Vegetacion Ribera FMagdaleno

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Estructura y composición de la vegetación de ribera – FernandoMagdaleno (CEDEX)

ESTRUCTURA Y COMPOSICIÓN DE LA VEGETACIÓN DE RIBERA. EVOLUCIÓN


DE LOS BOSQUES RIPARIOS EN EL EBRO MEDIO

Fernando Magdaleno Mas


Centro de Estudios de Técnicas Aplicadas - CEDEX (Ministerio de Fomento – Ministerio de
Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente)

1. INTRODUCCIÓN: FUNCIONES Y PECULIARIDADES.

La vegetación cumple un papel fundamental en la mayor parte de los ecosistemas. En el caso de


la vegetación de ribera, la multiplicidad de sus funciones la convierte en un elemento clave para
el buen estado ecológico de los ecosistemas riparios, además de ofrecer una gran variedad de
servicios socio-ambientales. Entre estas funciones, cabe destacar las siguientes:

i. Regula el microclima del río.


ii. Asegura la estabilidad de las orillas.
iii. Controla el crecimiento de macrófitas.
iv. Es un hábitat ideal para gran número de especies animales, tanto terrestres como
acuáticas y/o anfibias.
v. Supone una fuente de alimentos para todas esas especies.
vi. Actúa como filtro frente a la entrada de sedimentos y sustancias químicas en el
cauce.
vii. Cumple un papel de acumulador de agua y sedimentos.
viii. Funciona como zona de recarga de aguas subterráneas.
ix. Presenta importantes valores socio-económicos y paisajísticos.

Desde un punto de vista ecológico, es necesario distinguir entre vegetación climatófila y


edafohigrófila. La primera es aquella que se sitúa en terrenos bien drenados, y que recibe sólo
aportes hídricos directos de las lluvias. La vegetación edafohigrófila se desarrolla, por el
contrario, en medios acuáticos o semiacuáticos, por lo que dispone de reservas de agua
adicionales y es, por tanto, más independiente de los aportes hídricos meteorológicos. La
vegetación climatófila es, por ello, directamente dependiente del clima en cuanto a su
distribución, mientras que la vegetación edafohigrófila es mucho menos dependiente, guardando
sólo cierta dependencia con respecto al macroclima de la zona (Lara et al., 1996, 2005). La
vegetación de ribera es una vegetación de tipo edafohigrófilo.

2. LA ESTRUCTURA HORIZONTAL DE LA VEGETACIÓN DE RIBERA.

El estudio de la vegetación de ribera se ha basado generalmente en su consideración en bandas


con respecto al eje longitudinal del cauce (Lara et al., 1996, 2005). En una primera banda se
situaría la vegetación acuática, compuesta por la vegetación hidrofítica (plantas adaptadas a la
vida acuática, que presentan sus hojas bajo el agua o flotando) y la vegetación helofítica
(herbáceas que enraízan bajo el agua, pero que mantienen emergidas la mayor parte del tallo y
de las hojas). Entre estas últimas, cabe destacar a los autóctonos carrizos (Phragmites australis)
y eneas o espadañas (Typha sp.), y a las alóctonas cañas (Arundo donax). La destrucción del
estrato arbóreo y la acumulación de materia orgánica debida a las actividades agropecuarias
próximas hacen aumentar, en muchos casos y de forma extraordinaria, las dimensiones de estas
formaciones, convirtiéndose en ocasiones en perjudiciales para el buen estado ecológico del
medio fluvial. Es el caso, especialmente, de las cañas, plantas exóticas que invaden en la
actualidad un gran número de cauces y canales de nuestro país.

En una segunda banda aparecería la vegetación riparia arbustiva y arbórea, de gran importancia
por su eficaz protección de las orillas. Los sistemas radicales de estas plantas actúan como
defensa frente a la erosión directa de las aguas, los desmoronamientos de las orillas, etc.

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Estructura y composición de la vegetación de ribera – FernandoMagdaleno (CEDEX)

Además, se trata de especies con gran capacidad de regeneración (brotan bien de cepa, se
reproducen bien por estacas, sus frutos presentan adaptaciones a la colonización de nuevos
ambientes riparios), por lo que la destrucción total o parcial que pueden sufrir como
consecuencia de las avenidas que soportan estas zonas queda bien compensado por una rápida
recolonización. En esta banda destacan los sauces, los alisos e incluso los álamos y chopos.

En una tercera banda se situarían las especies que sólo soportan un encharcamiento temporal,
pero que necesitan vegetar sobre suelos frescos ocasionalmente inundados. Son las formaciones
de vega, en las que destacan especies como los chopos, los olmos, los fresnos y los tarays. Estas
zonas han sufrido, como se ha indicado, numerosas agresiones por parte del hombre, al situarse
en zonas de gran interés agrícola e industrial.

Sin embargo, esta interpretación de la estructura de las formaciones vegetales de ribera en


bandas no tiene siempre una fácil constatación sobre el terreno, ya que en la realidad la
heterogeneidad de estos sistemas no permite hablar estrictamente de bandas, sino de tendencias
de las distintas especies que forman estos bosques. Las características climáticas, edafológicas e
hidrológicas son, junto a la acción del hombre, las que finalmente definen la ubicación y
estructura del bosque de ribera (Costa et al., 1997; Ferreras & Arozena, 1995).

3. ESTRUCTURA VERTICAL DEL BOSQUE DE RIBERA.

En un bosque de ribera es posible apreciar, de forma general, la siguiente organización vertical:

- Estrato arbóreo: compuesto generalmente por varias especies, aunque con frecuencia
dominado, en cada banda, por una sola especie. Está formado, normalmente, por árboles
planocaducifolios, proporcionando una intensa sombra a los estratos inferiores.
- Estrato arbustivo: muy habitual en los claros y bordes del bosque, formando una orla
muy característica. Se puede hablar, por una parte, de la banda arbustiva más próxima al cauce
(dominada por los sauces), y por otra, de los arbustos típicos de la orla espinosa (zarzas, rosales,
endrinos, agracejos, majuelos, arraclanes, etc.).
- Estrato herbáceo: formado básicamente por plantas nemorales. Destacan los helechos,
gramíneas y plantas bulbosas, pero también numerosas especies nitrófilas, debido al aporte
continuo de materiales arrastrados por el río.
- Estrato lianoide: alcanza un gran desarrollo, sobre todo en las zonas más térmicas,
destacando especies como la parra silvestre (Vitis vinifera), la hiedra (Hedera helix), la
zarzaparrilla (Smilax aspera), la nueza negra (Tamus communis), el lúpulo (Humulus lupulus),
las rubias (Rubia sp.), la brionia (Bryona cretica) y las madreselvas (Lonicera sp.).
- Estrato epifítico: está formado, generalmente, por musgos, hepáticas y líquenes
(criptógamas no vasculares), y suele ser abundante y diverso.

4. PRINCIPALES FORMACIONES.

En la Península Ibérica, es posible establecer la siguiente distribución de formaciones vegetales


de ribera. Junto al nombre de la formación se indica la especie principal (Lara et al., 1996,
2005).

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Estructura y composición de la vegetación de ribera – FernandoMagdaleno (CEDEX)

Región eurosiberiana Región mediterránea


Alisedas (Alnus glutinosa) Alisedas (Alnus glutinosa)
Saucedas (Salix sp) Saucedas (Salix sp)
Fresnedas excelsas (Fraxinus excelsior) Abedulares (Betula alba, B. pendula)
Alamedas y choperas (Populus alba,
Abedulares (Betula alba, B. pendula)
Populus nigra)
Avellanedas (Corylus avellana) Tarayales (Tamarix sp)
Fresnedas (Fraxinus angustifolia)
Tamujares (Securinega tinctorea)
Olmedas (Ulmus minor)
Adelfares (Nerium oleander)
Alocares (Vitex agnus-castus)
Loreras (Prunus lusitanica)
Otras formaciones de matorrales riparios

Uno de los árboles ripícolas más conocidos es el aliso. Su sistema radicular necesita un contacto
permanente con el agua. Cumple una notable de función de estabilización de las orillas, por lo
que se ha utilizado en muchas zonas de Europa con esta finalidad. No es menos importante su
papel como especie fertilizadora del suelo, por su capacidad para fijar nitrógeno. En países
como Dinamarca y Alemania ha sido utilizado para recuperar tierras agotadas por los cultivos.
El aliso no solo abunda en la región eurosiberiana; es también muy abundante en las gargantas
de algunas sierras gaditanas, asociado al rododendro, constituyendo una de las formaciones
relícticas más originales, al amparo del microclima de los "canutos" o bosques de ribera típicos
de esa zona.

Por lo que respecta a los álamos y chopos, Populus alba y P. nigra, son dos especies autóctonas,
pero muy difundidas por el territorio peninsular por el hombre, que ha contribuido a la
expansión de la distribución geográfica de estas formaciones, por el interés que estas especies
tienen desde un punto de vista recreativo e industrial. Aún con requerimientos ecológicos algo
diferenciados, aparecen en ocasiones en contacto.

Mucho más frecuentes son los tarays (también conocidos como tarajes, tarayes y atarfes). Son
árboles capaces de soportar la presencia de suelos pobres o salinos (Tamarix gallica, Tamarix
africana), llegando incluso a preferir este tipo de suelos (Tamarix boveana, Tamarix
canariensis), alcanzando su óptimo en los arroyos y ramblas de zonas de carácter semiárido y
árido. Los tarays forman bosques muy luminosos, aunque densos. Juegan un importante papel al
vegetar sobre dichos suelos, siendo de rápida colonización y crecimiento.

Los fresnos ocupan suelos de vega ricos en nutrientes. Viven generalmente en las proximidades
de los ríos, aunque también pueden ocupar zonas con encharcamiento temporal alejadas de
cualquier cauce. Tienen una gran importancia como suministradores de material leñoso al
ganado (ramoneo), por lo que han sido muy aprovechados por el hombre. Entre las especies más
importantes, destacan Fraxinus angustifolius (fresno de hoja estrecha, fresno de la tierra),
Fraxinus excelsior (fresno de hoja ancha) y Fraxinus ornus (fresno de flor).

Una especie cada vez menos frecuente es el olmo (Ulmus minor), que ocupó una gran
superficie, mermada primero por la extensión de los cultivos agrícolas y más tarde por la
grafiosis. Esta enfermedad apareció en Holanda en 1919, y desde entonces ha ido diezmando las
olmedas europeas. A pesar de las diferentes medidas adoptadas, lo cierto es que el olmo
comienza a ser una especie rara en el paisaje español, donde antes era muy abundante en los
setos, cunetas, zonas agrarias, etc.

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Estructura y composición de la vegetación de ribera – FernandoMagdaleno (CEDEX)

Es preciso hacer referencia también a los sauces, típicos representantes de la vegetación


ripícola. Pueden constituir formaciones arborescentes o arbustivas, que prosperan en suelos
frescos con humedad. Muy buscados para la obtención de mimbre, artesanía que aún prospera
en determinadas zonas, en la actualidad son muy utilizados para consolidar las orillas de los
cauces, gracias a su gran facilidad para brotar de esqueje. Entre las principales especies de
nuestro país cabe citar Salix alba, Salix fragilis, Salix salviifolia, Salix atrocinerea, Salix
triandra, Salix eleagnos, Salix purpurea, Salix cantabrica, Salix daphnoides,...junto a sus
numerosos híbridos.

5. LA EVOLUCIÓN DE LOS BOSQUES RIPARIOS EN EL EBRO MEDIO

La vegetación de ribera en el tramo central del Ebro ha sufrido una notable transformación a lo
largo del siglo XX. A partir del análisis de las imágenes aéreas existentes en el tramo fluvial
desde Rincón de Soto hasta Mequinenza, se han podido analizar estos cambios, que han
afectado a la estructura, composición y funcionamiento actuales del corredor ripario del Ebro.
La superficie total de vegetación leñosa riparia autóctona disminuyó un 8% entre 1927 y 1957,
pero la modificación más importante se produce a partir de esta fecha, y hasta 2003, periodo en
el que la tasa de reducción de la superficie se multiplica por 4, hasta dejar el valor total de
decremento, a lo largo de todo el periodo, en un 35% de la superficie original (Magdaleno,
2011).

El número de fragmentos de vegetación se incrementó, por el contrario, de manera progresiva.


En el intervalo 1927-57 el incremento es limitado (22 fragmentos nuevos), pero considerando el
intervalo completo de estudio, se registra un incremento próximo al 20% (77 nuevos
fragmentos).

La reducción progresiva de la superficie vegetal y el incremento constante en el número de


fragmentos evidencia una atomización de los fragmentos vegetales, cuya superficie media se
reduce prácticamente a la mitad de la original en el año 2003. Los fragmentos se hacen mucho
menores, pero además sus superficies cuentan, a finales de siglo, con unas dimensiones mucho
más homogéneas. Pero además se registra la circunstancia de que se produce al tiempo una
pérdida generalizada de los fragmentos de bosque de mayor entidad y valor ecológico. Es decir,
que en este tiempo se pierden los sotos de mayor dimensión e interés ecológico.

La progresiva modificación de la vegetación de ribera en el Ebro medio se relaciona con la


alteración hidrológica y geomorfológica del cauce y de la llanura de inundación, así como con la
ocupación por parte del hombre de los terrenos que anteriormente sustentaban las mejores
representaciones de este tipo de vegetación. La conservación y restauración de las formaciones
vegetales de ribera del Ebro resulta esencial para asegurar el mantenimiento de las funciones y
servicios socio-ambientales que estos sotos han suministrado durante décadas.

6. REFERENCIAS BÁSICAS.

Costa, M., Morla, C., Sainz, H. (eds.). 1997. Los bosques ibéricos. Planeta, Barcelona.
Ferreras, C. & Arozena, M.E. 1995. Los Bosques. Serie “Guía física de España”. Alianza
Editorial.
Lara, F., Garilletti, R., Ramirez, P., Varela, J.M. 1996. Estudio de la vegetación de los ríos
carpetanos de la cuenca del Jarama. Serie Monografías. Centro de Estudios y
Experimentación de Obras Públicas, Ministerio de Fomento. Madrid.
Lara, F., Garilletti, R., Calleja, J.A. 2005. La vegetación de ribera de la mitad norte española.
Serie Monografías. Centro de Estudios y Experimentación de Obras Públicas, Ministerio de
Fomento. Madrid.
Magdaleno, F. 2011. Evolución hidrogeomorfológica del sector central del río Ebro a lo largo
del siglo XX. Implicaciones ecológicas para su restauración. Tesis doctoral. Universidad
Politécnica de Madrid. 91 p.

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