Torío Et Al. 2008 - Estilos Educativos Parentales - Revision
Torío Et Al. 2008 - Estilos Educativos Parentales - Revision
Torío Et Al. 2008 - Estilos Educativos Parentales - Revision
Susana TORÍO LÓPEZ, José Vicente PEÑA CALVO y M.ª del Carmen RODRÍGUEZ MENÉNDEZ
Universidad de Oviedo. Facultad de Ciencias de la Educación. Departamento de
Ciencias de la Educación. C/ Aniceto Sela, s/n. 33005 Oviedo. Correo-e:
storio@uniovi.es; vipe@uniovi.es; carmenrm@uniovi.es
RESUMEN
Los padres, en relación con los hijos, son los modelos de referencia más impor-
tantes de su vida y la falta de apoyo y de responsabilidad parental son actos que oca-
sionan graves consecuencias para un desarrollo equilibrado. Desde los estudios
emprendidos por Baumrind, investigadora que durante más de treinta años ha estu-
diado las tipologías de estilos disciplinares y el comportamiento infantil, la literatura
psico-pedagógica producida en esta materia ha sido abundante, por ser uno de los
elementos claves de la socialización familiar. El objetivo de estas páginas es revisar
las investigaciones que relacionan los estilos educativos paternos y el desarrollo de
la infancia y la adolescencia, con el fin de realizar una propuesta integradora que
permita el desarrollo de programas de intervención socioeducativa.
SUMMARY
Parents constitute the most important life model for children. Moreover, the
absence of their support and the lack of parental responsibility lead to serious con-
sequences for children’s balanced development. Beginning with the research carried
out by Baumrind, who devoted over thirty years to studying the typologies of disci-
plinary styles and child behaviour, the psycho-pedagogical literature about these
important topics in family socialization has been profuse. The aim of this paper is to
review the investigations which relate parenting styles to childhood and adolescence,
in order to offer an integrated proposal which can make the development of socio-
educative programs of intervention feasible.
SOMMAIRE
Par rapport aux enfants, les parents sont les modèles référentiels les plus impor-
tants de leur vie et le manque de soutien et de responsabilité parentale sont des actes
ayant de graves conséquences sur un développement équilibré. Depuis les études
entreprises par Mme. Baumrind, chercheur qui a étudié les typologies des styles dis-
ciplinaires pendant plus de trente ans, la littérature psychopédagogique produite
dans cette matière est abondante, étant donné qu’il s’agit d’un élément clé de la socia-
lisation familiale. À partir de l’analyse des recherches qui rattachent les styles éduca-
tifs paternels et le développement de l’enfance et de l’adolescence, le but de ce
travail est de réaliser une proposition intégrative permettant le développement de
programmes d’intervention.
1. INTRODUCCIÓN
Nadie parece poner en duda que la familia es el contexto de crianza más
importante en los primeros años de vida, adquiriendo en él, niños y niñas, las pri-
meras habilidades (reír, hablar, jugar) y los primeros hábitos que le permitirán con-
quistar su autonomía y las conductas cruciales para la vida. Los adultos que los
cuidan tienen un importante papel en la vida de los niños pero, aunque impor-
tante, muchas veces dicha influencia no es la decisiva, no aprenden solamente de
ellos. Podemos decir que «la educación no es algo que los padres hagan a los hijos,
sino algo que padres e hijos hacen conjuntamente» (Rich, 2002, 53)1.
1. La autora Rich HARRIS, en su libro El mito de la educación, muy citado en la bibliografía sobre
familia, cuestiona la concepción tradicional de la crianza y educación de los hijos. Los investigadores
En las páginas que siguen, revisamos las investigaciones que relacionan los
estilos educativos familiares y el desarrollo y bienestar de la infancia y de la ado-
lescencia. En primer lugar, desde nuestra perspectiva, nos parece importante reali-
zar esta revisión por la existencia de conceptualizaciones diversas y la necesidad
de una sistematización de tal problemática. En segundo lugar, por la importancia
que presentan los aprendizajes adquiridos en el ámbito familiar: «Los hogares, los
espacios privados, y las relaciones íntimas, familiares, facilitan comportamientos
que sólo aquí pueden fructificar provechosamente, o malograrse trágicamente. En
realidad, estos espacios o relaciones son los semilleros de la estimativa humana»
(Rodríguez, 1999, 86). En el momento actual, ser padre o madre es una tarea com-
plicada en la que no sirve la improvisación y se exigen destrezas específicas ante
las nuevas necesidades que surgen en la sociedad. Los estilos educativos represen-
tan la forma de actuar de los adultos respecto a los niños ante situaciones cotidia-
nas, la toma de decisiones o la resolución de conflictos. Por tanto, se ponen en juego
unas expectativas y modelos, se pretende regular las conductas y marcar unos pará-
metros que serán el referente tanto para comportamientos como actitudes.
Por último, otro motivo que nos ha llevado a la elección de esta temática es la
necesidad de profundización en el proceso de intervención socioeducativa en el
ámbito familiar. Hoy en día no existe duda de la necesidad de desarrollar progra-
mas de educación familiar y conllevan cambios en la forma de educar, en las prác-
ticas disciplinarias y en la atención que los padres prestan a los hijos.
de la socialización mantienen que lo que los niños aprenden en esa temprana edad acerca de las rela-
ciones y las reglas establece el modelo para posteriores relaciones y, por lo tanto, determina el curso de
sus vidas. Para la autora lo que han demostrado estas investigaciones es que «la conducta de los padres
hacia un hijo afecta sobre todo a cómo se comporta el hijo en presencia de los padres o en contextos
que están asociados con ellos» (p. 116). Es el entorno de fuera del hogar lo que puede cambiar al niño,
no la crianza. La alternativa que presenta es la «Teoría de la socialización grupal», no son los padres quie-
nes socializan a sus hijos, son los propios niños los que se socializan entre ellos, el grupo dentro del cual
el niño se relaciona con sus iguales, el entorno fuera del hogar y el que comparte con sus compañeros:
«no todo tiene que ver con la socialización, sino también con el modo como las personalidades de los
niños se moldean y cambian por las experiencias que tienen mientras crecen» (p. 199).
2. La metodología utilizada por BAUMRIND (1971, 239) en el primer estudio realizado (1967) es la
siguiente: dividió a los niños en tres tipos de estructura personal según su conducta: a) los niños de
la estructura I eran los más competentes, contentos e independientes, confiados en sí mismos y mostra-
ban conductas exploratorias; b) los niños de la estructura II eran medianamente confiados y capaces de
controlarse a sí mismos y, en cierto modo, inseguros y temerosos; y c) los niños de la estructura III se
manifestaban inmaduros y dependientes, con menos capacidad de control y confianza en sí mismos.
Seguidamente, se correlacionó la estructura de la personalidad con los métodos de crianza en la familia y
se encontró lo siguiente: a) los padres del grupo I, especialmente las madres, ejercían un control firme, exi-
gencias de ciertos niveles de madurez y buena comunicación con los hijos (se ha llamado comportamiento
autoritativo parental); b) los del grupo II eran menos cuidadosos y atentos con sus hijos en comparación
con otros grupos (son denominados padres autoritarios); y c) los padres del grupo III eran afectuosos y
atentos, pero ejercían poco control y escasas demandas de madurez sobre sus hijos (denominados padres
permisivos). En el segundo estudio de 1971, también, los padres autoritativos, al compararlos con los otros
modelos estudiados, mostraban más facilidad en el desarrollo de competencias instrumentales en los
niños, obteniendo puntuaciones más altas en responsabilidad social e independencia.
comparar los distintos estilos parentales, confirmaban sus hipótesis y han llegado
a ser ampliamente conocidos. Así, los niños de padres autoritativos, comparados
con los de padres autoritarios o permisivos, eran más maduros y competentes.
En síntesis, dicha investigación nos demuestra cómo en el marco del hogar en
el que se prestan atenciones y cuidados a los niños de edad preescolar y se exigen
ciertos niveles de control, se fomenta en los niños madurez y competencia. Por el
contrario, estos niveles no se consiguen si se utiliza una disciplina autoritaria, seve-
ridad en los castigos o abundantes restricciones y protección excesiva.
Posteriormente, Baumrind, en 1977, estudió la conducta de la misma muestra,
cuando los niños tenían 8/9 años de edad y observó que los niños de familias
democráticas tenían elevadas competencias sociales y cognitivas; los de progeni-
tores autoritarios se situaban en un nivel medio y los niños de padres permisivos
tenían niveles más bajos. Trabajos posteriores han mostrado que, en la adolescen-
cia, se mantenían los mismos efectos.
La descripción de estas tres categorías ha sido ampliamente difundida. Nos
limitamos a destacar sus características más significativas con el aviso de que esta
tipología representa tendencias más que una clasificación cerrada. En la práctica
educativa, las situaciones son más complejas y es difícil encasillar a las familias en
una u otra tipología. Por ello, el aspecto más relevante de la tipología, desde nues-
tro punto de vista, es el análisis de las dimensiones implicadas en las prácticas edu-
cativas y cómo son utilizadas.
Los padres autoritarios (authoritarian discipline) valoran la obediencia como
una virtud, así como la dedicación a las tareas marcadas, la tradición y la preser-
vación del orden. Favorecen las medidas de castigo o de fuerza y están de acuerdo
en mantener a los niños en un papel subordinado y en restringir su autonomía.
Dedican muchos esfuerzos a influir, controlar y evaluar el comportamiento y acti-
tudes de sus hijos de acuerdo con unos rígidos patrones preestablecidos. No faci-
litan el diálogo y, en ocasiones, rechazan a sus hijos/as como medida disciplinaria.
El estilo autoritario es el que tiene repercusiones más negativas sobre la socializa-
ción de los hijos, como la falta de autonomía personal y creatividad, menor com-
petencia social o baja autoestima y genera niños descontentos, reservados, poco
tenaces a la hora de perseguir metas, poco comunicativos y afectuosos y tienden a
tener una pobre interiorización de valores morales (MacCoby y Martin, 1983; Dorn-
busch, Ritter, Leiderman, Roberts y Fraleigh, 1987; Moreno y Cubero, 1990; Baum-
rind, 1996; Kaufmann, Gesten, Santa Lucia, Salcedo, Rendina-Gobioff y Gadd, 2000;
Belsky, Sligo, Jaffee, Woodward y Silva, 2005).
Los padres permisivos (permissive discipline) proporcionan gran autonomía al
hijo siempre que no se ponga en peligro su supervivencia física. El prototipo de
adulto permisivo requiere que se comporte de una forma afirmativa, aceptadora y
benigna hacia los impulsos y las acciones del niño. Su objetivo fundamental es libe-
rarlo del control y evitar el recurso a la autoridad, el uso de las restricciones y cas-
tigos. No son exigentes en cuanto a las expectativas de madurez y responsabilidad
en la ejecución de las tareas. Uno de los problemas que presenta el estilo permisivo
consiste en que los padres no siempre son capaces de marcar límites a la permisi-
vidad, pudiendo llegar a producir efectos socializadores negativos en los niños res-
pecto a conductas agresivas y el logro de independencia personal. Aparentemente,
este tipo de padres forman niños alegres y vitales, pero dependientes, con altos
niveles de conducta antisocial y con bajos niveles de madurez y éxito personal
(Steinberg, Elmen y Mounts, 1989; Lamborn, Mounts, Steinberg y Dornbusch, 1991;
Domínguez y Carton, 1997; Banham, Hanson, Higgins y Jarrett, 2000).
Los padres autoritativos o democráticos (authoritative discipline) intentan diri-
gir la actividad del niño imponiéndole roles y conductas maduras pero utilizan el
razonamiento y la negociación. Los padres de este estilo educativo tienden a diri-
gir las actividades del niño de forma racional. Parten de una aceptación de los dere-
chos y deberes propios, así como de los derechos y deberes de los niños, lo que
la autora consideraba como una «reciprocidad jerárquica», es decir, cada miembro
tiene derechos y responsabilidades con respecto al otro. Es un estilo que se carac-
teriza por la comunicación bidireccional y un énfasis compartido entre la respon-
sabilidad social de las acciones y el desarrollo de la autonomía e independencia en
el hijo. Dicho estilo produce, en general, efectos positivos en la socialización: desa-
rrollo de competencias sociales, índices más altos de autoestima y bienestar psico-
lógico, un nivel inferior de conflictos entre padres e hijos, entre otras. Estos niños
suelen ser interactivos y hábiles en sus relaciones con sus iguales, independientes
y cariñosos (Carter y Welch, 1981; Dornbusch, Ritter, Mont-Reynaud y Chen, 1987;
Dornbusch, Ritter, Liederman, Roberts y Fraleigh, 1987; Eisenberg, 1990; Baumn-
rind, 1991a y b, 1996; Steinberg, 1991; El-Feky, 1991; Lamborn, Mounts, Steinberg
y Dornbusch, 1991; Darling y Steinberg, 1993; Domínguez y Carton, 1997; Kauf-
mann, Gesten, Santa Lucia, Salcedo, Rendina-Gobioff y Gadd, 2000; Banham,
Hanson, Higgins y Jarrett, 2000; Chao, 2001; Warash y Markstrom, 2001; García,
Pelegrina y Lendínez, 2002; Mansager y Volk, 2004; Gfroerer, Kern y Curlette, 2004;
Winsler, Madigan y Aquilino, 2005)3.
En la reformulación que MacCoby y Martin (1983) realizaron de las investiga-
ciones de Baumrind, se reinterpretan las dimensiones básicas propuestas por la
autora, redefiniéndose los estilos parentales en función de dos aspectos: a) el con-
trol o exigencia: presión o número de demandas que los padres ejercen sobre sus
hijos para que alcancen determinados objetivos y metas; b) el afecto o sensibilidad
3. En los últimos años se han invertido muchos esfuerzos para elaborar conocimientos y teorías
específicas sobre las prácticas educativas familiares. Es conveniente considerar que es un campo de
investigación y teorización incipiente pero cuyos frutos parecen ser prometedores. Para revisiones en
lengua española ver: DOUMANIS, 1983; AZNAR y PÉREZ, 1986; MUSITU, ROMÁN y GRACIA, 1988; MORENO y
CUBERO, 1990; COLOMA MEDINA 1990, 1993a y b; 1994a y b; MUSITU y MOLPERECES, 1992; COLOM, 1994;
TORRES, ALVIRA, BLANCO y SANDI, 1994; PALACIOS y MORENO, 1995; MUSITU, ROMÁN y GUTIÉRREZ, 1996; SORRI-
BES y GARCÍA, 1996; AZNAR, 1996; PÉREZ ALONSO-GETA y VIDAL, 1996; CEBALLOS y RODRIGO, 1998; VILA, 1998;
SOLÉ, 1998; RODRIGO y PALACIOS, 1998; GRACIA FUSTER y MUSITU, 2000; MUSITU y CAVA, 2001; PÉREZ ALONSO-
GETA, 2001, 2002a y b; VALDIVIA, 2003; VÁZQUEZ, SARRAMONA y VERA, 2004.
Reciprocidad. No reciprocidad.
Implicación afectiva No implicación afectiva
(Responsiveness) (Unresponsiveness)
de sustancias tóxicas y malas conductas escolares, a la vez que son menos com-
prometidos en la escuela. Dichos resultados apoyan la estructura de MacCoby y
Martin e indican la necesidad de distinguir entre dos tipos de familias permisivas:
las indulgentes y las negligentes.
El estilo permisivo-indulgente podría definirse por tres características funda-
mentales de la conducta parental ante el niño: a) la indiferencia ante sus actitudes
y conductas tanto positivas como negativas; b) la permisividad y c) la pasividad.
Evitan, en lo posible, la afirmación de la autoridad y la imposición de restricciones.
Hacen escaso uso de castigos, tolerando todos los impulsos de los hijos. En los
hogares, se promueve la comunicación abierta y el clima democrático. Este estilo
de disciplina familiar se describe, principalmente, por una interacción carente de
sistematización y no suele ofrecer un modelo con el que el hijo pueda identificarse
o imitar. Los padres no son directivos, ni asertivos y tampoco establecen normas
en la distribución de tareas o en los horarios dentro del hogar. Acceden fácilmente
a los deseos de los hijos. Son tolerantes en cuanto a la expresión de impulsos,
incluidos los de ira y agresividad, pero debemos destacar que les preocupa la for-
mación de sus hijos. Responden y atienden a sus necesidades, a diferencia de los
permisivos-negligentes, cuya implicación y compromiso paterno es nulo. Según
los estudios, los hijos de hogares permisivos presentan índices favorables en
espontaneidad, originalidad y creatividad, así como mejor competencia social. Se
ven favorecidos en autoestima y confianza. Obtienen puntuaciones más bajas en
los logros escolares y menor capacidad para la autorresponsabilidad, siendo más
propensos a la falta de autocontrol y autodominio. Podemos pensar que la exce-
siva tolerancia de los padres respecto a los impulsos de los hijos, unida a la ten-
dencia a complacerles, les conduce a no dar valor al esfuerzo personal.
MacCoby y Martin no describen las peculiaridades del estilo permisivo-negli-
gente, por lo que es preciso deducirlas de lo que se dice sobre la implicación
paterna. Estos padres se caracterizarían por la no implicación afectiva en los asun-
tos de los hijos y por la dimisión en la tarea educativa. La permisividad no es debida
a razones ideológicas, como ocurre en el estilo permisivo-indulgente, sino a razo-
nes pragmáticas, tanto por la falta de tiempo o de interés como por la negligen-
cia o la comodidad. Los padres permisivo-negligentes invierten en los hijos el
mínimo tiempo posible y tienden a resolver las obligaciones educativas de la
manera más rápida y cómoda posible. Les resulta más cómodo no poner normas,
pues éstas implicarían diálogo y vigilancia. No pueden evitar, en algunas ocasio-
nes, estallidos irracionales de ira contra los hijos, cuando éstos traspasan los lími-
tes de lo tolerable, debido a su permisividad. Si sus recursos se lo permiten,
complacen a los hijos en sus demandas, rodeándolos de halagos materiales. Aun-
que admiten notables variaciones según de qué familia concreta se trate, es el
estilo con efectos socializadores más negativos. Según los estudios, estos niños
obtienen las más bajas puntuaciones en autoestima, en desarrollo de capacida-
des cognitivas y en los logros escolares, así como en la autonomía y en el uso
responsable de la libertad.
4. En la obra, se destaca la importancia del juego como una forma adecuada y positiva de ense-
ñar capacidades relacionadas con la inteligencia emocional y cómo, a través de estudios, ha quedado
demostrado que los niños con capacidades altas, en dicho campo, son más felices, confiados y tienen
más éxito en la escuela. A lo largo de su obra, padres y educadores encontrarán consejos prácticos y
accesibles para enseñar a los hijos a superar sentimientos negativos como la ira y la timidez, la ver-
güenza y la culpa; alentar la empatía y la emoción; trabajar en grupo; soportar las burlas; motivarse
cuando las cosas se ponen difíciles; enseñarles a ser optimistas; enseñar la importancia del humor para
minimizar el dolor; ayudarles a percibir el valor del esfuerzo; a administrar el tiempo y el trabajo, etc.
• Competencia social
• Autocontrol
• Afecto manifiesto • Motivación
• Sensibilidad ante las • Iniciativa
necesidades del niño: • Moral autónoma
responsabilidad • Alta autoestima
• Explicaciones • Alegres y espontáneos
• Promoción de la conducta • Autoconcepto realista
deseable • Responsabilidad y
DEMOCRÁTICO • Disciplina inductiva o téc- fidelidad a compromisos
nicas punitivas razonadas personales
(privaciones, reprimendas) • Prosociabilidad dentro y
• Promueven el intercambio fuera de la casa
y la comunicación abierta (altruismo, solidaridad)
• Hogar con calor afectivo y • Elevado motivo de logro
clima democrático • Disminución en frecuencia
e intensidad de conflictos
padres-hijos
• Normas minuciosas y
• Baja autonomía y
rígidas
autoconfianza
• Recurren a los castigos y
• Baja autonomía personal
muy poco a las alabanzas
y creatividad
• No responsabilidad
• Escasa competencia social
paterna
AUTORITARIO • Agresividad e
• Comunicación cerrada o
impulsividad
unidireccional (ausencia
• Moral heterónoma
de diálogo)
(evitación de castigos)
• Afirmación de poder
• Menos alegres y
• Hogar caracterizado por
espontáneos
un clima autocrático
democráticas, pero pocos han sido los trabajos que han relacionado dichos supues-
tos con la «Individual Psychology». En esta temática merece especial atención la teo-
ría de Alfred Adler (1927), fundador de esta corriente y que a comienzos de siglo
XX había destacado la influencia de la interacción padres e hijos en el desarrollo
de la personalidad del niño/a, especialmente, la importancia de la atmósfera fami-
liar y los roles parentales en un óptimo desarrollo y bienestar infantil. Las ideas de
Adler han sido elaboradas y extendidas a su muerte, en primer lugar, por Dreikurs
(1964, 1992) en Estados Unidos y, en segundo lugar, por otros autores del campo
de la «Individual Psychology» (Nelson, 1987; Popkin, 1998, 2002; Ballantine, 2001;
Mansager y Volk, 2004; Gfroerer, Kern y Curlette, 2004). Sus investigaciones tratan
de establecer comparaciones entre las conclusiones de Baumrind y el modelo Adle-
riano, y poseen importantes contribuciones en terapia y orientación familiar.
Otras investigaciones han contribuido a avanzar en el estudio de los estilos
educativos parentales y han sido muy diversas las variables que se han estudiado
(ver Tabla 3). Pasamos a describir someramente estos trabajos.
Una parte de las investigaciones realizadas en este campo, sin pretender ser
exhaustivos, están centradas en la relación entre los diferentes estilos educativos
parentales y el éxito o competencia académica de los hijos. Las puntuaciones más
altas son obtenidas por el alumnado que considera a sus padres como democráticos
En otro orden de cosas, hemos de mencionar que las familias occidentales han
recibido mayor atención por parte de los investigadores, si bien, en esta última
década se vienen realizando estudios comparados. La inmigración ha permitido el
encuentro de una diversidad de culturas, valores y actitudes y ha contribuido a
cambios socioculturales, lo que ha llevado a admitir el estudio de este fenómeno.
Se estudian las tendencias de comportamiento de los padres en contextos inter-
culturales, especialmente, padres inmigrantes en Estados Unidos, procedentes de
Europa y Asia (Chao, 1995, 2001; Kim y Rohner, 2002; Kim y Chung, 2003), México
(Parke, Coltrane, Duffy, Buriel, Dennis, Powers, French y Widaman, 2004) y África
(Smetana, 2000). En su mayor parte, los resultados muestran la preferencia y los
beneficios de las prácticas educativas democráticas.
La situación descrita ha provocado gran interés en esta temática en el Oriente
y ha conducido a la elaboración de estudios en sociedades como Kuwait (El-Feky,
1991) o Hong-Kong y Beijing (Lai, Zhang y Wang, 2000; Shek, 2005), donde se han
identificado los modelos de socialización que prevalecen en dichas sociedades,
quedando demostrada la posibilidad de aplicar modelos de socialización occiden-
tales en sociedades no-occidentales. De nuevo muestran que el afecto parental, el
apoyo y el razonamiento inductivo son asociados con competencia social y mejor
rendimiento académico mientras que las prácticas educativas severas predicen pro-
blemas de comportamiento en los adolescentes chinos (Chang, Schwartz, Dodge y
MacBride-Chang, 2003; Chao, 2001; Kim y Rohner, 2002; Chen, Chang, He y Liu,
2005). Un análisis más detallado perfila diferencias en los estilos parentales de dife-
rentes regiones (Lai, Zhang y Wang, 2000) derivado, en parte, por las diferentes
políticas sociales, valores y estilos de vida familiar.
La cultura oriental tradicional ha estado caracterizada por unos roles de género
muy definidos donde los padres establecen unos vínculos más estrechos con los
hijos y las madres con las hijas, además de observarse diferencias importantes en
la interacción educativa: padres estrictos y emocionalmente distantes y madres
menos rectas y más afectuosas. Por todo ello, el modelo presentado por Baumn-
rind como «estilo educativo autoritario» puede ser problemático para los niños inmi-
grantes de origen asiático por las importantes diferencias culturales. El fuerte
control y la obediencia promovida por los padres, con el propósito de mantener la
armonía y unidad familiar, explica sus altas puntuaciones en el estilo autoritario.
Ante tal situación, se opta por la inclusión de una nueva tipología: «chiao shun o
training style» (Chao, 1995) que enfatiza la autodisciplina, la obediencia y el trabajo
duro del niño desde edades tempranas.
En la revisión psicopedagógica sobre los estilos de educación familiar cabe
mencionar, además, las variadas técnicas o instrumentos elaborados con el propó-
sito de medir las prácticas educativas paternas. De entre éstas, destacamos el
Parental Authority Questionnaire de Buri (1991), cuestionario que a través de 48
ítems en forma de escala tipo Likert analiza los modelos disciplinarios ejercitados
por el padre y la madre según la tipología propuesta por Baumrind en adolescen-
tes. Otras técnicas que deben señalarse por su novedad son: Parent Behavior
Checklist (PBC) (Fox, 1994; Brenner y Fox, 1999), que aporta referencias del com-
portamiento parental en dimensiones como la disciplina, la crianza y expectati-
vas que los niños deben ser capaces de cumplir; The Parent Discipline Scale
(PDS) (López, Schneider y Dula, 2002) que mide los efectos de las transgresiones
del comportamiento de los infantes en la elección de las intervenciones disciplina-
rias paternas; Conflict Tactics Scale (CTSPC) utilizado por López, Bonenberger y
Schneider (2001) junto con el PDS en el estudio de los estilos disciplinares y el
comportamiento moral6.
4. CONCLUSIÓN
Como hemos podido comprobar, todos los estudios mencionados hacen hin-
capié en la influencia de los padres sobre los hijos. Creemos de gran interés insis-
tir en la importancia de las prácticas educativas paternas en un momento en que
la estructura familiar está cambiando. Todos los modelos sugieren que los padres
son la base para la personalidad del niño y que otorgan un conjunto de funciones
psicológicas básicas. De estos modelos se desprende, igualmente, la importancia
que tiene la cohesión familiar. Es fundamental que la familia sepa generar en su inte-
rior un clima adecuado que satisfaga las necesidades de todos y que se establezca
un tipo de interacciones participativas a través del contacto directo. La familia educa
a los hijos no sólo directamente por sus intervenciones educativas intencionadas
sino, también, indirectamente, por el ambiente en que les hacen crecer.
Somos conscientes de las dificultades que entraña profundizar en el escenario
educativo familiar pero es necesario conocer e interpretar las prácticas educativas
del momento en el que nos encontramos. Como hemos podido ver los padres dis-
ponen de varios modelos o de técnicas disciplinares diversas, pero son las técnicas
inductivas de apoyo –o el modelo autoritativo, democrático, contractualista, etc.–
las más favorecedoras del ajuste social y familiar del niño, así como de proporcio-
nar una adecuada seguridad emocional y autoestima en el mismo. Asegurar un cui-
dado y sano crecimiento de los hijos, aportar estimulación, ampliar sus relaciones,
facilitar un clima de diálogo y de expresividad, encauzar los sentimientos, practi-
car experiencias de valores, etc., son algunas de las dimensiones básicas que hemos
recogido, beneficiarias en el itinerario educativo del niño para alcanzar el correcto
desarrollo de su personalidad y una armonía interior. Dicho modelo es por el que
6. Otros instrumentos utilizados en la investigación empírica en el tema que nos ocupa son, entre
otros, los siguientes: The Parenting Styles and Dimensions Questionnaire (PSDQ) elaborado por ROBIN-
SON, MANDLECO, FROST OLSEN y HART (2001); Child Behavior Rating Scale (CBRS) de MAHONEY y WHEEDEN
(1998) y Maternal Behavior Rating Scale (MBRS) de MAHONEY (1999); The Questionnaire for Parenting
Behavior de GERRIS y colaboradores (1993); The Child-Rearing Practices Report (CRPR) de BLOCK (1965);
Parents Report de COHEN, DIBBLE y GRAWE (1977) y el Test Autoevaluativo Multifactorial de Adaptación
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