Huelga de Inquilinos 1907

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La Huelga de Inquilinos de 1907

Sociología Urbana – Cátedra Rofé


1er Cuatrimestre 2022

Comisión 02 - Turno noche

Grupo:
Fagundez, Nicolás
Oliveri, Sebastián
Corral, Agustín
1.
En el texto correspondiente a Samuel Jaramillo, el economista colombiano postula una
revisión crítica de las teorías especifistas y generalistas que intentan explicar el contraste
entre el desarrollo de las ciudades latinoamericanas con respecto a las de los países
capitalistas centrales. Para esto, elude la tensión entre ambos paradigmas de investigación
y busca concatenarlos en una teoría que supere sus limitaciones. De esta manera, a través
de un enfoque propiamente marxista, toma las teorías generales y busca adaptarlas a los
casos concretos.
Para comprender las afirmaciones que el autor realiza sobre la situación de la reproducción
de la fuerza de trabajo en esta etapa del capitalismo es importante entender el cambio con
respecto a la etapa precedente. Se trata de una nueva fase donde se impone una lógica
monopolista, consecuencia de cambios técnicos y socioeconómicos. El progreso técnico en
materia de energía, transporte y comunicaciones transformó la percepción de que el
espacio limitaba la producción y circulación de las mercancías. Ahora las sofisticadas
técnicas de producción requieren de fuerza de trabajo calificada; y para la reproducción y
especialización de la misma, la ciudad tiene que proveer estas posibilidades mediante la
facilitación de bienes y servicios de consumo colectivo. Por lo tanto, según Jaramillo, en
esta etapa avanzada ocurre una clara transformación en las pautas de la distribución
espacial, influida por el cambio en las relaciones industria-ciudad. La ciudad aparece como
determinante para la localización industrial, cuando en la etapa previa esta determinación
estaba invertida. Esto conlleva que las inversiones en infraestructura para la reproducción
de la fuerza de trabajo sean focalizadas en pocos puntos neurálgicos de aglomeración,
concentrando las actividades productivas en lugares específicos.
Consecuencia de lo anterior, la segregación socioespacial aparece como un fenómeno que
se manifiesta de diferentes maneras. Por un lado, segrega la población residente en torno a
la producción industrial de la del resto del territorio. Por otro lado, la fuerza de trabajo
especializada resulta privilegiada con respecto a las esferas de trabajo inferiores que
poseen una dinámica salarial diferente y más perjudicial ya que conviven con salarios bajos
y dificultades en cuanto al acceso al empleo.
En el texto Expoliación urbana, luchas sociales y ciudadanía: retazos de nuestra historia
reciente, Kowarick añade que existe una provisión asimétrica de bienes y servicios. El valor
de ciertas áreas de la ciudad va en incremento y los estratos populares no pueden pagar
para permanecer allí, debiéndose trasladar a sectores periféricos donde puede no haber
servicios básicos; la apropiada urbanización se vuelve difícil.
Para complejizar el análisis de la situación de la reproducción de trabajo, introduce el
concepto de “expoliación urbana” aludiendo a las condiciones materiales objetivas de

1
ausencia o precariedad de servicios de consumo colectivo que, socialmente necesarios
para la subsistencia (Kowarick, 1975). Esta expoliación, producto de determinaciones
estructurales de la acumulación capitalista (la gran reserva de mano de obra), junto con la
explotación conllevan dificultades en la organización sindical o política y podría suscitar, de
acuerdo a los contextos históricos particulares, diferentes tipos de movimientos populares
por parte de los grupos urbanos más desfavorecidos.
En resumen, los aspectos sociales subjetivos que dan visibilidad a esta problemática
pueden o no derivar en transformaciones objetivas (positivas o negativas) para las
condiciones de vida de las poblaciones.

2.
El siguiente trabajo busca recomponer las trayectorias habitacionales de los inquilinos de la
ciudad de Buenos Aires a principios del siglo XX haciendo énfasis en las condiciones de
vida de la fuerza de trabajo y la dinámica que adquirió la ciudad en el marco de un modelo
agroexportador en constante crecimiento desde finales del siglo previo. En torno a esto
recuperaremos la huelga de inquilinos de 1907 con el fin de presentar un panorama de la
problemática habitacional y la conflictividad urbana de la época.
El período seleccionado que aquí abordaremos es quizá un hito fundacional del país en lo
referente a la composición demográfica y la configuración de la estructura social del mismo.
La afluencia migracional, destinada en principio a suplir la demanda de mano de obra de un
modelo económico que se orientaba hacía a la actividad rural de exportación, rápidamente
padeció las consecuencias de un régimen latifundista de tierras que expulsó a los recién
llegados que venían “en busca de una porción de tierra que labrar” hacía los conglomerados
urbanos. Esto dio como resultado que para el año 1914 el 58% de la población residiera en
ellos (Summo, 2013). A su vez, dentro de estos conglomerados, se abría una brecha de
suma disparidad que instauraba una estratificación social marcada entre las condiciones de
vida de los propietarios y de los inquilinos.
Ateniéndonos al caso de la Ciudad de Buenos Aires, la epidemia de fiebre amarilla de 1871
ocasionó un desplazamiento habitacional hacía el norte por parte de las clases patricias y
acomodadas del régimen. Estas familias poderosas de la élite porteña se habían
congregado al sur de la Plaza de Mayo. Algunas tenían casas de veraneo en el norte,
donde podían disfrutar del campo y la naturaleza (zonas que ahora son parte de la Ciudad,
como por ejemplo: Belgrano). Pero a partir del brote de la peste, de la cual se contaba con
muy poca información, la población pudiente de Buenos Aires empezó a tener serias dudas
en cuanto a las condiciones sanitarias de la parte sur de la Ciudad y comenzó a localizarse

2
hacia el norte, dando lugar a prestigiosas casas y palacios en las zonas de Recoleta y
Barrio Norte, que hasta hoy conservan su prestigio y son el área residencial más
concentrada y valorizada de la elite porteña (Scobie, 1977)
Dejando atrás las casas de la zona sur de Plaza de Mayo, la transformación de estas
antiguas casas de arquitectura española en conventillos de inquilinato, sin lugar a dudas
representaba un negocio inmobiliario muy rentable para los propietarios de la época.
Estas casas antiguas, mejor conocidas como “casas chorizo” y que estuvieron orientadas
hacía la actividad doméstica de la burguesía en períodos precedentes, rápidamente se
convirtieron en el albergue de la masa migrante afluente. Suriano (1983) nos advierte del
crecimiento de este fenómeno a través de unas cifras que resultan elocuentes: en 1881
existían 1821 conventillos que albergaban un número de 65.260 personas, hacía 1904 las
cifras se elevan a un total de 2462 conventillos1 con un total de 138.188 moradores. No
obstante, también hemos de advertir la construcción de nuevas casas destinadas al
inquilinato durante el período: en el barrio de La Boca encontramos algunos ejemplos.
Resulta notorio además, que estos espacios no solo albergaban a los miles de inmigrantes
italianos, españoles, franceses y vascos empobrecidos que corrientemente imaginamos, si
no también a parte de las fuerzas policiales del Coronel Falcón, el brazo de hierro del Orden
Conservador encargado de reprimir la primer gran huelga por crisis habitacional en nuestro
país. Este dato realza la magnitud de la problemática, ya que demuestra que incluso los
últimos eslabones del orden estatal se encontraban desamparados respecto a la
problemática de la vivienda.
Ahora bien, el carácter aborrecible de las condiciones de vida de estos conventillos radica
en la poca inversión en infraestructura por parte de los propietarios, sumado al
hacinamiento ante la necesidad de vivir en zonas cercanas a la Ciudad. De esta manera, se
fue configurando una distribución socio-espacial muy interesante en la zona aledaña a la
Plaza. Según Scobie (1977), se trataba de un poderoso imán que juntaba a los inmigrantes
pobres y a los porteños ricos. La clase alta, si bien ya no residía allí, no abandonó la zona.
La alta concentración de actividades alrededor de la plaza como bancos, teatros e
instituciones estatales la ataba al centro de la ciudad. Los que vivían en conventillos, sin
embargo, preferían la zona de la Plaza por la cercanía al trabajo y porque no podían pagar
el costoso transporte hacia los barrios.

1
Sabemos por Scobie, que en los censos de 1887 y 1904 no existía un criterio uniforme para
delimitar conceptualmente que un inquilinato efectivamente sea un “conventillo”. No obstante, el autor
asevera que fue un término presente en las anotaciones de los censistas. El criterio de más peso a la
hora de decir que una vivienda era un conventillo parecía ser el del número de habitantes de la
misma: “En realidad el número de habitantes de un edificio (Generalmente más de treinta) parecía
ser la característica principal del conventillo” (Scobie, 1977)

3
En primer lugar, el hacinamiento era una constante en estos lugares. Como adelantamos, la
cifra de inquilinos creció, superando con creces la infraestructura de estas viviendas.
Gracias a los primeros trabajos finiseculares de Rawson y Wilde, tenemos algunas
orientaciones respecto de las condiciones paupérrimas en las que vivían los inquilinos de
los conventillos. Profundizando en el aspecto de la salubridad, Rawson nos advierte que
sobre 1500 muertes por viruela en 1883, 1000 ocurrieron en inquilinatos, alegando en este
sentido, que había allí una problemática que representaba una amenaza para la salud
pública de la Nación. Las deficiencias de espacio e higiene se amplían cuando nos
referimos a los espacios de uso común y compartidos que, en la realidad del conventillo,
representaban los baños, la cocina, el lavadero, etc. En este marco, los límites entre esfera
pública y espacio privado eran muy difusos e incluso en algunos aspectos casi inexistentes.
Estas condiciones se explican por la voluntad deliberada de los propietarios de priorizar la
renta del alquiler en el marco de una demanda constante de este servicio y una regulación
estatal que brilló por su ausencia durante todo el período. A nuestro juicio, con las
salvedades pertinentes en lo que hace al régimen de acumulación, la realidad de los
conventillos se asemeja mucho al proceso de tugurización que padecieron las incipientes
ciudades industriales europeas en períodos previos referidas por Mumford (1979).
Como adelantamos, la legislación vigente y la intervención del Estado en este fenómeno se
caracterizaron por ser una mera concreción jurídica consecuente con los intereses de las
clases propietarias. En la medida en que indagamos respecto del modelo de país en boga
cimentado sobre las premisas teóricas de la constitución del 53’ y las ideas teóricas de los
pensadores de la generación del ‘80 encontramos el liberalismo económico como
característica central del modelo agroexportador y en el plano político el Orden Conservador
y la democracia restringida que bien supo caracterizar Natalio Botana (Botana, 1977).
Teniendo esto en cuenta, la problemática habitacional era entendida como un espacio de
agentes libres con intereses afines; con lo cual cualquier intervención del Estado en esta
situación era interpretada como una intromisión que obstruía la relación entre estos
agentes. Este tipo de concepciones en la práctica terminan posibilitando que el propietario,
en pos de sus intereses, quede libre de responsabilidades a la hora de determinar las
decisiones sobre su propiedad. Con sus matices, esta tensión entre la necesidad
habitacional de los inquilinos y las prioridades que los propietarios otorgan a las rentas por
alquiler perdura hasta nuestros días.
Se rastrearon reclamos en torno a la problemática de los alquileres para 1901. Desde un
principio, en el período que nos compete, esta cuestión estuvo contemplada por la F.O.R.A.2
(antes F.O.A.) de tendencia anarquista en su matriz ideológica. Sin embargo, esta cuestión

2
Federación Obrera Regional Argentina

4
adquiere mayor relevancia en el Congreso de 1906, hecho que terminó dando origen a la
Liga de Inquilinos, primera organización social agrupada en torno a las demandas de este
colectivo. Ahora bien, reponer la situación de las organizaciones de las clases trabajadoras
argentinas del período es un ejercicio que excede a los límites de este trabajo. No obstante,
hemos de advertir algunos contrapuntos importantes respecto a las propuestas circulantes
en torno a la problemática de la vivienda ya que, desde luego, la voz de los anarquistas no
fue la única. Los socialistas, por su parte, bregaban por una solución más reformista y
conciliatoria para resolver la crisis de vivienda: apuntaban a la acción política legislativa y al
cooperativismo. Este grupo, cuya dirigencia estuvo en manos de intelectuales porteños
reconocidos de nuestra historia como Juan B. Justo, Alicia Moreau o el diputado Alfredo
Palacios, veía la solución a este problema a través de la construcción de “viviendas
obreras”, bloques habitacionales ubicados en cascos cercanos a los puestos de trabajo de
la ciudad, impulsando de este modo una zonificación habitacional para las clases
trabajadoras. Un ejemplo tangible de esta política habitacional es el Hogar Obrero, ubicado
en las esquinas de Martin García y Bolívar en el barrio de Barracas. Esta construcción
arquitectónica fue inaugurada por Juan B. Justo en el año 1904. Se trataba de una
cooperativa que tenía como objetivo captar el ahorro popular para aplicarlo en la
construcción de viviendas o entregar créditos individuales a quienes formaban parte.
Durante un tiempo funcionó de manera exitosa, extendiéndose hacia otros rubros
industriales. En la actualidad estos hogares se venden corrientemente en el mercado
inmobiliario a precios que lejos están de encontrarse al alcance de la clase trabajadora.
La heterogeneidad ideológica3 respecto a los distintos abordajes de esta problemática
pueden leerse a través de los periódicos de la época. El diario anarquista “La Protesta”
comenta respecto de la solución socialista:
“No es mediante la edificación de casas para obreros (que se resolverá el problema). Aunque se
levantara un empréstito de diez millones de pesos, sólo alcanzaría para construir dos mil casas. ¿Y qué
son dos mil casas?” (…)
Casas para obreros, en esta frase está contenido todo el odio de casta y de clase; mejor hacer celdas
para ladrones (para los empresarios).”
29 de Septiembre de 1906

3
Por una cuestión de espacio y de relevancia temática decidimos no profundizar respecto de las
posiciones del sindicalismo y otras vertientes minoritarias en aras de dejar clara la polarización entre
la posición anarquista y la socialista. No obstante, es importante tener en mente que al estallar la
huelga militantes de distintas corrientes formaron parte del movimiento.
En lo referente a los autores trabajados, encontramos divergencias respecto de las perspectivas en
relación al surgimiento de la huelga. Por un lado, Scobbie (1977) destaca el carácter “espontáneo” de
la misma, mientras que Summo (2013) hace hincapié en la influencia de los partidos políticos y más
en particular en la tracción movilizadora del anarquismo.

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Lo cierto es que para el año 1907 la crisis habitacional se iba profundizando en la medida
en que el Gobierno de Alvear producía un fuerte aumento de los impuestos municipales a la
propiedad. Los propietarios volcaban este aumento sobre los precios del alquiler (Suriano,
1983), eliminando la posibilidad de acceder con facilidad al pago de una habitación. Según
Scobie “el aumento de alquileres favoreció un mayor hacinamiento” (Scobie, 1977; 198).
Conjuntamente podemos agregar en este punto que la suba de alquileres afectó de lleno a
los trabajadores que pertenecían a las ramas de actividades ligadas al trabajo artesanal o
los oficios manuales, que sin dudas representaban las piezas más sensibles y
desprotegidas del modelo agroexportador. A diferencia de las capas medias y altas de la
sociedad, estos trabajadores estaban desamparados ante las fluctuaciones económicas de
un modelo económico que los obligaba a vivir al día. Lo que explica por qué era tan
frecuente la condición de inquilino entre estos agentes. En un principio concibieron como
transitoria esta posibilidad aunque finalmente se plantearon dificultades en el marco de este
régimen. El inquilinato representaba una verdadera alternativa ante la problemática
habitacional de los trabajadores. La demanda constante de habitaciones en albergues del
centro de la ciudad daba lugar a que los propietarios pudieran aumentar los precios en base
a sus expectativas de ganancia, siempre en detrimento de sus inquilinos.
Llegado este punto y teniendo en cuenta el malestar acarreado desde los años
precedentes, un importante aumento provocó que en septiembre de 1907 estallara en el
centro porteño la primera “Huelga de Inquilinos” de trascendencia4 en nuestro país. La
violencia por parte de la policía propiciaba tanto mitigaciones a las manifestaciones como
desalojos forzosos. Por su parte la asociación de propietarios creó una operatoria jurídica
para que los recibos de los inquilinos no comprueben el cumplimiento de los pagos y de
esta manera desalojar a los inquilinos huelguistas

Es así como podemos apreciar que a partir de la implosión de la huelga, los procesos de
lucha que se dan por la apropiación del espacio urbano: los inquilinos tomarán las calles
como nunca antes cuando los propietarios trasladen la fuerte suba de impuestos
municipales a los alquileres. Se adherirá el 80 % de los conventillos: algo así como 2000
casas y más de 100.000 personas (Scobbie, 1977, p. 204). ¿Cómo se logra una
movilización de tales proporciones? Bueno, algunos autores hablarán de que las nuevas
singularidades del espacio urbano porteño permitieron la constitución de redes de
sociabilidad entre los inquilinos, las cuales contribuyeron a darle mayor cohesión interna a

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Como sabemos, la huelga se extendió en diversos centros urbanos de la provincia de Buenos
como: Avellaneda, Lomas de Zamora, La Plata e incluso trascendió las fronteras llegando hasta la
ciudad de Rosario.

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los mismos. Es interesante ver cómo la espacialidad urbana y las condiciones de vida
funcionan como elementos dinámicos para el proceso de génesis, formación y desarrollo de
la protesta.
Desde Barracas, La Boca y San Telmo se irradiaría el clima de ebullición que contagiará al
resto de la Capital trascendiendo sus fronteras.
Refiere Suriano (1983, p.74) que desde la Liga de Lucha Contra los Alquileres e Impuestos
(L.C.A.A.I.) se publica un manifiesto llamando a la huelga general de inquilinos y la
organización de los huelguistas se estructurará a nivel barrial, cada uno con su comité,
cuyos integrantes recorrerán los conventillos con el propósito de lograr la adhesión y
participación en la huelga de sus habitantes.
Los inquilinos organizados en huelga presentaron un pliego de condiciones a los
propietarios donde pedían que se les rebaje un 30% los alquileres, se higienicen las
habitaciones, sean abolidos los pagos adelantados, se supriman las garantías, se eliminen
encargados e intermediarios y no se desaloje a ningún locatario por haber participado en el
movimiento (Suriano, 1983, p.80).
Solo unos pocos propietarios aceptan las demandas por temor a males mayores o a pasar
demasiado tiempo sin percibir el pago de alquileres a la espera de que se expida la Justicia.
Es de destacar el papel que cumplieron las mujeres y los niños. Refiere Inés Yujnovsky
(2004, p. 129) que el éxito en la suspensión de pagos se debió lisa y llanamente a las
diversas estrategias que con valentía fueron desplegando las mujeres junto a les niñes para
evitar el ingreso de los encargados a los conventillos o el desalojo cuando ya se
apersonaban con orden judicial, ya que eran ellas las que pasaban más tiempo a su interior,
mientras los hombres se encontraban fuera trabajando.
A su vez, era habitual que los inquilinos se atrincheraran trabando puertas de entrada con
cadenas y candados para evitar el ingreso de las fuerzas judiciales y de represión, mientras
que los propietarios recurrían a estrategias como las de cortar las cañerias de agua o
romper los servicios sanitarios.
Por otro lado el conflicto se sacaba a la calle a través de diversas manifestaciones
callejeras. En una de ellas, el 22 de Octubre, en manos de la represión policial, cae muerto
Miguel Pepe; a su entierro acuden 10.000 personas. Y refiere Scobbie (1974, p.210) que
para cuando la L.C.C.A.A.I convoca a un mitin días después, en pos de reafirmar sus
reivindicaciones y protestar por la represión policial, la concurrencia en Plaza San Martín
llegó a las 25.000 personas.
Cuando se comienza a criminalizar la protesta aplicando la Ley de Residencia a los
dirigentes anarquistas las acciones comienzan a menguar y algunos, asustados, deciden
acatar las intimaciones judiciales o bien intentar un arreglo con los propietarios. En

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noviembre el movimiento ha perdido mucha fuerza y para fines de diciembre (tras 4 meses)
la huelga de consumidores más significativa de la historia urbana argentina había finalizado.
Convivir con otras familias en condiciones tan deplorables no era fácil y llevaba a muchos
conflictos en el espacio compartido, pero como bien señalan Bellucci y Camusso (1987,
p.12), la lucha diaria contra el común enemigo hizo que se estrechasen los vínculos
solidarios entre los habitantes de un mismo inquilinato, los que de esta manera olvidaron las
reyertas cotidianas tan comunes para quien vive en medio de la incomodidad y el
hacinamiento e hicieron foco en las reivindicaciones que los unían. Por primera vez en la
historia los inquilinos porteños se constituían como sujeto social.

Nos gustaría finalizar con una breve mención al proceso de gentrificación que está
experimentando en la actualidad el barrio de San Telmo, un barrio de larga tradición
histórica ubicado en el corazón de la ciudad de Buenos Aires y que en la actualidad se
caracteriza por su identidad bohemia construida sobre todo en torno peculiaridades que
desde el sentido común se pregonan como pertenecientes al “ámbito cultural”. Como
sabemos, el proceso de gentrificación se caracteriza por un paulatino “colonialismo”
inmobiliario cuya finalidad principal es la de revalorizar un espacio o barrio de la trama
urbana para que incremente en el mercado su renta primaria y secundaria (Jaramillo, 1977).
En la práctica, esto trae aparejado un desplazamiento poblacional de nuevos arribistas
acaudalados que expulsa a su vez a los habitantes locales por fuera de estos cordones
cuya nueva impronta vanguardista -innovadora, artística, moderna, etc- modifica los usos
del suelo urbano de este espacio a la vez que incrementa de manera exponencial el precio
de los lotes que allí están ubicados.
En este sentido, charlamos con Mario, un vecino del barrio que nos cuenta que
insistentemente grandes firmas inmobiliarias se acercan a su casa mostrándose interesados
en ella. Se trata de una antigua y voluminosa casa de época cuya arquitectura aún
condensa las imágenes de principios del siglo pasado que aquí intentamos reproducir. El
lote se encuentra ubicado en una manzana de la calle Estados Unidos, pleno casco
histórico de la ciudad. En su caracterización del barrio, nos dice que hace ya algunos años
comenzó un proceso de demolición y construcción inusitada de grandes edificios en altura
y/o casas lujosas. Estos emprendimientos encuentran la manera de sortear las
disposiciones gubernamentales que impiden modificar las fachadas de los edificios

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históricos y prosiguen con sus construcciones ostentosas que aumentan el plusvalor5 del
barrio.
Entendemos que en la actualidad el barrio de San Telmo está experimentando un proceso
de gentrificación que fácilmente puede constatarse en cualquier aviso inmobiliario que
ofrezca una propiedad en la zona, el precio del lote es significativamente mayor al de una
propiedad con similares características en un barrio aledaño. La tendencia es, desde luego,
contrapuesta a la de la imagen del antiguo barrio de trabajadores que rentaban una pieza
cerca de su lugar de trabajo. En la actualidad la proyección de este barrio se dirige hacía las
grandes torres voluminosas con zoom’s y amenities o la construcción de departamentos
abocados a la renta turística al estilo airbnb. En fin, el corte de vivienda propio de las clases
acaudaladas, en donde seguramente expondrán en sus espacios de uso común alguna que
otra pintura de Quinquela haciendo referencia al viejo espíritu del conventillo.

5
Por supuesto, esta nueva tendencia edilicia va acompañada de una serie de infraestructuras de ocio
y espacios recreativos que no necesariamente se condicen con las tradicionales del barrio. En este
sentido, es necesario resaltar la dimensión cultural de los procesos de gentrificación ya que esto nos
lleva a pensar no solo en la exclusión en términos económicos de los antiguos habitantes, si no
también en la imposición de nuevas prácticas y modelos de vida que, eventualmente, entran en
tensión con la identidad del barrio.

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Anexo fotográfico

Infancias en el conventillo*

Patio de un conventillo imagen restaurada de un original de época .

10
Propuesta habitacional del partido Socialista.*

Manifestación masiva y uso del espacio urbano. 1907.

11
Diario de época. 1907.

Primeros desalojos a cargo del coronel Falcón en la calle Defensa en el barrio de San Telmo. 1907.

12
Las mujeres batían las escobas para ”barrer a los caseros”. 1907.

La represión de Falcón se cobró la vida de un joven anarquista de 15 años, un baulero de profesión con grandes
virtudes para la oratoria. 1907.

San Juan y Chacabuco, CABA. Actualidad.

13
Scobbie.1977.

14
Precio del m2 en San Telmo. 2016.

Para el año siguiente el barrio continuó con su revalorización en alza. Decidimos apelar a datos de años
anteriores debido al estancamiento del mercado inmobiliario en la actualidad. No obstante, el proceso de
gentrificación es claro, el precio actual del m2 en San Telmo es significativamente mayor que el de los barrios
aledaños, más aún si se verifica este proceso a lo largo del tiempo. 2017.

15
El recurso habitual que repiten los proyectos inmobiliarios dejando la fachada en pie para sortear regulaciones y
emprender la construcción en altura. Detrás de esta fachada se está construyendo un edificio en altura
actualmente.

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Bibliografía

- SURIANO, Juán (La huelga de inquilinos de 1907, C.E.A.L., 1983)


- SCOBBIE, James (Del centro a los barrios 1870-1910, Solar/Hachette, 1977)
- SUMMO, Marcelo (Clase obrera, lucha politica y espacio urbano en la Buenos Aires
finisecular. La huelga de inquilinos de 1907 revisitada, revista Pacarina del Sur (en
linea), año 5, n° 17, octubre-noviembre, 2013)
- YUKNOVSKY, Inés (Vida cotidiana y participación política: “La marcha de las
escobas” en la huelga de inquilinos, Buenos Aires, 1907 - revista Feminismo/s N° 3,
2004)
- BELLUCCI, Mabel y CAMUSSO, Cristina (La huelga e inquilinos de 1907: el papel
de las mujeres anarquistas en la lucha, Cuadernos de CICSO N° 58, 1987)
- GUEVARA, Celia; VEGA Sergio; ATLAS, Gabriel (La huelga de los inquilinos en La
Boca). Seminario de crítica. 1907.

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