Figuras Sustitutivas de La Ejecución de La Pena
Figuras Sustitutivas de La Ejecución de La Pena
Figuras Sustitutivas de La Ejecución de La Pena
Catedrático:
Clase:
Derecho Penal I
Asignación:
Integrantes:
Sección:
1801
FIGURAS SUSTITUTIVAS DE LA EJECUCIÓN DE LA PENA:
1. ARTÍCULO 73.- SUSPENSIÓN DEL FALLO: (Debe reunir los requisitos de este
mismo artículo).
2. ARTÍCULO 74.- REEMPLAZO DE LA PENA DE PRISIÓN:
Detención de los fines de semana.
Arresto domiciliario o multa.
3. ARTÍCULO 75.- REEMPLAZO DE LA PENA DE PRISIÓN POR LA DE
EXPULSIÓN DEL TERRITORIO NACIONAL.
4. ARTÍCULO 76.- REEMPLAZO DE LA PENA DE DETENCIÓN DE FIN DE
SEMANA
5. ARTÍCULO 78.- SUSPENSIÓN CONDICIONAL DE LA EJECUCIÓN DE LA
PENA DE PRISIÓN.
ARTÍCULO 87.-
PROCESO PENAL
2) se celebra AUDIENCIA INICIAL dentro de termino de los 6 DÍAS si está preso y si esta
con medidas dentro de los 15 días terminada dicha audiencia inicial podrá pasar tres
circunstancias
1) SOBRESEIMIENTO PROVISIONAL
2) SOBRESEIMIENTO DEFINITIVO
En este caso le ratifican las medidas y se le sigue el proceso donde podrá someterse a un
PROCEDIMIENTO ABREVIADO e IRSE A JUICIO ORAL Y PUBLICO
2) Los datos personales del imputado o los que sirvan para identificarlo;
3) Una sucinta relación del hecho o hechos que se atribuyan al imputado, con su
calificación legal;
6) La firma y sello del juez que dicta la medida y del respectivo secretario.
Cada tres (3) meses el juez examinará si las medidas impuestas deben mantenerse o ser
sustituidas por otras o revocadas. Artículo 187. Contenido del acta que registre una
medida sustitutiva. Antes de poner en práctica las medidas sustitutivas de la prisión
preventiva a que se refiere el artículo 184, el secretario formulará un acta que deberá
contener:
6) La promesa formal del imputado de cumplir las medidas que se le hayan impuesto
LIBERTAD CONDICIONAL
La supervisión del liberado condicional comprenderá una asistencia social eficaz a cargo
de un patronato de liberados o de un servicio social calificado, de no existir aquel. En
ningún caso se confiará a organismos policiales o de seguridad.
EJECUCION DE LA PENA
1) Que la pena, individualmente considerada o sumada con otras, no supere los cinco (5)
años de privación de libertad;
2) Que sea la primera vez que delinque el condenado. A tal efecto no se tienen en cuenta
las anteriores condenas por delitos imprudentes o por faltas, ni tampoco los antecedentes
cancelados o que debieran serlo. Tampoco se tienen en cuenta los antecedentes penales
correspondientes a delitos que por su naturaleza o circunstancias carezcan de
significación en relación con el delito juzgado;
Siempre que los riesgos a que se refiere el artículo 178 puedan ser evitados por la
aplicación de otra medida menos gravosa para su libertad, el juez, de oficio o a petición
de parte, podrá imponer al imputado, en lugar de la prisión preventiva, una (1) o más de
las medidas comprendidas en los numerales 4), 5), 6), 7), 8), 9) y 10) del artículo 173.
El juez velará por el estricto cumplimiento de la medida impuesta, para lo cual deberá
contar con el apoyo de la Policía Nacional.
En los casos en que el imputado no tenga capacidad para rendir una caución de naturaleza
económica, podrá decretarse caución juratoria, la cual consistirá en prestar juramento de
someterse al procedimiento. La caución juratoria deberá decretarse conjuntamente con la
medida a que se refiere al numeral 6) y el artículo 173 y cualquiera otra que el juez
considera conveniente.
En ningún caso procederá la sustitución de la prisión preventiva por otra medida cautelar
en los delitos cometidos por miembros del crimen organizado.
Sin perjuicio de que el órgano judicial en las etapas respectivas determine como
criminalidad organizada las acciones delictivas, por la forma y modalidad como se
ejecutaron las mismas, no procede la imposición de medidas sustitutivas de la prisión
preventiva en los delitos siguientes:
2) Asesinato;
3) Parricidio;
4) Violación;
5) Trata de Personas;
6) Pornografía Infantil;
7) Secuestro;
11) Genocidio;
13) Extorsión;
16) Contrabando, en los casos de los artículos 392-A y 392-B, en ls numerales 1), 2), 5),
11), 13), 14), 15), 16), 17), 18), 19) y 21) del Código Penal;
17) Defraudación Fiscal en los casos tipificados en el artículo 392-D, en los numerales
1), 2), 9), 10), 11), 12), 14), 15) y 19) del Código Penal.
20) Prevaricato; y,
21) Femicidio.
El plazo de suspensión es de dos (2) a cinco (5) años. El Órgano Jurisdiccional competente
lo debe fijar, atendidas la personalidad del penado, las circunstancias del hecho y la duración
de la pena a imponer.
Cuando el Órgano Jurisdiccional competente acuerde la suspensión del fallo se debe abstener
de dictar la parte dispositiva de la sentencia, sin perjuicio de fijar en auto ejecutivo la
responsabilidad civil que proceda, quedando la suspensión condicionada a que el penado no
vuelva a delinquir durante el período que se señale. El Órgano Jurisdiccional competente
puede condicionar también la suspensión al cumplimiento de una o varias de las medidas
reguladoras de la libertad del Artículo 84 del presente Código o de la localización permanente
por un tiempo que no puede exceder de la pena que le hubiera correspondido por el hecho
delictivo cometido.
2) Prorrogar el plazo de suspensión, sin que en ningún caso pueda exceder de siete (7) años;
y,
Transcurrido el plazo de suspensión, sin que el sujeto haya vuelto a delinquir y cumplidas,
en su caso las medidas reguladoras de la conducta fijadas por el Órgano Jurisdiccional
competente, éste acordará la remisión definitiva de la pena.
CASOS EN PARTICULAR QUE HAYA SIDO OBJETO DE LA EJECUCION DE LA
PENA
CASO 1:
CERTIFI CACIÓN
ANTECEDENTES PROCESALES.-
1. En fecha veintitrés de octubre del año dos mil dieciséis, compareció la abogada T.R. ante
el Juzgado de Letras Seccional de Tela departamento de Atlántida, actuando en su condición
de agente de tribunales del Ministerio Público, presentando requerimiento fiscal en contra
del señor S.R.M.R., por el delito de ACTOS DE LUJURIA AGRAVADOS, en perjuicio
de D.A.V.V. (Folios 1 al 4 de la pieza del juzgado).-
2. En fecha veintisiete de octubre del año dos mil dieciséis, el juzgado instructor, resuelve: “1.
Auto de prisión contra S.R.M.R., por suponerlo responsable del delito de actos de lujuria
agravados en perjuicio de D.A.V.V. (11 años). Se impone como medida cautelar: a. La
presentación periódica a este juzgado los días jueves de cada semana. b. La prohibición de
salir del país. c. La prohibición de concurrir a lugares y reuniones donde se encuentre la
menor ofendida. d. La prohibición de comunicarse con la víctima…” (Folios 27 al 28 de la
pieza del juzgado).-
3. En fecha uno de diciembre del año dos mil dieciséis, la Corte Primera de Apelaciones de
la sección judicial de la Ceiba, departamento de Atlántida falla: “Primero: Declarar HA
LUGAR el recurso de apelación interpuesto por el Ministerio Público contra la resolución
dictada por el Juzgado de Letras Seccional de Tela, departamento de Atlántida judicial de
fecha veintisiete de octubre del año dos mil dieciséis. Segundo : REVOCANDO la resolución
dictada por el Juzgado de Letras Seccional de Tela, departamento de Atlántida de fecha
veintisiete de octubre del año dos mil dieciséis a fin de que se enmiende conforme a derecho
corresponda en la audiencia ad hoc que para tal efecto se señale Tercero :…”(Folios 6 al 8
de la pieza de corte de apelaciones).-
4. El amparista abogado D.M.M.T., compareció ante este tribunal, en fecha trece de enero
del año dos mil diecisiete, reclamando amparo a favor del señor S.R.M.R., afirmando que la
decisión del ad quem de fecha uno de diciembre del año dos mil dieciséis, es violatoria de lo
dispuesto en los artículos 69, 82, 89, 90 y 94 de la Constitución de la República.-
5. En fecha uno de agosto del año dos mil diecisiete, este alto tribunal tuvo por formalizado
en tiempo y forma la garantía constitucional de amparo y a la vez omitió la vista de los
antecedentes al fiscal del despacho de conformidad a lo establecido por el artículo 37 de la
Ley del Ministerio Público.-
FUNDAMENTACIÓN JURÍDICA.-
CONSIDERANDO DOS (2). Sobre la obligación del Estado de proveer un recurso sencillo
y efectivo dispuesto para garantizar derechos fundamentales dispuestos en la
Constitución. La garantía de amparo constituye el cumplimiento por parte del Estado
hondureño a la obligación de proteger y garantizar derechos fundamentales, contraída en
el artículo 1.1 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos [1], en relación con el
artículo 25 de la misma convención [2]y el 8 de la Declaración Universal de los Derechos
humanos [3].-
CONSIDERANDO TRES (3). Resumen sobre los alegatos del garantista denunciando
violación de los artículos 61, 69, 82,89, 90, 93, 94 y 182 de la Constitución de la República. El
garantista al formalizar la presente garantía constitucional de amparo expresa que la
impugnación se sustenta en que el ad quem ha quebrantado los artículos 61, 69, 82,89, 90,
93, 94 y 182 de la Constitución. Explica que se violenta el artículo 82 constitucional al
imponer la medida cautelar de prisión preventiva, limitando su derecho a ser oído en libertad,
sin tomar en cuenta su arraigo familiar, laboral, económico y social. Denuncia también que
se violenta el artículo 89 constitucional que contiene el derecho a la presunción de inocencia.
Dicha violación se originó en su opinión, con la presunción que tuvo la corte de apelaciones
al estimar la gravedad de la pena a la que podría ser condenado su poderdante, “sin haberlo
escuchado vencido y condenado mediante el proceso debido.” Con relación al artículo 90
constitucional, señala que éste se quebranta, así: “al querer la Corte…, privar de su derecho
de libertad al señor S.… coartándole su derecho a poderse defender en libertad…”; esto según
el censor resulta violatorio porque debieron ser aplicadas medidas cautelares sustitutivas.
Denuncia de igual forma la violación de los artículos 61 y 69 de la Constitución de la
República porque a su juicio se violentó el derecho a la libertad, el cual estima inviolable.
Para ello, menciona que el delito calificado no se encuentra en la lista de los delitos que no
admiten medidas sustitutivas distintas a la privación de libertad. Reclama la violación del
principio in dubio pro reo, explicando que la corte pretende imponer su criterio de que sólo
los delitos con penas menores a cinco años pueden gozar de medidas sustitutivas, el cual a
su juicio resulta contradictorio con el propósito de establecer en el artículo 184 del Código
Procesal Penal un catálogo de delitos que no admiten la imposición de medidas sustitutivas.
Para el censor la imposición de la prisión preventiva violenta el artículo 94 constitucional
que contiene el principio de legalidad, debido a que se impondría una pena de privación de
libertad en forma anticipada. Además, demanda el derecho que tiene su poderdante de que
se le impongan medidas sustitutivas de conformidad a lo que establece la ley. Señala que a
su poderdante se le violenta el derecho al trabajo garantizado por la Constitución en el
artículo 127. Sobre esto apunta, que es una consecuencia de la privación de libertad, en virtud
de que la imposición de la medida de prisión podría causar el despido de su poderdante en el
Hospital de Tela, no pudiendo así dar cumplimiento a sus obligaciones civiles y familiares
dependientes. Finalmente reclama que se ha violentado el artículo 93 constitucional, porque
el tribunal de alzada parte de la suposición de que el hecho de haberse declarado el auto de
formal procesamiento en contra de su poderdante hace que éste pueda ser condenado. Es por
ello, expresa el impetrante, que la decisión del ad quem es ilógica y sin sustento legal, puesto
que nadie puede ser condenado sin haber sido oído y vencido previamente en juicio.-
CONSIDERANDO CINCO (5). Examen practicado por la Sala para verificar si existe
quebrantamiento de los artículos constitucionales invocados por el impetrante. La Sala de lo
Constitucional observa que el censor formaliza la presente garantía constitucional de amparo
en la vulneración a los artículos 61, 69, 82,89, 90, 93, 94 y 182 de la Constitución de la
República. De lo expuesto por el censor la Sala analiza lo siguiente. El impetrante manifiesta
que a su poderdante se le violenta el derecho de defensa contenido en el artículo 82
constitucional, con la imposición de la medida cautelar de prisión preventiva porque limita
su derecho a ser oído en libertad, sin tomar en cuenta su arraigo familiar, laboral, económico
y social. Con respecto a este extremo la Sala de lo Constitucional estima que dicho motivo
de amparo no es de recibo, en virtud de que la medida cautelar de prisión preventiva no
conculca el derecho de defensa como tampoco evita que sea oído en juicio con todas las
garantías del debido proceso. Para explicar esto mejor baste saber que el proceso penal no se
detiene o suspende, continuando su recorrido hasta la decisión final que alcance firmeza;
durante el cual, la defensa del imputado se encuentra investido de todas las prerrogativas que
la ley le provee para argumentar, objetar, impugnar, aportar acreditar y cualquier otra que sea
necesaria para garantizar que su cliente sea oído ampliamente en juicio. De igual manera
ocurre con el derecho de presunción de inocencia, presente en el artículo 89 constitucional;
cuya violación no se considera de recibo en virtud de que la medida cautelar de privación de
libertad no supone enervación de la presunción de inocencia, debido a que no se basa en un
juzgamiento sobre la responsabilidad o culpabilidad del encartado, sino sobre las
circunstancias que podrían traer contratiempos o distorsiones en el adelantamiento y eficacia
del proceso. Con respecto a la violación alegada del artículo 90 constitucional con base en
que la resolución impugnada coarta el derecho que tiene toda persona a defenderse en un
proceso penal gozando del derecho de libertad; cabe señalar que este derecho constitucional
es por una parte de configuración legal, debido a que la ley puede reglamentar los casos y la
formas en que esto procede; y por otra parte es de configuración judicial debido a que el
juzgador tiene la facultad discrecional de establecer de conformidad con la ley si concede o
no el derecho a ser oído en libertad mediante la imposición de medidas cautelares. En el
presente caso la decisión del iudex ad quem se basó en que la gravedad de la pena podía
poner en riesgo la tramitación del proceso, desechando el alegato de arraigo expuesto por la
defensa. En este sentido, la Sala de lo Constitucional no observa argumento alguno de la
defensa que se encamine a demostrar o convencer sobre la existencia de la violación alegada
en el presente amparo. Como ya ha señalado este alto tribunal, el demostrar con alegaciones
e inclusive pruebas si fuera necesario, es una carga procesal que tiene el amparista, a fin de
que prosperen las imputaciones que hace al momento de formalizar la garantía constitucional
de amparo. Con relación al señalamiento de que el derecho de libertad es inviolable, cabe
señalar que este aserto se encuentra en el artículo 69 constitucional; sin embargo, cierto es
que también señala que permite su limitación o restricción de acuerdo a lo que la ley
disponga, tal como ha sucedido en el presente caso. Es decir, el juez deberá decidir caso por
caso la conveniencia de acceder a que una persona sea oída en libertad mediante la aplicación
de medidas sustitutivas, teniendo como regla general la libertad en estos casos del encartado.
En el presente asunto el juez ha dado razones para imponer la medida de prisión preventiva,
pero el amparista únicamente se ha limitado a objetar la gravedad del delito y a enunciar
derechos fundamentales previstos en la Constitución. A juicio de la Sala esto no es suficiente
para amparar en este caso, debido a que el planteamiento de la presente controversia exigía
demostrar circunstancias o daños particulares que motivaran a la Sala a otorgar el amparo
con relación a alguno de los derechos fundamentales alegados; o bien a partir de las
particularidades del caso demostrar que existen medidas alternativas menos gravosas o
limitativas, pero igual de eficaces a la que se impugna. Se le aclara al amparista que no es
obligatorio para el juez dictar medidas sustitutivas cuando el delito calificado no se encuentra
en la lista de los ilícitos que no admiten medidas sustitutivas distintas a la privación de
libertad. Sobre otros derechos alegados como conculcados, tampoco se considerado
violentado el principio in dubio pro reo, debido a que en este asunto no se ha presentado para
el juzgador una disyuntiva, encrucijada o duda interpretativa o de decisión, sino que ha
tomado una decisión basada en uno de los supuestos legales para dictar la prisión preventiva.
Por las razones apuntadas, para la Sala no resulta admisible que exista una pena de privación
de libertad dictada en forma anticipada. La Sala de lo Constitucional está consciente del
efecto negativo que produce la prisión preventiva con relación al derecho del trabajo; sin
embargo, son causas que por su gravedad obliga al juzgador a fundamentar su resolución a
efecto de que su decisión no sea arbitraria, sino que concurran los requisitos de
proporcionalidad, idoneidad, procedencia y necesidad, los cuales no han sido en el caso bajo
estudio rebatidos adecuadamente por el amparista. En virtud de lo expuesto es procedente
denegar la garantía constitucional de amparo de que se ha hecho mérito.-
CASO 2:
ECLI ES:TC:2003:198
La Sala Segunda del Tribunal Constitucional, compuesta por don Pablo Cachón Villar,
Presidente, don Vicente Conde Martín de Hijas, don Guillermo Jiménez Sánchez, doña Elisa
Pérez Vera y don Eugeni Gay Montalvo, Magistrados, ha pronunciado EN NOMBRE DEL
REY la siguiente S E N T E N C I A:
En el recurso de amparo núm. 6363-2000, promovido por don Aurelio L.B., representado por
el Procurador de los Tribunales don José Carlos Caballero Ballesteros y asistido por el
Abogado don Antonio Jordán Martínez, contra el Auto de 5 de junio de 2000 y contra las
providencias de fecha 29 de junio de 2000 y de 7 de julio de 2000 que se dictaron en el
expediente núm. 111/99 por el Juzgado de Vigilancia Penitenciaria núm. 4 de Andalucía, con
sede en El Puerto de Santa María, y contra el Auto de 6 de noviembre de 2000, pronunciado
en el rollo 12-2000 por la Sección Primera de la Audiencia Provincial de Cádiz. Ha
intervenido el Ministerio Fiscal. Ha sido Ponente el Magistrado don Pablo Cachón Villar,
quien expresa el parecer de la Sala.
Antecedentes
1. El día 1 de diciembre de 2000 se presentó ante este Tribunal por el Procurador señor
Caballero Ballesteros, en nombre y representación de don Aurelio L.B., un escrito
promoviendo recurso de amparo contra las resoluciones judiciales mencionadas en el
encabezamiento de la Sentencia.
3. El penado dedujo recurso de amparo ante este Tribunal Constitucional, invocando, como
primer motivo, la vulneración del derecho a la tutela judicial efectiva (art. 24.1 CE) en el
sentido de derecho de acceso al proceso y a los recursos, sin que pueda producirse
indefensión y del derecho a un proceso equitativo (art. 6.1 CEDH). Considera que siendo
la publicidad la regla general de las actuaciones judiciales, y el secreto de las mismas la
excepción (art. 120.1 CE y 232 LOPJ) -excepcionalidad que, aun sin apoyarse para
justificar su decisión en una norma concreta, la justifica con base en las SSTC
87/1984 y 149/1986- la resolución judicial que impide la personación, la interposición
de recursos, la posibilidad de solicitar información del asunto y la de ser recibidos en
audiencia, entraña una sanción desproporcionada con respecto a la situación de hecho de
la que se parte. El supuesto fáctico es una situación de ausencia o rebeldía del liberado
condicional y respecto a ello dice que para constituir al liberado en esa situación se ha
tramitado un proceso revocatorio en que no ha sido oído precisamente dicho liberado,
sujeto pasivo del mismo. Se ha pasado de una situación de libertad condicional a su
revocación, sin haber oído ni dado traslado de las actuaciones al liberado condicional, y
ello cuando no había obstáculo alguno, pues en aquellos momentos se hallaba en
situación de preventivo -en la que estuvo desde el 16 de marzo de 2000 hasta el 13 de
junio siguiente- habiéndose iniciado las diligencias tendentes a la revocación de la
libertad condicional el 30 de marzo de 2000, y siendo solicitada por el Ministerio Fiscal
la revocación de la libertad condicional con fecha de 30 de mayo siguiente, momentos
en los que se debió -y pudo hacerse sin impedimento- dar audiencia en el proceso de
revocación y así se dice porque -según el demandante- no puede decretarse la rebeldía
sin que antes se haya revocado la decisión (Auto) que instauró la situación de libertad
condicional, constando que el sujeto pasivo de dicho proceso revocatorio no fue oído en
el mismo.
Por último invoca la lesión del derecho a la libertad (art. 17.1 CE) en relación con el
principio de legalidad, que se anuda a la decisión de revocar el status de libertad
condicional sin darle audiencia ni intervención al liberado condicional en el proceso
revocatorio, invocación que conecta con el principio de legalidad en la ejecución de la
penas (art. 3.2 CP).
Finalmente concluye la demanda de amparo con la súplica de que "[se] dicte Sentencia
que reponga al demandante en sus derechos fundamentales vulnerados, decretando la
nulidad de las resoluciones que han afectado a sus derechos, incluyendo la nulidad de la
decisión de revocación de la libertad condicional".
5. Por providencia de 28 de junio de 2001 la Sala Segunda de este Tribunal acordó admitir
a trámite la demanda de amparo y, a tenor de lo dispuesto en el art. 51 LOTC, requerir a
la Sección Primera de la Audiencia Provincial de Cádiz, para que, en el plazo de diez
días, remitiera testimonio del rollo núm. 12-2000, así como para que por dicho órgano
judicial y por el Juzgado de Vigilancia Penitenciaria de El Puerto de Santa María se
procediera a la práctica de los emplazamientos pertinentes.
6. Por escrito de 30 de noviembre de 2001 el demandante reitera las alegaciones vertidas en
el escrito de demanda aduciendo, en lo concerniente a la denuncia de lesión del derecho
a la libertad, que la STEDH caso Streletz, Kessler y Krenz explica claramente que el art.
7 CEDH contiene el principio de legalidad en la ejecución de las penas, que también se
ha desconocido en todo el proceso revocatorio.
Los criterios utilizados por los órganos judiciales para modular el derecho a la tutela
judicial efectiva del ahora demandante, exigiendo su comparencia personal, han sido
estimados como válidos por el Tribunal Constitucional, aunque los supuestos fácticos y
jurídicos examinados en tales precedentes no sean en todo coincidentes con los del
presente, pues tratamos de una causa criminal conclusa. Se mantiene la coincidencia en
diversos extremos, como el tratarse de personas sujetas a causa criminal que se hallan en
situación de rebeldía, contumacia o fuga y que pretenden actuar a través de representantes
procesales. Obviamente la exigencia de efectiva puesta a disposición de la autoridad de
los penados no se contempla en la legislación penitenciaria al regular el régimen de
recursos y quejas de los penados internos en establecimientos penitenciarios, pues en
éstos tal requisito concurre de modo inexorable. Ahora bien, lo que sí cabe indicar es que
para tales penados la evasión no es un hecho neutro, de nula trascendencia en su
ejecutoria, ya que, al margen de motivar su busca y captura, comporta la comisión de un
nuevo ilícito penal además de la sanción en el régimen de beneficios, permisos y
recompensas, y ello es así porque los penados están sujetos al cumplimiento coactivo de
una condena. Los penados que en situación de libertad condicional se evaden se
encuentran en la misma situación de cumplimiento coactivo de una condena, aunque con
una modalidad específica de cumplimiento; cosa distinta es que en estos casos la evasión
no tenga además las mismas consecuencias penales y sancionadoras que para los
internos.
9. Por providencia de fecha 6 de noviembre de 2003, la Sala Segunda señaló el día 10 del
mismo mes y año para deliberación y fallo de la presente Sentencia.
Fundamentos jurídicos
1. El recurso de amparo se dirige contra el Auto de 5 de junio de 2000 y contra las
providencias de fechas 29 de junio y 7 de julio de 2000, que se dictaron por el Juzgado
de Vigilancia Penitenciaria núm. 4 de Andalucía con sede en El Puerto de Santa María,
así como contra el Auto de 6 de noviembre de 2000 de la Audiencia Provincial de Cádiz,
Sección Primera.
3. A la vista de las pretensiones deducidas hemos de tener en cuenta que, como hemos dicho
en nuestras SSTC 115/2002, de 20 de mayo, FJ 3, y 65/2003, de 7 de abril, FJ 2,
corresponde a este Tribunal, en función de las circunstancias concurrentes en cada
supuesto concreto sometido a su consideración, determinar no sólo el orden del examen
de las alegaciones, sino también si resulta necesario o conveniente pronunciarse en la
Sentencia sobre todas las lesiones de derechos constitucionales denunciadas en el caso
de que se haya apreciado la concurrencia de una de ellas.
En el presente caso nuestro enjuiciamiento debe realizarse dando prioridad a las
concernientes a la denegación judicial respecto de la petición de personación del
demandante en el proceso por medio de Procurador y Abogado, así como a la invocación
del derecho a la defensa a través de Abogado, quejas todas que se apoyan en los dos
apartados del art. 24 CE. Y ello porque su eventual estimación daría lugar no sólo a la
anulación de las resoluciones judiciales que denegaron la personación, sino también
conllevaría la retroacción de las actuaciones dentro del expediente donde se produjo la
vulneración hasta un momento procesal en que el resto de las quejas esgrimidas,
relacionadas con el Auto de revocación de libertad condicional, pudieran ser examinadas
por los órganos judiciales competentes, después de que la parte ejerciese, en su caso, sus
posibilidades procesales, salvaguardándose así el carácter subsidiario del amparo
constitucional (SSTC 68/2002, de 21 de marzo, FJ 1; 70/2002, de 3 de abril, FJ
2). Además, como sugiere el Ministerio Fiscal, se impone el enjuiciamiento conjunto de
los motivos reseñados en primer término habida cuenta de su estrecha vinculación,
resultante de que la defensa a través de Letrado está posibilitada, caso de que
constitucionalmente se admita, en el supuesto enjuiciado, la personación del demandante
ausente por medio de Letrado y Procurador.
Dicho esto, igualmente debe tenerse en cuenta que la compatibilidad con el derecho de
defensa de las limitaciones impuestas legalmente depende de las circunstancias del
proceso particular y de la clase del proceso mismo (STEDH caso Khalfaoui, de 14 de
diciembre de 1999, § 37). A este respecto es pertinente recordar que en la desestimación
de aquellos recursos de amparo se tuvo presente, en primer lugar, que, tratándose de la
fase sumarial de proceso por delito, la propia presencia del procesado rebelde (situación
en la que se hallaban quienes había recurrido en amparo) "puede ser conveniente y aun
necesaria para el esclarecimiento de los hechos" (STC 87/1984, de 27 de julio, FJ 5, y en
igual sentido STC 149/1986, de 26 de noviembre, FJ 2), y, en segundo lugar, que es
propio de nuestro proceso ordinario por delitos graves la suspensión del curso de la causa
-en especial en lo pertinente al señalamiento y celebración del juicio oral-, una vez
concluido el sumario y ya declarado en rebeldía el procesado al no hallarse a disposición
del órgano judicial (arts. 840 y 841 LECrim). Ello excluye que el acusado sea condenado
en ausencia "y le permite ejercitar su derecho de defensa cuando se proceda a su
reapertura por haberse presentado o sea habido". La Ley procesal, pues, es la que prohíbe
terminantemente la celebración de un juicio en ausencia en esa clase de procesos, opción
legal que satisface las exigencias constitucionales pues, como se dijo en nuestra STC
91/2000, de 30 de marzo, FJ 14, "al menos en los procesos penales por delito muy grave,
aquellos en los que está en juego una imputación que afecta a su dignidad personal y que
comporta una seria privación de su libertad, la presencia en el acto del juicio oral no es
sólo un derecho fundamental, sino también una de las reglas esenciales del desarrollo del
proceso, sin cuya concurrencia la idea de juicio justo es una simple quimera".
Ahora bien, en supuestos como el presente, el condicionamiento judicial del ejercicio del
derecho de defensa a la comparecencia voluntaria o involuntaria del reo no viene
impuesta por la literalidad de la norma legal. Tampoco puede afirmarse que se infiera de
las reglas esenciales que disciplinan la tramitación del expediente de revocación de
libertad condicional, como una fase o incidencia que es del proceso penal de ejecución,
en la que se dilucida el mantenimiento de los beneficios penitenciarios de quien ya no
está amparado por la presunción de inocencia y sufrió la reprobación que implica la
condena penal. En fin, la presencia del penado no se justificaría en particulares ventajas
para la resolución de las cuestiones que pudiera plantear el penado en los recursos
judiciales contra la revocación de su libertad condicional, recursos que, junto al
conocimiento de las actuaciones, integrarían el núcleo de sus posibilidades
procesales. De ahí que la cuestión que ahora nos ocupa presente rasgos que la
singularizan respecto de las resueltas en las SSTC 87/1984, de 27 de julio, y 149/1986,
de 26 de noviembre. Por ello la aplicación de la doctrina contenida en ellas a este caso
no resulta satisfactoria.
Los derechos a no padecer indefensión y a ser defendido por Abogado, por lo tanto,
pueden ceder ante los límites que la propia Constitución expresamente imponga o ante
los que de manera mediata o indirecta se infieran de la misma al resultar justificados por
la necesidad de preservar otros derechos o bienes jurídicamente protegidos (SSTC
11/1981, de 8 de abril, FJ 7; 2/1982, de 29 de enero, FJ 5). Debe tenerse en cuenta, al
efecto, que, con carácter general, en el proceso penal rige el principio de sujeción del
acusado al procedimiento (art. 118 CE), y asimismo que quien ha sido condenado
penalmente tiene un cualificado deber de comparecer al llamamiento del Juzgado o
Tribunal, siendo en principio razonable una interpretación de las normas procesales que
desanime acerca de la realización de posibles ausencias injustificadas, y es oportuno que
insistamos aquí en el interés general que subyace en que los pronunciamientos penales
sean ejecutados en sus propios términos.
Dicho lo cual, este interés debe modularse con relación al derecho de defensa, garantía
esencial de un proceso justo, no debiendo olvidarse que, si bien la revocación de la
libertad condicional se enmarca en el ámbito de ejecución de una pena, y, por tanto, no
es una decisión sobre la restricción de la libertad en sentido estricto, sin embargo afecta
al valor libertad en cuanto que modaliza la forma en que la ejecución de la restricción de
la libertad se llevará a cabo (SSTC 25/2000, de 31 de enero, FJ 3, y 8/2001, de 15 de
enero, FJ 2). En esta fase de ejecución del proceso penal el Estado sigue ejerciendo el ius
puniendi, que implica una profunda injerencia en la libertad del imputado y en el núcleo
más sagrado de sus derechos fundamentales (STC 68/2002, de 21 de marzo, FJ 3), por lo
que, aunque el reo ya no esté amparado por la provisional presunción de inocencia, el
derecho a ejercer su defensa se mantiene todavía como uno de los elementos esenciales
de un proceso equitativo, sin que, dada la orden de ingreso en prisión, la incomparecencia
del penado pueda entenderse necesariamente como una renuncia voluntaria a su derecho
de defensa, como se recordó en nuestra STC 91/2000, de 30 de marzo, FJ 15, en la que,
con invocación de las SSTDEH casos Poitrimol, de 23 de noviembre de 1993, §. 38; Lala,
22 de septiembre de 1994, § 27; Guerin, de 29 de julio de 1998, §§ 44 y 45; y Omar, de
29 de julio de 1998, §§ 40 a 44, advertíamos que "cualquier otra sanción que pretenda
anudarse a la incomparecencia ha de ser proporcionada a la conducta que se sanciona y
por consiguiente, no puede alterar las garantías básicas del proceso justo".
7. Sentadas las anteriores premisas, hemos de concluir que las resoluciones impugnadas no
superan en este caso las exigencias del principio de proporcionalidad.
Es precisamente por las razones que acaban de exponerse por lo que debemos llevar a
cabo el expresado juicio de proporcionalidad. Ciertamente la medida cuestionada puede
contribuir a la consecución de fines o bienes constitucionalmente protegidos, a "objetivos
legítimos" (STEDH Khalfaoui, de 14 de diciembre, § 36) conectados con el interés
general y a los que antes se hizo mención; mas ello no es suficiente a los fines del juicio
de proporcionalidad, según se razona a continuación.
Por otra parte conviene señalar que, a efectos de neutralizar una posible interferencia
fraudulenta de la representación del penado en los objetivos de averiguación del paradero
de éste y su puesta a disposición judicial, propios del proceso penal de ejecución, cabe
imaginar otras decisiones que, modulando las posibilidades de defensa, sin embargo no
las hubieran excluido en su totalidad; como aquélla que permitiera la personación y la
presentación de escritos, y al mismo tiempo privara a la representación del penado del
conocimiento del contenido de la ejecutoria en todo lo que se estimara necesario para
evitar conductas procesales espurias.
Por las razones expuestas, y a la vista de las circunstancias descritas -las particulares del
presente caso y del proceso judicial, conviene insistir-, no cabe entender que exista una
estricta necesidad derivada del interés general, atinente a la presencia del penado, que
justifique la decisión judicial de excluir absolutamente el ejercicio del derecho de defensa
de éste durante la tramitación del expediente de revocación de libertad condicional.
2. Restablecerlo en sus derechos y, a tal fin, anular las providencias de 29 de junio de 2000
y de 7 de julio de 2000 del Juzgado de Vigilancia Penitenciaria núm. 4 de Andalucía y el
Auto de 6 de noviembre de 2000 de la Sección Primera de la Audiencia Provincial de
Cádiz, retrotrayendo las actuaciones al momento anterior a la providencia de 29 de junio
de 2000 del Juzgado de Vigilancia Penitenciaria núm. 4 de Andalucía, a fin de que se
dicte una nueva resolución conforme con el contenido de los derechos fundamentales
ahora vulnerados.
INT_CCPR_FCO_HND_32137_S.pdf (ohchr.org)