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San Rafael Arcá-WPS Office

El documento resume la historia bíblica de San Rafael Arcángel según el Libro de Tobías. Se describe cómo Rafael se presentó como Azarías para acompañar a Tobías en un viaje, protegerlo de un pez monstruoso, y ayudarlo a encontrar esposa. Rafael también curó la ceguera del padre de Tobías y reveló su verdadera identidad como arcángel antes de regresar al cielo.

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El documento resume la historia bíblica de San Rafael Arcángel según el Libro de Tobías. Se describe cómo Rafael se presentó como Azarías para acompañar a Tobías en un viaje, protegerlo de un pez monstruoso, y ayudarlo a encontrar esposa. Rafael también curó la ceguera del padre de Tobías y reveló su verdadera identidad como arcángel antes de regresar al cielo.

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San Rafael Arcángel.

Dentro del cristianismo se refiere a un Arcángel, siendo uno de los tres arcángeles
conocidos por nombre dentro del cristianismo católico y ortodoxo, dado que la referencia al personaje
se da dentro del libro de Tobías o Tobit. Los otros dos arcángeles son Miguel y Gabriel.

El nombre proviene del hebreo: Rafa-El, que significa ‘Dios sana’ o ‘Dios El ha sanado’ o ‘¡sana, El!’ o
‘medicina de Dios’. Actualmente la palabra hebrea equivalente a médico es rofe, conectado con la
misma raíz de Rafa-El.

Sumario

1 Descripción bíblica

1.1 San Rafael

2 Islam

3 Mormonismo

4 Córdoba

5 Hellín

6 Oración del Arcángel San Rafael

7 Fuente

Descripción bíblica

De acuerdo con el Libro de Tobías 7, 15 , Rafael fue enviado por Yaveh para acompañar a Tobías, hijo de
Tobit, en un largo y peligroso viaje para conseguirle una esposa piadosa al joven. Ésta es Sara, quien
había visto morir a siete prometidos debido a que un demonio, de nombre Asmodeo, estaba enamorado
de la mujer y mataba al esposo en la noche de bodas.

En un principio Rafael se presenta como «Azarías, hijo del gran Ananías», pero al finalizar el viaje cura la
ceguera de Tobit y se manifiesta como «el ángel Rafael, uno de los siete en la presencia del Señor».

Durante el viaje, da instrucciones a Tobías para pescar un pez, del que extraería las vísceras que usaría
más tarde para alejar al demonio Asmodeo enamorado de Sara y curar la ceguera de su padre. Debido a
esto, a Rafael se le considera protector de los novios o el noviazgo, mas no quien promueve los
noviazgos como el Eros (Cupido) grecorromano.
San Rafael

Es San Rafael uno de les tres santos milites de la corte celestial que nominalmente venera la Madre
Iglesia y destaca como dignos de veneración particular. Su historia está referida en el Libro de Tobías del
Antiguo Testamento. Se cuenta en dicho Libro que el santo Patriarca Tobías de la Ley mosaica destacaba
por su virtud y temor de Dios, practicando todas las obras de misericordia y caridad. Permitió el Señor,
no obstante, que sufriera tribulaciones y trabajos: fue cautivo en Nínive de Salmanasar, perdió sus
bienes y hacienda y hasta fue condenado a muerte por el rey Senaquerib, librándose de ella mediante la
fuga. Al regreso a su casa, dedicóse nuevamente a obras de misericordia.

Fatigado un día del trabajo de enterrar a los muertos, israelitas como él y víctimas de las iras del rey,
quiso descansar junto a una pared, cayéndole entonces en los ojos, mientras dormía, inmundicias de un
nido de golondrinas y quedando por ello ciego. Sobrellevó con admirable paciencia y resignación esta
prueba del Señor, soportando hasta agravios y ofensas de su mujer y amigos, que se burlaban y hacían
mofa del poco provecho que sus penitencias y virtudes le habían traído.

Todo ello le causaba profunda pena, por lo que rogaba fervientemente al Señor auxilio y consuelo. Al
mismo tiempo que Tobías insistía en tales fervientes súplicas, una doncella llamada Sara, hija de Raguel,
vecina de Rages, ciudad de los medos, rogaba también a Dios la librara de la desgracia que la afligía, con
la muerte de sus varios esposos, apenas contraía matrimonio. Oyó el Señor las oraciones de Tobías y de
Sara y envió a su Arcángel Rafael para aliviarlos.

Creyendo el anciano Tobías próxima su muerte, llama a su hijo para bendecirle, darle sus últimos
consejos, que detalla prolijamente el Libro santo, y enviarle a cobrar a Gabelo, un pariente suyo,
residente en Rages, una deuda de diez talentos, que otrora le prestara; a cuyo efecto vaya luego en
busca de acompañante que le guíe y dirija a Rages.

Obedece el joven Tobías y, al salir de casa, encuéntrase con un apuesto joven que se le ofrece para tal
viaje. Preparado todo lo conveniente, emprenden luego ambos el camino. Tras la primera jornada de
viaje, aposentáronse a descansar en las orillas del Tigris, circunstancia que aprovecha Tobías para
lavarse los pies.

De repente un pez monstruoso sale del río y ataca a Tobías; a las voces del joven, acude el Arcángel
Rafael, que no otro era el acompañante de Tobías, y le ordena que, abrazándose al pez, lo saque del
agua; y así, muerto el mismo, le dice que abra sus entrañas y le saque el corazón, la hiel y el hígado, para
servirse de ellos en su tiempo; preparando el resto para alimentarse durante el camino cuando de ello
tengan necesidad.

Pasando por casa de Raguel y prendado Tobías de la joven Sara, le dice el Arcángel la pida por esposa,
pues no le ocurrirá como a los demás maridos habidos por ella, ya que su corazón era puro y no cautivo
de la lujuria. Raguel aceptó a Tobías con grande gozo y le dio su hija única, enterado por Rafael de que
sería ahuyentado el demonio, causante de los anteriores males, al cumplir el joven Tobías las
instrucciones que él le diera.

Entonces saca el muchacho un pedazo del corazón del pez y lo pone sobre unas brasas encendidas en su
aposento; mientras, el demonio culpable, atado por el arcángel, era conducido por el mismo a un
desierto del alto Egipto, para que no perturbase más la paz de Sara, que persuadida por Tobías, y
siguiendo las instrucciones de Rafael, se pasa la noche en oración para vencer así al enemigo.

Ana, esposa de Raguel, temerosa de que ocurriera como las veces anteriores, envió una de sus criadas al
aposento de Sara, regresando ella con la feliz nueva de que los esposos dormían plácidamente.
Celebrado al día siguiente un gran banquete de bodas, Raguel hace a Tobías cesión de la mitad de su
hacienda, como dote de su hija, transmitiéndole el dominio de la otra mitad para después de su muerte.

Permanece Tobías en casa de Raguel por espacio de dos semanas, mientras Rafael realiza el encargo del
anciano Patriarca, tan satisfactoriamente, que hace que el mismo Gabelo vaya a casa de Raguel a pagar
a Tobías la deuda y participar en el general regocijo.

Sin embargo, en casa del Patriarca, la tristeza era grande; Ana, madre de Tobías, lloraba su tardanza; y
aunque el anciano la consolaba con buenas razones, ella ascendía todos los días a una cumbre para
divisar el regreso de su hijo, llorando inconsolable. Al fin, Tobías y su esposa Sara, aconsejados por
Rafael, emprenden el camino de regreso al hogar de aquél, con grande acompañamiento de criados y
después de haber recibido la mitad de la hacienda ofrecida, en dinero, alhajas y ganados. Avanzado el
camino, Rafael insta a Tobías para que se adelante con él, anticipando el regreso, diciéndole: «Lleva
contigo algún tanto de la hiel del pez, porque será necesario dentro de poco».

La madre, que observaba desde lo alto, al divisarlos, llena de alegría, avisa de ello a su esposo y
entonces el perro, compañero fiel del joven Tobías que se ha acercado hasta ellos, confirma en el más
grande gozo y alegría el corazón de los ancianos padres, ante la inminente llegada del hijo ausente, que
les abraza seguidamente, con lágrimas de gozo y satisfacción.

Dadas gracias a Dios y ofrecidos al Señor sacrificios de adoración, toma el joven Tobías de la hiel del pez,
según su acompañante Rafael le previniera, y unta a su padre en los ojos, recobrando éste entonces la
vista, tan sana y perfecta desde aquel momento, como si nunca hubiera padecido ceguera.

Bendijo nuevamente al Señor el anciano y todos los suyos con gran alegría, que subió al límite cuando a
los siete días entraba Sara con sus criados y riquezas. Hubo grandes fiestas y convites; y conociendo el
anciano Tobías que todos aquellos bienes procedían de la mediación y bondad del guía, cuya
personalidad ignoraban, dijo a su hijo:

«¿Cómo podremos agradecer, hijo mío, los bienes que nos ha prodigado este joven que ha sido tu
guía?».

«Padre, yo no sé, respondió el hijo, qué recompensa sea digna de él; que me llevó y trajo sano y salvo;
cobró la deuda de Gabelo; hizo que Sara fuese mi esposa, ahuyentando el demonio que la atormentaba
y llenando de gozo la casa de sus padres; me libertó del pez y curó a vos, padre, la ceguera, para que
vierais nuevamente la luz del Cielo. Suplicadle, padre mío, se digne recibir siquiera la mitad de todo
cuanto hemos traído».

Creyó lo muy prudente el santo varón; y llamando a Rafael, le rogaron con encarecimiento se dignase
aceptar la mitad de los bienes recibidos. Entonces San Rafael, desvelando su secreto, les habló así
«Bendecid a Dios del cielo y dadle gracias ante todo, porque ha usado con vosotros de su misericordia.
Yo soy el Arcángel Rafael, uno de los siete que estamos delante del Señor».

Al oír esto, los dos Tobías se turbaron y, llenos de temor, cayeron en tierra. San Rafael les dice entonces
dulcemente: «No temáis, porque cuando yo estaba con vosotros, estaba por voluntad de Dios.
Bendecidle y cantad sus alabanzas. Ya es tiempo de que vuelva al que me envió. Vosotros bendecid
siempre al Señor y contad sus maravillas». Dicho esto desapareció y no volvieron a verle

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