El Compresor de Aire Azul
El Compresor de Aire Azul
El Compresor de Aire Azul
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espera a que lo tenga escrito
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1
Juego de palabras intraducible: Gerald dice That's about the size of it; en inglés, "size" significa
"tamaño", y el personaje lo relaciona con la corpulencia de la mujer, de ahí su extraña reacción (N. del T.)
Una sonrisa, extrañamente unidimensional, se dibujó en los labios de la
mujer.
—Ésa es la razón. Desde el camino sólo alcanza a entreverla: se la
pierde, a menos que ande caminando —apuntó al oeste, hacia la descuidada
esquina de las dunas y la casa—. Está allí. Justo pasando aquella pequeña
colina.
—Bien —dijo, y entonces se quedó allí sonriendo. En realidad no tenía
ni idea de cómo finalizar la entrevista.
—¿Le gustaría entrar a tomar un poco de café? ¿O una coca-cola?
—Sí —respondió al instante.
Ella pareció sorprenderse un poco ante su rápida aceptación. A fin de
cuentas, él había sido el amigo de su marido, no el suyo. El rostro se cernió
amenazante sobre Gerald, como una luna inconexa, indecisa. Luego lo
condujo dentro de la antigua y paciente casa.
Ella se tomó un té; él una coca. Millones de ojos parecían observarlos.
Se sentía como un ladrón, merodeando en busca de la ficción oculta que él
podía llegar a crear a partir de ella, llevando consigo tan sólo su propia
gracia juvenil y una linterna psíquica.
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cierto caserón
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...por su voz insípida y estridente; pero al mismo tiempo la detestaba, no
podía resistir su contacto. La mentira empezó a hacerse notar, como le
sucede al joven de El Corazón Delator, de Edgar A. Poe. Sentía que la
mentira podía hallarse cerca de la puerta del dormitorio de ella, durante
interminables medianoches, iluminando su ojo dormido con un rayo de luz,
listo para cincelar y rasgar en el instante en que se abriera.
El impulso de mostrarle la historia comenzó a aguijonearle
enloquecedoramente. Había decidido que lo haría el primer día de
diciembre. El hecho mismo de la decisión no lo alivió para nada, como se
supone que ocurre en las novelas, aunque sí lo dejó con un sentimiento de
placer antiséptico. Estaba bien que así fuera; era el omega que realmente se
enlazaría con el alfa. Y se trataba del omega; para el cinco de diciembre
pensaba dejar la cabaña. Aquel mismo día acababa de volver de la Agencia
de Viajes Stowe de Portland, donde había reservado un pasaje para el
lejano este. Podría decirse que lo había hecho como un impulso
momentáneo: la decisión de marcharse y la decisión de mostrarle su
manuscrito a la señora Leighton habían aparecido juntas, casi como si él
estuviera siendo guiado por una mano invisible.
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2
Se refiere a La barrica de amontillado, en el que el protagonista, aprovechándose de la borrachera de su
víctima, la sepulta viva en una cripta. (N. del T.)
—Oh, Gerald —dijo la mujer, sin parar de reirse—. Ésta es una historia
muy mala. No lo culpo de usar un seudónimo. Es...—se limpió las lágrimas
de risa de los ojos— ¡es abominable!
Tieso, empezó a caminar hacia ella.
—No me ha representado lo suficientemente grande, Gerald. Ése es el
problema. Soy demasiado grande para usted. Quizás Poe, o Dosteyevsky, o
Melville... pero no usted, Gerald. Ni siquiera bajo su auténtico nombre. No
usted. No usted.
Empezó a reírse de nuevo, colosales y terribles explosiones de sonido.
—No se ría —le advirtió Gerald, rígidamente.
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gorda puta vieja puta no has tenido tus suficientemente grandes está bien
de acuerdo serás más grande serás aún más grande
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La aferró del cabello, le echó la cabeza hacia atrás y le metió la
manguera por la boca, hasta la garganta. Ella gritó a través de eso, un
sonido como el que podría emitir un gato.
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¡Miserables! ¡No disimuléis más tiempo! ¡Arrancad esas tablas; aquí
está, aquí está! ¡Es el latido de su espantoso corazón!3
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Ella se volvió muy grande sólo antes del fin: hasta las piernas se le
inflaron a dos veces su tamaño normal. En el mismo instante final, la
lengua estalló fuera de su boca como fuegos de artificio.
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Como autor, puedo imaginar un sólo omega correcto para esta historia, y
consiste en decirles cómo Gerald Nately se libró del cadáver. Arrancó las
tablas del piso del cobertizo, desmembró a la señora Leighton, y enterró los
pedazos bajo la arena.
Cuando notificó a la policía que la mujer había estado desaparecida
durante una semana, el alguacil local y un policía estatal vinieron en
3
Frase final de El Corazón Delator, de Edgar A. Poe (N. del T.)
seguida. Gerald los entretuvo con bastante naturalidad, incluso les ofreció
café. No escuchó el latido de ningún corazón, aunque para ese entonces la
entrevista se produjo en el caserón.
Al día siguiente él voló muy lejos, hacia Bombay, Hong Kong, y
Kowloon.
THE BLUE AIR COMPRESSOR. Primera aparición en Onan, revista de estudiantes de literatura
publicada por la Universidad de Maine en Orono, en enero de 1971. Reeditado en Heavy Metal, julio de
1981. En esta revisión, Gerald primero mata con el Winchester a la mujer antes de inflarla con el
compresor.