Bloj 2010
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Bloj 2010
Junio 2010
Cristina Bloj
INDICE
1
Versión preliminar sujeta a corrección para publicación.
I. ACUERDOS BÁSICOS PARA LA FORMACIÓN
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resulta un efecto de ello. De otro lado, que esta suerte de “alerta” no debiera
circunscribirse al momento de elaboración del proyecto, o a las instancias de
despegue del trabajo, sino acompañar todo el recorrido. La revisión sostenida de
las preguntas germinales y de la pertinencia de los objetivos, y el ajuste del rumbo
conceptual y metodológico que articula el diseño, contribuye al desarrollo de una
experiencia fecunda. En estricta relación, no sólo se debe poner de manifiesto la
estrategia metodológica que guía la investigación, los “principios declarados”, sino
que la misma debe quedar reflejada en los modos de hacer y en el producto final.
Sólo así es posible sopesar la coherencia y sintonía entre la propuesta analítica,
las formas de proceder, y el tenor de los resultados.
Formación en
Metodología:
Ciencias
Sociales
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Que logren identificar sus propias lógicas en función de tomar decisiones
informadas;
Que reflexionen acerca de los alcances éticos de la práctica y de las
implicancias que la presencia en los contextos y con diferentes grupos
sociales;
Que puedan integrar coherentemente todo el proceso, desde las primeras
impresiones e inquietudes hasta la escritura y la difusión de resultados,
dentro y fuera de la academia.
Por último hay que subrayar que este recorrido, en gran medida autobiográfico,
evoca aspectos básicos de toda “investigación cualitativa” pero es tributario, más
particularmente, del campo de la antropología social y de la exploración por las
arenas de la etnografía. Al menos tres cuestiones medulares identifican esta
orientación: a) la apelación a una tradición que sitúa a la reflexión teórica y al
trabajo de campo en un estatus semejante; fortaleciendo el rol de los actores
sociales no sólo en la producción histórico-social sino en la construcción de
conocimiento; recuperando las categorías de los sujetos, sus prácticas y
representaciones. b) la búsqueda de un abordaje que supere las disyunciones
clásicas que han aprisionado por décadas a las ciencias sociales, derivando en
análisis reduccionistas, “incompletos”; insuficientes para dar cuenta de los
entretelones y complejidades del mundo social. c) la reivindicación de la
subjetividad, del investigador y de los sujetos sociales, frente al desplazamiento
que sufren en el ideal positivista y neo-positivista imputada de “factor de
distorsión”.2
2
Sabrina Frederic (1998) subraya cómo la operación “naturalista”, incluso en el campo específico
de la etnografía, pretende situar al etnógrafo en una posición neutra, “no sesgada” frente a lo “real”;
de allí que la relación investigador-informantes no se problematiza de manera satisfactoria.
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II. DISPOSICIONES DEL QUEHACER CUALITATIVO
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Trabajo de campo intensivo
Sistematización preliminar
Profundización del trabajo de campo
Triangulación, contrachequeo, y saturación de la información
Sistematización final y escritura del informe
Circulación del conocimiento producido
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la antecesora se satura, corriendo el riesgo de que terminen funcionando como
compartimentos estancos.
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facilitan un acercamiento al universo de las representaciones y sentidos sociales
(Rodríguez Gómez y otros, 1999).3
3
Para A. Dávila “lo cualitativo” se sustenta en la crítica a “toda explicación por la causa o por la ley”
y, en ese sentido, subraya que se apoya en literaturas que […] dibujan la alternativa de una
descripción comprensiva, estableciendo una cadena afiliativa que pugna por abarcar la Verstehen
de Weber, la fenomenología de Husserl, la psicología de la Gestalt, la antropología de Lévi-Strauss
o la semiología de Roland Barthes, por ejemplo (1994:72).
4
Bourdieu destaca otro aspecto interesante del valor de la entrevista haciendo hincapié en que
permite […] romper con la ilusión espontaneísta del discurso que `habla por si mismo´ (1999:540).
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III. POLÉMICAS Y DIACRÍTICOS
[…] En antropología o, en todo caso, en antropología social lo que hacen los que
la practican es etnografía (Geertz, 1991:20).
En este giro han jugado un rol destacado los llamados “antropólogos nativos” cuyo
apelativo da cuenta del movimiento por el cual una clase de antropología y de
antropólogos formados en las colonias comienza a centrar la reflexión en sus
propias sociedades. Las preocupaciones comienzan, así, a estar surcadas por
nuevos interrogantes: ¿Quiénes son los “otros” en las propias sociedades? ¿Quién
construye la “otredad”? ¿Qué lugar tienen los antropólogos en esa construcción?
¿Cómo producir un “extrañamiento”, un distanciamiento, de la vida cotidiana que
ahora captura la atención de los estudios? 6 Se requiere de una nueva reflexividad
5
El siglo XIX también marca el nacimiento de la antropología como ciencia, escindida de la historia
y disputando sus fronteras con la sociología naciente. Su núcleo quedó afincado alrededor de las
sociedades “primitivas” aquellas que permanecieron más ajenas al ímpetu del progreso industrial;
otra forma de enunciar la diferenciación de objetos de las disciplinas es consignando a las
“sociedades con Estado” o las “sociedades sin Estado”.
6
Por ejemplo, Estéban Krotz se preguntaba si la Antropología generada en los países del sur se
limitaba a una “especie de sociología nativa” (1993:3). Para ampliar estos debates véase Rockwell
(1987, 2009); Lins Ribeiro (1989, 2000); Guber (1995); y Boivin, Rosato y Arribas (1999).
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y de nuevas o resignificadas categorías para responder a estas preguntas.7 La
extensión de esta mirada “desde adentro” ha generado no pocas polémicas en
relación con la pertinencia o jerarquía de determinados objetos de estudio frente a
otros. Y, tal como advierte Guber, pese a la aparente distancia entre estas
posiciones reflejaron problemas epistemológicos comunes: […] El empirismo
ingenuo de las afirmaciones que homologan antropología nativa con menor
distorsión de lo observado y mayor invisibilidad del investigador en el campo, es
caso idéntico al de quienes sostienen que sólo una mirada externa capta lo real
científica y desinteresadamente (1995:29).
7
En los ochenta se evidencia un retorno a la reflexión sobre el poder colonial y sus herencias
condensado en las narrativas que conocemos como teorías post-coloniales. Esta crítica se asocia,
fundamentalmente, a los intelectuales nativos entre los que se destacan los nombres de Guha
(2002); Said (2004); Spivak (1988, 1990); Appadurai (1990); y Bhabha (1990, 2002). Si bien estas
visiones han tenido gran predicamento no han estado exentas de recusaciones imputadas de
quedar atrapadas en la interrogación de la relación Mismo/Otro como pura textualidad y perdiendo
de vistas las condiciones estructurales de las situaciones de dominación (Grüner, 2002).
8
Para ampliar la variedad de connotaciones que ha motivado el término “etnografía” véase Augé y
Colleyn (2006).
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Otro punto de debate que se mantiene hasta la actualidad, y que introducen
fundamentalmente las antropologías consignadas como “postmodernas”9
(apelativo que, en rigor de verdad, encierra proyectos muy diferentes pero que
quedan subsumidos bajo esta denominación) remite al problema de lo que se
conoce en la literatura como de la “autoridad etnográfica”; explican Marcus y
Cushman a este respecto:
Esta lógica intentaba reforzar una suerte de identificación entre campo y texto,
reconsiderando la práctica y el relato etnográfico (Marcus y Fischer, 2000) así
como la voz del etnógrafo.10 En líneas generales, se plantea una revisión del valor
del fieldwork tras el interrogante siguiente: ¿qué tan necesario es para el etnógrafo
estar inmerso en el terreno de manera prolongada? Amit Vered (2000) sugiere,
acertadamente, que subyace en estos puntos de vista una puesta en duda más
general acerca de la posibilidad de pensar el “campo” (the field) como una entidad
separable de la vida cotidiana del investigador. Debate de fondo y no de forma que
involucra a los sujetos interlocutores como propietarios del acontecimiento y al
antropólogo como experto que traduce o interpreta; como una forma de la
9
Una aguda crítica a las perspectivas postmodernas se encuentra en los ensayos del antropólogo
argentino Carlos Reynoso (1988 a,b).
10
Para profundizar la discusión sobre la identidad de la antropología, la “autoridad etnográfica” y el
estatuto del trabajo de campo consultar: Marcus y Fischer (1986,2000); Llobera (1990); Geertz
(1989, 1994); García Canclini (1991); Clifford y Marcus (1991); y Clifford (1995). Para ampliar el
panorama de las vertientes dentro de la antropología dialógica y experimental véase también:
Dwyer (1982); Rabinow (1986, 1992, 1996); Capranzano (1989) y Tyler (1991).
- 11 -
autorización etnográfica. Lo fundamental a destacar es que estos debates han
legado aprendizajes que contribuyen a singularizar la práctica etnográfica: el
carácter dialógico del binomio antropólogo/interlocutores, la autorreflexión, y la
“reflexividad”11 del etnógrafo, la disposición interpretativa y traductora.12
Siguiendo a Guber (2001) hoy convenimos en que la etnografía puede ser definida
en una triple acepción: como enfoque que apunta a comprender los fenómenos
desde la perspectiva de los actores; como método asociado al “trabajo de campo”;
y como producto-texto, es decir, como descripción de los comportamientos
apoyada en el trabajo de campo. Elsie Rockwell (1987) sintetiza sus alcances en
el acto de observar y escribir, y describir e interpretar, involucrando tanto la forma
de proceder en la investigación como el producto final; pero advierte que no se
plantea desde la ilusoria transparencia que promueve el empirismo sino desde la
11
Guber (1995) recuerda que el concepto de “reflexividad” procede de la tradición de la
etnometodología y que fuera acuñado con el sentido de interpelar a la pretensión positivista de
invisibilizar al investigador en el campo; de todas maneras, la noción interpela tanto al objetivismo
como al subjetivismo radical.
12
En el corpus antropológico la idea de “traducción” aparece por primera vez en el Pensamiento
Salvaje de Lévi-Strauss (pasar de una complejidad no inteligible a otra inteligible) y también en las
argumentaciones de Edmund Leach quién se reconoce dentro de una concepción traductora
(1989.32); asimismo, está presente en Geertz (1987) en La Interpretación de las culturas cuando
alude a la tarea etnográfica como una búsqueda de “interpretar interpretaciones” (Palacios
Ramírez, 2003). El matiz interpretativo remite al desarrollo de Hans-Georg Gadamer y a la filosofía
hermenéutica; Gadamer en su obra canónica Verdad y método, publicada en 1960, argumentaba
que las condiciones de la traducción o acto interpretativo dependen del diálogo continuo entre
intérprete e interpretado y esta idea, junto con la de “fusión de horizontes”, son tomadas como
analogías del quehacer etnográfico; y motivan indagar sobre la forma en que se instaura la
autoridad del texto etnográfico. 12 Desde el campo sociológico, el brasilero Octávio Ianni subraya
que las ciencias sociales son una suerte de taquigrafía de lo social en tanto que la taquigrafía es
siempre la traducción de alguna cosa: “esa frase”, “aquella sentencia”; aunque advierte, de todas
maneras, que el contexto del enunciado nunca debiera desaparecer para que la idea misma de
lenguaje taquigráfico prevalezca (Ianni citado por Ortiz, 2004).
- 12 -
complejidad que supone el diálogo del investigador con los sujetos sociales,
mediado por la teoría que organiza y direcciona el proceso. Hammersley y
Atkinson, tributando en una dirección semejante, agregan que:
- 13 -
III. 1 Hacia un enfoque antropológico con anclajes etnográficos
El enfoque que nos interesa rescatar se orienta a sortear las dicotomías clásicas,
a comprender a la vez que a explicar, evitando caer en formulaciones generales
vacías ni en particularismos descontextualizados. Algunos aspectos medulares a
subrayar son los siguientes:
13
Esta dimensión es enunciada ya como los “imponderables de la vida real” por Bronislaw
Malinovski, un nombre relevante de la antropología clásica, en la introducción a su texto canónico
- 14 -
El interés por la vida cotidiana: con la salvedad que realiza Achilli, que no
estamos pensando en lo cotidiano ni exclusivamente […] como el espacio
de las experiencias armónicas (Berger y Luckmann) ni como lugar de las
falsas percepciones, ni como el anónimo de los sectores subalternos, ni
como esfera de lo privado/doméstico; sino entendiendo que en cualquier
campo de la vida social se configuran un conjunto de prácticas, relaciones,
significaciones diversas y heterogéneas que construyen sujetos particulares
al interior de una realidad concreta; además de referir a una escala
accesible a la empresa etnográfica (2005:9-10).14
La reflexividad: en tanto ejercicio de observación íntima, de introspección,
que tiene como epicentro al proceso mismo de producir conocimiento e
interpela tanto a la invisibilidad del investigador en el campo como a su
neutralidad valorativa. Tensiona, también, el proceder técnico, los
supuestos iniciales y abre a nuevos descubrimientos en el campo
La práctica analítica interpretativa: partimos de la presunción de quién
investiga interpreta hecho que no conduce mecánicamente a situarnos en el
terreno de la “pura subjetividad” ni a renunciar a criterios de objetividad y
validación.
La dialéctica entre el trabajo de campo y la reflexión conceptual: […] La
teoría y la práctica no son, como suponen los idealistas, causa y efecto.
Tampoco son, como quieren los materialistas, efecto y causa. Son las
ocupaciones de una profesión (Geertz, 1996:103). Esta operatoria posibilita
tensionar las categorías teóricas y la base empírica en tanto que la teoría
se alimenta del campo dando contenido específico a principios abstractos
Los argonautas del pacífico occidental (1973). Posteriormente la expresión “no documentado” es
acuñada por Lévi-Strauss en Antropología Estructural (1977); véase, también, Elsie Rockwell
(1985,1987) quién retoma esta idea como uno de los rasgos más propios de la empresa
etnográfica.
14
Para analizar diferentes perspectivas sobre “lo cotidiano” véase: Heller, 1977; Berger y
Luckmann, 1968; Lechner, 1984, Rockwell, 1987; y Ferrarrotti, 1990.
- 15 -
mientras que contribuye a interpretar los descubrimientos. Ahora bien, el
trabajo de campo exige ciertas condiciones:
o El diálogo intersubjetivo: […] El conocimiento supone una relación de
apertura y de clausura entre conocedor y conocido (Morin, 1995:153)
y de la recuperación del saber de los sujetos,15 de sus
representaciones, ordenamientos e interpretaciones en el marco de
relaciones conceptualmente jerarquizadas por el investigador.
o La presencia del investigador in situ donde se producen los
fenómenos y las interacciones.
o La flexibilidad que permite: […] advertir lo imprevisible, lo que para
uno “no tiene sentido” inicialmente (Guber, 2001:17).
o El anonimato como resguardo ético de los sujetos de la
investigación.
La construcción artesanal de conocimiento: ya hemos anticipado que
concebimos al análisis no como una etapa final del proceso de
investigación sino como una acción puesta en juego desde el mismo
momento en que se formulan los interrogantes iniciales y se delimita el
recorte problemático. Es esta práctica analítica artesanal la que permite
construir y ordenar los datos de modo de presentar la mayor cantidad de
“detalles”; y la dinámica medular en este campo es el seguimiento de
15
Suscribimos aquí a la idea desarrollada por Foucault en torno al concepto de saberes. El autor
diferencia, de un lado, saberes sometidos […] contenidos históricos que fueron sepultados o
enmascarados dentro de coherencias funcionales o sistematizaciones formales […] y, de otro lado,
[…] toda una serie de saberes que habían sido descalificados como no competentes o
insuficientemente elaborados: saberes ingenuos, jerárquicamente inferiores, por debajo del nivel
de conocimiento o cientificidad requerido; […] el saber de la gente (y que no es propiamente un
saber común, un buen sentido, sino un saber particular, local, regional, un saber diferencial incapaz
de unanimidad y que sólo debe su fuerza a la dureza que lo opone a todo lo que lo circunda)
(1992: 21).
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huellas e indicios que permiten ir conjeturando y volviendo a conjeturar
hasta saturar la información y la descripción. 16
La validación: es una dimensión fundamental del proceso y contamos con
una serie de mecanismos y estrategias para ello tales como la triangulación
(metáfora que proviene de la navegación) y el contrachequeo bajo las
condiciones que posibilita investigación (de información de diferentes
fuentes, de puntos de vistas de los informantes, de contradicciones de un
mismo informante, de contraste entre el discurso y las prácticas).
La elaboración de un informe a la manera de una “descripción densa”, tal
como lo sugiere Geertz (1987); en tanto documentos descriptivos-teóricos.
[…] Un texto se elabora con una maraña de hilos. Es fruto de lecturas anteriores
y de la investigación. Puedo tejer con pocos hilos: mi tela quedará entonces algo
empobrecida, monocromática. Cuando junto colores y espesores diferentes,
altero su granulado, su matiz. Una tela rica posee tonalidades y sombras, su
superficie es irregular y rugosa. Los hilos, o mejor, su entrelazamiento, hacen el
resultado final. Cuando escribimos, trabajamos con un conjunto de ovillos a
16
Una referencia importante a este respecto es la de “paradigma indiciario” que recupera el
historiador italiano Carlo Ginzburg a finales de los setenta. Evocaba, así, una forma de aventurar el
conocimiento de aspectos particulares sin recurrir a predicciones ni a leyes generales; e inspirado
en el paradigma de los indicios al que recurrían los cazadores primitivos. Por su parte, Sebeok y
Umiker-Sebeok (1980) retoman la analogía entre investigación y práctica detectivesca apoyada en
las presunciones del fundador de la semiótica, Charles S. Pierce (1839-1914).
- 17 -
nuestra disposición. Está claro que siempre existe el riesgo de perderse en la
búsqueda de esas referencias textiles. Por eso se impone una selección juiciosa,
se trabaja con un número limitado de ovillos. La escritura es el resultado de una
costura, de la conjunción entre la aguja y los hilos, la problemática teórica y los
datos (Renato Ortiz, 2004:14).
Hay que subrayar, también, que los datos no están disponibles frente a nosotros
para ser recogidos y procesados sino que se construyen. Y ¿cómo se
construyen?, a través de un encuadre teórico y analítico y de las estrategias
metodológicas de que disponemos. Ello es válido tanto para la investigación
cualitativa como para la cuantitativa; aunque en el primer caso la indagación se
focalice en la diversidad de significados y sentidos sociales y, en el segundo, en la
búsqueda de regularidades.
Tal como expresa Rockwell (2009) el gran dilema de las investigaciones (en
particular las etnográficas) es qué hacer con el gran caudal de informaciones y
- 18 -
materiales que resultan del trabajo de campo; es decir cómo analizar ese material
desde las primeras construcciones de datos; sostiene, así, lo siguiente:
- 19 -
[…] una representación coherente de lo que piensan y dicen los nativos, de
modo que esa “descripción” no es ni el mundo de los nativos, ni cómo es el
mundo para ellos, sino una conclusión interpretativa que elabora el investigador
(Geertz, 1987: 15).
Este proceso comunicativo que excede las fronteras del escritorio e incluso de la
circulación académica es lo que llamamos comúnmente “devolución”; y como todo
17
Utilizamos la expresión “incomodidades”, en lugar de “obstáculos”, porque resulta más flexible y
refleja mejor un aspecto de la situación de campo que generalmente logra superarse.
- 20 -
proceso comunicativo no está exento de interferencias. Hay que distinguir, de
todas maneras, los estilos de informe de investigación que serán delineados de
acuerdo con el sentido dado al trabajo, con los objetivos y con la demanda de los
interlocutores y las audiencias. Asimismo, hay que diferenciar cuando lo que se
devuelve es un texto sistematizado (informe final) que cuando se solicita el acceso
a los registros de campo; si bien no es muy frecuente, puede suceder y hay que
brindar una respuesta. En ambos casos la demanda puede estar inspirada en
sospechas o puede obedecer a la intención de aprovechar la sistematización del
investigador para fines diversos. De todas maneras, y ateniéndonos a la
imposibilidad de generalizar los procedimientos, hay que tomar los recaudos
necesarios para no obstaculizar las relaciones de campo y para que el
conocimiento tenga una circulación productiva en los contextos interesados. En lo
que respecta al acceso a los registros, para que ello sea posible es necesario
“limpiarlos”, en sentido estricto, de críticas o juicios de valor. El registro tiene que
respetar lo más posible la textualidad de la situación registrada (se trate de
observaciones o de entrevistas), sin perder las valoraciones (anotacionaciones
como el diario de campo están al servicio de ello) que nutren la interpretación
diferida.
- 21 -
recetas sino a dar cuenta de una cierta direccionalidad puesta en acto y a
elaboraciones acorde con ella. Tampoco conduce a invisibilizar las incomodidades
que se han presentado en el camino sino, por el contrario, a explicitarlas; porque
ellas devienen, justamente, de las particularidades que identifican a esta práctica
asociada con la pretensión de avanzar sobre la “intimidad” de los “otros” en sus
entornos con una presencia prolongada, a la fruición por los detalles, al dialogo y a
la interrogación en ocasiones interpretada como invasiva (Bloj, 2004).
A principios del año 2002 nos integramos a las situaciones de campo: primero en
las “Asambleas Barriales y Populares” y más tarde en el programa “Presupuesto
Participativo” del Municipio de Rosario. En cada contexto se estableció un
contacto directo y sostenido con los informantes y con sus prácticas. Asimismo se
- 22 -
fueron tramando vínculos más ocasionales, se podría decir, de acuerdo con las
oportunidades que se fueron presentando a lo largo del proceso.
- 23 -
IV. 1. Hacia el “problema” y la construcción del campo empírico
El “tema” (esa tela en blanco, enunciado vasto) se nos presentó con cierta
inmediatez ya que nos convocaban las evidentes transformaciones que venían
sufriendo las condiciones de ciudadanía y la crisis de representación política que
sacudía al país y que había eclosionado hacia finales del 2001. A partir de aquí
comenzamos a problematizar con miras a encontrar un “matiz de problematicidad”
(Mancuso, 1999) que singularizara nuestro planteo del problema; porque el tema
está lejos de ser un problema en sentido metodológico. La acción de preguntar (nos)
fue la herramienta fundamental para acotar la vastedad del tema; esta mediación
permitió el pasaje hacia el problema así como la elaboración de los objetivos de
conocimiento. El proceso de lectura, bibliográfica y de antecedentes no sólo
contribuyó a la elaboración de un “estado de la cuestión” actualizado sino a delinear
la propia direccionalidad teórica. Una primera dificultad con que nos topamos fue
la escasa tradición de los estudios sobre ciudadanía, categoría medular de la
18
“Problematizar” quiere significar también “desnaturalizar” o “descotidianizar”.
- 24 -
investigación, en el campo antropológico lo cual condujo a explorar otras
disciplinas afines (particularmente la filosofía política y la ciencia política). Esta
situación, muy recurrente en los estudios sociales, obliga a realizar un esfuerzo
adicional de familiarización con otros saberes y abordajes metodológicos, incluso
dentro del cualitativismo.
Una vez definidos ciertos ejes e interrogantes ordenadores, aquellos que decimos
disparan una investigación, quedaba responder a tres cuestiones muy sencillas de
enunciar pero no siempre de resolver: ¿dónde?, ¿con quiénes? y ¿qué tipo de
relaciones pretendíamos jerarquizar en el análisis? Estas decisiones permitieron
construir, preliminarmente, el problema y el “campo” empírico que siguiendo a
Rockwell:
19
Rockwell da como ejemplo el estudio de la situación escolar donde se presentan varias unidades
de análisis: la clase, la escuela, la historia del maestro, o las asambleas de docentes. Las unidades
de información son los sujetos que interactúan en estos entornos así como las diversas fuentes
que se detectan en cada estudio (1987:28).
- 25 -
Tenemos entonces que, en el contexto de la crisis argentina y de la emergencia de
un conjunto de experiencias de ejercicio ciudadano que apelaban a una práctica
democrática directa, la investigación se situó alrededor de los dos casos de
estudio mencionado tras la presunción de que resultarían emblemáticos de esos
tiempos: las “Asambleas Barriales y Populares” y del programa “Presupuesto
Participativo”. El primero por la novedad que introducía su plataforma discursiva20
y por la alta participación que convocaba y visibilidad en el espacio público de
sectores, hecho poco frecuente tratándose de un movimiento social. El segundo,
porque se ponía en marcha, desde el Estado local, una iniciativa que aspiraba a
restituir el descrédito que sufría esfera política proponiendo una vía para la re-
vinculación con la sociedad civil. El nexo entre estas dos experiencias resultaba
sugerente: la contemporaneidad, la mecánica de toma de decisiones a través de
asambleas (aunque con particularidades bien definidas), el ejercicio de una
democracia directa. Muy prontamente las disputas por los significantes y la
participación política se hicieron sentir.
20
Hablamos de “plataforma discursiva” o “campo discursivo” en tanto resultado de toda práctica
articulatoria (lingüística y extralingüística) que permite configurar sentidos y organizar las relaciones
sociales y políticas; como superficie en la cual todo objeto o práctica se constituye como discurso
(Laclau y Mouffe, 1987).
- 26 -
todas maneras, aunque de manera menos sistemática, en el transcurso del año
2004 se siguieron realizando entrevistas en profundidad y se registró un gran
caudal de información a través del seguimiento de foros y debates que tenían
lugar en Internet y que conectaron por bastante tiempo más a diferentes sectores
vinculados con el movimiento. Esta fuente permitió una productiva triangulación y
el contraquecheo con las informaciones construidas de primera mano. El espacio
de referencia principal para la observación participante fue la “Asamblea de la
Plaza” que funcionaba en el ejido central de la ciudad; territorio cercano a la propia
residencia por lo que se participó en calidad de investigadora y de vecina. Esta
doble condición hizo posible que en determinados momentos se realizara una
observación participante y en otras la observación con participación. Cabe señalar,
también, que el trabajo de campo también se extendió a otras asambleas de la
ciudad de Rosario e incluso del país.
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Un aspecto a destacar, en atención a los ámbitos y segmentos poblacionales
involucrados, es que el trabajo de campo tuvo lugar en espacios de sociabilidad
“cercanos” al propio cotidiano. Circulaban, así, en las asambleas y en el PP
sujetos y colectivos sociales con experiencias y trayectorias “familiares”
(profesores y estudiantes universitarios, profesionales, activistas del campo social,
sectores de la cultura, militantes políticos activos y ex militantes, venidos);
además, un número considerable de cientistas sociales se daban cita para dar
cuenta de estos procesos emergentes que despertaban grandes inquietudes y
expectativas. Ello planteó ciertos desafíos a la reflexividad, amén de que de en la
crisis político-institucional que sacudía al país ningún ciudadano quedaba afuera
compromisos, emociones beligerantes e identificaciones con un “nosotros” que se
configuró en oposición al poder político, a los partidos y a los canales clásicos de
representación. Por tanto, además de los controles epistemológicos
consubstanciales a toda investigación, navegar en estas aguas implicó un
esfuerzo adicional de “descotidianizar” y de lidiar con ciertas incomodidades
producto de la “vecindad”; aunque, en ocasiones, también resultó beneficioso
contar con redes asociativas previas.
21
La entrevista, esa interrelación que se funda en la escucha “activa y metódica” que obliga al
investigador a darle continuidad “natural” a esa conversación al tiempo que no perder de vista la
“línea” teórica (Bourdieu, 1999).
- 28 -
encuentros zonales, ferias artesanales, actividades culturales) pero que no tenían
la misma regularidad que los encuentros semanales pre-estrablecidos.
En general, los informantes se seleccionaron entre una franja etaria amplia (entre
20 y 70 años). De todo el caudal de material reunido se ha utilizado sólo una parte
intentando equilibrar las voces de varones y mujeres, los roles dentro de los
escenarios de investigación, las generaciones y las trayectorias personales y
sociales. Estas “muestras” se construyeron siguiendo un criterio de significatividad
en relación con el problema de investigación y no desde la lógica de la
representación estadística. Cuando hablamos de significatividad en estudios de
este tenor no estamos haciendo referencia a la búsqueda en cantidad de
propiedades o regularidades sino a la representatividad (de los sujetos
informantes, fenómenos, eventos a observar, etc.) respecto del planteamiento del
problema y los ejes analíticos.
- 29 -
El espacio virtual ha constituido una herramienta fundamental de comunicación y
mantenimiento de estas redes sociales, incluso, hasta la actualidad.22 En el caso
del Presupuesto Participativo, la documentación disponible está relacionada sobre
todo con el material elaborado por el Municipio (ordenanzas municipales,
información presupuestaria, proyectos aprobados anualmente, documentación
sobre distritos descentralizados, información en la página oficial).
22
Hasta la fecha sigue vigente el grupo de contactos <asamblea_plaza_cooperacion> a través del
cual se sigue informando sobre conflictos que afectan a diferentes colectivos sociales de la ciudad
de Rosario y sobre problemáticas de escala nacional y mundial; manteniendo el tenor crítico hacia
la clase política.
- 30 -
sus propios colegas por “salirse del camino” o por estar a riesgo de volverse una
de aquellas mujeres objeto de estudio.
Hay que distinguir, sin embargo, entre las sospechas que se generaron en el
contexto del movimiento asambleario y en el presupuesto participativo. Hemos
considerado tres cuestiones intrínsecamente relacionadas para situar estar
diferenciación: la coyuntura social en que nos encontró investigando, el proceso
desencadenado en cada estudio y el estilo de inserción del investigador. En el
caso de las asambleas barriales, el clima de crispación social reinante de cuando
comenzamos la investigación explica en gran medida el alerta que manifestaban
los asambleístas frente a lo que denominaban posibles situaciones de “espionaje”,
tanto por parte de militantes políticos encubiertos que pretendiendo independencia
de los partidos se orientaban a cooptar los espacios como de eventuales enviados
del poder local, en los propios términos que circulaban para entonces. No sin
razón, se advirtieron muy tempranamente los intentos del poder local de
capitalizar/neutralizar la experiencia asamblearia barrial en favor de las asambleas
del PP que empezaban a despuntar. Quienes participábamos como
investigadores/vecinos23 en más de una ocasión fuimos interpelados y obligados a
dar cuenta de las intenciones que motivaban nuestra presencia en el lugar. Parte
de la ética de trabajo, a la par de preservar el anonimato de quienes colaboran con
nuestras investigaciones, es explicitar claramente nuestro rol; en este sentido, en
23
Categoría que acuñamos para dar cuenta de este doblez identitario del cual era difícil
substraerse, cuanto menos en las representaciones del resto de los asambleístas.
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la medida que fue solicitado fuimos planteando el interés de investigación que nos
impulsaba y explicando las condiciones de producción que requería un registro
mas o menos permanente de las situaciones y la necesidad de “tomar notas”.
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