Epignosis

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EPIGNOSIS

[1]
[2]
EPIGNOSIS

4a. edición
VERSIÓN ÍNTEGRA

GINO IAFRANCESCO V.

[3]
© Epignosis
Gino Iafrancesco V.
Bogotá D.C., Colombia, 1995.

Sistemas:
Arcadio Sierra Díaz.

Crisianía ediciones.
Impreso en:
Dupligráficas Ltda.
Calle 18 Sur No. 5-70
San Cristóbal, Bogotá D.C., Colombia
CONTENIDO

Prefacio.................................................................7

Capítulo 1:
La suma de la Palabra........................................9

Capítulo 2:
Epignosis, economía y misterio.....................27

Capítulo 3:
Propósito, encabezamiento y misterio..........49

Capítulo 4:
Conformados a la Imagen Divina......................65

Capítulo 5:
Misión, constitución y función.....................87

Capítulo 6:
Etapas espirituales de la edificación.................97
[6]
PREFACIO

El presente libro: “Epignosis”, de Gino Iafrances-


co V., está formado por los seis capítulos de una
conferencia dada por el autor en un retiro de la
obra cristiana llevado a cabo los días 25 y 26 de
febrero de 1995 en Modelia, Fontibón, Bogota D.C.,
Colombia.
La presente es la cuarta edición de esta obra, que
ahora, por primera vez, se presenta en su versión
íntegra.
El autor agradece inmensamente a los hermanos
en Cristo: Isabel de Castañeda, Ramón & Martha
Sanmiguel y Arcadio Sierra Díaz, por su invaluable
cooperación en la transcripción y sistemas, revisados
por el autor; lo cual permite que los capítulos de
esta conferencia lleguen a un más amplio público.

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EPIGNOSIS

Capítulo 1

LA SUMA DE LA PALABRA

Visión panorámica de la Palabra de Dios


Es necesario que nos acerquemos de nuevo a la
Palabra de Dios, y tengamos en cuenta que la Bi-
blia está lejos de ser simplemente una colección de
temas inconexos, sueltos; una especie de colección
de parábolas, de profecías, visiones, genealogías,
historia, cartas, explicaciones, mandamientos, pro-
verbios; aunque así pueda parecer a primera vista,
externamente. Pero a medida que va tocando nues-
tro espíritu, no importa por cuál parte de la Palabra
entremos, vamos a llegar al caudal central del fluir
del Espíritu de Dios, que es un propósito muy defi-
nido. Todas las partes de la Palabra van relaciona-
das a ese objetivo, para darnos una visión coheren-
te, íntegra, equilibrada de la revelación divina.
El salmo 119:160 dice: “La suma de tu
palabra es verdad, y eterno es todo juicio de tu
justicia”. Su- brayamos la primera parte, que es una
expresión muy importante, porque no solamente
son versícu- los sueltos, capítulos sueltos, libros
sueltos, temas favoritos, sino la suma de Tu
Palabra, toda ella correlacionada en una
cosmovisión general de Dios. Dios tiene en Su
corazón una visión acerca de Su propia Palabra, la
cual es para revelarse a Sí mis- mo, para revelar Su
corazón, para revelar todo lo que El tiene que
decir. Es importante entender al
[9]
Señor, lo que El quiere en toda Su Palabra, de
acuer- do a la coherencia integral con el Espíritu
Santo. Esto tiene su importancia debido a que
Satanás es especialista en despedazar, en dislocar, y
es nece- sario discernir sus sutilezas. Tanto Mateo
como Lucas registran en sus respectivos capítulos
4º lo de la tentación en el desierto, cuando el Señor
le contestaba con el “Escrito está”.
Satanás vino diciéndole: “Si eres Hijo de Dios, di
que estas piedras se conviertan en pan” 1 . Con gesto
atrevido, el diablo le dice algo como: “Si tú eres algo
en relación con Dios...” Como diciéndole al Hijo de
Dios lo que el Hijo de Dios debe hacer. Es cuando el
Señor Jesús le contesta: “Escrito está: No sólo de
pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que
sale de la boca de Dios” 2 . Al ver Satanás que el
Señor le responde con la Palabra, opta por citarle
también algún versículo bíblico y escoge el Salmo
91, que es el favorito de muchos. Muchas personas
usan el Salmo 91 para abrir su Biblia gigante, esa
de escaparate con atriles, flores y bombillitas, y lo
hacen precisamente en el Salmo 91. Esa página
bíblica se pone amarilla de estar abierta, tal vez con
fines supersticiosos, para la buena suerte, pero el
resto de la Biblia permanece limpio pues nunca lo
leen. Precisamente el diablo usó ese Salmo para
citarle un versículo al Señor, y no precisamente
una amenaza, sino una promesa, algo muy positivo,
con el escrito está y que “A sus ángeles mandará
acerca de ti, y, en sus manos te sostendrán, para
que no

Mateo 4:3
1

Mateo 4:4
2

[1 EPIGNOSI
tropieces con tu pie en piedra” 3 . El diablo usa una
palabra aislada del contexto y del objetivo de Dios,
en un versículo de uno de los salmos favoritos; una
de las promesas más ciertas de Dios.
Pero el Señor Jesús le dijo: “Escrito está tam-
bién...”. Esa palabra “también” conectó el versículo
que usó el diablo con la suma de la Palabra, con el
resto de la Palabra, pues toda ella está íntimamen-
te relacionada y tiene que verse en visión coheren-
te. Por eso “Jesús le dijo: Escrito está también: No
tentarás al Señor tu Dios” (Mt. 4:7). El diablo quiso
usar una promesa para tentarlo, pero el Señor no
cayó en la trampa porque lo que quería era honrar
a Dios: Jesús no pretendía aparecer como un «su-
per hombre». El vino a hacer un trabajo para noso-
tros muy profundo, muy rico, por eso le mostró al
diablo la conexión de esas promesas con el resto de
la Palabra y principalmente con el objetivo de Dios.
Si nosotros usamos versículos aislados, sin tener
en cuenta el objetivo central de Dios y la ubicación
de esa Palabra en el contexto, es similar a querer
hacer funcionar una máquina o un motor desbara-
tado. Puede que ese motor esté completo, pero si
no está armado, si cada pieza no está en su debido
lugar, el motor no funciona; y esa era precisamente
la carga del apóstol Pablo.

3
Mateo

La suma de la palabra [1
La carga del apóstol Pablo
En 1 Tesalonicenses 3:6-8 leemos:
“6Pero cuando Timoteo volvió de vosotros a
nosotros, y nos dio buenas noticias de vuestra
fe y amor, y que siempre nos recordáis con
cariño, deseando vernos, como también
nosotros a vosotros, 7por ello, hermanos, en
medio de toda nuestra necesidad y aflicción
fuimos consolados de vosotros por medio de
vuestra fe; 8porque ahora vivimos, si vosotros
estáis firmes en el Señor”.
La iglesia en Tesalónica era nueva y allí Pablo
había permanecido muy poco tiempo, sin
embargo era una iglesia que tenía fe y amor. En el
capítulo primero observamos que es una iglesia
misionera; inclusive dice la epístola que cuando
Pablo, Silvano y Timoteo llegaban a otros lugares,
ya los tesaloni- censes se habían adelantado. La
de Tesalónica era una iglesia fiel, consoladora,
sincera; y Timoteo tra- jo de allá buenas noticias
de su cariño, de su fideli- dad, de su fe y de su
amor. Cualquiera de nosotros puede estar tentado
a pensar que no hay necesidad de preocuparse
por la iglesia en Tesalónica. Vamos más bien a
trabajar a otros lugares donde la situa- ción esté
peor; pero el Espíritu Santo continuaba cargando
el corazón de este equipo de apóstoles. Seguimos
la lectura de 1 Tesalonicenses 3:9-10:
“ 9 Por lo cual, ¿qué acción de gracias
podremos dar a Dios por vosotros, por todo el
gozo con que nos gozamos a causa de vosotros
delante de nuestro Dios, 10orando de noche y
de día con gran insistencia, para que veamos

[1 EPIGNOSI
vuestro rostro, y completemos lo que falte a
vuestra fe?”.
La medida de nuestra fe tiene un nivel, y aquí la
fe no se refiere simplemente a una creencia; por
ejemplo, a que el Señor sí me puede salvar o me ha
salvado, me puede sanar, me puede proveer, me
puede cuidar. Cuando la Palabra de Dios en varios
lugares habla de la fe, se refiere como le dice a
Timoteo, al misterio de la fe, al contenido de la
reve- lación de Dios, al consejo de Dios, al depósito
que Dios entregó en manos del colegio de los
apóstoles en el principio; la fe que había de ser
revelada, o como dice el apóstol Judas en su
epístola, “...la fe que ha sido una vez dada a los
santos”4 . Ese es el misterio de la fe, el corpus de la
verdad, la suma de la Palabra, la cual debía ser
trasmitida en integri- dad a la iglesia, a todos los
santos. Para el apóstol Pablo no era suficiente que
los santos estuvieran consolados, gozosos, fuesen
misioneros, amorosos, cariñosos, fieles, si no
poseían la fe completa.
En 1 Timoteo 6:20, leemos: “Oh Timoteo, guarda
lo que se te ha encomendado, evitando las profa-
nas pláticas sobre cosas vanas, y los argumentos
de la falsamente llamada ciencia (Gnosis)”. La
Igle- sia es depositaria de la encomienda del Señor;
aquí Pablo le está recordando a Timoteo algo que se
le ha encomendado a este último; que debe guardar
esa encomienda. La Iglesia debe tener conciencia
de la encomienda que ha recibido al principio; hay
que guardarla.

4
Judas 3b

La suma de la palabra [1
En 2 Timoteo 1:13-14, leemos: “13Retén la forma
de las sanas palabras que de mí oíste, en la fe y
amor que es en Cristo Jesús. 14Guarda el buen de-
pósito por el Espíritu Santo que mora en nosotros”.
Tenemos alguna relación con una palabra, con una
medida, a la cual tenemos que ser fieles, “retén la
forma”, no solamente el contenido espiritual inte-
rior, sino incluso la forma externa, la de las sanas
palabras. Hay algo que Pablo habla y llama “el
buen depósito”. En 2 Timoteo 2:1 dice:
“Tú, pues, hijo mío, esfuérzate en la gracia
que es en Cristo Jesús. Lo que has oído de mí
ante muchos testigos, esto encarga a
hombres fieles que sean idóneos para enseñar
también a otros”.
Aquí se refiere el apóstol a algo que Timoteo
sabía, pues Timoteo lo había escuchado durante
todos esos años que lo había acompañado; y
Pablo no le concede muchas libertades para
improvisar, sino que se ciña a la encomienda
recibida. La suma de la Palabra es la
administración de la gracia y del consejo de Dios;
es el evangelio del Reino, es un contenido íntegro.
¿Estaremos nosotros dispuestos a recibir esta
encomienda? A menudo nosotros somos muy
independientes, muy individualistas, muy
solitarios; pero un miembro del Cuerpo de Cristo,
por más perfecto que sea, tiene que funcionar en el
contexto del Cuerpo. Tú puedes tener los ojos más
hermosos, pero si estuviesen en un plato sería
terrible; los ojos son lindos en el cuerpo. Alguien
puede tener una mano muy linda, pero si te la
encuentras en la calle tirada, te asustas; esa mano
es hermosa en el cuerpo. Todos nosotros debemos

[1 EPIGNOSI
servir como partes que somos del Cuerpo de Cristo;
servir allí en ese contexto, de acuerdo a lo que
hemos oído al principio, y no necesariamente al
principio de alguna denominación, de algún
movimiento, o de algún avivamiento, sino de la
Iglesia. Si lo que habéis oído al principio
permanece en vosotros, también permaneceréis en
el Padre y en el Hijo. El éxito del depósito de Dios te
coloca en el Padre; pero el orden de las cosas
frente a Dios es el siguiente: te coloca
primeramente en el Hijo; porque la Palabra de la fe
te coloca en el Hijo, y el Hijo a su vez te coloca por
el Espíritu en el Padre. Pablo decía:
«a la iglesia de los tesalonicenses en Dios Padre y
en el Señor Jesucristo» (1 Tes. 1:1). Todo lo que
Dios quiere en la administración de Su Palabra,
del consejo de Dios, es colocar a la Iglesia en el
Padre y en el Hijo. Hay algo de la encomienda
que necesitamos seguir buscando.
“Lo que has oído de mí delante de muchos
testigos...”.
Eso fue durante muchos años y se le puede lla-
mar encargo, encomienda, carga; a hombres fieles
que sean idóneos para enseñar también a otros. Allí
Pablo le está diciendo a Timoteo: Esto que has oído
de mí, el evangelio que yo predico, lo recibí por re-
velación de Jesucristo, esto es, la fe que una vez ha
sido dada a los santos. Ese es el Logos que fue en-
tregado a la Iglesia, y que de rhema en rhema ha
de ser administrado el contenido del consejo de
Dios; aplicado en forma viva, íntegra y coherente a
las necesidades de la Iglesia para la edificación de la
casa de Dios, el Cuerpo de Cristo. Para la adminis-
tración del consejo de Dios, El constituyó todo el

La suma de la palabra [1
ministerio, apóstoles, profetas, evangelistas, pasto-
res y maestros, a fin de perfeccionar a los santos
para la obra del ministerio. ¿A qué se refiere esa
obra del ministerio? ¿Para qué servimos? Para la
edificación del Cuerpo de Cristo, hasta que todos
lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento
del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida
de la estatura de la plenitud de Cristo5 . Todo el
Cuerpo está siendo alimentado por la administra-
ción de Dios para crecer en la plenitud de Cristo en
forma conjunta y coherente. Oh queridos
tesalonicenses, dice Pablo, estoy muy contento,
¿qué acción de gracias puedo dar a Dios, lleno de
alegría y de gozo por causa de vosotros?, pero sigo
orando para poder ir otra vez allá y completar lo
que falta a vuestra fe, el contenido de la suma de la
Pa- labra de Dios.
En Hechos 20, Pablo se está despidiendo ya del
presbiterio de la iglesia de Efeso. Los ancianos de la
iglesia fueron llamados a Mileto. Era la última vez
que Pablo iba a ver sus rostros. Pablo había estado
con ellos unos dos o tres años, enseñando y
ministrando diariamente en Efeso en la escuela de un
discípulo llamado Tiranno y que la había confiado a
Pablo para la escuela de la obra. Entonces en Mileto,
al despedir- se Pablo, les dice: “20nada que fuese útil
he rehuido de anunciaros y enseñaros, públicamente
y por las ca- sas”. El procuró entregar todo el consejo
de Dios: “26Por tanto yo os protesto en el día de hoy,
que estoy limpio de la sangre de todos”. ¿Por qué
Pablo les diría que estaba limpio de la sangre de
todos?

Cfr. Efesios capítulo 4


5

[1 EPIGNOSI
En Ezequiel Dios le había dicho a todos los
profetas y a todos los atalayas de la tierra, que si El
pusiese un atalaya en la tierra, y el atalaya, al ver
venir la espada no diere aviso al pueblo, y el pueblo
moría por su pecado, entonces la sangre del pueblo
sería sobre el atalaya, porque no anunció, no avisó,
no amonestó, no advirtió a tiempo; que sepan que
hubo profeta en Israel; crean o no, tienes que
hablar. Pero si el atalaya avisare al pueblo y el
pueblo no se apercibe y viniere la espada y hiere a
alguien, el pueblo muere por su pecado, mas el
atalaya libra su vida, porque fue fiel. Pablo,
después de tres años de estar entregando el
depósito de Dios, debe partir, y por eso les dice:
“26Por tanto, yo os protesto en el día de hoy, que
estoy limpio de la sangre de todos; 27porque no he
rehuido anunciaros todo el consejo de Dios”.
Pablo les había entregado todo el consejo de Dios,
la suma de la Palabra. Timoteo, no sólo tienes la
libertad de andar, sino que te encargo que lo que
has oído de mí, ésto encarga: guarda lo que se te ha
encomendado.

La encomienda de Dios y el nivel de la Iglesia


El Señor entrega encomiendas a sus siervos y a
la Iglesia. Apocalipsis es un libro que cierra la
revelación bíblica, pero no se puede entrar en él sin
relación con toda la Biblia, pues toda la Palabra de
Dios la debemos tomar como la suma, la
encomienda, el encargo, el depósito, en su medida
completa. En Apocalipsis 2:5 se le habla a la iglesia
de Efeso: «Recuerda, por tanto, de dónde has
caído, y arrepiéntete, y haz las primeras obras;
pues si no, vendré pronto a ti, y quitaré tu

La suma de la palabra [1
candelero de su lugar,

[1 EPIGNOSI
si no te hubieres arrepentido». Eso nos dice que la
Iglesia tuvo un nivel original, pero se descuidó ese
primer amor y cayó de ese nivel y el Señor le
recuerda de dónde ha caído, pues Dios no es
indiferente a que la Iglesia se encuentre en un nivel
diferente al entregado en el principio. También le
dice: Yo conozco tus obras, y tu arduo trabajo...
muchas cosas buenas hay en ti. El Señor es muy
justo, pero porque ama a la Iglesia, también le dice:
Mira, recuerda de dónde has caído. Si una persona
está subiendo, no se puede decir que está caído,
pero si es lo contrario, se puede afirmar que sí lo
está. Al principio había un nivel en la Iglesia que se
perdió. Cuando leemos la Palabra de Dios en el
Nuevo Testamento, las epístolas de los apóstoles,
los Hechos, nos damos cuenta del nivel original
entregado a la Iglesia, y el Señor, por Su Espíritu
está siempre recordándonoslo. Recuerda ese nivel,
recuerda de dónde has caído, arrepiéntete y has las
primeras obras, porque si no, vendré pronto a ti y
quitaré tu candelero, pues el candelero alumbra
gracias al depósito. Una vez que el candelero se
desconecta del depósito, deja de alumbrar.
En Apocalipsis 3:2, leemos parte del mensaje a la
iglesia en Sardis: “Sé vigilante, y afirma las otras
cosas que están para morir; porque no he hallado
tus obras perfectas delante de Dios”. Eso significa
que habían cosas que habían muerto y otras que
empezaron a morir en la Iglesia, y otras que no ha-
bían muerto aún, pero ya estaban para morir. La
palabra traducida perfectas, se puede traducir tam-
bién cumplidas, en su medida original querida por
Dios, pues El tiene un patrón, una medida y a la
luz de la medida de Dios, El mide el depósito de la

La suma de la palabra [1
Iglesia, y no basándose en medidas particulares.
Esas cosas que están para morir, tal vez para ti no
eran importantes. Es posible que a ti te gustaron
solamente estas cosas y por eso se te murieron las
otras. Cuando el Señor nos insta a arrepentirnos y
buscar las primeras obras, es porque hay deficien-
cias, y el Señor se interesa por las deficiencias en
Su pueblo. Ahí tenemos lo que Pablo le dice a Tito:
“Por esta causa te dejé en Creta, para que corrigie-
ses lo deficiente...” (Ti.1:5a). ¿Qué es lo deficiente?
Lo que no llega a la medida, lo contrario de sufi-
ciente. Debo trabajar en otros lugares, y como no
estoy satisfecho con lo que ocurre en Creta, te dejo
ahí para que tú lo corrijas y establezcas ancianos
en cada ciudad, para que las cosas sean satisfacto-
rias ante el Espíritu de Dios.

La plenitud del depósito de Dios


Al Señor le interesan las cosas completas, y de
ahí que cuando escribe a la iglesia en Efeso (Ap.
2:1), se presenta como el que tiene los siete cande-
leros y las siete estrellas. Al exhortarla que si no se
arrepiente le quitaría el candelero, al mismo tiem-
po El da a entender que no quiere que le falte nin-
gún candelero, porque el Señor es quien tiene la
plenitud de los candeleros. El número siete signifi-
ca Su plenitud. La iglesia en Esmirna estaba
experimentando persecuciones y todavía le espera-
ban más persecuciones. Por eso es que el Señor no
se le presenta como el que tiene los siete candele-
ros, sino como el que estuvo muerto y vivió
(Apo.2:8), pues eso era lo que necesitaba Esmirna,
a fin de que fuera fiel hasta la muerte, pues Dios no
nos pide imposibles y El se presenta como el
ejemplo

[2 EPIGNOSI
ante una iglesia que pasaba por pruebas amargas.
Es muy significativo el hecho de que el Señor le
diga a Esmirna (v.9): Conozco tu tribulación, pero
no se la quitó; conozco tu pobreza y no se la quitó;
pero notemos que entre paréntesis le dice (pero tú
eres rico). Es preferible estar rico espiritualmente.
A pesar de esa tribulación, pobreza y sufrimiento,
le dice que el diablo echará a algunos hermanos a
la cárcel. Señor, ¿no te acuerdas de las promesas
del Salmo 91? Sí me acuerdo, pero también me
acuerdo de Apocalipsis 2 y 3, para que seáis proba-
dos y tengáis tribulación. El Salmo 91 va unido a
Apocalipsis 2: Sé fiel hasta la muerte; yo estuve
muerto y soy el que te digo esto, te daré la corona
de la vida; yo también morí y estoy vivo. A Efeso no
le dice lo mismo, pues el problema de Efeso era
otro; era que podía perder el candelero.
Zacarías fue uno de los profetas de la restauración,
cuando Dios, que es el Dios de la restauración y la
resurrección, decidió continuar con Su programa, y
contemplaba cómo los que habían regresado del
cautiverio babilónico y estaban en Jerusalén
restaurando la casa de Dios y la ciudad de Dios,
estaban ya muy cansados y había muchos
escombros. Eran tiempos muy difíciles cuando
volvieron del exilio Esdras, y después Nehemías. El
Espíritu del Señor despertó a algunos de Su pueblo
para restaurar la ciudad de Dios como era en el
principio, pero ante la magnitud de la tarea, a
algunos que ya habían comenzado el trabajo, les
pareció algo imposible; aun así lograron llegar hasta
la mitad, pero Dios no quiere que se llegue hasta la
mitad, sino que se complete y se llegue a la plenitud
de las cosas. Fue así como envió a los profetas
Hageo

La suma de la palabra [2
y Zacarías para animarlos a continuar la
restauración de la casa de Dios como era en el
principio, y les mostró una visión. ¡Sin visión no se
puede restaurar nada! El Espíritu le habla a Zacarías
y le muestra también esta visión. El Señor está
interesado en conocer nuestro interés respecto de
Sus propósitos.
El Señor nos cuestiona, si a nosotros los hom-
bres nos interesan más nuestros propios negocios
que los de El. Es posible que nos esté interesando
más que estemos bien, satisfechos, sin importarnos
si el Señor está satisfecho o no, pero a Dios sí le
importa. A Jesús desde niño le importaban los ne-
gocios del Padre. En la tierra el Padre tiene un ne-
gocio que le importa a Su Hijo, entonces nos tiene
que importar a nosotros, y por eso Dios le dice al
ángel: Angelito, vuelve otra vez a despertar a
Zacarías, que se quedó dormido. A veces a nosotros
como que se nos olvida, nos dormimos, nos
cansamos, nos quedamos con un patrón inferior,
porque el patrón de la medida perfecta como que
nos parece muy difícil; por eso, en vez de seguir el
camino, hacemos una tolda a la vera del camino y
nos quedamos ahí. Pero Dios no quiere terminar su
negocio en la tolda de al lado sino en la del final,
luego dice: Vuelve a despertar a Zacarías. Leamos
en Zacarías 4:1: “Vol- vió el ángel que hablaba
conmigo, y me despertó, como un hombre que es
despertado de su sueño”.

La epignosis encierra una visión completa


Nosotros necesitamos ser despertados por Dios
al interés de Dios, al programa de El, en Su obra y a
Su manera. Dios despertó a Zacarías para darle la

[2 EPIGNOSI
visión. Sin visión no sabemos hacia dónde vamos.
Sin visión damos vueltas y vueltas en el desierto;
nos distraemos porque no sabemos lo que Dios
quie- re, ignorando cuál es el propósito eterno de
Dios. Dios sí sabe lo que quiere, y solamente Él nos
lo puede mostrar, darnos una visión completa,
como a Zacarías. No es suficiente que tú entiendas
algo, y como que se te olvide y sigas en la inercia de
tu actividad acostumbrada. A veces estamos tan
com- prometidos con lo nuestro, que esa fugaz
visioncita de Dios se nos olvida muy rápido.
Después que Zacarías es despertado, el ángel le
dice:

“2¿Qué ves? Y respondí: He mirado, y he aquí


un candelabro todo de oro, con un depósito
encima, y sus siete lámparas encima del
candelabro, y siete tubos para las lámparas
que están encima de él”.

Estemos atentos a la voz de Dios llamándonos a


mirar la visión que nos muestra; hay que entenderle
a Dios, lo que El quiere, Su propósito eterno, Sus
maneras, Sus términos y modelos. Si no
entendemos a Dios en lo Suyo, haremos las cosas a
nuestra manera, como a nosotros nos gusta,
siguiendo una corriente que no necesariamente ha
salido de Dios. “3Y junto a él dos olivos, el uno a la
derecha del depósito, y el otro a su izquierda”. Esa
es la visión de Dios. El Espíritu de Dios estaba en el
negocio de la restauración de la casa de Dios, pero
se habían cansado, como aparece en Esdras y
Nehemías; habían llegado hasta un punto, y la
muralla llegó hasta la mitad, y había muchos
escombros, muchas dificultades. El Espíritu dice

La suma de la palabra [2
entonces a Zacarías6 que vaya y hable a Josué y le
muestre la visión del capítulo 3, y a Zorobabel la
visión del capítulo 4. A Josué le iba a mostrar una
visión donde él es como un tizón arrebatado del
incendio, donde todo estaba hecho cenizas, pero
debajo de la ceniza había un carboncito encendido;
se sopla, se le quita la ceniza de encima y vuelve
otra vez a avivarse el fuego como antes. Aunque
Satanás estaba ahí para acusarle, para decirle, tú
no eres vivo, tú no sirves para nada.
Dios envió a Zacarías, diciéndole: Vé y
reprende a Satanás y cámbiale a Josué las
vestiduras viles por las de gala, porque es uno de
los ungidos para restaurar la casa y la ciudad de
Dios. Y el Señor continúa diciéndole: El otro es
Zorobabel, que es sacado de Babilonia; lo vas a
traer, a animar, y le vas a mostrar la visión del
candelero. El candelero es todo de oro, ya que el
oro representa la naturale- za divina. Dios no
quiere nada humano. El candele- ro representa la
incorporación del Señor en Su pue- blo, Israel en
el Antiguo Testamento; a propósito, el símbolo de
los israelitas es la Minorah, el candele- ro. Pero
en el Nuevo Testamento ese candelero es la
Iglesia en cada localidad. En Apocalipsis 1 dice
que había siete candeleros: uno en Efeso, uno
en Esmirna, uno en Pérgamo, uno en Tiatira, uno
en Sardis, uno en Filadelfia y uno en Laodicea.
Cada iglesia en cada localidad es un candelero. La
visión del candelero es con la Iglesia, porque
Israel era la figura. El Señor dijo:

6
Esdras 5:1,2

[2 EPIGNOSI
“14Vosotros sois la luz del mundo... 15no se
enciende una luz y se pone debajo de un al-
mud, sino sobre el candelero” (Mt. 5:14a,15).
Cuando la iglesia está despedazada, un brazo
por allá, otro por acá, cuando no hay ligazón, en-
tonces no hay coyunturas, no hay unidad, no hay
nutrición, no hay crecimiento y no hay la plenitud
de la luz; se necesita el candelero todo completo, ya
que la luz se pone sobre siete lámparas, porque sie-
te es el número de plenitud, de completación; son
siete trompetas, siete sellos, siete copas. No pue-
den ser cinco ni cuatro, porque es la plenitud de la
luz, y tienen que estar en la Iglesia en forma equili-
brada, no un brazo del candelero por allá, el otro
desarmado. Eso así no alumbra; todos los brazos
tienen que estar integrados en un solo candelero, y
todos juntos teniendo las siete lámparas de oro en-
cima y un depósito para las lámparas. Pablo le dice
a Timoteo: Guarda el buen depósito. Lo que se te
ha encomendado, ésto enseña a hombres fieles,
pues los que no son fieles van a cambiar, van a qui-
tar, van a resultar con otra cosa; fíjate que sean fie-
les para que también ellos sean enseñadores idó-
neos de otros, pues la encomienda que has oído de
mí, el consejo de Dios, la fe que una vez fue dada a
los santos, lo que se recibió al principio, esto es lo
que la Iglesia debe guardar, conservar, transmitir,
administrar, como el Cuerpo de Cristo que es. Para
que la luz sea plena, lo que alimenta esa plenitud,
es el depósito.
Si la iglesia carece de esa plenitud, ¿cómo se van
a alimentar las lámparas? El depósito de donde

La suma de la palabra [2
surge el suministro vierte de sí aceite como oro 7 y
hace alumbrar el candelero. Es preciso tener
presente lo que dice el Señor a la iglesia en Sardis:
«Sé vigilante, y afirma las otras cosas que están
para morir». Algunas ya murieron; ese candelero
no tiene siete lámparas, tiene menos, pero deben
ser siete. Plenitud, comunión, ninguna otra
identidad que la del Cuerpo único de Cristo en
plenitud, conteniendo todas las riquezas de Cristo
como un solo Cuerpo, para que todos seamos llenos
de la plenitud de Dios en el Cuerpo. Allí hay
protección, allí hay nutrición, allí hay suplimiento,
hay crecimiento, unidad en siete lámparas. El
depósito tiene que provenir de esos dos olivos, que
son los que producen el aceite. El reino sacerdotal
de los dos olivos, tiene que venir tanto del Antiguo
como del Nuevo Testamentos, de la autoridad
proveniente del Señor. Esos siete tubos de oro eran
los canales que llevaban el suministro desde el
depósito hasta las lámparas; del depósito fluía el
suministro del aceite como oro por esos tubos que
representan el ministerio, sirviendo el depósito
para que la iglesia, el pueblo del Señor, alumbre
con luz plena.

7
Cfr. Ver Zacarías 4:12

[2 EPIGNOSI
[26]
La suma de la palabra EPIGNOSIS
[2
EPIGNOSIS

Capítulo 2

EPIGNOSIS, ECONOMÍA Y MISTERIO

Pleno conocimiento de la verdad


La carga del presente capítulo tiene su
centralidad en 1 Timoteo 2:4:
“(Dios nuestro Salvador)... quiere que todos
los hombres sean salvos y vengan al
conocimiento de la verdad”.
Dios quiere que todos los hombres sean salvos,
esa es una gran verdad. Pero quiere no solamente
que sean salvos, sino que además de ser salvos,
vengan al conocimiento de la verdad. Es de
suma importancia conocerlo. En el texto original
griego, Pablo no solamente expresa lo que trae el
traductor por la palabra “conocimiento” (RV-1960).
Aquí se traduce solamente una parte de lo que dice
Pablo, pues él dice algo más que conocimiento.
La palabra conocimiento en griego es epistema,
de donde viene la palabra epistemología, de la
ciencia. También la palabra gnosis (í) que
significa “ciencia”, de donde viene ese grupo
llamado los gnósticos, que dicen tener la ciencia.
Pablo en el original griego en este texto no usa la
palabra epistema, tampoco usó la palabra gnosis,
solamente una parte. Pablo en el original griego usó
la palabra
epignosis ( ). Eso nos dice que el traductor

[27]
tradujo los dos tercios de la palabra; tradujo la
penúltima y la última sílaba, o sea gnosis, mas la
raíz epi la pasó por alto; pero acá no vamos a
saltarnos esa raíz porque justamente en ella está la
carga del presente capítulo. En los libros que tratan
de gramática griega suelen dibujar una pirámide
donde ubican las preposiciones griegas de tal
manera que la preposición epi (encima, sobre) se
encuentra encima de la pirámide; debajo colocan
hipo (debajo de, inferior); entrando a la izquierda
de la pirámide encontramos la preposición eis
(adentro, hacia el interior), y saliendo está ek (de
adentro para afuera). Por ejemplo, la palabra
ekklesia, de donde se origina iglesia, significa los
llamados a salir fuera del mundo, para constituir la
asamblea del Señor.
A los hipopótamos se les llama así porque les
gus- ta vivir bajo el agua (hipo, debajo; pótamo,
río); Meso- potamia significa entre dos ríos, el
Tigris y el Eufra- tes. La parte superior de nuestra
piel se llama epi- dermis, y la jeringa con que se nos
inyecta debajo de la piel es hipodérmica. Con eso
vemos que la raíz epi significa sobre, supervisar
desde arriba. Por ejem- plo, a los obispos de la
iglesia en la Biblia, en el griego se les dice
epíscopos, supervisores, porque scopos significa
ver. De ahí viene telescopio, micros- copio. La
palabra epignosis, en consecuencia, no significa
solamente conocimiento sino pleno cono-
cimiento desde arriba.

[2 EPIGNOSI
Volviendo a la figura de
la pirámide, observamos
que hay una pirámide que
no proviene de Dios sino
de Satanás, porque la
están copiando de la
pirámide de Dios, que es la
Nueva Je- rusalén.
Algunos se imagi- nan la
Nueva Jerusalén
como un cubo, como aparece en las pastas de los
libros “La Iglesia Gloriosa” y “La Iglesia Normal”
de Nee. Allí la editorial dibujó un cubo,
seguramente imaginándose la Iglesia como un
cubo, porque en Apocalipsis dice que la Nueva
Jerusalén tiene la misma medida en el ancho, el
largo y la altura.
Hay dos figuras geométricas que tienen igual el
largo, el ancho y la altura, que son el cubo y la
pirámide. Entonces a la Nueva Jerusalén le aplican
cualquiera de esas dos figuras. Algunos se la imagi-
nan como un cubo, pero como dice que está sobre
un monte y que arriba está el trono del Cordero,
que el río desciende por la calle de la ciudad, por
eso me inclino por la pirámide. Y el diablo, como se
quiere hacer igual a Dios, también hizo su reino
satánico como una pirámide, así como aparece en
el dólar y otras cosas.
La palabra epignosis es el conocimiento de la
verdad desde la posición de arriba de la pirámide.
Si estuviésemos reunidos en un salón alrededor de
una pirámide; los que estuviesen al lado sur
mirarían sólo una cara, los del norte, otra cara, si
alguien estuviese al lado, miraría otra cara. Pero si
alguien estuviese en la posición epi, miraría toda la
EPIGNOSIS, Economía y Misterio [2
pirámide: el norte, el sur, el este y el oeste. Así tiene
una visión coherente: una cosmovisión integral de
los asuntos; no versículos sueltos, no temas favoritos,
sino la plenitud de Cristo, todo el consejo de Dios,
toda la Palabra de Dios, la suma de la Palabra.
Luego lo que Pablo le dice a Timoteo es que Dios
nuestro Salvador quiere dos cosas; primero, que
todos los hombres sean salvos; y también quiere
que todos los salvos lleguen a la epignosis de la
verdad; no solamente al conocimiento de la verdad,
así como algunas cosas sueltas, sino a la
cosmovisión de la verdad íntegra, desde arriba. El
Señor quiere revelar a Su pueblo la suma de Su
Palabra, para que Su pueblo vea las cosas así como
El las ve.

La epignosis y la economía divina


Cada vez que nos dispongamos a leer la Palabra
de Dios, acerquémosnos a ella con un espíritu abier-
to para que el Espíritu y la vida de los textos sagra-
dos, toquen nuestro espíritu, porque toda la Escritu-
ra es inspirada por Dios, del griego teopneustos
(teopneusto), o sea alentada o soplada por el aliento
de Dios; de manera que no debemos acercarnos a la
Palabra de Dios de una manera ligera, ni apresura-
da, sino con una actitud de oración, con reverencia
en el espíritu, teniendo al Señor presente, en una
buena actitud para que el Espíritu que alentó Su
Palabra, toque nuestro espíritu, así como los rayos
del sol tocan los pétalos de las flores que se van
abriendo a medida que avanza el día. Así el Espíritu
del Señor está con nosotros. Es necesario pues que
El no sólo despierte, sino que también toque y sumi-
nistre Su propia vida a través de Su Espíritu por la

[3 EPIGNOSI
Palabra. Nos acercamos al Señor en calma, sin apu-
ros, encomendamos al Señor nuestras agitaciones y
descansamos en El. Leemos en Colosenses 1:24:
“Ahora me gozo en lo que padezco por voso-
tros, y cumplo en mi carne lo que falta de las
aflicciones de Cristo por su cuerpo, que es la
iglesia...”.
Pablo no es que sea masoquista; no es que a él le
guste sufrir por sufrir, pero él descubrió el sentido
de los sufrimientos del Señor, que sabia y buena-
mente permite a la Iglesia y a Sus siervos. No que el
Señor haya dicho que El nos eximiría de los sufri-
mientos de esta tierra. Otra cosa es en la Nueva
Jerusalén, en el cielo nuevo y la tierra nueva; allá sí
que no habrá más llanto, ni dolor, ni clamor, por-
que las primeras cosas pasaron; mas esperemos,
porque eso acontecerá allá en el futuro; pero acá es
necesario sembrar a veces con lágrimas. Por eso
Pablo dice, ahora me gozo en lo que padezco por
vosotros; ese vosotros eran los colosenses, es el
cuer- po de Cristo. Es necesaria alguna medida de
sufri- miento, para que la Iglesia del Señor sea
edificada por la plenitud de la Palabra de Dios.
Pablo no dice que a Cristo le falten aflicciones, sino
que las aflic- ciones de Cristo tienen una medida
que debe ser cumplida en nosotros, en función de la
Iglesia, de la edificación del Cuerpo de Cristo. Para
que el Cuer- po de Cristo, Su Iglesia, la niña de los
ojos del Se- ñor, sea edificada, es necesaria una
medida de aflic- ciones. No olvidemos nunca que
fuimos llamados a llevar la cruz mientras tanto. Es
necesario saber que llevamos la cruz para la
edificación de un Cuerpo único para el Señor; para
que El sea contenido y expresado en Su único
Cuerpo que es la Iglesia.

EPIGNOSIS, Economía y Misterio [3


Desde el comienzo de la carta Pablo trae una
quintaesencia de la carga de la Palabra en su cora-
zón, y cada frase que él va diciendo, como que va
soltando un poquito de aquella esencia hasta llegar
a descargarla completamente en determinados pa-
sajes claves. Siempre hay pasajes, versículos claves.
Tomemos por ejemplo una casa. Si le quitamos la
lámpara de la sala, la casa seguiría existiendo, aun-
que con la lámpara sería más atractiva; si le quita-
mos los clavitos que están en las paredes para col-
gar los cuadros, no los podríamos colgar y la casa
sin ellos sería menos bonita, pero seguiría en pie.
Pero si tú quitas los fundamentos, las columnas y
las vigas, se viene abajo la casa. La Palabra del Se-
ñor tiene muchos pasajes que son los cruciales, fun-
damentales, incluso versículos donde se sostiene
todo el pasaje, donde aparece más condensado, más
concentrado el mensaje de la carta o del pasaje. Y
aquí estamos acercándonos justamente a uno de
esos pasajes sumamente claves, en el cual se vis-
lumbra esa carga de la Palabra que trae desde el
comienzo; esa inspiración que traía del Espíritu
cuando comenzó a escribir la carta.
Pablo venía adelantando algo de la carga, pero da
la impresión que desde el principio uno no lo nota;
mas cuando se percibe la esencia de lo que él quie-
re decir, ahí, uno nota ciertas cosas anteriores que
de pronto habían pasado desapercibidas. Pablo ahí
habla de aflicciones de Cristo por la Iglesia, y da la
impresión de que ya había pensado: “Bueno, Se-
ñor, Tú moriste en la cruz por mis pecados...” Eso
es verdad, la Palabra de Dios dice que Cristo murió
en la cruz por nuestros pecados. Esa es una parte,
es gran cosa, pero no es todo lo que el Señor hizo

[3 EPIGNOSI
en la cruz; hay otras cosas que El también hizo en
la cruz. Muchas veces tomamos la muerte y las
aflic- ciones del Señor en la cruz a nivel muy
individual. Tal vez pensamos: “Oh Señor, con tal
que yo no me vaya al infierno, con eso quedo
satisfecho. Si yo no me voy al infierno, ya estoy feliz.
Voy a aceptar a Cristo, que murió por mí en la cruz,
y así ya no me voy al infierno; voy a gozar en el
cielo”. A veces so- mos así de egoístas. También
podemos decir: “Se- ñor, Tú también eres el
sanador, así que Tú me tie- nes que sanar de esta
enfermedad. Señor, necesito un buen trabajo, firme
y bien pagado, cómodo y agradable. Necesito esto,
Tú me lo vas a proveer.
¿Acaso no sufrió el Señor? ¿Por qué voy a tener que
sufrir esto?”.
Pero Pablo habla aquí de las aflicciones de Cristo,
no solamente por cada uno sino por todos juntos,
como uno. Es diferente. Claro que Dios se alegra de
que yo no me vaya al infierno, de que yo esté
satisfecho, y Dios quiere que todos los hombres
sean salvos; pero eso no culmina el deseo de Dios.
Dios no está satisfecho solamente con que yo no me
vaya al infierno.
Tenemos el caso de un arquitecto que quiere
cons- truir su propia casa. Primero compró un
montón de piedras para los fundamentos; asi
mismo ladrillos, tablas y demás materiales. Se
encuentra contento con tener frente al lote un
montón de piedras, pero eso no es todavía la casa.
Son apenas los materiales comprados por precio,
pero esos materiales deben estar en su lugar
formando una casa terminada, para que sea
satisfecho el corazón del arquitecto, el dueño de la
casa. La salvación es la fase de las com- pras de las

EPIGNOSIS, Economía y Misterio [3


piedras y debido a eso el Señor quería

[3 EPIGNOSI
que todos los hombres fuesen salvos (1 Ti.2:4), y
vengan a la epignosis de la verdad, el pleno
conoci- miento de la verdad; no solamente salvos,
sino sal- vos para el propósito eterno de Dios. Que
ese pro- pósito, que ese objetivo que se realizará en
los sal- vos, sea cumplido. La Biblia no nos dice que
la sal- vación sea el propósito. Nos dice que la
salvación es el medio para el propósito.
Necesitamos ser salva- dos, para que con los
salvados, el propósito de Dios pudiese ser
cumplido, y por eso no necesitamos so- lamente ser
salvados, sino ser realizados con todos los santos en
un solo Cuerpo para satisfacer el co- razón de Dios
en Su propósito. Las aflicciones de Cristo no son
solamente por mí y solamente por ti, sino por Su
Cuerpo. Mientras El no nos vea como un Cuerpo
funcionando, conteniéndolo y experi- mentándolo
coordinadamente, El todavía no está satisfecho.
Podemos estar salvos y contentos por- que ya no
nos vamos para el infierno, pero El toda- vía no está
contento, porque El no puede vivir deba- jo de un
montón de piedras al frente del lote. Dios tiene que
ubicar a todas esas piedras en su lugar, bien
coordinadas, unidas, concertadas entre sí para
edificar una sola casa para Su plenitud. Seguimos
leyendo en Colosenses 1:25:
“...de la cual (la iglesia) fui hecho ministro,
según la administración de Dios que me fue
dada para con vosotros, para que anuncie cum-
plidamente la palabra de Dios”.
Es una frase muy preciosa la de Pablo. Qué con-
ciencia corporativa la que tenía el apóstol Pablo. El
era ministro de la Iglesia. Qué preciosa es para el
Señor la Iglesia; no una congregación solamente.

EPIGNOSIS, Economía y Misterio [3


Cada uno de nosotros es miembro del Cuerpo de
Cristo. Nuestro lugar es en el Cuerpo; nuestra fun-
ción es para el Cuerpo. Ninguno de nosotros piense
que es funcionario contratado por alguna organiza-
ción religiosa de los hombres. A ti te compró el Se-
ñor para Su Cuerpo; se incorporó en ti, y te incor-
poró en El, para ser miembro de Su Cuerpo. Tu
función es en el Cuerpo y para el Cuerpo; tu identi-
dad es con todo el Cuerpo. Esa es tu verdadera
iden- tidad espiritual, la del Cuerpo de Cristo. Eso
es lo que somos en espíritu y en verdad, la nueva
crea- ción, el Cuerpo de Cristo. Por eso es que Cristo
pa- dece, y Sus siervos debemos aprender a llevar la
cruz. Hemos leído que Pablo fue hecho ministro de
la Iglesia según la administración de Dios. ¿Cuál es
la Iglesia? Hay muchos otros corpúsculos, muchas
otras administraciones, pero aquí Pablo se está refi-
riendo a la administración de Dios, a la del Cuerpo
único de Cristo.
Lo que aquí se traduce administración, es la
palabra griega oikonomía (í), que se ha
traducido de cinco maneras; porque la palabra es
tan amplia, tan rica en significados, que a veces el
traductor, de acuerdo al contexto, opina que ahí se
refiere a determinado aspecto, y la traduce de una
manera; en otro contexto, esa misma palabra la
traduce de otra manera, ajustándola a otro aspecto.
Esto que estamos esbozando es fundamental en la
revelación divina. La palabra oikonomía se puede
trasliterar al español con la palabra economía,
pero en otros lugares se traduce mayordomía, en
otros contextos se traduce dispensación, en
otros comisión, en otros edificación. Se trata, pues,
de una palabra muy amplia. Solamente trate usted
de

[3 EPIGNOSI
entender la palabra economía en español; es una
palabra muy grande y significativa. Por ejemplo,
quienes siguen la carrera de la Economía, cuántas
materias tendrán que estudiar durante tantos años
para llegar a ser doctores en Economía. La sola
palabra economía significa relaciones, y justamente
estamos hablando de relaciones; estamos hablando
de que un motor descompuesto no funciona; debe
estar armado; tiene que tener sus partes
interrelacionadas, en un todo coherente para que
funcione, y esa idea está debajo de esta palabra
economía. Viene de oiko, que significa «casa», de
donde viene la palabra española “hogar”, y nomos,
de donde viene la palabra española “norma”; lo que
quiere decir, la norma del hogar, o la ley de la
casa; el arreglo administrativo del Reino de Dios.
Ahora estamos en Colombia bajo la
administración Samper; antes era la administración
Gaviria, y antes era la administración Barco, y todavía
antes era la administración Betancourt, y existe la
administración Castro al estilo socialista en Cuba,
y otros distintos arreglos administrativos; distintas
maneras de interrelacionar las cosas, de aplicarlas,
distintos objetivos, diferentes métodos, distintas
relaciones. Todo esto está incluido debajo de esta
sola palabra: economía. Pablo dice que él fue
hecho ministro según la economía de Dios; lo que
ahí se traduce administración.
Si tenemos ya una visión global de la coherencia
de la Palabra del Señor, tenemos que dar un paso
más y tener una visión de la economía de Dios.
Existe algo en la Biblia que se llama la economía
de Dios; lo que aquí se traduce la administración

EPIGNOSIS, Economía y Misterio [3


de Dios, en otras se traduce la dispensación de Dios,
en otras se traduce la mayordomía. Es importante
ir teniendo conciencia de la coherencia de las partes
de la Biblia en un solo gran macronegocio de Dios.
El pueblo del Señor no solamente debe ver que cada
uno sea salvo, sino que debemos ser introducidos
en el negocio de nuestro Padre. Ya somos hijos,
pero cuando los hijos empiezan a crecer, entonces el
papá empieza a hacerles encargos pequeñitos; pero
si el hijo le es fiel en lo poco, le pone un poquito
sobre algo mayor, y así le va pasando a cargos
mayores, pues Dios tiene un orden, hay una
economía universal de Dios; y somos salvos no
solamente para ser piedras aisladas, piedras sueltas,
como el nombre de ese conjunto rockero, los Rolling
Stones, piedras rodantes, piedras sueltas. Todos
sabemos lo que es tener una tuerca suelta.

Epignosis y la casa de Dios


Necesitamos ir creciendo en la visión de la econo-
mía divina, para servir coherentemente en un solo
cuerpo y colaborar con Dios en Su propósito eter-
no. Primero somos salvos. Nos alegramos, nos
cuida- mos y estamos muy felices porque la mamá
nos amamanta, nos arrulla, pero todo sucede como
con aquellos aguiluchos cuando están pichoncitos.
El águila les hace un nidito muy confortable; la
mamá águila les pone allí la pielecita de los
corderos, de las ovejas, las plumitas y demás. Los
aguiluchos al principio están muy contentos en el
nido; pero la mamá águila ya sabe que llega cierto
momento cuan- do tienen que aprender a volar.

[3 EPIGNOSI
Y si les deja ese nidito tan confortable, donde vie-
ne la mamá y todo se los pone en el piquito, no van a
aprender nunca a volar, y es por esa razón que les
saca todas las plumitas, los algodoncitos, las lanitas,
y queda ese nido lleno de espinas, de manera que
esos aguiluchos se llegan a sentir muy incómodos.
De repente viene la mamá águila, los agarra, se los
pone sobre las plumas y levanta vuelo.
Cuando están bien elevados, se sacude y ellos se
sienten caer en un abismo, algo terrible para los
pobres aguiluchos; pero la mamá los está cuidan-
do, está dándoles vuelta, y cuando parece que ya
van a caer, vuelve y los levanta sobre las alas. ¡Ah!,
descansaron los aguiluchos, cuando de pronto se
repite aquella operación. Las cosas ya no son tan
cómodas como al principio, hasta que los aguilu-
chos aprendan a volar como la mamá. El Señor
quie- re asimismo a sus aguiluchitos, cuando van
crecien- do, entrenarlos en Su negocio. Que
estudien eco- nomía, no humana sino divina; la
norma del hogar. En Ezequiel 43:10 dice: “Tú, hijo
de hombre, mues- tra a la casa de Israel esta casa,
y avergüencense de sus pecados; y midan el diseño
de ella”.
Dios está interesado en mostrar cosas a Su pue-
blo, pero parece que Su pueblo estaba interesado
en sus propios negocios y sus asuntos particulares
y se olvidaron del negocio de Dios. Ezequiel profeti-
zó en pleno tiempo de la cautividad de Babilonia; y
el pueblo hebreo estaba cautivo en Babilonia por-
que se había apartado de Dios, de Su programa y
de Sus maneras; y a cambio habían organizado las
cosas a la manera de ellos. Lo dice claramente 2
Reyes 17:18: “Jehová, por tanto, se airó en gran

EPIGNOSIS, Economía y Misterio [3


manera contra Israel, y los quitó de delante de su
rostro; y no quedó sino sólo la tribu de Judá”. Toda
la Biblia es un solo contenido, la suma. Israel era
Su pueblo; El lo acunó desde niño, pero llegó un
momento en que Su pueblo no le entendía; Su pue-
blo era egoísta, vivía sólo para sus intereses perso-
nales, incluso la religión.
Llegó un momento en que a Dios lo tenían de
pastillita de aspirina: me duele aquí, la aspirina
Dios; Señor, mi trabajito, mi aspirinita Dios; Señor,
un demonio, mi aspirinita Dios. Todos tenemos a
Dios para nosotros; pero qué quiere Dios de
nosotros, eso ya no nos importa. Qué queremos
nosotros es lo que sabemos. Dios acunó a Su
pueblo, y Su pue- blo tenía a Dios para él, pero él
mismo no quería ser para Dios, y se airó Dios con
Israel y los apartó de delante de Sí y solamente
quedó la tribu de Judá, y sigue diciendo el versículo
19: “Mas ni aun Judá guardó los mandamientos de
Jehová su Dios, sino que anduvieron en los
estatutos de Israel, los cuales habían ellos hecho”.
Ellos no se interesaron en la economía de Dios,
programa de Dios, el Reino de Dios, en la
administración de Dios.
Ellos pensaban que podían organizar las cosas a
su manera, como si Dios no fuera el Rey, sino que
ellos lo fueran. Por eso el Señor se enojó, pues no
anduvieron en los estatutos de El sino en los que
ellos mismos hicieron, y nunca pensaron que sus
propios estatutos interferían con los del Señor. Así
sucedía acá con el Concordato suscrito entre el
gobierno colombiano y el Vaticano; interfería con la
legislación colombiana. Los estatutos de los
hombres interfieren con el programa de Dios, y
por eso los
[4 EPIGNOSI
israelitas fueron llevados cautivos a Babilonia. Ellos
habían deseado ser como las demás naciones,
entonces Dios los lleva a Babilonia en parte para
que «disfrutaran» de ese deseo; y allí duran setenta
años, y cuando ya estaban saturados hasta las
narices de Babilonia, algunos empezaron a
aprender la lección. Dios no había pensado
terminar Su programa con Su pueblo en Babilonia;
entonces fue cuando Dios, allá mismo en Babilonia,
le habló al profeta Ezequiel y le dijo: Ezequiel, yo
tengo que hablar contigo. Te voy a mostrar la casa
que yo quiero. Ustedes han hecho lo que quieren, y
por eso están donde están (ver Ezequiel 43:10).
El Señor le mostró a Ezequiel la visión de la casa
de Dios y le manifestó que El seguía queriendo Su
casa. ¿Qué es lo que el Hijo le haría al Padre, no es
una casa? Ese es el deseo del Padre; una casa para
El, a Su gusto, conforme Su modelo; pero entonces
el pueblo estorbó el programa de Dios con sus pro-
pios programas. A Zacarías le mostró el candelero
de oro.
Dios los llevó al cautiverio por setenta años, has-
ta que se cansaran de lo que ellos mismos habían
hecho, pero a Ezequiel le muestra Su programa, Su
casa. Ángel, toma una vara y muéstrale a Ezequiel,
mide los muros así, los pórticos así, los atrios así,
son tantas las escalas y son así y el santísimo es
así, y a la derecha va esto y a la izquierda esto otro.
Ellos continuaban en Babilonia, pero Dios seguía
queriendo Su casa a Su gusto; como Dios la quiere;
no como ellos la estaban haciendo. Avergüencense
de sus pecados y midan el diseño de ella. Si no se
avergüenzan, no van a entender nada, pero si se

EPIGNOSIS, Economía y Misterio [4


avergüenzan de todo lo que han hecho a su manera
y no a la manera de Dios, si se arrepienten y quie-
ren lo que Dios quiere, al precio que sea, entonces
sí, muéstrales.
Si tú prefieres una vida religiosa solamente para
ti, pero no encaminada a servir al Señor, entonces
no vas a entender el diseño de la casa de Dios; por-
que tú quieres un reino para ti y no para Dios. Pero
si se avergüenzan de sus pecados, Ezequiel, mués-
trales el diseño de la casa, su disposición, sus sali-
das y sus entradas y todas sus formas y descrip-
ciones, y todas sus configuraciones y todas sus le-
yes, y descríbelo delante de sus ojos, para que guar-
den toda su forma y todas sus reglas y las pongan
por obra. Esta es la economía; “esta es la ley de la
casa: Sobre la cumbre del monte, el recinto entero,
todo en derredor, será santísimo. He aquí que esta
es la ley de la casa” (Ez. 43:12).
No sólo somos salvos para no irnos al infierno,
sino que somos convocados para la economía de
Dios, para la administración de Dios. En la Biblia
encontramos las palabras dispensación, adminis-
tración, mayordomía, comisión, edificación;
todas esas palabras en el original griego
equivalen a oikonomía, o sea, economía. Esta
palabra se en- cuentra en Efesios capítulos 1 y 3,
en Colosenses, en Lucas 16 (mayordomía), en 1
Corintios 9 (comi- sión), en 2 Timoteo capítulos
1:3,4 (edificación). Es importante hacer la debida
diferenciación entre lo que es la administración
de Dios y la administra- ción de los hombres,
porque el Hijo de Dios en la tierra ha encontrado
otra clase de administración en todas la áreas,
pero la voluntad del Padre es que

[4 EPIGNOSI
Su Hijo tenga la preeminencia en todo, porque es
necesario que todas las cosas le estén sujetas. Es
necesario también entender la esencia de la econo-
mía de Dios, y para ello hay que subirse a la
Epignosis de la verdad; mirar la Biblia no
solamen- te en pedacitos de aquí y de allí sino desde
la suma de la Palabra. Por eso es sumamente
importante el pasaje de Colosenses que hemos
estado desglosando, pues se trata de un pasaje
donde el apóstol Pablo da una gotita concentrada de
lo que significa la economía de Dios.
Hemos estado dando todos estos rodeos en el
cur- so de este capítulo, para llegar allí; para valorar
su importancia. En nuestro organismo existen
muchos miembros del cuerpo, pero en el centro de
nuestra cabeza hay un pequeño trono, un hueso que
se lla- ma la silla turca. Quienes hayan estudiado
anato- mía recuerdan de los huesos del cráneo,
los parietales, los temporales, los pómulos, los
maxila- res y demás, y allá dentro, en el centro y
base del cerebro, se encuentra la silla turca en
donde hay una glandulita que se llama hipófisis,
cuya función es producir una gotita.
Cuando la hipófisis produce esa gotita
concentrada, se desencadena todo el metabolismo
del organismo. Esa gotita da la orden a otra
glándula, la que a su vez produce otras sustancias y
así sucesivamente y coordinadamente todo empieza
a funcionar gracias a esa gotita concentrada que
produce la hipófisis. El Señor Jesús es la Cabeza
de la Iglesia y es quien pone en orden el
metabolismo de todo el Cuerpo de Cristo.
Encontramos esas gotitas en la Biblia, no en ninguna

EPIGNOSIS, Economía y Misterio [4


otra parte; en pasajes como este de Colosenses,
donde el apóstol nos dice en forma resumida en
qué consiste la orden de la Cabeza para todo el
Cuerpo; qué es a fin de cuentas lo que Dios quiere;
en qué consiste el negocio de Dios en la tierra.
Volvemos a leer en Colosenses 1:25. Nótese que
Pablo fue hecho ministro de la Iglesia, según la eco-
nomía de Dios. Tú no tienes que ser ministro según
los estatutos fabricados por ti, sino según la admi-
nistración de Dios, para que no estorbes a Dios,
para que no boicotées el programa de Dios, sino
para que colabores con Dios; si en verdad lo amas a
El más que a ti, porque si te amas a ti más que a El,
vas a hacer las cosas para ti, conforme a tus intere-
ses, y no los del Señor; pero si lo amamos a El,
estamos dispuestos a llevar la cruz para que Su
Cuerpo, que es Su casa y no otra cosa distinta, sea
edificada.
Dice así la Palabra: “...hecho ministro, según la
administración de Dios que me fue dada para con
vosotros, para que anuncie cumplidamente la
Pala- bra de Dios”. Eso significa que a Pablo se le
reveló en qué consiste la economía de Dios en la
tierra. Es preciso subrayar en nuestro corazón esa
frase “anuncie cumplidamente”; o sea que no es
solamente anunciar lo del buen samaritano, los
proverbios de Salomón o los mandamientos para
los maridos que amen a sus esposas. Todo esto es
muy bonito, tiene su lugar en la Biblia, pero en el
conjunto.
Aquí dice, anuncie cumplidamente la Palabra de
Dios; es decir, la suma de la Palabra, la visión
coherente de la fe que una vez fue dada a los santos,
como un corpus orgánico de la verdad, de la

[4 EPIGNOSI
revelación divina. Pero Pablo en el siguiente
versículo explica que la Palabra de Dios cumplida
es un misterio. Dentro de la economía de Dios hay
una primera etapa, una segunda, una tercera, pero
toda tiene una culminación. No podemos entrar
en Apocalipsis, que es la culminación, sin ver la
eternidad del corazón de Dios, el objetivo de Dios.
Para entender bien Apocalipsis hay que entender
la quintaesencia de la Biblia. Cuando Dios al fin
consiga lo que El quiere, entonces Su Palabra ha
sido cumplida. Lo que Dios quiere es para los
hombres un misterio, pero el Nuevo Testamento
nos revela el misterio de lo que Dios quiere.

La síntesis del misterio de Dios


No todas, pero la mayoría de las veces sabemos lo
que nosotros queremos, pero lo que Dios quiere nos
ha importado poco. Lo que Dios quiere está sobre lo
que tú quieres. Debemos entender lo que Dios quie-
re; de lo contrario, vamos a hacer las cosas como
nosotros queremos. «Que anuncie cumplidamente la
Palabra de Dios». ¿Cuál es la Palabra de Dios cum-
plida? El misterio que se ha mantenido oculto des-
de los siglos en Dios. El verso 26 dice: “...el misterio
que había estado oculto desde los siglos y edades,
pero que ahora ha sido manifestado a sus santos”.
Esa es la Palabra de Dios cumplida. Dios en Su
corazón tenía algo que para los hombres es miste-
rio, porque ¿Quién conoció las cosas de Dios sino el
Espíritu de Dios? Nadie puede conocer lo que Dios
tiene en Su corazón sino Su propio Espíritu, y Su
propio Espíritu nos tiene que revelar el misterio que
estaba oculto en Dios desde los siglos y edades. Lo

EPIGNOSIS, Economía y Misterio [4


que quería Dios es Su Palabra cumplida: el miste-
rio. Y ahora va a decir ese misterio: “... que ahora
ha sido manifestado a sus santos”. Es maravilloso
lo que estamos leyendo; ahora es la época de la Igle-
sia, de la gracia, del Nuevo Testamento; el misterio
que estaba oculto en Dios, el cual consiste en el
cumplimiento de Su Palabra, ha sido manifestado a
los santos, (v.27):
“...a quienes Dios quiso dar a conocer las
riquezas de la gloria de este misterio entre los
gentiles; que es Cristo en vosotros, la
esperanza de gloria”.
Ahí está la gotita que pone en funcionamiento
todo el metabolismo del Cuerpo; esa es la síntesis
del misterio de lo que Dios quería, dar a los santos
las riquezas de la gloria del misterio entre los
gentiles, y ese misterio es Cristo en vosotros, la
esperanza de gloria manifiesta de Dios, a través de
la Iglesia. Esa es la síntesis del misterio oculto en
Dios; esta es la síntesis de toda la Palabra cumplida
de Dios.
Dios quiere producir la incorporación plena de
Cristo en la plenitud de la Iglesia, para que la
plenitud de la gloria de Dios sea conocida por la
Iglesia y a través de ella. Para eso trabaja Dios; para
eso trabajó con los patriarcas, y siguió trabajando
con Moisés, con los jueces, luego con los reyes, con
los profetas, más tarde con los apóstoles, con los
llamados “padres” de la Iglesia, con los
reformadores, y sigue trabajando hoy, porque en
síntesis lo que quiere Dios es producir la
incorporación de Cristo en Su único pueblo para
expresión de Su gloria. Es muy bueno que yo no me
vaya al infierno, pero eso

[4 EPIGNOSI
no es suficiente, pues tengo que ser llamado y
configurado a Cristo en todo el Cuerpo, para que la
gloria de Dios sea manifestada a y por la Iglesia. El
rótulo es: Cristo en vosotros, la esperanza de
gloria; ese es el misterio, la punta de la pirámide, el
objetivo central, la Palabra de Dios cumplida. Cada
elemento de esta frase es riquísimo.
Por ejemplo, fijémonos en la primera palabra:
Cristo. Si vamos a desglosar esa primera palabra,
ahí tenemos la divinidad, la humanidad, las relacio-
nes del Padre con el Hijo en la eternidad, la deci-
sión eterna de Ellos, Su plan, Su despojamiento,
Su encarnación, Su vivir humano, Su muerte en la
cruz, Su sepultura, Su viaje de ultratumba por arri-
ba y por abajo, Su resurrección, Su ascensión, Su
intercesión, Su gobierno, Su sacerdocio, Su venida,
Su reino; cuántos elementos encierra esta primera
palabra de la fórmula, Cristo. Por eso, cuando dice
la «hipófisis»: Cristo en vosotros. la esperanza de
glo- ria, el sólo oír la palabra Cristo en, la Iglesia
cono- ciendo a Cristo, la primera palabra con la
segunda, tiene un significado muy grande. Porque
no es so- lamente Cristo en el pasado, o en la cruz, o
en el cielo a la diestra del Padre, sino en vosotros.
Cristo en, significa la trasmisión de todo lo que el
Señor es, todo lo que El logró en Su vivir, en Su
morir, en Su resucitar, en Su ascender, todo eso
participado a la Iglesia; y está indicando cuál es el
lugar de Cristo, para que El tenga la preeminencia
en todas las cosas. Cuando usted encuentra algún
rinconcito donde no reina Cristo, ahí está la palabra
en; lo que Dios quiere es que Cristo esté donde aún
no está. Luego viene la palabra vosotros. Vosotros

EPIGNOSIS, Economía y Misterio [4


es cada uno y es todos juntos, como iglesia en
Colosas, y como Cuerpo de Cristo universalmente.
Vosotros es la Iglesia universal manifiesta en cada
localidad, un candelero. Vosotros es cada miembro
del Cuerpo de Cristo, con su espíritu, su alma y su
cuerpo. Cristo en vosotros, significa la regeneración
de cada uno en su espíritu, la renovación de cada
uno en su alma, la glorificación de cada uno en su
cuerpo, la coordinación de todos juntos como un
solo Cuerpo en Efeso, como un solo Cuerpo en
Esmirna, como un solo Cuerpo en Pérgamo, en
Corinto, en Jerusalén, en Fontibón, en el universo.
Cristo en vosotros, es la gotita que desencadena
todo el metabolismo del cuerpo, todo lo que El
quiere.
Luego termina diciendo: la esperanza de
gloria. Sólo hay una, es única; el Señor no tiene
muchos programas, ni muchas metas. El tiene una
sola meta, un solo objetivo, y nosotros no tenemos
sino una sola esperanza; y por eso dice en Efesios:
“una misma esperanza”. Esa palabra, esperanza, es
la síntesis de toda la escatología divina, tanto para
el alma de las personas, para las naciones, para
Israel, para la Iglesia, como para el universo.
Esperanza de gloria, muestra la culminación del
programa de Dios, es la síntesis de Apocalipsis.
¿En qué termina Apocalipsis? En la Nueva
Jerusalén de Dios descendiendo del cielo de Dios,
teniendo la gloria de Dios manifiesta, toda
transparente, no distorsionando la gloria de Dios
con sus intereses. La Iglesia llega a ser diáfana como
el cristal; la esposa del Cordero cristalina para que
Su gloria, que estaba oculta porque no había nada a
quien mostrársela, ahora por fin se la puede
mostrar al resto del universo desde la lumbrera,
Cristo y Su Cuerpo,
[4 EPIGNOSI
que es la Iglesia. En esa profunda y rica frase, Cristo
en vosotros la esperanza de gloria, está condensado
lo que Dios siempre quiso desde antes de la
fundación del mundo. Es necesario tener la
revelación en forma completa.

EPIGNOSIS, Economía y Misterio [4


EPIGNOSIS

Capítulo 3

PROPÓSITO, ENCABEZAMIENTO
Y MISTERIO

La madurez de la Iglesia y la progresión de la


revelación divina
La epístola de Pablo a los Efesios no es de las
primeras del apóstol. Se clasifica entre las que pue-
den llamarse epístolas de la prisión. Eso significa
que fueron escritas cuando Pablo ya había recorri-
do bastante y estaba preso en Roma. Esta es una
epístola más profunda, teniendo en cuenta también
que fue dirigida a una iglesia más madura, y en
una condición necesaria para poder tocar ciertos
temas.
Cronológicamente las epístolas más tempranas
son la lª y 2ª a los Tesalonicenses, en las cuales el
apóstol habla a una iglesia nueva, y les dice frases
como “...y cómo os convertisteis de los ídolos a
Dios, para servir al Dios vivo y verdadero, y
esperar de los cielos a su Hijo, al cual resucitó de
los muertos, a Jesús, quien nos libra de la ira
venidera” (1 Tesalonicenses. 1:9b-10). En esa frase
parece que el apóstol está recordando una
experiencia reciente. Los tesalonicenses eran
griegos que fueron idólatras; se les habla mucho de
la segunda venida de Cristo. Si revisamos la primera
epístola a los Tesalonicenses, observaremos que al
final de cada capítulo el apóstol
[49]
[5 EPIGNOSI
habla de la venida del Señor. Parece que el énfasis
en esta epístola es escatológico; habla de la venida
del Señor, de las últimas cosas. Eso es importante;
parece que cuando uno es nuevo lo primero que le
llama la atención es lo relativo a los últimos
tiempos, el cumplimiento de las profecías, que se
acerca la venida del Señor, y todo esto es verdad y
es serio y respetable. Siempre que vamos a buscar
algún tema escatológico, debemos ir a
Tesalonicenses, donde nos habla del
arrebatamiento, de la venida del Señor con voz de
trompeta, voz de arcángel, que lo recibimos en
las nubes.
Siguiendo la cronología en la vida de Pablo, las
epístolas que vienen a continuación son a los
Gálatas, a los Romanos, cuyos temas son muy pa-
recidos y en donde la carga del Espíritu y del cora-
zón de Pablo es más soteriológica que escatológica.
Escatología es aquella parte de la Palabra de Dios
que se ocupa de las últimas cosas, la consumación,
y viene del griego escaton, que quiere decir consu-
mación, últimas cosas. Pero soteriología viene de la
raíz sotería (í), que significa salvación.
Soteriología es entonces aquella parte de la Palabra
de Dios que se ocupa de la salvación; ya no es de los
últimos tiempos, sino de la gran salvación realizada
por el Señor. Soter significa salvador. Cristo es
nues- tro Salvador. La esencia de la epístola a los
Gálatas es el evangelio de salvación, la justificación
por la fe, la vida en el Espíritu; temas que son
explicados profundamente en la epístola a los
Romanos, en donde hace un diagnóstico de la
condición huma- na, de lo que es el pecado, de lo
que son los peca- dos, de lo que es la ley del pecado
y de la muerte en nuestra carne, y cómo Dios con
la sangre de Cristo
[5 EPIGNOSI
limpia nuestros pecados y por medio de morir jun-
tamente con Cristo en la cruz, somos libertados del
pecado, y cómo por la ley del Espíritu de vida en
Cristo Jesús nos libra de la ley del pecado y de la
muerte. Podemos ver un diagnóstico de la condi-
ción caída del hombre, y también el remedio que
salva al hombre no solamente del infierno, porque
no sólo debemos ser salvados del infierno sino de
nosotros mismos y de muchas otras cosas. La salva-
ción de Dios tiene que ser conforme el problema
del hombre, y ahí tenemos a Gálatas y Romanos,
aportando y sacando riquezas de la Soteriología. Ya
el énfasis no es de las últimas cosas. Pero Pablo
sigue madurando, sigue madurando la Iglesia, y llega
el momento en que el Señor providencia que Pablo
vaya a la cárcel y allí tenga tiempo de estar con el
Señor, y escribir.
Algunos han afirmado que la epístola a los
Efesios es lo más profundo que se ha escrito en la
tierra, lo más profundo de toda la Biblia aunque
toda la Biblia es profunda. En la epístola a los
Efesios, Dios nos abre Su propio corazón. Es
interesante que nos haya tocado vivir en los
últimos tiempos, y es para ubicarnos más o menos
en la intervención de Dios en la historia. La
salvación es el trabajo de Dios para poder
recuperar al hombre. ¿Para qué? La respuesta
entra en los arcanos del corazón de Dios; Su
objetivo eterno, Su propósito eterno, y las etapas,
los escalones, la manera para llevar adelante ese
objetivo. La epístola a los Efesios es riquísima,
donde aparece la revelación de parte de Dios acerca
de cosas que en otras partes no son tan explícitas.
En toda la Palabra hay revelación de Dios, pero el
Señor tiene capítulos para tratar unas cosas,
capítulos para
Propósito, encabezamiento y misterio [5
tratar otras. Al analizar bien la revelación de Dios,
no podemos irnos sólo al final; es preciso irnos a
antes de la fundación del mundo, porque eso es lo
que determina el final. Para poder determinar la
interpretación de Apocalipsis, es preciso irnos a
antes del tiempo de Génesis; pero lo que habla de
antes de ese tiempo de Génesis es Efesios, porque
nos habla de lo que acontecía en el corazón de Dios
antes de Génesis. No puede haber Apocalipsis sin
Génesis, y no puede haber Génesis sin Efesios.
Leemos en Efesios 1:8 en adelante: “...que hizo
sobreabundar para con nosotros en toda sabiduría
e inteligencia”. En el verso 7 había hablado de la
redención y del perdón de los pecados, y
ciertamente eso es gracia, pero dice que la gracia
del Señor va más allá de la redención. Algunas veces
habíamos tomado la gracia solamente como el
perdón de los pecados. En el versículo 7 dice: “...en
quien tenemos redención por su sangre, el perdón
de pecados se- gún las riquezas de su gracia”, o sea
que la reden- ción llega por gracia, pero en el verso
8 nos muestra otro aspecto de la gracia, y dice que
hizo sobrea- bundar la gracia del perdón, de la
redención; una gracia muy abundante, pero dice
que el Señor si- guió sobreabundando en gracia y
ahora esa gracia sobreabundante se relaciona con la
revelación del misterio de Su voluntad; porque la
redención era para capacitarnos, para que
pudiéramos colaborar con Dios en Su propósito; y
es así como vino ese primer aspecto de la gracia y
nos hizo saber y parti- cipar de Su amor, de Su obra
en la cruz, de Su perdón, de Su redención.

[5 EPIGNOSI
Ya han sido compradas las piedras para la edifi-
cación, pero hay que asignarles su lugar en la cons-
trucción del edificio; ahora la gracia tiene que se-
guir operando en los salvados, para revelarles para
qué fueron salvados, cuál es el objetivo de Dios al
salvarnos; y dice (v.9): “Dándonos a conocer el mis-
terio de su voluntad, según su beneplácito, el cual
se había propuesto en sí mismo”. Es la misma Pala-
bra la que nos habla de estos misterios. Antes se
nos hablaba en el catolicismo de los «misterios go-
zosos, dolorosos, gloriosos»; pero hoy hablamos del
glorioso misterio de la Palabra de Dios cumplida, la
gloria de las riquezas de la gloria de ese misterio.
Ese es el misterio glorioso. Muchos científicos no
saben qué hacemos acá en la tierra. Algunos, des-
pués de revisar huesos y otras cosas, creen que vi-
nieron del mono, e ignoran para qué están acá; pero
el Señor a Su pueblo le revela el misterio de Su
voluntad por gracia. Aquí hay unas palabras claves
que hablan del beneplácito de Dios. Una cosa es lo
que a nosotros nos place y otra lo que a Dios le
place. La redención de la que hemos sido objetos
por parte del Señor es por causa de lo que a El le
place. Hemos sido redimidos para que El tenga sa-
tisfacción en Su corazón. Beneplácito es lo que a
Dios le agrada. Cada persona, según su categoría
moral, se agrada de ciertas cosas; lo que le agrada a
algunas personas del mundo, ya no le agrada a los
santos de Dios; y entre los santos hijos de Dios, lo
que algunos toleran, otros no lo pueden tolerar,
sino que se separan para Dios. Podemos
imaginarnos entonces lo que a Dios le agrada, lo
que le place; no tiene que ser una cosa pequeña,
sino gloriosa y mis- teriosa, y a Dios le agradó abrir
Su corazón.

Propósito, encabezamiento y misterio [5


Epignosis en el propósito de Dios
Dios se ha presentado a sí mismo como un novio
y a la Iglesia como una novia; el Señor le abre Su
corazón a la novia, a Su amada y se le declara. Al
comienzo no le dice todo, sino que empieza revelán-
dole lo que a El le agrada, el beneplácito de Su co-
razón. Debe ser algo como lo que le dice Pablo a los
Corintios: “Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han
subido en corazón de hombre...” (1 Co.2:9); es algo
que sólo puede subir al corazón de Dios. El no se
quedó callado acerca de lo que subió a Su corazón,
sino que cuando Dios en Su interés comenzó a em-
plearse en un objetivo que se puso a Sí mismo,
tomó una decisión; Su beneplácito se lo propuso. El
hom- bre muchas veces quiere algo, se propone
algo, pero empieza a poner peros y no llega a
nada.
Dios no es así, sino que lo que a El le place, se lo
propone, y por eso existe algo que Dios se propuso y
eso nos lleva al propósito eterno de Dios. La Iglesia
no debe ignorar eso; la Iglesia debe amar el
propósito de Dios, debe entender a Dios. Dice en
Jeremías 9:23-24: “No se alabe el sabio en su
sabiduría, ni en su valentía se alabe el valiente, ni el
rico se alabe en sus riquezas. Mas alábese en esto el
que se hubiere de alabar: en entenderme y
conocerme, que yo soy Jehová...” . Al Señor no le
preocupa todas esas ínfulas de los hombres, pero si
alguno le conoce o le entiende, eso es lo que El
quiere. Sin duda el más mal entendido es Dios. Al
que más malentienden las criaturas, los hijos de los
hombres, es a Dios; al que le echan la culpa de todo
es a Dios. Si conocieran a Dios, si conocieran el
corazón de Dios, lo que El quiere, lo que le place, lo
que se propuso. Así como
[5 EPIGNOSI
en Colosenses encontramos aquel versículo donde
aparece sintetizado en qué consiste el negocio de
Dios, aquí también en el verso 10 encontramos en
qué consiste lo que Dios se propuso, qué es lo que
quiere el corazón de Dios; nos dice con claridad que
ese es el beneplácito que Dios se propuso: “...de
reunir todas las cosas en Cristo, en la dispensación
del cumplimiento de los tiempos, así las que están
en los cielos, como las que están en la tierra”. Si
queremos entender a Dios, este versículo nos dice
qué es lo que llena de alegría el corazón de Dios.
Dios se propuso reunir, no dividir, no separar;
esa palabra reunir es volver a poner en unión, en
coordinación, algo que a partir de determinado
momento se habría de descomponer, el universo.
Ahora el Señor se propuso reunir todas las cosas,
encabezarlas. Dios está detrás de ti, porque hay un
lugar que es tu lugar correcto; si no es en Cristo,
está fuera del lugar, está perdido, y hay que rescatar
lo que está perdido y ponerlo en su lugar, ubicarlo
en su posición correcta a los ojos de Dios. Puede
ser que tú estés satisfecho contigo mismo, pero si
Dios no está satisfecho contigo, tú no estás en el
lugar que te corresponde. Necesitamos comprender
a Dios, qué es lo que El quiere y cuál es mi lugar en
lo que El quiere. Dios quiere que todas las cosas
sean encabezadas por Su Hijo; Dios se propuso
darle a todas las cosas una Cabeza; ninguno de
nosotros es la Cabeza. Dice en Colosenses que al
Padre le agrada la preeminencia del Hijo. Antes que
existiese el universo, existía el Hijo con el Padre y el
amor del Padre es con el Hijo y todo lo que hace el
Padre lo hace para el Hijo. Todos nosotros
debemos comprender que fuimos creados para el
Hijo de Dios.

Propósito, encabezamiento y misterio [5


La realización de nuestro ser, el sentido, el destino,
el significado de nuestra persona es en relación
con el Hijo. Cuando Dios planeó al hombre y a la
Iglesia, porque realmente la Iglesia es el hombre
que El planeó, eso tuvo y tiene relación con el Hijo.
Cuando Dios dijo: “Hagamos al hombre a nuestra
imagen”, se estaba refiriendo al Hijo, porque el Hijo
de Dios es la imagen de Dios, o sea que Dios hizo
al hombre para portar la imagen de Su Hijo; eso
significa que el hombre debe ser conformado a la
semejanza de Su Hijo.
No estamos en esta tierra para robarnos nuestro
propio ser y llevárnoslo para donde nosotros quera-
mos, porque no somos nuestros; fuimos creados en
relación con el Hijo y comprados otra vez. Dios
quiere encabezar todas las cosas con el Hijo, y a ese
Hijo le planeó una esposa, una coheredera. Dios se
propu- so reunir todas las cosas, y nada tiene
sentido en sí mismo sin relación con Cristo. Nos
volvemos a en- contrar aquí la palabra economía
(dispensación), pues es el tema central de toda la
Biblia. Economía es todo un arreglo administrativo,
una exposición de un reino para exaltar y expresar a
Cristo. Dice que existe una economía de los
tiempos, y los tiem- pos tienen cumplimiento; las
cosas que acontecen en las eras de los períodos,
tienen un sentido; lo que Dios tiene en mente es la
economía de los tiem- pos que van aconteciendo
para preparar un cumpli- miento, un Reino en el
cual todo ha sido reunido a Cristo. Existe al final de
los tiempos un cumplimiento que cada era tiene que
llevar a cabo en función de un objetivo con cada
período. Dios logra un poquito más, después viene
otra situación, otro período, viene el tiempo de los
patriarcas, viene el de la ley, los

[5 EPIGNOSI
profetas, la gracia; todos esos tiempos van
caminan- do en relación a un cumplimiento hasta
llegar a la dispensación del cumplimiento de los
tiempos, en la cual todas las cosas han sido
reunidas, encabe- zadas por el Hijo.
En el Salmo 110:1 dice: “Jehová dijo a mi
Señor: siéntate a mi diestra, hasta que ponga a
tus enemi- gos por estrado de tus pies”. El lugar
de Cristo es el de la preeminencia, la Cabeza, y la
Iglesia aparece en Efesios 1:11, pues en el
versículo 10 la palabra Cristo se refiere
únicamente al Señor Jesús, pero cuando
empezamos a mirar el misterio de Cristo nos
damos cuenta de que la palabra Cristo también
incorpora a Su Cuerpo, y esa incorporación
apare- ce en el verso 11, que dice:
“En él asimismo tuvimos herencia,
habiendo sido predestinados conforme al
propósito del que hace todas las cosas según
el designio de su voluntad”.
Ese asimismo nos indica que tenemos parte en
el encabezamiento que Cristo tiene de parte de
Dios sobre el universo, porque somos los
miembros de Cristo, el Cuerpo de Cristo, la
Esposa de Cristo. En 1 Corintios 12:12 dice:
“Porque así como el cuerpo es uno, y tiene
muchos miembros, pero todos los miembros del
cuerpo, siendo muchos, son un solo cuerpo, así
también Cristo”.
Entonces Cristo es como un Cuerpo que tiene
muchos miembros. Cristo corporativo no es
solamente Cristo Jesús en la cruz, en la sepultura,
en la resurrección, en la ascensión a la diestra del

Propósito, encabezamiento y misterio [5


Padre, sino también en nosotros. Dios quiere reunir
en Cristo todas las cosas del cielo y de la tierra. En
Efesios 3:1-3 dice:
“1Por esta causa yo Pablo, prisionero de Cristo
Jesús por vosotros los gentiles; 2si es que ha-
béis oído de la administración de la gracia de
Dios que me fue dada para con vosotros; 3que
por revelación me fue declarado el misterio,
como antes lo he escrito brevemente”.
En esta corta frase nos damos cuenta de que lo
que Pablo hacía y lo que le acontecía era por esta
causa. Pablo tiene en cuenta una causa; esa pala-
bra causa, propósito, objetivo, es importante para
la Iglesia; se nos habló para qué somos salvados;
pues por esta causa. En el capítulo 1 se nos revela
que Dios tiene un beneplácito, un propósito y que
la Iglesia tiene un lugar central con Cristo como
Cuerpo de El, para contenerlo, expresarlo a El
como canal, como carne de su carne, y hueso de
sus huesos; esa es la causa.
También en Efesios 1:15-16a, dice: “Por esa causa
también yo, habiendo oído de vuestra fe en el
Señor Jesús, y de vuestro amor para con todos los
santos, no ceso de dar gracias por vosotros...”. ¿Por
qué Pablo empieza a orar por la iglesia? Por esa
causa. Debemos entender la causa de Dios, la cual
debe llegar a ser nuestra causa. Por causa de lo que
Dios quiere, Pablo se dio cuenta de para qué
vivíamos, para qué existíamos, para qué Dios nos
tenía en la tierra. Es muy triste no tener ninguna
causa o tener causas tan sin valor como las que hay
en la tierra; la causa de Dios es muy hermosa. En
Efesios 3:14 vuelve Pablo a repetir “por esta causa”.
Nosotros

[5 EPIGNOSI
debemos movernos por esta causa; lo que hagamos
sea conforme a esta causa; pero si desconocemos
cuál es la causa, no sabemos para qué somos
cristianos, no sabemos para qué somos hijos de Dios.
Pablo luchaba, intercedía y aun estaba preso por
esta causa. El dice: por esta causa soy prisionero de
Cristo Jesús. Pablo no se quejaba de estar en ese
lugar porque sabía que estaba en las manos de Dios;
Pablo sabía que existía para Cristo, y se sentía
prisionero de Cristo, administrador de Cristo; todo
en relación con nosotros sea en Cristo y Pablo sabía
que lo que estaba escribiendo desde la cárcel era
sobre el misterio de Cristo. En Efesios 3:4-5 dice:
“...leyendo lo cual podéis entender cuál sea
mi conocimiento en el misterio de Cristo,
misterio que en otras generaciones no se dio a
conocer a los hijos de los hombres, como
ahora es revelado a sus santos apóstoles y
profetas por el Espíritu”.
Ahí podemos entender a fondo lo que Pablo es-
cribía sobre el misterio de Cristo. El misterio de
Cristo y el tema central del Nuevo Testamento no
consiste solamente en que la gente no se vaya al
infierno; el Espíritu Santo se encarga de revelar a
los apóstoles y profetas del Señor el misterio de
Cristo. “6Que los gentiles son coherederos y
miembros del mismo cuer- po, y copartícipes de la
promesa en Cristo Jesús por medio del evangelio”.
Podemos ver que en Efesios 3:3-6 está la gotita
concentrada o el punto clave que mueve todo el
metabolismo del cuerpo, así como vimos que estaba
en Colosenses 1:26-27 y en Efesios 1:10, que nos
revela claramente cuál es el misterio de Cristo, la
Iglesia, la Esposa de Cristo.

Propósito, encabezamiento y misterio [5


Asimismo nos revela que los gentiles son cohere-
deros y miembros del mismo Cuerpo. El misterio
de Cristo consiste en un Cuerpo que tiene muchos
miembros el cual es coheredero con Cristo, y ese
Cuerpo es la Iglesia, copartícipes de la promesa en
Cristo Jesús por medio del evangelio; participan-
tes de Cristo para contenerlo a El, para configurar-
nos a El, para ser un Cuerpo, para que El se meta
dentro de nuestro ser y se exprese en el cuerpo de
muchos. Si no es en relación con El, si no es El
quien se mete en nosotros, si no es El quien se
mueve en nosotros, si no es El quien actúa en no-
sotros, todo es necedad. Porque fuimos creados
para El, somos Su asistente, Su costilla, Su Iglesia,
Su Esposa. El verso 7 dice: “...del cual yo fui hecho
ministro por el don de la gracia de Dios que me ha
sido dado según la operación de su poder”. Esa es
la manera como Dios hace ministros, operando. Y
sigue en el verso 8, donde Pablo se asombra: “A
mí, que soy menos que el más pequeño de todos los
santos, me fue dada esta gracia de anunciar entre
los gentiles el evangelio de las inescrutables rique-
zas de Cristo”. Inescrutable significa que nunca se
termina de escudriñar, salen y salen riquezas de
Cristo y todavía no es el punto, no se agota. “9Y de
aclarar a todos cuál sea la dispensación del miste-
rio escondido desde los siglos en Dios, que creó to-
das las cosas”. No puede haber Apocalipsis sin la
dispensación del misterio escondido. Pablo tenía
que anunciar el evangelio para poder rescatar a
los perdidos para el propósito de Dios. Pero tam-
bién tenía que aclarar para qué fueron salvados;
por eso anunciar el evangelio y aclarar la econo-
mía del misterio, es trabajo de Pablo.

[6 EPIGNOSI
La epignosis es responsabilidad de la Iglesia
La Iglesia debe tener pleno conocimiento de eso.
Pablo le dice a Timoteo: “Lo que has oído de mí
ante muchos testigos, esto encarga a hombres
fieles que sean idóneos para enseñar también a
otros”. Si la Iglesia desconoce de dónde viene y para
dónde va, y sólo nos pasamos distraídos de tema en
tema, de derecha para izquierda y de izquierda para
dere- cha, “llevados por doquiera de todo viento de
doctri- na”, porque no sabemos para dónde va el
Señor, o queremos caminar sin sentido en la vida,
que venga cualquier viento y nos vamos para allá.
No; la Iglesia debe saber exacta y claramente qué es
lo que quie- re el Señor. En eso debemos entenderle
al Señor, amarlo, comprometernos con El, no
distraernos en nada, sino seguir el propósito eterno
de Dios, la economía del misterio escondido de
Dios, “para que la multiforme sabiduría de Dios
sea ahora dada a conocer por medio de la Iglesia”,
no solamente en Jerusalén, Judea, Samaria y hasta
lo último de la tierra, sino ante principados y
potestades en luga- res celestiales. La Iglesia tiene
que ser aclarada acer- ca de la economía divina para
que pueda cumplir su trabajo ahora. No es allá en
el Milenio, en el Cielo Nuevo y Tierra Nueva. No;
desde ahora la Igle- sia debe tener la carga del
propósito de Dios y de su economía. La Iglesia es
una casa espiritual, una edificación en el Espíritu.
La Iglesia pertenece a la nueva creación; la Iglesia
es una realidad interior, espiritual; la Iglesia es la
obra maestra de Dios; todo lo relacionado con la
Iglesia toca la niña de los ojos de Dios. La Iglesia es
un misterio glorioso, es cosa delicada.

Propósito, encabezamiento y misterio [6


Los demonios se dan cuenta de que la Iglesia es
espiritual. En Hechos 19 encontramos el caso de los
hijos de Esceva intentando invocar el nombre de Je-
sús, “el que predica Pablo”, para echar fuera demo-
nios. Tal vez lo hacían usando las mismas palabras,
el mismo tono de voz, pensando que era una cues-
tión de fórmulas, de ritos; pero “el espíritu malo
dijo: A Jesús conozco, y sé quién es Pablo; pero
vosotros,
¿quiénes sois?” (Hechos 19:15). La Iglesia es una
casa espiritual de Dios; Dios morando en el
Espíritu, una morada corporativa de Dios formada
por todos los hijos de Dios, interrelacionada como
el solo Cuerpo de Cristo; ese es el negocio de Dios
en la tierra; esa es la obra maestra de Dios. No hay
cosa más linda que haya hecho Dios que la Iglesia.
La Iglesia no son las cuatro paredes de afuera.
Dice en 1 Pedro 2:5: “...edificados como casa
espiritual y sacerdocio san- to...”; la Iglesia es algo
del Espíritu; no es de ti solo y de mí solo, la Iglesia
es Cristo incorporado y reparti- do en todos los
hijos de Dios, como un solo único hombre, por lo
tanto un solo Cuerpo.
En Efesios se nos habla del cuerpo y un solo y
nuevo hombre; ese es el misterio de la Iglesia; eso
es lo que Pablo quería aclarar; eso es lo que todos
los santos tenemos que entender; la Iglesia desde
adentro. No tenemos que mirar a la Iglesia por
fuera; con los ojos naturales no vemos la Iglesia.
Dice en 1 Juan 3.1b: “...por esto el mundo no nos
conoce, porque no le conoció a él...”. Eso significa
que quien no conoce a Cristo no conoce a la
Iglesia. “El que a vosotros recibe, a mí me recibe,
y el que me recibe a mí, recibe al que me envió”.
El misterio de Dios es Cristo, el misterio de
Cristo es la Iglesia. Ante principados y
[6 EPIGNOSI
potestades en lugares celestiales, la

Propósito, encabezamiento y misterio [6


Iglesia es una realidad interior; los demonios se dan
cuenta si verdaderamente estamos en Cristo. Cuando
estamos en Cristo, entonces somos la Iglesia. Cuando
estamos en Su nombre, cuando es El en nosotros, y
es algo más precioso, la Iglesia es la casa que el
Padre dijo a David que su Hijo le edificaría. David,
tú no me edificarás casa porque tú has derramado
mucha sangre, pero tu hijo me edificará casa. Dios se
sienta en los cielos, y quiere poner Sus pies en la
tierra. Pero hay mucho pecado en la tierra, entonces
el Hijo viene a recuperar la tierra para que el Señor
pueda poner Sus pies. Ahora bien, la casa de Dios en
la tierra es la Iglesia; pero no se trata de una casa
exterior; no es un montón de organizaciones y
programas; es Cristo en la tierra a través de Sus
hijos, por el Espíritu: ¡un solo Cristo, un solo
Cuerpo!, “El en vosotros la esperanza de gloria”.
Por eso dice que el misterio tenía que ser aclarado
para que la multiforme sabiduría de Dios sea
ahora dada a conocer por medio de la Iglesia, a los
principados y potestades en lugares celestiales,
conforme el propósito eterno que hizo en Cristo
Jesús. Hay algo que Dios quiso: cuando Jesús
resucitó, nació la Iglesia; hubo vida de Dios en
nosotros por Su Espíritu; eso es el hombre nuevo. La
Iglesia no son reuniones, pero las hay de vez en
cuando.
Todo lo que esté desvinculado de Cristo no tiene
nada que ver con la Iglesia. La Iglesia es Cristo en la
tierra por Su Espíritu. Su propósito es con nosotros
en Cristo, conteniéndolo a El, portándolo a El,
canalizándolo a El, expresándolo a El. No
imitándolo solamente, no; sino que debe ser El
mismo como nuestra vida; El ejercitando Su
persona en nuestro vivir colectivo y corporativo;
ese es el objetivo y
[6 EPIGNOSI
propósito eterno de Dios, y ya Dios lo llevó a
cumplimiento en Su Hijo Jesucristo, porque Dios
ya se expresó en la humanidad de Su Hijo Jesús;
ya la humanidad fue glorificada en Su Hijo
Jesucristo. Ahora el Espíritu de Su Hijo es dado a
nosotros para participarnos y compartirnos todo lo
que Él es y lo que hizo en Jesucristo para nosotros.

Propósito, encabezamiento y misterio [6


EPIGNOSIS

Capítulo 4

CONFORMADOS A LA IMAGEN DIVINA

Cuando Dios habla, muestra lo que tiene en Su


corazón
Estábamos diciendo en el día de ayer acerca de
la dificultad para entender Apocalipsis, y era el
deseo de algunos hermanos que tocásemos ese
libro; además, ese libro es la culminación de la
Biblia; y decíamos que no puede haber Apocalipsis
sin el resto de la Biblia y sin el Génesis; y también
decíamos que no puede haber Génesis sin Efesios,
pues en Génesis aparece la creación, pero en
Efesios, como en otros lugares, aparece el eterno
propósito de Dios desde antes de la fundación del
mundo. Por eso tuvimos que dedicar un tiempo
para considerar algunos pasajes claves en el libro
de Efesios. Quizás en la segunda ronda de hoy
volvamos a Efesios, pero creo que después de
haber considerado lo que consideramos ayer,
ahora sí, habiendo tocado someramente Génesis
ayer, hoy vamos a empalmar otra vez desde
Génesis en adelante. Entonces vamos a abrir la
palabra del Señor en libro de Génesis capítulo I.
Génesis es el libro de los orígenes, es el libro donde
se siembran las primeras semillas de la revelación
divina, tanto las de Dios como las del diablo; y estas
dos semillas, este trigo y esta cizaña crecen juntas a
lo largo de toda la historia, a lo largo de toda la
Biblia, y se
[6 [65]
EPIGNOSI
concentran allá en Apocalipsis. Yo pienso que todos
estaríamos de acuerdo en que debemos darle
prioridad primero al trigo, y si hay tiempo, entonces
para lo del asunto de la cizaña. Hay que empezar en
orden; no podemos edificar un edificio
comenzando con el techo, ¿verdad?
Vamos al capítulo 1, y vamos a empalmar aquello
que estuvimos viendo ayer y a continuar a partir de
allí. Vamos al versículo 26, en el cual encontramos
la primera revelación escrita de parte del Señor
acer- ca de lo Él tiene en Su corazón acerca del
hombre. Ya ayer estuvimos adelantando algunas
cositas; hoy quiero que seamos un poco más
minuciosos. Todos los que me puedan acompañar
en sus Biblias, por favor háganlo. Génesis 1:26.
Vamos a ir leyendo despacio, con la ayuda del
Señor. “Entonces...”; ¡qué preciosa esa palabra! Esa
es una sola letra en el idioma hebreo: es la letra
vau, que parece un apostrofe; es un poquito más
larguita, y ni siquiera aparece separado de la
palabra sino que aparece junto con la siguiente
palabra, pero tiene mucho significado. Ni una jota
ni una tilde está de más en las Escrituras. Se puede
traducir como se tradujo acá, entonces; a veces se
traduce también, a veces se traduce y, pero creo
que como tradujeron aquí nos habla mucho:
entonces. Parece que todo lo an- terior era una
preparación para este entonces; todo lo demás era
para culminar aquí. Había sido una edificación de
Dios del cielo y de la tierra, y el últi- mo eslabón
antes de que descienda el reposo del Señor es este
entonces.
“Entonces dijo Dios”. Dice la Escritura que de la
abundancia del corazón habla la boca. “Dijo Dios...”

[6 EPIGNOSI
Así que cuando Dios habla comienza a mostrar Su
corazón. Entonces, ¿cómo vamos a saber lo que
Dios ha tenido en Su corazón acerca del hombre
sino cuando Él habla? Cuando Dios abre Su boca y
ha- bla, Él nos muestra lo que tiene en Su corazón.
Nosotros, como somos los hombres, para nosotros
debe ser muy importante este versículo que vamos
a leer acá; porque es que a veces nos hacemos ideas
equivocadas acerca de nosotros, mas tenemos que
ver cuál es la idea que tenía Dios acerca de noso-
tros; así nos vamos a entender un poco mejor a no-
sotros mismos, y vamos a escoger ojalá cada uno
colaborar con Dios en lo que Él quiere acerca de
nosotros; porque, imagínese, Dios hace un asunto
y nosotros no lo entendemos, y lo usamos equivoca-
damente. Es como si alguien quisiera moler maíz
con una máquina de coser; poner cada grano de
maíz debajo de la aguja, y ahí se va a demorar mu-
cho tiempo para hacer las arepas, ¿verdad? Porque
cada máquina fue hecha diseñada con un propósi-
to; entonces si nosotros tomamos esta máquina que
somos nosotros y nos ponemos hacer otra cosa dife-
rente a aquello para lo cual fuimos diseñados por
Dios, no nos va a ir muy bien. Necesitamos conocer,
como dicen algunos hermanos, el manual del fabri-
cante. El manual del fabricante es la preciosa Bi-
blia. Él fue quien nos fabricó, quien nos manufac-
turó; entonces aquí es donde dice para qué existe
un malandro que se llama el hombre; tenemos que
entenderlo bien, y así nos entenderemos a noso-
tros mismos y nos irá mejor a nosotros, y sobre
todo Dios te ayudará más si decidimos colaborar
con Él.

Conformados a la imagen divina [6


El hombre corporativo
“Entonces dijo Dios”. Aquí aparece Dios
hablando en plural. Hasta aquí había hablado en
singular; no había revelado la Trinidad, pero
cuando comienza a hablar, a revelar acerca del
hombre, revela Su Trinidad. Esto al principio
puede parecer que no tenga ninguna relación, pero
de aquí a un poquito vamos a ver qué importante
relación es que la Trinidad de Dios comience a
ser revelada precisamente en la creación del
hombre. Dice: “Hagamos al hombre a nuestra
imagen”. Otra vez aparece esa palabra, nuestra, en
plural, e imagen en singular. ¡Qué combinación
de pluralidad y singularidad! Porque eso es la
Trinidad, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, tres
personas distintas que coexisten desde la eternidad
cada una con sus características propias; son
inseparablemente un mismo Dios en esencia;
aunque trino en personas, uno en esencia. Dice
aquí: “Hagamos al hombre a nuestra imagen,
conforme a nuestra semejanza; y señoree en los
peces del mar, en las aves de los cielos, en las
bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se
arrastra sobre la tierra”.
Vamos por partes. Es muy rico lo que dice aquí
en este versículo; ¡qué delicia! “Hagamos al
hombre a nuestra imagen”. Esta es una carga que
tengo desde que estaba orando; inclusive desde
esta mañana allá en casa tengo la carga para
enfatizar en esta mañana. Ojalá el Espíritu
Santo nos respalde, y confió en Él que nos ayudará
a entender esto y nos dará convicción profunda;
tenemos que entender esto que vamos a mirar aquí
en la Palabra. Llamé la atención al plural de
hagamos y al plural
[6 EPIGNOSI
de nuestra imagen, ¿saben para qué? para enfatizar
un aspecto que al corazón de Dios, que es trino, es
muy delicado; y es la corporatividad desde el
hombre. A veces nosotros, cuando leemos este
versículo, lo leemos muy rápido y nos imaginamos
que es hagamos a cada hombre, o hagamos al
primer hombre, como si fuera referido solamente a
una persona, digamos, hagamos a la persona de
Adán; pero ¿es sólo Adán? No; o hagamos a cada
uno de los hombres. Pero aquí el Señor dice:
“Hagamos al hombre”; el hombre no es solamente
cada uno; el hombre se refiere aquí al género
humano. Ojalá entendamos esto. Cuando Dios
piensa en el hombre, Él piensa en el género
humano. Cuando Dios ve a todos los
descendientes de Adán, Dios ve un hombre, a
Adán, y cuando ve el cuerpo de Cristo, ve un
segundo hombre, ve un solo y nuevo hombre, el
cuerpo de Cristo, la Iglesia.
Este concepto es necesario comenzar a verlo claro
desde el libro del Génesis. A los ojos de Dios
solamente hay dos hombres: El primer hombre,
Adán, el de la tierra; y el segundo hombre. Él no
dice tantos millones, sino tanto el primer como el
segundo hombre, que es el Señor el del cielo. Para
el Señor no hay sino un hombre viejo y un hombre
nuevo. Cuando el Señor dijo: “Hagamos al
hombre”, Él estaba pensando en el género humano,
por tanto corporativamente Su presencia, Su
imagen, Su semejanza ejercitando Su señorío.
Siendo canal de la autoridad de Dios en el reino de
Dios, el hombre acá no es solamente cada uno de
nosotros, sino todos juntos como un organismo
corporativo, o digámosle colectivo.

Conformados a la imagen divina [6


Cuando Dios dijo: “Hagamos al hombre”, estaba
pensando en el cuerpo de Cristo. El cuerpo de Cris-
to es el nuevo hombre. El hombre se volvió viejo,
entonces el Señor tuvo que revivirlo para hacerlo
nuevo y seguir con el plan que tenía al principio
antes de que se volviera viejo. El plan del Señor de
hagamos al hombre aquí, todo lo dice aquí, no era
para el viejo, no; era para el hombre, pero como se
volvió viejo, tuvo que revivirlo para, a los revividos,
hacerlos el nuevo hombre, y ahora el nuevo hom-
bre es el que cumple este versículo de Génesis; y
ese nuevo hombre es la Iglesia, ese nuevo hombre
es el cuerpo de Cristo. Hermanos, creo que el Espí-
ritu del Señor nos dará conciencia de lo que signifi-
ca ser el único cuerpo de Cristo. Yo sé quién no
quiere que haya un único cuerpo de Cristo; todas
las autoridades militantes y su cabeza, pero contra
todas ellas viene el Señor. El Señor no quiere sino
un cuerpo; la Biblia no habla sino de un cuerpo; no
hay sino un solo cuerpo, porque el Señor quiere un
solo y nuevo hombre, y ese es la Iglesia, ese es el
cuerpo de Cristo, y esa es la relación fundamental,
central, y es lo que Dios estaba pensando cuando
dijo hagamos al hombre. Dios había pensado al
único hombre, al género humano llenando toda la
tierra como si fueran ramas de un solo árbol, de una
sola vid, de una sola vida del árbol de la vida divina,
la vida de Dios, una sola vida fluyendo a través de
un solo hombre corporativo con muchos miembros
lle- nando la tierra; porque Dios es trino y Trinidad
quie- re decir comunión; es la comunión del Padre
con el Hijo en el Espíritu Santo; o sea, el Espíritu
Divino que procede del Padre hacia el Hijo, y del
Hijo hacia el Padre; y la divinidad compartida por el
Padre y el

[7 EPIGNOSI
Hijo que es el Espíritu, que Dios es Espíritu y Dios
es trino, y Él quiere que en el hombre corporativo,
en comunión, en economía, el reino sea expresado
como un solo hombre, un solo cuerpo. Cuando Dios
dijo hagamos al hombre, estaba pensando en esa
clase de hombre, no sólo en cada uno de nosotros;
claro que sí, pero ahí en el género humano, ahí en
la comunión de la Trinidad, la Trinidad quiere in-
corporar un ser corporativo que la pudiera contener
y expresar; por eso dijo: “Hagamos al hombre a
nuestra (plural) imagen (singular]”.

La verdadera imagen de Dios


¿Quién es la imagen de Dios? La Biblia dice que
la imagen de Dios es Cristo; eso aparece en varios
pasajes de la Escritura. Por ejemplo, en 2 Corintios
4:4 dice al final del verso: “Cristo, el cual es la ima-
gen de Dios”; Colosenses 1:15 dice que “Él (el Hijo)
es la imagen del Dios invisible”; Hebreos 1:3 dice
que el Hijo “siendo el resplandor de su (de Dios)
gloria, y la imagen misma de su sustancia”. En el
idioma original dice de su subsistencia, que aquí
traduce sustancia, pero es subsistencia. El apóstol
Juan también se refiere a este asunto en su evange-
lio y en su primera carta. El Padre es conocido por
medio del Hijo; el Dios invisible se hace visible, se
expresa, se manifiesta, se revela, por el Hijo; el Hijo
es la imagen del Dios invisible, del Padre; el Hijo es,
como decir, la exacta reproducción del Padre. Cuan-
do el Padre se conoce en Sí mismo y desde la eter-
nidad engendra una imagen de Sí que es igual a Sí
mismo, ese es Su Verbo, Su imagen por la que Él se
conoce y por la que Él se revela. Ese es el Hijo de
Dios, la imagen de Dios el Padre.

Conformados a la imagen divina [7


Entonces cuando dice: “Hagamos al hombre”
(ese hombre es corporativo) a nuestra imagen”, ahí
está la corporatividad de Dios que debe aparecer en
el hombre; y la comunión de la Iglesia debe reflejar
la comunión de la Trinidad; pero el hombre, el
género humano, el cuerpo de Cristo, la Iglesia, fue
creado para que la Trinidad, que estaba como oculta
en Sí misma y nadie la conocía, comience a expresar
Su gloria, y la comunión del Padre con el Hijo en el
Es- píritu sea manifestada en el hombre
corporativo, el ahora redimido, el nuevo hombre que
es el cuerpo de Cristo único que incorpora a todos
los hijos de Dios; y en esta nueva operación no existe
división ninguna. Las divisiones existen en la carne,
en el hombre viejo, pero no en éste el nuevo hombre,
en el Espíritu. En la nueva creación no hay ninguna
división; fue creado el nuevo hombre en la justicia,
en la santidad, en la verdad; y en la unidad no existe
posibilidad de división; en el nuevo hombre todas las
divisiones son en la carne, son en el viejo, no en el
nuevo. En el nuevo hombre, Dios no tiene sino uno
solo y nuevo, como dice Efesios 28 y toda la epístola
a los Efesios. Ese es el cuerpo de Cristo.
“Hagamos al hombre a nuestra imagen”.
Recordá- bamos ayer, y ahora lo enfatizo de nuevo,
que este pasaje lo utilizó el Espíritu Santo para con
Pablo allí en Romanos capítulo 8. Allí dice el
apóstol Pa- blo: “ 28Y sabemos que a los que aman a
Dios, todas cosas les ayudan a bien, esto es, a los
que confor- me a su propósito son llamados”.
Entonces, ahí Pa- blo menciona la palabra
propósito. Ahora, ¿cómo va

Cfr. Efesios 2:15,16


8

[7 EPIGNOSI
Pablo a conocer el propósito de Dios? ¿Quién pue-
de conocer lo que estaba en lo profundo, las cosas
profundas del corazón de Dios? pues sólo el Espíri-
tu de Dios que está en El, como lo dice Pablo en su
primera a los Corintios. Ahora el Espíritu Santo le
recuerda a Pablo cuando Dios habló por primera
vez acerca del hombre y abrió Su boca en Génesis,
y Pablo tuvo mucha atención para entender esas
palabras imagen y conformación a la semejanza de
Dios. Pablo no leyó esos versículos apuradamente.
Pablo quería oír del corazón de Dios, por el Espíritu
Santo, y por eso, cuando mencionó acerca del pro-
pósito, inmediatamente dice: “ 29Porque...”, y empie-
za a explicar eso del propósito. Leamos Romanos
8:29: “Porque a los que antes conoció...”; y Él sabía
que algunos iban a llegar a eso; caerían y se volve-
rían viejos, pero Él tenía ya un plan antes de la
fundación del mundo para redimir a los que llega-
rían a ser el nuevo hombre, o sea, por fin el hombre
que Dios quería, el cuerpo de Cristo. Entonces por
eso dice: “a los que antes conoció”. Ah, porque Dios
ya sabía desde el principio; Él sabe todo desde
siem- pre, nunca aprende nada nuevo. Dios nunca
aprende nada nuevo; todo lo de Dios es eterno y es
inmuta- ble; en Dios no hay mudanza. El amor de
Dios es eterno; el conocimiento de Dios es eterno, el
propó- sito de Dios es eterno; en Él no hay
mudanza, ni sombra de variación ninguna (cfr. Stg.
1:17).
Dice allí en Romanos 8 que a los que antes cono-
ció, a éstos los predestinó; o sea, les dio un destino
por anticipado. Ah, como ya conozco a éstos, a los
que me aman, ellos son los que conforme a mi pro-
pósito han sido llamados. Mi propósito es éste; y
Pablo sabía cuál era ese propósito de Dios: para que

Conformados a la imagen divina [7


fuesen hechos conformes a la imagen de Su Hijo
Jesucristo; esto es, a los que conoció antes, a éstos
predestinó para que sean hechos conforme. Ahí está
esa palabra, conforme; es una palabra fácil de leer
pero a veces difícil de entender, y sobre todo noso-
tros los hombres como que a veces no podemos so-
portar esa palabra conforme. Esa palabra conforme
duele; por eso dice que a los que aman a Dios, to-
das las cosas, no sólo las agradables sino las que
duelen, le ayudan a bien; esto es a lo que confor-
me...; eso conlleva a un propósito, y todas las cosas
trabajan para conformar a los que Él conoció, a la
imagen de Su Hijo.

La Iglesia es el nuevo hombre corporativo


Conformar es dar una forma; quiere decir que
teníamos otra forma, y cuando nos empiezan a
cam- biar de forma a veces duele, gloria a Dios, a
veces duele. Es lo que Dios está haciendo. Dios está
ha- ciendo algo en nosotros que a veces duele; nos
está conformando a la imagen de Su Hijo, a la
imagen de Dios. Ese es el trabajo de Dios. Hagamos
al hom- bre, al género humano, al organismo
corporativo de la unidad nueva que es la Iglesia;
porque la vieja ya no cuenta, para esto ya no cuenta,
para reinar con Cristo ya no cuenta; el viejo hombre
ya no cuenta en esto; el viejo hombre está excluido
del negocio. Sólo los que provienen del nuevo
hombre tienen parte en este negocio; lo demás no
cuenta; lo de- más está fuera, lo demás está
totalmente excluido. Cualquier cosa de nosotros que
no proviene de Cristo no tiene nada que ver con el
trabajo de Dios en la tierra. Si tiene que ver con el
trabajo de Dios pero

[7 EPIGNOSI
no proviene de Dios, entonces se edifica otra ciu-
dad; pero no podemos estar en ella.
“Hagamos al hombre a nuestra imagen, confor-
me a nuestra semejanza”. Y Dios creó a Adán, y
Adán cayó, y el que era el hombre resultó viejo; y
cuando Adán se multiplicó ya viejo, ya a los ojos de
Dios era viejo, ya no sirve, tiene que ser redimido,
rescatado, regenerado, tiene que ser hecho de
nuevo. Enton- ces ahora la Iglesia es el
cumplimiento continuado de Génesis 1:26. Fíjense
en esto: Dios con la Iglesia está ahora haciendo al
hombre a Su imagen y se- mejanza, como era Su
plan desde el principio; es lo que está sucediendo
con la iglesia ahora, es la igle- sia en Cristo la que
está siendo conformada a la imagen de Dios. La
Iglesia es el nuevo hombre cor- porativo. Cristo en
la unidad del cuerpo y en la corporatividad del
único y nuevo hombre, nuestra gran imagen sin
duda. La comunión de la Trinidad aparece ahí en
este nuevo hombre corporativo.
Hermanos, comprendamos esta frase: Padre
como tú y yo somos uno, que ellos sean uno en
nosotros, para que el mundo vea y crea, que los
has amado a ellos como a mi me has amado; y
este es mi mandamiento, que os améis unos a
otros; no los de esta o aquella congregación, no:
sino todos los participantes del Hijo, de Cristo,
del elemento nuevo de la nueva creación. Esa es
nuestra verdadera identidad espiritual interior; y
debemos conocernos unos a otros en ese plan,
miembros de Cristo, conforme leíamos ayer en 1
Corintios 12:12. Cristo fue partido. Jesús es la
cabeza y Sus dos pies y Su vida incorporados en la
multitud de todos sus hijos, sin que falte ninguno;
y todos formando un solo y
Conformados a la imagen divina [7
nuevo hombre, el hombre hecho por Dios, que mire
a Dios, para que porte Su imagen y exprese a Dios
en Trinidad y en comunión. Por eso a la comunión
de la Iglesia se le llama la comunión del Espíritu
Santo; por eso partimos el pan, porque somos un
solo cuerpo. El pan que partimos es la comunión
del único cuerpo de Cristo. No hay sino un solo
cuerpo. Si hay algún hijo de Dios legítimo, es de
ese cuerpo y es tu hermano de primera categoría.
No hay hermano de segunda ni de tercera, ni de
cuarta categoría; no hay advenedizos, no hay
extranjeros entre los hermanos; no hay ni siquiera
griegos, ni judíos, ni bárbaros, ni escitas, ni
hombres, ni mujeres, ni cultos, ni incultos, ni
blancos, ni negros; no hay sino un solo Cristo
incorporado en todos Sus hijos. Y a todo Su pueblo
le dio Su mismo Espíritu, y no hizo diferencia entre
ninguno, y todos somos un solo cuerpo. El hombre
que Dios quería a Su imagen, Dios lo sigue
haciendo, Dios sigue haciendo esto, en Cristo lo
logró y ahora repartió a Cristo entre nosotros
para que la comunicación o participación de Cristo
muestre a Dios a través de nosotros; y Él es nuestra
paz y el elemento de nuestra comunión.
La imagen de Dios engendrada eternamente
Entonces, de ahí esa siguiente frase, «conforme a
nuestra semejanza”, o sea, cuando dice aquí la pa-
labra imagen, es para expresar una imagen como
dice aquí en el idioma original; la palabra en el ori-
ginal griego del Nuevo Testamento (aquí en Génesis
está en hebreo), que se traduce imagen, es carác-
ter, así como se dice que una máquina de escribir o
de imprimir tiene tantos caracteres, quiere decir
que

[7 EPIGNOSI
imprime. que queda exactamente impreso; eso es
lo que quiere decir imagen, lo que comprende esa
palabra. ¡Qué importante! Imagínese que Dios
cuan- do se conoce así mismo, y esto desde la
eternidad, nunca empezó, siempre fue, por eso el
Hijo está con el Padre sin principio; entonces
cuando Dios se conoce, el conocimiento que tiene
Dios de Sí mis- mo, engendra Su imagen, pero sin
principio, como dice Proverbios 8. La sabiduría de
Dios es Cristo. “Antes de los abismos fui
engendrada” (v.24), pero no con un comienzo,
porque Dios nunca empezó a conocerse; Dios
siempre se conoció; así que esa
sabiduríaengendrada por Dios acerca de Sí mismo,
ese conocerse a Sí mismo desde siempre, es la ima-
gen que Dios tiene de Sí mismo; es como una exac-
ta reproducción de Sí que está delante de Él; y no
es otro que el mismo Dios, pero es el Hijo, es el
Verbo. Y ahora ¿qué dice Dios? Dios está tan ena-
morado de ese Hijo, que no quiere que ese Hijo
Suyo, que es igual a Él, como dice Filipenses 2, se
quede único; ah, Dios no quiere que Su unigénito
siga único; Dios quiere que ese Hijo único sea el
primero, sea el primogénito; no solo unigénito, sino
primogénito entre muchos hermanos (cfr. Ro.
8:29); y para que Su unigénito, que es el amor del
Padre, que es la delicia del Padre, sea no sólo
unigénito, sino primogénito entre muchos
hermanos y tenga la preeminencia, hizo la
creación, hizo la Iglesia; entonces le hizo al
hombre; hizo al hombre para que existiera la
Iglesia.

Conformados a la imagen divina [7


Fuimos diseñados como un espejo
Es un solo amor entre el Padre y el Hijo por el
Espíritu. Tanto ama el Padre al Hijo que no quiere
un solo Hijo, sino que Dios quiere a muchos iguali-
tos a Su Hijo, y que Su Hijo sea el primero, y que
todos los otros sean Su cuerpo, sean como una re-
producción; así que el Padre como que se imprime a
sí mismo en el Hijo y ahora quiere que el Hijo quede
impreso, aleluya, en el hombre. ¡Ah maravilla de
Dios!
¡Maravilla de Dios! Dios imprimiéndose en el hom-
bre. Por eso dice que mirando a cara descubierta,
como en un espejo, la gloria del Señor, somos trans-
formados en Su misma imagen (cfr. 2 Co. 3:18). Es
como cuando una fotografía es revelada; es revelada
porque es expuesta a la luz. Eso hace la fotografía,
recibe la impresión, y luego esa impresión aparece
en la fotografía. Entonces dice que como un espejo;
o sea que nosotros, el hombre, fuimos diseñados
como en un espejo, y ese espejo tiene que estar en
la presencia de Dios, tiene que estar delante de Dios
y recibir la impresión de Dios para que el carácter de
Dios quede impreso en nosotros y aparezca en noso-
tros. Esa es la iglesia, ese es el nuevo hombre; para
eso fuimos creados, y por eso somos como somos,
porque el destino que Dios nos dio, el propósito por
el cual nos hizo es el que determina cómo somos, y
podamos entender cómo nos hizo Dios; para que en-
tendamos para qué nos hizo; si no entendemos para
qué nos hizo, no entendemos cómo somos; y si no
entendemos cómo somos, no funcionamos bien, fun-
cionamos mal, aplicamos esa máquina a una labor
que no le corresponde.

[7 EPIGNOSI
Esa es una palabra hermosa, hermanos. Dios re-
conoce Su propia imagen en su Hijo, y dice: Eso no
es tuyo, eso es nuestro, dice Dios, es nuestra ima-
gen, dice en plural. La Trinidad divina se siente re-
presentada perfectamente en el Hijo, pero, claro,
como el Hijo es la cabeza, necesita tener una espo-
sa, es decir, un cuerpo, un reino, una economía,
para que esa relación íntima con la Trinidad sea
revelada; que gloria de Dios, como cantábamos,
como se cantaba al principio, sea conocida en la
tierra. Por eso Dios quiere llenar la tierra con el
hombre, porque el hombre es el vehículo de Sí
mismo y de Su expresión, es Su imagen, es Su
semejanza y es Su gloria. Entonces, ¡qué cosa
preciosa es Su igle- sia cuando comienza a
multiplicarse! La Iglesia sabe quién es; la Iglesia
está expuesta a la luz de Dios para recibir la
impresión de Dios . Cuando venimos todos juntos
alrededor del Señor a recibir de Él la impresión, Él
empieza a aparecer en el cuerpo de Cristo. ¡Aleluya!
¡Qué maravilla! Ese es el asunto; no piense que es
solamente una reunión para estar cantando y
alegrarnos nosotros; eso es sólo una con- secuencia,
que nos alegramos; pero aquí venimos a estar
delante del Señor, como una fotografía para recibir
la impresión de Dios, para que Él aparezca en la
Iglesia, en la comunión del Padre con el Hijo en el
Espíritu; tiene que aparecer entre los miem- bros
del cuerpo de Cristo.
Oh, Dios tiene una tarea grandísima que hacer,
¿verdad, hermanos? Es muy grande lo que Dios
quiere. Para empezar, es la impresión; es una re-
producción, como en un espejo. Y semejanza es afi-
nidad para poder tener compañerismo, para poder
tener amistad; afinidad. ¡Qué maravilla! Oh, a veces

Conformados a la imagen divina [7


imaginamos a Dios tan lejos; pero Él no nos hizo
para que estemoslejos; Él se nos quiere dar, Él quie-
re que le entendamos a Él. Una gallina no lo puede
entender; ni siquiera cuánto es dos más dos entien-
de una gallina, ni el caballo, ni el mono siquiera, de
Darwin; pues bien, cuánto es dos más dos cualquie-
ra lo entiende, ¿cómo no entender a Dios, pues el
hombre fue hecho a Su semejanza, ha sido confor-
mado para ser como Él? Dios dice: No te pareces
todavía a mí; vuestra comunión, iglesia, cuerpo de
Cristo, mi Hijo no se parece a la Trinidad todavía.
Voy a seguir apretando acá, martillando acá, serru-
chando acá, limando acá, pinchando acá, hasta que
se parezca, hasta que se conforme, aleluya, hasta
que tome la forma de Dios, del Dios trino que habla
en plural; hasta que crezca. Dios está trabajando en
ese sentido.
Ah Señor, qué bueno es entenderte, cuando apa-
rezcan estas tres cosas: imagen para expresar, se-
mejanza para parecernos, e intimidad para tener
relación y comunión. Dios no quiere conservar la
dis- tancia, no; quiere que seamos uno. ¿Qué cosa,
no? Nosotros queremos mantener distancia de clase,
pero Dios quiere ser uno hasta con el más pobre de
sus hijos; no importa su raza, si es ignorante, si es
por allá de un país de los manglares, Etiopía,
Somalia; para Dios no hay diferencia. ¿Cómo puede
haber igle- sias de ricos, iglesias de clase media,
iglesias de po- bres? Es que nosotros aquí los de
clase media nos entendemos. Y los pobres, allá de
Gaviotas, de Ciu- dad Bolívar, no, esos no tienen
nada que ver con nosotros. ¡Cómo! ¿Tú crees que
puede haber un hijo legítimo de Dios que no tenga
nada que ver contigo?
¡Ay Señor Jesús!! No existe ningún hijo de Dios que

[8 EPIGNOSI
no tenga nada que ver contigo. Si tú piensas que no
tienes nada que ver con algún hijo de Dios, parece
que no conoces bien a Dios.

Dios es la inspiración de la Iglesia


El que hace lo malo, dice Juan a Gayo en su ter-
cera epístola, refiriéndose a lo que hacía Diótrefes,
dice que es malo o perverso, no ha conocido a Dios,
no ha visto a Dios; pero si se conoce a Dios, la espa-
da del Señor rasga todas nuestras naturalidades,
nuestros racismos, nuestros clasismos, nuestros
culturismos, nuestros denominacionalismos. Y ter-
minan en la Iglesia, porque la Iglesia es un solo
hombre. Dios no quiere guardar distancias; Él dice
que seamos uno, como Tú y Yo, Padre, que sean
uno en nosotros; o sea, ellos van a ser para noso-
tros la inspiración, el contenido, la realidad, la vida;
tenemos Su propia vida. Dios el Padre, el Hijo y el
Espíritu Santo en Su casa siendo la vida de la Igle-
sia, la luz de la Iglesia que se refleja en ese espejo
que es la Iglesia; porque el hombre es como un es-
pejo para estar expuesto a la luz de la Trinidad.
Entonces, después sigue, y viene la tercera pala-
bra, señorío. Ayayay, vamos a entrar aquí en una
cosa seria. Dios no nos miente, Dios no nos dice
que todo es color de rosa, no, no, no. Él sabe que en
el universo hubo un querubín, Lucero, que se arras-
tró la tercera parte de los ángeles, que pretendió
tener una propuesta diferente a la de Dios, y que
ha hecho desastres horripilantes; y Dios hace al
hombre cuando ya existía éste, que no le podemos
decir caballero. Dios quiere que ese hombre, el
hom- bre nuevo, señoree precisamente donde
estaba el

Conformados a la imagen divina [8


otro, y eso implica guerra desde el principio; si no,
no hubiera hecho guardar el Edén. ¿Guardar de
quién? Debemos saber que el camino del árbol de
la vida debía ser guardado del hombre irredento.
Guardar el Edén del hombre viejo hasta que se
abriese el camino nuevo y vivo. ¿Para qué había un
árbol de la ciencia del bien y del mal en medio del
jardín si no había ningún peligro? Pero Dios es fiel
y todos nosotros debemos entender a Dios en esto.
¿Saben una cosa? Hubo una creación anterior a
nosotros, la de los ángeles; fue anterior porque dice
ahí que los ángeles se regocijaban con motivo de la
creación. A ellos se les llamaba hijos de luz; pero
algunos dicen que a sus hijos les dio de todo, y que
en Génesis se refiere a la preexistencia de las al-
mas. Esto es una herejía
.
Somos espectáculo
Se refiere a los ángeles cuando veían la
creación de Dios, ahí en Job 38, y se regocijaban
cuando Dios tomaba las medidas de la tierra.
Ellos son es- pectadores del espectáculo, y entre
ellos fue que se rebeló Lucero, el mismo que
llegaba entre los hijos de Dios, de recorrer la
tierra y se presentaba entre los hijos de Dios, y
Dios le dijo: “¿No has considera- do a mi siervo
Job?” Hermanos, ¿ustedes saben que somos un
espectáculo a Dios y a los ángeles, y tam- bién al
mundo? Eso lo dice en 1 Corintios 4:9, que somos
un espectáculo. Es como si tú tuvieras un acuario,
y en el acuario pudieras ver las piedritas, las
plantitas, esos cuadritos y los pececitos; pero tú
no estas en el acuario, tú estás afuera, estas
miran- do al acuario, es como decir, desde otra

[8 EPIGNOSI
dimensión;

Conformados a la imagen divina [8


en aquella dimensión estaban los ángeles, y tam-
bién los demonios, y está Dios y están mirando este
acuario que somos nosotros los hombres en la tie-
rra; y Dios dice: Bien, ¿no has visto a mi siervo Job,
que no hay otro como él en la tierra? Ah, sí, claro,
tú lo tienes rodeado de bendiciones, lo tienes cer-
cado; no dejas ni que me acerque al clan; por eso te
bendice. Pero deja ahora que toque lo que le diste y
vas a ver cómo te maldice.
Fíjense, hermanos, en qué mundo nos colocó
Dios, para decirlo como la parábola, en qué acuario
estamos. Fíjense en que el diablo le quiere demos-
trar a Dios que no habrá ninguno que le va a ser
fiel; pues Dios le va dar el reino al hombre. El dia-
blo dijo: Seré semejante al Altísimo (cfr. Is. 14:14),
y Dios dijo: Voy a hacer al hombre a nuestra ima-
gen y a nuestra semejanza. No, el diablo no puede
soportarlo, y comienza a luchar para demostrarle a
Dios que el hombre le va a seguir a él, al diablo; y
Dios arriesgó que millones y millones de almas se
fueran con el diablo y sus ángeles al infierno; y sólo
aquellos que le amarían, que le poseerían, quienes
le servirían Su gracia, que se unirían a Cristo, Quien
se hizo criatura, que siendo Dios se hizo primogé-
nito de la creación, que se hizo criatura para reivin-
dicar al Padre de la afrenta de aquellas criaturas; y
se sometió a la prueba como criatura, y como cria-
tura venció, como criatura venció. Por eso los
demo- nios, ah, están dispuestos a decir: Sí,
sabemos quién fue el Hijo de Dios. Confiesan Su
divinidad; es el Santo de Dios; pero que vino en
carne, dice San Juan, no lo quieren confesar; que
fue fiel como hom- bre, probado en todo, tentado en
todo, conforme a nuestra semejanza, pero sin
pecado. Ahí reivindicó

[8 EPIGNOSI
la gloria del Padre. Él no vino aquí a buscar la gloria
de Él ni de otro, sino la del Padre. El Padre quiere a
muchos otros como Su Hijo; Él quiere que Su Hijo
no sea único sino primogénito entre muchos, que
tenga la preeminencia entre todos, sí, que sea la
cabeza entre muchos hermanos, que tenga socios,
como se puede traducir aquella palabra compañe-
ros allá en Hebreos, que dice: “más que tus compa-
ñeros”. Se refiere a que Dios derramó en su Hijo
más gracia que en sus compañeros. El Hijo tiene
compañeros. ¡Qué maravilla! El Hijo tiene compa-
ñeros, compañeros que van a ser probados por el
diablo. Por eso es que Dios todavía no ha encerrado
al diablo, porque el diablo va a salir con las suyas, a
ver si en algo le seguimos la corriente. A veces vie-
nen por la derecha, a veces viene por la izquierda, a
veces de frente, a veces por detrás; cuando lo esta-
mos esperando por acá, nos sorprende por allá.
Somos probados en todas las cosas en referencia
a Satanás, a ver en qué le seguimos a Satanás, o si
lo vencemos por medio de participar con Cristo de
la cruz, en virtud de ello, muriendo a nosotros mis-
mos. En la cruz exhibe el Señor a los principados y
los despoja; pero si no pasamos por la cruz con
Cris- to, ellos encuentran un rinconcito donde
Satanás ataca; pero cuando nos negamos a nosotros
mis- mos, y si en nada participamos con Satanás,
ellos no encuentran en dónde esconderse, y son
expues- tos y son despojados por la cruz de Cristo
de la que participamos.

Conformados a la imagen divina [8


El señorío del hombre en la creación
Dios dijo: “Hagamos al hombre a nuestra ima-
gen, conforme a nuestra semejanza”; y voy a decir
en dónde va a enseñorear el hombre: Primero, en
las aves del cielo. ¡Cómo! pero si yo soy el príncipe
de la potestad del aire, habrá dicho el diablo, ¿y
ahora es el hombre quien va a reinar en las aves del
cielo? Así como las cananeos pensaban que ellos
eran los señores de la tierra, y ahora es Israel el
que va a entrar en la tierra a sacar esos gigantes, y
a implantar el reino, el señorío de Dios en Canaán.
Ahora en los aires había otro príncipe, el diablo,
pero Dios dijo: No reinará para siempre el diablo en
los aires; en esta jurisdicción señoreará el hombre,
señoreará el hombre. Cuando Apolión escuchó la
segunda frase, “en los peces del mar”, ¡cómo! ¿en
los peces del mar? Pero si el rey del abismo soy yo,
dijo Apolión. Dios dijo que el hombre señoreará en
los peces del mar, ahí en esa jurisdicción donde se
movía el otro; porque aun todos los que están en el
mar serán entregados a juicio para responder en
aquel día. Dice Ezequiel 28 que aquel querubín es-
tuvo en el Edén, y se paseaba en medio de las pie-
dras de fuego, y que era perfecto; pero ahora el
hom- bre va a señorear en el Edén. Por eso tiene
rabia el diablo. No es que le demos la razón; el que
tiene la razón es Dios. Digamos más bien, con razón
Dios no quiere soplar y hacer desaparecer al diablo,
por- que sería el Creador contra una criatura; pero
el Creador quería que existiera otra criatura. ¿Cómo
la va a desaparecer? La otra criatura tiene que esco-
ger, tiene que luchar; y Su Hijo, siendo Dios, se
despojó de Su condición de Dios, sin dejar de ser
quien es, pero se despojó de Su condición, de Su

[8 EPIGNOSI
gloria y tomó forma de siervo (cfr. Flp. 2), y como
siervo comenzó a enfrentar al diablo, y el diablo
que- ría conquistarlo en algo, y no lo conquistó, y
con eso el Hijo honró al Padre; y ahora el Padre lo
cons- tituyó en Su injerto para Sus hijos, el nuevo
ele- mento dentro de Sus hijos, para crecer, para
for- marse, para participarse, para rechazar al
enemigo.
¡Qué cosa hizo Dios con Cristo! Y eran cosas en
Cristo, en Cristo y solamente Cristo, que es el ele-
mento del nuevo hombre en la Iglesia, porque la
Iglesia es Su cuerpo. Aparte de Cristo no hay nada
que valga; en Cristo es que el Padre tiene contenta-
miento, y en Él es que somos amados, y a Él fue
que nos dio para vivir por Él en estrecha unión con
Él, en intimidad con Él, uno con Él; y fuera de eso
no hay nada válido. Todo lo demás va en desastre.
Debemos vivir en estrecha unión con el Hijo para
que el Hijo sea en nosotros, en nuestros corazones,
y por Su victoria señoreemos donde ha estado el
enemigo.

Conformados a la imagen divina [8


EPIGNOSIS

Capítulo 5

MISIÓN, CONSTITUCIÓN Y FUNCIÓN

La constitución del hombre es según su misión


Vamos a leer el siguiente capítulo de Génesis, el
2. En el capítulo 1 aparece la misión del hombre,
en el 2 aparece la constitución del hombre. La
consti- tución depende de la misión; según la
misión que Dios le da al hombre, así lo hace. Él
sabe para qué quiere al hombre; entonces lo
diseña conforme a lo que quiere. Si entendemos
lo que Dios quiere, nos será más fácil entender
por qué nos hizo como so- mos. Entonces vamos
a leer allí en el capítulo 2 des- de el verso 7 en
adelante:
“7Entonces Jehová Dios formó al hombre del pol-
vo de la tierra”; todo el cuerpo de la tierra. Todos
los elementos de nuestro organismo están allí en el
barro; por eso esta medicina naturalista tiene tan
buenos efectos con el barro; todo lo que nosotros
tenemos aquí, allí, por una parte se refiere al cuer-
po, a nuestro cuerpo físico; “y sopló en su nariz
aliento de vida”, dice esta traducción. En hebreo
hay dos palabras para aliento, espíritu, que son si-
nónimos; una es neshamaj y la otra es rûáj; esas
dos palabras indistintamente se intercambian, son
sinónimos y quieren decir espíritu o aliento, en el
griego la palabra es pneuma; de ahí que a las cáma-
ras que tienen el aire de las llantas se les llama

[8 EPIGNOSI
[87]
pneumáticos, porque aliento, aire, viento, es
pneuma en griego, y rûáj en hebreo, o neshamaj,
que es sinónimo de rûáj; o sea, el espíritu del hom-
bre aparece aquí. Primero el cuerpo, y entonces,
como el cuerpo, dice Santiago, sin espíritu está
muerto, entonces Dios sopló neshamaj jayim o
aliento de vidas; solamente que aquí en la traduc-
ción vida aparece en singular, pero en el idioma
hebreo está en plural. Esa palabra jayim quiere
decir vidas en el hebreo, pues la terminación im es
una terminación plural. Nosotros en español hace-
mos la terminación plural con la s; por ejemplo,
mesa, mesas; micrófono, micrófonos; pero en he-
breo no se usa la s; se usa la terminación im; por
ejemplo, shamayim, los cielos, mayim, las aguas;
entonces aquí aparece la palabra hayim, en el ori-
ginal hebreo, neshamaj hayim; o rûáj; rûáj es sinó-
nimo de neshamaj, espíritu, aliento de vidas, plu-
ral. ¿Por qué en plural? Porque nosotros somos
tripartitos; tenemos tres partes, porque cuando el
espíritu entró en el hombre, o sea, en el cuerpo,
porque el cuerpo, como dice Santiago, sin espíritu
está muerto; cuando el espíritu entró en el hom-
bre por la nariz, dice que el hombre llegó a ser
alma viviente; aquí dice un ser viviente; la palabra
en hebreo es hayah nephesh; hayah, que quiere
decir ser viviente. Por eso Dios es Yahveh, que vie-
ne de allá del Yo soy el que soy, es el Verbo; y
nephesh es la vida del alma; psiqué es la palabra en
griego, nephesh es la palabra en hebreo.

[8 EPIGNOSI
Somos creados vasos de barro
Así que aparecen tres cosas en el hombre, el
cuerpo, la carne, bazar en hebreo, soma en grie-
go; el alma, nephesh en hebreo, psiqué en griego,
de donde viene la palabra psicología o estudio del
alma, o sea, nuestra personalidad, y neshamaj o
rûáj, espíritu en hebreo, y pneuma en griego, tres
partes. Somos el templo de Dios, la casa de Dios.
Dios nos hizo como un vaso. Cuando Pablo se
acor- dó, y analizó ese pasaje, entonces dice por
qué te- nemos este tesoro en vasos de barro (2
Co. 4:7), entonces él comprendió al hombre de
barro como un vaso; entonces somos un vaso. Por
eso es que en Romanos 9 habla de vasos para
honra; enton- ces la palabra vaso nos indica el
plan de Dios para con nosotros los hombres
donde debemos conte- ner a Dios, porque ¿cómo
vamos a portar Su ima- gen y a ser canal para Su
reino y Su señorío, si no lo contenemos? ¿Cómo
lo vamos a contener si no tenemos afinidad con
Él? Entonces como vasos fui- mos creados para
contener a Dios y para reflejar a Dios. El espíritu
del hombre es afín con el Espíritu de Dios; se
pueden mezclar y hacer un solo espíri- tu, por eso
dice en 1 Corintios 6:17: “El que se une al Señor,
un espíritu es con El ”, dice el traductor de lo que
dice Pablo; creo que usted entiende; se mezcla el
Espíritu de Dios con el del hombre como un café
con leche; antes aquí estaba el café y aquí estaba
la leche, pero ahora la leche quedó en el café y el
café quedó en la leche. Quedamos total- mente
en Él y Él en nosotros. ¡Aleluya! ¡Qué mara- villa!
¡Ah Señor Jesús!

Misión, constitución y función [8


El Lugar Santísimo es el espíritu del hombre
El espíritu es el lugar santísimo en el templo de
Dios, y el alma es el lugar Santo; el alma es la que
tiene que recibir las informaciones de adentro y
afuera. Dios se mueve en el espíritu del hombre y
se lo avisa al alma, y el alma entiende, interpreta;
por eso era que en el Lugar Santísimo del Taberná-
culo, donde estaba el Arca, para la movilidad del
Arca había unas barras, y las dos puntitas de las
barras salían hacia el Lugar Santo; y así nosotros,
los hijos de Dios, tenemos al Espíritu de Dios; no
todos los hombres, sino sólo los que recibimos a
Cristo. Por esa causa el hombre fue constituido así
en su creación. Ese aliento de vidas que sopló Dios
al hombre se refiere al espíritu del hombre, al espí-
ritu humano, con minúscula, pues hay una dife-
rencia. Romanos 8:16 dice: “El Espíritu mismo (el
de Dios, con mayúscula) da testimonio a nuestro
espíri- tu (con minúscula), de que somos hijos de
Dios”; o sea que el espíritu del hombre, que se
escribe con minúscula, es creado, no es eterno, tuvo
principio en la creación de Dios. Dice Zacarías 12:1
que Jehová forma el espíritu del hombre dentro de
él. Así que tenemos espíritu humano, alma humana
y cuerpo humano, todos los hombres como vasos;
pero los hombres que se unen al Señor reciben en
su espíritu humano al Espíritu Divino, con
mayúscula, al Espí- ritu de Dios, que trae todo lo
que es de Cristo. Cris- to trae todo lo que es del
Padre, así que el Padre viene a través del Hijo. No
me dejó sólo el Padre, dice el Hijo, el que me envió
conmigo está; las pala- bras que yo hablo, dice
Jesús, no las hablo por mi propia cuenta; el Padre
que mora en mí, Él me ha dado mandamiento de
lo que yo he hablado. ¿No

[9 EPIGNOSI
creéis que yo soy en el Padre y el Padre en mí? El
que me recibe a mí, recibe al que me envió (cfr.
Juan 14:9-11). El que tiene al Hijo tiene también al
Padre; no tiene solo al Hijo.
Cuando recibimos al Espíritu Santo, el Espíritu
Santo trae al Hijo; por eso dijo: Vendremos; mi Pa-
dre le amará y yo le amaré y vendremos a él, y hare-
mos con él morada (cfr. Juan 14:23); el Padre viene
con el Hijo y en el Hijo, y el Padre y el Hijo vienen a
través del Espíritu, porque el Espíritu no lo hará
por Su propia cuenta, no; Él glorificará al Hijo. Pa-
rece ser que cuando usted le da la mano a una per-
sona que tiene un guante, pues usted toca el guan-
te, pero también toca la mano, porque la mano vie-
ne dentro del guante; así el Padre viene en el Hijo,
y el Padre y el Hijo vienen por el Espíritu; el Espíri-
tu nos comunica al Hijo; es el que hace que el Hijo
de Dios sea sembrado en nosotros, crezca en noso-
tros, se forme en nosotros. Así que no solamente
tenemos al Espíritu Santo en nosotros, tenemos tam-
bién al Hijo y al Padre; tenemos al Padre, al Hijo y
al Espíritu Santo en la Iglesia para expresarse. A
veces no te das cuenta de que cuando estás en co-
munión con Dios, recibes al Padre, al Hijo y al Espí-
ritu; sí, porque somos la casa de Dios, y Dios es uno.
No son tres dioses, sino que son tres Personas de un
mismo y único Dios, en esencia; en la esen- cia de
Dios subsisten el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo
como personas, pero la sustancia esencial de las
tres personas es la misma; sólo que la esencia
divina en el Padre subsiste como aquel que engen-
dra, como aquel que origina, como aquel de quien
procede el Espíritu.

Misión, constitución y función [9


Entonces ahí viene la distinción propia de la per-
sona del Padre en la esencia divina; en cambio en
la misma esencia divina, el Hijo es quien es la ima-
gen del Dios invisible. El Dios invisible es el Padre,
y el visible es la imagen, el resplandor, el Verbo; el
agente es el Epíritu; así que la esencia divina en el
Hijo subsiste como el engendrado por el Padre. Por
eso hablamos del unigénito del Padre, pero no se
puede hablar del Padre como unigénito, porque al
Padre nadie lo engendró; en cambio al Hijo lo en-
gendró el Padre. Hijo, yo te engendré hoy (cfr. Sal-
mo 2:7]; así que la misma esencia subsiste en el
Padre, no engendrada, pero en el Hijo sí engendra-
da, y en el Espíritu subsiste como procedente del
Padre y del Hijo, porque el Espíritu procede del Pa-
dre y del Hijo; en cambio el Padre no procede. En-
tonces en la procedencia se distingue el Espíritu
del Padre, pero no en la esencia, sino en la manera
cómo esa esencia subsiste en uno, en otro y en otro,
la misma esencia, porque es un solo Dios; pero en
el Padre subsiste engendrando y exhalando, en el
Hijo engendrado y expresado, y en el Espíritu San-
to procediendo; pero la esencia en Dios es una sola;
pero como subsiste en tres maneras, y cada mane-
ra tiene conciencia de sí misma, es persona, porque
el Hijo dice: Yo y tú, tú y yo; entonces hay tres per-
sonas; y el Espíritu Santo también habla como per-
sona: Apartadme, dice en primera persona el Espí-
ritu Santo, a Bernabé y a Saulo (cfr. Hch. 13:2).
¿Por qué esas tres subsistencias distintas de la
única esencia divina son personales? Porque cada
una habla de Sí con el pronombre yo; el Padre le
dice al Hijo: Yo te engendré hoy; el Hijo le dice la
Padre: Tú, oh Padre, en mí, y el Espíritu Santo

[9 EPIGNOSI
también: Apartadme a mí, en primera persona; por
eso son tres personas distintas y un solo Dios
verdadero. Es la Trinidad. Por eso dice: Hagamos al
hombre, descendamos y confundamos, ¿quién ira
por nosotros?, etc., pero Dios es uno solo en esencia
indivisible, en Su esencia subsisten esas tres
personas que son inseparables, inclusive son
coinherentes, una está en la otra. El Padre está en
el Hijo, y el Hijo está en el Padre, el Padre y el Hijo
vienen por medio del Espíritu a la Iglesia. Cuando
el Espíritu viene, Él trae al Hijo, y cuando el Hijo
viene, Él trae al Padre. Es un solo y único Dios,
pero trino, en la Iglesia para expresar Su gloria en
la Iglesia. ¡Oh qué Santo es el Señor! El Señor es
muy Santo. No hay que hablar tan rápido; vamos
caminando en terreno muy sagrado. El Señor tenga
misericordia y nos ayude. Amén.

Las funciones de las partes del hombre


Entonces ahora dice Dios: Hagamos al hombre; y
lo hace con espíritu para recibirlo, con alma para
interpretarlo y representarlo y con cuerpo para por-
tarlo. El alma interpreta, el alma es el interprete;
por ejemplo, dice que si alguno ora en espíritu, su
espíritu ora, pero su entendimiento, que está un
poquito más afuera, no es el Lugar Santísimo, es el
lugar santo, pertenece a la mente y al alma, que es
la del entendimiento; entonces hay que pedirle a
Dios en oración que el entendimiento interprete el
mover del Espíritu de Dios en nuestro espíritu, que
la vida divina fluye desde el interior hacia el exte-
rior. Por eso dijo el Señor Jesús: El que en mí
cree..., acuérdese de esa palabrita griega, ek, con
una

Misión, constitución y función [9


flechita saliendo desde su interior, es decir, desde
su espíritu, como dijo, tendrá en Él como una fuen-
te que salta (cfr. Juan 7:38); el Espíritu de Dios en
su espíritu. Bien dijo Él: Desde adentro hacia fue-
ra; y de pronto tú entiendes; entonces cuando aque-
llas barritas del Arca aparecen en el Lugar Santo,
es el salto del mover del Señor en tu espíritu; de tu
espíritu pasa al entendimiento, y entonces el alma
entiende, simpatiza con su emoción y decide con
su voluntad y da la orden al cuerpo; y el cuerpo
tiene que decir: aquí estoy, su majestad.
Entonces vemos que, según el plan de Dios, el
espíritu es el presidente, el mayordomo es el alma
y el siervo es el cuerpo; aunque ahora parece que
es al revés; parece que el presidente es el cuerpo, el
alma es el esclavo y al presidente lo mataron. Por
eso es necesaria la redención y entender bien ese
desbarajuste que aconteció en el hombre desde la
caída. Permítanme unos minutitos y termino esta
parte con un poquito más de aquí. Ese hombre así
tripartito fue puesto por Dios en medio del jardín
del Edén. ¿Qué más quería Dios que el hombre
comiera sino vida divina? Dios no hizo al hombre
solamente con cuerpo. De todos los árboles del
huerto puedes comer. Había árboles frutales para
alimentar el cuerpo, pero el hombre tenía espíritu.
¿Cómo va a alimentar el espíritu? En medio del
jardín estaba el árbol de vida; y esa palabra vida se
refiere a la vida misma de Dios, y no era la vida
creada, sino la misma vida increada y eterna de
Dios, la que quiere ser alimento del hombre. Dios
quiere ser digerido por el hombre. Dios quiere ser
asimilado por el hombre y que el hombre sea
saturado de Dios.

[9 EPIGNOSI
Por eso Dios se presenta como si fuera una comida.
El que me come vivirá por mí. Tomad, comed (cfr.
Juan 6:51; Mt. 26:26). Por eso los hombres fuimos
diseñados como vasos para contener a Dios, para
comer a Dios. Por eso la Biblia dice: Hallé tus
palabras y me las comí. Necesitamos este libro; abre
tu boca y cómetelo; y dice: nutridos con la Palabra
de verdad, nutridos; no dice instruidos solamente,
no; nutridos, porque es vida, es Espíritu. Entonces
Dios puso el árbol de vida, y ese árbol no estaba
prohibido; el prohibido era otro, el que estaba al
lado, el que representaba la opción de Satanás, el
actuar por sí mismo, independiente de Dios, el
robarse el ser prestado por Dios para vivir en unión
con Él, y vivir por nosotros mismos como si Dios no
existiera, como si no tuviéramos nada que ver con
Dios; eso es lo que estaba representando el árbol
de la ciencia del bien y del mal; pero el árbol de
vida representa vivir por Dios; y digamos más, vivir,
y eso es lo que Él quiere, y quiere que entendamos
el vivir a Dios. Por eso Él se hizo manifiesto en Su
Hijo, la vida que estaba con el Padre se nos
manifestó en el Hijo, y el que tiene al Hijo tiene la
vida, y él es la vida y es el camino y es la verdad, y
tiene la luz que alumbra, y la luz de la vida es
verdad, y la verdad liberta, y la vida edifica la casa
de Dios para que Dios en Su porte aparezca en toda
la Iglesia y sea Su gloria conocida en toda la tierra.

Somos piedras preciosas para el Señor


Había un río que salía del Edén, y si tú seguías
ese río, veías que tenía varios brazos; y si sigues un
brazo, llegas a una tierra donde hay oro, donde hay

Misión, constitución y función [9


bedelio, hay elementos preciosos; es decir que la
corriente del río te lleva a los elementos preciosos.
Los seres humanos, cuando encuentran un elemen-
to precioso, un zafiro, un diamante, una esmeral-
da, se lo quieren poner aquí en la oreja, en la otra
oreja, aquí en el cuello; se llenan de euforia; ahora
está de moda ponerse las piedras en todas partes;
es como si la persona está en la esmeralda, o la
esmeralda, el zafiro, en la persona; es su universo.
Eso es lo que Dios quiere hacer con nosotros. En
Génesis éramos barro, pero en la primera a los
Corintios somos ya piedras; pero en Apocalipsis so-
mos piedras preciosas; o sea, el Señor quiere que
esa preciosura transparente, diáfana, de las piedras,
esté en el hombre. Por eso el hombre se quiere
ador- nar con piedras, porque eso representa el
trabajo de Dios en el hombre. Va a aparecer Dios
en el hom- bre. El Padre está representado en el
oro; dice la Palabra que la casa de Dios está
edificada con oro, con plata y con piedras preciosas;
es decir, con la naturaleza divina que viene del
Padre, con la re- dención y el precio de la redención
del Hijo repre- sentado en la plata, que es el
símbolo con que se pagaba el rescate, figura de la
redención; y con las piedras preciosas, que era el
trabajo de Dios, la trans- formación bajo presión.
Porque lo que es carbón se vuelve diamante por la
presión. Así que, amados hermanos, si están bajo
presión, entiéndanle a Dios. Él esta convirtiendo el
carbón en diamante. ¿Acaso tú no quieres llegar a
ser un diamante pulido? Dios sí quiere que Su
trabajo aparezca en ti, para que tu seas precioso,
con la preciosura del Señor.

[9 EPIGNOSI
EPIGNOSIS

Capítulo 6

ETAPAS ESPIRITUALES
DE LA EDIFICACIÓN

Etapas en la edificación de la Iglesia


Ahora vamos a abrir la Palabra en Efesios, en la
última parte del capítulo 3. Vamos a contemplar
desde el verso 14. Allí en forma magistral el apóstol
Pablo por el Espíritu Santo nos presenta en forma
muy sintética y precisa las etapas del desarrollo, la
edificación de la casa de Dios, del cuerpo de Cristo;
nos va mostrando una primara etapa que es necesa-
ria para la siguiente, y esa segunda para la tercera,
y esa para la cuarta. Esto se da en la experiencia de
la persona y de la iglesia; porque la persona cristia-
na, hijo de Dios legítimo, hace parte de la Iglesia,
como hemos estado viendo de este trabajo del Se-
ñor, de esta formación del primer nivel.
Entonces vamos a poner atención a estas etapas
del Señor. Comienza desde el capítulo 3:14. Allí
empieza a decir el apóstol Pablo así: “Por esta cau-
sa”; otra vez; siempre Pablo tiene que defender la
causa. “14Por esta causa doblo mis rodillas ante el
Padre de nuestro Señor Jesucristo, 15de quien toma
nombre toda familia en los cielos y en la tierra,
16
para que os dé, conforme a las riquezas de su
gloria...”. ¡Aleluya! ¿Cómo es esta palabra? Dar;
real- mente no es vender, es dar. Pablo,
conociendo lo
[97]
que Dios quiere, y habiendo recibido del Padre la
revelación de la manera como el Señor realiza Su
propósito ahora con el hombre nuevo, que es la
Igle- sia, vamos viendo cómo orar con fuentes
especiales; bien empieza por donde tiene que
empezar; empie- za a pedir a Dios que dé, pero lo
que él quiere que dé, no es nada material; eso viene
por añadidura. Pablo comienza a pedir para que la
Iglesia, para que cada hermano sea fortalecido por
Su Espíritu, en el Señor, en el hombre interior. Ahí
están las priori- dades de la intersección del apóstol
Pablo. Sin for- talecimiento en el hombre interior,
nada de valor se hace. Todas las cosas tienen que
comenzar por el fortalecimiento del hombre
interior por el don de Dios, la gracia de Dios.

Fortalecimiento del hombre interior


“16Para que os dé, conforme a las riquezas de su
gloria”. En la oración intercede por el
fortalecimiento del hombre interior con las riquezas
y la gloria de Dios. La gloria es la expresión
maravillosa de Dios; palpita la gloria y el poder; y
esas riquezas de la gloria de Dios, y en gracia,
fortalecen nuestro hombre interior en el espíritu
por el Espíritu de Dios. Por ahí comienza el trabajo
de Dios; el trabajo de Dios es desde el interior
hacia el exterior. Recordábamos hace un rato que
el Señor dijo: “El que cree en mí, como dice la
Escritura, de su interior correrán ríos de agua
viva” (Juan 7:38). Amados hermanos, vamos a
poner mucha atención a lo que acontece en nuestro
interior. A veces somos tan acelerados, a veces
estamos tan agitados, a veces tan arrastrados por
el mundo, por las actividades,

[9 EPIGNOSI
incluso religiosas, y ponemos poca atención a la muy
suave pero muy fiel y verdadera voz y dirección de
Dios en el hombre interior, la parte más íntima de
nuestro ser, allá en la conciencia, de la intuición del
Espíritu. Pero los verdaderos acontecimientos de
valor espiritual, los auténticos, se dan primeramente
en el ámbito del hombre interior, del espíritu.
Primero tiene que moverse Dios en gracia, tiene
que tomar Dios la iniciativa y moverse y soplarte
desde Él. Él usa esa palabra allí en Job. En el libro
de Job dice que el soplo del omnipotente le hace
que entienda (cfr. Job 38:8). El soplo el Señor se
mueve como un suave soplo, a veces como una bri-
sa interior muy fresca; quizás estemos acostumbra-
dos a las aceleraciones psicodélicas de este siglo, a
las agitaciones del alma, de las emociones del hom-
bre exterior, y pasamos por alto esa suave brisa;
pero continua, dentro de nosotros, por la nítida y
clara dirección de Dios. A veces no nos damos
cuenta de que Dios reprueba; que a veces aprueba, a
veces se alegra, y a veces nos hace sentir que el
Espíritu se entristece, cuando se contrista; porque
el Espíri- tu del Señor se contrista o se alegra.
Dice María en el Magnificat, como ha dado en
llamarse aquel pasaje de Lucas, capítulo 1, debido
a su versión en latín: “Engrandece mi alma al Se-
ñor; y mi espíritu se regocija (se regocijó, en
pasado, dice en el texto griego) en Dios mi
Salvador”. En- grandece lo dice en presente,
respecto del alma, pero el regocijarse en espíritu lo
dice en pasado, pues el Espíritu de Dios se regocija
en el espíritu de ella, pero ese regocijo es en el
pasado; ella lo expresa en pasado porque primero
acontecen las

Etapas espirituales de la edificación [9


cosas en el espíritu, donde Dios viene a morar en el
creyente.

El semáforo de Dios en el espíritu


En el espíritu es donde actúa el semáforo de Dios,
la luz verde, la luz amarilla y la luz roja. A veces hay
luz roja; pero también puede decir: Camina despa-
cio, en puntillas, con mucho cuidado, porque este
es asunto sagrado; es la luz amarilla. Hay veces en
que tienes libertades, que tienes vida, tienes paz,
pero cuando el Señor está de acuerdo, Él lo hace
saber por medio de la vida y la paz. La vida es como
una especie digamos de lámpara que te ilumina. La
Palabra de Dios dice que “Lámpara de Yahveh en el
espíritu del hombre” (Pr. 20:27), Bueno, cuando la
lámpara está con poca luz, alumbra poco; se le debe
añadir combustible. Cuando la lampara tiene com-
bustible entonces aumenta la llama e ilumina. Así,
cuando el Señor está de acuerdo, es cuando la lám-
para tiene combustible. A veces uno siente la apro-
bación del Señor; pero cuando el Señor quiere que
andes con cuidado, entonces hay una contracción
del Espíritu del Señor en tu espíritu para que tú
aprendas. Es posible que no haya luz roja todavía,
pero puede ser luz amarilla; entonces ahí el Señor
ve algo, hay una cosa de cuidado en la cual no hay
que ir apresuradamente sino con mucho cuidado,
muy despacio, y es la hora cuando todos tenemos
que aprender a clamarle al Señor: Ay Señor, ayú-
dame a parar, estoy tan agitado, estoy tan apurado,
estoy tan arrastrado en estas cosas.

[1 EPIGNOSI
Amados, la Biblia dice que la paz de Dios gobier-
ne nuestros corazones; o sea que la paz es un sen-
tido, un sentido para percibir; dice que si tenemos
al Señor, somos sensibles en el espíritu; dice que
aquellos que están cauterizados han perdido la sen-
sibilidad, pero los hijos de Dios, los que andan con
el Señor y son fervientes en el espíritu, tienen sen-
sibilidad en su espíritu, y allí perciben aquellas ex-
pansiones o contracciones del Espíritu; porque dice
que nuestro espíritu es una lámpara de Dios; así
que cuando el Señor está de acuerdo, nos lo hace
saber en el espíritu. Cuando no esta de acuerdo,
también nos lo hace saber, y cuando no precisa-
mente esté en desacuerdo, pero no quiere que sea
muy apresurado, también tiene Su dirección para
nosotros. Porque, hermanos, a veces no nos damos
cuenta de nuestros pecados que nos son ocultos;
quizás nos damos cuenta de cómo ofendemos a
Dios con pecados claros; pero a veces somos tan
duros que ofendemos la delicadeza del Señor sin
darnos cuenta y sin saber por qué. Por eso el
salmista de- cía: Señor, librame de los pecados que
me son ocul- tos (cfr. Slm. 19:12]; es un desacuerdo
misterioso en que tu mente natural no entiende a
tu espíritu. Si entiende los mensajes que vienen de
tu espíritu, habrá claridad en el semáforo de Dios
de tu espíri- tu. Hermanos, el hombre interior
quiere una amis- tad con Dios.
El caso especial de la tierra y del espíritu del
hombre
Respecto del espíritu del hombre, hoy estábamos
recordando un pasaje en Zacarías 12:1. Si quiere,
léalo conmigo antes de volver a Efesios 3. Dios a

Etapas espirituales de la edificación [10


veces habla de Sí mismo de muchas maneras. A
veces Él se presenta con ciertos nombres, como ayer
estábamos recordándolo; según la necesidad se pre-
senta con un nombre. Si lo que hace falta es provi-
sión, entonces su nombre es Yahveh jireh; si lo que
hace falta es sanidad, entonces su nombre es Yahveh
rafah; si necesitamos de su apacentamiento y pas-
toreo entonces su nombre es Yahveh ra’ah; si ne-
cesitamos de su paz, entonces su nombre es Yahveh
shalom; es el Señor de los ejércitos en la guerra, o
príncipe de paz; muchos nombres del Señor.
De ahí, cuando recordábamos ayer las maneras
diferentes cómo el Señor se presenta a las siete
iglesias en Apocalipsis, vimos que lo hace según la
necesidad de la iglesia; se presenta de una mane-
ra especial a cada una; y decíamos ayer cómo se
presentaba a Efeso, cómo se presentaba a Esmirna;
el caso de Pérgamo era otro. Pérgamo quiere decir
muy casado; de esa raíz gamo se derivan muchas
palabras castellanas; por ejemplo, poligamia signifi-
ca casado con muchos; Pérgamo quiere decir hiper-
casado; es decir, demasiado mezclado. En esa épo-
ca, en Pérgamo, fue cuando la Iglesia y la política
se mezclaron, entonces el Señor se presenta a ellos
como el que tiene la espada de dos filos para sepa-
rar lo puro de lo impuro, lo santo de lo profano, lo
vil de lo precioso, el día de la noche, lo de arriba y
lo de abajo, lo de la carne y lo del espíritu, lo del
espíritu y lo del alma; nos enseña a no mezclar lo
que es de Dios y lo que no es; y así el Señor se
presenta de distintas maneras según las necesida-
des de Su pueblo.

[1 EPIGNOSI
Pero aquí en Zacarías 12:1 me llama la atención
una cosa muy interesante, de cómo Dios se presen-
ta; dice así “Profecía de la palabra de Yahveh acer-
ca de Israel ”. Y aquí dice Dios: “Yahveh, que
extien- de los cielos y funda la tierra, y forma el
espíritu del hombre dentro de él” Ahora ya por fin
los telesco- pios lo comprobaron, que los cielos
generalmente se están expandiendo; entonces aquí
es lo que ha- bla Newton. Bueno, Yahveh que
extiende los cielos.
¿Cuántas cosas hay en los cielos? ¿Cuántos millo-
nes de soles, de estrellas, de galaxias, planetas?
Pero de pronto el telescopio del Señor se concentra
en un puntito del universo, y dice: “y funda la
tierra”. Cuando dice: “y funda la tierra”, no dice
que funda a Júpiter ni a Venus ni a Marte, ni a
Urano, ni a ninguno de esos nombres raros
científicos, sino a la tierra; o sea que Dios extiende
los cielos y punto, pero luego se detiene en la tierra;
quiere decir que para Dios es importante la tierra.
Sí, Él se sienta en los cielos pero le gusta poner los
pies sobre la tierra.
Él se hizo hombre y vino a la tierra, se hizo
humano y no marciano ni venusino ni jupiterino,
sino hombre. Él no dice tierra y se olvidó del resto;
ahí no terminó la auto presentación de Dios. Hay
veces en que Él dice: Yo soy el Dios de Abraham, de
Isaac y de Jacobo (cfr. Éx. 3:15), y algo tiene que
decir Él, algo comenzó en Abraham, se continuó en
Isaac y se completó en Jacobo. Él también dice: Yo
soy el Dios de Israel, el Dios de los espíritus de toda
carne, etc.; pero aquí dice que extiende los cielos y
funda la tierra; y ahora en la tierra empieza a buscar
lo más importante que hay en la tierra, y dice la cita
de Zacarías: “y forma el espíritu del hombre dentro
Etapas espirituales de la edificación [10
de él”. ¡Aleluya! Porque ese es el lugar santísimo de
Su casa en la tierra. Dios, que tiene Su trono en los
cielos, pone Sus pies en la tierra.
Bet-el está ubicada en la tierra. Del cielo bajó
una escalera a la tierra, pero la casa de Dios, el Bet-
el de Dios, tiene un lugar santísimo, y el lugar san-
tísimo de la casa de Dios, del Bet-el de Dios, en la
tierra es el espíritu del hombre. El espíritu del hom-
bre es un portal para Dios. Dios decidió venir a fun-
dirse, a morar, a unirse con el espíritu del hombre;
es decir, Él da Su testimonio al espíritu del hom-
bre. El que recibe el testimonio de Dios, lo tiene en
sí mismo, por dentro, en lo más intimo de su ser.
Amados, por favor, no seamos livianos en esto;
démosle la divina atención al mover de Dios en
nues- tro espíritu, porque allí es donde se
manifiesta el gobierno de Dios en la Iglesia y en
nosotros en par- ticular, en nuestros corazones. Allí
se ejecuta todo el mover de Dios. Allí es donde nos
da Sus señales, cuando comienza a contraerse el
Señor, como cuan- do el caballito siente el freno y
ya no tiene que co- rrer tan rápido, sino más
despacio, porque el jinete le está dando una señal.
Dios nos da señales en el espíritu; es allí donde
debemos distinguir el impul- so de Dios, la
restricción de Dios, las advertencias, las
amonestaciones de Dios, la dirección de Dios.
Dios le había dicho a Moisés: Allí en el Lugar
Santísimo, allí me vas a poner el Arca; pues ahí
sobre el propiciatorio, bajo las alas de los
querubines, allí me declararé a vosotros (cfr. Éx.
25:21,22). El Señor se declara en el Lugar
Santísimo, allí sobre el propiciatorio, cuando la
sangre ha sido derramada para cubrir el pecado,

[1 EPIGNOSI
bajo las alas de los querubines,

Etapas espirituales de la edificación [10


para no irse a los extremos; porque Dios no mora ni
habla en los extremos. En los extremos hay
querubines guardianes. Hay veces en que nos
vamos muy allá o muy acá; no, es allí en el medio,
debajo de las alas de los querubines, allí me
declararé a vosotros. Todo aquello en el Antiguo
Testamento es figura de las cosas reales. Hoy el
Arca es Cristo, y está en nuestros corazones. Lo que
estaba escrito en tablas de piedra dentro del Arca,
hoy está escrito dentro de nuestros corazones, en
nuestra mente, y en nuestro espíritu es donde está
el Espíritu del Señor; todo lo relativo al hombre
interior fundamentado.

La delicadeza del Señor


Hay veces en que nosotros seguimos nuestros
gustos, nuestras preferencias, nuestros intereses;
aun a pesar de los retorsijones del Espíritu, justifi-
camos las cosas; como es una voz tan suave, porque
el Señor es suave. Cuando Él se le apareció a Cleofas
y a otro discípulo en el camino a Emaús, Él iba con
ellos, y Él sabía para dónde iban ellos. Él sabía para
qué se les apareció. Él quería revelarse a ellos, pero
llegaron a un cierto punto, y el Señor esperó a ver
si lo invitaban. Hizo como que iba de largo, pero Él
estaba dispuesto a quedarse afuera si sus amigos
no lo invitaban. Pero cuando Cleofás y el otro discí-
pulo le dijeron: No, pero ya es tarde, ¿cómo vas a
pasar la noche? Ven a casa, ven, quédate con noso-
tros. ¡Aleluya! Hasta el momento en que Jesús,
cuando estaba sentado en la mesa, hasta entonces
Él se reveló; pero no lo hubiera hecho si ellos no
hubiesen sido delicados (cfr. Lucas 24:13-35).

[1 EPIGNOSI
Por eso dijo Jesús: ¿Saben una cosa? El mundo
no me verá más; el que no me ama no guarda mi
palabra; la palabra que dice ahí en Juan; si
menos- preciamos la Palabra del Señor y no la
guardamos, Él no nos va hablar más. El que me
ama y guarda mi palabra, mi Padre le amará y yo
le amaré, y ven- dremos a él y haremos morada
con él y me manifes- taré a él (cfr. Jn. 14:23,24),
luego dice: El Padre ama al Hijo y le muestra las
cosas que Él hace, para que el Hijo las haga
igualmente con el Padre; o sea que si el Padre te
ama, igualmente te ama el Hijo. Él dice: Pero
¿acaso no le voy a contar a Abraham, mi amigo, lo
que voy a hacer con Sodoma y Gomorra? (cfr. Gé.
18:17,18); y Él sabe lo que va hacer Abraham.
Abraham es el Padre de muchas gentes; él le
enseñó a sus hijos que sigan el camino de
Yahveh. Al que el Señor ama, Él muestra lo que Él
hace, y eso no se percibe sino en el espíritu; es en
el espíritu cuando tú percibes la presencia de
Dios, la obra de Dios, la visitación de Dios. El
obrar de Dios es en el espíritu; pero si tu estás en
la fiesta, en las agitaciones del alma, pasa de largo
y no co- noces el día de la visitación de Dios.
Sucede como Samuel. Cuando el Señor le habló,
Samuel al prin- cipio creyó que eso era cosa de
Elí. Samuel, Samuel; y se fue donde Elí. No, yo no
he hablado nada, dijo él. Qué raro. Entonces se
volvió a acostar, y otra vez el Señor lo llama, y
vuelve Samuel donde Elí. Qué extraño (cfr. 1 Sam.
3:2-9).

Como una mujer embarazada


Amados, amados, amados hijos de Dios, no

Etapas espirituales de la edificación [10


estamos hablando cosas extrañas ni misteriosas.

[1 EPIGNOSI
Todos los que son guiados por el Espíritu de Dios,
estos son hijos de Dios (cfr. Ro. 8:14). Los hijos de
Dios se caracterizan por que el Espíritu que les ha
dado vida nueva los quiere guiar; y eso ¿cómo lo
hace? Lo hace en el espíritu. Amados, amados, esta
es la carga primera del mensaje. Ponga atención a
lo suave del movimiento del Espíritu de Dios en su
espíritu; ponga su mente en su espíritu, así como
lo pone en el programa, en la telenovela, en la chica
que pasó, en el muchacho; póngala, por favor en
los movimientos del Espíritu de Dios, en su interior;
ponga atención a esa lámpara, a ese semáforo de
su hombre interior. Si tú realmente quieres
caminar con Dios, en unión con Dios, no puedes
descuidar tu hombre interior.
El primer motivo de intersección de Pablo era
que el hombre interior del ser humano fuera
fortalecido por la riqueza de la gloria de Dios, de su
gloria en el espíritu humano. Esa presencia es
nueva en tu es- píritu. Las hermanas que han tenido
hijos me van a entender esto. Yo soy hombre, no he
tenido hijos como una mujer; tengo siete hijos, pero
he sabido que los primeros meses del embrazo, la
mujer no siente que está embrazada, duda, tiene
que hacer- se exámenes por si al caso está
embrazada; está embrazada pero no sabe, no siente
nada; ahí aden- tro está la criaturita, pero está muy
pequeña, es apenas un manojito de células
multiplicándose tre- menda y velozmente, pero muy
pequeño el manojito, no se siente. Pero ya cuando
comienza a pasar los primeros meses, todavía el
niño no se mueve, pero ya pesa un poquito. Así se
compara a la Iglesia con un hijo que tiene que nacer
de la madre, de la mu- jer; entonces al principio, los
primeros meses se

Etapas espirituales de la edificación [10


siente un peso, un pequeño peso, pero bien poco.
Creo que concordarán las hermanas, un peso. Hay
veces en que los hermanos, que son la esposa del
Señor y Cristo se está formando en nosotros, a ve-
ces no ponemos atención a ese pequeño peso, y
arriesgamos la criatura. Si la madre, la mujer que
está embrazada, se pone a cargar cosas y a subir
escaleras a toda, ese niño va a morir; puede sobre-
venir una hemorragia, un aborto. Hay que tener
cuidado; al principio como que no lo siente mucho;
hay mujeres que no sabían que estaban embrazadas
hasta que perdieron el niño.

Servir al Señor en el espíritu


Hay personas que ofenden al Señor sin darse
cuenta, hasta que les da una patada; hasta ese día
descubrió que había sido el Señor que sí moraba
dentro de él, pero no lo sentía, porque está tan
acostumbrado al sicodelismo, a la aceleración del
alma exterior, que no tenía sensibilidad; es todo
moderno; pero lo íntimo y profundo, lo del
espíritu como que no se percibe. Pero el Señor da
a veces sus pataditas de pronto. Dice la Palabra
que el Señor Jesús se estremeció en el espíritu
(cfr. Juan 11:33), y es cuando viene y te da una
patadita, cuando el Espíritu del Señor se mueve
dentro de tu corazón; antes que en el corazón
primero en el espíritu. Bendito sea Dios, amados,
¿quieren ustedes estar en el Reino de Dios? Pues
que los gobierne el Señor en su espíritu. No os
hagáis esclavos de los hombres, libertos sois de
Cristo (cfr. 1 Co. 7:23); para ser esclavo de
Cristo, para que Él te gobierne en el espíritu, tú
tienes que conocer al Señor, rendirte a

[1 EPIGNOSI
Él sin condiciones, sin tener temor de los hombres;
de lo contrario no eres siervo del Señor. Si todavía
tememos a los hombres, no somos siervos de Cristo.
¿Cómo podrá ser eso si tratamos de agradar a los
hombres? Tenemos que agradar al Señor en el
espíritu; tú tienes que ser leal a tu Señor en tu
espíritu. Tu espíritu, tu hombre interior tiene que
ser fortalecido; Dios es el Dios que extiende los
cielos y funda la tierra y forma tu espíritu, para que
tú le conozca a Él; allí es donde El se declara.
Dice: Me manifestaré a vosotros allí; el que en mí
cree, de su interior correrán ríos de agua viva; el
que cree en mí, el que bebiere del agua que yo le
daré, seré vida en él. Sí, de pronto le hemos buscado
agitadamente de aquí para allá y de allá para acá,
pero el Señor es tan bello que quiere ser una fuente
de agua viva en los hijos de Dios, en todos los hijos
de Dios que recibieron a Cristo; y dice que es como
una fuente que salta para vida eterna. Yo le he oído
decir a una hermana que está aquí presente pero
que no voy a decir su nombre, que parece que tiene
un resorte adentro; cuando hay que barrer se levanta
y barre; cuando hay que lavar los platos, los lava.
¡Aleluya! ¡Gloria al Señor! Salta para vida eterna en
su espíritu. Sabe lo que tiene que hacer sin que
nadie se lo diga, porque conoce al Señor por la
unción en su espíritu. Dice la Palabra que no se
puede ver el reino de Dios si descuidamos el
espíritu, que quien no nace del agua y del Espíritu
no puede ver el reino; el reino no se puede ver a
menos que se nazca y se ande en el Espíritu. Dice
que es el espíritu quien percibe el mover de Dios, el
gobierno de Dios, desde el espíritu, Su aprobación,
Su corrección, Su desaprobación, Sus advertencias,

Etapas espirituales de la edificación [11


Sus límites, Sus delicadezas; eso solamente lo
conoces verdadera e intensamente con tu espíritu.

Ponle atención a tu espíritu


Siempre necesitas que te lo digan desde afuera.
¿Será que el niño está muy pequeño? ¿o eres muy
nuevo? ¿o será que no quedaste embarazada? Si
Dios entró por Su Espíritu, conforme Su Palabra, a
tu espíritu, tienes vida eterna, y esa vida es la del
Hijo de Dios que comienza a formarse dentro de ti,
que es un solo Hijo de Dios en todo el cuerpo de
Cristo; Él mismo en todos. ¡Oh Señor Jesús! Por
eso la oración de Pablo allí en Efesios 3, que seáis,
que sean fortalecidos por sus riquezas en gloria en
el hombre interior.
Por favor, hermanos, ¿quieren ustedes desde hoy
en adelante poner atención a su hombre interior?
Amén. Ahí van a conocer la paz, ahí es cuando se
van a poner el yugo. ¿Saben lo que quiere decir nié-
guense a sí mismos, tomen su cruz y síganme?
¿Cómo lo vas a seguir? Si no lo sabes no puedes
saber para dónde vas; pero los que le conocen saben
para dónde van, porque dice la Palabra que el Padre
ama al Hijo y le muestra las cosas que Él hace, para
que el Hijo las haga. El Hijo dice: El que me ama, yo
también me manifestaré a él, yo también le haré en-
tender lo que yo estoy haciendo; y lo ha cumplido
justamente conmigo; es en el hombre interior. No se
engañe con las apariencias exteriores. Conozca al
Señor, conozca de las situaciones, conozca las aver-
siones, conozca a los hermanos, ejercitando su espí-
ritu, su hombre interior; igualmente todas las cosas
las disciernes espiritualmente.

[11 EPIGNOSI
Nicodemo decía: Pero no entiendo eso que tú
hablas. ¿Cómo es eso que hay que nacer de nue-
vo? ¿Qué es eso? Yo no entiendo. ¿Acaso tengo
que entrar otra vez en el vientre de mi madre? Va a
ser muy complicado. ¿Eres tú, le dice el Señor,
maestro de Israel y no sabes estas cosas? De cierto
te digo que lo que sabemos hablamos, pero nadie
recibe nuestro testimonio; pero quien recibe este
testimonio, éste atestigua que Dios es veraz (cfr.
Juan 3:1-7). Así son las cosas en el espíritu; pongale
atención a su espíritu, a lo que el Espíritu te testi-
fica; porque este camino estrecho es el camino del
Reino de Dios, donde uno tiene que negarse a sus
propios intereses, porque no le gustó al Espíritu; y
si tú no te humillas, no te arrepientes, no confie-
sas aquello, y aun lo que te está oculto, Señor, hay
algo que no entiendo, que está oculto, examína-
me, oh Dios, quiero tu luz, eres la luz; pero si tú
no se lo pides, Él va hacer como si siguiera de lar-
go, y te quedas sin Su visita. Tú tienes que invitar-
lo, tienes que contratarlo para que Él reine sobre
ti; de lo contrario, Él te deja ir donde tú quieras;
pero si tú quieres negarte a ti mismo y seguir con
Él, tú sabes para dónde vas en tu espíritu. Dios lo
que quiere es que el hombre interior sea fortaleci-
do para que el espíritu sea hecho sensible; que
esa capa gruesa que no nos deja percibir sea
quebrantada;como dice el Señor: Tienen ojos y no
ven, tienen oídos y no oyen; porque el corazón de
este pueblo se ha engrosado, y con los oídos oyen
pesadamente (cfr. Mt. 13:15).

Etapas espirituales de la edificación [11


Los escalones espirituales de la edificación
Primer escalón: Fortalecimiento del hombre in-
terior. La fe en Dios es en el Lugar Santísimo; allí
es donde está el Arca, allí es donde están los queru-
bines con sus alas que te evitan de ir a los extre-
mos; allí es donde está el trono de Dios. Las siete
lámparas al frente del trono equivalen al candelero
que está en el Lugar Santo; pero el Arca equivale al
Trono en el Santísimo, y debajo del trono, cuando
nos sometemos al gobierno del Señor en el espíri-
tu, es cuando de debajo del trono corren ríos de
agua viva para dar vida a las almas que tengan el
toque del río de Dios, para que tengan vida eterna
de Dios. Santificados y edificados en el hombre in-
terior. Es el primer escalón, primera etapa, primer
requisito.
Segundo escalón: Que habite Cristo en el cora-
zón de los creyentes. Ahora el segundo. Para ver el
segundo escalón, me acompañan de nuevo en
Efesios. Ya vimos el primer escalón. Para el segun-
do era necesario esto primero, el fortalecimiento del
hombre interior, ¿para qué? “17para que habite
Cristo por la fe en nuestros corazones”. Segunda
etapa del escalón, segundo escalón. Si no estamos
fortaleci- dos en el hombre interior, ¿cómo habitará
Cristo por la fe en nuestros corazones? Pero Pablo,
me parece que aquí tienes un error teológico, sobre
todo Pablo, porque aquí estás diciendo que habite
Cris- to, y tú estás hablando a la iglesia en Efeso.
¿Cómo es que estás diciendo: para que habite Cristo
en nuestros corazones, si ya hay una iglesia en
Efeso? El error teológico es de nosotros, que no
sabemos lo que es el corazón. El corazón en la
Biblia presenta

[11 EPIGNOSI
la siguientes funciones: Conciencia, mente, emo-
ción y voluntad; es decir, el alma más la conciencia
del espíritu, la puerta de donde emana la vida; por-
que el corazón es la puerta de salida de Dios por su
Espíritu hacia el exterior de tu ser. Por el corazón
emana, es decir, por él fluye la vida; la reprensión
de la conciencia está en el corazón. Lo expresa la
Palabra cuando dice: “Si nuestro corazón nos
repren- de, mayor que nuestro corazón es Dios” (1
Juan 3:20), cuando la unción está en nuestro
corazón.
Dice el mandamiento: Amarás al Señor tu Dios
con todo vuestro corazón; y que la mente y la volun-
tad pertenecen al corazón, lo dice ahí en Hebreos
4:12 cuando dice que “la palabra de Dios es viva y
eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos;
y penetra hasta partir (y separar) el alma y el
espíri- tu, las coyunturas y los tuétanos, y
discierne los pensamientos y las intenciones del
corazón”; o sea que cuando Pablo está diciendo que
seamos prime- ro fortalecidos en el hombre interior
para que Cris- to habite en el corazón por la fe, está
hablando de ese fluir interior de Dios a nuestro
espíritu, y por nuestro espíritu hacia nuestro
pensamiento, inten- ciones, emociones, desde la
conciencia.
Cuando aquel recibe a Cristo “en su corazón”, y
levantó la mano, ¿ya recibió a Cristo en su corazón?
¿Qué implicaciones tiene? Oh, recibir a Cristo en el
corazón es algo muy grande, que dura toda la vida.
Que Cristo se meta en todos mis pensamientos, go-
bierne y sature todas mis intenciones y motivos,
eso es recibir a Cristo en el corazón. Qué tus emo-
ciones vayan a la par con las de Cristo; que cuando
Él está triste, tú no te estés riendo; cuando Él esté
Etapas espirituales de la edificación [11
gozoso, tu no estés llorando; cuando Él tenga mise-
ricordia, tú no seas duro; cuando Él sea firme, tú no
seas cobarde; pero si Él va por la derecha y nosotros
por la izquierda, ¿cómo vamos a representar al Se-
ñor? Él está adentro, aquí en el espíritu, pero nues-
tro corazón no está habitado plenamente, goberna-
do por Él, sino que va para donde él quiere. Cuando
el Señor tuvo misericordia de Nínive, pero Jonás no,
va él a estar muy preocupado por su propia imagen.
¿Va a tener que pedirle Dios perdón a Jonás por
haber perdonado a la ciudad? ¿Será que el Señor va
a hacer eso? Jonás dijo: Señor. me hiciste quedar
como un falso profeta. Yo dije que sí ibas a destruir
Nínive, y tú los perdonaste; y ahora ¿qué voy a hacer
yo? Por eso era que yo no quería ir, porque yo sabía
que los ibas a perdonar. Y ahora ¿con qué cara me
voy a presentar a Nínive? Este era el que decía que
Dios iba a destruir a Nínive. Claro que fue destruida,
pero otra generación después. Nínive fue perdonada
por Dios porque se arrepintió.
He ahí un fiel ejemplo, el de Jonás, para mostrar
cómo a veces nuestras emociones van por un lado y
las de Dios por otro. A veces estamos pensando co-
sas, y le toca al Espíritu hacer lo de los jinetes que
están atrapando esos caballos briosos y cimarrones,
mandándole lazos a esos pensamientos indomables:
Vengan para acá, no sean vagabundos. Pero si tú
no estás fuerte en el espíritu, Cristo no tiene sufi-
ciente lugar en tu corazón. Vé y espera en la sala
de afuera. Todos sabemos que la casa tiene cocina y
cuartos y todo, y a Cristo lo dejamos ahí en la
entradita. Sí, Él está en la casa, pero en la puerta.
Pero Él es el Rey de reyes y el Señor de señores; Él

[11 EPIGNOSI
tiene que entrar; y no va a entrar si no estamos
fortalecidos en el hombre interior.
Tenemos que estar fervientes en el espíritu, pero
debemos acudir al Señor, invocar Su nombre, de-
pender de Él, quedar enchufados con Él, para que
el aparato funcione. Si no conecta el aparato, no
funciona. ¿Cómo va a planchar con una plancha
fría? ¿Cómo se va a calentar la plancha si no la
enchufa? Tiene que estar enchufada para que re-
ciba corriente; entonces así se calienta, entonces
puede planchar. Si tú no tienes al Señor en tu
hombre interno, ¿cómo vas a funcionar? Funcio-
namos con el hombre exterior dirigidos por nues-
tro propio ego y el de otros, pero no por el Señor
mismo en el espíritu. ¿Cómo vamos a planchar, a
licuar, a hacer cualquier cosa sin conectar los apa-
ratos? Somos como aparatos desconectados. La
lám- para es la Palabra; hay que encender la
lámpara, hay que suministrar el combustible a la
lámpara para que cuando el Señor venga estén
encendidas nuestras lámparas.
Entonces eso de habitar Cristo por la fe en el
corazón no es una cosa simple. El Señor primero
habita en tu espíritu el día que tú lo recibiste; ya
fue esa la regeneración, ya fue ese el nuevo
nacimiento; ahora Él tiene que pasar del espíritu al
alma; el río tiene que fluir desde el Santísimo, desde
el trono, y pasar por el Santo, y luego pasar por el
Atrio y salir hasta afuera para llevar la vida a las
naciones; o sea que el fluir de Dios es desde el
interior hacia el exterior, del espíritu al corazón,
porque de Él es que emana la vida, la conciencia, el
pensamiento, la emoción, la intención habitada por

Etapas espirituales de la edificación [11


Cristo. Entonces ya no estamos tratando aquí de la
regeneración, sino de la renovación del
entendimiento y de la transformación. ¿Por qué esta
renovación? Somos transformados porque estamos
recibiendo la luz, y la luz viene de la vida; la vida es la
que alumbra y es la luz de la vida, la luz y la verdad,
las que nos conducen interiormente real y
auténticamente en una experiencia espiritual
legítima por el camino que solamente es Jesucristo
mismo.
Tercer escalón: Comprender a Cristo con todos
los santos. Entonces ahí sigue el tercer escalón. No
se puede dar el tercero sin darse lo segundo, ni se
puede dar lo segundo sin darse lo primero,
fortaleci- dos en el hombre interior para que Cristo
habite por la fe en los corazones; y esto ¿para qué?
Ahí dice, en la otra mitad del verso 17: “a fin de
que...”; ahí está, que esto sea requisito para lo otro,
para que se pueda dar lo siguiente tiene Cristo que
ha- bitar en el corazón; si habita solamente en el
espí- ritu, ah, qué difícil va a ser la edificación de la
Igle- sia. Solamente edificaremos reinos para
nosotros, pero no nos quitaremos nuestras coronas
para po- nerlas a los pies de Cristo. Sólo nos
quitaremos nuestras coronas y las pondremos a los
pies de Cristo cuando Él haya trabajado nuestro
corazón en serio, y conozcamos el gobierno de Dios
en el espíritu.
Entonces dice así: “a fin de que, arraigados y
cimentados en amor”. Ah, ya la cosa no es conmigo
solo. Antes pensaba que mientras yo no me vaya al
infierno está bien; después viene lo bueno; está
bien, no sólo no irme al infierno. ¿Hay que amar a
Dios y tener una buena vida espiritual, y ser un
gigante espiritual? No sólo eso, porque el tercer
[11 EPIGNOSI
escalón es corporativo, porque lo que el Señor está
edificando es el cuerpo de Cristo. Todos los
apóstoles, profetas, evangelistas, pastores y
maestros legítimos constituidos por Dios, lo son
para perfeccionar a los santos, para ninguna otra
cosa que la obra del ministerio y la edificación de
ninguna otra cosa, sino del cuerpo de Cristo (cfr.
Ef. 4:11-13); pero esa edificación colectiva no se
puede hacer sin un trabajo en nuestro corazón, por
la habitación y el gobierno de Cristo desde el
espíritu.
Por eso dice: “ a fin de que, arraigados y
cimentados en amor...”. El amor es para la relación
de los miembros de la Iglesia, es para la
coordinación del cuerpo, es para la coordinación del
colegio del ministerio, para la coordinación del
presbiterio, para la coordinación de los obreros;
pero deesto no hay, porque el corazón está cerrado
a Cristo. Aun en la Iglesia se le cierra la puerta a
Cristo; pero el Señor tiene que trabajar en el
corazón, para que, “arraigados y cimentados
en amor, 18 seáis plenamente capaces de
comprender”, no parcialmente, no con estrechez.
no de lejitos, sino plenamente abiertos a la voluntad
perfecta del Señor en Su cuerpo; “plenamente
capaces de comprender con todos los santos”;
observe las medidas de Cristo. Ah. un solo santo o
un solo grupito de santos no es suficiente para
comprender las medidas de Cristo. Necesitamos ser
tratados en el corazón por Cristo desde el espíritu
para ser plenamente capacitados a comprender
con todos los santos. Ah, yo puedo comprender,
pero comprender contigo y tú conmigo, es más
difícil. Comprender con otros a Cristo es diferente
que comprender yo solo un pedacito.
Etapas espirituales de la edificación [11
Comprender la plenitud de Cristo necesita la ca-
pacitación de la coordinación legitima del cuerpo
de Cristo. “Para que seáis plenamente capaces de
comprender con todos los santos”; plenamente ca-
paces; está diciendo de la capacidad, de capacita-
ción. Tenemos que ser capacitados por Dios; es un
trato a veces duro en nuestro corazón; a veces dole-
rá en nuestro corazón; a veces estaremos aplasta-
dos en nuestro corazón; a veces estaremos
contradecidos, humillados, avergonzados, para que
nuestro corazón pueda encajar con los santos y haya
una conformación espiritual en la isla de Robinson
Crussoe. Cuando tenemos que aprender a convivir
en el cuerpo de Cristo ahí comienzan a aparecer las
murallas de los reinos del hombre, donde no reina
el Espíritu, ni la Palabra, sino el hombre.
Cuarto escalón: Ser llenos de toda la plenitud de
Dios. Por eso, hermanos, Dios sufre. Dios dijo: “No
contenderá mi espíritu para siempre con el
hombre, porque ciertamente él es carne” (Gn. 6:3).
Oh Señor. Pongámonos en Sus manos para que no
deje de contender con nosotros, y nos capacite a
compren- der a Cristo con todos los santos, para
que seamos llenos de toda la plenitud de Dios, que
es la última escala. 18Seáis plenamente capaces de
comprender con todos los santos cuál sea la
anchura, la longi- tud, la profundidad y la altura,
19
y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo
conocimiento, para que seáis llenos de toda la
plenitud de Dios”. Si tú quieres llegar a su plenitud
y pleno conocimiento, debes ser tratado por el
Señor.
La Iglesia tiene muchos bloqueos en su corazón;
el Señor tiene que tratar con nuestro corazón para

[11 EPIGNOSI
que Él tenga lugar y no sea estorbado, y seamos
capacitados para encajar, ensamblar con los demás
miembros del único cuerpo de Cristo alrededor del
gobierno de Cristo por el Espíritu. ¡Gloria a Dios! Y
que lleguemos hasta el último escalón todos juntos
vivificados en el hombre interior, subyugados en
nuestros corazones, ensamblados y bien concerta-
dos como un solo cuerpo para el Señor. Que el Se-
ñor haga Su trabajo en serio con nosotros; porque
Él no está satisfecho con la cantidad de santuarios
rivales sobre los montes y debajo de los árboles. Él
estableció un santuario único que es Su cuerpo en
Cristo y el Espíritu, donde todos tenemos que ofre-
cerle holocausto. Líbrate de ofrecer holocausto en
cualquier parte que quieras, sino que al lugar que
Yo escogiere, allí lo ofrecerás; y ese lugar es Cristo,
el Espíritu y el cuerpo de Cristo; ese es el santuario
único de Dios, donde todo se unirá en coordinación
legitima, interior, espiritual, debajo del verdadero
gobierno del Espíritu de Dios entonces establecido.
Dios tenga misericordia de nosotros y nos conceda
caminar con Él por el camino estrecho, que es el
legítimo Jesucristo.
Padre, en el nombre de Jesús te agradecemos la
oportunidad que nos ha dado para considerar algunos
aspectos de Tu Palabra, de Tu edificación en la
tierra, del gobierno de Tu Espíritu, por Tu Palabra.
Ten misericordia de nosotros. Señor, atráenos
para ofrecernos a Ti; que podamos ofrecernos sobre
Tu altar para ser tratados por Ti, y colocados en
función de Ti, al servicio Tuyo en el cuerpo de Cristo.
Padre, guárdanos de todos los males de nuestro
corazón, alúmbranos con Tu luz, límpianos con Su
sangre y con el agua del lavacro de Tu Palabra.
Señor, tráenos

Etapas espirituales de la edificación [11


a Tu luz para que no huyamos como cobardes a las
tinieblas, porque es condenación amar a las
tinieblas. Señor, que vengamos a la luz para que se
manifieste que nuestras obras son hechas en Dios.
Atráenos de la oscuridad a Tu luz admirable y reina
sobre nosotros. Padre, en el nombre del Señor
Jesús; guárdanos en el nombre de Jesús; amén y
amén.

[12 EPIGNOSI
OBRAS DEL MISMO AUTOR

 CAMINANTE
 INSTANCIAS
 AFORISMOS Y REFLEXIONES
 TRATADILLOS
 PERSPECTIVA DEL HOMBRE
 ASUNTOS ECLESIOLÓGICOS
 ENCARANDO ASPECTOS BRANHAMITAS
 OPÚSCULO DE CRISTOLOGÍA
 ROMA EN LA PROFECÍA DE DANIEL
 FUNDAMENTOS
 HECHOS EN LA CIENCIA Y LA CULTURA
 ¿QUÉ DE LA NOCHE?
 PRINCIPIOS DE DERECHO TRASCENDENTAL
 EDIFICACIÓN
 LUZ Y CANDELERO
 FOLIA CRISTIANA
 TROZOS DE REALIDAD
 APROXIMACIÓN A CRÓNICAS
 HACIA LA INTEGRALIDAD
 ARGUMENTOS TEOLÓGICOS,
EPISTEMOLOGÍA,
ÉTICA Y EXISTENCIA
 LA CONSTANTE 5 NUMERONAL
 DE LOS TEXTOS
 BREVIARIO POLÍTICO
 INTRODUCCIÓN A LA TEOLOGÍA GENERAL
 ODRE NUEVO PARA VINO NUEVO
 LA ADMINISTRACIÓN APOSTÓLICA DE LOS
MISTERIOS DE DIOS
 EDIFICANDO A LA IGLESIA
 FRENTE A LA CAÍDA
 PROVISIONES DE LA CRUZ
 HACIA EL CENTRO
 LA CASA Y EL SACERDOCIO
 RELACIONES
 MYRIAM
 MENSAJES VARIOS EN COLOMBIA

[12
 RIOGRACIA
 ACERCA DE LA IGLESIA
 TERREMOTO MUNDIAL
 ACERCA DE LA OBRA
 MINISTERIO EN AMAMBAY
 EPIGNOSIS
 LA OBRA DEL MINISTERIO
 ELEMENTOS PARA LA CENTRALIDAD
E INCLUSIVIDAD EN LA IGLESIA
 PROLEGÓMENOS
 ISAGOGIA JACOBEA
 MINISTERIO EN EL CARIBE
 TODAVÍA UN POCO
 MINISTERIO EN BRASIL
 EL TEMPLO DE DIOS
 TRES CENTRALIDADES CONCÉNTRICAS
 SEFER GITAIM
 LA NORMALIDAD DE UNA IGLESIA BÍBLICA
 LOS PEQUEÑOS LIBROS
 MINISTERIO EN VILLAVICENCIO
 EL TRIPLE TESTIMONIO DE DIOS
 EPIFANÍA SÉPTUPLE
 EL LIBRO DE LAS JORNADAS
 PLATICAS EN LAS REUNIONES UNIDAS
 INFORMES DE VIAJES
 CUADERNOS
 EPISTOLARIO
 CANCIONES
 PERSPECTIVA ESCATOLÓGICA
 APROXIMACIÓN AL APOCALIPSIS
 EDIFICACIÓN Y GUERRA
 MINISTERIO EN CHILE
 LOS MISTERIOS DEL REINO DE LOS CIELOS
EN LAS
PARÁBOLAS DEL SEÑOR JESUCRISTO
 CALVARIO Y PENTECOSTÉS
 DIVINIDAD DE CRISTO
 UNA LECTURA DE EFESIOS
 UNA LECTURA DE APOCALIPSIS (versión
Londrina)
 UNA LECTURA DE APOCALIPSIS (versión
[12 EPIGNOSI
Contagem)

[12
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[12 EPIGNOSI
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Prójimo

[12 EPIGNOSI
[126] EPIGNOSIS
[12
Esta 4a. edición, versión íntegra, del libro:
“EPIGNOSIS”,
de Gino Iafrancesco V.,
se términó de imprimir en septiembre de 2007
en los talleres de Dupligráficas Ltda.
Calle 18 sur No. 5-70 Bogotá, Colombia

[127]
[128] EPIGNOSIS

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