TFG-D 01358
TFG-D 01358
TFG-D 01358
Grado en Derecho
Presentado por:
Damián Rubio Negueruela
Tutelado por:
Marina Echebarría Sáenz
ABSTRACT
Cryptocurrencies are settled as digital assets intended to revolutionize the financial
and monetary system. Considering the exponential growth experienced by these
instruments over the last years, it raises the possibility of considering them as a means of
payment substitute for legal tenders. Both distributed ledger technology and cryptography
confer an innovative value to cryptocurrencies never seen before in the legal framework.
Nevertheless, these assets carry a series of drawbacks and issues that will need to be
solved to achieve its massive adoption by the society.
1
SUMARIO
1. INTRODUCCIÓN .................................................................................................. 6
7. CONCLUSIONES ................................................................................................ 82
BIBLIOGRAFÍA .......................................................................................................... 88
WEBGRAFÍA ............................................................................................................... 92
LEGISLACIÓN ............................................................................................................ 99
3
ABREVIATURAS
a. C. antes de Cristo
AAVV Autores Varios
art(s). artículo(s)
BCE Banco Central Europeo
BdE Banco de España
CBDC Central Bank Digital Currency
CNMV Comisión Nacional del Mercado de
Valores
CC Código Civil
cit. citado
coord. coordinado
dir. dirigido
DLT Distributed Ledger Technologies
EBA European Banking Authority
ed. Editorial
EMD2 Electronic Money Directive (2009)
est. estudio
ICO Initial Coin Offering
IOSCO International Organization of
Securities Commissions
IVA Impuesto sobre el Valor Añadido
LIRPF Ley del Impuesto sobre la Renta de
las Personas Físicas
MiCA Markets in Crypto Assets
MiFID II Markets in Financial Instruments
Directive (2014)
MiFIR Markets in Financial Instruments
Regulation
NFTs Non-Fungible Tokens
OPV Oferta Pública de Venta
4
pág(s). página(s)
párr. párrafo
PSD2 Payment Services Directive (2015)
RDLey Real Decreto-Ley
s. siglo
SEC Securities Exchange Commission
STS Sentencia del Tribunal Supremo
TFUE Tratado de Funcionamiento de la
Unión Europea
TICs Tecnologías de la Información y de
la Comunicación
TRLMV Texto refundido de la Ley del
Mercado de Valores
TRLSC Texto refundido de la Ley de
Sociedades de Capital
5
1. INTRODUCCIÓN
En 2008, tras el colapso de la burbuja inmobiliaria, se produjo una crisis económica
y financiera global que supuso un duro golpe a la estabilidad y equilibrio de los
principales sistemas monetarios del mundo. La ciudadanía, que había confiado en el buen
funcionamiento de la economía, pasó a sufrir en primera línea las consecuencias de esta
caída, perdiendo unos ahorros que hasta ese momento habían considerado seguros. Es en
este contexto de crispación y desconfianza en el que nace Bitcoin, una moneda virtual
destinada a servir como un medio de pago alternativo a las monedas tradicionales y cuyo
principal beneficio radica en la ausencia de intermediarios. En definitiva, un instrumento
creado por y para los usuarios.
Lo que inicialmente fue una propuesta de una gran complejidad técnica y que tan solo
estaba al alcance de unos pocos avezados en la materia ha terminado por convertirse en
un fenómeno del que prácticamente todo el mundo ha oído hablar. Tras Bitcoin, miles de
proyectos han nacido con el fin de devolver al usuario el control sobre sus finanzas. Todos
ellos hacen uso de tecnologías innovadoras y brindan un dinamismo sin parangón en el
panorama financiero.
Las repercusiones que se derivan de esta novedosa realidad son verdaderamente
revolucionarias ya que, de ser asumidos de forma masiva, estos instrumentos podrían
suponer la caída de los sistemas monetarios vigentes en la actualidad. Las consecuencias
de esa eventual situación se antojan transcendentales. De un lado, supondría reducir
notablemente el poder de los Estados, pues éstos perderían el control sobre la política
monetaria que actualmente poseen. Al mismo tiempo, la economía pasaría a sustentarse
exclusivamente sobre iniciativas privadas, posibilitando la eventual aparición de abusos
por parte de aquellas entidades y organizaciones que tuvieran un mayor poder. Asimismo,
es posible que la numerosa cantidad de propuestas provocase la radicalización de la
competencia, originando desequilibrios e inestabilidades que terminarían perjudicando
los intereses de los ciudadanos.
De la problemática que acompaña a esta realidad se infiere la necesidad de dotar de
regulación a este sector, desprovisto hasta el momento de seguridad jurídica. Este silencio
legislativo suscita una serie de cuestiones y problemas cada vez más acuciantes habida
cuenta del crecimiento exponencial vivido por este fenómeno en los últimos años. La
naturaleza dinámica e innovadora de las criptomonedas dificulta notablemente el
desarrollo de un tratamiento normativo eficaz, al mismo tiempo que complica su
6
comprensión por parte de los distintos operadores jurídicos. Esta circunstancia ha
generado múltiples interrogantes, desde la utilidad que presentan estos instrumentos hasta
la seguridad que pueden llegar a proporcionar. ¿Es posible que Bitcoin sustituya al Euro?
¿Qué inconvenientes pueden llegar a derivarse de su uso? ¿Qué encaje normativo pueden
llegar a tener estas monedas virtuales?
El presente trabajo trata de encontrar el encaje jurídico bajo el que podría regirse el
sector criptomonetario. Para ello, el primer presupuesto será contextualizar este
movimiento dentro de la dinámica evolutiva que ha caracterizado el desarrollo de los
sistemas monetarios. Este estudio nos proporcionará una valiosa perspectiva global de la
economía y nos permitirá comprender las similitudes y diferencias que presentan las
criptomonedas respecto de anteriores etapas.
A partir de estas reflexiones iniciales profundizaremos en la materia criptomonetaria,
advirtiendo la posición que esta institución ocupa dentro de la genérica categoría de los
criptoactivos. Esta clasificación nos permitirá separar a las criptomonedas de otra serie
de activos que, a pesar de contar con una naturaleza similar, cumplen funciones distintas,
en la medida en que de estas asimetrías teleológicas se infiere la necesidad de ofrecer un
tratamiento jurídico diferenciado para cada categoría. Al mismo tiempo, aprovecharemos
este análisis para aproximarnos a la compleja esfera tecnológica que acompaña a estos
instrumentos, ya que su comprensión resulta imprescindible para poder entender
adecuadamente las características, funcionamiento y aplicaciones de estos activos.
Una vez identificados los rasgos esenciales de las criptomonedas, se abordará su
naturaleza jurídica. Esta cuestión, que ya anticipamos será ciertamente compleja en la
práctica, se configura como un pilar fundamental para el Derecho. No en vano, de las
conclusiones alcanzadas en este punto se extraerán los diversos aspectos necesitados de
regulación. A continuación, se analizan las escasas y tímidas iniciativas normativas que
han ido surgiendo en la práctica, así como los proyectos y propuestas que en la actualidad
se encuentran en la mesa de trabajo de los distintos legisladores. Su examen no sólo
permitirá comprender mejor la función que actualmente se espera que cumplan las
criptomonedas, sino también enjuiciar la actuación de los distintos reguladores al
respecto.
Finalmente, se enuncian los principales problemas de índole jurídica y económica
que, a nuestro juicio, obstaculizan la implementación de las criptomonedas en el tráfico
jurídico, identificando así los valores y aspectos controvertidos sobre los que creemos que
7
debe de incidir la iniciativa legislativa, con el fin último de alcanzar la ansiada seguridad
jurídica de la que actualmente carece este sector.
Estamos en presencia de unos instrumentos innovadores, dotados de tanta
transcendencia jurídica y económica como la tuvieron en su día los títulos valores o las
anotaciones en cuenta. Y, quién sabe también, si ante un total cambio de paradigma, cuyo
alcance y repercusiones son aún desconocidas. Si bien es cierto que habitualmente el
Derecho se encuentra un paso por detrás de los cambios que se producen en la sociedad,
parece evidente que el retraso normativo en este sector es especialmente perjudicial para
el devenir de los sistemas monetarios que existen en la actualidad y, por consiguiente,
para la estabilidad y seguridad jurídica de los propios Estados. Así pues, la comprensión
de este fenómeno es el único cauce para poder controlar, de un modo práctico y eficiente,
una realidad que ha desbordado las previsiones de todos los operadores y que amenaza
con revolucionar el sistema jurídico, monetario y financiero actuales.
Sirva este trabajo como un intento de acotar y explicar las características,
funcionalidades, problemas, ventajas e inconvenientes, fortalezas y debilidades de esta
novedosa construcción tecnológica. Tan solo el paso del tiempo y las actuaciones de los
distintos reguladores podrán determinar el futuro de esta institución. Revolución o
simplemente evolución. He ahí la cuestión.
8
2. CONSIDERACIONES PRELIMINARES
A fin de ubicar y comprender mejor el fenómeno criptomonetario, debemos comenzar
el desarrollo de este trabajo identificando y resaltando una serie de aspectos que
concebimos como los pilares sobre los que se sustenta esta realidad. Así pues, para
entender el auge y desarrollo de las criptomonedas resulta necesario partir de la
tradicional conceptualización del dinero. Una vez comprendamos el origen, utilización y
naturaleza de esta institución, estaremos en disposición de poder adentrarnos en el
novedoso mundo de las criptomonedas, no sin antes contextualizar esta realidad en el aún
mayor sector de los criptoactivos.
1
En este sentido, GOMÁ GARCÉS, I., “Bitcoin. Una aproximación jurídica al fenómeno de la
desmaterialización y privatización del dinero.”, en Working Paper IE Law School, 2014, AJ8-217, ed.
electrónica, pág. 4.
9
Imperio Romano, los soldados que protegían la ruta que empleaban los mercaderes para
transportar la sal desde la costa del mar Adriático hasta Roma 2 eran pagados parcialmente
con este producto. En este sentido, se sostiene que nuestro actual concepto de “salario”
deriva precisamente del latín salarium arguntum, cuya traducción es “agregado de sal”.
La sal convivió, a su vez, con los metales preciosos. La plata y el oro fueron los
elementos empleados para la creación de las primeras monedas, allá por el s. VI a. C. 3.
Su uso se generalizaría en ciudades como Atenas, cuya moneda principal (la dracma)
estaba compuesta por plata. A su vez, la expansión del Imperio Romano permitió ampliar
el alcance de las monedas y fomentó su utilización a través de un sistema numismático
basado en diferencias de composición y valor 4.
El desarrollo del comercio internacional y el crecimiento de las economías nacionales
supuso un reto para el modelo dinerario basado en los metales. La producción de monedas
era cada vez más costosa y respondía peor a las demandas del tráfico. De esta forma, se
necesitaba una reformulación del sistema monetario que respondiera con celeridad y
eficacia al desarrollo económico.
Como respuesta a las dificultades planteadas, se creó el papel moneda. Si bien es
cierto que los primeros vestigios de billetes se ubican en el Estado Chino en el año 812,
no sería hasta el s. XVII cuando este instrumento se implantaría en Europa, dentro del
contexto de la Guerra de los Treinta Años. Durante esta época bélica, la escasez de oro y
plata obligó a diversos Estados a acuñar un papel que sirviera para acreditar un
determinado valor monetario, que habitualmente era depositado en una entidad bancaria.
Así pues, en España la implementación del papel-moneda tuvo lugar durante el reinado
de Carlos III. Se estima que el 1 de marzo de 1783 tuvo lugar la primera emisión oficial
de papel moneda, a través del Banco Nacional de San Carlos, en lo que pudo ser una
2
Tal fue la vinculación de esta calzada romana con el transporte de la sal que terminaría siendo conocida
como la “Vía Salaria”. Así la definieron BALL PLATNER, S./ASHBY, T., A Topographical Dictionary
of Ancient Rome, Londres, 1929 (ed. Oxford University Press), págs. 567-568, disponible en
https://penelope.uchicago.edu/Thayer/E/Gazetteer/Places/Europe/Italy/Lazio/Roma/Rome/Texts/PLATO
P*/Via_Salaria.html.
3
Se estima que fue en Lidia (actual Turquía) donde se acuñó de manera oficial la primera moneda, entre
los años 680 y 560 a. C.: el Tercio de Estátera. Pesaba 4,65 gramos, contenía la imagen de un león y estaba
compuesta de una aleación natural de oro y plata denominada electro.
4
Entre otras, destaca el áureo (de oro), el denario (de plata), el sestercio (inicialmente formado en plata,
posteriormente evolucionaría hasta una composición basada en bronce), o el as (de cobre).
10
reacción a la escasez de metales originada por la Guerra de los Siete Años en la que se
enfrentaron el Reino de España, Gran Bretaña y otras potencias europeas 5.
El siguiente hito histórico en el marco dinerario fue la acuñación del “patrón oro”. El
oro, que había servido como base de fabricación de monedas a lo largo de toda la Edad
Media, pasó a convertirse en un valor de referencia universal, de tal manera que la moneda
de cualquier país del mundo podía convertirse en determinados gramos de oro. De igual
forma, el oro se erigió como el principal mecanismo de respaldo de los sistemas
monetarios hasta la Primera Guerra Mundial. Así, su compleja falsificación, su
durabilidad y su sencilla conservación hicieron de este metal el soporte de los sistemas
monetarios 6.
A fin de preservar la estabilidad del sistema, los Estados mantenían reservas de oro
suficientes como para poder garantizar a cada ciudadano la entrega de tantos gramos de
oro como monedas tuviera. Esta equivalencia revestía al sistema monetario de confianza
y fiabilidad, pues cada individuo tenía la certeza de que el valor de la moneda que poseía
estaba asegurado por el oro que se encontraba en las reservas nacionales.
Con la Primera Guerra Mundial pudo advertirse que el “patrón oro” no era un modelo
monetario perfecto. La escasez de los recursos minerales y el ingente gasto ocasionado
por la contienda bélica ocasionó que los Estados comenzaran a emitir moneda sin el
respaldo de sus reservas de oro, lo que condujo al declive y pérdida de confianza en el
sistema. Este hecho, sumado a la ola de destrucción y pobreza ocasionada en Europa,
concluyó con una hiperinflación que afectó fundamentalmente a la República de
Weimar 7.
Tras comprobar la debilidad del “patrón oro” como respaldo de los sistemas
monetarios, la comunidad internacional adoptó, tras el final de la Segunda Guerra
Mundial, el patrón “producto interior bruto” como soporte económico de referencia. De
esta forma, el valor del dinero dejó de ampararse en metales para vincularse a la
estabilidad, el poder y el potencial económico de cada país.
5
Así lo apunta MENDOZA MARTÍNEZ, D., “El nacimiento del billete: una revolución en el concepto de
dinero”, en Revista Numismática OMNI, 2009, núm. 1-ed. electrónica, págs. 1-2.
6
GOMÁ GARCÉS, I., “Bitcoin. Una aproximación...” cit., pág. 5.
7
La principal causa de la hiperinflación fue la pérdida de las reservas de oro del Estado alemán, ya que
éstas fueron destinadas al pago de las notorias sanciones económicas impuestas tras el final de la Primera
Guerra Mundial. Ello condujo a un sistema monetario sin ningún patrón o soporte, con la inevitable
devaluación del marco alemán. A título ejemplificativo, cabe indicar que el precio de un periódico alemán,
que en 1922 era de un marco, llegó a alcanzar los setenta millones de marcos a mediados de 1923.
11
Al mismo tiempo, se acuño el dólar como moneda de cambio de referencia, al
concebir que Estados Unidos era una potencia mundial en constante crecimiento 8. Este
nuevo sistema permitía la directa referenciación de cualquier moneda al dólar, al tiempo
que éste seguía vinculado al oro por medio de las reservas contenidas a través del Sistema
de la Reserva Federal. Algunos estados llegaron a adoptar el dólar como patrón de soporte
de su economía, haciendo acopio de la moneda americana de la misma forma en la que
se empleó el oro en épocas pasadas. Tal ha sido la confianza en la potencia
norteamericana que en las últimas décadas algunos países han optado directamente por
asumir el dólar como su moneda oficial, a través del denominado “fenómeno de la
dolarización” 9. En todo caso, el “patrón cambio-dólar” fue abandonado en la década de
los setenta del pasado siglo a causa del gasto bélico derivado de la Guerra de Vietnam y
la tendencial conversión del dólar en oro motivada por el fracaso militar. De esta forma,
el dólar terminó desvinculándose del patrón oro y del resto de modelos de referencia.
Así pues, el valor que actualmente ostentan los billetes y las monedas nacionales ya
no se encuentra referenciado ni soportado por ningún activo, metal precioso, moneda o
índice. Hoy en día, el respaldo, gestión y control proporcionado por las autoridades
centrales es el pilar sobre el que se apoya la confianza hacia los sistemas monetarios,
siendo ésta una cuestión que pudo evidenciarse con la crisis económica del año 2008 y el
correspondiente desplome de las economías nacionales, a raíz de la desconfianza
provocada.
8
En concreto, el dólar americano se adoptó como valor de referencia de los sistemas monetarios nacionales
en la Conferencia Monetaria y Financiera de las Naciones Unidas que tuvo lugar en el estado de New
Hampshire en 1944.
9
El fenómeno de la “dolarización” tuvo lugar en Ecuador en 1999 y en El Salvador en 2001, entre otros.
Para un análisis más extenso en la materia, vid. ECHARTE FERNÁNDEZ, M. A./MARTÍNEZ
HERNÁNDEZ, M., “Análisis de los efectos de la dolarización espontánea y oficial en hispanoamérica: la
perspectiva keynesiana y liberal del sistema monetario”, en Revista Lasallista de Investigación, 2018, núm.
2-ed. electrónica, disponible en https://www.redalyc.org/jatsRepo/695/69559233004/html/index.html.
12
En sentido amplio, el dinero puede concebirse como todo bien o activo aceptado como
medio de pago que, a su vez, sirve como unidad de cuenta y depósito de valor 10. Antes
de continuar, es necesario que nos detengamos en el estudio de estas tres características,
ya que estas particulares funciones son las que diferencian al dinero de otros instrumentos
jurídicos, al tiempo que nos permitirán comprender el alcance y repercusiones jurídicas
del resto de instituciones que tendremos ocasión de analizar.
En primer lugar, debemos identificar la unidad de cuenta como la cualidad por la
que se consolida un sistema de medición homogéneo de las deudas, precios y el poder
general de compra. Asimismo, la noción de depósito de valor supone que aquello que
concibamos como dinero nos permita conservar el poder adquisitivo, acumulando el
poder de compra para momentos futuros sin que pueda verse amenazado o aminorado.
Por último, cuando indicamos que el dinero sirve como medio de medio de pago hacemos
referencia al hecho de que, con su entrega, se extingue la obligación o deuda existente 11.
De esta forma, sostenemos que el dinero tiene eficacia solutoria, tal y como se infiere de
la redacción del art. 1170 párr. primero del Código Civil (en adelante, CC). En
contraposición, el propio art. 1170 párr. segundo establece que, ante la utilización de
instrumentos jurídicos tales como las letras de cambio o los pagarés a la orden, el efecto
extintivo de la obligación no se produce con su entrega, sino con su realización (eficacia
extintiva pro solvendo).
Advertida esta cuestión, podemos afirmar que en nuestros días no existe una única
forma dineraria: el dinero “físico” (la moneda, el billete) convive con otras formas
dinerarias ciertamente abstractas, como el denominado dinero “bancario” (bajo el que se
encuadran los depósitos bancarios en sus múltiples manifestaciones) o el dinero
electrónico. De todas ellas, es la forma electrónica la que, a nuestro juicio, ostenta un
mayor interés, habida cuenta de sus similitudes con el régimen criptomonetario que
tendremos ocasión de analizar en líneas posteriores.
Como punto de partida, contamos con la existencia de dos enfoques a la hora de
identificar el dinero electrónico dentro de nuestro sistema jurídico. Desde una perspectiva
10
GONZÁLEZ GUARDIOLA, J., “Ontología y funciones del dinero. Una aproximación fenomenológica”,
en Investigaciones fenomenológicas: Anuario de la Sociedad Española de Fenomenología, 2011, núm. 3,
págs. 234-235. En esta línea, a su vez, BCE, Virtual Currency Schemes, octubre de 2012, pág. 10, disponible
en https://www.ecb.europa.eu/pub/pdf/other/virtualcurrencyschemes201210en.pdf.
11
ECHEBARRÍA SÁENZ, M., “El dinero electrónico: construcción del régimen jurídico emisor-portador”,
en AAVV., Los medios electrónicos de pago. Problemas jurídicos (est. dir. por R. M. Mata y Martín, y
coord. por A. M.ª Javato Martín), Granada, 2007 (ed. Comares), pág. 234.
13
funcional, podríamos concebir como dinero electrónico todos aquellos medios de pago
que, a través de un soporte digital, cumplieran con las funciones propias del dinero 12. En
este sentido, formarían parte de este concepto amplio instrumentos tan variados como las
tarjetas de crédito o las transferencias bancarias formalizadas en soporte electrónico,
puesto que todas ellas estarían vinculadas (en mayor o menor medida) con una forma de
dinero intangible y digital. Así considerado, la categoría “dinero electrónico” sería tan
amplia que terminaría estando involucrada en la mayor parte de las transacciones
comerciales desarrolladas en nuestra época, con las repercusiones jurídicas que de tal
circunstancia se derivarían. Por ejemplo, conllevaría el sometimiento de la operación a la
aplicación de la Ley 21/2011, de 26 de julio, de dinero electrónico, por la que se traspone
la Directiva 2009/110/CE, de 16 de septiembre, sobre el acceso a la actividad de las
entidades de dinero electrónico y su ejercicio, así como sobre la supervisión prudencial
de dichas entidades (en adelante, EMD2), así como la aplicación del Real Decreto-Ley
19/2018 de servicios de pago y otras medidas urgentes en materia financiera, que traspone
la Directiva 2015/2366, de 25 de noviembre, sobre servicios de pago en el mercado
interior (en adelante, PSD2).
Tras comprender el perjuicio que podría suponer la aplicación de la definición
funcional, gran parte de la doctrina se ha decantado por una perspectiva de índole legal,
reproduciendo fielmente la definición de dinero electrónico que facilita nuestra
legislación 13. Así pues, el dinero electrónico puede entenderse como todo valor monetario
que representa un crédito sobre su emisor, es almacenado de forma electrónica y cuya
expedición se realiza al recibir fondos de un importe que no podrá ser inferior al valor
emitido 14 . De esta forma, podemos apreciar una delimitación conceptual mucho más
estricta, coherente con el ánimo de limitar su alcance y de expulsar de este ámbito a ciertos
12
En esta dirección, MADRID PARRA, A., “Dinero electrónico”, en AAVV., Derecho digital: retos y
cuestiones actuales (est. dir. por F. Capilla Roncero, M. Espejo Lerdo de Tejada, F. J. Aranguren Urriza y
J. P. Murga Fernández, y coord. por M.ª A. Fernández Scagliusi), Cizur Menor, 2018-ed. electrónica, pág.
5.
13
Art. 1.2 de la Ley 21/2011, de 26 de julio, de dinero electrónico.
14
PASTOR SEMPERE, M.ª C., “Dinero electrónico y criptodivisas: concepto, marco legal, y nuevas
funcionalidades”, en AAVV, Derecho Mercantil y Tecnología (est. dir. por A. Madrid y coord. por M.ª J.
Blanco Sánchez), Cizur Menor, 2018 (ed. Aranzadi), pág. 304. En la misma línea, PACHECO JIMÉNEZ,
M.ª N./SALES PALLARÉS, L., “Los medios de pago en el escenario virtual: el dinero electrónico y el
<<bitcoin>>”, en AAVV., Derecho digital: retos y cuestiones actuales (est. dir. por F. Capilla Roncero, M.
Espejo Lerdo de Tejada, F. J. Aranguren Urriza y J. P. Murga Fernández, y coord. por M.ª A. Fernández
Scagliusi), Cizur Menor, 2018-ed. electrónica, pág. 2, o el propio MADRID PARRA, A., “Dinero…” cit.,
pág. 6.
14
instrumentos que poco tienen que ver con el dinero electrónico, al margen de una posible
similitud digital 15.
A la luz de la definición expuesta, podemos destacar tres características propias del
dinero electrónico. En primer lugar, resalta el hecho de que su almacenamiento ha de
practicarse a través de forma electrónica. Esta indispensable condición ha supuesto que
en multitud de ocasiones se produzca un error terminológico, bajo el cual se identifica el
dinero electrónico con el soporte en el que se almacena (p. ej. la tarjeta prepago
inteligente). El hecho de que el dinero electrónico sea un activo intangible a causa de su
dimensión digital implica que, al intentar imaginar su naturaleza, lo representemos a
través del instrumento material que lo almacena y moviliza. A pesar de ello, no debemos
equiparar el continente con el contenido, ya que, de hacerlo, confundiríamos los rasgos y
requisitos propios de esta figura con los relativos a otros medios de pago.
Asimismo, otro aspecto fundamental del dinero electrónico es su expedición. Tal y
como hemos señalado, ésta solo puede tener lugar con el límite máximo del valor
recibido. Esta característica refleja la correlación que el dinero electrónico guarda con
una moneda fiduciaria. Si bien es cierto que esta expresión, contenida en la redacción
original de la Directiva 2000/46/CE, desapareció con la redacción de la Directiva
2009/110/CE, no podemos obviar que estamos ante un rasgo indispensable para evitar la
aparición de préstamos encubiertos 16. Cabe señalar que, en nuestro país, la emisión de
dinero electrónico tan solo puede realizarse por las entidades y autoridades enumeradas
en el art. 2 de la Ley 21/2011, de 26 de julio, de dinero electrónico. Se trata, pues, de un
numerus clausus representativo de la trascendencia y necesario control de estas
operaciones.
En tercer lugar, la normativa vigente exige que el dinero electrónico sea aceptado
como medio de pago por una persona jurídica o física distinta del emisor. Alcanzado este
punto, debemos cuestionarnos si el dinero electrónico como medio de pago cumple con
las mismas funciones propias del dinero físico. Con anterioridad a la entrada en vigor de
15
MARTÍNEZ-NADAL, A., “Aproximación al concepto jurídico de dinero electrónico”, en Diario La Ley,
2003, núm. 4-ed. electrónica, pág. 2. Según la autora, las tarjetas de crédito tradicionales no son un soporte
de dinero electrónico, puesto que no disponen de un sistema de verificación remota, sino que requieren de
un sistema de conexión on-line con un ordenador central que verifique y autorice la transacción.
16
Así lo considera MARTÍNEZ-NADAL, A., “Aproximación al …”, cit., al tiempo que refleja que la
posibilidad contraria (una emisión de dinero electrónico por valor inferior al entregado por el cliente) sí
estaría permitida, justificando esta teoría por el posible cobro de comisiones, la existencia de gastos de
servicio o el margen de beneficio de la entidad emisora. De igual forma, PACHECO JIMÉNEZ, M.ª
N./SALES PALLARÉS, L., “Los medios ...” cit., pág. 2 destaca la correlación con la moneda fiduciaria
como uno de los rasgos diferenciadores del dinero electrónico respecto de las criptodivisas.
15
la Ley 21/2011, la figura del dinero electrónico suscitó ciertas dudas acerca de su régimen
jurídico y de las funciones del dinero que podía llegar a satisfacer. De esta forma, diversas
fueron las tesis planteadas acerca de su naturaleza jurídica, desde su identificación como
título valor desmaterializado hasta su concepción como mera cesión de créditos. Tan solo
unos pocos autores se posicionaron sosteniendo que el dinero electrónico era una forma
más de dinero 17. Con la inestimable perspectiva que ofrece el paso del tiempo, podemos
afirmar que esta minoría doctrinal estaba en lo cierto. La tendencia normativa y la práctica
del tráfico comercial parecen haber consolidado la noción de dinero electrónico como una
forma dineraria más. Ello implica, por lo tanto, la satisfacción y cobertura de las tres
funciones propias del dinero que mencionamos con anterioridad: depósito de valor,
unidad de cuenta y medio de pago. Esta realidad se encuadra, pues, en el marco del art.
1170.1 CC, produciendo efectos pro soluto.
17
Entre otros, ECHEBARRÍA SÁENZ, M., “El dinero…” cit., pág. 264.
18
Vid. Comunicación de la Comisión al Parlamento Europeo, al Consejo, al Comité Económico y Social
Europeo y al Comité de las Regiones, Un mercado único digital para Europa, Bruselas, publicado el 6 de
mayo de 2015, COM (2015) 192 final, p. 3, accesible vía web en https://eur-
lex.europa.eu/resource.html?uri=cellar:a4215207-362b-11e7-a08e-
01aa75ed71a1.0005.02/DOC_1&format=PDF.
19
BCE, Report on a digital euro, octubre de 2020, disponible en
https://www.ecb.europa.eu/pub/pdf/other/Report_on_a_digital_euro~4d7268b458.en.pdf.
16
vigente por el BCE en relación con los billetes y las monedas. El euro digital sería, pues,
una elaboración autónoma, al margen de cualquier vínculo con el dinero en efectivo o el
dinero bancario.
Uno de los aspectos más controvertidos de la potencial creación del euro digital es su
funcionamiento. Algunos autores advierten que su circulación dependería exclusivamente
de emisores y receptores, sin necesitar de la intervención de ningún intermediario 20 .
Como podía esperarse, las entidades de crédito son reticentes a la emisión de esta figura,
al considerarla una amenaza a su actual fuente de ingresos. A pesar de que el propio BCE
ha asegurado que esta nueva moneda no supondría una línea monetaria paralela al euro
que actualmente conocemos 21, lo cierto es que la desconfianza de las entidades de crédito
no es del todo descabellada. Si a través de la infraestructura del euro digital podemos
transferir capital a cambio de unas mínimas comisiones y los depósitos se encuentran
protegidos directamente por el BCE, escasas razones justificarían continuar dependiendo
de los bancos como intermediarios de los negocios jurídicos. Al margen de una mejor
accesibilidad frente a posibles fórmulas informatizadas, gran parte de los motivos que
actualmente justifican la presencia de las entidades de crédito en las tareas de depósito y
encauzamiento del crédito desaparecerían. Tal ha sido la preocupación generada por la
propuesta que, en su último informe, el BCE ha sostenido la posible existencia de
intermediarios que puedan formar parte de esta revolución monetaria, en lo que parece
un intento por tratar de acallar las voces críticas emanadas de las entidades que temen
perder parte de su ámbito de negocio.
Como puede advertirse por la ambigüedad de nuestras palabras, la creación del euro
digital es, hoy en día, un esbozo del que tan solo atisbamos los primeros trazos. Muchas
incógnitas permanecen aún sin resolver, desde la falta de información acerca de cuál será
la tecnología elegida para albergar este ecosistema, hasta las implicaciones económicas y
jurídicas que de tal realidad se derivarán (en particular, cobrará especial importancia el
marco fiscal, con la incertidumbre de cómo logrará controlarse su tenencia y cuál será el
papel de las Haciendas nacionales).
20
Para un análisis detallado de la propuesta y de sus posibles repercusiones, vid. MIRAS MARÍN, N. “La
potencial creación de una versión virtual del «Euro» y sus consecuencias en los Sistemas tributarios de los
Estados miembros de la Unión Europea”, en Revista Quincena Fiscal, 2020, núm. 8-ed. electrónica, págs.
3-6. En la misma línea, MUÑOZ GARCÍA, A., “Hacia un euro digital”, en AAVV., Criptoactivos. Retos y
desafíos normativos (est. dir. por M. Andrés Barrio), Madrid, 2021 (ed. Wolters Kluwer), págs. 156-158.
21
BCE, Report on…, cit., pág. 7.
17
En todo caso, si algo logramos extraer de esta propuesta es, sin duda, la revolución
que supondrá su aparición en la economía mundial. Posiblemente, el ciudadano de a pie
no llegue a diferenciar la utilización del dinero electrónico del euro digital, ya que las
conductas de pago y el uso de soportes móviles seguirán siendo una constante. El efecto
pro soluto continuará reflejado como su rasgo fundamental y las nuevas divisas
conservarán las funciones que integran la base del dinero. Sin embargo, bajo una óptica
algo más abstracta, la asunción del euro digital y demás monedas digitales de bancos
centrales (CBDC, por sus siglas inglesas) supondrá una verdadera transición en favor de
la economía digital, que posiblemente termine apagando la noción de dinero electrónico
que actualmente conocemos como una suerte de subterfugio vital del dinero en efectivo.
Las repercusiones que de tal transición puedan derivarse son aún imprevisibles 22, pero lo
que resulta incuestionable es su carácter innovador.
3. LAS CRIPTOMONEDAS
3.1. Marco general de referencia: los criptoactivos
Una vez expuesto el desarrollo que ha caracterizado a los sistemas económicos desde
la antigüedad hasta nuestros días, y advertida la evolución de las formas dinerarias (cuyo
exponente más moderno es el ya explicado dinero electrónico), debemos sumergirnos en
el estudio del sector del que posiblemente se derive una de las mayores revoluciones
conocidas hasta la fecha: los criptoactivos.
A fin de contextualizar mejor esta novedosa figura, debemos partir de una premisa
fundamental: las criptomonedas, que serán objeto de análisis en sucesivos apartados,
constituyen tan solo una de las múltiples utilidades de los criptoactivos. De esta forma,
podemos comprender los criptoactivos como una suerte de categoría genérica y abstracta
que abarca toda una serie de activos vinculados con la tecnología y las funciones
criptográficas.
22
Algunos autores advierten, a propósito de la emisión de CBDC, que esta práctica terminará
convirtiéndose en una batalla bélica en la búsqueda de la moneda global. En este sentido, vid. ROGOFF,
K., “The high stakes of the coming digital currency war”, en Project Syndicate, 2019, disponible en
https://www.zawya.com/mena/en/economy/story/The_high_stakes_of_the_coming_digital_currency_war
-ZAWYA20191112103715/.
18
3.1.1. Definición
En la actualidad no existe una definición común y clara de qué puede entenderse por
criptoactivos a pesar de que su uso se ha incrementado exponencialmente en los últimos
años. A raíz de su crecimiento, distintas organizaciones internacionales han intentado
elaborar definiciones a fin de aclarar el alcance del término, si bien es cierto que entre
ellas existen matices que dificultan la unificación terminológica. Así pues, la
Organización Internacional de Comisiones de Valores (IOSCO, por sus siglas en inglés)
considera que los criptoactivos son “un tipo de activo privado que depende
principalmente de la criptografía y de la tecnología DLT 23 o de otra tecnología similar,
como parte de su valor percibido o inherente, y que puede representar un activo como
una moneda, un bien, un valor, o un derivado de un bien o un valor” 24. En un sentido
mucho más estricto encontramos al Banco Central Europeo, que los concibe como “todo
activo registrado en forma digital que no es ni representa un derecho ni una obligación
financieros de ninguna persona física o jurídica, y que no incorpora un derecho de
propiedad contra una entidad” 25.
Las dos definiciones expuestas permiten ejemplificar la disparidad de criterios y
perspectivas ofrecidas por los sujetos internacionales, al tiempo que pone de manifiesto
las limitaciones que de tales discrepancias se derivan. Al no contar con criterios comunes,
un intento de aproximación jurídica a la materia puede llegar a desvirtuarse u ofrecer
soluciones completamente distintas dependiendo de la definición de la que se parta.
En todo caso, parece que en los últimos tiempos el legislador comunitario ha adoptado
una postura mucho más flexible y uniforme en la conceptualización de los criptoactivos,
en lo que podemos suponer como una estrategia dirigida a tratar de alcanzar al mayor
número de activos posible dentro de su ámbito de aplicación normativo. Así pues, en la
Propuesta de Reglamento MiCA, del Parlamento Europeo y del Consejo, publicada el 24
de septiembre de 2020, encontramos una definición mucho más abierta: “una
representación digital de valor o derechos que puede transferirse y almacenarse
electrónicamente, mediante la tecnología de registro descentralizado o una tecnología
23
Distributed Ledger Technology o tecnología de registro distribuido. Para más información al respecto,
vid. infra Epígrafe 3.2.2 La tecnología de registro distribuido.
24
IOSCO, Issues, Risks and Regulatory Considerations Relating to Crypto-Asset Trading Platforms, 2020-
ed. electrónica, pág. 1, disponible en https://www.iosco.org/library/pubdocs/pdf/IOSCOPD649.pdf.
25
BCE, “Crypto-Assets: Implications for financial stability, monetary policy, and payments and market
infrastructures”, en ECB Occasional Paper, 2019, núm. 223-ed. electrónica, pág. 7, disponible en
https://www.ecb.europa.eu/pub/pdf/scpops/ecb.op223~3ce14e986c.en.pdf.
19
similar” 26. Esta consideración parece haber sido asumida por nuestro legislador nacional,
reproduciéndola literalmente en la exposición de motivos del Real Decreto-Ley 5/2021,
de 12 de marzo, de medidas extraordinarias de apoyo a la solvencia empresarial en
respuesta a la pandemia de la COVID-19. En el apartado VII de la Exposición de Motivos
se refiere el legislador a esta realidad, advirtiendo los riesgos que trae consigo la
utilización de esta creación tecnológica, y justificando por ello la implementación de un
nuevo art. 240 bis en el Real Decreto Legislativo 4/2015, de 23 de octubre, por el que se
aprueba el texto refundido de la Ley del Mercado de Valores. Con esta reforma se
pretende extender las competencias de control de la Comisión Nacional del Mercado de
Valores (en adelante, CNMV) a la publicidad de criptoactivos y otros activos no
regulados en la Ley que, sin embargo, se ofrezcan como propuesta de inversión.
Cabe indicar que esta línea de pensamiento ya había sido apuntada por el Banco de
España (en adelante, BdE) y la CNMV. El 8 de febrero de 2018 sendas instituciones
publicaron un comunicado conjunto en el que resaltaban una serie de peligros que
consideraban inherentes a la utilización de los criptoactivos en general, y de las
criptomonedas en particular 27. Entre otros, se advertía el carácter transfronterizo de la
conducta (que habitualmente supondría un freno a la competencia jurisdiccional
española), el elevado riesgo de pérdida del capital invertido y la ausencia de controles
normativos o institucionales que permitieran brindar una cierta seguridad a los
particulares. Dos años después emiten otro comunicado conjunto, que no hace sino
reiterar los peligros ya advertidos, prestando en esta ocasión especial atención al aspecto
inversor 28. Así, a los riesgos ya señalados se añaden la volatilidad del valor, la posible
manipulación de los precios y su limitada aceptación como medios de pago.
Con todo lo anterior, y al margen de la desconfianza que suscitan estos instrumentos
a la práctica generalidad de las instituciones estatales, lo que sí puede constatarse es que
la actual tendencia normativa y doctrinal parece conducirnos hacia un concepto de
criptoactivos amplio. En este sentido, no podemos obviar que la motivación fundamental
26
Art. 3.3 de la Propuesta de Reglamento del Parlamento Europeo y del Consejo relativo a los mercados
de criptoactivos y por el que se modifica la Directiva (UE) 2019/1937.
27
BANCO DE ESPAÑA/CNMV, Comunicado conjunto de la CNMV y del Banco de España sobre
“criptomonedas” y “ofertas iniciales de criptomonedas” (ICOs), publicado el 8 de febrero de 2018,
disponible en https://www.cnmv.es/loultimo/NOTACONJUNTAriptoES%20final.pdf.
28
BANCO DE ESPAÑA/CNMV, Comunicado conjunto de la CNMV y del Banco de España sobre el
riesgo de las criptomonedas como inversión, publicado el 9 de febrero de 2021, disponible en
https://www.cnmv.es/Portal/verDoc.axd?t=%7Be14ce903-5161-4316-a480-eb1916b85084%7D.
20
del legislador reside en estos momentos en la búsqueda del control, fiscalización y
“domesticación” del sector de los criptoactivos. Cuanto más genérica sea la
conceptualización, más sencilla resultará la inclusión de figuras e instrumentos en su
seno, incluso de aquellos que en el momento de redactarse el precepto aún no hayan sido
configurados. Así pues, la actual corriente de conceptualización de los criptoactivos
aboga por expresiones abstractas y genéricas que permitan comprender las innovaciones
que puedan llegar a producirse en el sector, a fin de evitar la aprobación de normas que
nazcan anticuadas.
Ante esta práctica, cabe indicar que la búsqueda de un concepto tan general adolece
de tantos riesgos como los beneficios que puede llegar a aportar. Una consideración
excesivamente amplia de los criptoactivos podría provocar que medios digitales (como el
dinero electrónico) o la conducta de prestadores de determinados servicios (como, por
ejemplo, las sociedades y agencias de inversión, ante una posible representación de
valores bursátiles a través de un sistema reforzado en tecnología Blockchain) tuvieran
que someterse al control y al cumplimiento de las obligaciones que son (y serán) exigibles
a este sector, cuestión que posiblemente revertiría un perjuicio irreparable para el
desarrollo y viabilidad de estas materias. Por ello, el propósito del legislador no debe
limitarse, en nuestra opinión, a la cuestión de analizar cuál es la fórmula o expresión que
más instituciones abarca, sino que ha de concretar lo suficiente como para permitir
dilucidar límites que diferencien a los distintos instrumentos que actualmente se
encuentran presentes en el tráfico jurídico.
21
criptoactivos del dinero electrónico y de otros medios de pago digitales es precisamente
la función criptográfica y el soporte tecnológico que le sirven como base 29. Sin ánimo de
extender en este punto la explicación del funcionamiento de este sistema (pues
dedicaremos un apartado posterior exclusivamente al análisis de esta novedosa
tecnología), baste apuntar que tanto la criptografía como la tecnología DLT constituyen
uno de los pilares básicos de esta novedosa institución. Por medio de algoritmos
informáticos se configuran una serie de registros encriptados, distribuidos y
habitualmente públicos que proporcionan seguridad y control al sistema, al tiempo que se
refuerza la confianza y estabilidad del activo y se facilita su adopción internacional.
Por último, debemos identificar a los criptoactivos como una especie de soporte
genérico y abstracto que ampara y recoge un sinfín de posibilidades. Esta suerte de
“continente digital” permite que una gran variedad de activos pueda beneficiarse de esta
novedosa tecnología, aportando de esta forma un soporte novedoso, ágil y moldeable bajo
el que operar en el mundo digital. Tan criptoactivo es Bitcoin como la “ficha digital”
(token) que me permite recibir una botella de vino en mi domicilio al concluir el periodo
de cosecha 30. Incluso es posible que la tokenización 31 llegara a alcanzar a títulos valores
tan tradicionales como las letras de cambio 32. Si bien es cierto que esta realidad es, en
nuestros días, una hipótesis tan remota como compleja, una adecuada definición de
criptoactivos debería permitir incorporar esta posibilidad dentro de su posible significado.
29
En esta línea, vid. BARRIO ANDRÉS, M., “Concepto y Clases de Criptoactivos”, en AAVV.,
Criptoactivos. Retos y desafíos normativos (est. dir. por M. Andrés Barrio), Madrid, 2021 (ed. Wolters
Kluwer), pág. 52, o PACHECO JIMÉNEZ, M.ª N./SALES PALLARÉS, L., “Los medios ...” cit., pág. 2.
30
Este curioso ejemplo deriva del proyecto desarrollado por la bodega Costaflores, que cada año crea un
token que da acceso a sus cosechas. De esta forma, cada token representa el derecho a adquirir una botella
de vino. Apoyado en tecnología DLT, ésta es una clara muestra de que el concepto “criptoactivo” no se
circunscribe al marco de las criptomonedas al que habitualmente suele asociarse. Para más información
sobre el proyecto vinícola, vid. https://costaflores.com/es.html.
31
PASCUAL MALDONADO, J, “Tokenización de activos: naturaleza jurídica del token y del activo”, en
la web Legal Today, publicado el 20 de noviembre de 2019, accesible en
https://www.legaltoday.com/legaltech/novedades-legaltech/tokenizacion-de-activos-naturaleza-juridica-
del-token-y-del-activo-2019-11-20/. Según el autor, la tokenización puede concebirse como el acto de
“representar digitalmente un derecho en un registro distribuido privado a efectos legales y público o
semipúblico a efectos tecnológicos, concretándose dicha representación en anotaciones unitarias
contables llamadas tokens”. De igual forma, SIEIRA GIL, J./CAMPUZANO GÓMEZ-ACEBO, J.,
“Tokenización de activos”, en AAVV., Criptoactivos. Retos y desafíos normativos (est. dir. por M. Andrés
Barrio), Madrid, 2021 (ed. Wolters Kluwer), pág. 187.
32
Sobre este peculiar aspecto, vid. FERNÁNDEZ HERRAIZ, C/ESCLAPÉS MEMBRIVES, S./PRADO
DOMÍNGUEZ, A. J., “Materialización de una letra de cambio sobre Blockchain”, en Revista práctica de
derecho, 2020, núm. 237, págs. 51-53.
22
3.1.3. Clases de criptoactivos
Como ya hemos tenido ocasión de advertir, los criptoactivos admiten un sinfín de
posibilidades. A fin de ordenar la explicación, el estudio y el desarrollo normativo de esta
materia, la doctrina ha coincidido en diferenciar a los criptoactivos en dos categorías
fundamentales, en base a la finalidad perseguida. Así, encontramos tokens y
criptomonedas 33.
Los tokens se definen como una representación de un derecho o activo a través de un
registro distribuido. Esta genérica conceptualización ha ocasionado que en multitud de
ocasiones se emplee el término como sinónimo de criptoactivo, a pesar de que el token
es tan solo una parte de esta inmensa realidad.
Dentro de los tokens, la doctrina ha coincidido en diferenciar dos subcategorías por
razón de los bienes o derechos que representan: los security tokens y los utility tokens 34.
Los primeros, también conocidos como investment tokens o asset tokens, representan y
proporcionan a sus titulares derechos de propiedad, de participación en futuros beneficios,
de voto en las futuras emisiones de una sociedad u otros derechos relacionados con los
tradicionales activos de inversión que conocemos, tales como las acciones o los bonos.
Así pues, los security tokens son activos financieros, cuya emisión habitualmente
pretende la captación de capital. Por el contrario, los utility tokens no proporcionan
derechos de inversión, sino que aportan a sus titulares derechos de acceso a determinados
servicios o aplicaciones que habitualmente proporciona el propio emisor del token,
pudiendo representar tanto activos tangibles como intangibles.
33
A modo representativo de la corriente doctrinal imperante, encontramos a VIEDMA CABRERA, P., “La
Disrupción del Blockchain en los mercados financieros y tokenización de activos”, en AAVV., Estudios
sobre Derecho Digital (est. dir. por R. Perea Ortega), Cizur Menor, 2021 (ed. Aranzadi), pág. 632-633;
SANZ BAYÓN, P., “Análisis sobre la naturaleza jurídica de las criptomonedas y la regulación europea de
los proveedores de servicios de cambio y de custodia de monederos electrónicos”, en Revista de Derecho
Bancario y Bursátil, 2021, núm. 160-ed. electrónica, pág. 8; BARRIO ANDRÉS, M., “Concepto…” cit.,
pág. 52; MALDONADO, J., “¿Qué es un token y cómo funciona? Explicado”, en la web
Cointelegraph.com, publicado el 6 de marzo de 2020, disponible en
https://es.cointelegraph.com/explained/what-is-a-token-and-how-does-it-work.
34
Entre otros, PARGA LANDA, M.ª/GARCÍA NOVILLO, D., “La nueva era de las criptofinanzas”, en
AAVV., Criptoactivos. Retos y desafíos normativos (est. dir. por M. Andrés Barrio), Madrid, 2021 (ed.
Wolters Kluwer), pág. 29; BARRIO ANDRÉS, M., “Concepto…” cit., págs. 59-60; GARCÍA DEL POYO
VIZCAYA, R., “Algunos casos de uso”, en AAVV., Criptoactivos. Retos y desafíos normativos (est. dir.
por M. Andrés Barrio), Madrid, 2021 (ed. Wolters Kluwer), pág. 87; BANCO DE ESPAÑA/CNMV,
Comunicado conjunto… cit. 2018, pág. 2.
23
Estas categorías, aparentemente diferenciables en el marco teórico, terminan
difuminándose en la práctica 35. La cuestión no es baladí. De su adecuada calificación
deriva la regulación aplicable a su fiscalidad, transmisibilidad o simple tenencia. Para
tratar de subsanar este conflicto, se ha propuesto por la doctrina 36 la aplicación del Test
de Howey 37. Serán security tokens aquellos proyectos en los que se aprecie una inversión
económica que se realice en una empresa con el fin de obtener un rendimiento o plusvalía,
siempre que dicho rendimiento se deba al trabajo de un tercero distinto del inversor. En
todo caso, estos autores advierten que la utilización del Test de Howey en el caso de los
criptoactivos se plantea como una tarea aún más compleja, habida cuenta la dinamicidad
del sector y la cuasi imposible determinación de la intencionalidad inversora en
situaciones como los proyectos ICO (por sus siglas inglesas, Initial Coin Offerings), en
los que la emisión del token puede identificarse con una OPV destinada a la obtención de
financiación y con posible encaje en el art. 35 TRLMV. Sin embargo, es posible que la
esencia del token no sea de índole financiera, sino que tan solo suponga la representación
de un derecho de acceso o uso de un determinado servicio o aplicación. Así pues, no
podrá llevarse a cabo una afirmación generalizada que relacione a las ICOs con los
security tokens. Tan solo un estudio caso por caso permitirá calificar adecuadamente la
naturaleza jurídica de cada token 38.
De modo alternativo a los tokens, encontramos las criptomonedas. Cierto es que
algunos autores incluyen a esta categoría dentro de la anteriormente nombrada, realizando
35
Así lo advierte BARRIO ANDRÉS, M., “Concepto…” cit., pág. 60, in fine. Tal y como señala, la
confusión entre sendas categorías puede dar lugar a la existencia de una tercera categoría, denominada
“tokens híbridos”. Estos activos, que presentan rasgos de inversión al tiempo que reflejan una utilidad,
plantean un paradigma normativo aún más complejo, debiendo armonizar la normativa aplicable y conjugar
las exigencias que la legislación impone a cada categoría.
36
En este sentido, PLANA PALUZIE, À., “El test de Howey y su relevancia en las criptomonedas-tokens”,
en el blog Entre Leyes y Jurisprudencia, publicado el 22 de noviembre de 2018, disponible en
http://www.leyesyjurisprudencia.com/2018/11/el-test-de-howey-y-su-relevancia-en-las.html. También son
promotores de esta idea COOKE, J./COHEN, R./DENISENKO, J., “Initial Coin Offerings: A comparative
overview of securities regulatory environments in the US, UK and Asia Pacific”, en AAVV., Global Legal
Insights – Blockchain & Cryptocurrency Regulation (est. dir. por J. Dewey), Londres, 2018 (ed. Global
Legal Group Ltd), pág. 35, disponible en
https://www.acc.com/sites/default/files/resources/vl/membersonly/Article/1489775_1.pdf.
37
CLAYTON, J., “Statement on Cryptocurrencies and Initial Coin Offerings”, en la web de U.S. Securities
and Exchange Commision, publicado el 11 de diciembre de 2017, disponible en
https://www.sec.gov/news/public-statement/statement-clayton-2017-12-11.
38
Para un mayor análisis de los proyectos ICO y de la distinción entre security token y utility token, vid.
VALENCIA LAFUENTE, P., “Encaje legal actual y propuestas de regulación de las ofertas iniciales de
criptomonedas (ICOs)”, en Revista de Derecho Bancario y Bursátil, 2019, núm. 156-ed. electrónica, págs.
7-12.
24
de esta forma una clasificación tripartita entre security, utility y currency tokens 39. Sin
embargo, hay quien sostiene que esta particular clasificación no es del todo adecuada, en
tanto que tokens albergan, junto con las funciones propias de las criptomonedas, otras
muchas de distinta índole 40. Así pues, equiparar criptomoneda con un concreto tipo de
token tan solo es admisible si empleamos la interpretación laxa de este concepto, que
prácticamente lo iguala a la noción de criptoactivo (cuestión que, como hemos tenido
ocasión de indicar, es poco recomendable habida cuenta la confusión que de tal actuación
podría llegar a derivarse).
39
En este sentido, EBA, Report with advice for the European Commission on crypto-assets, publicado el 9
de enero de 2019, pág. 7, disponible en
https://www.eba.europa.eu/sites/default/documents/files/documents/10180/2545547/67493daa-85a8-
4429-aa91-e9a5ed880684/EBA%20Report%20on%20crypto%20assets.pdf.
40
Sin ir más lejos, el propio BARRIO ANDRÉS, M., “Concepto…” cit., pág. 53.
25
de este sector, tal y como se pone de manifiesto en la propia morfología léxica del
concepto, que viene acompañada del prefijo “cripto”. Así pues, cabe plantearse qué papel
juega la criptografía en el desarrollo y funcionamiento de los criptoactivos, en aras a poder
comprender el encaje y relevancia de esta técnica.
Cuando hablamos de criptografía, es habitual que nuestro subconsciente evoque
tramas de espionaje y contextos bélicos. De igual forma, solemos identificar este arte con
complejas fórmulas matemáticas que se alejan de la comprensión del ciudadano de a pie.
Sin embargo, lo cierto es que tales ideas son tan solo una parte de la técnica a la que la
Real Academia Española define como “el arte de escribir con clave secreta o de un modo
enigmático” 41.
De la definición expuesta advertimos una conclusión clara. La criptografía es el arte
de hacer ilegible lo legible. Ello -podemos suponer- no requiere de grandes conocimientos
técnicos, bastando tan solo con la elaboración de una “lógica” (a la que técnicamente
denominamos algoritmo) que permita esta conversión. Cuanto más complejo sea el
algoritmo utilizado, más oculto estará el mensaje y más restringido será el grupo de
personas que comprenda el contenido. En todo caso, la finalidad de la conducta será
siempre la misma: la búsqueda de la privacidad y la garantía del secreto de la transmisión.
Si algo debe destacarse de esta práctica es que no se trata de algo novedoso derivado
de las nuevas tecnologías. Ya en época romana contamos con vestigios que prueban la
existencia de un arcaico sistema de encriptación que la doctrina ha dado a conocer como
el Cifrado César, acuñando el nombre del emperador romano que lo instauró 42 . Este
sencillo sistema, que fue empleado por los soldados romanos para garantizar la
transmisión segura de los mensajes bélicos, suponía rotar las posiciones del alfabeto hacia
derecha o izquierda en un número indeterminado de desplazamientos. A modo de
ejemplo, si ordenásemos un desplazamiento a la derecha de una posición, ello supondría
que la letra A fuera representada por la letra B. De igual forma, la B sería representada
con la letra C, y así sucesivamente. La aplicación de este algoritmo implicaría que, al
desear transmitir la orden ATAQUE, el soldado romano escribiría la palabra BUBRVF.
De esta forma, aun cuando este mensaje fuere interceptado por las líneas enemigas, no
41
Vid. https://dle.rae.es/criptograf%C3%ADa.
42
Para un análisis más detallado al respecto, vid. XIFRÉ SOLANA, P., Antecedentes y perspectivas de
estudio en historia de la Criptografía (proyecto final de carrera tutelado por J. Blasco Alís y dir. por D.
Navarro Bonilla), curso académico 2008-2009, UC3M, pág. 32, disponible en https://e-
archivo.uc3m.es/bitstream/handle/10016/6173/PFC_Patricia_Xifre_Solana.pdf;jsessionid=65A4BBCD3
D8C66FE677974C409FE027E?sequence=1.
26
lograrían comprender su significando, preservando el secreto de la comunicación. Como
podemos imaginar, la simpleza de este sistema facilitó su rápido descubrimiento,
implicando su inhabilitación. Sin embargo, la necesidad de encriptar mensajes continuó,
a través de cifrados cada vez más elaborados y complejos de resolver.
Si bien es cierto que la encriptación no es una realidad propia del mundo digital, no
lo es menos que, con la llegada de las nuevas tecnologías, este arte ha sufrido una evidente
expansión. Los niveles de cifrado que protegen nuestras credenciales bancarias nada
tienen que ver con los tradicionales sistemas de encriptación. Los algoritmos que se
emplean actualmente no están al alcance ordinario del ser humano, sino que requieren del
poder de computación propio de la informática para poder funcionar de manera eficiente.
De esta forma, se adquiere un nivel de encriptación mucho más seguro, compensando así
la necesaria dependencia hacia los ordenadores y demás dispositivos electrónicos.
Con todo, hay algo en lo que coinciden todas estas técnicas de encriptación con
independencia del nivel de seguridad, complejidad o algoritmo que empleen. Todas ellas
pretenden garantizar la preservación de la privacidad del mensaje, de tal forma que su
contenido solo llegue a ser conocido por aquellos individuos a los que efectivamente va
destinado.
Advertida la evolución y finalidad de los sistemas criptográficos, debemos prestar
atención a su funcionamiento. Simplificando las cosas, puede decirse que, para garantizar
la eficacia de un sistema de encriptación, es necesario contar con una clave de descifrado
que acompañe al algoritmo de cifrado. Así se logra que tan solo el poseedor de la clave
de descifrado logre desencriptar el mensaje y pueda acceder a su contenido, mientras el
resto de los usuarios tan solo son capaces de apreciar el resultado ilegible derivado de la
encriptación.
La criptografía clásica se caracterizaba por el hecho de que la clave de cifrado y
descifrado coincidían. Esta particularidad hacía de los distintos métodos de encriptación
sistemas de clave única, también conocidos como sistemas criptográficos simétricos. Su
principal inconveniente derivaba del necesario intercambio entre emisor y receptor de la
clave, de tal forma que la interceptación de este mensaje por terceros suponía la quiebra
del secreto. Así pues, el poseedor de la clave podía descifrar el mensaje, al tiempo en que
podía codificar otro usando la misma técnica.
A fin de paliar los inconvenientes derivados de estas técnicas, estos modelos
criptográficos evolucionaron hasta llegar a los sistemas que se encuentran presentes en la
base de los criptoactivos: sistemas de clave asimétrica, también denominados “sistemas
27
de clave doble” 43 . A través de esta nueva fórmula, encontramos la existencia de dos
claves, siendo una de ellas pública y otra privada. Sendas claves se relacionan entre sí de
forma informática, pero resulta imposible encontrar un vínculo entre ellas a simple vista.
La dualidad y vinculación tan solo es apreciable en el seno del proceso de codificación y
decodificación, puesto que se requieren ambas para poder desarrollar dichas conductas,
advirtiéndose de esta forma la dualidad que habíamos anticipado. Cabe indicar que el
sistema de clave asimétrica ha sido asumido prácticamente por todos los criptoactivos
vigentes en la actualidad, así como por los distintos sistemas de almacenamiento y
tenencia de tokens y criptomonedas.
A fin de analizar el funcionamiento práctico de este sistema, nos enfrentamos a un
supuesto práctico. Héctor pretende transmitirle un mensaje exclusivamente a Pedro, que
cuenta tanto con una clave pública como con una clave privada en su haber. Héctor es
capaz de conocer la clave pública de Pedro, puesto que ésta es accesible para todos los
usuarios de la red. De esta forma, previo a la transmisión de la comunicación, Héctor
encripta el mensaje utilizando la clave pública. Cuando Pedro recibe el mensaje, utiliza
la clave privada (clave que solo él custodia y conoce) para descifrarlo.
A través de esta evolución podemos observar que los sujetos intervinientes no
intercambian ninguna clave, reforzando la confidencialidad y solventando una de las
principales debilidades del sistema de clave única. De igual forma, su utilización puede
facilitar la autenticación del mensaje: Si Pedro desea transmitir un mensaje abierto
asegurando a Héctor que dicha transmisión es producto de su autoría y no ha sufrido
modificación alguna, puede, junto con el envío de la redacción sin encriptar, aportar una
copia encriptada a través del uso de su clave privada. Así, cuando Héctor recibe la copia
encriptada puede desencriptarla mediante el uso de la clave pública de Pedro. Si el
producto de la desencriptación coincide con el mensaje no encriptado, queda probado que
su autor es Pedro y que su contenido no ha sufrido ninguna modificación o alteración 44.
Como era de esperar, las soluciones alcanzadas a través del sistema de clave
asimétrica no son la panacea, sino un arma de doble filo. Si bien es cierto que a través de
este modelo criptográfico se evita la transmisión de claves de desencriptado, no lo es
43
Al efecto, vid. CONESA, C., “Bitcoin: ¿una solución para los sistemas de pago o una solución en busca
de problema?”, en Documentos Ocasionales, 2019, núm. 19901-ed. electrónica, pág. 9, accesible vía web
a través del siguiente enlace:
https://www.bde.es/f/webbde/SES/Secciones/Publicaciones/PublicacionesSeriadas/DocumentosOcasional
es/19/Fich/do1901.pdf.
44
Esta llamativa funcionalidad es propuesta por CONESA, C., “Bitcoin: ¿Una solución…?” cit., pág. 10.
28
menos que la autonomía y responsabilidad de cada parte se incrementa notablemente. En
los sistemas de clave simétrica, eran varios los conocedores de la palabra o fórmula que
permitía acceder al contenido de los mensajes. De esta forma, si uno de los miembros
olvidaba la clave, tan solo era necesario que se pusiera en contacto con otro miembro para
que el sistema continuase funcionando. Sin embargo, la disociación entre clave pública y
clave privada, al tiempo que evita la transmisión de claves entre usuarios, dificulta la
recuperación de una clave privada perdida u olvidada, incrementando el grado de
responsabilidad de cada usuario 45. Con todo, y a pesar de los posibles inconvenientes
derivados de la autonomía e independización, la criptografía de clave asimétrica se antoja
como un valor esencial de los criptoactivos.
Debemos advertir que lo visto hasta ahora es solo una de las funciones que cumple
la criptografía en relación con esta innovación tecnológica. El otro gran papel que esta
técnica ocupa en los criptoactivos se encuentra en el algoritmo hash que configura la
tecnología de registro distribuido. A su estudio dedicamos el siguiente apartado, que a
continuación se desarrolla.
45
La inexistencia de intermediarios que almacenen las claves en ocasiones deriva en la pérdida de grandes
sumas de dinero. A modo de ejemplo, vid. “Bitcoin: olvidar la contraseña puede costarte 200 millones de
euros”, publicado en el diario El País el 13 de enero de 2021, disponible en
https://elpais.com/economia/2021-01-13/bitcoin-olvidar-la-contrasena-puede-costarte-200-millones-de-
euros.html, o RUS, C., “El irlandés que perdió las claves para acceder a su cartera Bitcoin con un valor de
53,6 millones de euros”, en la web Xataka.com, publicado el 24 de febrero de 2020, disponible en
https://www.xataka.com/criptomonedas/irlandes-que-perdio-claves-para-acceder-a-su-cartera-bitcoin-
valor-53-6-millones-euros.
46
TAPSCOTT, D./TAPSCOTT, A., Blockchain Revolution, Nueva York, 2016 (ed. Penguin Random
House LLC), pág. 25. En la misma dirección, GONZÁLEZ GRANADO, J., “Retos del bitcoin y de la
blockchain”, en AAVV., Derecho digital: retos y cuestiones actuales (est. dir. por F. Capilla Roncero, M.
Espejo Lerdo de Tejada, F. J. Aranguren Urriza y J. P. Murga Fernández, y coord. por M.ª A. Fernández
Scagliusi), Cizur Menor, 2018-ed. electrónica, apdo. III, pág. 6; ROMERO UGARTE, J. L., “Tecnología
de registros distribuidos (DLT): una introducción”, en Boletín Económico del Banco de España, 2018, núm.
4, pág. 1; VIEDMA CABRERA, P., “La Disrupción...”, cit., pág. 618.
29
En todo caso, ha de señalarse que la tecnología blockchain no es sino una variante de
las múltiples opciones que se encuadran dentro del genérico concepto de tecnología de
registro distribuido. A fin de no dificultar en exceso el estudio de esta materia,
emplearemos indistintamente sendos conceptos para referirnos a la tecnología
blockchain, por ser esta modalidad la que soporta a la mayor parte de los proyectos que
se encuentran en funcionamiento en la actualidad.
Para comprender mejor el funcionamiento de este registro, debemos imaginarnos una
pluralidad de dispositivos que se encuentran conectados a una misma red. A medida que
van desarrollándose operaciones entre los miembros de la red, los dispositivos encargados
de registrarlas (coloquialmente denominados “mineros”, que reciben una recompensa por
realizar dicha tarea) las anotan digitalmente. Una vez transcurre un determinado intervalo
de tiempo preestablecido en la red 47, el conjunto de anotaciones digitales practicadas
hasta dicho momento se agrupa en un bloque. Ese bloque es incorporado al registro, al
mismo tiempo en el que se “habilita” un nuevo bloque que contendrá el registro de las
operaciones que tengan lugar durante el nuevo intervalo temporal. El contenido de las
anotaciones varía en función de la privacidad y finalidad para la que haya sido
configurada la red, pero habitualmente suelen contener información que permite
identificar a los “sujetos” (o dispositivos) intervinientes y el contenido de la transacción 48.
Como ya hemos indicado, la tecnología Blockchain cuenta con tres rasgos
fundamentales: descentralización, permanencia e inmutabilidad 49 . El primero de ellos
alude al hecho de que el registro que integra no se encuentra bajo la gestión y control de
una única entidad, corporación u organismo público. De forma opuesta al concepto de
registro que encontramos en nuestros textos legales, la base de datos basada en tecnología
Blockchain se caracteriza por ser compartida entre todos los partícipes de la red. De esta
47
En el caso de la Red de Bitcoin, cada bloque tiene un periodo de duración de diez minutos. Sin embargo,
en otras redes esta cuantía es variable. Así se advierte, por ejemplo, en la red Ethereum, cuyo tiempo
aproximado entre bloques es de 14 segundos, alcanzando su máximo periodo de duración en 2017, cuando
un bloque llegó a durar 30 segundos.
48
En este sentido, podemos identificar cómo la red Bitcoin contiene, por cada transacción anotada en ella,
la siguiente información: Clave pública del emisor, Clave pública del receptor, Cantidad de Bitcoin
transmitida en la operación.
49
VIEDMA CABRERA, P., “La Disrupción…”, cit.
30
forma, todos ellos pueden acceder al registro, al tiempo que colaboran en su desarrollo y
ampliación 50.
En segundo lugar, encontramos la inmutabilidad del sistema. Este rasgo debe ser
comprendido atendiendo al protocolo que rige la subida e interconexión de los bloques
de datos que configuran la cadena de bloques. Sin ánimo de extender las explicaciones
hacia el estudio del funcionamiento de este complejo procedimiento informático, lo que
sí debemos comprender es que cada bloque de la cadena porta un identificador único,
denominado “hash”, que se obtiene a través de un algoritmo matemático de
encriptación 51. Para que un bloque sea añadido al registro, es necesario que dicho bloque
porte consigo el identificador del bloque anterior. Tomando en consideración que el
número hash que representa a cada bloque es un resultado inmutable fruto de un algoritmo
de encriptación, podemos afirmar que esta interconexión evita que se unan bloques
ilegítimos a la cadena 52.
En relación con este aspecto encontramos la permanencia del registro. En este
sentido, debemos señalar que, desde el momento en el que un bloque se registra, no puede
ser alterado. Ello se debe, fundamentalmente, al hecho de que el “hash” que identifica
cada bloque se caracteriza por estar vinculado a su contenido. De esta forma, una
modificación en cualquiera de las transacciones que se incorporan en el bloque conduciría
a la obtención de un hash diferente, suponiendo la separación del bloque con el resto de
la cadena. Si bien es cierto que la permanencia e inmutabilidad del registro no es absoluta,
la descentralización que caracteriza a la tecnología DLT dificulta notablemente los
intentos de modificación de la cadena 53.
50
Esta afirmación, en todo caso, debe ser matizada, ya que no todos los registros Blockchain son públicos.
En virtud de la configuración de la red, es posible encontrar redes privadas en las que el acceso a la
información se encuentra controlado y restringido.
51
El “hash” es una función criptográfica que se configura a partir de un algoritmo matemático y que es
único para cada bloque, sin que el resultado obtenido pueda repetirse. De esta forma, si contamos con un
“hash”, podemos identificar de forma sencilla el bloque al que hace referencia y su ubicación en la
Blockchain.
52
Para obtener un estudio más detallado acerca del funcionamiento de la tecnología Blockchain, vid.
ANGUIANO, J. M.ª, “Blockchain: Fundamentos y perspectiva jurídica. De la confianza al consenso”, en
Diario La Ley, 2018, núm. 18-ed. electrónica, págs. 4-7.
53
Esta hipótesis es conocida como “La regla del 51%”, y refleja que alcanzar el control de más del cincuenta
por ciento del poder de minado conduciría al fáctico control de la cadena de bloques, pudiendo modificar
las transacciones realizadas. Este problema, cuya viabilidad hoy en día parece inexistente debido a la
descentralización y el poder de computación disponible, es uno de los riesgos a los que posiblemente deba
enfrentarse esta tecnología, habida cuenta del progresivo aumento del poder de computación que ha tenido
lugar en los últimos años y el desarrollo de la computación cuántica.
31
A la luz de los rasgos expuestos, podemos concluir que el protocolo Blockchain
es un registro público, seguro, transparente y descentralizado que resulta idóneo para
soportar el peso de los criptoactivos. Sus cualidades son innegables y su aplicabilidad aún
no ha encontrado límite. Cierto es que son múltiples las voces que critican a esta
tecnología por razón de su compleja escalabilidad. Al fin y al cabo, el número de usuarios
que albergan las redes de registro distribuido operativas en nuestros días es aún
minoritario, a pesar del incremento exponencial sufrido en los últimos años. Sin embargo,
el tamaño digital de los archivos que derivan del registro es ciertamente importante. En
la actualidad, el tamaño de cualquier transacción celebrada en la red Bitcoin es de, como
mínimo, 192 bytes. En el momento de redacción del presente trabajo, la historia completa
de la Blockchain de Bitcoin supera los 350 gigabytes 54. Si bien es cierto que este tamaño
puede parecer reducido si tomamos en consideración las más de 250.000 transacciones
que se registran diariamente, no debemos pasar por alto que el número de usuarios activos
en esta red se estimó, para el año 2020, en la cifra de 101 millones de cuentas. 55 Así pues,
una posible adopción generalizada podría hacer peligrar la viabilidad y almacenamiento
descentralizado del registro.
En todo caso, y con independencia de las dificultades y obstáculos a los que posiblemente
deban enfrentarse las distintas modalidades de tecnología de registro distribuido, la
consideración de esta tecnología como un instrumento esencial de la economía y de la
sociedad digital del futuro es un aspecto en el que pocos autores parecen discrepar56.
Muestra de tal consideración es la exponencial implementación de la tecnología
blockchain en todo tipo de sectores, desde el ámbito tecnológico hasta el sector
logístico 57. De igual modo, cabe mencionar las últimas propuestas de aplicación de la
54
Estadísticas obtenidas de la página web Blockchair.com para el caso de la red de Bitcoin, consultadas el
16 de junio del 2021, disponibles en https://blockchair.com/es/bitcoin.
55
BLANDIN, A./PIETERS, G./WU, Y./EISERMANN, T./DEK, A./TAYLOR, S./NJOKI, D., 3rd Global
Cryptoasset Benchmarking Study, Cambridge, 2020 (ed. Cambridge Centre for Alternative Finance), pág.
12, disponible en https://www.jbs.cam.ac.uk/wp-content/uploads/2021/01/2021-ccaf-3rd-global-
cryptoasset-benchmarking-study.pdf.
56
En esta dirección se postula el Plan de Acción en materia de tecnología financiera: por un sector
financiero europeo más competitivo e innovador, de 8 de marzo de 2018, de la Comisión Europea. En él se
señala que “Las tecnologías de cadena de bloques y de registros descentralizados podrían posibilitar la
realización de importantísimos avances que transformarán la manera en que se intercambia, valida,
comparte y accede a la información o los activos a través de las redes digitales. Es probable que su desarrollo
continúe en los próximos años y que se conviertan en un componente esencial de la economía y la sociedad
digitales”.
57
Ejemplos de entidades que están implementando la tecnología blockchain en su estructura informática
son Apple, Ford Motor Company o la empresa de transporte FedEx, tal y como advierte RODRIGUEZ, N.,
32
tecnología blockchain en la gestión y registro de los secretos comerciales, así como su
finalidad sustitutiva (o, al menos, complementaria) respecto de otra serie de sistemas de
gestión y conservación de la información 58.
33
consenso doctrinal parece circunscribirse, pues, a una descripción de índole técnico-
objetiva, alejada de los fines que persiguen y de las aplicaciones que justifican su
utilización. Es al profundizar en aspectos funcionales donde advertimos discrepancias
entre los distintos autores. El silencio de la mayor parte de instituciones públicas no hace
sino incrementar la especulación y el misterio que rodea a este sector, al tiempo que
permiten su utilización sin límites ni controles legales que regularicen las conductas de
los operadores.
Sumergiéndonos de lleno en el estudio de esta materia, lo primero que debemos
plantearnos es el origen, contexto y evolución histórica que instaura las bases que, en
último término, permitirían la creación de las criptomonedas que conocemos en nuestros
días.
Múltiples autores sostienen que este fenómeno revolucionario propio del campo
económico encuentra su origen en las décadas de los años ochenta y -fundamentalmente-
noventa del pasado siglo. En esta época, Brian Arthur y posteriormente Kevin Kelly
desarrollan el concepto de “Nueva Economía”, término bajo el que se pretendía
representar la evolución económica que tendría lugar con la llegada del nuevo siglo. El
desarrollo de las TICs, una producción y prestación de servicios destinada a la
colectividad global o el refuerzo del valor de la información parecían configurarse como
elementos esenciales de esta nueva economía, que supondría un evidente cambio respecto
de los tradicionales pilares económicos que se erigían bajo perspectivas cerradas y
privadas de dimensiones estrictamente nacionales 59.
Dentro de este contexto de desarrollo de las nuevas tecnologías, uno de los aspectos
en los que se consideró más necesaria su implementación fue el campo financiero, y, en
especial, el ámbito bancario. Es probable que la crisis económica del petróleo que tuvo
lugar durante los años setenta pudiera tener algo que ver con el despertar de la
desconfianza en los sistemas monetarios vigentes en la época 60. Así, entre otros factores,
59
Para un análisis más desarrollado de la revolución identificada bajo la denominación “Nueva Economía”,
el crecimiento de la economía digital y los efectos que de tal fenómeno terminarían por derivarse, vid.
PAMPILLÓN OLMEDO, R., “La nueva economía: análisis, origen y consecuencias. Las amenazas y las
oportunidades”, en Revista Economía Industrial, 2001, núm. 340, págs. 44-47, disponible en
https://www.mincotur.gob.es/Publicaciones/Publicacionesperiodicas/EconomiaIndustrial/RevistaEconomi
aIndustrial/340/3RafaelPampillon.pdf, o BAYÓN MARINÉ, F., “Nueva economía: Economía digital 1/3.
Los 7 principios de la nueva economía”, en la web EOI.es, publicado el 23 de diciembre de 2015, disponible
en https://www.eoi.es/blogs/fernandobayon/2015/12/23/nueva-economia-economia-digital-13-los-7-
principios-de-la-nueva-economia/.
60
En este sentido, LÓPEZ CABIA, D., “Los 80, una época económica difícil para España”, en la web
Economipedia.com, publicado el 24 de marzo de 2019, disponible en
34
la opacidad de la economía, la presencia de intermediarios en la gestión monetaria y la
cada vez más urgente necesidad de elaboración de una economía de dimensiones globales
hicieron que unos cuantos sujetos vieran en el sistema monetario vigente un déficit que
debía ser solventado.
Es en este contexto en el que nacerá un movimiento activista que pasará a conocerse
con el nombre de cypherpunks (rebeldes del cifrado, según su traducción literal). Según
este colectivo, la sociedad necesita reforzar la privacidad de los individuos frente al
dominio de las grandes empresas, que comercian sus datos y hacen de las nuevas
tecnologías un medio idóneo para la captación de acceso a la información personal 61.
Este pensamiento, que se manifestó en una pluralidad de propuestas tanto en el plano
político como en el económico, dio lugar a la creación en 1981 de la moneda “eCash”.
Esta propuesta, elaborada por el matemático e informático teórico David Baum, tenía
como principal objetivo la creación de un sistema monetario basado en la tecnología y la
criptografía como mecanismo de protección de la privacidad de los usuarios. Esta
cuestión sería posteriormente reafirmada en 1995, con la creación de “Digicash”, otra
moneda virtual que, en este caso, empleaba la criptografía como técnica para anonimizar
las transacciones 62. Ninguna de las dos propuestas terminaría alcanzando una aceptación
suficiente como para lograr su implementación en la economía mundial. Sin embargo,
sendos proyectos (junto con otros que serían publicados en años posteriores 63) cumplieron
el propósito de instaurar las características que posteriormente servirían como base sobre
de sustento del sector criptomonetario.
Alcanzado este estadio, es de obligada mención dedicar unas líneas al estudio de
bitcoin, habida cuenta su protagonismo en la esfera criptomonetaria vigente en nuestros
https://economipedia.com/historia/los-80-una-epoca-economica-dificil-para-espana.html. En él se advierte
la reconversión industrial que sufrió el país como consecuencia de la precaria situación económica derivada
de la crisis del petróleo que tuvo lugar en los años setenta. Al menos de forma indirecta podemos advertir
cómo la inestabilidad económica de la época (aspecto propio de prácticamente toda la economía mundial)
pudo servir de base para que determinados movimientos contrarios al sistema elaborasen teorías
alternativas.
61
La información acerca del movimiento ciberpunk ha sido extraída, fundamentalmente, del artículo “¿Qué
es un cypherpunk?, en la web Bit2meAcademy, disponible en https://academy.bit2me.com/que-es-un-
cypherpunk/ (consultada el 19 de abril de 2021), así como de GARCÍA DEL POYO VIZCAYA, R.,
“Algunos casos…” cit., págs. 82-83.
62
GARCÍA DEL POYO VIZCAYA, R., “Algunos casos…” cit., pág. 83.
63
Entre ellas, la pieza angular sobre la que se erige la actual construcción criptomonetaria es DAI, W., B-
money, an anonymous, distributed electronic cash system, 1998, disponible en
http://www.weidai.com/bmoney.txt. De esta publicación se infieren algunos de los rasgos que constituyen
los pilares sobre los que se sustentan los criptoactivos, fundamentalmente en relación con la verificación y
la seguridad del sistema.
35
días. Esta criptomoneda nació el 31 de octubre de 2008, momento en el que Satoshi
Nakamoto publicó en la web su whitepaper, titulado “Bitcoin: A Peer-to-Peer Electronic
Cash System” 64 . Nada se conoce sobre su autoría, al margen del pseudónimo que
acabamos de mencionar. De esta forma, el misterio se cierne sobre quién (o quiénes) se
encuentra detrás de la criptomoneda que, hoy día, constituye la referencia de todo el
sector 65.
Con independencia del misterio que rodea a la figura del autor, lo cierto es que Bitcoin
ha supuesto un paso adelante respecto de las propuestas que hasta aquel entonces habían
sido formuladas. Bitcoin fue el primer proyecto capaz de fusionar la criptografía
(destinada a garantizar la protección de la privacidad de sus usuarios) con un complejo y
elaborado registro (Blockchain) que, haciendo uso de algoritmos matemáticos y otras
técnicas computacionales, permitiera asegurar la estabilidad e inmutabilidad del
ecosistema, haciendo frente a dificultades tales como el problema del doble gasto 66.
Desde la creación de bitcoin, una infinidad de proyectos han seguido los pasos de la
moneda reina. En la actualidad, existen más de mil cincuenta criptomonedas distintas,
frente a las cinco existentes hasta el año 2013 67. Si a esta cifra le sumamos tokens de
utilidad y otras producciones criptográficas, el número asciende a más de 4.000 proyectos
64
NAKAMOTO, S., Bitcoin: A Peer-to-Peer Electronic Cash System, publicado el 31 de octubre de 2008,
disponible en https://bitcoin.org/bitcoin.pdf.
65
Las cifras de bitcoin hablan por sí solas: con un volumen de mercado superior a los ochocientos billones
de dólares, con más dieciocho millones de monedas en circulación (de los veintiún millones que tienen
como límite) y con un valor superior a los cincuenta mil dólares, bitcoin es, sin duda alguna, la
criptomoneda líder del sector. Su dominio es tal que, entre los traders (personas dedicadas a la compra y
venta de criptomonedas), en relación con cómo afecta las bajadas de valor de Bitcoin al resto de
criptomonedas, es habitual escuchar la siguiente frase: “cuando Bitcoin tose, el resto se constipa”.
66
El problema del doble gasto, considerado como uno de los peligros fundamentales de las monedas
digitales, derivado de la naturaleza informática (y, por ende, reproducible) de los archivos, implica la
necesidad de creación de un sistema registral lo suficientemente eficaz como para garantizar que una misma
moneda no es utilizada en dos o más transacciones, puesto que lo contrario supondría su destrucción habida
cuenta la ineficacia e inseguridad presentes en el sistema. Este temor, que fue uno de los argumentos que
impidieron el crecimiento de eCash o Digicash, fue solventado por bitcoin a través de la implementación
de la tecnología Blockchain.
67
En concreto, 1.072 son las monedas que actualmente se encuentran reconocidas por la web
Coinmarketcap.com a día 20 de abril de 2021 (https://coinmarketcap.com/es/coins/views/all/). Es
interesante comprobar, en este sentido, cómo el Banco de España y la CNMV emplean en ocasiones (a mi
juicio, incorrectamente) un concepto amplio de criptomoneda, aspecto constatable en BANCO DE
ESPAÑA/CNMV, Comunicado conjunto… (2021) cit., pág. 1, cuando, a propósito de la advertencia sobre
el riesgo que supone invertir en este sector, se señala que existen más de 7.000 proyectos de criptomonedas
vigentes en nuestros días, cifra que parece abarcar tanto a tokens como a criptomonedas.
36
distintos, muestra de la expansión sufrida por el sector en los últimos años. Todo ello, sin
contar NFTs 68 u otras construcciones de reciente aparición.
Advertido el origen histórico y la evolución de las criptomonedas, debemos asumir el
reto de intentar brindar una definición de esta institución. Como ya tuvimos ocasión de
señalar en líneas anteriores, el reto es ciertamente complejo, a la vista de la pluralidad de
enfoques y perspectivas desde las que puede estudiarse esta realidad.
Según el Banco Central Europeo, bitcoin (y, por extensión, el resto de las
criptomonedas, aunque con matices) es una unidad de valor digital que puede ser
intercambiada electrónicamente, de naturaleza inmaterial, cuya creación y seguimiento
se desarrolla a través de una red de ordenadores al margen de cualquier autoridad,
institución u organización pública 69.
A la vista de los rasgos identificados por el BCE, podemos advertir que nos
encontramos ante una aproximación al concepto de dinero desde un punto de vista
económico 70. La noción de unidad de valor parece relacionar esta materia con los rasgos
propios del dinero en su perspectiva tradicional, añadiéndose ahora un soporte digital que
posiblemente nos conduzca a equipararlo con su modalidad electrónica.
Ciertamente, la definición propuesta por la institución comunitaria cuenta con una
serie de ambigüedades que deben ser resueltas si queremos alcanzar una completa visión
de la materia. Por un lado, llama notoriamente la atención que no se desarrolle ninguna
consideración relativa a la esencia criptográfica de estos activos, ni tampoco se mencione
68
Sin ánimo de extendernod excesivamente en la materia, los NFTs (Non-fungible tokens) son una serie
de bienes no fungibles, inmateriales, que reconocen su tenencia exclusiva a su titular. Su auge ha sido
exponencial en los últimos meses, y han llegado a ser subastados en Sotheby´s. En este sentido, vid., PIRUS,
B., “La casa de subastas Sotheby's entra al mundo de los NFT”, en la web Cointelegraph.com, publicado
el 16 de marzo de 2021, disponible en https://es.cointelegraph.com/news/sotheby-s-auction-house-is-
getting-into-the-nft-game. Asimismo, HIDALGO PÉREZ, M., “La vida antes de los NFT: así se compra y
vende arte digital”, en el diario Cinco Días, publicado el 1 de abril de 2021, disponible en
https://elpais.com/tecnologia/2021-03-31/la-vida-antes-de-los-nft-asi-se-compra-y-vende-arte-digital-sin-
mediar-criptomoneda.html; FERNÁNDEZ, C. B., “`Tokens´: un mercado que sobrevuela la realidad”,
publicado en el diario El País el día 11 de abril de 2021, disponible en https://elpais.com/economia/2021-
04-12/los-tokens-un-mercado-que-sobrevuela-la-realidad.html; GÓMEZ TORRES, R., “Snowden subasta
su primer NFT por cinco millones de dólares en Ethereum”, en la web Criptonoticias.com, publicado el 17
de abril de 2021, disponible en https://www.criptonoticias.com/mercados/snowden-subasta-primer-nft-por-
5millones-dolares-en-ethereum/. Basten estos ejemplos para poder apreciar cómo los NFTs han irrumpido
con fuerza en el panorama tecnológico actual y cómo su valor parece reflejar su aceptación por parte de la
sociedad.
69
BCE, “¿Qué es bitcóin?”, en la web ecb.com, publicado el 13 de febrero de 2018, disponible en
https://www.ecb.europa.eu/explainers/tell-me/html/what-is-bitcoin.es.html.
70
Así lo advierten RIVAS COMPAINS, F. J./SÁNCHEZ GARCÍA, V. E., “Criptomonedas: ¿el futuro del
dinero o el final de una burbuja?”, en AAVV., La empresa en el siglo XXI. Un estudio multidisciplinar de
carácter jurídico empresarial (est. coord. por E. C. Dittmar), Cizur Menor, 2019, pág. 157.
37
expresamente a la tecnología de registro distribuido como base tecnológica detrás de este
sector. Este último aspecto, en todo caso, puede llegar a justificarse a partir de un posible
intento de compatibilizar la definición con el mayor número de proyectos posible, en
previsión de posibles innovaciones que ofrezcan modalidades registrales distintas a las
que se están siendo empleadas en estos momentos.
Asimismo, al señalarse que “pueden” ser intercambiadas electrónicamente, se incurre
en una cierta ambigüedad. Bajo esta fórmula, y habida cuenta las omisiones ya indicadas,
prácticamente cualquier archivo digital podría formar parte de esta definición. Así pues,
debe matizarse esta definición, empleando para ello la teoría general de los títulos
cambiarios. Así, si frente a la entrada de cine, que cuenta con un derecho incorporado,
basado en los principios de autonomía y literalidad y que ciertamente es transmisible, se
argumenta que no constituye un título valor puesto que no está destinada específicamente
a cumplir con la función traslativa, para este sector debemos extender este razonamiento.
Así pues, debemos señalar que no es que las criptomonedas puedan ser
intercambiadas, sino que precisamente esa es su finalidad específica. Cuestión distinta
será, como veremos, que puedan ser utilizadas como activos de inversión o con otros fines
ajenos al marco traslativo. Por ello, debe remarcarse que la esencia de la criptomoneda es
precisamente esa finalidad traslativa como activo de intercambio (ello, con independencia
del uso que pueda llegar a darle el particular) 71.
Por la excesiva ambigüedad de la definición ofrecida por el organismo comunitario,
consideramos más acertada la definición que nos brinda el Banco de España. Según
nuestro banco central, las criptomonedas son “instrumentos de pago que amparadas en
una de las tecnologías más innovadoras del momento -la blockchain o cadena de bloques-
permiten compras, ventas y otras transacciones financieras” 72. Bajo esta definición sí se
advierte su verdadera finalidad como instrumento de pago o el uso de la tecnología
blockchain, por lo que se acota la excesiva amplitud terminológica instaurada por el
organismo comunitario.
71
En este punto, cabe señalar que resulta extraña esta reciente postura del BCE, a la vista de que en el año
2012 emitió un dictamen que contenía una definición de criptomoneda incluso más precisa que la actual,
puesto que en él ya se advertía que nos encontrábamos ante una suerte de dinero no regulado. De esta
consideración podía inferirse, pues, la intrínseca naturaleza traslativa del activo. Para más información al
respecto, vid. BCE, Virtual Currency… cit., pág. 13.
72
BANCO DE ESPAÑA, “Las criptomonedas o monedas virtuales”, en la web Clientebancario.bde.es,
publicado el 8 de febrero de 2018, disponible en https://clientebancario.bde.es/pcb/es/menu-
horizontal/podemosayudarte/temas-interes/Las_criptomoned_ba71ad627517161.html.
38
En todo caso, y a fin de ser justos con el esfuerzo del BCE, debemos resaltar que su
definición contiene el rasgo que caracteriza a esta institución: la ausencia de un respaldo
público institucional encargado de su emisión y administración. De contar con tal soporte,
las criptomonedas no plantearían problema alguno, ya que podrían encuadrarse dentro del
concepto de dinero en su vertiente jurídica, coherente con las exigencias que en materia
comunitaria se derivan del art. 127.2 del Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea
(en adelante, TFUE) 73 . Muy posiblemente, por su particular construcción registral y
estructura criptográfica, podrían asimilarse al Euro digital al que nos aproximamos en
epígrafes anteriores 74.
De la ausencia de respaldo público puede inferirse, pues, que las criptomonedas tan
solo pueden ser concebidas como dinero si empleamos una perspectiva de índole
económica. En el plano jurídico, la necesaria emisión por parte de autoridades bancarias
centrales supone considerar a este activo como un recurso privado, ajeno a las monedas
de curso legal. Asimismo, se deriva de esta consideración la estructura descentralizada de
las criptomonedas y el refuerzo de la noción de anonimato 75.
En 2019, con motivo del enjuiciamiento de un delito de estafa relacionado con
bitcoins, nuestro Tribunal Supremo (en adelante, TS) sostuvo que esta moneda era “un
activo inmaterial de contraprestación o de intercambio en cualquier transacción
bilateral en la que los contratantes lo acepten, pero en modo alguno es dinero, o puede
tener consideración legal (…)” 76. Así pues, se pone de manifiesto cómo el bitcoin no
tiene cabida en la conceptualización actual del dinero en sentido estricto.
En todo caso, debemos señalar que la pretensión de bitcoin y del resto de las
criptomonedas es convertirse en dinero desde un punto de vista jurídico. En el aspecto
económico sí se asimilan al concepto de dinero, puesto que sí cumplen con las tres
73
Así lo advierte LARA ORTÍZ, M.ª L., “Criptomonedas ¿Riesgos o ventajas?”, en AAVV., Retos del
Mercado Financiero Digital (est. dir. por B. Belando Garín y R. Marimón Durán), Cizur Menor, 2021 (ed.
Aranzadi), pág. 316, a propósito de la definición de criptomonedas ofrecida por el BCE en 2012 y la
inadecuada utilización del término dinero. Según el art. 127.2 TFUE, le corresponde al BCE la definición
y ejecución de la política monetaria de la UE, a fin de garantizar el control y estabilidad de los precios y el
buen funcionamiento del mercado interior.
74
Vid. supra Epígrafe 2.3, Aproximación a la propuesta de Euro digital.
75
En este sentido, vid. DOMÍNGUEZ JURADO, J. M./GARCÍA RUÍZ, R., “Blockchain y las
criptomonedas: el caso bitcoin”, en Oikonomics. Revista de economía, empresa y sociedad, 2018, núm. 10,
pág. 67, disponible en
http://oikonomics.uoc.edu/divulgacio/oikonomics/_recursos/documents/10/5_Dominguez-
Garcia_Oikonomics_10_a4_cast.pdf.
76
Tribunal Supremo, Sala Segunda, de lo Penal, núm. 326/2019, de 20 de junio (núm. recurso 998/2018),
FJ. 3º.
39
funciones básicas de la moneda desde el punto de vista económico: son depósito de valor,
sirven como unidad de cuenta y constituyen un medio de pago, tal y como se deriva de
las definiciones expuestas hasta ahora 77.
Una última aproximación al concepto de criptomonedas se extrae de la Directiva (UE)
2018/843, de 30 de mayo, que, al tiempo en que constituye una modificación del régimen
relativo a la lucha contra el blanqueo de capitales y la financiación del terrorismo, se
aproxima al ámbito de las monedas virtuales, habida cuenta su creciente utilización en
este sector fruto del anonimato y compleja trazabilidad que proporciona la tecnología que
le sirve de base 78. Así pues, a fin de reconocer en el plano comunitario esta realidad, la
norma que acabamos de mencionar define a las criptomonedas en su art. 1. como una
“representación digital de valor no emitida ni garantizada por un banco central ni por
una autoridad pública, no necesariamente asociada a una moneda establecida
legalmente, que no posee el estatuto jurídico de moneda o dinero, pero aceptada por
personas físicas o jurídicas como medio de cambio y que puede transferirse, almacenarse
y negociarse por medios electrónicos” 79.
Lo cierto es que esta definición resume a la perfección la situación en la que
actualmente se encuentran las criptomonedas. De un lado, no son dinero en un sentido
jurídico, pero cumplen con las funciones propias de la moneda en su vertiente económica.
A su vez, no son emitidas por organismos ni autoridades públicas, pero esta falta de
respaldo no impide que las personas físicas y jurídicas las acepten, utilicen, almacenen y
negocien. Todo ello, mediante el uso de un formato electrónico en el que se podría
comprobar la presencia de la criptografía y la tecnología de registro distribuido.
Estas idas y venidas de las criptomonedas en relación con el dinero de curso legal han
dado lugar a una infinidad de problemas de índole terminológica. Hay quien sostiene que
utilizar el término “dinero” es un error, ya que esta innovación no cuenta con dicho
reconocimiento legal. Asimismo, utilizar la expresión “moneda virtual” (tal y como
77
Entre otros, AGUILAR CÁRCELES, M. M.ª/MIRAS MARÍN, N., “Divisas virtuales y estafas
piramidales”, en Revista Aranzadi de Derecho y Proceso Penal, 2019, núm. 55-ed. electrónica, pág. 2;
BARRIO ANDRÉS, M., “Concepto…” cit., pág. 55, in fine.
78
En este sentido, FERRER-BONSOMS, I., “Las criptomonedas en el punto de mira de la Unión Europea”,
en el diario Expansión, publicado el 9 de enero de 2020, disponible en
https://www.expansion.com/juridico/opinion/2020/01/09/5e172074468aebb0708b461a.html.
79
Art. 1. 2). d). de la Directiva (UE) 2018/843 del Parlamento Europeo y del Consejo, de 30 de mayo de
2018, por la que se modifica la Directiva (UE) 2015/849 relativa a la prevención de la utilización del
sistema financiero para el blanqueo de capitales o la financiación del terrorismo, y por la que se modifican
las Directivas 2009/138/CE y 2013/36/UE, disponible en https://eur-lex.europa.eu/legal-
content/ES/TXT/?uri=CELEX%3A32018L0843.
40
parece instaurar el legislador comunitario) se antoja como una solución con fecha de
caducidad, habida cuenta las propuestas de Euro digital y otras monedas emitidas por las
autoridades centrales (que, en definitiva, son monedas virtuales). Así pues, y a falta de un
consenso en sede normativa o doctrinal que resuelva esta controversia, las definiciones
que parecen contar con una mayor aceptación en la actualidad son aquellas que identifican
a las criptomonedas directamente con las funciones que cumplen desde el punto de vista
económico. Así, aventurándonos al reto de elaborar una definición de este concepto, y a
la vista de todo lo anteriormente expuesto, entendemos que las criptomonedas son
unidades digitales de valor que, no siendo emitidas ni respaldadas por las autoridades
públicas ni los bancos centrales, hacen uso de la tecnología de registro distribuido y de la
criptografía con el fin de servir como medio de pago en las transacciones celebradas entre
dos o más partes que así lo consientan.
3.4. Clasificaciones
A lo largo del presente trabajo hemos tenido ocasión de analizar el vasto espectro que
caracteriza al sector criptomonetario. Tal y como advertimos en líneas anteriores, en la
actualidad existen más de mil criptomonedas distintas, con características,
funcionalidades y aplicaciones que difieren entre sí. De esta forma, la doctrina consideró
necesario elaborar una serie de criterios que permitieran su mejor clasificación y, por
consiguiente, un tratamiento más adecuado de la materia.
Lo cierto es que existen una pluralidad de criterios comparativos que permiten dividir
el espectro criptomonetario en diversas categorías. Ya sea en relación con la naturaleza
del sujeto emisor (público o privado, con la incipiente propuesta de CBDCs por parte de
diversos bancos centrales), su valor o su capitalización en el mercado, podemos extraer
grupos de monedas que cumplen con ciertas características o funcionalidades.
Sin embargo, si algo identifica al sector criptomonetario, esto es, sin duda alguna, la
capacidad de creación de proyectos “intermedios”. La flexibilidad del sistema y la
pluralidad existente hacen de las criptomonedas un terreno ideal para la construcción de
propuestas que, atendiendo a las categorías ya consolidadas, edifican sus cimientos en
estadios intermedios que dificultan notablemente la tarea de clasificación a la doctrina.
Así pues, y a modo de advertencia, debemos señalar que muy posiblemente las categorías
aquí analizadas terminen perdiendo su efecto clasificador en los próximos meses o años,
cuando nuevos proyectos cumplan con rasgos propios de dos o más categorías.
41
A su vez, ha de señalarse que la propia consideración del concepto “criptomoneda”
supone asumir una clasificación (utility token, security token, cryptocurrency) 80 que
ciertamente plantea problemas 81 . Desde el momento en el que un token puede ser
intercambiado entre los usuarios al margen de su propósito inicial y cuenta con un valor
referenciado a otras criptomonedas o incluso a monedas de curso legal, su naturaleza
jurídica se posiciona en un lugar intermedio, a caballo entre las dos categorías estudiadas.
Una primera propuesta de solución a esta controversia podría ser atender al propósito
inicial que justificó la creación del correspondiente criptoactivo. De esta forma, aquello
que fuera enunciado en su whitepaper serviría como criterio clasificador de la materia y,
por consiguiente, determinante para la identificación de la normativa aplicable. No
obstante, y al margen de la sencillez de la propuesta, asumir este criterio como mecanismo
identificador justificaría la creación fraudulenta de proyectos que, a fin de evitar
someterse a la regulación de un determinado sector normativo, creasen un propósito
ficticio para el criptoactivo. Así pues, y a modo de ejemplo de esta práctica, si una
empresa deseara crear un security token pero no quisiera someterse a la normativa propia
del mercado bursátil, podría simplemente incorporar a su token un derecho de uso o de
acceso a un servicio (aun cuando éste fuera superficial o irrelevante para su titular),
convirtiéndolo así en un utility token.
Habiendo descartado este criterio de clasificación por la problemática y la incitación
al fraude que de éste se derivarían, una segunda opción sería atender al verdadero fin del
criptoactivo. Sin embargo, esta consideración plantea problemas habida cuenta la
inmensa pluralidad de usuarios que existen y los distintos usos que de un mismo activo
pueden desarrollarse. Así pues, sería controvertido considerar que para un particular un
determinado criptoactivo es una criptomoneda (puesto que es utilizado para servir como
medio de pago), mientras que para otro sujeto el mismo criptoactivo constituye un
security token (ya que destina el activo a la inversión y a la obtención de beneficios). Ello
plantearía una notable inseguridad jurídica, a la vista de la incertidumbre derivada del
criterio casuístico, cuya manifestación extrema podría tener lugar en aquellas
80
Vid. supra Epígrafe 3.1.3., Clases de criptoactivos.
81
Así se advierte COMISIÓN EUROPEA, Directive/regulation establishing a European framework for
markets in crypto Assets, iniciativa legislativa iniciada el 19 de diciembre de 2019, pág. 2, disponible en
https://ec.europa.eu/info/law/better-regulation/have-your-say/initiatives/12089-Directive-regulation-
establishing-a-European-framework-for-markets-in-crypto-assets. En este proyecto normativo comunitario
se plantea, a modo de consideración preliminar, la problemática derivada de la incertidumbre que rodea al
concepto y categorías de criptoactivos.
42
circunstancias en las que un mismo sujeto destinare el criptoactivo a fines que supusieran
su encaje en dos o más categorías.
Así pues, a la vista de las complicaciones que se derivan de cada uno de los posibles
criterios de clasificación, debemos defender (al menos, hasta que el legislador
comunitario o nacional se pronuncien al respecto) un análisis casuístico de cada proyecto,
que, tomando como base la consideración y finalidad inicial del criptoactivo, atienda a
los usos concretos del mismo a fin de paliar posibles conductas fraudulentas.
Retomando la clasificación de las criptomonedas stricto sensu, la doctrina parece
coincidir en desarrollar una clasificación atendiendo a su base económica. En este sentido,
dentro de esta genérica categoría pueden separarse aquellas criptomonedas sin base
económicas de sustentación respecto de las que sí cuentan con un activo de respaldo o de
82
referencia . Estas últimas son las denominadas stablecoins, que -anticipamos-
constituyen la verdadera amenaza para los sistemas monetarios de los bancos centrales.
Las criptomonedas tradicionales se caracterizan por no contar con ningún activo que
respalde o estabilice su valor. Así pues, el precio de estos activos depende exclusivamente
del juego de la oferta y la demanda, lo que termina suponiendo una notable variación en
los precios a lo largo del tiempo. Tal y como tendremos ocasión de analizar en epígrafes
posteriores, esta fluctuación de valor constituye uno de los principales inconvenientes de
las criptomonedas en relación con su función de servir al fin que persiguen (su utilización
como sustitutivo de las monedas de curso legal). A modo ejemplificativo de esta
fluctuación, debe señalarse que, al tiempo de redactarse estas líneas, bitcoin sufrió una
caída de más del 10% de su valor en tan solo un día 83. Junto con bitcoin, otros ejemplos
de criptomonedas sin base de sustentación económica son Ethereum (ETH), Binance Coin
(BNB), Cardano (ADA) o Tron (TRX).
Ciertamente, la incertidumbre relativa a los precios constituye una amenaza respecto
de las funciones de unidad de cuenta o reserva de valor propia del dinero en su función
82
En este sentido, entre otros, RANGEL GUTIÉRREZ, L. J., Aproximaciones jurídicas al marco
regulatorio de las criptomonedas, Caracas, 2019-ed. electrónica, págs. 23-26, disponible en
https://dialnet.unirioja.es/descarga/libro/767381.pdf; BARRIO ANDRÉS, M., “Concepto…” cit., pág. 53;
GARCÍA DEL POYO VIZCAYA, R., “Algunos casos…” cit., págs. 84-90; SANZ BAYÓN, P., “Análisis
sobre…” cit., págs. 3-4.
83
El jueves 22 de abril, según https://coinmarketcap.com/es/currencies/bitcoin/, el valor de bitcoin parecía
estabilizarse en los 45.000 euros. Sin embargo, con tan solo un día de diferencia, el precio de la
criptomoneda reina cayó hasta los 39.900 euros. Este ejemplo no es sino una clara muestra de cómo la
inestabilidad de valor constituye uno de los principales inconvenientes jurídico-económicos de las
criptomonedas sin base de sustentación económica. Para más información al respecto, vid. infra Epígrafe
5., Problemas jurídico-económicos derivados de su utilización como medios de pago.
43
económica 84. Así pues, tanto bitcoin como el resto de las criptomonedas tradicionales
cuentan en este aspecto con un importante riesgo sistémico, habida cuenta que tales
inconvenientes chocan frontalmente con los presupuestos que propiciaron su aparición.
A fin de paliar la inadecuada dependencia de los deseos del mercado, entran en escena
las stablecoins. Bajo este genérico término se engloba a una pluralidad de propuestas que
tienen un denominador común: una base económica de sustentación. Así, y con
independencia del activo subyacente, todas estas criptomonedas se caracterizan por
contar con un activo, divisa, índice o fondo que le sirve de respaldo, al tiempo que
estabiliza el valor de la moneda. Por ejemplo, Tether (USDT) es una criptomoneda que
se caracteriza por tomar como referencia el dólar estadounidense, bajo una tasa de cambio
unitaria que permanece inalterable gracias a la intervención de algoritmos matemáticos,
instrumentos de equilibrio del mercado y las propias reservas de dólares estadounidenses
a las que se vincula la criptodivisa 85. Otro ejemplo de criptomoneda estable referenciada
a monedas de curso legal es Binance USD (BUSD), emitida por la plataforma de
intercambio de criptomonedas más grande del mundo 86 o DIEM, la propuesta de
criptomoneda estable instaurada por Facebook 87.
Como es de suponer, no todas las stablecoins se referencian a monedas de curso legal.
En otros proyectos, se toman como activo de respaldo metales preciosos como el oro (es
84
Así lo advierte LARA ORTÍZ, M.ª L., “Criptomonedas…” cit., pág. 325.
85
Así se infiere de su whitepaper, denominado Tether: Fiat currencies on the Bitcoin blockchain, pág. 4,
disponible en https://tether.to/wp-content/uploads/2016/06/TetherWhitePaper.pdf. Para obtener más
información respecto al funcionamiento, pros y contras de este particular proyecto, vid. FERNÁNDEZ
ESTEBAN, C., “La oscura historia de Tether, la criptomoneda que siempre vale 1 dólar”, en la web
Businessinsider.es, publicado el 21 de agosto de 2018, disponible en
https://www.businessinsider.es/oscura-historia-tether-criptomoneda-siempre-vale-1-dolar-292241.
86
Afirmación sostenida a partir de los datos de volumen de operaciones diarias y número de visitas
semanales de Binance extraídos de https://coinmarketcap.com/es/rankings/exchanges/. Para más
información relativa al exponencial crecimiento de este exchange, vid. “De hamburguesas a billones de
Bitcoins: La historia sobre cómo CZ logró construir el exchange de criptomonedas líder en el mundo en tan
solo 180 días”, en Binance Blog, publicado el 29 de noviembre de 2020, disponible en
https://www.binance.com/es/amp/blog/421499824684901276/De-hamburguesas-a-billones-de-Bitcoins-
La-historia-sobre-c%C3%B3mo-CZ-logr%C3%B3-construir-el-exchange-de-criptomonedas-
l%C3%ADder-en-el-mundo-en-tan-solo-180-d%C3%ADas.
87
A propósito de este particular proyecto, iniciado en 2019 bajo el nombre de Libra, cabe indicar que la
criptomoneda propuesta por la red social estadounidense aspira a referenciarse con la moneda de curso
legal vigente en cada Estado. Así, y a diferencia de otras stablecoins, DIEM no contará con una moneda
Fiat de respaldo, sino con tantas como Estados en los que opere. De esta forma, a modo de ejemplo, puede
suponerse que en Reino Unido se referenciará a la Libra, en España al Euro y el EE. UU. al Dólar. Para
más información al respecto, vid. RUS, C., “Diem, la criptomoneda respaldada por Facebook, se lanzará
como stablecoin a finales de este año, según CNBC”, en la web Xataka.com, publicado el 20 de abril de
2021, disponible en https://www.xataka.com/criptomonedas/diem-criptomoneda-respaldada-facebook-se-
lanzara-como-stablecoin-a-finales-este-ano-cnbc.
44
el caso de PAX Gold, Digix Gold o GoldMint, entre otras) o cestas de metales (p. ej.
Tiberius) 88 o incluso otras criptomonedas 89, aunque esta última categoría puede suscitar
dudas al seguir estando sometida (al menos, en relación con el activo de respaldo) a las
vicisitudes del mercado. En todo caso, cabe advertir que los activos (singulares o
combinados) que pueden ser usados como garantes de la estabilidad de la criptomoneda
son prácticamente inimaginables 90.
Ciertamente, las stablecoins logran un nivel de estabilidad de valor suficiente como
para poder garantizar un mejor cumplimiento de las funciones de unidad de cuenta o
depósito de valor. Así pues, sería lógico sostener que son estas monedas virtuales las que
verdaderamente constituyen una amenaza a los sistemas monetarios actuales, mientras
que el conjunto de criptomonedas sin base de sustentación económica se aproxima a otras
funcionalidades más cercanas al ámbito inversor.
Sin embargo, debemos señalar que las criptomonedas con base económica de
sustentación no son la panacea. Un claro inconveniente de estos activos reside en la
necesaria confianza que debe recaer sobre su emisor, puesto que es éste quien se encarga
de custodiar las reservas que sirven de base a la moneda. Así pues, estas criptomonedas
se presentan como un activo que refuerza la dependencia en el emisor, puesto que éste no
solo se encarga de su producción y de la gestión del registro, sino que también es el
responsable del buen funcionamiento de las reservas que garantizan su valor.
Al mismo tiempo, ha de advertirse que las stablecoins, por su esencia, se aproximan
a la noción de token de utilidad o de inversión, habida cuenta el hecho de que la moneda
cuenta con un activo de respaldo por el que teóricamente podría ser intercambiado. Cierto
es que dicha funcionalidad no es admitida en esta particular categoría de criptomonedas,
por lo que la sustitución por el activo de sustentación ha de ser rechazada. Sin embargo,
el mero conocimiento de la existencia de tales reservas por parte de los usuarios no es
88
PÉREZ, E., “Stablecoins respaldadas por metales preciosos - ¿Cómo funcionan?”, en la web
Cointelegraph.com, publicado el 10 de octubre de 2019, disponible en
https://es.cointelegraph.com/news/stablecoins-backed-by-precious-metals-how-do-they-work.
89
Este es el caso, por ejemplo, de DAI, referida a Ethereum. Según este particular proyecto, el sistema debe
mantener tanta cantidad de Ethereum como dólares hayan sido invertidos en DAI, tal y como se extrae de
su whitepaper, denominado The Dai Stablecoin System, publicado en diciembre de 2017-ed. electrónica,
pág. 5, disponible en https://makerdao.com/whitepaper/DaiDec17WP.pdf. La estabilidad de la moneda es,
pues, relativa, habida cuenta la fluctuación del valor de Ethereum.
90
Para más información acerca de posibles activos de respaldo de las stablecoins, así como sus principales
funcionalidades, vid. ESIC BUSINESS & MARKETING SCHOOL, “Stablecoins: las criptomonedas que
sí terminarás utilizando”, en la web Esic.edu, publicado en octubre de 2019, disponible en
https://www.esic.edu/rethink/tecnologia/stablecoins-las-criptomonedas-que-si-terminaras-utilizando.
45
sino una tentación que, al tiempo que parece proporcionar más confianza en el activo,
puede despertar un deseo de huida generalizado ante el menor inconveniente.
Por último, y en relación con las stablecoins referenciadas a monedas fiat, ha de
advertirse que constituyen una verdadera contradicción con los presupuestos que
motivaron la creación de las criptomonedas allá por el año 2008, dentro del contexto de
desconfianza en los sistemas económicos tras el inicio de la crisis económica. Por aquel
entonces, se advirtieron como riesgos sistémicos de la economía la inflación, la constante
pérdida de poder adquisitivo por parte de los particulares y la devaluación de las monedas
a causa de las políticas de los gobiernos nacionales. Precisamente éstas fueron las causas
que motivaron la creación de bitcoin y el despertar de todo el fenómeno criptomonetario.
Sin embargo, la creación de stablecoins referenciadas a esas monedas fiduciarias no
es sino el regreso al punto de partida, a la vista de que los riesgos y peligros que acabamos
de mencionar siguen estando presentes en el activo subyacente que sirve de base para la
criptomoneda. De esta forma, consideramos que su utilización no puede justificarse como
una reacción a la pérdida de poder adquisitivo (pues dicha pérdida seguirá estando
presente gracias a las tasas de cambio unitarias con monedas fiat). Por ello, los avances
que presentan estos proyectos respecto de los sistemas monetarios vigentes son la
ausencia de intermediarios 91 y el anonimato que proporciona la criptografía y la
tecnología de registro distribuido, lo que puede conducirnos a esferas de actuación
apartadas de la legalidad. A pesar de que sería un error asociar criptomonedas
directamente con conductas delictivas, no es menos cierto que la esfera de anonimato e
intimidad que proporcionan estos proyectos (junto con la particular estabilidad de valor
que aportan las stablecoins referenciadas a monedas de curso legal) facilitan su adopción
en los núcleos más oscuros de la sociedad.
A la vista de todo lo anteriormente expuesto, consideramos acertado reiterar la idea
con la que iniciábamos estas explicaciones: las clasificaciones en el sector
criptomonetario son ciertamente complejas, habida cuenta la pluralidad de proyectos que
existen en la actualidad y la difusa línea que separa las distintas categorías. Con todo, sin
embargo, ha de señalarse que tales clasificaciones son imprescindibles para poder
alcanzar un conocimiento aproximado sobre las repercusiones jurídicas y económicas que
91
Ausencia de intermediarios que solo puede ser imaginada de forma relativa, habida cuenta la necesaria
dependencia en el buen hacer del emisor como garante del buen funcionamiento del sistema y de las
reservas que sirven de respaldo al proyecto.
46
se derivan de cada proyecto criptomonetario, así como para poder encuadrar y someter a
cada proyecto a la legislación propia de su sector.
92
Tal y como advertimos en líneas anteriores, desde una perspectiva jurídica, tan solo es dinero de curso
legal aquel emitido por autoridades y bancos centrales y que es reconocido como tal por la legislación de
un Estado.
47
criptomonetario es que no tiende a plegarse a las prácticas ni instituciones tradicionales,
y en este aspecto no iba a ser una excepción. Por ello, y anticipando en este punto nuestro
parecer, podemos sostener que todos los autores cuentan con un cierto punto de razón.
Nos explicamos. La particular configuración de las criptomonedas y su encuadre en
el panorama digital ha supuesto que estos activos puedan ser sometidos a una cierta
pluralidad de finalidades. De esta forma, existen particulares que emplean las
criptomonedas como instrumento apto para pagar obligaciones dinerarias 93, mientras que
otros lo emplean como un activo de inversión destinado a proporcionar grandes
beneficios 94. Incluso hay quien ha utilizado las criptomonedas como aportación en la
constitución de una sociedad, pudiendo identificarse este tratamiento con el de un bien
mueble digital evaluable económicamente 95.
En esta simplificada visión de los posibles usos de las criptomonedas somos capaces
de apreciar cómo la controversia se deriva de la inherente vinculación de las funciones
con la propia naturaleza jurídica del activo. Si admitimos que su uso es similar al de una
acción propia del mercado bursátil, estamos obligados a considerarlo como un activo de
inversión. Si, por el contrario, centramos la atención en su utilización como medio de
pago, no cabe otra opción que atribuirle esa consideración. Pero… ¿qué sucede cuando
un activo cuenta con ambas (entre otras tantas) aplicaciones?
Si el análisis de la naturaleza jurídica en figuras novedosas suele traer consigo
fervientes debates doctrinales, cuanto más si su protagonismo en la vida diaria es
considerable y sus finalidades son variadas. Este es el caso, sin ninguna duda, de las
criptomonedas, que afrontan un encaje ciertamente complejo en las tradicionales figuras
jurídicas.
93
Por ejemplo, la fabricante de automóviles estadounidense Tesla anunció este mismo año que admitiría
Bitcoin como instrumento de pago para la adquisición de sus modelos, tal y como señala PASTOR, J., “"Ya
puedes comprar un Tesla con bitcoin": Elon Musk da otro paso en su (arriesgada) apuesta por la
criptodivisa”, en la web Xataka.com, publicado el 24 de marzo de 2021, disponible en
https://www.xataka.com/empresas-y-economia/puedes-comprar-tesla-bitcoin-elon-musk-da-otro-paso-su-
arriesgada-apuesta-criptodivisa.
94
Esta particular interpretación de las criptomonedas se infiere de la existencia de exchanges que parecen
replicar, de forma privada, la naturaleza y funcionamiento de los mercados de valores oficiales.
95
Así lo expone GOMÁ LANZÓN, I., “¿Se puede constituir una sociedad con bítcoins?”, en el blog
Hayderecho.com, publicado el 9 de junio de 2014, disponible en https://hayderecho.com/2014/06/09/se-
puede-constituir-una-sociedad-con-bitcoins/, donde el autor termina concluyendo afirmativamente la
posible constitución de una sociedad con criptomonedas, encajando esta conducta dentro de las
aportaciones de bienes muebles permitidas en virtud del art. 64 TRLSC. Para ello, en todo caso, se parte de
la premisa de que la criptomoneda en cuestión pueda ser valorada económicamente, tal y como exige el art.
58.1 TRLSC.
48
En base a su particular esencia y funcionamiento, hemos considerado adecuado
afrontar por separado las principales posibilidades de esa innovadora figura, no sin antes
reiterar la consideración con la que iniciábamos el epígrafe: todas las posturas analizadas
cuentan con un porcentaje de acierto.
96
Bajo este enfoque doctrinal encontramos a RODRÍGUEZ, M., “¿Bitcoin? ¿Ethereum? ¿Criptomonedas?
Definición y naturaleza jurídica de las monedas virtuales”, en el blog Law & Technology, publicado el 17
de noviembre de 2017, disponible en https://lawandtechnews.wordpress.com/2017/11/17/definicion-y-
naturaleza-juridica-de-las-monedas-virtuales/, o RAMOS SUÁREZ, F. M.ª, “La regulación jurídica de las
monedas virtuales y la tecnología blockchain”, en la web Dpoitlaw.com, publicado el 11 de mayo de 2016,
disponible en http://www.dpoitlaw.com/wp-
content/uploads/2016/05/20160511_Presentacio%CC%81n_Bitcoin_y_PBC-DPOitlaw_FIDE.pdf.
97
En consonancia con los autores mencionados en la nota al pie anterior, encontramos también a
CHAMORRO DOMÍNGUEZ, M.ª C., Aspectos jurídicos de las criptomonedas, Madrid, marzo de 2019-
ed. electrónica, pág. 16, disponible en https://blockchainintelligence.es/wp-
content/uploads/2019/04/Art%C3%ADculo-doctrinal_Apectos-jur%C3%ADficos-de-las-criptomonedas-
por-M-de-la-Concepci%C3%B3n-Chamorro-Rodr%C3%ADguez.pdf.
49
terminología nacida en la época previa a la tecnología. Sin embargo, a nuestro juicio es
llamativo cómo la implementación de esta particular “categoría” de activos no ha
despertado ningún tipo de crítica referida a la laguna normativa que presenta, habida
cuenta las particularidades que puede llegar a presentar el panorama digital desde un
punto de vista jurídico 98.
Lo cierto es que este enfoque de las criptomonedas parece circunscribirse a una visión
formal de la realidad. Resulta innegable que, desde un punto de vista meramente
descriptivo, las criptomonedas forman parte de la realidad digital. A su vez, dicha esencia
tecnológica impide su incorporación a la categoría de bienes inmuebles. Posiblemente
este contexto es el que ha motivado esta consideración.
Debemos advertir que asumir esta particular perspectiva implica cuestionar las
definiciones procedentes tanto de organismos internacionales como de instituciones
99
nacionales que tuvimos ocasión de analizar en epígrafes anteriores , con las
consecuencias jurídicas que de tal consideración podrían derivarse. Entre ellas, y a modo
de ejemplo, podemos señalar la incompatibilidad de las criptomonedas con el régimen de
la compraventa que se instaura a partir del art. 1445 CC. La necesidad de pagar un precio
cierto “en dinero o signo que lo represente” es incompatible con la naturaleza de bien
mueble digital. Así pues, cuando un particular adquiriera un determinado bien a cambio
de la entrega de un número de criptomonedas, lo que estaría teniendo lugar es un contrato
de permuta, cuyo régimen jurídico radica a partir del art. 1538 CC.
Con esta consideración no pretendemos enfrentarnos a la idea de que las
criptomonedas son, en su base, un activo digital. Sin embargo, sí advertimos que, a
nuestro juicio, su esencia no parece identificarse expresamente con esta categoría, puesto
que, en caso de admitir este razonamiento, estaríamos obligados a señalar que la
naturaleza jurídica del billete de cinco euros o de la letra de cambio es también la de un
bien mueble, algo inconcebible hoy día.
En este sentido, podemos advertir que quienes sostienen que las criptomonedas son
bienes muebles digitales parecen limitar su estudio al análisis de la naturaleza (sin la
connotación jurídica) de estos activos. En este sentido, no podemos sino afirmar que están
en lo cierto, puesto que esta novedosa institución es, a la postre, un bien mueble de soporte
98
Sin ánimo de extendernos en esta materia, podemos imaginar, p. ej., que la distinción entre bienes
fungibles o no fungibles se difumina, habida cuenta el hecho de que los archivos digitales son naturalmente
reproducibles, a salvo de aquellos que se encuentran sometidos a un cifrado que garantiza su unicidad.
99
En este sentido, vid. supra, Epígrafe 3.3., Las criptomonedas: concepto y origen histórico.
50
digital. Sin embargo, entendemos que la naturaleza jurídica de un aspecto debe
comprenderse como algo más que la simple descripción formal de su realidad, debiendo
adentrarse en su verdadera “esencia”. Por ello, y en puridad, debemos desestimar esta
consideración. En consonancia con esta postura pareció postularse en 2015 el Tribunal de
Justicia de la Unión Europea, al sostener, en respuesta a una cuestión prejudicial, que los
bitcoins motivo del conflicto no podían ser considerados como bienes corporales 100.
100
Sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea, Sala Quinta, de 22 de octubre de 2015, asunto
C-264/14 (Skatteverket c. David Hedqvist).
101
Entre otros, SANZ BAYÓN, P., “Análisis sobre…” cit., pág 7; CHAMORRO DOMÍNGUEZ, M.ª C.,
Aspectos jurídicos… cit., pág. 14.
102
Art. 20.Uno.18 de la Ley 37/1992, de 28 de diciembre, del Impuesto sobre el Valor Añadido, en el que
se contienen las exenciones al IVA relativas a operaciones financieras.
51
En todo caso, dos son los aspectos que deben ser matizados. De un lado, debemos
señalar que la consideración de las criptomonedas como título valor suscita una
controversia importante, habida cuenta el hecho de que tales instrumentos no portan
consigo un derecho a algo, contrastando en este punto con la teoría general de los títulos
valores. Cierto es que alguna criptomoneda, tal y como pudiera suceder con las
stablecoins referenciadas a activos, podría, de forma indirecta, portar consigo una suerte
de derecho de acceso a la materia que sirve como base de sustentación. Sin embargo, tal
posibilidad es ciertamente indirecta y no ha sido reconocida por ninguno de los proyectos
estables vigentes en la actualidad. De igual modo, considerar que, por su cotización en
los exchanges, las criptomonedas confieren el derecho a recibir una determinada cantidad
de dinero es un razonamiento ciertamente desvirtuado, habida cuenta el hecho de que tal
posibilidad queda condicionada a la presencia de una contraparte dispuesta a desarrollar
tal intercambio (no es, por tanto, un derecho exigible, sino más bien una posibilidad).
Por otro lado, nos vemos en la obligación de separar la naturaleza de los activos de
los fines a los que pueden llegar a aplicarse. Resulta innegable que las criptomonedas,
desde el momento en que se incorporan a los exchanges, son susceptibles de intercambio
entre los particulares. De igual modo, es posible advertir la existencia de cotizaciones que
parecen consolidar aún más esta postura. A su vez, su elevada volatilidad permite la
obtención de notorias ganancias a quienes adquieren y venden en momentos puntuales.
Todo ello parece equiparar este activo con otra serie de instrumentos de alto riesgo
propios del ámbito bursátil.
Con todo, afirmar que las criptomonedas pueden ser consideradas en esencia un
activo de inversión es, a nuestro juicio, manifestar una visión parcial de la realidad. Desde
un punto de vista funcional, el destino inicial de las criptomonedas es el de servir como
sustituto del dinero, a fin de poder ser empleado como medio de pago pro soluto con el
que poder cumplir con las obligaciones pecuniarias asumidas en cualquier relación
contractual.
Si contextualizamos esta realidad, podemos llegar a la conclusión de que considerar
que las criptomonedas, por el hecho de estar sometidas a una suerte de cotización y ser
susceptibles de negociación entre los particulares, constituyen un activo de inversión, es
tan acertado como sostener que las letras de cambio, los cheques o los pagarés cuentan
con esa misma naturaleza, habida cuenta el hecho de que tales instrumentos jurídicos
52
también son susceptibles de ser usados con un propósito inversor 103. A la vista de esta
circunstancia, debemos señalar que, si bien es cierto que las criptomonedas pueden ser
usadas como instrumento de inversión 104, no debe obviarse su finalidad nuclear: servir
como medio de pago.
En todo caso, de las últimas iniciativas legislativas podemos inferir que el legislador
nacional aún no ha descartado esta naturaleza jurídica. A tal fin, cabe señalar que la
competencia otorgada a la CNMV para supervisar la publicidad relativa a los
criptoactivos a partir de la reforma del art. 240 bis del TRLMV que tuvo lugar en marzo
del presente año 105 parece denotar un cierto enfoque financiero, habida cuenta el hecho
de que las facultades de control se atribuyen al supervisor nacional del mercado de
valores.
A nuestro juicio, el uso inversor de las criptomonedas es ciertamente interesante y
no debe ser olvidado por el legislador a la hora de regular este sector. Sin embargo,
creemos que tales fines son conductas que, a pesar de contar con una dimensión
cuantitativamente elevada, no terminan de reflejar la esencia de estos activos, al menos
en este estadio inicial.
Es posible que en un futuro la faceta inversora termine siendo la única aplicación
posible de las criptomonedas. Sin embargo, esta realidad no debe obligarnos a adoptar de
antemano un enfoque financiero, que más que posiblemente estará motivado
exclusivamente por el temor (a nuestro juicio, infundado) de creer que la posibilidad de
regularlos bajo esta perspectiva no llegue a existir en un futuro. La flexibilidad de las
criptomonedas (rasgo inherente a su configuración digital) nos obliga a adoptar posturas
jurídicas mutables, ágiles, que logren escapar de la petrificación y lentitud del Derecho
que caracteriza nuestros tiempos. Nos encontramos ante un campo multidisciplinar aún
en construcción, por lo que asegurar que la naturaleza jurídica que atribuyamos hoy a las
criptomonedas será la que tengan en un futuro es una tarea ciertamente utópica. Así pues,
el enfoque que debe ser empleado para afrontar esta controversia es práctico, centrado en
103
Baste la habitual práctica del contrato de descuento por parte de las entidades financieras para
comprender esta finalidad inversora (cuya realidad reside en la obtención de ganancias a través de una
adquisición anterior al vencimiento a cambio de la entrega de una suma inferior a la presente en el título).
104
A tal fin, es ejemplo de esta realidad la propia advertencia suscitada por el BdE y la CNMV referida a
los riesgos derivados de invertir en criptomonedas que tuvimos ocasión de analizar en epígrafes anteriores.
105
Modificación, la del art. 240 bis TRLMV, motivada por la Disposición final segunda del Real Decreto-
Ley 5/2021, de 12 de marzo, de medidas extraordinarias de apoyo a la solvencia empresarial en respuesta
a la pandemia de la COVID-19, tal y como tuvimos ocasión de analizar en líneas anteriores. En este sentido,
vid. supra Epígrafe 3.1.1, Definición.
53
la verdadera aplicabilidad de las criptomonedas. En este sentido, debemos reiterar que la
posibilidad inversora no es, desde nuestro punto de vista, la esencia de estos activos, al
margen de que tal posibilidad exista hoy con un peso incluso mayor que el fin
“monetario”.
106
A saber, la Directiva MiFID II (Directiva 2014/65/UE del Parlamento Europeo y del Consejo, de 15 de
mayo de 2014, relativa a los mercados de instrumentos financieros y por la que se modifican la Directiva
2002/92/CE y la Directiva 2011/61/UE) y el Reglamento MiFIR (Reglamento (UE) 600/2014 del
Parlamento Europeo y del Consejo, de 15 de mayo de 2014, relativo a los mercados de instrumentos
financieros y por el que se modifica el Reglamento (UE) no 648/2012).
54
de proveedores de servicio de cambio de moneda virtual por moneda fiduciaria y de
custodia de monederos electrónicos, bajo la supervisión del Banco de España 107.
Así considerada, la tendencia doctrinal parece clara. Las criptomonedas deben ser
interpretadas, en rigor, como medios de pago 108. Las repercusiones que de tal afirmación
se derivan son inmensas, pues, si bien es cierto que estos activos no cuentan con la
emisión y el respaldo de una autoridad central (por ende, no pueden ser considerados
dinero en su acepción jurídica, o de curso legal), su concepción como sustitutivo de las
monedas fiat supone admitir su utilización en aquellos supuestos en los que encuentran
cabida otros medios de pago. De esta forma, sí sería admisible la celebración de un
contrato de compraventa en el que el pago del precio se pactara en criptomonedas, pues
éstas podrían entenderse incluidas dentro de la expresión “signo que lo represente” del
art. 1445 CC.
Frente a esta consideración, se opone la utilización de las criptomonedas como
activos financieros, así como los problemas jurídico-económicos derivados de su
utilización como medios de pago. A esta última consideración tendremos ocasión de
dedicar un epígrafe en líneas posteriores, por lo que baste ahora con enunciar, entre otros
argumentos, la excesiva volatilidad en su valor o la ausencia de garante público que
proteja las transacciones o asegure los depósitos 109.
Con todo lo expuesto hasta ahora, sin ánimo de descartar por completo el resto de las
propuestas analizadas a la vista de la constante innovación presente en la materia,
consideramos que esta particular postura doctrinal es la que parece contar con un mejor
encaje respecto de las particularidades que caracterizan al sector criptomonetario. Su
107
Art. 27 del Real Decreto-ley 7/2021, de 27 de abril, de transposición de directivas de la Unión Europea
en las materias de competencia, prevención del blanqueo de capitales, entidades de crédito,
telecomunicaciones, medidas tributarias, prevención y reparación de daños medioambientales,
desplazamiento de trabajadores en la prestación de servicios transnacionales y defensa de los
consumidores.
108
Entre otros, BARRIO ANDRÉS, M., “Concepto…” cit., pág. 56; PASTOR SEMPERE, M.ª C., “Dinero
electrónico…” cit., págs. 309-310; PACHECO JIMÉNEZ, M.ª N./SALES PALLARÉS, L., “Los
medios…” cit., pág. 2.
109
En este último punto, es especialmente interesante advertir que las criptomonedas no se hallan protegidas
por el Fondo de Garantía de Depósitos de Entidades de Crédito creado a partir del Real Decreto-ley
16/2011, de 14 de octubre. Este inconveniente, que incrementa el riesgo en la utilización de estos activos,
pretende ser paliado a partir de la constitución por parte de las empresas privadas de reservas propias
destinadas a cubrir cualquier pérdida de fondos que pudiera llegar a producirse (p. ej., el Fondo de Activos
Seguros para Usuarios (SAFU) del exchange Binance, cuyo origen y funcionamiento es explicado por
BURGOS SANTANA, J., “SAFU: la audaz jugada de Binance que se convirtió en tendencia”, en la web
Coinlist.me, publicado el 5 de julio de 2018, disponible en https://coinlist.me/es/noticias/safu-la-jugada-de-
binance/). Con todo, estas garantías privadas no alcanzan el nivel de protección ofrecido por las
instituciones públicas, y suscitan dudas acerca de su efectivo funcionamiento en caso de necesitarse.
55
ánimo de servir como instrumento que permita el intercambio de bienes y servicios, así
como el cumplimiento por su parte de las tres funciones económicas propias del dinero
hacen que esta figura termine aproximándose a esta naturaleza jurídica, si bien es cierto
que sus características (entre otras, esa volatilidad de valor que advertíamos en líneas
anteriores, la falta de respaldo normativo o su intrínseca naturaleza digital) hacen que
deba ser considerado como un medio de pago verdaderamente especial 110.
110
A modo de ejemplo de las particularidades que se derivan de la concepción de criptomonedas como
medio de pago, encontramos su utilización en compraventas propias del sector inmobiliario, tal y como
señala LÓPEZ LETÓN, S., “Comprar casa por un puñado de bitcoins”, en el diario El País¸ publicado el
30 de mayo de 2021, disponible en https://elpais.com/economia/2021-05-29/comprar-casa-por-un-punado-
de-bitcoins.html. En este artículo, la autora remarca las dificultades que se derivan de utilizar las
criptomonedas como medios de pago, tal y como tendremos ocasión de desarrollar en el Epígrafe 5.,
Problemas jurídico-económicos derivados de su utilización como medios de pago. Otro ejemplo de
utilización de este activo como medio de pago se encuentra en la posibilidad de poder adquirir con
criptomonedas los bienes subastados por la entidad Sotheby´s, tal y como describe SÁNCHEZ-VALLEJO,
M.ª A., “Un `banksy´ inaugura la nueva era de las subastas en criptomonedas”, en el diario El País,
publicado el 13 de mayo de 2021, disponible en https://elpais.com/cultura/2021-05-13/un-banksy-
protagoniza-la-primera-subasta-en-criptomonedas-de-la-
historia.html#:~:text=Sotheby's%20se%20convierte%20as%C3%AD%20en,un%20nuevo%20r%C3%A9
cord%20de%20cotizaci%C3%B3n.
111
El primer uso conocido de Bitcoin como un medio de pago tuvo lugar el 22 de mayo de 2010, día en el
que se intercambiaron 10.000 BTC a cambio de dos pizzas de la franquicia Papa John´s, tal y como narra
MILLÁN, V., “Este hombre pagó 10.000 bitcoins por dos pizzas en 2010: ¿cuánto dinero valdrían ahora?”,
en el diario El Economista, publicado el 19 de mayo de 2021, disponible en
https://www.eleconomista.es/mercados-cotizaciones/noticias/11223929/05/21/Este-hombre-pago-10000-
bitcoins-por-dos-pizzas-en-2010-cuanto-dinero-valdrian-ahora.html. Esta transacción, conocida
mundialmente como el “Bitcoin Pizza Day”, es considerada como el hito que demostró la aplicabilidad y
utilidad de Bitcoin. Como dato anecdótico, cabe destacar que hoy en día el valor de las pizzas supera los
320 millones de euros, una muestra más del crecimiento del sector criptomonetario.
56
que han tenido que afrontar una realidad que se ha apartado de la aureola del movimiento
ciberpunk para convertirse en un verdadero fenómeno de masas.
Siguiendo la premisa propia del resto de los campos jurídicos, en los que la regulación
nace cuando el fenómeno ya ha adquirido una importancia considerable en el tráfico, no
debe sorprendernos el hecho de que gran parte de la regulación de estos instrumentos se
encuentre aún en una fase inicial, ya sea porque la normativa ha sido aprobada en estos
últimos años o porque ésta aún se encuentra en la etapa de elaboración. Precisamente por
esta particular predominancia del derecho proyectado, hemos considerado apropiado
dividir el epígrafe atendiendo a la vigencia de la normativa, con el fin último de contrastar
los pasos ya dados por los legisladores con la tendencia que posiblemente termine
haciéndose efectiva en los próximos meses y años.
Por último, es necesario advertir que la agilidad propia del marco tecnológico facilita
la constante aparición de figuras nuevas, que, enmarcándose en la genérica categoría de
las criptomonedas, cuentan con rasgos particulares que los diferencian de la regla general
y que impiden una identificación completa con el resto de los instrumentos ya existentes.
La conjunción de todos estos factores no hace sino remarcar las deficiencias
sistémicas que presentan actualmente los sistemas de elaboración normativa de
prácticamente todo el mundo. De este modo, a la ya advertida lentitud se suma el hecho
de que muy posiblemente, cuando los proyectos normativos correspondientes entren en
vigor, estos nazcan ya con diversas lagunas jurídicas, habida cuenta el más que posible
nacimiento de figuras intermedias que tendrá lugar en el periodo temporal existente desde
la redacción hasta la final entrada en vigor de la particular norma.
Ante este particular riesgo, dos son las posibles soluciones que podremos adoptar: de
un lado, renovar el sistema de producción normativa para alcanzar vías ágiles que
permitan aproximar la norma al fenómeno que pretende regular; del otro, asumir que la
capacidad normativa es limitada y dedicar la atención a regular aspectos ya conocidos,
instaurando una serie de preceptos que, bajo técnicas tales como el empleo de una
terminología ambigua y genérica, permitan extender sus efectos a instituciones futuras
ayudándose del papel interpretativo propio de los órganos jurisdiccionales. A pesar de
que, a nuestro juicio, es la primera opción la que confiere a la sociedad una mayor
protección y seguridad, tendremos ocasión de advertir cómo la segunda vía ha sido la que
parece haber primado tanto en el plano comunitario como en el ámbito nacional.
57
4.1 Derecho vigente
Es interesante advertir cómo las distintas consideraciones de las criptomonedas han
propiciado la elaboración de normas propias de distintos sectores jurídicos, cuya
aplicación simultánea termina provocando una mayor confusión respecto de su naturaleza
jurídica. Lo cierto es que de las normas vigentes a las que parece someterse esta
institución puede inferirse cómo los distintos legisladores aún no han logrado una
identificación y tratamiento unitario de la materia. Así, advertimos producciones
normativas encaminadas al plano financiero, al tiempo en que se ofrecen una serie de
aproximaciones destinadas a regular su ocupación como medios de pago. Sendas
cuestiones son objeto de estudio en el presente trabajo, prestando especial atención al
segundo de los campos, por ser éste el objeto principal de nuestro análisis.
A modo de consideración preliminar, hemos de resaltar que hoy en día no existe un
tratamiento jurídico propio para las criptomonedas. Así, todas las elaboraciones
normativas vigentes hasta la fecha suponen regulaciones parciales destinadas a cubrir
usos particulares o conductas específicas, sin alcanzar una construcción completa que
permita comprender las aplicaciones reconocidas por el legislador. De igual modo, parte
de la doctrina ha intentado acomodar las criptomonedas al régimen propio de instituciones
ya consolidadas en nuestro sistema jurídico. La suma de sendos fenómenos configura una
realidad normativa compleja, verdaderamente difusa y que no logra solventar los
problemas jurídicos derivados de su utilización.
En atención a su posible empleo como medios de pago, la Autoridad Bancaria
Europea (EBA) ha propuesto la posible equiparación de las criptomonedas como una
forma más de dinero electrónico 112 , siempre que esta construcción cumpliera con los
requisitos propios de esta institución que consagra el art. 1.2 Ley 21/2011, de 26 de julio,
de dinero electrónico 113, que traspone la Directiva EMD2. Junto a este régimen, esta
particular consideración implicaría también la aplicación del Real Decreto-Ley 19/2018,
de servicios de pago y otras medidas urgentes en materia financiera, que traspone la
Directiva PSD2.
112
EBA, Report with… cit., págs. 13-14.
113
Art. 1.2 Ley 21/1011: “Se entiende por dinero electrónico todo valor monetario almacenado por medios
electrónicos o magnéticos que represente un crédito sobre el emisor, que se emita al recibo de fondos con
el propósito de efectuar operaciones de pago según se definen en el artículo 2.5 de la Ley 16/2009, de 13
de noviembre, de servicios de pago, y que sea aceptado por una persona física o jurídica distinta del emisor
de dinero electrónico”.
58
Del pronunciamiento emitido por el Tribunal Supremo en 2019, en el que desestimó
la consideración de Bitcoin como dinero electrónico (parecer que, a nuestro juicio, es el
adecuado, tal y como anticipamos en líneas anteriores), podemos advertir cómo esta
aproximación jurídica tan solo puede ser estimada parcialmente. Cierto es que la propia
EBA ya incorporaba en su informe este matiz, remarcando el hecho de que no todas las
criptomonedas podrían someterse a esta regulación, en base a que no todas ellas lograrían
satisfacer todos los rasgos propios del dinero electrónico.
En este informe, la Autoridad Bancaria Europea desarrollaba supuestos en los que sí
cabría esta consideración, con la particularidad de que en todos ellos se advertía una suerte
de vinculación unitaria con las monedas de curso legal. Así, parece que el objetivo de la
EBA no era otro que el de ubicar dentro de este sistema a las stablecoins, habida cuenta
el hecho de que su valor monetario es estable, algo que sin duda alguna redunda en favor
de su utilización como medios de pago. En todo caso, y a pesar de la propuesta de la
institución europea, lo cierto es que hoy día esta afirmación suscita grandes dudas al
respecto, puesto que toda aplicación al respecto supondría una aplicación por analogía
que no resulta del todo coherente con la descripción del dinero electrónico hecha en
epígrafes anteriores.
Por sorprendente que pueda llegar a parecer, este es el único encaje normativo que
ha sido planteado en relación con la aplicación de las criptomonedas como medios de
pago, lo que sin duda alguna despierta una serie de cuestiones e interrogantes de compleja
resolución: ¿qué sucede con las criptomonedas que no cuentan con una base económica
de sustentación? Asimismo, ¿existe algún otro ámbito en el que las criptomonedas
cuenten con alguna regulación?
En respuesta a la primera pregunta, y siendo coherentes con lo advertido en líneas
anteriores, debemos descartar el hecho de que las criptomonedas sin base de sustentación
económica puedan regirse por la Ley 21/2011, de 26 de julio, de dinero electrónico,
puesto que no cumplen con los rasgos propios de esta institución 114. Sin embargo, y a
falta de una normativa específica que regule ex profeso la materia, entendemos que sí
podría llegar a someterse a las criptomonedas al RDLey 19/2018, si bien es cierto que
114
Afirmación que, a nuestro juicio, habría de extenderse incluso a las stablecoins, en contra de la propuesta
de la Autoridad Bancaria Europea. Tal y como tuvimos ocasión de advertir en epígrafes anteriores, la
particular definición y naturaleza de las criptomonedas impide que esta institución pueda equipararse con
el dinero electrónico. Para un análisis más detallado de ambos elementos, vid. supra Epígrafe 2.2, La
conceptualización del dinero electrónico y Epígrafe 3.3., Las criptomonedas: concepto y origen
histórico.
59
para alcanzar tal conclusión hemos de partir de una interpretación amplia de la norma. En
concreto, el aspecto fundamental reside en el alcance y significado que pueda llegar a
considerarse del término “moneda” que integra el art. 2 de la norma. Así, si
comprendemos esta expresión en su vertiente económica (como instrumento destinado a
servir de unidad de cuenta, depósito de valor y medio de pago) podríamos dar encaje a
las criptomonedas. Así, el conjunto de servicios de pago enumerados en el art. 1.2 del
RDLey 19/2018 en los que estuvieren involucradas las criptomonedas podrían someterse
por aplicación analógica a esta normativa 115.
A pesar de lo anteriormente expuesto, el posible encaje interpretativo de las
criptomonedas en la regulación de los servicios de pago se enfrenta a una dificultad
añadida, que se advierte a partir del art. 5 de la norma, con motivo de la reserva de
actividad que expresamente proclama. En este punto, el obstáculo es cuasi insalvable,
habida cuenta el hecho de que las empresas y entidades que habitualmente proporcionan
y gestionan el tráfico criptomonetario no pueden enmarcarse en el listado de proveedores
de servicios de pago que recoge la norma. Así pues, su inclusión en el ámbito de
aplicación de la norma resulta cuanto menos cuestionable, necesitándose urgentemente
una disposición específica que logre incorporar de forma expresa este fenómeno.
En relación con la segunda cuestión planteada, hemos de partir del hecho de que no
existe ningún otro ámbito en el que se regule el trasunto de la utilización de las
criptomonedas como medios de pago. Sin embargo, sí encontramos otros aspectos en los
que el legislador ha tratado de regularizar determinadas conductas vinculadas con la
gestión, utilización e incluso la tenencia de criptomonedas. Antes de proceder al
desarrollo de la diversa normativa, debemos partir de una premisa común a todas las
reformas elaboradas en los últimos tiempos, como es la motivación de control y la
desconfianza que suscita en los reguladores la utilización de este particular criptoactivo.
Tal y como advertíamos en líneas anteriores, no creemos que esta sea la forma idónea de
enfocar la regulación del sector, especialmente si tomamos en consideración que su
dinámica es tan ágil y flexible que logra escabullirse fácilmente del coto que parece
construir el operador normativo. Con todo, y a la espera de reformas sustantivas que
resuelvan las dudas de enfoque que parece presentar el legislador, es más que posible que
115
Entre otros, la emisión de criptomonedas, los servicios de información sobre cuentas que pudieran
proporcionar exchanges de intercambio de criptomonedas o los propios envíos de criptomonedas podrían
someterse a esta regulación.
60
sigamos advirtiendo la llegada de nuevas disposiciones destinadas, en último término, a
controlar ex post el fenómeno criptomonetario.
Advertida esta cuestión, no puede sorprendernos el hecho de que gran parte de las
medidas ya acordadas se refieran a la prevención del blanqueo de capitales y de la
financiación del terrorismo. En esta línea encontramos el RDLey 7/2021, de 27 de abril,
que modifica la Ley 10/2010, de 28 de abril, de prevención del blanqueo de capitales y
de la financiación del terrorismo, incorporando en ella diversas previsiones relativas al
régimen criptomonetario, fundamentadas especialmente a partir de la trasposición de la
Directiva (UE) 2018/843, de 30 de mayo 116.
De un lado, el art. 3 del RDLey modifica el tenor del art. 1 de la Ley 10/2010,
incorporando una definición de moneda virtual, del acto de cambio de moneda virtual por
moneda fiduciaria y de qué se entiende por proveedores de servicios de custodia de
monederos electrónicos. De igual modo, se incorpora como sujetos obligados de la norma
a estos proveedores de cambio de moneda fiduciaria y de custodia de monederos
electrónicos, que pasan a convertirse en entidades financieras, algo ciertamente
importante para la posible implementación de estas entidades dentro del régimen del
RDLey 19/2018 ya mencionado. Asimismo, la norma de 2021 incorpora en la Ley
10/2010 una Disposición Adicional Segunda por la que se regula la creación de un
Registro de proveedores de servicios de cambio de moneda virtual por moneda fiduciaria
y de custodia de monederos electrónicos. Bajo este registro, que se encontrará bajo la
supervisión del Banco de España 117 , se pretende obtener un mayor control de todas
aquellas personas físicas o jurídicas que ofrezcan estos servicios en España, con
independencia de su nacionalidad o de la ubicación en que se encuentren los destinatarios.
116
En el Considerando núm. 8 de la Directiva (UE) 2018/843 del Parlamento Europeo y del Consejo, de 30
de mayo de 2018, por la que se modifica la Directiva (UE) 2015/849 relativa a la prevención de la
utilización del sistema financiero para el blanqueo de capitales o la financiación del terrorismo, y por la
que se modifican las Directivas 2009/138/CE y 2013/36/UE, el legislador europeo advierte la necesidad de
regular a los cómo proveedores de servicios de cambio de monedas virtuales por monedas fiduciaria y a los
proveedores de servicios de custodia de monederos electrónicos en materia de blanqueo de capitales. El
regulador de la Unión advierte que estas entidades y proveedores han podido ofrecer a los grupos terroristas
un salvoconducto anónimo por el que poder introducir dinero en la Unión derivado de sus actividades
delictivas. Es precisamente esta amenaza la que motiva la incorporación de estos proveedores al conjunto
de entidades obligadas a prestar información y a controlar las conductas de sus clientes.
117
En este sentido, la Disposición Transitoria Segunda del Real Decreto-Ley 7/2021, de 28 de abril, fija un
plazo de seis meses a contar desde su entrada en vigor para la puesta en funcionamiento de este registro.
61
Esta inscripción, además, lleva aparejadas una serie de exigencias de honorabilidad
comercial y profesional 118.
Una vez se constituya el registro, será interesante observar el grado de cumplimiento
que pueda llegar a tener esta obligación en los operadores internacionales, habida cuenta
la opacidad que rodea a los principales operadores del tráfico criptomonetario. Sin ir más
lejos, hemos de señalar que aún no contamos con información clara sobre el lugar en el
que radica la sede social de Binance, algo ciertamente sorprendente si tenemos en cuenta
el volumen de este exchange 119. En otros supuestos, el inconveniente radica en el hecho
de que la sede social se ubica en un paraíso fiscal. Este es el caso de Kucoin, cuya sede
principal radica en Hong Kong 120. Otro gran ejemplo es el exchange Huobi, cuya sede
principal se encuentra en la República de Seychelles 121.
Al margen de las vicisitudes que puedan surgir del cumplimiento de este mandato, lo
cierto es que el legislador ha previsto el incumplimiento de este deber de registro en la
propia disposición adicional, calificándolo como una infracción muy grave y erigiendo al
Banco de España como la autoridad legitimada para imponer a los sujetos infractores las
sanciones que contempla el Título IV de la Ley 10/2014, de 26 de junio, de ordenación,
supervisión y solvencia de entidades de crédito 122.
118
Así lo advierten CARRASCOSA, C./RUANO, T., “El Blanqueo de Capitales y las Criptomonedas en
España”, en la web Cryptoplaza.es, publicado el 17 de julio de 2020, disponible en https://cryptoplaza.es/el-
blanqueo-de-capitales-y-las-criptomonedas-en-espana/.
119
En esta línea, MALDONADO, J., “Gran confusión respecto a dónde se encuentra la sede principal de
Binance”, en la web Bit2me.com, publicado el 25 de junio de 2020, disponible en
https://news.bit2me.com/donde-esta-la-sede-principal-de-binance. (en este sentido, vid. Convenio entre el
Reino de España y la Región Administrativa Especial de Hong Kong de la República Popular China para
evitar la oble imposición y prevenir la evasión fiscal en materia de Impuestos sobre la renta, publicado el
14 de abril de 2012.
120
A pesar de que Hong Kong dejó de ser considerado paraíso fiscal para España desde el año 2012 (vid.
Convenio entre el Reino de España y la Región Administrativa Especial de Hong Kong de la República
Popular China para evitar la oble imposición y prevenir la evasión fiscal en materia de Impuestos sobre la
renta, publicado en el BOE el 14 de abril de 2012), este territorio sigue siendo calificado como tal por
multitud de organizaciones, tal y como se advierte en TAX JUSTICE NETWORK, El Estado de la Justicia
Fiscal: 2020: La justicia fiscal en tiempos de la Covid-19, noviembre de 2020-ed. electrónica, pág. 40,
disponible en https://taxjustice.net/wp-
content/uploads/2020/11/The_State_of_Tax_Justice_2020_SPANISH.pdf
121
La República de Seychelles es considerada un paraíso fiscal en nuestro país en virtud del art. 1 Real
Decreto 1080/1991, de 5 de julio, por el que se determinan los países o territorios a que se refieren los
artículos 2.º, apartado 3, número 4, de la Ley 17/1991, de 27 de mayo, de Medidas Fiscales Urgentes, y 62
de la Ley 31/1990, de 27 de diciembre, de Presupuestos Generales del Estado para 1991
122
En este sentido, el art. 97 de la Ley 10/2014 enumera el conjunto de sanciones que pueden imponerse
por la consecución de infracciones muy graves. Entre ellas, encontramos multas que podrían llegar a
alcanzar el quíntuplo del valor de los beneficios derivados de tal infracción o incluso una sanción económica
de hasta un millón de euros.
62
Por último, cabe añadir dentro de este pilar de control la entrada en vigor del Real
Decreto-ley 5/2021, de 12 de marzo, de medidas extraordinarias de apoyo a la solvencia
empresarial en respuesta a la pandemia de la COVID-19, cuya Disposición final segunda
modifica el TRLMV, introduciendo un nuevo art. 240 bis por el que se confiere a la
CNMV facultades de control sobre la publicidad de aquellos criptoactivos y demás
instrumentos que se presenten como activos de inversión 123.
El otro gran pilar normativo al que se somete el sector criptomonetario es el referido
al marco fiscal. Este hecho no hace sino reafirmar el enfoque de supervisión y control que
está adoptando el poder legislativo, que trata por esta vía de desincentivar la utilización
de las criptomonedas amenazando a los consumidores con las repercusiones fiscales que
pueden llegar a derivarse de tales prácticas. Así pues, y sin ánimo de extenderme en
exceso en esta materia (pues ello nos obligaría a desarrollar el enfoque que en el plano
criptomonetario aporta esta particular rama del ordenamiento jurídico), podemos afirmar
que las criptomonedas se encuentran sometidas a diversos impuestos estatales, gravando
tanto su tenencia como los rendimientos económicos que pudieran llegar a derivarse de
su compraventa. En este sentido, nos llama poderosamente la atención cómo el enfoque
que adopta la Agencia Tributaria parece comprender el fenómeno criptomonetario desde
un punto de vista financiero, dejando a un lado su posible utilización como medios de
pago.
Para comprender mejor el fenómeno que rodea al ámbito tributario, hemos de iniciar
su estudio tomando en consideración el principio básico que condiciona su existencia:
gravar la capacidad económica del contribuyente. Partiendo de esta premisa, no puede
sorprendernos que el tratamiento fiscal de las criptomonedas se dirija precisamente a la
123
Para un análisis más desarrollado, vid. PWC TAX AND LEGAL, “Nuevo régimen de control de la
publicidad de criptoactivos”, en la web Periscopio Fiscal y Legal, publicado el 22 de marzo de 2021,
disponible en https://periscopiofiscalylegal.pwc.es/nuevo-regimen-de-control-de-la-publicidad-de-
criptoactivos/; MARTÍN SIMÓN, P., “Coto a los criptoactivos: la CNMV los vigilará al mismo nivel que
las acciones”, en el diario Cinco Días, publicado el 7 de mayo de 2021, disponible en
https://cincodias.elpais.com/cincodias/2021/05/06/mercados/1620323952_494727.html. Al respecto, cabe
añadir que el 14 de junio de 2021 la CNMV estableció el borrador de la circular que regulará la publicidad
de los criptoactivos. En este sentido, debemos destacar que tal regulación instaura un régimen de
comunicación previa a la CNMV con al menos 15 días de antelación para aquellas campañas dirigidas a
más de 100.000 personas, así como un detallado control tanto de los formatos publicitarios como de las
advertencias que habrán de contener. Para una visión más completa sobre el alcance de la circular, vid.
MARTÍN SIMÓN, P./SALCES ACEBES, L., “La CNMV exigirá comunicación previa a la publicidad
masiva”, en el diario Cinco Días, publicado el 15 de junio de 2021, disponible en
https://cincodias.elpais.com/cincodias/2021/06/14/mercados/1623674761_891534.html.
63
construcción de una serie de reglas encaminadas a gravar indicios de capacidad
contributiva 124.
Comenzando con el Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas, son de obligada
consideración dos consultas vinculantes de la Dirección General de Tributos, en las que
el organismo tributario contempla calificar como ganancia o pérdida patrimonial a los
rendimientos obtenidos de la compraventa de monedas virtuales, ya fueran estas
intercambiadas por otras monedas virtuales o por monedas de curso legal, siempre que
tales conductas no se circunscribieran a una particular actividad económica 125. Así pues,
las operaciones desarrolladas en este ámbito se encuentran reguladas en los arts. 33 y ss.
Ley 35/2006, de 28 de noviembre, del Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas y
de modificación parcial de las leyes de los Impuestos sobre Sociedades, sobre la Renta
de no Residentes y sobre el Patrimonio (en adelante, LIRPF). En este punto, cabe advertir
la compleja valoración de tales conductas, habida cuenta la constante variación de las
cotizaciones que afecta a estos activos. Por el contrario, si estuviéramos ante operaciones
que fueran desarrolladas en un contexto propio de actividad económica o profesional, los
beneficios obtenidos por tales conductas habrían de ser sometidos a la categoría de
rendimientos de actividades económicas que regula la norma en los arts. 27 y ss.
Asimismo, los rendimientos que pudieran llegar a obtenerse de las criptomonedas por su
simple tenencia (p. ej. intereses recibidos por el depósito de criptomonedas, conocido en
el ámbito anglosajón como staking) deberían clasificarse dentro de los rendimientos
íntegros del capital mobiliario que regula la norma a partir del art. 25 de la norma. Así
pues, advertimos en este ámbito un control ciertamente casuístico, con complejas reglas
valorativas que delegan en el contribuyente un complejo esfuerzo de contabilidad y
cuantificación.
Atendiendo al Impuesto sobre el Patrimonio, hemos de entender que las
criptomonedas parecen someterse a este particular tributo, especialmente si partimos de
su consideración como un bien mueble digital que parece derivarse del ámbito fiscal126.
Así pues, las criptomonedas pueden entenderse dentro del concepto de patrimonio neto
124
En esta línea, vid. CEDIEL, A./PÉREZ POMBO, E., Fiscalidad de las criptomonedas, Barcelona, 2020
(ed. Atelier), pág. 49, o ALMUDÍ CID, J. M., “La fiscalidad de los criptoactivos”, en AAVV.,
Criptoactivos. Retos y desafíos normativos (est. dir. por M. Andrés Barrio), Madrid, 2021 (ed. Wolters
Kluwer), pág. 253.
125
Dirección General de Tributos, Consultas vinculantes núm. V0808-18, de 22 marzo de 2018 y núm.
V0999-18, de 18 de abril de 2018.
126
Vid. ALMUDÍ CID, J. M., “La fiscalidad…” cit., pág. 266.
64
que identifica y grava el art. 1 de la Ley 19/1991, de 6 de junio, del Impuesto sobre el
Patrimonio 127 . Cabe señalar que la Dirección General de Tributos ha concretado el
alcance de esta obligación, estimando como criterio de valoración el precio de mercado
que cada criptomoneda tenga a 31 de diciembre 128.
En relación con la posible tributación de la actividad de intercambio de
criptomonedas por monedas de curso legal, debemos señalar que tal conducta está exenta
de tributación en el Impuesto sobre el Valor Añadido, tal y como estableció el Tribunal
de Justicia de la Unión Europea en su sentencia de 22 de octubre de 2015 a la que ya
hemos aludido en anteriores ocasiones. De este modo, conservando la coherencia con el
parecer del órgano comunitario, ubicamos esta exención en el art. 20.uno.18º Ley
37/1992, de 28 de diciembre, del Impuesto sobre el Valor Añadido.
Por último, nos gustaría resaltar el tratamiento fiscal que recibe una de las prácticas
que mayores dudas ha suscitado en la doctrina especializada: la minería de
criptomonedas. Lo particular de esta actuación es su carácter innovador, que impide que
logremos equiparla con conductas ya reguladas. Así pues, la tarea del regulador en este
ámbito ha sido aún más compleja que en el resto de los supuestos anteriormente
mencionados, donde el soporte normativo facilitaba su incorporación. Finalmente, se ha
optado por calificar esta actuación como una actividad económica que habrá de someterse
al Impuesto de Actividades Económicas 129 , competencia de los ayuntamientos que
conforman la estructura territorial del Estado 130.
A la vista de la normativa mencionada, podemos comprobar cómo los pasos
desarrollados por el legislador se dirigen a tratar de alcanzar el control en una materia
hasta ahora desconocida. La rápida incorporación de las criptomonedas en el plano
127
En este sentido, el art. 1 Ley 1/1991 define el patrimonio neto como “el conjunto de bienes y derechos
de contenido económico de que sea titular, con deducción de las cargas y gravámenes que disminuyan su
valor, así como de las deudas y obligaciones personales de las que deba responder”.
128
Dirección General de Tributos, consulta vinculante núm. V0250-18, de 1 de febrero de 2018.
129
En este sentido, REY PAREDES, V., “Las criptomonedas y su fiscalidad”, en e-Dictum, 2019, núm. 87-
ed. electrónica, pág. 3. En la misma línea encontramos a PEDREIRA MENÉNDEZ, J./ÁLVAREZ PÉREZ,
B., “Consideraciones sobre la tributación y la calificación contable de las operaciones con moneda digital
(Bitcoins) en las empresas”, en Revista Quincena Fiscal, 2018, núm. 3-ed. electrónica, pág. 20, quienes se
muestran críticos con el tratamiento de la minería como supuesto de no sujeción al Impuesto sobre el Valor
Añadido, explicando las razones que motivan tal conclusión y justificando la tributación de tal conducta
por medio del Impuesto de Actividades Económicas, clasificando la actividad en la categoría “Otros
servicios financieros n.c.o.p.” que se encuentra en el epígrafe 831.9 de la sección primera de las Tarifas.
130
Así se deriva del tenor literal del art. 59 del Real Decreto Legislativo 2/2004, de 5 de marzo, por el que
se aprueba el texto refundido de la Ley Reguladora de las Haciendas Locales. En él se emplea la fórmula
“Los ayuntamientos exigirán…”, de la que se infiere que el Impuesto de Actividades Económicas es un
tributo de incorporación obligatoria en el plano local.
65
jurídico-fiscal no es sino una representación de ese intento de dominar esta realidad. A
ello se suma la sencillez adaptativa que acompaña a esta rama del ordenamiento jurídico,
cuyas habituales fórmulas generales de redacción facilitan la incorporación de nuevos
supuestos al campo de la tributación. Cuestión distinta será el grado de aplicación efectiva
de esta serie de obligaciones tributarias, habida cuenta la opacidad y cuasi imposible
trazabilidad que acompaña al sector criptomonetario 131.
131
Para un mayor desarrollo de este problema, vid. infra Epígrafe 5. Problemas jurídico-económicos
derivados de su utilización como medios de pago.
66
pretende alcanzar la transición hacia una Europa digital y sostenible, tal y como advierte
gran parte de la doctrina 132.
Dentro de estas iniciativas encontramos la Propuesta de Reglamento MiCA, baluarte
de la futura regulación de los criptoactivos. Si analizamos esta propuesta desde un punto
de vista sistemático, extraemos como conclusión el hecho de que el regulador comunitario
entiende que este sector presenta una serie de particularidades que impiden su regulación
a través de los instrumentos normativos ya vigentes en el territorio de la Unión. A salvo
de los criptoactivos que sean considerados instrumentos financieros, dinero electrónico,
depósitos, depósitos estructurados o titulaciones (en definitiva, aquellos que podríamos
encuadrar en la categoría de security tokens), el resto de los supuestos parecen someterse
a la aplicación de esta norma 133. Esta particular visión se ratifica a partir del art. 3 del
Reglamento, en el que encontramos un interesante listado de definiciones sobre los
distintos conceptos que rodean al sector de los criptoactivos, en lo que parece ser un
intento más de delimitar el alcance y ámbito de aplicación de la norma.
Lo característico de la Propuesta MiCA es, sin duda alguna, el afán del legislador
comunitario de tratar de controlar los procesos de emisión y negociación de los
criptoactivos. Por ello, instaura un régimen de autorización frente a tales conductas con
independencia del criptoactivo que constituya su objeto 134. Cierto es que tales controles
se delimitan atendiendo a diversas categorías, tal y como puede apreciarse a partir de los
distintos títulos que integran el texto normativo. Así, advertimos requisitos distintos en
intensidad creciente, desde el tratamiento ofrecido a los utility tokens (identificados por
la Propuesta MiCA como “Criptoactivos distintos de fichas referenciadas a activos o
fichas de dinero electrónico” en el Título II de la norma), pasando por las fichas
132
Entre otros, NOVELLA GONZÁLEZ DEL CASTILLO, E., “Hacia una nueva regulación europea: el
digital finance package”, en AAVV., Criptoactivos. Retos y desafíos normativos (est. dir. por M. Andrés
Barrio), Madrid, 2021 (ed. Wolters Kluwer), pág. 100; GONZÁLEZ FERNÁNDEZ, M., “'Digital Finance':
hacia un nuevo modelo de función financiera”, en el diario El Economista, publicado el 24 de julio de 2018,
disponible en https://www.eleconomista.es/opinion-blogs/noticias/9291723/07/18/Digital-Finance-hacia-
un-nuevo-modelo-de-funcion-financiera.html; IBÁÑEZ ARRIBAS, M., La carrera de la Unión Europea
hacia la nueva regulación de la criptomoneda”, en la web Noticias Jurídicas, publicado el 23 de febrero de
2021, disponible en https://noticias.juridicas.com/conocimiento/tribunas/16047-la-carrera-de-la-union-
europea-hacia-la-nueva-regulacion-de-la-criptomoneda/. Todos ellos coinciden en destacar el afán
renovador de la Unión Europea y su ánimo de adaptarse al mundo digital, tratando en todo momento de
proporcionar seguridad y certeza jurídica al ciudadano comunitario.
133
Arts. 2.1 y 2.2 de la Propuesta de Reglamento del Parlamento Europeo y del Consejo relativo a los
mercados de criptoactivos y por el que se modifica la Directiva (UE) 2019/1937.
134
Así lo indica NOVELLA GONZÁLEZ DEL CASTILLO, E., “El futuro reglamento europeo para un
mercado de criptoactivos (propuesta MICA)”, en AAVV., Criptoactivos. Retos y desafíos normativos (est.
dir. por M. Andrés Barrio), Madrid, 2021 (ed. Wolters Kluwer), pág. 121.
67
referenciadas a activos (Título III) y concluyendo con las fichas de dinero electrónico o
e-money tokens (Título IV), frente a las cuales el legislador comunitario instaura el nivel
de requisitos más elevado.
Centrando la atención en la materia que constituye el núcleo de nuestro estudio,
podemos advertir cómo la Propuesta de Reglamento MiCA ofrece un tratamiento difuso
e incluso deja al margen de la regulación al sector criptomonetario. Si bien es cierto que
la intención del legislador comunitario es la de absorber con esta propuesta a todos los
criptoactivos (a salvo de la exclusión del ámbito de aplicación de la norma de los security
tokens, tal y como hemos anticipado), el tratamiento de las criptomonedas parece adquirir
una connotación secundaria, subsidiaria frente a otras clases de criptoactivos. Así, de la
actual redacción de la Propuesta MiCA apreciamos una diferenciación normativa entre
las criptomonedas sin base de sustentación económica (cuyo encaje normativo parece
limitarse exclusivamente al control de los proveedores de servicio, tal y como se regula
en el Título V de la Propuesta) y las stablecoins. En esta última categoría el tratamiento
es mucho más detallado y controlado por parte del legislador comunitario, al entender
que tales activos son la principal amenaza del sector monetario. Entre otras cuestiones,
destaca el art. 43 de la Propuesta MiCA, por el que se exige que sean entidades de crédito
o de dinero electrónico las emisoras de estas fichas de dinero electrónicas. En este punto,
no obstante, advertimos una confusión interpretativa, pues del art. 3 de la Propuesta se
infiere que el legislador comunitario tan solo reconoce como fichas de dinero electrónico
que pueden ser sometidas al tratamiento del Título IV aquellas stablecoins referenciadas
en exclusiva a una moneda fiat. Esta afirmación es sorprendente, pues en epígrafes
anteriores hemos constatado la existencia de stablecoins cuya base de sustentación se
fundamenta en una pluralidad de activos. En base al rigor y literalidad con que parece
interpretarse la norma, esta categoría se somete al Título III de la norma (el relativo a los
asset-referenced tokens), a pesar de que su utilización pueda llegar a equipararse con la
planteada para las fichas de dinero electrónico.
A esta particular confusión relativa al plano de las stablecoins debemos sumar el
complejo encaje normativo de las criptomonedas ya existentes. Casos como Bitcoin,
Ethereum o Stellar parecen quedar al margen del Reglamento MiCA, habida cuenta el
hecho de que su emisión no se identifica con los rasgos que determina la norma
comunitaria. Frente a esta situación, tan solo cabe admitir una mínima regulación de estas
instituciones a partir del control de los proveedores de servicio. En todo caso, este factor
permite constatar cómo la Propuesta de Reglamento MiCA publicada el 24 de septiembre
68
de 2020 presenta una serie de lagunas normativas que restringen notablemente la
capacidad de control del sector criptomonetario. Muy posiblemente tales incongruencias,
incompatibilidades y dudas interpretativas terminen resolviéndose en la próxima
redacción del Reglamento, que se espera vea la luz en julio del presente año.
El Reglamento MiCA constituye la principal fuente de esperanza de los Estados
135
miembros para poder lograr el control del sector criptomonetario . A fin de
complementar las exigencias y supervisión que pueda proporcionar la norma comunitaria,
y habiéndose advertido la intención de la Comisión Europea sobre la regulación del
sector, los distintos Estados de la Unión han llevado a cabo una serie de iniciativas
normativas que en la actualidad adquieren la forma de proyectos de ley. En algunos casos,
el desarrollo legal se destina a tratar de anticipar las exigencias que en un futuro muy
posiblemente implante el Reglamento MiCA. En otros aspectos, la regulación propuesta
por los distintos legisladores nacionales tiende a servir de apoyo al control que pueda
derivarse del marco comunitario.
En nuestro ordenamiento jurídico, los proyectos normativos que actualmente se
encuentran en fase de debate y discusión responden a dos premisas fundamentales: el
refuerzo y ampliación del control fiscal y la “digitalización” de la normativa vigente. En
relación con el Derecho tributario, el principal exponente normativo que advertimos en
la actualidad es el Proyecto de Ley de Medidas de Prevención y Lucha contra el Fraude
Fiscal, por el que se traspone la Directiva (UE) 2016/1164, del Consejo, de 12 de julio de
2016 136. Este proyecto, que ha sido aprobado en el Congreso de los Diputados el 25 de
mayo de 2021, integra una serie de reformas en el ámbito fiscal encaminadas a reforzar
el control sobre la tenencia y disposición de las criptomonedas 137. Entre otros aspectos,
el Artículo tercero del Proyecto de Ley implementa una serie de reformas en la LIRPF.
En particular, nos interesa la modificación de la Disposición Adicional 13ª LIRPF, en la
135
En este sentido, BUENAVENTURA, R., en el Discurso de Apertura del encuentro con el sector sobre
Fintechy Ciberseguridad que tuvo lugar los días 9 y 10 de marzo de 2021, resaltó el carácter esencial del
Reglamento MiCA al tiempo en que equiparó en importancia la Propuesta de Reglamento DORA (Digital
Operative Resilience for the financial sector and amending Regulations (EC) No 1060/2009, (EU) No
648/2012, (EU) No 600/2014 and (EU) No 909/2014), que proporcionará una regulación a la gestión del
riesgo tecnológico.
136
Proyecto de Ley disponible en https://www.congreso.es/public_oficiales/L14/CONG/BOCG/A/BOCG-
14-A-33-1.PDF.
137
Vid. “El Congreso de los Diputados aprueba la Ley contra el Fraude, que prohíbe las amnistías fiscales
y amplía el listado de deudores a la Hacienda Pública”, en la web La Moncloa, publicado el 25 de mayo de
2021, disponible en
https://www.lamoncloa.gob.es/serviciosdeprensa/notasprensa/hacienda/Paginas/2021/250521-
ley_fraude.aspx.
69
que se regulan las obligaciones de suministro de información. Con motivo de esta reforma
se incorporan dos nuevos puntos en el precepto, añadiendo como sujetos obligados de
suministrar información a la Administración Tributaria tanto a las personas y entidades
residentes en España que proporcionen servicios de custodia de monedas virtuales como
a aquellos operadores que brinden servicios de intercambio de monedas virtuales por otras
monedas virtuales o por monedas de curso legal. Advertimos, en este sentido, que la
regulación aquí contenida guarda coherencia con la implementación del Registro de
proveedores de servicios de cambio de moneda virtual por moneda fiduciaria y de
custodia de monederos electrónicos que se ha implementado en la normativa con motivo
del RDLey 7/2021, de 27 de abril, al que ya aludimos en páginas anteriores.
Asimismo, este Proyecto de Ley de Medidas de Prevención y Lucha contra el Fraude
Fiscal incorpora en su Artículo undécimo una notable reforma de la Ley 58/2003, de 17
de diciembre, General Tributaria. En relación con nuestro estudio, encontramos la
modificación de la Disposición adicional decimoctava, que recoge la obligación de
información sobre bienes y derechos situados en el extranjero. En este sentido, la nueva
redacción incorpora un deber de información sobre las monedas virtuales situadas en el
extranjero de las que se sea titular, beneficiario o autorizado. Asimismo, se incorpora un
importante régimen sancionador frente al incumplimiento de tales deberes,
estableciéndose una multa pecuniaria fija de 5.000€ por cada dato o conjunto de datos
que haya sido omitido o declarado de modo incompleto, con un mínimo de 10.000€. De
igual modo, se determinan sanciones de 100€ con mínimo de 1.500€ en los supuestos en
los que la declaración se presente fuera de plazo sin concurrir el requerimiento de la
Administración Tributaria. Así pues, nos encontramos ante un régimen sancionador
especialmente gravoso, en lo que parece ser un intento más por parte del legislador de
desincentivar el uso de las criptomonedas.
Como señalábamos, el otro gran pilar de actuaciones normativas se destina a la
renovación tecnológica de la regulación vigente. En este ámbito debemos destacar el
Anteproyecto de Ley del Mercado de Valores y de los Servicios de Inversión 138. En su art.
2.4 se contiene una nueva definición de los instrumentos sujetos a la norma, por el que se
amplía el reconocimiento como instrumentos financieros de todos aquellos elementos
138
Texto accesible desde el portal web del Ministerio de Asuntos Económicos y Transformación Digital,
disponible en
https://portal.mineco.gob.es/RecursosArticulo/mineco/ministerio/participacion_publica/audiencia/ficheros
/ECO_Tes_20210405_AP_LMV.pdf.
70
que, estando reconocidos en el art. 2.1 de la Ley, sean emitidos por medio de tecnologías
de registro distribuido 139 . Esta nueva regulación responde a uno de los principales
objetivos de la norma, como es la adaptación de la legislación a las novedades
tecnológicas de estos últimos tiempos, de entre las cuales las DLT constituyen el principal
avance. Asimismo, este Anteproyecto es complementado con el Proyecto de Real
Decreto sobre Instrumentos Financieros, Admisión a Negociación, Registro de Valores
Negociables e Infraestructuras de Mercado 140, que en su art. 3.2 incorpora una mención
idéntica a la contenida en el art. 2.4 de la Ley.
Así pues, bajo esta iniciativa el Derecho español inicia su adaptación a las iniciativas
normativas de la Unión Europea, entre las cuales destaca la Propuesta de Reglamento
MiCA 141. Se advierte una clara dependencia respecto del regulador comunitario, algo que
no puede sorprendernos habida cuenta la disparidad de opiniones que se ciernen sobre el
sector criptomonetario y la consiguiente necesidad de alcanzar una regulación
armonizada, siendo ésta una función que compete al legislador europeo.
139
Dentro de las menciones contenidas en el art. 2.1. del Anteproyecto encontramos a) valores negociables;
b) instrumentos del mercado monetario; c) participaciones y acciones en instituciones de inversión
colectiva; d) contratos de opciones, futuros, permutas (swaps), acuerdos de tipos de interés a plazo y otros
contratos de derivados relacionados con instrumentos financieros, variables financieras, materias primas
o derechos de emisión, entre otros; e) instrumentos derivados para la transferencia del riesgo de crédito
f) contratos financieros por diferencias; y g) derechos de emisión. A partir del art. 2.4 del Anteproyecto,
todos estos instrumentos serán también considerados financieros cuando se emitan bajo tecnologías de
registro distribuido, lo que sin duda alguna supone una mayor flexibilidad para los operadores jurídicos,
que desde la entrada en vigor de esta norma tendrán la certeza y seguridad de poder hacer uso de estos
avances tecnológicos sin comprometer la naturaleza de su activo.
140
Este texto, que acompaña al Anteproyecto de Ley del Mercado de Valores y de los Servicios de
Inversión, está disponible en
https://portal.mineco.gob.es/RecursosArticulo/mineco/ministerio/participacion_publica/audiencia/ficheros
/ECO_Tes_20210430_AP_RD_Instrumentos.pdf.
141
Así se consagra expresamente en el punto cuarto de los “Objetivos generales de esta ley” que se ubican
en los antecedentes de la norma, tal y como se advierte en la página cuarta de la edición electrónica del
Anteproyecto.
71
siendo soportes tanto de conductas inversoras como de medios de pago en el tráfico
comercial. Finalmente, hemos resaltado su carácter dinámico, capaz de adaptarse a las
necesidades que en cada momento requiere la sociedad.
Ante esta enumeración, un primer impulso nos conduciría a afirmar que las
criptomonedas constituyen una solución a prácticamente todos los problemas que hoy en
día presentan los medios de pago tradicionales. Sin embargo, de un estudio más detallado
de la materia advertimos que, a pesar de que las criptomonedas suponen un interesante
avance tanto en el plano tecnológico como en el económico, estos activos aún presentan
una serie de inconvenientes y problemas (en particular, al plantearnos su efectiva
utilización como medios de pago) que frenan la velocidad con que son implementados en
los distintos sistemas jurídicos del mundo.
A nuestro juicio, las criptomonedas son ya una realidad y sus beneficios son
ciertamente interesantes. Con todo, existen una serie de inconvenientes que habrán de ser
resueltos si se pretende incorporar este instrumento en la economía mundial.
Precisamente a estos inconvenientes son a los que dedicamos las líneas venideras, con el
fin de exponer sucintamente los principales aspectos a solventar por los reguladores
mundiales.
72
insuficiente para poder hacer frente a las contiendas jurídicas que pueden llegar a
derivarse de su utilización. De este modo, ante cualquier controversia o problema surgido
de su uso, el particular perjudicado no sabe exactamente cuál es el cauce de actuación.
Asimismo, se desconocen los derechos que atesoran sus usuarios e incluso se cuestiona
la legalidad de sus operaciones.
Todos estos factores, derivados de la falta de refrendo público de las criptomonedas,
constituyen un obstáculo de muy difícil elusión por parte de la sociedad. Al fin y al cabo,
estamos ante operadores privados cuya responsabilidad por incumplimiento es
ciertamente difusa, pues no existe una estructura jurisdiccional que logre resolver los
conflictos de un modo eficaz. Al contrario, son precisamente las autoridades las que
constantemente reflejan esta inseguridad jurídica, tal y como se deriva de las reiteradas
intervenciones en los medios de comunicación y demás pronunciamientos de los
supervisores nacionales y comunitarios 142.
A fin de solventar la desconfianza que generan las criptomonedas encontramos la
aparición de las CBDCs, cuyo principal atractivo radica en el hecho de que son emitidas
por los Bancos centrales, lo que sin duda alguna dota de seguridad y certeza a estos
instrumentos. No obstante, esta posibilidad supone perder el componente revolucionario
y transgresor que motivó el despertar de esta realidad, regresando al plano tradicional con
el único cambio de sustituir el soporte físico por el digital. Así pues, y a pesar de ser
conscientes de que muy posiblemente las monedas virtuales de los Bancos Centrales
terminarán convirtiéndose en las protagonistas del panorama monetario de los próximos
años 143, entendemos que esta solución se limitará a ocupar las funciones y utilidades que
hoy en día tienen el dinero en efectivo y el dinero electrónico, sin satisfacer la demanda
de los más puristas defensores del sector criptomonetario.
142
En esta línea encontramos al Banco de España y a la CNMV, que a través de dos comunicaciones de
2018 y 2021 (BANCO DE ESPAÑA/CNMV, Comunicado conjunto… cit.) advierten de los riesgos de usar
y adquirir criptomonedas. En ambos comunicados, la ausencia de control público se erige como el eje
central sobre los que se desarrollan el resto de los inconvenientes.
143
Para un desarrollo más extenso sobre la naturaleza y tendencia expansiva de las CBDCs (con los
intereses geoestratégicos que de tal expansión se derivan), vid. CHANCELLOR, E., “Las monedas digitales
de los bancos centrales aplastarán a los comerciales”, en el diario Cinco Días, publicado el 17 de mayo de
2021, disponible en https://cincodias.elpais.com/cincodias/2021/05/14/opinion/1620987625_608415.html,
en el que se presta especial atención al interés que tiene China de lograr la expansión del yuan digital, pues
de tal logro se derivaría el hecho de que su moneda alcanzase el protagonismo que hoy en día ostenta el
dólar.
73
5.2. La escalabilidad y otros problemas técnicos de la tecnología de registro
distribuido
Desde un punto de vista técnico, diversas son las cuestiones que suscitan problemas
con motivo de la utilización de las criptomonedas como medios de pago. En primer lugar,
encontramos el problema de la escalabilidad de las redes blockchain. Bajo esta
denominación se pretende hacer referencia a la capacidad de crecimiento que una red
puede llegar a ostentar frente a un aumento de la demanda 144. En este sentido, uno de los
principales inconvenientes de las redes Blockchain (en particular, de la red que sustenta
a Bitcoin) es su limitada capacidad frente a un aumento exponencial de la demanda. Esta
realidad se manifiesta en dos aspectos fundamentales, como son el peso informático de la
red y la posible saturación de los servidores.
El primero de los problemas se puede apreciar a partir del tamaño que ocupa el
registro de la red que se almacena en cada uno de los dispositivos vinculados a ella. Tal
y como sabemos, las redes descentralizadas se caracterizan precisamente por no tener una
autoridad o institución central encargada de almacenar el registro de las operaciones, sino
por encontrar en cada ordenador conectado una copia idéntica del registro (aspecto que,
como tuvimos ocasión de analizar en epígrafes anteriores, dificulta notablemente la
falsificación de la cadena de bloques). El tamaño de esa copia varía en virtud de la
eficiencia de la red y condiciona la viabilidad a largo plazo de la moneda. En el caso de
las redes de Bitcoin y Ethereum, su gran peso informático (más de 250 gigabytes en
ambos casos) supone una preocupación importante, pues de ser adoptados como medios
de pago a nivel masivo el número de transacciones crecería exponencialmente, con el
consiguiente incremento del tamaño de la red. Este aumento haría peligrar el carácter
puramente descentralizado de la blockchain, pues la capacidad informática para
almacenar tales registros estaría al alcance de unos pocos usuarios e instituciones.
Esta cuestión nos permite enlazar con otro de los grandes inconvenientes técnicos de
las redes Blockchain, como es la importancia de la fuerza computacional. Tal y como
señalamos al explicar el funcionamiento de esta tecnología, la red necesita de una serie
de mineros o agentes validadores que verifiquen las transacciones que tienen lugar en la
red. La descentralización que caracteriza a esta tecnología evita la alteración de la cadena
de bloques, pues sería necesaria una fuerza computacional tal que representara al menos
144
Así se expone en BINANCE, “Escalabilidad del Blockchain - Sidechains y Payment Channels”, en la
web Binance Academy, publicado en mayo de 2021, disponible en
https://academy.binance.com/es/articles/blockchain-scalability-sidechains-and-payment-channels.
74
el 51% del total. Frente a esta cuestión, la disminución del número de usuarios capaces
de acceder a la red supone facilitar el control a esas grandes entidades, lo que sin duda
alguna implicaría estar a merced de su voluntad y control.
Finalmente, el último problema técnico que creemos necesario advertir es
precisamente la capacidad de computación disponible para hacer frente a los posibles
aumentos en la demanda que se derivarían de la implementación efectiva de las
criptomonedas como medios de pago. Al margen de los avances que en materia de
computación cuántica están teniendo lugar, la capacidad de cómputo que tenemos hoy en
día es limitada. De este modo, un crecimiento exponencial de la red supondría un cuello
de botella que conduciría a su saturación. Ello implicaría un aumento de las comisiones
de red y un retraso en la verificación de las transacciones, algo ciertamente peligroso en
el ámbito jurídico, pues podría llegar a provocar incumplimientos de Smart contracts y
demás herramientas tecnológico-jurídicas.
Todo lo anteriormente expuesto pone de manifiesto una serie de inconvenientes
técnicos que terminarían desembocando en problemas tanto jurídicos como económicos,
ya fuera por el aumento de las comisiones (con la consiguiente reducción de los márgenes
comerciales, por ejemplo), la lentitud de las transacciones (con posibles incumplimientos
de obligaciones) o la dependencia de grandes entidades privadas (que, por ostentar la
capacidad de cómputo necesaria para soportar el sistema, harían depender la red de sus
intereses e incluso podrían llegar a alterar las transacciones emitidas a su antojo).
145
Así lo advierte LÓPEZ LETÓN, S., “Comprar casa…” cit.
146
A modo de ejemplo, durante el periodo de redacción de este trabajo la criptomoneda Bitcoin llegó a
alcanzar los 53.460,62€ el 14 de abril de 2021. Dos meses después, su valor se encuentra en torno a los
33.000€, que se traduce en una reducción aproximada del 38% de su valor. Hace ocho meses, no obstante,
el valor de Bitcoin estaba en 13.575€, suponiendo un incremento del 243% en comparación con el valor
actual.
75
La volatilidad del valor es uno de los principales inconvenientes que presentan las
criptomonedas en su uso cotidiano. Al margen de la dinámica de valor creciente a largo
plazo, lo cierto es que tanto Bitcoin como el resto de las criptomonedas sin base de
sustentación económica presentan serias dificultades de implementación en la práctica.
Nadie conoce el devenir de cada proyecto criptomonetario y muy pocas empresas están
dispuestas a admitir Bitcoin como medio de pago, pues el valor de hoy puede que mañana
sea un 10% menor o un 15% superior. Esta fluctuación genera tanta inseguridad a los
usuarios como a los empresarios, que se exponen a perder sus márgenes comerciales por
“un mal día del mercado”.
Es precisamente esta volatilidad la que ha motivado la conducta inversora de gran
parte de los usuarios. Si bien es cierto que la eficacia de las criptomonedas como medio
de pago es más bien limitada (el principio económico de unidad de cuenta quiebra cuando
los bienes que hoy valen un bitcoin mañana cuestan uno y medio), estos activos presentan
un claro interés como instrumento de inversión de alto riesgo. Al igual que el valor puede
caer de forma drástica en cuestión de segundos, su precio también puede verse
incrementado de forma exponencial, lo que sin duda alguna incentiva la posible inversión.
Frente a estos factores, dos son las cuestiones que debemos plantearnos. De un lado,
si existe algún tipo de control sobre el precio de las criptomonedas, o si por el contrario
estamos ante un comportamiento libre y radical por parte del mercado. Del otro, hemos
de analizar la posible configuración de soluciones frente a esta volatilidad.
En relación con el primero de los aspectos, es de mención obligada la figura de las
whales (“ballenas”). Simbolizados a través de este mamífero de gran tamaño, bajo esta
coloquial expresión pretende hacerse referencia a una serie de instituciones y particulares
que, por su volumen de negocio y capacidad monetaria, son capaces de alterar el flujo
natural de precios de una criptomoneda. Esta realidad supone llevar al extremo las teorías
económicas clásicas sobre la oferta y la demanda, al tiempo en que se evidencia la
inestabilidad de valor de los proyectos criptomonetarios. De este modo, se advierte cómo
la acción de unos pocos sujetos puede llegar a condicionar el futuro de una criptomoneda,
lo que sin duda alguna redunda en detrimento de la seguridad del tráfico. Asimismo,
encontramos en este punto el marcado carácter especulativo que presenta el sector, que
lo convierte en diana de todo tipo de declaraciones interesadas. No es sorprendente
observar opiniones críticas respecto a Bitcoin y al resto del marco criptomonetario por
parte de entidades e instituciones sobre las que posteriormente se descubre una inversión
en el sector aprovechando la bajada de precios originada por su conducta.
76
A fin de paliar la volatilidad suscitada en este sector nacen las stablecoins, que a través
de una referenciación a un activo de cierta confianza en la economía (véase monedas de
curso legal, metales preciosos o activos especialmente valiosos) mantienen un precio o
valor estable. Estos instrumentos resuelven gran parte de los inconvenientes de las
criptomonedas sin base de sustentación económica, cumpliendo con la función de unidad
de cuenta y depósito de valor de un modo mucho más eficiente. El principal punto
negativo de las stablecoins es la pérdida de la función inversora, pues al margen de ligeras
fluctuaciones de su precio estamos ante instrumentos estables que tan solo dependen del
activo de referencia.
Con todo lo anteriormente expuesto, entendemos que las stablecoins son
posiblemente la mejor opción tecnológica en cuanto a medios de pago se refiere, habida
cuenta el hecho de que mantienen gran parte de los aspectos positivos de las
criptomonedas tradicionales (p. ej., el dinamismo y la velocidad de las transferencias o la
seguridad que proporciona la criptografía y la tecnología de registro distribuido) al tiempo
en que se alejan de sus principales inconvenientes, como son esa inseguridad derivada de
la volatilidad de valor o la exposición al parecer de instituciones y organismos tanto
públicos como privados.
En todo caso, y a pesar de que vemos en las stablecoins la opción más acertada para
implementar las criptomonedas como medios de pago, existen diversos aspectos en los
que esta particular categoría exige de ciertas cautelas. En este sentido, la confianza que
pueda llegar a proporcionar la persona o institución privada que custodia o responde de
la estabilidad de la moneda es un factor importante en aras a proteger la viabilidad del
proyecto y la aplicabilidad del activo, pues es tal garante el que debe conservar una
reserva suficiente del activo de referencia o hacer uso de algoritmos tecnológicos para
alcanzar tal fin.
Asimismo, el principal factor en contra de parte de estos activos radica en la esencia
de su base de sustentación. Es cuanto menos sorprendente que existan activos cuyo valor
de referencia sea el dólar u otra moneda de curso legal, cuando la iniciativa
criptomonetaria nace precisamente para tratar de escapar de los inconvenientes que
presentan las monedas fiat. Esta particular categoría de stablecoins destaca por mantener
la dependencia y vinculación frente a Bancos Centrales y demás supervisores públicos.
Así pues, estas monedas son ciertamente paradójicas, pues si su utilidad radica
precisamente en su referenciación a una moneda fiat, posiblemente será más
recomendable la utilización de las monedas virtuales que emitan los Bancos Centrales, ya
77
que integrarán el componente público y su inherente aureola de garantía y seguridad. En
todo caso, y a pesar de su peculiar esencia, son estas stablecoins las que han adquirido
una mayor aceptación en estos mercados, tal y como se infiere de sus cifras de
capitalización y de volumen de mercado 147.
147
P. ej., Tether, referenciada al dólar estadounidense, es la stablecoin con mayor capitalización del
mercado criptomonetario, posicionándose tan solo por detrás de Ethereum y Bitcoin, con más de cincuenta
mil millones de euros de capitalización de mercado, tal y como se extrae de la web Coinmarketcap.com,
disponible en https://coinmarketcap.com/es/. Las particulares características de las stablecoins (entre otras,
su estabilidad del valor y anonimato) y su masiva adopción han sido los aspectos que han despertado la
preocupación de los reguladores, tal y como advierte VENKATARAMAKRISHNAN, S., “Los reguladores
quieren endurecer la supervisión de las ´stablecoin`”, en el diario Expansión, publicado el 14 de mayo de
2021.
78
En el plano delictivo, la principal razón que motiva la adopción de las criptomonedas
como mecanismo de financiación y como medio de pago es, tal y como hemos anticipado,
el carácter cifrado de sus datos. El uso de la criptografía dificulta notablemente la
trazabilidad de las operaciones y, por ende, complica especialmente la averiguación de su
autoría. Ello ha permitido a multitud de bandas y organizaciones criminales adoptar a
Bitcoin y otras criptomonedas como el medio de pago de sus operaciones ilícitas, entre
las que se encuentran el tráfico de armas o de sustancias estupefacientes. Asimismo, se
ha desarrollado el uso de las criptomonedas como cauce de blanqueo de capitales,
precisamente por la compleja identificación de su origen y el carácter transfronterizo de
su conducta, que obliga a los supervisores nacionales a colaborar entre sí, con las
diferencias que en materia de control y supervisión se plantean entre los distintos
Estados 148 . Finalmente, las criptomonedas también sirven como soporte de estafas
piramidales y una gran variedad de conductas fraudulentas 149.
La solución al uso delictivo de las criptomonedas es ciertamente compleja, habida
cuenta la inexistencia de una red de colaboración judicial transfronteriza en la materia y
la en ocasiones imposible trazabilidad de las operaciones. En todo caso, la tendencia de
los legisladores se dirige a controlar la actividad de los proveedores de servicios de
cambio de monedas virtuales y de custodia de monederos electrónicos, obligándoles a
controlar y conocer la identidad de sus usuarios y a informar sobre posibles conductas
fraudulentas, ya que se presume que el uso de estos servicios es un factor ineludible en la
utilización de las criptomonedas. A la espera de mecanismos jurisdiccionales de
colaboración y de la implementación de avances tecnológicos y computacionales, este
control parece ser la única solución viable para tratar de evitar (o, por lo menos, limitar)
el uso delictivo de las criptomonedas.
148
Así lo advierten RUANO MOCHALES, T., “Monedas virtuales y la normativa sobre el blanqueo de
capitales y la financiación del terrorismo”, en Diario La Ley, 2020, núm. 9745-ed. electrónica, pág. 12;
ZARAGOZA TEJADA, J. I., “Criptoactivos y blanqueo de capitales. Problemas jurídico procesales”, en
Revista Aranzadi Doctrinal, 2019, núm. 8-ed. electrónica, págs. 3-4.
149
En esta línea, SALCES ACEBES, L., “Estafas piramidales: La trampa del dinero fácil de los
criptoactivos arroja pérdidas de 800 millones y 90.000 afectados”, en el diario Cinco Días, publicado el 31
de mayo de 2021, disponible en
https://cincodias.elpais.com/cincodias/2021/05/28/mercados/1622226856_733551.html. En este artículo,
la autora apunta que la mayor parte de las estafas piramidales desarrolladas con criptoactivos conservan un
mismo modus operandi, consistente en una intensa publicidad en soporte informático bajo la que se
promociona una rentabilidad elevada y la posterior llamada de un supuesto bróker que anima a la víctima
a invertir una determinada cantidad de dinero. Tras apreciar la rentabilidad de la operación, el interesado
se expone a una mayor inversión, para finalmente terminar formando parte de un club selecto de inversores.
En todo momento, las rentabilidades prometidas se sufragan a partir de las inversiones de los nuevos
clientes, originando un modelo insostenible a medio y largo plazo.
79
6 PROSPECTIVA SOBRE LA REGULACIÓN DEL SECTOR
Tras exponer el encaje, las características, la regulación y los problemas que
acompañan a las criptomonedas, dedicamos este último epígrafe a ofrecer una visión
personal sobre el futuro próximo que entendemos debe seguir el sector. Conocedores del
dinamismo y de la capacidad de cambio que presenta esta institución, nos aventuramos a
ofrecer una aproximación de los pasos que creemos deben dar los distintos reguladores al
tiempo en que imaginamos la realidad que puede llegar a caracterizar al sector en los
próximos años. Sirva este epígrafe, pues, como una suerte de espacio de opinión personal,
en el que trataremos de aportar nuestro granito de arena al devenir de esta institución.
Si algo ha podido evidenciarse del desarrollo de las explicaciones, esto es, sin duda
alguna, la necesidad de alcanzar una definición unitaria que permita identificar de manera
clara cada una de las figuras que integran la genérica categoría de los criptoactivos.
Teniendo en cuenta que nos enfrentamos a un fenómeno transfronterizo, creemos que es
imprescindible la creación de un mecanismo diferenciador asumido a nivel mundial que
permita dotar de seguridad al tráfico, sin que existan dudas sobre la efectiva naturaleza
de cada activo. Ello implicará construir definiciones sin ambigüedades ni términos
abstractos, al tiempo en que supondrá analizar no solamente la realidad en abstracto, sino
la aplicación de facto de cada instrumento. De la experiencia obtenida hasta ahora puede
afirmarse que gran parte de los criptoactivos existentes cumplen con una función
totalmente distinta a aquella para la que inicialmente fueron creados. Por ello, habrá de
estarse ante clasificaciones dinámicas, alejadas del carácter inmóvil propio del Derecho
tradicional.
Partiendo de una conceptualización clara y uniforme, sostenemos que la principal
tarea del legislador será la de abandonar el enfoque de miedo y desconfianza con el que
actualmente observa el sector criptomonetario. Por supuesto, las cautelas y los controles
deberán existir si se pretende convertir a las criptomonedas en un medio de pago habitual
en el tráfico. Sin embargo, es necesario que la construcción de tales baremos y límites se
haga con el ánimo de implementar esta realidad en la vida diaria de los ciudadanos,
alejándose del intento de supresión que ha condicionado y motivado las escasas
aproximaciones normativas vigentes hasta el momento.
Asimismo, será esencial la creación de controles y procedimientos de resolución de
conflictos de naturaleza transfronteriza (tanto judiciales como extrajudiciales) que
permitan a los usuarios defender sus derechos frente a todos aquellos operadores que
80
hayan incumplido sus funciones. La seguridad del tráfico será, pues, un pilar fundamental
para la adopción masiva de las criptomonedas dentro del comercio y demás facetas de la
vida diaria de los ciudadanos.
Una vez se alcancen estos objetivos, muy posiblemente veamos un crecimiento
exponencial del sector criptomonetario tanto en España como en el resto de los países de
nuestro entorno. Al fin y al cabo, estamos ante un instrumento que cuenta con una
tecnología innovadora y un nivel de dinamismo nunca visto hasta la fecha.
Así pues, la cuestión que posiblemente determine el devenir de las criptomonedas
residirá en tratar de alcanzar un consenso; una idea común de la que partan los distintos
reguladores. A partir de ahí, la regulación variará en función de la utilización como
instrumento financiero o como medio de pago que pueda llegar a atribuirse a cada
criptomoneda. En todo caso, si se logra cumplir con las premisas que hemos expuesto, el
uso particular de cada criptomoneda será un aspecto secundario, pues contaremos con una
base jurídica fuerte sobre la que poder edificar la regulación. En nuestra opinión, estamos
ante una revolución monetaria. El tiempo dirá si logramos adaptarnos a ella o si, por el
contrario, permanecemos inmóviles hasta que sea demasiado tarde.
81
CONCLUSIONES
PRIMERA
Desde la antigüedad, las distintas manifestaciones de riqueza han constituido uno de
los pilares centrales de toda comunidad política. El dinero, concebido como la principal
representación de la capacidad económica de los ciudadanos, ha sufrido una constante y
progresiva evolución orientada a la construcción de una estructura capaz de proporcionar
una eficiente movilización del capital. De este modo, las formas monetarias tradicionales,
cuyo respaldo residía en el metal de su construcción o en un activo de confianza, han sido
desplazadas por fórmulas e instrumentos más ágiles cuyo soporte se identifica en la
estabilidad de los Estados. Asimismo, el desarrollo de las nuevas tecnologías ha
favorecido la implementación de nuevas instituciones que, beneficiadas por el dinamismo
del sector informático, han logrado asumir el protagonismo que monedas y billetes
ostentaron en tiempos pasados. El sistema monetario y financiero vigente en nuestros días
es, pues, el fruto de una modificación progresiva y constante que ha ido acompañando al
crecimiento de la sociedad.
SEGUNDA
La crisis económica y financiera mundial que tuvo lugar en 2008 supuso la pérdida
de confianza en los sistemas monetarios y financieros vigentes. Millones de ciudadanos
perdieron sus ahorros e identificaron a entidades de crédito y demás operadores
financieros como los responsables de su ruina. Este fenómeno global evidenció la
debilidad de una estructura monetaria sin activos de respaldo y sustentada exclusivamente
en la estabilidad de los Estados. Con el fin de recuperar el control sobre la riqueza
individual y apartarse de los intermediarios e intereses privados que representa el sector
financiero nace Bitcoin, una moneda virtual privada creada con el objetivo de servir como
un medio de pago alternativo al dinero tradicional emitido por los Estados. Tras Bitcoin,
miles de activos tecnológicos irrumpen en el panorama financiero y monetario tradicional
introduciendo una posibilidad hasta entonces desconocida que promete a sus usuarios
seguridad e independencia frente a entidades de crédito y Bancos Centrales.
82
TERCERA
Las criptomonedas constituyen una subespecie del género más amplio de los
criptoactivos. Esta última categoría comprende un conjunto de medios de iniciativa
privada que emplean la criptografía y las tecnologías de registro distribuido (DLT) para
garantizar un funcionamiento seguro, anónimo y sin la presencia de intermediarios. En
ella, junto al sector criptomonetario, conviven otra serie de instrumentos que cumplen
funciones muy diversas, desde el ámbito financiero (security tokens) hasta la
incorporación de derechos (utility tokens), alcanzando incluso la representación digital de
activos intangibles (non-fungible tokens). La casuística que presenta este sector es
prácticamente ilimitada, posibilitando el nacimiento de proyectos innovadores que
abogan por la transparencia, privacidad y eficiencia del ecosistema.
CUARTA
La base de todos estos activos digitales radica en una tecnología innovadora y
revolucionaria. A través de la programación informática de una base de datos
descentralizada que se encuentra en poder de los usuarios de la red se garantiza un
funcionamiento público y accesible del sistema, proporcionando una transparencia jamás
vista en el seno de los sistemas financieros actuales. Asimismo, este registro está
protegido a través de fórmulas criptográficas de doble clave, garantizando el anonimato
y privacidad de los partícipes de la red. La fusión entre descentralización y privacidad
permite la construcción de un sistema registral que convierte a los usuarios en jueces y
parte de un sistema seguro y estable, prescindiendo de intermediarios y evitando la
inclusión de intereses alejados del propósito del proyecto. La utilización del prefijo
“cripto” en la denominación de todos estos activos se debe precisamente al empleo de
esta novedosa tecnología.
QUINTA
A diferencia de otros criptoactivos, la esencia de las criptomonedas reside en la
representación digital de un valor destinada a servir como medio de intercambio entre
particulares alternativo a las monedas de curso legal emitidas por los Bancos Centrales.
De este modo, las criptomonedas parecen constituir una suerte de medios de pago
sustitutivos del dinero fiat. En todo caso, la naturaleza digital de estos activos ha
permitido su constante intercambio y consiguiente cotización en los mercados
(exchanges), favoreciendo la aparición de conductas inversoras y prácticas alejadas de su
83
finalidad inicial. La ausencia de una definición uniforme y el silencio de los distintos
reguladores no ha hecho sino favorecer la expansión de esta multiplicidad de conductas,
dificultando notablemente la identificación de las criptomonedas y su diferenciación
respecto de otras variedades de criptoactivos.
SEXTA
A pesar de contar con una serie de rasgos comunes, las criptomonedas pueden
clasificarse en distintas categorías atendiendo a diversos factores, como son la posible
existencia de una base de sustentación económica (stablecoins) o su potencial emisión
por parte de una autoridad u organismo público (CBDCs). Estas subcategorías
proporcionan un valor más estable y parecen adecuarse mejor a los requisitos económicos
propios de toda moneda (a saber, servir eficazmente como unidad de cuenta, depósito de
valor y medio de pago). No obstante, estas variantes prescinden del componente
revolucionario propio de las criptomonedas sin base de sustentación económica como
Bitcoin o Ethereum, pues están referenciadas a monedas de curso legal u otros activos
propios del mercado financiero tradicional. Esta paradoja supone una grave amenaza a la
viabilidad de las stablecoins y CBDCs, obstaculizando su ulterior aceptación y adopción
masiva por parte de la sociedad.
SÉPTIMA
En la actualidad, no existe ni un tratamiento normativo específico ni tampoco
completo aplicable a las criptomonedas. Los reguladores advierten en estos activos
digitales una amenaza para la estabilidad de los sistemas monetarios y financieros, siendo
este enfoque la razón de ser de que las escasas aproximaciones normativas al respecto se
limiten a ofrecer un tratamiento restrictivo y de control. Así pues, los únicos aspectos en
los que parece existir un consenso normativo se encuentran en la materia penal y fiscal,
pilares básicos de todo control jurídico. No obstante, el uso de las criptomonedas ha
crecido exponencialmente en los últimos tiempos, obligando a los legisladores a adoptar
una postura menos radical sobre la gestión y regulación de la materia, hasta ahora
orientada exclusivamente a desincentivar su uso por parte de los ciudadanos.
OCTAVA
Ante la necesidad de regulación que presenta el sector, la Unión Europea debe asumir
un papel protagonista. Su función armonizadora es de vital importancia para poder
84
alcanzar un adecuado tratamiento jurídico de estos instrumentos, cada vez más
importantes y habituales en el tráfico diario. Se antoja imprescindible la construcción de
una serie de definiciones y conceptos comunes que permitan a los Estados miembros
identificar de un modo similar a estos activos, evitando la aparición de tratamientos
normativos dispares que tan solo sirven para originar un mayor grado de inseguridad
jurídica. Dentro de las iniciativas comunitarias que en estos momentos se encuentran en
proceso de debate, cobra especial importancia la Propuesta de Reglamento UE MiCA de
24 de septiembre de 2020. Este instrumento jurídico pretende ofrecer un tratamiento
normativo unificado y detallado sobre las distintas clases de criptoactivos. No obstante,
y a pesar de este propósito, esta propuesta presenta una serie de lagunas normativas que
habrán de ser resueltas por el regulador comunitario a fin de conservar unos niveles
mínimos de seguridad jurídica. En este sentido, cabe destacar el hecho de que esta
regulación sólo resulta parcialmente aplicable, y de un modo indirecto, a las
criptomonedas ya emitidas con anterioridad a su aprobación. En consecuencia, de
mantenerse su redacción original, esta propuesta normativa no proporcionará una
respuesta suficiente ni satisfactoria para solventar los problemas de garantías y control
sobre las ya existentes.
NOVENA
La mayor parte de las elaboraciones normativas desarrolladas en nuestra Legislación
se deben precisamente a la transposición de iniciativas comunitarias. De este modo, la
escasa normativa nacional vigente deriva en su mayor parte de las Directivas elaboradas
en el seno de la Unión Europea destinadas a regular tanto el ámbito financiero como el
blanqueo de capitales. La excepción está constituida por el reciente control sobre la
publicidad de los criptoactivos a cargo de la CNMV, anticipándose al mandato
comunitario. En cualquier caso, ha de advertirse que España se encuentra a la cola en la
regulación de este sector, a diferencia de lo que sucede con otros Estados como Suecia o
Francia, que sí cuentan con una regulación más detallada del marco criptomonetario. En
nuestro sistema, la postura adoptada por el legislador es la de incorporar a las
criptomonedas dentro del ámbito de aplicación de la normativa ya existente para otros
sectores, sin proceder todavía a la construcción ex novo de un modelo normativo que
regule esta materia de un modo específico. Esta práctica no hace sino aumentar la
inseguridad jurídica, ya que la esencia dinámica y tecnológica de las criptomonedas no
85
se integra adecuadamente en las normas tradicionales que fueron elaboradas sin tomar en
consideración esta realidad.
DÉCIMA
Los diversos inconvenientes derivados del uso de las criptomonedas como medios de
pago afectan precisamente a su mayor difusión y eficacia a estos efectos en el tráfico
jurídico. Al silencio normativo que perjudica a estos instrumentos, se ha de sumar la
extrema volatilidad de las criptomonedas que no cuentan con una base de sustentación
económica, factor que complica sobremanera la fijación de precios a través de estos
activos. A su vez, la ausencia de organismos supranacionales capaces de resolver las
eventuales controversias que puedan surgir del tráfico criptomonetario proporciona un
elevado nivel de riesgo a este sector que pocos operadores están dispuestos a asumir. De
igual modo, cabe añadir que la volatilidad de su valor refuerza la postura inversora de
todos aquellos agentes que ven en las criptomonedas un instrumento financiero de alto
riesgo del que pueden extraerse ratios de rentabilidad muy elevados. De ahí su fáctica
preferencia como activo de inversión en detrimento de su aplicación como medio de pago,
lo que en última instancia empaña su razón de ser original.
UNDÉCIMA
El anonimato que proporcionan los sistemas criptomonetarios ha facilitado la
adopción de estos instrumentos por parte de bandas y organizaciones criminales que, de
este modo, logran eludir la supervisión de las autoridades y organismos supervisores
nacionales e internacionales. La utilización delictiva de estos activos digitales es uno de
los motivos que limitan y ralentizan su implementación en el tráfico monetario, al tiempo
que reducen la confianza que los particulares depositan en estos proyectos. Por esta razón,
se antoja necesaria la creación de mecanismos internacionales de control del tráfico
criptomonetario que logren apartar el componente delictivo de esta realidad. Esta
consideración choca, no obstante, de forma frontal con el carácter privado y secreto que
la tecnología de registro distribuido y la criptografía brindan a estos activos. De este
modo, el regulador se encuentra en una encrucijada, pues de la implementación de niveles
de control más elevados puede llegar a derivarse la destrucción de un sector que
precisamente se enfrenta a la comercialización de los datos personales y a la intervención
de terceros agentes en el control de sus finanzas. En todo caso, y a pesar de los costes que
derivan de esta postura, resulta imprescindible la elaboración de un marco normativo
86
concreto capaz de dotar de seguridad jurídica al sector criptomonetario y mitigar las
prácticas delictivas, sin que ello suponga una intromisión excesiva que ponga en peligro
la viabilidad y el desarrollo de este sector.
DUODÉCIMA
Las criptomonedas constituyen un medio de pago destinado a revolucionar el tráfico
jurídico de los próximos años. La innovadora tecnología de registro distribuido y el uso
de la criptografía en la construcción y soporte de estos activos ha facilitado su exponencial
crecimiento y ha permitido ahuyentar parte de la desconfianza que habitualmente suscita
el mundo informático. Tal es así, que sectores como el ámbito societario, concursal o
bursátil están implementando la tecnología Blockchain en su ecosistema, al constatar la
seguridad, eficiencia y certeza que proporciona su funcionamiento. A su vez, esta
construcción digital devuelve al ciudadano el control de sus finanzas y la privacidad de
sus datos al expulsar del sistema a intermediarios y mediadores. La naturaleza tecnológica
y descentralizada de las criptomonedas acelera su adopción mundial al tiempo que
habilita el acceso a un sistema económico global en todos aquellos lugares carentes de
interés para entidades de crédito y demás operadores financieros. El silencio normativo y
las desventajas que presentan estos activos no deben, pues, ocultar su gran utilidad y
beneficio. La tarea del legislador debe ser precisamente la de dotar de seguridad jurídica
y ordenar el funcionamiento de esta realidad, sin que ello suponga la fáctica erradicación
de esta evolución monetaria. Las criptomonedas son el fruto de la fusión entre economía,
tecnología y privacidad, y portan consigo los pilares sobre los que habrá de sustentarse la
sociedad del mañana.
87
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