Epignosis
Epignosis
Epignosis
[1]
[2]
EPIGNOSIS
4a. edición
VERSIÓN ÍNTEGRA
GINO IAFRANCESCO V.
[3]
© Epignosis
Gino Iafrancesco V.
Bogotá D.C., Colombia, 1995.
Sistemas:
Arcadio Sierra Díaz.
Crisianía ediciones.
Impreso en:
Dupligráficas Ltda.
Calle 18 Sur No. 5-70
San Cristóbal, Bogotá D.C., Colombia
CONTENIDO
Prefacio.................................................................7
Capítulo 1:
La suma de la Palabra........................................9
Capítulo 2:
Epignosis, economía y misterio.....................27
Capítulo 3:
Propósito, encabezamiento y misterio..........49
Capítulo 4:
Conformados a la Imagen Divina......................65
Capítulo 5:
Misión, constitución y función.....................87
Capítulo 6:
Etapas espirituales de la edificación.................97
[6]
PREFACIO
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EPIGNOSIS
Capítulo 1
LA SUMA DE LA PALABRA
Mateo 4:3
1
Mateo 4:4
2
[1 EPIGNOSI
tropieces con tu pie en piedra” 3 . El diablo usa una
palabra aislada del contexto y del objetivo de Dios,
en un versículo de uno de los salmos favoritos; una
de las promesas más ciertas de Dios.
Pero el Señor Jesús le dijo: “Escrito está tam-
bién...”. Esa palabra “también” conectó el versículo
que usó el diablo con la suma de la Palabra, con el
resto de la Palabra, pues toda ella está íntimamen-
te relacionada y tiene que verse en visión coheren-
te. Por eso “Jesús le dijo: Escrito está también: No
tentarás al Señor tu Dios” (Mt. 4:7). El diablo quiso
usar una promesa para tentarlo, pero el Señor no
cayó en la trampa porque lo que quería era honrar
a Dios: Jesús no pretendía aparecer como un «su-
per hombre». El vino a hacer un trabajo para noso-
tros muy profundo, muy rico, por eso le mostró al
diablo la conexión de esas promesas con el resto de
la Palabra y principalmente con el objetivo de Dios.
Si nosotros usamos versículos aislados, sin tener
en cuenta el objetivo central de Dios y la ubicación
de esa Palabra en el contexto, es similar a querer
hacer funcionar una máquina o un motor desbara-
tado. Puede que ese motor esté completo, pero si
no está armado, si cada pieza no está en su debido
lugar, el motor no funciona; y esa era precisamente
la carga del apóstol Pablo.
3
Mateo
La suma de la palabra [1
La carga del apóstol Pablo
En 1 Tesalonicenses 3:6-8 leemos:
“6Pero cuando Timoteo volvió de vosotros a
nosotros, y nos dio buenas noticias de vuestra
fe y amor, y que siempre nos recordáis con
cariño, deseando vernos, como también
nosotros a vosotros, 7por ello, hermanos, en
medio de toda nuestra necesidad y aflicción
fuimos consolados de vosotros por medio de
vuestra fe; 8porque ahora vivimos, si vosotros
estáis firmes en el Señor”.
La iglesia en Tesalónica era nueva y allí Pablo
había permanecido muy poco tiempo, sin
embargo era una iglesia que tenía fe y amor. En el
capítulo primero observamos que es una iglesia
misionera; inclusive dice la epístola que cuando
Pablo, Silvano y Timoteo llegaban a otros lugares,
ya los tesaloni- censes se habían adelantado. La
de Tesalónica era una iglesia fiel, consoladora,
sincera; y Timoteo tra- jo de allá buenas noticias
de su cariño, de su fideli- dad, de su fe y de su
amor. Cualquiera de nosotros puede estar tentado
a pensar que no hay necesidad de preocuparse
por la iglesia en Tesalónica. Vamos más bien a
trabajar a otros lugares donde la situa- ción esté
peor; pero el Espíritu Santo continuaba cargando
el corazón de este equipo de apóstoles. Seguimos
la lectura de 1 Tesalonicenses 3:9-10:
“ 9 Por lo cual, ¿qué acción de gracias
podremos dar a Dios por vosotros, por todo el
gozo con que nos gozamos a causa de vosotros
delante de nuestro Dios, 10orando de noche y
de día con gran insistencia, para que veamos
[1 EPIGNOSI
vuestro rostro, y completemos lo que falte a
vuestra fe?”.
La medida de nuestra fe tiene un nivel, y aquí la
fe no se refiere simplemente a una creencia; por
ejemplo, a que el Señor sí me puede salvar o me ha
salvado, me puede sanar, me puede proveer, me
puede cuidar. Cuando la Palabra de Dios en varios
lugares habla de la fe, se refiere como le dice a
Timoteo, al misterio de la fe, al contenido de la
reve- lación de Dios, al consejo de Dios, al depósito
que Dios entregó en manos del colegio de los
apóstoles en el principio; la fe que había de ser
revelada, o como dice el apóstol Judas en su
epístola, “...la fe que ha sido una vez dada a los
santos”4 . Ese es el misterio de la fe, el corpus de la
verdad, la suma de la Palabra, la cual debía ser
trasmitida en integri- dad a la iglesia, a todos los
santos. Para el apóstol Pablo no era suficiente que
los santos estuvieran consolados, gozosos, fuesen
misioneros, amorosos, cariñosos, fieles, si no
poseían la fe completa.
En 1 Timoteo 6:20, leemos: “Oh Timoteo, guarda
lo que se te ha encomendado, evitando las profa-
nas pláticas sobre cosas vanas, y los argumentos
de la falsamente llamada ciencia (Gnosis)”. La
Igle- sia es depositaria de la encomienda del Señor;
aquí Pablo le está recordando a Timoteo algo que se
le ha encomendado a este último; que debe guardar
esa encomienda. La Iglesia debe tener conciencia
de la encomienda que ha recibido al principio; hay
que guardarla.
4
Judas 3b
La suma de la palabra [1
En 2 Timoteo 1:13-14, leemos: “13Retén la forma
de las sanas palabras que de mí oíste, en la fe y
amor que es en Cristo Jesús. 14Guarda el buen de-
pósito por el Espíritu Santo que mora en nosotros”.
Tenemos alguna relación con una palabra, con una
medida, a la cual tenemos que ser fieles, “retén la
forma”, no solamente el contenido espiritual inte-
rior, sino incluso la forma externa, la de las sanas
palabras. Hay algo que Pablo habla y llama “el
buen depósito”. En 2 Timoteo 2:1 dice:
“Tú, pues, hijo mío, esfuérzate en la gracia
que es en Cristo Jesús. Lo que has oído de mí
ante muchos testigos, esto encarga a
hombres fieles que sean idóneos para enseñar
también a otros”.
Aquí se refiere el apóstol a algo que Timoteo
sabía, pues Timoteo lo había escuchado durante
todos esos años que lo había acompañado; y
Pablo no le concede muchas libertades para
improvisar, sino que se ciña a la encomienda
recibida. La suma de la Palabra es la
administración de la gracia y del consejo de Dios;
es el evangelio del Reino, es un contenido íntegro.
¿Estaremos nosotros dispuestos a recibir esta
encomienda? A menudo nosotros somos muy
independientes, muy individualistas, muy
solitarios; pero un miembro del Cuerpo de Cristo,
por más perfecto que sea, tiene que funcionar en el
contexto del Cuerpo. Tú puedes tener los ojos más
hermosos, pero si estuviesen en un plato sería
terrible; los ojos son lindos en el cuerpo. Alguien
puede tener una mano muy linda, pero si te la
encuentras en la calle tirada, te asustas; esa mano
es hermosa en el cuerpo. Todos nosotros debemos
[1 EPIGNOSI
servir como partes que somos del Cuerpo de Cristo;
servir allí en ese contexto, de acuerdo a lo que
hemos oído al principio, y no necesariamente al
principio de alguna denominación, de algún
movimiento, o de algún avivamiento, sino de la
Iglesia. Si lo que habéis oído al principio
permanece en vosotros, también permaneceréis en
el Padre y en el Hijo. El éxito del depósito de Dios te
coloca en el Padre; pero el orden de las cosas
frente a Dios es el siguiente: te coloca
primeramente en el Hijo; porque la Palabra de la fe
te coloca en el Hijo, y el Hijo a su vez te coloca por
el Espíritu en el Padre. Pablo decía:
«a la iglesia de los tesalonicenses en Dios Padre y
en el Señor Jesucristo» (1 Tes. 1:1). Todo lo que
Dios quiere en la administración de Su Palabra,
del consejo de Dios, es colocar a la Iglesia en el
Padre y en el Hijo. Hay algo de la encomienda
que necesitamos seguir buscando.
“Lo que has oído de mí delante de muchos
testigos...”.
Eso fue durante muchos años y se le puede lla-
mar encargo, encomienda, carga; a hombres fieles
que sean idóneos para enseñar también a otros. Allí
Pablo le está diciendo a Timoteo: Esto que has oído
de mí, el evangelio que yo predico, lo recibí por re-
velación de Jesucristo, esto es, la fe que una vez ha
sido dada a los santos. Ese es el Logos que fue en-
tregado a la Iglesia, y que de rhema en rhema ha
de ser administrado el contenido del consejo de
Dios; aplicado en forma viva, íntegra y coherente a
las necesidades de la Iglesia para la edificación de la
casa de Dios, el Cuerpo de Cristo. Para la adminis-
tración del consejo de Dios, El constituyó todo el
La suma de la palabra [1
ministerio, apóstoles, profetas, evangelistas, pasto-
res y maestros, a fin de perfeccionar a los santos
para la obra del ministerio. ¿A qué se refiere esa
obra del ministerio? ¿Para qué servimos? Para la
edificación del Cuerpo de Cristo, hasta que todos
lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento
del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida
de la estatura de la plenitud de Cristo5 . Todo el
Cuerpo está siendo alimentado por la administra-
ción de Dios para crecer en la plenitud de Cristo en
forma conjunta y coherente. Oh queridos
tesalonicenses, dice Pablo, estoy muy contento,
¿qué acción de gracias puedo dar a Dios, lleno de
alegría y de gozo por causa de vosotros?, pero sigo
orando para poder ir otra vez allá y completar lo
que falta a vuestra fe, el contenido de la suma de la
Pa- labra de Dios.
En Hechos 20, Pablo se está despidiendo ya del
presbiterio de la iglesia de Efeso. Los ancianos de la
iglesia fueron llamados a Mileto. Era la última vez
que Pablo iba a ver sus rostros. Pablo había estado
con ellos unos dos o tres años, enseñando y
ministrando diariamente en Efeso en la escuela de un
discípulo llamado Tiranno y que la había confiado a
Pablo para la escuela de la obra. Entonces en Mileto,
al despedir- se Pablo, les dice: “20nada que fuese útil
he rehuido de anunciaros y enseñaros, públicamente
y por las ca- sas”. El procuró entregar todo el consejo
de Dios: “26Por tanto yo os protesto en el día de hoy,
que estoy limpio de la sangre de todos”. ¿Por qué
Pablo les diría que estaba limpio de la sangre de
todos?
[1 EPIGNOSI
En Ezequiel Dios le había dicho a todos los
profetas y a todos los atalayas de la tierra, que si El
pusiese un atalaya en la tierra, y el atalaya, al ver
venir la espada no diere aviso al pueblo, y el pueblo
moría por su pecado, entonces la sangre del pueblo
sería sobre el atalaya, porque no anunció, no avisó,
no amonestó, no advirtió a tiempo; que sepan que
hubo profeta en Israel; crean o no, tienes que
hablar. Pero si el atalaya avisare al pueblo y el
pueblo no se apercibe y viniere la espada y hiere a
alguien, el pueblo muere por su pecado, mas el
atalaya libra su vida, porque fue fiel. Pablo,
después de tres años de estar entregando el
depósito de Dios, debe partir, y por eso les dice:
“26Por tanto, yo os protesto en el día de hoy, que
estoy limpio de la sangre de todos; 27porque no he
rehuido anunciaros todo el consejo de Dios”.
Pablo les había entregado todo el consejo de Dios,
la suma de la Palabra. Timoteo, no sólo tienes la
libertad de andar, sino que te encargo que lo que
has oído de mí, ésto encarga: guarda lo que se te ha
encomendado.
La suma de la palabra [1
candelero de su lugar,
[1 EPIGNOSI
si no te hubieres arrepentido». Eso nos dice que la
Iglesia tuvo un nivel original, pero se descuidó ese
primer amor y cayó de ese nivel y el Señor le
recuerda de dónde ha caído, pues Dios no es
indiferente a que la Iglesia se encuentre en un nivel
diferente al entregado en el principio. También le
dice: Yo conozco tus obras, y tu arduo trabajo...
muchas cosas buenas hay en ti. El Señor es muy
justo, pero porque ama a la Iglesia, también le dice:
Mira, recuerda de dónde has caído. Si una persona
está subiendo, no se puede decir que está caído,
pero si es lo contrario, se puede afirmar que sí lo
está. Al principio había un nivel en la Iglesia que se
perdió. Cuando leemos la Palabra de Dios en el
Nuevo Testamento, las epístolas de los apóstoles,
los Hechos, nos damos cuenta del nivel original
entregado a la Iglesia, y el Señor, por Su Espíritu
está siempre recordándonoslo. Recuerda ese nivel,
recuerda de dónde has caído, arrepiéntete y has las
primeras obras, porque si no, vendré pronto a ti y
quitaré tu candelero, pues el candelero alumbra
gracias al depósito. Una vez que el candelero se
desconecta del depósito, deja de alumbrar.
En Apocalipsis 3:2, leemos parte del mensaje a la
iglesia en Sardis: “Sé vigilante, y afirma las otras
cosas que están para morir; porque no he hallado
tus obras perfectas delante de Dios”. Eso significa
que habían cosas que habían muerto y otras que
empezaron a morir en la Iglesia, y otras que no ha-
bían muerto aún, pero ya estaban para morir. La
palabra traducida perfectas, se puede traducir tam-
bién cumplidas, en su medida original querida por
Dios, pues El tiene un patrón, una medida y a la
luz de la medida de Dios, El mide el depósito de la
La suma de la palabra [1
Iglesia, y no basándose en medidas particulares.
Esas cosas que están para morir, tal vez para ti no
eran importantes. Es posible que a ti te gustaron
solamente estas cosas y por eso se te murieron las
otras. Cuando el Señor nos insta a arrepentirnos y
buscar las primeras obras, es porque hay deficien-
cias, y el Señor se interesa por las deficiencias en
Su pueblo. Ahí tenemos lo que Pablo le dice a Tito:
“Por esta causa te dejé en Creta, para que corrigie-
ses lo deficiente...” (Ti.1:5a). ¿Qué es lo deficiente?
Lo que no llega a la medida, lo contrario de sufi-
ciente. Debo trabajar en otros lugares, y como no
estoy satisfecho con lo que ocurre en Creta, te dejo
ahí para que tú lo corrijas y establezcas ancianos
en cada ciudad, para que las cosas sean satisfacto-
rias ante el Espíritu de Dios.
[2 EPIGNOSI
ante una iglesia que pasaba por pruebas amargas.
Es muy significativo el hecho de que el Señor le
diga a Esmirna (v.9): Conozco tu tribulación, pero
no se la quitó; conozco tu pobreza y no se la quitó;
pero notemos que entre paréntesis le dice (pero tú
eres rico). Es preferible estar rico espiritualmente.
A pesar de esa tribulación, pobreza y sufrimiento,
le dice que el diablo echará a algunos hermanos a
la cárcel. Señor, ¿no te acuerdas de las promesas
del Salmo 91? Sí me acuerdo, pero también me
acuerdo de Apocalipsis 2 y 3, para que seáis proba-
dos y tengáis tribulación. El Salmo 91 va unido a
Apocalipsis 2: Sé fiel hasta la muerte; yo estuve
muerto y soy el que te digo esto, te daré la corona
de la vida; yo también morí y estoy vivo. A Efeso no
le dice lo mismo, pues el problema de Efeso era
otro; era que podía perder el candelero.
Zacarías fue uno de los profetas de la restauración,
cuando Dios, que es el Dios de la restauración y la
resurrección, decidió continuar con Su programa, y
contemplaba cómo los que habían regresado del
cautiverio babilónico y estaban en Jerusalén
restaurando la casa de Dios y la ciudad de Dios,
estaban ya muy cansados y había muchos
escombros. Eran tiempos muy difíciles cuando
volvieron del exilio Esdras, y después Nehemías. El
Espíritu del Señor despertó a algunos de Su pueblo
para restaurar la ciudad de Dios como era en el
principio, pero ante la magnitud de la tarea, a
algunos que ya habían comenzado el trabajo, les
pareció algo imposible; aun así lograron llegar hasta
la mitad, pero Dios no quiere que se llegue hasta la
mitad, sino que se complete y se llegue a la plenitud
de las cosas. Fue así como envió a los profetas
Hageo
La suma de la palabra [2
y Zacarías para animarlos a continuar la
restauración de la casa de Dios como era en el
principio, y les mostró una visión. ¡Sin visión no se
puede restaurar nada! El Espíritu le habla a Zacarías
y le muestra también esta visión. El Señor está
interesado en conocer nuestro interés respecto de
Sus propósitos.
El Señor nos cuestiona, si a nosotros los hom-
bres nos interesan más nuestros propios negocios
que los de El. Es posible que nos esté interesando
más que estemos bien, satisfechos, sin importarnos
si el Señor está satisfecho o no, pero a Dios sí le
importa. A Jesús desde niño le importaban los ne-
gocios del Padre. En la tierra el Padre tiene un ne-
gocio que le importa a Su Hijo, entonces nos tiene
que importar a nosotros, y por eso Dios le dice al
ángel: Angelito, vuelve otra vez a despertar a
Zacarías, que se quedó dormido. A veces a nosotros
como que se nos olvida, nos dormimos, nos
cansamos, nos quedamos con un patrón inferior,
porque el patrón de la medida perfecta como que
nos parece muy difícil; por eso, en vez de seguir el
camino, hacemos una tolda a la vera del camino y
nos quedamos ahí. Pero Dios no quiere terminar su
negocio en la tolda de al lado sino en la del final,
luego dice: Vuelve a despertar a Zacarías. Leamos
en Zacarías 4:1: “Vol- vió el ángel que hablaba
conmigo, y me despertó, como un hombre que es
despertado de su sueño”.
[2 EPIGNOSI
visión. Sin visión no sabemos hacia dónde vamos.
Sin visión damos vueltas y vueltas en el desierto;
nos distraemos porque no sabemos lo que Dios
quie- re, ignorando cuál es el propósito eterno de
Dios. Dios sí sabe lo que quiere, y solamente Él nos
lo puede mostrar, darnos una visión completa,
como a Zacarías. No es suficiente que tú entiendas
algo, y como que se te olvide y sigas en la inercia de
tu actividad acostumbrada. A veces estamos tan
com- prometidos con lo nuestro, que esa fugaz
visioncita de Dios se nos olvida muy rápido.
Después que Zacarías es despertado, el ángel le
dice:
La suma de la palabra [2
entonces a Zacarías6 que vaya y hable a Josué y le
muestre la visión del capítulo 3, y a Zorobabel la
visión del capítulo 4. A Josué le iba a mostrar una
visión donde él es como un tizón arrebatado del
incendio, donde todo estaba hecho cenizas, pero
debajo de la ceniza había un carboncito encendido;
se sopla, se le quita la ceniza de encima y vuelve
otra vez a avivarse el fuego como antes. Aunque
Satanás estaba ahí para acusarle, para decirle, tú
no eres vivo, tú no sirves para nada.
Dios envió a Zacarías, diciéndole: Vé y
reprende a Satanás y cámbiale a Josué las
vestiduras viles por las de gala, porque es uno de
los ungidos para restaurar la casa y la ciudad de
Dios. Y el Señor continúa diciéndole: El otro es
Zorobabel, que es sacado de Babilonia; lo vas a
traer, a animar, y le vas a mostrar la visión del
candelero. El candelero es todo de oro, ya que el
oro representa la naturale- za divina. Dios no
quiere nada humano. El candele- ro representa la
incorporación del Señor en Su pue- blo, Israel en
el Antiguo Testamento; a propósito, el símbolo de
los israelitas es la Minorah, el candele- ro. Pero
en el Nuevo Testamento ese candelero es la
Iglesia en cada localidad. En Apocalipsis 1 dice
que había siete candeleros: uno en Efeso, uno
en Esmirna, uno en Pérgamo, uno en Tiatira, uno
en Sardis, uno en Filadelfia y uno en Laodicea.
Cada iglesia en cada localidad es un candelero. La
visión del candelero es con la Iglesia, porque
Israel era la figura. El Señor dijo:
6
Esdras 5:1,2
[2 EPIGNOSI
“14Vosotros sois la luz del mundo... 15no se
enciende una luz y se pone debajo de un al-
mud, sino sobre el candelero” (Mt. 5:14a,15).
Cuando la iglesia está despedazada, un brazo
por allá, otro por acá, cuando no hay ligazón, en-
tonces no hay coyunturas, no hay unidad, no hay
nutrición, no hay crecimiento y no hay la plenitud
de la luz; se necesita el candelero todo completo, ya
que la luz se pone sobre siete lámparas, porque sie-
te es el número de plenitud, de completación; son
siete trompetas, siete sellos, siete copas. No pue-
den ser cinco ni cuatro, porque es la plenitud de la
luz, y tienen que estar en la Iglesia en forma equili-
brada, no un brazo del candelero por allá, el otro
desarmado. Eso así no alumbra; todos los brazos
tienen que estar integrados en un solo candelero, y
todos juntos teniendo las siete lámparas de oro en-
cima y un depósito para las lámparas. Pablo le dice
a Timoteo: Guarda el buen depósito. Lo que se te
ha encomendado, ésto enseña a hombres fieles,
pues los que no son fieles van a cambiar, van a qui-
tar, van a resultar con otra cosa; fíjate que sean fie-
les para que también ellos sean enseñadores idó-
neos de otros, pues la encomienda que has oído de
mí, el consejo de Dios, la fe que una vez fue dada a
los santos, lo que se recibió al principio, esto es lo
que la Iglesia debe guardar, conservar, transmitir,
administrar, como el Cuerpo de Cristo que es. Para
que la luz sea plena, lo que alimenta esa plenitud,
es el depósito.
Si la iglesia carece de esa plenitud, ¿cómo se van
a alimentar las lámparas? El depósito de donde
La suma de la palabra [2
surge el suministro vierte de sí aceite como oro 7 y
hace alumbrar el candelero. Es preciso tener
presente lo que dice el Señor a la iglesia en Sardis:
«Sé vigilante, y afirma las otras cosas que están
para morir». Algunas ya murieron; ese candelero
no tiene siete lámparas, tiene menos, pero deben
ser siete. Plenitud, comunión, ninguna otra
identidad que la del Cuerpo único de Cristo en
plenitud, conteniendo todas las riquezas de Cristo
como un solo Cuerpo, para que todos seamos llenos
de la plenitud de Dios en el Cuerpo. Allí hay
protección, allí hay nutrición, allí hay suplimiento,
hay crecimiento, unidad en siete lámparas. El
depósito tiene que provenir de esos dos olivos, que
son los que producen el aceite. El reino sacerdotal
de los dos olivos, tiene que venir tanto del Antiguo
como del Nuevo Testamentos, de la autoridad
proveniente del Señor. Esos siete tubos de oro eran
los canales que llevaban el suministro desde el
depósito hasta las lámparas; del depósito fluía el
suministro del aceite como oro por esos tubos que
representan el ministerio, sirviendo el depósito
para que la iglesia, el pueblo del Señor, alumbre
con luz plena.
7
Cfr. Ver Zacarías 4:12
[2 EPIGNOSI
[26]
La suma de la palabra EPIGNOSIS
[2
EPIGNOSIS
Capítulo 2
[27]
tradujo los dos tercios de la palabra; tradujo la
penúltima y la última sílaba, o sea gnosis, mas la
raíz epi la pasó por alto; pero acá no vamos a
saltarnos esa raíz porque justamente en ella está la
carga del presente capítulo. En los libros que tratan
de gramática griega suelen dibujar una pirámide
donde ubican las preposiciones griegas de tal
manera que la preposición epi (encima, sobre) se
encuentra encima de la pirámide; debajo colocan
hipo (debajo de, inferior); entrando a la izquierda
de la pirámide encontramos la preposición eis
(adentro, hacia el interior), y saliendo está ek (de
adentro para afuera). Por ejemplo, la palabra
ekklesia, de donde se origina iglesia, significa los
llamados a salir fuera del mundo, para constituir la
asamblea del Señor.
A los hipopótamos se les llama así porque les
gus- ta vivir bajo el agua (hipo, debajo; pótamo,
río); Meso- potamia significa entre dos ríos, el
Tigris y el Eufra- tes. La parte superior de nuestra
piel se llama epi- dermis, y la jeringa con que se nos
inyecta debajo de la piel es hipodérmica. Con eso
vemos que la raíz epi significa sobre, supervisar
desde arriba. Por ejem- plo, a los obispos de la
iglesia en la Biblia, en el griego se les dice
epíscopos, supervisores, porque scopos significa
ver. De ahí viene telescopio, micros- copio. La
palabra epignosis, en consecuencia, no significa
solamente conocimiento sino pleno cono-
cimiento desde arriba.
[2 EPIGNOSI
Volviendo a la figura de
la pirámide, observamos
que hay una pirámide que
no proviene de Dios sino
de Satanás, porque la
están copiando de la
pirámide de Dios, que es la
Nueva Je- rusalén.
Algunos se imagi- nan la
Nueva Jerusalén
como un cubo, como aparece en las pastas de los
libros “La Iglesia Gloriosa” y “La Iglesia Normal”
de Nee. Allí la editorial dibujó un cubo,
seguramente imaginándose la Iglesia como un
cubo, porque en Apocalipsis dice que la Nueva
Jerusalén tiene la misma medida en el ancho, el
largo y la altura.
Hay dos figuras geométricas que tienen igual el
largo, el ancho y la altura, que son el cubo y la
pirámide. Entonces a la Nueva Jerusalén le aplican
cualquiera de esas dos figuras. Algunos se la imagi-
nan como un cubo, pero como dice que está sobre
un monte y que arriba está el trono del Cordero,
que el río desciende por la calle de la ciudad, por
eso me inclino por la pirámide. Y el diablo, como se
quiere hacer igual a Dios, también hizo su reino
satánico como una pirámide, así como aparece en
el dólar y otras cosas.
La palabra epignosis es el conocimiento de la
verdad desde la posición de arriba de la pirámide.
Si estuviésemos reunidos en un salón alrededor de
una pirámide; los que estuviesen al lado sur
mirarían sólo una cara, los del norte, otra cara, si
alguien estuviese al lado, miraría otra cara. Pero si
alguien estuviese en la posición epi, miraría toda la
EPIGNOSIS, Economía y Misterio [2
pirámide: el norte, el sur, el este y el oeste. Así tiene
una visión coherente: una cosmovisión integral de
los asuntos; no versículos sueltos, no temas favoritos,
sino la plenitud de Cristo, todo el consejo de Dios,
toda la Palabra de Dios, la suma de la Palabra.
Luego lo que Pablo le dice a Timoteo es que Dios
nuestro Salvador quiere dos cosas; primero, que
todos los hombres sean salvos; y también quiere
que todos los salvos lleguen a la epignosis de la
verdad; no solamente al conocimiento de la verdad,
así como algunas cosas sueltas, sino a la
cosmovisión de la verdad íntegra, desde arriba. El
Señor quiere revelar a Su pueblo la suma de Su
Palabra, para que Su pueblo vea las cosas así como
El las ve.
[3 EPIGNOSI
Palabra. Nos acercamos al Señor en calma, sin apu-
ros, encomendamos al Señor nuestras agitaciones y
descansamos en El. Leemos en Colosenses 1:24:
“Ahora me gozo en lo que padezco por voso-
tros, y cumplo en mi carne lo que falta de las
aflicciones de Cristo por su cuerpo, que es la
iglesia...”.
Pablo no es que sea masoquista; no es que a él le
guste sufrir por sufrir, pero él descubrió el sentido
de los sufrimientos del Señor, que sabia y buena-
mente permite a la Iglesia y a Sus siervos. No que el
Señor haya dicho que El nos eximiría de los sufri-
mientos de esta tierra. Otra cosa es en la Nueva
Jerusalén, en el cielo nuevo y la tierra nueva; allá sí
que no habrá más llanto, ni dolor, ni clamor, por-
que las primeras cosas pasaron; mas esperemos,
porque eso acontecerá allá en el futuro; pero acá es
necesario sembrar a veces con lágrimas. Por eso
Pablo dice, ahora me gozo en lo que padezco por
vosotros; ese vosotros eran los colosenses, es el
cuer- po de Cristo. Es necesaria alguna medida de
sufri- miento, para que la Iglesia del Señor sea
edificada por la plenitud de la Palabra de Dios.
Pablo no dice que a Cristo le falten aflicciones, sino
que las aflic- ciones de Cristo tienen una medida
que debe ser cumplida en nosotros, en función de la
Iglesia, de la edificación del Cuerpo de Cristo. Para
que el Cuer- po de Cristo, Su Iglesia, la niña de los
ojos del Se- ñor, sea edificada, es necesaria una
medida de aflic- ciones. No olvidemos nunca que
fuimos llamados a llevar la cruz mientras tanto. Es
necesario saber que llevamos la cruz para la
edificación de un Cuerpo único para el Señor; para
que El sea contenido y expresado en Su único
Cuerpo que es la Iglesia.
[3 EPIGNOSI
en la cruz; hay otras cosas que El también hizo en
la cruz. Muchas veces tomamos la muerte y las
aflic- ciones del Señor en la cruz a nivel muy
individual. Tal vez pensamos: “Oh Señor, con tal
que yo no me vaya al infierno, con eso quedo
satisfecho. Si yo no me voy al infierno, ya estoy feliz.
Voy a aceptar a Cristo, que murió por mí en la cruz,
y así ya no me voy al infierno; voy a gozar en el
cielo”. A veces so- mos así de egoístas. También
podemos decir: “Se- ñor, Tú también eres el
sanador, así que Tú me tie- nes que sanar de esta
enfermedad. Señor, necesito un buen trabajo, firme
y bien pagado, cómodo y agradable. Necesito esto,
Tú me lo vas a proveer.
¿Acaso no sufrió el Señor? ¿Por qué voy a tener que
sufrir esto?”.
Pero Pablo habla aquí de las aflicciones de Cristo,
no solamente por cada uno sino por todos juntos,
como uno. Es diferente. Claro que Dios se alegra de
que yo no me vaya al infierno, de que yo esté
satisfecho, y Dios quiere que todos los hombres
sean salvos; pero eso no culmina el deseo de Dios.
Dios no está satisfecho solamente con que yo no me
vaya al infierno.
Tenemos el caso de un arquitecto que quiere
cons- truir su propia casa. Primero compró un
montón de piedras para los fundamentos; asi
mismo ladrillos, tablas y demás materiales. Se
encuentra contento con tener frente al lote un
montón de piedras, pero eso no es todavía la casa.
Son apenas los materiales comprados por precio,
pero esos materiales deben estar en su lugar
formando una casa terminada, para que sea
satisfecho el corazón del arquitecto, el dueño de la
casa. La salvación es la fase de las com- pras de las
[3 EPIGNOSI
que todos los hombres fuesen salvos (1 Ti.2:4), y
vengan a la epignosis de la verdad, el pleno
conoci- miento de la verdad; no solamente salvos,
sino sal- vos para el propósito eterno de Dios. Que
ese pro- pósito, que ese objetivo que se realizará en
los sal- vos, sea cumplido. La Biblia no nos dice que
la sal- vación sea el propósito. Nos dice que la
salvación es el medio para el propósito.
Necesitamos ser salva- dos, para que con los
salvados, el propósito de Dios pudiese ser
cumplido, y por eso no necesitamos so- lamente ser
salvados, sino ser realizados con todos los santos en
un solo Cuerpo para satisfacer el co- razón de Dios
en Su propósito. Las aflicciones de Cristo no son
solamente por mí y solamente por ti, sino por Su
Cuerpo. Mientras El no nos vea como un Cuerpo
funcionando, conteniéndolo y experi- mentándolo
coordinadamente, El todavía no está satisfecho.
Podemos estar salvos y contentos por- que ya no
nos vamos para el infierno, pero El toda- vía no está
contento, porque El no puede vivir deba- jo de un
montón de piedras al frente del lote. Dios tiene que
ubicar a todas esas piedras en su lugar, bien
coordinadas, unidas, concertadas entre sí para
edificar una sola casa para Su plenitud. Seguimos
leyendo en Colosenses 1:25:
“...de la cual (la iglesia) fui hecho ministro,
según la administración de Dios que me fue
dada para con vosotros, para que anuncie cum-
plidamente la palabra de Dios”.
Es una frase muy preciosa la de Pablo. Qué con-
ciencia corporativa la que tenía el apóstol Pablo. El
era ministro de la Iglesia. Qué preciosa es para el
Señor la Iglesia; no una congregación solamente.
[3 EPIGNOSI
entender la palabra economía en español; es una
palabra muy grande y significativa. Por ejemplo,
quienes siguen la carrera de la Economía, cuántas
materias tendrán que estudiar durante tantos años
para llegar a ser doctores en Economía. La sola
palabra economía significa relaciones, y justamente
estamos hablando de relaciones; estamos hablando
de que un motor descompuesto no funciona; debe
estar armado; tiene que tener sus partes
interrelacionadas, en un todo coherente para que
funcione, y esa idea está debajo de esta palabra
economía. Viene de oiko, que significa «casa», de
donde viene la palabra española “hogar”, y nomos,
de donde viene la palabra española “norma”; lo que
quiere decir, la norma del hogar, o la ley de la
casa; el arreglo administrativo del Reino de Dios.
Ahora estamos en Colombia bajo la
administración Samper; antes era la administración
Gaviria, y antes era la administración Barco, y todavía
antes era la administración Betancourt, y existe la
administración Castro al estilo socialista en Cuba,
y otros distintos arreglos administrativos; distintas
maneras de interrelacionar las cosas, de aplicarlas,
distintos objetivos, diferentes métodos, distintas
relaciones. Todo esto está incluido debajo de esta
sola palabra: economía. Pablo dice que él fue
hecho ministro según la economía de Dios; lo que
ahí se traduce administración.
Si tenemos ya una visión global de la coherencia
de la Palabra del Señor, tenemos que dar un paso
más y tener una visión de la economía de Dios.
Existe algo en la Biblia que se llama la economía
de Dios; lo que aquí se traduce la administración
[3 EPIGNOSI
Y si les deja ese nidito tan confortable, donde vie-
ne la mamá y todo se los pone en el piquito, no van a
aprender nunca a volar, y es por esa razón que les
saca todas las plumitas, los algodoncitos, las lanitas,
y queda ese nido lleno de espinas, de manera que
esos aguiluchos se llegan a sentir muy incómodos.
De repente viene la mamá águila, los agarra, se los
pone sobre las plumas y levanta vuelo.
Cuando están bien elevados, se sacude y ellos se
sienten caer en un abismo, algo terrible para los
pobres aguiluchos; pero la mamá los está cuidan-
do, está dándoles vuelta, y cuando parece que ya
van a caer, vuelve y los levanta sobre las alas. ¡Ah!,
descansaron los aguiluchos, cuando de pronto se
repite aquella operación. Las cosas ya no son tan
cómodas como al principio, hasta que los aguilu-
chos aprendan a volar como la mamá. El Señor
quie- re asimismo a sus aguiluchitos, cuando van
crecien- do, entrenarlos en Su negocio. Que
estudien eco- nomía, no humana sino divina; la
norma del hogar. En Ezequiel 43:10 dice: “Tú, hijo
de hombre, mues- tra a la casa de Israel esta casa,
y avergüencense de sus pecados; y midan el diseño
de ella”.
Dios está interesado en mostrar cosas a Su pue-
blo, pero parece que Su pueblo estaba interesado
en sus propios negocios y sus asuntos particulares
y se olvidaron del negocio de Dios. Ezequiel profeti-
zó en pleno tiempo de la cautividad de Babilonia; y
el pueblo hebreo estaba cautivo en Babilonia por-
que se había apartado de Dios, de Su programa y
de Sus maneras; y a cambio habían organizado las
cosas a la manera de ellos. Lo dice claramente 2
Reyes 17:18: “Jehová, por tanto, se airó en gran
[4 EPIGNOSI
Su Hijo tenga la preeminencia en todo, porque es
necesario que todas las cosas le estén sujetas. Es
necesario también entender la esencia de la econo-
mía de Dios, y para ello hay que subirse a la
Epignosis de la verdad; mirar la Biblia no
solamen- te en pedacitos de aquí y de allí sino desde
la suma de la Palabra. Por eso es sumamente
importante el pasaje de Colosenses que hemos
estado desglosando, pues se trata de un pasaje
donde el apóstol Pablo da una gotita concentrada de
lo que significa la economía de Dios.
Hemos estado dando todos estos rodeos en el
cur- so de este capítulo, para llegar allí; para valorar
su importancia. En nuestro organismo existen
muchos miembros del cuerpo, pero en el centro de
nuestra cabeza hay un pequeño trono, un hueso que
se lla- ma la silla turca. Quienes hayan estudiado
anato- mía recuerdan de los huesos del cráneo,
los parietales, los temporales, los pómulos, los
maxila- res y demás, y allá dentro, en el centro y
base del cerebro, se encuentra la silla turca en
donde hay una glandulita que se llama hipófisis,
cuya función es producir una gotita.
Cuando la hipófisis produce esa gotita
concentrada, se desencadena todo el metabolismo
del organismo. Esa gotita da la orden a otra
glándula, la que a su vez produce otras sustancias y
así sucesivamente y coordinadamente todo empieza
a funcionar gracias a esa gotita concentrada que
produce la hipófisis. El Señor Jesús es la Cabeza
de la Iglesia y es quien pone en orden el
metabolismo de todo el Cuerpo de Cristo.
Encontramos esas gotitas en la Biblia, no en ninguna
[4 EPIGNOSI
revelación divina. Pero Pablo en el siguiente
versículo explica que la Palabra de Dios cumplida
es un misterio. Dentro de la economía de Dios hay
una primera etapa, una segunda, una tercera, pero
toda tiene una culminación. No podemos entrar
en Apocalipsis, que es la culminación, sin ver la
eternidad del corazón de Dios, el objetivo de Dios.
Para entender bien Apocalipsis hay que entender
la quintaesencia de la Biblia. Cuando Dios al fin
consiga lo que El quiere, entonces Su Palabra ha
sido cumplida. Lo que Dios quiere es para los
hombres un misterio, pero el Nuevo Testamento
nos revela el misterio de lo que Dios quiere.
[4 EPIGNOSI
no es suficiente, pues tengo que ser llamado y
configurado a Cristo en todo el Cuerpo, para que la
gloria de Dios sea manifestada a y por la Iglesia. El
rótulo es: Cristo en vosotros, la esperanza de
gloria; ese es el misterio, la punta de la pirámide, el
objetivo central, la Palabra de Dios cumplida. Cada
elemento de esta frase es riquísimo.
Por ejemplo, fijémonos en la primera palabra:
Cristo. Si vamos a desglosar esa primera palabra,
ahí tenemos la divinidad, la humanidad, las relacio-
nes del Padre con el Hijo en la eternidad, la deci-
sión eterna de Ellos, Su plan, Su despojamiento,
Su encarnación, Su vivir humano, Su muerte en la
cruz, Su sepultura, Su viaje de ultratumba por arri-
ba y por abajo, Su resurrección, Su ascensión, Su
intercesión, Su gobierno, Su sacerdocio, Su venida,
Su reino; cuántos elementos encierra esta primera
palabra de la fórmula, Cristo. Por eso, cuando dice
la «hipófisis»: Cristo en vosotros. la esperanza de
glo- ria, el sólo oír la palabra Cristo en, la Iglesia
cono- ciendo a Cristo, la primera palabra con la
segunda, tiene un significado muy grande. Porque
no es so- lamente Cristo en el pasado, o en la cruz, o
en el cielo a la diestra del Padre, sino en vosotros.
Cristo en, significa la trasmisión de todo lo que el
Señor es, todo lo que El logró en Su vivir, en Su
morir, en Su resucitar, en Su ascender, todo eso
participado a la Iglesia; y está indicando cuál es el
lugar de Cristo, para que El tenga la preeminencia
en todas las cosas. Cuando usted encuentra algún
rinconcito donde no reina Cristo, ahí está la palabra
en; lo que Dios quiere es que Cristo esté donde aún
no está. Luego viene la palabra vosotros. Vosotros
Capítulo 3
PROPÓSITO, ENCABEZAMIENTO
Y MISTERIO
[5 EPIGNOSI
Ya han sido compradas las piedras para la edifi-
cación, pero hay que asignarles su lugar en la cons-
trucción del edificio; ahora la gracia tiene que se-
guir operando en los salvados, para revelarles para
qué fueron salvados, cuál es el objetivo de Dios al
salvarnos; y dice (v.9): “Dándonos a conocer el mis-
terio de su voluntad, según su beneplácito, el cual
se había propuesto en sí mismo”. Es la misma Pala-
bra la que nos habla de estos misterios. Antes se
nos hablaba en el catolicismo de los «misterios go-
zosos, dolorosos, gloriosos»; pero hoy hablamos del
glorioso misterio de la Palabra de Dios cumplida, la
gloria de las riquezas de la gloria de ese misterio.
Ese es el misterio glorioso. Muchos científicos no
saben qué hacemos acá en la tierra. Algunos, des-
pués de revisar huesos y otras cosas, creen que vi-
nieron del mono, e ignoran para qué están acá; pero
el Señor a Su pueblo le revela el misterio de Su
voluntad por gracia. Aquí hay unas palabras claves
que hablan del beneplácito de Dios. Una cosa es lo
que a nosotros nos place y otra lo que a Dios le
place. La redención de la que hemos sido objetos
por parte del Señor es por causa de lo que a El le
place. Hemos sido redimidos para que El tenga sa-
tisfacción en Su corazón. Beneplácito es lo que a
Dios le agrada. Cada persona, según su categoría
moral, se agrada de ciertas cosas; lo que le agrada a
algunas personas del mundo, ya no le agrada a los
santos de Dios; y entre los santos hijos de Dios, lo
que algunos toleran, otros no lo pueden tolerar,
sino que se separan para Dios. Podemos
imaginarnos entonces lo que a Dios le agrada, lo
que le place; no tiene que ser una cosa pequeña,
sino gloriosa y mis- teriosa, y a Dios le agradó abrir
Su corazón.
[5 EPIGNOSI
profetas, la gracia; todos esos tiempos van
caminan- do en relación a un cumplimiento hasta
llegar a la dispensación del cumplimiento de los
tiempos, en la cual todas las cosas han sido
reunidas, encabe- zadas por el Hijo.
En el Salmo 110:1 dice: “Jehová dijo a mi
Señor: siéntate a mi diestra, hasta que ponga a
tus enemi- gos por estrado de tus pies”. El lugar
de Cristo es el de la preeminencia, la Cabeza, y la
Iglesia aparece en Efesios 1:11, pues en el
versículo 10 la palabra Cristo se refiere
únicamente al Señor Jesús, pero cuando
empezamos a mirar el misterio de Cristo nos
damos cuenta de que la palabra Cristo también
incorpora a Su Cuerpo, y esa incorporación
apare- ce en el verso 11, que dice:
“En él asimismo tuvimos herencia,
habiendo sido predestinados conforme al
propósito del que hace todas las cosas según
el designio de su voluntad”.
Ese asimismo nos indica que tenemos parte en
el encabezamiento que Cristo tiene de parte de
Dios sobre el universo, porque somos los
miembros de Cristo, el Cuerpo de Cristo, la
Esposa de Cristo. En 1 Corintios 12:12 dice:
“Porque así como el cuerpo es uno, y tiene
muchos miembros, pero todos los miembros del
cuerpo, siendo muchos, son un solo cuerpo, así
también Cristo”.
Entonces Cristo es como un Cuerpo que tiene
muchos miembros. Cristo corporativo no es
solamente Cristo Jesús en la cruz, en la sepultura,
en la resurrección, en la ascensión a la diestra del
[5 EPIGNOSI
debemos movernos por esta causa; lo que hagamos
sea conforme a esta causa; pero si desconocemos
cuál es la causa, no sabemos para qué somos
cristianos, no sabemos para qué somos hijos de Dios.
Pablo luchaba, intercedía y aun estaba preso por
esta causa. El dice: por esta causa soy prisionero de
Cristo Jesús. Pablo no se quejaba de estar en ese
lugar porque sabía que estaba en las manos de Dios;
Pablo sabía que existía para Cristo, y se sentía
prisionero de Cristo, administrador de Cristo; todo
en relación con nosotros sea en Cristo y Pablo sabía
que lo que estaba escribiendo desde la cárcel era
sobre el misterio de Cristo. En Efesios 3:4-5 dice:
“...leyendo lo cual podéis entender cuál sea
mi conocimiento en el misterio de Cristo,
misterio que en otras generaciones no se dio a
conocer a los hijos de los hombres, como
ahora es revelado a sus santos apóstoles y
profetas por el Espíritu”.
Ahí podemos entender a fondo lo que Pablo es-
cribía sobre el misterio de Cristo. El misterio de
Cristo y el tema central del Nuevo Testamento no
consiste solamente en que la gente no se vaya al
infierno; el Espíritu Santo se encarga de revelar a
los apóstoles y profetas del Señor el misterio de
Cristo. “6Que los gentiles son coherederos y
miembros del mismo cuer- po, y copartícipes de la
promesa en Cristo Jesús por medio del evangelio”.
Podemos ver que en Efesios 3:3-6 está la gotita
concentrada o el punto clave que mueve todo el
metabolismo del cuerpo, así como vimos que estaba
en Colosenses 1:26-27 y en Efesios 1:10, que nos
revela claramente cuál es el misterio de Cristo, la
Iglesia, la Esposa de Cristo.
[6 EPIGNOSI
La epignosis es responsabilidad de la Iglesia
La Iglesia debe tener pleno conocimiento de eso.
Pablo le dice a Timoteo: “Lo que has oído de mí
ante muchos testigos, esto encarga a hombres
fieles que sean idóneos para enseñar también a
otros”. Si la Iglesia desconoce de dónde viene y para
dónde va, y sólo nos pasamos distraídos de tema en
tema, de derecha para izquierda y de izquierda para
dere- cha, “llevados por doquiera de todo viento de
doctri- na”, porque no sabemos para dónde va el
Señor, o queremos caminar sin sentido en la vida,
que venga cualquier viento y nos vamos para allá.
No; la Iglesia debe saber exacta y claramente qué es
lo que quie- re el Señor. En eso debemos entenderle
al Señor, amarlo, comprometernos con El, no
distraernos en nada, sino seguir el propósito eterno
de Dios, la economía del misterio escondido de
Dios, “para que la multiforme sabiduría de Dios
sea ahora dada a conocer por medio de la Iglesia”,
no solamente en Jerusalén, Judea, Samaria y hasta
lo último de la tierra, sino ante principados y
potestades en luga- res celestiales. La Iglesia tiene
que ser aclarada acer- ca de la economía divina para
que pueda cumplir su trabajo ahora. No es allá en
el Milenio, en el Cielo Nuevo y Tierra Nueva. No;
desde ahora la Igle- sia debe tener la carga del
propósito de Dios y de su economía. La Iglesia es
una casa espiritual, una edificación en el Espíritu.
La Iglesia pertenece a la nueva creación; la Iglesia
es una realidad interior, espiritual; la Iglesia es la
obra maestra de Dios; todo lo relacionado con la
Iglesia toca la niña de los ojos de Dios. La Iglesia es
un misterio glorioso, es cosa delicada.
Capítulo 4
[6 EPIGNOSI
Así que cuando Dios habla comienza a mostrar Su
corazón. Entonces, ¿cómo vamos a saber lo que
Dios ha tenido en Su corazón acerca del hombre
sino cuando Él habla? Cuando Dios abre Su boca y
ha- bla, Él nos muestra lo que tiene en Su corazón.
Nosotros, como somos los hombres, para nosotros
debe ser muy importante este versículo que vamos
a leer acá; porque es que a veces nos hacemos ideas
equivocadas acerca de nosotros, mas tenemos que
ver cuál es la idea que tenía Dios acerca de noso-
tros; así nos vamos a entender un poco mejor a no-
sotros mismos, y vamos a escoger ojalá cada uno
colaborar con Dios en lo que Él quiere acerca de
nosotros; porque, imagínese, Dios hace un asunto
y nosotros no lo entendemos, y lo usamos equivoca-
damente. Es como si alguien quisiera moler maíz
con una máquina de coser; poner cada grano de
maíz debajo de la aguja, y ahí se va a demorar mu-
cho tiempo para hacer las arepas, ¿verdad? Porque
cada máquina fue hecha diseñada con un propósi-
to; entonces si nosotros tomamos esta máquina que
somos nosotros y nos ponemos hacer otra cosa dife-
rente a aquello para lo cual fuimos diseñados por
Dios, no nos va a ir muy bien. Necesitamos conocer,
como dicen algunos hermanos, el manual del fabri-
cante. El manual del fabricante es la preciosa Bi-
blia. Él fue quien nos fabricó, quien nos manufac-
turó; entonces aquí es donde dice para qué existe
un malandro que se llama el hombre; tenemos que
entenderlo bien, y así nos entenderemos a noso-
tros mismos y nos irá mejor a nosotros, y sobre
todo Dios te ayudará más si decidimos colaborar
con Él.
[7 EPIGNOSI
Hijo que es el Espíritu, que Dios es Espíritu y Dios
es trino, y Él quiere que en el hombre corporativo,
en comunión, en economía, el reino sea expresado
como un solo hombre, un solo cuerpo. Cuando Dios
dijo hagamos al hombre, estaba pensando en esa
clase de hombre, no sólo en cada uno de nosotros;
claro que sí, pero ahí en el género humano, ahí en
la comunión de la Trinidad, la Trinidad quiere in-
corporar un ser corporativo que la pudiera contener
y expresar; por eso dijo: “Hagamos al hombre a
nuestra (plural) imagen (singular]”.
[7 EPIGNOSI
Pablo a conocer el propósito de Dios? ¿Quién pue-
de conocer lo que estaba en lo profundo, las cosas
profundas del corazón de Dios? pues sólo el Espíri-
tu de Dios que está en El, como lo dice Pablo en su
primera a los Corintios. Ahora el Espíritu Santo le
recuerda a Pablo cuando Dios habló por primera
vez acerca del hombre y abrió Su boca en Génesis,
y Pablo tuvo mucha atención para entender esas
palabras imagen y conformación a la semejanza de
Dios. Pablo no leyó esos versículos apuradamente.
Pablo quería oír del corazón de Dios, por el Espíritu
Santo, y por eso, cuando mencionó acerca del pro-
pósito, inmediatamente dice: “ 29Porque...”, y empie-
za a explicar eso del propósito. Leamos Romanos
8:29: “Porque a los que antes conoció...”; y Él sabía
que algunos iban a llegar a eso; caerían y se volve-
rían viejos, pero Él tenía ya un plan antes de la
fundación del mundo para redimir a los que llega-
rían a ser el nuevo hombre, o sea, por fin el hombre
que Dios quería, el cuerpo de Cristo. Entonces por
eso dice: “a los que antes conoció”. Ah, porque Dios
ya sabía desde el principio; Él sabe todo desde
siem- pre, nunca aprende nada nuevo. Dios nunca
aprende nada nuevo; todo lo de Dios es eterno y es
inmuta- ble; en Dios no hay mudanza. El amor de
Dios es eterno; el conocimiento de Dios es eterno, el
propó- sito de Dios es eterno; en Él no hay
mudanza, ni sombra de variación ninguna (cfr. Stg.
1:17).
Dice allí en Romanos 8 que a los que antes cono-
ció, a éstos los predestinó; o sea, les dio un destino
por anticipado. Ah, como ya conozco a éstos, a los
que me aman, ellos son los que conforme a mi pro-
pósito han sido llamados. Mi propósito es éste; y
Pablo sabía cuál era ese propósito de Dios: para que
[7 EPIGNOSI
no proviene de Dios, entonces se edifica otra ciu-
dad; pero no podemos estar en ella.
“Hagamos al hombre a nuestra imagen, confor-
me a nuestra semejanza”. Y Dios creó a Adán, y
Adán cayó, y el que era el hombre resultó viejo; y
cuando Adán se multiplicó ya viejo, ya a los ojos de
Dios era viejo, ya no sirve, tiene que ser redimido,
rescatado, regenerado, tiene que ser hecho de
nuevo. Enton- ces ahora la Iglesia es el
cumplimiento continuado de Génesis 1:26. Fíjense
en esto: Dios con la Iglesia está ahora haciendo al
hombre a Su imagen y se- mejanza, como era Su
plan desde el principio; es lo que está sucediendo
con la iglesia ahora, es la igle- sia en Cristo la que
está siendo conformada a la imagen de Dios. La
Iglesia es el nuevo hombre cor- porativo. Cristo en
la unidad del cuerpo y en la corporatividad del
único y nuevo hombre, nuestra gran imagen sin
duda. La comunión de la Trinidad aparece ahí en
este nuevo hombre corporativo.
Hermanos, comprendamos esta frase: Padre
como tú y yo somos uno, que ellos sean uno en
nosotros, para que el mundo vea y crea, que los
has amado a ellos como a mi me has amado; y
este es mi mandamiento, que os améis unos a
otros; no los de esta o aquella congregación, no:
sino todos los participantes del Hijo, de Cristo,
del elemento nuevo de la nueva creación. Esa es
nuestra verdadera identidad espiritual interior; y
debemos conocernos unos a otros en ese plan,
miembros de Cristo, conforme leíamos ayer en 1
Corintios 12:12. Cristo fue partido. Jesús es la
cabeza y Sus dos pies y Su vida incorporados en la
multitud de todos sus hijos, sin que falte ninguno;
y todos formando un solo y
Conformados a la imagen divina [7
nuevo hombre, el hombre hecho por Dios, que mire
a Dios, para que porte Su imagen y exprese a Dios
en Trinidad y en comunión. Por eso a la comunión
de la Iglesia se le llama la comunión del Espíritu
Santo; por eso partimos el pan, porque somos un
solo cuerpo. El pan que partimos es la comunión
del único cuerpo de Cristo. No hay sino un solo
cuerpo. Si hay algún hijo de Dios legítimo, es de
ese cuerpo y es tu hermano de primera categoría.
No hay hermano de segunda ni de tercera, ni de
cuarta categoría; no hay advenedizos, no hay
extranjeros entre los hermanos; no hay ni siquiera
griegos, ni judíos, ni bárbaros, ni escitas, ni
hombres, ni mujeres, ni cultos, ni incultos, ni
blancos, ni negros; no hay sino un solo Cristo
incorporado en todos Sus hijos. Y a todo Su pueblo
le dio Su mismo Espíritu, y no hizo diferencia entre
ninguno, y todos somos un solo cuerpo. El hombre
que Dios quería a Su imagen, Dios lo sigue
haciendo, Dios sigue haciendo esto, en Cristo lo
logró y ahora repartió a Cristo entre nosotros
para que la comunicación o participación de Cristo
muestre a Dios a través de nosotros; y Él es nuestra
paz y el elemento de nuestra comunión.
La imagen de Dios engendrada eternamente
Entonces, de ahí esa siguiente frase, «conforme a
nuestra semejanza”, o sea, cuando dice aquí la pa-
labra imagen, es para expresar una imagen como
dice aquí en el idioma original; la palabra en el ori-
ginal griego del Nuevo Testamento (aquí en Génesis
está en hebreo), que se traduce imagen, es carác-
ter, así como se dice que una máquina de escribir o
de imprimir tiene tantos caracteres, quiere decir
que
[7 EPIGNOSI
imprime. que queda exactamente impreso; eso es
lo que quiere decir imagen, lo que comprende esa
palabra. ¡Qué importante! Imagínese que Dios
cuan- do se conoce así mismo, y esto desde la
eternidad, nunca empezó, siempre fue, por eso el
Hijo está con el Padre sin principio; entonces
cuando Dios se conoce, el conocimiento que tiene
Dios de Sí mis- mo, engendra Su imagen, pero sin
principio, como dice Proverbios 8. La sabiduría de
Dios es Cristo. “Antes de los abismos fui
engendrada” (v.24), pero no con un comienzo,
porque Dios nunca empezó a conocerse; Dios
siempre se conoció; así que esa
sabiduríaengendrada por Dios acerca de Sí mismo,
ese conocerse a Sí mismo desde siempre, es la ima-
gen que Dios tiene de Sí mismo; es como una exac-
ta reproducción de Sí que está delante de Él; y no
es otro que el mismo Dios, pero es el Hijo, es el
Verbo. Y ahora ¿qué dice Dios? Dios está tan ena-
morado de ese Hijo, que no quiere que ese Hijo
Suyo, que es igual a Él, como dice Filipenses 2, se
quede único; ah, Dios no quiere que Su unigénito
siga único; Dios quiere que ese Hijo único sea el
primero, sea el primogénito; no solo unigénito, sino
primogénito entre muchos hermanos (cfr. Ro.
8:29); y para que Su unigénito, que es el amor del
Padre, que es la delicia del Padre, sea no sólo
unigénito, sino primogénito entre muchos
hermanos y tenga la preeminencia, hizo la
creación, hizo la Iglesia; entonces le hizo al
hombre; hizo al hombre para que existiera la
Iglesia.
[7 EPIGNOSI
Esa es una palabra hermosa, hermanos. Dios re-
conoce Su propia imagen en su Hijo, y dice: Eso no
es tuyo, eso es nuestro, dice Dios, es nuestra ima-
gen, dice en plural. La Trinidad divina se siente re-
presentada perfectamente en el Hijo, pero, claro,
como el Hijo es la cabeza, necesita tener una espo-
sa, es decir, un cuerpo, un reino, una economía,
para que esa relación íntima con la Trinidad sea
revelada; que gloria de Dios, como cantábamos,
como se cantaba al principio, sea conocida en la
tierra. Por eso Dios quiere llenar la tierra con el
hombre, porque el hombre es el vehículo de Sí
mismo y de Su expresión, es Su imagen, es Su
semejanza y es Su gloria. Entonces, ¡qué cosa
preciosa es Su igle- sia cuando comienza a
multiplicarse! La Iglesia sabe quién es; la Iglesia
está expuesta a la luz de Dios para recibir la
impresión de Dios . Cuando venimos todos juntos
alrededor del Señor a recibir de Él la impresión, Él
empieza a aparecer en el cuerpo de Cristo. ¡Aleluya!
¡Qué maravilla! Ese es el asunto; no piense que es
solamente una reunión para estar cantando y
alegrarnos nosotros; eso es sólo una con- secuencia,
que nos alegramos; pero aquí venimos a estar
delante del Señor, como una fotografía para recibir
la impresión de Dios, para que Él aparezca en la
Iglesia, en la comunión del Padre con el Hijo en el
Espíritu; tiene que aparecer entre los miem- bros
del cuerpo de Cristo.
Oh, Dios tiene una tarea grandísima que hacer,
¿verdad, hermanos? Es muy grande lo que Dios
quiere. Para empezar, es la impresión; es una re-
producción, como en un espejo. Y semejanza es afi-
nidad para poder tener compañerismo, para poder
tener amistad; afinidad. ¡Qué maravilla! Oh, a veces
[8 EPIGNOSI
no tenga nada que ver contigo. Si tú piensas que no
tienes nada que ver con algún hijo de Dios, parece
que no conoces bien a Dios.
[8 EPIGNOSI
dimensión;
[8 EPIGNOSI
la gloria del Padre. Él no vino aquí a buscar la gloria
de Él ni de otro, sino la del Padre. El Padre quiere a
muchos otros como Su Hijo; Él quiere que Su Hijo
no sea único sino primogénito entre muchos, que
tenga la preeminencia entre todos, sí, que sea la
cabeza entre muchos hermanos, que tenga socios,
como se puede traducir aquella palabra compañe-
ros allá en Hebreos, que dice: “más que tus compa-
ñeros”. Se refiere a que Dios derramó en su Hijo
más gracia que en sus compañeros. El Hijo tiene
compañeros. ¡Qué maravilla! El Hijo tiene compa-
ñeros, compañeros que van a ser probados por el
diablo. Por eso es que Dios todavía no ha encerrado
al diablo, porque el diablo va a salir con las suyas, a
ver si en algo le seguimos la corriente. A veces vie-
nen por la derecha, a veces viene por la izquierda, a
veces de frente, a veces por detrás; cuando lo esta-
mos esperando por acá, nos sorprende por allá.
Somos probados en todas las cosas en referencia
a Satanás, a ver en qué le seguimos a Satanás, o si
lo vencemos por medio de participar con Cristo de
la cruz, en virtud de ello, muriendo a nosotros mis-
mos. En la cruz exhibe el Señor a los principados y
los despoja; pero si no pasamos por la cruz con
Cris- to, ellos encuentran un rinconcito donde
Satanás ataca; pero cuando nos negamos a nosotros
mis- mos, y si en nada participamos con Satanás,
ellos no encuentran en dónde esconderse, y son
expues- tos y son despojados por la cruz de Cristo
de la que participamos.
[8 EPIGNOSI
gloria y tomó forma de siervo (cfr. Flp. 2), y como
siervo comenzó a enfrentar al diablo, y el diablo
que- ría conquistarlo en algo, y no lo conquistó, y
con eso el Hijo honró al Padre; y ahora el Padre lo
cons- tituyó en Su injerto para Sus hijos, el nuevo
ele- mento dentro de Sus hijos, para crecer, para
for- marse, para participarse, para rechazar al
enemigo.
¡Qué cosa hizo Dios con Cristo! Y eran cosas en
Cristo, en Cristo y solamente Cristo, que es el ele-
mento del nuevo hombre en la Iglesia, porque la
Iglesia es Su cuerpo. Aparte de Cristo no hay nada
que valga; en Cristo es que el Padre tiene contenta-
miento, y en Él es que somos amados, y a Él fue
que nos dio para vivir por Él en estrecha unión con
Él, en intimidad con Él, uno con Él; y fuera de eso
no hay nada válido. Todo lo demás va en desastre.
Debemos vivir en estrecha unión con el Hijo para
que el Hijo sea en nosotros, en nuestros corazones,
y por Su victoria señoreemos donde ha estado el
enemigo.
Capítulo 5
[8 EPIGNOSI
[87]
pneumáticos, porque aliento, aire, viento, es
pneuma en griego, y rûáj en hebreo, o neshamaj,
que es sinónimo de rûáj; o sea, el espíritu del hom-
bre aparece aquí. Primero el cuerpo, y entonces,
como el cuerpo, dice Santiago, sin espíritu está
muerto, entonces Dios sopló neshamaj jayim o
aliento de vidas; solamente que aquí en la traduc-
ción vida aparece en singular, pero en el idioma
hebreo está en plural. Esa palabra jayim quiere
decir vidas en el hebreo, pues la terminación im es
una terminación plural. Nosotros en español hace-
mos la terminación plural con la s; por ejemplo,
mesa, mesas; micrófono, micrófonos; pero en he-
breo no se usa la s; se usa la terminación im; por
ejemplo, shamayim, los cielos, mayim, las aguas;
entonces aquí aparece la palabra hayim, en el ori-
ginal hebreo, neshamaj hayim; o rûáj; rûáj es sinó-
nimo de neshamaj, espíritu, aliento de vidas, plu-
ral. ¿Por qué en plural? Porque nosotros somos
tripartitos; tenemos tres partes, porque cuando el
espíritu entró en el hombre, o sea, en el cuerpo,
porque el cuerpo, como dice Santiago, sin espíritu
está muerto; cuando el espíritu entró en el hom-
bre por la nariz, dice que el hombre llegó a ser
alma viviente; aquí dice un ser viviente; la palabra
en hebreo es hayah nephesh; hayah, que quiere
decir ser viviente. Por eso Dios es Yahveh, que vie-
ne de allá del Yo soy el que soy, es el Verbo; y
nephesh es la vida del alma; psiqué es la palabra en
griego, nephesh es la palabra en hebreo.
[8 EPIGNOSI
Somos creados vasos de barro
Así que aparecen tres cosas en el hombre, el
cuerpo, la carne, bazar en hebreo, soma en grie-
go; el alma, nephesh en hebreo, psiqué en griego,
de donde viene la palabra psicología o estudio del
alma, o sea, nuestra personalidad, y neshamaj o
rûáj, espíritu en hebreo, y pneuma en griego, tres
partes. Somos el templo de Dios, la casa de Dios.
Dios nos hizo como un vaso. Cuando Pablo se
acor- dó, y analizó ese pasaje, entonces dice por
qué te- nemos este tesoro en vasos de barro (2
Co. 4:7), entonces él comprendió al hombre de
barro como un vaso; entonces somos un vaso. Por
eso es que en Romanos 9 habla de vasos para
honra; enton- ces la palabra vaso nos indica el
plan de Dios para con nosotros los hombres
donde debemos conte- ner a Dios, porque ¿cómo
vamos a portar Su ima- gen y a ser canal para Su
reino y Su señorío, si no lo contenemos? ¿Cómo
lo vamos a contener si no tenemos afinidad con
Él? Entonces como vasos fui- mos creados para
contener a Dios y para reflejar a Dios. El espíritu
del hombre es afín con el Espíritu de Dios; se
pueden mezclar y hacer un solo espíri- tu, por eso
dice en 1 Corintios 6:17: “El que se une al Señor,
un espíritu es con El ”, dice el traductor de lo que
dice Pablo; creo que usted entiende; se mezcla el
Espíritu de Dios con el del hombre como un café
con leche; antes aquí estaba el café y aquí estaba
la leche, pero ahora la leche quedó en el café y el
café quedó en la leche. Quedamos total- mente
en Él y Él en nosotros. ¡Aleluya! ¡Qué mara- villa!
¡Ah Señor Jesús!
[9 EPIGNOSI
creéis que yo soy en el Padre y el Padre en mí? El
que me recibe a mí, recibe al que me envió (cfr.
Juan 14:9-11). El que tiene al Hijo tiene también al
Padre; no tiene solo al Hijo.
Cuando recibimos al Espíritu Santo, el Espíritu
Santo trae al Hijo; por eso dijo: Vendremos; mi Pa-
dre le amará y yo le amaré y vendremos a él, y hare-
mos con él morada (cfr. Juan 14:23); el Padre viene
con el Hijo y en el Hijo, y el Padre y el Hijo vienen a
través del Espíritu, porque el Espíritu no lo hará
por Su propia cuenta, no; Él glorificará al Hijo. Pa-
rece ser que cuando usted le da la mano a una per-
sona que tiene un guante, pues usted toca el guan-
te, pero también toca la mano, porque la mano vie-
ne dentro del guante; así el Padre viene en el Hijo,
y el Padre y el Hijo vienen por el Espíritu; el Espíri-
tu nos comunica al Hijo; es el que hace que el Hijo
de Dios sea sembrado en nosotros, crezca en noso-
tros, se forme en nosotros. Así que no solamente
tenemos al Espíritu Santo en nosotros, tenemos tam-
bién al Hijo y al Padre; tenemos al Padre, al Hijo y
al Espíritu Santo en la Iglesia para expresarse. A
veces no te das cuenta de que cuando estás en co-
munión con Dios, recibes al Padre, al Hijo y al Espí-
ritu; sí, porque somos la casa de Dios, y Dios es uno.
No son tres dioses, sino que son tres Personas de un
mismo y único Dios, en esencia; en la esen- cia de
Dios subsisten el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo
como personas, pero la sustancia esencial de las
tres personas es la misma; sólo que la esencia
divina en el Padre subsiste como aquel que engen-
dra, como aquel que origina, como aquel de quien
procede el Espíritu.
[9 EPIGNOSI
también: Apartadme a mí, en primera persona; por
eso son tres personas distintas y un solo Dios
verdadero. Es la Trinidad. Por eso dice: Hagamos al
hombre, descendamos y confundamos, ¿quién ira
por nosotros?, etc., pero Dios es uno solo en esencia
indivisible, en Su esencia subsisten esas tres
personas que son inseparables, inclusive son
coinherentes, una está en la otra. El Padre está en
el Hijo, y el Hijo está en el Padre, el Padre y el Hijo
vienen por medio del Espíritu a la Iglesia. Cuando
el Espíritu viene, Él trae al Hijo, y cuando el Hijo
viene, Él trae al Padre. Es un solo y único Dios,
pero trino, en la Iglesia para expresar Su gloria en
la Iglesia. ¡Oh qué Santo es el Señor! El Señor es
muy Santo. No hay que hablar tan rápido; vamos
caminando en terreno muy sagrado. El Señor tenga
misericordia y nos ayude. Amén.
[9 EPIGNOSI
Por eso Dios se presenta como si fuera una comida.
El que me come vivirá por mí. Tomad, comed (cfr.
Juan 6:51; Mt. 26:26). Por eso los hombres fuimos
diseñados como vasos para contener a Dios, para
comer a Dios. Por eso la Biblia dice: Hallé tus
palabras y me las comí. Necesitamos este libro; abre
tu boca y cómetelo; y dice: nutridos con la Palabra
de verdad, nutridos; no dice instruidos solamente,
no; nutridos, porque es vida, es Espíritu. Entonces
Dios puso el árbol de vida, y ese árbol no estaba
prohibido; el prohibido era otro, el que estaba al
lado, el que representaba la opción de Satanás, el
actuar por sí mismo, independiente de Dios, el
robarse el ser prestado por Dios para vivir en unión
con Él, y vivir por nosotros mismos como si Dios no
existiera, como si no tuviéramos nada que ver con
Dios; eso es lo que estaba representando el árbol
de la ciencia del bien y del mal; pero el árbol de
vida representa vivir por Dios; y digamos más, vivir,
y eso es lo que Él quiere, y quiere que entendamos
el vivir a Dios. Por eso Él se hizo manifiesto en Su
Hijo, la vida que estaba con el Padre se nos
manifestó en el Hijo, y el que tiene al Hijo tiene la
vida, y él es la vida y es el camino y es la verdad, y
tiene la luz que alumbra, y la luz de la vida es
verdad, y la verdad liberta, y la vida edifica la casa
de Dios para que Dios en Su porte aparezca en toda
la Iglesia y sea Su gloria conocida en toda la tierra.
[9 EPIGNOSI
EPIGNOSIS
Capítulo 6
ETAPAS ESPIRITUALES
DE LA EDIFICACIÓN
[9 EPIGNOSI
incluso religiosas, y ponemos poca atención a la muy
suave pero muy fiel y verdadera voz y dirección de
Dios en el hombre interior, la parte más íntima de
nuestro ser, allá en la conciencia, de la intuición del
Espíritu. Pero los verdaderos acontecimientos de
valor espiritual, los auténticos, se dan primeramente
en el ámbito del hombre interior, del espíritu.
Primero tiene que moverse Dios en gracia, tiene
que tomar Dios la iniciativa y moverse y soplarte
desde Él. Él usa esa palabra allí en Job. En el libro
de Job dice que el soplo del omnipotente le hace
que entienda (cfr. Job 38:8). El soplo el Señor se
mueve como un suave soplo, a veces como una bri-
sa interior muy fresca; quizás estemos acostumbra-
dos a las aceleraciones psicodélicas de este siglo, a
las agitaciones del alma, de las emociones del hom-
bre exterior, y pasamos por alto esa suave brisa;
pero continua, dentro de nosotros, por la nítida y
clara dirección de Dios. A veces no nos damos
cuenta de que Dios reprueba; que a veces aprueba, a
veces se alegra, y a veces nos hace sentir que el
Espíritu se entristece, cuando se contrista; porque
el Espíri- tu del Señor se contrista o se alegra.
Dice María en el Magnificat, como ha dado en
llamarse aquel pasaje de Lucas, capítulo 1, debido
a su versión en latín: “Engrandece mi alma al Se-
ñor; y mi espíritu se regocija (se regocijó, en
pasado, dice en el texto griego) en Dios mi
Salvador”. En- grandece lo dice en presente,
respecto del alma, pero el regocijarse en espíritu lo
dice en pasado, pues el Espíritu de Dios se regocija
en el espíritu de ella, pero ese regocijo es en el
pasado; ella lo expresa en pasado porque primero
acontecen las
[1 EPIGNOSI
Amados, la Biblia dice que la paz de Dios gobier-
ne nuestros corazones; o sea que la paz es un sen-
tido, un sentido para percibir; dice que si tenemos
al Señor, somos sensibles en el espíritu; dice que
aquellos que están cauterizados han perdido la sen-
sibilidad, pero los hijos de Dios, los que andan con
el Señor y son fervientes en el espíritu, tienen sen-
sibilidad en su espíritu, y allí perciben aquellas ex-
pansiones o contracciones del Espíritu; porque dice
que nuestro espíritu es una lámpara de Dios; así
que cuando el Señor está de acuerdo, nos lo hace
saber en el espíritu. Cuando no esta de acuerdo,
también nos lo hace saber, y cuando no precisa-
mente esté en desacuerdo, pero no quiere que sea
muy apresurado, también tiene Su dirección para
nosotros. Porque, hermanos, a veces no nos damos
cuenta de nuestros pecados que nos son ocultos;
quizás nos damos cuenta de cómo ofendemos a
Dios con pecados claros; pero a veces somos tan
duros que ofendemos la delicadeza del Señor sin
darnos cuenta y sin saber por qué. Por eso el
salmista de- cía: Señor, librame de los pecados que
me son ocul- tos (cfr. Slm. 19:12]; es un desacuerdo
misterioso en que tu mente natural no entiende a
tu espíritu. Si entiende los mensajes que vienen de
tu espíritu, habrá claridad en el semáforo de Dios
de tu espíri- tu. Hermanos, el hombre interior
quiere una amis- tad con Dios.
El caso especial de la tierra y del espíritu del
hombre
Respecto del espíritu del hombre, hoy estábamos
recordando un pasaje en Zacarías 12:1. Si quiere,
léalo conmigo antes de volver a Efesios 3. Dios a
[1 EPIGNOSI
Pero aquí en Zacarías 12:1 me llama la atención
una cosa muy interesante, de cómo Dios se presen-
ta; dice así “Profecía de la palabra de Yahveh acer-
ca de Israel ”. Y aquí dice Dios: “Yahveh, que
extien- de los cielos y funda la tierra, y forma el
espíritu del hombre dentro de él” Ahora ya por fin
los telesco- pios lo comprobaron, que los cielos
generalmente se están expandiendo; entonces aquí
es lo que ha- bla Newton. Bueno, Yahveh que
extiende los cielos.
¿Cuántas cosas hay en los cielos? ¿Cuántos millo-
nes de soles, de estrellas, de galaxias, planetas?
Pero de pronto el telescopio del Señor se concentra
en un puntito del universo, y dice: “y funda la
tierra”. Cuando dice: “y funda la tierra”, no dice
que funda a Júpiter ni a Venus ni a Marte, ni a
Urano, ni a ninguno de esos nombres raros
científicos, sino a la tierra; o sea que Dios extiende
los cielos y punto, pero luego se detiene en la tierra;
quiere decir que para Dios es importante la tierra.
Sí, Él se sienta en los cielos pero le gusta poner los
pies sobre la tierra.
Él se hizo hombre y vino a la tierra, se hizo
humano y no marciano ni venusino ni jupiterino,
sino hombre. Él no dice tierra y se olvidó del resto;
ahí no terminó la auto presentación de Dios. Hay
veces en que Él dice: Yo soy el Dios de Abraham, de
Isaac y de Jacobo (cfr. Éx. 3:15), y algo tiene que
decir Él, algo comenzó en Abraham, se continuó en
Isaac y se completó en Jacobo. Él también dice: Yo
soy el Dios de Israel, el Dios de los espíritus de toda
carne, etc.; pero aquí dice que extiende los cielos y
funda la tierra; y ahora en la tierra empieza a buscar
lo más importante que hay en la tierra, y dice la cita
de Zacarías: “y forma el espíritu del hombre dentro
Etapas espirituales de la edificación [10
de él”. ¡Aleluya! Porque ese es el lugar santísimo de
Su casa en la tierra. Dios, que tiene Su trono en los
cielos, pone Sus pies en la tierra.
Bet-el está ubicada en la tierra. Del cielo bajó
una escalera a la tierra, pero la casa de Dios, el Bet-
el de Dios, tiene un lugar santísimo, y el lugar san-
tísimo de la casa de Dios, del Bet-el de Dios, en la
tierra es el espíritu del hombre. El espíritu del hom-
bre es un portal para Dios. Dios decidió venir a fun-
dirse, a morar, a unirse con el espíritu del hombre;
es decir, Él da Su testimonio al espíritu del hom-
bre. El que recibe el testimonio de Dios, lo tiene en
sí mismo, por dentro, en lo más intimo de su ser.
Amados, por favor, no seamos livianos en esto;
démosle la divina atención al mover de Dios en
nues- tro espíritu, porque allí es donde se
manifiesta el gobierno de Dios en la Iglesia y en
nosotros en par- ticular, en nuestros corazones. Allí
se ejecuta todo el mover de Dios. Allí es donde nos
da Sus señales, cuando comienza a contraerse el
Señor, como cuan- do el caballito siente el freno y
ya no tiene que co- rrer tan rápido, sino más
despacio, porque el jinete le está dando una señal.
Dios nos da señales en el espíritu; es allí donde
debemos distinguir el impul- so de Dios, la
restricción de Dios, las advertencias, las
amonestaciones de Dios, la dirección de Dios.
Dios le había dicho a Moisés: Allí en el Lugar
Santísimo, allí me vas a poner el Arca; pues ahí
sobre el propiciatorio, bajo las alas de los
querubines, allí me declararé a vosotros (cfr. Éx.
25:21,22). El Señor se declara en el Lugar
Santísimo, allí sobre el propiciatorio, cuando la
sangre ha sido derramada para cubrir el pecado,
[1 EPIGNOSI
bajo las alas de los querubines,
[1 EPIGNOSI
Por eso dijo Jesús: ¿Saben una cosa? El mundo
no me verá más; el que no me ama no guarda mi
palabra; la palabra que dice ahí en Juan; si
menos- preciamos la Palabra del Señor y no la
guardamos, Él no nos va hablar más. El que me
ama y guarda mi palabra, mi Padre le amará y yo
le amaré, y ven- dremos a él y haremos morada
con él y me manifes- taré a él (cfr. Jn. 14:23,24),
luego dice: El Padre ama al Hijo y le muestra las
cosas que Él hace, para que el Hijo las haga
igualmente con el Padre; o sea que si el Padre te
ama, igualmente te ama el Hijo. Él dice: Pero
¿acaso no le voy a contar a Abraham, mi amigo, lo
que voy a hacer con Sodoma y Gomorra? (cfr. Gé.
18:17,18); y Él sabe lo que va hacer Abraham.
Abraham es el Padre de muchas gentes; él le
enseñó a sus hijos que sigan el camino de
Yahveh. Al que el Señor ama, Él muestra lo que Él
hace, y eso no se percibe sino en el espíritu; es en
el espíritu cuando tú percibes la presencia de
Dios, la obra de Dios, la visitación de Dios. El
obrar de Dios es en el espíritu; pero si tu estás en
la fiesta, en las agitaciones del alma, pasa de largo
y no co- noces el día de la visitación de Dios.
Sucede como Samuel. Cuando el Señor le habló,
Samuel al prin- cipio creyó que eso era cosa de
Elí. Samuel, Samuel; y se fue donde Elí. No, yo no
he hablado nada, dijo él. Qué raro. Entonces se
volvió a acostar, y otra vez el Señor lo llama, y
vuelve Samuel donde Elí. Qué extraño (cfr. 1 Sam.
3:2-9).
[1 EPIGNOSI
Todos los que son guiados por el Espíritu de Dios,
estos son hijos de Dios (cfr. Ro. 8:14). Los hijos de
Dios se caracterizan por que el Espíritu que les ha
dado vida nueva los quiere guiar; y eso ¿cómo lo
hace? Lo hace en el espíritu. Amados, amados, esta
es la carga primera del mensaje. Ponga atención a
lo suave del movimiento del Espíritu de Dios en su
espíritu; ponga su mente en su espíritu, así como
lo pone en el programa, en la telenovela, en la chica
que pasó, en el muchacho; póngala, por favor en
los movimientos del Espíritu de Dios, en su interior;
ponga atención a esa lámpara, a ese semáforo de
su hombre interior. Si tú realmente quieres
caminar con Dios, en unión con Dios, no puedes
descuidar tu hombre interior.
El primer motivo de intersección de Pablo era
que el hombre interior del ser humano fuera
fortalecido por la riqueza de la gloria de Dios, de su
gloria en el espíritu humano. Esa presencia es
nueva en tu es- píritu. Las hermanas que han tenido
hijos me van a entender esto. Yo soy hombre, no he
tenido hijos como una mujer; tengo siete hijos, pero
he sabido que los primeros meses del embrazo, la
mujer no siente que está embrazada, duda, tiene
que hacer- se exámenes por si al caso está
embrazada; está embrazada pero no sabe, no siente
nada; ahí aden- tro está la criaturita, pero está muy
pequeña, es apenas un manojito de células
multiplicándose tre- menda y velozmente, pero muy
pequeño el manojito, no se siente. Pero ya cuando
comienza a pasar los primeros meses, todavía el
niño no se mueve, pero ya pesa un poquito. Así se
compara a la Iglesia con un hijo que tiene que nacer
de la madre, de la mu- jer; entonces al principio, los
primeros meses se
[1 EPIGNOSI
Él sin condiciones, sin tener temor de los hombres;
de lo contrario no eres siervo del Señor. Si todavía
tememos a los hombres, no somos siervos de Cristo.
¿Cómo podrá ser eso si tratamos de agradar a los
hombres? Tenemos que agradar al Señor en el
espíritu; tú tienes que ser leal a tu Señor en tu
espíritu. Tu espíritu, tu hombre interior tiene que
ser fortalecido; Dios es el Dios que extiende los
cielos y funda la tierra y forma tu espíritu, para que
tú le conozca a Él; allí es donde El se declara.
Dice: Me manifestaré a vosotros allí; el que en mí
cree, de su interior correrán ríos de agua viva; el
que cree en mí, el que bebiere del agua que yo le
daré, seré vida en él. Sí, de pronto le hemos buscado
agitadamente de aquí para allá y de allá para acá,
pero el Señor es tan bello que quiere ser una fuente
de agua viva en los hijos de Dios, en todos los hijos
de Dios que recibieron a Cristo; y dice que es como
una fuente que salta para vida eterna. Yo le he oído
decir a una hermana que está aquí presente pero
que no voy a decir su nombre, que parece que tiene
un resorte adentro; cuando hay que barrer se levanta
y barre; cuando hay que lavar los platos, los lava.
¡Aleluya! ¡Gloria al Señor! Salta para vida eterna en
su espíritu. Sabe lo que tiene que hacer sin que
nadie se lo diga, porque conoce al Señor por la
unción en su espíritu. Dice la Palabra que no se
puede ver el reino de Dios si descuidamos el
espíritu, que quien no nace del agua y del Espíritu
no puede ver el reino; el reino no se puede ver a
menos que se nazca y se ande en el Espíritu. Dice
que es el espíritu quien percibe el mover de Dios, el
gobierno de Dios, desde el espíritu, Su aprobación,
Su corrección, Su desaprobación, Sus advertencias,
[11 EPIGNOSI
Nicodemo decía: Pero no entiendo eso que tú
hablas. ¿Cómo es eso que hay que nacer de nue-
vo? ¿Qué es eso? Yo no entiendo. ¿Acaso tengo
que entrar otra vez en el vientre de mi madre? Va a
ser muy complicado. ¿Eres tú, le dice el Señor,
maestro de Israel y no sabes estas cosas? De cierto
te digo que lo que sabemos hablamos, pero nadie
recibe nuestro testimonio; pero quien recibe este
testimonio, éste atestigua que Dios es veraz (cfr.
Juan 3:1-7). Así son las cosas en el espíritu; pongale
atención a su espíritu, a lo que el Espíritu te testi-
fica; porque este camino estrecho es el camino del
Reino de Dios, donde uno tiene que negarse a sus
propios intereses, porque no le gustó al Espíritu; y
si tú no te humillas, no te arrepientes, no confie-
sas aquello, y aun lo que te está oculto, Señor, hay
algo que no entiendo, que está oculto, examína-
me, oh Dios, quiero tu luz, eres la luz; pero si tú
no se lo pides, Él va hacer como si siguiera de lar-
go, y te quedas sin Su visita. Tú tienes que invitar-
lo, tienes que contratarlo para que Él reine sobre
ti; de lo contrario, Él te deja ir donde tú quieras;
pero si tú quieres negarte a ti mismo y seguir con
Él, tú sabes para dónde vas en tu espíritu. Dios lo
que quiere es que el hombre interior sea fortaleci-
do para que el espíritu sea hecho sensible; que
esa capa gruesa que no nos deja percibir sea
quebrantada;como dice el Señor: Tienen ojos y no
ven, tienen oídos y no oyen; porque el corazón de
este pueblo se ha engrosado, y con los oídos oyen
pesadamente (cfr. Mt. 13:15).
[11 EPIGNOSI
la siguientes funciones: Conciencia, mente, emo-
ción y voluntad; es decir, el alma más la conciencia
del espíritu, la puerta de donde emana la vida; por-
que el corazón es la puerta de salida de Dios por su
Espíritu hacia el exterior de tu ser. Por el corazón
emana, es decir, por él fluye la vida; la reprensión
de la conciencia está en el corazón. Lo expresa la
Palabra cuando dice: “Si nuestro corazón nos
repren- de, mayor que nuestro corazón es Dios” (1
Juan 3:20), cuando la unción está en nuestro
corazón.
Dice el mandamiento: Amarás al Señor tu Dios
con todo vuestro corazón; y que la mente y la volun-
tad pertenecen al corazón, lo dice ahí en Hebreos
4:12 cuando dice que “la palabra de Dios es viva y
eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos;
y penetra hasta partir (y separar) el alma y el
espíri- tu, las coyunturas y los tuétanos, y
discierne los pensamientos y las intenciones del
corazón”; o sea que cuando Pablo está diciendo que
seamos prime- ro fortalecidos en el hombre interior
para que Cris- to habite en el corazón por la fe, está
hablando de ese fluir interior de Dios a nuestro
espíritu, y por nuestro espíritu hacia nuestro
pensamiento, inten- ciones, emociones, desde la
conciencia.
Cuando aquel recibe a Cristo “en su corazón”, y
levantó la mano, ¿ya recibió a Cristo en su corazón?
¿Qué implicaciones tiene? Oh, recibir a Cristo en el
corazón es algo muy grande, que dura toda la vida.
Que Cristo se meta en todos mis pensamientos, go-
bierne y sature todas mis intenciones y motivos,
eso es recibir a Cristo en el corazón. Qué tus emo-
ciones vayan a la par con las de Cristo; que cuando
Él está triste, tú no te estés riendo; cuando Él esté
Etapas espirituales de la edificación [11
gozoso, tu no estés llorando; cuando Él tenga mise-
ricordia, tú no seas duro; cuando Él sea firme, tú no
seas cobarde; pero si Él va por la derecha y nosotros
por la izquierda, ¿cómo vamos a representar al Se-
ñor? Él está adentro, aquí en el espíritu, pero nues-
tro corazón no está habitado plenamente, goberna-
do por Él, sino que va para donde él quiere. Cuando
el Señor tuvo misericordia de Nínive, pero Jonás no,
va él a estar muy preocupado por su propia imagen.
¿Va a tener que pedirle Dios perdón a Jonás por
haber perdonado a la ciudad? ¿Será que el Señor va
a hacer eso? Jonás dijo: Señor. me hiciste quedar
como un falso profeta. Yo dije que sí ibas a destruir
Nínive, y tú los perdonaste; y ahora ¿qué voy a hacer
yo? Por eso era que yo no quería ir, porque yo sabía
que los ibas a perdonar. Y ahora ¿con qué cara me
voy a presentar a Nínive? Este era el que decía que
Dios iba a destruir a Nínive. Claro que fue destruida,
pero otra generación después. Nínive fue perdonada
por Dios porque se arrepintió.
He ahí un fiel ejemplo, el de Jonás, para mostrar
cómo a veces nuestras emociones van por un lado y
las de Dios por otro. A veces estamos pensando co-
sas, y le toca al Espíritu hacer lo de los jinetes que
están atrapando esos caballos briosos y cimarrones,
mandándole lazos a esos pensamientos indomables:
Vengan para acá, no sean vagabundos. Pero si tú
no estás fuerte en el espíritu, Cristo no tiene sufi-
ciente lugar en tu corazón. Vé y espera en la sala
de afuera. Todos sabemos que la casa tiene cocina y
cuartos y todo, y a Cristo lo dejamos ahí en la
entradita. Sí, Él está en la casa, pero en la puerta.
Pero Él es el Rey de reyes y el Señor de señores; Él
[11 EPIGNOSI
tiene que entrar; y no va a entrar si no estamos
fortalecidos en el hombre interior.
Tenemos que estar fervientes en el espíritu, pero
debemos acudir al Señor, invocar Su nombre, de-
pender de Él, quedar enchufados con Él, para que
el aparato funcione. Si no conecta el aparato, no
funciona. ¿Cómo va a planchar con una plancha
fría? ¿Cómo se va a calentar la plancha si no la
enchufa? Tiene que estar enchufada para que re-
ciba corriente; entonces así se calienta, entonces
puede planchar. Si tú no tienes al Señor en tu
hombre interno, ¿cómo vas a funcionar? Funcio-
namos con el hombre exterior dirigidos por nues-
tro propio ego y el de otros, pero no por el Señor
mismo en el espíritu. ¿Cómo vamos a planchar, a
licuar, a hacer cualquier cosa sin conectar los apa-
ratos? Somos como aparatos desconectados. La
lám- para es la Palabra; hay que encender la
lámpara, hay que suministrar el combustible a la
lámpara para que cuando el Señor venga estén
encendidas nuestras lámparas.
Entonces eso de habitar Cristo por la fe en el
corazón no es una cosa simple. El Señor primero
habita en tu espíritu el día que tú lo recibiste; ya
fue esa la regeneración, ya fue ese el nuevo
nacimiento; ahora Él tiene que pasar del espíritu al
alma; el río tiene que fluir desde el Santísimo, desde
el trono, y pasar por el Santo, y luego pasar por el
Atrio y salir hasta afuera para llevar la vida a las
naciones; o sea que el fluir de Dios es desde el
interior hacia el exterior, del espíritu al corazón,
porque de Él es que emana la vida, la conciencia, el
pensamiento, la emoción, la intención habitada por
[11 EPIGNOSI
que Él tenga lugar y no sea estorbado, y seamos
capacitados para encajar, ensamblar con los demás
miembros del único cuerpo de Cristo alrededor del
gobierno de Cristo por el Espíritu. ¡Gloria a Dios! Y
que lleguemos hasta el último escalón todos juntos
vivificados en el hombre interior, subyugados en
nuestros corazones, ensamblados y bien concerta-
dos como un solo cuerpo para el Señor. Que el Se-
ñor haga Su trabajo en serio con nosotros; porque
Él no está satisfecho con la cantidad de santuarios
rivales sobre los montes y debajo de los árboles. Él
estableció un santuario único que es Su cuerpo en
Cristo y el Espíritu, donde todos tenemos que ofre-
cerle holocausto. Líbrate de ofrecer holocausto en
cualquier parte que quieras, sino que al lugar que
Yo escogiere, allí lo ofrecerás; y ese lugar es Cristo,
el Espíritu y el cuerpo de Cristo; ese es el santuario
único de Dios, donde todo se unirá en coordinación
legitima, interior, espiritual, debajo del verdadero
gobierno del Espíritu de Dios entonces establecido.
Dios tenga misericordia de nosotros y nos conceda
caminar con Él por el camino estrecho, que es el
legítimo Jesucristo.
Padre, en el nombre de Jesús te agradecemos la
oportunidad que nos ha dado para considerar algunos
aspectos de Tu Palabra, de Tu edificación en la
tierra, del gobierno de Tu Espíritu, por Tu Palabra.
Ten misericordia de nosotros. Señor, atráenos
para ofrecernos a Ti; que podamos ofrecernos sobre
Tu altar para ser tratados por Ti, y colocados en
función de Ti, al servicio Tuyo en el cuerpo de Cristo.
Padre, guárdanos de todos los males de nuestro
corazón, alúmbranos con Tu luz, límpianos con Su
sangre y con el agua del lavacro de Tu Palabra.
Señor, tráenos
[12 EPIGNOSI
OBRAS DEL MISMO AUTOR
CAMINANTE
INSTANCIAS
AFORISMOS Y REFLEXIONES
TRATADILLOS
PERSPECTIVA DEL HOMBRE
ASUNTOS ECLESIOLÓGICOS
ENCARANDO ASPECTOS BRANHAMITAS
OPÚSCULO DE CRISTOLOGÍA
ROMA EN LA PROFECÍA DE DANIEL
FUNDAMENTOS
HECHOS EN LA CIENCIA Y LA CULTURA
¿QUÉ DE LA NOCHE?
PRINCIPIOS DE DERECHO TRASCENDENTAL
EDIFICACIÓN
LUZ Y CANDELERO
FOLIA CRISTIANA
TROZOS DE REALIDAD
APROXIMACIÓN A CRÓNICAS
HACIA LA INTEGRALIDAD
ARGUMENTOS TEOLÓGICOS,
EPISTEMOLOGÍA,
ÉTICA Y EXISTENCIA
LA CONSTANTE 5 NUMERONAL
DE LOS TEXTOS
BREVIARIO POLÍTICO
INTRODUCCIÓN A LA TEOLOGÍA GENERAL
ODRE NUEVO PARA VINO NUEVO
LA ADMINISTRACIÓN APOSTÓLICA DE LOS
MISTERIOS DE DIOS
EDIFICANDO A LA IGLESIA
FRENTE A LA CAÍDA
PROVISIONES DE LA CRUZ
HACIA EL CENTRO
LA CASA Y EL SACERDOCIO
RELACIONES
MYRIAM
MENSAJES VARIOS EN COLOMBIA
[12
RIOGRACIA
ACERCA DE LA IGLESIA
TERREMOTO MUNDIAL
ACERCA DE LA OBRA
MINISTERIO EN AMAMBAY
EPIGNOSIS
LA OBRA DEL MINISTERIO
ELEMENTOS PARA LA CENTRALIDAD
E INCLUSIVIDAD EN LA IGLESIA
PROLEGÓMENOS
ISAGOGIA JACOBEA
MINISTERIO EN EL CARIBE
TODAVÍA UN POCO
MINISTERIO EN BRASIL
EL TEMPLO DE DIOS
TRES CENTRALIDADES CONCÉNTRICAS
SEFER GITAIM
LA NORMALIDAD DE UNA IGLESIA BÍBLICA
LOS PEQUEÑOS LIBROS
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EL TRIPLE TESTIMONIO DE DIOS
EPIFANÍA SÉPTUPLE
EL LIBRO DE LAS JORNADAS
PLATICAS EN LAS REUNIONES UNIDAS
INFORMES DE VIAJES
CUADERNOS
EPISTOLARIO
CANCIONES
PERSPECTIVA ESCATOLÓGICA
APROXIMACIÓN AL APOCALIPSIS
EDIFICACIÓN Y GUERRA
MINISTERIO EN CHILE
LOS MISTERIOS DEL REINO DE LOS CIELOS
EN LAS
PARÁBOLAS DEL SEÑOR JESUCRISTO
CALVARIO Y PENTECOSTÉS
DIVINIDAD DE CRISTO
UNA LECTURA DE EFESIOS
UNA LECTURA DE APOCALIPSIS (versión
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UNA LECTURA DE APOCALIPSIS (versión
[12 EPIGNOSI
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[126] EPIGNOSIS
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Esta 4a. edición, versión íntegra, del libro:
“EPIGNOSIS”,
de Gino Iafrancesco V.,
se términó de imprimir en septiembre de 2007
en los talleres de Dupligráficas Ltda.
Calle 18 sur No. 5-70 Bogotá, Colombia
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[128] EPIGNOSIS