Economia Digital - Libro1
Economia Digital - Libro1
Economia Digital - Libro1
2016
Anna Byhovskaya
¿UNA NUEVA
Isidor Boix REVOLUCIÓN
Cecilia Castaño
Valerio De Stefano
INDUSTRIAL?
Ana Rosa del Águila ECONOMÍA
Christophe Degryse
Javier Doz DIGITAL
John Evans Y TRABAJO
Cristina Garmendia
José María Goerlich
Michel Husson
Javier Jiménez
Julio Linares
Pedro J. Linares
Francisco Louçã
Vicente López
Joan Majó
Agustín Martín
José María Martínez
Xavier Martínez Celorrio
Fernando Medina
Antoni Roca
Vicente Sánchez
Joan Subirats
nueva etapa nº27. dic. 2016
Edita:
Confederación Sindical
de Comisiones Obreras
Fernández de la Hoz, 12
28010 Madrid
Dirección:
Jorge Aragón
jaragon@ccoo.es
Coordinación:
Aida Sánchez
aida@ccoo.es
Consejo Editorial:
Julian Ariza
Máximo Blanco
Isidor Boix
Salce Elvira
Ramón Górriz
Ana Herranz
Fernando Lezcano
Enrique Lillo
Javier López
Héctor Maravall
Montserrat Mir
Empar Pablo
Carlos Prieto
Rosa Sans
Administración:
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palvarez@ccoo.es
Diseño:
Juan Vidaurre
Ediciones Cinca, S.A.
Producción editorial,
maquetación e impresión:
Grupo Editorial Cinca
ISSN: 1889-4135
Depósito legal: M. 42.536-2001
Ilustración de cubierta
e interiores:
Theo Van Doesburg
Ilustración de cubierta:
Pure painting, 1920.
Theo Van Doesburg
índice
Jorge Aragón ......................................................... 11
Notas sobre ¿Una nueva revolución industrial?
Economía digital y trabajo
John Evans
Anna Byhovskaya ................................................. 107
La gestión de la economía digital, hacia un
cambio tecnológico abierto, equitativo e inclusivo:
una perspectiva sindical
Christophe Degryse ............................................... 119
La economía digital y sus implicaciones
socioeconómicas y laborales
Fernando Medina
José María Martínez ........................................... 283
Las implicaciones sociolaborales
de la digitalización. Reflexiones sindicales
de la Federación de Servicios
APUNTES
El empleo atípico en el mundo.
Retos y perspectivas
(Informe de la OIT – noviembre 2016) .............. 317
Isidor Boix
Sindicalista
Federación de Industria de CCOO
IndustriALL Global Union
Cecilia Castaño
Catedrática de Economía
Universidad Complutense de Madrid
Valerio De Stefano
Departamento de Mercados de trabajo inclusivos,
Relaciones Laborales y Condiciones de Trabajo
ILO-OIT
Universidad de Bocconi
Christophe Degryse
Investigador senior
Responsable de la Célula de Prospectiva
Instituto Sindical Europeo (ETUI)
Javier Doz
Consejero del Comité Económico y Social Europeo
(CESE)
Adjunto a la Secretaría general de CCOO
John Evans
Secretario General
Comité Sindical Consultivo (TUAC) ante la OCDE
Cristina Garmendia
Presidenta
Fundación COTEC para la Innovación
Michel Husson
Economista y estadístico
Institut de Recherches Économiques et Sociales
(IRES)
Javier Jiménez
Secretario general
Federación de Servicios a la Ciudadanía de CCOO
Julio Linares
Presidente de la Comisión de Sociedad Digital
de CEOE
Pedro J. Linares
Secretario de Salud Laboral y Medio Ambiente
de CCOO
Francisco Louçã
Catedrático de Economía
Instituto Superior de Economía y Gestión (ISEG)
Universidad de Lisboa
Vicente López
Director-Gerente
Instituto Sindical Trabajo, Ambiente y Salud
ISTAS-CCOO
Joan Majó
Ex ministro de Industria
Agustín Martín
Secretario general
Federación de Industria de CCOO
José María Martínez
Secretario general
Federación de Servicios de CCOO
Fernando Medina
Responsable Institucional de la
Secretaría de Acción Sindical Internacional
Federación de Servicios de CCOO
Antoni Roca
Profesor de Historia de la Ciencia y de la Técnica
ETS de Ingeniería Industrial de Barcelona
Universitat Politècnica de Catalunya
Vicente Sánchez
Secretario general
Federación de Construcción y Servicios de CCOO
Profesor de Economía
Universidad Complutense de Madrid
Joan Subirats
Catedrático de Ciencia Política y de la Administración
Instituto de Gobierno y políticas públicas (IGOP)
Universidad Autónoma de Barcelona
Jorge Aragón
C ADA vez se extiende más la idea de que estamos viviendo una nueva revolu-
ción industrial, basada en la aplicación generalizada de tecnologías digitales en la
actividad económica, apoyadas en la extensión de las infraestructuras de las TIC y
su mayor capacidad de interconexión, modificando procesos y ofreciendo nuevos
productos, cambiando la organización de las empresas y las formas de empleo y de
trabajo, con implicaciones directas en las fuentes de energía y su impacto medioam-
biental y en los hábitos de consumo.
De la importancia que está cobrando este proceso dan cuenta el creciente nú-
mero de documentos que abordan la economía digital, que algunos califican de 4ª
Revolución industrial1 o Industria 4.02, del que son una pequeña muestra a nivel in-
ternacional los documentos del World Economic Forum de Davos, los informes de
la OCDE sobre Economía digital. Innovación, crecimiento y prosperidad social, el
Informe sobre desarrollo mundial 2016. Dividendos digitales del Banco Mundial; o,
en el ámbito europeo, la Comunicación de la Comisión Europea sobre Una estrategia
para un mercado único digital en Europa. También, documentos sindicales como la
resolución de la CES sobre la digitalización, Hacia un trabajo digital justo; la Decla-
ración de los agentes sociales europeos sobre El partenariado digital europeo en la
digitalización o las propuestas del TUAC Messages to the OECD Ministerial on the
Digital Economy Inclusive Innovation Pathways, Regulatory Challenges, and the Role
of Policies and Unions.
Si los documentos antes mencionados son un mero ejemplo para apoyar la cre-
ciente importancia que se está dando a la economía digital, también es necesario
1
Para otros analistas se trataría de la 3ª y no la 4ª revolución industrial.
2
Término engañoso en su traducción al castellano porque no se refiere a las manufacturas sino, en su
origen inglés, al conjunto de actividades económicas, incluidos los servicios.
gaceta 13 sindical
Jorge Aragón
apuntar que su definición o la acotación de los ámbitos en los que opera no son tan
claras. Por una parte, porque su desarrollo no se basa solo en nuevas tecnologías
innovadoras –los chips o internet tienen ya algunas décadas de existencia– sino en
una forma diferente de integrarse, su creciente conectividad, estrechamente aso-
ciada a estrategias empresariales de muy diverso tipo. Por otra, porque engloba fe-
nómenos tan diversos como la robotización inteligente, la impresión 3D, la
biotecnología, la computación en la nube, el comercio electrónico, las criptomonedas
o las plataformas digitales. Del carácter “borroso” conceptualmente de la digitaliza-
ción también da cuenta la creciente extensión de un vocabulario nuevo y en no pocos
casos confuso (casi siempre en inglés): Internet de las cosas, big data, fintech,
crowdwork, crowdoutsourcing, gig economy, economía colaborativa, o prosumidores,
entre otros muchos, con significados e implicaciones muy diferentes.
No es, por ello, sorprendente que estos cambios vayan acompañados de impor-
tantes interrogantes sobre sus efectos en la destrucción y creación de empleo, los
cambios en los contenidos y tareas de los puestos de trabajo, los nuevos requeri-
mientos de cualificaciones y competencias profesionales, el reparto de los aumentos
de productividad, la desigualdades salariales, las brechas digitales, y los efectos
sobre la fiscalidad y la protección social entre otros. Temas de debate e intervención
política y social que han estado presentes en revoluciones tecnológicas anteriores,
y a cuyo análisis y comprensión quiere contribuir este monográfico de Gaceta Sin-
dical, separando la paja del grano, para seguir promoviendo una acción colectiva
que haga de los cambios tecnológicos un sinónimo de bienestar e inclusión social,
en la que las organizaciones sindicales confederales como CCOO, desde su com-
promiso sociopolítico de solidaridad y de clase, tienen un importante papel.
Cabe considerar que no estamos ante “la explosión” de una nueva revolución
tecnológica de corto plazo sino ante cambios que se encuadran en una “onda larga”
gaceta 14 sindical
Notas sobre ¿Una nueva
revolución industrial?
Por ello, merece hacer memoria de nuestra historia reciente recordando algunos
debates y aportaciones de la Comisión Confederal de Ciencia y Tecnología de CCOO
en 1989 (¡hace 27 años!), que creó Marcelino Camacho a mitad de los años 803:
3
COMISIÓN CONFEDERAL DE CIENCIA Y TECNOLOGÍA DE CCOO (1989): Innovación tecnológica,
crisis económica y relaciones laborales. Mimeo.
gaceta 15 sindical
Jorge Aragón
Valga esta larga cita para recuperar una idea central en la comprensión de los
cambios tecnológicos. El nuevo paradigma de la digitalización está teniendo y tendrá
en el futuro un impacto cada vez mayor en los procesos productivos, en las estrate-
gias empresariales, en las formas de empleo y en las relaciones laborales y sociales.
Sin embargo, estos cambios no están predeterminados sino que dependen de la ac-
ción de los principales actores que intervienen en ellos –no solo los empresarios,
sino los trabajadores y trabajadoras y su representación en los sindicatos– de los
marcos regulatorios en los que se desenvuelven y de las políticas públicas que en-
cauzan también su desarrollo, en las que ocupa un papel esencial el Estado y sus
formas de gobierno en sus múltiples niveles de intervención, no solo nacional, sino
supranacional o local.
Como reflexionaba Manuel Castells no son las nuevas tecnologías las que crean
ni destruyen empleo sino las políticas con las que se desarrollan y aplican, y las es-
trategias de los actores sociales implicados.
4
Gaceta Sindical: Reflexión y Debate nº 26 (2016): Incertidumbres y retos del nuevo escenario mundial.
CCOO.
gaceta 16 sindical
Notas sobre ¿Una nueva
revolución industrial?
La historia enseña que los cambios tecnológicos han podido generar una impor-
tante destrucción de empleo pero que, paralelamente, han creado nuevos puestos
de trabajo de características muy diferentes, lo que lleva a remarcar la importancia
de políticas que fomenten una “transición justa”. Pero, quizás, lo más relevante en
el debate actual es que desde posiciones conservadoras se apunte a que la enorme
flexibilidad que permiten las nuevas tecnologías está llevando a una progresiva sus-
titución de trabajos estables por otros inestables, ocasionales o precarios de la que
solo escaparían un reducido núcleo de trabajadores de elevada cualificación. Así, el
considerado hasta ahora “trabajo atípico” –temporal, a tiempo parcial, ocasional–
estaría llamado a convertirse en “típico”, dando lugar a una nueva clase social –el
“precariado” de Guy Standing– de forma similar a como el fordismo configuró la clase
trabajadora industrial en torno a las cadenas de producción. Una nueva clase a la
que caracterizaría no solo sus precarias e inestables condiciones laborales sino un
casi nulo poder de negociación; en definitiva, el fin de los sindicatos de clase como
organización central de defensa de los trabajadores en las relaciones laborales.
5
FREY C. B. y OSBORNE M.A. (2013): “The Future of Employment: How susceptible are jobs to compu-
terisation?”., disponible en: http://www.oxfordmartin.ox.ac.uk/downloads/academic/The_Future_of_Em-
ployment.pdf
gaceta 17 sindical
Jorge Aragón
De la importancia del debate sobre las políticas a desarrollar para canalizar los
cambios tecnológicos –aunque algunos quieran reducirlo al determinismo de la tec-
nología– da buena cuenta el referente histórico de la construcción del Estado de
bienestar y el modelo social europeo tras la II Guerra Mundial. La conformación del
Estado de bienestar expresó la cristalización política de un equilibrio entre Capital,
Trabajo y Estado con la combinación de un intenso proceso de expansión de la pro-
ducción en sectores con una alta intensidad de innovación tecnológica y acumulación
de capital, en el que el notable aumento de la productividad de los sectores más di-
námicos –en términos de innovación y expansión de la producción– y abiertos a la
competencia, tenía como correlato el desarrollo de importantes mecanismos de re-
distribución de la renta. Una redistribución de los beneficios de la innovación y de
los aumentos de productividad, a través de la intervención del Estado, mediante un
sistema fiscal fuertemente establecido y de las organizaciones sindicales de clase
como defensoras de intereses generales, de la negociación colectiva como instru-
mento de regulación de las condiciones laborales, que permitía un elevado nivel de
gasto social. Una redistribución que promovía la expansión de sectores de servicios
no destinados a la venta –fuera de las reglas de mercado–, una elevada oferta de
bienes públicos y un desarrollado sistema de protección social que permitió conse-
guir el pleno empleo.
Valga esta referencia al Estado de bienestar para recordar que los avances en el
conocimiento humano y su plasmación en cambios tecnológicos y productivos, que
gaceta 18 sindical
Notas sobre ¿Una nueva
revolución industrial?
finalmente son cambios laborales y sociales, pueden y deben ser positivas para el
bienestar humano: la sustitución de trabajadores que realizan trabajos elementales
y mecánicos por robots, o la automatización de tareas elementales y aburridamente
repetitivas solo deberían ser entendidas como una liberación de la actividad humana
en su esfuerzo para garantizar su subsistencia, como lo fue la generalización de los
tractores en las actividades agrarias y el abandono de los azadones o el arado ro-
mano. Lo preocupante es que hoy no sea así, en las puertas de esta nueva oleada
tecnológica de la digitalización, sino que se vea envuelta en un “marketing del miedo”
que chantajea con la precariedad laboral o el desempleo.
Asimismo hay tesis que señalan que la innovación tecnológica no solo se enfrenta
a un problema de oferta –concentración de empresas y capital en los sectores trac-
tores de esta nueva acumulación de capital que dificultaría su difusión y su rentabi-
lidad: un callejón sin salida– sino a un problema de demanda. Si se mantienen las
desigualdades en la distribución de los aumentos de la productividad y de la renta
en el conjunto de la población, y sus efectos laborales están estrechamente asocia-
gaceta 19 sindical
Jorge Aragón
gaceta 20 sindical
Notas sobre ¿Una nueva
revolución industrial?
gaceta 21 sindical
Jorge Aragón
CCOO: Agustín Martín sobre la Industria 4.0,; Javier Jiménez sobre la digitalización
de los servicios a la ciudadanía; José Mª Martínez y Fernando Medina en torno a
las implicaciones sociolaborales de la digitalización en el sector de servicios, y Vi-
cente Sánchez sobre el sector de la construcción.
Por último, se incluye una breve nota biográfica del pintor Theo van Doesburg al-
gunas de cuyas obras ilustran la portada y los artículos del monográfico. Impulsor
de la concepción neoplástica y elementarista del arte, en la que diagonales, planos
inclinados y colores disonantes destruyen el equilibrio de la horizontal y vertical, in-
troduciendo el dinamismo y la tensión; sus imágenes nos acompañan en estas re-
flexiones sobre la economía digital.
Solo cabe, finalmente, expresar nuestro agradecimiento al trabajo que nos apor-
tan, desde muy distintos puntos de vista, las personas que han permitido conformar
este monográfico como un espacio de reflexión y debate; y que lo hayan hecho sobre
un tema abierto como es el cambio tecnológico, sus potencias tractoras y sus acto-
res, aportando sus reflexiones sobre un futuro que está por construir.
Jorge Aragón
Director de Gaceta Sindical: Reflexión y Debate
gaceta 22 sindical
Joan Majó
He organizado así el artículo por dos razones. Porque leyendo el índice del nú-
mero, veo que otros, con muchísimo mas conocimiento directo que yo, examinarán
en concreto algunas de las transformaciones y retos que esta revolución nos supone.
Y porque entiendo que se me ha pedido que estas páginas iniciales sirvan sobre
todo para situar y para ayudar a entender la naturaleza de los cambios de que esta-
mos hablando. Sin ninguna garantía de que mi análisis sea el más acertado, voy a
intentarlo. Empiezo por la visión personal que he anunciado.
1. EL BIENESTAR Y EL ENTORNO
Después de una larga evolución que se inicia con la aparición de la vida, apareció
en el planeta una nueva especie animal que cambió las reglas existentes entre vida
y entorno. La especie humana ha hecho de la Tierra su hábitat natural, pero a dife-
gaceta 25 sindical
Joan Majó
Una vida material sana y confortable, una rica vida intelectual, emocional, y afec-
tiva, y una capacidad de reproducción, resumen de alguna manera los objetivos vi-
tales de los humanos. Para satisfacer estas necesidades y conseguir estos objetivos,
son necesarios recursos que hay que obtener del entorno. De una forma muy sim-
plificada, se pueden resumir en cuatro: alimentos, oxígeno, energía e información.
Podrían reducirse a dos, ya que la mayor parte de los alimentos digeridos tiene por
finalidad almacenarse como recurso energético que será liberado por la combustión
interna, al combinarse con el oxígeno respirado. Además, es evidente que la materia
orgánica no existiría si no hubiese sido producida por la fotosíntesis utilizando la
energía que el sol de forma constante envía al planeta. Los alimentos, tanto por su
origen como por su utilidad, los podemos equiparar a la energía.
Por otra parte, he de dejar claro que utilizo el concepto de “información” de forma
mucho más amplia de lo que a veces se entiende. Para mí es información todo aque-
llo que entra en el cuerpo humano por alguno de sus cinco sentidos y que las neu-
ronas trasladan al cerebro para que pueda ser procesado. Es información un ruido,
un olor, una lectura, una música, una fotografía, una mirada o una caricia…
2. ENERGÍA E INFORMACIÓN
gaceta 26 sindical
El nuevo paradigma de la
economía digital
3. EL PROGRESO ENERGÉTICO
Por descontado, hay que recordar que no existiría vida en la tierra si no existiera
un flujo constante de energía procedente del sol. La tierra recibe una pequeñísima
parte de la energía de fusión que el sol genera y, al calentarse, la superficie del pla-
neta retorna al espacio frío exterior la casi totalidad de la misma. Recordemos que
el aumento de espesor de la capa de CO2 y de otros gases, dificulta este retorno y
produce el calentamiento global. La pequeña parte que resta en la tierra puede ser
utilizada a través de varios mecanismos. Por una parte, para sintetizar materia or-
gánica en los vegetales y en el plancton de la superficie marina, materia que será
utilizada para alimentarse, o para producir fuego. Por otra parte, se utiliza aprove-
chando los movimientos del aire y del agua que la energía solar ha provocado.
gaceta 27 sindical
Joan Majó
gaceta 28 sindical
El nuevo paradigma de la
economía digital
Hemos entrado los últimos años en una nueva etapa, como consecuencia de la
conciencia de dos grandes peligros. El primero, ya que estamos consumiendo un
capital acumulado que no es inagotable, vemos como las reservas van disminuyendo
y son más difíciles de aprovechar; este agotamiento no es tan cercano como parecía,
pero sigue siendo evidente. Por otra parte, la combustión genera unos residuos
(CO2, ácidos varios...) que ensucian la atmósfera e incrementan su transparencia a
los rayos infrarrojos, con lo que se eleva la temperatura del planeta y se produce un
cambio en el clima y otros desequilibrios naturales. Por todo ello, es necesario, e in-
cluso urgente, modificar el modelo energético, sobre todo teniendo en cuenta que
hasta hace poco no llegaban a 800 millones las personas que habían alcanzado un
nivel de desarrollo “industrial”, y se prevé que esta cifra se acerque en pocos años
a los 3.000 millones. El modelo no es válido en esta nueva perspectiva.
Hay que decir, antes de cerrar este punto, y apartándome ligeramente del tema
de la energía, que este mismo fenómeno de escasez y de residuos se extiende tam-
bién a los otros recursos de tipo mineral que se utilizan como base de los productos
industriales. El reciclaje completo y la utilización de materiales sintéticos deberán
servir para hacer frente a este problema. Algo muy similar debería decirse con res-
pecto al agua, pero no es tema de este artículo.
gaceta 29 sindical
Joan Majó
4. EL ACCESO A LA INFORMACIÓN
Todo ello es inmaterial, pero para generarse, para almacenarse, para transmitirse
o para ser recibidos, necesitan utilizar intermediarios materiales (ondas sonoras,
ondas luminosas, minidescargas eléctricas, reacciones químicas…) capaces de es-
timular físicamente nuestros sentidos. Para que ello sea posible, toda información
necesita haber sido “codificada” a través de algún algoritmo material adecuado, y
utilizar “aparatos” que la puedan almacenar, transmitir o recibir. La evolución de estos
códigos y la de las tecnologías relacionadas con estos aparatos marca la historia
del acceso del hombre a la información.
gaceta 30 sindical
El nuevo paradigma de la
economía digital
La aparición, ya en tiempos mucho más cercanos, del teléfono, la radio, los discos
o las cintas, la fotografía, la televisión… fruto de los avances en las tecnologías de
la electricidad, de la química o de la electrónica, han supuesto un nivel de masifica-
ción en cuanto a la circulación de la información incomparablemente mayor del que
supuso la imprenta en su momento, debido a la invención de nuevos aparatos y la
utilización de nuevos códigos.
En las últimas décadas del siglo XX se inició la que yo creo que es una nueva si-
tuación de ruptura, que viene marcada por dos hechos: la codificación digital y la
conectividad total y bidirecional. Los enormes progresos en la capacidad de proce-
sar, almacenar, y transmitir bits (hablamos de los Megas, los Gigas y los Teras, sin
darnos cuenta de lo que significan…) junto a la posibilidad de codificar en forma de
bits todo tipo de información (textos, voz, música, fotos, videos, dinero…) han con-
vertido la información, que hace poco tiempo era un bien escaso, en un bien abun-
dante y hasta excesivo, difícil por ello de asimilar y de procesar.
Por otra parte, la extensión y la complejidad de las redes están haciendo que, en
el mundo desarrollado, toda persona pueda estar conectada permanentemente,
en reposo o en movimiento, con todo el mundo, y que además de recibir información
pueda generarla y transmitirla. Antiguamente se podía ser inculto o desgraciado por
falta de información; en el mundo desarrollado actual, es muy probable serlo
por exceso.
Una vez recorridos de forma sumaria los procesos relacionados con la energía y
con la información, deseo expresar en esta segunda parte del artículo, mi tesis: Es-
tamos frente a un cambio que es mucho más que una tercera o cuarta “revo-
lución industrial”. Debemos ser conscientes de ello cuando hagamos previsiones.
Voy a exponer tres razones por las que lo pienso:
gaceta 31 sindical
Joan Majó
Voy a dejar de lado, sin olvidarlos, estos dos últimos elementos y voy a intentar
esbozar una perspectiva de cual puede ser la naturaleza de una “sociedad post-in-
dustrial” que haya asimilado el choque conjunto de estos tres cambios: la transfor-
mación energética, la explosión de la información y la globalización.
Los cambios que son necesarios a medio plazo, no sólo son cambios en los sis-
temas de producción y en la concepción de nuevos productos (dos áreas que están
en el corazón de las economías industriales) sino que suponen modificaciones
mucho más radicales en nuestros sistemas económicos y sociales para hacer frente
simultáneamente a los retos que he ido mencionando y que reproduciré a continua-
ción. Como dije al principio, sé que muchos de los participantes en este número
abordarán de forma específica algunos de ellos, si no todos.
gaceta 32 sindical
El nuevo paradigma de la
economía digital
gaceta 33 sindical
Joan Majó
- Necesidad de entender que todo este trabajo de construcción debe estar plan-
teado teniendo en cuenta que la división entre un mundo desarrollado y otro
subdesarrollado es un modelo que ha quedado absolutamente obsoleto por
efecto de la globalización de la economía y aún más de la información, por lo
que, aunque sigan existiendo diferencias importantes de renta y de bienestar,
el nuevo modelo debe poder ser sostenible en un ámbito global. De no ser
así, la situación del planeta puede ser altamente tensa e insegura.
Es interesante observar que la renta global disponible por una sociedad es mayor
o menor en función del valor real que se haya generado en el conjunto de la actividad
productiva, de bienes materiales, de servicios privados, y de servicios públicos. Por
ello, el nivel de vida y bienestar aumenta en cuanto mejora la productividad. Una
parte importante de los aumentos de productividad son consecuencia de la mejora
del capital humano; por ello una parte importante de la riqueza generada debe ser
utilizada en mejorar la formación de las personas. Otra parte depende de la moder-
nización del capital físico; por ello es imprescindible que las acumulaciones de ri-
gaceta 34 sindical
El nuevo paradigma de la
economía digital
8.3. Todos los servicios relacionados con la atención directa a las personas crece-
rán extraordinariamente, por los cambios demográficos (envejecimiento en unos paí-
ses, natalidad en otros) y por la mayor demanda que lleva siempre aparejada el
crecimiento del nivel de vida. Un elemento clave será la determinación de cuáles de
estos servicios deban tener la consideración de “derechos” y por tanto proporcio-
nados por el sector público a través de distintas modalidades de gestión y de acceso,
gaceta 35 sindical
Joan Majó
y cuáles deban ser opcionales y de carácter privado, y por tanto sufragados por el
usuario, a través del mercado. Hay una creciente tendencia a servicios de colabora-
ción público-privada, con grandes ventajas y también posibles desviaciones.
Dos cosas parecen claras: en Europa se producirá una polarización del mercado
laboral, ya que crecerá mucho la demanda de puestos de alta cualificación y también
aumentará la de servicios sin especiales competencias. Serán necesarias políticas
muy inteligentes tanto educativas, como de inmigración y de regulación del mercado
laboral, para intentar corregir el actual importante desajuste entre oferta y demanda,
y evitar que aumente todavía más.
8.5. Es imprescindible realizar una transformación radical del sector energético, ba-
sada en dos principios: fuentes renovables y producción descentralizada. La uti-
lización generalizada de energía fotovoltaica y eólica, transmitidas y almacenadas
en forma de electricidad o de hidrógeno, permitirán una producción en pequeña es-
cala y una distribución por una red global que conecte grandes y pequeños consu-
midores que a su vez serán productores. Ello será algo similar al funcionamiento de
Internet en cuyo caso todos los conectados a la red pueden crear, emitir y recibir in-
formación. La construcción de toda la infraestructura de generación y de distribución
va a suponer una enorme demanda de trabajo durante los próximos años y una
fuerte aportación de capital y conocimientos.
gaceta 36 sindical
El nuevo paradigma de la
economía digital
sitorio durante las décadas que dure esta transformación y la del párrafo anterior.
No me siento en condiciones de prever a más largo plazo.
8.7. En paralelo con todos estos cambios, o provocados por ellos, va a ser necesario
que se adopten unas medidas de tipo social y político que ayuden a aprovechar sus
potencialidades en beneficio de todos y eviten alguno de sus inconvenientes. A ellos
me refiero en el siguiente, y último, punto del artículo.
9. MEDIDAS POLÍTICAS
9.1. La primera tiene que ver con la necesaria reflexión sobre si los ingresos prove-
nientes de la actividad productiva (en su modalidad mayoritaria de salario, o minori-
taria de rendimientos del capital invertido) pueden seguir siendo la única fuente de
renta para las personas. Esto ya no es así en realidad, pues en nuestras sociedades
industriales hay otros tipos de ingresos en especie o diferidos (enseñanza, sanidad,
pensiones…) que los complementan. Creo que las probables reducciones en el
tiempo de trabajo, sea en horas o sea en años, y el posible desequilibrio entre de-
mografía y oportunidades de trabajo productivo, obligará al establecimiento de una
renta mínima que garantice a todos los ciudadanos un nivel digno de bienestar. La
gran diferencia con la actual situación es que el derecho a esta renta no se originará
por la condición de trabajador (actual o en el pasado) sino por la de ciudadano. En
algunos países se están haciendo ya pasos en esta dirección, pero todavía tímidos,
aislados y muy incompletos. Es urgente abordar este tema de cara, así como sus
repercusiones sobre el sistema fiscal.
gaceta 37 sindical
Joan Majó
en su etapa intermedia como superior. Hay que aumentar también la proporción de-
dicada a investigación. Y finalmente, la dedicada a financiar mecanismos de trans-
ferencia de conocimientos y de tecnología de los centros públicos al sector
productivo, sin olvidar que el mejor elemento de transmisión son las personas que
puedan hacer de puente entre ambos sectores.
gaceta 38 sindical
Antoni Roca
Los estudios históricos necesitan de hitos temporales, pero en la medida que pro-
fundizan estos hitos, siempre convencionales, aparecen más como eslabones de un
proceso evolutivo que de un cambio brusco.
Por lo que se refiere a la revolución industrial, esta es también una expresión re-
lativamente reciente. Se generalizó a partir de los años 1830, cuando la utilizaron
explícitamente autores como Adolphe Blanqui (hermano del revolucionario Louis-
Auguste), en su Historia de la economía política en Europa aparecida en 1837, o
Friedrich Engels, en su estudio sobre La situación de la clase obrera en Inglaterra,
gaceta 41 sindical
Antoni Roca
En el siglo XVIII, cuando se dice que empezó la revolución industrial, ¿qué cam-
bios se produjeron? La historiadora económica británica, Phyllis Deane (1918-2012),
en su estudio clásico sobre la revolución industrial en Inglaterra (La primera revolu-
ción industrial) publicado en 1965 y reeditado y traducido desde entonces, consideró
los siguientes elementos: 1) difusión de los conocimientos científicos, 2) especiali-
zación de la producción con proyección al mercado nacional e internacional, 3) mo-
vimiento de población del campo a las ciudades, 4) ampliación y despersonalización
de las unidades de producción, 5) predominio de las actividades productivas de
bienes sobre la agricultura, 6) uso intensivo y extensivo de los capitales, 7) emer-
gencia de nuevas clases sociales en relación con la propiedad de los medios de pro-
ducción y del capital. Para Phyllis Deane, en la Inglaterra del último tercio del siglo
XVIII se dio una combinación particularmente favorable de esos siete factores.
Esta concepción ha sido muy discutida, aunque todos los autores la respetan en
el sentido de que sirvió para lanzar el debate en torno a la revolución industrial. La
obra de Deane “confirmó” la prioridad de Inglaterra en la revolución industrial: como
su estudio había sido la base del modelo, solo Inglaterra lo cumplía. Uno de los re-
sultados del debate y de los nuevos estudios ha sido constatar la complejidad y la
extensión del proceso. A pesar de que, efectivamente, Inglaterra y Escocia fueron
puntos de partida de la revolución industrial, hay que considerar que fue un fenómeno
europeo y muy pronto se extendió a otros continentes: América (empezando por el
norte) y, recientemente, Asia (sin olvidar entre medias Australia, inicialmente como
parte del Imperio británico).
gaceta 42 sindical
¿Una nueva revolución
industrial?
gaceta 43 sindical
Antoni Roca
Sin embargo, las máquinas tardaron algún tiempo en ser realmente aplicables a
la producción generando energía mecánica. En el caso de su uso como motor en
los barcos, sería también hacia 1800 que se abrió la posibilidad, aunque solo para
buques fluviales o lacustres. Los vapores trasatlánticos datan de final del siglo XIX.
Por lo que se refiere al transporte terrestre, los trenes a vapor datan de 1830 y se di-
fundieron por el mundo en las décadas siguientes. Como consecuencia, parece claro
que la tecnología del vapor no desencadenó la revolución industrial sino más bien
fue una consecuencia del nuevo contexto social de producción y distribución.
gaceta 44 sindical
¿Una nueva revolución
industrial?
gaceta 45 sindical
Antoni Roca
robots, tecnologías que son posibles gracias al desarrollo de la informática, tanto los
soportes electrónicos (en realidad, microelectrónicos) como el desarrollo del soft-
ware, incluidos aquellos programas de la llamada inteligencia artificial. La historia
nos ayuda a identificar los cambios históricos. En el siglo XIX, cuando a la sombra
del romanticismo surgió la historia como disciplina de investigación, también surgie-
ron los movimientos revolucionarios. En efecto, como dijo Ricard Vinyes, si nos
damos cuenta de que la humanidad ha cambiado en el pasado, ¿por qué no puede
cambiar igualmente en el futuro?
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
gaceta 46 sindical
Michel Husson
¿Estancamiento secular
o rebote tecnológico?
Estudio de Composición XXV, 1923. Theo Van Doesburg.
¿ESTANCAMIENTO SECULAR?
1
Alvin Hansen, “Economic Progress and Declining Population Growth”, The American Economic Review,
vol. 29 (1), marzo 1939.
2
Lawrence Summers, “US Economic Prospects: Secular Stagnation. Hysteresis and the Zero Lower
Bound”, Business Economics, Vol. 49, No. 2, Febrero 2014; o este artículo: “Why Stagnation Might Prove
to be the New Noamal”, Financial Times, 15 Diciembre 2013.
3
Richard C. Koo, “Balance sheet recession is the reason for secular stagnation”, en: Coen Teulings y Ri-
chard Baldwin (editores), Secular Stagnation: Facts, Causes, and Cures, CEPR, 2014.
gaceta 49 sindical
Michel Husson
4
Para un planteamiento formalizado, ver: Michel Husson, “Arithmétique du taux de profit”, note hussonet
n°66, agosto 2014.
gaceta 50 sindical
¿Estancamiento secular
o rebote tecnológico?
GRÁFICO
5
Robert Solow, “We’d Better Watch Out”, New York Times Book Review, 12 julio 1987.
6
Robots are everywhere in the news but they do not seem to leave a footprint in the data, Lawrence
Mishel, “The Missing Footpint of the Robots”, 13 mayo 2015.
7
John G. Fernald, “Productivity and Potential Output Before, During, and After the Great Recession”,
NBER, Vol. 29, nº 1, 2014.
8
Financial Times, “The productivity puzzle that baffles the world’s economies”, mayo 29, 2016.
9
The Economist, “Working hard for the money”, 4 junio 2016
10
The Conference Board, mayo 2016.
gaceta 51 sindical
Michel Husson
Frente a la tesis del estancamiento secular, muchos autores ponen el acento, por
el contrario, en el desarrollo de la robotización así como en las innovaciones de las
tecnologías de la información y de la comunicación: redes, economía colaborativa, im-
presoras 3D, Big Data, etc. Todas estas mutaciones pondrían en peligro la perennidad
de gran parte de los empleos. El estudio de referencia es el de Frey y Osborne11, según
el cual en Estados Unidos la automatización amenaza el 47% de los empleos. Los
estudios ulteriores son simples copias de este. El del consultor Roland Berger, por
ejemplo, prevé la destrucción de 3 millones de empleos en Francia de aquí a 202512.
Un reciente estudio16 ha revelado otro hecho curioso: el efecto de las nuevas tec-
nologías sobre la productividad “no se ha percibido nunca desde finales de los años
1990”. Pero sobre todo, cuando este efecto se produce, “viene desencadenado por
una caída de la producción relativa [del sector en cuestión] y de una caída aún más
rápida del empleo. Es difícil conciliar estas caídas de producción con la idea de que
la informatización y las nuevas tecnologías incorporadas en los nuevos equipos es-
11
Carl B. Frey, Michael A. Osborne, “The future of employment: how susceptible are jobs to computeriza-
tion?”, septiembre 2013.
12
Camille Neveux, “Les robots vont-ils tuer la clase moyenne?”, Le Journal du Dimanche, 26 octubre
2014.
13
Georg Graetz, Guy Michaels, “Robots at Work”, CEPR Discussion Paper 10477, marzo 2015.
14
David H. Autor, “Why Are There Still So Many Jobs? The History and Future of Workplace”, Journal of
Economic Perspectives, vol.29, n°3, 2015.
15
M. Arntz, T. Gregory, U. Zierahn, “The Risk of Automation for Jobs in OECD Countries”, OECD, 2016.
16
Daron Acemoglu, David Autor, David Dorn, Gordon H. Hanson, and Brendan Price, “Return of the Solow
Paradox? IT, Productivity and Employment in US Manufacturing”, American Economic Review: Papers &
Proceedings, 104(5), 2014.
gaceta 52 sindical
¿Estancamiento secular
o rebote tecnológico?
Las mutaciones inducidas por lo que ahora se llama “economía colaborativa” nece-
sitan una reflexión específica. Sin ver forzosamente en ellas una alternativa al capita-
lismo, podemos preguntarnos sin embargo en qué medida estas innovaciones pueden
insertarse en su lógica: los talleres de impresoras 3D o las redes de coche compartido
no acarrean forzosamente una ampliación del campo mercantil. Quizás esta sea la res-
puesta de fondo a la paradoja de Solow: el flujo de las innovaciones tecnológicas no
parece agotarse, pero sí la capacidad del capitalismo para incorporarlas a su lógica.
No hay que caer, pues, en las historias que nos cuentan los observadores fasci-
nados por estas mutaciones tecnológicas y a las que acostumbran los profetas. Sin
embargo, la crítica de las evaluaciones catastrofistas de los efectos de la economía
digital sobre el empleo no debe conducir a subestimar la amplitud de las transfor-
maciones en curso. Incluso los estudios más escépticos insisten en el impacto de
estas mutaciones sobre la estructura del empleo y sus condiciones.
Tomemos, por ejemplo Industria 4.0, este proyecto desarrollado en Alemania para
la automatización inteligente de las fábricas (smart factories) mediante la puesta en
marcha de “sistemas ciber-físicos” que garantizan una mejor coordinación y una
mayor reactividad de los robots. Un estudio reciente19 estima, también, que los efec-
tos sobre el empleo global serían reducidos.
17
Patrick Artus, “Karl Marx is back”, Flash Natixis, 4 enero 2002.
18
Michel Husson, “Derrière les mirages de la nouvelle économie”, en: Espaces Marx, Capitalisme: quoi
de neuf?, Syllepse 2002.
19
M.I. Wolter, A. Möning, M. Hummel et al. (2015): “Industrie 4.0 und die Folgen für Arbeitsmark und Wirts-
chaft”, IAB Forschungsbericht, No. 8/2015.
gaceta 53 sindical
Michel Husson
Según una hipótesis optimista, esta evolución podría invertirse mediante una ele-
vación general de las cualificaciones, asegurando así un aumento de la competitivi-
dad que dejaría, por tanto, de basarse en bajos salarios. Pero esta perspectiva no
constituye forzosamente una vía fácil y cómoda, capaz de crear empleos en número
suficiente y adaptados a la estructura de las cualificaciones.
Con el desarrollo del trabajo autónomo, añade la OCDE, “un creciente número
de trabajadores corre el riesgo de verse excluido de los convenios colectivos. Puede
ser también que no tengan derecho a las prestaciones por desempleo ni a los siste-
mas de pensiones y de salud de los que se benefician los trabajadores por cuenta
ajena, y que tengan dificultades para obtener un crédito. Actualmente, los trabaja-
dores autónomos no tienen derecho a prestaciones por desempleo en 19 de los 34
países de la OCDE, y en 10 de ellos no tienen derecho a prestaciones por accidente
laboral”.
20
Michel Husson, “La formation d’une classe ouvrière mondiale”, note hussonet n°64, 2013.
21
OCDE, Automatisation et travail indépendant dans une économie numérique, mayo 2016.
gaceta 54 sindical
¿Estancamiento secular
o rebote tecnológico?
Las nuevas tecnologías no son las únicas culpables. Les acompaña un movi-
miento general de precarización del empleo. Patrick Artus observó hace poco que
no hay ninguna correlación entre el peso del trabajo autónomo y la proporción de
empleo en los sectores de alta tecnología y que, de haberla, iría más bien en sentido
inverso. Sugiere también que “el desarrollo del trabajo autónomo [podría] permitir
sencillamente obviar la protección del empleo por cuenta ajena22”.
LA FRAGMENTACIÓN SOCIAL
Los autores advertían, con gran cuidado en la elección de sus palabras, que
“sería entonces un contrasentido o un error considerar que los elementos y los miem-
bros del sector menos avanzado tecnológicamente pertenecen a una sub-raza y al
arcaísmo”. Sin embargo, este espíritu de tolerancia no iba mucho más lejos: “Ahora
bien, los que opten por permanecer en el sector tradicional no podrán reivindicar las
mismas ventajas, especialmente en cuanto a rentas se refiere, que los que sufren
los rigores del imperativo tecnológico y de su contexto industrial”.
22
Patrick Artus, “Les travailleurs indépendants: évolution normale du marché du travail avec le numérique
ou contournement de la protection de l’emploi salarié?” 7 junio 2016, en http://goo.gl/LudQIp.
23
Jean Amado y Christian Stoffaes, “Vers une socio-économie duale?” en La Société française et la tech-
nologie, Commissariat général du plan, Paris, 1980.
24
Ernest Mandel, “Marx, la crise actuelle et l’avenir du travail humain”, Quatrième Internationale n°20,
mayo 1986.
gaceta 55 sindical
Michel Husson
rácter contradictorio: “Su solución es la de una sociedad dual que dividiría el prole-
tariado actual en dos grupos antagónicos: por un lado, los que siguen participando
del proceso de producción de plusvalía, es decir, el proceso de producción capitalista
(con una tendencia a la reducción de los salarios); y por otro, los que están excluidos
de este proceso y que sobreviven por cualquier otro medio distinto a la venta de su
fuerza de trabajo a los capitalistas o al Estado burgués: asistencia social, aumento
de las actividades “autónomas”, campesinos parcelarios o artesanos, retorno al tra-
bajo doméstico, comunidades “lúdicas”, etc., y que compran mercancías capitalistas
sin producirlas. Una forma transitoria de marginalización con respecto al proceso de
producción “normal” la constituyen el trabajo precario, el trabajo a tiempo parcial y
el trabajo sumergido, que afecta especialmente a las mujeres, los jóvenes trabaja-
dores, los inmigrantes, etc.”
gaceta 56 sindical
¿Estancamiento secular
o rebote tecnológico?
forma las relaciones entre seres humanos en relaciones entre mercancías. Esta
constatación nos recuerda lo que decía Marx sobre la máquina en el capítulo “Ma-
quinaria y gran industria” del Capital: “la maquinaria no sólo opera como competidor
poderoso, irresistible, siempre dispuesto a convertir al asalariado en obrero superfluo.
El capital la emplea como una potencia hostil al obrero, y lo proclama alto y claro25”.
Para corregir este sesgo, Bean propone dos métodos: “Se podrían utilizar los sa-
larios medios para estimar el valor del tiempo que las personas pasan en línea utili-
zando productos digitales gratuitos, o corregir la producción de servicios de
telecomunicación para tener en cuenta el rápido crecimiento del tráfico en Internet”.
25
Karl Marx, Le Capital, Livre I, Éditions sociales, tomo 2, p.116.
26
Charles Bean “Measuring the Value of Free”, Project Syndicate, mayo 3, 2016.
27
Jeremy Rifkin, La nouvelle société du coût marginal zéro, Les liens qui libèrent, Paris 2014.
gaceta 57 sindical
Michel Husson
Habría que ahondar en estas ideas sin perder de vista el principio defendido por
Ernest Mandel: “La automatización general en la gran industria es imposible en un ré-
gimen capitalista. Esperar dicha automatización generalizada antes de eliminar las re-
laciones de producción capitalistas, es tan equivocado como esperar la supresión de
estas relaciones de producción por los mismos progresos de esta automatización28.
28
Ernest Mandel, Le troisième âge du capitalisme, Edition de La Passion, Paris 1997, p.453.
29
TheFamily, Les barbares attaquent.
30
Benjamin Dessus, “Revenu universal: le risque d’apartheid”, AlterEcoPlus, 27 mayo 2016.
gaceta 58 sindical
¿Estancamiento secular
o rebote tecnológico?
En definitiva, las nuevas tecnologías no han permitido generar hasta ahora in-
crementos de productividad a nivel global, pero sí han contribuido a la fragmentación
social. Y es esto lo que hay que replantearse:
31
OCDE, Automatisation et travail indépendant dans une économie numérique, mayo 2016.
gaceta 59 sindical
Michel Husson
gaceta 60 sindical
Joan Subirats
Internet y democracia.
Politizar la transformación tecnológica
Preliminar, 1923. Theo Van Doesburg.
gaceta 63 sindical
Joan Subirats
2. CAMBIOS ESTRUCTURALES
gaceta 64 sindical
Internet y democracia
una forma más eficiente, más ágil, más rápida de llevar a cabo las rutinas procedi-
mentales previas. Sin salir, por tanto, de la lógica instrumental o “martillo” a la que
antes aludíamos. Si nos referimos a lo que se ha venido a denominar como “e-de-
mocracy”, más bien lo que generalmente observamos es el intento de mejorar,
usando Internet, la polity, es decir, la forma concreta de operar el sistema o régimen
político y las relaciones entre instituciones y ciudadanía. Y cuando encontramos re-
ferencias al “e-government” o a la “e-administration”, observamos el intento de aplicar
las TIC en el campo más específico de las policies (o sea de las políticas públicas)
y, sobre todo, de su gestión (Chen et alt, 2007; Layne-Lee, 2001). Pero deberíamos
ser conscientes, asimismo, de que otro gran criterio de distinción hemos de buscarlo
en si solo consideramos procesos de mejora y de innovación vía Internet dentro del
actual marco constitucional y político característico de las actuales democracias par-
lamentarias, o bien si estamos en disposición, en una lógica de lo que en la literatura
de políticas públicas se caracteriza como estrategias incluyentes, a explorar vías al-
ternativas de tomar decisiones y pensar y gestionar políticas que incorporen más di-
rectamente a la ciudadanía y que asuman el pluralismo inherente a una concepción
abierta de las responsabilidades colectivas y de los espacios públicos.
gaceta 65 sindical
Joan Subirats
manera que permitieran resolver a distancia y a través de la red lo que hasta enton-
ces eran complejos y costosos procedimientos de obtención de permisos, de reno-
vación de documentos, de liquidaciones fiscales o de obtención de información. Los
avances en la seguridad de esos procesos a través de aceptación de firma electró-
nica, o la creciente coordinación entre distintos niveles de administración son un
buen ejemplo de ello, pero con resultados muy discretos, como tendremos ocasión
de comentar más adelante. De manera parecida, se observan incesantes esfuerzos
por parte de las propias entidades o servicios públicos para poner a disposición de
los ciudadanos y las ciudadanas, a través de la red, una amplia información sobre
las prestaciones que ofrecen o los derechos que pueden ejercer, así como una ex-
plícita presentación de quién es responsable de qué, y como localizar a las distintas
personas de cada proceso o servicio.
gaceta 66 sindical
Internet y democracia
En efecto, aumenta la preocupación por los efectos perversos que podrían llegar
a tener los grandes volúmenes de información que sobre las personas, sus conduc-
tas, sus preferencias y sus hábitos irían acumulando las administraciones a través
del uso de las TIC, y por el grado de monopolio que van adquiriendo ciertas redes y
empresas que controlan la mayor parte del tráfico en la red (Benkler, 2016). En el
diseño original de Internet, el factor neutralidad de la red y el factor descentralización
parecían apuntar a una notable democratización de las dinámicas y redes de infor-
mación, hasta entonces muy controladas por el significativo entrecruzamiento de in-
tereses entre corporaciones industriales, instituciones financieras y los grandes
medios de comunicación.
La reciente deriva de Internet apunta a que unos pocos actores están consiguiendo
una más que significativa acumulación de poder. Nos referimos a unas pocas compa-
ñías que controlan el mercado más influyente, el de los smartphones y las redes de
comunicación o las autopistas por las que circula la mayor parte de contenidos y men-
sajes. La mezcla de operadores, canales de información y sistemas de almacenaje,
configuran un universo en el que se concentra buen parte del poder de la red. A partir
de ahí, es evidente que la acumulación de datos (big data) sobre cada uno de los ciu-
dadanos y de sus múltiples actividades y movimientos acaba constituyendo una gran
fuente de negocio y de configuración de perfiles. En muchos casos, los servicios son
gratuitos, pero precisamente es entonces cuando la mercancía somos cada uno de
nosotros, que con nuestra actividad, con nuestro uso de las redes, facilitamos infor-
mación que luego puede ser objeto de comercialización (Tufecki, 2014; Zuboff, 2015).
gaceta 67 sindical
Joan Subirats
Es asimismo cierto que Internet está permitiendo alterar los canales de genera-
ción y estructuración de negocio y de trabajo. Si con los procesos de deslocalización
industrial y de desmembración de sus estructuras productivas, se rompieron y se
debilitaron muchas de las conquistas laborales conseguidas a lo largo de muchos
años de conflicto y lucha sindical, la capacidad de crear redes de generación de ser-
vicios saltándose las reglamentaciones y regulaciones de cada país o ciudad en sec-
tores como el transporte, la distribución o la vivienda, está originando problemas
graves a los que resulta difícil enfrentarse con los esquemas propios de la sociedad
industrial. Los chóferes de Uber, los distribuidores de Deliveroo o los “partners” de
AirBnB no parecen estar afectados por la regulación de cada país, ya que su estatus
les aleja aparentemente de lo previsto en las mismas. Pero, últimamente, en países
como Francia, Reino Unido, o en ciudades como Nueva York o Barcelona, los tribu-
nales o las autoridades gubernamentales empiezan a tomar cartas en el asunto,
cuestionando esa aparente excepcionalidad.
gaceta 68 sindical
Internet y democracia
4. COMENTARIOS FINALES
Los acontecimientos del tipo 15M han mostrado la potencia de nuevos intervi-
nientes actuando de manera distinta a los usuales, hasta el punto que resulta com-
plicado atribuirles la misma característica de actores (al no disponer de estructura
organizativa propia, ni mantener permanentemente un proceso de interacción, y
estar más basada su acción en la relación que en el interés compartido). Estamos
hablando de momentos de agregación colectiva en red, sin interlocutores estables
y claramente definidos. Su fuerza no está en la cantidad de gente que puedan “re-
presentar”, sino en su capacidad de “interconectar” y aglutinar la opinión pública en
Internet, acrecentando la presión ciudadana (en Internet y más allá de Internet).
Estas formas que Internet permite, crean vínculos con y entre la ciudadanía, apor-
tando, en los casos en que su masividad lo permita, reputación y credibilidad a de-
mandas y reclamaciones específicas. Como ya hemos mencionado, sus lógicas de
comunicación y articulación tienden a ser mas horizontales, y sus formas de movili-
zación menos previsibles, más cambiantes. Pero hemos visto también su falta de
consolidación en el tiempo, y su intrínseca inestabilidad.
Por otro lado, crecen las capacidades de control y de supervisión que los grandes
operadores en Internet están consiguiendo, rompiendo viejos esquemas pero creando
nuevas estructuras de poder y de extracción de beneficio, como ya hemos mencio-
nado. Estamos simplemente empezando a lidiar desde la esfera pública con una pro-
fundísima reestructuración social generada por la revolución digital. Y, en esa
perspectiva, el tema clave en los próximos años será el debate sobre la capacidad de
cada espacio o ámbito para poder decidir sobre los efectos que ese cambio estructural
genera. El debate es, pues, un debate de poder, un debate de soberanía tecnológica.
gaceta 69 sindical
Joan Subirats
ternet, y que afecta tanto a la política en general como a aspectos muy concretos de
las dinámicas sociales. Nuestra intención ha sido el tratar de ir más allá de la visión
utilitaria (“martillo”) sobre Internet, que entendemos predomina en la política actual,
y tratar de abrir la puerta a otras alternativas distintas a la actual relación entre ins-
tituciones políticas y ciudadanía. En el fondo, lo que está en juego es la pregunta
que motiva el inicio de muchas políticas públicas: cómo afrontar positivamente pro-
cesos de transformación y de cambio no meramente incremental ante problemas
colectivos. Discutamos de política y no nos dejemos llevar ni por la mera fascinación
de ese gran cambio tecnológico ni por su rechazo frontal y estéril.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
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model”, Government Information Quarterly, vol.18, n.2, pp.128-136.
gaceta 70 sindical
Internet y democracia
gaceta 71 sindical
Francisco Louçã
¿E L mundo del futuro será un mundo sin empleo? Una gran empresa, Insta-
gram, con doce empleados y decenas de millones de usuarios, ha sido comprada
por Facebook en 2012, por mil millones de dólares. Kodak, el gigante de la fotografía,
quebró ese mismo año; tenía 145.000 empleados. ¿El futuro es, pues, de las empre-
sas sin empleo? Como voy a mostrar en este texto, el empleo y el trabajo son, y se-
guirán siéndolo, el centro neurálgico de una economía de producción y conocimiento.
Para rebatir esto, me referiré, primero, a los grandes cambios en el trabajo, des-
pués a las condiciones de emergencia de la economía digital, o la transformación
del paradigma tecnoeconómico a que asistimos y, finalmente, a la evolución del em-
pleo con la automatización.
1
FREEMAN, R. (2010): “What Really Ails Europe (and America): The Doubling of the Global Workforce”,
disponible en http://www.theglobalist.com/what-really-ails-europe-and-america-the-doubling-of-the-
global-workforce/
gaceta 75 sindical
Francisco Louçã
Tal modificación del mapa del mundo ha permitido producir más y más barato,
desplazando centros de producción y flujos financieros y abaratando salarios. Ello
ha creado una presión estructural de desempleo permanente en las economías más
desarrolladas y también en América Latina (en África el statu quo ha sido siempre
ese). Es así como vamos a vivir en los próximos años.
El segundo plano en el que han cambiado las normas sociales del trabajo son
los avances de la agenda de “reformas estructurales”, según las pautas del FMI, las
cuales consisten invariablemente en la reducción de los salarios directos e indirectos
(mediante el aumento de la presión fiscal o del coste de bienes comunes, como son
la educación, los transportes o la sanidad), asegurando una nueva normalidad que
excluye la reivindicación de los trabajadores. A tal fin, aumentar el desempleo per-
manente o amenazar a los trabajadores contratados con procesos de externalización
o subcontratación resulta un instrumento poderoso e indispensable.
Y aquí entran el FMI y sus caballeros de alegre figura: su objetivo es, sencilla-
mente, desarticular la protección colectiva derivada del convenio o de la simple exis-
tencia del sindicato. Como ha demostrado, en el caso brasileño, la central sindical
CUT, el trabajo externalizado significa en dicho país una media de tres horas más
de trabajo por semana, un 27% menos de salario, más riesgo de accidente y, sobre
todo, una total vulnerabilidad ante el poder patronal. Así, una economía basada en
el trabajo externalizado es una economía sin productividad, sin innovación y sin com-
petencias; es una economía de trabajo disciplinado, callado y temeroso. El admirable
mundo nuevo del FMI y del neoliberalismo es el regreso a los Tiempos Modernos de
Chaplin.
2
DOBBS, R., et al. (2012): “The World at Work: Jobs, pay and Skills for 3.5 billion people”, Report McKin-
sey Global Institute, disponible en http://www.mckinsey.com/global-themes/employment-and-growth/the-
world-at-work
gaceta 76 sindical
El trabajo en el ojo
del huracán
gaceta 77 sindical
Francisco Louçã
Ahora bien, una de las áreas más dinámicas de innovación en términos de orga-
nización e instituciones ha sido sin duda el mercado financiero. La competencia es
feroz: es preciso atraer ahorro en todas sus formas, mediante la multiplicación de
nuevos productos bancarios, la reestructuración de los sistemas de alianzas y la re-
definición de la forma del servicio. La inflación del mercado de capitales está en el
centro de esta tendencia a la innovación, siendo tanto su causa como su consecuen-
cia. La innovación exige más innovación y el proceso inflacionario exige más fondos
y, por consiguiente, más cambios. A este respecto, el cambio decisivo ha sido, ob-
viamente, la privatización creciente de sistemas nacionales de seguridad social y la
recomposición de fondos de pensiones, seguros y mutualidades. Actualmente, estos
fondos poseen la mayor parte de las acciones de los países desarrollados, lo que
significa un cambio radical. Además, a medida que se van necesitando flujos mayo-
res con el fin de mantener la liquidez del mercado, el proceso de privatización se ex-
tiende más allá de las fronteras y desafía toda resistencia.
gaceta 78 sindical
El trabajo en el ojo
del huracán
(«A Tale of Two Debtors», 22 de enero de 2000: 17). Desde hace por lo menos dos
décadas la prensa económica más tradicional viene advirtiendo del peligro, y lo
mismo se puede, y se debe, escribir a finales de 2016, considerando la estrategia
del BCE y Mario Draghi.
Cómo hemos llegado a esto es el tema de las secciones siguientes, que presen-
tan brevemente algunas características de la onda larga basada en la digitalización
y automatización, y las dificultades de su imposición social –lo que se ha llamado
“austeridad” y “ajuste estructural” o “reformas estructurales”–.
gaceta 79 sindical
Francisco Louçã
Nadie sabe (...) si al final de este tremendo desarrollo surgirán profetas com-
pletamente nuevos, o habrá un gran renacimiento de ideas antiguas, o, si no
se confirmase ninguna de estas posibilidades, si existirá una petrificación me-
canizada, adornada con una especie de presunción convulsiva. De la última
fase de este desarrollo cultural, se puede sin duda afirmar con rigor: "especia-
listas sin espíritu, sensualistas sin corazón, estas personas nulas piensan que
han llegado a un grado de civilización jamás alcanzado". (Castells 1996: 200,
citando Ética Protestante, de Weber).
Este texto recuerda los debates sobre el futuro de Internet –por ejemplo, si es
deseable o posible regular o mantener la difusión de propaganda racista o de por-
nografía, o dónde está el límite de la privacidad y del uso de datos personales, o si
el contenido del tráfico que se produce en Internet posee una energía propia, más
allá del control de quienquiera que sea–. Lo que surge como cultura dominante de
Internet depende tanto de los «proveedores del servicio de internet» como de las
personas que navegan en esta red y de las pequeñas empresas que luchan por im-
poner una presencia mundial.
En los años 1980, economistas como Albert Bressand (1990) apuntaban ya di-
recciones peligrosas hacia las que las redes podían evolucionar fácilmente, convir-
tiéndose en futuros cárteles electrónicos. Durante los años noventa, la oleada de
fusiones y adquisiciones acentuó estos temores. Mientras que en los primeros tem-
pos de las TIC muchos economistas y consultores de dirección subrayaban el papel
de las pequeñas y medianas empresas (pymes) en la creación de innovación y nue-
vas oportunidades de empleo, el énfasis, ahora, se ha desplazado cada vez más
hacia las supuestas ventajas de gigantescas empresas mundiales. Uno de los prin-
cipales argumentos para justificar la mayor fusión que jamás se haya proyectado, a
comienzos del 2000, de la AOL (America On Line) con el grupo de empresas Time-
Warner, era el de que, en el futuro, las grandes empresas de comunicación tendrán
que estar ligadas a un poderoso ISP (Internet Service Provider - proveedor de ser-
vicios de Internet). Y, en ese mismo orden de ideas, los ISP gigantes deberán estar
vinculados a proveedores de contenidos.
gaceta 80 sindical
El trabajo en el ojo
del huracán
Como hemos podido ver, la mayoría de estas empresas, fuera de los Estados
Unidos, pertenecían al Estado, y han sido desmembradas y privatizadas. Incluso el
monopolio privado Bell, detalladamente regulado, ha sufrido el mismo destino en los
Estados Unidos. Ello ha hecho posible el rápido desarrollo de muchos servicios nue-
vos y nuevas tecnologías, si bien la concentración renovada y la nueva regulación
están ahora en el orden del día. Incluso la competencia entre los sistemas con cable
y los teléfonos inalámbricos (móviles), tan elocuentemente descrita por George Gil-
der, conduce a una concentración renovada. La angloamericana Vodafone Airtouch
propuso una fusión con la empresa alemana Mannesmann a comienzos del 2000,
gaceta 81 sindical
Francisco Louçã
propuesta que rivalizó con AOL en escala y ámbito. Los antiguos monopolios pro-
piedad del Estado se han terminado, y dan ahora paso a empresas multinacionales
mundiales gigantescas. Y esto lleva indudablemente a un debilitamiento sustancial
del poder de los gobiernos nacionales. ¿Podrán estos seguir controlando la infraes-
tructura mundial? Parece difícil.
gaceta 82 sindical
El trabajo en el ojo
del huracán
Eran muy distintas las ideas que asistían al parto de la «Sociedad de la Informa-
ción», desde los años 1970. En las dos últimas décadas del siglo XX se asumía am-
pliamente que había que reducir la presión fiscal y disminuir el gasto público.
Además, no sólo los partidos y los ideólogos conservadores y neoliberales, sino tam-
bién los otrora socialistas y socialdemócratas, abandonaban su creencia en la pro-
piedad pública y la planificación central, para suscribir la filosofía del mercado libre.
Margaret Thatcher, la primera ministra británica en los años ochenta, fue sin duda
uno de los exponentes de esta ideología neoliberal que dejó más huella, a pesar de
perder, más tarde, la confianza de su propio gobierno. Se inspiraba directamente en
las ideas de Hayek, a quien admiraba sobremanera, y, en cierto sentido, tanto la ex-
tensión del neoliberalismo en Europa Occidental como el colapso de las economías
de planificación centralizada de la Europa del Este pueden considerarse como una
demostración tardía de sus ideas.
gaceta 83 sindical
Francisco Louçã
Creo que debe aceptarse la opinión de que las características de una tecnología
dominante influyen de forma efectiva en los sistemas de gobierno, así como en los
sistemas de gestión de las empresas. Con todo, «influencia» no es igual que deter-
minismo. La ascensión de los sistemas políticos e ideologías totalitarias tuvo, en
nuestra opinión, causas mucho más profundas y amplias que la simple prevalencia
de la producción en serie; del mismo modo, las redes informáticas, y en particular
Internet, no dan origen, de forma inevitable o necesaria, a la «libre» competencia o
a instituciones políticas democráticas. Los sistemas políticos de las sociedades de
producción en serie eran muy variados, tal como lo eran también los sistemas regu-
ladores. Las cámaras de gas y los crematorios del holocausto, en Auschwitz, repre-
sentan un ejemplo macabro y horrendo de la aplicación de la filosofía de la
producción en serie. El turismo de masas de la Costa Brava también es un ejemplo
de ello, y es obviamente diferente. De hecho, la ascensión del nazismo se debió más
al desarrollo masivo y a la complicidad de algunos sectores de los grandes negocios
que a las características de un determinado sistema de producción.
Esto se ve con bastante claridad en los debates actuales sobre presión fiscal e
Internet. Es cierto que un aspecto del debilitamiento de poder de los gobiernos na-
cionales es la pérdida de ingresos provenientes de determinados tipos de impuestos,
en especial los que gravan a las empresas y las rentas. Esta cuestión es tan impor-
tante que la OCDE ha alertado sobre el peligro de la competencia entre Estados en
lo concerniente a la reducción de impuestos, y la revista The Economist ha publicado
un artículo especial sobre «El Misterio del contribuyente desaparecido» en un «Es-
tudio sobre mundialización y fiscalidad» (29 de enero de 2000: 1-20). Este estudio
concluyó que la competencia fiscal es una realidad que va a costar mucho trabajo
contener. Irlanda muy probablemente debe a su sistema de impuestos reducidos el
haber sobrepasado a Gran Bretaña en el PIB per cápita. The Economist ha consi-
derado igualmente que la competencia fiscal, así como otros tipos de competencia,
es algo positivo: «La competencia fiscal ejercerá presión sobre los gobiernos obli-
gándoles a prestar eficientemente sus servicios, pero eso no significa que éstos ten-
gan que ser mínimos» (p. 6).
Con todo, el estudio de The Economist señala un error grave en dicho razona-
miento: mientras que el capital es móvil, la mayoría de los contribuyentes no lo es,
gaceta 84 sindical
El trabajo en el ojo
del huracán
a excepción de los más ricos. Internet permitirá mayor movilidad a más personas,
«convirtiéndose las restantes en aún más miserables». Hay muchas formas de eva-
sión fiscal, fruto de una combinación de movilidad de capital y tecnología de la infor-
mación. The Economist cita estudios norteamericanos sobre paraísos fiscales que
demostraban que, ya en los años 1980, éstos representaban el 3% del PIB mundial,
26% de los bienes móviles y 31% de los beneficios netos. La News Corporation de
Murdoch no pagaba ningún impuesto británico sobre sociedades. Pero no son sola-
mente los impuestos sobre sociedades o sobre la renta los que pueden evitar las
empresas y abogados listos: ocurre lo mismo con los impuestos sobre la venta de
bienes y servicios comercializados electrónicamente. Por lo tanto, es cierto que In-
ternet y, de forma más general, las TIC, se prestan a un debilitamiento del poder fis-
cal de los gobiernos. Así ocurría hace treinta años y así continúa ocurriendo.
Podría suceder que las grandes empresas multinacionales (e incluso las peque-
ñas) resulten ser las vencedoras inevitables de la sociedad de la información y que
la prestación de servicios sociales por parte del Estado se vea perjudicada a causa
de la naturaleza de las nuevas tecnologías. Pero las innovaciones sociales y políticas
revelan muchas potencialidades, como son las innovaciones técnicas, y algunas de
éstas le pueden sacar partido a las TIC. Internet hace posible algunas formas de
evasión fiscal, pero también posibilita la movilización política de grupos, en todo el
mundo, para combatir estas prácticas y la filosofía y los valores que las hacen co-
rrientes.
Crisis recurrentes
gaceta 85 sindical
Francisco Louçã
destrucción de capital, y generan crisis cíclicas, las cuales son fenómenos frecuen-
tes, incluso recurrentes, en el modo de producción capitalista.
Son escasos los datos estadísticos sobre desempleo en el siglo XIX, pero existen
pruebas sustanciales de que hubo un gran desempleo, en las décadas de 1830 y
1840, en Gran Bretaña, a la vez que otros economistas comentan el desempleo ge-
neralizado existente en la mayoría de los países industrializados en los años ochenta
del mismo siglo, y de forma especial, en los países más avanzados en la utilización
de maquinaria. Existen, claro está, abundantes datos estadísticos referentes al
enorme desempleo estructural de las décadas de 1920 y 1930 y, nuevamente, en
las décadas de 1980 y 1990. Incluso durante la expansión del decenio de 1920, en
los Estados Unidos, hubo sectores que experimentaron graves problemas de ajuste,
como fue el caso del carbón, el ferrocarril y la construcción naval.
gaceta 86 sindical
El trabajo en el ojo
del huracán
Habrá crisis
gaceta 87 sindical
Francisco Louçã
gaceta 88 sindical
El trabajo en el ojo
del huracán
Aun cuando resulte muy difícil proceder a un cálculo preciso de la tasa de bene-
ficio con base en datos anteriores, y aun con los datos disponibles actualmente para
comparaciones internacionales, es posible, no obstante, identificar la dinámica del
plan de beneficio trazado por algunos sectores de la economía y a un nivel consoli-
dado nacional. Los datos disponibles relativos al ciclo más reciente confirman algu-
nas de nuestras principales ideas y coinciden con el movimiento de los últimos ciclos
largos de Kondrátiev en los Estados Unidos. En primer lugar, muestran claramente
la fase ascendente del período de posguerra: en un estudio sobre el período 1948-97
en los Estados Unidos, Duménil y Levy han mostrado que después de 1948, y par-
ticularmente entre 1956 y 1965, la tasa de beneficio alcanzó un máximo histórico.
Del final de la Guerra, y excluyendo del cálculo a las empresas públicas, los autores
se centran en la dinámica del sector privado para mostrar que la fase ascendente
dio lugar a una crisis estructural en los setenta. En segundo lugar, a comienzos de
la década de 1980 la tasa de beneficio había descendido a mitad de su valor medio
en el período 1956-65. En tercer lugar, en el proceso social de ajuste experimentado
en los años setenta, los «efectos de la disminución de la tasa de beneficio se com-
pensaron de forma significativa con la reducción de la deuda resultante de la inflación
y de los bajos niveles de los tipos reales de interés», según afirman Duménil y Levy.
gaceta 89 sindical
Francisco Louçã
En esta sección abordo el mismo tema desde punto de vista del futuro: ¿Qué va
a pasar con el empleo ante el desarrollo de nuevas aplicaciones tecnológicas? En
estudios recientes, el 47% de los empleos en los Estados Unidos se considera ame-
nazado de extinción por sustitución tecnológica. ¿Y en otros países?
Tenemos, pues, una crisis y una política que acentúa la crisis. ¿Tenemos también
un problema de sostenibilidad tecnológica del empleo? Eso es lo que vamos a ver
partiendo de algunos estudios recientes, aplicados a la realidad de la economía nor-
teamericana y después de la economía europea.
Dos de estos artículos realizan análisis históricos sobre la evolución del empleo
a lo largo de las sucesivas revoluciones tecnológicas. Y se preguntan si los econo-
mistas de los siglos XIX y XX tenían razón al anticipar que la sofisticación de la tec-
nología y de las máquinas sustituiría cada vez más al trabajo humano. Ése era el
punto de vista de David Ricardo (en el capítulo XXXI de Principios de economía po-
lítica y tributación), de Karl Marx y, más tarde, de John Maynard Keynes.
3
KATZ, L. y MARGO, R. (2013): “Technical Change and the Relative Demand for Skilled Labor: The United
States in Historical Perspective”, disponible en
http://www.bu.edu/econ/files/2012/11/Katz_Margo_NBER_WP_Version.pdf
gaceta 90 sindical
El trabajo en el ojo
del huracán
ese período habría ocurrido todo lo contrario. No obstante, estos autores extraen
una conclusión opuesta: a pesar de la desaparición de los artesanos (cualificados)
con la industrialización, fueron haciendo falta otros tipos de trabajadores cualificados,
además de los operadores de máquinas, para asignarlos a funciones más sofistica-
das fuera de la línea de producción, lo cual contribuyó a un importante y constante
aumento de empleo cualificado. Esa sería la base histórica de la creación de lo que
se ha dado en llamar más recientemente “clase media”, en los EEUU y en otros
países. En el libro que he escrito con Chris Freeman, Time Goes By (en la traducción
portuguesa, Crises e Ciclos no Capitalismo Global), estos procesos se estudian en
el mismo sentido.
El segundo artículo es de David Autor (MIT, Boston) y David Dorn (CEMFI, Ma-
drid) y se publicó en la American Economic Review, en 20134. Los autores estudian
únicamente el crecimiento del trabajo poco cualificado entre 1980 y 2005, confir-
mando la tesis según la cual el aumento de la desigualdad salarial está relacionado
con el cambio tecnológico favorecedor de las cualificaciones. Pero su conclusión es
sorprendente: en tanto que durante aquellos veinticinco años el empleo y los salarios
de trabajadores poco cualificados vinieron degradándose, no ocurrió lo mismo con
los trabajadores de servicios. Entre éstos aumentaron mucho, más del 50%, los tra-
bajadores que no tenían formación universitaria. Y sus salarios han crecido. En una
palabra, han recuperado poder de negociación incluso durante el período de reduc-
ción del crecimiento y de las recesiones de los años ochenta y noventa.
Otro artículo que quiero considerar aquí, pues son muchos los que han seguido
este estudio y este debate, es el de Carl Frey (Universidad de Oxford, filosofía) y
Michael Osborne (Universidad de Oxford, ingeniería); este artículo estudia la persis-
tencia ocupacional de dichos servicios5. Y aquí es donde empiezan los problemas.
Los autores estudian el impacto previsible que puede tener la computarización en el
4
AUTOR, D. y DORN, D. (2013): “The growth of low-skill service jobs and the polarization of the U.S. labor
market”, American Economic Review, 103, pp. 1553-1597.
5
FREY, C.B. y OSBORNE, M. (2013): “The future of employment: how susceptible are jobs to compute-
risation?”, Oxford Martin Programme on the Impacts of Future Technology, disponible en: http://www.ox-
fordmartin.ox.ac.uk/downloads/academic/The_Future_of_Employment.pdf
gaceta 91 sindical
Francisco Louçã
Para llegar a esta conclusión, Frey y Osborne distinguen los trabajos intensivos
de actividad rutinaria de los que exigen más creación y, por lo tanto, son más difíciles
de manejar por una máquina incluso con un algoritmo sofisticado. Ponen el ejemplo
del éxito de Google en 2010, cuando consiguió aplicar al Toyota Prius un sistema de
conducción totalmente automatizado, sin conductor (los estados norteamericanos
de California y Nevada han modificado su legislación para permitir vehículos sin con-
ductor, y otros estados norteamericanos y países van a seguir este ejemplo). Pese
al gran número de factores que supone cada decisión en el acto de conducir un au-
tomóvil, Google ha conseguido reducirlo a un sistema de rutinas y aprendizajes (esto
no quiere decir que el coche automático vaya a estar disponible en el mercado a
corto plazo). Algunos accidentes, no obstante, sugieren la necesidad de ser caute-
losos ante proyecciones demasiado optimistas con respecto a este proyecto. En todo
caso, esa capacidad de automatización no se aplica (por el momento) a casos muy
complejos de elevada capacidad cognitiva.
Si conjugamos este análisis con el de Autor y Dorn, podemos deducir que es pre-
cisamente en el sector servicios donde más ha aumentado el empleo para trabaja-
dores poco cualificados, los cuales se ven ahora amenazados por la
computarización. Algunos ejemplos de sus listados de profesiones con un 99% de
probabilidad de perder gran parte del empleo son: operadores de telemarketing, re-
paradores de relojes, técnicos de revelado de fotos, bibliotecarios, tramitadores de
seguros, agentes de cargas y fletes, analistas de crédito, chóferes, secretarias, ope-
radores de radio o de teléfono, vendedores, inspectores fiscales, analistas de pre-
supuestos, técnicos en geología y petróleo, cocineros, camareros, albañiles, técnicos
de equipos celulares, joyeros, cuidadores de animales y muchos otros. Dicho de otro
modo, la cualificación será la base del empleo, aunque solamente en el caso de al-
gunas cualificaciones.
gaceta 92 sindical
El trabajo en el ojo
del huracán
Mike Konczal y Marshall Steinbaum, del Instituto Roosevelt, un think tank crítico
en los Estados Unidos, publicaron en la misma época un estudio que indicaba que
donde ha caído el empleo es allí donde se han reducido las rentas7. O lo que es lo
mismo, recortar el salario crea desempleo, al contrario de lo que afirma la teoría eco-
nómica tradicional. La austeridad en Europa confirma esta conclusión.
El caso de Portugal
6
GREGORY, T.; SALOMONS, A. y ZIERAHN, U. (2016): Racing With or Against the Machine? Evidence
from Europe, ZEW Discussion Paper No. 16-053, Mannheim.
7
KONCZAL, M. y STEINBAUM, M. (2016): “Declining, Entrepreneurship, Labor Mobility, and Business
Dynamism: A Demand-Side Approach”, Roosevelt Institute, disponible en http://rooseveltinstitute.org/de-
clining-entrepreneurship-labor-mobility-and-business-dynamism/
gaceta 93 sindical
Francisco Louçã
empresas, el ataque al salario es siempre una ventaja –sobre todo política y social,
más que tecnológica–. Pero el margen es muy estrecho, y esa oleada de cambios
tecnológicos llegará en poco tiempo. Tendremos entonces una doble crisis: la del
desempleo creado por la destrucción salarial y las normas simplificacionistas, y la
del desempleo creado por el reajuste de los procesos productivos y de la gestión de
servicios.
Siendo Portugal uno de los países con menor cualificación de su fuerza de tra-
bajo, dicha desincentivación es evidente. En un informe del Consejo Nacional de
Educación (Estado de la Educación 2011. La cualificación de los portugueses) estos
datos quedan de manifiesto en las comparaciones de niveles de cualificación, en
2011: la parte de la población que ha llegado, por lo menos, al 12º curso8 es, en Por-
tugal, del 31,9% (en España del 52,6% y en la UE27 del 72,7%); la población que
ha concluido la enseñanza superior, en Portugal es del 15,4% (en España del 30,7%
y en la UE27 del 25,7%). Los salarios son más bajos y el trabajo es, por consiguiente,
más barato.
Así pues, en la era de la troika, los titulados superiores son los que han sufrido
mayor quebranto del empleo. Una vez más, se demuestra con ello que la reducción
de costes salariales se concentra en los sectores mejor pagados o que pueden llegar
a serlo.
8
Éste es el último curso de la enseñanza secundaria, previo a la Universidad. [N. del T.]
gaceta 94 sindical
El trabajo en el ojo
del huracán
Por decirlo de otra manera, con austeridad no hay medidas activas coherentes
para el empleo. Y con la combinación entre autoridad tecnológica y sumisión social
tendremos un régimen abocado a vivir sobre una base de desempleo de masas,
permanente y sin apoyos. No nos consta que haya ninguna democracia así. Más
nos vale prepararnos para vivir bajo este régimen autoritario o para vivir y luchar
contra él.
Lo fundamental es elegir.
gaceta 95 sindical
Cecilia Castaño
La brecha de género en
la 4ª revolución industrial
Diseño de monograma de Antony Cocine, 1919. Theo Van Doesburg.
1. INTRODUCCIÓN
gaceta 99 sindical
Cecilia Castaño
• Los pesimistas piensan que esta revolución tecnológica es mucho más rápida
que las anteriores y los desplazamientos de empleos se están produciendo
a una velocidad tan elevada que no permitirá adaptar las estructuras sociales
y educativas a los empleos del futuro. Si en oleadas tecnológicas anteriores
se sustituían tareas manuales, rutinarias y de mono azul, en la actualidad la
inteligencia artificial empieza a desplazar masivamente tareas de cuello
blanco en apoyo administrativo, asistencia técnica a abogados, financieros o
investigadores, sustituidas por sistemas de minería de datos (Big Data) apli-
cados a los textos y estadísticas legales, médicos o de cualquier otra espe-
cialidad.
A pesar de esta mejor cualificación, las mujeres tienen una presencia muy inferior
a la de los hombres en el conjunto del empleo relacionado con las TIC. Con datos
de la Encuesta Europea de Fuerzas de Trabajo de 2011 (Comisión Europea, 2013),
de cada 1.000 mujeres graduadas universitarias, solo 29 corresponden a especiali-
dades TIC y solo 4 están trabajando en el sector, mientras que en el caso de los
hombres son 95 de cada 1.000 los graduados y 20 los que trabajan en el sector.
Esta tubería que gotea funciona de la siguiente forma: a los 35 años, solo un 20%
de las mujeres con título universitario TIC están trabajando en el sector; entre 35 y
45 años, solo son 15,4 %, y a partir de los 45, solo 9%.
El trabajo del Oxford Martin School Program sobre los impactos de las tecnolo-
gías del futuro (Osborne y Frey, 2013) realiza una interesante aproximación que nos
puede ayudar a pensar en los diferentes efectos por género.
Osborne y Frey clasifican la estructura del empleo de los Estados Unidos del año
2010 en ocupaciones de alto, medio y bajo riesgo de automatización, en función de
tres ingredientes clave (página 31):
Los autores concluyen que, en los próximos 10-20 años, el 47% del empleo –en
los Estados Unidos– es susceptible de ser sustituido por ordenadores. La informati-
zación afectaría primero a ocupaciones que, siendo interactivas, no requieren inte-
ligencia social –transporte y logística, apoyo administrativo, legal y financiero– a casi
toda la producción material, así como a parte de las ocupaciones de ventas. Por el
contrario, las ocupaciones de instalación, mantenimiento y reparación, que requieren
un alto grado de precisión, no se verían afectadas; tampoco serían susceptibles de
informatización las ocupaciones que implican negociar acuerdos y resolver proble-
mas (jefes, ejecutivos); las de ciencias e ingenierías, por su alto grado de inteligencia
creativa; los abogados y financieros –no así sus asistentes, sustituidos por sistemas
informatizados– y casi todas las de educación y salud. En los extremos, el telemar-
keting es la ocupación con máxima probabilidad de informatización, y fisioterapia, la
mínima. La conclusión es que si los trabajadores quieren ganar la batalla a la auto-
matización, además de educación han de adquirir habilidades creativas y sociales.
Sería interesante aplicar los análisis de Osborne y Frey al caso español, utilizando
los datos de la Encuesta de Población Activa, pero ello requeriría un esfuerzo que
desborda los límites de esta contribución. En una apresurada mirada a los últimos
datos relativos a ocupados, correspondientes al 2º Trimestre de 2016, podemos ob-
servar el peso de las ocupaciones a las que estos autores se refieren como de alto
y de bajo riesgo de automatización en la composición del empleo femenino y mas-
culino.
Entre las ocupaciones con alto riesgo de informatización, las de apoyo adminis-
trativo, legal y financiero, son mayoritariamente femeninas y representan respecti-
vamente el 14,7% del empleo femenino y el 6,1% del masculino (empleados
contables, administrativos y de oficina); también las ocupaciones de ventas (depen-
dientes al mayor y al menor) que representan el 9,5% del empleo femenino y el 4,2%
del masculino; por el contrario, las de producción material son masculinas y repre-
sentan el 11,5% del empleo masculino y solo el 1,5% del femenino.
Entre las ocupaciones con bajo riesgo de informatización, predominan las mas-
culinizadas, como las de instalación, operación, mantenimiento y reparación que re-
quieren precisión y representan el 12% del empleo masculino, por solo 2,1% del
femenino; las de jefes y ejecutivos –negociar acuerdos, resolver problemas– repre-
sentan el 5,1% del empleo masculino y el 2,1% del femenino; los técnicos de ciencias
e ingenierías son claramente masculinos, pero solo representan 2,1% y 0,7% del
empleo de cada sexo; representantes y agentes de ventas con el 4,1% del empleo
masculino y el 2,3% del empleo femenino.
de tabletas que se repartan entre los estudiantes sino el papel de los profesores con-
duciendo el proceso de aprendizaje con tabletas (Müller, 2011).
4. CONCLUSIÓN
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
1
http://www.mckinsey.com/global-themes/employment-and-growth/Independent-work-Choice-necessity-
and-the-gig-economy
Por ello, los sindicatos no pueden permitirse el lujo de ser simples observadores
en la economía digital. Cuando gozan de derechos de jure o de facto para negociar
el cambio tecnológico, pueden contribuir al desarrollo de las estrategias empresa-
riales futuras, apoyar la innovación impulsada por los trabajadores y participar en la
introducción de nuevas tecnologías y modelos organizativos (lo que incluye la pro-
tección de los datos y la seguridad y salud de los trabajadores). De hecho, esto
puede servir para incrementar la productividad y mejorar las condiciones de trabajo
al mismo tiempo. Las tecnologías de la información y las comunicaciones (TIC) no
pueden gestionar por sí mismas procesos complejos, como tampoco puede un robot
tomar las mismas decisiones que un trabajador o contar con las destrezas socio-
emocionales de este. Por ello, los procesos de interrelación entre máquinas y hu-
manos serán cada vez más frecuentes.
Las tecnologías digitales cada vez convergen más entre sí y se están fusionando
con los sistemas existentes, lo que exige una observación atenta por parte de todos
los actores. Las políticas deberían centrarse en evaluar el grado de contenido ruti-
nario y el potencial de impacto de las TIC en las distintas ocupaciones, y fijarse es-
pecíficamente en las tareas ocupacionales. Al mismo tiempo que se emplean
sistemas inteligentes para lograr una producción más eficaz y personalizada, deben
seguir teniéndose en cuenta los intereses de los trabajadores.
El problema reside en que las plataformas con ánimo de lucro actúan como “in-
termediarios” y monetizan las transacciones y la prestación de servicios, imponen
cuotas y establecen salarios, normas y estándares. Pueden supervisar lo que hacen
los trabajadores y excluirles de su red. Y a pesar de todo ello se niegan a asumir las
responsabilidades de cualquier empleador.
Entre los trabajos bajo demanda se incluyen actividades tradicionales, tales como
conducir o limpiar y ciertas tareas administrativas, que se ofrecen a través de apli-
caciones móviles o por Internet (por ejemplo: Uber, Lyft, Care.com, Handy, Deliveroo,
TaskRabbit). El crowdwork hace referencia a tareas que se completan de forma re-
mota y para las que no se requiere que el trabajador se encuentre en una ubicación
específica (como es el caso de UpWork, Crowdflower, Amazon Mechanical Turk,
Crowdsource, 99Designs)2.
2
Véase DE STEFANO, V. (2016): The rise of the "just-in-time workforce": on-demand work, crowd-work
and labor protection in the "gig-economy”, Serie sobre condiciones laborales y de empleo; nº 71, Organi-
zación Internacional del Trabajo. Ginebra
http://www.ilo.org/wcmsp5/groups/public/---ed_protect/---protrav/---travail/documents/publication/wcms_
443267.pdf
Existen múltiples razones para tales estrategias, aunque todas ellas se centran
básicamente en la maximización de beneficios a corto plazo. Los modelos comer-
ciales a menudo se centran en la financiación del capital riesgo a corto plazo, con
una fuerte presión en sus márgenes de beneficios. Las compañías repercuten el
riesgo del emprendimiento sobre sus trabajadores (sin demanda no hay trabajo) junto
a la elusión de la carga fiscal y de protección social. Además, los trabajadores no
gozan de control alguno sobre las decisiones relativas a los precios, la prestación
de servicios y el horario laboral, a diferencia de lo que ocurre con el trabajo autónomo
tradicional. A menudo se ven obligados a prestar servicios por debajo del precio de
mercado para conseguir trabajo y hacerse con una buena reputación en la plata-
forma. El sistema se aprovecha de que no existan ofertas suficientes para el número
de trabajadores dispuesto a realizar las tareas.
Al esquivar las responsabilidades típicas del empleador, lo que incluye las apor-
taciones a la seguridad social, e impedir que los trabajadores se organicen en aso-
ciaciones u obtengan derechos, por ejemplo, los relacionados con las bajas por
enfermedad, maternidad y/o los permisos retribuidos, algunas de estas compañías
básicamente están “fomentando” el trabajo precario. Las empresas de este ámbito
están dedicando recursos sustanciales para formar grupos de presión que exijan la
relajación o retirada de aquellas normas que obstaculicen sus modelos comerciales
y pudieran obligarles a establecer relaciones laborales3.
3
Véase: http://www.theverge.com/2014/12/14/7390395/uber-lobbying-steamroller; https://www.boston-
globe.com/metro/2016/06/28/uber-legislation-creates-windfall-for-lobbyists/RwKSYDooLGddusnzZDlKbP/story.html;
http://thehill.com/policy/technology/277090-ubers-lobbying-spending-rises-at-start-of-2016
4
EISENBREY, R. y MISHEL. L. (2016): Uber business model does not justify a new ‘independent worker’
category; Economic Policy Institute. http://www.epi.org/publication/uber-business-model-does-not-
justify-a-new-independent-worker-category/
es superior al mínimo legal, pero una vez descontados los gastos de seguridad so-
cial, seguros y los créditos potenciales para comprar un coche, quedan por debajo
del salario mínimo. Asimismo, la falta de previsibilidad de la demanda, la volatilidad
de los precios y de los sistemas de valoración inciden también sobre las tasas de
contratación y, permiten excluir fácilmente a los conductores del “programa de salario
garantizado”, con la consiguiente inseguridad en sus ingresos.
Así pues, debemos hacer una distinción entre los trabajadores que solo utilizan
estas plataformas de forma irregular para incrementar sus ingresos y quienes las
emplean más frecuentemente como complemento de su trabajo habitual, por lo que
se convertirían en horas extras, o quienes no pueden encontrar otra fuente de in-
gresos.
5
JP Morgan (2016): “Paychecks, Paydays, and the Online Platform Economy”.
https://www.jpmorganchase.com/corporate/institute/institute-insights.htm#ope-most
nomía de plataformas, al igual que ocurre con otros trabajadores atípicos, suelen
ganar menos que los que tienen trabajos similares pero con relaciones laborales es-
tándar. En los países de la OCDE, la media de ingresos anuales de los trabajadores
atípicos está en torno a la mitad de lo que ganan los trabajadores tradicionales6.
Estos bajos ingresos tienen consecuencias a corto y largo plazo para el crecimiento
económico. Los bajos salarios resultan en una menor demanda general, que impide
que la economía global recupere sus niveles de crecimiento.
A más largo plazo, el crecimiento del trabajo atípico se dejará sentir en los niveles
de capacitación y productividad de la población activa. Para evitar que surja un ciclo
de precariedad, las plataformas deberían proporcionar un umbral de horas trabajadas
que facilite una relación de empleo que incorpore todos los derechos laborales. Y el
compromiso con los trabajadores a través de una relación laboral convencional ser-
virá para que aumente la productividad7.
Las tecnologías gracias a las que existen la economía digital y los procesos de
digitalización dan lugar a retos para el empleo que no son para nada novedosos,
pero que se difunden a un elevado ritmo. No obstante, no es necesario revisar o
reinventar las políticas y marcos normativos: ya existen soluciones establecidas con
anterioridad.
6
http://www.oecd.org/social/in-it-together-why-less-inequality-benefits-all-9789264235120-en.htm
7
Kleinknecht, A., Van Schaik, F. N. y H. Zhou (2014): “Is flexible labour good for innovation?: Evidence
from firm-level data”. Cambridge Journal of Economics. 38, p. 5
CONCLUSIÓN
Aún no podemos prever todas las consecuencias del cambio digital, pero lo que
ahora se requiere es examinar los retos y oportunidades derivados de éste y crear
los instrumentos legales y marcos normativos que permitan maximizar los beneficios
y minimizar los costes de una transición a gran escala hacia una mayor extensión
del trabajo digital. Los sindicatos forman parte integral del proceso que tiene como
fin garantizar que las economías del futuro sean inclusivas y que la tecnología del
siglo XXI no se utilice para volver a implantar unas condiciones laborales propias
del siglo XIX.
Bien es verdad que existen grandes diferencias entre las antiguas fábricas aba-
rrotadas de obreros atareados en hacer funcionar las máquinas, y las fábricas “inte-
ligentes” del siglo XXI que parecen tener como especificidad la de sobrepasar al ser
humano y necesitarle cada vez menos para funcionar (Manyika 2013, Roubini 2015,
Head 2014). Los trabajadores de las plataformas digitales, o de las fábricas virtuales
de hoy, constituyen ciertamente una multitud (crowd), pero una multitud desperdi-
gada por todo el mundo, disponible las 24 horas del día, los 365 días del año, y to-
talmente desintegrada.
LA ROBOTIZACIÓN
Los interrogantes, en los países que se verán más afectados por estas diferentes
formas de robotización, se refieren esencialmente a la digitalización de los empleos y
de los lugares de trabajo (¿cuál será el futuro del empleo en la industria y los servicios,
incluidos los servicios públicos?), así como a la modificación de las cadenas de valor
y a las posibles deslocalizaciones/relocalizaciones de plantas y empleos. A estas cues-
tiones se añaden los desafíos más tradicionales –al menos para el movimiento sindi-
cal– que plantea la calidad del empleo: flexibilidad, salud-seguridad en los lugares de
trabajo, jornada laboral (en particular la intensificación del trabajo ligada a la generali-
zación del uso de las tecnologías de la información), así como los temas de puesta al
día de competencias, cualificaciones y formaciones, de conciliación entre vida personal
y vida profesional, de protección de datos personales de los trabajadores.
LA MULTITUD
sobre los ordenantes. En esta misma línea se podrían imaginar y promover sistemas
de etiquetados sociales, de Carta de calidad, de compromiso, etc. Otras formas de
acción espontáneas están apareciendo a través de los cibercafés y de las redes so-
ciales –existen, por ejemplo, grupos Facebook de crowdworkers que intercambian
sus experiencias–.
Para los movimientos sociales y sindicales, es probable que la tarea esencial sea
la de encontrar cómo integrar, en estas “fábricas virtuales”, los principios de la acción
colectiva. Se trata de crear una capacidad de negociación con las plataformas y/o
los ordenantes y de imponer a éstos el respeto de las normas sociales para evitar
entrar en espirales de competencia a la baja.
Por último, para concluir este artículo, cabe ampliar la reflexión a la sociedad.
Los impactos sociales de la digitalización de la economía podrían acarrear o acentuar
tendencias ya presentes en nuestras sociedades. Estas tendencias son, principal-
mente, la polarización social y el crecimiento de las desigualdades entre una élite
que consigue sacar provecho de la globalización y de la digitalización, una élite que
posee los robots, y una clase media que se encoge y se precariza, y que trabaja
para los robots. Éstos son los perdedores de la globalización, pero también podrían
ser los perdedores de la digitalización. ¿Estamos ante nuevos riesgos sociales y, si
así fuera, qué sistemas de ayudas públicas y qué mecanismos de redistribución po-
drían instaurarse? (se habla de fiscalidad sobre las rentas robóticas, de renta básica,
de reducción de la jornada laboral).
En fin, aunque nos hayamos limitado en este artículo a los impactos de la digita-
lización de la economía en los mercados laborales, otros impactos podrían obser-
varse en el futuro, con consecuencias potencialmente mayores para el modelo social
europeo. Uno de los ejes de este modelo social radica en los sistemas de seguridad
social, que se basan todos ellos en la idea de mutualización de los riesgos sociales.
Todo el mundo participa de una forma u otra en la financiación de estos sistemas
con la idea de que esta solidaridad de hecho podría algún día beneficiarnos a nosotros
mismos, por ejemplo en caso de enfermedad o accidente. Sin embargo, las nuevas
tecnologías ponen esta solidaridad en tela de juicio. ¿Por qué “pagar por los demás”
cuando el Big Data y los algoritmos permiten, mejor que nunca, detectar y señalar
comportamientos “desviados” o de riesgo? En materia de seguro de automóvil o de
asistencia sanitaria, mañana se podrá analizar con precisión el comportamiento del
asegurado y hacerle responsable de su propio destino. Este doble efecto de un
mayor control y de una responsabilización individual, ¿no podría socavar cualquier
posibilidad de solidaridad colectiva y de mutualización de los riesgos?
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Las opiniones del CESE sobre la economía digital y sus impactos en el mercado
de trabajo y en la organización social podrían sintetizarse en los siguientes puntos:
la UE tiene que realizar un gran esfuerzo de inversión en I+D+i y en el impulso de la
economía y la sociedad digitales; las líneas generales de actuación de la Comisión
Europea para impulsar el Mercado Único Digital, que supere la actual fragmentación
en mercados nacionales, son correctas; los riesgos de la generalización de la eco-
nomía digital en campos como el laboral, el fiscal y el de la sostenibilidad de los sis-
temas de protección social son grandes, sobre todo si la transición no es gobernada
democráticamente con un papel relevante del diálogo social y la negociación colec-
tiva; hay que realizar estudios de impacto más profundos para analizar las conse-
cuencias y plantear soluciones; debe realizarse un serio esfuerzo normativo para
prevenir las consecuencias negativas de los procesos; y tiene que producirse una
participación más intensa de los interlocutores sociales y de las organizaciones de
la sociedad civil en las transiciones digitales.
Me referiré en este artículo, sobre todo, a los dictámenes más importantes que el
CESE ha aprobado en los dos últimos años. Conviene comenzar, sin embargo, con
la respuesta que el CESE dio a la publicación por la Comisión Europea, en 2010, de
la Agenda Digital para Europa1. La Agenda Digital fue concebida como una de las
siete iniciativas emblemáticas de la Estrategia Europa 2020. Trató de diseñar el ca-
mino hacia la creación en Europa de un Mercado Único Digital que superara la frag-
mentación de la UE en mercados digitales nacionales y sus consecuencias de falta
de interoperabilidad y pérdida del potencial de crecimiento y competitividad. Las in-
versiones, centradas en mayor medida en la expansión de la banda ancha, deberían
lograr los importantes objetivos de una cobertura a corto plazo para el 100% de la
ciudadanía en banda ancha básica; del 100% en banda ancha rápida (30 Mbps o
más), en 2020; y del 50% de los hogares europeos en banda ancha ultrarrápida (100
Mbps o más), también en 2020.
1
Comunicación (2010) 245 final/2 Una Agenda Digital para Europa, de 26 de agosto de 2010.
2
Dictamen TEN/426 (2010) Una Agenda Digital para Europa, de 8 de diciembre de 2010.
Cinco años después, en mayo de 2015, con el debate sobre la revolución digital
en pleno apogeo, la Comisión Europea hizo pública su Estrategia para el Mercado
Único Digital4. La Estrategia se basaba en tres grandes vectores, o pilares. En primer
3
Prosumer (o prosumidor): anglicismo formado a partir de la unión de los términos productor y consumidor,
que identifica al consumidor que se convierte también productor de contenido, mediante su participación
activa en aplicaciones o sitios web, aportando información o contenidos que aumentan el valor de las pla-
taformas web con las que interacciona.
4
COM, (2015) 192, Una Estrategia para el Mercado Único Digital de Europa, de 6 de mayo de 2015.
lugar, mejorar el acceso de los consumidores y las empresas a los bienes y servicios
en línea en toda Europa, eliminando las diferencias fundamentales entre los mun-
dos en línea y fuera de línea y derribando las barreras a la actividad transfronteriza
en línea. El segundo vector es el de crear las condiciones adecuadas para que las
redes y servicios digitales prosperen, mediante la inversión en infraestructuras de alta
velocidad, el impulso de servicios de contenidos seguros y fiables y el apoyo a unas
condiciones reguladoras que favorezcan la innovación, la inversión, la competencia
leal y la igualdad de condiciones. El tercer pilar se refiere al aprovechamiento al má-
ximo del potencial de crecimiento de la economía digital europea mediante la inversión
en infraestructuras de las TIC y tecnologías como la computación en nube y los datos
masivos, la investigación y la innovación para impulsar la competitividad industrial,
así como la mejora de los servicios públicos, la inclusividad y las cualificaciones.
5
Dictamen, TEN/574, Estrategia para el Mercado Único Digital, de 1 de diciembre de 2015.
Lo esencial para vislumbrar cual será el futuro del trabajo en las sociedades di-
gitalizadas y cual debe de ser la orientación y el programa de acción del sindicalismo
para la transición hacia ella, es ser capaces de realizar una prospectiva certera sobre
la evolución de la cantidad de trabajo y su calidad, así como de los elementos des-
collantes de la organización del mismo y de las relaciones sociales que generan, te-
niendo siempre en cuenta las capacidades y los instrumentos de intervención del
trabajo organizado sobre cada uno de esos vectores. Desde esta óptica, los dictá-
menes del CESE que voy a analizar en este apartado son útiles para algunas partes
del análisis de la situación y para establecer algunas de las líneas de actuación que
resultan más claras para enfrentarse a problemas muy complejos y a tendencias
económicas y sociales cuyas potencialidades de desarrollo son todavía desconoci-
das en algunas de sus facetas. Denotan, a veces, las servidumbres de los consensos
entre los representantes de los interlocutores sociales y de otras organizaciones de
6
Los dictámenes correspondientes a estos temas se pueden encontrar en la página web del CESE:
http://www.eesc.europa.eu/?i=portal.es.home, en el buscador al que se accede después de apretar el
botón de la página de entrada denominado: “Dictámenes del CESE”.
Los dictámenes del CESE que emiten su opinión sobre los principales documen-
tos de la Comisión Europea sobre la cuestión –Agenda Digital (2010), Estrategia
para un Mercado Único Digital (2015) y Agenda Europea para la Economía Colabo-
rativa (2016)– son críticos con la escasa atención que prestan estos documentos a
la dimensión social de la revolución digital, en particular a las repercusiones que
tiene en el empleo y su calidad.
7
Dictamen, CCMI/141, Industria 4.0 y transformación digital: el camino a seguir, de 14 de julio de 2016.
Industria 4.0
8
COM, (2016) 180, Digitalización de la industria. Aprovechar todas las ventajas de un Mercado Único Di-
gital, de 19 de abril de 2016.
9
Dictamen, CCMI/136, Los efectos de la digitalización sobre el sector de los servicios y el empleo, de 16
de septiembre de 2015.
10
Dictamen, SOC/533, La evolución de la naturaleza de las relaciones de trabajo y su impacto en el man-
tenimiento de un salario digno, así como la incidencia de los avances tecnológicos en el sistema de se-
guridad social y el Derecho laboral, de 18 de mayo de 2016.
11
Dictamen, INT 779, La economía colaborativa y la autorregulación, de 25 de mayo de 2016.
12
Se trata del Proyecto de Dictamen, INT 793, sobre la Comunicación de la Comisión: COM (2016) 356
Agenda Europea para la Economía Colaborativa, de 2 de junio de 2016.
13
Dictamen, ECO/378, La economía del bien común, de 17 de septiembre de 2015
Frente a todos estos riesgos, no hay otra salida que contrarrestarlos de una ma-
nera adecuada. El CESE reclama la creación de “plataformas 4.0” regionales y na-
cionales, con la participación de agentes sociales, organizaciones de la sociedad
civil y representantes de las distintas administraciones para abordar todas las facetas
del proceso. Asimismo, reclama diálogos sociales estructurados de carácter global
a todos los niveles (UE, nacional, regional y a nivel de empresa) para garantizar una
adaptación justa a todos los procesos que entraña la industria 4.0, y que los traba-
jadores afectados por la digitalización, mediante la anticipación oportuna, tengan
apoyo suficiente para lograr una adaptación profesional.
Otra idea de interés que debería aglutinar a los agentes sociales y a los Estados
es la de la elaboración de una agenda europea de competencias basada en una lista
de competencias clave. Reclama el CESE la creación de un foro de la UE y foros
nacionales, en los que participen centros de enseñanza, universidades, empresas e
interlocutores sociales para elaborar y controlar la aplicación de la agenda de com-
petencias y de otros factores básicos de los procesos de transición. El CESE propone
la creación de una Gran Coalición para el Empleo Digital de la UE y de las coaliciones
nacionales correspondientes que deberían coordinarse de manera adecuada.
En todo caso, parecen tendencias sólidas las siguientes: en los sectores tradi-
cionales disminuye el empleo por la inversión en tecnologías baratas, con lo que se
produce un descenso en la proporción del PIB correspondiente al factor trabajo; nue-
vos requisitos de cualificación; «polarización» gradual del empleo en el sector de los
servicios en términos de autonomía laboral y salarios, lo que significa que los puestos
de trabajo se van situando en los extremos altos o bajos de la escala; aumenta la
flexibilidad de la jornada laboral pero se introducen servidumbres y riesgos como el
de la disponibilidad permanente.
Respecto a las cualificaciones, Eurofound decía, en 2014, que el 60% de los em-
pleados bancarios notificaron la introducción de nuevas tecnologías en el centro de
trabajo en los últimos tres años; y la Comisión Europea estima que el 47% de los
trabajadores europeos carece de competencias informáticas suficientes, con grandes
diferencias entre países. Y respecto a la autonomía en el trabajo, si algunos la ganan
otros, como quienes trabajan en los centros logísticos del comercio electrónico, la
tienen perdida en tareas sistemáticamente rutinarias.
En cuanto a la evolución global del empleo, las dudas persisten sobre si una eco-
nomía plenamente digitalizada puede generar suficiente demanda de mano de obra
para compensar las pérdidas de empleo que se calculan que producirá la automati-
zación de los servicios. Estas últimas son evaluadas por la Fundación Bruegel16 entre
un 40% y un 60% del total de los empleos de la UE, en los próximos veinte años.
14
UNI Europa (2015): Towards a Fair Future for European Services:
http://uniglobalunion.org/sites/default/files/public_shared/files/towards_a_fair_future_for_european_servi-
ces.pdf.
15
El crowdsourcing es la palabra inglesa que designa la práctica de las plataformas en línea de licitar la
realización de tareas por las que compiten trabajadores autónomos. El crowd employment que genera
empieza a ser denominado, por otros autores, “empleo en régimen de externalización abierta”.
16
Bruegel (2014): The computerisation of European jobs.
Para el CESE, los ámbitos en los que los trabajadores en régimen de externali-
zación abierta (crowd employment) y de otra índole, pero con relaciones de empleo
precarias y variables, necesitan normas internacionales, europeas y nacionales son
los siguientes: el tiempo de trabajo; la negociación colectiva; la libertad de asociación;
la información y consulta; las capacidades de adaptación; los descansos; la salud y
la seguridad en el trabajo; el derecho a la protección social (desempleo, asistencia
sanitaria, pensiones, etc); el derecho a cuestionar decisiones de gestión injustas;
calificaciones de los usuarios; despidos improcedentes de facto; el derecho a recha-
zar el trabajo ofrecido con poca antelación sin penalización; salarios dignos; y el de-
recho a recibir remuneración por el trabajo completado. También hay que determinar
la titularidad de la propiedad intelectual producida por los trabajadores que participan
en plataformas de trabajo en régimen de externalización abierta y en otras formas
de relaciones de empleo.
La economía colaborativa
La posición del CESE, en los dos dictámenes que voy a comentar, pretende dis-
tinguir entre lo que sería una economía realmente colaborativa, basada en el inter-
cambio entre iguales, y aquellos otros modelos que utilizan la etiqueta para hacer
de la plataforma en línea, que pone en contacto a productores u oferentes de servi-
cios con consumidores o a “prosumidores” (prosumers) entre sí, una fuente de be-
neficios para terceros, los propietarios de la plataforma (modelo Uber).
Como se indicó más arriba, el Dictamen del CESE sobre la Agenda de la Comi-
sión está actualmente en fase de tramitación. El anteproyecto de Dictamen parte de
criticar a la Comisión por meter en un mismo saco a las plataformas digitales y a la
Sobre las plataformas digitales, en particular las que sostienen una actividad lu-
crativa, considera que la Comisión debe promover su regulación y la armonización
de su actividad y garantizar una igualdad de condiciones, sobre la base de la trans-
parencia, la información y la no discriminación. En particular, “…resulta imperativo
redefinir el concepto de subordinación jurídica de cara a la dependencia económica
de los trabajadores y garantizar los derechos laborales con independencia de los
formatos que adopte la actividad”. Propone la creación de una Agencia de Califica-
ción Europea de las plataformas digitales, con competencias armonizadas en todos
los Estados miembros, que evalúe su funcionamiento en materia de competencia,
empleo y fiscalidad.
En el Dictamen de 2015, “La Economía del bien común”, se establece una com-
paración entre diversos modelos económicos que pretenden, en la voluntad de sus
impulsores o ideólogos, organizar la economía y el trabajo “al servicio de las perso-
nas”, o “en función de los intereses generales”. Cuando compara los modelos de
cinco tipos de economía –social, circular, colaborativa, de la funcionalidad, basada
en los recursos y azul– en función del grado de cumplimiento de otros cinco valores
fundamentales –dignidad humana, solidaridad/cooperación, sostenibilidad ecológica,
justicia social y democracia–, considera que la economía social es la que más se
acerca a un cumplimiento de los cinco valores, mientras que la economía colabora-
tiva, aun diferenciada de las plataformas digitales lucrativas, sólo obtenía una nota
suficiente en lo que respecta a los valores solidaridad/cooperación y democracia.
Otros dictámenes de interés del CESE17, en este apartado, de entre los elabora-
dos en los últimos dos años, son los que abordan los siguientes temas: iniciativas
tecnológicas conjuntas y asociaciones público-privadas ante el Horizonte 2020, ciu-
dades inteligentes, islas inteligentes y fabricación aditiva/impresión en 3D.
5. BREVE CONCLUSIÓN
17
Se accede a ellos en http://www.eesc.europa.eu/?i=portal.es.home (ver nota nº 6).
plo, la afiliación sindical en España creció hasta 2008, y ha caído sólo a partir de la
crisis, mientras que en Alemania, Japón, Reino Unido y los EE UU, la disminución
del número de afiliados comenzó bastantes años antes.
El problema que más nos debe preocupar a los sindicalistas es que la digitaliza-
ción de la economía y la sociedad se construya sobre los peores vectores de riesgo
que hemos descrito en las páginas anteriores: nueva oleada de precarización –y
aún de informalización– de los empleos, incremento de las modalidades de trabajos
atípicos y del número de trabajadores sometidos a ellas; y todo ello, acompañado
de procesos que erosionan las cotizaciones sociales y las bases fiscales del Estado.
Para la acción frente a estos nuevos retos, los dictámenes del CESE que he ana-
lizado en este artículo pueden ayudarnos.
1
Las opiniones expresadas en el presente artículo son exclusivamente las de su autor y no tienen por
qué coincidir con las de la Oficina Internacional del Trabajo. El ensayo se basa en el documento de V. De
Stefano “The rise of the ‘just-in-time workforce’: On-demand work, crowdwork and labour protection in the
‘gig-economy’”, Serie sobre condiciones de trabajo y empleo de la OIT, Documento de trabajo nº 71, 2016
(Ginebra, OIT), que también apareció publicado en la edición especial “Crowdsourcing, the gig-economy
and the law”, del Comparative Labor Law & Policy Journal, Vol. 37, nº 3, 2016.
Composición contador X, 1924. Theo Van Doesburg.
Ante todo hemos de decir que el crowdwork y el trabajo bajo demanda vía apps
no son conceptos monolíticos u homogéneos en sí mismos. Por ejemplo, las plata-
formas de crowdwork emplean distintos métodos para la adjudicación de tareas y
para el pago (Eurofound, 2015; Huws, 2015). Algunas crean competiciones entre va-
rias personas que trabajan simultáneamente en la misma tarea, y el cliente selec-
ciona y paga únicamente el mejor producto. Otras operan utilizando el método de
“orden de llegada”. Y en ocasiones no existe relación alguna entre el cliente y el tra-
bajador: este ejecuta la tarea y le paga la plataforma, que, a su vez, entrega el re-
sultado al cliente. En otros casos, la labor de la plataforma tiene más que ver con la
de facilitar la relación entre clientes y trabajadores (Risak y Warter, 2015). Ciertas
plataformas imponen una retribución mínima como pago por tareas concretas, mien-
tras que otras dejan que sea el solicitante quien establezca la compensación (Euro-
found, 2015). Además, como ya hemos mencionado, la naturaleza y complejidad de
las actividades puede variar notablemente, incluso dentro de la misma plataforma.
Las apps de trabajo bajo demanda tampoco son homogéneas: la distinción más
relevante que podemos hacer es entre las que vinculan la oferta y la demanda de
distintas actividades (por ejemplo: limpieza, hacer recados o realizar reparaciones
en el hogar), y otras que ofrecen servicios más especializados, como conducir o in-
cluso algunas formas de trabajo administrativo, como servicios legales o de consul-
toría (Aloisi, 2016). Algunas apps también pueden discernir entre servicios de la
misma naturaleza, por ejemplo, ofreciendo viajes en coche en condiciones especia-
les, o intentando acceder a distintos grupos de trabajadores (por ejemplo: conduc-
tores profesionales o personas que ofrecen plazas en sus vehículos para ir o regresar
del trabajo), aunque no siempre pueda evitarse que surjan problemas (Griswold,
2014). Las diferencias citadas no son exclusivamente técnicas, sino que también
conllevan consecuencias importantes en lo que respecta a la propuesta, aceptación
y ejecución de los contratos suscritos entre las partes implicadas (Risak y Warter,
2015). La combinación de la propuesta, aceptación y ejecución puede también afec-
tar a otros aspectos tales como el momento y lugar en el que se considera legal-
mente que se han completado, lo que, a su vez, puede implicar importantes
consecuencias en términos de la legislación aplicable. En algunas jurisdicciones, la
O, dicho de otro modo, y usando una expresión utilizada por el Director Ejecutivo
de Amazon, propietario de Amazon Mechanical Turk, una de las plataformas de
crowdwork más famosas y utilizadas del mundo, estas prácticas brindan acceso a
“personas como servicio” (Silberman y Irani, 2016). Y pese a que estas citas solo
hacen referencia al crowdwork, de nuevo, también son ciertas en el caso del trabajo
bajo demanda vía apps. Asimismo, ofrecen la mejor explicación posible al motivo
por el que merecen toda la atención de los investigadores del mercado laboral, así
como de instituciones, gobiernos y de la sociedad en su conjunto. El concepto de
“personas como servicio” expresa perfectamente la idea de una forma extrema
de mercantilización de los seres humanos.
Aquí el riesgo consiste en que estos trabajadores son aún más invisibles al operar
de un modo novedoso y a través de las nuevas tecnologías, algo que no se asocia
habitualmente con el trabajo invisible. Otro riesgo importante reside en el hecho de
que el trabajo se “suministra” a través de canales de las TI, ya sean plataformas on-
line o apps que vinculan la oferta y la demanda de tareas físicas, y esto puede “dis-
torsionar” la percepción que empresas y clientes tengan de estos trabajadores y
contribuir de forma significativa a la deshumanización de su actividad, lo que pre-
senta implicaciones tanto teóricas como prácticas.
Desde el punto de vista teórico, existe el riesgo de que estas actividades ni si-
quiera se reconozcan como trabajo. Para muestra, un botón: a menudo se les deno-
mina “bolos”, “tareas”, “favores”, “servicios”, “trayectos”, etc. Los términos “trabajo”
Esto, por su parte, podría tener graves implicaciones para su capacidad de tra-
bajar u obtener ingresos en el futuro, dado que las posibilidades de seguir operando
con una app concreta o de acceder a trabajos mejor remunerados en las plataformas
de crowdsourcing dependen estrictamente de las calificaciones y revisiones de ac-
tividades previas. Esto exige, especialmente para las actividades que se llevan a
cabo en el mundo físico, una cantidad importante de “trabajo emocional” porque
mostrarse amables y contentos con los clientes probablemente pueda repercutir en
la calificación que uno recibe por el trabajo (Dzieza, 2015; Rogers, 2015a). La posi-
bilidad que ofrece la tecnología de recibir comentarios y calificaciones instantáneos
del rendimiento de los trabajadores es esencial para garantizar a las empresas si-
multáneamente flexibilidad y control (Sachs, 2015a).
Es más, es posible que los trabajos se publiquen o deban ejecutarse sobre todo
a ciertas horas del día, y esto limita significativamente la flexibilidad que uno pudiera
tener para organizarse la jornada de trabajo. Especialmente cuando las distintas par-
tes implicadas en las transacciones se encuentran en zonas geográficas o en husos
horarios diferentes, como suele ocurrir con el crowdwork, esto puede obligarles a
trabajar de noche o a horas intempestivas (Gupta et al., 2014). Ni decir tiene que la
estabilidad de los ingresos no es sino un espejismo para la mayoría de los trabaja-
dores de la gig economy (Singer, 2014): como se elogiaba en las palabras de uno
de los directivos antes citados, una de las fuentes principales de flexibilidad consiste
precisamente en la posibilidad de contratar a alguien y poder “despedirle diez minu-
tos después”.
El crowdwork y las plataformas online pueden resultar útiles para ofrecer oportu-
nidades laborales a trabajadores de áreas donde no existan otras alternativas, como
sería el caso de las zonas rurales de países en vías de desarrollo (Greene y Mamic,
2015; Narula et al., 2011) o incluso en campos de refugiados (Oshiro, 2009), así po-
drían tener importantes efectos positivos sobre sus comunidades. No obstante, no
deberíamos estimar en exceso estas posibilidades: se ha argumentado que también
en los países en vías de desarrollo las oportunidades laborales en las plataformas
de crowdwork dependen en gran medida de la disponibilidad de una conexión rápida
a internet (Kingsley et al., 2014), y esta no existiría en las zonas citadas salvo si se
producen inversiones específicas. Otros estudios han destacado también que el im-
pacto de las plataformas de crowdsourcing en los países en vías de desarrollo se li-
mita, en la práctica, a los trabajadores procedentes de entornos relativamente
pudientes, mientras que los que cuentan con rentas más bajas apenas logran apro-
vechar de estas oportunidades (Thies et al., 2011), si bien es cierto que existen al-
gunas plataformas dedicadas específicamente a ayudar a los grupos más
desfavorecidos, como es el caso de Samasource (Kuek et al., 2015).
contra el trabajo infantil seguramente se queden cortos ante estas nuevas formas
de explotación infantil.
(véase OIT, 2016). No obstante, algunos de estos problemas son especialmente re-
levantes para quienes operan en la gig economy, concretamente los relacionados
con el autoempleo y con la clasificación errónea de la situación laboral. Los órganos
de supervisión de la OIT han expresado en diversas ocasiones su preocupación por
el hecho de que cuando los trabajadores autónomos quedan generalmente excluidos
de la aplicación de las leyes laborales y de empleo suelen verse también excluidos
de los reglamentos que protegen los principios y derechos fundamentales en el tra-
bajo. Como consecuencia, los trabajadores autónomos o mal clasificados pueden
verse excluidos o ver limitados sus derechos a la libertad de asociación y a la nego-
ciación colectiva porque pueden estar incumpliendo reglamentos tales como los re-
lativos a la legislación antimonopolio y sobre la competencia (De Stefano, 2016d).
Es más, pudieran no quedar incluidos en el ámbito de los reglamentos sobre trabajo
y discriminación infantil. Dado que los riesgos relacionados con una clasificación
errónea se encuentran entre los aspectos laborales más importantes de la gig economy,
los mismos problemas pudieran repercutir en estas formas de trabajo. Esto hace
que la cuestión de la situación laboral cobre aún más relevancia en términos de pro-
tección de los trabajadores, pues no solo están en juego aspectos relativos al salario
mínimo y las prestaciones laborales, sino su acceso a derechos humanos y laborales
fundamentales.
Tras haber examinado algunos de los riesgos potenciales del trabajo en la gig
economy, la próxima sección presentará provisionalmente algunas soluciones polí-
ticas preliminares para hacer frente a los retos que plantea esta economía.
Turk. También es importante que haya asociaciones patronales que están partici-
pando en el debate sobre la economía digital (véanse las interesantes consideracio-
nes que aparecen en el informe de posición de BDA, 2015 y de la OIE, 2016; véase
también McKinsey Global Institute, 2015).
Crowdsourcing de Alemania. Todo ello será esencial para que los trabajadores ten-
gan una voz real en los avances futuros que se produzcan en la gig economy y en
el mundo laboral en su conjunto. Merece la pena explorar los llamamientos a la au-
torregulación ya ocurridos en este ámbito (Cohen y Sundararajan, 2014), pero sin
ignorar la voz fundamental de los trabajadores ni permitir que las empresas esta-
blezcan normativas de forma unilateral, o que, de entre todas las partes implicadas,
pretendan satisfacer únicamente a los “consumidores”.
Como ya se ha mencionado, los retos que la gig economy plantea al mundo del
trabajo son enormes: deberán evitarse las respuestas apresuradas y simplistas que
tiendan hacia la desregulación y la reducción de la protección de los trabajadores,
para que todos puedan aprovechar las oportunidades que ofrecen este ámbito de la
economía y los avances económicos futuros derivados de la tecnología.
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1. INTRODUCCIÓN
El nuevo panorama parece, pues, llamado a incidir profundamente sobre las re-
laciones laborales. Las consideraciones que siguen pretenden analizar sucintamente
las consecuencias que pueden producirse en este terreno así como determinar si
obligan a repensar los principios y categorías que actualmente estructuran el Dere-
cho del Trabajo. A estos efectos, se aborda ante todo el impacto sobre el empleo de
las tendencias, para a continuación reflexionar sobre la configuración de las relacio-
nes laborales en los sectores industrial y de los servicios; y, en definitiva, sobre los
posibles cambios que deba experimentar –o soportar– la ordenación jurídica de las
relaciones laborales.
sin embargo, son mucho menos contundentes, sin perjuicio de que reconozcan un
impacto grande en la configuración de las tareas que se mantengan. En este sentido,
la OCDE (Automation and independent work in a Digital Economy, 2016) ha valorado
una pérdida media de puestos de trabajo del 9% entre sus estados miembros, osci-
lando entre el 6 y el 12% para cada uno de ellos. En cuanto al impacto sobre la con-
figuración de los puestos de trabajo, se ha cifrado entre el 25 y el 45%.
Por supuesto, no es fácil hacer profecías ni, menos, acertar con ellas. Después
de todo, la idea de que la innovación tecnología acabaría con el trabajo humano no
es, en modo alguno, nueva. Antes al contrario, de forma intuitiva o racional, ha estado
presente en cada una de las sucesivas oleadas de cambio técnico. Y, sin embargo,
la evolución histórica la ha desmentido en el pasado: sin perjuicio de que su des-
pliegue haya implicado, en el corto plazo, ajustes traumáticos en el mercado de tra-
bajo, en ciclos más amplios éste se ha recuperado (referencias en Soete, 2001, pp.
178 ss.). No es por ello de extrañar que, en relación con las repercusiones que ha
de tener en este terreno la que se encuentra en curso, existan diferentes aproxima-
ciones, más pesimistas o más optimistas.
A ello hay que añadir, por otro lado, las posibles repercusiones positivas sobre el
empleo que deberían desplegar las aspiraciones de la humanidad a un crecimiento
sostenible y más solidario a escala global. En este sentido, viene destacándose la
potencialidad de la economía «verde» para generar empleo (cfr. OIT, El desarrollo
sostenible, el trabajo decente y los empleos verdes, 2013). Y más en general se de-
Por supuesto, incluso aceptando una visión optimista del futuro en la que la
desaparición de empleos «tradicionales» queda compensada a medio y largo plazo,
es obvio que, desde la perspectiva del empleo, la expansión de la economía digital
plantea importantes retos que necesariamente han de ser contemplados con inquie-
tud. En primer lugar, es claro que la dinámica de creación de nuevos empleos no
está rígidamente predeterminada. Acaso pueda estarlo la de los que se relacionen
con la propia evolución tecnológica. Pero en modo alguno lo está la que se vincula
con el crecimiento sostenible a nivel mundial. Depende ésta última de las decisiones
políticas que se adopten en este terreno. Y no parece que estas sean fáciles ni in-
mediatas: requieren unas estructuras de poder, más allá del Estado nacional y de
las organizaciones regionales, que probablemente no se han desarrollado suficien-
temente; e igualmente una revisión de los valores inspiradores de las políticas eco-
nómicas que se separan de las que parecen prevalecer en la actualidad. Son
ilustrativas al respecto las consideraciones que se hacen en una de las conversa-
ciones propuestas en la Memoria del Director General de la OIT en relación con
La iniciativa del centenario relativa al futuro del trabajo (2015, pp. 9 ss.).
Por otro lado, y volviendo a aspectos más relacionados con las normas laborales,
es obvio que el optimismo a largo plazo no puede ocultar las inquietudes que gene-
ran el corto y el medio. Las transformaciones que las organizaciones empresariales
están experimentando ya y continuarán afrontando en el futuro inmediato no pueden
sino concretarse en la aparición de excedentes de mano de obra. Ciertamente, esta
circunstancia no obliga necesariamente a «repensar» el derecho del trabajo: como
ya se observó en la década de los 80, éste ha sido un “compañero de viaje histórico”
de la crisis (Palomeque, 1984). Sus principios, categorías e instituciones pueden,
pues, valer para afrontar la de empleo que se nos viene encima. Otra cosa es, sin
embargo, que su configuración concreta pueda resultar la más adecuada, en aten-
ción al volumen y a la calidad de las transformaciones que se han de producir. La
necesidad de replanteamiento no afecta pues a la esencia de aquellos sino a la forma
en que los mismos vienen funcionando; y también a aspectos íntimamente relacio-
nados con ellos, aunque sean «extralaborales».
presas. Los intereses que se encuentran en juego implican un papel activo del sin-
dicato, como su interlocutor natural, y de los propios poderes públicos. Mas podría
ocurrir que aquél, tras décadas de políticas de flexibilidad y precarización, no se en-
cuentre en su mejor momento de forma. En cuanto a los poderes públicos, su papel
resulta esencial en la gestión de las transiciones laborales. Y no puede agotarse en
el establecimiento de medidas paliativas en relación con el desempleo: si hay algo
que está fuera de discusión en relación con el impacto de las «tecnologías 4.0» en
el empleo es la extraordinaria importancia que presenta la formación (por ejemplo,
OECD (2014), Skills and jobs in the Internet Economy). El desarrollo de políticas ac-
tivas de empleo en este terreno que resulten adecuadas a las nuevas necesidades,
es una exigencia ineludible para superar los problemas vinculados a la sustitución
del viejo empleo por los nuevos. Y no sólo en el mercado de trabajo sino en el del
completo sistema educativo.
Por último, aunque no por ello menos importante, es preciso tener en cuenta que,
según las previsiones, la economía digital puede tener importantes efectos sobre la
conformación de las relaciones de trabajo. En este sentido, se viene destacando
que la incorporación de las tecnologías propias de esta cuarta revolución no sólo
tiene la dimensión cuantitativa a la que se acaba de hacer referencia sino también
otra cualitativa, relacionada con las transformaciones que introduce en la fisonomía
de la prestación de servicios. De un lado, la intensa automatización de los procesos
productivos, fundamentalmente –aunque no sólo– en el ámbito industrial, genera
nuevos tipos de trabajadores que encajan difícilmente en las estructuras que el De-
recho del Trabajo ha acuñado a través de su evolución histórica. De otro, el incre-
mento de las posibilidades de comunicación ha generado mecanismos de
intercambio de servicios por retribución que parecen eludirlas completamente. Veá-
moslo con algo más de detalle.
Por supuesto, en este nuevo entorno, las relaciones laborales resultan sustan-
cialmente mutadas, aunque existen diferentes pronósticos al respecto (cfr. Seghezzi,
2016, pp. 185 ss.). En una visión pesimista, la aportación de trabajo humano al pro-
ceso queda confinada en una “marginalidad nunca experimentada” con anterioridad:
máquinas altamente sofisticadas organizan la prestación del trabajador y la contro-
lan. Por el contrario, en una perspectiva optimista, la aportación personal podría re-
sultar revalorizada. Es verdad que ordenadores y máquinas asumirían la mayor parte
de las funciones, no sólo las estrictamente productivas sino también las vinculadas
a la comercialización. Desaparecerían, por tanto, los trabajos manuales vinculados
a la fabricación así como los intelectuales relacionados con venta y postventa. Pero,
en esta nueva organización productiva, la aportación humana podría centrarse en el
diseño del propio proceso, la determinación de su objetivo y la predisposición y pro-
gramación de las máquinas que han de participar en él; y, acaso, al desarrollo de
funciones de supervisión y mantenimiento. En todo caso, desde el punto de vista del
desarrollo del contrato de trabajo, incluso en este último caso las transformaciones
no serían baladíes, como ha tenido oportunidad de señalar la doctrina (cfr. reciente-
mente, Seghezzi, 2016, pp. 188 ss.; véase también Mercader, 2002, pp. 125 ss.).
Y ello, en diferentes sentidos que, sin embargo, giran todos en torno a una idea:
la desaparición de la «regularidad» que ha caracterizado tradicionalmente la apor-
tación de servicios en la organización empresarial. De entrada, es conocido el im-
pacto de la tecnología sobre la forma en que ésta se integra. El modelo industrial
tradicional propendía a la concentración de todas las fases del proceso productivo.
Paulatinamente, este modelo ha variado sustancialmente: en una búsqueda perma-
nente de mayor flexibilidad favorecida por los avances tecnológicos se advierte un
grado creciente de recurso a la descentralización (por ejemplo, Rubery/Grimshaw,
2001, pp. 202 ss.). A esta primera dimensión de la pérdida de «regularidad» se añade
ahora otra de carácter interno, referida a la prestación directa de servicios a la em-
presa, y que afecta a sus circunstancias: lugar y tiempo de trabajo. Absorbidos los
trabajos directos y rutinarios por las máquinas, la presencia continuada del trabajador
en el centro de trabajo pierde su sentido.
Por otro lado, en todas las aproximaciones se insiste en que el fenómeno no es,
ni mucho menos, unitario. Esta falta de uniformidad tiene una primera manifestación
de carácter socioeconómico, en función de las situaciones concretas en las que se
El panorama de conjunto que se deduce del análisis muestra, pues, que profun-
dos interrogantes afectan al Derecho del Trabajo y a los valores que éste ha encar-
nado históricamente como consecuencia del cambio tecnológico. De entrada, como
ha ocurrido en el pasado, existe un problema preliminar relacionado con el nivel del
empleo. Ya he indicado que en este terreno no es fácil hacer previsiones: existen al-
gunas muy sombrías y otras que no lo son tanto o que, directamente, son optimistas.
Pero incluso en el mejor de los casos, supuesto que no se haya de producir una
crisis definitiva del empleo, el panorama no es muy halagüeño. Se ha advertido, en
este segundo sentido, que, incluso en el caso de que la innovación tecnológica tenga
a medio y largo plazo importantes virtualidades de generación de riqueza que com-
pensen la destrucción de empleo en el corto, ello no necesariamente ha de traducirse
en “mejoras de bienestar” ya que el análisis de la evolución de la ocupación no puede
hacerse únicamente en términos numéricos, “mediante la contabilidad de los nuevos
Junto con otras ramas del Derecho, la regulación del trabajo habría de contribuir
a evitar este problema. De hecho, los análisis de las nuevas realidades insisten en
la necesidad de que la acción política debe intervenir en este terreno. Así, por ejem-
plo, la Agenda Europea para la economía colaborativa a la que se han hecho varias
referencias incluye entre sus conclusiones la necesidad de establecer “condiciones
de trabajo justas” para este nuevo tipo de trabajo (p. 17). En esta misma línea, la
OIT ha propuesto esta temática como objeto de una de las conversaciones en la ya
citada Iniciativa del centenario relativa al futuro del trabajo (pp. 14 ss.). Es, por tanto,
fácil afirmar esta idea.
Pero no lo será tanto llevarla a la práctica, de un lado, porque acaso resulte ne-
cesario un repensamiento muy profundo de las instituciones que hasta ahora las
han garantizado y, de otro y sobre todo, porque el nuevo panorama presenta impor-
tantes límites a la actuación normativa. Desde el primer punto de vista, se ha seña-
lado que referentes esenciales en los que ha descansado históricamente el Derecho
del Trabajo se encuentran, desde hace algún tiempo, sujetos a revisión en razón de
los cambios tecnológicos: la noción de subordinación, el marco en que ésta se desen-
vuelve –el lugar y el tiempo de trabajo–, la separación entre el trabajo y la vida pri-
vada y, sobre todo, los instrumentos de acción colectiva constituyen buenos ejemplos
de ello. De este modo, acaso estemos en presencia de un cambio muy profundo.
Se ha afirmado, en este sentido, que “un siglo después de la creación del derecho
del trabajo industrial existe hoy una oportunidad histórica para pensar y luego crear
el derecho del trabajo inmaterial”. (Ray, 2015). Magna tarea es, pues, la que hay que
acometer: diseñar un nuevo derecho que, aun muy cambiado en su fisonomía, no
se deje arrastrar por los nuevos imperativos «técnicos» del objeto regulado y se man-
tenga fiel a sus principios tradicionales.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
Sólo podremos hacer frente a un mercado laboral donde las máquinas sustituyen
la mano de obra en las tareas de mayor riesgo o más rutinarias si los trabajadores
hacen valer su talento y sus habilidades humanas, aquellas en las que los robots y
los sistemas de inteligencia artificial están muy lejos de superarnos como especie.
Debemos apostar por un cambio educativo, desde luego, pero no por cualquier
cambio en la educación. Necesitamos un cambio basado en el conocimiento, no en
opiniones sesgadas e interesadas como las que generalmente han marcado el de-
bate social y político sobre la mejor educación.
En un mundo en el que cada vez se demandan más evidencias para tomar deci-
siones, resulta sorprendente que sea precisamente en el ámbito de la educación
donde exista una mayor tendencia a obviar el conocimiento cuando se plantean po-
líticas. Cualquiera parece tener una opinión sobre qué debería hacer un profesor en
su aula, pero muy pocas de esas opiniones están avaladas por conocimiento cien-
tífico, ni siquiera por la experiencia de quienes trabajan en educación o reciben un
beneficio de ella.
La educación debe ser la primera política del país. Es un derecho. Más aún, es
un garante del resto de derechos. Debe ser también, cada vez más, un instrumento
al servicio de la igualdad de oportunidades. En un mundo dominado por el conoci-
miento, la ignorancia es una forma de esclavitud.
Trabajemos, antes que nada, por cambiar la inaceptable tasa de abandono edu-
cativo temprano que, si bien ha ido reduciéndose tímidamente en los últimos
años –de un 21,9% en 2014 al 19,8% en los primeros trimestres de 2016–, sigue
siendo la más alta de Europa.
Reaccionemos con firmeza ante los últimos datos de la OCDE: uno de cada cinco
jóvenes españoles de 15 a 29 años ni estudia ni trabaja. Hablamos de más de un
millón y medio de ninis, chicos y chicas que están fuera del sistema educativo y del
mercado laboral; otro ranking, en este caso en el conjunto de la OCDE, que lidera-
mos tristemente.
Si los datos referidos a nuestra población infantil y juvenil son poco alentadores,
las deficiencias educativas son a menudo más graves entre los adultos. España es,
junto a Finlandia y Corea del Sur, el país con más diferencias competenciales entre
los más jóvenes y los más mayores. Los jóvenes que reciben hoy educación en Es-
paña, los que consiguen evitar el drama del abandono y el fracaso escolar, están
mucho mejor preparados que las generaciones que les preceden. Muchos de los
problemas actuales de nuestra economía y nuestro mercado de trabajo están aso-
ciados a la educación que se impartía hace 40, 30 ó 20 años. Las consecuencias
las pagamos ahora.
Nos esperan pactos, leyes y reformas, oportunidades para demostrar que somos
un país capaz de anticiparse y adaptarse a la mutabilidad de nuestro tiempo.
Nos jugamos mucho, por no decir todo, en este reto y nos lo estamos jugando
todos. La equidad ha de ser el eje fundamental del sistema educativo que queremos
construir y cuyo producto no es ni más ni menos que nuestra futura sociedad. Y quien
no lo entienda por solidaridad o altruismo, que lo considere por su propio interés: las
evidencias –ese conocimiento al que hacía referencia– indican que la igualdad de
oportunidades en la educación mejora los resultados económicos globales de un
país.
Educación y competencias
para vivir en la economía digital
Still Vida (Composición V) 1916. Theo Van Doesburg.
Se estima que en cuatro años los taxis de Japón serán robots y una parte impor-
tante de la logística se realizará con drones y camiones dirigidos sin conductor, pres-
cindiendo gradualmente de miles de empleos humanos. Los recepcionistas de hotel
o las cajeras de supermercado son ejemplos de los millones de empleos sustituibles
por robots. Buena parte de los obreros de fabricación de la industria, de la venta en
comercios, de las rutinas administrativas e, incluso, de ciertas rutinas expertas como
la de analistas financieros, abogados y periodistas serán fácilmente prescindibles
ante el avance de la robótica y la inteligencia artificial.
ante el umbral de una nueva época donde el trabajo humano se va a hacer masiva-
mente prescindible. La pregunta es bajo qué condiciones y límites. Si el futuro del
trabajo es una robotización destructora de empleo humano, sin pagar impuestos, sin
capacidad de protesta y devaluadora de los salarios de los que queden trabajando,
la cuestión es si esa tendencia intrínseca del desarrollo capitalista puede ser regu-
lada en clave de bienestar y equidad y cómo ha de serlo.
La lucha de clases añade una nueva dimensión entre las máquinas y los humanos
críticos que defienden un nuevo concepto de igualdad comunitaria. Las nuevas con-
diciones fuerzan la definición de un nuevo contrato social, de nuevas formas de pro-
piedad y de co-gestión en las empresas y una nueva fiscalidad equitativa. Por eso
conviene abrir debates y regulaciones sobre el tipo de post-capitalismo y de sociedad
4.0 que se nos viene encima. Se perfila una inédita alianza interclasista de las vícti-
mas de la robotización, donde las clases medias y obreras pueden emerger como
nueva mayoría social determinante ¿Podemos decidir que ya toca repartir el tiempo
de trabajo, adelantar la edad de jubilación, redistribuir las enormes plusvalías de la
robotización y garantizar la co-gestión en las empresas?
Por esta razón, conviene repensar la educación del presente, imbuida todavía
bajo un sistema fordista que clasifica y jerarquiza el talento para una sociedad in-
dustrial que ha dejado de existir. El objetivo de un sindicalismo post-capitalista en
educación ha de ser la formación de personas libres y críticas con capacidad de de-
cisión y dominio del nuevo entorno tecnológico para que se diseñe ajustado a las
necesidades humanas y con sentido comunitario. Este objetivo implica universalizar
el sentido crítico, el trabajo en equipo, el pro-común, la creatividad, la argumentación,
la alternación con los otros y la empatía emocional, desarrollando competencias ade-
cuadas para entornos complejos y siempre con utilidad social. Son virtudes y obje-
tivos que están a años luz del actual sistema escolar zombie que, agotado y
condenado, sigue vigente con su curriculum y su formato homogéneo del siglo XIX.
¿Qué sentido tendrá educar para generar plusvalía o para asegurar la producti-
vidad cuando impere la robótica y la inteligencia artificial en todas partes, cuando
las propias máquinas piensen, hagan su propio mantenimiento y se fabriquen a sí
mismas? ¿Para qué nos servirá mantener un sistema escolar fordista pensado para
disciplinar la mano de obra y dividirla entre la rama manual y la rama intelectual?
¿Qué sentido tendrá en el año 2050 mantener vigente el actual trivium y quadrivium
que nos divide entre las ciencias y las letras por asignaturas? El gran objetivo de la
nueva educación será elevar la inteligencia colectiva y el pro-común colaborativo e
interdisciplinar en un nuevo contexto de socialización más igualitario, universal y
post-materialista.
1
MARTÍNEZ CELORRIO, X. (2016): “Innovación y reestructuración educativa en España: las escuelas
del nuevo siglo” en AA.VV. Informe España 2016. Madrid, Cátedra Martín-Patino.
Por “cadenas de valor” nos estamos refiriendo a todo el entramado industrial, co-
mercial y financiero que constituyen las cadenas de producción, denominadas tam-
bién de suministro, junto con las de distribución, de las empresas multinacionales.
Entramados que han ido adquiriendo dimensiones tales que los convierten en la es-
tructura económica mundial preponderante, decisiva para configurar las relaciones
económicas, comerciales, financieras, y también las laborales y sindicales que ahora
nos interesan en particular.
En la industria del vestido, la casa matriz y sus filiales se reservan la gestión glo-
bal, el diseño y la logística, subcontratando prácticamente toda la producción, mien-
tras que en otros sectores industriales la casa matriz y sus filiales obtienen en general
el producto final con el montaje a partir de los componentes suministrados en gran
parte por otras empresas, a las que subcontratan una parte del proceso productivo.
Una común característica es, sin embargo, que los proveedores no trabajan en su
mayoría para un único cliente, para una sola casa matriz, para una sola marca, cues-
tión ésta muy importante para establecer líneas de trabajo sindical y su relación con
las multinacionales, también para la negociación colectiva.
Para abordar la acción sindical por el trabajo decente en las cadenas de valor
hay que tener en cuenta la enorme incidencia que ha tenido y está teniendo la digi-
talización de los sistemas de producción y de comunicación. Incidencia tanto en las
relaciones interempresariales como en las condiciones y relaciones de trabajo, en
las posibilidades y líneas de intervención sindical, en las propias relaciones intersin-
dicales. Una incidencia, sin embargo, que no es la misma a lo largo de toda la ca-
dena de producción.
1
Cuestión en relación con la cual no debería olvidarse que lo decisivo son los “costes laborales unitarios”,
es decir por unidad de producto; no los costes laborales por unidad de tiempo de trabajo. Una importante
traducción de tal diferencia se expresa en que menores costes laborales por unidad de tiempo no siempre
van acompañados de menores costes laborales por unidad de producto.
Muchos otros pueden ser los fenómenos que inciden en la permanente reorde-
nación de los desarrollos industriales y comerciales, insistiendo en las apuntadas
tendencias al reequilibrio mundial, debiéndose tener en cuenta otros, como los de-
rivados de la presión del consumo que provoca desplazamientos industriales hacia
las producciones conocidas como “de proximidad”, de proximidad a los mercados.
2
Una consideración que debería llevarnos a una reflexión sobre la configuración de la voluntad colectiva,
sobre las diferencias entre referéndum y asamblea, entre voto telemático y voto en o después de la asam-
blea, etc.
ello una positiva componente liberadora en el desarrollo del trabajo humano, lo que
es ciertamente de aplicación a algunos colectivos de trabajadores y a ciertas fases
de su trabajo, pero se ha demostrado también que puede tener su traducción en una
gran subordinación del trabajo humano a rígidas y brutales normas previamente
establecidas, que se encuadran en el marco de intereses particulares previa-
mente establecidos. A ello apuntan experiencias como las de la organización del tra-
bajo en Amazon y otras.
Que en cualquier lugar del globo pueda estarse procesando la compra en una
tienda de cualquier otro rincón del mismo, o la simple consulta a la página web sobre
un determinado producto bastan para, a partir de ahí, programar desde el puesto de
mando de la multinacional su producción inmediata en uno o muchos centros de tra-
bajo de la correspondiente cadena de producción. Ello apunta unas formas de ges-
tión de la producción en las que, para la optimización de los resultados habrá que
tener en cuenta factores que difícilmente pueden resolverse con el bolígrafo o la má-
quina de calcular, que exigen complejas funciones con numerosas variables, a re-
solver necesariamente por los ordenadores. Con un potente equipo informático,
personal y material. La clave estará en su programación, en los criterios establecidos
para la misma. Y ahí, de nuevo, la clave estará en los intereses que se priorizan, en
su síntesis resultante de la acción de contrarios.
Las nuevas, o menos nuevas pero más evidentes, formas de relación empresarial
interna en las cadenas de valor, exigen nuevas formas de trabajo sindical. Nuevas
formas de relación entre las estructuras sindicales, entre las de la casa matriz y las
de los sindicatos, de país y de empresa, a lo largo de toda la cadena de producción
y distribución. Entre todas ellas y las globales, a las que les corresponde un difícil
papel de dirección en función de los intereses también globales, muchas veces por
descubrir, más allá de las fáciles palabras y los viejos tópicos.
1) Los Acuerdos Marco Globales deben entenderse como una de las formas prio-
ritarias de la negociación colectiva transnacional, concretándose en el ámbito
de cada cadena de producción de cada multinacional. Con lo que ello com-
porta de “plataforma reivindicativa”, “comisión negociadora”, negociación y
acuerdo. Y tensión sindical para su avance a lo largo de toda la cadena de
suministro.
Para todo ello una experiencia a tener en cuenta, particularmente en relación con
los derechos de intervención sindical, es el Acuerdo Marco Global del sindicalismo
internacional (la Federación Internacional del Textil –ITGLWF– en su momento, In-
dustriALL Global Union hoy) con INDITEX, la multinacional española primera distri-
buidora mundial de ropa (de las marcas ZARA y otras), del que pronto se cumplirán
10 años. Hasta hace pocos meses era el único que merecía tal calificativo en la in-
dustria mundial del vestido. En estos momentos le acompañan los suscritos con la
3
En torno a ello los sindicatos globales (CSI, IndustriALL y UNI), junto con Clean Clothes Campaign (CCC)
y otras ONG, acaban de lanzar una campaña de “Transparencia” orientada a la publicidad de la lista com-
pleta de proveedores en las industrias del textil y el calzado. En relación con ello quiero dejar constancia
aquí de que, de entre las multinacionales españolas de la industria del vestido, INDITEX y MANGO nos
facilitan ya al sindicalismo global los datos completos de su cadena de suministro y en este mismo sentido
ha comenzado a actuar EL CORTE INGLÉS, constituyendo esa información un valioso instrumento para
la acción sindical en todos los países de sus cadenas de producción. El Acuerdo Marco con INDITEX es-
tablece además el derecho de acceso de los sindicatos locales a todos esos centros de trabajo.
sueca H&M a finales de 2015 y con la alemana TCHIBO en este 2016, y están abier-
tas discusiones al respecto con C&A, NEXT y MIZUNO, que deberían concretarse
pronto.
Los Acuerdos Marco Globales, junto con el Acuerdo para Bangladesh de más de
200 marcas mundiales con IndustriALL Global Union y UNI para la prevención de
incendios y hundimientos en las fábricas textiles del país, y el proyecto ACT (Action,
Collaboration, Transformation) por el que una docena de las principales marcas de
ropa asumen el impulso de la negociación salarial –con el concepto del “salario vital”
como referencia– en los países donde se ubican sus proveedores, suponen un cam-
bio decisivo en el concepto y práctica de la Responsabilidad Social Empresarial, la
RSC o RSE. Significan pasar de su unilateralidad a la asunción de la negociación
con los “Grupos de Interés”, es decir con los colectivos sobre los que “impacta” la
actividad empresarial, los trabajadores en primer lugar4. Suponen que los grupos de
interés, particularmente el sindical, pasan de la espera de un problema para su de-
nuncia a la permanente intervención para evitarlos, a la corresponsabilidad en la
gestión de la política y práctica de los compromisos de Responsabilidad Social Em-
presarial.
4
Ver:http://www.europarl.europa.eu/meetdocs/2009_2014/documents/com/com_com(2011)0681_/com_
com(2011)0681_es.pdf, donde la Comisión Europea establece el concepto de RSE como “la responsabi-
lidad de las empresas por su impacto en la sociedad”
5
http://iboix.blogspot.com.es/2016/07/a-proposito-de-la-resolucion-de-la.html
las relaciones societarias así como de dependencia productiva, típicas de tales ca-
denas de suministro. Y también las vías para dotarle de eficacia directa, conside-
rando por ejemplo la capacidad coercitiva que puede tener la OMC sobre los
productos objeto del comercio internacional, exigiendo la garantía de su aplicación.
6
A ello me he referido en http://iboix.blogspot.com.es/2016/10/7-de-octubre-jornada-mundial-de-accion.html
INTRODUCCIÓN
En estos últimos 20 años se han producido cambios muy notables derivados del
impacto, tanto en la demanda como en la oferta, de la economía digital3. Concreta-
mente, se observa como: (1) determinados productos, tales como libros, revistas,
bases de datos, video juegos, entre otros, son distribuidos a través de infraestructu-
ras digitales; (2) la información se ha transformado en una mercancía; (3) las
transacciones de carácter financiero se han digitalizado; (4) el trabajo y los procesos
empresariales se organizan de forma distinta y novedosa; (5) tienen lugar innova-
1
Tapscott, D. (1996): The Digital Economy: promise and peril in the age of networked intelligence. McGraw-
Hill. New York.
2
del Aguila-Obra, A. R.; Padilla-Meléndez, A.; Serarols, C.; Veciana, J. M. (2003): “Digital economy and
management in Spain”. Internet Research, 13(1), 6-16.
Padilla-Meléndez, A.; del Águila-Obra, A. R. (2001): Las formas organizativas en la economía digital: de
la estructura simple a la organización en red y virtual. Ra-Ma. Madrid.
Veciana, J. M.; Serarols, C.; del Águila-Obra, A. R.; Padilla-Meléndez, A. (2001): “La economía digital y
su impacto en la empresa: bases teóricas y situación en España”. Boletín económico de ICE, Información
Comercial Española, (2705), 7-24.
3
Turban, E.; King, D.; Lee, J. K.; Liang, T. P.; Turban, D. C. (2015): “The Digital and Social Worlds: Eco-
nomy, Enterprises, and Society”. En Electronic Commerce (pp. 19-26). Springer International Publishing.
4
Rigby, D. K. (2014): “Digital-physical mashups”. Harvard Business Review, 92(9), 84-92.
5
Hirt, M.; Willmott, P. (2014): “Strategic principles for competing in the digital age”. McKinsey Quarterly,
May.
TABLA 1
Operadores tradicionales versus nuevos entrantes por sector
Por otra parte, grandes empresas como Amazon o Google, están diversificándose
hacia sectores como el logístico o el financiero, convirtiéndose en nuevos operadores
a escala global. Así mismo, pequeñas empresas y medianas empresas (PYMES), o
emprendedores y emprendedoras individuales, que carecían de recursos para afrontar
una expansión del negocio, con la digitalización de sus operaciones o una mejor adap-
tación al cliente, gracias a estas tecnologías, están compitiendo con operadores tradi-
cionales en su nicho de mercado (por ejemplo, negocios de proximidad, como el frutero
de barrio, que usa WhatsApp o Facebook para la gestión de pedidos a domicilio).
Por otra parte, las tecnologías digitales crean una situación de competencia cuasi-
perfecta, con transparencia en el mercado, lo que se traduce en presión sobre pre-
cios y márgenes de beneficio. Así, los clientes pueden comparar precios y presta-
ciones de los distintos productos ofrecidos por los competidores. Por ejemplo, info-
mediarios tales como los comparadores de precios (Rastreator, Trivago, entre otros),
facilitan el acceso a información muy dispersa a los clientes, asesorándoles en su
experiencia de compra.
Si bien, no todos los sectores de actividad han reaccionado de igual modo a las
presiones del entorno, derivadas de la digitalización. Claramente se puede hacer re-
ferencia a dos grupos de sectores y empresas, los líderes y los rezagados en el pro-
ceso. Sectores como el de los medios de comunicación, el financiero, el sector de las
TI, son claramente sectores que lideran la economía digital a nivel global. Otros, en
cambio, como la manufactura, el turismo, la construcción, se encuentran, en general,
rezagados en términos de adopción de las TI; tanto en sus procesos internos como
en sus interacciones con los clientes, éstos se han centrado en la gestión de pagos
online y adquisición de software, pero no han ido más allá. En los sectores líderes, las
oportunidades que se están aprovechando son la mejora de la eficiencia de las ope-
raciones, la fidelización del cliente, avances en innovación y cooperación y, además,
se está desarrollando una gestión del talento humano más eficaz y eficiente. En defi-
nitiva, la digitalización de la empresa permite reinventar los procesos empresariales,
desarrollar nuevos modelos de negocio, y todo ello situando al cliente en el centro6.
Para responder a las amenazas del entorno y poder aprovechar las oportunida-
des, las empresas deben poner al cliente en el centro de su estrategia y apostar por
el desarrollo de capacidades digitales, de forma aislada o en combinación, que le
permitan rediseñar sus procesos y desarrollar nuevos modelos de negocio que ge-
neren una ventaja competitiva. Concretamente, las capacidades digitales a consi-
derar son las siguientes7:
6
McKinsey (2016): Digital Europe: pushing the frontier capturing the benefits. Obtenido en
http://www.mckinsey.com/ (30/09/16).
7
Soule, D. L.; Carrier, N.; Bonnet, D.; Westerman, G. F. (2014): Organizing for a Digital Future: Opportu-
nities and Challenges. Obtenido en http://papers.ssrn.com/sol3/papers.cfm?abstract_id=2698379
(30/09/16).
GRÁFICO 1
Modelos de negocio en la economía digital
8
Weill, P.; Woerner, S. L. (2015): “Thriving in an increasingly digital ecosystem.” MIT Sloan Management Review, 56(4), 27.
Otras empresas han diseñado su modelo de negocio, desde sus inicios, a través
de la colaboración con otras empresas en ecosistemas empresariales. Es el modelo
de “productor modular”, que pone en el mercado productos plug-and-play, capaces
de adaptarse a cualquier ecosistema, e innovan permanentemente en producto. En
este tipo de modelo se puede destacar a PayPal.
En definitiva, las empresas deben tomar decisiones estratégicas que vayan dirigi-
das al desarrollo de estrategias de diferenciación, a través de la orientación al cliente,
especialización en un determinado producto y cooperación con otras empresas, a tra-
vés del desarrollo de capacidades digitales, para lograr ventajas competitivas.
Las empresas tienen que lograr ser la primera opción para los clientes en su ámbito,
sea éste global o local, a través de la superación de las expectativas de los clientes.
Por el lado de la oferta la situación, en cambio, es dispar. Tanto las grandes em-
presas como las PYMES han aprovechado las ventajas de la economía digital en la
adquisición de bienes y servicios (proceso de compra), pasando por ejemplo del 3%
las PYMES que adquirían bienes y servicios a través de Internet en 2004 al 23% en
2015. Si bien, son cifras que denotan que existe aún un gap entre oferta y demanda
y que además pone de manifiesto como aún la empresa española no está redise-
9
McKinsey (2016): Digital Europe: pushing the frontier capturing the benefits. Obtenido en
http://www.mckinsey.com/ (30/09/16).
10
del Aguila-Obra, A. R.; Padilla-Meléndez, A.; Serarols, C.; Veciana, J. M. (2003): “Digital economy and
management in Spain”. Internet Research, 13(1), 6-16.
Padilla-Meléndez, A.; del Águila-Obra, A. R. (2001): Las formas organizativas en la economía digital: de
la estructura simple a la organización en red y virtual. Ra-Ma. Madrid.
Veciana, J. M.; Serarols, C.; del Águila-Obra, A. R.; Padilla-Meléndez, A. (2001): “La economía digital y
su impacto en la empresa: bases teóricas y situación en España”. Boletín económico de ICE, Información
Comercial Española, (2705), 7-24.
ñando sus procesos internos con tecnologías digitales. Se observan avances nota-
bles en materia de comercio electrónico, tanto en la compra como en la venta de
bienes y servicios a través de Internet, en el periodo 2004-2015, pero no se observan
los mismos avances en materia de digitalización de procesos. Solo el 17% de las
empresas, tanto españolas como europeas, han digitalizado sus procesos empre-
sariales con proveedores y/o clientes. Son destacables además las diferencias que
existen entre las grandes empresas y las PYMES (ver Tabla 2).
TABLA 2
Algunos indicadores de la economía digital en España
11
Eurostat (2016): Indicadores de economía digital y sociedad. Obtenido en http://ec.europa.eu/eurostat/data/da-
tabase (31/10/2016).
CONCLUSIONES
12
McKinsey (2016): Digital Europe: pushing the frontier capturing the benefits. Obtenido en
http://www.mckinsey.com/ (30/09/16).
13
McKinsey (2016): Digital Europe: pushing the frontier capturing the benefits. Obtenido en
http://www.mckinsey.com/ (30/09/16).
Pero, reiteramos, esta visión del proceso sigue sin poner en duda el paradigma
esencial al que, según nuestro punto de vista, se ve abocada no sólo la industria,
sino la actividad económica del planeta a largo plazo: su viabilidad medioambiental.
Desde este punto de vista, el proceso de digitalización no tiene raíces revoluciona-
rias. Y no sólo nos referimos a aspectos esenciales para la sostenibilidad del planeta
como el uso intensivo de energías fósiles, que está provocando, con la emisión de
gases de efecto invernadero, un cambio climático planetario que ya hoy es una evi-
dencia científica, sino a la sostenibilidad material de los procesos productivos tal y
como están planteados desde los albores de la, esta sí, revolución industrial.
Los datos sobre los efectos de nuestro actual modelo productivo son bastante
claros en lo que respecta al uso de recursos y producción de residuos y desechos.
Una estimación sobre datos globales de la OCDE nos señala que por cada tonelada
de residuos generados por el proceso de uso y consumo de los productos y servicios
comercializados en el mercado, se han generado cinco toneladas en el proceso de
manufactura y veinte toneladas en el proceso de extracción inicial. Este proceso
de generación de residuos, dado el crecimiento de la población mundial y el consumo
per cápita (que se prevé se triplique hasta el año 2050), conllevará, a pesar de las
mejoras en la eficiencia, un aumento de este volumen de residuos.
Los datos sobre consumo de materiales y volumen de residuos avalan esta visión.
El flujo material y energético se concibe desde una óptica de explotación de recursos
naturales, finitos, que se convierten en desechos (sólidos, líquidos o gaseoso) que,
en muchos casos, además, son la principal fuente de contaminación de nuestra at-
mósfera, los recursos hídricos, el suelo… con efectos negativos sobre nuestro medio
ambiente o sobre la propia salud humana.
Desde esta concepción circular se intenta cerrar el círculo de vida del producto,
el flujo de materiales y energía, aproximarse a esa circularidad que nos muestra la
naturaleza, donde nada se desperdicia y todo es un recurso, donde se valoriza lo
que hoy consideramos un residuo, un desecho. Caminaríamos hacia un modelo cien-
tífico-técnico que tuviera como máximo objetivo el rediseño de modelos productivos
más próximos a la naturaleza (biomímesis) integrando, porque es otro elemento
esencial del cambio de paradigma socioeconómico, un cambio en nuestra forma de
consumir. No debemos olvidar que uno de los problemas medioambientales básicos
es la dispersión de la producción (procesos de deslocalización) y el consumo a es-
cala planetaria, lo que conlleva un consumo energético exponencial. La valorización
del consumo colectivo frente al individual, el impulso a los procesos de reparación
y reutilización frente a la sustitución, son elementos esenciales de este cambio de
modelo que también debería integrar la disociación entre consumo material y bien-
estar y calidad de vida.
Repensar, por lo tanto, nuestros sistemas productivos desde esta óptica circular,
sostenible, no sólo contribuiría a la mejora de los problemas medioambientales, sino
que sería también una forma de recuperación, en el caso europeo, de un sistema
productivo competitivo y sostenible a largo plazo, con la consiguiente recuperación
de un empleo de calidad. La dilación política en asumir el escaso futuro (físico) de
nuestros sistemas productivos lineales conlleva un alto coste, presente y sobre todo
futuro, en términos sociales, ambientales y económicos. Un nuevo modelo productivo
requiere de este cambio de paradigma productivo, de esta circularidad de los siste-
mas de producción y consumo, que valoricen económicamente, no sólo el producto
o servicio de consumo, sino cada uno de los elementos intervinientes en el proceso,
para con ello reconstruir las cadenas de valor del ciclo de producción. Cambiar el
paradigma de tirar y reemplazar por retornar, reparar y reutilizar.
Sólo es necesario reiterar que este cambio debe ser también sostenible en tér-
minos sociales, con una recuperación de la calidad en el empleo como base de una
reconstrucción de las políticas redistributivas, que han sufrido en esta crisis un
enorme deterioro. El mercado en sí no asegura ni la sostenibilidad ni la cohesión so-
cial, a través de un reparto justo de la riqueza generada. Es la política otra vez, el in-
terés colectivo, la que debe guiar el mercado hacia sistemas productivos
autosostenibles y generadores de bienestar y mayor justicia e igualdad social. A la
necesidad del cambio del modelo productivo en términos de sostenibilidad medioam-
biental se une otra necesidad inaplazable: la de un cambio en los procesos de re-
distribución de la riqueza que garantice mayores niveles de cohesión y justicia social.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
1. INTRODUCCIÓN
Estamos ante una nueva revolución, la Revolución Digital, que nos conduce a
una Sociedad Digital, Hiperconectada e Inteligente.
Para que España pueda abordar con éxito su necesaria digitalización es absolu-
tamente imprescindible dinamizar digitalmente tres pilares básicos: educación, in-
novación y emprendimiento.
- Formación antes del mercado laboral, desde las primeras etapas del sistema
educativo, pasando por la formación profesional y la educación superior, para
la preparación de profesionales aptos para la demanda real del mercado.
- Formación continua en el mercado laboral, para mantener el talento y las ha-
bilidades digitales de la fuerza productiva.
- Formación para la reincorporación al mercado laboral en caso de pérdida del
empleo.
- Formación al término de la vida laboral.
Para que un país sea innovador es fundamental contar con un tejido empresarial
de tamaño suficiente que le permita ser competitivo en un entorno global.
Fomentar la innovación debe ser una de las principales prioridades para todos,
especialmente centrada en la promoción de soluciones de mercado en el ámbito em-
presarial.
Para lograr los objetivos señalados el sector público es clave por su responsabi-
lidad legislativa, por su influencia al marcar prioridades, por su capacidad de compra
y por sus interrelaciones con todos los agentes. Las Administraciones Públicas deben
transformarse digitalmente para poder ofrecer los servicios que demandan las em-
presas y los ciudadanos, así como para alcanzar mayores niveles de eficiencia.
Se debe reforzar que todas las Administraciones Públicas, a todos los niveles,
sean más eficientes y más inteligentes, mediante un uso intensivo y responsable de
las nuevas tecnologías digitales para dar una eficaz respuesta a todas las demandas
de las empresas y de los ciudadanos, liderando la digitalización con el objetivo de
lograr una Administración 100% electrónica antes del año 2020.
Por ello, se debe impulsar, en colaboración con la FEMP1, que al menos todos
los ayuntamientos de más de 200.000 habitantes tengan un plan de Smart Cities
antes de 2018.
Las empresas que no son digitales deben abordar su propia transformación digi-
tal. A fecha de hoy, en Europa, tan sólo un 1,7% de las empresas se ha transformado
digitalmente de manera intensiva, mientras que un 41% de nuestras empresas ni
tan siquiera ha iniciado el camino. Es urgente la transformación digital:
- De sus procesos
- De sus tecnologías
- De sus productos finales (mayor valor añadido incorporando tecnología
e información)
- De su enfoque de mercado (información detallada de los nuevos perfiles de
clientes)
- De sus relaciones con proveedores y distribuidores
- De su gestión del personal y del conocimiento
- De su gestión de los procesos de marketing
- De sus procesos de venta a través de medios online
- De sus modelos de negocio.
1
Federación Española de Municipios y Provincias.
• Sector Digital
Se debe impulsar la adopción y desarrollo de servicios y soluciones digi-
tales, así como la evolución de las infraestructuras hacia las nuevas gene-
raciones de redes que soporten una conectividad que ofrezca velocidades
ultra-rápidas, que permitan dirigirse hacia la sociedad del Gigabit.
• Industria
Se debe continuar desarrollando el proyecto “Industria Conectada 4.0”,
profundizando y ampliando su contenido, evolucionándolo dinámicamente
y poniendo el foco en su ejecución y en el seguimiento y medición de sus
resultados, para favorecer un círculo virtuoso positivo que permita lograr
un peso de la industria del 20% de nuestro PIB.
• Turismo
Es necesario aplicar las nuevas tecnologías digitales para incrementar la
competitividad de esta importante actividad para la economía española,
así como para desarrollar una oferta innovadora que refuerce la propuesta
de valor para los clientes y usuarios turísticos y para atraer nueva demanda
turística.
• Servicios financieros
Se deben estimular los servicios financieros digitales seguros y fiables que
den respuesta a todas las necesidades del entorno digital a la vez que se
refuerce la competitividad de este sector.
• Seguros
Se debe reforzar la promoción de la innovación y la transformación digital
mediante una mayor eficiencia en la utilización de Big Data o Internet de
las Cosas (IoT) permitiendo mejorar la productividad y ofreciendo al mer-
cado productos innovadores, sencillos y fáciles de usar por el cliente.
• Transporte y Logística
Se debe fomentar la evolución hacia un modelo de movilidad sostenible
cuyo objetivo sea poner a las personas y su calidad de vida en el centro
de atención, logrando que nuestras ciudades sean más limpias, sanas y
habitables haciendo uso de un sistema de transporte inteligente, que dis-
minuya los accidentes, reduzca las congestiones, optimice el uso de la
energía y dé respuesta a las crecientes demandas.
• Sanidad
Se debe intensificar el uso de las tecnologías digitales para lograr los má-
ximos niveles de eficiencia y calidad posibles, dar una eficaz respuesta a
las demandas de los ciudadanos y poder atender a una población enveje-
cida creciente. Las tecnologías digitales son el gran aliado de la sanidad.
• Energía
Se debe estimular la eficiencia energética mediante un uso progresivo de
las tecnologías digitales, para optimizar las propias redes de energía así
como las relaciones con sus clientes.
• Pymes
Se debe incrementar en un 10% anual la adopción de soluciones digitales
de gestión empresarial (ERP, CRM, SCM, etc.) con el objetivo de que en
el año 2020 sean utilizadas por el 90% del total de empresas (50% en 2020
para el caso de las micro-pymes).
Además, se debería aumentar a un ritmo de crecimiento de un 5% anual y
durante toda la legislatura el porcentaje de pymes que utilizan factura elec-
trónica.
La confianza es esencial para que los ciudadanos puedan aprovechar todas las
oportunidades que les ofrece la tecnología y, por tanto, la confianza del consumidor
resulta clave para que la economía digital desarrolle todo su potencial, siendo nece-
sario:
2
Base: Individuos de 15 o más años. No usuarios de Internet últimos 3 meses. Fuente: Las TIC en los ho-
gares españoles. Estudio de demanda y uso de Servicios de Telecomunicaciones y Sociedad de la Infor-
mación. XLIX Oleada (Julio- septiembre 2015). ONTSI (abril 2016).
3
Resolución aprobada por la Asamblea General el 25 de septiembre de 2015. Agenda 2030 para el
Desarrollo Sostenible
Se debe realizar un uso responsable de las tecnologías digitales para evitar todas
las posibles brechas digitales (geográficas, culturales, generacionales, por discapa-
cidad, género, etc.) y favorecer el desarrollo sostenible del medio ambiente.
8. RECOMENDACIÓN
Para la correcta ejecución de las acciones expuestas, es fundamental que los lí-
deres políticos estén convencidos de la importancia de la transformación digital. Son
estos líderes los que pueden impulsar los cambios normativos e institucionales que
permitan eliminar las barreras para la digitalización de las Administraciones Públicas
y de la sociedad en general.
Entendiendo, por tanto, que la política digital debe ser prioritaria para el Estado,
y con la finalidad de ayudar desde las empresas a materializar todas las propuestas
indicadas con una ejecución responsable, dado su impacto en el conjunto de la ac-
tividad económica, laboral y social, se recomienda un PACTO DE ESTADO POR LA
DIGITALIZACIÓN, que debería actuar sobre los siguientes ejes fundamentales:
III. Coordinar las medidas impulsadas por este Pacto con la Estrategia Eu-
ropea de Digitalización del objetivo 2020, teniendo en cuenta la necesi-
dad de que cualquier propuesta normativa y/o de financiación lleve
asociada una evaluación de su impacto sobre la competitividad y sobre el
empleo.
IV. Reforzar el Diálogo Social iniciando un nuevo debate sobre las repercu-
siones tecnológicas en el trabajo del futuro y el futuro del trabajo, me-
diante la creación de una Comisión con el Gobierno, los diversos
representantes sociales y los colegios profesionales del ámbito tecnoló-
gico.
1
Por ejemplo, el progreso tecnológico digital ha permitido que actividades que antes se encontraban in-
tegradas dentro de las propias empresas industriales ahora se hayan externalizado y convertido en acti-
vidades de servicios de alto valor añadido, pero asociadas a la industria.
2
Un incremento de la productividad supone una eficiencia mayor, al realizar el mismo trabajo con menos
recursos humanos, y más eficacia al hacerlo en menor tiempo.
3
Término acuñado por Joseph Schumpeter en su libro Capitalismo, socialismo y democracia, de 1942.
En un mundo con una mayor digitalización, con contenido irrelevante para los
productos industriales, los costes fijos dominarán y los costes marginales perderán
importancia. Esta economía de costes marginales cero o economía de costes fijos,
sin embargo, tiene consecuencias muy negativas:
• El caso de los vehículos, anunciado por Google o Apple: un coche pronto será
nada más que una computadora sobre ruedas. En este sector, el proceso de
fabricación de piezas y componentes para los vehículos puede sufrir impor-
tantes consecuencias con el desarrollo de la impresión 3D, lo mismo que en
el resto de sectores.
• Pero el Internet de las cosas también llega al equipamiento del hogar, elec-
trodomésticos, ocio, productos de salud, incluso ropa y comida.
Hoy, esta situación podría ser diferente. Las nuevas industrias ofrecen menos
empleos para trabajadores no cualificados o subcualificados, es decir, los puestos
de trabajo suprimidos por causa de la automatización, como consecuencia de la
magnitud y la velocidad con que se produce, que no tiene precedentes.
Resulta interesante observar que existen países con las tasas más altas de in-
novación del mundo y tienen unos índices muy bajos de paro, como por ejemplo
Suiza, con el 3,5% de tasa de desempleo, Reino Unido (5,4%), Suecia (7,2%), Ho-
landa (6,5%) y EEUU (5%), siendo los cinco países que encabezan los mayores ra-
tios de innovación global, según datos elaborados en 2015 por The Global Innovation
Index (ranking basado en I+D, fabricación, empresas tecnológicas, educación, in-
vestigadores y patentes). No significa que la tecnología sea la única causa del bajo
nivel de paro, pero es un factor a tener en cuenta4.
4
LÓPEZ GARCÍA, Pedro (2016): La digitalización en el mundo del trabajo. Colección Estudios nº 96, julio
de 2016, Fundación 1 de Mayo.
5
En el que ya no es –pretendidamente– responsabilidad de la empresa ni el “desde dónde” ni el “cómo”
ni el “con qué” se hacen las cosas.
En este marco, tendríamos que preguntarnos si están los derechos sociales pre-
parados para la era de la digitalización. Porque, a pesar de todo, no pierde rigor la
defensa de los derechos colectivos de los asalariados y de las asalariadas, y sigue
siendo un instrumento determinante su participación en el devenir de las empresas.
Todos los expertos coinciden en que la llegada de los robots afectará a los traba-
jos manuales y repetitivos, en el ámbito de una cualificación intermedia (administra-
tivos, por ejemplo). Se calcula que, entre el 40% y 50% de los trabajadores con
niveles educativos de escuela primaria o secundaria sufrirán la competencia de los
autómatas, mientras que los profesionales con un máster o un doctorado, tendrán
una probabilidad casi equivalente a cero de ser reemplazados por un robot.
Sin embargo, el dominio de las tecnologías digitales es un activo clave para man-
tener el nivel de empleo y la competitividad, pero a los trabajadores les resulta cada
vez más difícil lidiar con el ritmo del cambio. Las personas mayores son las más ol-
vidadas o incluso ya salieron del mercado de trabajo en los proyectos de cambio an-
teriores porque no pudieron amoldarse a las nuevas tecnologías. Su larga
experiencia y conocimiento práctico les convierte en inútiles, aunque puedan contri-
buir al diseño de los procesos porque controlan el "por qué" y, por lo tanto, pueden
ayudar en el "cómo".
Los empleos del futuro requieren de una formación que ahora no se da, mientras
que los jóvenes necesitarán una sólida base teórica, una buena formación práctica
y estar en contacto con el mundo del hardware y del software, debiendo impulsar la
robótica en las aulas. La última pata se encuentra en la educación para activar el
empleo, para que los jóvenes estén dispuestos a adoptar riesgos y aprender a equi-
vocarse. Y, lo más importante, que la formación no termine en las aulas, que siga
más allá, a lo largo de toda la vida.
Las empresas cada vez tienen menos en cuenta el título, apostando por las lla-
madas competencias blandas, como la comunicación, el trabajo en equipo, la crítica
constructiva, la imaginación, la innovación o los idiomas. Personas dispuestas para
aprender, flexibles, adaptables, emprendedoras y que toman la iniciativa, son las
más apreciadas, huyendo del término titulitis a la hora de buscar profesiones, lo que
produce una reducción de la inversión en la educación o la formación.
La formación es ahora más fuerte que nunca en el contexto del desarrollo siste-
mático de recursos humanos, además de la utilización de la tecnología en el marco
de la reestructuración operativa y tomando a la seguridad del empleo en primer
plano. Los acuerdos de empresa en materia de formación deben gobernar las acti-
vidades de la empresa.
Esta realidad contrasta con la de los sectores de mayor madurez digital, Teleco-
municaciones e Internet, seguidos por el Turismo y los Servicios Financieros. Por el
contrario, sólo un 10% de las empresas de Industria y un 15% de las empresas de
Infraestructuras afirman tener una estrategia digital formalizada.
6
Roland Berger y Siemens (2016): España 4.0. El reto de la transformación digital de la economía. Madrid.
7
Este índice agrega una serie de indicadores pertinentes, estructurados en torno a cinco dimensiones:
conectividad; capital humano; uso de Internet; integración de la tecnología digital; y servicios públicos di-
gitales.
8
El DESI asigna notas de 0 a 1, de manera que cuanto más alta es la puntuación, mejores son los resul-
tados del país.
9
Datos de Eurostat (primer trimestre de 2016).
De hecho, España viene siendo uno de los países europeos con mayor desajuste
entre la formación de sus profesionales y las necesidades de las empresas. Las em-
presas que intentar liderar la cuarta revolución industrial buscan talento que no existe
en el mercado. "La fuerza de trabajo no tiene las cualificaciones que el mercado ne-
cesita, y eso es un problema real". La paradoja española es que con cinco millones
de personas sin empleo, la segunda tasa más alta de Europa (20%), hay que hacer
frente a una situación de escasez de trabajadores porque los desempleados no tie-
nen las cualificaciones que el mercado demanda10.
10
Según Randstad, en 2020 costará cubrir no menos de dos millones puestos de trabajo, desde desarro-
lladores de software a matemáticos, pasando por enfermeros geriátricos.
También valoramos la necesidad de que los recursos que se requieren para hacer
efectiva la digitalización tuvieran como referencia la investigación y la innovación
proveniente de la capacidad de desarrollo que tenemos en nuestro país, evitando
su futura importación y, por tanto, la dejación de responsabilidades a la hora de apro-
vechar el valor añadido que incorpora. Actualmente, acometemos una recuperación
económica sin innovación. Esta situación no se arregla acelerando medidas para
acometer proyectos de futuro, sin tener en cuenta que los déficits se sitúan en la ne-
cesaria adaptación de la industria española al actual entorno internacional.
de la implantación de los nuevos sistemas productivos, entre otros motivos, para mi-
tigar el impacto negativo de los mismos. Además, el Estado, la sociedad y todos los
que formamos parte de ella no podemos ser pasivos ante un cambio tan radical y
con incidencia directa en el modelo de estado de bienestar que conocemos, lo que
requiere una actuación rápida como elemento fundamental para prepararnos a los
cambios venideros, tanto a los negativos como a los positivos.
Las perspectivas que se abren en el marco de las posibles situaciones que hemos
intentado reflejar en este documento, requieren una readaptación del empleo para
prepararse y afrontar los cambios, mediante el refuerzo de la formación continuada
en el propio puesto de trabajo, sin olvidar también la necesidad de que la formación
debe anticiparse a la incorporación al mercado de trabajo. Sobre todo, existe un ob-
jetivo fundamental: reclamar una vinculación mayor de la formación que ofrecen las
universidades y los centros de formación españoles a las necesidades actuales de
la industria, porque supone un cambio de cultura del trabajo.
Qué posibilidades de reciclaje laboral tienen las personas que van a salir expul-
sadas de la actual economía. Y cómo corregimos el desajuste entre las competen-
cias y habilidades que tanto empresas como ciudadanos necesitamos, y la realidad
actual. El desafío del futuro del trabajo es posiblemente uno de los mayores retos
que tenemos como sociedad.
Algunos estudios ya señalan que el 65% de los niños que comienzan en la ac-
tualidad la educación primaria acabará desempeñando un puesto de trabajo que to-
davía no existe.
Las nuevas tecnologías podrían tener el potencial de promover una mayor parti-
cipación de ciudadanos/as y trabajadores/as en el diseño y la prestación de los ser-
vicios a la ciudadanía, pero solamente si se aplican de forma que fortalezcan la
filosofía de la entrega de servicios públicos orientada al bien común. De esta forma,
la digitalización podrá mejorar la responsabilidad democrática y fortalecer unos ser-
vicios públicos de calidad.
Así, cuando las TIC o los servicios digitales se implementan sin una financiación
o personal adecuados los resultados finales no sólo son peores servicios sino ma-
yores costes a plazo largo, ya que se necesita un mayor gasto para afrontar los nue-
vos problemas.
Apostamos por modelos adaptados para cubrir las nuevas formas de empleo,
que aseguren la participación en los niveles adecuados de protección social para
todos los trabajadores y trabajadoras, incluidos los empleados independientes o au-
tónomos que se encuentran fuera del sistema de bienestar tradicional. Este modelo
debería considerarse estratégico en el desarrollo de la Columna de Derechos So-
ciales de la UE.
Las tecnologías más recientes en cuanto a Big Data y analítica de grandes volú-
menes de datos, debido a la huella digital que dejamos –voluntariamente o no– y
que es muy valiosa porque proporciona datos útiles para diseñar políticas o vender
productos personalizados, están impulsando cambios fruto de la identificación de
Si los servicios públicos se entregan de forma digital ‘por defecto’, tendrá que
haber siempre también opciones no digitales para evitar exclusiones en estos servi-
cios. La digitalización de los servicios a la ciudadanía y la administración online no
deben profundizar la ‘brecha digital’, sino conducir a la mejora de estas prestaciones,
por lo que es imprescindible realizar inversiones y contar con una planificación sufi-
ciente.
Los servicios a la ciudadanía digitales deberían ser siempre una opción para
aquellos que los prefieren y no una obligación que acreciente la división digital.
El principal reto es dar forma a una transición inclusiva hacia un futuro digital justo
que minimice el riesgo y abra ventanas de oportunidades. Por ello, es importante
aplicar el principio de precaución para evitar que la digitalización divida aún más a
la sociedad en unos pocos ganadores y muchos perdedores, y que sólo contribuya
a un reparto de la riqueza más desigual.
1. INTRODUCCIÓN
Nos encontramos ante un nuevo modelo económico (de todo el proceso de apro-
visionamiento, fabricación, distribución y consumo) en el que máquinas y dispositivos
están conectados entre sí, con una relación entre los diferentes agentes mucho más
flexible que en el pasado, y que, por lo que respecta al factor trabajo, supone pro-
fundas mutaciones en las condiciones de trabajo y en las relaciones laborales.
1
Por ejemplo, y salvando las distancias, ¿acaso el comercio electrónico no nos recuerda el viejo canal de
venta por catálogo?
Sin embargo hay razones para pensar que el impacto del cambio tecnológico en
la economía es diferente al de anteriores revoluciones tecnológicas. La velocidad
del cambio es enorme, acorde con la difusión de Internet y los dispositivos para co-
nectarse (por ejemplo, los teléfonos inteligentes son cada vez más accesibles y ba-
ratos y con mayor número de funciones)2. También el alcance del cambio es cada
vez mayor y más diversos los sectores y actividades a los que afecta, lo que significa
un creciente número de empleos que pueden ser sustituidos por tecnología o, como
mínimo, requerirán de nuevas y diferentes cualificaciones para su ejercicio.
Los cuatro elementos fundamentales de este cambio serían: los datos, la auto-
matización (sistemas que pueden trabajar de forma autónoma), la conectividad de
la cadena de valor, y el acceso del consumidor/usuario a través de cualquier dispo-
sitivo conectado.
Este cambio tecnológico y el alcance del mismo nos sitúan ante nuevas formas
de organización de las empresas que suponen para el sindicato un enorme reto, es-
pecialmente en asuntos como el seguimiento, control y evaluación del rendimiento
de los trabajadores y las funciones que éstos, sean asalariados, o autónomos (o tra-
bajadores en negro) desempeñan. El control de los datos personales que continua-
mente se generan (dispositivos electrónicos, cámaras de vigilancia, mensajes de
correo, redes, etc.) por la empresa es la clave.
Lo que no está claro, sin embargo, es que los beneficios sean para todos. Las
ganancias de productividad que produce la digitalización no parece que reviertan en
todos por igual. Podemos ver, o intuir, que hay ganadores y, sobre todo, muchos po-
tenciales perdedores. Junto al riesgo de la pérdida de empleos, sin que necesaria-
mente sean sustituidos por otros nuevos, comenzamos a tener la certeza de que las
condiciones de trabajo y las relaciones laborales conocidas comienzan a ser susti-
tuidas por otras nuevas, más que flexibles, desreguladas; y crecientemente indivi-
dualizadas. Y ya no podemos hablar solamente de actividades repetitivas que
puedan ser sustituidas por maquinaria o robots, sino que hablamos de procesos de
gestión susceptibles de ser codificados, como son los propios del sector servicios.
2
En consecuencia, el volumen de datos, auténtico alimento de la digitalización, es cada vez mayor, esti-
mándose por los expertos que se va a duplicar cada 18 meses.
Sin embargo, debemos tener en cuenta que la cuestión es más global y que va
más allá de las relaciones de trabajo. Lo apunta correctamente el Dictamen del Co-
mité Económico y Social Europeo de mayo de 20164: “La digitalización tiene una
gran repercusión en la organización del trabajo y del empleo, lo que garantiza mayor
atención y gestión políticas. También ha transformado las relaciones de consumo,
al facilitar el acceso a bienes y servicios.” La Declaración conjunta de los interlocu-
tores sociales europeos, la CES, BussinesEurope, UEPAME y CEEP, de marzo de
2016, va en la misma línea cuando señala que estamos hablando del “futuro del tra-
bajo, la seguridad social, la política fiscal, la igualdad de oportunidades, de una eco-
nomía digital justa para las empresas de todos los tamaños y sectores y para los
trabajadores”.
El comercio electrónico en todas sus variantes, los servicios financieros, las ac-
tividades logísticas, el alojamiento, la formación, los transportes…; casi cualquier
actividad de nuestra vida cotidiana es ahora factible a través de nuestros dispositivos
conectados a Internet, teléfonos, tabletas, ordenadores, etc.
3
Sería poco menos que comportarnos como el movimiento ludita, rompiendo las máquinas porque des-
truían el empleo.
4
“La evolución de la naturaleza de las relaciones de trabajo y su impacto en el mantenimiento de un
salario digno, así como la incidencia de los avances tecnológicos en el sistema de seguridad social y el
Derecho laboral”. Dictamen CESE 2016/C 303/07.
3. ECONOMÍA COLABORATIVA
5
DEGRYSE, Christophe (2016): Les impacts sociaux de la digitalisation de l´économie. Working paper
2016/02, ETUI.
4. COMERCIO ELECTRÓNICO
Tenemos, por tanto diferentes, categorías en función de la relación entre las par-
tes intervinientes, pero con una serie de elementos fundamentales: en todos los
casos debe haber una infraestructura de red, comúnmente Internet, y también una
plataforma tecnológica; habrá también una infraestructura logística cuando hablamos
de productos (bien sea el almacenaje directamente del fabricante, de un mayorista
intermediario o propio de la empresa) y una infraestructura de transporte (propia o
ajena) pues la entrega al consumidor, o devolución del producto en su caso, es una
clave de bóveda en buena parte del comercio electrónico. No obstante, debemos
tener en cuenta que el proceso de entrega del producto no necesariamente debe
darse en el domicilio del cliente, sino que todavía en bastantes casos cabe la reco-
gida por parte del mismo en un establecimiento físico, sea una tienda u otro punto
de conveniencia (correos, taquillas en lugares públicos, etc), aunque la tendencia
es cada vez mayor a la entrega domiciliaria6. Y por supuesto son fundamentales
unos medios de pago electrónicos7.
Los esfuerzos del comercio tradicional, sea gran distribución o no, para no perder
la carrera ante las empresas nativas digitales de comercio electrónico son cada vez
mayores, y la convergencia entre el comercio físico (off line) y el comercio electrónico
(on line) da lugar a las estrategias de multicanalidad u onmicalidad, en función de la
menor o mayor sincronización e integración de los procesos y gestión empresarial y
de los diferentes canales de venta (tienda, correo, teléfono, web, etc.) de cara al
cliente. Pero estas estrategias lo que ponen de relieve es la cuestión central de la
adaptación empresarial al comercio electrónico y la cuota de mercado de las partes
intervinientes.
6
Como ejemplo, Ikea acaba de anunciar su proyecto para entrega domiciliaria, tras comenzar con una
experiencia piloto en Pamplona con un punto de recogida ad hoc.
7
Algunas plataformas de consumo colaborativo entre particulares mantienen también, por el momento,
la posibilidad del pago directo entre los consumidores.
8
Hace escasos días incluso se ha conocido que Amazon abrirá una tienda en la plataforma B2C de Ali-
baba, Tmall, para impulsar las ventas en China
h t t p : / / w w w. r e v i s t a i n f o r e t a i l . c o m / n o t i c i a d e t / a m a z o n - a b r e - u n a - t i e n d a - e n - a l i b a b a /
0da0d5e074841582451d3dcea4c7d86a
Otro ejemplo de la importancia de esta plataforma Tmall: Inditex, primera empresa de moda textil del
mundo, cuenta desde el año 2013 con presencia en ella de varias de sus marcas.
Aunque sirva de breve digresión sobre la línea principal, un artículo aparte me-
recería el efecto de la digitalización sobre el sector financiero, en el que los negros
augurios descuentan un futuro tenebroso por la irrupción de las fintech y la coloni-
zación y desintermediacion de parte de su tradicional negocio, desde medios de
pago, pasando por la concesión de crédito como gestión de ahorros. Sector en el
que nunca hay que minusvalorar el potencial que tiene el conocimiento integral del
cliente a través, no ya de la gestión de servicios financieros, sino de la información
de todos sus asuntos vitales que contiene el "simple" análisis de sus movimientos
de cuentas; el potencial de negocio de asesoramiento y venta cruzada de productos
propios o ajenos, en persona a través de oficina o gestores personales, presenciales
o en remoto.
Por último, siempre hay que considerar que el sector financiero es uno de los "ge-
neradores de oferta monetaria", por lo tanto tendrá que estar sometido a una regu-
lación y supervisión pública mucho más exigente que cualquier otra actividad; y que
lo que algunos auguran, que las grandes tecnológicas serán sus grandes competi-
dores e incluso enterradores, no se termine produciendo. Eso sí, pueden ser en úl-
tima instancia sus principales accionistas y, por tanto, dueños.
Volviendo al hilo principal, este uso de la tecnología nos sitúa ante un reto y un
cierto riesgo. El reto es la disponibilidad de acceso a Internet con suficientes garan-
tías de calidad (velocidad) y precio asequible. El riesgo es la desigualdad digital, no
solamente en términos de lo que se denomina alfabetización digital, sino de la misma
posibilidad física de acceso a la red. Riesgo que, como en la intensiva reducción de
puntos de atención en el caso del sector financiero, puede desarrollar determinados
problemas de exclusión social, principalmente en el mundo rural.
Según el Estudio sobre Comercio Electrónico B2C 2014 (Edición 2015) realizado
por el Observatorio Nacional de las Telecomunicaciones y de la Sociedad de la In-
formación (ONTSI), el comercio electrónico B2C en España ha vuelto a experimentar
un incremento en ese año, aunque menos acelerado que el registrado en los dos
ejercicios precedentes. En términos absolutos la cifra estimada de volumen total del
sector es de 16.259 millones de euros, un 11,3% superior al año 2013. Este incre-
mento se produjo en un contexto de leve mejoría del contexto socioeconómico. Sin
embargo, el incremento de facturación estimado para 2014 es inferior a los obtenidos
en 2013 respecto al año 2012 (donde se alcanzó una tasa de crecimiento del 18%)
e incluso en 2012 respecto de 2011 (13,4%). El comercio electrónico sigue en ex-
pansión, con un crecimiento anual de más de dos cifras, aunque ralentiza el ritmo
en este último año.
las pymes y grandes. Para estas últimas, se trata del mayor porcentaje de todos los
sectores analizados. En términos absolutos, las microempresas adquirieron bienes
y servicios a través del comercio electrónico por valor de 4.703,9 millones de euros.
Las pymes y grandes empresas compraron por un valor de 49.964,7 millones de
euros9.
Los datos para el comercio mayorista arrojan las siguientes cifras: en 2014, el
31% de las pymes y grandes empresas del sector del comercio mayorista realizó
compras mediante el comercio electrónico, así como el 14,2% de las microempresas.
Si a los datos anteriores unimos el dato de que las empresas de comercio mayo-
rista y minorista en 2015 alcanzaban la cifra de 757.357, de las cuales 383.444 no
tenían asalariados, 348.994 tenía entre 1 y 9 asalariados, 14.316 entre 10 y 19, y
solamente 5.257 más de 2011, es fácil comprender que el comercio electrónico to-
davía tiene un gran recorrido en nuestro país, y que los cambios de todo tipo que
puede producir todavía se encuentran en fase inicial.
9
Informe e-Pyme 2015. Análisis análisis sectorial de la implantación de las TIC en las empresas españolas.
ONTSI.
10
Informe citado en nota anterior.
11
Directorio Central de Empresas (DIRCE) 2015. INE.
Al hilo del comercio electrónico convendría tener en cuenta la derivada de los ho-
rarios comerciales. Simplificando: el comercio electrónico supone tener abierta una
tienda 24 horas al día todos los días del año. Ya conocemos el discurso de que para
una empresa física, en términos de competencia, eso significa la obligación de abrir
más tiempo; en suma, la liberalización absoluta de horarios sin restricción alguna.
12
Informe Alimarket. Mayo 2016.
13
Amazon ha comunicado recientemente que distribuirá productos de DIA.
14
Así lo ponen de relieve, por ejemplo, sendos dictámenes Comité Económico y Social Europeo sobre
“Los efectos de la digitalización sobre el sector de los servicios y el empleo en el marco de las transfor-
maciones industriales” y “La evolución de la naturaleza de las relaciones de trabajo y su impacto en el
mantenimiento de un salario digno, así como la incidencia de los avances tecnológicos en el sistema de
seguridad social y el Derecho laboral”, ambos del año 2016.
15
Es más, existe algún estudio que pone de relieve una cierta tendencia al aumento de ventas electrónicas
que disponen de tienda física para la recogida del producto, lo que puede significar que muchos minoristas
han puesto en marcha negocios off line y aumentado sus ventas. Incluso va más lejos, cuando se plantea
que el llamado Showrooming, proceso de compra que se inicia en la tienda (a modo de escaparate) y se
completa electrónicamente, va a ser de pago. ”Informe Perspectivas y Tendencias en eCommerce 2015”,
del Observatorio eCommerce y Transformación Digital.
Prever el riesgo que corren los distintos tipos de empleos es complicado. Pode-
mos decir que cualquiera de ellos, requiera habilidades manuales o intelectuales,
puede estar en riesgo, en la medida que tenga que realizar tareas repetitivas. Una
persona que trabaja preparando pedidos en almacén (trabajo físico) puede ser sus-
tituida sin mucha dificultad por un mecanismo robótico, y un abogado que compare
jurisprudencia también podrá ser sustituido por un programa informático. Muchos
empleos logísticos relacionados con el almacenaje y movimiento de mercancías, o
de tareas administrativas, podrán automatizarse, aunque ya contamos con la expe-
riencia de centros logísticos totalmente mecanizados, robotizados y automatizados
que si bien requieren de menor personal que los tradicionales, cuentan con plantillas
bastante numerosas en tres turnos diarios y con un nivel de calificación muy alto en
cuanto a capacidades TIC, como ocurre en los centros logísticos más modernos de
Mercadona. Será bastante más difícil en aquellos empleos que se basan en la rela-
ción directa con el público17.
16
Nota de prensa de 4 de febrero de 2016.
17
Aunque aquí también hay que decirlo con mucho cuidado. Algunas experiencias con robots en la re-
cepción de hoteles así lo aconsejan, aunque de momento tengan más que ver con un reclamo de marke-
ting exótico.
18
DEGRYSE, Christophe (2016): Impacts sociaux de la digitalisation de l´économie. Working paper
2016/02, ETUI.
afirmar que los estudios apuntan no solamente a los efectos en el mercado de tra-
bajo, sino también a la diferenciación de este impacto entre sectores y a la hetero-
geneidad de la aparición de nuevas formas de empleo, lo que hace difícil la medición
precisa de las consecuencias. Por ejemplo, el impacto de Amazon en la estrategia
de negocio de US Postal está siendo tremendamente positivo en términos de carga
de trabajo y disponibilidad de empleo, produciéndose toda una reingeniería de pro-
cesos y cambios en la organización en un entorno distinto, que ha dado un nuevo
horizonte a lo que era un sistema público de correos.
Que estas cuestiones son globales ofrece poca duda, máxime si atendemos,
entre otras, a dos cuestiones planteadas en la Declaración de los ministros de eco-
nomía de la OCDE: “Estimularemos el comercio electrónico y contribuiremos
a reducir impedimentos al mismo dentro y a través de las fronteras en beneficio
de los consumidores y empresas, mediante la adopción de políticas y marcos regu-
ladores que refuercen la confianza de los consumidores y la seguridad de los pro-
ductos, fomenten la competencia y la innovación orientada a los consumidores, y
favorezcan la cooperación entre las autoridades de defensa de los consumidores
y otras autoridades competentes dentro de y entre los países”; y “Sacaremos pro-
vecho de las oportunidades derivadas de las plataformas en línea”20.
Lo que está claro es que todo este proceso de cambio, destrucción y creación
de nuevos empleos, supone la aparición de nuevas formas de trabajo que harán
más complejo el mercado de trabajo y las relaciones laborales, y que pondrán en
cuestión el trabajo sindical tal y como ahora lo conocemos.
19
Colaboración abierta distribuida o externalización abierta de tareas que antes realizaban empleados de
una empresa o institución y ahora realizan una multitud de individuos.
20
Declaración ministerial sobre la economía digital: Innovación, crecimiento y prosperidad social (“Decla-
ración de Cancún”) de los ministros de Economía de la OCDE, junio 2016.
Cabe esperar, por tanto, una mayor segmentación del mercado de trabajo, con
empleos caracterizados por bajos ingresos y una protección social limitada.
21
Las que podemos encontrar, por ejemplo, en Google Play.
22
Muy usado, por ejemplo, en el Reino Unido, y no solamente en tareas digitales; basta con dar un vistazo
a su uso generalizado por McDonald´s.
bería suponer una mayor inversión en materia de formación. Sin embargo no está
claro que ello se vaya a producir. De hecho, en España23 la formación en tecnologías
de la información y comunicación (típicamente digitales) en el comercio sigue siendo
escasa; es más, el porcentaje de empresas que ofrecen esta formación a sus em-
pleados ha disminuido nueve puntos entre las pymes y grandes empresas en el año
2015 respecto del 2014.
Cabe preguntarse también hasta qué punto este control empresarial no compro-
mete las posibilidades de alcanzar un mejor equilibrio entre la vida laboral y personal,
en la medida en que puede comprometer la separación entre ambas esferas de su
vida, merced a que puede estar permanentemente conectado. De ahí que cobre
gran importancia la necesidad de medir el tiempo de trabajo, también del teletrabajo
o el trabajo remoto, y el derecho a la desconexión diaria y en los descansos sema-
nales.
23
Informe citado en nota 9.
el centro del debate. Evitar la exclusión de sus efectos de amplios colectivos de tra-
bajadores será el resto.
24
Dictamen citado en nota 4.
INTRODUCCIÓN
Por ello, antes de que este proceso cristalice de forma generalizada y los cambios
previstos en el proceso productivo traigan modificaciones en la propia estructura de
producción, es preciso realizar una aproximación al tema desde una óptica más am-
plia. Este artículo pretende poner de manifiesto cuales pueden ser los cambios que
acontezcan en el sector de la construcción durante el proceso del digitalización del
mismo. Para ello, es preciso marcar los elementos más reseñables de esta transfor-
mación acotándolos en tres aspectos de importancia capital, como son: la evolución
de los indicadores económicos, las consecuencias para el medioambiente y, por su-
puesto, los efectos sobre la sociedad, particularmente para el mundo del trabajo.
En primer lugar se comprueban cuales son las materias propias del hecho digital
con las que ya se está trabajando en el sector, para posteriormente centrar el estudio
en aquellas que en la actualidad están llamadas a producir la mutación más profunda
en la construcción, denominadas “modelos de información constructiva”.
Este continuo crecimiento implica que en las próximas décadas las ciudades ex-
perimentarán un incremento de sus extensiones, que será necesario dotar de nuevas
infraestructuras que permitan proporcionar los servicios necesarios. Entre ellos po-
demos citar todo lo relativo a la gestión del agua, la energía y los residuos, como
también nuevos elementos de transporte, comunicación y logística. Además de todo
ello, el considerable incremento de viviendas.
Entre estas nuevas herramientas tecnológicas se pueden citar aquellas que están
teniendo una más temprana implantación, como son: el “Big Data”, para poder de-
terminar, entre otras cosas, la elasticidad de la demanda y las reacciones de los po-
tenciales clientes; la geolocalización a través de los dispositivos móviles, para avisar
con alertas a los consumidores al pasar por viviendas en alquiler o venta; la impre-
sión 3D de edificios; la realidad virtual para acercar al cliente a su futura vivienda; o
la interconectividad que ofrece cualquier dispositivo con internet como mando a dis-
tancia de termostatos, ventanas, etc. Sin embargo, son los llamados “modelos de
información constructiva” los que por sí mismos producen mayores cambios en los
procesos productivos.
teroperable con todos los sistemas con un mismo lenguaje, siendo IFC (Industry
Foundation Classes) el formato más comúnmente aceptado, desarrollado por la Aso-
ciación Internacional BuildingSMART.
Este proceso produce un modelo de información del edificio único hasta la fecha,
al abarcar la geometría del edificio, las relaciones espaciales, la información geo-
gráfica, junto con las propiedades de sus componentes. Por tanto, se configura como
un proceso de generación y gestión de datos de un edificio durante todo su ciclo de
vida, utilizando un software dinámico de modelado de edificios en tres dimensiones
y en tiempo real, consistente en la continua incorporación de información al proyecto,
por lo que se fijan con carácter previo tanto los espacios propios de todos los agentes
intervinientes, como las condiciones en las cuales se aportará dicha información.
Con todo ello se consigue disminuir la pérdida de tiempo y recursos en el diseño y
la construcción de lo proyectado.
Ello es posible porque uno de los elementos más destacados de esta tecnología
radica en que obliga a todos los agentes intervinientes en el proceso constructivo a
trabajar de forma coordinada en base a un único modelo digital, de forma que favo-
rece un mejor flujo de comunicación y toma de decisiones: proyectistas, constructo-
res, subcontratistas, proveedores de materiales y de servicios.
Una ventaja clara de trabajar en un entorno virtual es que permite una mejor vi-
sualización del proyecto y, por tanto, hacer un seguimiento más preciso y completo
al revisar el diseño desde etapas muy tempranas y, de esta forma, poder corregir
los errores detectados, cuando son más económicos y sencillos de subsanar. Ade-
más, al ir incluyendo y refinando información a lo largo del proyecto, se genera un
historial donde se archivan las decisiones tomadas, los datos de los materiales y los
servicios realizados con la conformidad legal adecuada.
Asimismo, esta información puede servir para la gestión posterior del inmueble o
de la infraestructura, ofreciendo mejores servicios, propuestas de mantenimiento de
menor coste y actuaciones de reparación concretas. Incluso en el previsible proceso
de demolición al final del ciclo de vida útil, se alcanza mayor grado de eficiencia al
conocer y quedar grabados los elementos constructivos, la conformación de los mis-
mos y las diferentes fases de realización del proyecto.
En definitiva, se debe tratar como una nueva metodología que permite construir
edificios cada vez más integrados en su entorno, a la par que inteligentes y energé-
ticamente eficientes. Igualmente, incluyendo en su posterior desarrollo una gestión
más fácil y rápida, gracias a la información recogida de materiales, usos y resulta-
dos.
Junto con estos países se encuentran las iniciativas que se están desplegando
en las economías más desarrolladas, así como en aquellas con mayor índice cons-
tructivo en estos momentos. Países como Australia, Canadá, Irlanda y Nueva Ze-
landa ya lo han estandarizado. Mientras que, por otra parte, existen un buen número
de iniciativas públicas para la implementación de BIM en países como Brasil, Chile,
Colombia, Venezuela, Portugal, Italia, India, China, Sudáfrica, Arabia Saudí o Bél-
gica, por citar algunos de los más significativos.
así como el diseño de la nueva construcción permiten, entre otras cuestiones, la uti-
lización de estas nuevas herramientas con el objetivo de optimizar los recursos dis-
ponibles y reducir la inversión.
En todo caso, existe un importante segmento del sector donde parece difícil poder
implementar las nuevas oportunidades que ofrece la digitalización, de no haber una
apuesta firme de las administraciones por incorporarla a modelos de rehabilitación
energética y acústica que hagan rentable la implementación de esta tecnología. Ade-
más, la implementación del Código Técnico de la Edificación, junto con la posibilidad
de que el mismo se haga con los nuevos parámetros estandarizados, se debe con-
figurar como un elemento esencial de las actuaciones públicas en esta materia.
El objetivo es que el sector de la construcción español sepa utilizar las nuevas he-
rramientas para proyectarse de forma más sostenible.
Por lo expuesto, todo parece apuntar a una mejora constante en los procesos
productivos, si bien debemos hacer un análisis más preciso de cuáles pueden ser
las derivas que ocasione esta nueva manera de proyectar, construir y gestionar nues-
tras ciudades e infraestructuras.
Parece lógico, por tanto, pensar que con la digitalización del conjunto de la acti-
vidad se producen ahorros de costes en todos los parámetros. Si este proceso lleva
implícita una mejor planificación de aquello que se construye, se está en la perspec-
tiva de limitar al máximo posible o incluso llegar a eliminar tanto los reformados como
las desviaciones presupuestarias, ya sea en la modificación del diseño o en la ne-
cesidad de un mayor número de horas trabajadas y la utilización de más materiales.
A esta primera ventaja debemos añadir algunas más, como son que un mejor
control de todas las fases de la obra desde el propio diseño, adaptando todos los
parámetros a las mejores soluciones para encontrar el comportamiento medioam-
biental más eficiente de edificios e infraestructuras, implica un mayor tiempo de uti-
lización del elemento construido y un mejor comportamiento ambiental en campos
como el ahorro energético y la disminución de gases de efecto invernadero, la menor
pérdida de energía para calentar, enfriar o iluminar la construcción, pero también
otras cuestiones como los problemas de ruido e insonorización.
A ello se suma que al no existir, por una parte, añadidos posteriores a los pro-
yectos aprobados, debido a la exactitud en la que se enmarcan los nuevos progra-
mas de diseño y, por otra, a la progresiva industrialización de los procesos
constructivos, la necesidad de mano de obra es menor y, por tanto, un menor número
de horas de trabajo para la conclusión de proyectos similares a los actuales.
De la misma manera, de esta tendencia se deduce que además existe una va-
riación en las competencias de los profesionales de todas las fases del proyecto,
derivando desde la actual composición en ramas de la producción de corte manual,
en lo que tiene que ver con las diferentes fases de la obra, a una evolución de los
oficios como hoy en día se conforman.
Este último aspecto es el que alberga más expectativas para el cambio de modelo
productivo en el sector de nueva construcción: la evolución de la cualificación pro-
fesional hacia parámetros más industrializados.
PRINCIPALES CONCLUSIONES
Estos modelos vienen siendo aplicados con éxito en diferentes países, como Es-
tados Unidos, Suecia o Finlandia, entre otros. Este camino marca la dirección que
el resto de economías seguirán en los próximos meses si no quieren verse relegadas
en la implementación de este avance tecnológico y, por ende, en la competitividad
de su sector y empresas.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
PREFACIO
Esperamos que estas publicaciones constituyan referencias útiles para todos los
que desean un mundo del trabajo mejor.
Philippe Marcadent,
Jefe del Servicio de Mercados Laborales Inclusivos,
Relaciones Laborales y Condiciones de Trabajo (INWORK)
PRESENTACIÓN
En casi todo el mundo, las leyes que regulan el empleo han girado en torno a un
tipo de trabajo que es continuo, a tiempo completo y que se inscribe en una relación
subordinada y directa entre un empleador y un empleado, conocida generalmente
como la «relación de trabajo típica». La relación de trabajo típica, además de ofrecer
a los trabajadores importantes protecciones, ayuda a los empleadores a contar con
una mano de obra estable para su empresa, retener y beneficiarse del talento de
sus trabajadores y obtener las prerrogativas de gestión y la autoridad para organizar
y dirigir el trabajo de sus empleados.
Durante las últimas décadas, tanto en los países en desarrollo como en los in-
dustrializados, se ha producido una marcada transición del empleo típico al empleo
atípico. Las formas atípicas de empleo (en adelante, el empleo atípico) agrupan dis-
tintas modalidades de empleo que no se ajustan al empleo típico, entre ellas, el em-
pleo temporal; el trabajo a tiempo parcial; el trabajo temporal a través de agencia y
otras modalidades multipartitas; y las relaciones de trabajo encubiertas y el empleo
por cuenta propia económicamente dependiente.
Las formas atípicas de empleo (en adelante, el empleo atípico) se han convertido
en una característica contemporánea de los mercados de trabajo alrededor del
mundo. En las últimas décadas, su utilización generalizada en todos los sectores
económicos y ocupaciones ha incrementado su importancia tanto en los países en
desarrollo como en los industrializados.
Para algunos, el empleo atípico es una elección explícita y tiene resultados po-
sitivos; sin embargo, para la mayoría de los trabajadores está asociado con la inse-
guridad. Por otra parte, estas modalidades atípicas también implican desafíos para
las empresas, para el rendimiento global de los mercados de trabajo y de las eco-
nomías, y para las sociedades en general.
Apoyar el trabajo decente para todos exige una comprensión profunda del empleo
atípico y sus repercusiones. El presente informe analiza en detalle las tendencias y
consecuencias de las formas atípicas de empleo y, a partir de las normas interna-
cionales del trabajo y las experiencias nacionales, propone recomendaciones de po-
lítica que contribuyan a garantizar la protección de los trabajadores, la sostenibilidad
de las empresas y el funcionamiento adecuado de los mercados de trabajo.
• Si bien las mujeres representan menos del 40% del total del empleo remune-
rado, constituyen el 57% de los asalariados a tiempo parcial. Muchas mujeres
tienen un empleo a tiempo parcial porque les permite combinar el trabajo re-
munerado con sus responsabilidades domésticas y familiares. En países como
Alemania, Argentina, India, Japón, Níger, Países Bajos y Suiza se observa
una diferencia de más de 25 puntos porcentuales en la participación de la
mujer en el trabajo a tiempo parcial en comparación con los hombres.
• Repercusiones para las empresas. Las empresas que más utilizan el empleo
atípico necesitan adaptar sus estrategias de recursos humanos, desde la for-
mación y desarrollo de sus empleados permanentes hasta la identificación de
las competencias que la empresa debe adquirir en el mercado. Una excesiva
dependencia de las formas atípicas de empleo puede resultar en una erosión
gradual de las competencias propias de la empresa, limitando su capacidad
para responder a los constantes cambios en las exigencias del mercado. Si
bien es cierto que a corto plazo las empresas podrían beneficiarse del empleo
atípico en cuanto a costos y flexibilidad, a la larga estas ventajas se verían
superadas por las pérdidas de productividad. Los datos demuestran que las
empresas que recurren con mayor frecuencia al empleo atípico tienden a re-
ducir sus inversiones en formación, tanto de los empleados temporales como
de los permanentes, y en innovación y tecnologías que permitan mejorar la
productividad.
• Eliminar los vacíos normativos. Garantizar la igualdad de trato para los traba-
jadores que tienen empleos atípicos es de vital importancia; es, además, una
manera de mantener reglas de juego uniformes para los empleadores. Esta-
blecer un mínimo de horas garantizado y limitar la variabilidad de los horarios
de trabajo pueden ofrecer importantes salvaguardias para los trabajadores a
tiempo parcial, a pedido y ocasionales. También es necesario que la legisla-
ción aborde la clasificación errónea del empleo, restrinja algunos usos de las
modalidades atípicas de empleo para evitar el abuso, y asigne obligaciones y
responsabilidades en las modalidades de empleo que vinculan a varias partes.
Es preciso desplegar esfuerzos para garantizar que todos los trabajadores,
independientemente de su modalidad contractual, tengan acceso a los dere-
chos de libertad sindical y negociación colectiva. Asimismo, es indispensable
mejorar la aplicación de las normas.
• Fortalecer la protección social. Los países deben fortalecer o adaptar sus sis-
temas de protección social para garantizar que todos los trabajadores puedan
Es necesario contar con políticas que garanticen que todas las modalidades de
empleo constituyan trabajo decente, pues ninguna forma contractual es inmune a
las continuas transformaciones del mundo del trabajo. Si bien es indudable que el
futuro traerá nuevos cambios, nuestro sustento seguirá dependiendo del trabajo y
sus efectos en el bienestar general de las personas no cambiarán. Así pues, corres-
ponde a los gobiernos, a los empleadores, a los trabajadores y a sus organizaciones,
mediante esfuerzos nacionales, regionales e internacionales, abordar estos desafíos
en el contexto de los debates sobre el futuro del trabajo con el objetivo de promover
el trabajo decente para todos.
Theo van Doesburg, seudónimo de Emil Marie Küpper (Utrecht, 1883), fue un arquitecto,
pintor y teórico de arte holandés considerado uno de los creadores del neoplasticismo.
De formación autodidacta, en sus primeros años de dedicación a la pintura realizó obras
ligadas al naturalismo y al impresionismo. A partir de 1914, influido por Kandinsky, su obra
empezó un proceso de abstracción y geometrización.
Amigo de Piet Mondrian desde 1915, fundó junto a él en 1917, en Leyden, la revista
De Stijl (El Estilo), órgano del movimiento neoplastisicta, en la que publicó numerosos artículos
bajo diversos seudónimos. En 1918, junto a otros artistas y pintores neerlandeses publicaron
el Manifiesto del neoplasticismo, aparecido el mismo año que el Manifiesto Dadá pero anta-
gónico a éste, al que oponían la razón ordenadora, capaz de crear un estilo de formas simples
y claras, caracterizado por el uso de colores primarios y la línea recta, y aplicable a todas las
manifestaciones plásticas.
Entre 1921 y 1923 Doesburg siguió editando la revista desde Weimar y organizando cursos
paralelos a los que se impartían en la Bauhaus, que tuvieron gran influencia sobre ésta.
Durante la estancia en Weimar entabló amistad con los constructivistas, especialmente
El Lissitzky y Hans Richter, con quienes participaría en 1922 en el Congreso Internacional de
Artistas Progresistas de Düsseldorf, del que posteriormente saldría la Fracción Internacional
Constructivista. Ambos movimientos tenían el objetivo de proponer la reconstrucción material
y espiritual del mundo. Van Doesburg y otros miembros de De Stijl entraron a formar parte de
la Revista G, órgano del constructivismo alemán, cuya redacción estaba constituida por Hans
Richter, El Lissitzky y Graff, contando con Mies van der Rohe como colaborador. Comenzó
también a colaborar en diferentes proyectos con el arquitecto J.J.P. Oud, diseñando vidrieras
en un principio, lo que hizo que las formas de sus composiciones se simplificasen y tendiesen
a lo geométrico y matemático.
En 1924 publicó en Principios de arte neoplástico y dio diversas conferencias en Europa.
Comenzó a rebelarse contra la insistencia programática de Mondrian en la utilización exclu-
sivamente de rectas verticales y horizontales, realizando su primera Contracomposicón, en
la que introduce las diagonales y da comienzo a una nueva dirección del neoplasticismo que
se conoce como elementarismo. Mondrian considera herética esta actitud de van Doesburg
e inicia su distanciamiento de De Stijl.
Tras la ruptura, Doesburg publicó un manifiesto en la revista explicando el arte elementa-
rista, que suponía una relación ambigua de ruptura y continuidad y constituía el punto más
alto de la evolución pictórica: de la composición clásica simétrica se pasó a la composición
concéntrica cubista y de ahí a la composición periférica neoplástica. La contracomposición
elemental añadía una nueva dimensión a la concepción neoplástica: diagonales, planos incli-
nados y colores disonantes que destruían el equilibrio de la horizontal y vertical, introduciendo
el dinamismo y la tensión.
Su interés por la arquitectura fue creciendo con los años y colaboró en numerosos pro-
yectos junto a los arquitectos Cornelis Van Eesteren (como el vestíbulo de la Universidad de
Amsterdam en 1923) y Gerrit Rietveld; en 1926, junto a Jean Arp y Sophie Tauber-Arp, remo-
deló el interior del Café Aubette, restaurante y club nocturno de Estrasburgo.
Murió en Davos en 1931, lo que provocó el colapso del movimiento De Stijl, que, no obs-
tante, dejó una gran influencia en muchos campos.
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