Zapata (2009) - Reflexiones en Torno A La Cultura
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Zapata (2009) - Reflexiones en Torno A La Cultura
Jennifer Zapata
Reflexiones en torno a la cultura: una aproximación a la noción de cultura en Venezuela
Revista Venezolana de Economía y Ciencias Sociales, vol. 15, núm. 2, mayo-agosto, 2009, pp. 43-63,
Universidad Central de Venezuela
Venezuela
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Proyecto académico sin fines de lucro, desarrollado bajo la iniciativa de acceso abierto
ias Sociales, 2009, vol. 15, nº 2 (mayo-agosto), pp. 43-63
REFLEXIONES EN TORNO A LA
CULTURA: UNA APROXIM ACIÓN
A LA NOCIÓN DE CULTURA EN
VENEZUELA 1
Jennifer Zapata
“Cuanto más estrechas y más restringidas las definiciones
y los marcos, menos interesante el resultado.”
Edward W. Said
Considero que ante los cambios que se suscitan tanto a nivel nacional co-
mo internacional en las diversas esferas –política, económica, cultural–, que
constituyen la vida social de los sujetos, la reflexión y discusión sobre el con-
cepto de cultura nos proporcionarían la explicación necesaria sobre la dinámi-
ca por la que ha transitado y transita la cotidianidad de los sujetos. En este
sentido, la pertinencia de abordar esta temática, con el objetivo primordial de
generar algunas respuestas sobre las razones de nuestras prácticas cotidia-
nas, resulta de una importancia indiscutible hoy en día, puesto que la multipli-
cidad de cambios nos insta a posar la mirada en la reflexión de la cultura como
punto neurálgico en la aparición de tales acontecimientos.
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Debo aclarar que esta propuesta se encuentra ubicada en la corriente teórica deno-
minada neoevolucionismo cultural, la misma surge como necesidad imperante de am-
pliar el campo contextual y metodológico de la ciencia enfocada al estudio de la cultura,
permitiendo así un acercamiento mucho más comprensivo y explicativo de las diferen-
tes realidades socioculturales (Oropeza, 2005). Esta propuesta teórica ha sido una en-
tre otras corrientes –la ecología cultural de M. Sahlins y el materialismo cultural de M.
Harris– que han surgido con la finalidad de reaccionar contra enfoques reduccionistas o
contradictorios sobre la cultura.
Dentro del neoevolucionismo cultural se adscriben autores como Etienne Tassin, Roger
Chartier, Claudio Rama, José Brünner, y Néstor García Canclini.
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En la actualidad el Estado venezolano ha vinculado en la mayoría de las acciones
emprendidas una noción de cultura anclada en lo tradicional (lo local y lo “propio”),
dando por sentado que tal definición es reflejo fiel de la realidad venezolana. Es nece-
sario destacar que existe una diferencia entre las acciones políticas que desarrolla un
Estado para la conservación y valoración de lo que sus instituciones consideran cultura,
y las prácticas diversas que se generan en una sociedad, las cuales recrean y revitali-
zan los entornos sociales. Desde esta perspectiva se abordará la noción de cultura en
Venezuela, no es el objetivo de este artículo desentrañar los fines que contienen las
políticas públicas dirigidas a los espacios culturales, pues bien es conocido que éstas
deben dinamizar acciones culturales con base en un concepto operativo de cultura, es
decir, que le permita identificar las áreas específicas a abordar. Sin embargo, deseo
evidenciar que este tipo de apreciación sobre la cultura denota un sesgo en su cons-
trucción operativa, porque, como ya mencione anteriormente, la tendencia es vincularlo
–en gran medida– con los espacios tradicionales.
ultura: una aproximación… 45
1. La cultura vista como cultivo, vinculación directa con la “agricultura”, que im-
plica todo un proceso de cuidados de la tierra para que la misma genere frutos;
estos cuidados se encuentran implicados en la siembra, labrado de la tierra y
finalmente la cosecha. No explicitando si el resultado de tal cultivo sería “bueno
o malo”, simplemente es cultivo, que para fines de tipo social es el acto de culti-
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varse o ser culto en cuanto a la adquisición de conocimientos . Pero no cual-
quier conocimiento, sino aquel que permita la criticidad del mundo que nos ro-
dea. En este sentido, podemos observar la ruptura que existe con las verdades
fundamentadas en la teología, y un abrazo con las ideas seculares planteadas
con mayor fuerza –debido a las características históricas– en la época de la Ilus-
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tración .
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“… no toda la actividad del hombre era considerada propiamente culta, pues frente al
concepto de cultus también manejaban el de incultus refiriéndose no sólo a un lugar sin
cultivar, sino también a lo desaliñado, tosco, ignorante, grosero, descuidado, sin arte,
así como a todo lo que evidenciara ignorancia, descuido, abandono, negligencia, etc”.
(Diccionario ilustrado latino-español, español-latino, 1971, 119; citado por Guadarrama,
2006, 16).
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“¿Qué motivos explican que el concepto de cultura adquiera una mayor atención en el
pensamiento ilustrado? Factores tan impresionantes como la capacidad humana para
descubrir nuevos mundos, y sobre todo encontrar hombres con diferencias étnicas y
culturales tan marcadas, el efecto de revolucionar la industria y de ejecutar progresos
acelerados en el conocimiento científico, pudieron haber sido algunos de esos motivos.
También el enriquecimiento del saber filosófico y en especial su emancipación respecto
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Sin embargo, no se deben desdeñar –como antecedente– los aportes filosóficos que
hiciera John Locke con respecto al concepto de cultura en el siglo XVIII, y que doscien-
tos años más tarde retomarían los antropólogos para elaborar la primera definición for-
mal de cultura. Este autor consideraba que la mente humana era como un “gabinete
vacío” (Locke, 1690; citado por Harris, 1979, 9), la cual se llenaría de los conocimientos
necesarios a través de procesos de enculturación. En palabras de Locke: “Supongamos
que la mente es, como si dijéramos, un papel en blanco, sin ninguna letra, sin ninguna
idea. ¿Cómo llega a tenerlas? ¿De dónde procede esa vasta provisión con la que la
bulliciosa e inagotable fantasía del hombre la ha pintado con una variedad casi infinita?
(...) A esto respondo con una sola palabra: de la experiencia” (Locke, 1690, 122; citado
por Harris, 1979, 10). Esta postura teórica recibió su expresión mas clara en el estadis-
ta francés Anne Robert Jacques Turgot, quien incorporó como elemento determinante
en la construcción de una definición de cultura la educación “y esta educación es el
resultado de toda nuestra experiencia sensorial y de todas las ideas que hemos sido
capaces de adquirir desde la cuna” (Turgot, 1844, 645; citado por Harris, 1979, 12).
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Entonces, este es el nuevo escenario que debe ser objeto de estudio para
lograr una aproximación a la noción de cultura en Venezuela, un escenario que
es más propenso a la transformación que a la extinción de espacios culturales,
pues sería improductivo asomarnos a ella desde un universo en particular que
sólo presentaría carencias con respecto al cúmulo de interacciones –que pue-
den o no ser consideradas ajenas al mismo– que determinan significativamente
su existencia. Dado estos planteamientos, sería necesario situarnos en torno a
la discusión de culturas híbridas, ya que nos acercaría un poco más al objetivo
de este artículo.
Según Néstor García Canclini, todas las culturas son híbridas o “culturas de
frontera. Todas las artes se desarrollan en relación con otras artes: las arte-
sanías migran del campo a la ciudad; las películas, los videos y canciones que
narran acontecimientos de un pueblo son intercambiados con otros. Así las
culturas pierden la relación exclusiva con su territorio, pero ganan en comuni-
cación y conocimiento” (García, 1990, 326).
Bajo esta misma tendencia, nos encontramos que Víctor Guédez define
cultura como:
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“… en el hecho de que, por ejemplo, el tenis o el mismo golf ya no están, hoy día, tan
exclusivamente asociados, como en otro tiempo, a las posiciones dominantes o a los
deportes nobles, de igual forma en que la equitación y la esgrima ya no son el entrete-
nimiento de los nobles como lo fueron en sus comienzos (es lo mismo en Japón con las
artes marciales). Una práctica inicialmente noble puede ser abandonada por los nobles,
y el caso más frecuente es cuando se adopta por una fracción creciente de burgueses
o pequeño-burgueses, incluso por las clases populares...hay que cuidarse de transfor-
mar en propiedades necesarias e intrínsecas de un grupo cualquiera las propiedades
que les incumben en un momento dado del tiempo...” (Bourdieu, 2008, 28-29).
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Por otra parte, toda esta realidad nos proporciona a su vez una compren-
sión de lo que somos, una mezcla de eventos del pasado, relacionados con un
presente que provoca un futuro extenso e inabarcable de expresiones cultura-
les. Al respecto George Steiner manifiesta lo siguiente:
Todo lo antes señalado nos debe conducir a un concepto de cultura que lo-
gre la comunión en su interior de los siguientes aspectos:
El concepto de cultura que puede satisfacer en gran medida todas las de-
mandas que se hicieran en el apartado anterior es el siguiente: “… la cultura
abarca el conjunto de los procesos sociales de significación, o, de un modo más
complejo, la cultura abarca el conjunto de procesos sociales de producción, cir-
culación y consumo de la significación en la vida social (García, 2004, 34).
Primero, este autor hace uso de las categorías analíticas desarrolladas por
Jean Baudrillard en su libro Crítica de la economía política del signo, en el cual
se identifican cuatro tipos de valor en las sociedades: valor de uso, valor de
cambio, valor signo y valor símbolo. El valor de uso remite a la utilidad que
tiene o que tendrá el objeto en la satisfacción de alguna necesidad el valor de
cambio es el costo que tiene el objeto en el mercado o en su relación con cier-
to trabajo: el valor signo son las connotaciones alejadas del valor de uso, que
adquiere el objeto por la puesta en práctica de estrategias –que en su mayoría
son propias del mercado– que influyen en las decisiones de adquisición, com-
pra o intercambio por parte de los sujetos. Y, finalmente, el valor símbolo “vin-
culado a rituales, o actos particulares que ocurren dentro de la sociedad”
(García, 2004, 33).
Esta separación que existe entre las diferentes formas de valor no se pre-
senta de manera tan rígida en la sociedad, para el autor tal taxonomía sólo es
un requerimiento de orden metodológico, porque que en la realidad existe un
constante entrecruzamiento de lo social y lo cultural. “Entonces, cuando deci-
mos que la cultura es parte de todas las prácticas sociales, pero no es equiva-
lente a la totalidad de la sociedad, estamos distinguiendo cultura y sociedad
sin colocar una barra que las separe, que las oponga enteramente” (García,
2004, 37). Es por esta razón, que la cultura –desde la perspectiva de Néstor
García Canclini– debe ser conceptuada como procesos sociales que circulan y
se consumen constantemente en la cotidianidad.
Por otra parte, cuando Néstor García Canclini hace referencia a procesos
sociales de significación, no hace una precisa distinción o diferenciación entre
los que se encuentran en el plano cultural y aquellos que no están en el mis-
mo, por lo tanto procesos de tipo político, económico y comunicacional pueden
estar interactuando, consolidando así el escenario cultural no sólo local, sino
también global.
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La globalización en el plano cultural es el resultado de las contradicciones, tensiones,
desajustes, cambios, interrelaciones e interacciones entre los ámbitos político y
económico (Brünner, 1998).
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La presencia de movilidad geográfica de los valores la adjudica José Brünner a la
puesta en escena de un relativismo cultural, propiciado en gran medida por las tecno-
logías de la información y la comunicación.
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potencia económica a escala mundial. Pues hizo uso de los medios de comu-
nicación para difundir sus modos, estilos, y valores de vida. Un hecho histórico
emblemático de la fuerza comunicacional con que contaba Estados Unidos fue
durante la Guerra Fría, ya que en su lucha contra el comunismo desplegó una
intensa campaña comunicacional, que consistía en exponer las diferencias en
los estilos de vida de ambos bloques. Sin embargo, esta homogeneización se
ha visto alterada por una serie de acontecimientos absolutamente heterogéne-
os, los cuales se han revigorizado paralelamente a los procesos de homoge-
neización, tales como: los nacionalismos, sentimientos religiosos, fundamenta-
lismos de diversa índole, además de la renovada presencia del espiritualis-
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mo . Se puede decir, entonces, que no se genera una convergencia lineal de
los contenidos culturales y de las informaciones transmitidas por los medios
audiovisuales de alcance mundial.
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“… todo parece indicar que al menos el presente período de este proceso de globali-
zación combina simultáneamente fuertes tendencias, tanto a la homogenización como
a la estimulación de diferenciaciones, y ello tanto desde un punto de vista económico
como social y cultural” (Mato, 2003, 31).
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Con respecto al tema de lo global y lo local, Daniel Mato (2003) hace uso de estas
categorías analíticas para adentrarse en la discusión de las identidades, encontrándose
con la existencia de identidades deslocalizadas o translocales, porque se definen no
sólo en relación a un lugar, sino también en las fronteras de los Estados-nación. Aun-
que no es el objeto de este artículo abordar las identidades, considero necesario plan-
tear el surgimiento de este fenómeno, que da cuenta de conexiones existentes entre lo
local y lo global.
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Evidencia de ello, es “la creciente difusión y penetración de las culturas altas y popu-
lares de muchas sociedades pobres y en desarrollo, y una interacción mucho más
compleja de ellas con la cultura central o hegemónica. Así, por ejemplo, las contribu-
ciones a la literatura antiguamente llamada ‘universal’ (occidental), a la música popular
y al arte mundial provienen ahora también de Bombay, África del Sur, Jamaica, Colom-
bia o los países árabes. No sólo la televisión norteamericana tiene una audiencia inter-
nacional, sino también los grupos de rock británico, los dibujos animados japoneses, las
telenovelas brasileñas (…) La literatura de América Latina ha experimentado un pro-
longado boom en muchos países desarrollados…” (Brünner, 1998, 156).
ultura: una aproximación… 59
Según José Brünner, todo esto se puede definir como un universo pluralis-
ta, en el cual los individuos pueden mantener relaciones sin el apoyo de es-
tructuras soportantes, porque las mismas han tendido a la disolución dando
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paso a relaciones postradicionales o posnormativas. “Valen no la tradición y
la norma, sino el compromiso y la autenticidad” (Brünner, 1998, 76).
Esta realidad hace que la experiencia que vive el sujeto sea una experien-
cia ecléctica. Desde la perspectiva de Jean Lyotard: “El eclecticismo, es el
grado cero de la cultura contemporánea: uno escucha reggae, mira un wes-
tern, almuerza Mc Donald y cena comida local, (…) el conocimiento es materia
de juegos de TV” (Lyotard; citado por Brünner, 1998, 135). Estamos ante un
sujeto que interpreta su mundo con fragmentos de diversas realidades, a las
cuales debe su presencia, principalmente a las interconexiones e instantanei-
dad existentes en los espacios comunicativos de los grupos sociales.
A modo de conclusión
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Tales contradicciones las plantea Zygmunt Bauman (citado por Beck, 1998) cuando
considera que la glocalización es, fundamentalmente, un nuevo reparto de privilegios y
ausencia de derechos, riqueza y pobreza, posibilidades de triunfo y falta de perspecti-
vas, poder e impotencia, libertad y falta de ella. Puede concebirse este proceso de glo-
calización como una nueva fase de estratificación a nivel mundial, en cuyo devenir se
construye una nueva jerarquía a nivel sociocultural y autorreproductora.
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“… un orden postradicional no es uno en que las tradiciones desaparezcan. Lejos de
eso, es uno en que las tradiciones cambian de estatus. De ahora en adelante las tradi-
ciones tienen que explicarse a sí mismas; se tornan objeto de interrogación o discurso”
(Giddens; citado por Brünner, 1998, 137).
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… las culturas y las sociedades más diversas tienen principios generadores u orga-
nizadores comunes. Es la unidad humana la que lleva en sí los principios de sus
múltiples diversidades. Comprender lo humano, es comprender su unidad en la di-
versidad, su diversidad en la unidad. Hay que concebir la unidad de lo múltiple, la
multiplicidad del uno (Morín, 2000, 59).
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“En todo caso, interesa subrayar que, en el concierto de tendencias tan contrapues-
tas, este proceso últimamente parece amenazar más claramente la existencia de al
menos algunos Estados y el sentido de sus símbolos y de las fronteras entre todos
ellos, que la existencia de identificaciones étnicas, de género, de condición social, de
localidad. etc…” (Mato, 2003, 33). El autor plantea este argumento para rebatir la idea
de que el planeta se dirige hacia una inminente homogeneización, que en lo absoluto
no tiene asidero afirmar.
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Según Daniel Mato, existe una serie de fenómenos que han contribuido a las tenden-
cias combinadas y complejas de nuestras sociedades, tales como: “… aumento y diver-
sificación de los flujos migratorios; difusión del uso de nuevas tecnologías de procesa-
miento de datos, imágenes visuales y sonidos; densificación de las redes de comunica-
ción de datos y de los medios de difusión masivos de información; nuevas redes mun-
diales de relaciones gubernamentales y no gubernamentales; mercantilización de
símbolos étnicos…” (Mato, 2003, 34).
ultura: una aproximación… 61
Negarnos a tal realidad sería como negar que en eventos festivos de cier-
tos sectores venezolanos se disfruta aún de la música de un Memo Morales,
que incorporó en su repertorio musical la articulación del ceceo característico
de los españoles con una singular matización zuliana, además de un notable
arraigo a los eventos de la Caracas de los 50 del siglo XX, pese a que el direc-
tor de la orquesta –donde éste hacia gala de su admirable fusión vocal– era de
origen dominicano; o negar la danza ritual religiosa de los Diablos Danzantes
de Yare, porque las prendas y otros objetos característicos de esta actividad
se encuentran expuestos en el aeropuerto internacional de Maiquetía para la
compra de los turistas visitantes a nuestro país; o negar a un Reverón que
presenta en sus hermosas obras la influencia de la Europa de 1908-1915, y la
de su “mentor intelectual y existencial” (Liscano, s/f, 13) Ferdinandov, artista
de origen ruso; o negar la existencia del trabajo fotográfico titulado Pasajes de
la ciudad: Fragmentos de Caracas del autor venezolano Jean Herrera, el cual
capta con absoluta profundidad la cotidianidad de una Caracas inconmensura-
ble de significados, porque tales fotografías se han expuesto en las salas del
Frankfurt Bank, y en diferentes espacios de Berlín (Centro Nacional de la Fo-
tografía de Venezuela, 2006). Negar esta realidad, que es inocultable, o incli-
narnos a la exacerbación de lo tradicional en detrimento de lo moderno, o vi-
ceversa, sería un absoluto error, porque estaríamos negando las significacio-
nes que cada una de estas actividades desencadena para la consolidación de
nuestro mundo de sentido, un mundo que se consolida paradójicamente en
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procesos constantes de hibridación .
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La hibridación no implica la desaparición total de las diferencias; este proceso mani-
fiesta interconexiones, combinaciones, pero a su vez la presencia de ciertas distincio-
nes culturales.
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rítmicos de éstos ante la exuberancia del reggaeton o ante la calidez del joro-
po tuyero en las representaciones escolares. Esto es en definitiva nuestro
mundo, un mundo que se constituye con fragmentos de diversas realidades,
que representan lo que hemos sido y lo que somos y dan sentido a nuestras
acciones en la contemporaneidad venezolana. Finalmente, hago énfasis en
esta realidad porque todo aquel que esté interesado en el tema de la cultura,
bien sea desde el ámbito académico (espacio que se caracteriza por altos ni-
veles de abstracción) o desde el ámbito de las instituciones del Estado (espa-
cios que se caracterizan por altos niveles operativos), debe reflexionar sobre
este cúmulo de relaciones existentes en una sociedad, las cuales determinan
o condicionan los espacios culturales, porque de lo contrario se corre el riesgo
de asumir posturas aisladas de la realidad, las cuales tenderán a excluir ele-
mentos o grupos sociales de gran importancia, y los cuales son los objetivos
de análisis y acciones de cualquier actor social atraído por esta rica área de
conocimiento.
Bibliografía