Vida de San Francisco
Vida de San Francisco
Vida de San Francisco
Docente:
Hna Mariulis Greham
(Giovanni di Pietro Bernardone; Asís, actual Italia, 1182 - id., 1226) Religioso y
místico italiano, fundador de la orden franciscana. Casi sin proponérselo lideró San
Francisco un movimiento de renovación cristiana que, centrado en el amor a Dios,
la pobreza y la alegre fraternidad, tuvo un inmenso eco entre las clases populares
e hizo de él una veneradísima personalidad en la Edad Media. La sencillez y
humildad del pobrecito de Asís, sin embargo, acabó trascendiendo su época para
erigirse en un modelo atemporal, y su figura es valorada, más allá incluso de las
propias creencias, como una de las más altas manifestaciones de la espiritualidad
cristiana.
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convalecencia de la enfermedad que sufrió una vez vuelto a su tierra, sintió
hondamente la insatisfacción respecto al tipo de vida que llevaba y se inició su
maduración espiritual.
Esta acción desató la ira de su padre; si antes había censurado en su hijo cierta
tendencia al lujo y a la pompa, Pietro di Bernardone vio ahora en aquel donativo
una ciega prodigalidad en perjuicio del patrimonio que tantos sudores le costaba.
Por ello llevó a su hijo ante el obispo de Asís a fin de que renunciara formalmente
a cualquier herencia. La respuesta de Francisco fue despojarse de sus propias
vestiduras y restituirlas a su progenitor, renunciando con ello, por amor a Dios, a
cualquier bien terrenal.
A los veinticinco años, sin más bienes que su pobreza, abandonó su ciudad natal y
se dirigió a Gubbio, donde trabajó abnegadamente en un hospital de leprosos;
luego regresó a Asís y se dedicó a restaurar con sus propios brazos, pidiendo
materiales y ayuda a los transeúntes, las iglesias de San Damián, San Pietro In
Merullo y Santa María de los Ángeles en la Porciúncula. Pese a esta actividad,
aquellos años fueron de soledad y oración; sólo aparecía ante el mundo para
mendigar con los pobres y compartir su mesa.
La llamada a la predicación
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con el fin de acoger a quienes no podían abandonar sus obligaciones familiares.
Hacia 1215, la congregación franciscana se había ya extendido por Italia, Francia
y España; ese mismo año el Concilio de Letrán reconoció canónicamente la orden,
llamada entonces de los Hermanos Menores.
Por esos años trató San Francisco de llevar la evangelización más allá de las
tierras cristianas, pero diversas circunstancias frustraron sus viajes a Siria y
Marruecos; finalmente, entre 1219 y 1220, posiblemente tras un encuentro
con Santo Domingo de Guzmán, predicó en Siria y Egipto; aunque no logró su
conversión, el sultán Al-Kamil quedó tan impresionado que le permitió visitar los
Santos Lugares.
Últimos años
A su regreso, a petición del papa Honorio III, compiló por escrito la regla
franciscana, de la que redactó dos versiones (una en 1221 y otra más
esquemática en 1223, aprobada ese mismo año por el papa) y entregó la dirección
de la comunidad a Pedro Cattani. La dirección de la orden franciscana no tardó en
pasar a los miembros más prácticos, como el cardenal Ugolino (el futuro papa
Gregorio IX) y el hermano Elías, y San Francisco pudo dedicarse por entero a la
vida contemplativa.
Durante este retiro, San Francisco de Asís recibió los estigmas (las heridas de
Cristo en su propio cuerpo); según testimonio del mismo santo, ello ocurrió en
septiembre de 1224, tras un largo periodo de ayuno y oración, en un peñasco
junto a los ríos Tíber y Arno. Aquejado de ceguera y fuertes padecimientos, pasó
sus dos últimos años en Asís, rodeado del fervor de sus seguidores.
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IX, que colocó la primera piedra de la iglesia de Asís dedicada al santo. La
festividad de San Francisco de Asís se celebra el 4 de octubre.
Obras de San Francisco de Asís
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no es más que una repetición más concisa y ordenada de la precedente, respecto
a la cual no presenta (como algunos investigadores han querido afirmar)
novedades sustanciales. Es la que continúa en vigor en la orden franciscana. En
el Testamento, escrito en vísperas de su muerte e impuesto como parte integrante
de la regla, San Francisco lega a sus compañeros de orden, como el mayor tesoro
espiritual, a madonna Pobreza.
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tienen un metro regular. La rima repite el mismo modelo estilístico de la prosa
latina medieval y de la poesía bíblica, sobre todo el del Cantar de los cantares.
La plegaria, cuyo ritmo lento recuerda los rezos matutinos, es de una
extraordinaria belleza. Comienza elogiando la grandeza de Dios y continúa con la
belleza y la bondad del sol y los astros, a los que alaba como hermanos; para la
humildad del hombre reclama el perdón y la dignidad de la muerte. La maestría
poética con que quedó expresado en esta composición el ideal franciscano tuvo
importantes consecuencias literarias y religiosas. No hay que olvidar que su
movimiento espiritual estaba formado en su mayor parte por gente del pueblo que
utilizaba la lengua vulgar; los cantos de esta multitud de seguidores que recorrían
campos y villas se llamaron laudes, y luego fueron recogidos en los laudarios o
libros de rezos de las cofradías de devotos. La influencia del poema de San
Francisco y de su literatura derivada se haría visible en la poesía ascética y
mística del Renacimiento.
Oración por las vocaciones
Da a los jóvenes, hombres y mujeres, la gracia de responder prontamente a
la llamada. Apoya a tus obispos, sacerdotes y a los consagrados en su
trabajo apostólico.
Concede perseverancia a nuestros seminaristas y a todos aquellos que
llevan hacia adelante los ideales de una vida totalmente consagrada a Tu
servicio.
Despierta en nuestra comunidad un entusiasmo misionero. Señor, ENVÍA
TRABAJADORES A TU COSECHA y no permitas que la humanidad se
pierda por escasez de pastores, misioneros y gente dedicada a la causa de
Tu Evangelio.
Virgen María, Madre de la Iglesia, modelo de toda vocación, ayúdanos a
decir Sí, al Señor que nos llama a cooperar en el plan divino de salvación.
Oh Jesús danos sacerdotes y religiosos según tu corazón.
Amén.