Diges (2016) - Testigos Sospechosos y Recuerdos Falsos (Libro)
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Diges (2016) - Testigos Sospechosos y Recuerdos Falsos (Libro)
l, I ',,,: rSon rcalinette inevitables los errores judicieles?: Juan José Ló-
. \_,.
!,n .................... 13
llr'el,lqm¿ 21,
r sLrgestióq en la identificación en rueda 25
. I'resenr¿ción de l¿ rued¿.............. 29
. Selección de los distractores................ 31
.1¡ge'rion en l¿r decl¿r¡. iones..... 32
i r cliferencias individuales ante la sugestión 35
puede evitar o minimizar la sugestión?.... 38
. L.l prrmera declar¿ción............. 38
Las declaraciones posteriores.................. 40
Parte I
MEMORIA DE CARAS
I 47
I p.rpel del psicólogo forense experimental....,....,,..,.................. 4t)
rr lcruación del experto elr el juicio.... -52
ic*os de la inte¡ve¡.ió,, ......................:::::::::.:::.:......,.....:::::.:::. 57
ll.\r iune¡ de debate .................... 6l
¡ )tiN I ll,rcAcróN DE ?ERSoNAS ?oR PARTE DE TESTIcos y vÍcTIMAs: ME-
I
^ rll,As l)lt IA4i,ARCIAIIDAD..,..,,...........,........ 67
l. lrt¡ocltrccicin....... 67
J I .r irrvc;tig"rcicin en p'icología del resrimonio.........
I Lr irlcnrific.rcicin de personas............. 71
4. lmparcialidad en Ias ruedas de idenrificación......................,..,.... 76 Partc lll
5. Priucipios de imparcialidad en la composición de las ruedas....... 80 o.¡.ItAS APLICA(]IONI"]S DE I.A PSICOI,OGÍA DEL TESTIMONIO
6. Indices de imparciaIidad.................... 8Z
6.1. Indices de tamaño de la rueda. 83 11. Asl,r'(ros psrcolóctcos r)E t-A coNFEslóN...... 203
6.2. Índices de sesgo del acusado............. 85 l. l,l importancia de la confesión ............ ZO3
7. Conclusiones ..... 86 2. ll.cglas de admisión de la prueba de confesión...........'..'....'......... 206
2.1. Estatus actu¡I.. 2o7
J. Condiciones de la detención............ zo9
parte [l .1.l. El ambiente físico del interrogarcrrio z1,o
MEMORIA DE SUCESOS .1.2. Ansiedad y miedo durante el inter¡ogatorio ................... ..
211
4. 'f¿cnicas de interrogatorio: los manuales y la práctica policial....... 214
4. ¿SE PUEDEN AL]'ERAR o INVENTAR Los REcuERDos¡ .............,.,,,............ 91, 4.1. La entrevista previa: detectar la menti¡a............................. 216
1. Mernorias reprimidas................. 92 4.1.1. Evaluación de la conducta verbal 218
z. Memorias "de /¿sá" 94 4.1.2. Evaluación de la conducta paralingüística................. 219
3. Recuerdos falsos y d;rtor,iorrao. ..........::::..........:.:..:.:::.::::::::...: 98 4.1.3. Evaluación de la corducta no verbaI.....................,.. 220
3.l. Casos reale\...................... 98 4.2. Los ¡ueve «pasos» para un i¡teüogatorio eficaz.................. 221
3.2. Datos experimentales sobre implantación y distorsión de re- 4..3. La práctica policial ..............."'.'..... 229
cuerdos................... 102 5. Las características del sospechoso..,,., 230
¿1. La gravedad de las alteraciones del recuerdo..............,.,.,,,.......... 108 6. Validez de la prueba de confesió¡..,.' 2j4
6.1. Estudios de confesiones falsas......... 235
-5. Er. n¡.ECTo DE TNFoRMAOóN ENGAñoSA .. 113 6.2. Tipos de confesión falsa y explicaciones psicológicas.......... 237
1. lll paradigma experirnental estándar' .. 115
7. Conclusiones ..... 241
11
10
I
I, I.]I, PT{OB]-EIIA
21
ver¡los difereoles i1nlclL17ils.1 cs¡ cor-r'(sfi()Il(lcraiil )', l)()r t¡rlt(), (li1(t( tllrs ¡, rr r ,l, rlrrrit.rr r1'oro'os. Y, rro cuhc rltrrla, l.r crl,rrl y ll prricticl nre
fuentes cle error. ,r rLr. lro rrrrlsurrs h.rhili,:l¡clcs ¡ura cngañ:rri.
-Ln rérr¡inos ¡icncr¡]cs )'! por tetlto, exageredos, krs juristrts vetl rrntc It,.,,1i l,r ¡sicologíu rlel tcstinronio, como tpLlntábames, vcmos otras
nazrrclrr esa corresponclcncie ¡ror la intencitir clrLc pucdl tc¡er el festigo cle 1,,,, I r/ r! | l,r eorlcsponclcnci:r tcstinronio rc:ilidacl, ltasánclorros cn lo quc
ejustarse o uo rr Lrr vcrdadL. Ll ¡rsicr-rlogía tlel tesrimo¡rio, en carnbio, st- ,, L,,L nr(¡! sobrc el fr¡ncion¡nricnto dc la mcmoria, La primera de ellas,
r
tír¡ el foco sobre lo clifícil clc l¡ tarc¿ dc record:rr y la fr-egilidacl de la L,'l,, r,,rrprcndcr,cscloLuickt o la degradación que sufre la memori.r
trlemorirl. ,,r ,l l,.rs1, rlr'l tir:nrpo. No sc tlata solo de quc olvidcmos ¡nás a mcdid:r
Vavruuos por prrrtcs. tll tcstimotrio puede ser dc libcr¿rd¡¡rcnte ittfiel ¿l I l, r...r rr;is ticnrpo; cle hccho, cl olvido mayor se prclduce en las horas o
recrrerclo cle 1o que el restigo percibió; el testigo. o lr víctime, pttecle ruer- ,l , , rrrlrli;rlos ¡l succso, micntras quc dcspués la pérdida de recuerdo es
,l¡ e¡r todo (o sea, itrvertar,rlgo c¡rtc rto ha suceclido) o ctr:rlgunl prttte ,, I rr.r. I'cr() cs cluc,:rdcrnás, c] oLvido no ¿rfecta ¿r todo el suceso por
(por ejemplo, quiétt llcvabl utr:rt-tr.r o cuá1 de k¡s intcrlocttto¡es comertrL; , , r rrltlirl¡ quc pasa r:l tiempo, el ¡ecue¡do cs m:is urcdondo",v mis
le cliscusrón) cuirndo rel¡rt¡rn los hcchos. l,anrentatrlcnrcnrc, le Psicología no ,'l ,, rtr'. sc vrln pcldicndo los detalles menos consiste¡tes con el esque-
clispone de ningírr-r insrrun¡ento cicntífico clue pertrit:r disringuir entre la , r, r.rl c incluso sc puedcn añadir datos que encajan en La idea general
vcrclacl y la mentira mejor: de lo cluc lo haccn el sentidc¡ cotrrÍtn v h l(rgtc.t l r t,r)r' lcr)í¡ una mirada especiaL, arnenazadora), pero que no fueron
(o cl jucz, el fiscrl o el letr¡do dc la c{cfcnsa). Y no esquc lr PsicoLogía no 1, 1,r,1,,s ( lirckey y Brewer, 2003). De manera que simplemerte el paso
Io havl inteltado, pero los csfucrzos cle nuchos equipos cle investigaciórt I r, rrr¡,o y¡ srlporlc una fuente de degradación y cortamin¿rcióo del
cn trxlr¡ cl mu¡r1o no h;rn d,rclo rcsult¿dos h¿stlt ahora. I-r nrcntira cs esen- y rro sicmpre es posible neutralizarla: mientras que a menudo
ci:rlmcntc una cuestiól c]e in¡enciítn (dc engeitu) y llrs intctrciones son , ,,,,,ir l¡r'tquntar con cierta rapidez al testigo o víctima por los hechos
merrt:rlcs, no sc pueclen ver. Algttnos picnsan, sin enbargo, que cs:t inten- , , r,, L.r,los, el oc¿lsio[es es la propia víctima la que se mantiene inde-
cirin se puetle infetir a través dc:rlgunos signos externos. Pcrc¡ ui l¿r c¿ra , ,.,,1,r, sr rlcnunciaronoel hccho, y esa indecisión p rolonga la derr ora
(ruborizarsc, prrlirlecer, tnirar a los ojos o no, rnirar a izquicrd:r o dcrecha, ,,, l, ,lrrr. podcmos pedir su declaración,
corr¡o errtine¡¡rente afiltna La progrenracitin neurolingiiístic¿), ni los !!es- \,1, rrr,ls dc este efecto de deterioro, el paso del riempo es a la vez el
tos dc mrnos, pies o la posturl del cucrpo cn general; ni, desde lr.rcgo, los ,
' r l, ¡ l¡¡rrr otra amenaza a la correspondenci¿r testimonio-realidad,
clatos fisiolrigicos clue proporciona el polígr:rfo, son iuclicadores li¿rblcs
' ' .1.,' LIL: sr.r.gestión, el efecto que pueden tener algunas preguntás que
prr:r clisringuir más ¡llá del -50 0/o (el nivcl de ezer) erltre verd¡d -"- ¡ucntir.r. , ,,1 r, rLrr¡ rcspuesta determinada y puedel cambiar el recuerdo del testi-
Solo ei en:ilisis clel conteniclo de la declarecirin rñade un poco tnás dc prc- ,, I r,,,rc c¡so, el testjgo podría llegar a contar algo que no ha sucediclo,
cisión en la discriminacitin, seg(tn el rneraanálisis de L)el'auio e¿ ¿1. (200.1), r', , r rrrenciól de engaílar, corno se mostrará en el sigrliente apartado.
que inclrrye todr¡s krs estuclios experitnentalcs puhlicarios h¿sta enlonccs. r 1,,,r ciemo, las preguntas sugestivits están prohibidas por muchos
lnclusr¡ cr-r estos cilsos es preciso rcsllrar que algttttos elenrcntos dcl r , r. ¡rrrlicielcs. El caso que conozco más de cerca, la Ley de Enjuicie-
an:ilisjs cle contcnidos de l¿ ileclar¿ción consiguen discriminar errtre pro- ,,, 'i,, t linrin¿rl espaúoia (I-ECrim, en adelante), prohíbe la formulación
meclios de verdadcs y rrrentiras, pero no pcrnritcn decidir si una decl¿rrr l, I r, rilrrtirs sugestivas tanto al procesaclo (art. 389 LECrim) como a los
ción cotrcret¡ cs vcrclacl o mentiral. Y quizris tampoco deba resultarnos , ir ¡, (.u Is.436 y,139), así como tampoco acepte las pregufltas capci(,
t¡n r:rtraña esta dificultad. L¡ mentira, er) urtestras socicd¿des! se apren ,,,,,,.rrtiv¿s, nilas quevayan acompañadasde engaño oámenazas4.
dc b¡stante teÍnpr¿no cn el desar¡ollo: los niños aprenclen mu,v prorrto
l¡ utilicl¡d dc'l;r r¡ertira p:rra eludir un c¿rstigo ("Vr no he 5ido") y tam
bién sc les acliestr¿r en cl cjcrcicio de l¿ ocultacií¡n clc aigunas verdrdes, I r ) , , .,,estl(i¡1 difcrcntc cs si a los niñcis se les detecra antes (que a los edultos)
.! ¡ , ¡rrcni pues es cierto que no Lr hecen t¡n bien conro ¡osotros. Un clásico cs
'r
,,,, niñoqLrc,conl¡carryl¡s¡ranos¡r¿nchadestlechocol.rte,dice:.Yonohe
l. lle hecho. lt» psicólogos,.lcl ti.'srinr,rnio rccibinros ¡ mcnu¡l¡, cr¡¡sult.rs sobre l.r po- I ' ( ) un .aso rerl qu€ vimos durr¡te la exploraciór de un supuesto rbuso scxual
sibiliJ.rd cle rlctect¡r L¡ r¡rc¡tir.r en un¡ decl¡r¡cii,n r, hmcr¡tablemcnre. Jebcrnr¡s dcclirr,rr ,,r,,r,r contaba quc por l¡s ¡ochcs le Llevab¿n a una cas¡ negra, donde le ap.rga
nLrcstr¡ ¡.arricip.rciír¡ en esos clsos, pncsto que no poclerrxrs.rporrrrr infon¡¡¿cirirr científi I, , , I ll,)\(nlosbr.rzos(smdej.rrseñelesvisibles)Ilee¡1señ¡barcosaslluyln¿l¿scomo
..ünelrtc v.ilid¡. ,,, , , ,,,¡,os y dc bo1is,.
2. Dc eurlquicr modo, r s.rl,icurlo quc,rlgunos psicólogos lfinl¡n qLrc pueclen dis I ,', l)rocedirlientos reglxdor de algunos ptríses pcruritcn la fomrLrlación dc pre
rin:juir cu:i¡rdo orier.e r¡¡ tcstiso, lo ,rtás scrrsr«r pucdc scr pcilirlrs l.r bibLogratí.r y Los es- , ,r,Lir,rsc¡cl contraürrcrrogatolic,, pero. co¡¡o vcremos m¿is ¡del;rnre, el inp;rc
nrtlios cmpíricos publicrdos cn los qrrL: sc b.rsrn par.r hrcer trl .rfirnr.rcirirr. os es ¡ríñinro
22 23
Podemos suponer que esas precauciones a la hora de tomar declaración a l)rr l¡o rlc ot¡o rrrorkr, l.r sugcstirirt cs nr:ls cficaz cu¡ntlt¡ l¡ tnenrori¡ cs
procesado y testigos pretenden que esa declaración se dé libremente, que ¡r,,1'rr', ¡rrrl l¡ poeil ()portuni(l¡tl tlc vcr los hcchos (por estar a nrr¡cha dis-
la persona no declare en determinado sentido inclucida por la forma de r,llr( r.r, ( sc.lscz dc luz, o ¡rurlr distr:rcción), cuand<l el recuerdo pierdc pre-
pfeguntar. , r,,r,,rr se emplean pregllntas sugcstivas
lr,rI cl ¡r:rso clcl ticnrpo, y culnd<t
Sin embargo, parece que desde esta perspectiva se cree, de modo 1,.ll,r l()nlir¡-(lcclaración ¡
los tcstigos y víctimas. El resultado, como vere-
implícito, que la pregunta modifica la respuesta dcl testigo (algo rnuy irn- r rr, , , ,r 1,, lrrrgo clel textoJ cs qLre uná dcclaración puede cambiar para sienr-
portante, soble todo si queda constancia por escrito o en una grabación l,r' ! ronrpcr lir correspondencia cntre el testimonio y la realidad qr"re
mecánica), pero que la pregunta sugestiva so/o cambia la respuesta en lo ,llIi rl' rrl)r'csentar, rebajlndo e incluso anulando su valor como prucba,
superficial, la emisión oral, de manera que el testigo podría más tarde
¡ectificar lo sugerido y volver al relato de su percepción original. Dicho
de oÍa manera, la pregunta sugestiva llevaría a contradicciones entre ,], LA SUCESTIÓN EN LA IDT]NTIFICACIÓN F-N RUEDA
no parecía capaz de comprimirlas en hechos significativos, lo que alar- lr¡ r,, rrr ( ( n l<rs aspectos mís dinámicos de la obtención de la prueba de
gaba la rememoración hasta impedirle percibir e[ presentes. t,l, lrrlr,,rririn en rueda, Para empezar, en los manuales jurídicos o poli-
r rl' , ¡,, ( \isten indicaciones precisás acerca de qué debe decirse ill testi-
Si la percepción se construye, no cabe dudar del carácter recorstruc- '
tivo de la memo¡ia, que es précisamente el que pron.rueve los efectos de ¡,, , r,rrrr l, ¡cude a ver la ruech y, cuando se les llama, muchos testigos
sugestión. Como veremos con amplitud a lo largo de este texto, la suges- l,r, rrr.rlr rIrr ll justicia ya disporle de algún indicio o prueb:r sobre utr sos-
tión nodifica los contenidos de la menroria en función de: ¡,, , lr, ' .,, , ll ¡rarticular, de manera que su tarea en la rueda serí¡ de tnera
| ,,r | ¡,l,i,r,r( i(in de esas pruebas previas. Sin embargo, la verc{ad es tnuy
1) la calidad inicial de la representación de memoria,
,lr ,r,r,r r, l,Ucs lo más frecuente es que aún no se disponga de otras prue-
2) el paso del tiempo, l, r., u,r r, lr, sc pide a la víctima o al testigo que trate de identificar irl autor
.3) Ias preguntas sugestivas. ,1, L l, lrr, ,. lrrr csa situación, el testigo mira la rueda con la creencia de que
r r l, rr l,r rrchrs contra uno de sus componentes e intenta señalar al que...
,r. /, ', ' lr' .ll¡r con su memoria. Esta tendencia se d enomina juicio relatiuo,
5. lanrbién desde la ficción, Javier N'farías ha descrito el horror que podría supo-
ner rrrr recr¡crdo de ese tipo, en su cuento Caando fui nrcrtal \1993): "Todo es concreto
y es excesivo, y cs un tormento sufri¡ e1filo de las repcriciones, porque la maldición con-
sisre en rccord¡rlo ¿odo, los minutos de cada hora de cada día vivido, los de tedio y los de ,, I r, I.rr1)s ¡p¡rre cl hecho dc quc la lcy española, a dife¡enci¡ de or«rs países dc
trahajo y krs cle alcgría, los de estudio y pesadunrbre y abyección y su€ño, y también tos ,,,,, r,, , ,r ,,r,r,,, tlict,L clLre l.r prucb.r no cs polici:rl, sino pdicial: se realiza en presencia clel
de cspcrrr, qLre hrercn la mayor parte». ¡rr, . ,1, .rr , t rln, v rcquicrc l.r presencia del letrado de La defensa.
24 z5
por oposició¡ al juicirt absoltrto qrte sc ctttplta crLtllclo llos ¡ri,lt rr tlc.r,lrr , , , , l
, , ,, , , , , i I { l,r ir[ ¡trlli,rci,]rr (lc ün lcstlg() se r[l¡e .t sL¡
l r rr r , ,
.. I I r
si Lltt¿l car¿ cs o no Ia qtte hemos visto ilrlles. Al l¡:rsrrrsc ctt l¡ n itl IL ii ) I t' l,l ' , ,¡ , ,,,r r ,,.r rlr,,rrr r,l, l.rs r.rzorcs t¡rrr'hr'nros sciillado, ¡ttrcdc ser
tivo, e1 testigo identifica al quc mcjor eircrrja coll su ntctlt()ri¡, ll .¡trc ttr.r" ,,rrl, r,,r,l,rcn l.r vi.l;r rr'.r1. l'clo cs cl ¡risnro ¡rtoblenr:t clue se
se parece al autor,,:le entre todos los componentes clc la rttecla, lslrtltictl rr, , . r,,r l, r .r l cl conocinricnkr tlc u ne persotril a pxrtir de sLr
¡,r,lr rr
do que el autor cs uno de ellos (pucsto que, segíllr srlponc, vr1 hay prLrcb,ts . I, ! rrr.r |rü(l),1 (lc liPolcsr. Lin csls prucbes de rccotrocimiento,
que lo incriminan). L)e manera quc si solo ur-ro tle los nric¡ubros clc l¡t r j,Lri . r, l.r |rfs()rrrl tlttc sc cxrrnrina, pucdc saber por su estuclio
meda es.el quc más se parecc al autot,, ese será seña]ado. r r' I r r.rl¡utstrr c()rrcctir il bu('na parte de 1as preguntas. I'ero
Hace ya nr:is dc veinte años, (iery Wells ( 1993) publicaba utl ilttíctrl() ',.1 1,, r',,,rr,r rrrs¡l¡r bicn lalcs¡rncsta,olamemoriadelot-iginal
sc[iinal sobre cstc telne. Plallte:lba cntonces qtte si lrls Psicrilogos stllllos l.r l,r rr.r tlc lcturr cs rluy distinte. Su¡rongamos clue la pre-
rnuy cuidaclosos a le hor¡ cle extt¡cr conclusiores rr partir clc nuesttt¡s ex I t,tl tlt t'stt)s tutittttlt:s nt¡ enite tingún scnitb:'Si el cxa¡rin¿-
perimentos (sobrc merloria de rcconocimiento, por cjcmp[o), clebet íemos r I . ,1, ., r rl.utrlo l.t rlte rnativa d, ipodemos conclitir sin mlis que
acloptar esta rctitucl metodolírgic:r en la ruecla de identificación, clondc flrL( nl() prrvio correcto sobre ello? 'l ai vez ntrestr¿ conclu-
ct sospechoso sc jucga mucho m:is c¡rte el cienríficr¡ cuanclo tealiz¿r ttn , 1L it rlr sr cr¡nr¡ciór:rmos círmo sc fornuió la pregunta y cuáles
choso, aunque solr podrá hace¡k¡ si él nris¡no lo s¡l¡e7. |¡fiur l,r ¡xrrtrrra, ctc.) que a continuación se liberaban, indicando que esa era la cif¡a
I "' ,,, ,.,,,,I.nto de Hans tue objero de una investigación muy rigurosa para la
I 1,, , , , !uy¿) (tre lo úrnico que afectaba a su conocimiento metemático era
'rrL
Z Anrcs dc quc se demostr.rr¡ con hLrn¡nos cste erccto, ya cr e con,¡cida l¡ his¡i,ri r ,, r 1, , 1¡,rrt.r supiera la respuestr. Si le persona no conocía la respuestr, c1
de iI¡¡s, un c¡b.rllo inteligentc, qLrc s.rbi.r ¡ritnri¡ica, c i¡clu§o deci¡ l¡ hr¡ra A prirrcrpr'* ,
,¡,,,,,,1,.1. t )(lr í¡ .lccirsc qLr e este hallazgo es el precursor del *o del dable ¿ie-
dcl siglo xx, su ducño lo prcsentebr dcntro c[: un eqrecrlcLrlo crr cl que el público le ft»- ' ,,,, *1, rlr.r. r.rnro cn I)sicologir couro cn l\lcdicin¡t ¡rir t.rrdc. ¡rnrl¡ión
rrrLrlebr prrgrrrrns sobrc :rritn¡ticx (,¿(hinro s(m trts por cirrco?,). El cabrllo daba golpes .r I . k itr,,, .,¡n,) s,¡sicrc vells (199 t).
cr» l.r para hrsta llcgar a l¡ cifr¡ co¡rect¡, dr¡nde p.rr.rb.r' Al parcccr, le expLc.rcrrln es quc ,r ,- l,r rric sLrpc¡nrr que L,Lren.r p.rtecle los Lecrores uo srl¡i¡¡ l¡ res
I l¡ns !, r muy re.eptivo a lxs scñules lro verüalcs quc cnrirí.r su dueño (r tanrbié¡ cl públi . l' ,rs rlft r:r 1:r srrhí:rn. rucsrr¡s,lisculp,rs.
z6 27
ginal, esto nos permite desechar la hipótesis de que Ia respuesta del ,¡
'' r .r lr¡,otlsir Llr'(ll( ( l s()\l)c.ll()s() (,: cl .ll¡lor rlt'l clclito.
l,
tigo se deba a la deducción. LL,l,, ,\ lir.rrrr l(. ¡rlt(,stt'rl l.r lrtorr'¡lÍ¡ tjcl sospcchoso, y lcr
Asimismo, si se garantiza que ninguno de los que estaban c<¡n el , , .rLrr.r. \ l lcr rrr,r¡t lc crrren¡ l.r iotogrrrií:r ,.icl sospccho
go, cuando este se enfrentó a la rueda, sabía quién era elsospechoso r I r 1,,¡r,rir,rlr,l\ rlc ¡rrcvc ¡rrrsonas rniis, tltte enc:rjan crr Iir des
cedimiento de do&le ciego), pod,emos descartar que se le haya dado ,1,,1 r rr, r.rlrrrcrrtr'por cl rcstigo, v lc prcgunta si entrc ellas está
guna indicación inadvertidamente. En la meclida en que el '1, Li lrr,,, r l ls
rrsí. rluc señrrlc cuál cs.
parl llcvar a c¿bo la rucda disnrinuya esos riesgos (de qLrc la ll L, { ,lr , ,l
r,,sPt,ell0so cs cl eutor. no podcntos cst¡r scgll
del testigo se deba a la deducción, la adivinación, la sugcstjírn), 1r , ( ,,1)r¡( slir st clcb¡ ¡ su nrcmoria, pr¡esto que no sc puede
realmente estamos incrementando es la probabilidad de que la ,lll'' \ll i(lcllrilicxciórr se deba a la conjetura, a procesos deducti-
del testigo solo esté determinada por su memoria, lo que le daría un I r llr rl nr i;r tlel invcstigador. Por el contrario, si Hermione seña-
yor valor diagnóstico sobre Ia culpabilidad del sospechoso. l,,r(lrÍilI()s concluir c¡Lrc es difícil quc lo haya señalado
Al igual ,:¡Lre en un experimcnto, el diseño clc la rued¡ cstar¿'r ,lr, .' l,,tolirrlirrs pot rclivinacirin o dec{Lrcci(¡n. La estructura de
minado a obtencr todos los controles necesa¡ios que permitan con, , rir, ,, \ ,r,ru¡rosiciril) nos permitiríln descartar csas hipó
que Ios resultados de una identificación positiva (el testigo seírala al ,,,,,,.'. r l.r r r.sPr¡L\rrr dc idcrrtificacitin. SiD embargo, cstos an
pechoso) se deben única y exclusivamente a que el sospechoso es el t,¡trrlritlrr r.irrc las pruebas de idenrificación son imperfectas
clel deli«r. Así. la selección clc los ucebos" o distractores dc la rueda l,r r, lr,rs lorcttscs) y no dctcrminan si el sospechoso es culpa
cotrposicir'rn), igLral r¡uc su núrnrcro, sc»r un hornólogo dc la sclccci
material de prueba que se presenta ¿ un participante en un rrrtrrrr:r líncrr, Vells (1993) hace hincapié en que e l medio
de memoria. lt tru'l » itrfttmdcirir del testigo es extremar el control en
La forma de eyaluar la composición de la rueda consiste en r, , ,l¡ Lr lrrr.rlrr. Y la mejor información del testigo es preci
tar esa misma rueda ¿ un grupo de testigos usimulados" a los que rr ',¡r¡¡1 ''1,¡ (.1" irlcntificacirin positiva si el autor del delito está
les proporciona la clescripción inicial del testigo real sobre cl autor r rr,,l.r, \ rrrr:r rcspuestir dc no identificación cuando cl auto¡
delito. Si estos testigos simulados señalan al sospechoso con ¡rucha , lr,,,fürrlr¡srr nrcr¡or-ilclcl¡c¡rlrcleesapersorrlnoes
frecuencia que a los otros miembros de [a rueda (distractores o ce r, rlrz,r idcnrific¡cirin. F,sto nos lleva directanrcnte a la
l,r
significa que la identificación no depende de la memoria del testigo, ,,r , ,,
¡r,,.ilrlc cntonces evitar los errores de identificación, los
de un error en la composición clc l¿r rueda: solo el sospechoso se aj ,l¡, u l,rorlLrccu cllrndo el testi¡1o señala a[ sospechoso,
a esr clescripci(rn y el resto dc micnrbros dc l¡ rueda no son clcgib , , l rri.r' rtrrl dcl clelito, lo que técnicamente denominamos
desclt¡t¿ru.
Los sistemas de loble ciego qte a menudo se emplean en la .l,rrcmos unas indicaciones sobre esos errores, como
ción de experimentos, o la garantía de que las instrucciones del r 1,,,,,1,,s,.1¡rítulos r¡ue \¡ienen x contiouación, que tratan
mentldor no conticnen ninguna indic:rción sobre su hipótesis, ti , ,,rr, r r.l.¡s sobrc el trabajo de los psicólogos forenses expe-
parllelo en un¡ rucda ile identificrcir'¡n cu¡nclo la person¿r (luc ,l L, ¡,.r l,r iclentificrciri¡rll)
presentación d€ la rueda no sabe quién es el sospechoso, y da al
instrucciones no sesgadas sobre la tarea (.,E1 que [e atacó a usted
estdr o no en la rueda").
Por supuesto, el paralelismo experimento-rueda no se mantiene l,,r tlc rccon ocir¡r ic nto rc'rrlizrrda cn cl l:rbora
do se considera el tamaño de la muestra, que en una rueda real a ,l, ,listractores y sospechosos en una mcclir pue-
se reduce a un solo testigo. Pero ello es tambiéu un ayiso sobre las
siones permisibles a partir de sus resultados: ihasta qué punto la I ¡ , ,,. ,.,1t'\ ,r()\trlilx por l:r ON(J lJroyrcrc Inocencir, los d¡tos
' ,.,,1'rc
ta positiva de un único testigo nos permite concluir que el ecr¡roci¡ricnto
¡ identificación de caras, nos indican que
e
r,n lrrs rrrc¡rres condiciones, es muy elevada: en torno al50%r, se-
cl autor del deli«r? Un ejemplo de Cutler y Kovera (20i0) ayuda a , lr,, {1110()).
con rnirs clarid¡d, Supongarnos qllc tcnenlos il dos testigos de un . , ,,,¡,1, r,, r ,rctu,rliz.rJo en es¡rriol «,hrc la prLreh.r c[, idcntili-
Flelry y Hermir»rc. Ll investigaclor clcl caso ticne un sospechoso y ' 1, , / \lr.r (lo1:l).
28 29
último lesultado no
cle hacerse cle fc¡rma sJrrultincl, cu,rndo todos pcr-!¡rilrrcccr) ¡ l¡ vcz.t
sccucnt:ial (Linrls.ry' r
,'L,rr( n( (( lll , r \ l', rrr,,,l, l')Sli).
la vista <1ei testigo, o bien dc uno cn uno, esto es,
Vells, 19 flS ).
En ofras ocasior)es, la selecci(rn clc une altetn¿Ltivrt se proclLtcc porc¡lte
,, 1,,, t,,tt ,l, lt¡s tlislntt tt¡rts
es la quc rnás se parece de toclas a Io clnc sc rccuercla de1 otiginal. F-n cstos
¡, rrrl,, i, sc Ir o|onctl lln¡ s.rit dc
l rccolllcndaciones sobre la coln
casos, lo que estantos lr¿aiendo es un /uicio relatiuo. p.l,es seleccio¡t¿mos l¡
I
' su imparcialidad Algunas
mejor alterfl¿rtrva de entre todes ]es presentes. ,irii,,i .1. to .u.¿" .ncaminadas a garantizar
blc m:is rlue los otros, y ese será cl sciralaclo por el testigo.
1,, r l')li i) seitalaban dos prit.tcipios de imparcialidad: 1) un número
El cfccto,:le los juicios relativos cs t¡n potcnte que ni sicluiera haccr
,,t ,LrL, (lc conlporentes que ¿segr.ue una probabiljdád pe'lueña de se
,l ,' r Lrr i,,,,cenie po. nzai y 2) que elsospechoso no sea diferente.del
not:rr rl tcstigo rlue el culpable pu¿de estdr o zo cn L¡ ruecla (lo que téc- '
nicrmente se conoce corro instrucciones ¡x¡ sesgddas\t), es suficicntc pera
,, r,,,1, l.s cornponentes de le rueda, quc no se dé el usesgo del acusado"'
lnularkr por completo. Pues bien. ll ¡rcscnrecirirr secuenci:rl de la rucda
\l ¡,,,sruler que el sospechoso no debe ser diferente de los cebos, se
l, , ,,i,,1,, ¡ tonrar al sospichoso cono el punto de referencia en la colls
sc ha revclaclo conro urra blrel¿ estrltcgi,r para Jlevar al testigo a que cern
tlr la ruecla, cuando en realidad el punto de refererrcia debe ser
bic cl proceso de juicro relativo por u¡ro dc carácter ebsoluto, c'sto es, il ',| \ ,l ,,,rr
) tl\ ¡l)tt inicial del autor t¡le dio el testigo Y es a esa descripción
a l:r
c¡ue evelúe ei plrecrdo de cada componentc cle la ruccla cort su mcmorir,
y dccicla si el parecrtlo es suficiei¡tc como para iclentificrrrlo. En estc ceso,
.t'
' r, .'r,.rltr.t¡r.e lo. di'tr¡clot'e'.
l',,, ,,r«i iado, uua de las recomendaciones rnás ampliamente asunri
cltla componente de la nreda sc prcscnt¡r:¡ l¡ viste deltestigo por scpa
, Lr, los cebos no deben dilcrencilrse del sospcchoso cn clranto :1
reckr y cste tlebe deciclir si es o no el ¿rutor. Tanto si clice rlue sí cono si
clicc cluc no, se le ¡rresent:r el resto de los courpooeutes p:rta que enrit-r
I rl rii, cstlltus sr¡cial y otres cer¡cterísticas superficiales f)e nttevo,
.rr jrri. i,, ,,'l'rc e.t,l.r uro ,.le rll,,.r'. , r i , )lrlcndación atrae l:1 etenciór-) hacia el sospechoso coDlo pllllto
,
30
il
I
cede, en cambio, con la selección a partir de la descripción del culpable, ,,,,,,1,,1,1' r , rr l , r rrr t
'
l It ( l¡l)( l.l(l.l \('(()llll)(ll\.1 ir rtr lt vettlltj:r Je srt
r ¡ r, l
pues Ia mayor parte de los testigos describen con pocos rasgos la apa- , ,,',r,1 , rr ,l ,, rrtr,l,r,l, ,¡rr, l,t. irtt¡t¡tir¡tles,, crr,rrcs tic cotllisititt solt
riencia del autor del delito y esos rasgos suelen ser muy generales, En ,,,,, I, ,lrL(r, Irl(\(l ,,ltLrs. l')7').1).
realidad, los uclones" del sospechoso coincidirían en los rasgos dados en t,, ,r,, .r,lr,., rr rrr,t rrrvtsttq¡citirt ptllici.ll o irrclicilll, rot{os c<¡ilicidi-
la descripcitin del testigo, pero además serían todos parecidos en otros ',r ,tLl ,l rcl.rt'r lihrt rlttt l-rto¡rorciottrr el tcstigo o víctinlir es ilrsrrfi-
rasgos no dados en la descripción y que no tienen por qué coincidir con tr/rlrrr,\ ttr'ar\rll'i() c()nlcn7¿r cr)ll lls pregunt¿s pirr¡ consegrtir
los del autor real del delito. ¡ ,. . I r' r rr¡, r,'. uuJc ltl.is (le lo quc hrrbíl cotrtatlo ilticialrnctltc Algunas
Así pues, tanto la p¡esenración de la rueda c<¡mo la selección de los | ¡ , r
',,,r ., 'rl rrrrtl' .t.lectt¡,.1¡s Pi¡t:r collScgtlir cse objetivo, ¡ltlcs
centran
distractores plra acompañar al sospechoso son fuentes potenciales de ,1 r' ,, , r r r lrr¡rrlo.lc l¡ ¡,.:cititt y le pidcn qtle cuelltr algo tniis dc lct
que estuvie-
sugestión, que han llevado a los psicólogos del testimonio a proponer r ,lr, lr,, ¡,r r,, sitt sugcrir nrrdl ("Hábleme cle otros vehículos
modos alternativos de poner a prueba la mcmo¡ia de los testigos sin ,,r t)or ejenplo,
r I r \ r.,l,r ', por un accidente).
eienplo, en el caso de ul,l Hay una vertaja
ventaja
contaminarla, como las instrucciones no sesgadas y el uso de ruedas se- r ,ll l.!s l)rlllutltas s<¡bre el recuerdo litrrc en la recuPeracióÍl del ma-
cuencialesl4. r. rl. I'r, \ sc consigue rebiriirr el número dc r¡misiones (Thomson y Tul-
rr
rrrt1, lir 'li lulving, t985¡, perc hay también un riesgo importante, el au-
¡r, rrt,, ,ll lr¡r errores de comisión (LQftus, 1979a\.Y probablemente este
3. LA SUGESTIÓN EN TAS DECI,ARACIONES ,l ,, Irtrr()rrltilsgrllvc.ptlesprterlccttllclttcirI11itllcstigltcilitlporLln
, ,, ,¡rrivocado, miintras que las omisiones simplemente dejan abier-
La exactitud del testigo no se limita a su actuación en la identificación. De ., .rnr( r'() rleyor
nr¡vor de hipótesis.
hioótesis.
hecho, siempre que la identidad del autor de un suceso es conocida, y eso I rr l.r t ic nrpos en que la recogida, matripulación y análisis de las prue-
sucede muy a menudo, el interés se concentra en la narración que hace el l',rr tr,,r, .r\ \( lr,rce de modo científico y riguroso en la investigación de los
testigo sobre lo que ha visto, esto es, su declaración. La declaración, por 1r,,,,, rrntr¡sta el hecho de que una de las pruebas m¿is importantes y
'1,
tanto, no es más que el relato cle lo que el testigo recuerda acerca del su- rrr,l', lr,r¡irlr.s, cono las prttebas que proceden de Ia memoriir de los tesri-
ceso. Desde este punto de vista, la declaración se evalúa en términos de y
ll' ',, ,( nrirreielr con tanto descuido se contaminen
de unil nlanera que
cantidad y calidad de la información recuperada. Siendo ambas cualida- r t r rrr.rt e¡rtable en el caso de las pruebas físicas. Y esto
es ¿sí a pesar de
des de gran importancia en la investigación de los hechos, al mismo tiem-
' ( ,,rr(l hcrros señalado, los procedimicntos criminales indican de qué
'¡r, ,
po están en continua contradicción: un testigo que proporciona un relato l,,r rrr,r lr,r y que preguntar al testigo y qué Prcguntas no se Pueden hacer
escueto sobre lo que vio, probablemente no cometa errores, pero su in- Ir r¡, ro\.rs o sugestivas).
formación nos ¡esultará insuficiente; en contraste, el testigo que hace I ir csl nrisma idea coinciden los printcrtls escritos de psicólogos que
un largo relato de los hechos probablemente incurra en er¡o¡es de todo rr rr rrr,l, u¡rlicar la Psicología al Derecho. Tanto Binet (1900) como Müns-
tipo, sin que quien le escucha pueda valorar exactamente dónde hay un r, rl,r,r1 (l90lJ) alertan sobre el peligro de la sugestión cuando se pregun-
eror en su declaración. r r 1,,,r , l rccuerdo de lo presenciado, y Münsterberg llega a decir que lo
De hecho, lo que conocemos sobre la memoria, en términos más ge- ,¡rr' , I t, stigo jura, cuando está en el estrado, son "mezclas de verdad y no
nerales, nos avisa de estos riesgos. Las pruebas de recuperación de memo- r , r ,l r,l, eonrbinaciones de memoria e ilusión, de conocimiento y suges-
ria pueden mostrar diferencias en la cantidad de información a la que 1 ,,rr Llr'( \[]c'ric[cias y cottclusioncs e rró11clrs" (ibid-,43) lncluso cnton-
pueden acceder. Así, en una prueba de recuerdo libre en la que no sabe- , , (lr.r( c nrars de cien años), se sorprendc dc clue el tribunll lraga uso de
mos exactamente qué tipo de indicios o pistas utiliza la persona, sí sa- rr,rrirnie¡rtos científicos cuando se trata de analiz¡r una muestra
,. ,,,,,,,,'ir¡ie¡¡tos
bemos que normalmente no se accede a toda la información almacena- t \,rrltlc, pero se conforme con el saber común y desdéñe los métodos
r I. '
da, puesto que son frecuentes los errores de omisión. Este defecto en la r r( rliiic()s cuando se trata de examinar un producto mental, especial-
r,,,.rrr, e l informe de memoria de un testigo.
L(, cic|to es que aunque ya entonces se <Iisponía de daaos empíricos
14. Sobre Ios factores que puedcn influir en el reconocimiento en una rueda, sean de- r , l.r r rv( )s x la fragilidad de la menoria y al poder de las
pregutltas §ugesti
bidos a las vari¡hles circunstancialcs (factores que estimar), o deb¡dos a las variables nrás
propias del sistema, ¡sí como las propuestas para meiorar la exactitud en la identificacrón,
\ r',, lr.r\1r los años setenta del siglo pasado no cmpezó la investigación má'
véase Diges y I'érez-Mata (2014). , rr n\ir r rigurosa sobre la sugestión y la memoria. Eiizabeth Loftus ideri
'
3Z 33
el p¡rrrilig¡r;t cxPct-¡¡cnt:rl p¡rri poncr .t prLtt lr.r lrr l r |, t i s r: r lc i l u c st l¡ttc ,r |.ur,rr r,,r,r,1,,srrr.is,.orrrIir'iosl,.rirrrolosf¡etorcst¡rrr'
,,,,L
,
L
cle canrbill cl info¡urc rlc mcnlori¡ (lc los tcstigos e tr-rrvris r[ l,rs prcgrrrrt,r.
, , r¡ .r l)( r\o1r.r L0s rrct lrt( r,ir'llt'rr .r scr lr¡s rtrisrrlos (lUC yil hir-
s[!]estivils o c¡g¿ños.rs ([-oftus 1 l'rltner, 197,1). A pertir rlc csc ¡r'¡h.rl,, , Lr | ,. rr.r(lo srr clrcto corr los clctallcs concr-etos de la investigación
inicial, se hlrr publiclclo ccntcnrrcs dc cxpcrinlentos cn todo el nllr(l()
qlre confirm;u1 lc¡s rcsrLlt¡dos inicielcs y nos pcrmitcn haccr llgunes gcnc
I'r | , ,trr/ rs ll
lrrsro mr'rs sr¡l¡resaliente de toda esta investigación es
r:rlizlrciones. No obstarLe, r)o cnLrrrcrn()s lh()r¡ c¡r cict,rllc, puesro qLlc c,r , lr I (llrc l¡s prcgLl[tas SLlgestivxs pueclen romper la corres-
rt..ir r'.r
capítulos postcrior-cs sc conrcnterrin con rmplitud. Ac¡uí kr r-¡ue nos intr , r, rr r, ,rIrrorrio-rcrrliclacl, er.r ia medida en que la memoria original
resa rc'sirltar es quc la fornu cn quc sc fo¡¡nul:rn les prcguntls plrcde llc
'r r
,,r rl,L , \ rr rro cxistc más, o la persona no puede alcanzarla (para el
var ll testigo a.recr¡rclar, clctellcs qLre no hl pcrcibido, quc no estrbarl
, , Irr.rrrro), corno Inuestran todos los intentos de restaurarla, de
prescntcs en Ll escena ciel succsr¡ (I-oftus, ñliller -v Burns, 1978), y clue i , , ,,r\ ( nr'( r ¡ lr persona de que vio 1o que vio y no lo que se le ha
son, p(¡-tlntoi lrlen)oriis "irrerles" o ficricies (Schoolcr, Gcrh¡rd y Lof r| r ,l , r r, t I ( l olro cxtremo, que se puede llegar a creat recuerdos ab-
trLs. I98(r; Schoolcr, Clarl< v Loftus, 1988;Lofrus,(ircene,vDoiie, [91.l9; ,lrr rt rr, l.rls,rs, rlc sucesos ir-rexistentes! pero que la persola que los re-
[.oltus, T(orf 1 Schoolcr, 1989); o pucclc llevrrlc :r rccorcl¡r inct¡rrccr¡- ,,,,,ir r, r. , , , r l) lc t¡ nle nte segur¿ de h¿berlos experime[tado en el pá-
rne¡tc 1¡s clinrcrtsiones cle ciertris cict¿llcs o irccionc!, conlo colorcs, velo ,1,, I r, ,,,.,ilrilirl¡d alcanza niveles dramáticos en el ceso de supuestos
cidlcles, estltirlas (l.oftrrs, 1975, 1982.; Loftrrs y Prlrrcr, 1974). Dc los ,! ,' \Lr.r (!ir nrcnores, cunnclo una investigación poco rigurosa puede
rcsLrltackrs criperinrcnt¿lcs sobrc los eicctos de ll infor¡¡urciiru postsLlceso
rr r 1r.,, r ])r'tr.trrntas sugestiyas, de forma repetida, que son ¿ceptadas
clrll¡ri()sa intro(lLlcida ¡r rr:rvós dc las prcgrLnr:rs, sc clcrivln reconrcnci¡.io
1,, rrrr,,:, ,'re¡ndo vÍctimas donde solo ha habido sugestión.
nes sol)re el procedinrierrto clue scguir :rl prcgunter a los tcstigos lo quc
recrrerd¿rn dcl suceso (Loftrrs, 1979a). En prinrrr luger, sc dcbc pcdir Lrna
r.rrracióB 1ibre, sin internLpciones. h:rste que el testigri crc¡ no ¡ecortlrr I'\ I,II II(LNLIA\INDI\I¡UALL\ANIILA)UL,LsiION
rr,rs. Eirtonce! se pLlede pas:rr ll las prcgllntls, pcro con Lrn cuichckr cspc
cial e¡ su fornul¡cirlrn. I-:rs prcgurrrls lrl¡ dc scr lbicrt:rs ] no int«)dueir ,lrr' r r ,,l,rs irltLlras pueda parecer evidente que los efectos de la suges-
iniolrnación quc ¡o ha),a prop( )r-cion adr¡ ei pro¡rio Lestigo.
['irr sus experimentos, I oftus lra podiclo tlerrostrar qtre sugerir a t¡lr'és
l,,,,, r , rPlicarse c[ mayor medida por factores situacionales que
,,r,,1, .,, , prcÉluntarse: iquiénes son las personas más proclives a
rlc las pregr-rntas Ia presenci:r de objctos incxistcntcs, o cilrnbiilr ul objcro 'rlrc
por otro, plocltrce rlll! r merL{do un cl:rr¡¡ cfccto cic sugcsti(rn: ll rncnos
un 2-i 9r de Jas personls pregrrrtacils cle fornr.r sugestiva.rccptl¡ la suges-
le l{,,trrl,r"r y mujeres resultan igualmente sugestionables, y la búsque-
tia)r y, más intereslnte, iltribuler il csil respuestil sugerida la nisrr¡a con- fjl rlllcrcrrcias de perconalidad entre los que aceptan y los que no acep-
fianzl qr.re muestraul e11 sLls respLlestas vercl:rcler:rs, r1o colrtrnrin¡dxs. I h rtr¡c"li,irr experimenta[, ha sido más bien infructuosa. Tan solo las
Conro ve¡c¡ros en los capítulos siguicntcs, no h¡ siclo posiblr clc(»r
]tttur,rr. rlis.rciativas han mostrado alguna relación con la aceptación
llnhrrtrr,rción engañosa (Eisen-y Carlson, 1998). Más interesante ha re-
triu insttl¡mentos fiables que nos pcrrnitln distirrgr.Lir cntre testirnor)iu5
Jlk,tl¡ tl l.rtor edad.
sr¡lieridos y testin.ronjos rcales. Y, por otro laclo, no deja cic tencr sertido j I,a ¡ut.. *oyor, en general. tiende a mocrrar problemas de memoria
cl hecho de c¡ue lo sugerido se parezc¡ blstante a io real, prres cse nlayor
pareciclo prrecle erplicar, en parre, cluc sc conll¡r.l¿n con frciliciacl (Púrcz || mtÁr llccuencia que los ióvenes. Sin embargo, las diferencias pueden
\'trta v Diges, 2007). Drnrlrr.lcl tipo de prueba de memoria que se emplee. Cuando se pide
,,,,, I lrl,r,. sc¡ cle sucesos o de palabras cle listas, los ma,vorestienen
l)esde luego, se puecle argurnentar que est¡rros lrrblar¡clt¡ cle de¡¿lles
corcretos. ¿islados del episodio gerlerrl, pero la ola dc clenrrncias que su-
¡ , , , r,lr rr ('nto que los adultos jóvenes, pero ias diferencias van clisr¡r-
,,,,,,,1,,,rr rrrrlo sc cmplean pluebas cle ¡ecuerdo cou inclicios o pistas, y
frirl¡ F-st:rclos LJnicios relacion¡cles co11 sLrpLrest¡s lgresiones sexuales co-
r]rctidas cn cl plsirclr, «rcprirridrs, l rccLrpcracl:rs cLuurclo las vícrinras ya
l¡thI llcg,rr a desaparecer cuando se emplean pruebas de reconocimien-
eral aclult¡s (a rnenuclo por rnedio de lripnosis, técnicas de regresi(n r la I flr o.r" r'rltimo caso se ha argumentado que los mayores pueden haber
inf:rnci¡ e imaginacicin), llevri a estudiar ll posibiliclad de sugerir a adul- idu cnr¡,lc,rndo una estrategia de familiaridad, que requiere menos re-
tos rrn episoilio conpleto ("iirplantxr" r-ecuerdos) de srr infancia. t)r ca- §Í» rrr¡,¡lirivos que una estrategia más reflexiva, que requeriría no solo
pítulos posteriorcs corncntrrcnros en dctlllc cirrrr¡ l-oftus ( 1997) iclel un ) .rtrr.rr.." l;r p.rlabra o el detalle, cino rambién recordar dónde se ha vts-
I u rrhl, ¡
34
3.t
Esta última estratcgia, por tirnto, parece requerir rrrctuorit tlc fuen- I r, rrll.r,l,,r. ¡,,,r ,rrr,, l,r,lr,. son .ll.ll.tr.t.s \,¡ v(.((,s cn l¡ ulism¡ di
te, la capacidad para recordar el origen t¡ ct¡ntexto del cluc p«rcede la rn. ,,L lr, .L,,,,rlr',rrlirt iorrt.s,¡rr.. lrt.nros cne()n(rit(lo elr
irtlt¡llos. Aun
formación. Y, en efecto, este es un resultado empíricamente dcmostrado .,,..,,1,rrr,,,(l((r!ll¡r.h,lr.iclro¡cr¡e¡.docnl¡co¡rclusi<jncleqrrelosni
(por cjemplo, Schacter eI al., 1991) quc, adernás puede tener relación con , ,, t,,lr , \ , IIr )
. s tr(,s\
(,II || l()s scis ¡nos, ltrn riutlo t¡uest¡¡s da,rr,,
( ] ( )
el efecto de información engañosa, en la medida en que la gente mayor , l , r ,,1, rrrrlt.rtirirr r¡rrc lor ltin,t. nt,rvr¡rcs y,,lrre los ¿<ir¡ltos, y los rra
tendr'á más clificultades para recordar de dónde procede un determinado \ tr.It.s s( cstlirt oriclr¡¡ltclo h¡ci¡ lr¡. r,rsgt,s
rlue ca¡,r.1eriz,rD,r
detalle (ide su mcmoria o de una pregunta sugesdva?). Sin ernbargo, los , ',,,,., ,1, r., r ctl.trl r ,.¡rrc Ics lr¡cen c\pü(r-1lnrc¡te vulner.rblcs.r l¿s r¡re,
resultados empíricos están lcjos de ser concluyentes sobre esta cuestióni ,..r r.rs. (lorrro lrrs rlr rJ.rd, lns nrrio* dis¡rrrcn <1r'rne
algunos trabajos muesttan a los mayorcs más proclives a aceptar informa- ,. rr .,, ,,,"niriv()\ prrra ¡rcrson.rr
clistinguir cl origcn o l¡ frrentc de Lrn det¡lle
ción engañosa, nriertrrs que otros no ven dife¡encias con los adultos jóve- , , ,, 1,,1. srrgcrirIr). o parl dcfr:cr.rr Jircrc,].,,urci.¡r
entrc [r, l(r(jhido
nes (La Voie, Mcrtz y Richmond, 2007). | ,, , srrgicrc, lo r¡rre cxltlic:rría
1,., ,,roy,r, srrsceptibilid¡d ¿ lx su,
El estudio de Ia sugestión en ninos ia sido mucho ruás fructífero. ".,r
,, r|¡filai(')n con acltrltos jrivcncs.
,
Aunque parezca sorprendente, hasta mediados de la década de los ochen- ,, r, l,.Lrilr. rr.is rrllri cle cs¡¡¡s clifcrencias de edacl, se estlin ponientlo
ta, la investigación empírica sobre la aceptación de la sugestión por parte ,, r r,,,lo cl n r u nclo difc r,r ntcs cscr las de sugesriotabiliclarl para
cle lt¡s niños er¿ más bien escasa y, si sc puede hablar de un motor en [a
ni
,,, l!, llllll¡rn ¡tcclir cse rlsgo v cxaurinar si les h¡ce nrris
r.ulricr¡blcs
investigación, este se debe ¿l incremento incesante y universal de clenun- . 1, , ,,rr rrrlucicla cn el laho¡atorir¡ (un brrcn ejentplo
es el nirrlcro
cias dc abuso físico y/o sexual en el que la víctima es un niño y del que a | ' ,l l, I r tevi.srt,lpplictl Otgrtitiue psychokry1,, .le 200+, dcdicac{¿ a
menudo falta cualquier otro tipo de evidencia que cor¡obore su clecla- !, | , , r.r. irrtlivitluales r. evr¡inriv:rs err sugesti;nilbilidrcl, editacle
ración (Hecldernran, 1987). Esto hace que, cacla vez más, jueces y jurados
por
,,, rr \. ullin v N,tcln¡.k). [_os rcsulr¡dós inici¡lc.s
con es¡s csc¡l¿s
de Ios países occidentales se tengan que enfrentar con el testimonio de , ,, l l..rr.ri.r I ( jccj,2002: Sculljn y lirnrer,2006; l)iges, Morcrro
los niños como írnica prueha disponiblc, y que se pregunten no solo si su t ,, \l.rl.r. l()10) p¡rccen c¡rinciclir en tlue las rliferencirs en sLrl¡cs
memoria es co:npleta (si no han olvidado mucho), sino también si refleja , ., I r lr,l l,Lrcdcn tener unl repcrcusirin en I¡ mavor aceptlcirin dc le
con exactitLld lo que pasó, o si, por el contrario, puede ser producto de .,. ',, r,,10¡ltl¡ i1 tra\'ós de las prcgunrls, de rnrrri"r,r que este camrnrr
una fantasía o dc una sugestión proporcionada por un adulto, intencio- ',
, I r,,rrr( I(rI()r., cs¡rccialmcnte err l¿r valor¡ción cl" c¡s.r, re,rl"s t.
¡radarrre¡te o no. 1, , ,rr,, l.rLlo, sc ha rr¡runrltlo rl otr.ts y¡ri¡bies propiLts
clc ll situa
Aunque los primeros trabajos sobre el efecto de información enga- , , , rlluvcnrcs en cl efccto dc sugcstiórr en loi niñ,,, (B¡tter¡rx¡r
ñosa en niños no produjeron resLrltados muy consistentes y no permirie- | ,, , r t,,¡r¡rlr¡¡n, 199.1; Bruck y (ieci, 1997; Ccci y Bruck, 199.!),
ron detectar una tendencia clara de evolución de la resistencia a la su- ', ", . l.rs siguicntes: cluc sc les presione plra qrre tlcrr más.lctallcs
gestión con la edad (véase cl número especia,l del loumal of Social lssues l t, ,1,',r1. clc fon¡¡ intirniclat,,ria; clre se les ¡lregunte por LlIr §Lr
de 1984, editado por Goodman; o el libro editado por Ceci, Toglia y , ,rr,l,, slr nrcmoria clcl nrisnrr¡ cs poco segur:l i i*oulpi.,", .,rr,r,
Ross, t987), hay much:rs razones de carácter metodológico que pueden ,,, 1., lr L l,.rs,rtlo rnrrcho tiern¡ro; .'1u" les pregri,rte
explicar que los result¿rdos fueratt incorrsisteutes: las edades se agrupaban l,.l I r ,lrrrr,rr les entrevista pr"t"u,1,,, po,reia una figLrr,r.lc aLrt,rrr
¡-rruel-ra ui,a Írnica hipír
de forma diferente en cada estudio, no había grupos de control aclecua- . ,,,1, 1r tt(t,ista¿(;r); cluc sc les plegunte Io nljsmo cle form¡ rc
dos, con frecuercia faltaban grupos equivalentes de aclultos, el material r:r'\ti\;rmcnte o no, clcntro de l¡ ¡ lo lrrrgo rlc
rnisma sesión o
era inadecuado r¡ poco interesante para los niños, los intervalos tempora- '. , | | olr( ri t.rs, ctc. Y prccis¿lltctlre (odirs est¡s cotrc{iciotres ¡ieírclen
les de presentación de la inform¿rció¡ postsuceso y de recupcración eran .l, ,,1.r nr.rr'orí.t r]e loscasosdc sL¡pt¡estos ill)usos 5eir¡ltlcs
a l<¡s ¡tirs
muy variables, etcétera. r t,! ,r ' Ir!,\ rr seis años), eir los cluc el lliiro rl¡ poc.r o ningunl intrrr
La experimcntación dc los irltimos años con niños tiende cada vez , , , ,, , i (\(.r por.que no recuerd¡ bicn el srrceso, porc¡ueiLrs habili,
más al empleo de sucesos en vivo y eontextos y situ.rciones n:r¡rrrales l, l. I rjtut\¡i(¡s y de mcln()riit son csc¿tslls, o poaalt',a el suceso no
(por ejemplo, Ceci, Ross y Toglia, 191ll9; Dent y l-lin, 1992; Goodman y h:r
Bottoms, 1993; Goodman y Quas, 1997; Peters, 1997), pero al mismo
tiempo mantiene el ya habitual esquema del paradigma de información , ,, .,1..,..¡.rr,,,,I.,.,r.r,(.lr-,t, r.j,,.J,.,,,.r.,,h¡,r,r,,r¡,,r.,.,, ,tr.,rr.
engañosa, . , , ,,t,tr. r ,. ,. ¡,, ,,,,l,,.r., .rt ,,..,.,,. r,,,uu,¡n, ,,\.i
.16
37
Algunos de los factores recién enunlerados se solaplrr corr ll propues- t r.rrt,r rriis irrlr¡r¡rr¡citin rccucr.dc, nriís v¡ ¿ facilit¡r lrt t¿rrea tle esclarccer
, , lr,', 1¡or. l't.¡ sorr¡liz¡r. l¡t decl¿rr¡citir¡ crnpleando cl notrbre del testigo
ta de Yuille (1988), que rcsume el patrón típico de mayor sr.rsceptibilidad 1,
Una recomendación general a la hora de tomar declaración es la necesi- '1, Nr¡ L¡tiliza¡ r¡odificadores marcados (lento as. rápido) (Lipscomb,
dad de establecer un buen clima, para lo que es positivo que el interroga- ,rr,u! I McAllisrer, 1985), ni adverbios marcados (frecuert n,ant.,".
dor se presente y explique al testigo qué espera de é1, cuál es sll tarea: que rorrrrlrncnre) (Loftus, 1979a).
cuente con todo lujo de detalles todo lo que recuerde. Incluso aunque Ie
',llrry qr¡c tener cuidado con los descriptores de la acción (Loftus y
parezcá que carece de importancia, ha de contar absolutamente todo lo rlr rr, r , I ')74; McAllister, Ilregman y Lipscomb, 198 8; pérez-Mita
v Di-
que recuerde, de manela que se le otorga al testigo un papel activo, ya que ',. 'll(l.l) t¡ que, como se verá más adelante, con un verbo conlo
"es_
:t lt .19
trell¡rse» l¿s csti¡r¡ciotrcs cle r.elr¡cidrrd sott rtlis clcl.r.lrrs; l)( r ().s Llue. ,, lL\ r. ,rrlll ( \I,III IIII(Is rl ll( lrll)() tl( ,tlltlllll-stt illlltlcltci't sigrrictlr'kr
aclemris, los testigos pr¡eden llcgar a rccorclar clct¡llcs r¡o l)rcscntcs cn l¡ ,I r,, r,,r,,lt,rli.,,,lcl rrr.tsor .
escena conro cristales rotos, debiclo al rrrrryor irnp.rcto quc lrribuirlos u ' 'r , rl,, ttt,,s,,.,rs1r.,.lr,ttllo' ctrril lrtlc cl clctelle sugerickr (por ejern
una ¡lt¿ velocid¿cl (l-tifrus v l)alrner, 197,1). ¡I ,,. ,lr t,rllcs .()rrglrerrtcs o tí¡.ticits), la uejor forme de disminuir su
6. Es descripciones subjetivas de los rcstigos
neces:rrio objetivar 1as ,',, , ,,,, r,tlt,t:r sttgLrirlo, rri presetúárseLo aJ testigo como aiternativ¡
o'stu¿rirlo.
t,¡lt,t:r a aiternatjv¡
(F'isher y Ceiselman, 1992): :rl preguntlr por caraclerísticas facialcs, r Lrl.r l y- Z¡r rrgozrt, lglt-5; Belli, 1989; Zaragoza,1987, 1991), aun
"l
debiera empezarse por el pelo,v la plrre su¡rcrior dc la c¿l¡cz:r e ir clcscctr- ,,,, ,,, ,,.,,,1r." sc rnLrle (tselli ct a\.,7992\ (ieci, Ross y Toglia, 1987b;
cliendo progresivrrme»te hacia la b¿rbilh. Pero es vcrdad quc los tcstigos 1,, l, , / ,11., 1992). Li,n nrttchos casos ¡rodemos pensar que la mayor partc
pueclen utilizar.rcljetivos idiosincrásicos ("Err'guapafca',, por ejcnrpkr); ' I' r, .Liqrrs ttL¡ rccorddríat cspontáneamertc ese cletalle f¿lso cuan
ante este tipo cle expresiones ha,v,1ue peclirle:rl tesrigo que expliquc c1uó 1,, , , , rrtcrrog¿ra mís acleiante, aut<1tte Io reconocerlan si se repite en
c¡riere clecir cr.ru esa erpresión, o qui rlsgos lc llcvart¡n :r csa conclusión. L I L1 \.r IrrcLtt¡lrtr.
L)e lrr mayor inrportarcia sería quc cualcluicr clrtr-cvistn t¡ tonr:r de I ',, l,rrcrle pcclir de fornra explícita altestigo un mtyot esfuerzo por
rleclaración r testigos y víctimas fuera grabad;r audiovisualnrcn tc, o el rnc . t, ,, t ,¡,, ,ti i origen de cada detalle ¡ccordeclo. F'n contraste cotr le tradi
nos e¡r aurlio. Atlemás cle que [a graboción uos deja más tiernpo para cscr¡ '',,i 1,,,,, b" di recortocimiento ('iHabía cristales: sí,i no?'), ahora pre
char (no hay que to[ritr notas), para ¿te¡cler a posibles seirales dc crrba si: ese cletalle concrcto lo h¿r Yisto, lo ha Jeído, lo ha oído, lcr
, ,',r, rs
razo o incomoclid¿cl del testigo, es la ú¡ric:r forrne clc escgurarnos cle r¡ue L , i .r, ) \ [) h¡ lcício, o es completarnentc nuevo Est'r peticiól sobre cl
no henos realizado preguntas sugestivas inadvcrtidenrcnre. Nucstro pro¡i,, más reducido, pe«l
', ,,,, l,r,rcllLce un efecto de información cngañosa
recue¡rlo de h entrevist¿r es trruy poco fiable prra clccidir quc ¡o hemos ,, , L ., ., ,,ntLlarlo, especialmclte si Ias conclicic¡nes dc discriminación cr
sugericlo en las preguntrrs, por lo qrre 1r grabación sería el ú¡rico nrcdio dc .1, l, rr licrrciirn dcl árigen son difíciles' como sucede cttando ha pasa
¿segurarnos cle clue »o lr¡ habido sugcsrión. Y cn caso dc ,¡ue sc ha-yan ,, , ,rt)() el recuerdrr-es
y rnás pobre (Lindsav, 1994; l'indsay yl,ohn-
prociucirio preguntas slrgesrivas, podemos iutcntar ncurreliz¡rl¿rsl¡'eu al- ,, 1'ri'l; §lerrgardt, Loftus y Lindsay , 799 5l Zaragrtze, y Lane, 1994)'
gún nomento posterior. L, , , rrrtrtlciót'l rcal se pueclc Pregunr.lr.ll resrigo si: rio di¡eet'r¡rentc
. l, L rLlc, lo oyó de otro testigo! fL¡t utro entrcvr\tad"r el que I¡) men
5.2. Lcts declar,tciones posteriol'es , , ,, ; ts¡rccilhnente e¡ casos en qlte podetllos creer que los testigos
, , r, cle comentar los hechos ampliameirte iutes clc
',r,lo'oportunidad que Ios testigos hal.r podido ser preguntados
Si sospechamos o sabemos (por unr grabaci<in) quc ha habido preguntrs , L r1,,l,r clc la policía, o
ertrevistó inicialrncnrc al rcstigo, podcmos adoptar
sLlgesti\,irs cu¿udo se I lr rrl .l ll lellte.
aho¡a t¡na serie de precauciones y directrices par.l intcntar tlisurinuir el lr, ,rrrrricnclo, pare filcilitar u¡e recuperación liable, si hay m'1s de un
efecto c1e sugestió1. ,1 ,,. .ictnpre 1.," .1. ,n,,r"rr" [¿ clecla¡ación individualmente ,v
fLrera del
1. Podenros preguntar :rl rcstig<i hacicndo cluc nuestras prcgurltas si- , ,,,,, ,lL'l ,ríclo dc los otros te§tigos. Primcro, se ha de pedir el recuerdo
gand orden secuezclal del episoclio. Est¡ coincidcncia dcl i¡rdcn clc lirs 1¡ ,, .rrr intcrruPciones y, ,egurrdr, en caso de no obtener stlficiente infor
preguntrrs con el orclel cronológico sccucnciirl dc la prcseuracirin cle las cs- ,,, ,, ,,,,. l,,ry.¡,ie fotmLllar preguntas ¿biert.rs, y solo utilizar preguntas
cen¿s del st¡ceso clisnrinuye el efecto de infonración cngañosa (Bclcerian , ,,1 ,. 1,,ttlr, un dctelle tnuy concreto al quc haya hecho referencir
'' "clarr,.
1, B,rwers, 198-l), pues hacen más flicil rccuperar le iniornrecirin original , , , ,,r rcrte el testigo; v para formularlas se deben urilizar exactamente
corr ex¿ctitud (lirlvirg, 1983),,v llevar :r une nrenor accpt:rcirin tlc krs l, ,,L,,rr.rs p"iubra, e'rr1.,i.a.llas por el testigo. Además, es adecuado pre-
clatos sugericlos (se detecta nrejor la discrcpancia errtrc lo pcrcibiclo y lo ! , I cn ,r,.len se.,,en.i,rl, ell funcií¡n del rel¿1to libre proporcionado
' ,l', ,r.L('strgor
sugerido). l)e mrurera qrre si se ha fornrul.rdo inici¿lnrentc una prcgrllr- l', ya qr.re ello le facilitará la recuperación dc la informaci'in'
,,t,o i".lo, ,trnca hemos de olviclan-ros de rcgistrar durante las dis-
, r. l.rscs proccsti, Ya sea audiovisualmente o al mcnos cn aLrdio, to
<.1e1
1t . lruer¡ .tc es¡.r i¡clic¡ción csr¡¡í¡ cL .¡so rlc l¡-,s ¡n.rlisis Llt crcLlibilirl,rl i[ h Jccl¡- . 1,,' interrogatorios, las exploraci<ines y totrra de decl:rraciones que se
r¡cirtu cle njiros sobrt sr¡pu.!¡.rs ,rgrcsi()flcs o .rhuvx serLr¡les. (lu¡ndo sc r:qri rn¡lizrndo el
conrenido dc l¡ declrr.rción v rr dcscubre quc .rlgunor rictrllrs sc h.m proporcion,r,lo «,mo
I rsistirLrosr sc puedc disllrinuit en ¡erte cl cfecto dc ls prcgunras sugestivas
rcsru.str tr rrcsunms sugcsriras, h.ry quc clirnrn¡r ev¡q dct.rlles del¡nÍlisis, pLres o h.rv m.r percr
nera Je.rvengurr si iueron pcrcibnlos o sugcridos. ,, ha n,ostrodo qrrc se rlulc por complero cl cfecto'
'1,"rinrc,,«r
40 41
I os crrllro cl¡rífLrlos qLrc vlrn a continurrcirirr clc¡¡rucstr¡n l¡ cxistcn-
realicen, ya que es la única manera fiable que tenemos.r lltlc§tro xlcance (l( rcr.rcrclos fllsos nrrry vrtrilclos, quc se han producido conro consc-
, r,r
de conocer si alguien, o nosotros mismos, ha sugerido algún tipo de in-
, r, ¡rr irr rlc preguntas engañ(,sas y sugestivas. Se an:rlizan esas variedades
formación y, en caso de haberlo hecho, tomarla con precaución o incluso rl, rrrcrrrolias, cn pi¡r'tc o rot¡lmente falsas, y se desc¡ibc de qué manera
descartarla al valorar el testimonio del testigo.
llrrvcsligacirin psicológica ha iclo ¿rcumulando conocimientos sobre las
A la hora de dar por concluida la declaración ha de hacerse de manera
suave, sin brusquedad, y agradecer la colaboración prestada. Un punto ',,rrrlir iorrcs cn que se procluce el efecto de sugestión. Clararnente, eso sig-
rrrlrr,r t¡rrc cstamos en mcjores condicioncs (que hace décadas) de obtener
importante, para mantener hasta el final ese buen ambiente que postulá- rttl,'t tt ttrc ión de buena caLidad al to¡rar declar¿ción a testigos y yíctimas,
bamos al comienzo, consiste en poner de manifiesto al testigo que la in-
r t,rrrlriúrr de cuestio¡rar o rechazar la información de mala calidad que le
vestigación continuará, y que si recuerda algo más, se ponga en contacto
lr,r ,,r,Ir srrgelida al testigo y que este aporta en un momento dete¡minado
con nosot¡os. No hay que dejarle con la sensación de que todo el peso de ,l¡ I )cc(lin]iento.
l) r,
la inve,'rigación desclnra en su te\timonio.
llrr cupítulo posteriorse dedic¿ a Ias declaraciones autoinculpato-
Por último, probablemente en el juicio oral ya sea demasiado tar- rrrrstrando c¡ue el riesgo de confesiones falsas sigue siendo muy alto
rr,r,,,
de para detectar dónde ha ejercido su efecto la sugestión, aun cuando se ¡ r ru( \trils sociedades, y proporcionando conc¡cimientos úrtiles, aunque
tenga la completa seguridad de que el tesdmonio no es producto solo del
Irlr,rirl(¡itivos, para valorar esta prueba.
recuerdo del testigo, de manera qlre [a única opción que queda es pre- '
l r csre y los demás textos, la pretensión cs poner al alcance cle los
guntar al testigo por el origen de ciertos detalles sobre los que se sospe- r,¡,r'r,r,lorcs jurídicos un marerial científicamente probado solrre el fun-
che su procederrcia, es decit, someter al testigo a una tarea de atribución
¡ t.r,rrr¡ie¡rto de l¿r memoria humana, en particular cuando sus contenidos
de fuente (por ejemplo, nEso que usted cuenta ilo vi«¡ usted dir€ctamen- q,,r l lcv¡ntes para el procedimiento penal. En definitiva, tratamos de
te, lo vio en televisión, se lo dijo la policía?"). Ello no significa que los , ,,l,rlrorrr en que jueces, fiscales y de[ensores dispongan de herramientas
testigos, una vez transcurrido mucho tiempo, sean capaces de discrirni- ,rrrr rlr.rrcs p¿rra presentar y controlar Ia buena calidad de la infotmación
nar correctamente el origen de la información, pero intentarlo no va a ,,('Prcsenta al juicio.
perjudicar su declaración y si es capaz de realizar una discriminación '1I,
ior...tn, se estará en mejores condiciones de evaluar de manera adecua-
da su testimonio.
Los capítulos que vienen a continuación son escritos publicados en
dife¡entes momentos, a lo largo de veinticinco años, que tratan de forma
más extensa algunos de los problemas que aquí hemos insinuado. En to-
dos ellos está presente la sugestión corno el principal factot que amenaza
la correspondencia del testimonio con la realidad a la que quiere represen-
tar con fidelidad en el proceso penal. De hecho, la psicología del testimo-
nio no trata solo de cómo funciona la memoria del testigo o víctima, sino
que cada vez acentúa más su papel auxiliar para el De¡echo señalando los
riesgos de los interrogatorios sugestivos para contaminar las pruebas de
restigos. Al igual que hicieron Binet (1900) y Münsterberg (1908) hace
más de un siglo, pero ahora con muclros más datos empíricos que susten-
tan nuestras afirmaciones.
Los dos primeros capítulos se ocupan de los problemas que surgen
cuando hay que valorar la prueba de identificación en rueda, y de lo que
puede aportar la psicología del testimonio, tanto al tribunal como a la
áefensa del acusado. Nos interesa poner aquí de relieve que la aplica-
ción de nuestros conocimientos está restringida solo a aquellos casos en
que lo que lo que se ha puesto a prueba es la memoria del testigo, no su
intención de decir la verdad.
42
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¡iI I'SI(JÓLOGO FORENSE EXPER]MENTAL
Y EL TESTIGO HONESTO*
1. UN CASO REAI
t,
L rr .r. iriri cle su edad eutre los veintc y los vcintitrés airos.
,rr r, i.r. l. L. L. nranifestaba que apenas pudo ver la c¡r-a de su
¡ rr r tlc st c.rsx,r ell¡ creyó verse rlte el rnisnro quc l¡r había
,1,, rrrs drr crédito a lo clue reían sus ojos, coltsigtti<i dcruorar
l, I , Icsrion¡rio que tenÍ.r qlre relleDar, lo cluc le pernritió avi-
r ,11r.'ckrs fturcionarios se presertraran err su c¡s¡ ¿rntes de
volviera.
47
También fue grancle la sorpresa de G. I. C. cuantlo, irl rccoger el for- lLt,,.(nrl,rr(r)\\'sr'lrrrtl.rrrr,.rrlrrlr'rir'ir'rtttrr'rtlcerrlosttroJtl,,s.r,gttr
mulario, se encontró detenido, e identificado osin ningún género de du- ,, , ,L, rr, rr¡'i,r lrrrr.rrr.r.
das, como el violador de una desconocida al ser sometido a una rueda de l r r rrrio cutiro rlr l,r ¡rsicologí.t,lt'l tistirrrorriocsco¡sirlcrrrcotttosu
reconocimiento unas horas después en la comisaría. l.¡, r,,,1, r'rtrrrlio l.r rrrr¡r,ri¡ Llt'l /c-stl,qo ltr»tcsIo
,-. por fento, serii lrt cs
Días más tarde, y como consecuencia de una alerta dada a la policía ¡nís atlccuada para traaar con los problemas de idendficación y
por otra joven cuando le vio merodear en las cercanías de su casa, fue de- dc personas que hemos conrentado más arriba. En la ma-
tenido M. A. G. B., cocinero de veinticuatro años, acusado de ser "el vio- plltc dc los procesos judiciales, los jueces cuentan con la intervención
lador de Aluche", al que la policía hacía responsable de algo más de una ¡rcri«rs, cspccialistas en temas concretos, que pueden ayudarlos a va-
veintena de violaciones o intentos de violación en ese barrio a 1o largo de l,r irl<¡unlcirin qLre se presenta yJ en último término, a tomar la de-
los dos últimos años. En los días posteriores, este joven fue sometido a va- nrris iLrstl. Así, no parece en absoiuto descabellado que un experto
rias diligencias de reconocimiento, {ormando parte de diferer.ttes ¡, r,,, oqÍ.r rlcl tcstimonio ¿ctúrc conlo ¡rcrito en proccsos en bs rlrrc la
de identificación. Unas veinticinco mujeres, que habían presentado de- ,lc irlcntificacirin sea deternrinrnte, colno en Ios de violación que
nuncias por agresiones sexuales en la zona en"1988 y 1,989, eonrcntanclo, o en procesos en los que la exactitud en la estinra-
esas ruedas y siete de ellas reconocieron "sin ningún género de dudas, a ,lcl ¡rrrso dcl tiempo o en el recuerdo de comentarios sea importante
M. A. G. B. colllo su agresor. Ent¡e estas siete mttjeres estaba nuestra pri lvrrlr¡rrr la premeditación de un acto delictivo, por ejemplo.
mera protagonista, I. L, L., que previamente había identificado al encues- ( lrirrrcl<¡ urr especialista en memoria de testigos actúa como experto
tador, y otras cuatro mujeres que habían señalado en ruedas ante¡iores rr() rn lln juicio cn el que irlguna prucba, o aspectos importantes de
J. M. A. P., de veinte aúos, deteniclo en septiembre del mismo ¿ño v l,r r,'b,r, proviene exclusivamente del recuerdo que tiene¡r kls cestigos
sado también de ser "el violador de Aluche,. ,1,,,rlgLin hccho y de las personrrs irn¡rlicadas, su actuaciri¡r cs [t de
Este último, J. M. A. P., y el encuestador fueron puestos en ¡' t,,'l,t.gt fi»'ansc experimeutdl. l,rs páginls que sigucn sc ocr.rpun rlcl
como consecuencia de las últimas identificaciones, y se determinó el ,lll psicrilogo Éorense experimentrll, su formaciór y áreas de lctua-
cesamiento de M. A. C.8., acusado de todas las violaciones. La i l,,r r,nse. Aclcmás, me gustaría con]entar algunos aspectos prilcticns
ción policial se deticnc aquí: el caso del violador de Aluche está os con la propia actuación del psicólogo como experto en el
En todas estas identificaciones se pone a prueba la memoria de clel juicio oral, así como plantear desde un punto de vista teó-
víctimas, los únicos testigos de las agresiones, para reconocer a su lr rs posiblcs efectos de su intervención sobre la decisión judicial. Por
sor. También, en todos los casos, no cabe ninguna duda acerca de la nre parece que puede ser oportuno ya comenzar a debatir algunas
nestidad de los testigos. Y, sin embargo, los testigos nos muestran ideológicas que se están suscitando con la intervención real en
pueden equivocarse, a pesar de su total segr"rridad en la Irrir'ios por parte de los psicólogos especializados.
,que realizan, ,v e pcstr cle las co¡rsccucnci¿s tltr dramáticas cltlc
tener ese error, esto cs! que un inocente ser acusacltt injustanrcntc dc
delito que no ha conrctirkr. 2. I]L PAPEL DEi PSICóLOCO FORENSE EXPERIMENTAL
Algo que no pucde pasar desapercibido y quc conviene acentuar cs
hecho de que cuando un testigo identifica a un:r persona como 1,,,,,,1,,go forense experimertal es, primero que nada, un psicólogo ex-
de un delito, y más tarde rectifica e identifica a otra persona rrrrr, rrrrl, cuyA fonnación ha profundizado en el estudio avanzad<¡ de
ha de concluirse que ha habido error, al menos en una de las dos ¡'r,,ccsos psicológicos (percepción, atención, memoria, pensamien-
caciones, si no en las dos. Es al juez, o iueces, a quien corresponde llegar l,,r¡1rr.rie y lprendizaie), así como en la experimentación en alguno
una conclusión sobre l¡ sLrficiencia cle estas pruebas para el r .r r,,s dc csos procesos. Así, el calificativo de experimental expresa
to y/o la conclcna <1c irlguuo cle los iclcntificados. Y tro cat¡e dud¡r dc de su formación, clifcrente cle la de otros expertos que
cl juez colsidcrarí lo qirc conoce sol¡rc cl tuncit¡n:rnricntr¡ de lrr t¡nrbién cu cl ámhito forcnsc, conro el psicrilogo clínico <¡ cl
humana para alcanzar esa conclusión.
Al mismo tienrpo, la Psicología ha des¡r'rolladt¡ en la actualidacl un | ..r.r,, (lifrrencjas en fo¡maciírr tiellcn como consecuencia kigica Lrna
campo especiirlizldo ¡rrecisamcnte en la memoria de los testigos presen- <-llt cD términos de ]¡¡s áreas de ¿'rctuación forense. Aun cu¡rdo
ciales, la psicología del testimonio, que cuenta ya con una amplia rr(,sl ro país apenas comienzan ahora las intervenciones de los psicó-
48 49
I
logos forenses experimentales en juicios, tenemos couro rrr¡rct¡ de refe-
rr ru,r(lr ) ( r el c:rso, eorro, por cjcnr¡rkr, cl cfccto dl: la cdatl, tlel csrr-és o
,1, I lrtcrvrrlo tlc retcrrcitin, sr¡brc el rcctrcrd<¡ de succsos y/o cl reconoci-
rencia la tradición ya surgida en los años setenta en otros países occiden-
r ru, rrtrr tlc pcrsonts.
tales. En esos países, la intervención se ha producido fundamentalmente
en relación coll las áreas de identificación de personas y recuerdo de su-
llrrl l(rccr¡ clilcrcncia sc puedc cncontrar en el ul¡do, desde el que se
cesos por parte de testigos presenciales, con el procedimiento seguido en 1,L,lt lrr irrtcrvcnci(rn del expcrto. Dcjando aparte aquellos casos en que
, ,, r'l trihur¡l el clue demanda la actuación, en las evaluaciones de credi-
las ruedas de reconocimiento, con la evaluación de la credibilidad de
l,r lrr Lrd dc declaracioues, el experto pucde ser solicitado por el acusado
declaraciones de niños en casos de abuso sexual, y en reclamaciones co-
,, ,rr ,rboglclo, que cuestionan esa credibilidad, o por un acusador parti
merciales fundamentadas en el funcionamiento de los procesos percep-
, rrl.rl t¡ue contmta la familia dcl niño y que mantiene que la declaración
tivos y la atención.
, , r', ¡rl¡tler¿r. Así, quien pide que un experto dictamine sobre la declara-
Sin embargo, la actuación del experto no es idéntica en todas estas
, r,,rr pucclc scr La acusación o la defcnsa. En cambio, cuando se solicita un
áreas. Mientras que en la evaluación de credibilidad de declaraciones de
niños la intervención se dirige a la valoración final de cuán creíble es una ' \l,r'r'ro c¡ me¡noria de testigos es siempre la defensa del acusado [a que
r, ,rlizrr lrr pcricióu con el objetivo, gcncralmente, de arrojirr cludas sobre la
declaración específica! y se concreta en un informe escrito antes deljuicio
rrrl.rlibiliclad de las pruebas de idcntificación.
oral, en aquellos casos en que la memoria de los testigos y yíctimas pue-
lcrricndt¡ en mente estas diferencias, volyamos a nuestro ejemplo ini-
de ser cuestionada, el papel del experto es más bien el de informador en
, r.rl lrrrr¡ cxa¡nina¡ el papel del psic<'rlogo forense experimental en rela-
el propio juicio oral. Pero en ambos papeles, el psicólogo forense expe-
, r',r .oi¡ cl tcstigo honesto. En todas las identificaciones realizadas por las
rimental tiene que inte¡venir en el juicio oral y responder a las preguntas
t r, trrrrrs podemos considerar que estas son testigos honestos de las vio-
que la sala considera relevantes para entender todos los aspectos del caso.
l.ri r( ¡,rcs: r)o conocían de antemano a su agresor y su interés fundamen-
Pero conyiene acentuar las diferencias más importantes entre las dos
l,rl, ( u¡ndo clenuncian y cuando acuden a la comisaría a ruedas de ¡eco-
formas de actuación. La primera diferencia se establece en cuanto al su-
rr,,, irrricrto, cs qLle se encuentre al culpable y que estc sea juzgado. Es el
puesto de partida sobre el testigo: en las evaluaciones de credibilidad se
rl,,¡irrtLr clcfensor del acusado el que normalmente pedirá la cc¡laboración
cuestiona, en cierto modo, el presupuesto de honestidad del testigo, pues
,1, I lrpcrtr¡ para ayudarlo en el caso. El argumento que va a utilizar el de-
podría estar relacionado con el pr<lpio resultado de la valoración; esto cs,
l, r.,,rr cs que las pruebas de culpabilidad de su defendido son únicamente
si una declaración se evalúa como "no creíble", una hipótesis explicativa,
aunque no la írnica, podría ser la falta de honestidad del que relata el he- t',,r,'l,,rs tlc idcntificación y que estas están sujetas a error.
cho. En cambio, cuando el experto ¿ctúa informando sobre problemas de
\r bicn cl abogado podría argunrentar sin ayuda sobre la falibilidad
,1, l,rs pruebas, su defensa tendrá ¡nás peso si cuenta con la ayuda de un
memo¡ia de los testigos, el presupuesto siempre es que el testigo actúa con
, \ l¡i rro (llrc ha rc:rlizado experimentos sobre 1¿ memoria de testigos pre-
honesrid.rd ¡or¡1.
Una segunda diferencia se sitú¿ en el carácter específico uersws gene- 'r' rL irrles y qr.re está al tanto de los trabrrjos científicos publicados sobre el
r' rrr,r. lil rlbogado y el psicólogo experto examinarán las prucbas de iden-
ral de la información que puede proporcionar el experto. Cuando eva-
rrlr,,reirin contra el acusado para valorar las posibilidades de intervención,
lúa la credibilidad de una declaración, el psicólogo forense experimen-
1,.r,,.r¡rkrsc cn cl hecho de que existan pruebas experimentales relativas a
tal aporta información muy específica sobre el relato proporcionado por
I r rrrllucncia de detcrminadas variables en el deterioro de la calidad de la
el testigo, víctima por lo general, información que tiene en cuenta no
rrr, rr¡.¡i¡ ds ¡s6,,,r,rcimiento por parte de testigos. No obstante, el experto
solo las características de la propia declaración, sino también su valor
r r rr rlriJn ticnc obligación y responsabilidad de señalar alabogado defensor
en el marco de las capacidades, desarrollo y rasgos del niño que emite esa
l r , \ istcrrcia de todas aquellas variirbles cuya influenci4 es desconocida,
declaración. Por el contrario, cuando el experto tiene que informar sobre
, ,1,r Lucstionada o incluso se sabe que es beneficiosa para Ia uemoria de
problemas de memoria, su aportación va más dirigida a exponer los fac-
li,., rrsrillo(. De esta forma, el abogado puede sopesar todos los datos y to-
tores generales que afectan de forma negativa a la merroria de un testigo,
rrr.rr l;r decisitin final de incluir al experto o no en la Iista de peritos para
puesto que deterioran su recuerdo, aunque lógicamente también debe ex-
, I tureio oral.
poner lo que conoce sobre las variables que influyen positivamente sob¡e
Lsr:r prccaución es elemental si se considera que el psicólogo forense
la calidad del recuerdo, esto es, lo mejoran; pero aquí, el experto no eva-
, r t¡ r'irucntal, como los demás peritos que intervengan cn el juicio oral,
líra Ias capacidades ni grado de desarrollo del testigo, sino que se limita a
, ,t,r ohligado a exponer objetivamente los datos que conoce y a contestar
infornrar cle la influencia general conocida de factores que pueden haber
51
.t0
I
a cualquier pregunta de la sala sobre el tema rle su especialiclad. Obvia-
. l) l..u ¡r¡ttli¡ ohicto tic l¡ intcrvcucirirr tlcbc cst¡r nrís lll:i tle l,r <¡rre
mente también, el psicólogo, tras examinar las circunstancias dcl caso y Ia 1,,,, ¡rrrrrrkrs conttirt[te lc c()n()cen, o cst<ts pLlcclcn ttccesitar rle ayrrcllr para
cstrategia dr:l abogado defensor, puede decidir no intervenir. .,rr , orrrprcrrsión. 'liruto
estutlir¡s rc¡liz¡tlo: cn Lsr¡.los Unidus (Brigharr y
Pero supongamos que abogado defensor y psicólogo forense experi- li,,rlr!,\(ll..l.,8i.i l)cltcnlr.rclrtry L,rftrrs. l9l{2r tof,,,r. lg;Ái,.Jn,,,.n
mental llegan al acuerdo sobre los beneficios de la intervención. En ese | ,l'.rr.¡ (t\l¡r¡l y t)r¡je\, t99l) nruesf¡.an que los co¡rocimie¡rtos sobre
l¿me_
caso, el examen de las pruebas de identificación se ha¡á conjuntamente y ,,,,r,r.1. 1,¡stc\rig(,\\one\l].¡iosyerr,ir:e<r,entr. le pohl.,cio, gerer.rI1ju_
de forma pormenorizada, resaltando el psicólogo tanto el alcance de los ,.',1,'. I¡¡l(.r¡et¡tl(s). Y(.\to es ci(rru tambii¡) (uJndo
Se ll.rn era'ir¡ado cst r
datos disponibles como los límites y el rango de los conocimientos psico- tt,r rr,,,, t r rnocimicnrrrs cn polici.rs nacionales y localcs, y
en estudiantes
lógicos que maneja. ,1,,rlllrrUL-L¡rsodeDereehoypsicología(l\,lirayDiges,
1991). Estos rlatos
El objetivo fundamental del testimonio del experto es ayudar a jue- r¡,,,y,¡¡¡ lx i¡ls¡ cls que la inrcryencicin del cxperto"podría
ayudlracom_
ces y jurados a evaluar con más eficacia los factores psicológicos irnpli- ¡,,, 'r,I r rrr,.jt,r l.rs prtreLrl. ¡<l¡c¡onld.r. c,,n I¿ rncl¡,lri.l ¡. ,",,,¡",,._'
cados en un caso particular (Greene, Schooler y Loftus, 1985), especial- .)) L,l cxperto debe estar suficicnrcmente cu¡lificado como'p.r."
qu.
mente en aquellos casos en los que el testimonio de testigos presenciales .rr,,¡rirririn o infcrcncias ayuden aJ jurado. Fn ¡¡uchas
o.r.ion"r,'por,l"r_
es central (Hastie, 1986). Pero isob¡e qué temas concretos puede apor- irricnto de las especialidades psicolrigicas y de lo,, grldo,
, ,,r.r, rt
áe espe_
tar información el experto en memoria de testigos? Greene, Schooler y , r rlru rrr'irin acru.rles, se acude al psicélogo
mj" cciarn, ,;n"ran.i .u".r_
Lofnrs (1985) proporcionan una lista de los factores sobre los que nor- t , ,1,¡, sr. c,'nocimiento\ y c\perirncia no le "n
clplcit.tn p.rr; proporciurrar
malmente testifica utr experto en psicología del testimonio: r,r., r,u(t,¡ etealvJ cn h ev.lluación Je l.t. prrrehas de memrrrie.
En esos
1) la naturaleza esquemática de la memoria ,,.,,,,, t l psicóJogo debería ser descalificado, lo mismo
qu..""n¿o ru in_
2) el olvido a lo largo del tiempo r, r , , r,
,n sc refier.r a árcas que están fucra de su
i,
expe.iencia. Una rcgla
3) la identificación interracial r'' r'-r.,rt.) p¡iicncJC.qr¡c.(lad.)que(.¡ expcr¡o dehe c¡,¡ltcsrar
a [spr..grrrr_
4) el irnpacto dc la ansiedad r ,..t. I tr\(,¡t, dc la ¿crrs¡ción
¡rrricular e incluso de los propio. j,,e."r. ,,.,
5) el impacto de la información engañosa l, 'r(,,. .(.¡t\Jlo quc rrn lh,,glJo propr)nga l¡n expenO mel »rrrr¿rad,,-
6) la relación entre co¡fta¡z¡ y exactitud l)
Lr ,..r idencir sohre l.r que tesrific¡ el expe.ro debe rrr cien¡ilic:r_
7) técnicas sesgadas de identificación lr, rrr, tr.¡hle v.rceprada en gener:rl pc,r la cornuíidad científica.
Si no fue_
8) foco en el arma r r r'.r t,, nntcoquc hlria el experroscrir derunaopinión person.rl.
En
9) diferencias individuales en capacidad del testigo lr r¡r r.rt. t¡¡nlo v¡ he señ¡ladu, los rlar,rs ohjcro de I.r pericia cn mernoria
10) sobrestimación de la capacidad del testigo 'r¡ r,' .r,, \ '\ flcnen un tu ndarncnto tc(iricr I y empirico accpladt¡ por ll r o_
rrrrr,l,.rrl científica actual y, de hecho, exisre uu consel",,'b"rr"ni.
Lógicamente, el experto no trata de todos estos factores en un caso
particular, sino únicamentq de aquellos que son pertjnentes a las ci¡cuns- 'r,rr, 1,,' irrve.rig.rdores del campo-robrc lamayorí.rd. lo* i.:.r, "Áplio
q,,.
,¡ rtr.¡ r¡rrn cn los juicios (Yarnrey yJones, 19g3). por
tancias de los testigos del caso concreto. Suponiendo, pues, que el psicó- supuesto, existen
r' i,i,llrt' \ t-rgltnis en nuestro c<IlOcimie[to sobre
logo forerse experimental decide intervenir, de acuerdo con el abogado las que el experto no
defensor, en eljuicio contra el violador de Aluche, icómo se lleva a cabo l,r,,i,.r¡ror'fiu datos concluyentes, pero el ."ru ., po...ido
esta intervenció¡? Ese será el tema del siguiente apartado,
.lr, rL. conocimiento conlo la Meáicina o la Física;
.r,,
.n ,"t.l; lnror, "ii;;1.",,.
"i
¡rrr ¡,rrrLrrr:rl cxperto, estc no rendrá más renredio qr,re ádmitir la ignoiancia
r, rÍ (l(.nuest.a ciencia respecto a ese pun¡o
r¡ en concreto.
3. LA ACTUACIóN DEL EXPEITTO EN EL IUICIO l)
lrl villor probar(¡rio de la eviJenci¡ dche pcsar m.is que
s[r efucro
¡,, r ¡rr,lr, i;r l. Aquí, el efecto perjudicial de la irteivencirih eJ .¡,,;i;;;r.
Aun cuando en nuestro país no hay nada establecido sob¡e la admisibili- ,, rlr.ur l;¡s.prucbas (jueces o jurados) se cqLrivoquen
dad del testimonio experto en memoria de testigos cn el juicio oral, po- r,, ,,, ¡.r (l(.¡rr i¡tervención del expcrto. Mcblosk"y y Eeerh -,i, .,i'-o-.on.._
(l9g-ji;re_
demos hacernos una idea del marco y los requisitos dc actuación conside- ,,q
",,, ¡r,r r.ric.ln,e\te pr,\ible clect().iel .xperro .,á,,,o qra po.lri,
rando las directrices que guían la intervención en otros países. En Estados rr I',I ,,
'trr, l¡,s tu¡.¡d()s sc hrc¡cr.tn ,¡ill más escépticos"nsobre las pruebas y,
Unidos, tradicionalmente, son cuatro los requisitos que rigen la admisibili- r ¡r rlrrr,r ir¡stancja, les llevaría al error contr.riio
¿l qu" s. pretende sub-
dad del testimonio experto (Grcene, Schooler y Loftus, 1985,210-2-15): ¡¡¡rrr I ,,t, cs, si los jurados normalmenrc sobresriÁan 1.1 crrpicid¡J
de
52 53
MEMORIA DE CA RA5
EL pstcóLoGo FoRENsE ExpERItIENfAL y EL TESTlco HoNEsro
, l, rrr strs conchrsiones y ei caso queda visto par:a sentelcia. Sin embar
Dillehx),, 19§6). Perr¡ t¡mbién debe cstar f¡miliarizaclo cr¡n el casr¡ en el
que ha de interuenir; los encuentros previos cott el ebogiüo defensor y
1 , I , r ,r'r'to sielrpre se pregunta en qué medida su intervenciirr ha po
l, ,r r,l,u eu la evaluación de las pruebas o, riicho de otro modo, hasta
.li ar,r,n,"r, del sr¡mario clebcn propttrciolarle un conocjmiento stlficietl
tc del caso quc le permita ilYanz¿r dc antemano eL tipo de cuestiones quc
1,,, ,r rr. l)¡ podiclo afectal a i¿r sente¡rcia. No es esta une preguuta que
rr ti,,r l)L¡rr vaniclad, sino más bier pol cuestiones de eficacia v ct¡¡r<r
puecle suscitar su infc¡r'enci<in. Y estc¡ es todo lo clue el cxpetto prterlc
, ,,,L,r,,rlcl papelquejuegael psicólogo forense experimental en los jui
controlar antes de iltervenir ctl el juicto.
' ', r rlrs y cómo mejorarlo. Este será el objeto del siguiente irpartado.
I"ucra del con¡r¡l dcl erperto están las prcgr"rlltls concret¿ls qr¡e se
vxn e fr)rlrulilr dcsPLtós (ie l;1 illtervcncitin clcl abog,etlo clcfcns<lr, cc
t¡rnbió¡r [i¡ está cl totro cn quc sL'van ¡ fornrr¡lar. En t¡n sistcnla cle 4. !,FECTOS DE LA INI'EITVENCIÓN
\,crs¡rios, corlo cl sistctna iegrrl :rrtglosljón, existert grtíls pr:icticls para
y actu:rción clel psicrilogo en ttn juicicl. que il-ltent¡n .'
¡rresentaciírn , ,r l)i¡vle (1989), un experto en menloria ,-1e testigos es particular-
,rl ¡ descnvolverse rrdcctl¡dlmente cn uesccltl' Aunclile ,, , ,,, r,rlrrcr¡ble al ataclue cle la otra parte eu r¡n sisterna de advcrsari,)\,
"xpcrtu
sistenta lcg,rl dificrc clcl eltgloraji'rtr. rlgtrnos clc esos consejos ptrcdcn , ¡ ,, , l .rtecante geüer¿¡hneDte va il teDer de su lacio las creencies prcvies
,,le Lrtilidad. Por cicmplo, Shapiro señrlr, como prirter ptttlto v 1,, lrLr.rclos. Además, es probabLe que los jurados vean al experto corro
t:rl, que uno no dcbe considerarse abog¡rdo dc nadie cuenclo rcstifica.cn ull ,,,, , I ,lr'l testigo y, en esta lucha, ser resrigo tiere sus ventajas. llira dc
juicio, .uno es abogrclo sola¡teutc cle su propitr opiniirn' ( 198'{, 77)' ll , ,lrt Los juraclos se identifican ¡rás con cl tcstigo quc con el cxper-
hl cxperto tarnpoco debe scntirsc al¡cado persotlelmetlrc por Ias
gr.,nt,r. d.'l fisc¡l o cle un ¿cus,rdor prrticttlrr; ¡rarrc cleJ trabajo dc
' ,i rL).r ellos mislnos, al testigo le lra tocaclo estar :rllí v cs un lcgo, no
,,, rlisra; ademiis, al testigo no le pagan, y al cxpcrto sí. Ot¡a vcn-
iu..,,,,rir,. precisatnetrtc en dcsecreiitar h opiniórr clel erpcrto Por ell ,,i , l, ir tillo viene ciel hecho cle que ofrece un tipo de informaci(rn di
convicne tener presente qtte esos et¡cltlcs se proclucirán, pero que ulro n ' ,r, ,1, ,-lrre proporcion:r el ex¡rerto y que puede tencr más peso cn la
L
dcbe tlcjrrse atrastt¡r ni mantcnerse a ia defensiva. Scgírl Shrplro (1984 ,. ,, l, ,lLcisjón de los jurados: cl cxpcrto ofrccc info¡¡ración estedístre.r
cl prinrcr etrqtte quc intcntrtr.:l utr abogltlo (ilc ll plrte conrrlria.en cl i ' ,r , r,)n probabiliclacles acerca dc la poblaci<ir, micu:ras cluc cl tcstig,,
t, ru.r ,lc ,rclvcrsrrrios) es sttbre la opirliírn rlue h,r mlnifestado el expt ,,1,,, rrrlorur¿rción clfuica y trat:r con cl succso cspccífico que sc tliscute
( l .r rL.r.íl tlrrc Ltstccl mantiene...,); si Ia opitti(rn es sólida' esto es, se l rr nbién h ay que tener en cuenta quc Jos jurados pucden scn-
, rr ,l,rr,,s r'ilrrrílicos. v el abogado se siente incapaz de atacarla,
',, rL,i,r.
, , . ,, rnprcsionados por la informecii»r del testigo, ve que, después cle
rr l rlr.,r,,l,r,r.rllsrlcl cxpctto (.itLl plrblicado tlste(l trrb¡jo! sohrr
56
57
todo, úl cstllba allí, que por ll in lirr¡r r¡ciri¡r rlt'l cr ¡rt r to (ll rr tr iltrt (le l,) lrrÍ<>nnación de acuerdo intra- e intersubjetivo: el evaluador no
tados cxperimentales cle l¿rbt¡rirtr¡rio. ,lc l,r nrcnrori:t clc tttt tcstigo suele interpret¿lr l¿r falt¿ de acucrdo
Por el lado contrario, los que argumentan contra lr i vxriirs declaraciones del testigo, o entre distintas partes de su de-
expertos en memoria de testigos en los juicios señalan el hecho de ("Me sujetó con las dos manos,, y luego, "6s¡ la mano derecha
el experto puede ser creído por los jurados en cualquier caso, debi ,urrruzri cr»'t una navaja,) como f¿llos en la memoria del testigo sobre
la aureola "científiga" que se le supone como especialista e i rrlle. Además, el poder de descrédito de esa falm de acuerdo no se
En todo caso, en nuestro país no existen todavía jurados y la i ;rl rlcralle discrepánte, sino que se generaliza a[ resto de la declara-
ci(rn sc cstá produciendo ante tribunales de magistrados. Aúu es l\lrt rrtms quc acuerdo entie las declaraciones de do§ testigos del
¡rara afirmar nada sobre Ia aceptación, en términos geuerales, de la
"l
,.,r('cso se intcrpreta siempre como ítdice de exactitud, eldesacuer-
tervcnción del psicólogo, pero los pocos casos en que se ha interi ll r r L.nsigo r¡ttc Lin¿ cle las decla¡aciones sea reclt¿rzad¡ por el evalua-
lran sido positivos: los magistrados entienden la actu¿rción del r r rl ,lc cllls rech¿rce cleperrdcrá cle otros tipos de ilrformeción, como
cor¡o información que los iryudir a valorar mejor las pnrcbas. Claro , ,,rrr licir¡nal. Claramente, el evaluador puede equivocarse al interpretar
quc cs posible que la actuación haya coincidido ante magistrados que ,r( r¡ rrlo como €xactitud, ya que dos testigos pueden cometer el mismo
tenían sus dudas acerca de la exactitud de las identificaciones v el r, rr , ¡ror ejemplo, sobrestimando el tiempo transcurrido, o señalando
a
to simplemente ha confirmado su escepticismo con argumentos ci ,,r,,,,r ¡r..ron, una rueda de identificación sesgada'
cos. Es posible que los argumentos del psicólogo forense experir "n
, ) lniormación de sesgo de respuesta: el sesgo de respuesta es la ten-
no convenzan tanto a un juez que mantenga una fuerte creencia ,lc rrna persona a ciecir que recuerda algo sin tener en cuenta las
r rstic¡s de su huella de nlem<¡ria. Así, puede octlrrir que u[ testigo
la cxactitud de los testimonios, csto es, que crea que los testigos suelen
cxactos. Mientras que los datos empíricos sobre la intervención ,,1 r rrrrr huella nruy clart de lr persona a h qLte ha de idcntificar y, a
no nos pcln-riten hacer una v¿rlc¡ración general, sí crcerrros que desde r ,1, ,llo, señalc a algLrietr cn una ruech, mierltrrrs quc oÍo testillo
pnnto de vista teórico se pueden realiz;rr algunas preclicciones. .,r, rrismas circttnstanciits puede mostr,rr un criterio más oconserva-
Fin realidad, el experto prctende con su intervencirin ruodificar
r rrc señalar a nadie. iCómo sabemos si el testigo es exacto o no?
cias sobre la memoria de los testigos, bajo el supuesto de que la la seguridad que manifiesta el testigo al señalar es uno
parte de la gente sobrevalora la capacidad de testigos y víctimas y, utlllzados para evaluar esa exactltuo:
l,,s, ir¡dicadores más utilizados exactitud: sl se muestta
si §e muestra
gcncral, tiene conocimientos erróneos o insuficientes sobre el funci \fllufo, sera porque la huella de memoria correspondiente es muy
rrlluro, será
nrierrto de la memoria humana. Podemos considerar que el supuesto es y cncaja perfictamente con la cara de la persona a la que señala; en
gítimo, dado que contamos con suficientes estudios de cuestionario si la huella n<¡ es muy discriminable y/o no ettcaja con la cara que
el tcma, tanro en países anglosajones como en el nuestlo (véase más ,rlror¿r enfrente, el testigo nranifestará sus dificultades de memoria
clcorci¿ts? !l
ba). iH.rsta qué punto el experto puctlc r¡oclific:rr cs¡s clcorci¡s? Wel de l¡ lltelnoria de un testigo
Lirclsry ( l9ll.)) proponeu urr rnr¡cleh dc credjbilid¡d i¡Lrc irrclrrye los ti '.r Ir(lr)se poco scgtlro. Así, cl cvalttadorplrrr
,¡, r .. n la confillrza qtle este lnuestre inferir su cxactitud, c in-
dc infornr,rcitin que tiene er cllenta Lln evaluador dc l¡ nrcrnoria r1e un ,, l, q.rr:i a hacer cqLtivllenres seguriclad y cxrrctittrd. Sin crnbargo, los
tigo a la hora de juzgar la creclibilidad de su testimonio y que expli r,li,,s cmpíricos aulrtr"n que la relación entre confianza y exactitud
sobre esa base, los problemas para discriminar entre testimonios llll tcstig; es nula, esto es, que la seguridad del testigo no,es un buen
e inexactos. Según el modelo, un evaluador de la memoria de un i. rol de la exactitud del reitigo. A pesar de la generalidad de este he-
utiliza tres tipos de información: lrr¡rírico en la bibliografía especializada, esta es una de las creencias
a) Información condicional: información que tiene en cuenta rliliciles de desarraigar de las mentes de los evaluadores de la memo-
c<¡ndiciones del testigo en el momento del suceso (condiciones de luz, (lc l()s testigos.
janía, ctc.). Aur.rque ¡o se sabe cuhntas de estas condiciones tiene en
Y cs t¡ue, por un lado, es difícil ponerse en la situación deI testigo que
t:r cl evaluarlor, sí pilrece que cst¡ intr¡rnr:rciórr se rrrlncjrl por rueclio rrn breve espacio cle tiempo al autor clel delito y, por otro lado,
jtricios basrdos clr ¡.rno nisuro (.iPodríe yo haber recor<irckr eso brrjo )s a sobrev2llorar nuestra actuación cn sitt'titciones cotidianas si-
condiciones?") y que su interpretación podría modificrrrse (mejorarse) ,, siD tener en cuenta que los contextos f¡cilitan esa ubuena mc-
sc proporciona al evaluaclo¡ inform¿rción científica sobre el efecto de esas . l'or ejempkr, si c¡Lteremos dirigirnos al camlrero quc nos atendió
concliciones (Mira, 1989). en el restaurante, n o siempre le reconocemos de forma Benút-
58 59
na, siro que ir veces lo haceuos por eliurin.rciorr, ,l rLgr, r,,l,,n,,s .rl rirri,,, [llogrnr unn prueba importante, y a veces l¿ única, que tiere la policía.
que curnplc con lls pocls observaciones que hicirnos cu.rrrlo úl nos rst.rb.¡ lllt¡ ir[:rrtificación etr esas condiciones Puede ser anulada como prueba
tonrando nota (era varón, de b¡ja est¡rflrr¡,y nediana eclacl) así cs r¡rrc t[ ¡l irricio oral, ya que contraviene las normas expresadas en la Ley de
descartarnr¡s a Las dos mujeres v los vnroles clenrasiarlo jírvenes o ulros, t¡tlttiei,rrrriento Criminal, pero lo más graYe es que un testigo forzado a
clue estiin el ese co[texto. Segurirrrente nuestr¡ trreil tro serix t¡n filcil si httrt r:sr idcntificación nul¿ (por la composición de la rueda o por las
h muestra inclu,verl a veinte personasl. Ustos "¡ciertos" reconocicnd() ir fil:ioncs), ya no puede ser utilizado de nueYo para una identificación
pcrsonas a las clue apenas lremos visto nos Jmpiden tonrar concierer,l itttcl i,¡r, Asi pues, más interes;nte que sobre una sentencia particular,
de quc nuestr:r rnenroria no es tan brre[a e increnentan la confianzil qu(, ilrttltu rlcscrble que la actuación del exp€rto tenga como e{ecto un cam-
tcncnros cn ella. (]uizlí por eso feslrltil tan dilícil convencer a jucccs y bkt cn los procedimientos policiales habituales, aunque este cambio se
juraclos de que la confianza del testigo en sLr iilentificación no es buenu plantlc cr.rmo una meta a más largo plazo.
prcclictorn dc su cxactitud.
En rcsunrcn. c] psicólogo forelse experinental puede colvencer co¡r
cicrt¡ facilidad al evaLuador de l¡ rnenro¡ia (jLrez o jurrdo) dc cluc la faltrr 5. CUESTIONES DL DEBATE
dc luz es un impedirnerlto p¡ra un¡ buena percepción y, por txnto, per¡
unl memori¡ ex¡cta. l)ero, en c¿rmbio, se encontfalrá con r¡[¡ gmn rcsis- t rlespués dc cxamin¡r el curst¡ cle actuación clel psiccilogo
,,1,,.r ,rr1Lrí,
tenci¡l cn esc cvirluador il adnliair qrre la rotal segurid¡d (lue mlrestra cl ! \ ¡lerimental cn la s¡l¿L cle jLrsticia, lrle Parece quc ¡rodenros dis-
tcsrigo cuando se¡rala al acrrsaclo no tiene apenls relación con su exactitu(I. lilr]l]s cuestionc5 que conlienz.rtr.l sLlrgll conlo ct,I1\(eLlellciil de
Por r¡tro lado. [¡ intervención clei experto se evalÍra ¡rmhién cn fun- ,i,, rr.r.r(tLr¡cióneD c¿1sos collcretos. Oono antes, la mayoríar de esras
ciór de los resultrrdos c1el juicio, esto es, cle la settanci¡. Si l:r intcrven- ,, .1, , r, : lr.rn aparecido previamente cn le clocumetr¡lcii-rn anglosajotrl
cirin cs adccuada y tiene éxito en orodjficar es¡s creenciirs previas sobrc , t,,'.,.1r ¡yud.'rrnos en la discusi<in.
le nrcrnoria, sería de esperlr que se reflejar¡ etr L]na sentenci¡ f¡lorahlc ,, l,'ir¡er h¡g:rr, por su carácter más general, se ha cucsfionado I¡ s¡.r-
,,, , ,t, t,t Jt, tutestros conarcimiefitos p¡rr prc\l.tr le\tirnunio lLr1¡,) e\Pcr
al acusa,,lo, esto es, absolutoria. Srn embargo, conviene no olviclar que ll
rnoclificación de esas creencias no es más que utr medir) parl:rlc:rnz:rr urr , \ l, ( iloskcy y F,geth (191.l3), los psicírlogos abanderacios de estr pori
, , , . i I r rr rrn que nuestros corlocilrrjerr rc¡s sob¡e las vari¡rblcs q Lle afectln
lin que ro es la sentencia. Como experto, el psicólogo dcbc proporcio-
nar l:r inforrnaciór que conoce pala rlue el evaluador puecla juzgar con , r r r.Litucl cle los tcstigos uc¡ son suficienteltentc firmes, y que Po-
It nrcjor conocimiento el peso cle las prrrebas; nrcdificar les c¡ccncirs crril l', r ,l.rr lLrgar a auténricas "llatalLes dc crpertos, en los tribunrles, cloncle
ncls dcbe servir precisamente para mejor¡r lx evih¡aciírn. Pcrr¡ ]l scntcn I, Ll r¡¡ciorles clel experto de l:r dcfensa, la acusaci(rn p,-rdría contra-
il cir refleja una cor'rsider¡ción coniunt¡ de toclas las prucbas prcscntadas r' ,, r L.rs clc «su» expcrto. Para McCloskey y Egeth, cstas b¡tali¡s tcn-
y así no dcbc scr considerac{¡ conlo r¡l'1¡ consecuelcii1 directa de Ii1 rctu¿l- l, rr Lr r rr¡vísinlr¡ cfecto sobre Ia profesión, pues dlrían uua imagen de
cirin clcl cxpcrto. | ' , r,logía como una disciplirr subjetiva l no cicntífica, l crearían 1a
Por últinro, ur efecto nuy clese¿ble de 1a ¡ctu¡ciiur dcl psic<ilogo fo , , , ..irn clel psicólogo cs111¡) 1¡¡ npistolero a sueldo,.
rcnsc cxpcrinrenti:ll es la modificación de ciertos hábitos dcl 7,,rcredi L cl rnrsmo número clelAze¡i¿at l'sychoktgist cn que aparccc el ar-
miento policial q::e se consideran viciaclos. l\'Ie refiero concrctanrente cortr:r l:r interverción del psicólogo crpe-
, , ' ,lc N{cClosl<e.r, y Egeth
e los errorcs quc, por igrrorancia acerca de los result¡dt¡s cle le Psic<¡lr¡ , rr.il corrro experto forerse, Eiizabeth l,oft¡'rs (19li.l) publica su uEl
gía cicntífica, co¡reten los ¡-rolicías clurante el inter¡ogrltorio de los tcsri ,1, r, ¡) llo es oro»j e fevol de l¿r intc¡vención en los tribunales. Par.r Lof-
gos, v cn Ia fc¡rmación y tlirección de ias rued¡s cle iclentificacirin, csto es, , , lcvisióu de McCloskey y Egcth cle datos favorebles a su punto cle
L.L
, Lll1.] revisión tendenciosa, quc ignora una eDortllc cantidad dc tra-
\
hs nv¡riables del sistem¡, de §fells (1978). Si una ruc,.la clc identific:rción ' t
está coDlpuesta dc tal nrlrcra que indrrce a los testigos ¡ señalar.rl sospc l,,t ,.. no solo dc Lrcno¡i¿ de tcstigos, siilo tatnbién de psicología cogniti-
choso clc la policíir, con indepentiencia de su recuerdo, o si se prcsionl ¿ ,,,,.i¡1, clue avalan un ft¡e¡te cr¡nsenso sobre las veriables que afcctan a
krs tcstigos para señalar a alguiel en concreto, lo iurico c¡uc sc consiguc es I , r ri¡itur1 de los tcstigos. Por otnr lado, teremos.lLle adntitir clue las
rr, rrs cstirn en con§tante progresQ! también la Psicología, v en c§e sen-
1, , ., r p¡ol¡olcion¡n un corocimicnto perfecto. PoI tanto, callarse hasta
l. Al rrspeco, puecie result.rr rruy ilu*r.rd¡¡r, rdc¡¡ás dr riivcrti,Jr, h piginr rveb '
dt (:h. (lh.rbris ) D. Sj,rorrs. h¡rp:i;rwll,w.thenl isiblegonll.r.conrlgorilia _r\pcrimrnt. html. I ', ,li¡ricer¡r¡s ia perfección científica serí¡r un error y una mala intet-
60 61
l
I
lr I
I r,, n,,r lllr.r lr,r'r.r ur.r 'r'r1r¡r,l.t eu,.stton, lrt rlc.r,il ,t r'l llrr¡rLl ,¡rrr'
¡r(l{)ptur cl cxpcrto. En 1986, en un número especial de la revista
L,lt' ,utl I ltutt¿¡¡ lldttuit¡r.l\. I lirsticr Lr¡ilizr Lur¡ tlivclticlit
p¡rrr manifestar su opinión sobre esto. Segirn é1, un exPerto que
s,rl»c l.r ii¡biliclacl clel testirrronio rle un testigo, debería tdoptar
l,,r l,, l tlc rrrr |s¡zo ga ardiáx, to cl de w perillo tímrdo, escondido bajo
, Lrl,l.rs rlcl fiscal, qLre nunca crec que haya raeones suficientes para de-
, I , , rrrlor t tlcl lrl¡<¡r¿tr¡rio palra cxpresirr cludas ¿nte un tribLtnal sol¡re
r!'.r1,.i, l)().o fi¡blc. Perr¡ el expcr-to t¿nrpoco puedc actuar como u¡'t
pcrrc de ataque que asalta a todo testigo que aparezca en la sala
--- parecer ineptos e incompetentes.
den til)) lil psictikrgo clcbcría asurnir cl papel dc uu pcrro gutrrlián quc,
b. p"rn, .onuiene señalar que ese peligro también, existe en, la l!ollr,\r¡r¡rcntc cree, basándose en datos científicos, que cl testin]onio de
..,.;;.i.;;; ;ri'. L.' b.rsr¡nre ir.. u.,t. '¡ut trn ¡'ic'ilogo de 'rlgtrnr i rr,, t s liable, tlcbe ocupar l¿r tribunr de los tesrigos y testificar con-
titución (por áiemplo, de prisiones) se¡ llam'rclo Por Lrr'r¡ s¡h dr lustr , I rr rr igo o contri un experto que haya aplicaclo inadccuadalrcnte los
.á-., ., o.r,o ,rri der trna opinión sobre la imputahilidad de un acr científicos para impugnar el testimonio de un testigo.
,lu,l,r cridiblliá¡d de un¡ declar.rción. etc.' ptrr el .hecho de ser más I r .rr rliscusión, Hastic se lrruestra etr desacttcrdo ct¡n l¿r dicotomía
,.,ocido o r.. -á, especialmcnte en jurisdicciones pequeñr l,r,,l,,rrrc l-<rftrrs en el mismo ¡imero tle Law and Human Behauíot,
,.r.n.*.r.. r¿ro.ltte.rl psicrjlogo forenrc cxperimenrll le pidln' de J
"ccesible,
runa pionera en la actuación como experta ante tribunales norte-
cliniio\'
fr.'inlo.tn..obr. ea.a.lrerí'ticis de pen.naliJlrJ que
o aspectos
hl.cer ver esas di
rrrxrs, dice que el psicólogo se enfrenta a una elección entre dos pa-
Ji"-""r", somos los psicólogos los que tenemos tl Llc dtogado o el de educador imparcial. La diferencia entre ambos
rencias a abogados y iu."es, r.co,.,o.ii ndo. que la especi;tlización
acturl ( \rilrÍl sobre todo e¡r la actitud de imparcialidad dcl expcrto antc
no. p.trnit. ñ"bl"t .ó,ro expertos de cualquier tema psicológico' . r ,¡\o l)¡rticular: e¡ la medida en que no esté dispuesto a realizar un es-
bn estc se,,ti,lo resulta sunamente interesante la opiniíx de rliseiro o informe deliberadamente sesgado a favor de un cliente, y
genaer ( 1988r). el expcrro ll.rntldo por larlcfensa en el iuicio a L r, ,lirlrr cn qlrc sea cilpilz de cl¡r' infornr¡tciórr sobrc los límircs cle gc-
-Dcrnlaniuk
baio lr acuirción de ser "lvín el Terrible', g.urrdia en el de la investigación en que se basa para sus conclusiones, y sobre
n,,.if.,,n..ri.r.ión de Treblink.t. En c:'te caso' qLriz'i la prcgunta y contradicciones de los datos, el experto se comporta como
,u.rr rl .*p.r,o cs 'i es posible recorJ¡r. al irho de mis de treint''l ¡ , , Lr,:rrlor implrcial» y l1o conlo utt abogado.
exist ían
l.r cara de alguien a quien se remia. En la medida cn que no Lr tcnrlcncia a comportarse como, o a adoptar el papel de, un aboga-
¿"ío. aitpánibles sobre el efecto conjunto de ambas varial | ,,'(r¡ (lc las cuestiones que debatir, ya que, a veces y de forma imper-
"niá".""
,i"-po,r"n..uttiátr emociórt,
y Vagcnaar opirró que no Ie era posi
,rrl,l(, sc lrace equivalente el papel del experto al del abogado defen-
contrario. la infortnación de quc
i"r,iii.rr r,rbr. rrr influencia. Por el ..
(.Jrriero decir que cuando el psicólogo experto Ilega al acuerdo cot'l
pon"-ut toU.. los efectos de variables del sistema sí permi¡ia hab!a-1 ,rl,,,ti;rrlo defensor sobre su actLución, esta puede interpretarse como
i; ;-i;tg";á; ...;, en las identificaciones hechas por los testigos y' así' r¡rrrifestación activa en favor del acusado, similar a la del propio abo-
, l, , ,lr'{rr¡sor. Al identific¿¡rse c<¡n esa función clefensora, es fácil que
I
11E I,1O R A DE CARA5 tI PS COLOGO FORENSE EXPERIMENTAL
Y EL TESTIGO HONE5TO
llr si ll hav, -r't1uc tlcl¡c c<¡ntcst¡r co¡ totrl honestidad ir todirs las preguu- l'or-til[to. cst¿blcce¡ con el abogaclo cle l¡ clcfens¿ csas b¡scs clc la
tes, Así, cl crpcrto, aunquc i¡vorcce clc entrlclil ir ll defensa, que es qurefl ttt,t.¡111t, inclepettdencia b<¡nc¡rdrios por el ticrnpo ,l" l.rrr;';;;rr,,
pone en ducla I:r valicicz clc l¡ i,,lcn¡ificació1. ro prrecle rr,.loptar u[.] «estre-
,)
| , ¡ ,. ir)r giu¿nrí¡ p:¡r!1 q.c
r,-
(,,1
i[l
3
LA IDENTIFICACIÓN DE PERSONAS
POR PARTE DE TESTIGOS Y VÍCTIMAS:
MEDIDAS DE IMPARCTALIDAD'
1. INTRODUCCIóN
67
B,rLlpo! cir]co senllnls dcspuós. ll,l ¡r»ccntajc rlr crrtr
t¡[(lc. v el crartr) l,ll c¡ur¡l¡io cll la l)sicología, desdc j 956, hacia el procesamiento hu-
quc conrcti(i ceda grtr¡ro en sr¡ rcl¡to tlc los hcchos ¡ructlc obsetvarse rrr,rrrrr rlc infr¡rru¡cirin h¡ hccho de la r¡emo¡ia su tcmá cent¡al de inves¡_
la Tabla 1. tl,r, r rr y tcoriz¡ción; solo qtre ahora se entiencle la memoria cor¡o un
,,,rrlr¡rrto rlc /¡¡occs os .tct iuos de reconstruccjón, .ft,nde la persona
2¿l¿ l: PoRCENT J!: DE ERRoRE5 coMErrDos EN r.uNcróN
no re_
r,,rr,r nrcciinicame¡rtc hechos y datos para su posterior rápetición,
DEL TIEMPo TMNscuRRtoo (adaptada de Braunshausen, 1930, 108) sino
r¡rrl lr rs clrbora e intcrpreta de un modL activo, inteqrándoio,
rrl r r,¡r(,cimienros previos. Este camhio profundá en ej estudil ",,á..¿.
de la
Mismo clí¿ 6 clías dcspués Una scmana 5 semanas rr, rr,,r ¡r lrrrnr¿r¡rl. ha pcrnritido que, en solo los últimos cluince años,
Errores I r r rrr lrt rg.rción sobrc cl testimonio (un área uaplicada,,)
(e¡ oorcentaies) 9,7 8,2 ll haya crecido <1e
r r,,rl() (\pcct.rcUllr ct¡ltro consecucnci¡ clel crccinriento pr:evio
crr la
rrri r. ion brisica (l_loycl Bostocl< y Clifiord, 1 98.t).
Adernás, se observó que en l¡ parte del relato quc causaba más l'r'r r r, sin ch¡da, t;urbién ha contribuido a esa e*¡ransión
la -ayor cola_
to y cxcitaciirn al testigo lluu'rentaba el número de crrorcs; en ,, co¡ las i¡rstitr¡cioles sociales más direc¡ar¡cnte implicaáas en las
hasta un 9,j 0/o en el segundo grupo, y hasta un 20,3 0/o se incrementó ',,rr
r.l( srirciones de los testigos, esto es, policía y profesionales
el grupo que prestó declaración una semana más tarde.
del dere_
l)rr cjcmplo de tal colaboración, que ha hecho áe Gran Bretaña uno
Podría criticarse en este estudio de comienzos de siglo ciertas de
lr,l,'r'c. Je l¡ investigación en rerrimonio, es el infor¡ne Devlin ü970)-
ci¡s cn cl tr¿tarniento estadísrico dc los datos (trlt¿rmicnto inexistente rtrrl,, I)ur el iuez Devlin al Home Otfice brirjnico en 1970, en cl que
la época, por otra plrte), qne inrpiden generalizar adccLr¿rdrmente sus ,rlrzrr, desde un punto de vista legal y psicológico, la evidéncia pres_
sultados r otras situlciottes. Sin erubargo, como estt¡dio dcscriptivcr
1,,,r los testigos en causas delictivas. La colabtiración de psicólogos y
dc nranificstt¡ Ia gran clistlrrci:r quc separa la rcaliclacl tlcl ¡ccuer r c¡sos de.rcrr<¡rismo en Israel (Schnffc,r y tut.,io, flZS¡,
esa misma realidad, en el testimonio prestado por testigos ., y,'íri
Y ello aun contando cou testigos excepcionales por su
1.r.. rrrriversidades dc Aberdeen y Housron
ltVir,r y Oigei, iliZ¡,
rrii,¡do n.jmirmo l¡ invelrigación psicolcigica en conre-r¡o..e"1e.,
ración jurídica y, probablemente, menor riesgo de parcialidad del ,r,los, lo que favorece una evaluación más realista de Ios métodos
puede ser habitual en una situación cotidiana de testimonio. Las i¡ rIrs habitualmente por la policía. por último, la presencia de psicó_
caciones que tienen estos datos para las situaciones reales, en las que i,)r¡r) expertos o peritos en testimonio en los tribunales de juiticia,
testigos de un hecho delictivo han de prestar declaración sobre lo ,rl¡rrcrrte en Estcdos Unidosl. aunque cuesrionrda a raaa, por rbogr_
do c identificar a su autor, son bastanre claras y aconscjan scr muy
ir¡ci(s..v.¿r¡n por psicólogos especializrdos cn restimoni; lfgerh y
dosr¡s en la evaluaciírn de l¡ valiclez de los rel¡tr¡s e idcntificaciones. 1,,,1,,.I. I9ll4), conticnza a ser relatiyamentc usual.
[-a potencial cohborilción cntre la Psicología y cl Dcrecho en \ rr, ¡rrc ll psicología del testimonio se ocupa por igual c1e la memoria
tcrna qued<i trunc¡cl¡ en Il dócaila cle los veinte (Digcs y Mira, 19
"tiitrs prcsencialcs respecto a pcrson¡s y il srrccsos, en este caso
r,
245-247\, básicamente por li pérdida de interés dc la Psicología .rs. que siguen se limitan a exponer ílnjcamente
cuestiones y re_
nronrc¡'rto, obsesionada por construir una ciencia positiva en la r r'l:r(ivos a Ia idcntificación de personirs.
cabían estímulos y respuesms claramente observables y
El estudio de la memoria, donde se incluye el testimonio, quedó
tringido a la formación de asociaciones entre sílabas sin sentido, .I, ¡,A INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGíA DEL TESTIMONIO
y demás material sin significado, debido a ese interés desmesurado
cvitlr la influe¡rci¡,:le kr qtre Ias pcrsonas ya conoccrt s<lbrc el rl r l)rrreccr, Lrn exaulen de las publicaciones c{e los últimos años
zirjc y rctcrrción de mirteri¡l ,rucvo. En otro lug;rr (ibid.,243-270\ se , I r, .,rirronio, clcsde L¡u punto de vista psicol<igico,
pelnite exrraeI
hccho una rcvisitin mirs lrrplia dc los aspectos histriricos ile la ri,r (lc lspcctos que pueden caracteriza, cl citaclo acn,nl de lo,lis_
logía del testimonio, por lo que ac¡uí solo insistiremos cn que hasta
arios setenta (láid., 245-247) no Ira vuelto a renacer desdc la
investigación sistemática en el área, así como la ¡evitalización de las I l',,F(icnrplo. cn Loftu\ (19,/9¿) ,e ¡r¿n,cribe l¡ in¡crvcnrión de L¡n o,icólopt,-
, r r,tu r,, . n rorrrlorrio, cn urr ¡uicro real en Esr;dos Unidos; lu
ciones con las ciencias jurídicas. opinrrin de ,n ,bog.iáo
,I.orr tipo de inrervencionÉs puede verse en Creeno (1984).
68 69
I"lEMORIA OE CA RAS rA DENitFtcActóN oE pERsoNAs poR pARTE oE fEsrtGos y v icflMAs
ciplina. En primer lugar, cabe hablar de dos intereses fundamentales en 3. LA. IDENTIFICACIÓN DE PERSONAS
los estudios: en un caso! [a preocupación esencial está en cómo se identifi-
ca .t las personas, esto es, los métodos, sistemas y variables que afectan en
Lr crrracte¡ización anterior permite situar la presente exposición,
que se
, , rrr¡¡ en la identificación de personas, y qui
alguna ncdida al reconocimiento o al recuerdo de personas vistas ante- tendr,i en tuenta distinros
,rs|cctr¡s nretodológicos y teóricos en la evaluación
riormente; en el otro caso, el interés se centra enlos aspectos sociales que del est"do,l. i.rr.o_
rr, r irrrientos_psicológicos sobre el particular.
juegan algún papel cuando se pide testimonio a una persona, y que reper- Hay que adv.rilr, ,i,
cuten no solo en la exactitud de su memoria, sino también en la c¡edibi- ¡¡,, L¡tre puede darse una confusión rernrinológicá ai "_¡",¿.
utilir", .l ior,."oto
lidad que tiene su testimonio ante los demás. 'l.sfigo» en dos contextos ran diferen¡es corio el psicológico y .iirriai
¡'lllpsicrilogr,,
En segundo lugar, la mayor ¡rarte de las investigaciones sobre el ¡es- Il¡ l.r\' que il hJ podldoun,tesrigo
observrr
prescncial d. .ralqui.r.,ii..,o'.r rqu.ll"
el suceso y, por ranlo, podría recordarlo
timonio se ocupan de parcelas muy concretas de entre la generalidad de 'r¡J
rr,'., r.ude. En e] c¿so de sucesos dclicrivo,. ei p,lcOlogo'c;id"r"
temas que pudieran ser objeto de estudio, fornándose un especie de supe- ar,,g.,
respecialización que, probablemente, tenga algo que ver con la inexis- I'r.scncial tant<¡ a la víctima del deliro.como a curtquL. oii,
(.,rii prcsente en el Jugar o sus cerc¿nias, f..*n" qu.
tencia de una integración coherente de los resultados empíricos en una p.ro qr. no * f"
rlrr.¡lltcnte, sin embargo, la víctim¿ nu es nunca "iaii_o..¡*i_
teoría global soble cónro un testigo retiene Ia infc¡rmación de los suce- Lln ¡esügo, puesto que es
sos y las personas, y lo que cabría esperar de él cuando se le pide l',r'ru rrrarerial en el proceso, según el derecho.rprnol. "Orjru lru diri.ul_
r,r(r( \ ¡'.U-.1 enconrr¡r un sir rónimo dcl
información. vocablo test4o, desde el puuro de
lr.t.r ¡rsicokigico, parece convenienre diferenciar a.-"tgti"
En tcrcer lugar, autrque no el último cn intportancil, qucda airn o*;Á,r;o to,
,,,r(rl,t05 .uando rror tnoven]os cn los.ccr¡lrexros juríáico y psi.átági.o.
resolver un problema de o¡den metodológico: en casi todas las
llrr.r ¡lternativa puede consistir en scrlalar ,¿..rralnr.rri.
ciones existe un conflicto, latente, entre validez ecológica y rigor áí".11;;-;"r.,
,¡rrr'¡r¡¡¡.iq¡¡ dar Iugar a contusión. AsÍ, a parrir
mental. Es evidentc que la utilización cle un criterio metodológico a. rqui,.rrlJo.i i.r,,_
como es habitual en la experimentaci(rn dc laboratorio, tienc ventajas ¡,, plcsencial de un suceso sea, aJ tiempo, su victima, sere denominndo
rr'\ligo víctima", entendiéndose en esc caso que jurídicrnr.rrra
cludables de control y validez de los resultados, pero también es cierto no pr.d.
1, r rcstigo. pero qur desJe un purrro
la situación de laboratorio es tan distinta a la situación real a la que dc , i.rr psiáiOgico lr., pra".,,'.irau
r' ,,( r¡ [ndo y. por trnto! puedc pedírsele
(como es el caso de presenciar un robo o un accidente de tráfico) que ' su recuerdo.
( ,r¡lle|lcemoJ por plarrrear la situación
ten ve¡daderas dificultades en pasar de una a la otra. real en la que
Al misn¡t¡ ticrnpo, v rehciouado con cstos problcmls metodol r, (lr¡r':rcrLr.r ante le policía () el iuez para idenrific¡r ¡ unaunperso;; tesrigr¡ tre_
l,o_
,1, rr(¡\ \up()ner que el resrigo-víctima
se constata un cambio en el objeto de estudio. Paulatinamente se ha es un joyero que ha sido asaltado
,l e omcrcial por hombre que , amenazánáole con un
evolucionando desde la demostración empírica, y casi meramente i 'll
lr,r ,lj,.lj d entregarle un.joyas
,'l)trg:rdo
l.
tiva, de los errorcs de idcntificación clue un tcstigo comete aun las y el dinero guardados err la caja".rrr",
fuerre,
de buena fe (pasando por la relación de causas y condiciones en que
tlrr(-n(t,, ¡ uonrinuación. EI joyero ha acudido rápidarnerrte
¿ l,r conlis¡_
pucclen ¡rroclucir estos errorcs), lrrste lleglr a tlesenrboc¡r cn l:r
¡r,r,¡( l\,ttct¡ n)as cerc¿na peradenuncirrel heclro, y ere
es el Duntocrr
,lrt( (,,¡rl,ie z.r la invcsrigación policial para idenrificar
en la sistematizaci<in de las técnicas que puedan favorecer una mayor al iadrOl f recu_
lidacl del testi¡uonio prestado por un testigo, Debe tenerse en cuenta I
I r'r'.1 I ( l Dotrn.
I .r lripoteriea secuencia dc pasos podria ser
esa mayor calidacl de la memoria que se persigue puede ser de gran como sigue. El testigo_
portancia tanto cuando se pretende averiguar cómo ocurrió un suceso
r r( rrr,r d(\criLre lo que lc Ira ocurrido y cci¡no er¡ .l
fon,r_
lictivo o un ¡ccidcnte rlc tr¿ifico (Diges, 1986), lo c¡uc tlenominantos rrrr,rr "rrñ"n,a-Á
irirr, arrxiliado por un especialisra di la policÍa, poa.l,
.orioo* un
¡,rr,rto robor o una caricatura de la cera del ladróÁ,
moria de sucesos, como cuando se está interesado en conoce¡ la
r
U"*ra"ra'.laá_.,
Lr rri ¡rcnll cn e:'c m('menro. y seguidcmcnre l, p"li;í,
del autor de un delito, esto es, meruoria de petsonas. I. ;;;;; ;;*r,
,r¡ .r! (rltr) (onlln crrterio prceslablecido o por
sospechas iniciales. una
',( ¡ r( (lL l{,[,,9r:rií¡s d,.delincuenres fichador para vei si el tesrigo_vícrima
l,,llr,r ¡'cc,lr,eer ul ls¡ltantc entre ellar. Conf<rrrne l, ,.a.irrrl"a.l,
,,Ir¡r,r ,, cl rt tr.¡rrr rohor sea llra. y/o cl reco¡¡ocir¡rielto
L.i-
iaira"Oaalr"r"
rlr( l.ls l l,,Ar.lfíil\ \(.1 fir,\iuv(,. lil ni,li(í¡l (,\tJrri .:rplcirltla pOr"
b,,.a
t ll 'I
¿rl rgrcsor. Por ítltinro, si tienc ó-rito en localizlr y rctcnct ¡l st'spt cltost', .r) r¡rrc sr lc lri,l.r ¡ , , r , /. ¡ . , r , , r r t l,rsrll.trrtc, r..lclr.t irr tc¡r t¡r ct.,rtr
, ' , r , rrr .
poclría solicitar qLIc este plr¡i.ipilra cn Lr[a «rueda dc i(lentific'1ci(irr", rrr ,, r(r urr (irriL:¡tur-¡ () ¡rl rctr¡1() r1)l)()t, a()n los solislicrrdos proccrli
trc otros homhres, para cercioratse dc que el testigo víctinta sigtre rcctr ,r 1 rr1,,\ (luc ( \rsl(Ir cr¡ llr ¡c¡u¡liclrtl (Mire l Diges, 1987), o simplenrcn
rrociúnclole como su isilitante. Est:r secuelci:t, obviamentc, pttcclc scr (Devics, l9lil);
', rrhirlo vcrlr¡l¡rcntc
,J,
interrumpicla u omiticla algurra de sus fases,,v no tiene por qué succtlcr /r) r¡Lrt sc lc pidt n:cutoccr'.tl sospcchoso, cle entre otras persotras
a,, a,..1"n cstr-icto. Ell crlalcluier cas<), cad¡r uno de cstos pasos hl siclo , r sL rr err iotogrlfías o cn vivr¡ (cn rr.rcdls) , si bien hemos de tener
"r.
invcstigado siste¡ráticiurentc por Los psicólogos del tcstinonio, y hs:tc- l. ( nle (luc la cjccucirin en t¡re¡s cle Leconocintiento sue[e ser superior:r
tua.ioires qu" implican están [unclamcntaclas lcg¿llrtcnte en tluestro P-rr\ L , l rceucrdc¡ y qnc, al nrisrno ticmpo, cl cmpleo cle i¿rs ¡ueclas corstitu-
(arts. .i68 ss. LL,Crim). ,r r r irrcr te' prueba policial, cn cl scntido cle r¡Lre determin¡ la <letención
Así, Krrchn tes¡ltir en urr cstLrdio de calnpo sobrc :rgresiones (1974)' .,, rs¡cchoso con basrarte probabilidrd, y puecle hacer qire fin¿licen las
como el rccuerdo que la víctiua ticne de su agresor, de su fisonomía, sc LlLrrsirs cn olr¿ls dircccioncs (trt. 492.1LECrin).
basa non¡ral¡rerte cn una intplesiírtl generll y no en un recuerdo disctc- l'rr'cisanre,nte por esto sc consiclera cle especial In¡rortalrcil rlue en
to de los rirsgos cie I:r persone;,v, llor otr¿r parte! quc la perccpción dc los til,o cle pruebas, dc rccon<¡ci¡n icn to, t¡ueclen sirlr':rguardados los de-
rasgos físicoi del agrcsor tlepcnrlería de difercntes varirbles, como el rip' ' ,,,s.li: los ciudadar¡os parl quc ningnn:r pcrsona inocente ¡rueda ser
cle ielito cotrctidq la horr dcl clía en que ocurra' el deiro producido a lr , ,r.,'l¡ill. rurl(lue sel de nrodo provisionel (l l:r espera de1 juicio) por
r,íctiml, l¿ laza y el sero dc agresor v víctinla, Y otr:ls caractcrísticas socir- ,l , , L¡1¡¡ ¡¡1¡ h¿r corncticlo. En cst¡ línea de trlbajo se ha esruclirrdo l¡ in
lcs de la propia r''ictima, quc sugiercn adenás l¿r existcncia dc clos tipos di- tl, r. n rle algunas viuirblcs propirs tle le sitnacií¡n de toma cle declu¡t-
fcrclciaár¡s ile testigr»i,íciinra, aqucllos tlue poilríln reconoccr o record¡r ,,,,r , rr l¡ vaiiclez del testi¡ronio. Así, les pist:rs verbrles y no verbales, lrs
la mayoríir dc los resgos sobrcsalientcs del ¿rs¿rltante; y aquellos-otros cuytr ' ,i,rrrr.rs sesgachs el;rlguna dirccciírn (aunc¡ue no sea,:le modc¡ rlelibe-
rccueido est¿ríl lleno cle lagunas y respuestes vací:rs o itlclrmpletas' , r,l , ¡) cl¡lsciente) y las cxpcctetivas c¡ue krs interrogadores tengan (tiur
De fortla simil¡r. se l¡an cstucliado los cstereotipos conlo una veriablc r, , n l;rs comisarías co¡ro cn Ios tritrunales) sohre cluiét-t es el ¡t¡tc¡r' del
¡nocluladt¡ra r la hora de pcrcibit:r los otros. Así, por ejenplo, se h¿r mos- , , r ,,. l¡ueden afectar 1' lo h'a,c.::it de factct al testimonio, al pre<lisponer
rredo (lue l¡l gcnte tiene ttna concepciírn estercotipadl cle cómo son-!
(:ómtl | 1, i r rrril cn qLre el testigo accede a l:r información ¡lmacenrrl¡ en su rte-
.L«ú¡n los .l.li,,.u"rrtes (Shoenl;rker, Sotrth v Love, 1973); Hochberg y ,,,,,r r.r (L)igcs y N'tila, 1 98-1).
(ialper, 197.1), y adentiis se h¡ nrostrado qtle esos estercotipos sc r'lsall I I rlerecht¡ español prcscribc, tiuto en l. instrlrcción del sumrrlio
cotidianar¡rente (Bull v Circen, 1980). lll atractivo físico parece uno de los i I i') LECrirr) conro en el dcserrolkr dcl jLricio oml (arts. 708 y 709).
flctores que tlás cla¡¡mente influy.- tLr l.rs tnrpt esi'rncs qut [' 'rnr'rnl'¡s so- , rs plegunt¿rs h:rl de ser pertinenrcs y aclaratr¡¡ias l que están prohi-
brc los otros, de meneta clue telrdcmos ll creer quc ulo que es he¡mostl ' 1.1., l,rs preguntas cl¡rciosas, sugcstivrs o i¡npertinentes. Sin etnbar¡ic,,
cs blleno, (Dion, Berscltcid y Wrlster, 1972); y, por el corltrario, que un¡ , ¡, , rr cle estils s:11\,:lgu¿rcl¡s lcgeles, persisten dos peligros: primero, la
fisonomía ¡nor¡¡r¿rl (ciciltrices, nlanchas o cualquicr clefortración) es prue ' t,, ¡Ll¡.rd para delirritar lo quc cs r.rn.r prrgLrnt¡ 5trg(\ri\J.) ..olru \¡e-
ba de u¡a cr¡n cluct:r' tarr bién ¿normel (Bul1, 1979; Shepherd et dl., 7978)' , r,,rntisailelante;ysegundo,noscticneer1 cLrenta clue antes de la
P¡rece, adcnás, qt-le u]lil cara ¡tractiva se rctendr:i mejor cn la tnemoria y , , rr Lr. ciriD del suniuio tiene lug:rr l¡ rctreciírn policial encamina<1a a
sc iclentiiicar:á posterjorrlrcnte con mirs facilidacl (Shepherd y Ellis. 1973), , rl L.r-loshechos-Frresteclso, l:rs dcclrraciones y pruebas de reco-
cle la mis¡tt¿ lnillleÍa (lLlc recon()((r (ltlJ L'lr''l' i'llnunte vist'r' entrc
Irt\ ',,'i rrrr(nto sobre fotos qr.re haga el tcstigo o el festillo-víctim¿ pue(lell
otras clue se le perecen ¡nucho rcsulta bastante nlírs conlplicaclo y produ- L L rnfluidas por preguntas capciosils o slrgestiv:ls, r' el efectc¡ de es-
..,,,r ri,n,"r,, clcv¡clo cle f¡lsts ahrnas (Davies. Shephercl y Ellis, 1979)' , ,rrcric airarlirse ¡ l;r rnemori¿r origin:rl, c inchrso lleger ¡ sustituirla
Per-o vanir¡s a fijarnos más c1c cerca en el lnomento cn que hav quc rl ,,lrLrs, 1979a). En riltino tén¡ino, el tcstig,o scrá incapaz cle cliieren-
l
iclerrriiic¿t u¡rt persona. Para krs ¡rsiclilogos dcl testimonio h¿ result¿rtlo I l)()stcriornlente (en Lura scgLrnda dcclaración, por ejempio) entre
de gran interés eitudiar las divcrsas técnic¿s quc 1l policía-usa pera obtc- ,, rrxrr ia original y estos añldidos o slrgcrencias, pese a todas l.ts srtlva-
,,.id. lus testigos v lestigos-víctim¿s una pista qtte les indique ctimo er¡ r,, l rs lcgales a[¡es ]¡encjoirxdas.
cl agresor, ¡ fin tle saber I quién o dónde busc¡r. Fstc tipo de técnices \,,i, por ejem¡rlo, cuando la polrcíe intcrrogl l un testigo o ¡ url tes-
policialcs se puccle clasificlr en virtucl dc la tarcl en la cltle se comprrl r'r. , r iirir¡tr v 1e pide c¡ue iclentifique:r los sospcchosos rle r.rn rlelito, e1
rnete :rl tcstigo: r, r ,rli.rdor pLrecle teler clctcrminachs rizones pilril creef qlle se lrat.I
72 73
il
rL. (l( rr ! ('\
l l ( ( ) r r \ (I(' .r( rL( r(I().,,rr l,,s r, rrrlt.trlos dc .lrrr'rsos cstLtilios
dc algLrnl pcrson¡ ert concrcro (rlgútr dcli¡ct¡crrtc lrclr.r,l,,, t r t i I t r t , I
1 r 1 I . r
I L I I i . I
.,,1,r, 1.r rrri'rrrolr.r, r'rr rrro r['rst()s lr.rL).ti()s (ñlaip¡ss v [)evine, l9E la) se
con un cslikr) o est¡r rlluY nlotiv¡do ¡r:trlr tlbtcncr llgllll¡ rcsPtlcst¡ l)()sl
tiva clcl tcstigo, y de esta fonn.r cst¡r conur)icá¡d()sclo, ar.lnqtre lto sc¡
I ¡,,rri rizr'r,1rre l.r cr.:rclitrrtl crr cl recr¡nt¡cirliertto i1e Llrli persotra, clespucs
, , r ¡ inrrr\,;¡1() l¡rg() (le ticurpo (cirrco tlreses), podrílr ruejorarse reilrst¡u-
de Lrrn l¡nnerll cirrectrr, sino dcjantlo pasar por-.IIto llgr¡na foto, ¡rrc
,r,1,, r | ¡ruLricu¡e c'n el clLre se ¡rrodujo el suceso (el este caso, l¿ esce-
gunt;rnclo: "¿Estri usted segttrri?, ctl . rtl.l, !i 'n i¡\irlrl-rcitnlc\. i, n]¡,\tr.llldo
r lr..rtirirr rle un ¡cto cle vrrnclahsno), rle ¡cue¡c1o cr¡n krs tnoclelos tle
mr.rclro i¡tc¡és por ¡lgurrat tespllcs¡:1! c()lIo se ltll ¡llostrt(lo crt (livers¡s
,, Lr¡r, rrcirin dependierte cie estirclo (t3ower:, 198 l)r. Así, grriirron la nre-
invcstigrciones (BLrckhotrt, 1974; Smith, ['leb¿n v Sh¿rffcr, 1982). Ade
r ,, r,r rlr los testigos lliua clue experimentlrrrn los rnismos sentinientos !'
nr;is, l:r fornrl gr¡maticai tt¡ilizrd¡ cn las pregttrrtas ticnc cfcctr¡s deleré-
rcos sohrc llt ex¡ctrtlrd del tesrirlotrit¡. Las investigacioncs cle E. Lo{tus ', , ,,rrl;rr¡r t¡l como fue el suceso y cór¡ro era el lugar el ,que ocurrió. Los
,, .1, r¡rlos indicaron qlre con este procerlimiento se aurnentti 1¡ exactitud
(197.1; 197.5; Loftus v Zarri. 197.§; Loftus y P:rlnter, 197'1) muestrart
, , l,)s tcstigos (lel ,10 ¡1 60(% eLr la iclentific¿ción clel r.rincl¡lc¡.
cor¡o ll sustituciril del rrrtícul<¡ dctetntinacl¡ (.e1") por cl incletermrlt.r
l'.stos resultados debell ser interpretailos rrlernás tenienrio en cuel)ta
dr¡ ("un"), o cl c¡mbio de utr vcrbo por otro qL¡e itrrplicltte mayor gra-
l,)\ trstigos hrrn visto previamente rl sospechoso en otras circLllrstal1al.1s
vetlacl clc lr accirin (por ejernplo, .sc cstrellri" por "ct¡lisionti,), pLreden
it,,,r rjernplo, en fotogr.tfías) (Bror'r,u, Defferbrcher v Sturgil, 1977). y
influir err l¿ dcclrr¡ci<in cle r¡n tesligo,v h¡ccr qLre ltfirnrc htrbcr visti¡ co-
s¡s !lLle n() srrccclic¡ou. Ilero, trtils gr-1v(, fr¡r<!c qLtE Lttl tu\riglr (ltle ha
' r.'cho cle que en Ia ¡ueclr esté o no esté el agresor *aunque, lirgice-
rl, n r(, esto se conoce¡¿i únicamente.l po.slerlori, e implicrrrri problemas
siclo intcr«rglclo colr estas pregunfas sesgaclrrs;rñaclc l¡ información no
, ,, r,rtlológrcos en la investigación-. 'l rrnto es rrsí clue se h¿r encontratlo
origiral (lr sug,cricla por La preguntr) :rl rccLtcrdo qrre ¡r:rír dc lo que su- , , , r'l ripo de error, falsa :rhrma (señaler a rlguier qire no es el agresor)
ccdiir. especi:rlmcn¡c cu¡ndo lrts cuestioncs s,: fort¡ular¡ irrmccliaturente , r, clr¡zr¡ etrrineo (no seiralrrr al sospechoso), que comctíen los testigos
,.lespués dcl succso (Loftus, 19791; fhorson v IIochlraus, 1977). (iuandcr
, , 1,, nclía de <1uc el ¡llresor estuvicra p¡escntc o no cn l¡ nredl (Malpass
se virc'lvc a pcdir clecl¡r¡cióu rrl restigo nrás tarde, es posiblc que este con-
r I r|vine, 1981b), junto con el trpo de inst¡ucciones sc¡b¡e cómo clehi.rn
fLr¡c1a la vcrsií¡n ¡h¡r¡cen¡tla origitralnrcnte ct» l¿ versiti¡r sugerida o, al
,, , ,. t rlcr a la identificación (sesgldas o no sesgatlas hr,::íe señrlar a .rlgLrien)
men()s) que la scguncll se¡ mlis ¡cccsil¡lc por set mris recicntc.
'Iirnbiér sc hr cstr.rcli¡clo er pe ritncntaltlcntc 1a posibilidacl clc c¡ue , , I tipo de conclena que se k podía rplicar el :rgresor.
Así, rcsultzr intcrcsantc, no solo parl l:r Psicokrgía, sino tarnbiún para
cl tcstigo, o el tcsti¡io víctima, c1e una egrcsión. por ejenrplo, idcntiii-
,,.. , specialistas clel cle¡echo procesrl, clediclr itención a Lrn grave pro-
qLrc crrrinelnrcntc conlo ¡gresor ¡ lllri pefsona, b¿siindosc cn cI stlpLlesto
1,, r¡r.r rle l¡ itlentificlciírn cle uti sospcchoso en un¿r ruccl¡ por pltte tle
c'clLrivocldo clc cluc le famif.rridad quc lc protlucc sLt c¿r'l se rcllci<¡n¡ con
lr r trstigo o cle un testigo víctima: el proble r*t tlc l.t imparciaLiclad en la
l.r agresión. cuardo csa frtnilirtriclacl pucdc ser resultailo cle algún cnctten-
, ri¡osicitin clc la rLreda; rc¡n.r quc corrllcvl grantlcs clificultadcs nret<r
tro previo er el mismo r¡ cliferente lug,ar clc 1a agrcsirín. Este fcntimcno,
l, , ,,!,ic¿rs, pc¡¡ cu¡nto quc obliga al invcstigltlor a discírlr cxpcrimcntos
clenonrir¡¡d<¡ <trllnsferenci¡ inconscicntcu, es, conlo sc conrprcnrlerlt, de
especirl inrporranci¡:t h hora de recr¡noccr a Ln sospechoso cn Lrn.l ruedx,
r l,rs que cotlpiten la posibilided dc gencralizar lt¡s rcsult¡dos r r¡t¡¡s
rrrr,rcioncs ljenls al l:rbor:rtorio, y cl rigor nretockrlógico. Ternl, ll nris
y h:r sido investig:rdo por cliversos rlutorcs (Loftus, 1976)r, qLrc consicle-
ran que ll explicecirjn clcl ferómettt¡ obcdccc a la raturaleza intcgracl<tra
¡, tiL¡rrpo!,:lc gran imPortlncia clack¡ cl ¡rcso Psicokigico qLle ticnc l¡
, , rrtificacirin rceliz:rcl:r por Lr¡ tcstito! \, l:rs co¡sccucnci:rs 11r.rc ¡ructlc
r rt.lrr..rhle d,. Lt t,.tn,'ri.l hlrrn lrr.r- , r..r'p¡rr le pcrsonr:rcus:rcl¡. E¡r cstc scntickr, clbe t¿rmbiú¡r distingLrrr
I-ste tipo dc cucstiones ha provocado clue se estuclien, para cl ctso
lr .rcdibilided que ticncn las dr¡s cl¡scs clc tcstigos: cl testigo víctimr y
.lc l¡s ruecl:rs clc iclcntificación, proceditnicntos r¡ue logren li¡nit¡r esos
, I t,-srigo prcscncill ajcno al succs<¡: l,.r dcclarrcirin clcl tcstigo víctimr
crrores (de onrisrr5n v comisiiru) que Ios tcstigos cometerr. Es cl ceso de
r, ,Lr1¡¡ más crcíblc antc tcrccros y srL ider¡tific¡ci<in tienc ¡rlyor valor
Ir>s trabrjos cle N{alpess v coleborrtcltres (19l.i l;N4alpassy l)evinc, 1981e;
lgli lb; 198 lc) :rccrca tle cónto puedc mcjotrrse l¿r lr;rbilicl:rcl tle una 1,.r.olrigico. Sil embargo, eI intenso estrés ll que estar so lctid¿r l¿ víLri
r r r clc un dclito que implica agrcsiírn I¿ h¿cc ¡nucho más vulner¿[¡lc r
pcrsou¿ p¡la rcconoccr r otras que il¡vrl visto ¡ntcs. Siguiendo cn esta li
I r lror:r de atender, percibir y postcriornrente recrtrdar los dctrllcs dtl
75
71
2) l)crnritir cluc durante toclo el proceso el abogado defensor esté pre-
lurtc para cvitar cualquier actitucl parcial hacia un sospechosor'.
:11:ni,gj[d, iü=*,-,*,*| .i) Quc las persolras que componen la rueda (entre cinco y nueve)
r(,ngar cl ¡rayor parecido posible con el sospecltoso, tanto respecto a su
,.rlrrclcomo l la vestime¡t¿ y otras características sociales, como posición
soeirl, por ejernploT.
4 IMPARCIALIDAD EN LAS RUEDAS DE IDT,NTIFICACIóN 4) De igual forma, cualquier anomalía fisonómica del sospechoso
(g.rfas, parche en un ojo, barba, cicatrices) debe estar presente también
El obietivo frtn.lantental en las pruebas de reconocimiento, tanto en tas ,,rr l<¡s otros cor.nponentes de la ruedas. En este sentido, las precaucio-
.onriiurir. c.¡nro en los tribtl¡rales y. por lanto. ett los labc'rarorios psi- rrcs de algunos tribunales para que la ropa del acusado se guarde en pre-
;;i;;;;r. es evi¡¿r la identificación di un sospecl.roso inocente y facili- visitin de futuras identificaciones no es asumida por la totalidad de los
t¿r lí identific.rción del sospecltoso culpable' Teniendo presente que en rnvcstigadores (Shepherd, Ellis y Davies, 1982,31, y 49-50) que, por el
,,u.rt.n ,oci..l"d resulta más importante salvaguardar la libertad de un r orrtrario opinan que tal medida puede predisponer la actuación de los
toiÁo g""..^t y pre:autoria' han elaborado una serie de recomenda- 6) Que las instrucciones más eficaces a los restigos en este caso es de-
ciones que tener en cuenta por parte de la policía y los tribunalesa'
La , irles que es posible que la persona sospechosa no esté en la rueda, que
pueden JPoyarse en invesrig'rciones s(¡n cautos y solo señalen a alguien cuando estén muy seguros, Sin em-
-avoría de est¿rs recomendaciones
q"J tá. pti.ologos del testin.ronio Lan re¿liz'rdo sobre la memoria de lrrrrgo, en determinados países, para que la investigación policial prosiga,
ior-,.ra,jot o en"las propias recomendaciones que diversos investtgado- sc permite que el testigo señale a alguien que se asemeje mucho al agresor.
.., to"".trUot^¿o .'p".ii. d. su experiencia erl los laboratorios (Bull y 7) Que la acusación no pueda ser firme basándose únicamente en
Ciifio.d, rsZ8; Clifiorcl y Bull, 1978; Buckhour, 1974r Deffenbacher (l(¡e un testigo o un testigo-víctima haya reconocido en una rueda al agre-
\o¡'; que se precisen, cuando menosl0, dos testigos.
y Horney, 1981).
' Enrrl .r,", recomendaciones para obtelrer tnayor imparcialidad es-
-' las siguientes:
tán
a la policía es-
,
8) Qr.re Ia rueda se lleve a cabo, como ocurre en Sueci¿r (Deffenba
lrer y Horney, 1,987, 219 Shepherd, Ellis y Davies, 1982, 30), en una I
tl Aámitir en los iuicios solo las declaraciones dadas lr¡l¡itación por la que deambulan Ios componentes de la rueda; hablando
.,.,nJn.rrn.nr. a,, la primera fitse de la investigación, y no las que realice lntre ellos y moviéndose con entera libertad, lo que permite al testigo fi-
!ii.riigo a.tpuet de ver ¿l rct¡sado en la comisaría, de contemplar fo- ¡,rrse en las maneras y formas espontáneas de actuar de esos componen
iogr"fr;t ruyo't o de oír la declaración de algún otro te§tigo5' tcs y le facilita su tarea. Con todo, no hay acuerdo en cuanto a permitir
6. Está medida tiene su apoyo lcgal en el derecho español (arts. 118 y 520 LECrim
(1978); y en Esta- r 2.1.2 Constitución Española).
4. el I'lfoftne De\lin (1976), cn lnglarerra; er Escocia, Brvden
7. Aunque el derecho español no concreta el númclo de compoñentes de la ¡ueda
^sí, y Bromlev (1974).
-'..
dos Unidos, Lr Sotn
sicn:pre que (.,,r. ]69 LECrim)-
i. ri a**f'" ..paírot irescribc que un rcstrgo debc ¡rtst rr deJrr'rción'en el ¡uicio oral 8. También en el derecho espa'¡ol (an.371 LECrinr.
*" .¡,^¿",-.",,, It i"'¡r,rt u..ión del strma,i" (.rrr' 4lU LECrim) como
y 9. También en elderecho español (aft.370 LECrim).
i,,, 202\. A"im,suro. se considcra qtrc le declaración del rcstigo deberá ser secreta §epa-
10. Estr cs la versión media cle la regla de corrobor¡cirin. En su ve¡sión
,,i, ¿.1" ¡. "ir". t.',ieo'tn Ir irrinrr'iÚn del(arr'
'u-nirió r'rrt 41§ II('inl I n('lomuni- nrás fucrre, la
J*l -04) sirr<nrhr'8o'e'tr'.Drtc'r'rüroncs r, gll afirnra quc nunca se puede condenar sobre la base única de la identiÉicacirin, indepen
::;i"-,-";";:i,, "",. Ia-..ler-r¡cinr rLrrcio
,l crtcmcnrc cle cuántos testigos h¡yan idcntificado a un sospcchoso. En sLr versión más débil
¡o se tonan cu¡nclc, se lleva a caho Ia investrgación ¡'liti'tl fr!\ r¡ qrre 'l'1 lug'rr 'r 1¡
rns-
rrgh desaprueba la posibilidad dc condena b¿sándose solo en la evide¡cia de identifrca
;;;,;,i' J;i 'i',,,."i,' r ¿.r iui.io o.rr sLrhsisurenL.. de rorr¡¡ qu' I;s Jc'.rar'rci"ncs 'rsi
el cfecro Je e\r§ precau_
Lr
,riln cu¡ndo cxisr¡¡ prr¡ebas de que el procedimiento original de identificaciófl fuc suBestrvo
ohrenidas pue.len influir en ias dcclaraciont'r po\teriores v antrl'1r
(U'.rll, 196-5, ci¡. en Deffenbacher y Homev, 1981).
ciones legalcs.
76 77
¡l-
que el testigo oiga h¿blar a los co[]porleDtcs dc l¡ l r¡e(ll; rricIltr¡s (lLrc pilrit
pcrnliúerall, en suma, abrir una yertiente de aplicación social a la inves_
unos la precaución que tomar consiste en que todos hlblen, plra otros,
tigrrción psicológica en esra área.
la rucda es un procedimiento de identificación solo a partir de la scnrc-
janza física percibida visualmente.
fdrll, 2: VARTABLII5 euE puEDEN ArEcrAR A r¡¡:xAcTt.r.un
9) Corro medida adicional, en Suecia se simulan en l¿ rueda las mis- tN L^ tDENTtflcACIóN poR pAR.tE DE t.os TEs,ücos
mas condicir¡nes de iluminación, distancia, etc., procurande crear un xnl- (.rdaptada de rütells, 1978, 1j46-1S.'7)
bientc similar al del suceso (Deffenbacher y Horney, 1981). En esta úl-
tima línea son de interés las opiniones de quienes ven cn el vÍdeo urr ,r,,rr,a" qua aa,,affi, I
procedimiento para sustituir el t¡aclicional paseo de las ruedas.
, ,,r,or"
Por otro lado, la Corte Suprema de Estados Unidosll señaló cinco fac- ,.
tores que tener en cuenra a la hora cle determinar si la identificación de un (.r(liciones :as
físicas l.raza
l.raz^ .composición
|l.comoosición II
sospechoso por parte de un testigo o un testigo-víctinla es fiable: 1) la pro- ,i1,,, d" d.li- l* .
| n." de componentes i
babilidad de que el testigo haya visto al agresor;2) el grado de atención ,lrrr.¡ir,'ndelincidenrc
que pondría el testigo;3) su exactitud al hacer la primera descripción del I.cdad l.in.,ru..,on.s
agresor;4) el nivel de certeza demostrádo por el testigo en los interro- ,r, r ividacl del testigo | ' inteligencia . dinámica social
gatorios; y 5) el intervalo de tiempo trarrscurrido entre el suceso y el in- ,1"..1..1
tlcsde ru..ro
suceso f *.r.rrfia"a
el
I
terrogatorio presente. @
rrf,rrmación extraña .confianza
Como se ve, la idea que se tiene sobre córno lograr la imparcialidad I | . ruedas paralelas
I
I
en la composición de una rueda se asemeja a un recetario de precaucio-
nes al que cada país aporta sus propias normas, de igual forma que cada
investigador en los laboratorios psicológicos ha adoptado su propio crite-
cfceros de
_t demora I
rio de imparcialidad para llevar a cabo un experimento12. Por otra parte, {;. \flclls (1978, 1546-1557) ha sistematizado el examen de las varia_
cxisten cuestiones de índole metodológica quc también interfie¡en en los l,lr,, ,¡tre pueden afectar a la identificrción, y que nos servirán
cstudios ¡ealizados. Se trata de Ia potencia de las investigaciones para ge- Dara trarar
, I l, rr¡¡ de la imparcialidad. Pa¡a \Vells exisien
ne¡alizar sus resultados a la vida real, o, si se prefiere, el problema de la --.r_
,,rr,rrJ.¡s cn la Tahle 2): vxiables propias
dos clases de variables (re
del sistema, que son las que la
v.rliJcz ecológicn.
tr,,lr. r.r r,l,,s tribunelcs puedcn manipular para optimizar la identificación
Los experimentos sobre psicología del testimonio en general, y los
lrr\rrrcciones, intervalo de tiempo, modo de presentaciórr, composición,
de reconocimiento de personas en ruedas en particular, presentan enor- , li lrcrr);. y yariables q:ue est¡mar, que son aquelias que probaúlemente
mes dificultades para lograr suficiente realismo, sin contravenir las nor- rl, ( rcr¡ ¡ la actuación del restigo cn la identificación, perti de las que
mas éticas, que dé entidad ir la investigación, por cuanto que en ella se úrni_
, ,r I(.1ltc sc pueden estirnar sus efectos!
l.lo actuar sob;e ellas (difárencias
represente realmente el sucesó y el ambiente de una ¡ueda (Mira y Di- rrrl,r\ r(luales entre testigos, tipo de delito, actividad a la que se han estaclo
ges, 1984). Par¿r ello haría falta una mayor conexión entre la policía y ,1,,,1r,;r ndo clesde su ocurrencia, etc.).
los laboratorios psicológicos, y un notable au¡¡ent<¡ de los canales de in-
r\sí pues, las variables del sistema pueden interferir en el éxito del
form¡rción entre rmbos, de tal forma que permitieran que los resultados r, ,,r rli( ) en la tarea de identificación y se pueden controlar (cosa que
de los estudios llegaran a la policía y, por otro lado, que los estudiosos del no
,,, rr.r( con las variables que estimar) para lograr que la
tema obtuyieran información de primera mano sobre puntos como: las composición de la
rl' ,l,r sca imparcial y que, de esta forma, ningÍrn miembro áe ellas parez-
prácticas habituales de la policía respecto al uso de las ruedas, las instruc- ,,r rrr.rs sospechoso que otro.
ciones que suelen dar a los testigos, la fo¡ma de interrogarlcs, las pre- \r cr¡nsideramos las alternativas de respuesta qLle tiene un testigo en
cauciones que toman ¡rara evitar identificacio[es erróneas, qué piensan rrr,r rrrrca de identificación y los resultados de su elección, tal con"¡o se
los testigos de su tarea, cuántos componentes forman la rueda, etc., que , \l,r( (¡ cn Ia Tabla -3, resulta claro que nuestro ¡nayor interés
estriba
, I r( r(.r)ter¡t.rr el número de acieflus y ,.charos correc¡os, y en disrni
11. En elcaso Nei/ rs. tsAgels, 1972,409 (1. S.,lU8. rrrr ll núrmero de falkls y falsas identificaciones qua r" pruár..,,.n rnn
12. A csre respecro liri. el excelente resumcn de Malpass y Devnre (1983).
¡, ir'¡ rtr liclcil¡n-
78
79
Taála 3: ALTERNATiV s I'oslBLLs Df: ELEcclóN Y RESLILI.ADoS EN UNA R(,til)A t¡ r, ¡ quc sc ¡rro¡rorcionl utrl clescril'rciritt dcl sospechoso facilitacla
l¿rs
(aciu¡lizada ¡ pariir de Malpass y Dcvire, 198 lc,482'489) o varios tcstigos reales. A cstos tcstigos simulad<¡s se les pide que
l)r)r Lrno
sr.rl¡lcn cn la rucda quién creetr que es el autor del delito, basándose úni-
Al".*,tr* p.f,bles ,,rrrcnte en la dcscripción previa. Es a partir de las elecciones que hacen
Respr"resta del testigo ,,,rrro podemos cviluar hasta qué punto la rueda de identificación cum-
Aütor presente Autor ausente
¡,lt,con los dos principios señalados. Veamos algunos ejemplos posibles
IAI-SA IDENTIFICACIóN ,i. lr¡s resultados de esas elecciones en tres ruedas de diferente composi-
ACIERTO
I d.ent ifi cac ión errónea
Autor identificad.o r irin (Tabla 4).
Señala al sospechoso de ,k inocetute
No implica a inocentes Agrcsor crt Iiberrird /¿r/¿ 4: ¡:Jr]\¡pt ()5 tN1,\LtN{Rt,\\ I 'L k. r, DA\ DL ntl t.Rt ¡Itt r!r\tt'o\trto\
sucúN LAs pRoro¡{ctoNEs EN eu¡t soN EI-E(¡Dos sus (oMpoNItNrls
FAI,LO DE IDENTIFICACIÓN R1(ilr\ZO (lOltRl,(l tO PoT{ P¡RTI] DE fESTrcOs SIMUI.ADOS
arriba, se han sugerido desdc la psicología del tcstimonio dos principios (l 0,40 0,10 0,10 0,10 0,10 0,10 0,10 I
80 li1
LA DENflFlcActóN oE pERsoNAs poR pARTE oE TEsftcos y vicrll',]As
r¡rrien señala en la rueda, puede estar influida por otras variables, como
pL¡esto que la probabilidad de señalar a un inocente por azar es bastan-
lrr ilformación que tiene el propio testigo acerca de la apariencia física
te baja.
,lcl ¿rutor de delito, o la sugestionabilidad en los procedirnientos de iden-
Estos ejemplos de ruedas parciales (B y C) e imparcial (A) ilustran
tilicación seguidos.
Ias bases del procedimiento para evaluar hasta qué punto la identifica-
Se requiere, por tanto, que la imparcialidad de una rueda se haga de
ción de un sospechoso en una rueda se aleia de la identificación impar-
l,rma independiente y cor ¿usencia de sugestionabilidad de procedimien-
cial real.
rr,, y de información sobre la identidad única del autor del delito.
Al tiempo, permiten hacer algunas consideraciones sobre la toma de
Doob y Kirshenbaum (1973) sugirieron el procedimiento para solu-
decisiones acerca de 1a imparcialidad de las ruedas y los papeles respeci-
, ionar este problema partiendo de la utilización de testigos sirnulados. A
vos de psicólogos y juristas en este ámbito. A nuestro modo de ver, el psi-
( \ros testigos simulados se les proporciona una descripción del autor del
cólogo que investiga la memoria de los testigos debe proporcionar los pro-
,lclito que procede de los testigos reales. A continuación se les muestra la
cedimientos y los datos científicos que permitan meiorar la calidad de la
r rreda de identificación, en vivo o en fotografía, y se les pide que señalen
identificación; en este sentido está obligado a seirala¡ tanto las condicio-
L¡rrión creen qte es eI sospechoso sobre esa base. Si Ia rueda es imparcial,
nes y factores que influyen en la identificación óptima como los medios
l( )s testigos simulados elegirán aproximadamente por igual a cualquiera de
de control de estos factores; a describir cuál es esa identificación ópdma,
\lrs componentes (sospechoso y cebos). Por el contrario, con esa misma
y a idear medidas que permitan apreciar cuánto se aleja una identificación
rrcda, imparcial, el testigo real que vio al autor del suceso podrá identifi-
determinada de la identificación óptima. En suma, el papel del psicólogo
t rulo si está presente (si su memoria no le falla).
experimental en este tema es el de proporcionar información científica
A partir de este procedimiento básico de actuación, que permite co-
suficiente para mejorar la toma de decisiones acerca de una identificación
rrr¡cer las elecciones de los testigos simulados, se han ideado una serie de
dererminrda.
rrrtlices que hemos agrupado, para su exposición, atendiendo a los dos
La fase de toma de decisiones es competencia del iurista. Es el jurista el
que debe decidir cuándo una probabilidad es suficientemente pequeña en ¡rlincipios de imparcialidad señalados: índices encaminados a evaluar el
riunaño de la rueda, e índices dirigidos a cuantificar el sesgo del acusado.
el caso del tamaño de una rueda, o sea, qué riesgo está dispuesta a correr
l',rla simplificar, utilizaremos Ios mismos términos para referi¡nos a todas
la sociedad de que se produzca una identificación en6¡ea (112' 117,1lx
l,rs fó¡mulas:
en Ia legislación española). También deberá decidir dónde situar el criterio
por encima del cual pueda decirse que hay sesgo del acusado (en contra
N: número de componentes de [a rueda (cebos y sospechoso); n: nírmero de
del acusado) en una rueda, y cuánto se puede alejar una rueda del ideal de testigos simL ados qlre se utilizal1.
imparcialidad para decidir que es una rueda parcial. Pero el psicólogo de- D: número de testigos simulados que seÁalan al sospechoso.
berá proporcionarle la base científica que permita evaluar cada una de las
posibiiidades. EI primer paso en este sentido se refiere a las propuestas de t,.1. Índices de tamaño de la rueda
medidas o índices de imparcialidad sugeridas por el trabaio experimental
con ruedas de identificación que expondremos a continuación. l) 'lamaño
funcional de la ruedat3. Su fórmula (n/D) es simplemente el
, ,,cicnte entre el total de testigos simulados y el número de ellos que se-
rr,rl.r al sospechoso. Si el resto de componentes de la ruéda está bien ele-
6. ÍNDICES DE IMPARCIALIDAD
¡iirkr por su parecido con el sospechoso, este será señalado tan a menu-
.1,, como los demás. Por ejemplo, si utilizamos 42 testigos sinrulados, y
Como hemos señalado, el procedimiento para señalar la imparcialidad lrs eomponentes de la rueda son 7 (6 cebos y el sospechoso), espera-
de una rueda requiere la colaboración de testigos simulados. El argu- r i,roros que aproximadamente 6 testigos simulados señala¡an a cada uno
mento que justifica esta elección, tal como lo exponen Malpass y De- ,lc los siete componentes si estos están bien elegidos. Así, el tamaio fun-
vine (1983), es como sigue. Para eva|¡ar la imparcialidad de una rueda, , irrrr¡l de la rueda sería: 4216 = 7, que es su tamaño nominal. Si, en cam-
no se puede utilizar a los testigos reales de un suceso, por dos razones: Irio, son 12 los testigos sirnulados que señalan al sospechoso, el cociente
a) no pueden ser un medio de investigación para evaluar sus propios
juicios o elecciones (que son el objeto de la investigación), sino que debe
l.l. Íudicc clc.rclo por rülclls, l.cippc y Ostronr (l979).
darse una independencia entre ambos; b) la elección de un testigo real, a
(.t ) si
.L
scrí¡:'12112:.i,5. Estoes, cl tlnr¡ño fttllciott.tl .lt 1.rrLr,,l.r ,.l.r ¡¡rrt¡,1 tl, ' ' lu,l¡,, s,l, :, rr¡,,l, l .t, rt-t,1,'
su tarrano nornin¿I. Dicho de otro modo. l ticatos dc l.l prLr.b.t rlc le."
nocilrrien«) cs como si lir ruecla c'stLrvier¿ colllPtle§t.l ¡ror solo I:r nlltltcl .1. l) ltt,lt,¡ 11,'-sr'..qrr r1,'/.rr'rrs,rrh¡ tlL l),¡obt, l(.irsbetb¡wu (197.3).Enestc
las personls que se pretendi¿. , .,,, sr' corsi,lcn ¡,r cnl rrnrl Lrecl¡ ctr¡uclo los testigos sir¡ulldos sefin
r
2) Tannño cfectiuo de la ruadtt't. F-src cs tttt ínclice más complicrttlt' r.rl sospccltoso rtiris tle lo rlue se espera por rlzar. F,n este senticlo sr di
de calcula¡. Sc tlife¡encia del ,lntcric»'ftlncl¡ntentalnrcntc en clos aspec- , , ,¡rrt' lrr nrecirr cstri ses!¡¡d¡ contra el sospechoso. Se plrte lquí clc,:1uc
tos: a) prrrc ric eliminirr dc los cónrputos 11 iodos.lquellos cl)mponelltes r l, r rl cociente litl*,
,,h.rhiliclrrd cle seirrrlur por rrzrrr al sos¡rechoso es igr-rai
que ro se scñll¡n nurtclt conto euto{es clcl delito por Parte de Ios testigos , ,,rrr,r c¡
los c¡sos llrteriores. El cirlcLllo cle la frecuenci¡ empírica con
simulados; 1 á) cot-tsiclera no solo cuiil-lt.ts veces se elige al sospcchoso, L Llrr( se señirlrr irl sospechoso por
ir¡rte de los testigos simlllaclos se rcir
sino t¡rnbién con cuánta lrecucncia se sc¡i:rla I c¡cirr utto de los ccbt¡s. Str r r. torrro sienpre, por rledio clel cociente D/n. El sesg¡r contrr cl sos
v¡l,¡r numórico fin:rl, conro el irdice:rntcrior, erpresa cl ¡í¡¡erc, cle conl- ,,.lroso se procluce crr;rndo existe un¿ diferenci¡ negativ¡ cntrc ¡mbos
ponenter clc ll nrecla que sc han terrido en cuentrl rc,rlntente en le prtlebe , ,,1 icrtes l.estrr resultrl est;rclísticrunente significariva por meclio de las
cle reconocitnientr¡. Su cliscrepancia clel ta¡railo nolninal indic:rría clue ll I rrr,'b¡s est¿clísticrrs converrcion¿rles prua proporciorrrs. lbr el contr¡rir,,
ruecla ha sicti parcial. .r .r tlccuenci¡ empíricl fuera menor cle lo es¡rerado por azar v h diÉc
3) l?roporci(tn cLe elecctcjn dc cad¿t uno clc krs cotnponentes de la rue- , r.i.l eütre ¡mbos cocientes (1iN-Did fuera posirive,v estaclísticrrncnrc
d¡. Consiclcra la ruecla cr¡n¡o una sunt:r de cotttl-rortcntes (M,rlpass y l)e r rrilicrrtivl, entonces exis¡iría sesgo a favor <le1 sospechoso (aunc¡ue es
vine, 1983), y 11¡tr cle clecitlir si cacla uno de ellos es Lrn cebo plausible. r r(rrso_nrucho meDos frect¡eDte qLre el anterior).
Su cóm1-ruto sc base, cottto los enteriorc§, cn l¡ frecuenci¿ ctln l:r,¡tte se )) hdice de sesget tlel acusado rle Mal¡.'ass (191i1). Lr base argumen
scñ¿rla ¿ c¿rde u¡rt> cle los cornPolrentes como al¡tor del delito. Est¡ fre- rl cs iiléntic¡ ¿ ia clel ínc|ce anterior, pero l¡ clife¡enci¿r cstriba aquí cn
cuencia sc cofirparir con l,r frecuenci¿t cspcrada por rrzer si todlrs los ce- , I t.rr¡r¡ño cle i;r rueda clue se tiene en clrenta prr¡ cstim¡r l¡ probabilidatl
bos estuvicr:rn bieu elegidos. Clontinrrando cc¡lt ttuestro ejenrplo, sttpol- , , .r'ir¡l¡r rrL stispechoso por azirr. En el crrso anterior se tienen etr cuent¡
g¡mos qLle el ccbi¡ número 6 cs seíralado solo por clos de los'12 testigos ,,,los 1os conrponentes, con inclependenci¡ de la f¡ecuenci¡ con quc sr
sirnulados. L¿ Érccuencia espcracla por ilz:lr es de 6, puesttl que hay 7 , n,rl¡ ¡ c¡d¡ uno, es clecir, con intle¡rentlenci¡ tle si son hucnos cel¡os
conlp()nerlres c¡r l¡ rrte<l¡. ['or tenro, ¡roclcmos clecir cluc cse ccbo solo , rrr,. hn el c¡so presente! el tllarlo de h ruccl¿ c¡r el cr¡cicntc 11N es
cs señ¿l¿rcfu cl .1.i,-l-l1l/o cle l¡s veces clLrc clcbería scir¡lársele si fttcra ull t,r¡rrriro efectivo clue lrenros cr)r-ner1t¡(lo en el rpartrrclo lnterio¡. [l
.buen, cehr¡. Esta operación puede hirccrse con tr¡dos L¡s tltic¡nl¡ros de \ro (lel procedi[]rento ],uso cle prLreb.rs estaclístic¡s de significaci(rn cs
ll ruedrt, obttiicrt,rlo ¡sí tllltos cie hlstrr qttó pllnto rcsultall toclos y cacla ,1, ntico al ruterior.
unc¡ de ellos ccbos ¡rlausibles. Ahora hierr, h riecisirirr cle ct¡ritrl¡ cliver- I-os irtlices conlerlt¡dos 11¡ceI surgir de inrncclirto l¡ cucsti<in dc cuirl
gcnci:r se pucrlc permitir, tcspecto a Ie frccttctrcia esperada por azlr. prtrrt ,, ,'lios es el nás conveniente. -\{alp.rss.v Dcvinc (198.},97) han cxrmi
scguir.rccptlndo cotlo cel¡o a rttt aol1lPoncnte P¿rticulilr, es lo cltle clebe , L,lo nruy rr folrlo est¡ cuestiól, teniendo en cuent¡l tal]to el punto dc \ is
tlctermitr:u-sc ctt c¡rl¡ estttclio (ctr caso cle cxpcrtltellt:tcitin) o plrr los pro- L r Psicológico como ei procesal. l'or ello, resumirernos aquí brcvcmcntc
ccdinientos lcglles cle cad:r ¡raís. Así, puccle lrlopt:rrse comt¡ critetto r\ irrgrrlrrentos. lres son los criterios c¡Lre inclicln tlcben teIrerse cn cLlcnr¡
el 909ó, esto t's, tirnitir solo c1)n1o l¡uer¡os cebos aquclJos illte sc eligen 1,.rr.r decidirse por un¿ neclid¡ o fudice e¡ particular: a) quc sce inteligihlc
con Lrna f¡ecucnci¡ tie, al mcnos, el 90 % dc lo esperado por azar. O bien 1, rr,r los juristrrs; á) que requiera poc¿s tlansfolrl¿rciones natemriticls, o
criterjos ¡rás llxos. cottto el dc -50lkr, es dccir, adntirir cclmo btcnos ce- r.r. que esté cercan¡ ¡ los clrtos directos; 1 c) c¡ue el ínclice ¡r¡ llcve incr¡r
,,,r .rdo ningún juicio de valor c¡ decrsión que no estén abicrtos a l:r inspcc
bos Jos que obticnen una frecucltci:t de, al menos, el 5090 cle lo clue se
espera por azrr. Sc¡ cual sea el criterio elegido (90 o/0. 7-5
()"í,
50 0i), se con- , ,1rr ¡ com¡rrensirin de los jirristas.
sidera c¡re aquellos cebos quc no Jo cutnPlcn tro son rcalmente contpo- Segírn estos críterios, hs medici¿rs mris cercaires ¿r los d¡tos directos,
ncntes cle la ruccla v, por lanto, cleben ser rest¡ilos dcl núnero cle cottl- , r.1s comprensibies v qr¡e se plest¿n menos a juicios,.le valor son les rlue
poncntes nominal ,:le la nted:r. , LIeliv¿n rle l¡ dist¡ncra entre l¡ f¡ecuenci¿r espcrlda por azlr y la Írc
t L .rciir con lrt que es señllado Lln corrponcnte tleternrinaclo clc l¡ ruc
,lr por testillos simuhdos. Una fi¡¡m¡ scncill¡ y conrprcnsiblc dc scñ.r
l. I csre r$¡rccr(,. r,rrl. l\,l.11prss (l9ll). rr rs¡ rljfererrcirr es rraclucirl¡; porcentajes (la r.neclicla Lle proporción tle
84 85
L
de l'r ¡'LrcJ r)- A\r' tendrc- ,, ,rlircsirin, crc., hln sickr cstrrdi¡rlos corno vari¿rbles que lfectan podero-
elecciótt del aparta<lo 6. t de índices cle ¡emrno (luc irtdic¡r ctláltttt ,,,rlrrtc ¡ l¡ c¡lirlacl dcl tcstiurorrio dc los testigos, y a su recuerdo de lo
nrl, o"r.¡ a"¿,r rno de lot comPonrnre\ un'l pllntuJ'ióll
¿.r inoo¡' po'.'let'ri''" menos del l00uzo) <l'' kr .,rr,r'rlirlo (Mira y Digcs, 1987, 211,-219). Los procedimientos de identi-
lJl]i: il"."ni;i'r".i' Ir, .¡r irin robot, cáricaturas, ruedas- no han quedado fuera de
p"r- Ia rLreda.es imp:rrci'rl'
".i.trao "r"t 'i
LoútticoqtreseneccsItxrJentonce\.e5adoptrruncriteriofi|o1ell0.lr'
-rettat<¡ y han sido, en la mayoría de los casos, reformulados
¡,,r,r\ irlvestigaciotles
cebo ts adecucdo'. I's¡ I
,ñ; :l';i;;,;.t .l.rplrl para decidir si un t\¡'
l,',, ¡rloceclimie ntos y analizadas sistemáticamente las alte¡nativas a ellos.
"l .r.i¿" ;" .;,lprr,.ntt"t del 10 0/o' o del 200/o' o. del25 l,l cxrunerr de los errorcs que suelen cometer los testigos ha llevado al es-
ll. "Lit '"ás
ii;,* .ii;';;;;;a:r'"*: i. ( g: :l:;J,:'ff;:i.';;li: J,: ;',t; ::illt; tuilrosr).r trabajar en crimo lograr la imparcialidad en la identificación de
rrrr sospechoso en una rueda, siguiendo el criterio básico en nuestra socie-
ra un buen cebo Y, Por tanto' no
;i ;;;; J;l; ír,i¿,. ¡r tamaño de Ia rueda se establecerá contando
res-
rl,r,l rlc t¡ue es preferible el coste social de que un culpable quede libre al
úni."..r,,. " rquallos componentes cuyos porcentajes de elección' ,1,'t¡uc ulr inocente sea privado de su libertad.
rrecto ¡ltrs esperador por azrr' estén tni" il0oo y 90ozo' o entre l2{)01¡ lirr cada país, la forma de lograr la salvaguarda de este derecl.ro es di-
v 80u/u- o entre [2.50h Y 750Á' l.r ('ntc, aunque en esencia coinciden a la hora de afirmar que todos los
n,
' ""r"t ltl." -'"do sc ha prc'Jrrcid., tr un se sgo en fc- rrr, r¡rbros de una rueda han de sel lo más parecidos entre sí que pueda
.,'.
"i'lu"á 'i
uo, o ionrrn.l o.osado' Si se adopta Ltn crirtrio
fiio' conlo cll el caso ári- 1,,11r';rrsc. l,a mayoría de las ¡ecomendaciones hechas tienen su origen en
,J.t,,,'." decidir que cxitte un 'e'go 1.tu¡¡¡[6'l xcLr5¡cls crlcndtt l,rs ir vcsrigaciones de los psicólogos del testimonio, aunque los canales de
r
;il.'i:'JJ."l;;;;;;';;;b;;i. que pretenda e ngrñar v esrorhar ra rr- ,l.rrl rlc [a composición de una rueda: 1) las ruedas han de tener el suficien-
i.ll."iJi Ir.ri.r]. in.on,,. ¿t csta,piirión' el ltecho et que lo' Psicólo- tl rrú¡nero de miembros como para que la probabilidad de identificar por
r'"" empiricanrenre que e l recuerdo ,rz,rr ;r un sospechoso inocente sea baja, ya que el posible error al señalarle
;:: ;:;:1,üilir'",,."," """iado exactr.de lo sucedido' ya quc , ,,rrro culpable se distribuye entre todos los componentes de la rueda. F,ste
oue sc riene dc ¡¡r .uceso no e\ uná replicr
mas
iL ;,;;;;i;;" ; .n ¿bsoluro una grahación fiel de los suces,s' :in-o , r rtt rio está determinando el nivel absoluto de riesgo al que se exporre a
previos' Dc
;i;;;;;;ir"cción a partir ie esquemxs y categorias rrrr sospechoso inocente; y 2) que cualquier sospechoso no-sea diferente del
atención a poli'
!ilj'r"i-^, i.t;iláioro,'¿it tttti*o"iá han llamado la r( \r() (le sus compañeros de Ia rueda; contrariamente a lo que pudiera de-
.,". , i,,risr 1\ nara oue en sus tnvestig¿ciones tengan en cuelrta est¡ Po' , rrsc, la puesta en práctica de este principio no estorba Ia identificación
.i;íi:;;. ;;iJ.r" pata la libertad Je persotta' inocenres v' , iniractor, sino que salvaguarda Ios derechos de Ios ciudadant¡s. Recuér-
'alvaguardar
lo' infrxctores' ,l, sr :r este respecto lo que puede ocurrir cuando, en lugar del sospechoso
--""iá, Prt, Iimiiar h acciort deinconsciente'
i.gurd.,,
las influencias del lengua' , rrlpuble, en la rueda está un inoccnte de ese dclito, del que se sospecha.
pi"..ro, ¿e tr¿usferencia
je, el interralo de tiempo urn'cu'rido' el atractivo
físico del agresor' h listos dos principios se complementan y delimitan a la par el concep-
estereotipos' el tipo de transgresión t, rlc imparcialidad, que debe ser entendido en un doble aspecto: por url
eclad y sexo de vícrtma y agresor, Ios
86 87
lado, como la salvaguarda de las libertrdes clc los inr¡cc¡ es p¡ra qrrc
sean acusados erróneamente de algo que no han hecho y, por otro
al hacer que el culpable sea identificado clar¿tmente como autor del
cho. Estos dos principios han servido, además, de base sobre la
desarrollar diferentes procedimientos con los que evaluar la
dad de las ruedas, y aunque su cálculo es siempre a posteioi, sLr
lidad consiste en que permiten evaluar la validez de la identificación
una rueda determinada.
Con todo, y como hemos señalado más rrriba, la ardopción de rur
terio para decidir si una rueda es imparcial en los dos aspectos
nados no es un problema psicológico, sino social y, en ese sentido,
El psicólogo que estudia la memoria de los testigos debe
los estuciios y medidas objetivas que permitan evaluar cuánto se
una rueda de la imparcialidad ideal deseable; pero no es el
que dehc clcciclir cuál ha de ser cl criterio fijo quc seguir parl
Parte I I
rar que una rueda en concreto es parcial o imparcial, Más bien es la
ciedad la que debe es¡ablecer cómo defender a un inocente de una MF,MORIA DE SUCESOS
tificación errónea y, por tanto, cuánto riesgo quiere permitirse con
rueda que se aleje de la imparcialidad. En tanto las leyes no
determinen un criterio de imparcialidad, los juristas deberán evaluar
cada caso si una identificación por medio de una rueda determinada
ha llevado a cabo con imparcialidad; y, en consecuencia, hasta qué
to la identificación resultante constituye una prueba inequívoca de que
persona identificada cs la que ha cor¡etido cl delito.
8u
I
4
¿SE PUEDEN ALTERAR O INVENTAR LOS RECUERDOS?*
9t
r.,tttloRta DE sucEsos
1. MEMORIAS REPRIMIDAS lr r,l¡rlsirin tlc l:r rrcrrrorir, por p¡rrc dc Ia policí:r, cl [iscal y cl jtrr:rdo
,¡rr, ,1,., lrrlri eulpablc a srr ¡radrc cn 1990. l)e forma r.csuurida, el rne-
iEs posible cluc una persona hayir podiclo nolvidtr" un suceso durantc rrr,i\ , rr'.nr,, tle rcprcsi(rn inrplica t¡ue cl recucrdo de un suceso traumáticrr
cle veinte años y que, pasado ese tiempo, pueda recuperarlt¡ siu ¿rltclrt ¡,rr,,l,.,ltsaprrcccr cle la conciencia, ser inaccesiblc a la memoria cons,
ción niugunil? La pregunta tiene implicaciones, no solo teóricas ctr stt rc , r, rii', (lu¡¡trtc pcriodos dc tiempo vlrirhles. qLre pueden extcndcrse a
lación corr el estudio de la memoria, sino tarrbién aplicadas, de car:ictt'r ,,,,r, lr,,' ;uios, iucluso al resro dc l¿¡ vida (esto es, tecuerdos que nunca se
legal en este caso, y ha dado lugar err los últim<¡s ¿rños a un debate clc rrl lrr,, rr 1.¡¡rcjs¡1¡¡q¡. Pero también la represión dl por sentado que esa me-
cance nacionat en Est¡dos Unidos a través de los medios de comunic¡rcititt. rr',r r,r ¡rcn]t¡nccc inalterada en eJ inconsciente, no slticta a los cambi,rs
Pala ilustrar esta iclea virmos a rccoger uno de los primeros casos (llr r ,1, ltr.¡tlrrcioltcs quc están prescntes cn la mcmoria consciente, el el ol-
llegó hasta los tribunales. La historia comie¡rza en sePtie¡nbre de l!16(,, , r,1,, rr,,r'rt¡:¡1.
en Califoruia, cuando se descubre cl cadáver de una tliña de t¡cho ¿lilr rt, l',,r cllo, cuando Eileen "recupera, la memr¡ria reprimida de Ia viola-
Susan Kay Nason, que habíe sido viol¿rd¿ irntes de que sü agrc§or lil ils(' , ¡, r v ,rscsitrato de Susirn, lo que el fiscal, la policía y eljurado han creído
sinara. Los rneclios de comirnic¿ción difundicron abundante inform¡cititl , ,¡'r,, l.r ltcmoria ha vuelto intacta y que, en consecuencia, el recuerdo es
sobre el descubrimiento del cuerPo y el asesinato, pero no se pudo , . t,r y completo. No cabe duda de que Eileen urecuerda, muchos de-
r,
r rll, .,
,[.] suceso, pero también es cierto que casi todos ellos fuero¡ difrur-
contrar al culpable.
Veinte años más tarde, Eileen Franklin, que había sido amiga y ,1r,1,,,, ¡,rrl los medios de comunicación dc entonces y segurarrrenre fueron
pañera de colegio de Susan en t969, se convirtió en el tes¡igo princil ,,1,t, rr¡ rlt conversaciones y discusiones en su círcukr de amigos v familia-
de la acusaci<in contra su propio padre, George Franklin, en el iuicio r, . I rr rcrlidad, resr¡lt¿r bastante clifícil averiguar cuánros de esos dcttlles
que se sometió a este como autor del asesinato de Susan. iPor qué r, , ,,r ,l,rrlos se dcben a su memoria y cuántos han podido tener su origen en
callado Eileen durante tanro dempo? Y icómo pudo aceptarse su lr, rrr'\ cxtcrnas, como los mcdios cle comunicación y las convcrsaciones.
nio veinte años después como pieza de convicción por parte del I r r rlrre sí e" cierto es quc no disponemos por el momento de clatos
que declaró culpable a su padre? Precisamente, la clave de la , r, rrt rlicos que avalen la teorí¿ de Ia represión de mcmorias trauntáticas y
legal cle su testimoDio está en la respuesta a la primera preguüta. ,1, .,ll l)()\terior «recuperación" y, por tanto, no podemos decir cómo son
había sido testigo de cómo su padre violó y después mató a Susan, , ,,, , irrcrclos, si son iruténticos, o si son exact<¡s y en qué graclo. A pesar
',
los hechos fueron tan tr¿umáticos que su mente los relegó a algún ,1, , llr¡, rrrLrchos psicoterapeutas están prestando c{eclaración en juicios
del inconsciente, los reprimió, y solo volvieron a su ct¡nciencia , rr rl, s (lcrnandas por daños y perjuicios) sobre l¿ autenricidad y exacti,
años después. El desencadenante fue una frase inocente de su hija de trr,l,lt ¡¡;¡¡¡; msmg¡ias «recuperadas» que vuelven a lir conciencia al cabo
co años, algo así como: .iNo es así, mamá?", que le hizo rccordar Ia ,1, 1,,,, rriros y que inrplican supuestos abusos sexuales (con gran frecuen,
rada de Susan justo antes del asesinato. A este primer destello de ,r I. r¡('tst()s) contetidos hacc tiempo sobre la persona que ahora recuer-
do siguieron otros: el ¡ecuerdo de su padre asaltando a Susan en la ,lr t ,,nrr¡ se seíral¿ba más arriba, en los írltimos airos, Ia polén.rica sobre
de atrás de una furgoneta, la lucha de Susan para defenderse, y sus I r r.rlr,lcz psicológica y legal de estas declaracio¡res demoradas se ha ex-
bras (.No lo hagas"; .párate"), así como las de su padre. Después t, rr,lr,lo por ¡oda Nortearnérica; en muchos estados norteamericanos han
dó como los tres estal¡an fuero de ia furgoneta, y qtre su padre .r,, l,i,r(l() estils declaraciones, modificilndo sus «estaturos de limitaciones,
una piedra con las manos por encima de su cabeza, los gritos, y luego t.rrrl.u(s a nuestra nornrativa de prescripción de dclitos), admitiendo irn-
cuerpo de la niña, ya tendido en el suelo y cubierto de sangre, el ani I'lr' rt,llr)cnte est¿ teoría de la represióI al invocar una aplicaciírt ¡rueva de
de plata aplastado en su dedo. I t,l,', t tina del descubrimient¡¡ demorado, que dice quc el.cstatuto de li-
Aunque estos primeros recuerdos se producían en e¡ero de 1989, rrr l.ri i{)¡les comienza a contar a partir del momento en que se descubren
prestó declaración ante la policía hastr sePtiembrc de ese año. 1,,.lrr', l¡r¡. (l.ofnrs, 199.3a). Sin embargo, esta admisión solo se produce
Eileen contó todo esto a su terapeuta y a algunos familiares, y su , rr.ll r,lo sc trat¿r de una demanda civil y en raros casos (en pocos esta-
ria del suceso se hizo más detallacla. Aparentcntente, un¿ vez liberadrr l, , ,) ( r r,r nclo se trata de acusaciones penales, pues son demasiado difíciles
'
lir represión un fragmento de esa memoria, rcsult(r relativamcnte ,l' ¡,r',,1,.rr (Lindsay y Read, 1995).
atraer el resto hastá la conciencia. Lo que tal vez resulta más ,\rrnrlue luego volveremos sob¡e la validez de las memorias reprimi-
te, para el estudioso de la meuroria, es la aceptación de esta exp ,l.r',, 1,, r¡Lre debemos resaltar aquí es que su trirtamiento terapéurico v le-
92 9.\
, rrclrlo <¡uc llguicl clicc tcncr sr¡brc csc nris¡lr¡ succso. Siu ctulralgo, cr.rlrr-
gal hace explícita la creencia en que algunas nentoti¡s ttatrttráticir*s pt'tc-
¡lo sc trxta dc nrcn¡orias
den permanecer inalteraclas en el inconsciente durante largos periotlos dc "<lc lash", r¡n¿r altcrnativa consistc en prcver que
( r('rtos sr.rccsos pucclcn dar lugar a ntemorias
tiempo hasta que se produce su liberación, generalmente por la ¡rsicotc- "dc flash". Chro está, debe
ir'.lrrrsc dc un aconrccimiento de gran importancia, inesperado, de alcan-
rapia (Lindsay y Read, 1995).
,,' rrrrcional, y dramático, para que potencialmente fuera el origen de me-
rrro¡ i¡s dc cste tipo. Esta estrategia es la que han seguido algunós estudios
,r, ttrrles, como el de Neisser y Harsch (1992) que, cuando se produjo Ia
2. N4EMORIAS .DE FLAJH,
,,r.¡rlosión dcl cohete Challenger el 28 de ene¡o de 191i6, pensaron que las
t,uxctcrísticas de este suceso lo llevarían a proyocar memorias
Hay otras memoriás quc con]partell con las reprimidas las característi- "de flash"
( n Norteamérica. La mai:ana siguiente a la explosión prepararon
cas de exactitud e inalterabilidad a pesar del paso del tiempo. Se trata ur cues-
riorr¡¡ic¡ de rccuerdo para que lo rellenara un grupo de estudiantes de su
de las memorias udeflash" (*flasbbuLb» memories) (Browny l(ulik, 1977),
r¡rivclsidad. Entre otras, la pregunta: oiCómo se enteró usted de la ex-
las memorias de hs circunstancias en que uno se enreró de un suceso
inesperado y de grirn alcance, como el asesinato del presidente Kennedy o ¡,losirin del Challenger?,, sirvió para obtener el registro más aproximado
,rl originai (dado que se realizó antes de las yeinticuatro horasáespués de
ln explosión clelcohete c:pacial Challenger (en Estados Unidos), la muerte
l,r cxplosión) acerca de las circunstancias personales en que se conoció la
de Franco, cl irscsin¿to cle C¿rrrero Blanco o el intento de golpe de Esta-
rrot ici¡r.
do del 23-F (en España), el asesinato de Olof Palme (en Suecia), etc. En
Sin embargo, los autores no estudiaron las respuestas al cuestionario
todos estos casos, cuanclo se preguntl a la gente que vivió estos aconteci-
rn rnctliatamente, sino que esperaron hasta dos años y medio después. E:r
mientos cómo recuerda Ias circunstancias en que se enteraron de la noticia
, sc nromento intentaron localizar de nuevo a esos estudiantes para haccr-
tal recuerda lo que hacía antes de enterarse", uQué tal recuerda lo
-uQué
que hizo después de enterarse,, oCótno se enteró», etc.-, la mayor partc
lls las rrismas preguntas. Por tanro, Neisser y Flarsch (1992fparten dcl
.,rr¡ucsto de que veinticuatro horas después del suceso, gente
de los encuestados dice tener un recuerdo n.ruy vívido y exacto, casi fo- la tiene un
r ('cucrdo bastante exacto de cómo se enteró de la noticia, y que
tográfico, dc todas esas circunstancias, a pesar de haber transcurrido mu' cste re-
chos años desde que se produjo el suceso (Brown y K;l.ik, 19771. lii\rro tan aproximado al original puede utilizarse como tal original para
.xrunina¡ las desviaciones y omisiones del ¡ecuerdo de dos años y me-
Una noticia traumática, inesperirda y de in]Portantes consecuencias,
,lio dcspués. Tomando de nuevo la pregunta anterior ("iCómo se ente-
que se repasa a menudo en conversaciones y desde los medios de comu-
rri us¡cd de Ia explosión del Challenger?,) podemos ver la forma en que
nicación en los días posteriores, está en el origen de las memorias "de ,.r'.-valuó la cxactitud. En este caso se tuvieron en cuerlta los rrribu¡os
de
f/asá,, pero estas no se refieren al recuertlo de la noticia misma, sino al lrrgar, actividad en curso, informante, hora del día y otras personas pre-
de las circunstancias personalcs en que uno la colloció. Ese es el fenómeno ,,r'rrtcs, de modo que si una persona había contestado
que resulta llamativo, la incrcíble exactitud y cantidad de detalles recor- inicialme.rte qui su
rrlr¡rurante había sido un compañero y ahora dice que se había ente-
dados que los encuest¿rdos aseguri:rn tener dcl contexto de esos suce-
r,r.lo por la televisión, errtonces se Ie daba una puntuació¡t de 0 en ese
sos, como si estt¡vieran viendo de nuevo la fotografía original. Y esto
,rtlibuto; en cambio, si en las dos ocasiones su informe coincide en se-
es 1o que hizo pensar inicialmente (lárd.) en al¡5írn tipo especial de meca'
rrrrlar cl mismo lugar (por ejen:plo, en su habitación) en que se enteró, ob-
nismo de memoria, de carácter biológico, que imprimiría esos recuerdos
rlndría dos punros; el resto de las preguntas se valoró aproximadamentc
de forma indeleble y los protegería del olvido al que están sometidas
,lc la ntisma manera.
otras memorias, tanto personales como de laboratorio (Larsen, 1992).
Los resultados mostraron que un 25 %o de los participantes obtuyie-
Tras algún tiempo de cliscusión en torno a la necesid¿d de postular la
r r rrr una puntuación de 0, lo que siguifica que el segundb informe-no
existencia de ese mecanismo especial (Christianson, 1989) con el que
, oincidió en nada con el primero. De un máximo de Z puntos para esta
Ia mayoría de los autores en la actualidad no estaría de acuerdo (Wino-
grad, 1992), el debate se ha centrad<¡ ahora en la comprobación cmpírica l)rcglrnta, el507o de los encr¡estados obtuvo 2 puntos o menos, y solo
de esa pretendida increíble- exactitud.
ll Trkr de ellos alcanzaron la puntuación máxima, es decir, que en la se-
-e
iQué sabemos sobre la cxactitud real de las memorias "de flash"? ¡qrrnda ocasión dieron las mismas respuestas que habÍan dado veinticuatro
lr,,rLrs después del suceso. (Curiosamente, casi ninguno de los encuesta-
lgual que en las memorias reprimidas, nos encontramos rara vcz cor la
,Irs recordaba haber rellenado el cuestiona¡io dos años antes).
posibilidad de disponer del suceso original para contrasta¡lo con el re-
94 95
Pero en el trirbajo origiual de Brown y Kulik ( 1977) ¡o solo sc hrrtírr Lrr lclaciortrrcl¡s csas mcmorias. [,o cLrrios<¡ cs cluc ll cnrociótr actúe dc
pregunt¿do por la calidad de la rncmoria, sino tanbiérr cuál era la confirttr. ,lls formrrs tan tlifcrcntcs, impidiendo el recuerdo en Lrn caso, y prote-
za quc renían los sujetos en su recuerdo, por lo que elestudio de Neisscr y piirirrrlolo del olvido, en el otro.
Ilarsch (1992) también incluyó cLrestiones sobre la confianza o seguritl;td l)cro ipor qué algunas memr¡rias traumáticas persisten, aunque sea
de l<¡s encuestados cn su recue¡do. El ¿rnálisis de los resultados most ¡'r r i rr clrores de dct¿lle como las dc
flasb, mientras que otras se reprimen?
r¡uc, a pesar del bajo nivcl de exactitud que hemos ct¡mentado, Ia may,rt (l oltus y Kaufman, 1992). Conio respuesta se ha sugerido que depende
paltc dc los snjetos tenía utra gran confianza en st¡s recuerdos. La cr¡¡ rc. ,l, l¡ naturaleza del suceso traumático: lt¡s sucesos repetidos a lo largo
lación global entre cxactitud y confianza no fue significativa, mostrandtt ,1. rrn periodo de tiempo prolongado, como las memorias reprimidas de
c¡uc la seguriclad clel sujcto no es un buen preclictor de la exactitud rcnl, ,rlrusr¡ sexual en la infancia, se reprimen; nrientras que un suceso úni-
Sin embargo, la segLrridad correlacionó positiva y significativamente cott ,, r( pcntino, como el de las memorias de fLash, se recuerda con total
la viveza de las imágcnes visuales asociadas a los recuerdos, lo que poclrílt ',
lr,rctitud. Pero, como hemos visto, ni las me¡¡orias de flash, únicas,
intcrpretarse co¡-no que cu¡ndo los sujetos tienen un recuerdo muy vívi- ,,r' Iiberan de la distorsi<in, ni tampoco lo hacen las memorias de otras
do de un snceso, tienclcn ir creer con grarn confianza en la exactitud dc , r ¡,criencias t¡aumáticas sufridas por niños, a menudo dolorosas, tales
ese recuerdo, ,,,rno hospitalizaciones, cateterismos, trasplantes de médula ósea, etc.
Ambos resultados, el bajo nivel dc exactitud rle las memorias "dc (vri.rsc, para una revisión, Lindsay y Read, 1995)- Por otro lado, los da-
flash" y la falta de relacii»r entre la exi¡ctitud real y la confianza de los stl' lr)\ ( rnpíricos más bien muestran que son las víctimas de traumas múl-
jetos en la veracidad de sus memorias, ponen en cuestión una de las carac' tr¡'lcs las que tienden a recorclar que han sufrido esas experiencias rnás
terísticas atribuidas a las memorias "de flash": su increíblc exactitud. Pcrtl lrrs víctimas de un único trauma, aun cu¿rndo en todos los casos, el
' ¡rr.
Neisser y Harsch (ibid-) fueron más a!lá de cstos datos y realizaron entrc' r,, rrcrclo diste mucho de la exactitud (Loftus y Kaufman, 1992; Lindsay
vistas individuales a los mismos sujctos unos meses después de Ia adminis' r ltcrrd, |995).
tración del segundo c[estionario. Elobjetivo era obtene¡ más datos st¡btc l{elacionadas con la emoción aparecen también algunas memorias de
la consistencia de las rncmorias (en qué medida se seguía manteniendo lrt ,lr lir il clasificación, como las de los supervivientes de los campos de con-
yersión dada e¡r el scgundo cuestionario) e interrtar con cliversos procedi.
, ¡'r¡t¡1lción nazis. Como consecuencia de multitud de procesamientos tar-
mientos mejorar la exactitud del rcc¡¡erdo. Estos procedimientos incluíltn rlt.s r supuestos responsables, guardias o colaboradores en los campos
el uso de diferentes indicios de recuperación, desde la reinstauración nrclt. ,1, ( r)¡centración, a veces muchos años después de finalizar la Segunda
tal del contexto original del episodio, hasta 1:r presentación del cuestionl' I ,rrcrra Mundial, ha surgido la pregunta de hasta qué punto era¡r fiables
rio que cada sujeto había relle¡rado a las 24 horas del suceso. Sorprendcn' 1,r,, rremorias de los supervivienres, treinta o cuarenta años después de
temente, ninguna de cstas técnicas fue efectiva para aurlentar o mejorar cl l,¡. lrcchos (Wagenaar, 1988a). Por un lado, se pensaba que al tratar-
recuerdo, pero además nruchos sujetos, cuando se les enseñaban sus pro. t tll hechos de t¿nto valor emocional difícil¡nente podrían olvidarse,
pios informes tle 198 6, rnostraban gren sorpresa, no podían creer quc stt r',ri, es, que la emr¡ción los resguardaría del olvido debido al paso del
memoria actual fuera tan err(¡nea. lilrrl)o. Por otro lado, igualmente poclría argumentarse que después de
Los resultados de otros estudios de estc tipo son similares (véase Vi. t.rrrto tiempo k>s supervivientes tendrían escasas posibilidades de recor-
nograd v Neisser, 1992) en cuanto a la conclusi<in que se puede extracr ,l,r hcchos concretos o de reconocer a las personas implicadas.
s()brc estas memorias tan "exactas": a pcsar de que se rePasan un sinnú. l{calmente, la írnica forma de saher algo más sobre la exactitud actual
nrero de veces (en conversaciones! pens:rndo sobre ellas), no solo mucs. ,ll cs¡s ¡nemorias es preguntar a los supervivientes e intentar contrastar
tran lr¡s efcctos del olvido en la pérdida de detalles, sino que también des. ',r,,,lcclaraciones actuales con las que pudieran haber realizado poco des-
errbrirrr.rs qrte e\tán \ujerJ\.1 tlistorsión.
I'r, s «le ser liberados, en los años cuarenta. Esta investigación que lle-
Así, las mcmorias reprirnidas, que pueden estar en li,r sombra duranic r ,r r ,,n a cabo §lagenaar y Groeneweg (1990) está limitada por el escaso
largo tiempo, pero que, cuando aparecen de nuevo, lo hacen sin cartt. rrrrrrrcro de supervivientes que se pudieron encontrar entre I984 y 198 8,
bios respecto al original, y las memorias ude /asá" c¡re pcrviven ct>n grttt ¡lrr'ri(lemás hubieran prestado declaración poco después de su liberación
exactitud aparente durante muchos años, parecían tener en comúlr cso (r'rtr( l 943 y 194 8 ) para poder contrastar ambos registros, aunque el tra-
capacidacl para resistir al olvido. Pero también comparten otr¿ clit¡rc¡t. l,.r¡r, incluye las rnemorias de otros supervivientes. Limitaren'ros, por tan-
sión: la carga emocional, afectiva, que tienen los sucesos cort los qtte cs. lr, nucstro exanen a ese grupo más pequeño (15) de declaraciones re-
96 97
y I larsch (1991) ¡lcrrrrc tlcl llptor'. l,lll:¡ r.ccibiri vrrrios rlrrñrrzos y lrin ¡.rucckr vcrlos vrrganrcntc
Dcridas. de alcuna mdner¿ sirnilar al estudio dc Ncissct t r sr crui¡. l,ucgo lir gcntc sc irgol¡li cn «rrno nrrcstr.o, llegti un policía con
sul,re.l recr.iJo
""--V"g.""rt rJc h explt,'iún Jel t hatlenger' I rr cirpil c()rti y un b.tstrin blaoco y cl hor]rbr.c huyti. Pucdr¡ ve¡ ¡ún tod¡ la
y Gro.,,.*eg (1990) scñalan que los supervivicnrcr tlc ( \(cnil c inc[rs() situ¡rl¡ cercl tle l¡ cst¡cirin rie nrctrc,. Ctr¡ndo ¡cnia unos
l,r, cle concentración afirmeb¡n tener ahor¡ una grxn c()llllittl r¡rrirrec lños,ltis paclrcs recibiero¡ trn¿r cart¡ de mi antcrior niñera, dieicn-
," an,u,,aa,,ardos de crímenes especificos' particltlarmcnte oJi<rsos'
"orr-por; rIr qrrc sc hebír cn¡.ol¡do e¡ el Ejército de Salvaciírn. euería confesar sus
ao*o ¿a los ¿utores de esos críÁerlc'; sin embrrgo, la ct)nrp'rr¡rci(')tl Lrltrrs v, cn plrricular, devolver el reloj que se le había dado como recom-
dc los
¿. * á..lurr.irn.s mostraha que la tn.ryor plrte de los n,mbrcs
^ri ¡rcnsa cn aquella ocasión. Hobía inveotado toda la historia del rrpto, ha-
. iclrclosc clla nrisma los a¡añazos. Por consiguiente yo debí de oír, cuaudo
;;;;;t-;,';.. recordaron en i.r decl¡r¡ci'in de los rtios cu'rrenta' 'rltrt' r,r'l nirio, un relato de esa hisroria, en la que mis paclres creían, y la proyeccé
7" ." lrr¡i.rr olvid¡elo. L.r treior lnen.roria correspondía precisamentc n rrr nri ¡rasado cn formu de recue¡do visual (Piaget, 1959,257),
i;r á;;,;';;t ;,.,;;^iior, ..ío, emocionales' como la comida o el alt»
importaltcs
irrr¡iento cn cl campo, mienltas que el recuerdo de detalles l,o clue hace más interesante la descripción de Piaget de ese recuerdo
ü.',rirnt. pour.,'ir.tuso cuando el testigo había sido cl
,'ir"rr.rt;..,"-i* ,,,r¡¡lctantente inventado (en lo que se refiere a su experiencia de haber-
,',r,rr.,u,ruirr.t clel sttceso ctir,tcit-lll¡l Dc igual rnodo' muclttrs detellcs
sc
dc l,r lrvirlo) scln los detalles que ofrece. Presumiblemente cuando la niñera
.,,,,ru,iJírn (cl norrlhre.lc tttt pri.ionert' a"in'rdo ctrn el nombre stt
r rr( nt(i su historia, estaba proporcionando datos verbales (por ejemplo,
..igi,ror ru..rr, ."-['i,btn su valor (una paliza dada al tcs' llr'¡yr rnuclra gente y po¡ fin un policía") y visuales, comolos arañazos
";.;,tJ;
,ü" p.ri ír ,""p.t t"bl. J"l ."o,po quc.le impidió.cLrminar durante dírts
mientras que otrtts ,llrr cll¡ n'tisura se había hecho en la c¿rra. Pero en el recuerdo posterior se
.e"r"cor.laba en 1984 conlo una patada ocasional),
rihen, como si se estuvie¡an tomando de una imagen visual, aquellos
t" olvidaban. En resttmc", a pes:rr de la intcnsidad enx¡
,1,
;;;i.;."; la sc'
',
Ll,l)(.ros del suceso que ahora estamos seguros que no se percibieion cle
.iá,iol d. 1,,, sucesos en el [romel]to etl que sc vivicron, a pesar tle lornn visual, y que ni si<¡uiera se proporcionaron verbalnlertc, conl() la
guridtcl de los testigos en que nuncx ('lvid¡riirn lo ocurrido' lo clerto c$
la experien- ,,r¡,,r v el bastón delpolicía (que parecen proceder delconocimicnto sobre
Ir..rrr"nt^ "ño, á.rpué, ^pe,o, qucdaba el esqLteleto de ,l rrrifornre de los policías en aquella época). De este modo, la anécdota
- original (iáld.).
cia
p"7. fr"y ot.r,s .je-plos conocidos sobrc alteraciones de los recucr' ,I l'i.rget supone un ejemplo dc cómo se puede sugerir verbalmenre un
r r,r rulclo visual falso.
.lo, q,,a aonriana consi,lerar. Algunos son anecdóticos, otros Pertenecen llrr otra parte, aunque anecdótico, el "recuerdo, de Piaget también
l, inu.rtig^.i0,, más clásica de inernoria y quizás los,más relevantes sul r-, r'jcnrpJo de otros recuerdos que se supone que son inventados, de aclue-
"io, qr" foríl^n p"tte de la tradició¡ experimental moderna Vamos a exa'
11,,. .¡rre corresponden a la época en que se produce la amnesia iifaitil.
minar algunos de ellos. r\rrrrtsia infandl cs el término clue Freud comenzó a aplicar para descri-
lrrr lrr incapacidad de los adultos para reco¡dar sucesos autobiógráficos de
l,,s ¡rrirneros años de vida. Es difícil establecer la duración de la amnesia
3. RECUERDOS FALSOS Y DISTORSIONADOS
rrrl,rrrtil, aunque hay cierto consenso en la actualidad en cuanto a que las
rrnrorias Ínás tempranas se situarían alrededor de los tres años y medio
3 .
--l- Casos reales
,, ,. rr.rLro (Pillemer y \)7hite, 1 989). Algunos autores señalan los dos años
al psict (l,.rm cl recuerdo del nacimiento de un hermano) y los tres aíros (para el
El elemplo más famoso de falso recuerdo es sin duda debido
;; j.".'Piag.r. Y en realidad se trata más bien dc la creación de un r r', r¡e ¡clo de un cambio de domicilio) como el límite de la amnesia infantil
mcclios ilc comunicaciírn pnt " ii.-ili't"J lr,¡lrría fantaseado sobre las conversaciones con el presidente (antes y des-
:;;u,," j,.,t'"du" .""1' el prcsiJcnte lo 'upierr'
il;;,:;;;;h., 'rue 'in ov'rl) Je l¡ Crs¡ Blanca sc I'rrrls de que estas se produjeran), fantasías que incluirían el aprecio y el
r¡¡ri) l,! (llr. o(t¡rri.r cn rtr tlcspa'.tto {el d('spJchr) r cr onocimiento de Nixon de su importancia en la evolución del caso,
.,..h.h¡¡nstlcrcto.Lastral)scrlpcioncsdelascirrtaspudieronservlrmas
l,a memoria de John Dean sería uno de los ejemplgs en que los recuer-
¡" ln rl-,e tnoria de John Dean sobre l¿s con'
::::',.] '.':;,',
'.i;;,; l^ .-r.¡,o¿ (1e82) >c prt'' ,1,,. sc ven alterados, en este caso, movidos por I¿ motivación egocéntri-
:l:]^ '.f,;;';, .;,;" ;",,,,u,ro ..,,, cl prc'idenre Niron Ncis'er
' como \r lueran (,r (lcl protagonisra y a partir de sus conocimicntos generales y del tema
;;'.;;;;;t tc\timonto de Johrr Dern y l:rs grrb'rci"ner W,rte rgate.
"i en los
i," ^'" "*.nr¡r".los de la mitnr'l fr'rnra en que 'e hrce rcconstrucciírn exPerrnrclr'
Lln últirro ejemplo que tratar es un estudio de Bartlett ( t932). En
:#;"';:;;;';,l"iii"i' i. ll"u^ n que la
"u'nt"'"r
de l)ern' las circunstunci'rs v rrrr,, de sus experimentos, presentó a los sujetos una serie de cinco tarje-
;;;.";',,';r;i':t'**¿o '" tltauotccer
testinronio
lir exageración'.( ibid''
'157)' atri' t,rs, c¡da una de las cuales mostraba el dibujo de la cara de un militar (de
el lrombre cot.tspiraro,r para
Lr i\r'rrrrrda, de infanter:ía, oficiales o tropa). Los sujetos examinaban cada
¡ry..¿,, r, o-bi.iOn'y egocentrismo u'.'" p"t" en
la reorganizacit'rn
^
t(x) l0l
BIBLIOTECA,DE
PSICOLOGIA
¡IEMORrA l)r ,Lrl
¡sE pUEOEN ALfERAR O iNVENIAR LOs RECUERDOS?
una de las caras durante diez segundos y treinta minutos después se les l,
pedía que describieran la serie completa en el orden en que se les había
hrrga en
]iii:l:: ""no podemos trtilizar l¡ segund¡?). Cl¡rramenre, desde un punro
('¡rnlittco, de visra
presentado, para responder después a algunas preguntas sobre detalles de ese e¡emplo como blse empÍrica para
ase_
las caras. Una semana o quince días después se les pedía de nuevo su re- En cambio, las cosas cambiarían
cuerdo y se les hacían más preguntas, y esto se repitió más veces con al- si.pudiér¿mos
crear memoriar ds f9¡_
experimenrrl, con los conrr.les acli,.r"¿.i.
rrr.r
gunos sujetos a intervalos más largos. suceso co¡ ciertas característica
i"1"..'r.ori."r.ll.*,. r,
Con independencia de los resultados globales del experimento, nos único' Jiamativo y fácil Je dis-
criminar) y sugerir a diferenr."t^L::-t-tt'
interesa más en este caso fijarnos en el recuerdo de una de las suietos del .,a",,,,,o'á."r"o,.ui;ffi
experinrento para Jlustrar el desarrollo de su recuerdo con el paso del tiem- e'. dc
;.*,ti:i:ilil1ffi ::.r.iLH:il;:'.',,.X","1
su .eguridad. v fa oosihitidad.d.
po. En su primer informe tras Ia presentación inicial describi<i así una de
r
que sirva de punto de partid:r para el recuerdo ("iTe acuerclas de aquella sino que, además, cree fi¡memr
vez que te perdiste en el centr<¡ comercial cuando tenías cincc¡ años?"). Al ',r,, iuede di f..;,,;";i; ;; i;:H:§.'.','J,:HiÍt:i::].:::::J.,Tr?
sujeto se le informa cle quc el recuerdo puede mejorar cuanto más se in- sr.fc tlice l¡ verdad sobre el
cxperimenro.
tente y más se piense sobre ello, y de que habrá varias scsiones de recuer En re\umen! p¿rece ouc ei fectible.llegar
a sugerir una memona com_
do en las siguientes semanas. ll(.r¡rnenre f¿ts¿, al menás si ,:
No todos los srrjett:s cxpcrimentales, tanto ¿rdultos como niños, ric :l.rl"
han renirlo lugar en i..,'";:,;iirr"¡j"r#il""Jr,. ",
la rnt¿ncia. por orro lado,
ll:.,:)ll,".nr.
rc\¡ttar que er currviene
,.¡,,,",rroJuuiifi.l"o".;;il#l t"" tac¡ore§
nen un éxito total en rect¡rchr los episodios autobiogr'áficos reales a pesar estos estudios h:
que se aparran de los expe-
de los repetidos intentr¡s de recucrdo, pero lo más interesante es que al- p¿¡ece¡-ser.muv influvenres
gunos terninan recordando el episodio falso inventado por el experimen- ,rl"cto, t¡ lis ffi;;", il;;;Í I 1* en este
tador. Es más, en adultos, cntre el 15 % ;,el 25 0/o de los sujetos en los dis ,,i.,,eilev¿n;:iil;r"i.;;;:V:',;ii,Z:'ii:;l,iiiiiX;Lii,lJtlT;
tintos estudi<¡s lran ¡¿c ortlado el recterdo irnplantado, y cl porcentaje subc r.rrrc dos semanas y dos mcses), a
<Jiferenci¿ de lá prr.i;;
aún más (hasta el 37%r) cn algunas condiciones experirrrentales (Hyman l)(-r'.rLron poco después.de la presenración
;;;;;;.. ...,
r ( xperrmentos rradicionalcs
del rn"iJririqr. .r_.i.iza ,
y Pentland, 1996), aunclue la recuperación de la falsa memoria no suelc '\ de rnemori¡_
darsc en el primer intento clc recuerdo (Hyman et al., 199-5). Y en niñ,rs preguntarnos.si r, p.,iüiftara
(Ceci, Leitchman y §lhite, 1994) también consiguieron hacer creer a lir {r()\ l:l?j:l.l*
,,,,. se Umlta a los niños
o. en .
a. r,gerir fatsos rccuer.
r.uitird de sus sujetos, en este caso niiios pequeiros, quc habían ido al hos-
pital por alguna herid¿, utilizando ent¡evistas sucesiv¿rs a lo lrrgo de dicz ::ni';i ji'"1,:*,:*xli"rt**3*n,:::;,1ru;.i::
-.is escasos. pero indicar r ue er
,,,,
:,1,:;;;yü',";',j;J ;:U:;.fi
q
semanas en las que se prcguntlba por el suceso ficticio y por otros succsori
¡eales. En alguuos casos, las falsas memorias llegaron a scr muy vívidas y hipnosis y pregunras sugesriras.
..,, Y]]]l1irO.que
r()nslguleron Laurencc y t,erry (t9§J)
detalladas, y sus relatos nr¡ diferían de los que trataban de un suceso ¡e¡1. 17 de sus 27 sujetos-, ,odo,
¡ \¡ondieran que
(
una de l.rs rroches pasadas 1., "lrr_.rrt.
i¡r.r,J"Uf *,
Sin embargo, hay que resaltar que no todos los incidcntes falsos s<¡n ¡r¡*á
rl,, fug¡¡.. +ro.riji"J,Í, *,
igualmente susceptihles clc engaño. Al parecer es mucho más fácil inr- esrab¿n hio¡
plantar un recuerdo falso dc un incidente del que cl sujcto tiene algún ^4¡..,.rs
r,.,l,i.,n r.rt;rr¿á dl,-r;;,:"ü ;:5;:1ií- rT;J:;':Tr:,;:ilili:ii::i:.
,1r(-cs,cuando se les pregunró
conocimiento previo, como pcrderse, que de un episoclio del que apenrs l,tr,rl)iit rle torma sugesriva si un ruido fuerte
despertado en mitad Je la r les
conoce nada, como un eneml rectal (Pezdek, 199-5). Estc rerluisito de co- ,i:iÍ;J,:ff ,,,,*::
nocimientos previos relacionados con el episodio objeto de falso recucr- r,.,,, ¡ ip,o,l,, u n,
r r tr't¡l) recordaron
;;;;;;;,1J,[*.;§:#iiff
do parece yerse aval¿rdo por datos cualitativos de otro estudio. Hynrrtt los ruidos oL se habian producido qrre les hnbian
et al. (1995) encontr^ron c¡uc los sujetos que hablaban nrás sobre cono.
(r,
'r'](rtrdo l";i;;. ;:;,d;;: tre v
e'ro habír siJo sugeri.ro por
, rr,;¡no,i,,do,, Jsi,;;:;;;¿;;:::'f.que
cjmientos relacion¿d<¡s con el episodio falso en los primeros intentos tlc
t,,,¡,,.
i u,rra Ia
f e?;;;;;,".,"r;;,.H:,T::]:;
recuerdo eran los que más recr¡rdaban posteriormerrte esos sucesos. Asf,
con el episodio de tir¿r la ponchera encin¡a de los paclres de Ja novirt,
I
r
lclcnci¡s cntrc lls ¡rlllblrrs ¡'rlcscrr{:rtlrrs y lrr plllLrra /anlaspta cr cuant<)
,rll rl¡ridcz (ticnr¡lr clc rcirccirirr) corr lir r¡uc sc "reconoccn» en 11 prueba
;kl;,::*::::lT:l:il::i¿:x':T"':r'".T''Ji,';,episodiossgnr rlc nrenroria, e incluso quc la ¿rctividad ccreb¡al subyacente a esos dos ti-
alrt"dos o múltiples intentos de remem( ¡ros cle rccuerdo (falso y vcldadero) es sinrilar cuando se mide a t¡avés de
r,""i.'.tri.t J.."nli"nti" l)otcncialcs evocados.
l'.".".,'"'i"';it,*i;;;;(11;';:'il.f J;:T:*':,^.¡üli'r'J Tanrbién se han enct¡ntrado variables que producen efectos opues-
tos sot¡rc memotias verdaderas y falsas. La atención prestada a la escucha
lí,::Jftx'i:i:'J.T:llli,i'?iJix ru;.uüii,,o,..i.n,.*.''"''t.'
1995 ; Read' 1996), ,le la lista es una de esas variables, Cuando pedimos a los participantes
ii'ií-i"r*.r¡i l,to'l' 1iá"aie"'q"v LacDermott' o ,¡trc reaticen una actividad (visual) al mismo tiempo que escuchan la lis-
;:.:il;;;;;.;;,ist' en hac'i una Person¿ ^recuerde" 'reco trr cle palabras, se p¡oducen dos diferencias con respecto a la situación en
ji1?''"1;L
::"x,lm;*: I :'H ::'l'liÍ,l,lJ'lli iilil'j; l:r c¡ue están prestando toda su atención a la presentación auditiva de la
lrsll: coll poca atención disminuye el recuerdo correcto de las palabras
[.mli l* t*fu ',jrurr;',::';j *'Jl1;ffi
í' presenta una lista de doce palabras v
r t'rrlmente escuchadas, pero aumenta el recuerdo falso de las palabras no
ñI*iiirlr*t:tzizffi¡¡¡¡,,;,¡¡3li:.,'¡f; , ll< ¡s es tan real como una memoria co¡recta, y le asignan evaluaciones de
t r¡nfianza parecidas a las que dan a las nremorias exactas (Read, 1996),
n,",**e-cir: rfl*í:il?i:i:I[irn rtr rrcrdo) que los sujetos en un estado de ánimo neutro (Moore, Ottaway
r ülis, 1996).
[: ilfi [:[:il"Jo' *;"':ilTJffi
ff ;'Ii'üá " c'"¿' i r v's o Ahora bien, una cosa es implantar una memoria.nueya", plausible,
lrr rrn sujeto y otra distinta es modificar una memoria real, una memori¡
#iil:#;;i;h;; it $qet\ han encontrado que t'rmpoco
,¡rrt cl sujeto es consciente de poseer, que se refiere a un suceso reciente
r rr l¡ vida de un adulto, y que ha sido vivido por él en un estado de con-
, r, rei,r normal, iEs posible alterar el recuerdo experimentalmente en esas
1. Ln 1997.
il 106
107
A
IlEI.4ORIA ¿sE PUEDEN ALf ERAR O NVENTAR LOs RECUERDoSi
condiciones? En la investigación moderna cle memoria, estos cambios se La ilusión de perspectiua es \n fallo en la localización de un recuerdo
han estudiado a través del efecto de información engañosa (Loftus y Pal- determinado. En este caso el recuerdo no contiene erro¡es, pero la perso-
mcr, 19741Loftus, Miller y Burns, 1978), del que nos vamos a ocupar na que lo recuerda se equivoca al atribuirle una fecha, or, t.--
preferentemente en este texto por ser la alteraci<in de memoria más am- poral. Este error puede adoptar dos formas: en la primera,^o..nto
la localización
plia y sistemáticame nte tratada hasta ahora. Por el momento, baste saber está.definida, pero la persona se equivoca al calcular la distancia que hay
que el efecto consiste en presentar a los sujetos experimentales un suceso, de.sde ese punto del pasado hasta el presente; en el segundo caso, la lo-
sea en forma de película o por medio de diapositivas, para después suge- calización-es indeterminada y el recuerdo no puede atribuirse a un punto
rirles, a través de preguntas o de un resunren del episodio, la existencia concreto del pasado.
de algún detalle o cambios en detalles reales. El efecto se obtiene cuando Las dcformaciones del recuerda suponen ya errores en el contenido
esa información engañosa lleva a los suietos experimentales a creer en la o en la naturaleza de lo ¡ecordado. Parte del suceso al que se refiere el
prueba de memoria que orecuerdan" o «reconocen» ese detalle inexistente recuerdo se ha modificado y el error aquí puede ser pasivo o activo. fln
o alterado. En este caso, los participantes en el experimento que aceptan error pasivo se produce por el dehilitamiento de la memo¡ia al esta¡ su-
la información engañosa confunden lo que han leído después del suceso jeta al olvido y por la confusión gradual de las imágenes, y consiste
en
(que proviene de una fuente externa) con lo que percibieron directamente equivocaciones sobre Jos propios acontecimientos y sus circunstancias, se
aI presenciar el suceso (una fuente externa diferente). ve el suceso desfigurldo o solo parcialmente. por el contrario, cuando la
Los c¿mbios en detalles periféricos o en algunos de sus rasgos tam- detormacicin es acriva. el sujero que recuerda añade o se inventa algo.
bién pueden producirse experimentalmente animando a lo§ sujetos a que Según Sully, cuando estamos reconstruyendo el suceso, rellenamos lagu-
nadivinen, una dete¡minada respuesta de recuerdo, esto es, rebajando su nas, suponemos cómo pudo producirse, pero lo hacemos desde nuestros
criterio de decisión sobre lo que recuerdan (,Si no lo recuerdas, trata de conocimientos actuales (ncon la imaginación actual», en palabras de Sully),
adivinar", se les dice). Una vez que se ha adivinado una respuesta de re- no con los de entonces. L¿ diferencia, por tanto, entre ios errores Dasivo
cuerdo o reconocimiento, es muy probable que la gente más tarde crea fir- y activo, estaría en que los primeros se limiran e la omisión de
derall.".,
memente que vio tal detalle (Hastie, Landsman y Loftus, 1978; Roediger, a una escasa especificidad de los mismos (más generalidad o vaguedad del
'llheeler y Rajaram, 1993). Además, este efecto que tiene la adivinación lecuerdo), mientras que el error acrivo irnplica una invencitin di un aspec-
previa en una prueba de memoria sobre las posteriores se piensa que pue- to más o merros amplio del suceso, una infererrcia a partir de los conoci-
de ser también la razón por la que la hipnosis induce a un recuerdo erró- nrientos actuales de lo que pudo haber pasado en esa situación,
neo (Roediger, 1996). Las alucinaciones de la memoia consti¡uyen el dpo de error más gr-a-
ve, no se corresponden ya en absoluro con un original del pasado. Las
rrlucinaciones pueden tener un origen periférico, á-o .r^.,do ,. .or,-
4, LA GRAVEDAD DE LAS AI-TF,R-,\CIONES DL]L RECUERDO firnden imágenes menales yivas (actualis) con imágenes de la memr¡ria.
Auibuimos a esas imágenes del momento el caráct;r de «pasado» cuaÍr-
Si los ejemplos anteriores proporcionan muestras variadas de alteracio- tlo, en realidad, no provienen de nuestra memoria, sino d-e los sueñ<¡s y
nes y falsificaciones de la memoria, también nos Ilevan a una pregun- rlc Ia imaginación. Elsegundo tipo de alucinaciones es de origen centrai:
ta más general, ies posible una clasificaci(rn de estos cambios? La idea de ,.rrrndo, porel olvido, perdemos una parte determinada de nJestra expe-
una clasificación ordenada, siquiera provisional, de todos los cambios po- ticncia pasada, y rellenamos ese vacío con experiencia consciente imper_
tcnciales en la rnemoria, no parece haber atraído la atención de los inves' lL ctamente imaginada.
tigadores actuales- Por ello, quizá resulte útil acudir a una clasificación Como puede verse, aunque la clasificación no se basa en resultados
antigua sobre las ilusiones de memoria. Sully (1881), un psicólogo del Ixperimentales, sino en la reflexión sobre el funcionamiento cotidiano de
siglo xlx que publicó un libro sobre ilusiones cognitivas en pleno deba' l.t nremoria, ya señalauna cierta gradacló¿ de los erro¡es de memoria. Los
te acerca de la validez de la introspección como método científico, irr' r'¡'rores más leyes se refieren a la ufecha, del recuerdo, y pueden consistir
cluyó un capírulo dedicado a las ilusiones de Ia memoria. Según é1, hay , tr tl¡rle_una fecha equivocada o en una incapacidad paia-situar temporal-
tres tipos de ilusión, cada uno de los cuales contiene dos subtipos: ilu' r¡rcDtc cl recuerdo. Así, si recordamos incolrectamenre que en lggg nos
siones de perspectiva, deformaciones dcl recue¡do y alucinaciones dc la rrrrrrl¡rnros a la casa actual, porque fue en 1990, o si no podemos recordar
memoria. Ixilctxnrcllte qué verano fuintos de vac¡ciones a Ibiza. incurrimos en esas
I0s ll)')
ilusiones de ¡rerspectiva, ilLln cu¿r[do el lccrrcrdr¡ .lcl suc.'s,, ( n cu(su()n trrclo clcstlc lrr ¡rcrspcctivl dc nrenrorirr
( irrrwrry, l{ubin,
.rrrrobiografica (Lonway, 1990;
es correcto. Spinnler v Wagcn.r.rr,..l 992; n"O,r,
Más graves parecen las deformaciones del recucrrk¡, sc:ln p()r ()nlr-
IySil. Si.,n¡.,r.r,
teeliar un .pis<'di,, ¿ut, r,irer;f¡-l
) ll.L,lll,_,l8,ll:t,," ¡r,rr.r .á ,i."á.,
si<in o por intrusión al rcllenar l:rs lagun¿s del rccucrdt¡ desde cl prcscr- r erclc¡tcra
otro suceso experi¡ne¡rtado o un marco ",
temporai
tc. Sin embalgo, un e¡ror de omisión, pasivo, cs nrás lcve quc un crr(,r r.ris lrrrpljo (cl comienzo del curso, las
,*""i""*, .,.. j'ii"l.,',rlrroron,
que implica rrñadidos o correcciones al recuerdo original. Así, olviclll y Ler. lv38). Adcmás, en esrudios que
detallcs de un suceso (como el nombre clel rcstarlrante cn el quc cenar¡r(,s ),11,.*r;lr_:Ul
r.rr,,\.(te rcrenciór más amplios, de hasr¡ ir;;;;;;;;;,, .,
cinco iños fS,rrü. vñ".rOru_
en una ocisi¿)n concreta) hace más incompleta Ia nlemori!1, pero es n)c- ercunrrado qur ta, I,,cafiz,ci,¡ne, Le-mp","1",,.rr.r.,r,
nos incorrecto que sustituir unos detallcs por otros, o añldir datos c¡rrt :,1: ljlll],s:-ll
,r( \u(c\o\ ¡mfiortJntes (corno rrn ex¡men lil]¿l¡l terminr. lc..rrrerr) se
nunca se dieron cn la rcalidad, cortro cquivoc:rrnos al creer que ccrir- ¡,i,.,¡ Jcn ct¡r.r rclativa facilidad
.on..l_,.rnr.u.ro-.lil'il.,n0" r, ,'r'" .rr,
nros con un familiar cuando en realid¿d fue con varios amigos. ,t..,¡cr¡crdt¡ con el hallazgo de que Ia
fe.hrd; ,; ;;";i.;""".1 rTj u*
Eu el extremr¡ m¿ís rlto cle gravedad de las alteraciones del ¡ecuerrl, ,,;, t,,,)1..].p"T rccordar e.,e episudio (Wagen.r:rr, "l
¡bso- igSg¡;irñr,, *
aprrecen las rrlucitracio¡es dc [a mer¡rori¿: creer que ya hcmos hecho algrr ,i1.;.].lil.) Todo ello pareee indicrr, como
y:r postuló TLrtr ing ( ¡o;2¡ ,¡
t¡uc solo hcnros im:rginado es tomar lo lhora imaginado por uta ima¡¡crr r¡r¡rr Ia,ntemuri¿ episódica. que el código ie,npor"l .1.
del plsado, por un recuerdo; es dar a todo un cpisodio el carácter de ntc-
'r(
rr. scrrsihle a la irrrerferencia y
,,íru..r, .,
rr rr
.rl olr idc,.io qr.'._pl¡üir'L'ir*r.,
rrorirr, ya no se trati como afltcs cle altcrar u omitir clctalles del suceso. , r,r ,l(.c\rils il¡rriones de perrpe.riua
.l ir r.io;;,';i;;,á'- jii"i, ¿.
Pcro lún cs ir mirs allá en el orden de gravedad el posecr una alucinacirirr l.¡ ¡rrcntori¡. ",
dc mc¡roria de origen central, conto cuando "recordam<.¡s" haber est¡' li-n realidad, las deformaciones del
do en una ciudacl que no helnos visitaclo nunca, es decir, reconstruir ctr
.
,1,, ¡ rr.is csÉuerz,r reóricos
recuerdo r las que se han cledica_
el presente un falso rccucrclo sobre una patte cle lil expericncia pasacll y
ernpíric.r¡
1,,,r r,cdio d. p.egrnras.ugestiues, el .fecro a,
i* ;;;;
.,1;; hr,
"["li**
,, f.ri.i,;|"'l)"))
pcrdida cn el olvido. r ¡',,r ctlo hc sido áb¡eto de"ur" .;;r;;.";;drd;'ái!ri'Ji:,iüí,i.Íilirí¡
Así, la clasificación tle Sully puede resultar de interés pirra gtaduar lrs rrr,r. l)rccisamente, el estudio de este fenómeno,
r.r, tr'¡ i.rir¡s. nos mosrrarj alpurros
a. ,,,, .Lnai.ár.r', ."_
ejemplos de alteración que hemos comentado eu este capítulo. Las menxr- pulrros cle.ari,,.;a.r.i i.r'i",.J.,gr.
rias reprimiclas y "recupcradas", el falsc¡ recuerdo de Ia infancia de Pia¡¡ct ,h .rr'.¡¡, ¡l¡s¡¿qie¡es. d..f,rria que ,"f
rf fi".,i ,.,,rf*¡Ol. i"illr- ¿.
y h crcación expcrimental de memorias falsas sobre episodios de la inf¡n. r,r, ri.,rcs contuncs en las deformaciones "..
del rect¡erdo.
cia, o de cpisodios recientes bajo hipnosis, todas ellas parecen correspor. Ilne vez que henos constatado Ia f.ngiUárlJ.
m".hos de nuesrros
der al tipo de alucjnaci<in de Sully, ya sea de origen central o de origcl t, , rrcrclos, es preciso intentar d"limitar
perilérico, en el sentido cle que un aspccto del pasado, completamerrtc
lo"s f robl;;";;;;;;üid"d
I'l,r¡rtr',¡ curndo consider¡mos que esos recuerdos pueden
perdido, es ahora reconstruido cn la psicotcrapia o en el experimento cort tomarse como
cxperiercia consciente, a través de los rcpetidos intentos de recuperacirin,
¡rrrr.lr.rs. (l¿q flq6¡¿.¿cione, de los resrigos) en
I n lr,. crpítulos .,iguientewamo. a ex¡,ninar
p....1;;;;;;;;;i.:: I
lo., ,..,rl,riorl_nir;_
pero también con inraginación a través de las órdenes bajo hipnosis y dc ¡,,1 ,t.( \e h¡n obrenido en invesrigaciones I
_Ui. lri ,i,-.r*i,i;*;:,;:_ [
las inst¡ucciones habituales cn Ia psicoterapia (que, a nrenudo en estos c¡t.
l]],1,,1 I 11,,"
*
atribrryen at efec,to d'e informrr;a, ;;u"r)','ir;
.1,;"1:; I
sos cle mcmori¿rs .reprir¡idas,, también emplea la hipnosis). r\|rl\,r(rr¡ne\ reoflcas que se han elahorado para dár
cuenta ¿.¡ .,r"-
Las deformaciones pasivas r.lel recuerdo de Sully sc ven reflejadas cn f,.rl,irrrl,, 5). Revisrrremos los facrorcs ,f-,,. i", p;b"i,,';il;;;;li]
fl
l¡ actu¿rción habitual del olvido que nos hace perc{er detalles concrc«x ¡rrflrr rrr'i,r, poritiva o negativa. sohrc
et electo de inf,rm¡c;¿n .ncr¡;rl
l]
tlel recucrdo, que h:rcen aparecer a este como más incompleto, ambigrrrr (r.r¡.¡¡¡¡1,, u¡, antes de aee;carnos il
al fcnómeno clesd. ;";;;;;;.:;ii; ;;: I
o descolorido, aunque suelen lrostrarse mczcladas con las deformaci(¡ pregunta de si es posibre disringü:
ill,'11:.1 ¡1i'L]" '"'H
!res ilctivas, las que proclucen arñadidos y distorsiones, t¿l conr<¡ veíanr0t
t,,. o.,.lir)n
[ij:;j.'J;'., travésdel 'rnjlisis dc los rai¡ ll
cn l¿rs mem<¡rias de flash,la menoria de John Dean o, ya cn el plano cx. '¡,,, , ,, )l]"u"t"sa
r."it,ll.
perimental, en el efecto de informació¡r engañosa y en la memoria ilu. fl
soria de rect¡rdar una palabra fantasma.
Las ilusiones de perspectiva de Sully no han disfrr.rtado de tanta atcn.
ción por parte cle los psiccilogos cle la memoria y más bicn se han tr¡r.
110 1t l
I
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r )RHAC]ÓN ENGAÑO5A
" 5l:J.i:l}ffi,1:l,,9)i',';r:l,:'J:i?,1,.no, i*pri., rn p,es.,ci, de uol I Lrc r. rrrás de cua¡enta :riros, Loftus y l']almer (1974) realizaron dos ex-
- ¿:tU:
"- J,:'Ar'¿ ilH:':: :11,'x?::1il JT"l"ilI
-g.ii ¡,',';"4íÍ;i: .ugestionabilidad,
trli,) (lc un suceso y después adquiere información nueva sobre el nrisnro,
sJbre la Binet ( 1900) empleó l,¡,,.|e t¡currir que la nueva información provoque alteraciones en su
escolares las pregunras expectantes como sugestión moderada y la¡
"^U"iL n-rf r, , ucrdo del suceso. Si esa nuevil información es falsa, entorrces es po-
,,rl'lc t¡ue dé lugar a errores en el informe de memoria del testigo. Este
:::ji: jTIJi:il[";;: ffi ::::::l J:.Til].,llli:i ll,.]'i, ;:ffi T:il llrrinrcno es el que se conoce en la actualidad como uefecto de infor-
probablementereml rrr,rt irin cngañosa» (Weingardt, Loftus y Lindsay, 1995).
;i;il;;;;-;;la e'cena h"bía un sello, usado, v
del matasello" D::5 l.oftus y Palmer (1974) partieron del hecho, también demostrado em-
,iár á.tá. i'riit, pres recordaba.el fragmento "nls"
ir.e". ü ri"i* éi'.rto e* que habÍa un sello nuevo El propio Stern
encofl l,r r,.¡ruente en los prime¡os años de la psicología del testimonio (!llrip-
disvunt 909), de que con.retemos errores abundantes en la estimación nn-
;;;ir; );;¿ ¡; error.r.r"ndo urilizó pregunras definitorias.v
oo con t" p'"g'';if
¡,1r', I
rrr.r'ic¡ de magnitudes como el tiempo, la distancia y la ve locidad. En
perfecras, pero los errores au,,,.náán ñasta el 38
exDectantes y hasta et o2tlo -" ,,, p*g'** irnplic'tiu" {d"ro'
ñsufrf , , )r.rL'to, Ias estimaciones de velocidad muestran una gran variabilidad
j,'*ff r'i,;,*f'::;,lx:*:::l,x'J,:;.,!| , r,rrrdo se pregunta a un grupo de sujetos que han presenciado el mismo
*{#k*Hill
rrÑlá J.üt p?.grntr, ,.,1i"d"' tn un interrogatorio' resPondie¡rL
',r( ( so, como, por otra parte, sabe cualquiera que haya podido escuchar
1,r,, r'xplicaciones de testigos de un accidente de tráfico. Por ello, estos
,rr()r!s pensaron que tenía que haber distintas variables que afectaran a
ti;¿;¡,*i6¡'¡¡¡¡llll';;'n::;'.x,::;::1ff
-
á.táU.í rlt.tud"í realidad'
o inexistentes en la
P.ro .ra", investigaciones de principios de siglo' aunque
tmprell
sorprendet.tt'
il r..,rs cstimaciones, y que una de tales variables podría ser la forma de pe-
rlr t se juicio sobre velocidad, la forma de pregunrar por la velocidad,
I'r( \¡(, que hay pregunlas más sugestivas que otres.
lir su primer experimento, todos los sujetos vieron siete películas so-
dr, .on grrn entusiaimo y con un impacto iurídico
á"r- t,1".áJli ,t olvido du¡ante e[ larso reinado del conductismolt¡
I l,rr'.rccidentes de tráfico, de duración variable (entre 5 y 30 segundos).
l)r's|¡r{5 6ls ver cada película, se les pedía que escribieran su explicación
h il.;b;?;ióú;s v Mira. le83) La rnemoria quedó desterrada
,1, 1 ,rccidente y que respondieran a varias cuesdones concretas. Llna de las
*:r§.,i;i::,*i*ii',tl'xl'];}::'*r.rijll'::¿',';T}#:fl
*tl:ld:I
l,r( l¡rrtas, la pregunta clave, se refería a las estimaciones de velociclacl
r' ¡rlrlírr a los sujetos que respondieran a qué velocidad iban los coches im-
á;;¡; espacio para hablar de sugestión
qr. no había
setenta,
nt-
con la vuelta del intl! l,lr,,r,los en el accidente. En esta pregunta es donde se introducía la mani-
i"i.,;"t.r'ulrrut., .omplejos. En los años
l,ul,r,. irin experimental: suponiendo que el verbo empleado para referirse
l*illill*f *f ;[ffi ',1]?,f.'"'x[?:iL::]:i:lif i:fi T.'if ,¡ rrrr colisión puede implicar diferentes grados de fuerza de esa colisión
;;; ;;;á." tener sob.e Él las preguntas sugestivas' Pero' lógicamentctl r , l,r r' ¡urto, diferentes velocidades, formularon la pregunta de cinco ma-
rr, r.rs rlistintas, aplicando cada una a un grupo diferente de sujetos. Así,
jff .'i:ffi ::.',iliE
r*{::::::l'::x:# j::?fi :".:il.""ffi : l,r ¡,r rgtrrrta .tCómo de rápidos iban los coches cuando colisionaron?" se
r r r, r r tilizando los verbos siguientes: estrellarse, chocar, cruzarse, colisio-
, r
experimentales.
t,tt . t rlt'dr en contacto, que intentabarr implicar, en orden descendente,
11r,r,Irs tliferentes de violencia.
l.r¡s resultados mostraror que la vclocidad real de los coches que apa-
rr r r.rr t'n hs películas (entle 32 y 60 km/h) no influyó en las estimaciones
rll lrrs sirjctos. En c:rmbio, el verbo empleado para hacer la pregunta t[vo
I 14 l15
l,r visrlrliz¡cirir dc l.r ¡rclictrlrr, clstrjcto ricnc cn su nrcmoria una rcprescn-
:'.1iil::'i111'ff J"'#lilil'J3::i:I,o.1;1"**^'"'e'""dil r,rr irirr tlcl rcci,.lcrrte; si dcs¡rLrús rccibc in[ornracitin externa sobre eI acci-
( llr rtc (cn cstc caso por meclio cle una prcgLrnta), es posible que a la larga
6 tt7
)RMACIÓ N GNGAÑOSA
l'IEMORlA OE SUCES0S
integración de la irformación de más de una fuente en la memoria colrrrr rrrcnos detallados, y a partir de ellos reconstruimos el sucesá inicial.
el uso de esa informació¡r en la reconstrucción de una'memoria'que rcal' Ahora bien, iqué ocurre con la información postsuceso engañosa
mente nunca se experimentó, (ibid.,31). (lllc.se proporciona en kts experimentos comentados ntás arribal
Muy
Inicialnrente, la posición de Loftus (197.5; Loftus, Miller y Burns, 1971.l)
l)()sihlemente, explica Loftus (1979a), <'rnnd,o se utiliza una pregunta
mantenía que Ia información sugerida, cuando tiene efecto, se integrabu (,¡ un ¡elaro resumen del suceso) para introducir esa informaiiórifalsa
en una rcpresentación ya existente y por ello modificaba esa representá' (corno la señal de c¿oe r:l u,rso), el sujeto debe reconstruir la parte del
ción. De esta manera, cuando presenci¡lntls un suceso, se crca cn nuestfá srrccso correspondiente para entender y contestar la pregunta, segura-
memoria una representación de lo que hemos visto, y si poste¡iormentc rncnte yendo de los aspectos más generales o globales hasta enfocai más
se nos sugiere, desde fuentes externas o internas, un detalle que realmen' ,lc ccrca los más específicos (Loftus, 1982). Si el sujeto acepta la infor-
te no estaba presente y lo aceptamos, ello tiene como consecuencia que rración engañosa, la incluye dentro de esa reco¡strucción qúe, de nuevo
la representación original se altera para acor¡odar ese de ¡alle no real. Lt I ragmentariamente, es registrada y almacenada.
alterición de la memoria pucde ser de va¡ios tipos: en unos casos simple' En el momcnto de la recuperación, por ejemplo, cuando se le pide
mente consiste en incluir r.rn detalle u obieto inexistente, como un grane' (lirc reconozca Ia señal original (s'rol), presentándosela junto con la señal
ro al lado de la carretera (Loftus, 1975); otros veces, como en los experi' sr.rgerida, su respuesta depende de los fragmentos almacenados <lisponi-
mentos de Loftus, Miller y Burns (1978), la alteración es algo más blcs. Es aquí donde se plantea el problema principal para explicar el efec-
en [a medida en que se sustituye una señal de tráfico po. otrai Por últi to de información engañosa: los fragmentos nueyos! que son el resultado
como veíatnos en el trabaio de Loftus y Palmer (1974), la alteración no tlc rcsponder a Ia pregunta sugestiya, ise almacenan pár separado del ori-
refiere a objetos concretos, sino a dimensiones, como la velocidad de ginal o, más bien, se guardan con el original, alteránáolo? bicho en otros
coches en una cblisión, si bien en este cas<¡ es más difícil establecer que l(1rminos, ¿sc produce Ia cocxistencia de dos grupos de representacioles,
variablcs continuas se registran dc un modo directo en Ia memoria. o se llega a producir la ¿lteración de la representación original?
Este úlrimo tipo de alteración es el que meior pone de manifiesto Para Loftus ('r979a),la hipótesis de la coexistenciaie deriva de la
que en realidad es el problema crucial: es cierto que los sujetos que tcoría, impllcita o explícita, de que las memorias no cambian, sino que
tan la información engañosa sugerida modifican sus informes de me
l,c¡manecen siempre en el almacén en su estado original, aunque sea a
(tienen más errores en las pruebas de reconocimiento que los del grln pro{undidad. Algunos de los argumentos empíriios que se manejan
de control); ahora bien, los cambios en los informes, ison suficientes
¡':rra apoyar esta idea coinciden con algunos de los que hemos comentad<r
afirmar que ha habido cambios correspondientes en las r crr el capítulo anterior: la posibilidad de recuperai recuerdos infantiles
internas de memoria? Como es imposible t¡bservar las ¡,or medio de la hipnosis (ahora de moda para liberar memorias reprimi-
nes mentales directamente, todo lo más que sc puede hacer es rlls cle abuso sexual en la infancia); el uso de la hipnosis para que testigos
los medios empíricos r:rás adecuados para inferir lo que ocurre dentro y víctimas-de delitos proporcionen información sóbre loi autoies
o algún
la mente. ()tro detalle que lleve a su localización; Ia administración de pentotal
só-
Esto es lo que sugiere Loftus (1979a) dentro de un marco Llico para obligar a recordar a personas poco colaboradora, én ra.r-
tructivo sobre la memoria. Para ella, con independencia del tipo de ¡,crrción del pasado; y finalmente la estimulación eléctrica de zonas "rr ct¡r-
presentación tnentalque se postule, lo que parece cierto cs que cual ticales cercanas al hipocampo, que supuestamente provocan el recuerdo
percibimos un suceso que tiene lugar en el medio ambiente, también lo ,lc cxperiencias del pasado más remoto de los paciéntes sometidos a ella
ierpretamos, de tal modo que lo que se almacena en la memoria se basa (l)clfield, 1969).
parte en Ia percepción, pero también en el conocimiento previo y en Aunque comentaremos más ampJiamente slgunos de estos temas, por
rencias probables sobre aspectos de la situación no percibidos o no at r'l nroment<¡ conviene señalar que los daros que sustentan esta teoria ,le
dos por completo, Pero además, esa interpretación almacenada prob l;r nrenroria, como permanente y sin cambios, son bastante endebles. Bm-
120 -t2t
Ml l.ri)lrr^ , r1]' | 1r'
r,,t,rl rlc I I ll L,rs,,' (un l.)'!) rle l¡s veccs) (l)enficlc[, it)69), lo quc su
ñr'7rnd() Dor l¡ hiDn.¡st",
''-' "*",5",."'.|i.,.,1, r pc5¡r dc] enornlc atrilcliv() (lllc rlellr elllrc los rircr, . ,rl nrcnos, r¡Lr( l.l.lorcs rlu¡, específicos, de ceríctcr inciividual, juc
rrt"'
' '. l''i""'(\qu( 'e lr'rn tu'tt'tJ" 'tlgtrrr'''' ri.rn rrn papcl nrás inrportrurte c¡ue el f:rctor gettcr:rl dc inrltcr¡bilicl¡cl v
ln,r()r). ( n q1'e. p,,liri.rle' rrlur *'n¡'lo'. (L'nlo \i lu(r'lrr l't rrgLt''gttt'
ces,
quc en algútr lrL r¡¡ncnci¡r dc l,rs nremo¡iits.
):it;"i.J r;;;I,.ir.. N4te,,t,.''' q'e no se (puccle negar (rr rrt¡ ittrrr¡ir':"r''i'irr'
l'irr rcrlidacl, i¡ iclca cle la coeristenci¡ de las huellls y slr fund¿mcn«),
i, iltrlt*i. fl,t,'.r lt,,d.,J" ., "t'"i" d"ro\ \(rr' r'rl('' t
l.r tc()¡ íJ sobrc ll pcrurlncncie dc la trremorirr, pueden porerse a prucba
(lrn ohr( rrrr con uLr } rt r Irr
,., ,i'i" , . t.,,1 ,i ou" . '"' '"1'"'l' '' '( lrrr( ,1, iornra expcrinrentll, cliseiranilo experimentos que dernucstrcn quc Lln¡
"
tar.s y ,,tent's ntric'gJ'J'rr (por c¡empl"' l'r. rrlrrevi!t'1 c()g
.¿" t"l, rrrcnrrria original está intac¡a (Lotius, 1979a). )Vfris problenras prescnt:r lr
"l.t".t
,r"r","¿" rtrr.t r- (i.ir"i,,.,",', t9l)¡ L'r il nr ¡le rcl:rjr('rñrr
"lt'
itrlcrrt¡'lci' t lmhtñ Llo !t:::I.ill
u(llc (ltlr
11,'
r¡rircsis contrarie, l:r altcracirin dc los recuerclos: por nltcho quc Lln su
a tcstigos y víctimas a tecuperar 'n' ) -rll t ro scr incapaz cle rcct¡hrar una memori¡ original, siempre se poclrh ar
1'r, tr'-ilirh..l
s;.;;1;á;t",r"".s el riesgo m''rs ir'rccpt'rhle r'le le h iPnosis:, \olO l'l\ nrr\t' I Lurcrrr:rr quc r1o se h¿ utiliz¡do ll téc¡ic¡ de recupet:rciótt mirs atlcctta
n,,r., a.aurral,,t, lnClllOrl l\'di't'''r'i''lr'td'r' u ille\i\lrlrl(\' ,l.r o nrás potcnte y qLle por eso no se encr¡erltr;r tal original. F,sto plrccc
';.,' ri;.,,;;,. t' lp'' 'ii''tf'l" * 11r rr(l('r1 \i 'nr( ler re rlt t rr¡t te ¡ Ir il'l' r
'si' ' ,1rc luc lo quc lc ocurriti a1 único testigo clel secuestro cle Anabcl Scgura,
i,.i,, ,'.. ,'.t ,,it,1. crcrt trrr¡ r'' l¿ci.,rt 'ne(i rl ' orr
( (l lrrPni '1.i7'r(lur
qrr( \r'
-;1,.,,,;i;, ,,,nrctickr cl l2 dc abril dc 199.1. Anabei Segura, uua jovc'n estudi:rntc,
1.,';,; , J,'e,, J, .rgr.rclrrlc I JL i'''P'r'rr,c"rr(:1.'\ornporr'irr r, sccuestrada cn l¡ zona rcsiclencial cle Nlaclrid do¡cle vivíi¡ y obligatla e
llipn"tiT-'rtl'r' t'n estil
.lur".o,rro iraan que dcbe comporr'rrsc r'tn'l ¡rr'onr , frr',rr por la fucrza cn una iurgoneta. l)l testigo, rrr j:rrdinero clc scscnta y
,;t.i".-ii;,1;;.,'';i,o l,;¡-"1'ná" p.,ttle llrg'rr.r d'rr rtn'r rrspucrr'r i'rlsr si
,1,rs rños clr.rc trabirjaba en un centro escolar de 1a rrrbanizacirin, puclo vcr
.r.. o,,.,.n'..tp,,a'l 1(,'l'lqll(r' c'llrr¡Jr(rl' l(l(ln'l\'t'\llli\\llgt\llr' Lrri.irnrcntc l:r partc final dcl secuestro. pero ll parecer no pudo lportar
:"iJ; ;;;" :1,;, ,,,", i.,.ilii"J i.fr¡'mación engairosr que c¡r un est¡drr
r¡r.hos d.ltos clc i¡rtcrés a la policía. Ap¡renteiücnte no se clisponía tle
',"l"rrl
¡..','". i, ". i.r lPttttt.rrn' lg-Lr: \rlrillr' lq8 1) fn defirririr 'r' Prrol"
( Inlr¡rln'rcr"ll Lrr.r ¡écnica de recuperacirin aclecuaila para ilegat ¡ sr¡ mcntr¡ri¡ dcl succst¡.
tllre Llrr.l nrr\'rrl.r hiprrutiz..rJ.l frofur(i"ni illi"rlllr(iún le'rl
Aproximad:imcnte un airo <les¡rués, segtin el pcririclico E/ Pals (.lvfer
iri'"- i'J.'¿i,,.,1 ii''.,i,ni,,,'q"t prrr( (\ lr rrrrdii'I 1 (lrte r\p((lo\ llitrr
o dr lJ l\(l'
rrrcz Ahrens, l9c)-5), fue sorreti(lo en menos cle un mes a dr¡s scsiones clc
\(
rido t,ihrii.rcl, '', no ¡rrede de' ir'e qr l( I u I I 'porlc
\r n(' lll i\,ñ'
rl)rrosis, b¿jo dircccirin policial, pirr¿ intentar recorcliu. l:r ntatrículr clc l¡
Y lo misrno c;rbc
,rr-;;,.i;;';;p;;rl",ri".io"tt ,.le'"''nori''q r)' in¡lter'¡bles Lr gr)ne[il en quc sc llcveron a la sccuestred¡. Aun así, fue ittc;rpaz cic rc
Jriir ..rhle ,l ncrttol.tl 'ú.li'o tl ultrrt' l'r ,L l¡cr¡r r¡rás irrforrn:rción, pero todlr,ía llgun¡ pelsor¡ podría clccir que
1.,,, .,rr,, I.rd.. 1,,' rr-ult.r,lo. J< Prrrficl,.i l lqt")) lt ttt
t¡ere' ttt" "'tr
,, sc di<¡ cr¡n cl proccdimiento ¡clecu¿do para accecicr l su nrc¡rori¿r. ILr
clebiJo trrt'th'ltl !lire!t'lllltrtL-con ¡s
cicrrr ¿rrreole cle ocicntíficos', 'r '1uc
(lr l'l rr( |r1r¡ntcsis, pocirí:rmos ascgLrrar que ilespués de todos esos intcntos, cs
oeitor n. tlrolú4i..,\, nll'(lll( ( oll eYfr;i( llci'r\ lll( llr'll(\ 'onlL' r (ll nlx'
I t\
,, ri,rlnrentc Ios irltinros birjo hipnosis y con instrucciones cic ls¡rci¿ción
.
i,i,r,ro'i.. A,l, r'ii', -,' ,'it¡tl . olt cl(rl J fl ecll(rlt'i'l y pot clllLl¡dr ,r,-' tlc núnreros, cualtluier irrform¡ciirn que puclierl cler cstlrí¡ trcmcn-
,,,li '. .t. it"tosit- ('\lr'.,r'rlrrrerrrc l'rs nr'is rnti¡tr"'
f I I
, r¡cntc contanrinacla.
( \l'rl)¡ ( rr( r-
Jr l', rlicl.l, Je'.rrr.'ll rr]o ¡ l.' l'trqu Jc v¡ri"s 'tñ'x'
¡¡¡[¡i,' '",r"1"':,-ii,,'
r l'cro, a pcsar dc las clificultacles p¿rri) p(¡rer r prueba l:r hipírtcsis clc
jr,¡'t"rtiirlrt'l'rrr'l'l t'en (lll'rmo\cIl'
rrriI)rJ,¡ ¡ l.r l,'.rliz.r,i,,n d, l¡' r ,rltcr:rci<in, al nrenos es posible ganar t¡-royo etnpírico itrtcntando por
ir..;.,* ,rr" ooerarlas ! tlrej"r'rr :rsi la colldicirin de los pacientes- Pltrl r, ,,1, rs los nrcdios quc los sujetos recuperen el recuerdo origiral. 5i, pcse
i:,.;Ir.tr,..";,"' r n '¡cl¡ l':r' icrrrc' lcrrlirl'lc'tirrrul'rl'r dil'rcttter 'ir.. 't' ,,
',rs csfucrzos, no se consigue, al mc'nos será evidencil srtlicicntc
pere
a,r,r,,t,,a,raaia,-rtaeléctric:rsuave,mi(]lltrJSelpJ'ientee\tIh¡'tr¡sclc!¡ r rrtcncr la hip(itcsis. lrsto es lo rlue sc llropuso Loftus (1979:r) cn una se
,"'i",,;.".rrrrL''lr''i.r'lurII'rritr'irrc'') l-l 'lcr' rrLrinricrrto 'l< Pcrrliel'l
trrc
, ,Lccxperinrcntos con cl p:rradigna cle iniolmacirin eng¿rílosrl clLrc prc-
.r,,'.,i*i","'.,.,.,;,.'.-ti;tt''rirtttrl¡Jo'l "'t:l tl: i''l'll']]:.':i:']:.1
j;;r.,.,*r. u"Lu''"' a vivir expericncirs del prsaclo' 'n
,r ,li:rr estinluler
a krs sujctos a recuper¿r la nemoria origirtel.
I;,,:"il;. lJrro dc los cxperinrentos tr¡tó clc incentivar con clincro a los sujcfos
:;il;;, ..'1.r.r".,,,n'1,,i,'gt-rfic.rs, rttrrque ro fuerar significativ.s rrt
, r quc iicren nrás cx¿rctos en la recuperlción de ll irlormlcitin origt-
inroort.trrlcr. r l,r. di.ctttitll (,n el (irlll:llli''
l.r iil,r.,',qur ll.lr l(l lrJ.irrllt I'lleJr \er,rlr,l rcrllrrdu:'li'llt"' ' , tlcspuós clc habcr introcluciclo inform¿cirin eng¡ñosa sobrc un¡ scirrl
' (\¡'\ ,, r rll icc¡ (sror cuDA Hr. r,Aso). L)cspués ile respon cier al cuestionrrio quc
(olrrlllL'bJr l-L rcr'rcid'lJ \ E\'l'rilllJ (l(
.icrlo r. (llle rr., t. ll,.il , , , .r r.,....-. , r r('ríl lir pregunta cngañose, y justo atltes ile la prueba dc rcconr¡ei
:1,.;.í;y'ij;,'ilü,.i.r.1. Iutgo, ¡o t¡ hizo' ou' "t'1"-10:l:.,".1 ,r rrr dc clcccitin forzosr, se cliviclió ¡ los srrjetos cn cuatro g,rllpos en
::; i"","1,;.';;;:';,,..t'."r,, t"-pt.,¿"¡') en un¡s cu¿renta .casio¡rcs
clc
"123
I L22.
t
función de los incentivos: a un grupo no se [e habló de recompensar ,r, i( rr.rrrtlr,1,, r,'sLr,'lr,1l'rrLilL rrr (rr (l rlorrr('rrl(, rrr,¡rr, lltr-.r l.r
ex]ctitr.rd e¡ el Ieconocirniento; a otr<¡ se le Pr()nrctr(i un (l(li.lr \i ,,,rr.lrr)r (rll.rn(¡s,r,,r l¡Lrr'ilL ri r , r , l r r, r, o ,l, l,r l,rncl¡.r lirr;rl ,lc
, ¡ rr t
en el par de diapositivas crítico; a los del tercer grupo se les darían ,,,illi,(rrii(rrt(), irr.lltrlo tirrrc (lLrc (l(!,ll rnlrL lrrs Ll()s scitllts. Sicl c<¡r
dólares si acertaban en el par crítico; y al cuarto, se le dijo que el I, t,, .,r rrsollrcrrr ctnn.lo se irrtro.ltrcc l.r irrlorrrrciri¡ cngallosl, ento¡ces
que fuera más exacto en la prueba de reconocimiento recibiría r .r ¡,¡ ¡¡¡l¡¡ lirr¡l dc recorrocirric¡to ll rcspLrcsta clel sujcto no requerrrra
dói¿res. Un grupo adicional de sujetos fue incentiv¿do de otr¡ fornr¡r, r . rr('nrl)() rlr¡c le rcsl>Lrcstl dc un sujcto de conlrol al qr.re no se le ha pre-
les clijo que la gelte rnris irrtcligcrrte cra capaz dc sclcccionrr 1r , rt.rrlo ningún conflicto. ['cro, si cl conflicro no sc rcsuclvc hestl quc sc
correcta, a pesar de haber recihiclo inft¡r¡r¡cirin distrrctor¡. I)t csc ,, ., rt.r ll ¡rrrLcbl tk rccr¡noci¡n icn to v, ¡ror tanto, cocxistcn h melnori.l
grirpo, s,rlo el 2-5 9o aceltó se leccir ¡¡r¡n dr.r la cliapositivl original. F.n ,ri r.rl v ll nrcorLrril nLrcvn, dc infi¡r¡necirin cng:rilos¿, cntonces el sujcto
,,, p:rrr clcgir cntrc las cios ll¡enr:rtir,¡s.
to a los incentivos lnonetarios, los resultados para cada grupo (de 'it¡r-í¡ nrás ticnrpo
:¡ Drayor rec()¡rpensa) fr.reron los siguientes: 25th, )l\\¡,.30 0í y l5 ,\si, si cl conflicto se resuclve en l¡ f¿se cle refenci<irr, constituye Lül
de aciertos. l'arece claro, pues, que La rccompensr dc di¡rcro ¡ro fuc sr I r,, l.rr,or¡ble a ll hiptitcsis dc la alterlcirin, micntr:rs quc l¡ rcsoluci<in
ciente plra recuperar la memoria original. , r , nr()nlcnt() dc ll rccupcllcirin rcprescnferí:i un ap()y() cm¡rírico a l:r
Otra serie 11e experinentos utilizó 1a técnic¿r de la.segunda I I i,)(csis dc le cocxistenci:r. I-os d¿tt¡s cic Colc y [-oftus (1979), compa-
ción,. Esta técnica consiste en proporcionar al sujeto en la prueba de , r r,l,r los rie¡rpos de re¡ccia)n clcl grLrpo cic inlor¡r¡ci(¡r e¡gañosa con los
ct¡rocinierrto un conjL¡rto (rrlis dc clos) dc ¿ltcnr:rriv¿s fij:rs. [il sujc«r , L lrlupo de control, lntc la prcguntl críticl, mucstran cluc no hl,v difc
mero debe elegir como respuesta ur.ra de ellas y, si se equivoca, se le r, r, r;rs cotr-c cllos; un rcsul¡ado contrario ¿ l:r hi¡(rresis dc la cocxis¡en.i.r
que elije entle lus ¿rltelr¿rtivas restxntes. ¿Qr¡é puedc rlostrar cst¡ , i rlorlblc a la hip<itcsis cic l¡ altcr¡cií¡n.
ca? Si suponcmos clue:rl sujeto se le dan t¡es rrltern:rtivas y se eclui .'\LrnqrLe esrc corjuntr¡ dc datos no cs srLiicicnTc. scgril [-oirus. plm,,lc
la prinrerl vez, cuancLr se 1e ¡ricle que lo intcnte de nucvo entre i¡s ,,r,,rrr'¡r de modo corrclr¡ente que se prodrLcen llrcrlcioncs cn los rcir¡cr
alternativas restantes, poclría decirse que si la memoria original ,1,,', 111 ¡¡¡¡ sÍ cs cierto cs c¡uc son oc:rsiones perl dcnrr¡srrar l¡ hi¡lircsis el
aún, l:r altenr:rtiva co¡rec¡a clcl¡e elegirse con Lrra probabiliclad r.nás , rr.rtiv¡ dc la cocxistcncie y, sin emblrgo, no lo h:rccn. Los pirrtid:rrios dc
(p > 50) que l¡ incorrecta. l este es cle hecho el resultaclo erc<¡rtraclo tL rlltimo pnnto dc vistl lÍrn pucdcn scguir argumcntendo qur: no sc h¡n
algunos crpcrimentos clásicos. ,rl,lc¡clr la. récnlcls rris ¡clecu:rcias para rcceclcr a ia informlci(rrr ongi
Loftus utiliza esta técnica en varios experimentos de información r . Y rdcnrás, :rñldiriamos, lr¿ly dltos cxpcrimcntales rnás liables qLre los
gañosa para tratar de comprobar si los sujetos que inicialmente se ,¡Lrc [.oirus mancj:r aquí, quc ilvorcccn la hipírtcsis dc l¿r cocxisrc¡rci¿r. A
vocrrn po<lr'ían tocl¿r'í¡ accecler a ll infornaciór¡ original si se les da , u'tir clc l¡ distinción c{c Tulving (Tulving y Pcarlstonc, I 966) entrc clis
segunila oportunirl¿rd. [¡nto si la infomración engañosrr se leferí:r al ,,,nibilicllrd y acccsibilided de I:r infc¡rnr¿ci(rn alnracerade, ha sitlo posible
cle I;rs tapas cle urr libro, conro e h scir;rl cle tr':ific<-¡ de un cruce, los sttj Lrt)\trilr qLre ciertos irdicios o pistas son mís cfic:rces qrle otros parr lc
qrre se cquivocllon lli plirnera lez nti scleccionaro¡ en la scguntla oca ,,.ler ¡ i¡rf<¡rmacirin prcscntacla prcvia¡rente; esto es, quc no tr¡cl¡ lr
lrr informaciiju correctl (la original) con urra ploblbilidad nr.ryor quc rl()rrrr¡cia)n disponiblc cn ll mcmoriir cs igunlnrcntc lcccsiblc, v cluc Ilc
tercera alternativa, que era también incorrecta. Así, en la medida en " rr lrlsta clll clcpcndc de l¡s opcr:rcioncs clc rccupe,-lción y tipos dc in
estos d¿tos no ¡poy¿ur la hipr'rtesis ile la coexistellciir cle l¡ nemori¡ ,l iios. 1 dc sr:rdccuacirin r hs opcracioncs originalcs clc codificacirin,
nal y la nrenoril sugerida, srrporrcrr eliclcncia f¡vorablc a 1a hipritcsis dc t.rl como postula cl principio cle Ci¡tlificecii>¡ Espccífica de Tulving y
alteración, aunque todavía se puede argumentar, como antes, que la I lrornson (1973; Tulving, 19f3.3).
ca de recuperacicin no ha En plrtc, estc cs cl rrgumcilto cle Bekcrian v Bowcrs (1983) para cx
'ido suficientemenre porenre.
Otlo tipo de datos experimentales podría aclar.lr est¡ cuestiór, l, rc¡r lr¡s rcsulf.rdr)s típicos de inform:rci(rn cng:rirosl clesdc l:r hipritcsis
gírn l-oftus ( 1979a). Se trata cle los tienrpos de rerccirlrn cle eleccirir.r ,1,' lr cr¡.-ristcnci:r dc la mcmoria original y dc l¡ me moria sugcrid:r.
la pregunta crítica de rect¡rocirrientc¡ err urr erperirnento rle ir¡fonn¡
ergañosa. Cole l l.oftr¡s ( 1 979) pensaron que cuando se irtroduce l:r
formación engañosa en el intervalo de retención (por ejemplo, que había
un cEDA EL pAso en el cruce), debe haber un conflicto entre esa informa-
ciór.r y la original (un srol), y es un conflicto que el sujeto tiene que re-
"t24 125
110 R lA oE sucEsos EL EFEcro DE tNFoRMAcróN ENGAñosA
f'1E
J, t-A HIPÓTESIS I)F] LA COE,XISTENCIA I)I' MF-MORIAS l,r¡sirivas se prescntan aleatoriamente, se dificulta el uso de la estrategia
.rrlccuada para acceder a Ia información original y se incita a utilizar otra
que.le inf'rrmación sLtgcrida sc csrrltegia que favo¡ece el acceso a la información sugcrida.
Para Bekerian y Bowers (1983), Ia idea de
originrl. es una rdeJ quc forrn:r P:rra poner a prueba esta idea, llekerian y Bowels (1983) utilizan el
sobrescribe en ia memoria más antigua, Ia
dcnrro 'lel cual se suFonc nrisrro procedimiento y material del experimento 1 de Loftus, Miller y
Dirrte de trn ntodelo de nlemori¿ ¡ctualiz¡hle'
q*e dej'r dc llrrrns (1978), con una modificación fundamcntal en la fase de prueba de
:'r.:1r",,";;, ,,';."t¡-.'. "u¡"'"'iut o x\imilr cn la antigu:t' lcconocimiento: la mitad de los sujetos de los dos grupos, de control y
el olvido
destructiva'
:;# cl-; ,"i, p..J*i¿"4"" una actu¿¡lización que el efect'r de in- ,.lc inforrnación engaírosa, reciben las preguntas de reconocimicnto en or-
¿i'ü'..,".ti" Por el con¡r¡rio' ellos creen.
".1*inal. de mernoru-quc rlcn aleatorio (como en el paradigma estándar), y la otra mirad de ambos
ir.,rrr.¡¿n errgatioia 'c puede explicar dc'clc un modelo y
codific¿dos' Permanecen lntactos ¡iru¡ros realiza la prueba de reconocimiento siguiendo el orden secueucial
t.,no,tn" ooa io, recuerdos, ttn¡ vez
#;i";i'.?,;;re* perditht L'r qtre ocurre és quc a vece' h,ry di[i' ,le ll presentación original. Bajo los presupuestos teóricos anteriores no
,.lcbcría haber diferencias enrre Ios dos subgrupos de control, puesto que
:;I,jes;.;;;;.r', i'n" ,.roti' iQLtiure csro Jecir que sc ha olvi-
il.;';d;.J.';:.t.r. qu.t" i,formacií¡n está dispo,ible' pcro que h rrr recibie¡on inf<.¡rmación engañosa y deben acertar por igual el ítem c¡i-
que no es eficaz parl rieo. De entre los dos subgrupos de información engañosa, sin embargo,
;r"gr";""d:;;P*¡citin incira " usar una estrategia rrt¡ucl que recibe la prueba de reconocimiento en orden secuencial no debe
**¡rr.
accedcr a ella?
scr difcrente de los dos anterio¡es en cuanto a los aciertos en el ítem críri-
en la diferencia entre disponilrilidnd y accesrbilrdad
llev¿t
^."","
a Bekerian v Bowers a examinar con dettrlle las condtclones
¡1e recuPerÍl' ,. o, cn la medida en que las condiciones de recuperación favorecen el ac-
.lá" i"'i.t'".o..rncntos rcalizados cou el paradigma estándar' As( en- erso a la información origiual. Solo elgrupo de información engañosa que
signifi- rlrbc rcsponder a la prueba de reconocimiento presentada en orden aleatt¡-
.tr".""..,^ áltarf. mctotlológico, nitnio en aprrienci-r' pero con rio tcnderá a cometer más errores que los otros tres grupos, pues esa con-
a.i¿" p'incipio dc Co^dificacion, E-specíficn
#otJ;;:,,, ;;. ;.-pio, 't F-ste detalle es cl ,lieión de recuperació¡ dificulta el acceso a la tnemoria original, que sigue
.le Tulvine (Trrlving y Thtr¡nson' l97ll l;lvinB' lqSJ)
elr los e\perlmel'l" ,lisponible, favoreciendo de este modo el acceso a la memoria sugerida.
,,rden en átre se pri''ent¡ ln prttcbl de rec'rnocimiento:
."ii"á"'. los suietos recihert lo' p,res Je diaposi- Sus resultados fueron favorables a esta predicción. El grupo de infor-
,l:.:; ;i;r;i;1" sin el ordctr rrnción engañosa al que se aplicó la prueba de reconocimiento en orden
,i;r''á;;rl;;;;"';f.r',,,'dtnnao' '''teatori¿mente' Así' en la
'egtrir
percepción ini' ,rlcrtorio cometió más errores que el rcsto de los gru¡ros en la pregunta
,.*";t;il;l; ;;;áiación original del suceso'
temf'or¡l , r'ítica, y esas diferencias fueron significativas. Adentás, el otro grupo de
.t;i;i;;; ;J;a "l
desarrolL dc un suceso cuvir ordenación
ir",rr"l't.'r"""i,".;;,ü.,. inrerprcrar el suceso ) extr'rer lo que llekc' irrfirrrnación engaírosa con prueba de reconocimiento secuencial cometió
l,r rnisma cantidad de er¡oles que los dos grupos de control, mostt ando
:r;llil#;-'i'i;r;;li,;.; ii¡oi*o,io, kmatica' es dccir' er tema dcl
¡"?,i'"*.,.f .l .,,nt.rru y lo. episodios que lo comp.'nen' lisrr ,rsí c1r.re las condiciones de recuperación son eu buerra medida responsa-
"-i.1.*..
inf<¡¡¡nación tcmática no solo sirve parrr integr'rr
e interpret'rr e.l.sLlccso' 1,1,. rlel efecro de información cngxño.x.
global que 5e codrhca ltll' Por supuesto, la conclusión del expcrimento es quc arnbas mcmori.rs,
,,n, qua,atnUi¿n proporcionaría intornraeir'rn rcll y sugerida, coexisten sin que la primera sca modificada por la segun-
" con
to tos detallcs esPecificos'
'"P;r;;t; de la rectt' ,1,r. El problema del olvido no sería más que una cuestión dé recupera-
ri ;,,, la frueba de reconociniento, en el m.mento
siguicndo esc orJctt .. irirr, de dificultad en el acceso a la información alm¿rccnada (Bekeriat y
n..*¡¡,r. lar,li.rp,r.iriva,' de prttcb't no se presentan
p.sible que la inf.r' li rwers, 1983).
lJ.,'",,.,,r',i".,.,,'.;i,,.án .i á.'"t"'ttu del
'uctso'
es
lntt"v" tt's indicirrs temriticos' glohales' qrrc iCómo responde E. Loftus a estos resultados? Pirra ella, los datos de
:;".;;;';;;;.;;;t".io'',,n l\t licrian y Bowers (1983) pueden interpretarse de forma alternativa, sin
scrí¿rnl<rsmrisaclecuirdospari¡accederaesamcnloria,ylossu|etoscl]o§tl
que da peores resultatkrs ¡rt ecsidad de supuestos sobre la permaneucia de las huellas de memoria
,i*".10" * a utilizor una esrrategia
"a'gurnento' (ll.rll, Loftus y Tousignant, i984). Para empezar, resulta difícil poner lí
por tanto' ctt lir
;;;;;;;" ""r]rrzados
ü r,'.;,,'ia original) segírn este
cocxlstcn cll rrritcs temporales al proceso de cambio de los recuerdos: una vez que se
engañosa'
,iru"ai.'r, en que se he presetrrado la iDformaciótl
que incluye l'r i¡fort¡t¡t' l)rrscnt¡ llt información engañosa no se puede decir en qué instante cam-
i, ..."ti" flt ¿"t r.pr.,.nt^tiont'' la original' p lrte l¡ ¡rrl' l)rrl o termina de cambiar la memoria original (isegundos, minutos, ho-
.ión temática, y la sugcrida, nuevi\ qtle ptteJe incorp'rrar
'lc
st l'rs p'rre s ..lc tliit" r,rsi). Posiblcnrentc, clurantc un tiempcl lntbos registros coexisten de for-
ñ,l,;:ffi;;,"n'J" i" ptt*r'^ at reco^"ciuietrt"'
126
It EIEClo DE tNFoRtiActóN ENGAñosA
nla indcpendiente, micntras ninguno de e¡los se recupere, Y puederl cslrrt Lrr prinrc'nr razón es que la iuformación engañosa
puede sesgar las
suietos ll desvnnecimiento gradual típico de la nemoria , sr,¡c\rirs (le lo§ sri(ros Je ese grupo qu" no reiuer.lan
la infor¡iación
Durante ese tiempo se puede acceder a las d<¡s memorias pr-rr ttlcclirr ,,r rlln,rt. srn rlue ese r:lvido se deba
a la presentación de información fal_
de indicios que, aunque sean diferentes, pueden solaparse parcialmcttlt', ',-r. ¿( (;nro prrede ocrrrrir erro? Si suponemo,
qu. no tndá, io, ,,r¡.,or
pueden tener clemeutos colrrllnes. En un Punto determinado, en ull ¡(lo ,lr.l gnr¡ro de control recuerdan co¡recrarnente
Ia infornraciOn ,rrigiral (el
dc recuperaciírn concreto, trn conjunto de indicios accede a una de hs tkrs ', t or,, por e jemplo), como así ocurre
en los expe rimentos, r"_bi¿í pod._
nremorias altcrnativas, que en ese sentido es miis accesible que la orril. rns suponer que una proporción equjvxlente del grupo de información
( r,1i¡iros,, tampoco recuerda
iQué pasa con la otra memoria, a la que no se ha accedido, que no sc ltrt el srop. La dife¡encia á,r..rto, nluiáoi¡ro,
recupcrado? En este punto es donde Hall, [.oftus y Tousignant (t9tl4) rt' ,h. ,rnrbos grupos en Ia pruelra de reconocimiento
ent¡e .l srop v.iauol
conocen que la expcrimentación por el momeltcl no tiene utla resptlcslil. ,, ,'llrll .: que los del grupo de control responderáI rl ,r", y á..rt"r¡,
Pero sí insisten en que los datos de Bekerian y Ilowers (1983) se pttcrlt'tt rr¡ §0(1.,1¡ de hs veces; en cambio, entre los áel grupo d;;i;Á;;;..
interpretar dentro de este mitrco de memrlria qtte supone cambios grrt(lllx' ll,rr()sil (lue no recordaban el sror,, hay algunoi que recuerdan la infor:_
les en los ¡ecue¡dos. El proceso de ese cambio comienz¿r con la presctrlit' rrr.rr i,,rr cngrflosa-(clDA EL pAso) y
tienden"a señaiarla en f" pa.grr* a.
cicin de la información sugerida falsa, pues se reactiva la memoria origitritl' r ¡ , ,,ni
'cl rnteDto. Por supuesto, los que no recuerdan ni cl SrOp ni el C;¡o.q
pcro el cambio se dcmora nlientt;ts tto se pida ll recu¡reracií>n. Dur¡rtllc r r r,\\ sc co[]portan igual que los
delgrupo de controlque no reco¡daban
ese tiempo las memorias coexisten. Sok¡ cr,rando se pide recordar o rcco' , r \ rr )t' y responden al azar. por tanto,
aunque en el total de ambos gru_
nocer es cuando una de ellas se activa y la otra no, y de momento ntl tlil' ¡rr » lnyr la misma proporción de sujeto, qr....r.rdn.or*.,"Áirr.
f"
ponenos de datos para saber qué lc ocr¡rre a la memoria no recuperltrlit, rrrl,'¡¡¡¡¡6is¡ original, el grupo de intorma.i.;n ang"n,rrr
ri"nro.. rar,_
'r.r un r(ndrmrento inferi¡rr en la medida en que algrrnos de rlios tieu_
,l,rr l clegir la repllesta incorrecta porquc es eira la-que
recue¡dan y no
4. t.A HIPOTESIS DE NO DETEI{IORO
l:l :l:i*,i,,.1 l'-.r" :sto
no.quiere.deL:i. que ta info,maci;;
rr.r'rirLr¡, o Jttertdo la illonn.rción original:
.;;;;;;; iry,
erra no.e recLreidl,-"""'
colr in_
Pero no es la posición de Bekerian y Bowers la útnica alternativa qttr.'rc ,lr l',.rr,Irrr.ra dr'si se presenta o no infJrnracidn,rg..ü..-.."
propone para explicar los datos de información engañosa. Poco des¡rrt(r, l.r rcgundr razón que explica peores resultadás del grupo
de infor_
McCloskey y Zaragoza (1985) fornrulan una crítica dirigida fundamcrttrtl' ¡r.r( rr)n ( r)g¿nosJ respccro al de conrrol (McCloskey.
Zaragoza, I9g5) es
mentc a la hipótesis de la alteración de Loftus, pero que niega tambi('l tle ,¡rrr.incluso puede.haber sujetos del primer grupo
,r,r. i.rr t,riginll y la sugerida, pero contestan
dr.,e;rr!r-d* i; i"f",
forrr.ra cxplícita la validez dc la hipótesis de la coexistencia. El punto ¡r'irr' erróneamente seíralando el
cipal de la crítica de McCloskey y Zaragoza es que los resultados ex¡rcri' tt, rr \rgcndo porque pueden pensar que quien
proporcionó l¡ informa_
mentales obtenidos con el paradigma estándar cle información engañonrt , r,,¡r t rrg.rnosa (e1 experimenrador).rbi mii que ello, (los suiet,,rl. nr,l.
no permiten concluir que hay cambios en la nremoria original, port¡rrt'rl r r, ( l,\rrlclo
confÍa en que quien preparó el cuestionari,r o cl
,,r'rrr trrve,la ilformación sugerida, rel,r«,. dolrtle
procedimiento experimental es inadecuado para evaluar los efectos tle ltt ha visto la pelícrrle o hs.liaposi¡ivr¡s
información cngañosa. , r1 l)(UdJ\ r)L'asrones
'r ¡ con cuidado. y r.ro vt :t comctcr. arr,,rar, ,,r,a
Partiendo del hecho cierto de qr.re, siguiendo el paradigma estfrt' t,r ,tr(l:r crrrre. e¡ rrol y el t eoa el r,rso, elige
la segunch confiando err el
dar, los resultados han siclo consistentes en cuanto a que el grttpo rll rr Ir'rilncntador.
información engañosa comete más er rot'es de reconocimiento dcl ítclll estas razones,. McCloskeyy Zaragoza próponen un pa_
. .r,. t4lnr.¡
.nl:,1.,-.]:..r.?,
crítico original que el grupo de control, McCloskey y Zaragoza sctitt' r cxperimental alternativo que pueda poner a piueLa realmente
lan que esros resultados se pueden explicar por medio de otras ¡llcr' I .,r lccr,rs de,la infonración enqañása,'a q"r\t^^^"
nativas que no tienen nada que ver con alteraciones de la hucll,r tlo ( nre ¡t
¡ ,,/, L ¡!. t¡
üirli;))'Ái¡f¡
,f)d/4digma original de Loftus. Igual que Bekerárr y Bowers
memoria ni con problemas de accesibilidad. Según ellos, h:ry dos ritzo' I l',n 1). l,r m(,dttrcaci(in en el procedimienro experimenral
5e rei.iere ú¡¡¡_
nes para esperar que los sujetos dc1 grupo de información ellgalios¡ l('ll' ,.rr( r¡r(..t ta t¡\e de prueba. E\lo es, tras la presentación
del suceso ori_
gan un rendimiento de reconocimiento peor qr¡e los del grttpo rlc con' tlrr.rr., r, '\ \ lcto\ leen urr relato que descrihe el succso y en el qrre
sc inrro_
trol, incluso aunque la información ettgañosa Íto haya tellido llirrl,llill 'r' ,,',t,r rrlornt¡ción enganor,r sohre algüll írem crírico. Sin elntargo. el la
efecto. l,r..r'rlc ¡rrrrcba dc reco¡rocimiento de ei-ección forzosa,
al -ru"i. ü ¿,
"."r.
128 f l9
I
EL EFEcro DE tNfoRMActóN ENGAñosa
I,lE14ORIA DE SUCESOS
sino enrre el original y-urtÍtem .qiral, csto es, un ¡endimiento superior en la condición de control que en
a elegir entre el ítem originaly elsugerido, lr condiciírn sugerida. Pero con el par adigma ruotlificado, los resultados
,',,,"ui. prt, seguir rnás dc cetca csros Jr8umento\' tomaremos los ln;ttc-
Je.la serie prese.rada no rllostraron efecto de informaci(ln engañosa: en las dos condiciones,
ioi.,._r.¡.."*"f.,,.J.,. ú"" a. l,rs di.rposirivas
martillo (el írem crir ico)' t ontrol y engañosa, se obtuvieron puntuaciones de exactitud parecidas.
;i;;;;; ;;.';r, , ,n tto.t't. que suieia un
rl hombre que Ileveba \u cr»rclusión, por tanto, es que la información engañosa no deteriora la
i"';,i;il;i;i;';elriá" d..'pu¿' li"e r<ferencia
r¡cmoria del suceso original: ni la borra ni Ia hace inaccesible.
;;';;;;;;i¡;;";, fi.io.n t" p'u'uu de reconocimieuto todos los sujetos Loftus, Schooler y §lagenaar ([985) comentan a su vez, el a¡tículo de
deben elesir en¡¡e martilltt y llaue inglesa'
"'" ¿"" :i, ilifi-.,.;;"l v..cioJk'v v Z.,asoza diceu que se puede 1\'lcCloskey y Zaragoza, proponiendo de forma explícita el distinguir en-
no a la memoria de los trc la representaciór¡ de memoria (la huella almacenada'¡ y el informe de
d"t.r-in"r ri la información engañosa afecta o al paradigma estin- rrremoria (el rendimiento observado), para sugerir que toda esta discusiór'r
rr"r"t..firr¡"r¿rt los pr<rblenras que ellos achacan para la,tnformacloll .,rl¡re el efecto de información engañosa se ¡efiere al tema de las represen-
dar' ,i la infr'rmación engañosa dcreriora la memorir
tendrálr pc,r rrndimieuto que rirciones de memoria. A partir de ahí, dedican buena parte de su ¿tención
Liinin"l. an,on.., lus suieto" errgañldos
,rl cxanren del paradignta modificado y sus posibilidades para detectar pe-
lor"rri.iot .lel grrrpu dr conrrol: si la información :,te'T-":1r::":::::i: rlrrcños deterioros de memoria. Para Loftus, Schooler y §lagenaar (1985),
ilHfi;i"t fi;'íá;;;;;i;-"1 'rtonces
no hablía diferencias dc
Lr ¡rlueba de dos alternativas de elección folzosa que utilizan McCloskey
entre los dos grupos.
'^T;; ;;;;
exactitud
; p,,'"¡í.,á i¿"^, r'r.'closkev v zarusoza r.1t1T j"l:
r lnrtgoza, y que no incluye el ítem sugerido, puede hacer que una gran
tnttt ti' que ellos mismos consideran cor ¡r,rrre de Ios sujetos acierten por adivinación, por azar.
"".1.a^,t*.'.rr"or..l¡dot l9.t:"I-tt]T::t:: El ideal sería crear una prueba más sensible al cfecto de la informa-
iinco replicas <1ál'primero de ellos' En cada utrt¡ qt , irin cngañosa disminuyendo la infh¡encia de la adivinación, y hay algún
sig*ió el paradigma
;iH;;í;;-;ñ;á. .u¡.to', uno a" tos cuales
rrrrlicio de que se puede hacer. Un trabaio inédito de Benzing (1985, cit.
Irñ .l i, ndisma mo.dificad' D.:*l:
T*^o^:tl^llitilil crr l-oftus, Schooler y llagenaar, 1985) parece prometedor. Básicamerte,
::'":il; ",,.ir
;;;;;;;'.i ir..iá ¿" in[ormación eng'rñosa encontrado en
enrre estos e\Perlm si¡¡rió los procedimientos de McCloskey y Zaragoza con una diferencia
e.tu,lior rni.riorer. Hay algunas dilerencias más
,".-, l"-. .om.n-,rdo anteriormentc (por elemplo' en L ( n Ix prueba de reconocimiento, pues utilizó un
"formato de apuestas":
"r..I,...,
Vtití., y nrtnt. 1978). S( rrata de un suceso diferente J1'ii::l:,1i
rl sujeto se le dan cuat¡o alternativas de respuesta y cien puntos de proba-
roba lrilidad para distribuirlos ent¡e las cuaro en función de la confianza que
i.'i',nrJ,,.," ."ii, á^ ,, á.tp"it"' repcra una silta v antes de salir
tr. rrc en cada una. De esta manera, si tiene que elegir entre martillo, des-
calculadora y cierta cantidad de dinero)' se P*t:',r" ill'It:-T: t,nriLladc.tr, llaue inglesa y palanca,la distribución de los puntos nos dirá
está^dar (30); Ia manip
I di*;ú; üri qr" ., r'" experimentos
se hace siempre por medio de una
\i \i¡nplemente está adivinando o si co¡fía más en alguna altetnativa por
.iO" ai f" informacidn engañosa , rreirna de las otras. En el primer caso, daría veinticinco puntos a cada al-
se realiza
;:.i;,.,:;;';il;;;J.; i'..,n'' Ademis' esa marripttlrrciórr ttual lrltaml( t( rnltiva, mientras que una distribución como I 0, 70, l0 y l0 ¡rara las
rn.dio de un trxt¿miellto inlrasuietos' eu lugar.de ,h'rb
I
I
l .l0
¡1EI'4ORIA DE SIJCESOS
EL EFEcTo DE INFo¡TMAcIÓN
TNGAÑosA
(por ejernplo, azul) diferente del original presentado (verde), lá rcspucstx lirl.rJ, tr¡vierorr tios eonsecr
de reconocimiento que los suietos eligen en una rueda de colt¡res a nc- re rrci:rs, in terre l.rcir nad,r.. una de c¡rjcrer mc
r,rtiokigico, Ia olra dirigida ¡
nudo es un color a medio camino e¡t¡e el azul y el verde (Loftus, 1977). a problema\ te(,rricos_
En pnlrer lrrg:rr. la accor;rción de l¿s crític¡s
Caso de existir mezclas parecidas de rasgos en la representación de ob- merodológica, llev<i a
jetos concretos (no en dimensiones continuas, como los colores), el pa- ::lLli:: ;'.iXÍ;,illll?ll:',::311i.",,. ¿.r o, a. p,,J, .,'ñil".i,,il
radrgma modificado no permite al sujeto encontrar una alternativa quc
represente de fonna adecuada su memoria real.
¿,,;¿ü;ü;;il:;.$:i,x,1.Jfl ffi l::f .;il,ÍJi:Í:;::,::;#::
l).lri conlormarse a las dcmand¡
Si bien Loftus, Schooler y \lagenaar (1985) reconocen que no se puc- r ros scseos d¿ la siruación
erperinrenrar),
rs», t?<t , t ^,, -, -:].f,1:l:1"",,
t¡endan a responde r con la
de hacer afi¡maciones acerca de Ias representaciones de memoria con los ,,,".ió,'.-,s;;,;;;;ir'l';J,'- :.']:''s infor
datos disponibles, en cambio acentúan el hecho de que los sujetos mantic- ..,,,"-ur,."i.inrJ,-;:#i"ffi ,"o}ñ.'r',:';':ilJJ;:::".lj;); j.,.,;l;:i;
nen con tal seguridad su confianza en esá memoria mezcla, que no es po- t,t ¿tnanda,
se han u¡iiizado dis
sible creer que sea solo producto dc características de Ia demanda, como t'' tu"',. á. inio;;.";;;:t]:l'-1técnicas para rebajar la credibilidad
afirman McCloskey y Zaragoza (1985) y, en todo caso, que esas expe- '1" como que sea ttn niño neor¡sfrs
riencias subjetivas merecen ser investigadas. '¡trt proporciona ¡, i;[;;;:l;,9"""s:r' €'l
:l:::,
r( n¡do tas ";i;,:;;,J;::'8.'''*,ffi ;"}:;:Jf"ffi;l:llt:
:i^",11.";;;';l mtsmas oporrunidadt
ls,rirrr y Eriswoir. ;é;;;:';;:'J;:j:¡lj:.::lll:: :l-aráriaioriginar
J. OTI{AS EXPI-ICACIONES
'rr')h.r¡¡y ¿aragoza,
creado variaciones, parrir <ier
que no i¡cluve l:
p;;;;*, illiiñill"rT.rif.[ijÍ:
iCómo podemos intcrpretar los experiurcntos y discusiones an¡criorcs ,,,,,,,, .n r; .;;;;;;;,
respecto ir nuestro problema, la posibilidad cle que los rccuerclos sc ¡l- r,'r-.ll¡n urilizado
;l;:ñT";3i;:I?i:i:lT;f, l;lt:l;;
tcren? Desde el principio, Loftus crea y utiliz¿r el p¿rradigma de infor- diversrs prueba,,de conrrol
, r,'rr' qrre requiercn del sujero de la fuenre de la i¡rfor¡na_
mación engarlosa par¿r ¿rpoy¿rr su idea de que las memorias no pernrit- Ia rdennfrc¿ción más precisa
, ('('(,rd.rdo (Belliet de cacra Írenr
neccn inaltcrablcs cn el almacén, sino c¡ne pueden ser modificadas por a1.,1992t Li
r,,r,
y,.,,,n
:$i., i," ;,' il i! 17;,133 3:
información posterior al suceso c¡ue es objeto del recuerdo. El efectr¡ y,,tt.,t y ;,1]''
Lane, 1994).
a i_ i,,
i,l 3f *$"ü,r',r.::
de inft¡rmación e¡¡;añosa es so)o una de las formas de ¡lterar los recucr-
lrrr regundo lugar, v limitándonos
dos, que ticne la vcntaja cle quc se pucde sometcr a prueba empírica, al,problema de l¡ alteración de los
¡ r'r l¡( rdos. Ia discusión
en co¡rdici<.¡nes de labor¿tori<¡. En la medida en que Loftus obtiene cst§ ¡eririca ¡ dc los efectos de la infonn¡ción
, ,,,1.'io,,, ,obr. .l i..r. )"'j."rj*I"
efecto, puesto que los sujetos engairados recuerdan peor la inforrnacitirr
r.,.",., r.;0,;-,;;;:i"";;':i:ljH:tJ
origin;rl que los no engaírados, infiere que los rccuerclos originalcs sc i.li,
trl)()t(s¡s
Ji
de no deterioro de Mc,
;i:::ill';,,T,:;:U:i:
J;;,';;;r,.,;,.Ll(^kev v
han alterado. r\rtt 7^arapoz:t (re85r Zar¡soza,
loskey y
Por su parte, Bekerian y llowers (198-)) al introducir ¡nodificaciorru¡
cn la prueba fin¿rl de reconocimiento y no obtener el efecto de inforr¡¡¡¡-
r,.,,,r,,,,¡¡eL
lI¡r.rt, (¡pecjalmente que se orodr
idJs),,i,.,,.;;";g¿;¿ Y:.f]";ft jll,l.Íf*;¡
ción engaños¿r, concluyen clue no ha habido alteración del recucrdo dc l¡t t,rr ¡¡1,c'¡o1 ,q d.u.nüilt.",',,iX1'l^j:"1i"o d: , aseeura¡r que
infornraci(rn original, sino problemas par:r acceder a esta. Y McCloskey control ::,1'
merodoló8ic,'
r¡'r \ .rrr,n c.n su p.ocedim ie¡¡ 9 .n1e tal com.¡ t¡b-
y Ztra,goza, ( l9ll.5), cr»r su paracligma modificatlo para controlar cicrtot orras posrur¿s inrernedias
rr,rrr,.¡ri,,nrrado ia,;;i;;;;J[.'::'rrcado.
sesgos, trrnbién consigucn anular el efecto, concluyendo que este solo sc
clebc a que algunos sujetos no recuerd¿1n la inform¿rción origin:rl, pelo
, ..', .,,,u i, qu J;;;#;"¿:: : üt hffi ,,¡, it#ifi i:Hi ;l;
I,lll( (l(l efecto, al menos con niñ
se ven afectados por sesgos en lrr dirección de la información engañosir¡
por tanto, que los recuerdos no se ven modificados por la intr<.rclr-rccirin
r. \,(.,\ Jc t¡ .r.;;,;;;;*;;"II.§:::ffi#:f jl?:.::i;;::::;
r.\r¡r\ (tccr(,s en sus experimentos,
de info¡mación postsuceso falsa.
lrlr rr'.(,r¡ llr condición de informaci(
siguen d;i..,;;;;;;;H;i.:r,"
Elriguroso trabajo experimcntal de McCloskey v Zarngoz¿, julto e(,n
:l::l.i:i ;il;Jliti: ;Hllj Ji',fi.ji
, ,,, , ,a ,1e con,ro,. y
sus crític¿s a las interpretaciones previas de los result¿dt¡s de Loítrrs y srn *l:,,
''rrr( c\rc urtrnro purrro, Ia mavor suscepribirijad
colaboradores, especialmente a las hipótcsis del dererioro y clc l¿ ¡ccesilli. r,,
.
r(. de ros n iños ¡ r erec-
I{ )r¡nf, ci(')n engaños:¡. sin
;;;;;l;;;r;;.;il;.r.
¡r¡
imb¡rgo, hri
t.\2
I Lt
MFMORIA
( n l¡ nledida en quc sr¡s datos revelaD que la mitad de sus suietos afirma-
Bellrrf a/' ( 1q92), tr.rs un iuid¡'lo"" er'llnetr
d' l'r\i.rrtlicr')tl(\(\frri- b:r¡r haber visto tanto la información original como la ergañosa, lo que
ill;i;';;J;; nn ..t .l; ¡" informacitin errgañ.s¡ con cl
irrrlicirría que, al menos para esos sujetos, ambas memorias coexisten. Y
cottclul etr qtte. cl r're tor 'l'
;:i;;';; ;;if].^d',"ú'"niao tn ni¡"]. v
"J'tto'' e'0" :ll:'l::,:,1 ,lurqlrc no pueden afirmar en qué sentido se ha deteriorado Ia informa-
lI.i".:';:r.l ;a;". i^'onai'i'n'l "xp''rimc"rrl"''
de ll información origin "'rl' L irin original por la engañosa, sí señalan que algo ocur re: lnuchos sujetos
había producido en una ocasión anterior; o como cuando, casi tres años Para poner a prueba esta hipótesis, I_indsay y
Johnson 119g9¡ some- l
después de la explosión del Challenger, algunos estudiantes recordaban tieron a sus sujetos a condiciones parecidas a las del paradigrna estár.rdar,
er¡óneamente haberse enterado de la noticia por la televisión. esto es, presentación visual del material, información postsuceso verbal
Al igual que los fallos de control de realidad se producen en mayor (con y sin información engañosa) y prueba de memoriá. pero en esta ú1,
medida cuando las memorias de origen interno y externo se par!-cen, tanl- tima fase, la mitad de los sujetos respondieron a Ia tradicional prueba
bién los fallos de control de fuente se incrementan cuanto más pareci- de reconocimiento de.sí/no", mienrras que la orra mitad de losiujetos
das son las fuentes que originan las memorias, pues las representaciones realizaron una prueba de control de origen sobre los mismos ítemi. En
correspondientes comparten más rasgos, tienerl más atributos comunes, esta prueba se pedía al sujeto que especificara el origen de cada detalle
Desde esta perspectiva, Lindsay y Johnson (1989) creen que parte del (original, engairoso y nuevo) en términos de si: a) esúba en la escena vr_
efecto de información engañosa puede deberse a errores de aribución de sual solamente; á) estaba solo en el texto; c) estaba en la escena y en el
fuente: el detalle original y el detalle sugerido se refieren a Ia misma ca- texto; y d) no estaba ni en la escena ni en el texto.
tegoría semántica, se presentan relativamente cerca en el tiempo, en el Si la hipótesis fuera correcta, sería de esperar que los sujetos que res-
mismo ambiente experimental y, a menudo, por el mismo experimenta- pondieran a la prueba de reconocimiento siguieran el patrón habirual en-
dor. Esta similitud llevaría, entonces, a que en el momento de Ia prueba contrado con el procedimiento estándar, es decir, qujen la condición de
de reconocimiento, los sujetos de la condición de informaciórr engañosa información engañosa hubiera mayor número de eriores, más sujetos que
se confundieran más a menudo que los de control, coz independencia de afirmaran haber visto el detalle sugerido. pero, de ser cierta h Éipótesis,
si se ha escrito sob¡e la huella original (como dice la hipótesis del deterio- los sujetos que respondieran a la prueba de control de origen cometerían
ro), de si se ha olvidado la información original (como supone Ia hipótesis igual número de errores, con independencia de la condiiión de control
t36 137
o de i:rformación engañosa a la que pertenccicran. Dicho clc otfo r]lo(l(), sonrr cn l¡s clil¡-rositivls y Irrcgo sc prcgLrntlba pol cllrr en el cr¡cstiona¡it.,
al pcdir explícitanrente a los sujetos de lir condición dc inforntacitín cn- ,ll lccrrpcrlcirirr, eutonccs los sujetos clcbían poDcr una marca diferente,
gañosa que especificaran el origen del detllle sugerido, en lugar de gttirr" Irr(sro que s¡: lcs había advertido quc la información correspondiente en
se solan'rcnte por la familiaridad, tendrían en cuenta totla la informacitin l,r r¡rrrrci<in cra crróne¡.
relevante de las huellas correspondientes y no tendríarr por qué colretcl l,os resultados de estc estudio nlostraron que en la condición fácil
más errores que cn la condició¡ de control. ,lc ct¡nt¡ol del origen los sujetos no se dejaron engañar por la info¡ma-
[-os resultados de sus dos experimentos (Lindsay y Johnson, l9ll9) r rrirr falsa y siguieron las inst¡ucciones de omitir lo que recordaban de la
mr¡straron un claro apoyo a esta hipótesis: en la prueb:r cle reconocimie¡r- rr,r¡'r.rción. En cambio, cu¿rnclo la tarea de control del origen se hizo más
to sc produjo el efecto de información eng¿tñosa, pero en las respuestas it ,liln.il,los sujetos no fueron capaces de seguir las instrucciones e infor-
la prueba de control del origen los sujetos de la condición de informaciírn r¡rirrou a nenudo de haber visto detalles que se les habían sugerido en la
engariosa lo hicieron tan bien como los de la condición cle control. Lind- n.r¡'r'¡ció¡r postsuceso. Dado que estas insrucciones de oposición descar-
say y Johnson (rDrd.) interpretan sus resttltad<¡s como pruebas en favot r,rrr l.r posibilidad de que las respuestas de los sujetos en la prueba se de-
de que el efecto de informirción engañosa está influido por los procc- l,rr¡r ¡ un efecto de ca¡acte¡ísticas de la dernanda, los resultados permiten
sos de toma de decisiones y por los criterios que los sujetos utilizan en la rnlcrir que los sujetos engañados creen de verd¿d qtr.- uieron el detalle
,,rrgcrido.
prue[.ra de memoria. De hecho, la naturaleza de las instrucciones de pruc'
ba (.,sílno" zs. control del origen) afectó claramente al efecto, haciéndo' Sin embargo, hay una explicación alternativa. Es posible que los su-
lo desaparecer cuando se exigió a los suietos que fueran más cuidadosos l( r()s recuerden el detalle sugerido, pero no su origen (la narración) y por
al juzgar el origen dc sus memorias. Con todo, lo§ autores reconoce!'I quc r,so lo dan como respuesta cuando se les pregunta y, en ese caso, no pode-
hay confusiones de origen de las memorias, y que ura prueba más difícil r¡rr¡s inferir directamente que haya confusión sob¡e el origen de la infor'-
de control del origen (o sea, con mayores dificultades para discriminar cl rrr,rci<in, sino únicamente que los sujetos no recuerdan haber [eído nada
.,,,1,rc ese detalle en la narración postst¡ceso. Por csta razón, Weingardt,
origen de detalles reales y sugeridos) podría mostrar el efecto de sugestio'
nabiliclad o de información engañosa. I oltus y Lindsay (1995) han realizado una se¡ie de experimentos, siguien-
Por otro lado, el hecho de que el efecto se produzca cuando los suic' rlo una variante de la lógica de la oposición empleada en el estudio previo
tos realizan una prueba de rcconocimiento también sugiele que baio esas ,lt, l.indsay (1990), cuyos resultados les permiten concluir que realmente
coucliciones, con Ios criterios que están utilizando, posiblemente llegan a l,s sujetos engañados creen haber z¡3ro los detalles sugeridos, y que no se
creer que los detalles sugericlos son reales (iá .). rr,rt¡ solo de un fracaso en el recuerdo de su origen.
Poco después, Lindsay (1990) trató dc evaluar la posibilidad insi' lhr este úrltimo trabajo, Weingardt, Loftus y Lindsay (1995) utilizaron
nuad¿r en el estudio anterior, a saber, que en condiciones más difíciles dc l.r lrigica de la oposición, no respecto a la narració¡r como había hecho
control del origen de las memorias hahría más oportunidades de obser' I irrclsay (1990), sino respecto al suceso presentado visualmente, Si en el
var el efecto de información engañosa. En cste estudio la condrción fácil ¡,r,rccdimiento de Lindsay la instrucción a los sujetos era "Si usted lo /eyó,
de control del origen consisti<'r en proporcionar a los suietos la infornta' rr,r informe de ello en las preguntasr, en el procedimiento de este estudio
ción engañosa dos días después de habcr visto el suceso, e inmediatamen' lrr instrucción fue usted lo ulo, no informe de ello en las preguntas»
"Si
te ¿rntes de la pr treba de recupcración. En la condició:n difícil, los suietos (Wcingardt, Loftus y Lindsay, 1995). De manera que, en esta ocasión, el
,.rrjtto debía abstene¡se de contestar a las preguntas con información real,
recibieron la información engañosa unos minrtos desPués de ver el sr¡cc'
so, y dos días antes de la prueba de recuperación. Pero además, Lindsrry vistrr cn la serie de diapositivas, y responder solo con información general
(1990) introdujo una m<¡dificación impottante en el procedimiento clc ,r l)rocedente de la narración posts[ceso.
prueba, adaptandr¡ la "lógica de la oposición" de Jacoby (1991; Jacoby' t-a liipótesis principal en este estudio era que, si realmente los sujetos
'lloloshyn y Kelley, 1989). Sc informó a los sujetos de que todo lo c¡ttc lrr l¡ condici<ín de información engañosa creían haber visto I<¡s detalles
.,rr¡elidos, los da¡ían con menor frecuencia como respuestas que los su-
aparecía en la narración postsuceso, y que estuviera incluido en la prtrc'
ba cle recuperaciíln posterior, era falso, de modo que se les pedía explíci' l( t()s cn l¿ condición de control, cuando se les pedía que no tuvieran en
tanrcnte que onritieran todo lo que recorclaran de la narración a la horc , rcnra la iuformación vista en las diapositivas. Al mismo tiempo, como
de contestar a las preguntas. Por ejemplo, si en Ia narración posterior sc ,l .lctalle sugerido e¡a contradicto¡io con un detalle real (por ejemplo,
,,r'sugería una llave inglesa tras haber visto un destornillador), también
hablaba de la nrarca de cigarrillos que aparecían en la mano de una pcr'
138 l.l9
e[gañados incILlyeran más dcrallcs rcales en stts
se esperaba que los sujetos ,.lrril Dr,,ecs,,. tle..,¡lilic:rri,irr (Ii.,r((rr|rcr:rct,¡l
)
|-r
respuestas (por ejemplo, destornillador) que Ios sujetos de control, puestrr (r( qL¡c l.'\ sr¡¡eto\ (.r(.C¡l h,¡lrr.¡.visro I),¡r.¡ inl(.¡-prclJr r.l I¡(cll()
rr¡¡ derall..st¡gc¡-i.1,,. jin crnlr,trgo,.r
que creerían haber visto la llave inglesa y debían abstene¡se de mencionar- difc¡encia de las vcrsioncs anteriores de ¿.,.riorol,
la para seguir las instrucciones. c.dific¡ción aqrrí "irn'..r"_i.ra, f,
se refiere exclt¡sivamente , l" ..p;.:;;;;";;;
Col1 este y otros cambios en el procedimiento, lleingardt, Loftus y y
¿.iá.r"lr.
'rrgerid. rro del der.rlle originrl. De hecho,,".r'."p* J"li"¡"r¿"i.rr.
Lindsay (1995) esperaban poder deterninar si los suietos a veces recuet- ,rc m (uestrón de cuál es el dcsril:u de l¡
inform.rciún origin.¡1, porquc en
dan los detalles sugericlos y, adenrás, si realmente creen haher visto esos sus cxperirnentos se rnanipulan deralles
sugeridos que ,ir, .,r,lrrlltrl.,
detalles. Como hemos señ¡lado antes, los ¡esultados experimentales etr rrrrios.del succso presentado, pero qL¡e no cánt.aclicen
conjunto confirmaron estas ideas, pero además se obtuvieron da¡os com-
,i.g,i.
iniciates que ai elegir urr a.,"tt. .ffiern.'",".,o y
,ri..a ¿a
plementarios (experimer.rto 3) sobre las razoues de los sujetos para exciuir :::j:; :1.1]9.y,".,11.
rlllly plllllsltrle. corTro un reloj .le prrl.era. que no
conrrldi.:e der¿lles on-
como respuesta uuo dc los detalles sugeridos (cuando Io que se les pedía posibles irrrerat.ciorrer c.¡.r¡...|,..,.",.1e arribuciórr
era excluir los detalles reales). La razón más común, dada por el 35 0/o de ll]].l1il_prld,lr.",rar
(rirrer¡oro.de ¡a me¡noria original, y centrarse así solamente
y
en I¿r cuestión
los sujetos que no informaron de ese detalle, fue que recordaban haberlo o( r.¡s alnnuclones rrróne.ts de fuenle.
visto el1 las diapositivás y que como las instrucciones decían que no debía
darse ninguna rcspuesta vista en las diapositivas, así lo hicieron. Por tan'
. No debemos omitir, sin embargo, un último comenr.r rio de Zaragoza
I ane ( 1994) qrre ¿proxim.r su perspectira
' e rlg,in, á.lr. r.f.rrl,.
to, parece que finalmcnte sí se puede concluir que los sujetos engañados nr.¡nrenemos. Se rrara de st¡ st¡gerencia sobre I"¡ "qr¡
nece.id¿.| d;;;;;,nr.
creen realmente haber visto el detalle sugerido. r:r\ c.rracrenstlcas cuallt¡¡lvas de las memorias
que sufren estos errores dc
Pero a esta misma conclusión parece haber llegado ahora también .rlnhr¡ció¡. ev¡luar cómo experimentan.rU¡.ir.,r,"r,..,
Zartgoza (Zaragoza y Lane, 1994, experimento 5). La posición que man- (¡c r(,'\ anatrsrs propuesros por
se *'ll'i1"""
Johnson y Raye ( I Og l).
tiene actualmente está más próxima a la de Lindsay y Johnson (1989¡ Ln resutnen. como hemor visto, la investigación
originll sohrc el elcc_
Johnson, Hashtroudi y Lindsay, t993) al plantear como elios que cuando tr¡ cle inf<¡rmación engañosa ha evolutio,rrao"a.rá..t
los sujetos recuerdan incorrectamcnte haber visto un detaile sugerido, es- tlt' Loftus al paradigma modificaclo ,Ie McCloskey y flr"¿rg.,,
.*t"¿r.
tán cometiendo un er¡or de ¿tribución de ftiente. Aún más, Zaragoza y r)rnar con un procedimiento de at¡ibución de
2".;;;r;:';;;; r..-
fuentá u orig"en a.'t, ;nfor-
Lane (1994) aseguran que en sus experimentos (dondc utilizan una prue' .rrrción (como elección forzosa entre rodas t",
op.ioo., piJt;;;;._,,
ba de elección forzosa de atribución de fuente) csta c¡eencia falsa Ilo ' l,igrca de oposieión..). En lineas gene."l.r. iá.
puede deberse a características de la demanda ni a sesgos de respuesta
L.r¡,.áá;"br;;l;;;. r,,,
rr)r) lr ofro proccdr¡n¡ento son favor¡hles a la
idea ,le que \e puecle.llte-
por parte de aquellos sujetos que no están muy seguros de la procedencir r',rr un.recuerdo,originrl experinrentalmcnre.
se¡ ,r*i,ryanj,,'unn pnrra,
del detalle sugerido. iA qué se debería, entonces, este error de atribu- \''.r ,rnadrendo algo nuevo, al menoc.i hablamos
del recu.rdo corno ex-
ción dc fuente? Sus datos les permiten asegurar que los responsables del r). rrneJltado subreuvamente. Lo que lo está tan craro es el mecanism, <¡
error son los procesos de pensamiento reflexivos y de elaboración qtrc ,rr'(irnrsntr)s rcsponsables
de eros c¡rnhio.,. rrrn crran.lo todas las hipóresis
realiza el sujeto cuando codifica la sugestióu, y no el contenido de esta, ,¡rr. hemos comenradr¡ viene¡r apoyadas por
daro".,nrl¡.rr. ó.,ráiri.-
puesto que el etecto de información engañosa es más potente cuando Ia l;r que en este punto ro parece fácil decidirse
por ningura de cllas, uamos
sugestión se introduce vía preguntas que cuanclo se incluye en una nll' .¡ r'xrr¡nr'nar de cerca las condiciones
que limitán.f f.í¿rn.^á á.i.f."rn"-
rración que cl sujeto lee. lin este caso, además, esos procesos deben in' , una perspeffiva diterente del .lrÁ, p."¡i._" q".'p".a"
fluir en las c¡racterísticas del registro de memoria correspondiente. .r\:l]],, ::qT"-.,
I(r.lr i entenderlo-
Sin ernbargo, elefecto también depende de las condiciones de recupc.
ración: cuanclo la prueba de reconocit¡iento es de "sí/no,, elefccto es Íntl-
cho mayor que cua¡do se pide a los sujetos que realicen un juicio de atri'
bución del origen del detalle sugerido, lo que interpretan de acuerdo cott
la propLresta de Lindsay y Johnson (.t989; Johnson, Hashtroudi y Lincl'
say, i993) de que se trata de difercncias entre los procesos de decisión quc
sc promueven con una y otra prueba. En cierto sentido, se podría deeir
que ia expiicación d e Zaragozay Lane (1994) es de caráctcr mixto, al in'
t40 141
6
1. VARIABI-ES DE LA SITUACION
l,¡s vilriables manipuladas no se reparten por igual en todas las fases del
procedimiento experimental, ni obedecen a las mismas razones. Las yaria-
. ioncs en la fase de presentación del mate¡ial suelen responder a razones
rrrctodológicas o prácticas, rnientras que los cambios en la fase de reten-
r'ir'rn, donde se inroduce la sugestiór, pretenden esclarecer las condicio-
14.,
l l ( l r ) l l ( llll'tlitl\'l l"ls cxttclitutl o ficlclitll«l ¡l originrl («trrcsp<»tdencia), y el gra,Jo en
,.1o, stt
nes ouc ílumenlSn () Jisnlinuyelt
tlt lll i( r t l
I ,16 147
I
4) rrltinrl siturcirin, crrarrtl<: cl srrjcto clctectlt lx fitlscclLrcl, yr no le cs posible
v con un aviso algo más exPlícito Zaragozt y Lanc l9c)4' cx¡rcrintcn«r
(
rlrrr rrrirrcha irtriis pirra contrastar sLl rectrcltlo clel original con el recuerdo
lñrrr.o efecto sobre l¡ exáctitud dc Ios strict.s en una ¡rrttchrt
"U..*ri"rr
dcl origer dc l¡ informrci'in'
rI l;r informacit'rn engañosa.
de 'si
-' control l'ln l¡ mcdicla en que los factores anteriores Iimitan el efecto de infor-
l.t¿. lue"go, lo que parece difícil de conseguir es engañar l.l<ts
.ui"to, ráspecro ¡ un detalle central del suceso que lrltt rrr:rcitin cngañosa, pues este se rcduce o incluso se anula, también es po-
"*perj*"irales En general, casi todos recordamos l¡ien lt¡s pensar accrca de ellos en términos positivos, viendo la otr¿r cara del
;;::;;:i;i" (Loftus, iv79a). 'rblc
,rllunlento. Esto es, podemos considerar que Ias condiciones opuestas son
'rro"a,or aan,rrlat, tnás itnportanres, de cualquier acontecimiento y es.po"
lrrcrores favorecedores del efecto de información engañosa, son yariables
,itit. ou..t" ¡r.n rccrrerdá irrrpiJa qtre el 'uiero llegue I consider'rr
rdnti-
"tii" i" .-i¡f"l la inform.rción ergrñosa que contradice directamente rl F)sitiuas. De este modo, el efecto se producirá con más facilidad cuando
l,r fucnte que proporciona la información falsir es muy creíble v el sujeto
(1977'
i..u.ia., o.lgin"t. LIn estudio no public:rdo de Dritsas y Hamilton n,¡ cstá sob¡e aviso de que puede haber error en las preguntas o la narra-
Por un lado' encontraron
.it. .n I-oftui, 1979a) mostró ambos aspectos'ol' crrin que se le presentan; si a esto se añade que el error se refiere a un de-
del total posiblc) que dc
-.¡á, ár.rao de on); los detalles ce ntralei 181
y, p()r-otro, la int¡oducción de información en- trrlle periférico, y que pasa desapercibido al sujeto cuando se le inrerroga
i,,.'n".ife.icos 147
47'zo de información central y el 69 ol¡ de l¡ ,r se le da el resumen del suceso, entonces estamos en una t¡uena situación
e;¡l.".",itig"it.rlt.rri.l l,ur¡ prc¡vocar el efecto.
o.riféric¡.
'" Si-;i;t tro hay rnttch.s cl.rtos enpíricos directos sobre la mal'or difi- Pero ies posible encontrar condiciones aún mejores, óptimas? Algu,
nos estudios han tratado esta cuestión de forma positiva, buscando los
*lr; ;;;, ,lter", ,n detalle central respecto r rrrto, Peri[erico' guizás la
aparrcdo de l¡cto¡es ideales en que se puede producir el efecto, y son lt>s que revisa-
euidencia más importante consiste en examinar con det'rlle el
rcmos a continuación.
]Pr,,.=,li,ri.n,o,l"l,rscstudiosexperimen¡ale'fruhlic¡rlo":allírem¡ni"
por los deta- 5) Parámetros temporales- iCuál es el mejor tnometto para introdu-
ficsta con total claridad la preferencia tle los investtgrdores
efecto de informaci<in engirñosa' cir la información engañosa para que se produzca el efecto? El estudio de
ii", o..if¿ti.os .u¡ndo eramina
sc el
l.oftus, Miller y Burns (1978) incluye un experimento diseriado para res-
u rli in.r .rr¿n tendrán prra tal eleeción' Sin embargo' en vario' experi-
consiguió dernostrar efecto de in forma- ¡ronder a esa pregunta (experimenro 3), utilizando el paradigma estándar.
irr.ri,* ¿. Belli et al. ( I 99 2) se
A través de diferentes intervalos de retención (0,20 minutos, 1 día,2 días
con el peradigm.t rnodificado de McCloskey y Zaragoza
.i¿n.nernut" v I semana) entre presentación y prueba final de recuperación, se encon-
.;;rd;i", items crítico" eran detalles bastante centrales, siempre que el tró que demorar el cuesdonario con infornación engañosa hasta un poco
fucr¡ hasrante emplio'
-+i Je retención que
inrcrv¡kr
'" central raril vcz pa\a de*rrpercibido
un detalle ,rntes de la prueba final de memoria, y especialmente con interyalos de re-
si rur.,n.rno\
rcnción largos, daba lugar a un efecto más marcado. Por otro lado, si el
,t suié.r., po, ".o 1,, recuerda hie¡ y resulta difícil de modificar, tamhién cuestionario se presentaba muy poco después delsuceso, tenía más impac-
.. .",rrnr.ntibl. que otra condición Iímitc del efect<l de info¡mación en-
to si a continuación se pedía la prueba final de recuperación, es decir, en
;;;;;'r., la de que csta sea descaradamente falsa De hecho, los resul- intervalos breves de retención. Con todo, el efecto es bastante más marca-
t"a,l.,s e*perimenrales cuando se intenta engañar al
sujeto respecto a un
(por el color de un- obieto cen- do en el primer caso, cuando el cuestiona¡io se demora casi hasta la prue-
J.toit" .rnifi"ttr-ente falso eiemplo,
ba de reconocimiento, y especialmente cuando ya ha transcurriclo bastan-
,."i. ui.ibl., dentro de la escena), muestran qlre este no solo.ro acepta tc tiempo desde que se presentó la información original.
i^-i,ifor.r.i¿n f"tta sobre ese detalle, sino que además se vuelve mucho
,"it.r.Jpri., al considerar el resto de la información postsuceso (l'of- En fos experinrentos de Belli ¿l al. (1992) qtte hemos comentado, el
interyalo de retención se manipuló entre la presentaciótr del material ori-
tus, 1979b)'
"*-'Pn.".a.o-o aumentara la ca- ginal y la sugestión y recuperación final que se dieron en sucesión. Cuan-
ri la información descaradamente fals¿r
clo l¿r información engañosa y la prueba de reconocimiento se dieron 15
nr.¡drJ d.t sLtiero para resisrir la sugesricin cn cu¡nt(', ¿ ot r()\ r'letrlle\' minutos después de la presentacióD del suceso no hubo efecto de infor-
l-"1á J r. llo ára a cscudrjirar las pt cgttttrrs o la n'rrr'rciótt en htt*c¡ de mación engañosa (experirnentos 1 y 4), mientras que cuando ambas se de-
cle información
rrrá, *"r"por. Pero, con todo, esta limitación del efecto
curndo prrtporciorla de inrnediato' nroraron una semana (experimento 2), o 5 días (experimento 3) el efecto
ln*"-*., tot,, po..ce tener lugar ''e
se manifestó con claridad. De hecho, para Belli et al. ('l-992), un tnter
i,,io.on resi.r de información engañosa, pues transcutrido un tiempo
"l.,,n.a.rencias rpreciables (Loftus, 1979b)' Es como si en esta valo largo de rerención es la variable clave para obtener el efecto con
,., ,'ro ,i.n.
148 t49
coNDtcloñ[s tMll¡ti ^\ r)tt ¡I rr. r() Dr tNIoRMAcróN ÉN6Añosa
MEMORIA OE SI,]CESO5
En el segrrndo expct itncnto de cste estudio (Hastie, Landsman y Lof-
l'YI'': rus- 1978), adenrás de l.r manipulación anterior, el cuestionario incluía
el ort aJt gtnr m"di ti' rcl"
rrr
] "*Y:,:'::i1),
tr( rrcrr (..;l
:'.?I:ll: cl:l''captt)"'"i: ¡¡¡ Dregunt¡ crític¡ cotr información falsa. La película original mostraba
iró Jrr.,.,l.u.,',,bl.s c.(\tr, I . ;;;-,i' 4",..^ró cn
ttkr
.l .rrooillo de un peatón y la pregunta crítica fue: "iDe qué color era la
-l,lsicl 9:
tr' ,.rri¡'rre .1. cr,'
ll Jt'p,"' ll i,o"';),1:,,,.,.'1" ¿el o,igin.rl. l,'s srriero*
JiJ\ tLrr[oneta que pasó por del¡rntc del accidente?,. Tras una tarea distracto-
inrerior: do\ ".:'. ].' ,Y:,:::'ir.,i . lu. .ri,,ao
l¡ in [urm¡citl¡t
¡trtnuct'¡l r.r_'se Drescntó a rodos los strjetos un cuestionJrio de rrenroria y se le" pi-
nretieron miis crrorcs de
.li,i que valor¡r¿n \u confian/3 en cada re:puesta. en una escala de 5 pa-
J,::il1 :l;;;'riu:r de
nme!,r¡11;;1¡'
I1:]:1,..,:*::i'§ill"lilii;- u" r,,. Ádemás. dos días más t¿rde todos los suietos volvieron a rellenar el
puntc,
Beitr un ''*']ll:,]:: ilil;il, ,, r.p....n,.,.iu,, de mcm,rrr.t'
que cuantg tn:'.ut:l' con cuestionario. Los resultados mosffAroll con claridad que animar a los stt-
la i.lca de :i*:il;r;;.r'r.tón estr dc rcuerJo
'"'
rcros ¡ ¡divinar el color de t¡n objeto inexistente llizo que estos tendieran
iri. ticil cs con:eguitI '''j::'.:.1;::;;; ,lo.'i,,¡"n un e[cct,, nulo ri l.'s
comenl:ldos m¿s a¡r'-''.i-",,,,.¡ .l"rpués a conrestar que realmente lo habÍan visto. Pero, aclemás, esta-
lo.' result¿Jos
Irenen urrru^" "
.rl originrl. 5.rn c¡da vez rnás seguros de sus respuestas, a diferencia de los sujetos del
sttieros expcritnentales
.),t .f cdrááer de.la inlorma' grupo de control, cuya confianza decayó en el segundo cuestionario (dos
o) y. crr rcl¿ciou con "r0".,".
"']"i.",", Ii A.i.,utscrir un imprc-
.iriÍ .'ugcridl r¿mbicn pue'le P'] "i.cro. oue *e erprcsa ll ac-
,,..^-.,..^..1 clías más tarde).
'j''ií'tlrlf"fjri#,I*tl$bt$l*:,ffi ,¡cr¡a moJificado (Belli, I 989; Tversky y Tuchin, I 989), <¡ue las prue-
1,,r, ,l".ont.ol de fuente de la información (Relli et a\.,1994; Lindsay y
l¡hnson, 1989; Ztragoza y Koshmider, 1989;Zaragozay Lane,1994)
'"'lil:':ü'ffi iil:'"'" :i*, r Jc lósica de h oposición (Lindsay, 1990; Weingardt, Loftus y Lind-
.',rv, lv95). Sin embargo. incluso con las pruebas de cont¡ol de fuente de
#::';,:;TLf, ;:,:l"T;":'.,.*'ffi ; l. r infor maci<in, Za.rag<'za
y Ltne (1991) han observado quc forzar a los
É,, I o.i'u.. ctp.rimrntu.
e
ta sc¡
''"" ,'y I+..*¿,,r*. t.t:i:1.;,t"iJ:i:1, ,¡icros a responder rápidarnente cn la prueba (en 3 segundos) lleva a una
.,inul¡do .l h c¡llc' con.r¡rt'''"11. (.'i bierr,t engañosa. y a más errores de rtri'
por pertc ¿.iJ*Jrir."r.rdr-,r
Y::.'i::;i;,,, urlr f, )rmr de ¡rrt()str' rrr.ryor rcepración de l¿ información
rrri infr,rmrci('n eng.tños'r
¡iiv¡naeiú' ". l,,,.lrón de fuente, que cu.rndo el sujeto dispone de más tiempo (8 segun-
.,..rr ou< las re:pue'ta'' oe
'l].'l::l:i":'::t,'lTi.L"".'U u..'
!.rti¿ni' p"o los rr:sulta'los mostrll;l i,.rbiau resp,rtcliJ.
l;;,'"::;;;
tl,,s) ptra d¿r su resPuesta'
Jmbo's?-' il La redacción de las pregu ntas, su formato lingüístico, es una de las
i.cou,,cimic,rr,, enrre r]o aln,",,"ro,, rh(,rJ
nri\ crr(,rcs,
r i.rs ¡suales de sugestión, como vimos al comienzo del capítulo 2, al co-
pi,, adi' i,,".ion .n .l .r:"]:l,i:i; quc lo\ s'icr()s J§l
', ,,tiltzaron con menos trecul l:';..iu",,,,. nu )(" rrrcntar los trabaios clásicos sobre la sugestionabilidacl. Sin embargo, aho-
ra convendrá también hacer algunos comentarios sobre los paradigmas tlcl grupo de control fueron interrogados con,,iViste ¡¿z faro roto?»
en el
experimentales empleados en la investigación actual sobre el efecto de in- euesrion¿rio postsuceso, En la cscela de sugestión propuesra por
Srern, la
formación engañosa. l)rcgLrnra con el arrículo determi¡edo e/ es implicaiiva y sugieie (lo da por
De entrada, en el paradigma estándar de Loftus sc ha utilizado pre- srrpucsto) que el faro roto estaba presente en la película.
Ái"nrim oré l"
fe¡entemente un cuestionario postsuceso como medio idóneo para in- lrrcgr¡nta con el indeterminado es una disyuntiv¡ perfecra. En .l .rert,o_
troducir inforrnación falsa sobre el suceso presentado previamente. La rr.rrio posterior (experimento 1), los sujeros pregoutados
con c/.espándie_
elección no es fo¡tuita, como no suele serlo ninguna decisicin en el proce- rrrn.con miás frecuencia (15()zo) que s/ había un faro roto que
los suietos de
dimiento experimcntal, sino que pretende favorecer Ia aparición del efec- /1// (-"0). En cJ experimenro 2, lasdifercncias fueron
más'amplias: el 20ozo
to de información engañosa. En su libro de 1979, Lofrus sisrematiza sus ,l( los pregunl¿(los col el arrículo dereruninado.recordarán" cl ohjeto
invcstigaciones iniciales sobre el efecto dent¡o de un marco más general irrcxistente, Írente al6o/o del grupo de az que contestó ,le
esta forma.
de menro¡i¿ que permita hablar de Ia memoria de los testigos presencia- Pt,ro incluso preguntas aparentemente tan inocentes como:
les, y revela un buen conocimiento de los auto¡'es clásicos en este (lc ilro era el jugador?" o .,iCómo de larga "iCómo
era la película?,, llevan a es_
Ahí se pueden encontrar los primeros datos sobre la mejor manera tirrraciones de estatu¡a o duración signiiicativamente dlf...r,i.,
de 1""
interrogar a los testigos de un suceso para obtener de estos los ,¡rrc'se obtienen con sus opuestas: -iCómo cle bejo era
el irrsador?, o
más cornpletos y exactos. i( , '¡o iq corta era la pelícuh?" (Harris. 197 t). óe hecho, I;; ;;ru"-
Culndo queremos saber c¡ué recuerda e) testigo sobre el suceso ,
rc\ rnoclernos para entrenamienro de policías (Fisher y Leiselrnan,
1992;
senciado, podemos optar por pedirle que nos cuente todo lo que Wclls, 1988) recomiendan que en los inrerrogarorios se.-pi..r, p.._
da (recuerdo libre, fo¡ma narrativa de interrogatorio) o podemos ¡ittttlas más neutras como Dígame que cs¡atura tenía t¡l Derrona- o
preguntas más o merros estructuradas, más o menos abiertas (o .l l.rhlemc de la duración del incidenre".
El ¡ccuerdo libre proporciona Ia recuperircirin rnás exacta, pcro tienc En resumen, la redacción de las preguntas puede favorecer
la apari-
desventaja de ser rclativamente incompleto; pero las pregu[tas, que , r,,rr dcl efecto de.inform¡ción errgr,',orn, an ,"n,o
an ar"n,o ,rgiara' , n,
cen que el tcstigo sea más completo, también le llevan a ser más tr \l)ucsra derermine,Ja al sujero. De nrod<¡ que en
el procediáiento o
especialnrente cuanto urás cerracl¡s scan. Así, trls nrr accidcntc, el ¡'.rr,rdrgma estándar, la información falsa se introduce por medio de pre-
tarra lo que vio y se le olvidan detalles, pero si se lc hacen preguntas, ¡!rIlas suge*stivas, y luego se prueba la memoria del sujeto sobre detalles
preferible que estas no sean muy est¡ucturadas (,,Hábleme del ráfico ( ( )ncrctos. Pero la prueba
de memoria rrmpoco es neurra y la mayor par-
había por la calle") a que tengan opciones cerradas, que se contesten t, ,1,-' l¡s veces se concrera en pregulrtas que p.,eden ,.,.ui.r,iu"í. óu^n_
un usí" o u¡r .no» (por ejemplo, uiPasaba algún coche por aquí?"), pues , r,, .rr sutero se le pregunta
si estaha presente un objeto determinado y se
prinreras ayudan a complctar c'l recucrdcl sin auDrentar los errores lr' ,l:rn como opciones de respuesta las d. ,,, ,r, y ,olo
, ,.."r. ,,o rJ.1r,r-
hacen las segundas. rros lnte preguntas disyuntivas perfectas, igual que cuando le
orescn-
Por tanto, en principio, las preguntas son una fuente de i t.,rrr,ll junro: el detalle original y el sugerido y le p"dimo, qu"
conr¡raraclas con el recuerdo libre y, conro scñailba Srern, pueden
r..,,n.,r."
r trrl Jc los dos se ie había presenrado prevj¿¡¡s¡¡..
E. derlir, ¡de¡njs tlc
graclos diversos dc sugcstionrbilir.lacl (o cle capacidad pa¡a inclucir l.¡ sr¡gcstión inrroducida en el cuestionario postsuces(),
se vuelve a dar
res). Ya hemos visto que Loftus (Loftus y Palmer, 19741había rrrl',r'stión cuando se realiza la prueba de reconocimientu.
De hecho. v de
algunas manipulaciones en el formato de las preguntas, como el nr( vo conviene resaltarlo, no se emp¡ea el recuerdo libre aurno prreb"
bio de verbo, clue favorecía la introducción de información falsa ,L lccuperación en estos experimentos, aun cuando se sabe oue es má.
rcconocirricuto. Así, el catrbio delverbo que expresa una acción, , \,r\ r¡, (lue cor)rcstar ¡ preguntas como l¡s de reconocimienro.
y la elec-
la inclusión de presuposicioncs en frases complejas (..iCómo de , r,,n no es casual.
iba el deportivo blanco cuando sobrepasó el granero mientras co¡ría ll)r otro lado, cuando se analizan otros paradigmas, como el mo_
carretera comarcal,) (Loftus, 1975), etcétera. rlrlir'.rtlo de McCloskey y Zaragoza (19g5) y Iár rr.ln-rrt", qu"
Aderrrás, en otr:o trabajo Loftus y Zanni (1975) mLrni¡ruhlrn
*tif,r^r rl
lir¡rrr ¡s cxperimentos que hemos revisado en el capítulo anterior, nos
en_
tículo definido u¿rsas el indefinido para preguntar por un objeto r ,rrrlnr()s con que las yariaci<¡nes
experimentales respecto al paradienra
tente en el suceso original. El grupo de sujetos de información ('\r,in(l¡r raÍnpoco pueden considerrrie fortui¡as.
En,u -"yoiir, lor'a*_
respondió a la pregunta.iViste ¿/ faro ¡oto?", mientras que los ¡r'r'rucnlos que cncrren¡ran datos contra¡ios al efecto de información en_
'r5
2 tsi
coNorctoNEs Er.lpiRrcas DEL EFEcTo DE tNFoRMActóN ENGAñosa
I
gañosa no emplean un cuestionario para introducir la infomación falsa, clictoria en diferentes ocasiones, primero como parte de la info¡mación
sino que esta se ennlascara dentro de una narración que se da a lcer al l)ostsuceso y más tarde en la prueba de recon<¡cimiento.
' sujeto. Pero además, y ciñéndonos al paradigma modificado dc McClos- 9) H¡pnosis. Contra la creencia popular de que la hipnosis aunrenta
key y Zaragoza (7985), en la prueba de reconocimiento no solo no se pre- lu capacidad de memoria, lo que aquí mantendremos es que esra es una
senta la alternativa sugerida (destornillador), sino que las alternativas quc Llc lrrs variables más potentes para obtener el efecto de información enga-
se proponen (martillo y llave inglesa) forman una pregunta disyuntiva inr" nosá. Uno de los primeros trabajos sobre esta relación se debe a Putnam
perfecta en la terminología de Stern, una pregunta sllgestivá pero en di- ( 1979), que parte de algunos datos clásicos sobre memoria e hipnosis, ta-
rección opuesta a la sugestión inicial. lcs como: una mayor frecuencia de recuerdo distorsionado, incorrecto,
Dicho de otro moclo, el procedirniento modificado utiliza Ia narr;¡- cn srrjetos hipnotizados respecto a los no hipnotizados; una mayor suges-
ción, una estratcgia bastante merlos sugestiva que las preguntas, para su- tion¡bilidad de las personas cuando están bajo hipnosis; y que lo que los
gerir un detalle falso, y después hace una pretunta sr¡gestiva que induciría, sujetos hipnotizados creen que es un recuerdo verdadero es más bien un
en todo caso, a los sujeros a proporcionar el detalle original. Comparackr eornpuesto de ilusión, fantasía y realidad. Teniendo en cuenta estos datos
con el procedimiento estándar, en el quc se emplear preguntas y los primeros trabajos de E. Loftus sobre el efecto de información enga-
e¡ dos ocrrsiotres succsivas (al introcluci¡ la información falsa y al pedir cl ñosa, Putnam (ibid.\ argumetó que si los sujetos hipnotizados eran más
reconocimicnto final), el proccdimientr¡ modificado en coujunto es lrícilmente sugestionables, entonces cometerían más errores cuando se les
poco sugestivo. Lo que pennite interpretar que la anulación del formularan preguntas sugestiyas que los sujetos no hipnotizados.
de información engañosa no se debe a los controles metodoltigicos dc Además de esta manipulación (hipnosis r,,s. no hipnosis), Putnam va-
McCloskey y Zaragoza, sino al escaso grádo de sugestión inducida por liti también el intervalo de retención (corto zs. largoJ. Todos los sujetos
rnedio de su procedimiento, vieron Ia película de un accidente de tráfico, una colisión enúe un coche
lncluso Zaragoza y Lane (1994) h¿rn reconocido expiícitamente 1, una bicicleta, y en el cuestjona¡io postsuceso se incluyeron 6 preguntas
superioridad de las preguntas sobre la narración para introducir srgestivas, 5 de las cuales se formaron sustituyendo el artículo indeter-
mación sugestiva, postulando que Ia respuesta a preguntas constituye rninaclo zz por el determinado el. La sexta pregunta se basó en una suges-
proceso activo de recuperación y reconstrucción del suceso original tión previa de que una mujer que aparecía en el vídeo era rubia cuando
puede llevar a memorias más parecidas a las percibidas que las que cu realidad era morena (y oriental).
sultarían clc la sirlple lecturir de urr¿r n¡rración. Además, en sus En la condición de intervalo de retención corto (tras una tarea inter-
rinrerltos se contrastan directillrcnte las hipótcsis rie que las polada de 15 minutos), la mitad de los sujetos fueron informados de que
provocan más errores de atribución de fuente que la narraci(rn ( rrn policía les iba a preguntar por detalles del suceso y de que debían tra-
mento I ), y de que cualquier procedimiento quc implique una lrrr de recordarlos con exactitud, como si se trarara de un hecho real y
ción activa, como darles a los sujetos la narración desordenada y cllos fueran los testigos. En este punto se procedió a hipnotizar a los st¡e-
que la ordencn, también procluce más errores de atribucií»r que la tos de la condición de hipnosis, diciéndoles que Ia hipnosis mejoraría Ia
narración ordenada (experimento 2). Sin emlrargo, parece que el c¡lidad de su recuerdo. Ya hipnotizados, se les dijo que retroccdieran en
de Ias pleguntas (respccto a la narración) es más pronunciado cuando cl tiempo hasta el momento en que empezaba la película, y que la vie-
prucba de recuperación es de control de fuente que cuando se trata r¡n mentalmente a la hora de responder a las preguntas. En total, debían
la prueba de reconocimiento de "sflne" del paradigma estánda¡ de c(»ltestar a 15 preguntas, indicando además su confianza én la respues-
En cste últinro caso, aunque las preguntas provocan ntás errores en t:t en una escala de 1 a 5. Una vez finalizadas las preguntas, se les volvió
detalles sugeridos que la narración, la diferencia no llega a ser signif ir un estado normal de conciencia y se les preguntó si sentlan que habían
tiva (experimento 3). sitlo más exactos bajo hipnosis que si hubieran sido preguntadds en esta-
Esto nos Ileva a considerar, entonces, que la redacción o el tkr normal, y si lo preferirían caso de ser testigos reales de un accidente o
de las preguntas es una de las uariables positiuas más importantes en clc un delito. Por su parte, los sujetos en la condición de no hipnosis fue-
obtención del efecto de info¡mación engañosa, más poteute cuanto r'on interrogados de la misma manera, aunque no se les preguntó sobre
nunerosas sean las ocasiones en que se utilizan las preguntas. En lrr eficacia de la hipnosis.
secuencia, se pnede entender que tlna uariable negatiua para el En la condición de demora, los sujetos yolvieron al día siguiente de
de información engañosa es proporcionar informaci(rn sugestiva ll ¡rrescntación de la película, y se procedió con ellos como con los del
154 t 5.5
MEMO¡IA OE SUCESOS !TIHAI I]N ENGANO5A
grupo anterior, preguntando a la mitad bajo hipnosis y a la otra mitad , n,lo c¡r crrr'nlrr qllc, ell esos casos reaLes, l()s tcsrig()s halt estado velc]¡¡-
estado normal. l, rrrentc rrnsiosris, ! c1rre irr hipnosis puetlc rcclucir l¿rs dificLl]tades dc rc-
A pcsar dcl pequeiro núnrero de sujc«rs ( 1 6 cn totai), ios r 1,, r.rcilin provocrrclrrs especíiiclmente por Ia :rnsieclad. Pero, cllro, otros
r¡ostrilron c<¡r¡ clarided c¡ue la hiprosis tuvtt ttn efccro signific.ttivo ,r, t,,rlos par-a rlist}rillt¡t¡ l¿r tnsiecl.rrl scríln iguulnrente cficaccs para su¡rc
]¡ canticl.rrl dc ctrorcs ll respontlcr l lls prcgunras sugcstivils: crr lrt ,r tlificulr:rtles de recuperlcicin, sin tcncr cn can¡bic¡ l;rs clesvent-¡j-r'r
l.rs
dicirin de interv¡kr corto de clenl()ra, los srtjctos hipnorizaclos lr..ro lsir¡n¡clor¡s de lrr hiplosis.
un pronrcdio cle 1,25 ertores contra I cle lr¡s ¡u¡ hipnotizldos; en lrt l)()\tcriornrelte. O¡ne e/ a/. (I9llll), en u¡r cxcelerrte revisión sr¡brc
dición dc intcrv:rlr¡ largo (urr día ilesprrús), krs srLleros hipnorizrtdos ,, , .l\l)c.ros clilricos ¡- forenses rle la recons¡ruccirin de mcmorias hajo hi¡r
tieron 2,25 errores en promedio, frente a los 0,75 de los no ,,,,,is, hrlr cuestionedo también llgLrn<¡s dc los efectos nnérnicos rlrre sc
Auncluc la interaccitiu hipnosis; cletnorr no fuc significatrva, parccc L r Lt n rr¡ribuir ¡ l;r hipnosis. -Ent¡e estos cfcctos son rle iltportrrlcilt pur-e
el ciccto cs nri'is potentc coll in¡ervalos lergos dc rctcncitin. i 1i,,r)tros los sigrrientes: e1 pretencliclo rutncnrr¡ del rccUcrdo. cl su¡[rcsto
Pero, nriis importante, e[ clr?l]to que aiecta i1 la tcoríi implícitx , , (luc lils ulr'nrori¡s ¡ertvivrtclas bajo hipnosis so¡ conrpletanente iiablcs,
bre l¡ nrernori¡ que ticncn ios clue utiliz,an la lripnosis como ¡rétorl,, , l 1,,r|cl de l.r hipnosis co¡1o «slrcro clc l¡ r,crd¡c[", v cl ¡rrpel clc Ie su¡ies
invcstiglci<in dc delitos, es que la eractitucl cn lls preguntas tto ,,rr,rhilid¡ci en el incremento h¡bitual de rccucrdc¡ clc las pcrs,rnas hi¡r-
vrrs no sc vio rrfcctad.r por cl uso cle la hipnosis, cic mocio c¡ue se ,,,1 /rr.li1s (vé¡se eir la nism¡ líner el tnbalo dc Smith. 198-i).
tlecir que ll hipnosis no urcjota cl rccuerdo ni sicltticrl cu¡nclt¡ l¡s r\Lrnrltre tto podenros extenrlernos r¡rucho cl el jnforme de las prucb,rs
gur-rtils rlo son luge§ti\¿s. Aclemás, las estiúlaci(r)es tle confitnz¿ tI ,r¡tr icrrs, rigurcsas ,v ,rbrudutes, con las clue apol ln Orne cl al. ( I 9ll lt)
respuest¡s rarnpoco rcflcjlroir cl eiecto cle la hipnosis. trurto si sc , . ottclirsiones, sí ¡rerece l¡ prnl comenter elgunl ile est¡s últinr¡s. En
, , r. r lrrgrrr, el supuesto quiz:r mirs lceptldo popularnrente, qrre la hipno-
cle estls prcg,untes ncutrrs como dc lls sugestiv:rs. Por útltilno.
sujetos hipnotizad<)s corltestalon qLre cleían haber sido t¡¡Írs cxactos .rur¡rert¡ el recuerrlo, prrece cluc clcbc scr totalrrtc¡te ¡l¡¿ndonackr. Its
iripnosis rlLre si llubicr¿n srdo intcrrogaclos en un estrclo normel, v ,, r r,, ,.lue los info¡¡res clc mc¡¡r<¡ri¡ clc los sujctos hipn()tizados son n1l¡,
un clso re¡l preleriríun scr Iri¡rnotizados eD el interroll¡tor-io. F.n ¡|1i1¡5 ¡1¡¡. los r¡uc sc clan sin hip¡osis, en cl sc¡tido dc quc propor.iu
los d¿¡os seirall¡r quc l:r hipnosis no ¡utrle¡tó el recttcrclo ex:rcro, ! ,r rlr:¡alles adicion¡les rlue antes nr¡ h¡l¡iar claclo. Pero, de estc aumcnto,
,rl,¡ írr r.lrre rlescontar la plrtc corrcsponcliente rrl efecto de bipenntrcsi;t.
¡-al Ja iclea de clue los sujcttis hipnotizerlos son más sLlgcstionlLbles
por talrto, ¡l¿1s Í¡icilnrentc influidos ¡ror Jas pregrrntls sr¡gestiyas; )r,
,
, . L s, el au¡ren¡r¡ de recucrtlr cx:rcto corno consecucnci¡r clc las prucbls
rnris, no se dltn cue¡tr de quc sus rcspucstes son ertr'rneas, ert la ,tr(ril(lasde¡rcmr¡-iasobrccl nris¡¡¡o rnateri¿rl (L,rde1vi, I9lil3),dcl c¡LLc
cn clue las valor¡n corl la r¡tistna confi¡rtza <ltre atributen los ntr rrirrc¡1os cicspLrós, y qLLc no depencle cle l¡ condicirirr rle cst,rr hiPu,,ri
tizaclos lr sUs respucstns aorrccr¡s. ,,1,, o ro clel suleto..\demás, hrbrí:r quc r,¿lor¡r l¡ c¿liclacl (lc cs(,¡rrrcn
De rnterés anecclirico, pcro rclacion:rckr con el clso rlel testigo ,,,lL ntelno¡i¡. Los drtos rlisponiblcs prrcclerr rc'srrrnirre en cl hlll.rzg,o.lc
cLrest¡r-, cle An¡bel Segurrr quc conle¡1fr1nros cn cl crrpítulo l, so¡
,\ \\:rn r Bowers (1911.1): bejo hipnosis, los s(rjetos lltenlcnrc hil,noriz.r
,1, r rccuperl«rn significltivlnrcnte mris inlormacirin eorrcct.r qLrc krs str
¡luestls rr la cuestióll slrgestivu clcl expcrimento anterior c¡ue
r.s rle cr¡ntri¡i, pe«r ¡l nrismo ticnrpo conrctieron cI tli¡rlt ,.lc clrorcs.
"iVit.r us¡ecl el ,rílnero tlc lr rn¡trícul¿r ilel coche?,. lin la pc'lículr t,
pLr.lo uer eu lirrgúrr rrornerr«r I¡ rl¡trícul¡ dcl coche, pero alguttos l'.rr'¡ O¡ne ¿l¿rl. (1988), csros v otros clatos (como los ilc [)utnam, I 97c))
tos lriPnt.,tizurlos responclicron rr l:r ¡rrcguDta afinl¿tivarnentc v ,, r l¡oer¡ cr¡nsistcntcs con le hipritesis cle ¡-rn eiecto bencficioso dc Ll hi¡.
tlielon r[scli¡rciones parciales clcl rtitnrcro. P<»-cjctnplo, Ltno cle ell,rs r ,,.,r. robrc le nrcnroria, v cn carnhio, solt tot¿]ntente co¡lpilriblcs c()n ]tl
que era r.rna matrícula de California (el estado en el que se ¡ealizó el ,,1, r rlc clue la hipnosis liber;rliza el criterio ilel sujcto p¿r¡ inforrn¿r
rirrrento), y qire conietrzrrba ¡ror W o V. Hav c¡uc scírllrr qLIe en csl( , ,rr lo que recucrd¡. F-n rtn cstado lolrn¿l de concienci¿r! el sujeto sc
,L,,tr rrtlrí¡ de clccir t¡uc
pcrimento l1o sc presionó cle ningttn;r nrancr:r a los sujetos pat-l "rccucrclao cie¡tos detrlles Je los quc no cstá sc
dc nodo que es iácil h¡ce¡se rrna iclea dc Io cluc ocurriríl con Ia Lu i,. l).fo brjo hipnosis cambi;rría ese crite¡io v se arricsg¡ríi1 ¡ (rccor
socinl quc crlrrlcteriz¡ ¡ los cr¡sos cle delito¡ re¡les. I ,lr t.rllt s tlurlosr¡s.
l'r¡r otro l¿r1o, Putrrar'rl ( 1979) scñ:rlr cluc la aparcnte I rr srgu¡tkr lrLp,ar, cl supucsto dc total fi¡l¡ilid¡d de las memorias rc
ent¡e 1¡ frrlte ile efec¡o de la hipnosis sobrc l,rs prcgunt,rs no ,r,l rLl:rr hejo hiprrosis sc h¡s¿r st¡brc t<.¡r1o en datos anecdtiticos clúricos,
L I n(, \c a()r)trrrsrrlr con oLr-ils frrerrtes. I\lris bien, en opinitin dc OrDe
1os iniormes cle casos policiales reales puedc rcst¡lvcrsc probeblcnrt'rrtl
i56 157
e, a/. (1988), teniendo en cuenta que la hipnosis utiliza imaginaci<in y trn' lripnotizackrs y sc lcs dicron instrr¡ccioncs cle mcjorar el recuerdo. De nue-
tasía como parte del propio procedimiento' es de esperar quc cl suictrr vo, todos los sujetos, hipnotizlclos y no hipnotizados, fueron interroga-
informe de recuerdos que realmenre son rtn¡t .krs por segunda vez, y se encontró el resultado habitual de inc¡emento en
en Ia experiincia hipnótica
imaginados que él mismo no pucclc cl rccuerdo de detalles adicionales para ambos grupos de sujetos, sin t¡uc
-ercla á. detalles ieales y detalles
lrr¡biera diferencias significativas entre ellos. Sin embargo, en las dos oca-
separar. Y, como acabamoi de ve., muchos de los rasgos de esos recuertlt¡s
siones se había pedido también la valoración de confianza en sus respues-
son completamente erróneos.
En tercer lugar, el valor de la hipnosis ct¡mo usuero de la verclad', qLlc
t¡s y este es el dato más interesante aquí, pues los sujetos hipnotizados
ruumentaton l¿rs yaloraciones de confianza para respuestas que la primera
acuaría más alli de la voltrntad del suieto para informar con veracidacl dc
sus recuerdos, es totalmente cuestionable. Por un lado, no todos los suic'
vcz habían reconocido que eran meras conjeturas, mientras que los suje-
tos a los que se hipnotiza están realmente hipnotizados, pues en algunos «rs no hipnotizados no aumenaaron su seguridad en esas respuestas.
Parece haber pocas dudas de que la hipnosis es uno de los medios más
casos fingin estarl,o, y el hipnotizador ha de ser bastante diestro y experi-
mentado para identificar a los simulado¡es. Pero además, incluso suiet«ts ¡rotentes de provocar el efecto de información engañosa, de alterar o c¡ear
profundamente hipnotizados pueden mentir y distorsionar a propósito rccuerdos, con el hecho adicional y no menos grave, de estar rodeada de
runa gran credibilidad por parte de muchos investigadores policiales, de la
i.rs recuerdos bajo lipnosis, si creen que con ello cooperan con el hipno'
que puede dar muestra un caso real narrado por Orne et al. (1988).En
tizldor, o bien en su propio beneficio.
En cuarto lugar, il papel de la sugestionabilidad en las memorias rc- csta ocasión, una víctima de violación que no pudo ver a su agresor porque
cste llevaba una máscara, fue instruida bajo hipnosis a quitar la máscara y
cuperadas bajo hipnosii está actualmente bastante documentado con es'
tuáios empí.'icos ipero véase la visión opuesta de Sheehan,-1988, o dc nrirarle a la cara. La identificación de esta «testigo» se utilizó después cn
Reiser, 19q0). Claiamente, uno de las consecuencias de la inducción hip- cl juicio como prueba de culpabilidad.
En resumen, la investigación empírica señala que si queremos obtener
nótica es el aumento dc sugestionabilidad. Esto hace que, en esa situaciórr,
los recuerdos recuperados puedan estar muy contaminados por lassuges- cl efecto de información engañosa, lir mejor estrategia consiste en propor'-
tiones, más o menás sutiles, más o menos intencionadas, que introduce la cionar la sugestión cuando ya ha transcurrido bastante tiempo desde que
persona qu€ hace las preguntas. Para Orne et al. (1988), esto hace impo- se presentó el original y pedir a continuación el recuerdo; que la suges-
iible para el su¡eto saber áespués qué detalles son reales y cuáles han sido ¡ión se refiera a estimaciones sobre alguna dimensión mejor que a ob-
jetos concretos; desde luego, conviene utilizar un formato de preguntas,
"implantados". lo más sugestivas posible, más que de resumen de los hechos, y animar al
En definitiva, para estos autores, la hipnosis probablemente debe su
eficacia en el .ecuérdo a que una Parte de sus componentes refuerza me- sujeto a adivinar, más que a esforzarse en recordar. Si el sujeto se deja
canismos normale, d",..rp.tr.ión; y, por otro lado, la hipnosis hace hipnotizar, entonces todas las demás yariables pueden potenciar aún más
que el sujeto sea menos cxigénte a lo hora de informar sob¡e recucrdos de su efecto y es bastante seguro que tendrá lugar la sugestión.
ln, qoe no €stá segr.lro, lo que, unido a su mayor sugestionabilidad, debe
haceinos dudar seriamente de ta fiabilidad de las memorias recuperadas 1.3. Recwperación
en ese estado. Recuérdese, a este respecto, el experimento de Laurence y
Perry (1983) que muestra claramente la posibilidad de implantar en suie- [-a última fase del procedimiento experimental requiere de los sujetos que
tos Éipnorizados memorias que son completamente nuevas (haberse des- recuperen la información original prra responder a las preguntas del ex-
Dcrt.ldo etr mira<i de la noche por ruido" ftrertcs).
perimentador. iQué variables pueden, en este momento, incrementar o
Por úlrimo, co¡vienc resaltar que la hipnosis, además de aurnentar el disminuir el efecto de la sugestión previa? La siguiente es una serie de fac-
efecto de la sugestión, también potencia el efecto de otro factor del que tores que han mostrado experimentalmente su capacidad para disminuir
nos hemos ocripado más arriba, el responder adivinando (Hastie, Lands- e incluso anular el efecto de información engañosa y, en esre sentido, se
rifhitehouse et al. (1987' cir' en pueden entender co mct Íactores negatiuos.
man y Loftus, 1978¡. Un experimento de
Orné et a1.,1988) puedc ilustrarlo. Tras presentar un suceso filmado, in-
ll La coincidencia del orden de las preglntas de reconocimienro con
terrogaron a todos los suietos con un procedimiento de recuerdo forzo- el orden cronológico-secuencial de la presentación de las escenas del su-
ceso anula el efecto de información engañosa (Bekerian y Bowers, 1983).
so qu"e les obligaba a responder a todas las preguntas, adivinando si fLrera
pr"iiso. D.tp,iés de este primer recuerdo, la mitad de los sujetos fueron En este sentido, cabe señalar que estr coincidencia tiene un efecto benefi-
15ti 159
r'1c l'10 R la ot sucEsos coNotcloNEs EMpÍRtcas DEL EFEcro DE tNFoRt4actóN ENGAñosA
160
Ir' I
coNDtc oNEs E¡lplRtcas DEL EFEcTo DE tNFoRMActóN ENGAñosa
Además, desde otras perspectivas también sc ha considerado la crea- Ce-ci, Ros y Toglia,. l,9g7a y b),_A.l
ción de imágenes visuales como l¿ responsable Írltima de los errores sobre rnenos en esa época esr.rmos
seguros de
cre rosniños como tesrisos' ,,'nq,.
el origen de las memorias sugeridas. Loftus (1982; Cole y Loftus, 1979)
y Zara,goza y Lane (1994\ atribuyen a las pregLrntas engañosas esá capa-
E::;:i::ffi::il'J.:;:l'11'g Hav que suhravar q'ie m'cho
.n
r" r"q,iri.io,i antcs
cidad para crear una imagen visual del detalic sugerido, que después lle- ".f";;,:.".,j';r:-tj:t"
r, -^no d"i;;;u;;;;.i#;llir:.1..""?: g-e bruierÍe. y ,ie
va a más errores sobre el origen del detalle quc la mera narración, que no Í1,?T:::
tendría esa capacidad espontánea para formar imágenes. De hecho, según :.-r::::i:,
incuiparoria., q;.;.'ur.r#, .I ;';il',ir[::t;i? IJH:XI:
oe ntnos, aunque sUS razones f
el estudio de Dobson y Markham (1993),la narración solo induciría a la
creación de imágenes visuales a los buenos imaginadores, que no son to-
dos los sujetos de un experimento; además, cuando se dan instrLtcciones
milf h[la#tt,j
El segundo hiro marca el
,'i::'"ffi;i8:i:L*#:l;:,i]ñ;;t
de crear imágenes en la fase en que se introduce la sugestión, el efecto de q,;." ;,; ; ;:; : ?i;;*.J
información engaiiosa se potencia y los sujetos dicen ureco¡dar, con más
r, n, i i
jt¡5 de Binet, Varcrrdonck,
;:i:ü:
I _-;:.JJi:::"". lT:' i: il',1iil:
frecuencia el detalle sugerido (Carrrs, Zarag<>za y Lar,e, 19921 Zarugoz Dupree. Stern \lúh;^,,t. - r,r,.._^__-,
or ros, mo.rrando ca.o,.onc.etos,
et al., 1997)- si
l¡r,o1,la impresión de que el restrmonio
b;; ;,;ilr,1.*ilillli.,l;rlTi:
También se han considerado variaciones interpersonales de otro tipo, de los niños era rnuy poco fiable
Así, en el experimento ya citado de Powers, Andriks y Loftus (1979) se l',':ff"H:j§ ;lil 5::l;l#'*:: . r".,,g..,iJn i;;.,;;o;;;",.r,"
tuvo en cucnta la diferencia en intereses qr.re hay entre hombres y muje-
res, manipulando las preguntas sugestivas en esa dirección: algunas pre- ¡,yu.Ia',r".'.i,.¡""il#::l;::,',,t":.ft
or e\os prrmer()s años deJ sislo "HX;.,.,m*;ri:
guntas sugestivas se referían a detalles ufemeninos,, mientras que otras se h¿rr" l, ¿¿.rjr?. irr'*rír,", ]l1,,. ll._
rcicrí;Ln r det¡lles,in1¡sculirlos». Los resultac{os nrostraron que hS o' ros estudio' sobüeiá',*'i.Yi,,,¡r ,
H],],;:;:,1} ffil';;1:L
er¡r nrris ex¿rctas v resistentes a la sugestitin quc Ios hombrcs culndo facror
gue rin duda aparece ahora
consicleraron los detalles "femeninos., mientras que los hombres fueron . ,El como motor de la investigacrón
"b,;; ;li;y;'r.i',ji ." .,
conrinuo de denuncias d.
más exactos y mostraron un efecto menor de información engáñosa ::1,:,,:T.:I.r.
rlue ¡a vlctrma es trn niño y
del or
las mujeres cuando las preguntas de memoria hacían referencia a .ridenci" (He,tderm;;,'idü: I]-t-1"nu¿o laha cLralquie r otro tipo de
"nrirsc[linos" clel suceso. Con todo, cstos hall¡zgos pueden
clc fornr¿r ¡l¡er¡rativl cotno
cleLridos ll
urejor recuerclo inicial cle Ios il:'j: P{';+;il; :' ;:::',:i;ffi ;:::,;:1,T:i',liH:I,'JT;
1*com. tinica prueba
r()s n¡n05
disoo¡ihl" . .- ' 'Y'
lles de interés,lo que hace que estos sean menos vulnerables a Ia
:t*:: ji:;r*fu " ^:^:::l-"-:'"'
*r'::i$:ijnü:r:iri
j:i'i,x:1':.;i j: ^,
I
miento cuaod<¡ se trabaja con niños. se ¡rara de ,,
c\r.(ri(, rrc y.iIe. curs-
hell y King ( I 986. cir. en I(irrg r Yuille. I9lt7) que prer.n.lía .,0."i"" y
,Ztr.tgtttt, 199.S; C(..i-
la sugestión_ de detalles centrales (uersas periféricos)' ar¡" luer,
,¡ ,-,)()df ¡rin y (.,.,rk,._sr"*;,.1t,;sr y L,glir, trtsTa y b. l.lin pt
, u, i"-
no¡ efecto de información engañosa tamhién en los niños. p"i"
_"nipul*
i,crcrs. ieel;
,r¡t,n¡e. Za¡asoza."r
r"ri¡.",')il'lll],,;l:lil,l::li. iii-','ii,,iÍu!!;.,,rr21;
esta variable de realce del detalle, se eligierou un a.,r|.
,o¡..roti.I,. o ,;;.-i;;,:Z:,1:::-,Tibj:ll "n
d.,,.,..áo, .,p".i,r.
centraly un detalle periférico del suceso que se presentó a niños
de ocho_
,,,,,:." i::l'J,i ;i:T;Jr.",TlIi: j
nueve años,.once-doce_ años y trece-cator". nños. Todos ellos
suceso, el.robo de una bicicleta, representado en vivo, y a.rpue,
vieÁ el
,.a"oo,l-
iiiíj?il:i I t'.:",:1,11::1,_
':il,lnjjll*i j,,::Hi.T,h[
dieron a distintas preguntas sobre el ¡nismo. S. p."prra.on d;;;;;;;1rr*
sugestivas, una sobre el sombrero del ladrón, un áetalle
saliente, dado el poder de atracción_qLre tienen las .r.",
.."rrli,-íoü..- ;r ti: rrl j: rl*_ iX
a notar rápidamente Ia existencia del somhrero; y o"" p.ágr-rá,
I fr. it."rl.ru
ou!
pensó que sería más sugestiva al aludir a un deraile p..iferi.o,
botas del ladrón.
,áb'.. tn,
El laclrón de la bicicler¡ no llev¡t¡ sornbrero y calzab.r z.rpatillas
portivas, pero lo sorprendente parr los .rLrt,,res fu"
""
de-
_**ffii.1¡Hli[l]:*tffi
ra de las dos preguntas provocó el efecto de inform¡cirjn "naon,r",'qua
dos l.r nirios, corno sc esp..rahr. señrlaron correcr.rmenrc.r,i.
.ri"rgr-
.n*.i¡á.". fo-
lil"¿r.,
- +'f .,í,,,
f*ii;
#ftliti liili,ü*¡¡i, *i r:*.r l
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ticnrlo m.¡lrienc el 1:r habitrnl e\qu(.nr.¡ dc: prcn,rtrriór' ,J"l s,,r"ri'__
"i
tnlroducct,nt.,h'. tnlormoc¡ún engaiosa _> prucbd Je recupcraciin
fital.
Los resultados, por otro lado, son dísprrres y.r veces e,I i,
_irnr" ái.."
ción que las conrrirdicciones quc Lemos encontrado en a,l;lros.- A;;sí,
nos atreve¡íamos a decir que hay cierro acuerdo en 1.,.un.lniiO,l
á. or,.
los niños rnás pequeños, entre krs rres y los seis rrños, han ¿"¡"
,rr.rJr*
de mayor efecto cle sugestión que los niños rnayáres y q". f,r,.;
ros! aunque e¡tre esros dos últimos grupos no l"¡ri, á¡f"..n.ior ^J.l
ciente¡nente anrplias como para alcanzar significación .rt"¿irii." "teJil
1(,6
rrn-
***n-t**,**;r*ffffi
t67
M E I'10R tA OE SUCESOS
l()s lr,r)
cARAcrERisficas DE Los REcuERDos
FALsos
recLrerdar y esto no ha sido así. N4iis bien, el interés sc h¿ limit¿do cxclu- riercia consciente. para Tulving,
esra seguncra razón es más
sivamcnte ai rcndimiento. inevirable a" rn verosírnir y
Así, hemos identificado el rendirniento con la experiencia cot.lscien- ::,i.";i:"I:f. "..p,,i0,i iáL"á. l",j".,ii,i" a. r,
te: a lx hora de observa¡ el rendimiento en las pruebas de recupemción, Para resumir, esta doctrina
la rrayoría de los investigadores lo ha lrecho midiéndolo en términos de
exactitud de las respuestas de recuerdo o reconocirniento, de su c,rnridad,
:.irTí'I.fJ::;i,il:t:il::il:ili:
::::::1i,.,,,.r,,'cJ";i;fip"rl
requ¡eren (o van acornpañadas
,n a".r! fu.;; ;;;r;.;::,
de sus latencias de respuesta c¡ incluso del orclen en que se producen. Y se
llin]"'l
., conocimicnro. recuperádo grrie ,*,
.t ;;;;;;r;i;r,; , li,,ro,",
ha supuesto quc la experiencia conscielte de los sujetos cn la recupera- ouo es conscr(nte de Ia relaciún t
ción de un suceso (por ejer:rplo, una palabra en el recuerdo lib¡e cle una I" .on.i.n.i". ,. pi;,;rr;, ;i:;:1l::mbos; v que' bajo el oio vigilante de
lista), cra idéntica a h experienciar en la rccuperación de cLralquier otro po""ni.,,o,.*;l':.É.;il"r""r"rb". j::il,;:::|x:X:,1":.;::ln*X:,
suceso (palabra) de la lista, p.:ro este es un supuesto que nr¡ se ha some- t:mptncos. en un doble papel proscrrpuvo
y prescriptivo (Tulving, l9g9),
tido a ningu¡ril pruebrr empírica. Y si csto no nos parece accptable pirra la qur se puede resumir en las afirrnacrone,,
srgu¡en¡es:
memoria er general, todavía result¿r más difícil de asun.ri¡ cuando habla- dehcrí¡.hlher comporramienro ri"in ..rno.i,r;"rr,,,.
mos dc sucesos, o dc los de¡alles de L¡n succso que recordanros igual (con
-noco¡loc¡m/ento
_cr no ot¡dría adqtririrse n a*p.a"rr.a
la misma exactitud), pero sin duda acompañados de diferente experiencil habría casos en loi que los aonaiana,r;
. ,_, lfo cambios
cn la conciencir no.. u,.r"r, "i,
de recuerdo, lcttendo\,en cambios en el coinporrarnienro,
Esta predilección por el rendimiento en prueb:rs de ¡¡remoria tam- lcro to c¡erto es que ahora sabemos
Iurc¡r)nes que conrradicen
de l¿ existe_ncia de datos y sr_
bién implica una cierta identificación entre rendimiento y conocimiento. csas
Sabenros que solo podemos conocer las representaciones y pr-ocesos il- i,iJr duc¡ri na. de r; ;;,;;;;;;.;:,;HX.,.,p;1,;ljl:I:,.ü:;:iJ..;
ternos a través de conduct¡s observables externas, cle modo que nuestro nitdos con el fenómeno de arzz,
interés por las variables de rendimicnto está plenamente justificado. Sin
embargo, lo que no ¡rarece tan justificable es clue identifiquemos el ren- irun, y quei;;;ó;'i:;:'iT:í::^i1,Í."íji;:::JliI:,ll:.Jff
l:)t:t,t:.f cr¡¡tsisre en recordal un ¡recho l
pero n<¡ recordar l'r f¡¡e¡rte
::ff
,¡,,, to piopor.ion;
dimiento del sujeto con su conocimiento: él recllpera información alma- ü;:::l diio ral cosa, pero no recor.
cenada, o conocimicnto, y lo manificsta a través del rendimientt¡ en lrs ,r,,,,ro, q,iin rr"j. a¡'r.ro'r.,i,l::.i19:']t'
pruehas, aurque de una fornra imperfecta, puesto qLle no hay una corres. , .Jircr.rrre d.¡ ;.;";;;;;;nlllt"1 c"t 't conocirnie¡rto de hechos
'
pondencia exacta cntre lo observado desde fuera y las representaci
subyacentes. En el caso del recuerdo de detalles de un suceso, esta
", ¡,",ai", .
"', ü,',
;J;T:[:lffi : r,iJ
ix:",,, ;:fl:::; l1i; i".:
de correspondencia es todavía más obvia, como por desgracia nos CL¡ando a estos pacientes se les
dan.hechos ficricios para recordarlos
tran las variadas explicaciones que se han ofrecido sobre los datos r.r,r-i; r'rrJe eie mplo. que ra mrdrc
rimentales reladvos al eftcto de información engañosa. , , ( ,cnca- -por
f icnen urr rcndinrie¡rro
der presidentc der Lr¡i.rr"l.,.io
El peligro de aceptar que hay una armonía entre rendimiento, .¡h,,lrr,licos (no amnésicos) .rl;;;;;;r.iri"rr'Iil,'i,,,*
irf.rir;
en cuanto al número de hechos
riencia mentirl y conocimienro es quc result¡ fácil asLrmir t¿ícitamcntr (\l¡rnr.lrrurJ, rccorclrrdor
l98g). pero incluso,
,r',r1,¡r¡ienr, en iguala
e l,s dos grttpos err el
basta con estudiar solo uno de estos aspectos, el rendimiento, parrr ;rr',;ü;i;i:i"o:':lo"t
a ros conrrotes a¡cohrjricos
ner evidencia sobre los otros dos (Tulving, 1989). ,r,, , ,,,, 1,,," ¿.,,,or] ;;;;:ffi:::i su recucr-
I.lsta es una de las consecuencias de la aceptaci<in acrítica clc la , r ¡, I. p..s,,
e *
;¡ :, i:l i :í,I :: : :,T"':,:'
r,
[,II,j
r s
['.:'ff ¿.'.l:
I
trin¡ de I¿r concorclarrcia que no sc limita a su aplicación a los ,,r' I "';cllo: ¡nientras
¡,¡l ri:¡, e,¡cr¡do de
q r. to, .on, rui.r";;.#::;.
de rccuperación. Scgún Tulving, el olvido cle la experiencia mcntrrl Ir,rr cr¡.ores sobre el origen
de esa los amnésiios.pocas
prescnte crl roda lrr ¡-rsicokrgía cognitivn y cllo ¡rucdc tlcbcts, ,r , r r.r't.rcrdrn que ve-
es el erperimcrlLlll'li*'; quc les hrbÍa. Ir¡blado de esos
zones: [) o hien nos hen¡<¡s c]ado cuenta de ese olviclo rle l¡ frr'.lr.r rleticios h¡c. .ir;;';;;;;,,.ti:'r.ei(co¡neren aproximadamente
cia consciente, pero no disponíamos de instrumentos adecuado¡ ,h'r',¡r,¡r's cJe f,,.;,,;, il.; p;r;ui un 70u'o
9uc es más importante parala
tratrrla; y 2) o bicn, por cl contrario, ros hcnlos tlcj.rtlo ll, v,rr tht tlt, l.t t ¡tD.¡,y,1.-.;- ,
-..- ¡r(, n¡y,n¡nguna
^. quc doctri-
(' i¡ltto ¡l re¡tdi¡nicl]fo relación entre amb¿\ prue_
,Zeitgeist conductualista", y no nos hemos percatado cle cstc lr¡lr r'n
confundienclo el estudio cle los procesos cognitivos er¡n tl «lt l¡t ,, L r' (r (. r'..i;
que s,
:,.',;;';.,';:;;;:; ::..5:i.,".::Íi;Jj:H:i,il,0[: j;
l7o t7 t
ME¡1ÓR A DE SIJCESOS
esrímulo er¿rn exactamente las mismas unidades que se pedían como res-
a su orisen (ni a la inversa)' sino que parece '.larse ttnl
indepcndencia
trn hecllo Lle lí1 cxpcrrencla de rcc()r- puesta. Vehmoslo,
rot.rl, seiarando el conocimiento de
su origen)' En nuestros experimentos se presenta una lista de palabras y se pide el
"'' (iáentificar o recordar
d¡rlo
'l ulving in"cluye en \u argumentación son los Ja- recuerdo de las mismas e¡r una fasc posterior. De manera que esa idenri-
óltlt r"."rrl*s que
dad de unidades supone que hay una correspondencia de uno a uno entre
que los su¡etos pue-
tos más recientes aceica de los juicios de experiencia
Se trata de lo que entra y lo que sale del sistema cognitivo, y además tiene una justifi-
a.l¡".", t"6i. f.s ítems de una prueba dé reconocimiento' que un ítent cación rnetodológica que se remonta a los primeros experimentos de me-
lrlllo, a. ,i ,, cuerdan' o saben de alguna otra manera'
"".á
iJ;;;á;;;;." ,n" lit," previa' De manera que' una vez que el moria. El propio Ebbinghaus ( 1885) había buscado algún criterio que per-
en una prueba de reconocimiento' se le mitie¡a definir el momento en que se ha memorizado algo, y el criterio de
,,ria,o t recotrocido un ítem
" se áebe a que recu,erda el eprsodro o la primera reprotlucción posible lo garantizaha. El criterio exige que la re-
oiáe ore haea explícito si su iuicio
il;:;il;-#; .'
..L¡, la lista, pero sin recordar. exactamente el producción sea fluida, completa y en el mismo orden de presentación del
material. La duda ante un elemento de lrr lista, el olvido de otro, o su cam-
lri"áiJ á. stt presen¡rción. Según Tuliing 1 I 98 s)' lor juicios.d e recotdar
bio a una posición de orden diferente de la que tenía en la presentación,
.5nij"" rr.-rJri.,ili, d.l ...ritdo tpisóáico' mientras que los de saáer planteaban a Ebbinghaus serios problemas de cozsfancia de medida.
hay una
exoresan la co¡tciencia del suiero de que en esc reconoclmlento
má¡tica', Fste La cuestión es si esa justificación metodoJógica tiene algún sentido
:;í;.iir;;;;;rr;r de I conocimient o gencral' ..r mcmoria
por
se
Tulving (ibid')' ahora y, [o tenga o no, qué consecuencias irnplica para la investigación.
;;;; i;,;;;i-;:i¿n, ,re..id, v llevaáa a la práctica
En la medida en que se exige del sujeto esa correspondenci¿ entre ítems de
sujeto-es capxz de dlstln-
esrá todavÍa en-.'u, inicios. pero significe que el
de sucesos' los sabrdos y los r¿- entrada y salida. parece que lo que promocicrnamos son procesos ¿socirti-
cuir fenoménicamenle elltre dos categorías
vos elementales y mecanicistas (Bahrick, 1985), mientras que los procesos
:;;;il,';;;;;;ii.ndi,ni.n,o 'ni" p'u'ba no los distinga en absoluto
coÍlstructivos tendrán lugar en la mcdida en que no se pida esa correspon-
Itodos son ítems reconocidos).
"--É;";;r;;;,"n opinión de Tulving' parece habe¡ datos-suficienres dencia y, precisamente, podamos observar los cambios que el sistema cog-
que la doctrina de la concordanru es dll lcll de man-
nitivo introduce entre la entrada y la salida.
como para conside nr Aunque (como hemos señalado en el capítulo anterior) los materia-
;;;;;;;;";.; ;n ,u 1,g,, ta hipótesis de ta indiferencia' eue manriene
necesarlamen- les que se presentan actualmente a los sujetos en los experimentos de me-
oue. an eanaral, el comportamienro humano no dePende
consciente de lo que se hace' por moria son infinitamente más variados que en el pasado, y ya no se exige
I"-á1i"""".iÁi.",o o ,le la experiencia puedan esa correspondencia entrada-salida, lo que nos parece que sc ha segui-
.rl ,"-rr""".
o cómo se hace; iunqt", utt"t, tttos tres aspectos
" do manteniendo, y hacia donde va dirigida esta crítica, es la preferencia
*'
.loincidir, dependiendo de circunsrancias carlcrerísricas'
'i;;;'p"* que' si por medidas elementales de recuperación que simplemente supongan el
;ttros propósitos nos interesa retener la idea de
sucesos o recuento de aciertos, errores y omisiones de ítems elementales definidos
se nos oiáe explícitatnent., somot capaces de distinguir entre
o detatlés saáidos v es posible que esa dife- previamente, También en los experimentos de inforn.ración engañosa, a
:.;ül;;;-dr;;;l .u.."át
experimen- pesar de la complejidad del material visual que se presenta, la medida del
r"*i" ,.r*, ,f*tt" relación con la experiencia de los suietos pregunramos efecto suele reducir esa complejidad al acierto/error en la prueba de reco-
,ri., .rrnio .oTrrocez un detalle sugerido iQué ocurrirá si
dia- nocimiento ve¡bal posterior.
, i.. tr,.irt .tgrorá.. si recwerdanT saber que el sron estaba en las Sin embargo, es posible sugerir algunos cambios metodológicos re-
positivas que han visto?
'-- ,"gund,
i" tiene que ver con la excesiva simplicidacl de las me'
lativamente fáciles de acometer. Simplemente fomentar la discrepancir
entre las entradas (estírnulos experimentales) y las salidas (respuestas ob-
auÁ-i"fiÁai""t s en los experimentos típicos de memoria' Alosnuestro
".i,ica
proce- servables) pr,rede revelar más información sobre procesos internos cons-
láá, á"?. t»ig.s, 1993c), eita simplicidad tiene su origenen memo- t¡uctivos. Conte:nplar la respuesta del sujeto en términos diferentes que
para estudrat.lJ
dimientos y tareis que se han considerado idóneos
los meros "aciertos": desde el orden del recuerdo hasta el análisis de las
;;.'i.;;;..' oor.¡..plo, lo que presentamos y pedimos al sujero-expe- omisiones, intrusiones y falsas alarmas, pasando por la utilización de
.i*.r"i, i* ,1,¿"i., á. .n,.",1, 1 de s'rlida en.el.sistema (Es y Rs)' en los tiempos de reacció¡r como indicadores del proceso bajo estudio, solos
,, ripico de memoria A diferencia de lo que ocurre en otros
"*p.r1-.nto de me- o acompañando a los anteriores. Además, emplear datos complementarios
,ioaaior, .oao lo'percepción o el pensamiento, en elexperimento al recuerdo, como los de conciencia (experiencia fenoménica) y una eva-
qu.'tipl.n-""i" presentado como mate rial de
ilJ,-i.,.;-;;tJJ; se han
'l7z 173
14E},IOR A DE SIJCESOS
caRAcrERlsrtcas DE Los REcL_rERDos FALsos
171
t)
ñEMORtA OE SUCESOS
y que esas características se refleien en las descripciones que la gente hacc que lrrs memorias sugeridas tcnían niveles de coufianza inferiores a las de
las memorias reales. No obstante, cste resultado va en contra de los obte-
de sus ¡ecuerdos.
Basándose en este supuesto, Schooler, Gerhard y Loftus (19tt6) llc- rridos en otros experimentos (Schooler, Gerhard y Loftus, 1986, n. 1).
varon a cabo nuevos experimentos sobre el efecto de informació¡ en- En términos generales, estas diferencias en ca¡acterísticas cualitativas
gañosa. En este caso utilizaron un diseño simple, con el.material previrr entre las memorias reales y las sugeridas se repitieron en un segundo expe-
áe Loftus, Miller y Burns (1978), en el que la mitad de los suietos vio la rimento, en el que se sugirió uua señal diferente (un sTop) por medio de
información real en la diapositiva crítica (una señal de cEo¿ ¡L l'lso en dos preguntas sugestiyas distintas, una que acentuaba el color de la señal
un cruce) y el resto vio la misma diapositiva sin esa señal de tráfico' Este
(rojo) y otra que se centraba en la situación geográfica (el cruce). Además
último grupo fue el que recibió posteriormente informaci(rn engañosa, de replicar los resultados anteriores, en este experimento se encontró que
sugirien'tlo'que Ia señal estaba présente. La prueba de recuperación- final las distintas redacciones de lá pregunta sugestiva empujaban a los sujetos
ináuyó 5 páguntas de relleno iunto a la pregunta clave, "iVio la seíral dc engaírados a dar más información relativa al rasgo acentLrado (más detalle
anon g¡ p¡56?», a las que el sujeto tenía que contestár co¡ "5(" e «no" y de color, sensorial, o más referencias contextuales, según el caso), aun<¡ue
da¡ una estimación de confianza en la respuesta (de 1 a 3 puntos) Final- no tanta como para suponer diferencias significativas.
mente, se les pedía que describieran de forma pormenorizada los obietos Si se examinan esras diferencias desde la perspectiva del Cont¡ol de la
que decían habcr visto en el cuestionario previo. Realidad, se pueden hacer dos obse¡vaciones. Por un lado, las descripcio-
Estas clescripciones son el obietivo centraldel experimento' Mientras nes de memorias reales y sugeridas se ajustan a lo que predice el modelo:
que para los sujetos del grupo de control que. reconocen haber visto la se- ¡rás detalle sensorial, y menos referencias a procesos cognitivos, para las
ñ"1, io n .,noria .orresp.rndc o rrn detalle raal, para los sujetos a los que sc reales; y menos detalle sensorial y contextual y más referencia a procesos
les ha
tes sueerido sugestión (reconocen
sugerido el detalle inexistente y que aceptan la suBestión mentales para las sugeridas. Por otro lado, sin embargo, icómo se explica
haber viio la señal), su memoria coireiponde a un detalle ineal' Un 25 o/o que los sujetos fallen en el contol de realidad si las descri¡.rciones de sus
de los suietos de la condición de info¡mación engairosa "reconoció' ha- memorias sugeridas se ajustan a las de su clase, a las memorias de ori-
ber visto la señal y la describió, frente a ¡n76o/o de los suietos del grupo gen interno? Pero veamos antes otros datos.
cle co¡rtrol que reconoció accrtadamente la señal vista en la diapositiva' El mismo tipo de análisis se utilizó de nuevo en otra serie de expe-
Para el ánálisis cu¿rlitativo de esas descripciolles se tuvieron en cuen- rimentos (Schooler, Clark y Loftus, 1988), en los que se seleccionaron
ta varios aspectos. Uno de ellos ftre Ia longitud de Ia descripción, que sc ítems más variados a la hora de sugerir objetos inexistentes a los sujetos.
midió en número de palabras empleadas por el sujeto para describir su Ader.nás, en esta ocasión se grabaron en vídeo las descripciones que da-
recuerdo. Para las otris características fue necesario emplear dos evalua- ban los sujetos de sus memorias, reales y sugeridas, en lugar de pedírselas
dores para hacer clasificaciones más objetivas, y solo se consideraron las por escrito.
caract;rísticas en Ias que hubo acuerdo entre ambos. Estas caracte¡ísticas La secuencia de diapositivas mostraba un ¡obo en una casa, e incluía 6
se basan en los rasgos postulados por Johnson y Rrye (1981): informa-
objetos críticos: un albornoz, un cuadro de cerhmica, una pala, un gorro
ción de ¡úributos sánsáriales (coloies, formas); información geográfica o cle lana, una botella de lavavajillas y un buzón de cartas. Para cada sujeto
de contexto espacial; mención de proc esos cognitiuos de cualquier fase del solo aparecieron tres de los objetos en las diaposirivas, y los otros tres se
experimento; alusi 6n ala fwnción o propósito de la seial; ttso de muleti' le sugirieron en una narración posterior, eqr,rilibrando la presentación, de
llas uerbales. como «creo», «pienso,, ctcétera. rnanera que todos los objetos c¡íticos sirvier<¡n el mismo número de ve-
Cuando sc compararon las descripciones de las memorias reales con ces como ítems correctos (yistos pero no mencionados en la narración) y
lirs de las memorias iugeridas en estos rasgos' sc encontró que diferían sig- como íte¡¡s incorrectos (nlencionados en Ia narración pero no vistos). La
nificativatnente en loi siguientcs términos: comparadas con las memo- prueba de recuperación, como se ha indicado, se realizó de forma oral,
rias reales, Ias memorias iugeridas necesitaron ntás palabras para ser des- por medio de entrevistas individu¿les con todos Ios suietos. En las entre-
critas (también en Alonso-Quecuty, 1993), aunquc incluyeron con menos vistas, que se grabaron en vídeo, se les preguntaba si habían visto cada
frecuencia información sensorial; además, co¡rtenían más a menudo alu- uno de los 6 objetos críticos y, en caso de respuesta afirmativa, se les pe-
siones a los proccsos mentales del sujeto y a Ia función de la señal de tráfi- día que lo describieran. De este modo, todos los sujetos podían propor-
co, y emplearon muletillas verbales más a menudo. Por otro lado, las csti- cionar descripciones de memori¿s reales (sobre los ítems que acertaban)
y de memorias sugeridas (sobre los ítems incorrec¡os). Las descripciones
macionei de confianza en sus respuestas que dieron los suietos mostraron
176 177
se transcribieron y analizáron del rnismo modo que en los cxpcrinrcntos tirr l.r ¡rrcscrrci;r tlc algúrn inclicio clc conrrol rle realidad ctr¡ro la raz(rn de
de la serie anterior de Schooler, Gerhard y Lofnrs (1986), añadienck¡ rrn¡r su clasi.ficaci(¡n (por cjemplo, la c¡rntidatl de detalle sensorial como pro-
característica nueva, la mención del pronombre personll nyo, (obliglLr» ¡rin cle las memorias reales), no siempre se utilizaron esos indicios de la
rio en inglés al usar el verbo en primera persona). lirrma que postula cl modelt¡ de control de realidad (por ejemplo, la alu-
Los resultad<¡s de las comparaciones entre descripciones de memoriils sitin a procesos cog¡'ritivos se tomó como rasgo característico tanto de las
reales y sugeridas en esas características apoyaron los obtenidos en cl cs- ¡rrcrnorias re¿les conro de las sugeridas). EI experimento 4 de Schooler,
tudio ante¡io¡ de Schooler, Gerhard y Loftr"rs ('1986):las memorias su¡¡c-
(icrhard y Loftus ( 1986) tra«'> de averiguar si dando a los jueces infor-
ridas incluyeron nrenos detalles sensoriales y nás muletillas que las nrc- rrrrriiri¡r .obre les caracterí.ric¡, qur rendierr ¡r enconrrrlrse en cada tipo
morias reales; además, aunque sin alcanzar significación estadística, las tlc rnemoria, real y sugerida, mejorarían sus clasificaciones. En efecro,
descripciones de memorias sugeridas incluyeron con más frecuencia alrt- cu¿rndo se les proporcionó i¡rformación sobre las diferencias signific.tri-
siones a procesos cognitivos y fireron algo más largas que las descripcioncs vas encontradas en el experimento 1 de la serie entre las memorias re¿r-
de memorias reales. Por írltimo, eluso del pronombre nyo,, que se inclr,ryó les y las sr.rgeridas, los jueces mejoraron su clasificación de las memorias
pensándo que el origen interno de una memoria se reflejaría en cierta tcn- .ugcrid.r". aunquc no de las rc¡lcs.
dencia a que la dcscripción fuera auto¡referente, también mostró diferen- Un experimento posterior (Schooler, Clark y Loftus, 1988) exploró
. posibilidad
cias significativas entre amb<.¡s tipos de descripciones: las de las memorias la de nrejorar las clasificaciones de los jueces si estos pujieran
sugeridas contenían más a menudo el pronombre, eran más autorreferen- disponer de otras pistas no vcrbales y paralingüísticas, como las que están
tes que las descripciones de memorias reales. Además, se reanalizaron las presentes cuando la descripción se hace en forma oral, en contraste con
descripciones de los experimentos de Ia serie anterior de Schooler, Ger- las dcscripciones escritas. Par a ello, Schooler., Clark y Lofrus tomlrron las
hard y Loftus ( 1986) en estos términos y se encontró el mismo resultado. descripciones grabadas en vídeo de los sujetos del experimento ante-
En resumen, los datos de las dos series de experimentos parecen coin- rior de esta serie y las presentaron de tres formas distintis a jueces no en-
cidir de forma consistente, a pesar de la variedad de objetos sugeridos, rrenados: audiovisualmente, auditivamente y por medio de la transcrip-
en que las descripciones de memorias sugeridas contienen con menos fre- ción cscrita. El análisis de I<.¡s datos indicó <1ue los jueces acertaron algo
cuencia detalles sensoriales, y más a menudo autorreferencias y alusiones más al clasificar las memorias reales que las sugeridas (aunque cometie-
a procesos cogrritivos del sujeto; además, parecen necesitar más palabras ror muchos errores en ambos casos), y que sus aciertos no dependieron
para ser expresadas, si bien en esa expresión se incluyen más elementos del modo de presentación de la descripción, aurque tendieron a dar más
irrelevantes, colno las muletillas. Aunque persiste la cuestión que he- crédito a las que se presentaron por escrito que a las otras.
mos señalado más arriba, por qué, aun siendo diferentes estas descripcio-
nes, los sujetos engañados fracasan en tenerlas en consideración para rea-
Iizar adecuadamente el control de realidad, para discriminar [o que vieron J. CONFIANZA EN EL RF]CIJERDO
de lo que se les sugirió.
Pero en estos experimentos se dio un paso en otra dirección. Si los iHay alguna otr¿ carácterística que haga cliferentes a las memorias suge-
sujetos engañados no han tenido en cuenta los indicios de cont¡ol de rea- ridas de las reales? Loftus, Korf y Schooler (1989) exploraron una récrica
lidacl que, sin embargo, estaban presentes cn sus descripciones, aún es alter¡rativa en esra búsqueda de diferencias: dar alós sujetos retroinfor-
posible que otras personas, desde fuera, pnedan usar esos indicios para m¡tción negdtiud sot'¡re su memoria. Esro es, decirles qur: csta es errórca,
distinguir las memori¿s reales de las sugeridas. En Schooler, Gerhard y y observar si afectaba de formil diferente a k)s suietos cuya memoria era
Loftus (1986), tres experimentos exploraron esta posihilidad. El prime- corrccta que a los sujetos cuya memoria era sugerida. pero, antes de ver
ro de ellos, con evaluadores r¡ jueces no entrenados a los que se explicó los resultados experimentales, es preciso scñalár que esta técnica sc l.ta-
cóm<¡ se habían obtenido las dcscripciones, mostró que estos apenas po- bía utilizado en casos judiciales reales, con aparenté éxiro. Dado que uno
dían discriminar por encima del azar entre las memorias reales y las su- de.los casos reales en que se empleó rerroinformación negativa tuvo gran
geridas (acertaron aproximadamente el 60 7o de las veces en cada caso). publicidad en su momento, y comoquiera clue hoy sabernos más sóbre
[,a explicación de estos rcsr¡ltados podríá estar en las razones q]le los ese caso que en el momento etr qtte se dict(r la sentencia, puede resultar
jueces dijeron que les habían llevado a clasificar las descripciones como de interés el comeutarlo. Se trata del llamado caso olvá¡r cl Terrible,. en
correspondientes a uno u otro tipo: aunque a vcces coirrcidían en apun- el que se acusó a John Demjanjuk de ser en realid¿d Iván el TerriLle,
178 179
lrEfioilA ol sucElol
,ra. r¡ue inclrríir 4 objct<ls críticos, dc los rlrrc solo sc ¡rrcsentaron dos a cada su- !t
!
il,fü?fifl:'i
liil: [tl;f#[:] fri+ ,. l; :;; jcto, rnientr:rs t¡r.rc los t¡tros clos sc les sugerían en la narración postsuceso.
La prucba final de recupcración fuc un test cle reconocimicnto de elec
ción múJtiple que ponía a prueba la memoria sobre la secuencia de di¿r-
¡-rositivas y sobre los cuiltro ítems críricos. Tras recoger las respuestas, se
pedía a cada sujeto que describiera oralmente los objetos que había reco-
i1ffiilfl*#deiffiH*{*iiil;i:,ll
t nd;ió";t"u,
l fue con'
nocido en la prueba anrerior conro presentes en las diapositivas, y se gra-
haba la entrevista err vídeo. Fue entonces cuando se les proporcionó la re-
troinfornración negativa sohre sus respuestas. Cuando se tratabir de una
(19s8a), el psicólogo experto en identificación oue I pregunta no crítica, se les dijo siempre que habían acertado, pero en las
respuestas a las preguntas críticas se les dijo siempre que se habían equi-
**i¿tthnitñ*.i','", ;'[$[t{H::ü!l voc¿rdo. Como el entrevistador no sabía qué objetos críticos había vis-
ro cada sujeto, no podíir saber realmente cuándo era correcta la respuesta
y, después de dar la retroirformación negativir, animaha al sujeto a que
I:'ilxtT,YI[Tr:Í't'.'trl:{iHT*i$:'.1-r,:,;].T1ff, cxplicara por c¡ué había dado su respuesta y a que tratara de adivinar por
rlué era errónea si el sujeto admitía haberse equivocado. Cuando termina-
1U1
r80
oE sucEsos
cARAcrERIsf rc as oE Los REcuERDos FALsos
engañosa se han pedido valoraciones de confi¿rnza en las respuestas (por otras dando tres narraciones postsuceso en lugar
ejemplo, en Loftus, Miller y Burns, 1978). Normalmente, los investigado- _cosas, de una), también
tos dos tipos de paradigrnas, o.tginriy?olir,."Ío,
res han pedido direc tamente la estinlación de confianza en cada respues- ::,:,lllrr-,
nurnero aproxrrnadamenre igual de sujetos .on u.,
ta, en escalas numeradas de tres o cinco pasos, aunque, como vinros pre- er: las dás pruebas.
r.n.et rcsr con el paradigma original, los rerultado,
viamente, también se han utilizado otros medios, como la distribución de replicaron básica_
rnente los del experimenro ánterior..runque.rquí
apuestas sobre las alternativas de respuesta (Benzing, 1985, cit. en Lol- Ios rrj.rá. r.rpondi.ro.,
ítem. s.seridos.q,i .
l,j_ a. .,"i,.r: :;;ii;;.p."
tus, Schooler y lWagenaar, 1985). iQué se puede decir de los datos sobre :;:l-IT",:#::,i-!s
(¡rrr¡a oe st et suleto acertaba o se
estimaciones de confianza?
equivocaba. En cambio, en los ítems de
control, los sujetos fueron más rápijo, .u"rd;".;;;;;;
En general, el grado de confianza que dicen tener los sujetos en sus cquivocaban. Las valoraciones a. .onti"nr".rigr,.r;, ür.".*ra. *
memori¿s sugeridas es igual o mayor que el que adjudican a sus memo-
r* .#i,r" ,"."faf.
rias reales (Greene, Flyrrn y Loftus, 1,982' Hoffnran et al., 1992; Lof- ]-11: I^ : -,lianza
, , cLra ra respuesra)
at responder a úa;;#;,;;;;;?;",,t
i;;; 51., ..
qr¡e a los ítems de conrrol, en los que
tus, Miller y Burns 1978; Schooler, Clark y Loftus, 1988; Tversky y Tu- rrár ..onfianza a su re(puest¿ cuando esra - los
'vJ sujeros
Ju,\ '!vJ dieron
u
chin, 1989; Zaragoza y Late,1994), ar.rnqLre en algunos casos la relación arr'aorraao
tn el resr con el paradigma modificado. cn el que
se ha invertido (por ejemplo, en el experimento I de Schooler, Gerhard de nuevo no se ob_
intormación engañosa, to, ,r¡.to. fu.ron
y Loftus, 1986). ,I..1-11:: rle ms sugeridos y al responder erróncamcnre,l;i.;;;
ll::-eleilo.9e .",
Pcro algunos cstutiir¡s lr¡rn cvrluaclo l¡ ct¡nfirrnz¡ rlc los sttjctos ctt rre conrrot y, en general. al responder correctamen*.
que en los írems
sus memorias, reales y sugeridas, por medios indireclos. Así, Loftus ef En arrn,o rlo., ur_
l¡¡r¡ciones de confianza. lo, sujeros mo\traron
(1989) realizaron un experimento de información engañosa con dos mayor confianza cuando
respondían correctamenre que .u"ndo
rcncias rcspecto a su procedimicnto habitual: 1) en la prueba final de no.
Ilar¡ra de un Ítem sugerido o de control.
.on ¡-njé";;;;;i,
;.'; r. r.
cuperacitin, la cuarta partc r{c los sujetos siguicron el paradigrna ori
Doyle.(t989) interpreraron los daros de los proce_
o cstánclar (rcconocer cl dct¡lle ¡cal us. cI sLrgerido), y cl rcsto cle los ,,_,4-t_llr^.,^!::.r,y
(r¡mrentos ongrnal v modific¿do por separado. en el paradigina'ongi_
tos siguieron el paradigma modificado de McCloskey y Zaragoza ( n.¡1. los resultados indican que las mer¡s¡i35 q¡gs¡id¡s
y, 2) para todos los sujetos se regisraron los tiempos de respuesta se expresan con la
las preguntas de control y críticas, ader¡ás de pedir al sujeto una estilr l]l]:":,1"::11'-'^].:llf:"n,z"
r¡rr¿
ou. las memorias
cr-eencra F,enu¡t)a en la ocurrencia de
i*r.'. *,.iiílál* r,"y
ci<in de la confianza en sLr respuesta (en una escala de 1 a 5). la información engañosa. L,n el
En el paradigma original los resultados mostra¡on claramente el
,,i modificado,
l?9lg-l ¡n¡orm¿cronaunque ta exacriruá d; h ;;;;;;t;;'rT rlrr.o
engirñosa. Ios resulrados de lós tiempo.
to de información engaírosa. En cuanto a los datos de TR y l: :1...y ": rnd.rcan que la información engañosa
de rerc.
se encontró que los sujctos fucron igual cle rápitlos rcspondiendo cn i.l:_l]:..:ot,,1"ra
nir-go! lniluencra eu la forma de responder
tiene, sin em
ítems de control y en los sugeridos, e igull de rápidos cuando de los sujeros: hace mis len_
t,' cl ¡cceso a la memoria o¡iginal- pero también
que cuando se equivocaban. Además, los sujetos respondieron a los ,rrlivinación. _ , parece clificultar la pura
sugeridos con la misma confianza que a los ítems de control,
por ta nto. en uno de los casos que Trrlving ( eg9)
estos últimos,los sujetos confiaron más en sus respuestas ,,"I::.i^.g1,:r:Tos,
., nii.tDa
\t I
Oe Íatta d? cotrcspond"ncia enrre el
en las incorrcctas, cosa que no ocur¡ió con los íterns sugeridos. rendimielrro, l"
En la prueba de recuperación con elparadigma modificado, en la ll.] L il,i"lol,.i.nro.
En Ia prueha originat, a diferencia" "ip.ri.,,_
a.
los sujetos no tenían posibilidad de elegir el ítem sugerido, no se :.:.:l.cll,Ti:,i:.
(acrerro ¿/s. eror) no se corresponden "rid.ir.,
diferencias de expc-
I lcllc¡a (más o menos
confianza) o de conocimiento
el efccto de infc¡rmación engañosa, corno viene siendo habitrral. Sirr 1-,i, o -eno, f n¡.
l', l.r ¡r rueba. modilicada, al nrisio rerai-i.,rt"-ipor'.¡._0f",
b:rrgo, los sujetos {ueron más rípiclos a[ contesta¡ a ]os íte¡rs dc (.r) ,n ítem de control o
en un ítem critico) no ¿;rrü;;#;i "il.*."
que a los sugeridos o críticos, y también contestaron antes cuando ,,,,'i::l::::]:.^.1,._l:,'p",9,í" ;;;_"
puesta era c()rrecta que cuando era incorrecta. Además, mostrarott anres at írem d. ..,;;oi;;';i-,;;;1.).
nr ta rapidez con.que se conresra a pr.grrta,
confianzt cuando accrtaron en su rcspuesta, con indepe11clencilr clc . :ll-r.-rlll:..r, de"merne
',_r. ur rr conlanza con que se dan las respuestas, parecen indicadores
tratara de un ítem de control o de un ítem sugericlo. l,k s tjc l.r exacrirud del recuerdo. ln.tuiu. fia-
En un segundo experimento, en el que se variaron algunos ."..1¡.-rn], a"
del procedimienro para aumentar el efecto de información engaixrsa
rlt scrrgairar irl sujeto diciéndol" lo u.rárj "ir,r,iI",*
;;;;;;'ilü;;'j: ;;.._
r ttcrtlo sugerido, no es sr¡ficiente
mucnas veces para que.tquel acepte
que
tsl
lsl
(lllr r.lirrposirivls sobrc r¡na cscc¡lll clc un¡ calle bulliciosa y luego contcstarron
no vio realmcnte el detalle sugerido. De uttcvo, llos cllcolltl¡lltos coll
los sujetos creen firmemente en sus recuerdos falsos'
rt l5 g:rre¡¡untas dc rect¡nocimiento, cada una con 5 altern¿rtivas de res-
l.rrrcsrl, sobre objetos que aparecían en las diapositivas, En 14 de csas
prcguntas siempre había una respuesta correcta, induciendo a los sujetos
()S x creer que en todas las pregunt¿s había un objeto correcto, pero en la
4. RECUIIRDOS AUTOSUGF.RIDOS: CREENCIAS Y CONOCIMIIiN'l
que hacía el número 15 las cosas can.rbiaron.
La autosugestión, col'uo Producto del razonamiento de uno mismo
sohrc Ll prcgunt.r se lormuló como sigue:
.,, (Revn¿ v Titcomb, 1994), no ha sido tan estudiacla cotttrr "Cuando Ia r¡uier llegó a la esquina se paró para esperar a que el se-
"*n.riá.i"
f, *g.*,¿, induciia dcsde ttna fi¡en¡e trterna' 5in entbargo' los irrtlivr' rnáfo¡o se pusiera verde. A dos pasos de ella había:
áuoir. pu"d"n sugerir ir sí mismos, confundiendo sucesos mentale§ (lxrr d) una boca de incendios
e¡emplo, inferenciis) con sucesos reales (perccpciones)' Reyna y Titcor¡llt á) un banco de parada de autobús
han se¡alado que los efectos típicos del falso reconocimiento
(recotlocct c) un Lruzón de correos
.rrlón.n,r.n,. algo o a alg,,ien iomo visto previamente), el recuerdo inli' d) una papelera de alambre
.""ii"t y .i.aor".r.or., á. ft.,",tt. u origcn dc Ia información' son. torl¡rr e) no vi ninguno de esos objetos".
.it,".¡J-pt.rt a" autosugestión. Y, desdi luego, ahora podríamos irrclrrit En esta última pregunta, la respuesta correcta era Ia quinta, y así fue se-
,ouí .l ,".u..do o reconocimiento de la palabta fantasrza: su depentlclt' ñalada por el 6070 de los sujetos. Las respuestas de interés fueron en este
cir del e.,nrrcintrento previo o la expericncia cott el idi.'lll¿ materll(' 5c c¿rso las incorrec¡as y su distribución, pues fueron señalad¿s por el 1,9 o/0,
refleja en el hallazgo de Schwartz (199r:) de un mryor recuerdo Jrlü) crl el 1.3 tYo, el 4oh y el 4o/o de los sujetos, respectivamente. Un grupo inde-
los anglohablanteJrativos qLre en los no nativos Ackerman
(1992), pttr pcndiente de sujetos había clasificado preyiamenre los dos primeros obje-
aumentan cl tos como muy probables en la escena, y los dos últimos como muy poco
,, p"t?., itái.^ que los factáres que cmpuian a la inferencia
;iJ;;;; Este ,.ri" el ."to de las preguntas que lleven nl ¡rrobables. De modo que, incluso sin sugestión exrerna) Ja gente completa
";i"tr;.stión.
.o¡.io , a.t '.,,,ido , un \uc(\o. o (tue hacen 'rp'rrentc'.las contr¡diccir¡ sus recuerdos rellenándolos con detalles inexistentes (Loftus, 1982).
nÁ en el .el¿to de un suceso, que animau a la infercncia y con ello a lrt En estos y otros casos, inferencia parece la palabra clave y nos lleva a
autosuSestión.
rccordar uno de los rasgos presentes en las descripciones de Ias memorias
posrstt'
Inc"luso, setiala Loftus (1982), aunque no se dé información
sugeridas en Ios experimentos de Schooler, Gerhard y Loftus (1986), la
..ro rug"*iu", la gente reli.na, p".tit dt hipótesis sohrc lo que-dchc nención del propósito o función de la señal de tráfico sugerida, que los
" rutores atribuyen a un intento de justificar el recuerdo sugerido, y que
habe. e"n un conte"xto, aquellas partes de srt nlemoril qtte se han.desvn'
lr".üo. Err .ot i,l"orpo.n'd.tolles de lo que debiera haber habiikl aparece con mucha menos frecuencia en el recuerdo real. Sin embargo,
"t.to,
en ese contexto, detalles qué tierren una alta probabilidad de ocurrencia
clt y de acuerdo con lo que sc expuso en el capítulo anterio¡ acerca de las
,rn.-bi.nt. determinaáo. Prueba de ello es que, si en una narraciótt variables que favorecen y perjudican al efecto de información engañosa,
nost:,Lrceso se inclrtve inlormación strgerida plrtrsible -ttne cahina tclc' uno de los factores examinados puede relacionarse con las inferencias.
[']n concreto, el hecho de proporcionar infor mació¡t d.escaradamente falsa
ióni.r.n unr.r..n.r dc ciuJad- y poco plausible -una bornba de a¡¡ttrt
en la misma esce na-, los sujetos tieudell a rccorocer como
vlsro en el ('tl' (l,ofnrs, 1979b) llevaba a los sujetos a rechazar la información postsuccso,
ginal en mayor proporción el dctallc plausihle (trn 49 0/o rle les veccs) t¡ttc falsa o no, de modo que podemos suponer que la información engaño-
il poc., pl.ru.ihÍe 1i4 ou¡. Pcr,-,. más imporrante todavia' tanrlrien tienJcrt sa se acepta mejor cuanto menos discrepe o más encaje en el curso natural
;i.;i; jr; l,an uirto u,r detalle plausible, aunqlle o/ono se mencionara en lr clcl suceso. O, dicho de otro modo, cuanto más se asgmeje a una inferen-
narración postsuccso, en mayor medida (tln 21 de las veces) quc ttlt cia "naturaln que cualquier sujeto podría hacer, supuesto que ha visto el
á.trtl. pu.o plrrrible <¡ue tanipoco apareciera en la ¡rar¡ación (un 1Vr dc suce§o.
las ocasiones) (rüld.).
Por otro lado, cuando un sujeto acepta que había un srop inexisten-
En otro experimento, en el que no se proporcionó información ¡rost' tc y lo describe, la información de esa descripción procede de su conoci-
.ua.ro ang"n,rs", también puede verse el efecto de las hiptitesis o irrfc' rriento previo (memoria semántica) sobre señales de sron. La descripción
,encias soi.e Io que es plobable que se haya producido en ull colltcx' de un stol que sí se ha visto seguramente también incluye información se-
to rleterminado (ilt¡ü. fn esta ocasión, los suietos vieron una seric dc nrántica, pero debe contener más información episódica.
t84 185
,-.
r.1L t1() R lA Or SUCES0S c ttAC I tnlsrtcAs DI Lo5 (LLUr^---
Si esto fuera así, deberíamos esperar que, incluso cn ausencia dc cual. tores de coches, cuando soll muy extremas, llevarían a más inferencias
quier indicación externa, los sujetos normalmente realicen inferencias so. s«¡bre el acci<{ente. Además, datos previos sobre el recuerdo de acciden-
bre elsuceso, rellenando lagunas delrecuerdo, Sin embargo, no es fácilen-
I
rcs reirlcs (Digcs, 198fi) mostraban ciertas relaciones entre aspectos del
contrar datos experimentales a favor de esta idea (Alba y Hasher, 1983), rccuerdo y el grado en que los testigos mantenían estereotipos de sexo
probablemente porque se ha intentado detectar las infereucias a través de y cdad sobre conductores! esto es, el grado en que los testi¡¡os veían dife- I
distorsiones en el recuerdo, cuando es muy posible que la mayor parte rencias entre los conductores simplemente porque estos [ueran hombres
de Ias inferencias que realizamos cotidianamente no sean erróneas (en eso us. mujeres, o viejos zs. jóvenes.
precisamente radicaría su utilidad). De manera que para este experimento, y a partir de un cuestionario
I
Pero, si las inferencias son correctas! ipodríamos distinguirlas de los sobre diferencias entre conductores y conductoras, se seleccionaron per-
recuerdos reales? En principio, en tanto en cuanto las inferencias son pro- sonas que mantuvier¿n creencias o estereotipos extremos sobre los con-
ducto del pensamiento y los rccuerdos producto de la percepción, po- ducto¡es en función de que estos fueran hombres o mujeres. Uno de los
dríamos intentar aplicar los principios del Contro] de la Realidad para exa-
"machista,, sostenía que los hombres y las
grupos, que podemos llarnar
minar las diferencias ent¡e ambos. Hay una dificultad, sin embargo, para mujeres son completamente diferentes cuando conducen; el otro grupo,
lleyar a cabo este análisis. Puesto que hablamos de infe¡encias o autosLl. .femi¡ista", creía que los hornbres y las mujeres son exactamente iguales
gestiones, y no de sugestión externa, resulta complicado saber en concre- a Ia hora de conducir, de disponer de coches potentes, y de tener conoci-
to qué detalles o acciones de un suceso han sido inferidos (correctamentc) mientos de mecánica. A la mitad de los sujetos de cada grupo se le dijo que
y no percibidos por un sujeto determinado. Esto es, no es probable el conductor del coche accidentado en la película era un hombre, y a Ia
todos los sujetos coincidan en ¡ealizar la misma inferencia en el mi otra mitad de ambos grupos de sujetos se le hizo creer que quien condu-
punto de un suceso presenciado, y ello impide que podamos pedirles c cía el coche era una mujer. Se pensó que para los nmachistas" saber que el
recuerdo de un detalle específico con la esperanza dc que unos sujetos l, conductor e¡a un hombre, y para los u{eministas, saber que era una mujer,
hayan percibido realmente y otros lo hayan iuferido. lraría más probable el empleo dcl estereotipo para ver y recordar el acci-
Estas razones nos han llevado a considerar que la forma más dente, frente a la situación opuesta (una couductora pará los "machistas"
da de tratar este problema sería analizar, no un detalle único, sino los y un conductor para Ios.feministas"). Incidentalmente, es preciso señalar
la¡os totales de un suceso proporcionados por sujetos que difieren en que la composición de estos grupos €xtremos no reflejó ninguna tenden-
probabilidad de realizar inferencias sob¡e el mismo. Ahora bien, iqué cia sexista, había mujeres «machistas, y hombres "feministas,.
cunstancias o qué factorcs conribuyen a impulsar a krs sujetos a reati Los relatos de memoria de los sujetos se analizaron en términos cuali-
más inferencias? Una posibilidad es que lts creencias o kts tatiyos similares a Ios propuestos por Johnson y Raye (1981) y desarrolla-
tos preuios de los stietos sobre un tema incrementen el procesamiento clos por Schooler, Gerhard y Loftus (1986), con el objetivo de examinar
ferencial de un suceso que está relacionado con esos conocimientos si las infe¡encias se reflejarían en relatos más parecidos a memorias de ori-
creencias. Otra posibilidad se basa en que Ia falta de recursos geu interno. Así, se esperaba que los relatos más anclados eu, y favore-
a la hora de percibir o codific¿r un suceso tiene co[lo collsccucncia cidos por, el estereotipo, contuvieran más detalles exactos, sensoriales
registro imperfecto tle la información correspondiente, lo que y contextuales, refleiando el hecho de que el conocimiento pr evio permi-
suponer quc forzaría a los sujetos que estén en esa situación ¿ realizar te capturar más iuformación acerca del medio ambiente. Pe¡o también se
inferencias para hacer coherente su recuerdo, para rellenar lagunas. esperaba qte esos relatos mostraran más rasgos ¡elacionados con la ex-
cualquiera de los dos casos nuestro conocimiento general jugaría un periencia cognitiva de los sujetos y que fueran más largos (a partir de los
pel importante en el recuerdo del episodio. resultados de Schooler, Gerhard y Loftus). Además, se pensó que algunas
La primerrr posibilidad, que las creencias previas llevan a más infe- infe¡encias serían inco¡rectas y, darían lugar a más distorsiones, especial-
rencias sobrc el suceso y que estas, como sucesos mentales nrente en condiciones de recuerdo demorado (4-6 semanas más tarde), en
más rasgos propios de las n.remori¿s de origen interno, se exploró en urr rlue el olvido de detalles perceptivos se haría más p¿ttentc.
experitrento que puso a prueba la mernoria de ios sujetos cn condicio- L,os análisis de los resultados fueron favorables a estas expectativas.
ncs de recuerdo inrrediatas (Diges, 1993a) y demorirclas (Diges, 1996). En condiciones de recuperación inrrediata, los recuerdos más dependien-
El suceso que recordirr era un accidente de tráfico filmado, y se pensó res de las creencias previas, más inferenciales, tenían más detalles exactos
que las ct eencias previas que tienen Ios sujetos accrca dc ti¡ros clc conclLrc- (sensoriales y contextuales) pero no más distorsiones; estaban más carga-
tfl(r 187
dos de referencias a la experiencia cognitiva del sujeto y cran nriís largos. corrlar, pirra cstc cxl'lct itrtctlto sc sclcccionrrotr las tasas de prescltaci<iu
También, aunque sin llegar a Ia significación estadística, tendían a mostra¡ i" ,, jc'ñ¿; y ¿u. r"g,.,,r.lu, por símbolo, clatrdo luga. a dos nivelespre- de
IIIIJ 1tt9
DE SUCESOS c^RAc r tRis t,cAs oE Los RÉcucRDos tALsos
de informacitin con inferencias, algunas incorrectas, es nuy pcrsiblc quc detr scr-incorrectas, como rcvelan las distorsiones de los relaros y las fal-
estas hayan sido cuasi-perceptivas, realizadas en e[ n.romento de la pcr- sas ahnn¿rs de Ia pmeba de rec<.rlrocimiento, las que son correctas pueden
cepción, más que memorísticas, en el momento de recordar. Ello explica- pasar más clesapercibidas si solo analizamos los aciertos y e¡rores de me-
ría su carácter automático (para «comprender» el suceso en el momento), mo¡ia. Pert¡ los análisis cualitativos ponen dc manifiesto el carácter auto-
sin rastro de las operaciones cognitivas que son propias de las memori..rs sugerido de esos recuerdos que muestran su origen semántico implícita-
de origen interno. Así, los relatos de memo¡ia con menos recursos refle- mente en la nedid,a en que poseen algunos de los rasgos característicos de
jan, de forma implícita, un origen interno, pero lógicamente tienen un las memorias de origen intcrno, y explícitamente ctando son calificadas
componente externo mayor. Ahora bien, iqué ocurre cuando se pide ex- por los sujctos como sabidas más que recordadas,
plícitamente a estos sujetos que indiquen si recuerdan o sdben ¿,e algún Tomados en conjunto, los resultados muestran que ci¡cunstancias co-
otro modo en que un detalle dado estaba en la película? tidianas, como poseer creencias estereotipadas o no atender plenamente
En la tarea de reconocimiento, el examen de los resultados mostró al suceso en curso, pueden aumentar la probabilidad de que el recuerdo
que la falta de recursos tuvo un efecto significativo sobre el índice d', la posterior sea inferencial, autosugerido, sin que el sujeto pueda distinguir-
puntuación de sensibilidad, mostrando que la disminución de recursos lo del recuerdo más fiel a la percepción, especialmente cuando ha üans-
impedía discriminar correctamente entre detalles percibidos y no percibi- currido tienrpo desde la percepción inicial.
dos (eutre mcmorias reales e irreales). Pero, además, y a diferencia de los En cuanto a las falsas memorias de palabras no presentadas previa-
otros grüpos, que dieron más respuestas de reconocimiento correcto que mente (Read, 1996; Roediger y McDermott, 1995), que se puede enten-
falsas alarmas, el grupo de recursos mínimos invirtió esa relación: come- der también como un fenónreno de autosugesrión, iqué características
tieron más falsas alarmas (reconocieron como visto algo inexistente) que cualitativas poseen? Por un lado, se parecen a los recuerdos de origen ex-
aciertos de reconocimiento (reconocer un detalle que realmente estaba en terno en que presentan rasgos sensoriales y contextuales, aunque, desde
la película). luego, no estaban presentes: la voz masculina o femenina que pronuncia
Por otro lado, si aceptamos la propuesta de Tulving (1985) de que la palabra (Payre et dl., 1996) y sr posición en la lista de presenración
los juicior de saber reflejan l.r participación de l¡s esrrucruras dc conoci-
(Read, 1996), pero esos atribuaos son menos numerosos que los de una
miento, de la memoria semántica, de los sujetos, mientras que los juicios memoria real, especialmente si se somete el recuerdo a un examen más de-
de rerordar expresan el origen episódico de la irrformación, el patrón de tallado (Mather, Henkel y Johnson, 1,9971Read, 1996).
resultados de los grupos con más recursos es bastante "normal,: los acier- Por otro lado, su fuerre componenre auromárico (Bennett , 1996\ hace
tos de reconocinriento se consideraron recordados et mayor medida que al ¡ecuerdo falso de la palabra más parecido a una memoria real, proce-
sabidos, nientras que las falsas alarr¡as se enjuiciaron más como sabid.as dente de la percepción, er.r la medida en que anbas dejan menos rastro de
que como recordadas. Sin embargo, cuando disnrinuyen los recursos (en operaciones cognitivas conscientes, controladas (lohnson y Raye, 1981)
el nivel mínimo), el sujeto actíra de forma opuesta: cuando acierta al re- que las memorias que proceden de la creación de imágenes. Y, segura-
conocer como presente un detalle, tiende a considerar su respuesta como mente relacionado con esto, el hecho de que el sujeto oreconozca, con
sabidt más qte recordada, y cuando se equivoca al reconocer algo que no la misma rapidez Ia palabra fantasrua que las palabras presenradas pue-
estaba en el suceso, piensa que su respuesta es recorddda más que sabida. de constituir para el sujeto una indicación de su carácter real (ohnson
Dicho de otro r.nodo, la falta de recursos parece llevar al sujeto a atribuir et al.. 1997 ).
incorrectamente un origen episódico a algo que nunca vio y a atribuir un Ademis, los juicios de confianza que asignan los sujetos al recuerdo
origen semántico a lo que re:rlmente sí estaba presente. De un modo ex- de la palabra fantasrza a menudo no difieren de los juicios que asigna el
plícito, el suieto reconoce el origen interno de sus aciertos de reconoci- mismo sujero al recuerdo de las palabras presentadas (Roediger y McDer-
miento (posiblerrente inferenci¿s correctas), aunque también parece uti- mott, 1995), especialmente si el sujeto cree que la palabra apareció en las
lizar indicios inadecuados cuando juzga como episódico un detalle no primeras posiciones de la lista (Read, 1996). Por últin.ro, la rnemoria de
presentado, lo que sucede de mt¡do más patente con los detalles contex- la palabra fantasma se constdera recordada ('tetsts sabida) cou la misma
tuales que con los senso¡iales. plobabilidad ccrn la que se consideran re cord.ad.as las palabras reales (Roe-
En resumen, cuando no dispone de recursos cognitivos suficientes, el diger y McDermott, 1995\, e incluso mayor si la prueba de memoria se
sujeto recurre a su conocimiento previo para inferir aspectos del succso demora (Zechrneister y Zechmeister, 1996).
que realmente no recue¡da. Aunque estas suposiciones o inferencias pue-
'191
t90
5. FMCASO DE CONTI{OL DL I,A I{I,]AI,IIJAI) cs rrrr crittrio inirdccuaclo (¡rrohablcrnentc ulr criterio rcLajado). Vcamos
l.rs clos posibiliclatles con más detalle.
Con todos los datos que hemos recopilaclo en este capítulo se ptrctlc irr'
tentar una caracterización de los recuerdos sugeridos en oposiciótl il .\.1. Mctnorias mtty parecidds
los recue¡dos reales. Cuando se describen, los recuerdos sugcridos con-
tienen menos detalle sensorial, más alusiones a procesos cognitivos y ntils Solo podcmos conoccr Ia sintilirucl entre esas mcmorias de origen externo
muletillas verbales y autorreferencias que las descripciones dc recttct" c interno a trrvés de medios indirecros, como su expresión verbal o des-
dos reales, pero se expresan con la misma confianza y rapidez quc los cripción. Con todo, aceptatdo que el informe de menroria es un reflejo
recuerdos reales. Por otro lado, los recuerdos autosugericlos ofrcccn inrperfecto e incompleto de la representación mental correspondiente,
más dificultades para una caracterización inequívoca como memori,ls creenros que cs útil explorar en esa dirección. Ademiis, ya existe cierto nú-
de origen interno, posiblemenfe relacionadas con la función que cum- rirero de datos empíricos sobre los fact<¡res que aumentan o disminuyen
plen las inferencias en los casos que hemos analizado. En el caso de los cl parecido entre los recue¡dos de origen externo e interno. Por ejemplo,
estereotipos, podemos suponer que el sujeto dispone de recursos ex' ¡ Suengas (1991) ha sistematizado algunas de estas variables. Entre otras,
tras de procesamiento en la medida en que el estereoripo permite un tlestacamos las que tienen relevancia para nuestro problema:
procesamiento automático de la información directamente asociada I l) El paso del tiempo. Suengas y Jolrnson (1988) pidieron a sus suje
él (Bargh, 19ti8; Bargh y Pietromonaco, 1982, Diges, 1993a, 1996) y tos que evalu:rran sucesos percibi<Ios e imaginados en cuanto a la cantidad
libera recursos cognitivos para tratar el resto del suceso. Aquí, las in[e- de infonnación asociada con los rasgos que forman parte de los recuer-
rencias que realiza el sujeto son complement¿rias o embellecedoras, sotl dos. En comparació¡ con las eyaluaciones inmediatas, las que se producen
añadidos prescindibles. En cambio, cuando obligamos alsujeto a presen- vcinticuatro horirs después mostraron que los detalles contextuales eran
ciar el suceso sin disponer de todos sus recu!:sosr es muy posible que las los más duraderos, seguidos por los sensoriales, mientras clue los que se
inferenci¿s jueguen un papel más importante en el sentido de que son perdían con más rapidez eran los detalles semánticos, relativos a lo que
imprescindibles o necesarias para dar sentido y coherencia a las accio- se pensó y se sintió sobre el suceso, y este ordeu de pérdida es el misnlo
nes del suceso, para comprenderlo, en definitiva. Teniendo en cuenta el ¡rara el recuerdo de algo percibido clue para el recuerdo de algo imagina,
papel tan distintt¡ de las inferencias en uno y otro caso, es posible que do. Ta¡rbién Manzanero y Diges (1994c, experimento 2) encontraron
su resultado de memoria también muestre diferencias y nos impida ver que el paso del tiempo (1 semana) afectaba más a Ios detalles senso¡ia-
la consistencia que se ha mostrado en los recuerdos sugeridos por una Jes que a los contextuales dentro del recuerdo de un suceso real, aunque
fuente externa. en otro experimento (experimento 1) Ia demora de una semana lleyó a
Pero, en cualquier caso, lo que parecen mostrar los recuerdos sugeri- ligeros incrementos de ambos tipos de detalles. En cualquier caso parece
dos y autosugeridos cs que sc ha producido un fallo en el control de rea- que, a medida que transcurre el tiempo, Ias memorias de origen externo e
lidad: el sujeto no es capáz de distinguir una memoria real (percibida) de iuterno tienden l ser cada vez más distintas, pLles los rasgos que normal
una memoria irreal (imaginada a partir de una sugestión o de inferencias). lrente usamos para decidir que un ¡ecuerdo es externo (detalles sensoria-
Ahora bien, si esto es cierto, ipor qué se producen estos fallos? iEn qué les y corrtextuales) son los que más tiempo perduran, y en cambio, los ras-
cjrcunstancias se potencian o disminuyen esos fallos? gos rclacignados con ide'as y sentimientos que pueden confundirnos más
Para Johnson, Hashtroudi y Lindsay (1993) sigue siendo válida como sobre el tirigen del rectrerdo \on los quc rntes des;rparecen.
explicación la hipótesis de control del origen que habían avanzado Lind- 2) Pensar y hablar sobre el suceso. El paso del tiempo no siempre se
say y Johnson (1989), según la cual los errores se deben a que las memo- produce sin más; por 1o conún du¡ante su transcurso seguimos realizando
rias derivadas de la información postsuceso se identifican erróneamente algÍrn tipo de actividad relacionada con el suceso, sóbre todo si este ha
como procedentes del propio suceso. Por tanto, lo que hay que buscar es sido dramático o llamativo. iQué ocurre cuando seguimos pensando y/o
por qué se produce ese error de identificación, y se pueden avanzar dos hablando s<.¡bre sucesos percibidos o imaginados? En términos generales,
posibilidades (John son et al., 1997; Zaragoza et al., 1997): o bien las me- pensar repetidamente sobre sucesos percibidos e imaginados no provoca
morias de origen externo y de origen intetno son muy parecidas, y eso más e¡ro¡es cle tliscriminación (Suengas yJohnson, 1988), siernpre que la
hace que sea difícil discrimi¡ar entre ellas; o bien las memorias no son tan frecuencia con c¡ue se hace sea similar en ambos casos (percepción e ima-
parecidas, pero el criterio de decisión que se utiliza en la discriminaci<in ginación), porque la rememoración reperida retrasa el olvido de detalles
192 193
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y se siguetr rnarttenicndo l¡s cliferer¡ci¡s dc rirsgos errtrt cllr¡r. I't.r,r, Llrr,,, H() c11 un succs() irrtrl¡irrackl quc ¡rucdc llevlr l cstc a conli¡nclirsc co¡ uno
pensar más sobre un suceso imaginado que sobre uno percibido podrfi lcrrl. Aurrclr.rc, scgún Sucrrgls (1991), no cs frccue¡tc que uos basen-ros
hacer que se recordaran más los atributos del suceso inra¡¡irrado quc los cl] llLlcstros sentin]icntos para discrürtinar entre recuerdos imaginados y
del percibido, y que las memorias se parecieran más enÍe sí. Y pensar más pcrci[ridos, sí es factible pensar el siruaciones qrre provoquen esJ concen-
sobrc ciertos rasgos de un suceso que sobre otros hace que los repasados tr¡ción cn serlti¡'uiertos c ideas, Por ejemplo, la mayor parte de nosotros
se recuerden mejor mientras los otros se van olvidando con el tiempo, srrhcmos anticipar c(rno se van a des¿rrrollar ciertos acontecimientos so-
Así, si pensamos y/o hablamos sobte un suceso imaginado, este tiendc ciales en los que estamos muy implicados (una entrevista para pedir tra-
a mantener, a pesar del tiempo, los rasgos contextuales, sensoriales y se- brrjo, un examen, una discusión de pareia), y tendemos a imagirar lo que
mánticos que tenía inicialmente. Comparado con un suceso percibido dc hirrenros y diremos y lo que hará y dirá nuestro interlocutor, así como los
la misma época, en el que no sc ha pensado y que, por tanto, ha ido pe[- sentimientos que todo ello puede producirnos. No resulta extraíro que,
diendo esos mismos detalles, el suceso imaginaclo puede apirrccer clespués de haber realizado !a entrevista, no recordemos con seguridad si
mírs real o cercano a la percepción que el suceso percibido. ciertas cosas llegaron a decirsc o si simplemcnte las habiamos anticipado
l)ol otro hdo, si cl repaso (mudo o en voz alta) se colcentra en con la imaginacióu.
tos rasgos del suceso y no en otros, Ios primeros tenderán a De hecho, en esas situaciones, además de la semejanza de sentimien-
mientras que los segundos serán sensibles a la pérdida provocada por tos entre lo imaginado y lo percibido, suele darse también un alto grado de
paso del tiempo. De este modo, pensar o hablar sobre los detalles semejanza perceptiva entre ellos. Johnson, Foley y Leach ( 1988) encon-
tuales y sensoriales de un suceso percibido refuerza el ca¡ácter externo rraron, en relación con esto, que imaginar lo que alguien dice se confuu-
su recuerdo, pero pensar o hablar sobre las operaciones cognitivas que tle con más frecuencia con lo que realmente clijo si, además de imaginar el
re¿rlizaron durirnte su perccpción puedc haccr dudar sobre sn origen, contenido del mensaje, se imagitta la voz de esa persona diciéndolo.
los rasgos asociados con las operaciones mentales son más típicos de 5in enrbargo, hay datos contradictorios. En otro estudio (Manzanero
memoria de origeu interno. Del mismo modo, en el caso de sucesos i y Diges, 1994a), pensa¡ sobre un suceso percibido (prepa¡ar en silencio el
ginados el pensar o hablar sobre sus detalles semánticos (sentimientos relato libre) y sobre un suceso imaginado llevó en los dos casos a un in-
ideas), contextuales y sensoriales, al potenciar su perdurabilidad, cremento en el recuerdo de detalles sensoriales y coDfextuales, mientras
cará confusiones sobre su origen, ya que esos son los rasgos <1ue las alusiones a los procesos cognitivos del sujeto no se modifica¡on
cr¡n las memorias de origen externo. En ca¡nbio, concentrar el cn el relato del suceso percibido y disminuyeron, aunque no significati-
mierrtt¡ o las conversaciones en los rasgos asociaclos con las oper vamente, en Ios relatos de sucesos imaginados, lo que los acercaba más a
cr>gnitivrrs de un suceso imaginado lo harán más fácilmentc disti los sucesos percibidos.
dc t¡n recuerdo de origen externo. 3) Automatismo en la c¡eación de imágenes. Una última variable que
Suengas y Johnson (1988) encontraron apoyo empírico para puede hacer más parecidas las memorias de origcn interno y externo está
de estas predicciones. En concreto, pensar sobre los detalles relacionada con la info¡macitln sobre los procesos cognitivos que contie-
y contextuales de sucesos percibidos e imaginados no provocó más ne la representación. Este es un rasgo que aparece con menos frecuenci¿
res de discriminación clel origen, pues mannrvo la diferencia previa, en el re¡uerdo de algo percibido, puesto que las operaciones de la percep-
mal, entre los dos. Un incremento en el número de detalles sens<¡rialcs ción son nrás automáticas que las implicadas en imaginar. Por ello, cuando
contextualcs que aparecen en el relato de uu hecho percibido se el suceso imaginado se lleva a cabo con cierto automa¡ismo, es probablc
ta¡nbién cr¡a¡rdo krs sujetos tuvicron qL¡e co¡1tcst¿lr (hablar) a que la representáción correspondiente contenga menos información re-
sobre detalles del suceso (Manzanero y Diges, 1994b), aunque el lacionada con esos procesos. Este puede ser el caso de los sueños (Suen-
se rnantuyr¡ solo temporalmente, durante una semana, desapareciendo si gas, 1991) en los que no hay un control reflexivo, voluntario, para su
el recue¡do libre se demoraba hasta dos semanas después. Además, con- creación, y hace que a veces se nos aparezcan como terriblemente reales.
testar a preguntas también provocó el aunlento, no predicho por el mo- También, el responder a preguntas sobre un objeto puede hacer que
delo, en la mención de procesos cognitivos, si bien el efecto va desaparc- este se imagine de forma espontánea, sin que quede constancia de cómo
ciendo con el paso del tiempo. se ha creado la imagen, mientras que si se dal instrucciones explícitas de
En cambio, llevar a los sr.lietos a pensü repetidamenre en sus scnti- imaginar ese objeto, probablemente la representaci(rn posterior incluirá
mientos (Suengas y Johnson, 19{i8) logra enriquecer dc tal modo este ras. información sobre ese proccso deliberado. Durso y Johnson (l980) en-
194 r 9.i
¡1lfl.)r(r^ l,l ,rr¡ | ¡l
contraron precisamente este result¡do cuirndo pidicrorl a sr¡s suictos lll¡il \.2- Criterio inadecuado de decisión sobre el origen
de tres tareas: que respondieran a pregurtas sobre un rcfcrcrrtc, t¡rrc
imaginaran el referente, o clue simplemente Io nombraran. l)cro, incluso aunque las memorias de origen externo e interno no sean
En el primer caso, los sujetos se equivocaron ntás a menudo crcycn. rnuy parecidas, es posible que las confusio:res entre ellas se deban a que
do que lrabían visto los dibujos de los objetos que cuando se les pidió quc Ios juicios sobrc su origen estén influidos por los procesos de decisión y
crearan las imágenes correspondientes o que nombraran los objetos. ¡ror los criterios que se adopten en el momento de la prucba de recu-
Siguiendo una línea parecida, Intraub y Hoffinan (1992, exper.irrrcn- pcración (Johnson, Hashtroudi y Lindsay, 1993). l)e manera que puede
to 2) mostraron que cuanclo los sujetos se fiiaban intencion.rlmente c¡r scr úrtil examinar qué criterios emplea el sujeto y qué variables influyen
imágenes que se podrían suscitar a partir de un texro, tendían a confu|l" rn Ia elección de uno u ot¡o criterio. Como elecciones extremas, el su-
dir ¡¡enos el texto con una fotografía quc los sujetos que habían leíckr jeto puede adoptar un criterio muy estricto, que implique evaluar toda
los mismos textos y habían creado las imágenes de forma incidental. ln- la información de que dispone y solo al final decida que una memoria
traub y Hoffinan (ibid.) interprct^ron estos resultados de ¿cuerdo colr r cs interna o externa si todos sus rasgos encajan adecuadamente con el
el modelo de Johrrson y RLrye (1981) señalando que cl hacer explícita la patrón correspondiente. En el otro extremo, el sujeto puede emplear un
creación de imágenes llevaría a producir un registro de esas operaciones, criterio más relajado, que solo requiera uua ojeada rápida sobre los ras-
mientras que las imágenes espontáneas que se crean clurante la lecrura no gos de la memoria que juzga y que, al encontrar un acuerdo mínimo con
dejarían ese registro en lir representación. los rasgos del patrón interno o externo elegido, le permita clecidir rápi-
En el misno sentido se pueden interpretar los resultados de Dobson damente que encaja con ese patrón.
y lv{arkham (1993) con sujetos de alra viveza imaginativa, que cometie- Evidentemente, el que se adopte un c¡iterio estricto o relajado pue-
ron más errores de discriminación de distintas fuentes de información de depender de diversos factores. Para Johnson (1988), el propósito del
(peJícula as. texto postsuceso) que los sujetos que puntual:an bajo en vi- recuerdo, los sesgos que estén activos en el momento de ia recuperación,
veza imaginativa. Parece que los sujeros buenos imaginadores se implican o el peso que se da a la plausibilidad, son variables que pueden mover la
de forma espontánea en la tarea de imaginar los contenidos del texto, elección del c¡iterio. En esta línea, Johnson, Hashtroudi y Lindsay (1993)
es decir, crear imágenes de forma más automática, lo que les causa más sugieren que el c¡iterio que se suele emplear en la prueba de reconoci-
problemas después para discriminar entre lo visro y lo leído. Además, los miento del paradigma estándar de Loftus (una prueba de "sí/no", r¡ de
resultados de Dobson y Markham (ibid.) fueron todavía más claros en elección forzosa entre el ítem sugerido y el real) es un criterio relajado, ba-
favor de esta idea, pues mostraban que los huenos imaginadores fuvieron sado en la familiaridad global del detalle. Ello se deberÍa a que la pregunta
más problemas de discriminación cr»r los detalles presentados en el texto sobre el detalle se incluye entre muchas otras más fáciles, que requieren
(de hecho, buenos y malos imaginadores tuvieron los mismos resultados discrir¡linar entre detalles «vieios», reales, y detalles completamente nnue-
de discriminación sobre detalles present¿dos visualmente). Esta asimetrÍa vos,, y que inducen al sujeto a adoptar un criterio de familiariclad a medi-
en los e¡rores ha sido señalada tarnbién por Relli et al. (1994), en el sen- da que avanza la prueba, diciendo "sí' a los ítems «viejos»r que le sr¡cnan
tido de que, en general, se confunde más Io leído con lo visto que a la más qrp los "nuevos", a los que se dics .n6", o eligiendo el que más sue-
inversa, Io visto con lo leído, pues durante la lectur¿r a menudo se crean na de los dos en una prueba de elección forzosa. De este modo, al llegar
imágenes, mientras que el ver u:t suceso no suele da¡ lugar a imaginalse al detalle crítico, el sujeto sigue ernpleando ese mismo criterio y respor.r
su lectura. de sinrplemente a partir de la familiaridad, una familiaridad que provie-
En suma, difcrentes f:Lctores podrían contribuir en cada ocasión a que ne de su presentación en la pregunta o narración postsuceso, superior a la
las me¡lorias de oligen interno y externo fueran tan parecidas como para de cualquier detalle completamente nuevo, y que puede superar a veces a
llevar a confusiones y este parecido puede consistir en aumentar la c¿nti- la familiaridad de un detalle real, por el hecho de haberse presentado más
dad de rasgos externos de una memoria interna, o en disminuir sus rasgos recientemente.
internos; y, en la orra dirección, en disminuir los ¿ttfibutos externos de En cambio, cuando se pide a los sujetos que dcterminen la proceden-
t¡na memoria externa, o en aumentar sus atributos de intemalidad. cia de cada uno de los ítems en la prueba de recuperación, como vistos,
leídos en el texto, present€s en la película y en el texto, o en ninguno de
los dos (como en los experimentos de Lindsay y Johnsory 1,989, y de Za-
ragoza y Koshmider, 1989), se les está llevando a adoptar un criterio más
t96 197
FALsos
MEMORIA OE SUCESOS cARAcrERlsf lcAs DE Los REcuERDos
los f¿ctures
y cauto, que jmpliea buscar más información, por ejemplo' so-
.^.,,,,e nermitlrtl ir lnás alli dc unr simple etrumeración de
rcstru'lgido
.l.,
tr. lrr,¡ár¿ y .i tipo d. d"rall.s perceprivos' para rcsportder a. la pre' :::il;.iln;;;';,,;;;;' i'elemenrt¡s
susesrio;rbirid..d: susieren eue ta.expe'
activos de recon§lrucclon que
gu,,t, J" r..up.rr.,ón. E,, est" c,,o, tl criLerio adoprado en los iuicios de J[..i, ¿.1 ,..t.t.rdo contitnt
;;;;;;;;;i;r;a utili<lad en nuestra cdaptación aI medio,ambiente'
!"n,ruf ¿. fuente requierc escu,Iriñar los rasgos presentes.en-la rePresen- "'1";;. ;;;i;;ira independencia de las explic:rciones que ahora p.rle-
,..iJ" ori* a*ia¡r. ,i l¡ menro,i't es percibida o imaginrdr' l'ero recuér- t'.-iü á' q*' t' p"sibie elte rar lo' recuerdos v' lo
¿'.* ari*"r¡iá" .. pro,.lucen má" eriore' de arribución Je fttente cuando -".:i;:J. ;:;i.;;.i desde el punto de vistl aplicado' estamos en otspo-
r. Ios sujetás r resPorlcler con rapidez en la prueba
(Zaragozt y
",* .. rn,is;,'i;;;
in,.r..rnte
i;'',.',r''a" "p"iment¿le' par¡ examinrrenun,conittn-
"¡li*, "
L.r., isqfj. Aun así, col ui critcrio rr-rás estricto como el que se fomenta l::; ;" el ínrhito
cometjéndose errores' esto es' los su- r.¡le nrohlem.'ts actuales. l¿ malor Pf,rtc de eilo: ''e 'iruan
¡ul.lo, tot,t. el origett, siguen de nue\tros collocl-
",,-io, i""fr"¿.n lo ,Igeri,Jó corr lo percibid" (Lindsal 1990)' lo que r i, i.;..,1.,ni" forense experirnenral' la 'rplicaciún(percepción'
¡-"
i.ioi
"1,,
' pueden ,1."r'.r ."rpi¡i"t sobre lo* proce'ot psicrrlógicos
mernorra'
iri-*rl.JirJ¡."rdo que"las representaciones corr('sPondientes está
patrón de memoria de origen externo' ,¡pnciónl ¡l rnálisis de pruebas ¡udiciaies' CtrJa 'ez más' Ia Psictrlogia
--
ser uruy parecidas al
efec- lI-:#;;ñ;;;.i., i,.o.'ai'''ltntos que avudcn a velorar.pruehas qtte
Ún, aonraauancia de esre argumento sería que, para provocar el
to de info¡mación engañosa con un¿ prueba de reconocimiento de
'sí/no"
:#';H;.;;;; i;;'pio"'o" psicológiios de testiso§ v víctimrs de,deli-
se palez- ;:ll I;i:':,;;;l;i¿í,¡i."liá" o reion''cimiento de los autores de los
o <Je elección forzosa, no es prcciso que las memorias sLlSerld'r§ de sucesos' que
..,,, d.."'irdo a la5 reJles' micnrr'ts que "i h prueba dc rectlperrción
exi- ;i],;" Ml; ;it.;r^,ne,.tt. ,.l"ion"das c.n losderecuerdos
testigos v víctimas acer-
,. t",irl", ü prucedetlcia d( cJd¡ Jrtalle' como en los itricio' decontrol il;; ";;*;¡; aquí, son las declaraciones dos aspectos'
"d;;;i;;;, ñ;;.,".rias sugcriclrts rleben ser muctro mris parecidas a las ;;;"1;;;;;;;.rdan det delito' En este campo destacan sexual por
,."tar.'oua, el c¡iterio estricto que se utiliza va a lleval a un examen
más ;'i ::';1":; ;;;..1i" .""r,*io' de declaraiio'es de abuso
más graye arin, ya no se pueden corregir. Como hemos señalado mirs arri-
ba, no cabe tluda ahora de que los sujetos experirnentales engaíraclos crccn
realmente que vieron lo que sc Ies había sugerido, y son resistentes er la
¡etroinform¿rción negativa, de manera que puede ser muy difícil o impo-
sible restaurar la memoria original. El daño psicológico posterior clc esta
creencia en un falso abuso sexual está aún por evaluar, pero no será des-
deñable, pues el niño se creerá víctima de esas acciones.
El segundo aspecto forense en el que puetlen ser de utilidad nLlestros
conocimientos sobre la alteración de los recuerdos ticne que ver con la
evaluación de declaraciones coincidentes, sean de niños o de adultos, res-
pecto al desarrollo de una acción delicriva o de un accidente. La suges-
tión introducida a través de comentarios enfte testigos y/o víctimas tras
ocurrir el suceso, o a través de interrogatorios de un testigo en presen-
cia de los otros, puede crear testimonios con un alto grado de acr:erdo
intersubjetivo, que suele tomarse como La uerdad, cuando no es más que
el resultado de una sugestión común introducida en las fases más tempra-
Parte III
nas de la investigación, Del misnro modo, la autosugestión que se apoya
en expectativas de¡ivadas del conocimiento genérico sobre cóno suelen
OTRAS A?LICACIONES DE LA PSICOLOGÍA
ser los accidentes, los atracos, los violadores o los conductores jóverrcs, DEL TESTIMONIO
puede aparecer en el recuerdo en forma de inferencias y abundancia de
detalles sensoriales y contextuales que no son completamente rcales.
Por últirro, lejos del ánbito judicial, la alteración de los ¡ecuerdos de
la que puedc servir como ejemplo la memoria de John Dean, o las me-
morias de flash, supone una llamada de atención a la hora de evaluar los
testimonios de los protagonistas de hechos históricos. La reconstrucción
habitual de estos recuerdos, junto con el papelmás o menos determinante
que a todos nos glrsta iugar en los hechos dra¡ráticos o de cierta impor- nÑWlrom,r,nl
tancia, puedcn llevar a sugestiones autoinducidirs que alteran la mem<¡- BIBLIOTECADE
ria, dando lugar a versiones aparentemente contradictorias, aunque res- PSICOLOGIA
pondan básicamente a los mismos hechos. En este sentido, los análisis de
las memorias c<.¡lectivas (Middleton y Edwards, 1990) serían de gran in-
terés como un complemento al estudio de las alte¡aciones de lc¡s recuer-
dos. Mientras tanto, la única conclusión que se puede extraer de todos los
casos que herros tratado es que nuestra rnetnoria nos en8¿ria aunqLle, tal
vez, para bicn.
200
8
203
(1908, 143), uno de los piorrcros norteamcricanos en la aplicacilin tlc t ivil irrcluy"n lparlrtdtts o citllítttlos ctrtcros tlcclicatlos ll ilrtcrrtlgar<lritr
la Psicología aI Derecho. ,f, t,,rp".ftir-t ir",lt "rcl,lr.c", l.l verclad, qLlc sc alc¿rflza cüa¡rdo el i¡cul-
La confesión ocupa el primer lugar en la escala dc pruebas, por cn- r,.r.kr cntil :t tttr¡ tlt cl.rrlciútt-cotrlcrtrin'
' h,r ,,tr., l¡do. ll inft¡rrnlciórt .rhore disponiblc sobrc concletras erró-
cima de otras pruebas, si bien su importancia depende dc la fuerza quc
pueda tener la evidencia ya existente contra el «rspeclroso clel delito. De ,,"".., U.tta¿,rt Únidos en los últimos años (¿ prrtir de los análisis de
de esos
hecho, algunos estudios empíricos basados en la observación de irrtcrroga- ,tlJÑi, i,,ai., que la confesión (falsa) estuvo prcsente.en..el 25.0/o
(irs()s ¡e error, de manera que nos proporciona una indicación sobre
la
torios en comisarías y en encuestas a policías (Gudiorsson, 1992,2003i
rrr)()rt¡nciJ qtte se le concede durante Ia investigación'
Gudjonsson y Bownes, 1992; Moston' Stephenson y rJlilliarnson, 1992) ' n.i","ir,l, i*portanci¿ de la confesión puede proceder también de
indican que cuando hay pruebas fuertes en su contra, es rnás probablc que (200c) pusie-
el sospechoso confiese, incluso aunque la confesión ya no añada mucho ..rn.reirl¡i para modificar otras prrreba. Hasel y Ka'sin
',, experinrento li hipc;tesi* de qtre la confesión podrÍa
más al caso en términos globales. Pero cuando las pruebas acumuladas ,',,,,;;;';b;;" un
son débiles, la confesión puede ser suficiente para condenar. Kassin y .,l,,rt,rr ¡ la orucha Je idenrificación Algo más de doscierlros cstudraDle\
Vrightsman (1985) señalan, a partir de trabaios con iurados simulados, ,,.;,;.;p:;;; ;; i* dos f.rscs del cxperimerrto tn la printera' grtrpos de
,,rrrc j u 5 pcrsonas erJn te\ligos de rtn robo sintttlado que se
producí't
que la confesión lleva a más veredictos de culpabilidad, haciendo super- personas'
,rnre ellás. Á continuación veían una rueda fotográfica de seis
fluas otras pruebas. Y en casos reales, incluso aunque el sospechoso se re-
tracte más tarde, la mayoría de las veces es condenado. ;;,;. ;;;; ;; .rtaba el ladrón (rueda de autor ausente), v se les -pedía
Por otro lado, a veces la confesión puede llevar a pruebas adiciona- .t;; jñ;;, ,i ,..uno.ío. al autor del delito y con cuánta confianza
les de importancia para incriminar al sospechoso, como el descubrimien- (Lle I a 10).
'-'- iloJír, .¿t
to del arma o el cuerpo de Ia víctima. Y esa evidencia se puede usar para ,nrde se llevó a cabo la segttnda fase Los testigos I olvie-
de la
corroborar la confesión, aunque Gtrdjonsson (1992) estima que la investi- ro¡r al laboratorio de uno en uno y se les diio que cicrtos miembros
gación policial varía mucho en cuanto al interés por corroborar la confe- ;;;; il;bi"; confesado o negado su participación en el roho cuendo se
a
sión, incluso en países como Estados Unidos, donde la confesión requiere l.:s inrerrosó. De Io' 17.] que habí.rn señalado incorrectamenre 'rlguterr
.i. ü ,*Jí, .f to t¿ cambió su identificación señalando ahora al que
nha-
legalmente que sea co¡robo¡ada. su elección
;;;;;;á",. Por otro !ado, de los que vierol confirmada
A partir de los pocos estudios existentes sobre Ia importancia de la apenas
prueba en casos reales, principalmente de Estados Unidos y Reino llni- (se les dice que el que habían seI-rcl¡do ha confes¡do desPues)'
la seguridad casi en dos
do, Gudjotrsson libid.) concluye que [a confesión puede ser crucial o i"rllUi" ti.g*n. su elección, pero incrementan
(pf'an. cn promedio' de §'95 r 8.34)'
importante para la policía en el 200/o de los casos, aunque su Presenta- 'punros
Hubo 33 testigos que acertaron inicia!mente al no señala¡ a nadle en
ción ante los tribunales es considereblemcnte más alta: por ejemplo, en info¡ma-
eI47 o/o de los 4000 casos del Condado dc Los Angeles (Yotrnger' 1966, t^ rr.á^ Ltog.atiá. D" ent.. ellos, la mitad de los que fueron
ahora cambia¡on zu. decisión y se-
cit. en Kassin y Ilrightsman, 1985). áo, d. qu. aiguien había confesado,
que era una
Aunque no conocemos datos sobre la frecuencia de las confesiones ¡ato.on o algñn miembro de la rueda' A los que se les dijo
en la rueda'
en España, sí hay indicaciones de la inrportancia que se le atribuye' Así, ;;;r.;; ;;r:;;r, la que había confesado' la mit¿d la señaló
i,,nou. an estos casos los camhio. (de decir "no está'l señalar a algurelr
en un manual para formación de policías (Fernández Díaz y Moya Lucen- seguridad'
.;i;;;;rt1;.'.n acompañados de una disminución de la
do, 1991) se rlsalta que la Policía española ha sentido.un desmesurado otrat
interés en obtener la confesión del supuesto culpable a través del inter¡o- Io imnortante c\ que muestrJ como la confesión puede corromper
prueba de idenrificación' pero rambién cs posrble que
gatorio,, si bien aclara de inmediato que "la confesión de culpabilidad no .,rr,"É"r- aor¡í la
autores'
és tan importante como se venía suponiendo, ya que lo verdaderamente lold" innuit en átras confesiones en casos de delitos con varios que
in'lportante es aportar pruebas inculpatorias, y en el mayor número posi- ffi;t, ¿..it, un sospechoso que otro ya ha contesado puedefacer
Jp'ri""rá i"-Uic,r cánfiese, incluso aunque no sea- el autor' De hecho'
bl;" (ibid.,14). Solo cuando la confesión sea imprescindible para obtener falsas
alguna prueba material inculpatoria, es cuando se debe poner un gran cui- Diizin y Leo (2004) han encontrado que el 300" de confesiones
(,1;;;'i;;";;. piuebas de ADN) eran confe'i'rnes mriltiple' del mis
dado en el interrogatorio para obtenerla. sido
i¡o delito, esto es, de casos en que se presumía que el dcliro h¡bía
Sin embargo, en contradicción con lo anterior, la mayor parte de los
textos o apuntes empleados en la formación de la Policía y de la Gua¡dia cometido Por varias Personas.
20.5
204
OTRA 5 APLICAC¡ONE5 DE LA PSICOTOGiA DET TESf IIIONIO Asp[cros ps¡coLóctcos DÉ LA coNf EslóN
En el trabajo de Hasel y Kassin (2009) se dernuestra que la confesión acuerdo c<¡n ello, la prueba dc adr¡isibilidad recome¡dad¿r a los jucces es
puede teñir otras pruebas, como la identificación. Además, los autores c¡ue valorcn si el aliciente ha sido el necesario para irnpedir "una elección
ponett de relieve que la confesión podría también suprimir pruebas ex- libre y racionalo y para producir un riesgo claro de confesión Éalsa.
iulpatorias: si una persona ha proporcionado una coartada para el sos- 2) e[ propósito del requisito de proceso iusto (dwe process) no es ex-
pechoso, y luego se entera de que este ha confesado, es posible que dude cluir evidencia presuutamente falsa, sino impedir una injusticia funda-
acerca de su memoria. ment¿rl en el uso de evidencia, sea verdadera o falsa.
En resumen, la confesión ocupa por sí sola un rango muy elevado En resumen, aunque las confesiones involunta¡ias deben excluirse si
en la escala de pruebas; pero además, puede modificar otras pruebas, se cree que son poco fiables, este criterio no es suficiente, también se de-
aparentemente independientes, como acabamos de señalar. ben excluir si se obtienen de forma ilegal.
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OTRAS APLICACIONES OE LA PSICOLOGIA DEL TESIII-lONIO
A diferencia de lo quc ocurría en los informes de los años treinta, cn sospcchoso. O¡m irttcres¡ttlc túctticll, ctr lrt tttistrtl líllea, cs ¡lcrt¡r irl sos-
1r"ah,r.,r r,""ra",.lc stts i¡tclic¡tlorcs visiblcs, psicofisi<lltigicos
y no verba-
que se dice lo amplianrente extendidas que están las prácticas de tercer
ics, cle unrr conciencia culpable, tales como sequedad de boca, sudor, rro-
grado entre los policías para conseguir confesiones, el tribu¡al de Miranda
(1966), como no disponía de datos obse¡vacionales o de encuestas, re- virnientos nerviosos, ojos bajos.
visó casos reales y manuales de práctica policial y llegó a la conclusión de .3) El tcrcer tiPo general de enfoque se basa en el desarrollo de rela-
que en ese momento la ptáctica del interrogatorio estaba orientada más ci<in personal con el sospechoso (atracción emocional): mostrar simpatía,
hacia la presión psicológica que hacia Ia presión física, peto que el grado comprensión y respeto, a través d€ Ia charla y de gestos como los de ofre-
de coacción inherente en la situación no había disminuido. Sus resultados ccr una bebicla. Uná vez establecida una relación amistosa, el interrogador
se come¡ta¡ a continuación: intentará entonces persuadir al sospechoso de que la confesión es por su
al El ambiente físr¿o. Los manuales de policía, y más notablemente propio bien. Una versión más elaborada de esta estrategia es la técnica
el de Inbau y Reid ('1962) urgen a los policías a emplear una habitación dc .Mutt y Jef6' (el policía bueno y el policía malo), en la que participan
construida especialmente, que esté apartada psicológicamente de la vista dos interrogadores.
y ruidos de Ia comisaría, y a que se mantenga un control rÍgido sobre la Ademái de estas tácticas específicas, la revisión del tribunal de Mi.
ecología de esa habitación, con el objeto de mantener la privacidad (a na- rdnda encontró algunas reglas prácticas de aplicación universal, la más
die le apetece confesar delante de muchos testigos). irnportante de las cuales es ouna atmósfera opresiva de persistencia te-
Para minimizar la estimulación sensorial y eliminar toda fuente extra- naz,. Concluyó que las prácticas de interrogatotio eran inhe¡entemente
ña de disnacción, apoyo social y liberación de tensión, los manuales reco- coactivas. Años más tarde, la revisión de manuales para policías y el aná-
miendan que ta habitaci<in sea a prueba de ruidos y desnuda, sin muebles lisis cle interrogato¡ios reales han llevado a Leo (2004) a una conclusión
ni adornos, solo dos sillas y si acaso un escritorio o una mesa. También es similar, que esás técnicas pretende¡l aumentar la ansiedad dei sospecho-
crítico, por supuesto, que al acusado se le niegue todo acceso a la comu- so y persuadirle para confesar.
nicación con amigos o con su faniilia. Por último, se aconseia al interro-
gador que se siente lo más cerca posible del acusado, en sillas sin brazos y
J. LONDILIONE5 DE LA DL I LN( IÓN
con respaldo recto, ambos al mismo nivel ocular. lnvadir el espacio perso-
nal, se dice, aumentará el nivel de ansiedad del acusado, del que este solo
podrá escapar si confiesa. Más allá de las conclusiones a las que llegó el tribunal de Miranda et 1966,
b\ Tácticas manipuladoras. Inbau y Reid (iüid.) describen con deta- iqué se nuedc decir en la actuatidad sobre las condicit»les en que se lleva a
lle 16 técnicas para lograr confesiones de acusados inicialmente reacios cabtr el interrogatorio de sospecltosos? Las técnicas cot.lcrctas de interro-
a autoincriminarse. A partir de ellas, emergen tres estrat€gias o temas gatorio, que se examinan en el apartado siguiente' se aplican en un con-
principales: iexto físiCo y en unas condiciones restrictivas para el interrogado que por
L) La primera de ellas consiste en reconceptualizar para el sospecho- sí solas pueden llevar a la conclusión, como ha hecho el Tribunal Supremo
so las implicaciones atribucionales de su delito minimizando su gravedad, de Estaios Unidos, de que los interrogatotios baio detenqi$n 5s¡ «inhe-
o proporciouándole una atribución externa de culpa para salvar la cara rentemente coactivo§», Puesto que el interrogador es parte de un sistema
(por ejemplo, culpando a la víctima o a un cómplice, fue simple negligen- que le da ciertos poderes y controies (de arresto y detención, de acusar al
cia, fue defensa propia, o por arrebato pasional). sospechoso, de preguntarle, de regular su libertad de movimientos y de
2) Desde un ángulo completamente distinto, una estrategia alterna- acceso al exterior) (Gudionsson, 1992).
dva es atemorizar alsospechoso para que confiese. Una forma de lograr- De entrada, el periodo de interrogatorio puede ser muy variado: des-
lo es exagerar la gravedad del delito y la magnitud de la acusación. Otra de los mínimos de 24 horas sin acusación (en Gran Bretaña) o de 72 (en
variante de la táctica del miedo es que el interrogador finia tener una fir- España) hasta varios días de incomunicaciÓn (especialmente en casos
me creencia en la culpabilidad del sospechoso, basada en evidencia «fac- de terrorismo en muchos países). Al mismo tiempo, las condiciones del
tual, independiente (el truco de oecharse un farol sobre lo que se sabe"): interrogado, tanto físicas como mentales, puedan ser ext¡emas. Físicrt-
huellas dactilares en la escena del crimen, que un policía se haga pasar mente, el sospechoso puede llegar a estar exhausto, y los descansos entre
por testigo y le "identifique" en una rueda amañada, o intentar persuadir sesiones de interrogatorio no siempre están regulados; psicológicamente,
al sospechoso de que ya ha sido implicado por un cómplice o Por otro puede sufrir problemas emocionales y confusión mental.
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OTRAS APLICACIONES OE LA PSICOLOGIA DEL TESfINIONIO
AsPt( l os PslcoLÓGlcos DE LA coNFEslóN
-
I 3.1. El ambiente físico del interrogatorio El sospechoso clebe sentarse frente al interrogador,
á. lr,1.,.ro qu. permita apoyarse e ¡ ell¡" (ibid')' El
opero. no muy cerca
policía que pregun-
lo que.le propor-
Los manuales de policía de muchos países se basan en el manual de Inbau, ;;ú;;l;1J;#t" .as q," la persona inte rrogada'
^lio Poi último, el abogado debe situarse de-
Reid y Buckley (r1986, del manual de Inbau y Retd, 19622), que propor- ;;;;;;;;;;;,;i, psicolósica.
ciona indicaciones precisas sobre cómo disponer el ambiente físico para -* del interrogadoa.
trás
¿. Jtr. marco físico tiene lugar una interacción muy.esPecífica
aumentar la probabilidad de confesión. Entre estas incluyen: aislar al sos- O.rir"
que es rnterroga-
pechoso de influencias externas en una habitación que preserve la priva- enre el policia o los policias que preguntan y la persona
que entren en lueSo.olro\
cidad y no sea de paso; asegurarse de que no hay objetos que distraigan d, como sr..,spechora del deliro. lo que da lugar a
para decldlr con
su atención; sentarse cerca de él; poner colegas que observen subrepti- l.rcrores oue pttederr dereriorar la capacidad del deLenido
ü."il. un'r arnplia lisra de
ciamente la entrevista a trayés de un espejo unidi¡eccional para detectar .,"- if tráions.on ( t9q2) ha sisrrmarizado
variables de esa categoría que se conletrtan a contlnuaclon'
signos de vulnerabilidad; junto con precisiones concretas sobre la luz y el ,
teléfono.
Lh manual españoF, dirigido a la formación de investigadores de ac- 3.2- Ansiedad y miedo durante el interrogato o
cidentcs de t¡áfico de la Guardia Civil (Borrell, Algaba y Martínez-Ra- pueden mostrar signos
poso, 1991), cuando proporciona unas nociones sobre interrogatorio de Para los manuales policiales, inocentes y culpables
;;;;;;;;t;i.r*"o. Éero los pollcías i"tn q" ttt nerviosismo di-
delincuentes, es prolijo a la hora de señalar normas de actuación sobre la (los tnocentes
sála d€ interrogatorios y la colocación de las personas, solo limitadas por [i.r.., gr"du (más nerviosos los culpables) y en duración
rrogatorlo)
la disponibilidad de medios y material con que se cuente (ibid., 188-1,891. * van
se tranquilizando a medida que progresa
';;;;i;tg" el lnl e '
Además de las comentadas más arriba, el manual español indica que en la J",os p'itolojitoi m-i' rig.,ro'o'' de l'rboratc''rio v de
que hay
sala no debe haber teléfono, o caso de haberlo, debe tener algÍrn disposi- oUr.rá.iJn eico-isarías (Irving y HilgenJorf, 1980)' indican
en esxs sI[uaclo-
tivo para desconectarlo, de tal manera que permita utilizarlo solo cuando tres factores o clases generales de estresores que ¿lectan
culpable o inocenre:
convenga. No debe haber ningún reloj de pared, ni tampoco permitir que ,.i ."n-itá.p"n¿.ncia de que el interrogado sea
a) el cauiado por el ambiente físico en Ia comisaría'
el interrogado lleve reloj de pulsera, pues paso del dempo es un apoyo
"el
muy grande para el detenido, (ibid.,l88). La sala debe tene¡ una buena .i ot"ár.¿l p.r el confinamiento y el aislamiento (de sus iguales)'
ií
luz, que no deslumbre ni al policía ni al interrogado, pero sobre todo que e?Lrtt¿t d.Uii" al sometimiento a la autoridad'
permita ver bien al detenido para poder apreciar sus estados de ánimo (son-
"i
las
rojo, palidez, nerviosismo, párpados, etc.). Si hay yentarras o balcones, de- a\ El ambiente físico. Para el novato no es familiar: no conoce
ben estar cerrados para evitar intentos de huida o suicjdios, Sobre la mesa r.-r"l al'.".árrci" qr. rig.n alli, tiene incertidumbre y falta dc.control
,;"b;. ;a;ü;;;. (',o h¿i Iibenacl de movimientos, ni privacidad'
hav
no debe haber armas ni objetos que puedan emplearse como tales (abre- una invasión de su es-
cartas, por ejemplo); tampoco el interrogador debe lleyar armas a la vista. ."ri""*litü áa i.tt".róg"dot, lo que produce
incluso És cspañoles' seguidores '1-e- I nbau
El mobiliario debe ser nsencillo y sobrio; la silla del interrogado sin ;;"i;;;;;;;1,.
'ct '"nu"ltt esle hecho: -El c¡ráctcr
reconocen explícitamente
apoyabrazos (incluso sin respaldo), (ibid.,189\; los nredios de grabación al. l!962.1986),
(si interesan) deberían ocultarse para que el interrogado no se ,le delincuente habitual o pro[esional dcl delito dificulta notablernenle
"retraiga".
.i¡ri.rr"*ri"ti., pue, debido a su ex periencia se las sabe 'odas: ambien-
;; ;;l;;d";;;;ilcias policiales, el proceso del interrogarorio' muchas
q85' I 69) o como de-
2. La cuarta y última edición cs de 2001, y ha ampliado cl n(rr:rero de autores: Inbau, ;;l;; ;;;ár;;pleadas... lRodriguez Casares' I
pollciJ cn un Pe-
Rcid, Buckley yJeyne, aunque sus novedades probabler¡ente no han llcgrdo a 1os manuales claraba hace unoiaños un experimentado comisario de
tortura en España, especialmente en rela-
,iá¿1." t"Ut. la existencia dÉ
.j. 8l material publicado (o manelrrdo) en la formación de policíns en España incluye oY tenemos una
teüto «¡puntes»r a veces sin concrctar autor, a veces incluycndo el anagrama del cuerpo co- .ián .on lm danunciadas por sospechosos de terrorismo:
nuestro a
rrespondiente y elcurso de especializnción al que va dirigido, como Iibros de rexro perfecta- posición de ventaia porque nosotros hemos visto pasar delante
mentc idenrificrbles. Los contcnidos son en ocasiones lit€ralmente idónticos entre sí, lo que
rcrnite a l.r posibilidad de que ambos procedan de un material mis antigur-r, nlry prrecido a so
l¡s indicaciones contenidas en los manuales de Inbau y colaboradores ya citados. En lo qoe 4. Casi en rérminos idénticos a los señalados' podemos encontrar-indicaciones
'268\'
siguc oos limiraremos a reseñar la infornución contenida en litrros ide¡tificados. Lrr. tr'r"tJ ini...og"torios en Martín Ancín y ttvarez Rodríguez (2003' 267
2.11
210
muchas decenas, mie[tras que para ellos esc cla su prifier enclrcntr'o con lliclic¿rs c()lt c;tcla rttt<1, corrl() vcrcln()s rttr ¡rtlco tttás lrlcllttre. l-os sospc-
nosotros» (El País, 2002, 28\. ehos<¡s ant<¡cit»ules prtctlctr scntir rctrrorclitnicntos por lo quc han hccho
b) Tiernpo y durdción del interrogatorio. El interrogado ignora cuárr- y sc lcs iclcntifica ¡.,.i.,1u".. conrrlueven con las palabras y acciones del
to puede durar, pero mientras se produce, exíste confinamielto y aisla- inter.oga.lor. En cllos, cl retrrordimiento ¿ctúa como una fuerza ilterna
miento de otras personas. Taurbién puede haber incertidumbre sobre la de irnpilso que facilita la confesión, de manera que el interrogador debe
satisfacción de necesidades básicas: si puede comer o dormir y cuándo, si rcercárseles con simpatía y compasión.
puede ir al cuarto de baño, etc. Como señalaba el cornisario de policía al Si se trat¿r de soipechosos no emocionales, no tienen problemas de
periódico, una vez que se perciben deseos de negociar por parte del sos- conciencia por haber actuado mal y se les identifica Por su resistencia a
pechoso, uProcuras compensarle con pequeños favores, que si una cerve- inplicarse emocionalmente en el interrogatorio. EIace¡camie¡to más efi-
za, que si ropa limpia, una llamada a un familiar para que estén tranqui- caz es un nenfoque de análisis de los hechos", que usa explicaciones y argu-
acusado cot'l
los" (ibid.\ . -entos de sentido comirn, más que emociones: se enfrenta al
c) Subo«linaci(»n a la autoidad de los policías. A partir de los traba- las razones por las que cs inútil negar el delito, se le informa de las «prue-
jos de MiJgrarn (197411980) sobre obediencia a la autoridad, podemos bas' que le implican, o se exagera la importancia o fuerza de esas pruebas'
suponer que los sospechosos están dispuestos a obedecer e incluso a ha- Lá otra parte en este proceso de interacciól es la persona que Pregun-
cer daño, en contra de sus principios; están dispuestos a dar información ta, normalmente un policía. Entre las cualidades personales deseables en
e incluso a confesar, aunque normalmente no lo harían por las consecuen- w buen interrogador, las más importantes son: buena inteligencia, bue-
cias negativas que tiene. na comprensión de la naturaleza humana, capacidad para congeniar cot't
Gudjonsson (1992, 2003\ ha llamado la atención sobre el hecho de otros, paciencia y persistencia. O, como dice un manual español, cuando
que algunos trabajos psicológicos muestran cómo estos factores pueden la confesión sea imprescindible para obtener ttna prueba inculpatoria, el
jnfluir en el estado fisiológico. Así, aislamiento social, de privación senso- policía debe poncr todo el "interés y profesionalidad en realizar un in-
rial, fatiga, hambre, falta de sueño, dolor físico y emocional y artenazás, terrogatorio con inteligencia, astucia, tranquilidad, perseYerancia, auto-
son factores que pueden influir poderosamente en la toma de decisión rrd¡Jy firmez¿, (Fernández Di.rz y Moya Lucendo, 1991, 15). También,
del sospechoso y en la fiabiliilad de sus declaraciones. Gudionsson (2003) serlalan Martín A¡cín y Álvarez Rodríguez (2003'268)' Ia formación del
concluye que especialnrente la falta de sueño tiende a producit deterio- interrogador ,lebe abarcar conocimienós iurídicos, psicológicos y técnico-
ro en el razonamiento, confusión mental, desorientación y aumento de policiales.
sugestionabilidad. Ademá¡ debe estudiar, estar al tanto de novedades, conocer las téc-
Pero esta no es una conclusión exclusiva de la Psicología, En el re- nicas, saberlas limitaciones y regulaciones legales, tener conocimiento de
portale de El País antes comentado, la valoración de un médico forense los principios psicológicos y teorías de interrogatorios y confesiones, y
apunta en la misma dirccción: u,ra'bueno comp.ensión de las señales de engaño, incluyendo los indicios
no verbales. En la misma línea, Borrell, Algaba y Martínez-Raposo (1991)
apunran como el mejor de los métodos el que el interrogador haga las
De todas formas, hay que tener en cuenta que la detención en sí rrisma co-
loca a los afectados en una siruación anímica muy frágil y que hay gente que cosas con profesionalidad, tecnicismo y paciencia, uvalorandt¡ las menti-
acusa muchísimo ese rnorncnto. [...] Sí es cierto que, como no percibe¡ Ia luz ras, las contradicciones, el estado de ánimo del interrogado, sus refleios,
cle la calle ni disponen de relojes en las celdas, los detenidos padece¡ cierta nerviosismo, experiencia delincuencial y otros muchos detalles que no
desolicntación horaria y algunos se quejar de que no duermen bien por la el buet'r interrogádor» (ibid.,199)
-pueden pasar desapercibidos Por no parece seguirse en la práctica, es
inconrodiclad del catre (El l'ak,2002,28J. Una cuestión interesante, que
que Inbau y colegas señalan que el interrogador debe estar especializado,
Si esta puede tomatse como situación general, los manuales de policía no tiene por qué ser un buen investiSador, v viceversa.
también indican qué hacer con determinados tipos de sospechosos o cuál En résumén, para la mayoría de sospechosos, el estrés generado por
es el ideal de interrogador. estas situaciones es tal que deteriora su capacidad para ejercer sus fa-
Así, una de las primeras cosas que debe hacer el interrogador cuan- cultades de juicio, razonamiento y derechos legales (Gudionsson, 1992,
do considera culpable al sospechoso, cs distinguir si se trata de un indivi- 2003).
duo emocional o no emocional, porque se deberían emplear diferentes
212 213
OfRAS APLICACIONES DE LA PSICOLOGIA DEL fESTIIIONLO aI ()\ l'\l(:()lÓGIcos oI LA coNFEslÓN
^sl'l
que
4. TÉCNICAS DE INTERROGATORIO: r ig.rclor no tienc ccrreT-x de la culpabilidad del sospechoso, sugieren
LOs MANUALE5 Y LA PtuiL rlCA l'Ot l( IAI \( c,nplce el Mer,,do,Jel 5ubrcrfugio :
'5e.rnpi.r, haciéndole ver que poseemos indicios o pruebas-que en
Si el tribunal de Mirandahabía analizado en 1966 las té.nicas p.ornouil rc,rlidad aún no poseemos. fortnuiándol. ,n, hipotesis irnaginarir fabrica-
das en los manuales de policía, especialmente el de Inbau y Reid (1962), J.¡ oor el interrogador. Se le puede mostrar pruebas trucadas, tales
como
sus conclusiones sobre la inadmisibilidad de la confesión dieron lugar a 1,,,.11". dactilarel init,rmes balisticos.... etc." (ibtd" 198) El límire quc se
cambios en la práctica del interrogatorio. De manera que cabe preguntar- c.ti"Ui... ¿"r¿..rr.,.*,o para el empleo de est<¡s mérodos no es legal
se cómo son ahora las técnicas de interrogatorio empleadas por la policía. ni ético, sino que uEste método puede ser muy útil, pero restrlta poco re-
Para ello, podemos fijarnos en las directrices de los manuales de forma- ..,r*"irUi., pr.s si ,. d" .u.,lt" clel engaño (el interrogado) conduce al
ción, Io que haremos en primer lugar, pero también en los estudios que ---- complelo ¿. ¡n. 1.aqx5qs- (iáid.).
nri\
se han llevado a cabo observando directamente los inte¡rogatorios en las Én f"'rn"-" línea, la rnanipulaci<in emocional se considera deseable:
comisarías y preguntando a los propios policías, que se conrentará al fi- "Si lás acusados son vários, a cada uno de ellos se les participará las incul-
nal de este apartado. p.rciones que sus acompañantes han realizado con respecto a los otros'
Gudjonsson (1992,2003) ha realizado una revisión exhaustiva de las l.ouocrnio r"acciones de ira y venganza que coadyuvarán a las mu-
r,,,r. acusaeiorte., (Fernández DÍazy Moy.r ¡u6q¡is' l99l' l5)'
utácticas y técnicas de interrogatorio" policiales a partir de las ediciones "rí
sucesivas del manual de Inbau y Reid (1962, 1967, 1986 y 2001) y de ma- 3) Son reacios a considerar la posibilidad de que esxs.técnicas' basa-
nuales británicos de fecha similar o posterior. Como veremos en lo que d.rs en l¿ intuición y en una experiencia amplia' puedan llevar a un
ino-
sigue, los manuales españoles siguen de cerca el mismo texto y, por tanto, que no ha cometido' La ítnica excepción que
ccnte a confesar un delito
les son aplicables las mismas conclusiones que cxtrae Gudjonsson en el cncontró Gudjonsson, v tueiecedora de atención, es el manual británico
marco anglosajón, -'
de tlalkley (1987)5.
Según Gudjonsson (1992), estos manuales coinciden en varios as- tas t¿.nicrt d" interrogatorio, por rxnto' deben contemplarse- desde
pecto§: esos supuestos: pu"rto qu. el interrogado no quiere confesar,
debemos
1) Todos ellos asumen de partida que la mayorla de los sospechosos ...", inrtrulrl.rrtor, formás de preguntar, que le lleven c.rutoincrimi narse,
criminales son reacios a confesar porque les da vergüenza lo que han he- .rrnoue suDongan aleÍln tipo de engaño. Presión o manlPulaclon' porque
cho y por miedo a las consecuencias penales. También los manuales em- ,i ,l fin"l l.onf"i.ro, ei sin áudr porque comerió el delito Desde la Psico-
pleados en la forr¡ación de la policía española parten de supuestos p¿- loci.r se ve dc orra form¿: se inlent¡ examinar las récnicas desde el marco
recidos: oEl interés en ocultar la ve¡dad en el interrogatorio hay que Je"lo qu... s¿be sobre actintdes. sumi..ión (o conformidad) y obediencia'
presuponerlo, con independencia del grado de responsabilidad, pero esta Mientias que algunos autores, como Kassin y !lriglrtsman (1985)' ana-
es determinante para explicar la distinta fuerza con que se manifiesta, es- lizan las téinicaidesde la perspectiva de manipulación emocional' otros
pecialmente cuando se trata de delincuentes habituales o profesionales, como Gudionsson (1992, ,003) lo hacen más a fondo desde las caracterís-
y
(Rodríguez Casares, 1985, 168). ricas individuales de strgestionabilidad y aquiescencia de los sospechosos
2) Se requiere cierta cantidad de presión, engaño, persuasión y ma- su interacción con forln¿s de interrogarorio.
nipulación para que "la verdad sea revelada,, esto es, pará que el inte- Ya antes de empezal a preguntar, en algttnas ocesiones 'rt puede
con-
rrogado confiese, También los manuales españoles indican requisitos ,"ori, un" puri.ió, de veniaia al elegir el momento más adecuado' dada
parecidos. Así, Fernández Díaz y Moya Lucendo (199 I ) sugieren que el laimplitud variable del periodo de detención' Borrell, Algaba y Martí-
cngaño debe estar presente en un interrogatorio eficaz: "El interrogador n.r-R poro (1991) indicin al respecto que la elección del mejor momen-
no debe da¡ nu¡rca la sensación de que no sabe nada o que tiene impol-
tantes lagunas sobre los hechos. AI contrario, en todo momento debe da¡ 5. Aunque la rirltinra edición del nranu¡l de lnb¡u I «'l¿borcdores (2001) inclrve un
a entender que sabe todo lo que ha sucedido, que tiene pruebas y que el ¡-ronulosolrrelrsf¿ls.r*c(,nleironc\,vcoñentarralgunr¡n¡l'aiord<r¡ve'rrgadore'':nni'r
segttro
interrogatorio es una simple formalidad, (ibid., 1.5). En el manual para .,," lr' ¿i,.."i..t a. .'e ¡rupo. vren<n .r afirm rr que srs tÉinL'ts son legrles y que
,,,,. ,,, f.,f..".o'ufe"rone' D. h.ch,,, <onienr¡n corr brtve'l¡J los Lr:l'cio' crnpíri-
investigadores de accidentes de tráfico de la Guardia Civil, también se ".,*'."" rr.m¡rc qr,e ' l hhúr'rr ori. e\rí rei'F J( L vi\l¿ rc-rl . P"r *rr¡ttstt''
.','' ¿. ,],. ^, ..¡rl
proporcionan métodos útiles para interrogar a sospechosos de delitos ,,,, -"*,.,ij" q". '"4"
*f. hry dis trabajos empirico! propios (uoo mrs vincrr lado rl polígrnfo)
(Borrell, Algaba y Martínez-Raposo, 1991); para el caso en que el inves- qLre avalcn sus técnicas.
2t4 2t5
U IXA5 APLICACIONES DC LA PSICOLOGIA DEL ESf IMONIO ASFI( IOS P§ICOLÓGICOS Ot LA CONf ES¡óN
to debe estar determinada por el objetivo de obtener lirs máximas vcntajas lnbau y sus colahoradores promueven (por medio del manual y de los
para elinterrogador y las mínimas para el interrogado; pero ese momenro numerosos curso§ que imparten) la idea de que es posible, con un enüena-
depende de características del sospechoso y de lo que se conoce sobre ély miento adecuado, distinguir entre verdad y mentira. Por ello, lo primero
el caso en general. Así, el interrogatorio debería realizarse lo antes posible que es preciso señalar es que las indicaciones que proporcionan para esa
con delincuentes habimales e inteligentes, fríos y reflexivos, pará que no discriminación no se basan en coÍrocirniento científico psicológico Aún
tengán tiempo de fabricarse una coartada. Mientras que, por elcontrario, más, muchos trabajos científicos anteriores y posteriores concluyen con
si se prejuzga que ya tienen una coartada, porque esperaban el arresto, rotundidad que la Psicología no dispone de ningún medio probado que
porque se entregaron a la policía, o habían recibido asesoramiento legal, permita discriminar entre verdad y mentira por encima del aza16.
entonces debe posponerse el interrogatorio lo más posible, y
"rratar de En breve, el procedimiento de detección de mentiras que Postulan,
distraer aL sospechoso para que olvide el hilo áela coartada o el antedicho al que denominan "Análisis de Síntomas de Conducta,, se basa en Ia idea
asesoramiento» (ibid., 189\. de que utilizamos tres canales para la comunicación: el verbal (las pa-
Puesto que en muchos países los policías y militares siguen las indica- labras que se usan y la forma en que se combinan); el paralingüístico (ca-
ciones de lnba¡ et al. (1962,1986\, citando o no su procedencia (como racteísticas del habla que no incluyen las palabras, como la rapidez al ha-
en el caso de los manuales españoles que se limitan a señalar que estos blar); y el no verbal (postura, gestos, expresión emocional).
métodos oson aceptados en infilidad de países para el interrogatorio de Uno de los principios básicos implicados en el análisis es qrre no bay
delincuentes comunes", Bonell, Algaba y Martínez-Raposo, 1991, 196), conductas únicas asociad.as con sinceridad o mentira, Las observaciones
aquí se exponen con detalle, siguiendo la edición de 2001 del manual de de conducta que hace el invesdgador sobre el sospechoso reflejan el esta-
Inbau. do interno emocional que el sujeto experimenta durante una respuesta.
Algunas de esas emociones están asociadas con más fue¡za a la sinceridad
4.1, Ld entreuista preuia: detectar la mentira (cónfianza, certidumbre, convicción) y otras al engaño (miedo, culpa,
aprensión, conflicto). El análisis de conducta, por tanto, implica hacer
lnbau et aL. (2001) plantean su técnica de interrogatorio en dos fases: ld inferencias sobre la sinceridad de un individuo basado en observaciones
primera es una enffevista formal para determina¡ si la persona miente conductuales, ninguna de las cuales son únicas para la verdad o la mentir¿.
(es culpable) o no. La segunda fase, el interrogatorio al sospechoso, es En cuarFo un sujeto acepta ser preguntado sobre el tema que se está
una secuencia de nueye pasos que se realiza cuando el policÍa está seguro investigando, toma una actitud hacia la entrevista y hacia el investigador
de que el interrogado miente, es culpable, y está encaminada a conseguir que a menudo refleja su culpa o inocencia subyacente. Esta actitud, a la
que firme una confesión. vez, afecta a las conductas verbal, paraverbaly no verbal del sujeto. Basán-
La entÍeuista previa es de carácter formal y debe ¡ealizarse en un am- dose en sus atios de <¡bservación, así como también en hallazgos especí-
biente controlado por el entrevistador y que no suponga ningún apoyo ficos de investigación (aunque solo citan un artículo publicado sobre este
para el entrevistado. El mejor lugar es la comisaría de policía o un lugar tipo de análisis), concluyen que las conductas descritas más abajo son las
neutral; el peor sería la casa del entrevistado. que se ven más a menudo en sujetos sinceros y mentirosos durante una
De gran importancia, y subrayado por los autores, es que la persona entrevista. Inbau y sus colaboradores presentan por separado los t¡es ca-
entrevistada zo esté detenida para no tener que leerle sus derechos (Ml- nales de comunicación.
randa\. De hecho, los procedimientos de ent¡evista sugeridos por Inbau
et al. 12001,88) requieren qu,e: 1) el sospechoso no esté detenido (incluso
mejor, si cree que no es sospechoso); y 2) si está detenido, tiene que haber 6. Una referencia clásica y que incluye los rrabajos pubJicados prevranrenre es el
rnetaanálisis publicado por DePaulo ¿f 2003, 74'112). Lo más relevante de este trabajo
firmado previamente su renuncia a permanecer en silencio y a la presen- "1.,
cs su inclusión de todos los estudios empíricos y experimentales sobre posiblcs diferencias
cia de un abogado. entre verdad y mentira en contenido verbrl, expresión emocional, gesros, etc. Teniendo en
A través de la entrevista se pretende obtener información útil para el cuenta simultáneament€ todos los datos, apcnas háy ¡ndicio§ leves qu€ permitan discrimrnir
caso (así se le dice al entrevistado), pero el objetivo fundamental es exami- entre los promedios de decla¡aciones verdaderas y falsas, y los másfiables son los ¡elativos al
contenicló ve¡bal. Los mismos resultados se pueden encontrar en los trabajos de la doctora
nar la conducta del entrevistado para determinar si miente o no, Si el en-
cspaóol¡ M. L. Alonso Quccut¡, que rltro.lujo cl mt¡delo de control de realidad en el análi-
trevistador concluye que miente, entonces será sometido al intcrrogatorio ,i'de decla¡¿croncs verbales verdideras y falsas (Alonso-Quecuty, 1990, 1992i Hen^\dez
(siguiendo los nueve pasos de la técnica). Fernaud y Alonso-Quecuty, 1997, eotre otros trabajos).
216 zt7
OTRAS APLICACIONES DE LA PSICOLOGIA DIL f ESTITlONIO ASPI ( TOS PSIC(JLUG
4.1.1. Evaluación de la conducta verbal verdad, pero, no quiero implicar a nadie, pcro, puede que no se lo crea,
Pero...».
Cuando se miente, es normal sentir ausiedad, y durante la entl'evista 5) Los sinceros ofrecen respuestas espontáneds; los qwe mienten pue-
muchos de los síntomas de conducta reyelados por un sospechoso que den ofrecer respuestas repasadas. Hay dos conductas verbales asociadas
miente representan sus esfuerzos conscientes, o preconscientes, para re- con las respuestas repasadas- La primera es una negativa sin contracciones
ducir esta ansiedad interna. Este concepto fundamental forma [a base (.Yo no Io sé,, en lugar de «§e 5f"). La segunda es hacer un listado, esto
pata evaluar las conductas verbales, paralingüísticas y no verbales de un es, ofrecer una lista de posibilidades, que nos indica que el sujeto ha gas-
sujeto. tado un tiempo considerable anticipando preguntas y preparando explica-
Claramente, en esa situación de ansiedad, el sujeto hará Io posible ciones creíbles (1, 2, 3; a, b, c).
para reducirla por medio de sus conductas, Respecto a las opciones de
respuesta verbal, si se le da la oportunidad el sujeto culpable, elegirá an- 4.1.2. Evaluación de la conducta paraliugiiística
tes la omisión o la evasiva que la mentira. En cambio, el sincero, que no
experimenta conflicto ni miedo con su respuesta, expresa sus respuestas Varias características del habla durante la respuesta verbal del sujeto pue-
de manera enfática y definitiva. Inbatt et al. (2001) sugieren las siguien- den alterar el significado de las palabras, como el tono con que se dice
tes guías para evaluar la respuesta verbal del sospechoso a una pregunta una frase. El canal paralingüístico de comunicación está bajo un control
de entrevista. menos consciente que elverbal, y también menos contaminado por fac-
7) Los sujetos sinceros responden a las preguntas directamente; los tores externos, así que puede ser la mejor fuente para detectar el engaño
mentirosos pueden responder de forma euasiua, por ejemplo, formulan- en una entrevista de inyestigación.
do otra pregunta. 1\ Latencia de respuesta- Es el tiempo que transcurre entre el final
2) Los sujetos sinceros pueden negar claramente, con amplitud; los de la pregunta del investigador y la primera palabra de la respuesta del
merutirosos pueden ofrecer negatiuas específicas. Así, un individuo sincero sujeto. Las respuestas demoradas siempre deben verse como sospechosas.
utiliza: «Estoy completamente seguro, no robé nada, estoy seguro, nun- Un sujeto no tendría que deliberar sobre cómo responder a la Pregunta:
ca he violado a una mujer en toda mi vida, de ninguna manera, no tengo «¿Ha tenido contacto sexual con alguno de sus hijastros?, (lnbau et al.,
nada que ver con el robo". El mentiroso, en cambio, puede negar algún 200t,139). ,
aspecto concreto, así que el investigador debe estar atento a aquello que 2) Respuestas prematuras. Sor, las que se dan antes de que el inves-
el sujeto lo niega. tigador haya terminado de formular la pregunta. Un sujeto sincero pue-
3\ Los sinceros ofrecen respuestas seguras y d.efinitiuas; los sujetos de adelantarse al final de la pregunta del investigador, como resultado de
mentirosos pueden ofrecer respuestas lirnitadas (o con reseruas). Los mer,- la ansiedad, pero repetirá las respuestas cuando termine la pregunta. En
tirosos pueden usar frases que modifican la respuesta y, por tanto, la debi- cambio, el mentiroso a menudo no repetirá su respuesta.
litan. Por ejemplo, ante la pregunta muy específica: .iQué hizo en tal 3) Longitwd de respuesra. Los suietos sinceros ofrecen respllestas más
sitio en tal momento?" pueden utilizar ulna declaración de generalización largas a las preguntas y sin desviarse de ellas. Mientras que algunos suje-
("Por norma, generalmente, típicamente, como cuestió¡r de hábito, me tos que mienten pueden dar la mínima cantidad de información, lo justo
gusta...»), o de omisión (,,Casi nunca, no muy a menudo, no realmente, para responder a la pregunta, o pueden divagar en sus respuestas y apar
casi siempre, rara vez, poca cosa, más o menos,). O echan la culpa a la tarse de la pregunta formulada.
memoria: oHasta donde recuerdo, en este momento, si mi memoria es 4\ Pronunciación de la respuesta. Como directriz general, cuando un
correcta, hasta donde sé, no puedo recordar si»... sujeto está contando un relato emocional sincero, su iitmo y tono aumen-
4) Un desmentido engdñoso puede ser reforzado pdra que s ene mtis tarán a medida que vuelve a vivir el suceso, Sin embargo, cuando el ritmo
creíble. Un sujeto sincero permitirá que su negativa o desmentido se man- o el tono bajan, puede significar que el sujeto está corrigiendo informa-
tenga por sí solo; el que miente dirá: "Pongo a Dios po¡ restigo, lo juro, ción o que no esté seguro de lo que realmente ocurrió. El mentiroso mur-
sobre la tumba de mi madre, honradamente". Otra estrategia que usa el mura o habla bajito.
mentiroso para reducir la ansiedad dentro de una declaración falsa es in- 5) Continuidad de la respuesta.Una conducta paralingüística signi-
t¡oducir la mentira con una decla¡ación en contra de su interés: oAunque ficativa de engaño es la de nparar y empezar": el sujeto comienza su res-
parezca una locura, no es por salirme de la pregunta, pero, no sé si será puesta en una dirección y abruptamente la para y comienza de nuevo en
2. hJ ) 19
OT RAS APTICACIONTS DT LA PSICOTOGIA DEL f ESf IIIONIO t os PslcotÓGlcos DC tA coNFEslÓN
^5PGc
una dirección completamente distinta. En ese caso, no podemos csrar sc- ruiente aparecerán velados, perpleios, indagadores, suplicantes (como si
gr"rros de qué iba a decir el sujeto cuando se para y canrbia, pero sí saLrcnros bLrscaran compasión), evasivos o furtivos, fríos, duros, tensos, o sigilosos'
que no s€ sentía muy cómodo terminando la f¡ase en cuestión. Los ojos de una persona sincera aparecerán claros, brillantes, alerta, cáli-
6\ Conducta de "borrar» o otacbar». Estas conductas soll risas, toscs <r dos, ái.ectos, naturales, suaves y no indagadoresT.
carraspeos que siguen de fo¡ma inmediata a un desmertido significativo. A partir de los resultados del Análisis de Síntomas de Conducta, el in-
Aunque el sujeto sincero también puede reír, toser o carraspear a lo lar- vestig;dor concluye sobre la verdad-falsedad de la declaración del entre-
go de Ia entrevista, lo significativo es clue el mentiroso lo hace justo cles- vistaáo. Si su conclusión es que el interrogado dice Ia verdad, aquí se aca-
pués de un desmentido o negación significativa. ba la intervención; si, por el contrario, infiere que miente, entonces pasa
e la segunda fase, el interrogatorio, en la que el entrevistado ya es sospe-
4.1.3. Evaluación de la conduct¿ no verbal .hoso oficialmente, incluso aunque no haya ninguna prueba. De nuevo,
conviene recordar que el análisis previo no tiene base científica alguna,
Todo lo que se está comentando parte de la base de que elque miente ex- por lo que sus indicaciones son simplemente inruitivas.
perimenta ansiedad inte¡na durante el engaño. Físicamente hay tres for-
mas de responder a una situación amenazadora: se puede luchar colrt[a 4.2. Los nt¿eue «pdsos» pdra un interrogatorio efiaxz
ella, escaparse o quedarse paralizado. Las dos primeras implican liberar
ansiedad a través de la actividad física. I-a te¡cera produce el efecto de Nueve pasos cuando el interrogador se siente ¡azonablemeÍlte seguro de
que el sujeto solo se comunica en el canal verbal. qr.re el sospechoso es culpable' Estos nueve pasos se desarrollaron a través
El verdadero significado de la palabra hablada puede ser amplificado á" muchos años de observación cuidadosa de los interrogatorios que tu-
o modificado por r-rna o más claves no verbales, como la postura, Ios ges- vieron éxito y entrevistando a sospechosos después de la confesión' Ade-
tos, Ias expresiones faciales y otras actividades corporales. La interpreta- más, suponen una reorganización de las 16 técnicas incluidas en la prime-
ción de esas pistas, sin embargo, no tiene por qué ser significativamente ra edicón del manual de Inbau y Reid (1962), la revisada por el ftibunal
más exacta que la de los ot¡os canales. Pero sí que, en comparación con de Mirandn.
los otros canales, la conducta no verbal contribuye de manera despropor- Antes que nada, el interrogador (si no es la misma persona que ha rea-
cionada al mensaje último que se está comunicando. Para ayudar a su in- lizado Ia entrevista previa) debe familiarizarse con el caso y con el sospe-
terpretación se proporcionan fotografías. choso, no solo porque las técnicas eficaces así lo requieren, sino también
De forma resumida, las actividades físicas del sospechoso que mien- porque de este modo puede identificar las debilidades del sospechoso y
fe se pueden categorizar en Ios siguientes tipos generales: usarlas para romper su resistencia.
7) Mouimientos corporaLes grandcs. Cambios de postura, movimien-
tos de Ia silla lejos del investigador, una indicación de esrar a punto de le- Pt\so 1. Confrontación positiua directd. Hay que decirle al sospechoso
vantarse o quizás incluso de salir de Ia habitación. con firmeza que se considera que ha cometido el delito, que se tiene evi-
2) Gestos de acicalarse y ajustes cosméticos. Frotarse y retorcerse las clencia de que ha sido así, aunque no se disponga de tales.pruebas' A
manos, pasarse lar mano por la nuca, t<:carse la nariz, los lóbulos de las ore- continuacién se hace una breve pausa, durante la que se observan sus
jas o Ios labios, hurgarse o morde¡se las uñas, dar golpecitos con los pies reacciones conductuales.
o nroverlos; arreglarse la ropa o las joyas, quitarse el polvo o hilos de la Tras la pausa, se le enfrenta con la acusación por segunda v ez. La reac-
ropa; ajustarse o limpiar las gafas; estirarse o tocarse el pelo. ción pasiva del acusado se interpreta como prueba de engdirc.l.nbau et al'
3) Gestos de apoyo. Poner la mano en la boca o en los ojos al hablar, (200i) sugieren que se puede engañar al sospechoso acerca de las pruebas
cruzar la piernas o los brazos, escondiéndolos (brazos y pies), apoyar la ionra é1,-de forÁa no verbaly bastante sutil. Por eiemplo, el investigador
barbilla en la mano, poner las manos debajo o entre las piernas. puede entrar a Ia sala con una carpeta que supuestamente conriene prue-
4) Variación en Las expresiones faciales y faLta de contacto ocuLar. Et)
la cultura occidental, la mirada mutua (contacto ocular mantenido) reprc-
7 Incidentalmente, tampoco lá teoría de la Prograrnación NeuroliÚgüística, que
senta franqueza, candor y confianza. El sospechoso que miente general- ahrma que krs movimientos oculares (a derecha o izquierda, por ejemplo) permiten dis
mente no mira directamente al investigador; mira al suelo, a un lado, o ringurr si cl hablante drce la verdad o mienre, dispone de datos empíricos qu€ apoyen sus
al techo. Aún más, los autores proponen: los ojos de un sospechoso que
220 221
bas incriminatorias. Además, se intenta que renuncic al dcrecho a urr abo- r) Sugcrirlc rtnit tnztin nror:llnlentc rccprablc pala cl clelito (solo co-
gado; si no lo hace y este está presente y cuestiona esta fo¡ma de ¿rcusar mctió el d;li¡o porqLrc estirba l)orr¡cho). Sugcrirle que no pretendía hacer
directamente, se le dice que, basado en la evidencia disponiblc, el investi- daño, atribuyendo el delito a algírrr accidentc. Así se fircilita algún tipo de
gador se ha formado una opinión de que el sospechoso está implicado e! admisión ¿rr.rioincrinrinatoria, lo que hace más fácil que se produzca des-
el delito, y sabe por experiencia que hay que manejar la persuasión para pués la confesión completa.
alcanzar la verdad (lnbau et a\.,2001.,219). d) Condenar a otros como forma de siurpatizar con el sospechoso:
Si no hay abogado8, el investigador puede exponer en la mesa Lrna ba- atribuir alguna responsabilidad a la víctima, a un cómplice o a otra perso-
tería de "pruebas": informes de huellas dactilares, bolsas de evidencia que na hace mis fácil lá confesión. Efic¿z en delitos sexuales, cuando las vícti-
contengan pelo u otras fibras, una cínta de vídeo o de audio, viales de Ií- mas son niños o mujeres.
quido coloreado, envoltorios usados. En cualquier caso, verbalmente no e) lJtrlizar el elogio y la adulación para manipularlo. Como a todos
se alude a esos objetos, pero los autores recomiendan que se echen mira- r.ros gusta la aprobacián de los demás, los elogios facrlitart elrapport.Efi'
das muy claras, para darles a entender que se trata de información inc¡imi- caz;bre todó con gente poco educada y dependiente de la aprobación
natoria, de tal manera que los culpables confiesen (,.8n esa carpeta están de los demás.
todos los resultados de nuestra investigación, no hay duda de que come- /) Señalar que quizás se ha exagerado la implicación del sospecho-
tiste cl delito,; se emplea el tuteo para rebajar la posición del sospechoso; so en el delito; áe cste modo estará más dispuesto a hacer admisiones
"Los resultados de nuestra investigación claramente indican que hiciste parciales.
tal cosa" (ibid., 21.9-222\. Sin embargo, algunos investigadores (Kassin y g) Hacerle creer que no le interesa continuar en actividades delictr-
Kiechel, 1996, por ejernplo) piensan que engañar al sospechoso hacién- v¡s. Eficaz corr el que delinqtrc por primera rez.
dole creer que hay pruebas en su contra es un método de influencia social o sPecb o s o n o em ocional
y que puede persuadirle a confesar, aunque no haya cometido el deliro. -S
a) Intentar cazarle diciendo alguna mentira incidental. Aunque la
mentira sea pequeña, pone al sospechoso en desventaja psicológica: tie'
tiso 2, Desclrrollo del tema. El tnterrogador debe presentar una acti- n. que.rforr".i. muy en serio para convencer al interrogador de que lo
tud de simpatía y comprensión para gana.s"e la confianza del sospechosL. que dice ahora es verdad.
Sugiere varios «temas» al sospechoso para, o bien minimizar las implica- á) Intentar que el sospechoso se asocie a sí mismo con el delito (que
ciones morales del delito, o bien darle la oportunidad de aceptar «excusas estuvo cerca o en el lugar del delito). Está relacionado con otro ten'la,
ms¡¿ls5» por la comisión del delito. Esto es más efectivo cor.r los sospe- pero es muy eficaz. Hay que hacerlo al principio, para que no se dé cuen-
chosos emocionales, que son los que tienen mayor cantidad de culpa emo- ta de las implicaciones.
cional. Dándole la oportunidad de liberar su culpa con excusas aceptables, c) Intentar convencerle de que no tiene nada que hacer si niega su im-
hay una probabilidad mayor de que confiese. Dependiendo del tipo de plicación, que todas las pruebas le señalan y que será inútil negarlo' De-
sospechoso se emplearán unos temas u ofros: pende de li habitidad del interrogador para persuadirle de que hay prue
emocionaL Las suficientes. Al sospechoso se le dice que lo único que Ie interesa al
-Sospechoso
a) Decirle que cualquiera, ante la misma situación, podría haber interrogador es escuchar su Yersi¿)n dc la historia, por si hubiera circuns-
cometido el mismo delito. Con ello se normaliza la conducta criminal tancias atenuantes.
y, añadido a la simpatía, provoca más confesiones. d) Volver a un cómplice contra el otro. Cuando hay más de una per-
á) Intentar reducir los sentimientos de culpa minimizando su grave- sona sospechosa, cada una estará preocupada por la posibilidad de que
dad moral (muchos otros han hecho cosas peores); con esta técnica se re- la otra confiese para así obtener mejor trato en el iuicio. Este miedo a la
duce la turbación del sospechoso para hablar del tema. Es especialmente desconfianza mutua se puede usar para volver a uno contra el otro' Se
eficaz con los sospechosos de delitos sexuales. informa a uno, generalmente el líder, de que su cómplice ha confesado
y que es inútil que niegue su implicación.
8. Precisanlente los inocentes son los que corr€n más riesgos en est¡ situación, pues negltiuas. Las negativas repetidas son muy in-
renuncian más fácilmente a un abogado en la creencia de qtre la verdacl resplandecerá, que
pASo 3. Maneiar Las
no tienen nada que ocultar y que su inocencia será visible para los investigadores, y esto ocu deseables porque dan Yentaia Psicológica al sosPechoso. Y este suele a
rre en casos reales y también en el laboratorio (Kássiu, 2005). ser reacio a confesar. De manera que hay que Parar esas ncgatiYasi no
222 2?3
i
OTRAS APLICAC¡ONC5 OE LA PS¡COLOG¡A DET TESTII,lONIO
aspEcTos pstcoLóGtcos oE LA coNFEsróN
pAlg 6. Manejar el estado de En los manuales espaáoles parece seguirse alguna edición anterior del
. . ánimo pasiuo del sospechoso. Continua- libro de Inbau ¿¿ ¿/. (1962,1967), en la medida en que se establecen has-
ción del paso 5. Cuando se ve que ya istá atento, É"y qo..nf,r.".
ru ta 12 métodos de interrogatorio a sospechosos (Borrell, Algaba y Martí-
mente en un tema específico y central respecro a Ia razón de la
asresidn nez-Raposo, 1991), auuque normalmente se hace explícito que
o dclrro. Ll inrerrogador muesrra 5eñ¡le5 de comprensión y simiatía "el inte-
y rrogador deberá usarlos siempre sin salirse de la Ley, (ibid., 199). Ello rc
urge al otro a decir la verdad. Luego se inrenta que ter.g, .eiio.di-
mientos, haciéndole plenamente consciente det Lstrés -a, impide, sin embargo, que la mayoría de esos métodos puedan considerar-
{ue está suiiien_ se manipuladores, como hemos señalado más arriba, ni que se hable sin
do la víctima porque él ¡o confiesa. Se apela a su sentáo d" I;á;""_
problemas de los sentimientos de culpa que pueden generar las acciones
cia y del honor, e iucluso a la religión si tonviene. El énfasis prirr.ip"t
delictivas supuestamente cometidas por el interrogado, y que se sugiera
parece esrar en atacar la debilidad porencial del acusado para
.r_r.. r, en algunos casos como principal estrategia del interrogador el nincremen-
resistencia residual. Algunos en esia fase Iloran, y esro se urllir" y'r.
.._ tar su situación emotiva, manejando su sentimiento de culpabilidad tanto
tuerza para venraja del inrerrogador.
como sea posible, (Rodríguez Casares, 1985).
2.24 225
(iudjousson (1992,200.1) corclrrrt t¡rrt l.rs rrierr..,rs ! t,r(lr!.r\ r(.(() ll pltrtrcipltltc Por lo ()ctl-
lrts cit.ts. v t l corrr¡rlrcc le l,regtrttl,i clc ntlcvri
lltcnd¡d¿setllosl]tanu¡lespallp',lr!r.l\!r,,rr,,rl ,le lnl¡rr, l(,.r,1I l,,trc rlirlo. l.rt rtspLtcslrt tle cstc se gr rrb.r ¡ cocliflce tlcsptlés plrl vilotrll-sj hA
klcv (l9ll6), sc blsiln en
"pr:incipr,,' ¡sr.,,1,,*re,,r Llrrr ¡LrLLlLr \i.r rrLry inrernrtliz¡clt¡ lr corrfcsitin (.He «¡c¡dr¡ ttn hot<in tlel ordcnador Y ¡nc ire
clcctivos p¡ril inflr-¡ir cn las cree¡ci¡s y c11 los proccsos tlc dccisiorr ck crrgarlo el progrlnrl,) o no.
los sospcchosos ciLr¿¡ltc c.l interrogrrtorio. EI incrcdicntc l¡isico clc l;rs lor úlrirlo, el expcrimentarlor vuelve y llcvl el sLlieto de nuevo ¿l li-
tcrcnicas inplicl que cl interrogldor \L.r c.lp-rl tLc lue¡ 1,,, srqn,rs cle br¡r:rtorio, Lec dc nLtevo l,r list¡ cle Ierres 1 le pidc qtle intentc recollstl Ltir
rr(rrt.¡\ (lrll,.t J, l,'. r,,.¡'q¡l¡,,.,'.. rrrlr,,1., lu.till..l. 1,,¡¡ ¡,¡¡¡,¡1 ¡¡¡i¡,¡, curindo o critno hl pttlsltlo la tecla Alt. f,sto sc hrrce par:r averigu:rr si eJ
larlos h¡ci¡ la confesii'rn iltac¡[(lo sLrs vulncral¡ilicl¡tlcs y usendo tnlcos l plrticrpantc f:rbu1a, si urecuerda, clct¡lles espccíficos cluc encljell cn l,l
, ll! Iir,.. cr¡¡rfesiótr (.sí, ha sido aciuí, clesptrós dc clecir l,r lctr¡ A. cu:tnclo hc ¡oc¿r
l)or otro lrrclo, se h.rn re¿lliz¡(lo;rllllrnos trilllaios cxperirlen¡ales p:1rll clo con el lado clc mi r¡ra¡ro clerecha,). l)or últinro, se despilic rtl plrtr.i
po¡ler:l pnret)¡ cle f<¡rm,r dirc-cr¡ l¿ iclea tlc clrre es:rs táctic¡s rlarripLr p:rnte contrinciole 1r vcrtl¡tl.
l¡doras v cL en!1.ño pucdcn llevrlr:1 confcsiooes f¡lsas. Dc cse ripo cs Los result¿,:los fucron tttttY claros: cllsi cl 701r¡ firnla) l¡ conicsi'i¡'
el rnbrjo cle I(¡ssir¡ r,Kicchel (1996), c¡uc des¡rroll¡n ,,,, 28rxl tuosrrti irrtern rlizrción (ldnriti(') en privildo haber tocadti le tcch)
!,,rr¡.iig,,,u el
cxpcriDrclrtal pilrt exatltitlrllt si 1¡ presentr,rción cle pnrebas tnlsas al sos y cl 996 fabul<i cletalles aclicionales. Dcsclc ej pttnto de viste de las hip'i
pcchoso le vuclvc más vuluerablc plr.a conlres¡r u¡rl accirin qrre no hrr tesis c¡ue se ponían l prucba, los [esultrldos ilpoy¡ron la idca (]e qLle un¡l
comctido,v, lltiis ilnport¡trte, si llcga a intcrn:rliz¡r csa confesión y e
¡rrcsicin nayor y plescntar pruebas feJs.ts llcvti a nayor nÍllrero dc con-
fll¡ular dct¿lies.luc e]rcaicn en esa creencil, A los particip¡ntes sr lcs fcsiones, itrtcrnaliz:rci<jn -v fabttlaciottcs. De hccho, el grup() que tcnírr
h¡ce crccr. en cl context() (le un cxperirrcnto cle ticnrpos clc reeccitirr, rjrcnos presió11 v sirr testig,o faiso, confcsci lllell(is! y nunc. itlterlalizó l;t
L'n el quc tienen quc tcclcar con r:r¡ridcz las letras qrre lcs vltr clictln- culpr ni fabrrlír.
clo, quc han tocid() l¡ tccl:l Alr dcl orrlenlclor, (luc:rntes sc les h¡[¡í¡ En ex¡rcrituentos posreriores, lto sol() sc rc¡rlicarotl cstos resLlltados,
ir\¡isil(l() que Do t()clrr¿lt dc ningLlnl l]1a¡cril1 ])ues cl r¡rden¡dor se cs sino que ircluso se hizo ponierrdo rccltrisitos nrhs exigentcs p:Ira le con-
rropearía. fcsirin, ta)es cotno peclir a los Plrticiprlntes qLte volvierrrll dicz hor¿s cles-
En cste tnjrco básico sc llranipuliln dos iilctorcs: prcscDtar un tcJti puós r ternrinar c] expcrirnento, sin tlingutta.omPensaci(ill (Redlich y
go tllso (el clLrc lcc las ictr¡s tlicc clue vio colno toc¿rbl l¿ tccla) o Do. Eil penllizlr ecolla)nlic.llrentc cl toc¡r
Ciooclrnan, 200.i), o li1 ¡¡¡lx 'prohi
scgundo lugar, se nl¡iljpul¡ lrr ¡rresir'rrr r¡ i,ullter.¡llilid¡d ile) bidr, (Horsclcnbetg, N'fcrckelbrcl<.v.losephs, 200ii).
Plrtici¡rlntc
a rrar'és dcl tit¡ro clc. lectura r1e l¿rs lctr¿s Lluc tiellc qlle tcclc¿r: ¿+.1 p()r Por otro laclo, el fcn(jneno pilrccc tener cicrtos lítnitcs, cr¡mo cl cle
nrinu¡o r.,s. (r7 por rninuto. quc ir acción confesad¡ se:t pliltlsiblc: l¡s cc¡nfcsiottcs brjrn hasta el I 1'l'1r
N_inguno de los p.rrticipilntes toc:r re¡lnrcnte le tccia.p«rhibida,, pcro si lr tecl¡ supucst.Inlentc ¡r¡cacla es l¡ de l,sc (cn h prrrtc suPerior i7
cua¡do llev¡rr un rni¡Lrtc¡ cscribicnllr ]as lerr¿s que lcs dictr cl cónplicc quierda clcl tcclado. lcjos tle l¡s tt-cl¡s <le les lctras) (l(lavcr' Ciorcloo y
rlcl cxpcrirrentrrclor, el orclcnrrclor deje clc. funcionrrr y cl expcrinrentrrckrr I-cc, 2003). Por el corrtrerio, el fe¡rrimeno de l¡ cc¡nfesión falsa con cste
le lcL¡s¡ ,.lc h¡be¡ rr¡c¡,:lo lr tccla Ált ! ser rcs¡ronsrrblc cle rluc los clrrtos sc procerlilriento cxperinrcntal se incrcment¿ crtlndo los participantes son
picrclan.'foclos los partici¡rrntes nicgrn irricialtrente h¿[¡erl¿ tocircLr. cl rnc¡ro¡es: Rccllich y' Ciooclman (200.3) encrtrrtrert)n nlás iels.s corrfc\it,
cxperinrcntatlor intclta arrcglar el orderracior, to kr cr»rsiguc 1. le pre¡iuu, ncs con chicos cle cloce ¿ riieciséis ilños que con .tdllltos.
tr el crlnrplice si h¡ visto si cl prrrttciprnte ha tr¡c¡do l¡ Lccl¡. La ltitail clc Más allá dcl efecto coflcre¡o dc aigtttras t¿'ictic¡s sol¡rc le corrfcsi<in'
las veces, cl cómplicc clice rlue sí kr ha visto (¡rnreba falsa) r h ol.a rnitrd cada vez parece hrrber mcnos clttcla dc qtte lls crpectrrtivas soilre cLIlp¡
clicc quc rro lra visto lc¡ c¡ue hl pasldo. biliclail al intcrrogar l un sosoechoso puedett llcvar ¡ llll §¿sgo de confir-
Ei cxperiment:rclor-entonces lc da t¡n¡ declaración escritrl ir ntnro. ttdcitifl, (le ral rnenera quc ei interrogaclor trtiliza ¡rris técltices de presi<in
ciollde sc recr¡nc¡cc qL¡c sc tocri l;r tccla I se pcrdieron los liatos, y le piclc para obtencr l¡ cc¡¡fcsitin (ltle cu¿ndo cree c1r.rc cl sospeclloso es ill()ccn-
c¡Lrc la firnrc (prrra nrcdir la srirrisiót r¡ cc¡nfornricl¿d). Si se niege a firnrer,
tci ,v t¡lnbióu efecta sospechoso. qLle rlctíla nlr'is il11 cleictrsivl, es¡rct:i'rl
se lc ¡-riiic una segunda vez. A continn¿ción s¡lel a la ante,sale cl expcri ^l
mcnre si es inocente'. I(assin, Gr¡lclstein y S:rvitskv (200.1) corfirrrrron
mcntililor v el participantc 1, lllí otro cr'¡nplicc, rlue supuestaruclte es¡rc cn Lln experinrcnto clrtc sc rttilizrltr nlás técnic¿s ctlestiollal)lts (nliis pl-c
r.I pilra_perticiprtr en c,i exitcritrerlto, les ¡rrcgunra r-¡uó ltl pasado, purs ha sirin) con l¡ crccncil dc culpabiliclad, ,v más aún con los inoccntes: csto
oirlo jalco. Fil expcrinrcntador sale, cliciencio qlle ttenc.1,," r.,r.g,,rrrr,r. f¡.re visible r:lnt() coil análisis objctivos coirlo con los jtticirls lle obscrl¡-
22_6 2.27
i.
I
dores neutrales que escuchaban partes de las grabaciones auditivas de los 4.3. La 1tráctica PoLicial
interrogatoriose.
Ahora bien, Ia pregunta inmediata es si realmente se sigucu cs¡s l)rriLli
Todo ello hace que algunas afirmaciones de Gudjonsson (1992) si-
l'r
gan siendo pertinentes. Para é1, existen cinco problemas potenciales con cas manipuÍadoias y coactivas que pr.reden afectar a la voluntariedad cl''
estas técnicas: confesión. Algunos esmdios observacionales, directos o grabados, dc inre-
1. La naturaleza y alcance de la coacción psicológica implicada. No rrogatorios rJalizados en comisa¡í¿s norteamericanas y británicas pueden
hay duda de que las técnicas son inherentemente coactivas en el senti- pro].,nr.iorl", datos reales sobre la cuestión, e incluso podemos asunrir
do de que sr.r objetivo es vencer la resistencia del sospechoso y su po- que. en to m"dida en que los interrogadores se sabían observados o gra-
bados, inhibieron cierras conductes (Kassin y Ilrightsman, 1985), por
lo
deroso deseo de no autoincriminarse. En otras palabras, se manipula y
que los datos pueden ser una subesdmación de la coacción real'
persuade al sospechoso para que confiese cuando de otra manera no ' Wald,et a'1. (1967, cit. enKassin y'ilrightsman, 1985) en un estudio
lo haría. 0/o de los interrogato-
Por otro lado, no hay interrogatorio policial completamente libre directo de observ¿rción, encontraron qtre en el 65
de coacción, ni Io habrá; además, a menudo se necesita cierta cantidad de rios a sospechosos se emplearon una o mis de Ias tácticas reconlendedas
persuasión en un interrogatorio eficaz. El tema real es el alcance y la na- oor hrbau v Reid. v que los detectives usaban un pxrmedib de dos tác-
ruraleza de la manipulación y persuasión utilizadas. ti.o, po. rárp..hoio. El método más común fue abrumarle con pruebas
2. Su relación con temas éticos y profesionales. Muchas de las técni- oeririi.i"l.t, asegtrrar una [irme creencia en su culpabilidad' y sugerir
cas animan al policía a emplear trucos, engaños y a ser deshonesto. qr. lo -er.a*oJo para rodos los interesados era que el sospechoso ad-
a me-
3. Lo que puede ocurrir cuando el interrogador malinterpreta (esto -i,i".n ro pnpel en el delito. Esta última técnica iba acompañada
es, lee incorrectan.rente) Ias useñales de mentira, del sospechoso asumien- nudo de mues¡ras de simpatía e intcrés por el bienestar del sospechoso'
do que es culpable de un delito del que es completamente inocente. Mu- \t ald et al. inform¿rron i. q,t. no encontraron un uso indebido de la
chos interrogadores parecen tener una fe ciega en el uso de señales no ver- fuerza en ningún caso, pero sí observaron el frecuente uso de promesas
bales de engaño, La evidencia empírica muestra claramente que las señales (ofertas de reducción de cargos, benevolencia iudicial) y vagas amenazas
no verbales son indicadores muy poco fiables de engaño. Sospechosos sobre un tratamiento más seve¡o.
inocentes pueden ser manipulados para confesa¡ en falso y a la vista de lo Otro estudio observacional directo siguió el trabajo de Wald et al',
sutil de algunas técnicas, algunos pueden Jlegar a creer que sor reaLnente oero en di[erente. conlis¡rí¡s de Gran Brerrña y por rrn eqrripo del Minis-
culpables. Además, como se indicó más arriba,los que proponen las técni- terio del In¡erior (de la Home Office Research Unit) (Softley, 1980) En
0/o de
cas no admiten esa posibilidad, aunque no aportan ninguna prueba. este estudio se encontró que los interrogatorios produieron un 48
4- Su relación con el efecto posterior que pueden tener las manipu- confesiones y un 13(/o adicional de :rdmisiones autoilcriminatorias cer-
canas a la confesión. En cuanto a las tácticas empleadas por los policías,
laciones psicológicas durante el interrogatorio. En concreto, de qué ma-
neras pueden afectar de forma adversa a las percepciones de jueces y ju- Softley señala que se observaron en el 600/o de los c¿rsos tácticas persua-
rados cuando escuchan la evidencia policial en el juicio. sivas, la más frécuente de las cu¿les fue la de señalar inconsistenci-rs o
5. Los manuales policiales se basan en la experiencia más que en da- cort;adicciones en la declaración del sospechoso (r:'r Z2o/o), seguida de la
tos objetivos y científicos, lo que puede llevar a errores, y fracasan en sa- táctica de insinuar o echarse el farol de que iban a a¡rarecer otras pruebas
car a la luz hechos importantes sobre la conducta humana, como la sus- (15 o/o de las veces) y la de asegurar al sospechoso que había-pruebas. muy
ceptibilidad de algunos sospechosos a dar información er¡ónea cuando iirrn", .onr.u él (un 13 o/o de los casos). Minimizar la seriedad del delito
esrán bajo la presión del inrerrogatorio. (6 7o) o insinuar que si no colaboraba, la detención sería más prolonga-
da (7 o/o) se emplearon con menos frecuencia.
A partir del examen de las técnicas promovidas en Ios manuales actua- 'TaÁbién
les para policías, parece que se pueden seguir manteniendo las conclusio- en Gran Bretaña, Irving ha Jlevado a cabo varios trabaios, el
nes del tribunal de Miranda en 1,966 sobre una orientación más psicológi- primero de ellos por encargo de la Royal Cornmission .on. Criminal Pro-
ca que física en las prácticas de interrogatorio de sospechosos. iedure (Irving, 1980), precisamentc para examinar las técnicas de interro-
gatorio de la policía británica. Los otros dos trabaios (Irving y McKen-
9. Lln análisis más completo de este sesgo confirmatorio puede verse en Meissner áie, 1989, cit. en Gudionsson, 1992,2003\ se realizaron en 198.6-y 1'987'
y Kassin (2004). despues áe que estuviera en vigor la PACE (Police and Crimínal Euidence
228 229
O fRAS APTICACIONES DE LA PSICOIOGIA OÉL TESf IMONIO
Act, 1,984\ que! entre otras cosas, establecía la conveniencia de registrar chosos que no lo h¿rcen. Estc primer enfoque ha producido resultados
en audio las entrevistas con el sospechoso, en la actualidad una práctica de ir.rterés. Gudjonsson (1992,2003\ presenta algunos de ellos.
común en l¡. comiscrías bririnicas. Así, la edad del sospechoso parece una primera característica diferen-
En el primero de esos trabajos, Irving (1980) obse¡vó un 58 o/o de ciadora, en la medida en que cuanto más jóvenes, rnás frecuente es la con-
admisiones autoincriminatorias durante el interrogatorio; en dos tercios fesiór'r. No es una cuestión solo de edad, pues también es cierto que los
de los casos, la policía empleó tácticas manipuladoras y de persuasión, itños aumentan la experiencia en la yida y, por tanto, la posibilidad de te
aunque en su opinión cada policía parecía tener tácticas «favoritas», sin ner más recursos pa¡a enfrentarse a situaciones, tanto a las nuevas como a
intentar adaptarse a tipos particulares de sospechosos. Aún más, Irving las ya experimentadas; en ese sentido, la ed:rd es un indicado¡ indirecto
concluía que el uso de esas tácticas, aun siendo muy parecidas a las que de nadurez y de experiencia. Pero también con la edad se incrementa Ia
recomiendan los manuales norteamericanos, no parecía proceder de nin- posibilidad de que el sospechoso conozca más sus derechos. Así, cuando
gún entrenamiento formal, aunque eran muy eficaces para obtener confe- las pruebas en su contra son fuertes, los sospechosos de más edad tienden
siones. En concreto, el 50 7o de las veces la policía dijo al sospechoso que a usar más del derecho a guardar silencio que los más jóvenes. Por otro
era inútil que negara su implicación en el delito, y con frecuencia utiliza- lado, algunas características psicológicas se corrclacionan negativamen-
ron el ufarol,, sobre pruebas incriminatorias inexistentes. lnfluir la per- te con la edad, como neuroticismo, impulsividad y audacia, de tal modo
cepción del sospechoso con las consecuencias de la confesión (minimi- que los mayores tienden a ser menos neu¡óticos pero también menos im-
zando la seriedad del delito y manipulando la autoestima del sospechoso pulsivos y audaces.
para hacerle más fácil la confesión) se e mpleó en el47 o/o de los interroga- Gudjonsson, en sendos trabajos con presos en Islandia (Gudjonsson
torios. En el 3070 de los casos se aseguró al sospechoso que confesar iba y Petnrsson, 1991) y en l¡lancla del Norte (Gudjonsson y Bownes, 1992)
en su propio inrerés. Hacer vale¡ la autoridad y la reclusión se emplearon encontró que cuando la confesión era resultado sobre todo de la presión
con el 40 %o de los sospechosos. Por últino, al 23 0/o de los detenidos se les externa (técnicas persuasivas cle inrerrogatorio, comportamiento de la po-
prometió discreción policial respecto a sus cómplices o a la posibilidad de Iicía y miedo a ser encarcelado), estaba asociada con la incapacidad per-
entrevistar a sus amigos y conocidos. cibida para enfrentarse con el interrogatorio policial; pero que ambas,
En los estudios posteriores (lrving y McKenzie, 1989) se observó un presión externa e incapacidad para enfrentarse a ella, estaban asociadas
descenso dramático en el uso de esas tácticas manipulativas y persuasi- con mayor propensión a la ansiedad, edad e inteligencia. Gudjonsson
vas, que se achacó a la entrada en vigor de Ia PACE, si bieu en los casos (1992) sugiere como posible explicación de estos resultados que quizás
de delitos más serios se siguieron utilizando. las persottas más inteligentes, mayores y emocionalmente más estables
En conclusión, por tanto, Ias recomendaciones generales de los rta- tienen más capacidad para enfrentarse con la presión del interrogato-
nuales patecen seguirse cn la realidad, y en cierto modo avalan las conclu- rio que otras.
siones del túhtoal de Miranda, a pesar de que probablemente en su caso En el mismo sentido se podría interpretar otro resultado habitual de
hubo un acceso más limitado y sesgado a los datos empíricos. estudios observacionales de los interrogatorios (por ejemplo, Moston,
Stephenson y §lilliamson, 1992): que los que tieuen abogado confiesan
menos (alrededor de un 3090) que los <1ue no tienen abogado (un 5070);
5. LAS CARACTERÍSTICAS DEI- SOSPECHOSO
es posible que Ia edad (experiencia) y la inteligercia también favorezcan
Como antes se ha señalado, la doctrina del Tribunal Supremo de Estados la búrsqueda de medios para enfrentarse con más éxito al interrogatorio
Unidos promovía la determinación de la involuntariedad a través de un (como el asesoramiento legal). De hecho, los reincidenres habían visto a
análisis comprensivo de la "totalidad de circunstancias relevantes», entre un abogado antes deI interrogatorio con un¿ frecuencia superior (el do-
las que también se incluyen algunas características del sospechoso (juven- ble) que los sospechosos de su prirrrer delito.
tud, déficit intelectual, discapacidad física, enfermedad mental, intoxica- Cuando la confesiól se producía como consecuencia de la presión in-
ción, analfabetismo). iQué se puede decir en la actualidad sobre rasgos terna (culpabilidad sobre el delito cometido y, en consecuencia, necesidad
psicológicos que hagan especialmente vulnerable a una petsona en la si- de lib¡arse de la culpa confesando), est¿ba asociada con el remordimien-
tuación de interrogatorio, que [a obliguen a confesar? to por el delito cometido y con la autopercepción de que el delito era el
Una primera aproximación a esta cuestión puede ser el valorar si los resultado de causas mentales, por ejemplo, de una pérdida repentina de
sospechosos que confiesan difieren en alguna característica de los sospe- control, más que de una disposición criminal.
230 231
OTRAS APLICACIONES OE LA PSICOLOGIA DÉL f ES IúONIO Aspt(Tos astcoLóctcos oE LA coNFEslóñ
Pero Gudionsson ha dedicado los mayores esfuerzos de ürvestiga- inteligencia: aunque en algunos estudios no se ha encontrrdo re-
-Áentre anrbas, la razón parece estar en el rango de inteligencia con-
ción a la sugestior.rabilidad en el interrogarorio, desde la perspectiva de lación
las diferenás individuales. Sugeslionabilidad es la rendencia del irrdivi- siderado. Así, cuando todas las personas examinadas tienen un cociente
Juo a r.rpon,l", de una forma particular a las sugestiones, en el sentido intelectual normal o alto (Cl - 100 o superior), no aparece ninguna re-
de acepta. mensnies comunicaáos durante interrogatorios formales
que lación con la presión del interrogatorio. Pero cuando se incluye tarnbién
produ."n .l ,"s,rli"do de cambiar su respuesta posterior (por eiemplo, de a personas deficientes mentales o límites (CI : 70-80), la correlación
neeando los hechos a terminar confesando). ent¡e funcionamiento intelectual y resistencia a la presión es negativa y
'GudjoÁon ha realizado varios estudios comparando a acusados que
"-oezar significativa: estos son claramente menos resistentes a la presión del in-
no habían confesado, incluso aunque hubiera pruebas en §Lr contrar con terrogatorio;
acusodo, qr. h"bi"n confesado inicialmente en el interrogatorio policial, --<nsiedad de estado c¡ estrés situaciozal: se relaciona positivamente
oero oue áesoués se habian ret¡actado alegando que habían confesado en con la presión del interogatorio. En este caso, tanto los datos subjetivos
irlro. io, resultados de esos estudios (resumidos en Gudjonsson, 1992), de ansiedad (autoinforme o cuestionarios) como los objetivos (respuestas
vienen a indicar que la sugestionabilidad es una variable que puede discri- fisiológicas como la reacción electrodérmica) indican que la persona en
minar entre gtupoi, los "resistentes" a confesar tenían puntuacio- ese estado de mayor ansiedad o estrés resiste menos la presión;
"-bát
nes muv baias en las escalas de sugestionabilidad de Gudionsson, mientras --<sertiuidadt las personas menos asertivas (menos enérgicas) tienden
qre lo, qu. alegaban haber confesado en falso tenían puntuaciones más a ser menos resistentes a la presión del interrogatorio.
i."r..á1"s. Sin embargo, las escalas de Gtrdionsson distinguen -tipo
de estrategias para enfrentarse a situaciones: las personas que
"jtrr.r.r
enfte sugestionabilidad. propiamente dicha, o tendencia a aceptar suges- emplean estrategias de evitación son menos resistentes a la presión, mien-
tión a távés de pregur.rtis, I resistencia a la presiórt del interrogatorio, y tras que las que se enfrentan a las situaciones con estrategias más activas,
es este último aspeclo el que aparece relacionado más directamente con tanto cognitivas como de comportamientor tienen puntuaciones más altas
ia confesion. Esto es, son irt pirrorlrt menos resistentes a la presión
del en resistencia a la presión;
inte.rog"torio 1", que tiendeo a confesar y luego se retractan' Desde lue- ---{utoestiffidt los individuos con baja autoestima son menos resisten-
eo, es óosible que los que alegan haber confesado en falso estén min- tes a la presión del interrogatorio;
t"iendo pero ese no es el punto importante aquí' Lo que interesa de control intemo-extemoi esto es, la percepción de uno mis-
"hora, ri -locuscapaz de tener un gran control sobre el ambiente (interno) o
der..-inrr.s caracteríatica del sospechoso le hace más.vu.lnera- mo como
"lguna la
bte en ln situacióride interrogatorio, amenazando la voluntariedad de por el contrario, como que lo que a uno le pasa se debe al azar o al des-
confesión. tino (externo). Son menos ¡esistentes a Ia presión las person:rs que tien-
Pero, claro, también resulta de interés el conocer con qué otras ca- den a tener locus externo de control. Además, los individuos con con-
racterísti;as pe;sonales están ¡elacionados ambos aspectos de la sugesrio- rol interno, sobre todo cuando se encue[tran en sjtuaciones dorrde hay
nabilidad. En esa línea, se ha encontrado que la resistencia a la presión mayor amenaza a la libertad de elección, muestran más reactancia (esto
está relacionada con: es, más resistencia a la presión y a los intentos de influencia) que los de
e¡l¿d: los chicos entre once-dieciséis años son menos reslsten- control externo;
-'la por deba-
tes que los mayores, y aunque no hay datos directos de niños iQué características personales están relacionadas con la s¡igestio-
jo de once años, los trabaios sobre el efecto de información engañosa nabilidad propiamente dicha?
y Toglia, 1987b).sugieren que los más los trabajos experimentales con niños desde el efecto de in'
iCeci y Bruck, 1995; Ceci, Ross
-edad:engañosa han mostrado diferencias en cuanto a su suscepti-
p.qr.io, aceptan meior la sugestión en función de la mayor autoridad formación
i. qui.r.t p..gun,u y cambian ion más frecuencia sus respuestas cuando bilidad a aceptar información incorrecta cuando les preguntan, en fun-
,. ,.ir.r"in ñisma pregunta. Puesto que la autoridad del interrogador y ción de su edacl, de manera que los más pequeños tienden a ser más
la reoerición de las preguntas se pueden considerar como parte de la pre- sugestionables que los niños mayores y que los adultos. Sin embargo,
,ión'd.l inr..tog",oriol .stot drtot ,poyarían de forma indirecta Ia idea esas diferencias ya desaparecen alrededor de los once años (Gudjons-
F'n-
de que los más piequeños resisten menos la presión del interrogatorio' son, 1992).
,r. ,drlror, las'dilerencias de edad no tienen relación con la resistencia a al igual que cuando se trata de resistencia a la presión
-inteligencia: las diferencias en sugestionabilidad no se dan enüe
del interrogatorio,
la presión;
23) ! t.)
I ofRAs APLICACtONES DE LA PStCOLO6i^ OEt I EST 'tONtO
2.15
OTRAS APLICACIONES DE LA PSICOIO6IA OIL I ESTII'1ONIO
ciales, perjurio por parte de testigos, confcsi<¡nes o algu¡1a orr¡ c¡!rsc dc Ilrtnrcr, l98ll; Ilcdau y l{aclelct, I987), Io que evidcntcmenre pucde rm-
manifestaciones autoincrimiuatori¿s, y falta de fiabilidad de la cviclcnei¡r pulsar a la policÍa a utilizar mótodos más coactivos durante el interroga-
«experta». rorio de sospechosos y a desdeñar la investigación o búsqueda de elemen-
Aunque la identificación errónea fue la causa más frecuentc dc ct¡n- tos de corrobo¡ación independientes, quc podrían revelar la falsedad de
denas erróneas (45 0/o), también hay quc resaltar la importancia de que los la conf.esión, inclusc¡ en aquellos casos en que esta se haya producido de
¿rcusados inocentes minticran, lo que ocurrió a veces colr Ia fabricación de iorma voluntaria, que también hubo en alguno de esos estudios.
coartadas o de testimonios colatcrales para mejorar su defens¿r; cn esos ca- Dos de los casos más notorios de error conocido, ambos en Gran
sos, cuando se detectó el engaño, casi siempre llevó a condena. llretaña en 1975, entran denro de esta categoría (Gudjonsson, 1992):
En cuanto a la confesión, Borchard señala que en varios casos la con- los 4 de Guildford, acusados de haber colocado una bomba en to pub
fesión falsa se produjo por la presión policial. Sin embargo, también resal- cn 19,74 (5 muertos y 57 heridos), y cuya historia se cuenta en la pelicula
ta que aunque en unos casos las técuicas policiales habían sido claramen- En el nombre del padre,y los 6 de Birmingham (las bombas en dos prás
te coactivas, hubo otras situaciones en lás que la confesión parecía haber produjeron 21 muertos, también en '.974\. En los dos casos se ha reye-
sido obtenida más bien por persuasión o sugestión, aludiendo a que la in- lado que las confesiones de 8 de los 10 condenados fueron falsas, en un
fluencia de una mente más fuerte sobrc otra rnás débil puede producir el otoño en que la actividad del IRA fue especialmente nrortífera, c¡eaodo
resultaclo deseado. En este sentido, parece claro que Borchard era cons- una fuerte presión social sobre la policía, y bajo la recier.rte aplicación de
ciente de los efectos de la presiólr del interrogatorio y de la sugestiona- la Preuention ofTerorism Act, gue entre otras cosas permitía la detención
bilidad de los sospechosos para obtener confesiones falsas, especialmente de sospechosos du¡ante yarios días y sin derecho a abogado.
cuandr¡ el sospechoso tiene un bajo nivel de inteligencia. Evidentemente, en muchos de los casos tratados en estos estudios. los
En la ¡risma línea, trabajos posteriores han coincidido con algunos cr.¡nderrados se habían rerracrar.lo posteriormelte, pero la rcrractación no
de los resultados de Borchard, aunque las cifras varían en función del nú- implica que la confesión inicial fue¡a falsa. Y además, el momenro en que
mero y tipo de casos estudiados y del sistema de clasificación de causas se produce varía ampliamente: a veces lcl hace en el momento en que se
que utilizan. De importancia para lo que aquí se está examinando es que ve liberado de la presión, aunque siga detenido; otras veccs, cuando ha-
la confesión falsa ocupa un puesto relevante en cuanto causa de error, lrla con su abogado o al conrparecer an¡e cl jrrezl pero ramhien en ocasio-
aulrque siempre por detrás de las identificaciones erróneas. Algunos de nes puede tardar días, meses e incluso años, aunque la confesión sea falsa
estos estudios, además, han examinado más de cerca a los acusados que (Gudjonsson, 1992).Y, por otro lado, la confesión en falso no siempre
confes¿¡o¡ en falso. lleva a retractarse, a veces porque se cree que la sentencia será más dura si
Brandon y Davies (t973), que investigaron 70 casos de «encarce- ahora lo niega; otras, para no rer¡asar el proceso o para evitar la prisión
lamiento erróneo" entre 1950 y 1970 en gran Bretaña, corregidos por preventiva; pero también por presión y persuasión policial, porque es la
el Ministerio del lnterior o por tribunales de apelación, c]asifican a los palabra de la policía contra la suya, o porque no ha tenido aiesoiamien-
acrrsedos que hicierc,n f¿lsar cunfesio¡:es en tres ripos: to legal (Dell, 1971).
1) acusados deficientes mcntales, muchos analfabetos, Incluso algu- Pe¡o no todas las confesiones falsas son iguales y los intentos de cla-
nos de los quc no había constancia formal de su nivel intelectual, se po- sificarlas han supuesto, a la yez, un intento por establecer Ias causas que
dría decir a par¡ir de su conducta que probablemente también eran defi- llevan a que alguien confiese siendo inocente. Por eso trataremos es¡as
cientes meDtalesi dos cuestiones de forma conjunta.
2) menores de edad;
3) acusados que eran aparentemente de inteligencia normal pero psi- 6.2. Tipos de confesión falsa y explicaciones psicológicas
cológicamente vulnerables o con algún problema.
Su conclusión es que los tres grupos que confesaron delitos por los Kassin y §lrightsman (1985) proponen distinguir tres tipos psicológica-
que después fueron absueltos eran psicológicamente "inadecuados, y que mente distintos de confesioues falsas, que muchos otros autoier .orriid"-
probablemente lo que tenían en común era una susceptibilid¿d ano¡mal ran de utilidad:
a la sr"rgestión. 1) voluntarias,
Por otro lado, algunos estudios señalan que el riesgo de error se 2) forzadas por conformidad o sumisión,
incrementa cuando el delito provoca gran alarma social (por-ejemplo, 3) forzadas por internalización.
236 237
OfRAS APLICACIONES OE LA PSICOIOGiA DEL fESTIIIONIO
AspEcTos psrcoLóctcos Dt ta coNFEstóñ
Aunque las dos últimas son involuntarias, Kassin y \frightsman sub¡a- coactiva, del interrogatorio, a pesar Je que en privado se sabe completa_
yan que conformidad e internalización son dos respuestas conceptualmen-
mente inocente. Para §ligmore (1970,344), una de las principales razt¡_
te diferentes a los intenios de control s ocíal, L:a conformidad se puede de- nes.para desconfiar de la prueba de confesión surge -.rrn,lo un, p.aron^
finir como una aquiescencia manifiesta, pública, a un intento de influencia c.,ri colocrd¡ en rel situación que una confe*ió-n falsa de culoabilidad
social, para lograr alguna ganancia instrumental; mientras qre la intema- h.r llegado a ser la más dese¿ble dc do" alrernativas eurre las qu;
lización se refiere a una aceptación personal de los valores o creencias in- Ia Derso_
rra se \ e obligads a elegir - (cit. en Kassi» y Wrighrsmarr, I
9g
j). Guijons_
cluidas en ese intento. Se han observado dos diferencias importantes entre son (11992) dice que en ese caso la p.rso,.,, ,.,ó confiesa voluntariamen_
ambas: 1) aunque la conformidad se refleja en la conducta poste¡io¡ solo te, sino que termina cediendo a las denrandas y presiórr del interrogador
si continúa teniendo un valor instrumental, las conductás internalizadas por alguna ganancia instrumental inmediata
persisten en el tiempo y a través de una variedad de situaciones;2) mien- lque le permitan voiver a
casa tras confesar, que termine el interrogatorio, que no la encarcelen,
tras que la conformidad inmediata se logra con mayor eficacia a través de o
cor¡o una manera de enfrentarse a las demandas de la situación).
técnicas potentes y muy sobresalientes de control social, la internalización
E¡ todos estos casos, la ganancia instrumenral supone un eicape de
se consigue mejor a través de métodos más sutiles, menos coactivos.
una situación intolerable o estresante, y aunque el ,orp".hoso r.,
más o
menos consciente de que se coloca en desventaja, crée que la ganancia
1,) Confesiones uoluntarias; son las que se of¡ecen resueltamente en tiene un valor mayor, o que su abogado lo puede a.regl.idesptÉs (Gud_
ausencia de presión, el que confiesa acude voluntariamente a la comisa- jonsson, 1992). Esto es, la confesión, comparada con
lr"s .ons..r"n.ia, d.
ría. Son las más enigmáticas. Por ejemplo, cuando secuestraron al hijo callarse o negar, es simplemente el menor de dos males prr" ur, ,orpe.ho_
del aviador Lindbergh, hubo doscientas personas que fueron a la policía so asediado (Kassin y V/rightsman, 1985). Históricamente, la mayáría
para confesar voluntariamente haber secuestrado al niño. Algunos 1o ex- de
las confesiones falsas extraídas a rravés de la tortura, y'p-^._
plican como un odeseo mórbido de notoriedad", sobre todo en delitos sas, eran probablemente de este tipo (por ejemplo, las"-aá"rm
con mucha publicidad, algo así corno un intentr¡ patológico de aumentar confesiones en los
procesos por brujería).
la autoestima, Y, reflejando el c¿rácrer no permanente de la umera, conformidad,
Otros motivos que se sugieren incluyen la esperanza de una reco- .s¡s contes¡ones se suclen retr;rcrar en cuxnto se Iibera la presión,
mendación de benevolencia, y un deseo de ayudar y proteger al verda- en
rrna comparccencia r olunraria anres del juicio (iáid.).
dero autor deldelito, sea por amenazas o por un genuino deseo de pro-
tección. Esto último es más frecuente cuando se trata de un delito meno¡ 3)
.Confesiones forzadas
por internalización: claldo el sospcchoso,
(Münsterberg, 1908) y entre delincuentes juveniles (Gudjonsson, 1992), por tanga, presrones, y la sLrgesrividad del proceso de interrogatorio,
aunque también entre nosotros es conocida la autoinculpación de un pa- real
rrerrte Ilega a crcer que ha comerido el deliro. aurrque no siacuerde.
riente inocente, con menos cargas familiares que el verdadero autor, en tl
csta línea, Gudjonsson y Mackeith (19g2) argumentan que se produce
casos de homicidio entre gitanos. En todos estos casos, confesar en falso
¡ror un .síndrome de desconfianza en la memoiia,, el sosiechoso llegu,
por proteger a otro no parece parológico; como sugiere Gudjonsson, es Jesconfiar de su propia memoria y cornieuza a confirr.n fuent.s
más un producto de la decisión, a veces bastante racional. er¡e._
nrs de información. Este sínd¡ome se asocia con dos tipos de condiciones
Aparte, por supuesto, de los innumerables casos en que las falsas con- disrintas:
fesiones proceden de personas que luego son diagnosticados como enfer-
.h-r c.rmerido.
-<uando el sospechoso no recuerda el supuesto delito, incluso si lo
mos mentales, incapaces de distinguir la realidad de la fantasía (L e. con puede deberse a problemas de a'mnesia o po, conrurro de
diagnóstico de esquizofrenia), o de personas que sienten remordimientos ,rlct,hol. En:rquellos casos en que no lo cometió, puede;o tener
por pecados que nunca han cometido (Münsterberg, 1908), o la necesi- una me-
r¡oria clara de no haberlo hecho, y llega a creeriá;
dad de expiar la culpa por transgresiones previas a través del autocastigo,
los sospechosos, al comienzo del interrogatorio, t¡enen un
asociado con enfermedades o síntomas depresivos, aunque son casos muy -cuando
rccuerdo cla¡o de no haberlo cometido, pero a causa deTas sutiÍes influen_
raros (Gudjonsson, 1992). .i.rs nranipuladoras del interrogador, empiezan a desconfiar de sus pro_
l)¡( ¡s recLrerdos y creenc¡as.
2) Confesiones forzodas por conformldad: el sospechoso pírblic¡- Ofshe (1989) conceptualiza este ripo de confesión falsa como de
mente se declara culpable en respuesta a métodos extre¡nos, a la presi(in lornra de pensamiento,: las tácticas cóactivas y manipuladoras del inte_ "re_
2.18
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-l ¡rogatorio inducen en el sospechoso suficiente duda sobre sí mismo y con-
t
-que
sc le rccuerden rcpetidamente al sospechoso sus problemas
prcvios de memoria o amnesias teurporales cuando existen. Si no existen,
fusión como para provocar un cambio en su percepción de la realidacl.
.1ue el interrogador argumente la existencia de un problema mental.que
En esa misma línea, Kassin y \lrightsman (1985) avanzan dos proce-
podría explicai su falta de memoria sobre el delito (personalidad múltiple,
sos por los que se puede producir una confesión de este tipo: a) cuando el
,lisociacián, etc.). Estos trucos tienden a minar su confianza en que pueda
interrogatorio policialimplica un estado como de trance, de elevada su-
recordar con exactitud que no ha cometido el delito;
gestionabilidad, parecido al que se produce en la hipnosis, con incremen-
el interrogador pida al sospechoso que acepte sus premisas y
to de fantasía, fabulación y distorsión de Ia realidad; y á) a partir de cam- -que
explicaciones del supuesto delito;
bios en la «percepci(tn del self" (del sí misrno), si la confesión se emite en
intente atemorizar al sospechoso sobre las consecuencias po-
presencia de indicios o claves asociaclas previamente con decir la verdad -que
tenciales de sus rePetidas negrlivxs.
(por ejemplo, promesa tranquilizadora de que uno no tiene que admitir
No toclas estaitécnicas tienden a ser evidentes en cada caso de confe-
que ha hecho algo malo). Piensan que esta idea de la percepción del sef
sión internalizada, pero son los tipos de factores que facilitan el proceso'
está muy relacionada con la táctica de interrogatorio descrita por Driver
(1968, cit. en Kassin y llrightsman, 1985) que consiste en hacer que el Lo que parecen proáucir es pérdida de confianza en la memoria, confusión
sobie ló que ocurre y, como resultado, incapacidad para evaluar crítica y
sospechoso repita la historia una y otra vez, pues osi se le engaña haciendo
racionalmente el apuro en que se e¡cuerltra. Y, como hemos visto, todas
el papel del ctiminal en un sociodrama imaginario, el sospechoso puede
ellas se incluyen entre las prác-ticas de interrogatorio recomendadas Por
llegar a creer que era el actor principal del delito, (ibid.,53).
los manuales para policías.
En opinión de Kassin y §lrightsman (1985), lo que resulta más te-
Además, ciertas características de personalidad del sospechoso, como
rrible de esta forma de confesií¡n falsa por internalización es que la me-
confianza en la autoridad, falta de confianza en sí mismo y sugestionabi-
moria del sospechoso sob¡e sus propias acciones puede ser alterada, ha-
lidad elevada, le hacen más vulnerable a la influencia de esas tácticas de
ciendo potencialmente irecuperables sus contenidos originales, aunque
interrogatorio.
la investigación todayía es insuficiente para determinar en qué medida se
disto¡siona la memoria original como resultado del interrogatorio (Gud-
jonsson, 1992). De hecho, Ia retractación solo se produce después de que
7, CONCLUSIONES
sospechan o se convencen de que son inocentes, y eso depende de cada
caso individual (a veces, meses).
En los apartados anteriotes se han considerado Ios factores psicológicos
Como hemos indicado más arriba, para Ofshe (1989), el principal
que pueden cuestionar la voluntariedad de una confesión, cierta o falsa,
mecanismo en las confesiones por inte¡nalización consiste en introduci¡
ábtenida con métodos coactivos y/o sugestiYos que no implican en ningún
en la mente del sospechoso suficientes confusión y dudas sobre sí mismo
caso maltrato físico. En coniunto, lo que se pone de manifiesto es que de-
como para posibilitar la alteración de sus percepciones de la realidad. Esro
terminadas características del contexto y de los procedimis¡¡e5 "psicoló-
implica que el interrogador consiga convencerle de que: 1) hay pruebas
gicos, de interrogatorio pueden potenciar la obtención de confesiones
incontrovertibles de su implicación en el delito, aunque él no lo recuerde;
iorradrs. Como ie ha señalado y aparece de forma reiterada y pública
y 2) hay razones buenas y válidas para que no se acuerde de haber come-
en los manuales de práctica para policías, las técnicas que se promueven
tido el delito.
como eficaces para obtener una confesión sin emplear la fuerza física son
Y para conseguir esa confesión, las mejores técnicas de interrogatorio
técnicas que piet.t d.n reducir la resistencia del sospechoso a autoincri-
son, según Ofshe:
minarse. La preparación meticulosa del Propio contexto físico en el que
interrogatorio Iargo y con gran intensidad emocional;
-un ponen en práctica las técnicas no obedece a otra razón que la de incremen-
--que el interrogador repita una y otra vez, y con gran confianza, su
iar la capácidad del escenario para que las técnicas surtan el efecto desea-
creencia en la culpabilidad del acusado;
do, por más que se intente disfrazar este obietivo con excusas como que
el sospechoso esté aislado de gente que pudiera socavar o con-
-quela premisa del interrogador de que es culpable. Cuando, además, lo que se pretende es que el interrogado no §e distraiSa.
tradecir
Si a esto se añade que algunos individuos, por strs características per-
se le oculta información que contradiga esa premisa;
sonales, son más vulnerables que otros a la potencia de esos métodos, una
el interrogador repita una y otra vez que hay pruebas científicas
-que conclusión que se puede extraer es que cada caso de confesión aparente-
inequívocas de su culpa;
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OTRAS APLICACIONES DE LA PSICOLOGIA DEL TESTII"lONIO
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