Historia de La Revista Escorial

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Aceptando la invitación del « Boletín» de la Institución Fernán


González, inicio una sección historiográfica, que, aun siendo na-
cional, abarca los temas locales y regionales por la importancia de
sus personajes, temas y circunstancias vinculados a Burgos y
Castilla.
En colaboración con Madenwiselle Monique Dupuich, ahora
Madame Da Silva, durante cierto tiempo, estuvimos viendo algu-
nos aspectos de cierta publicación famosa en la postguerra española.
no sólo por la plantilla de sus escritores sino por su sentido cul-
tural y político, cual era « Escorial». Mi antigua alumna de los
Cursos de Verano ha puesto gentilmente en mi poder una serie de
nütas, que unidas a otra —corrientes de investigación personal—
permite ofrecerles este examen de una de las más importantes pu-
blicaciones de la España de la guerra de 1936-39.

Calmados ya los vientos bélicos, se impone una revisión de temas po-


líticos y cultutales, y en este examen retrospectivo, los futuros historia-
dores habrán de tener en cuenta, sin duda, la Prensa y las Revistas, que
dieron un tono dialéctico a la realidad española- De esta polémica, aún no
terminada, pero remansada en otras playas, pueden surgir puntos de vista
nuevos para distinguir la acción de los intelectuales españoles desde el
año 1939 y la postura consiguiente en las generaciones que no conocieron
de la contienda más que el eco triunfalista o la amargura de la derrota. El
libro de Vicente Matrero • La guerra española y el trust de los cerebros»,
evoca este ambiente suscitado por lo que él llama ,(la generacion de la
guerra o la de 1936›. Libro que por polémico ha caído, naturalmente, en
su campo, restándole valor historiográfico, como no sea el de punto par-
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.cial o reflejo de un estado de opinión. Pero que pone al descubierto, lo


mismo que otras obras, a veces hasta novelas, la inquietud que domina
en muchos espiritus (1).
No podemos olvidar que la revista «Escorial » , surgida al calor de la
guerra y servida por el grupo de escritores vencedores, traía en sus tonos
muchos de los acentos de la Prensa diaria y de los Boletines de Propa-
ganda, aparecidos, naturalmente, para apoyar la ideología de una deter-
minada España. La confrontación con los textos oficiales, Boletines, dis-
cursos y los periódicos circunstanciales completan la idea que podemos
tener de «Escorial". Nuestro proyecto es aislar aquello que se refiere es-
trictamente a la Revista y, sobre todo, centrar en su contenido y plantilla
la significación alcanzada (2). Cuatro Directores, mas de cuatrocientos
colaboradores entre españoles y extranjeros, distribuidos en un total de
1.065 artículos en diez arios de publicación, período tenso de aconteci-
mientos y dificultades. explican la complejidad y variaciones de una obra
que, nacida bajo un signo falangista, fiel a los principios de fosó Antonio
Primo de Rivera, termina naufragando cuando pierde su fuerza política.

Revistas falangistas anteriores a «Escorial»


Herederos de los semanarios 4._a Conquista del Estado » , «jONS»,
«Haz», «Arriba', «Fe » , en los que dominaba un título encuadrado por el
Yugo y las Flechas, y con carácter más de combate que culturales, desti-
nados a divulgar la doctrina, la revista «Escorial » será, incluso por la vi-
ñeta que decora su portada, un contrasentido, que si es superior en al-
cance intelecrual, pierde la impetuosidad y el tono alegre de gallo de
pelea que poseían antes las hojas impresas del Nacional Sindicalismo (3).
A lo largo del invierno de 1936 apareció en Pamplona el primer nú-
mero de (Jerarquia » —Revista negra de la Falange, gozo y flor de las cuatro
estaciones, guía nacionalsindicalista del Imperio, de la sabiduría, de los
oficios, —editada por la Dirección Nacional de Prensa y Propaganda de
FET de las JONS, bajo la batuta de Fermín Yzurdiaga Lorca. El número 2,
apareció en 1937 y el 3 en la primavera de 1938, siguiendo el correspon-

(1) Ediciones Punta Europa, Madrid, 1961; véase también G. Torrente Ballester.
«Panorama de la literatura española contemporánea». edic. Guadarrama, Madrid, 1956,
página 422.
(2) Pedro Laín Entralgo, «Sobre la cultura española. Confesiones de este tiempo».
Editora Nacional, Madrid, 1963.
(3) Las antolo gías de estas publicaciones combatjvas dan abundanie material sobre
la carga doctrinaria y estilística que luego tendrían los escritores de « Escorial». Hay todo
un vocabulario político, como es natural en las guerras ideológicas. Puede verse las edicio-
nes facsímiles y las antologías de JONS, ésta por Juau Aparicio; <La Conquista del Esta-
do » . del mismo; «Arriba», « Haz» y »Fe», por ediciones del Movimiento. -
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diente en el otoño del mismo año. Las viñetas e ilustraciones eran de Angel
Maria Pascual, discípulo estético de Eugenio Därs, de quien aparecieron
ocho de sus glosas mas intencionadas en el primer número. Junto a los
valores clásicos propios del espíritu dorsiano los mitos políticos y cultu-
rales de Roma, el Imperio y otros retoricismos cumplían los supuestos
propagandísticos del instante, explicados en la invocación —Por Dios
y el César— que, figuraba a la cabeza de cada ejemplar. Una serie de
artículos sincronizadores con su temática reforzaban esta postura. Asi.
—A Roma por todo— de Rafael García Serrano, —La cuádriga impe-
rial— de Angel María Pascual; —El testamento de Augusto—, traducido
y anotado por Pascual Galindo. Mas literaria que FE y anteriores publi-
caciones, sus párrafos eran doctrinales siempre. La poesia exaltaba la
causa nacional, se justificaba el Fascismo, condenaba el Liberalismo, la
Democracia cristiana, el Comunismo, la Masonería, el Racionalismo. Te-
nia un sello especial dentro de su rico formato, poco asequible a las ma-
sas que no podían entender su preciosismo, el perfil lapidario y solemne,
las formulas casi epigráficas de las consignas, el énfasis y un neo-clasicis-
mo que se avenia mal con la fiereza de la guerra pero que atenuaba las
plumas. Era el polo opuesto de la Revista, editada en el otro campo, pri-
mero en Valencia y después en Barcelona desde enero de 1937 a diciem-
bre de 1938, llamada «Hora de España).
«jerarquia», representa el antecedente de <'Escorial , . Los nombres
más conspicuos son: P. Lahn Entralgo, Alfonso García Valdecasas, Eugenio
Montes, Eugenio Dárs, José María Pemán, fray Justo Pérez de Urbe!,
Adriano del Valle, Luis Rosales, Bruno Ybeas, que pasaran después a la
plantilla de cEscorial», siendo los más activos, Rosales y Laín. Las cons-
tantes culturales se mantienen entre el pensamiento de Dórs y el de
Ortega, lo cual no dejaba de ser una intima contradicción que se resumía
y centraba en el pensamiento de fosé Antonio Primo de Rivera.
A pesar de que la guerra abarcaba todos los aspectos del país, .la
actividad intelectual aunque moderada, no había muerto. Los periódicos
locales recogian las inquietudes y ensayaban diversos temas que aun ro-
zando las cuestiones de política bélica hacían sus escapadas estéticas y
literarias. (4) En su obra, -- .(Vestigios » Ensayos de crítica y dc amistad-
Laín Entralgo, evoca estas reuniones profesionales y amistosas surgidas en
las redacciones de Pamplona, Burgos, Valladolid y trasladadas la mayor
par te a la capital de España cuando concluyó la contienda. En el capítulo

(4) Por ejemplo: « Hoy), de Badajoz; « La Unión>, de Sevilla; « Arribal,Esparia», de Pa m-


plona; « El Pensamiento Navarro», de Pamplona; «Diario de Burgos » y la «Voz de Casti-
lla', ambos de Burgos; « ABC,».
C,», de Sevilla; « Amanecer», de Zaragoza; « LaVoz de Galicia'
y el «Pueblo Gallego»; etc. Los Boletines del Movimiento son también muy interesantes a -
este respecto.
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titulado «Un grupo y su ocasión« dedicado a Antonio Macipe y José R.


Escassi, describe al grupo de Burgos, durante el año 1938 y 1939 que
sería la vanguardia de «Escorial".
En Burgos, se reunían los escritores en los salones de la Audiencia,
gran y destartalado inmueble que inauguró Amadeo de Saboya, situado
en la ribera del Arlanzón, en el Paseo de la Isla y al cual, así como otros
edificios de la Cabeza de Castilla, las necesidades del nuevo Estado habia
convertido en centro burocrático de primer orden. Allí inició sus temas
sobre la Propaganda, Dionisio Ridruejo que mantenia contacto con el
Centro de Propaganda del Tradicionalismo, en el Convento de las Ado-
ratrices, situado en la otra margen del río y de la estación de la Radio,
en un estrecho local que todavía habita en el Paseo del Espolón. Emisio-
nes radiofónicas, confección de guiones cinematográficos, artículos para
la Prensa, edición de folletos sobre la doctrina, cuadernos de canciones y
dc versos, actos póblicos, libros políticos, abrían sus posibilidades de tra-
bajo y de esperanza, de ambiciones y de sueños. Al pie de las agujas
góticas, bajo los plátanos del Espolón y los castaños del Paseo de la
Isla, o cruzando los puentes cidianos, discurrían los hombres de la
Propaganda Falangista del momento. Poetas como Ridruejo, Rosales y Vi-
vanco, pintores y dibujantes como Cabañas, Escassi, Pruna y Caballero;
novelistas y dramaturgos del estilo de Torrente Ballester, cineastas y es-
critores de la talla de García Viriolas y Obregón, el novelista Agustí, los
profesores Tovar,- Salas y Laín, IvIacipe y sus preocupaciones técnicas
sobre el Libro, Luis Escobar, Pedro Salvador, Juan Ramón Masoliver;
Carlos Alonso del Real, Cipriano Torre Enciso, Luis Moure Mariño, Ma-
nuel Contreras y Agustín del Río. Con ellos alternaban los escritores del
frente y los futuros políticos y hombres de negocios que vivían a la som-
bra del Palacio de la Isla, residencia del Jefe del Estado y de los edificios,
convertidos provisionalmente en Ministerios. (5) Las diferencias políticas
y sociales se habían borrado ante la tensión espiritual que trajo la Guerra.
Sólo cuando empezó a vislumbrarse la victoria es cuando la unidad, se
quebró empezando a surgir las desigualdades y las analogías.

Primera época de «Escorial » . —Noviembre de 1940-Febrero de 1947


Noviembre de 1940 a Noviembre de 1942
Director: Dionisio Ridruejo - Vicedirector: Pedro Lain Entralgo
La situación histórica, después de la Victoria, era de extrema grave-
dad internacional. España agotada y semidestruída, salía con asombro de

(5) Nazario González. « Burgos la ciudad marginal de Castilla. Estudio de Ceogra-


fía Urbana». Burgos. Imprenta Aldecoa, 1958; Número especial de «La Voz de Castilla»
1 de octubre de 1961.
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la Guerra y tanteaba en medio de gran desorden sus ensayos de recons-


trucción. La salida de millares y millares de españoles al exilio, entre los
que se encontraban numerosos escritores y Profesores, dejaba un tremen-
do vacio en las letras españolas y en la Universidad y otros Centros de
Enseñanza. La vida intelectual centrada de nuevo en Madrid, tenía una
languidez y una inmovilidad natural, dada la situación del país y la de
Europa.
Las primeras manifestaciones culturales surgieron tímidamente en
las tertulias por el afán de algunos escritores de compartir sus desvelos
en sociedad, intentando revivir el ambiente del Madrid de la Preguerra
con sus cafés, animados y bulliciosos y sus redacciones creadoras de esti-
los y modos. En la calle de Alcalá, frente al edificio de Correos y de Te-
legráfos, Manuel Machado, recien llegado de Burgos; abría una tertulia en
el Li6n Dór. El miércoles, 17 de febrero de 1940, en el Salón del Museo de
Arte Moderno, dirigido por Eduardo Llosent, se celebró la primera
reunión de la Academia <Musa Musae» bautizada así por Geranio Diego.
Bajo el emblema de « Ocio atento» sacado de un verso de Góngora, se
intentaba reunir a la familia literaria española, tanto a los famosos de
antes de la Guerra como a los jóvenes revelados por los tres años de
lucha (6). Se excluía de ella a las mujeres y sus actividades, tendían a
formar un lugar de descanso y de creación; como decía J. A. Zunzunegui,
considerarse allí igual que en su Patria. Presidió el día de la inaugura-
ción Rafael Sánchez Mazas. Estaban presentes José María Alfaro, D. Ri-
druejo, Manuel Machado y José María de Cossío. Ridruejo leyó sus
«Sonetos a la piedra» y Emilio García Gómez, comentó la traducción
de algunas « Käsidas». Las reuniones no eran muy frecuentes y sus com-
ponentes tenían que alternar estos desahogos « académicos) con la dura
faena de trabajar en otros lugares y la vida agotadora de la Prensa. Lo
cierto es que no podían encerrarse en su torre de marfil, ante el mapa de
la Guerra Mundial y los virajes de la política internacional española que
atraía todos los comentarios. Unamos a ello la situación alimenticia es-
pañola, aislada en su comercio de importación y de exportación, que
tantas consecuencias tuvo para la economía nacional. Una de las sesiones
más interesantes recogida en la revista « Vértice « fue la del mes de marzo
con intervención de Luis Rosales, José María Perntin, Román Escohotado
y Samuel Ros, que leyó una de sus tragedias.
Antonio Marichalar, gran conocedor de las literaturas extranjeras,

(6) Las escasas noticias literarias aparecieron en el multicolor «Español) creación


de Juan Aparicio y de las Hojas-Suplementos de la prensa.
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antiguo colaborador de Ortega en la Revista de Occidente, Luis Rosales


situado poéticamente en el grupo de Leopoldo Panero, Luis Felipe Vivan_
co y García Lorca, a quien acogió en su casa granadina, escrit, , res todos
ellos de «Cruz y Raya>, la Revista de Bergamín. animados por las inten-
ciones de Ridruejo y de Laín, plantearon la necesidad de cumplir con la
ayuda económica oficial, un viejo deseo de la Falange: Crear una Revista,
punto de mira de la intelectualidad española. «Escorial> ofrecía la opor-
tunidad de agrupar a todas las inteligencias tanto investigadores, eruditos
como actualistas de! Arte o de la Literatura de creación. Es decir, era un
ófrecimiento a los hombres de todos los matices ideológicos, siempre que
no hubiesen manchado sus manos con delitos comunes. Encerraba un
secreto fervor hacia las mentes privilegiadas del exilio o de conducta de-
mocrática que conservaron su neutralidad durante la Guerra, todo ello
contenido en fórmulas que pudieramos llamar criptográficas que sólo los
muy versados en la cultura contemporánea española podian adivinar.
Consecuentes con este gesto, el número dos dc «Escorial», traía un ar-
tículo editorial, titulado «Los límites del arrepentimiento» en donde se
buceaba de manera casuística y extraña, llena de frases ambiguas sobre el
pecado y la culpa, enlazándolo con modos teológicos. Sin embargo, dejaba
abierta una puerta a los recelosos. Quería incluir a la política en sus ar•
tículos desde el momento que la Política, era una fase más de la Ilistoria
de los pueblos y la profesionalidad de sus páginas, sobrenadaba en las
discordias doctrinales, siempre que se sirviera al destino del país. Es
decir, «Escorial» era un arma para la reconstrucción nacional y deseaba
la colaboración de las inteligencias, cada una en su plano. Este modo de
alargar las manos, buscando aproximaciones, estaba dentro del estilo de
Antonio Marichalar y de Luis Rosales que representaban la generación
anterior a la guerra y sostenían la continuidad con las publicaciones de
1936, Había una cierta inclinación al espíritu de Bergamin, tío de Vivan-
co, que había intentado desde »Cruz y Raya» una réplica a «Lesprit, de
jacques Maritain, para difundir en España un catolicismo progresista, el
cual naufragó en la guerra.
La figura más importante entre los iniciados era Pedrolaín atraigo
por la estructuración de sus ideas y la sensibilidad de las exposiciones.
Lain, desde noviembre a diciembre de 1937, trabajó con Luis Rosales y
Vivanco en una habitación modesta de Pamplona, que sus amigos llama-
ban irónicamente «El departamento de la Ciencia». Discípulo de Zubiri y
de Ortega, con la inquietud que es tradicional en muchos médicos espa-
ñoles de hallar por los caminos del Humanismo la solución a problemas
reales, se incorpora a la vorágine de la lucha con su pluma, adivinando
.en el, Rídruejo, de más historia política, que podría ser la cabeza de un
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grupo . generacional al fältar los creadores del Falangismo, Primo de Rive-


ra, Ledesma Ramos y Ruiz de Alda. Podía convertirse en el arquetipo
de la generación intelectual de 1936, movida por nuevos ideales revolu-
cionarios. En una palabra, el teórico del grupo. (7)
Dionisio Ridruejo, cuya juventud se desarrolló en la Escuela de Pe-
riodistas del « Debate», había empezado su carrera literaria antes de la
guerra con un libro de versos, editado en Segovia en 1935, titulado
« Plural». El segundo apareció en Baicelona en 1939. Sc llamaba «Primer
libro de amor , . Su encuentro, que podríamos llamar decisivo para las
letras españolas de la primera etapa de la postguerra, se realizó en Sego-
via con ocasión del Segundo Consejo Nacional de la Sección Femenina
de Falange. Después, trabajaron juntos en la Dirección General de Prensa
y Propaganda. Fue entonces, cuando el contacto con las multitudes gesti•
.culantes y agresivas de la Guerra, demostró a ambos intelectuales como
a otros muchos, que su papel de jefes teóricos se avenía mal con el de
agitadores y como dinamos en palabra actual de a leaders » . Ridruejo, in-
tentó vencer su timidez y pudor de poeta, asimilando los gestos y las
actitudes que exigían las Milicias y manejando los recursos propagandís-
ticos del día. Pero no logró dominar la situación, cayendo a veces en ex-
tremos pueriles. No así, cuando entraba de lleno en su papel de poeta o
de intelectual que de paso jugaba a la política. Como ejemplo de lo que
decimos puede citarse la elocuencia sutil y delicada que desarrolló en
1947 con ocasión de unos Juegos Florales celebrados en Castellón de la
Plana, cuyo titulo no podía ser menos político para un dirigente falangis-
ta. «Consagración de la Belleza,.
¿Cul fue la razón última de aceptar el papel de Directores de « Esco-
rial)? Los nombres de Marichalar, Rosales y Vivanco estaban demasiado
relacionados con la España de la pie-guerra y se quería presentar no sólo
una solución cómoda addlínistrativa, sino también por razones políticas,
un equipo nuevo de hombres, afiliados a la situación y plenamente compro-
metidos. Ridruejo, con su bagaje de cordialidad, alegría y maneras de
(bon vivant» entró en el mando del barco escurialense. Tenía 28 años.
•• Las oficinas rel cuerpo de Redacción se instalaron en el número 26
de la calle de Alfonso XII, frente a los rboles y rejas del Retiro madri-
leño, uno de los pocos lugares de paz y recogimiento que tenía la capital.

(7) La obra de Lain puede recogerse en diferentes etapas, que Ridruejo denomina
como de exaltación, decepción y serenidad. Los títulos de sus .libros son en este caso expre-
sivos, Desde el "Problema de España) hasta 4,a espera y la esperanza», hay toda una
gama de experiencias intelectuales. Véase Cuadernos). París, núm. 37. (1959), . pág. 27.
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Para resumir las actividades de los escritores, incluso de los participantes


en <Musa Musae » , se dedicó un espacio llamado «Vida cultural» donde
se reseñaban las actividades más interesantes de la Nación.
Los comienzos de la Revista, fueron vistos con cierta expectación •y
curiosidad. Ridruejo presentó un programa de proyectos y exprimió el
estado de la cuestión intelectual española con palabras un tanto ligeras
y nada comprometedoras. Allí se hablaba de las circunstancias históricas,
de la dispersión geográfica, de la falta de medios materiales, de las des-
graciadas posibilidades que tenía España en tales momentos para atraer la
atención pública, pero aun consciente de estas dificultades, «Escorial»,
hacía un llamamiento a los pensadores de España para que sin espírifu
partidista se integraran en la gran realidad de la Patria nueva. Sentimien-
tos liberales en el más puro sentido de la palabra Liberal, como exteriori-
zación de un ánimo generoso y desprendido, dificil de sostener por ir
acompañado de la defensa de unos postulados políticos que entrañaba
las duras concepciones de un totalitarismo nacional. Pero el objetivo era
también abrir España a las corrientes del espíritu europeo, con lo cual se
continuaba la tradición de la « Revista de Occidente » , »Cruz y Raya » y la
»Gaceta Literaria » . Esta proyección hacia los vientos europeos iba con-
trarrestada con el cerco de toda situación intelectual demccrática-liberal
con lo cual no se veía claro hacia donde se apuntaba. ¿A una cultura
europea del presente o a una realidad del pasado?
El primer proyecto fue Hamarla »España», pero habla ya anteceden-
tes de usarse el nombre de la Nación, como frontispicio de publicaciones
que podían dar lugar a ciertos equívocos. La palabra « Escorial» tenia
ademas de no haberse usado nunca, sino como complemento de ciertos
ensayos, por ejemplo en Ortega y Gasset, el valor simbólico de ser el
lugar de reposo de José Antonio Primo de Rivera. La significación políti-
ca moderna se unía al signo del Imperio. Y es notable señalar como el
edificio del Escorial, reconocido por los tratadistas de arte como el monu-
mento menos español que existe, viene a pasar a la Historia literaria
como característica de una generación profundamente españolista. Claro
es que para los intelectuales, el juego de palabras que podian manejar
con la rígida arquitectura, los estilos tridentinos la pureza de líneas y su
sentido majestuoso, estaba dentro de la más fina comparación de Primo
de Rivera, para quién en aquellas circunstancias y dado su enorme alcan-
ce humano y político, no se encontró lugar más grandioso. Religión y
Milicia se unían en el Monasterio, sólido, armonioso, sin detalles supér-
finos y encarnación del antiromanticismo, así como cifra de un pensamien-
to escolástico creado a cartabón y cincel.
Para afianzar esta demostración conceptual, la mole del Monasterio,
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coronada por el emblema. « O p us miraculus orbis , figuraba en la cubierta


bajo el título de letras oscuras y sin arabescos. A partir del número 3, se
colocó una Corona, una Cruz y la inicial de Falange. El emblema era.:
»Fulmina temnit » y bajo él, el Arbol de la Ciencia que después pasaría
a ser el emblema del Consejo Superior de Investigaciones Cientificas.
Para los estudios ensayísticos se adoptó a partir del número 6, con el
título, la perspectiva de la fachada monumental de la iglesia, vista desde
el atrio que inicia los pasos hacia el Patio de los Reyes Para la Poesía, una
vista general del armonioso Patio de los Evangelistas con el templete de
Herrera. Los estudios de Filosofía, Música, Teatro, Derecho y las Cien-
cias se abrían con la estampa de los Jardines, vistos desde la Galería de
Convalecientes, uno de los interiores del edificio menos conocidos por
los visitantes. Se buscaba siempre una intención escueta y severa. Así a
partir del número 3, la línea del claustro se representa sin las antiestéti-
cas pinturas de Peregrino Tibaldi, de auténtico mal gusto que deslucen
desgraciadámente la belleza de las naves. Para decorar los Textos Ejem-
plares del número 1, se utilizó la familia de Carlos I, impresionante con-
junto de bronce dorado, obra de Pompeyo Leoni y un pórtico clásico en
el número 3. Las notas se ilustraban con la Fuente en primer plano, la
Torre del Suroeste y la Galería de Convalecientes, seguida en otros nú-
meros por un capitel de estilo corintio y tornando otra vez a la presenta-
ción de la Galería de Convalecientes.
Este formato y presentación fue simplificándose y las páginas de
tamaño cuarta, se dividieron entre las secciones de Estudios, Poesía,
Notas y Libros, aparte del artículo editorial. Un homenaje a la División
Española de Voluntarios, inauguró el segundo período de la Revista en
los años 1941-42. Pedro Laín pronunció en las reuniones preparatorias
del Curso, una Conferencia con más tono de discurso sobre las «Obliga-
ciones de la cultura española » dentro de la más pura ortodoxia política
del año. La actitud de Lain, distinguía en el Falangismo, cuatro puntos
concretos una Vitalidad manifestada en el gesto combatiente, la Españoli-
dad, la Catolicidad y una razón de orden táctico, la eficacia dialéctica
el nuevo orden histórico. (8)
Por . Espaäolidad» término que sustituía al de Hispanidad, empleado
por Ramiro de Maeztu, los ameaicanistas y seguidores de Acción Española,
Lain, aludía a lo que sería desde entonces uno de sus temas más obsesi-
vos, el problema de España: La unión de las culturas y de las tierras
de España, dentro de un tradicionalismo espiritual renovador. Laín anti-
cipa los supuestos que serán después base de polémicas. La •admisión de

(8) «Sobre la cultura espaiiola. Confesiones de este tiempo». Madrid. 1943.


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todos los españoles que sin distinción de matices e ideologías, han coope-
rado a la grandeza espiritual del país. En estas meditaciones está ya todo
su programa. La tradición española se ha roto en cuanto el pueblo se ha
separado de ella. Para reincorporarse otra vez al mundo, España tiene que
aceptar plenamente la herencia total de los siglos, sea del signo que sean.
Con este talante se halla de acuerdo Ridruejo, cuando afirma la existencia
de una «Conciencia integradora en la generación » . (9) El deseo de unidad
implicaba a su vez un acercamiento a los españoles del exilio, a los inte-
lectuales por lo menos que habían encontrado como diria Aranguren su
españolidad en el destierro. (10) Es el viraje que siente la generación de
la Guerra, en un afán de sincretismo y de armonía.
Prueba de la suma de opiniones del grupo y de su reconocimiento a
la obra de los antecesores son las colaboraciones. Azorín en los números
7 y 21; Baroja en el número 2 y en el 37-38. Ramón Menéndez Pidal, se
incorpora con el prestigio de su nombre en un artículo sobre la interpre-
tación de la Conquista de América en el primer número y en el 12, un
ensayo sobre el estilo de Santa Teresa. Manuel Machado se asocia en el
número 17 al homenaje tributado al Director, Ridruejo, voluntario en el
frente del Este y publica sus poemas titulados »Cadencias de cadencias».
Ridruejo evoca la figura de Antonio Machado en un nostálgico apun-
te como el Poeta Rescatado, no obstante su servicio a la República, Tal
intención de recobrar la memoria de Antonio Machado, que ahora nos
parece pueril, era para entonces un peligroso descenso a los niveles libera-
les en tono político, que trajo criticas y falsas interpretaciones. La admi-
ración por Machado, como poeta en su epoca primera se rompía a ojos de
algunos críticos cuando el enamorado de Leonor y de Guiomar, abandonó
el primer hilo de su evolución para marchar por los caminos cósmicos o
desobjetivadores, que desde Baeza, le llevaría a la ocupación filosófico-
teológica de la estancia en Rocafort y después al encuentro total con el
pueblo, caminando por la ruta de la derrota hacia Francia.
En el número 8, Emiliano Aguado evoca la figura de Ramiro de
Maeztu, a proposito de la publicación de sus artículos reeditados en 1936.
Es interesante, el caso de este antiguo fundador de las JONS, llevado
por el camino de la literatura, que abandona la postura política para
entrar de modo decidido en las letras. Reintegrado al ambiente intelectual,
del cual partió para formar en las huestes de Ramiro Ledesma Ramos,
fundador del Nacional Sindicalismo, después de haber intentado una

(9) «En algunas ocasiones » , pág. 434-38.


(lo J. I,. L. Aran guren «La evolución espiritual de los intelectuales espaiiolts de la
ernigraciGn » • Cuadernos Hispano Americanos. XIV. (1953), págs. 123-157.
— 724 —

reivindicación del creador de las JONS con escritos, algunos de ellos an&
fimo, y tras de recoger lo que tenía de científico la obra de Ledesma,
descuida toda actividad doctrinal para ir a sostener lo puramente cultu-
ral. (11). Prueba del cambio que está sufriendo el grupo. En el número lo,
G. Torrente Ballester. estudia entre otros las características del teatro de
la generación del 98 y en el número 17, Leopoldo Panero, compara la
religiosidad de Emiliano Aguado, con la de Unamuno, basándose en su
libro «Leyendo el Génesis « . En el número 18' es el historiador y crítico
literario M. Fernández Almagro, analizador del personaje de Valle Inclán,
el marqués de Bradomin y en el mismo número la reseña del libro de.
« Pío Baroja en su rincon», de Miguel Pérez Ferrero.
Conviene señalar el respeto que tuvo siempre el grupo por la actitud
agresiva y levantisca de Baroja. Ya Ledesma Ramos en las primeras edi-
ciones de «La Conquista del Estado » escribió los incidentes de una en-
trevista con el escritor, así como con toda lealtad una carta de Unamuno
en donde insertaba censuras a su proyecto político. En un acto público
celebrado en Salamanca, en el cual habló Primo de Rivera, el Rector de
la ciudad estaba presente. Estas conexiones de antes de la guerra son sin
duda alguna, prueba del respeto que tenían los jóvenes revolucionarios
a las grandes figuras del 98. « Escorial » , seguía pues esta linea de contacto
y de respeto, (12)
En el número 21, el fervor por el 98 se amplia. Una crítica elogiosa
de «Valencia « de Azorin, por Agustín del Campo y en el 24, Pedro Cara-
vía con su artículo <Espejo de la muerte y espejo de Unamuno>. En 1942
Vivanco, uno de los directivos de «Escorial » publica una «Antología
poética de Miguel de Unamuno». Hay, aparte de estas obras de alrura
crítica numerosas alusiones y pasajes dedicados a una generación que los
tiempos por su hipercrítica habían convertido en política y que «Escorial»
veía solo en el campo literario. Apoyarse en el 98, servía a su vez a los
corresponsales de « Escorial » , para hacer la crítica de las estructuras so-
ciales con las cuales no estaban de acuerdo. Asi, C. Alonso del Real e n.
en el número 27, al insistir sobre la deficiente información histórica del
español; escribe.—Claro que realmente, , ciuè suele importarle a nuestra
Universidad que entendamos a España? Pero esto es ya demasiado triste-
(p. 157 y 158).

(11) Sólo apareció en « Escorial», sobre Ramiro Ledesma Ramos, un artículo titu-
lado. «Ramiro y sus escritos filosóficos » núm. 13 (1941), pág. 303.
(12) Las citas de Ledesma Ramos en «Antología de la Conquista del Estado». Sobre
Baroja en el primer número de la Revista. Acerca de José Antonio Primo de Rivera y
Unarnuno. véase Francisco Bravo «José Antonio» edición espaíiola, 5. A. Madrid, 1940,
pág. 85; Más datos sobre la ideología de los fundadores y sus puntos de contacto en la
obra de Bernad Nellesen « Die verbotene Revolution». Leibniz Verlag, Hamburgo, 1963.
— 725 —

De las comparaciones con el pasado salía de manera aguda la crítica


de unas est .sucturas sociales y culturales, que a pesar de la guerra o quizas
por culpa de la misma, no se habían rectificado. En el fondo latía la
misma tristeza y melancolía por la angustia de España y su deseo de re-
construcción. De la Patria tristre que encontraron los hombres del 98, se
deseaba aprender su lamentación para no caer en el mismo sentimiento.
La célebre frase de José Antonio —Amamos a España porque no nos
gusta— con su sentido amargo y de crítica de amor y esperanza se hizo
interiormente en proyecto que afloraba en los escritos de los intelectua-
les. Hay entonces una notable coincidencia entre el 98 y . sus nietos. Ri-
druejo, en Carta escrita a Laín en diciembre de 1945, recuerda la necesi-
dad de precisar la filiación de los españoles, que si han sabido aprender las
lecciones de los grandes maestros, deben superar las . circunstancias (13).
Capítulo aparte merece la atención que «Escorial« dedica a Ortega y
Gasset. La bibliografía sobre el Catedrático de Metafísica es ya ingente
e imposible de recoger en este breve Ensayo. Pero sí destacar que el grupo
« Escorial » , supo apreciar cuanto se debía a Ortega en su europeísmo y
que todos sus componentes, mas o menos se sentían discípulos suyos,
prescindiendo de su hoja de servicios republicana. Las publicaciones en
homenaje a Ortega por_ escritores de «Escorial», una vez desaparecida
esta, prueba esta admiración y el reconocimiento. Si Primo de Rivera y
Ledesma Ramos en su tiempo, supieron sintetizar lo que significaba Or-
tega en aquella frase de «Homenaje y reproche » , ahora el reproche no
exitía. (14) La vuelta de Ortega, tras unos años de silencio, trajo a su vez
una revisión de muchos puntos políticos de la Guerra. Fue sobre todo el
sectorTradicionalista y el Católico quien calificaba duramente a la actitud
de los intelectuales de «Escorial » . El incidente empezó cuando en una nota
bibliográfica del número 6, Laín consideraba peligrosa la definición de la
Guerra como empresa de Cruzada (15).

. (13) « En algunas ocasiones El 98 en nosotros » , pág. 429-34; ., Escrito en España»


editorial Losada. «Cristal del tiempo.. Buenos Aires. 1962. Esta obra muy interesante,
puede servir de cifra en cuanto a la presentación de las soluciones utópicas que trajo la
Guerra para aliviar el problema secular de Espaiia, Ridruejo intuye que hubo un momento
de resquicio cuando en el fifí° de 1950 una ráfaga de neo-liberalismo, unido al falangismo
cientifico pudo dar margen de confianza al exponer su criterio político fundiendo en un
sólo sistema de la « inteligencia » , los hombres de la Dictadura, de la República y de la
Guerra.
(14) (En algunas ocasiones. En los setenta aiios de D. José Ortega y Gasset, pági-
na 393.
(15) Javier María Pascual. «Negación y defensa del 18 de julio como Cruzada.
Historia de una polémica olvidada » . Punta Europa núm . 62, septiembre. 1961 páginas
112 -123.
— 726 —

La maniobra de «Escorial», continuada después por otros escritores,


hacia Unamuno, volvió a levantar la protesta de quien no veía de manera
ortodoxa, lo defensa del Rector salmantino. Sobre Unamuno cayó el entre-
dicho de la Iglesia, en la célebre pastoral de Pildain, don& expuso orde-
nadamente los errores dogmáticos de don Miguel, calificándole de <hereje
máximo y maestro de herejes ' . La Congregación del Santo Oficio inscri-
bió en el <Indice», <El sentimiento trágico de la vida> y «La agonía del
Cristianismo » , aclarando el «Observatore Romano> (31 de enero de 1957) ,.
las razones.
El ataque a Ortega se verificaría años más tarde, en las obras del
P. RainUez, que dió lugar a una interesante polémica, que escapa a nues-
tro trabajo (16).
En «Escorial » , las plumas se movieron a favor de Ortega, preparando
el ambiente, que culminó en la entrada triunfal del antiguo Catedrático de
Metafísica en el Ateneo, y aunque su actuación no fue tan sugesriva ni
aleccionadora como se creía, sí sirvió por la espectacularidad el que se
sintieran los intelectuales en plan de rehabilitación ante el pensador y su
propia herencia. «Escorial, fue la pcmera publicación que abrió el fuego
er, este sentido. Laín comentó «Historia como sistema>, y Alonso del
Real, «Del Imperio romano » . J. Corts Grau, en la reseña que hizo en el
número 13 de «Estudios sobre el amor « , le relacionó con los clásicos. Las
citas de Ortega menudean, aunque a veces se caiga en la contradicción
del que testifica, sólo para lucirse y hacer ver que conoce a Ortega. No
conocer a Ortega empezó a ser señal de incultura. El culto no es sólo de
los «nuevos>, sino también de los antiguos colaboradores de la Revista de
Occidente, que prestan sus colaboraciones a «Escorial», dando a esta Re-
vista un gran papel, como tribuna pública del pensamiento español.
Manuel Abril, Vicente Aleixandre, Millas() Alonso, j . Camón Aznar,
Ramón Carande, j' Ose María Cossfo, Evaristo Correa Calderón, Gerardo
Diego, Vicente García de Diego, Emilio García Gómez, Ramón Gómez de
la Serna, Angel González Palencia, Ricardo Gullón, Salvador Lisarrague,
Gregorio Marañón, José Antonio Maravall, Julián Marias, Eugenio Mon-

(16) Véase S. Ramírez. O. P. « Un orteguismo católico? Diálogo amistoso con tres


epigonos de Ortega, españoles, intelectuales y católicos » . Salamanca, Ciencia Tomista,
LXXXV, núm 267. (1958), pág. 431. Las respuestas de los epígonos fueron las siguientes,
Laín Entralgo, «Los católicos y Ortega». Cuadernos Hispano Americanos, núm. 101 (1958):
página 283; J. L. L. Aranguren, «La Etica de Ortega ., . Cuadernos de Taurus, núm. 1; Julián
Marias. Recensión, en •12eligión y Cultura-, Madrid, núm. 3, pág. 323. La polémica sobre
Unamuno puede verse resumida en el trabajo ds Antonio González O. P. •, ZUnamuno en la
hoguera? Veinte y cinco años de crítica clerical». « Asomante » • San Juan de Puerto Rico.
XVII, núm. 4 (1961), pii g, 7-25.
— 727 —

tes, José Antonio Muñoz Rojas, Eugenio D'ors, Rafael Porlan y Merlo,
Sánchez Cantón, Luys Santa María, Karl Vosshr y Xavier Zubiri. La
sensación general es que al no poder seguir el tono de la Revista de Oc-
cidente, « Escorial» se deslizaba en las corrientes de Cruz y Raya. Se daba
la coincidencia de que la impresión se efectuaba en los mismos talleres de
Silverio Aguirre, y su formato y presentación eran similares y tenían
muchas firmas comunes, aunque las divergencias doctrinales fuesen fuer-
tes, sobre todo en el cuerpo directivo.
Pronto surgieron las reacciones anti «Escorial>. En primer lugar, en
el seno universitario. Joaquin de Entrunbasaguas, Catedrático de Litera-
tura, reunió a un grupo de colaboradores, la mayor parte antiguos alum-
nos, dedicados a la investigación, y en 1942 publicó (Cuadernos de Li-
teratura Contemporánea '' , publicado por el Consejo Superior de Investiga-
ciones Científicas. Secretario fue Rafael Ferreres. Desde el primer momen-
to aparecen los 4Cuadernos, negándose a la tarea de integración. Su edi-
toriahmanifiesfo, rezaba así: Queremos no sólo contribuir a formar el pen-
samiento y estilo de un naciente estado, sino también a crear una estéti-
ca literaria nueva y nacional, que no pacte cobardamente estéril con la
anterior, ya pasada en todos sus aspectos, ni menos finja novedad en un
contubernio engañoso con lo extranjero».
La intransigencia es elarísima frente a (Escorial » , que aceptaba cual-
quier trabajo, siempre que fuese de calidad. Esta amalgama de «Escorial»,
si dió valor a la Revista también es cierto fue restándola públIco, extraña-
do al ver codo a codo un falangista con un republicano, un monárquico
alfonsino con otro carlista, un colaborador de la <llora de España», como
Dämaso Alonso, y un poeta que cantó a los milicianos, como Aleixandre,
al lado de Peinan, Sánchez Mazas o el fraile Flix García. Si las dife-
rencias nacionales eran profundas, mucho más intensas aparecían cuando
la mirada se alzaba sobre los Pirineos, hacia los campos de batalla del
inundo. Germanófilos, anglófilos, partidarios de la Resistencia Francesa o
del Mariscal Petain, etc. Pero escribir en «Escorial> era no comprometerse
con nadie y sí hallarse en uno de los campamentos más extraños por su
neutralismo, Un neutralismo al que se había ido evolucionando, apoyán-
dose en los fondos oficiales que sostuvieron la Revista.
La explicación en alta política estribaba en el deseo de servir a la in-
tegración de todas las tierras y hombres de España, en el camino del pen-
samiento y de la inteligencia. Visión metafísica dentro de las corrientes
joseantonianas, pero a la cual la herida de la guerra, todavía demasiado
fresca, daba un sentido equívoco. Se trataba de investigar las bases comu-
nes entre los diferentes sectores españoles y formar un todo con las
partes. En palabras de Ridruejo. «Comenzando con la propuesta de
— 728 —

retinir al hombre español en su misma hombría y luego en su irrepai'able


españolidad» (17).
Los poetas empzaron a despegarse de .Escorial,, y en mayo de 1943
hasta abril de 1946, podían vérseles reunidos en el circulo de la revista
‹Garcilaso», fundada por José García Nieto. Pedro de Lorenzo, Jesús Re-
vuelta y Jesús Juan Garcés, formando el grupo de la «juventud Creadora«,
con su tertulia en el café Gijón. El manifiesto del primer número decía:
<Como el Greco contrastó a los hombres del 98, creemos y queremos que
sea Garcilaso quien sigue el pensamiento de los que podrían encuadrar-
nos bajo las cifras decisivas de 1936'. Declaración un tanto inconcreta,
en donde no se sabía qué adivinar, si un nacionalismo profesado por hi-
dalgos servidores del Imperio o una voluntad estética ausente de sentido
religioso, mas bien paganizante. Poetas de «Escorial» formaron en « Gar-
cilaso » más identificados en su ambiente que en la prosa de la revista.
Ridruejo, Panero y Vívanco, demostraron la posibilidad de crear una poe-
sía católica, seóri dice José María Valverde, al reflejar su honda inti-
midad (18).
Con este punto, entramos cn otra de las constantes tratadas por Lain.
La catolicidad española, reñida con el totalitarismo de los Estados Fascis-
tas, a pesar de la unión diplomática y económica del momento. Las plumas
religiosas, aunque no numerosas, se ven a menudo en «Escorial». Félix-
García, de la Orden de San Agustín; Luis Getino, dominico; José López
Ortiz, agustino; los benediconos Justo Pérez de Urbel y Genadío San
Miguel, que colaboraban en la sección titulada «Los tiempos del Espíritu».
Algunos temas estaban consagrados enteramente a un escritor religioso.
Pedro Cantero, Augusto A. Ortega, Vicente Beltrán de Heredia, Ibeas,
S. Raimundez, etc. Y junto a los religiosos, los seglares activos, como
Rafael Calvo Serer, que se propone estudiar el papel del hombre católico
a partir del Renacimiento (19).
Este alarde en la Revista tiene su significado particular por set el
Falangismo de estos años el único sector político español partidario del
triunfo de las armas del Eje Roma-Berlín. Su sincronización se hace difí-
cil con el estado mussoliniano e hideriano, al repudiar en nombre de sil
base católica el racismo alemán y el corporativismo monárquico italiano.
No se llegó nunca a grandes discusiones doctrinales. La linea de separa-
ción no estaba clara. La editorial del número 14, condenaba el catolicismo

(17) En algunas ocasiones, pág. 437.


(18) ‘Horizonte hispánico de la poesia'. Cuadernos Hispanoamericanos, número 7,
enero-febrero 1948, pág. 129.
(19) « E,n torno al concepto del Renacimiento. «Escorial», número 20, pág. 355.
-- 729

progresista de Maritain y de la tendencia de « Cruz y Raya » , así como el


liberalismo sentimental de la « mano tendida » heredado del siglo XIX y
que en España había dado tan malos resultados con alianzas absurdas y
extrañas al estilo de Ossorio-Bergamín, Negrín (20)
La postura de los editorialistas que podrían teñirse de ciertos colores
colores heterodoxos, era sobre todo de ventilar el Catolicismo, dando en-
trada a aires distintos que permitieran a las « costumbres rutinarias y fosi-
lizadas> del Catolicismo español una nueva andadera (21).
Otra de las constantes del espíritu español de la postguerra es el de
la actualidad, según frase de Laín. Con propósito se actualizó muchos ta-
lentos del pasado. Es la postura de Ortega y su escuela, la de abrir venta-
nas al exterior. Con este fin se maneja toda clase de textos del pasado, a
los cuales se les da valor de permanencia y se salvan de desprecios y con-
denaciones. Los títulos de numerosós artículos confirman este aserto:
«Luis Vives y nosotros», de Corts Grau: « Claudel y el presente » , de Diez
del Corral; «Notas al último libro de Ortega » , de Alonso del Real, en
donde incluye esta interrogación imperativa: « jQué me dicen a mí, a nos-
otros. a todos nosotros, estas páginas? » . Nuevas interrogaciones estable-
ciendo puntos de unión, formula uno de los grandes teorizadores del Es-
tado español abierto en 1940, Francisco Javier Conde: « Que perspectiva
deberá tomar hoy quien pretenda meditar sobre el Quijote, orientando su
meditación hacia el horizonte político?, y el alumno más conspicuo de Or-
tega, Julián Marias, envía al mapa intelectual esta pregunta: « Qué nos
puede decir a nosotros, españoles de 1940, la extraña visión de este siglo
de Historia de nuestro espíritu nacional? » (22).
Apartado muy interesante en la Revista, es el de las reseñas y glosas
de libros, así como los informes sobre la vida cultural y las listas biblio-
gráficas con recensiones anónimas de libros españoles y extranjeros re-
cientemente aparecidos, en donde, dadas las circunstancias, adolece de un
gran vacío de información sobre publicaciones culturales de los países
en guerra, enemigos del Eje. 11. Rodríguez Sanz se preocupó de llevar esta
sección
La política internacional de España es tratada como referencia teórica

(20) Como indice del pensamiento de Escorial, se encuentran datos y sugerencias en


el trabajo de Lain. » El intelectual católico y la sociedad actual , . Religión y Cultura. IV,
número 13 (1959), donde establece, tras la crisis de 1950, la separación entre el católico
«inmovilista en sus dogmas y el dinámico, desprendido de «toda tradición» que, por modo
ineludible, obliga a la sincera permanencia en la Iglesia».
(21) Escorial, número 8, pág. 472
(22) J. Corts Grau, Escorial, núm. 1, pág. 53; Diez del Corral, Escorial, número 10,
página 290; C. Alonso del Real, Esc. núm. 7, pág. 313; F. J. Conde, Esc., núm. 7, pág . 169.
Julián Marias, Esc. núm. 5, pág. 445.
73Ó —

y no de tipo práctico, basándose en textos de los grandes pensadores.


Sobre la política africana, que fue uno de los temas más delicados durante
la guerra mundial después de la ocupación de Tánger, y el libro famoso de
Castiella y Areilza, ofreciendo el Norte de Marruecos como lugar español
de expansión, se buscaron datos en Ganivet; la vigilia española sobre Gi-
braltar no necesitaba hacer grandes investigaciones, pues las citas eran más
bien fastidiosas a la hora de la selección, dada su abundancia. La enemistad
de siglos entre España e Inglaterra también era campo propicio para escribir
sobre los políticos españoles del Imperio, que discutieron y frenaron a las
ambiciones británicas. Esta resurrección del pasado español y de sus anta-
gonismos con las potencias enemigas del Eje significaba, ccmo es lógico,
una identidad de objetivos con Alemania y, por tanto, una posición com-
prometida en la diplomacia. Si el Japón entraba en guerra, entonces salía
a resurgir la misión española desde San Francisco Javier en aquellas
tierras y los acercamientos orientales; si el Japón conquistaba las Islas
Filipinas, se consideraba una revancha a la derrota de 1898, y se veía a
los -nipones encargados del castigo de los yanquis, representantes de la
justicia reivindicatoria española. En este mar de directas acusaciones y de
indirectas aproximaciones, se movía «Escorial».
Independientemente de los comentarios literarios y de alta política
sobre los asuntos exteriores, estaba la labor material y social del Falangis-
mo, recogido no como obra de un Partido sino del Movimiento. Albergues
de la Juventud, Organizaciones Paramilitares, Consejos sindicales y reno-
vación del Sindicalismo, por obra de G. Salvador Merino; el Auxilio
Social, la labor de Bibliotecas y sus Cátedras Ambulantes, la Sección Fe-
menina, los Dispensarios, las Escuelas, los Círculos de Estudio, etc. La
unión de la iglesia con el Falangismo se hacia notar con más fuerza, es-
trechando unos vínculos de tipo sentimental y olvidando la separación de
Iglesia y Estado, propugnada por los fundadores del Movimiento. Los
viajes de altas personalidades y sus declaraciones oficiales tenían siempre
una base doctrinal, apoyándose en textos falangistas o conservadores.
Estas editoriales estaban redactadas casi siempre por Ridruejo y Laín,
aunque algunas, como la del número 2, es de Vivanco, y la del 24, de
Sánchez Mazas, Esta conciencia de sentirse portadores de un espíritu
nuevo y de ser la única publicación seria del Falangismo, embriagó a ve
ces a sus escritores, que pensaron, orgullosos, haberse convertido en los
únicos depositarios del espíritu español y, por tanto, en la «Inteligencia»
de la Nación. España estaba a la cabeza del mundo por su cultura y su
formación imperial, cuyas concepciones eran las más perfectas para la ad-
ministración y conservación de los grandes valores de la catolicidad y del
ecumenismo. Del dominio del Imperio técnico se había pasado al intelec-
— 731 —

tual. En esta renovación contribuía tanto la Universidad como la juven-


tud. Se adoptaba un tono paternalista para dar consejos y recomendacio-
nes a los países de América española contra Estados Unidos, y Rubén
Darío salió de su olvido para usar sus versos como grito de alarma. La
Hispanidad era el antimeridiano de Wall Street y la defensa del idioma
castellano, frente al inglés, se convirtió en un punto de la propaganda es-
pañolista. Se podría decir que todos los escritores de «Escorial» se sin-
tieron poseídos por un intenso españolismo americanista, al cual dió
fuerza la labor del Ministerio de Educación Nacional, creando Secciones
de Estudios de Historia de América en Madrid y Sevilla, y la labor de
algunos grupos juveniles fundadores de la Asociación Cultural Ibero-
americana (A. C. I.), base del futuro y poderoso Instituto de Cultura His-
pánica (23).
Estos años fueron también de animación bélica. Muchos amigos y ca-
maradas se encontraban en Rusia, entre ellos el propio Director, Ridruejo,
que escribió durante su estancia en Alemania, con los recuerdos de los
escasos días que estuvo en el frente, pero viviendo la emoción del acto
histórico: «Poesía en armas. Cuadernos de la campaña de Rusia » . Regresó
en abril de 1942, dado de baja por enfermo en los primeros relevos de los
expedicionarios, y en mayo tomó de nuevo la dirección de la Revista, que
habla asumido provisionalmente Laín.
La Revista no podía depender en su actuación más que del movi-
miento mismo que asumiera la política interna del Estado, y ésta sufrió
un cambio visible con motivo de un acto público desarrollado en el pue-
blo de Begoña, que marcó algunas diferencias entre los dos sectores polí-
ticos más avanzados del Estado: I del Falangismo y el Tradicionalismo,
en su concepción oficial.
Na tratamos de política interna española en este trabajo, pues aunque
dilucidados algunos puntos en publicaciones nacionales y extranjeras,
sí podemos reseñar que la caída del entonces Ministro Serrano Suñer y
del General Varela, trajo una conmoción en los círculos oficiales del Fa-
langismo, del cual se resintió «Escorial » . La inclinación hacia la derecha
de los medios oficiales españoles, y la seguridad de que el Eje no iba a
ganar la guerra, trajo un viraje en todos los sentidos, por lo menos en el

(23) Ejemplo de cuanto escribimos en los artículos de C. P. Bustamante, número 3,


página 17-29; en el número 16, de febrero de 1942, «Meditación española sobre el Japón.»;
la editorial dedicada a las juventudes sudamericanas, del número 14; a la política cultural
iberoamericana, en el número 11; sobre la defensa del idioma en América y Filipinas, en el
número 7.
— 732

aspecto oficial, pues el viejo falangista siguió soñando, nostálgico, en


el triunfo de Alemania.
Ya desde meses antes empezó a notarse que la doctrina falangista y
sus métodos pasaban por cierta crisis. El 9 de septiembre de 1939, el Go-
bierno, por Decreto, creaba el Instituto de Estudios Políticos, como una
rama doctrinal de F. E. T. Su primer director era Alfonso García Valdeca-
sas, que, fundador de Falange, se había apartado del Movimiento y de
José Antonio para militar en el monarquismo. Le sucedió Conde, un so-
cialista convertido a las normas del nuevo Estado. Definidor de la nueva
sistematización del Estado autoritario frente al marxismo y como freno al
capitalismo, dió un gran impulso al Instituto, creando una escuela de teo-
rizantes, tundiendo en curiosa amalgama a Max Weber y Spengler con
Balmes y Donoso. Le ayudó en esta creación Juan Beneyto. con sus libros
«El Partido» (1939); »Genio y figura del Movimiento » , (1940), y « El nue-
vo Estado español», donde intentaba separar el totalitarismo fascista del
totalitarismo nacional, como instrumento al servicio de la Patria y no
como razón de Estado. En este empeño les ayudaba un viejo fundador de
JONS, Bedoy a, y otros hombres que procedían del campo de la derecha
ultra (24).
La continuidad de tales doctrinas advirtiose luego en la evaluación
dada al Movimiento por José Luis de Arrese: « El estado totalitario en el
pensamiento de José Antonio» (1944). Pero la crisis de los teorizantes de
la Revista surgió estos años del mando Ridruejo•Laín, cuando se procura-
ba adaptar a las circunstancias autoritarias que exigía el período histórico
un doctrinarismo primitivo que resultaba ya inoperante. Lo interesante
era notar el esfuerzo por sostener un Sindicalismo de tipo conservador,
con lentas evoluciones, en donde el control de las fuerzas económicas del
capitalismo fuese reformado por el sentido social del falangismo y la apli-
cación de las Encíclicas papales, pactando indistintamente con todos los
estamentos, mientras el ejército se encargase de conservar el orden. El Mo-
vimiento estuvo en manos de Serrano Suñer hasta el 15 de agosto de 1940,
que pasó a dirigirlo Pedro Gamero del Castillo, que basó su política en la
reconciliación de los veteranos con las nuevas promociones y salvar la si-
tuación de algunos grupos. Es su obra un sindicalismo moderado, con ten-
dencia a un Estado corporativo de sello católico, más afín con lo que lla-
maríamos hoy la Democracia cristiana. Manipulando las consignas que
emanaban del Ministerio de la Gobernación, inteligente y buen adminis-
trador, se mantenía en contacto con los grupos de la vieja derecha, sobre

(24) Véase Alfonso García Valdecasas, «Revista de Estudios Políticos», número 5,


enero, 1942; J. M. Bedoya, tRev. Estudios Políticos>. núm. 10, julio-agosto, 1943.
— 733 —

todo monárquicos. y era partidario de una alianza con los Estados Unidos
para conseguir la reconstrucción material de España, dañada por la guerra.
En 1941. los triunfos militares germanos en el frente exigieron p-.. s r nume-
rosos grupos, a los cuales les unía lazos sentimentales e ideológicos por la
División Azul, una participación más activa y directa. ya que se notaba
claramente en el Estado una sensación de reserva y prudencia, con una
política interior de tipo mixto. Las relaciones económicas cada vez más
fuertes con el Eje; la visita del Conde de Ciano a Madrid, los viajes de
los diferentes ministros a Berlín y Roma, alarmaron a la masa media,
asustada de otra contienda; los descontentos bullían, y un incidente perio-
dístico, del cual se acusó a Ridruejo y a Tovar, recayó sobre estas perso-
nalidades, que cesaron en sus puestos oficiales («Boletín Oficial» 6-18 de
mayo de 1941).
El golpe lo acusó la Revista «Escorial». La caída del poder de Serra-
no, que hasta entonces protegió la publicación, hizo ascender a José Luis
de Arrese, con lo cual todas las manifestaciones externas del Movimiento
se cambiaron. Los servicios de propaganda pasaron ai nuevo departamen-
to de la Vicesecretaría de Educación Nacional y se estableció un límite,
pedido desde mucho antes, entre las organizaciones del Partido y la Ad-
ministración. Muchos de los servicios creados durante el conflicto del
36-39 tuvieron, por fin, adscripción fija (25). Arrese, escrupuloso, y man-
teniéndose en discreta penumbra, fue bloqueando las diferencias de opi-
nión y tapando las brechas suscitadas al acabar la guerra, sobre los distin-
tos objetivos que eran motivo (le disputa. Las normas de catolicidad se
desprendieron de los rasgos violentos que exigía la guerra, buscándose
una orientación más templada y huyendo de los radicalismos. España,
decía Arrese, necesita una evolución, no una revolución. La revolución
ya se había realizado por la guerra, en donde se fundamentó la conquista
del Estado (26). Este sentido de tolerancia dado a todas las organizacio-
nes, tuvo que repercutir en la propaganda y en las publicaciones del día.
Un decreto del 28 de noviembre de 1941, declaró abolidos los llamados
Servicios Nacionales. Se crearon nuevos departamentos: Vicesecretaría del
Movimiento, Sindicatos y Ex-combatientes, Educación Popular, más una
serie de pequeñas secciones como Socorros, Comunicaciones, Campamen-
tos, etc. La Prensa del Movimiento, sobre todo su hoja oficiosa «Arriba»,
fue marcando más y más el paso de una etapa de lucha a otra que se po-
dría llamar de reconstrucción nacional, en donde lo que importaba era,

(25) Preuves, número 76, junio, 1957.


(26) Escritos y discursos, págs. 41-47-89-79-207-210; « La Revolución Social del
Nacional Sindicalismo > , pág. 56-41.
— 734 —

antes que los objetivos de alta política, tanto interior corno exterior, la
crítica de la Administración y de los servicios económicos. La etapa se
señala en la historia de «Escoríal», porque los servicios de Prensa y Pro-
paganda, después de la Ley del 20 de mayo de 1941 y del 15 de octubre
de 1942, sufrieron una transformación, y en ésta el nuevo Director fue
José María Alfaro desde el mes de noviembre. Ridruejo, por diferencias,
salió del país tras breve confinamiento en Ronda, y Pedro Laín se encargó
de dirigir la Editora Nacional, desde enero de 1943. Era, pues, la disper-
sión del grupo fundacional (27).
Años después, el prestigio alcanzado por Laín tras un viaje por Amé-
rica y gracias a su intensa labor intelectual, que le había convertido en
una de las principales cabezas del país, le llevó a la rectoría de la Univer-
sidad Central. Por entonces apareció en Barcelona un intento, mejor di-
cho, un ensayo, de continuar «Escorial», en la llamada » Revista » , pero su
grupo de colaboradores se dislocó rápidamente.

Segunda etapa de «Escorial».--Noviembre de 1942 a febrgro de 1947


Director: José María Alfaro

De distinguida familia burgalesa, abogado, periodista, se le conocía


como uno de los integradores del viejo círculo de José Antonio. Colabora-
dor de «El Sol», «Cruz y Raya», «F. E.», «Arriba», «Ya», periódico vati-
canista, consejero y director de sectores falangistas, estuvo durante años
alejado de la escena política, pero en la crisis que antes mencionamos
vuelve al poder; se le nombra Vicedirector de Prensa y Propaganda, y en
noviembre se encarga de « Escorial» y de « Vértice», lujosa revista que
había formado, hasta entonces, Samuel Ros, al cual le faltaba poco tiempo
para su muerte. Ambas revistas se fusionaron administrativa y económi-
mente.
Alfaro había publicado algunos poemas en «Escoriak peto sin parti-
cipar claramente en sus tareas (28). En 1943, fue nombrado Vicepresiden-
te de las Cortes y, como es natural, la tarea ya no tenía plena dedicación.
Fue Luis Rosales quien tuvo que asumir estas funciones. como Secretario.
Desaparecen los editoriales, la sección «Hechos de la Falange » , así corno
«De la vida cultural». Las reuniones o tertulias en la redacción también
pasan a la Historia, y las páginas se volcaron sólo en el mapa literario.

(27) "En algunas ocasiones>, pág. 446.


(28) « Versos de Otoiio», número 1, páginas 87-91 . 'Versos de Invierno . número
14, página 375.
— 735 —

Dando más importancia a las páginas de información extranjera, vemos en


ellas notas de Henri de Rolland, Martín Heidogger, G. Hainsworth, Fari-
nelli, Th. Henermann, Peter Wust, Alexander, A. Parker, Daniel Mornet,
\Vahar Starkie, Whitehead, Floris Delattre, Denis Brass, W. Pater, E. Cas-
sirer, K. Buhler; las traducciones se hacen más abundantes. Así Ramón
de Garciasol, con Novalis; Cardenal Iracheta, sobre Rilke; García Rubio,
de Gertrude von le Fort; Vivancos, de Aldo Capasso; Zamora Vicente, en
uua antología de Campos de Figueiredo; Muñoz Rojas, en los poemas de
Crawshaule a Santa Teresa; Panero vierte a Shelley y Marichalar a Dic-
kens. Los nombres se enriquecen con Rimbaud, Valery, Peguy, Lanza del
Vasto, etc.
La sección dedicada a la poesía presentó un grupo selecto, con textos
de luan Tassis y Peralta, Diego de Siva y Mendoza, Juan Verzosa y 13o-
cangcl, así corno de poetas españoles conocidos, desde Rosales y Vivanco,
Gerardo Diego, Aleixandre, Manuel Machado a García Nieto, Blas de
Otero, Gaos, Valverde, Bousam, Hidalgo y Rafael Morales.
Independiente de estas colaboraciones o textos complementarios,
«Escorial, publica números extraordinarios y suplementos de arte. El nú-
mero 25, de noviembre de 1942, se consagró a San Juan dc la Cruz; el
37-38, es un reportaje retrospectivo y de pronósticos sobre el año 1943 y
el 1944. Los números supiementos de arte fallaron, al encontrarse con el
problema de las reproducciones y su costo. Aún así, se lanzaron un ejem-
plar por año, entre 1942 y el 44. La sección de artes plásticas fue cuidada
por Emiliano Aguado, Sánchez Cantón, Camón Aznar, Gonzalo Menén-
dez Pidal y otros Críticos.
La vida intelectual, acabada la guerra, parecía que empezaba a latir
con individualidad y fuerza. No había aún polémicas, ni siquiera estaban
clareados los puestos de la inteligencia española, La política absorbía, de
momento, todas las inquietudes. De esta fase cultural se hizo eco Viñas
Mey, al comentar la Fiesta del Libro de abril de 1941 y realizar el balance
de las publicaciones, que, en general, era bastante triste. Obras de vulga-
rización, antologías de textos conocidos, muchas biografías de personajes
sin relación directa con la tragedia española y más bien dentro de la retó-
rica historicista. Muchas conferencias, que eran, a la par, tristes monólo-
gos sobre asuntos trillados y conocidos, y, en general, atonía y aburri-
miento. Era lamentable muchas veces ver los títulos de las conferencias,
co donde, bajo bravatas y alguna que otra fanfarronada, era difícil entrever
sentimientos notables o acertadas espiritualidades. La juventud universi-
taria y culta se hallaba desconcertada, y acudió en cuanto acabé la guerra
al existencialismo francés, mas que por creencia consciente, por aversión
vital a unas temporadas, borras de admiración. Se dejó a un lado la expe-
— 736 —

riencia política, pero se buscaba una caracterización nueva. «Escorial»


sufrió, corno otras publicaciones, esta carga, y fue una de las causas que
influyeron en su desaparición. No supo estar a la altura del tiempo exigi-
do. No se trataba de generalizar las grupos que podríamos llamar patoló-
gicos en su inconformismo, pero sí señalar que la juventud y muchos in-
telectuales se despegaron del primer campo comprometido, demostrando
su escepticismo. La fuerza motriz que determinó las actividades intelec-
tuales dcl falangismo perdió parte de su gas (29).
El gusto por las biografías, propio de toda época de transición, lo se-
ñalaba Antonio Tovar. Panero, criticó la obra de Aguado <<Leyendo el
Génesis», como de estilo manierista e insólita, poco de acuerdo con la rea-
lidad ambiental; Maravall advertía también un cansancio por el gusto del
monólogo en las conferencias; en poesía, según Cardenal, aún sobrenada-
ba el retoricismo y el clasicismo, aunque Garcilaso quería romperlo. La
reacción clasicista era un afAn subconsciente por encontrar un orden en el
caos mundial. Pero su inclusión era una interpretación en cierto modo
falsa, ya que la juventud seguía viviendo la pasión dc la política o de la
decepción social. Lo que sí estaba claro era la huida de lo literario y for-
mal, en un intento de temporalidades prácticas.
Los grandes ídolos de la guerra empezaron a •tornarse cn mitos. Sc
consideraban puntos fijos alrededor de los cuales se trazaban sistemas
constructivos posibles, pero la realidad se encargaba cada día de internar-
los otra vez en la leyenda dorada de los semidioses. No se habla ya de
Imperio, ni de libertad ni de reivindicaciones, sino de Igualdad y de Jus-
ticia SOCiai, y de esta sensación que flotaba en el aire contagió, como es
lógico, a los grupos intelectuales, entre los cuales no podía faltar «Escorial».
De las impresiones individuales se pasa a las colectivas, a las síntesis.
Rosales deploraba en este afán de servicio a la colectividad, la pérdida de
autenticas vocaciones (30).
• Luis Rosales, que hasta ahora había sido firme puntal, abandonó la

Revista para dedicarse a la erudición y trabajar de modo científico en la


poesía del siglo XVII. « Escorial » se interrumpió en el número 53, de
marzo de 1945. El número 47, que normalmente debía corresponder al
mes de septiembre de 1944, contenia artículos fechados en enero de 1945.
Algo marchaba mal. Su irregularidad era manifiesta. La interrupción y la
campaña contra «Escorial), la descubre Laín en el prólogo a un tomo de

(29) « Escorial», número 6, pág. 136.


(30) « Escorial», número 16, página 306-311; número 17, página 426; números 3748,
página 81; números 37-38, página 325; número 40, página 347; número 39, página 306;
número 39, página 314.
-737---. ií

obras de Torrente Ballester: «Intenté luego dar mi ensayo en la Revista


« Escorial>. otrora joven y luciente hija mía, a la cual la incuria de unos
y la mala voluntad de otros iban dejando morir. Tan cerca estaba en
efecto de la muerte, que mi pretensión fue otra vez baldía » (31).
Junto al fracaso de sus proyectos de conciliación y de liberalismo,
entendido en el más noble sentido de la palabra, los hechos exteriores
acabaron de hundir el impulso político que la movía. El año 1942 se ce-
lebró un Consejo Nacional del Movimiento, en el cual los falangistas es-
taban en minoría. La exaltación militar y patriótica que despertó la Divi-
sión Azul fue estéril en cuanto a aplicaciones positivas. Muchos de los
falangistas se quemaron en la nieve y el barro de Rusia, y estas bajas se
notaron después en les cuadros directivos. El regreso de los voluntarios
trajo disgustos en cuanto demostraron su disconformidad con la situación
real del país. Los embajadores de las democracias presionaban para que
España abandonara su radicalismo amistoso hacia el Eje, con notable éxito.
Algunas crisis momentáneas de los Gabinetes era un anuncio de la con-
solidación que se debía dar al Estado. El suicidio del nacismo determinó,
por fin, el reajuste que pedía la situación internacional. El 20 de Julio de
1945, un Gobierno, el quinto desde que se formó el Nuevo Estado, origi-
nó en las esferas internas una verdadera conmoción. No se cubrió la Se-
cretaría General del Movimiento, detalle que no pasó desapercibido; los
grupos intelectuales como «Nosotros ' , círculo cultural y el A.C.I., fueron
clausurados. Educación Nacional asumió todas las cuestiones relaciona-
das con la cultura y la propaganda, y se dió orden de suprimir toda clase
de signos semejantes a los del Eje fascista (Decreto (Id 11 de septiembre
de 1945). El paso a la democratización se realizó según promulgación de
nuevas disposiciones: el Fuero de los Españoles, Ley del Referéndum,
etcétera. A partir del año 1945, el Movimiento tenía sólo una participa-
ción que podríamos llamar representativa o administrativa, con Rodrigo
Vivar Téllez, sin más obligación que cumplir de un modo irreprochable
las normas superiores. La sig nificación oficial de FE continuaba atempera-
da por la entrada de terroristas por el Pirineo, que obligó a numerosas
medidas de orden interno. El falangismo se volcó en los Ministerios, so-
bre todo de Trabajo. luchando por una mejor legislación social. En los
centros de propaganda, dos ardientes católicos reemplazaron a los anti-
guos activistas: Luis Ortiz Muñoz y Tomás Cerro Corrochano.

(31) -Vestigios, ensayos de critica y amistad», 1948, pág. 99; la crisis alcanzó a otrrs
publicaciones. «Garcilaso » , fue suspendida en mayo de 1946; «La Estafeta Literaria>, en
enero de 1946; -Vértice', también en el mismo año, y los n Guadernos de literatura contem-
poránea», en 1947.
— 738 —

En enero de 1947, reaparece « Escorial » en su número 54, con abun-


dante paginación. Alfaro seguía corno Director, y en el cuadro administra-
tivo y de redactores figuraba Pedro Mourlane Michelena, Antonio Mati -
chalar, Luis Felipe Vivanco y Luis Rosales. Un mes más tarde, «Escorial»
dedicaba un número especial al lenguaje. Pero la salida de Altaro hacia
Santa Fe de Bogotá, corno embajador, representó otro momento crítico
para la Revista.

Tercera época de Escorial.—Abril 1949-febrero 1950


Director: Pedro Mottrlane Michelena

El año 1948, una vez realizado el Referéndum que otorgó amplios


poderes al nuevo estado en su máxima autoridad, el Movimiento volvió a
cobrar fuerza. Un antiguo amigo de Primo de Rivera, Raimundo Fernán-
dez Cuesta, fue nombrado Secretario General. La crisis política del mun-
do, con las disputas entre las potencias vencedoras del Eje, daba respiro
largo al Estado para obrar independientemente. La mayor parte de los
daños de la guerra civil se habían restañado. La labor de reconciliación se
abría camino. Los problemas fueron, sobre todo, económicos. La escasa
agitación que reinaba, debida a pequeños grupos de activistas, era rápi-
damente aniquilada. Partidos de oposición no existían, pero sí se notaba
grupos cualificados, los cuales, desde planos distintos, universitarios, eco-
nómicos o administrativos, iban conquistando numerosos dispositivos
del país,
« Escorial . vive este período debido a la ayuda oficial. Una editorial
lo confiesa sinceramente. « Animosamente reanuda sus tareas,gracir,s, sobre
todo, a que Raimundo Fernández Cuesta, que es nombre al que nobleza
obliga, las estimula. Una misma vocación y la misma fe en las obras del
entendimiento, mueve en una hermandad militante a conciencias y a
plumas. A enunciar propósitos, preferimos ver cómo perseveradamente se
van cumpliendo. Con su saludo amistoso a los lectores de hoy y de siem-
pre, recomienza el diálogo » . Mourlane Michelena,.hombre de cultura am-
plísima, vasco de raza y de reacciones, tenía gran experiencia de tipo pe-
riodístico y conocía ampliamente el movimiento y la mecánica. Su mayor
ambición de fundar una Revista política titulada «Aquí y ahora » , no pudo
realizarse, pero pensó que «Escorial> daría sus páginas para este cometido.
Amplio de ideas, cordial y caballeresco, logró dar una inyección a la Re-
vista, pero esta fuerza nueva era sólo el canto del cisne. Logró atraer a
Demetrio Castro Villacahas y a Xavier Echarri, que fueron colegas en los
tiempos que Mourlane tenía su destino en el periódico « Arriba>. La Di.
— 739 —

rección General de Prensa autorizó el cambio de contenido y presentación.


El grosor de su edición y el espesor del tejuelo, hizo más mal que bien a
los lectores, que tenían entre las manos un manual enciclopédico. Algo
semejante ocurrió en las revistas de otro tipo, como la del Instituto de
Estudios Políticos, convertida en auténtico centón enciclopédico.
Siguió la ornamentación anterior y las secciones se ampliaron con un
espacio titulado. « A todos los vientos» con indicaciones literarias ante-
riores a 1936. Se dan cabida a debates y controversias de tono religioso
por jesús Sainz Mazpule; el antiguo revolucionario y artista Francisco
Mateos, interviene en la información de estética y la crónica cultural la
recogen escritores que esconden bajo el anonimato sus datos. Las noticias
firmadas son de Música, de Gerardo Diego, Vivancos, de pintura y escul-
tura, Torrente Ballester, de teatro; las exposiciones y galerías por José
Luis Castillo y a partir del número 62, Xavier de Echan'', resume la activi-
dad política, mientras D. Castro Villacafias y el cránista de salones de
alta sociedad, Juan Sampelayo, da la actualidad bibliograLica.
El contenido intelectual lo dan Aranguren, D'Ors, Panero, Valverde,
y los poetas ya conocidos. Los temas más frecuentes, sobre todo extranjeros
están bajo la pluma de Mourlane, para hablar de todo cuanto sabía que era
mucho, perdiendo en calidad lo que ganaba en extensión. Cualquier tema
de política internacional servia para que Michelena mezclara versos místi-
cos, textos grecorromanos y de los cronistas españoles del Siglo de Oro,
anecdotas, tanto personales como históricas, en un curioso batiburrillo que
convertía sus pinceladas, en verdadera delicia de los lectores de café.
La vuelta al 98, continuaba, Félix Rás recordando las visiones de
Ganivet, José Posada sobre Antonio Machado, García Ziernsen acerca de
Ortega y Federico Sopeña, sobre el mismo, certificando su erronea visión
de «Musicalía›.
La relación intelectual extranjera se hizo mas amplia, J. M. Alonso
Gamo, traduce un ensayo de Roy Campbell, acerca de las tendencias de la
literatura inglesa contemporanea; Henry Thomas, conservador del Museo
Britanico evocó a Cervantes en Inglaterra; Aranguren a la novela católica
de Anthony Trollope. Traducciones y glosas se turnan sobre Milton,
Ungaretti, Quasimodo, Aron Cotrus, jaspers, Junger; Goethe merece
atención especial y asi los autores franceses debido a la intención de Mi-
chelena, Racine, Balzac, Merimée, Claudel, Proust, Maut ice Blondel,
Montherlant, Mauriac, Maritain, André Siegfried, Las informaciones bi-
bliograficas de título francés, son numerosas, continuando la vieja devo-
ción de los escritores españoles a los literatos del Norte de los Pirineos y
a su eco, despierta la atención del existencialismo.
El comentario de Sartre y de sus obras y de los círculos parisinos
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permite a los escritores españoles un nuevo campo, en donde muchos de


ellos naufragan, víctimas de su falta de formación y preparación filosófica
pero les permite escribir y comentar temas hasta ahora inéditos. Este
acercamiento espiritual a la cultura francesa se pierde sin embargo en lo
político que amplia su extensión al continente, considerándose a Francia
como nación periclitada y corrompida. La crisis que sufren las institucio-
nes politizas y el escepticismo general se hace por momentos más fuerte.
Europa está enferma dice Jorge Uscatescu y Javier Aleixandre. Las revi-
siones de orden cultural se unen a las diplomáticas o políticas cuando
surge el nuevo mundo asiático y africano y los paises del telón de acero
demuestran su pujanza. Falta de valor y de energía, de coherencia y de
perspectiva son los cargos que recaen sobre las democracias. (32)
La vuelta a una política antirusa despietta en los editorialistas de
« Escorial», una leve resurrección doctrinal sobre los motivos y justifican-
tes de la guerra de 1936. Este papel de exaltar la obra española aparecien-
do como el primer Estado anticomunista de Occidente, lo destaca Xavier
de Echarri, que aprovecha cualquier movimiento de política interna para
hacer valer el sentido precursor que ha tenido el Alzamiento de Julio. (33)
Los problemas filosóficos que agobiaban al mundo, sólo se ven retra-
tados de manera literaria y las conexiones de la Religión con el Existen-
cialismo, así como la Política no rozan los carácteres de actualidad desea-
dos J. Säinz Mazpule, Aranguren, Manuel Lizcano, los poetas jovenes
como Elvira Miró Quesada de Roca Rey, Jesús Juan Garcés y Carmen
Nonell sirven en los suplementos como en el número 65, en donde se
incluye un modesto programa de estetica poetica. Daba sensación de en-
trar «Escorial» en una etapa nueva de reconstrucción doctrinal y artistica,
pero el alto coste de la Revista así como sus tendencias empezaron a dis-
gustar a los elementos oficiales que la apoyaban economicamente. El nú-
mero 65 de enero-febrero de 1950 es el último. De modo brusco se inte-
r,rumpe la publicación. Como hemos dicho antes, esta etapa fue el canto
del cisne de su Historia. Otras publicaciones, independientes de los medios
oficiales, pero sujetas a la censura como « Sucedio», a donde pasó Motu-
lane Michelena, infatigable con su pluma; «Indice', « Instala», ampliaron
la información nacional y extranjera de cultura y bibliografía con criterios
más netamente liberales que superaban por su hondura y agudeza a «Es-
corial», convertido en órgano un tanto oficioso y que había cansado ya a
sus lectores.

(32) Escorial, núm. 62, pág. 469-78; 57, pá g . 311; 311; núm. 64, p á g . 1121; número
65, pág. 231.
. (33) Escorial núm. 63, pág. 863; núm. 65, pág. 231; núm. 62, pág. 555.
— —

Los tiempos políticos también habían cambiado. El escolasticismo y


el retoricismo de la propaganda, introducido por la Guerra era entonces
un recuerdo y para muchos un mal recuerdo. Los jóvenes falangistas se
habían dispersado movidos por otros ideales y otros objetivos más prag-
maticos y concretos que los de la reconstrucción de un Imperio espiritual.
El entusiasmo había cedido su paso a la decepción o al cansancio. La
conciliación la verificaban los tiempos mismos y el avance generacional,
irresistible. Quedó en pie el afán de reintegrarse en Europa y de establecer
una plataforma pensando más en lo que une a los hombres que en aqué-
llo que los separa. Este fue el triunfo de «Escorial » . Conservar la con-
tinuidad cultural entre la • España anterior a 1936 y la que siguió. No
pudo olvidar y tampoco tenía porqué, el papel ideológico de los vencedo-
res. La mecanica de las guerras civiles desde Tucidides hasta el duelo,
De Gaulle-Laval, se cumplió en la Revista pero con dignidad y altura de
conceptos y miras. No hubo rencor sino piedad y comprensión. La evo-
lución invitable de la Historia salvó este escollo, al cual « Escorial » , pres-
tó un servicio, pensando mas en la generación fraterna y no en la fratri-
cida. Eficaz, activa y noble, su papel y su razón de ser, sigue siendo no-
table para cuando se haga la Historia de España.

MONIQUE DUPUICH DA SILVA


y JOSE MARIA SANCHEZ DIANA .

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