15.intervencion Psicologica Inmediata en Desastres

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INTERVENCION PSICOLOGICA INMEDIATA EN DESASTRES

1. INTRODUCCIÓN.
La sociedad actual se encuentra muy sensibilizada por el impacto de las catástrofes.
La seguridad de los países más desarrollados se ha visto reiteradamente
cuestionada por trágicos acontecimientos, especialmente por la violencia terrorista.
Acontecimientos tales como el atentado del 11 de septiembre del año 2001 sobre las
Torres Gemelas de Nueva York, del 11 de marzo de 2004 en Madrid, o del 7 de Julio
de 2005 en Londres han conmocionado la opinión mundial.

Ante situaciones de este tipo, no podemos eliminar el dolor que un familiar siente por
un ser querido que ha fallecido, pero podemos acompañarlo y ayudarle a atravesar
esos momentos amargos, podemos hacerle comprender lo que le está ocurriendo y,
sobre todo, escucharlo. No podemos evitar las escenas de dolor, ni las
manifestaciones de rabia o indignación, pero podemos canalizarlas y amortiguarlas. El
objetivo de este artículo es informar sobre las actividades de intervención psicológica
en situaciones de catástrofe.

2. CRISIS, EMERGENCIA, DESASTRE Y CATÁSTROFE.


Son conceptos que se utilizan de forma indistinta (así ocurre en este artículo) y que
comparten ciertas similitudes. Entre ellas el que implican la pérdida o amenaza de la
vida o de la propiedad, además de perturbar el sentido de la comunidad y provocar
consecuencias adversas para los supervivientes. Por otro lado, precisan de una
intervención no demorable (son urgencias). También comparten el que frente a ellas
aparecen reacciones psicológicas similares, el que son imprevisibles y accidentales
y, por ello, causan sorpresa, indefensión y desestabilización. A pesar de todas estas
similitudes, también existen diferencias de tipo cuantitativo:

• Emergencia sería la situación que se resuelve con los recursos médicos y


asistenciales locales. Ejemplos de emergencias las encontramos en las continuas
intervenciones de los servicios sanitarios que cubren accidentes de tráfico.
• Más grave es la situación de desastre (sin entrar en los tipos que existen) para
los que se necesita una mayor infraestructura y en el que se dan un mayor
número de heridos, damnificados y conlleva un mayor coste económico,
suponiendo una alarma para la población.
• Finalmente se habla de catástrofe refiriéndose a un desastre masivo, con
consecuencias destructivas que abarca una mayor extensión, supone un gran
esfuerzo humano, material y de coordinación. Las catástrofes, con sus secuelas
de horror y sufrimiento, provocan alarma social y suscitan la necesidad de una
intervención para remediar, en lo posible, los daños producidos. La intervención,
en una situación de catástrofe, requiere un detenido proceso de preparación. Son
necesarios equipos (de carácter multidisciplinar), convenientemente formados y
entrenados para intervenir en cualquier situación.
Sin embargo, estas diferencias son muy arbitrarias y atienden sobre todo a
aspectos económicos y organizativos.

3. PLANIFICACIÓN GENERAL DE LA INTERVENCIÓN.


En primer lugar, se debe planificar el marco general del contexto en el que se realiza
la intervención. La planificación deberá reunir una serie de requisitos:

a) Ser flexible para poder adaptarse diferencialmente a cada situación. No hay


dos catástrofes idénticas.

b) Incluir una perspectiva evolutiva o temporal. La situación de catástrofe es un


proceso dinámico que evoluciona en el tiempo, a veces de forma muy rápida e
imprevista. Las medidas de intervención que pueden servir para los primeros
momentos pueden no ser útiles, e incluso perjudiciales, en fases posteriores.

Sobre estos principios básicos, el proceso de planificación debe intentar responder a


una serie de cuestiones generales como las que se exponen a continuación:

a) ¿A quién debe ir dirigida la intervención?. Es decir, la población necesitada


de atención psicológica.

b) ¿Quién debe realizar las diferentes intervenciones?. Profesionales y equipos


que deben realizar las diferentes intervenciones.
c) ¿Cuando y dónde se debe intervenir?. Lugar y momento más adecuado para
cada tipo de intervención.

d) ¿Objetivos de la intervención?. Deben señalarse objetivos, a corto, medio y


largo plazo, que deben ser cubiertos por las distintas intervenciones.

e) ¿Qué principios debe seguir la intervención?. Es decir, que requisitos debe


cumplir.

f) ¿Con qué medios se cuenta?. La planificación del proceso dé intervención


debe adaptarse a los medios o recursos (personales y materiales) con que se
cuenta, así como a las posibilidades de actuación.

4. LA POBLACIÓN NECESITADA DE ATENCIÓN.


En principio, cualquier persona involucrada en una catástrofe, incluidos los equipos
de socorro y los dirigentes, puede resultar psicológicamente afectada. Nadie es
totalmente inmune, por principio, a los efectos de la catástrofe. La mayoría de los
involucrados experimentan, en mayor o menor medida, emociones penosas (miedo,
temor, inseguridad, incertidumbre, preocupación, pena, dolor, etc.), que son
reacciones normalmente esperables en una situación anormal (excepcional) como la
catástrofe. Van a precisar una intervención psicológica más específica:

a) Personas que han sufrido lesiones físicas de consideración o que sin haber
sufrido lesiones físicas de importancia hallan resultado psicológicamente muy
afectadas por el acontecimiento catastrófico. Precisarán un tratamiento para el
alivio de sus síntomas actuales y la prevención de secuelas posteriores.

b) Sujetos que necesitan ayuda psicológica para afrontar las dolorosas


perdidas sufridas: personas, (compañeros, familiares, amigos... ), materiales
(domicilio, enseres), sociales (trabajo, rol social).

c) Intervinientes en los equipos de salvamento (sanitarios, bomberos,


psicólogos, cuerpos de seguridad...). Todo el personal que interviene en una
catástrofe, desde los servicios de rescate, los voluntarios y los propios
miembros del equipo psicosocial se ve sometido a un fuerte impacto
psicológico, por lo cual es importante que estas personas reciban también el
apoyo psicológico que necesiten a través de técnicas grupales que favorezcan
la ventilación emocional y faciliten estrategias de afrontamiento de situaciones
críticas (debriefing).

5. EQUIPOS DE INTERVENCIÓN.
Ante un desastre, como intervención psicosocial, dada la diversidad de necesidades
que surgen y que pueden tener un efecto importante en el malestar psicológico
(necesidades básicas, de seguridad, de información, de apoyo psicológico...) se
plantea una actuación multidisciplinar, es decir, configurar un equipo formado por
psicólogos, trabajadores sociales, personal sanitario y otros que pudieran ser
necesarios más puntualmente, como por ejemplo, representantes religiosos,
traductores, etc. La actuación en este campo requiere un equipo de profesionales
diversificado según los distintos niveles de intervención.

a) Tras el impacto, en el lugar de la catástrofe, los equipos de socorro pueden


realizar una importante labor psicológica proporcionando seguridad física, un
reconocimiento que permite descartar lesiones físicas graves, abrigo,
alimentación, información (de su situación y la de los suyos), orientación,
tranquilización y apoyo.

b) En una etapa posterior, ya en condiciones de seguridad, lejos de la amenaza


real de la catástrofe, una proporción variable de afectados presenta
alteraciones psíquicas o el riesgo de desarrollarlas posteriormente. Este grupo
es tributario de una intervención salud mental mas especializada que debe
realizar un equipó de profesionales, preferiblemente interdisciplinario,
incluyendo los diferentes especialistas en el campo de la salud mental
(médicos, psicólogos, psiquiatras, enfermeros, trabajadores sociales...),
convenientemente formados, entrenados y que formen un equipo consistente
con amplia disponibilidad para actuar en diferentes situaciones de emergencia.
6. LUGAR Y TIEMPO DE LA INTERVENCIÓN.
Las primeras medidas deben realizarse lo más precozmente posible y en el lugar
seguro más próximo a la zona de la catástrofe. Se pretende recuperar el mayor
número posible de afectados en el menor tiempo posible. La situación excepcional
creada tras la catástrofe exige medidas también excepcionales. Se debe intentar
lograr que estos sujetos, potencialmente recuperables, se reintegren y ocupen lo
antes posible. Se emplean medidas elementales y sencillas como:

• Asegurarles unas condiciones mínimas de reposo.


• Ofrecerles hidratación y alimentación.
• Proporcionarles la información adecuada sobre lo que deben y no deben hacer.
• Tranquilizarles, permitirles la liberación de sus emociones.
• Concienciarlos para que se mantengan activos y ocupados.
Todo ello debe hacerse fomentando las expectativas de la recuperación del sujeto,
asegurándole que el dolor que experimenta es una reacción normal transitoria y
recuperable ante la grave situación vivida. Se deben evitar las etiquetas psiquiátricas
utilizando un lenguaje adecuado a la capacidad de comprensión del sujeto.

En una etapa posterior, los equipos, de apoyo psicológico prestarán atención a los
individuos evacuados por severas alteraciones psicopatológicas y a las poblaciones
de alto riesgo, para prevé la aparición de secuelas postraumáticas ulteriores.

7. OBJETIVOS.
La planificación de una intervención asistencial se debe marcar unos objetivos a
corto, medio y largo plazo, estos últimos asimilables por otros equipos asistenciales.

• A corto plazo: próximo en el tiempo y lugar al acontecimiento catastrófico, se


pretende aliviar el sufrimiento de sujeto y acelerar el proceso natural de
recuperación tras e impacto doloroso de un evento traumático.
• A medio plazo: el interés primordial se centra en la prevención de secuelas
psíquicas retardadas y de la evolución hacia un trastorno de estrés
postraumático.
En síntesis, la intervención psicológica en las catástrofes está orientada a mitigar o
aliviar el sufrimiento psicológico de los afectados y a prevenir el agravamiento de los
síntomas, desarrollando acciones que eviten su cronificación.

8. PRINCIPIOS DE LA INTERVENCIÓN.
La intervención debería cumplir los requisitos de inmediatez, proximidad, simplicidad
y expectativa de una pronta recuperación. La experiencia de las organizaciones
militares ha destacado la importancia de estas medidas, que constituyen la versión
abreviada del tratamiento de Salomón de la "reacción al estrés del combate"
(Salomón, 1944) denominadas:

1. Proximidad: la atención psicológica debe realizarse en los escenarios próximos a


la catástrofe (tanatorio, hospitales etc.), para evitar patologizar la situación,
trasladando a los afectados a un hospital, centro de salud mental, etc.
2. Inmediatez: cuanto antes se intervenga menor posibilidades hay de que se
desarrollen psicopatologías futuras, como el Trastorno por Estrés Postraumático.
3. Expectativas: Es importante transmitir información positiva al afectado sobre su
capacidad de afrontar la situación, e insistir en la idea de que está sufriendo
reacciones normales ante situaciones anormales (Acontecimiento Traumático).
4. Es indispensable también transmitir expectativas positivas sobre un rápido retorno
a su rol o función anterior al evento, potenciando así su autoestima y sus
estrategias de afrontamiento.
5. Simplicidad. Utilización de técnicas sencillas y breves. El tratamiento deberá,
generalmente, ser breve en el tiempo y no durar más de cuatro a siete días. La
utilización de un ambiente estructurado y medidas simples como alojamiento
seguro, ropas limpias, bebida, comida, descanso, ocupaciones sencillas
supervisadas, junto a la posibilidad de hablar de su experiencia en un grupo que
le comprenda es suficiente para acelerar la recuperación del sujeto afectado.
9. INTERVENCIÓN PSICOLÓGICA. FUNCIONES Y TAREAS.
En función del tipo de población afectada podemos hablar de

• Intervención psicológica con afectados y familiares: apoyo psicológico, potenciar


el apoyo social y la capacidad de afrontamiento.
• Intervención psicológica con los grupos de intervención: asesoramiento sobre
medidas de autoprotección (turnos, descansos, ventilación emocional).
9.1. INTERVENCIÓN PSICOLÓGICA CON AFECTADOS/FAMILIARES.
Son actuaciones que van orientadas a los siguientes objetivos:

a) Tranquilizar al sujeto. Explicándole el significado y alcance de sus


síntomas, sobre todo haciéndole ver que se trata de una reacción transitoria a
la situación vivida. Asimismo, debemos hacerle ver que todas estas reacciones
son normales e inevitables en una situación como esta y que no debe intentar
buscar explicaciones lógicas a lo ocurrido. Puede ayudar alguna técnica
sencilla de relajación. Si la ansiedad es intolerable para el paciente o crea una
situación de riesgo (personal o para el grupo) puede recurrirse a la
administración de un fármaco tranquilizante, como se comenta más adelante.
En el caso de tratarse de un superviviente de una catástrofe, se debe
tranquilizar, proporcionando a los sujetos la seguridad de que se encuentran a
salvo y físicamente indemnes.
b) Favorecer la liberación de la tensión emocional provocada por la
catástrofe. Se debe favorecer esta liberación, permitiendo que el sujeto hable y
exprese sus emociones (crisis de llanto, descargas de agresividad verbal). Es
necesaria una escucha empática, sin pronunciar juicios de valor, ayudando a
ventilar y desahogar las emociones contenidas. Ello puede contribuir a
disminuir el riesgo de aparición de secuelas postraumáticas.
c) Activar recursos externos al sujeto (apoyo social, laboral y familiar). El
apoyo social es un factor importante para reducir el impacto de un
acontecimiento traumático. El apoyo social puede ser prestado tanto por los
compañeros, otros afectados o bien por los familiares. Las personas del
entorno que han sido afectadas por la misma situación traumática se
encuentran en la mejor situación para comprender a los afectados, a veces su
apoyo y consejo resulta determinante para la resolución de la crisis. En general
las actitudes que se recomiendan a los familiares o amigos del sujeto afectado
consisten en medidas sencillas como:
o Evitar que se sienta solo: acompañarle, pasar tiempo con él, prestarle
atención.
o Escucharle y tranquilizarle sobre sus miedos irracionales, asegurándole que
se encuentra a salvo y sobre todo permitirle el desahogo emocional, como
la liberación del llanto o de la rabia contenidos.
o Es necesario también facilitarle el descanso, ayudándoles en las tareas y
responsabilidades diarias.
o Respetar su silencio e intimidad. Cada persona tiende a elaborar las
situaciones según su personal forma de ser y puede necesitar intimidad y
silencio. Estas actitudes deben ser comprendidas y aceptadas por el
entorno.
e) Activar los recursos internos del sujeto (estrategias de
afrontamiento). El sujeto afectado debe volver a su rutina cotidiana e intentar
organizar sus actividades para los días posteriores al atentado o accidente.
Para ello debe seguir estas indicaciones:
o Ponerse pequeñas metas. Tomar pequeñas decisiones cotidianas.
o Enfrentarse lo antes posible a lugares y situaciones que le recuerden lo que
ha pasado.
o Es posible que existan dificultades para concentrarse en el trabajo. Es
aconsejable hablar con jefes y compañeros sobre lo ocurrido para que lo
puedan entender.
o Intentar descansar y dormir lo suficiente (en situaciones como esta es
necesario dormir más de lo habitual).
9.2. APOYO PSICOLÓGICO A LOS TÉCNICOS EN SALVAMENTO (SANITARIOS,
BOMBEROS, SOLDADOS, PSICÓLOGOS, TRABAJADORES SOCIALES,
CUERPOS DE SEGURIDAD...).
Durante la labor de rescate de los técnicos habrá que estar atentos a las
manifestaciones de estrés. Cuando detectemos a algún profesional que está
sufriendo esta reacción, debemos seguir la siguiente secuencia:
1) Apartar al técnico afectado del lugar de trabajo hasta un lugar sin estímulos
agresivos.

2) Preguntarle por su estado.

3) Realizar una escucha activa.

4) Asegurarse que su estado es normal para la situación por la que pasa.

5) Proporcionarle apoyo, elogiar su esfuerzo.

6) Proporcionarle un descanso (1/2 hora) o cambiarle de tarea si se estima


aconsejable.

Una vez acabado el turno o finalizado el salvamento o rescate, debemos propiciar un


encuentro distendido del grupo de trabajo (técnica de desahogo psicológico o
debriefing) en el que se aliente a los participantes a:

• Narrar los hechos vividos.


• Hablar sobre los sentimientos experimentados.
• Informarle sobre los síntomas que puede estar experimentando o que puede
llegar a sufrir en los próximos días.
• Darles indicaciones de cómo actuar sobre estos síntomas.

BIBLIOGRAFIA
• Elena Puertas López . Revista de Protección Civil. nº5. 2000
• Intervención psicológica en desastres bélicos. José Manuel Montero Guerra.
Papeles del Psicólogo. Septiembre , nº 68 , 1997
• Intervención psicológica en las catástrofes. José I. Robles y José L. Medina. Ed.
Síntesis.
• Intervención psicológica en situaciones de emergencia y desastres. Gobierno
Vasco.
• Isabel Vera. Revista de Protección Civil. nº8. 2001
• Luz Gutierrez Gutiérrez. Revista de Protección Civil. nº1. 2000
• Manual práctico de apoyo Psicológico en situaciones de emergencia. Juan M.
Fernández Millán. Ed. Grupo Editorial Universitario
• Primeros auxilios psicológicos. Cruz Roja Española.
• Psicología para después de una crisis. Manuel Trujillo. Ed. Aguilar.

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