Trabajo Final Epidemiología
Trabajo Final Epidemiología
Trabajo Final Epidemiología
UASD
FACULTAD DE CIENCIAS DE LA SALUD
ESCUELA DE MEDICINA
LABORATORIO DE EPIDEMIOLOGÍA
SAP-1170
Sustentantes:
Sección:
25
Maestro:
Trabajo final:
Fecha de entrega :
Lugar de realización:
Justificación
Objetivo General
Determinar cual fue el impacto negativo de la pandemia del COVID-19 sobre la salud mental
de las personas.
Objetivos específicos
Marco teórico
La organización Mundial de la Salud ( OMS) ha equiparado la salud mental con el bienestar
subjetivo, la percepción de la propia eficacia, autonomía, competencia, dependencia
intergeneracional y autorrealización de las capacidades intelectuales y emocionales. Incluye,
por tanto, las capacidades para afrontar las tensiones normales de la vida, trabajar de forma
productiva y fructífera y para hacer contribuciones a la comunidad.
El mundo vivio una situación excepcional por el avance de la que se denomina la primera
pandemia global de la historia, Su inicio puede ubicarse en diciembre de 2019. En Wuhan
(Hubei, China), se alertó sobre la presencia de un brote epidémico de una nueva enfermedad
respiratoria grave (SARS, del inglés severe acute respiratory síndrome), rápidamente se
identificó el agente: un nuevo coronavirus, inicialmente llamado nCoV-19. En enero de 2020,
la OMS declaró la alerta sanitaria internacional, ocupó todos los medios informativos y redes
sociales.
Fue excepcional la inédita medida de aislamiento social preventivo y obligatorio utilizada por
varios países para frenar los contagios del coronavirus, sin embargo los efectos de esta
medida sobre la salud mental de las personas tuvo grandes efectos negativos.
Desde un punto de vista psicopatológico, la pandemia del Coronavirus fue una forma
relativamente nueva de estresor o trauma, tanto para la población como para los profesionales
de la salud. La COVID-19 genero preocupaciones de pánico generalizado y ansiedad
creciente y, aunque los efectos del coronavirus en la salud mental apenas se han estudiado
sistemáticamente, es sabido que las preocupaciónes que produjo puede exacerbar y agravar
síntomas de ansiedad y depresión en personas más vulnerables o con un diagnóstico de
enfermedad mental.
Los casos de enfermedades de salud mental han aumentado de forma significativa. La
pandemia también ha contribuido a la recaída y a la exacerbación de los síntomas de salud
mental en personas con condiciones preexistentes. La salud mental ha sido durante mucho
tiempo un área descuidada de la salud pública en las Américas. Los gobiernos deben
aprovechar la situación creada por r la pandemia como una oportunidad para reforzar sus
servicios de salud mental y hacer las inversiones necesarias para reconstruir mejor y en forma
más justa.
Depresión
La depresión se puede describir como el hecho de sentirse triste, melancólico, infeliz, abatido
o derrumbado. La mayoría de nosotros se siente de esta manera de vez en cuando durante
períodos cortos. La depresión clínica es un trastorno del estado anímico en el cual los
sentimientos de tristeza, pérdida, ira o frustración interfieren con la vida diaria durante un
período de algunas semanas o más.
La depresión puede suceder en personas de todas las edades: adultos, adolescentes y adultos
mayores.
Los síntomas de depresión incluyen:
Estado de ánimo irritable o bajo la mayoría de las veces.
Dificultad para conciliar el sueño o exceso de sueño.
Cambio grande en el apetito, a menudo con aumento o pérdida de peso.
Cansancio y falta de energía.
Sentimientos de inutilidad, odio a sí mismo y culpa.
Dificultad para concentrarse.
Movimientos lentos o rápidos.
Inactividad y retraimiento de las actividades usuales.
Sentimientos de desesperanza o abandono.
Pensamientos repetitivos de muerte o suicidio.
Pérdida de placer en actividades que suelen hacerlo feliz, incluso la actividad sexual.
Depresión y covid 19 :
Depresión y COVID-19
La depresión es una enfermedad común y grave, causada por la interacción compleja de
factores sociales, psicológicos y biológicos, que afecta a más de 300 millones de personas en
el mundo (OMS, 2020). Un trastorno mental letal, que produce a nivel internacional altos
índices de discapacidad y muertes por suicidio, debido a que altera significativamente la
capacidad para realizar actividades básicas diarias, deteriora el funcionamiento habitual y la
calidad de vida de las personas (Pereira y Molero, 2019; Arias et al, 2020).
Ello, sumado a la pandemia por COVID-19 que amenazo la salud y la vida, la cuarentena
obligatoria, el autoaislamiento, los despidos laborales, los conflictos familiares o el duelo de
los seres queridos, han llevado a la población en general a experimentar diversas alteraciones
psicológicas como la depresión.
El COVID-19 no solo causa daños físicos, sino que también afecta la salud mental de la
población . Desde el brote de COVID-19, las personan han enfrentado miedo, incertidumbre
y estigmatización; pacientes y personal de salud han sufrido episodios de miedo a la muerte,
sentimientos de soledad, tristeza e irritabilidad. El virus se expandio el riesgo de contagio y
las cifras fueron mortales y cada vez mayores, por lo que, a diferencia de otras epidemias, se
observa a la población joven y las personas con enfermedades crónicas padecer niveles
superiores de depresión.
Durante la segunda oleada de COVID-19, uno de cada cinco personas a nivel mundial ha
podido experimentar síntomas de depresión, sin excluir a países sin cuarentena. Los
problemas de salud mental que se han presentado, son igual o peor que los de la primera ola;
siendo necesario implementar estrategias de adaptación y apoyo a las personas en alto riesgo.
En particular, personas depresivas quienes tienden a renunciar a tratar de lidiar con las
dislocaciones sociales, a criticarse y culparse a sí mismas. Si bien, ellas han utilizado más
estrategias de afrontamientoque las personas sin depresión, sus estrategias han sido
ineficaces.
También se evidenció, que la depresión es mayor en individuos que viven en países con alto
capital social, que disfrutan de actividades sociales, pero que con la pandemia han tenido que
mantener distanciamiento social. Las inevitables políticas inflexibles y estrictas, no solo han
incrementado la depresión en la población, sino que también pusieron en riesgo la capacidad
de resistencia al COVID-19 y retrasado los preparativos para la coexistencia con el mismo.
Durante la fase aguda de las últimas pandemias sufridas, la prevalencia de sintomatología
depresiva estuvo entre el 27,5 y el 50,7% en el personal sanitario, con tasas más altas durante
la pandemia de COVID-19: del 50,4 al 50,7%. Los mayores aumentos de la depresión se
produjeron en los países más afectados por el COVID-19, donde las infecciones eran
elevadas y la interacción social estaba restringida.
Entre la población estudiantil, la depresión es un factor de riesgo para el rendimiento escolar,
la deserción y la calidad de vida en general. Con la virtualidad, los problemas económicos, la
falta de conocimientos previos, entre otros factores maximizan las condiciones para el
desarrollo de patologías depresivas en diferentes niveles. A su vez, la información y
desinformación a través de medios de comunicación y redes sociales, alteraronel bienestar
mental de la población y de los profesionales, de tal manera, que las intervenciones
psicológicas son importantes para prevenir consecuencias fatales.
Los cambios bruscos en los estilos de vida, la inactividad física y todas las enfermedades no
transmisibles como la diabetes, las enfermedades cardiovasculares y la obesidad, así como la
asociación entre la inactividad física y las enfermedades mentales, hacen que la población se
vuelva más vulnerable y reduzca su capacidad para combatir una posible todos los efectos
negativos provocados por el Coronavirus sobre la salyd mebtal de la población en general, los
cuales tuvieron mucha repercusión sobre el modo de ser y pensar de las personas.
La Ansiedad
La ansiedad es un sentimiento de miedo, temor e inquietud. Puede hacer que sude, se sienta
inquieto y tenso, y tener palpitaciones. Puede ser una reacción normal al estrés. Por ejemplo,
puede sentirse ansioso cuando se enfrenta a un problema difícil en el trabajo, antes de tomar
un examen o antes de tomar una decisión importante.
Si bien la ansiedad puede ayudar a enfrentar una situación, además de darle un impulso de
energía o ayudarle a concentrarse, para las personas con trastornos de ansiedad el miedo no es
temporal y puede ser abrumadora. No se conoce la causa de la ansiedad. Factores como la
genética, la biología y química del cerebro, el estrés y su entorno pueden tener un rol.
Trastorno de ansiedad generalizada: Las personas con este trastorno se preocupan por
problemas comunes como la salud, el dinero, el trabajo y la familia. Pero sus preocupaciones
son excesivas y las tienen casi todos los días durante al menos 6 meses.
Trastorno de pánico: Las personas con trastorno de pánico sufren de ataques de pánico.
Estos son repentinos y repetidos momentos de miedo intenso sin haber un peligro aparente.
Los ataques se producen rápidamente y pueden durar varios minutos o más.
Fobias: Las personas con fobias tienen un miedo intenso a algo que representa poco o ningún
peligro real. Su miedo puede ser por arañas, volar, ir a lugares concurridos o estar en
situaciones sociales (conocida como ansiedad social).
Los diferentes tipos de trastornos de ansiedad pueden tener síntomas diferentes. Pero
todos muestran una combinación de:
Pensamientos o creencias ansiosos difíciles de controlar: Le hacen sentir inquieto y tenso
e interfieren con su vida diaria. No desaparecen y pueden empeorar con el tiempo.
Síntomas físicos, como latidos cardíacos fuertes o rápidos, dolores y molestias
inexplicables, mareos y falta de aire
Cambios en el comportamiento, como evitar las actividades cotidianas que solía hacer
Por lo general, la ansiedad está relacionada con las interpretaciones que hacemos de las
situaciones que vivimos, y las ideas potencialmente irracionales que puedan derivarse de
ellas. Sentirla de forma ocasional es algo normal: se puede presentar cuando estamos en una
situación potencialmente ansiógena, como la actual del coronavirus, en la que muchas
personas han tomado decisiones irracionales, como comprar artículos o alimentos de manera
excesiva. Pero cuando esto se realiza de forma recurrente, sintiendo preocupaciones y miedos
intensos, excesivos y persistentes en muchas situaciones cotidianas, se puede considerar un
trastorno de ansiedad.
La Ansiedad y COVID-19
Respecto a la sintomatología de ansiedad, dos extensos estudios realizados durante la fase
pico de la pandemia de la COVID-19 estimaron que alrededor del 45% de los trabajadores
sanitarios presentaba síntomas de ansiedad. Estos niveles de ansiedad afectaron al bienestar
del personal, aumentando los niveles de angustia y disminuyendo la percepción de
autoeficacia en el trabajo.
trastornos asociados a la ansiedad pueden afectar significativamente; entre ellos,
personal médico, personas que perdieron familiares y personas con historial reproductivo
de ansiedad son particularmente vulnerables porque trabajan en situaciones peligrosas y a
menudo están aislados de sus familias y fuentes de apoyo. La pandemia del COVID-
19 y los consecuentes cierres múltiples que se realizaron de emergencia (cuarentenas y
toques de queda de queda) han provocado ansiedad relacionada al coronavirus junto a otros
trastornos de salud mental como la depresión, ansiedad generalizada e idea suicida.
Durante el periodo de pandemia por Covid-19 surgieron síntomas de ansiedad, pánico,
depresión, miedo y reacción al estrés en la población general. De acuerdo con investigaciones
anteriores de epidemias y pandemias, demuestran que la ansiedad influye en los
comportamientos de las personas. Con respecto a lo mencionado anteriormente, las personas
que presenten un nivel alto de ansiedad, son más propensas a presentar un comportamiento
disruptivo, comprando de manera excesiva materiales de higiene y dirigiéndose
innecesariamente a todos los centros de salud que se encuentren cercanos, por sentir
dolencias insignificantes que interpretan como graves. En ese sentido, La Organización
Panamericana de la Salud menciona que la magnitud de la pandemia estaría ocasiono una
perturbación psicosocial, desencadenando trastornos de ansiedad, depresión y estrés
postraumático.
La ansiedad en el ser humano es parte del día a día, ya que sin la
presencia de ansiedad los individuos no podrían estar en alerta para hacer
frente a situaciones de amenazas. Sin embargo, existe un límite en el cual la
ansiedad se convierte en una dificultad que afecta a nuestro desempeño en
actividades diarias y llegando a ocasionar algún trastorno de ansiedad y esto fue lo que
ocurrió durante la pandemia las personas se volvieron como locas, los episodios de ansiedad
por el encierro y pánico a contraer la enfermedad se dispararon de una manera exagerada
A mayor Ansiedad por el virus del Covid-19 conllevaría a que las personas presenten
más dificultades a la hora de tomar de decisiones de forma independiente.
mencionan que la pandemia generó efectos adversos generó efectos adversos en la salud
mental de las personas encontrándose síntomas de ansiedad, miedo, confusión e ira, lo cual
desencadeno dificultades para la toma de decisiones en el contexto familiar, laboral, personal,
entre
Se hace referencia a que las personas con mayor ansiedad por el Covid-19,
presentarían dificultades en la selección y ejecución de objetivos personales a
corto y mediano plazo. De acuerdo con Suárez, (2020) refiere que la pandemia
del covid-19 ha generado sentimientos de temor al contagio, hacia sí mismo y así los demás.
El estrés
El estrés es un sentimiento de tensión física o emocional. Puede provenir de cualquier
situación o pensamiento que lo haga sentir a uno frustrado, furioso o nervioso.
Estrés agudo. Este es estrés a corto plazo que desaparece rápidamente. Puede sentirlo
cuando presiona los frenos, pelea con su pareja o esquía en una pendiente. Esto le ayuda a
controlar las situaciones peligrosas. También ocurre cuando hace algo nuevo o
emocionante. Todas las personas sienten estrés agudo en algún momento u otro.
Estrés crónico. Este es el estrés que dura por un período de tiempo prolongado. Usted
puede tener estrés crónico si tiene problemas de dinero, un matrimonio infeliz o
problemas en el trabajo. Cualquier tipo de estrés que continúa por semanas o meses es
estrés crónico. Puede acostumbrarse tanto al estrés crónico que no se dé cuenta que es un
problema. Si no encuentra maneras de controlar el estrés, este podría causar problemas de
salud.
El cuerpo reacciona ante el estrés al liberar hormonas. Estas hormonas hacen que su cerebro
esté más alerta, causar que sus músculos se tensionen y aumentar su pulso. A corto plazo,
estas reacciones son buenas porque pueden ayudarle a manejar la situación que causa el
estrés. Esta es la manera en que su cuerpo se protege a sí mismo.
Cuando tiene estrés crónico, su cuerpo se mantiene alerta incluso cuando no hay peligro. Con
el tiempo, esto le pone en riesgo de problemas de salud, incluyendo:
El estrés puede causar muchos tipos de síntomas físicos y emocionales. Algunas veces
posiblemente no se dará cuenta de que estos síntomas son ocasionados por el estrés. Aquí hay
algunos signos de que el estrés le puede estar afectando:
Diarrea o estreñimiento
Mala memoria
Dolores y achaques frecuentes
Dolores de cabeza
Falta de energía o concentración
Problemas sexuales
Cuello o mandíbula rígidos
Cansancio
Problemas para dormir o dormir demasiado
Malestar de estómago
Uso de alcohol o drogas para relajarse
Pérdida o aumento de peso
Causas
Las causas del estrés son diferentes para cada persona. Usted puede tener estrés a causa de
buenos desafíos y también a causa de los malos. Algunas fuentes comunes de estrés incluyen:
El estrés y el covid-19
Vivimos en un mundo con altas demandas, laborales y familiares con un ritmo que supone un
desafío constante. A eso hay que añadirle el momento excepcional que estamos viviendo
como consecuencia de la COVID-19, una situación que genera incertidumbres sobre el
presente, el futuro, la salud, la situación económica.
Si bien el ser humano dispone de mecanismos para hacerle frente, el impacto del estrés
dependerá de la percepción individual. Ante una misma situación de estrés cada persona
puede reaccionar de maneras muy diferentes en función de múltiples factores (personalidad,
apoyos sociales, experiencias previas, etc.).
Cómo sea esta percepción determina cuál será la respuesta neurobiológica al estrés. Si nos
sometemos a un estrés muy intenso o repetido, o si sencillamente se percibe como
impredecible e incontrolable, puede tener consecuencias importantes para nuestra salud,
especialmente para el cerebro.
La mayor cantidad se estrés durante la pandemia fue generado porque los medios de
comunicación masivos se convirtieron en la principal fuente de desinformación para los
ciudadanos, y por ello jugaron un papel muy importante para enviar mensajes de salud y
elevar el interés de la comunidad.
En la pandemia es importante evaluar la información exagerada que ocurre especialmente en
las redes sociales, que provoca el miedo en la población; es por ello la necesidad de una
efectiva y una adecuada comunicación de riesgo, el bombardeo de malas noticias era tan
generalizado que provocaron un estrés generalizado en toda la población.
Los estudiantes también presentaron casos de estrés crónico, pues debido al COVID-19, la
metodología de enseñanza a cambiado, y a muchos estudiantes les cuesta adaptarse a estos
cambios, provocando un menor estado de motivación y del rendimiento académico con un
aumento en el estrés y dificultades familiares especialmente para estudiantes de bajos
recursos económicos.
El personal de salud tampoco se salva del estrés, pues un informe realizado en Colombia,
revelo que un tercio de los encuestados presentó estrés laboral leve, mientras que el 6%
presentó estrés alto o severo. Este problema de estrés en el personal de salud ocurre
principalmente en las zonas urbanas.
El miedo vende y se intensifica con las noticias, redes sociales y el cine: se genera zozobra
social (no hay tratamientos, falta de equipamiento médico y hospitales, etcétera) y también
económica (caída bursátil, aumento de la moneda extranjera, etcétera), lo que dificulta la
implementación de medidas de contingencia fáciles y razonables, y se favorece el caos, la
enfermedad y la muerte sobre los más vulnerables: pacientes en pobreza extrema.
El impacto psicosocial puede exceder la capacidad de manejo de la población afectada; se
estima un incremento de la incidencia de trastornos mentales y manifestaciones emocionales,
de acuerdo con la magnitud de la epidemia y el grado de vulnerabilidad de la población (entre
una tercera parte y la mitad de la población expuesta podrá sufrir alguna manifestación
psicopatológica, de acuerdo con la magnitud del evento y el grado de vulnerabilidad).
Aunque debe destacarse que no todos los problemas psicológicos y sociales que se presentan
podrán calificarse como enfermedades; la mayoría serán reacciones normales ante una
situación anormal.
Algunos estudios han utilizado escalas globales que miden psicopatología. Un buen ejemplo,
es el estudio de Tian et al. (2020) realizado en China. Para este estudio participaron 1,060
adultos entre el 31 de enero y el 2 de febrero 2020. Los resultados revelaron unas
puntuaciones altas de malestar psicológico en el Symptom Checklist-90. Para sacar estas
conclusiones los autores usaron las normas nacionales de China en el SCL-90. Así, por
ejemplo, más del 70% de los participantes obtuvieron puntuaciones clínicas altas (moderadas
a severas) en ansiedad, obsesiones, y sensibilidad interpersonal. Personas en riesgo eran las
que tenían más de 50 años, eran divorciados o viudos, tenían poca educación, y trabajadores
de la agricultura.
Conclusión
La presente investigación nos muestra que la salud mental se vio severamente afectada por
la pandemia del COVID-19 , ante el confinamiento impuesto por las autoridades y ante una
amenaza de enfermar, los niveles de estrés ansiedad y depresión aumentan en la población,
pero sobre todo lo hacen en aquellos grupos llamados de riesgo.
En cualquier emergencia sanitaria los problemas de salud mental son comunes y pueden ser
barreras para las intervenciones médicas y de salud mental. De acuerdo con la evidencia
revisada, se ha demostrado que durante la fase inicial de la pandemia de COVID-19 fue
común la presencia de ansiedad, depresión y reacción al estrés en la población general.
Además, en el personal de salud también se encontraron problemas de salud mental,
especialmente en las profesionales, las enfermeras y en quienes trabajan directamente con
casos sospechosos o confirmados de COVID-19.
A la par de las medidas sanitarias, urge potenciar la resiliencia, el crecimiento personal, las
relaciones intrafamiliares y la atención especial a los grupos vulnerables para así minimizar el
impacto psicosocial de la epidemia en la población.
Es importante desarrollar programas que amparen a estos grupos. Por otro lado, llama la
atención que los jóvenes manifiestan mayor estrés que las personas mayores. Esto puede
deberse a múltiples factores que se deberían investigar, pero se apunta a que ante la situación
es clave crear programas, tanto de apoyo académico, como de apoyo psicológico, para que
ellos se fundamenten en una información real y esclarecedora sobre esta pandemia. También,
sería muy conveniente analizar el contenido que están recibiendo desde las redes sociales y
ayudarles a trabajar las competencias necesarias para poder filtrarlos. En suma, en esta
situación de confinamiento sin precedentes para la población es muy importante atender a los
factores psicológicos de la ciudadanía.
El analizar los efectos que produjo la crisis del COVID-19 en la salud de las personas ayuda
a generar iniciativas sociales y sanitarias de tratamiento para prevenir y paliar los efectos
psicosociales de la pandemia. De ello depende que la sociedad avance y salga fortalecida.
Esta investigación ofrece un punto de partida interesante que ha de ser seguido en este largo
proceso que tenemos por delante.
En conclusión, las pandemias suelen traer consigo la necesidad imperiosa de lidiar con sus
manifestaciones y secuelas, las cuales suelen estar inmersas en incertidumbre y ponen de
manifiesto la fragilidad de nuestro entorno y la vida. No es de sorprendernos que, ante este
escenario, la salud mental de una parte sustancial de la población sea impactada de manera
negativa. La literatura apoya esta noción. Nos toca, pues, a cada uno de nosotros, ser
responsables con nuestro autocuidado, tener una vida con propósito y sentido, y escudriñar
con vehemencia dónde podemos seguir encontrando bienestar y satisfacción en un planeta
lleno de sorpresas, algunas agradables y otras que nos saturan de retos y oportunidades.
Referencias Bibliográficas: