Formas de Interpretacion de La Constitucion
Formas de Interpretacion de La Constitucion
Formas de Interpretacion de La Constitucion
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la Revisión peticionada se focalizó en que la Sala Político-administrativa
sostuvo un criterio restringido sobre el Recurso de Abstención o Carencia,
aduciendo que la vía utilizada por los recurrentes no era la idónea para
resolver la controversia, pues, según esa Sala, la Constitución sólo
estableció obligaciones “genéricas” al Ejecutivo para ese demarcamiento de
tierras, y, dice el fallo recurrido: la abstención opera contra obligaciones
especificas.
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cuando se trate de derechos constitucionales, como lo es el derecho a la
información, por lo que: “cualquier forma de actuación u omisión
administrativa debe ser atendida por los tribunales de la jurisdicción
contencioso-administrativa, sin que sea óbice la inexistencia de medios
procesales especiales o procedimientos para determinadas formas de
actuación”.
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venezolano; de manera que fue manifiestamente errado el criterio que se
mantuvo en dicho fallo, en el sentido de la no aplicabilidad de la norma que
contiene el artículo 37 del Código Penal, lo que constituye un errado control
constitucional, que derivó en lesión a los derechos fundamentales de los
solicitantes, tales como la igualdad, la tutela judicial eficaz y el derecho a la
defensa.
Los tres casos que han quedado expuestos, son una manifestación
evidente del ejercicio de la potestad uniformadora de criterios pro homine de
la Sala Constitucional, en defensa de los derechos ciudadanos, que se debe
reconocer y celebrar.
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establecidas en el Código de Procedimiento Civil, y, en segundo lugar, que
en el citado código procesal civil no tiene una normativa para el caso de que
se origine una incidencia con motivo de la suficiencia, insuficiencia o
exorbitancia de la garantía establecida por el tribunal; lo cual motivó a la Sala
Constitucional a establecer:
“…la Sala considera que, cuando un demandante de invalidación peticione la
fijación de una de las formas de caución a que se contrae el artículo 590 del
Código de Procedimiento Civil, el juez de la causa deberá fijar, en primer
lugar, la cantidad de dinero con base en la cual se constituirá la garantía,
luego de lo cual el interesado estará en libertad de ofrecer cualquiera de las
cauciones de ley y el juzgador, para la determinación de la suficiencia de la
misma, tendrá la potestad de aceptar, rechazar u ordenar su modificación.
Posteriormente, en caso de que el oferente alegue que el juez acordó la
constitución de una caución o garantía sin permitirle primero, la oferta de la
que aquél estime conveniente, o una exorbitante, o sin posibilidad material
de cumplimiento, o que podía, sin perjuicio del ejecutante del juicio cuya
invalidación se pretenda, haberse aceptado una caución o garantía distinta
de la que se fijó, debe darse curso a ese planteamiento a través de la
articulación que está dispuesta genéricamente, para cuando por alguna
necesidad de procedimiento alguna parte reclamare alguna providencia
(artículo 607 del CPC). La misma incidencia debería ser abierta para la
resolución de las eventuales objeciones de la parte actora del juicio principal
respecto de la suficiencia de la caución que se ofrezca o se le acepte a su
contraparte. Así se declara.
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su momento, generó pérdidas cuantiosas debido a que la constitución de
esas “hipotecas genéricas” era práctica común de la Banca, y se usaron por
años a los fines de agilizar el financiamiento crediticio a sus clientes; cuyo
procedimiento se resumía a lo siguiente: El cliente solicitaba un “cupo de
crédito rotativo” y el Banco, para agilizar los desembolsos y evitar el
otorgamiento de varios o distintos documentos de préstamos con garantía
hipotecaria, constituía un documento general donde acordaba con el cliente
depositarle en su cuenta corriente cantidades periódicas de acuerdo a sus
necesidades futuras y, para garantizarlos, se constituía hipoteca sobre
bienes inmuebles determinados.
El problema se originó porque los Bancos, al demandar la ejecución
de estas hipotecas, fallaban en demostrar cómo se habían hecho los
desembolsos y en qué cantidad; y otros, por que constituyeron hipotecas
condicionando el monto de la garantía a lo que hubieran entregado al cliente,
de manera que –fue cierto− muchas de esas hipotecas no se constituyeron
por “una cantidad determinada de dinero” como lo establece el art.1879 del
Código Civil. Otro de los supuestos errores que se cometía era el de
constituir la hipoteca para garantizar dinero que ya se había entregado al
cliente, de manera que se infringía el carácter de accesoriedad del
gravamen, pretendiendo que operase hacia el pasado.
Con este escenario, La Sala, en sentencia No.1365 del 18/08/2008,
aprovechando la interposición de una demanda de colisión de leyes (de los
artículos 1.877, 1.879 y 1.896 del Código Civil, con el objeto, contenido y
alcance de los artículos 516 y 521 del Código de Comercio), se dio a la tarea
de hacer una exegesis del articulado del Código Civil relacionado con los
requisitos de validez e invalidez de un gravamen hipotecario,
reinterpretándolos, y aclarándolos para seguridad de los otorgantes (Banca y
clientes); señalando que:
“… ninguna de las normas que han sido mencionadas exige que la obligación
exista al momento de la constitución de la hipoteca; al contrario, el artículo
1.896 del Código Civil admite como posible que la hipoteca se constituya como
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garantía de una obligación futura o eventual; esto es, una obligación que, para
el momento de la constitución del gravamen, aún no ha nacido y que, por
ende, no pueda individualizarse, ni en cuanto a su existencia actual, ni en
cuanto a su extensión, pero sí en cuanto a su causa. Es decir, la obligación, en
relación con el pago de la cual se constituye la caución, puede circunscribirse
dentro del marco del negocio o la relación jurídica que le servirá de causa; con
lo que se atenúa el reclamo de la identificación de la deuda; ello sin que se
llegue al extremo de la eliminación total de ese requisito y también, sin que se
caiga en el absurdo de que tal individualización implique la actualidad de la
obligación, lo que viciaría de nulidad un gran número de hipotecas que han
sido legalmente establecidas y ocasionaría la colisión de normas que se
delató.
Luego, el fallo emite una conclusión valiosa sobre el aspecto focal de este
tipo de hipotecas mal llamada “genéricas”. Dijo la sentencia: “Por
consiguiente, el desconocimiento de la validez de la hipoteca que garantiza
el pago de obligaciones futuras o eventuales es un contrasentido, en virtud
de que ellas tienen su base en una norma vigente que les reconoce
existencia, tanto de manera genérica, en el artículo 1.896 del Código Civil,
como específicamente, en el artículo 516 del Código Comercio, en lo
referente a la hipoteca que se celebra como caución de saldos deudores en
los contratos de cuentas corrientes mercantiles, y 360 del Código Civil, en lo
que respecta a las hipotecas que se perfeccionan para el caucionamiento de
la gestión del tutor. Por otro lado, no existe una regla que sancione con
nulidad la constitución del gravamen hipotecario por la circunstancia de que
no se desprenda o demuestre la actualidad de la obligación en el momento
de su registro. Ello no puede afirmarse con el contenido del artículo 1.877 del
Código Civil, pues esta norma a lo que hace referencia es a la finalidad de la
hipoteca como garantía real, en cuanto preceptúa que dicho gravamen real
se constituye como aseguramiento de la satisfacción de una obligación, y no
a la necesaria existencia de ésta en el momento del perfeccionamiento del
contrato de hipoteca.”
Finalmente, en cuanto al desarrollo procesal de una traba hipotecaria donde
se pretenda la ejecución de este tipo de gravamen, estableció lo siguiente:
“la hipoteca que se constituye para el aseguramiento de una obligación
futura o eventual no es per se nula por genérica, pues tal posibilidad está
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recogida en el artículo 1.896 del Código Civil, y ello no quebranta los
principios fundamentales que rigen su constitutiva, siempre y cuando: i) se
pueda identificar la relación jurídica en virtud de la cual la deuda se causará -
con lo cual no se afecta el principio de la especialidad de la hipoteca-; ii) el
acreedor pueda demostrar que existe ese débito y que no ha sido pagado, -
con lo cual tampoco se afecta el principio de la accesoriedad-; y iii) se
permita al demandado el acceso al control y contradicción de esos medios
probatorios que se acompañen para la evidencia de la existencia de la
obligación. En consecuencia, la interpretación del artículo 1.877 del Código
Civil bajo los parámetros que se han enunciado, es decir, bajo la
interpretación según la cual del mismo no se desprende que la obligación
deba existir al momento de la constitución del gravamen para que éste sea
válido, sino que basta con la cabal identificación de la relación jurídica que
servirá de causa de la obligación futura o eventual cuyo cumplimiento se
cauciona con hipoteca, lleva a la conclusión de que no existe la colisión que
fue denunciada entre dicho precepto y los artículos 1.879 y 1.896 del mismo
Código y 516 y 521 del Código de Comercio y que, por el contrario, con su
interpretación concatenada se mantiene la eficacia de la constitución de la
hipoteca dentro del cumplimiento con los principios esenciales que la
regulan. Así se decide.
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diferentes relaciones jurídicas; “incluso estas reglas estatutarias deben
prevalecer sobre los precedentes judiciales”.
¿Y que es un precedente judicial?
Según David y Jauffret-Spinosi, citados por Ovalle (2005), fue en el
año 1.557 cuando en la Inglaterra medieval se comenzó a utilizar la palabra
precedente, y, varias décadas después, es que opera la consolidación de la
doctrina del stare decisis (está decidido), mediante la cual se impone la
aplicación y observancia del precedente en todo ese Reino.
En este sistema, las sentencias tienen una doble eficacia: tienen
fuerza vinculante entre las partes involucradas en el pleito sentenciado, y
tienen fuerza erga omnes, en tanto deben ser aplicadas a cualquier otra
persona cuya acción se ubique dentro de las previsiones creadas o
establecidas en el precedente.
Giovanni Criscuoli, citado por el mismo Ovalle (2005), señala que el
precedente del common law es una conjunción que hacen los jueces entre el
establecimiento de los hechos y los razonamientos para su resolución, y esto
arroja una regla de derecho aplicable a futuro para casos donde los hechos
sean análogos. La técnica del procedente obliga al juez a fijar los hechos
que le son alegados por las partes, y luego investigar si existe una sentencia
previa donde se haya resuelto una situación similar. El propio Criscuoli
señala una fórmula que debe observarse al aplicarse el precedente. Dice:
“Los hechos del caso A importan la aplicación de la regla B (premisa mayor),
los hechos del caso presente son del tipo del caso A (premisa menor); los
hechos del presente caso importan, por tanto, la aplicación de la regla B
(conclusión).
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que ha sido el fluir judicial de su actividad en el tiempo”. Es decir, continua
diciendo este autor: “…la ley devendría completamente rígida si los jueces no
pudieran interpretar las decisiones anteriores con un grado de flexibilidad que
le permitiera incorporar sus propias ideas sobre que sería lo mejor para la
justicia y eficiencia.”
Por su parte, Casal (2010) nos señala que “…el precedente no es
propiamente aquella parte de una sentencia que un tribunal impone o declara
como tal, sino la ratio esencial de la decisión, con el nivel de generalidad que
le atribuyan los jueces en casos futuros,…”.
Las opiniones precedentes concuerdan con la emitida por la Sala
Constitucional del Supremo en su sentencia No.1415 del 22/11/00, donde
estableció lo que era vinculante de una sentencia. Dijo el fallo:
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la aplicabilidad de los precedentes vinculantes -vía potestad de revisión…”.
Y, más adelante, estableció que la inobservancia de un precedente
ocasionaría sanciones al juez disidente. Dijo el fallo: “…En este sentido,
encuentra la Sala que el juez incurre en conducta indebida en el ejercicio de
su función si se negara aceptar el precedente de la Sala Constitucional en el
momento de decidir acerca de un caso similar; supuesto en el cual, la
inobservancia del precedente debe ser sancionada jurídicamente. Así se
declara. Omissis… Dicha argumentación [de la recurrida en Revisión] si bien
no es arbitraria resulta improcedente, puesto que el juez en sus decisiones
está obligado a atenerse a las normas de derecho, a menos que la Ley lo
faculte para decidir con arreglo a la equidad (ex artículo 12 del C.P.C.); y es
con rango normativo como deben los jueces asumir los precedentes
vinculantes de la Sala Constitucional como máximo intérprete de la
constitucionalidad, sin que frente a ellos el juzgador se permita desacatarlos
ni siquiera por una objeción de conciencia, ya que el desacato, además de
implicar la revocación de la sentencia, configura una conducta judicial
indebida que puede dar lugar a la imposición directa de una sanción
conforme a los artículos 174 y 179 de la Ley Orgánica de la Corte Suprema
de Justicia.” (El resaltado y las corchetas son agregados).
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que se extiende y es aplicable al resto de las Salas del Supremo, tal como lo
establece el cardinal 11 del señalado artículo.
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de la constitución, pues el primero reconoce efectos iguales al matrimonio a
las relaciones estables de hecho entre hombre y mujer, y no reconoce los
mismo efectos a las uniones homosexuales; con lo cual, se estaría
vulnerando el derecho a la igualdad y al libre desenvolvimiento de la
personalidad que también tienen esa alta protección. Sin embargo, la Sala,
actuando en forma restrictiva, hizo suya la máxima de la justicia aristotélica
(de hace más de 2.200 años) que establece: “no hay discriminación cuando
se trata en forma desigual a los desiguales”. Dijo el fallo:
“…en el Diario de Debates de la Asamblea Nacional Constituyente, que se
publicó en la Gaceta Constituyente, se observa que la letra del artículo 81 –
ahora artículo 77- que fue aprobado en primera discusión en sesión ordinaria
n.° 29, de 25 de octubre de 1999, fue el que correspondió al constituyente
Elio Gómez Grillo, cuyo texto era el siguiente: “se protege el matrimonio. Las
uniones estables de hecho que cumplan los requisitos establecidos en la
Ley, producirán los mismos efectos que el matrimonio”. Frente a esa
decisión el constituyente Brewer-Carías salvó su voto y expuso: “salvo mi
voto por considerar que no debió eliminarse, al protegerse el matrimonio, la
referencia al ‘hombre y la mujer’ que traía la redacción original, pues ya no
parece ser obvio, en el mundo moderno, que los matrimonios sólo deban
existir entre hombre y mujer”. No obstante, con el contraste del texto de ese
proyecto de norma que fue aprobado en primera discusión respecto del
actual artículo 77, es evidente que, durante la segunda discusión, la mayoría
de los miembros de la Asamblea Nacional Constituyente acogió esta última
postura, modificó la que originalmente fue votada y optó por la redacción
actual, que especifica que tanto el matrimonio como las uniones estables de
hecho serán entre un hombre y una mujer (Cfr. Diario de Debates Asamblea
Nacional Constituyente, Gaceta Constituyente, imprenta del Congreso de la
República, Caracas, noviembre 1999-2000, pp. 15 y ss. de la sesión
ordinaria n.° 29).
De manera que esa especificidad expresa una escogencia deliberada del
Constituyente del 1999, actitud que obedece al arbitrio del Constituyente
como máxima expresión de producción jurídica, que se plasmó en un
precepto cuya claridad no permite a esta Sala una interpretación
distinta de la que imponen los métodos de interpretación literal y
teleológica y que no implica, en su criterio, colisión alguna con el
artículo 21 de la Constitución.
Así, recuérdese, tal como antes se expuso, que la jurisprudencia de la Sala
ha entendido que el derecho a la igualdad implica tratamiento igual a los
iguales y desigual a los desiguales, y que esa desigualdad dependerá de
determinadas circunstancias diferenciables de hecho que existan entre
diversas situaciones, que el legislador o, como sucede en este caso, el
Constituyente considere relevantes, y que el juez deberá respetar porque es
el ámbito de opcionalidad o arbitrio del Legislador o del Constituyente,
siempre que no conculque o vacíe de contenido algún derecho fundamental
del individuo. (El resaltado y el subrayado son agregados).
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Este redactor entiende que la Asociación recurrente pretendía que el Poder
Judicial le reconociera, en este primer intento, ciertos derechos patrimoniales
que, a nuestro parecer, le correspondían; pero sólo como un paso previo a
un posterior reconocimiento del matrimonio de parejas del mismo sexo. Lo
que parece censurable es que se utilice un argumento de más de dos mil
años para ratificar esta forma de discriminación ya proscrita en muchos
países, que han reconocido e integrado a esta creciente porción de la
población, quienes no dejan de ser iguales a los demás seres humanos, solo
por el hecho de una preferencia sexual; lo cual es indigno y ataca la
autoestima de los homosexuales quienes deben seguir en la clandestinidad y
viendo frustrados sus objetivos personales.
El positivismo de la Sala Constitucional
El gran jurista que fue Kelsen, escribió su Teoría Pura del Derecho hace casi
setenta años, y aunque en la Asamblea Nacional algunos “oradores” digan
que Kelsen no puede seguir gobernando al mundo, en la Sala Constitucional
lo reviven de vez en cuando. En efecto, como potenciador del iuspositivismo,
y creador del Tribunal Constitucional austriaco, introdujo la tesis de que un
tribunal constitucional debe funcionar como “legislador negativo” anulando
los estatutos o legislaciones que considere contrarios a la constitución.
Siguiendo entonces la citada tesis kelseniana, la Sala Constitucional en su
sentencia No.1380 del 29 de octubre de 2009, desaplicó el artículo 177 de la
Ley Orgánica Procesal del Trabajo, que imponía a los jueces de esa materia
observar con carácter vinculante las decisiones de la Sala Social del Tribunal
Supremo; bajo el argumento de que, según la Constitución Bolivariana, sólo
ella tenía esa facultad de imponer criterios vinculantes. Dijo el fallo:
“…debe recordarse que por disposición Constitucional, concretamente el
artículo 335, si bien este “Tribunal Supremo de Justicia garantizará la
supremacía y efectividad de las normas y principios constitucionales; será el
máximo y último intérprete de la Constitución y velará por su uniforme
interpretación y aplicación”; las únicas interpretaciones que tienen carácter
vinculante u obligatorio para todos los tribunales de la República, así como
las demás Salas, es esta Sala Constitucional, toda vez que dicho precepto
constitucional expresamente dispone que: “Las interpretaciones que
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establezca la Sala Constitucional sobre el contenido o alcance de las normas
y principios constitucionales son vinculantes para las otras Salas del Tribunal
Supremo de Justicia y demás tribunales de la República”.
Por tanto, el artículo 177 de la Ley Orgánica Procesal del Trabajo es
contrario a lo dispuesto en el artículo 335 de la Carta Magna al
pretender obligar o vincular a los jueces de instancia a que sigan la
doctrina de casación, siendo que las únicas decisiones que tienen tal
carácter vinculante son las dictadas por esta Sala en interpretación de
las normas y principios contenidos en la Constitución y en resguardo
de la seguridad jurídica y del principio de confianza legítima. Así se
declara.
En consecuencia, esta Sala Constitucional, en uso de la potestad prevista en
el artículo 334 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela,
desaplica por control difuso el artículo 177 de la Ley Orgánica Procesal del
Trabajo, teniendo el presente fallo carácter vinculante para todos los
tribunales de la República, incluso para las demás Salas de este Tribunal
Supremo de Justicia. Así se decide.
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implique la invasión de atribuciones de revisión que son competencia
exclusiva y excluyente de esta Sala, se acuerda la suspensión de las
normas impugnadas y, en consecuencia, la inaplicación del recurso
especial de juridicidad previsto en el artículo 95 de la Ley de la
Jurisdicción Contencioso Administrativo, y regulado en el Capítulo IV
del Título IV de esa Ley, así se decide.
Conclusiones
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interpretativa de los principios y valores constitucionales, sino difusora del
alcance de los derechos de los ciudadanos contemplados en la Constitución,
y aleccionadora para muchos jueces que la desacatan.
Bibliografía
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