Equipaje Cultural - BORUCHOFFpdf

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Equipaje cultural: objetos, identidad y transnacionalismo en Guerrero y

Chicago•1

Judith A. Boruchoff

Introducción

En el transcurso de sus 37 años, la vida de Alberto Mendoza lo ha llevado


desde el pueblito de Xochitlán (pob. 730 según el censo de 1990) en el estado de
Guerrero donde nació, a Iguala (pob. 83,412 según el censo de 1990), el principal
centro urbano en la región donde estudió la carrera de maestro.2 Después de practicar
su profesión por varios años en retirados ranchitos a los cuales fue asignado, Beto
cruzó la frontera internacional y se juntó con otros paisanos de su región de origen,
pasando a formar parte de la fuerza laboral indocumentada de Chicago y
posteriormente de Milwakee (en el vecino estado de Wisconsin) donde trabajó primero
en una fábrica elaborando cubiertos para mesa y después en una serie de
restaurantes griego-americanos.

Dicen que Beto se fue a Chicago por primera vez en 1980, después del fracaso
de su primer matrimonio; quería huir de las memorias desagradables y de la pena que
sentía al encontrarse con la gente de su pueblo. En Chicago llegó a casa de sus
primos con quienes se crió en Xochitlán. Así se incorporó a un grupo creciente y cada
vez más diverso de migrantes guerrerenses que seguían los pasos de hombres
reclutados por medio del Programa Bracero para compensar la falta de mano de obra
durante la segunda guerra mundial. Después de tres años se regresó a Guerrero,
porque su hermano le insistía que viniera a ver a su mamá quien estaba sufriendo de
la fiebre tifoidea. En 1989, Beto se volvió a ir a Chicago. Un poco después lo siguió su
segunda mujer; luego un hermano; y, finalmente, la esposa y el hijito de éste
acompañados por otro hermano de Beto. Cuando conocí a sus padres y a sus cuatro
hermanas en Iguala en 1992, la hermana menor estaba a punto de unirse con los


En Gail Mummert (Ed.), Fronteras Fragmentadas, pp. 499-517. Colegio de Michoacán-
CIDEM, México.
1
Algunas partes del presente trabajo se basan en versiones presentadas en dos reuniones de
la American Anthropological Association: “Creating Continuities across Borders: Everyday
objects in the Age of Transnationalism” en 1994, y “Constituting Transnational spaces: Objects
and the (Re)placement of Mexico in Chicago (and Chicago in Mexico)” en 1996. Agradezco a
Juan Pastor por haberme ayudado con mucha paciencia y dedicación a traducir este artículo. Y
agradezco a los protagonistas de este ensayo quienes compartieron conmigo sus casas y sus
vidas.
2
He cambiado los nombres de las personas mencionadas en este artículo y de los pueblos en
México, menos Iguala.
hermanos en Estados Unidos (acompañada por su esposo y su niña); al mismo tiempo
Beto se preparaba para regresarse a Guerrero, supuestamente para siempre. En
realidad, su estancia en Guerrero duró soIamente unos pocos meses, tal como lo
había predicho su mamá. El motivo fue que sus suegros no quisieron entregarle el
dinero que había estado mandando de los Estados Unidos con la idea de poner un
negocio al regresarse... o, quizá su mamá tenía razón cuando decía que Beto ya no se
iba a acostumbrar a vivir en México.

Las vidas de Beto y sus parientes han seguido una trayectoria en un conjunto
de localidades en las cuales prevalecen diferentes modos de vida -localidades que
además se han integrado cada una en distintos sistemas regionales y nacionales.
Aunque estas localidades mantienen sus características distintivas, por medio de la
circulación de personas, objetos, información, y dinero entre ellos, estos sitios se han
entrelazado para formar una esfera de acción singular que atraviesa la frontera
internacional entre México y los Estados Unidos. Alberto, sus parientes, y las personas
con las cuales conviven diariamente han llegado a conformar una forma de sociedad
que se despliega espacialmente entre estos sitios específicos y territorios nacionales.3

Como los artículos en este libro atestiguan, este tipo de formación social se ha
desarrollado de una manera similar en un sinnúmero de localidades a lo largo y ancho
de México y de los Estados Unidos, al igual que en otros países. En un esfuerzo por
amplificar las implicaciones de este fenómeno extenso, investigaciones recientes han
cuestionado la condición actual del Estado-nación, la naturaleza de la ciudadanía, y
una multitud de asuntos económicos, políticos, y culturales relacionados.4 Estas
cuestiones y estudios proveen el marco de las presentes investigaciones.

Este artículo es parte de un proyecto más amplio que examina las relaciones
cambiantes entre guerrerenses que se están organizando transnacionalmente y el
Estado mexicano, así como las posibles implicaciones para una reconfiguración de la
forma del Estado-nación.5 En este artículo me refiero a un solo aspecto de estos
cambios. Mi argumento se fundamenta en la premisa de que el transnacionalismo
implica cambios en las conciencias y los espacios sociales en los cuales éstas se
forman. Aunque nuestro entendimiento ha estado avanzando de modo significativo, las

3
Mi descripción de este fenómeno se inspiró mucho en los trabajos de pioneros de Rouse
(1989, 1991).
4
Para el caso de México-EE.UU., véanse también los trabajos de Rouse, Kearney, Smith,
Goldring, y Gledhill; para otras partes del mundo, véanse Glick_Schiller et al. (1992), Basch et
al. (1994), Appadurai (1990, 1991, 1993, 1995).
5
Amplifico estos argumentos en mi tesis doctoral, Creating Continuities across Borders:
Reconfiguring the Spaces of Community, State and Culture in Guerrero, Mexico and Chicago,
presentada a la Universidad de Chicago en 1999. Véase también Boruchoff (1998).
conceptualizaciones del transnacionalismo tienden a enfocarse en los migrantes y en
las acciones. En contraste, mi planteamiento toma en cuenta que el transnacionalismo
no es una cuestión simplemente de las personas que emigran; más bien abarca una
sociedad más amplia que no sólo incluye a los familiares de migrantes que nunca se
han alejado de sus pueblos natales sino también incluye a las familias no
migrantes. Es decir, implica cambios en el contexto en el cual las comunidades se
constituyen. Otro aspecto fundamental y poco estudiado de las reconfiguraciones
transnacionales son los cambios en los conocimientos y entendimientos de este
contexto, de tal manera que el mundo de un sinnúmero de mexicanos ahora consiste
en sitios localizados en dos (o más) países. Es indispensable prestar más atención a
tales cambios en las conciencias y espacios sociales para una mejor comprensión de
la transnacionalización de las actividades y afiliaciones sociales, económicas y
políticas de millones de mexicanos.

En este ensayo trato algunas de las maneras en que las personas llegan a
orientarse a lugares específicos distribuidos entre dos territorios nacionales y a
participar simultáneamente en ellos. Mi perspectiva enfatiza que los entendimientos
culturales pueden trascender lo que las personas especifican verbalmente; también se
expresan en las acciones- y en otras formas materiales. Esta posición teórica la
proponen conceptos tales como "habitus" - "sistemas de disposiciones durables y
transferibles" que sirven como "sistemas [estructurados] de principios para la
generación y estructuración de prácticas y representaciones" (Bourdieu 1977:72 et
passim, y véase también 1984)- y " la conciencia práctica" (practical consciousness) -
"reservas tácitas de conocimiento a las cuales los actores recurren para la constitución
de la actividad social" (Giddens 1979:5 et passim, y véase 1984). Además, tales
disposiciones y conocimientos tácitos tienen una relación recursiva con las estructuras,
contextos materiales, y acciones que los expresan y modelan. Para incluir en mi
análisis este nivel no verbal de la cultura, explico cómo los objetos juegan un papel
importante en la constitución de formas sociales y conciencias transnacionales.

Una literatura creciente sobre la cultura material ha demostrado la relevancia


del mundo de los objetos para la formación y expresión de los conocimientos
culturales y de las disposiciones. De acuerdo con Grant McCracken, “en los bienes, la
cultura se vuelve ubicua" (1988:132). Destacando la importancia de la cultura material
(y más específicamente el consumo) para una empresa continua de auto-creación
(McCracken 1988:88), él señala que: “Rodeados de nuestras cosas, nos encontramos
arraigados en nuestros pasados y visualmente conectados con ellos” (McCraken
1988:124). Además de la importancia de los objetos para la formación y la expresión
de subjetividades, la cultura material también ofrece contribuciones de Daniel Miller:
“Tales prácticas culturales [las que involucran objetos específicos]…se deben
considerar como constituyentes de una presencia material muy específica y con
frecuencia extremadamente importante que genera posibilidades de sociabilidad y de
un orden cognitivo, y también fomenta ideas de moralidad, de mundos ideales, y de
otros principios y abstracciones” (1994 [1987]:191).

Mis argumentos surgen de mis expectativas durante el trabajo de campo


extensivo tanto en México como en los Estados Unidos. Viví en Iguala, Guerrero
desde Diciembre de 1991 hasta abril de 1993, y regresé para visitas cortas (diciembre
de 1993 hasta febrero de 1994 y junio-julio de 1995).6 Aunque vivía en la ciudad de
Iguala, me familiaricé con una variedad de pueblos en esa región, sobre todo con los
pueblos natales de mis amigos de Iguala. Al regresar de Guerrero, realicé trabajo de
campo en Chicago enfocado en los guerrerenses. Mucho de este tiempo lo dediqué a
personas que conocí en Guerrero y a los parientes de personas con las cuales conviví
allá. En los dos lados hice entrevistas con migrantes así como empleados y
autoridades gubernamentales y apliqué una serie de cuestionarios;7 pero más que
nada conviví con los guerrerenses en sus vidas cotidianas, acompañándolos para
realizar mandados, asistir a fiestas, y visitar a parientes, compadres o amigos. De este
modo, además de conocer cómo las personas expresaron sus puntos de vista con sus
respuestas a mis preguntas, me enteré de los asuntos que les preocupaban y que
discutieron espontáneamente entre ellos mismos y conmigo. Me di cuenta de cómo
sus opiniones podían variar de un momento a otro o según su(s) interlocutor(es); y
conocí los complementos materiales con los cuales se rodeaban.

En lo siguiente, me centro en ciertos aspectos de cómo las personas


interactúan con objetos. Es importante tomar en cuenta que un objeto dado puede
asumir uno o más de estos aspectos y que el mismo objeto puede tener distintos
significados para individuos diferentes o para el mismo individuo en ocasiones
diferentes. Los significados convencionales de un cierto tipo de objetos -por ejemplo,
la asociación de una bandera con una cierta nación- y las convenciones de valor del
uso siempre son completados conforme a la historia particular del objeto, su contexto
en cualquier momento, y los marcos individualizados de los conocimientos de la
persona que los está percibiendo en ese momento. En otras palabras, lo que voy a

6
Becas del Programa Fulbright (USIA, IIE) y de la University of Chicago, Center for Latin
American Studies, financiadas por las Fundaciones Mellon, Tinker y Hewlett, facilitaron mis
investigaciones en México. Agradezco el apoyo a estas organizaciones.
7
Los cuestionarios se llevaron a cabo junto con el proyecto sobre procesos migratorios,
dirigidos por Douglas Massey.
discutir no son características inherentes de los objetos; más bien me preocupo por
cómo los objetos sirven de medio material en procesos conceptuales y sociales.

Empiezo con un análisis de un video casero para ilustrar ciertos procesos básicos, los
cuales elaboraré con respecto a los objetos en general. Primero, explico cómo los
objetos, por servir como recuerdos, facilitan la creación de continuidades a través del
espacio y el tiempo dentro de las biografías de individuos y comunidades; facilitan la
incorporación de experiencias y localidades diversas en un orden conceptual
coherente. En segundo lugar, explico cómo los objetos llegan a asociarse con
personas y lugares geográficamente distantes, lo que les permite mantener una
presencia dentro de localidades y círculos sociales de los cuales se encuentran
físicamente ausentes. Y en tercer lugar; en ese proceso, contribuyen a contar relatos
espaciales (tomando la frase de Certeau) por medio de los cuales las personas
adquieren y expresan conocimientos compartidos de lugares lejanos y de sus
habitantes. Así los objetos sirven de medio para que una población dispersa se
constituya como una comunidad, entretejiéndose los sitios que habitan colectivamente
para crear un solo contexto social. En la sección final, elaboro las implicaciones del
análisis anterior: explico que tales procesos y medios se involucran en una lucha
continua sobre significados que forma un componente crucial para que la gente dé
significados al mundo y a su participación en él.

Enfoque fenomenológico a objetos: videos y la unión de esferas sociales


geográficamente dispersas

Las muestras materiales de la dispersión de la población entre las áreas de


Chicago e Iguala son notables, puesto que la gente se rodea con objetos que
provienen de lugares y personas que se ubican al otro lado de la frontera o los
representan. Por ejemplo, en la casa de la familia Mendoza en Iguala, se encuentra
una variedad de objetos que los hermanos que residen en Chicago trajeron o
mandaron: fotografías, aparatos eléctricos, ropa, una bolsita con monedas
norteamericanas, juguetes para los sobrinos y dinero. Este último se nota sobre todo
porque en vez de seguir rentando están construyendo una casa gracias a las remesas.
En la casa de sus primos en Xochitlán, cuando entras a la sala, su tío don Marco,
quien tiene diez hijos en Chicago, te enseña las fotos de sus hijos y su equipo de
fútbol, el cual ha ganado el campeonato de liga en Chicago los últimos dos años. Las
fotos se colocan encima de un viejo televisor que ahora se ocupa como mesilla. Este
televisor se obtuvo en Chicago al igual que un televisor y una videocasetera que sí
funcionan. La casa que ya se consideraba muy amplia según el criterio del pueblo, la
están ampliando los hijos de don Marco quienes contribuyen con una parte de sus
salarios para agregarle un segundo piso. A tiro de piedra de la casa de don Marco, en
la plaza central del pueblo se encuentra una cancha de baloncesto con tableros
adornados con las palabras Chicago Bulls y el logo del equipo de los toros.

Del mismo modo, en Chicago los hijos y sobrinos de don Marco, así como un
sinnúmero de mexicanos, cuelgan pequeñas banderas mexicanas de los espejos
retrovisores de sus carros, que además lucen calcomanías que dicen “GUERRERO".
Una bandera mexicana grande adorna la pared del hermano menor de los Mendoza. Y
todos complementan sus vestuarios comprados en los Estados Unidos con alhajas de
oro y huaraches fabricados en Iguala que les mandaron sus familias de Guerrero.

Mientras que muchos mexicanos estarían de acuerdo con los académicos que
los estudian en explicar a la emigración como una reacción a necesidades
económicas, una parte del argumento que quisiera proponer acerca del significado de
estos objetos puede ilustrar con el ejemplo de un video que vi durante una visita a
Xochitlán. Yo había llegado a Xochitlán acompañada por Lorena y Sara, dos de las
hermanas Mendoza en aquel entonces de veintitantos años. Al igual que sus papás,
estas jóvenes nunca habían ido a los Estados Unidos. Nuestro anfitrión era su tío de
Don Marco. Al caer la noche, ese día 29 de Diciembre de 1992, don Marco nos
comentó que sus hijos le acababan de mandar un video de Chicago y nosotros cuatro
nos arrellenamos en la sala de su casa para verlo. Mientras la película transcurría en
la tele delante de nosotros, detrás varias caras anónimas aparecían asomándose
desde la calle oscura. Las imágenes que aparecían en la pantalla del televisor en la
casa de don Marco en Xochitlán nos llevaron en un viaje que empezó a mediados de
septiembre adentro de la casa de sus hijos en Chicago donde varios miembros de la
familia estaban reunidos para una celebración de cumpleaños. En la escena que se
filmó al mes siguiente nos encontramos adentro del estadio techado de fútbol viendo el
equipo de Xochitlán en plena jugada. Luego regresamos a la casa donde están
celebrando el cumpleaños de otro hijo. Mientras vamos de un lado a otro adentro de la
casa, la cámara se enfoca en un miembro de la familia y luego en otro, a quienes se
les pide mandar un mensaje a Xochitlán. Entonces el hijo menor baila con su novia al
son de música popular mexicana. Reúnen a los nietos en el sofá y les instruyen a que
manden saludos a sus abuelos; algunos de los niños lo hacen con timidez, otros con
entusiasmo. Luego el video se adelanta varias semanas y uno de los hijos, con su
esposa y sus niños, se colocan frente a su árbol de navidad para mandar saludos a
sus papás y abuelos. Enseguida los acompañamos al centro de la ciudad para ver el
árbol de navidad de la ciudad de Chicago y visitar el área que lo rodea. Finalmente nos
encontramos afuera de la casa cuando los niños llegan de la escuela.
Mientras vemos el video, los comentarios de don Marco acerca de lo que
estaba a punto de transcurrir en la película revelan que aunque apenas había recibido
el video, ya conocía bien sus contenidos. Don Marco, quien hacía poco había pasado
dos años con sus hijos en Chicago, y yo entramos en un proceso que es común entre
migrantes regresados de los Estados Unidos: recurrimos a recuerdos de nuestras
vivencias allá para ubicar los eventos representados en la película, a veces
esforzándonos individual o colectivamente para evocar los nombres o localizaciones
de calles, colonias o suburbios. Aunque Lorena y Sara nunca han estado en Chicago,
también ellas ofrecen sus comentarios y preguntas acerca de los parientes que
aparecen en la pantalla, poniéndose al corriente con respecto a sus estados
matrimoniales, residenciales y laborales. Al terminar la película, además de las
imágenes visuales transmitidas, nos hemos informado acerca de la dirección, precio y
pagos de la casa de los hijos de don Marco en Chicago; de cómo solía acompañarlos
a los partidos de fútbol cada fin de semana; vemos que aun en los Estados Unidos se
celebran acontecimientos especiales con comidas tradicionales como el pozole y la
cochinita que nada más de verlos nos da hambre; y, aunque ya me había enterado
varias veces por medio de sus sobrinas y su familia, don Marco nos informa que su
hijo menor se regresará a México para casarse en el próximo mes de marzo - lo que
se considera un gran evento para el cual otros familiares también pensaban
regresarse.
Lo que quiero subrayar con respecto al video es que sirve como un instrumento
material por medio del cual se acoplan distintos contextos sociales, uniendo así lo que
parecen ser dos arenas sociales distintas para formar una sola esfera social. Para
ilustrar este punto, empecemos con el escenario físico en el cual se ubica el video; en
este caso comprende a don Marco, Lorena, Sara, y a mí misma, así como una serie de
curiosos [bystanders] quienes van y vienen, asomando por las ventanas de la casa de
don Marco.8 Tal vez el video parece representar un campo social que es distinto a
aquél en el que estamos; sin embargo sugiero que los actores sociales representados
en la película llegan a interactuar con los que la ven, a través de su representación en
la película, las referencias que hacen, las menciones que posteriormente se hacen con
respecto a ellos. Por medio de los saludos dirigidos directamente a don Marco y su
esposa o los que se mandan a Xochitlán en general, las personas que se filman en

8
Este análisis se inspira hasta cierto punto en el concepto de “manos participantes”
(participation frameworks) proporcionado por Goffman (1981); explico cómo tales marcos se
extienden a través del espacio y el tiempo.
Chicago evocan a actores sociales físicamente lejanos y los incorporan en la arena
social de sus acciones locales. Además, por medio de estas formas directas de
discurso, animan a los que están viendo la película a que se ubiquen ellos mismos
adentro de ese mismo espacio social. Así, las personas representadas en el video y
las que se encuentran en el escenario en el cual lo ven, participan juntos en la
constitución de una estera social singular que abarca dos (o más) sitios que están
físicamente dispersos.
En un proceso similar, el video se convierte en un medio por el cual un lugar
que está geográficamente lejos llega a ser una parte vital e inmediata del mundo. Al
hacer el video y al verlo, se evocan lugares físicamente lejanos y les dan una
presencia; además, una serie de imágenes de esos lugares se fijan en una cierta
localidad en México. Cuando don Marco y yo participamos en el proceso de ubicar las
escenas que vemos, nos ubicamos adentro de las localidades en que se filmaron e
intentamos reconstruir alrededor de ellas los contextos geográficos que conocemos
como Chicago. Los otros espectadores también son absorbidos por el enfoque de la
cámara y se ubican dentro del escenario representado en el video. En este proceso,
los individuos que ven el video envuelven adentro de sus conciencias las localidades
representadas ya que las imágenes se enmarcan dentro de y contribuyen al cuerpo de
conocimientos mediante los cuales entienden y se ubican en el mundo.
En ambos lados de la frontera México- Estados Unidos hay muchos casos
similares en los cuales se reúne gente para ver videos, puesto que son películas que
documentan visitas de regreso a México, fiestas del santo patrón, bodas y otros
acontecimientos sociales que se transportan a través de la frontera y circulan entre
parientes, amigos y paisanos. Así es que además del video que describí arriba, en
Guerrero vi también, por ejemplo, videos de bodas que se habían celebrado en
Chicago. Durante visitas a las casas de muchos guerrerenses en Chicago vi películas
similares de bodas y cumpleaños que se habían celebrado en Iguala, así como videos
que documentan varios aspectos de las fiestas anuales del santo patrón en pueblos y
ranchos en la región de Iguala. Pero no tengo la intención de limitar mi discusión a
videos; aunque es un medio de representación especial, propongo el análisis de este
video para ilustrar un argumento que quiero proponer con respecto a los objetos en
general.
Del mismo modo que el video, una diversidad de objetos sirven como medio
material por el cual se efectúan interacciones sociales a través de distancias
geográficas. Aunque físicamente los individuos se localizan en un solo lugar, por
medio de tales objetos logran participar en un sitio adicional (o serie de sitios
adicionales) y expresar una orientación hacia él (o ellos)
Recuerdos del trabajo y otros "ritos de transición"
Una tarde en Iguala cuando llegué a la casa de doña Paula (la mamá de Beto), ella y
su hija Lorena me preguntaron en broma qué quería comer, mostrándome un menú de
un restaurante familiar griego-americano en el área de Chicago. Como respuesta a mi
mirada de perplejidad en relación al menú, me explicaron que Beto lo había traído del
restaurante donde trabajó la primera vez que fue a Chicago. Este menú lo habían
guardado en el armario en el cuarto principal de la casa. Al explicar el origen del menú,
sacaron además del mismo mueble un juego de cubiertos para mesa que todavía
conservaban la envoltura de plástico original de la fábrica en la cual Beto obtuvo su
primer empleo en los Estados Unidos.
Logré entender que este menú y los cubiertos para mesa forman parte de un
grupo de objetos similares -muestras de productos de lugares de empleo en los
Estados Unidos, por ejemplo un frasco grande lleno de dulces de canela (red hots) que
ya se fundieron en una sola bola después de años en el calor de Iguala- que encontré
en las casas de varios guerrerenses. Estos objetos fueron almacenados entre
fotografías, documentos importantes y otros recuerdos en cajones, baúles, carteras o
una bolsita de plástico colgada de un clavo en la pared. A veces sacaron estos objetos
como una ilustración material que provoca o acompaña relatos de experiencias en los
Estados Unidos.
Lo apropiado de caracterizar tales objetos como "recuerdos" fue hecho explícito
por un señor de unos sesenta años de edad que había ido a los Estados Unidos varias
veces como bracero, empezando en los años cincuenta. Cuando me contaba de sus
experiencias, él estaba empeñado en enseñarme los contratos laborales que lo habían
llevado allá hacía décadas. Desapareció en un cuarto interior de su casa y reapareció
trayendo una carpeta que contenía los ahora amarillos contratos, un documento de
identificación y una vieja tarjeta de identificación con su retrato. Cuando vio que me
asombré de que todavía tenía estos documentos, explicó que los había guardado
como "un recuerdo ".
Considerados como "recuerdos", tales objetos comparten características con
otros objetos conmemorativos, sobre todo aquellos objetos que se regalan (y que
mucha gente codicia) en celebraciones de eventos sociales importantes; también
resuenan con la importancia que muchos guerrerenses dan al recordar y estar
recordando. El reparto de recuerdos es un aspecto tradicional de los festejos para
bodas, quinceaños, bautizos, confirmaciones y cumpleaños especiales. Estos
pequeños objetos normalmente llevan la forma de una figura de cerámica o, a veces,
un platito o servilletero, con la fecha del evento y el(los) nombre(s) de la(s) persona(s)
festejada(s). Sobre todo en eventos grandes como bodas y quinceaños, los recuerdos,
al igual que la mayoría de los demás aspectos característicos de la fiesta (por ejemplo,
la comida, las bebidas, la música, las invitaciones, el salón), son proporcionados por
madrinas y padrinos, quienes a petición de la familia del festejado aceptan patrocinar
este aspecto de la celebración.9 A veces los recuerdos incluyen los nombres de los
padrinos, por ejemplo, como es el caso de bautizos o confirmaciones.
Las ocasiones en las cuales se reparten recuerdos señalan avances en la
posición del festejado como una persona social y miembro de la comunidad de
personas que asisten a la fiesta. Mientras que eventos como una boda ocasionan la
creación de nuevas relaciones sociales entre los novios y sus familias, la creación de
nuevas relaciones sociales entre los festejados y sus padres, por un lado, y los
padrinos y madrinas, por el otro, es un aspecto importante también de ritos que se
enfocan en un individuo, por ejemplo en los quinceaños y los bautizos. Muchas veces
los invitados desean ávidamente recibir un recuerdo para llevar a su casa, por
ejemplo, cuando no hay recuerdos suficientes para todos los invitados; acumulan una
cantidad de recuerdos de una variedad de fiestas y los exhiben en sus casas.
Así es que los recuerdos sirven de un medio material que atestigua y
conmemora eventos transicionales importantes en el desarrollo social de personas y la
creación y afirmación de las relaciones sociales que los acompañan. De la misma
manera, los productos y las tarjetas de identificación o de negocios que guardan los
migrantes como Beto atestiguan y conmemoran episodios significativos en sus
biografías. El menú y los cubiertos para mesa que se guardaron en la casa de su
familia en Iguala, por ejemplo, llevan rasgos de experiencias que fueron significativas
en el desarrollo personal de Beto.
Para individuos como Beto, el proceso de desarrollo social ha incluido la
participación en una variedad de lugares y de formas de vida; el guardar recuerdos les
ayuda a construir continuidades entre las dispares experiencias y lugares de los cuales
forman sus vidas y sus mundos. Particularmente cuando los transportan a través del
espacio y el tiempo -así como cuando los traen desde los Estados Unidos a México y
los guardan por años- estos objetos sirven de un testimonio y un recordatorio

9
Mientras que se acostumbra el compadrazgo en todas partes de México (y entre mexicanos
en los Estados Unidos), los detalles de las prácticas típicas varían de una región a otra. En el
norte de Guerrero, buscan a padrinos y/o madrinas para una gran variedad de ocasiones,
incluyendo por ejemplo todas las graduaciones de la escuela aún al nivel de jardín de niños. El
número de padrinos y madrinas para eventos grandes –como son las bodas y los quinceaños-
a veces llegan a sobrepasar a cien individuos. Muchos acostumbran incluir una lista de los
nombres de los padrinos y madrinas en las invitaciones y/o leen la lista durante la fiesta.
duraderos que facilitan la integración de actividades y localidades disyuntivas para
formar un conjunto coherente.10

Manteniendo una presencia en ausencia: el Día de Muertos


En su aspecto de recuerdos, los objetos tal vez tienen más significado para los
individuos para quienes evocan sus propias experiencias. Pero, en un sentido general,
tienen significado aún para las personas que no han experimentado tales eventos ellos
mismos, sobre todo a través de las asociaciones mentales con parientes y el lugar de
origen del objeto. Por ejemplo, a la mamá y a la hermana de Beto la presencia del
menú y de los cubiertos para mesa les evocan vivencias y cuentos acerca de él, lo que
mantiene viva su presencia entre ellas.
Atribuir a objetos asociaciones con y remembranzas de personas que no están
físicamente presentes corre paralelo a otras prácticas culturales tradicionales,
particularmente las del Día de Muertos. En muchos hogares mexicanos, cada día
primero de noviembre se acostumbra montar un altar con cierto tipo de flores, velas,
panes especiales, y otros objetos, por ejemplo retratos o artículos favoritos de seres
queridos falIecidos.11 Al día siguiente, la gente lleva flores al panteón y visita las
tumbas de sus parientes. Aunque hay pocas actividades o creencias que atribuiría
a la población entera de Iguala, en el Día de Muertos (1992), a casi ninguna tumba le
faltaba una ofrenda de flores.
Se dice que los muertos regresan al mundo en el Día de Muertos. Curiosa por
saber hasta qué punto la gente cree que los difuntos regresan literalmente en esa
fecha, un día le importunaba a doña Alma (una comadre de la mamá de Beto) con
preguntas repetidas de: “pero, ¿de veras creen que Ios difuntos regresan?".
Finalmente, frustrada por sus respuestas evasivas de “dicen”, comprendí que crean o
no que los muertos regresan físicamente, por lo menos en un sentido sí regresan,
mediante el arreglo de los objetos en los altares, la gente se acuerda de sus queridos
difuntos y les dan una presencia aunque sea solamente en sus conciencias. Una nieta
de doña Alma (una joven residente de Chicago quien entonces tenía unos veinte años)
me explicó que los muertos van dondequiera que haya gente que se acuerde de ellos.
Los objetos que se ponen en el altar, sirven para llamar y guiar a los muertos hacia el
mundo de los vivos, que se presentan ante quienes les han recordado.

10
Desarrollo más algunas implicaciones de estos objetos en la sección final del trabajo.
11
Aunque se observa el Día de Muertos en todo México, los detalles de las prácticas y los tipos
de objetos que acostumbran a incluir en las ofrendas pueden variar de una región y otra. Del
mismo modo, el esmero de la elaboración de los altares varía de una casa a otra aunque
ciertos objetos son elementos básicos de las ofrendas en Iguala.
Los sonetos que acompañan a los altares de Día de Muertos dedicados a los
que fallecieron durante el último año apoyan esta interpretación y hacen explícito el
hecho de que las personas están presentes a pesar de su ausencia física. Además de
los altares que se ponen en cada hogar, la costumbre típica de Iguala es la
elaboración de un altar especial adicional para conmemorar a los que fallecieron el
año anterior. La noche del primero de noviembre, acompañé a Lorena y a otras
amigas en una excursión por la ciudad para ver estas ofrendas que la gente pone en
las salas de sus casas para que los paseantes los puedan ver. Generalmente
llamadas “las tumbas”, estas ofrendas típicamente incluyen una foto del difunto/a, un
soneto dedicado a él/ella, temas religiosos y etéreos tales como las vírgenes, ángeles,
nubes y crucifijos, y a veces un escenario que capta las actividades típicas del
difunto/a en la vida.12
Aunque todos los sonetos que forman partes de “las tumbas” nombran al
difunto y reconocen que murió en la fecha especificada, verso tras verso estos sonetos
repiten el sentimiento de que las personas siguen viviendo y están constantemente
presentes aún después de que partieron de este mundo. Así como asevera un soneto
para un señor que murió a la edad de cuarenta y cinco años: "aunque tu precencia
[sic] no está con nosotros, tú siempre estás en nuestros corazones". Varios sonetos
fueron al extremo de declarar: "Tú no has muerto, ¡estás aquí" "Ella no ha muerto, vive
en nuestros corazones, en nuestro recuerdo y en nuestras oraciones".
Estos sonetos también dejan claro que vestigios de personas permanecen
adentro de objetos y son evocados por medio de objetos. Por ejemplo, un soneto a
una madre fallecida habla acerca de cómo: "al habrir [sic] el baúl de tus recuerdos
cada prenda, rincón de este hogar está tu huella tan honda y profunda, como tus
sabios consejos y virtudes que inculcaste en cada uno de tus hijos: valor, lealtad,
humildad, son algunas herramientas que gracias a ti perduran en quienes vienen
postrados ante ti" . De este modo, no es simplemente que los que ya partieron de este
mundo mantienen una presencia entre los vivos por medio de las remembranzas de
los que se quedan atrás; además, dejan vestigios de sí mismos y mantienen una
presencia en objetos y en las características que inculcan en las personas entre las
cuales vivieron.
Al igual que los artículos mencionados en el soneto, una gran variedad de
objetos encarnan rasgos de personas vivas que no están físicamente presentes. Por
medio de tales objetos, la gente mantiene una presencia entre los que residen en

12
Por ejemplo, la tumba elaborada para un señor que era dueño de un salón de billares
incluyó una miniatura del salón con el nombre escrito enfrente, una barra con botellas encima,
lugares lejanos. Por ejemplo, Ana (la penúltima de las hermanas de Beto) escribe en
una carta que acompañaba un regalo que le mandó a Vicente (el segundo de los
hermanos) desde los Estados Unidos13 que él ha sido el hermano que más admira; le
cuenta que ella se acuerda mucho de él y que, está mandando unos zapatos tenis y
una playera: "con mucho cariño te los mando para a ver [sic] si también se acuerdan
que tienen una hermana y no le han escrito" . Ana hace patente las conexiones entre
los objetos y el acordarse de su hermano, la expresión de su cariño por él, y su
petición de que él corresponda de la misma manera acordándose de ella y
comunicándose con ella. En la carta que acompaña estos artículos, Ana le cuenta
también de su afecto hacia él y le insta a que cuide de sus papás y hermanos (sobre
todo su hermano más chico) y le encarga su propia hijita que se quedó en Guerrero.
De esta manera, la playera y los tenis participan en una interacción social y en la
realización de modos específicos de relacionarse.
Su mamá doña Paula reveló conexiones similares por medio de sus relatos con
respecto a un montón de ropa que ella estaba planchando una tarde mientras yo hacía
una visita a su casa [25 de enero de 1994]. Empezó por contarme que una blusa verde
y blanca que estaba planchando se la había regalado su hijo más chico en su
cumpleaños (el pasado septiembre); este regalo se lo entregó un pariente (hijo de una
sobrina de doña Paula) cuando estaba de visita de Milwaukee donde residían.14 Doña
Paula siguió planchando el siguiente artículo del montón: unos shorts con peto que se
combinaba con la blusa. Me explicó que su hija Lorena le había dicho que sería mejor
regalarle el traje a ella, puesto que Lorena razonaba que los shorts no son apropiados
para una señora como su mamá (y, además, a Lorena le gustó el traje). Pero doña
Paula le dijo que "¿Cómo podría regalar el traje si su hijo se lo había regalado?"
declaró. El siguiente artículo que planchó -uno que Lorena también codiciaba- se lo
había regalado su nuera, Ema. Lo que seguía, una falda -la que Lorena había dicho
que es para señoras y no se la pidió- se la había regalado otra nuera, Fran. Y
finalmente, la blusa que planchó en seguida se la había regalado el segundo de sus
hijos, Vicente. Conforme bajaba poco a poco el montón de ropa, doña Paula repetía su
pregunta: ¿Cómo podría deshacerse de cosas que había recibido como regalos? Si le

una mesita (llena de envases) y sillas, tanto como dibujos de ángeles, un Cristo, crucifijos, un
retrato del difunto y un soneto dedicado a él.
13
Ana vivió ocho meses en California en 1988.
14
La manera más común para mandar cartas y tales objetos entre los Estados Unidos y México
es por medio de parientes o amigos que los transportan cuando regresan o van de visita.
daba la ropa a Lorena, como Lorena le había pedido,15 entonces sus hijos y nueras,
quienes se la habían regalado a ella, iban a pensar que no le gustaron sus regalos.
Así como Marcel Mauss mostró en sus estudios pioneros sobre los regalos
(1967 [1925]), entre los guerrerenses como doña Paula el dar y el aceptar regalos y
hospitalidad es crucial para el desarrollo e interpretación de las relaciones sociales.
Por ejemplo, si uno intenta rechazar comida o bebida que se ofrece durante una visita,
es probable que el anfitrión o la anfitriona insista y puede desafiar a los visitantes
diciéndoles que no aceptaron porque " me desprecian" o a causa de la humildad de lo
que se ofreció.16 Un buen visitante que no quiere ofender a su anfitrión a veces se
siente obligado a aceptar el refresco que le ofrecen aunque no lo quiera para nada.17
Viceversa criticarían a un(a) anfitrión(ona) que no les ha ofrecido suficiente
hospitalidad diciendo, por ejemplo, "¡pasamos más de una hora allí y no nos ofrecieron
ni un vaso de agua!" . Al igual que en muchas otras culturas (como las que trata
Mauss), entre guerrerenses los intercambios materiales muchas veces forman parte
intrínseca de la constitución y mantenimiento de relaciones sociales: los objetos se
entienden como un reflejo de la persona que los regala, y los actos de ofrecer y
aceptar se entienden como un reflejo del estado de la relación y de la estimación
mutua entre el que da y el que recibe.
Ninguna prenda que doña Paula planchó aquella tarde cumplía exclusivamente
con la necesidad de vestirse; tal vez de modo más significativo, servía de muestra de
la conexión sentimental y el continuo interés de la nuera o el hijo que se lo mandó
desde los Estados Unidos para su cumpleaños. Así como su hija Ana precisó en la
carta citada, tales objetos sirven como un símbolo material duradero de que sus hijos
en los Estados Unidos siguen acordándose y preocupándose por ella. También por
medio de tales objetos los hijos buscan asegurarse de que sus familiares se acuerden
de ellos mismos. Al ocupar un medio material, tal como la ropa que mandaron como
regalos de cumpleaños, logran hacerlo de tal manera que sus personas se evoquen en
situaciones cotidianas, por ejemplo cuando doña Paula está planchando. Como

15
No quiero dar la impresión de que Lorena era codiciosa y materialista; ella era lo opuesto. En
general Lorena era muy atenta y solícita con su mamá y sus exigencias y deseos materialistas
fueron muy razonables.
16
Mauss escribe: “Rehusarse a dar, o fallar en invitar, es -así como rehusar a aceptar- lo
equivalente a una declaración de guerra; es negar amistad y trato social” (1967:11)
17
Normalmente si uno hace una visita imprevista, el/la anfitrión/a envía a un miembro de la
casa (comúnmente un/a niño/a) a la tiendita de la esquina a traer refrescos para los visitantes.
Esta práctica es un ejemplo de cómo objetos que frecuentemente se consideran como global
commodities (mercancías globales) o global cultural flows (flujos culturales globales), por
ejemplo refrescos de Coca-cola o Pepsi, adquieren significados y papeles locales específicos
puesto que se involucran en prácticas culturales locales –en este caso las relacionadas con la
hospitalidad y la constitución de relaciones sociales. No simplemente poseen significados
objetos que se exhiben al ser usados, la ropa constituye un medio efectivo para
mostrar a un público amplio que, aunque se fueron lejos de ella, todavía persiste la
intimidad de sus conexiones emotivas y sociales. Estos regalos que se mandaron de
los Estados Unidos demuestran a los que no conocen por sí mismos las circunstancias
en los cuales viven los hijos de doña Paula que éstos han de vivir bastante bien para
poder mandar tales cosas a sus parientes en México.
Además, por medio de los objetos, la gente reclama un lugar para sí misma
dentro de una localidad que queda geográficamente lejos. Muchos guerrerenses en
Chicago mandan dinero para que se construya una casa para ellos en su patria -aún
cuando disminuye la probabilidad de que se regresen a vivir allá. Una explicación
común del porqué de la construcción de estas casas -de las cuales muchas quedan
desocupadas- es para que sus dueños tengan un lugar propio al cual pueden llegar si
visitan o regresan a vivir a México. Del mismo modo que las casas, los objetos que se
guardan como recuerdos, los que se mandan o regalan a través de la frontera, así
como otras inversiones en ausencia, permiten que la gente cree o mantenga un lugar
para sí mismos en una localidad distante y en círculos sociales separados de ellos por
grandes distancias geográficas.

“Relatos espaciales": la objetificación y evocación de imágenes


Otro aspecto es que los objetos que circulan en los dos lados de la frontera comparten
un lugar con los objetos que se ocupan en el Día de Muertos esto es la posibilidad de
tender un puente entre dos esferas distintas. Por medio de los objetos que ponen en
los altares para los muertos, los guerrerenses construyen un puente entre el mundo de
los vivos y el de los muertos a quienes convocan a regresar a nuestro mundo. Aunque
no tienen experiencias directas del mundo de los muertos, al arreglar los altares en el
Día de Muertos, los vivos invocan a ese mundo lejano donde residen los muertos, y
así lo convierten en una parte de su mundo. No quisiera proponer una equivalencia
entre el irse a los Estados Unidos y el morirse; pero sí propongo que de una manera
análoga, por medio de una variedad de objetos tales como los regalos de ropa que
mandan a sus familiares al otro lado de la frontera, los guerrerenses invocan dos
esferas geográficamente separadas y las enlazan para formar un contexto social
singular, al igual que lo expliqué anteriormente con respecto al video.
Los objetos, junto con las discusiones que los acompañan, sirven de sitios
materiales para comunicaciones relacionadas con lugares lejanos y las formas de vida
que allí prevalecen. Aunque los objetos, tales como el menú o los cubiertos para mesa

inherentes homogéneos que se comparten globalmente (así como dirían los que sugieren que
estamos experimentando una homogeneización cultural a nivel global).
mencionados anteriormente, pueden parecer estáticos e inertes, del mismo modo que
el video, los objetos sirven como un recipiente para la condensación de una serie de
imágenes de un lugar y de los modos habituales de vida encontrados allá. Mientras
que a Beto el menú y los cubiertos le sirven de constancias de sus vivencias en un
lugar particular, la presencia de estos mismos en la casa de su mamá y su hermana
en Iguala les sirven de estímulo para conversaciones acerca de Chicago como sitio de
trabajo, los trabajos que se obtienen allá, los salarios que se perciben, los tipos de
comidas que comen los norteamericanos y los mexicanos que residen allá, y otros
temas.
Las varias remembranzas, imágenes y asociaciones empotradas en los objetos
cuentan " relatos espaciales" [spatial stories] , es decir historias que, según De
Certeau, "nos sirven como medio de transporte colectivo" (1984: 115). . . "Hacen el
viaje, antes o al mismo tiempo que los pies lo hacen" (1984: 116) Así es que los
objetos contribuyen a la creación y a la difusión de conciencia que incorpora
conocimientos de lugares dispersos, tenga uno o no vivencias propia en ellos. Aunque
nunca había estado en los Estados Unidos, la mamá de Beto solía hablar con todo
detalle acerca de los empleos que tenían sus hijos allá, de sus salarios y de los
horarios en sus trabajos. Una tarde que ella y yo lavábamos los trastes,
aparentemente inspirada por hacer las mismas actividades que solía hacer su hijo en
Chicago, doña Paula volvió a narrar sus anécdotas, contándome que Beto se vestía de
traje cuando trabajó de lavaplatos y que cuando trabajó de cocinero hacía las órdenes
por “tikeh” (lo que yo entendí como una traducción de ticket [un papelito en que se
escribe lo que ordenan], aunque no sé exactamente como lo entendía Doña Paula).
Es importante recordar que los objetos y las narrativas que encontré en
Guerrero cuentan solamente una parte de la historia: la parte complementaria tiene
lugar en los sitios de los Estados Unidos que forman los demás componentes de su
mundo transnacional. Cuando visité a los hijos de doña Paula18 en Milwaukee en el
mes de julio de 1993, Beto, con el aire de relajo de costumbre, empezó a contarme de
lo cansado y sucio que se sentía cuando llegó a su casa en la madrugada después de
un turno de veinticuatro horas de trabajo en el restaurante. Al seguir platicando, para
ofrecerme una especie de testimonio de las ganas que le echa a su trabajo, me mostró
la antes blanca camisa y los pantalones a cuadros blancos y negros ahora cubiertos
de manchas y mugre, me hizo recordar la ocasión en la cual su mamá me enseñó el
menú y sus repetidas narraciones de que Beto se ponía un traje en su trabajo.

18
En aquel entonces vivían en un apartamento trece parientes: Beto con su esposa y sus dos
hijitas, su hermano (el segundo9 con su esposa y sus dos hijitos, su hermana más chica con su
esposo y sus dos hijitas, y su hermano el menor.
Este traje representó una objetificación de las prácticas laborales que forman un
aspecto fundamental de las vivencias y los conocimientos guerrerenses de los Estados
Unidos. Pero incorporado al lado de él había otras muestras objetificadas de los
lugares y personas en México que igualmente forman parte de su mundo. Me
enseñaron un juego de fotografías que les habían mandado de Iguala, presentando a
sus papás y sus hermanas celebrando con comida y bebida adentro de la estructura
de los cimientos de la casa que se estaba construyendo gracias en gran parte a sus
remesas. Adornando la pared de la recámara del hermano menor había una bandera
mexicana grandota, mientras que una bandera más chica colgaba en una esquina de
la cocina. Quizás la mejor ilustración del significado de estos objetos se puede
encontrar en otra repetida narración de Beto quien contaba que había tenido: una
oportunidad para arreglar su estatus legal en los Estados Unidos por medio de la
"amnistía " (Immigration Control and Reform Act of 1986), pero la rechazó porque,
según su explicación, eso lo haría olvidarse más fácilmente de México y así no
regresaría. Las banderas, las fotografías y otros objetos asociados con México y con
las personas y los lugares de allá forman un modo para asegurarse que se les quedan
presentes tales remembranzas y las personas y lugares que representan. Así como los
relatos espaciales, los objetos proporcionan una manera de transportarlos a tales
lugares lejanos, aunque no regresen físicamente.
En la casa de Beto, así como en casas por todos los Estados Unidos y México,
encontramos, uno al lado de otro, objetos que objetifican asociaciones con personas y
experiencias típicas de México y de los Estados Unidos. Es la mezcla y el conjunto de
todos estos objetos encontrados en los dos lados de la frontera, y la diversidad de
lugares, personas, y modos de vivir que estos objetos evocan, que sirve de
representación de la vida transnacional. Esta colectividad de media materiales encarna
un tipo de semiótica del mundo transnacional. Pero hay que subrayar que esta
semiótica no es simplemente una reflexión de un mundo ya constituido. Al servir de un
modo de transporte, los relatos espaciales contribuyen a la creación y definición de
espacios -"teatros" según De Certeau (1984:125)- para acciones sociales: "atraviesan
y organizan lugares; los seleccionan y los juntan; hacen oraciones y trazan itinerarios
de ellos" (p.115), "simultáneamente produciendo geografías de acciones que a la
deriva van hacia lo común de un orden. . . " (p.116). De la misma forma, los objetos en
México que tienen su origen en los Estados Unidos (o los que lo representan) así
como los objetos en Estados Unidos que tienen su origen en México (o los que lo
representan) yuxtaponen experiencias y lugares que se ubican en tiempos o lugares
lejanos, conectándolos así en un orden singular dentro de la conciencia. Del mismo
modo que el video, los objetos simultáneamente indican y yuxtaponen contextos
sociales distintos y sus diferentes formas de vida. Contribuyen así a la constitución de
una esfera social multi-local que trasciende la frontera internacional entre México y los
Estados Unidos.

La definición y representación de significados e identidades por medio de


objetos
Cuando las personas invierten en estos objetos o los producen, regalan, o se rodean
de ellos en general, no es cuestión simplemente de una respuesta a las tuerzas geo-
políticas o económicas globales; realizan actos deliberados de representación por los
cuales participan en un proceso de auto-definición y producción cultural. Así como
Terence Turner asevera (en su tratado de los Kayapo y su producción de videos):

El poder de representación a través de estos medios, se ha asociado


con el poder de conferir valor y significado a sí mismos en los ojos del
mundo exterior, y, reflexivamente, en una forma nueva, en sus propios
ojos también. La tecnología de representación adquiere así el carácter
de un nuevo poder para controlar los términos de este proceso de
atribuir significados y valores" (1991 :306).

Los procesos de representación implicados en las interacciones con objetos,


mencionados anteriormente, participan así en una lucha con relación a los
significados. De una manera similar, el planteamiento de Turner (1991 :307) de que
"los medios auditivos y sobre todo visuales han venido a convertirse en no solamente
un medio para representar la cultura, las acciones, o los eventos y la objetificación de
sus significados en la conciencia social, sino se convierten en el fin de la acción social
y de la objetificación en la conciencia" puede ser sugestivo para el presente análisis. El
grabar por medio de video casi todos los eventos sociales importantes (bodas,
quinceaños, fiestas del santo patrón) y la circulación de tales videos entre parientes,
paisanos y amigos en ambos lados de la frontera, entonces se puede considerar
como un proceso para seleccionar los aspectos de su mundo y su 'cultura' por medio
de los cuales quisieran destacarse. A través de estos medios acentúan la creación y
reproducción de relaciones sociales y de comunidad y los aspectos positivos de su
constitución como personas sociales de valor. Al afirmar estas selecciones y
caracterizaciones hacia otras personas y sociedades, intentan -a sabiendas o no-
hacer prevalecer sus definiciones. Al circular estas representaciones objetificadas
entre personas en ambos lados de la frontera internacional, reafirman sus historias,
sus vínculos sociales y sus valores compartidos, reproduciendo un sentimiento de
comunidad a pesar de la dispersión geográfica.
Del mismo modo, cuando Beto y otros guardan recuerdos tales como el menú o
los cubiertos para mesa -o aún cuando representan sus vivencias a otros con
palabras- se encargan de la definición de los significados de sus experiencias. Así
como es el caso de los videos ya tratados, "los bienes son un instrumento versátil para
la manipulación de los significados" (McCracken 1988:130). O, así como lo establece
Miller en su discusión a favor de los análisis acerca del consumo para complementar
los análisis de la producción, el trabajo del consumo "traduce el objeto desde una
condición alienable a una condición inalienable; es decir desde ser un símbolo de
enajenación y del valor de precio a ser un artefacto investido de connotaciones
particulares inseparables", connotaciones específicas por las cuales la naturaleza
específica de una persona se confirma (1994: 190).
Visto desde una cierta perspectiva, así como Marx razonaría, en los Estados
Unidos Beto fue sometido a un alto grado de explotación bajo las condiciones
alienantes del capitalismo. Efectivamente es cierto que Beto me expresó en julio de
1993 que sabía que su boss intentaba quedarse con la mayor cantidad de labor
posible y con pocos trabajadores para gastar lo mínimo en salarios. Sin embargo,
desde la perspectiva de Beto, su trabajo claramente era una fuente de gran orgullo
personal. Al cumplir con las peticiones frecuentes del patrón de que trabajara turnos
larguísimos (a veces de 24 horas) con poca ayuda, Beto logró ganar más de lo que
podría ganar en México. De esta manera logró mantener bien a su familia, contribuir a
la construcción de una casa para sus padres, y ahorrar dinero con el fin de regresar un
día a vivir a México. Al sentirse orgulloso de ser un trabajador tan bueno y responsable
quien siempre se Ilevaba bien con el patrón, Beto vivió su explotación como un
proceso por medio del cual logró convertirse en una persona social más completa y de
más valor dentro del contexto que para él tenía mayor importancia. Los productos
materiales de su labor materializaron en una forma fetichizada su poder de labor
abstracto y las relaciones sociales de producción explotadoras; sin embargo, aún así
se consolidaron los esfuerzos que le permitieron ser un buen padre, esposo, hijo,
hermano y amigo, y le permitieron exhibir su realización de estos papeles a la
sociedad más amplia de la cual formaba parte. El guardar recuerdos tales como el
menú y los cubiertos para mesa atestiguan las actividades, las experiencias y los
sacrificios que realizó Beto a fin de lograr estas hazañas. Así como McCracken ha
afirmado, "las posesiones de un individuo forman el correlativo objetivo de su mundo
emotivo. Sirven como una substantación de este mundo, prueba de su veracidad y
demostración de su realidad” (1988:124).
Es importante reconocer que las interpretaciones promovidas a través de los
objetos de ninguna manera son fácilmente determinadas, establecidas o aceptadas; al
contrario, así como McCracken (1988: 135) procede a explicar, "los bienes
proporcionan una oportunidad para que un grupo de personas participe en diálogos
internos y externos en los cuales los cambios son contemplados, debatidos y luego
son enunciados”. Mientras que Beto nunca se quejó con el patrón y siempre estaba
dispuesto a trabajar las horas extras que le pedía, sus hermanos, quienes trabajaban
en el mismo restaurante que él, no estaban de acuerdo con la conformidad amable
con que siempre cumplía las exigencias del patrón. Entraban en acalorados debates
los hermanos, puesto que, al contrario de Beto, ellos se negaban cuando el patrón les
pedía que trabajaran turnos extras, se quejaban de la cara antipática que ponía el
patrón cuando les pagaba; y uno de ellos le preguntó al patrón por qué a él le pagaba
menos que a un trabajador “americano” quien tenía menos tiempo trabajando allí. Los
hermanos de Beto finalmente expresaron su descontento con las condiciones de
trabajo abandonando ese empleo.

Conclusiones
En este artículo he mostrado cómo los Mendoza, la familia de Marco, y las
personas con las cuales ellos conviven, están forjando su mundo socio-espacial de tal
manera que Chicago y los Estados Unidos, Xochitlán, Iguala, Guerrero, y México en
general, forman parte esencial de él. Lo hacen tanto por el medio material de objetos
como por la experiencia obtenida en sus propias vivencias. Para desarrollar mi
argumento, he precisado cómo, por medio de objetos, las personas logran participar y
mantener una presencia simultáneamente en lugares localizados en dos territorios
nacionales. He explicado cómo los objetos pueden mostrar y simultáneamente enlazar
lo que parecen ser distintos sitios geográficos y sociales, es decir un sitio en el cual el
objeto está físicamente ubicado y otro que está representado por medio del objeto. Por
este medio, las personas producen objetificaciones materiales de sus conciencias y un
orden socio-espacial que atraviesan la frontera internacional.
Los dos Estados-nación a los cuales los guerrerenses están sujetos siguen
implementando proyectos distintos para (re)constituir la nación al tiempo que las
localidades que los guerrerenses habitan colectivamente siguen manteniendo sus
características distintivas. Sin embargo, por medio de los procesos arriba discutidos
los guerrerenses están contribuyendo activamente a definir los significados de su
participación y ubicación dentro de sistemas nacionales y en esferas político-
económicas más amplias. Así no son meros recipientes de las fuerzas nacionalistas
del Estado ni de las de la economía política global. Aunque se puede decir que los
migrantes mexicanos como Beto y sus hermanos son víctimas de la división laboral
internacional, encuentran oportunidades para constituirse como personas sociales de
valor y aún como agentes de cambio. Además, ponen en entredicho los conceptos
convencionales del Estado-nación, tradicionalmente aceptado como un sistema
político, económico y cultural delimitado a un territorio. Al organizarse
transnacionalmente, esta población históricamente marginalizada ha llamado la
atención del Estado mexicano el cual ahora les ofrece a ciertos guerrerenses más
respeto, apoyo y recursos de lo que han recibido en la historia reciente de México. Tal
vez aún más importante, están contribuyendo a que el Estado mexicano se organice
transnacionalmente también (Boruchoff 1998; y para procesos similares véanse
Goldring en este volumen, y Smith 1995). De este modo, la creación de continuidades
a través de la frontera internacional por los guerrerenses y otros mexicanos presentan
desafíos a las prácticas convencionales del nacionalismo y a los entendimientos del
Estado-nación.

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