Tema 2. Expresión Plástica y Creativa
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Tema 2. Expresión Plástica y Creativa
Creativa
UNIDAD 2. EL DIBUJO Y LA CREATIVIDAD INFANTILES
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INFANTILES
ÍNDICE
1. INTRODUCCIÓN
3. BIBLIOGRAFÍA
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1. INTRODUCCIÓN
En esta Unidad abordamos la cuestión de la creatividad infantil. A continuación se
define y se estudia el dibujo infantil. Este es un concepto clave para esta materia. Uno
de los presupuestos de los que debe partir el docente de esta asignatura es que los
niños y las niñas ya saben dibujar, si bien de una forma particular y característica, que
aquel debe saber reconocer y valorar. Se ofrece también un panorama sobre las etapas
del dibujo infantil y los debates alrededor de estos enfoques. También repasaremos los
rasgos característicos del dibujo infantil. Finalmente se articulan las cuestiones de la
creatividad y del dibujo infantil con el contexto escolar y se plantean algunas líneas de
investigación sobre ellas.
Los debates tradicionales en torno a la Educación Plástica han girado alrededor de tres
cuestiones principales.
Segundo, el debate acerca de qué función juegan las grandes obras de arte en los
contenidos de la Educación Artística. ¿Dónde situar a estas obras en el proceso de
aprendizaje? Se podría decir que esta cuestión es una de las versiones del más amplio
debate entre Arte (o Historia del Arte) y la Cultura Visual. ¿Debemos centrar la materia
alrededor del canon de las obras de arte o abrirla al entorno de producciones y
acontecimientos visuales más cercano?
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Para ello es necesario partir de la consideración por parte del docente de que él mismo
y sus alumnos y alumnas son seres creativos y que por tanto la materia no puede estar
dirigida solo a aquellos que muestren ciertas habilidades para el dibujo o la pintura
(Alcaide, 2003). Y si la asignatura debe fomentar la creatividad, ésta no puede quedar
acotada en una sola asignatura sino como un modo de desarrollo y de experiencia que
atraviese todos los aspectos de la personalidad y todos los modos de conocimiento.
Aunque hoy todavía se tienden a separar irreflexivamente el arte y la ciencia, los dos
ámbitos ofrecen modos de conocimiento complementarios. En cualquier caso está
claro que el arte fomenta la creatividad y que debe ocupar un rol central en la
educación de los niños y niñas. El proceso creativo se compone a través de los
procesos complejos de percibir, seleccionar, sentir, interpretar y recrear elementos,
imágenes, materiales y medios dados de forma que los niños y niñas se apropien de
ellos aportando su pensamiento, su afectividad y sus formas de hacer y de ver.
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Antes de los dos años de edad los niños comienzan a dibujar de forma espontánea y
natural, usando cualquier tipo de técnica y soporte. Los dibujos infantiles tienen
características propias reconocibles, lo que ha llevado a hablar de una suerte de
“estilo artístico” específico, con características propias como la forma de representar y
proporcionar la figura humana, los medios para dotar de expresividad a los rostros,
construir el espacio, describir escenas y narrar sucesos, inventar símbolos y señales
visuales. Podríamos decir que el dibujo infantil presenta dos características generales:
la economía expresiva y la eficacia comunicativa. Cuando dibujan, los niños están, la
mayor parte de las veces, tratando de contar una historia y ponen en práctica para tal
objetivo las dos características recién mencionadas, buscando resolver narrativamente
escenas complejas.
El dibujo y el arte infantil lo constituyen las imágenes y las obras que producen los
niños y las niñas de forma espontánea, cuando se les pide o motiva que dibujen por
sí mismos. Los dibujos infantiles no son, pues, ni defectuosos ni erróneos, no son fruto
del desconocimiento, la falta de destreza o la falta de madurez, sino una forma de
expresión propia y legítima de los niños y las niñas en la que se despliega una forma de
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expresión propia y de entender y concebir el mundo. Un dibujo infantil tiene valor por
sí mismo, expresa una percepción única e irrepetible de la realidad, propia de ese niño
o niña.
- El principio de aplicación múltiple, por el que una misma forma puede servir para
representar muchas cosas diferentes. Consiste en utilizar una figura simple (círculo,
rectángulo, un triángulo, u otras no geométricas) para representar muchas cosas
distintas. Se trata de un reducido vocabulario gráfico que, sin embargo, resulta muy
maleable. Con un círculo se dibuja al sol, el cuerpo de un animal, la cabeza de las
personas. Una línea sirve para representar los rayos del sol, los brazos y las piernas de
las personas, etc. En los dibujos de los niños más pequeños parece producirse una
elección entre dos opciones formales: o bien una cosa es preponderadamente extensa
y redondeada(a través sobre todo de círculos), o bien es longitudinal y alargada(a
través de la línea).
- Principio de la línea de base. Se trata de una línea horizontal que cruza de parte a
parte la zona inferior del dibujo, sobre la que se apoyan y sostienen los personajes,
árboles, animales, personas, casas… Este es un procedimiento empelado para resolver
el problema de la representación tridimensional en una imagen o soporte
bidimensional. El objetivo es representar lo que está arriba y abajo, qué está más cerca
y más lejos del espectador: la zona inferior del dibujo “está cerca”, la zona superior
“está lejos”.
La línea puede estar explícitamente representada o coincidir con la parte inferior del
papel, o repetirse para indicar distintos planos. La línea de base suele tener su réplica
simétrica en la línea del cielo, señalada con una estrecha franja azul, una ordenada
línea de nubes, de pájaros…
A partir de los ocho años aparece en algunos dibujos el recurso del plano de suelo o de
tierra. La línea de base se transforma en un plano propiamente dicho, una superficie
extensa que ya insinúa la profundidad de campo.
- Principio de importancia del tamaño. Las figuras humanas, las partes del cuerpo o los
objetos más importantes, ya sea desde el punto de vista emocional, funcional o
semántico, deben tener un tamaño mayor que los elementos secundarios. El brazo que
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hace la acción es más grande que el que no hace nada. Las partes del cuerpo con
mayor relevancia expresiva (boca, ojos…), la cabeza en relación con el cuerpo, toman
proporciones desmesuradas. Las figuras humanas son del mismo tamaño o mayores
que los edificios. Las manos más grandes que los brazos, las frutas desproporcionadas
con respecto a los árboles de los que cuelgan… Cada figura que se siente la necesidad
de describir adquirirá el tamaño que su correcta descripción necesite para ser
comprendido.
- Principio de visión rayos X, que indica que se dibuja todo aquello que sea necesario
describir explícitamente en la imagen, aunque para ello haya que hacer transparentes
las paredes de las casas o los automóviles, para contemplar su interior. Este rasgo es
saliente entre los seis y ocho años.
Estas son estrategias gráficas que, si bien no son exclusivas del dibujo infantil, sí se
articulan de forma característica y específica en los dibujos de los niños y niñas. Se
trata de una forma muy eficaz de resolver los principales desafíos de la representación
gráfica. El dibujo infantil ofrece claridad, rotundidad y agudeza. Los problemas se
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Pero, aparte de las estrategias gráficas ¿qué dibujan los niños y niñas? A partir del
primer año, hasta los tres o cuatro aparece un conjunto de marcas, trazos o garabatos.
En un trabajo clásico, Rhoda Kellog (1979) identificó veinte clases de trazos realizados
por niños de alrededor de dos años (puntos, verticales, horizontales, diagonales, líneas
curvas, verticales múltiples, horizontales múltiples, diagonales múltiples, curvas
múltiples, líneas errantes abiertas, líneas errantes envolventes, zigzag ondulada, línea
de una sola presilla, línea de varias presillas, espirales, círculo superpuesto de línea
múltiple, círculo con una circunferencia de línea múltiple, línea circular extendida,
círculo cortado, círculo imperfecto). Estos movimientos, según esta pedagoga, son
variaciones de la tensión muscular que no requieren control visual. Según ella es
posible clasificar veinte garabatos básicos que se pueden encontrar en los niños de dos
años e incluso en niños menores. Esto lleva a pensar que existe en los seres humanos
desde muy pequeños una aptitud básica natural para el dibujo y que el niño que no sea
capaz de realizarlos nos va a revelar alguna grave deficiencia física o mental.
A continuación se muestra la lista completa teniendo en cuenta que el orden en que
aparecen en la misma carece de importancia desde el punto de vista del desarrollo.
Garabatos Básicos
Garabato 1 punto
Garabato 2 línea vertical sencilla
Garabato 3 línea horizontal sencilla
Garabato 4 línea diagonal sencilla
Garabato 5 línea curva sencilla
Garabato 6 línea vertical múltiple
Garabato 7 línea horizontal múltiple
Garabato 8 línea diagonal múltiple
Garabato 9 línea curva múltiple
Garabato 10 línea errante abierta
Garabato 11 línea errante envolvente
Garabato 12 línea en zigzag u ondulada
Garabato 13 línea con una sola presilla
Garabato 14 línea con varias presillas
Garabato 15 línea espiral
Garabato 16 círculo superpuesto de línea múltiple
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Los garabatos básicos son estructuras lineales tan elementales que se pueden hallar en
cualquier dibujo. La importancia que tienen es que van a constituir los cimientos del
dibujo y nos permiten una descripción detallada y global del trabajo de los niños
pequeños.
El profesor observará la posición del cuerpo del niño, la relajación y extensión del brazo,
la presión del trazo y el posible agarrotamiento de los dedos para detectar posibles
bloqueos y ayudarle a superarlos, sin forzarlo. Conviene atender si algún niño presenta
trazos con características muy peculiares: garabatos muy pequeños, o muy finos,
reducidos exclusivamente a una zona pequeña del espacio gráfico, etc.
Tras la etapa del garabateo, la figura humana es uno de los primeros motivos
reconocibles, que se mantendrá en el futuro. A partir de los tres-seis años los dibujos
de figuras humanas se relacionan con la percepción del cuerpo propio y la del cuerpo
de los demás. El sol es otra figura recurrente, seguidas de casas, árboles, nubes, flores,
que aparecen junto a las personas.
Los dibujos infantiles cambian con la edad y en cada etapa presentan algunas pautas
evidentes. En los dibujos de los niños más pequeños no se distinguen elementos
figurativos, pero a partir de los seis o siete años cada línea y color tiene la función de
representar algún elemento, acción o trayecto. En cualquier caso la determinación de
unas etapas, criterios de clasificación o rasgos comunes para el dibujo infantil ha sido y
es objeto de debate. En algunos casos el criterio es la intención del dibujante, en otros
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Desde finales del siglo XIX los pedagogos y estudiosos del dibujo infantil han adoptado
un enfoque evolutivo para clasificar y ordenar distintas etapas. Autores del cambio de
siglo como James Sully, Herman Lukens, o Georg Kerschenteiner propusieron una serie
de tapas. Kerschenteiner distinguía en 1905 tres períodos evolutivos: 1) dibujos
esquemáticos; 2) dibujos en función de la apariencia visual; 3) dibujos con la
pretensión de representar tridimensionalmente el espacio.
En 1921 Burt propuso una clasificación más compleja en siete etapas y varias
subdivisiones.
- Garabateo (2-3 años)
Trazos sin finalidad.
Trazos más deliberados, el resultado es importante.
Imitación de los movimientos del adulto.
Garabateo localizado. Se busca representar las partes características de un
objeto.
- Línea (4 años)
Movimientos del lápiz que vienen a controlar el garabateo
- Simbolismo descriptivo (5-6 años)
Dibujo de figura humana bajo un esquema imperfecto (poca atención a las
proporciones).
- Realismo (7-9/10 años)
La importancia cae en la descripción y no en la representación. El dibujo
simboliza más que representa.
- Realismo visual (10-11 años)
Se prefiere copiar otros dibujos o copiar del natural.
Dibujo bidimensional: siluetas.
Dibujo tridimensional: escorzos. Personas concretas. Representación de
acciones. Superposición de figuras, preocupación por la perspectiva. Se busca
comparar los resultados con la realidad o con otros dibujos.
- Represión (11-14 años)
Cierta regresión en los dibujos. Proceso gráfico más laborioso. Autocrítica y
apreciación estética.
- Renacimiento artístico (después de 14 años)
Métodos profesionales de dibujo (muchos niños no alcanzan esta etapa).
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A mediados del siglo XX Viktor Lowenfeld (Lowenfeld, Brittain, 1972) elaboró una
clasificación de etapas del dibujo infantil que sigue siendo una referencia para el
enfoque evolutivo.
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Los esquemas evolutivos no solo dejan en un segundo plano los contextos culturales
específicos y sus posibles influencias, sino que tampoco atienden a la cuestión del
género. Respecto a este aspecto, W.J. Chen y L.A. Kramer (1996) estudiaron un
conjunto de dibujos infantiles de niños y niñas con el fin de comprobar las hipótesis
que dedujeron de trabajos previos sobre diferencia sexual y de género en el estudio
del dibujo infantil. Estas hipótesis eran: 1) Las niñas son superiores a los niños en las
habilidades para el dibujo. 2) las niñas prefieren dibujar actividades domésticas, los
niños actividades al aire libre. 3) las niñas prefieren dibujar personas, los niños objetos.
4) Las niñas prefieren dibujar experiencias reales, los niños motivos fantásticos. 5) Las
niñas prefieren dibujar temas tranquilos, los niños temas activos. 6) Los niños
prefieren los temas agresivos. 7) A la hora de dibujar personas los niños y niñas
tienden a dibujar personajes de su mismo sexo. 8) Las niñas prefieren las líneas curvas,
los niños, las rectas. 9) Las niñas prefieren colores oscuros, los niños colores brillantes.
Al final del estudio solo se confirmaron la primera y la séptima hipótesis, no
apareciendo diferencias de género en el resto de variables estudiadas.
Sin renunciar al enfoque evolutivo otros autores han propuesto modelos más abiertos
a recoger las influencias culturales. Así por ejemplo, Ives y Gardner (1980) distinguen
tres períodos:
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Por otro lado, se han dejado de considerar los garabatos infantiles tempranos como el
comienzo de su actividad creadora. Se trata más bien de considerar estos garabatos
como culminación de un complejo proceso de descubrimiento y maduración que
desarrollan los niños desde las primeras semanas de vida. El primer dibujo que hace un
niño no es el principio sino el final de una serie de procesos de descubrimientos y
hallazgos perceptivos (en el que están implicados todos los sentidos), cognitivos,
corporales y afectivos. Así, los primeros dibujos son el fruto de un complejo proceso
multidimensional, multisensorial y multimodal (Duncum, 2004) de interacciones con el
medio y con el propio cuerpo (y otros cuerpos), juegos, descubrimientos y
exploraciones.
En todo caso, y teniendo en cuenta las cuestiones referidas, podemos relacionar las
etapas gráficas con las etapas escolares. A lo largo de los años de Infantil se desarrollan
la etapa del garabato. Al empezar la Educación Primaria, en los dos primeros años,
aproximadamente, se da la representación esquemática. En los dos años siguientes se
pasa a la búsqueda del realismo, y en los últimos años se da el estadio pseudo-
naturalista que seguirá en los primeros años de Secundaria. Estas clasificaciones son
siempre aproximadas, pero, en términos generales, parece comprobado que todos los
niños y niñas pasan por etapas semejantes.
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organizándose y controlando. Solo a partir de los 4 años las figuras dibujadas empiezan
a ser reconocibles. El garabato sin control se refiere, según Lowenfeld, a los
movimientos que hacen los niños sin control y sin intención. En la media en que el niño
o la niña tienen entre sus manos un objeto que deja huella sobre una superficie (papel,
pared…) sus movimientos recorren erráticamente la superficie, ligando los trazos a la
satisfacción del movimiento corporal y de un temprano control muscular. En un
momento dado, el niño descubre el efecto que producen esos movimientos sobre la
superficie, lo cual le lleva a la curiosidad y la experimentación. Empieza a dirigir su
mano y su gesto buscando conscientemente un efecto y repitiendo grafismos. Esta es
la etapa que se reconoce como la de garabato controlado, en la que se toma
conciencia de la posibilidad de hacer y controlar, queriendo hacer figuras cerradas, a
menudo circulares (Alcaide, 2003:46). La creciente coordinación entre el ojo y la mano
despliega una nueva posibilidad, la de que los dibujos signifiquen algo. El trazo va a ir
adquiriendo valor de signo y de representación, y por tanto el garabato va a tener,
como resultado de una intención, un nombre. Sin embargo, recuérdese que, según el
principio de aplicación múltiple, una misma forma puede significar, para el niño, cosas
distintas y así tener varios nombres. Recuérdese también que en esta etapa los niños
no tienen inquietudes ligadas al realismo, ni están interesados en la representación de
la realidad visual.
A partir de los cuatro años los niños empiezan así a querer decir algo con sus dibujos.
El garabato va tomando forma representativa y empiezan a ser reconocibles. Ésta es la
llamada etapa pre-esquemática porque los niños están explorando lo que será su
esquema personal, la forma particular de representar unos u otros motivos con el fin
de elaborar la comunicación gráfica. Es típico que en este momento aparezca ya la
figura humana, a través de la forma llamada monigote, renacuajo… Muchas veces esta
primera representación de la figura humana se centra solo en la cabeza y en las
piernas y posteriormente irá introduciendo el resto del cuerpo, la vestimenta, etc.
Estas figuras se componen recurriendo a formas gráficas ya descubiertas en momentos
anteriores, como líneas, y figuras geométricas como el círculo, el rectángulo… Hay que
subrayar la importancia de la representación de la figura humana a lo largo de la
infancia. Ello se ha explicado señalando que esas figuras humanas son en último
término representaciones de uno mismo desde una noción egocéntrica del mundo o,
en otra perspectiva, pueden ser también representaciones de lo que el niño o la niña
sabe de sí mismo, de su cuerpo y de su sensorialidad, en ese momento de su vida.
Hay que señalar también que en esta etapa los elementos del dibujo no suelen ser
representados en relaciones de tamaño o proporción. La cabeza, los personajes,
pueden estar desproporcionados entre ellos y con respecto a otros elementos. En
cuanto al color, según Lowenfeld, muchas veces no hay relación entre los objetos y su
color supuestamente real. De hecho, en muchas ocasiones la elección del color está
determinada simplemente por el color que el niño o la niña tenga más cerca. Que no
haya interés en establecer relaciones entre objetos y colores, ello no significa que los
niños no disfruten con su uso y es a través de ese disfrute cómo los niños pueden
explorar aquellas relaciones (no es aceptable que un adulto señale a un niño que pinta
y dibuja el color “correcto” que debe tener el cielo o el mar).
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En cuanto a la representación del espacio en estos años se debe señalar que si bien a
ojos de un adulto puede parecer arbitraria los dibujos tienen una cierta lógica interna.
Los objetos secundarios del dibujo flotan en torno a una figura central que la mayor
parte de las veces es la representación del propio niño, porque el niño o la niña se
ubica a sí mismo como el centro de la organización espacial. Además estos dibujos ya
tienen un enfoque narrativo, es decir, cuentan una historia, lo que significa que
ensayan ya relaciones espacio-temporales aunque de forma desordenada y
superpuesta.
Hacia los 8 o 9 años, siempre aproximadamente, los niños perciben que los recursos
gráficos que les proporciona el esquema no son suficientes para representar sus ideas
y experiencias. En consecuencia, tratan de enriquecer y complejizar sus dibujos para
que esté a la altura de la realidad, que van a empezar a considera única e identificada
con la realidad visual. Estamos en una etapa de realismo temprano dentro de la que se
considera que cada elemento tiene sus propias características y que por tanto no
puede ser representado a través de un esquema genérico e intercambiable (el ojo ya
no será un círculo, el tronco ya no será un rectángulo, porque cada motivo tiene que
ser representado en su especificidad). Pero no se trata en todo caso de la búsqueda de
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Y finalmente hay que recordar que los docentes de esta etapa suelen preferir, a
menudo sin ser conscientes de ello, el enfoque visual por encima del expresivo. ¿Por
qué? La razón es que muchos consideran que el primero, en la medida en que es más
objetivo, es más correcto y, sobre todo, más fácilmente evaluable, ya que a las
producciones visuales realizadas según aquella lógica es más fácil aplicarles el criterio
del parecido. Ello también tiene que ver con el desconocimiento de la Historia del Arte,
en la que nos encontramos con ambas tendencias y, en concreto, con el
desconocimiento de las poéticas y formas de hacer del arte moderno y del arte
contemporáneo que, desde luego, no pueden abordarse sólo desde los criterios del
parecido y la mimesis.
Finalmente hay que señalar que el estudio del dibujo infantil es y ha sido
tradicionalmente un campo de estudio interdisciplinar que hoy en día sigue siendo
objeto de controversia por parte de una variedad de disciplinas. Desde la psicología a
la pedagogía, pasando por historiadores del arte y por los propios artistas, y (según se
deducirá de lo que hemos visto hasta ahora), la psicología evolutiva (Piaget, Wallon,
Gardner).
Dentro de ese marco heterogéneo el dibujo infantil ha sido objeto de una multiplicidad
de aproximaciones. Un dibujo infantil puede ser abordado en su propio interés
intrínseco, atendiendo a sus características formales, o a su peculiar organización del
espacio, uso del color, estrategias gráficas para solucionar unos u otros desafíos
visuales. También hay aproximaciones que toman al dibujo infantil como medio para
entender diferentes dimensiones, situaciones, variables, de la persona que ha llevado
a cabo el dibujo.
Se suele acudir a una división en tres bloques de los tipos de investigación que
habitualmente se realizan respecto al dibujo infantil, según los objetivos a los que se
atienden. Pero dada la vocación interdisciplinar (inevitable por otro lado) del estudio
del dibujo infantil estos tres enfoques muy a menudo se solapan, complementan o
articulan. En cualquier caso:
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3. BIBLIOGRAFÍA
Chen, W., Kantner, L.A. (1996). “Gender differentiation and Young Children´s
Drawings”. Visual Arts Research, vol. 22, 1, pp. 44-51.
Wilson, B., Hurwitz, A., Wilson, M. (2004). La enseñanza del dibujo a partir del
arte. Barcelona: Paidós.
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