Perfiles Criminales y Persuasión
Perfiles Criminales y Persuasión
Perfiles Criminales y Persuasión
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Durante las investigaciones criminales hay escenarios en los que interesa conocer
en muy poco tiempo cómo es la forma de ser (personalidad) de un sujeto
determinado, con el objetivo de interactuar con él del modo más exitoso posible
(González, 2015; Sotoca, 2015 y Garrido, 2015).
Imaginemos un posible escenario como puede ser el atraco a un banco, en el que los
delincuentes se encuentran encerrados junto a clientes y empleados, a los que
utilizan como rehenes en un proceso de negociación. A la hora de intentar que estos
den fin a su comportamiento y pongan en libertad a las personas retenidas, han de
ser tenidas en cuenta las diferencias individuales de estas personas para que el
proceso de negociación se lleve a cabo de manera efectiva.
Hipócrates (siglo V a.C), para explicar las diferencias individuales, estableció una
correlación entre la constitución física de los individuos y las disposiciones
conductuales de los mismos, afirmando que la personalidad es fruto de la
predisposición genética o temperamento (Bermúdez, 2012; Pérez- García, 2012;
Rueda, 2012; Ruiz, 2012; Sanjuán, 2012).
Entre los años 30 y 70, surgen las primeras teorías de personalidad, entre las que
destacan las psicoanalíticas (Freud, Jung, Adler), humanistas (Rogers, Murray,
Maslow), factoriales o multi-rasgo (Allport, Cattell, Eysenck) y teorías conductuales
(Skinner, Dollard y Miller) entre otras (Bermúdez et al, 2012).
Sin embargo, antes de presentar estas teorías de personalidad, es preciso hacer una
descripción del término que nos ocupa, la personalidad.
En primer lugar, es importante destacar la frase enunciada por Pervin (1990) en la
que afirma que: Todo el mundo sabe lo que es personalidad, pero nadie puede
expresarlo con palabras. Esta frase refleja uno de los primeros problemas que
encontramos a la hora de definir personalidad, la multitud de definiciones y la falta
de acuerdo sobre la descripción adecuada.
La Psicología de la Personalidad sufre una profunda crisis a finales de los años 60,
motivada por los problemas existentes para su medición y contrastación empírica.
Del mismo modo, se hará referencia a la teoría Jeffrey Gray (1991), quién
basándose en el modelo de Eysenck, hizo una reformulación propia, basada en dos
dimensiones unipolares.
Cada uno de estos rasgos son dimensiones[2] continuas en las que podemos situar a
las personas. De este modo, no decimos que un sujeto es extravertido o no, sino
que hablamos del grado en que este rasgo se presenta.
Del mismo modo, al hablar de Extraversión (E), (Eysenck y Eysenck, 1985) destacó
dos rasgos centrales de esta dimensión: la sociabilidad y la actividad. Así un
individuo con alto E es: sociable, vivaz, activo, asertivo, buscador de sensaciones
socializadas, despreocupado, dominante, energético, optimista, espontáneo y
aventurero (Eysenck, 1990). Un individuo con bajos niveles de E sería descrito
como: Reservado, tranquilo, retraído, introspectivo e independiente.
Una particularidad que existe en este modelo es que estas tres dimensiones se
consideran independientes o lo que es lo mismo, ortogonales. Esto quiere decir que
puntuaciones altas en un rasgo no predicen puntuaciones altas en los otros dos. De
este modo, podemos encontrar una persona con altos niveles de Extraversión,
medios en Neuroticismo y bajos en Psicoticismo.
Esta cualidad, pone de manifiesto que, para perfilar a un individuo, no basta con
conocer las puntuaciones que este obtiene en uno de los rasgos, sino que es
imprescindible conocer el modo en que estos rasgos se combinan.
3. Modelo de Jeffrey Gray
Tomando como referencia el modelo propuesto por Eysenck, Gray (1991) realizó
una modificación del mismo, planteando tres sistemas: 1) BAS o sistema de
aproximación conductual, sensible ante señales de refuerzo, recompensa o
terminación de un castigo 2) BIS o sistema de inhibición conductual, sensible a
señales de amenaza o castigo y 3) FFS o sistema de ataque-huida.
Aquellas personas con un BIS alto se muestran ansiosas, miedosas, con sentimientos
de tristeza y frustración (Gray, 1978,1981, 1987b, 1990). Mientras que, en aquellas
que presentan niveles de BIS bajos, se observan bajos niveles de ansiedad y/o
miedo. Decimos de estos últimos, que presentan una disfunción neurobiológica en
el VIM (mecanismo de inhibición de la violencia) propuesto por Blair (2003). Este
autor, explica que cuando estas personas observan claves de distrés (emociones
faciales de miedo o tristeza), no se produce en ellos ninguna reacción emocional
aversiva, que es precisamente lo que algunos autores sugieren que ocurre en la
psicopatía.
Aquellos sujetos en los que se observa bajos niveles de ansiedad y/o miedo (BIS
bajo), muestran altos niveles de insensibilidad emocional y bajos niveles de
Neuroticismo. Tratándose de un individuo tranquilo, poco temeroso, capaz de
enfrentarse a situaciones estresantes, equilibrado, despreocupado, en el que los
castigos o amenazas no son efectivos por lo que habría que manejar la empatía
cognitiva o la utilización de recompensas.
La palabra dimensión también puede ser utilizada como sinónimo de factor (por el
método estadístico que básicamente se emplea en las teorías dimensionales: el
análisis factorial). En este sentido, la dimensión es para Eysenck un factor de
segundo orden o supra factor que supone la correlación entre factores de primer
orden o rasgos (Schmidt et al, 2010).
Tabla 1
Personalidad, reactividad del BAS y BIS, y sensibilidad ante recompensas y
amenazas.
Fuente: “Nuestra Personalidad: En qué y por qué somos diferentes” (Espinosa y
García, 2014).
Una misma conducta, por tanto, puede arrojar datos sobre diferentes rasgos en
función de aquello que ha motivado a la persona para su realización.
La utilización de este gráfico resulta de interés ya que puede aportar una visión
completa sobre la combinación de rasgos existentes en cada perfil, descripción de
cada uno de los perfiles, establecimiento de vulnerabilidades y fortalezas y las
mejores estrategias de acercamiento e influencia para cada perfil, que es lo que
pretende el presente trabajo.
Figura 1
8 Perfiles de personalidad basados en el modelo de Eysenck y Jeffrey Gray.
Fuente: Sección de Análisis del Comportamiento Delictivo (SACD). Guardia Civil.
Ministerio del interior.
Psicópata secundario
Descripción del perfil: Presenta un BAS alto, altos niveles de Extraversión, altos
niveles de Neuroticismo y altos niveles de Psicoticismo. Podemos decir que es una
persona activa, sociable, aventurera pues busca la estimulación continua,
dominante, incapaz de controlar sus emociones ya que estas le desestabilizan,
además, es una persona impulsiva, que tiende a actuar sin pensar en las
consecuencias negativas que sus actos pueden acarrear ya que es incapaz de
retrasar la gratificación.
Colérico
Descripción del perfil: Presenta un BAS alto, altos niveles de Extraversión, altos
niveles de Neuroticismo y bajos niveles de Psicoticismo. Se trata de una persona
activa, sociable, energética, asertiva, inestable emocionalmente, con tendencia a
experimentar sentimientos de culpa y vergüenza. Esta hiper sensibilidad hace que
les cueste volver a un estado de normalidad, además es una persona empática,
cariñosa, afable, pacífica y con tendencia a la dependencia emocional.
Psicópata primario
Descripción del perfil: Presenta un BIS bajo, altos niveles de Extraversión, bajos
niveles de Neuroticismo y altos niveles de Psicoticismo. Es una persona estable
emocionalmente que no experimenta sentimientos de ansiedad o culpa, se muestra
tranquilo, sosegado y despreocupado. Se observa en él falta de empatía o
emocionalidad, además son personas activas que buscan nuevas sensaciones y
ambientes de alta estimulación.
[sociallocker]
Análisis de fortalezas: Los bajos niveles de empatía y ansiedad que esta persona
experimenta, unido a bajos niveles de Neuroticismo, hacen pensar que esta persona
podría recurrir a la mentira o engaño. Además, si esto ocurre, no se observaría en él
ninguna señal de ansiedad o culpa lo que probablemente haría difícil la detección
del engaño producido.
Del mismo modo, los altos niveles de extroversión y la preferencia por estar
rodeado de otras personas, hace que se muestren encantadores y manipuladores.
Fuerte
Descripción del perfil: Presenta un BIS bajo, altos niveles de Extraversión, bajos
niveles de Neuroticismo y bajos niveles de Psicoticismo. Persona activa, sociable,
estable emocionalmente, con gran capacidad de control de situaciones adversas,
empático, altruista y preocupado por los demás.
Acumulador de tensión
Descripción del perfil: Presenta un BIS alto, bajos niveles de Extraversión, altos
niveles de Neuroticismo y altos niveles de Psicoticismo. Se trata de una persona
ansiosa, tímida, reservada, independiente, inestable emocionalmente, impulsiva e
incapaz de retrasar la gratificación.
Débil
Descripción del perfil: Presenta un BIS alto, bajos niveles de Extraversión, altos
niveles de Neuroticismo y bajos de Psicoticismo. Son personas tímidas, retraídas,
desbordadas por las emociones, inseguras, ansiosas y preocupadas. Suelen tener
emociones de culpa y ansiedad. Además, son personas poco impulsivas,
concienzudas, meticulosas y empáticas.
Paranoide
Análisis de debilidades: Toleran mal ambientes con altos niveles de estimulación por
su nivel de activación cerebral
Flemático
Una vez descritos los diferentes perfiles de personalidad existentes, así como sus
fortalezas y debilidades, podemos establecer que aquellos perfiles como el
“psicópata primario” el “paranoide” o el “fuerte” serán más difíciles de influir que
otros como el “colérico” o “débil”.
El primer ambiente en el que nos vemos inmersos y del que recibimos influencia, es
la familia. Por tanto, este apartado se va a centrar en la importancia de las
experiencias tempranas, lo cual queda recogido en la teoría del apego enunciada por
Bowlby (1969, 1973,1980).
Para Bowlby (1998), el comportamiento de apego es todo aquel que permite al
sujeto conseguir o mantener proximidad con otra persona diferenciada y
generalmente considerada más fuerte y/o sabia. El niño emite conductas como
llorar, sonreír, o succionar que elicitan la proximidad de sus padres o cuidadores,
pues encuentra en ellos una fuente de seguridad y protección.
La experiencia del niño con sus padres determinará la calidad del apego y
constituirá la base para el establecimiento de futuras relaciones afectivas, pues el
vínculo establecido tiene un rol fundamental en la representación que el niño
construye sobre si y sobre los demás o el mundo.
Bowlby (1979) y Ainsworth (1989) afirman que aquellos niños que establecieron un
apego seguro con unos padres que se mostraron cariñosos y sensibles a sus
peticiones, tendrán más probabilidad de establecer en el futuro relaciones
caracterizadas por la intimidad y afecto. Del mismo modo, Harry Harlow tras
distintas investigaciones (1958), concluyó que aquella persona que no fue querida
no podrá querer a otros.
Tomando como referencia esta afirmación, podemos decir que, si existe una buena
satisfacción de la pulsión por parte de los padres, el niño se sentirá valorado y
valioso y construirá una imagen positiva de sí mismo (autoestima) y de los demás. Si
por el contrario la pulsión no es resuelta o es resuelta de manera incorrecta, el niño
sentirá que no es valioso y construirá una imagen negativa de sí mismo y de los
demás, pues estos no atienden a sus demandas o lo hacen de forma inadecuada.
Una vez que el niño tiene organizados dichos modelos operativos, tienden a operar
de la misma forma, es decir, toda nueva información es asimilada en base a esos
esquemas. Las experiencias tempranas, por tanto, tendrán influencia en etapas
posteriores del individuo. El apego establecido en etapas tempranas deja una huella
o representación mental en el individuo adulto.
Por tanto, podemos considerar que la persuasión se enmarca dentro de los procesos
de influencia, considerándolo como un tipo de influencia interpersonal e intencional.
El Modelo de alta probabilidad de elaboración (ELM) sostiene que las actitudes que
cambian como resultado de una elaboración minuciosa y sistemática de la
información, es decir, aquellas que se modifican a través de la ruta central, son más
fuertes que las actitudes resultado de procesos de baja elaboración o lo que es lo
mismo, llevado a cabo en la ruta periférica (Petty y Cacioppo, 1986). Entendiendo
actitudes fuertes como aquéllas sobre las que las personas tienen subjetivamente
una mayor certeza, son más accesibles, depositan una mayor confianza y son más
resistentes al cambio (Petty y Krosnick, 1995).
Puesto que lo que nos interesa es que el cambio de actitud se produzca de manera
consistente y estable; y debido a que uno de los factores fundamentales para que se
lleve a cabo una comunicación persuasiva eficaz lo constituye el emisor y la forma
en que en que este transmite el mensaje, se considera de especial relevancia hacer
una revisión de las técnicas y elementos que Cialdini (2001) y Borg (2007) plantean
que el emisor debe poner en práctica para la consecución de dicho objetivo.
Cialdini (2001) en un intento por comprender cuáles son los factores determinantes
que hacen que una persona acceda a las peticiones de otra, propone lo que este
autor llama armas de influencia o diferentes técnicas de persuasión en relación a los
principios psicológicos que subyacen en los procesos de influencia.
En primer lugar, expone el Principio de reciprocidad, el cual nos indica que somos
más proclives a satisfacer la solicitud de una persona que previamente nos ha
prestado un favor o nos ha hecho alguna concesión (Cialdini, 2001). Es decir,
sentimos la obligación de devolver en el futuro regalos, favores, invitaciones que
nos han sido dados con anterioridad.
Alvin Goudner (1960) afirma que todas las civilizaciones respetan esta regla. Del
mismo modo, Richard Leakey (1978) atribuye al sistema de reciprocidad la
condición que nos hace humanos.
La segunda táctica consiste en hacer una petición inicial más elevada de la que se
pretende lograr. Si esta petición inicial es rechazada, se expone una petición más
moderada que es la que realmente se quiere conseguir. Esta técnica además
produce gran satisfacción final pues crea en el receptor la sensación de control.
La táctica del pie en la puerta, consiste en hacer una pequeña petición inicial a la que
el receptor difícilmente se pueda negar. Posteriormente se formula otra petición
mayor que el receptor tenderá a aceptar para parecer coherente.
Las técnicas asociadas a este principio son: Títulos y adornos como uniformes, joyas
etc., los cuales se asocian como sinónimo de persona experta y figura de autoridad.
Por último, Cialdini (2001) hace referencia al principio de simpatía, que indica que
cuando las personas se encuentran en un ambiente agradable, con personas con las
que se sienten cómodos, tienden a acceder a las peticiones realizadas por el emisor.
Las tácticas que encontramos asociadas a este principio son: atractivo físico que nos
muestra la correlación que se tiende a realizar entre atractivo y cualidades
positivas; familiaridad, en el experimento realizado por Zanjonc (1968) se pone de
manifiesto la importancia de favorecer la proximidad entre el emisor y el receptor
del mensaje, ya que reaccionamos favorablemente a aquellas personas que nos
resultan familiares; elogios y halagos, los cuales tienen un efecto positivo en el
receptor aumentando la probabilidad de aceptación de peticiones y contacto y
cooperación que hace visible el efecto positivo que el contacto tiene en la
cooperación y adopción de una actitud favorable por parte del receptor.
Briñol, de la Corte y Becerra (2001) y Cialdini (1993) añaden que los emisores que
son percibidos como creíbles, expertos y fiables, son más influyentes y consiguen
transmitir el mensaje persuasivo con mayor eficacia. También consideran el
atractivo o simpatía y el poder, entendido como la capacidad para controlar
refuerzos y castigos, como variables relevantes.
Del mismo modo, Borg (2007) afirma que cualquiera puede llegar a dominar el arte
de la persuasión si presta atención a los siguientes elementos: 1) Empatía o
inteligencia interpersonal: Esta nos permite buscar estrategias o soluciones de
forma que tanto receptor como emisor resulten beneficiados. Además, si el
entrevistador actúa de manera sincera y muestra un interés genuino por la persona,
dándole confianza, esta será devuelta ya que la confianza es anti entrópica, cuánto
más se usa más se genera, 2) Escucha activa: Es de gran utilidad para comprender
sentimientos, pensamientos y acciones, 3) Atención para captar lo que la persona
quiere transmitir, 4) Lenguaje corporal o no verbal: Es de especial relevancia pues su
emisión se realiza de forma inintencionada. Incluso cuando el sospechoso se niega a
colaborar, su lenguaje no verbal nos está indicando aspectos relevantes sobre sus
emociones. Tal y como dice el primer axioma de la comunicación humana, es
imposible no comunicar (Watzlawich, 1971). 4) Memoria: Útil para recordar
promesas, detalles de la persona y demás datos, 5) Psicolingüística: Hace referencia
a la influencia de las palabras en nuestras emociones. Este último elemento es de
vital importancia, pues utilizar las palabras adecuadas en cada momento es
fundamental para la persuasión.
Borg (2007) además, nos recuerda que para que la comunicación persuasiva se lleve
a cabo de manera eficaz, es fundamental: adoptar una posición de colaboración,
dejar claro lo que se pretende, escuchas las peticiones de la otra persona, asumir
que existen objetivos compartidos y admitir que existen diferentes vías de
conseguir los objetivos que uno tiene.
Por último, cabe destacar que la personalidad del emisor constituye un factor
fundamental a tener en cuenta. Pueden existir notables diferencias en la eficacia
del mensaje persuasivo en función de la afinidad existente entre el emisor y
receptor. Esta interesante relación, será analizada más adelante.
Existen algunas evidencias sobre si es más fácil convencer a algunas personas que
otras por sus rasgos de personalidad, sin embargo, la investigación contemporánea
no ha realizado numerosos avances. Por tanto, lo que en este trabajo se va a
reflejar, debe ser tomado como una aproximación en la que pueden aparecer
diferencias a la hora de ser puesta en práctica.
Por el contrario, aquellos sujetos que presentan bajos niveles de Neuroticismo, son
aquellos que reaccionan bien en ambientes adversos o estresantes, en los que sería
necesario recurrir a técnicas enfocadas a la búsqueda de recompensas o
terminación de un castigo.
Las personas con altos niveles de Psicoticismo son aquellas caracterizadas por la
impulsividad, necesidad de satisfacción inmediata y falta de apego. Todo lo
contrario que aquellos sujetos con bajos niveles de Psicoticismo, en los que
encontramos bajos niveles de impulsividad, capacidad para demorar la gratificación,
así como conductas empáticas o afables.
El emisor debe saber manejar a este tipo de personalidades y estar alerta ya que
existe una tendencia a la manipulación y engaño en estos perfiles. Para influir en
ellos, se podría recurrir al principio de simpatía, haciéndole halagos para así
aprovechar su egocentrismo y utilizar expresiones como “hay que ser muy valiente
para hacer eso”, el principio de autoridad pues es probable que, con un agente con
uniforme, serio, experto, sienta que alguien importante e influyente como él le está
prestando atención, alimentando de este modo su egocentrismo.
Se pueden utilizar con ellos técnicas como portazo en la cara, que consiste en hacer
una proposición inicial más baja que la que se pretende conseguir para
posteriormente subir la oferta, así se crearía en la persona la sensación de control
que siempre busca. También se puede recurrir a los retos y principio de escasez,
acudiendo a expresiones como “no eres capaz de hacerlo”, para así movilizar al
sujeto en la dirección que nosotros deseamos.
Petty et al. (2004) definen la resistencia como resultado fallido de una comunicación
persuasiva, como una motivación a oponerse a ciertos mensajes, como un proceso
psicológico o como la cualidad de ciertos receptores.
Todo lo expuesto hasta el momento, pudiera dar la impresión de que las personas
estamos desarmados ante las estrategias e intentos persuasivos de los demás. Sin
embargo, las actitudes constituyen una fuente importante de identidad para las
personas por lo que es frecuente que estas se resistan a cambiar sus creencias o
actitudes, incluso cuando reciben información contraria a las mismas.
Por este motivo pese al intento de los emisores por controlar los ambientes,
elaborar de forma adecuada el mensaje persuasivo, analizar la mejor forma de
aproximación a cada perfil, el cambio de actitud en el receptor finalmente no tiene
lugar.
Tomando como referencia el análisis realizado anteriormente sobre los perfiles de
personalidad, sus rasgos típicos y sus patrones de conducta, podemos decir que
encontraremos mayor persuabilidad, o lo que es lo mismo, menor resistencia a la
persuasión en aquellos perfiles que presenten altos niveles de Neuroticismo y bajos
niveles de Psicoticismo.
Por el contrario, se considera que aquellos perfiles con alta estabilidad emocional y
altos niveles de Psicoticismo como aquellos más resistentes a la persuasión. La
combinación de estos rasgos hace a estas personas ser tranquilas, despreocupadas,
capaces de enfrentarse a situaciones estresantes sin desestabilizarse, lo que unido a
la falta de empatía y a su tendencia a mentir sin experimentar vergüenza ni culpa
dificulta el proceso de influencia. El proceso de influencia con estos individuos va a
ser largo y costoso, requiriendo una alerta por parte del entrevistador para que, en
un momento dado, no se dé un cambio de papel y sea el emisor el que termine
siendo influido.
Además de los rasgos de personalidad, existen otros mecanismos que los receptores
pueden poner en marcha para eludir la influencia de la persuasión.
Del mismo modo, existen otras diferencias individuales que también ejercen un
papel fundamental en la aceptación o resistencia a mensajes persuasivos. Briñol, de
la Corte y Becerra (2001) afirman que la autoestima, la ansiedad, la inteligencia y la
sensibilidad social son características variables en el receptor que influyen en la
capacidad persuasiva.
Este descubrimiento podría hacernos pensar que los menos inteligentes serán más
susceptibles a la persuasión, sin embargo, no es así, ya que en ellos encontramos
dificultades para comprender el mensaje. Los mayores índices de persuasión los
encontramos en aquellos sujetos que presentan niveles medios de inteligencia.
Debido a ello, en los sujetos con alta necesidad de cognición, se han encontrado
diferencias en el cambio de actitudes en función de la calidad de los argumentos del
mensaje (Briñol et al, 2005).
Por último, cabe destacar que Salcedo (2016) afirma que para el estudio de la
resistencia a la persuasión es importante tomar en cuenta el grado de distracción
que el sujeto presenta, ya que si la distracción es alta, la comunicación persuasiva
puede verse afectada. También Moya (1999) pone de manifiesto que, si el receptor
es avisado de que van a intentar persuadirlo, este puede incrementar su resistencia
a la persuasión ya que se estimula le elaboración de contraargumentos.
CONCLUSIÓN
A medida que se han ido exponiendo estas teorías, se ha encontrado que, existe una
mayor persuabilidad o menor resistencia en aquellas personas que presentan
puntuaciones altas de Neuroticismo y bajos niveles de Psicoticismo, propiciado por
la inestabilidad emocional y empatía que estos presentan.
Por ello, el trabajo que aquí se presenta se considera de importancia pues aborda un
campo hasta ahora inexplorado en España, constituyendo una nueva aproximación
para tratar de forma efectiva con diversas fuentes humanas, la cual nos permite
conocer la personalidad del receptor de forma pronta y sin contar con la
colaboración explícita del mismo.
Además, aunque este trabajo ha sido realizado desde una perspectiva psicológica o
criminal, los resultados e hipótesis aquí expuestos, son extrapolables a otros
contextos como el periodismo, marketing, el mundo empresarial…
[3] Las actitudes son evaluaciones globales y relativamente estables que las
personas hacen sobre otras personas, ideas o cosas, los cuales reciben la
denominación de objetos de actitud (Eagly y Chaiken, 1998; Petty y Wegener,
1998).
REFERENCIAS
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709-716.
Bermúdez, M.J., Pérez, G.A.A., Ruiz, C.J.A., Sanjuán, S.P., Rueda, L.B.
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Briñol, P., Becerra, A., Díaz, D., Valle, C., Horcajo, J.,y Gallardo, I. (2005). El efecto de
la necesidad de cognición sobre la influencia interpersonal. Psicothema, 17(4), 645-
650. Recuperado de
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Briñol, P., Horcajo, J., Valle, C. y De Miguel, J. (2007). Cambio de actitudes a través
de la comunicación. En Morales, J., Gaviria, E., Moya, M. y Cuadrado, I. (Eds),
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Cialdini, R. (2001). Influence: theory and practice. Boston: Allyn & Bacon.
Eagly, A. H., y Chaiken, S. (1998). Attitude structure and function. Boston: McGrow
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