Simulacion Del Acto Juridico
Simulacion Del Acto Juridico
JURIDICO
Introducción
Banco Juan
Acreedor Deudor
Pedro
Tipos de simulación
a. Simulación absoluta
Las partes realizan un acto pretendiendo que no corresponde a ningún acto real. Por
ejemplo, cuando una persona sabe que no va poder cubrir sus deudas, entonces se
pone de acuerdo con otra persona para transferirle sus deudas. De esta manera, logra
disminuir su patrimonio a fin de que su acreedor no pueda cobrar.
En este caso, lo que se busca es que los terceros conozcan esta declaración, mas no
buscan que el acto surta efectos. Cabe destacar el artículo 190 del Código Civil, en el
cual se hace referencia a este punto.
“Artículo 190º.- Por la simulación absoluta se aparenta celebrar un acto jurídico
cuando no existe realmente voluntad para celebrarlo” (Código Civil, p. 135).
Jurisprudencia:
“La simulación requiere de la concertación de las dos partes para celebrar un acto
jurídico aparentemente en perjuicio de un tercero” (CAS N.º 276-99, 2000, p. 6310).
Simulación absoluta
Existe simulación absoluta cuando las partes celebran un negocio jurídico o
contrato aparente u ostensible dirigido exclusivamente a servir de fachada o a valer
frente a terceros; ya que, entre ellas, dicho negocio jurídico o contrato no surtirá
ningún tipo de efectos. De hecho, la situación jurídica subjetiva preexistente entre
las partes permanece invariada. De allí que se trate de un negocio o contrato
absolutamente falso o simulado o, lo que es lo mismo, de una simulación absoluta,
donde no existe (verdadera) voluntad de las partes de producir los efectos jurídicos
que derivarían del negocio jurídico o contrato simulado. (Pinto Oliveros, 2016, pp.
32-33)
En una transferencia simulada que tiene la sola finalidad de hacer parecer fuera del
patrimonio del aparente enajenante un bien, con el fin de evitar ejecuciones
forzadas de los acreedores. Piénsese, en el segundo caso, en una donación a la
cual corresponde en apariencia una compraventa, con el fin de sustraer el bien a la
acción de reducción a que correspondería a los herederos legitimarios”. (Espinoza
Espinoza, 2008, pp. 317-318)
Por simulación absoluta se entiende a aquel
negocio jurídico en el que las partes acuerdan
realizar intencionalmente declaraciones discrepantes
de sus respectivas voluntades internas para engañar
a los terceros. Teniendo tal negocio jurídico
celebrado el carácter de uno aparente o simulado.
b. Simulación relativa
Este supuesto corresponde cuando las partes quieren ocultar un acto
jurídico, se trata de oculta el verdadero contenido. Este tipo de
simulación se puede ejemplificar cuando se celebra una compra-venta y
en realidad es una donación. Al respecto el Código Civil señala lo
siguiente:
“Artículo 191°.- Cuando las partes han querido concluir un acto distinto
del aparente, tiene efecto entre ellas el acto ocultado, siempre que
concurran los requisitos de sustancia y forma y no perjudique el derecho
de tercero” (Código Civil, p. 135).
Jurisprudencia:
Para que se configure la simulación relativa deben existir dos actos en
los que intervengan la voluntad de las partes: el acto oculto, que es el
que contiene la voluntad real; y el acto aparente, que es el que en
definitiva se celebra (CAS N.º 1230-96, 1998, p. 1191).
En la simulación relativa existe voluntad de las partes de modificar la situación jurídica
subjetiva entre ellas mediante el negocio jurídico o contrato. Sin embargo, los verdaderos
efectos de este último son enmascarados por el negocio jurídico o contrato aparente u
ostensible, igualmente destinado a servir de fachada o a valer frente a terceros. De allí que
se trate de un negocio o contrato disimulado o, lo que es lo mismo, de una simulación
relativa donde, se afecta(n) alguno(s) de los demás elementos del verdadero negocio
jurídico o contrato, es decir, el objeto, la causa o (alguna de) las partes, que difiere(n)
respecto a aquel(los) del negocio jurídico o contrato aparente. (Ibídem, p. 33).
En esa línea de pensamiento, la simulación relativa comprendería la existencia de 2 actos,
uno que las partes en realidad no desean celebrar (acto simulado) pero que de igual forma
celebran, haciéndolo público, y otro acto que realmente desean celebrar (acto disimulado)
pero que mantienen oculto a terceros:
Acto Simulado: Se presenta como verdadero un acto que las partes en realidad no desean
celebrar (digamos una compraventa)
Acto Disimulado: Es el acto que las partes realmente quieren celebrar pero que mantienen
oculto frente a terceros (digamos una donación).
Para que el lector pueda seguir con facilidad esta reflexión nos valdremos de un caso práctico, el que
se expone a continuación: «A» simula vender con «B», su casa valorizada en US $ 100,000
celebrándose un contrato privado que luego es elevado a Escritura Pública. Dichas partes suscriben un
contradocumento concretando que la referida compraventa se hace para esconder realmente una
donación. El contradocumento es conocido solo por los contratantes quienes deciden guardarlo.
(Muñoz Wells, 1988, p. 84)
Por simulación relativa se entiende a aquel negocio jurídico
aparente o simulado (debido a que las partes declararon algo
distinto de sus respectivas voluntades internas) celebrado por
las partes que nunca quisieron celebrar pero que lo hacen
con el propósito de ocultar otro acto verdadero querido.
Teniendo este acto querido, pero escondido de terceros, el
carácter de disimulado y la posibilidad de surtir efectos.
c. Disconformidad entre la voluntad y la
manifestación de la voluntad
Las partes lo que buscan es mostrar a todos que se está realizando un acto jurídico,
pero la realidad es totalmente distinta. Manifiestan su voluntad, el acto tiene eficacia,
pero en realidad ellos no desean celebrar ese acto jurídico.
Al no coincidir lo deseado por las partes y la manifestación, nos encontramos frente a
una disconformidad entre la voluntad y la manifestación de la misma: lo que buscan
las partes es solo hacerlo aparecer, no les interesa ese negocio. Este actuar
permitiría una nulidad, si terceros ajenos a la relación lo supieran y se vieran
perjudicados.
d. Concierto entre las partes para
producir el acto simulado
Esto quiere decir que es necesario que las partes coincidan,
que tengan la misma intención para que se pueda llevar a
cabo este acto jurídico. Es decir, se daría lo que en doctrina
se conoce como acuerdo simulatorio, ya que las partes tienen
que ver cuál va ser el alcance jurídico que van a tener las
manifestaciones de voluntad emitidas para la celebración de
ese negocio o acto jurídico.
Acción de nulidad contra el acto
simulado
Tanto en el supuesto de la simulación absoluta como en el de la relativa, el acto jurídico
simulado es siempre nulo por cuanto no contiene la verdadera voluntad de las partes
contratantes, mientras que en la simulación relativa el acto disimulado, en la medida en que
contenga todos sus requisitos de sustancia y forma será siempre válido por ser un acto jurídico
verdadero y real y que contiene la auténtica voluntad de las partes contratantes. (Taboada
Córdova, 2002, p. 118)
En ese sentido, podrá solicitar la nulidad del acto simulado, tanto para casos de simulación
absoluta como para casos de simulación relativa, cualquiera de las partes como el tercero
perjudicado (artículo 193 del CC)
Hay que hacer notar, no obstante, que cuando se trate de un negocio simulado relativamente la
acción puede asumir dos vertientes, o momentos. La primera, dirigida a la declaración de
nulidad absoluta del negocio aparente y la segunda a la declaración de nulidad del acto
disimulado y oculto. (Lohmann Luca de Tena, 1994, p. 386)
Inoponibilidad de la simulación
La buena fe tiene un rol trascendental en la vida social:
(i) primero, porque excusa de responsabilidad a quien razonablemente actúa en la
creencia de no estar cometiendo una infracción a las normas del Derecho Privado;
(ii) segundo, porque permite exigir actos que razonablemente hubiesen sido pactados si
los costos de transacción fuesen bajos;
(iii) tercero, porque permite asignar titularidades en base a un criterio que desincentiva el
comportamiento deshonesto; y,
(iv) cuarto, porque permite defender titularidades en base a un criterio que incentiva el
comportamiento honesto. Sin buena fe, tanto los niveles de responsabilidad
extracontractual como los niveles de comportamientos contractuales oportunistas serían
alarmantemente altos. (Escobar Rozas, 2015, p. 322)
El principio de derecho que informa al Código Civil es el que hace prevalecer la evitación
del daño antes que favorecer un lucro, para hacer inoponible u oponible la simulación. De
este modo, por el artículo 194 la simulación es inoponible al adquirente de buena fe y a
título oneroso pero le es oponible al adquirente de mala fe sea a título oneroso o gratuito,
que, por serlo, solo adquiere un derecho precario que requerirá del transcurso del tiempo
para convalidarse y legitimarse. (Vidal Ramírez, 2011, p. 446)
¿Por qué no se protege a quien de buena fe
pero a título gratuito haya adquirido
derechos del titular aparente?
Imagínese que A vende su departamento a B y este posteriormente se lo transfiere a C.
Ambas transferencias se inscriben, sin embargo, al cabo de un tiempo se emite una
sentencia (producto de una demanda que nunca fue publicitada en la partida del
inmueble) que declara nulo el contrato A-B. ¿Dicha nulidad afecta la adquisición de C?
(Pasco Arauco, 2018)
El principio de fe pública registral (2014° CC) protege a C de la nulidad del contrato
precedente siempre que su título de adquisición tenga carácter oneroso; es decir, para
que la adquisición del tercero resulte protegida, debe tener como contra cara una
contraprestación o un sacrificio patrimonial que haga las veces de correlativa
atribución a favor de su transferente (B). Sería el caso de una compraventa, una
permuta, una dación en pago, un usufructo con pago de renta o una superficie; por el
contrario, la onerosidad queda típicamente descartada en el caso de una donación. (Ídem)
Lo que se busca con esta exigencia es que sólo reciba protección quien se
vale del Registro para evitar un perjuicio patrimonial, y no así quien pretende
asegurar un lucro. El permitir que la nulidad del contrato A-B afecte la adquisición
de C pese a que este pagó por el bien, implicaría forzarlo a tener que accionar
contra su transferente (B) para recuperar aquello que entregó como
contraprestación; para no someterlo a este vía crucis es que su adquisición queda
inmune ante dicha nulidad. Por el contrario, si C hubiese adquirido la propiedad
gratuitamente, el privarlo del bien (para entregárselo a “A”) no le generaría mayor
contingencia, pues no tendría necesidad de accionar contra su transferente (B) para
recuperar lo pagado. (Ídem)
Usando la lógica del principio de la buena fe pública registral (artículo 2014
del CC) la privación de un bien de quien ha adquirido derechos del titular
aparente (las partes en la simulación) de buena fe pero a título gratuito, no le
generaría mayor contingencia, pues no tendría necesidad alguna de accionar contra
su transferente para recuperar lo pagado. Además, lo que se buscaría con la
exigencia de la onerosidad es que sólo reciban protección quienes se valgan del
Registro para evitar un perjuicio patrimonial, y no así quienes persigan un fin
lucrativo (donatarios).