Cuerno de Unicornio, Bezoar y Triacas
Cuerno de Unicornio, Bezoar y Triacas
Cuerno de Unicornio, Bezoar y Triacas
Unicornio.
Por ejemplo, una copa hecha del cuerno de este animal volvía inocuo cualquier
líquido venenoso que pudiera contener en su interior.
El alicornio valía mucho más que su peso en oro; siendo los reyes, emperadores, y
papas las pocas personas capaces de pagar los precios exigidos. Estos se
encontraban ávidos en adquirir el cuerno precioso que les “garantizaba” una vida
larga y saludable. Con semejante comercio lucrativo, la aparición de “alicornios
falsos” fue algo previsible, los que fueron confeccionados con cuerno de toro, o de
cabra.
Alimentar con arsénico a unas palomas, seguidas por una dosis de cuerno de
unicornio. Si las palomas sobrevivían, el cuerno era genuino.
Dibujar un círculo en el suelo con el cuerno. Si el cuerno era real, una araña
puesta allí no podría cruzarlo. O bien poner el cuerno en agua fría. Si el agua
burbujeaba aunque estuviese fría, el cuerno provenía de un unicornio.
Los cuernos de unicornio completos fueron rarísimos. Por ejemplo, un cuerno de
unicornio completo que poseía la reina Elizabeth I de Inglaterra fue valuado en su
momento en £10,000 (el equivalente de aproximadamente 3.000 onzas de oro,
dinero que alcanzaba para comprar una propiedad rural grande con un castillo).
Entre los registros más antiguos acerca de este mítico animal, encontramos el de
Ctesias de Cnidos, el historiador y médico griego, quien describía en el 398 a.C:
"Hay, en la Persia, ciertos asnos tan grandes como los caballos o más grandes
aún. Sus cuerpos son blancos. . . y sus ojos azul oscuro. Ellos tienen un cuerno en
la frente de un pie y medio en longitud. El polvo macerado de este cuerno se
administra en una poción como protección contra las drogas mortales. La base del
cuerno es blanco puro, la parte superior es afilada y de un rojo vívido; y el resto, o
la porción media es negra. Aquéllos que beben en vasos hechos con estos
cuernos no están sujetos a convulsiones o la enfermedad santa. De hecho, ellos
incluso son inmunes a los venenos si, o antes de o después de tragarlos, beben
vino nada más de estas copas. Todos los animales cuentan con cascos sólidos. El
hueso del tobillo, el más bonito que yo haya visto alguna vez, tiene la apariencia
del buey: Es tan fuerte como la primacía, y su color es parecido al del cinabrio. El
animal es sumamente veloz y poderoso, y ninguna criatura, caballo ni cualquier
otro animal, puede darle alcance”.
Hoy sabemos que tanto en la India así como en Africa, existe solo un animal de un
solo cuerno: el rinoceronte.
El unicornio entró a la leyenda europea sin tener nada que ver con el rinoceronte
que era desconocido para el occidental de la edad media, pero con propiedades
similares. En otros casos, el largo cuerno de este mítico animal, que en ocasiones
unos pocos podían obtener a un valor muy superior al de las joyas más excelsas,
era el único diente del macho de una especie de cetáceo llamado narval.
El uso de este escasísimo antídoto obviamente estaba restringido solo a los reyes
y su selecta corte.
En Inglaterra la creencia en los poderes del cuerno del unicornio como antídoto
duró hasta el reinado de Carlos II quien, con un juicio un poco más objetivo, solicitó
a la Royal Society que investigase las propiedades de una copa labrada en un
cuerno de rinoceronte, siendo informado de su absoluta inutilidad para evitar o
contrarrestar intoxicaciones.
Sin embargo no todos compartían esta opinión, como sucedió con Juan I, hijo de
Pedro IV y de Leonor de Sicilia. Dicho rey era un hombre culto que estudiaba
música y astrología, pero en forma paralela creía fervientemente en las
supersticiones y los maleficios.
La generalización de esta creencia antidótica hizo que por lo menos una pequeña
parte del cuerno de un unicornio se volviese un elemento imprescindible para todo
castillo o iglesia, disponible para tratar con las enfermedades, las mordeduras de
perros rabiosos, arañas, serpientes o escorpiones, y para la protección contra los
envenenamientos realizados por otras personas.
Un valor similar tuvo una taza de oro que el rey Eduardo IV regaló al duque de
Burgundy, la que tenía incrustaciones de joyas y un trozo de cuerno de unicornio.
No sabemos si estas piezas contenían en realidad colmillo de narval, cuernos de
antílopes o gacelas africanas o de rinocerontes.
El Papa Pablo III llegó a pagar doce mil piezas de oro por un cuerno de “unicornio
genuino”, y en Inglaterra Jaime I pagó diez mil libras esterlinas por otro cuerno.
Bezoar, terra sigillatta, gemas, amuletos y talismanes. Todo servía contra los
venenos.
En aquella época, el pueblo que no podía acceder a antídotos tan caros como el
cuerno del unicornio, debía contentarse con otros antídotos universales. Uno de
ellos fueron las piedras encontradas en los estómagos de ciertos animales,
particularmente rumiantes como cabras y gacelas.
Las autoridades ejercían algún tipo de control de calidad, quemando los bezoares
que eran hallados falsos, sin embargo los declarados genuinos se vendían a
precios exorbitantes y eran cuidados como tesoros. Se tiene registro que un
castillo en Córdoba, España llegó a ser permutado por una de estas piedras.
Téngase presente que las piedras bezoares fueron admitidas como remedios
oficiales en la farmacopea londinense hasta mediados del s. XVIII.
Otro antídoto universal utilizado por aquella época fué la Terra Sigillata, una arcilla
especial de la isla de Lemnos. Con ella fueron fabricados jarros en los siglos XVI y
XVII en donde podía ingerirse cualquier bebida sin temor a ser envenenado.
Muchas gemas podían neutralizar los venenos. Así Maimonides informó que el
polvo de esmeralda diluído en vino era un buen antídoto aunque avisaba que esta
gema debía ser grande y de buena calidad.
Las últimas formas de antídotos utilizados en la edad media fueron los amuletos y
los talismanes. Estos fueron introducidos por los judíos, aunque no era raro que un
gentil pidiese alguna protección al rabino local. Su utilización se remonta a culturas
más antiguas como la egipcia o la china.
La palabra Teriaca o Triaca deriva del griego "therion", que era utilizada para
denominar a las víboras y por extensión a todos los animales ponzoñosos.
La triaca fue uno de los remedios más populares entre los griegos y los romanos,
quienes creían en su acción siempre y cuando se ingiriese de manera regular una
o dos veces diarias. Estas elaboraciones fueron desarrolladas por médicos de
fama reconocida, y resultaban excesivamente caras para el pueblo, no así para los
patricios, que eran en su mayoría consumidores asiduos.
La theriaca fue mencionada en la farmacopea árabe por Ibn Mâsawayh (nacido en
Gondishapur hacia 777 y muerto en Sammara en 857), Hunayn y al Razî (llamado
Razès, nacido en Rayy, también hacia 865 y muerto en Bagdad, entre 902 y 935).
Entre los finales del siglo XVI y principio del XVII el más grande hospital en Milán
envió también a Venecia, para aprender el arte preparatorio de la Teriaca, a su
maestro speziere, quien se convirtió en el primer autorizado legal para tales fines
en la zona de Milán.
Tanto fue su auge, que ya no era utilizado solamente contra las mordeduras de
serpiente ni los envenenamientos, sino también para conservar la salud, hacer la
vida mas tranquila prolongada, y rejuvenecer todos los sentidos. Así lo hace saber
entre 1595 y 1605, el médico y filósofo Orazio Guarguanti de Soncino al dirigirse a
Ludovico Taberna Obispo de Alabanzas, Mensajero apostólico.
Vaso de farmacia (Albarello) de
Theriaca. Siglo XVIII
BIBLIOGRAFIA
Pelta Roberto. El veneno en la historia. Espasa Hoy ed. Madrid. 1997. P. 37-38
Asimov Isaac. Guía de la Biblia. Antiguo Testamento. Vol 1 .Plaza & Janes
Editores. España 1995. p.172 - 173.
La theriaca. http://www.astan.com/kurdistan/theria2_intro.htm