Critica Razones Educar-Carlos Cullen
Critica Razones Educar-Carlos Cullen
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sociales que también lo hacen. Pero, aun frente a eU~s, la escuela tiene
u ocupa un lugar central, de mediación y procesamiento.
Que esta circulación· de ¡aberes esté instituida socialmente quiere decir
que tanto la selección y la organización de contenidos y métodos~ como
sus formas de hacerios circular -tiempos, agentes, espacios, recursos-,
todo está sometido
.
a la regulación
- social.
Que. la escuela es la institucionalización social de la circulación de
saberes supone, entonces, que estamos hablando de los saberes social-
mente .legitimados. Cuando de_cimos que la función de 'la escuela -irre-
nunciable y distintiva- es enseñar, estamos suponiendo que es uenseñar
los saberes socialmente legitimados".
Y aquí insertamos la cuestión central: el criterio para la legitimación.
social, al menos, aquel que inc~uye además su validación y que la escuela
debe defender y sostener como institución social, no es otro que el ca-
rácter público de los saberes y del espacio social que en ella se construye,
mediando, precisamente, la circulación de saberes.
Por grande y profunda que sea la crisis del estado y de la sociedad
civil, en los tiempos que corren y en detenilinadas sociedades la escuela
no_puede dejar de définirse como un lugar de vigencia de lo público. Es
decir de lo público como criterio de legitimación de los saberes, y del
espacio social construido en los procesos de su transmisión y apropia-
ción.
¿Qué quiere decir que lo público es el criterio de legitimación de los.
saberes?
1) Por de pronto·, la· publicidad de los saberes tiene que ver con su
misma universalidad de expósición. Un saber es público cuando está
destinado a todos, cuando cualquiera lo puede aprender. Es aquello que
Aristóteles llamaba el carácter enseñable de los conocimientos "f?ien
fyndad~s" (~s decir científi<?os). Los saberes son públicos porque son
sa~eres expuestos a todo~ y, por _lo mismo, opuestos a aquellos saberes
destinados sólo a "algúnos" iniciados, a aquellos saberes segregacionistas,.
separatistas, es decir secretos. La escuela es vigencia de lo público, porque
en ella los "secretos" no tienen lugar. Por definición, y por función social_,.
la escuela· abre, publica, patentjza los saberes.
Sín embargo, este obvio carácter de los saberes públi~os, la
La escuela como vigencia de lo público en la c risis del estado 163
tanto los " secretos" familiares como las unidades "selladas" (es decir
"sigiladas") de la información hegemónica.
Claro, esto implica entender que la escuela abre su espacio, tanto a la
cotidianidad -atravesada por la comunj.cación masiva- como a la infor-
mación hegemónica -atravesada por todos los condicionamientos de una
cultura altamente competitiva-.
Todo esto se traduce en una pedagogía de lo público, entendido como
el ámbito de la pregunta, de la construcción, de la articulación, de la
4
significación. Eso que Bachelard llamaba~ 1_:._ racionalj.smo_ens_e ñaot:e~, es
decir abierto y expuesto permanentemente al diálogo, ciertamente
disimétrico, entre el que enseña y el que aprende, pero donde el saber no
se aloja en un lugar determinado por posiciones de poder sino en el
movimiento mismo de la Í:flterrogación continua.
3) En tercer lugar, la publicidad de los sab~res, que tiene que ver con
su legitimación social, hace que la función de la escuela pase por la
intencionalidad de generar las condiciones para un proyecto común. Porque
lo público no es solamente la universalidad sin restricciones y sin expo-
liaciones, y la historicidad sin cotos y sin censuras, sino que es también
la posibilidad de un proyecto común. Porque lo público no es solamente
el espacio de todos y abierto siempre a lo nuevo, sino que es también el
espacio para todos y, por lo mismo, abierto siempre al otro en cuanto
otro. Es el espacio de la justicia.
La crisis del estado, entonces, como crisis de lo público, tiene que ver
con la crisis de la igualdad de oportunidades, que en esta perspectiva se
relaciona con la universalidad de los saberes sin restricciones ni expolia-
ciones, y tiene que ver también con la crisis del pensamiento abierto,
pluralista y democrático, que en esta perspectiva se relaciona con la
hi~toricidad de los saberes, sin dogmatismos ni censuras.
Es decir la crisis de lo público tiene que ver con una escuela que
margina y discrimina, sin dar igualdad de oportunidades, y con una es-
cuela que dog matiza y esclerosa autoritariamente la transmisión del sa-
ber, sin dar lugar al pensamiento abierto y crítico.
Pero la c risis del estado, como crisis de lo público, revela una dificul-
tad más seria: cómo construir un proyecto común, cómo lograr un interés
por el bien común, y, más radicalmente, cómo definir lo común.
E ste aspecto de lo público lo refiere explícitamente al plano de lo
166 CR ÍTICA DE LAS RAZONES DE EDUCAR
LA CALIDAD DE LA
EDUCACIÓN COMO LUCHA
POR EL RECONOCIMIENTO
Sobre ·'calidad total", pueden cons ultarse: E. Deming, Out the cns1s, Cambridge,
Mass .. MIT, Center for advanced Engineering Study, 1986; K. Ishikawa, Whar is Total
Qualiry Control ? The Japanese Way, Englewood C hffs, N. J., Prentice H aU lnc., 1986.
2. Cfr. Declaración de Quito, 25 de abril de 199 1, UNESCO, IV Reunión del Comité
R egional lntergubernamental del Proyecto Principal de Educación.
Cfr. "Satisfacción de las necesidades básicas de aprendizaje. Una visión para e l
decenio 1990'', Confere ncia Mundial sobre Educ ación para Todos. Jomtien, Tailandia,
]990.
3. Este tem a me recería un desarrollo por sí mis mo. D e. todas maneras se puede
reconocer en el concepto, e n pane, Ja idea de inte Jigencia, desarrollada por Piaget. y su
concepto de epistemología genética.
4. Cfr. B . Sanders, ..Calidad de vida. Calidad de educación y formac ión docente.. , en
Semfoario-Taller: Formación Docente y Calidad de la Educación, Buenos Aires, MEJ-
OEA, a bril, 1988. Cfr. los trnbajos publicados e n la revi sta IDEA, número 155. año XV.
Buenos Aires, pa rticularmente e l de Jacobo Mincer y e l de Carlos Cullen ("Trabajo y
educación en la construcció n de lo social". aquí cap. 3 de esta segunda parte).
La calidad de la educación como lucha por el reconocimiento 171
12. Cfr. J . Habermas, Teoría de la acción comunicativa, Madrid, Tau.rus, 1989. Cfr.
también Conc iencia moral y acción comunicativa. Barce lona, Península, 1985.
13. Cfr. Carlos Cu11e n. "Aporías de la educación ~noral", en Actas, Congreso Latino-
176 CRÍTICA DE LAS RAZONES DE EDUCAR
americano de Filosofía; Bogotá, Colombia, 1990. También "L a e scue la como vigen cia de
lo público en la crisis del e stado", aquí cap. 1, segunda parte.
14. Cfr. e l módulo sobre " Sistema educativ9", escrito por C. Braslavsky, p ara el
PTFD, MEJ, 1993, Buenos Aires .
La calidad de la educación c omo lucha por el reconocimiento 177
15. Cfr. G . Frigerio, M. Poggi y otros, Las instituciones educativas, Buenos Aires,
Cara y Ceca, Troquel, 1992. Cfr. C. Cullen, "Dimensión ética de la función diferencial
en educación", en Nuevas Propuestas, Santiago del Estero, UCSE, 1986-1987, nº I y 2,
págs. 8-14, aquí cap. 6, segunda parte.
178 CRÍTICA DE LAS RAZONES DE EDUCAR
18. Cfr. el conocido trabajo de E. Fauré y otros, Aprender a ser, Madrid, UNESCO-
Alianz a, 1972. ·
19. Cfr. el trabajo ya citado de la Cepal-UNESCO, sobre Educación y conocimiento,
donde el concepto de ••moderna ciudadanía" desempeña un rol central.
182 CRÍTICA DE LAS RAZONES DE EDUCAR
20. Una aguda reflexión sobre este aspecto de final de siglo, ·sobre todo en los países
desarrollados, la da R . Sennett, Narcisismo y cultura moderna, Barcelona, Kairós, 1980:
184 CRÍTICA DE LAS RAZONES DE EDUCAR
EDUCACIÓN Y TRABAJO EN LA
CONSTRUCCIÓN DE LO SOCIAL
la crisis del sujeto, es decir la crisis del lugar desde el cual con-
cebíamos la relación del hombre con la naturaleza, su capacidad
de dominio, de transformación, de utilización y de aprovecha-
miento;
la crisis de las legiti,naciones, de las acciones y de los sistemas
para organizar socialmente el trabajo. Es decir, algo nos está pa-
sando con los lugares, los "saberes", desde donde justificábam~s
planes, programas, políticas.
"otro" frente a ese afán de dominio, a esa búsqueda de recursos, a ese uso
y a esa razón para ese uso.
Hoy día, el sujeto -que trabaja-, las manos inteligentes -que transfor-
man-, no se instala frente a la naturaleza. Se encuentra, por el contrario,
en una extraña ecuación con ella. El trabajo ha adquirido, hoy, una di-
mensión ecológica, suma de biología y economía, donde hombre y na-
turaleza no se enfrentan sino que están involucrados, tramados, mutua-
mente construidos y limitados.
Desde sus propias lógicas, la economía y el mundo del trabajo se
hacen cargo de esto, y demandan mentes ecológicas, sistemas eficaces,
esfuerzos sinérgicos.
¿Qué comprensión estamos haciendo del horno faber, desde la educa-
ción? ¿No seguimos, acaso, educando inteligencias hábiles para construir.
objetos, pero torpes y hasta ineptas para vérselas con los equilibrios
frágiles de los sistemas ecológicos, las presiones ambientales, los con-
flictos homeostáticos? ¿Preparamos para trabajar con recursos no reno-
vables, con efectos no deseados, con temores no resueltos, con sujetos
sin objetos?
En la relación de la educación con el trabajo es necesario preguntarse
desde dónde enseñamos que el trabajo involucra al hombre con el medio,
al sujeto con la naturaleza, a la razón con las necesidades. En términos
más antropológicos diríamos que educación y trabajo son dos perspecti-
vas que vuelven a articular la articulación de la inteligencia con el esfuer-
zo y el deseo.
¿Qué trabajo entra en la escuela y de qué manera? Algunas preocupa-
ciones de los educadores de hoy pueden dar una primera respuesta: preocu-
parse por la relación de la escuela con el medio, reconocer que el trabajo
no es un mero objeto o tema curricular, que el enseñar y el aprender son,
ellos mismos, trabajo. La preocupación por articular saberes escolares con
los saberes previos de los alumnos y de los docentes, y con los que circulan ·
fuera de los muros escolares, indica, también, que el problema presiona,
preocupa y cuestiona.
Educar para el trabajo significa hacerlo desde otro tipo de sujeto que
-~l moderno de la tabula rasa y del "animal salvaje". Es, ahora, un sujeto
en quien reconocemos saberes previos y externos a la escuela, y sobre
todo que participa plenamente de los derechos humanos, simplemente
por su dignidad como hombre.
192 CRÍTICA DE LAS RAZONES DE EDUCAR
Un segundo aspecto tiene que ver con las crisis de las legitimaciones de
las acciones y de los sistemas para organizar el trabajo. La constelación de
valores y sentidos, sintetizados en el ideal de la riqueza de las naciones y
del bienestar para tod<?s, que orientaba y sostenía el trabajo en el mundo
moderno, ha entrado en una franca crisis. La lisa y llana exclusión de un
tercio de la población mundial del ingreso rrúnimo ciudadano da testimo-
nio, casi obscenamente, de las injusticias y los problemas del modelo
hegemónico.
El progreso, individual y social; la acumulación, como lógica del aho-
rro: guardar algo y no consumirlo todo; la competencia, como mecanismo
ingenuo y "natural" para tener éxito y tJjunfar en el mundo de los nego-
cios; la especialización de la mano de obra, y la diversificación de la
producción, como ideal de eficiencia y rentabilidad; la seguridad del em-
pleo y del retiro, y tantas otras cosas relacionadas, ya no tienen ni la
transparencia ni la fuerza que les atribuían el mundo moderno y su cultura
del trabajo, desde donde era posible motivar y garantizar el esfuerzo.
La incertidu!llbre del futuro, no por lo que todavía no sabemos sino por
lo que ya sabemos; la necesi<jad creciente de un consumo indiscriminado
y fuertemente determinado por las cargas de valores y disvalores que cir-
culan masivamente mediados; las aristas agresivas y destructoras, por no
decir perversas, que se instalan en la competencia y que empujan a tener
siempre que justificar aquello de la " sana competencia" o de la "compe-
tencia leal"; la reciente comprobación de que la ecuación competencia
(sana, leal)= triunfo no siempre se da, muchas veces cercada por la
corruptela y la burocratización excesiva; la creciente necesidad de perfiles ·
generalistas y flexibles, que achica el mercado de los "especialistas" y
genera nuevos perfiles, donde la rapidez de reflejos para ubicarse y la
inteligencia abierta a las diversas variables son más valoradas que la mucha
información acumulada o que la inteligencia penetrante en lo rrúnimo o el
detalle, todo esto genera nuevos desafíos a las relaciones entre educación
y trabajo.
¿ Quién, por otro lado, cree en la seguridad que da el empleo en eco-
nomías altamente inestables, no sólo por los vaivenes del mercado y la
política sino también por las incertidumbres de la ciencia y los insonda-
bles destinos de las " pulsiones" , que tanto se reflejan en las relaciones
del hombre con los objetos de consumo?
¿Qué saberes se necesitan para hacer frente a e ste cambio de valores
Educación y trabajo en la construcción de lo sedal 193
la c risis del sujeto, que afecta ahora la relación entre lo que se sabe
y lo que no se sabe, lo que sabe uno y lo que sabe otro, lo que se
sabe de una cosa y lo que no se sabe de otras. Fracasos,
marginaciones, segmentaciones, atravies~ al sujeto que enseña y al
que aprende;
la crisis de los criterios de legitimación de los saberes que circu-
lan en la escuela, que afecta las relaciones entre lo previo y lo
dado en la escuela, entre el adentro y el afuera de los muros
L94 CRÍTICA DE LAS RAZONES DE EDUCAR
Quién aprende y cómo aprende exige hoy otro tipo de respuestas que
las dadas en paradigmas anteriores. Hoy los educadores tratamos de tra-
bajar con nuevas hipótesis: se aprende desde lo que ya se sabe, se apren-
de con otros, se aprende con diversas estrategias, se aprende en diversos
contextos. La educación está hoy preocupada por la diferencia y tratando
de confiar en lo común, el construido desde las diferencias y no contra
ellas, o a pesar de ellas.
Quién enseña y cómo enseña son preguntas ·que tienen hoy, también,
otro horizonte de respuestas. Se enseña en situación institucional; se
enseña atravesado por tantas enseñanzas y tantos saberes, que gravitan en
la palabra, segmentan el discurso, ideologizan las formas de organizar
contenidos y priorizar pautas para las evaluaciones.
Se aprende y se enseña en situaciones de fuertes y agresivas compe-
tencias entre diversas formas de ciirculación de los saberes y criterios
opuestos de legitimación. Se aprende y se enseña en un contexto donde
la escuela, en cualquiera de los niveles, ya no monopoliza la trans1nisión
de los saberes.
La especialización y la fragmentación de los saberes constituyen hoy un
problema mayor en la educación. Se busca integrar, que los saberes
interactúen, que los programas y currículos estén atravesados por la inter-
disciplina.
Vuelve a discutirse qué significa educación básica, general, y qué sig-
nifica educación especializada.
Todo esto, y por supuesto otras cosas, pone a la educación en un
estado de profunda crisis, donde ciertos perfiles para definir lo que sig-
nifica educar o ser maestro o ser alumno, ya no sirven o son disfuncio-
nales.
¿Y qué hace el trabajo frente a estas transformaciones? ¿Las registra,
o simplemente el mundo del trabajo, encerrado en su propia lógica, de-
manda a la escuela que acompañe sus necesidades, que se ponga a su
servicio, que legitime sus emprendimientos?
¿No será que el problema reside en que seguimos pensando desde una
distancia entre el mundo del trabajo y el mundo de la educación, distan-
Educación y trabajo en la co11str11cció11 de lo social 195
SENTIDO ACTUAL
DE LA EDUCACIÓN ÉTICA
Y CIUDADANA
meramente una disciplina más, de la misma naturaleza que las otras dis-
ciplinas escolares. Al contrario, esto nos permitirá entender un primer
sentido de la necesaria transversalidad de estos contenidos específicos: el
de la relación con los otros contenidos educativos y con la misma noción
de contenido educativo (que incluye: procedimientos y actitudes).
Tampoco porque ahora tengamos definidos contenidos básicos comu-
nes deja de ser operante trabajar sobre el currículo oculto. Se trata de no
caer en la "falacia de la explicitación", que consiste en creer que, porque
decimos "ahora vamos a enseñar ética y ciudadanía", desocultamos, sin
más, los efectos "morales y cívicosH de nuestras prácticas cotidianas. Al
contrario, esto nos puede ayudar a entender el otro aspecto de la
transversalidad de estos contenidos específicos de la formación ética y
ciudadana, el que tiene que ver con las prácticas institucionales y con los
proyectos de las comunidades educativas concretas.
A MODO D E CONCLUSIÓN
LA POLÍTICA EDUCATIVA
Y LOS PROYECTOS
INSTITUCIONALES
l . PROYECTO INSTITUCIONAL
Y POLÍTICAS DE DESCENTRAL/7ACIÓN
Por otro lado, hay una tendencia creciente a mirar la institución desde
un pensamiento "complejo", capaz de relacionar los enfoques disciplinares
diferentes y de romper lo que Morin llama el "paradigma de la simplifi-
cación": la disyunción, la reducción y la abstracción. "La dificultad del
pensamiento complejo es que debe afrontar lo entramado (el juego infinito
de interretroacciones), la solidaridad de los fenómenos entre sí, la bruma,
la incertidumbre, la contradicción. ' '2
Trabajar institucionalmente implica una transformación de nuestros
esquemas mismos de conocimiento y un esfuerzo crítico en relación con
esquemas mentales muy arraigados. La escuela deja de ser un "lugar de
trabajo", donde ocupamos un "puesto", y pasa a ser un "modo de enfocar
y de realizar el trabajo". Es necesario discutir lo que podemos llamar la
inteligencia institucional.
Junto a lo sistémico y complejo hay otra lógica en juego, que tiene que
ver con la identidad misma de la institución, y que no se diferencia,
como ideológicamente lo piensa el e~foque sistémico, sólo por mecanis-
mos de adaptación a las exigencias del medio. Se trata de una lógica que
pueda definir, desde los sujetos, el "sentido" mismo de iij identidad. Es
decir, que pueda exponer narrativamente de qué institución se trata.
La lógica narrativa -contar la historia de la institución, presentar su
identidad en la unidad de un relato siempre abierto a nuevos relatos- exige
también un cambio de pensamiento. La identidad de la escuela es la de esta
escuela concreta. No basta la función social -con la complejidad ya seña-
lada de su ambigua determinación política-, ni basta el estatuto jurídico
-que explica derechos y obligaciones- para poder definir la escuela y
trabajar institucionalmente. Es necesario contar la historia, dar unidad a la
diversidad de acontecimientos que la constituyen, representar a los actores,
identificar los obstáculos, tejer una trama.
3. PROYECTOS INSTITUCIONALES
Y PROCESOS DE PARTICIPACIÓN Y COMUNICACIÓN
sentidos, que- los agentes ponen en sus relaciones, en las formas como
entienden las consignas comunes, los espacios compartidos, los tiempos de
trabajo, los cumplimientos de metas acordadas. 3
Es importante señalar, en este punto, que los procesos de comunicación
y participación institucional definen, también, la pertenencia y las relacio-
nes con el "afuera". En la escuela cobra particular importancia, en esta
línea, cómo se defina la participación y comunicación en relación con
los alumnos, los no-docentes y los padres. Los llamados hoy "regímenes
de convivencia", o el viejo tema de la disciplina escolar, o su sentido de
"clima de trabajo escolar", deben pensarse como trama fuerte del sentido
institucional. Es claro que el llamado "currículo oculto" opera desde esta
trama, sobre todo en lo vinculado a formas de relacionarse con el conoci-
miento, el poder, la palabra, los valores y las normas.
En la vida cotidiana de la escuela, es esta cultura el lugar donde la
dimensión política y la dimensión epistemológica (o de enfoque) cobran su
sentido contextual y situado. La posibilidad de que la cultura institucional
la sostenga y la signifique en una comunidad determinada depende, en
buena medida, de que esta dimensión ps_icosocial de la institución, roles y
representaciones puestas en juego, sea asumida desde una "interacción
ético-comunicativa", con posibilidad de colocarse en una racionalidad dis-
cursivo-argumentativa, y por lo mismo crítica, desde la coherencia con
reglas de juego acordadas y el compromiso de veracidad en cada uno de
los participantes.
3. Cfr. Graciéla. Frigerio y otros, Las instituciones educativas. Cara y ceca, Buenos
Aires, Troquel, 1992.
226 CRÍTICA DE LAS RAZONES DE EDUCAR
Un proyecto tiene que ver con lo que "alguien" se propone hacer, cuan-
do educa, con las intenciones que definen esta acción determinada, con las
motivaciones puestas en juego, con la adscripción de responsabilidades,
con los "efectos" de esas acciones, que se puedan prever. En última ins-
tancia, un proyecto remite a un sujeto educador.
. Un proyecto se inscribe, por de pronto, en la lógica misma de la acción
humana, precisamente en tanto voluntaria o intencional. Un proyecto ins-
titucional educativo es algo "querido". Esto no quiere decir que en lo
voluntario no juege lo no-voluntario. En realidad, muchas veces en la
escuela un proyecto es el proyecto de "otro", y lo important~ es el proceso
de apropiación, que implica transformarlo en un proyecto identificante del
sujeto que lo sostiene. Es decir, el proyecto tiene que ver con la compleja
cuestión de la identidad institucional.
En un sentido estricto, un proyecto es siempre un compromiso de un
sujeto o de varios. Sin este proceso de apropiación, un proyecto se con-
vierte, en realidad, en la ejecución de un "mandato", en una encomienda.
La apropiación del proyecto institucional, por los sujetos intervinie~tes,
define los modelos y los estilos de participación. En realidad se trata de
decisiones transversales, si se nos permite la expresión. Y estas decisiones
implican información y comunicación. Y, en el trasfondo, reglas claras de
juego para poder argumentar y definir consensos y explicitar disensos.
Finalmente, digamos que hay cuestiones relacionadas con la formula-
ción de los proyectos, que han de ser claros, y otras relacionadas con su
legitimac ión.
Los proyectos pertenecen también al campo de lo pragmático; son siem-
pre prescriptivos de acciones, y la naturaleza y legitimidad de estas pres-
cripciones tiene que estar explicitada desde el punto de vista crítico. Jus-
tamente, en el discurso sobre la autonomía de las instituciones y sus pro-
yectos, esto quiere decir que deben fundarse en sus propias razones y no
en una mera presión externa (autoritaria o de imposición del medio).
Los proyectos institucionales son, entonces, desde el punto de vista
epistemológico, del "saber" que ponen en juego, una compleja construc-
ción que integra la lógica hipotético-deductiva, la sistémica y la narrativa;
desde el punto de vista pragmático, es también una compleja construcción
que define un "saber actuar" por la planificación y la legitimación respon-
sables.
Tratándose de la escuela, este "saber actuar'' de los proyectos insti-
230 CRÍTICA DE LAS RAZONES DE EDUCAR
DIMENSIÓN ÉTICA
DE LA FUNCIÓN DIRIGENCIAL
EN EDUCACIÓN.
REFLEXIONES . SOBRE .
EL ROL DOCENTE
estado. Hay una creciente valorización de los roles que desempeñan los
"movimientos sociales", y la necesidad de buscar formas nuevas de par-
ticipación democrática. El tema es complejo, y sólo lo mencionamos aquí
como contexto para nuestra reflexión.
La escuela es un espacio de vigencia de lo público en la crisis del
estado, y desde aquí hemos de entender que formar buenos ciudadanos es
formar inteligencia política, capaz de discernir con sabiduría los caniinos
adecuados para realizar la justicia. Y es claro que sin sabiduría no hay
promoción.
Quisiera ahora recoger el contexto problematizado y problematizador
de la promoción institucional, esbozado más arriba, desde el otro polo
del enunciado del tema: la función dirigencial en educación.
El punto de partida consiste en afirmar que el docente, el educador, es
un dirigente, un conductor, y que su función es la dirigencia social. Por
eso definiremos la dirigencia, y al explicar la definición especificaremos
esta dirigencia como de una institución educativa.
Dirigencia es el ejercicio de la autoridad en la organización social,
como modo que tiene la organización de reconocer su identidad y de
proyectar su diferencia a la universalidad concreta de la sociedad global.
- Una instituci9n educativa tiene poder creativo, esto quiere decir que
la institución educativa posibilita y permite la créación en todos sus nive-
les. Tanto la creación como reconstrucción crítica y significativa del pasa-
do, como la creación que mantiene abierto el futuro.
Este poder creativo define la institución educativa como histórica. Edu-
car es promover que los sujetos puedan crear y gestar historia.
1 ) Sa ber estar
l. C fr. Carlos C ullen. --Et cuerpo, c om o nudo co muni cac ion al en bú squeda de un
sujeto". R e vista Argentina de Psicolog ía, B uenos Aires. nº 36.
Dime nsión ética de la.función d;rigen dal e n educación 239
2) Sabe r se r
3) Sabe r proyectarse
A MODO DE CONCLUSIÓN
Ente ndida así la dime ns ión ética de la función del docente, podemos
afirmar que los sujetos quedan promovidos por la institución, que asegu-
ra la comunicación, la creación, la interpretación. Y podemos también
240 CRÍTICA D E LAS RAZONES DE .EDUCAR
LA EDUCACIÓN ÉTICA Y
CIUDADANA COMO EDUCACIÓN
PARA LO PÚBLICO
CPtn® y solidario. Una ciudadanía,=por ,otrQ ,'lado, capaz :de vivir dem~
cráticamente, resolver con argumentos y no violencia los conflictos, capaz
de juntar la realización personal con la justicia y la equidad.
En esta perspectiva, que era la .de· los CBC de:noviembre, abandonada
ahora por la modificación de junio,_se -pone el acento en lo públi.:;o:
El- criterio para enfrentar estos riesgos no puede ser otro que el de
profundizar las relaciones de los contenidos educativos con el conoci-
miento y con los valores. Estas relaciones no son las mismas para cual-
quier concepto o para cualquier procedimiento, y mucho menos para
cualquier actitud. Hay saberes específicos necesarios pata poder enseñar,
en cada caso, esas relaciones.
Es verdad que ciertos procedimientós y ciertas actitudes tienen un ca-
rácter más transversal que ciertos conceptos y principios, que son más
específicos. Pero esto no quiere decir que saber argumentar críticamente o
saber razonar moralmente no sean contenidos con su propia identidad dis-
ciplinar y racional -la lógica y la ética, en estos casos-, que necesitan
aprendizajes específicos para poder enseñarlos bien, sin caer en formalis-
mos vacíos o en peligrosos reduccionismos, como sería creer que saber
resolver problemas matemáticos nos permite ~aber resolver conflictos de
valores.
Justamente los contenidos básicos comunes de la Formación Ética y
Ciudadana intentan hacerse cargo de estos saberes específicos, que tienen
que ver con la filosofía, la psicología, el derecho, y que sólo aprendidos
en sus propios contextos, en la formación y en la capacitación docentes,
podrán ser enseñados como significativamente transversales, y no dilui-
dos en una transversalidad puramente retórica y vaciada de contenidos y
fundamentaciones específicas.
Para estos contenidos, relacionados con conceptos como persona, valo-
res, normas, y con procedimientos como el pensamiento crítico, la argu-
mentación racional, el discernimiento moral, la creatividad, vale, como
248 CRÍTICA DE LAS RAZONES DE EDUCAR
Algo pasó en los procedimientos que llevaron a modificar los CBC para
la EGB, que atenta seriamente contra la necesaria legitimación pública. En
la definición de la política educativa, en el nivel federal (definición de los
CBC) hubo un importante cambio en el procedimiento de elaboración, que
toca la concepción de contenido educativo básico común, y que por lo
mismo necesita no sólo ser denunciado ante la opinión pública, como se
hizo, sino también ser debatido y reflexionado entre nosotros.
Están ahora en discusión los CBC para el Polimodal y los CBO (Con-
tenidos Básicos Orientados) para sus diferentes orientaciones. Están tam-
bién en elaboración los CBC para la formación docente. Vendrán luego
los procesos de inserción en los diferentes diseños curriculares provincia-
les o su construcción, y, finalmente, la elaboración de los proyectos
institucionales y de las propias planificaciones docentes para el trabajo
en el aula.
Hasta esta última modificación del mes de junio, los CBC se venían
elaborando con un procedimiento con claros rasgos de legitimidad públi-
ca: consulta al mundo aca~émico, a la opinión pública, a las organizacio-
nes no gubemamental~s, a los sectores educativos de diferentes confesio-
La educación ética y ciudadana como educación para lo público 249
una manera de ver las cosas que nos permitan, entre otras cuestio-
nes, saber pensar lúcidamente esta presionante contradicción:
nunca, como hoy, la escuela ha tenido que ocupar tantos terre-
nos;
nunca, como hoy, el espacio social, la significación social de
la escuela ha estado más reducido e, incluso, desvalorizado.