Jacques Lacan
Jacques Lacan
Jacques Lacan
Índice
Datos biográficos
Primeros años
Década de 1930
Década de 1940
Década de 1950
Década de 1960
Década de 1970
Últimos años
Conceptos principales
Retorno a Freud
Estadio del espejo
Otro/otro
Falo
Inconsciente
Tres registros
Lo imaginario
Lo simbólico
Lo real
Deseo
Pulsión
Otros conceptos
Fundamentos éticos
Escritos y estilo de escritura
Concepción de la cura
Legado e influencia
Críticas
Obras publicadas
De edición diversa
Seminarios
Documentales
Véase también
Notas
Referencias
Bibliografía
Enlaces externos
Datos biográficos
Primeros años
Jacques Marie Émile Lacan nació en París el 13 de abril de 1901, en el seno de una familia católica y
burguesa de la clase media parisina. Fue el mayor de los tres hijos de Émilie Baudry (1876-1948) y Alfred
Lacan (1873-1960). Su padre fue representante comercial de fábricas de aceite y de jabón, y su madre, de
gran cultura cristiana y misticismo ardiente, ayudaba a su marido con el negocio y la educación de sus
hijos.15 En 1902, la pareja tuvo un segundo hijo, Raymond, que falleció dos años después a causa de una
hepatitis.16 Le siguieron Madeleine, nacida en 1903, y Marc-François, en 1908.17
Década de 1930
Paralelamente, Lacan continuaba con el tramo final de su especialización en psiquiatría. En 1930, viajó a
Suiza para hacer una residencia de dos meses en la clínica del Burghölzli adscrita a la Universidad de
Zúrich. En este lugar Auguste Forel, Carl Gustav Jung y Eugen Bleuler habían inventado un nuevo método
de abordaje para la locura a comienzos de siglo. Durante su estadía, Lacan trabajó bajo la dirección de
Hans Maïer, el sucesor de Bleuler.36 Al año siguiente, de vuelta en el Hospital Henri-Rousselle, obtuvo su
Diplôme de médecin légiste (diploma de médico forense) y se convirtió en psiquiatra forense.26 27 Publicó
su primer texto doctrinal —«Structures des psychoses paranoïaques» (1931)— en la revista Semaine des
Hôpitaux de Paris, que mostraba la influencia que había tenido la enseñanza de Clérambault en él. En ese
texto Lacan introducía una noción de «estructura» de la paranoia en un sentido fenomenológico, e
identificaba tres tipos de psicosis paranoicas: la constitución paranoica, el delirio de interpretación y los
delirios pasionales.37 La noción introducida por Lacan desplazaba al síndrome de automatismo mental
como categoría central en la paranoia, y pese a que Lacan reconoció su deuda con Clérambault, su
«maestro» lo acusó de plagio.27 38 En sus Escritos, Lacan reconoce a Clérambault como su «único
maestro de psiquiatría», y destaca que fueron sus enseñanzas que lo llevaron al descubrimiento de la obra
de Freud.39 Tras su retorno al Hospital Sainte-Anne a mediados de 1931, comenzó a examinar a una
paciente llamada Marguerite Pantaine-Anzieu, ingresada tras apuñalar a la actriz Huguette Duflos. La
apodó Aimée y a partir de su caso comenzó a elaborar su tesis doctoral.40
En 1932, Lacan publicó una traducción del texto de Freud Über einige neurotische Mechanismen bei
Eifersucht, Paranoia und Homosexualität [Sobre algunos mecanismos neuróticos en los celos, la paranoia
y la homosexualidad] (1922) para la Revue française de psychanalyse, y lo tituló De quelques mécanismes
névrotiques dans la jalousie, la paranoïa et l'homosexualité.41 En junio de ese año, comenzó su análisis de
formación con Rudolph Loewenstein: duró hasta 1938 y concluyó en el fracaso y un largo desacuerdo
entre ambos.42 Lacan finalizó el año de 1932 con la publicación de su tesis De la Psychose paranoïaque
dans ses rapports avec la personnalité [De la psicosis paranoica en sus relaciones con la personalidad],n. 2
por la que fue galardonado con su Diplôme d'État de docteur en médecine (equivalente a un título de
Doctor en Medicina).43 44 Aunque la difusión de la tesis atrajo un interés considerable en los círculos
surrealistas y Pierre Janet hizo comentarios favorables de ella, parece no haber tenido un impacto inmediato
en el psicoanálisis francés.45 Lacan llegó a enviarle una copia a Sigmund Freud en Viena —su única
instancia conocida de comunicación directa—, quien acusó recibo con una tarjeta postal sin otro
comentario.45 En lo que respecta a los surrealistas, en mayo de 1933 René Crevel publicó un artículo que
elogiaba la tesis en Le Surrealisme au service de la Revolution y Paul Éluard le dedicó un poema a
Aimée.34 Dalí también reconoció la tesis en el primer número de la revista Minotaure de junio de 1933:
A ella le debemos el hacernos por primera vez una idea homogénea y total del fenómeno
homosexual fuera de las miserias mecanicistas en que se empantana la psiquiatría corriente.46
La tesis se basaba principalmente en su seguimiento del caso Aimée, a quien Lacan había diagnosticado
paranoia de autocastigo.45 Al igual que Freud, ubicó a la paranoia dentro de las psicosis y mantuvo la
noción de «estructura»: afectaba a la personalidad entera del sujeto sin que fuera determinante el origen
orgánico.47 En este sentido, Roudinesco explica que «para comprender la coherencia de esta estructura,
hay que interpretar el sentido humano de los fenómenos que le son propios, es decir definir el conjunto de
los elementos característicos de una psicogenia de la personalidad. Lacan emplea este término en vez del de
psicogénesis para mostrar que la etiología de la psicosis se expresa en función de mecanismos
fenomenológicos que dependen exclusivamente de la historia concreta del sujeto».47 En un texto de 1933,
publicado bajo el título «Exposé général de nos travaux scientifiques», Lacan afirma que la originalidad de
su trabajo se debió a que fue el primer intento en Francia de estudiar los delirios paranoicos de forma
exhaustiva sobre la base de un análisis de la «historia concreta» del sujeto.45 Ese año también publicó dos
trabajos más sobre la paranoia en la revista Minotaure: «Le problème du style et la conception psychiatrique
des formes paranoïaques de l'expérience» y «Motifs du crime paranoïaque: le crime des sœurs Papin»; y
publicó un soneto en Le Phare de Neuilly 3/4 bajo el título «Hiatus Irrationalis».n. 3 48 Será su única
incursión conocida en la poesía, con un estilo que recuerda a la obra de Pierre Jean Jouve.49
En 1934, Lacan se convirtió en miembro candidato de la Société Psychanalytique de Paris (SPP). Solicitó
la membresía plena en octubre de ese año mientras continuaba su controvertido análisis con Loewenstein.
Entretanto, Lacan tuvo un papel activo en la SPP, asistía regularmente a reuniones y conferencias
científicas, y tuvo un rol instrumental en el grupo Évolution psychiatrique.58 Su práctica psicoanalítica
privada comenzó en 1936, cuando aún atendía a pacientes en el Hospital Sainte-Anne.59 Ese mismo año
presentó su primer informe analítico sobre el «estadio del espejo» ante el Congreso de la Asociación
Psicoanalítica Internacional (IPA) en Marienbad; su primer cruce con el freudismo internacional.44 Ernest
Jones, quien presidía el congreso, dio por terminada la conferencia al cabo de diez minutos dado que no
estaba dispuesto a extender el tiempo de presentación establecido por Lacan. Insultado por esto, abandonó
el congreso y fue a presenciar los Juegos Olímpicos de Berlín.60 No queda ninguna copia de la
conferencia original, puesto que olvidó entregar su comunicación; solo se conservó en las notas tomadas
por Françoise Dolto.61 Su formulación de la teoría del estadio del espejo se basó en el trabajo experimental
de Henri Wallon sobre el desarrollo infantil, en complemento con las enseñanzas sobre Hegel que había
recibido de Kojève. Fueron Wallon y Lucien Febvre quienes encargaron a Lacan su último texto
importante del período de preguerra: una contribución a la Encyclopédie française de 1938 titulada «La
Famille».62 n.
4 Asimismo, en 1938 Lacan obtuvo su adhesión a la membresía titular (Membre titulaire) de
la SPP por medio de Édouard Pichon, pese a la considerable oposición de muchos de sus miembros
principales que no estaban impresionados por su reformulación de la teoría freudiana en términos
filosóficos.3
Década de 1940
La SPP dejó de funcionar debido a la ocupación de Francia por la Alemania nazi en 1940. Esto implicó que
muchos de sus miembros, principalmente los judíos, huyeran del país; solo quedaron Françoise Dolto y
Jean Leuba.63 Lacan fue llamado para el servicio militar, sirvió como médico auxiliar en el hospital militar
Val-de-Grâce en París64 mientras continuaba con su práctica psicoanalítica privada.65 Se sabe por su
correspondencia con Sylvain Blondin que su experiencia con el servicio militar fue bastante negativa.66
Durante la guerra no realizó ninguna publicación; se dedicó a estudiar chino, para lo cual se licenció en la
École spéciale des langues orientales.65
Su atención estuvo dirigida principalmente a su vida personal, puesto que previo a la Segunda Guerra
Mundial, Lacan había comenzado a relacionarse con la actriz Sylvia Bataille (de soltera Maklès), quien
entonces estaba separada de su amigo Georges Bataille, pero no divorciada.67 Ella se convirtió en su
amante a finales de 193868 y, en 1953, en su segunda esposa.65 Con Sylvia encontró una vida más
bohemia que con Marie-Louise Blondin, pero la relación se vio complicada durante la guerra por la
amenaza de que Sylvia fuera deportada por ser judía: en 1940, mientras estaba encinta de Judith, tuvo que
vivir en la zona libre. Movido por esto, Lacan intervino personalmente ante las autoridades para obtener los
documentos que detallaban sus orígenes familiares y los destruyó.65 Sin embargo, cuando Lacan le
anunció a su primera esposa, entonces embarazada de Sibylle, que Sylvia también esperaba un hijo, ella le
pidió el divorcio.67 En consecuencia, en 1941 Lacan se mudó a un apartamento en el número 5 de la rue
de Lille, y permaneció en ese lugar hasta su muerte.67 Su primera hija con Sylvia —quien ya tenía otra
hija con Bataille llamada Laurence—, nació en julio de ese año y la nombraron Judith;65 fue inscripta con
el apellido Bataille dado que la separación entre Lacan y Marie-Louise Blondin no se efectuó hasta
diciembre de 1941.69 Recién a partir de 1964 llevaría el apellido de su padre.67 Por mucho tiempo, a
pedido de su primera esposa, Lacan no le reveló a los hijos de su primer matrimonio la existencia de un
segundo hogar donde criaba a su hija y a la de Bataille, algo que trajo consecuencias para ambas
familias.67
En 1945, la SPP comenzó a celebrar encuentros informales en París, y retomó sus reuniones mensuales
convencionales al año siguiente.70 Ese año, Lacan visitó Inglaterra por un viaje de estudio de cinco
semanas y se informó sobre el estado de la psiquiatría de ese país; visitó la residencia Hartfield, dedicada a
la readaptación de exprisioneros y combatientes de ultramar, y quedó admirado por los principios de la
terapia de grupo y el psicodrama.71 El trabajo analítico con los grupos de Wilfred Bion y John Rickman
influyó en Lacan; Bion, particularmente, contribuyó a su propio énfasis posterior en los grupos de estudio
como una estructura dentro de la cual avanzar en el trabajo teórico del psicoanálisis.72 A su regreso, Lacan
dio una conferencia sobre el tema ante el colectivo de Évolution psychiatrique, que se publicaría en 1947
bajo el título La Psychiatrique anglaise et la guerre.73 En ella Lacan rinde un homenaje a los ingleses y
contrasta su victoria en la guerra con la experiencia vivida en Francia en 1940; además elogia los métodos
psiquiátricos utilizados en la selección de oficiales y en las pruebas psicológicas, que ayudaron a producir
un ejército democrático.74
En este período, Lacan también tuvo un acercamiento teórico a Melanie Klein, en cuyos postulados vio un
paralelismo con su propia postura.75 En mayo de 1948, presentó un informe sobre la agresividad ante el
XI Congreso de los Psicoanalistas de Lengua Francesa, donde retomó su investigaciones previas
integrando algunas de las tesis kleinianas: especialmente la idea de la «posición paranoide» en la
constitución del «yo [moi]» y la necesidad de conceder un lugar
primordial a la «transferencia» en la formación analítica.76
También llegó proponerle a Klein la traducción del alemán de su
ensayo El psicoanálisis del niño (1932), pero el proyecto se vio
truncado dado que perdió la traducción, y esta fue realizada por
Françoise Girard y Jean-Baptiste Boulager.74 77
Década de 1950
Hacia 1950, Lacan presentó un nuevo trabajo ante XIII Congreso de los Psicoanalistas de Lengua
Francesa, en coautoría con Michel Cenac: Introduction théorique aux fonctions de la psychanalyse en
criminologie [Introducción teórica a las funciones del psicoanálisis en criminología].80 El trabajo se
enfocaba en la criminología tomando referencias tanto antropológicas —Marcel Mauss y Bronisław
Malinowski— como psicoanalíticas —Tótem y tabú y la teoría del superyó—, y sugería que el diálogo
psicoanalítico podía facilitar el acceso al mundo imaginario del criminal, lo que facilitaría la identificación
de represiones neuróticas y estancamientos en el desarrollo constitutivo, sin deshumanizar al delincuente.79
En este sentido, David Macey observa que «en vista de la oposición declarada de Lacan a la "ingeniería
social" asociada a la Ego Psychology, es quizás sorprendente encontrarlo discutiendo la reintegración de los
delincuentes en la comunidad».81 Ese mismo año, en el marco del Primer Congreso Mundial de
Psiquiatría, Lacan realizó una intervención en respuesta a las ponencias de Franz Alexander, Anna Freud,
Melanie Klein y Raymond de Saussure.n. 5 Aquí aparecieron sus primeras referencias a la lingüística
estructural; apoyándose en Roman Jakobson y Claude Lévi-Strauss, insistió en que la psicología no puede
explicar el lenguaje, sino que, contrariamente, es el lenguaje el que determina la psicología. Sus ataques a la
Ego psychology continuaron: sostuvo que el yo es el «síndico de las funciones más móviles por las que el
hombre se adapta a la realidad»,82 que tiene la capacidad de ilusión y engaño, y es la superestructura
involucrada en la alienación social.79
Con la compra en 1951 de una mansión rural en Guitrancourt, Lacan estableció un lugar para los retiros de
fin de semana, por trabajo, ocio —incluyendo extravagantes eventos sociales— y para el alojamiento de su
vasta biblioteca. Su colección de arte incluía L'Origine du monde de Gustave Courbet; obra que había sido
ocultada en su estudio mediante un panel de madera removible que en su parte visible contenía una
representación abstracta de la pintura confeccionada por André Masson.83 Ese año también asistió al
Congreso de la IPA celebrado en Ámsterdam, su última conferencia como miembro de la institución, y
participó en el simposio «Influencias mutuas en el desarrollo del yo y el ello», para la exasperación de
Marie Bonaparte quien presidía la sesión.84 Al parecer mantuvo discusiones privadas tanto con Anna
Freud como con Melanie Klein, pero su contenido se desconoce.85 Mientras tanto, Lacan comenzaba a
dictar seminarios semanales privados en el departamento de Sylvia Bataille.86 Habiendo inaugurado su
enseñanza bajo el signo de un «retorno a Freud», se apoyó en la filosofía heideggeriana —de la que toma el
cuestionamiento infinito sobre el estatuto de la verdad, del ser y de su develamiento—, la antropología
estructuralista de Claude Lévi-Strauss —de la que deduce la idea de lo simbólico, y su lectura universalista
de la prohibición del incesto y del complejo de Edipo—, y la lingüística de Ferdinand de Saussure —de la
que extrae su concepción de un inconsciente organizado como un lenguaje y del significante—.6 El
pensamiento de G.W.F. Hegel también sigue siendo influyente en Lacan.5 El seminario se hizo público en
1953 y se trasladó al Hospital Sainte-Anne, donde se celebró durante diez años.87 Con una duración total
de veintisiete años, el seminario se convirtió en su principal plataforma de enseñanza.86
Tras renunciar a la SPP, Lacan fue informado por una carta de Ruth Eissler, entonces secretaria honoraria
de la IPA, de que su renuncia implicaba la pérdida de su membresía a la IPA. Así, en julio de 1953 el nuevo
grupo comenzó buscar apoyo para que la SFP fuera reconocida por la IPA; Lacan le escribió a Perrotti —
presidente de la Sociedad Italiana de Psicoanálisis—, a Balint, a Loewenstein, y más tarde a Hartman.98 El
encuentro inaugural de la SFP fue abierto por Lacan en julio con la conferencia Lo simbólico, lo
imaginario y lo real,86 donde expuso una nueva tópica99 y habló explícitamente de una «vuelta a los
textos freudianos», destacando que dicho retorno se remontaba al año 1951.100 Ese mes también se
celebró el XVIII Congreso de la IPA en Londres, y se nombró un comité para examinar la solicitud de
reconocimiento de la SFP. El comité estaba compuesto por Kurt Eissler, Phyllis Greenacre, W. Hoffer,
Jeanne Lampl-de Groot y D.W. Winnicott.98 Lacan, mientras tanto trabajaba en la instauración de una
teoría estructural de la cura100 que sería plasmada en el ensayo Función y campo de la palabra y del
lenguaje en psicoanálisis, presentado en el XVI Congreso de Psicoanalistas de Lenguas Romances
celebrado en Roma, el 27 de septiembre de 1953.86 Fue continuada en los seminarios I, Los escritos
técnicos de Freud (1953-1954), II, El yo en la teoría de Freud y en la técnica psicoanalítica (1954-1955), y
concluida en una conferencia pronunciada en Viena en noviembre de 1955, bajo el título La cosa freudiana
o el sentido de un retorno a Freud.100 Ese año además publicó Variantes de la cura-tipo,101 un texto
donde declara su marcada oposición a la Ego Psychology.102 La resolución del comité fue dada ante el
Congreso de la IPA celebrado en Ginebra en 1955: Hartmann anunció que se había concluido que «el
grupo Lagache» no debía ser reconocido como sociedad competente, ya que sus capacidades de formación
y de enseñanza no eran adecuadas.103 Al año siguiente, la SFP lanzó su revista La Psychanalyse y su
primer número estuvo dedicado a Lacan.4 Entre sus artículos destacados figuran el Informe de Roma104 y
una traducción del artículo Logos (1951) de Heidegger hecha por Lacan; se había encontrado con el
filósofo en Friburgo en el año anterior y aquel lo había autorizado a publicarla.105 En 1959, la SFP renovó
su pedido de afiliación a la IPA y se designó un nuevo comité encabezado por Pierre Turquet para
investigar el tema.92 106
Década de 1960
Si bien Lacan tuvo controversias con varios miembros de la IPA, también cultivó buenas relaciones con
algunos de ellos. Un ejemplo fue su vínculo fluido con D.W. Winnicott;107 es conocida la carta fechada en
agosto de 1960 en la que Lacan le comenta al inglés su orgullo por su hijastra Laurence Bataille —detenida
durante la guerra de Argelia por sus conexiones políticas— y sobre un sobrino que había sido condenado a
dos meses de prisión por actividades antibélicas.108 109 A nivel institucional, la negociación para la
integración de la SFP a la IPA seguía en marcha. Hacia 1961, se presentó el informe del comité de Turquet
ante el Ejecutivo Central de la IPA, pero la resolución no se hizo pública. El documento igualmente se puso
a disposición de la delegación de la SFP que viajó a Edimburgo para asistir al XXII Congreso.110
Finalmente, en agosto de ese año, se determinó la posibilidad de una reintegración progresiva de la SFP a la
IPA, pero con la condición de que Françoise Dolto y Lacan dejaran de realizar análisis didáctico.111 La
práctica de Lacan —con sus controvertidas sesiones de duración indeterminada— y su postura crítica hacia
la ortodoxia psicoanalítica condujo a que, en agosto de 1963, la IPA estableciera la condición de que la
afiliación dependiera de la exclusión de Lacan de su lista de analistas.112 Por lo tanto, en noviembre de ese
año, tras la decisión de la SFP de atender a la solicitud, Lacan fue despojado efectivamente del derecho de
realizar análisis didáctico y tuvo que interrumpir su seminario en el Hospital Sainte-Anne;4 lo que hizo que
se viera obligado a crear su propia institución para dar cabida a los numerosos candidatos que deseaban
continuar su análisis con él. Lo llevó a cabo el 21 de junio de 1964 en el «Acta de fundación»113 de lo
que se conoció como la École Freudienne de Paris (EFP), llevándose «consigo buen número de
representantes de la tercera generación, entre ellos Maud y Octave Mannoni, Serge Leclaire, François
Perrier, Moustapha Safouan, Jenny Aubry, Piera Aulagnier, Solange Faladé, Jean Clavreul, etc.».114
El contacto de Lacan con los trabajos de Gödel y Frege fue clave para la primera refundición de su doctrina.
Por intervención de Fernand Braudel y Louis Althusser, Lacan obtuvo un cargo de conferencias en la École
Pratique des Hautes Études y, en enero de 1964, comenzó a dictar su seminario XI sobre Los cuatro
conceptos fundamentales del psicoanálisis, en la sala Dussane de la École Normale Supérieure.115
Empezó a exponer su propio enfoque del psicoanálisis a una audiencia de colegas provenientes de la SFP y
sus conferencias también atrajeron a algunos estudiantes de la École Normale:116 entre ellos Jacques-Alain
Miller, quien en 1966 se casaría con Judith Lacan y se convertiría en el redactor de los seminarios de su
suegro.12 El apoyo que obtuvo Lacan en la École Normale lo alentó a formalizar su teoría entre los años
1964 y 1965 con el fin de evitar que fuese objeto de «revisiones», al estilo de las que tuvo la obra de
Freud.117 Esta refundición de su doctrina desde una perspectiva de «cientifización», surge a partir de su
descubrimiento de la obra de Gottlob Frege y de su confrontación de esta con los trabajos publicados en la
revista Cahiers pour A'analyse.118 117 Para ello se apoyó en los planteos de Alexandre Koyré y Kurt
Gödel. Del primero adoptó la idea de que la ciencia moderna, fundadora del cogito, había desvalorizado
dramáticamente la noción del ser; del segundo tomó su segundo teorema de la incompletitud, referente a
que la noción de verdad escapa a la formalización integral.119 Para Lacan este fracaso remitía al fracaso en
general de la ciencia «siempre en busca de sutura». Consideró entonces que era por medio de la lógica que
el psicoanálisis podía correrse del estatuto de ciencia humana: pero una «lógica de la incompletud, ciencia
del sujeto caído, ciencia del correlato no suturado».119 De esta forma, al apuntar a un ideal de cientificidad
universalista, Lacan pretendía combatir toda refundición psicologicista del psicoanálisis en términos de
ciencia humana, procurando asignarle al psicoanálisis la tarea de tomar por objeto al sujeto de la ciencia, a
su vez efecto del significante.120
Lacan además se mantuvo activo en otros ámbitos. En 1965, organizó un encuentro con Marguerite Duras
tras la publicación de su novela Le ravissement de Lol V. Stein [El arrebato de Lol V. Stein] (1964), que
describía una psicosis en términos similares a los suyos.111 Cuando se reunieron una noche en un bar,
Lacan la felicitó con entusiasmo expresándole: «¡Usted no sabe lo que está diciendo!».121 Ese mismo año
creó su colección Le champ freudien [El campo freudiano] después de firmar un contrato con Éditions du
Seuil, impulsado por François Wahl.122 Entre febrero y marzo de 1966 dio una serie de conferencias en
seis universidades estadounidenses, incluyendo Columbia, Harvard y el MIT.123 En octubre, volvió a los
Estados Unidos para asistir al simposio «Los lenguajes de la crítica y las ciencias del hombre»124
organizado por René Girard y Eugenio Donato en la Universidad Johns Hopkins de Baltimore. Estuvieron
presentes varios exponentes de distintas esferas del saber, como Jean Hyppolite, Lucien Goldmann,
Georges Poulet, Roland Barthes, Tzvetan Todorov, Nicolas Ruwet y Jacques Derrida.125 Lacan, por su
parte, participó activamente en el debate sobre estructuralismo y presentó su comunicación «Acerca de la
estructura como mixtura de una Otredad, condición sine qua non de absolutamente cualquier sujeto»: un
discurso donde cita a Frege y a Bertrand Russell y, entre otras cosas, explica que su concepción del
inconsciente «estructurado como un lenguaje» es una tautología, ya que «estructurado» y «como un
lenguaje» son sinónimos. Adicionalmente afirma: «La mejor imagen que resume al inconsciente es
Baltimore de madrugada».126 123 Lacan finalizó el año de 1966 con la publicación de su obra más
importante: los Escritos. 127 La obra fue compilada con un índice de conceptos hecho por Jacques-Alain
Miller y estuvo marcada por su lenta elaboración; hubo reescritura por parte de Lacan, varias correcciones
de Wahl, y comentarios de Miller.127 Los Escritos también fueron impresos por Éditions du Seuil e
hicieron mucho para consolidar la reputación de Lacan ante un público más amplio. El éxito de la
publicación condujo a que en 1969 se elaborara una edición de dos volúmenes.128 La obra fue leída y
comentada por pensadores como Michel Foucault y Gilles Deleuze.12
En cuanto a los eventos ocurridos en mayo de 1968, Lacan respetó la convocatoria de huelga del Sindicato
Nacional de Enseñanza Superior y no impartió seminarios de forma oficial; sino que en su lugar sostuvo
discusiones informales.129 Aunque fue muy crítico de la acción revolucionaria, algunos lo
responsabilizaron parcialmente por los hechos ocurridos en las protestas. Como consecuencia tuvo que
abandonar la École Normale Supérieure;124 el 9 de mayo había firmado un manifiesto de apoyo al
movimiento estudiantil y durante el mismo período puso su firma en un petitorio por la liberación de Régis
Debray, que estaba preso en Bolivia.124 Sin embargo, en diciembre de 1969 declaró lo siguiente ante
cientos de estudiantes:
Las aspiraciones revolucionarias sólo tienen una posibilidad: terminar siempre con el discurso
del amo. La experiencia lo prueba. A lo que aspiran como revolucionarios es a un amo. ¡Lo
tendrán!130
En 1969, la EFP comenzó a aplicar un nuevo procedimiento de acceso al título de analista para los
miembros simples que hubieran realizado un análisis.131 Designado en 1967 con el nombre de «pase», el
procedimiento consistía básicamente en un marco institucional que permitía al pasante dar testimonio del
final de su análisis.132 Su aplicación tuvo la intención de resolver los problemas de formación derivados
de la masificación de la EFP, pero provocó la salida de tres importantes discípulos de Lacan que se le
opusieron: François Perrier, Piera Aulagnier y Jean-Paul Valabrega.133 Ese mismo año, Serge Leclaire
fundó un departamento de psicoanálisis en la recién creada Universidad de París VIll en Vincennes —fue el
primero con ese nombre en Francia—,134 y Lacan, por su parte, trasladó sus seminarios públicos de la
École Normale a la Facultad de Derecho frente al Panteón;135 donde continuó presentando sus
exposiciones de teoría y práctica analítica hasta la disolución de la EFP en 1980.
Década de 1970
Mientras tanto, Lacan recurrió ampliamente a diversas disciplinas; trabajó estrechamente en la literatura
clásica china con François Cheng,141 y el éxito creciente de los Escritos hizo que recibiera nuevas
invitaciones para dar conferencias en Japón142 e Italia.143 En 1973, Éditions du Seuil publicó por primera
vez una transcripción compilada de un seminario de Lacan: Los cuatro conceptos fundamentales del
psicoanálisis (1964).7 Ese mismo año, el creciente número de feministas que asistían a su seminario lo
impulsaron a introducir las «fórmulas de la sexuación» en un intento de demostrar que la sexualidad no está
determinada por la biología: aparece la posición «femenina» —no determinada por el falo— presente
también en todos los sujetos hablantes junto a la ley fálica.144 Al año siguiente, se reorganizó el
departamento de psicoanálisis de la Universidad de París VIII y se lo renombró «Le Champ freudien».
Lacan fue nombrado director y Jacques-Alain Miller, presidente. Aquí, el matema se convirtió en un
elemento esencial en el trabajo de la EFP y, en efecto, en la base del trabajo en París VIII-Vincennes.145
Adicionalmente, en 1974 la televisión francesa emitió una entrevista filmada por Benoît Jacquot en la que
Miller hacía de interlocutor de Lacan. Fue titulada Telévision y el texto había sido publicado por Le Seuil
previo a la difusión de la emisión.146 Si bien Lacan entonces insistía en la naturaleza lingüística del
inconsciente, en esa emisión y en su seminario XX (1972-1973) comenzó a emplear el neologismo
«lingüistería» para distinguirse de los lingüistas académicos; muchos temas de ese seminario y de los textos
relacionados fueron expuestos de forma esquemática en la entrevista.145
A comienzos de 1975, Lacan comenzó a trabajar en la vida y obra de James Joyce con Jacques Aubert. El
joven estudiante, buen lector de los Escritos, le había propuesto a Lacan participar en el V simposio
internacional sobre Joyce que se celebraría en París, en junio de ese año. Lacan aceptó y a partir de
entonces entró en contacto con una gran cantidad de obras dedicadas al escritor. También consultó trabajos
de escritores de las revistas Tel quel y Change, entre los que figuraban Philippe Sollers y Jean-Pierre Faye.
Durante la celebración del simposio, en el anfiteatro de la Sorbona, Lacan pronunció una alocución titulada
«Joyce le symptôme» [Joyce el síntoma], recordando su contacto con el escritor durante su juventud. A
Joyce también le dedicó su seminario de 1975-1976 titulado «Le sinthome».147 Entre noviembre y
diciembre de 1975, Lacan viajó nuevamente a los Estados Unidos para dar una serie de conferencias en
Yale, Columbia y el MIT, donde además tuvo la ocasión de debatir con Willard Van Orman Quine y Noam
Chomsky.148 144 Tras sufrir un leve accidente automovilístico en el otoño de 1978, Lacan comenzó a
verse cansado y a permanecer en silencio durante largos períodos de tiempo, incluso en sus seminarios. Su
discurso tendió a ser reemplazado por demostraciones mudas y nuevos giros en los nudos borromeos.144
En 1979 cofundó con su hija Judith Miller la Fondation du Champ Freudienne, y ella quedó encargada de
dirigirla.144
Últimos años
En enero de 1980, Lacan anunció la disolución unilateral de la École freudienne de Paris, mediante una
«Carta de disolución» fechada el día 5 de ese mes.149 En ese momento, en la escuela había una serie de
disputas internas.7 150
La misiva enseguida tuvo repercusión en la prensa y fue publicada en Le Monde el
9 de enero. 151 En la carta, Lacan invitaba a todos los miembros de la escuela que desearan seguir
trabajando con él a que le dieran a conocer sus intenciones por escrito —el término usado es ecrit de
candidature—151 y, entre otras cosas, hablaba del «coste de haber permitido que el grupo psicoanalítico
primara sobre el discurso, y se convirtiera en Iglesia».152 Recibió más de mil cartas en una semana, pero la
disolución de la escuela tuvo que esperar hasta el 27 de septiembre de ese año, dado que la normativa
requería una mayoría de dos tercios en una asamblea general especialmente convocada, que se obtuvo
recién en esa fecha.151 En su lugar fundó, el 21 de febrero, la escuela de La Cause freudienne151 y, en
octubre, la École de la cause freudienne.144 Como consecuencia, el movimiento lacaniano se dispersó en
una veintena de asociaciones.133
En julio de 1980, Lacan viajó a Caracas por el congreso inaugural de la Fondation du Champ Freudienne,
cofundada con su hija Judith en 1979.150 Fatigado por su viaje en Concorde, Lacan llamó a sus
seguidores a que se reunieran en torno a él para expresarles:
Vengo aquí a impulsar mi causa freudiana. Como ven, me interesa este adjetivo. Es asunto de
ustedes ser lacanianos si lo desean. Yo soy freudiano.153
Sus problemas de salud le dificultaron cumplir con las demandas de su seminarios anuales, impartidos
desde la década del 50; pero su enseñanza continuó hasta 1981.154 Al final de su vida, Lacan comenzó a
verse afectado por trastornos cerebrales y una afasia parcial. Murió el 9 de septiembre de 1981, en la clínica
Hartmann de Neuilly-sur-Seine, a causa de la ablación de un tumor maligno de colon.133 Sus últimas
palabras pronunciadas fueron: «Soy obstinado … Desaparezco».155 Antes de morir, Lacan nombró a
Jacques-Alain Miller como su albacea, quien quedó a cargo de toda su obra publicada y no publicada.156
Conceptos principales
Retorno a Freud
Si bien Lacan vuelve a los textos originales de Freud, retoma ciertos aspectos específicos de su obra, «elige
y elabora ciertos temas, y desatiende o reinterpreta otros».159 De modo que, como señala Evans, podría
calificarse su enfoque «como una forma "posfreudiana" del psicoanálisis, junto con la psicología del yo, el
psicoanálisis kleiniano y la teoría de las relaciones objetales».159 No obstante, Lacan sostuvo que en los
textos de Freud operaba una lógica más profunda «que los hace coherentes a pesar de las aparentes
contradicciones», y por ello insistió en que «su lectura de Freud, y sólo la suya, saca a luz esta lógica».159
Así pues, remarca Evans, «las declaraciones de lealtad y las acusaciones de traición formuladas por Lacan
… tienen, por cierto, una función retórico-política, en cuanto al presentarlo como "más freudiano" que
nadie le permitieron desafiar el monopolio efectivo del legado freudiano del que la IPA aún disfrutaba en la
década de 1950».159
La primera contribución oficial de Lacan al psicoanálisis fue la del estadio del espejo.166 La expresión
aparece por primera vez durante una conferencia de la SPP que tuvo lugar el 16 de junio de 1936. Para ello
Lacan toma como base la «prueba del espejo» elaborada por Henri Wallon en 1931, y propone el estadio
del espejo como «una combinación de posición, en el sentido kleiniano, y estadio, en el sentido
freudiano».61 Así, la noción de estadio deja de estar ligada a la idea de estadio propuesta por Wallon, y
adquiere una dimensión de «operación psíquica, incluso ontológica, mediante la cual se constituye el ser
humano en identificación con su semejante».61 En 1936, Lacan presenta por segunda vez el concepto ante
el XIV Congreso de la Asociación Psicoanalítica Internacional (IPA) celebrado en Marienbad; el trabajo
nunca se publicó, pero en 1949, Lacan expone nuevamente el tema en el Congreso de la IPA celebrado en
Zúrich, bajo el título El estadio del espejo como formador de la función del yo [je] tal como se nos revela
en la experiencia psicoanalítica.167
A comienzos de la década de 1950, Lacan deja de considerar al estadio del espejo como apenas un
momento en la vida del infante: pasa a ser parte de una estructura permanente de la subjetividad y
paradigma del registro «imaginario», donde el sujeto es captado y cautivado por la propia imagen
permanentemente.168 En referencia a su exposición sobre el estadio del espejo realizada en el Congreso de
Zúrich de 1949, Lacan comentaría que:
La teoría que propuse allí … se refiere a un fenómeno al que atribuyo un valor doble. En
primer lugar, le doy un valor histórico, ya que marca un punto de inflexión decisivo en el
desarrollo mental del niño. Y en segundo lugar, tipifica una relación libidinal esencial con la
imagen corporal. Por estas dos razones, el fenómeno demuestra claramente la entrada del
individuo en un estadio en el que puede observarse la formación más temprana del yo.169
A medida que este concepto se fue
desarrollando, el énfasis se centró menos en
su valor histórico y más en su valor
estructural.168 En su seminario IV, La
relación de objeto (1956-1957), Lacan
afirma que «el estadio del espejo no se limita
de ningún modo a connotar un fenómeno
que se presenta en el desarrollo del niño.
Ilustra el carácter conflictivo de la relación
dual».170
Lacan define a la imagen especular como «ortopédica», ya que conduce al niño a anticipar la superación de
su «prematuración específica del nacimiento». La visión del cuerpo integrado y armado en oposición a la
experiencia real de incapacidad motora del niño y a la sensación de cuerpo fragmentado, induce un
movimiento de «insuficiencia a la anticipación».173 En otras palabras, la imagen especular inicia y luego
ayuda, como soporte, al proceso de formación del sentido integrado de uno mismo. Cabe señalar que el
estadio del espejo implica un «desconocimiento» (méconnaissance) en la constitución del yo: el «yo» (moi)
se aliena de sí mismo a través de la introducción del sujeto en el orden imaginario.168 Además tiene una
dimensión simbólica significativa que recae en la figura del adulto que lleva o sostiene al bebé.168 Por otro
lado, cuando el niño asume con júbilo la imagen como propia, vuelve la cabeza hacia el adulto —quien
representa al gran Otro— como para pedirle que ratifique esta imagen.174
Otro/otro
Mientras que Freud utilizaba el término «otro» para referirse a der Andere (la otra persona) y das Andere (la
otredad), Lacan —influenciado por las enseñanzas de Alexandre Kojève— teoriza la alteridad de una
manera que se asemeja más a la filosofía de G.W.F. Hegel.175 En su seminario III, Las psicosis (1955-
1956), Lacan señala que:
Siempre hay compromiso del sujeto y lucha virtual en la cual el organismo está siempre
latente, en todo lo que es del orden del testimonio. … Por una sencilla razón: como el punto
de partida de esta dialéctica es mi alienación en el otro, hay un momento en que puedo estar
en posición de ser a mi vez anulado porque el otro no está de acuerdo. La dialéctica del
inconsciente implica siempre como una de sus posibilidades la lucha, la imposibilidad de
coexistencia con el otro. Aquí reaparece la dialéctica del amo y el esclavo. La Fenomenología
del Espíritu no agota probablemente todo lo que está en juego en ella, pero, ciertamente no
podemos desconocer su valor psicológico y psicogénico. La constitución del mundo humano
en cuanto tal se produce en una rivalidad esencial, en una lucha a muerte primera y esencial.
Con la salvedad de que asistimos al final a la reaparición de las apuestas.176
Élisabeth Roudinesco observa que Lacan toma de Hegel «… la idea de una dialéctica de la negatividad,
según la cual todo reconocimiento del otro pasa por una lucha a muerte. Desde este punto e vista, el otro no
tiene ninguna existencia, puesto que el deseo del hombre se define ante todo como el deseo de cada
individuo de hacer reconocer su deseo de manera absoluta, aunque tenga que anular al otro (el prójimo) en
el curso de un proceso de aniquilación».177 Con su lectura de Las estructuras elementales del parentesco
(1949) de Claude Lévi-Strauss, Lacan teoriza la noción de lo simbólico y modifica su concepción de la
alteridad, que desemboca en la creación del término «gran Otro». De esta forma, se separa de todas las
concepciones postfreudianas de la relación de objeto vigentes hasta entonces. Entre los años 1950 y 1965,
Lacan revisará la teoría freudiana en virtud de la lingüística de Ferdinand de Saussure y establecerá un
vínculo entre el deseo, el sujeto, el significante y la cuestión del Otro.177
Lacan a menudo usaba una simbología algebraica para representar sus conceptos: el gran Otro (Autre) se
designa con A mayúscula, y el pequeño otro (autre) con a minúscula.178 Para Lacan es fundamental tener
en cuenta esta distinción en la práctica analítica: «el analista debe estar "totalmente imbuido" de la
diferencia entre A y a, para poder situarse en el lugar del Otro, y no en el del otro». En tal sentido, Evans
explica que:175
Para Lacan, «el Otro debe ser considerado primero como un lugar, el lugar donde se constituye la palabra»:
el Otro como otro sujeto es secundario al Otro como orden simbólico.180 Podemos hablar del Otro como
un sujeto en un sentido secundario cuando un sujeto ocupe esta posición y, por lo tanto, «encarne» al Otro
para otro sujeto.175 Al sostener que la palabra no se origina ni en el yo ni en el sujeto, sino más bien en el
Otro, Lacan resalta que el habla y el lenguaje están más allá del control consciente del sujeto. Vienen de
otro lugar, fuera de la conciencia, de modo que «el inconsciente es el discurso del Otro».181 Evans señala
que cuando Lacan concibe al Otro como un lugar, se refiere al concepto de «localidad psíquica» de Freud,
donde el inconsciente se describe como «la otra escena».175
Puesto que «es la madre quien primero ocupa la posición del gran Otro para el niño», y «es ella quien
recibe el llanto y los gritos primitivos de la criatura, y retroactivamente los sanciona como un mensaje
particular», el complejo de castración se forma cuando el niño descubre que ese Otro no es completo, ya
que hay una «falta» (manque) en el Otro.175 Esto significa que siempre falta un significante en el tesoro de
significantes constituido por el Otro. Lacan ilustra gráficamente a este Otro incompleto al tachar con una
barra el símbolo A; por lo que un nombre adicional para el Otro castrado o incompleto es el «Otro
barrado».175
En su seminario XX, Aún (1972-1973), Lacan también define al Otro como «el Otro sexo»:
Al Otro, por una parte, hay que machacarlo de nuevo, reacuñado, para que cobre su sentido
pleno, su resonancia completa. Por otra parte, convendría presentarlo como el término que se
sustenta en que soy yo quien habla, que no puedo hablar sino de donde estoy, identificado a un
puro significante. El hombre, una mujer, dije la última vez, no son más que significantes. De
allí, del decir en tanto encarnación distinta del sexo, toman su función. El Otro, en mi
lenguaje, no puede ser entonces sino el Otro sexo.182
A este respecto, Roudinesco observa que se trata de un momento donde Lacan vincula su teoría con la
sexualidad femenina «como "suplemento" imposible de simbolizar, y la cuestión de la relación extática con
el Otro». Así, el hombre y la mujer, en su función significante, «sólo son distintos sexualmente con
referencia a un significante de la diferencia: entre la función fálica y el goce femenino». De esta forma, «el
Otro sexo» es «el lugar a partir del cual se enuncia para cada sujeto una diferencia».183
Falo
El término «falo» es empleado muy pocas veces en la obra freudiana y es utilizado a menudo como
sinónimo de «pene».184 185 Freud más bien usó con mayor frecuencia el adjetivo «fálico» o «fálica»,
como el caso de la expresión «fase fálica» —sin hacer una distinción rigurosa entre «falo» y «pene»—.185
El término también está presente en su teoría de la libido —esencialmente masculina—, y en la doctrina de
la sexualidad femenina y de diferencia de los sexos.186 Lacan, en cambio, suele emplear el término «falo»,
y no «pene», para remarcar que la teoría psicoanalítica no está interesada en el órgano genital masculino en
su realidad biológica, sino en el papel que el órgano desempeña en el «fantasma». De ahí que el término
«falo» se reserve para las funciones imaginaria y simbólica, y «pene» para el órgano biológico.185
El falo aquí se esclarece por su función. El falo en la doctrina freudiana no es una fantasía, si
hay que entender por ello un efecto imaginario. No es tampoco como tal un objeto (parcial,
interno, bueno, malo, etc...) en la medida en que ese término tiende a apreciar la realidad
interesada en una relación. Menos aún es el órgano, pene o clítoris, que simboliza. Y no sin
razón tomó Freud su referencia del simulacro que era para los antiguos. Pues el falo es un
significante, un significante cuya función, en la economía intrasubjetiva del análisis, levanta
tal vez el velo de la que tenía en los misterios. Pues es el significante destinado a designar en
su conjunto los efectos del significado, en cuanto el significante los condiciona por su
presencia de significante. … El falo es el significante privilegiado de esa marca en que la
parte del logos se une al advenimiento del deseo.187
En la teoría de Lacan el término «falo» adquiere un lugar de importancia a partir de mediados de la década
de 1950. Según Roudinesco, se torna en «el significante mismo del deseo», por lo que en su seminario III,
Las psicosis (1955-1956), será evocado en primera instancia como el «falo imaginario», luego como el
«falo de la madre», y finalmente con la idea del «falo simbólico».186 El falo también tiene un rol
fundamental en el complejo de Edipo y en la teoría de la «diferencia sexual».185 En cuanto al complejo de
Edipo o de castración, Lacan plantea que «consiste en una dialéctica "hamletiana" del ser: ser o no ser el
falo, tenerlo o no tenerlo».186
Las pensadoras feministas han utilizado y criticado los conceptos de castración y falo de Lacan. Autoras
como Elizabeth Grosz han comentado que el privilegio que Lacan le otorga al falo es una repetición de los
gestos patriarcales de Freud. Por otro lado, autoras como Juliet Mitchell y Jacqueline Rose han defendido a
Lacan argumentando que la distinción entre falo y pene aporta una forma de explicar la diferencia sexual,
irreductible a la biología.188 El filósofo francés Jacques Derrida también ha sido un crítico destacado de la
noción lacaniana del falo, y su crítica ha influido en otros autores. Derrida opina que a pesar del
antitrascendentalismo lacaniano, el falo emerge como un elemento trascendental y como garantía ideal del
sentido. Sostiene que el falo reintroduce la metafísica de la presencia, a la que denomina «logocentrismo»,
y que Lacan, en su articulación del logocentrismo con el «falogocentrismo», creó un sistema de
pensamiento falogocéntrico.188
Inconsciente
Otra característica del inconsciente en Lacan es que se define por ser «el discurso del Otro».181 En este
sentido, «el inconsciente es los efectos que ejerce la palabra sobre el sujeto, es la dimensión donde el sujeto
se determina en el desarrollo de los efectos de la palabra».194 Según Dylan Evans, esto quiere decir que
«el inconsciente es el efecto del significante sobre el sujeto en cuanto el significante es lo reprimido y lo que
retorna en las formaciones del inconsciente (síntomas, chistes, parapraxías, sueños, etcétera)».191
El inconsciente, además, se ubica en el orden de lo simbólico por estar referido a la palabra, el lenguaje y
los significantes: «el inconsciente está estructurado en función de lo simbólico».197 Sin embargo, no se
trata de una entidad interior si no que «es aquella parte del discurso concreto en cuanto transindividual que
falta a la disposición del sujeto para restablecer la continuidad de su discurso consciente».198 El
inconsciente es entonces, según Lacan, externo al sujeto: «Esta exterioridad de lo simbólico con relación al
hombre es la noción misma del inconsciente».199 Lacan dice que «el inconsciente no deja ninguna de
nuestras acciones fuera de su campo»,190 por eso sus leyes (repetición y deseo) son omniabarcativas. Por
lo tanto, al no poder ser reducido, la meta del análisis no puede basarse en hacer consciente lo
inconsciente.191
Tres registros
Lo imaginario
El término «imaginario» es empleado por Lacan como sustantivo desde 1936,203 y desde el comienzo,
estuvo asociado principalmente a la relación dual establecida entre el yo y la imagen especular.204
Incorporado desde 1953 a la tópica lacaniana de los tres registros, el orden imaginario se basa en la
formación del yo que tiene lugar en el estadio del espejo.204 Se define como la sede del yo, y lo
caracterizan los fenómenos de ilusión, captación y señuelo.205 Puesto que el yo se forma mediante la
identificación con el semejante o la imagen especular, la identificación es un rasgo importante de este
registro, ya que se establece una relación dual prototípica y de intercambialidad entre el yo y el semejante.
Dicha relación —que constituye al yo mediante la identificación con el pequeño otro— indica que el yo y
el orden imaginario son sedes de una alienación radical: «la alienación es constituyente en el orden
imaginario».206 La relación dual entre el yo y el semejante se caracteriza por ser narcisista, de modo que el
narcisismo conforma otro aspecto del orden imaginario, siempre acompañado por una cierta
agresividad.204
El orden imaginario se relaciona con la imagen, con su poder cautivante, y con sus consecuencias para la
identificación narcisista y la constitución del yo. Este orden implica un desconocimiento, pero no en el
sentido de desconocer, sino de conocer y reconocer.207 La función de desconocimiento define la inserción
del yo en la estructura (en un sentido constitutivo y relacional), y especialmente el carácter «formador» de
las identificaciones.208 209
En su seminario I, Los escritos técnicos de Freud (1953-1954), Lacan sostiene
que la función imaginaria se refiere «primero, a la relación del sujeto con sus identificaciones formadoras,
éste es el pleno sentido del término imagen en análisis; segundo, a la relación del sujeto con lo real, cuya
característica es la de ser ilusoria: es éste el aspecto de la función imaginaria destacado con más
frecuencia».210
Philippe Julien observa que lo imaginario se refiere a lo corporal, en tanto imagen del cuerpo humano, y no
como objeto de estudio biológico. Se trata de un sentido que hace referencia a la imago del latín, que
designaba a las estatuas de las divinidades, y que con la cactetización libidinal planteada por Freud, entrará
en juego el narcisismo.211 Este autor también señala:
El cuerpo del ser hablante no subsiste para él sino formando imágenes, es decir, todo entero
imaginario. ¿Cómo puede este imaginario tomar la consistencia de uno? No como «bolsa», a
pesar de la metáfora de Freud, sino a la inversa, por un agujero en la imagen corporal. El
imaginario tiene consistencia en la medida en que opera la castración, y en donde hay menos
falo imaginario (-φ). Varón o niña, poco importa. Para cada uno el falo está elidido en la
imagen. A partir de ese imposible visual, los diversos objetos de la pulsión —llamados
pregenitales, pero que no lo son— devienen el soporte habitual de los comportamientos
humanos.212
Lo imaginario está estructurado por el orden simbólico: en su estudio sobre el estadio del espejo de 1949,
Lacan define al proceso donde el niño asume su propia imagen como «la matriz simbólica en la que el yo
[je] se precipita en una forma primordial, antes de objetivarse en la dialéctica de la identificación con el otro
y antes de que el lenguaje le restituya en lo universal su función de sujeto».213 Dylan Evans indica que en
Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis (1964), Lacan quiere decir que el orden simbólico
estructura el campo visual de lo imaginario mediante leyes simbólicas, y que el orden imaginario implica
una dimensión lingüística. Si el significante es la base de lo simbólico, el significado y la significación son
parte del orden imaginario.204 El lenguaje tiene connotaciones simbólicas e imaginarias: en su aspecto
imaginario, el lenguaje es el «muro del lenguaje» que invierte y distorsiona el discurso del Otro. Por otro
lado, lo imaginario está enraizado en la relación del sujeto con su propio cuerpo (la imagen del propio
cuerpo). En Fetichismo: lo simbólico, lo imaginario y lo real (1956), Lacan sostiene que es sobre todo en
el plano sexual donde lo imaginario se manifiesta, tal como en la exhibición sexual y en los rituales de
cortejo.214 204
Una de las controversias que Lacan tuvo con las escuelas psicoanalíticas de su época fue la de haberlas
acusado de reducir el análisis al registro imaginario: la identificación con el analista era la meta del análisis,
de modo que la cura quedaba reducida a una relación dual; algo que para Lacan sólo generaba una
creciente alienación del sujeto.215 216
217
Lacan propone, en cambio, el uso de lo simbólico para desalojar
las fijaciones incapacitantes de lo imaginario, y afirma que en eso radica la esencia del psicoanálisis.217 El
analista se apoya en lo imaginario para transformar las imágenes en palabras: «Lo imaginario sólo es
descifrable si es traducido en símbolos».214 De esta forma, es por medio del uso de lo simbólico que el
proceso analítico puede «ir más allá del plano de la identificación».218 217
Lo simbólico
Lacan comienza a emplear el término «simbólico» como adjetivo en el año 1936, asociándolo entonces a la
lógica simbólica y a las ecuaciones empleadas en la física matemática.219 203 Hacia 1948 menciona que
los síntomas tienen un «sentido simbólico». 220 Al año siguiente, el término toma un sentido asociado a la
antropología: aparece en expresiones como «eficacia simbólica»221 o en sus referencias a Marcel Mauss
por formular que «las estructuras de la sociedad son simbólicas».222 Lacan pasará a usar la palabra
«simbólico» como sustantivo en 1953, al emplearla para definir a uno de los tres registros de su tópica.219
Este designa un sistema de representación basado en el lenguaje: en los signos y significaciones que
determinan al sujeto sin que él lo sepa, y a cuyo sistema puede remitirse consciente o inconscientemente
mediante la facultad de simbolización.223 Tiene un rol fundamental para el psicoanálisis, y por ello Lacan
llegará a decir que los psicoanalistas son «practicantes de la función simbólica».224 Su uso de ese
concepto se basa en la aplicación que Claude Lévi-Strauss le dio en la antropología; de Lévi-Strauss
también adoptó la noción de un mundo social estructurado en función de ciertas leyes, reguladoras de las
relaciones de parentesco y el intercambio de dones.225 219
Este último concepto, junto con el de circuito
de intercambio, serán fundamentales en su concepción de lo simbólico.226 219
El don implica todo el ciclo del intercambio en el que se introduce el sujeto tan
primitivamente como puedan ustedes suponer. Si hay don, es sólo porque hay una inmensa
circulación de dones que recubre todo el conjunto intersubjetivo. El don surge de un más allá
de la relación objetal, pues supone todo el orden del intercambio en el que ya ha entrado el
niño, y únicamente puede surgir de este más allá con el carácter que lo constituye como
propiamente simbólico.227
Dado que «la palabra es ante todo ese objeto de intercambio por el cual nos reconocemos»,228 en tanto
forma básica de intercambio, ya sea de palabras o dones de palabra —«el don tipo es precisamente el don
de la palabra»—,229 y que los conceptos de «Ley» y «Estructura» son impensables sin el lenguaje, lo
simbólico es esencialmente una dimensión lingüística; todo lo relativo a la experiencia analítica que tenga
estructura lingüística corresponde al orden simbólico.219 Sin embargo, este orden no es equivalente al
lenguaje, ya que el lenguaje también involucra lo imaginario y lo real. La dimensión propia del lenguaje en
lo simbólico es la del significante, es decir, una dimensión en la que los elementos no tienen existencia
positiva, pero están constituidos en virtud de sus diferencias mutuas.219 Por otra parte, lo simbólico está
anudado a una serie compuesta por otros tres conceptos: el significante, la forclusión, y el nombre del
padre.230
Según Lacan, es solo por medio del orden simbólico que el analista puede producir cambios en la posición
subjetiva del analizante, los cuales a su vez generarán efectos imaginarios. Esto se debe a que lo imaginario
está estructurado por lo simbólico: lo simbólico es el determinante de la subjetividad, y lo imaginario, como
lugar de las imágenes y las apariencias, es un efecto de lo simbólico. Por eso desde esta concepción, el
psicoanálisis debe aspirar a penetrar más allá de lo imaginario y trabajar en el orden simbólico.234 Por otra
parte, el concepto de lo simbólico elaborado por Lacan tiene un sentido distinto del término «simbolismo»
usado por Freud. Para Freud, el símbolo tenía que ver con una relación biunívoca relativamente fija entre el
sentido y la forma, de modo que se corresponde más con el concepto de «índice» de Lacan, para quien lo
simbólico se caracteriza por una ausencia de cualquier relación fija entre significante y significado.234
Lo real
El término «real» aparece al mismo tiempo que los términos «imaginario» y «simbólico» en la obra
temprana de Lacan.203 Empleado desde un comienzo como sustantivo, era un concepto popular entre
algunos filósofos de ese entonces, particularmente Émile Meyerson, quien se refirió a este como «un
absoluto ontológico, una verdadera cosa-en-sí».239 El uso que le da Lacan en Más allá del principio de
realidad (1936) se asocia a la concepción de Meyerson, quien también hablaba de la existencia de «una
similitud entre los objetos creados por la ciencia y aquellos cuya existencia es establecida por la
percepción».240 Lacan retoma el empleo del término «real» a comienzos de la década de 1950, y lo
conecta con la filosofía de G.W.F. Hegel, al hablar de que «todo lo que es real es racional (e
inversamente)».241 239
Pero es a partir de 1953 que el concepto toma su forma conocida. Élisabeth
Roudinesco indica que Lacan, además de tomar como partida la ciencia de lo real en su formulación,
también se basó en la noción de freudiana de «realidad psíquica» y el concepto de «heterología» creado por
su amigo Georges Bataille, a mediados de la década de 1930. Bataille definía mediante ese término a una
ciencia de lo irrecuperable, que tenía como objeto «lo improductivo», en tanto desechos, excrementos o
restos, y que se conectaba con la expulsión normativa derivada de la locura o el delirio.240 En el marco de
su tópica de los tres registros, lo real «designa la realidad propia de la psicosis (delirio, alucinación), en
tanto compuesta por los significantes forcluidos (rechazados) de lo simbólico».240
A diferencia del registro simbólico, que está constituido en términos de oposiciones (presencia/ausencia),
«no hay ausencia en lo real».242 Si bien la oposición simbólica entre presencia y ausencia implica la
posibilidad de que algo falte en lo simbólico, dice Lacan que lo real «está siempre y en todo caso en su
lugar, lo lleva pegado a la suela, sin conocer nada que pueda exiliarlo de él».243 239
Si lo simbólico es un
conjunto de elementos diferenciados (significantes), lo real es de por sí indiferenciado: «Lo real carece
absolutamente de fisura».244 Lo simbólico entonces introduce «un corte en lo real», en el proceso de
significación: «Es el mundo de las palabras el que crea el mundo de las cosas, primeramente confundidas
en el hic et nunc del todo en devenir».245 239
En la década de 1950, Lacan define a lo real como lo que
está fuera del lenguaje y no puede ser simbolizado: «lo real o lo que es percibido como tal es lo que se
resiste absolutamente a la simbolización»;246 «es el dominio de lo que subsiste fuera de la
simbolización».247 239
A lo largo de su obra, lo real también se vinculará al concepto de imposibilidad,
designando a «lo real como lo imposible».248 Esto tiene que ver con que lo real es imposible de imaginar,
imposible de integrar a lo simbólico e imposible de alcanzar de alguna forma. Es esa imposibilidad y
resistencia a la simbolización lo que le da al real su cualidad traumática.239
Lacan también empleará su noción de lo real para identificar algunos fenómenos clínicos; entre ellos, la
angustia, que tiene como objeto lo real en la medida en que carece de cualquier mediación posible y es el
«objeto esencial que ya no es un objeto sino algo ante lo cual todas las palabras se detienen y todas las
categorías fracasan, el objeto de angustia por excelencia».249 250
Lo real es también el paradigma de la
locura, en tanto que los significantes forcluidos de lo simbólico retornan en lo real sin estar integrados al
inconsciente del sujeto. De esta forma, lo real se confunde con «otro lugar» del sujeto, al expresarse
mediante «gestos, alucinaciones o deseos que el sujeto no controla».251
En la década de 1970 aparece en la obra de Lacan un intento de resolver la indeterminación de lo real. Hará
una distinción entre lo real y «la realidad»: el primer término se define como el dominio de lo incognoscible
o inasimilable; el segundo como las representaciones subjetivas producidas por articulaciones simbólicas e
imaginarias —la «realidad psíquica» de Freud—. Esta oposición no será sostenida por Lacan de forma
sistemática, puesto que en algunos momentos volverá a intercambiar los términos «real» y «realidad».250
Deseo
El concepto lacaniano de deseo (désir) está emparentado con el término alemán Begierde, desarrollado por
la tradición filosófica a partir de G.W.F. Hegel. Se distingue de la noción de deseo (Wunsch) elaborada por
Freud en el marco de su teoría del inconsciente, que designa la tendencia y la realización de la tendencia, en
tanto realización de un anhelo o voto inconsciente. Lacan teoriza el deseo como una expresión de una
codicia o un apetito que tiende a satisfacerse en lo absoluto, fuera de toda realización de un anhelo o
tendencia.252
Para Lacan, el objetivo del psicoanálisis es llevar al analizante a reconocer su deseo y a descubrir la verdad
sobre su deseo. Sin embargo, esto solo es posible si el deseo se articula en la palabra:253
Tan sólo cuando se formula, cuando se nombra ante el otro, el deseo, sea cual fuere, es
reconocido en el pleno sentido de la palabra. No se trata de la satisfacción del deseo, ni de no
sé qué primary love sino, exactamente, del reconocimiento del deseo.254
Lacan también distingue el deseo de las pulsiones: el deseo es uno y las pulsiones son muchas. Las
pulsiones son las manifestaciones parciales de una sola fuerza llamada deseo, aunque pueden haber deseos
que no se manifiesten en las pulsiones. El objet petit a es el único objeto de deseo representado por una
variedad de objetos parciales en diferentes pulsiones parciales; pero no es el objeto hacia el cual tiende el
deseo, sino más bien la causa del deseo. De esta forma, el deseo no es una relación con un objeto, sino una
relación con una falta (manque).257
En su seminario XI, Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis (1964), Lacan sostiene que «el
deseo del hombre es el deseo del Otro».261 Esto implica lo siguiente:262
1. El deseo es el «deseo del deseo del Otro»; es decir, el deseo de ser el objeto del deseo de
otro y el deseo de reconocimiento por otro. Aquí Lacan se apoya en la lectura que hace
Alexandre Kojève de Hegel: para Kojève, el sujeto debe arriesgar su propia vida en una
lucha de puro prestigio si quiere alcanzar el reconocimiento deseado. Este deseo de ser el
objeto del deseo de otro se ejemplifica en el primer momento del complejo de Edipo,
cuando el sujeto desea ser el falo para la madre.
2. Lacan sostiene que «es en cuanto Otro como desea el sujeto»;263 o sea que desea desde
el punto de vista de otro. Por ello, dice Lacan: «El objeto del deseo del hombre … es en
esencia un objeto deseado por otro».264 El objeto entonces es deseable en la medida en
que es deseable para otro, y eso es lo que hace a los objetos equivalentes e
intercambiables. Por otro lado, este aspecto universal del deseo es característico de la
histeria, puesto que el histérico es alguien que convierte el deseo de otro en el suyo propio.
Lo que importa en el análisis del histérico no es descubrir el objeto de su deseo, sino
descubrir el lugar desde el cual desea: el sujeto con el que se identifica.262
3. Désir de l'Autre, traducido como «deseo del Otro»: el deseo es el deseo del Otro. El deseo
elemental es el deseo incestuoso de la madre, el Otro primordial.265
4. El deseo es siempre «deseo de otra cosa»,266 ya que es imposible desear lo que ya se
tiene. El objeto de deseo se aplaza continuamente, y por ello el deseo es una
metonimia.267
5. El deseo surge en el campo del Otro, o sea, en el inconsciente.262
Por último, pero no menos importante, para Lacan el deseo es un producto social que se constituye en una
relación dialéctica con el deseo de otros sujetos. En esta relación, la primera persona que ocupa el lugar del
Otro es la madre; por lo que en un principio el niño está a merced de su deseo. Solo cuando el Padre
articula el deseo con la ley castrando a la madre, el sujeto se libera de su sujeción al deseo de la madre.262
Pulsión
Lacan mantiene la distinción freudiana entre pulsión (Trieb) e instinto (Instinkt). Las pulsiones difieren de
las necesidades biológicas prelingüísticas designadas por el instinto, porque nunca pueden satisfacerse y no
apuntan a un objeto, sino que lo rodean perpetuamente. Sostiene que el propósito de la pulsión (Triebziel)
no es alcanzar una meta (goal), sino hacer el propio recorrido (aim); es decir, girar alrededor del objeto. La
finalidad de la pulsión es regresar a su camino circular y la verdadera fuente de goce es el movimiento
repetitivo de este circuito cerrado.268 Lacan define a las pulsiones como construcciones culturales y
simbólicas: no es «un dato primigenio, a algo arcaico y primordial».269 Incorpora los cuatro elementos de
las pulsiones delimitados por Freud (el empuje, el fin, el objeto y la fuente) a su teoría del «circuito»
pulsional, y despoja el concepto de sus continuas referencias a la energética y la hidráulica.270 En su
conceptualización la pulsión se origina en una zona erógena, gira alrededor del objeto, y vuelve al zona
erógena. Tres voces gramaticales estructuran este circuito:270
Las voces activas y reflexivas son autoeróticas: carecen de sujeto. Solo cuando la pulsión completa su
circuito en el tercer tiempo (la voz pasiva) aparece «un sujeto nuevo»; esto implica que antes de esa
instancia, no hay ningún sujeto.271 Si bien el tercer tiempo es el de la voz pasiva, se trata de una pulsión
esencialmente activa: «hacerse ver» en lugar de «ser visto». El circuito de la pulsión es la única forma en
que el sujeto puede transgredir el principio del placer.270
Para Freud, la sexualidad se compone de pulsiones parciales (por ejemplo las pulsiones orales o anales), y
cada una es especificada por una zona erógena diferente. Al principio, estas pulsiones parciales funcionan
de forma independiente (la «perversión polimorfa» de los niños), y solo en la pubertad se organizan bajo la
primacía de los órganos genitales. Lacan, en cambio, hace hincapié en la naturaleza parcial de las pulsiones,
pero rechaza, por otro lado, la noción de que las pulsiones parciales puedan alcanzar alguna fusión u
organización completa: la primacía de la zona genital, si es que se logra, siempre es precaria. También
argumenta que las pulsiones son parciales en tanto que solo representan la sexualidad de forma parcial, no
en el sentido de que sean parte de un todo (una «pulsión genital»). Las pulsiones no representan la función
reproductiva de la sexualidad, sino apenas la dimensión del goce.272
Lacan identifica cuatro pulsiones parciales: la oral (zona erógena: labios; objeto parcial: seno; verbo:
«chupar»), la anal (zona erógena: ano, las heces, «cagar»), la escópica (zona erógena: ojos; objeto parcial:
la mirada; verbo: «ver») y la invocante (zona erógena: los oídos; objeto parcial: voz; verbo: «oír»). Las dos
primeras pulsiones se relacionan con la demanda y las dos últimas con el deseo. La fórmula de la pulsión es
elaborada por Lacan en 1957 —en el contexto del grafo del deseo— con el matema: $ ◊ D. En esta aparece
el sujeto barrado en relación con la demanda inconsciente.273
A lo largo de las diversas reformulaciones que hace Freud de su teoría de la pulsión, siempre mantuvo una
noción de dualismo: desde la oposición inicial entre las pulsiones sexuales y las pulsiones del yo
(autoconservación), hasta su concepción final donde opone las pulsiones de vida (Lebenstriebe) a las
pulsiones de muerte (Todestriebe). Lacan conserva el dualismo freudiano, pero en términos de una
oposición entre lo simbólico y lo imaginario, y no entre diferentes tipos de pulsiones. Para Lacan, todas las
pulsiones son sexuales y cada pulsión es una pulsión de muerte (pulsion de mort), puesto que cada una de
ellas es excesiva, repetitiva y destructiva.273 Mediante las pulsiones, la sexualidad participa de la vida
psíquica al constituirse a la «hiancia» del inconsciente.274
Las pulsiones están estrechamente ligadas al deseo, ya que ambos se originan en el campo del sujeto. Pero
no deben confundirse: las pulsiones son los aspectos parciales en los que se realiza el deseo. El deseo es
uno e indiviso, mientras que las pulsiones son sus manifestaciones parciales.273
Otros conceptos
Nombre del padre
Forclusión
Falta (manque)
Objet petit a
Matema
Sinthome
Los cuatro discursos
Fundamentos éticos
Lacan trabaja extensamente la cuestión de la ética en el psicoanálisis en su seminario VII, La ética del
psicoanálisis (1959-1960).275 Postula que el pensamiento ético «está en el centro de nuestro trabajo»,276
y que el fundamento de su ética analítica radica en vincular la acción con el deseo. Lacan lo resume en la
pregunta: «¿Ha usted actuado en conformidad con el deseo que lo habita?».277 Contrasta en varios
aspectos su ética con la «ética tradicional»277 de filósofos morales como Aristóteles e Immanuel Kant y
destaca tres aspectos principales:
1. Una oposición a la ética tradicional que gira en torno al concepto del Bien —donde los
bienes compiten entre sí para ocupar la posición de Bien Supremo—, ya que representa un
obstáculo en la senda del deseo: «… un repudio radical de cierto ideal del bien es
necesario para llegar tan sólo a captar en qué vía se desarrolla nuestra experiencia».278
Esto implica un rechazo de todo tipo de ideales, por ejemplo el de «la felicidad» o «la
salud».
2. Puesto que la ética tradicional ha tendido a vincular el bien con el placer y que el
pensamiento moral se ha desarrollado «en las vías de una problemática esencialmente
hedonista»,279 ese enfoque como tal no puede ser adoptado. Esto se debe a que la
experiencia psicoanalítica revela la duplicidad del placer: el placer tiene un límite, y cuando
se sobrepasa, se convierte en dolor (goce).
3. A diferencia de la ética tradicional que gira en torno a «el servicio de los bienes»,280
procurando anteponer el trabajo y una existencia segura ante el deseo, la ética propuesta
por Lacan busca que el sujeto enfrente el vínculo entre sus acciones y su deseo en el
presente.281 En este sentido, dice Lacan: «La única cosa de la que se puede ser culpable
es de haber cedido en su deseo».282
Paradójicamente, esta ética, dirigida tanto al psicoanalista como al analizante, no es una invitación al
desenfreno de los sentidos sino al deber;283 un deber dictado por un imperativo categórico en el que el
postulado de la razón práctica kantiana,284 universalmente denunciada por la subversión sadiana,285
resulta ser una estructura fatal, incluso trágica, del deseo: … la buena intención … promovida [por]
Abelardo … no nos pone ciertamente al abrigo de la neurosis y sus consecuencias».286 La propuesta
entonces es asumir el deseo, el ser, incluso en sus determinaciones inconscientes287 —por ejemplo la
homosexualidad,283 el judaísmo rechazado283 o cualquier otra singularidad ligada a la historia del sujeto
que lo hace convertirse en lo que es—, y no despojarse, como un Tartufo, de la culpa que este deseo y sus
negaciones generan detrás de una máscara de moralidad.288
Posteriormente, Lacan formuló otras interrogantes éticas. En su seminario XI, Los cuatro conceptos
fundamentales del psicoanálisis (1964), sostiene que el estatuto del inconsciente no es ontológico sino
ético.289 Más tarde, durante la década de 1970, corre el interrogante ético sobre el actuar conforme el
deseo hacia el interrogante de la palabra; de manera que se convierte en una ética del «bien decir».290 Pero
esto no representa una oposición con su enfoque anterior, ya que para Lacan el decir bien es en sí mismo un
acto.281
… teniendo que enseñar la teoría del inconsciente a médicos, analistas o analizantes, Lacan les
da, en la retórica de su discurso, el equivalente mimado del lenguaje del inconsciente, el cual,
como todos saben, es en última esencia «Witz», juego de palabras, metáfora, ya sea fallida o
exitosa, el equivalente de lo que ellos experimentan en sus prácticas ya sea como analistas o
como pacientes.293
En contrapartida, algunos observan que «la impenetrabilidad de la prosa de Lacan … es considerada muy a
menudo profunda porque no puede ser entendida».294 Esta podría ser una de las razones por las cuales el
lacanismo ha sufrido desdén en parte de la comunidad científica y mayor acogida en entre los filósofos,
literatos y críticos literarios; los más conocidos fueron Roland Barthes, Julia Kristeva y el grupo de la
revista Tel Quel.295 No obstante, también puede sostenerse que «la imitación de su estilo por parte de otros
comentadores "lacanianos"» ha resultado en «una tradición antisistemática oscurantista en la literatura
lacaniana».296 Aun así, Lacan no tenía objeciones con que se le describiera como «el Góngora del
psicoanálisis»,295 pero también afirmaba, en términos más pragmáticos, que su estilo pretendía ser una
barrera ante las «interpretaciones aberrantes» y que sus textos estaban organizados de esa forma para evitar
la lectura superficial.297 Le daba al lenguaje un uso fuera del convencional y, entre otras cosas, usaba
juegos de palabras, homofonías, equívocos, o inventaba, deformaba o fusionaba palabras conocidas.
También usaba signos, cuadros, diagramas, jergas científicas y, en su última fase, la lógica fregeana,
modelos matemáticos, estructuras algebraicas, topologías de nudos o matemas. Este último uso del lenguaje
formal de las ciencias escandalizaría a los científicos.295
Durante veinte años, Lacan se negó a permitir la publicación de sus seminarios. Hacia 1973 aceptó que
Jacques-Alain Miller estableciera el texto sobre la base de transcripciones estenográficas y grabaciones, lo
que resultó en una coautoría legal. La intervención de Miller en la edición de los seminarios ha sido motivo
de considerable controversia e incluso litigio.298 En este sentido, el historiador David Macey critica el
hecho de que «no se disponga de ningún "original" para un estudio comparativo», y que tampoco haya
«ningún aparato crítico, ya que el texto es de por sí difícil de manejar y lo será más a medida que aparezcan
nuevos volúmenes».299
Concepción de la cura
El término «cura» tiene un sentido distinto en la teoría psicoanalítica lacaniana al que se atribuye
tradicionalmente en el ámbito de la medicina. Según Lacan, la meta del análisis no es «curar» o «sanar», en
el sentido de un ideal de sanidad, ya que las estructuras clínicas (neurosis, psicosis y perversión) son
esencialmente «incurables»; la propuesta del tratamiento analítico es llevar al analizante a articular su
verdad.300 La cura es un proceso lógico que tiene un fin, aunque no todos los análisis sean llevados hasta
su término. Esta instancia final es designada por Lacan con la expresión «fin de análisis» [fin d’analyse],
que consiste en saber si la cura ha llegado a su punto final lógico.301
A lo largo de su práctica psicoanalítica, Lacan concibe esa instancia final de distintas formas:301
1. En la década de 1950, Lacan describe el fin de análisis como «el advenimiento de una
palabra verdadera y la realización por el sujeto de su historia en su relación con un
futuro»;302 «El sujeto … empieza su análisis hablando de sí mismo sin hablarles a ustedes,
o hablándoles a ustedes sin hablar de él. Cuando pueda hablarles a ustedes de sí mismo,
el análisis estará terminado».303 El fin de análisis también aparece descrito como una
conciliación con la propia condición mortal.304
2. Hacia 1960, concibe el fin de análisis como un estado de angustia y abandono,
comparándolo con el desamparo infantil.
3. En 1964 lo describe como el momento en que el analizante «ha atravesado el fantasma
radical».218
4. En la década de 1970, concibe el fin de análisis como la «identificación con el sinthome» y
saber qué hacer con él.
La cuestión central en todas las concepciones de la cura formuladas por Lacan radica en que implican un
cambio en la posición subjetiva del analizante: una «destitución subjetiva». Esto también conlleva la caída
del analista de la posición de «sujeto supuesto saber»; por lo que el fin de análisis supone que el analista
quede reducido a un resto, un objet petit a, causa del deseo del analizante. Además, dice que «la
terminación del análisis, la verdadera» es la que «prepara para devenir analista»,305 puesto que el fin de
análisis es la condición necesaria para el pasaje de la condición de analizante a la de analista.301
Legado e influencia
Lacan realizó varias contribuciones a la teoría psicoanalítica.306 Su trabajo en terminología condujo a que
tanto Jean Laplanche, André Bourguignon y Jean-Bertrand Pontalis realizaran nuevas traducciones.306 La
dimensión especular del narcisismo es, según Gilbert Diatkine, la más aceptada por los psicoanalistas no
lacanianos y de ella se deriva en gran medida el trabajo de Didier Anzieu sobre el «Yo-piel»; la oposición
entre el yo ideal y el ideal del yo es criticada por Janine Chasseguet-Smirgel, pero retomada por Pierre
Marty. D.W. Winnicott retomó el concepto del estadio del espejo en la relación del infante con la
madre,307 y su concepto del «verdadero self» se asocia a la emergencia del sujeto en Lacan como objetivo
del análisis.308
La concepción lacaniana de lo simbólico influyó en la teoría de la
seducción generalizada de Jean Laplanche y, según Diatkine, es
gracias a Lacan que en Francia hay más interés por el complejo de
Edipo que en los países anglosajones; las obras de Michel Fain y
Denise Braunschweig, así como la de Claude Le Guen derivan de
ello; Piera Aulagnier y Guy Rosolato desarrollaron sus propias
teorías a partir de Lacan, y su influencia sobre André Green fue
considerable.309 Diatkine también destaca que la relectura
lacaniana de Freud contribuyó a comprender las especificidades de
la proyección psicótica, la escisión del yo, la forclusión309 y, si no
logra explicar las psicosis, ha permitido sensibilizar a todos los
psicoanalistas franceses sobre los fundamentos de la
psicopatología.308 Élisabeth Roudinesco sugiere que el lacanismo, Placa en homenaje a Lacan ubicada
al igual que el kleinismo, extendió la clínica de las neurosis a una en la rue 5, París.
clínica de las psicosis y profundizó el interrogante sobre la relación
arcaica con la madre planteada en el freudismo clásico, ya que pasó
a situar la locura en el centro de la subjetividad humana. También le dio continuidad al análisis del lugar del
padre y atribuyó a su debilitamiento simbólico el origen de la psicosis. Con Lacan hubo una refundición de
la metapsicología freudiana en la que se introdujo una filosofía del sujeto y del ser, y un cambio en la
concepción del inconsciente (pensado desde un modelo lingüístico en lugar de biológico).310
En el ámbito institucional, Lacan influyó en los debates sobre la práctica de la cura en la Société
Psychanalytique de Paris (SPP), en particular en 1974 gracias al trabajo de Serge Viderman; a partir de este
muchos psicoanalistas reconocieron su práctica como un trabajo sobre el significante.311 La crítica de
Lacan al sistema de formación también tuvo una gran influencia allí, especialmente en los trabajos de Jean
Favreau, Jean-Luc Donnet o Robert Barande, aunque muchas reformas vinieron principalmente de la
influencia de Sacha Nacht.311 El lacanismo se ha implementado de forma masiva al exportar el modelo
institucional francés a otros países, como el caso de Argentina y Brasil en América Latina, y ha tenido
influencia en la parte francófona canadiense. En Europa ha tenido un desarrollo variable, pero es en Francia
donde tiene más influencia.312 Las principales instituciones lacanianas a nivel internacional son la
Association mondiale de psychanalyse (AMP, fundada por iniciativa de Jacques-Alain MiIler en 1992), la
Internacional de los Foros del Campo Lacaniano (IF, fundada en 1999) y la Convergencia Lacaniana de
Psicoanálisis (CLF, fundada en 1997).312 Sin embargo, se ha extendido poco en los países angloparlantes
y su influencia ha sido más considerable en el ámbito universitario; por ejemplo en los departamentos de
filosofía y literatura de algunas universidades norteamericanas, donde se comenta y se enseña la obra de
Lacan de manera independiente a cualquier formación psicoanalítica.313 En este sentido, en la década de
1980, Lacan influyó en la creación de la denominada «rama literaria psicoanalítica» basada en su enfoque
para los textos literarios. Algunos de estos autores son John P. Muller y William J. Richardson —The
Purloined Poe: Lacan, Derrida & Psychoanalytic Reading (1988)—, y Elizabeth Wright —Psychoanalytic
Criticism: Theory in Practice (1984)—.314
Críticas
Si bien Lacan suele estar asociado a los movimientos estructuralistas y postestrucuralistas, no estuvo exento
de críticas por parte de las principales figuras de estas corrientes. Desde la década de 1970 fue cuestionado
por la nueva generación. En El Antiedipo (1972), Gilles Deleuze y Félix Guattari lo acusaron de
permanecer arraigado a los «aspectos más conservadores y "familiaristas" del freudismo», al igual que Jean
François Lyotard —Economía libidinal (1974)—, con una postura similar.318 Jacques Derrida, en su libro
De la gramatología (1967), lo criticó implícitamente por su relectura de Freud adherida a «una primacía del
significante sentido como "telos de la palabra plena"»319 y, según Yannis Stavrakakis, Derrida le atribuyó
una «serie de pretensiones de verdad trascendentales e idealistas, culpables de fonocentrismo».320
El exalumno François Roustang —Un destin si funeste (1976)— acusó al lacanismo de «convertirse en una
religión».321 Tiempo después —Lacan, del equívoco al callejón sin salida (1986)— argumentó que el
trabajo de Lacan «progresa con un rigor indiscutible, pero es un rigor que se mantiene paradójicamente
gracias a una sistematización de equívocos».322 El exanalista lacaniano Dylan Evans —autor del
Diccionario introductorio de psicoanálisis Lacaniano (1996)— desestimó eventualmente el lacanismo tras
concluir que las ideas de Lacan «se basan en una teoría falsa de la naturaleza humana», y porque «la
realidad de la clínica no concordaba con la teoría de Lacan».323 Evans también ha criticado a los
seguidores de Lacan por tratar a sus escritos como un «texto sagrado».324 Roger Scruton incluyó a Lacan
en su libro Fools, Frauds and Firebrands: Thinkers of the New Left, y lo nombró como el único «tonto»
[fool] incluido en el libro: lo acusa de ser un fraude y «un charlatán loco».325
Alan Sokal y Jean Bricmont —Imposturas intelectuales (1997)— critican el uso que hace Lacan de los
términos provenientes de las matemáticas, en especial la topología. Argumentan que «las "matemáticas" de
Lacan son tan fantasiosas que no pueden desempeñar ninguna función útil en un análisis psicológico
serio».326 Además, lo acusan de querer impresionar con una «erudición superficial», de abusar de
conceptos científicos que no comprende, y de producir declaraciones que ni siquiera son falsas.326 Sin
embargo, aclaran que no pretenden entrar en el debate sobre la parte puramente psicoanalítica del trabajo de
Lacan.327 Noam Chomsky también ha sido otro crítico destacado de Lacan. En su libro La arquitectura
del lenguaje (2000) afirmó lo siguiente:
Conocí a Lacan personalmente y nunca entendí una sola palabra de todo lo que decía … De
hecho, tengo más bien la intensa sensación de que Lacan gastaba bromas a diestro y siniestro,
de que trataba de calibrar hasta dónde llegaba su propia locura, a pesar de lo cual conseguía —
y deseaba— que se le tomara muy en serio.328
Muchas pensadoras feministas han criticado el pensamiento de Lacan. La filósofa y psicoanalista Luce
Irigaray acusa a Lacan de perpetuar el dominio falocéntrico en el discurso filosófico y psicoanalítico.329
Otras han hecho eco de esta acusación observando que Lacan estaba atrapado en el mismo dominio
falocéntrico que su lenguaje aparentemente pretendía socavar.330 El resultado, según Cornelius
Castoriadis, fue hacer que todo el pensamiento dependiera de sí mismo, lo que sofocó la capacidad de
pensamiento independiente entre todos los que lo rodeaban.331 Estas dificultades solo se vieron reforzadas
por lo que Didier Anzieu describió como una especie de señuelo provocativo en el discurso de Lacan:
«verdades fundamentales a ser reveladas …, pero siempre en algún momento posterior».332
Obras publicadas
A continuación se muestra una selección de las principales obras de Lacan publicadas en español:333 n.
7
De edición diversa
De la psicosis paranoica en sus relaciones con la personalidad. Siglo XXI. 1998 [Primera
publicación 1932]. ISBN 968-23-0538-1. OCLC 44743026 (https://www.worldcat.org/oclc/44743026).
La familia. Argonauta. 1978 [Primera publicación 1938]. ISBN 950-9282-10-3. OCLC 55145487 (http
s://www.worldcat.org/oclc/55145487).
Escritos. Siglo XXI. 2009 [Primera publicación 1966]. ISBN 978-607-03-0057-8. OCLC 471471348 (ht
tps://www.worldcat.org/oclc/471471348).
Significante y sutura en el psicoanálisis. Siglo Veintiuno Argentina. 1973. OCLC 919545052 (htt
ps://www.worldcat.org/oclc/919545052).
Psicoanálisis, radiofonía & televisión. Editorial Anagrama. 1977. ISBN 84-339-0045-5.
OCLC 4511446 (https://www.worldcat.org/oclc/4511446).
Ornicar? : publicación periódica del Champ Freudien. 1981. ISBN 84-85746-06-6.
OCLC 1009095898 (https://www.worldcat.org/oclc/1009095898).
Intervenciones y textos. Ediciones Manantial. 1985. ISBN 950-9515-06-X. OCLC 778162062 (https://
www.worldcat.org/oclc/778162062).
Reseñas de enseñanza. Ediciones Manantial. 1988. ISBN 950-9515-23-X. OCLC 55398428 (https://
www.worldcat.org/oclc/55398428).
El sexo y su de-generación: entrevista con Jacques Lacan (1957). Grupo de Estudios
Psicoanaliticos Israel-Europa. 1993. OCLC 233977662 (https://www.worldcat.org/oclc/233977662).
El triunfo de la religión: precedido de discurso a los católicos. Paidós. 2005. ISBN 950-12-3652-
8. OCLC 62260358 (https://www.worldcat.org/oclc/62260358).
Lacan, el escrito, la imagen. Ediciones del Cifrado. 2003. ISBN 978-987-95837-9-1.
OCLC 741248925 (https://www.worldcat.org/oclc/741248925).
De los nombres del padre. Paidós. 2005. ISBN 950-12-3651-X. OCLC 318361600 (https://www.worldca
t.org/oclc/318361600).
Mi enseñanza. Paidós. 2007. ISBN 978-950-12-3653-8. OCLC 174152294 (https://www.worldcat.org/oclc/1
74152294).
El fracaso del Un-desliz es el amor: a la manera del seminario oral de Jacques Lacan,
1976-1977. Ortega y Ortiz. 2008. ISBN 978-968-7995-17-5. OCLC 457814039 (https://www.worldcat.org/o
clc/457814039).
Otros escritos. Paidós. 2012. ISBN 978-950-12-3998-0. OCLC 815838173 (https://www.worldcat.org/oclc/8
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Seminarios
El seminario de Jacques Lacan : libro 1 : los escritos técnicos de Freud, 1953-1954. Buenos
Aires: Paidós. 1981. ISBN 950-12-3971-5. OCLC 915947506 (https://www.worldcat.org/oclc/915947506).
El seminario de Jacques Lacan : libro 2 : el yo en la teoría de Freud y en la técnica
psicoanalítica, 1954-1955. Buenos Aires: Paidós. 1983. ISBN 978-950-12-3972-0. OCLC 318393556
(https://www.worldcat.org/oclc/318393556).
El seminario de Jacques Lacan : libro 3 : las psicosis, 1955-1956. Buenos Aires: Paidós.
1984. ISBN 978-950-12-3973-7. OCLC 634232159 (https://www.worldcat.org/oclc/634232159).
El seminario de Jacques Lacan : libro 4 : la relación de objeto, 1956-1957. Buenos Aires:
Paidós. 1994. ISBN 978-950-12-3904-1. OCLC 753480833 (https://www.worldcat.org/oclc/753480833).
El seminario de Jacques Lacan : libro 5 : las formaciones del inconsciente, 1957-1958.
Buenos Aires: Paidós. 1999. ISBN 950-12-3975-6. OCLC 912225040 (https://www.worldcat.org/oclc/91222
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El seminario de Jacques Lacan : libro 6 : el deseo y su interpretación, 1958-1959. Buenos
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El seminario de Jacques Lacan : libro 7 : la ética del psicoanálisis, 1959-1960. Buenos
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El seminario de Jacques Lacan : libro 8 : la transferencia, 1960-1961. Buenos Aires. 2003.
ISBN 978-950-12-3976-8. OCLC 434090615 (https://www.worldcat.org/oclc/434090615).
El seminario de Jacques Lacan : libro 9 : la identificación, 1961-1962. (inédito)n. 8
El seminario de Jacques Lacan : libro 10 : la angustia, 1962-1963. Buenos Aires: Paidós.
2006. ISBN 978-950-12-3978-2. OCLC 70078782 (https://www.worldcat.org/oclc/70078782).
El seminario de Jacques Lacan : libro 11 : los cuatro conceptos fundamentales del
psicoanálisis, 1964. Buenos Aires: Paidós. 1987. ISBN 950-12-3981-0. OCLC 55976569 (https://www.
worldcat.org/oclc/55976569).
El seminario de Jacques Lacan : libro 12 : problemas cruciales para el psicoanálisis, 1964-
1965. (inédito)
El seminario de Jacques Lacan : libro 13 : el objeto del psicoanálisis, 1965-1966. (inédito)
El seminario de Jacques Lacan : libro 14 : la lógica del fantasma, 1966-1967. (inédito)
El seminario de Jacques Lacan : libro 15 : el acto psicoanalítico, 1967-1968. (inédito)
El seminario de Jacques Lacan : libro 16 : de un otro al otro, 1968-1969. Buenos Aires:
Paidós. 2008. ISBN 978-950-12-3980-5. OCLC 317147660 (https://www.worldcat.org/oclc/317147660).
El seminario de Jacques Lacan : libro 17 : el reverso del psicoanálisis, 1969-1970. Buenos
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El seminario de Jacques Lacan : libro 18 : de un discurso que no fuera del semblante, 1971.
Buenos Aires: Paidós. 2009. ISBN 978-950-12-3988-1. OCLC 476764173 (https://www.worldcat.org/oclc/4
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El seminario de Jacques Lacan : libro 24 : lo no sabido que sabe de la una-equivocación se
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El seminario de Jacques Lacan : libro 25 : momento de concluir, 1977-1978. (inédito)
El seminario de Jacques Lacan : libro 26 : la topología y el tiempo, 1978-1979. (inédito)
El seminario de Jacques Lacan : libro 27 : disolución, 1980. (inédito)
Documentales
Jacques Lacan Parle (de Françoise Wolff, 1972)
Jacques Lacan: Télévision (de Benoît Jacquot, 1974)
Jacques Lacan, la psychanalyse réinventée (de Elisabeth Kapnist, 2001)
Quartier Lacan (de Emil Weiss, 2001)
Véase también
Portal:Psicología. Contenido relacionado con Psicología.
Sociedad Psicoanalítica de París
Élisabeth Roudinesco
Jacques-Alain Miller
Posestructuralismo
Françoise Dolto
Julia Kristeva
Dylan Evans
Slavoj Žižek
Notas
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2. Publicada por primera vez en París: Librairie E. Le François, 1932; reimpresa como De la
psychose paranoïaque dans ses rapports avec la personnalité, suivi de Premiers écrits sur
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3. Reimpreso en Magazine litteraire, 11, 1977, p. 121.
4. Reimpreso como Les Complexes familiaux dans la formation de l'individu, París: Navarin,
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5. Publicada en las Actas del Congreso, volumen 5, París: Hermann et Cie, 1952, pp. 103–
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Morel y Franz Kaltenbeck. Texto en línea en Lacan, 2016.
7. Se puede encontrar un listado cronológico completo en Psicomundo.org (http://www.psicom
undo.org/lacan/bibliografia/bibliografia.htm).
8. Los seminarios inéditos se pueden encontrar en línea en Lacantera Freudiana (https://www.l
acanterafreudiana.com.ar/lacanterafreudianajaqueslacan.html).
Referencias
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229. Lacan, 1983, p. 191. critical apparatus is
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