Figuras Sustitutivas de La Ejecución de La Pena

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Universidad Católica de Honduras

Catedrático:

Abg. Marlon Nestor Dubon Orellana

Clase:

Derecho Penal I

Asignación:

Figuras sustitutivas de la ejecución de la pena

Integrantes:

Selena Iveth Melgar Murillo 0201-1996-00150

Karol Saraí reyes Ordóñez 0601-1995-019151

Mauricio Emanuel Rodriguez 0703-2000-03683

Mario Raúl Sánchez Díaz 0401-2000-00501

Adela Iveth Nájera Martínez 0801-2003-11700

Ricardo José Godoy 0801-1991-241261

Sección:

1801
FIGURAS SUSTITUTIVAS DE LA EJECUCIÓN DE LA PENA:

1. ARTÍCULO 73.- SUSPENSIÓN DEL FALLO: (Debe reunir los requisitos de este
mismo artículo).
2. ARTÍCULO 74.- REEMPLAZO DE LA PENA DE PRISIÓN:
 Detención de los fines de semana.
 Arresto domiciliario o multa.
3. ARTÍCULO 75.- REEMPLAZO DE LA PENA DE PRISIÓN POR LA DE
EXPULSIÓN DEL TERRITORIO NACIONAL.
4. ARTÍCULO 76.- REEMPLAZO DE LA PENA DE DETENCIÓN DE FIN DE
SEMANA
5. ARTÍCULO 78.- SUSPENSIÓN CONDICIONAL DE LA EJECUCIÓN DE LA
PENA DE PRISIÓN.

FIGURAS SUSTITUTIVAS DE LA LIBERTAD CONDICIONAL.

ARTÍCULO 87.-

Se pueden imponer con arreglo al presente Código MEDIDAS SUSTITUTIVAS A


LIBERTAD CONDICIONAL

SON PRIVATIVAS Y NO PRIVATIVAS DE LIBERTAD.

1) Son medidas privativas de la libertad: a) El internamiento en centro psiquiátrico; b) El


internamiento en centro de desintoxicación; y, c) El internamiento en centro educativo
especial.

2) SON MEDIDAS NO PRIVATIVAS DE LIBERTAD: a) La sumisión a tratamiento


ambulatorio; b) La inhabilitación profesional; c) La privación del derecho de conducción de
vehículos automotores, aeronaves y embarcaciones; d) La privación del derecho a la tenencia
y portación de armas y explosivos; e) La custodia familiar; f) La prohibición de residencia;
g) La prohibición de acudir a determinados lugares; h) El sometimiento a programas de tipo
formativo, cultural, educativo-profesional, de educación sexual y otros similares; i) La
caución de buena conducta; j) La libertad vigilada; y, k) La expulsión de extranjeros.

PROCESO PENAL

COMIENZA CON UNA AUDIENCIA INDAGATORIA O DECLATORIA DE REO,


donde el juez decreta DETENCIÓN JUDICIAL por SEIS días para que se celebre
AUDIENCIA INICIAL, en caso contrario si le dan medidas sustitutivas a detención judicial
se celebra audiencia dentro de 15 días esta audiencia se la llama AUDIENCIA INICIAL.

2) se celebra AUDIENCIA INICIAL dentro de termino de los 6 DÍAS si está preso y si esta
con medidas dentro de los 15 días terminada dicha audiencia inicial podrá pasar tres
circunstancias

1) SOBRESEIMIENTO PROVISIONAL

2) SOBRESEIMIENTO DEFINITIVO

3) UN AUTO DE FORMAL PROCESAMIENTO.

En este caso le ratifican las medidas y se le sigue el proceso donde podrá someterse a un
PROCEDIMIENTO ABREVIADO e IRSE A JUICIO ORAL Y PUBLICO

Donde el procedimiento abreviado lleva una pena consigo el imputado la acepta y la


sentencia es mínima de 5 años puedes pedir FIGURAS SUSTITUTIVAS DE LA
EJECUCIÓN DE LA PENA en caso contrario si la pena pasa más de cinco años se `puede
tramitar la LIBERTAD CONDICIONAL siempre y cuando cumpla la mitad de condena
interpuesta esto se HACE EL JUZGADO DE EJECUCIÓN EN AUDIENCIA DE
LIBERTAD CONDICIONAL
SOBRE EL TRIBUNAL DE EJECUCION

CONTENIDO DE LAS RESOLUCIONES DE LAS MEDIDAS SUSTITUTIVAS

Las resoluciones que decreten la prisión preventiva, el internamiento o las medidas


sustitutivas, deberán contener:

1) La denominación del juzgado que adopte la medida, lugar de emisión y fecha de


aquella;

2) Los datos personales del imputado o los que sirvan para identificarlo;

3) Una sucinta relación del hecho o hechos que se atribuyan al imputado, con su
calificación legal;

4) Los fundamentos de la imposición de la medida, con indicación de los presupuestos


que la motiven, especificando, en su caso, la existencia de peligro de fuga, de obstrucción
de las investigaciones, de que existen motivos suficientes para presumir que el imputado
continuará su actividad delictiva o que pueda atentar o ejercer actos de represalia contra
el acusador o denunciante; expresando los indicios tenidos en cuenta, así como, las
normas aplicables al caso;

5) La parte dispositiva, con clara expresión de la medida aplicable, su régimen de


cumplimiento y duración máxima; y,

6) La firma y sello del juez que dicta la medida y del respectivo secretario.

Cada tres (3) meses el juez examinará si las medidas impuestas deben mantenerse o ser
sustituidas por otras o revocadas. Artículo 187. Contenido del acta que registre una
medida sustitutiva. Antes de poner en práctica las medidas sustitutivas de la prisión
preventiva a que se refiere el artículo 184, el secretario formulará un acta que deberá
contener:

1) Denominación del juzgado de que se trate y lugar y fecha del acta;

2) Constancia de que se notificó al imputado la correspondiente resolución;


3) La dirección exacta de las personas que habrán de intervenir en la ejecución de las
medidas impuestas y la aceptación por parte de dichas personas, de la función u
obligación que se les haya asignado;

4) La indicación precisa de las consecuencias que para el imputado tendrá el


incumplimiento de las medidas impuestas;

5) La dirección exacta en que puedan hacérsele notificaciones, citaciones y


emplazamientos al imputado;

6) La promesa formal del imputado de cumplir las medidas que se le hayan impuesto

y de permanecer a la disposición del órgano jurisdiccional; y,

7) La firma del secretario y demás intervinientes.

LIBERTAD CONDICIONAL

El Juez de Ejecución puede conceder al condenado el beneficio de la libertad condicional


siempre que concurran las circunstancias siguientes:

1) El condenado ha cumplido la mitad (1/2) de la pena impuesta en los casos de pena de


prisión de hasta quince (15) años. Si la condena lo es a prisión de más de quince (15)
años y menos de treinta (30) años, el condenado debe haber cumplido dos tercios (2/3)
de la pena. Si la pena sobrepasa los treinta (30) años, no es aplicable la libertad
condicional hasta que hayan transcurrido treinta (30) años de cumplimiento efectivo de
la condena;

2) El condenado haya observado buena conducta en el establecimiento penitenciario;

3) Exista un pronóstico favorable de reinserción social; y,

4) El condenado haya satisfecho, en su caso, las responsabilidades civiles derivadas del


hecho delictivo, salvo que el Órgano Jurisdiccional competente, después de oír a los
interesados y al Ministerio Público (MP), declare excepcionalmente la imposibilidad total
o parcial de que el sujeto haga frente a las mismas. El Órgano Jurisdiccional competente,
en la resolución que concede la libertad condicional, puede motivadamente imponer al
sujeto durante el período de libertad condicional alguna o algunas de las medidas
reguladoras de la libertad a que se refiere el Artículo 84 del presente Código. El período
de libertad condicional dura todo el tiempo que le falte al sujeto para cumplir la condena.
Si en dicho período el condenado comete un nuevo delito doloso o incumple las medidas
reguladoras de la libertad impuestas, el Órgano Jurisdiccional competente revocará la
libertad concedida y el sujeto reingresará a prisión para cumplir la parte de la pena que
se hubiera dejado de ejecutar, de la que puede descontarse hasta tres cuartos (3/4) del
tiempo pasado en libertad. Transcurrido el tiempo de libertad condicional sin que el sujeto
haya cometido un nuevo delito doloso o incumplido las medidas reguladoras de la libertad
impuestas, se tendrá por extinguida la pena. Este régimen no es aplicable a los
condenados que lo hayan sido por su participación en un grupo delictivo organizado,
excepto si colaboran de forma directa y eficaz para prevenir otros delitos de criminalidad
organizada impidiendo su realización o aportando u obteniendo pruebas de otros ya
cometidos y tras cumplir los requisitos a los que se refiere el presente artículo.

PERIODO DE LIBERTAD CONDICIONAL

El juez de ejecución o juez competente podrá conceder la libertad condicional al


condenando que reúna los requisitos fijados por el Código Penal, previo los informes
fundados del organismo técnico-criminológico y del consejo correccional del
establecimiento. Dicho informe deberá contener los antecedentes de conducta, concepto
y dictámenes criminológicos desde le comienzo de la ejecución de la pena.

La supervisión del liberado condicional comprenderá una asistencia social eficaz a cargo
de un patronato de liberados o de un servicio social calificado, de no existir aquel. En
ningún caso se confiará a organismos policiales o de seguridad.
EJECUCION DE LA PENA

El Órgano Jurisdiccional competente puede acordar motivadamente la suspensión


condicional de la ejecución de la pena de prisión, cuando concurren los siguientes
requisitos:

1) Que la pena, individualmente considerada o sumada con otras, no supere los cinco (5)
años de privación de libertad;

2) Que sea la primera vez que delinque el condenado. A tal efecto no se tienen en cuenta
las anteriores condenas por delitos imprudentes o por faltas, ni tampoco los antecedentes
cancelados o que debieran serlo. Tampoco se tienen en cuenta los antecedentes penales
correspondientes a delitos que por su naturaleza o circunstancias carezcan de
significación en relación con el delito juzgado;

3) Que no exista peligro de reiteración delictiva del condenado, a la vista de las


características del hecho y de las circunstancias personales del autor; y,

4) Que el condenado haya satisfecho, en su caso, las responsabilidades civiles derivadas


del hecho delictivo, salvo que el Órgano Jurisdiccional competente, después de oír a los
interesados y al Ministerio Público (MP), declare excepcionalmente la imposibilidad total
o parcial de que el sujeto haga frente a las mismas. La suspensión se condiciona a que el
condenado no vuelva a delinquir en un plazo de cinco (5) años, que se fijará por el Órgano
Jurisdiccional competente, previa audiencia de las partes, atendidas las circunstancias
personales del mismo, las características del hecho y la duración de la pena. El Órgano
Jurisdiccional competente, al ordenar la suspensión, puede imponer además alguna o
algunas de las medidas reguladoras de la libertad establecidas en el Artículo 84 del
presente Código, durante el período de prueba. La suspensión condicional de la ejecución
de la pena de prisión no se extiende a las penas accesorias y demás efectos de la condena.
Tampoco exime de las responsabilidades civiles derivadas del delito, aun cuando no se
hayan satisfecho en caso de insolvencia.

De igual forma, el Código Penal, al regular la libertad condicional (ahora suspensión de


la ejecución), introduce también el pago de las responsabilidades civiles para acordar la
suspensión de la ejecución. El control de las incidencias que puedan aparecer en el pago
o no de la responsabilidad civil corresponde al tribunal sentenciador, el cual, al amparo
de lo dispuesto en el Código Penal, puede acordar el fraccionamiento de su pago según
su prudente arbitrio, teniendo en cuenta para ello las necesidades del perjudicado y las
posibilidades económicas del responsable. Por un lado, el tribunal sentenciador está
obligado a controlar y a ejecutar la satisfacción de la responsabilidad civil del condenado
y por otra parte el juez de vigilancia penitenciaria a la hora de clasificar, de progresar a
tercer grado o de conceder la libertad condicional tiene que conocer un aspecto de la
ejecución que no le corresponde y una vez conocido, decidir sobre esa clasificación,
progresión a tercer grado o concesión o no de la libertad condicional.

SUSTITUCION DE LA PRISION PREVENTIVA

Siempre que los riesgos a que se refiere el artículo 178 puedan ser evitados por la
aplicación de otra medida menos gravosa para su libertad, el juez, de oficio o a petición
de parte, podrá imponer al imputado, en lugar de la prisión preventiva, una (1) o más de
las medidas comprendidas en los numerales 4), 5), 6), 7), 8), 9) y 10) del artículo 173.

El juez velará por el estricto cumplimiento de la medida impuesta, para lo cual deberá
contar con el apoyo de la Policía Nacional.

Las medidas alternativas de la prisión preventiva no podrán imponerse si existe grave


riesgo de que no se logre la finalidad perseguida o en caso de reincidencia. Una persona
sólo puede ser beneficiada con estas medidas en un solo proceso activo, en caso que le
decrete auto de formal procesamiento por un nuevo requerimiento fiscal, debe
imponérsele la medida cautelar de prisión preventiva en ambos juicios.

En los casos en que el imputado no tenga capacidad para rendir una caución de naturaleza
económica, podrá decretarse caución juratoria, la cual consistirá en prestar juramento de
someterse al procedimiento. La caución juratoria deberá decretarse conjuntamente con la
medida a que se refiere al numeral 6) y el artículo 173 y cualquiera otra que el juez
considera conveniente.
En ningún caso procederá la sustitución de la prisión preventiva por otra medida cautelar
en los delitos cometidos por miembros del crimen organizado.

Sin perjuicio de que el órgano judicial en las etapas respectivas determine como
criminalidad organizada las acciones delictivas, por la forma y modalidad como se
ejecutaron las mismas, no procede la imposición de medidas sustitutivas de la prisión
preventiva en los delitos siguientes:

1) Homicidio: excepto en los casos en donde después de valorada la prueba evacuada en


la audiencia inicial, se determine que el imputado actuó en una causa de justificación,
establecidas en el artículo 24 del Código Penal;

2) Asesinato;

3) Parricidio;

4) Violación;

5) Trata de Personas;

6) Pornografía Infantil;

7) Secuestro;

8) Falsificación de Moneda y Billetes de Banco;

9) Robo de vehículos automotores terrestres, naves aéreas, buques y otros bienes

Similares y, el robo de ganado mayor;

10) Magnicidio de Jefe de Estado o de Gobierno Nacional o Extranjero;

11) Genocidio;

12) Asociación Ilícita;

13) Extorsión;

14) Delitos relacionados con Armas de Guerra;


15) Terrorismo;

16) Contrabando, en los casos de los artículos 392-A y 392-B, en ls numerales 1), 2), 5),
11), 13), 14), 15), 16), 17), 18), 19) y 21) del Código Penal;

17) Defraudación Fiscal en los casos tipificados en el artículo 392-D, en los numerales
1), 2), 9), 10), 11), 12), 14), 15) y 19) del Código Penal.

18) Delitos relacionados con el tráfico Ilícito de Drogas y Estupefacientes;

19) Lavado de Activos;

20) Prevaricato; y,

21) Femicidio.

SUSPENSION DEL FALLO

El plazo de suspensión es de dos (2) a cinco (5) años. El Órgano Jurisdiccional competente
lo debe fijar, atendidas la personalidad del penado, las circunstancias del hecho y la duración
de la pena a imponer.

Cuando el Órgano Jurisdiccional competente acuerde la suspensión del fallo se debe abstener
de dictar la parte dispositiva de la sentencia, sin perjuicio de fijar en auto ejecutivo la
responsabilidad civil que proceda, quedando la suspensión condicionada a que el penado no
vuelva a delinquir durante el período que se señale. El Órgano Jurisdiccional competente
puede condicionar también la suspensión al cumplimiento de una o varias de las medidas
reguladoras de la libertad del Artículo 84 del presente Código o de la localización permanente
por un tiempo que no puede exceder de la pena que le hubiera correspondido por el hecho
delictivo cometido.

Si el penado delinque durante el plazo de suspensión fijado, el Órgano Jurisdiccional


competente debe revocar la suspensión y proceder al pronunciamiento del fallo, sin que el
condenado pueda beneficiarse, en su caso, de las reglas de suspensión de la ejecución de la
pena o de reemplazo de la misma.
Si el penado infringe durante el plazo de suspensión las obligaciones o deberes impuestos, el
Órgano Jurisdiccional competente, previa audiencia de las partes podrá:

1) Sustituir la medida de conducta impuesta por otra distinta;

2) Prorrogar el plazo de suspensión, sin que en ningún caso pueda exceder de siete (7) años;
y,

3) Revocar la suspensión del fallo y proceder a su pronunciamiento, si el incumplimiento es


reiterado, con las mismas consecuencias previstas en el párrafo anterior. Transcurrido el
plazo de suspensión habiéndose cumplido las condiciones establecidas, el Órgano
Jurisdiccional competente acordará dejar definitivamente sin efecto la sentencia.

SUSPENSIÓN CONDICIONAL DE LA EJECUCIÓN DE LA PENA DE PRISIÓN

La suspensión se condiciona a que el penado no vuelva a delinquir en un plazo de cinco (5)


años, que se fijará por el Órgano Jurisdiccional competente, previa audiencia de las partes,
atendidas las circunstancias personales del mismo, las características del hecho y la duración
de la pena.

El Órgano Jurisdiccional competente, al ordenar la suspensión, puede imponer además


alguna o algunas de las medidas reguladoras de la libertad establecidas en el Artículo 84 del
presente Código, durante el período de prueba.

La suspensión condicional de la ejecución de la pena de prisión no se extiende a las penas


accesorias y demás efectos de la condena. Tampoco exime de las responsabilidades civiles
derivadas del delito, aun cuando no se hayan satisfecho en caso de insolvencia.
EFECTOS DE LA SUSPENSIÓN DE LA EJECUCIÓN DE LA PENA O DE SU
REVOCACIÓN

Revocada la suspensión, se debe ordenar por el Órgano Jurisdiccional competente la


ejecución de la pena, sin que puedan aplicarse las reglas de reemplazo de la pena previstas
en el presente Código.

Transcurrido el plazo de suspensión, sin que el sujeto haya vuelto a delinquir y cumplidas,
en su caso las medidas reguladoras de la conducta fijadas por el Órgano Jurisdiccional
competente, éste acordará la remisión definitiva de la pena.
CASOS EN PARTICULAR QUE HAYA SIDO OBJETO DE LA EJECUCION DE LA
PENA

CASO 1:

Ponente Edwin Francisco Ortez Cruz

Fecha de Resolución 9 de Agosto de 2018

Emisor Supreme Court (Honduras)

CERTIFI CACIÓN

El Infrascrito Secretario de la Sala Constitucional de la Corte Suprema de


Justicia, CERTIFICA, la Sentencia que literalmente dice: “CORTE SUPREMA DE
JUSTICIA. SALA DE LO CONSTITUCIONAL.- Tegucigalpa municipio del Distrito
Central, nueve de agosto del dos mil dieciocho. VISTO : Para dictar sentencia en la garantía
constitucional de amparo interpuesta por el abogado D.M.M.T. a favor del señor S.R.M.R. ,
en contra de la resolución de fecha uno de diciembre del año dos mil dieciséis dictada por la
honorable Corte Primera de Apelaciones de la sección judicial de la Ceiba departamento de
Atlántida, mediante la cual resolvió declarar ha lugar el recurso de apelación interpuesto
contra las actuaciones dictadas por el Juzgado de Letras Seccional de Tela departamento de
Atlántida, en fecha veintisiete de octubre del año dos mil dieciséis; en la causa instruida
contra el señor S.R.M.R. , por suponerlo responsable del delito de ACTOS DE LUJURIA
AGRAVADO, en perjuicio de D.A.V.V.. El amparista impetra la garantía de amparo porque
estima que la decisión del ad quem, es violatoria de lo dispuesto en los artículos 69, 82, 89,
90 y 94 de la Constitución de la República.-

ANTECEDENTES PROCESALES.-

1. En fecha veintitrés de octubre del año dos mil dieciséis, compareció la abogada T.R. ante
el Juzgado de Letras Seccional de Tela departamento de Atlántida, actuando en su condición
de agente de tribunales del Ministerio Público, presentando requerimiento fiscal en contra
del señor S.R.M.R., por el delito de ACTOS DE LUJURIA AGRAVADOS, en perjuicio
de D.A.V.V. (Folios 1 al 4 de la pieza del juzgado).-

2. En fecha veintisiete de octubre del año dos mil dieciséis, el juzgado instructor, resuelve: “1.
Auto de prisión contra S.R.M.R., por suponerlo responsable del delito de actos de lujuria
agravados en perjuicio de D.A.V.V. (11 años). Se impone como medida cautelar: a. La
presentación periódica a este juzgado los días jueves de cada semana. b. La prohibición de
salir del país. c. La prohibición de concurrir a lugares y reuniones donde se encuentre la
menor ofendida. d. La prohibición de comunicarse con la víctima…” (Folios 27 al 28 de la
pieza del juzgado).-

3. En fecha uno de diciembre del año dos mil dieciséis, la Corte Primera de Apelaciones de
la sección judicial de la Ceiba, departamento de Atlántida falla: “Primero: Declarar HA
LUGAR el recurso de apelación interpuesto por el Ministerio Público contra la resolución
dictada por el Juzgado de Letras Seccional de Tela, departamento de Atlántida judicial de
fecha veintisiete de octubre del año dos mil dieciséis. Segundo : REVOCANDO la resolución
dictada por el Juzgado de Letras Seccional de Tela, departamento de Atlántida de fecha
veintisiete de octubre del año dos mil dieciséis a fin de que se enmiende conforme a derecho
corresponda en la audiencia ad hoc que para tal efecto se señale Tercero :…”(Folios 6 al 8
de la pieza de corte de apelaciones).-

4. El amparista abogado D.M.M.T., compareció ante este tribunal, en fecha trece de enero
del año dos mil diecisiete, reclamando amparo a favor del señor S.R.M.R., afirmando que la
decisión del ad quem de fecha uno de diciembre del año dos mil dieciséis, es violatoria de lo
dispuesto en los artículos 69, 82, 89, 90 y 94 de la Constitución de la República.-

5. En fecha uno de agosto del año dos mil diecisiete, este alto tribunal tuvo por formalizado
en tiempo y forma la garantía constitucional de amparo y a la vez omitió la vista de los
antecedentes al fiscal del despacho de conformidad a lo establecido por el artículo 37 de la
Ley del Ministerio Público.-

FUNDAMENTACIÓN JURÍDICA.-

CONSIDERANDO UNO ( 1). Sobre la garantía constitucional de amparo. De conformidad


con el artículo 183 de la Constitución, la acción de amparo es una garantía constitucional,
por lo que cualquier persona agraviada o cualquiera otra en nombre de ésta, tiene derecho a
interponerla, para los siguientes supuestos: a) que se le mantenga o restituya en el goce y
disfrute, de los derechos o garantías que la Constitución establece; o b) para que se declare
en casos concretos que un reglamento, hecho, acto o resolución de autoridad, no obliga al
recurrente ni le es aplicable por contravenir, disminuir o tergiversar cualquiera de los
derechos reconocidos por la constitución. Es decir, constituye una garantía de restitución de
un derecho frente a una vulneración actual o inminente, como producto de una omisión, acto
o actuación antijurídica, en tanto contraría a un postulado en cuyo seno se encuentre
reconocido un derecho fundamental.-

CONSIDERANDO DOS (2). Sobre la obligación del Estado de proveer un recurso sencillo
y efectivo dispuesto para garantizar derechos fundamentales dispuestos en la
Constitución. La garantía de amparo constituye el cumplimiento por parte del Estado
hondureño a la obligación de proteger y garantizar derechos fundamentales, contraída en
el artículo 1.1 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos [1], en relación con el
artículo 25 de la misma convención [2]y el 8 de la Declaración Universal de los Derechos
humanos [3].-

CONSIDERANDO TRES (3). Resumen sobre los alegatos del garantista denunciando
violación de los artículos 61, 69, 82,89, 90, 93, 94 y 182 de la Constitución de la República. El
garantista al formalizar la presente garantía constitucional de amparo expresa que la
impugnación se sustenta en que el ad quem ha quebrantado los artículos 61, 69, 82,89, 90,
93, 94 y 182 de la Constitución. Explica que se violenta el artículo 82 constitucional al
imponer la medida cautelar de prisión preventiva, limitando su derecho a ser oído en libertad,
sin tomar en cuenta su arraigo familiar, laboral, económico y social. Denuncia también que
se violenta el artículo 89 constitucional que contiene el derecho a la presunción de inocencia.
Dicha violación se originó en su opinión, con la presunción que tuvo la corte de apelaciones
al estimar la gravedad de la pena a la que podría ser condenado su poderdante, “sin haberlo
escuchado vencido y condenado mediante el proceso debido.” Con relación al artículo 90
constitucional, señala que éste se quebranta, así: “al querer la Corte…, privar de su derecho
de libertad al señor S.… coartándole su derecho a poderse defender en libertad…”; esto según
el censor resulta violatorio porque debieron ser aplicadas medidas cautelares sustitutivas.
Denuncia de igual forma la violación de los artículos 61 y 69 de la Constitución de la
República porque a su juicio se violentó el derecho a la libertad, el cual estima inviolable.
Para ello, menciona que el delito calificado no se encuentra en la lista de los delitos que no
admiten medidas sustitutivas distintas a la privación de libertad. Reclama la violación del
principio in dubio pro reo, explicando que la corte pretende imponer su criterio de que sólo
los delitos con penas menores a cinco años pueden gozar de medidas sustitutivas, el cual a
su juicio resulta contradictorio con el propósito de establecer en el artículo 184 del Código
Procesal Penal un catálogo de delitos que no admiten la imposición de medidas sustitutivas.
Para el censor la imposición de la prisión preventiva violenta el artículo 94 constitucional
que contiene el principio de legalidad, debido a que se impondría una pena de privación de
libertad en forma anticipada. Además, demanda el derecho que tiene su poderdante de que
se le impongan medidas sustitutivas de conformidad a lo que establece la ley. Señala que a
su poderdante se le violenta el derecho al trabajo garantizado por la Constitución en el
artículo 127. Sobre esto apunta, que es una consecuencia de la privación de libertad, en virtud
de que la imposición de la medida de prisión podría causar el despido de su poderdante en el
Hospital de Tela, no pudiendo así dar cumplimiento a sus obligaciones civiles y familiares
dependientes. Finalmente reclama que se ha violentado el artículo 93 constitucional, porque
el tribunal de alzada parte de la suposición de que el hecho de haberse declarado el auto de
formal procesamiento en contra de su poderdante hace que éste pueda ser condenado. Es por
ello, expresa el impetrante, que la decisión del ad quem es ilógica y sin sustento legal, puesto
que nadie puede ser condenado sin haber sido oído y vencido previamente en juicio.-

CONSIDERANDO CUATRO (4). Resumen de la fundamentación de la resolución que se


impugna por vía de amparo constitucional. La honorable Corte Primera de Apelaciones
Seccional de la Ceiba, departamento de Atlántida decidió revocar por unanimidad de votos
la decisión dictada en primera instancia. Para esto el tribunal de alzada accede al reclamo del
Ministerio Público, quien en su apelación expone como agravio, el que se hayan impuesto
medidas cautelares sustitutivas a la privación de libertad, sin tomarse en cuenta la gravedad
de la pena que podría llegar a imponerse en sentencia condenatoria. En ese sentido dicho
tribunal manifiesta que la privación de libertad podrá aplicarse si concurre cualquiera de los
presupuestos señalados por el artículo 178 del Código Procesal Penal. En ese sentido explica
que, en el caso bajo estudio, el delito de actos de lujuria agravados que se le imputa al
encartado, se sanciona con una pena de cinco a ocho años de reclusión, más el tiempo de
aumento que corresponde por ser la víctima menor de catorce años de edad, de conformidad
a lo que dispone el artículo 141 del Código Procesal Penal. Sobre esto, valora que la
posibilidad de ser condenado con una pena grave podría llegar a ser un motivo para evadir el
someterse al proceso. Por otro lado, la Corte toma en consideración lo expuesto por la defensa
en cuanto al “trabajo estable y una familia constituida para con la cual se supone que cumple
con sus obligaciones como padre y esposo.” Sin embargo, al final decide que sin desconocer
que la prisión preventiva es además la excepción, estima que en este caso existe una causa
comprendida en el artículo 182 del Código Procesal Penal, razón por la cual aplica la
excepción (prisión preventiva).-

CONSIDERANDO CINCO (5). Examen practicado por la Sala para verificar si existe
quebrantamiento de los artículos constitucionales invocados por el impetrante. La Sala de lo
Constitucional observa que el censor formaliza la presente garantía constitucional de amparo
en la vulneración a los artículos 61, 69, 82,89, 90, 93, 94 y 182 de la Constitución de la
República. De lo expuesto por el censor la Sala analiza lo siguiente. El impetrante manifiesta
que a su poderdante se le violenta el derecho de defensa contenido en el artículo 82
constitucional, con la imposición de la medida cautelar de prisión preventiva porque limita
su derecho a ser oído en libertad, sin tomar en cuenta su arraigo familiar, laboral, económico
y social. Con respecto a este extremo la Sala de lo Constitucional estima que dicho motivo
de amparo no es de recibo, en virtud de que la medida cautelar de prisión preventiva no
conculca el derecho de defensa como tampoco evita que sea oído en juicio con todas las
garantías del debido proceso. Para explicar esto mejor baste saber que el proceso penal no se
detiene o suspende, continuando su recorrido hasta la decisión final que alcance firmeza;
durante el cual, la defensa del imputado se encuentra investido de todas las prerrogativas que
la ley le provee para argumentar, objetar, impugnar, aportar acreditar y cualquier otra que sea
necesaria para garantizar que su cliente sea oído ampliamente en juicio. De igual manera
ocurre con el derecho de presunción de inocencia, presente en el artículo 89 constitucional;
cuya violación no se considera de recibo en virtud de que la medida cautelar de privación de
libertad no supone enervación de la presunción de inocencia, debido a que no se basa en un
juzgamiento sobre la responsabilidad o culpabilidad del encartado, sino sobre las
circunstancias que podrían traer contratiempos o distorsiones en el adelantamiento y eficacia
del proceso. Con respecto a la violación alegada del artículo 90 constitucional con base en
que la resolución impugnada coarta el derecho que tiene toda persona a defenderse en un
proceso penal gozando del derecho de libertad; cabe señalar que este derecho constitucional
es por una parte de configuración legal, debido a que la ley puede reglamentar los casos y la
formas en que esto procede; y por otra parte es de configuración judicial debido a que el
juzgador tiene la facultad discrecional de establecer de conformidad con la ley si concede o
no el derecho a ser oído en libertad mediante la imposición de medidas cautelares. En el
presente caso la decisión del iudex ad quem se basó en que la gravedad de la pena podía
poner en riesgo la tramitación del proceso, desechando el alegato de arraigo expuesto por la
defensa. En este sentido, la Sala de lo Constitucional no observa argumento alguno de la
defensa que se encamine a demostrar o convencer sobre la existencia de la violación alegada
en el presente amparo. Como ya ha señalado este alto tribunal, el demostrar con alegaciones
e inclusive pruebas si fuera necesario, es una carga procesal que tiene el amparista, a fin de
que prosperen las imputaciones que hace al momento de formalizar la garantía constitucional
de amparo. Con relación al señalamiento de que el derecho de libertad es inviolable, cabe
señalar que este aserto se encuentra en el artículo 69 constitucional; sin embargo, cierto es
que también señala que permite su limitación o restricción de acuerdo a lo que la ley
disponga, tal como ha sucedido en el presente caso. Es decir, el juez deberá decidir caso por
caso la conveniencia de acceder a que una persona sea oída en libertad mediante la aplicación
de medidas sustitutivas, teniendo como regla general la libertad en estos casos del encartado.
En el presente asunto el juez ha dado razones para imponer la medida de prisión preventiva,
pero el amparista únicamente se ha limitado a objetar la gravedad del delito y a enunciar
derechos fundamentales previstos en la Constitución. A juicio de la Sala esto no es suficiente
para amparar en este caso, debido a que el planteamiento de la presente controversia exigía
demostrar circunstancias o daños particulares que motivaran a la Sala a otorgar el amparo
con relación a alguno de los derechos fundamentales alegados; o bien a partir de las
particularidades del caso demostrar que existen medidas alternativas menos gravosas o
limitativas, pero igual de eficaces a la que se impugna. Se le aclara al amparista que no es
obligatorio para el juez dictar medidas sustitutivas cuando el delito calificado no se encuentra
en la lista de los ilícitos que no admiten medidas sustitutivas distintas a la privación de
libertad. Sobre otros derechos alegados como conculcados, tampoco se considerado
violentado el principio in dubio pro reo, debido a que en este asunto no se ha presentado para
el juzgador una disyuntiva, encrucijada o duda interpretativa o de decisión, sino que ha
tomado una decisión basada en uno de los supuestos legales para dictar la prisión preventiva.
Por las razones apuntadas, para la Sala no resulta admisible que exista una pena de privación
de libertad dictada en forma anticipada. La Sala de lo Constitucional está consciente del
efecto negativo que produce la prisión preventiva con relación al derecho del trabajo; sin
embargo, son causas que por su gravedad obliga al juzgador a fundamentar su resolución a
efecto de que su decisión no sea arbitraria, sino que concurran los requisitos de
proporcionalidad, idoneidad, procedencia y necesidad, los cuales no han sido en el caso bajo
estudio rebatidos adecuadamente por el amparista. En virtud de lo expuesto es procedente
denegar la garantía constitucional de amparo de que se ha hecho mérito.-

PARTE DISPOSITIVA O FALLO .- POR TANTO : La Sala Constitucional de la


Corte Suprema de Justicia, como intérprete último y definitivo de la Constitución de la
República , POR UNANIMIDAD DE VOTOS , en nombre del Estado de Honduras y con
fundamento en los artículos 1, 59, 64, 80, 82, 90 párrafo primero, 183, 303, 313 Nº 5), 316
Nº 1) de la Constitución de la República ; 1, 78 Nº 5), de la Ley de Organización y
Atribuciones de los Tribunales; artículos 1, 2, 3 Nº 2), 4, 5, 7, 9 Nº 2), 41, 63 y 72 de la
Ley Sobre Justicia Constitucional; FALLA : DENEGANDO la garantía de amparo impetrada
por el abogado D.M.M.T., en contra de la resolución dictada en fecha uno de diciembre de
dos mil dieciséis por la honorable CORTE PRIMERA DE APELACIONES DE LA
SECCIÓN JUDICIAL DE LA CEIBA, DEPARTAMENTO DE ATLÁNTIDA. Garantía
constitucional de amparo interpuesta en la causa instruida contra el señor S.R.M.R., por
suponerlo responsable del delito de ACTOS DE LUJURIA AGRAVADO, en perjuicio
de D.A.V.V. Y MANDA: Que con certificación del presente fallo se devuelvan los
antecedentes al tribunal de su procedencia para los efectos legales pertinentes. Redactó
el Magistrado E.F.O.C. . NOTIFÍQUESE.- Firmas y Sello. Abogado, E.F.O.C.,
MAGISTRADO PRESIDENTE DE LA SALA DE LO CONSTITUCIONAL.- REINA
A.H.R.- J.A.S.V. .- L.A.S.- J.A.Z.Z.- Firma y S.C.A.A.C., Secretario Sala Constitucional.-
Extendida en la ciudad de Tegucigalpa, Municipio del Distrito Central, a los veinte (20) días
del mes de septiembre del año dos mil dieciocho (2018), certificación de la Sentencia de
fecha nueve (9) de agosto del año dos mil dieciocho (2018), recaída en el Recurso de Amparo
Penal, registrado en este Tribunal bajo el número 0031-2017.-
Firma y Sello

CARLOS ALBERTO ALMENDAREZ CALIX

Secretario Sala Constitucional

CASO 2:

Ponente Magistrado don Pablo Cachón Villar

Fecha de Resolución 10 de Noviembre de 2003

Emisor Tribunal Constitucional - Sala Segunda

ECLI ES:TC:2003:198

Número de Recurso 6363-2000

La Sala Segunda del Tribunal Constitucional, compuesta por don Pablo Cachón Villar,
Presidente, don Vicente Conde Martín de Hijas, don Guillermo Jiménez Sánchez, doña Elisa
Pérez Vera y don Eugeni Gay Montalvo, Magistrados, ha pronunciado EN NOMBRE DEL
REY la siguiente S E N T E N C I A:

En el recurso de amparo núm. 6363-2000, promovido por don Aurelio L.B., representado por
el Procurador de los Tribunales don José Carlos Caballero Ballesteros y asistido por el
Abogado don Antonio Jordán Martínez, contra el Auto de 5 de junio de 2000 y contra las
providencias de fecha 29 de junio de 2000 y de 7 de julio de 2000 que se dictaron en el
expediente núm. 111/99 por el Juzgado de Vigilancia Penitenciaria núm. 4 de Andalucía, con
sede en El Puerto de Santa María, y contra el Auto de 6 de noviembre de 2000, pronunciado
en el rollo 12-2000 por la Sección Primera de la Audiencia Provincial de Cádiz. Ha
intervenido el Ministerio Fiscal. Ha sido Ponente el Magistrado don Pablo Cachón Villar,
quien expresa el parecer de la Sala.

Antecedentes
1. El día 1 de diciembre de 2000 se presentó ante este Tribunal por el Procurador señor
Caballero Ballesteros, en nombre y representación de don Aurelio L.B., un escrito
promoviendo recurso de amparo contra las resoluciones judiciales mencionadas en el
encabezamiento de la Sentencia.

2. De la demanda y de las actuaciones seguidas en el caso resulta lo siguiente:

1. Por Auto de 15 de noviembre de 1999 del Juzgado de Vigilancia Penitenciaria núm. 4


de Andalucía, con sede en El Puerto de Santa María, se aprobó la propuesta de
libertad condicional adelantada en favor del interno don Aurelio L.B., de
nacionalidad italiana, condenado a cinco años de prisión por la comisión de un delito
contra la salud pública. En la citada resolución judicial se le impusieron las siguientes
reglas de conducta: "1) Obligación de residir en el domicilio que consta en el
expediente, no pudiendo trasladar su residencia a otro lugar ni traspasar los límites
de la provincia donde aquél esté ubicado sin autorización de este Juzgado. 2)
Obligación de quedar bajo custodia de la persona que igualmente consta en el
expediente. 3) Obligación de cumplir las normas impuestas en su caso por la Junta
de Tratamiento en el programa individualizado de seguimiento de la libertad
condicional, bajo tutela de los servicios sociales penitenciarios."

2. El día 13 de marzo de 2000 el liberado ingresó en el Centro Penitenciario de Sevilla


en calidad de detenido, y luego en prisión provisional, a disposición del Juzgado de
Instrucción núm. 7 de Sevilla, por diligencias previas núm. 8372/99, seguidas por un
delito contra la salud pública. Tras la comunicación pertinente fue incoado
expediente para la revocación de la libertad condicional, informando el Ministerio
Fiscal sobre su procedencia. Por Auto de 5 de junio de 2000 el Juzgado de Vigilancia
Penitenciaria núm. 4 de Andalucía, sede de El Puerto de Santa María, dispuso la
revocación de la libertad condicional concedida al penado Aurelio L.B., debiendo
cumplir el resto de la condena impuesta en situación de internamiento en el centro
penitenciario que correspondiera, sin perjuicio de computar el tiempo pasado en
libertad condicional a efectos de cumplimiento definitivo de la condena, y ordenó
librar despacho a la policía para su busca, captura, detención e inmediato ingreso en
prisión. En los antecedentes de hecho de la citada resolución judicial se hace constar
que "el liberado condicional fue detenido en la localidad de El Puerto de Santa María
(Cádiz) existiendo indicios racionales de su participación en una red de distribución
de droga". Su razonamiento jurídico único consigna que "a la vista de las incidencias
participadas por el Centro Penitenciario de Sevilla y por el Juzgado número siete de
los de dicha ciudad, que acreditan que el liberado, con la conducta que documentan,
no es acreedor de un pronóstico de reinserción social favorable, circunstancia
determinante de la concesión del beneficio de la libertad condicional y que ha
desaparecido, por lo que procede, de conformidad con el artículo 93 del Código
Penal vigente y el 201 del Reglamento Penitenciario, la revocación de la libertad
condicional de la que venía disfrutando el interno".

3. El Auto de 13 de junio de 2000 del Juzgado de Instrucción núm. 7 de Sevilla dispuso


que el preso preventivo don Aurelio L.B. fuese puesto en libertad y
excarcelado. Enviado por el Juzgado de Vigilancia Penitenciaria núm. 4 de Andalucía
exhorto para la notificación del Auto revocatorio del beneficio de libertad
condicional, la diligencia no se pudo efectuar por haber sido el preso puesto en
libertad, por lo que se acordó librar órdenes de busca y captura en fecha de 21 de
junio de 2000. Por diligencia de 28 de junio de 2000 del Juzgado de Vigilancia
Penitenciaria núm. 4 de Andalucía se hace constar que en fecha de 13 de junio de
2000 el Centro Penitenciario de Sevilla no había recibido copia del Auto de
revocación de la libertad condicional, por lo que el penado fue excarcelado, y por
ello el día 21 se dictó libramiento de la correspondiente orden de busca y captura. En
esta situación permaneció el demandante, desconociéndose su paradero, al ausentarse
del domicilio designado en el expediente de libertad condicional.

4. El día 28 de junio de 2000 se presenta ante el Juzgado de Vigilancia Penitenciaria


núm. 4 de Andalucía un escrito del Procurador de don Aurelio L.B. y firmado por
Letrado solicitando la personación en el expediente 111/99 de libertad condicional,
que fue rechazada por providencia de 29 de junio de 2000, en la que se hace constar
lo siguiente: "Dada cuenta y visto el contenido de la anterior diligencia, resultando
que el condenado Aurelio L.B., al que le fue revocada la libertad condicional por
Auto de este Juzgado de fecha 5/6/00, se encuentra sustraído a la acción de la justicia
y en situación de busca y captura por las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado,
no ha lugar a admitir la personación de Abogado y Procurador que actúen en su
defensa, puesto que tal proceder constituye un fraude procesal y un abuso de derecho,
prescrito [sic] con carácter general para todo el Ordenamiento Jurídico en los
artículos 6.4 y 7.2 del Código Civil. En consecuencia, mientras continúe tal situación,
y el condenado no sea habido o voluntariamente reingrese en el Centro Penitenciario,
no se dará vista de los autos, ni ningún tipo de información sobre los mismos al
abogado y procurador que dicen actuar en su nombre, así como tampoco se les
recibirá en las horas de audiencia de este Juzgado para asunto alguno que tenga
relación con dicho condenado".

Contra la anterior providencia el Procurador del penado presenta escrito


impugnándola en súplica. El Juzgado de Vigilancia Penitenciaria, por providencia de
7 de julio de 2000, dispone lo siguiente: "Dada cuenta.- El escrito que antecede,
presentado en el día de ayer, con su copia y la del poder general para pleitos, por el
procurador Sr. Gómez Jiménez, ante el Juzgado de Guardia de esta ciudad, se unirá
al expediente de su razón, estándose a lo acordado en providencia dictada en el
presente expediente en fecha 29 de junio de 2000, y a los únicos efectos de
constancia"

5. La representación del penado deduce recurso de queja. El recurso se desestima por


Auto de 6 de noviembre de 2000 de la Sección Primera de la Audiencia Provincial
de Cádiz. Tras la transcripción de particulares de la fundamentación jurídica de
las SSTC 87/1984 y 149/1986 el Auto añade lo siguiente: "Si de acuerdo con los
razonamientos expuestos no se causa perjuicio al imputado rebelde por obligársele a
comparecer en fase de instrucción, menos todavía cuando se ha dictado sentencia
firme.- Es decir, ya no pude operar como contrapeso la posibilidad de que se decrete,
con carácter cautelar o no, una medida justificada ahora pero que podrá no tener
correspondencia con un fallo condenatorio; sino que nos encontramos ante una
decisión firme que hay que ejecutar. El poder coactivo del Estado se ha pronunciado
en forma de sentencia y no hay más que llevar a cabo lo mandado por ella.- En el
supuesto enjuiciado, la puesta del reo a disposición del tribunal está justificada no
por la buena marcha del procedimiento, como en los casos examinados por el
Tribunal Constitucional, sino para el cumplimiento de su finalidad primordial. Ha
dejado de ser un medio para asegurar que se logre el buen fin del juicio, para pasar a
constituir un fin en sí misma, la realización de lo resuelto en él.- Por tanto, estimamos
que la decisión impugnada es la correcta y no debe admitirse personación al reo hasta
que se someta al juzgado".

3. El penado dedujo recurso de amparo ante este Tribunal Constitucional, invocando, como
primer motivo, la vulneración del derecho a la tutela judicial efectiva (art. 24.1 CE) en el
sentido de derecho de acceso al proceso y a los recursos, sin que pueda producirse
indefensión y del derecho a un proceso equitativo (art. 6.1 CEDH). Considera que siendo
la publicidad la regla general de las actuaciones judiciales, y el secreto de las mismas la
excepción (art. 120.1 CE y 232 LOPJ) -excepcionalidad que, aun sin apoyarse para
justificar su decisión en una norma concreta, la justifica con base en las SSTC
87/1984 y 149/1986- la resolución judicial que impide la personación, la interposición
de recursos, la posibilidad de solicitar información del asunto y la de ser recibidos en
audiencia, entraña una sanción desproporcionada con respecto a la situación de hecho de
la que se parte. El supuesto fáctico es una situación de ausencia o rebeldía del liberado
condicional y respecto a ello dice que para constituir al liberado en esa situación se ha
tramitado un proceso revocatorio en que no ha sido oído precisamente dicho liberado,
sujeto pasivo del mismo. Se ha pasado de una situación de libertad condicional a su
revocación, sin haber oído ni dado traslado de las actuaciones al liberado condicional, y
ello cuando no había obstáculo alguno, pues en aquellos momentos se hallaba en
situación de preventivo -en la que estuvo desde el 16 de marzo de 2000 hasta el 13 de
junio siguiente- habiéndose iniciado las diligencias tendentes a la revocación de la
libertad condicional el 30 de marzo de 2000, y siendo solicitada por el Ministerio Fiscal
la revocación de la libertad condicional con fecha de 30 de mayo siguiente, momentos
en los que se debió -y pudo hacerse sin impedimento- dar audiencia en el proceso de
revocación y así se dice porque -según el demandante- no puede decretarse la rebeldía
sin que antes se haya revocado la decisión (Auto) que instauró la situación de libertad
condicional, constando que el sujeto pasivo de dicho proceso revocatorio no fue oído en
el mismo.

Con reproducción de las alegaciones que el demandante vertió en el recurso de queja


promovido en la vía judicial, argumenta que la libertad condicional es un derecho
subjetivo del interno y que el derecho de defensa ha de proyectarse no sólo en la fase
declarativa del proceso penal sino también en su fase de ejecución. Por ello, ya desde el
principio se ha vulnerado su derecho de acceso al proceso. En este momento inicial,
proyectado hacia el proceso revocatorio, y después -lo que es objeto central de la
demanda de amparo-, por impedir la decisión de la Audiencia, convalidando la del
Juzgado, el conocimiento de la decisión que cancela la libertad condicional, la
interposición de los recursos que procedan contra ella e, incluso, la posibilidad de recibir
información del Juzgado o que los profesionales que representan al demandante sean
recibidos en audiencia por su titular. Si la situación de rebeldía ha sido constituida previa
revocación de la decisión que instaura la libertad condicional y esta última se decreta sin
audiencia del liberado, el Auto de la Audiencia Provincial de Cádiz -que impide la
personación, la interposición de recursos, la posibilidad de solicitar información del
asunto y la de ser recibidos en audiencia los profesionales que representan al demandante
de amparo- , en su parecer, constituye una sanción desproporcionada con respecto a la
situación de hecho originaria y su consecuencia posterior (rebeldía), pues se ha llegado a
dicha declaración de ausencia tras un proceso revocatorio en el que se han infringido los
derechos de audiencia del liberado condicional. Las SSTC 87/1984 y 149/1986, a las que
se remite la Audiencia Provincial de Cádiz, insisten en que se están refiriendo a un caso
concreto acotado en el proceso ordinario y, de otra parte, la doctrina que se contiene en
ellas ha sido matizada posteriormente por la STC 91/2000, FJ 15, que el recurrente
reproduce en su escrito de demanda. Sigue argumentando que es verdad que el Tribunal
provincial justifica su decisión diciendo que si la doctrina del Tribunal Constitucional es
la que expone -partiendo de un caso en el que aún no hay sentencia- con más razón será
aplicable a los casos en los que hay sentencia firme, pero a esta conclusión hay que
oponer, primero, la doctrina del Tribunal Constitucional (STC 91/2000) citada y,
segundo, que no debe olvidarse que el status del demandante era el de liberado
condicional, es decir, se encontraba en una situación material de libertad, status que llegó
tras un proceso previsto en la Ley penal y penitenciaria y cuyas condiciones deben regir
-por el valor superior de la libertad en nuestro Ordenamiento jurídico- hasta que las
decisiones sobre la cancelación del mismo ganen firmeza. Desde esta perspectiva se
habría vulnerado igualmente el derecho fundamental a la libertad del demandante (art.
17.1 CE), por haber sido cancelado su estatuto de liberado condicional sin haberle oído.

También, en el parecer del demandante, ha sido vulnerado el derecho a un proceso


equitativo que consagra el art. 6.1 CEDH, y en este sentido cita la STEDH caso Khalfaoui
c. Francia y las que se citan en la misma, señaladamente la STEDH caso Poitrimol c.
Francia, Sentencia esta última en la que se declara que "la inadmisibilidad de un recurso,
por motivos relacionados con la fuga del demandante, debía considerase ... una sanción
desproporcionada, teniendo en cuenta el lugar primordial que los derechos a la defensa y
el principio de preeminencia del derecho ocupan en una sociedad
democrática". Asimismo se dice en la Sentencia caso Khalfoaui que las limitaciones
impuestas para el acceso a un Tribunal "no podrán restringir el acceso abierto al individuo
de una forma o hasta un punto tal que el derecho se encuentre vulnerado en su sustancia
misma", y añade que tales limitaciones "sólo se conciliarían con el art. 6.1 si persiguen
un objetivo legítimo y si existe una relación razonable de proporcionalidad entre los
medios empleados y el objetivo perseguido".

El demandante denuncia igualmente la vulneración del derecho de defensa por Abogado


[art. 24.2 CE y 6.3 c) CEDH], invocando la STEDH caso Van Geyseghem c. Bélgica, en
el que el demandante reprochaba al Tribunal de Apelación de Bruselas no haber
autorizado a su Abogado a defenderle en su ausencia. El Tribunal falló que hubo
violación del Convenio de Roma, en concreto del art. 6.1 en relación con el art. 6.3 c). Por
otra parte, invoca la STS de 13 de octubre de 1998, en la que, en un supuesto de
refundición de condenas, se caracteriza el derecho de defensa como el más sagrado de
los derechos relacionados con el proceso judicial en cualquiera de sus fases, declarativa
o de ejecución, y, finalmente, reseña el voto particular formulado respecto de la STC
91/2000, en el punto de que el art. 6.3 c) CEDH cabe interpretarse como que el acusado
puede defenderse por sí mismo, estando personalmente presente en el juicio, o por medio
de un Abogado a su elección, permaneciendo voluntariamente ausente, por lo que el Auto
impugnado de la Audiencia Provincial de Cádiz vulnera igualmente el derecho
fundamental de defensa por Abogado.

Por último invoca la lesión del derecho a la libertad (art. 17.1 CE) en relación con el
principio de legalidad, que se anuda a la decisión de revocar el status de libertad
condicional sin darle audiencia ni intervención al liberado condicional en el proceso
revocatorio, invocación que conecta con el principio de legalidad en la ejecución de la
penas (art. 3.2 CP).

Finalmente concluye la demanda de amparo con la súplica de que "[se] dicte Sentencia
que reponga al demandante en sus derechos fundamentales vulnerados, decretando la
nulidad de las resoluciones que han afectado a sus derechos, incluyendo la nulidad de la
decisión de revocación de la libertad condicional".

4. La Sección Tercera de este Tribunal, mediante providencia de 26 de marzo de 2001,


acordó dar vista de las actuaciones al demandante de amparo y al Ministerio Fiscal a fin
de que, de conformidad con lo dispuesto en el art. 50.3 LOTC, formulasen en el plazo de
diez días alegaciones que estimaran oportunas en relación a la eventual carencia
manifiesta de contenido constitucional de la demanda.

Mediante escrito presentado el día 20 de abril de 2001 el demandante de amparo formuló


alegaciones en las que se interesaba la admisión a trámite del recurso, reproduciendo de
forma breve la argumentación de la demanda.

El Ministerio Fiscal formuló alegaciones el 27 de abril de 2001 en las que interesa la


inadmisión de la demanda por carecer ésta de contenido constitucional [art.
50.1 c) LOTC], anticipando la argumentación que luego formularía y que más adelante
es reproducida.

5. Por providencia de 28 de junio de 2001 la Sala Segunda de este Tribunal acordó admitir
a trámite la demanda de amparo y, a tenor de lo dispuesto en el art. 51 LOTC, requerir a
la Sección Primera de la Audiencia Provincial de Cádiz, para que, en el plazo de diez
días, remitiera testimonio del rollo núm. 12-2000, así como para que por dicho órgano
judicial y por el Juzgado de Vigilancia Penitenciaria de El Puerto de Santa María se
procediera a la práctica de los emplazamientos pertinentes.
6. Por escrito de 30 de noviembre de 2001 el demandante reitera las alegaciones vertidas en
el escrito de demanda aduciendo, en lo concerniente a la denuncia de lesión del derecho
a la libertad, que la STEDH caso Streletz, Kessler y Krenz explica claramente que el art.
7 CEDH contiene el principio de legalidad en la ejecución de las penas, que también se
ha desconocido en todo el proceso revocatorio.

7. El Fiscal ante el Tribunal Constitucional, en escrito de 5 de diciembre de 2001, solicitó


la desestimación del recurso de amparo. Recuerda la doctrina contenida en la STC
149/1986, FJ 2, respecto a la personación por medio de Procuradores de los procesados
en rebeldía en el sumario ordinario, como también lo manifestado por el Tribunal
Constitucional en su ATC 79/2001, FFJJ 2 y 3, en el supuesto de inadmisión de recursos,
por considerarlos en fraude de ley, por parte de quienes pretendían accionar como
querellantes en un determinado proceso penal, estando en situación de rebeldía en otro
diverso.

En el supuesto de autos, tanto el parámetro de la obligación de sujeción personal de los


implicados en causas criminales, como el fraude de ley que implica impetrar la acción de
la justicia y paralelamente sustraerse a la misma, han sido utilizados por los órganos
judiciales para imponer al demandante, que en su condición de penado se encuentra
evadido, la obligación de previa puesta a disposición de la autoridad judicial para poder
personarse en el expediente de revocación, y el objeto del amparo debe circunscribirse a
ese extremo, marginándose las pretendidas irregularidades acaecidas en el expediente,
que no han sido analizadas en las resoluciones cuestionadas. El recurrente, que se
encontraba en situación de libertad condicional, en situación de penado extinguiendo una
condena por delito contra la salud pública, ingresó en prisión -al haberse decretado su
prisión provisional- como imputado en un nuevo ilícito de la misma naturaleza, acaecido
tras la concesión de dicha libertad condicional y durante su vigencia. Ello motivó que se
le revocara dicho beneficio, revocación que no pudo notificársele, pues por un defecto de
comunicación habido fue puesto en libertad, al decretarse su libertad provisional en la
última causa, sin que la revocación del beneficio de libertad condicional fuera puesta en
conocimiento a tiempo de la autoridad penitenciaria. Tras su puesta en libertad el ahora
demandante abandonó su domicilio, encontrándose sustraído a la acción de la justicia y
en situación de busca y captura por las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, y,
por tanto, en flagrante incumplimiento de las condiciones a que se sujetó la concesión
del beneficio.

Los criterios utilizados por los órganos judiciales para modular el derecho a la tutela
judicial efectiva del ahora demandante, exigiendo su comparencia personal, han sido
estimados como válidos por el Tribunal Constitucional, aunque los supuestos fácticos y
jurídicos examinados en tales precedentes no sean en todo coincidentes con los del
presente, pues tratamos de una causa criminal conclusa. Se mantiene la coincidencia en
diversos extremos, como el tratarse de personas sujetas a causa criminal que se hallan en
situación de rebeldía, contumacia o fuga y que pretenden actuar a través de representantes
procesales. Obviamente la exigencia de efectiva puesta a disposición de la autoridad de
los penados no se contempla en la legislación penitenciaria al regular el régimen de
recursos y quejas de los penados internos en establecimientos penitenciarios, pues en
éstos tal requisito concurre de modo inexorable. Ahora bien, lo que sí cabe indicar es que
para tales penados la evasión no es un hecho neutro, de nula trascendencia en su
ejecutoria, ya que, al margen de motivar su busca y captura, comporta la comisión de un
nuevo ilícito penal además de la sanción en el régimen de beneficios, permisos y
recompensas, y ello es así porque los penados están sujetos al cumplimiento coactivo de
una condena. Los penados que en situación de libertad condicional se evaden se
encuentran en la misma situación de cumplimiento coactivo de una condena, aunque con
una modalidad específica de cumplimiento; cosa distinta es que en estos casos la evasión
no tenga además las mismas consecuencias penales y sancionadoras que para los
internos.

Conviene detenerse -según el Ministerio Fiscal- en el estudio de los internos que,


disfrutando de algún beneficio penitenciario y concretamente de determinado grado,
tercer grado o régimen abierto, aprovechan un permiso derivado de dicho grado y se
colocan en situación de fuga, situación que guarda evidente analogía con la presente;
pues bien, "tales internos, en virtud de lo previsto en el Reglamento Penitenciario, son
regresados provisionalmente en grado, no pudiendo analizar de nuevo su situación hasta
que se produzca su efectivo ingreso en la prisión (art. 252 RP)". De ello se infiere
que, "tratándose de penados que se encuentran extinguiendo su condena, su deber de
puesta a disposición personal de la autoridad es una exigencia ineludible derivada del
principio de cumplimiento coactivo de las condenas, cumplimiento que es así, coactivo,
y que no queda en modo alguno al albur de los penados". Por ello la exigencia de
comparecencia personal en caso de penados que pretenden discutir su modo de extinción
de las condenas atiende a una finalidad de protección de un bien constitucionalmente
legítimo, cual es el cumplimiento coactivo de las condenas penales.

También cabe indicar que, dada la situación de contumacia, el cambio operado en el


régimen de extinción penal carece de toda virtualidad práctica, que sólo se alcanzará
cuando el penado se persone o sea habido, sin que tal exigencia comporte prima facie
mayores perjuicios que los que se puedan originar al rebelde en fase de instrucción o al
acusador particular, pues el expediente en el que se pretende la personación es de
sencillísima tramitación y las causas de revocación están muy delimitadas. Además, en
el concreto expediente la causa revocatoria tiene una incontestable acreditación y no es
en modo discutida, pues lo que se achaca es el no habérsele dado audiencia personal,
extremo que, dada la voluntaria decisión de evasión, aparece como de difícil
atendimiento y remedio, y que ignora que esa decisión adoptada por el demandante de
evasión constituye una nueva causa de revocación. El requisito que se impone al
demandante viene a coincidir con la tacha que, en principio, parece esgrimir de oposición
a la resolución habida, y sólo en su mano está el remediar la indefensión, mediante el
cumplimiento del requisito impuesto, pudiendo examinar aquella y otras alegaciones con
celeridad, dada la sencillez del procedimiento. La situación, por lo tanto, parte de una
postura que encierra una paradoja; en suma el demandante se duele de lo que pretende
sea tomado por válido, con olvido de que su indiscutible situación de penado comporta
un deber de sujeción personal para el cumplimiento de una pena.

En cuanto a la queja de no haberse autorizado a su Abogado a defenderle en su ausencia


debe reconducirse a la vulneración del art. 24.1 CE ya analizada. Respecto de la
invocación del derecho a la libertad (art. 17.1 CE), amén de su no temporánea alegación
que la hace incurrir en causa de inadmisión, también aparece huérfana de sustento, pues
las resoluciones judiciales cuestionadas en modo alguno han supuesto toma de decisión
respecto a dicho derecho, y la libertad del recurrente no aparece afectada dado el pleno
disfrute de la misma en que se encuentra. Debe indicarse al efecto que el estado del
solicitante era el de penado, que se adoptó la medida de "suspensión de la libertad
condicional, decisión que no cuestiona y que alguno de sus escritos tilda de correcta y
digna de ser mantenida, y a la que ningún reproche constitucional dirige y tal era el estado
personal existente cuando tomó la decisión de evasión, y tal era su estado personal cuando
se revocó la libertad condicional".

8. Por otrosí digo el recurrente interesó en su escrito de demanda la "suspensión de los


efectos de la decisión de revocación de la libertad condicional mientras se tramita esta
demanda". En providencia de 28 de junio de 2001 la Sala Segunda de este Tribunal
ordenó formar pieza separada de suspensión cautelar. Evacuado el trámite de
alegaciones, la Sala Segunda acordó denegar la suspensión interesada en Auto 265/2001,
de 15 de octubre. Contra esta resolución el demandante interpuso recurso de súplica, que
fue desestimado por Auto 16/2002, de 11 de febrero.

9. Por providencia de fecha 6 de noviembre de 2003, la Sala Segunda señaló el día 10 del
mismo mes y año para deliberación y fallo de la presente Sentencia.

Fundamentos jurídicos
1. El recurso de amparo se dirige contra el Auto de 5 de junio de 2000 y contra las
providencias de fechas 29 de junio y 7 de julio de 2000, que se dictaron por el Juzgado
de Vigilancia Penitenciaria núm. 4 de Andalucía con sede en El Puerto de Santa María,
así como contra el Auto de 6 de noviembre de 2000 de la Audiencia Provincial de Cádiz,
Sección Primera.

El Auto de 5 de junio de 2000 revocó el beneficio de libertad condicional que al hoy


demandante se le había concedido por otro anterior de 15 de noviembre de 1999. Las
restantes resoluciones judiciales deniegan al demandante de amparo que su Procurador y
su Letrado puedan personarse en su representación y defensa en el expediente de
revocación de libertad condicional mientras se encuentre sustraído a la acción de la
justicia.

2. El demandante aduce diversas vulneraciones constitucionales. Invoca como primer


motivo la lesión de su derecho a la tutela judicial efectiva sin indefensión (art. 24.1 CE),
en sus vertientes de acceso al proceso y a los recursos, conectándolo con el derecho a un
proceso equitativo del art. 6.1 del Convenio europeo de derechos humanos (CEDH),
puesto que, a partir de una situación en la que se ha pasado de la libertad condicional a
su revocación sin que se hubiera oído al interesado, entiende que se aplica una sanción
desproporcionada al negársele la personación en el proceso, el acceso a los recursos y la
obtención de información sobre las actuaciones. Además denuncia lesión de su derecho
de defensa (art. 24.2 CE), exigible igualmente en la fase de ejecución, pues, aun
permaneciendo ausente, cabe que lo ejerciera por medio del Abogado de su
elección. Finalmente, con invocación del art. 17.1 CE, señala una vulneración del
derecho a la libertad personal, que relaciona con el principio de legalidad en la ejecución
de las penas, lesión que derivaría de la revocación del beneficio de libertad condicional
sin previa audiencia del afectado.

El Ministerio Fiscal se opone a la pretensión de amparo. Considera que las resoluciones


judiciales impugnadas han tenido en cuenta tanto la sujeción personal de los implicados
en causas criminales como el fraude de ley que implica impetrar la acción de la justicia
y paralelamente sustraerse a la misma, parámetros que han sido estimados como válidos
por el Tribunal Constitucional. No siendo la evasión un hecho neutro en la ejecutoria de
un penado, la exigencia de comparecencia personal de los que pretenden discutir el modo
de extinción de sus condenas atiende a la finalidad de proteger un bien
constitucionalmente legítimo, cual es el cumplimiento coactivo de las condenas
penales. El Fiscal tampoco asume la queja de indefensión, alegando que ésta se
remediaría mediante el cumplimiento del requisito de previa sujeción al órgano judicial
impuesto al penado. Rechaza por último que las decisiones judiciales impugnadas hayan
supuesto una toma de decisión respecto al derecho a la libertad.

3. A la vista de las pretensiones deducidas hemos de tener en cuenta que, como hemos dicho
en nuestras SSTC 115/2002, de 20 de mayo, FJ 3, y 65/2003, de 7 de abril, FJ 2,
corresponde a este Tribunal, en función de las circunstancias concurrentes en cada
supuesto concreto sometido a su consideración, determinar no sólo el orden del examen
de las alegaciones, sino también si resulta necesario o conveniente pronunciarse en la
Sentencia sobre todas las lesiones de derechos constitucionales denunciadas en el caso
de que se haya apreciado la concurrencia de una de ellas.
En el presente caso nuestro enjuiciamiento debe realizarse dando prioridad a las
concernientes a la denegación judicial respecto de la petición de personación del
demandante en el proceso por medio de Procurador y Abogado, así como a la invocación
del derecho a la defensa a través de Abogado, quejas todas que se apoyan en los dos
apartados del art. 24 CE. Y ello porque su eventual estimación daría lugar no sólo a la
anulación de las resoluciones judiciales que denegaron la personación, sino también
conllevaría la retroacción de las actuaciones dentro del expediente donde se produjo la
vulneración hasta un momento procesal en que el resto de las quejas esgrimidas,
relacionadas con el Auto de revocación de libertad condicional, pudieran ser examinadas
por los órganos judiciales competentes, después de que la parte ejerciese, en su caso, sus
posibilidades procesales, salvaguardándose así el carácter subsidiario del amparo
constitucional (SSTC 68/2002, de 21 de marzo, FJ 1; 70/2002, de 3 de abril, FJ
2). Además, como sugiere el Ministerio Fiscal, se impone el enjuiciamiento conjunto de
los motivos reseñados en primer término habida cuenta de su estrecha vinculación,
resultante de que la defensa a través de Letrado está posibilitada, caso de que
constitucionalmente se admita, en el supuesto enjuiciado, la personación del demandante
ausente por medio de Letrado y Procurador.

4. Según nuestra doctrina el derecho a la tutela efectiva sin indefensión, consagrado en


el art. 24.1 CE, comporta la exigencia de que en todo proceso judicial debe respetarse el
derecho de defensa, alcanzando su máxima intensidad en el ámbito penal por la
trascendencia de los intereses en presencia y los principios constitucionales que entran
en juego en dicho ámbito (SSTC 102/1998, de 18 de mayo, FJ 2; 68/2002, de 21 de
marzo, FJ 3). También hemos dicho que entre las garantías que integran el derecho a un
proceso justo se incluyen el derecho a la defensa y a la asistencia letrada, que el art.
24.2 CE consagra de manera singularizada (SSTC 92/1996, de 27 de mayo, FJ
3; 105/1996, de 11 de junio FJ 2; 145/2002, de 15 de julio, FJ 3; 222/2002, de 25 de
noviembre, FJ 2), como igualmente el art. 6.3 c) CEDH, en el que se reconoce el
derecho "a defenderse por sí mismo o a ser asistido por un defensor". Asimismo hemos
destacado la íntima conexión que existe entre el derecho de defensa y el de asistencia
letrada (SSTC 47/1987, de 22 de abril, FJ 2; 9/1997, de 14 de enero, FJ 3), derecho que
tiene como finalidad, al igual que todas las demás garantías que conforman el derecho en
el que se integran, el de asegurar la efectiva realización de los principios de igualdad de
partes y de contradicción, y que imponen a los órganos judiciales el deber positivo de
evitar desequilibrios entre la respectiva posición procesal de las partes o limitaciones en
la defensa que puedan inferir a alguna de ellas resultado de indefensión, prohibido por el
precitado art. 24. 1 CE.

Es también reiterada doctrina, que se recuerda en nuestras SSTC 91/2000, de 30 de


marzo, FJ 2, y 191/2001, de 1 de octubre, FJ 2, que para poder apreciar la queja de
indefensión es preciso que la situación en la que el ciudadano se haya visto colocado no
sea debida a una actitud voluntariamente aceptada por él o imputable a su propio
desinterés, pasividad, malicia o falta de la necesaria diligencia (SSTC 68/1986, de 27 de
mayo; 103/1993, de 22 de marzo; 334/1993, de 15 de noviembre).

5. Como se relata más extensamente en los antecedentes de esta Sentencia, el demandante


de amparo es un penado de nacionalidad italiana condenado a cinco años de prisión por
un delito contra la salud pública, y a quien, después de permanecer en prisión algo más
de tres años y tres meses, se le había concedido el beneficio penitenciario de libertad
condicional, situación de la que disfrutó hasta que fue detenido y, más tarde, constituido
en prisión provisional por Auto del Juzgado de Instrucción núm. 7 de Sevilla, dictado en
unas diligencias penales en las que se investigaba un delito contra la salud
pública. Incoado en el Juzgado de Vigilancia Penitenciaria competente expediente de
revocación del beneficio de libertad condicional, dicho órgano judicial lo concluye
pronunciando Auto revocatorio que no llegó a ser notificado al penado, ya que éste,
después de que fuera puesto en libertad por el Juzgado de Instrucción, se sustrajo a la
acción de la justicia, por lo que fue dictada orden para su búsqueda y captura.

Hallándose en ignorado paradero, el demandante, sin comparecer en persona o someterse


con carácter previo al Juzgado de Vigilancia Penitenciaria, pretendió, no obstante,
promover ante éste la defensa de sus intereses en el expediente de revocación del
beneficio mediante una personación con Procurador y Abogado, personación que fue
denegada por los órganos judiciales. Se invoca en la resolución judicial que cierra el
proceso -el Auto de 6 de noviembre de 2000 de la Audiencia Provincial de Cádiz- la
doctrina que recogen nuestras SSTC 87/1984, de 27 de julio, FJ 5, y 149/1986, de 26 de
noviembre, FJ 2, por las que se negó el amparo constitucional a procesados rebeldes que,
sin comparecer ante el órgano judicial, pretendieron sin éxito la personación de su
Procurador y su Abogado en la causa penal.

Entonces dijimos que el derecho a la tutela judicial efectiva no es un derecho absoluto


susceptible de ser ejercitado en todo caso y al margen del proceso legalmente establecido,
sino que se ha de ejercer dentro de éste y con cumplimiento de los requisitos que cada
caso requiera, interpretados de manera razonable y no pudiendo ser tales que, de hecho,
supriman o cercenen de manera sustancial el derecho de defensa.

Dicho esto, igualmente debe tenerse en cuenta que la compatibilidad con el derecho de
defensa de las limitaciones impuestas legalmente depende de las circunstancias del
proceso particular y de la clase del proceso mismo (STEDH caso Khalfaoui, de 14 de
diciembre de 1999, § 37). A este respecto es pertinente recordar que en la desestimación
de aquellos recursos de amparo se tuvo presente, en primer lugar, que, tratándose de la
fase sumarial de proceso por delito, la propia presencia del procesado rebelde (situación
en la que se hallaban quienes había recurrido en amparo) "puede ser conveniente y aun
necesaria para el esclarecimiento de los hechos" (STC 87/1984, de 27 de julio, FJ 5, y en
igual sentido STC 149/1986, de 26 de noviembre, FJ 2), y, en segundo lugar, que es
propio de nuestro proceso ordinario por delitos graves la suspensión del curso de la causa
-en especial en lo pertinente al señalamiento y celebración del juicio oral-, una vez
concluido el sumario y ya declarado en rebeldía el procesado al no hallarse a disposición
del órgano judicial (arts. 840 y 841 LECrim). Ello excluye que el acusado sea condenado
en ausencia "y le permite ejercitar su derecho de defensa cuando se proceda a su
reapertura por haberse presentado o sea habido". La Ley procesal, pues, es la que prohíbe
terminantemente la celebración de un juicio en ausencia en esa clase de procesos, opción
legal que satisface las exigencias constitucionales pues, como se dijo en nuestra STC
91/2000, de 30 de marzo, FJ 14, "al menos en los procesos penales por delito muy grave,
aquellos en los que está en juego una imputación que afecta a su dignidad personal y que
comporta una seria privación de su libertad, la presencia en el acto del juicio oral no es
sólo un derecho fundamental, sino también una de las reglas esenciales del desarrollo del
proceso, sin cuya concurrencia la idea de juicio justo es una simple quimera".
Ahora bien, en supuestos como el presente, el condicionamiento judicial del ejercicio del
derecho de defensa a la comparecencia voluntaria o involuntaria del reo no viene
impuesta por la literalidad de la norma legal. Tampoco puede afirmarse que se infiera de
las reglas esenciales que disciplinan la tramitación del expediente de revocación de
libertad condicional, como una fase o incidencia que es del proceso penal de ejecución,
en la que se dilucida el mantenimiento de los beneficios penitenciarios de quien ya no
está amparado por la presunción de inocencia y sufrió la reprobación que implica la
condena penal. En fin, la presencia del penado no se justificaría en particulares ventajas
para la resolución de las cuestiones que pudiera plantear el penado en los recursos
judiciales contra la revocación de su libertad condicional, recursos que, junto al
conocimiento de las actuaciones, integrarían el núcleo de sus posibilidades
procesales. De ahí que la cuestión que ahora nos ocupa presente rasgos que la
singularizan respecto de las resueltas en las SSTC 87/1984, de 27 de julio, y 149/1986,
de 26 de noviembre. Por ello la aplicación de la doctrina contenida en ellas a este caso
no resulta satisfactoria.

6. Tendremos que avanzar, pues, para la adecuada resolución de la cuestión constitucional


que se nos plantea. Los derechos fundamentales reconocidos por la Constitución, y entre
ellos los invocados por el demandante, no son absolutos, de ahí que sea descartable de
principio toda interpretación que postule en materia penal un derecho incondicional a la
defensa mediante Abogado, ya que, como en alguna ocasión se ha argumentado, ello
incitaría a los implicados en hechos delictivos a negarse a su presentación ante la justicia
o a organizar su huida mientras que sus Letrados pleitean por ellos.

Los derechos a no padecer indefensión y a ser defendido por Abogado, por lo tanto,
pueden ceder ante los límites que la propia Constitución expresamente imponga o ante
los que de manera mediata o indirecta se infieran de la misma al resultar justificados por
la necesidad de preservar otros derechos o bienes jurídicamente protegidos (SSTC
11/1981, de 8 de abril, FJ 7; 2/1982, de 29 de enero, FJ 5). Debe tenerse en cuenta, al
efecto, que, con carácter general, en el proceso penal rige el principio de sujeción del
acusado al procedimiento (art. 118 CE), y asimismo que quien ha sido condenado
penalmente tiene un cualificado deber de comparecer al llamamiento del Juzgado o
Tribunal, siendo en principio razonable una interpretación de las normas procesales que
desanime acerca de la realización de posibles ausencias injustificadas, y es oportuno que
insistamos aquí en el interés general que subyace en que los pronunciamientos penales
sean ejecutados en sus propios términos.

Dicho lo cual, este interés debe modularse con relación al derecho de defensa, garantía
esencial de un proceso justo, no debiendo olvidarse que, si bien la revocación de la
libertad condicional se enmarca en el ámbito de ejecución de una pena, y, por tanto, no
es una decisión sobre la restricción de la libertad en sentido estricto, sin embargo afecta
al valor libertad en cuanto que modaliza la forma en que la ejecución de la restricción de
la libertad se llevará a cabo (SSTC 25/2000, de 31 de enero, FJ 3, y 8/2001, de 15 de
enero, FJ 2). En esta fase de ejecución del proceso penal el Estado sigue ejerciendo el ius
puniendi, que implica una profunda injerencia en la libertad del imputado y en el núcleo
más sagrado de sus derechos fundamentales (STC 68/2002, de 21 de marzo, FJ 3), por lo
que, aunque el reo ya no esté amparado por la provisional presunción de inocencia, el
derecho a ejercer su defensa se mantiene todavía como uno de los elementos esenciales
de un proceso equitativo, sin que, dada la orden de ingreso en prisión, la incomparecencia
del penado pueda entenderse necesariamente como una renuncia voluntaria a su derecho
de defensa, como se recordó en nuestra STC 91/2000, de 30 de marzo, FJ 15, en la que,
con invocación de las SSTDEH casos Poitrimol, de 23 de noviembre de 1993, §. 38; Lala,
22 de septiembre de 1994, § 27; Guerin, de 29 de julio de 1998, §§ 44 y 45; y Omar, de
29 de julio de 1998, §§ 40 a 44, advertíamos que "cualquier otra sanción que pretenda
anudarse a la incomparecencia ha de ser proporcionada a la conducta que se sanciona y
por consiguiente, no puede alterar las garantías básicas del proceso justo".

En el presente caso los órganos judiciales impusieron al demandante, como condición


previa para el ejercicio de su derecho de defensa, su personal comparencia y sujeción
ante el Juzgado de Vigilancia Penitenciaria. Así pues, hemos de preguntarnos si la
exclusión condicionada del derecho de defensa del demandante es respuesta
proporcionada a su incomparecencia -teniendo en cuenta, por lo demás, que la propia
personación del demandante conllevaba su inmediato ingreso en prisión-, pues las
limitaciones que se establezcan no pueden obstruir el derecho fundamental más allá de
lo razonable. Y es que todo acto o resolución que limite derechos fundamentales ha de
asegurar que las medidas limitadoras sean necesarias para conseguir el fin perseguido, ha
de atender a la proporcionalidad entre el sacrificio del derecho y la situación en que se
halla aquél a quien se le impone y, en todo caso, ha de respetar su contenido esencial (por
todas, STC 14/2003, de 28 de enero, FJ 9). En definitiva, tendremos que determinar si la
medida restrictiva de derechos fundamentales supera la exigencias del juicio de
proporcionalidad, debiendo comprobarse si contribuye a conseguir el objetivo propuesto
(juicio de idoneidad); si además es necesaria, en el sentido de que no exista otra medida
más moderada para la consecución del tal propósito (juicio de necesidad); y, finalmente,
si la misma es ponderada o equilibrada, por derivarse de ella más ventajas o beneficios
para el interés general que perjuicios sobre otros bienes o valores en conflicto, lo que
constituye el juicio de proporcionalidad en sentido estricto [SSTC 270/1996, de 16 de
diciembre, FJ 4 e); 37/1998, de 17 de febrero, FJ 8; 186/2000, de 10 de julio, FJ 6].

7. Sentadas las anteriores premisas, hemos de concluir que las resoluciones impugnadas no
superan en este caso las exigencias del principio de proporcionalidad.

En efecto, el juicio constitucional de proporcionalidad ha de partir de la correcta


identificación de los valores o bienes jurídicos concurrentes. En el presente caso tales
valores o bienes jurídicos son, de un lado, el derecho de defensa (art. 24.2 CE) que invoca
el demandante en su personal interés y, de otro lado, el innegable interés general de que
un condenado penalmente quede a disposición de los órganos judiciales a fin del
adecuado cumplimiento de su condena. Respecto de este último extremo hemos de
señalar que, como este Tribunal ha tenido ocasión de declarar, la persecución y castigo
del delito constituye un bien digno de protección constitucional, a través del cual se
defienden bienes como la paz social y la seguridad ciudadana, reconocidos en los
arts. 10.1 y 104.1 CE [SSTC 166/1999, de 27 de septiembre, FJ 2; 127/2000, de 16 de
mayo, FJ 3 a); 292/2000, de 30 de noviembre, FJ 9].

Pasando al examen de las resoluciones impugnadas que rechazaron la personación en


nombre del penado, se advierte que la providencia de 29 de junio de 2000 del Juzgado
de Vigilancia Penitenciaria no contempla en su integridad los bienes jurídicos
concurrentes, pues se detiene en la consideración de que la pretensión de personación del
demandante constituye un inadmisible fraude procesal y abuso del derecho. La
providencia del mismo Juzgado de 7 de julio de 2000 se limita a remitirse a lo acordado
por la anterior de 29 de junio. Por su parte, el Auto de 6 de noviembre de 2000 de la
Audiencia Provincial de Cádiz señala que en el caso que nos ocupa "la puesta del reo a
disposición del Tribunal está justificada no por la buena marcha del procedimiento ...
sino para el cumplimiento de su finalidad primordial", puesto que "ha dejado de ser un
medio para asegurar que se logre el buen fin del juicio, para pasar a constituir un fin en
sí misma, la realización de lo resuelto en él"; e indica, al efecto, que "el poder coactivo
del Estado se ha manifestado en forma de sentencia y no hay más que llevar a cabo lo
mandado por ella". Con tales consideraciones tampoco se satisfacen las exigencias
constitucionales del principio de proporcionalidad, pues se concibe la presencia del reo
como un mero deber dirigido a la ejecución de la Sentencia en sus propios términos,
obviando con ello toda consideración acerca del invocado derecho de defensa,
garantizado a través de la contradicción en el expediente de revocación de la libertad
condicional.

Es precisamente por las razones que acaban de exponerse por lo que debemos llevar a
cabo el expresado juicio de proporcionalidad. Ciertamente la medida cuestionada puede
contribuir a la consecución de fines o bienes constitucionalmente protegidos, a "objetivos
legítimos" (STEDH Khalfaoui, de 14 de diciembre, § 36) conectados con el interés
general y a los que antes se hizo mención; mas ello no es suficiente a los fines del juicio
de proporcionalidad, según se razona a continuación.

Así, no queda justificada la estricta necesidad de la medida (juicio de necesidad) en su


relación con el derecho de defensa. En primer lugar porque, atendiendo al aspecto
puramente procesal en relación con la determinación de si procede o no confirmar la
revocación de la libertad condicional, es lo cierto que la personal presencia del reo no
aporta particulares ventajas para su resolución (con lo que la condición impuesta tendría
sólo como objetivo la inmediata ejecución de aquella decisión). En segundo lugar porque
las exigencias legítimas de presencia del reo ante el órgano judicial pueden ser aseguradas
o estimuladas por otros medios distintos al de la pérdida del derecho de defensa
(SSTEDH caso Khalfaoui, de 14 de diciembre de 1999, § 44; caso Van Geysehgem, de
21 de enero de 1999, § 34; caso Krombach, de 13 de febrero de 2001, § 89), entre los
cuales se significa por su eficacia que el evadido sea objeto de orden judicial de busca y
captura, concurriendo además la perspectiva de que su ausencia le comporte la pérdida
de beneficios penitenciarios o, en su caso, que incurra en nueva responsabilidad criminal
por quebrantamiento de condena (art. 468 CP).

Por otra parte conviene señalar que, a efectos de neutralizar una posible interferencia
fraudulenta de la representación del penado en los objetivos de averiguación del paradero
de éste y su puesta a disposición judicial, propios del proceso penal de ejecución, cabe
imaginar otras decisiones que, modulando las posibilidades de defensa, sin embargo no
las hubieran excluido en su totalidad; como aquélla que permitiera la personación y la
presentación de escritos, y al mismo tiempo privara a la representación del penado del
conocimiento del contenido de la ejecutoria en todo lo que se estimara necesario para
evitar conductas procesales espurias.

Por las razones expuestas, y a la vista de las circunstancias descritas -las particulares del
presente caso y del proceso judicial, conviene insistir-, no cabe entender que exista una
estricta necesidad derivada del interés general, atinente a la presencia del penado, que
justifique la decisión judicial de excluir absolutamente el ejercicio del derecho de defensa
de éste durante la tramitación del expediente de revocación de libertad condicional.

En consecuencia la medida limitadora dispuesta judicialmente, y que se cuestiona en el


presente recurso, es excesiva respecto de lo que constituye el fin legítimo de asegurar la
presencia del reo, y por ello debe ser estimada como una reacción desproporcionada ante
la impropia conducta procesal del demandante de amparo.

8. Los anteriores razonamientos nos conducen a considerar que las providencias de 29 de


junio de 2000 y de 7 de julio de 2000 del Juzgado de Vigilancia Penitenciaria núm. 4 de
Andalucía, y el Auto de 6 de noviembre de 2000 de la Audiencia Provincial de Cádiz,
que denegaron al Procurador y al Abogado del demandante la personación en el
expediente de revocación de libertad condicional, han lesionado el derecho del
demandante a la tutela judicial efectiva (art. 24.1 CE), en su vertiente de derecho a no
padecer indefensión, así como sus derechos de defensa y a la asistencia de letrado (art.
24.2 CE), al haberle impedido defenderse en el proceso judicial y ser asistido por el
Abogado de su confianza. Por ello procede el otorgamiento del amparo de tales derechos
fundamentales, que no se extiende al Auto de 5 de junio de 2000, según los razonamientos
expuestos en el fundamento jurídico 3 de esta Sentencia.
FALLO
En atención a todo lo expuesto, el Tribunal Constitucional, POR LA AUTORIDAD QUE
LE CONFIERE LA CONSTITUCIÓN DE LA NACIÓN ESPAÑOLA, Ha decidido

Otorgar el amparo solicitado por don Aurelio L.B., y en su virtud:

1. Declarar que el recurrente en amparo ha visto vulnerado su derecho a la tutela judicial


efectiva sin indefensión (art. 24.1 CE) y sus derechos de defensa y de ser asistido de
letrado (art. 24.2 CE).

2. Restablecerlo en sus derechos y, a tal fin, anular las providencias de 29 de junio de 2000
y de 7 de julio de 2000 del Juzgado de Vigilancia Penitenciaria núm. 4 de Andalucía y el
Auto de 6 de noviembre de 2000 de la Sección Primera de la Audiencia Provincial de
Cádiz, retrotrayendo las actuaciones al momento anterior a la providencia de 29 de junio
de 2000 del Juzgado de Vigilancia Penitenciaria núm. 4 de Andalucía, a fin de que se
dicte una nueva resolución conforme con el contenido de los derechos fundamentales
ahora vulnerados.

Publíquese esta Sentencia en el "Boletín Oficial del Estado".

Dada en Madrid, a diez de noviembre de dos mil tres.


BIBLIOGRAFÍAS

Penal nº AP-31-17 de Supreme Court (Honduras), 9 de Agosto de 2018 - Jurisprudencia - VLEX


777291053

STC 198/2003, 10 de Noviembre de 2003 - Jurisprudencia - VLEX 193886

INT_CCPR_FCO_HND_32137_S.pdf (ohchr.org)

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