Indice Los Dias Inversos

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Daniel Viola

Los días inversos


POEMAS
Rachid, Jorge
El mundo del día después / Jorge Rachid. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos
Aires : Fundación CICCUS, 2021.
Viola,
176 p. Daniel
; 23 x 16 cm.
Los días inversos : poemas / Daniel Viola. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de
Buenos Aires : Fundación CICCUS, 2022.
ISBN 978-987-693-839-6
96 p. ; 23 x 16 cm.
1. Ideologías Políticas. 2. Capitalismo. 3. Pandemias. I. Título.
ISBN320.5
CDD 978-987-693-888-4

1. Poesía Argentina. I. Título.


CDDedición:
Primera A861 febrero 2021

Primera
© edición:
Ediciones enero
ciccus 2022
- 2021
Medrano 288 (C1179AAD)
(54 11) 4981-6318
Diseño / (54 11) Andy
de tapa e interior: 2127-0135
Sfeir
ciccus@ciccus.org.ar
Corrección: Lilia Ferrer Morillo
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Coordinación y producción editorial: Andrea Hamid

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Obra de tapaCICCUS - 2022
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Medrano 288 (C1179AAD)
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Printed in Argentina

Ediciones CICCUS re- Ediciones CICCUS ha


cibió el Diploma de sido merecedora del re-
Honor Suramericano conocimiento Embajada
que otorga la Fundación de Paz, en el marco del
Democracia desde su Proyecto-Campaña “Des-
Programa de “Formación en Valores pertando Conciencia de Paz”, auspicia-
en el Mercosur y la Unasur”. do por la Organización de las Nacio-
Círculo de Legisladores, nes Unidas para la Ciencia y la Cultura
Honorable Congreso de la Nación. (UNESCO).
A Pipo, quien una tarde, a los dieciséis años,
en un bar, me mostró sus ojos repletos
de poesía sellando la amistad.
Un hombre en el momento de colgarse de una soga
encontró oro y en el lugar del tesoro dejó la soga;
pero quien lo había escondido, al no encontrar el
tesoro, se ató al cuello la soga que sí encontró.

Décimo Magno Ausonio


Guía para quienes desean encontrar
Segregan los días encerrados en la historia
sus jugos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9
Te fuiste esfumando entre sembrados
y vaquillonas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 10
La tarde trae nuevamente su silencio . . . . . . . . . . . . . 11
En plenitud de madurez en el dolor . . . . . . . . . . . . . . 12
Un relincho en el silencio de esta aurora . . . . . . . . . . 13
Masticando, sin saber, el último pasto . . . . . . . . . . . . 14
Se alejaron los monstruos al acercarse la mañana . . 15
Respetuoso salí de tu casa y bajé . . . . . . . . . . . . . . . . . 16
Mi hermano partió un día en su caballo . . . . . . . . . . . 17
Dejen de estorbar . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 18
Existe una madera que no aprisionó el árbol . . . . . . 19
Atados ante un insólito paisaje . . . . . . . . . . . . . . . . . . 20
Alejaste en un gesto lo que pudo haber sido . . . . . . . 21
Cuando lentamente se apaga el brillo
que los cuerpos tienen . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 22
Ansiamos el futuro que redima . . . . . . . . . . . . . . . . . . 23
La mañana se anuncia mientras un niño la llora . . . 24
Se acerca sigilosamente el sonido . . . . . . . . . . . . . . . . 25
Llegaron a estas tierras . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 26
La infancia es un territorio donde
los años no cuentan . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 27
Trasladan la noche con la madera del Arca . . . . . . . . 28
Cuando la amistad se hace sombra . . . . . . . . . . . . . . . 29
Inevitable y bendecida la traición de los días . . . . . . 30
Cuando el día necesita esa nueva tibieza . . . . . . . . . . 31
Azote de noche, hiriente . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 32
Esa luna va menguando como los días mis ojos . . . . 33
Anulado el paisaje que crea la memoria . . . . . . . . . . . 34
Por desinterés o pudor . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 35
Silencio. Entrecruces. Hondura . . . . . . . . . . . . . . . . . 36
Aquello que libre debe circular . . . . . . . . . . . . . . . . . . 38
Ese reclamo perpetuo que irrumpe . . . . . . . . . . . . . . . 39
Se es joven cuando el sol se mantiene en el cuerpo . 40
El campo era un campo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 41
Estas calles tuvieron los días de mi infancia . . . . . . . 42
Mañana nos acompañarán los corazones muertos. . 44
Desentrañar el sentido a los inevitables . . . . . . . . . . . 45
El silencio con astucia se cuela entre las sombras . . . 46
Extraviada la belleza, nos queda el engaño . . . . . . . . 47
Un incesante caer de cenizas sobre mi cuerpo . . . . . 48
Se desliza un resplandor de colores . . . . . . . . . . . . . . 49
Luego de un tiempo de acumular el aire . . . . . . . . . . 50
Lo incierto perturba . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 51
Yo tenía un conglomerado de nubes . . . . . . . . . . . . . . 52
En la almohada yace la luna de mi infancia . . . . . . . . 53
La noche trajo una dicha. El olvido . . . . . . . . . . . . . . . 54
Cuerpos silentes. Pieles sonoras . . . . . . . . . . . . . . . . . 55
Mi madre apoya su cabeza en la mano . . . . . . . . . . . . 56
Susurran las lágrimas del olvido . . . . . . . . . . . . . . . . . 57
Se desprenden las hojas por tanto
amarillo acumulado . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 58
Se ha ofendido la noche . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 59
Volveré al árbol también . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 60
Todo crecido en este retorno a casa . . . . . . . . . . . . . . 61
Así estamos, tras el mismo derrotero . . . . . . . . . . . . . 62
A punto de ser huérfanos se desvanece la herencia . 63
Quien ve tus ojos descubre un color de lo posible . . . 64
Los facultativos han dicho sus argumentos . . . . . . . . 65
Dónde habrás mirado aquel día de agosto . . . . . . . . . 66
Vendrá aquella eternidad de desencuentro . . . . . . . . 67
La furia tomó mi nuca . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 68
El poema de los Inversos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 69
Prolongación de los días
los trajo esa pandemia . . . . . . . . . . . . . . . . . 73

Los soñadores de letras en su ardua tarea . . . . . . . . . 77


Arribó la incertidumbre bautizando un virus . . . . . . 78
Peregrina el misterio por los bares en la hora . . . . . . 79
Lo que fuera unos días . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 80
Triste es conocer que entubaron la risa . . . . . . . . . . . 81
Horacio González… Yasán… y otros . . . . . . . . . . . . . . 82

Al final de los días . . . . . . . . . . . . . . . . . 83

Hijo de cual memoria he sido . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 85


Los días inversos
Segregan los días encerrados en la historia
sus jugos.

Evidencia que se pudren.

Desprendidos de los calendarios,


alejados de toda revolución solar,
certifican que lo que pudo haber sido, ya
no será. Cada uno posee su porcentual
de nacimientos y muertos. Se lo han
otorgado los que no están en el tiempo.
Quienes les brindan su existencia.

Esa piedra es parte de una diosa de


la vieja Europa. Logra mantener sus milenios.
Los mitos adquieren sus formas como los días.
Los apocalípticos con su única esperanza,
en su obsesión por el fin, olvidan los orígenes.

9
Daniel Viola
Te fuiste esfumando entre sembrados y
vaquillonas.

Siempre el destiempo. Cada mirada


en su infinito. Presintiendo que ese mañana
no sería el esperado. Hemos descubierto que
el pasado tampoco lo sería. Quién nos
ubicó tan cerca, sin un beso.

No se evita llorar lo perdido. La angustia


nace en aquello que pudo haber sido
sabiéndolo imposible. Esa ficción en
los días pasados organiza uno de
tantos presentes. Los marinos lo saben.
Navegar en aguas conocidas no permite
arribar al equívoco. A tientas entre engaños.
La luz que vimos era tan solo un reflejo.

10
Los días inversos
La tarde trae nuevamente su silencio.

Deserción y vacío. Olvidar a aquellos


que ya no recuerdan. Ingresar en el
tiempo deshecho. Ausencia de estaciones.
Una brisa. Un amable aguacero.
El sol acuna. Aleatoria la mirada.

“…pasará, pasará, pero el último quedará…”

Letanía de niñez vecina. Lindante.


Sorpresas compartidas. Fraudes vivientes.
Aquel patroncito sangrando la vereda.
Madre prolongando la despedida de tía.
En la puerta. Alguien tapándome los ojos.
Nunca logré adivinar quién eras.
Queda la tibieza en mi nuca.
La sin razón de no darme vuelta.
Certeza de que el adiós no llegaría.

11
Daniel Viola
En plenitud de madurez en el dolor
contemplo la mirada serena del
niño descuartizando el insecto.

Actos carentes de territorio conllevan


el tiempo del impulso, del instinto,
de aquello que conformó mi cuerpo.

Es la misma placidez que envolvió el beso


delator que creara este nuevo cosmos.
Lograr escuchar el gallo con sus tres cantos
disipa la traición, la negación, aquel miedo.

Me atrevo, como el niño, a perder


el placer de ser reflejo.

12

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