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Significado de Virtudes Teologales

Las tres virtudes teologales son la fe, la esperanza y la caridad. La fe es creer en Dios y confiar en su revelación, la esperanza es la espera confiante en el cumplimiento de las promesas de Jesús, y la caridad es amar a Dios y al prójimo. Estas virtudes, inspiradas por el Espíritu Santo, permiten a los cristianos acercarse a Dios y actuar como sus hijos.

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Las tres virtudes teologales son la fe, la esperanza y la caridad. La fe es creer en Dios y confiar en su revelación, la esperanza es la espera confiante en el cumplimiento de las promesas de Jesús, y la caridad es amar a Dios y al prójimo. Estas virtudes, inspiradas por el Espíritu Santo, permiten a los cristianos acercarse a Dios y actuar como sus hijos.

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Significado de Virtudes teologales

Andrea Imaginario
Especialista en artes, literatura e historia cultural
Qué son las Virtudes teologales:
En el cristianismo se llaman virtudes teologales al conjunto de valores y
actitudes que facultan al ser humano para acercarse a Dios y relacionarse con
él. La observancia de las virtudes teologales anima a practicar las virtudes
cardinales, por lo cual se complementan.

Esto se fundamenta en la II carta del apóstol Pedro: “Con ellas [Dios] nos ha
otorgado las promesas más grandes y valiosas, para que por ellas participen
de la naturaleza divina” (2 Pedro 1, 4).

Desde el punto de vista de la teología cristiana, las virtudes teologales son


inspiradas en el entendimiento del ser humano por el Espíritu Santo, lo que le
permite a las personas actuar como “hijos de Dios”.

Las virtudes teologales fueron resumidas por San Pablo en la I carta a los
corintios: “En una palabra, ahora existen tres cosas: la fe, la esperanza y
la caridad, pero la más grande de todas es la caridad” (1 Corintios 13, 13).
Estas serían unas de las primeras formulaciones teológicas del carácter
fundador y animador de las virtudes teologales en la experiencia cristiana.

Vea también Virtudes cardinales.

Fe
La fe es creer en Dios y confiar en su revelación. Esto supone, por lo tanto, la
apertura espiritual necesaria para poder reconocer la manifestación de Dios
en la vida cotidiana y en la comunidad de creyentes, esto es, en la Iglesia.

El Catecismo de la Iglesia Católica define la fe como “la virtud teologal por la que


creemos en Dios y en todo lo que Él nos ha dicho y revelado” (artículo 1814).

Como acto de confianza en la verdad revelada, la fe anima a actuar


concretamente de acuerdo a los principios espirituales inspirados por Dios y
motiva a profesarla abiertamente, esto es, dar testimonio de ella y difundirla.
Vea también Fe.

Esperanza
La fe infunde la esperanza. La esperanza es la espera confiante en el
cumplimiento de un determinado horizonte que, en el caso de la teología
cristiana, se refiere al cumplimiento de las promesas de Jesús: el reino de los
cielos y la vida eterna, en función de lo cual el cristiano se conduce
espiritualmente.

El Catecismo de la Iglesia Católica sostiene que la esperanza “corresponde al


anhelo de felicidad puesto por Dios en el corazón de todo hombre” (artículo
1818).

La esperanza, animada por la fe, permite al ser humano comprometerse con


los cambios necesarios para construir el reinado de Dios, así como encontrar
sentido al trabajo, fuerzas para enfrentar las dificultades y paciencia para
esperar.

Vea también Esperanza.

Caridad
La caridad (el amor) es el centro del corazón cristiano. En ella se expresa
plenamente la fe y la esperanza y, por ende, ordena y articula todas las
virtudes.

La caridad (amor) se define como la virtud que permite a las personas amar a
Dios por sobre todas las cosas y, en nombre de este vínculo, amar al prójimo
como a sí mismo. Sus frutos son el gozo, la paz y la misericordia.

Esto corresponde al mandamiento fundamental que Jesús comunica a sus


apóstoles: “Les doy un mandamiento nuevo: ámense los unos a los otros. Así
como yo los he amado, ámense también ustedes los unos a los otros” (Juan 13,
34).

Para el apóstol San Pablo, la caridad es la más importante de las virtudes


teológicas, tal como se deja ver en el siguiente versículo: "Aunque repartiera
todos mis bienes para alimentar a los pobres y entregara mi cuerpo a las
llamas, si no tengo amor, no me sirve para nada" (1 Corintios 13, 3).

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