Sobre La Literatura Latinoamericana Del Siglo XX

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Pontificia Universidad Javeriana

Facultad de Comunicación y lenguaje


Comunicación Social
Literatura Latinoamericana del siglo XX
Gina Margarita Mendoza Ahumada.

Sobre la Literatura Latinoamericana Del siglo XX

El siglo XX en Latinoamérica y el mundo fue un siglo de grandes cambios,


de avances y rupturas en todas las esferas del ser humano. Pero el aspecto
que me interesa destacar de los sucesos de este vertiginoso siglo es el
apogeo que tuvo la literatura latinoamericana a nivel mundial.
Este “estallido” de escritores que conquistaron el éxito tanto en sus países
como en el extranjero es el resultado de un dilatado proceso de producción
literaria que se dio a lo largo de la relativamente corta existencia de América
latina y que arrojó como resultado un arsenal de narradores comprometidos
con sus realidades y sobre todo con su escritura.

Cuando nos referimos a la realidad Latinoamérica, estamos hablando de un


conjunto de múltiples realidades que se conjugan en un territorio, ya que se
comparte una lengua y un pasado común, es decir, todos somos poseedores
de la herencia hispánica, indígena y negra, todos llevamos un pasado
colonial en nuestra memoria. No obstante, no fue fácil aceptar que somos
producto de una mezcla cultural que nos hace únicos con respecto al resto
del mundo, el “ser” latinoamericano no había podido ser develado, es por
eso que la literatura latinoamericana se constituyó como una continua
búsqueda, que culminó en el siglo XX como gran hallazgo: el hallazgo de la
identidad Latinoamérica.

Los primeros pasos se dieron en siglo XIX, ya que la literatura que se


produjo fue una literatura de aprendizaje y formación provocada por
movimientos como el positivismo y el romanticismo que contribuyeron a la
afirmación de la nacionalidad, así aparece la literatura costumbrista que
tomaba personajes e historias cotidianas, pero que no trasgredía el “retrato”.
El movimiento que realmente empezó a mostrar una verdadera inquietud por
la búsqueda de una “identidad” fue el modernismo, que no solo traía consigo
una idea de pensamiento, una idea estética, también empezaba a plantear
un pensamiento netamente americano, aparte se da un cambio importante
en la retórica y para esto empiezan a usar nuevas formas y nuevas
estructuras, de esta manera se formula un cambio a nivel estético y se
consolida una literatura y una forma de pensar, además de un sentimiento de
independencia intelectual.

En la década del cuarenta se presentan una serie de hechos cruciales para


que aumentara la producción de literatura se trata de ese “corte” obligado
con el influjo europeo debido a la guerra civil española y al comienzo de la
segunda guerra mundial, “se obliga al intelectual latinoamericano a producir
por sí mismo lo que le falta”
Muchos escritores españoles llegaron a América latina huyendo de la guerra,
su influencia y la ausencia europea coinciden en estimular en el nuevo
mundo, la fundación de editoriales y de revistas, de institutos de alta cultura,
de bibliotecas y museos, o revitaliza y renueva profundamente los que ya
existían, pero sobre todo contribuyen a la profesionalización del escritor
latinoamericano1.

Aquella independencia intelectual cobró fuerza, haciéndose cada vez más


evidente en las producciones que eran publicadas en revistas y periódicos,
propiciando el incremento del público lector. A través de este medio se
empezó a conocer una literatura culta, promoviendo un campo editorial
independiente lo cual influyó para que el lenguaje culto se transformara en
un lenguaje que todos pudieran entender logrando así la formación de un
nuevo lector.

1
“La nueva novela latinoamericana” Pág.,13
Mario Benedetti afirma lo siguiente en una entrevista: “no había
prácticamente ninguna posibilidad de publicar novelas en la época en que
empezamos a escribir los del cuarenta y cinco, en cambio era posible
publicar cuentos, en revistas, en los suplementos literarios de los diarios. Y
eso tuvo influencia. A tal punto que cuando empezó a haber editoriales
empezó a haber novelistas”. Y ya esas novelas tenían público.

Otro hecho decisivo para que se diera la consolidación de la literatura


Latinoamericana, fue la influencia de la vanguardia estas aportaron una
renovación en el lenguaje y un nuevo lector que por medio de la
transmutación del lenguaje puede acceder a una literatura culta, en la que
veía reflejada su realidad contada con una nueva “forma”. El creacionismo
en la poesía, el realismo en la novela, el ultraísmo, fueron el reflejo de ese
nuevo lector de la realidad que era el mismo autor que empezó a narrar de
manera más comprometida y más estética, pues encontró nuevos estilos
para contar lo que era ser americano.

El autor empezó a narrar su realidad por medio de un lenguaje renovado y


traza una relación de complicidad con sus lectores que están cada vez más
inquietos por conocer dicha realidad y ven en el escritor un puente para
hacerlo. Pero contrario de lo que piensa no fue la novela la que ayudó a
forjar esos lazos, a pesar de que ésta favoreció la difusión de algunos
problemas y temas de gran urgencia de la realidad Latinoamérica, la gran
labor preparatoria fue realizada en otros dos géneros de menor difusión pero
no de menor impacto profundo. Un crecimiento de la conciencia nacional
latinoamericana, estimula sobre todo la obra de ensayistas que se vuelcan
cada vez con más ahínco en una doble indagación: del ser de cada país y
del ser latinoamericano2.
En esa exploración de la realidad latinoamericana que se hace en esos
ensayos se encuentra la respuesta a esa indagación permanente que se

2
“La nueva novela latinoamericana” Pág. 15
hacia América latina acerca de su identidad, una búsqueda que debe
hacerse desde el interior mismo de dicha realidad.

Autores como Carlos Fuentes, Mario Benedetti o Ernesto Sábato, son uno
de los más importantes representantes de esa corriente de escritores
comprometidos, que ya sea desde el ensayo, la novela o la poesía han
intentado develar ese ser latinoamericano, por medio de la ficción, la poética
o por sus análisis concienzudos de problemáticas que se encuentran
enraizadas en nuestras sociedades.

De Mario Benedetti, ese prolífico escritor uruguayo, rescato ese compromiso


político e intelectual, es un compromiso con la realidad de su país e incluso
con la realidad de toda Latinoamérica. “Su obra se configura con un
proyecto, un proceso y un compromiso intelectual de liberación social”, es un
autor realista, que considera que la literatura aunque vale por sí misma,
ayuda a imaginar una creación social de la realidad y a entender la utopía
como motor y fuerza, como empresas y revolución de la historia y de las
historias concretas del ser y la palabra.

“El público busca realidades, he ahí la enorme potencia comunicativa de


Benedetti, su fuerza y la viveza de su palabra. Llega de verdad al público,
nos ofrece noticias vivas, insurgentes de las realidades que habitan el
mundo y la historia”3. Pero contrario a lo que puede pensarse el compromiso
político del autor no convierte su literatura en un espacio para la denuncia, el
panfleto o la pedagogía revolucionaria, sino que hace una lectura de la
realidad que convierte en una narración cuyo lenguaje particular hace de
esta una verdadera obra de arte realista.

Para este autor, la imposición del tema político ha surgido de la realidad


misma y no de un principio ideológico de la época, por lo tanto, la obra de
arte solo logra su principio transformador solo cuando alcanza a plasmar en

3
Revista “Anthropos ” #132 Pág.9
su forma y contenido verdaderos valores axiológicos, ideas y concepciones
del mundo, sin falsear la realidad.
Tal vez sea este el mismo principio que aplican los otros dos autores
mencionados, aunque utilizan formas narrativas y recursos estilísticos
distintos, lo que se debe resaltar es el compromiso con su escritura. Carlos
Fuentes por ejemplo, en sus novelas le obsesiona la historia de su México
natal, y se vale de narraciones reales y míticas para recrear el pasado, el
presente y el futuro de esa sociedad mexicana. Al leer a fuentes nos
enfrentamos a un escritor global, que utiliza “lo plural y los simultáneo” para
representar la realidad en sus múltiples dimensiones. Por ello, la obra de
Fuentes es una propuesta de lectura dinámica, integral y crítica: “una nueva
manera de leer el mundo, una crítica de la lectura que se proyecta desde las
páginas del libro hacia el mundo exterior, pero también, y sobre todo, y por
primera vez en la novela, una crítica de creación narrativa contenida dentro
de la obra misma”.
Es pues Fuentes un autor ambicioso, que hace dentro su obra una
permanente crítica de la escritura, una lectura dentro de la escritura y una
crítica de la creación dentro de la creación, ya sea desde la novela o desde
su producción ensayística.

Por último, quisiera resaltar la importante labor del argentino Ernesto Sábato.
En América latina son incontables los escritores que se han destacado y que
hacen parte de ese llamado “boom”, pero este autor a través de sus
creaciones, pudo plasmar las obsesiones no solo del hombre
latinoamericano, sino del hombre contemporáneo. Son temas recurrentes en
sus obras, la soledad, la angustia que provocan las incertidumbres y una
especie de sentimiento existencialista, permanente desencanto y decepción
de lo que es el mundo actual, su obra está impregnada de nostalgia, llama la
atención la universalidad de su lenguaje y sus temáticas.

Los tres autores que he mencionado poseen gran importancia en las letras y
gozan de prestigio a nivel mundial, al igual que muchos otros autores,
lograron a través de un lenguaje renovado explorar la realidad
latinoamericana.

La literatura latinoamericana es tan única como la región donde es


producida, una región que es poseedora de un gran sincretismo cultural,
que halló una verdadera unidad en las letras, donde al ser contada su
realidad con un lenguaje universal pudo ser reflejada al fin su identidad.

Lo anterior no fue posible sino hasta el momento que los escritores


latinoamericanos se percataron de que su región era una fuente
inconmensurable de realidades para contar, y solo hasta que mostraron lo
que era el “ser” latinoamericano al mundo, tanto ellos como nosotros,
empezaron reconocernos como dueños de una cultura cuya riqueza no
radica en números elevados si no en su “ser” sincrético, contradictorio y
único.

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