremos en el capítulo de fonética, los especialistas
sitúan los cambios cronológicamente, de modo seriado. Se
nos dice que los cambios fonéticos causaron la pérdida de
los sufijos que marcaban las funciones gramaticales. Primero
se dejó de usar el genitivo, el dativo y el ablativo. Entonces,
¿por qué los ingleses usan el genitivo sajón? También se
cambió el orden de los constituyentes, por ejemplo se situó el
adjetivo después del nombre, y no antes. En inglés, el adjetivo
se sitúa antes del nombre; de nuevo el inglés se parece más
al latín que las lenguas romances que se supone derivan de
él. O el sistema de voz pasiva, tan frecuente en latín y que
de nuevo encontramos en el inglés. Y el más difícil todavía:
las oraciones de infinitivo son idénticas en inglés y en latín,
se forman con un sujeto en acusativo13. No existe semejante
estructura en las lenguas romances: todas han optado por
la creación de oraciones subordinadas introducidas por una
conjunción más el verbo en modo subjuntivo. ¿Casualidad?
Si fuera cierto que las lenguas romances son el resultado
o la consecuencia de la degeneración del latín clásico en latín
vulgar: ¿por qué todas llegaron a idénticas soluciones?
Los árboles genealógicos dan una visión uniforme de
la evolución lingüística como proceso de diversificación
progresiva y excluyen cualquier posibilidad de evolución
convergente. Sin embargo es evidente que las lenguas
13
En inglés: If you want me to help you, sigue la estructura ME (acusativo) TO HELP
(infinitivo). En castellano se traduce por una oración subordinada introducida por la
conjunción «que» y con el verbo en subjuntivo: Si quieres que te ayude.
54
romances no cumplen este principio y presentan múltiples
casos de convergencia. La explicación aceptada atribuye esta
excepcionalidad a:
• Los constantes préstamos del latín.
• El contacto de las distintas lenguas a lo largo de la
historia.
• Los procesos de unificación política y de formación de
lenguas nacionales.
¿Es cierto que se dieron estas tres características? Se
hace difícil responder afirmativamente, porque algunas
lenguas romances no han estado en contacto ni han sufrido
procesos de unificación política: el nexo político desapareció,
precisamente, al caer el imperio romano y por lo tanto no
existía en la fase de formación de los romances. Y sin embargo,
inexplicablemente y en contra de lo que cabría suponer, el
rumano y el galaico-portugués, el catalán y el bable asturiano
¡han llegado a soluciones convergentes!
Así se acepta y se argumenta un proceso de diversificación
que no se produjo. La explicación aceptada para la formación
de los romances sigue siendo que, durante cuatrocientos
años, los hablantes del latín vulgar fueron alejándose de
las características latinas. Si en un siglo se suceden cuatro
generaciones, eso significaría que ¡a lo largo de dieciséis
generaciones los hablantes hablarían sin comprenderse!
Deberían vivir en un estado de absoluta angustia por no saber
utilizar correctamente un verbo en condicional y estarían
obligados a gesticular por culpa de la falta de conectores… ¡Es
ridículo! No hay ni un solo pueblo en la tierra que no disponga
de una lengua perfecta que sea capaz de cumplir con todas
las necesidades de expresión y abstracción humana.
Basta que situemos las lenguas sobre un mapa para constatar
que las lenguas se alejan lingüísticamente a medida que se
alejan geográficamente. Vemos un ejemplo de esta gradación
55
progresiva en la península. Así tenemos que el catalán está
en una situación intermedia o de transición entre el francés y
el castellano. El aranés entre el catalán y el occitano. La fabla
y los dialectos aragoneses, entre el catalán y el castellano. El
bable asturiano entre el castellano y el gallego. Hay isoglosas
lingüísticas que marcan fronteras territoriales muy bien
delimitadas. Precisamente por esto nos llama la atención que
haya parecidos entre lenguas que no están directamente en
contacto, porque esto demostraría un sustrato común muy
anterior a la romanización. Mencionamos, como ejemplo,
algunas similitudes entre el asturiano14 y el catalán:
• Fonemas inexistentes en el castellano que comparten
el asturiano y el catalán: la africada alveolar [t͡s] como
en otso, claramente diferenciado del fonema [t͡ʃ ] en
echa.
• Las elisiones en caso de contactos vocálicos: abrió’l
caxón (abrió el cajón).
• Pronunciación en [u] en vez de en [o] de los finales
masculinos y la primera persona singular del presente
de indicativo: blancu, carru, cantu. Aunque en catalán
se escribe con <o> se pronuncia [u].
• También comparten ambas lenguas muchas palabras
del sustrato: brincar, bruxa, cándanu.
Sirva el ejemplo anterior para mostrar que las lenguas
romances mantienen lazos de hermandad importantes.
Comparten componentes gramaticales y características
fonéticas similares, que se mantienen incluso entre lenguas que
en los dos últimos milenios no han estado en contacto directo.
Estas similitudes las encontramos también entre lenguas
todavía más alejadas como el gallego, el catalán y el rumano.
Esto parece indicar que la lengua madre común ha de ser
bastante más antigua y que la divergencia ha sido muy lenta.
14
Referencia: http://es.wikipedia.org/wiki/Idioma_asturiano
56
Se nos dice que las palabras catalanas cap (cabeza) y nas
(naríz) vienen del latín CAPUT y NASUM y sin embargo en
rumano se dicen y escriben cap y nas, ¡exactamente igual que en
catalán! Pero no son sólo palabras sueltas las que coinciden: si
un rumano dice tot s-a pierdeut, un catalán le comprenderá sin
dudar porque construimos la frase igual: tot s’ha perdut (todo se
ha perdido)15. Estas semejanzas son difícilmente explicables por
la casualidad y nada tiene que ver con el latín OMNIA PERDITA.
La similitud no se limita a parecidos formales, también los hay
semánticos. Por ejemplo se nos dice que la palabra casa viene
del latín, y es cierto que en latín existe pero con el significado
de barraca. Los latinos llamaban a sus casas DOMUS, AEDES o
TECTUM. Y sin embargo en dálmata, en italiano, en occitano,
en portugués y en rumano, en todas las lenguas romances casa
significa casa. ¿Cómo es posible que se produzca un cambio
semántico global? Es más fácil comprender un origen común
anterior a la romanización que intentar justificar una evolución
posterior a partir del llamado latín vulgar…
Un breve comentario para el euskera. Siendo una lengua
no indoeuropea, comparte un enorme componente de
palabras latinas que se ha justificado porque el pueblo
vasco estuvo rodeado por pueblos romanizados. Si, como
parece vislumbrarse, esta romanización no fue tal, porque
existía en los territorios de la Romania una lengua anterior
común, el léxico podría haberse incorporado en fechas
mucho más tempranas o incluso formar parte de esta lengua
madre común. Es decir, con excepción de los neologismos
y cultismos de formación medieval y moderna, ya no sería
necesario explicar etimológicamente la derivación y los
cambios fonéticos a partir del latín (cambio externo, rápido)
sino como evolución natural (cambio interno, lento).
El latín está geográficamente y lingüísticamente a medio
camino entre las lenguas germánicas y las lenguas romances.
Pero entonces, ¿de dónde surgió el latín?
15
Gargallo J.E. Les llengües romàniques. Tot un món lingüístic fet de romanços.
Barcelona: editorial Empúries S.A. (1994) p.145
57
¿R omanos o rumanos ?
58
especialistas en la materia. Todo esto da como resultado
que tengamos grandes especialistas en campos concretos
pero que se avance poco en nuevas direcciones con una
visión más holística e interdisciplinar. Lo cierto es que los
nuevos descubrimientos no se incorporan a los contenidos
curriculares o tardan tantos años en hacerlo que existe un
abismo entre la realidad y la ficción del sistema educativo.
Esta situación explica por qué los catalanes no sabemos
nada del euskera, por qué los gallegos no saben nada del
catalán, por qué los andaluces no conocen el bable y así
podríamos continuar en una larga lista de ignorancias
recíprocas y vergonzantes. Dando un paso más, esta situación
también explica por qué los españoles no sabemos nada de
los rumanos. En las aulas sólo se menciona el rumano para
decir que es una lengua románica, y se acabó la explicación.
La realidad nos muestra que la inmigración rumana se integra
rápidamente por dos motivos:
• Aprenden la lengua con una rapidez asombrosa, en
pocas semanas.
• Étnicamente, sus rastros son indistinguibles entre la
población, por lo que pasan desapercibidos.
¿Quiénes son los rumanos? ¿Por qué las palabras romano
y rumano se parecen tanto? ¿Están etimológicamente
emparentadas? El término Romanía significa tierra de
romanos y, teóricamente, designó a todos los territorios
ocupados por los romanos, no obstante acabase por designar
la parte oriental del Imperio habitada por los dacios. La
heroica conquista de la Dacia se atribuye al emperador
romano Trajano. Sin embargo Aureliano abandonó la región
a manos de los germanos. Después llegaron los godos,
59
los hunos, los eslavos, los búlgaros, los turcos otomanos
y muchos otros pueblos que ni se mencionaban cuando
estudiábamos, porque no sabemos casi nada de este país
centroeuropeo llamado Rumania que constituyó la Moldavia
histórica, un grupo étnico expandido a ambos márgenes del
Danubio. ¿Cómo pudo Trajano, nacido en Itálica, cerca de la
actual Sevilla, implantar la lengua latina entre los dacios de
un modo tan completo que haya logrado superar todos estos
avatares históricos?
Esta es sólo la explicación «oficial». Si hasta ahora hemos
puesto en cuestión la veracidad de las explicaciones que tratan
de hacer derivar los romances occidentales del latín, ¿podría
suceder lo mismo con los romances orientales? Sin duda
será mejor preguntárselo a los propios rumanos. La sorpresa
ha sido constatar que ya existe un movimiento rumano que
intenta dar a conocer que es más fácil que el latín venga del
rumano que el rumano del latín. No tenemos conocimientos
suficientes para valorar esta hipótesis pero vamos a facilitar
algunos datos para que sean ustedes quienes investiguen.
La primera referencia la encontramos cuando saltaron a
la prensa algunos detalles sobre los documentos secretos del
Vaticano. Miceal Ledwith, asesor del Papa Juan Pablo II, entre
muchas otras declaraciones, hizo la siguiente:
«Even though Latin is the language of the Catholic Church and
obviously the language of the Roman Empire much later, and that is
supposed people don’t always know Romanian is a Latin language,
a key fact is not often remembered is that Romanian, or the
ancestor of Romanian, is from where the Latin language came, and
not vice-versa. In other words, Romanian is not a Latin language;
rather Latin is a Romanian language. So I want to salute those
people from the Bucegi Mountains, and around Brasov, Bucharest.
60
You are the ones who have provided a wonderful vehicle of the
western culture to the world (Latin language).»16
Hay otras referencias antiguas que apuntan en la misma
dirección y que relacionan a los rumanos con los tracios,
los dacios y los getas. Fuentes griegas mencionan que los
dacios eran getas sedentarios mientras que los tracios eran
nómadas. Así pues los primeros estarían establecidos en la
Europa central y una tribu de los segundos se desplazaría
hasta el Lacio y daría origen a los latinos.
Otra referencia de la que deseamos dejar constancia son los
libros del Dr. Lucian Iosif Cuesdean17, que lleva más de veinte
años investigando y que ha descubierto que las tribus getas se
expandieron por toda Europa llegando incluso a la India:
«Current Punjabi population from north of India is the descendant
of a tribe of Getae located in central Asia, over 2500 years ago.
These descendants of Getae speak a language close to Romanian.
But, many of their Punjabi words are also common to Latin. The
only problem is that 2500 years ago, there was no Roman Empire.
Which means that Getae did speak a latin language way before
Roman expansion.»18
16
«A pesar de que el latín es la lengua de la Iglesia católica y, obviamente, fue an-
tes la lengua del Imperio Romano, y se supone que la gente no siempre sabe que el
rumano es una lengua latina, la clave que a menudo se olvida es que del rumano, o
de la lengua antecesora del rumano, es de donde proviene la lengua latina, y no al
revés. En otras palabras, el rumano no es una lengua latina, sino el latín una lengua
rumana. Por eso quiero saludar a esa gente de las montañas de Bucegi, y alrededores
de Brasov, Bucarest. Ustedes son los que han proporcionado un vehículo maravilloso
de la cultura occidental al mundo (el latín).» Transcripción y traducción libre de la
autora. Fuente:
http://www.youtube.com/watch?feature=player_embedded&v=Nue1A3PoJrg#! (minuto 52,21)
17
http://solif.wordpress.com/oferta-de-carte/
18
La población actual de Punjabi, en el norte de la India, desciende de tribus getas
que habitaban en el centro de Asia hace más de 2.500 años. Estos descendientes de
getas hablan un lenguaje cercano al rumano. Sin embargo, muchas de las palabras
del Punjabi coinciden con palabras latinas. El único problema es que hace 2.500 años
no existía el imperio romano. Lo que significa que los getas hablaban algún tipo de
lengua latina antes de la expansión romana.
http://andreeasoarero.wordpress.com/in-asia-over-80-000-000-people-speak-romanian/
61
De acuerdo con Cuesdean, actualmente hay unos 80
millones de personas en la región de Punjabi, India, que
hablan una lengua parecida al rumano lo cual le permite
establecer que el rumano es más antiguo que el latín. La
conclusión es que, en tiempos inmemoriales, se hablaba en
Europa una única lengua común, emparentada con el rumano
o con el dacio hablado por los getas, que dio origen a las
lenguas indoeuropeas, incluyendo el latín.
Por otro lado, debemos considerar la antigüedad de la
escritura en la zona de los Balcanes. Las tabletas de Tartaria
pertenecientes a la cultura de Vinča, con una cronología
del 5300 a. C., contienen unos símbolos considerados por
muchos investigadores como la escritura más antigua del
mundo. Curiosamente, muchos de estos símbolos muestran
un parecido formal con los pedernales pintados hallados
en la cueva de Mas d’Azil (Ariège, Francia), datados en el
Mesolítico, o las piedras de Alvão (Portugal), datadas hacia
el 4000 a. C. que recuerdan a los caracteres de la escritura
tartéssica y la ibérica meridional. Esta hipótesis situaría el
origen de la escritura en occidente, antes que en oriente y
ha sido desechada de modo sistemático aludiendo que no se
han hallado evidencias que demuestren una organización
social compleja como las existentes en el próximo oriente.
La causa de este rechazo puede obedecer a que se aplican
parámetros modernos que no se ajustan a la realidad puesto
que las primeras muestras de escritura no son textos jurídicos
ni administrativos. Como muy bien argumenta Harald
Haarmann19, en la antigua Europa el uso de la escritura fue
de carácter sacro y aparece vinculada a lugares de culto.
Según la arqueóloga lituana M. Gimbutas, hubo una antigua
civilización en Europa, no indoeuropea, que hunde sus raíces
19
Haarmann, Harald. Historia universal de la escritura. Editorial Gredos, Madrid
(2001) p. 73 y ss.
62
en la Edad de Piedra. En el VII milenio a. C. se habrían formado
diversas culturas regionales, autóctonas y sin influencias
minorasiáticas, que en ningún sentido estarían rezagadas
respecto a sus contemporáneas de Asia Menor. A mediados
del IV milenio surgiría en primer plano la cultura de Vinča.
El tema está pendiente de una investigación en profundidad.
De ser cierto, la lengua y la escritura más antiguas de Europa
podrían proceder de la zona de los Balcanes.
63
C aracterísticas del latín
64
Las características del latín que le alejan de otras lenguas
indoeuropeas son:
Fonética:
• El acento: primeramente, fue de carácter musical;
después, intensivo.
• La tendencia a la monoptongación.
• La abreviación o desaparición de ciertas vocales
mediales no acentuadas: ARIDUS > ARDERE
• La reducción de diptongos acentuados: OINOS > UNUS,
DEICO > DICO
• La pérdida de las primitivas /i, u/ intervocálicas:
TREIES > TRES
• La transformación del grupo inicial /du/ > /b-/:
DUENOS > BONUS
• El rotacismo o transformación de la <s> intervocálica
en <r> característica documentada en el siglo IV a. C.:
ARBOS, ARBORIS
• Confusión de los sonidos primitivos [u] y [b] que pasan
a ser indistintos.
Morfología:
• Pérdida del número dual.
• Innovaciones en genitivo singular y en nominativo
plural en los temas en <o> y en <u>.
• Adverbios terminados en –ē, -m y en –iter.
• Creación de la quinta declinación.
• Fusión de temas consonánticos y temas en –ĭ.
• Fusión de las desinencias personales primarias y
secundarias en el verbo.
65
• Pérdida de las conjugaciones atemáticas.
• Fusión, en el perfecto, de los antiguos aoristo y perfecto,
activo y medio, y también de los antiguos conjuntivo y
optativo.
Sintaxis:
• Uso de casos diferenciados a excepción del ablativo,
que reúne a los antiguos locativo e instrumental.
• Creación de la construcción ablativo absoluto.
• Consecutio temporum o consecución temporal de los
tiempos verbales entre la proposición subordinada
(que usa el subjuntivo) y su verbo principal, según se
trate de una relación de simultaneidad, anterioridad o
posterioridad.
• Uso del estilo indirecto o oratio obliqua.
Si el latín es la madre de las lenguas romances, las hijas
deberían parecerse a la madre y mantener un alto porcentaje
de las mencionadas características latinas. Y sin embargo
lo que encontramos es que las hijas se parecen entre sí (y
convergen, cuando deberían divergir) pero no se parecen a la
madre. Entonces, ¿no nos estaremos equivocando de madre?
¿Cómo puede ser que una lengua madre no legue a sus
hijas ni la morfología, ni la sintaxis, ni las leyes fonéticas, ni
la estructura y el orden de los constituyentes de la oración,
y que además se pierdan las declinaciones, los verbos
deponentes…, y que en cambio todas las lenguas romances
tengan la misma sintaxis, formen de igual modo el plural,
usen artículos, tengan condicional y tiempos compuestos…?
Vamos a analizarlo con mayor detalle en los próximos
capítulos.
66
D el latín al latín vulgar ; del
67
• Proceso de despalatalización en el siglo V.
• Proceso de sonorización en el siglo VII.
• Ensordecimiento de las consonantes sonoras oclusivas,
fricativas y africadas en posición final en el siglo XII.
• Proceso de desafricación en el siglo XIII.
En el listado anterior hemos incluido únicamente algunos
de los principales cambios fonéticos. Aquí deberíamos sumar
los cambios morfológicos y sintácticos que se solapan e
interrelacionan. Por ejemplo, los galoromances (francés,
occitano y catalán) muestran una fuerte tendencia a la
pérdida de las vocales finales en posición átona, vocales que
correspondían, precisamente, a los sufijos causales latinos, y
esa fue, dicen, la causa de la desaparición de la declinación:
una misteriosa tendencia fonética causaría cambios de base
en la morfología y la sintaxis, lo que significa ¡de todos los
procesos cognitivos abstractos del pensamiento!
Durante muchos años se arguyó que los cambios en cadena
fueron causados por el proceso de lenición de influencia celta
que originó el reajuste y modificación de todo el sistema. Cada
vez son más los especialistas que prefieren hablar de lenición a
secas, sin el calificativo celta, porque no se ha podido demostrar
que sea de este origen la causa que encadenó los cambios.
Tampoco queda claro que un cambio ocurrido en el siglo II
a. C, esté encadenado con otro que se produjo setecientos años
más tarde (que sería unas veintiocho generaciones después).
No estamos discutiendo que se hayan producido, o no,
determinadas evoluciones sino que se fuerce la maquinaria
argumentativa para hacer derivar los romances del latín
obviando evidencias que facilitarían la comprensión de estos
procesos. Vamos a ver unos ejemplos:
• En los romances occidentales «aparecen» las fricativas
sonoras <v> y <z>, inexistentes en latín. Este es uno de
68
los procesos englobados dentro de la llamada lenición
celta. Sin embargo en los textos escritos en ibérico se
representan, claramente, dos fricativas distintas: M y
Q. Se desconoce si la oposición entre ambas sería de
sonoridad correspondiendo al sonido fricativo alveolar
sordo [s] y sonoro [z] o si marcaría una articulación
de carácter palatal sordo del tipo [ʃ ] que dicen «se
formó» en el siglo II o III a. C. a partir de una sibilante
alveolar sorda [s] más la glide yod o más la africada
palatal [tʃ ]. Sea el que sea el proceso de formación, está
claro que la influencia hay que buscarla en el ibérico
porque, como veremos, presenta dos sibilantes y una
gran distribución de la vocal palatal -.
• El latín tenía un inventario consonántico reducido. Sin
embargo mostraba muchas consonantes geminadas, es
decir, dos consonantes iguales seguidas que causaban,
a nivel consonántico, un fenómeno parecido al de la
longitud en las vocales. En las lenguas romances, todas
las consonantes dobles eran simples menos:
LL > [ʎ] Latín GALLU castellano gallo catalán gall
69
cronologías y territorios, dos vibrantes diferenciadas que
pueden estar representadas por los caracteres:
r EFG ŕ IHJKL
• Finalmente un ejemplo de morfología. El euskera, lengua
no indoeuropea y anterior a la romanización, presenta un
orden fijo de los elementos en la oración (todo sea dicho, ¡a
veces opuesto al del castellano!). El verbo vasco concuerda
no sólo con el sujeto, también con el objeto directo y con el
indirecto siendo el elemento central de la frase. Además el
vasco, por ser una lengua ergativa, no presenta la oposición
nominativo-acusativo del indoeuropeo, porque tanto el
objeto directo de un verbo transitivo como el sujeto de un
verbo intransitivo se marcan igual.
En pleno siglo XXI no tenemos conocimientos suficientes que
nos permitan afirmar si los cambios atribuidos al paso del latín
al latín vulgar pueden deberse a la influencia del ibérico o a una
lengua madre anterior a la romanización y a los procesos de
individualización de los romances. Hemos hecho estos apuntes
para indicar que los cambios fonéticos o el orden fijo de los
constituyentes de la oración quizás no tengan nada que ver con
una pérdida de vocales átonas y de «vulgarización» por falta de
competencias lingüísticas de los hablantes. Quizás se trate de
una de las características del paso de los proto-romances a los
romances y en este proceso el latín habría tenido una influencia
importante, desde luego, pero ni mucho menos del calibre que
se ha intentado atribuirle. La importancia del latín empezaría al
iniciar su singladura de lengua de la cultura y del poder, como
ya hemos comentado en capítulos anteriores.
Vamos a entrar un poco más en los aspectos lingüísticos
de estos procesos de cambio lingüístico. Va a ser un análisis
introductorio con el fin de ampliarlo en futuros trabajos.
70
A lfabeto
71
y afinidades formales, que no comportan necesariamente
equivalencia fonética puesto que se trata de lenguas diferentes.
Los distintos alfabetos griegos del siglo IX a. C. necesitaban
representar grupos consonánticos. Dado que las escrituras
silábicas chipriota y cretense no podían reproducir
consonantes solas y no distinguían entre oclusivas sordas
y sonoras, los pueblos griegos descompusieron la sílaba en
consonantes y vocales, así que fueron los griegos los que
crearon propiamente el alfabeto.
El alfabeto latino es una adaptación del alfabeto griego de
tipo occidental a través del etrusco y de las escrituras de las
lenguas itálicas. Las diferencias afectan al cambio formal de
las letras tanto como a su uso.
Así las letras griegas Γ, Δ, Λ, Ρ, Y fueron cambiadas por C,
D, L, R, V.
La Π y la Σ fueron cambiadas por P y S.
La Χ pasó a pronunciarse KS en vez de KH.
No tenían correspondencia fonética las letras griegas Φ, Ψ,
Θ, que se utilizaron como cifras numéricas.
En el siglo II a. C. se añadió una H aspirada a las letras C, T
y P por imitación «culta» del griego, dado que la lengua latina
no tenía oclusivas sordas aspiradas <kh, th, ph>.
En el siglo I a. C. se añadieron la Z, que en latín no tenía uso
alguno si no era para escribir préstamos griegos y la Y griega,
sin modificar su aspecto para, de ese modo, diferenciar la V
(que equivalía en latín a <u, v>) de la Y (que equivalía a <ü>).
El alfabeto constituido al final de la república romana en el
siglo II-I a. C. estaba compuesto por 23 letras, 21 propiamente
latinas más las dos añadidas por influencia griega: Y, Z.
72
Cómo se generalizó esta «influencia del griego» en los
proto-romances, ¿a través del latín o directamente del griego?
Desde luego, si surgió la necesidad de añadir nuevas grafías
sería porque la pronunciación de los proto-romances incluía
sonidos más afines al griego que al inventario fonético del
latín.
La letra <z> tenía el sonido africado [ds]. Aparece grafiada
como <z, s> a partir de los siglos II-III d. C. El uso de esta letra
fue relativamente frecuente en palabras que presentaban una
consonantización de las vocales palatales <i, e> en cualquiera
de sus posiciones. Es decir, aparece en los contextos en los
que se produce una palatalización.
La escritura latina disponía de tres grafemas para el
sonido [k]: K, C, Q y sin embargo los pronunciaban todos
como oclusivas, y no como fricativas o africadas. La tendencia
a utilizar Q antes de <u>, C delante de <e, i> y K delante de
<a, o> se debía a la influencia de los hábitos de la escritura
etrusca, tal y como demostró el investigador sueco-finés
M. Hammarstrӧm. No podemos dejar de apuntar que esta
misma distribución se halla en nuestras escrituras, por lo que
podría estar relacionada con una antigua tendencia silábica
heredada y que se manifiesta a través de escrituras como la
ibérica, con una estructura silábica claramente arcaizante,
que refleja gráficamente este distinto modo articulatorio. No
creemos que esta diferenciación sea caprichosa porque pone
en evidencia otro proceso de palatalización…
La oposición entre sordas y sonoras de fricativas
labiodentales [f, v], alveolares [s, z] y palatales [ʃ, ʓ], así como
de africadas [ʦ, ʣ, ʧ, ʤ] inexistente en latín, tampoco es
cuestión baladí, porque en nuestros romances esta oposición
tiene valor fonemático.
73
Tampoco existían en latín las asimilaciones, tan presentes
en griego. Ni las nasales palatales. Así tenemos que en griego,
la gamma ante <γ, κ, χ, ξ> se pronuncia como una nasal palatal
[ɲ]. Esta articulación post o prepalatal está presente en todas
las lenguas romances con distinta ortografía: castellano <ñ>,
catalán <ny>, francés <gn>, italiano <gn>, portugués <nh>.
Llama la atención que las lenguas romances hayan
desarrollado estas articulaciones que no se encuentran en la
supuesta lengua madre latina de la que derivan. Lo ampliamos
al hablar de la fonética.
74
F onética
75
ni más o mejor adaptadas a unas etnias o sociedades. Y sin
embargo este proceso de adquisición del lenguaje se cierra
a una edad muy temprana, cerca de los tres años. A partir de
este momento, el niño adapta su inventario fonético al de la
lengua materna. Por eso, al intentar aprender una segunda
lengua, el proceso es mucho más lento y complicado dándose
la circunstancia de que esta segunda lengua se incorporará
a partir de las fronteras fonemáticas del sistema de sonidos
de la lengua nativa del hablante, que actúan como categorías
perceptivas que restringen y condicionan la producción y la
percepción de sonidos lingüísticos y que son las responsables
de imprimir en la nueva habla un «acento extranjero».
Esta ley de los cambios fonéticos es universal y por ello
no parece verosímil que determinados cambios se hayan
producido sólo a partir de la influencia de lenguas en contacto.
La regularidad de procesos como el ensordecimiento final de
las oclusivas o la sonorización de las fricativas corresponden
a funciones distintivas de la propia lengua, son procesos
activos que no sólo no se abandonan fácilmente sino que
se manifiestan inconscientemente al intentar pronunciar
una lengua o idioma diferente. Por eso no tiene demasiado
sentido decir que en el siglo tal empezamos a hablar de modo
distinto porque surgieron las fricativas, o que palatalizamos
una consonante por influencia de una posible yod celta…
¿Qué es la yod? Una semivocal de carácter palatal,
equivalente, según el contexto articulatorio, a la vocal <i>
o a la consonante <y>. ¿Qué cambio articulatorio produce?
La palatalización, es decir, el sonido desplaza el punto de
articulación hacia el paladar. ¿Cuándo surge? Se desconoce,
pero sabemos que no viene del latín, porque el latín no tenía
ni yod ni consonantes palatales. ¿Dónde la encontramos?,
curiosamente, en el ibérico.
76
Si analizamos la escritura ibérica nos damos cuenta de que la vocal
más presente es la <i> (en ibérico: - ). Es la más estable sincrónica
y diacrónicamente, es decir, en todos los territorios y cronologías,
desde Provenza hasta Alicante y del siglo VI a.C. al I d. C.
20
La letra η, eta, se pronuncia ita.
77
La palatalización
La palatalización es un fenómeno fonético o fonológico
por el cual se desplaza el punto de articulación de un sonido
consonántico hacia el paladar (región paleo-alveolar)
debido a la presencia de una vocal palatal. Suelen incluirse
en la palatalización otros procesos como la asibilación
(transformación de un sonido no sibilante en sibilante),
la fricatización y la africación. La palatalización se produjo
en todas las variantes proto-romances. Las únicas lenguas
romances que no sufrieron palatalización fueron el sardo y
el dálmata.
El fenómeno de la palatalización se constata desde muy
antiguo en pleno período latino (siglo II a. C.), y aumentó
considerablemente a lo largo de los siglos siguientes. Se conoce
bien la causa de su origen: hay un cierre y consonantización
posterior de las vocales palatales que se encuentran como
primer elemento de un hiato. La consonantización de la vocal
[i] se conoce con el nombre de yod y suele grafiarse como <y,
j>. Surge cuando un hiato se convierte en diptongo, es decir,
cuando la vocal [i] se convierte en la glide [j]. Hay indicios de
que a partir del siglo IV d. C. la yod afecta sonidos y grupos
consonánticos siendo el detonante como mínimo del 50% de
los cambios lingüísticos de las lenguas romances.
Si el fenómeno articulatorio se produce en una fase tan
temprana, ¿qué lo causa? ¿Cómo se produce? ¿Cuándo y
dónde surge? ¿Y por qué es tan general? Si fuera resultado
de la degeneración del latín en latín vulgar, las cronologías
deberían ser más bajas y las transformaciones, las tendencias
y reglas fonéticas deberían ser distintas en los diversos
romances, que no deberían converger. De hecho los indicios
parecen mostrar que es el latín la lengua que se aleja de una
palatalización generalizada. A este respecto, es interesante
78
constatar que en ciertos dialectos del griego antiguo también
se produjo un fenómeno de asibilación que consistió en el paso
del grupo -τι- (-ti-) a -σι (-si-) en determinados contextos. Los
grupos dialectales micénico, arcadio chipriota, lesbio y jónico
ático presentan asibilación; el beacio, tesalio, dorio y panfilio
no. De tal forma, en jónico-ático la palabra φέρουσι (llevan)
aparece en algunos dialectos no asibiladores como φέροντι.
Deseamos apuntar que, como señala Nicole Moutard, en
euskera la palatalización es un fenómeno expresivo y sobre
todo afectivo e hipocorístico de gran importancia. Se emplea
en el campo semántico de parentesco, en los nombres de
animales, las partes del cuerpo, los colores. Así tenemos
tipi (pequeño) y txipi (pequeñito); polit (bonito) y pollit
(entrañable).
Creemos que la palatalización está relacionada con el
cambio de acento y con el cambio en la estructura silábica.
79
La estructura silábica
La sílaba se compone de una abertura (ataque)
consonántico, un núcleo vocálico y una coda consonántica,
presentando una estructura de dos márgenes consonánticos
y un núcleo vocálico (C)V(C). De estos tres elementos el único
imprescindible es el núcleo vocálico.
Se entiende por sílaba cerrada o trabada la que presenta
un margen consonántico después del núcleo vocálico: VC.
Su sonido es implosivo. Por ejemplo la palabra silbar está
compuesta por dos sílabas trabadas:
abertura núcleo coda abertura núcleo coda
s i l b a r
80
comportar más dificultades perceptivas. La posición de coda
silábica es la más inestable de la sílaba y es una posición que
favorece que los segmentos en contacto se asimilen, se elidan
o se simplifiquen. La asimilación es el proceso fonológico
más frecuente ya que tendemos a adaptar articulatoriamente
los segmentos en contacto. Es, por ello, una de las causas
frecuentes del cambio lingüístico.
Algunas consonantes en posición de coda tienden a
desplazarse y a convertirse en abertura de la sílaba siguiente,
veamos por ejemplo en castellano la formación del plural
de la palabra tren > tre#nes. Esto no sucede en catalán, que
muestra una mayor presencia de codas complejas:
sílaba sílaba
81
Volviendo a los romances, hay una jerarquía universal
para la formación de la estructura silábica que restringe la
distribución de las consonantes. En posición de abertura se
sitúan de menor a mayor sonicidad (creciente) y en posición
de coda de mayor a menor sonicidad (decreciente), de modo
que la máxima sonicidad de la sílaba corresponda al núcleo
vocálico y disminuya hacia ambos márgenes.
La escala de sonicidad de mayor a menor es:
vocales > semivocales > líquidas > nasales > fricativas > oclusivas
82
V u (uno) CV bo (bueno) CCV tro (trueno)
83
Un apunte sobre el euskera: los grupos silábicos más
frecuentes son CV-CVV (59%), CVC-CVVC (21%), V-VV (11%).
No existen grupos consonánticos de muta cum líquida. La
gran tendencia es a la sílaba abierta.
Llegados a este punto, deseamos comparar la estructura
silábica del latín clásico con la de nuestras lenguas romances
especialmente por lo que respecta al comportamiento de los
grupos consonánticos conocidos como muta cum líquida, es
decir, cualquiera de las oclusivas <p, t, k, b, d, g> seguida por
una líquida <l, r> que, como hemos visto, es la formación en
abertura que permiten las leyes de la sonicidad. Lo interesante
en este caso es que los proto-romances tienden a modificar
la frontera entre sílabas y sitúan la consonante anterior a la
líquida en posición de coda. En el caso de hallarse en posición
de inicio absoluto, se le añade una vocal epentética y se separa
la sílaba después de la líquida:
Latín clásico proto-romances
vocal # consonante + líquida V# CL VC#L
líquida + consonante + vocal LCV VL#CV
84
articulación situado en el paladar. Esta es la razón subyacente
en la mayoría de procesos de cambio lingüístico y ha dado
soluciones distintas en catalán y en castellano.
En latín las codas consonánticas implosivas presentaban
muy poca variedad, siendo su distribución muy restrictiva
y parecida a la del castellano. Sin embargo en catalán y en
occitano, las codas consonánticas se complican por lo que
la sílaba no debería considerarse la unidad primaria. En la
prosodia, tan importante es la alternancia del acento silábico
como los segmentos fonotácticos que producen el ritmo
interno de este epifenómeno.
Los patrones sonoros de cada lengua son una de sus más
importantes características. Se hallan presentes desde los
primeros meses de vida y marcan la adquisición del lenguaje
de los niños, porque su percepción lingüística se modulará,
desde los primeros balbuceos, por la fonología de la lengua
materna y de las lenguas presentes en su entorno. Por lo tanto
la estructura silábica es uno de los patrones que se adquieren
a edad muy temprana y forma parte del conocimiento
intuitivo de todos los hablantes de una lengua.
85
El acento
La prosodia o vibración es la música de la lengua. Es tan
genuina que podemos incluso reconocer una lengua cuando
no sabemos hablarla ni podemos comprenderla. Con sólo
escuchar, somos capaces de distinguir el patrón de entonación
del inglés, del italiano o del ruso: reconocemos «su música».
La prosodia y el ritmo interno de una lengua vienen
subrayados por la alternancia entre sílabas acentuadas y no
acentuadas. Dado que en las lenguas romances las vocales
no presentan oposición de duración, el núcleo silábico y el
acento tónico recaen sobre la vocal, por lo que la fluctuación
del ritmo viene marcada por los acentos vocálicos.
El acento es una propiedad léxica de los morfemas. No es
algo que pueda cambiarse a la ligera porque está asociado a
un valor fonemático. La distinta posición del acento puede
marcar diferencias semánticas y morfológicas, como los
tiempos verbales: canto (sustantivo y forma verbal) y cantó;
término, termino y terminó, e incluso diferenciar palabras que
no tienen relación etimológica: entre (preposición) y entré.
La distribución del acento en las palabras de las lenguas
proto-romances puede presentar diferentes voces: aguda (la
sílaba tónica es la última sílaba), llana (la sílaba tónica es la
penúltima) y esdrújula o sobreesdrújula (la sílaba tónica es
la antepenúltima o anterior). Esta distribución acentual de
los romances coincide con la del griego y diverge respecto
al latín. El hecho de que en latín no existieran palabras
agudas, desmarca la prosodia latina del resto de lenguas que
supuestamente derivarían de ella.
La acentuación latina seguía el siguiente esquema:24
24
Martí i casteLL, Joan. Gramàtica històrica catalana II. Universitat Oberta de
Catalunya (2000)
86
duración naturaleza
sílabas penúltima vocal penúltima vocal acento
2 - - llana
+2 larga - llana
+2 breve trabada llana
+2 breve abierta esdrújula
En la distribución acentual hay otro factor a tener
en cuenta. En el proceso de creación de nuevas palabras
mediante la composición, no se produce reducción vocálica
ni alteración de la distribución acentual. Los prefijos tónicos
y los sufijos evidencian que en algún nivel de la derivación
fonológica existe un acento bloqueador interno que hace que
determinadas unidades composicionales sean inmodificables.
Por otro lado, estudios recientes demuestran que las
codas consonánticas también marcan un ritmo intrasilábico,
porque aunque sean más breves que las consonantes situadas
en la abertura silábica, en esta posición y contexto fónico
aumentan en sonicidad.
87
Vocalismo
El latín tenía propiamente tres vocales <a, o, e> y dos
semivocales <i, u>. La característica distintiva del timbre
vocálico era la cantidad, por lo que el inventario vocálico total
era de diez vocales ā, ē, ī, ō, ū, ă, ĕ, ĭ, ŏ, ŭ25. La desaparición
de la cantidad, reemplazada por la intensidad, desplazó el
acento tonal y provocó el debilitamiento de las vocales átonas
internas, que alteraron su timbre vocálico.
La gramática histórica sitúa el cambio de la cantidad por la
intensidad en el siglo I d. C. Estos cambios vocálicos presentan
hoy en día equivalencias distintas en catalán y en castellano.
En catalán, la distinción de cantidad latina se corresponde
con la diferencia de timbre. Así las vocales largas latinas ā,
ē, ī, ō, ū se corresponderían con las vocales cerradas ạ, ẹ, ị, ọ,
ụ y las vocales breves ă, ĕ, ĭ, ŏ, ŭ con las abiertas ą, ę, į, ǫ, ų.
Sin embargo no tenemos registro escrito que demuestre la
existencia de cinco vocales abiertas, sino sólo dos: [ɛ] y [ɔ].
El inventario vocálico actual del catalán es de siete vocales
tónicas: [a], [ɛ], [e], [i], [ɔ], [o], [u], y ocho en el balear que
añade la [ə] tónica.
Este inventario de siete vocales tónicas podría haber
coincidido con el del euskera antiguo. A pesar de que se
conoce poco acerca del sistema fonológico del vasco antiguo,
R. Menéndez Pidal reconoció la presencia de las vocales
abiertas [ɛ] y [ɔ] en los nombres topónimos. Por otro lado, el
hecho de que haya dificultades en la delimitación del timbre
entre [e] e [i] y entre [o] y [u] nos muestra que la lengua vasca
tiene diferentes grados de abertura y cierre en las vocales, las
pronuncian más abiertas y menos tensas que en castellano,
presentando mayor variabilidad. De todos modos, un
vocalismo de siete vocales parece tener más afinidad con el
25
Se distinguen gráficamente: ā (vocal larga) y ă (vocal breve).
88
griego que con el latín o incluso con el chipriota, que tampoco
distingue vocales largas y breves.
En catalán en posición átona se produce una reducción
vocálica; sólo hay tres vocales átonas: [ǝ], [i], [u], por lo tanto
la posición tónica y átona determina el timbre vocálico, que
no se da del mismo modo en todos los dialectos. En general
podemos decir que las tres vocales [a], [ɛ], [e] se reducen a
[ǝ] y las tres vocales velares [ɔ], [o], [u] se reducen a [u]. La
única que no se altera en ningún caso es la [i]. Este dato ha de
ser importante, porque tal y como hemos explicado al hablar
de la palatalización, es la vocal más presente en ibérico y está
detrás de la mayoría de los cambios lingüísticos.
En castellano hay cinco vocales sin cambio de timbre,
porque actualmente la abertura no tiene valor fonemático26.
Esta característica de que las vocales breves latinas se
correspondan con la vocal abierta no es exclusiva del catalán.
También la encontramos en el rumano:
89
¿cómo se explica esta cronología tan tardana si la lengua de
formación se supone que fue el latín vulgar? Entonces, ¿por
qué coinciden las lenguas romances? En catalán, las habituales
confusiones gráficas de los manuscritos demuestran que las
vocales átonas <a> y <e> se confundían en posición anterior
al acento en los siglos XII-XIII. Los lingüistas suelen llamar a
estas alternancias «inestabilidad vocálica» cuando se trata de
una característica fonética completamente estable que está
llamando la atención sobre esta característica del habla.
En posición final absoluta las confusiones son menos
frecuentes y las soluciones difieren de unos romances a
otros. En catalán, occitano y francés, las vocales átonas
finales desaparecen. Por el contrario, el castellano, el italiano
y el galaicoportugués conservan la mayoría de vocales átonas
finales
Se nos dice que fue el latín vulgar el que, partiendo de la
sustitución del acento melódico por el de intensidad, creó
el vocalismo de los romances occidentales. De nuevo nos
preguntamos cómo es posible que lenguas que difícilmente
han estado en contacto directo, hayan llegado a idénticas
soluciones porque si partiendo de esta premisa cuesta
entender las semejanzas entre el catalán y el gallego, todavía
es más difícil justificar que ambas lenguas coincidan con el
rumano. Por otro lado, si el cambio de cantidad por intensidad
se produjo en un momento tan temprano, la respuesta
podría dárnosla el ibérico: ¿qué sucedería si encontráramos
una inconsistencia vocálica que demostrara la existencia de
alternancia vocálica en textos de época ibérica? Pues parece
que hay indicios de que se daba en las vocales medias <e,
o>. Si este trazo era de abertura o de longitud, habrá que
estudiarlo. Un inventario de siete vocales también coincidiría
con el griego cuyas épsilon y ómicron tienen sus dobles largas
eta y omega.
90
Diptongos y hiatos
El latín literario arcaico tenía cinco diptongos: OU, OI, EI,
AI, AU. El latín clásico, sin embargo, tuvo una fuerte tendencia
a la monoptongación, es decir, al cambio fonético que consiste
en la reducción de un diptongo a una sola vocal. Sólo había
tres diptongos: AU, AE, OE. Por el contrario, la tendencia
de las lenguas romances occidentales fue la diptongación
de las vocales breves <e, o> que dan en castellano <ie, ue>
respectivamente. Este fenómeno podría ser posterior a la
romanización porque en el euskera las vocales breves latinas
no diptongan como en castellano. En catalán, como hemos
visto, las vocales breves equivalen a vocales abiertas:
Latín TӖRRAM catalán t[ɛ]rra castellano tierra
Latín PŎPULUM catalán p[ᴐ]ble castellano pueblo
91
• Si el primer elemento es una vocal velar <o, u> en
posición átona, suele reducirse hasta el punto de
suprimirse.
• Si el primer elemento es una vocal palatal <e, i> en
posición átona, tiende a cerrarse y, después, a agruparse
silábicamente, es decir, a convertirse en consonante:
Latín VI-NE-A castellano viña catalán vinya
Latín FI-LI-AM castellano hija catalán filla
92
El fenómeno de la inflexión puede cerrar incluso dos grados
las vocales tónicas. La gramática histórica no ha podido
fijar las etapas de esta evolución, sólo puede suponerlas
porque algunos dialectos conservadores como el pallarès o
el ribagorçà mantienen las vocales en un grado más abierto.
La yod también altera el consonantismo creando
consonantes palatales inexistentes en latín, como veremos a
continuación.
93
Consonantismo
El consonantismo del latín era mucho más reducido que el
de las lenguas romances. Tenía sólo 14 consonantes frente a
las 19 del castellano y las 23 del catalán. Las consonantes se
distribuían en sólo tres órdenes: labial, dentoalveolar y velar.
La gramática histórica ha estudiado los fenómenos de
inflexión, asimilación disimilación, supresión y adición
de sonidos vocálicos y la sonorización, ensordecimiento,
fricatización y palatalización de sonidos consonánticos de
las lenguas romances en relación con el latín tratando de
describir todos estos procesos. Las diferencias del inventario
fonético son tan grandes que ha sido necesario establecer
complicadas relaciones evolutivas.
Si nos centramos en los romances occidentales, la
evolución se engloba en un proceso de lenición que se divide
en tres fases:
1. La más temprana sería la simplificación de las
consonantes geminadas latinas, que se reducen todas,
con la excepción de LL, NN y RR, como ya hemos
mencionado.
Hay que añadir que la geminación de consonantes en latín
tenía valor fonemático, así no significaba lo mismo ĂNNVS
(año) que ĂNVS (vieja).
2. Le sigue un proceso de sonorización de las oclusivas
y fricativas sordas simples formadas a partir de la
simplificación de las geminadas latinas.
Este es un punto un tanto difícil de comprender. La
explicación oficial es que para distinguir las oclusivas y las
fricativas que se habían formado a partir de la simplificación
que recoge el punto primero, las oclusivas y fricativas sordas,
94
sonorizan. La pregunta obligada es: ¿por qué los hablantes
desearían distinguirlas? ¿No serían, para ellos, todas iguales?
Eso es lo que debería suceder, porque la primera ley de la
fonética, que ya hemos anunciado, indica que un cambio que
afecta a un sonido en una determinada posición y contexto
fónico, afecta a todas las palabras que presenten este
sonido en la misma posición y contexto. Desde luego este
es un argumento teórico que se tambalea por ser un tanto
especulativo. Nosotros preferimos otra explicación. Creemos
que la alta presencia de consonantes geminadas en latín está
indicando que en el consonantismo debía producirse un
fenómeno similar a la duración del vocalismo. La tendencia
del latín a presentar una oposición de duración, consonante
simple-doble, sería equivalente a la oposición vocal corta-
larga. Por lo tanto, la característica de duración del latín
de nuevo corresponde en los romances a distinto grado de
intensidad (abertura) equivalente a la que encontramos
entre las vocales que, en el consonantismo significa que las
consonantes sordas, sonorizan. En ambos casos ¡son cambios
de timbre!, no de duración.
3. Aproximación de las oclusivas sonoras.
¿Qué significa eso? Si las oclusivas geminadas se han
simplificado y las simples sordas se sonorizan (para
distinguirlas de las que ya eran simples), ahora resulta que
las oclusivas sonoras se articulan como aproximantes…
¿Por qué? De nuevo vemos que la oposición es de sonoridad
y esta oposición había de ser anterior, porque no tiene
demasiado sentido aplicar la ley de la fonética a unas cuantas
articulaciones (supuestamente a palabras latinas) dejando el
resto igual. ¿Qué está sucediendo? Se intenta hacer derivar
unas características fonéticas de los romances del latín.
Pero la articulatoria completa es distinta, porque se trata de
95
lenguas distintas. Este proceso de lenición sólo se da en las
lenguas romances occidentales, es decir, se da en lenguas que
evolucionaron a partir de una lengua madre relacionada con
el ibérico.
4. La cuarta fase describe la desaparición de algunas
aproximantes, según su posición, debido a una
tendencia al debilitamiento.
5. La fase siguiente comporta la sonorización de la
africada [ts] intervocálica sorda que pasa a ser sonora
[dʒ]. Dado que este sonido era inestable, se desafricó
convirtiéndose en la sibilante alveolar sonora [z].
También se alteraron las oclusivas sordas y sonoras
seguidas de <r>, llamadas muta cum líquida, que
sonorizan todas en posición intervocálica formando los
grupos BR, DR, GR.
96
nuestro alfabeto, que hubieron de copiar de los griegos para
añadirla a su reducido inventario consonántico? ¿De dónde
sale? ¡Estaba aquí! ¡En el ibérico! Como ya hemos comentado,
todos los textos ibéricos, absolutamente todos, en todas las
cronologías y territorios desde el siglo VI a. C., distinguen
claramente dos fricativas sibilantes. Dado que los expertos en
iberismo desconocen si su oposición era de sonoridad sorda
[s] y sonora [z] o de distribución alveolar [s] y palatal [ʃ ] lo
habitual es representarlas como <s> y <ś>.
Otro fenómeno fue el del betacismo o la confusión de la V
latina con la <b>, que se da también en vasco. En catalán, la
oposición <b, v> se mantiene en algunas áreas pero está en
claro retroceso.
Llegados a este punto, nos parece evidente que es necesaria
una revisión de toda la gramática histórica evolutiva que
tenga en cuenta los siguientes puntos:
• Si partiéramos de una relación de parentesco (y no
de filiación) entre el latín y las lenguas romances,
podríamos explicar estos fenómenos fonológicos como
parte de la fonotáctica característica de cada lengua.
• Sería interesante plantear si pueden darse respuestas
alternativas a las oficialmente aceptadas. Y si estas
nuevas respuestas cubren aspectos que la anterior
concepción científica no sabía explicar, sería bueno
abrirse a ellas.
Vamos a analizar muy brevemente las diferencias entre los
romances y el latín separando las consonantes por su modo
de articulación y ordenándolas por su sonicidad,27 viendo
27
Utilizamos el término sonicidad para la perceptibilidad de los distintos sonidos
agrupados por modo de articulación. El término sonoridad lo usamos para marcar,
dentro del mismo modo y punto de articulación, la oposición entre el carácter sordo
o sonoro.
97
en primer lugar las menos sonantes (oclusivas, fricativas,
africadas) y a continuación las más sonantes (nasales,
laterales y vibrantes). Dentro de cada modo articulatorio, se
analizan por el punto articulatorio de anterior a posterior y
de sordas a sonoras.
Para escuchar la articulación de cada fonema y su
desplazamiento de acuerdo con el punto y modo articulatorio
de cada sonido, recomendamos la página de la universidad
de Iowa:
http://www.uiowa.edu/~acadtech/phonetics/spanish/frameset.
html
98
Oclusivas
En posición inicial, las oclusivas labiales, dentales y velares
coinciden con las que presenta el latín.
En posición medial, muestran diferentes tendencias.
• Las oclusivas sordas intervocálicas, sonorizan:
99
• con eliminación total del segmento salú[∅]
El castellano y el griego coinciden en la preferencia por
un final de palabra en vocal o en las consonantes <n, r, s>.
Sin embargo en catalán se favorecen los finales de palabra en
oclusiva y en oclusiva más líquida. Tanto si ortográficamente
se mantienen como si alteran su escritura, al pronunciarlas
todas las oclusivas en posición final, ensordecen:
En catalán:
100
Fricativas
La fricativa labiodental sorda [f] se identifica con el sonido
de la labial aspirada griega <φ> y se transcribía como <ph>.
En posición inicial, era poco presente en latín; en posición
medial, se hallaba sólo en compuestos. Su origen es un sonido
fricativo ligeramente aspirado que también localizamos en
castellano, razón por la cual en posición inicial, la letra <f>
muta a <h>, aunque en documentos antiguos encontramos
gráficamente el doblete <f-h>. Se considera que la ausencia
de <f> inicial es una característica del euskera porque el
gascón también la tiene. En el resto de romances occidentales
la fricativa labiodental sorda se mantiene.
La fricativa labiodental sonora [v] presenta dos
interferencias distintas. En latín se confundía con la [u]. Por
el contrario, en las lenguas romances la tendencia era
pronunciarla como la bilabial sonora [b]. Aunque la oposición
<b-v> se mantiene en algunas hablas catalanas, está en claro
retroceso.
La fricativa alveolar sorda [s] se ha mantenido estable en
todos los romances, tanto en posición inicial como medial
y final. En los romances occidentales, en posición final es
la marca de plural. En algunos contextos, ante las vocales
palatales <e, i> se produce una palatalización que se atribuye
a la influencia del adstrato árabe:
Latín SYRINGA francés seringue catalán xeringa castellano jeringa
101
En catalán, hay dos fricativas palatales, la sorda [ʃ ] en
xarop, y la sonora [ʓ] en jardí. Estos sonidos existen también
en rumano. Aunque no existe propiamente una fricativa
sonora en castellano, en algunas hablas encontramos esta
articulación en palabras como mayo, que normalmente se
articula de modo aproximante. La pronunciación para la <j>
en castellano es de articulación o dorso-palatal [ʝ] o velar-
uvular oscilando según las hablas entre [x] y [χ].
Un apunte sobre el euskera: posee los mismos sonidos
sibilantes que el catalán, compuesto por seis fonemas y
seis alófonos. Esta riqueza de gama de sibilantes es la gran
diferencia entre el euskera y el castellano. ¿Cómo se explica
eso? No tenemos respuesta, por lo que nos limitamos a dejar
constancia de ello:
SIBILANTES dorso- alveolar apico-alveolar predorso-palatal
102
Africadas
En catalán hay cuatro africadas, dos alveolares [ts] y dz]
y dos palatales [ʧ] y [ʤ]. Las africadas palatales existen
también en castellano aunque no tengan valor fonemático.
Estos sonidos se representan, de acuerdo con las normas
ortográficas, de modo distinto según el contexto: la sorda en
catalán en principio absoluto y en posición medial se escribe
<tx> y en posición final de palabra <ig>. En castellano suele
representarse con <ch>. La africada sonora en catalán se
representa por <tg, tj> según la vocal que le sigue, así tenemos
metge (médico) pero en cambio platja (playa). En castellano,
en principio absoluto de palabra puede encontrarse escrita
con <y> como en el caso del pronombre yo, o incluso con <h>
en la palabra hierro.
El euskera tiene tres africadas representadas como <ts,
tz, tx> que se agrupan como sibilantes, por lo que las hemos
tratado al hablar de las fricativas.
Los sonidos africados no existían en latín.
103
Sonantes
Las sonantes <l, m, n, r> por ser precisamente las que
más «suenan» suelen ser las más estables y coinciden en
la mayoría de romances, también con el latín. Por ello sólo
destacaremos las diferencias.
La lateral <l> latina en posición inicial en catalán muestra
una fuerte tendencia a la palatalización en [ʎ]:
104
que le precede o que le sigue. El caso de la nasal palatal, ya
introducido al tratar el alfabeto, es quizás uno de los más
curiosos. Interesa insistir en el hecho de que el latín no poseía
una consonante nasal palatal, mientras que se encuentra
en todas las lenguas romances. Transcrita con grafemas
distintos, tienen idéntica pronunciación el castellano español,
el catalán espanyol, el francés espagnol, el italiano spagnolo,
el portugués espanhol.
La nasal palatal se encuentra en tres contextos
articulatorios:
• Por acción de una yod (vocal palatal) sobre la nasal
precedente se modifica el punto de articulación de la
consonante hacia el paladar:
105
Grupos consonánticos
La geminación o consonantes dobles en posición medial
<cc, dd, ll, mm, nn, rr, ss, tt> es un fenómeno muy presente
en latín, como ya hemos comentado. Tienden a simplificarse
excepto en los casos anteriormente expuestos. Ortográfi-
camente, se mantiene en algunos cultismos.
Cuando las consonantes son distintas, se producen los
siguientes fenómenos:
- Oclusiva + líquida. Se han producido distintas
soluciones que han sonorizado o reducido los grupos
consonánticos de acuerdo a los diferentes contextos
articulatorios:
- Oclusivas sordas, grupos <pl, pr, tr, cr> tienden a
sonorizar:
Latín DUPLUM castellano y catalán doble francés double
Latín CAPRA castellano y catalán cabra francés chèvre
Latín PETRA castellano piedra catalán pedra
Latín LACRIMA castellano lágrima catalán llàgrima
106
Latín URSU castellano oso catalán ós
107
Supresión de sonidos
En los textos medievales encontramos elisiones vocálicas
cuando la vocal final de una palabra está en contacto con
la vocal de inicio de la palabra siguiente. En catalán, este
fenómeno es muy frecuente y está regulado por la normativa
moderna mediante apóstrofes o guiones. Al estudiar el
ibérico no suelen tenerse en cuenta posibles elisiones y
oscilaciones ortográficas, que suponemos habían de ser
habituales. Además en muchas epigrafías el texto está
escrito en segmentos continuos sin marcas de separación
entre palabras, por lo que mejor deberíamos considerar que
la escritura ibérica representa unidades fonotácticas y no
sílabas y palabras aisladas.
• Aféresis: pérdida de un fonema o de una sílaba inicial.
Esta característica es muy frecuente en proto-romance.
En catalán en nombres propios, hay una enorme cantidad
de hipocorísticos truncados «a la catalana»:
Joaquim > Quim; Francesc > Cesc;
Eulàlia > Laia; Josefina > Fina
• Síncope: pérdida de un sonido vocálico en interior de
palabra que puede reducir el número de sílabas.
Esta pérdida se encuentra en grupos consonánticos que
se simplificaron con la supresión del elemento más débil,
que solía ser el situado en posición medial. En castellano se
redistribuía la sílaba, pudiendo convertir las codas trabadas
en abiertas. En catalán se han mantenido más las codas
trabadas y la tendencia es a la apócope final.
108
• Apócope: supresión de la parte final átona de una
palabra.
El catalán presenta como característica propia la apócope
generalizada de las sílabas postónicas átonas mostrando
una clara preferencia por las codas silábicas trabadas. En
castellano, la tendencia a la sílaba abierta puede mantener la
sílaba final evitando el apócope:
Latín AMICUM castellano amigo catalán amic
109
Adicción de sonidos
+ + +
• Prótesis: adición de un elemento vocálico a inicio de
palabra.
El fenómeno se detecta en la lengua escrita en el siglo II
d. C., siendo la vocal protética la <i-> que, a lo largo de los
siglos II al VII evoluciona a <e-> hasta convertirse en parte
integrante de la palabra.
Latín /griego SCHOLAM castellano escuela catalán escola
110
Léxico
111
• Pertenecen al mismo campo semántico.
• No se han visto afectadas por transformaciones fonéticas.
Hemos elegido el campo semántico de la guerra porque
los romanos fueron conquistadores y lo que más y mejor
hicieron fue guerrear. Sorprende entonces que no sólo no
se produjera trasvase léxico del latín a las lenguas romances
sino también que las lenguas romances hayan coincidido en
mantener mayoritariamente un vocabulario ajeno al latín:
Catalán Castellano Francés Italiano Rumano Latín
Tractat Tratado Traité Trattado Tratat FOEDUS
112
Hemos utilizado la tabla de la p. 41-42 del libre de Ives
Cortez por lo que hemos respetado sus traducciones. Para
más ejemplos, consúltese este autor.
Las palabras que en cada lengua se desmarcan del resto
son muy pocas. Por otro lado, es evidente que podemos
usar otros sinónimos para forzar una similitud, por ejemplo
podemos decir que la palabra GENERAL existe en latín,
pero su significado no tiene nada que ver con un general
de los ejércitos, ya que en latín se usaban preferentemente
los términos DUX o IMPERATOR. Normalmente se explica
este cambio léxico-semántico por analogía o metonimia.
Lo curioso es que en todas las lenguas romances se haya
producido exactamente del mismo modo, lo que demuestra
que su modo de pensar y sus clasificaciones psicológicas
coincidían, alejándose, por lo visto, de la mentalidad latina.
Por otro lado nos encontramos con constantes incongruencias,
ya que si buscamos en un diccionario etimológico de la lengua
española la palabra espada, nos da su origen en el latín SPATHA
que a su vez viene del griego SPATHE. Sin embargo los romanos
(los que hablaran latín) decían GLADIUS (espada corta de doble
filo), ENSIS (arma de guerra), PUGIO (puñal o daga) o SICA
(puñal o daga).
Un caso paradigmático de incongruencia es la palabra
esclavo. Dicen los diccionarios etimológicos que procede
del latín SCLAVUS. El diccionario Larousse da la etimología
siguiente: «vient du latín médiéval SCLAVUS de SLAVUS
(Slave)» y añade una explicación sobre el hecho de que los
germanos habían reducido a muchos eslavos a la esclavitud. La
evolución etimológica se hace a través de una complicadísima
evolución que comporta la misteriosa aparición de un sonido
[k] no etimológico en todas las lenguas, porque esclavo
en alemán es sklave, en catalán esclau, francés esclave, en
113
italiano schiavo. ¿Cómo es posible algo tan increíblemente
excepcional? ¡Todas las lenguas añadieron el mismo sonido
no etimológico! Y, curiosamente, ¡lo hacen todos en la Edad
Media! La lástima es que en latín esclavo se llamara SERVUS,
por lo que la explicación raya el ridículo. Además y por
desgracia, la esclavitud es bastante más vieja: ¡no se esperó a
la romanización para designarla!
El diccionario Larousse, como tantos otros, recoge una
etimología popular que es resultado de un parónimo, es decir,
un error producido o inducido por una semejanza meramente
auditiva. Por suerte, la auténtica etimología de la palabra
esclavo no tiene nada que ver con los eslavos. Ives Cortez da
una explicación mucho más plausible: se trata de una palabra
compuesta por ESC-LAVE donde EX es un prefijo (el mismo
que usamos para referirnos a ex marido, ex ministro) y LAVE
es un lexema relacionado con LABOR, sinónimo de trabajo
que incluye un matiz semántico de trabajo digno. El esclavo
era la persona excluida del trabajo digno y obligado a efectuar
los trabajos más ingratos.
Latín clásico Falsa etimología Etimología
líquida + cons. + vocal Prefijo EX +
VL#C[k]LV#CV
LCV LABOR
ES + [k] LA + VO EX + LABOR
SLABO (S + LA + VO)
[es ’kla βo] [la’βor] ≠ [‘la βo]
114
• El cambio de acento latino debería haber forzado el cambio
en la estructura silábica. Sin embargo no es así, todas las
lenguas mantienen un acento interno sobre la primera
sílaba, lo que demuestra se trata de un prefijo (EX).
El léxico es la parte de la lingüística comparada que más
ampliamente se ha estudiado. Es además la parte más volátil de
una lengua, puesto que a cada época histórica le corresponde
un movimiento masivo de léxico de determinados campos
semánticos. Y sin embargo los cambios léxicos no siempre
siguen una lógica. Por ejemplo por qué decimos caballo y
no EQVVS, y sin embargo para la hembra hemos mantenido
en castellano yegua, en catalán euga, en rumano iapă, en
sardo èbba, y en portugués égua. Además, algunas de las
palabras abandonadas por los romances volvieron a tomarse
prestadas del latín clásico muy a posteriori, de modo que
combinamos palabras de distintos orígenes y en distintas
fases de evolución. Siguiendo con el ejemplo anterior, ¿por
qué montar a caballo se llama equitación?
Emplazamos a futuros estudios para un análisis más
detallado del léxico. En el presente trabajo nos centramos
en las ausencias más significativas. Porque si las lenguas
romances derivasen del latín, no se entiende que no copiaran
el rico y preciso sistema de conjunciones del latín clásico.
No obstante, es una constatación indiscutible que las
partículas gramaticales básicas del latín no se encuentran
en los romances. No tenemos ni rastro de las estructuras
introducidas por las conjunciones: ac, an, at, autem, cum,
donec, enim, ergo, etiam, etsi, haud, igitur, ita, nam, postquam,
quidem, sed, sive, tamen, ut, utrum, y vel.
Lo veremos con mayor detalle al hablar de morfología.
115
Toponimia
La toponimia u onomástica geográfica es una disciplina
que estudia la etimología de los nombres propios de lugar.
Se la ha llamado la arqueología de la lengua, porque en la
toponimia «fosilizan» las lenguas antiguas. Los topónimos
no cambian fácilmente, seguramente porque la geografía
juega un importante papel mnemotécnico. Cada vez es más
evidente que muchos topónimos constan de formantes que
describen la topografía del lugar, y ello permite redescubrir
vocablos desaparecidos de las lenguas actuales.
No obstante, si en la etimología se han producido tantos
errores debidos a que no se había cuestionado una filiación
directa del latín, el caso de la toponimia merece un libro
aparte. Porque hasta la fecha, únicamente se aceptaba que un
vocablo era prerromano si no existía su equivalente en latín.
Cualquier parecido se interpretaba como latinización.
Así que sólo mencionaremos un caso para que sirva
de ejemplo. Según el filólogo Joan Coromines, autor del
monumental Diccionari Etimològic i Complementari de la
Llengua Catalana, el nombre de Vallirana deriva del latín
VALERIANA. Otras etimologías lo hacen derivar del nombre
latino VALERIUS. Sin embargo, en vasco HARAN significa
valle, elemento que encontramos en otros topónimos
situados en Cataluña como la Vall d’Aran. Vallirana está
situada entre montañas, en el valle que transcurre entre las
Penyes del Rovira y la Serra Corredera, en el macizo del Garraf.
¿Podría ser que su etimología no tuviera nada que ver con la
valeriana porque estuviera compuesta por una duplicación
de VALL-ARANA? Quede aquí la propuesta.
116
Morfosintaxis
117
falta siglos para alcanzar de nuevo la hipotaxis, que es el
estado de desarrollo de una lengua que permite cualquier
tipo de relación inter-oracional. Esto se explica en los libros
de texto de las escuelas y universidades con total seriedad.
No se dan cuenta de que describen la lengua oral a partir de
un registro escrito efectuado en otra lengua, en este caso del
latín, una lengua muerta que no hablaba nadie y que por lo
tanto se conocía poco y se escribía mal. Decir que los hablantes
dejaron de utilizar los recursos gramaticales, sería casi como
argumentar que el inglés, que no tiene modo subjuntivo, no
puede formar oraciones subordinadas…
La separación entre fonética, morfología y sintaxis a
veces no es fácil de establecer debido a que los morfemas
pueden estar compuestos por un único fonema que nos
dé la información sintáctica. Por eso cuando se nos dice
que fue la pérdida de las consonantes finales (apócope) la
que afectó el sistema de morfemas que aportaban toda la
información sintáctica (las declinaciones) hasta el punto de
obligar a la lengua a efectuar un cambio radical en el modo
de marcar la relación entre palabras, nos entra una especie
de desesperación existencial sólo con imaginar la situación
de caos que sufrieron los hablantes del mal llamado latín
vulgar… ¡Y supuestamente eso duró cuatro siglos!
Como hemos intentado mostrar a lo largo de este
trabajo, las lenguas no funcionan así. No puede «perderse»
información básica que conlleve confusión semántica. Si los
hablantes estaban tan preocupados porque la eliminación
de las consonantes geminadas originó un número creciente
de oclusivas sordas y por eso las sonorizaron; si fuese
verdad que las sonoras se aproximaron, y que de todo este
esfuerzo que sobrepasa los conocimientos gramaticales
de cualquier ciudadano de a pie, resultara que, IN MEDIAS
118
RES, las consonantes acabaran desapareciendo creando una
auténtica confusión al caer las desinencias causales… ¡Pues
vaya frustración!, ¡habría sido un esfuerzo totalmente inútil!
Desde luego es un argumento difícil de defender, porque
¡ningún pueblo favorecería una tendencia que creara tamaña
confusión!
Nosotros estamos convencidos de que las cosas sucedieron
al revés. El ensordecimiento o desaparición de las desinencias
causales sólo podía producirse en una lengua en la que la
oposición no fuera necesaria, porque en caso contrario se
habrían mantenido, como sucede en alemán o en griego
que todavía declinan los sustantivos. De acuerdo con los
universales lingüísticos establecidos por Greenberg, el orden
de los constituyentes de la oración marca la tipología textual
de las lenguas por lo que no es algo que pueda modificarse a
la ligera. Las pautas de variación posibles son muy limitadas.
En los libros de gramática histórica se indica que el cambio
lingüístico en morfología se produce por analogía, ya que la
tendencia a suprimir los sistemas improductivos o menos
utilizados actúa como modelo inductor. De este modo, se
nos dice, se tiende a un único modelo regular. La realidad,
no obstante, nos muestra que sucede lo contrario: cuanto
más se utiliza un verbo, más posibilidades tiene de que
tenga un paradigma irregular por lo que difícilmente puede
actuar como inductor. Así vemos que el verbo castellano ir y
sus equivalentes catalán anar, francés aller e inglés go, son,
en todas las lenguas, verbos irregulares. Lo mismo sucede
con los verbos ser, estar y haber. Sirva de ejemplo la lista de
verbos irregulares ingleses que debe memorizarse al estudiar
esta lengua, porque son los más utilizados y la formación
del pasado y del participio no sigue un patrón que pueda
justificarse por el principio de analogía. Además la gramática
119
chomskiana ha demostrado que la analogía no es el motor
de adquisición del lenguaje, porque frases con estructuras
parecidas que deberían ser posibles si sólo dependieran de
la analogía, son imposibles. En algún nivel actúa un principio
bloqueador selectivo que marca las relaciones posibles e
imposibles entre los elementos gramaticales.
Otra reflexión, ya apuntada al comentar el acento, es el
mantenimiento del acento interno en las palabras compuestas.
Esta característica podría ser consecuencia de un sustrato
de lengua aglutinante o composicional que formara nuevas
palabras mediante la suma de elementos significativos. Esto
explicaría tanto por qué no triunfó el sistema flexivo causal
del latín como esa tendencia tan sorprendente al uso de las
perífrasis, que no puede explicarse mediante el principio de
economía de las leyes de la lingüística.
Algunos de los principales cambios son:
• La morfología del latín es de tendencia sintética: las
palabras se flexionan con desinencias (morfemas
causales que se añaden a la raíz) que aportan toda la
información morfosintáctica. El latín tiene por tanto
una morfología flexiva que crea un paradigma nominal
(declinaciones) y verbal (conjugaciones).
• Las lenguas románicas prefieren las construcciones
analíticas. El paradigma nominal se reduce al número.
La función sintáctica se indica con:
o El uso de partículas independientes (preposiciones,
conjunciones)
o La concordancia:
§ Concordancia en número y persona entre
sujeto y verbo.
120
§ Concordancia en género y número entre
artículo o determinante, adjetivo y nombre.
o Un orden fijo de los constituyentes.
• El paradigma verbal se mantiene pero con cambios
importantes: uso preferente de tiempos compuestos,
perífrasis, locuciones…
Deseamos hacer una reflexión. La morfología derivativa
de nuestros romances se basa en la unión de un radical o
morfema derivativo (afijo) a un nombre o lexema que le otorga
el matiz semántico (raíz). Los sufijos derivativos sobrepasan
de largo el centenar y además de ser muy productivos, añaden
matices significativos: acciones, resultados de las acciones,
nombres colectivos, oficios, diminutivos, aumentativos,
tendencias, actitudes, etc. Tienen además la capacidad de
cambiar la categoría gramatical de las palabras. Todo ello nos
hace pensar que se trata de antiguos morfemas léxicos que
provienen de una antigua lengua de carácter composicional
o aglutinante. Veamos un ejemplo:
Norma sustantivo Lexema o raíz
Si al sustantivo se le añade el afijo
<-al> que tiene el significado de
Normal (norma + al) adjetivo «cualidad de», obtenemos normal,
un adjetivo. Por lo tanto el afijo <-al>
convierte los nombres en adjetivos.
Si al adjetivo normal se le añade el
Normalmente
adverbio afijo léxico mente, obtenemos un
(normal + mente)
adverbio.
Si al adjetivo normal se le añade
el infijo <-itz- , -iz-> que contiene
Normalizar un matiz semántico de plural, la
verbo
(normal + iz + ar) cualidad de normal abarca a más
objetos y personas. Este infijo
convierte los adjetivos en verbos.
121
¿Qué información nos está dando esta tabla de ejemplo?
Hay un modelo de funcionamiento interno de la lengua que
sigue unos parámetros composicionales, los cuales determinan
las categorías gramaticales. A partir de unos lexemas que el
hablante conoce y a partir de un número limitado de afijos, se
crean nuevas palabras de categorías distintas. Por otro lado, las
palabras tienen asociada una estructura argumental que rige el
régimen de los complementos (elementos sintagmáticos). Con
el tiempo y el uso hemos «olvidado» que estos afijos tenían un
significado, hemos lexicalizado las nuevas palabras derivadas
como si se tratara de unidades independientes, cuando están
compuestas por formantes composicionales. Lo demuestra el
hecho de que sean tónicos y puedan alterar el acento, la categoría
gramatical o incluso el género de la palabra si es un sustantivo.
¿Por qué no se ha estudiado más a fondo este tema? Porque
se aceptaba sin cuestionar que todo aquello que coincidía o
podía más o menos coincidir con el latín, derivaba del latín.
Y si no se parecía, se intentaba explicar la evolución a través
de cambios sucesivos, resultado de la degeneración. Y sin
embargo, el infijo <-it- -itz> existe en vasco. Por ejemplo el
verbo IZAN con objeto plural toma el infijo <-it-> y la tercera
persona del plural toma además una <-z->. ¿Casualidad?
Sea cual sea la lengua madre de la que derivan nuestros
romances, debería tener un fuerte carácter composicional.
Cuando relacionemos la morfología «fosilizada» en nuestro
vocabulario actual con las lenguas antiguas anteriores a la llamada
romanización, descubriremos de dónde proceden los romances.
Vamos a analizar, muy brevemente, los cambios que
encontramos entre el latín y los romances respecto a las
distintas categorías gramaticales, a su forma y formación
(morfología) y su función dentro de la frase (sintaxis).
Describimos únicamente las diferencias que separan los
romances del latín.
122
Generalidades morfológicas en las formas flexivas
• Proliferación de la composición con el añadido de
sufijos, a veces repetitivos.
• Desaparición del género neutro.
El latín tenía tres géneros: femenino, masculino y neutro. El
género neutro existe también en griego, en alemán y en ruso.
Sin embargo las lenguas romances presentan únicamente
oposición masculino – femenino.
123
Sustantivos
• Desaparición de las declinaciones.
• Incorporación de preposiciones para las funciones
sintácticas.
• Unificación en la formación del plural.
• Inexistencia del género neutro.
Como ya hemos comentado anteriormente, la gramática
histórica explica que fueron los cambios fonéticos los que
provocaron la pérdida de los sufijos causales. Al principio se
produjo una disminución del número de formas diferenciadas,
pasando el número de casos de cinco a tres (nominativo,
acusativo-ablativo, genitivo-dativo). En el francés y el catalán
antiguos (s. XII-XIII) se ha constatado una oposición de
dos casos (recto/oblicuo). De hecho, todavía hoy en día en
catalán podemos encontrar concordancia entre el verbo y
el complemento directo (CD) en oraciones del tipo: Jo m’he
menjat la poma (yo me he comido la manzana), pero: me l’he
menjada (*me la he comida). Esta concordancia entre verbo y
complementos se produce también en el euskera.
En algunas variedades retorrománicas se mantuvieron
restos de declinación hasta el siglo XVIII. Finalmente, la
mayoría de lenguas romances prescindió completamente
de las declinaciones latinas. En la actualidad sólo el rumano
conserva oposiciones de caso.
Respecto al número, en latín el plural variaba según
cada declinación. En los romances occidentales la marca
de plural es el sufijo <-s>. Sin embargo al sur y al este de
la línea La Spezia–Rimini, la distinción se hace mediante el
cambio de la vocal final i/e, al igual que en italiano y rumano
contemporáneos.
124
Adjetivos
• Sustitución de las formas analíticas de los grados
comparativo y superlativo de los adjetivos por una
estructura perifrástica.
Los grados sintéticos comparativo y superlativo del latín
(también presentes en otras lenguas indoeuropeas, como
el inglés), no existen en las lenguas romances que usan
una construcción analítica para ambos grados que sigue el
esquema es más X que o el más X de.
Sólo se conservan los comparativos sintéticos mejor, peor,
mayor, menor y algunos cultismos como óptimo y pésimo.
Los superlativos en grado máximo se forman de modo
sintético añadiendo el sufijo –ísimo a la raíz del adjetivo
calificativo. Aunque generalmente pueden formarse de modo
sintético prácticamente todos los adjetivos, hay algunos de
irregulares o sólo de uso culto. La perífrasis añadiendo el
adverbio de cantidad muy X es la construcción más utilizada
en el habla.
125
Pronombres
• Incorporación de las preposiciones.
• Incremento de formas: pronombres átonos (clíticos).
• Pronombres hi y en.
• Distinción entre tuteo y voseo.
Los pronombres latinos se declinaban y no se acompañaban
con preposición. Todos los romances coinciden en la
incorporación de las preposiciones a las formas plenas de los
pronombres para indicar la función sintáctica.
Una de las grandes diferencias respecto al latín, es la gran
diversidad de formas pronominales según estas sean tónicas
o átonas. Cuando no presentan preposición, los pronombres
átonos funcionan como complemento verbal que puede
tomar forma clítica, es decir, se pronuncian ligados al verbo.
Pueden ser proclíticos (formas que anteceden al verbo) o
enclíticos: (formas pospuestas al verbo):
• La colocación delante o detrás del verbo no es libre,
sino que está sujeta a normas.
• Un mismo verbo puede llevar dos y hasta tres
pronombres clíticos, que se anteponen o posponen al
verbo siempre en bloque.
• El orden no es libre y se somete a normas. CD + CI + CC
o C Prep.29
• Los pronombres enclíticos se unen gráficamente, o
no, al verbo que acompañan según el tiempo verbal y
variando en las distintas lenguas.
29
CD complemento directo; CI complemento indirecto; CC complemento circunstancial;
C Prep. complemento preposicional; CRV complemento de régimen verbal.
126
En castellano se escriben como una sola palabra cuando
los pronombres siguen a un infinitivo, a un gerundio, al
imperativo y al presente de subjuntivo. En catalán y en
francés, las elisiones vocálicas permiten un uso mucho más
extenso de los enclíticos que presentan una gran variedad de
formas elididas.
Además, en catalán existen dos pronombres: en y hi,
que se utilizan en la sustitución pronominal de sintagmas
circunstanciales o indefinidos.
• El pronombre en sustituye un sintagma nominal
indefinido en función de CD o un complemento CRV
cuando está introducido por la preposición de.
• El pronombre hi sustituye un sintagma nominal en función
de complemento CRV cuando está introducido por las
preposiciones /a, en, amb, per/. También sustituye los
complementos circunstanciales, (sintagmas adverbiales
y sintagmas preposicionales) y el complemento
predicativo.
En expresiones que indican movimiento, se utilizan con
enorme frecuencia para sustituir nombres de lugar: Vaig a
Barcelona > jo hi vaig (en castellano: voy a Barcelona > *yo
voy). Y al cambiar la preposición: Vinc de Barcelona > jo en
vinc (en castellano: vengo de Barcelona > *yo vengo).
Estos pronombres no existían en latín y son intraducibles
al castellano, porque carece de ellos, pero los encontramos
en francés. También existe una correlación similar en griego.
El voseo es un tratamiento de cortesía o de respeto. Se
documenta desde muy antiguo, en el siglo IV d. C. y presenta
alternancias entre los pronombres y las formas verbales.
Consiste en sustituir el tuteo o trato de confianza dirigido a
una segunda persona del singular (tú) para dirigirse a ella
127
con una fórmula de respeto como si fuera la tercera persona
del singular (usted) o con la segunda persona del plural (vos).
Las fórmulas de tratamiento han ido cambiando a lo largo
de la historia y su uso varía según los países. En España,
actualmente es común la utilización del pronombre usted,
utilizado como fórmula de respeto y ante desconocidos. Debe
repetirse con mucha más frecuencia, porque al utilizar las
formas verbales de la tercera persona, se crea ambigüedad
semántica respecto al referente. En España el pronombre
vos se reserva a actos solemnes. En catalán su uso, muy
restringido, se reserva para ocasiones en las que no se desea
distinguir entre singular y plural porque se desconoce el
destinatario. Por el contrario, en países hispanoamericanos
el voseo está muy extendido y es ampliamente utilizado.
Presenta formas y usos distintos según los países, afectando
la conjugación verbal. El pronombre vos coexiste como forma
de confianza y el usted es la forma de respeto.
La distinción entre tuteo y voseo, tan presente en los
romances, era inexistente en latín. Tampoco el inglés tiene
este tratamiento distintivo.
128
Determinantes
• Reducción y reestructuración de los pronombres
demostrativos.
• Uso del artículo definido e indefinido.
El latín poseía un amplio inventario de demostrativos.
Había los deícticos que relacionan el mensaje con las
circunstancias del enunciado, equivalentes a nuestros: este,
ese y aquel. Disponían además de demostrativos gramaticales
y de identidad que servían para referirse a objetos o personas
mencionadas con anterioridad en el discurso, bien fuera para
relacionarlas con su antecedente o para oponerlas a otras
distintas de las mencionadas. Los romances mantienen los
demostrativos de espacio en modo ternario. En otras lenguas,
como en inglés, el sistema es binario (this, that). Para el resto
de funciones deícticas, los romances utilizan los pronombres.
El latín no tenía artículo, ni definido (el, la, los, las, lo) ni
indefinido (un, una, unos, unas). Sin embargo el artículo está
presente en todas las lenguas romances. El uso del artículo
definido presenta mayor frecuencia en francés, le sigue en
uso el catalán y, en menor grado, el castellano, que tiende a
reemplazarlo por un posesivo o a eliminarlo.
castellano catalán
Ha venido mi padre Ha vingut el pare
Graduamos sus gafas Li graduem les ulleres
Conozco a Marta Conec la Marta
129
Mientras la mayoría de las lenguas romances sitúan el
artículo antes del nombre, el rumano lo sitúa después, por
ejemplo lupul (el lobo) y omul (el hombre).
Un apunte para el euskera. El vasco sitúa los determinantes
(mostrativos, cuantificadores definidos e indefinidos) como
deíctico a la derecha del nombre. El equivalente al artículo
sería <-a> para el singular y <-ak> para el plural.
Sólo dejar constancia de que, una vez más, los romances
parecen acercarse más al griego ya que éste posee artículos
determinados equivalentes a los castellanos.
130
Verbos
• Uso preferente de las construcciones perifrásticas
frente a las sintéticas.
• Reestructuración de los tiempos verbales.
• Reestructuración y disminución de uso de la voz pasiva.
• Desaparición de los verbos deponentes.
• Reducción de las formas no personales.
• Verbos auxiliares: SER, ESTAR y HABER.
• Inexistencia de las construcciones de ablativo absoluto.
• Inexistencia de las oraciones de infinitivo.
Las formas verbales en latín se distribuían en tres temas
distintos, el presente (tiempos presente, imperfecto y futuro
en los modos indicativo y subjuntivo), el perfecto (perfecto
y pluscuamperfecto en los modos indicativo y subjuntivo) y
el supino. Esta distribución morfológica no tiene equivalente
en los romances que forman sus tiempos a partir de la vocal
temática con sufijos temporales, modales y desinencias
personales dividiendo los tiempos en simples y compuestos.
Estos cambios morfológicos acusan una diferencia acentual,
a nivel fonético. Se produce, además, una reestructuración
profunda del sistema de tiempos verbales en base a una
distinta noción del tiempo, es decir, han modificado su valor
con un desplazamiento léxico-semántico. Y finalmente,
cambia la correlación y uso de tiempos verbales entre la
oración principal y las subordinadas, por lo que también hay
diferencias a nivel sintáctico. En resumen, los verbos del latín
y de las lenguas romances presentan diferencias de base en
los cuatro niveles gramaticales: fonético, morfológico, léxico-
semántico y sintáctico.
131
A nivel morfológico, uno de los cambios importantes es
el futuro analítico de tipo DICAM o CANTABO, que en los
proto-romances se forma con perífrasis a partir del infinitivo
DICERE HABEO y CANTARE HABEO, origen de las formas
actuales diré y cantaré.
Otro de los cambios es que no existía en latín clásico el
tiempo condicional. La explicación dada por la gramática
histórica es que se forma con perífrasis a partir del
infinitivo mediante formas como CANTARE HABEBAM, que
evolucionaron hasta formar cantaría. De nuevo la pregunta
es ¿cómo fueron capaces las lenguas románicas de converger,
todas ellas, en una solución tan original? Hubieran podido
elegir cualquier otra opción, como el inglés, lengua que
coincide de nuevo con el latín en la ausencia del tiempo
condicional y que ha desarrollado un complejo sistema
conocido como «modal verbs» para expresar hasta tres
grados de condición: verdadero, posible e hipotético.
Las diferencias en el paradigma verbal respecto al latín
no se limitan a la aparición de nuevos tiempos verbales, al
cambio del valor temporal de algunas formas y al uso de
perífrasis en lugar de formas sintéticas. También se alteran y
siguen patrones distintos las correlaciones sintácticas entre
la oración principal y las subordinadas:
• En latín la correlación de tiempos dependía de la acción
expresada en la oración subordinada respecto a la de
la acción principal.
- Presente/futuro: si la acción de la subordinada sucedía
en relación de simultaneidad se utilizaba el presente; si la
acción expresaba anterioridad, se utilizaba el perfecto; si la
acción no había sucedido, y por lo tanto la relación era de
posterioridad, se usaba el presente de la perifrástica activa.
132
- Pasado: si la acción de la subordinada sucedía en
relación de simultaneidad se utilizaba el imperfecto;
si la acción expresaba anterioridad, se utilizaba el
pluscuamperfecto; si la acción no había sucedido, y por
lo tanto la relación era de posterioridad, se usaba el
imperfecto de la perifrástica activa.
Es decir, se fijaba el tiempo verbal de acuerdo con un
tiempo relativo a la acción principal y no de un modo absoluto
respecto al tiempo real.
• En castellano, la oración principal se expresa en modo
indicativo y la subordinada en modo subjuntivo.
Además, cada situación temporal exige una correlación
específica de tiempos verbales, por ejemplo:
Oración principal Oración subordinada
Presente ind. quiero Presente subj. que vengas
Futuro Impf. ind. esperaré Presente subj. hasta que llegues
Pret. Perf. ind. me ha gustado Pret. Perf. subj. que hayas ido
Pret. Impf. ind. no esperaba Pret. Impf. subj. que vinieras
Pret. Indef. no creí Pret. Impf. subj. que fuera tan tarde
no me había que se hubiera
Pret. Plusc. ind. Pret. Plusc. subj.
parecido enfadado
133
• 6 formas de infinitivo: presente, pretérito y futuro, voz
activa y voz pasiva.
• 3 formas de participio: presente, pretérito y futuro.
• 1 gerundio que se declinaba en cuatro casos.
Una de las maneras que tenía el latín de crear construcciones
subordinadas era mediante el uso de las oraciones de infinitivo
con verbo en acusativo, estructura que no se encuentran en los
romances pero sí en el inglés y de las que ya hemos hablado
en el capítulo Similitudes entre las lenguas romances. Otra
de las estructuras características era el ablativo absoluto,
un participio en ablativo que equivalía a una subordinada
adverbial.
En los romances, las formas no personales se reducen a un
infinitivo presente, un participio pasado y el gerundio.
Respecto a los verbos auxiliares, el latín utilizaba el verbo
ESSE. Nosotros utilizamos el verbo SER para formar la voz
pasiva. Para la voz activa utilizamos el verbo HABER. En
catalán disponemos de los verbos auxiliares ser (uso arcaico),
estar, ir (formación del pretérito perfecto perifrástico),
también utilizado en francés.
Las lenguas romances disponen de una elevada combinación
de perífrasis verbales: modales (obligación, necesidad, probabilidad),
aspectuales (incoactivas, durativas, reiterativas).
Finalmente, deseamos hacer un apunte sobre el verbo en
euskera, cuyo paradigma es de gran complejidad. Tiene
formas personales e impersonales, simples y compuestas
con varios verbos auxiliares que presentan gran número
de irregularidades. Hay seis modos: indicativo, imperativo,
condicional, potencial, supositivo y votivo. La forma habitual
es la conjugación pasiva aunque también hay conjugación
134
transitiva e intransitiva. No hay caso acusativo porque el
complemento directo funciona como sujeto: esta relación se
llama ergativa. Un dato importante es que, aunque existen
en vasco algunos verbos sintéticos, la mayoría utiliza formas
perifrásticas (participio del verbo conjugado más la forma
del verbo auxiliar). El verbo vasco viene a ser un sumario de
todos los nombres de la oración y contiene en su propia forma
una referencia al CD y al CI. Además utiliza posposiciones que
pueden colocarse tras la raíz y después de la terminación de
los casos. Esta adscripción a los casos gramaticales evita la
ambigüedad, lo que permite gran libertad en el orden de los
elementos:
135
Formas no flexivas: preposiciones, adverbios y conjunciones
En las lenguas romances occidentales hay tres categorías
gramaticales cerradas. Se llaman así porque los recursos
lingüísticos de la composición y la derivación no permiten
la creación de nuevos elementos. Además no poseen flexión,
es decir, son inmodificables, no presentan variación formal
ni alternancia de género, número, persona, tiempo ni
ninguna otra de las variables que caracterizan a las otras
cinco categorías gramaticales flexivas: nombres, adjetivos,
pronombres, determinantes y verbos.
Las tres categorías cerradas son:
§ Adverbios
§ Preposiciones
§ Conjunciones
Las palabras de estas categorías son funcionales, dan
sentido al texto más que las palabras que le aportan el
contenido. En cierto modo, son las palabras básicas de
la lengua y por esta causa no se pueden modificar. Los
conectores aportan información del funcionamiento interno
del lenguaje y, por lo tanto, de la mente. La preferencia de
los romances por las soluciones perifrásticas y las locuciones
en detrimento de las construcciones analíticas, ha de ser
significativa. No puede explicarse satisfactoriamente a partir
del latín y merecería estudios en profundidad.
De acuerdo con el profesor Mark Pagel y con lo que hemos
expuesto en el capítulo La lentitud del cambio lingüístico, son
precisamente las palabras utilizadas con mayor frecuencia
las que menos se transforman, pudiendo perdurar, con muy
pocas modificaciones, a lo largo no ya de siglos, sino de
milenios. En la lista incluida en el mencionado capítulo hemos
136
visto que las palabras más resistentes al cambio eran algunos
determinantes y los adverbios. Las categorías funcionales se
emplean con mucha más frecuencia que las categorías léxicas.
Por lo tanto, resulta realmente sorprendente que, tratándose
de las categorías más resistentes al cambio, sean las que más
se alejan del latín.
137
Los adverbios
• Inexistencia de los adverbios en <-ter> y en <-e>.
• Adverbios modales en <-mente> con formación
perifrástica de grado.
• Paradigmas diferenciados para los adverbios de lugar,
de tiempo, de cantidad, de afirmación y negación y de
interrogación.
Los adverbios constituyen una categoría invariable y
generalmente cerrada. Son especificadores del verbo, del
adjetivo o de otro adverbio. Pueden formar proposiciones
intransitivas. Nos encontramos ante una categoría gramatical
que ha experimentado un cambio radical en relación con el latín.
En latín, gran parte de los adverbios modales se formaba a
partir de los adjetivos. Los de tres terminaciones añadían la
desinencia <-e> y los de dos y una terminaciones la desinencia
<-ter>.
adjetivo adverbio
TIMIDUS TIMIDE
FORTIS FORTITER
Funcionaban como adverbios el acusativo neutro singular
de algunos adjetivos como MULTUM (mucho) y PAULUM
(poco), el ablativo neutro singular como FALSO (falsamente)
y otras formas en <-am> , <-im> y <-itus>.
Los grados comparativo y superlativo de los adverbios
se formaba, igual que con los adjetivos, de modo sintético
añadiendo <-ius> y <-issime>:
adjetivo adverbio comparativo superlativo
DOCTUS DOCTE DOCTIUS DOCTISSIME
sabio sabiamente más sabiamente muy sabiamente
138
Las lenguas romances no usan las desinencias adverbiales
latinas. Todos los romances, el español, el catalán, el francés,
el provenzal, el italiano han aplicado un criterio idéntico para
la formación de los adverbios modales añadiendo <-mente>
al adjetivo. La explicación oficial es que los romances,
abandonadas las desinencias latinas, se vieron forzadas a
inventar otra solución. De nuevo llama la atención que los
romances fueran tan poco originales e «inventaran» una
construcción idéntica.
Los adverbios de lugar se formaban en latín con la suma
de un pronombre interrogativo (UBI, QUO, UNDE, QUA) y un
demostrativo (HIC, IDEM, IS, ISTE, ILLE), un relativo (QUI)
o un indefinido (QUICUMQUE, ALIQUIS, ALIUS). Es decir,
según la situación del hablante, la relación de lugar podía
indicar lugar donde uno se encuentra UBI, lugar hacia a
donde va QUO, lugar de donde viene UNDE y lugar por donde
pasa QUA, siendo esta persona o cosa el sujeto referido a
primera persona HIC (éste), referido a segunda persona ISTE
(ése) o referido a tercera persona ILLE (aquél). Todo esto
podía complicarse si nos referíamos a algo anteriormente
mencionado IS (éste) + UBI (donde) daba la forma IBI (allí
donde dijimos). Ponemos sólo un ejemplo para ilustrar esta
complicada correlación:
139
Los adverbios de tiempo, con pocas excepciones como
HODIE (hoy), HERI (ayer), ANTE (anteriormente), POSTEA
(después), tampoco tienen parangón en los romances.
Veamos sin embargo qué sucede si los comparamos unos con
otros:
LATIN castellano catalán francés italiano rumano
CRAS mañana demà demain domani mâine
de multe
CREBRO a menudo sovint souvent spesso
ori
de
ETIAM además a més a més en outre ulteriore
asemenea
recenté-
NUPER hace poco fa poc récemment recent
mente
inmediata-
STATIM enseguida tot seguit aussitôt imediat
mente
140
Los romances muestran una tendencia a la composición, a
las perífrasis adverbiales y a la lexicalización de proposiciones
adverbiales en las que pueden incluirse nombres, adjetivos y
verbos. Se observan similitudes entre unas y otras lenguas,
alternando las soluciones de modo parecido en uno u otro
caso, pero siempre alejándose del latín. Por su parte el
rumano no dispone de la construcción de los adverbios en
<-mente>.
Respecto a los adverbios de afirmación y de negación, el
latín no disponía de ningún adverbio que correspondiera a
nuestro sí. Para contestar afirmativamente solía repetirse
el verbo de la oración interrogativa (ver capítulo sintaxis) o
utilizarse una afirmación del tipo:
ITA, ETIAM así SALTEM por lo menos
VERO verdaderamente CERTO seguramente
SANE ciertamente SCILICET sin duda
EQUIDEM en verdad IMMO antes bien
141
absoluto). También había locuciones NEQUE…NEQUE (ni…
ni), NE…QUIDEM (ni…ni tan solo), NON…IAM (no…que no).
Al contrario de lo que ocurre en castellano, en latín
dos negaciones seguidas equivalían a una afirmación. El
significado era distinto dependiendo del orden en que
aparecieran los elementos:
nemo non todo el mundo non nemo alguno
nihil non todo non nihil algo
numquam non siempre non nunquam alguna vez
nusquam non en todas partes non nusquam en algún sitio
142
Las preposiciones
Son una categoría invariable y cerrada. Existen preposiciones
simples, compuestas y locuciones preposicionales. Su función
es de transición o unión por lo que requieren un sintagma
nominal. Las preposiciones átonas (a, con, de, en, por) tienen
significado gramatical. Las preposiciones tónicas (las demás)
tienen también significado léxico.
Las desinencias causales latinas no podían expresar todas
las relaciones de lugar y dirección, por lo que en latín también
hubo necesidad de utilizar preposiciones. Eran partículas
sintéticas con múltiples valores. Aunque siempre introducían
complementos circunstanciales, unas regían acusativo y otras
regían ablativo.
Preposiciones de
Preposiciones de acusativo
ablativo
a, hacia, de, a partir
por, a causa
AD cerca de, OB A, AB de, desde,
de, ante
hasta, para por
en presencia
ADVERSUS contra, hacia PENES en poder de CORAM
de
por, a través
ante, antes
ANTE PER de, durante, CUM con
de, delante
por medio de
143
a lo largo de, de
ERGA para con SECUNDUM conformidad SINE sin
con
EXTRA fuera de SUPER sobre Preposiciones Ac. y Abl.
144
Conjunciones
Son una categoría invariable y cerrada. Las conjunciones
son los nexos que unen las oraciones compuestas, tanto si
son coordinadas como subordinadas.
Uno de los temas más difíciles de explicar es por qué en las
lenguas romances no existen los recursos latinos para establecer
relaciones entre las distintas unidades significativas. Por
ejemplo, de las múltiples conjunciones latinas utilizadas como
nexos de coordinación, los romances sólo utilizan los siguientes:
ET i/y coordinación copulativa
NEC ni coordinación copulativa negativa
AUT o coordinación disyuntiva
145
Coordinación disyuntiva
AUT, VEL, -VE, SIVE, SEU o, o bien
Coordinación adversativa
SED, AT, AUTEM, VERUM, VERO pero
TAMEN sin embargo
146
• Con una oración de infinitivo con sujeto en acusativo.
• Con pronombres interrogativos directos.
• Como una oración interrogativa indirecta.
• Con las conjunciones: QUOD, UT, NE QUIN, QUOMINUS.
• Sin conjunción, con verbo en subjuntivo.
El latín expresaba la subordinación adverbial por
uno de los dos procedimientos siguientes, o por los dos
simultáneamente:
• Por el uso de una conjunción subordinante.
• Por el modo del verbo en subjuntivo o en infinitivo.
Podían utilizarse las mismas conjunciones subordinantes
con distinta función y valor, ya que éste dependía del contexto.
Sin embargo, en los romances sucede todo lo contrario, son
las conjunciones las que indican si se trata de una oración
subordinada temporal, comparativa, final, condicional,
consecutiva, causal o concesiva. Las conjunciones latinas más
utilizadas eran:
Subordinación adverbial
147
si el verbo iba en subjuntivo (equivalente a un gerundio o
un gerundio compuesto según se tratara de un verbo en
imperfecto o en pluscuamperfecto). En cuanto a QUOD podía
introducir una oración adjetiva de relativo, una subordinada
sustantiva (que) o una adverbial causal (porque). Y en fin, una
de las mayores dificultades de los estudiantes de latín es cómo
traducir una oración introducida por UT…, porque en castellano
puede equivaler a una subordinada sustantiva o a una adverbial
temporal, comparativa, final, consecutiva o concesiva. ¿Cómo
saberlo?, dependía del tiempo verbal, del tipo de verbo, de si
en la oración principal había un demostrativo (pronombre o
adverbio) en correlación con la conjunción…
Lo importante es comprender que no se trata de que cambie
una determinada conjunción o que una estructura concreta
latina no tenga equivalente en los romances. Aquí lo que
intentamos explicar es que todo el sistema está alterado, incluso
las correlaciones temporales entre oración principal y oraciones
subordinadas responden a una concepción gramatical distinta.
Por ejemplo, para expresar una finalidad, en castellano
usamos para que (y otras locuciones equivalentes como a fin
de que, con el objeto de que…). En latín, sin embargo, se podía
expresar una finalidad de cinco maneras distintas:
• UT + subjuntivo
• Supino en acusativo
• AD + gerundio en acusativo
• QUO + comparativo
• Pronombre relativo + subjuntivo
Para una oración temporal podían utilizarse las siguientes
conjunciones:
148
• UBI + verbo en indicativo (cuando)
• UT, SIMUL, AC, STATIM AC + verbo en indicativo (tan
pronto como, luego que)
• POSTQUAM + verbo en indicativo (después que)
• CUM + verbo en indicativo (cuando) o en subjuntivo
(valor temporal con matiz causal)
• ANTEQUAM, PRIUSQUAM + verbo en indicativo o en
subjuntivo (antes que)
• DUM, DONEC, QUOAD + verbo en indicativo (mientras
que, hasta que) o en subjuntivo (valor temporal con
idea de intención)
Las construcciones temporales también podían construirse
con un participio.
El comportamiento de las conjunciones de los romances no
se parece al de las latinas. Es completamente distinto. Además
nuestros romances no contienen ni rastro de las estructuras
introducidas por las conjunciones: ac, at, autem, cum, donec,
enim, ergo, etiam, etsi, igitur, itaque, nam, ne quin, quidem, sed,
sive, tamen, ut, vel.. ¿Por qué? Si se copió el léxico, ¿por qué no
se copiaron los elementos relacionales? Precisamente son las
tres categorías gramaticales invariables y cerradas las que son
imprescindibles para estructurar correctamente la lengua.
En los libros de gramática histórica de la universidad se intenta
explicar esta significativa ausencia diciendo que los hablantes del latín
vulgar (los mismos que perdían los casos y conjugaban mal los verbos)
debido a su incapacidad para entenderse, llegaron a la parataxis,
comunicándose con gestos: movían la cabeza para decir que sí o que
no, encogían los hombros…
¿Tenían que gesticular porque no sabían utilizar unas pocas conjunciones
y en cambio eran capaces de conjugar las 60 formas que presentan los
tiempos del modo indicativo, a las que hay que sumar las 36 formas del
subjuntivo, las del imperativo y las formas nominales del verbo?
149
En el siglo XIX, el 90% de la población española era
analfabeta y sin embargo todo el mundo conjugaba los verbos
con corrección y organizaban las oraciones con concordancia
perfecta entre sujeto y predicado. A nadie se le perdió el
subjuntivo ni confundió un condicional con un imperfecto.
¡Esto son conceptos inventados por los gramáticos! Los
hablantes aplican de modo innato las normas gramaticales
sin necesidad de conocerlas; hablar bien es algo natural.
No hay ni una sola cultura en todo el mundo, ni en la
más remota tribu perdida en la más recóndita selva, que no
disponga de un lenguaje perfectamente desarrollado. Todas
las lenguas del mundo, absolutamente todas, resuelven de
modo perfecto los matices comunicativos, todas pueden
expresar conceptos abstractos y sentimientos complejos
y aunque sean analfabetas y nunca hayan oído hablar
de gramática, la utilizan de modo natural porque como
demuestra la gramática generativa, el lenguaje forma parte
de nuestra condición de humanos. No obstante reconocemos
que el lenguaje no verbal es muy expresivo y transmite
inputs a niveles subliminales de enorme importancia, no
sustituye al lenguaje verbal porque éste forma parte de los
procesos cognitivos y, como hemos comentado, ¡no podemos
estructurar el pensamiento sin el lenguaje!
Si las lenguas romances no utilizan los conectores latinos
¿cómo afecta esto a la sintaxis?
150
Sintaxis
• Ausencia de los marcadores de función sintáctica
(declinación).
• Ausencia de los nexos latinos.
• Tendencia a lexicalizar locuciones preposicionales,
conjunciones y sintagmas adverbiales.
• Cambio en el orden de los constituyentes de la oración.
• Estructura de las oraciones interrogativas.
Como hemos visto al hablar de lenguas en contacto y de
la creación de inter-lenguas (criollo), la sintaxis es la única
parte de la gramática que no permite híbridos. Siempre se
efectúan los cambios sobre la base sintáctica de una de las
dos lenguas en contacto. Por lo tanto, si la sintaxis de los
romances no es la latina, ¿de qué lengua es? ¿Qué lengua
influyó de tal modo en los hablantes del latín que lo alteraron
hasta hacer desaparecer su sintaxis?
Es la sintaxis de esta lengua madre la que andamos
buscando, porque la sintaxis aglutina todos los niveles
lingüísticos: fonética, morfología, léxico-semántica. No se
entiende que los romances, si copiaron el léxico, no hicieran
lo mismo con el sistema de conjunciones del latín clásico. Por
el contrario, las explicaciones de los lingüistas nos remiten
a un estado paratáctico de analfabetos gramaticales. Esto es
muy extraño y ha de ser, sin duda, significativo.
151
Ausencia de los marcadores de función sintáctica (declinación)
Se nos dice que como consecuencia de la poca sustentabilidad
del sistema de casos nominales ocurrido tras los sucesivos
cambios fonéticos, el latín vulgar pasó a ser una lengua flexiva
con más formas analíticas que sintéticas, en la que el orden
de las palabras fue un elemento necesario para la coherencia
sintáctica oracional.
Nosotros somos de la opinión que si en los proto-romances
no había marcas causales se debe, con mucha probabilidad, a
que el orden de los constituyentes de la oración era fijo, como
nos lo demuestran los textos escritos en latín que estructuran
la oración en «nuestro» orden sintáctico. Así una frase que en
latín era:
ANTONII MENSAM TIBI DONO
C. nombre (genitivo) + CD (acusativo) + CI (dativo)+ verbo
(1ª persona sing. presente indicativo)
La encontramos escrita como:
DONO MENSA DE ANTONIO A TE
Verbo + nombre sin marcar (CD)+ prep. DE + nombre sin
marcar (CN) + prep. A + pronombre en dativo (CI)
¿Qué nos está indicando esta sencilla oración? Lo que
a todas luces trasluce es que el escriba intenta escribir en
latín (lengua muerta que no domina) cuando piensa y habla
en romance. Por lo tanto, aunque las palabras son latinas,
el cambio de orden de los constituyentes demuestra que ¡la
sintaxis es la propia de una lengua romance!
152
Cambio en el orden de los constituyentes
La construcción clásica del latín situaba el verbo al final
de la frase y el adjetivo y otros complementos nominales,
antes del sustantivo. Admitía fácilmente los hipérbatos y
transposiciones, por lo que era muy frecuente que entre dos
términos ligados por relaciones semánticas o gramaticales
se intercalaran otros. Por el contrario, las lenguas romances
muestran un orden sintáctico básico más fijo, siendo el orden
habitual con verbos transitivos el de Sujeto Verbo Objeto.
S + V + O Sujeto + Verbo + Objeto / compl. del verbo
Por otra parte las lenguas románicas prefieren situar
juntas las palabras modificadas y las modificantes, es
decir, el determinante precede al nombre; el adjetivo y el
complemento preposicional van después del nombre,
N + CN Nombre + complemento del nombre (CN)
Este orden no es aleatorio porque el adjetivo no significa
lo mismo si se antepone al nombre, adquiere una valoración
afectiva e incluso un significado distinto. Así vemos que no
es lo mismo un hombre pobre que un pobre hombre; o por
ejemplo una cazadora deportiva y una deportiva cazadora.
153
Oraciones Interrogativas
En latín, la interrogación se expresaba mediante la adición
de la partícula interrogativa enclítica <-ne> que se unía a la
palabra sobre la que recaía la interrogación, que se situaba al
inicio de la frase. En caso de que se esperara una respuesta
negativa, se utilizaba NUM, que viene a significar ¿acaso?
El verbo de la oración interrogativa iba en indicativo como
si la frase fuera aseverativa. Sólo cuando deseaba incluirse un
matiz de duda o deliberación, el verbo iba en subjuntivo.
La respuesta afirmativa a la pregunta se expresaba
repitiendo el verbo o la palabra (sin adverbio afirmativo)
o bien con las partículas ITA, ETIAM, VERO, SANE. Si la
respuesta era negativa, se repetía el verbo anteponiéndole
NON, o bien usando los adverbios NON, MINIME, MINIME
VERO. Por ejemplo:
Pregunta VIDISTINE REGEM? (¿viste al rey?) VIDISTI + NE
VIDI verbo VIDI
Respuesta afirmativa (si)
SANE adverbio
154
las lenguas romances que marcan la pregunta con la curva
melódica y el tono ascendente del final de la frase.
Veamos un ejemplo facilitado por Yves Cortez30 en el
que podemos comprobar que todos los romances efectúan
la interrogación de modo idéntico. La única lengua que se
desmarca es, precisamente, el latín:
Latín Musicane delectaris?
Francés Tu aimes la musique?
Castellano Te gusta la música?
Catalán T’ agrada la música?
Italiano Te piace la música?
Rumano Iti piace muzica?
30
Cortez, Yves. Le français ne vient pas du latin! Ediciones L’Harmattan (2007) p. 98
155
¿De dónde vienen las lenguas romances?
156
relación de parentesco con el griego, lo que de nuevo nos
remonta a un ancestro común.
El imperio romano de occidente cayó en el siglo V. El
imperio bizantino de oriente se mantuvo diez siglos más,
hasta la caída de Constantinopla en manos de los turcos
(año 1453). A lo largo de todo este periodo, la importancia
del latín fue excepcional por ser la lengua del poder y de la
cultura. El latín se mantuvo como la única lengua escrita. Y
sin embargo, a través de algunos textos jurídicos, podemos
entrever la existencia de una lengua oral distinta. Esto nos
permite confirmar la existencia de los romances como
lenguas habladas ya en época medieval.
En la península ibérica se hablaba mozárabe que, como
demuestran los textos aljamiados, era una lengua romance
parecida al gallego y al catalán. Con la gestación de los reinos y
la creación de núcleos urbanos aglutinadores, en los distintos
territorios los romances se individualizaron formando el
gallego, el asturleonés, el castellano, el navarroaragonés y
el catalán. Los estudios diacrónicos muestran cómo, a partir
del siglo XIII, estas lenguas han evolucionado y ampliado, o
reducido, sus territorios. Las que han retrocedido ha sido
porque sus hablantes han dejado de utilizarlas cediendo al
predominio del castellano.
¿Hasta cuándo podemos retroceder para el surgimiento
de las lenguas romances? Los pobladores establecidos en la
península hablaban lenguas ibéricas. A pesar de disponer
de más de dos mil textos epigráficos hallados en todo tipo
de soportes y contextos arqueológicos, se desconoce casi
todo de la lengua ibérica. La escritura sigue sin descifrar. No
obstante, el presente trabajo podría abrir una nueva vía de
investigación si se demuestra que muchos de los cambios que
la gramática histórica atribuye al proceso evolutivo del latín
clásico al latín vulgar, podrían estar causados por la lengua
157
del sustrato, por la fonética y la morfosintaxis de la lengua o
lenguas sobre las que se gestaron los romances.
Los pueblos establecidos alrededor del Mediterráneo
formaban parte de una misma koiné, hablaban lenguas
emparentadas. Con mucha probabilidad podamos remontarnos
hasta el segundo milenio, a época minoica, aunque es
posible que sea anterior porque el contexto arqueológico
demuestra un continuum habitacional desde el mesolítico
y, en muchas ocasiones, incluso más antiguo. A pesar de los
cambios, los desplazamientos y las mezclas de población, las
lenguas resultantes mantienen una afinidad, una relación de
parentesco, en mayor o menor grado. Parece que cuanto más
se separan geográficamente, mayor es la distancia lingüística
entre las lenguas. Por el contrario, las que se han mantenido en
un mismo territorio, tienden a una mayor continuidad.
Nuestras lenguas actuales comparten muchas palabras;
esta afinidad no respondería tanto a la incorporación de
vocablos extranjeros, sino a un léxico común que se remontaría
miles de años. Las diferencias serían resultado de la lenta
evolución natural a partir de una lengua madre más antigua
y compartida por los distintos pueblos mediterráneos.
Por todo lo expuesto, consideramos que no es correcto
forzar el grado de parentesco de las lenguas romances hasta
el punto de afirmar que se hallan en una relación directa de
filiación con el latín. Porque ni la fonética ni la morfosintaxis
de nuestros romances son latinas. Ello nos obliga a centrar
toda nuestra atención en el ibérico.
¿Qué sabemos de los iberos? Se ha ignorado la importancia
de su legado y sin embargo se remontan a época ibérica la
distribución territorial de los poblados, los lugares sagrados
de culto, la economía de base agrícola y ganadera, los alimentos
básicos de nuestra dieta, el diseño de las herramientas del
campo, el marco de relaciones sociales entre el mundo rural y
158
el urbano, los mercados semanales, el carácter comercial y la
curiosidad y apertura a nuevas culturas… Dos mil quinientos
años después, mantenemos en nuestro modo de vivir
características de un pueblo que hablaba y escribía su lengua
en la misma época en que lo hacían los pueblos protohelenos.
En todo este tiempo, el griego clásico y el griego moderno no
se han distanciado tanto; son distintos, pero comprensibles.
¿Y nosotros? ¿Qué sabemos nosotros del ibérico? ¿Por qué no
se ha descifrado su escritura? ¿Por qué se sigue explicando
en las escuelas que fueron los conquistadores romanos
los que nos aportaron la cultura y la civilización? ¿Por qué
no se da a conocer el alto nivel de la cultura indígena que
comercializaba desde tiempo antiquísimo con otros pueblos
mediterráneos, minoicos, micénicos, helenos y fenicios?
Y en lingüística, ¿por qué se ha montado un marco teórico
complicadísimo de evolución fonética a través de influencias
externas sin tener en cuenta las características articulatorias
procedentes del ibérico? ¿Por qué la gramática histórica no
tiene en cuenta que la escritura ibérica presenta una altísima
distribución de la vocal palatal, responsable de más del 50%
de los cambios atribuidos al fenómeno de la lenición? ¿Por
qué no se sabe que el ibérico distinguía dos sibilantes, dos
róticas y tenía la misma distribución vocálica que nuestros
romances? ¡Demasiadas preguntas!
Lamentamos finalizar este trabajo con más preguntas
que respuestas. Esto demuestra que hay que replantear los
estudios filológicos actuales. Porque no se podrá avanzar
si se ignora la cultura y la lengua anterior al proceso de
romanización, el sustrato que está en la base de todos los
cambios posteriores.
La lengua ibérica es nuestra gran esperanza. Tendremos
que esperar a que se publiquen nuevos estudios que nos
permitan avanzar en el desciframiento de la escritura ibérica.
Este libro se terminó de imprimir
en Sevilla durante el mes de agosto de 2013