En Este Ensayo Hablaremos Sobre El Purismo Francés

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Bryant barragán Figueroa.

Arquitectura.
4to semestre.
Ensayo origen y evolución del funcionalismo.
En este ensayo hablaremos sobre el purismo francés.
Aproximación al Purismo o que es?
El Purismo es un movimiento posterior al cubismo que se inicia con la publicación
del libro Aprés le cubisme (Más allá del Cubismo), en 1918, por el pintor francés
Amédeé Ozenfant (1886-1966) y el arquitecto suizo Le Corbusier (fig. 45). Ambos
están desilusionados con lo que consideran el declive del Cubismo, que ha
derivado hacia una forma de decoración más elaborada. Piden la “restitución del
arte sano”, basado en una representación clara y precisa, y reclaman la utilización
de una economía de medios y armonías proporcionadas. Se inspiran en la pureza
y la belleza que encuentran en las formas de las máquinas y se guían por la
convicción de que las fórmulas numéricas clásicas son capaces de producir una
sensación de armonía y, en consecuencia, de felicidad.
El Purismo tiene una intención globalizadora que pretende abarcar todas las
facetas artísticas y dirigirlas hacia una depuración formal con claras referencias a
la filosofía neoplatónica:

“Cimentado en la filosofía neoplatónica, el Purismo amplia este discurso para


abarcar todas las formas de expresión plástica: desde la pintura de salón a la
arquitectura pasando por el diseño de objetos. Es, nada menos, que una teoría
global de la civilización que aboga enérgicamente por una depuración consciente
de todos los tipos existentes” (Frampton, 1981).

Como señala David Batchelor se trata de una teoría extremadamente racionalista


(él la califica de “ultra-racionalista”) que aboga por dominar intelectualmente el
color. Extrayendo frases literales del texto de Le Corbusier de 1918 (Aprés le
cubisme) asegura que:

“(…) el texto está plagado de términos como “lógico”, “orden”, “constante”,


“certeza”, “severo”, “sistema”, “fijación”, “universal”, “matemático” y demás. Pero
cómo sabe bien el autor, “cuando uno dice pintura, inevitablemente dice color.” En
el universo purista, el color es un problema, un “agente peligroso”; tiene las
“propiedades de producir un shock y una fatalidad formidable”; si a menudo
“destruye o desorganiza” en el arte puede alcanzar una dirección formidable para
“elevar las facultades de la mente” (Batchelor, 2000).
A pesar de este “exceso de racionalismo”, Le Corbusier asegura que dominar el
color no supone aislarlo de sus raíces instintivas y subjetivas. A pesar de su
violento planteamiento dialéctico, el Purismo no es sino una deslucida rama del
Cubismo. Après le cubisme, en cuanto obra de crítica artística resulta ser una
acción sin consecuencias, pues hacia 1918 el Cubismo ya había alcanzado una
gran madurez formal como se puede ver, por ejemplo, en la obra de Pablo Picasso
(1881-1973). De modo que la fase del Cubismo que Ozenfant y Jeanneret habían
atacado, de hecho, ya se había transformado desde dentro (Le Corbusier &
Rüegg, 1997).

aunque se trate de un movimiento que tuvo influencia en la arquitectura posterior


de la Bauhaus, podría decirse que el Purismo empieza y acaba en la persona de
Le Corbusier como arquitecto, y en la de A. Ozenfant y F. Léger (1881-1955) como
pintores. Con mucha menor relevancia, pueden señalarse ciertas influencias del
purismo en el pintor y arquitecto checo Bedřich Feuerstein (1892-1936) y también
en algunos de los miembros del Grupo de Artistas Estonios (Eesti Kunstnikkute
Ryhm) como: Arnold Akberg (1894-1984), Henrik Olvi (1894-1972) o Julian
Raudsepp (1896-1984).

A partir de 1926, tanto Le Corbusier como Ozenfant comienzan a separarse de los


planteamientos puristas, de modo que puede decirse que el periodo de vida del
Purismo es muy breve, situándose entre 1918 y 1926. Le Corbusier evoluciona
desde el periodo Purista inicial de los años veinte hasta sus propuestas
irracionales y expresivas de los años cincuenta.
Sobre el color Purista

En 1921, Le Corbusier publica junto con Ozenfant el texto Le Purisme (L’Esprit


Nouveau, 1921) en el que específicamente reflexionan sobre el color. Entienden
que si bien “el color es un agente peligroso en la expresión del volumen, pues es a
menudo destructivo o desorganizador del volumen”, sus efectos pueden ser
conocidos y orientados (A. Rüegg, en: Le Corbusier & Rüegg, 1997).
El color, de este modo, debe ser controlado. Debe ser ordenado y clasificado;
debe establecerse una jerarquía. Y así es. Le Corbusier y Ozenfant proponen tres
escalas de color: ‘la escala mayor, las escala dinámica y la escala de transición’.
La escala mayor está construida con ‘amarillos ocres, rojos, tierras, blanco, negro,
azul ultramarino y algunos de sus derivados’. Esta escala es fuerte estable, da
unidad y equilibrio; estos colores son ‘constructivos’ y empleados ‘en todos los
grandes periodos’. Y son prácticamente los colores empleados por Le Corbusier
en su pabellón de 1925. La escala dinámica se hace con ‘elementos que
estorban’: amarillo limón, naranjas, los bermellones y otros colores ´animados´,
‘agitados’; la escala de transición contiene los ‘alocados, verde esmeralda y todos
los otros’ que son simplemente ‘no aptos para la construcción
A pesar de que Le Corbusier somete al color a un riguroso y personal orden
racional, el arquitecto suizo asegura que dominarlo no puede suponer aislarlo de
sus raíces instintivas y subjetivas. El color expresa nuestra personalidad, nuestra
esencia, nuestra vida. Además, el color reacciona psicológicamente en nosotros y
nuestros sentimientos (Le Corbusier & Rüegg, 1997). Es muy significativo que la
gama preferida por el Purismo no esté constituida por los colores del prisma,
obtenidos de la descomposición de la luz, sino por los tonos más íntimamente
unidos a la experiencia visual de la naturaleza: colores tierras sombra y tierras
quemadas, verdes de la vegetación, azul del cielo y del mar, rojos…
Respecto a la relación entre el volumen y el color, el Purismo establece que la
idea de forma precede a la de color.

En Aprés le cubisme (1918), Le Corbusier afirma literalmente:


“La forma es preeminente, el color no es más que uno de sus accesorios. El color
depende enteramente de la forma material: el concepto esfera, por ejemplo,
precede al concepto color; se concibe una esfera incolora, un plano incoloro, no se
concibe un color independiente de cualquier soporte” (Carro, 2003).

De modo que tanto para Ozenfant como para Le Corbusier el color puede ser un
añadido a posteriori. Por eso Le Corbusier se siente legitimado, en el ámbito de la
pintura, para hacer dos versiones del mismo cuadro y colorearlos con gamas
diferente, como ocurre en Le Bol blanc y Le Bol rouge, de 1919.
Puede asegurarse que el Purismo está más preocupado por la forma que por el
color, como le pasaba en cierto modo al Cubismo.
V. Kandinsky (1866-1944) en su libro “De lo espiritual en el arte” (1911)
señala ésta circunstancia propia de Picasso, y que lo distingue de otro gran
maestro como Matisse:
“Picasso no retrocede ante nada; si el color le estorba para resolver el problema
de la forma puramente pictórica lo echa por la borda y pinta únicamente con
marrón y blanco. Estos problemas son en el fondo su fuerte. Son dos grandes vías
hacia un gran objetivo, Matisse la del color y Picasso la de la forma” (Kandinsky,
1992).
El color en la obra de Le Corbusier.
El crítico de arquitectura N. Cramer plantea con sencilla obviedad que
si Le Corbusier mostraba enorme interés por los colores saturados en
sus dibujos y pinturas, su arquitectura no podía mantenerse al margen
de dicho cromatismo y fueron algunos de los historiadores del
movimiento Moderno como S. Giedion y H. R. Hitchcock quienes
presentaron una visión sesgada de su arquitectura, editando los
trabajos de Le Corbusier con imágenes en blanco y negro (Cramer,
1999).

La posición de Le Corbusier ante el color resulta bastante


contradictoria y difícil de abordar. Si bien podría asegurarse que
durante sus primeros años profesionales no estaba interesado por el
color, lo cierto es que no se puede encontrar, como señala Mark
Wigley (Wigley, 1995), ni una sola obra arquitectónica del maestro que
fuera toda blanca. El pabellón del l’ Esprit Noveau (1925), por ejemplo,
siendo que corresponde cronológicamente con el Purismo fue pintado
con diez colores distintos. El triunfo del color blanco como sinónimo de
Purismo o la Modernidad sólo puede responder a motivaciones de
otro origen y ser consecuencia de una intención más profunda de
depuración de la arquitectura:
“Se observa que no estamos tratando con algo tan simple como los
objetos blancos y las superficies blancas, con el blanco como un
hecho verificable empíricamente como color. En lugar de eso estamos
en la resurrección de la blancura. (…)
“El cielo es blanco y todo aquello que está más cercano a Dios -el
Partenón, la idea, la pureza, la limpieza- también comparten su color”
(Batchelor, 2000).
A pesar de sus esfuerzos por crear un sistema de colores para la casa Salubra
comparable al sistema de proporciones de El modulor (1948) y El Modulor II
(1953), Le Corbusier no llegará a utilizarlo de una forma dogmática en su
arquitectura como si que hizo respecto al sistema métrico.

El primer ejemplo de arquitectura coloreada en la obra de Le Corbusier lo


encontramos en el interior de la villa La Roche-Jeanerette, en 1925 y supone una
ruptura respecto a los planteamientos teóricos puristas. El mismo Le Corbusier
insiste en el carácter experimental de la obra.
Bibliografía:

Batchelor, David. Chromophobia. Ed. Reaktion Books. London, 2000. pp. 124. ISBN:
9781861890740; 1861890745.
Calvo Serraller, Francisco; González García, Angeland Marchán Fiz, Simón. Escritos De
Arte De Vanguardia: 1900-1945. Ed. Istmo. Madrid, 1999. p. 543. ISBN: 9788470903571;
8470903578.
Cramer, Ned; “ It was Never White, Anyway” en Architecture, vol. 88, nº. 2, 1999. ISSN:
07460554.
Carro, Robert; “Le Corbusier Nos Hizo El Regalo Del Muro Blanco” en VIA Arquitectura,
vol. 13, Ed. Colegio Oficial de Arquitectos de la Comunidad Valenciana. Valencia, 2003.
ISSN: 1137-7402.
Dempsey, Amy. Estilos, Escuelas y Movimientos: Guía Enciclopédica Del Arte Moderno.
Ed. Blume. Barcelona, 2002. pp. 304. ISBN: 8489396868.
Frampton, Kenneth. Historia Critica De La Arquitectura Moderna. Ed. Gustavo Gili.
Barcelona, 1981. pp. 338. ISBN: 8425210518.
Kandinsky, Vasili. De Lo Espiritual En El Arte. Ed. Labor. Barcelona, 1992. pp. 122. ISBN:
8433535099.
Le Corbusier; and Rüegg, Arthur. Polychromie Architecturale: Le Corbusier
Farbenklaviaturen Von 1931 Aund 1950=Le Corbusier’s Color Keyboards from 1931 and
1959=Les Claviers De Couleurs De Le Corbusier De 1931 Et De 1959. Ed. Birkhäuser.
Basel, 1997. ISBN: 376435612X.
Le Corbusier. Modulor 2: 1955 (Los Usuarios Tienen La Palabra) Continuacion De “El
Modulor” “1984”. Ed. Poseidón. Buenos Aires, 1962. pp. 335.

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