ADMINISTRATIVO RESUMEN PARA FINAL Baggio
ADMINISTRATIVO RESUMEN PARA FINAL Baggio
ADMINISTRATIVO RESUMEN PARA FINAL Baggio
etunia Pastor
23 de noviembre a las 10:18
temas a estudiar si o si para adm, desde 2012 hasta ahora toma esto:
entes reguladores
licitación pública y sus ppios, fracaso y extinción, etc
servicio público, todo
contrato adm, concepto y potestades de la adm - ius variandi y potestad revocatoria
revocación del acto por ilegitimidad, por irregularidad, resp extracontractual
todos los recursos, concepto, cuándo proceden, ante quién, etc
acto adm y sus elementos, saneamiento, condición instrumental, consecuencias
la jerarquía y la competencia como ppios
régimen exhorbitante
reglamentos delegados, de necesdad y urgencia, de ejecución
función adm y criterios
la mutabilidad del contrato adm
entidad autárquica
la expropiación
vista de las actuaciones adm
ppios de legitimidad y de ejecutoriedad
contrato adm y dif con el civil
reclamo adm previo, rec jur y concepto
relaciones interorgánicas e interadministrativas
actos de alcance gral y particular
der subj e interés legítimo
responsabilidad del estado por omisión
vía de hecho adm
modos normales y anormales de terminación del procedim adm
centralización y descentralización
activ adm jurisdiccional y jurisprudencia
ppios grales del procedim adm
activ reglada y discrecional de la adm
entidades autárquicas
delegación legislativa
funciones del estado
función jurisdiccional de la adm pública
nulidad absoluta y nulidad relativa
BOLILLA 1
El criterio objetivo o material: Considera el contenido del acto sin reparar en el órgano que lo cum-
ple, reconociendo las actividades materialmente administrativas no sólo del Poder Ejecutivo, sino
también de los órganos legislativo y judicial. Las notas que caracterizan a la Administración son fun-
damentalmente la concreción, inmediatez y continuidad. Algunos autores añaden una actividad
práctica y normalmente espontánea. En el aspecto finalista, debe orientarse en la realización del
bien común. Deben excluirse de la noción de función administrativa en sentido material todas
En consecuencia, la función administrativa en sentido material, puede ser definida como aquella ac -
tividad que en forma inmediata, permanente, concreta, práctica y normalmente espontánea desa-
rrollan los órganos estatales para alcanzar el bien común, conforme a regímenes jurídicos de dere-
cho público.
Otras teorías: existen otras posturas, como la llamada concepción residual, para la cual laAdminis-
tración era toda aquella actividad que restaba luego de excluir a las funciones legislativa y jurisdic-
cional. Otra teoría sostiene que como la función administrativa no se realiza por ningún órgano en
forma excluyente y dado que no se le reconoce un contenido propio que la tipifique, ella debe defi -
nirse como toda la actividad que desarrollan los órganos administrativos y la actividad que realizan
los órganos legislativos y jurisdiccionales, excluidos respectivamente los hechos y los actos material-
mente legislativos y jurisdiccionales.
Función jurisdiccional: los integrantes de la Administración pública (p.ej.: entes regulatorios) pue-
den realizar la función jurisdiccional bajo ciertas circunstancias, y el Poder Judicial puede controlarla
a través del “control judicial suficiente”.
Según algunos autores, el art 109 de la Constitución Nacional no prohíbe a la administración ejer-
cer funciones jurisdiccionales, lo que este artículo prohíbe son las funciones judiciales, no las juris-
diccionales. Es decir que dentro de la función jurisdiccional habría 2 especies: judicial y administra-
tiva. Entonces, se infiere que excepcionalmente la administración pública puede ejercer funciones
jurisdiccionales en causas contencioso-administrativas, pero siempre dentro de ciertos límites:
Requisitos:
a. Reconocimiento a los litigantes del derecho a interponer recurso ante los jueces ordina-
rios;
b. Negación a los tribunales administrativos de la potestad de dictar resoluciones finales en
cuanto a los hechos y al derecho controvertidos, con excepción de los supuestos en que,
existiendo opción legal, los interesados hubiesen elegido la vía administrativa, privándose
voluntariamente de la judicial".
3. El régimen exorbitante como nota peculiar del Derecho Público. Contenido del régimen exorbi-
tante: Las prerrogativas de la administración. Las garantías del administrado: clasificación y
enumeración. Tratamiento en la Ley 19.549.
El régimen administrativo es exorbitante del derecho privado (excede su órbita) porque está com-
puesto por las potestades o prerrogativas del poder público: poderes o facultades especiales utili-
zados para satisfacer inmediatamente el bien común; y las garantías de los particulares o adminis-
trados: creadas para contrarrestar, de algún modo, ese poder del Estado, con el interés privado
(ej.: garantía de igualdad, de propiedad, principio de legalidad, etc.). La denominación de régimen
exorbitante se mantiene sólo en un sentido convencional que ya no responde a su significado ori-
ginario, pues su contenido se integra, además de las prerrogativas de poder público, con las garan-
tías que el ordenamiento jurídico instituye a favor de los particulares para compensar el poder es -
tatal y armonizar los derechos individuales con los intereses públicos que persigue el Estado, cuya
concreción está a cargo de la Administración Pública. De este modo, el régimen exorbitante se
configura como el sistema propio y típico del derecho administrativo.
- Debido proceso adjetivo (art. 1 inc. f). Este principio se relaciona con la garantía de defensa en
juicio y contiene una serie de formas procesales cuyo fin es proteger el bien común sin violar in -
tereses de los particulares:
1. Derecho a ser oído: la Administración no puede decidir (es decir emitir el acto) sin antes es-
cuchar a la parte interesada (por medio de pruebas o alegatos) o sin darle la posibilidad de
expresarse sobre el mérito de la decisión (a través de recursos y reclamos).
2. Derecho a ofrecer y producir pruebas: la finalidad es descubrir la veracidad de los hechos
que hacen a la cuestión planteada. Tanto el particular como la Administración (de oficio) tie-
nen derecho a ofrecer y producir las que crean convenientes (ya sean pericial, documental,
testimonial, etc.). La Administración solamente podrá negarse a hacer efectiva la prueba
ofrecida por el particular, cuando esta sea claramente irrazonable (debiendo fundamentar
su rechazo).
3. Derecho a una decisión fundada: la decisión que tome la Administración debe expresar los
fundamentos de la emisión del acto, debiendo ser fundada, a fin de resolver todas las pre-
tensiones de las partes (ya que se aplica el principio de congruencia).
- Gratuidad del procedimiento. Salvo que una norma exprese lo contrario, el procedimiento es
gratuito (no hay condena en costas, ni tasas o impuestos) y el particular no está obligado a ha -
cerse representar profesionalmente por un abogado (salvo cuando se debatan cuestiones jurídi-
cas) para que todos los afectados tengan la posibilidad de reclamar sin que la falta de dinero o
de abogado sea un impedimento.
- Sencillez, rapidez y eficacia del procedimiento (art. 1 Inc. b y 5 del reglamento). A través de este
principio se quiere lograr usar el tiempo y los medios de la mejor manera posible a través de di-
ferentes facultades dadas a la Administración.
4. La potestad rescisoria: Otra de las singularidades que caracterizan a los contratos administra-
tivos y a sus modos de ejecución, es la presencia en ellos de otra potestad de la administra-
ción pública, en virtud de la cual ésta tiene la prerrogativa de disponer, en todo momento y
de manera unilateral, la rescisión de esos contratos.
Se trata de una potestad exorbitante del derecho privado, y que encuentra también su
fundamento en la finalidad esencial de los contratos administrativos y, en general, de todo
el accionar administrativo, es decir, en las exigencias del interés público.
Frente a este principio hay a favor del contratista las siguientes figuras jurídicas:
a) Doctrina del derecho del príncipe: Existen casos en que el Estado indirectamente influye en
romper la ecuación del contrato para un interés general. En esta situación el contratista tiene
derecho a pedir la resolución del contrato. El hecho del príncipe: caso fortuito, fuerza mayor o
acto de autoridad.
b) Teoría de la imprevisión: Se supone que hay una alteración de la ecuación financiera del con-
trato sin ponerlo en caso de incumplimiento, lo cumple en forma mas onerosa, esto ocurre
por causas posteriores al contrato, deben haber sido imprevisibles, deben ser por situaciones
ajenas a las partes. Se indemniza al particular en forma equivalente a la alteración de la ecua-
ción financiera (en Chile se acepta esta teoría).
c) Teoría de la fuerza mayor o caso fortuito: Las cosas perecen para su dueño, pero cuando con -
curre un hecho imprevisto sin culpa de la parte que lo invoca hay una situación diversa. La
teoría de los riesgos en la licitación se debería incumplir el contrato, pero no se puede hacer
por interés público. Se da un derecho de indemnización al particular. Si el caso fortuito o fuer-
za mayor fuera de cargo del contratista este tomaría un seguro y carga al seguro a la licitación.
BOLILLA 2 - BOLILLA 3
Esta clase de reglamentos se halla constituida por aquellas normas generales que dicta el Poder Eje-
cutivo y, en general, la Administración sobre materias que pertenecen a su zona de reserva. En su
dictado, el gobierno y la Administración no aplican una ley, sino que directamente interpretan y
aplican la Constitución.
Otra corriente doctrinaria sostiene la ausencia de una zona de reserva de la Administración: inter -
preta que la competencia para dictar reglamentos autónomos desaparece si el Congreso decide re-
glar las instituciones, teniendo el Poder Legislativo amplias facultades, dado que el artículo 75, inci-
so 32 CN lo faculta a hacer todas las leyes y reglamentos que sean convenientes para poner en ejer-
Para los sostenedores de la “zona de reserva” la citada disposición constitucional no puede invocar-
se para facultar al Congreso a dictar normas sobre materias claramente atribuidas por la Constitu -
ción al Poder Ejecutivo.
Reglamentos de Ejecución: son los que dicta el Poder Ejecutivo en ejercicio de facultades normati-
vas propias, para asegurar o facilitar la aplicación o ejecución de las leyes, llevando o regulando de -
talles necesarios para un mejor cumplimiento de las leyes y de las finalidades que se propuso el le-
gislador.
Se trata de una actividad normativa secundaria respecto de la actividad primaria que es la ley. Las
normas reglamentarias integran la ley, siendo castigada su violación con las sanciones previstas
para el caso de incumplimiento de ésta.
En el orden nacional, la Constitución (art. 99, inc. 2) establece que corresponde al Presidente de la
Nación expedir las instrucciones y reglamentos que sean necesarios para la ejecución de las leyes
de la Nación, cuidando de no alterar su espíritu con excepciones reglamentarias.
Sólo pueden reglamentarse aquellas leyes cuya aplicación corresponde al Poder Ejecutivo. Las nor-
mas de derecho privado son aplicadas directamente por los particulares, correspondiendo su apli-
cación en caso de controversia a los tribunales federales, nacionales o provinciales; en consecuen-
cia, el Poder Ejecutivo carece de competencia para reglamentar las disposiciones de los Códigos Ci-
vil o Comercial, con excepción de los aspectos donde su aplicación le ha sido encomendada (inscrip -
ciones de operaciones inmobiliarias o de actos registrables en general, etc.).
La reglamentación de una ley no puede prescribir cargas u obligaciones que por su naturaleza sólo
puedan ser dispuestas por la ley en sentido formal.
7. Desarrolle los requisitos sustanciales y formales de validez y los límites y control con relación a
los reglamentos de necesidad y urgencia.
El art. 99, inc. 3 CN establece que el Poder Ejecutivo no puede dictar disposiciones de carácter legis-
lativo, siguiendo así la teoría de Montesquieu de la división y control recíproco entre poderes. Pero
también da excepciones a ese principio general de división de poderes: el Poder Ejecutivo podrá
dictar reglamentos de necesidad y urgencia ante casos excepcionales en los que fuera imposible
aplicar el mecanismo de la Constitución Nacional para sancionar leyes (es decir que existan razones
Respuestas a exámenes – DERECHO ADMINISTRATIVO
de necesidad y urgencia) y siempre que los temas de esos reglamentos no sean sobre materia pe -
nal, tributaria, electoral, de partidos políticos.
Requisitos:
Concepto: reglamentos delegados, habilitados o de integración son los actos de alcance general
normativo dictados por el Poder Ejecutivo o, eventualmente, por otro órgano de la Administración
Pública, sobre materias propias de la competencia del Congreso, con base en la autorización previa-
mente acordada por éste mediante una ley formal.
Como excepción a la prohibición, se habilita una delegación circunscripta a ciertas materias y a una
situación y, en ambos casos, ejercitable con arreglo a límites materiales y temporales.
Régimen jurídico establecido por la ley 26.122: esta ley regula el trámite y los alcances de la inter-
vención del Congreso respecto de los decretos de necesidad y urgencia, decretos delegados y la
promulgación parcial de leyes, reglamentando la Comisión Bicameral Permanente. Esta Comisión
está integrada por 8 diputados y 8 senadores, designados por el Presidente de sus respectivas Cá-
Art. 11: Las bases a las cuales debe sujetarse el poder delegado no pueden ser objeto de reglamen-
tación por el Poder Ejecutivo.
Art. 12: El Poder Ejecutivo, dentro de los diez días de dictado un decreto de delegación legislativa lo
someterá a consideración de la Comisión Bicameral Permanente.
Concepto: son los que dicta el Poder Ejecutivo en los casos autorizados por la Constitución Nacio-
nal, sin que medie autorización o habilitación legislativa, para regular materias que son propias del
legislador.
Régimen jurídico en la CN. El art 99 establece las atribuciones del Poder Ejecutivo.
Art. 99 inc.3: (El Presidente) Participa de la formación de las leyes con arreglo a la Constitución, las
promulga y hace publicar.
El Poder Ejecutivo no podrá en ningún caso bajo pena de nulidad absoluta e insanable, emitir dispo-
siciones de carácter legislativo. Solamente cuando circunstancias excepcionales hicieran imposible
seguir los trámites ordinarios previstos por esta Constitución para la sanción de las leyes, y no se
trate de normas que regulen materia penal, tributaria, electoral o el régimen de los partidos políti-
cos, podrá dictar decretos por razones de necesidad y urgencia, los que serán decididos en acuerdo
general de ministros que deberán refrendarlos, conjuntamente con el jefe de gabinete de ministros.
El jefe de gabinete de ministros personalmente y dentro de los diez días someterá la medida a con -
sideración de la Comisión Bicameral Permanente, cuya composición deberá respetar la proporción
de las representaciones políticas de cada Cámara. Esta comisión elevará su despacho en un plazo de
diez días al plenario de cada Cámara para su expreso tratamiento, el que de inmediato considera -
rán las Cámaras. Una ley especial sancionada con la mayoría absoluta de la totalidad de los miem -
bros de cada Cámara regulará el trámite y los alcances de la intervención del Congreso.
Régimen jurídico establecido por la ley 26.122: esta ley regula el trámite y los alcances de la inter-
vención del Congreso respecto de los decretos de necesidad y urgencia, decretos delegados y la
promulgación parcial de leyes, reglamentando la Comisión Bicameral Permanente. Esta Comisión
está integrada por 8 diputados y 8 senadores, designados por el Presidente de sus respectivas Cá-
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Art. 10: La Comisión Bicameral Permanente debe expedirse acerca de la validez o invalidez del de-
creto y elevar el dictamen al plenario de cada Cámara para su expreso tratamiento.
El dictamen debe pronunciarse expresamente sobre la adecuación del decreto a los requisitos for-
males y sustanciales establecidos constitucionalmente para su dictado.
Para emitir dictamen, la Comisión Bicameral Permanente puede consultar a las comisiones perma-
nentes competentes en función de la materia.
Art. 17: Los decretos a que se refiere esta ley dictados por el Poder Ejecutivo en base a las atribucio-
nes conferidas por los artículos 76, 99, inciso 3, y 80 de la Constitución Nacional, tienen plena vigen -
cia de conformidad a lo establecido en el artículo 2º del Código Civil.
Art. 18: En caso de que el Jefe de Gabinete no remita en el plazo establecido a la Comisión Bica-
meral Permanente los decretos que reglamenta esta ley, dicha Comisión se abocará de oficio a su
tratamiento. Para ello, el plazo de diez días hábiles para dictaminar, se contará a partir del venci -
miento del término establecido para la presentación del Jefe de Gabinete.
Art. 19: La Comisión Bicameral Permanente tiene un plazo de diez días hábiles contados desde la
presentación efectuada por el Jefe de Gabinete, para expedirse acerca del decreto sometido a su
consideración y elevar el dictamen al plenario de cada una de las Cámaras. El dictamen de la Co-
misión debe cumplir con los contenidos mínimos establecidos, según el decreto de que se trate,
en los Capítulos I, II, III del presente Título.
Art. 20: Vencido el plazo a que hace referencia el artículo anterior sin que la Comisión Bicameral
Permanente haya elevado el correspondiente despacho, las Cámaras se abocarán al expreso e in-
mediato tratamiento del decreto de que se trate de conformidad con lo establecido en los artícu-
los 99, inciso 3 y 82 de la Constitución Nacional.
Art. 21: Elevado por la Comisión el dictamen al plenario de ambas Cámaras, éstas deben darle in-
mediato y expreso tratamiento.
Art. 22: Las Cámaras se pronuncian mediante sendas resoluciones. El rechazo o aprobación de los
decretos deberá ser expreso conforme lo establecido en el artículo 82 de la Constitución Nacional.
Cada Cámara comunicará a la otra su pronunciamiento de forma inmediata.
Art. 24: El rechazo por ambas Cámaras del Congreso del decreto de que se trate implica su dero-
gación de acuerdo a lo que establece el artículo 2º del Código Civil, quedando a salvo los derechos
adquiridos durante su vigencia.
Art. 25: Las disposiciones de esta ley y el curso de los procedimientos en ella establecidos, no obs-
tan al ejercicio de las potestades ordinarias del Congreso relativas a la derogación de normas de
carácter legislativo emitidas por el Poder Ejecutivo.
Art. 26: Las resoluciones de las Cámaras que aprueben o rechacen el decreto de que se trate, en
los supuestos previstos en esta ley, serán comunicadas por su presidente al Poder Ejecutivo para
su inmediata publicación en el Boletín Oficial.
a) Una alta dosis de insinceridad jurídica en el encuadre otorgado por el Alto Tribunal de la Na -
ción, a través de sus diversos pronunciamientos sobre el tema, a la realidad legislativa y regla -
mentaria que en estos debió juzgar, constituida, en rigor, por auténticas, propias y verdaderas
delegaciones en el sentido que antes indicamos;
b) Una consecuente resistencia a llamar las cosas -las delegaciones que debía juzgar- por su
nombre y, a partir de esa resistencia, el empleo de eufemismos (delegación impropia) dirigi-
dos a encubrir la realidad que con sus fallos legitimaba; y
BOLILLA 4
11. Actividad reglada, discrecional y conceptos jurídicos indeterminados. Conceptos y alcance del
control judicial.
En función de la forma en que se la regula, la función administrativa puede ser reglada o discrecio -
nal.
Actividad reglada: Cuando una norma jurídica predetermina la conducta que el órgano administrati-
vo debe observar, se dice que su actividad es reglada. En este caso, el órgano no puede apartarse
de lo que las normas le indican. Aquí, las normas fijan lo que deben hacer los órganos administrati -
vos: dada una situación de hecho corresponde dictar tal acto administrativo. Un ejemplo típico lo
brinda el derecho jubilatorio, cuyas normas establecen minuciosamente cuáles son los beneficios
que corresponden a los afiliados según sus respectivas situaciones.
Actividad discrecional: Cuando el órgano puede decidir, según su leal saber y entender, si debe ac-
tuar o no y, en caso afirmativo, qué medidas adoptar, se dice que su actividad es discrecional. La
discrecionalidad es una libertad, más o menos limitada, de apreciación del interés público a fin de
valorar la oportunidad de la acción y de su contenido. La discrecionalidad es la libertad que el orden
jurídico da a la Administración para la elección oportuna y eficaz de los medios y el momento de su
actividad, dentro de los fines de la ley.
Conceptos jurídicos indeterminados: La ley regula toda la actividad administrativa, aunque tal regu-
lación puede hacerse de una manera precisamente determinada o elásticamente indeterminada.
Alcances del control judicial: el Poder Judicial puede revisar el ejercicio de las facultades regladas y
también si se han transgredido o no los límites a las facultades discrecionales, salvo que haya una
norma legal que lo excluya.
El juez controla en sentido amplio la legitimidad del acto administrativo en cualquiera de sus aspec-
tos, sea como ejercicio de facultad reglada o como ejercicio de facultad discrecional; pero no podrá,
sin embargo, anular un acto por considerarlo meramente inoportuno o inconveniente: sólo cuando
lo estime ilegítimo puede hacerlo. La administración, en cambio, puede revocar sus propios actos
tanto si los considera ilegítimos como si los reputa meramente inconvenientes; a ella no la limita el
mismo principio que rige la revisión judicial.
Respuestas a exámenes – DERECHO ADMINISTRATIVO
BOLILLA 5 - BOLILLA 6
El CC, art. 30 determina: “son personas todos los entes susceptibles de adquirir derechos y contraer
obligaciones”, condición que les es otorgada por las leyes, y cuya capacidad o incapacidad nace de
esa facultad, que las mismas leyes les conceden o niegan.
Las personas, así entendidas y definidas, pueden ser distinguidas en dos grandes grupos, a saber:
por un lado, las personas de existencia visible o personas naturales, que son todos los seres huma-
nos, sin excepción, cuya existencia comienza desde que han sido concebidas en el seno materno;
por el otro, las personas de existencia ideal o personas morales, que son todos los entes capaces de
adquirir y contraer obligaciones que no son personas de existencia visible, y a las cuales el propio
CC art. 31 llama “personas de existencia ideal” o “personas jurídicas”.
Las personas jurídicas, finalmente, siempre según nuestro CC, pueden ser de carácter público o pri-
vado. Tienen carácter público el Estado nacional, las provincias, y los municipios, las entidades au -
tárquicas, y la Iglesia Católica, mientras que tienen carácter privado, las asociaciones y las fundacio-
nes que tengan por principal objeto el bien común, posean patrimonio propio, sean capaces por sus
Toda la doctrina administrativa coincide en aceptar esa división, que responde, además, a una inne-
gable realidad material, pero las divergencias aparecen cuando se trata de precisar sobre qué crite-
rios o bases conceptuales debe fundarse la diferenciación y consecuentemente, cuáles son las notas
caracterizantes que permiten calificar a una persona jurídica dada como pública o privada.
1) Criterio del origen de la persona jurídica. Este sistema reconoce que son personas jurídicas
públicas las que han sido creadas por el Estado, por cualquiera de los medios viables para ha -
cerlo, mientras que son personas jurídicas privadas aquellas que han sido creadas por los par-
ticulares, aun cuando esa decisión necesite ser aprobada, aceptada, o convalidada por el Esta-
do.
Se ha señalado con razón que este criterio es, en sí mismo, insuficiente, ya que es posible
comprobar la existencia de personas jurídicas públicas que no han sido creadas por el Estado,
y la de entidades que son indudablemente privadas y que, no obstante, han sido originadas
por él.
2) Criterio del fin público. En este sistema se entiende que son personas jurídicas públicas aque-
llas que persiguen un fin público, o, más precisamente, un fin de interés público; y que son
personas jurídicas privadas que sólo tienen en mira la consecución de un mero interés privado
o particular.
La noción del interés público, de tal modo, se constituye en un elemento esencial para la dife-
renciación, y siendo como es una idea de contenido variable, permitirá ir actualizando, en el
tiempo, las bases para su aplicación.
Este es, sin lugar dudas, el método que mejor contribuye a fundar la diferenciación entre una
y otra clase de personas jurídicas, y el que más adhesiones ha recibido.
3) Criterio de las prerrogativas de poder público. Según esta teoría lo que singulariza a las perso-
nas jurídicas públicas es la particularidad de que tienen y ejercen prerrogativas que son pro-
pias del poder público, y que las personas jurídicas privadas, en cambio, no tienen.
Esta solución, tomada aisladamente, no es enteramente satisfactoria, ya que aquí también es
factible comprobar la existencia de personas públicas que no gozan de tales prerrogativas, y
personas privadas que sí las tienen, como ocurre en el caso de concesionarios de servicios pú-
blicos.
4) Criterio del grado de control estatal. En este sistema, el elemento que se toma como base
para distinguir las personas jurídicas públicas de las privadas, es el grado de intensidad del
control o tutela que sobre dichas personas jurídicas ejerce el Estado, el cual, siendo muy in-
Respuestas a exámenes – DERECHO ADMINISTRATIVO
tenso en el supuesto de las personas públicas, tiene mucho menor relieve en el de las perso -
nas privadas.
Dos circunstancias han contribuido a disminuir la importancia de este criterio. Una es la con -
vicción de que el mayor o menor control que sobre las personas jurídicas lleva a cabo el Esta-
do es, en realidad, consecuencia, y no causa, de su caracterización como públicas o privadas;
el otro es el de las dificultades de su aplicación, ya que no se ha logrado precisar debidamente
cuándo el control o tutela son intensos y cuándo menores, lo que torna prácticamente inapli-
cable el sistema, sobre todo en los casos marginales, que son, justamente, los que reclaman
mayor precisión.
5) Criterio del servicio público. Según este sistema, son personas jurídicas públicas sólo aquellas
que tienen a su cargo la prestación de un servicio público.
Como fácil resulta advertirlo, este criterio carece de verdadero asidero, no sólo porque exis-
ten numerosas personas jurídicas públicas que no llevan a cabo la presentación o atención de
servicios de esa clase, sino porque, además, debe considerárselo subsumido dentro del crite-
rio del fin público, del cual sería un resultado parcializado.
En conclusión, se puede aceptar que el criterio del fin público o de interés público es el que mejor
servirá para determinar si una persona jurídica es pública o privada, a lo que contribuirá también
eficazmente la aplicación de los restantes criterios, en cuanto estos últimos servirán para acentuar
o reafirmar la conclusión a que con el otro se hubiera llegado.
Al principio, las personas jurídicas públicas fueron entendidas y calificadas como personas jurídicas
públicas estatales, aceptándose de ese modo un necesario parangón entre ambos conceptos: toda
persona jurídica pública era estatal, y toda persona jurídica estatal era pública, lo cual implicaba,
además su sometimiento prioritario y preponderante al derecho público.
La doctrina destacó la posibilidad de que existieran personas jurídicas públicas estatales, y personas
jurídicas públicas no estatales, que no pertenecen a la colectividad, ni integran la administración
pública, ya sea porque el legislador las creó con ese carácter, ya sea porque su propia naturaleza re -
sulta incompatible con la calidad de estatal, lo cual no impide, sin embargo, que tales personas jurí-
dicas sean públicas y estén regidas, en todo o en gran parte, por el derecho público.
Los criterios propuestos para diferenciar a una y otra clase de personas jurídicas públicas, son los si-
guientes:
1) Sistema de la satisfacción de fines específicos del Estado. Según este criterio, son personas ju -
rídicas públicas estatales aquellas que tienen como objetivo la satisfacción de fines específicos
2) Sistema que atiende al origen del capital de la entidad. Para quienes propugnan este sistema,
la nota que permite diferenciar y clasificar a una persona jurídica pública como estatal o no
estatal es el origen y la composición de su capital. Si éste pertenece o ha sido suministrado ín-
tegramente por el Estado, la entidad es estatal; si el capital pertenece o ha sido suministrado
total o parcialmente por personas privadas, la entidad es no estatal. Se ha señalado, con ra-
zón, que este sistema no suministra un criterio de diferenciación cierto, ya que una u otra for-
ma de integración del capital (total o parcialmente proveniente del Estado o aun totalmente
proveniente de personas privadas) puede darse tanto en el caso de personas jurídicas públi-
cas estatales o no estatales, citándose, en apoyo de esta objeción, la situación de las Cajas Na-
cionales de Previsión.
Todo lo dicho pone de manifiesto que la diferenciación de las personas jurídicas públicas en estata-
les y no estatales, no obstante aparecer como atrayente y fundada, es en realidad bastante confu-
sa, máxime si se considera que los criterios puntualizados para distinguir una y otra clase de entida -
des se superponen o coinciden, en gran parte, con los que se aplican para diferenciar las personas
jurídicas públicas de las privadas, y a los cuales ya nos referimos en el parágrafo anterior.
Es por eso que distintos autores destacan que la distinción no puede fundarse en uno sólo de los
elementos propuestos, sino más bien en varios o en todos ellos, aún cuando esa coincidencia no se
extienda a la determinación de cuáles deben ser ellos.
Dentro de esa tónica, se ha sostenido que las personas jurídicas públicas no estatales presentan los
siguientes caracteres:
14. Condición jurídica y elementos de la entidad autárquica. Clases. Creación: competencia. Régi-
men jurídico de la entidad autárquica. Modificaciones de su status y órgano competente para
disponer la extinción de la entidad.
Las entidades autárquicas son personas jurídicas estatales, exclusivamente administrativas, es de-
cir, entes descentralizados con funciones administrativas o de gestión de servicios públicos. En
otros términos, por entidad autárquica debe entenderse a toda persona jurídica pública estatal, con
aptitud legal para administrarse a sí misma de acuerdo con la norma de su creación, que cumple fi -
nes públicos específicos.
Caracteres. Del concepto precedentemente dado, pueden extraerse los rasgos esenciales de tales
entidades:
- Son personas jurídicas públicas estatales, que integran los cuadros de la Administración Públi-
ca.
- Realizan fines públicos, propios del Estado.
- Su competencia o capacidad jurídica importa la de "administrarse" a sí mismas, conforme a la
norma que las origina, bajo un régimen íntegramente de derecho público.
- Son creadas siempre por el Estado.
Clases. Dentro de la aparente uniformidad del régimen del ente autárquico, cabe distinguir las si -
guientes modalidades:
1. Entidades autárquicas que cumplen funciones administrativas. Tienen por objeto la satisfac-
ción de un fin estatal de orden netamente administrativo. Sería el caso de los llamados entes
regulatorios. También, dentro de esta clasificación, puede citarse la Biblioteca Nacional, de
conformidad con las disposiciones del decr. 1386/96.
a) Autarquías de crédito con intervención empresarial en el proceso económico, más por ac-
ción que por regulación normativa.
Régimen jurídico. No existe en nuestro derecho un régimen jurídico único que establezca las pautas
y principios a que deberán ajustarse la constitución, desarrollo, gestión y extinción de las entidades
autárquicas, razón por la cual en todos los casos debe atenerse, en cuanto a su régimen jurídico, a
lo previsto en la ley o decreto de creación y en el estatuto orgánico del ente.
Los entes autárquicos son siempre personas públicas dotadas de personalidad jurídica propia, que
persiguen un fin público y se rigen íntegramente por el derecho público, emiten actos administrati -
vos, celebran contratos administrativos, sus agentes son públicos y en la generalidad de los casos se
les aplican las leyes de obras públicas, contabilidad y procedimientos administrativos.
Modificación de su status: El status jurídico de una entidad autárquica puede ser modificado. Tal
cambio de situación jurídica no puede disponerlo por sí la propia entidad autárquica, sino que debe
hacerlo única y exclusivamente la misma autoridad que la creó.
Disolución: Las entidades autárquicas pueden ser extinguidas o disueltas. La disolución no puede
ser dispuesta por la propia entidad, pues, aunque todos los entes descentralizados se autoadminis-
tran, la creación y la extinción debe resolver las el órgano que las creó, a menos que, habiendo sido
creadas por el Poder Legislativo, medie a favor del Ejecutivo alguna habilitación legislativa de com-
petencia.
Disuelta la entidad, los bienes, en principio, pasan al Estado, que dispondrá de ellos en la forma es-
tablecida por la legislación.
15. Discusión doctrinaria sobre el órgano competente para la creación de entidades autárquicas.
Respuesta legislativa.
La Constitución no estableció la competencia para crear entidades autárquicas a ninguno de sus ór-
ganos. Esto originó en la doctrina una discusión referente a cuál es el órgano que conserva el poder
o atribución residual para crear una entidad autárquica. Las posturas son:
1. La facultad para disponer la creación del ente autárquico pertenece al Congreso. El principal
argumento que se esgrime a favor de la exigencia de la ley formal para fundar una entidad
autárquica, es que la atribución del Parlamento tiene su apoyo en lo dispuesto en el art. 75,
inc. 20 CN, que estatuye que corresponde al Congreso "crear y suprimir empleos, fijar sus atri-
buciones".
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Por "ley formal" del Congreso de la Nación. La creación del ente descentralizado debe ha -
cerse por ley en los supuestos en que la Constitución Nacional lo exige expresamente. Este
es el caso de creación de las Universidades Nacionales, que debe efectuarse por ley.
Por "decreto" del Poder Ejecutivo. También las entidades autárquicas pueden ser creadas
por decreto del Poder Ejecutivo, por cuanto el presidente de la Nación "es el jefe supremo
de la Nación, jefe del gobierno y responsable político de la administración general del país"
(art. 99, inc. 1, CN).
16. Teorías sobre la atribución de conductas al Estado: teoría del mandato, teoría de la represen-
tación legal; teoría del órgano.
Teoría del mandato: como natural resultado de la influencia del derecho privado, inicialmente se
reconocía que las personas físicas que actuaban como agentes del Estado eran simples mandatarios
de la persona jurídica estatal, la cual, a su vez, era quien había otorgado ese mandato, es decir, era
el mandante. De ese modo, y tal como ocurre en todo mandato, los actos de los agentes estatales
podían ser imputados al Estado y obligarlo.
Sin embargo, a pesar de la aparente corrección y simplicidad de esta explicación, pronto se hizo evi -
dente que ella se fundaba en una contradicción inicial, que fue imposible salvar. En efecto, si el Es-
tado era una personalidad jurídica carente de voluntad y querer propios, no se podía entender có-
mo podía haber otorgado el primer mandato y constituido su primer mandatario, ya que en ese
momento no existía ninguna persona física que pudiera, en su nombre, otorgar aquél acto inicial.
La teoría de la representación se hace pasible de las mismas críticas efectuadas en torno de la teo -
ría del mandato, pues no da razón de cómo puede ser que el Estado, careciendo de voluntad, pudo
haber llegado a designar a sus primeros representantes.
Teoría del órgano: parte del supuesto innegable de que la voluntad es un atributo propio e inheren-
te a las personas físicas, las cuales son las únicas realmente capaces de querer, motivo por el cual,
al disponerse la organización del Estado, se previó qué personas físicas tendrán el encargo de ex-
presar una voluntad que sería imputada al ser colectivo, al Estado. Esas personas son los órganos de
voluntad de la persona colectiva, de la persona jurídica, mediante los cuales ésta puede querer jurí-
dicamente.
El órgano, así entendido, no es un ente extraño a la persona jurídica, ni un sujeto diferente de ella,
sino que, al contrario, forma parte de ella. El órgano nace con la persona jurídica, siendo uno de sus
elementos constitutivos, y es el instrumento o el medio para que exprese su voluntad y actúe.
Jerarquía: Es el vínculo piramidal de la interrelación que guardan los órganos administrativos, en re-
lación de subordinación, coordinación y supraordinación.
La Administración se organiza piramidalmente por vía de diferentes líneas que conducen a un mis-
mo centro. Las líneas jerárquicas son la sucesión de distintos órganos de Administración unidos por
la identidad de la materia, pero diferenciados por la competencia que tienen en esa materia. En ra-
zón de esa diferente competencia ocupan un grado jerárquico.
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Con estos dos principios se responde al qué y al quién en la organización dinámica de la Administra-
ción. Luego el procedimiento administrativo regula el desenvolvimiento de esos órganos en los
asuntos de su competencia según el grado que ocupen en la escala jerárquica, y articula las técnicas
de la revisión por vía de avocaciones, recursos, reclamos y otras modalidades operativas que le in -
corporan el conducto por el que transita la energía y el poder de la organización.
Centralización: importa reunir varias materias en un centro común, e implica necesariamente de-
pendencia de un poder central. Los órganos que integran la Administración guardan entre sí una re-
lación piramidal: convergen hacia una autoridad con quien se enlazan los demás órganos del siste-
ma.
Los órganos no están dotados de personalidad jurídica propia, e independiente de la personalidad
jurídica estatal. Por el contrario, esos órganos se agrupan respecto de otros, se enlazan y unifican
para la acción en situación de dependencia y subordinación, manteniendo entre sí una estricta rela-
ción jerárquica con diversos grados y niveles, pero siempre respetando las instrucciones y directivas
que imparte el órgano superior, generalmente el jefe de Estado. El ejemplo típico es el ministerio.
Las entidades descentralizadas deben ser creadas o autorizadas por ley cuando tienen participación
estatal y están sujetas al control jerárquico institucional, que constitucionalmente recae en la órbita
del Poder Ejecutivo, a través del jefe de gabinete. También pueden ser creadas por decreto.
Clases: Las clasificaciones más frecuentes respecto de la competencia son las siguientes:
b) En razón del territorio. Toma en cuenta el ámbito espacial en que el órgano o ente puede váli-
damente desplegar el ejercicio de sus atribuciones.
d) En razón del grado. Se vincula con la ubicación que el órgano tenga en la jerarquía administra-
tiva, y su alcance varía, por lo general, en relación proporcionalmente inversa a la distancia
que separe al órgano del jerarca máximo.
1. Es objetiva, en cuanto surge de una norma que determina la aptitud legal en base al principio
de la especialidad.
2. En principio, resulta obligatoria, cuando el órgano o ente tenga el deber de efectuar la activi-
dad, dentro de las atribuciones conferidas.
Avocación: es el acto por el cual un superior jerárquico (o titular de una relación de tutela) asume el
conocimiento o la decisión de un asunto que corresponde al ámbito de la competencia de un infe -
rior o ente sujeto a su tutela; la LNPA la habilita como principio, a menos que una norma expresa
disponga lo contrario. Y el artículo 2° del Reglamento determina, por su parte, que aquélla procede
a menos que una norma hubiere atribuido competencia exclusiva al inferior, norma ésta que no
comprende al propio Presidente de la Nación.
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5) Facultad de control por parte del superior, bien sobre los actos a través de recursos, bien so-
bre los propios titulares.
6) Facultades de resolver las competencias y conflictos que se produzcan entre órganos inferio-
res.
Coincidentemente, la doctrina nacional enuncia, entre los efectos propios de la relación jerárquica,
el reconocimiento, para el órgano superior, de la facultad de vigilar y controlar la actividad de los in-
feriores, a través de diversos actos y del sistema de recursos administrativos.
La concentración existe en aquellos casos en que las facultades de decisión han sido atribuidas sola-
mente a los órganos superiores de la administración directa (centralizada) o de los entes que com-
ponen la administración indirecta (descentralizada).
Inversamente, cuando esas facultades de decisión están también atribuidas, a otros órganos infe-
riores de la administración centralizada, o a otros componentes inferiores dentro de un mismo ente
descentralizado, cabe concluir que se está frente a supuestos de desconcentración.
La aplicación de una u otra técnica de organización habrá de depender, necesariamente, del come-
tido del órgano o ente al cual habrán de aplicarse, buscando, por ese medio, la mayor eficacia de su
accionar, y de ese modo la mejor satisfacción del interés público.
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BOLILLA 7
Es una entidad con personería jurídica propia, y autarquía administrativa y financiera, dependiente
del presidente de la Nación. Es un órgano normativo de supervisión y coordinación que tiene a su
cargo el control interno de las jurisdicciones que componen el Poder Ejecutivo Nacional y los orga-
nismos descentralizados y empresas y sociedades del Estado que dependen del mismo, sus méto-
dos y procedimientos de trabajo, normas orientativas y estructura orgánica.
El control que aplique y coordine la Sindicatura deberá ser integral e integrado, abarcar los aspectos
presupuestarios, económicos, financieros, patrimoniales, normativos y de gestión, la evaluación de
programas, proyectos y operaciones y estar fundado en criterios de economía, eficiencia y eficacia.
Entre sus funciones se encuentran: dictar y aplicar normas de control interno; vigilar el cumplimien-
to de las normas contables, emanadas de laContaduría General de la Nación; poner en conocimien-
to del presidente de la Nación los actos que hubiesen acarreado o estime puedan acarrear significa -
tivos perjuicios para el patrimonio público.
Además, deberá informar: al presidente de la Nación, sobre la gestión financiera y operativa de los
organismos comprendidos dentro del ámbito de su competencia; a la Auditoría General de la Na-
ción, sobre la gestión cumplida por los entes bajo fiscalización de la Sindicatura, sin perjuicio de
atender consultas y requerimientos específicos formulados por el órgano externo de control; y a la
opinión pública, en forma periódica.
BOLILLA 8
Elementos esenciales: La existencia del acto administrativo depende del cumplimiento de ciertos
elementos esenciales: competencia, objeto, voluntad, forma y causa o motivación, los cuales deben
concurrir simultáneamente de acuerdo con el modo requerido por el ordenamiento jurídico. Caso
contrario se afecta la validez del acto.
2. Objeto: es la materia o contenido sobre el cual se decide, certifica, valora u opina. El objeto
tiene que ser determinado, cierto, posible y lícito. El acto debe decidir, certificar o registrar
todas las cuestiones propuestas en el curso del procedimiento.
El objeto comprende: las materias que necesariamente forman parte del acto y sirven para in-
dividualizarlo (contenido natural); las cuestiones mandadas a contener por imperio de la ley
Condición: Por ella se entiende el acontecimiento futuro e incierto al cual se subordina el naci-
miento o extinción de los efectos del acto administrativo, lo cual da origen, respectivamente, a
la condición suspensiva o resolutoria. Cierta doctrina considera que la condición suspensiva no
es válida en DA, alegando que el respectivo acto debe emitirse conforme a una situación de he-
cho actual y no futura, puesto que de lo contrario existiría un vicio en la causa, al faltar los an -
tecedentes de hecho que justifican su emisión.
Sin embargo, se considera que la condición suspensiva es procedente en el DA, donde común-
mente en ciertas relaciones se subordina el comienzo de los efectos del acto al dictado de otro
acto futuro e incierto, como acontece en materia de aprobación.
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En este último caso, si existiera un vicio en el acto que la dispone, tal defecto no incide en la va-
lidez del acto aprobado, si bien para que éste produzca efectos jurídicos es necesario que se
subsane el vicio o defecto existente en el acto de aprobación.
Modo: consiste en una carga u obligación que se le impone al particular administrado, que la
Administración puede discrecionalmente incluir o no, pero que no existiría si la respectiva cláu -
sula accesoria no hubiera sido establecida. Suele ser común la inclusión de cláusulas modales
en determinadas contrataciones administrativas (ej.: construcción de un hospital por parte del
contratista de una obra pública que se realizara en sitios alejados de los centros urbanos).
Plazo: indica el instante de tiempo en que el acto comienza a producir efectos jurídicos, o bien,
el momento en que los mismos cesan. Con referencia a estos dos tipos de plazo, se habla de un
término inicial, en el primer supuesto, y de un término final en el segundo.
24. Notificación de los actos administrativos: ¿es un requisito de validez o de eficacia de los actos
administrativos? Posiciones doctrinarias, regulación de la LNPA. Consecuencias de admitir
una u otra postura ante una notificación inválida.
La necesidad de que todo acto administrativo sea dado a conocer a quien lo afecta, en sus derechos
subjetivos o intereses legítimos, ha hecho nacer la exigencia de la publicidad como una garantía ju-
rídica para la protección de los administrados, la certeza y seguridad de las relaciones jurídicas.
Una postura tradicional considera que la publicidad es un requisito que hace a la eficacia del
acto. Se sostiene, de esta manera, que un acto puede ser válido en el sentido de que reúna to-
dos los elementos esenciales, pero al propio tiempo ineficaz, si no ha sido dado a publicidad. La
publicidad haría estrictamente a la eficacia del acto y no a su validez.
Regulación de la LNPA: esta prescribe que la notificación del acto puede realizarse por diferentes
medios: a) por la notificación del particular en el expediente administrativo, dejándose constancia
expresa con justificación de la identidad del interesado; b) por la presentación espontánea del ad-
ministrado de la cual surja que se ha tomado conocimiento fehaciente del respectivo acto; c) por
cédula diligenciada conforme al procedimiento que prescribe el CPCCN; d) por telegrama colaciona-
Consecuencias: la primera postura admite la validez del acto luego de producirse la notificación.
Para la segunda, si el acto no ha sido notificado es nulo
El problema básico en esta cuestión consiste en determinar si los documentos que emanan de fun-
cionarios públicos en ejercicio de la función administrativa asumen el carácter de instrumentos pú-
blicos, con las consecuencias que el CC les asigna en cuanto a su valor probatorio. Sobre este punto,
el art. 979, inc. 2, del CC dispone que constituyen instrumentos públicos los que extendieren los es -
cribanos o funcionarios públicos en la forma que las leyes hubieren determinado.
La cuestión estriba entonces en determinar qué se entiende por instrumento extendido por funcio-
nario público en la forma que las leyes hubieren determinado. La doctrina ha dicho que, por una ra-
zón elemental de lógica, tal norma debe ser interpretada en forma restrictiva y que si bien todos los
documentos administrativos son susceptibles de integrar, en principio, el género documentos públi-
cos, sólo cuando la ley les atribuya ese carácter (estableciendo las formalidades del caso) podrá
atribuirse carácter de instrumento público a tales documentos.
La característica típica del acto institucional es la circunstancia de que constituye un acto que no
produce efectos jurídicos directos en la esfera jurídica de los particulares o administrados, operan -
do consecuencias respecto de órganos del Estado (ej.: apertura de sesiones del Congreso) o entida-
des estatales (ej. intervención federal a las provincias).
Como consecuencia de ello, los particulares o administrados carecen de acción para demandar ante
la justicia la anulación de tales actos que vinculan esencialmente órganos o entidades estatales,
cuya supervivencia definitiva será determinada por otros órganos constitucionales a través del pro-
cedimiento que la misma Constitución establece.
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BOLILLA 9
27. Nulidad absoluta y nulidad relativa de los actos administrativos. Régimen de la LNPA.
El acto administrativo tiene que satisfacer todos los requisitos relativos al objeto, competencia, vo-
luntad y forma, y producirse con arreglo a las normas que regulan el procedimiento administrativo.
Hay una relación de causa a efecto entre vicios y nulidades. Precisamente la nulidad es la conse -
cuencia jurídica que se impone ante la transgresión al orden jurídico.
Los vicios se clasifican, según la gravedad e importancia que reviste la antijuridicidad en el caso con-
creto, en muy graves, graves, leves y muy leves.
Los vicios del acto administrativo, según su gravedad, afectan su validez. Es inválido el acto adminis-
trativo con vicios muy graves, graves y leves. El vicio muy leve no afecta la validez, sin perjuicio de la
responsabilidad del agente público.
Los vicios que afectan la validez del acto administrativo producen como consecuencia jurídica su
inexistencia, nulidad o anulabilidad.
Existen cuatro categorías de consecuencias jurídicas aplicables a los actos según el vicio de que ado -
lezcan: anulabilidad art. 15, LNPA o "nulidad relativa" en la terminología de la CSJN; nulidad o "nuli-
dad absoluta" según expresión de la Corte y de la LNPA (art. 14); nulidad constitucional o actos insa-
nablemente nulos, conforme al art. 36 de la Constitución, e inexistencia
La nulidad constitucional y la inexistencia corresponden al vicio muy grave, la nulidad al vicio grave
y la anulabilidad al vicio leve.
Concepto: las vías de hecho administrativas son los simples comportamientos materiales o físicos
de las autoridades administrativas, que, sin alcanzar a configurar una declaración, implican una gro-
sera o grave violación del ordenamiento jurídico. La lesión que la configura debe implicar un ataque
efectivo, un comportamiento material, que como tal sea tangible, no bastando con la lesión poten-
cial o una mera amenaza de sufrir perjuicio.
El ordenamiento no contempla la impugnación recursiva de las vías de hecho administrativas ni de
los hechos administrativos, En estos casos, procederá, si se opta por la vía previa administrativa, in-
necesaria en los dos casos, acudir a la vía del reclamo prevista en el art. 30 LNPA.
El saneamiento del acto administrativo consiste en hacer desaparecer las causas del vicio del acto.
Es realizado por el órgano que lo emitió o sus superiores, dependiendo esto de la gravedad del vi-
cio.
Confirmación: Por confirmación del acto se entiende aquella especie de saneamiento por la cual la
Administración o el administrado (en el acto administrativo bilateral, por ejemplo) proceden a sub-
sanar el vicio que lo afecta.
Ratificación: es la confirmación por el superior de un acto viciado porque el órgano que lo dictó era
incompetente en razón del grado. La ratificación del acto administrativo se asemeja a la aproba-
ción, porque ambas son posteriores al acto. Sin embargo, se diferencian, pues mientras la aproba-
ción se da a un proyecto de acto administrativo que aún no ha producido efectos jurídicos, la ratifi-
cación se da a un acto administrativo que producía efectos jurídicos, pero que estaba viciado.
En tal sentido, después de considerar irregular al acto administrativo afectado de “nulidad absolu-
ta”, y coincidiendo con la jurisprudencia de la CSJN, en la primera parte del art. 17 consagró expre-
samente el deber de “revocar” (“anular”) o sustituir, por razones de ilegitimidad, aun en sede admi-
nistrativa, esa clase de actos.
Cabe destacar que si bien la ley no contempla expresamente la posibilidad de “modificar” el acto
(por motivos de “ilegitimidad), tal posibilidad debe considerarse incluida no sólo por aplicación del
principio según el cual quien puede lo más (en el caso, “revocar” o “sustituir”), puede lo menos
(“modificar”), sino, además, porque la modificación es una modalidad de sustitución parcial.
Por ello, pues, debe entenderse que cuando hablamos de la anulación de oficio con referencia al
texto legal, lo hacemos comprendiendo en su ámbito conceptual tanto la extinción propiamente di-
cha como la “sustitución” y “modificación” dispuesta por motivos de ilegitimidad.
BOLILLA 10
31. Desarrolle los caracteres de presunción de legitimidad y ejecutoriedad de los actos adminis-
trativos.
Es una de las prerrogativas de que dispone la Administración y uno de los pilares del régimen admi -
nistrativo
BOLILLA 11
32. Revocación del acto administrativo irregular. Concepto. Procedencia. Consecuencias. Límites.
Se distingue entre revocación y anulación de acuerdo con el órgano que dispone la extinción. Se de-
nomina revocación a la que se opera en sede administrativa originada en razones de ilegitimidad.
Se reserva el término anulación para nominar la extinción del acto ilegítimo dispuesto en sede judi-
cial.
Procedencia: La revocación por razón de ilegitimidad procede en dos supuestos: por ilegitimidad
originaria, es decir cuando el acto ha nacido viciado, y por ilegitimidad sobreviniente, cuando un
acto nació válido y se torna inválido por un cambio en el ordenamiento jurídico o la desaparición de
un presupuesto de hecho que altera la relación entre las normas y el acto.
Consecuencias: Si la causal que genera la extinción del acto la constituye un vicio del acto adminis-
trativo, es decir cuando la revocación es por razones de ilegitimidad, los efectos del acto se retro -
traen en principio al momento en que se dictó el acto que se invalida, lo cual constituye una lógica
consecuencia de la postura que se ha sustentado al tratar los efectos de la invalidez administrativa.
En principio, la revocación de actos inestables no es indemnizable.
Límites: La estabilidad del acto administrativo es un carácter esencial de él, que significa la prohibi-
ción de revocación en sede administrativa de los actos que crean, reconocen o declaran un derecho
subjetivo, una vez que han sido notificados al interesado, salvo que se extinga o altere el acto en
beneficio del interesado. Pero hay actos administrativos que no gozan de estabilidad (p.ej. el acto
adolece de un vicio de nulidad absoluta y el mismo no ha tenido principio de ejecución). Por lo cual
son susceptibles de revocación por la Administración.
Concepto: aparece como consecuencia de una modificación de la situación de interés público teni -
da en cuenta al dictar el acto, al producirse un cambio en las condiciones de hecho existentes. Su
fundamento (que es similar a la expropiación, donde el interés privado cede frente al interés públi-
co por causa de "utilidad pública") da origen a la obligación de indemnizar al administrado que haya
sufrido el correspondiente menoscabo patrimonial.
Procedencia: la facultad de revocar un acto en sede administrativa por razones de oportunidad, mé-
rito o conveniencia no es enteramente discrecional. En tal sentido, mientras la norma no exija la
concurrencia de condiciones de hecho específicas para que la Administración pueda revocar un
acto, se exige para su procedencia:
- Que el interés público sea de igual orden y naturaleza que el del acto objeto de la revocación.
- que la Administración disponga de facultades genéricas en orden a la apreciación del interés
público y de realizar actos administrativos en consecuencia.
Además hay que tener en cuenta las limitaciones establecidas para la delegación o habilitación le-
gislativa (art. 76 CN). En tal sentido, si la revocación por oportunidad entraña el ejercicio de una po-
testad similar a la expropiatoria habrá que cumplir con el requisito constitucional que exige, en ta -
les casos, el dictado de una ley declarativa que califique interés público que funda la revocación por
razones de oportunidad, en virtud de la exigencia que prescribe el art. 17 CN.
Consecuencias: art. 18 LNPA autorizó este tipo de revocación en sede administrativa, con la obliga-
ción de indemnizar al particular o administrado los perjuicios que se le ocasionen.
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34. Revocación del acto administrativo por ilegitimidad sobreviviente o cambio de derecho obje-
tivo.
Cuando una ley en sentido material posterior al dictado del acto administrativo modifique las condi-
ciones de legalidad del acto que regían hasta ese momento, tornándolo ilegítimo para el futuro
como consecuencia del cambio que se opera en el derecho objetivo, la Administración puede pro-
ceder a revocar el acto, siempre que las disposiciones legales o reglamentarias que motivan la ex -
tinción revistan carácter de orden público, atribuyéndole la respectiva potestad y estableciendo el
régimen indemnizatorio correspondiente.
La similitud que existe entre este tipo de extinción y la que se decreta por razones de interés públi -
co en función al cambio de las condiciones de hecho originariamente previstas (ya que también en
la revocación por ilegitimidad sobreviniente está de alguna manera comprendido el interés público
que aunque aparece de un modo genérico, no por ello pierde su naturaleza), lleva a un sector de la
doctrina a incluirla dentro de la revocación por razones de oportunidad, mérito o conveniencia. Si
bien este tipo de revocación se rige por los mismos principios que la extinción por causales de opor-
tunidad, pensamos que no todo cambio del derecho objetivo autoriza a la Administración a revocar
retroactivamente el acto por esta causal, que se limita a aquellas situaciones que de continuar pre-
sentes den lugar a una invalidez absoluta y sean incompatibles con el interés público legalmente ca-
lificado.
35. Revocación de la autorización para construir: Distintos supuestos. Otros casos de revocación.
Supuestos:
A título excepcional, cuando el vicio es de nulidad relativa, el acto administrativo puede ser
revocado por ilegitimidad en el supuesto de que el administrado hubiera conocido el vicio.
2. Revocación por razones de interés público: su procedencia debe ajustarse a ciertos requisitos
y límites que condicionan la pertinente potestad, a saber:
3. Revocación por cambio del derecho objetivo: este tipo de extinción se rige por los mismos
principios que la revocación por razones de mérito; corresponde aclarar que el cambio del de -
recho objetivo no convierte al acto en ilegítimo sino en revocable.
Otros casos de revocación: hay dos tipos de revocación independientes de las grandes clasificacio-
nes:
La primera procede siempre, habida cuenta de que en tal caso la potestad revocatoria no tiene los
límites impuestos en orden a la protección de los derechos individuales (p.ej. petición del propio
administrado). La segunda, en virtud de la débil naturaleza del derecho emergente, que no ha per-
mitido consolidar una situación jurídica estable.
La sanción de la LNPA pese a que su denominación parecería indicar un contenido normativo apa -
rentemente referido sólo a materias de orden procesal, introdujo, en el Derecho Administrativo fe-
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En tal sentido, después de considerar irregular al acto administrativo afectado de “nulidad absolu-
ta”, y coincidiendo, en ese aspecto, con la correlación que ya resultaba de la jurisprudencia de la
Corte, dicha ley, en la primera parte del art. 17 consagró expresamente el deber de “revocar” (para
nosotros “anular”) o sustituir, por razones de ilegitimidad, aun en sede administrativa, esa clase de
actos.
Si bien la ley no contempla expresamente la posibilidad de “modificar” el acto por motivos de “ilegi-
timidad”, tal posibilidad debe considerarse incluida no sólo por aplicación del principio según el cual
quien puede lo más (en el caso, “revocar” o “sustituir”), puede lo menos (“modificar”), sino, ade-
más, porque la modificación es una modalidad de sustitución parcial.
Por ello debe entenderse que la anulación de oficio, con referencia al texto legal, comprende en su
ámbito conceptual tanto la extinción propiamente dicha como la “sustitución” y “modificación” dis-
puesta por motivos de ilegitimidad.
En la segunda parte del artículo, según el texto de la ley, se estableció que, si el acto hubiera gene-
rado prestaciones que estuvieran en vías de cumplimiento, sólo se podrá impedir su subsistencia y
la de los efectos aún pendientes, mediante declaración judicial de nulidad.
Concepto: es la presentación de un sujeto de derecho que, sin tener un interés directo y personal,
teniendo sólo un interés simple, se presenta ante la Administración para hacerle notar un acto o
hecho irregular. La denuncia así planteada no se ajusta a forma, término ni trámite. También se
contempla la denuncia de ilegitimidad como un recurso formalmente improcedente en su origen, y
que por imperativo legal se transforma en recurso procedente.
Todo recurso interpuesto fuera de plazo, o para impugnar decisiones definitivas, resoluciones mi-
nisteriales definitivas, o decretos del Poder Ejecutivo, que no sean susceptibles de recurso de revi-
sión, pueden ser considerados por el Poder Ejecutivo, o en su caso por el ministro, como denuncia
de ilegitimidad (art. 1º, inc. e, ap. 6, LNPA).
La LNPA establece un término o plazo para estimar la denuncia, cuando dice que "...por estar exce-
didas razonables pautas temporales, se entienda que medió abandono voluntario del derecho" (art.
1º, inc. e, ap. 6). Ahora bien, no cualquier transcurso de tiempo puede reputarse en el sentido invo-
cado por la norma, por lo que en cada caso concreto debe valorarse si es procedente la causal para
desestimar la denuncia. La denuncia por ilegitimidad, aunque se haya dejado transcurrir un lapso
más que prudencial, debe ser tramitada por la Administración, pues su sola presentación prueba
que el interesado no abandonó voluntariamente el derecho.
Concepto: La caducidad es un modo de extinción del acto administrativo en razón del incumpli-
miento por el interesado de las obligaciones que aquél le impone.
Requisitos. Son requisitos para la procedencia de la caducidad del acto administrativo, los siguien -
tes:
caudos específicos instituidos por el art. 21 LNPA: previa constitución en mora y otorgamiento
de un plazo suplementario razonable.
- Mora. La constitución en mora (art. 509, CC) es un recaudo formal previo que debe ser obser-
vado, por imperio de lo dispuesto en el art. 21 de la LNPA. Debe acreditarse el atraso imputable
al administrado en el cumplimiento de las "obligaciones condicionantes".
La interpelación al cumplimiento (requerimiento) viene a ser el mecanismo constitutivo de la
mora. Además, para que la mora adquiera relevancia jurídica, es indispensable que dicha inter-
pelación haya sido, entre otras condiciones, "categórica y oportuna".
- Plazos vencidos. También hay que observar el segundo recaudo previsto en el art. 21 de la
LNPA, por el que se otorga un plazo "suplementario razonable", plazo éste que guarda conti-
nuidad con el plazo "principal" y debe ser fijado acorde con la magnitud de la obra, servicio o
prestación, y con los inconvenientes que deba superar el administrado para concluir con las
ejecuciones a su cargo.
Los plazos principal o básico y suplementario fijados para el cumplimiento de las obligaciones,
tienen que haber nacido (no estar pendientes de condición o modo) y estar vencidos.
BOLILLA 12 - BOLILLA 13
Concepto: es aquella actividad de prestación que es asumida por la administración pública, en for-
ma directa o indirecta, a fin de atender a la satisfacción de necesidades de interés público, bajo un
régimen especial, predominantemente de derecho público.
1. La creación del servicio público corresponde a la competencia del Ejecutivo salvo la erección
en monopolio o el otorgamiento de privilegios (que pertenecen a la competencia específica y
privativa del Parlamento, conforme al art. 75, inc. 18 CN).
2. El acto de creación del servicio público debe ser llevado a cabo mediante una ley del respecti -
vo parlamento (nacional o provincial) pues, aun haciendo abstracción de los aspectos presu-
puestarios que forzosamente precisan de la aprobación legislativa. Las razones que se dan
para sostener esta interpretación son las siguientes:
La naturaleza de ley en sentido material que posee la norma que declara que una deter-
minada actividad constituye un servicio público.
El objeto del servicio público se halla constituido por prestaciones de naturaleza econó-
mica que, por principio, corresponden a la actividad de los particulares (art. 14 CN); en-
tonces la asunción legal por el Estado de su titularidad (instituyendo un servicio público
propio) requiere el dictado de una ley formal y material, porque impone una de las máxi-
mas restricciones a la propiedad y libertad que en algunos casos resulta equivalente a
una expropiación.
La admisión de la existencia del servicio público impropio exige una declaración legislati-
va, en atención a que la norma que sujete una determinada actividad de titularidad priva-
da al régimen del servicio público implica transformar una actividad esencialmente libre
en una actividad reglamentada por el Estado.
- Régimen especial de pago, a través de tarifas tasas y precios sujetas a autorización o aproba -
ción administrativa provincialización, municipalización, cooperativización o privatización de los
servicios públicos.
- Control o fiscalización administrativa cuando la prestación del servicio público esté en manos
de los particulares, sin perjuicio del recíproco control legislativo y judicial establecido en nues-
tro ordenamiento jurídico.
Continuidad: Según este principio, el servicio público ha de prestarse sin interrupciones; sin embar-
go, ello no implica en todos los supuestos, la continuidad física de la actividad pues sólo se requiere
que sea prestada cada vez que aparezca la necesidad (v.gr. servicio público de extinción de incen-
dios).
La continuidad del servicio público se protege por dos medios, a saber: a) por la posibilidad de que
la Administración proceda a la ejecución directa del servicio cuando éste sea prestado por particula-
res, y b) por la reglamentación del derecho de huelga en los servicios públicos sobre la base de que,
en principio, la huelga se encuentra limitada por las leyes que reglamentan el ejercicio de los dere-
chos al igual que los paros patronales.
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Regularidad: Debemos distinguir entre regularidad y continuidad. Regularidad significa que el servi-
cio debe prestarse conforme a reglas preestablecidas o a determinadas normas; la continuidad sig-
nifica que el servicio debe prestarse de manera ininterrumpida.
La regularidad habla del ritmo y equilibrio con que se presta el servicio, la continuidad hace referen-
cia a la no paralización o suspensión. La primera se refiere, por ejemplo, al horario en los transpor-
tes. La segunda a que no se interrumpa el servicio de transporte.
Igualdad: se encuentra reconocida en el art. 16 CN que prescribe que todos los habitantes son igua-
les ante la ley; la igualdad juega como una garantía para los usuarios del servicio en el sentido del
derecho que poseen a que se les dispense igual tratamiento, jurídico y económico, sin efectuar dis-
criminaciones, a menos que éstas se funden en la desigual condición o situación en que objetiva-
mente se encuentra cada usuario.
Obligatoriedad: establece tanto una vinculación entre el Estado y el prestatario (en los supuestos de
los llamados servicios públicos impropios), como el derecho de los usuarios que utilizan el servicio
para reclamar ante quienes lo prestan (ya sea el Estado o los particulares) su realización efectiva.
43. Entes reguladores, naturaleza, condición jurídica, órgano competente para crearlos y faculta-
des.
Para llevar a cabo la fiscalización y control de las empresas privatizadas se han creado entes con
funciones específicas a tal fin.
En tal sentido, para que puedan cumplir con las funciones que se les encomienda, los marcos regu -
latorios contienen disposiciones que facultan a los entes reguladores a efectuar el examen de los li-
bros y documentos del concesionario para comprobar la marcha del negocio, la evolución de acti-
vos y pasivos, el nivel de endeudamiento, las inversiones realizadas, los criterios de amortización y
todo otro aspecto que redunde en un control adecuado al carácter de interés general de los servi-
cios públicos, como ser la fiscalización de ciertos contratos, p.ej., obtención de créditos realizados
por el concesionario.
Los entes reguladores son el Ente Nacional Regulador del Gas (ENARGAS), el Ente Nacional Regula-
dor de la Electricidad (ENRE), la Comisión Nacional de Comunicaciones (CNC) y el Ente Regulador
(tripartito) del Agua y Servicios Sanitarios (ETOSS).
Naturaleza jurídica: A dos de los entes se les atribuye, por ley formal, la condición de entes autár -
quicos (ENARGAS y ENRESS) y a uno (ETOSS), por vía reglamentaria, consignándose en los tres casos
su capacidad para actuar en el campo del derecho público y privado. El Decreto de creación de la
CNT (hoy CNC) no atribuye a la Comisión, al menos expresamente, personalidad jurídica. La existen-
cia de una asignación normativa de patrimonio y la procedencia de la alzada contra sus decisiones,
BOLILLA 14
Policía: es la actividad del Estado que pretende la convivencia pacífica y ordenada de los individuos
y de sus actividades, dentro del grupo social al cual pertenecen, o más concretamente, la función o
actividad administrativa cuyo objeto es la seguridad, moralidad y salubridad pública, y la economía
política, en cuanto llega a afectar a la primera.
Poder de policía: es la potestad atribuida por las normas constitucionales al órgano o Poder Legisla-
tivo para reglamentar el ejercicio de los derechos y el cumplimiento de las obligaciones que esas
mismas normas reconocen o imponen a los individuos.
b) Como tal actividad administrativa, es una actividad subordinada al orden jurídico, o sea que
no es eminente ni superior, sino regida y regulada, en su organización y desarrollo, por el or-
denamiento normativo vigente. Ello no quita, como es obvio, que la actividad discrecional de
la policía administrativa cubra un campo realmente amplio, exigido por la propia índole de su
cometido.
d) Es una actividad que utiliza, como técnica principal, la de la coacción, ya sea mediante el po-
der conminatorio de la sanción prevista, ya sea por medio de la imposición de ellas a quienes
transgreden o violan las restricciones y el ordenamiento fijado; o más frecuentemente por
medio de una acción material coercitiva no sancionatoria.
e) Es una actividad teleológica, como toda actividad administrativa, ya que adecua, limita y ar-
moniza las libertades y los derechos individuales, en procura de finalidades relativas al interés
público, al bienestar general.
BOLILLA 15
45. Concepto de contrato administrativo, evolución y caracteres. Diferencias con los contratos ci-
viles
Concepto: es aquel contrato celebrado por la administración pública con una finalidad de interés
público y en el cual pueden existir cláusulas exorbitantes del derecho privado o que coloquen al co-
contratante de la administración pública en una situación de subordinación respecto de ella.
La existencia de un contrato administrativo exige que una de las partes contratantes deba ser la
siempre administración pública.
Pero el hecho de que la administración pública concurra a celebrar un contrato no es razón suficien-
te definir al contrato como administrativo, porque la administración puede celebrar contratos típi-
cos del derecho privado y regido por sus normas.
La nota que determina al contrato como contrato administrativo es la finalidad que persigue la ad-
ministración, el objeto del contrato, que debe ser la satisfacción del interés público.
El contrato administrativo es, pues, un contrato celebrado por la administración pública con una fi-
nalidad de interés público.
b) Los celebra la administración pública, o sea, alguno de sus órganos, con capacidad suficiente
para hacerlo;
d) Pueden contener cláusulas expresas exorbitantes del derecho privado o que coloquen al co-
contratante de la administración en una posición de subordinación respecto de ésta;
a) Criterio subjetivo: el contrato es administrativo por el hecho de que es celebrado por la admi-
nistración pública, o por una de sus partes, obrando como tal y relacionándose por ese conduc-
to con los particulares. Es el criterio más elemental de todos, y es en sí mismo insuficiente para
caracterizar la noción esencial del contrato administrativo, ya que no permite precisar cuándo
la administración obra como tal, celebrando un contrato administrativo, y cuándo actúa como
una persona de derecho privado, celebrando entonces contratos de derecho común.
c) Criterioformal: elhechodequeelcontratoadministrativoestésujeto,comoenefectoloestá,en
cuantoasucelebración,aformalidadesconcretasyespeciales,precisadaspornormas propiasdelde-
rechoadministrativo,nosirvetampococomocriteriociertoquepermita otorgarle a este contrato-
supropiaindividualidad. Tales procedimientos particulares, como la realización de una licita-
ción, privada o pública, la formulación de pliegos de condiciones, los procedimientos de pread-
judicación, adjudicación, aprobación, etc., en efecto, no son en realidad exclusivos del contrato
administrativo, sino que la práctica jurídica pone de manifiesto que tales procedimientos son
cada vez más utilizados para concluir contratos de indudable carácter privado.
e) Criterio de la subordinación: los contratos administrativos serían aquellos en que la relación ju-
rídica creada adopta la forma de la supraordinación-subordinación, y en los cuales los particu-
lares, por un acto de propia voluntad, se relacionan con la administración, subordinándose a
ella, subordinación que no es personal, sino de contenido patrimonial. Los contratos comunes
o de derecho privado, en cambio, serían aquellos en que las relaciones jurídicas creadas se es -
tablecen bajo la forma de la coordinación. Sin embargo, el criterio de la subordinación no sirve
para fundar la noción del contrato administrativo, ya que no alcanza a explicar por qué en al-
gunos casos esa subordinación existe, y por qué en otros –los contratos de derecho privado
que celebra la administración- no se presenta.
La distinción está en la prestación. Cuando ella está a cargo del Estado, nos encontramos con un
contrato de atribución, donde la Administración es la que pone el bien o cosa a disposición del par-
ticular; en cambio, en el de colaboración, es el co-contratante quien con su actividad satisface nece-
sidades de interés general.
La doctrina ha discutido sobre si era necesario una la teoría general del contrato administrativo.
Los contratos administrativos, como una de las especies de los actos administrativos, desde su gé -
nesis se diferencian de los contratos de derecho privado, al ser la actividad administrativa una acti-
vidad eminentemente reglada.
La autonomía de la voluntad que rige en el derecho común no tiene relevancia en materia de dere -
cho público.
En efecto, mientras el acto jurídico privado pone acento en la intención, en la inteligencia y el deseo
natural de los sujetos físicos. El acto administrativo -ya sea este unilateral o bilateral- como expre -
sión de acto estatal, no puede ser producto de ninguna intención o voluntad natural sino resultado
objetivo y previsto de normas legales previas imputadas a un órgano (actividad eminentemente re-
glada), y a una función estatal a través del proceso respectivo.
La doctrina del acto jurídico privado ignora la existencia técnica de los actos previos de un proceso y
de los actos de administración existentes en cada una de las funciones estatales. Las normas de de-
recho privado por ende sólo deber ser aplicadas análogamente en tanto y en cuanto existan lagu -
nas en el derecho público y no sean contrarias a los principios propios del derecho público.
Mutabilidad: La Administración Pública puede modificar unilateralmente los términos para variar
las prestaciones debidas por el contratista en la ejecución del contrato.
La competencia de la Administración Pública para variar por sí lo establecido en el contrato y alterar
las prestaciones y condiciones de su cumplimiento, expresa una menor estabilidad de las situacio-
nes individuales. Por ello las alteraciones dispuestas por la Administración son, en principio, obliga-
torias para su contratista, excepto en los casos en que la Administración infringe los límites reglados
y/o discrecionales del ius variandi.
Flexibilidad: La mutabilidad del contrato importa que si el interés público lo justifica, podría adap-
társelo y modificárselo; es su flexibilidad, frente a la rigidez de los contratos privados.
Dirección y control: es una consecuencia que se deriva de la finalidad de los contratos administrati-
vos y de la posición de subordinación que en ellos tiene el cocontratante particular; en esos
contratos la administración pública tiene facultades de dirección y control sobre la forma y modo
como dicho contratante cumple las obligaciones a su cargo.
Licitación pública: Es un procedimiento administrativo por el cual la Administración invita a los inte-
resados a que, sujetándose a las bases fijadas en el pliego de condiciones, formulen propuestas de
las cuales se seleccionará y aceptará (adjudicación) la más ventajosa, o conveniente.
suele denominarse a la licitación privada, licitación restringida o concurso limitado por oposición a
la licitación pública abierta o concurso ilimitado.
Contratación directa: Es el procedimiento por el cual el Estado elige directamente al contratista, sin
concurrencia, puja u oposición de oferentes.
En los supuestos en que el ordenamiento jurídico habilita este procedimiento de contratación en
forma facultativa, ello significa que en esos casos es facultativo para el Estado recurrir, si quiere, al
procedimiento de la licitación pública o de la licitación privada, o preferir el de contratación directa.
50. La licitación pública: concepto, naturaleza jurídica y principios específicos que la rigen.
Este procedimiento se usa preferentemente en los contratos de obra pública, concesión de obra
pública, suministro, concesión de servicio público.
La licitación puede ser facultativa u obligatoria. En este segundo caso debe seguirse inexcusable -
mente por imperativo de la ley. Pero hay ocasiones en que, a pesar de que no esté prescripta por
norma alguna, es también observada por razones de conveniencia y moralidad administrativa.
Naturaleza jurídica: la conforman un conjunto de formas jurídicas, públicas y privadas, por ejemplo:
Naturaleza jurídica ¿?
52. El concepto de “oferta más conveniente”. Distinción entre oferta inadmisible y oferta
inconveniente.
Oferta inadmisible: son las ofertas que no se ajustan a las exigencias específicas del pliego de condi-
ciones.
Oferta inconveniente: es la oferta presentada, admisible, ajustada a las bases, cláusulas y condicio-
nes del pliego y al objeto solicitado, pero que por razones de inconveniencia de precio, financiación,
etc., son rechazadas.
Respuestas a exámenes – DERECHO ADMINISTRATIVO
BOLILLA 16 - BOLILLA 17
Los principios jurídicos fundamentales del procedimiento administrativo son pautas directrices que
definen su esencia y justifican su existencia, permitiendo explicar, más allá de las regulaciones pro -
cesales dogmáticas, su por qué y su para qué.
Tratamiento en la LNPA: en su art. 1º, enuncia expresamente los principios que rigen el procedi-
miento administrativo.
Verdad material: A diferencia de lo que acontece en el proceso judicial, donde el juez circuns-
cribe su función jurisdiccional a las afirmaciones y pruebas aportadas por las partes, siendo
ellas el único fundamento de la sentencia, en el procedimiento administrativo, el órgano que
lo dirige e impulsa ha de ajustar su actuación a la verdad objetiva o material, con prescinden-
cia o no de lo alegado y probado por el administrado. De esta manera, el acto administrativo
resulta independiente de la voluntad de las partes, a la inversa de lo que acontece en el pro-
ceso judicial, donde el acuerdo de los litigantes obliga al juez.
Oficialidad: La Administración Pública, como gestora del bien común, tiene el deber de actuar
ex officio en la prosecución del interés público, impulsando el procedimiento para llevarlo a
cabo, cualquiera fuere la intervención e impulso que tuvieran los administrados. Desde luego
que ello no suprime en modo alguno la intervención de los administrados en el procedimiento
ni les cercena el derecho al impulso del mismo para llegar a la decisión definitiva o pedir la re -
vocación de un acto por razones de ilegitimidad o de mérito.
Debido proceso adjetivo: implica el reconocimiento de tres derechos fundamentales, que ga-
rantizan la defensa del administrado durante el transcurso del procedimiento, a saber:
Eficacia: El obrar administrativo requiere de una buena dosis de eficacia para cumplir los fines
de interés público que debe alcanzar con su actuación. La afirmación del principio de eficacia
y de sus complementos (celeridad, economía, sencillez) se traduce en el ordenamiento positi-
vo nacional en una serie de facultades y deberes de los órganos superiores y, en general, de
los demás órganos administrativos.
54. Vista de las actuaciones administrativas: legitimación para solicitarla; formas de solicitud y
otorgamiento; limites a la vista; efectos del pedido y el otorgamiento de la vista frente a los
plazos para impugnar.
El Derecho Administrativo consagra como esencial el derecho de los interesados a tener pleno acce-
so a las actuaciones administrativas. Constituye un derecho subjetivo público que el administrado
puede ejercer en cada caso y que, en principio, no puede ser retaceado por el administrador; de lo
contrario el agente estatal puede incurrir en violación de los deberes de funcionario público.
La "vista" de las actuaciones administrativas constituye una reglamentación del principio del debido
proceso adjetivo enunciado en la LNPA y había sido ampliamente reconocida por la doctrina nacio-
nal aun antes de la sanción de la norma que actualmente la reglamenta.
Respuestas a exámenes – DERECHO ADMINISTRATIVO
Pero aparte del sentido principal que tiene la vista en el procedimiento administrativo, ella también
puede traducir el concepto de "traslado", ya fuere otorgado de oficio o a pedido de parte, sobre
todo cuando hubiere particulares con intereses distintos en una misma actuación.
El art. 38 RLNPA consagra con amplitud el derecho a la vista de las actuaciones en los siguientes
términos: "La parte interesada, su apoderado o letrado patrocinante, podrán tomar vista del expe-
diente durante todo su trámite, con excepción de aquellas actuaciones, diligencias, informes o dic-
támenes que, a pedido del órgano competente y previo asesoramiento del servicio jurídico corres-
pondiente, fueren declarados reservados o secretos mediante decisión fundada del respectivo sub-
secretario del Ministerio o del titular del ente descentralizado de que se trate".
En principio, el otorgamiento de la vista no implica la suspensión del trámite del expediente, con
excepción de aquellas vistas que tuvieran el carácter de un verdadero traslado donde si se estable-
ce un plazo perentorio para que el administrado las conteste, es lógico que el trámite principal se
suspenda hasta tanto el particular evacúe la contestación.
El administrado puede requerir (aun cuando ello no sea preceptivo) la fijación de un plazo para to -
mar vista de las actuaciones, lo cual no significa que las alegaciones respectivas tengan que ser pre-
sentadas dentro de tal plazo, como suele exigir una defectuosa práctica de nuestra Administración.
El interesado está facultado para sacar copias de las piezas que solicitare, a su costa.
En igual forma se suspenden los plazos previstos en el art. 25 de la LNPA para interponer la deman -
da en vía judicial.
Las diferencias versan sobre los efectos de uno y otro pues mientras el desistimiento del procedi-
miento mantiene intangibles los derechos del administrado para plantear nuevamente la preten-
sión, la renuncia (denominada por el RLNPA "desistimiento del derecho"), impide volver a promo-
ver la pretensión e implica una dejación del derecho, el cual no podrá ejercitarse en el futuro.
Ni el desistimiento del procedimiento ni la renuncia se configuran sólo con la declaración del intere-
sado, requiriéndose en todos los casos, el dictado de un acto administrativo expreso que declare
clausurado el procedimiento.
Caducidad. Consiste en un acto por cuyo mérito la Administración declara, con efectos provisorios,
la terminación del procedimiento a causa de la inactividad del trámite imputable al interesado, dis-
poniendo el archivo de las actuaciones.
Para que el órgano administrativo pueda decretar la caducidad de una determinada actuación o ex-
pediente se requiere que la paralización o inactividad del trámite obedezca a una "causa imputable
al administrado", previa intimación a que remueva el obstáculo que tenía paralizado el expediente.
sentido, la norma legal exige la intervención activa del administrado al obligarlo a requerir pronto
despacho frente a la inactividad de la Administración como condición para que se opere el silencio,
salvo que una norma especial prevea un plazo expreso dentro del cual la Administración deba
emitir un pronunciamiento concreto.
57. Concepto de recurso administrativo. Diferencias con el reclamo administrativo previo y la de-
nuncia. Requisitos formales y sustanciales exigidos para la interposición de recursos adminis-
trativos.
Concepto: es el medio por el cual se acude a un juez o a otra autoridad con una demanda o petición
para que sea resuelta. En sentido restringido el recurso es un remedio administrativo específico por
el que se atacan solamente actos administrativos y se defienden derechos subjetivos o intereses le-
gítimos.
El recurso administrativo tiene por finalidad impugnar un acto administrativo, dando lugar a un pro-
cedimiento en sede administrativa. La Administración revisa el acto emitido por ella misma y proce-
de a ratificarlo, revocarlo o reformarlo.
Diferencias. Con el reclamo administrativo previo. Estos son recaudos procesales de la acción o del
recurso contencioso-administrativo, no participando de la naturaleza de las meras reclamaciones
administrativas ni de aquellas que se encuentran regladas; aunque no pertenecen a las vías recursi-
vas, estos "reclamos" pueden también tener por objeto la impugnación de un acto administrativo
en forma directa o indirecta, si se reclamaren, por ejemplo daños y perjuicios.
Con la denuncia. La denuncia administrativa, que a diferencia de los recursos puede formular el
portador de un interés simple, consiste en el acto por cuyo mérito un particular pone en conoci -
miento del órgano administrativo la comisión de un hecho ilícito o la irregularidad de un acto admi -
nistrativo o reglamento, sin que exista obligación de tramitarla ni de decidirla por parte de la Admi-
nistración Pública.
Puede ocurrir, no obstante, que una vez acogida la denuncia el administrado posea un verdadero
poder jurídico para que la misma se tramite como recurso. Es lo que acontece con la llamada "de-
nuncia de ilegitimidad" que se encuentra reglada en el ordenamiento positivo nacional.
Concepto: Es un medio impugnativo contra actos, hechos y omisiones en tutela de derechos subje-
tivos o intereses legítimos de los administrados. Su interposición puede hacerse en cualquier opor-
tunidad, antes de la prescripción ante la autoridad superior de la Administración, tramitando en el
ámbito nacional en el Ministerio del ramo competente, según la materia objeto del asunto y en el
ámbito provincial en el Poder Ejecutivo local.
Además, es requerido por el ordenamiento jurídico en algunos supuestos como previo a los efectos
de agotar la instancia administrativa y habilitar el proceso contencioso-administrativo. En este últi-
mo caso es un presupuesto de admisibilidad de la demanda.
Están legitimados para realizarlo los que poseen derecho subjetivo o interés legítimo lesionado.
Art. 30. El Estado nacional no podrá ser demandado judicialmente sin previo reclamo administrativo
dirigido al ministerio o comando en jefe que corresponda, salvo cuando se trate de la impugnación
judicial de actos administrativos de alcance particular o general.
El reclamo versará sobre los mismos hechos y derechos que se invocarán en la eventual demanda
judicial y será resuelto por el Poder Ejecutivo, o por las autoridades citadas si mediare delegación
de esa facultad.
Recurrido un acto en todas las instancias administrativas correspondientes, las cuestiones plantea-
das y resueltas expresamente en esa vía por la última instancia no podrán reiterarse por vía de re-
clamo; pero sí podrán reiterarse las no planteadas y resueltas y las planteadas y no resueltas.
Art. 31. El pronunciamiento acerca del reclamo deberá efectuarse dentro de los 90 días de formula -
do. Vencido ese plazo, el interesado requerirá pronto despacho y si transcurrieren otros 45 días, po-
Respuestas a exámenes – DERECHO ADMINISTRATIVO
drá iniciar la demanda en cualquier momento, sin perjuicio de lo que fuere pertinente en materia
de prescripción.
Excepciones: El Estado Nacional podrá ser demandado judicialmente una vez realizado el reclamo
administrativo previo, estableciéndose como excepción cuando se trate de la impugnación judicial
de actos administrativos de alcance particular o general. El reclamo administrativo previo no es ne -
cesario, si hay una norma expresa que así lo establezca y en los casos previstos en el art. 32 LNPA:
a. Un acto dictado de oficio pudiere ser ejecutado antes de que transcurran los plazos del art.
31;
b. Antes de dictarse de oficio un acto por el Poder Ejecutivo, el administrado se hubiere pre-
sentado expresando su pretensión en sentido contrario;
e. Mediare una clara conducta del Estado que haga presumir la ineficacia cierta del procedi-
miento, transformando el reclamo previo a un ritualismo inútil;
f. Se demandare a un ente autárquico, o a una empresa del Estado, una sociedad mixta o de
economía mixta o a una sociedad anónima con participación estatal mayoritaria, o a las so-
ciedades del Estado, o a un ente descentralizado con faculta des para estar en juicio.
Régimen jurídico: Este recurso está reglado en los arts. 94 a 98 del RLNPA. El recurso debe interpo-
nerse dentro del plazo de 15 días hábiles administrativos a partir del día siguiente a la notificación
del acto impugnado, ante el mismo ente descentralizado, y éste lo elevará al
Compete a los ministros de la jurisdicción en que actúe el ente descentralizado, resolver el recurso.
Sin embargo, el Poder Ejecutivo tiene la atribución constitucional para avocarse a la resolución del
recurso, o puede revocar directamente de oficio el acto impugnado que está pendiente de resolu-
ción por el ministro.
Concepto: El recurso de reconsideración es aquel que se deduce ante la propia autoridad que ha
dictado el acto administrativo o reglamento a fin de que lo revoque, derogue o modifique, según
sea el caso, por contrario imperio.
Procede tanto contra los actos definitivos o aquellos que sin tener ese carácter impidan totalmente
el trámite de la impugnación (actos asimilables) como también con respecto a los actos interlocuto-
rios o de mero trámite, siempre que se afecte un derecho subjetivo o un interés legítimo del admi -
nistrado.
Régimen jurídico: está regulado por el RLNPA en sus arts. 84 a 88. El plazo para interponer este re-
curso es de diez días hábiles a partir del día siguiente al de la notificación del acto impugnado.
El órgano competente tiene el deber de resolver el recurso dentro de los 30 días desde que fuera
interpuesto o, en su caso, de la presentación del alegato o del vencimiento del plazo para hacerlo si
se hubiera recibido prueba. El acto que resuelva la impugnación puede desestimar el recurso, ratifi-
car o confirmar el acto impugnado, o bien revocar, sustituir o modificar el acto recurrido.
Respuestas a exámenes – DERECHO ADMINISTRATIVO
La omisión de expedirse dentro del plazo reglamentario por parte del órgano que debe resolver el
recurso de reconsideración permite al administrado darlo por denegado en forma tácita, sin que
sea necesario el requerimiento de pronto despacho.
Concepto: El recurso jerárquico es el que procede es el medio jurídico para impugnar un acto admi-
nistrativo ante un superior jerárquico del órgano que emitió el acto; se interpone ante la autoridad
que emitió el acto impugnado y lo resuelven:
El Jefe de Gabinete de Ministros cuando el acto cuestionado provenga de un órgano que de él
dependa.
Los titulares de los entes descentralizados cuando el recurso se interpone contra un acto de un
órgano inferior en el ámbito del ente descentralizado.
En estos supuestos la decisión compete al Poder Ejecutivo Nacional, agotándose, en todos los ca-
sos, la instancia administrativa.
1) Directo: se interpone contra actos definitivos ante la autoridad que emitió el acto y es resuelto
por el ministro;
2) Implícito: cuando el administrado ha optado por la reconsideración; este recurso lleva implícito
el jerárquico.
3) Interno: procede contra actos definitivos emanados de autoridades inferiores de un ente des-
centralizado para que lo resuelva la autoridad superior. Contra la decisión definitiva de la auto-
ridad superior del ente cabe recurso de alzada.
Procede contra actos definitivos, firmes, en los excepcionales supuestos previstos en los cuatro inci-
sos de la norma examinada. Se afirma que la firmeza requerida para la procedencia formal de este
recurso debe configurarse sólo en sede administrativa, es decir, que no sea susceptible de recurso
administrativo ordinario, sin perjuicio de que sea posible la impugnación judicial del acto cuestiona-
do.
Pueden interponerlo quienes posean un derecho subjetivo o interés legítimo. Se presenta ante el
mismo órgano que emitió el acto, que es quien resuelve. El acto debe ser definitivo y firme. Pueden
aplicarse las normas del recurso de reconsideración o del jerárquico, en su caso, respecto de la de-
negación tácita.
Respuestas a exámenes – DERECHO ADMINISTRATIVO
BOLILLA 18
63. El agotamiento de la vía administrativa para impugnar judicialmente actos de alcance gene-
ral. Impugnación directa e indirecta.
El sistema recursivo constituye una garantía del particular integrante del régimen exorbitante, ine-
xistente en el plano de la actividad de los sujetos privados, donde sólo rigen las garantías judiciales.
Sin embargo la garantía funciona también como una prerrogativa estatal, en aquellos supuestos en
los cuales el ordenamiento jurídico consagra la exigencia de agotar la instancia administrativa a tra -
vés de la vía recursiva, antes de promover la demanda en sede judicial.
Impugnación directa: implica cuestionar un reglamento aun antes de su aplicación a través de actos
de alcance particular, la mayor parte de la doctrina y la actual doctrina de la Procuración del Tesoro
de la Nación sólo aceptan su procedencia por la vía del reclamo administrativo, dado en llamar im-
propio (por oposición al regulado en el art. 30, LNPA), previsto en los arts. 24, inc. a), de la LNPA y
73 del Reglamento de Procedimientos.
Según esta posición, la LNPA y su Reglamentación estableció un doble sistema para la impugnación
de la actuación administrativa: uno, para los actos de alcance particular consistente en el otorga-
miento de recursos administrativos que exigen su agotamiento para habilitar la ocurrencia ante el
Poder Judicial; y otro, diferente, para la impugnación directa de los actos de alcance general a tra-
vés de un reclamo impropio y su denegatoria irrecurrible, único recaudo para acceder a la vía judi-
cial.
Impugnación indirecta: es la que se deduce contra el acto de alcance general, pero a través del acto
de alcance particular que le da aplicación. En esta situación se podrá acudir a cualquiera de los re -
cursos ordinarios según sea la autoridad emisora del reglamento, a la cual corresponderá resolver-
los.
En sede judicial, el administrado afectado por el retardo administrativo puede solicitar, por medio
de la acción de amparo de urgimiento, un pronunciamiento expreso de la Administración.
La acción es procedente ante la mera situación objetiva de mora administrativa acaecida en la tra -
mitación, sustanciación o resolución de un procedimiento administrativo, en el que sea parte un
particular. El acto omitido, como actividad estatal cuestionada o requerida, puede ser un dictamen,
informe, resolución de mero trámite o resolución de fondo.
En caso de inexistencia de mora por estar pendiente el plazo legal o no haber transcurrido aún un
plazo razonable, procederá el rechazo de la demanda.
Si bien los reglamentos están sometidos al control administrativo y judicial, y pueden ser impugna -
dos en ambas sedes, la Procuración del Tesoro ha entendido que no es aplicable, al menos, en
forma directa, el régimen de la Ley y su reglamentación a la impugnación de reglamentos de necesi-
dad y urgencia, por entender que se trata de procesos institucionales o políticos, y no administrati-
vos.
En el mismo sentido, la CNCAF ha dicho que la facultad de dictar decretos de necesidad y urgencia
es una atribución excepcional de que goza el Poder Ejecutivo que obliga a seguir un procedimiento
distinto, previsto en el cuarto párrafo del inc. 3° del art. 99 de la Ley Fundamental, que no se
compadece, stricto sensu, con el de impugnación de actos administrativos de la ley 19549. Por
Respuestas a exámenes – DERECHO ADMINISTRATIVO
ello, deviene lógico concluir en que los recaudos de impugnación establecidos en aquélla (art. 24)
no pueden ser aplicados a los actos emanados de la atribución constitucional sub examine.
Asimismo, el citado Tribunal ha resuelto que estos reglamentos no están sujetos a los requisitos
de habilitación de la instancia judicial previstos para los actos administrativos de alcance gene-
ral en los arts. 24 y 25 de la ley. El modo en que han sido regulados aquellos decretos –de excep -
ción- en la norma introducida por la Convención Constituyente de 1994 excluye la exigencia
de un tratamiento de la cuestión en sede administrativa como paso previo a su impugnación
judicial y, consiguientemente, la sujeción del ejercicio de la acción al plazo de caducidad fijado en
el art. 25142.
A nuestro modo de ver, los reglamentos de necesidad y urgencia son susceptibles de impug -
nación por la vía del reclamo impropio mientras no hayan sido ratificados expresamente por ley for-
mal, porque, más allá de la fuerza de ley que les resulta inherente, en tanto ésta no se sancione
nada impide que el Poder Ejecutivo los derogue, de oficio o a pedido de parte, mediante el dictado
de otro reglamento del mismo nivel jerárquico normativo.
Igual conclusión corresponde sentar, asimismo, en relación con los reglamentos delegados, cuya vi-
gencia, en ausencia de ley expresamente ratificatoria, se mantiene mientras el Poder Ejecutivo no
decida, de oficio o a pedido de parte, derogarlos.
BOLILLA 19
66. Dominio público: noción conceptual. Elementos del dominio público. Caracteres.
Concepto: Conjunto de bienes de propiedad del Estado, “lato sensu”, afectados al uso público, di-
recto o indirecto, de los habitantes, y sometidos a un régimen jurídico especial de derecho público,
y por tanto exorbitante del derecho privado.
Elementos:
Inalienabilidad: están fuera del comercio. Un bien afectado al dominio público no puede em-
bargarse, hipotecarse o ser objeto de ejecución forzosa.
Imprescriptibilidad: no puede ser adquirido por la posesión continua durante un lapso determi-
nado de tiempo. Toda ocupación de hecho de un bien público es una contravención y usurpa -
ción.
BOLILLA 20
Concepto: También llamada temporal o temporaria se produce cuando por razones de utilidad pú-
blica, el Estado, imponiendo una limitación al dominio, sustrae al propietario de un bien cualquiera
su uso y goce, en forma transitoria.
Ocurre que no siempre el Estado tendrá la necesidad de adquirir la propiedad de un bien para satis-
facer una necesidad de interés público, sino que en muchos casos sólo le bastará con tener ese uso
y goce durante un tiempo determinado. En tales supuestos, sería excesivo o contraproducente pri-
var definitivamente a un propietario de su propiedad, causando un perjuicio jurídico inútil; la ocu -
pación temporánea brinda el medio idóneo para que la utilidad pública sea cumplida, sin lesionar
enteramente el derecho de propiedad del titular del bien de que se trate. Transcurrido el lapso fija-
do para la ocupación temporánea, y cesada ésta, el propietario readquirirá el uso y goce de su pro-
piedad, que continuará siendo tal, en plenitud.
Naturaleza jurídica: que ciertos autores la consideran una locación forzosa, otros con más funda-
mento la califican como un derecho real administrativo.
Anormal: La ocupación temporánea anormal es la que se dispone en razón de una utilidad pú-
blica que implica una necesidad urgente, imperiosa o súbita, que no admite dilación. Por tal
causa, no necesita la calificación de utilidad pública por ley formal, sino que puede ser dispues-
ta y ejecutada directamente por la autoridad administrativa, sin ningún tipo de intervención ju-
dicial. Como su duración está limitada al tiempo estrictamente indispensable para satisfacer la
necesidad de que se trate, el cual, por principio, se supone breve, no genera tampoco derecho
a indemnización a favor del propietario ocupado, excepto la reparación de los daños o deterio-
ros que se hayan ocasionado al bien ocupado, o resulten de la ocupación.
El procedimiento para ejecutar y cumplir la ocupación temporánea normal puede ser tanto la
vía del avenimiento, por acuerdo de partes, como la instancia judicial correspondiente.
Respuestas a exámenes – DERECHO ADMINISTRATIVO
BOLILLA 21
La responsabilidad del Estado por su actividad ilícita deriva su fundamento mediato de la inviolabili-
dad de la propiedad (artículos 14 y 17 de la CN) y del principio de libertad (artículo 19 de la CN).
Como es obvio la ley formal no es título idóneo para imponer la obligación de soportar conductas
dañosas ilegítimas aunque éstas provengan de la acción u omisión estatal. El principio del deber de
no dañar tiene raíz constitucional.
Presupuestos: Los recaudos que deben concurrir para que sea procedente responsabilizar al Estado
por su actividad ilícita son:
a) El daño;
b) Que medie una relación de causalidad directa e inmediata, o directa y relevante, entre el ac-
cionar estatal y el perjuicio;
c) Imputabilidad jurídica del daño al Estado, resultante de la recognoscibilidad exterior del acto,
como estatal;
Daño: comprende toda lesión a una situación jurídicamente protegida. Para hacer lugar a su repara-
ción, los tribunales deben constatar que el perjuicio sea cierto y actual, o futuro aunque no hipoté -
tico o conjetural. Por lo demás, debe ser apreciable en dinero y subsistir al momento de la indemni -
zación.
En relación con la carga de la prueba del daño, se aplican los preceptos generales en el sentido de
que le corresponde a quien lo alega. Se reconoce además el daño moral.
Relación de causalidad: Para que corresponda responsabilizar al Estado, debe existir entre el daño
alegado y la conducta estatal una relación directa e inmediata de causa a efecto. Y, en este sentido,
Imputabilidad: El perjuicio indemnizable debe ser jurídicamente imputable al Estado. Hoy en día, la
atribuibilidad de una conducta al Estado se basa en la relación orgánica, esto es, en la consideración
de que sus agentes son órganos de aquél y no representantes ni mandatarios. El órgano imputa, así,
su actuación al Estado.
Teniendo en cuenta que ni los concesionarios, ni los licenciatarios de servicios públicos son órganos
del Estado, los daños causados por éstos no se pueden, en principio, imputar alEstado.
Omisión: todo lo dicho para los actos ilegítimos vale para las conductas omisivas del Estado que
causen daño reparable.
Alcance de la indemnización: En las hipótesis en que proceda responsabilizar al Estado por su activi-
dad ilegítima, la reparación de los perjuicios incluye tanto el daño emergente como el lucro cesante
y el daño moral.
69. Responsabilidad del Estado por actividad lícita o legítima. Régimen jurídico. Presupuestos. Al-
cance del resarcimiento
El fundamento de la responsabilidad del Estado por su actividad lícita radica en las garantías de la
propiedad, igualdad, libertad y razonabilidad consagradas por la CN (artículos 14, 17, 16, 19 y 28,
respectivamente) conjuntamente consideradas.
Régimen jurídico: En el derecho civil se acude, para evidenciar la responsabilidad sin antijuridicidad,
a las causas de justificación, entre las cuales se incluye, a veces, el ejercicio regular de los derechos.
Pero no existe causal de justificación del derecho civil resulta aplicable al Estado cuando, por razo-
nes del interés público, expropia, revoca actos o contratos por razones de oportunidad, mérito o
conveniencia; o bien cambia su política económica o genera perjuicios a causa de obras públicas,
La Corte en el caso “Laplacette”, sostuvo que en ausencia de ley expresa procede indagar la solu-
ción en los principios generales del derecho y en las disposiciones que rigen situaciones análogas de
acuerdo con lo dispuesto por el artículo 16 del Código Civil, no siendo otras, en la especie, que las
contempladas en la ley de expropiaciones, paradigma de la actuación lícita dañosa. Si la actuación
lícita del Estado que causa daños debiera asimilarse o aproximarse a algún supuesto del derecho ci-
vil.
Presupuestos: Los recaudos que deben concurrir para que sea procedente responsabilizar al Estado
por su actividad lícita son, en primer lugar los 3 que corresponden a la responsabilidad por compor -
tamiento ilícito:
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1. El daño.
2. Que medie una relación de causalidad directa e inmediata, o directa y relevante, entre el ac-
cionar estatal y el perjuicio;
3. Imputabilidad jurídica del daño al Estado, resultante de la recognoscibilidad exterior del acto,
como estatal;
Asimismo, según la doctrina que se desprendería de algunos pronunciamientos del Máximo Tribu-
nal, la relación de causalidad debería ser, además de directa e inmediata, exclusiva.
Alcance del resarcimiento: La reglamentación legal de la expropiación y del concepto que le da fun-
damento (sacrificio de derechos patrimoniales por razones de bien común) está destinada a tener
en este aspecto, una fuerza expansiva suficiente como para considerar incluida en ella, genérica-
mente, todo supuesto de responsabilidad estatal por actividad lícita. La ley de expropiaciones ac -
tual, coherente con las anteriores, excluye de la indemnización el lucro cesante, como lo hacen, en
general, las leyes provinciales de expropiación.
La mayor parte de la doctrina reconoce, al menos tácitamente, que el Estado puede ser responsabi-
lizado extracontractualmente por los perjuicios que sufran los administrados, por actos legislativos
que hayan sido sancionados. Dentro de esa corriente no se distingue si la ley en cuestión es o no
constitucionalmente válida, aunque es innegable que cuando la ley carece de esa validez, la respon-
sabilidad estatal surge como más clara y evidente. Tampoco se diferencia si el acto legal es una ley
formal o una ley material, ya que a los fines de sus efectos, ambas categorías están equiparadas.
Las situaciones que se pueden suscitar en relación con la norma legal que ha producido el perjuicio
de los administrados, y en atención a su reparación, han sido agrupadas en tres posibilidades: